trotsky

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1 Leon Trotsky RESULTADOS Y PERSPECTIVAS Escrito: En 1906 en respuesta a los acontecimientos de 1905 en Rusia. Publicado por vez primera: En idioma ruso en 1907 y reditado por Trotsky para publicación en 1915 y en 1919. Edición digital en castellano: Red Vasca Roja, noviembre de 2000 bajo el titulo de Balance y perspectivas. Digitalización: Para la Red Vasca Roja por el miembro de la Red Vasca Roja, Juan Mari Madariaga, 2000. HTML para Marxists.org: Juan Fajardo, abril de 2000; 2010. Esta edición: Marxists Internet Archive, 1 de mayo de 2000; 2010. Lev Davidovich Bronstein (León Trotski) RESULTADOS Y PERSPECTIVAS Prefacio de 1919 El carácter de la revolución rusa era la cuestión principal alrededor de la cual se agrupaban, según la respuesta que daban, las diversas corrientes de ideas y organizaciones políticas en el movimiento revolucionario ruso. En la propia socialdemocracia esta cuestión provocó, desde que a causa del transcurso de los acontecimientos comenzó a plantearse de una forma concreta, las divergencias de opiniones más grandes. Desde 1904, estas divergencias de opiniones se han expresado en dos corrientes básicas: el menchevismo y el bolchevismo. El punto de vista menchevique partía del principio de que nuestra revolución era burguesa, es decir, que su consecuencia natural sería el paso del poder a la burguesía y la creación de las condiciones de un parlamento burgués. El punto de vista de los bolcheviques, en cambio, aun reconociendo la inevitabilidad del carácter burgués de la revolución venidera, planteaba la creación de una república democrática bajo la dictadura del proletariado y del campesinado. El análisis social de los mencheviques se caracterizaba por una superficialidad extraordinaria y, en principio, iba a caer en analogías históricas aproximativas --el típico método de la pequeña burguesía «culta»-. Las advertencias de que las circunstancias del desarrollo del capitalismo ruso habían provocado grandes contrastes entre sus dos polos y habían condenado a la insignificancia a la democracia burguesa, no impedían a los

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Trotsky. L. Resultados y perspectivas.

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    Leon Trotsky

    RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

    Escrito: En 1906 en respuesta a los acontecimientos de 1905 en Rusia.

    Publicado por vez primera: En idioma ruso en 1907 y reditado por Trotsky para publicacin

    en 1915 y en 1919.

    Edicin digital en castellano: Red Vasca Roja, noviembre de 2000 bajo el titulo de Balance

    y perspectivas.

    Digitalizacin: Para la Red Vasca Roja por el miembro de la Red Vasca Roja, Juan Mari

    Madariaga, 2000.

    HTML para Marxists.org: Juan Fajardo, abril de 2000; 2010.

    Esta edicin: Marxists Internet Archive, 1 de mayo de 2000; 2010.

    Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)

    RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

    Prefacio de 1919

    El carcter de la revolucin rusa era la cuestin principal alrededor de la cual se

    agrupaban, segn la respuesta que daban, las diversas corrientes de ideas y

    organizaciones polticas en el movimiento revolucionario ruso. En la propia

    socialdemocracia esta cuestin provoc, desde que a causa del transcurso de los

    acontecimientos comenz a plantearse de una forma concreta, las divergencias de

    opiniones ms grandes. Desde 1904, estas divergencias de opiniones se han expresado en

    dos corrientes bsicas: el menchevismo y el bolchevismo. El punto de vista menchevique

    parta del principio de que nuestra revolucin era burguesa, es decir, que su consecuencia

    natural sera el paso del poder a la burguesa y la creacin de las condiciones de un

    parlamento burgus. El punto de vista de los bolcheviques, en cambio, aun reconociendo

    la inevitabilidad del carcter burgus de la revolucin venidera, planteaba la creacin de

    una repblica democrtica bajo la dictadura del proletariado y del campesinado.

    El anlisis social de los mencheviques se caracterizaba por una superficialidad

    extraordinaria y, en principio, iba a caer en analogas histricas aproximativas --el tpico

    mtodo de la pequea burguesa culta-. Las advertencias de que las circunstancias del

    desarrollo del capitalismo ruso haban provocado grandes contrastes entre sus dos polos y

    haban condenado a la insignificancia a la democracia burguesa, no impedan a los

  • 2

    mencheviques, como tampoco lo hicieron las experiencias de los siguientes

    acontecimientos, buscar incansablemente una democracia autntica, verdadera, que

    tendra que ponerse a la cabeza de la nacin e introducir condiciones parlamentarias, a

    ser posible democrticas, con vistas a un desarrollo capitalista. Los mencheviques

    intentaron siempre y en todas partes descubrir indicios de desarrollo de una democracia

    burguesa, y cuando no los encontraron se los imaginaron. Exageraban la importancia de

    cualquier declaracin o discurso democrtico y subestimaban, al mismo tiempo, la

    fuerza del proletariado y las perspectivas de su lucha. Los mencheviques se esforzaron tan

    fanticamente en encontrar una democracia burguesa dirigente de forma que quedase

    asegurado el carcter burgus legal de la revolucin, que ellos mismos se encargaron,

    con ms o menos xito, durante la revolucin, cuando no apareci ninguna democracia

    burguesa dirigente, de cumplir con los deberes de aqulla. Est completamente claro que

    una democracia pequeo-burguesa sin ideologa socialista alguna, sin un estudio marxista

    de las relaciones de clase, no poda actuar, en las condiciones de la revolucin rusa, de

    otra forma que como actuaron los mencheviques como partido dirigente en la

    revolucin de febrero. La ausencia de una base social seria sobre la que apoyar una

    democracia burguesa se demostr en las personas de los mismos mencheviques:

    caducaron rpidamente y fueron barridos por la continuacin de la lucha de clases, ya en

    el octavo mes de la revolucin.

    A la inversa, el bolchevismo no estaba contagiado en lo ms mnimo por la creencia en el

    poder y en la fuerza de una democracia burguesa revolucionaria en Rusia. Desde el

    principio reconoci la significacin decisiva de la clase obrera en la revolucin venidera,

    pero su programa se limitaba, en la primera poca, a los intereses de las grandes masas

    campesinas sin la cual -y contra la cual- la revolucin no hubiese podido ser llevada a

    cabo por el proletariado. De ah el reconocimiento (interino) del carcter demcrata

    burgus de la revolucin.

    Segn su apreciacin de las fuerzas internas de la revolucin y de sus perspectivas, el

    autor no perteneca, en aquel periodo, ni a la una ni a la otra corriente principal del

    movimiento obrero ruso. El punto de vista adoptado entonces por el autor puede ser

    formulado de una manera esquemtica como sigue: Correspondientemente a sus tareas

    ms prximas, la revolucin comienza siendo burguesa, pero luego hace que se

    desplieguen rpidamente potentes antagonismos de clases y slo llega a la victoria si

    traspasa el poder a la nica clase capaz de colocarse a la cabeza de las masas oprimidas:

    el proletariado. Una vez en el poder, el proletariado no quiere ni puede limitarse al marco

    de un programa demcrata burgus. Puede llevar a cabo la revolucin slo si la revolucin

    rusa se prolonga en una revolucin del proletariado europeo. Entonces se superar el

    programa democrtico burgus de la revolucin, junto con su marco nacional, y la

    dominacin poltica temporal de la clase obrera rusa progresar hacia una dictatura

  • 3

    socialista permanente. Pero si Europa no avanza, entonces la contrarrevolucin burguesa

    no tolerar el gobierno de las masas trabajadoras en Rusia y empujar hacia atrs al pas -

    muy por detrs de la repblica democrtica de obreros y campesinos-. El proletariado,

    pues, llegado al poder, no debe limitarse al marco de la democracia burguesa sino que

    tiene que desplegar la tctica de la revolucin permanente, es decir anular los lmites entre

    el programa mnimo y el mximo de la socialdemocracia, pasar a reformas sociales cada

    vez ms profundas y buscar un apoyo directo e inmediato en la revolucin del oeste

    europeo. Esta posicin debe ser desarrollada y fundada por este trabajo, reeditado ahora y

    que fue escrito en 1904-1906.

    El autor ha defendido, durante una dcada y media, el punto de vista de la revolucin

    permanente, pero al evaluar las fracciones en lucha mutua dentro de la socialdemocracia

    cometi un error. Como entonces ambas partan de las perspectivas de una revolucin

    burguesa, el autor crea que las divergencias de opiniones no eran tan profundas como

    para justificar una escisin. Al mismo tiempo esperaba que el transcurso posterior de los

    acontecimientos demostrara claramente a todos, por un lado, la falta de fuerzas y la

    impotencia de la democracia burguesa rusa, y por el otro lado, el hecho de que al

    proletariado le sera objetivamente imposible mantenerse en el poder dentro del marco de

    un programa democrtico; y que, en suma, ello hara desaparecer el terreno de las

    divergencias de opinin entre las fracciones.

    Sin pertenecer a ninguna de las dos fracciones durante la emigracin, el autor

    subestimaba el hecho cardinal de que en las divergencias de opiniones entre los

    bolcheviques y los mencheviques figuraban, de hecho, un grupo de revolucionarios

    inflexibles por un lado, y por el otro una agrupacin de elementos cada vez ms

    disgregados por el oportunismo y la falta de principios. Cuando estall la revolucin en

    1917, el partido bolchevique representaba una organizacin centralizada fuerte, que haba

    absorbido a los mejores elementos entre los obreros progresistas y de la intelligentsia

    revolucionaria y que se orientaban, en su tctica, de completo acuerdo con la situacin

    internacional y con las relaciones de clase en Rusia -despus de una breve lucha interior

    hacia una dictadura socialista de la clase obrera. La fraccin menchevique, en cambio,

    haba madurado, en aquella poca, justo lo suficiente para realizar -como ya hemos

    mencionado- las tareas de una democracia burguesa.

    Al editar de nuevo su trabajo, el autor desea, no slo explicar aquellos fundamentos

    tericos de base que, desde los comienzos del ao 1917, le permitan a l y otros

    camaradas que estuvieron durante una serie de aos fuera del partido bolchevique, a

    entrelazar su propio destino con el del partido (esta declaracin personal no sera un

    motivo suficiente para una reedicin del libro), sino tambin recordar aquel anlisis

    histrico-social de las fuerzas motrices de la revolucin rusa, segn el cual la conquista del

  • 4

    poder poltico por la clase obrera poda y tena que considerarse como tarea de la

    revolucin rusa -y esto mucho antes de que la dictadura del proletariado llegase a ser un

    hecho consumado-. El hecho de que ahora podamos editar sin modificaciones un trabajo

    escrito en 1906 y formulado en sus rasgos bsicos ya en 1904, es una muestra convincente

    de que la teora marxista no est del lado del apoyo menchevique a una democracia

    burguesa, sino del lado del partido que de hecho realiza actualmente la dictadura de la

    clase obrera.

