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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III ANÁLISIS DEL RETABLO DE SAN GIOBBE DE GIOVANNI BELLINI “[Giovanni Bellini] ha piacere che molto signati termini non si diano al suo stile, uso, come dice, di sempre vagare a sua voglia nelle pitture.” P. Bembo, carta a Isabella Gonzaga, 1505 Daniel Leber DNI 34.214.767 Historia de las Artes Plásticas III Jueves de 9 a 11hs. 1

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Page 1: Trabajo Bellini

Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

ANÁLISIS

DEL

RETABLO DE SAN GIOBBE

DE

GIOVANNI BELLINI

“[Giovanni Bellini] ha piacere che molto signati termini non si diano al suo stile, uso,

come dice, di sempre vagare a sua voglia nelle pitture.”

P. Bembo, carta a Isabella Gonzaga, 1505

Daniel Leber

DNI 34.214.767

Historia de las Artes Plásticas III

Jueves de 9 a 11hs.

2011

Filosofía y Letras

UBA

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Page 2: Trabajo Bellini

Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

“Sacra Conversación”

(también conocida como retablo de San Giobbe o San Job)

Retablo originalmente pintado para la iglesia parroquial de San Giobbe

468 cm × 255 cm

óleo sobre madera

Galerías de la Academia de Venecia

Hacia 1487-88

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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

Observación pormenorizada y personal de la obra

La obra “Sacra Conversación” de Bellini puede ser ubicada en su período ya maduro como

artista. Es notorio el manejo óptimo de la anatomía y del espacio en profundidad. Podemos

reconocer en la obra elementos provenientes de diferentes artistas renacentistas: Piero della

Francesca, Antonello da Messina y Andrea Mantegna, entre otros no tan notorios. Más adelante

daré detalles de estos elementos; en un primer momento caracterizaré de forma general los

atributos de esta obra de composición triangular, con gran luminosidad y colorido.

El uso del color se complementa con el claroscuro y el tratamiento de de las superficies. La

calidad táctil de las superficies se enriquece con la imitación de materiales como el mármol, el oro,

las vestimentas y las carnaciones.

La geometría interna de la composición esta insinuada en la ubicación de los elementos y

en la estructura del espacio arquitectónico. Si bien esta geometría está oculta bajo los velos de la

figuración, es notoria la depuración de las formas, que nos remite a la obra de Piero della

Francesca. El placer de la representación de los volúmenes en la bidimensión que profesó el

pintor se hace también presente en Bellini. Podemos encontrar también otros rasgos

característicos de Piero en esta obra autógrafa de Bellini: la monumentalidad lograda por el "punto

de vista de gusano" y la gestualidad, que si bien no es inexpresiva, tampoco es dramática.

Testimonio de esto es el rostro meditabundo de San Sebastián o la mirada ensimismada de San

Francisco. La monumentalidad basada en un punto de vista bajo se refuerza con la escala casi

natural de las figuras y la profundidad que produce la contraposición de las figuras con la

arquitectura abovedada.

La lectura del retablo es ascendente. La superficie del espacio superior abovedado de la

arquitectura es mayor al que ocupan las figuras en el sector inferior. Esta lectura ascendente es

acentuada por las direcciones y "armazón geométrico". Adjuntamos en el apéndice diagramas de

análisis de las fuerzas, direcciones y geometrías contenidas en la composición para una mejor

comprensión. La composición está estructurada de manera simétrica a través de la ubicación de

las figuras y la arquitectura y la construcción arquitectónica, dando así estabilidad y equilibrio al

dinamismo que produce el color, los valores y las direcciones sobre todo diagonales.

Rastreo de Fuentes de época y desarrollos teóricos relacionados con la obra

Giovanni Bellini gozó de excelente fortuna crítica en vida. Tanto en los diarios de Sanudo,

las Rimas de Bembo y en las cartas de Durero, se retrata al artista como un hombre venerable,

patriarca de la pintura veneciana. Las fuentes nos dan un retrato severo, competente pero a su

vez fresco de Bellini, y lo consideran como un pintor que supo articular la tradición con la

innovación, al ser fiel a la tradición de mitos antiguos de Venecia y a su vez ansioso por descubrir

y desarrollar lenguajes inéditos y técnicas novedosas. Esta admiración que se profesó por su arte

se extiende hasta nuestros días.

