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Mitológicas

ISSN: 0326-5676

[email protected]

Centro Argentino de Etnología Americana

Argentina

Luxardo, Natalia

TEJIENDO TRAMAS PARA EXPLICAR LA APARICION DEL CANCER (ARGENTINA)

Mitológicas, vol. XXI, 2006, pp. 55-67

Centro Argentino de Etnología Americana

Buenos Aires, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14617733004

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Página de la revista en redalyc.org

Sistema de Información Científica

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Introducción

La riqueza de las dimensiones simbólicasde esta enfermedad es clara desde el inicio,remitiéndonos a la etimología de su denomi-nación. La antigua medicina hipocrática la lla-mó cánker1 por su semejanza con los rasgosde los cangrejos o karkinos (Sontag, 1978;Alonso, 2002), si bien ya existían referenciasde la enfermedad en papiros egipcios2, el deEbers y de Edwin Smith, cuya procedenciase estima de fuentes de 2500 años A.C.

Las connotaciones de esta palabra son, in-dudablemente, movilizantes, remiten a la en-

fermedad otro por excelencia que, desde aden-tro, de una manera imperceptible pero impla-cable, va consumiendo y corrompiendo a lapersona (Schavelzón, 1992 y 2002; Sontag,1978). Se trata de algo que corroe desde elinterior y se experimenta masivamente comolo otro absoluto (Laplantine, 1999). Es eladversario que adquiere su fuerza a partir dela de uno, y al que “atacarlo” implica necesa-riamente “atacarse”. El simbolismo que des-pliega está asociado a lo amenazante y ace-chante, que más allá de cualquier tipo derecaudos, nadie está exen

TEJIENDO TRAMAS PARA EXPLICAR LA APARICIÓN DEL CÁNCER (ARGENTINA)

Natalia Luxardo*

Summary: Metaphorical dimensions of cancer are particularly rich. They condense images of ananimal, a battle, or more general, something evil. The purpose of this article is to explore the ideas abouthow the cancer constitutes itself, through an interpretative approach. The analysis is based in two typesof sources (direct and indirect). It includes both 32 in depth interviews and autobiographical narrationsof cancer sufferers. The first ones were collected in two oncology services at public hospitals ofBuenos Aires city (Argentina), during 2002-2005. Concerning the second material, I consider 4 lifestories of women who fight with cancer. I constructed a typology in order to classify the origin of illnessfrom the patient point of view, including six main paradigms of explanations: the emotional paradigm,the organic one, the social one, the sudden and traumatic one, the explanations focus on the cancer asa sense and the traditional or folk paradigm. In the first one, cancer derives from an excess of feelings(love, hatred, suffering). In the second, the causes are related to biology. The third refers to “paradiseslost”, that means that patients referred to previous moments in deep connection with a “natural way oflife” that had been lost due to the effects of “modernity”. The next paradigm is connected with the ideaof an entity that suddenly come up. In the paradigm of “sense”, the cancer is view as the result of a“random fatality” or as the consequence of a divine plan in which the illness means the opportunity tolearn something morally correct (e.g. to be a better person). The traditional taxonomies include thecancer as the result of sorcery, witchcraft and susto (fright). To sum up, I conclude that the vision ofresponsibilities is much more than an etiological preoccupation it also is the way of discourses, througha certain plot, put into order diverse elements in the personal biography.

Key words: narratives, etiologies, cancer, Buenos Aires (Argentina)

*Centro Argentino de Etnología Americana - CONICET y Universidad de Buenos Aires (Argentina). E-mail:[email protected]

MITOLOGICAS, Vol. XXI, Bs. As., pp.

