una howard carter - editorial confluencias

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una vida, 2HOWaRd CaRTER

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© De los comentarios, la selección de textos y las traducciones: José Miguel Parra

© De las fotografías: sus respectivos autores

© Confluencias, 2019

www.editorialconfluencias.com

Maquetación: Rodrigo Sepúlveda Cebrián

Impreso en España

isbn: 978-84-121003-3-4

Depósito legal: ...

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización estricta de los titulares del Copyright bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares mediante alquiler y préstamos públicos.

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José Miguel Parra

HOWARDCARTER

Una vida

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índice

inTROduCCión 9

i. Obituario de Howard Carter 15

ii. Primeros pasos en Egipto: Beni Hassan, Amarna y Deir al-Bahari (1891-1899) 27

iii. Inspector jefe del Alto Egipto (1899-1904) 35

iv. Inspector jefe del Bajo Egipto (1904-1905) 57

v. Los años de espera (1905-1909) 73

vi. Lord Carnarvon comienza a excavar (1906-1909) 75

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vii. El camino hacia Tutankhamón (1909-1917) 85

viii. El valle de los Reyes (1917-1922) 93

ix. El descubrimiento de la tumba (1922) 105

x. Los problemas del éxito (1922-1923) 141

xi. La muerte de lord Carnarvon (1923) 149

xii. La excavación de la tumba peligra (1924) 157

xiii. El regreso al trabajo (1925-1932) 165

xiv. El plácido final tras Tutankhamón (1932-1939) 169

Fuentes de los textos 173

Fuentes de las fotografías 183

Bibliografía 185

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introducción

E l cuatro de noviembre del 2022 se cum-plirán cien años del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón. Ese día se trató

de apenas un escalón, vislumbrado por entre el polvo y la rocalla que cubrían el lecho del Valle de los Reyes gracias al buen hacer arqueológico del protagonista de este libro, Howard Carter. Unas cualidades que años atrás habían encontrado en el apoyo y la nutrida bolsa de lord Carnarvon, un noble inglés que pasaba sus inviernos en Egip-to en busca de un clima seco que mejorara su maltrecha salud. Así, en la que iba a ser la última campaña de su larga colaboración excavando en la orilla occidental de Luxor, el tesón de este dúo acabó sacando a la luz un maravilloso tesoro de información arqueológica: una tumba diminuta, pero repleta de un inesperado y magnífico ajuar

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Introducción

funerario en perfecto estado de conservación. El faraón adolescente, fallecido con apenas veinte años de edad y enterrado dentro de un maravilloso ataúd de oro macizo, se convirtió de inmediato en noticia mundial. Desde entonces forma parte del imaginario global.

El objetivo de estas páginas es, precisamente, ofrecer al lector una pequeña biografía de Howard Carter que le permita comprender cómo llegó a conocer a lord Carnarvon, y cuáles fueron las circunstancias que condujeron al descubrimiento y las dificultades que su propio éxito les acarreó. No se trata de una biografía narrada, sino com-puesta a base de textos acompañados por un breve comentario para ponerlos en contexto. La lectura de fragmentos de cartas, de artículos, del diario de excavación de la tumba, de libros contemporá-neos sobre el hallazgo, de entrevistas de la época, etc., tanto escritos por el propio Carter como por personas que lo conocían directamente, nos presentan mejor al personaje y a sus compañeros de viaje arqueológico.

Carter parece haber tenido una personalidad compleja. Como profesional cabe ponerle pocos peros, pues era un dibujante dotado y un traba-jador infatigable, amante del detalle, cualidades perfectas para la profesión que lo acabó eligiendo.

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Introducción

No hay más que ver su detectivesco relato de cómo desenmascaró a los ladrones de la tumba de Amenhotep II o el detalle de sus dibujos y notas de excavación. Más sombras tiene su per-sonalidad, pues parece haber sido un hombre de altibajos, que podía mostrarse tanto encantador como una persona escasamente diplomática, un tanto irascible y muy testaruda.

