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Editorial Gredos

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  • BIBLlOTECA CLSICA GREDOS, 144 TITO LlVIO

    HISTORIA DE ROMA DESDE SU F U N D A C I ~ N

    LIBROS 1-111

    INTRODUCCI~N GENERAL DE NGEL SIERRA

    TRADUCCIN Y NOTAS DE JOS ANTONIO VILLAR VIDAL

    EDITORlAL GREDOS

  • Asesores para la secci6n latina: JAVIER Iso y Jos Luis MORALEJO.

    Segn las normas de la B. C. G., la traduccin de este volumen ha sido revisada por JUAN GIL.

    INTRODUCCI~N GENERAL

    O EDITORIAL CREDOS, S. A.

    Snchez Pacheco, 81, Madrid, 1990.

    Depsito Legal: M. 42772-1990.

    ISBN 84-249-1428-7. Obra completa. ISBN 84-249-1434- 1. Tomo 1. Impreso en Espana. Printed in Spain. GrPficas Cndor, S. A., SIinchez Pacheco, 81, Madrid, 1990. - 6296.

    1. I ~ A C I ~ N A LA LECTURA DE LMO

    Livio es una lectura saludable. Segn cuentan, el rey D. Alfonso V de Aragn y 1 de Npoles recuper con la lectura de Livio la salud que ni la medicina ni la msica haban podido devolverle; la lectura de Livio fue el nico consuelo de Cola di Rienzi en la crcel de Aviin, mante- niendo vivos sus ideales de libertad, y con el paso de los afios, de la mano de Stendhal, hasta un personaje de fic- cin recurrira a sus reconfortantes efectos: Le Marquis, irrit contre le temps prsent, se fit lire Tite-Live l .

    Aunque lo parezca, esto no es una recomendacin tera- putica. Para leer con gusto a Livio no es preciso estar aquejado de alguna enfermedad desconocida, ni siquiera de idealismo, y preso por ello; ni tampoco sufrir un ataque de gota y la enojosa lectura de la prensa del da, como Monsieur de la Molle. Esas ancdotas valen aqu slo co- mo indicio de la rara atraccin que nuestro autor y su obra han ejercido a travs de los tiempos. Por lo dems, la his- toria del restablecimiento de Alfonso el Magnnimo, tal

    ' STENDHAL, Le rouge et le noir, libro 11, Cap. VII.

  • 8 TITO LIVIO

    como puede leerse en nuestros autores no es del todo segu- ra; hay quien atribuye la virtud curativa a Quinto Cur-

    2 cio ... Pero no importa. Tan expresivo de la aficin del rey por Livio, como que recuperara la salud leyndolo, es que se arriesgara a perderla por leerlo: al acceder Alfon- so al trono de Npoles, Come de Mdicis, queriendo gran- jearse su amistad para Florencia, le enva como prenda de paz un ejemplar de cada una de las dcadas de Livio en esplndidos manuscritos. Cuando este precioso regalo lleg a manos del rey, sus mdicos le aconsejaron que no lo abriera, no fuera a estar envenenado, pero Alfonso de- sech todo temor, diciendo que los reyes estaban bajo una especial proteccin divina. Con razn se ha dicho que tuvo que ser su amor por Livio, sin cuya compaa nunca em- prenda un viaje, lo que movi al rey a confiar en tan incierta garanta 3.

    De los numerosos testimonios de afeccin por Livio, el primero y ms frecuentemente recordado es el de aquel ciudadano de la antigua Cdiz que vino -dice Plinio- desde el ltimo confn del mundo, s61o para ver n per- sona a Tito Livio. Lleg, lo vio, y volvi 4. Otro curioso y annimo homenaje brilla en una lista de libros de hacia el aiio 1040, procedente de la abada de Cluny, en la que figuran los ttulos elegidos por los monjes como lectura de cuaresma. De los sesenta y cuatro que habia, sesenta

    Cf. M. MENNDEZ Y PELAYO. Bibliogrfla hispano-latina clhico, Madrid, 1953, vol. 111, pg. 192, y T. DE LA A. R~CIO, Tito Livio, Barce- lona, 1952, pig. 268-269. ' B. L . ULLMAN, Studies in the Itafian Renaissance, 3.' ed., Roma,

    1973, pigs. 53-77 = The post-mortem adventures of Livyn, Univ. of North Carolina Bulletin, 34 (1944). 39-53.

    PLINIO EL JOVEN, Cortas 11 3. 8; JER~NMO, Cartas LIII 1.

    y tres optaron por comentarios bblicos y obras de los San- tos Padres, o Historias de la Iglesia; el ltimo eligi a Li- vio. P. G. Walsh, cuyo Livy, his historical aims and methods debera ser declarado libro de cabecera del livia- nista moderno, confiesa en otra parte que entre los mu- chos tributos a la llamada de Livio ste es su preferido 5 .

    Nunca sabremos las razones de esos homenajes anni- mos, pero, seguramente, no fueron muy distintas de las que encontramos en una carta dirigida a Livio (Franciscus Tito Livio salutem), en 135 1, por otro entusiasta suyo: Fran- cesco Petrarca. En ella leemos que a Petrarca le hubiera gustado coincidir con Livio en el tiempo: su poca habra sido mejor viviendo Livio entonces, o l mismo habra po- dido mejorar siendo contemporneo suyo, dispuesto como estaba a ir no ya a Roma desde Hispania, sino a la India, para verlo. Ahora -dice Petrarca- lo ve en sus libros, a los que acude siempre que desea olvidar un tiempo que slo aprecia riquezas y placeres, y agradece que su lectura le sumerja en siglos ms felices y le haga sentir que vive junto a Cornelios, Lelios, Fabios, Metelos, Brutos, Decios, Catones, Rgulos, Cursores, Torcuatos, Valenos, Salina- tores, Claudios, Nerones, Emilios, Fulvios, Fiarninios, Ati- lios, Quincios y Camilos, ... y no con los granujas redoma- dos entre quienes le habia hecho nacer su mala estrella 6.

    Para Petrarca el atractivo de Livio es de naturaleza ti- ca y esttica. Lo que espera y recibe de su lectura, por

    P. G . WNSH, Livy and the aims of History: an analysis of the Third Decaden, Ayfstieg und Niedergang der romischen Welt: Geschichte und Kultur Roms im spiegel der neuren Forschung, edit. por H. TEMPO- ~UNI y W. HAASE, 11 30, 2. Berln-Nueva York, 1982, pg. 1074.

    P. L. Scnmm~. ~Petrarca an Livius (fam. 24, 8))). Livius. Werk und Rezeption. Festschrift fr E. Burck zum 80. Geburtstag, edit. por E . LEFEVRE y E. OLSHAUSEN, Munich. 1983, pigs. 421-433.

  • 10 TITO LIVIO

    la fuerza psicaggica de su expresin literaria, es un bene- ficio moral: una especie de bautismo por inmersin en un pasado utpico, que purifica de la contaminacin de los males presentes mediante el olvido y el consuelo. El pasa-

    .- do como edad dorada y como refugio, y la fe en la capaci- dad formativa de la historia son temas genuinamente tito- livianos cuya presencia en Petrarca revela una estrecha con- genialidad entre ambos. La imagen de la inmersin en el pasado define lo ms caracterstico del influjo de Livio; que no acta reflexivamente, conduciendo al lector hacia el anlisis racional de los hechos, sino emotivamente, con- virtitndolo en partcipe de los desengaios y esperanzas de un alma humana universal, a travCs de las vicisitudes his- tricas de un pueblo.

    Esos mismos sentimientos de congenialidad y de admi- racin ante el poder de la palabra eran los que llevaban a escucha! a Livio al reducido pblico que acuda a sus lecturas, segn cuenta Claudio Eliano: ((Haba en Roma dos historiadores, Tito Livio, cuya gloria propag la fa- ma, y Cornuto, de quien se saba que era rico y sin hijos. Para or a Cornuto se congregaba una multitud de adula- dores con sus esperanzas puestas en la herencia; a Livio iban a escucharlo slo unos pocos, pero entre quienes va- lan elegantia animi et facundia Iitterarum '.

    Aunque tambin lo parezca, esto no es tampoco un pa- negrico. Si tuviramos que elegir un solo testimonio de aversin por Livio, jcul mejor que el de un emperador? Caligula lo detestaba; le pareca verboso y negligente, y a punto estuvo de hacerlo desaparecer -scripta et

    imagines- de las bibliotecas '. Se ha dicho que su juicio, que impona el mismo destierro a Homero y a Virgilio, era un elogio, ms que una crtica; pero jno tendra algo de razn, teniendo en cuenta que los frecuentes descuidos que hay en Livio le niegan el ttulo de historiador exacto y riguroso, y que algunos tratadistas de retrica ejemplifi- can el pleonasmo, o redundancia, con alguna frase suya ... ? Para otros, el mayor defecto de Livio estriba en ser dema- siado propenso a la leccin moral.

    No es fcil argumentar contra la prevencin. Tal vez valgan los ejemplos. Yo desdeara leer el relato titolivia- no por su poco valor como historia cientfica, si no tuviera conocimiento de rectificaciones de sabios eminentes al res- pecto; si personas igualmente autorizadas no me dijeran que lo ms legendario de la historia romana de Livio cubre firmes cimientos de realidad; o si no fuera evidente que unos dos tercios de los ltimos libros conservados, a pesar de su apariencia de buena literatura, siguen muy de cerca a un autor de tanta garanta como Polibio.

    Frente a las otras causas de disuasin, el moralismo inoportuno y los excesos de su facilidad de palabra, tene- mos un trmino de comparacin bastante ilustrativo en la continuacin de la ((parbola de los dos historiadores se- gn Eliano, que dice as: Pero el Tiempo, insobornable e incorruptible, y su guardiana, compaera y vigilante, la Verdad, que no necesitan riquezas, ni sueAan con la suce- sin de una herencia, ni se dejan atrapar por nada torpe, falso, indigno o menos liberal, al uno lo mostraron, lo sacaron a la luz como a tesoro oculto y -dirk con Homero- repleto de muchos bienes, y Cste era Livio; mas

    ' ELIANO, Fragm. 383 (Hercher), apud C. C ~ c ~ o ~ n i s . Romische Stu- dien, Leipzig, 1922, p8g. 261. SIJETONIO, CaI&uIa XXXIV, 6.

  • 12 TITO LNIO

    al opulento y colmado de riquezas, a Cornuto, lo cubrie- ron de olvido)). habr que decir que Livio no llega nunca a esos extremos de oratoria rimbombante, ni es tan pedes- tre y retrico en su afn aleccionador?

    La variedad y abundancia del tesoro escondido que es Livio se manifiesta en las oscilaciones y altibajos de su estilo. Puede decirse que en Livio, el estilo es el espejo de la idea. Est claro que hay, por decirlo brevemente, hechos sin ideas: realidades que Livio, o su poca, no sa- ban valorar, sobre las que no tenan ideas. Pero el histo- riador no inventa su argumento, no puede silenciar lo que a sus ojos -nos lo dice la forma en que lo cuenta- care- ca de germen literario. En Livio hay muchas pginas de rida lectura; su valor consiste en ser un yacimiento inesti- mable de informacin para la historia diplomtica, militar, poltica, econmica, o social de la Repblica romana, por no habl ar... de su contribucin al estudio de la ufologa en la Antigedad '. En fin, es igualmente cierto, por otra

    -parte, que Livio. o su poca, valoran hechos, tienen ideas que hoy han perdido vigencia, que nos son ajenas; y que, por tanto, no siempre congeniamos con l. De todas for- mas, Livio no es nunca irritante, y la satisfaccin de su prosa maestra es siempre una compensacin segura.

    Lon Catin, que ha hecho de la lectura literaria de Li- vio un ejercicio de inteligencia y de sensibilidad, terminaba su estudio preguntndose qu inters presenta para un es- pritu moderno una obra como la de Livio, de forma e inspiracin romanas. No es de extraiar que antes y des- pus de l, en tiempos de descrdito de Livio, o de progre-

    sivo alejamiento de la antigedad clsica, otros se hayan planteado la misma pregunta l o .

