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TIPOLOGÍA LITERARIA DE LOS PERSONAJES EN EL AMADÍS DE GAULA En su clásica distinción entre la ficción y las artes plásticas en el Laokoón, Lessing señala que la pintura, cuyos instrumentos de co- municación son la forma y el color, es capaz de presentar una rea- lidad en que los objetos coexisten en simultaneidad, en tanto que la poesía —o la narrativa— por su naturaleza linear, tiene como vehículo de expresión la acción, que ocurre en una sucesión temporal 1 . El concepto de temporalidad es indispensable para un entendimiento no sólo de cada novela, sino de la novela como gé- nero, de sus posibilidades y marco de acción intelectiva en su mo- mento histórico. Uno de los factores fundamentales en el fluir temporal del mun- do novelesco es el de la aparición e interacción de los personajes en la sucesión de incidentes que va componiendo la trama y el ámbito ficticio, y este es el aspecto del Amadís que nos interesa explorar aquí. El Amadís de Gaula, en la refundición de Garci Rodríguez de Montalvo de 1508, es el primer intento en lengua castellana de crear una vasta realidad ficticia en que lo verosímil y lo puramente fantástico conviven y se fecundan mutuamente 2 . En esta obra, la profusión y diversidad de los personajes es digna de la concep- ción novelística de un Tolstoi, Dickens, Galdós o García Már- 1 Veáse R. ARNHEIM, Visual thinking,, University of California Press, Ber- keley and Los Angeles, 1969, p. 247. Quisiéramos extender nuestra gratitud al Humanities Research Center de la Washington State University por la ayu- da prestada en la redacción de este estudio. 2 El caballero Cifar, que se supone escrito entre 1299 y 1305, consiste de tres partes claramente diferenciadas: un elemento hagiográfico, uno propiamente caballeresco y el elemento didáctico-moral de la tercera parte. La intención del libro se diferencia mucho de la del Amadís, en el que sí encontramos una novela de principio a fin. Tirant lo Blanc, de 1490, fue escrito en catalán. NRFH, XXXIX (1991), núm. 2, 825-864

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TIPOLOGÍA LITERARIA DE LOS PERSONAJES EN EL AMADÍS DE GAULA

E n su clásica distinción entre la ficción y las artes plásticas en e l Laokoón, Lessing señala que la p i n t u r a , cuyos instrumentos de co­municación son la f o r m a y el color, es capaz de presentar u n a rea­l i d a d en que los objetos coexisten en s i m u l t a n e i d a d , en tanto que l a poesía —o la n a r r a t i v a — por su naturaleza l inear , tiene como vehículo de expresión la acción, que ocurre en u n a sucesión t e m p o r a l 1 . E l concepto de tempora l idad es indispensable para u n e n t e n d i m i e n t o no sólo de cada novela , sino de la novela como gé­nero , de sus posibil idades y marco de acción intelect iva en su m o ­m e n t o histórico.

U n o de los factores fundamentales en el fluir temporal del m u n ­do novelesco es el de la aparición e interacción de los personajes en la sucesión de incidentes que va componiendo la t r a m a y el ámbito ficticio, y este es el aspecto del Amadís que nos interesa exp lorar aquí.

E l Amadís de Gaula, en la refundición de G a r c i Rodr íguez de M o n t a l v o de 1508, es el p r i m e r in tento en lengua castellana de crear u n a vasta real idad ficticia en que lo verosímil y lo puramente fantástico conv iven y se fecundan m u t u a m e n t e 2 . E n esta obra , la profusión y d ivers idad de los personajes es d igna de la concep­ción novelística de u n T o l s t o i , D i ckens , Galdós o García M á r -

1 Veáse R. A R N H E I M , Visual thinking,, University of California Press, Ber-keley and Los Angeles, 1969, p. 247. Quisiéramos extender nuestra grat i tud al Humanit ies Research Center de la Washington State Univers i ty por la ayu­da prestada en la redacción de este estudio.