En el ámbito de los desarrollos teóricos, la obra de Bellini es considerada importante para

la “evolución” de arte renacentista italiano ya que al estar influido significativamente por Antonello

da Messina, incorporó la estética del Norte de Europa. Esto significó la imposición del óleo por

sobre el temple que tan popular había sido en suelo italiano. El reemplazo del temple al huevo por

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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

el aceite de lino o de nuez como aglutinante permitió una representación más precisa, óptimo brillo

y maravillosas transparencias en el colorido. Podemos también decir que bajo la influencia de los

pintores venecianos, entre los que se encontraba Giovanni Bellini, se produce la expansión en el

mundo occidental de la pintura al óleo, ya no sólo sobre tabla, sino sobre tela.

Bellini tomó el exuberante simbolismo que propició el estudio de la naturaleza típico de

renacimiento nórdico. Podemos ver como por ejemplo en la Sacra Conversación, Bellini usa el

simbolismo religioso a través de elementos naturales. Aún así, su contribución más importante al

arte reside en su experimentación con el uso del color y la atmósfera en la pintura al óleo.

Análisis iconográfico y formal

La obra a analizar tiene como tema la "conversación sagrada", una reunión de santos en

torno a la Virgen en majestad con el Niño en los brazos. San Francisco, San Juan y San Job se

ubican a la izquierda de la Virgen, y a su derecha Santo Domingo, San Sebastián y San Ludovico.

El trono en el cual la Virgen está sentada alude al del Rey Salomón, en medio de columnas

clásicas. A los pies de María, delante del trono, hay unos ángeles músicos organizados

piramidalmente (ver diagramas en anexo). Los tres tienen instrumentos musicales.

La composición consta de elementos distribuidos simétricamente, pero avivados por una

luz que incide desde el costado derecho. Otros elementos formales también agilizan la

composición: la Virgen, que está ubicada en el centro del eje axial, gira su cabeza levemente

hacia la luz y levanta su mano izquierda en gesto mayestático, mientras que la encarnación del

niño Jesús, que se sienta sobre su pierna derecha, se hace eco de San Sebastián.

El visitante o fiel se acerca al retablo de Bellini desde la dirección que incide la luz

representada, y es recibido con el saludo de la Virgen. Cuando se encuentra ya enfrentado con el

altar, la representación de las figuras de los santos se ubica al nivel de sus ojos. Cuando la mirada

del espectador asciende hacia el ábside, nos encontramos con cinco serafines hechos con

mosaicos dorados pintados, y sobre ellos, el saludo y alabanza a la Virgen “ave virginei flos

intemerate pudoris”, que significa “saludos a ti, impoluta flor de honor virginal”. El origen de esta

línea no puede ser determinado con certeza, si bien la expresión individual aparece en un

acróstico y un salterio de los siglos catorce y quince.1 Tanto el lugar como las figuras de los

serafines elaborados con mosaicos dorados recuerdan la arquitectura bizantina de la basílica de

San Marcos. Un ombrello oscuro (podría considerarse equivocadamente como baldaquín) con

arreglos de laureles se recorta del dorado de los mosaicos, generando un contraste que favorece

a la construcción del espacio y la profundidad. Esta idea nos recuerda a la Sacra Conversación de

Piero della Francesca, donde un huevo se recorta contra un ábside de concha en penumbras.

Bellini usa en su Sacra Conversación una perspectiva que crea la sensación ilusionista

donde las figuras pintadas parecen ubicarse en una sala real. El marco arquitectónico en el que se

desarrolla es una bóveda de cañón con artesonado. Al fondo, hay un ábside circular.