    Pocos afios antes, Paola Zacan, al final de su ensayo sobre el historiador, con el que pretenda reivindicar la ori- ginalidad y seriedad del paduano como filsofo y poeta de la historia y reconstruir su armnico sistema concep- tual, reducido a una deshilvanada coleccin de noticias y opiniones por la crtica adversa de historiadores y fillo- g o ~ , haba respondido con la paradoja: ((precisamente en razn del contraste que se ha producido entre los moder- nos y Livio, este puede ser para los modernos una lectura provechosa. Livio representa la permanencia del sentimiento de lo eterno frente a nuestro sentimiento de lo inseguro y fugaz ".

    Dcadas despus, Luciano Perelli, menos esencialista, no tan entusiasta, ms objetivo, destacaba el valor aiadi- do de la lectura de Livio sobre la de otros historiadores antiguos seguramente ms prximos a la actitud contem- pornea ante la historia. En su opinin, el lector moder- no tal vez prefiera el contacto con los problemas concretos y el compromiso poltico de un Salustio a la ingenua fe de Livio en los principios de la romanidad, pero es siempre cosa del mximo inters descubrir a travs del candor mo- raistico de Livio el significado histrico de los valores he- redados por l de una tradicin secular y los problemas polticos redes que se ocultan bajo el ropaje encomistico y la bella forma literaria 12.

    Por su parte, el propio Catin recordaba en primer lu- gar que Livio ha sido, desde el Renacimiento, una de las

    H. HADEN, dhidentified Flying Objects and Close Encounters in Antiquity, Especially as Reponed in the Histories of Livy, Festschrifr Burck (v. nota 6). pdgs. 301-311.

    'O L. CATIN. En isant Tite Live, Pars. 1944, piigs. 187-190. " P. ZACAN. Tito Livio, Roma, 1940, phg. 242. l2 L. PEBGLLI, Storie (libri GV) di Tiro Livio, Turin, 1974, phg. 60.

  • 14 TITO L M O INTRODUCCI~N GENERAL 15

    fuentes que nutren la filosofa poltica, la literatura y el arte europeos: su imagen de Roma ofreci temas, razones, ejemplos y modelos a Maquiavelo, Montesquieu, Macau- lay; Tiziano, Poussin, David; Shakespeare, Corneille, Vol- taire, etc., etc., de modo que su obra y nuestra cultura se iluminan recprocamente. Pero tambin lejos de los tea- tros y museos -escribe Catin- dhonnte homme halla- r siempre placer en reencontrarse con Livion. Porque la lectura de Livio, fcil y fecunda a la vez, devuelve a nues- tra alma un poco'de su frescura infantil. Si leer es apartar- nos de nosotros mismos, volver de Livio es regresar enri- quecidos de belleza, si no de sabidura, de las memorias de un romano ami du vrai, du beau et du bien.

    Tito Livio naci y muri en Patavium (hoy, Padua), donde tambin pas, probablemente, la mayor parte de

    " Sobre las cuestiones tratadas en este capitulo vanse. en especial, W. WEISSENBORN, Einleitung. W. WEISSENBORN. H. J. M~LLER, Titi Livi, Ab Vrbe condiia libri., 1, libros 1-11 , 13.. ed., Dublin-Zurich, 1%9 (= 9.' ed., 1908). pgs. 1-11. G. HIRST. Note on the date of Livy's binh and on the termination of his History)), Transac. and Proceed. of the Amer. Philol. Assoc., 59 (1 925). pgs. XL-XLI. V. LUH~SIR~Y. Kring Livius' liv och verk, Eranos 27 (1929), 1-37. J. BAY~T. Introduction, J. BAYKT. G. BAILUT, Tiie-Live: Hisioire Romaine. 1, libro 1, Pars, 1965 (= 1940). pags. VII-XXII. H. PHILIPP. Patavium, Real-Encyclop. d. Altertumswiss., XVlll 4 (1949). cols. 2114-2119. R. SYME, Livy and Augustus~, Roman Papers, 1, Oxford, 1979, pgs. 400-454 (= Harvard Stud. in Cless. Philol., 64 (1959), 27-87). P. G. WALSH, Livy. His histori- col a i m and methods, Cambridge, 1961, pgs. 1-20. A. D. LEEKAN, Wer-

    su vida. El ambiente paduano contribuy a forjar en l un carcter austero, independiente y conservador: a pesar de su relativo aislamiento, Patavium era una ciudad prs- pera y culta; se distingua por la proverbial severidad mo- ral de sus habitantes, y era, por entonces, feudo del tradi- cionalismo poltico.

    Livio goz de una dilatada existencia de la que apenas nos han llegado noticias. Segun la Crnica de S. Jerni- mo, vivi entre el 59 a. C. y el 17 d. C. Hoy se suele dudar de la exactitud de esas fechas y voces autorizadas defienden como cronologa ms verosmil los afios del 64 a. C. al 12 d. C., pero no hay razones de peso para el cambio 14.

    La obra de su vida fue una monumental Historia de Roma en 142 libros, de los que se conservan 35 (1-X y XXI-XLV, con varias lagunas en los cinco ltimos) y un par de fragmentos (de los libros CXI y CXX). Aunque el texto se nos ha transmitido, por lo general, en grupos de diez libros, o dcadas, y este trmino figura en el ttulo de numerosos manuscritos (de donde pas a las primeras traducciones, p. e. Las dcadas de Tito Livio, por el canci-

    den wir Livius gerechtn, E. BURCK (ed.), Wege zu Livius, 2.. ed., Darm- stadt, 1977, pgs. 200-214 (=Helikon 1 (1%1), 28-39). R. M. OGILVIE, A Commentary on Livy. libros 1-V. 2.' ed., Oxford, 1970, pgs. 1-5. K. GRIES, The personality of T. Liviusn. Hommages d M. Rhard (Col- lection Latomus, 101). Bruselas. 1%9. plgs. 383-393. E. MENSCHMG, Zur Entstehung und Beurteilung von Ab Urbe condiia. Latomus 45 (1986). 572-589. A. FoNTN, Tito Livio: Historia de Roma. Libros 1 y 11 (Col. hisplnica de autores gr. y Iat.). Madrid, 1987, pgs. XIII-XXIII.

    l4 E. BVRCK. Aktuelle Probleme der Livius-Interpretation)), Gymna- sium (Beihefte) 4 (1964) pg. 40, aunque la propuesta le parece sugestiva; ni L. PERELLI, loc. cit. (v. nota 11). pg. 77, ni E. MENSCHING, loc. cit. (v. nota 13), pg. 573, se plantean siquiera la duda.

  • 16 TITO LIVIO

    ller Ayala), el titulo original de la obra es casi seguro que fue A b Urbe condita (Desde la fundacin de la Ciudad))). Tras hacer en el libro 1 un resumen de los primeros siglos de Roma (hasta el final del perodo monrquico), Livio narraba luego afio por aio la historia de la Repblica; su relato lleg hasta el ao 9 a. C., aunque no es posible saber si ste fue un final previsto, o si la obra qued in- completa. La parte conservada alcanza hasta el ao 167 a. C.; la parte perdida se conoce, a grandes rasgos, gracias a las periochae, unos resmenes del contenido de cada li- bro debidos a un autor annimo de la antigedad tarda (faltan las de los libro CXXXVI y CXXXVII). Los restan- tes escritos de Livio se perdieron del todo; versaron sobre cuestiones de historia, filosofa y teora literaria.

    El origen paduano de Livio aparece confirmado por el testimonio de numerosos autores: AS~NO Polin se bur- laba de su patavinitas, Asconio, que tambin era de Pata- vium, se refiere a l como Livius noster, y la ya menciona- da Crnica de Jernimo registra su nacimiento en los si- guientes trminos: Messalla Corvinus orator nascitur et Ti- tus Livius Patavinus scriptor historicus; que Livio muri en Padua, lo atestigua expresamente S. Jernimo: Livius historiographus Patavi rnoritur ".

    Las noticias que nos han llegado sobre la larga vida de Livio son tan escasas que se le ha llamado el historia- dor sin historia)), d a figura ms nebulosa entre los gran- des clsicos. Tal vez por eso el dato ms conocido, su patria, ha adquirido una importancia tan grande.. . Lo cierto es que algunos rasgos del carcter y de las actitudes de

    QUINTIL., I 5 , 56; VI11 1, 2 . Asc. PEDIANO, In Corn. 68. JERNI- MO, Ad Euseb. Chron. (Ad ann. Abr. 1958, 2033).

    Livio casan muy bien con la conocida idiosincrasia de los paduanos, y que la historia de su ciudad se ha convertido en referencia obligada para la biografa hipotdtica del ms universal de todos ellos.

    Padua est situada en la Italia transpadana, no lejos de la costa norte del Adritico. Dominaba un extenso te- rritorio de laberinticos canales y marismas, que le brinda- ban proteccin y oportuna salida al mar. Roma de los vnetos)), tambin Padua se gloriaba de un origen troya- no; su otro orgullo era el de haber sabido mantener su libertad y preservar su identidad colectiva en el respeto a sus tradiciones antiguas. A lo largo de su historia los pa- duanos se haban defendido, con xito, de los etruscos, de los galos y de los griegos, y slo la discordia civil, en el 174 a. C., los inclin6 a aceptar como mejor solucin la autoridad de Roma. Aun asi, su invariable actitud pro- rromana durante la pasada guerra contra Anbal, les vali, conservar una cierta independencia, hasta que en el 49 a.

    _ C., declarada Patavium municipio, obtuvieron plenos de- rechos de ciudadana.

    Patavium tuvo la suerte de permanecer al margen de los campos de batalla y de las sangrientas revanchas de la guerra civil, aunque sufri fuertes exacciones por parte de Marco Antonio en represalia por su actitud pro- senatorial. Este alejamiento permiti a los paduanos desa- rrollarse en paz. Los descendientes de belicosos hroes cria- dores de caballos, apacentaban pacficas ovejas. Nudo de caminos y centro de comarcas ricas en pastos, Patavium prosper con el comercio y la artesana de excelentes teji- dos de lana. En el censo del 14 d. C., era la segunda ciu- dad de Italia ms poblada y prspera, con 500 ciudadanos lo bastante ricos como para figurar entre los equites, la 144. - 2

  • 18 TITO L M O INTRODUCCI~N GENERAL 19

    clase alta no-poltica, terratenientes, comerciantes y finan- cieros, que junto a los senatores conformaban la plutocra- cia romana)) 16.

    Las numerosas inscripciones halladas en la zona confir- man la importancia de la ciudad. Los nombres reflejan una sociedad fuertemente latinizada; otros indicios sugie- ren un notable influjo heltnico en los estratos ms educa- dos. Por otra parte, el reducido nmero de epgrafes de tipo honorario o laudatorio distingue a sus habitantes de la habitual petulancia provinciana, lo que concuerda con la imagen proverbial del paduano como hombre parco y morigerado 17.

    Como buen paduano, Livio est orgulloso de serlo. Co- mienza su historia de Roma con el desembarco del troyano Antenor en litoral vneto, es decir, el ms cercano a Pa- dua, y la fundacin all de una nueva Troya. En su mo- mento destacara que slo aquel rincn se mantuvo libre del dominio etrusco y recordar la historia del ao 174 a. C.; pero, sobre todo, su relato de la incursin nava de Clenimo contiene unos toques descriptivos tan vvido y una emoci6n evocadora tan intensa que, como se ha di cho agudamente, si no abundaran tanto los testimonie acerca de la patria de Livio, este pasaje avalara Patauiur como la ms probable)) 18.

