traje masculino holandes siglo xvii

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EL TRAJE MASCULINO HOLANDÉS EN EL SIGLO XVII 0

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Page 1: Traje Masculino Holandes Siglo XVII

EL TRAJE

MASCULINO

HOLANDÉS

EN EL SIGLO XVII

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Page 2: Traje Masculino Holandes Siglo XVII

Genoveva Santiago Martínez4º Interpretación Gestual

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INTRODUCCIÓN: EL SIGLO XVII EN HOLANDA

Holanda, al igual que Francia, inicia su “siglo de oro” en este siglo XVII con una gran prosperidad e impone a Europa su predominio, y en cuanto a la evolución del traje hará prevalecer su superioridad, y esto se debe en gran parte a que combinará, durante el primer cuarto de siglo, un equilibrio de prosperidad y buen gusto. Todo comenzó con los hombres de negocios que huían de la invasión española en el sur de Holanda, instalándose en Ámsterdam y rodeándose de lujo y opulencia, formándose así un estilo nuevo de indumentaria.

El sistema de gobierno holandés era diferente del que existía en cualquier otro lugar del mundo. Holanda, país protestante, estaba gobernada por una burguesía próspera: el gobierno lo conformaban comerciantes y magistrados influyentes y devotos, los llamados “regentes”. Su indumentaria era distintiva: vestían trajes negros de corte conservador.

Esto suponía en sí una paradoja, ya que los holandeses habían luchado amargamente para obtener su independencia de España, pero sin embargo continuaban mostrando una influencia española en el vestir, por lo sobrio y ceremonioso de sus trajes. Pero si vestían así es porque era la forma de vestir más apropiada para su austero sello de protestantismo.

Las características esenciales del Barroco se encontrarán en la indumentaria holandesa de este siglo, que abandona la simetría y el equilibrio anteriores y que se siente atraída por las búsquedas, las singularidades, las exageraciones y va hasta el preciosismo, como atestiguan los canons y las calzas denominadas rhingraves. A pesar de lo dicho, esta influencia es menos acentuada en Holanda que en Francia o España.

Después de esta influencia barroca, a partir de 1670 el traje holandés reflejará la influencia del clasicismo francés, y se buscará ahora la claridad y la dignidad. La influencia francesa en el traje masculino holandés se observa en que los hombres permanecen fieles al traje negro de los regentes, con cuello rizado de un solo color y cofia en forma de diadema, mientras que los niños llevan prendas parecidas a las que se utilizan en Francia: trusas más largas y más estrechas, casaca blanda, jubones de faldones largos, cuellos doblados hacia abajo adornados con encajes como las bocamangas y las medias de botas.

EL TRAJE HOLANDÉS MASCULINO

Comenzaré apuntando que lo más chocante de los trajes holandeses de la primera mitad del siglo XVII es la persistencia de la gorguera, que se fue aumentando más y más hasta convertirse literalmente en una inmensa rueda de complicados pliegues rizados de lino, como atestiguan muchos pintores y retratistas holandeses de la época (Frans Hals, Abraham Bloemaert, Anton van Dyck, Hendrick Avercamp, Adriaen van Ostade…).

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Entre 1625 y 1635 el traje masculino se transforma en Holanda: el jubón se acorta y un pantalón sustituye las antiguas trusas. Este pantalón se irá alargando progresivamente para dar a la silueta una línea larga y vertical completada con botas más o menos ensanchadas. El manto sigue siendo utilizado en forma de capa.

¿Cuál fue la mayor influencia de la indumentaria holandesa en Europa? No tanto sus características generales, sino más bien por sus accesorios y adornos de lencería. Después de las orlas dentadas de mediados del siglo XVI, los galones de encaje encontraron una gran finura de hilo en Flandes y sobre todo, una mano de obra muy habilidosa. También es importante señalar que el uso del pelo corto en los hombres en Holanda se convirtió en algo característico después en los hombres del Parlamento de Inglaterra.

A mediados de siglo, el traje de los holandeses se llena con las fantasías y cosas superfluas que manifestará seguidamente el de los franceses. Los pantalones más anchos y colgantes se adornan con tufos de cinta y la abertura y las mangas cortas del jubón permiten ver la camisa. Hacia 1660, los rhingraves aparecen bajo la forma de un pantalón henchido o recto y ancho. Finalmente, se produce la adopción de la casaca, sobre todo por los jóvenes elegantes.