Una gran bóveda con casetones con detalles dorados presenta en perspectiva la

composición, con pilastras laterales pintadas similares a aquellas ubicadas a los lados del marco

original. Un profundo nicho en sombras acoge en el centro al grupo sagrado de la Virgen con

Niño, los ángeles músicos y seis santos, a la sombra del ábside dorado. Se trata así de una

prolongación virtual del espacio real de la nave, que de manera ilusoria completa el plan 1 Bätschmann, Oskar. Giovanni Bellini, pag. 168

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arquitectónico lombardo. Analizando la arquitectura representada, podemos afirmar que las

pilastras decoradas con relieves y los capiteles ornamentados son tomados del arte de Andrea

Mantegna, cuñado de Bellini. Esta característica también está presente en San Juan y San pablo

en Venecia y en San Francisco en Pesaro.

• Formato original

Esta obra de Giovanni Bellini originalmente estaba enmarcada en mármol. Con su forma

rectangular la impostación es plenamente renacentista. En un principio los retablos estaban

hechos con tablas de maderas ensambladas de manera vertical, siendo limitada la posibilidad del

gran formato. Usadas las tablas de manera horizontal, era posible la creación de retablos de

mayor escala. Este es el caso de la Sacra Conversación de Bellini.

La obra se encontraba emplazada originalmente en el segundo altar en el lado derecho de

la iglesia de San Giobbe en Venecia. Se encontraba en un marco de piedra que recreaba un arco

triunfal, y su espacialidad pintada completaba ilusoriamente la real del altar.

• Estado de conservación

Si bien ha sido cortado, el retablo de San Giobbe es extraordinariamente grande.

Actualmente mide 4.71m de alto, y originalmente midió 5.30m aproximadamente. Es evidente que

esta altísima estructura habrá estado sostenida por un sistema que brindaba firmeza. La

construcción de paneles tan grandes era desconocida previamente a la actividad de Bellini y

Antonello da Messina en 1470. El ancho es de 2,55m y en los bordes superiores el panel está

dañado, podemos ver el rastro de la forma de las columnas ornamentales que conforman al

marco original. Una grieta en el retablo cruza horizontalmente la parte superior, atravesando el

ábside dorado y el ombrello.

El retablo de Bellini fue gravemente dañado cuando fue extraido de la iglesia: una parte de

la sección semicircular superior se perdió (algo similiar sucedió con el posterior Retablo de San

Sacarias). La aserción hecha en 1987, de que además falta la tabla inferior se mantiene sin

verificar.

El marco de piedra que originalmente contenía al retablo que estamos analizando se

encuentra todavía en la Iglesia de San Giobbe. Este marco fue restaurado entre 1997 y 1998, y

permitió apreciar nuevamente el mármol istriano con su pintura azul y dorada.2 La pintura se

encuentra restaurada, y si bien presenta grietas, el daño es mínimo si no contamos el corte

superior.

• Procedencia

Se asume que el contrato para realizar el retablo de San Giobbe fue realizado antes de la

terrible plaga epidémica de 1478, y que Bellini completó la pintura antes de 1485. Entre 1470 y

1485, por instigación del dogo Cristoforo Moro, la iglesia fue remodelada en el estilo del

renacimiento florentino por el arquitecto Petro Lombardo. La imagen votiva fue probablemente

2 Adjuntamos en el apéndice la reconstrucción fotográfica que restaura la relación entre el marco y la obra.

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comisionada por la Scuola di San Giobbe (escuela de San Job) con la participación de Marco

Cavallo, cuyo escudo de armas se encuentra representado en las columnas.

En un primer momento, en 1510 la Sacra Coversación de Bellini estaba flanqueada por La

Presentación de Cristo, pintada por Carpaccio como una variación de la obra de Bellini, el retablo

de Cristo en el jardín de Getsamani pintado por Marco Basaiti. En 1815 las tres pinturas fueron

extraidas de sus locaciones originales y llevadas a la Accademia por razones de conservación.