    La instancia ltima de la teora sigue siendo la experiencia. El hecho de que los

    acontecimientos en los cuales participamos ahora y las formas de esta participacin

    estuviesen ya previstos, en sus rasgos bsicos, hace una dcada y media, es una prueba

    irrefutable de que la teora marxista ha sido aplicada correctamente por nosotros.

    En el apndice reproducimos el artculo La lucha por el poder, que apareci en el

    peridico parisiense Nache Slovo [Nuestra Palabra] 35 del 17 de octubre de 1915. El artculo

    tiene una funcin polmica: en l se parte de la crtica de la carta programtica del lder

    del menchevismo a los camaradas de Rusia, y se llega a la conclusin de que, en la

    dcada posterior a la revolucin de 1905, el desarrollo de las relaciones de clases minaba

    ms an las aspiraciones mencheviques por una democracia burguesa, habiendo unido,

    por el contrario, ms estrechamente el destino de la revolucin rusa con la cuestin de la

    dictadura de la clase obrera. Hay que ser testarudo para hablar, todava, despus de una

    lucha ideolgica de aos, del aventurerismo de la revolucin de octubre!

    Cuando se habla de la relacin de los mencheviques con la revolucin, no se puede evitar

    el mencionar la degeneracin menchevique de Kautsky, que expresa ahora en la teora

    de los Martov, Dan y Tsereteli su propia decadencia terica y poltica. Despus de octubre

    del 1917 omos decir a Kautsky que la conquista del poder poltico mediante la clase

    obrera, tambin sera la tarea histrica del partido socialdemcrata pero que -dado que el

    partido comunista ruso no ha llegado al poder entrando por la puerta ni a la hora prevista

    en el horario de Kautsky- se debera dejar la repblica sovitica a la correccin de Kerenski,

    Tsereteli y Chernov. Esta crtica pedante reaccionaria de Kautsky, debe haber sorprendido

    an ms a los camaradas que han vivido con plena conciencia el periodo de la primera

    revolucin rusa y que han ledo el artculo de Kautsky de 1905-1906. Entonces comprendi

    y reconoci Kautsky (seguramente no sin la influencia bienhechora de Rosa Luxemburgo)

    que la revolucin rusa no podra terminar en una repblica democrtica burguesa, sino

    que tendra que conducir, dado el nivel alcanzado por la lucha de clases en el interior del

    pas y la situacin internacional del capitalismo, a la dictadura de la clase obrera. Kautsky

    hablaba entonces directamente de un gobierno obrero con mayora socialdemcrata. No

    se le ocurra hacer depender el transcurso real de la lucha de clases de combinaciones

    superficiales y temporalmente limitadas de la democracia poltica. Kautsky comprenda

  • 5

    entonces que una revolucin comienza primeramente con el despertar de masas de

    millones de campesinos y pequeo-burgueses, y ni siquiera de un golpe sino lentamente,

    capa por capa; que, en el momento en que la lucha entre el proletariado y la burguesa

    capitalista se acerca a su momento decisivo, se encuentran todava amplias masas

    campesinas a un nivel primitivo de desarrollo poltico, dando sus votos a los partidos

    polticos de las capas intermedias, que precisamente reflejan nicamente el atraso y los

    prejuicios del campesinado. Kautsky comprendi entonces que el proletariado, una vez

    que ha llegado a la conquista del poder por la lgica de la revolucin, no puede aplazar

    sus funciones arbitrariamente por un tiempo indefinido, ya que con esta renuncia dejara

    el campo libre a la contrarrevolucin. Kautsky comprendi entonces que el proletariado, si

    tiene el poder revolucionario en sus manos, no har el destino de la revolucin

    dependiente del estado de nimo pasajero de las masas menos conscientes y despiertas,

    sino que, al contrario, convertir toda la autoridad pblica que se concentra en sus manos

    en un aparato de ilustracin y organizacin de estas masas campesinas ms atrasadas e

    ignorantes. Kautsky comprendi que llamar a la revolucin rusa una revolucin burguesa y

    limitar sus tareas consecuentemente, significa no comprender nada de lo que pasa en el

    mundo. Reconoci correctamente, junto con los marxistas revolucionarios de Rusia y

    Polonia, que -si el proletariado ruso consegua el poder antes que el europeo- debera

    aprovechar su posicin de clase dominante no para traspasar urgentemente sus

    posiciones a la burguesa, sino para apoyar poderosamente la revolucin proletaria en

    Europa y en todo el mundo. Todas estas perspectivas internacionales, penetradas por el

    espritu de la doctrina marxista, no se hacan dependientes, ni para Kautsky ni para

    nosotros, de cmo y por quin votara el campesinado en noviembre y diciembre de 1917

    en las elecciones de la as llamada Asamblea Constituyente.

    Ahora, cuando las perspectivas trazadas hace 15 aos han llegado a ser realidad, Kautsky

    niega a la revolucin rusa el acta de reconocimiento con la argumentacin de que no ha

    sido librada en la comisara poltica de la democracia burguesa. Qu hecho ms

    asombroso! Qu increble envilecimiento del marxismo! Puede decirse con todo derecho

    que la decadencia de la Segunda Internacional ha encontrado una expresin aun ms

    horrible en este juicio filisteo sobre la revolucin rusa de uno de sus ms grandes tericos,

    que a causa del acuerdo respecto a los crditos de guerra del 4 de agosto.

    Kautsky desarroll y defendi durante dcadas las ideas de la revolucin social. Ahora,

    cuando ha estallado, se aparta lleno de espanto. Se resiste al poder sovitico en Rusia y

    adopta una postura hostil contra el movimiento poderoso del proletariado comunista en

    Alemania. Kautsky se parece desconcertantemente a un maestrillo de escuela miserable

    que describe, ao tras ao, en las cuatro paredes de su clase enmohecida, a sus alumnos

    la primavera y luego, cuando por fin al final de su actividad pedaggica, sale una vez a ver

    la naturaleza en primavera, no reconoce la primavera, se enfada (lo que pueda enfadarse

  • 6

    un maestrillo de escuela) e intenta demostrar que la primavera no es ninguna primavera

    sino slo un gran desorden de la naturaleza, puesto que atenta contra las leyes de las

    ciencias naturales. Qu bien est que los obreros no se fen de este pedante, equipado de

    tan alta autoridad, sino que se fen de la voz de la primavera! Nosotros, los discpulos de

    Marx, seguimos convencidos, junto con los obreros alemanes, de que la primavera de la

    revolucin ha empezado en completo acuerdo con las leyes de la naturaleza social y, al

    mismo tiempo, con la teora marxista; ya que el marxismo no es el puntero de un

    maestrillo de escuela que est por encima de la historia sino el anlisis social de las vas y

    formas del proceso histrico tal como se realiza en realidad.

    No he modificado los textos de los dos trabajos impresos --de 1906 y de 1915-.

    Originariamente quera completarlos con notas que acercasen la representacin al

    momento actual. Pero al leer el texto he abandonado este proyecto. Si hubiese querido

    entrar en detalles hubiese duplicado con las notas el tamao del libro, para lo cual, en la

    actualidad, me falta el tiempo; adems, para el lector semejante libro de dos pisos

    hubiera sido incmodo. Pero creo que lo principal es que el razonamiento se aproxima, en

    sus rasgos esenciales, a la situacin actual y el lector que se someta a la molestia de

    estudiar este libro con ms atencin completar, sin esforzarse, la representacin con los

    hechos necesarios de la experiencia de la revolucin actual.

    L. Trotski

    12 de marzo de 1919

    Kremlin

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    Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)

    RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

  • 7

    Introduccin

    La revolucin en Rusia lleg inesperadamente para todos, excepto para la

    socialdemocracia. Haca ya mucho tiempo que el marxismo haba pronosticado la

    inevitabilidad de la revolucin rusa, que tena que estallar como consecuencia del conflicto

    entre las fuerzas del desarrollo capitalista y las del absolutismo burocrtico. El marxismo

    haba predicho el contenido social de la revolucin venidera. Al considerarla una

    revolucin burguesa seal que las tareas objetivas inmediatas de la revolucin seran las

    de crear condiciones normales para el desarrollo de la sociedad burguesa en su

    totalidad.

    El marxismo tena razn; esto ya no necesita de ninguna discusin ni prueba. Los marxistas

    tienen hoy una tarea completamente distinta: reconocer, con ayuda del anlisis de su

    mecanismo interno, las posibilidades de la revolucin en desarrollo. Sera un grave error

    el equiparar simplemente nuestra revolucin con los acontecimientos de los aos 1789-

    1793 o del ao 1848. Analogas histricas con las cuales el liberalismo se mantiene vivo no

    pueden reemplazar un anlisis social.

    La revolucin rusa est caracterizada por particularidades que derivan de los rasgos muy

    especiales de nuestro desarrollo sociohistrico y que nos abren, por su parte, perspectivas

    histricas completamente nuevas.

    1.

    Las particularidades del desarrollo histrico

    Comparando el desarrollo social de Rusia con el de otros Estados europeos -resumiendo

    sus rasgos comunes y poniendo de relieve las diferencias entre su historia y la historia

    rusa- estamos en condiciones de decir que la caracterstica esencial del desarrollo social

    ruso es su primitivismo y su lentitud.

  • 8

    No queremos ocuparnos aqu de las causas naturales de este primitivismo, pero el hecho

    en s nos parece indudable: la sociedad rusa naci sobre una base econmica ms simple

    y ms pobre.

    El marxismo ensea que el desarrollo de las fuerzas productivas constituye la base del

    proceso sociohistrico. La formacin de corporaciones y clases econmicas solamente es

    posible cuando este desarrollo ha alcanzado un punto determinado. Es necesario, para la

    diversificacin de capas y clases, que viene a su vez determinada por el desarrollo de la

    divisin del trabajo y la formacin de funciones sociales especializadas, que la parte de la

    poblacin que est ocupada directamente en la produccin material produzca, por encima

    de su propio consumo, un plusproducto, un excedente: y solamente por apropiarse

    enajenadamente de este excedente pueden nacer y estructurarse las clases no

    productivas. La divisin del trabajo dentro de las mismas clases productivas nicamente es

    imaginable a partir de un cierto nivel de desarrollo en la agricultura, en el cual queda

    garantizado el abastecimiento de la poblacin no campesina con artculos agrcolas. Estas

    condiciones previas para el desarrollo social ya han sido formuladas exactamente por

    Adam Smith.