    El espritu independiente de los vnetos se manifiesi en Livio como libertad ante el poder poltico y como d~

    l6 E. BADIAN, Odord CIass. Diction., 2.' ed., 1970, S.V. 'equitei " P~mro EL JOYBN (Cartas 1 14, 16) habla de una seiiora de Padu

    una tal Serrana Prcula, que a los mismos paduanos -ya conoces 1 costumbres del lugar- daba lecciones de severidad.

    l 8 A. F O N T ~ , IOC cit. (V. nota 13), p4g. XIV. Cf. LN., V 33 (etru cos); X 2 (Clsnimo); XLI 27 (ao 174).

    fensa de las propias convicciones frente al dictado de la comn. Esa cierta altivez del paduano que se dis-

    tingue de su entorno podra explicar incluso la insensibili- dad que se le ha reprochado hacia la Italia del Norte, por- que la patria de Livio es Padua y puede ser Roma, pero no se siente especialmente cisalpino, o transpadano 19.

    Es lgico pensar que el ambiente de su patria chica in- fluyera en la actitud de Livio ante la poltica y en su seve- ridad moral. Se ha dicho que Livio muestra por la accin poltica, como prctica personal y como objeto de anlisis histrico, la insensibilidad de la burguesa provinciana, a la que interesan sobre todo la paz y la estabilidad del or- den social, es decir, los efectos de la poltica, ms que su ejercicio. En su constante anhelo de paz y de concordia y en su posicin conservadora y pro-senatorial tal vez se manifieste la honda huella que debi de dejar en el joven Livio la represin sufrida por la defensa de la legalidad que Padua enarbol como bandera en el conflicto entre Marco Antonio y el Senado 'O. Por aquel tiempo, ao 43 a. C., actuaba, como agente de Antonio, Asinio Polin, gober- nador de la Cisalpina y ejecutor de las represalias contra la ciudad. Asinio, que ms tarde abandonara la poltica para dedicarse tambitn a la historia, censuraba en Tito Li- vio una cierta patauinitas que, interpretada en clave ideo- lgica, o moral, identifica los rasgos ms propios de su carcter y del ambiente en que se forj: el paduanismo del que se burlaba Polin, dicen unos, era puro ~palurdis- mo poltico: la ingenuidad histrica de Livio, su concep- cin tica, su idea romntica de la historia; para otros,

    l9 F. W-, uThe founh and fith decadesn, T. A. DOREY (ed.), Livy, Londres, 1971. p k s . 58-59.

    R. M. OGILYIE. loc. cit. (v. nota 13), p8g. 2.

  • 20 TITO L M O

    se trataba de la severidad de su carcter, o de la rigidez e intransigencia de sus actitudes polticas 21.

    Muchos aspectos de la personalidad de T. Livio apare- cen vinculados a la imagen que se tenga de dnde y cmo vivi. Comnmente se piensa que Livio, transcurrida su infancia y primera juventud en Padua, con la idea ya for- mada de escribir la historia de la macin ms grande de la tierra, abandon la provincia y se traslad a Roma, atrado como otros escritores por los aires de renovacin cultural y poltica tras la victoria de Octaviano, y porque slo all habra podido disponer de los medios necesarios para llevar a cabo su proyecto. En Roma lo sitan las anc- dotas recogidas por Plinio y por Eliano, que ya hemos re- ferido, y en Roma debieron de producirse los contactos de Livio con Augusto y con el futuro emperador Claudio, de los que hablan Thcito y Suetonio 22. Adems, las alu- siones a la Roma contempornea contenidas en su descrip- cin de la ciudad primitiva parecen observaciones propias de alguien que reside en ella.

    Sin embargo, estos argumentos no son conclusivos, mientras que Padua ofrece a mayor nmero de indicios

    '' Tales interpretaciones parecen desautorizadas por el autor que nos transmite la ancdota, QUINTIWO (V. nota 15). para quien la crtica de Asinio apuntaba a cuestiona de estilo (v. infra, pAg. 147). Sin dejar de ser cierto eso, tambitn es posible que Quintiliano no advirtiera que el ironista Asinio hablaba con segun das... Sobre las opiniones aludidas, cf. E. Buncr, Literaturberblick, Die Erzahlungskunrl des T. Livius, 2.' ed., Berlin, 1964, pg. XXVII.

    l2 TACITO, Anales IV 34, pone en boca de Cremucio Cordo un discur- so. en el que ste recuerda que Livio dedic tantos elogios a Pompeyo que Augusto lo llamaba qompeyanom; sin que esto -aiiade- entorpe- ciera su amistad. Segn SIJETONIO, Claudio XLI 1 . Livio foment la afi- cidn del futuro emperador Claudio por la historia.

    una coherencia que Roma no ofrece. Se ha comprobado que las indicaciones de Livio sobre el espacio urbano de Roma contienen inexactitudes que hacen poco probable que residiera en ella largo tiempo 23. Adems, la vida imagina- ble de Livio afincado en Roma proyecta una imagen de su carcter que contenta a pocos. En Roma, durante cua- tro largas dCcadas, Livio no habra hecho otra cosa que escribir. Sus errores en cuestiones militares y asuntos ad- ministrativos prueban que no desempefi cargo pblico al- guno, ni siM6 en el ejCrcito. Sorprendentemente, para los activos crculos literarios de su tiempo, tan ligados a la poltica, este hombre dedicado en cuerpo y alma a la lite- ratura y en buenas relaciones con la cspide del poder es como si no hubiera existido. No queda sino pensar que, siendo como era persona retrada, fra y distante, sin hu- mor y de pocos amigos, llev una vida aislada y sedenta- ria, en el encierro de un gabinete de estudio U. Lo que ocurre es que no es esa la imagen del cardcter de Livio que la mayora ve reflejada en su obra. Es cierto que hay un Livio atrabiliario, propenso al pesimismo y a la melan- cola, sensible sobre todo a los aspectos negativos de la convivencia y poco condescendiente con las debilidades humanas, pero esa hosquedad -como el emblemdtico bas- tn de Bruto (1 56, 9)- recubre un alma idealista y com- pasiva, que conserva con optimismo su fe en el esfuerzo humano y la convicci6n de que la justicia de las cosas se

    23 V . LUNDSTR~~H. apud. A. D. LHBMAN (V. nota 13). pig. 209. Ambos autores opinan que Livio pas6 la mayor parte de su vida en Padua. Tam- bitn se inclinan por ata opinin. entre otros, M. SCHANZ, C. HOSWS, Geschichte der romischen Literatur, 4.' ed., p 4 . 297. y E. MENSCHING loc. cit., pAg. 573.

    U Cf. R. M . OOILVIE, loc. cit. (v. nota 13). pgs. 4 5 .

  • 22 TITO L M O INTRODUCCI~N GENERAL 23

    impone finalmente 25. Hay quien descubre en Livio un sa- no humor, una slida irona campesina; hay quien le en- cuentra una delicadeza y un calor humano nicos entre los historiadores antiguos 26. Realmente, el silencio de Ro- ma sobre Livio se explica mejor por su ausencia de la ciu- dad que por su hipottica misantropa.

    Como segunda ciudad de Italia, Pataviurn deba de ofre- cer oportunidades para la educacin y el estudio no muy inferiores a las de la capital misma. Si Livio recibi en Padua la slida formacin intelectual que se refleja en su obra -el texto de Ab Urbe condita nos lo revela como buen conocedor de los autores griegos y romanos (orado- res, historiadores y filsofos) "- seguramente tambin pu- do desarrollar all su dedicaci6n literaria y disponer de las obras que seran la base de la suya. Es ms, el carcter exclusivamente libresco de sus fuentes, el hecho de que no consulte documentos originales a los que habra tenido ac- ceso en Roma, se comprende mejor, si no vivi all, que por falta de exigencia personal como historiador 28.

    En 1351 Petrarca firmaba su carta a Livio en Padua, donde t naciste y ests sepultado)), en el atrio de Santa Justina, (ante la lzpida misma de tu tumba. El epitafio

    K. GRES, loc. cit. (v. nota 13), p8gs. 388-392. 0. SEBL y H . TRANICLB, apud J . E . PHIUIPS. Current Research

    in Livy's first decade: 1959-1979~. Aufstieg u. Niedergang (v. nota 5). pQ. 1028.

    " Vase, p. e., V 4, 4; XXVI 22, 14 (Platn); LX 17. 6 (Jenofonte); 111 68, 9; IX 18. 7 (Dem6stencs); VI1 30-31 (Tucidides); 111 11-14 (Cicc- r6n). Cf. los comentarios de W. WEISSENEORN - H. J. M-, y R. M . Oonm. ad loc.

    V. LUNDSTROM, loc. cit. (v. nota 23).

    al que se refiere Petrarca era, en realidad, el de un liber- to 29. Ms tarde se descubri otro que si podra ser el de nuestro historiador, aunque existen dudas sobre su autenti- cidad: T. L W S . C. F. SIBI ET / SVIS / T. L M O T. F. PRISCO E(T) / T. L M O T. P. LONOO E(T) CASIAB SEX. F. PRIMAE / VXORI 30. Este T. Livio, hijo de Gayo, casado con Casia Prima, hija de Sexto, tuvo dos hijos, de los que el mayor habra muerto antes de que el pequeno alcanzara la mayo- ra de edad y pudiera recibir el mismo nombre de su her- mano ". En la tradicin literaria se menciona a un hijo y a una hija de Tito Livio, casada sta con un orador me- diocre de ascendencia probablemente cisalpina ". Si la ins- cripcin fuera realmente la de Tito Livio y los suyos, el carcter de epitafio familiar que tiene concuerda mejor con una persona que est y espera seguir emaizada en la ciu- dad, que no con alguien afincado en la distante Roma, o que piensa establecerse d i 33.

    Por lo dems, imaginar a Tito Livio establecido en Pa- dua no quiere decir que no saliera de su encierro. Tal vez viajara ms de lo que suele admitirse: a Roma, desde lue- go, y con frecuencia creciente a medida que fue ganando prestigio, o para dar a conocer nuevas partes de su obra (las lecturas referidas por ~ i i a n o dos siglos despus), o pa- ra estancias ms o menos largas; pero tambih ms al Sur,

    l9 Corpus Insc. h t . V 2865. C.I.L. V 2975 (= H. DRWU, Insc. Lat. ScIectae, 2919). Cf. E .

    BADIAN ad R. S m , Roman Papers 1, pg. 426, n. 3. " A. FONTAN, loc. cit. (v. nota 13). pg. XVI. '' QUINTILIANO, X 1, 39; S ~ N B C A EL VIEJO, Controversip~, 10 praeJ,

    2. " A. D. LEBMAN, Ioc. cit. (v. nota 13), pg: m.

  • 24 TITO L M O INTRODUCCI~N GENERAL 25

    a la Campania (XXXVIII 56, 3), a Tarento (XXVII 16, 8). tal vez incluso a Grecia ... 34. El famoso ciudadano de Chdiz pudo muy bien creer que Livio viva en Roma, aun- que no fuera cierto, y tambin encontrarlo alli cuando lle- g. Incluso la relacin de Livio con Augusto y con otros miembros de su familia pudo desarrollarse a lo largo de estas visitas del historiador a la capital ".

    En la idea de que Livio pas la mayor parte de su vida en Roma, siempre se le ha supuesto un nivel econmico en consonancia con el otium requerido por su obra, cuya equivalencia en dimensiones modernas arroja, segn algu- nos ciculos, magnitudes absorbentes: un libro de 300 ph- ginas al afo durante 40 aflos. Es posible que disfrutara de la ciudadana romana desde antes de que Patavium fue- ra declarada municipio en el 49, lo que sera indicio de un cierto nivel social; se ha sugerido que tal vez pertenecie- ra a una de aquellas acaudaladas familias de rango ecues- tre: no ha sido posible comprobarlo; de lo que no cabe duda es de que no formaba parte de ninguno de los gran- des clanes de la aristocracia romana ". En cuanto al tra-

    " K. C m , loc. cit. (v. nota 13). pgs. 38&387. V. nota 22. Tlcito y Suetonio hablan de una relaci6n o unos wn-

    tactos de Livio con Augusto y con Claudio que hay que situar en la primera d h d a d. C.. pues antes de esa tpoca, ni Claudio (nacido el ano 10 a. C.) habra tenido d a d de plantearse su vocacibn de historia- dor, ni Augusto habria podido conocer los libros de Livio sobre Pompe- yo (XCI-CX). publicados seguramente a partir del ano 2 d. C. Cf. MEN- scamo, loc. cit.. &. 574. De un ambiguo pasaje de Ab Urbe Condita, (IV 20, 7) suele deducirse que hubo. al menos. un encuentro de Livio con Augusto en los comicms de la carrera del historiador, poco despus de publicados sus primeros libros.