Actualmente son exhibidas en la segunda sala de la galería de la Academia en el orden que

originalmente ocupaban en la iglesia. (Ver foto en anexo).

Comprensión formal

• Orden en el espacio

El tratamiento de la profundidad en el encuadre rectangular está dado por la ubicación

espacial de las figuras y la construcción arquitectónica. La ilusión que se busca generar se basa

en un orden de los elementos y figuras en profundidad: en el fondo encontramos a la virgen María

con niño Jesus, a medida que se avanza se sigue este orden: los ángeles músicos, San Juan y

San Ludovico, San Francisco y Santo Domingo, y finalmente San Job y San Sebastian. El orden

de los elementos también se refuerza con el tratamiento de la penumbra que invade gran parte de

la arquitectura que envuelve a las figuras, que en cambio, están bañadas por una luz cálida y las

recorta con nitidez.

Además, desde el disegno mismo podemos ver cómo el escorzo genera profundidad. Esto

se da en los ornamentos de la bóveda y en la semiesfera del ábside. El punto de fuga bajo se

revela en las líneas del cominezo de la bóveda y en el escorzo de la anatomía de las figuras. El

tratamiento ilusionista en los materiales como la piedra, el mármol, el oro y las carnaciones

también es un aporte importante para realzar el espacio.

• Orden en la superficie

En el medio de la composición vemos el crucifijo sobre el trono de la Virgen. El tercio

inferior de la superficie total está ocupada por las figuras de la Virgen, el niño y los santos, el resto

está cubierto por la arquitectura. La única figura que queda en parte por fuera del encuadre de la

superficie de la obra es la de San Ludovico. La firma de Bellini está debajo del ángel músico

central, hecha de manera que se integra en la ilusión figurativa de la pintura, algo muy común en

las pinturas del artista. La boca del laúd del este ángel músico es intencionalmente comparable

en tamaño a los escudos redondos que tienen los ángeles del mosaico dorado superior.

La obra acentúa de manera encubierta por la figuración la estructura piramidal formada por

la disposición de las figuras, combinada por el rectángulo tanto del trono como del encuadre

mismo, junto a las estructuras esféricas que generan el ábside y el cañón abovedado.

• Orden del color en supercifie y espacio

Gracias al uso de pintura al óleo, Giovanni creó tintes intensos y ricos y sombras

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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

detalladas. El dinamismo de la composición si bien está marcado por el uso de los colores, el uso

de la luz es aún más importante para generarlo. El colorido de las figuras es contrapuesto a

tratamiento apagado de la penumbra, que solo es realzado en los mosaicos dorados. Las

armonías grisáceas de la bóveda se ven avivadas por el dorado que nos remite directamente a los

mosaicos del ábside, y estos a los tonos más cálidos del conjunto de figuras de la parte inferior.

Los colores usados mayormente en los ángeles músicos son el verde, el azul y el amarillo.

El azul contrasta con un rojo salmón, generando en la vestimenta del ángel de la izquierda una

variación de los colores usados en la Virgen. El verde del ángel central remite a la túnica de San

Juan Bautista, la cual apenas asoma y al ombrello colgante con los laureles y la franja horizontal

de la parte superior. Finalmente, el amarillo en el tercer ángel resuena en el ábside dorado, y su

manga azulada se conecta con la virgen y el primer ángel músico.

• Iluminación

La Virgen, el niño Jesús y los santos se encuentran en un encuadre rectangular ubicado

verticalmente, cuyo espacio se caracteriza por el ábside dorado y la bóveda de cañón. La luz es

representada entrando desde la derecha e ilumina al grupo de figuras y a la arquitectura. Este

factor asimétrico dinamiza la estructura simétrica de la arquitectura y la ubicación de las figuras,

aún más que el tratamiento colorístico.

