una estufa para matías goldoni

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Una estufa para Matías Goldoni Abelardo Castillo Estaba ahí sobre el banquito, en mitad de la cocina. –Mejor la prendo de nuevo –dijo Matías. Cautelosamente, miró a su mujer. Ella dijo: –¿Cuántas veces la vas a prender? El miró hacia otra parte. –Y si después se le atraviesa una basurita – murmuró. –Siempre pensás lo peor –la voz de ella fue lapidaria–. Así vas a llegar lejos, sí. Y dale con eso, quién les habrá dicho que uno quiere llegar lejos, y además son ellas las que lo desaniman a uno. Basta que un hombre se decida a algo, arreglar estufas por ejemplo, para que ¡zas! la mujer le caiga encima: Arreglando estufas. Ja. ¿Pero me querés decir a dónde vas a llegar arreglando estufas? Sin embargo, por algo se empieza; ahora en los ratos libres, después quién sabe. Por lo pronto ahí estaba, sobre el banquito, una especie de diploma o algo así. Y ciento treinta y cinco pesos son ciento treinta y cinco pesos. No era una cuestión de plata, o también lo era, sí (cómo explicar bien esto, cómo explicárselo a una mujer), y al mismo tiempo era otra cosa: era que ahí estaba su primera estufa, que él la había arreglado y que le iban a pagar por eso, por haberla arreglado. –Yo la prendo.

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Una estufa para Matas GoldoniAbelardo CastilloEstaba ah sobre el banquito, en mitad de la cocina.Mejor la prendo de nuevo dijo Matas. Cautelosamente, mir a su mujer. Ella dijo:Cuntas veces la vas a prender? El mir hacia otra parte.Y si despus se le atraviesa una basurita murmur.Siempre penss lo peor la voz de ella fue lapidaria. As vas a llegar lejos, s.Y dale con eso, quin les habr dicho que uno quiere llegar lejos, y adems son ellas las que lo desaniman a uno. Basta que un hombre se decida a algo, arreglar estufas por ejemplo, para que zas! la mujer le caiga encima: Arreglando estufas. Ja. Pero me quers decir a dnde vas a llegar arreglando estufas? Sin embargo, por algo se empieza; ahora en los ratos libres, despus quin sabe. Por lo pronto ah estaba, sobre el banquito, una especie de diploma o algo as. Y ciento treinta y cinco pesos son ciento treinta y cinco pesos. No era una cuestin de plata, o tambin lo era, s (cmo explicar bien esto, cmo explicrselo a una mujer), y al mismo tiempo era otra cosa: era que ah estaba su primera estufa, que l la haba arreglado y que le iban a pagar por eso, por haberla arreglado.Yo la prendo.Dale, prndela, as cuando viene el dueo la ve prendida o la nota caliente, y se cree que la estuvimos usando. Si es que viene.Ah est, tena que agregar: si es que viene. Y por qu no iba a venir, vamos a ver. Era necesario que viniera; si el hombre no vena, Matas Goldoni difcilmente iba a poder dormir esa noche. Mir la estufa. De pronto sinti que le tena cario.Lejano, se oy el timbre de la puerta de calle. Ellos se miraron un instante.Debe ser el novio de la Elvia dijo al fin la mujer.S, debe ser dijo Matas.Elvia era la hija de los dos del primer patio, y Matas pens que, en efecto, nada impeda que en ese momento llegara el novio. Y se sobresalt.Capaz que se viene con uno de los chicos!Quin dijo la mujer. Qu chicos.El hombre. El dueo de la estufa.Y?Y! No entends? Que si Elvia y el novio estn en la puerta como saben estar, anda a saber lo que piensa de la casa. Y despus nadie nos trae ms trabajo.La mujer hizo un gesto. Matas entendi que ese gesto significaba: Vos te vas a enloquecer con tus estufas. Y sin embargo es cuestin de