un-rio-de-tinta

133

Upload: currutaco-petronio

Post on 02-Oct-2015

7 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Kikofen

TRANSCRIPT

  • 1

  • 2

  • 3

    Jos Enrique Vzquez Oria

    Un Ro de Tinta

    MARIL ORIA RODRGUEZ. Se hace camino al andar

    (boceto). Lpiz sobre papel. Coleccin particular.

  • 4

  • 5

    Primera edicin, Septiembre de 2011

    Esta obra est publicada bajo una licencia Creative

    Commons que permite copiar y comunicar

    pblicamente la obra bajo las siguientes condiciones:

    - Reconocimiento. Debe reconocer los

    crditos de la obra de la manera especificada por el

    autor o el licenciador (pero no de una manera que

    sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace

    de su obra).

    - No comercial: no puede utilizarse esta obra para fines comerciales.

    - Sin obras derivadas: no se puede transformar ni alterar o generar una obra

    privada a partir de sta.

    El texto legal completo est disponible en

    www.bubok.com

    Jos Enrique Vzquez Oria, 2011

    Impreso por Bubok, bubok.es

  • 6

  • 7

    Prlogo

    !Seores, ocupen sus asientos la funcin va a

    comenzar!

    Vamos a asistir a la representacin de una obra

    vital en la trayectoria del autor, que a travs de su libro

    y al son de sus palabras se nos ofrece a s mismo como

    nico personaje y protagonista de la accin, aunque su

    imagen aparezca difuminada entre las luces y sombras

    del paisaje con el Guadalquivir al fondo (compaero del

    alma de esta travesa) .

    "Recorrer camino, amigo, no es slo andarlo y

    llegar"... Nos deca en "Ejemplos e imposibles, artculo de su anterior libro "Escritura como terapia. Esta cita ya apuntaba a la intencin o al anhelo del autor de dar

    contenido a lo que se transmite en este libro y que

    supone una nueva etapa en la travesa personal y potica

    del autor ,que como caminante se adentra a explorar un

    territorio desconocido , resultado de su bsqueda

    existencial.

    Y es que para que vamos a engaarnos, vivimos tan

    de prisa machacados por el ritmo frentico que nos

    imponemos,sordos, mudos, ciegos, solos, tan agobiados

    por las expectativas del vivir que se nos olvida vivir la

    vida. Entremos, pues, en este escenario, porque as el

  • 8

    autor lo ha querido y recreado para nosotros y quizs

    tambin la vida que nos susurra todo tiene su tiempo, su ritmo, como esas aguas del sabio y viejo ro que "van

    a dar en la mar".

    Hay en este libro un deseo profundo y arriesgado del

    autor que nos propone compartir, cuando siendo poeta y

    escribidor de lo cotidiano abandona su segura

    certidumbre, no s si hastiado de tantas vivencias de

    acera, y se atreve a cambiar voluntariamente, el

    escenario al que nos tiene acostumbrados por otro

    natural, solitario y desconocido donde todo

    "urbanitas"se perdera anulado ante la grandiosidad y

    belleza del paisaje, del que a fuerzas de olvido se nos

    expuls como del paraso.

    As en su proceso de creacin, el escritor utiliza el

    viejo recurso de la "naturaleza como confidente" y

    quien mejor que ella para entenderle y acunarle en sus

    ms ntimos anhelos. Pero ella a su vez madre y

    madrasta le sacude y remueve hasta los cimientos del

    alma, llevndole a situaciones lmites, porque as l lo

    ha pedido aceptando esta condicin necesaria,

    (temeraria, dira yo, cuando uno no est muy

    preparado), para adentrarse en los entresijos del ser y su

    sombra.

    Y es as que escuchamos el ritmo de sus pasos, a

  • 9

    veces errticos, y el eco del ro como notas que

    componen esta sinfona del camino existencial que

    recorremos todos al transitar por paisajes con alma .De

    esta manera somos transportados a ese universo,

    percibimos con los cinco sentidos todo lo bello y

    angosto del camino, cada suspiro, cada plpito, cada

    abrazo. Nos conmueve su grito silencioso y esa

    humanidad que se desborda en palabras, acompasada

    por las aguas serenas del Guadalquivir que se

    aleja sonriendo en un guio hacia su final! Ah, de la

    vida!..

    Y todo para recordamos ,como en tantas historias que

    nos ha contado, el valor de atreverse, la necesidad de ir

    ms all si necesitamos sentir el hlito de la vida que se

    oculta detrs de nuestros ojos velados. Para reivindicar

    el presente, sea como sea, para decirnos: Siente, mira,

    escucha , ama. Contempla la vida: el milagro de la

    accin.

    Gracias Enrique, por recordarme que la vida es

    movimiento y es msica, que de vez en cuando hay que

    explorar. Te agradezco la audacia de la travesa y este

    regalo fresco como agita de Mayo que nos ofrecen tus

    letras.

    !Courage,mon ami!

    MRemedios Castellano Domnguez.

  • 10

  • 11

    A Paloma, mi pecado favorito,

    Porque provoca mis mejores letras,

    A mis hermanos, Rafa y Mara

    Porque me mejoran sin saberlo

  • 12

  • 13

    Toca ser libres de nuevo

    Y ah segua mi velero amarrado. Con el mstil

    enmohecido y la cristalera de camarotes empaada. En

    el mismo pantaln en el que hace semanas atraqu por

    proa, como mandan los cnones de la marinera en

    puerto. Atrs dej tormentas de espanto y bucaneros

    despiadados navegando en un invierno que ha sido duro

    y dspota para con los humildes navos. An veo mi

    miedo reflejado en la mampara que me hace de

    escotilla, evocando sin quererlo en mi cabeza batallas

    temibles de afrontar de antemano. Necesitaba de unas

    cuantas noches en la Isla del Silencio, jurando por

    nuevas aventuras que estn por llegar, prometiendo

    sacrificio y esmero ante dioses que espero velen por mi

    rumbo.

    De poco me hice y de mucho me deshice en este

    tiempo. Me sacud el mal orgullo y la impaciencia,

    limpi mi espada de sangre culpable y cur de mi alma

    de innobles pesadillas. Poco ms que eso, revisar alguna

    carta de navegacin y alternar con viejos amigos de

    taberna, lo justo para agradecer lo debido y rerme del

    pasado. Y aqu me encuentro otra vez, en mi viejo

    velero, gastado de tanta gesta, escorado de estribor, con

    las jarcias rodas y el timn falto de lustre. Minucias de

    puerto, nada que no lo pueda remediar el ms torpe

  • 14

    astillero o el capitn ms enamorado de su barco. Hoy

    zarpamos de nuevo devota tripulacin. Leven anclas y

    desplieguen como manda las velas mayores. Despidan

    los suyos y afinen los sentidos. El cielo es limpio y el

    viento nos asiste. Con eso una dosis de locura, de

    hermosa locura, toca ser libres de nuevo...

    Aqu os presento mi segunda obra, de nuevo un

    conjunto de artculos en los que expreso mediante las

    letras todos aquellos pensamientos, ilusiones, dudas y

    dolores del alma que me asaltan en lo cotidiano. Ya hace

    tiempo que descubr la terapia que haba dentro de esa

    catarsis que se produce al contar al mundo los miedos

    que todos sentimos en algn momento. Es por eso que

    vuelvo a plasmarlo en un libro, con la esperanza de que

    a alguien le ayuden y se sienta identificado, porque creo

    ferviente en el poder de curacin de la palabra.

    Y aqu me hallo amigos mos. Les agradezco de

    sobremanera que se embarquen en este navo de

    humildes intenciones y les insto a que hagan como

    suyas las palabras. Mientras tanto saboreen cada artculo

    como una buena copa de vino, recitando si cabe con la

    fuerza que demandan cada uno de ellos. Y si es a la

    orilla de mi ro favorito, el Guadalquivir, mejor que

    mejor, pues ha servido de inspiracin para estas letras y

    muchas otras

  • 15

    El graffitero borracho

    Vengo a toparme cada maana que voy a la

    Asociacin con un muro grafiteado que, en una

    esquina, reza una frase de la Biblia, la salvacin est en ti. Nunca le haba dado mayor importancia. Me haca gracia imaginarme el tipo de resaca que un individuo

    tena que llevar para pararse a escribir a lpiz esa frase

    milenaria entre dibujos grandilocuentes de colores

    chillones esparcidos con espray. Pero hoy ca en la

    cuenta de una leyenda que hace tiempo escuch y que

    quizs tenga que ver con esas letras semiborradas de

    aquella pared, y permitirn que se las relate si es que no

    la conocen

    Cuenta la historia que un alpinista afamado intentaba

    por tercera vez alcanzar una cima de los Alpes que se le

    resista. Las previsiones del tiempo eran propicias y

    todo apuntaba a que hara cumbre a media tarde. Los

    primeros tramos no supusieron dificultad alguna,

    aunque una voz interior, quizs la voz de la experiencia,

    le deca en repetidas ocasiones que no siguiera

    caminando, que no tena sentido jugarse la vida por una

    terquedad insensata. Pero sigui subiendo a pesar de

    todo, confiado en sus fuerzas y en un cielo sin nubes

    que no haca presagiar desgracia alguna.

  • 16

    Pero ocurri lo inesperado. Nuestro alpinista

    permaneca encaramado a un risco a cientos de metros,

    sujeto a su piolet, divisando ya la cima a lo lejos,

    cuando un viento de altura hizo cerrar el horizonte de

    nubes y de pronto empez a nevar con fuerza. El

    escalador permaneca anclado a la pared cuando, de

    repente, el saliente sobre el que sostena su arns se vino

    abajo, cayendo hacia el vaco en lo que sera una muerte

    segura en todos los casos. Durante la cada, nuestro

    amigo esperaba el golpe seco que dara final a su vida,

    pero, en medio de la avalancha, pudo alcanzar una

    pequea soga de su equipo que caa al mismo tiempo

    que l. La empu bien fuerte pensando que quizs

    tuviera alguna oportunidad si esa soga quedaba atada

    por suerte en alguna piedra. Y as fue. Repentinamente,

    se paraba en seco su cada y quedaba suspendido en el

    aire mientras le segua cayendo encima una nieve que le

    cegaba la vista. Y as se le hizo de noche. Se haba

    salvado, por ahora. Solo le salvaguardaba de la muerte

    un pequeo nudo y su propia mano, solo eso hasta que

    algn equipo de rescate pudiera localizarlo quizs a la

    maana siguiente.

    En esa noche, que parecieron mil eternidades, cuenta

    nuestro alpinista que de nuevo una voz le sobrevena a

    la cabeza. Una voz tenue que le imploraba que se

    soltase, que aquel esfuerzo no tena sentido, que haba

    que acabar con aquella espera insoportable. Pero el

  • 17

    escalador intentaba pensar en otra cosa, tarareando

    canciones para distraerse al tiempo que senta su mano

    ya congelada. Hasta lleg a hacer otro nudo con tal de

    no desengancharse, agarrado a las pocas posibilidades

    de sobrevivir que tena.

