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CRITICÓN, 75, 1999, pp. 49-68. Un verso de Góngora y las razones de la filología José María Mico Seminari d'Edició de Textos Universitat Pompeu Fabra, Barcelona Para Antonio, en su seguro seguir. Hay rincones de la literatura que el tiempo, la fortuna o el afán de los estudiosos acaban por convertir en emblema inmutable del talento expresivo de un autor o en ejemplo óptimo para las más necesarias lecciones de filología. Entre ellos está, sin duda, el verso 220 del Polifemo, segur se hizo de sus azucenas, al que muchos profesores de literatura española habremos recurrido alguna vez para explicar cómo se producen los errores de copia (pues buena parte de los testimonios transmitió seguir...) y para ponderar la mediación salvadora del criterio de la lectio difficilior. En este caso, la superioridad 'poética' del sustantivo segur sobre el trivial infinitivo seguir, defendida con brillantes argumentos por los mejores gongoristas del siglo, acude a la mente de cualquiera que desee entender y hacer entender los mecanismos de las audaces metáforas gongorinas, y la idea de que Galatea «se levantó repentinamente, convertida en una hoz (segur se hizo) que separó sus blancos miembros (sus azucenas) de la hierba en que estaba recostada» ha acabado por formar parte de nuestra vulgata del Polifemo, hasta el punto de que algunos editores de don Luis ni siquiera aluden ya a la existencia del desmedrado seguir^. ' He citado casi literalmente lo que yo mismo escribí en la paráfrasis explicativa del Polifemo que figura en la antología de Góngora preparada en colaboración con Antonio Pérez Lasheras, Poesía selecta, Madrid, Taurus, 1991, p. 238, y en la p. 337 resumí, con una seguridad que, como se verá, ya no me asiste, el estado de opinión y de información en torno al problema textual: «En Chacón y varios testimonios más (entre ellos Vicuña y Salcedo) se lee seguir, lectura que, aunque también hace sentido, resulta poéticamente inferior a

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CRITICÓN, 75, 1999, pp. 49-68.

Un verso de Góngoray las razones de la filología

José María MicoSeminari d'Edició de Textos

Universitat Pompeu Fabra, Barcelona

Para Antonio, en su seguro seguir.

Hay rincones de la literatura que el tiempo, la fortuna o el afán de los estudiososacaban por convertir en emblema inmutable del talento expresivo de un autor o enejemplo óptimo para las más necesarias lecciones de filología. Entre ellos está, sin duda,el verso 220 del Polifemo, segur se hizo de sus azucenas, al que muchos profesores deliteratura española habremos recurrido alguna vez para explicar cómo se producen loserrores de copia (pues buena parte de los testimonios transmitió seguir...) y paraponderar la mediación salvadora del criterio de la lectio difficilior. En este caso, lasuperioridad 'poética' del sustantivo segur sobre el trivial infinitivo seguir, defendidacon brillantes argumentos por los mejores gongoristas del siglo, acude a la mente decualquiera que desee entender y hacer entender los mecanismos de las audacesmetáforas gongorinas, y la idea de que Galatea «se levantó repentinamente, convertidaen una hoz (segur se hizo) que separó sus blancos miembros (sus azucenas) de la hierbaen que estaba recostada» ha acabado por formar parte de nuestra vulgata del Polifemo,hasta el punto de que algunos editores de don Luis ni siquiera aluden ya a la existenciadel desmedrado seguir^.

' He citado casi literalmente lo que yo mismo escribí en la paráfrasis explicativa del Polifemo que figuraen la antología de Góngora preparada en colaboración con Antonio Pérez Lasheras, Poesía selecta, Madrid,Taurus, 1991, p. 238, y en la p. 337 resumí, con una seguridad que, como se verá, ya no me asiste, el estadode opinión y de información en torno al problema textual: «En Chacón y varios testimonios más (entre ellosVicuña y Salcedo) se lee seguir, lectura que, aunque también hace sentido, resulta poéticamente inferior a

50 JOSÉ MARÍA MICO Criticón, 75,1999

Todos hemos sido cómplices, o usuarios complacidos, de esta bella hermandad entreuna conquista expresiva del poeta y una reconquista de nuestro juicio estético, yaunque no pretendo remover gratuitamente el problema ni desacreditar a la ligera unasolución que ya es patrimonio de la memoria, creo que conviene hacer un esfuerzo pordetener la inercia de la tradición crítica y mostrar, con datos nuevos, o mediante lacorrección de los antiguos, que existen motivos para la desconfianza, porque es el casoque algunas de las páginas dedicadas a este emblemático pasaje no carecen deimprecisiones, falsedades, desatenciones y juicios precipitados. Lejos de ofrecerse comoel remedio definitivo, las observaciones que siguen son tan solo la expresión de unaduda que ojalá parezca razonable.

LA A C C I Ó N DE LA F Á B U L A : DE J A Z M I N E S Y A Z U C E N A S

Hay que empezar por entender lo que pasa en la octava XXIII. La esquiva Galatea,desatenta a las cuitas de los moradores de la isla, halla descanso tumbándose junto alagua y a la sombra de un laurel que protege su tronco del sol del mediodía:

La fugitiva ninfa, en tanto, dondehurta un laurel su tronco al sol ardiente,tantos jazmines cuanta hierba esconde

180 la nieve de sus miembros, da a una fuente.

Lo que hoy nos importa recordar de esta escena es el alcance metafórico del sustantivojazmines, pues no parece posible entenderlo literalmente ('la ninfa arroja a la fuenteunos jazmines'): se trata de una metáfora de la blancura corporal de Galatea, comoenseguida la nieve de sus miembros o más adelante nuestras azucenas. Todos loscomentaristas antiguos coincidieron al explicar que la ninfa se recostó junto a unafuente (pues este sustantivo puede entenderse perfectamente como 'los alrededores deun manantial o arroyo'), de manera que llenó de jazmines el espacio de hierba ocupadopor su cuerpo blanquísimo2.

segur (documentada por Pellicer y varios manuscritos) y se originó posiblemente en una trivialización porsimple error paleográfico». Otras formulaciones en el mismo sentido son a mi ver incorrectas o imprecisas,como decir que «Chacón, Salcedo and among the modem editors Mille solved the problem [de interpretacióndel pasaje] by reading seguir, 'to follow' in lieu of segur, 'ax'» o que «Pellicer subscribes to the segur-zxversion», que sería la buena (Miroslav John Hanak, éd. y trad., The Fable ofPolyphemus and Galatea,Nueva York, Peter Lang, 1988, p. 79). Dejando aparte las numerosas antologías de Góngora, que van delmáximo rigor a la máxima desidia, la única preocupación de los últimos editores del Polifemo ante el verso220 ha sido identificar lacónicamente la segur con una 'hoz' y averiguar si las azucenas toleran el presuntoreflejo en el agua de la octava XXIII (cfr. las ediciones de Alexander A. Parker, Madrid, Cátedra, 1983, p.142, o Manuel Rodríguez, Málaga, Agora, 1993, p. 106).

2 También Dámaso Alonso lo entiende así, añadiendo buenos argumentos y bellas aclaraciones: «Comosi dijera: con la blancura nivea de sus miembros parece que la hierba se ha cuajado de jazmines» (Góngora yel «Polifemo», Madrid, Gredos, 1974*, III, p. 139). Otia de las posibles interpretaciones se remonta, según eltestimonio de Salcedo Coronel, a una sugerencia del poeta Gabriel del Corral, aceptada modernamente, conmínimos matices, por Vilanova y C. C. Smith, y entiende que Galatea se refleja en el agua: «la ninfa,recostada en el margen de una fuente, refleja en sus aguas tantos jazmines de sus miembros blanquísimoscomo hierba esconde la nieve de su cuerpo recostado sobre el césped» (A. Vilanova, Las fuentes y los temasdel «Polifemo» de Góngora, Madrid, CSIC, 1957, II, 35, y véase C. C. Smith, Bulletin ofHispanic Studies,

UN VERSO DE GÓNGORA 51

Llega después Acis y, al ver a Galatea entregada al sueño, bebe en el arroyo mientrasla contempla (XXIV):

su boca dio y sus ojos cuanto pudoal sonoro cristal, al cristal mudo.

Acis, hermoso, linajudo y rico (XXV), deposita su ofrenda (XXVI) y siguerefrescándose en el arroyo: los mirtos, el airecillo (vagas cortinas de volantes vanos), lasombra y el colchón de grama hacen más agradable el lugar (XXVII), configurando yanticipando el entorno más propicio para el encuentro amoroso que vendrá. Por fin, yaen nuestra octava XXVIII, al sentir el rumor del agua, la ninfa se levanta súbitamente ydesea huir, pero el temor se lo impide.

La ninfa, pues, la sonorosa platabullir sintió del arroyuelo apenas,cuando, a los verdes márgenes ingrata,

220 segur [vs seguir] se hizo de sus azucenas.Huyera; mas tan frío se desataun temor perezoso por sus venas,que a la precisa fuga, al presto vuelo,grillos de nieve fue, plumas de hielo.

