un sí hecho ofrenda, mártires de pozuelo de alarcón

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  • 7/28/2019 Un S hecho ofrenda, mrtires de Pozuelo de Alarcn

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    UNSHECHO OFRENDABeatas Mrtires

    Aurelia, Aurora, Dara y Agustina

    SIERVAS DE MARA

    Sor Julia Castillo IbezSierva de Mara

    Postuladora General

    ROMA

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    NDICE

    I PRESENTACIN...................................................................................4

    II UN S HECHO OFRENDA HASTA DAE LA VIDA.........................6

    III PERFIL HUMANO Y ESPIRITUAL................................................111. MADRE AURELIA ARAMBARRI FUENTE (Clementina Francisca).............112. SOR AURORA LPEZ GONZLEZ (Justa).....................................................153. SOR DARA ANDIARENA SAGASETA (Josefa Engracia).............................174. SOR AGUSTINA PEA RODRGUEZ (Mara Anunciacin)...........................20

    IV UNIDAS HACIA EL MARTIRIO....................................................23

    V CAMINANDO CON MARA............................................................26

    VI GRACIAS SEOR POR ESTAS HERMANAS! ...........................27

    VII PROCESO DE BEATIFICACIN..................................................28

    VIII FRAGUA DE MRTIRES.............................................................29

    IX ORACIN.........................................................................................30

    X LOGOTIPO.........................................................................................31

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    I PRESENTACIN

    En el marco del Ao de la Fe

    Con la carta apostlica Porta Fidei Su Santidad Benedicto XVIconvocaba a la Iglesia universal a celebrar el Ao de la Fe. Al iniciar este

    tiempo de gracia, el 11 de octubre de 2012, el Pontfice afirmaba que porla fe, los mrtires entregaron su vida como testimonio de la verdad delEvangelio, que los haba transformado y hecho capaces de llegar hasta elmayor don del amor con el perdn a sus perseguidores. La ConferenciaEpiscopal espaola hacindose eco de estas palabras del Papa en laapertura, decidi que este ao cargado de gracia, se clausurara en Espaacon la Beatificacin de un nutrido grupo de Mrtires, testigos de la Fe, deentre los muchos que dieron sus vidas por confesarla, durante la

    persecucin religiosa comprendida entre los aos 1930 - 1936.Est fijado como lugar para la Beatificacin la ciudad de Tarragona,

    reconociendo que esta sede, cuenta con una gran historia de fe cristiana ymartirial, ya que los protomrtires hispanos son el obispo de Tarragona,Fructuoso, y sus dos diconos Augurio y Eulogio. Adems, en estaocasin, 147 mrtires de los que sern beatificados son de Tarragona,encabezados por el que fue Obispo Auxiliar de la dicesis, Manuel Borrasy 66 sacerdotes del clero diocesano.

    Est enmarcada esta celebracin por una serie de acontecimientos desingular relieve en la Iglesia universal. Parte de los Decretos pontificios delos diferentes grupos de Mrtires, han sido firmados por Su SantidadBenedicto XVI, quien tras ocho aos de desempear el ministerio petrino,renuncia al Pontificado el 28 de febrero de 2013, por lo que el resto de losDecretos, a partir de esa fecha, llevan la firma de Su Santidad Francisco, aquien .el Espritu Santo acompaa desde el 19 de marzo de 2013, pararegir a su Iglesia como sucesor de Pedro.

    Como de todos los Mrtires del tiempo moderno, nos gustara contarcon ms documentos y escritos, ms detalles para conocer mejor como

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    ocurrieron los hechos en torno al martirio, pero no olvidemos que lo msimportante es que, estos testigos de la Fe han sido reconocidos por laIglesia como creyentes que proclamaron su fidelidad a Cristo en su Iglesiahasta derramar su sangre. Sus vidas son y sern siempre, una referencia

    para vivir nuestro da a da en el gozo ser cristianos y dar razn de nuestraesperanza, nuestro mundo, entre nuestros hermanos los hombres.

    Madre Aurelia, Sor Aurora, Sor Dara y Sor Agustina, supieron sercon sus vidas, signos sacramentales vivos de la ternura de Dios hacia loshombres. Supieron ser aceite, vino, pan y agua, para los hermanosenfermos y para su entorno herido por la violencia, el odio, la guerra y lapersecucin. Ha dicho muy bien Su Santidad Francisco, Si nuestrocorazn es de piedra haremos uso de esas piedras para defendernos de los

    dems hombres, si nuestro corazn es pacfico, esas piedras nos ayudarna construir un templo vivo.

    Unidas a Cristo en cada momento de su vida, el corazn de nuestrashermanas Mrtires se fue moldeando como el de Cristo y llegado elmomento pudieron responder: En efecto, somos religiosas, pueden hacerlo que quieran con nosotras, pero yo les suplico que a esta familia no lehagan nada, pues al vernos sin casa, y autorizada por el comit dePozuelo de Alarcn, nos recibieron en la suya por caridad.

    Hacer memoria de estas Hermanas nuestras, testigos de la fe, es unallamada a ser constructores de paz, a bendecir a Dios que nunca se cansade ser Padre y de invitarnos a sentarnos a esa mesa en la que, Cristo se nosofrece como Pan de vida y precio de nuestro rescate. Hermano querefuerza nuestra unin y sufre con los perseguidos para hacer fuerte sudebilidad y coronar su fidelidad para siempre.

    Hacer memoria de ellas es recordar las palabras de Santa Mara

    Soledad Estos muros estn amasados con sangre de vuestras venas quenos invitan a continuar siendo piedras vivas de una historia que, tienesiempre a Cristo como piedra angular y con l, estar dispuestas a dar eltestimonio de nuestra Fe, viviendo nuestro s, como ofrenda a los quesufren, hasta dar la vida, por ellos y por confesar nuestra fidelidad alSeor.

    SorAlfonsa Bellido, S. de M.

    Superiora General

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    II UN S HECHO OFRENDA HASTA DAE LA VIDA

    Beatas Aurelia Arambarri Fuente, Aurora Lpez Gonzlez, DaraAndiarena Sagaseta, y Agustina Pea Rodrguez.

    Siervas de Mara Mrtires en Pozuelo de Alarcn

    1936

    1. Las Siervas de Mara Ministras de los Enfermos

    Fue sin duda alguna el siglo XIX, un siglo fecundo para la Iglesia enun surgir de mujeres santas e intrpidas que hicieron brotar en la misma,ros de santidad y laboriosidad. Vrgenes consagradas al nico y sumoamor de Cristo, y mirando todas ellas al servicio incansable ydesinteresado al prjimo. Cabe destacar en nuestro caso, entre estasmujeres, a Santa Mara Soledad Torres Acosta, quien en Madrid, en el

    barrio de Chamber, el 15 de agosto de 1851, dio origen a la familiareligiosa de las Siervas de Mara Ministras de los Enfermos, cuya misinen la Iglesia es el cuidado esmerado y gratuito a los enfermos, all dondeellos soliciten su atencin, pero, prodigan esta asistencia preferentementeen sus domicilios.