2 E l caballero Cifar, que se supone escrito entre 1299 y 1305, consiste de tres partes claramente diferenciadas: un elemento hagiográfico, uno propiamente caballeresco y el elemento didáctico-moral de la tercera parte. La intención del l ibro se diferencia mucho de la del Amadís, en el que sí encontramos una novela de principio a fin. Tirant lo Blanc, de 1490, fue escrito en catalán.

NRFH, X X X I X (1991), núm. 2, 825-864

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quez. De aquí que el m e j o r e n t e n d i m i e n t o de esta novela p r i m i t i ­v a y sus mecanismos l i terar ios coadyuve a la m e j o r cognición de l a novela en cuanto género l i t e r a r i o .

Para adentrarnos en el m u n d o ficticio del Amadís de Gaula, es preciso establecer algunas dist inciones que nos p e r m i t a n r e d u c i r a u n número l i m i t a d o de categorías el sinnúmero de personajes que in terv i enen en la obra (al personaje de U r g a n d a la Descono­c ida y sus profecías, por su i m p o r t a n c i a en la t r a m a , le hemos dedicado u n estudio apar te ) 3 .

C o m o p r i m e r a distinción hemos adoptado la que la crítica t r a ­d i c i ona l establece entre "personajes secundar ios" y " p r o t a g o n i s ­t a s " , por parecemos que es apropiada para el Amadís, donde existe u n sentido m u y marcado de jerarquía entre los personajes.

E n t r e los personajes secundarios cabe la pos ib i l idad de esta­blecer sub-categorías con relación a dist intos cr i ter ios : aquí, he­mos optado por clasificarlos de acuerdo con la serie dé cargos que dichos personajes desempeñan en la obra . Esta división p e r m i t e observarlos a la vez en funciones aisladas y en lo que añaden a l a t o ta l idad de la t r a m a .

L a división con respecto a los cargos de los personajes secun-

3 E L O Y R . G O N Z Á L E Z , ' ' F u n c i ó n de las profecías en el Amadís de Gaula", NRFH, 3 1 ( 1 9 8 2 ) , 2 8 2 - 2 9 1 . Por haber adoptado u n enfoque u n tanto diferen­te al de otros estudiosos del Amadís en este ensayo, no hemos hecho referencias directas a ciertos aportes que consideramos valiosísimos en la crítica amadi -siana. No es este el lugar apropiado para recordarlos todos, pero no quisiéra­mos dejar de mencionar al menos algunos: J O H N R . M A I E R , "Go lden Age imagery i n the Amadís de Gaula", H i J , 6 ( 1 9 8 6 ) , 5 3 - 7 0 ; J U L E S Piccus, " C o r -rections, supressions and changes i n Montalvo ' s Amadís, Book I " , Seraf: Re­vista de Estudios Hebraicos, Sefardíes y de Oriente Próximo, 4 4 ( 1 9 8 4 ) , 3 3 - 7 4 ; E. C. R I L E Y , " A premonit ion of pastoral in Amadís de Gaula \ BHS, 4 9 ( 1 9 8 2 ) , 2 2 6 -2 2 9 ; M I C H E L S I M O N I N , " L a disgráce d'Amadís", SF, 8 2 ( 1 9 8 4 ) , 1 -35 . E l pro ­fesor J U A N B A U T I S T A A V A L L E A R C E ha escrito una media docena de estudios sumamente interesantes sobre e\ Amadís, entre los cuales destacaremos " E l na­cimiento de Amadís " , en Essays of narrativefiction in theIberianpeninsula in honor of Frank Pierce, ed. R . B. Tate , D o l p h i n , Ox ford , 1 9 8 2 . Avalle Arce promete u n l ibro , Amadís de Gaula: el primitivo y el de Montalvo. Otros libros importantes sobre el Amadís: la edición del profesor J U A N M A N U E L C A C H O B L E C U A , Amadís de Gaula, Cátedra, M a d r i d , 1 9 8 7 - 1 9 8 8 , 2 ts. Del mismo autor, tal vez el mejor estudio sobre el Amadís en su totalidad, Amadís: heroísmo mítico - cortesano, Cupsa, M a d r i d , 1 9 7 9 . Altamente valiosas también son las contribuciones de A N T H O N Y