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to de poder evitarlo. Su carácter aleatorio yen ocasiones incontrolable, como bien seña-la Kleinman (1996), constituye una amenazadirecta a los valores de la sociedad occiden-tal contemporánea y su intención de contro-lar con las bio-tecnologías y el conocimien-to científico, tanto el surgimiento como el“transcurso” de todos los episodios demorbilidad, como así también “cerrar” de unamanera “inapelable” las explicaciones sobrela misma. Estos espacios que quedan sin res-puestas (o al menos, con respuestas incom-pletas) no están vacíos de significaciones so-ciales y sobre estas ideas nos detendremos. Específicamente, la intención de estas pá-ginas es brindar una interpretación acerca delas diferentes maneras que las personas concáncer utilizan para explicar el origen de supadecimiento. Estas maneras nunca remiten alas explicaciones etiológicas puntuales de labiomedicina sino que incluyen principalmen-te la evaluación de la propia condiciónexistencial del sujeto (deseos, frustraciones,malestares, expectativas respecto a un futu-ro). Para el análisis de los discursos nos ubi-camos en las corrientes hermenéuticas yfenomenológicas, acercamiento mediana-mente novedoso para el tópico tratado y quepermite enfocar las vivencias del sufriente.Básicamente cuando hablamos de interpreta-ción estamos aludiendo a comprender lo queexpresan los discursos analizados tratadoscomo textos, aquello que ponen de manifies-to, en definitiva, a lo que Ricoeur (1988) de-fine como los intentos por captar las propo-siciones del mundo abiertas por la referenciadel texto en lugar de buscar una “esencia”oculta detrás. Este tipo de interpretación, queempieza siempre a partir de las opiniones, lossentidos, los prejuicios3 y las expectativas delque interpreta (Gadamer, 1977), no puede des-

prenderse de la situación histórica del intér-prete.

Los relatos con los que trabajaremos cons-tituyen un corpus de entrevistas noestructuradas tomadas en los años 2002-2005en dos hospitales públicos de oncología de laciudad de Buenos Aires (Argentina)4. Tambiéntomamos del mismo período discursos de per-sonas con cáncer que relataron sus experien-cias en autobiografías editadas como libros.En ellos encontramos que las tramas a travésde las cuales describían el origen de la enfer-medad partían de horizontes de sentido (lógi-cas) distinguibles unas de otras. Comproba-mos que es en virtud del posicionamiento enun particular horizonte de significación, cuá-les son los elementos biográficos incorpora-dos. Seis son a nuestro entender las principa-les causas esgrimidas por los dolientes: lapresencia del cáncer como condensación demalestares personales, las “alteraciones” or-gánicas de índole individual, las causas socia-les y colectivas, los eventos traumáticos, loinevitable (el cáncer como sentido) y el cán-cer como producto de acciones intencionalesde otros cercanos. Este último es el único queno desarrollaremos, ya que los pocos relatosque tuvimos de este estilo serán abordados yanalizados en próximos desarrollos.

El origen del “Mal”

Un aspecto que fue recurrentementemencionado por los entrevistados, fue el temade los motivos de aparición de la enfermedad.Estas interpretaciones, tendientes a encontrary explicar los orígenes, las realizaremos apartir del análisis de narrativas depadecimientos -illness (Kleinman, 1991)- oenfermedad en primera persona. Debemos

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aclarar que estas maneras nunca remiten a lasexplicaciones etiológicas puntuales de labiomedicina porque involucran no sólo laenfermedad, en el sentido de disease(Kleinman,1991) o enfermedad en tercerapersona (Laplantine, 1999), sino queincluyen principalmente la evaluación de lapropia condición existencial del sujeto(deseos, frustraciones, malestares,expectativas).

A su vez, estas concepciones son eleccio-nes sociales que pertenecen a la historia y ala cultura de ese grupo y dan cuenta, en defi-nitiva, que las causas son social e histórica-mente aceptadas o rechazadas. Es decir, labúsqueda de causas despliega, simbólica yargumentalmente, un universo de represen-taciones sociales, posibles y plausibles paradeterminado tiempo y lugar, desprendida deun cuerpo interpretativo mayor. En el casodel modelo de causas (etiológico) de enfer-medad que Laplantine (1999) describe en susvariantes endógena y exógena, cada una deestas imputaciones incluirá, según la enfer-medad pero también según el momento so-cio-histórico del que se trate, significadosdiferentes. La imputación etiológicaendógena puede englobar factores psico-emocionales hasta herencias genéticas; en lavariante exógena, en cambio, las causas seencuentran afuera de la persona, en el medioambiente, en el destino o la voluntad divina,por ejemplo. Karpenstein Eßbach (2006) hanotado que, desde las décadas del ́ 70 y ́ 80,“tener cáncer” empieza a alejarse de un pa-radigma de explicación centrado en “el des-tino”, como un evento exógeno a la propiavoluntad, para pasar a ser una enfermedad condistintos grados de responsabilidad del quela padece. Así, la responsabilidad recae en-tonces en el hecho de haber sido de deter-

minada manera y el cáncer se convierte enun área de búsqueda de determinados propó-sitos.

