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1 UN TESORO HISTORICO DOMINICANO AHORA EN GRAVE RIESGO DE DESTRUCCION Los restos de uno de los primeros ingenios azucareros de las Américas ubicados al sur-este de la ciudad dominicana de San Juan de La Maguana, escenario de los comienzos del encuentro entre europeos, indígenas y africanos que marcó para siempre lo que sería el Nuevo Mundo, están hoy inundados por canales agrícolas que podrían deshacer para siempre sus estructuras en muy poco tiempo. Bogota, New Jersey, Estados Unidos.-Viernes 9 de agosto del 2013. Por Anthony Stevens-Acevedo. (Primera entrega de un testimonio-reflexión sobre el estado de varios sitios coloniales dominicanos en la actualidad.) La ciudad de San Juan de La Maguana, localizada en unos de los mayores y principales valles agrícolas de la República Dominicana junto a la ladera suroeste de la principal formación montañosa del país, la Cordillera Central, es uno de los focos principales de localización de yacimientos arqueológicos pre- colombinos de Las Antillas, debido a que a la llegada de los europeos a la isla que Colón bautizó como La Española en 1492 la zona era lugar de amplio asentamiento de población taína. Esa misma abundancia de población indígena y la fertilidad de sus tierras, por otra parte, la hizo a su vez, en las décadas subsiguientes, foco de asentamiento de los nuevos colonizadores europeos, ansiosos por enriquecerse en el --para ellos-- nuevo escenario antillano explotando la fuerza laboral de la población indígena local, primero excavando oro de aluvión, y luego, cuando éste se agotó, produciendo con mano de obra forzada indígena y, sobre todo africana, el primer azúcar de cañas de las Américas para exportarlo a Europa con una ganancia, en lo que fueron los primeros experimentos capitalistas-esclavistas practicados en el continente. Restos de las paredes del antiguo ingenio azucarero colonial edificado probablemente en el siglo XVI en lo que hoy es el paraje de La Culata, al sureste de la Ciudad de San Juan de La Maguana, República Dominicana, totalmente inundados por aguas de irrigación y arropados por un densa y agresiva vegetación tropical típica de la zona. Estas condiciones propician un proceso de destrucción que podría llegar a colapso y desintegración en cualquier momento. La foto es del 27 de julio del 2013.

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UN TESORO HISTORICO DOMINICANO AHORA EN GRAVE RIESGO DE DESTRUCCION

Los restos de uno de los primeros ingenios azucareros de las Américas ubicados al sur-este de la ciudad dominicana de San Juan de La Maguana, escenario de los comienzos del encuentro entre europeos, indígenas y africanos que marcó para siempre lo que sería el “Nuevo Mundo”, están hoy inundados por canales agrícolas que podrían deshacer para siempre sus estructuras en muy poco tiempo. Bogota, New Jersey, Estados Unidos.-Viernes 9 de agosto del 2013. Por Anthony Stevens-Acevedo. (Primera entrega de un testimonio-reflexión sobre el estado de varios sitios coloniales dominicanos en la actualidad.) La ciudad de San Juan de La Maguana, localizada en unos de los mayores y principales valles agrícolas de la República Dominicana junto a la ladera suroeste de la principal formación montañosa del país, la Cordillera Central, es uno de los focos principales de localización de yacimientos arqueológicos pre-colombinos de Las Antillas, debido a que a la llegada de los europeos a la isla que Colón bautizó como La Española en 1492 la zona era lugar de amplio asentamiento de población taína. Esa misma abundancia de población indígena y la fertilidad de sus tierras, por otra parte, la hizo a su vez, en las décadas subsiguientes, foco de asentamiento de los nuevos colonizadores europeos, ansiosos por enriquecerse en el --para ellos-- nuevo escenario antillano explotando la fuerza laboral de la población indígena local, primero excavando oro de aluvión, y luego, cuando éste se agotó, produciendo con mano de obra forzada indígena y, sobre todo africana, el primer azúcar de cañas de las Américas para exportarlo a Europa con una ganancia, en lo que fueron los primeros experimentos capitalistas-esclavistas practicados en el continente.

Restos de las paredes del antiguo ingenio azucarero colonial edificado probablemente en el siglo XVI en lo que hoy es el paraje de La Culata, al sureste de la Ciudad de San Juan de La Maguana, República Dominicana, totalmente inundados por aguas de irrigación y arropados por un densa y agresiva vegetación tropical típica de la zona. Estas condiciones propician un proceso de destrucción que podría llegar a colapso y desintegración en cualquier momento. La foto es del 27 de julio del 2013.