La estupefacción de Galatea tiene ilustres precedentes (Virgilio, Claudiano,Garcilaso)3 que ahora nos sirven de poco y que no influyen en los dos versosbimembres que dan un broche espléndido a la octava gongorina: un temor frío yperezoso fluyó (se desata) por las venas de la ninfa, paralizándola de tal modo, que sediría le hubiese puesto grillos de nieve dificultando su fuga y plumas de hielo

XLII, 1965, p. 224). Finalmente, F. González Ollé entiende que «Galatea, abatida sobre la fuente, sumerge enella la cabeza para beber o (y) refrescarla»; la ninfa, así, «es una rama de jazmín que entrega sus flores alagua» {Revista de Literatura, XVI, 1959, pp. 134-146). Como se ve, uno de los problemas está en el sentidoque asignemos al sintagma da a una fuente, porque el empleo del lenguaje figurado no impide ninguna de lasposibilidades propuestas ni nos permite optar sin titubeos por una de ellas. De todas pueden hallarseargumentos favorables. A propósito de la de González Ollé, cabe tener en cuenta, por ejemplo, las variasapariciones inmediatas del verbo dar en contexto muy semejante (e implicando contacto físico con el agua):«su boca dio ... al cristal mudo» (v. 191), «al arroyo da las manos» (v. 209, y cf. v. 183). Esta interpretacióncoincide con la de Gabriel del Corral en la ventaja de asignar una metáfora al cuerpo de Galatea tendidosobre la hierba (y además muy pertinente, nieve) y otra para la parte reflejada o sumergida (jazmines). Detodos modos, no creo que la idea del reflejo sea imprescindible, pero tampoco que se vea necesariamente«algo dificultada» (A. Carreira, éd., Antología poética, Madrid, Castalia, 1986, p. 181), por los versos 219-220: si Galatea está recostada —y hay en esto consenso general—, al levantarse será ingrata a los verdesmárgenes aunque además se refleje en el agua; no obstante, esa próxima acción de la ninfa, la metáforaazucenas y, sobre todo, la fórmula comparativa tantos ... cuanta (que quizá suponga una equivalencia decantidad entre jazmines y hierba) favorecen la explicación más antigua y sencilla: «la ninfa se recostó junto ala fuente» (Díaz de Rivas).

3 «Obstipuere animi gelidusque per ima cucurrit / ossa temor» {Eneida, II, 120-121); «nec vox autspiritus oris / redditur, atque imis vibrât temor ossa medulis; / succidui titubant gressus» (De raptuProserpinae, III, 151-153); «D'aquesto un frió temor así a deshora / por mis huesos discurre» {Elegía II, 43-44).

52 JOSÉ MARlA MICÔ Criticón, 75,1999

impidiendo su vuelo4. La exactitud del latinismo precisa ('súbita, repentina') contribuyea mejorar la correlación, pero la octava no encierra más misterios5. Concentrémonos,pues, en el malhadado caso del verso 220.

LA O P I N I Ó N DE L O S C O M E N T A R I S T A S

Es preciso, ante todo, un poco de paciencia para apreciar el verdadero alcance de losprimeros comentarios. La variante segur era desconocida tanto para Díaz de Rivas, queno dedicó ninguna anotación a este pasaje, como para Salcedo Coronel, a quien noofrecía dudas ni dificultades la construcción verbal seguir se hizo:

Cuando, a los verdes márgenes ingrata,\seguir se hizo de sus azucenas. Cuando, levantándosepara dejar, ingrata, los verdes márgenes del arroyo, se hizo seguir de sus azucenas. En una dedos maneras entiendo este lugar, o porque (dándoles sentido) las azucenas siguieron sumovimiento, pesarosas de que se fuese, o porque, desvanecida su imagen en las aguas, aquellablancura que se representaba en ellas siguió el objeto de que provenía6.

Es llamativo, sin embargo, el hecho de que Salcedo dude entre atribuir a las flores unsentido literal («las azucenas siguieron» el «movimiento» de la ninfa) o figurado yabstracto («aquella blancura que se representaba» o reflejaba en las aguas), sin llegar aidentificar explícitamente las azucenas con el cuerpo blanquísimo de la ninfa.

Las Lecciones solemnes de José de Pellicer son el primer testimonio impreso de lalectura segur. En la paráfrasis o «explicación» que precede a las «notas», dice elcronista aragonés que la ninfa «se levantó, con que las azucenas quedaron marchitas, opisadas de su pie; o como estaba recostada sobre ellas, murieron en faltándoles el tactode Galatea»7. En la nota correspondiente se repite, con ligerísima simplificación, lamisma exégesis dubitante:

Cuando, a sus verdes márgenes ingrata,\segur se hizo de sus azucenas. Cuando, ingrata allecho que la ofreció la margen, marchitó pisando las azucenas, o se levantó en pie, con quequedaron muertas faltándoles los miembros de Galatea8.

4 Góngora había usado dos años antes la expresión grillos de hielo en un contexto similar (Millé, núm.62, 45-47: «Saludóla el caballero, / cuyo sobresalto al pie / grillos le puso de hielo»), y quizá haya, comoexplica Vilanova, «una inversión audaz de los atributos», pues «según el sentido lógico, parece que Góngorahabría expresado su idea con mayor justeza diciendo que el temor había impedido con grillos de hielo la fugade Gatatea y con plumas de nieve su presto vuelo, ya que los grillos de hielo trabando sus pies tenían queimpedir su carrera, mientras que las plumas de nieve, derretidas como la cera con el calor del sol, habían deimpedirle volar» (Las fuentes y los temas del *Polifemo» de Góngora, II, p. 142). También pudiera haber unaespecie de calambur in ahsentiam: hielo - hierro.

s Véase J. M. Mico, «Sobre algunos escollos gongorinos», en Da Góngora a Góngora, ed. Giulia Poggi,Pisa, ETS, 1997, pp. 55-64.

6 El Polifemo de don Luis de Góngora comentado por don García de Salcedo Coronel, Madrid,Domingo González: Imprenta Real, 1636 (con las Soledades), fol. 394v.

7 Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora y Argote, Madrid, Pedro Coello: Imprenta delReino, 1630 (edición facsímil, Hildesheim-Nueva York, Georg Olms, 1971), col. 192.

8 Lecciones solemnes, col. 194.

UN VERSO DE GÓNGORA 53

Al revés que Salcedo, Pellicer duda al intentar explicar la acción, pero solo concibe elsentido literal de azucenas, y aunque su texto introduce un nuevo elemento deconfusión con la variante sus verdes márgenes (del arroyuelo, se supone), está claro quesus azucenas solo puede significar para Pellicer 'las flores de la ribera'9. Este punto escrucial, como ya indicó Dámaso Alonso, y conviene no perder de vista el hecho de queel único valedor antiguo de la variante segur se equivoca al interpretar literalmente elotro sustantivo del verso.

Después de que las Lecciones solemnes pusiesen en circulación o divulgasen por vezprimera en letras de molde la lectura segur, Andrés Cuesta, gracioso contradictor dePellicer, procuró refutarla en una de sus notas al Polifetnoi

Seguir se hizo de sus azucenas. Quiere decir 'dejó la fuente, levantóse'. Este lugar de nadie hasido bien entendido. Coronel algo dice, mas no todo. Pellicer, como aquí no tuvo lugar deenhilar la cáfila de sus autores, es ridículo: leyó segur se hizo de sus azucenas, y explica quequedaron las azucenas muertas con la ausencia de Galatea. Mas este sentido consigo trae larefuta, y procurar impugnarle será que pierdan el tiempo los entendidos, y los que no lo sontarden en saber la verdadera sentencia. La verdad es que en esta fuente no hubo ningunasazucenas, sino que don Luis llama azucenas los miembros de Galatea. Que no sea nuevo estoen don Luis pruébase con él mismo, cuando di[ce] «candidos lilios fue un día I a la margen deuna fuente», y candidos lilios lo mismo es que azucenas. Y de esta dice que fue candidos liliosa la margen de una fuente, y de Galatea —que estaba a la margen de otra— que al levantarsese hizo seguir de sus azucenas, de sus miembros10.

Quitando el tonillo escarnecedor y prescindiendo por ahora de la posibilidad de quepretenda atribuir la variante a una «ridicula» decisión de Pellicer, «Cuesta es el únicocomentarista que acierta con el sentido metafórico de la palabra "azucenas"»11. Por lodemás, encuentra sin problemas, como Salcedo, el sentido del verso: «quiere decir 'dejóla fuente, levantóse'».

Se entienda como se quiera, la primera conclusión derivada de la lectura de loscomentaristas, y que resulta tan sorprendente como aleccionadora —a mis ojos almenos—, es que todos se preocupan por el sentido general del pasaje en su contexto,pero ni Pellicer al explicar su lectura ni Cuesta al rechazarla se detienen un solo instanteen el sustantivo segur, prescindiendo de toda consideración sobre la pertinencia oimpertinencia de una expresión que tanto nos ha sorprendido y agradado a los lectoresmodernos por sus virtudes metafóricas o su mayor dificultad lingüística. Esespecialmente curioso el comportamiento de Pellicer: ni menciona, contra su costumbre,variante alguna, ni echa mano de expresiones como cortar, segar, hoz o cualquiera delas que hoy constituyen nuestro modo habitual de percibir la súbita ingratitud deGalatea al levantarse con intención de huir12.

