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Jos Enrique Vzquez Oria
Un Ro de Tinta
MARIL ORIA RODRGUEZ. Se hace camino al andar
(boceto). Lpiz sobre papel. Coleccin particular.
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Primera edicin, Septiembre de 2011
Esta obra est publicada bajo una licencia Creative
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Jos Enrique Vzquez Oria, 2011
Impreso por Bubok, bubok.es
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Prlogo
!Seores, ocupen sus asientos la funcin va a
comenzar!
Vamos a asistir a la representacin de una obra
vital en la trayectoria del autor, que a travs de su libro
y al son de sus palabras se nos ofrece a s mismo como
nico personaje y protagonista de la accin, aunque su
imagen aparezca difuminada entre las luces y sombras
del paisaje con el Guadalquivir al fondo (compaero del
alma de esta travesa) .
"Recorrer camino, amigo, no es slo andarlo y
llegar"... Nos deca en "Ejemplos e imposibles, artculo de su anterior libro "Escritura como terapia. Esta cita ya apuntaba a la intencin o al anhelo del autor de dar
contenido a lo que se transmite en este libro y que
supone una nueva etapa en la travesa personal y potica
del autor ,que como caminante se adentra a explorar un
territorio desconocido , resultado de su bsqueda
existencial.
Y es que para que vamos a engaarnos, vivimos tan
de prisa machacados por el ritmo frentico que nos
imponemos,sordos, mudos, ciegos, solos, tan agobiados
por las expectativas del vivir que se nos olvida vivir la
vida. Entremos, pues, en este escenario, porque as el
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autor lo ha querido y recreado para nosotros y quizs
tambin la vida que nos susurra todo tiene su tiempo, su ritmo, como esas aguas del sabio y viejo ro que "van
a dar en la mar".
Hay en este libro un deseo profundo y arriesgado del
autor que nos propone compartir, cuando siendo poeta y
escribidor de lo cotidiano abandona su segura
certidumbre, no s si hastiado de tantas vivencias de
acera, y se atreve a cambiar voluntariamente, el
escenario al que nos tiene acostumbrados por otro
natural, solitario y desconocido donde todo
"urbanitas"se perdera anulado ante la grandiosidad y
belleza del paisaje, del que a fuerzas de olvido se nos
expuls como del paraso.
As en su proceso de creacin, el escritor utiliza el
viejo recurso de la "naturaleza como confidente" y
quien mejor que ella para entenderle y acunarle en sus
ms ntimos anhelos. Pero ella a su vez madre y
madrasta le sacude y remueve hasta los cimientos del
alma, llevndole a situaciones lmites, porque as l lo
ha pedido aceptando esta condicin necesaria,
(temeraria, dira yo, cuando uno no est muy
preparado), para adentrarse en los entresijos del ser y su
sombra.
Y es as que escuchamos el ritmo de sus pasos, a
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veces errticos, y el eco del ro como notas que
componen esta sinfona del camino existencial que
recorremos todos al transitar por paisajes con alma .De
esta manera somos transportados a ese universo,
percibimos con los cinco sentidos todo lo bello y
angosto del camino, cada suspiro, cada plpito, cada
abrazo. Nos conmueve su grito silencioso y esa
humanidad que se desborda en palabras, acompasada
por las aguas serenas del Guadalquivir que se
aleja sonriendo en un guio hacia su final! Ah, de la
vida!..
Y todo para recordamos ,como en tantas historias que
nos ha contado, el valor de atreverse, la necesidad de ir
ms all si necesitamos sentir el hlito de la vida que se
oculta detrs de nuestros ojos velados. Para reivindicar
el presente, sea como sea, para decirnos: Siente, mira,
escucha , ama. Contempla la vida: el milagro de la
accin.
Gracias Enrique, por recordarme que la vida es
movimiento y es msica, que de vez en cuando hay que
explorar. Te agradezco la audacia de la travesa y este
regalo fresco como agita de Mayo que nos ofrecen tus
letras.
!Courage,mon ami!
MRemedios Castellano Domnguez.
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A Paloma, mi pecado favorito,
Porque provoca mis mejores letras,
A mis hermanos, Rafa y Mara
Porque me mejoran sin saberlo
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Toca ser libres de nuevo
Y ah segua mi velero amarrado. Con el mstil
enmohecido y la cristalera de camarotes empaada. En
el mismo pantaln en el que hace semanas atraqu por
proa, como mandan los cnones de la marinera en
puerto. Atrs dej tormentas de espanto y bucaneros
despiadados navegando en un invierno que ha sido duro
y dspota para con los humildes navos. An veo mi
miedo reflejado en la mampara que me hace de
escotilla, evocando sin quererlo en mi cabeza batallas
temibles de afrontar de antemano. Necesitaba de unas
cuantas noches en la Isla del Silencio, jurando por
nuevas aventuras que estn por llegar, prometiendo
sacrificio y esmero ante dioses que espero velen por mi
rumbo.
De poco me hice y de mucho me deshice en este
tiempo. Me sacud el mal orgullo y la impaciencia,
limpi mi espada de sangre culpable y cur de mi alma
de innobles pesadillas. Poco ms que eso, revisar alguna
carta de navegacin y alternar con viejos amigos de
taberna, lo justo para agradecer lo debido y rerme del
pasado. Y aqu me encuentro otra vez, en mi viejo
velero, gastado de tanta gesta, escorado de estribor, con
las jarcias rodas y el timn falto de lustre. Minucias de
puerto, nada que no lo pueda remediar el ms torpe
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astillero o el capitn ms enamorado de su barco. Hoy
zarpamos de nuevo devota tripulacin. Leven anclas y
desplieguen como manda las velas mayores. Despidan
los suyos y afinen los sentidos. El cielo es limpio y el
viento nos asiste. Con eso una dosis de locura, de
hermosa locura, toca ser libres de nuevo...
Aqu os presento mi segunda obra, de nuevo un
conjunto de artculos en los que expreso mediante las
letras todos aquellos pensamientos, ilusiones, dudas y
dolores del alma que me asaltan en lo cotidiano. Ya hace
tiempo que descubr la terapia que haba dentro de esa
catarsis que se produce al contar al mundo los miedos
que todos sentimos en algn momento. Es por eso que
vuelvo a plasmarlo en un libro, con la esperanza de que
a alguien le ayuden y se sienta identificado, porque creo
ferviente en el poder de curacin de la palabra.
Y aqu me hallo amigos mos. Les agradezco de
sobremanera que se embarquen en este navo de
humildes intenciones y les insto a que hagan como
suyas las palabras. Mientras tanto saboreen cada artculo
como una buena copa de vino, recitando si cabe con la
fuerza que demandan cada uno de ellos. Y si es a la
orilla de mi ro favorito, el Guadalquivir, mejor que
mejor, pues ha servido de inspiracin para estas letras y
muchas otras
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El graffitero borracho
Vengo a toparme cada maana que voy a la
Asociacin con un muro grafiteado que, en una
esquina, reza una frase de la Biblia, la salvacin est en ti. Nunca le haba dado mayor importancia. Me haca gracia imaginarme el tipo de resaca que un individuo
tena que llevar para pararse a escribir a lpiz esa frase
milenaria entre dibujos grandilocuentes de colores
chillones esparcidos con espray. Pero hoy ca en la
cuenta de una leyenda que hace tiempo escuch y que
quizs tenga que ver con esas letras semiborradas de
aquella pared, y permitirn que se las relate si es que no
la conocen
Cuenta la historia que un alpinista afamado intentaba
por tercera vez alcanzar una cima de los Alpes que se le
resista. Las previsiones del tiempo eran propicias y
todo apuntaba a que hara cumbre a media tarde. Los
primeros tramos no supusieron dificultad alguna,
aunque una voz interior, quizs la voz de la experiencia,
le deca en repetidas ocasiones que no siguiera
caminando, que no tena sentido jugarse la vida por una
terquedad insensata. Pero sigui subiendo a pesar de
todo, confiado en sus fuerzas y en un cielo sin nubes
que no haca presagiar desgracia alguna.
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Pero ocurri lo inesperado. Nuestro alpinista
permaneca encaramado a un risco a cientos de metros,
sujeto a su piolet, divisando ya la cima a lo lejos,
cuando un viento de altura hizo cerrar el horizonte de
nubes y de pronto empez a nevar con fuerza. El
escalador permaneca anclado a la pared cuando, de
repente, el saliente sobre el que sostena su arns se vino
abajo, cayendo hacia el vaco en lo que sera una muerte
segura en todos los casos. Durante la cada, nuestro
amigo esperaba el golpe seco que dara final a su vida,
pero, en medio de la avalancha, pudo alcanzar una
pequea soga de su equipo que caa al mismo tiempo
que l. La empu bien fuerte pensando que quizs
tuviera alguna oportunidad si esa soga quedaba atada
por suerte en alguna piedra. Y as fue. Repentinamente,
se paraba en seco su cada y quedaba suspendido en el
aire mientras le segua cayendo encima una nieve que le
cegaba la vista. Y as se le hizo de noche. Se haba
salvado, por ahora. Solo le salvaguardaba de la muerte
un pequeo nudo y su propia mano, solo eso hasta que
algn equipo de rescate pudiera localizarlo quizs a la
maana siguiente.
En esa noche, que parecieron mil eternidades, cuenta
nuestro alpinista que de nuevo una voz le sobrevena a
la cabeza. Una voz tenue que le imploraba que se
soltase, que aquel esfuerzo no tena sentido, que haba
que acabar con aquella espera insoportable. Pero el
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escalador intentaba pensar en otra cosa, tarareando
canciones para distraerse al tiempo que senta su mano
ya congelada. Hasta lleg a hacer otro nudo con tal de
no desengancharse, agarrado a las pocas posibilidades
de sobrevivir que tena.
Todava no clareaba un nuevo amanecer cuando el
equipo de rescate lo encontr. Lamentablemente, l
pierde su mano, por la presin que la soga ejerca y que
no le dejaba fluir la circulacin, pero salva la vida. Una
vida que debera haber salvado instantneamente, pues
cuando la patrulla lo localiza, lo encuentra colgando
nicamente a veinticinco centmetros del suelo. Si l
hubiera escuchado, por dos veces, su voz interior, la que
le instaba a no subir la montaa aquel da, y la
siguiente, que le animaba a soltarse y acabar con todo
aquello, habra saldado la aventura sin nada que
lamentar ms que un reto inacabado y una pequea
cicatriz en la piel si acaso.