Esta misma autora encuentra que la líneade los componentes endógenos (casi cual-quier rasgo puede entrar en la interpretación)como la de los componentes exógenos (eltabaco, las tinturas, los alimentos, etc.) essumamente difusa y que en realidad, el énfa-sis en uno de estos tipos no desplaza al otro,sino que ambos se articulan. Aunque a gran-des rasgos también podrían clasificarse bajoesos dos “rubros”, otras tipologías construi-das sobre las explicaciones causales han sidola de Abt (2003:1) Para las mujeres: trau-mas físicos, emociones fuertes, herencia,sexualidad, medio ambiente, estilo de vida,síndrome de filiación cultural, otros. 2) Paralos varones: traumas físicos, emocionesfuertes, procesos de trabajo, estilo de vida,desconocido, otros (varones); la de Ponce(2006): emocionales, biológicas, episodiosvitales y destino/azar y la nuestra (Luxardo,2005): factores externos, estrés, herenciagenética, estilo de vida, azar y taxavernáculos.

Si bien en cada una de estasclasificaciones se aclara que ninguna de estasexplicaciones por tipo se presentan comoformas puras ni excluyentes sinocombinadas, creemos que, de todas maneras,son clasificaciones que tienen una limitaciónintrínseca e insalvable: reducen y obligan acortar sentidos cuando los propios actoresno lo hacen. Además, al ser categoríaspropuestas por el investigador, por másque intenten respetar y reflejar lo que diceel relato, son demasiado amplias comopara que el “corte” o la selección reflejenel sentido original de aquél (p lanteamosu n a p r e g u n t a c o m o e j e m p l o d e

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esta limitación: los conflictos psico-emocionales que se deben a causas sociales,tales como el desempleo, ¿deben serenglobados en la categoría emocional -endógena- o social –exógena?)

A pesar de estos señalamientos, organizary centralizar los datos de acuerdo con algúncriterio se vuelve una instancia decisiva en elproceso de su comprensión; por eso tuvimosque volver5 a intentarlo, sólo que esta vezincorporando simultáneamente nuevasdimensiones de los relatos: las explicacionessobre cómo se forma, cómo se manifiesta(repentinamente o de una manera paulatina) yel sentido, cuando lo hubiera. Este últimopunto se torna imprescindible de distinguirpara poder identificar a qué apuntan estastramas, porque hay explicaciones sobre“causas” sin “sentidos últimos”, explicacionesde “sentidos últimos” sin “causas” yexplicaciones con ambos.

La identificación de responsables delorigen del cáncer no se producedescontextualizada, sino en una narrativa enla que episodios dispersos y factorescoyunturales intentan ir siendo articuladospara configurar una totalidad (por pequeña quesea) y que se explica a partir de un horizontede sentido específico. Es decir, hay untrasfondo que establece de antemano qué clasede elementos serán los “captados” por elinformante para ser incorporados en eldiscurso y cuáles serán los “excluidos” de latrama. En esta lectura retrospectiva y selectivaque las personas realizan sobre su propiahistoria, entendemos que tales horizontesposibles funcionan como ejes alrededor de loscuales se articula el relato. A la luz de los otroselementos que también incluimos (lasexplicaciones sobre la formación de laenfermedad y el sentido que le otorgan a la

misma) distinguimos las formas u horizontesprominentes que adquieren éstos, cada uno delos cuales no niega a los otros, pero los“opaca”.

La presencia del cáncer como condensa-ción de malestares personales

La característica ir reductible de este ho-rizonte es la versión que los pacientes brin-dan acerca de la consolidación de la enfer-medad de una manera progresiva; el cáncercomo resultado de una situación constante-mente adversa (dolor, frustración, posterga-ción, etc.) que paso a paso se fuecorporizando -con el sentido del embodimentde Csordas (1994)- como una entidad nueva.De este modo, el cuerpo de esa persona seráinterpretado como un receptáculo de los su-frimientos vividos en su trayectoria vital y queconvertirá en enfermedad aquello que lo des-borde.