9 El manuscrito MI (cfr. abajo, n. 21) coincide con Pellicer en la lectura sus verdes márgenes.1 0 Andrés Cuesta, Notas al Polifemo, manuscrito 3906 de la Biblioteca Nacional, fols. 364v-365v, que

cito por mi transcripción en «Góngora en la guerra de sus comentaristas. Andrés Cuesta contra Pellicer», ElCrotalón. Anuario de Filología Española, U (1985), pp. 401-472 (463-464).

1 1 Dámaso Alonso, Góngora y el tPolifemo*, Madrid, Gredos, 19746, III, p. 163.1 2 Además de lo referido en la nota 1, véase, por ejemplo, Antonio Vilanova, parafraseando el texto

«según la lección dada por Pellicer»: «se levantó, y al ponerse de pie para emprender la fuga, fue como si una

54 JOSÉ MARfA MICO Criticón, 75,1999

LOS G O N G O R I S T A S M O D E R N O S

Ya en nuestro siglo, Alfonso Reyes convirtió en vehemente seguridad laindeterminación de Pellicer:

Al ruido que hace el mancebo al lavarse en el arroyuelo —sonorosa plata—, ia Ninfa despertóy, levantándose al instante, ingrata a los verdes márgenes que le ofrecieron reposo, pisoteó susazucenas, como si las segara. (Y no se hable de que segó o cercenó su imagen de azucenas,antes reflejada en la fuente, que es disparate; o de que se la llevó consigo y se hizo «seguir» deella, que es galimatías y mala lectura de «segur» por «seguir».)13

Ya antes del estentóreo centenario de 1927, Alfonso Reyes hizo importantes,numerosas e inteligentes contribuciones al estudio de Góngora, pero confieso que lo de«pisoteó sus azucenas, como si las segara» me ha parecido siempre el 'enigma de laesfinge' —que diría Pellicer— más que ningún pasaje del llamado «príncipe de lastinieblas». A diferencia de los comentaristas antiguos, Reyes se sorprende con el sentidode segur y lo relaciona explícitamente con la acción de segar, eliminando de un solotajo el «disparate» del reflejo en el agua y el «galimatías» de la lectura seguir. Para ellose basa, sin embargo, igual que Pellicer, en un error flagrante, pues de los posiblessentidos de las dichosas azucenas se queda con el peor, dando por seguro que son lasflores de los márgenes pisoteadas, cortadas o lo que fuere por la ingrata o presurosaGalatea.

En su transcripción reordenada del manuscrito Chacón, Foulché-Delbosc editó,claro, seguir se hizo..., lectura que, con una formulación algo ambigua en las notas,adoptaron también los hermanos Mille en su texto, basado «principalmente en el de laedición del señor Reyes (R.), concordada con el de Ch., según la de F-D»14.

Antonio Vilanova comienza advirtiendo que las dos lecturas tienen sentido, y sepropone analizarlas separadamente «para elegir después la que parezca mejor». Repasalos argumentos de Salcedo y Pellicer y, tras restituir a azucenas el sentido metafórico de'cuerpo blanquísimo de Galatea', concluye:

La idea es la misma en ambas versiones, pero el sentido lógico resulta más claro y coherentecon la lección de Pellicer y la metáfora menos rebuscada y violenta. En el lenguaje poético de

segur hubiese cortado de golpe todas las azucenas, pues tal parecía su cuerpo blanquísimo tendido sobre lahierba»; o, más adelante y más precisamente, «al levantarse pareció como si una segur las hubiese cortado,como si las hubiesen segado con una hoz; como si la propia ninfa las hubiese arrancado y las llevase consigoen su cuerpo blanquísimo» (Las fuentes y los temas del «Polifemo* de Góngora, II, p. 136).

13 Alfonso Reyes adoptó la lectura de Pellicer en su edición de la Fábula de Polifemo y Galatea, Madrid,Índice, 1923, y la defendió por aquellos años en varios lugares («Los textos de Góngora», «Necesidad devolver a los comentaristas» y «Mi edición del Po/i/emo», reunidos en Cuestiones gongorinas, Madrid, 1927,pp. 70, 234 y 251); volvió a defenderla muchos años después en su «libre interpretación del texto deGóngora», El «Polifemo» sin lágrimas, Madrid, Aguilar, 1961, que cito por la edición de México, Fondo deCultura Económica, 1986, p. 61.

14 R. Foulché-Delbosc, éd., Obras poéticas de D. Luis de Góngora, Nueva York, The Hispanic Society ofAmerica, 1921 (reimpr. 1970), y Juan e Isabel Millé y Giménez, eds., Luis de Góngora y Argote, Obrascompletas, Madrid, Aguilar, 1932. Previamente, la lectura de Pellicer, aceptada por Adolfo de Castro en elprimer tomo de Poetas líricos de los siglos XVI y XVII, circuló por algunas antologías del siglo pasado.

UN V E R S O DE G Ó N G O R A 55

Góngora, es más lógico decir que Galatea, al levantarse, se hizo segur de sus azucenas, es decir«segó», «cortó en flor» las azucenas de sus miembros al ponerse de pie y separarlas de laverde hierba en que estaba recostada, que afirmar confusamente que se hizo seguir de susazucenas. Claro está que se trata de una impresión personal y de una mera conjetura, basadaexclusivamente en una cierta familiaridad con el mecanismo conceptual y estilístico de lasmetáforas gongorinas. Ello no quiere decir que la lección de Salcedo y Chacón no sea la másgenuina —es posible que sea una segunda versión— o la más autorizada, e incluso es posibleque algún manuscrito con anotaciones autógrafas de Góngora pueda aclararnosdefinitivamente este problema. Por el momento, creo con Alfonso Reyes que es mejor laversión de Pellicer15.

Dámaso Alonso plantea el problema con ejemplar honestidad, y tras reconocer enseguir «un sentido claro», opta «decididamente» por la lectura de Pellicer y Reyes,«porque es mucho más poética y en ella se introduce una imagen mucho máscomplicadamente bella, que es lo que siempre esperamos de Góngora». Y sigue:

Sin atender al estilo de Góngora, no hay manera de decidirse entre estas dos variantes: puedeser «seguir» la primitiva [supongo que quería decir 'la auténtica'] y «segur» sólo una errata(una de esas felices erratas que mejoran el sentido); pero también pudo escribir el poeta«segur», y al no ser entendida su complicada imagen, originarse la forma «seguir», que endefinitiva logró mejor fortuna. La variante «segur» es muy propia del mejor Góngora (¡y delmás complicado!). Admítase cualquiera de las dos versiones: lo que creo que no ofrece dudaes que «azucenas» es metáfora de los miembros de la ninfa, y espero que ha de ser de miopinión quien compare esta explicación mía con las dudosas y alternativas que dan Pellicer ySalcedo16.

Después de transcribir y comentar las interpretaciones de los tres comentaristas quemanejó, concluye asegurando que Vilanova y él han llegado independientemente, por sucondición de «conocedores de la lengua gongorina», a la preferencia por la versiónsegur.

Al hilo de la autoridad y de los admirables razonamientos de los maestros Alonso yVilanova, y a excepción de alguna antología que sin criterio ni advertencia toma sutexto de Millé (o, lo que es peor, de cualquiera de sus reimpresiones), todos losespecialistas han incorporado la metáfora de la segur al acerbo de su memoria y la handefendido o asumido en el ejercicio de sus labores.

Pero ni el entusiasmo ni la resignación son buenos ahora, porque, a la vista de laspáginas precedentes, ¿de verdad puede concluirse comparativamente, frente a lasimplicidad conceptual y enunciativa de la idea 'Galatea se hizo seguir por susazucenas', que con segur «el sentido lógico resulta más claro y coherente» y que se tratade una «metáfora menos rebuscada y violenta» como dijo Vilanova? La lectura dePellicer, «mucho más poética» y «mucho más complicadamente bella» para DámasoAlonso, ¿no encierra acaso una contradicción al aplicar dos metáforas refractarias(segur y azucenas) al mismo sujeto, haciéndonos creer que Galatea es a un tiempo elinstrumento cortante y lo cortado? ¿Es siempre fiable la «familiaridad» con el usus

1 5 A. Vilanova, Las fuentes y los temas del «Polifemo», II, pp. 134-136.1 6 D. Alonso, Góngora y el «Po/i/emo», III, pp. 162-163.

56 J O S É M A R I A M I C Ó Criticón, 75,1999

scribendi de un autor o con un género, la poesía, basado precisamente en laexcepcionalidad de la expresión? Además, por la vía de la crítica impresionistapodríamos añadir fácilmente nuevos argumentos a favor o en contra de cualquiera delas dos variantes.

Por ejemplo, en cuanto a los partidarios de segur, sus oídos podrían percibir elsonido del filo en la aliteración de la s, especialmente notoria para un cordobés de1612, pero deberían tener por intolerable, en cambio, el retintín de seguir con bullir.Para ellos, la rapidez y violencia del corte de la 'hoz' (con la «acción ofensiva» queadvirtió con agudeza Fernando Lázaro)17 haría más justificable el llamar ingrata aGalatea, y aun podrían esforzarse por vincular etimológicamente el sentido de precisacon la acción de cortar.