Nos ensea esta historia amigos, ahora ms que
nunca, en esta poca de retos que tenemos por delante,
que la ms maravillosa de las osadas no es llegar a la
cima, tampoco romper con todo y tirarse al vaco. El
mayor de los retos es escucharnos verdaderamente a
nosotros mismos, saber ornos y comprendernos
logrando as la serenidad necesaria para afrontar
cualquier montaa que se nos ponga por delante, que no
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ser ya nada a partir de entonces. Porque quizs aquel
loco que dijo que la salvacin estaba en nosotros
mismos quizs no iba nada desencaminado, y, tal vez, el
que tuvo a bien escribirlo en aquella esquina del muro
ya por fin lo haba entendido, siendo yo ahora el nico
borracho, de ignorancia y desvergenza como poco
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Una raza, una bandera
Nos han hecho bajar la mirada al suelo y sentir la
derrota en lo ms profundo. Nos han tenido a merced
todo este tiempo de la imposicin que jams se discute y
la buena educacin del que no se planta en rebelda.
Han sugerido que callemos y asintamos a quien manda,
porque dicen ser los elegidos del pueblo y eso les hace
confiscar cualquier desacato. Pero hasta aqu hemos
llegado. Hoy le pongo voz a los padres de familia que
no encuentran ninguna salida, a los jvenes sin trabajo
que ven lejano el sueo de una existencia digna, a los
que venden su sombra por un empleo precario que no se
lo cree nadie. Hoy no me queda ms remedio que ser la
pluma de quien se manifiesta en la calle por un mundo
diferente, del que alza el puo ante las desigualdades y
lo grita sin vergenza. De la mujer trabajadora que
lucha por sus derechos y del tendero al que le hacen la
vida imposible con leyes absurdas.
Hoy les pertenece este espacio para ser juez y parte,
matar la inconsciencia de nuestros das con el fervor
ms consciente. Dar un paso adelante y no consentir lo
que no se puede. Decir basta mirando a los ojos de
quienes nos gobiernan. Porque ya no vale con
permanecer a un lado y seguir respirando. Cada vez
somos ms los que no estamos dispuestos a soportar
tantas humillaciones a la inteligencia. Ya no nos
conformamos con cuatro fiestas que disipen las ganas de
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lucha y un partido el domingo para calmar nuestra ira.
Se han terminado los votos de confianza y poner buena
cara al vecino. Se ha acabado el mirar para otro lado y
convivir con la miseria, huir de nuestra tierra por
alcanzar un futuro diferente y decir adis todo lo que
queremos cerca. Aqu justo nos plantamos los que no se
sienten libres, los bebidos en coraje porque vieron morir
las oportunidades en manos de los mismos.
Sepa usted que a la vuelta de la esquina hay un
submundo lleno de pobreza y corazones cautivos que
tiene que acudir a comedores sociales a pesar de portar
un titulo bajo el brazo. Al volver la calle hay voluntarios
que se parten el alma poniendo un poco de pur y amor
en una vieja taza para un ser humano que ya no cree en
nada. Es por eso que es necesario que abra los ojos en
este instante, ahora es el momento, por ms que sea
usted de los pocos que tiene el viento de cara. Es hora
de elegir bando y asumir las consecuencias, de pararse
para escoger el destino que le llama. Las medianas ya
no sirven de mucho, porque en esta ofensiva no se harn
prisioneros, pero se juzgar a quien no tom partido, y
la penitencia ser eterna, por no arder contra la mentira
en primera fila de mando.
Y es que hoy he librado mi primera batalla contra la
indecencia en un aula con apenas diez personas, gente
humilde sin nada que perder y con la verdad brillando
en sus ojos vidos de esperanza. Y al lamer mis heridas
ahora de madrugada, como esas noches de Mayo de
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antao, ms seguro ando de terminar venciendo en esta
necesaria guerra que empieza ahora para todo aquel que
sea amigo de la verdadera justicia, y ya slo ondear
una nica bandera orgullosa, la de una raza humana por
la que merecer la pena apostar por ella
Por todo eso
Es por eso que te digo. No s si es tu coraje o tu
belleza. No s si son los andares o tu nobleza. No s si
eres t o somos ambos, no s si an soy yo cuando estoy
contigo. No pienso cuando me miras, no hablo cuando
callas. Hago verso que no es mo, pertenece a quien lo
provoca. Hago prosa a destiempo, naci el da que te
cruzaste. Si no hablo de ti no digo nada, si quedo en
silencio es para observarte. Si sonro es al destino, por
dejar admirarte, por concederme tus suspiros.
Paro el reloj con tus besos, alzo el puo en la derrota.
Trato de escapar de mil vidas para baarme en tu
instante, y se hacen magia los momentos, como antao,
cuando juramos ternura adolescente. Y es a ti a quien
dedico cuatro letras, jugando a lo eterno, por creer en mi
misterio, por soportar mis angustias, mis caminos por el
mundo y mi locura desgraciada. Mis secretos ms
oscuros, mi memoria desgarrada, los lamentos a las
tantas a la luz de una vela, los gritos desesperados que
conviertes en susurros al odo. Retar las horas
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abrazados, las caricias, las lgrimas del pasado,
recogerme en la senda, las madrugadas, tu retrato divino
en mi cartera, los escalofros, las sensaciones, los
sentidos
Es amor desmedido, lrica desprendida, juntar los
cielos en una sola pupila. Es vivir deprisa al tocarte y
morir cuando asientes. Es romper con todo en un
segundo para notar el milagro entre dos cuerpos.
Tenerte cerca es pintar el paraso en un lienzo a tres
trazos, y con una nota hacer msica. Es inventar arte en
el espacio, temblar las manos, tus hombros dibujados,
mis labios entregados, la destreza de tus seas. Ese
sucumbir lento si ests lejos, caer en precipicios sin
fondo donde se escucha el eco de la vergenza. Es
brindar la verdad sobre lo nuestro, eso que t y yo
sabemos. Es ese amor descarado que no da respuesta a
los latidos que se preguntan, amiga, qu truco hiciste
para hacerlos tuyos con apenas medio gesto. Y sin
embargo nadie roza el resto, quin pudiera. Es por todo
eso, mucho ms, por lo que te amo tanto, no imaginas
cuanto compaera
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Todo esto tan nuestro
No importa demasiado su origen ni su destino. Lo
mismo es si le sobran las monedas o si es hurfano de
bolsillo. No vamos a juzgar su camisa ni su caero. Ni
siquiera si viene para quedarse o solo est de paso. No
espere miradas para otro lado. Aqu se tiende la mano a
quien la ofrece. Los pecados se entierran con el polvo
de la senda. Sus lamentos lo convertimos en alegra y
chascarrillo. Permita ust el abrazo y el baile, el encanto
de guiarle un ojo a la vida. Olvide los sacrificios y los
madrugones por un momento. Respire el aire puro que
se nos ha dado, suspirando por esa amistad de la buena
que es suya. Deje atrs los rencores, las rencillas, los
vecinos que molestan, los caciques que le desesperan,
los temores. Sienta el Sol sobre su cuello, los campos de
su mundo, el gento de su villa. Juegue a ser seor de los
caminos y caballero de las almas de su tierra. Tenga el
honor por bandera de quien lucha por sus tradiciones, de
quien respeta la naturaleza y la bebe con descaro. No
guarde nada para luego. Las muchachas lindas, el
flamenco, saludar la noche, las hogueras, las estrellas.
Pare si puede el tiempo. Ver amanecer, el silencio, las
carcajadas y los valores.
San Isidro es juntar todo eso. Es honrar al labriego,
santificar las fiestas, disfrutar lo nuestro. Es girar la
vista a los antepasados, cobijar lo humano, amar lo
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digno del campero. Es entender la fe de la siembra, la
ilusin de la cosecha, girar la vista al cielo. Es Mayo y
su ambiente, los cantares y las manolas. Sucumbir de
compadres a la luz de una candela que recuerda los que
faltan. Vivir el presente con la mirada perdida en el
horizonte. Encontrarse con los hermanos, los amigos
que nunca sobran, con uno mismo que se olvida
San Isidro son letras de peregrinos que gritan
esperanza al son de tamboro, esas flores nuevas que no
dejan indiferente. La lgrima saltada y el corazn
dispuesto a todo. Gastar las manos de dar palmas y ese
nio que empieza a querer lo que le pertenece. Son aires
del Tinto y olor a eucalipto. Domar las bestias a golpe
de lucero rumiando versos de Machado
Es cansar los sentidos de poesa. Morir de pie para
nacer de nuevo. Curar las llagas con fandangos que
rozan lo ms profundo. Jurar a Dios por una costumbre
nuestra que no cesar ms all de los tiempos. Porque
as lo sentimos los villarraseros, fieles comendadores de
un santo que ensaya una sonrisa cada primavera para
darle la razn ltima a su noble pueblo que le sigue, por
siglos que pasen por sus calles y la bella gente que lo
habita.
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A pesar de unos cuantos
No puedo jurar demasiado, pero s les quiero relatar
algo sobre ellos. Los he visto levantar an de noche, con
los cristales empaados y el orgullo encogido. Los he
visto vender su alma por un simple trozo de tierra y un
sitio donde caerse muerto. Me han hablado de la
dignidad como un recuerdo con cuatro limosnas en los
bolsillos. Me han contado mil infancias de cario y
expectativas que quedaron en nada. Han luchado contra
los momentos y las habladuras, guardando silencio ante
los innobles que buscan el desahogo. Han sabido vencer
a la pereza a la que les lleva un mundo falto de
oportunidades y de poesa. Les tengo por guerreros de
nuestro tiempo, hroes que no gastan acuarelas de
artistas ni versos de poetas, pero que permanecen a
pesar de todo, vidos de un segundo diferente, de la
ilusin de una maana distinta. No conocen la
abundancia ms que de odas, ni siquiera ya la
pretenden. Han negado los instintos mirando para otro
lado, con fe interminable en la constancia y en el
esfuerzo, porque as se le ha dicho...
La gente de mi generacin, de la que os hablo, no
sabe de empuar fusiles ni de guerras entre hermanos,
pero sabe que las banderas blancas no se inventaron
para ondearlas sino para usarlas de mantel entre iguales.