Un Tesoro Histórico Dominicano Ahora en Grave Riesgo de Destrucción, 9 de agosto del 2013

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Durante la jornada del sábado 27 de julio recién pasado, un pequeño grupo de investigadores formado por arqueólogos e historiadores dominicanos que visitó la zona específicamente con el propósito de conocer mejor y estimar el estado de conservación de varios lugares de las más antiguas factorías de azúcar coloniales de las Américas localizados en las inmediaciones de San Juan de La Maguana, parte del preciosísimo tesoro cultural de la República Dominicana en este sentido, pudieron comprobar con considerable escándalo como los pocos restos de paredes y otras estructuras de uno de estos antiguos ingenios, localizado hoy al sur-este de la ciudad en el paraje de La Culata, en medio de tierras agrícolas inmediatamente al norte de las cloacas a cielo abierto de este centro urbano, se encuentra totalmente inundado por una constante canalización de aguas de regadío que, en dirección norte-sur, vierte su cauce final precisamente en el centro de las mayores estructuras que sobreviven del ingenio, ahora cubiertas por una espesa maleza tropical típica de la zona que con su vigoroso crecimiento alimentado por el agua abundante amenaza con completar, por arriba y con sus raíces, la destrucción de la piedra en sus partes todavía expuestas que, por debajo, ya está haciendo el mismo agua sobre las piedras sumergidas. Lo que podría ser desde hace tiempo un lugar histórico integrado en las rutas de promoción cultural de una de las potencias del turismo de sol y playa caribeño de hoy en día como lo es la República Dominicana, y un lugar de visita ritual para estudiantes como parte del sistema educativo público dominicano, languidece peligrosísimamente en lo que más bien parece una laguna tropical oculta entre una espesa maleza vegetal a la vera de una ciudad y una nación con unos vestigios de un pasado histórico único no sólo en el Continente Americano sino también en todo el Hemisferio Occidental y en lo que hoy en los estudios históricos se conoce como el Mundo Atlántico, ese gran espacio a ambos lados del Océano en el que a partir del viaje colombino de 1492 se desataron todo tipo de intercambios que cambiaron para siempre la faz de las sociedades del Planeta.

Imagen más cercana del mayor fragmento de pared de los que sobreviven a la vista hoy del antiguo ingenio colonial localizado en el paraje La Culata, al sureste de la ciudad de San Juan de La Maguana en la región suroccidental de República Dominicana. Obsérvese la agresiva penetración de la potente vegetación endémica de la zona sobre el material de piedra expuesto al aire, y el nivel de inundación por el agua de riego en su parte inferior. Una combinación perfecta para una destrucción acelerada. Hay razones para pensar que se trata de una de las primeras construcciones de industria azucarera de las Américas, quizás de entre los años 1510s y 1520s.

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Se trata de un hecho y situación que constituyen un llamativo contraste con los esfuerzos de construcción y promoción de la cultura pública que se observan en la Ciudad de San Juan de La Maguana, donde al menos en su centro urbano se advierte la mano activa y potente de una administración municipal que parece definitivamente interesada en invertir recursos en el despliegue de símbolos históricos de todo tipo y de todas las épocas en lo que parece un caso atípico de visión municipal en la República Dominicana del presente. La evidente voluntad de visibilidad de las construcciones culturales (esculturas, plazas, espacios de recreo) promovidas por el Ayuntamiento de San Juan de La Maguana, que muestra con esto tener una visión colectiva de lo que es la cultura, choca estridentemente con lo que se podría definir como abandono y descuido radicales del lugar histórico del ingenio del siglo XVI sobre el que intenta llamar la atención esta nota, dejado de la mano de una naturaleza que en esa región se mueve con ímpetu impresionante pero sin atender al interesantísimo legado histórico humano, en este caso dominicano, que con su propia dinámica se lleva de encuentro, amenazando con hacerlo desaparecer en poco tiempo si las autoridades todas que tienen alguna responsabilidad en el asunto y los munícipes de San Juan de La Maguana (y todos a quienes nos duele el bienestar cultural dominicano, latinoamericano e iberoamericano) no hacen (o hacemos) algo pronto por remediarlo de una manera contundente.

Vista parcial a fecha 27 de julio del 2013 de otro fragmento de pared de los restos actuales del antiguo ingenio colonial dominicano ubicado en el paraje La Culata, cercano a la ciudad de San Juan de La Maguana por su periferia sureste. La increíble solidez de la argamasa original con que se construyó en el siglo XVI ha permitido que todavía hoy sobreviva aún en estas deplorables condiciones de inundación y arrope boscoso, pero precisamente por esto sus días pueden estar contados si no se somete un desecado y consolidación inmediatos.