Los partidarios de seguir podrían señalar la indudable simetría de la primerasemiestrofa, que distribuye en lugares estratégicos de los versos segundo y cuarto, conrima interior y con idéntico hipérbaton, las dos acciones de Galatea: primero bullirsintió... y después seguir se hizo... Para ellos, la voluntariedad, la intención, la decisiónefectiva de la ninfa, certificada por el narrador ('se levantó', como después huyera),resultaría preferible a una caprichosa e imprecisa trasposición metafórica de Galatea,por voluntad de una musa desconocida, en instrumento cortante.

L O S P U N T O S S O B R E L A S Í E S

«Lo que uno no come, otro se pierde por ello.» Algunas de estas ilustraciones ydefensas valen para un roto y para un descosido, y quizá puedan usarse lícitamentecomo adornos críticos de una lección segura, pero no bastan ni deben manejarse paraoptar entre dos lecturas disputadas, escogiendo la que mejor parezca, ni nos permitenobrar como si ambas tuviesen las mismas posibilidades de haber salido de la pluma deGóngora. Lo cierto es que en el doblete segur I seguir se juntan muchos de los conflictoscaracterísticos de la ecdótica: por tanto, antes de decidirnos por cualquiera de esas dosvanantes debemos comprobar su verdadero estatuto textual.

Partamos de los hechos. La mayoría de los testimonios antiguos, manuscritos oimpresos, significados o insignificantes, transmitió seguir, como ya dejó dicho DámasoAlonso18. Una recensio más completa que la suya apenas cambia la situación: la segurde las Lecciones solemnes de Pellicer aparece también en unos pocos —poquísimos—manuscritos y está en franca minoría. Por ahora, y a los efectos de una correcta selectio,esto no es decir mucho, pues ya se sabe que el criterio de los códices plurimi no siempreresulta fiable: un solo testimonio podría preservar una lección auténtica frente a unerror común de todos los demás19. Pero también es cierto que la transmisión de lapoesía en el siglo xvn, y particularmente la de Góngora, para la cual contamos con una

1 7 «Fernando Lázaro me dice: "La lectura segur parece apoyada por ingrata, que implica una acciónofensiva: aquí cortar, separar lo que estaba unido"» (Dámaso Alonso, Góngora y el tPolifemo», III, pp.164).

18 En la «Selección de variantes» con que acaba Góngora y el *Polifemo*, III, p. 319, Dámaso Alonsoenumera ocho testimonios que leen seguir y añade que hay «muchos más».

19 «Una lectio smgularis puede también ser la auténtica o la correcta frente a la lección de todos losdemás testimonios, que en este caso poseerían un error o una innovación común» (Alberto Blecua, Manual decrítica textual, Madrid, Castalia, 1983, p. 49).

UN VERSO DE GÔNGORA 57

gran cantidad y variedad de fontes criticae (entre ellas el manuscrito Chacón, unidiógrafo que, salvando sus defectos, vale como codex optimus), con frecuentescontaminaciones entre manuscritos e impresos, hace que resulte utópico (por no deciringenuo e inútil) pensar en una constitutio stemmatis que nos permita solventar sineiudicio las lecturas equipolentes que se ofrezcan a nuestro paso. Conviene tener muy encuenta la calidad individual de los testimonios y vigilar las circunstancias en que seproducen los errores o las innovaciones, pues hasta los especialistas más meticulososhan ofrecido datos equivocados a propósito de esta caprichosa variante, una de las másemblemáticas del Siglo de Oro20.

El siguiente cotejo puede servir como punto de partida para un nuevoplanteamiento2! :

seguir ChAApC ¿Cz? D E Ga Gi H Hl H2 H3 H4 IJ K L Mb MI N Oe Pr Q ReS Y-Vi Ho Sasegur ¿Cz? H5 X - Pe

Extraigamos unas primeras conclusiones: las variantes no tienen ninguna relacióncon las diferencias sistemáticas entre las versiones primitiva y definitiva del Polifemo;además, dada la extrema semejanza gráfica entre las dos palabras, el paso de una

2" En la Antología poética de don Luis preparada por Antonio Carreira, Madrid, Castalia, 1986, p. 168(aun en la última «edición corregida» de 1992), se dice que leen segur, además de Pellicer, los manuscritos K,J, N y B/ (cf. la nota siguiente); pero ni en K, ni en L, ni en N se lee otra cosa que seguir, mientras que Bl (el«ms. B. 3. 9 del Seminario de S. Carlos de Zaragoza», según se advierte en la p. 79) ni siquiera contiene elPolifemo (J. M. Blecua dio su descripción en «Un nuevo códice gongorino», ahora incluida en Homenajes yotras labores, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1990, pp. 273-287); el editor se refiereseguramente al ms. 247/249 de la Biblioteca Universitaria de Zaragoza (Cz), parcialmente editado comoCancionero de 1628 por el mismo José Manuel Blecua, quien indica que muchas de sus variantes «son igualesa las que se pueden encontrar en las Lecciones solemnes, de Pellicer», y dice que entre ellas está, en efecto,segur (Cancionero de 1628, Madrid, CSIC, 1945, pp. 107-108). Del caso de este manuscrito, que ofrecealgunas dudas, me ocuparé de inmediato.

2 1 Enseguida justificaré los interrogantes que rodean al ms. Cz, pero resuelvo ahora las siglas utilizadas:A = Ms. Alba, BNM 4075; C = Ms. Cuesta Saavedra, BNM 3906; Ch = Ms. Chacón, Biblioteca Nacional deMadrid, reserva 45, 45bis y 46; Cz = Ms. 247/249 de la Biblioteca Universitaria de Zaragoza; D = Ms. Díazde Rivas, BNM 3726; £ = Ms. Estrada, Fundación Lázaro Galdiano, Inv. 15339 (M/23/17); Ga = BNM10537; H = BNM 22585; Hl = Hispanic Society of America, B2360; H2 = HSA B2361; H3 = HSA B2362;H4 = HSA B2465; H5 = HSA B2500; I = Ms. Iriarte, Fundación Lázaro Galdiano, Inv. 15231 (M/23/16);/ =BNM 4118; K = BNM 4130; L = BNM 4269; Mb = Ms. Mendes Britto, BNM 17719; MI = Ms. MathíasLima, BNM 22217; N = BNM 19003; Oe = BNM 4124; Pr = Ms. Pérez de Ribas, Biblioteca de Cataluña,2056; Q = Biblioteca del Palacio Real, 2801; Re = Ms. Rennert, Biblioteca de la Universidad de Pennsylvania,Ms. 187 (antes Spanish 37); S = BNM 8645; X = BNM 3794; Y = BNM 3795; Vi = Edición de Juan López deVicuña, Obras en verso del Hornero español, Madrid, viuda de Luis Sánchez, 1627; Pe = José Pellicer deSalas y Tovar, Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora y Argote, Madrid, Imprenta delReino, 1630; Ho = Edición de Gonzalo de Hoces y Córdoba, Todas las obras de don Luis de Góngora,Madrid, Imprenta del Reino, 1633, e Imprenta Real, 1654; Sa = Edición comentada por García de SalcedoCoronel del Polifemo y las Soledades, Madrid, Imprenta Real, 1636 (el Polifemo solo había aparecido enMadrid, Juan González, 1629). Cuento entre los que leer seguir aquellos cuyos copistas prefirieron,significativamente, escribir seguirse, como H2 y Oe (o el segir del lusitano Mb). Aunque al cerrar este estudiono he logrado cotejar unos pocos manuscritos cuya consulta no afectaría a mi argumentación, sí he vistootros pocos a los que no doy sigla y que también leen seguir: destaca el 4100 de la BNM, que contiene laversión primitiva.

58 JOSÉ MARÍA MICO Criticón, 75,1999

variante a otra no parece deberse a un cambio intencional del autor, sino a unaalteración (en un sentido u otro) durante el proceso de transmisión del texto. Es unomás de los dobletes que, como pender-prender, aflija-afloja, alteran-alternan, blanca-blanda, contacto-contagio, caudales-raudales (y alguno más, sin salir del Polifemo)11,tienen poco que ver —aunque en alguna ocasión se haya dicho lo contrario— con laversión primitiva y que surgen, más o menos espontáneamente (unas veces porsinonimia, otras por antonimia, otras por exceso de ingenio del copista o exegeta, ysiempre por semejanza gráfica) como innovaciones ajenas a la voluntad del autor. Nofaltan ahí algunas presuntas lectiones difficiliores demostrablemente falsas.

Como es lógico, la mayor parte de los lectores contemporáneos de Góngora (por losmanuscritos y, sobre todo, por las ediciones de Vicuña, Salcedo y Hoces) entendió queGalatea seguir se hizo de sus azucenas, y ese fue el sentido sobre del que partieron losrefundidores del Polifemo, desde Castillo Solórzano en octavas paródicas hasta unlevantino anónimo en voluntariosas cuartetas de romance:

Sintió la ninfa que la plata puradel manso arroyo alteran y, alterada,el sitio que gozaba antes seguradejarle pretendió sobresaltada.

