un día extraño

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UN DÍA EXTRAÑO

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Tarea grupal realizada por el grupo de 1º Bachillerato JARCHA.

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Page 1: Un día extraño

UN

DÍA

EXTRAÑO

Page 2: Un día extraño

CAPÍTULO UNOAquel día Marta se había levantado muy mal, había discutido con Andrés y estaba muy cansada. Él pretendía pasar todo el fin de semana de fiesta y ella tenía que estudiar.A media mañana llegó Carla, aquella noche era la fiesta de primavera en Granada y habían quedado para hacer botellón. Marta le dijo que no iría pues tenia que estudiar, a lo que Carla respondió – has visto, por eso discutes con Andrés, es que eres una amargada tía. Venga, anímate que solo somos jóvenes una vez, no seas tonta ¡vive y disfruta!-, necesitaba quedarse a solas para adelantar el trabajo pendiente así que accedió a regañadientes solo para evitar prolongar la estancia de Carla en su casa. Sí, Carla era buena chica pero últimamente notaba algo extraño en su relación, pues a pesar de ser amigas desde que Marta tenía tres años, de un tiempo a esta parte tenia la sensación de que se estaban distanciando, no físicamente pues la veía todos los días al salir de la facultad y los fines de semana quedaban para salir. No, no era ese el vacío que ella notaba en su amistad con Carla. Pero bueno –no es el momento de hacer reflexiones profundas- dijo para sí, se había comprometido a acompañar a Carla al botellón así que iría un rato y volvería a casa para seguir estudiando, los exámenes la traían de cabeza, si no aprobaba no le darían la beca el año próximo y sus padres no estaban en condiciones de poder asumir mas gastos.

Su padre, un excelente albañil sin estudios se había pasado la vida dedicándose de lleno a su trabajo y ahora que lo había perdido y no contaba con un sueldo fijo no podía ni quería fallarle, no debía añadir más cosas negativas a su vida.

Por otro lado sabía que la insistencia de Carla para que ella asistiera al botellón era solamente que se reconciliara con Andrés era eso precisamente lo que la desanimaba porque si bien estuvo realmente enamorada de él, empezaba a darse cuenta de lo poco que le gustaba el entorno en el que a éste le gustaba desenvolverse, siempre rodeado de jóvenes que buscaban evadirse de todo lo que tuviera pinta de serio, estudios, trabajo, familia, intentó en varias ocasiones darle un ultimátum – si no te alejas de ellos, ¡lo nuestro se acabó!- pero de nada había servido. Lo peor, la gota que colmó el vaso fue encontrárselo ayer trapicheando con drogas y cuando se lo reprochó el pretendía contentarla diciéndole –una no hace daño-. Tenía sentimientos encontrados, deseaba alejarse de él pero no renunciaba a la esperanza de poder ayudarlo a salir del agujero en el que había caído. Marta sabe que debe esforzarse para obtener cualquier recompensa en la vida ya sea un título universitario o un trabajo, sabe perfectamente que –las cosas no caen del cielo- como suele decirle su madre. Mientras está sentada en su habitación intentando concentrarse en el libro de química que tiene delante intenta no divagar, de repente llaman a su puerta -Hola, ¿se puede?-.

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CAPÍTULO DOS-Aunque joven, Marta es una persona muy responsable y adora a sus padres-, esa es la frase favorita de la madre de Carla, su afición es vivir comparándola con todo el mundo, parece que nunca esta a la altura de sus expectativas. De lo que no se da cuenta es que Marta es así gracias a la educación que ha recibido de sus padres -ellos siempre la han animado a estudiar, y la tratan con el respeto de una persona adulta-. Ella sabe que su madre la quiere pero esta harta de las comparaciones y los comentarios de su madre que únicamente consiguen crearle inseguridad y mal rollo para con su amiga.

Desde que sus padres se divorciaron a su madre le cambio el humor menos mal que ella era ya lo bastante mayor para comprender que lo que le pasaba a su madre era que se sentía desbordada, y siempre podía contar con su abuelo para jugar y distraerse, él siempre fue un padre para ella, el padre que una niña de nueve años necesita.Apartó los pensamientos encontrados y pensó -En fin, yo también tengo que estudiar espero que el vecino no ponga la música tan fuerte, porque con estas paredes parece que lo tengo en mi habitación- y se

dedicó a estudiar, luego saldría un rato y estaba dispuesta a limar asperezas con su amiga porque la quiere como a una hermana, y como no si la conoce de toda la vida y con ella han compartido tanto momentos malos como buenos, cuando murió su abuelo Marta estuvo ahí para darle el consuelo que ella necesitaba y cuando ganó el premio por hacer la mejor redacción en la facultad de letras Marta se alegó tanto como ella.Era ya pasada la media noche cuando Carla se dispuso a salir a casa de Marta, lo tenía todo pensado, aparcaría su coche cerca y se irían en autobús para no tener la tentación de conducir con unas copas de más. De camino había visto a Andrés, él también iría.