La luz que baña el cuadro arranca reflejos dorados de los mosaicos pintados, dejando

otras zonas en penumbra. Podemos afirmar que se trata de una luz que envuelve los volúmenes y

humaniza la escena representada, además de conectar la obra con su emplazamiento original y

propiciar la sensación de profundidad. La luz presente en las figuras es compensada con la de los

mosaicos. Una luz propia emana de las mismas carnaciones, en apariencia diferente del resto de

la iluminación de la obra (ver a San Sebastián o a la virgen por ejemplo). Este efecto que marca la

diferencia entre carnaciones incandescentes y carnaciones iluminadas externamente, permite que

las figuras logren separarse aún más del fondo, produciendo profundidad.

Análisis de los sentidos de la obra

• Sentido literal

Vemos literalmente a un grupo de Santos gozando de la gloria divina, en compañía del la

Virgen María y el niño Jesús. Tengamos en cuenta que los diferentes santos pertenecen a

diferentes momentos históricos y ubicaciones geográficas. El grupo está acompañado por tres

ángeles músicos, cada uno con un instrumento diferente, no representados en un plano espiritual

–flotando en el aire- sino con una presencia física igual que cualqueira del resto de las figuras. La

virgen se sitúa en un trono por encima del resto de las figuras. La arquitectura que ambienta la

pintura es de carácter lombardo.

• Sentido alegórico

La sagrada conversación es un género pictórico religioso que fue pintado repetidas veces

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durante el Renacimiento, tanto en la tradición italiana como en la nórdica. Se basa en la

representación de la Madona con el niño, acompañada de santos con los que establece una

conexión en una escena conjunta, nunca tan hierática como en la previa tradición medieval. A

pesar de que se la denomine “conversación” las figuras no aparecen literalmente hablando, sino

gozando de la gloria. Generalmente se retrata también al comitente o donante (no es el caso del

retablo de San Giobbe) y la escena está ubicada en un entorno arquitectónico. Bellini aprovecha

esta característica para generar una suerte de continuidad entre el espacio físico y el pictórico.

La representación de dos de los tres santos de las plagas, San Job (a quién también está

consagrada la iglesia), y San Sebastián, sugiere una conexión con una epidemia.

• Comprensión integral

Siguiendo la concepción de Baxandall de la pintura renacentista, podemos entender la

obra como la “reliquia” resultante de la cooperación entre Bellini y el su público contemporáneo. La

experiencia de la obra consistía en la interacción entre la pintura, la disposición sobre el muro y la

actividad visualizadora de la mentalidad de la época. Las mejores obras de arte expresan su

cultura no directamente, sino complementariamente, que es cuando mejor sirven a las

necesidades del público, que justamente no necesita lo que ya tiene.3

Estudio del contexto histórico social y artístico de la obra en sus aspectos más

relevantes para el desarrollo del análisis.

Venecia, la “reina del Adriático”, vivió su etapa de máximo impulso artístico en el siglo XV,

si bien durante el siguiente su vida artística aún retuvo las miradas de Europa. No conoció el

periodo feudal ni el comunal: fue una república aristocrática con un dogo (dux) elegido y

coadyuvado por organismos colegiales. En el siglo XV ya llevaba más de un siglo de república en

un mundo de reinos, de gobierno laico en una Europa pendiente de la Iglesia, no ya de Roma sino

también de las poderosas ramas en cada país. El complejo y moderno sistema político de Venecia

estaba bajo el control de la oligarquía comercial, que compartía poder económico y político. El Dux

era la cima de la pirámide de poder. El Estado intervenía prácticamente en toda la vida social y

económica de la República veneciana. Las principales familias, que sustentaban la economía,

eran parte del propio Estado. Podría decirse que era una economía de mercado con muy alta

intervención pública.

La Edad Media se prolongó más que en el resto de Italia, confundiéndose el gótico con el

Renacimiento durante la primera mitad del siglo XV. Recién a fines del siglo podemos ver una

“invasión renacentista” en la ciudad.4 Es en Venecia donde también el nuevo espíritu se mantuvo

por más tiempo. Entrando a la segunda mitad del siglo, destaca nuestro artista, Giovanni Bellini.