No conocemos Espaas oscuras ni transiciones, ni hace
falta, porque la oscuridad habita desde hace mucho en
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nuestros sueos, y no queda libertad ni fuerza para
alcanzarlos. Los mayores nos dibujan sin honores, pero
aceptamos sin violencia las imposiciones, las leyes de
mentira que benefician a los cuatro de siempre. Nos
limitamos a confiar en democracias infames heredadas,
jugando a perdedor en cada movimiento, como el
batiente que enfila la espada a sabiendas de la segura
derrota, por si no hubiera honor suficiente en ese
gesto Y adems vienen a culparnos. De vivir la vida donde
ellos la negaron, de beber entre amigos cuando ellos as
lo hubieran querido, de gastar las horas ante la pantalla
y sonreir demasiado. No les gusta que conozcamos
lugares, que abracemos el presente, que gritemos de
madrugada canciones entre risas y chistes con gracia.
Solo entienden de caminos largos y la vista al frente, sin
concesiones ni das libres, con el como Dios manda
eterno en la boca, sin saber que igual Dios tena otro
plan para nosotros y ahora viene a cumplirse Hoy quera contestar con pocas letras, quizs siendo poco, a
esos mismos de siempre que se apoyan en la barra de un
bar cualquiera, entre copas y orgullo patrio, a ensuciar
lo que queda de limpio de una generacin, la ma, que
ya no sabe como aguantarse y seguir tirando, a pesar
unos cuantos de los nuestros, no me cabe duda, que
merecen el chascarrillo fcil de esos borrachos
cualesquiera, pero son los menos, tengan por seguro, y
eso s que puedo jurarlo...
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Solo dime como puedo
Y es que lo intento pero me es imposible. Dar media
vuelta en la senda y seguir la vuestra, soltar el pincel y
tomar la pluma. No soy capaz de desandar los pasos y
girar la vista al abismo. No tengo fuerzas para un nuevo
amanecer en el infierno, s en mi cielo. No quiero llagas
en el corazn, s en mi cuerpo. No quiero mundos de
mentira ni fichar en la salida, no quiero la hora del caf,
ni guardar cola en la panadera. Yo quiero levantarme el
primero y acostarme el ltimo, con mis piedras, con mis
versos, con el viento de fondo y una manta por encima.
Necesito no necesitar nada, gritar y escuchar el eco,
poder decir todo, aunque nadie escuche. No necesito
callar tanto y tapar la boca, no necesito quererlo todo y
parecer triste. Que se quiten los hbiles, que huyan los
hroes, los bien hablados y los graciosos. Que se
pongan los sencillos, los humildes, los que juegan a
nobleza conjugando honor y sonrisas.
Prefiero arrepentirme y ser descuidado, matar que
morir herido, romper que tener estilo. No quiero rimas
que dicen poco, letras que desaparecen. Prefiero fuerza
en los silencios, una coma a destiempo que signifique,
un lamento a ver pasar el tiempo. Prefiero gotas de agua
autnticas que ocanos educados, que me cuentes a
quien has amado, no lo que has sido ni andas siendo.
Codicio lo tierno de lo humano, quedarnos sin habernos
ido, ser justos con el de al lado, invencibles, temerarios,
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insolentes con el destino. Aspiro a irme sin dejar nada,
respirar los segundos sin contar los das, juntar los aos
con los siglos. Elijo ser remero con viento en contra que
almirante de orillas y vacos. Elijo ser el ltimo y ser
vencido, morar la vergenza a no llegar nunca, a quedar
en el camino y gestar la derrota.
Espero al atrevido y al inquieto, al desalmado que le
dicen ser vano, al tullido de amores, al cansado de haber
sentido, al colmado, al acorralado, al suspiro del
mendigo, al aliento del arruinado. Espero en mi puerta
las brujas de los cuentos, los lobos feroces y los coyotes
que se esconden. No me traigan historias de cenicienta,
princesas hasta las doce ni la magia de Aladino. Yo
prefiero una noche con los ladrones trovando de
madrugada, beber los momentos con los malos a parecer
bueno yaciendo malvado. Prefiero jurar intentos al
talento, dar mil saltos a tocar el cielo. Yo slo quiero ser
yo y encontrarme, ser Mayo y reencontrarte, cerrar los
ojos y relatar de cero. Slo dime, digno ro, slo dime
cmo puedo
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Saldar deudas
Uno guarda en el arcn de la memoria los pequeos
misterios que hacen un sueo posible, como temeroso
de desvelarlo al mundo por creer que se nos ha dado en
secreto y se les debe clausura. Pero decid hace poco
que el mejor homenaje a los azares del destino en esos
mgicos das de Mayo eran unas pequeas lneas que
dieran buena cuenta de lo que acaeci en aquellos
caminos olvidados. Y es por ello que les relat la
semana pasada la historia de aquel ngel ciego en Rus
que vino a guiarme en la senda y darle alas a mi
aventura.
Y recordando, vuelve a mi cabeza la vereda hasta
Montoro, primer pueblo de Crdoba que tena que pisar
si las fuerzas seguan conmigo esa calurosa maana de
Mayo. Pero mis piernas castigadas no respondan del
todo aquella jornada, y, para colmo, no estaba claro el
camino a seguir, con la fatiga que conlleva saberse
perdido a pleno medioda sin un espectro en kilmetros
a la redonda. Cruzaba por donde poda, intentando no
perder el ro de vista en ningn momento, convencido
que, en algn instante, tendra que dar con las puertas de
Montoro si lograba no alejarme demasiado. Ms de una
vez me dej llevar por la intuicin y me perd, y por
eso, cuando ya el mapa no me deca nada, me agarraba
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fuerte a la orilla del ro con todas las consecuencias,
pero esta vez no iba a ser para bien...
Y es que ese da todo pareca ir en contra, y, cuando
ms cansado estaba, un enorme bloque de matorrales
me impeda continuar al borde del vasto arroyo,
tenindome que desviar para verme con el agua justa en
medio de una campia de olivos donde no divisaba ms
que cerros y altozanos all donde mirara. El mapa para
entonces era inservible. Ni un labriego que me indicara
y un silencio tiznado de sigilo a mi alrededor que
asustaba al ms valiente. Tras una hora vagando, arrib
a una antigua fuente de piedra, pudiendo al menos
remojarme la cabellera y sentarme unos minutos a la
sombra para sopesar si volver sobre mis pasos y
dilapidar horas de caminata, con lo que aquello hubiera
supuesto. All me encontraba, en medio de una maraa
de caminos que se perdan en el horizonte y con las
llagas de mi cuerpo pidiendo un respiro necesario...
Pero la naturaleza jams permanece impasible, pueden
creerme. Con el brillo del nuevo da casi cegando mis
ojos claros, tuve a bien alzar la mirada y pude fijarme a
lo lejos en una especie de animal que pareca acercarse
hasta mi posicin a un ritmo escabroso. Aguard
temeroso, al haber odo tantas historias de lobos por la
zona y perros salvajes que asaltaban a camperos en
plena campia. Mis pulsaciones se embotaron, agarr
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fuerte un trozo de madera preparado para lo peor, con el
miedo en los huesos. No poda consentirme una simple
herida por esos lares. Sin embargo, lo que pareca ser un
galgo viejo, se acerc carioso a la fuente. Permitiendo
la caricia, tom dos sorbos de agua, vigilando siempre
la retaguardia, y clav sus enormes ojos en los mos,
sereno, quedando all los dos, quizs preguntndonos lo
mismo en la intimidad. Solt dos ladridos, recuerdo, y
comenz de nuevo su andadura por uno de los
pedregales que empezaba en aquella fuente. En un
principio segu sentado, extraado por la aparicin de
aquel chucho en medio de la nada, pero al poco se par
en seco y gir su vista hacia m, y una sensacin de
esperanza me invadi al pensar que aquel can tendra
que ir a algn sitio y ese sitio poda ser alguna cuadra de
Montoro, aunque desech la idea por inverosmil y
desternillante.
An as, le segu unos metros, esperando que en una
de esas diera una arrancada con sus patas largas y lo
terminara perdiendo de vista. Pero nada ms lejos, cada
diez pasos miraba de nuevo hacia atrs, como
cerciorndose de que lo segua, y as durante al menos
una hora. Y llegamos a una enorme cuesta, donde el
perro esperaba en lo ms alto. Una loma con el cielo de
fondo y la certeza en mi cabeza de haber perdido ya
varias horas de senda. An no haba llegado al final de
la cuesta cuando el chucho ech a correr tras la colina,
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y termin por aceptar que, all arriba, cuando llegase,
pedira ayuda si segua sin encontrar seales que dieran
luz a mis propsitos.
Pero volvi a ocurrir el milagro. Cuando estaba en lo
ms alto del altozano, a pocos kilmetros ante m
apareca Montoro, majestuosa, y el ro cruzndolo en
estampa verdaderamente idlica. No me importa
reconocer que all qued paralizado, ensayando dos
sollozos en silencio ante tal retrato. Estaba a dos fanegas
de mi destino gracias a aquel perro, pero para cuando
apart la mirada ya no pude divisarlo entre tanto arbusto
y rboles de copa frondosa. Haba terminado su
cometido, porque as se lo propuso cuando me encontr,
estoy seguro. Llegu al pueblo baado en lgrimas, casi
al trote, con ms fuerza de lo que puedan imaginar, con
el alma encogida, ensimismado al creer en la magia de
un camino lleno de fantasmas que velaban por una
maravillosa aventura digna de ser contada a travs de
los tiempos, sintiendo ms que nunca que el mismsimo
cielo de los animales me enviaba un emisario que
gobernara mis pasos para portar el mensaje de esos
seres que dan media vida a cambio de una simple caricia
y una mirada sincera. Y vengo hoy a saldar mi deuda
con ellos, con ellos y ese galgo annimo al que le debo
mil sonrisas y medio Sanlcar
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33
En su da, apenas nada
Ya los hroes no llevan escudo ni clavan su mirada al
infinito en pose orgullosa. Ya no visten pieles de len ni
lucen espadas milenarias. Tampoco motivan versos de
poetas de la poca ni reciben reverencias del plebeyo.