    A esta Familia religiosa, como uno de mejores frutos, pertenecen lasBeatas: Aurelia Arambarri Fuente, Aurora Lpez Gonzlez, DaraAndiarena Sagaseta y Agustina Pea Rodrguez, cuyas vidas fueron

    coronadas con el Martirio en Pozuelo de Alarcn (Madrid) el 7 dediciembre de 1936, en la persecucin religiosa espaola al confesar sucondicin de consagradas a Cristo.

    2.- Situndonos en el tiempo. Las Siervas de Mara en Pozuelo de

    Alarcn.

    Se haban establecido las Siervas de Mara, en Pozuelo de Alarcn en1911. La Congregacin haba adquirido all una casa con espaciosa huertaque en principio, se pens para trasladar all el Noviciado de Madrid, pero

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    finalmente, se habilit como residencia para acoger hermanas ancianas oconvalecientes, dedicndose el personal activo de dicha comunidad, alejercicio del cuidado de los enfermos de la poblacin en sus propiosdomicilios. Ministerio que acercaba a las religiosas a las familias ms

    necesitadas y les haba granjeado el respeto y la estima de la gente dellugar.

    Al paisaje recio y hermoso de la Sierra del Guadarrama, su airelmpido con aroma a retama, hacan parte y se armonizaban, con la vidasencilla y afanosa de los habitantes de Pozuelo, brindando a las religiosasque all se acogan, una vida serena. En aquella casa, en efecto, se juntabanlas hermanas que tras largos aos de entrega incondicional a los enfermos,vean su vida colmada de aos y mritos, al mismo tiempo que constataban

    que sus fuerzas se haban debilitado para continuar en tan delicado trabajo.Junto a las ancianas tampoco faltaban las hermanas jvenes que, en laintensidad del servicio a los enfermos, se vean afectadas ellas mismas, delos males que trataban de erradicar. La tuberculosis era un asiduo enemigodel que, difcilmente, conseguan escapar. El aire de la sierra, en cada caso,era el mejor aliado para recuperar la salud perdida.

    Las religiosas que constituan aquella Comunidad, siempreacogedoras y atentas, velaban por las que llegaban y las atendan segn las

    necesidades de su condicin. As mismo, dedicaban parte de su tiempo alcultivo de la amplia huerta que circundaba la casa, compartiendo el abun-dante suministro de la tierra con la numerosa Comunidad de Chamber ycon quienes en el pueblo, carecan de lo necesario para el sustento de lafamilia, siempre numerosa en aquel entonces. Silencio, oracin, trabajosencillo, asistencia a los enfermos. Era Pozuelo un taller, era una fraguaavivada por el amor de quienes se sentan convocadas por Cristo, paraservirlo en la entrega comunitaria y en la asistencia a los enfermos y a los

    necesitados.En santa paz y armona viva la pequea comunidad de Pozuelo de

    Alarcn con hasta que, en mayo de 1931, los incendios de los templos deMadrid y provincias contaminaron la transparencia del limpio aire deantao; siguieron las revueltas de octubre de 1934, especialmente enCatalua y Asturias, donde rein la ms completa anarqua durante dossemanas; se dej sentir el periodo turbulento que comprende del mes defebrero a julio de 1936, creando inseguridad en todos los lugares. Lleg a

    su colmo esta incertidumbre al estallar la guerra, pues no solamente turbdicha paz, sino que la conmovi hasta los cimientos, pudindose decir con

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    verdad que no qued, piedra sobre piedra, en aquel hermoso y acogedorpueblo.

    Casa donde se instalaron las Siervas de Mara situada en la Calle RamnJimnez y que ms tarde pas a ser propiedad de los Cooperadores Parroquialesde Cristo Rey, quienes en la huerta adyacente edificaron la casa de ejerciciosespirituales para hombres.

    En aquel entonces, 1936, la poblacin de Pozuelo de Alarcn laconstituan 2.500 habitantes, repartidos en dos muy diferentes ncleos: elbarrio antiguo que era donde residan las Siervas de Mara y que estabaformado por labradores y pequeos empresarios y, el barrio nuevo quehaba surgido con la llegada del ferrocarril a la localidad, por lo que se ledenominaba el barrio de la Estacin. All residan adems de losMisioneros Oblatos de Mara Inmaculada, dos comunidades femeninas: lasreligiosas de San Jos de Cluny, dedicadas a la enseanza y las

    Franciscanas Misioneras del Buen Consejo que regentaban un centro denias hurfanas.

    Situado Pozuelo a escasos kilmetros de Madrid era como unaatalaya desde donde se poda divisar el humo de la quema de conventos eiglesias de la capital y donde las consignas revolucionarias yantirreligiosas pronto encontraban, eco y respuesta, en los componentesdel comit del pueblo.

    Desde primeros de julio de 1936, se notaba en el pueblo muchainquietud lo que oblig a las Siervas de Mara a tomar sus precauciones,poniendo a salvo los objetos del culto. El da 19 de dicho mes, se

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    confesaron las religiosas con el padre superior de los Misioneros Oblatos,Padre Vicente Blanco, confesor ordinario de la comunidad, y al que desdeentonces ya no volveran a ver pues al atardecer de aquel da, losmilicianos asaltaron el convento de estos religiosos en la Estacin y de all

    salieron unos para Madrid y otros hacia el martirio, en nmero de 22 vidasen oblacin.

    El 19 de agosto, se present en el convento de las Siervas de Mara elcomit del pueblo prohibiendo todo acto de culto y poniendo en el edificiola bandera roja, obligando a las religiosas a despojarse del hbito,permitindoles tan solo vivir juntas. A los 10 das, se presentaron de nuevopara requisar el edificio, aconsejando a la superiora que buscasen otracasa.

    Las hermanas seguan, en la nueva residencia, la vida de comunidaden lo posible, aunque cada da les resultaba ms difcil, por estarconstantemente vigiladas, haciendo los milicianos averiguaciones entre losvecinos, por ver si las oan rezar o tener alguna reunin especial.Sometidas a continuos registros, cada vez se haca ms insostenible lasituacin; con todo, la Comunidad se mantuvo en este edificio hasta el da21 de noviembre, fecha en la que previendo un bombardeo se decidievacuar Pozuelo. Los milicianos entraron precipitadamente en la casa,

    anunciando la orden de sacar a las religiosas con destino a Madrid,Barcelona o Valencia, a lo que enrgicamente las hermanas respondieron:Nosotras no iremos jams con ustedes a ninguna parte, si nos quierenfusilar por los montes o carreteras, pueden hacerlo aqu ahora mismo...