    Todava no clareaba un nuevo amanecer cuando el

    equipo de rescate lo encontr. Lamentablemente, l

    pierde su mano, por la presin que la soga ejerca y que

    no le dejaba fluir la circulacin, pero salva la vida. Una

    vida que debera haber salvado instantneamente, pues

    cuando la patrulla lo localiza, lo encuentra colgando

    nicamente a veinticinco centmetros del suelo. Si l

    hubiera escuchado, por dos veces, su voz interior, la que

    le instaba a no subir la montaa aquel da, y la

    siguiente, que le animaba a soltarse y acabar con todo

    aquello, habra saldado la aventura sin nada que

    lamentar ms que un reto inacabado y una pequea

    cicatriz en la piel si acaso.

    Nos ensea esta historia amigos, ahora ms que

    nunca, en esta poca de retos que tenemos por delante,

    que la ms maravillosa de las osadas no es llegar a la

    cima, tampoco romper con todo y tirarse al vaco. El

    mayor de los retos es escucharnos verdaderamente a

    nosotros mismos, saber ornos y comprendernos

    logrando as la serenidad necesaria para afrontar

    cualquier montaa que se nos ponga por delante, que no

  • 18

    ser ya nada a partir de entonces. Porque quizs aquel

    loco que dijo que la salvacin estaba en nosotros

    mismos quizs no iba nada desencaminado, y, tal vez, el

    que tuvo a bien escribirlo en aquella esquina del muro

    ya por fin lo haba entendido, siendo yo ahora el nico

    borracho, de ignorancia y desvergenza como poco

  • 19

    Una raza, una bandera

    Nos han hecho bajar la mirada al suelo y sentir la

    derrota en lo ms profundo. Nos han tenido a merced

    todo este tiempo de la imposicin que jams se discute y

    la buena educacin del que no se planta en rebelda.

    Han sugerido que callemos y asintamos a quien manda,

    porque dicen ser los elegidos del pueblo y eso les hace

    confiscar cualquier desacato. Pero hasta aqu hemos

    llegado. Hoy le pongo voz a los padres de familia que

    no encuentran ninguna salida, a los jvenes sin trabajo

    que ven lejano el sueo de una existencia digna, a los

    que venden su sombra por un empleo precario que no se

    lo cree nadie. Hoy no me queda ms remedio que ser la

    pluma de quien se manifiesta en la calle por un mundo

    diferente, del que alza el puo ante las desigualdades y

    lo grita sin vergenza. De la mujer trabajadora que

    lucha por sus derechos y del tendero al que le hacen la

    vida imposible con leyes absurdas.

    Hoy les pertenece este espacio para ser juez y parte,

    matar la inconsciencia de nuestros das con el fervor

    ms consciente. Dar un paso adelante y no consentir lo

    que no se puede. Decir basta mirando a los ojos de

    quienes nos gobiernan. Porque ya no vale con

    permanecer a un lado y seguir respirando. Cada vez

    somos ms los que no estamos dispuestos a soportar

    tantas humillaciones a la inteligencia. Ya no nos

    conformamos con cuatro fiestas que disipen las ganas de

  • 20

    lucha y un partido el domingo para calmar nuestra ira.

    Se han terminado los votos de confianza y poner buena

    cara al vecino. Se ha acabado el mirar para otro lado y

    convivir con la miseria, huir de nuestra tierra por

    alcanzar un futuro diferente y decir adis todo lo que

    queremos cerca. Aqu justo nos plantamos los que no se

    sienten libres, los bebidos en coraje porque vieron morir

    las oportunidades en manos de los mismos.

    Sepa usted que a la vuelta de la esquina hay un

    submundo lleno de pobreza y corazones cautivos que

    tiene que acudir a comedores sociales a pesar de portar

    un titulo bajo el brazo. Al volver la calle hay voluntarios

    que se parten el alma poniendo un poco de pur y amor

    en una vieja taza para un ser humano que ya no cree en

    nada. Es por eso que es necesario que abra los ojos en

    este instante, ahora es el momento, por ms que sea

    usted de los pocos que tiene el viento de cara. Es hora

    de elegir bando y asumir las consecuencias, de pararse

    para escoger el destino que le llama. Las medianas ya

    no sirven de mucho, porque en esta ofensiva no se harn

    prisioneros, pero se juzgar a quien no tom partido, y

    la penitencia ser eterna, por no arder contra la mentira

    en primera fila de mando.

    Y es que hoy he librado mi primera batalla contra la

    indecencia en un aula con apenas diez personas, gente

    humilde sin nada que perder y con la verdad brillando

    en sus ojos vidos de esperanza. Y al lamer mis heridas

    ahora de madrugada, como esas noches de Mayo de

  • 21

    antao, ms seguro ando de terminar venciendo en esta

    necesaria guerra que empieza ahora para todo aquel que

    sea amigo de la verdadera justicia, y ya slo ondear

    una nica bandera orgullosa, la de una raza humana por

    la que merecer la pena apostar por ella

    Por todo eso

    Es por eso que te digo. No s si es tu coraje o tu

    belleza. No s si son los andares o tu nobleza. No s si

    eres t o somos ambos, no s si an soy yo cuando estoy

    contigo. No pienso cuando me miras, no hablo cuando

    callas. Hago verso que no es mo, pertenece a quien lo

    provoca. Hago prosa a destiempo, naci el da que te

    cruzaste. Si no hablo de ti no digo nada, si quedo en

    silencio es para observarte. Si sonro es al destino, por

    dejar admirarte, por concederme tus suspiros.

    Paro el reloj con tus besos, alzo el puo en la derrota.

    Trato de escapar de mil vidas para baarme en tu

    instante, y se hacen magia los momentos, como antao,

    cuando juramos ternura adolescente. Y es a ti a quien

    dedico cuatro letras, jugando a lo eterno, por creer en mi

    misterio, por soportar mis angustias, mis caminos por el

    mundo y mi locura desgraciada. Mis secretos ms

    oscuros, mi memoria desgarrada, los lamentos a las

    tantas a la luz de una vela, los gritos desesperados que

    conviertes en susurros al odo. Retar las horas

  • 22

    abrazados, las caricias, las lgrimas del pasado,

    recogerme en la senda, las madrugadas, tu retrato divino

    en mi cartera, los escalofros, las sensaciones, los

    sentidos

    Es amor desmedido, lrica desprendida, juntar los

    cielos en una sola pupila. Es vivir deprisa al tocarte y

    morir cuando asientes. Es romper con todo en un

    segundo para notar el milagro entre dos cuerpos.

    Tenerte cerca es pintar el paraso en un lienzo a tres

    trazos, y con una nota hacer msica. Es inventar arte en

    el espacio, temblar las manos, tus hombros dibujados,

    mis labios entregados, la destreza de tus seas. Ese

    sucumbir lento si ests lejos, caer en precipicios sin

    fondo donde se escucha el eco de la vergenza. Es

    brindar la verdad sobre lo nuestro, eso que t y yo

    sabemos. Es ese amor descarado que no da respuesta a

    los latidos que se preguntan, amiga, qu truco hiciste

    para hacerlos tuyos con apenas medio gesto. Y sin

    embargo nadie roza el resto, quin pudiera. Es por todo

    eso, mucho ms, por lo que te amo tanto, no imaginas

    cuanto compaera

  • 23

    Todo esto tan nuestro

    No importa demasiado su origen ni su destino. Lo

    mismo es si le sobran las monedas o si es hurfano de

    bolsillo. No vamos a juzgar su camisa ni su caero. Ni

    siquiera si viene para quedarse o solo est de paso. No

    espere miradas para otro lado. Aqu se tiende la mano a

    quien la ofrece. Los pecados se entierran con el polvo

    de la senda. Sus lamentos lo convertimos en alegra y

    chascarrillo. Permita ust el abrazo y el baile, el encanto

    de guiarle un ojo a la vida. Olvide los sacrificios y los

    madrugones por un momento. Respire el aire puro que

    se nos ha dado, suspirando por esa amistad de la buena

    que es suya. Deje atrs los rencores, las rencillas, los

    vecinos que molestan, los caciques que le desesperan,

    los temores. Sienta el Sol sobre su cuello, los campos de

    su mundo, el gento de su villa. Juegue a ser seor de los

    caminos y caballero de las almas de su tierra. Tenga el

    honor por bandera de quien lucha por sus tradiciones, de

    quien respeta la naturaleza y la bebe con descaro. No

    guarde nada para luego. Las muchachas lindas, el

    flamenco, saludar la noche, las hogueras, las estrellas.

    Pare si puede el tiempo. Ver amanecer, el silencio, las

    carcajadas y los valores.

    San Isidro es juntar todo eso. Es honrar al labriego,

    santificar las fiestas, disfrutar lo nuestro. Es girar la

    vista a los antepasados, cobijar lo humano, amar lo

  • 24

    digno del campero. Es entender la fe de la siembra, la

    ilusin de la cosecha, girar la vista al cielo. Es Mayo y

    su ambiente, los cantares y las manolas. Sucumbir de

    compadres a la luz de una candela que recuerda los que

    faltan. Vivir el presente con la mirada perdida en el

    horizonte. Encontrarse con los hermanos, los amigos

    que nunca sobran, con uno mismo que se olvida

    San Isidro son letras de peregrinos que gritan

    esperanza al son de tamboro, esas flores nuevas que no

    dejan indiferente. La lgrima saltada y el corazn

    dispuesto a todo. Gastar las manos de dar palmas y ese

    nio que empieza a querer lo que le pertenece. Son aires

    del Tinto y olor a eucalipto. Domar las bestias a golpe

    de lucero rumiando versos de Machado

    Es cansar los sentidos de poesa. Morir de pie para

    nacer de nuevo. Curar las llagas con fandangos que

    rozan lo ms profundo. Jurar a Dios por una costumbre

    nuestra que no cesar ms all de los tiempos. Porque

    as lo sentimos los villarraseros, fieles comendadores de

    un santo que ensaya una sonrisa cada primavera para

    darle la razn ltima a su noble pueblo que le sigue, por

    siglos que pasen por sus calles y la bella gente que lo

    habita.

  • 25

    A pesar de unos cuantos

    No puedo jurar demasiado, pero s les quiero relatar

    algo sobre ellos. Los he visto levantar an de noche, con

    los cristales empaados y el orgullo encogido. Los he

    visto vender su alma por un simple trozo de tierra y un

    sitio donde caerse muerto. Me han hablado de la

    dignidad como un recuerdo con cuatro limosnas en los

    bolsillos. Me han contado mil infancias de cario y

    expectativas que quedaron en nada. Han luchado contra

    los momentos y las habladuras, guardando silencio ante

    los innobles que buscan el desahogo. Han sabido vencer

    a la pereza a la que les lleva un mundo falto de

    oportunidades y de poesa. Les tengo por guerreros de

    nuestro tiempo, hroes que no gastan acuarelas de

    artistas ni versos de poetas, pero que permanecen a

    pesar de todo, vidos de un segundo diferente, de la

    ilusin de una maana distinta. No conocen la

    abundancia ms que de odas, ni siquiera ya la

    pretenden. Han negado los instintos mirando para otro

    lado, con fe interminable en la constancia y en el

    esfuerzo, porque as se le ha dicho...