Ser miembro de la clase media en una socie-dad extremadamente clasista como la inglesa de entonces, sin duda, lo hizo a veces ser demasiado suspicaz, lo cual podía generar una pronta reac-ción airada ante lo que consideraba una afrenta sin serlo. Esto significa que a su paso iba dejando tanto amigos fieles como gentes molestas por su trato, que lo consideraban innecesariamente rudo. Como dijo de él Winifred Mace, que lo apreciaba: «... siempre hace las cosas a su modo, tan inteligente que puede hacer cualquier cosa [...] y tiene problemas para no pelearse con todo el mundo». Todos estos matices de Carter se pue-den apreciar tanto en la magnífica biografía que le dedicó T. G. H. James en 1992, Howard Carter: the path to Tutankhamun, como en el espléndido libro documental de Nicholas Reeves y John H. Taylor, Howard Carter before Tutankhmun, publica-do también cuando se cumplían setenta años del

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Introducción

descubrimiento de la tumba y donde presenta la historia de su vida siguiendo un modelo que ha inspirado este volumen.

Es del profundo estudio del personaje que dibujan las obras de James y Reeves & Taylor, además del abundante material documental que presentan ambos títulos, de donde he echado mano principalmente para componer estas páginas, y no puedo sino recomendar encarecidamente su lectura. También he obtenido documentos de las estupendas biografías de varios protagonistas más de esta historia: la de Arthur Weigall escrita por su nieta, Julie Hankey, A passion for Egypt. A biography of Arthur Weigall, publicada en el 2001; la de Gas-ton Maspero escrita por Elisabeth David, Gaston Maspero. 1846-1916. Le gentleman égyptologue en 1999; y la de Arthur Mace escrita por Christopher C. Lee, ... the grand piano came by camel. Arthur C. Mace, the neglected egyptologist, asimismo de 1992. Tam-bién, por su puesto, he de mencionar al Griffith Institute de Oxforxd y su maravillosa página web1 dedicada a la documentación generada por Car-ter durante la excavación de la tumba: diarios, cuadernos de campo, fichas, fotografías... y en cuyos archivos se conserva, asimismo, uno de los varios esbozos autobiográficos escritos por el

1 www.griffith.ox.ac.uk/discoveringTut

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Introducción

egiptólogo británico, que por desgracia no llegó nunca a completar y menos publicar.

De modo que aquí va, una breve semblanza a base de documentos —acompañados de unos pocos comentarios del editor— de ese personaje cuya imagen se nos viene siempre a la cabeza cada vez que se habla de Tutankhamón. No obstante, el verdadero Carter yace escondido bajo varios sarcófagos que impiden conocerlo si no es con mucho trabajo; pues como británico de la época final del Imperio, se mostró siempre especial-mente discreto respecto a sus pensamientos y sentimientos más íntimos.

José Miguel Parra

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iobituario

de howard carter(1939)

Quizá resulte un tanto peculiar empezar la casa por el tejado, nada menos que con el obituario de Howard Carter en vez de con su partida de bautismo, pero

lo cierto es que hacerlo así tiene una gran ventaja: el lector comienza con una imagen global a la que luego le puede añadir los textos que vendrán a continuación. Además, se trata de un texto escrito por alguien que lo conoció bien tras haber trabajado con él muchos años, Percy Newberry.

Howard Carter, doctor honoris causa por la Uni-versidad de Yale y académico de honor de la Real Academia de la Historia (España), conocido en todo el mundo como el descubridor de la tumba de Tutankhamón, nació en Swaffham (Norfolk) en 1873 y murió en Londres tras una penosa

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José Miguel Parra

enfermedad el pasado 2 de marzo [de 1939]2. Era el hijo menor de Samuel Carter, el pintor de animales, cuyas obras de famosos caballos de carreras, cazas de venado, etc. adornan las paredes de muchas de nuestras casas solariegas. De niño, el padre de Howard le enseñó a pintar, y el amor y conocimiento de los animales que mantuvo durante toda su vida se vio fomentado desde tem-prano al ser el encargado del pequeño zoológico que tenía su padre en el jardín de la casa familiar en Richmond Roda, en South Kensington. Una vez le dijo al autor de estas páginas que durante su infancia se ganaba un dinero para sus gastos pintando retratos de perros, gatos y loros para alguno de los clientes de su padre.

