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1897-1975. Destacado anarcosindicalista español. De humildísimo origen social, fue albañil de profesión. Militó en la CNT, de cuyo sindicato de la construcción en Madrid fue destacado miembro. Como consecuencia, fue encarcelado en numerosas ocasiones. En el verano de 1936 la huelga de la construcción había paralizado a más de cien mil hombres en Madrid. A primeros de julio, es encarcelado junto con otros dirigentes del Comité de Huelga de la construcción. El 19 de julio, es liberado de la prisión y tras participar en la toma del Cuartel de la Montaña en Madrid, organiza, junto a David Antona, una columna anarquista que se une a la del teniente coronel republicano Ildefonso Puigdendolas, que el 21 de julio toman Alcalá de Henares y al día siguiente la ciudad de Guadalajara. La columna anarquista de Mera se separó entonces hacia Sacedón y la provincia de Cuenca, tomando esta capital. Tras ello, la columna miliciana de Mera y el Tte Coronel del Rosal combate en la Sierra de Gredos, y, finalmente, en la defensa de Madrid, sector Casa de Campo-Puente de San Fernando. Más tarde, tras la creación del Ejército Popular Republicano, la columna de Mera se transformó en la XIV División, de la que fue nombrado comandante. Brigadas de dicha división intervinieron fundamentalmente en las batallas del Jarama, Guadalajara (marzo de 1937) y Brunete, en julio del mismo año. En 1938, ya ascencido a teniente coronel, tomó el mando del IVº Cuerpo de Ejército republicano, lo que le convierte en el militante anarcosindicalista que mayor grado militar alcanzó en el Ejército Popular, emplazó su cuartel general en Alcohete (Guadalajara), desde donde protegía todo el sector oriental de los frentes del centro. Tras la sublevación del coronel Casado el 5 de marzo de 1939, Mera apoya la formación del Consejo Nacional de Defensa. Ocupado Madrid por los franquistas, Mera se traslada a Valencia, exiliándose en Orán, donde fue internado en un campo de concentración. Una vez liberado, marcha al Marruecos francés donde se gana la vida como peón de la construcción. Tras la caída de Francia en manos de los nazis, las autoridades franquistas solicitan la entrega de los refugiados españoles en territorio francés. En febrero de 1942, Cipriano Mera es entregado por el Gobierno de Vichy. Condenado a muerte, la pena le fue conmutada por treinta años de prisión. Tras un indulto en 1946, pasa clandestinamente a Francia, donde retornó al activismo anarquista y trabajó como albañil hasta su muerte en un hospital de Saint Cloud en 1975, pues, como el mismo había declarado en pleno conflicto bélico: "Cuando termine la guerra, el teniente coronel Cipriano Mera volverá a empuñar el palustre". Escribió un libro de memorias titulado: "Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista".

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Page 1: Un año más, la sociación - frentedemadrid.com · escuadra de seis Guardias de Asalto de la IIª República, (acompañados de un sanitario militar), patrullaron las calles de la

1897-1975. Destacado anarcosindicalista español. De humildísimo origen social, fue albañil de profesión. Militóen la CNT, de cuyo sindicato de la construcción en Madrid fue destacado miembro. Como consecuencia, fueencarcelado en numerosas ocasiones. En el verano de 1936 la huelga de la construcción había paralizado a másde cien mil hombres en Madrid. A primeros de julio, es encarcelado junto con otros dirigentes del Comité deHuelga de la construcción. El 19 de julio, es liberado de la prisión y tras participar en la toma del Cuartel de laMontaña en Madrid, organiza, junto a David Antona, una columna anarquista que se une a la del teniente coronelrepublicano Ildefonso Puigdendolas, que el 21 de julio toman Alcalá de Henares y al día siguiente la ciudad deGuadalajara. La columna anarquista de Mera se separó entonces hacia Sacedón y la provincia de Cuenca,tomando esta capital. Tras ello, la columna miliciana de Mera y el Tte Coronel del Rosal combate en la Sierrade Gredos, y, finalmente, en la defensa de Madrid, sector Casa de Campo-Puente de San Fernando. Más tarde,tras la creación del Ejército Popular Republicano, la columna de Mera se transformó en la XIV División, de laque fue nombrado comandante. Brigadas de dicha división intervinieron fundamentalmente en las batallas delJarama, Guadalajara (marzo de 1937) y Brunete, en julio del mismo año. En 1938, ya ascencido a tenientecoronel, tomó el mando del IVº Cuerpo de Ejército republicano, lo que le convierte en el militante anarcosindicalistaque mayor grado militar alcanzó en el Ejército Popular, emplazó su cuartel general en Alcohete (Guadalajara),desde donde protegía todo el sector oriental de los frentes del centro. Tras la sublevación del coronel Casadoel 5 de marzo de 1939, Mera apoya la formación del Consejo Nacional de Defensa. Ocupado Madrid por losfranquistas, Mera se traslada a Valencia, exiliándose en Orán, donde fue internado en un campo de concentración.Una vez liberado, marcha al Marruecos francés donde se gana la vida como peón de la construcción. Tras lacaída de Francia en manos de los nazis, las autoridades franquistas solicitan la entrega de los refugiados españolesen territorio francés. En febrero de 1942, Cipriano Mera es entregado por el Gobierno de Vichy. Condenado amuerte, la pena le fue conmutada por treinta años de prisión. Tras un indulto en 1946, pasa clandestinamentea Francia, donde retornó al activismo anarquista y trabajó como albañil hasta su muerte en un hospital de SaintCloud en 1975, pues, como el mismo había declarado en pleno conflicto bélico: "Cuando termine la guerra, elteniente coronel Cipriano Mera volverá a empuñar el palustre".Escribió un libro de memorias titulado: "Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista".

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Un año más, la sociaciónFrente de Madr id , encolaboración con el Exco.Ayuntamiento de Quijorna,llevará a cabo la recreaciónde los combates que selibraron hace 72 años en lalocalidad madrileña.

El acto se encuadra dentro delas IV Jornadas sobre laGuerra Civil y el desarollo dela Batalla de Brunete enQuijorna. Dichas jornadas seinaugurarán el próximoviernes 3 de julio a las 20:00

horas en el salón de plenosdel ayuntamiento y en el quese ubica la exposición sobrela batalla. Tras el acto, lasjornadas se abrirán con unaconferencia del Doctor ManuelSánchez Vera titulada “Lasanidad militar en la Batallade Brunete”.