empezar bien, eso influye mucho. Despus uno pone el tallercito, compra herramientas, eh, si no, cmo empezaron Volcn y todos sos.Se oy la voz de un chico.En la puerta hay uno que pregunta por el Matas. Su mujer lo mir y l comprendi que tambin ella estaba asustada ahora. Pero, asustada y todo, tuvo aliento para decir:Y, qu esperas?Menos mal, el hombre gordo haba venido solo. Cuando estaban llegando a la cocina, Matas seal vagamente el lavadero y dijo:Todava no instal el taller. Por ahora me arreglo ms o menos. Provisorio, claro. Pase, pase a la cocina.Aquello era poco serio. Recibir a un cliente en la cocina: lo iban a confundir con un vulgar tachero. El hombre gordo, sin embargo, no pareci molesto. Corts, salud a la mujer y se quit el sombrero, ella mecnicamente se limpi las manos en el delantal. Matas comprendi que era necesario decir algo.Me dio trabajo, sabe. Hubo que desarmarla toda. Se miraron un instante. Sonrieron.La taza de calentar estaba picada; no vala la pena soldarla. La cambi por otra ms chica, pero sirve lo mismo. Ya va a ver.Nada de lo cual pareci importarle gran cosa al hombre gordo.Matas supo que haba llegado el momento. Se agach. Para asegurarse, ech dos medidas de alcohol en el depsito. Quiera Dios que no se le atraviese una basurita.Anda perfectamente, ya va a ver.La mano le tembl un poco; presenta la mirada de su mujer y la curiosidad del hombre clavadas en su nuca. Encendi un fsforo. Durante un segundo, la llamita, azul, luch por extenderse sobre el alcohol. Despus, como si jugara, hizo una pirueta y se apag. Otro fsforo. Ms cerca esta vez, hasta que casi se quem los dedos. Y la mirada de su mujer y la curiosidad del hombre. Pero el alcohol no prenda. Lo nico que me faltaba.Viene malo. Le ponen agua, sabe.El hombre gordo asinti, sonriente. La mujer empez a cocinar. Matas encendi un nuevo fsforo. La llamita azul, la pirueta a que s a que no, y finalmente pfffss. Matas encendi tres fsforos ms: lo mismo. Y justo ahora aqulla se pone a frer milanesas, habla todo el da y justo ahora se queda callada. Estaba haciendo calor en la cocina.Alcnzame un papel, vieja.Ella, en silencio, obedeci. El hombre gordo tambin guardaba silencio. Matas Goldoni sinti que, por el momento, el universo giraba silenciosamente en torno de un hombre que trataba de prender una estufa. S, la verdad que haca calor. Y para colmo el papel result tan intil como los fsforos. Si sera desgraciado el gallego de la vuelta.El alcohol se re dijo Matas. Qu estaba diciendo?Le echan agua dijo. Compran un litro y venden diez.Se puso de pie; necesitaba una pausa.Vieja, anda, pedile un poco de alcohol fino a la Elvia.Ella sali.El hombre gordo comenz a pasear sus ojos por la cocina. La cortina floreada de la ventanita, el calentador, la calcomana del morrn, el almanaque con el dibujo de un perro vestido de mecnico. Cuando se le termin la cocina, la mirada del hombre gordo qued fija en los ojos de Matas. Matas sonri. El hombre gordo tambin sonri.Hace un poco de calor, no? dijo Matas. Haba estado a punto de proponerle que se sacara el sobretodo, pero se arrepinti a tiempo: era un cliente. Agreg:Me cost un trabajo brbaro; tuve que desarmarla. Estaba muy sucia.No debi haber dicho eso, a ver si el hombre lo tomaba a mal. Trat de explicar:Sucia del querosn. El gas. Y los grafitos de las junturas se estropean, claro. Despus, pierde.Y sta que no viene; a ver si se le queman las milanesas, encima.Entonces entr la mujer y dijo:Dice que no tiene.Matas y el hombre gordo se miraron. Por distintos