    La gente de mi generacin, de la que os hablo, no

    sabe de empuar fusiles ni de guerras entre hermanos,

    pero sabe que las banderas blancas no se inventaron

    para ondearlas sino para usarlas de mantel entre iguales.

    No conocemos Espaas oscuras ni transiciones, ni hace

    falta, porque la oscuridad habita desde hace mucho en

  • 26

    nuestros sueos, y no queda libertad ni fuerza para

    alcanzarlos. Los mayores nos dibujan sin honores, pero

    aceptamos sin violencia las imposiciones, las leyes de

    mentira que benefician a los cuatro de siempre. Nos

    limitamos a confiar en democracias infames heredadas,

    jugando a perdedor en cada movimiento, como el

    batiente que enfila la espada a sabiendas de la segura

    derrota, por si no hubiera honor suficiente en ese

    gesto Y adems vienen a culparnos. De vivir la vida donde

    ellos la negaron, de beber entre amigos cuando ellos as

    lo hubieran querido, de gastar las horas ante la pantalla

    y sonreir demasiado. No les gusta que conozcamos

    lugares, que abracemos el presente, que gritemos de

    madrugada canciones entre risas y chistes con gracia.

    Solo entienden de caminos largos y la vista al frente, sin

    concesiones ni das libres, con el como Dios manda

    eterno en la boca, sin saber que igual Dios tena otro

    plan para nosotros y ahora viene a cumplirse Hoy quera contestar con pocas letras, quizs siendo poco, a

    esos mismos de siempre que se apoyan en la barra de un

    bar cualquiera, entre copas y orgullo patrio, a ensuciar

    lo que queda de limpio de una generacin, la ma, que

    ya no sabe como aguantarse y seguir tirando, a pesar

    unos cuantos de los nuestros, no me cabe duda, que

    merecen el chascarrillo fcil de esos borrachos

    cualesquiera, pero son los menos, tengan por seguro, y

    eso s que puedo jurarlo...

  • 27

    Solo dime como puedo

    Y es que lo intento pero me es imposible. Dar media

    vuelta en la senda y seguir la vuestra, soltar el pincel y

    tomar la pluma. No soy capaz de desandar los pasos y

    girar la vista al abismo. No tengo fuerzas para un nuevo

    amanecer en el infierno, s en mi cielo. No quiero llagas

    en el corazn, s en mi cuerpo. No quiero mundos de

    mentira ni fichar en la salida, no quiero la hora del caf,

    ni guardar cola en la panadera. Yo quiero levantarme el

    primero y acostarme el ltimo, con mis piedras, con mis

    versos, con el viento de fondo y una manta por encima.

    Necesito no necesitar nada, gritar y escuchar el eco,

    poder decir todo, aunque nadie escuche. No necesito

    callar tanto y tapar la boca, no necesito quererlo todo y

    parecer triste. Que se quiten los hbiles, que huyan los

    hroes, los bien hablados y los graciosos. Que se

    pongan los sencillos, los humildes, los que juegan a

    nobleza conjugando honor y sonrisas.

    Prefiero arrepentirme y ser descuidado, matar que

    morir herido, romper que tener estilo. No quiero rimas

    que dicen poco, letras que desaparecen. Prefiero fuerza

    en los silencios, una coma a destiempo que signifique,

    un lamento a ver pasar el tiempo. Prefiero gotas de agua

    autnticas que ocanos educados, que me cuentes a

    quien has amado, no lo que has sido ni andas siendo.

    Codicio lo tierno de lo humano, quedarnos sin habernos

    ido, ser justos con el de al lado, invencibles, temerarios,

  • 28

    insolentes con el destino. Aspiro a irme sin dejar nada,

    respirar los segundos sin contar los das, juntar los aos

    con los siglos. Elijo ser remero con viento en contra que

    almirante de orillas y vacos. Elijo ser el ltimo y ser

    vencido, morar la vergenza a no llegar nunca, a quedar

    en el camino y gestar la derrota.

    Espero al atrevido y al inquieto, al desalmado que le

    dicen ser vano, al tullido de amores, al cansado de haber

    sentido, al colmado, al acorralado, al suspiro del

    mendigo, al aliento del arruinado. Espero en mi puerta

    las brujas de los cuentos, los lobos feroces y los coyotes

    que se esconden. No me traigan historias de cenicienta,

    princesas hasta las doce ni la magia de Aladino. Yo

    prefiero una noche con los ladrones trovando de

    madrugada, beber los momentos con los malos a parecer

    bueno yaciendo malvado. Prefiero jurar intentos al

    talento, dar mil saltos a tocar el cielo. Yo slo quiero ser

    yo y encontrarme, ser Mayo y reencontrarte, cerrar los

    ojos y relatar de cero. Slo dime, digno ro, slo dime

    cmo puedo

  • 29

    Saldar deudas

    Uno guarda en el arcn de la memoria los pequeos

    misterios que hacen un sueo posible, como temeroso

    de desvelarlo al mundo por creer que se nos ha dado en

    secreto y se les debe clausura. Pero decid hace poco

    que el mejor homenaje a los azares del destino en esos

    mgicos das de Mayo eran unas pequeas lneas que

    dieran buena cuenta de lo que acaeci en aquellos

    caminos olvidados. Y es por ello que les relat la

    semana pasada la historia de aquel ngel ciego en Rus

    que vino a guiarme en la senda y darle alas a mi

    aventura.

    Y recordando, vuelve a mi cabeza la vereda hasta

    Montoro, primer pueblo de Crdoba que tena que pisar

    si las fuerzas seguan conmigo esa calurosa maana de

    Mayo. Pero mis piernas castigadas no respondan del

    todo aquella jornada, y, para colmo, no estaba claro el

    camino a seguir, con la fatiga que conlleva saberse

    perdido a pleno medioda sin un espectro en kilmetros

    a la redonda. Cruzaba por donde poda, intentando no

    perder el ro de vista en ningn momento, convencido

    que, en algn instante, tendra que dar con las puertas de

    Montoro si lograba no alejarme demasiado. Ms de una

    vez me dej llevar por la intuicin y me perd, y por

    eso, cuando ya el mapa no me deca nada, me agarraba

  • 30

    fuerte a la orilla del ro con todas las consecuencias,

    pero esta vez no iba a ser para bien...

    Y es que ese da todo pareca ir en contra, y, cuando

    ms cansado estaba, un enorme bloque de matorrales

    me impeda continuar al borde del vasto arroyo,

    tenindome que desviar para verme con el agua justa en

    medio de una campia de olivos donde no divisaba ms

    que cerros y altozanos all donde mirara. El mapa para

    entonces era inservible. Ni un labriego que me indicara

    y un silencio tiznado de sigilo a mi alrededor que

    asustaba al ms valiente. Tras una hora vagando, arrib

    a una antigua fuente de piedra, pudiendo al menos

    remojarme la cabellera y sentarme unos minutos a la

    sombra para sopesar si volver sobre mis pasos y

    dilapidar horas de caminata, con lo que aquello hubiera

    supuesto. All me encontraba, en medio de una maraa

    de caminos que se perdan en el horizonte y con las

    llagas de mi cuerpo pidiendo un respiro necesario...

    Pero la naturaleza jams permanece impasible, pueden

    creerme. Con el brillo del nuevo da casi cegando mis

    ojos claros, tuve a bien alzar la mirada y pude fijarme a

    lo lejos en una especie de animal que pareca acercarse

    hasta mi posicin a un ritmo escabroso. Aguard

    temeroso, al haber odo tantas historias de lobos por la

    zona y perros salvajes que asaltaban a camperos en

    plena campia. Mis pulsaciones se embotaron, agarr

  • 31

    fuerte un trozo de madera preparado para lo peor, con el

    miedo en los huesos. No poda consentirme una simple

    herida por esos lares. Sin embargo, lo que pareca ser un

    galgo viejo, se acerc carioso a la fuente. Permitiendo

    la caricia, tom dos sorbos de agua, vigilando siempre

    la retaguardia, y clav sus enormes ojos en los mos,

    sereno, quedando all los dos, quizs preguntndonos lo

    mismo en la intimidad. Solt dos ladridos, recuerdo, y

    comenz de nuevo su andadura por uno de los

    pedregales que empezaba en aquella fuente. En un

    principio segu sentado, extraado por la aparicin de

    aquel chucho en medio de la nada, pero al poco se par

    en seco y gir su vista hacia m, y una sensacin de

    esperanza me invadi al pensar que aquel can tendra

    que ir a algn sitio y ese sitio poda ser alguna cuadra de

    Montoro, aunque desech la idea por inverosmil y

    desternillante.

    An as, le segu unos metros, esperando que en una

    de esas diera una arrancada con sus patas largas y lo

    terminara perdiendo de vista. Pero nada ms lejos, cada

    diez pasos miraba de nuevo hacia atrs, como

    cerciorndose de que lo segua, y as durante al menos

    una hora. Y llegamos a una enorme cuesta, donde el

    perro esperaba en lo ms alto. Una loma con el cielo de

    fondo y la certeza en mi cabeza de haber perdido ya

    varias horas de senda. An no haba llegado al final de

    la cuesta cuando el chucho ech a correr tras la colina,

  • 32

    y termin por aceptar que, all arriba, cuando llegase,

    pedira ayuda si segua sin encontrar seales que dieran

    luz a mis propsitos.

    Pero volvi a ocurrir el milagro. Cuando estaba en lo

    ms alto del altozano, a pocos kilmetros ante m

    apareca Montoro, majestuosa, y el ro cruzndolo en

    estampa verdaderamente idlica. No me importa

    reconocer que all qued paralizado, ensayando dos

    sollozos en silencio ante tal retrato. Estaba a dos fanegas

    de mi destino gracias a aquel perro, pero para cuando

    apart la mirada ya no pude divisarlo entre tanto arbusto

    y rboles de copa frondosa. Haba terminado su

    cometido, porque as se lo propuso cuando me encontr,

    estoy seguro. Llegu al pueblo baado en lgrimas, casi

    al trote, con ms fuerza de lo que puedan imaginar, con

    el alma encogida, ensimismado al creer en la magia de

    un camino lleno de fantasmas que velaban por una

    maravillosa aventura digna de ser contada a travs de

    los tiempos, sintiendo ms que nunca que el mismsimo

    cielo de los animales me enviaba un emisario que

    gobernara mis pasos para portar el mensaje de esos

    seres que dan media vida a cambio de una simple caricia

    y una mirada sincera. Y vengo hoy a saldar mi deuda

    con ellos, con ellos y ese galgo annimo al que le debo

    mil sonrisas y medio Sanlcar

  • 33

    En su da, apenas nada

    Ya los hroes no llevan escudo ni clavan su mirada al

    infinito en pose orgullosa. Ya no visten pieles de len ni

    lucen espadas milenarias. Tampoco motivan versos de

    poetas de la poca ni reciben reverencias del plebeyo.