Durante la jornada del sábado4 de julio, se realizará una rutaguiada por miembros delColectivo Guadarrama y quetendrá como objetivo la visitade las posiciones nacionales

al sur del arroyo de Quijorna.Tras la ruta, se abrirá una bolsade militaria para la compra-venta de material militar,seguida de varias conferenciasy char la-co loqu io conveteranos de la guerra.

Para terminar los actos delsábado, se llevará a cabo larecreación de los combatesque tuvieron lugar en torno aQuijorna. Este año la zona derecreación cambia de lugar,estableciéndose en losterrenos del campo de golf.Entre las 19 y 20 horasel público podrá visitar last r i n che ras donde l osrecreadores les mostraráncómo era la vida diaria de uncombatiente. Este año secontará con la participaciónde otros grupos de recreaciónvenidos de diferentes lugaresdel país.

Las jornadas concluirán eldomingo con una nueva rutapor la zona del Vétago.

Desde Frente de Madridinv i tamos a todos losinteresados a asistir a larecfreación que tendrá lugarel sábado a las 20:30 horas.

Por tercer año consecutivo,soldados de la guerra civilespañola toman el puebloturolense de Torre de Arcaspara llevar a cabo la IIIrecreación del Frente deAragón.

Al acto asistieron en torno a90 recreadores de diferentesasociaciones, entre las quese encontraba Frente deMadrid, para recrear loscombates que tuvieron lugaren 1938 en e l f ren tearagonés.

En la jornada del sábado, serecreó la toma del pueblo portropas republicanas queencon t ra ron la fue r teresistencia de las tropasnacionales. Ya el domingo,los combates se trasladarona campo abierto donde fueronlos nacionales los que llevaronla iniciativa en el ataque.

La asociación Frente deAragón, organizadora de losactos, quedaron muy satis-fechos por el desarrollo de lasjornadas, emplazando a todoslos asistentes para el año queviene.

Como curiosidad a destacar,el Terminus, camión Ford quesirvió de puesto de mandoavanzado del Cuartel Generalde Franco, y que pudo servis i tado por todos losasistentes.

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El fin de semana del 18-19 deabril, una expedición de Frentede Madrid, acudió a lasjornadas de policías de lalocalidad de San Adrián, en laribera navarra. Allí, entrep r u e b a s d e p o r t i v a s ,exposiciones y exhibicionesde material de un amplionúmero de grupos (desde laDYA a la policía local deHuelva, pasando por la UMEo los forales navarros), unaescuadra de seis Guardias deAsalto de la IIª República,(acompañados de un sanitariomilitar), patrullaron las callesde la localidad, respondiendoa la gran cantidad depreguntas tanto del públicocomo de los miembros de lasunidades asistentes, acercade la unidad, sus orígenes,equitación y uniformidad, asícomo a un elevadísimonúmero de solicitud de

fotografías con el grupo, lo quedenota el gran interés queestas unidades y la recreación

histórica de la GCE despiertanentre el públ ico, tantoespecializado como profano.

La asociación Frente deMadrid ha sacado una nuevacamiseta para esta temporadaa la que hemos llamado“Querida Hotchkiss”.

Disponemos de tallas XS, S,M, L (imperial), L (regente), XLy XXL, todas en color negro, alprecio de 15 euros cada una.

En la camiseta se puede veruna foto de época de un

servidor de ametralladoraHotchkiss (el padre de uno denuestros socios) con elsiguiente texto:

Espero que al recibo de lapresente te encuentres bien.Yo por aquí voy “tirando”. Temando esta foto con loscompañeros, y que sepas quesiempre me acuerdo de ti.... desde el frente, con amor,tu querida... Hotchkiss

También estamos liquidandoel stock de camisetas “PavlovSpanish Tour” de la tem-porada pasada a un precio de10 euros la unidad.

Quedan pocas unidades porlo que se ruega consultartallas.

Para pedidos, enviar uncorreo a:[email protected]

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Cierta tarde, Benjamín nos dijoq u e n e c e s i t a b a q u i n c evoluntarios. El ataque contra elreducto fascista, suspendido enuna ocasión, se llevaría a caboesa noche. Aceité mis diezcartuchos mexicanos, ensucié mibayoneta (el brillo excesivo podíarevelar mi posición) y preparé untrozo de pan, otro de chorizocolorado y un cigarro, atesoradodurante largo tiempo, que miesposa me había enviado desdeBarcelona. Se distribuyerongranadas, tres para cada hombre.El gobierno español habíalogrado por fin producir unagranada decente. Se basaba enel principio de la bomba Mills,pero con dos seguros en lugarde uno; después de arrancarloshabía un intervalo de sietesegundos antes de la explosión.Su principal desventaja radicabaen que uno de los seguros eramuy rígido y el otro muy flojo, demodo que se podía elegir entredejar los dos colocados en susitio y exponerse a no podermover el más duro en unmomento de emergencia o sacarel duro de antemano y vivir en elconstante terror de que lagranada explotara en el bolsillo.Pero era una pequeña granadamuy cómoda de arrojar. Pocoantes de medianoche, Benjamínnos condujo hasta Torre Fabián.Desde el crepúsculo había estadolloviendo. Las acequias estabanllenas hasta el borde y, cada vezque uno tropezaba y caía dentrode ellas, se encontraba con elagua hasta la cintura. Bajo lalluvia torrencial, y en completaoscuridad, una borrosa masa dehombres nos aguardaba en elpatio de la granja. Kopp se dirigió

a nosotros, primero en españoly luego en inglés, para explicarel plan de ataque. La líneafascista formaba allí un ánguloen L, y el parapeto que debíamosatacar se encontraba sobre unaelevación del terreno en laesquina de la L. Una treintena denosotros, la mitad ingleses, lamitad españoles, bajo la direcciónde Benjamín y de Jorge Roca,comandante de nuestro batallón(un batallón en la mil iciasignificaba unos cuatrocientoshombres), debíamos arrastrarnosy cortar la alambrada fascista.Jorge arrojaría la primera granadacomo señal, y entonces losdemás debíamos lanzar unalluvia de granadas, expulsar a losfascistas del parapeto yapoderarnos de él antes de quepudieran volver a reunir fuerzas.Simultáneamente, setentahombres del Batallón de Choquedebían asaltar la siguiente«posición», fascista, situada adoscientos metros hacia laderecha y unida a la primera poruna trinchera de comunicación.Para evitar que disparáramosunos contra otros en la oscuridad,debíamos usar brazaletesblancos. En ese momento llegóun mensajero para comunicarnosque no había brazaletes blancos.Desde la oscuridad, una vozquejumbrosa sugirió: «¿Nopodríamos hacer que fueran losfascistas los que usaranbrazaletes blancos?».