Atrs quedaron las gestas de honor y las muestras de
valenta, el gallardo guerrero al galope mientras
amanece en el horizonte. Ya los trovadores no cantan en
aldeas los relatos y los cuentos, ni los nios juegan a ser
traviesos en nombre de algn apuesto titn. Los dioses
no les alumbran con su suerte ni velan por sus justas,
pues ya no hay guerra que librar, o eso parece, en un
cosmos de banalidad, de hasto y de pobreza
En todo eso pensaba esta maana gris cruzando
Triana, girando la vista al Ro y su grandeza, silencioso
como lo dej antao, soando historias de seores y
princesas, a su vera, declarndose amor eterno recitando
obras de Petrarca. He imaginado hoy al artista hurfano
de dolos, de marineros vidos de coraje, de lanceros de
sin igual puntera, de piratas audaces en busca de mil
tesoros. Le he visto con el lienzo desgarrado, sin ternura
ni valor para dedicar su pincel a mortal alguno. Y as
cruc a la otra orilla, con el corazn descarnado,
desamparado por un presente que ama al maldito que
solo sabe empuar la mentira, y no pude sino bajar la
mirada
-
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Pero es el ro sabio, no hace falta que les diga. No
haba dado ni tres pasos, alguno ms acaso, que fui a dar
con la verja de un colegio, en tiempo de recreo, con los
nios correteando por los jardines y uno encaramado a
la verja, esperando tranquilo, observando la
muchedumbre esforzada en seguir su rumbo. En esas,
me roz por la derecha una mujer esquivndome desde
atrs, saliendo al encuentro del pequeo, portando en
sus manos un zumo y un bocadillo, an con el uniforme
de limpiadora, serena, y todo se par de repente. Pude al
fin caer en la cuenta amigos mos, el guio del destino
a mi desesperanza. Terminar por creer que es tiempo de
hroes, claro que s, ms que nunca, solo que son de
esos que tienen que hacer hueco en su batalla diaria para
acercar el panecillo al cro, mirando la hora para no
llegar tarde a la faena y rezando para que un jefe innoble
no ponga mala cara, uno de esos que no saben
reconocer, ni siquiera en el da que le dedica el mundo,
el gran mrito, ms en nuestro tiempo, de ser una digna
mujer trabajadora. Y es por eso que hoy tienen mi
respeto, mi admiracin y mis letras, apenas nada
-
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Un ngel en Rus
Ha pasado tiempo, lo justo para ordenar en mi cabeza
momentos del camino que no vieron luz en el diario que
os iba relatando all por Mayo. Pero ahora que todo
acab, mirando atrs con la lucidez que da el paso de los
meses, quiero recordar uno de esos ngeles de la guarda
que se cruzaron en mi aventura y que me hicieron seguir
adelante con la fe y la fuerza que transmite la gente
especial que habita por nuestros lares de cuando en
cuando...
Amaneca allen de los campos de olivos infinitos que
vislumbraba en el horizonte, con tres das de caminata
en las piernas y una mochila que pesaba ms que las
ganas de seguir adelante. Sala de Baeza hacia Linares
con la moral aturdida por el desgaste fsico pensando en
todo lo que an me quedaba. As continu varios
kilmetros, algo desconcentrado de la ruta, hasta que
termin por desviarme sin aclarar el lugar exacto donde
me hallaba. Con la idea del abandono prematuro
rondando mi cabeza llegu a un pequeo pueblo
llamado Rus. Aprovech para llenar de agua mi
cantimplora y me sent en el primer escaln de una casa
para coger aliento y seguir la senda. Las pocas fuerzas y
la baja moral me hicieron bajar la mirada a mis piernas
y torcer el gesto, y qued traspuesto un par de minutos,
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apenas s exactamente cunto, con la cabeza apoyada en
la puerta de una tpica casa andaluza de muros blancos.
Despert al oir la cancela del zagun abrirse y levant
deprisa para no asustar al vecino, pero an me estaba
ajustando la mochila cuando de la portezuela sali un
hombre mayor de traje antiguo y barba poblada que hizo
por saludarme al reparar que haba estado all
descansando. El seor era ciego. Palpaba la cerradura
para poder cerrar con llave, al tiempo que con la otra
mano agarraba la correa del perro que pareca ser su
gua, uno de esos pastores alemanes dciles y curiosos.
Se extra de que un viajero pasara por su pueblo, que
deca no tener nada bonito de ver. Sonrea al explicarle mi camino y mi propsito de continuar hasta
Sanlcar, aunque dej entrever que no saba si pasara
siquiera de ese da. Estoy seguro que not que no era el
mejor momento de mi viaje, pues mis palabras no eran
precisamente de alguien ilusionado. Y ah lleg el
milagro. El buen hombre quiso guiarme al sentirme
perdido y algo triste. Sin vacilar, me cogi con su mano
recia del codo y, con una voz grave, me larg venga, te acompao y te digo un atajo, como el nio travieso
que cuenta un secreto a su compaero de cuadrilla
Fueron pocos minutos, pero dio para mucho el rato
que estuvo conmigo caminando. Me cont que llevaba
veinte aos ciego, que an soaba con su mujer
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fallecida hace mucho y que la recordaba con nitidez,
que siempre quiso hacer el Camino de Santiago, que su
perra lo era todo Y me escuchaba extasiado mientras yo le hablaba de mi aventura, del sufrimiento de
saberme dbil, de ver nacer el da en la senda y sentir
que mereca la pena lo que estaba haciendo. Y as
llegamos al final de su pueblo. Me despidi con un buen
apretn de manos y desendome mucho nimo,
desprendiendo sinceridad en cada acento. Y all qued,
mirando mis pasos a lo lejos como si me viera, con la
sonrisa en la cara creyendo ms en m que yo mismo en
ese instante, y solo haca diez minutos que lo conoca...
Ese tipo no lo sabe, o quizs s, pero nunca podr
agradecerle lo que me ayud conversar con l durante
ese pequeo trecho. Barruntaba hasta entonces
volverme para casa, pero tuve la suerte de caer en su
puerta y todo cambi. Entr en Linares pensando en
aquel seor, sin distinguir demasiado, por el cansancio,
si ese paseo por Rus fue real o slo uno de esos
fantasmas que me visitaron durante el camino, y an a
veces lo dudo si intento hacer memoria. En cualquier
caso, fuera as o no, merecan unas palabras en este blog
aquella maana de Mayo en la que un hombre ciego
gui mi camino y salv a quien les relata de dejar de
creer en imposibles y acabar con mi sueo convertido
en pesadilla, ensendome que el ciego era yo en ese
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momento, por no querer ver que llegara donde
realmente quisiera, como as termin siendo
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El canto del loco
Ande usted jodido, ande usted cansado, mantenga
erguido y bien callado. Cante conmigo, al son de los
postrados, el vals del mendigo, del incierto, del
malhumorado, del que no tiene abrigo, ni secreto, del
desesperado, del apenado. Mire la senda, con moral, sin
descuido, que le tienen sumido, vigilado, retratado.
Pague las cuentas, los recibos, los atrasos, los vencidos,
los devengados, los suyos, los del vecino, que da igual
si es otro su destino, si sale el Sol por este lado, usted
cumpla y ya veremos, ya veremos si es testigo, testigo
de su suerte, de su mala muerte, de tener poco y creer
inerte el espacio que se le ha dado.
Y vamos, nimo, mire al frente, por poniente, mi
teniente, que es de tristes ser tristes y romper con todo amigo, eso es de desalmados. Quiera usted ser bello, arrogante, con la burra por delante, nunca
plebeyo, que es de sosos ser pedante, pero es mejor
quedar quejante, mil veces ms, que parecer mohoso,
doloso, vil maleante
Prefiera nacer en buena cuna, con luz de Luna, que
no hay arte en helarte de fro, no tener para taparte,
quemarte por un to que no deja de llamarte porque dice
que si no pagas, terminar por retarte.
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Y qu quieren que les cuente, que esperan que les
diga, si no hay verdad que ms me reviente, si no hay
verso bueno que le siga, a una realidad ferviente, a la
prosa perseguida, de los que danzamos por el mundo,
dando tumbos, alternando, trajinando, mil maneras
inventando, la forma digna de tragarnos esta vida de
mentira
Sin ser poco
No ha de pasar demasiado, puede estar seguro. Por
cada verso que pose sobre este vaco, por cada estrella
que luzca en su cielo, que ms temprano que tarde mi
corazn le ganar la batalla a mis vergenzas y no
descuidar arresto alguno en exprimir la vida por algn
camino olvidado. No dude, es solo una tregua la que me
permito, una justa pausa para recrearme en lo que no
quiero, el mundo que hemos hecho nuestro pero que
parece de mentira, el que nos humilla y nos entierra.
No, no es egosmo ni pretendo, mi ademn huele a
desacato a los valores, pero a los de mentira, los que nos
venden desde arriba mientras perdemos la dignidad
contando madrugones. Es por eso que codicio beberme
la vida y no dejar rastro. Quiero ser guerrero sin ensear
espada. Erijo de justos lidiar con uno mismo, apostando
fuerte al presente, abrazando el futuro recitando odas al
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pasado. No deseo arrepentimientos a destiempo, volver
la vista sin ver nada, aparecer sin ser visto.
No cesar hasta caer rendido, asuman por seguro,
pero no por asentir sin ms al que dispone, no por
suspirar a fin de mes por cuatro sobras. No, no es eso, es
caer muerto de aventuras, de amigos y de amores, de
sentir la hierba fresca bajo mis pies mientras lleno mis
pulmones de aire puro; rozar la poesa de mil
amaneceres sentado a la sombra de una mujer bella,
quebrar la garganta con un nudo de emociones
desmedidas. Es lo que anso, para m y los mos, un
ejemplo autntico, un divino silencio, un recio lazo de
sensaciones, un lienzo de mil colores que siempre acaba
en infinito. Slo necesito tiempo y respeto, mis manos y
mis modos harn el resto, lo juro por mi honor, mi
justicia y mi nobleza, que es todo lo que me queda, sin
ser poco
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Qu es arte
Le dir lo que es arte. Arte es sentirse pequeo con
una obra, quedar perplejo ante unos trazos,
ensimismado al admirar belleza. Arte es volver sobre tus
pasos emocionado, con el pulso acelerado, quebrado por
cientos de sensaciones. Arte es agonizar en un minuto
ante un lienzo, clamar primaveras por una escultura,
amar la memoria. Arte es Zurbarn, arte es Murillo. Arte
es permanecer impasible tras un retablo, llorar sin pena,
creer sin haber visto. Arte es el gesto humilde, el
desgarrado, el sincero.