V A N B E Y S T E R V E L D T , Amadís-Esplandián-Calisto. Historia de un linaje adulterado, Po-rrúa, M a d r i d , 1 9 8 2 ; F E D E R I C O F R A N C I S C O C U R T O H E R R E R O , Estructura de los libros españoles de caballerías en el siglo xvi, Fundación Juan M a r c h , M a d r i d , 1 9 7 6 , y J A M E S D O N A L D F O G L E Q U I S T , E l 'Amadís" y el género de la historia fingida, Po-rrúa, M a d r i d , 1 9 8 2 . A l libro de Daniel Eisenberg nos referiremos más adelante.

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darios no i m p i d e la fluctuación de u n personaje cua lquiera d e n ­t r o de la división; u n personaje puede actuar , por e jemplo , como " m e n s a j e r o " , " r e c a p i t u l a d o r " , " s a b i o " , etc. , s in que el desem­peño de u n cargo le confine (puede desempeñar varios cargos, pero ningún personaje tiene cargos distintos a los que enumeramos aquí) y sin que el ejercer varios cargos le confiera rango de " p r o t a g o ­n i s t a " . Se t r a t a s implemente de u n a clasificación según el modus operandi de los personajes, que parece ser la más apropiada en u n a o b r a donde las acciones de cada u n o son su f o r m a más i m p o r t a n ­te de " e x i s t i r " .

L a segunda distinción que establecemos, aunque se aplica a todos los personajes, atañe más d i rec tamente a los protagonistas . Estos son siempre caballeros, damas o reyes. Su " c a r g o " , e n t o n ­ces, no será t a n i m p o r t a n t e como su " e s e n c i a " , su constitución i n t e r i o r . L a distinción los o rdena de acuerdo con dicha esencia, al situarlos dentro de las " fuerzas del b i en o del m a l " . Esta clasi­ficación es simple y genérica, pero también lo es, como veremos, la noción de esencia o natura leza h u m a n a en la obra m i s m a . E n el segmento dedicado a la m a l d a d , hemos discernido cinco cate­gorías básicas de villanía.

Establecidas estas dist inciones , hemos quer ido mostrar el de­sarrol lo de Amadís y algunos otros personajes pr inc ipales . Este desarrol lo excluye a los " v i l l a n o s " , ya que éstos, conforme a su esencia, no e x p e r i m e n t a n cambio o desarrol lo . C o n c l u i m o s mos­t r a n d o u n a faceta de los personajes que la crítica h a b i t u a l m e n t e pasa por alto al tratarse de la ficción cabelleresca: el in tento de " h u m a n i z a c i ó n " de estos personajes, los rasgos humanos que nos los revelan como algo más que meras figuras alegóricas o cifras simbólicas.

E n suma, hemos u t i l i zado i n d i s t i n t a m e n t e cr iter ios de la crí­t i ca t r a d i c i o n a l y de la es tructura l para l legar a conceptos genera­les pero precisos sobre el sentido de los personajes en la novela .

1. L O S PERSONAJES SECUNDARIOS

E n el Amadís p i i l u l a n innumerab les seres ficticios. E n t r e ellos l a masa anónima está compuesta de miles de soldados y guerreros que p a r t i c i p a n en las grandiosas batallas colectivas hacia el fin de la novela . Su a n o n i m a t o les conf ina a cons t i tu i r u n a rea l idad m e ­ramente numérica, y su participación en la acción es u n s imple a d i t a m e n t o a la m a g n i t u d del hecho que se real iza .