Otro ángulo de los inundados restos del antiquísimo ingenio azucarero colonial dominicano hoy localizado en el sector La Culata, al sureste de la ciudad de San Juan de La Maguana. Obsérvese un fragmento de pared a medio plano de la imagen a penas sobresaliendo unas pulgadas por encima de la laguna en que se encuentra hoy sumergido todo este yacimiento histórico, debido al vertido de aguas de regadío y lluvia sobre el mismo. La imagen es del 27 de julio del 2013.

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La Alcaldía y la Gobernación de San Juan de La Maguana, los diputados y senadores que representan la Provincia de San Juan en el Congreso Nacional de Santo Domingo, y sobre todo el Ministerio de Cultura de la República Dominicana, encargado hasta donde sabemos de vigilar y proteger todo el patrimonio histórico-cultural nacional, tienen ante sí en este tesoro histórico que nos habla de los comienzos de la sociedad dominicana (mezcla de europeos, indígenas y africanos), la oportunidad de evitar una pérdida cultural mayúscula no sólo al pueblo dominicano sino también a los pueblos de Iberoamérica. El Ministerio de Turismo de República Dominicana, por otro lado, que se entiende debería tener un interés a largo plazo en la revitalización de todos estos lugares históricos dominicanos únicos en su valía y significado a nivel hemisférico, precisamente por lo que representan de un pasado histórico transatlántico compartido con los países que constituyen gran parte del mercado turístico dominicano, podría “aprovechar” la situación también para inscribirse definitivamente con su apoyo en una nueva manera de presentar y vender la cultura dominicana más acorde con los nuevos vientos de la industria turística global, donde a los patrimonios culturales locales se les reconoce prácticamente el mismo valor de entretenimiento que a las olas para hacer surfing y a los daiquirís para deleitar el paladar. La oficina de la UNESCO en República Dominicana, el Instituto Panamericano de Geografía e Historia y la Organización de Estados Americanos Para la Educación, la Ciencia y la Cultura también parecerían interlocutores auxiliares válidos y justificados en la prevención definitiva de estos incidentes de descuido

Restos de pared del antiguo ingenio colonial de La Culata, al este de la muy antigua ciudad de San Juan de La Maguana en República Dominicana. A este lado se accede después de una intensa búsqueda a través de una espesa maleza tropical que rodea los restos de toda la construcción y se puede observar la humedad considerable que ya se filtra desde la cara posterior de la pared, totalmente bañada por una gran laguna generada por aguas de regadío y lluvia canalizadas precisamente hasta este lugar. Casi quinientos años de una historia única en las Américas al borde, literalmente, de la desaparición.

Esta “rigola” de aguas frescas en medio de una vegetación tropical lujuriante, que impresiona por su esplendor, es la principal fuente de alimentación de la laguna que hoy inunda los restos materiales del antiguo ingenio azucarero colonial, muy probablemente del siglo XVI, erigido en las cercanías de la viejísima ciudad de San Juan de La Maguana por su lado sureste, en el paraje La Culata. El sentido común indica que en el necesario proceso de desecación y drenaje del sitio histórico. (Un posible destino alternativo de esta cañada, menos dañoso al menos al antiquísimo patrimonio histórico del lugar, podrían ser las cloacas municipales de la misma ciudad de San Juan ubicadas a unos escasos cientos de metros del lugar.)

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y procesos de pérdida cultural nacional, regional y continental. Y, por qué no decirlo, para un observador preocupado pero que en última instancia viene de fuera, también es válida la pregunta de si la comunidad sanjuanera en la diáspora, especialmente los sanjuaneros residentes en Estados Unidos, y los oriundos de otras regiones que se solidaricen ante la emergencia, podrían aportar algo al respecto, desde ideas hasta recursos, siempre y cuando se lograra establecer un marco institucional de colaboración en el que haya absoluta transparencia sobre cómo se inviertan los recursos recaudados. Finalmente, resulta inevitable plantearse también el significado nacional que, como síntoma de las prácticas culturales estatales en la República Dominicana de años recientes, este caso representa al ocurrir precisamente en la provincia de origen del mismísimo actual primer mandatario del estado dominicano, y bajo un partido de gobierno fundado por uno de los estudiosos y defensores más entusiastas del conocimiento de ese pasado colonial temprano dominicano como fue Juan Bosch. (¿Qué pensarán, uno se pregunta, los encargados de la Secretaría de Cultura del Partido de La Liberación Dominicana, sobre esta situación? ¿Tendrá la organización, la más poderosa sin duda hoy en día en el ámbito político dominicano, una posición o una visión siquiera sobre la preservación y promoción del legado histórico de los dominicanos del que estos antiguos ingenios forman parte?)