    " M. L. W. hsmm, The greater Roman Historiatu, Berkeley, 1971 (= 1.' d . , 1947), plg. 67; L. R. TAYLOR, Republican and Augustan

    bajo que represent la redaccin de Ab Urbe condita hay otros clculos ms benignos 37. En Padua pudo compartir mejor su dedicacin al otium de orador, historiador y fil- sofo, y a los negotia que se lo permitan.

    La retrica y la filosofia fueron, junto con la historia, los campos en los que Livio desarroll su actividad como escritor. Quintiliano menciona un escrito de orientacin li- teraria que haba sido dirigido por Livio a su hijo, a modo de carta. Sneca, en cuya opinin Livio era, despus de Cicern y de Asinio, el tercero de los romanos que haban cultivado la filosofia, afirma que escribi tambitn unos dilogos, que podrias adscribir tanto a la filosofia como a la historia, y libros de contenido expresamente filosfi-

    38 CON .

    Se tiende a pensar que estos escritos representaron las primeras inquietudes intelectuales del futuro historiador. El carhcter oratorio de pasajes como el excurso sobre Ale- jandro Magno (IX 17-19), que tiene todo el aspecto de una esmerada declamatio escolar, y la fama de los discursos titolivianos invitan a compartir la opinin de Taine de que la retrica fue el camino por el que Livio llegb a la histo- ria. Sin duda coincida con Cicern en lamentar la medio- cridad literaria de las historias al uso, y tal vez deseando llevar a cabo el deseo incumplido de aqul: escribir la his- toria de Roma en un estilo digno de la materia, quiso emu- lar primero los dilogos en los que Cicern reflexionaba ocasionalmente sobre el sentido y el arte de la historiografa.

    writers enrolled in the cqucstrian caituries, Tmnwct. and Proceed. of the Amer. Phifol. Assoc. 99 (1968), 469-486.

    " ST. USHRR. Livy ... The historiam of Grrrrr and Rome, Londres, 1969, pdg. 166. Cf. LNSTNRR, op. cit.. pdg. 77. " Qumm.1~~0, IX 2; S ~ Z C A . Epstola, C 9.

  • 26 TiTO L M O

    Sin embargo, razones de cronologa relativa y de crtica interna impiden considerar globalmente el contacto de Li- vio con la retrica o la filosofia como una etapa previa a la redaccin de A b Urbe condita. La Epistula adjilium, p. e., como se ha observado repetidas veces, para que su destinatario estuviera en edad de aprovecharla, tuvo que ser escrita cuando Livio compona ya su historia. Reciente- mente se ha sugerido, con sutiles argumentos, que los fa- mosos Dilogos de Livio tal vez sean producto imaginario de una mala interpretacin del texto de Sneca que supues- tamente los menciona, pero el hecho de que se hayan per- dido sin dejar huella no es razn para sospechar que nunca existieron 39. Sin duda, tanto stos como la Epistula fue- ron obras desconocidas para el comn de los lectores, aun- que apreciadas por lectores especializados como Sneca o Quintiliano; obras poco divulgadas y que se olvidaron pron- to, eclipsadas por la fama de Livio como historiador..

    111. Los 142 LIBROS DE AB URBE CONDITAH 40

    Pero ni la fama de Livio como historiador, con ser muy grande, pudo impedir que se perdiera la mayor parte de

    39 Segn U. S C ~ D E L . Livius philosophus?, Festschrifr Burck (v. nota 6), pilgs. 41 1419, Sneca no poda estar hablando de obras desco- nocidas, sino que se refera a discursos contrapuestos y pasajes reflexivos de Ab Urbe condita.

    * Sobre la redaccibn, edicibn, contenido y estructura de Ab Urbe condita, vkanse W . WEI~~ENBORN (phgs. 58-60),. J . BAYET, G. HIRST, R . SYME, A. FONTAN (&S. LIII-LXXVII) y E. M s ~ s c m o . ut supro (v. nota 13), y A. KLOTZ, Livius, Real-Encyclop. d. Altertumswiss., XIII 1 (1926). 818-820; PH. A. STADTER. The structure of Livy's history)),

    su obra. En el tnel cultural de la Edad Media desaparecib incluso la nocin de que A b Urbe condita habia constado alguna vez de 142 libros. En tiempos de Petrarca, este dato que fue toda una revelacin de los manuscritos de Floro, recin descubiertos, que incluan como obra suya las Pe- riochae; un dato tan novedoso que el propio Petrarca no se resiste a decrselo a Livio en su carta 41.

    Las perocas constituyen la base de todo intento de re- construir la disposicin general de la obra. En la descrip- cin de la parte conservada lo habitual es referirse a las distintas dcadas. Pero el desacuerdo de los autores a la hora de establecer las unidades internas y dar una visin articulada del conjunto prueba que la distribucin decdi- ca es insatisfactoria y la informacin de los resmenes in- suficiente. Los datos sobre el proceso de redaccin y publi- cacin de A b Urbe condita son tambin escasos e impreci- sos. Pese a todo, combinando las informaciones ms segu- ras, es posible trazar en sus lineas maestras la gnesis y desarrollo de la obra.

    Livio se habia propuesto escribir toda la historia del pueblo romano, contando con llegar hasta sus propios das. En el libro 1 condensa los orgenes troyanos y albanos de los fundadores de la ciudad y relata sucintamente el pero- do que va desde su fundacin hasta el final de la monar- quia (753-510 a. C.) con la tragedia de Lucrecia (1 57-59),

    Historio 21 (1972), 287-307; G. WULE. Lkr A- des livianischen Ge- schichtsmrks (Heuremata, l). Arnsterdam. 1973; P. G. Wusr , Livy (Crece ond Rome, New Survqys in the Chrrics, 8), Oxford, 1974. &s. 8-1 1; T. J . LUCE, The dating of Livy's first d a d e * , Tronsoct. ond Proceed. of the Amer. Philol. Assoc. % (1%5), 209-240, y Livy. The cornposition of his hktory. Princeton. 1977, *gs. 3-32.

    " V. nota 6.

  • 28 TITO LMO

    que provoc el derrocamiento de Tarquinio el Soberbio y la eleccin de los primeros cnsules.

    El libro 11 se abre con un breve prembulo: Referir6 a partir de aqu la historia civil y militar del pueblo roma- no ya en libertad, con sus magistraturas anuales y bajo el imperio de la ley, ms poderoso que el de los hombres)). La primera etapa de esta historia abarca los ciento veinte primeros &os de la Repblica (509-390 a. C.) -en el exterior, guerras; en el interior, disensionesn-, hasta el asalto, saqueo e incendio de Roma por los galos, relatado al final del. libro V.

    La catstrofe glica trunc los primeros avances de la dominacin romana sobre Italia en lucha contra los lati- nos, ecuos, volscos y etruscos, y el paulatino proceso de reduccin de las diferencias sociales entre patricios y ple- beyos. Como puntos culminantes de la narracin titolivia- na destacan en estos libros la guerra contra Porsena, con las gestas de Horacio Cocles, Mucio Escvola y Clelia, y la lucha por el tribunado de la plebe (11 9-15 y 22-33); la leyenda de Cincinato y el gobierno y cada de los decn- viros, con el episodio de Virginia (111 19-29 y 33-49); las historias de Canuleyo, Espurio Melio y Cornelio Coso (IV 1-6, 12-1 y 17-20); y la toma de Veyes, y la ocupacin de Roma por los galos y su liberacin, bajo el liderazgo de Camilo (V 19-23 y 35-55).

    Los libros 1-V constituyeron una unidad de composi- cin, como indica el nuevo prlogo en VI 1: He expuesto en cinco libros los hechos que llevaron a cabo los romanos desde la fundacibn de la ciudad hasta su cada...; y, segu- ramente, se publicaron juntos, aunque no es posible saber exactamente cundo. De 1 19, 3, y IV 20, 7 se deduce que su redaccin y publicacin ocurrieron entre el 27

    y el 25 a. C., pero ambos pasajes estn sujetos a contro- versia 42.

    Los cinco libros siguientes (VI-X) abarcan los afios 389-293 a. C. Su tema es el proceso de recuperacin inte- rior y exterior de Roma, que la llevara a ser dueia de' la Italia central. En el interior destaca la superacin de la amenaza demaggica y autocrtica de Manlio Capitoli- no (VI 11-20) y el enfrentamiento por la legislacin Licinio- Sextia que abre el consulado a los plebeyos (VI 34-42); en el exterior, junto a episodios de las campaas dirigidas por Camilo (p. e., VI 22-26), sobresalen los triunfos de Man- lio Torcuato y Valerio Corvo en sendos combates contra galos gigantescos (VI1 10 y 26), como smbolo del restable- cimiento de la hegemona romana frente a los que hasta entonces haban sido su ms temible enemigo.

    En VI1 29, 1-2, Livio solemniza el comienzo de un siglo largo de luchas contra los samnitas como un salto cualita- tivo en la expansin romana: A partir de aqui se referirn guerras mayores, tanto por las fuerzas de los enemigos co- mo por la duracin en el tiempo y lo distante de las regio- nes en donde se luchb. Pues este ao se emprendi la gue- rra contra los samnitas, nacin poderosa en armas y recur-

    Segn J . BAYET, loc. cit.. pig. XIX, Livio public por separado los libros 1 y 11-V con anterioridad a los anos 31-29 a. C. y los reedit6 juntos precedidos del prefacio y con modificaciones parciales (1 19, 4, y IV U), 5-11) entre el 27 y el 25 a. C. Piensa T. J. Luce (1965) (v. nota 40) que el texto de 1-V fue escrito a partir del ano 31 a. C. y que los dos pasajes en cuestin son adiciona hechas en el momento de editar- lo hacia finales del &o 27 a. C. E. M~N~CHINO. Livius, Cossus und Augustus)), Museum Helveticum 24 (1967). 12-32. opina que los libros 1-V se escribieron entre el 29 y el 27, salvo IV 20, 5-11. que habra sido interpolado en una segunda edicih, posterior al ao 24 a. C., opini6n aceptada por OOILVIE, Commentary ... (v. nota 13). pg. 784.

  • 30 TITO LMO

    sos; a la guerra samnita, sostenida con fortuna variable, sigui como enemigo Pirro, a Pirro, los cartagineses. ~QuC inmensos trabajos! Cuntas veces se roz el peligro extre- mo, para que el poder romano se elevara a esta grandeza que a duras penas logra sostenerse!

    El relato de estas guerras se extender hasta el libro XXX. Las divisiones ms importantes estn senaladas por sendos prefacios en XXI 1, y XXXI 1, y un excursus que haba al comienio del libro XVI. Tambin hacia el final del libro X es perceptible un clima narrativo que asla como unidad los libros VI a X: En X 31, 10-15 Livio, reflexionando sobre el curso de los hechos y de su propia historia, es consciente de la continuidad del tema: An quedan guerras samnitas, de las que venimos ocupndonos por cuarto libro ya consecutivo y por cuadragdsimo sexto ao ...m Pero acto seguido comenta el reciente triunfo ro- mano sobre los samnitas y los galos en Sentino (X 27-31, l) como el ms duro de los repetidos golpes que no haban podido doblegarlos: Ya no podan sostenerse ni con sus propias fuerzas, ni con las ajenas; sin embargo, no renun- ciaban a la guerra: ide tal manera ni aun fracasando se cansaban de defender su libertad, y preferan ser vencidos antes que no intentar la victoria! iQuC clase de hombre ha de ser el escritor o lector al que incomode lo prolonga- do de unas guerras que no fatigaron a quienes las hicie- ron? La finalidad de esta interrupcin no es nicamente elogiar ante el lector la pertinacia de los samnitas y ani- marle a no desfallecer ... Todava dentro de los imites del libro narra la resonante victoria de Papirio Cursor dos afos despus sobre la legio linteata samnita (komikazes sagra- dos, si puede decirse) y toda la fuerza que el Samnio haba podido reunir. En las guerras samnitas la suerte estaba echa- da. Con todo ello es probable que Livio quisiera redon-

    dear una segunda entrega de su obra (los libros VI a X), aunque en ella no se agotara el tema de las guerras samni- tas y no tuviera, por tanto, la misma unidad que los cinco libros primeros.