En Italia existía la protección de artistas por parte de familias poderosas (los Medicis, los Este, los

Gonzague, los Sforza, etc.). El capitalismo naciente fue estimulado por los soberanos, con cuyos

encargos pretendían revestirse de un aura similar a la de los de la Antigüedad con sus artistas

oficiales. A fines del siglo XV, Roma era el principal centro de encargos en Italia.

3 Baxandall, Michael. Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento. Arte y experiencia en el Quattrocento, pag. 484 Grimberg, Carl y Svanström Ragnar. Historia Universa. Descubrimientos y Reformas (tomo 6), pag. 86

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En la Alta Edad Media, Venecia se expandió gracias al control del comercio con Oriente y a

los beneficios que esto suponía, expandiéndose por el mar Adriático. El apogeo de la república al-

canzó su cénit en la primera mitad del siglo XV, cuando los venecianos comenzaron su expansión

por Italia. Era el centro del comercio mundial y la mayor ciudad portuaria del mundo contando con

200.000 habitantes. Si la conquista de Constantinopla fue el inicio de su apogeo, su pérdida, en

1453 a manos de los turcos, inició una galopante decadencia. Venecia tuvo que claudicar y firmar

una paz poco ventajosa en 1479, que supuso la pérdida de Negroponto y Argos y el pago de un

canon anual de 10.000 ducados al sultán Mohamed II para poder comerciar en sus territorios. Con

el acceso al sultanato de Bayaceto II, los venecianos vivieron una etapa de cierta tranquilidad, que

les permitió adquirir la isla de Chipre. Pero el avance otomano era ya imparable y resultó del todo

imposible para Venecia mantener sus últimas bases en Morea. A estos factores de decadencia se

les unió la expansión naval de Portugal por la costa atlántica africana y el descubrimiento de Amé-

rica por España, que desplazaron la atención de las grandes corrientes comerciales del Mediterrá-

neo al Océano Atlántico de modo que el tráfico comercial veneciano empezó a perder importancia

en Europa de modo lento pero inevitable.

Podemos caracterizar el tramo final del siglo XV también por su importancia en la

innovación técnica en el ámbito marítimo (uso de brújulas, portulanos y astrolabios). Esto sin duda

repercutió en el giro oceánico que culminó finalmente con la llegada del europeo al Nuevo Mundo.

Las empresas marítimas llevadas a cabo por los europeos estaban reflejadas en la moda de los

relatos fantásticos sobre las riquezas de Asia y África, el redescubrimiento de la geografía de

Ptolomeo y el deseo de esquivar el monopolio comercial del mundo musulmán para acceder sin

intermediarios a los productos más codiciados, como las especias, los colorantes, el añil y la seda,

entre otros.

En el ámbito erudito, se manifestó una gran curiosidad por la Antigüedad que se vió

beneficiada por los aportes de los letrados bizantinos exiliados. Humanistas como Marsilio Ficino,

traductor de Platón, buscaron aunar la filosofía antigua con la doctrina cristiana, siendo el hombre

el centro de la reflexión.

La producción artística de la segunda mitad del siglo XV, se inscribió en la continuidad del

gótico internacional. En la arquitectura se impuso el estilo flamígero, con la particularidad del

gótico perpendicular en Inglaterra. Los pintores aportaron innovaciones al interesarse por el

tratamiento de la profundidad y la búsqueda ilusionista de la representación de la naturaleza. El

retrato, que previamente había estado limitado a la representación del donante en la obra

religiosa, finalmente adquiere autonomía. Podemos en este sentido nombrar el magnífico retrato

del dux Leonardo Loredan hecho por Giovanni Bellini.