    Atrs quedaron las gestas de honor y las muestras de

    valenta, el gallardo guerrero al galope mientras

    amanece en el horizonte. Ya los trovadores no cantan en

    aldeas los relatos y los cuentos, ni los nios juegan a ser

    traviesos en nombre de algn apuesto titn. Los dioses

    no les alumbran con su suerte ni velan por sus justas,

    pues ya no hay guerra que librar, o eso parece, en un

    cosmos de banalidad, de hasto y de pobreza

    En todo eso pensaba esta maana gris cruzando

    Triana, girando la vista al Ro y su grandeza, silencioso

    como lo dej antao, soando historias de seores y

    princesas, a su vera, declarndose amor eterno recitando

    obras de Petrarca. He imaginado hoy al artista hurfano

    de dolos, de marineros vidos de coraje, de lanceros de

    sin igual puntera, de piratas audaces en busca de mil

    tesoros. Le he visto con el lienzo desgarrado, sin ternura

    ni valor para dedicar su pincel a mortal alguno. Y as

    cruc a la otra orilla, con el corazn descarnado,

    desamparado por un presente que ama al maldito que

    solo sabe empuar la mentira, y no pude sino bajar la

    mirada

  • 34

    Pero es el ro sabio, no hace falta que les diga. No

    haba dado ni tres pasos, alguno ms acaso, que fui a dar

    con la verja de un colegio, en tiempo de recreo, con los

    nios correteando por los jardines y uno encaramado a

    la verja, esperando tranquilo, observando la

    muchedumbre esforzada en seguir su rumbo. En esas,

    me roz por la derecha una mujer esquivndome desde

    atrs, saliendo al encuentro del pequeo, portando en

    sus manos un zumo y un bocadillo, an con el uniforme

    de limpiadora, serena, y todo se par de repente. Pude al

    fin caer en la cuenta amigos mos, el guio del destino

    a mi desesperanza. Terminar por creer que es tiempo de

    hroes, claro que s, ms que nunca, solo que son de

    esos que tienen que hacer hueco en su batalla diaria para

    acercar el panecillo al cro, mirando la hora para no

    llegar tarde a la faena y rezando para que un jefe innoble

    no ponga mala cara, uno de esos que no saben

    reconocer, ni siquiera en el da que le dedica el mundo,

    el gran mrito, ms en nuestro tiempo, de ser una digna

    mujer trabajadora. Y es por eso que hoy tienen mi

    respeto, mi admiracin y mis letras, apenas nada

  • 35

    Un ngel en Rus

    Ha pasado tiempo, lo justo para ordenar en mi cabeza

    momentos del camino que no vieron luz en el diario que

    os iba relatando all por Mayo. Pero ahora que todo

    acab, mirando atrs con la lucidez que da el paso de los

    meses, quiero recordar uno de esos ngeles de la guarda

    que se cruzaron en mi aventura y que me hicieron seguir

    adelante con la fe y la fuerza que transmite la gente

    especial que habita por nuestros lares de cuando en

    cuando...

    Amaneca allen de los campos de olivos infinitos que

    vislumbraba en el horizonte, con tres das de caminata

    en las piernas y una mochila que pesaba ms que las

    ganas de seguir adelante. Sala de Baeza hacia Linares

    con la moral aturdida por el desgaste fsico pensando en

    todo lo que an me quedaba. As continu varios

    kilmetros, algo desconcentrado de la ruta, hasta que

    termin por desviarme sin aclarar el lugar exacto donde

    me hallaba. Con la idea del abandono prematuro

    rondando mi cabeza llegu a un pequeo pueblo

    llamado Rus. Aprovech para llenar de agua mi

    cantimplora y me sent en el primer escaln de una casa

    para coger aliento y seguir la senda. Las pocas fuerzas y

    la baja moral me hicieron bajar la mirada a mis piernas

    y torcer el gesto, y qued traspuesto un par de minutos,

  • 36

    apenas s exactamente cunto, con la cabeza apoyada en

    la puerta de una tpica casa andaluza de muros blancos.

    Despert al oir la cancela del zagun abrirse y levant

    deprisa para no asustar al vecino, pero an me estaba

    ajustando la mochila cuando de la portezuela sali un

    hombre mayor de traje antiguo y barba poblada que hizo

    por saludarme al reparar que haba estado all

    descansando. El seor era ciego. Palpaba la cerradura

    para poder cerrar con llave, al tiempo que con la otra

    mano agarraba la correa del perro que pareca ser su

    gua, uno de esos pastores alemanes dciles y curiosos.

    Se extra de que un viajero pasara por su pueblo, que

    deca no tener nada bonito de ver. Sonrea al explicarle mi camino y mi propsito de continuar hasta

    Sanlcar, aunque dej entrever que no saba si pasara

    siquiera de ese da. Estoy seguro que not que no era el

    mejor momento de mi viaje, pues mis palabras no eran

    precisamente de alguien ilusionado. Y ah lleg el

    milagro. El buen hombre quiso guiarme al sentirme

    perdido y algo triste. Sin vacilar, me cogi con su mano

    recia del codo y, con una voz grave, me larg venga, te acompao y te digo un atajo, como el nio travieso

    que cuenta un secreto a su compaero de cuadrilla

    Fueron pocos minutos, pero dio para mucho el rato

    que estuvo conmigo caminando. Me cont que llevaba

    veinte aos ciego, que an soaba con su mujer

  • 37

    fallecida hace mucho y que la recordaba con nitidez,

    que siempre quiso hacer el Camino de Santiago, que su

    perra lo era todo Y me escuchaba extasiado mientras yo le hablaba de mi aventura, del sufrimiento de

    saberme dbil, de ver nacer el da en la senda y sentir

    que mereca la pena lo que estaba haciendo. Y as

    llegamos al final de su pueblo. Me despidi con un buen

    apretn de manos y desendome mucho nimo,

    desprendiendo sinceridad en cada acento. Y all qued,

    mirando mis pasos a lo lejos como si me viera, con la

    sonrisa en la cara creyendo ms en m que yo mismo en

    ese instante, y solo haca diez minutos que lo conoca...

    Ese tipo no lo sabe, o quizs s, pero nunca podr

    agradecerle lo que me ayud conversar con l durante

    ese pequeo trecho. Barruntaba hasta entonces

    volverme para casa, pero tuve la suerte de caer en su

    puerta y todo cambi. Entr en Linares pensando en

    aquel seor, sin distinguir demasiado, por el cansancio,

    si ese paseo por Rus fue real o slo uno de esos

    fantasmas que me visitaron durante el camino, y an a

    veces lo dudo si intento hacer memoria. En cualquier

    caso, fuera as o no, merecan unas palabras en este blog

    aquella maana de Mayo en la que un hombre ciego

    gui mi camino y salv a quien les relata de dejar de

    creer en imposibles y acabar con mi sueo convertido

    en pesadilla, ensendome que el ciego era yo en ese

  • 38

    momento, por no querer ver que llegara donde

    realmente quisiera, como as termin siendo

  • 39

    El canto del loco

    Ande usted jodido, ande usted cansado, mantenga

    erguido y bien callado. Cante conmigo, al son de los

    postrados, el vals del mendigo, del incierto, del

    malhumorado, del que no tiene abrigo, ni secreto, del

    desesperado, del apenado. Mire la senda, con moral, sin

    descuido, que le tienen sumido, vigilado, retratado.

    Pague las cuentas, los recibos, los atrasos, los vencidos,

    los devengados, los suyos, los del vecino, que da igual

    si es otro su destino, si sale el Sol por este lado, usted

    cumpla y ya veremos, ya veremos si es testigo, testigo

    de su suerte, de su mala muerte, de tener poco y creer

    inerte el espacio que se le ha dado.

    Y vamos, nimo, mire al frente, por poniente, mi

    teniente, que es de tristes ser tristes y romper con todo amigo, eso es de desalmados. Quiera usted ser bello, arrogante, con la burra por delante, nunca

    plebeyo, que es de sosos ser pedante, pero es mejor

    quedar quejante, mil veces ms, que parecer mohoso,

    doloso, vil maleante

    Prefiera nacer en buena cuna, con luz de Luna, que

    no hay arte en helarte de fro, no tener para taparte,

    quemarte por un to que no deja de llamarte porque dice

    que si no pagas, terminar por retarte.

  • 40

    Y qu quieren que les cuente, que esperan que les

    diga, si no hay verdad que ms me reviente, si no hay

    verso bueno que le siga, a una realidad ferviente, a la

    prosa perseguida, de los que danzamos por el mundo,

    dando tumbos, alternando, trajinando, mil maneras

    inventando, la forma digna de tragarnos esta vida de

    mentira

    Sin ser poco

    No ha de pasar demasiado, puede estar seguro. Por

    cada verso que pose sobre este vaco, por cada estrella

    que luzca en su cielo, que ms temprano que tarde mi

    corazn le ganar la batalla a mis vergenzas y no

    descuidar arresto alguno en exprimir la vida por algn

    camino olvidado. No dude, es solo una tregua la que me

    permito, una justa pausa para recrearme en lo que no

    quiero, el mundo que hemos hecho nuestro pero que

    parece de mentira, el que nos humilla y nos entierra.

    No, no es egosmo ni pretendo, mi ademn huele a

    desacato a los valores, pero a los de mentira, los que nos

    venden desde arriba mientras perdemos la dignidad

    contando madrugones. Es por eso que codicio beberme

    la vida y no dejar rastro. Quiero ser guerrero sin ensear

    espada. Erijo de justos lidiar con uno mismo, apostando

    fuerte al presente, abrazando el futuro recitando odas al

  • 41

    pasado. No deseo arrepentimientos a destiempo, volver

    la vista sin ver nada, aparecer sin ser visto.

    No cesar hasta caer rendido, asuman por seguro,

    pero no por asentir sin ms al que dispone, no por

    suspirar a fin de mes por cuatro sobras. No, no es eso, es

    caer muerto de aventuras, de amigos y de amores, de

    sentir la hierba fresca bajo mis pies mientras lleno mis

    pulmones de aire puro; rozar la poesa de mil

    amaneceres sentado a la sombra de una mujer bella,

    quebrar la garganta con un nudo de emociones

    desmedidas. Es lo que anso, para m y los mos, un

    ejemplo autntico, un divino silencio, un recio lazo de

    sensaciones, un lienzo de mil colores que siempre acaba

    en infinito. Slo necesito tiempo y respeto, mis manos y

    mis modos harn el resto, lo juro por mi honor, mi

    justicia y mi nobleza, que es todo lo que me queda, sin

    ser poco

  • 42

    Qu es arte

    Le dir lo que es arte. Arte es sentirse pequeo con

    una obra, quedar perplejo ante unos trazos,

    ensimismado al admirar belleza. Arte es volver sobre tus

    pasos emocionado, con el pulso acelerado, quebrado por

    cientos de sensaciones. Arte es agonizar en un minuto

    ante un lienzo, clamar primaveras por una escultura,

    amar la memoria. Arte es Zurbarn, arte es Murillo. Arte

    es permanecer impasible tras un retablo, llorar sin pena,

    creer sin haber visto. Arte es el gesto humilde, el

    desgarrado, el sincero.