Las narrativas de este tipo de explicacio-nes articulaban, en una lógica de sentido (re-trospectiva y crítica), aquellos episodios queaunque a veces no tuvieran conexiones evi-dentes, se exponían como hitos quesistematizaban y resumían la calidad de esasvivencias desfavorables. Singularmente im-portantes en estas narrativas fueron los avata-res psico-emocionales, que en algunos dis-cursos se identificaban como estrés y distrés.Las tensiones y los conflictos afectivos quela persona había tenido en el pasado se conju-gaban con sucesos que transcurrían en su pre-sente y que definirían su futuro.

Generalmente, no encontraban la enferme-dad con el diagnóstico, sino en el período pre-vio. Este lapso inmediatamente anterior fueminuciosamente desmenuzado, los relatos re-

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corrían (como en cámara lenta) cada detallede esa cotidianeidad que estaba a punto dequebrarse. Notamos que no le otorgaban a lavíspera el sentido de “momentos previos a”,sino que ya el relato sobre el transcurso deesa vida cotidiana iba preparando el “terreno”para que no sorprendiera después el desarro-llo del tumor. La víspera era parte también dela escena principal, porque aun sin signos nidiagnóstico, la mayoría de los actores mani-festaron que, de alguna manera, ya lo sabían.Creemos que lo que nos mostraban eran losindicios de lo que ya estaba, la punta del ice-berg/cáncer. De modo que, por ejemplo, re-saltaban que desde hacía meses o semanasestaban sin poder dormir, continuamente conpesadillas, que estaban más sensibles que decostumbre, irritables o propensos a llorar porcualquier cosa.

En otras ocasiones, una sola situacióntraumática podía alcanzar para ser identifica-da como la única causa; especialmente recu-rrieron a este tipo de explicaciones las per-sonas que habían atravesado momentos lími-tes, tales como la muerte de un hijo o de uncónyuge. Sin embargo, el aguante del dolorfue la causa de la enfermedad. Como en elresto de los relatos, la persistencia de la vi-vencia de sufrimiento fue “moldeando” el tu-mor.

“Nunca creí que yo pudiese hacer uncáncer porque soy una persona que dicetodo lo que siente, sin guardarse nada. Meequivoqué. Mi enfermedad fue laconsecuencia de cosas que no salieron, desufrimiento contenido (…) A veces mepregunto si mi tumor no fue una forma dellamar la atención. Cuando a una mujer ledicen que tiene cáncer le tiemblan laspiernas. Pero después de perder a un hijo

ya nada peor puede pasarme” (M. González,en Muñoz 2001).

Muchos de estos relatos sufrían defasajesen los pronombres, comenzaban con elgenérico “uno” y terminaban el enunciadopersonalizando la frase, es decir, en primerapersona. Fue recurrente la sensacióntransmitida en las narrativas de haberenfermado por culpa de reprimir emociones,por no expresar disconformidad, por evitardiscusiones y enojo con la gente que losrodeaba. Una postura políticamente correctatodo el tiempo, ante todos, que postergaba unmalestar recurrente, que con la enfermedadafloraba en todas sus dimensiones y era vueltoa significar. Por otro lado, tambiénencontramos que el haber estado socialmenteaislados, el no haber confiado en otros para“no cargar al resto con mis quejas” erapuntualizado y jugaba un papel importante enla génesis del cáncer. A su vez, el hecho dehaber asumido responsabilidades excesivas enrelación con las propias posibilidades tambiénconstituyó un factor precipitante de laenfermedad.

“Cuando era chica siempre fui tímida. Noquería hablar con nadie (…) Me acostum-bré a guardarme todo (lo que sentía). Nun-ca una mala palabra, ni levantar la voz. Yodigo que todo eso se me fue quedando (enel cuerpo) (…) Una cosa va llevando a laotra… y bueno, así terminé (con un tumoren el pulmón)” (CF 40)

“Reprimo un montón de cosas y me laaguanto, y tengo agachadas y digo que sícuando quiero decir no. ¿Eso trae cáncer?No sé, pero es igual verdad” (Kolesnicov,

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en Calderaro 2002).

Las “alteraciones” orgánicas de índoleindividual

Al igual que el anterior, este punto tambiénes un tipo de análisis centrado en la personacomo individuo, en el sentido moderno de lapalabra. Hubo una identificación de agentesespecíficos como posibles causantes del cán-cer alineados dentro del paradigma de expli-caciones oficiales (biomédicas), principal-mente el cigarrillo, el tabaco, la alimentación,etc.; a cada uno de estos componentes lesasignaban un grado de nocividad diferente. Lacaracterística principal fue el hecho de quelas personas mostraban en estos discursos,apoyados en explicaciones “racionalistas”,cómo determinado estilo de vida había pro-vocado la enfermedad.