Analizando puntualmente el retablo de San Giobbe, podemos ver que Bellini maduró y

ofreció una respuesta completa a las novedades introducidas por el siciliano Antonello da Mesina

en Venecia. En su concepción artística, Bellini supo tomar el tratamiento del volumen de Piero

della Francesca con el realismo de Antonello da Messina, alejado del exasperado realismo de los

flamencos y la profundidad cromática típica del Véneto, tomando el camino hacia el llamado

"tonalismo" veneciano. Gracias a su cuñado Andrea Mantegna, entra en contacto con las

innovaciones del Renacimiento florentino. Con él trabajó en el viaje a Padua y lo influyó en la

expresividad de los rostros y en la fuerza emotiva que transmiten los paisajes del fondo. En

Padua, Bellini conoció la obra escultórica de Donatello, tomando su carga “expresionista” a su

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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

obra, acercándose a un estilo más próximo al ambiente nórdico.

Tanto artística como mundanamente, Giovanni Bellini fue muy próspero. Su larga carrera

comenzó con estilos cuatrocentistas pero maduró hasta un estilo renacentista post-Giorgione.

Vivió hasta ver a su propia escuela deslumbrar y superar a la de sus rivales, los Vivarini de

Murano. Personificó, con poder creciente y maduro, toda la gravedad devocional y también gran

parte del esplendor mundano de la Venecia de su tiempo. Sus principales discípulos fueron

Giorgione, Tiziano y Sebastiano del Piombo.

Con Giovanni Bellini y Antonello da Messina, el altar unificado fue el principal campo de

innovación en Venecia, presentándose bajo una simetría prescripta dinamizada sutilmente con la

composición figurativa y el uso del color y la luz, siempre armonizando los grupos de figuras con la

arquitectura. Sin embargo, no debemos perder de vista que los altares confirmados por múltiples

paneles siguieron siendo producidos. Sería erróneo hablar de una tradición conservadora y otra

más innovadora, ya que en realidad esta característica del altar estuvo definida por el

emplazamiento, locación e incluso transporte hasta la tercer década del siglo XVI. Con esta Sacra

Conversación, vemos que el altar vertical unificado era usado en las paredes laterales de la

iglesia, mientras que el políptico siguió siendo la opción usada en los altares en el coro principal y

los laterales, lugares más prestigiosos.

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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

BIBLIOGRAFÍA

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Arnheim, Rudolf. Arte y Percepción Visual.[1957], Eudeba, Buenos Aires, 1962

Bätschmann, Oskar. Giovanni Bellini, Reaktion Books Ltd., Londres, 2008

Baxandall, Michael. Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento. Arte y experiencia en el

Quattrocento, [1978] Gustavo Gili, Barcelona, 2000

Delaney, Susan. The iconography of Giovanni Bellini´s Sacred Allegory. The Art Bulletin

Vol. LIX, nº3, The College Art Association, Nueva York, 1977.

Ghiotto, Renato; Pignati, Terisio. L´Opera complete di Giovanni Bellini. Ed. Rizzolli, Milan,

1969.

Goffen, Rona. Bellini, S. Giobbe and Altar Egos (1986), en Artibus et Historiae, Vol. 7, No. 14 (1986), pp. 57-70

Grendler, Paul (Editor) The Renaissance An Encyclopedia for Students, Charles

Scribner’s Sons, Nueva York, 2004.

Grimberg, Carl y Svanström Ragnar. Historia Universa. Descubrimientos y Reformas

(tomo 6), Círculo de Lectores, Buenos Aires, 1984.

Quintavalle, Carlo. Bellini. Serie I Maestri del Colore.

Sedlmayr, Hans. Épocas y obras artísticas. Rialp, Madrid, 1965.

Semenzato, Camillo. Giovanni Bellini, ed. Toray, Barcelona, 1968.

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Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

Diagramas de fuerzas y esquemas geométricos en la composición

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Page 13: Trabajo Bellini

Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

Fotografía de la galería de la Academia de Venecia, se pueden observar la ubi-cación actual del retablo de San Giobbe, junto a las obras de Carpaccio y Ba-

saiti que estaban ubicadas en la misma iglesia.

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Page 14: Trabajo Bellini

Análisis del Retablo de San Giobbe de Giovanni Bellini – Daniel Leber – Plástica III

Reconstrucción fotográfica de la obra emplazada en su marco original.

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