Había que aguardar todavía unpar de horas. El granero situadosobre el establo de mulas estaba

tan destrozado por el bombardeoque era peligroso moverse sinuna luz. Sólo le quedaba la mitaddel suelo y había una caída deseis metros hasta las piedras deabajo. Alguien encontró un picoy arrancó unas tablas, con lasque al cabo de pocos minutosencendimos un buen fuego ynuestras ropas empapadascomenzaron a despedir vapor.Un miliciano sacó un mazo denaipes y comenzó a circular elrumor - uno de esos rumoresmisteriosos, endémicos en laguerra - de que se disponían arepartir café caliente con coñac.Bajamos raudos la escalera apunto de derrumbarse y nospusimos a buscar por el patiooscuro, preguntando dóndeestaba el café. ¡Ay!, no habíacafé. En vez de eso, nosreunieron, nos hicieron formaruna fila única y Jorge y Benjamíniniciaron la marcha en laoscuridad, seguidos por todosnosotros. Continuaba el tiempolluvioso y la intensa oscuridad,pero el viento había cesado. Elfangal era indescriptible. Lossenderos a través de los camposde remolacha eran una merasucesión de aglomeraciones debarro, tan resbaladizas como unacucaña, con enormes charcospor todas partes. Mucho antesde que llegáramos al lugar dondedebíamos abandonar nuestropropio parapeto, ya noshabíamos caído varias veces yteníamos los fusiles embarrados.En el parapeto, un pequeñogrupo de hombres, nuestrareserva, nos aguardaba con el

Por su indudable interés, incluimos este capítulo completo de “Homenaje a Cataluña” deGeorge Orwell. En el se narra con gran lujo de detalles, una incursión nocturna contra lastrincheras enemigas, en el marco de la ofensiva sobre Huesca de la primavera de 1937.Detalles sobre uniformidad, armamento, táctica y, lo más importante, los sentimientos ysensaciones de un combatiente de primera línea.

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médico junto a una fila decamillas. Pasamos de uno en unoa través de la abertura delparapeto y vadeamos unaacequia. Plash-glu-glu-glu, unavez más, con el agua hasta lacintura y el barro maloliente yresbaladizo que penetraba porlos caños de las botas. Jorgeaguardó sobre la hierba del otrolado de la acequia hasta quetodos hubimos pasado. Entonces,doblado casi en dos, comenzó aavanzar lentamente. El parapetofascista estaba a unos cientocincuenta metros. Nuestra únicaposibilidad de llegar hasta élradicaba en movernos sin hacerruido.

Yo marchaba delante con Jorgey Benjamín. Doblados en dos,pero con los rostros levantados,nos arrastramos en la oscuridadcasi total a un ritmo que se hacíamás lento a cada paso. La lluviagolpeaba ligeramente nuestrosrostros.

Cuando miré hacia atrás, pudever a los hombres que estabanmás cerca de mí: un racimo deformas jorobadas como enormeshongos negros deslizándoselentamente. Cada vez quelevantaba la cabeza, Benjamín,a mi lado, me susurrabafurioso al oído: «¡Mantén lacabeza baja! ¡Mantén la cabezabaja!». Podría haberle dicho queno necesitaba preocuparse.Sabía por experiencia que, enuna noche oscura, no se puedever a un hombre a veinte pasos.Era mucho más importanteavanzar en silencio; si nos oíanuna sola vez estábamosperdidos. Les bastaba barrer laoscuridad con la ametralladora ysólo nos quedaría huir o dejarnosmasacrar.

Pero, en aquel terreno resultabacasi imposible avanzar sin ruido.Por más precauciones quetomáramos, el barro se pegabaa los pies y a cada pasoquedábamos hacía chop-chop,chop-chop. Y para acabar deempeorar las cosas, el vientohabía cesado y, a pesar de lal luvia, la noche era muysilenciosa. Los sonidos debíande llegar muy lejos. Hubo unmomento inquietante cuandotropecé con una lata. Pensé quelos fascistas en muchoskilómetros a la redonda debíande haberlo oído. Pero no, ni undisparo, ni un movimiento en laslíneas enemigas. Seguimosdeslizándonos, cada vez máslentamente. Me resulta imposibleexpresar la intensidad con quedeseaba llegar allí, ¡tener elobjetivo al alcance de lasgranadas antes de que nosoyeran! En tales ocasiones, unoni siquiera tiene miedo, sólos i e n t e u n t r e m e n d o ydesesperado anhelo de cruzar el

terreno intermedio. Experimentéidéntica sensación al ir al acechode un animal salvaje: el mismodeseo angustioso de ponerlo atiro, la misma certeza -como ensueños- de que eso resultaimposible. En tales ocasiones,uno ni siquiera tiene miedo, sólos i e n t e u n t r e m e n d o ydesesperado anhelo de cruzar elterreno intermedio. ¡Y cómo sealargaba la distancia! Yo conocíabien el lugar, sólo debíamosrecorrer ciento cincuenta metros:no obstante, parecía faltar másde un kilómetro. Cuando uno searrastra con tales precaucionespercibe, tal como lo haría unahormiga, todas las variacionesdel terreno: la espléndida manchade hierba suave allí, la malditamancha de fango pegajoso aquí,las altas cañas crujientes quedeben evitarse, el montón depiedras que uno desespera depoder atravesar sin ruido.Avanzábamos desde hacia tanto