    Arte es vivir diez vidas en un instante, abrazar el

    mundo en un segundo, pensar que puede quien quiere.

    Arte es el verso del enamorado, la caricia de una madre,

    la sonrisa de un nio. Arte es Picasso, Dal, Guernicas y

    relojes. Arte es leer prosa, cantar versos, bailar hasta

    caer extenuado. Arte es lamentar el paso del tiempo,

    beberse la vida sin medida, quemar miedos en la

    hoguera. Es arte saborear la naturaleza, el mordisco de

    una fruta, la lluvia en la cara. Arte es confiar en

    imposibles, visitar la guarida de lo autntico, con el

    alma por delante, guardarse mil secretos. Arte es ver

    amanecer, borracho de amistad y carcajadas. Arte es

    respetarse, pensar sintiendo y sentir sin pensarlo. Arte es

    matar al odio, ganarle la partida al desaire, vencer

  • 43

    reproches. Hay arte en la hermosura de una mujer, hay

    arte en la fuerza de un hombre. Es arte cuando besas, es

    artista quien conquista, el que quiere y quien recuerda,

    el que vuelve, el que reconoce, el que aparece por

    sorpresa. Es arte suspirar en soledad, con la mirada

    perdida en cuatro letras al comps de una rima.

    Es arte equivocarse, odiarse, prometerse el cambio.

    Arte es todo lo que quieras, morir viviendo y vivir

    muriendo, quedarse con lo bueno y amar la vida. Es arte

    cuando gritas en silencio y callas la mentira. Echar de

    menos, extraar lo humano, murmurar dos palabras y

    con eso responderse, susurrar bajito "Arte es saberse

    arte". Eso, amigo, eso s que es arte...

  • 44

    Es mucho ms que eso

    Es mucho ms que eso. Es historia y caminos, es olor

    a lluvia en invierno, carbn quemado. Es su luz de

    Mayo, atardeceres en la plaza, los nios correteando, los

    recuerdos. Es su acento descarado, los amigos, su

    bandera. Es su gente, trasnochar junto a un amor de

    verano, jurar lo eterno en sus esquinas. Su legado es

    infinito, partirte el corazn cuando marchas, lgrimas de

    los que vuelven, las carcajadas, los secretos

    Es morir de fe, creer en imposibles, hacer que ocurra

    lo inesperado, lo autntico. Es mecer la Luna de

    madrugada, sentir valores, la vida y la muerte, ver

    milagros que suceden. Es an ms, mucho ms. Es

    Abril, ver nacer un potro, los paseos, la infancia. Es su

    mercado, las aceras, su silencio, el alma de los que la

    quieren. Es amante porque te besa, esposa pues

    acompaa, hermana que aconseja, es verbo y cien

    adjetivos. Es sencilla pero lustrosa, amable y acogedora,

    pacfica. Es escarcha de diciembre, coplas annimas en

    Febrero, vivas de Cruces y murmullo de Agosto. Es

    tanto como cualquiera, ms grande o ms pequea. Es

    orgullo en la boca, an si es lejos, honor en la solapa.

    Son versos de adolescente, las miradas de reojo, ese

    baln que se escapa, la amistad verdadera. Es su fruta,

    las manos del campero, ilusin en la siembra, recoger

    con cario

  • 45

    Mi pueblo es mucho ms que todo eso. Es perderse

    entre sus calles a las tantas, su divino silencio, las

    campanas repicando, las estrellas. Son domingos por la

    maana, reflejos de alegra, el Sol y su sombra, sus

    leyendas. Es volver la vista atrs, ver pasar el tiempo,

    los que se fueron, los que la amaron. Es quitarse el

    sombrero, abrazarse a un hijo, las despedidas. Es vivir

    despacio, un solo latido, tomar el fresco, las sillas en la

    puerta. Es querer y poder, lienzo de artistas, crear

    sintiendo. Es tapar la boca de los que la maltratan, huir

    del miedo, matar vergenzas. Es jugar a ser libres, sus

    rincones, sus maneras. Es volver a empezar los lunes, la

    fatiga, las veredas, la faena, los jornales. Es el pan y el

    vino, la chacina, los sabores. Son sus madres, su

    nobleza, flor de jara y su parquecito. Es su feria, los

    forasteros, los que quedan prendados, las promesas. Es

    el viento de Septiembre, los primeros fros, parar el

    tiempo

    Villarrasa es arte sin quererlo, un fandango

    desgarrado, una tenue sinfona, un poema inacabado, un

    suspiro, la victoria en la derrota, los quehaceres, la

    rutina. Es juntarlo todo, los lugares y las formas, el tacto

    de lo ntimo, sus verbenas y su mundo y al poco caer

    rendido con el vello erizado, saciado de entusiasmo. Y

    es igual por lo que vengas a mi pueblo, encontrars la

    respuesta de por qu lo habitas. l te elige a ti sin

  • 46

    esperarlo. Los dems slo ponemos letra a la magia, y

    an as parece incompleta al definirla, pero todos

    sabemos de lo que hablamos, inspiracin y deseo, la

    belleza del instante, mucho ms que eso, mil cosas ms,

    qu ms da el poeta que lo escriba

  • 47

    Mundos reales y mundos de mentira

    No hace mucho que un amigo, entre copas, con la

    desvergenza tpica que da la confianza, me deca a

    sabiendas del desaire que mi viaje por el Guadalquivir

    me haca rozar un mundo de ilusiones y melancola que

    dista mucho de ser real, que la vida es otro rollo, ya

    saben, madrugones y esas cosas Haca poco an de mi llegada a Sanlcar y andaba todava algo aturdido de

    tanta aventura en tan poco tiempo y todos los recuerdos

    imborrables de un camino excelso, y no acert a otra

    cosa, en aquel momento, que a asentir ante el

    comentario y no reprobar sus palabras.

    Pero fueron pasando las semanas de verano y esa

    frase me iba deshilachando las ganas de compartir mi

    travesa con quien tena a bien preguntarme al respecto,

    como si resonara con ms vigor cada vez que la

    rememoraba en mi cabeza. Fue entonces cuando decid

    poner ms atencin a los detalles, los detalles del mundo

    real, el lugar que habitamos cada da con sus mismos quehaceres y maneras. Me intrigaba conocer cmo el

    ser humano poda acostumbrarse a lo mismo de

    siempre, por anodino que fuera, a fuerza de repetir lo

    infumable y ver como otros tambin lo hacen y se

    conforman. No lo comprenda. Porque, si bien he

    luchado en esa misma batalla media vida, siempre tuve

    la esperanza de escapar alguna maana y sentir que

  • 48

    hacia algo autntico, y, en cuanto tuve la oportunidad,

    no pude sino aprovecharla. Estaba yo equivocado en

    algo, y esa frase as lo atestiguaba. No todos los

    humanos poseen ese anhelo puro de escuchar lo que el

    corazn les dicta, y, ms an, no todos entienden que

    los dems tengamos esa sensibilidad hacia lo

    desconocido.

    Pero ya que han pasado unos meses, ahora que puedo

    opinar con la perspectiva que da el tiempo, s

    positivamente que mi amigo iba bien desencaminado.

    Habiendo observado lo suficiente, he podido caer en la

    cuenta que el mal llamado mundo real entiende ms de mentiras que de verdades, que trabajamos cientos de

    horas en cosas que no nos gustan, viajando por donde

    nos han dicho, comiendo lo que nos recomienda la carta

    y mirndonos al espejo cada noche pensando que nos

    falta algo, y encima poniendo buena cara en el da a da.

    No amigo, formar parte de tu mundo durante

    mucho, desde luego, porque quiero disfrutar las cosas

    buenas que tienes a la mano si le das un sentido digno,

    verbo que ya pocos conjugan, pero seguir sintiendo por

    bastante tiempo, quizs ms all del final de mis das,

    que existe un atajo a la felicidad que nunca debe caer en

    el olvido, un caminar libre, propio de lo humano pero

    tiznado de divino que nos acerca a nuestro centro si

    estamos dispuestos a poner la oreja y abrir bien la

  • 49

    mente, y con esa actitud vengo ahora a tu mundo,

    convencido de pisar fuerte ante una senda ms que

    resbaladiza y llena de peligros, los peligros del alma y

    de quienes no creen en ella ni de lejos, los mismos que

    siguen un camino que no les lleva a nada ms que

    criticar entre copas y ver la vida pasando ante sus

    ojos

  • 50

    Carlos y su mundo

    Te lo encuentras a menudo. Se llama Carlos, ronda

    los cincuenta, peina canas y perdi la sonrisa hace

    tiempo. Hizo Derecho en la Complutense de Madrid,

    dirigiendo despus con destreza un bufete de abogados

    en Gran Va que era la envidia del colectivo. Mova el

    culo en un Mercedes negro, vesta zapatos a la ltima y

    miraba la hora en un reloj de oro importado de Suiza,

    regalo de un cliente agradecido. Rega con seoro y

    dispona con esmero. Disfrutaba de una vida cmoda,

    con los nios estudiando en los mejores colegios y la

    esposa bien atendida. Los horarios no eran problema, la

    oficina marchaba bien y la cuenta corriente nunca

    pasaba fro, siendo raras las tensiones y menos an las

    estrecheces de cualquier tipo.

    Pero un da todo cambi, de forma inesperada. Una

    tarde volvi a casa antes de lo previsto y advirti la

    presencia de alguien conocido en su dormitorio, adems

    de su esposa. Era su socio de negocios, vecino de la

    infancia y compaero de fatigas de facultad,

    confirmando lo inimaginable hasta entonces, traicin y

    adulterio entre cuatro paredes, matando en vida un buen

    hombre. La maana siguiente, an con la mirada

    perdida y el corazn paralizado, reciba en mano la

    denuncia de un juzgado de lo penal que le informaba de

  • 51

    un delito de daos, adjuntado fotos y partes mdicos.