Este ha sido el modelo más cercano albacteriano, un agente nocivo, un episodiomórbido. Este tipo de relatos se distinguía, asu vez, entre aquellos que seresponsabilizaban de lo sucedido, mejor di-cho, entendían que de alguna manera era laconsecuencia esperable (“…fumé toda mivida”) y aquellos en los que las “fallas” delcuerpo nada tenían que ver con la responsabi-lidad “voluntaria” de la propia persona, nosreferimos a la herencia genética.

“Siempre me controlé. Porque le dio a miabuela, a mi mamá, ahora a mí…ya es defábrica. Venimos con las lolas así” (CF 10)

Las causas sociales y colectivas

La polución ambiental, la contaminación

del agua, el agujero de ozono, los pesticidas,las radiaciones, etc., también fueron identifi-cados como factores asociados al cáncer, aun-que en menor medida. En el caso anterior, estetipo de componentes también estaba, pero elénfasis del relato recaía en la conducta indi-vidual que esa persona había tenido, es decir,se responsabilizaba ella misma. En cambioaquí se resalta el papel que tiene el otro ge-neralizado (Mead, 1934) -la comunidad or-ganizada, el grupo social, otros individuos- enel surgimiento de las condiciones que hicie-ron posible la aparición del cáncer. Sin em-bargo, pudimos reconstruir el papel jugadopor este tipo de factores de manera inversa,es decir, no tanto por la mención de culpasdirectas sino por las constantes referencias asu contrario, la vida natural “pura” de antes deenfermarse. Nos llamó la atención cómo enlas narrativas se aludió constantemente a su(ahora) deteriorada relación con los anima-les, las plantas, las actividades al aire libre.Estos “paraísos perdidos” remarcaban imáge-nes de otros tiempos (niñez, antes de migrara centros urbanos, etc.) en los que la vida encontacto con la naturaleza era lo cotidiano(pescar, cazar, tener una huerta) y cómo ellofue resignándose paulatinamente.

“Me encantan las plantas. Eraapicultor”. “T rabajaba al aire libre (en supueblo natal). Iba en bicicleta haciendo re-partos”. “Extraño las plantas, mi casa.”“Porque esta ciudad es sucia, es inmunda yvivo como loca y hay smog y colectivos todoel tiempo en lugar de árboles. No sé si esome causa el cáncer. Ahora, que es verdad yque no me causa felicidad, es cierto”(Kolesnicov en Calderaro 2002).

Como vemos, las narrativas constituyen un

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balance de la propia vida que pone en juegoexpectativas y frustraciones, pero sobre todolas cosmovisiones con que comulgan esaspersonas. Obviamente, éstas cambiaron deacuerdo al contexto en el que los datos fue-ron “recogidos”. Es decir, la interpretación dela propia condición de enfermo conjuga ele-mentos coyunturales y las peculiaridades delmomento histórico del actor, que impregnantambién la lógica de las explicaciones sobrelos motivos de la aparición de la enfermedad.Las mismas aparecen plasmadas en narrativas,que constituyen la instancia decisiva paramostrarle al otro quiénes son, el papel que tie-nen y el lugar que ocupan en dicho contexto.Cada narrativa se transforma en la excusa paraactualizar el balance de la propia vida, que poneen juego sus expectativas y frustraciones.Como ya hemos notado anteriormente(Luxardo, 2005), hubo un giro en la identifi-cación de “culpables” en las postrimerías dela crisis macroeconómica de Argentina(2001/2002). Los relatos decantaban, tiem-po después, qué había sucedido en las esferasmayores “bajándolo” a su corporalidad. En losrelatos aparecen constantes referencias aotras personas en condiciones parecidas tam-bién golpeadas por la crisis, biografías com-partidas que responden de manera similar,fuere con cáncer, infartos, úlceras o pozosdepresivos.