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Los testigos. Para d is t inguirse en esta m u l t i t u d , el p r i m e r a t r i b u t o que debe a d q u i r i r el personaje secundario es el del n o m b r e . A l re c ib i r n o m b r e , el personaje se separa del c o n j u n t o , recibe i d e n ­t i d a d p r o p i a . Pero el hecho de ser n o m b r a d o no signif ica que el personaje vaya a desempeñar u n papel en la t r a m a . S implemente se le n o m b r a para luego dejarle desaparecer, y el personaje pue ­de reaparecer o no . Así , el lector va conociendo personajes n u e ­vos sin explicación p r e v i a , y queda sobreentendido que su exis­tencia antecede al hecho de ser nombrados . Por e jemplo , ciertas doncellas que acompañan a los caballeros y que n u n c a habían s i ­do mencionadas , aparecen súbitamente en el discurso n a r r a t i v o , sin que se expl ique cuándo habían comenzado a acompañar a los caballeros, a los que creíamos rodeados exclusivamente por sus escuderos. L a m e r a mención de las doncellas cambia la compos i ­ción de escena que se había hecho el lector. Esta f o r m a de crear personajes resulta sorprendente para el lector contemporáneo. Si el f lu jo de la acción lo requiere , el n a r r a d o r añade personajes n u e ­vos sin empacho. V a m o s comprend iendo que el n a r r a d o r no se siente obl igado a menc ionar a todos los personajes en u n a escena con a n t e r i o r i d a d a la ocurrenc ia del acontec imiento ; se siente l i ­bre de introducir los en cualquier momento , simplemente indicando que estaban allí. Amadís en varias ocasiones demuestra conocer a personajes que el lector n u n c a ha o ído menc ionar antes. Esta técnica de creación súbita sugiere que la omnisc iencia a u t o r i a l de esta ficción p r i m e r a es radica l y a r b i t r a r i a , y que el n a r r a d o r no se siente obl igado a expl icar lo todo o a proceder con o t ra lógica que la que d i c ta el curso de la acción. S in embargo , cuando lo desea, el n a r r a d o r n o m b r a , con la precisión del cronista o el test i ­go presencial, y al hacerlo, confiere a su texto u n carácter de auten­t i c i d a d y exac t i tud histórica. Véase u n e jemplo :

La primera huuo don Galaor, de quinientos caualleros; y con él yua su compañero Norandel, y don Guilán el Cuidador, y su cormano Ladasín, y Grimeo el Valiente, y Cendil de Ganota, y Nicorán de la Puente Medrosa, el muy buen justador. Y la segunda haz dio al rey Cildadán, con setecientos caualleros: e yuan con él Ganides de Ganota, y Acedís el sobrino del rey, y Gradasonel Fallistre, y Brandoyuas, y Tasián, y Filispinel, que todos éstos eran caualleros de gran cuenta. . . 4

* Amadís de Gaula, ed. Edwin B. Place, 4 ts . , C .S . I .C . , M a d r i d , 1962-1971. Todas las citas provienen de esta edición, y en lo sucesivo se indicará el volumen y la página al fin de la cita o referencia.

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D e éstos, Ladasín, G r i m e o , C e n d i l , Nicorán, Ganides , Acedís , Gradasone l , Tasián y F i l i sp ine l carecen de i m p o r t a n c i a ; no p a r ­t i c i p a n en el diálogo n i se hace mención de sus hazañas, y r a r a — s i a l g u n a — vez se les vuelve a menc ionar . Su presencia, en ­tonces, no t iene más que u n a función t e s t i m o n i a l , y por el acto m i s m o de ser n o m b r a d o s , da u n toque de l e g i t i m i d a d al re lato , a l as imi lar lo a las crónicas de la época. E l personaje enlace. E l segundo rasgo i n d i v i d u a d o r , de m u c h o m a ­y o r i m p o r t a n c i a que el p r i m e r o , y que se c ircunscribe a u n nú­m e r o mer ior de personajes, es el de la participación en la acción, p o r palabra u obra . Dos niveles elementales de participación ca­rac ter i zan a dos tipos de personajes secundarios frecuentes: el del personaje que sirve de enlace entre u n a aventura y o t ra , al con­d u c i r a u n o de los héroes al nuevo sit io de la aventura , y el del personaje que sirve para n a r r a r la cu i ta m i s m a , la h is tor ia t a n ­gencial que requiere la intervención del héroe. A m e n u d o ambas funciones se f u n d e n en u n solo " c o n d u c t o r y r e l a t o r " . Doncel las y escuderos desempeñan hab i tua lmente estas funciones, y ocasio­nalmente , enanos o caballeros de menor cuantía 5 . L a mayor parte de las veces, el personaje que conduce al caballero a la nueva aven­t u r a ha presenciado la hazaña i n m e d i a t a m e n t e anter ior , en que el héroe h a demostrado su excepcional poder. Por regla general , este t ipo de personaje desaparece de la t r a m a luego de c u m p l i r su cometido. E n elAmadis, este t ipo de personaje ocurre con m a y o r frecuencia en el j ) r i m e r l i b r o 6 ; su aparición se v i n c u l a estrecha-