Fue durante el verano de 1891 cuando entró en contacto por primera vez con el mundo egipcio. Por entonces yo necesitaba alguien que me ayudara a pasar a tinta la ingente cantidad de calcos a lápiz realizados el invierno anterior en Beni Hassan, y lady Amherst de Hackney, quien me estaba alojando en Didlington Hall (Norfolk), sugirió que Howard Carter, que por entonces estaba

2 Como recoge su partida de nacimiento, en realidad nació en Londres, en el n.º 10 de Rich Terrace, una calle ya desaparecida del distrito de Kensington. [Todas las notas son del autor.]

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Howard Carter

viviendo en el cercano pueblo de Swaffham, sería de lo más útil para ese propósito. Lo entrevisté en Didlington, y poco después su padre llevó al joven Howard a Londres para entrevistarse con Mr. Griffith y conmigo en el Museo Británico, donde acordamos contratarlo durante tres meses para los calcos de Beni Hassan. El siguiente mes de octubre, el Comité del Egypt Exploration Fund estuvo de acuerdo en que Carter debía acompa-ñarme a Egipto y ambos trabajamos juntos en Beni Hassan y Al-Bersha hasta el final del año. Mr. Petrie acababa de comenzar sus excavaciones en Amarna y, como necesitaba ayuda, se acordó que Carter se le uniría a comienzos de 1892 y excavar, bajo la supervisión de Petrie, ciertas partes del ya-cimiento en nombre de lord Amherst de Hackney. Esta fue la primera experiencia de Howard exca-vando en Egipto y, al finalizar el trabajo a finales de mayo, Petrie y él regresaron a Londres.

En el otoño de 1892, Carter fue nombrado dibujante del Archaeological Survey del Egypt Exploration Fund y se me unió en Beni Has-san, donde realizó los dibujos a color de perros, pájaros y otros animales representados en las pinturas antiguas que aparecen publicados en Beni Hassan, iv. Se había acordado en Londres que, tras completarse el estudio de las tumbas de

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José Miguel Parra

Al-Bersha, debíamos comenzar el estudio de las que se encuentran unas cuantas millas al sur de Amarna. Se solicitó el permiso para hacerlo al Departamento de Antigüedades, que fue rechazado por el director general, monsieur J. de Morgan, debido a que el Instituto Francés tenía el propósito de hacerlo él mismo. Al llegar la noticia a Londres, se nos dieron instrucciones de explorar la región de la orilla oriental del Nilo entre Al-Bersha y Al-Gebrawi. Poco después de nuestra llegada a este último lugar, Carter fue separado del Survey y el Comité de Londres le ordenó que se dirigiera a Sinvelawin, en el Delta, para reunirse allí con Mr. Guthrie Rogers y ayudarlo a excavar el yacimiento. Carter abandonó Asyut a principios de febrero y permaneció en el Delta hasta mediados de abril; pero como no se recibió el permiso de excavación de parte de las autoridades del Museo [Egipcio], no se pudo realizar ningún trabajo; no obstante, fue mientras se encontraba en el norte de Egipto cuando Carter adquirió sus conocimientos de árabe coloquial.

En otoño de 1893, cuando el Egypt Explo-ration Fund asumió la copia de las escenas e ins-cripciones del templo de Deir al-Bahari, Carter fue nombrado dibujante del equipo del profesor Naville, y durante los siguientes seis años no dejó