tiempo que comencé a pensarque habíamos equivocado elcamino. En ese momentoempezamos a distinguir delgadas líneas paralelas y oscuras. Erala alambrada exterior (losf a s c i s t a s t e n í a n d o salambradas). Jorge se arrodillóy empezó a rebuscar en elbolsillo; tenía nuestro único parde tenazas. Clic, clic. Apartamoscon mucho cuidado el alambrecortado y aguardamos a que losúl t imos hombres se nosacercaran. Nos parecía quehacían un ruido tremendo. Ahorafaltaban cincuenta metros hastael parapeto fascista. Seguimosadelante, doblados en dos. Unpaso cauteloso, posando el piecon tanta suavidad como un gatoque se aproxima a una ratonera;luego, una pausa para escuchar;después, otro paso. Una vezlevanté la cabeza; sin hablar,Benjamín me puso la mano enla nuca y me l a ba jóviolentamente. Sabía que laalambrada interior quedabaapenas a veinte metros del

p a r a p e t o . M e p a r e c í ainconcebible que treinta hombrespudieran llegar hasta allí sin quenadie los oyera. Nuestrarespiración bastaba paradenunciarnos. Con todo,llegamos. El parapeto fascista yaera visible, un borroso montículonegro que se elevaba antenosotros. Jorge se arrodilló yrebuscó de nuevo en su bolsillo.Clic, clic. No hay manera de cortara l ambres en s i l enc io .Estábamos, pues, junto a laa l a m b r a d a i n t e r i o r . L aatravesamos a cuatro patas ycon mayor rapidez. Si teníamostiempo de desplegarnos todo iríabien. Jorge y Benjamínatravesaron agachados laalambrada hacia la derecha. Perolos hombres que estabandispersos detrás de nosotrostuvieron que formar una cola parapasar por la angosta abertura yjusto en ese momento hubo unfogonazo y una detonación en

el parapeto fascista. El centinelanos había oído por fin. Jorge seapoyó en una rodilla e hizo girarel brazo como un jugador debolos. ¡Brum! Su granada reventóen alguna parte al otro lado delparapeto. De inmediato, conmucha mayor rapidez de la queuno habría creído posible, se oyóel rugido de diez o veinte fusilesdesde el parapeto fascista. Noshabían estado esperando,después de todo. La lívida luznos permitía ver los sacos dearena de manera intermitente.Los hombres estaban demasiadolejos para arrojar sus granadas.Cada tronera parecía escupirchorros de fuego. Siempre eshorrible estar bajo el fuego en laoscuridad, donde cada fogonazoparece apuntar directamentehacia uno. Lo peor son lasgranadas, no es posible concebirsu horror hasta que se las havisto reventar de cerca en laoscuridad; durante el día sólo seoye el estruendo de la explosión,pero en la oscuridad tambiénestá el cegador resplandor rojizo.

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Me había arrojado boca abajo ala primera descarga. Durantetodo ese tiempo estuve echadode costado sobre el barro,luchando desesperadamente conel seguro de una granada. Elmaldito se negaba a salir. Por fin,me di cuenta de que tiraba endirección equivocada. Saqué elseguro, me puse de rodillas,arrojé la granada y volví a tirarmecuerpo a tierra. Explotó hacia laderecha, antes del parapeto: elmiedo había arruinado mipuntería. En ese momento, otragranada estalló delante de mí,tan cerca que pude sentir el calorde la explosión. Me aplasté contrael suelo y enterré la cara en elbarro con tanta fuerza que mehice daño en el cuello y penséque estaba herido. En medio delestrépito alcancé a oír una vozinglesa que decía quedamente amis espaldas: «Estoy herido».La granada había alcanzado avarios hombres a mi alrededor,sin tocarme. Me puse de rodillasy arroje mi segunda granada. Heolvidado dónde cayó. Losfascistas disparaban, nuestroshombres disparaban desde laretaguardia y yo tenía plenaconciencia de estar en el medio.Sentí muy próxima una ráfaga yme di cuenta de que un hombretiraba inmediatamente detrás demí. Me puse de pie y le grité:«¡No tires contra mi, pedazo deidiota!». En ese momento vi queBenjamín, apostado a unos diezmetros hacia mi derecha, mehacía señas con un brazo. Corríhacia él. Decidí cruzar la líneade troneras l lameantes y,mientras lo hacía, me protegí lamejilla con una mano -ademánbastante idiota-, ¡como si unamano pudiera detener las balas!,pero es que sentía horror derecibir una herida en la cara.Benjamín estaba apoyado en unarodi l la con una diaból icaexpresión de placer en el rostro,m i e n t r a s d i s p a r a b acuidadosamente contra last roneras con su p is to laautomática. Jorge había sidoherido con la primera descargay no se lo veía desde allí. Mearrodillé junto a Benjamín, saquéel seguro de mi tercera granaday la arrojé.

¡Ah! No cabía duda. La bombaestalló esta vez al otro lado delparapeto, en la esquina, justo allado del nido de ametralladoras.El fuego fascista pareció menguarde forma muy súbita. Benjamínse puso de pie y gritó: ¡Adelante!¡A la carga!. Nos lanzamos haciala breve y empinada pendientesobre la que se levantaba elparapeto. Digo «nos lanzamos»,pero no es la expresión másexacta, pues resulta imposiblemoverse con rapidez cuando unoestá empapado, cubierto de barrode la cabeza a los pies y cargadocon un pesado fusil y bayoneta

y ciento cincuenta cartuchos.Daba por sentado que arriba meaguardaba un fascista. Sidisparaba a esa distancia nopodía errarme y, sin embargo,nunca esperé que lo hiciera, sinoque me atacara con la bayoneta.Me parecía sentir de antemanola sensación de nuestrasbayonetas entrechocándose, yme pregunté si su brazo seríamás fuerte que el mío. Sinembargo, ningún fascista meaguardaba. Con una vagasensación de alivio descubrí quese trataba de un parapeto bajo yque los sacos de arenaproporcionaban un buen puntode apoyo. Por lo general sondifíciles de superar. Al otro ladola destrucción era total, conpedazos de vigas y grandesfragmentos de uralita dispersospor todas partes.