Del lado no expuesto directamente a la inundación en el antiguo ingenio colonial de La Culata, al este del municipio de San Juan de La Maguana, República Dominicana, se pueden observar a simple vista, a flor de un suelo ya considerablemente saturado por la humedad, fragmentos de formas o moldes de barro de los que se usaban en este tipo de instalaciones para cristalizar el azúcar antes de enviarla a Europa durante el largo periodo colonial dominicano. Los tempranos orígenes históricos dominicanos simbolizados por estos restos, conformados por una vida social desarrollada en las antiguas plantaciones esclavistas azucareras del siglo XVI, parecerían querer negarse a desaparecer aún en esas deplorables condiciones. Pero sabemos que su desintegración definitiva es cuestión de tiempo si no se movilizan los recursos técnicos y humanos necesarios con urgencia.

La abundancia de pedazos de material cerámico a flor de suelo junto a los restos de paredes de lo que suponemos es uno de los más antiguos ingenios azucareros coloniales de la provincia San Juan de La Maguana, República Dominicana, en el paraje La Culata, es precisamente uno de los indicadores arqueológico-históricos básicos del tipo de construcción del que se trata, pues los moldes hechos de arcilla, a manera de pequeñas tinajas de barro en las que se cristalizaba el sirope de las cañas después de hervido, eran un instrumento fundamental, en gran cantidad, del proceso de fabricación azucarera en los ingenios coloniales. Este lugar de La Culata presenta una cantidad sencillamente impresionante de restos de estos moldes o formas, así como de fragmentos de piedra de las estructuras físicas del ingenio.

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La misma jornada de visita al antiguo ingenio colonial ubicado en La Culata reveló también situaciones si no tan graves al menos similares en cuanto a una carencia casi total de valorización de otros lugares de ingenios coloniales de la zona y de otros lugares históricos en general. Tanto en el ingenio de los predios de La Culata como en los restos de lo que parece ser otro ingenio de la época en el lugar conocido como Hato de La Culata, unos pocos kilómetros más allá también hacia el este-sureste de la misma Ciudad de San Juan de La Maguana, el mismo escenario de uso agrícola y sembradío e invasión vegetal se advierte entre los restos de estas antiquísimas estructuras que fueron escenarios de las primeras plantaciones esclavistas que luego serían tan típicas de las Américas durante el larguísimo período colonial, marcando a todos los países del continente de una manera o de otra, desde Estados Unidos al norte hasta Argentina por el sur y donde la presencia de los descendientes de blancos europeos, indígenas americanos y negros africanos se constituiría en sello de identidad de sociedades formadas por cientos de millones de personas. En estos lugares de San Juan de La Maguana, entre malezas y a pura flor de suelo, a cada paso el visitante se tropieza con grandes y pequeños fragmentos de las típicas paredes y cimientos hechos de mezclas de piedras de distinto tipo, ladrillo grueso y argamasa que eran la norma en las edificaciones de los colonizadores ibéricos del momento, y con una abundancia de restos de “hormas” o “formas” o moldes de cerámica usadas para cristalizar el sirope de azúcar que sencillamente apabulla por su abundancia. Por otro lado, hay que andar preparado también para contemplar las monedas de época colonial, incluidas algunas posiblemente del mismo siglo XVI (por ejemplo, de la época en que los hijos de Cristóbal Colón todavía vivían en La Española) que los mismos lugareños confiesan haber encontrado simplemente mirando el suelo sobre el que se camina en estos sitios. Quien visita estos lugares, aún en su estado de marginación administrativa y cultural actual, no puede dejar de sentir la gravitación de un pasado que, quinientos años después y tras todo tipo de terremotos, huracanes, arriadas y olvido

La riqueza de restos arqueológico-históricos del lugar donde se supone estuvo uno de los más antiguos ingenios coloniales azucareros de Repú- blica Dominicana, en el actual paraje de La Culata al sureste de la ciudad de San Juan de La Maguana, parece evidente simplemente a través de la abundancia de material cerámico que se encuentra a ras de suelo a poco que se mire con un mínimo de atención. Los fragmentos que mues- tra la fotografía, claramente pertenecientes a ladrillos de albañilería y moldes o formas de cuajar o cristalizar azúcar, fueron identificados en cuestión de minutos en una caminata por las instalaciones del antiguo ingenio, hoy inundadas peligrosamente. Estos materiales de arcilla, con su simplicidad, nos remiten inmediatamente a la vida de los primeros antepasados de los dominicanos de hoy, los habitantes de La Española del siglo XVI: europeos (sobre todo españoles), taínos y africanos. En la misma visita durante la que se tomó la foto, algunos lugareños de zonas aledañas entrados en edad nos decían como ‘de antes’ todo se guardaba en tinajas, testimonio de una continuidad histórica respetable.