La ninfa que sonorosobullir sintió el arroyuelo,ingrata a la verde margensus azucenas siguieron25.

Prescindiendo por ahora de cuestiones léxicas o semánticas, las característicaspaleográficas de la pareja seguir ~ segur son especialmente problemáticas por lasucesión, a final de palabra, de varios de los llamados rasgos mínimos, que formabanletras y sílabas (sobre todo con i, n, m,r y u) cuya combinación ya traía a mal traer alos copistas medievales24. Aunque la forma y presentación de esos rasgos no es lamisma en la caligrafía medieval que en la del siglo xvn, teniendo en cuenta losmecanismos del proceso de copia y el contexto gráfico de la palabra seguir, cualquierade los rasgos que forman las tres letras finales podría ser fundido, confundido oembebido con las letras contiguas. La prueba más reveladora de esa posibilidad la

2 2 Versos 112, 236, 320, 363, 375 y 388.2^ Aun con la intromisión del adjetivo segura, está claro que Solórzano no tuvo en cuenta la presunta

metáfora de la supuesta 'hoz', sino que recogió la decisión de la ninfa (dejarle pretendió); el texto completofue editado y estudiado por Pablo Jauralde Pou, «Alonso de Castillo Solórzano, Donaires del Parnaso y laFábula de Polifemo», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXXXII (1979), pp. 727-766 (762). Eltexto anónimo levantino, conservado en el ms. B 2533 de The Hispanic Society of America, ha sido estudiadopor Pasqual Mas y Usó en un trabajo que creo inédito («El Pseudo Góngora y el nuevo Polifemo»).

2 4 Sobre los rasgos mínimos véase Carleton W. Carroll, «Medieval Romance Paleography: A BriefIntroduction», en Christopher Kleinhenz, éd., Medieval Manuscripts and Textual Criticism, Chapel Hill,University of North Carolina, 1976, pp. 39-82 (y se dan como ejemplo, precisamente, varios infinitivos en ircfr. pp. 60, 64 y 68).

UN V E R S O DE G Ó N G O R A 59

ofrece uno de los testimonios aducidos en apoyo de la lectura segur: el manuscrito Cz25-A juzgar por el número y apariencia de los rasgos, el copista escribió cinco letras (s, e,g, u, r), ligando en su trazo las dos últimas, pero añadiendo un punto sobre ellas. Laforma y posición del punto (una vírgula característica de la época) y el color eintensidad de la tinta indican, casi con toda seguridad (lo repito: casi), que lo puso lamisma mano que transcribió las letras.

Como ya queda dicho, en su edición del Cancionero de 1628, José Manuel Blecuavio ahí la famosa segur, y quizá le pasó lo mismo a Pellicer tres siglos atrás; sinembargo, lo que hace a la i es el punto, y no la presencia de un rasgo específico ydistinto de los que constituyen la « o del que inicia, con ligadura, la r. A mis ojos, pues,el verso 220 del Polifemo en el manuscrito Cz no dice otra cosa que seguir se hizo desus azucenas, pero el comportamiento del copista tiene al menos dos explicacionesposibles (y no hago sino convocar leyes y deducciones elementales del proceso decopia): o bien vio y transcribió seguir, saltándose mecánica e inconscientemente uno delos rasgos y poniendo el punto, o bien entendió y escribió segur y, tras advertir su error,añadió la vírgula (o, menos verosímilmente, lo advirtió y la añadió una mano ajena).De todos modos, de nada sirve aquí un dictamen salomónico, porque lo importante noes establecer qué dice el manuscrito zaragozano o qué decía su modelo, sino tener encuenta lo que pudo ver y entender, en contextos gráficos parecidos (ese seguir con untrazo de menos o esa segur con un punto de más), cualquier otro de los transmisoresantiguos del Polifemo. Tener en cuenta, por ejemplo, qué hubieran podido llegar a verahí el propio Pellicer durante sus tareas de preparación del texto (en fecha y lugar tanpróximos), o, ante su original, el cajista de la Imprenta del Reino al que tocó componerel pliego correspondiente de las Lecciones solemnes, a cuya redacción se alude en varioslugares del manuscrito Cz26.

La discusión del aspecto o posición de una vírgula puede parecer capricho y aundelito de lesa literatura, pero nos permite, en este caso, llegar a una conclusión muyimportante: hay, para empezar, una posibilidad razonable de confusión mecánica entrelas dos cadenas gráficas que nos ocupan, pero no solo en la dirección aparentementetrivializadora de segur a seguir, puesto que no es imposible la confusión o el saltoinconsciente, por error paleográfico, de seguir a segur. No estoy diciendo que sea elcaso del verso 220 del Polifemo, pero debe tenerse en cuenta esta posibilidad, porqueresulta mucho más verosímil un seguir convertido en segur por unos pocos testimoniosen las condiciones que hemos visto y veremos, que una segur convertida en seguir por lapráctica totalidad de los otros copistas y cajistas, cosa que supondría una trivializaciónunánime y, en no pocos casos, independiente de los demás testimonios, tanto los queconservan la versión primitiva como los que recogen la definitiva.

La presencia de la segur en los otros códices también resulta problemática. El brevey curioso manuscrito H5 está parcialmente basado en las Lecciones solemnes (y,cuando no, contaminado con ellas, porque además ofrece un breve comentario almargen), de modo que su segur es la de Pellicer y no aporta nada nuevo. En el otro

25 Manuscrito 247/249 de la Biblioteca Universitaria de Zaragoza, vol. II (aunque en el tejuelo figuracomo «Poesías Va / rías 3»), fol. 609v.

26 Cfr. Cancionero de 1628, pp. 9 y 387.

6 0 J O S É M A R Í A M I C Ó Criticón, 75,1999

manuscrito, el 3794 de la Biblioteca Nacional (aquí X), el vullir del segundo verso sesobrepone a dos o tres letras de una palabra indescifrable que empezó a copiar porerror (quizá el contiguo sintió...); en el verso quinto de la misma octava dice huta (enlugar de huyera o huiera, aunque da la impresión de que una mano distinta añadiódespués una vírgula para abreviar las letras omitidas -er-) y se dilata en lugar de sedesata. La estrofa XXVIII está, pues, copiada con especial descuido o conservada conproblemas diversos en el testimonio que le sirvió de modelo, pero también en lasoctavas próximas se lee venerando por venerado, estaua por estatua, no a Morpheo porni a otro feo, afloxa que aflixio por aflija que aflojó, en tanto por entonces, mar pormás... Sea como fuere, y aparte la floración de lecturas erradas (ya en la dedicatoria sedice, por ejemplo, «Templado pula en la siniestra mano»), este manuscrito también estácontaminado con Pe y con otros testimonios de un modo no sistemático: algunaslecturas comunes con la práctica totalidad de las fuentes (y, naturalmente, con Ch,como mortal horror en el verso 70 u ofrece en el verso 199) fueron corregidasposteriormente a la vista de las lecciones —singulares, por cierto— de Pe {fiero terror yengendra).

No hace falta decir que la situación sería muy distinta si la segur aparecieserefrendada por tres buenos manuscritos (como serían, por ejemplo, K, L y N), pero ¿esrazonable creer en una segur conservada en condiciones tan confusas y excepcionales?En Pe, sin comentarios y junto a interpretaciones erróneas; en Cz (un códice del mismoaño en que se aprobaron las Lecciones solemnes), con el incordio de un punto de i; enHS, contaminada con el texto y con los comentarios de Pellicer; en X, junto a docenasde lecturas aberrantes... A lo que alcanzo, no hay ni un solo testimonio en que lalectura segur no levante sospecha.

FACÍLIORES NON DETERIORES

Hay, sin embargo, algo incuestionable: el verbo seguir, tomado aisladamente, esfacilior con respecto al sustantivo segur. Además de la abundancia de trivializacionespor semejanza gráfica, es cosa sabida que el error de copia se produce más fácilmenteen los caracteres internos o finales de la palabra que en los iniciales, y que el yerro no seorigina al trabucar las letras individualmente, sino al captar de un golpe de vista lapalabra entera a la que pertenecen27. Tomando sola la palabra disputada, latransmutación más lógica sería la trivializadora: de segur a seguir. Pero no está tanclaro que podamos decir lo mismo a la vista del contexto de la estrofa, del versocompleto o de la pericopa memorizada por el copista, y a menudo se echa de menos unesfuerzo contextualizador de las variantes, que nunca pueden preferirse o preterirsecomo si se tratase de meras cadenas de elementos caligráficos.

Para empezar, es obligado recordar la paradoja de que todos los copistas, ya seancuriosos o desaseados, suelen compartir un defecto: que saben leer. Además, lejos delcopista profesional de otros tiempos, los transmisores de la poesía del Siglo de Orofueron de muy distinto pelaje: el lector aficionado, el poeta combativo, el memorilla

2 7 Alphonse Dain, «II problema della copia» (traducción italiana de las pp. 20-50 de Les manuscrits,París, 19751), en Alfredo Stussi, éd., La critica del testo, Bolonia, II Mulino, 1985, p. 145.