Arte es vivir diez vidas en un instante, abrazar el
mundo en un segundo, pensar que puede quien quiere.
Arte es el verso del enamorado, la caricia de una madre,
la sonrisa de un nio. Arte es Picasso, Dal, Guernicas y
relojes. Arte es leer prosa, cantar versos, bailar hasta
caer extenuado. Arte es lamentar el paso del tiempo,
beberse la vida sin medida, quemar miedos en la
hoguera. Es arte saborear la naturaleza, el mordisco de
una fruta, la lluvia en la cara. Arte es confiar en
imposibles, visitar la guarida de lo autntico, con el
alma por delante, guardarse mil secretos. Arte es ver
amanecer, borracho de amistad y carcajadas. Arte es
respetarse, pensar sintiendo y sentir sin pensarlo. Arte es
matar al odio, ganarle la partida al desaire, vencer
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reproches. Hay arte en la hermosura de una mujer, hay
arte en la fuerza de un hombre. Es arte cuando besas, es
artista quien conquista, el que quiere y quien recuerda,
el que vuelve, el que reconoce, el que aparece por
sorpresa. Es arte suspirar en soledad, con la mirada
perdida en cuatro letras al comps de una rima.
Es arte equivocarse, odiarse, prometerse el cambio.
Arte es todo lo que quieras, morir viviendo y vivir
muriendo, quedarse con lo bueno y amar la vida. Es arte
cuando gritas en silencio y callas la mentira. Echar de
menos, extraar lo humano, murmurar dos palabras y
con eso responderse, susurrar bajito "Arte es saberse
arte". Eso, amigo, eso s que es arte...
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Es mucho ms que eso
Es mucho ms que eso. Es historia y caminos, es olor
a lluvia en invierno, carbn quemado. Es su luz de
Mayo, atardeceres en la plaza, los nios correteando, los
recuerdos. Es su acento descarado, los amigos, su
bandera. Es su gente, trasnochar junto a un amor de
verano, jurar lo eterno en sus esquinas. Su legado es
infinito, partirte el corazn cuando marchas, lgrimas de
los que vuelven, las carcajadas, los secretos
Es morir de fe, creer en imposibles, hacer que ocurra
lo inesperado, lo autntico. Es mecer la Luna de
madrugada, sentir valores, la vida y la muerte, ver
milagros que suceden. Es an ms, mucho ms. Es
Abril, ver nacer un potro, los paseos, la infancia. Es su
mercado, las aceras, su silencio, el alma de los que la
quieren. Es amante porque te besa, esposa pues
acompaa, hermana que aconseja, es verbo y cien
adjetivos. Es sencilla pero lustrosa, amable y acogedora,
pacfica. Es escarcha de diciembre, coplas annimas en
Febrero, vivas de Cruces y murmullo de Agosto. Es
tanto como cualquiera, ms grande o ms pequea. Es
orgullo en la boca, an si es lejos, honor en la solapa.
Son versos de adolescente, las miradas de reojo, ese
baln que se escapa, la amistad verdadera. Es su fruta,
las manos del campero, ilusin en la siembra, recoger
con cario
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Mi pueblo es mucho ms que todo eso. Es perderse
entre sus calles a las tantas, su divino silencio, las
campanas repicando, las estrellas. Son domingos por la
maana, reflejos de alegra, el Sol y su sombra, sus
leyendas. Es volver la vista atrs, ver pasar el tiempo,
los que se fueron, los que la amaron. Es quitarse el
sombrero, abrazarse a un hijo, las despedidas. Es vivir
despacio, un solo latido, tomar el fresco, las sillas en la
puerta. Es querer y poder, lienzo de artistas, crear
sintiendo. Es tapar la boca de los que la maltratan, huir
del miedo, matar vergenzas. Es jugar a ser libres, sus
rincones, sus maneras. Es volver a empezar los lunes, la
fatiga, las veredas, la faena, los jornales. Es el pan y el
vino, la chacina, los sabores. Son sus madres, su
nobleza, flor de jara y su parquecito. Es su feria, los
forasteros, los que quedan prendados, las promesas. Es
el viento de Septiembre, los primeros fros, parar el
tiempo
Villarrasa es arte sin quererlo, un fandango
desgarrado, una tenue sinfona, un poema inacabado, un
suspiro, la victoria en la derrota, los quehaceres, la
rutina. Es juntarlo todo, los lugares y las formas, el tacto
de lo ntimo, sus verbenas y su mundo y al poco caer
rendido con el vello erizado, saciado de entusiasmo. Y
es igual por lo que vengas a mi pueblo, encontrars la
respuesta de por qu lo habitas. l te elige a ti sin
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esperarlo. Los dems slo ponemos letra a la magia, y
an as parece incompleta al definirla, pero todos
sabemos de lo que hablamos, inspiracin y deseo, la
belleza del instante, mucho ms que eso, mil cosas ms,
qu ms da el poeta que lo escriba
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Mundos reales y mundos de mentira
No hace mucho que un amigo, entre copas, con la
desvergenza tpica que da la confianza, me deca a
sabiendas del desaire que mi viaje por el Guadalquivir
me haca rozar un mundo de ilusiones y melancola que
dista mucho de ser real, que la vida es otro rollo, ya
saben, madrugones y esas cosas Haca poco an de mi llegada a Sanlcar y andaba todava algo aturdido de
tanta aventura en tan poco tiempo y todos los recuerdos
imborrables de un camino excelso, y no acert a otra
cosa, en aquel momento, que a asentir ante el
comentario y no reprobar sus palabras.
Pero fueron pasando las semanas de verano y esa
frase me iba deshilachando las ganas de compartir mi
travesa con quien tena a bien preguntarme al respecto,
como si resonara con ms vigor cada vez que la
rememoraba en mi cabeza. Fue entonces cuando decid
poner ms atencin a los detalles, los detalles del mundo
real, el lugar que habitamos cada da con sus mismos quehaceres y maneras. Me intrigaba conocer cmo el
ser humano poda acostumbrarse a lo mismo de
siempre, por anodino que fuera, a fuerza de repetir lo
infumable y ver como otros tambin lo hacen y se
conforman. No lo comprenda. Porque, si bien he
luchado en esa misma batalla media vida, siempre tuve
la esperanza de escapar alguna maana y sentir que
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hacia algo autntico, y, en cuanto tuve la oportunidad,
no pude sino aprovecharla. Estaba yo equivocado en
algo, y esa frase as lo atestiguaba. No todos los
humanos poseen ese anhelo puro de escuchar lo que el
corazn les dicta, y, ms an, no todos entienden que
los dems tengamos esa sensibilidad hacia lo
desconocido.
Pero ya que han pasado unos meses, ahora que puedo
opinar con la perspectiva que da el tiempo, s
positivamente que mi amigo iba bien desencaminado.
Habiendo observado lo suficiente, he podido caer en la
cuenta que el mal llamado mundo real entiende ms de mentiras que de verdades, que trabajamos cientos de
horas en cosas que no nos gustan, viajando por donde
nos han dicho, comiendo lo que nos recomienda la carta
y mirndonos al espejo cada noche pensando que nos
falta algo, y encima poniendo buena cara en el da a da.
No amigo, formar parte de tu mundo durante
mucho, desde luego, porque quiero disfrutar las cosas
buenas que tienes a la mano si le das un sentido digno,
verbo que ya pocos conjugan, pero seguir sintiendo por
bastante tiempo, quizs ms all del final de mis das,
que existe un atajo a la felicidad que nunca debe caer en
el olvido, un caminar libre, propio de lo humano pero
tiznado de divino que nos acerca a nuestro centro si
estamos dispuestos a poner la oreja y abrir bien la
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mente, y con esa actitud vengo ahora a tu mundo,
convencido de pisar fuerte ante una senda ms que
resbaladiza y llena de peligros, los peligros del alma y
de quienes no creen en ella ni de lejos, los mismos que
siguen un camino que no les lleva a nada ms que
criticar entre copas y ver la vida pasando ante sus
ojos
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Carlos y su mundo
Te lo encuentras a menudo. Se llama Carlos, ronda
los cincuenta, peina canas y perdi la sonrisa hace
tiempo. Hizo Derecho en la Complutense de Madrid,
dirigiendo despus con destreza un bufete de abogados
en Gran Va que era la envidia del colectivo. Mova el
culo en un Mercedes negro, vesta zapatos a la ltima y
miraba la hora en un reloj de oro importado de Suiza,
regalo de un cliente agradecido. Rega con seoro y
dispona con esmero. Disfrutaba de una vida cmoda,
con los nios estudiando en los mejores colegios y la
esposa bien atendida. Los horarios no eran problema, la
oficina marchaba bien y la cuenta corriente nunca
pasaba fro, siendo raras las tensiones y menos an las
estrecheces de cualquier tipo.
Pero un da todo cambi, de forma inesperada. Una
tarde volvi a casa antes de lo previsto y advirti la
presencia de alguien conocido en su dormitorio, adems
de su esposa. Era su socio de negocios, vecino de la
infancia y compaero de fatigas de facultad,
confirmando lo inimaginable hasta entonces, traicin y
adulterio entre cuatro paredes, matando en vida un buen
hombre. La maana siguiente, an con la mirada
perdida y el corazn paralizado, reciba en mano la
denuncia de un juzgado de lo penal que le informaba de
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un delito de daos, adjuntado fotos y partes mdicos.