    De ello resulta -aunque el periodo de Novgorod en nuestra historia coincide con los

    comienzos de la Edad Media europea- que el lento desarrollo econmico, debido a

    condiciones histrico-naturales (situacin geogrfica desfavorable, poblacin escasa),

    obstaculiz el proceso de la formacin de clases, dndole un carcter ms primitivo.

    Es muy difcil decir qu direccin habra tomado la historia de la sociedad rusa si hubiera

    transcurrido aisladamente y si hubiese sido influenciada slo por sus tendencias internas

    propias. Basta mencionar que se no ha sido el caso. La sociedad rusa que se formaba

    sobre una determinada base econmica interior estaba siempre bajo el influjo, e incluso

    bajo la presin, del medio sociohistrico exterior.

    En el proceso del enfrentamiento de esta ya formada organizacin socioestatal con las

    otras vecinas jugaron un papel decisivo, del lado de una el primitivismo de las

    circunstancias econmicas y, del de las otras, su nivel de desarrollo relativamente alto.

    El Estado ruso que se haba formado sobre una base econmica primitiva, entr en

    relacin y lleg a tener conflictos con organizaciones estatales que se haban desarrollado

    sobre una base econmica ms alta y ms estable. Aqu se planteaban entonces dos

    posibilidades: o bien el Estado ruso se hundira en esta lucha, como se haban hundido la

    Horda de Oro en la lucha con el Estado de Mosc, o bien el Estado ruso tendra que

    adelantarse, en su desarrollo, a la evolucin propia de las condiciones econmicas y gastar

    muchas ms energas vitales de las que hubiesen sido necesarias en el caso de un

    desarrollo aislado. Para la primera alternativa la economa rusa no era lo bastante

  • 9

    primitiva. El Estado no se deshizo, sino- que empez a desenvolverse merced a un

    supremo esfuerzo de sus fuerzas econmicas.

    Lo esencial no es, por tanto, que Rusia estuviera rodeada de enemigos. Eso slo no es

    suficiente. En principio eso vale para cualquier Estado europeo excepto quizs para

    Inglaterra; pero con la diferencia de que, en su lucha por la existencia, estos Estados se

    apoyaban en una base econmica ms o menos homognea y, por esto mismo, el

    desarrollo de su estabilidad no estaba expuesta a una presin exterior tan fuerte.

    La lucha contra los trtaros nogaicos y los de Crimea exiga el mximo de esfuerzo; pero

    desde luego no exiga ms que la lucha secular de Francia contra Inglaterra. No fueron los

    trtaros los que obligaron a la vieja Rusia a introducir las armas de fuego y los regimientos

    permanentes de la guardia imperial no fueron los trtaros los que la obligaron ms tarde a

    crear la caballera y la infantera. Fue la presin por parte de Lituania, Polonia y Suecia.

    Como consecuencia de esta presin ejercida desde Europa occidental, el Estado devor

    una parte excesivamente grande de la plusvala, o lo que es lo mismo, viva a expensas de

    las clases privilegiadas que se acababan de formar, retardando as su -de todos modos-

    lento desarrollo. Pero esto no es todo. El Estado se lanz sobre el producto necesario

    del campesino, le priv de sus medios de existencia, obligndole, con ello, a abandonar la

    tierra en la que acababa de establecerse y, de esta manera, obstaculiz el crecimiento de

    la poblacin, fren el desarrollo de las fuerzas productivas. As es que, en la medida en la

    cual el Estado devor una parte desproporcionado de la plusvala, obstaculiz la

    diversificacin, ya bastante lenta, de las capas sociales; y en la misma medida en que quit

    una parte considerable del producto necesario destruy l mismo las primitivas bases de

    produccin, que eran su apoyo.

    Pero, sobre todo, para apropiarse de una parte del producto social, necesario para seguir

    existiendo y funcionando, el Estado necesitaba una organizacin jerrquico-clasista. As,

    mientras minaba las bases econmicas de su crecimiento, pretenda, al mismo tiempo,

    forzar su desarrollo mediante medidas estatales autoritarias e intentaba -como cualquier

    otro Estado- guiar a su gusto el proceso de formacin de las capas sociales. En ello un

    historiador de la civilizacin rusa, Miliukov 1, ve un contraste directo con la historia de

    occidente. Sin embargo, no hay aqu en verdad ningn contraste.

    La monarqua clasista de la Edad Media, que ms tarde evolucion hacia un absolutismo

    burocrtico, representaba una forma de Estado en la cual estaban arraigados

    determinados intereses y relaciones sociales. Pero esta forma de Estado, una vez formada

    y establecida, engendr intereses propios (dinsticos, cortesanos, burocrticos...) que

    entraron en conflicto no solamente con los intereses de las capas bajas sino incluso con

    los de las capas altas. Las clases dominantes, que formaban un muro de separacin

  • 10

    socialmente imprescindible entre las masas de la poblacin y la organizacin estatal,

    presionaron sobre esta ltima y convirtieron sus propios intereses en el contenido de su

    praxis estatal. Pero la autoridad pblica defendi, al mismo tiempo, su propio punto de

    vista, tambin frente a los intereses de las clases altas. Como tal poder independiente, ella

    desarroll una poltica de oposicin contra las aspiraciones de aqullas e intent

    subordinarlas. La historia efectiva de las relaciones entre Estado y clases transcurri en el

    sentido de una resultante que estaba determinada por esta constelacin de fuerzas. Un

    proceso, similar en su esencia, tuvo lugar tambin en la vieja Rusia.

    El Estado intentaba aprovecharse de los grupos econmicos en desarrollo y subordinarlos

    a sus intereses financieros y mili- tares especficos. Los nacientes grupos econmicos

    dominantes intentaron servirse del Estado para asegurarse sus privilegios en forma de

    privilegios de clase. En este juego de fuerzas sociales, el poder del Estado tuvo una

    importancia mucho ms grande que en la historia de la Europa occidental.

    Este intercambio de ayudas mutuas entre el Estado y los grupos sociales superiores, que se

    expresa en la distribucin, de mutuo acuerdo, de derechos y obligaciones, de cargas y

    privilegios, se realiza a expensas del pueblo trabajador.

    En Rusia, el intercambio era menos ventajoso para la aristocracia y el clero que en las

    monarquas clasistas medievales de Europa occidental. Eso es indiscutible. Y, sin embargo,

    decir que en Rusia la autoridad pblica hubiese creado, de por s, las clases, por su propio

    inters, mientras que en el occidente, en la misma poca, las clases crearon el Estado, es

    una increble exageracin, una absoluta falta de perspectiva (Miliukov).

    No se pueden crear clases por un procedimiento, por un mero expediente jurdico estatal.

    Antes de que este o aquel grupo social pueda, con ayuda de la autoridad pblica, devenir

    una clase privilegiada, tiene de manera previa que haberse formado econmicamente, y,

    por aadidura, con todas sus prerrogativas sociales. No se pueden fabricar clases segn

    una jerarqua preconcebida o segn el modelo de la Legin de Honor. La autoridad

    pblica nicamente puede depositar todo el peso de su ayuda para favorecer este proceso

    econmico elemental, del cual se derivan ms tarde las formaciones econmicas

    superiores. Como hemos mostrado, el Estado ruso gast relativamente muchas fuerzas y

    obstaculiz el proceso de cristalizacin social, pese a que l mismo lo necesitaba. Es por

    tanto natural que, por su parte, intentara forzar, bajo la influencia y la presin del mundo

    occidental socialmente ms configurado (una presin que fue proporcionada mediante la

    organizacin militar estatal), la diversificacin social sobre una base econmica primitiva.

    Adems: como la necesidad de acelerar este proceso haba surgido de la debilidad del

    desarrollo socioeconmico, es natural que el Estado, en sus esfuerzos previsores, aspirara

    a aprovechar su preponderancia de poder para dirigir, segn su propio criterio,

    precisamente este desarrollo de las clases altas. Pero cuando el Estado quiso obtener

  • 11

    xitos mayores en este sentido tropez, ante todo, con su propia debilidad, con el carcter

    primitivo de su propia organizacin; y ste estaba, como ya sabemos, determinado por el

    primitivismo de la estructura social.

    As fue impulsado el Estado ruso, construido sobre la base de la economa rusa, por la

    presin amistosa y, ms an, por la presin rival de las organizaciones estatales vecinas

    que se haban formado sobre una base econmica ms desarrollada. A partir de un

    momento determinado -en especial desde finales del siglo XVII- el Estado aspir a acelerar

    artificialmente con un esfuerzo supremo, el desarrollo econmico natural. Nuevos ramos

    de oficios, mquinas e industrias, produccin en gran escala y capital parecen, por decirlo

    as, servir como injertos en el tronco econmico natural. El capitalismo aparece como un

    hijo del Estado. Desde este punto de vista tambin se podra decir que toda la ciencia rusa

    es un producto artificial de los esfuerzos estatales, puesta artificialmente sobre el tronco

    natural de la ignorancia nacional 2.

    El pensamiento ruso se desarroll, como la economa rusa, bajo la presin directa del

    pensamiento y de la economa -ms avanzados- de occidente. Como a consecuencia del

    carcter econmico natural de la economa, es decir como a consecuencia del comercio

    exterior muy poco desarrollado, las relaciones con los otros pases tenan un carcter

    principalmente estatal, la influencia que Rusia deba sentir de estos pases, antes de poder

    adoptar la forma de competencia econmica directa, se manifest ms bien como una

    lucha encarnizada por la existencia estatal misma. La economa occidental influenci sobre

    la rusa por mediacin del Estado. Para poder sobrevivir mejor en medio de Estados

    enemigos y mejor armados, Rusia estaba obligada a introducir fbricas, escuelas de

    navegacin, libros instructivos sobre la construccin de instalaciones de fortificacin, etc.

    Pero si el movimiento general de la economa interior no se hubiera dirigido en este

    sentido, si la evolucin de esta economa no hubiese creado una necesidad de aplicacin y

    generalizacin de los conocimientos, entonces todos los esfuerzos del Estado hubieran

    sido infructuosos: la economa nacional, que evolucionaba de una manera normal de la

    forma de economa natural a la forma de economa dinero-mercancas, solamente

    reaccion a las medidas del gobierno que se correspondan con esta evolucin, y

    solamente en la medida en que estaban de acuerdo con ella. La historia de la fbrica rusa,

    del sistema monetario ruso y del crdito estatal es una prueba contundente de esta

    interpretacin de los hechos que acabamos de exponer.