    La Madre Superiora les expuso su deseo de que las dejasen en elpueblo, ya que algunas hermanas eran muy ancianas y una de ellas estabaimposibilitada, pero que si a pesar de todo era preciso salir, obedeceran.Tras consultar con sus jefes, los milicianos volvieron para insistir quetenan que dejar la casa y fueron tomando nota de las familias que acogana las religiosas y los nombres de stas. En los primeros das la Madre, apesar del peligro a que se expona, visit las diferentes casas donde sealojaban las hermanas, hasta el da 30 de noviembre que comenzaron losbombardeos, quedando todas completamente incomunicadas y con laorden de evacuar el pueblo inmediatamente.

    Hay que reconocer que a pesar de la tensin que, hasta el 1 de

    diciembre, sufren las Siervas de Mara en Pozuelo de Alarcn y el peligroque en la ciudad se corre, con todo, se les ha respetado la vida, lo que sepuede comprender si se tiene en cuenta el aprecio y respeto que las

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    religiosas gozan entre la gente sencilla del pueblo ya que, en muchasocasiones, sus enfermos han sido asistidos y cuidados por las Siervas deMara; al mismo tiempo se trata de una comunidad en la que se encuentranpersonas ancianas e imposibilitadas y adems, no dejaba de ser para ellas

    una garanta de seguridad, el tener la misma Sor Aurora, parte de sufamilia en Pozuelo de Alarcn, siendo incluso su sobrino, miembro delcomit del pueblo.

    Se encontraban las Siervas de Mara dispersas y, ante la orden deevacuar el pueblo sometido a un duro bombardeo, las ms jvenes y lasque a duras penas se podan desplazar, optaron por huir hacia los montesbuscando un refugio donde guarecerse y ponerse a salvo.

    La situacin era sumamente difcil para Madre Aurelia de 70 aos,

    completamente imposibilitada para cualquier movimiento as como paraSor Aurora Lpez de 86 aos de edad. Fue entonces cuando doa BeatrizMartn y su hija doa Mercedes Llorente, sin desconocer el peligro queello entraaba, movidas por su fe de cristianas y su disponibilidad hacia lashermanas, acogieron en su casa a estas dos religiosas, a las que se unieronSor Dara Andiarena y Sor Agustina Pea, con el fin de ayudar y atender alas dos enfermas.

    Si toda la comunidad de Pozuelo de Alarcn sufri persecucin yprofunda incertidumbre, slo cuatro de aquellas Siervas de Mara,coronaron sus vidas con el martirio. Su corona se haba ido labrando da ada, en fidelidad a Dios y gozosa entrega a los hermanos; sin medias tintas,sin regateos, conscientes de la grandeza que encierra en la monotona decada jornada, el ms sencillo gesto, silencioso y oculto, cuando se hace poramor.

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    III PERFIL HUMANO Y ESPIRITUAL

    Nos detenemos para conocer a cada una de estas cuatro mrtirestestigos de la fe, trazando su perfil humano y espiritual.

    1. MADRE AURELIA ARAMBARRI FUENTE (ClementinaFrancisca)

    Nace Madre Aurelia en Vitoria, provincia de lava (Espaa), el da23 de octubre de 1866 y en ese mismo da, fue bautizada en la parroquia deSanta Mara de Vitoria (antigua catedral), recibiendo el nombre deClementina, siendo confirmada el 28 de junio de 1868 en la parroquia deSan Vicente Mrtir.

    Sus padres, don Jos y doa Juana, ambos de probada honradez yfervientes catlicos, educaron cristianamente a su hija.

    Contaba 20 aos cuando, el 23 de agosto de 1886 ingres en elInstituto de las Siervas de Mara, siendo admitida por su Fundadora, SantaMara Soledad Torres Acosta, de cuyas manos recibi el hbito religioso,el 14 de noviembre de 1886. Efectuada su profesin temporal el 18 dediciembre de 1887, fue destinada a Puerto Rico, siendo la ms joven de las

    cuatro Hermanas que con Madre Magdalena Blas, forma el grupo de lasfundadoras, que el 15 de noviembre de 1891, toma posesin del edificio

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    del Hospital de Montserrate en Arecibo. All, las hermanas trabajan conahnco para equipar al hospital de las instalaciones y los mueblesnecesarios para que los enfermos puedan ser dignamente atendidos. EnMontserrate Sor Aurelia es testigo de la muerte de Madre Magdalena

    quien, a sus 37 aos, sucumbe vctima de la fiebre amarilla el 24 denoviembre de 1892.

    En Montserrate, la Sierva de Dios, emite los votos perpetuos el 18 dediciembre de 1894 y all contina dedicada enteramente a la atencin delos enfermos hasta que, el 12 de octubre de 1898, las religiosas reciben laorden de desalojar, en dos horas, aquel centro sanitario que con tantosacrificio haban equipado, asistido y sostenido, pues pasaba a ser HospitalMilitar para las tropas americanas.

    En 1899, Sor Aurelia es destinada a Aguascalientes (Mxico)pasando en 1907 a Guanajuato (Mxico) como superiora de dichacomunidad. Desempea el mismo cargo en 1909 en Durango, y en Pueblaen 1914. En esta ciudad tiene que afrontar como superiora, los difcilesmomentos de la persecucin religiosa desencadenada en Mxico.

    En agosto de 1914, al tener que salir todas las Siervas de Mara deMxico, Madre Aurelia, tras una corta estancia en La Habana (Cuba), fuetrasladada en noviembre de 1915 a Zaragoza (Espaa) donde se le confael cargo de superiora, desempendolo sucesivamente en las comunidadesde: Matar, 1916; Alcoy, 1921; Sarri, 1924; Barbastro, 1925 y de nuevoMatar, 1929, poniendo siempre por llevar a cabo esta misin, el mismocelo e inters hacia todas las hermanas.

    En octubre de 1929, al ser erigida la Provincia de Madrid, estrasladada a la misma como Consejera Provincial y superiora de Pozuelode Alarcn, hasta que en 1934, ya enferma, fue trasladada a la enfermera

    de la Casa Madre de Chamber (Madrid), siendo un modelo de virtudespara quienes la cuidaban y visitaban.