UN VERSO DE GÔNGORA 61

inseguro, el pendolista meticuloso, el comentarista desafiado, el exegeta incidental, elcajista oprimido, el revisor sabiondo, el rapaz adivino...

Las variantes problemáticas deberían ser analizadas siempre mediante la suma detodos los argumentos posibles, sin confiar la elección al dictado de uno solo de loscriterios tradicionales: lectio difficilior, usus scribendi, conformatio textus y resmétrica2*. Así, puede que la famosa segur sea difficilior para nosotros, pero no lo eratanto para los hablantes del siglo xvn, y menos aún para quienes tuviesen familiaridadcon la poesía épica contemporánea, como veremos dentro de unas páginas. Además, suestatuto tampoco es el mismo si se tiene en cuenta el contexto en que se transmitió. Enel verso 220 del Polifemo, una de las palabras de apariencia más simple (la preposiciónde) es, quizá, la más compleja. Memorizando el verso completo como una pericopa yasignando inconscientemente a la construcción se hizo el valor de 'se convirtió', elsentido habitual de la preposición de exigiría la presencia de un sustantivo: 'se convirtióen {...} de sus azucenas', y no hace falta decir cuál es el sustantivo que, en una especiede reflejo condicionado, saltaría con más facilidad a la mente del copista. Seguir, encambio, nos impone un sentido menos usual de la preposición que podría haberdespistado a cualquier lector desatento: 'se hizo seguir por sus azucenas', como en otroslugares del mismo Polifemo: el bárbaro ruido «de más ecos ... es repetido» (vv. 91-92),los arados «mal conducidos ... de tardos bueyes» (vv. 163-164) y algún caso más.

La condición difficilior de la lectura segur en el contexto del verso completo o de lapericopa está, pues, muy lejos de ser indiscutible: el de infrecuente, la complejaconstrucción verbal con hipérbaton y la metáfora de las azucenas quedan conculcados yse nos escapan entre los dedos por obra y gracia de un sustantivo que, bien mirado,empobrece el verso. Para quien no viese todo eso (y no lo advirtió Pellicer, o no tuvo laoportunidad de advertirlo), la segur ofrecía una solución óptima o constituía unalectura irreprochable. Y así, por algo que no se entiende o por algo que cree entenderse,nacieron, nacen y nacerán los errores en la transmisión de los textos.

La famosa segur puede haber sido tan solo una innovación de copista, un canto desirena enormemente tentador, una de esas «deformità» que pueden deslumhrarnos consu belleza postiza29. La deturpación de seguir es verosímil en el contexto la transmisiónde la obra poética de Góngora, en la que no faltan deformidades con apariencia delectiones difficiliores: en varios de los dobletes del Polifemo antes mencionados (pender-prender, alteran-alternan, blanca-blanda, contacto-contagio o caudales-raudales), laslecturas auténticas son las que, tomadas aisladamente o en su contexto, se diríanfaciliores. El mismo proceso de la transmisión produce esas innovaciones difficilioresque no pasan de ser lecciones singulares, o que llegan como mucho a equipolentes (en la

2 8 Lo dice Alberto Blecua: «En realidad, no son criterios deslindables entre sí, pues, de hecho, todos ellospueden reducirse al usus scribendi, si entendemos el término desde la perspectiva más amplia de la retóricaclásica, es decir, de la inventio, la dispositio y la elocutio de un autor y de su tiempo» (Manual de críticatextual, p. 124; y también: «Es evidente que una lectio difficilior dependerá del contexto y que éste, a su vez,sólo es descifrable de acuerdo con el pensamiento del autor»).

2 9 Lo digo recordando cierta frase de Gianfranco Contini, Breviario di ecdotica, Turin, Einaudi, 1990, p.29: «il criterio della lectio difficilior miete vittime fra gli apprendisti stregoni, inclini a riconoscere per tale piùd'una insensata deformità».

62 j O S Ê M A R f A M I C Ô Criticón, 75, 1999

recensio), pero que en ningún caso alcanzan, para la constitutio textus, el rango deadiáforas30.

Los errores textuales, en el fondo, casi nunca son mecánicos: siempre interviene laintelección de un individuo. Por ejemplo, una graciosa décima gongorina de 1624 tratade «un caballero que estando con una dama no pudo cumplir sus deseos»:

Con Marfisa en la estacadaentrastes tan mal guarnido,que su escudo, aunque hendido,no lo rajó vuestra espada.

Góngora dirige su poema —cuya supuesta base histórica noveló hace unos añosGonzalo Torrente Ballester— al amante incapaz {vuestra espada, y después vuestravergüenza), pero durante el proceso de transmisión el verso segundo se transformócomo sigue, y varios testimonios manuscritos e impresos dan fe de la metamorfosis:

Con Marfisa en la estacadaentra Tristan mal guarnido31.

Al autor del desvarío, que quizá tomó como pericopa los dos primeros octosílabos, nole inspiró tan solo la semejanza gráfica (entrastes tan > entra Tristan), sino, paraempezar, la inercia con que un nombre propio puede llevar a otro, y sobre todo lacondición literaria de esos nombres, reunidos ahora en extraña palestra para uncombate de amor: Marfisa se llamó una de las heroínas más célebres de los romanzicaballerescos, y sin ella no habría nacido ese Tristán espurio, llamado como el caballeroaudaz y desventurado de las narraciones artúricas, de quien también se acordaron confrecuencia, como es lógico, los versos de Boiardo y Ariosto32.

Volviendo al Polifemo, algo parecido sucedió en la primera semiestrofa de la octavaXXX:

No al cíclope atribuye, no, la ofrenda;no a sátiro lascivo, ni a otro feomorador de las selvas, cuya riendael sueño aflija que aflojó el deseo.

Aparte las dificultades para entender ese aflija que aflojó, padre de un sinfín degazapos33, el manuscrito 3794 de la Biblioteca Nacional (del que ya hemos tratado más

3 0 Para estas nociones, véase A. Blccua, Manual de crítica textual, pp. 49 y 87. En otro lugar puse uncaso del Panegírico al duque de herma: en la pareja fructuoso I fluctuoso (temo, en realidad, porque unimportante manuscrito leyó flexuoso) la lectura auténtica es la facilior, tenida normalmente por menos'poética' y menos 'gongorina' (en Da Góngora a Góngora, pp. 63-64). Otros casos de los romances puedenverse en Antonio Carreira, «"Loci critici" en los romances de Góngora», también en Da Góngora aGóngora, pp. 17-39 (o en su reciente y modélica edición, Barcelona, Quaderns Crema, 1998, passim).

3 1 En Ho y Delicias del Parnaso (Barcelona, 1634); en algún manuscrito, entró Tristán.3 2 Cfr. Orlando innamorato, I, III, 33-34; XII, 5; XXVII, 29; II, VIII, 2; XXVI, 2; y Orlando furioso, IV,

52; XXXII, 65, y especialmente 84-89.3 3 Cfr. Da Góngora a Góngora, pp. 59-60.

UN VERSO DE GÔNGORA 63

arriba), prefirió ver a Morfeo en lugar de a otro feo cualquiera, obnubilado quizá por elmisterioso sueño que se menciona después. Claro está que el mismo contexto queestimuló al copista nos ayuda a nosotros: Galatea piensa en las criaturas que correteanpor la isla (el cíclope, los sátiros y otros igualmente deformes a sus ojos), y no es muylógico que el hijo del dios del Sueño, aun siendo un «hábil imitador de formas»(Ovidio, Metamorfosis, XI, 634), pueda ser llamado «morador de las selvas». Y sinembargo, ¿no podría decirse que Morfeo, un nombre propio de ámbito culto, es por sísolo una lectio difficilior perfecta? La cuestión es que el individuo transmisor de textossiempre pone toda su cultura, poca o mucha, al servicio de su descuido, y latransmisión de la poesía gongorina fue lo menos parecido a una transmisión sineiudicio.

Todo eso no pasaría de anecdótico si el caso que nos ocupa no fuese tan semejante:una cadena gráfica y un contexto sintáctico confusos pudieron favorecer unainnovación ajena a la voluntad y a la conciencia artística del autor. Ya he señalado laindecisión del copista de Cz al transcribir el verso 220 del Polifemo. En otros lugares seequivocó sin malicia: puso España por Europa (v. 144), esquilman en vez de esquilan(v. 149), no tierno en lugar de nocturno (v. 172), alcalde en sustitución de alcaide (v.249) o fogoso donde el poeta escribió fragoso (v. 261). También cayó, por tanto, en lostrampantojos habituales. Pero si el mejor copista es el que no sabe leer, no lo hay peorque un copista de Góngora con intención de interpretar y, si le parece del caso,subsanar el texto. El mismo pendolista de Cz (o su modelo), seguro de haber pillado enfalta al poeta en la descripción de Galatea, estropeó uno de los mejores logros de laobra gongorina, el trabadísimo trueque de atributos del verso 104: pavón de Venus es,cisne de Juno. Tanto esfuerzo de don Luis, tanto lujo mental y verbal con los ojos delpavón y la blancura del cisne, para que luego un copista más erudito que inteligente searrogue el derecho de devolver las aves a sus diosas respectivas: cisne de Venus es,pavón de Juno34.