    Los ejecutores del atraco contra la lealtad, amigo y

    esposa, haban sido ms rpidos, y, aprovechando la

    desazn y el desconcierto, idearon la manera de zafarse

    del embrollo, inventando declaraciones y falsos

    testimonios, jugando a todo o nada, y ganando. Era lo

    de menos para Carlos, ya no haba consuelo posible. Lo

    perdi todo, casa, dinero, joyas, esposa, amigo, y hasta

    hijos, pues stos fueron advertidos de la supuesta

    agresin y se posicionaron del lado de los malos, como

    pasa casi siempre, quedando destinado a vivir

    eternamente en la angustia de no tener nada, bajo la

    maldicin de no ser amado por nadie

    -Y es que hay heridas que no cicatrizan-, me dice Don

    Rafael, el frutero, sealndome a Carlos en la otra acera,

    vagabundo de manta y cartn de vino, apostado semana

    s semana no en los soportales de alguna vivienda hasta

    que es echado, acompaado de un noble chucho que

    parece conocer lo triste de su leyenda. Son pocos en el

    barrio los que conocen su pasado y muchos los que

    miran para otro sitio cuando reparte improperios en

    plena resaca, entre los que yo mismo me contaba hasta

    hace bien poco, desconfiado de sus gestos agresivos y

    desesperados hasta que supe de sus penas. Ahora s,

    cada vez que paso a su lado, que tras esos ojos vacos

    hay un zurrn de historias, buenas y malas, pero dignas

  • 52

    de ser contadas, y para eso dispongo mi pluma, firme y

    brava, aunque solo sea porque me absuelva por todas las

    veces que pas casi rozndole y le cre merecedor de

    soledad y miseria. Aunque slo sea, escuche, por

    devolverle la vida de nuevo a esos ojos que dicen ahora,

    para m, tanto

  • 53

    Peripecias de fraile

    El libro de mi amigo Juan est dando para mucho.

    Entre batidas contra caros me ando ensimismado estos

    das, devorando captulos que no tienen desperdicio. El

    que les relato es digno de ser contado, estn atentos.

    Corra el ao 1520, en poca de viajes al Nuevo Mundo

    en busca de colonizar a los indgenas a la vez que

    llenaban los bolsillos de piritas de digna pureza. En cada

    nao, por aquello de ambas cosas, zarpaban a bordo un

    par de curas o frailes con objeto de repartir bendiciones

    por doquier y llevar la palabra inquisitoria ms all de

    nuestras fronteras. Curioso, pues no era raro que por los

    lares de las Amricas, los mismos que vestan sotana y

    alzacuellos pillaran una de esas fiebres venreas que les

    hacan palidecer la picha, pero ese no es el caso. Al fin y

    al cabo, imaginen el cotarro, pongamos que Fray Perico,

    sin borrico, y Fray Felpudo, naturales de Sigenza y

    residentes en el monasterio de la Rbida, son elegidos,

    junto con 10 marineros, 4 tripulantes y 6 pasajeros, a

    partir desde Sevilla hacia tierras colombianas. En esas

    que, a pocas millas de la costa, se les echa encima un

    bergantn berberisco, haciendo seales para arriar velas.

    El patrn se dispone a acatar banderas, ideando un

    acuerdo rpido con los rebeldes para poder seguir el

    rumbo, a salvo, pero claro, los curas no las tenan todas

    consigo, y es que para un moro, y no es de ahora, un

    cura mola, pero mola ms colgado boca abajo, con o sin

  • 54

    cabeza. Eso o recluiditos en alguna mala mazmorra de

    Fez, rodeado de ratoncitos y delincuentes. Y claro, all

    decidieron rpido, pillarse los estiletes ms a mano,

    ocultar tripulacin y pasaje y vestirse de guerreros, los

    dos solos, rezando lo que saban minutos previos al

    desembarco. El acojone, imaginarn, total y absoluto.

    Y los moracos cada vez ms cerquita, relamindose con

    el botn, hasta que quedan flipados divisando por proa

    dos sacerdotes en oracin, dndose golpes en el pecho y

    con la mirada perdida. Y en esas, cuando andan los

    navos a golpe de saltito y los moriscos se plantean el

    abordaje, los dos hijos de la patria, de la nuestra, saltan

    al bergantn vueltos loco y blandiendo espadas en los

    pechos de los enemigos, posedos cual Santa Teresa,

    pero con la mala leche de Torquemada y los 40

    ladrones, llevndose por delante la intemerata de pieles

    negrucias, y los que quedan entonando las de Villadiego

    por popa, chapoteando sin mirar atrs, como buenos

    caguetas extranjeros

    Relata la crnica de la poca que los dos solitos dieron

    matarile al menos doce infieles, y todo ante la atenta

    mirada del patrn, que ya a estas alturas estara muerto

    de la risa con el espectculo. Arribaron como pudieron

    en las costas portuguesas, desembarcaron lo que

    quedaba vivo y prosiguieron su camino hacia las tierras

    del Nuevo Mundo, como si nada, con otra historia en el

  • 55

    zurrn para contarle a los colegas. Curas como Dios

    manda, nunca mejor dicho, y es que uno piensa, y no es

    en balde, que si, en vez de contar lo mismo de siempre

    en misa, los amigos sacerdotes nos relataran estas

    peripecias de otro tiempo, sabra de uno que acudira el

    primero a la cita cada domingo, puntual, desde luego, y

    hasta pasara el cepillo si se me pidiera. Sin pensarlo,

    vaya, aunque solo fuera por honrar la memoria de

    aquellos dos valientes y su digna historia...

  • 56

    Familia de alquimistas

    En otro tiempo, lustros de caballeros y brujera,

    habitaban en el anonimato personajes cercanos a la

    santera, cientficos de esptula y pociones mgicas que

    suspiraban por convertir cualquier mezcla extraa en

    oro. Eran los llamados alquimistas, almas obsesionadas

    con probetas y sustancias a la luz de un ventanuco,

    testigo de un mismo nmero de ilusiones como de

    decepciones. Urdan planes quimricos imaginando

    eurekas y albricias, pero terminaban entonando el pobre

    de m antes de lo que canta un gallo, enloqueciendo en

    madrugadas fras por sueos imposibles. Jams ninguno

    consigui su objetivo, al menos que sepamos, pero hoy

    valoramos en forma de letra su paciencia y esmero,

    como todas las cosas que merecen la pena, con su

    honorable reconocimiento, por mucho que llegue a

    destiempo y con tinta desteida.

    Tuvieron que pasar los aos y las pocas, los

    alquimistas se olvidaron y los libros los proclam poetas

    de otro tiempo, ensimismados en vagas vacilaciones y

    anhelos de soadores incomprendidos, perdurando su

    ejemplo hecho aventura, marchando en silencio, en

    santa compaa

    Pero si tiene usted suerte, si los astros le son

    favorables y el destino lo permite, igual se encuentra

    an con alguno, despistado, inconscientes de lo que son

  • 57

    pero dignos que lo que creen andar haciendo. Yo he

    tenido la dicha de conocer unos cuantos, genios que, sin

    quererlo, han conseguido hacer oro de la nada, o desde

    muy poco, terminando por moldear figuras exquisitas,

    como el mejor de los acabados de un buen artista. El

    resultado, superlativo, arte y genio unidos para regalar

    al universo mordiscos divinos, caricias en forma de

    notas musicales para facer magia en tus odos.

    Y hoy se me ocurre uno, al menos, mientras me

    deleito con su obra y una copa de vino, ambos indicados

    para paladares finos y sensibilidades a flor de piel...

    Se trata de Vctor, sobrino de mi amigo Toms,

    compositor de obras excelsas desde bien enano, creador

    de msica y lgrimas, pues su arte no deja indiferente, a

    pesar de todo, de su bella locura, de su paso distrado,

    de su caminar desairado. Nieto de una guerrera, Isabel,

    de la que un da har semblanza. Hijo de la penumbra....

    Por eso digo, debe ser alquimia, lo de esos padres,

    humildes trabajadores, buenas personas en medio de un

    mundo que aprieta y muchas veces ahoga, pero fieles a

    sus verdades, midiendo cada palmo para no salirse del

    tiesto y poder seguir teniendo oportunidades. Son

    alquimistas, desde luego, de los de antes, porque no hay

    mejor obra, sin duda, que la que nace de seres con una

  • 58

    mano delante y otra detrs, pero con los puos llenos de

    dignidad, humildad, y unas cuantas gotas de maestra.

    Dios les conserve en eternidades por el bien de todos

    nosotros, sus vecinos, mas hasta entonces, ser un honor

    para m que acepten mi respeto y mi admiracin,

    adems de unas pocas palabras hermosas...

  • 59

    Se nos van los buenos

    Jubilado. Fue la palabra exacta que utiliz hace unos

    das en un correo un amigo de la infancia al que

    respond con torpeza al cabo de los das. Se refera a

    Don Rogelio, profesor de mis primeros aos pubertinos,

    chapado a la antigua en las formas, con la misma camisa

    inspida y su tabaco en el bolsillo de la misma. Era raro

    verle sentado, como mucho apoyaba las muecas en la

    mesa para anotar a la altura de nuestro nombre algn

    positivo o negativo segn fuera la copla. Tena nuestro

    respeto, era de esos tipos que miran de frente y sonren

    lo justo, implacable, para lo bueno y para lo malo.

    Recuerdo el cuaderno por el que se rega para darnos

    la vara, uno de esos portafolios de aspecto amarillento,

    con las tapas gastadas y llenito de tachones, dando

    buena cuenta de un trabajo hecho a conciencia a lo largo

    de los aos. Era otra poca, me dirn. S, una poca en

    la que los nios no amenazaban a los maestros y los

    padres no permanecan indiferentes. En aquel tiempo las

    travesuras eran inocentes, no se grababan vejaciones ni

    se insultaba con tanta facilidad y destreza, a no ser que

    quisieras irte a la cama calentito. Don Rogelio era de

    esos pocos profesores que no iban a la escuela a cumplir

    sus horas y a otra cosa mariposa, era esclavo de su

    vocacin y dueo de sus explicaciones. Se desgaitaba

  • 60

    haciendo figuras en la pizarra y garabatos imposibles,

    todo para que entendiramos cualquier cosa, por nimia

    que fuera. Y exiga, vaya si exiga, todas las maanas a

    primera hora nos haca levantar de la silla, uno por uno,

    para preguntarnos por textos de das anteriores, una

    verdadera evaluacin continua, todo un reto para la

    educacin de hoy da

    Me acord de l esta misma maana, al leer por

    encima el informe Pisa, que deja a los nios espaoles

    como lo peorcito de Europa en conocimientos y

    educacin. Don Rogelio nunca supo lo que era un

    informe Pisa ni una Evaluacin Comunitaria, distaba

    mucho de conocer la estructura presupuestaria del

    Ministerio de Educacin ni los secretos de la nueva

    asignatura de Educacin para la Ciudadana. Odiaba los

    tecnicismos y el papeleo, pero les puedo asegurar que

    aprend ms de ese hombre de lo que poca gente, y no

    slo de races cuadradas y divisiones con llevadas,

    tambin me mostr el camino, a m y a todos los dems,

    para hacernos hombres y mujeres de provecho,

    autnticos y respetables. Es por eso que me suenan a

    pamplina tantos informes y convenios, tanto estudio de

    campo y palabrera barata, cuando el problema de la

    Educacin se arreglara fcil, pienso, con muchos Don

    Rogelios, traduzco, profesores vocacionales, sin arrugas

    mentales ni temores de pelcula, con los pies en la tierra

  • 61

    y su misma mirada digna, sin bajarla jams ante las

    pretensiones de cuatro niatos enfermos. Pero ya ven,

    en vez de llegar, se van jubilando, y nos van dejando el

    aroma de su recuerdo, eso y su imponente ejemplo,

    grabado a fuego en los que alguna vez le sufrimos. Por

    todo eso, fui torpe al responder al correo de mi

    compaero, ya ven, con un simple y descuidado se nos van los buenos, amigo, se nos van los buenos

  • 62

    Caer y levantarse

    Te acuerdas seguro. Madrugadas en una esquina,

    con los labios secos, sintiendo encima mil miradas que

    te culpaban, otras tantas murmurando lstima, ninguna

    que valiese la pena. An no te has olvidado, ni quieres,

    de los gritos de tu madre, las lgrimas de tu novia, los

    lamentos, la espera. Los das enteros sin saber nada, el

    anillo que malvendiste, los viajes sin destino. No puedes

    deshacerte, de las ganas de abandonarlo todo, de las

    amistades que quedaron en el camino, de las risas de

    mentira y las puertas que ante ti se iban cerrando.