Si bien manifiestan que anteriormente tam-poco se encontraban en condicionessocioeconómicas favorables, las narrativasdestacan el rol crucial en la aparición de do-lencias (como el cáncer) por culpa, en parte,del sentimiento de vivir en una inestabilidadtotal, con expectativas inciertas tanto en elcorto como en el largo plazo. Las referenciasa situaciones de precarización concretas fue-ron continuas, tomando como parámetro de

comparación cómo se encontraban inmedia-tamente antes, situaciones que demuestranque las condiciones de empleo se habían vuel-to más inseguras y peligrosas para la salud delos trabajadores.

Observamos que los factores macro-es-tructurales, en última instancia, también ter-minaron conjugándose como desencade-nantes de conflictos emocionales: “El desem-pleo, la inestabilidad económica, la crisis fi-nanciera impactan en la vida de estas perso-nas como tristeza, frustración, inquietud cons-tante, estrés, desesperanza y otros adjetivosque, en definitiva, nos están mostrando que lacarga semántica es la misma, el proceso decómo surge el cáncer no cambia mucho, sólocambian los conflictos detonantes de índoleparticular versus conflictos de índole colec-tiva” (Luxardo, 2005: 60).

Sin embargo, no es lo “emocional” lo queestos discursos quieren mostrarnos, sinocómo tales factores son resultado de lainequidad del propio sistema, que impactan di-rectamente en sus vidas, por ejemplo, cuandorecalcan la negligencia de las empresasempleadoras para proveer los elementos ade-cuados de protección a los trabajadores, comoasí también la falta de garantía para poder ac-ceder a días de permiso y medios necesariospara realizarse chequeos clínicos y la falta decontroles del Estado para que todo eso noocurra.

Los eventos traumáticos

Para entender este tipo de horizontes deexplicación debemos quitarle a “traumático”toda connotación psicologista. Lo propio deestas explicaciones es el carácter repentino

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de la formación del cáncer, sin ningún ante-cedente que permitiera preverlo. Es un cam-bio cualitativo, a diferencia de la materializa-ción de lo que la persona ya tenía/traía, comoveíamos en el primer caso. Generalmente,son el tipo de causas sin otros sentidos, o jus-tamente, “sin sentido”. Son descriptas pormedio de un proceso unilineal, tanto como lascausalidades bacterianas que describíamos enel segundo tipo (un agente y una consecuen-cia). El sufrimiento aquí no es procesual, sinoagudo.

“A la prima (…) la habían asaltado (…)al poco tiempo en un análisis, le diagnosti-caron un cáncer” (RF 65)

“Era boxeadora profesional, y mepegaron en la mama. Ahí se despertó laenfermedad” (RF 12)

“Fue un golpe” (RM 60)

No vamos a extendernos en este tipo deexplicaciones porque no fueron “extendidas”las propias interpretaciones y hacerlo seríaforzar los datos. Solamente queremos añadirque algunas personas encontraron que el gol-pe había despertado al cáncer, como si todostuviéramos “algo” (tan dañino como vivo, enel sentido de real) adentro, en estado “laten-te”.

Lo inevitable: el cáncer como sentido

En dos tipos de interpretaciones se dife-rencian, una, las que destacan la aleatoriedaddel cáncer (“a cualquiera le puede tocar”) yla otra, las interpretaciones que aluden a uncarácter ya signado para ese destino en parti-cular. En las primeras, las referencias recaíanen el azar como la única instancia responsa-

ble de la enfermedad; no había otras culpasmás que la de “…haber tenido la mala suer-te de que justo me venga a tocar”. No pode-mos dejar de pensar en Lock (1993) cuandohabla de random fatality6 y en Castro (2000),quienes ya han demostrado en sus respecti-vos trabajos etnográficos que las personasrefieren a sus padecimientos como males queaparecen, inesperadamente, de la nada. Cas-tro (2000) encuentra que detrás de este sen-tido de aleatoriedad existe una manera de ex-perimentar las enfermedades como si fueran“entidades autónomas” (activas) que caen so-bre una víctima “pasiva”.

En cuanto a lo signado, englobamos aquía todas las explicaciones del origen del cán-cer como parte de un plan, generalmente deorigen divino, aunque también puede remitiral propio destino. El surgimiento de la enfer-medad responde a una necesidad, puede ser,por ejemplo, la oportunidad para que alguienaprenda a disfrutar, a estar más con los suyos,a decir que “no”. En este tipo de relatos seadvierte que el enfermo desea y espera pro-ducir un cambio profundo en su vida.