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Howard Carter

de trabajar dibujando en el famoso templo; sus dibujos a lápiz están reproducidos en fototipia en los seis volúmenes de Deir al-Bahari publicados por nuestra Sociedad. A finales de 1899, cuando el profesor Maspero comenzó su segundo período como director general del Departamento de Anti-güedades, el Gobierno egipcio decidió remodelar el Departamento y Carter fue nombrado inspector jefe de los monumentos del Alto Egipto y Nubia, con cuartel general en Tebas. De inmediato se dedicó incondicionalmente a su nuevo trabajo y durante los tres años que estuvo en el Alto Egipto hizo mucho por la restauración de los templos de la orilla occidental de Tebas, Edfu y Kom Ombo. En Abu Simbel instaló una planta de luz eléctrica y después llevó a cabo la instalación de luz eléctrica en seis de las tumbas reales de Biban al-Moluk.3 En enero de 1902, a sugerencia de Carter, el nor-teamericano Theodore M. Davis se hizo cargo de la financiación de la exploración sistemática del Valle de las Tumbas de los Reyes en Tebas en beneficio del Departamento de Antigüedades, un trabajo que fue realizado bajo la supervisión personal de Carter. Entre los descubrimientos

3 Este es el nombre árabe, «El Valle de las Puertas de los Reyes», de lo que nosotros conocemos como el Valle de los Reyes.

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realizados se cuentan la tumba de Tutmosis IV y de Hatshepsut. Durante los tres años que Carter permaneció en Tebas también colocó puertas de hierro en muchas de las tumbas pintadas de la necrópolis tebana que habían sido excavadas por quien firma estas líneas; entre ellas se inclu-yen las tumbas de Imiseba (n.º 65), Hekerneheh (n.º 64), Sobekhotep (n.º 63), Tjanuny (n.º 74), Nespaneferhor (n.º 68), Amenhotep-si-se (n.º 75), Horemheb (n.º 78) y varios más.

En 1903, Carter fue transferido como inspector al Medio y Bajo Egipto, fijando su cuartel general en Sakkara. Poco después de su llegada allí se produjo un incidente que llevó a su dimisión del cargo que ocupaba para el Gobierno egipcio. Una tarde, el reis4 de los guardias de la necrópolis llegó hasta la oficina de Carter para informarle de que una partida de franceses, en muy malas condiciones por el alcohol, habían exigido ser admitidos en el Serapeo a pesar de no estar en posesión de las requeridas entradas. Uno de los visitantes golpeó a un guardia, y esto provocó una pelea. Al llegar, Carter manifestó sus quejas y fue respondido con insultos. Ordenó entonces a los guardias que se defendieran y uno de los franceses fue dejado KO. A su regreso a El Cairo, los visitantes presentaron

4 Reis significa «capataz», «jefe».

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Howard Carter

una queja formal contra Carter y el cónsul gene-ral francés exigió una disculpa. Carter se negó a presentarla diciendo que sólo había cumplido con su deber, y como resultado de su negativa tuvo que renunciar a su puesto. Maspero quedó muy afligido por todo el asunto y escribió a varios de los amigos de Carter diciendo que no sabía lo que el Servicio de Antigüedades iba a hacer sin él y les suplicó que lo convencieran para que regresara al Departamento. No obstante, Carter se mostró inflexible en su negativa a disculparse y prefirió regresar a la vida privada. Renunció entonces durante algún tiempo al trabajo arqueológico y se ganó la vida pintando las bellas acuarelas de temas egipcios que son una alegría para todos los afortunados que han conseguido hacerse con una.

En 1906, Carter fue contratado por Theodore M. Davis para realizar dibujos de los objetos más importantes encontrados en la tumba de Iouiya y Touiyou5 en Biban al-Moluk; los cuales fueron publicados en color en el volumen The tomb of Iouiya and Touiyou escrito por Maspero y el autor de estas líneas.

5 La tumba casi intacta de Yuya y Tuya, padres de la reina Tiyi, esposa de Amenhotep III, es la KV 46 del Valle de los Reyes.

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En 1907 lord Carnarvon vino a Egipto y consiguió un permiso para excavar en Tebas. Tras haber completado una corta campaña por sí sólo, Maspero insistió en que si quería que se le otorgara otro permiso de excavación necesitaba contratar a un excavador experto, y le recomendó a Carter para el puesto. Este fue el comienzo de la relación de Carter con Carnarvon; se pasa-ron las siguientes cuatro campañas excavando y los resultados fueron publicados en Five years’ explorations at Thebes, Oxford, 1912. Carnarvon decidió entonces explorar un yacimiento en el Delta y se le concedió un permiso para hacerlo en Sakha (la antigua Xois), a unas trece millas al este de Sais. Como allí sólo es posible excavar avanzada la temporada, Carnarvon, Carter y el resto del equipo no llegaron a Sakha hasta abril, con un clima anormalmente caluroso y al cabo de quince días fueron prácticamente expulsados de su campamento por el extraordinario número de cobras que infestaban el lugar.