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CAPÍTULO TRESDesde los años noventa Andrés vive en un barrio en el que existe un ambiente conflictivo, puesto que es uno de los barrios marginales de la ciudad.

Su padre, Antonio, que había sacrificado su sueño de ser piloto de avión, trabajaba como conductor de autobús para que su familia pudiera salir adelante, hacía hasta lo imposible para que su hijo valorara el esfuerzo que supone llevar una vida honrada y responsable. Su madre ejerce como enfermera en uno de los hospitales de la ciudad, y se puede decir que el ambiente en casa de Andrés siempre fue acogedor y respetuoso.

Sin embargo, a él siempre le llamó la atención cómo la mayoría de vecinos podía permitirse una vida bastante cómoda aparentemente sin trabajar y cuando contaba con trece años, lo averiguó, empezó a relacionarse con chicos más grandes que él éstos estaban involucrados en el negocio de las drogas. En aquel tiempo a su padre le diagnosticaron una enfermedad crónica. Ésta noticia le impactó mucho y tras dos años de dura lucha contra la enfermedad, el padre de Andrés falleció. Empezó a consumir y posteriormente dejó el instituto. Luego se sintió atraído por el excitante mundo de las mafias callejeras, con sus lujosos coches y su dinero fácil.

Esto causó un punto de inflexión en el muchacho, que en ese momento sólo tenía catorce años, su madre no podía con él desde que su marido falleció, no era la misma estaba depresiva. Sin embargo, seguía interesándose por su hijo, pero no con la misma intensidad que antes. Intentaba hacerle razonar diciéndole - No te juntes con esos chicos, tarde o temprano te involucrarán en sus tejemanejes- a lo que él le respondía -Mamá, ya soy suficientemente mayor para saber lo que tengo que hacer-.

Tal y como iba pasando el tiempo, Andrés necesitaba más dinero para satisfacer su adicción, por lo tanto decidió vender drogas. Mientras más drogas consumía, más estupefacientes tenía que vender para pagar su consumo.

El joven en el fondo no es mala persona, y desde que conoció a Marta se propuso un cambio radical y el primer paso era erradicar su dependencia de la droga y su asociación con personas “no muy recomendables”.

El jueves por la mañana (antes del la fiesta de la primavera), Andrés se levantó después de medio día, como era costumbre. Más tarde, salió para realizar algunos de sus negocios, por que aún tenía un par de deudas que saldar así que atendió un encargo. El chaval que lo había llamado, reside muy cerca del lugar donde vive su novia Marta.

Cuando llegó al lugar acordado con el chico, ocurrió lo inesperado; su novia lo había pillado con las manos en la masa y la única respuesta que se le ocurrió fue –una no hace daño-.

Marta sin mediar palabra se volvió hacia su casa, desconocía el hecho que su novio traficara con drogas. Fue una gran decepción para ella. Tenía sus dudas acerca de Andrés, pero esto supuso la gota que colmó el vaso.

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CAPÍTULO CUATRORubén, el padre de Marta había pasado toda su vida dedicándose a lo que el consideraba un pasatiempo porque, realmente disfrutaba con su oficio y solamente se ausentaba alguna vez cada tres meses, curiosamente los días previos a los exámenes de Marta, porque por extraño que parezca ese hombre de rasgos afilados, carácter extraño, “el albañil sin estudios”, el bueno de Rubén, es un as en las matemáticas la física y la química y le encanta estudiar con su hija, no precisamente por que a Marta le haga falta ayuda a la hora de estudiar, es simplemente un vínculo adicional con su hija, un estimulo para sus neuronas porque el nunca tuvo la oportunidad de profundizar en la ciencias.

Pero su vida ya no era la misma, ni siquiera la aventura de aprender podía quitarle de la mente su situación actual, quién le diría que hace seis meses, justo después de cumplir los cuarenta siete la burbuja inmobiliaria le explotaría en la cara y su empresa una constructora de prestigio para la cuál

llevaba trabajando quince años prescindiría de él, todavía no se lo explica –con todo lo que he sacrificado por ellos, fines de semana, reuniones familiares, vacaciones pospuestas- pero esta claro que a la economía de mercado poco le importa que él este destrozado, harto de vagar de un sitio a otro con la esperanza de encontrar un trabajo en algún sitio, se siente un mendigo implorando la caridad del mercado laboral lleva en el paro mas tiempo del que puede soportar y es consiente de que a cierta edad no lo tiene tan fácil para integrarse de nuevo al trabajo.