Nuestras granadas habíandestrozado todas las barracas yrefugios. No se veía un alma.Pensé que estarían escondidosbajo tierra, y grité en inglés (nose me ocurría nada en españolen ese momento): «¡Salid de ahí!¡Rendíos!». No hubo respuesta.En ese momento un hombre, unafigura borrosa en la penumbra,saltó desde el tejado de una delas barracas destruidas y huyóhacia la izquierda. Salí en supersecución, clavando mibayoneta absurdamente en laoscuridad. Cuando daba la vueltaa la esquina del barracón, vi a unhombre -no sé si era el mismoque había divisado anteshuyendo por la trinchera decomunicación que conducía a laotra posición fascista-. Debo dehaber estado muy cerca de él,pues pude verlo con todaclaridad. Tenía la cabezadescubierta y parecía no llevarnada puesto, salvo una mantasobre los hombros. A esadistancia podía haberlo hechovolar en pedazos. Pero, por temora que nos disparáramos entrenosotros, se nos había ordenadoque usáramos sólo las bayonetas

una vez que estuviéramos al otrolado del parapeto. De cualquiermanera, ni siquiera se me ocurrióapuntar. En vez de eso, mi mentesaltó veinte años atrás, alprofesor de boxeo del colegio,quien me describía con vívidapantomima cómo en los Dar-danelos había atravesado a unturco con la bayoneta. Cogí elfusil por la parte delgada de laculata y arremetí contra laespalda del hombre. Estaba fuerade mi alcance. Arremetí otra vez,pero seguía fuera de mi alcance.Y así seguimos durante un cortotrecho, él corriendo por latrinchera y yo detrás, tratando dedar alcance a su espalda y sinconseguirlo; un recuerdo cómicopara mi, pero supongo que notanto para él. Desde luego, élconocía el terreno mejor que yoy pronto me dio esquinazo.Cuando regresé a la posición,ésta se encontraba llena dehombres que gritaban. Losestampidos habían disminuidoalgo. Los fascistas seguíandisparando contra nosotrosdesde tres direcciones pero amayor distancia. Los habíamoshecho retroceder por el momento.Recuerdo haber dicho con tonode oráculo: «Podemos defendereste lugar durante media hora,nada más». No sé por qué dijemedia hora. Hacia la derecha,sobre el parapeto, podían verselos innumerables fogonazosverdosos de los fusiles queperforaban la oscuridad; peroestaban muy lejos, a unos cieno doscientos metros. Nuestratarea consistía ahora en explorarla posición y apoderarnos de todolo que pudiera considerarsevalioso. Benjamín y algunos otrosestaban ya escarbando entre lasruinas de un enorme barracón orefugio en el centro de la posición.Benjamín se tambaleó excitadosobre el techo en ruinas, tirandodel asa de cuerda de una cajade municiones.

(Continuará)

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El Batallón de Voluntarios deCastellón Número 17 fue otro delos batallones formados en lacapital castellonense para lucharcontra el fascismo en Madrid.También fue denominadoBatallón “Casas Sala” en honoral diputado castellonense deIzquierda Republicana FranciscoCasas Sala, que fue el delegadopolítico de una de las primerascolumnas de Castellón quemarcharon a tomar la capitalturolense a finales de julio de1936. El diputado fue apresadoen la famosa traición de la Pueblade Valverde protagonizada porlos guard ias c iv i les quemarchaban en dicha columna yposteriormente fue fusilado enTeruel a finales de agosto de1936.

El 17 de agosto se publicaba eldecreto que establecía lasnormas de reclutamiento de losefectivos militares al servicio dela República. Castellón formabaparte de las circunscripciones ob a s e s d e l E j é r c i t o d eincorporación de los Batallonesde Voluntarios comprendiendosu provincia y la de Teruel. Comoc o m i s a r i o s c i v i l e s d ereclutamiento en la base militarC a s t e l l ó n - T e r u e l f u e r o ndesignados por el Gobierno losdiputados Juan Sapiña yFrancisco Gómez Hidalgo.El 5º Regimiento comenzó, asípues a formar en la ciudad deCastellón al que se conoció comoBatallón Casas Salas nº 17,instalando las oficinas dereclutamiento en la calle Colónnº 60. El Heraldo de Castellónpublicaba el día 9 de noviembrela siguiente proclama: El 5ºRegimiento de la organización,de la férrea disciplina, de la

victoria, os llama para que osincorporéis en el Batallón “Casassala” que se está organizandopara acudir en defensa de lacapital antifascista, en defensade Madrid, amenazada por labestia reaccionaria. ¡Todos endefensa de Madrid que esdefender España!

Este Batallón ya estaba encondiciones de rendir honores el21 de noviembre al cadáver deBuenaventura Durruti, a su pasopor Castellón, correspondiendosu mando al comandante JuanCalvo Calvo, e l cual seencontraba situación de retiro enCastellón el 18 de julio de 1936,con el grado de capitán deInfantería.

El día 4 de diciembre el BatallónCasas Sala tenía su estancia enVillarrobledo (Albacete), allí setrasladó una comisión integradapor Matías Sangüesa, Presidentede la Diputación, SantiagoNomdedeu en representación delComité Provincial de IzquierdaUnida, José M. Montolio y MiguelIbáñez en representación delComi té Loca l y CarmenCalatayud con motivo de entregaral día siguiente la bandera alBatallón.

Dicho acto se celebró con larepresentación de la comisión deCastellón y representacionespolíticas del Ayuntamiento, asícomo par t idos po l í t i cos ,autoridades y fuerzas militares,acompañadas de la Banda demúsica, realizándose dicho actoen el campo de ejerciciosmilitares donde estaban formadastodas las fuerzas que en númerosuperior a 5.000 llenaban la granexplanada de aquella base.

A finales de diciembre seconstituyó en Villarrobledo la 17Brigada Mixta, pasando elBatallón Casas Sala a formarparte de esta nueva brigada. Seotorgó el mando al tenientecoronel de Infantería GermánMadroñero López, teniendo comocomisario a Manuel SimarroQuiles.

La 17 Brigada Mixta se componíad e c u a t r o b a t a l l o n e s :Villarrobledo, Casas Sala, JoséSerrano y Juventud Manchega.El órgano de expresión de la 17Brigada Mixta fue el periódicoBANDERA ROJA, de apariciónsemanal.