    La mayora de los ramos industriales (metal, azcar, petrleo, aguardiente e incluso

    tejidos de fibra) -escribe el profesor Mendeleev- nacieron directamente bajo la accin de

    medidas gubernamentales, a veces tambin con ayuda de altas subvenciones pero, sobre

    todo, porque el gobierno pretenda, por lo visto, en todas las pocas, una poltica

    proteccionista consciente, llegando, durante el reinado del zar Alejandro, a escribirla

  • 12

    abiertamente sobre su bandera... El gobierno supremo que se atena, para Rusia, con

    plena conciencia, a los principios del proteccionismo, se haba adelantado a todas nuestras

    clases instruidas en conjunto 3. El sabio panegirista del proteccionismo industrial olvida

    aadir que la poltica gubernamental no estaba dictada sobre la base de una

    preocupacin por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por consideraciones

    puramente fiscales y, en parte, tcnico-militares. Por este motivo, la poltica de aranceles

    protectores estaba en contradiccin no solamente con los intereses fundamentales del

    desarrollo industrial sino tambin con los intereses privados de grupos de empresas

    individuales. As, los fabricantes de algodn declararon abiertamente que los aranceles de

    algodn tan altos no son mantenidos para la promocin del cultivo de algodn sino

    solamente a causa de intereses fiscales. As como el gobierno al crear las clases haba

    puesto los ojos sobre todo en los tributos para el Estado, tambin al establecer la

    industria diriga su preocupacin principal hacia las necesidades del fisco. Pero,

    indudablemente, la autocracia, al transplantar la produccin industrial en suelo ruso,

    jugaba un papel importante.

    En la poca en la que la sociedad burguesa en desarrollo empez a sentir la necesidad de

    las instituciones polticas de occidente, la autocracia estaba equipada con un poder

    material semejante al de los pases europeos. Se apoyaba en un aparato burocrtico

    centralizado que era completamente insuficiente en orden al control de situaciones nuevas

    pero que, en cambio, era capaz de poner en movimiento grandes energas de carcter

    represivo sistemtico. Las inmensas distancias del pas haban sido superadas mediante el

    telgrafo, permitiendo que las iniciativas de la administracin se realizaran con seguridad,

    con relativa unidad y con rapidez (en el caso de medidas represivas); los ferrocarriles

    hacan posible desplazar en poco tiempo tropas militares de un extremo al otro del pas.

    Los gobiernos prerrevolucionarios de Europa apenas conocan ferrocarriles y telgrafos. El

    ejrcito que estaba a la disposicin del absolutismo era realmente gigantesco y, si bien en

    los primeros ensayos, la guerra ruso-japonesa, se haba mostrado intil, era

    suficientemente bueno para el control del interior. No ya el gobierno de la vieja Francia,

    sino ni siquiera el gobierno de 1848 haba conocido nada que pudiera igualarse al actual

    ejrcito ruso.

    El gobierno, al mismo tiempo que con ayuda del aparato fiscal militar explotaba el pas al

    mximo, aumentaba su presupuesto anual hasta la suma gigantesca de 2 000 millones de

    rublos. Apoyado en el ejrcito y en el presupuesto, el gobierno autocrtico convirti la

    bolsa europea de valores en su tesoro privado y al contribuyente ruso en un tributario

    desesperado de esta bolsa.

  • 13

    As el gobierno ruso se presentaba al mundo, en los aos ochenta y noventa del siglo XIX,

    como una inmensa organizacin impositivo y burstil con una significacin burocrtico-

    militar y con un poder inconmovible.

    El poder financiero y militar del absolutismo agobiaba e impresionaba no solamente a la

    burguesa europea sino tambin al liberalismo ruso, quitndole cualquier atisbo de

    esperanza en la posibilidad de una disputa abierta con el absolutismo. Pareca como si el

    poder militar y financiero del absolutismo excluyera cualquier posibilidad de una

    revolucin rusa.

    En realidad ocurri todo lo contrario. Cuanto ms centralizado es un Estado y cuanto ms

    desgajado est de la sociedad, tanto ms pronto se convierte en una organizacin

    autnoma que est por encima de la sociedad. Cuanto ms grandes son las fuerzas

    militares y financieras de tal organizacin, tanto ms largamente y con ms xito puede

    luchar por su supervivencia. El Estado centralizador, con su presupuesto de 2 000 millones,

    con sus 8 000 millones de deuda y con millones de hombres sobre las armas, poda

    todava mantenerse aun despus de haber dejado de corresponder a las necesidades

    elementales del desarrollo social; necesidades, no slo referentes a la administracin

    interna, sino inclusive las necesidades relativas a la seguridad militar, para cuya garanta

    haba sido, originariamente, creado.

    Cuanto ms duradera era esta situacin, tanto ms se desarrollaba la contradiccin entre

    las exigencias del progreso econmico y cultural y la poltica gubernamental, la cual

    multiplicaba su propia desidia en millones de veces. Al haber dejado atrs la poca de

    las grandes reformas del tipo de soluciones de recambio -que no solamente no podan

    eliminar esta contradiccin sino que, por el contrario, la ponan al descubierto claramente

    por primera vez- al gobierno se le hizo objetivamente cada vez ms difcil, y

    sicolgicamente cada vez menos posible, el emprender por s mismo la marcha hacia el

    parlamentarismo. La nica salida a esta contradiccin que en la mencionada situacin se le

    ofreca a la sociedad, consista en acumular el suficiente vapor revolucionario en la

    marmita del absolutismo para poder hacerla volar.

    As, el poder administrativo, militar y financiero del absolutismo, el mismo que le haba

    proporcionado la posibilidad de sostenerse en plena contradiccin con el desarrollo social,

    no solamente no exclua la posibilidad de una revolucin --como pensaba el liberalismo--

    sino que, por el contrario, haca que la revolucin fuera la nica salida; adems, la

    revolucin tendra un carcter tanto ms radical cuanto ms profundo se hiciera el abismo

    entre el poder del absolutismo y la nacin.

    El marxismo ruso puede, con toda razn, estar orgulloso de haber sido el nico en sealar

    el sentido de esta evolucin y de haber predicho sus formas generales 4, en una poca en

  • 14

    la que el liberalismo se nutra de un practicismo utpico y en que el movimiento

    revolucionario de los populistas viva de fantasmagoras y de la creencia en milagros.

    Todo este transcurso de la evolucin social haca la revolucin inevitable. Pero cules

    eran las fuerzas de esta revolucin?

    Volver al Indice

    Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)

    RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

    Introduccin

    La revolucin en Rusia lleg inesperadamente para todos, excepto para la

    socialdemocracia. Haca ya mucho tiempo que el marxismo haba pronosticado la

    inevitabilidad de la revolucin rusa, que tena que estallar como consecuencia del conflicto

    entre las fuerzas del desarrollo capitalista y las del absolutismo burocrtico. El marxismo

    haba predicho el contenido social de la revolucin venidera. Al considerarla una

    revolucin burguesa seal que las tareas objetivas inmediatas de la revolucin seran las

    de crear condiciones normales para el desarrollo de la sociedad burguesa en su

    totalidad.

    El marxismo tena razn; esto ya no necesita de ninguna discusin ni prueba. Los marxistas

    tienen hoy una tarea completamente distinta: reconocer, con ayuda del anlisis de su

    mecanismo interno, las posibilidades de la revolucin en desarrollo. Sera un grave error

    el equiparar simplemente nuestra revolucin con los acontecimientos de los aos 1789-

    1793 o del ao 1848. Analogas histricas con las cuales el liberalismo se mantiene vivo no

    pueden reemplazar un anlisis social.

  • 15

    La revolucin rusa est caracterizada por particularidades que derivan de los rasgos muy

    especiales de nuestro desarrollo sociohistrico y que nos abren, por su parte, perspectivas

    histricas completamente nuevas.

    1.

    Las particularidades del desarrollo histrico

    Comparando el desarrollo social de Rusia con el de otros Estados europeos -resumiendo

    sus rasgos comunes y poniendo de relieve las diferencias entre su historia y la historia

    rusa- estamos en condiciones de decir que la caracterstica esencial del desarrollo social

    ruso es su primitivismo y su lentitud.

    No queremos ocuparnos aqu de las causas naturales de este primitivismo, pero el hecho

    en s nos parece indudable: la sociedad rusa naci sobre una base econmica ms simple

    y ms pobre.

    El marxismo ensea que el desarrollo de las fuerzas productivas constituye la base del

    proceso sociohistrico. La formacin de corporaciones y clases econmicas solamente es

    posible cuando este desarrollo ha alcanzado un punto determinado. Es necesario, para la

    diversificacin de capas y clases, que viene a su vez determinada por el desarrollo de la

    divisin del trabajo y la formacin de funciones sociales especializadas, que la parte de la

    poblacin que est ocupada directamente en la produccin material produzca, por encima

    de su propio consumo, un plusproducto, un excedente: y solamente por apropiarse

    enajenadamente de este excedente pueden nacer y estructurarse las clases no

    productivas. La divisin del trabajo dentro de las mismas clases productivas nicamente es

    imaginable a partir de un cierto nivel de desarrollo en la agricultura, en el cual queda

    garantizado el abastecimiento de la poblacin no campesina con artculos agrcolas. Estas

    condiciones previas para el desarrollo social ya han sido formuladas exactamente por

    Adam Smith.

    De ello resulta -aunque el periodo de Novgorod en nuestra historia coincide con los

    comienzos de la Edad Media europea- que el lento desarrollo econmico, debido a

  • 16

    condiciones histrico-naturales (situacin geogrfica desfavorable, poblacin escasa),

    obstaculiz el proceso de la formacin de clases, dndole un carcter ms primitivo.

    Es muy difcil decir qu direccin habra tomado la historia de la sociedad rusa si hubiera

    transcurrido aisladamente y si hubiese sido influenciada slo por sus tendencias internas

    propias. Basta mencionar que se no ha sido el caso. La sociedad rusa que se formaba

    sobre una determinada base econmica interior estaba siempre bajo el influjo, e incluso

    bajo la presin, del medio sociohistrico exterior.

    En el proceso del enfrentamiento de esta ya formada organizacin socioestatal con las

    otras vecinas jugaron un papel decisivo, del lado de una el primitivismo de las

    circunstancias econmicas y, del de las otras, su nivel de desarrollo relativamente alto.

    El Estado ruso que se haba formado sobre una base econmica primitiva, entr en

    relacin y lleg a tener conflictos con organizaciones estatales que se haban desarrollado

    sobre una base econmica ms alta y ms estable. Aqu se planteaban entonces dos

    posibilidades: o bien el Estado ruso se hundira en esta lucha, como se haban hundido la

    Horda de Oro en la lucha con el Estado de Mosc, o bien el Estado ruso tendra que

    adelantarse, en su desarrollo, a la evolucin propia de las condiciones econmicas y gastar

    muchas ms energas vitales de las que hubiesen sido necesarias en el caso de un

    desarrollo aislado. Para la primera alternativa la economa rusa no era lo bastante

    primitiva. El Estado no se deshizo, sino- que empez a desenvolverse merced a un

    supremo esfuerzo de sus fuerzas econmicas.