A su juicio el país llevará años para levantarse y salir de la apabullante cifra de cuatro millones de desempleados como el, y peor aun, un mercado laboral que no es capaz de dar empleo ni a sus profesionales mejor formados, -probablemente nos tocará emigrar, como a mis padres en su momento- le dice a su mujer. Aparta por un momento de su cabeza toda la negatividad para darle un empujoncito a Marta, este trimestre la nota un poco alicaída -es por esos chicos con los que sale- le dice a la madre de Marta –creo que no son tan maduros como nuestra hija y cuando los intereses y las prioridades son diferentes las amistades tienen poco futuro- . Así que se arma de todo el buen humor que le queda y se dirige a al habitación de Marta y llama a la puerta, -Hola, ¿se puede?- -papá, tu siempre eres bienvenido- -cariño, ¿Cómo vas con esos estudios? - -bien, pero si cuento con tu ayuda mejor, tengo que terminar temprano para poder salir un rato, he quedado con Carla-, -¡Vaya!, por tu cara parece mas un compromiso que un placer.- -es que en el fondo no me apetece ir, pero si le digo que no, ya sabes como se pone- .

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CAPÍTULO CINCO

DESENLACE

A eso de las diez de la noche llegó Carla, se había encontrado a Andrés –estaré en la fiesta- le dijo –no me la pierdo por nada del mundo-, Marta sintió una punzada en el estómago, no le apetecía ir...

Llegaron a la fiesta y era como todas, multitudinaria, nada más llegar vio a Andrés, allí estaba tonteando con una chica. Se le acercó un joven, no le conocía pero estaba en la facultad de ciencias también, se presento y le ofreció una copa, Marta de malagana acepto, cuando se tomara esa copa se iría. Empezó la conversación, el chico no estaba mal y consiguió que se quedara, copa tras copa Marta iba perdiendo la noción del tiempo, en algún momento de la noche el chico le ofreció llevarla a casa y ella accedió, a duras penas caminó hasta el coche, había bebido demasiado y empezaba a sentirse mal.

-Carla vio alejarse a Marta con aquel muchacho, no lo conocía y por lo tanto intentó evitar que se fuera con él le daba mala espina, se veía buena persona pero había bebido mas de la cuenta y como era ella quien había insistido tanto para que su amiga asistiera a la fiesta se sentía en la responsabilidad de cuidarla. Empezó a caminar hacia ellos pero de repente se desató una pelea entre algunos de los asistentes, por no sé que cubito de hielo que uno le había arrojado a otro. No los alcanzó a tiempo…

-Cogieron el coche, su acompañante no iba menos bebido que ella y pensó -¿Uf… llegaremos a casa?- estaba cerca pero…

El trayecto se le hizo corto ya podía ver su casa a menos de doscientos metros, pero justo en el último semáforo, alguien chocó contra ellos, una mala idea salir esa noche, solo recuerda el coche dando vueltas y a su acompañante que no paraba de moverse ¡había olvidado ponerse el cinturón! ya no vio más….

Cuando despertó vio a su padre y a su madre a su lado, los dos lloraban, ella no entendía nada, yacía allí en la cama de un hospital, preguntó por su acompañante, él no había tenido tanta suerte. Recordaba llegar a la fiesta y ver su casa a lo lejos, ahora ya sabía que iba mal aquella noche.

-Tranquila mi niña, todo va a salir bien- fue lo único que logró articular Rubén y rompió a llorar.

- Carla estaba en la sala de espera, lo único que le habían dicho era que su amiga estaba en estado crítico con ambas piernas rotas y probablemente con una lesión que la obligaría a usar muletas de por vida. En el fondo sabe que no es culpa suya pero le es imposible no sentirse culpable, si no hubiera insistido tanto en que Marta asistiera, si hubiera impedido que Marta subiera al coche, si hubiera…

-Andrés se encuentra en su casa no para de darle vueltas al accidente de Marta esta conmocionado y no se atreve a salir de su habitación. Piensa que el incidente fue por culpa suya. En su cabeza

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rondan pensamientos de todo tipo -si le hubiera dedicado más tiempo a Marta y si no hubiera estado tonteando con aquella chica, de la que no recuerdo ni el nombre…- cree que de haber estado durante la fiesta con ella podría haber evitado que bebiese tanto. Desde luego es el menos indicado para dar ejemplo pero lo que está claro es que este incidente le está haciendo replantearse muchas cosas.