A mediados de enero de 1937,partió hacia el frente y quedó

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Bibliografía:

acantonada en Ocaña, en laretaguardia del frente deArganda, junto a 5ª y 66ª BrigadaMixta.

El 6 de febrero comenzaba laBatalla del Jarama, las fuerzasfranquistas confeccionaron unaoperación con el objetivoestratégico de conseguir lavictoria definitiva de la guerrarindiendo Madrid por estran-gulamiento.

El 7 y el 8 de febrero, seencontraba la brigada enChinchón, y se encuadró en laagrupación del coronel Burillosiéndole encargada la misión deimpedir la continuidad del avancedel general franquista GarcíaEscamez, que había conquistadoCiempozuelos. Para ello se leordenó la defensa de los puentessobre el Jarama, en San Martínde la Vega y el puente de Titulcia.El día 8 de febrero, el BatallónVillarrobledo nº 1 relevó a otrobatallón de la 23 Brigada Mixtaen San Martín de la Vega,

resistiendo dicha unidad en elpuente en las operacionesllevadas en dicho sector hasta eldía 12, sufriendo grandespérdidas, calculándose en el 50% de sus efectivos.

Según Engels la 17 BrigadaMixta, pronto fue adjudicada a laAgrupación del coronel Chordácon la misión de proteger otropuente, el de Pindoque.

El día 10 de febrero el Primertabor de Tiradores de Ifni seacercó sigilosamente al puentey sorprendió a los centinelas deXII Brigada Internacional, a losque pasaron a cuchillo, fue unamaniobra audaz ya que lograronpasar a la otra orilla, evitando ladestrucción del puente, la 17brigada Mixta tuvo que acudir ataponar la brecha, acudiendoademás en socorro de la 23Brigada Mixta que había quedadoprácticamente destrozada.El día 12 de febrero, atacó sinéxito, por la Cuesta de la Reinay dos días más tarde, se situó

frente al Vértice Pingaron,fracasando en su ataque yretirándose desordenadamente.Al día siguiente, fue encuadradaen la División “B” que mandabael yugoslavo Gal, participandocon ella, de nuevo, en san-grientos combates en torno alpingaron, últimos estertores dela batalla del Jarama.

La 17 Brigada Mixta combatiódurante toda la Batalla delJarama, quedando prácticamentedesecha, tal y como lo indicó elservicio de información de laDivisión Reforzada de Madrid enun informe del 24 de febrero: “LaBrigada Mixta XVII y XVIII,pueden darse como desapa-recidas, por aniquilamiento en losúltimos combates”.

Bernado Pérez que fue soldadode municionamiento de la 17Brigada Mixta en el Batallón 67cuenta en sus memorias que: “La17 Brigada ha sido disuelta y susfuerzas acumuladas a las de otraque también ha tenido muchasbajas: la P.U.A. (Primera Unidadde Avance), cuyo nombrellevaremos desde ahora. Unanoche, en la comandancia, nosrecogen el armamento y nosordenan subir a una furgoneta.Termina el viaje en el Km., 16 dela carretera de Valencia (?)”.El Hospital Provincial deCastellón acogió a muchosheridos provenientes de Madridy concretamente del 2º BatallónCasas Salas de la 17 BrigadaMixta, así mismo la Junta Centralde Socorros informó de ladesaparición y fallecimiento desoldados castellonenses de dichobatallón, entre los que seencontraron Francisco TorresArnau de Vall d'Uixó (desa-parecido el 10 de febrero en elJarama) y Ramón LLorens Marínde Alcalá de Xisvert (fallecido enel Jarama).

- La segunda República y la guerra: (tomo XVII), Luís Suárez Fernández, Octavio Ruiz Manjón-Cabeza,Ediciones Rialp, 1981.

- Oficiales en Castellón el 18 de julio de 1936, Ricardo Pardo Camacho, aulamilitar.com.- El 5º Regimiento de Milicias Populares, E. Comín Colomer. Editorial San Martín, 1973.- Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República 1936-1939, Carlos Engel. Editorial

Almena, 2005.- Estrategia y táctica en la guerra de España 1936-1939. Carlos Engel. Editorial Almena, 2008.- El Hospital Provincial y la Clínica Militar. 1936-1938, José A. Aparici Gallart. Aulamilitar.com.- La primera batalla moderna se libra en el Jarama (febrero de 1937), tomo nº 10, La guerra civil española

mes a mes. Biblioteca El mundo. Editorial Unidad Editorial S.A., 2005.- ABC 1936-1939, doble diario de la guerra civil, fascículo 22. Editorial Prensa Española, 1979.- Archivo Militar de Ávila.- Servicio de la Memoria Histórica de Salamanca.- Biblioteca del Aula Militar Bermúdez de Castro de Ricardo Pardo Camacho.- Periódico Heraldo de Castellón.- http://www.alfonselmagnanim.com/MEDIA/dicci_pol_val.pdf(diccionario bibliográfico de los políticos

valencianos 1810-2005).- http://ca.wikipedia.org/wiki/Francisco_Casas_Sala- http://www.memoriacastello.cat/pagina1.115.html (La traición de La Puebla. Milicianos saguntinos en la

columna Fernández Bufanda de José Ramón Carbonell y Juan Luís Porcar.- http://www.aranjuez.ws/vdj/vozpropia/bernardo.htm- http://www.guerracivil1936.galeon.com/diario10.htm (SUCEDIÓ EN MI PUEBLO por Bernardo Perea

Morales.- http://archivo.castello.es/hmca/aplicacion/consulta.html (Hemeroteca de Castellón).

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Por su rapidez de tiro y suefectividad para batir grandeszonas , son las a rmasautomáticas el verdaderoesqueleto de un plan de fuegos,tanto en combate ofensivocomo en defensivo. Por lo cualdebe ser preocupac iónprimordial de todo jefe depos ic ión su es tud io yperfeccionamiento.