motivos, transpiraban.Matas pidi otro pedazo de papel.Y el hombre gordo habl por primera vez. Su voz fue tan sorpresiva que ellos se sobresaltaron.Mire, la llevo as noms. Si usted dice que anda...No! la voz de Matas era casi dramtica. No. Se la prendo. Usted va a ver. Vieja, el papel! Ella se lo alcanz. Dijo:Ya perdiste demasiado tiempo con esa estufa. No te conviene trabajar as. Al final, perds plata. El tiempo que te llev sa...Cosas del oficio Matas sonri nerviosamente; cada vez senta ms calor, y ese alcohol de mircoles. A veces sale aliviada y otras no. Pero, ni bien la prenda, va a ver. Va a ver cmo anda.Y tal vez fue por la desesperacin que puso en el gesto de acercar el papel, o porque estaba de Dios, pero el alcohol se encendi. Primero lentamente, despus decidido; por fin, triunfante.Entonces Matas se dio cuenta de que el alcohol se haba derramado sobre el banquito, porque el banquito empez a arder.Pero, eso pierde dijo el hombre gordo.Ponela en el suelo, quers dijo la mujer.Dame un trapo dijo Matas.Se atropellaba. Al bajar la estufa se quem los dedos y estuvo a punto de soltarla. La mujer, con un trapo, apag el fuego del banquito y ech una mirada de hielo a Matas. El hombre gordo volvi a decir:Pero pierde.Matas, desordenadamente, trat de explicarle que no, que no perda, slo le haba echado alcohol de ms y eso era todo, ahora la taza era un poco ms chica pero no tena importancia, no haba que ponerle alcohol una sola vez, sino dos.S, pero pierde.Matas comenz a dar bomba y repiti que no tena importancia. Dijo que l la haba prendido antes y funcionaba perfectamente, ya va a ver. Y la mujer dijo:Por qu no esperas que se caliente.Me va a ensear a m cmo se prende una estufa.Segu con tus milanesas dijo Matas.Ella se dio vuelta, herida. El hombre trat de sonrer:Mire, me parece conveniente cambiarle noms el cosito del alcohol, mejor la dejo y se puso el sombrero.No! Si anda lo ms bien. Matas daba bomba como si se jugara la vida. Va a ver, va a ver porque era imprescindible que el hombre viese, porque para eso Matas Prspero Severino Goldoni haba arreglado esta estufa y porque l le iba a demostrar, tena que demostrarle, que la estufa andaba perfectamente. Va a ver y daba bomba como si se jugara la vida.Pero el hombre gordo dijo:Yo se la dejo. Le creo que anda.Matas negaba con la cabeza y segua dando bomba. La mujer, como con lstima (o tal vez imperceptiblemente de otro modo ahora) lo miraba hacer. Cuando Matas abri la roseta y pidi un papel, ella dijo en voz baja:Esa estufa est fra, viejo.Y era cierto.Llamas amarillas suban por los quemadores. Un desagradable olor a querosn crudo se confunda agriamente con el de las milanesas. Matas sinti un nudo en la garganta. Entonces perdi toda compostura:Le juro que andaba, yo la prob y andaba. Vos, Mara Elisa, vos no me dejas mentir!Yo le creo dijo el hombre. Mire, maana...Es que yo quera que usted la llevara ahora, no entiende? La estufa anda bien; anda bien porque yo la arregl. No es la primera que arreglo. Usted cree que es la primera, pero no es la primera!Pero si yo no digo nada.Usted no lo dice, pero lo piensa. Vieja! Decile que andaba.El hombre gordo ahora pareca realmente molesto. Se acerc a la puerta y, mientras la abra, murmur un apresurado buenas noches. Desde afuera agreg que maana iba a volver. Maana, s, a la noche, o tal vez pasado maana.Matas lo sigui a todo lo largo del patio. Iba repitiendo que la estufa andaba, que tena que creerle. Despus, en la calle, y cuando el hombre ya estaba lejos, todava lo repeta.