    Lo esencial no es, por tanto, que Rusia estuviera rodeada de enemigos. Eso slo no es

    suficiente. En principio eso vale para cualquier Estado europeo excepto quizs para

    Inglaterra; pero con la diferencia de que, en su lucha por la existencia, estos Estados se

    apoyaban en una base econmica ms o menos homognea y, por esto mismo, el

    desarrollo de su estabilidad no estaba expuesta a una presin exterior tan fuerte.

    La lucha contra los trtaros nogaicos y los de Crimea exiga el mximo de esfuerzo; pero

    desde luego no exiga ms que la lucha secular de Francia contra Inglaterra. No fueron los

    trtaros los que obligaron a la vieja Rusia a introducir las armas de fuego y los regimientos

    permanentes de la guardia imperial no fueron los trtaros los que la obligaron ms tarde a

    crear la caballera y la infantera. Fue la presin por parte de Lituania, Polonia y Suecia.

    Como consecuencia de esta presin ejercida desde Europa occidental, el Estado devor

    una parte excesivamente grande de la plusvala, o lo que es lo mismo, viva a expensas de

    las clases privilegiadas que se acababan de formar, retardando as su -de todos modos-

    lento desarrollo. Pero esto no es todo. El Estado se lanz sobre el producto necesario

    del campesino, le priv de sus medios de existencia, obligndole, con ello, a abandonar la

  • 17

    tierra en la que acababa de establecerse y, de esta manera, obstaculiz el crecimiento de

    la poblacin, fren el desarrollo de las fuerzas productivas. As es que, en la medida en la

    cual el Estado devor una parte desproporcionado de la plusvala, obstaculiz la

    diversificacin, ya bastante lenta, de las capas sociales; y en la misma medida en que quit

    una parte considerable del producto necesario destruy l mismo las primitivas bases de

    produccin, que eran su apoyo.

    Pero, sobre todo, para apropiarse de una parte del producto social, necesario para seguir

    existiendo y funcionando, el Estado necesitaba una organizacin jerrquico-clasista. As,

    mientras minaba las bases econmicas de su crecimiento, pretenda, al mismo tiempo,

    forzar su desarrollo mediante medidas estatales autoritarias e intentaba -como cualquier

    otro Estado- guiar a su gusto el proceso de formacin de las capas sociales. En ello un

    historiador de la civilizacin rusa, Miliukov 1, ve un contraste directo con la historia de

    occidente. Sin embargo, no hay aqu en verdad ningn contraste.

    La monarqua clasista de la Edad Media, que ms tarde evolucion hacia un absolutismo

    burocrtico, representaba una forma de Estado en la cual estaban arraigados

    determinados intereses y relaciones sociales. Pero esta forma de Estado, una vez formada

    y establecida, engendr intereses propios (dinsticos, cortesanos, burocrticos...) que

    entraron en conflicto no solamente con los intereses de las capas bajas sino incluso con

    los de las capas altas. Las clases dominantes, que formaban un muro de separacin

    socialmente imprescindible entre las masas de la poblacin y la organizacin estatal,

    presionaron sobre esta ltima y convirtieron sus propios intereses en el contenido de su

    praxis estatal. Pero la autoridad pblica defendi, al mismo tiempo, su propio punto de

    vista, tambin frente a los intereses de las clases altas. Como tal poder independiente, ella

    desarroll una poltica de oposicin contra las aspiraciones de aqullas e intent

    subordinarlas. La historia efectiva de las relaciones entre Estado y clases transcurri en el

    sentido de una resultante que estaba determinada por esta constelacin de fuerzas. Un

    proceso, similar en su esencia, tuvo lugar tambin en la vieja Rusia.

    El Estado intentaba aprovecharse de los grupos econmicos en desarrollo y subordinarlos

    a sus intereses financieros y mili- tares especficos. Los nacientes grupos econmicos

    dominantes intentaron servirse del Estado para asegurarse sus privilegios en forma de

    privilegios de clase. En este juego de fuerzas sociales, el poder del Estado tuvo una

    importancia mucho ms grande que en la historia de la Europa occidental.

    Este intercambio de ayudas mutuas entre el Estado y los grupos sociales superiores, que se

    expresa en la distribucin, de mutuo acuerdo, de derechos y obligaciones, de cargas y

    privilegios, se realiza a expensas del pueblo trabajador.

  • 18

    En Rusia, el intercambio era menos ventajoso para la aristocracia y el clero que en las

    monarquas clasistas medievales de Europa occidental. Eso es indiscutible. Y, sin embargo,

    decir que en Rusia la autoridad pblica hubiese creado, de por s, las clases, por su propio

    inters, mientras que en el occidente, en la misma poca, las clases crearon el Estado, es

    una increble exageracin, una absoluta falta de perspectiva (Miliukov).

    No se pueden crear clases por un procedimiento, por un mero expediente jurdico estatal.

    Antes de que este o aquel grupo social pueda, con ayuda de la autoridad pblica, devenir

    una clase privilegiada, tiene de manera previa que haberse formado econmicamente, y,

    por aadidura, con todas sus prerrogativas sociales. No se pueden fabricar clases segn

    una jerarqua preconcebida o segn el modelo de la Legin de Honor. La autoridad

    pblica nicamente puede depositar todo el peso de su ayuda para favorecer este proceso

    econmico elemental, del cual se derivan ms tarde las formaciones econmicas

    superiores. Como hemos mostrado, el Estado ruso gast relativamente muchas fuerzas y

    obstaculiz el proceso de cristalizacin social, pese a que l mismo lo necesitaba. Es por

    tanto natural que, por su parte, intentara forzar, bajo la influencia y la presin del mundo

    occidental socialmente ms configurado (una presin que fue proporcionada mediante la

    organizacin militar estatal), la diversificacin social sobre una base econmica primitiva.

    Adems: como la necesidad de acelerar este proceso haba surgido de la debilidad del

    desarrollo socioeconmico, es natural que el Estado, en sus esfuerzos previsores, aspirara

    a aprovechar su preponderancia de poder para dirigir, segn su propio criterio,

    precisamente este desarrollo de las clases altas. Pero cuando el Estado quiso obtener

    xitos mayores en este sentido tropez, ante todo, con su propia debilidad, con el carcter

    primitivo de su propia organizacin; y ste estaba, como ya sabemos, determinado por el

    primitivismo de la estructura social.

    As fue impulsado el Estado ruso, construido sobre la base de la economa rusa, por la

    presin amistosa y, ms an, por la presin rival de las organizaciones estatales vecinas

    que se haban formado sobre una base econmica ms desarrollada. A partir de un

    momento determinado -en especial desde finales del siglo XVII- el Estado aspir a acelerar

    artificialmente con un esfuerzo supremo, el desarrollo econmico natural. Nuevos ramos

    de oficios, mquinas e industrias, produccin en gran escala y capital parecen, por decirlo

    as, servir como injertos en el tronco econmico natural. El capitalismo aparece como un

    hijo del Estado. Desde este punto de vista tambin se podra decir que toda la ciencia rusa

    es un producto artificial de los esfuerzos estatales, puesta artificialmente sobre el tronco

    natural de la ignorancia nacional 2.

    El pensamiento ruso se desarroll, como la economa rusa, bajo la presin directa del

    pensamiento y de la economa -ms avanzados- de occidente. Como a consecuencia del

    carcter econmico natural de la economa, es decir como a consecuencia del comercio

  • 19

    exterior muy poco desarrollado, las relaciones con los otros pases tenan un carcter

    principalmente estatal, la influencia que Rusia deba sentir de estos pases, antes de poder

    adoptar la forma de competencia econmica directa, se manifest ms bien como una

    lucha encarnizada por la existencia estatal misma. La economa occidental influenci sobre

    la rusa por mediacin del Estado. Para poder sobrevivir mejor en medio de Estados

    enemigos y mejor armados, Rusia estaba obligada a introducir fbricas, escuelas de

    navegacin, libros instructivos sobre la construccin de instalaciones de fortificacin, etc.

    Pero si el movimiento general de la economa interior no se hubiera dirigido en este

    sentido, si la evolucin de esta economa no hubiese creado una necesidad de aplicacin y

    generalizacin de los conocimientos, entonces todos los esfuerzos del Estado hubieran

    sido infructuosos: la economa nacional, que evolucionaba de una manera normal de la

    forma de economa natural a la forma de economa dinero-mercancas, solamente

    reaccion a las medidas del gobierno que se correspondan con esta evolucin, y

    solamente en la medida en que estaban de acuerdo con ella. La historia de la fbrica rusa,

    del sistema monetario ruso y del crdito estatal es una prueba contundente de esta

    interpretacin de los hechos que acabamos de exponer.

    La mayora de los ramos industriales (metal, azcar, petrleo, aguardiente e incluso

    tejidos de fibra) -escribe el profesor Mendeleev- nacieron directamente bajo la accin de

    medidas gubernamentales, a veces tambin con ayuda de altas subvenciones pero, sobre

    todo, porque el gobierno pretenda, por lo visto, en todas las pocas, una poltica

    proteccionista consciente, llegando, durante el reinado del zar Alejandro, a escribirla

    abiertamente sobre su bandera... El gobierno supremo que se atena, para Rusia, con

    plena conciencia, a los principios del proteccionismo, se haba adelantado a todas nuestras

    clases instruidas en conjunto 3. El sabio panegirista del proteccionismo industrial olvida

    aadir que la poltica gubernamental no estaba dictada sobre la base de una

    preocupacin por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por consideraciones

    puramente fiscales y, en parte, tcnico-militares. Por este motivo, la poltica de aranceles

    protectores estaba en contradiccin no solamente con los intereses fundamentales del

    desarrollo industrial sino tambin con los intereses privados de grupos de empresas

    individuales. As, los fabricantes de algodn declararon abiertamente que los aranceles de

    algodn tan altos no son mantenidos para la promocin del cultivo de algodn sino

    solamente a causa de intereses fiscales. As como el gobierno al crear las clases haba

    puesto los ojos sobre todo en los tributos para el Estado, tambin al establecer la

    industria diriga su preocupacin principal hacia las necesidades del fisco. Pero,

    indudablemente, la autocracia, al transplantar la produccin industrial en suelo ruso,

    jugaba un papel importante.

    En la poca en la que la sociedad burguesa en desarrollo empez a sentir la necesidad de

    las instituciones polticas de occidente, la autocracia estaba equipada con un poder

  • 20

    material semejante al de los pases europeos. Se apoyaba en un aparato burocrtico

    centralizado que era completamente insuficiente en orden al control de situaciones nuevas

    pero que, en cambio, era capaz de poner en movimiento grandes energas de carcter

    represivo sistemtico. Las inmensas distancias del pas haban sido superadas mediante el

    telgrafo, permitiendo que las iniciativas de la administracin se realizaran con seguridad,

    con relativa unidad y con rapidez (en el caso de medidas represivas); los ferrocarriles

    hacan posible desplazar en poco tiempo tropas militares de un extremo al otro del pas.