Comparado con la rigidez del traje español, el traje masculino holandés reviste un carácter de amplitud, holgura y hasta de, quizás, descuido. En primer lugar el calzón corto, esférico, que apenas llegaba a la mitad del muslo, se alarga y se ensancha, y si bien continúa cerrado por abajo, llega hasta la rodilla y se cierra por debajo de éstas. Los lazos con los que se cierran son bandas estrechas con encajes en sus extremos. La tela, que solía acuchillarse en sentido longitudinal, permanece entera, o a lo sumo se la deja abierta en las costuras exteriores para que se vea la ropa interior, y en este caso se cierra el calzón en la rodilla.

La gorguera, para hacerla más cómoda, no se almidonaba, dejando que sus gruesos pliegues cayeran flojos. Esta forma cómoda y poco elegante se puede observar en algunos cuadros de la época, como en éste de Rembrandt:

Aquí, sólo uno de los personajes lleva gorguera rígida, y los otros seis la llevan floja, sin almidonar. También hubo hombres que abandonaron del todo la gorguera, y llevaban en su lugar un cuello de tela estrecho que se ponía encima del cuello del jubón, como lo lleva en el cuadro el Dr. Tulp.

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A mediados de siglo, mientras la moda femenina se desenvuelve en un plano de buen sentido y de oportunidad, la masculina llega a unas extravagancias nunca vistas: del jubón y la camisola, haciendo de las mangas y de los faldones una sola prenda, sale una nueva pieza a modo de chupa. Los faldones, antes cortados en forma de alas, desaparecen, y en la cintura se llevan agujas como adorno. Cuando se renuncia a esas agujas y las mangas dejan de ser acuchilladas, resulta una prenda muy parecida a la actual chaqueta: en el retrato de Arthur Goodwin que pintó Van Dyck observamos esa chaqueta casi en la misma forma que ahora se usa, y también por aquel tiempo los hombres elegantes visten pantalones estrechos y largos hasta el tobillo.

La elegancia se basa no tanto en la riqueza de las telas, sino en los adornos y en la ropa blanca:

el lujo se refina, puesto que la camisa llega a ser uno de los objetos principales, y además el traje masculino la deja ver, ya que la chaqueta apenas llegaba al ombligo.

EL RHINGRAVE

A mediados del siglo XVII se pone de moda un calzón que por su corte apenas se diferencia del jubón: es el rhingrave, procedente de Holanda. Es un faldellín de seda que se fijaba encima del calzón. El nombre de esta prenda pronto se amplió para designar un atuendo que consta de una especie de bolero de cortas mangas que deja ver las amplísimas mangas de la camisa ceñidas en el puño y en el codo por cintas.

La anchura del rhingrave en Holanda fue incrementándose, como en Francia. Se llevaban con el jubón corto, en forma de almilla, con bajos plisados y con medias de botas de lencería o amplios canons terminados por trusas.

También en este período se usa una especie de corbata que se ata a modo de lazo en la parte delantera del cuello; los calzones son muy anchos y se fijan por debajo de la rodilla, continuando en cascada. Por encima cae el rhingrave. En 1670 desaparece este atavío y aparece la casaca o larga chaqueta que se ajusta al cuerpo y sigue en forma de campana hasta la rodilla. El calzón se ha estrechado y el atuendo se completa con una capa corta.

LOS TEJIDOS

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En cuanto a los materiales, en la mitad del siglo XVII la industria textil alcanza tal tamaño que resulta determinante en la economía de todos los países. El consumo de los tejidos aumenta en gran medida porque los trabajadores comienzan a vestirse más y mejor que en el siglo pasado. El incremento del consumo y de la producción se ayudan mutuamente, y así aparece la diversificación de tejidos.

En el norte de Europa hay tejidos de lino antes de la romanización, al igual que ocurre en el Oriente Próximo. Pero la calidad de los tejidos de lino hechos en Holanda en este siglo no son ni siquiera imitados de lejos por los fabricados en otros países.

Las investigaciones hechas en este tiempo en materia de colorantes textiles ofrecen un interés especial, no sólo por su lado técnico sino también por la novedosa variedad que significó para la moda. Por otra parte, las telas tintadas tienen aquí su importancia por el nuevo papel que jugaron en la confección, extendiendo el uso del algodón, considerado hasta entonces como una industria textil inferior. La lencería en la clase media pudo aprovechar el algodón abarato, mientras los ricos seguían fieles a la tela de lino. Es de esta forma como se extiende el uso del popular camisón.

Al final del siglo, Inglaterra y Holanda disponían de colorantes de ultramar de excelente calidad.

LA INDUMENTARIA DEL PUEBLO

El traje popular refleja el de las clases más afortunadas, pero sigue la moda con cierto retraso, conservando igualmente tradiciones que se perpetuarán después en trajes regionales: el campesino lleva un sobretodo debajo del cual sobresalen unos rhingraves, un sencillo modelo que se lleva en los Países Bajos: su alzacuello, anudado con una estrecha cinta, parece ser de una moda más tardía, al igual que los bolsillos hendidos horizontalmente de su sobretodo.