Los ejecutores del atraco contra la lealtad, amigo y
esposa, haban sido ms rpidos, y, aprovechando la
desazn y el desconcierto, idearon la manera de zafarse
del embrollo, inventando declaraciones y falsos
testimonios, jugando a todo o nada, y ganando. Era lo
de menos para Carlos, ya no haba consuelo posible. Lo
perdi todo, casa, dinero, joyas, esposa, amigo, y hasta
hijos, pues stos fueron advertidos de la supuesta
agresin y se posicionaron del lado de los malos, como
pasa casi siempre, quedando destinado a vivir
eternamente en la angustia de no tener nada, bajo la
maldicin de no ser amado por nadie
-Y es que hay heridas que no cicatrizan-, me dice Don
Rafael, el frutero, sealndome a Carlos en la otra acera,
vagabundo de manta y cartn de vino, apostado semana
s semana no en los soportales de alguna vivienda hasta
que es echado, acompaado de un noble chucho que
parece conocer lo triste de su leyenda. Son pocos en el
barrio los que conocen su pasado y muchos los que
miran para otro sitio cuando reparte improperios en
plena resaca, entre los que yo mismo me contaba hasta
hace bien poco, desconfiado de sus gestos agresivos y
desesperados hasta que supe de sus penas. Ahora s,
cada vez que paso a su lado, que tras esos ojos vacos
hay un zurrn de historias, buenas y malas, pero dignas
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de ser contadas, y para eso dispongo mi pluma, firme y
brava, aunque solo sea porque me absuelva por todas las
veces que pas casi rozndole y le cre merecedor de
soledad y miseria. Aunque slo sea, escuche, por
devolverle la vida de nuevo a esos ojos que dicen ahora,
para m, tanto
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Peripecias de fraile
El libro de mi amigo Juan est dando para mucho.
Entre batidas contra caros me ando ensimismado estos
das, devorando captulos que no tienen desperdicio. El
que les relato es digno de ser contado, estn atentos.
Corra el ao 1520, en poca de viajes al Nuevo Mundo
en busca de colonizar a los indgenas a la vez que
llenaban los bolsillos de piritas de digna pureza. En cada
nao, por aquello de ambas cosas, zarpaban a bordo un
par de curas o frailes con objeto de repartir bendiciones
por doquier y llevar la palabra inquisitoria ms all de
nuestras fronteras. Curioso, pues no era raro que por los
lares de las Amricas, los mismos que vestan sotana y
alzacuellos pillaran una de esas fiebres venreas que les
hacan palidecer la picha, pero ese no es el caso. Al fin y
al cabo, imaginen el cotarro, pongamos que Fray Perico,
sin borrico, y Fray Felpudo, naturales de Sigenza y
residentes en el monasterio de la Rbida, son elegidos,
junto con 10 marineros, 4 tripulantes y 6 pasajeros, a
partir desde Sevilla hacia tierras colombianas. En esas
que, a pocas millas de la costa, se les echa encima un
bergantn berberisco, haciendo seales para arriar velas.
El patrn se dispone a acatar banderas, ideando un
acuerdo rpido con los rebeldes para poder seguir el
rumbo, a salvo, pero claro, los curas no las tenan todas
consigo, y es que para un moro, y no es de ahora, un
cura mola, pero mola ms colgado boca abajo, con o sin
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cabeza. Eso o recluiditos en alguna mala mazmorra de
Fez, rodeado de ratoncitos y delincuentes. Y claro, all
decidieron rpido, pillarse los estiletes ms a mano,
ocultar tripulacin y pasaje y vestirse de guerreros, los
dos solos, rezando lo que saban minutos previos al
desembarco. El acojone, imaginarn, total y absoluto.
Y los moracos cada vez ms cerquita, relamindose con
el botn, hasta que quedan flipados divisando por proa
dos sacerdotes en oracin, dndose golpes en el pecho y
con la mirada perdida. Y en esas, cuando andan los
navos a golpe de saltito y los moriscos se plantean el
abordaje, los dos hijos de la patria, de la nuestra, saltan
al bergantn vueltos loco y blandiendo espadas en los
pechos de los enemigos, posedos cual Santa Teresa,
pero con la mala leche de Torquemada y los 40
ladrones, llevndose por delante la intemerata de pieles
negrucias, y los que quedan entonando las de Villadiego
por popa, chapoteando sin mirar atrs, como buenos
caguetas extranjeros
Relata la crnica de la poca que los dos solitos dieron
matarile al menos doce infieles, y todo ante la atenta
mirada del patrn, que ya a estas alturas estara muerto
de la risa con el espectculo. Arribaron como pudieron
en las costas portuguesas, desembarcaron lo que
quedaba vivo y prosiguieron su camino hacia las tierras
del Nuevo Mundo, como si nada, con otra historia en el
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zurrn para contarle a los colegas. Curas como Dios
manda, nunca mejor dicho, y es que uno piensa, y no es
en balde, que si, en vez de contar lo mismo de siempre
en misa, los amigos sacerdotes nos relataran estas
peripecias de otro tiempo, sabra de uno que acudira el
primero a la cita cada domingo, puntual, desde luego, y
hasta pasara el cepillo si se me pidiera. Sin pensarlo,
vaya, aunque solo fuera por honrar la memoria de
aquellos dos valientes y su digna historia...
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Familia de alquimistas
En otro tiempo, lustros de caballeros y brujera,
habitaban en el anonimato personajes cercanos a la
santera, cientficos de esptula y pociones mgicas que
suspiraban por convertir cualquier mezcla extraa en
oro. Eran los llamados alquimistas, almas obsesionadas
con probetas y sustancias a la luz de un ventanuco,
testigo de un mismo nmero de ilusiones como de
decepciones. Urdan planes quimricos imaginando
eurekas y albricias, pero terminaban entonando el pobre
de m antes de lo que canta un gallo, enloqueciendo en
madrugadas fras por sueos imposibles. Jams ninguno
consigui su objetivo, al menos que sepamos, pero hoy
valoramos en forma de letra su paciencia y esmero,
como todas las cosas que merecen la pena, con su
honorable reconocimiento, por mucho que llegue a
destiempo y con tinta desteida.
Tuvieron que pasar los aos y las pocas, los
alquimistas se olvidaron y los libros los proclam poetas
de otro tiempo, ensimismados en vagas vacilaciones y
anhelos de soadores incomprendidos, perdurando su
ejemplo hecho aventura, marchando en silencio, en
santa compaa
Pero si tiene usted suerte, si los astros le son
favorables y el destino lo permite, igual se encuentra
an con alguno, despistado, inconscientes de lo que son
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57
pero dignos que lo que creen andar haciendo. Yo he
tenido la dicha de conocer unos cuantos, genios que, sin
quererlo, han conseguido hacer oro de la nada, o desde
muy poco, terminando por moldear figuras exquisitas,
como el mejor de los acabados de un buen artista. El
resultado, superlativo, arte y genio unidos para regalar
al universo mordiscos divinos, caricias en forma de
notas musicales para facer magia en tus odos.
Y hoy se me ocurre uno, al menos, mientras me
deleito con su obra y una copa de vino, ambos indicados
para paladares finos y sensibilidades a flor de piel...
Se trata de Vctor, sobrino de mi amigo Toms,
compositor de obras excelsas desde bien enano, creador
de msica y lgrimas, pues su arte no deja indiferente, a
pesar de todo, de su bella locura, de su paso distrado,
de su caminar desairado. Nieto de una guerrera, Isabel,
de la que un da har semblanza. Hijo de la penumbra....
Por eso digo, debe ser alquimia, lo de esos padres,
humildes trabajadores, buenas personas en medio de un
mundo que aprieta y muchas veces ahoga, pero fieles a
sus verdades, midiendo cada palmo para no salirse del
tiesto y poder seguir teniendo oportunidades. Son
alquimistas, desde luego, de los de antes, porque no hay
mejor obra, sin duda, que la que nace de seres con una
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58
mano delante y otra detrs, pero con los puos llenos de
dignidad, humildad, y unas cuantas gotas de maestra.
Dios les conserve en eternidades por el bien de todos
nosotros, sus vecinos, mas hasta entonces, ser un honor
para m que acepten mi respeto y mi admiracin,
adems de unas pocas palabras hermosas...
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59
Se nos van los buenos
Jubilado. Fue la palabra exacta que utiliz hace unos
das en un correo un amigo de la infancia al que
respond con torpeza al cabo de los das. Se refera a
Don Rogelio, profesor de mis primeros aos pubertinos,
chapado a la antigua en las formas, con la misma camisa
inspida y su tabaco en el bolsillo de la misma. Era raro
verle sentado, como mucho apoyaba las muecas en la
mesa para anotar a la altura de nuestro nombre algn
positivo o negativo segn fuera la copla. Tena nuestro
respeto, era de esos tipos que miran de frente y sonren
lo justo, implacable, para lo bueno y para lo malo.
Recuerdo el cuaderno por el que se rega para darnos
la vara, uno de esos portafolios de aspecto amarillento,
con las tapas gastadas y llenito de tachones, dando
buena cuenta de un trabajo hecho a conciencia a lo largo
de los aos. Era otra poca, me dirn. S, una poca en
la que los nios no amenazaban a los maestros y los
padres no permanecan indiferentes. En aquel tiempo las
travesuras eran inocentes, no se grababan vejaciones ni
se insultaba con tanta facilidad y destreza, a no ser que
quisieras irte a la cama calentito. Don Rogelio era de
esos pocos profesores que no iban a la escuela a cumplir
sus horas y a otra cosa mariposa, era esclavo de su
vocacin y dueo de sus explicaciones. Se desgaitaba
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haciendo figuras en la pizarra y garabatos imposibles,
todo para que entendiramos cualquier cosa, por nimia
que fuera. Y exiga, vaya si exiga, todas las maanas a
primera hora nos haca levantar de la silla, uno por uno,
para preguntarnos por textos de das anteriores, una
verdadera evaluacin continua, todo un reto para la
educacin de hoy da
Me acord de l esta misma maana, al leer por
encima el informe Pisa, que deja a los nios espaoles
como lo peorcito de Europa en conocimientos y
educacin. Don Rogelio nunca supo lo que era un
informe Pisa ni una Evaluacin Comunitaria, distaba
mucho de conocer la estructura presupuestaria del
Ministerio de Educacin ni los secretos de la nueva
asignatura de Educacin para la Ciudadana. Odiaba los
tecnicismos y el papeleo, pero les puedo asegurar que
aprend ms de ese hombre de lo que poca gente, y no
slo de races cuadradas y divisiones con llevadas,
tambin me mostr el camino, a m y a todos los dems,
para hacernos hombres y mujeres de provecho,
autnticos y respetables. Es por eso que me suenan a
pamplina tantos informes y convenios, tanto estudio de
campo y palabrera barata, cuando el problema de la
Educacin se arreglara fcil, pienso, con muchos Don
Rogelios, traduzco, profesores vocacionales, sin arrugas
mentales ni temores de pelcula, con los pies en la tierra
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y su misma mirada digna, sin bajarla jams ante las
pretensiones de cuatro niatos enfermos. Pero ya ven,
en vez de llegar, se van jubilando, y nos van dejando el
aroma de su recuerdo, eso y su imponente ejemplo,
grabado a fuego en los que alguna vez le sufrimos. Por
todo eso, fui torpe al responder al correo de mi
compaero, ya ven, con un simple y descuidado se nos van los buenos, amigo, se nos van los buenos
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Caer y levantarse
Te acuerdas seguro. Madrugadas en una esquina,
con los labios secos, sintiendo encima mil miradas que
te culpaban, otras tantas murmurando lstima, ninguna
que valiese la pena. An no te has olvidado, ni quieres,
de los gritos de tu madre, las lgrimas de tu novia, los
lamentos, la espera. Los das enteros sin saber nada, el
anillo que malvendiste, los viajes sin destino. No puedes
deshacerte, de las ganas de abandonarlo todo, de las
amistades que quedaron en el camino, de las risas de
mentira y las puertas que ante ti se iban cerrando.