    Al da siguiente de las elecciones de febrero de 1936, viendo que latensin poltica y social, as como el rechazo de todo signo religioso' seintensificaba en Madrid, las Madres del Gobierno Provincial dispusierontrasladar a Pozuelo de Alarcn a varias hermanas mayores de la enfermerade Madrid, buscando una mayor seguridad para las mismas; entre ellas seencontraba Madre Aurelia, completamente imposibilitada, incorporndose

    de nuevo a aquella comunidad, en la que, hasta haca muy pocos meses,

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    haba estado como superiora siendo respetada y querida por la gente delpueblo.

    Perfil humano y espiritual de Madre Aurelia:

    Estuvo su vida guiada siempre por una profunda Fe. Adornada degrandes cualidades, inteligente y tenaz, Madre Aurelia busc ante todohacer de la voluntad de Dios la referencia de su vida. En Dios vivimos,se le oa con frecuencia decir, haciendo suya la norma de San Pablo.

    Quienes la trataron de cerca durante las diferentes etapas de su vidanos trazan su perfil espiritual y profundo, en el que encontramos la clavepara interpretar toda su existencia Posea esta madre, nos dicen, el espritude fe en tan alto grado que todo lo vea como venido de la mano de Dios;en l confiaba siempre y se pona en sus manos, as sola repetir: DeDios somos, no permitir que nos pase nada malo. Oraba siempre congran fervor, constancia y perseverancia, y de Dios sacaba la fortaleza parasufrir con valor todo cuanto l quisiera enviarle.

    Esta gran Fe se traduca en una caridad sin lmites. Durante el tiempoque permaneci de superiora, se pudo observar en ella, una gran caridad:

    con cada hermana en particular era atentsima, prudente y amable. A lasenfermas las atenda y serva con generosidad, paciencia y respeto,hacindose cargo de sus dolencias y proporcionndoles alivio an antes deque se la hubiera manifestado el padecimiento. Mire hija sola decircuando estamos enfermas todo se nos debe hacer poco para recobrar lasalud y poder trabajar en la casa del Seor; y cuando estamos bien,cuidemos de mortificarnos que es el tiempo propicio.

    Tena mucho cuidado de ver qu hermana estaba ms cargada de

    trabajo para acudir en su ayuda.Resaltaba en ella esa bondad y dulzura que de alguna manera, era

    reflejo del Corazn de Cristo; de gran prudencia e igualdad de carcter, lomismo en lo prspero como que en lo adverso, su caridad para con todas lehaca estar dispuesta para servir a quien la necesitase, tanto de noche comode da, siempre con la sonrisa en los labios.

    Unida a esta virtud posea la de la humildad, la cual resplandeca mspor ser la madre superiora. En la comunidad era una sbdita entre todasatendiendo y tomando parte en todos los trabajos, los que haca siemprecon el mayor agrado y aplicacin.

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    Hasta en su enfermedad supo conservar esa bondad y delicadeza tansuyas, pues lleg el momento en que no poda valerse por s misma y conla misma gratitud aceptaba el servicio de las hermanas profesas, novicias opostulantes; incluso, cuando vea a las jvenes un tanto apuradas, les

    deca: Vengan hijas mas, vengan, que en m tienen que aprender cmohan de tratar a los enfermos y les enseaba con esa delicadeza y finuratan propias de ella.

    Disposicin para el martirio:

    Su vida estaba sazonada para ser una ofrenda por Cristo. As lodemuestran las ltimas palabras escritas que de Madre Aurelia conservan y

    que van dirigidas a la Madre General, en fecha en la que la enfermedadque la dejara imposibilitada, ya se empezaba a manifestar; llena defortaleza se expresa as: Les doy las gracias del nombramiento, pues novalgo para nada y cada da menos, pero con la ayuda del Seor har loque pueda.

    De nuevo en Pozuelo de Alarcn, ya en 1936, Madre Aurelia siguesiendo un modelo de fortaleza y una referencia continua para todas las her-manas. Siempre se la vea tranquila y serena, tena alientos para animar alas dems, solamente una vez se la vio apurada, seala Sor BegoaLazcano, pues crey haberse quedado sola en tiempo que se oa un granalboroto en la calle, y en verdad no era para menos pues se encontraba enun silln, sin poderse mover para nada, y era tal el ruido que metan lasmquinas de guerra, sobre todo los tanques, que el nimo ms forzadotemblaba.

    Se mantuvo siempre serena ante los terribles acontecimientos que se

    avecinaban, dejando traslucir su ilimitada confianza en Dios con estabellsima expresin: Estamos en las manos de Dios... l sabe que nostiene aqu.

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    2. SOR AURORA LPEZ GONZLEZ (Justa)

    Nace Sor Aurora en San Lorenzo, provincia de Madrid (Espaa) el28 de mayo de 1850. Le administra el sacramento del bautismo donCesreo Mercedes Milln, el 31 de mayo del mismo ao en la parroquia deSan Lorenzo imponindole el nombre de Justa. Dos aos ms tarde, el 13

    de agosto de 1852, recibe el sacramento de la confirmacin de manos delexcelentsimo don Toms Iglesias Barcones, obispo de Mondoedo.

    Son sus padres don Jos, natural de Madrid y doa Eusebia,oriunda de San Lorenzo y residentes en esta misma ciudad, si bien conel correr del tiempo y probablemente por motivos de trabajo, la familia seinstalar en Pozuelo de Alarcn.

    El 20 de marzo de 1874, ingresa como postulante en la casa de ElEscorial. Su etapa de noviciado trascurre en Madrid, donde recibe el hbito

    de manos de la Madre Fundadora, Santa Mara Soledad el 14 de mayo delmismo ao. Emite los votos temporales el 24 de junio de 1875 Madrid;pasa sucesivamente por varias casas del Instituto: Arvalo; Madrid, 1893,en donde emite los votos perpetuos el 2 de julio de 1895; El Escorial,1901; Salamanca, 1904; Alcal de Henares, 1911; El Escorial, 1912;Cabeza del Buey, 1914; Jan. 1919; Ciudad Real, 1925 y Pozuelo deAlarcn, 1934.

    Tras un breve espacio de tiempo como superiora en Arvalo yhabiendo suplicado a la Madre General no le volviese a dar cargo alguno,se consagra por entero a la asistencia a los enfermos mientras sus fuerzas

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    se lo permiten. Dedicando despus su vida a un servicio atento y delicadoa las hermanas de comunidad y a la oracin.

    Perfil humano y espiritual de Sor Aurora:

    Era notable en ella su humildad y su caridad hacia las hermanas,quienes la definen como: muy trabajadora, fervorosa y mortificada. Seapreciaba en ella el espritu de sacrificio y abnegacin en el ejercicio de losministerios con los enfermos. Centrada en su vida y orgullosa de suvocacin, gustaba de compartir su experiencia de Sierva de Mara con lasjvenes que iban entrando, para animarlas a trabajar por la gloria de Dios yla extensin de su reino; as contaba que en cierta ocasin asistiendo a un

    militar alejado de las prcticas religiosas, al servirle un da, una taza decaldo, se la tir a la cara. Ella con mucha paciencia le trajo otra, diciendoque la primera haba sido para ella y que esta otra era para l. Estaaccin gan aquella alma para Dios, pues entr dentro de s y se reconcilicon el Seor.