“A mí me vino porque siempre fui unaidiota. Me tragaba todo con tal de no dis-cutir con mi marido. Ahora no, sé que tengoque empezar a pensar en mí, ya bastantetrabajé toda mi vida para los otros. Se aca-bó. “(CF 4)

Un sentimiento contrario al descriptoes evidente en los discursos que marcan laidea de estar pagando un castigo por “culpas”pasadas, no necesariamente de esa persona,de modo tal que el transcurso de la enferme-dad es vivido como el karma a limpiar o quehay que pagar. El cáncer en estos casos se aso-cia a un sentido de redención, o sea, si bien

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puede pensarse como provocado tanto por unexceso de sentimientos positivos (amor)como negativos (odio), la matriz común deesta explicación es que ese sentir es vivido através de una experiencia de sufrimiento. Enel caso del amor, duele porque conlleva algodel orden del sacrificio, de un deber moralcumplido, pero que puede generar orgullo.

“Lo que me salió en realidad fue por unexceso de amor (hacia los otros). Desde quepasó eso (el accidente de su marido) sólome dediqué a él. Todos estos años esa fuemi lucha.” (CF 2)

Dentro de este punto nos interesa men-cionar uno de los modelos de imputaciónetiológica que desarrolla Laplantine (1999),específicamente acerca de la enfermedad ylo sagrado. Plantea que la enfermedad puedeser vista como una maldición, así se resaltala fatalidad, su carácter de fortuito, de aza-roso. De allí que el cáncer, el caso que nosinteresa, sea percibido como completamen-te extraño al que lo sufre, es el Otro por ex-celencia. Por el contrario, la enfermedad cas-tigo puede aparecer como consecuencia deuna (mala) conducta, colectiva y/o individual.La persona es sancionada por unatrasgresión, situación que permite hacer en-trar en el juego toda una dimensión morali-zante.

El cáncer producto de accionesintencionales de otros cercanos

Por último, englobamos bajo este ítemaquellas concepciones de la enfermedad enlas que la causa de la misma fue intencionalo emocional. Nos referimos a las categorías

de enfermedades tradicionales, también lla-madas taxa vernáculos, que en este estudiofueron la hechicería y la brujería (IdoyagaMolina, 2000). Este tipo de explicacionesgeneralmente fue desarrollado con la entre-vista bastante avanzada y hasta en segundasocasiones. No profundizaremos en estaoportunidad sobre estas taxonomías, ya queserán analizadas en otros trabajos.

A manera de cierre

Un aspecto que no mencionamos es quela construcción de estas tramas referidas aetiologías también fue influenciada de acuer-do con el tipo de tumor del que se trataba.Es decir, los diferentes modelosinterpretativos sobre el origen de la enfer-medad no pueden disociarse del tipo de tu-mor y del lugar en el que se encontraba, afec-tando no solamente de qué manera configu-raban el relato sino a su vez cómo transmi-tían sus experiencias. Por ejemplo, fueronmucho más ricas las explicaciones que arti-culaban factores mayores, excusa para mos-trar quiénes habían sido (generalmente des-de el orgullo, a qué tipo de sociedad habíanpertenecido) que aquellas en las que se ex-ponían como culpables por lo que les estabapasando (tales como los hombres que habíansido tomadores y ahora tenían cáncer de gar-ganta).

Un aspecto paradójico de las expli-caciones sobre la enfermedad fue que,muchas veces, las mismas caracterís-ticas que las personas brindaron paradescribir cómo actuaba en el organis-mo fueron las que después utilizaronpara dar cuenta de su origen y que po-día ser o bien algo paulatino que se iba

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sedimentando como enfermedad, un concen-trado de algo que ya se traía (más de lo mis-mo) o bien algo abrupto y repentino que setraducía en la aparición de una entidad com-pletamente nueva. En el primer tipo, las sig-nificaciones daban la idea de que la enferme-dad fue hecha por la persona. En estos casosla enfermedad era apropiada estructuralmente,era una parte de ella, una condensación de algode esa identidad que se tuvo en exceso (dolor,emociones “fuertes”, resentimiento, frustra-ciones).