    Promesas a medianoche, de esas que no valen nada, los

    reproches, el llanto, el tuyo y el de tus hermanos. En un

    infierno, conviviendo con tinieblas y demonios,

    abrasado por las llamas del escndalo constante, falto de

    cario y esperanza, de paciencia y coraje, y todo por esa

    dosis de ms, esos das de menos, prosa en papel

    mojado, sin rima, con nudos sin desenlaces, existencia

    acabada en puntos suspensivos, cruel y triste desde el

    principio

    Y ocurri el milagro. Apareciste sencillo en el portal

    de tu casa, con la frente tatuada en vergenza y valenta,

    sin razones ni pesares en los bolsillos, dispuesto a

    agarrarte fuerte a la vida, tachando excusas de tu boca.

    Quiero que recuerdes, compaero, el primer abrazo de

    tu padre, ese primer momento, nacer de nuevo, aprender

    de cero, crear un mundo desde la nada y terminar

  • 63

    enamorado, hacer tuyo el hermoso desafo de romper

    con todo

    Y ese ejemplo es el que amo, tu corazn el que

    escribo, cien gestos nobles, alma limpia ante mis ojos.

    Son tus manos ahora poesa, tu mirada versos del mejor

    poeta, trazos perfectos de un Dios sublime que imagina

    segundas partes y finales felices. Es a ti a quien admiro,

    porque has probado el arte de lo humano, ya sabes,

    caerse a cada instante, para un da, amigo, aprovechar

    una mano tendida al aire, tirar de orgullo y, con dos

    cojones, volver a levantarse

  • 64

    Vida, muerte, arte y fiesta

    Del negro a la luz y la muerte ante mis ojos. Del

    silencio al bullicio y la sensacin de estar muerto.

    Cornetas y tambores ponen msica a la batalla, manos

    en la boca y el corazn encogido por mi bravura. Sin

    ms amigo entre tanta alma que mi coraje, agarrado bien

    fuerte a mis ganas de vida, es lo nico que me queda. Al

    otro lado, con su mirada clavada en mi piel gastada, mi

    verdugo, luchando contra miedos y supersticiones. Slo

    vale defenderse, con lo que tengo, mi fuerza, mi empuje,

    con lo que pueda, pues me llueven de todos lados,

    lanzas, estoques, dolor y saliva, sudor, sangre que no es

    ma. Atrs quedaron las maanas apacibles entre

    iguales, respirar naturaleza sin temor a nada. Ahora toca

    luchar por lo digno, proteger cada palmo de mi cuerpo,

    mantenerse fino en los movimientos, no sucumbir antes

    de tiempo, trabajar la esperanza para creer en el milagro.

    Rodeado de bestias, aplausos que no entiendo, muletas

    de mentira y el rojo carmes que asoma mi osamenta a

    la par que mi nervio va fallando, quedando a merced de

    mi destino.

    Decidido ya a aceptar la deriva, bebiendo los ltimos

    tragos de existencia, buscando aire donde no queda, as

    me veo, con la rodilla hincada ante clamor unnime de

    muerte inmediata, sin ms compasin que terminar con

  • 65

    tanto sufrimiento, que se hace eterno. Y sucedi, como

    si nada, sent el metal fro atravesar mi centro y quede

    tumbado, todava consciente, con el albero en la cara,

    siendo testigo de emocionados gritos de reverencia, y yo

    all tirado, sin vida, intentando recrear verdes prados,

    maanas apacibles, das sin crueldad ni espectculo.

    Digan a los mos, por mi memoria, que aqu yace, por

    derecho, la leyenda de un toro digno, no menos bravo,

    arte para muchos, fiesta para otros, que expir

    sonriendo, en paz, sin odios, a pesar de todo

  • 66

    Pelculas a mi manera

    Todava la oscuridad le ganaba la partida a la

    inevitable lumbre de un nuevo da cuando un golpe seco

    me despert y me hizo quedar alerta. Otra madrugada

    me haba ganado la partida y dejaba mi rumbo a merced

    de viento y marea, jugando a ser incauto por olvidar

    disciplina en el gobierno de mis propias manos. Con lo

    que pude, torpe en gestos, pude acertar a recoger raudo

    arreos y aparejos para poner cierto orden entre tanto

    oleaje y tiburn suelto. Con cada paso hacia hacia el

    timonel la certeza de una deriva irrecuperable para

    entonces encenda los temores ms amargos.

    Pero esta vez los dioses quisieron darme tregua, y

    pude encauzar la desdicha a tiempo, por poco, pues a

    dos palmos, por popa, una bandera enemiga preparaba

    el corso para hacerse a la batalla contra mi nave, lo que

    hubiera propiciado un naufragio difcil de salvar por

    cualquier capitn, a buen seguro. Ya solo me quedaba

    aprovechar la brisa de primera hora y resolver mi

    destino arribando en alguna cala resguardada de

    bucaneros y cazadores de tesoros. No fue fcil, tuve que

    navegar de levante a poniente, esquivando rutas

    comerciales, a golpe de timn y jarcia, alimentando la

    esperanza de encontrar la arena de una playa desierta y

    poder volver al catre para recuperar horas de sueo y

  • 67

    matar desgana. Hasta que ocurri, cuando ms maldeca

    a todas las almas que habitan los ocanos, cuando la

    mar era ms brava y desagradecida. Al fondo de una

    corriente maanera, con la Luna todava por testigo, all

    pude lastrar el ancla en piso firme y salvar mi dicha, al

    menos por un da, hasta la prxima que tocase.

    Volv a casa angustiado. Al fin haba encontrado

    aparcamiento, sin ser zona azul, ni roja, ni naranja,

    cansado de tener que buscarme la vida maana s

    maana tambin para librarme de las multas de unos

    cuantos piratas a sueldo que persiguen a uno por un puto

    ticket de estacionamiento. Habrn imaginado, a buen

    seguro, una aventura ms romntica entre mis letras.

    Nada ms lejos de la realidad, pero es que esta manera

    de relatarlo es la nica forma que tengo de reirme de lo

    cotidiano y as poder albergar un halo de optimismo en

    el cotarro que nos atae, aunque tenga que echar mano

    de la irona o la imaginacin, como es el caso. Si no es

    imposible.

    Y qu quieren que les diga, prefiero contarles la

    pelcula a mi manera, que ya estn otros para fastidiarles

    el final de la trama, pues siempre es el mismo, el mismo

    final indigno y aburrido que a nadie ya sorprende, para

    colmo. La misma pelcula de todos los das amigos, esa

  • 68

    que nos desayunamos sin rechistar y nos empacha de

    injusticia y desvergenza

  • 69

    Kilmetro cero

    Viene bien de cuando en cuando que aparezca en tu

    camino una voz amable que no te ra las gracias como la

    mayora. No hara ms caso que el imprescindible si no

    fuera porque esa persona enganchaba esta pgina

    maana s maana tambin a la espera de unas letras

    que le hicieran olvidar la dura realidad que le tocaba

    vivir el resto del tiempo. Les contar su caso a

    sabiendas que me traer alguna reprimenda por no

    haberla consultado antes, y es por eso que no dar

    nombres, para que al menos me siga invitando a caf y

    esas pastas rellenas de chocolate que me pirran tanto.

    Julia, pongamos por caso, malviva en un barrio de

    una gran ciudad, con una vida hipotecada por cuatro

    paredes y un techo que le sacaban los ojos cada

    principio de mes porque un banco le dijo que eso del

    Euribor suba lo justo. La pobre pas de pagar

    seiscientos euros, a medias con su pareja, a mil, por

    aquello de la crisis del ladrillo. A todo esto, Julia, que

    trabajaba por nueve euros la hora en una cadena de ropa

    para nias guapas, decide a sus treinta y poco que ya era

    hora de tener un nio, que era el momento, apoyndose

    en unos ahorrillos y en un trabajo que daba de comer. El

    tiempo le quit la razn, como suele pasar. Pero para no

    aburrirles demasiado, que cada uno tiene lo suyo,

    pensarn, le resumir el cotarro en pocas lneas. Al cabo

  • 70

    del tiempo, y como esos flashes de las pelis, nos

    encontramos que Julia, currelas como nadie y de sonrisa

    dispuesta, por lo del maldito Euribor, se vea incapaz de

    pagar la hipoteca, vamos, que no le llegaba ni con su

    sueldo entero, y encima el marido haba perdido el

    trabajo en la obra, con lo que la situacin se tornaba

    insostenible. A estas que llegan los recibos devueltos y

    las depresiones, por lo que su pareja decide aceptar un

    trabajito fino de pasar unos paquetitos de nada hasta la

    bola de farlopa y le meten en chirona antes que cante un

    gallo. A ella, aturdida, le sobrepasa el temita y cae en

    una depre que la tiene sedada las 24 horas del da por

    algn psiquiatra mamn que decidi que la terapia no

    era la mejor manera de salir de aquello. En esas que

    pierde el nio y se ve sola, sin casa, sin pareja, sin un

    proyecto de vida y, lo que es peor, sin ganas de nada y

    con la dignidad por los suelos

    Le perd la vista despus de aquello. Se fue con su

    madre al pueblo para comenzar de nuevo una vida de

    verdad, o al menos intentarlo, a pesar de todo lo que

    arrastraba.

    Hace poco me la encontr, recuperada, guapa, con su

    melena larga y esa tez fina que siempre la distingui de

    entre las iguales. Me dio un gran abrazo, sincero, y me

    alegr el da comprobar que todo le marchaba diferente,

  • 71

    que haba encontrado una manera de salir adelante con

    lo poco o mucho que le diera la vida.