    Amante de la vida comunitaria amenizaba los recreos contandocuriosas ancdotas, que le haban sucedido y chistes para hacer rer y pasarde este modo un rato agradable y distendido.

    En su avanzada edad suplic a la Madre Superiora le diera el oficiode campanera y lo desempeaba con gran exactitud, desde el primer actodel da al despertar a la comunidad, siendo la primera en el coro lo mismoen pleno invierno que en lo restante del ao.

    Era asidua en los ejercidos de piedad, y como por su edad mucho nopoda hacer, la Madre Superiora le daba permiso para que estuviese en lacapilla todo el tiempo que quisiera y efectivamente, se la vea pasar largos

    ratos en el coro haciendo compaa a Jess Sacramentado.A pesar de que Sor Aurora contaba con 86 aos de edad al iniciarse

    la guerra civil de 1936, se mantena observante en todo, nunca sedispensaba de los actos de comunidad, reflejando su carcter enrgico ytrabajador.

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    Disposicin ante el martirio:

    Sor Begoa Lazcano que vivi con Sor Aurora en Pozuelo deAlarcn los das de la persecucin religiosa, nos manifiesta as la actitud

    de la Sierva de Dios ante las duras circunstancias que tuvieron queafrontar: al acercarse los momentos difciles que acabaran con su vida,Sor Aurora se amold a todo con docilidad de nia, aunque al quitarle elhbito las lgrimas rodaron por sus mejillas. Fuera de nuestro convento enPozuelo de Alarcn se mantuvo tranquila y conforme con las disposicionesque iban surgiendo, aunque carecamos de muchas cosas, siendo muyconsciente de la situacin. Sola decir que deberamos estar todas juntassiempre, hasta la muerte.

    3. SOR DARA ANDIARENA SAGASETA (Josefa Engracia)

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    Nace el 5 de abril de 1879 en Donamara, provincia de Navarra(Espaa) a las dos de la tarde. Al da siguiente, don Francisco Vertiz, leadministra el bautismo en la parroquia la Asuncin de NuestraSeora, imponindole los nombres de Josefa Engracia. El da 30 de agosto

    de 1881, recibe el sacramento de la confirmacin administrada por el seorobispo de Pamplona, don Jos Oliver y Hurtado, en la parroquia de SanPedro del vecino pueblo de Santesteban.

    Son sus padres don Nicols y doa Francisca, ambos naturales yvecinos de Donamara.

    Cuenta 23 aos cuando ingresa en la Congregacin de las Siervas deMara, el da 9 de noviembre de 1902 en la casa de San Sebastin,integrndose a los pocos das en el noviciado de Madrid, vistiendo el

    hbito el 19 de abril de 1903.Hace su profesin temporal el 4 de mayo de 1905, siendo destinada a

    la casa de Zaragoza donde permaneci hasta marzo de 1910, pasando a lacasa de Ciudad Real y un ao ms tarde es trasladada a la Casa Madre,haciendo sus votos perpetuos el 5 de mayo de 1913. En el ao 1922, se leconfi el cargo de auxiliar de la madre maestra en el noviciado de Madrid,lo que llev a cabo siendo un modelo de virtudes para las novicias durantelos ocho aos que lo desempe. En septiembre de 1930 fue enviada a lacasa de Pozuelo de Alarcn, desempeando los cargos de secretaria yconsiliaria de dicha comunidad a partir de 1932.

    Perfil humano y espiritual de Sor Dara Andiarena:

    Podemos afirmar que su vida estaba enraizada en Dios. Quienes latrataron nos la describen era una hermana grave en su porte, a la vez que

    amable, risuea y condescendiente. Se la vea andar con habitualrecogimiento; haca el efecto de siempre estaba en la presencia de Dios,verdaderamente en l y para l vivi.

    Su gran caridad, se hizo notoria en el desempeo de cada uno de loscargos que en su vida se le confiaron:

    En su labor junto a los enfermos dejaba la huella de su amor a Cristoy a los hermanos y cuantas hermanas la relevaban en las asistencias,escuchaban de la familia, la delicadeza con la que Sor Dara desempeabasu trabajo, dejando siempre un recuerdo muy positivo, siendo apreciada

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    por todos; asegurando una testigo: sus palabras y sus obras eran un granestmulo y hacan mucho bien a cuantos la trataban.

    Enferma ella misma de una lcera de estmago, las novicias que lavelaban en la enfermera, le deban administrar alimento por las noches;

    con su habitual sonrisa y sumisin lo tomaba, pero les rogabareiteradamente que no se molestaran por ella. Todo su afn era queatendiesen a las dems enfermas antes que a ella, queriendo ser siempre laltima en todo. Casi toda la noche la pasaba sentada en la cama tosiendo yno se la oa quejarse ni una sola vez, lo llevaba todo con una pacienciaadmirable.

    Caridad que an era ms delicada en el desempeo de su labor comoauxiliar de la madre maestra, hacindose cercana a las jvenes y

    ayudndoles con sencillez a descubrir los valores fundamentales de la vidareligiosa, como lo reflejan los siguientes testimonios: se poda admirar enSor Dara la igualdad con que trataba a todas las novicias, sin notarlejams preferencia por ninguna. Refieren las entonces novicias: Nosinculcaba mucho la pureza de intencin dicindonos que aquel trabajoera para la Santsima Virgen o para las esposas de Jess y que obrsemosbajo estas miras; animndoles a que ofrecieran a Dios el trabajo que seles encomendaba, por la conversin de los pecadores y a que con

    frecuencia hicieran actos de amor de Dios y fervientes jaculatorias paraagradar as a nuestro Seor.

    Su caridad se manifestaba de modo especial con las noviciasenfermas. En el lavadero, ella nos pona los delantales y nos suba lasmangas para que no nos mojramos. Si oa toser a alguna le deca: Sor,vyase arriba porque hay poca ropa y usted est muy resfriada. Tanto seconfunda con las novicias en los quehaceres que nadie dira era lahermana mayor y, si tena que avisar de alguna cosa, lo haca con talcaridad y delicadeza que nunca molestaba con su aviso.

    Disposicin ante el martirio:

    Un da en el recreo, recordarn las que fueron sus novicias, hablabade la gloria de derramar la sangre por nuestro Seor y de la envidia quesenta de los misioneros porque tenan probabilidad de ser mrtires.