En este trabajo trataremos delasentamiento de las armasautomáticas en posiciones,dejando para otro el asen-tamiento en combate ofensivo.Lo primero que ha de pro-curarse al hacer el asen-tamiento de las armasautomáticas es que ésteobedezca a un plan estudiadoque permita efectuar el fuegoen todo momento y a cualquierdistancia, alcanzado su máximoefecto. Ha de procu-rarse, enla medida de lo posible, que elenemigo ignore su empla-zamiento para que puedanproducirse fuegos de sorpresa,condición indispensable en todocombate. Deben tener extensocampo de tiros, que permitabatir desde ellos todo el terrenosituado a vanguardia, evitandohaya ángulos muertos. Con elfin de evitar, tanto el ser des-cubiertos por la observación,como el que les pueda batir la

Artillería, los asentamientosdeberán hacerse en abrigosespeciales, procurando esténfuera de la trinchera y unidos aésta por ramales, procurandoque su construcción sea aprueba de los fuegos de laArtillería.

Esta forma de asentamientostiene la ventaja de proteger a

los sirvientes y máquinas de losbombardeos preparatorios delataque, a la vez que permiteuna intervención rápida de laametralladora desde que elenemigo desemboque en elcampo de tiro.

El fusil-ametrallador, por su másfácil movilidad, puede emple-arse en diferentes puntos de la

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posición, según las necesi-dades del combate lo reclamen;pero, no obstante, debe bus-cársele asentamientos fijos, conel fin de que, procurándole lamayor estabilidad, pueda tenerpuntería fija, que le permita batirzonas determinadas, en casode ataque nocturno.

Una de las misiones másimportantes de las armasautomáticas es el poder batir alenemigo, en caso de ataque,con fuegos de flanqueo. Paraconseguir este objetivo serápreciso que los asentamientos

de las máquinas estén ensituación avanzada a las líneasde resistencia, a se posibledelante de los obstáculosdefensivos o alambradas. Loque se consigue construyendoel asentamiento al fin de unagalería subterránea.

Es tan importante el flanqueo deuna posición, que puede decirseque con él se consigue anular,casi en su totalidad, el ataquedel enemigo, por la efectividadde los tiros, puesto que éstosbatirán en sentido paralelo a laposición de resistencia (como lo

demuestra el asentamiento quese señala en el gráfico queacompaña este trabajo).

Por lo mismo que estos fuegosson los más efectivos para ladefensa de una posición, sonbuscados con preferencia porla Artillería y la Aviación.

Para evitar los efectos de estasarmas debe hacerse más deun asentamiento para cadamáquina, con el fin de podercambiarla de situación en casode que fueran descubiertas ybatidas.

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La Guardia de Asalto ha quedadovinculada para la historia con la IIRepública Española, posiblementecomo su cuerpo armado másemblemático, y no deja de sercierto que el advenimiento delrégimen republicano en abril de1 .931 prec isaba para suconsolidación de un dispositivopolicial que le fuera políticamenteafecto. Sin embargo sería unaimprecisión resumir que la Guardiade Asalto - en adelante GDA- naciócon la república, y que su génesisobedeciera estrictamente a unanecesidad de refuerzo armadopara la institución republicana. Loque si queda fuera de toda dudaes que nos encontramos ante laprimera fuerza policial de ordenpúblico “moderna” de la historia deEspaña, por cuanto sus plan-teamientos, procedimientos ymedios estuvieron inspirados deun talante claramente innovadorpara la época, y que operó conmanifiesta eficacia y profe-sionalidad durante todo el periodorepublicano, incluyendo la guerracivil. De hecho el papel de la GDAen los primeros compases de larebelión militar del 18 de julio de1.936, que rápidamente degeneróen contienda, sería determinante,especialmente en los núcleosurbanos donde estaba desplegada.

Como ya se ha dicho la GDA noes un cuerpo de neta creaciónrepublicana, pero si cristalizaránen este periodo la serie dereformas y modernizaciones delCuerpo de Seguridad de laantigua Policía Gubernativa queya habían comenzado en laspos t r imer ías de l rég imenalfonsino. De hecho es últimoDirector General de Seguridadde la monarquía, a la sazón elGeneral D. Emilio Mola, el primerimpulsor de l proceso queculminaría en la GDA. Así, el 25de noviembre de 1.930 ve la luzel Real Decreto que dota a laPolicía Gubernativa de un nuevoreglamento - conocido como“Reglamento Mola”- y queestructuraba a ésta en doscuerpos bajo el mando único ydirecto del Director General deSegur idad : e l Cuerpo deVigilancia, de carácter civil yasignado a funciones de inves-tigación criminal, y el Cuerpo deSeguridad, de carácter militar ycon cometidos de orden público.Se atajaba así un errático devenirde más de 100 años, pues desdela creación de la policía españolapor Real Cédula de Fernando VIIen 1.824, la institución habíasufrido las mismas convulsionesy vaivenes políticos que el país.

La tensión política y la agitaciónsocial de principios de los 30, ysus secuelas de disturbios, nodecrecerían con el advenimientode la II República. El dispositivode seguridad para la “restauracióndel orden público” seguía siendo

el mismo de la monarquía, o sea:la Guardía Civil. Pero las férreasordenanzas de este cuerpo, y muyespecialmente su armamento ytácticas, hacía que sus inter-venciones, sobre todo en loscontextos urbanos, degeneraranfrecuentemente en una escaladade heridos y muertos. Se hacíaimperativo disponer de una fuerzade seguridad capaz de restaurarel orden público con rapidez yeficacia, util izando métodosresolutivos pero incruentos. SeríaMiguel Maura, primer Ministro dela Gobernación -Interior- delGobierno Provisional de la IIRepúbl ica quien afrontaríapolíticamente la cuestión creandolas “Compañías de Vanguardia”,como una sección especial. delCuerpo de Seguridad, apoyándosepara ello en una iniciativa anteriorde Mola la “Sección de Gimnasia”.La idea era la misma. Disponer deun contingente escogido deguardias de seguridad, selec-cionados por su estatura ycondición física, y adiestrar a estaélite, dotándoles de los mediosnecesarios para afrontar con éxitola represión de disturbios sinderramamiento de sangre... o conla menos posible.

El 30 de mayo de 1.931 se llevó acabo la primera revista pública dela Compañía de Vanguardia, loque supuso su presentación oficial.La presentación “efectiva” seríaapenas un mes después, el 6 dejulio, disolviendo sin miramientosuna huelga en la CompañíaTelefónica de Madrid, en la GranVía y las calles Hortaleza yValverde.