Poco antes de que estallara la Gran Guerra, Carter había convencido a Carnarvon para regresar a Tebas y excavar en el Valle de las Tumbas de los Reyes. Se solicitó y se obtuvo un permiso de excavación del Departamento de Antigüedades y Carter regresó de nuevo a su lugar predilecto.

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Howard Carter

Al comenzar la guerra toda actividad en Tebas fue clausurada de inmediato; pero Carter, en sus paseos solitarios por la necrópolis, consiguió en-contrar la largamente buscada tumba de Amen-hotep I. Para su relato de este descubrimiento, el lector debe consultar el artículo publicado en el volumen 3 de esta revista, página 147 y siguientes. Posteriormente, localizó la tumba de la princesa Hatshepsut, que los árabes acababan de saquear (The Journal of Egyptian Archaeology 4, pp. 107 y ss.).

Los inviernos de 1919 hasta 1921 los pasaron explorando el Valle de las Tumbas de los Reyes, pero sin éxito de ningún tipo. Entonces, cuando la excavación sistemática estaba casi completa, Carter realizó el más sensacional descubrimiento arqueológico que haya tenido lugar en Egipto: encontró la tumba de Tutankhamón con su ex-traordinaria riqueza de joyas y muebles. Telegrafió la noticia a lord Carnarvon, quien de inmediato partió para Egipto con lady Evelyn Herbert.6 Tras inspeccionar las habitaciones de la tumba, Carnar-von y su hija de inmediato regresaron a Londres, y en un discurso en el Central Hall (Westminster) la noche del 11 de enero, tras una conferencia sobre exploraciones previas en Biban al-Moluk impartida por el autor de estas líneas, realizó un

6 Su hija.

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relato del descubrimiento y de lo que había visto. (El discurso de lord Carnarvon fue publicado in extenso en la mayoría de la prensa diaria inglesa el viernes, 12 de enero de 1922 [sic].)7

Carter se dio cuenta de inmediato de que sólo con la ayuda de un amplio equipo de trabajadores expertos podría intentar vaciar la tumba y todos los tesoros que contenía. Afortunadamente, este problema quedó resulto rápidamente gracias a la generosidad de la Egyptian Expedition del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. En respuesta al llamamiento de Carter, Mr. A. M. Lythgoe, el conservador del Departamento Egipcio del museo, puso a su disposición a Mr. A. C. Mace, uno de sus conservadores adjuntos, a Mr. Harry Burton, su experto en registro fo-tográfico, y a Mr. Hall y Mr. Hauser, dibujantes de su equipo. Al mismo tiempo, Mr. A. Lucas, director del Departamento Químico del Gobier-no egipcio, ofreció su ayuda, y todos estuvieron pronto trabajando. En los años que siguieron se incorporaron otros trabajadores, incluidos el Dr. Alexander Scott (FRS)8 y el Dr. Derry, de la Universidad Estatal Egipcia de El Cairo. En total

7 Es un error tipográfico, se trata de 1923.8 Fellow of the Royal Society (miembro de la Royal So-ciety).

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Howard Carter

costó diez años registrar el contenido de la tumba y conservar los objetos para que pudieran ser empacados para su transporte al Museo Nacional de El Cairo.9 Carter y su equipo publicaron tres volúmenes para el público general sobre la tumba y su contenido entre los años 1923 y 1933; mucho queda todavía por publicar. El catálogo de tarjetas del contenido de la tumba, así como las notas tomadas por Mace, el Dr. Alan Gardiner, Lucas y quien esto suscribe, han sido depositados por la sobrina de Carter, miss Phillys Walker, en el Griffith Institute de Oxford, donde permanecerán hasta que se tomen las disposiciones necesarias para imprimirlas.

Percy E. Newberry

9 El Museo Egipcio.