Promesas a medianoche, de esas que no valen nada, los
reproches, el llanto, el tuyo y el de tus hermanos. En un
infierno, conviviendo con tinieblas y demonios,
abrasado por las llamas del escndalo constante, falto de
cario y esperanza, de paciencia y coraje, y todo por esa
dosis de ms, esos das de menos, prosa en papel
mojado, sin rima, con nudos sin desenlaces, existencia
acabada en puntos suspensivos, cruel y triste desde el
principio
Y ocurri el milagro. Apareciste sencillo en el portal
de tu casa, con la frente tatuada en vergenza y valenta,
sin razones ni pesares en los bolsillos, dispuesto a
agarrarte fuerte a la vida, tachando excusas de tu boca.
Quiero que recuerdes, compaero, el primer abrazo de
tu padre, ese primer momento, nacer de nuevo, aprender
de cero, crear un mundo desde la nada y terminar
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enamorado, hacer tuyo el hermoso desafo de romper
con todo
Y ese ejemplo es el que amo, tu corazn el que
escribo, cien gestos nobles, alma limpia ante mis ojos.
Son tus manos ahora poesa, tu mirada versos del mejor
poeta, trazos perfectos de un Dios sublime que imagina
segundas partes y finales felices. Es a ti a quien admiro,
porque has probado el arte de lo humano, ya sabes,
caerse a cada instante, para un da, amigo, aprovechar
una mano tendida al aire, tirar de orgullo y, con dos
cojones, volver a levantarse
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Vida, muerte, arte y fiesta
Del negro a la luz y la muerte ante mis ojos. Del
silencio al bullicio y la sensacin de estar muerto.
Cornetas y tambores ponen msica a la batalla, manos
en la boca y el corazn encogido por mi bravura. Sin
ms amigo entre tanta alma que mi coraje, agarrado bien
fuerte a mis ganas de vida, es lo nico que me queda. Al
otro lado, con su mirada clavada en mi piel gastada, mi
verdugo, luchando contra miedos y supersticiones. Slo
vale defenderse, con lo que tengo, mi fuerza, mi empuje,
con lo que pueda, pues me llueven de todos lados,
lanzas, estoques, dolor y saliva, sudor, sangre que no es
ma. Atrs quedaron las maanas apacibles entre
iguales, respirar naturaleza sin temor a nada. Ahora toca
luchar por lo digno, proteger cada palmo de mi cuerpo,
mantenerse fino en los movimientos, no sucumbir antes
de tiempo, trabajar la esperanza para creer en el milagro.
Rodeado de bestias, aplausos que no entiendo, muletas
de mentira y el rojo carmes que asoma mi osamenta a
la par que mi nervio va fallando, quedando a merced de
mi destino.
Decidido ya a aceptar la deriva, bebiendo los ltimos
tragos de existencia, buscando aire donde no queda, as
me veo, con la rodilla hincada ante clamor unnime de
muerte inmediata, sin ms compasin que terminar con
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tanto sufrimiento, que se hace eterno. Y sucedi, como
si nada, sent el metal fro atravesar mi centro y quede
tumbado, todava consciente, con el albero en la cara,
siendo testigo de emocionados gritos de reverencia, y yo
all tirado, sin vida, intentando recrear verdes prados,
maanas apacibles, das sin crueldad ni espectculo.
Digan a los mos, por mi memoria, que aqu yace, por
derecho, la leyenda de un toro digno, no menos bravo,
arte para muchos, fiesta para otros, que expir
sonriendo, en paz, sin odios, a pesar de todo
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Pelculas a mi manera
Todava la oscuridad le ganaba la partida a la
inevitable lumbre de un nuevo da cuando un golpe seco
me despert y me hizo quedar alerta. Otra madrugada
me haba ganado la partida y dejaba mi rumbo a merced
de viento y marea, jugando a ser incauto por olvidar
disciplina en el gobierno de mis propias manos. Con lo
que pude, torpe en gestos, pude acertar a recoger raudo
arreos y aparejos para poner cierto orden entre tanto
oleaje y tiburn suelto. Con cada paso hacia hacia el
timonel la certeza de una deriva irrecuperable para
entonces encenda los temores ms amargos.
Pero esta vez los dioses quisieron darme tregua, y
pude encauzar la desdicha a tiempo, por poco, pues a
dos palmos, por popa, una bandera enemiga preparaba
el corso para hacerse a la batalla contra mi nave, lo que
hubiera propiciado un naufragio difcil de salvar por
cualquier capitn, a buen seguro. Ya solo me quedaba
aprovechar la brisa de primera hora y resolver mi
destino arribando en alguna cala resguardada de
bucaneros y cazadores de tesoros. No fue fcil, tuve que
navegar de levante a poniente, esquivando rutas
comerciales, a golpe de timn y jarcia, alimentando la
esperanza de encontrar la arena de una playa desierta y
poder volver al catre para recuperar horas de sueo y
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matar desgana. Hasta que ocurri, cuando ms maldeca
a todas las almas que habitan los ocanos, cuando la
mar era ms brava y desagradecida. Al fondo de una
corriente maanera, con la Luna todava por testigo, all
pude lastrar el ancla en piso firme y salvar mi dicha, al
menos por un da, hasta la prxima que tocase.
Volv a casa angustiado. Al fin haba encontrado
aparcamiento, sin ser zona azul, ni roja, ni naranja,
cansado de tener que buscarme la vida maana s
maana tambin para librarme de las multas de unos
cuantos piratas a sueldo que persiguen a uno por un puto
ticket de estacionamiento. Habrn imaginado, a buen
seguro, una aventura ms romntica entre mis letras.
Nada ms lejos de la realidad, pero es que esta manera
de relatarlo es la nica forma que tengo de reirme de lo
cotidiano y as poder albergar un halo de optimismo en
el cotarro que nos atae, aunque tenga que echar mano
de la irona o la imaginacin, como es el caso. Si no es
imposible.
Y qu quieren que les diga, prefiero contarles la
pelcula a mi manera, que ya estn otros para fastidiarles
el final de la trama, pues siempre es el mismo, el mismo
final indigno y aburrido que a nadie ya sorprende, para
colmo. La misma pelcula de todos los das amigos, esa
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que nos desayunamos sin rechistar y nos empacha de
injusticia y desvergenza
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Kilmetro cero
Viene bien de cuando en cuando que aparezca en tu
camino una voz amable que no te ra las gracias como la
mayora. No hara ms caso que el imprescindible si no
fuera porque esa persona enganchaba esta pgina
maana s maana tambin a la espera de unas letras
que le hicieran olvidar la dura realidad que le tocaba
vivir el resto del tiempo. Les contar su caso a
sabiendas que me traer alguna reprimenda por no
haberla consultado antes, y es por eso que no dar
nombres, para que al menos me siga invitando a caf y
esas pastas rellenas de chocolate que me pirran tanto.
Julia, pongamos por caso, malviva en un barrio de
una gran ciudad, con una vida hipotecada por cuatro
paredes y un techo que le sacaban los ojos cada
principio de mes porque un banco le dijo que eso del
Euribor suba lo justo. La pobre pas de pagar
seiscientos euros, a medias con su pareja, a mil, por
aquello de la crisis del ladrillo. A todo esto, Julia, que
trabajaba por nueve euros la hora en una cadena de ropa
para nias guapas, decide a sus treinta y poco que ya era
hora de tener un nio, que era el momento, apoyndose
en unos ahorrillos y en un trabajo que daba de comer. El
tiempo le quit la razn, como suele pasar. Pero para no
aburrirles demasiado, que cada uno tiene lo suyo,
pensarn, le resumir el cotarro en pocas lneas. Al cabo
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del tiempo, y como esos flashes de las pelis, nos
encontramos que Julia, currelas como nadie y de sonrisa
dispuesta, por lo del maldito Euribor, se vea incapaz de
pagar la hipoteca, vamos, que no le llegaba ni con su
sueldo entero, y encima el marido haba perdido el
trabajo en la obra, con lo que la situacin se tornaba
insostenible. A estas que llegan los recibos devueltos y
las depresiones, por lo que su pareja decide aceptar un
trabajito fino de pasar unos paquetitos de nada hasta la
bola de farlopa y le meten en chirona antes que cante un
gallo. A ella, aturdida, le sobrepasa el temita y cae en
una depre que la tiene sedada las 24 horas del da por
algn psiquiatra mamn que decidi que la terapia no
era la mejor manera de salir de aquello. En esas que
pierde el nio y se ve sola, sin casa, sin pareja, sin un
proyecto de vida y, lo que es peor, sin ganas de nada y
con la dignidad por los suelos
Le perd la vista despus de aquello. Se fue con su
madre al pueblo para comenzar de nuevo una vida de
verdad, o al menos intentarlo, a pesar de todo lo que
arrastraba.
Hace poco me la encontr, recuperada, guapa, con su
melena larga y esa tez fina que siempre la distingui de
entre las iguales. Me dio un gran abrazo, sincero, y me
alegr el da comprobar que todo le marchaba diferente,
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que haba encontrado una manera de salir adelante con
lo poco o mucho que le diera la vida.