Las Compañías de Vanguardiapronto colmarían las expectativasdel ministro Maura, pasando adenominarse Sección de Asalto.Se ampliaron efectivos y medios,muy especialmente el parquemóvil. Finalmente por decreto de9 de febrero de 1.932 una partedel Cuerpo de Seguridad pasa aconvertirse en Guardias de Asalto,con esta denominación. Por elmismo decreto se cambia tambiénel nombre del Cuerpo deSeguridad, que en adelante sellamará “Cuerpo de Seguridad yAsalto”. A partir de ahora tendríanen exclusividad los cometidos deorden público en las ciudades,pasando la Guardia Civil a actuarexclusivamente en el medio rural,recuperando así este institutoarmado la misión original de sufundación.

Respecto a la forma y la presenciafísica, se requirió nada menos que1,80 m de estatura, algo extra-ordinario, dada la media de laépoca. Se dotó de gimnasios ymonitores deport ivos, y lapreparación física se convirtió enun elemento clave de la instrucción,y seña distintiva de esta élitepolicial.

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En cuanto a los medios, lasprincipales innovaciones de laSección de Gimnasia, queadoptarían las Compañía deVanguardia, sería la sustitucióndel tradicional sable por la llamada“defensa”, en toería una fusta degoma de 70-80 cm. (en la prácticase generalizó la de 50cm)revestida de cuero que permitíaemplearse a fondo para disolveralgaradas sin las contrapartidasdel arma blanca. No tardaría enser bautizada castizamente como“porra”. Otra innovación serían losgases lacrimógenos, inicialmenteunas granadas de c loro-acetofenona, irritante para los ojosy las vías respiratorias y teórica-mente inocuo para la salud. Otroaspecto importante fue la logística,pues una rápida movilidad eraclave para actuar con eficacia enun medio urbano. No se escatimól a d o t a c i ó n d e m e d i o sautomóviles, entre los quedes taca ron l as f amosas“camionetas de asalto” bautizadaspor los estudiantes con elhumorístico sobrenombre de “elcamión de la leña“.

La tropa fue dotada de fusilesMáuser modelo 1893, carabinasMáuser modelo 1895 -tambiénconocidas como “tercerolas”, paracaballería y motoristas)- y másadelante también el Máuser 1916además de una amplia variedadde pistolas: Astras 900, 400, 300 Star, Llama… No se portabansables, siendo sustituidos comoya se ha dicho por las “defensas”.A este armamento básico seañadía un arsenal de recurso dearmas l igeras de guerra,subfusiles, fúsiles, granadas,f u s i l e s a m e t r a l l a d o r e s ,ametralladoras e incluso morterosValero de 50mm, que eranpuestas en acción si lascircunstancias lo requerían.

En cuanto a la uniformidad, seadoptó el uniforme azul marinoen paño de cuello cerrado (parael invierno, inspirado en losmodernos uniformes de laspol ic ias metropol i tanas deEE.UU), para verano, semantuvo el uniforme de dril grisratón, con cuel lo abier to,t radic ional del Cuerpo deSeguridad. Los botones y todoslos elementos metálicos eranniquelados, y negros todos loscomponentes de cuero. Eluniforme de paño, abotonadohasta el cuello, daba a esta éliteun aspecto impresionante,reforzado por la utilización depolainas de preformadas quet a m b i é n s e r v í a n c o m oprotección. La uniformidad secompletaba con mono de trabajoazul mahón, empleándosetambién monos gr ises encampaña. Pero la prendaemblemática en la uniformidadde la GDA era sin duda sucaracterística gorra de plato, queera usada incluso en campañaen menoscabo del también

reglamentario gorrillo isabelino,que para estas fuerzas era azulmarino con vivos y madroñoblancos.

La orgánica de la GDA seguía unpatrón análogo al del ejercito. Launidad básica era la escuadra,compuesta por cuatro guardias yun cabo. Tres escuadrasconstituían un pelotón al mandode un sargento, y tres pelotonesi n t e g r a b a n u n a s e c c i ó ncomandada por un teniente.Finalmente una compañíaquedaba encuadrada por tressecciones dirigidas por un capitán.La GDA contaría con 50compañías distribuidas en 16grupos, cuyas sedes eran Madrid(1º, 2º y 3º), Bilbao (4º), Sevilla(5º), Valencia (6º), Zaragoza (7º),La Coruña (8º), Málaga (9º),Oviedo (10º), Badajoz (11º),Valladolid (12º), Murcia (13º) yBarcelona (14º, 15º y 16º). A lacabeza de esta estructura uncoronel, o teniente coronel,ostentaba el cargo de InspectorG e n e r a l , d e p e n d i e n d odirectamente del Director Generalde Seguridad. Con excepción dealgunas plazas promoción interna,l o s o f i c i a l e s e r a n c a s iexclusivamente militares profe-sionales, procedentes en muchoscasos de los cuerpos especialesde Africa -Regulares y Tercio deExtranjeros- lo que pronto daríaa la GDA un marcado caráctercastrense, reforzado por unaestricta disciplina y una acérrimaobservancia reglamentaria, asícomo por la circunstancia de quesu personal no respondía a fuerocivil, sino al Código de JusticiaMilitar.

El despl iegue de la GDAsupondría un cambio significativoen el desarrollo y desenlace delos acontecimiento cuando latensión social y la agitación políticase trasladaba a la calle. Losnuevos planteamientos para elcontrol y contención de multitudesdevinieron en reducción devíctimas mortales en los enfren-tamientos callejeros. No obstantel a con tundenc ia de l asactuaciones y su carismáticaobediencia al orden establecidollevó pronto a sindicalistas yactivistas políticos de izquierda yderecha a la conclusión de quelos GDA era un potente baluartede los Gobiernos Republicanos,fueran del signo que fueran. “Losde asalto” no tardaron adquirirante las masas obreras justificadafama de dureza, a la que sucesoscomo los de Casas Viejas nodejarían de aportar los tintes mássombríos. Como ya se ha dicho,la acreditada lealtad de la GDA algobierno de la II República habríade ser determinante en losprolegómenos y desenca-denamiento de la guerra civil.También sería relevante duranteel desarrollo de la contienda, peroeso ya es otro capítulo...