    Hoy Julia vive en un piso compartido con amigas,

    trabajando de lo que ha estudiado, al fin, y con toda una

    aventura vital por delante, ilusionada por haber vuelto

    de las catacumbas a la superficie, orgullosa de un

    esfuerzo que ha visto su recompensa. Har unas horas

    me llam para preguntar por mi vida y me reproch que

    fuera ltimamente tan negativo en mis escritos. Me

    limit a sonrerle y pasar a otro tema, pero me qued

    dndole vueltas al comentario cuando colgu. Estuve

    varios das sin darle a la tecla por lo mismo, hasta que

    ca en la cuenta. Es por eso que quiero hacerle caso y

    comenzar yo tambin de nuevo, a su imagen y

    semejanza, salvando las distancias, porque ejemplos

    como el suyo bien valen un brindis por el camino que

    est por andar, aunque nos encontremos desanimados,

    con el alma aburrida, plantados en el mismsimo

    kilmetro cero

  • 72

    Aunque pasen mil aos

    Dejarse la vida en un camino. Me he dejado en la

    cuneta de mis veredas todo mi arte y han quedado los

    despojos de m mismo y el estigma vano de un viaje

    bello. He conocido la ilusin en la Sierra de Cazorla,

    punto de partida ya por siempre de la ms libre de las

    aventuras. He olvidado el miedo mientras caminaba

    perdido, con la vista fija en el infinito al tiempo que el

    Sol empezaba a quemarme la frente. He sonredo al

    jornalero que giraba la cabeza ante mi sombra.

    He permitido lgrimas de impotencia sobre mis mejillas

    camino de beda, bajo una niebla espesa, con el fango

    retando toda la fe que guardaba en los bolsillos.

    He perseguido Baeza con la cabeza bien

    alta, jurando fuerza y dignidad tras el desespero, como

    esos barcos que navegan vidos despus de la tormenta..

    He vuelto a creer en el altruismo en Linares, con un

    par de gestos, apenas nada. Quise ser guerrero a las

    puertas de Bailn, esperando a los franceses con un

    machete y amor por la tierra. Fui moro en Andjar,

    juglar por sus calles vestidas de domingos cantando

    piropos de otro tiempo.

    Me asom al puente de Montoro para saludar a mi

    ro, con permiso de su gente, sencilla y cercana, amable

    con el peregrino ensimismado con sus calles y la

  • 73

    placita que vigila el paso de los lustros. He visto campos

    verdes, divisando El Carpio, recreando reinos de taifas y

    naturaleza virgen por descubrir por otros peregrinos

    soadores. He suspirado en Crdoba, escribiendo

    versos en la Mezquita al son de una guitarra espaola,

    con el caer del agua de fondo y el verbo dispuesto a

    todo, a lo bueno y lo malo. Quise ser rey feudal de

    Almodvar, avistando desde mi castillo horizontes

    diferentes de los de hoy, con la familia por bandera. He

    disfrutado con la alegra de Palma del Ro, coplas por

    las calles y la buena cara a la vida. En Lora cre estar

    muerto, cansado y desvalido, buscando motivos para

    seguir dando pasos, prometiendo jamases. En Carmona

    lleg el milagro, me salvaba mi pecado favorito , una

    vez ms y como tantas veces, como nunca, a pesar de

    todo...

    Y segu mi camino, imaginando ser romano, dueo

    de las tierras del Sur, plebeyo del mundo y las miradas

    de nio. Y llegu a Sevilla, como llega la primavera, en

    silencio, con la emocin desbordada y el pulso

    embotado. Los Palacios y los dolores, Las Cabezas y los

    buenos amigos, Lebrija y la esperanza, no sentir la

    piernas, caminar con el alma, Trebujena y hacer noche

    antes de Sanlcar, la Luna llena observando, los

    reflejos, mis manos magulladas, los lamentos, la

    ternura. Y llegar a la plaza del Cabildo, alzar las manos,

    abrazar a los mos, un viaje que se acababa, pero que

  • 74

    ser eterno para los que aquellos das de Mayo lo

    vivieron conmigo, compaeros de una travesa que ser

    punto y aparte por siempre, aunque pasen mil aos,

    como esos recuerdos que aoras con una simple sonrisa

    y el corazn encogido para darle un sentido a la

    cotidiana existencia...

  • 75

    Cosas del camino

    A veces ocurre que nos cansamos de aquellas cosas

    que nos acompaan en la vida porque un da olvidamos

    lo importante que son o pueden llegar a ser en un

    momento dado. Da igual si lo extrapolan a objetos

    materiales o a personas, el caso es que terminas por

    valorarlas una vez que se han marchado, dejando ese

    regusto amargo por no haber puesto quizs un poco ms

    de nuestra parte para seguir conservndolas cerca. Pero

    puede ser an peor, y es que hay ocasiones en las que

    esas cosas desaparecen porque nosotros mismos, con

    nuestra actitud, logramos dejarlas de lado, apareciendo

    ese maldito sentimiento de culpa que te persigue durante

    mucho tiempo

    Les parecer trivial la cuestin, pero el hecho es que

    la foto que ven pertenece a la ltima instantnea que

    tom de la cantimplora que me acompa todo el

    camino del Guadalquivir. Ocurri que, en un arranque

    de furia por el cansancio y la desesperacin de aquel

    da, tir al aire lo primero que tena a mano, que fue la

    cantimplora, y se rompi por un borde, quedando casi

    inservible. Fue entonces cuando decid colocarla en

    aquel poste, quedarme un rato mirndola, como

    pidiendo perdn, y seguir mis pasos hacia mi destino,

    echando la vista atrs de cuando en cuando. All se

    qued para siempre, en aquella senda dejada de la mano

  • 76

    de Dios debido a un momento de sofoco. No le di

    demasiada importancia al principio, pero fueron

    pasando los das y le segua dando vueltas al hecho,

    hasta tal punto que, al cabo de la semana de llegar, ya

    con las piernas descansadas, decid con mi coche poner

    rumbo al sitio donde recordaba haberla dejado, pues se

    trataba de un lugar de difcil acceso, lo que haca ms

    que posible que all permaneciera an...

    Pero el destino siempre te tiene guardada una

    moraleja a la vuelta de la esquina, y esta vez no iba a ser

    menos. Llegu a pie de aquel poste despus de bastante

    rato conduciendo, baj del coche, alc la vista y ni rastro

    de la cantimplora. Incluso mir por los alrededores y

    nada. Recuerdo que qued un rato all pasmado,

    mirando el poste donde la dej, elucubrando sobre

    cunto tiempo permaneci all hurfana desde que

    comet el crimen de abandonarla despus de casi

    quinientos kilmetros conmigo. Nunca sabremos su

    paradero, pero quiero creer que otro viajero la recogi

    en su camino y la tiene a buen recaudo, con un fruncido

    en el golpe y el olvido de un antiguo acompaante que

    pag con quien no debe la dura realidad del momento,

    ese que vuelve arrepentido cuando ya es demasiado

    tarde, cruel como la vida misma

  • 77

    Serenidad y sosiego

    Seores y seoras, ahora que ha pasado algo de

    tiempo y las aguas parecen calmadas y hasta algo

    distantes a nuestro odo. Ahora que el silencio de la

    noche inunda mi humilde cobertizo donde habito mis

    semanas colmadas de soledad, les quiero comentar un

    pensamiento que me lleva rondando unos das. No

    aspiro a ms consuelo que al desahogo poniendo letra a

    la bombilla que se me enciende en la cabeza sobre

    palabras y sentimientos que creemos importantes de

    boquilla pero que no trabajamos como debiera si

    realmente nos importara tanto. Les hablo del concepto

    supremo, el nico e inigualable, al que todo el mundo

    aspira y pocos parecen conseguir, la llamada Felicidad.

    Y ha sucedido por mi corta experiencia vital pero

    intensa, que de a poco le voy encontrando un sentido

    digno a esa palabra, fcilmente alcanzable para el que

    verdaderamente quiera y se respete.

    Y ahora esperarn que les defina la felicidad como

    un estado de plenitud anmica, estar contentos la mayor

    parte del tiempo, disfrutar de las cosas sin mesura,

    controlando cada variable de una vida que parece

    inabarcable para cualquier humano que se lo proponga.

    Otros dirn que la felicidad son momentos puntuales de

    xtasis placentero. Nada de eso, y creo que ah est el

    problema, amigos. Le adjudicamos una definicin a la

  • 78

    palabra felicidad que no es ni de lejos realista. Le

    pedimos al concepto demasiado, lo que hace muy difcil

    que ni siquiera atisbemos alcanzarlo. Como si para estar

    enamorado hubiera que estar con la mujer perfecta. No,

    yo creo que sera ms cercano pensar que la felicidad es

    un estado general de sosiego, de serenidad, de un nimo

    casi invariable de bondad con uno mismo y con el

    prjimo. No tanto lo intenso como lo extenso. No tanto

    la carcajada como la media sonrisa que permanece en el

    tiempo. No se trata de elegir una ocupacin sino de

    escoger un camino, no de llegar al final de cada etapa

    sino pararse a contemplar el paisaje, los olores que

    pasan desapercibidos para el que corre hacia la meta.

    Porque llegar terminamos llegando todos, no se apuren,

    pero parece ms a la mano definir humildemente la

    palabra para poder identificarnos con ella, ya que de

    otra manera parece imposible su conquista. Y as con

    todo lo que nos rodea.

    Quizs si no sobrevalorramos el trmino podramos

    ser ms los que decimos sin miedo al equvoco que

    somos plenamente felices, y posiblemente, de esa

    manera, el mundo cambiara en consecuencia. Porque

    no hay mujeres perfectas pero s amores bellos y

    eternos, y esos son los que calan de verdad amigos

    mos, o al menos son los que a m me interesan, los que

    debieran interesarnos a todos los que no huimos de

    nosotros mismos en esta poca de desesperanza

  • 79

    Cruces en el suelo

    Si algo me gusta de vivir donde vivo es poder

    recorrer annimo y sin prisas rincones de esta ciudad

    que, en otro tiempo, fueron escenarios de ilustres

    leyendas que ya pocos cuentan. Y es hoy cuando les

    traigo la primera de muchas que les ir relatando en las

    prximas semanas, intentando escapar, aunque me

    cueste, de poner a caldo a ms de uno y de una. Pero es

    que con los aos uno se da cuenta que de poco vale

    echarse al monte con las escopetas si los fantasmas que

    persigues solo salen de noche a esconderse entre

    zarzales.

    Corran los tiempos de Guzmn el Bueno, cuando

    por Sevilla se ejecutaba en plena calle ante los desacatos

    sobre la autoridad por menos de nada, all por el siglo

    XIV. Imaginen el fangal de la Alameda, antigua Laguna

    de Caavera, por aquellas. All, al final, cerca de lo que

    es hoy calle Pedro Nio, se instalaba una de las

    hogueras de la villa donde se quemaban vivos a los

    supuestos malhechores.

    Esa tarde no caba un alfiler. Se ajusticiaba por

    sospechosa de adulterio a Doa Urraca Ossorio,

    conocida en la ciudad por ser cabecilla de las revueltas

    contra Pedro I, gobernador de la ciudad. Doa Urraca

    era mujer de postn, segn rezaban los libros