    La entrega de la vida de Sor Dara, hasta derramar su sangre, no fuevista por las hermanas como algo casual, sino como la coronacin de toda

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    una vivencia. Sin duda Dios recompens sus virtudes, concedindole comopremio, la palma del martirio, segn su deseo expresado con estas pala-bras: Yo quiero el martirio del sacrificio diario y si Dios quiere, tambinmorir, morir mrtir por l.

    4. SOR AGUSTINA PEA RODRGUEZ (Mara Anunciacin)

    Nace en Ruanales, pueblo de la provincia de Cantabria (Espaa) elda 23 de marzo de 1900, a las cuatro de la maana. Dos das ms tarde,don Anselmo Menndez le administra el sacramento del bautismo en laparroquia de la Santa Cruz de Ruanales, arzobispado de Burgos,imponindole el nombre de Mara Anunciacin. Es confirmada el da 24de junio de 1904 por el excelentsimo seor don Gregorio Mara Aguirre,

    arzobispo de Burgos.

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    Son sus padres don Melitn y doa Agustina, naturales y vecinos deRuanales.

    A los 24 aos de edad ingresa como postulante en el Instituto de lasSiervas de Mara Ministras de los Enfermos, el da 14 de diciembre de

    1924, en la comunidad de Tudela a la que perteneca como religiosa, unahermana de su madre. Viste el hbito en la Casa Madre (Madrid) el 4 dejulio de 1925, destacndose ya en esta etapa del noviciado, como personade virtud nada comn, sentimientos muy nobles y muy inteligente.

    Emite los votos temporales en Madrid, el 5 de julio de 1927 y cuatrodas ms tarde es trasladada a la casa de Pozuelo de Alarcn, para ocuparseen los oficios domsticos y especialmente en el cultivo de la huerta. Es enesta casa donde hace su profesin perpetua, el 5 de julio de 1933.

    Perfil humano y espiritual de Sor Agustina:

    Sin duda la clave que guiaba la existencia de Sor Agustina, laencontramos en la profunda vida de oracin que ya alimentaba su alma enese hogar cristiano en el que, tanto en tiempo de bonanza como en plenaguerra, el rezo diario del rosario en familia era un deber sagrado; fidelidad

    a la oracin que la acompaa y va templando todas las etapas de suexistencia. Pudiendo sus contemporneas decir de ella que: era de pocaspalabras, pero al mismo tiempo dulce y humilde; dando la impresin deque constantemente estaba tratando con Dios, distinguindose por supiedad, que le llevaba a aprovechar las horas libres para estar ante elSeor.

    Con frecuencia, dice otro testimonio, nos renovaba la presencia deDios y as nos ayudaba a estar en unin con l. Para ella todo se converta

    en capilla, as que en todas partes se la vea recogida y unida a su Dios aquien tanto amaba.

    Era un alma grande en la que resplandeca la humildad, el candor y lasencillez. Su vida se ve muy pronto marcada con la impronta del dolor, alverse privada desde muy nia de su madre. Casado su padre en segundasnupcias, la Sierva de Dios se constituye en un valioso apoyo para doaJacinta, su nueva madre, ocupndose en atender a los doce hermanos queconstituiran aquel cristiano hogar y de los que cuidaba con especial

    dedicacin.

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    Mucho se podra decir de su caridad sin lmites que se haba hechoproverbial ya en su tierra y entre los suyos, quienes la recuerdan comopersona muy buena, querida y apreciada por su entrega.

    Los que la trataron afirman: No daba nunca muestras de impaciencia

    ante el trabajo o cualquier cosa contraria a nuestra naturaleza y se dirabuscaba las ocasiones para ejercitarse en la virtud, para as, con msalegra y generosidad ofrecer sus trabajos al Seor. En la obediencia estabasiempre pronta para todo, no solamente a lo que se le mandaba sino a lamenor indicacin. Se complaca en poder ayudar a cuantas personasnecesitaban de sus servicios.

    Ya en el convento su caridad era manifiesta entre las hermanas, puessiempre se la vea deseosa de hacer algn servicio. Cargaba sobre s todos

    los trabajos, con tal de que el resto de las hermanas no faltaran a ningnacto de comunidad.

    Cuando se le encomend el cuidado de Madre Aurelia Arambarri,que ya estaba imposibilitada, Sor Agustina se esmer en tan sagrado deberms all de lo que podan sus fuerzas pues, despus de llevar el durotrabajo de la huerta, la atenda con suma solicitud y esmero, levantndosepor la noche todas las veces que la enferma la llamaba, sin dar la menorseal de contrariedad, haciendo con ella derroches de caridad, siendoincansable enprodigarle algn alivio.

    Disposicin ante el martirio:

    Sor Begoa Lazcano que estuvo con ella los ltimos das de estanciaen Pozuelo nos dice: Sufri las consecuencias de aquellos rudos das conadmirable conformidad a la voluntad de Dios. Al quitarse el hbito, dijo

    que pronto se lo volvera a poner y, si nos mataban, lo tendramos en elcielo para siempre. As pas esta hermana los nueve aos que vivi en lacasa de Pozuelo de Alarcn, como preparndose da tras da para recibirtan dichosa gracia.

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    IV UNIDAS HACIA EL MARTIRIO

    Conforme avanzaban los das, la situacin se haca menos sostenible

    para la poblacin en Pozuelo de Alarcn ya que, a finales del mes denoviembre de 1936, el lugar se haba convertido en un verdadero campo decombate, por lo que sus habitantes eran obligados a retirarse a zonas msalejadas, hacindose la evacuacin en medio de un caos en el que, laspersonas slo buscaban poner a salvo sus vidas, incluso la poblacin civilse vea sometida a un continuo bombardeo.

    Ante esta realidad los milicianos impusieron la evacuacinincondicional de toda la vecindad, recorriendo las casas una tras de otra,

    obligando a las personas a salir del pueblo. En uno de estos registros en eldomicilio de la familia Llorente, el 1 de diciembre, fue obligada a salir deall, con otras ocho personas, Sor Agustina. A los dems refugiad losrespetaron, en atencin a lo avanzado de su edad. El peligro era tremendo,pues a causa de los bombardeos areos, de can y fusilera, Pozuelo deAlarcn se vena al suelo.

    La familia Llorente se resista a dejar la localidad, en parte porque enla morada de doa Beatriz haban encontrado cobijo, adems de las cuatro

    Siervas de Mara, varias personas que no podan resistir el esfuerzo de unafuga precipitada y en parte, porque se esperaba que en breve, sera tomadala ciudad y por fin se veran libres, aunque la situacin se agravaba pormomentos pues los bombardeos no daban tregua.