    Los gobiernos prerrevolucionarios de Europa apenas conocan ferrocarriles y telgrafos. El

    ejrcito que estaba a la disposicin del absolutismo era realmente gigantesco y, si bien en

    los primeros ensayos, la guerra ruso-japonesa, se haba mostrado intil, era

    suficientemente bueno para el control del interior. No ya el gobierno de la vieja Francia,

    sino ni siquiera el gobierno de 1848 haba conocido nada que pudiera igualarse al actual

    ejrcito ruso.

    El gobierno, al mismo tiempo que con ayuda del aparato fiscal militar explotaba el pas al

    mximo, aumentaba su presupuesto anual hasta la suma gigantesca de 2 000 millones de

    rublos. Apoyado en el ejrcito y en el presupuesto, el gobierno autocrtico convirti la

    bolsa europea de valores en su tesoro privado y al contribuyente ruso en un tributario

    desesperado de esta bolsa.

    As el gobierno ruso se presentaba al mundo, en los aos ochenta y noventa del siglo XIX,

    como una inmensa organizacin impositivo y burstil con una significacin burocrtico-

    militar y con un poder inconmovible.

    El poder financiero y militar del absolutismo agobiaba e impresionaba no solamente a la

    burguesa europea sino tambin al liberalismo ruso, quitndole cualquier atisbo de

    esperanza en la posibilidad de una disputa abierta con el absolutismo. Pareca como si el

    poder militar y financiero del absolutismo excluyera cualquier posibilidad de una

    revolucin rusa.

    En realidad ocurri todo lo contrario. Cuanto ms centralizado es un Estado y cuanto ms

    desgajado est de la sociedad, tanto ms pronto se convierte en una organizacin

    autnoma que est por encima de la sociedad. Cuanto ms grandes son las fuerzas

    militares y financieras de tal organizacin, tanto ms largamente y con ms xito puede

    luchar por su supervivencia. El Estado centralizador, con su presupuesto de 2 000 millones,

    con sus 8 000 millones de deuda y con millones de hombres sobre las armas, poda

    todava mantenerse aun despus de haber dejado de corresponder a las necesidades

    elementales del desarrollo social; necesidades, no slo referentes a la administracin

    interna, sino inclusive las necesidades relativas a la seguridad militar, para cuya garanta

    haba sido, originariamente, creado.

  • 21

    Cuanto ms duradera era esta situacin, tanto ms se desarrollaba la contradiccin entre

    las exigencias del progreso econmico y cultural y la poltica gubernamental, la cual

    multiplicaba su propia desidia en millones de veces. Al haber dejado atrs la poca de

    las grandes reformas del tipo de soluciones de recambio -que no solamente no podan

    eliminar esta contradiccin sino que, por el contrario, la ponan al descubierto claramente

    por primera vez- al gobierno se le hizo objetivamente cada vez ms difcil, y

    sicolgicamente cada vez menos posible, el emprender por s mismo la marcha hacia el

    parlamentarismo. La nica salida a esta contradiccin que en la mencionada situacin se le

    ofreca a la sociedad, consista en acumular el suficiente vapor revolucionario en la

    marmita del absolutismo para poder hacerla volar.

    As, el poder administrativo, militar y financiero del absolutismo, el mismo que le haba

    proporcionado la posibilidad de sostenerse en plena contradiccin con el desarrollo social,

    no solamente no exclua la posibilidad de una revolucin --como pensaba el liberalismo--

    sino que, por el contrario, haca que la revolucin fuera la nica salida; adems, la

    revolucin tendra un carcter tanto ms radical cuanto ms profundo se hiciera el abismo

    entre el poder del absolutismo y la nacin.

    El marxismo ruso puede, con toda razn, estar orgulloso de haber sido el nico en sealar

    el sentido de esta evolucin y de haber predicho sus formas generales 4, en una poca en

    la que el liberalismo se nutra de un practicismo utpico y en que el movimiento

    revolucionario de los populistas viva de fantasmagoras y de la creencia en milagros.

    Todo este transcurso de la evolucin social haca la revolucin inevitable. Pero cules

    eran las fuerzas de esta revolucin?

    Volver al Indice

    Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)

    RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

  • 22

    2.

    Ciudad y capital

    El desarrollo de las ciudades en Rusia es un producto de la historia ms reciente -ms

    exactamente, un producto de las ltimas dcadas-. Hacia finales de la regencia de Pedro I,

    en el primer cuarto del siglo XVIII, la poblacin urbana era de un poco ms de 328 000

    personas, aproximadamente el 3 % de la poblacin del pas. Hacia finales del mismo siglo

    era de 1 301 000, aproximadamente un 4,1 % de la poblacin total. En 1812 haba

    aumentado la poblacin de las ciudades a 1 653 000, es decir un 4,4 %. A mediados del

    siglo XIX contaban las ciudades todava con slo 3 482 000 personas, un 7,8 %. En el

    ltimo censo (1897) se contabiliz finalmente una cifra de poblacin urbana de 16 289 000,

    lo que hace aproximadamente el 13 % de la poblacin total 5.

    Si concebimos la ciudad no slo como unidad administrativa sino como formacin

    econmico-social, entonces tenemos que admitir que las meras cifras mencionadas no

    reflejan realmente el desarrollo de las ciudades: la prctica estatal administrativa

    adjudicaba a determinadas ciudades innumerables privilegios con la misma arbitrariedad

    con que privaba a otras de los mismos y sin que en ello mediasen las ms mnimas

    consideraciones de orden tcnico-cientfico. Estas cifras manifiestan, sin embargo, tanto la

    falta de importancia de las ciudades en la Rusia anterior a las reformas como su

    crecimiento febril durante las ltimas dcadas. El crecimiento de la poblacin urbana entre

    los aos 1885 y 1887 era, segn los clculos de Mijailovski, de un 33,8 %, es decir, ms del

    doble del crecimiento de la poblacin rusa en general (15,25 %) y casi el triple del aumento

    de la poblacin rural (12,7 %). El incremento rpido de la poblacin urbana (no agrcola) se

    expresa an ms claramente si aadimos los pueblos y las ciudades pequeas con algo de

    industria.

    Pero las modernas ciudades rusas no difieren de las viejas solamente por su nmero de

    habitantes sino tambin por su carcter social: son el centro de la industria y del comercio.

    La mayora de nuestras viejas ciudades apenas desempeaba un destacado papel

    econmico; eran puntos administrativo-militares o fortalezas, su poblacin estaba

    obligada al servicio militar y, asimismo, era mantenida por el fisco. La ciudad era

    generalmente un centro administrativo, militar y recaudador de impuestos.

    Cuando la poblacin no sujeta al servicio se estableca en el trmino municipal de la

    ciudad o en sus alrededores para encontrar proteccin contra sus enemigos, este hecho

    no impeda en absoluto el que continuara ocupndose en la agricultura. Incluso Mosc, la

    ciudad ms grande de la vieja Rusia, era -segn las explicaciones del Miliukov- nicamente

    una residencia del zar, en la cual una parte considerable de sus habitantes estaba

    vinculada, de una manera o de otra, a la corte, sea como squito, sea como guardia de

    palacio, sea como servidumbre. De ms de 16 000 hogares que se haban contado en el

  • 23

    censo de Mosc de 1701, slo 7 000 (44 %) eran traficantes y artesanos; e incluso stos

    vivan cerca de la corte y trabajaban para sus necesidades. Los restantes 9 000 hogares

    estaban formados por el clero (1 500) y la clase dominante. La ciudad rusa, al igual que

    las ciudades que caracterizaron al despotismo asitico y a diferencia de las ciudades

    artesanales y comerciales de la Edad Media, realizaba pues una actividad puramente de

    consumo. Por la misma poca en que la moderna ciudad occidental defenda con ms o

    menos xito la poltica de impedir que los artesanos se estableciesen en los pueblos, la

    ciudad rusa desconoca todava por completo este fenmeno. Pero, dnde exista en

    Rusia una industria transformadora, un oficio?: en los pueblos, en la agricultura. A causa

    del intenso pillaje por parte del Estado, el bajo nivel econmico no dejaba ningn margen

    a la acumulacin de riquezas ni a la divisin del trabajo social. El verano, mucho ms corto,

    en comparacin con el occidental, traa consigo una inactividad invernal ms larga. Todo

    esto dio ocasin a que la industria transformadora no se separase de la agricultura ni se

    concentrase en las ciudades, sino que continuara como ocupacin accesoria en el campo.

    Cuando en la segunda mitad del siglo XIX comenz el desarrollo de la industria capitalista

    en gran escala, no encontr ninguna industria urbana sobre la cual asentarse, sino

    principalmente el oficio aldeano kustar 6. El milln y medio de obreros fabriles que hay,

    como mximo, en Rusia --escribe Miliukov- tiene enfrente de s a no menos de 4 millones

    de campesinos que estn ocupados en sus aldeas en la industria transformadora, sin dejar

    por esto la agricultura. Precisamente esta clase, de la cual [...] surgi la fbrica europea, no

    particip en modo alguno [...] en la construccin de la industria rusa.

    El crecimiento posterior de la poblacin y de su productividad proporcion una base

    natural para la divisin del trabajo social y, desde luego, tambin para el oficio urbano.

    Pero a causa de la presin econmica de los pases avanzados, la gran industria capitalista

    se apoder enseguida de esta base, de forma que no hubo tiempo suficiente para que el

    oficio urbano floreciese.

    Los cuatro millones de artesanos kustar eran justamente el elemento que, en Europa,

    haba formado el ncleo de la poblacin urbana entrando a formar parte de los gremios

    como maestros y oficiales, y que luego, progresivamente, fueron cada vez ms quedando

    fuera de los gremios hasta independizarse de ellos por completo. Era precisamente esta

    capa de artesanos la que, durante la gran revolucin, constitua la parte principal de la

    poblacin de los barrios ms revolucionarios de Pars. Ya este mero hecho -la

    insignificancia de la industria urbana- haba de tener consecuencias incalculables para

    nuestra revolucin 7.