    A partir de VI1 29, predomina el relato militar. La pri- mera guerra samnita contempl el valor de P. Decio Mus rescatando al ejrcito (VI1 34-36); la guerra contra los lati- nos, su autoinmolacin por la victoria y el terrible ejemplo del otro cnsul, Manlio Torcuato, que ejecut a su hijo en aras de la disciplina (VIII 3-11). Durante la segunda guerra samnita tuvo lugar el dramtico conflicto entre Pa- pirio y Fabio (VIII 29-35) y la vergenza de las Horcas Caudinas (IX 1-16); en la tercera, las victorias de Sentino, Aquilonia y Cominio (X 27-47).

    Los nicos indicios sobre la epoca de composicin y edicin de esta parte de la obra se hallan en la digresin sobre Alejandro Magno (IX 17-19). En lo que se conside- raba un antiguo ejercicio escolar rescatado por su autor como interludio retrico aparecen alusiones que sitan su composicin, coetnea con la del libro que lo alberga, en torno al ao 23 a. C. 43. El hecho de que al referirse Livio a la guerra contra los partos (IX 18, 9) no mencione la recuperacin de los estandartes de Craso en el afo 20 a. C., sugiere que el libro se escribi antes de esa fecha.

    En los libros perdidos XI-XV (292-265 a. C.), aunque slo en ellos culminaban las dos lneas de avance histrico de VI-X, la guerra samnita con la campaa de Curio Den- tato (290 a. C.) y el proceso de igualacin estamental con la lex Hortensia (287 a. C.), el tema principal fue la guerra contra Pirro: la peroca XII registra la ruptura de hostili-

    43 T. J . LUCE (1965). apud J . E . PHILLIPS Currmt Research on Livy's first decade~, Aufstieg u. Niedergang (v. nota 5) . p8g. 1016.

  • 32 TITO LIVIO

    dades entre Roma y Tarento y la llegada del rey del Epiro, que acuda en ayuda de la ciudad italo-griega; la peroca XV sefiala el final de la guerra. En el libro XIII se relata- ban las famosas batallas que daran el nombre de 'pirricas' a las victorias costosas.

    Los libros del XVI al XX (264-219 a. C.) comenzaban con una digresin etnogrfica e histrica sobre Cartago y contenan el relato de la primera guerra pnica (264-241 a. C., libros XVI-XIX) y los veintids anos intermedios hasta el comienzo de la segunda (241-219 a. C., libro XX). Las peroca conservan indicios de que el avance de la ex- pansin romana era el hilo argumental del relato 's, pero ningn rastro sobre la Cpoca de su composicin o edicin.

    La tercera dCcada (libros XXI-XXX) contiene los 18 aos de la segunda guerra pnica (218-201 a. C.). Su co- mienzo lo subraya un breve prefacio: Permitaseme prolo- gar una parte de mi obra diciendo lo que la mayora de los historiadores prometen al principio de la obra entera: que voy a relatar la ms memorable de todas las guerras que nunca se hayan sostenido, la que, conducidos por Ani- bal, sostuvieron los cartagineses contra el pueblo romano)) (XXI 1, 1). Esta parte de la obra se public6 (y se escribi, en parte) con posterioridad al ao 19 a. C., que es la fecha aludida, segn se cree, en XXVIII 12, 12, donde Livio men- ciona el definitivo sometimiento de Espaa bajo el man- do y gua de csar Augusto)).

    U Per. XV 1: Origo Carthaginiensium et primofdia urbis eomm refemntur.

    *' Per. XVI 2: transgressis tunc primum m a n exercitibus romanis ... XX 3 : adverw Ligures tunc primum exercitus promot us... XX 10: exer- citibus Romanis tunc primum trans Padum ductis.

    La divisin de la tercera dCcada en dos pntadas, se basa en el anlisis de su composicin y tambikn en el testi- monio del propio autor. En XXVI 37 1-9 Livio hace ba- lance: Y no hubo otro momento de la guerra en el que, a la par cartagineses y romanos, con la mezcla de sucesos favorables y contrarios, estuviesen ms indecisos entre el temor y la esperanzan. Resume a continuacin los favores y reveses de fortuna en cada bando y concluye con el mis- mo pensamiento: Compensndolo as todo la fortuna, to- do estaba en suspenso para unos y otros, como si en aquel momento, con su esperanza y su temor intactos, comenza- ran la guerra)). Livio interrumpe con este capitulo su in- forme del 210 a. C., pero la situacin descrita no se refiere a este ao ms que en sus efectos. En su resumen, Livio slo incluye hechos de los dos aflos anteriores, narrados por C1 entre XXV 7 y XXVI 20: prdidas del 212 que se compensan con ganancias del 21 1, y viceversa. El paso del libro XXV al XXVI representa el fiel de la balanza.

    En los libros XXI-XXV se narran los aos de predomi- nio cartaginks (218-212 a. C.) con los primeros indicios de recuperacin romana: en el XXI, el asedio y la toma de Sagunto (11-15). la marcha de Anbal sobre Italia, con la travesia de los Alpes (30-37) y sus primeras victorias en Tesino (39-46) y Trebia (52-57); en el XXII, las derrotas romanas del lago Trasimeno (1-7) y de Cannas (3841), con el interludio del enfrentamiento entre el dictador Fabio y Minucio, su magister equitum (22-30); en el XXIII: la se- cesin de Capua (2-lo), la cada de Casilino (18-19) y la intervencin de Filipo V ( primera guerra macednica), compensadas por hitos parciales romanos en Espaa; en el XXIV, xitos militares romanos en Benevento y Nola, contrarrestados por reveses polticos en Sicilia y Espafia; en el XXV, la conquista cartaginesa de Tarento (8-11) y 144. - 3

  • 34 TITO L M O INTRODUCCI~N GENERAL 3 5

    el desastre de los Escipiones en Espaila (32-36), amortigua- dos por la toma de Siracusa (23-31) y el sometimiento de Sicilia, por Marcelo (40-41).

    Los libros XXVI-XXX reflejan la creciente supremaca romana hasta el triunfo definitivo: en el XXVI, mientras fracasa la marcha de Anbal contra Roma, Roma recupera Capua (1-16) y Escipin el Africano conquista Cartagena (4147); en el XXVII, los romanos reconquistan Tarento y aniquilan a Asdrubal a orillas del Metauro (43-51); en el XXVIII, Escipin expulsa a los cartagineses de Espaila (12-17) y se impone a la rebelin interna; en el XXIX, de- sembarca en frica; en el XXX, vence a Anbal en Zama (28-38).

    En XXX 1 tenemos un corto prembulo, cuyo conteni- do no puede soslayarse a la hora de imaginar qu idea o quC planes se habia hecho el autor sobre el desarrollo de su propia obra. Livio se congratula de haber llegado al final de la guerra punica, como si (41) mismo hubiera tomado parte en sus peligros y fatigas)). Se refiere, claro esta, a su identificacin personal con los sufrimientos del pueblo romano, pero tambin a los trabajos y riesgos que la redaccin de esta parte de su historia le ha puesto ante los ojos, a saber: las inquietantes proporciones de la obra prometida, pues cuando piensa que los 63 aos de las dos guerras pnicas le han ocupado el mismo numero de libros (15) que los casi cinco siglos primeros, ... se me figura -dice- que, a medida que avanzo, como los que se aden- tran en el mar animados por el poco fondo prximo a la costa, me interno hacia profundidades cada vez mayores, hacia el abismo, casi; y como que mi obra que, a medida que iba concluyendo sus comienzos, pareca disminuir, cre- ciera~. A continuacin, reanuda el relato: Pacem Punicam bellum Macedonicum excepit.

    Los ltimos quince libros conservados (XXXI-XLV) gi- ran en torno a Macedonia, que despus de la derrota car- taginesa haba ocupado el puesto de rival de Roma. Abar- can desde la paz con Cartago hasta el triunfo romano so- bre Perseo (201-167 a. C.), y contienen el relato de la se- gunda guerra macednica (200-196 a. C.), contra Filipo V, vencido por Flaminino en Cinoscfalos; la guerra con- tra Antoco 111 de Siria (192-189 a. C.), que termin en la batalla de Magnesia; y la tercera guerra macednica (172-168 a. C.), contra el heredero de Filipo, Perseo, de- rrotado por Paulo Emilio en Pidna. Los libros XXXI- XXXV cubren el perodo que va desde el comienzo de la guerra contra Filipo hasta el origen de la guerra contra Antoco (200-192 a. C.); los libros XXXVI-XL, desde la declaracin de guerra contra Antoco hasta la muerte de Filipo y la subida de Perseo al trono de Macedonia (191-179); los libros XLI-XLV, desde (?) (falta el princi- pio) hasta el triunfo de Paulo Emilio (178-167 a. C.). Si la tercera dcada podra definirse como una epopeya (y etopeya) de Anbal y sus antagonistas, el pueblo romano y sus lderes (Fabio y Escipin, sobre todo), en la cuarta y quinta dcadas el relato vuelve al cauce conocido de un desarrollo exterior: la expansin del poder de Roma en Gre- cia y en Oriente, y otro interior: el insinuarse del lujo y la relajacin como elementos corruptores de la sociedad romana.

    Aunque menos valorados generalmente, y no sin razn, en las preferencias del lector estos libros contienen, no obs- tante, numerosos episodios memorables, como el sitio de Abidos y la asamblea panetlica (XXXI 17-18 y 29-32), la batalla del desfiladero del Aous y la ccinferencia de Ni- cea (XXXII 32-37), la batalla de Cinoscfalos y la procla- macin de la libertad de Grecia (XXXIII 6-10 y 31-35),

  • 36 TITO L M O INTRODUCCI~N OENERAL 3 7

    el debate sobre la abrogacin de la lex Oppia (XXXIV 1-8), el asesinato de Nabis (XXXV 35-37), la batalla de las Ter- mpilas y el choque naval de Corico (XXXVI 15-19 y 44-45), la batalla de Magnesia (XXXVII 39-44), el asalto de Arnbracia y el proceso de los Escipiones (XXXVIII 4-5 y 50-60). la represin de las Bacanales y la muerte de Filo- pemn y el suicidio de Anbal (XXXIX 8-19 y 49-52), el drama de Filipo y sus hijos (XL 5-16 y 23-24), la travesa del Olimpo por Quinto Marcio y la batalla de Pidna (XLIV 4-5 y 40-44), y el 'tour' de Paulo Emilio por Grecia y el debate sobre su triunfo (XLV 27-28 y 35-42).

    Libros XLVI-LII. Aunque el caracter unitario de los libros XXXI-XLV parece reforzado por resonancias tem- ticas de principio a fin 46, los crticos no suelen reconocer una divisin interna de la obra al final del libro XLV. Hay quien defiende la existencia de una cuarta y una quinta dcada (XXXI-XL y XLI-L) y quienes se inclinan por pro- longar el grupo de libros (XXXI-XLV) hasta el XLVII, o el XLVIII, tomando como nuevo punto de partida los orgenes de la tercera guerra pnica 47, O el comienzo real de la guerra otros lo prolongan hasta el libro LII, que es la siguiente pausa ms comnmente admitida. El libro LII inclua los triunfos de los generales romanos que lu- chaban en Africa, Macedonia y Grecia, tras la destruccin de Cartago y de Corinto (146 a. C.), marcando as el final de la Cpoca de las grandes guerras extranjeras. A partir del 145 a. C., la narracin se centra cada vez ms en los sucesos y relaciones polticas internas.

    u CompArenc XXXI 1 ,68 . y XLV 9. " Per. XLVIII: Semina tertii belli Punici n;femnhv. " Per. XLIX: Tcrt &Mi Punici initium ...

