un personaje incómodo
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Guillermo Pío White, un protagonista incómodo.
Luciano Alvarez
Los relatos de la Historia Patria suelen lidiar con protagonistas
incómodos, a los que sólo nombran tangencialmente o simplemente
ignoran. Guillermo Pío White es uno de ellos. Nació en 1770 como
William Pius White, en un pueblo de Massachussets, hijo de un
próspero molinero. Muy joven dejó su casa y se lanzó a los siete
mares en busca de fortuna. A los 24 años andaba por la India; donde
conoció a otro aventurero, el inglés Home Popham. En 1796 regresó
brevemente a su pueblo para casarse con Elizabeth Allen; la instaló
en Londres y casi no la volvió a ver. Cuando ella murió, dos años más
tarde y con 23 años, su marido se había instalado en Buenos Aires,
luego de pasar por las Islas Mauricio, colonia francesa cercana a
Madagascar, uno de los principales centros de trata de esclavos. Sin
olvidar el contrabando y algunos negocios honestos, el tráfico
construyó su riqueza. En las Islas Mauricio conoció al irlandés Thomas
O'Gorman y a su veleidosa mujer, Anne Perichon. En 1797 todos
estaban en Buenos Aires.
A principios de 1806 se enteró, a través de sus capitanes que
su viejo amigo, Home Popham estaba en El Cabo. En marzo le hizo
llegar una carta explicándole que si apuraba sus planes de asaltar
Buenos Aires podría hacerse de una suma formidable de oro y plata
llegados de Potosí, Chile y Lima, en tránsito hacia España. Así
comenzaron las Invasiones Inglesas. Luego de la Reconquista se le
abrió una "causa criminal […] acusado de infidente y auxiliante del
Ejército Inglés que atacó esta Capital de Buenos Ayres". Estuvo
detenido en la Guardia del Salto, al norte de la provincia, desde
donde se movía tranquilamente. Un buen día no regresó de una de
sus habituales salidas, pasó tranquilamente a Montevideo, ahora
ocupada por los británicos, y reanudó sus negocios. Cuando
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intentaron tomar nuevamente Buenos Aires White fue como guía. “Es
un hombre inteligente, bien informado y que conoce mucho la
región”, se lee en un parte inglés. Estaba en Montevideo cuando los
españoles recuperaron la plaza. Resulta extraño que el gobernadorFrancisco Javier de Elío no lo haya hecho fusilar y más extraño aun
que, en junio de 1809, aceptara su liberación por orden del Virrey
Liniers, ante el argumento de que no había siquiera semiplena prueba
de traición. White tenía mucha suerte, o muchos amigos o muchos
cómplices.
Probablemente por esos años inició una sociedad con
Bernardino Rivadavia que se disolvió cuando el futuro presidente de
los argentinos, consideró que White “era demasiado vivo”.
La revolución de mayo fue otra bendición para el empresario
norteamericano. En primer lugar porque permitió que se clausurara
un juicio en curso por desvío de fondos, fruto de un contrato con el
gobierno de Liniers, su amigo. En segundo lugar porque se convirtió
rápidamente al patriotismo revolucionario. Juan Larrea, ministro delTesoro recordaría, en una carta, que fue White quien le convenció de
crear una armada: “Habría abandonado el proyecto creyéndolo
irrealizable si el genio de Usted no me hubiese persuadido que no
faltarían recursos para superarla.” El 28 de diciembre de 1813 se
cerró un convenio con Guillermo Pío White para que "...proceda a
comprar y reunir cuanto se haga necesario para poner en el río una
fuerza tan respetable, que no sea aventurado el éxito...sin detenerse
en los precios, pues que una vez comenzados los gastos toda
mezquindad que retardase el armamento, podría ser muy fatal y
acaso hacer que todo fuese perdido."
El año 1814 fue el de su gloria. La flota, armada por White y
puesta al mando de Guillermo Brown, otro ex socio suyo, terminó con
el dominio español en el Río de la Plata luego de las batallas de
Martín García y el Buceo. Sin embargo la Historia Patria,
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desagradecida, suele escamotear los méritos de White en la ocasión;
también algunos detalles truculentos de aquella gesta naval. Por
ejemplo que White no había aprovisionado adecuadamente los
botiquines. El cirujano. Bernardo Campbell le escribió desde la fragataHércules, enfrente de Martín García, el 22 de marzo de 1814,
exigiéndole el envío urgente de una lista de materiales sanitarios
mientras le reprochaba: “Algunos de nuestros más bravos hombres,
muertos en el último compromiso, podrían tal vez continuar con vida,
de haber habido abordo medios apropiados para usar con ellos, con
los cuales no contaba nuestro botiquín, más apto para viejas […] que
para marineros.”
También especuló con los salarios de la tropa. Argumentando la
falta de efectivos pagaba con mercadería de sus almacenes al precio
que él mismo fijaba. Los soldados debían venderla para hacerse de
efectivo y sus testaferros la recompraban a precio de oferta. Para
cerrar el negocio, White reclamaba al gobierno los sueldos
supuestamente adelantados de su peculio.
Enterado Brown, que era un hombre derecho y de pocas pulgas
lo cruzó en plena plaza de mayo; discutieron, White le tiró un tortazo
y salió corriendo con el insigne marino persiguiéndolo con un bastón.
Cuando le alcanzó lo mandó arrestar “por agredir a un oficial de la
Marina”. El gobierno lo liberó inmediatamente y un mes más tarde,
finalizada la guerra naval, White compró la flota a precio de remate.
La patria le ofreció más negocios hasta la caída de Carlos María de
Alvear (abril de 1815) cuando se trabó embargo de sus bienes y tuvo
que refugiarse en Montevideo. En 1818 fue a prisión. Desde allí
protestaba, recordando los servicios a la patria: "...el autor de esta
grande obra, y quien reclama el crecido saldo de sus desembolsos,
gime en cadenas; respira el aire húmedo y fétido de un calabozo en
la cárcel pública…” Fue liberado por la curiosa intermediación de
Frederico Lecor ante el gobierno porteño. “Su mujer e hijos me
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pidieron con lágrimas [que] interpusiese mi influjo.” Sus rastros se
pierden durante varios años. En 1835 reaparece en Buenos Aires,
Juan Manuel de Rosas le concede una pensión alimenticia y Manuelita
le regaló una divisa federal. Murió el 3 de enero de 1842 en Dolores,provincia de Buenos Aires.