Por el contrario, en el otro tipo de expli-cación, el cáncer fue una contingencia en laque nada tuvo que ver el rumbo de esa vida ysimplemente surgió sorpresivamente, exnihilo. Estas fueron las explicaciones de cau-sas sin sentidos, en los que la búsqueda de losmismos se interpretaba como búsquedas deculpables cuando no los había. Desde estaperspectiva, se trataba nada más (y nada me-nos) que de circunstancias posibles.

“…mi cuerpo es como cualquier cuerpo,al que, está visto, esto podía sucederle”(Liffschitz, 2003)

No podemos finalizar sin dejar de notar queen este punto, sin embargo, hubo un punto dequiebre que se dio con las representacionesde las metástasis. La connotación que tuvie-ron las palabras utilizadas para describir susurgimiento (“se me disparó”, “se mefue”,”se escapó”, “aparecieron raíces”, “secorrió a otra parte”,”me agarró en”, etc.)da cuenta de algo de aparición repentina sinque necesariamente medie más causa que laposibilidad intrínseca a esta enfermedad de“poder ocurrir”. Es decir, el simbolismo delas metástasis es que el mismo “agente inva-sor” se multiplica, gana fuerzas a costa de los

propios órganos y, directa o indirectamente,la alusión a la muerte se hace insoslayableporque es un signo certero de que el procesode lucha contra el cáncer no va bien. De estemodo, más que del origen de las metástasis,los relatos enfatizan las consecuencias, algoque no sucede con otros tipos de cáncer.

Notas

1. Al igual que el resto de las enfermeda-des, era explicado como un tipo dedesbalance producido por exceso o de-fecto de alguno de los cuatro fluidoscorporales: sangre, flema, bilis amari-lla y bilis negra. El cáncer era produci-do por un exceso de bilis negra (en elcual predominaba el elemento tierra,frío y seco) siendo sólo tratable en losprimeros momentos (National CancerInstitute, 2002; Luxardo, 2005)

2. Si excluimos una lectura histórica rea-lizada por el hombre sobre esta enfer-medad y nos remitimos a sus caracte-rísticas biológicas y moleculares, RoyLee Modie demuestra en 1923 la exis-tencia de células cancerígenas en loshuesos de un dinosaurio (KarpensteinEßbach, 2006).

3. Gadamer analiza la historia del concep-to “prejuicio” y da cuenta cómo el ma-tiz negativo con el que ahora carga esherencia del sentido dado por elracionalismo desde la Ilustración: “jui-cio sin fundamentos” que debe excluir-se del pensamiento científico. “Los pre-juicios de un individuo son (…) la rea-lidad histórica de su ser” (1977: 344).

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4. Hospital Municipal de Oncología “MarieCurie” e Instituto Nacional de Oncolo-gía “Ángel Roffo”.

5. Volver a intentarlo y literalmente vol-ver a algunos elementos desarrolladosen la clasificación anterior.

6. Fatalidad aleatoria

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Resumen

La idea del cáncer como el mal, una suertede designio divino para castigar por culpas (nonecesariamente propias ni referidas al tiempo

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actual) la hemos podido rastrearcontinuamente en las narrativas con las quetrabajamos. Esta asociación con elementosrelativos a lo “diabólico”, a la malignidad,impregnan las interpretaciones etiológicascon las que los actores explican elpadecimiento de la dolencia pero también conel cuidado que mencionan los éxitosterapéuticos que puedan ir teniendo, como si“abusar” del optimismo pudiese provocar la“ira” de la enfermedad y su venganza: lasmetástasis. En el presente artículo nosdetenemos en las teorías etiológicas con lasque personas con cáncer explican el origendel tumor. A partir de las mismas, construimos6 categorías: 1) el cáncer como condensaciónde malestares personales, 2) alteracionesorgánicas de índole individual, 3) causassociales y colectivas, 4) eventos traumáticos,5) el cáncer como sentido y 6) los taxa-vernáculos. Ahondamos en el simbolismodesplegado en cada una de las mismas a partirde diferentes corrientes interpretativas. Elcorpus de entrevistas con el que trabajamosestá constituido por material de camporecabado durante los años 2002-2005 enhospitales de oncología de la CiudadAutónoma de Buenos Aires (Instituto deOntología Ángel Roffo y Hospital MunicipalMarie Curie). También incluimos fuentes“secundarias” que consistieron en cuatroautobiografías de mujeres con cáncer.