    Libros LIII-LXX (145-92 a. C.): Junto al relato de al- gunas guerras menores (Viriato, Numancia, Yugurta, Cim- brios) incluan el de la agitacin social promovida por los Gracos, hasta el tribunado de Livio Druso. Una noticia de la peroca LIX sobre un discurso del censor Q. Metelo, que fue leido por Augusto ante el Senado en defensa de su propuesta de ley de maritandis ordinibus como si hu- biera sido escrito para nuestros das indica que Livio com- pona estos libros en fecha posterior al 18 a. C. Tampoco faltan quienes no reconocen una pausa en el libro LXX, pero el hecho de que en 61 se comprima la historia de siete anos (98-92 a. C.) hace muy verosmil la idea de que Livio reservaba el LXXI para un nuevo comienzo.

    Libros LXXI-CVIII (91-50 a. C.): Desde los comienzos del bellum Ztalicum -Guerra Social, o de los aliados- hasta el final de la guerra de las Galias. Difcilmente pudo constituir un todo unitario la historia de un perodo tan amplio y de contenido tan heterogneo: guerra social, gue- rra contra Mitrdates, guerra civil entre Mario y Sila, dic- tadura de Sila, guerra de Sertorio, segunda guerra mitridh- tica, guerras contra los esclavos y contra los piratas, con- juracin de Catilina, primer triunvirato.. . Pero la impreci- sin de las divisiones internas -los temas se solapan en su desarrollo- extiende la continuidad hasta el libro CIX, donde se reconoce claramente el comienzo de una nueva seccin. En el interior del grupo formado por los libros LXXI-CVIII, las perocas destacan el Cxito de Pompeyo contra Sertorio en EspaAa (libro XCVI) y su triunfo sobre Mitridates (CIII), y el excurso etnografico antepuesto a las campafias de Csar en Germania (CIV). Con distintos gra- dos de acuerdo los autores admiten estas subdivisiones, in- clinndose adems por fijar otras en LXXX (muerte de Mario) y LXXXIX, o XC (abdicacin, o muerte de Sila).

  • 38 TITO LMO

    No hay indicios sobre la poca de composicin. De esta parte de la obra ha llegado hasta nosotros una pgina de la guerra de Sertorio en una hoja suelta de un palimpsesto vaticano ''.

    Libros CIX-CXLII: A partir del libro CIX la disposi- cin que se percibe en Ab Urbe condita como obra acaba- da es muy diferente de la imagen que nos ofrece su proce- so de composicin. Desde el primer punto de vista, como obra acabada, el esquema es claro: los libros CIX-CXXXIII (49-29 a. C.), desde el paso del Rubicn, hasta el triple triunfo de Octaviano, constituyeron la historia de las gue- rras civiles cuyo comienzo y final subrayan las perocas respectivas 'O. Dentro de este bloque destaca una primera seccin, hasta la muerte de Csar, compuesta por los ocho libros (CIX-CXVI) que en las periocas llevan el subttulo 'qui est civilis belii primus.. ., secundus.. ., tertius', etc. La mayora de los crticos sehala adems un segundo corte en CXXIV, hasta la batalla de Filipos, con lo que las 'gue- rras civiles' seran la de Cesar y Pompeyo (CIX-CXVI), la del segundo triunvirato contra los republicanos (CXVII- CXXIV), y la de Octaviano contra Antonio (CXXV- CXXXIII). Los libros CXXXIV-CXLII trataban del prin- cipado de Augusto hasta la muerte de Druso en Gennania, el aiio 9 a. C. Del libro CXX procede el otro fragmento mayor conservado, el relato de la muerte de Cicern 5' .

    Pero desde el punto de vista de su redaccin, la imagen de esta parte de la obra es muy diferente. La peroca del libro CXXI contiene un dato del mayor inters: qui editus

    49 V. ittfra, pdg. 114. 'O Per. CIX: causae ciuilium armorum et initia referuntur; CXXXIII:

    tres rriumphos egii ... imposito J7ne civilibus bellk oltero et vicesimo unno. " SONECA EL RET~RICO, s~Us0fiU.V VI 17.

    post excessum Augusti dicitur. La interpretacin ms plau- sible es que esa informacin procede del prefacio del libro. Se entiende, claro est, que la publicacin del libro CXXI despus de la muerte de Augusto)) afecta a fortiori a to- dos los siguientes, es decir, que tras la aparicin del libro CXX, en torno al ao 8 d. C. segn puede calcularse, Li- vio dej de publicar hasta despuds del mes de agosto del ao 14 d. C. 52.

    Las razones de esta interrupcin no las conocemos. Se ha pensado que el contenido de ese libro, o de los siguien- tes era poco halagador para el princeps, pero, como obser- va Syme, el libro CXX contena ya la censurable interven- cin de Augusto en las proscripciones, y lo ms probable es que los motivos que indujeron a Livio a no seguir publi- cando no estuvieran en el pasado sino en el presente inme- diato. Por ese mismo tiempo se suicidaba el orador e his- toriador T. Labieno, un pompeyano radical, que no quiso sobrevivir a su obra, condenada a la hoguera por decreto del senado, mientras que otra vctima de la censura, el ora- -

    dor Casio Severo, marchaba al exilio. Tito Livio, cuyos ltimos libros le haban valido por parte de Augusto la amistosa recriminacin de 'pompeyano', aunque su obra no corriera peligro, pens que no era digno publicar libre- mente, cuando otros pagaban tan caro el expresarse con libertad ". Es posible tambidn que a la protesta de silencio por el trgico destino de Labieno y de Casio Severo se uniera la decepcin por el giro que tomaba el presente cu-

    A. m, loc. cit. (v. nota 40). No hay razn para sospechar que sea una noticia esprea insertada tardamente en la transmisin. Cf. M. D. REHVH. The transmision of Floms' Epitoma de Tito LNio and the Periochae,, C l m . Quorterly 38 (1988), 478.

    R. S-, loc. cit. (v. nota 13), p8g. 449..

  • 40 TITO LIVIO INTRODUCCIN GENERAL 4 1

    ya historia habia pensado relatar, y decidiera dar por con- cluida su obra. El futuro emperador Claudio -es de creer que siguiendo el consejo que le habia pedido a Livio 54- inici su vocacin con una historia de su propia familia a partir del ao 44 a. C. Los historiadores de hechos con- temporneos solan comenzar su obra donde un predecesor ilustre haba interrumpido la suya. Es tentador pensar que el consejo de Livio al joven Claudio fue que enlazara con el que entonces era o iba a ser el final de Ab Urbe Condi- ta. El libro CXX terminaba en el ao 43 a. C. Sea como fuere, la decisin de Livio de no publicar no signific de- jar de escribir, o, al menos. no por mucho tiempo. Sigui escribiendo y retuvo inditos los libros terminados que ha- bra de publicar despus de la muerte de Augusto. El libro CXXI fue seguramente aquel en el que, segn cuenta Pli- nio el Viejo, Livio comenzaba diciendo que ya habia al- canzado gloria bastante y que habra podido retirarse, si no fuera porque su espritu inquieto encontraba su alimen- to en el trabajo)). As explicaba su regreso y reanudaba el contacto con el lector despus de un largo silencio 55.

    Sobre el final de Ab Urbe condita en el libro CXLII y el ao 9 a. C. las opiniones estn divididas. Hasta no hace mucho tiempo se pensaba que Livio haba muerto sin haber podido terminar su obra. Se basaba esta idea en la creencia de que Livio haba escrito apresuradamente (del 14 al 17 d. C.) los libros CXXI-CXLII y que la extre- ma brevedad de la peroca del ltimo libro indicaba que haba quedado incompleto, pero Gertrud Hirst arguy que si Livio al final de su vida haba escrito a vuelapluma los

    W. HOPPYANN, Livius und die rornische Geschichtsschreibung, E. BURCK (ed.), Wege zu Livius, Darmstadt, 1977. pAg. 74. n. 9.

    SS P~mio , HLFt. Nat.. pref., 16.

    veintids ltimos libros era con la intencin de llegar a una meta, el desastre de L. Druso en Germania en el ao 9 a. C., que poda ser perfectamente un final intenciona- do: en los ltimos libros la referencia a sus conquistas era constante, se trataba de un personaje de conocidas simpa- tas democrAticas y su muerte habria sido interpretada por Livio como la desaparicin de la ltima esperanza republi- cana. R. Syme, argumenta exhaustivamente en favor de la propuesta de Hirst, pero piensa que el proyecto original de Livio se extenda hasta el final de las guerras civiles y el restablecimiento de la paz con el triunfo de Octaviano (libro CXXXIII), y que los nueve ltimos Libros (CXXXIV- CXLII), hasta la muerte de Druso en el afio 9 a. C., con un final escogido y adecuado, fueron un apndice sobre La Repblica de Csar Augusto)), de cuyo comienzo podra proceder el pasaje citado por Plinio. Por otra parte, cree que Livio, desencantado del rgimen augsteo, puso punto final a s obra, incluido el apndice, entre los aos 4 y 10 d. C., siendo indiferente que muriera antes o despus que el princeps.

    Posteriormente, Ph. A. Stadter y G. Wille han resta- blecido la opinin antigua. El primero opina que el trmi- no previsto por Livio en un principio era el libro CXX (la quiebra del rbgimen republicano con la formacin del segundo triunvirato y la muerte de Cicern) y que los lti- mos veintids libros fueron un apndice sobre hechos con- temporneos, que probablemente qued incompleto a la muerte de su autor. Para G. Wille s610 su propia muerte pudo impedir a Livio culminar su proyecto de llegar a la muerte de Augusto en el libro 150.

    Las opiniones de Stadter y de Wille sobre el final pre- visto de Ab Urbe Condita en los libros CXX o CL reflejan su convencimiento de que toda la obra de Livio respondi

  • 42 TITO LIVIO MTRODUCCI~N GENERAL 43

    a un patrn numrico. Esto parece indiscutible hasta el libro XLV; en los libros conservados y en los resmenes de los que se perdieron se distinguen objetivamente dos unidades temticas de quince libros cada una (1-XV y XVI- XXX), y un ltimo grupo de quince libros (XXI-XLV), cuya cohesin desde el punto de vista del contenido, aun- que ms discutida, no deja de ser verosmil. Tambin se reconoce, en general, que cada uno de esos tres bloques de quince libros est compuesto por unidades menores de diez y cinco libros, coincidentes con divisiones temticas ms o menos marcadas. El esquema de los primeros cua- renta y cinco libros es, pues, el siguiente:

    1-XV: Desde la fundacin de Roma hasta el final de la conquista de Italia:

    1-V: Desde la fundacin de la ciudad al saco de Roma por los galos:

    VI-XV: La conquista de Italia: VI-X: las guerras samnticas, XI-XV: la guerra contra Pirro.

    XVI-XXX: Las guerras contra los Cartagineses: XVI-XX: La primera guerra pnica; XXI-XXX: La segunda guerra pnica:

    XXI-XXV: Anbal vence a Roma, XXVI-XXX: Roma vence a Anbal.

    XXXI-XLV: Las guerras de Oriente: XXXI-XXXV: La guerra contra Filipo V, XXXVI-XL: La guerra contra Antoco, XLI-XLV: La guerra contra Perseo.

    Frente a la opinin comn de que en los libros perdi- dos Livio, sobrepasado por una materia cada vez ms arn- plia y ms compleja, abandon su empefio inicial de divi- dir su obra en grupos de cinco, diez o quince libros, Ph.

    A. Stadter y G. Wille, como antes P. G. Walsh, afirman que no slo sigui con el mtodo, sino que lo endureci: de las tres opciones que se haba permitido, renunci a dos. Para Walsh, toda la obra de Livio estaba compuesta por pntadas; Stadter distribuye los 120 libros del ((proyec- to original en 12 dcadas; Wille ve en ella un esquema incompleto de 10 unidades de 15 libros, o 'pentekaidekades'.