Los campesinos holandeses llevan también pantalón de media pierna y sombrero de fieltro. Se llevan mucho los paños gruesos, sargas. El paño de lana fina es utilizado por los artesanos, la gente de oficio, más profesionalizada. Abunda el color oscuro o mate, gris o marrón.

La blusa sigue más o menos ajustada al busto. Los hombres llevan blusón normalmente más holgado, con alguna abertura abotonada. Esta  la camisa es a menudo de tela bermejuela e incluso de cáñamo entre los campesinos. Pero es el algodón sin tintar lo que abunda en la vestimenta popular y hace que, además, ésta se diversifique.

El jubón que visten los hombres aparece con hombreras, para ampliar los hombros y perfilar el torso.

Botones de plata, bandas de terciopelo, bufandas de tafetán, ponen una nota de lujo sobre estos tejidos sin otro resplandor. Por lo general, está más vestido el obrero ciudadano que la gente del campo. La sarga del artesano marca la gran diferencia con el

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terciopelo y la seda del noble y del gran burgués: uno viste lo estrictamente necesario, otro se distingue con lo superfluo.

No hay que olvidar que Lo que hoy llamamos trajes regionales un cada uno de los países europeos, en realidad son los trajes que Europa viste en la segunda mitad de este siglo XVII.

EL UNIFORME MILITAR

En este siglo XVII se produce el abandono de las armaduras y la aparición de los primeros uniformes regulares. La coraza era demasiado pesada y trababa la libertad de movimientos, y se sustituye ahora por el jubón de ante, el chaleco de piel y la hongreline, que protegen mejor contra la intemperie. Los adornos son ahora menos abundantes. Aparecen las botas con vueltas. Los cinturones y las bandoleras son más sólidos y se adaptan mejor a las armas, que son cada vez más pesadas.

Las insignias aparecen en forma de un echarpe con los colores nacionales que los oficiales llevan alrededor de la cintura o encima del hombro: en el caso de Holanda, serán de color anaranjado.

A partir de la segunda mitad de siglo, y por influencia de Francia, los holandeses adoptan un uniforme completo con casaca, chaqueta (o chaleco), pantalones, corbata y botas; una indumentaria militar adaptada a las nuevas armas: el fusil, la bayoneta y los cartuchos…

CONCLUSIÓN

Me ha resultado muy interesante elaborar este trabajo porque he aprendido más sobre la sociedad estamentaria y jerárquica del siglo XVII en Holanda (nobleza, militares, pueblo llano, marginados), a través de su forma de vestir, ya que era como se distinguían. El significado de la ropa era importante: era una sociedad que refuerza los valores nobiliarios y desprecia las ocupaciones de clases inferiores. Para afirmar la propia superioridad el noble tenía que cuidar de su apariencia exterior, y muy especialmente de su vestido. Además, mientras que el siglo XVII se caracterizó por una economía con crisis generalizadas, los Países Bajos crecieron económicamente y mantuvieron su poder hegemónico.

Creo que además, a través del estudio del traje del siglo XVII en Europa, nos acercamos al traje moderno y lo comprendemos un poco mejor, ya que por ejemplo, el atuendo masculino sufrió el cambio más radical de la historia moderna. A principios de siglo los hombres seguían llevando prendas medievales (casaca, calzones, calzas y capa), pero a finales de siglo, después de algunos cambios, la casaca pasó a ser el chaleco, y concluyendo, hacia 1680 el atuendo masculino ya tenía la apariencia actual excepto en el uso de calzones en lugar de pantalones.

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BIBLIOGRAFÍA

Arte efímero y espacio estético de José Fernández Arenas, Editorial Anthropos.

Historia del traje: Edad Moderna de François Boucher, Editorial Montaner y Simon.

A short history of costume & armour de Francis M. Kelly,Randolph Schwabe, Editorial Dover: Pictorical Archives.

Historia del Traje de R. Dalmau y Juan María Soler Janer, Editorial Librería Dalmau.

Fashion and fancy: dress and meaning in Rembrandt's paintings de Marieke de Winkel, Editorial Amsterdam University Press.

La moda: Historia del traje en Europa desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros días de Max Von Boehn, Editorial Salvat.

Historia del Traje de Antonio Mingote y Alfonso Ussía, Editorial Círculo de Lectores.

Breve historia del traje y la moda de James Laver, Editorial Arte Cátedra.

Kostümgeschichte In Bildern de Wolfgang Bruhn y Max Tilke, Editorial Drei Lilien Verlag Wiesbaden.

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