Hoy Julia vive en un piso compartido con amigas,
trabajando de lo que ha estudiado, al fin, y con toda una
aventura vital por delante, ilusionada por haber vuelto
de las catacumbas a la superficie, orgullosa de un
esfuerzo que ha visto su recompensa. Har unas horas
me llam para preguntar por mi vida y me reproch que
fuera ltimamente tan negativo en mis escritos. Me
limit a sonrerle y pasar a otro tema, pero me qued
dndole vueltas al comentario cuando colgu. Estuve
varios das sin darle a la tecla por lo mismo, hasta que
ca en la cuenta. Es por eso que quiero hacerle caso y
comenzar yo tambin de nuevo, a su imagen y
semejanza, salvando las distancias, porque ejemplos
como el suyo bien valen un brindis por el camino que
est por andar, aunque nos encontremos desanimados,
con el alma aburrida, plantados en el mismsimo
kilmetro cero
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Aunque pasen mil aos
Dejarse la vida en un camino. Me he dejado en la
cuneta de mis veredas todo mi arte y han quedado los
despojos de m mismo y el estigma vano de un viaje
bello. He conocido la ilusin en la Sierra de Cazorla,
punto de partida ya por siempre de la ms libre de las
aventuras. He olvidado el miedo mientras caminaba
perdido, con la vista fija en el infinito al tiempo que el
Sol empezaba a quemarme la frente. He sonredo al
jornalero que giraba la cabeza ante mi sombra.
He permitido lgrimas de impotencia sobre mis mejillas
camino de beda, bajo una niebla espesa, con el fango
retando toda la fe que guardaba en los bolsillos.
He perseguido Baeza con la cabeza bien
alta, jurando fuerza y dignidad tras el desespero, como
esos barcos que navegan vidos despus de la tormenta..
He vuelto a creer en el altruismo en Linares, con un
par de gestos, apenas nada. Quise ser guerrero a las
puertas de Bailn, esperando a los franceses con un
machete y amor por la tierra. Fui moro en Andjar,
juglar por sus calles vestidas de domingos cantando
piropos de otro tiempo.
Me asom al puente de Montoro para saludar a mi
ro, con permiso de su gente, sencilla y cercana, amable
con el peregrino ensimismado con sus calles y la
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placita que vigila el paso de los lustros. He visto campos
verdes, divisando El Carpio, recreando reinos de taifas y
naturaleza virgen por descubrir por otros peregrinos
soadores. He suspirado en Crdoba, escribiendo
versos en la Mezquita al son de una guitarra espaola,
con el caer del agua de fondo y el verbo dispuesto a
todo, a lo bueno y lo malo. Quise ser rey feudal de
Almodvar, avistando desde mi castillo horizontes
diferentes de los de hoy, con la familia por bandera. He
disfrutado con la alegra de Palma del Ro, coplas por
las calles y la buena cara a la vida. En Lora cre estar
muerto, cansado y desvalido, buscando motivos para
seguir dando pasos, prometiendo jamases. En Carmona
lleg el milagro, me salvaba mi pecado favorito , una
vez ms y como tantas veces, como nunca, a pesar de
todo...
Y segu mi camino, imaginando ser romano, dueo
de las tierras del Sur, plebeyo del mundo y las miradas
de nio. Y llegu a Sevilla, como llega la primavera, en
silencio, con la emocin desbordada y el pulso
embotado. Los Palacios y los dolores, Las Cabezas y los
buenos amigos, Lebrija y la esperanza, no sentir la
piernas, caminar con el alma, Trebujena y hacer noche
antes de Sanlcar, la Luna llena observando, los
reflejos, mis manos magulladas, los lamentos, la
ternura. Y llegar a la plaza del Cabildo, alzar las manos,
abrazar a los mos, un viaje que se acababa, pero que
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ser eterno para los que aquellos das de Mayo lo
vivieron conmigo, compaeros de una travesa que ser
punto y aparte por siempre, aunque pasen mil aos,
como esos recuerdos que aoras con una simple sonrisa
y el corazn encogido para darle un sentido a la
cotidiana existencia...
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Cosas del camino
A veces ocurre que nos cansamos de aquellas cosas
que nos acompaan en la vida porque un da olvidamos
lo importante que son o pueden llegar a ser en un
momento dado. Da igual si lo extrapolan a objetos
materiales o a personas, el caso es que terminas por
valorarlas una vez que se han marchado, dejando ese
regusto amargo por no haber puesto quizs un poco ms
de nuestra parte para seguir conservndolas cerca. Pero
puede ser an peor, y es que hay ocasiones en las que
esas cosas desaparecen porque nosotros mismos, con
nuestra actitud, logramos dejarlas de lado, apareciendo
ese maldito sentimiento de culpa que te persigue durante
mucho tiempo
Les parecer trivial la cuestin, pero el hecho es que
la foto que ven pertenece a la ltima instantnea que
tom de la cantimplora que me acompa todo el
camino del Guadalquivir. Ocurri que, en un arranque
de furia por el cansancio y la desesperacin de aquel
da, tir al aire lo primero que tena a mano, que fue la
cantimplora, y se rompi por un borde, quedando casi
inservible. Fue entonces cuando decid colocarla en
aquel poste, quedarme un rato mirndola, como
pidiendo perdn, y seguir mis pasos hacia mi destino,
echando la vista atrs de cuando en cuando. All se
qued para siempre, en aquella senda dejada de la mano
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de Dios debido a un momento de sofoco. No le di
demasiada importancia al principio, pero fueron
pasando los das y le segua dando vueltas al hecho,
hasta tal punto que, al cabo de la semana de llegar, ya
con las piernas descansadas, decid con mi coche poner
rumbo al sitio donde recordaba haberla dejado, pues se
trataba de un lugar de difcil acceso, lo que haca ms
que posible que all permaneciera an...
Pero el destino siempre te tiene guardada una
moraleja a la vuelta de la esquina, y esta vez no iba a ser
menos. Llegu a pie de aquel poste despus de bastante
rato conduciendo, baj del coche, alc la vista y ni rastro
de la cantimplora. Incluso mir por los alrededores y
nada. Recuerdo que qued un rato all pasmado,
mirando el poste donde la dej, elucubrando sobre
cunto tiempo permaneci all hurfana desde que
comet el crimen de abandonarla despus de casi
quinientos kilmetros conmigo. Nunca sabremos su
paradero, pero quiero creer que otro viajero la recogi
en su camino y la tiene a buen recaudo, con un fruncido
en el golpe y el olvido de un antiguo acompaante que
pag con quien no debe la dura realidad del momento,
ese que vuelve arrepentido cuando ya es demasiado
tarde, cruel como la vida misma
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Serenidad y sosiego
Seores y seoras, ahora que ha pasado algo de
tiempo y las aguas parecen calmadas y hasta algo
distantes a nuestro odo. Ahora que el silencio de la
noche inunda mi humilde cobertizo donde habito mis
semanas colmadas de soledad, les quiero comentar un
pensamiento que me lleva rondando unos das. No
aspiro a ms consuelo que al desahogo poniendo letra a
la bombilla que se me enciende en la cabeza sobre
palabras y sentimientos que creemos importantes de
boquilla pero que no trabajamos como debiera si
realmente nos importara tanto. Les hablo del concepto
supremo, el nico e inigualable, al que todo el mundo
aspira y pocos parecen conseguir, la llamada Felicidad.
Y ha sucedido por mi corta experiencia vital pero
intensa, que de a poco le voy encontrando un sentido
digno a esa palabra, fcilmente alcanzable para el que
verdaderamente quiera y se respete.
Y ahora esperarn que les defina la felicidad como
un estado de plenitud anmica, estar contentos la mayor
parte del tiempo, disfrutar de las cosas sin mesura,
controlando cada variable de una vida que parece
inabarcable para cualquier humano que se lo proponga.
Otros dirn que la felicidad son momentos puntuales de
xtasis placentero. Nada de eso, y creo que ah est el
problema, amigos. Le adjudicamos una definicin a la
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palabra felicidad que no es ni de lejos realista. Le
pedimos al concepto demasiado, lo que hace muy difcil
que ni siquiera atisbemos alcanzarlo. Como si para estar
enamorado hubiera que estar con la mujer perfecta. No,
yo creo que sera ms cercano pensar que la felicidad es
un estado general de sosiego, de serenidad, de un nimo
casi invariable de bondad con uno mismo y con el
prjimo. No tanto lo intenso como lo extenso. No tanto
la carcajada como la media sonrisa que permanece en el
tiempo. No se trata de elegir una ocupacin sino de
escoger un camino, no de llegar al final de cada etapa
sino pararse a contemplar el paisaje, los olores que
pasan desapercibidos para el que corre hacia la meta.
Porque llegar terminamos llegando todos, no se apuren,
pero parece ms a la mano definir humildemente la
palabra para poder identificarnos con ella, ya que de
otra manera parece imposible su conquista. Y as con
todo lo que nos rodea.
Quizs si no sobrevalorramos el trmino podramos
ser ms los que decimos sin miedo al equvoco que
somos plenamente felices, y posiblemente, de esa
manera, el mundo cambiara en consecuencia. Porque
no hay mujeres perfectas pero s amores bellos y
eternos, y esos son los que calan de verdad amigos
mos, o al menos son los que a m me interesan, los que
debieran interesarnos a todos los que no huimos de
nosotros mismos en esta poca de desesperanza
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Cruces en el suelo
Si algo me gusta de vivir donde vivo es poder
recorrer annimo y sin prisas rincones de esta ciudad
que, en otro tiempo, fueron escenarios de ilustres
leyendas que ya pocos cuentan. Y es hoy cuando les
traigo la primera de muchas que les ir relatando en las
prximas semanas, intentando escapar, aunque me
cueste, de poner a caldo a ms de uno y de una. Pero es
que con los aos uno se da cuenta que de poco vale
echarse al monte con las escopetas si los fantasmas que
persigues solo salen de noche a esconderse entre
zarzales.
Corran los tiempos de Guzmn el Bueno, cuando
por Sevilla se ejecutaba en plena calle ante los desacatos
sobre la autoridad por menos de nada, all por el siglo
XIV. Imaginen el fangal de la Alameda, antigua Laguna
de Caavera, por aquellas. All, al final, cerca de lo que
es hoy calle Pedro Nio, se instalaba una de las
hogueras de la villa donde se quemaban vivos a los
supuestos malhechores.
Esa tarde no caba un alfiler. Se ajusticiaba por
sospechosa de adulterio a Doa Urraca Ossorio,
conocida en la ciudad por ser cabecilla de las revueltas
contra Pedro I, gobernador de la ciudad. Doa Urraca
era mujer de postn, segn rezaban los libros