    Son muchos los datos que militan contra la idea de un patrn numrico fijo en la composicin de los libros perdi- dos con correspondencias tematicas semejantes a las que se advierten en la parte que se nos ha conservado: confi- dencias del propio Livio en XXXI, 1, agrupamientos irre- gulares como el de los libros CIX-CXVI, excursos o prefa- cios que no encajan en ningn mltiplo ... La hiptesis s- lo se hace verostmil si se admite que el cambio en la mate- ria histrica trajo consigo un cambio en los hbitos com- positivos del autor: el desplazamiento del foco de inters de las guerras externas a los conflictos internos se habra traducido en una composicin no subordinada rigurosa- mente, como al principio, a las pocas marcadas por los conflictos blicos, sino atenta sobre todo a los procesos sociales y a los personajes histricos como elementos unifi- cador de los sucesivos grupos de libros 56. El esquema de- cdico de Stadter ha encontrado aceptacin desde un pun- to de vista literario ", y debe ser tenido en cuenta, aunque

    " Criterio decisivo para G. WILLE (V. nota 40): los libros XLVI-LX sen'an La poca de Escipin Endiano)). LXI-LXXV la de Mario, LXXVI- XC la de Sila. XC-CV la de Pompeyo. CVI-CXX la de Csar, hasta el final de la Repblica, CXXI-CXXXV la de Oaaviano en lucha por el poder. y CXXXVI-(CL) 1.4 de Roma bajo la paz de Augusto.

    " Cf., p. e.. P. G. WALSH (1974) (v. nota 40). pgs. 9-10; R. M. Oau- VIE, Livy, The Cambridge History of C l w . Lit. 11 ( h t i n Lit.). p&. 458 = Historia de la lit. clsica; 11, Lit. Iat. [trad. de ELENA BomN, Madrid, Gredos, 1989.

  • TITO L M O

    sblo sea porque permite contemplar la parte perdida de Ab Urbe condita como una construccin abarcable y equi- librada; en su anlisis, los ltimos veintids libros CXXI- CXLII no presentan signos de composicin decdica, los anteriores, desde el XLVI responderian al siguiente esquema:

    XLVI-L: El sometimiento final de Grecia y Asia. LI-LX: Asuntos internos desde la cada de Cartago a

    la legislacibn de C. Graco. LXI-LXX: Los treinta aos desde Graco a M. Livio

    Druso. LXXI-LXXX: Las guerras civiles hasta la muerte de

    Mario. LXXXI-XC: Las guerras civiles hasta la muerte de Sila. XCI-C: El ascenso de Pompeyo hasta el 66 a. C. CI-CX: El predominio de Pompeyo. CXI-CXX: La guerra civil: desde la muerte de Pompe-

    yo a la muerte de Cicerbn (43 a. C.).

    En este esquema puede verse reflejada, segn Walsh (1974). la interpretacibn titoliviana de la historia de Roma. En el prefacio, despus de encarecer las virtudes de quie- nes habian forjado la grandeza del poder romano, Livio invita al lector a seguir mentalmente el proceso de su deca- dencia, comparable al de un edificio que se va degradan- do: la integridad moral de los romanos, con el paulatino relajamiento de la disciplina, primero se resquebraj, lue- go se fue desmoronando mas y mas, por ultimo, comenz a desplomarse por el suelo '*. Hasta el libro L, la historia

    '"~rv., Prad. 9: labente deinde paulatim disciplina velur dissidentis primo mores sequatur animo, deinde ut magis magisque lapsi sint, tum

    de Livio ha sido la del nacimiento y engrandecimiento de ese poder, gracias a la rectitud poltica y moral de los ro- manos. En la dcada LI-1,X. con la destruccibn de Carta- go, Roma, sin enemigos, pierde el vnculo ms fuerte de cohesin social; el estado comienza a verse s'acudido por la agitacin revolucionaria encabezada por los Gracos: asis- timos a la primera fase de la decadencia (labente paulatim discplina uelut dissidentk primo mores...). Los treinta aflos comprendidos en los libros LXI al LXX, con la venalidad de los senadores y la indisciplina de los generales vieron agravarse y extenderse la degradacin (ut magis magisque lapsi sint). Por ltimo, el colapso poltico y moral de la sociedad romana (tum ire coeperint proecipites.. .) se ex- tiende desde el libro LXXI al CXX, cincuenta libros para cincuenta anos (91-43 a. C.) de guerras civiles, desde la que enfrentb a Roma con los pueblos itlicos hasta el final de la de Csar y Pompeyo.

    IV. EL PROYECTO H I S T O R I O G ~ C O DE LMO. Su LUOAR EN LA HISTORIOGRAF~ ROMANA.

    El prefacio de Livio es una pequea joya literaria que persigue objetivos conocidos con medios convencionales.. . El historiador persigue en el prefacio los mismos fines que el orador en el exordio. enganchar al lector -valga la expresin- y crear en l una actitud benkvola. Para elio, la retrica dispona de un arsenal de lugares comunes: mo- destia o prestigio del que habla, novedad, importancia o

    ire coeperint pmecipites.. . Cf. Ovn>io. Trirttcr 11. 83-86, a p d J . BAYST, loc. cit.. pg . 4 , n. 1.

  • 46 TITO LIVIO INTRODUCCI~N GENERAL 47

    dificultad del asunto, etc. En la obra histrica, el prefacio es tambin el lugar apropiado para que el autor exponga sus principios, lo que trajo consigo nuevos tpicos: los de- beres del historiador, la naturaleza de los procesos histri- cos, el beneficio de su conocimiento ... Analizado bajo esos criterios, el prefacio de Livio no es, en apariencia, ms que un hilvanado de ideas recibidas 59.

    Al mismo tiempo, en opinin de muchos, se trata del prefacio ms personal de la historiografa antigua. El arte que combina aspectos tan dispares se resiste a ser definido. En cuanto al contenido, su originalidad se muestra en con- cebir el pasado como refugio del presente y en invocar a los dioses a la manera de los poetas; en la expresin sor- prende la soltura con la que el texto fluye, como siguiendo no un orden lgico preestablecido, sino el curso de las ideas que acuden espontneamente al pensamiento. En ambos planos lo peculiar consistira en rasgos que lo definen co- mo acto de comunicacin. Frente al distanciamiento so-

    _ lemne de los prefacios al uso, el de Livio se distingue por entablar desde el principio una relacin directa, llana, casi confidencial con el lector. La naturalidad discursiva del texto podra deberse a que, siendo un monlogo, su cons- truccin sigue el ritmo de un dilogo implcito entre el emi- sor del mensaje y su pblico.

    La familiaridad con la que Livio se dirige al lector es un poderoso recurso de la captatio benevolentiae; con ese mismo fin, en toda su modestia, Livio comienza escudan- do la osada de su proyecto tras un noble patriotismo. No

    " Vid. T . JANSON. Latin prose prefaces. Stud~es in literary conven- tiom (Studia Lat. Stockholmiensia. 13), Estocolmo, 1964, espec. pdgs. 64-74. Cf. R . M . Oonv~, Commentary ... (v. nota 13). pgs. 23-28.

    sabe, dice, si valdr la pena volver sobre un asunto tan viejo y tan trillado, pero, en todo caso, a 61 le llenar de orgullo haber contribuido, en la medida de sus fuerzas, a perpetuar la memoria de la nacin ms grande de la tierran; y si entre tantos autores su fama quedara oscureci- da, el prestigio de quienes hayan ensombrecido su nombre le servir de consuelo. Su tema es una enorme tarea: abar- ca ms de siete siglos y, nacido de pequeos principios, tanto ha crecido que ya se resiente bajo el peso de su propia grandeza)); ademiis, est seguro de que la mayora de los lectores, impacientes por llegar a estos tiempos nue- vos, en los que se aniquilan a s mismas las fuerzas de un pueblo que desde antiguo ha impuesto su dominio)), no disfmtarn mucho con la historia de sus orgenes y tiem- pos inmediatos. l, por su parte, al menos mientras le ab- sorba la evocacin de aquella edad remota, espera obtener de su trabajo la recompensa alladida de alejar su mirada de las desgracias que nuestro tiempo lleva tantos aos viendo)), libre de las preocupaciones que pueden, si no des- viar al historiador de la verdad, si, al menos, privarle de sosiego.

    En tanto que declaracin de principios, el texto se cen- tra en tres cuestiones fundamentadas en el proceso histri- co romano: neutralidad crtica frente a la no historicidad de la tradicin legendaria, concepto Ctico de la causalidad de los hechos y primaca del valor instructivo del conoci- miento histrico. El marco en que estas cuestiones se in- cardinan, la historia de Roma, es, para Livio, un proceso de degradacin moral, en el que a partir de un pasado intachable, con el abandono de las virtudes que fraguaron su grandeza, se ha llegado a un presente, heredero orgullo- so de un imperio, pero que est viendo esa herencia ame- nazada por la autodestruccin y el desconcierto.

  • TITO LMO

    Inmediatamente despus de referirse a la impopulari- dad de la historia primitiva, aludiendo de paso al deber del historiador de no apartarse de la verdad, el hilo de su pensamiento lleva a Livio a los relatos maravillosos que adornaban la historia de la fundacin de Roma: no es su intencin ni confirmarlos, ni rechazarlos; ese mezclar a los dioses en la historia humana es una licencia otorgada a la antigedad para hacer ms venerable el origen de las ciudades, y si a algn pueblo hay que reconocerle ese dere- cho, la gloria bdlica de Roma es tan grande que, si se le antoja proclamar por padre suyo y de su fundador al dios de la guerra, las dems naciones deberan aceptarlo con la misma naturalidad con que aceptan su imperio. Pero son cosas a las que no piensa darles mayor importan- cia; en lo que l quiere que todos y cada uno le pongan la ms viva atencin es en el tenor de vida, en las costum- bres, en qu clase de hombres y por qu medios hicieron surgir y prosperar, en la paz y en la guerra. ese imperio; y que se observe luego cmo el relajamiento de la discipli- na provoc una creciente degradacin, hasta llegar a es- tos tiempos en los que ya no podemos soportar ni nuestros males, ni los remedios para ellos. Sin transicin, procla- ma: Lo ms saludable y provechoso de la historia es que puedes ver, expuestas en esplndido monumento, toda cla- se de probadas enseiianzas, y tomar de ah lo que, para tu propio bien y el de tu patria, debes imitar y aquello que debes evitar por ser vergonzoso en sus comienzos, o por sus vergonzosos resultados)). Por ltimo, entona un encendido elogio de las costumbres antiguas, sefialando las virtudes que la sustentaban y los vicios que causaron su ruina: Por lo dems, o el amor por la obra que he em- prendido me engaiia, o no hubo nunca nacin ms grande, ni ms pura, ni ms rica en buenos ejemplos, ni ciudad

    en la que tardaran ms en penetrar la codicia y el lujo, o en donde se honrara ms o por ms tiempo a la pobreza y a la parquedad; todo haba cambiado no hacia mucho: la riqueza gener codicia, y la abundancia de placeres, el deseo de perderse y de perderlo todo en medio de derro- ches y desenfrenos)). Pero Livio no quiere terminar su pre- facio con importunas quejas, sino iniciar su obra con los mejores augurios: si fuera costumbre de los historiadores, como de los poetas, invocar a los dioses, con gusto les rogara que llevaran la suya a feliz trmino 60.

    La obra de Livio no slo tuvo la suerte que l peda, sino que eclips a los autores cuya fama habrfa de conso- larle de un posible fracaso. Ya eran muchos los historiado- res romanos y mucha la variedad de escritos histdricos, pero, sin duda, 61 se refera especialmente a aquellos con los que su obra iba a competir de igual a igual, es decir, a los annales o historias de Roma desde su fundacin, y a sus autores, los analistas 61. La voluntad de Livio de emu- larlos a todos hace que la historia de la anastica sea la - base ms idnea para interpretar correctamente su proyec- to historiogrfico (sin olvidar que, siendo los analistas la fuente principal de la parte conservada de Ab Urbe condi- fa, cada uno de ellos, en la medida en que puede ser

    - -

    " Para la interpretacidn del prefacio de Livio. v. M. W. Storia e ideologia in Tito Livio: per un'anolisi storiogr

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    identificado y conocido, es referencia obligada para su an- lisis histrico y literario).