    Lleg el 6 de diciembre y debi mediar alguna denuncia de quevarias personas permanecan all, pues ese da, a las once de la maana, losmilicianos se presentaron ante la casa de doa Beatriz con una camionetaobligando a todos, familia Llorente y hermanas, a subir en la misma,siendo conducidos en calidad de detenidos al pueblo de Aravaca,permaneciendo en el hotel Villa Mara Carmen, situado en la carretera queva hacia Madrid.

    Al llegar a dicho hotel, a Madre Aurelia, dado su estado, tuvieronque bajarla; lo hizo un miliciano, el cual al cogerla, palp el rosario questa llevaba escondido debajo del vestido; esto le bast para sospechar quese trataba de monjas. Fue entonces cuando Sor Dara Andiarena, con

    entereza les dijo: En efecto, somos religiosas, pueden hacer lo quequieran con nosotras, pero yo les suplico que a esta familia no le hagan

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    nada, pues al vernos sin casa, y autorizada por el comit de Pozuelo deAlarcn, nos recibieron en la suya por caridad.

    Al confesar su condicin de religiosas, los milicianos separaron a lashermanas de la familia Llorente, quedando incomunicadas en una habita-

    cin aparte. A las seis de la tarde, los miembros de la familia Llorente,fueron puestos en libertad, alejndose de aquel lugar, pero con la seguridadde que esa misma noche o al amanecer del da siguiente, habran sidosacrificadas aquellas venerables hermanas.

    Al da siguiente, 7 de diciembre, don Luis Llorente, nieto de doaBeatriz, volvi a Pozuelo de Alarcn, con el fin de hacer alguna gestin.Estando all, se le acerc uno del pueblo y le dijo: Acabo de ver trescadveres en la Estacin y al preguntarle don Luis si eran mujeres,

    contest: S, son las tres monjas que acababan de despachar.En cuanto a Sor Agustina Pea, al ser obligada a separarse de las

    otras hermanas, fue huyendo sin rumbo fijo; al llegar a la Estacin dePozuelo de Alarcn, el fuego de aviacin y fusilera era tan fuerte, que serefugi bajo el puente del Arroyo, junto a otras personas. Cuando pas elpeligro, rog a una familia que se encontraba all le permitiera seguir unidaa ellos, ya que se encontraba sola.

    El mismo da 1 de diciembre, llegaron a Las Rozas, instalndose enuna de tantas casas que tena habitaciones libres. El da 5 de diciembre, sepresent en la casa, el comit del pueblo de Las Rozas en pleno,preguntando por la monja, pues alguien debi ver a Sor Agustina Pearezar y la delat. En aquellos momentos entraba Sor Agustina en la casa.Nada ms verla, dieron por seguro que era la monja. Entonces losmilicianos, le indicaron que deba ir con ellos y la condujeron al Centro delComit.

    Pasadas dos horas, sali la hermana rodeada de milicianos, ymetindola en un coche, partieron por la carretera hacia Majadahonda. Nodebieron ir muy lejos, para sacrificarla, pues enseguida volvieron losmismos que la llevaron pero ya si ella.

    Las personas que convivieron con Sor Agustina en Las Rozas, notardaron en marcharse a Majadahonda. La impresin que guardaron de ellaquienes la conocieron, es que, esta Sierva de Mara fue sacrificada por elsolo hecho de ser religiosa y por el delito de haberle encontrado el rosario,

    que tanto usaba aquellos das, presintiendo ella, tal vez, su final.

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    Era adviento, un Adviento muy especial para estas cuatro Siervas deMara que a lo largo de toda su vida religiosa, haban sabido vigilardurante largas noches de vela junto a los enfermos y, presintiendo lallegada de la muerte de sus pacientes, sintindola cerca, haban orado, con

    ellos y por ellos: ven Seor Jess!. Era un Adviento el de 1936, regadocon la sangre de la Iglesia perseguida en Espaa. Las Siervas de Diosseguan en vela, en ellas y por ellas, la Iglesia oraba ven Seor Jess yen ellas y por ellas, Cristo coronaba a su Iglesia ven esposa, recibe lacorona preparada para ti desde la eternidad.

    No tard en extenderse la noticia del martirio de estas cuatrohermanas por la Congregacin de las Siervas de Mara. Tras la entrevistade Madre Provincial Nieves Aizcorbe con don Luis Llorente, dicha Madre,

    comunicando la informacin que tena hasta entonces sobre el particularafirmaba:

    Podemos amadas hermanas, contar a cuatro miembros de nuestraamada Congregacin, formando parte en el innumerable coro de mrtiresde todos los estados, clases y edad, que en estos tres terribles aos depersecucin, han dado su sangre y su vida por Dios.

    Dichosas hermanas nuestras que fuisteis halladas dignas de lapalma del martirio, rogad por nosotras y que vuestro ejemplo, nos sirvade estmulo para seguir generosas a Jess en el cumplimiento de su divinay adorable voluntad.

    La fama de martirio se extendi rpidamente por todo el Instituto delas Siervas de Mara. La Madre General Fernanda Iribarren, invit a lasreligiosas que conocieron o convivieron con Madre Aurelia, Sor Aurora,Sor Dara y Sor Agustina, a que manifestaran por escrito cuantorecordaban acerca de la vida y virtudes de dichas hermanas. Los 171

    testimonios recibidos, reflejan que sus vidas haban sido una preparacinpara recibir la gracia del martirio. Se expresan as:

    El cielo habr sido la recompensa final a todas sus virtudes,viniendo a coronar todas ellas, la palma del martirio.

    El Seor les ha concedido el favor tan grande con la corona delmartirio. Gloria a Dios!

    Su muerte de mrtir, creo fue premio y corona de su vida santa.

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    V CAMINANDO CON MARA

    Un Rosario delata la condicin de estas cuatro Siervas de Mara. Sor

    Agustina no poda prescindir de desgranar las cuentas del Rosario, cuandose vio en Las Rozas, separada del resto de las hermanas. Madre Aurelia lollevaba escondido cual inseparable tesoro y escudo, en los momentos dedolor y desconcierto. Todas ellas, con Mara, Madre los Mrtires, sesintieron fuertes en su debilidad, dando testimonio de su fe hasta derramarsu sangre.

    Cada Sierva de Mara recibe, al incorporarse a la Congregacin, unRosario como signo y compendio de la espiritualidad cristolgica y

    mariana que debe iluminar su camino. Con esta entrega se le viene a decirque, slo ahondando con Mara en el misterio de Cristo, puede acercarseeficazmente al misterio del hombre que sufre. Que, guardando ycontemplando en el corazn como Mara el misterio de Cristo, encontrarla palabra y el gesto eficaz para aliviar e iluminar la noche del dolor.