    La caracterstica econmica esencial de la ciudad contempornea es la transformacin de

    las materias primas, de las cuales le abastece el campo; por este motivo son decisivas para

    la ciudad las condiciones de transporte. Slo la introduccin del ferrocarril poda

  • 24

    ensanchar de tal manera el campo de abastecimiento de la ciudad hasta el punto de hacer

    posible la aglomeracin de centenares de miles de personas; la necesidad de una tal

    aglomeracin result de la gran industria fabril. El ncleo de poblacin de una ciudad

    moderna, por lo menos de una ciudad de importancia econmica y poltica, es la clase de

    los obreros asalariados, claramente diferenciada. Justamente esta clase, que en la poca

    de la gran revolucin francesa era todava sustancialmente desconocida, deba jugar en

    nuestra revolucin el papel decisivo.

    El sistema industrial fabril no solamente coloca al proletariado en la primera lnea del

    frente sino que tambin empuja hacia la retaguardia a la democracia burguesa, quien en

    revoluciones anteriores haba encontrado un apoyo en la pequea burguesa urbana:

    artesanos, pequeos traficantes, etc. Y otra razn del papel poltico

    desproporcionadamente grande del proletariado ruso la constituye el hecho de que una

    parte considerable del capital ruso sea inmigrado. Esto ha conducido -segn Kautsky- a

    que el proletariado haya aumentado en nmero, fuerza e influencia de una manera que

    no guardaba la ms mnima proporcin con el crecimiento del liberalismo burgus.

    Ya explicamos cmo en Rusia el capitalismo no se desarroll a partir del oficio artesanal.

    Cuando el capitalismo lleg a la conquista de Rusia traa consigo como auxiliar a la

    civilizacin econmica europea; su competidor era el artesano kustar desamparado o el

    industrial urbano arruinado; y posea en cambio a su favor, como reserva de fuerza de

    trabajo, al campesinado semiempobrecido. El absolutismo, por su parte, favoreci bajo

    diversos aspectos la subyugacin capitalista del pas.

    Primero convirti al campesino ruso en tributario de la bolsa mundial de valores. La falta,

    en el campo, del capital exigido continuamente por la ciudad, preparaba el terreno para

    las condiciones usurarias de los emprstitos extranjeros. Desde la regencia de Catalina II

    hasta el ministerio Witte-Durnovo 8 trabajaron banqueros de Amsterdam, Londres, Pars y

    Berln con miras a la transformacin de la autocracia en un gigantesco objeto de

    especulacin en bolsa. Una parte considerable de los llamados emprstitos interiores, que

    fueron realizados por instituciones nacionales de crdito, no se diferenci en nada de los

    emprstitos extranjeros, ya que de hecho fue adquirida por capitalistas extranjeros. El

    absolutismo, mientras proletarizaba y pauperizaba al campesinado mediante altos

    impuestos, converta los millones de la bolsa europea en soldados, en cruceros

    acorazados, en crceles de incomunicacin y en ferrocarriles. La mayor parte de estos

    gastos era absolutamente improductiva desde el punto de vista econmico. Una parte

    inmensa del producto nacional fue pagada al extranjero en forma de intereses y

    enriqueca y fortaleca la aristocracia financiera de Europa. La burguesa financiera

    europea, cuya influencia poltica ha ido creciendo continuamente durante las ltimas

    dcadas en los pases de gobierno parlamentario haciendo retroceder la influencia de los

  • 25

    capitalistas industriales y comerciales, ha convertido realmente al gobierno zarista en su

    vasallo. Ahora bien, esta burguesa no quera ni poda llegar a ser una parte de la

    oposicin burguesa en el interior de Rusia y efectivamente no lo fue. En lo que se refiere a

    sus simpatas y antipatas se guiaba por el principio que ya haban formulado los

    banqueros Hoppe y Ca., en el ao 1789, relativo a las condiciones del emprstito para el

    zar Pablo. Los intereses han de pagarse sin consideracin de las circunstancias polticas.

    La bolsa europea estaba incluso directamente interesada en el mantenimiento del

    absolutismo: ningn otro gobierno poda garantizarle tales intereses de usura. Pero los

    emprstitos estatales no eran el nico camino mediante el cual se importaban capitales

    europeos en Rusia. El mismo dinero que devor una gran parte del presupuesto nacional

    ruso volvi a Rusia como capital comercial e industrial, atrado por sus riquezas naturales

    intactas y, sobre todo, por su mercado de trabajo no organizado y desacostumbrado a la

    resistencia. El periodo ms reciente de nuestro incremento industrial de 1893 a 1889 fue al

    mismo tiempo un periodo de inmigracin acentuada del capital europeo. Este capital,

    pues, que quedaba, ahora como antes, en su mayor parte en manos europeas y que

    dominaba la escena poltica en los parlamentos de Francia o Blgica, moviliz en cambio,

    sobre la tierra rusa, a la clase obrera.

    El capital europeo lanz sus principales ramas de la produccin y medios de comunicacin

    sobre este pas econmicamente atrasado y lo esclaviz, saltando una serie de fases

    tcnicas y econmicas intermedias que, en cambio, en su patria no poda menos de

    recorrer progresivamente. Pero cuantos menos obstculos encontraba en el camino hacia

    su predominio econmico tanto menos importante se configur su papel poltico.

    La burguesa europea se desarroll a partir del Tercer Estado de la Edad Media. Levant la

    bandera de protesta contra el pillaje y la violencia por parte del Primer y del Segundo

    Estados, levantndola en nombre de los intereses del pueblo, al cual ella misma deseaba

    explotar. Durante la transformacin de la monarqua clasista medieval en absolutismo

    burocrtico, sta se apoy en la poblacin urbana en su lucha contra las pretensiones del

    clero y de la aristocracia. La burguesa se aprovech de esto para su propia promocin

    poltica. As se desarrollaban, simultneamente, el absolutismo burocrtico y la clase

    capitalista; y cuando chocaron en 1789 se mostr que la burguesa gozaba del respaldo de

    la nacin entera.

    El absolutismo se desarroll bajo la presin directa de los Estados occidentales. Se

    apoder de los mtodos de administracin y dominacin mucho antes de que la

    burguesa capitalista consiguiese desarrollarse al nivel de la economa nacional. El

    absolutismo dispona ya de un inmenso ejrcito permanente, de un aparato burocrtico y

    fiscal centralizado y emita deuda no amortizable con destino a los banqueros europeos,

  • 26

    en una poca en la que las ciudades rusas jugaban todava un papel econmico

    completamente subordinado.

    El capital se intern desde el occidente, beneficindose de la ayuda directa por parte del

    absolutismo, y convirti en poco tiempo una serie de viejas ciudades arcaicas en centros

    industriales y comerciales, e inclusive cre tales ciudades comerciales e industriales en

    lugares antes inhabitados por completo. Este capital a menudo se present de repente en

    la forma de grandes e impersonales sociedades annimas. En la dcada de la prosperidad

    industrial de 1893 a 1902, el capital nominal de las sociedades annimas se incremento en

    2 000 millones de rublos, mientras que de 1854 a 1892 haba aumentado slo en 900

    millones de rublos. El proletariado se vio repentinamente concentrado en grandes

    aglomeraciones, habiendo tan slo entre el absolutismo y l una burguesa capitalista

    numricamente dbil, aislada del pueblo, medio extranjera de origen, sin tradiciones

    histricas y animada nicamente por la codicia.

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    Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)

    RESULTADOS Y PERSPECTIVAS

    3.

    1789-1848-1905

    La historia no se repite. Por mucho que se quiera comparar la revolucin rusa con la gran

    revolucin francesa, no por eso se convierte la primera en una simple repeticin de la

    segunda. El siglo XIX no ha transcurrido en vano.

    Ya el ao 1848 presenta una gran diferencia respecto al ao 1789. En comparacin con la

    gran revolucin, la prusiana o la austraca sorprendieron por su falta de bro. Por un lado

    llegaron demasiado pronto; por otro, demasiado tarde. El gigantesco esfuerzo que

  • 27

    necesita la sociedad burguesa para arreglar cuentas radicalmente con los seores del

    pasado, slo puede ser conseguido, bien mediante la poderosa unidad de la nacin entera

    que se subleva contra el despotismo feudal, bien mediante una evolucin acelerada de la

    lucha de clases dentro de esta nacin en vas de emancipacin.

    El primer caso se dio entre 1789 y 1793; toda la energa nacional que se haba ido

    acumulando en la tremenda resistencia contra el viejo orden, se volc por completo en la

    lucha contra la reaccin. En el segundo caso, que hasta ahora no se ha dado en la historia

    y que consideramos solamente como una posibilidad, se produce, dentro de la nacin

    burguesa, el grado de energa necesario para conseguir la victoria sobre las fuerzas

    oscuras del pasado, mediante una "discutible" lucha de clases. Los speros conflictos

    internos que consumen gran parte de sus energas y privan a la burguesa de la

    posibilidad de desempear el papel principal, empujan a su antagonista hacia delante, le

    dan en un mes la experiencia de dcadas, le colocan en el frente ms avanzado y le

    entregan las riendas tendidas, ocasin que l aprovecha para, decididamente y sin

    vacilaciones, dar a los acontecimientos un mpetu poderoso.

    O una nacin que se contrae toda ella como un len preparndose para el salto; o una

    nacin que se ha dividido definitivamente, durante el proceso de la lucha, para dejar en

    libertad de movimientos a su mejor parte en orden a la realizacin de la tarea para la cual

    el todo entero ya no tiene fuerzas suficientes. Estos son dos tipos opuestos que, desde

    luego, se pueden contraponer en su forma pura slo tericamente.

    Lo peor es, como en tantos otros casos, un trmino medio en este trmino medio se

    encontr el ao 1848.

    En el periodo heroico de la historia francesa vemos delante de nosotros una burguesa

    ilustrada y activa que an no haba descubierto sus propias contradicciones. La historia le

    haba confiado la tarea del mando, en la lucha por el nuevo orden, no slo en contra de

    las instituciones anticuadas de Francia sino tambin en contra de las fuerzas reaccionarias

    de toda Europa. Como consecuencia, la burguesa en todas sus diversas fracciones se

    siente conductora de la nacin, compromete a las masas en la lucha, les transmite

    consignas y les seala la tctica de la lucha. La democracia unific la nacin bajo una

    ideologa poltica. El pueblo -pequeos burgueses, campesinos y obreros- elegan

    burgueses como diputados y las tareas encargadas a ellos por las masas, estaban escritas

    en el lenguaje de una burguesa que era consciente de su papel mesinico. Aunque

    tambin durante la revolucin misma se destacan claramente antagonismos de clase, el

    mpetu, una vez conseguido, de la lucha revolucionaria elimina poltica y

    consecuentemente los elementos burocrticos de la burguesa. Ninguna capa social es

    relevada sin haber transmitido antes su energa a las que le suceden. As, la nacin como

    un todo contina la lucha por sus objetivos con medios cada vez ms potentes y

  • 28

    decididos. Cuando la crema de la burguesa adinerada se separa del ncleo del

    movimiento nacional puesto en marcha y se ala con Luis XVI, se vuelven las

    reivindicaciones de la nacin, que a la sazn estn ya dirigidas contra esta burguesa, hacia

    el sufragio universal, y hacia la repblica como formas lgicas e inevitables de la

    democracia.