    Los investigadores distinguen tres generaciones de ana- listas anteriores a Livio 62. El primero fue Fabio Pictor, que a comienzos del siglo n a. C. escribi en griego la primera historia de Roma, para dar a conocer los nobles orgenes y el alto destino de su patria y defender la poltica romana en la reciente guerra. Su ejemplo fue seguido por L. Cincio, coetneo suyo, y por G. Acilio y A. Postumio, que escribieron casi ya mediado el siglo; todos ellos for- man la analistica primitiva. Era comprensible que Fabio escribiera en griego para dirigirse al mundo en el que Ro- ma acababa de irrumpir tras su victoria sobre Anbal, pero seguir hacihdolo despuks de las guerras macednicas reve- laba ya un complejo de inferioridad cultural. Catn reac- cion iniciando la historiografa romana en latn; su obra, Origines, que inclua la prehistoria de otras comunidades itlicas, pretenda reforzar en ese marco la identidad na- cional, socavada por la grequizacin que fomentaban los crculos aristocrticos, y restablecer la antigua moral, co- rrompida por el contacto exterior; transcrjbi en ella sus propios discursos, con lo que, en parte, la escribi pro do- mo sua. Catn di6 paso a la analstica media, o analistas

    Sobre el desarrollo de la historiografa anterior a Livio y su encua- dramiento en ella, v. E. BADIAN, The carly historians, T. A. DOREY (d.), Latin Historians (Studies in Latin lit. and its influence), Londres, 1966, pgs. 1-38. W. HOPPMANN, Livius und die romische Geschichts- schreibungm, E. Bncr (d.), Wege zu Livius, Darmstadt. 1977, pigs. 68-95 (=Antike und Abendland 4 (1954). 171-186). F. KLINGNER, Ro- mische Geschichsschreibung. Wege zu Livius, pgs. 17-36. Id., Livius, ibid., phgs. 4847. A. H. MCDONALD. The Roman historians)~, Plat- nauer (d.). Futy yeors (and twelve) of classical scholarship, Oxford, 1968, phgs. 465-479. P. G . WALSH. Livy ... (v. nota 13), phgs. 20-45.

    del tiempo de los Gracos, C. Hemina, Calpurnio Pisn, G . Fanio, Gn. Gelio, entre otros, que en el ultimo tercio del siglo siguieron en distinta medida las lneas trazadas por l. Los analistas de las dos primeras generaciones fue- ron todos hombres de experiencia poltica, que escribieron para un nmero reducido de lectores, de sus mismos circu- los, con la idea de formar minoras, defender una postura personal u ofrecer a los interesados el conocimiento, siem- pre valioso, de precedentes histricos; la mayora trat con amplitud el perodo legendario y la poca contempornea y con brevedad los siglos intermedios. Frente a ellos, los autores de la analstica moderna o posterior a Sila, Valerio Antias, Licinio Macro y Claudio Cuadrigario, que escri- bieron en los aos 70 a. C., se caracterizaron por ser sobre todo hombres de letras (slo Macro tuvo actividad polti- ca) que llenaron el vaco narrativo de los primeros siglos republicanos y escribieron al servicio de un clan familiar o de un partido, al tiempo que respondan al inters de un mayor nmero de lectores por un producto ms literario.

    Aparte del influjo de las transformaciones sociales so- bre autores y lectores, los cambios sufridos por la analsti- ca, como se ha dicho de la historiografa romana en gene- ral, estuvieron condicionados por sus orgenes en el mbi- to de la religin del estado y por el influjo de los modelos griegos. En Grecia, la historia, nacida con Herdoto, ha- ba alcanzado su ms alto nivel hacia finales del siglo v a. C. con la obra de Tucidides, que propugnaba la investi- gacin de la verdad objetiva de los hechos polticos y mili- tares, el anlisis racional de sus causas y efectos, y la mi- sin de ser til al hombre de estado. En los siglos siguien- tes predomin una historiografia menos cientfica, en, la que ya es costumbre distinguir dos tendencias: la isocrtica o retrica, representada por foro y Teopompo, que aun-

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    que acataba la primaca de la verdad, admita contenidos legendarios, generalizando el valor formativo de la historia bajo un concepto de provecho moral, y la peripattica o trgica, cultivada seialadamente por Duris y Clitarco, que buscaba el placer del lector antes que su alecciona- miento y pona el efectismo del relato por encima de la verdad. En Roma, desde los primeros tiempos de la ciu- dad, segn la tradicin antigua, y a partir del 400 o del 300 a. C., en opinin de la crtica moderna, uno de los cometidos del pontfice mximo fue cuidar del registro de los principales sucesos que se expona al pblico en su resi- dencia. Estas anotaciones fueron la primera documenta- cin sistemtica de la historia de Roma. En los annales a que dieron lugar figuraban los nombres de los cnsules del aio y un resumen de lo ocurrido bajo su mandato. A ciencia cierta s610 sabemos que incluan noticias sobre eclipses, carestas y cosas parecidas, pero es lgico pensar que contenan tambin informacin de otra naturaleza: so-

    - bre las guerras y los principales acontecimientos internos, sobre las leyes y los ms imporkntes decretos del senado. En todo caso, cuando alrededor del 120 a. C., ampliados quiz con material de otros archivos, fueron publicados con el nombre de Annales Maximi formaban una volumi- nosa crnica, tal vez algo as como la crnica oficial del Estado romano.

    El influjo de los modelos griegos y de la documenta- cin de los pontifices sobre las primeras generaciones de analistas son difcilmente comprobables, dada la prctica desaparici6n de toda esta literatura; es la propia obra de Livio la que permite entrever su efecto sobre los analistas modernos, que fueron sus fuentes ms directas. La publi- cacin de los Annales estereotip el esquema narrativo he- redado por Livio, y al difundir una informacin antes slo

    accesible a unos pocos, posibilit la redaccin de historias ab urbe condita por autores ajenos al mundo de la politi- ca. Inspirndose en modelos griegos, los ltimos analistas afiadieron al planteamiento moral de inspiracin isocrtica, presente en sus predecesores, la habilidad y libertad de ela- boracin literaria, propias de la historiograffa trgica, que utilizaron para ampliar el escueto relato de los prime- ros siglos de la repblica; tambidn los argumentos de la historiografa cientfica pudieron pesar en la decisin de Cuadrigario de excluir de su historia todo lo anterior al asalto e incendio de Roma por los galos.

    En alguno de estos cambios los ltimos analistas no tuvieron ms que seguir el precedente de autores que culti- varon otras variedades historiogrtkficas, como la monogra- fa histrica y la historia contemporhnea. Tambih Livio hall6 en ellos fuentes documentales y, sin duda, ejemplos que seguir o que evitar por sus principios tericos, o por sus resultados literarios. La primera monografa histrica latina fue el Bellum rnicum, de Celio Antipatro, publica- do por la misma Cpoca que los Annales Maximi. Antipatro fue el primer historiador que no perteneci a la clase pol- tica y el primero tambin en buscar el placer y la emocin del lector, no su aleccionamiento, dando cabida en su obra a lo excitante y a lo maravilloso. En la historia sobre suce- sos contemporneos el primer autor romano, tras el ejem- plo de Polibio, fue Sempronio Aselibn. Polibio, uno de los nobles aqueos deportados a Roma tras la batalla de Pidna, consejero del circulo combatido por Catn y defi- nidor de la historia pragmhtica, habia comenzado a publi- car su anlisis de la expansin romana hacia el ao 150 a. C., siguiendo en todo la huella de Tucidides. Las Res gestae de Aselin enlazaban con el final de la obra polibia- na (14 a. C.) y se extendian hasta el 91 a. C.; en el 91

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    comenzaban las Historiae de Cornelio Sisena; con Sisena, al que Cicern tilda de pueril imitador de Clitarco y que lleg hasta la muerte de Sila (78 a. C.), enlazaron las His- toriae de Salustio, cuyo final tal vez fuera e1 a80 60 a. que fue el punto de partida de Asinio Polin. Salustio cul- tiv tambin, como es sabido, la monografa, combinando una cierta imitacin de Tucdices con las preocupaciones &ticas de los analistas; tal vez fuera el primero en concebir el destino de Roma como un proceso de decadencia moral y poltica. A la historia contempornea se deben adscribir las memorias autobiogrficas de polticos como Escauro, Ctulo, Rufo, y Sila, y los commentarii de Julio Csar. Junto a este tipo de obras, en boga desde el memorndum poltico de G. Graco, la erudicin, las crnicas, y las bio- grafas y compilaciones anecdticas de un Varrn, un Ati- co, un Nepote completan y caracterizan el panorama his- toriografico anterior a Livio; hasta el punto de que un ana- lista tardo, Q. Elio Tubern, casi coetneo suyo, parece interesado especialmente en contenidos anticuarios.

    Sobre este fondo la figura de Livio destaca, en primer lugar, por lo que la crtica de la literatura moderna ha acuado como vuelta a la generacin de los abuelos. Su obra se desvincula de las tendencias m& en boga, la inves- tigacin anticuaria, el relato episdico o la historia del pa- sado inmediato. En otro orden de cosas, no puede decirse que se distinguiera por la originalidad de su interpretacin histrico-filosfica. En su concepcin de la historia de Ro- ma como un proceso de decadencia el referente inmediato es Salustio, pero en su desarrollo del tema Livio sigue una va distinta; ambos se remontan, no obstante, a mediados del siglo n a. C. 63. El orgullo patritico, la conviccin

    Cf. T. J . LUCE (1977) (v. nota 40). plgs. 270 SS.

    de que Roma deba su grandeza a sus virtudes antiguas hermana a Livio ya con Fabio Pictor, mientras que su in- tencin moralizadora es comn a los analistas desde Catn y Calpurnio. En relacidn con los modelos griegos, toman- do en cuenta todos los indicios, podra decirse que Livio no sigue un esquema tedrico exclusivo, sino que comparte el eclecticismo de las dispersas reflexiones de Cicern so- bre la historia % como en Cicern, el deseo de no dejar en el olvido los hechos dignos de recuerdo, que movia a Herdoto, convive en 61 con el ideal de verdad de los prag- mticos y la fe isocratica en el valor moral de los ejem- plos; incluso las concesiones al sensacionalismo trgico que hace Cicern cuando le pide a Luceyo que adorne la historia de su consulado, las admite Livio en otras cuestio- nes en nombre del prestigio de un pasado mtico, del que son parte constitutiva. Pero, al margen de las distinciones acadhrnicas entre isocrticos y trgicos dentro de la histo- riografa helenstica, en la gran disyuncin entre una histo- ria pragmtica, analtica, racional y objetiva, y una histo- ria moral, simblica, subjetiva y retrica, es evidente que Livio pertenece a esta Ultima.

    Por lo que se refiere a los objetivos perseguidos por Livio, la letra del prefacio no parece dejar lugar a dudas: su inters en la historia es fundamentalmente Ctico y didic- tico. Livio se compromete ante el lector a que, si se le presta la mxima atencin en lo que de verdad importa, l sabr mostrarle las causas del Cxito romano y de su de- cadencia; y son carcter, hbitos, conducta, en una pala- bra, ethos. Lo que cuenta, por otra parte, es la capacidad ejemplarizante de la narracin, la historia como un reper-

    V. la antologa de esos textos en J . M. AND~B, A. Hus. LJ historia en Roma, Madrid, 1989, 3.' ed., pks. 209-218.

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    torio de modelos. Como demuestra su no beligerancia ante los contenidos mticos, del pasado le interesa menos la ver- dad de los hechos que las verdades que pueden dirigir nues- tra conducta: no es necesario someter a juicio la verdad de las fbulas porque, verdaderas o falsas, sirven a sus propsitos simblicos y didcticos 65.

    De acuerdo con algunos crticos, estos propsitos de Livio y aua su decisin de reescribir la historia de Roma desde sus comienzos estaran subordinados a una intencin poltica. Sobre el teln de fondo de la restauracin de la Repblica por Augusto en