    En muchas ocasiones, cuando la fuerza de la enfermedad y lacercana de la muerte, rebasan las expectativas de la ciencia y hacenpalpable la impotencia de la tcnica ante el sufrimiento humano, larecitacin del Rosario brota del corazn ungiendo el dolor, dndonos la

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    certeza de que ni el sufrimiento ni la misma muerte, tienen la ltimapalabra, porque Cristo, asumiendo nuestras debilidades, ya nos pas de lamuerte ala vida.

    Que el recuerdo de estas hermanas nuestras, permanezca y se

    transmita de generacin en generacin, para que de l brote una profundarenovacin cristiana. Que se custodie como un tesoro de gran valor paralos cristianos de nuevo Milenio y sea la levadura para alcanzar la profundacomunin de todos los discpulos de Cristo.

    Con el espritu lleno de ntima emocin, expreso este deseo. Elevomi oracin al Seor, para que la nube de testigos que nos rodea, nos ayudea todos nosotros, creyentes, a expresar con el mismo valor, nuestro amorpor Cristo, por l que est vivo siempre en su Iglesia: Como ayer, as hoy,

    maana y siempre (Beato Juan Pablo II 7.V.2000)

    VI GRACIAS SEOR POR ESTAS HERMANAS!

    Gracias Madre Aurelia, Sor Aurora, Sor Dara, Sor Agustina!

    Porque, con vuestras vidas, Dios ha escrito pginas de sangre en lahistoria del Instituto. Vosotras nos decs con vuestro gesto, que el espritude Madre Soledad, sigue siendo capaz de levantar testigos veraces, enmedio de los pueblos. Bendito sea Dios que escoge a seres tan dbilespara confundir a los fuertes! Dichosas vosotras, que merecisteis la Palmadel Martirio!

    Fue Pozuelo una fragua de mrtires, meta de un camino de entrega enamor y perdn que culmin en el martirio, caer de la tarde en plegaria yoracin. Fue en nuestras hermanas S incondicional a Cristo tras unavida entregada sin reservas, instante a instante en sencillez y caridad.

    Pozuelo de Alarcn contina siendo hoy referencia de nuestrahistoria que se rubrica junto a Cristo con el derramamiento de la sangre.

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    VII PROCESO DE BEATIFICACIN

    Dada la fama de martirio, que de estas hermanas se conserva a travsdel tiempo, se decide introducir la Causa de Madre Aurelia Arambarri ytres compaeras Mrtires de la persecucin religiosa en Espaa.

    Solicitada la apertura del proceso al Cardenal de Madrid don AntonioMara Rouco Varela con fecha del 20 de mayo de 2000, el seor Cardenalsolicita a su vez, a la Congregacin para las Causas de los Santos el Nihilobstat de la Santa Sede, el que le es comunicado con fecha del 15 de

    septiembre de 2000.

    El 28 de octubre tiene lugar en la capilla de la Casa Madre de lasSiervas de Mara la sesin de apertura del proceso. El 21 de abril de 2001,tendr lugar la sesin de clausura, precedida de 29 sesiones.

    La Beatificacin de estas cuatro Siervas de Mara Ministras de losEnfermos ha tenido lugar en Tarragona junto con otros 500 Confesores dela Fe, el 13 de octubre del 2013, clausurando con esta celebracin en laIglesia que peregrina en Espaa el Ao de la Fe, que Su Santidad

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    Benedicto XVI inici el 11 de octubre de 2012 y el que clausurar enRoma Su Santidad Francisco en la solemnidad de Cristo Rey de 2013.

    VIII FRAGUA DE MRTIRES

    Pozuelo de AlarcnFragua de Mrtires

    Fragua de Mrtires, Pozuelo,bodega de vino de solera,

    lagar cargado de racimos,profesin de Fe profunda y recia.

    Ofrenda generosa que se entrega en un S,hecho en aos de adoracin y de servicio,

    contemplacin activa, a la cada de la tarde,rubricada a fuego de martirio.

    Pozuelo: eres testigo mudo del calvario,de Sores Aurelia, Aurora, Dara y Agustina,

    ara de Altar, de esa porcin de Siervas de Mara,puestas a prueba, en la fragua a lo divino.

    Eres grito vivo y actual de profeca,en lento y silenciado martirio,

    que anuncia y prepara tiempos nuevos,ricos en Paz, vibrantes en Espritu.

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    Pozuelo: eres ofrenda de azucenas y de rosas,aroma de violetas, trigo molido,racimo de uva cargado de sazn,

    vino escanciado en Esponsal Divino.

    Surco abierto, tallado en dura roca,arado en sacrificio, hecho vida,

    respuesta fecunda en tiempos recios,Pozuelo, eres vocacin y profeca.

    El campo figuraba una patena,cuatro vrgenes se dira la oblacin.

    Su defensa, la plegaria confiada,la victoria del perdn.

    Cual trofeo de mrtires,el cielo cuatro palmas entreg,

    era el siete de diciembreen Pozuelo de Alcorcn.

    IX ORACIN

    Oracin para pedir su intercesin

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    Te bendecimos Padre, porque en cada etapa de la historia, no dejasde suscitar en tu Iglesia testigos de la fe, que hacen presente tu fidelidad ytu pacto de amor con los hombres.

    T elegiste a las Beatas Aurelia, Aurora, Dara y Agustina para que

    con sus vidas de servicio a los enfermos y a las familias que sufren, fueranun reflejo de tu amor que nunca abandona a los hombre.

    T hiciste fuerte su debilidad y por Ti, dieron testimonio de su fehasta derramar su sangre.

    Concdenos el ser, como ellas, testigos autnticos de la fe queprofesamos y la gracia que hoy te pedimos por su intercesin, para tumayor gloria. Amn.

    X LOGOTIPO

    El elemento central lo constituye la cruz, expresin del amor ms

    grande con el que los mrtires afrontaron la obra suprema, uniendo eldestino final de sus vidas a Jesucristo; de ah tambin el color rojo de la

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    cruz, que simboliza el amor llevado hasta el extremo de la sangre derra-mada por Cristo.

    La palma es el smbolo del martirio de los primeros cristianos yexpresin de la victoria final alcanzada por la fe que vence al mundo.

    Representa tambin:a) El fuego del Espritu Santo.

    b) La zarza que arde y no se consume. El amor que se da y notermina.

    c) La luz que alumbra al mundo.

    Crculo alrededor de la cruz y de la palma, como expresin de la vidaa la que Dios nos llama, se dispone la leyenda de este acontecimiento

    a)Mrtires del siglo XX en Espaa.

    b)Beatificacin Ao de la Fe

    c) Tarragona 2013: lugar y ao de la Beatificacin.

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