Claro está que sería absurdo criticar a Salcedo o a Pellicer por no habersecomportado como editores neolachmannianos: mucho más errados andan hoy quienesse empeñan en serlo con textos irreductibles a tales métodos. Bastante hicieron loscomentaristas con informarnos de cuando en cuando de las divergencias de lostestimonios manuscritos o impresos de que tuvieron noticia, pero algunas de suspropuestas carecen de base textual, y su esfuerzo exegético se aplicó a menudo aldesentrañamiento de expresiones previamente estropeadas por las fuentes quemanejaron.

Por ejemplo, a propósito de los versos 489-490 del Polifemo («Con violenciadesgajó infinita / la mayor punta de la excelsa roca»), tanto Salcedo como Pellicer—este último diciendo explícitamente que «algunos manuscritos y la edición de Madrid[es decir, la de Vicuña] leen ... mal»— prefieren editar «la mayor parte de la excelsaroca», más próxima a la fuente clásica (Metamorfosis, XIII, 882-883: «insequiturCyclops partemque e monte revulsam / mittit»), sin prestar confianza a la voluntad de

34 José Manuel Blecua no recogió esta innovación de Cz entre las variantes que afectaban al Polifemo,seguramente por considerarla, con acierto, uno de los «evidentes errores» del manuscrito, cuya letra es «casitoda de una misma mano» (Cancionero de 1628, pp. 8 y 107-108).

64 JOSÉ MARfA MICO Criticón, 75,1999

innovación de don Luis ni reparar en el hecho de que Ovidio dice enseguida que bastóel angulus del peñasco para descalabrar a Acis. Otras veces Pellicer se queda solo en ladefensa de lecturas erradas {siga en el verso 176 o afloja en el 236), y no menos solo, omal acompañado por quienes le siguieron la corriente, al transmitir ciertas variantes delas que no ofrece explicación (nos enseña en el verso 38, ondas en el 58, fiero terror enel 70, engendra en el 199, una luz el carro de oro en el 371, dirimió así copia amiga enel 479 o segur en el que ya sabemos, por no salir del Polifemo). Alguna de ellas pudohaber sido el resultado de «una desafortunada inferencia, o injerencia, delcomentarista»35. El silencio de Pellicer con respecto a segur no tiene por qué ser unsilencio culpable —de hecho tiene relación con el inocente sentido literal que asigna alas azucenas—, pero tampoco es obligatorio asumir como auténticas o fiables laslectiones difficiliores (en algún caso más bien impossibiles) de un testimonio que no estrigo limpio.

Por otra parte, si nos interesa la transmisión de la poesía gongorina no es paraacabar defendiendo a capa y espada el manuscrito Chacón contra cualquier testimoniodisidente, sino para evitar que la obra de Góngora se forme con lecturas suspectas oaberrantes, vengan de donde vengan. «De hecho —resume Antonio Carreira—, todo elque haya trabajado con los elementos de dicha transmisión habrá experimentado elmismo vaivén: primero, la actitud reverencial ante Ch; segundo, una tendencia aalejarse de él, en pos de cualquier buen testimonio discrepante; y tercero, elreconocimiento de que, en efecto, Ch es casi siempre el codex optimus»36.

Además de saber que en el caso del verso 220 del Polifemo el manuscrito Chacónestá respaldado por numerosos y variados testimonios, conviene tener en cuenta que loserrores de nuestro codex optimus se subsanan con facilidad por la coincidencia, a vecesunánime y a menudo mayoritaria, de los otros manuscritos. Es célebre la trivializacióndel cuarto verso de la Soledad primera: Ch y otros leen «media luna las armas de sufrente / y el sol todos los rayos de su pelo», frente al sol todo ('entero', y no solo'medio') atestiguado por buen número de fuentes37. En el texto de la Fábula, el copistade Ch cometió o recogió varios errores también conocidos (piensa por dispensa en elverso 289, lava en lugar de Java en el 459 y alguno más no tan flagrante): en esos casos,Ch está solo o acompañado por unos pocos manuscritos (a veces relacionados con él,como N), y la coincidencia de todos los demás nos ofrece sin problemas la lecturaauténtica. Pero todos los buenos manuscritos gongorinos que nos ayudan a identificar ya corregir las trivializaciones ajenas leen lo mismo que Ch en el verso 220, y no haymodo razonable de explicar cómo una segur supuestamente salida de la pluma deGóngora padeció una trivialización tan generalizada (primero al ponerse en circulaciónla versión primitiva y después al difundirse la definitiva), que solo pudo preservarsemilagrosamente en unos pocos testimonios relacionados entre sí.

Esta es la situación: contamos con un códice de extraordinaria fiabilidad textualcuyas escasas deficiencias pueden ser solventadas con el auxilio, a menudo unánime, deun puñado de muy buenos manuscritos. Y a pesar de esa envidiable situación, hemos

3 J Lo dije a propósito de una de ellas en Da Góngora a Góngora, p. 62.3^ En Da Góngora a Góngora, p. 17.3 7 Lo explicó Robert Jammes, «Elementos burlescos en las Soledades», Edad de Oro, II (1983), pp. 101-

102 (y véase su edición, Madrid, Castalia, 1994, p. 196).

UN VERSO DE GÓNGORA 65

dado en preferir una lectura prácticamente singular, que no está en Chacón ni enningún otro de esos buenos manuscritos, y cuyo avalador es un comentarista que noentendió el pasaje.

U N A S E G U R D E D O B L E F I L O

Decía antes que la extrañeza o dificultad de cualquier palabra debe ser compulsadacon el usus scribendi del autor y de la época. También hemos visto ya que losgongoristas antiguos que tuvieron ocasión de hacerlo (Pellicer y Cuesta) no sedetuvieron ni un instante a tratar del sustantivo segur, sin duda porque no les resultabatan extraño como a los modernos, que además le hemos asignado demasiadoalegremente el sentido de 'hoz'. Durante el siglo xvi, segur convive y compite conhacha, como ya precisa el Diálogo de la lengua: «Hacha llamamos a la que por otronombre dezimos antorcha, y hacha llamamos también a la segur»39. En el sistemalingüístico de los contemporáneos de Góngora —quien, como es normal, usa el términohoz en bastantes ocasiones que no merece la pena referir—, la segur sigue siendogeneralmente un 'hacha', definida por Covarrubias como «un género de destral quecorta por ambas partes, o por la una sola, a secando»39; suele aparecer identificada,emparejada o enumerada con otras armas poderosas, y se trata de un instrumento degran tamaño y fuerza, adecuado para cortar «maderos gruesos y troncones» (Ercilla),herir «el robusto roble y alto pino / con recio golpe» (Virués), derribar «las puertas delas casas» (Cervantes) y otros servicios similares40.

Góngora usa la palabra varias veces, siempre con ese sentido y una de ellas en elPolifemo, donde aparece simbólica y estratégicamente en la anticipación del desenlace

3 8 Juan de Valdés, Diálogo de la lengua, ed. Cristina Barbolani, Madrid, Cátedra, 1982, p. 218; cfr.además: «golpes de espada, de segures y hachas» (E/ crotalón), «Estaban siempre sonando los pinares deCuenca con los golpes de las hachas y segures», «Hubo a la mano un destral o segur» (fray José de Sigüenza),«poner la segur o hacha a la raíz de la delectación» (fray Juan de los Ángeles). Algunas de las citas que aportoaquí o después, y muchas otras que no recojo (desde los orígenes del castellano hasta el siglo xvm), las deboa la eficiente amabilidad de Abraham Madroñal.

3 9 Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, 1611, i. v. (ed. Martínde Riquer, Barcelona, Barna, 1943, p. 932a); Covarrubias añade una explicación histórica, pero no da otrossentidos a la palabra. El Diccionario de Autoridades la define primero como una «hacha grande para cortar»(con citas de la Argents de Pellicer, casualmente, y de la Corona trágica de Lope), explica después sucondición de insignia «de los lictores en Roma» (noción que se corresponde con ios datos históricos deCovarrubias y que documenta con la traducción de la Farsalia de Juan de Jáuregui) y añade, al fin, unatercera acepción, diciendo lacónicamente y sin aporte de autoridades que «se toma también por lo mismo quehoz» (Diccionario de Autoridades, ed. facsímil, Madrid, Gredos, 1963, 5. v.). Sobre las arduas cuestionessemánticas y etimológicas, véase Joan Corominas y José A. Pascual, Diccionario crítico etimológicocastellano e hispánico, V, Madrid, Gredos, 1986, pp. 190-191.

4 0 «Hachas, sierras, segures y destrales / cortan maderos gruesos y troncones» (Alonso de Ercilla, LaAraucana, XVII, 24); «Y ya el robusto roble y alto pino / con recio golpe la segur hería» (Cristóbal de Virués,El Monserrate); «con stgures o hachas de duro acero las puertas de las casas derribaban» (Cervantes, LaGalatea). O también: «cual cae de la segur herido el pino, / con no menor estruendo a tierra vino» {LaAraucana, X, 54); «Llegaos, señora, que a la raíz del árbol de vuestra esperanza no ha puesto el temor segurpara cortar» (Cervantes, Persiles); «nunca en la breña la segur tajante / violó de añoso tronco seca rama»(Jáuregui, Orfeo); «cuya segur inexorable / colosos tronza, coliseos derriba» (Villamediana); «Así confunde ycorta aun en el más robusto y fornido roble la afilada segur» (Céspedes y Meneses, El español Gerardo).