    La gran revolucin francesa es, en efecto, una revolucin nacional. Incluso ms: aqu se

    manifiesta en su forma clsica la lucha mundial del orden social burgus por el dominio, el

    poder y la victoria indivisa dentro del marco nacional.

    Jacobinismo es hoy una injuria en boca de los sabelotodo liberales. El odio burgus contra

    la revolucin, contra las masas, contra la violencia y contra la historia que se hace en la

    calle, se ha concentrado en un grito de indignacin y de angustia: Jacobinismo! Nosotros,

    el ejrcito mundial del comunismo, histricamente hemos ya arreglado cuentas hace

    tiempo con el jacobinismo. Todo el movimiento proletario internacional de la actualidad

    ha nacido y se ha fortalecido en disputa con las tradiciones del jacobinismo. Lo hemos

    sometido a una crtica terica, hemos mostrado su estrechez, hemos desenmascarado su

    contradiccin social, su utopismo, su fraseologa y hemos roto con sus tradiciones que,

    durante dcadas, pasaban por herencia sagrada de la revolucin.

    Pero defendemos el jacobinismo contra los ataques, las calumnias y los ultrajes inspidos

    de que le hace objeto el liberalismo flemtico y exange. La burguesa ha traicionado

    ignominiosamente todas las tradiciones de su juventud histrica, sus mercenarios actuales

    profanan las tumbas de sus antepasados y calumnian los vestigios de sus ideales. El

    proletariado defiende el honor del pasado revolucionario de la burguesa. El proletariado

    que, en la prctica, ha roto tan radicalmente con las tradiciones revolucionarias de la

    burguesa, las protege como herencia de grandes pasiones, de herosmo e iniciativa y su

    corazn late lleno de simpata hacia los hechos y las palabras de la Convencin jacobina.

    Qu es lo que dio al liberalismo su fuerza atractiva que no fuesen las tradiciones de la

    gran revolucin francesa? En qu otro periodo se elev la democracia burguesa a tal

    altura, encendi una llama tal en el corazn del pueblo como lo logr la democracia

    jacobina, sans-culotte y terrorista de Robespierre en el ao 1793?

    No era el jacobinismo el que posibilitaba y posibilita todava al radicalismo burgus

    francs de los diversos matices a mantener en proscripcin hasta hoy en da a una

    inmensa parte del pueblo, incluso del proletariado -y eso en una poca en que el

    radicalismo burgus en Austria y Alemania nutra su breve historia de actos intiles y

    ridculos?

  • 29

    No es la fuerza atractiva del jacobinismo, su ideologa poltica abstracta, su culto por la

    Repblica Sagrada y sus declamaciones solemnes, de lo que se nutren todava hoy los

    radicales y radical-socialistas franceses como Clemenceau, Millerand, Briand, Bourgeois y

    todos esos polticos, ms incapaces todava de conservar las esencias de la sociedad

    burguesa que los junkers de Guillermo II, estpidos por la gracia de Dios; junkers a los

    cuales envidian tan desesperadamente las democracias burguesas de otros pases

    mientras, simultneamente, denigran la razn y la fuente de su posicin poltica

    privilegiada --el jacobinismo heroico- con calumnias? Incluso despus de haber

    defraudado muchas esperanzas, sigui el jacobinismo viviendo como tradicin en la

    conciencia del pueblo; el proletariado habl an durante mucho tiempo de su futuro en el

    lenguaje del pasado. En el ao 1840, casi medio siglo despus del gobierno del partido

    de la Montaa, ocho aos antes de los das de junio del 48, Heine visit varios talleres en

    el suburbio Saint- Marceau, y pudo ver lo que lean los obreros, la parte ms fuerte de la

    clase baja. All encontr -as inform a un peridico alemn- varias ediciones nuevas de

    los discursos del viejo Robespierre, tambin de los panfletos de Marat por entregas, la

    Historia de la revolucin de Cabet, la liblula venenosa de Cormenin, Babeuf y la

    conspiracin de los Iguales de Buonarotti -todos ellos escritos que olan como a sangre...

    Como fruto de esta siembra -profetiz el poeta- amenaza prorrumpir, ms tarde o ms

    temprano, desde la tierra francesa la repblica 9.

    En el ao 1848, la burguesa era ya incapaz de jugar un papel comparable. No era lo

    suficientemente dispuesta ni audaz como para asumir la responsabilidad de la eliminacin

    revolucionaria del orden social que se opona a su dominacin. Entretanto, hemos podido

    llegar a conocer el porqu. Su tarea consista ms bien -de eso se daba ella cuenta

    claramente- en incluir en el viejo sistema garantas que eran necesarias, no para su

    dominacin poltica, sino simplemente para un reparto del poder con las fuerzas del

    pasado. La burguesa haba extrado algunas lecciones de la experiencia de la burguesa

    francesa: estaba corrompida por su traicin y amedrentada por sus fracasos. No solamente

    se guardaba muy bien de empujar a las masas al asalto contra el viejo orden sino que

    buscaba un apoyo en el viejo orden, con tal de rechazar a las masas que la empujaban

    hacia adelante.

    La burguesa francesa supo hacer grande su revolucin. Su conciencia era al mismo

    tiempo la conciencia de la sociedad entera y nada poda convertirse en institucin

    duradera sin haber sido reconocido antes por esta conciencia como un objetivo suyo,

    como una tarea suya de carcter poltico. A menudo adopt una actitud teatral para

    esconder ante s misma la estrechez de su propio mundo burgus; pero segua adelante

    sin embargo.

  • 30

    La burguesa alemana, en cambio, desde el principio en vez de hacer la revolucin, se

    separaba de ella. Su conciencia se rebel contra las condiciones objetivas de su propia

    domina- cin. No se poda llegar a la revolucin con su concurso, sino contra ella. En su

    pensamiento, las instituciones democrticas se presentaban no como un objetivo de su

    lucha, sino como el peligro para su bienestar.

    En el ao 48 se necesitaba una clase que hubiese sido capaz de tomar en sus manos los

    acontecimientos, prescindiendo de la burguesa e incluso en contradiccin con ella, una

    clase que hubiera estado dispuesta no slo a empujar a la burguesa hacia adelante con

    toda su fuerza, sino tambin a quitar de en medio, en el momento decisivo, su cadver

    poltico.

    Ni la pequea burguesa ni el campesinado eran capaces de hacerlo.

    La pequea burguesa urbana era no slo hostil al ayer sino tambin al maana. Estaba

    todava encamisada en las circunstancias medievales -pero se vea ya impotente para

    mantenerse frente a la industria libre-; todava configuraba los rasgos de las ciudades -

    pero ya ceda su influencia en favor de la gran burguesa y de la mediana-; ahogada en sus

    prejuicios, aturdida por el alboroto de los acontecimientos, explotada y explotando ella

    misma, vida y desesperada en su codicia, la pequea burguesa atrasada no poda

    ponerse a la cabeza de los acontecimientos mundiales.

    Al campesinado le faltaba, en una medida an mayor, una iniciativa poltica independiente.

    Desde haca siglos avasallado, empobrecido y furioso, siendo siempre la encrucijada tanto

    de la vieja explotacin como de la nueva, el campesinado representaba, en un momento

    determinado, una fuente rica en catica fuerza revolucionaria. Pero desunido, dispersado,

    rechazado de las ciudades, los centros nerviosos de la poltica y de la cultura, aptico,

    limitado en su horizonte a lo que le rodeaba de inmediato e indiferente frente a todo

    pensamiento urbano, el campesinado no poda tomar importancia como fuerza dirigente.

    A partir del momento en que le liberaban de la carga de las obligaciones feudales, el

    campesinado volva a su inmovilidad y pagaba a la ciudad, que haba luchado por sus

    derechos, con extrema ingratitud: los campesinos liberados se convertan en fanticos del

    orden.

    La intelligentsia democrtica, sin un poder de clase, se arrastraba pronto, como una

    especie de retaguardia poltica, a remolque de su hermana mayor, la burguesa liberal;

    luego, en momentos crticos, se separaba de ella para nicamente dar pruebas de su

    propia impotencia. Se enredaba en contradicciones insolubles y llevaba consigo esta

    confusin por todas partes.

  • 31

    El proletariado era demasiado dbil, se encontraba sin organizacin, sin experiencia y sin

    conocimientos. El desarrollo capitalista haba progresado lo suficiente como para hacer

    necesaria la abolicin de las viejas condiciones feudales, pero no tan suficientemente

    como para permitir destacarse a la clase obrera --el producto de las nuevas condiciones

    de produccin-- como una fuerza poltica decisiva. El antagonismo entre el proletariado y

    la burguesa se haba desarrollado demasiado en el marco nacional de Alemania como

    para que an le fuera posible a la burguesa figurar intrpidamente con el papel de

    protagonista nacional; pero no se haba desarrollado tanto como para que el proletariado

    pudiese hacerse cargo l mismo de este papel. Aunque los roces internos de la revolucin

    preparaban al proletariado para la independencia poltica, tambin ellos debilitaban, al

    mismo tiempo, la energa y la unidad de accin, hacan despilfarrar infructuosamente las

    fuerzas y obligaban a la revolucin, despus de los primeros xitos, a marcar el paso sin

    moverse del sitio para emprender luego la retirada bajo los golpes de la reaccin.

    Austria ha sido un ejemplo especialmente claro y trgico de esta inexperiencia y del error

    que supone no llevar las condiciones polticas a sus ltimas consecuencias durante un

    periodo revolucionario.

    El proletariado de Viena mostr en 1848 un herosmo asombroso y una energa

    inagotable. Una y otra vez se meta de lleno en la lucha empujado por un ronco instinto

    de clase, sin tener una idea general sobre los objetivos de la misma; saltaba de una

    consigna a la otra. La direccin del proletariado pas -asombrosamente- al estudiantado,

    el nico grupo democrtico activo que tena, gracias a su actividad, una gran influencia

    sobre las masas y, por consecuencia, tambin sobre los acontecimientos. Los estudiantes

    podan, si duda, luchar valientemente en las barricadas y fraternizar honrosamente con los

    obreros, pero eran incapaces de sealar la direccin de la revolucin, posibilidad que la

    dictadura de la calle haba colocado entre sus manos.

    El proletariado, desunido, sin experiencia poltica y sin direccin poltica independiente,

    segua a los estudiantes. En cada momento crtico los obreros ofrecan firmemente a los

    seores que trabajan con la cabeza la ayuda de los que trabajan con las manos. Una

    vez convoca