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humano, persiste en recordarnos, a poco que concentremos la mirada, un mundo ya ido pero que hizo a los dominicanos llegar a ser el peculiar colectivo humano que son hoy en día, y que hizo de Iberoamérica una región del mundo también perfectamente distinguible por sus perfiles étnicos-raciales en el concierto de la humanidad de este siglo XXI. En San Juan de La Maguana, un sitio que aparece mencionado como municipio en documentos del Imperio Español ya en la segunda década del siglo XVI, están parte de los orígenes de una cultura nacional de las que los dominicanos con razón se pueden enorgullecer, como el pueblo con más longevidad de historia moderna que son de todo el Continente. Los restos materiales que sobreviven allí de esos momentos fundacionales que ahora se mencionan simplificados en todos los manuales de historia universal, no deberían dejarse desaparecer sino al contrario, porque con su presencia silente en apariencia, de hecho nos dicen mucho-mucho sobre quiénes somos y de dónde venimos, y sobre lo que las múltiples generaciones de nuestros antepasados fueron capaces de hacer o al menos de intentar… una conciencia importantísima en suma en un mundo actual que a veces parece querer arrastrarnos a unas vidas sin protagonismo ni identidad propios.

Vista parcial del lado menos inundado de las paredes del antiguo ingenio azucarero colonial que todavía sobreviven en el paraje La Culata, al sureste de la ciudad dominicana de San Juan de La Maguana. Debido a la densidad y hostilidad natural de esta vegetación, que constitye una barrera de puas y lianas casi infranqueable, el acercamiento y apreciación visual de estos restos resulta una acción casi titánica. El observador preocupado por la preservación del patrimonio histórico de todos los dominicanos no puede sino preguntarse si el Estado Dominicano no cuenta con recursos –a plenos comienzos del siglo XXI—para siquiera desyerbar de manera regular y con criterios eficaces de conservación arqueológica éstas y otras instalaciones semejantes que existen en muchos lugares del país. Cualesquiera que sean las justificaciones, parece de sentido común que las raíces de esta maleza tropical en vigoroso crecimiento no son las mejores amigas de la preservación de este legado de cultura material único en las Américas.

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Ojalá entre todos podamos hacer algo al respecto, y rápido, porque las ruinas de los antiguos ingenios de San Juan de La Maguana, como las de tantos otros de República Dominicana, no durarán indefinidamente y es nuestra memoria colectiva como pueblo lo que nos jugamos. Todo indica que se necesita un plan de acción de protección y promoción del patrimonio histórico-colonial dominicano bien concebido, que identifique recursos para ponerlo en marcha, y encabezado por gestores capaces de movilizar todos los recursos posibles, financieros y humanos, públicos y privados, para hacerlo una realidad que la misma sociedad dominicana abrace y defienda. El autor de esta nota es historiador, Miembro Correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia, y parte de la diáspora dominicana residente en Estados Unidos. Correo electrónico: [email protected]

Vista panorámica de una parte del paraje La Culata, al este del municipio de San Juan de La Maguana, tomada mirando aproximadamente en dirección sur desde un punto de relativa altura. A medio plano, las cloacas municipales de la ciudad. Descendiendo por la izquierda a unas pocas docenas de metros se accede a los restos de paredes del antiquísimo ingenio azucarero colonial que parece haber existido en el lugar, según todas las indicaciones evidenciadas por la mampostería o argamasa de las paredes y la gran abundancia de fragmentos de hormas o moldes hechos en barro para cristalizar el azúcar. Dichos restos hoy están totalmente inundados por corrientes de aguas de riego y lluvia que vierten precisamente, para sorpresa del visitante, sobre el sitio del ingenio. Algunos arqueólogos opinan que debajo de este promontorio y todo a su alrededor deben encontrarse soterrados los restos de las otras estructuras del ingenio, por lo general compuestas de varios espacios dedicados a distintas funciones relacionadas con las etapas del proceso de fabricación azucarera usados en el siglo XVI. Un lugar con una larga historia humana de al menos cinco siglos, acumulada en el legado histórico del que son herederos los sanjuaneros de hoy en día.