66 JOSÉ MARÍA MICO Criticón, 75, 1999

de la fábula, cuando Galatea se siente tan unida a Acis como la vid al olmo (vv. 353-356):

Mas, cristalinos pámpanos sus brazos,amor la implica, si el temor la anuda,al infelice olmo que pedazosla segur de los celos hará aguda.

Ahí, por volver momentáneamente a los fáciles y falaces argumentos impresionistas, tanpronto podríamos decir que esta segur nos certifica, por ley de uso, la autenticidad de laotra, como afirmar que un poeta con la minuciosidad y el deseo de variatio de Góngorano iba a cometer el error de malbaratar el sustantivo abusando de él en un mismopoema41.

Además de ser palabra de uso corriente entonces (aunque acabaría siendo sustituidapara siempre por hacha), tuvo su abolengo literario, y los aficionados a la poesía épicase la tropezaban en el latín de Virgilio {Eneida, II, 224; VI, 180; XI, 656), en el italianode Ariosto (y en el episodio más importante y famoso, el de la locura de Orlando,XXIII, 121: «Questa conclusion fu la secure / che 'I capo a un colpo gli levó dal eolio»)o, como ya se ha visto, en el castellano de Ercilla (La Araucana, X, 54 y XVII, 24)4^.No es tan frecuente la mención de una segur apta para tareas más delicadas, aunquepuede documentarse como herramienta para cortar leña, romper la tierra, desramar,podar y rara vez para segar, a modo de guadaña literal o simbólica43.

En cualquier caso, teniendo en cuenta el sentido más habitual y documentado en laobra del propio Góngora, no deja de ser curioso que Galatea, al levantarse, se conviertanada menos que en un hacha o en una especie de guadaña de grandes proporcionespara cortar unas azucenas que son, además, la representación metafórica de su propio

4 1 Cfr. El doctor Carlino, vv. 461-464: «Confieso de cuando en cuando / en el nombre de Jesús, con queel más celoso fía /su encina de mi segur». En el otro caso, el soneto de 1622 sobre la muerte, entre otras, dedon Rodrigo Calderón, la segur es la cuchilla del verdugo: «Al tronco descansaba de una encina, / que invidiade los bosques fue lozana, / cuando segur legal una mañana / alto honor me dejó con su ruina».

4 2 Y también, lógicamente, en los traductores de Virgilio, Lucano o Claudiano. Cfr. por ejemplo: «Masno por la deidad del lugar santo / Ceres detuvo el brazo, antes airada / incierta vibra su segur, y tanto, / que almismo Jove hiriera de enojada: / ya un pino, un cedro ya, ya con espanto / corta un tronco, una rama, y yaturbada / un golpe tira aquí y allí otro arroja, / aquel tala, aquel deja, aquel la enoja» (Claudiano, El robo deProserpina, traducción de Francisco Faría, Madrid, 1608, correspondiente a De raptu, III, 357-362).

4 3 Además de la nota anterior, cfr.: «de aquel labrador primero / la segur» (Lope, Pastores de Belén);«Fieras montañas rígidas, de cuyo extremo indómito / al arado y segur siempre infructífero» (Lope, LaArcadia); «Que parecía en mi brazo / fuerte el filo de la espada / segur de animadas mieses / o portentosaguadaña» (Juan Bautista Diamante, El negro más prodigioso). La más problemática de todas las citas que heencontrado está en la Fábula de Siringa y Pan, incluida en Los cigarrales de Toledo de Tirso de Molina:«Segur de flores es nevada mano / de la ninfa Siringa». Siringa va recogiendo flores con su mano blanca(nevada), que puede, pues, identificarse con una segur; pero «las marchita en vano», porque el contacto de su«pie de plata» hace que nazcan otras: «brotan más aprisa que ella siega». Tenemos, pues, una segur segaderaen un texto que, sea de Tirso o de fray Plácido de Aguilar (cfr. José María de Cossío, Fábulas mitológicas enEspaña, Madrid, Espasa-Calpe, 1952, pp. 460-464), está plagado de remedos y remiendos del Polifemo («mirústica Talía», «barriendo estrellas, flores matizando», «A fugitiva si canora plata / que una fuente despide,dio la boca» y muchos más, en algún caso de las Soledades), pero aun aquí se distingue claramente elinstrumento cortante (metáfora de la mano de la ninfa) del objeto cortado (las flores del campo).

UN VERSO DE GÓNGORA 67

cuerpo. Tales azucenas, por si eso fuera poco, se tendrían milagrosamente en vilodespués de ser cortadas a cercén. Por una vez, Góngora, monstruo de rigor, habríaconcebido una ecuación poética mal expresada y peor resuelta.

En definitiva, a cualquier lector que entendiese, como Pellicer, que Galatea destrozóo cercenó las flores de la ribera se le podría haber ido la mano para coger y poner unasegur que las cortase. El acervo de la lengua y el patrimonio de la literatura podríanhabérsela facilitado. Pero bien mirado, ni uno solo de los criterios principales para laselección de variantes (lectio difficilior, usus scribendi y conformaüo textus) puedecertificar sin discusión la bondad de esta dichosa segur, que se parece mucho —-porterminar relajadamente— a aquella de la que, a vueltas con Boccalini, se acordó unavez Quevedo: «La segur que se añade con todo lo que corta del árbol, nadie la tendrápor instrumento, sino por estorbo»44.

El lector de a pie es muy libre de ignorar las costumbres y los vicios de autores ycopistas, de pensar que Galatea se siega a sí misma, de preferir la variante de Pellicersancionada por los mejores padres y los hijos mayores de la estilística, y a lo mejoracierta, pero la responsabilidad de un editor de textos es muy distinta, y cuando resultaprácticamente imposible, con o sin auxilio del iudicium, averiguar cuál es la lecturaauténtica, debemos optar por la menos improbable filológicamente, y no por la quepueda resultar poéticamente más fascinadora.

El supuesto encanto de la segur está lleno de taras de todo tipo: paleográficas,ecdóticas, gramaticales, sintácticas, semánticas, metafóricas, intertextuales... Para mí, afecha de hoy, la lectura menos inverosímil, aunque no por eso indudablementeauténtica, es seguir, y mientras no se encuentre explicación razonable para todos losdefectos e inconvenientes de la otra lectura, creo que la octava XXVIII del Polifemodebe editarse como sigue:

La ninfa, pues, la sonorosa platabullir sintió del arroyuelo apenas,cuando, a los verdes márgenes ingrata,

220 seguir se hizo de sus azucenas.Huyera; mas tan frío se desataun temor perezoso por sus venas,que a la precisa fuga, al presto vuelo,grillos de nieve fue, plumas de hielo.

El asunto es tan complejo, tan enrevesado, tan cruel la competencia contextual deldoblete seguir I segur, que siempre quedará la sombra de una duda, una duda que quizásolo un autógrafo podría despejar. Si las investigaciones futuras demuestran que no estan precario el estatuto textual de la lectura segur, o si la opinión de los especialistassigue siendo unánime a favor de ella, no tendré inconveniente en rectificar,sometiéndome con presteza a otra de las leyes de la ecdótica: el consensus bonorum.

4 4 La hora de todos y la fortuna con seso, éd. Jean Bourg, Pierre Dupont y Pierre Geneste, Madrid,Cátedra, 1987, p. 259.

68 JOSÉ MARÍA MICO Criticón, 75,1999

MICO, José María. «Un verso de Góngora y las razones de la filología». En Criticón (Toulouse),75,1999, pp. 49-68.

Resumen. Discusión de una famosa variante del Polifemo de Góngora: segur se hizo de sus azucenas o seguirse hizo de sus azucenas (v. 220). La lectura segur, preferida por todos los críticos y editores modernos, mereceser cuestionada, pues no cumple satisfactoriamente ninguno de los criterios principales para la selección devariantes (lectio difficilior, usus scribendi y conformatio textus).

Résumé. Discussion autour d'une fameuse variante du Polyphème de Góngora: segur se hizo de sus azucenaso seguir se hizo de sus azucenas (v. 220). La leçon segur, choisie par tous les critiques et éditeurs modernes,est sujette à caution: elle ne répond à aucun des principaux critères généralement retenus pour la sélection desvariantes (lectio difficilior, usus scribendi et conformatio textus).

Summary. Discussion on the famous variant of Góngora's Polifemo: segur se hizo de sus azucenas or seguir sehizo de sus azucenas (v. 200). The reading segur, preferred by ail modem critics and editors, deserves to bequestioned because it does no satisfactorily fulfill any of the main criteria for the sélection of the variants(lectio difficilior, usus scribendi and conformatio textus).

Palabras clave. Góngora. Polifemo. Ecdótica. Seguir/segur.