5 Los tipos mencionados son los más frecuentes, pero no los únicos: en el l ibro 3, por ejemplo, es u n "maestre de n a o " el que explica brevemente la historia de la Insola Triste, y hay otros casos. Cuando mencionamos las " f u n ­ciones" de los personajes nos referimos a acciones de éstos que tienen impor ­tancia no por la acción per se, sino por lo que dicha acción añade al mecanismo interno de la narrat iva. R . B A R T H E S explica que " t h e goal of all structuralist act ivity , whether reflexive or poetic, is to reconstruct an «object» in such a way as to manifest thereby the rules of functioning (the «functions») of this object. Structure is therefore actually a simulacrum of the object, but a directed, inter­ested simulacrum, since the imitated object makes something appear which re­mained invisible, or, i f one prefers, unintell igible in the natural ob ject" . E n The Structuralists', from Marx to Levi-Strauss, eds. R . and F . de George, Double-day, New Y o r k , 1972, p. 149. Las funciones de cada personaje también se han definido como el complejo sémico que permite ver al personaje como m i e m ­bro de un "s i s tema" de personajes idóneo a un sistema narrativo. Véase F R E ­

D E R I C J A M E S O N , The political unconscious, Cornel l Univers i ty Press, New Y o r k , 1981, pp. 161-169.

6 En el pr imer l ibro , ocurren cinco episodios en que aparece este tipo de personaje entre las páginas 110 y 220 (111, 139, 154-155, 159-160, 216-217).

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mente con los p r imeros años de la v i d a del héroe, ya sea Amadís , Ga laor , Florestán u otros , y resulta poco frecuente en lo sucesivo.

A i n a r r a r las cuitas, los " r e l a t o r e s " generalmente d r a m a t i ­zan sus historias med iante el uso de u n estilo d irecto en el que a b u n d a n los diálogos entre ellos mismos y los que les h a n i n j u r i a ­do , o entre terceras personas; si no se recurre al diálogo, al m e ­nos algunas expresiones de los actuantes se presentan verbatim, l o ­grando que lo acontecido se revele en u n a f o r m a dinámica y se actualice ante los ojos del lector. Su función p r i m o r d i a l , al n a r r a r la c u i t a , es l a de constituirse en narradores dentro de la n a r r a ­c ión, con la pecul iar cua l idad de serlo en p r i m e r a persona, algo que les dota de m a y o r interés y que renueva la atención del lector en u n a narración extensa en tercera persona.

E l desarrollo psicológico de este t ipo de personajes está m i n i m i ­zado (algo de su i n t e r i o r i d a d se percibe al n a r r a r ellos sus cuitas , pero se t r a t a más de sentimientos genéricos que de manifestacio­nes de sus personalidades) porque su función es s implemente i m ­pulsar hacia adelante la narración. Las observaciones de A . M a n ­c i n i sobre personajes similares a estos en la n a r r a t i v a del Seicento pueden aplicarse aquí:

I personagg i appa iono e s compaiono senza u n a rag ione i m m e d i a ­t a m e n t e percep ib i l e ; la sola presenza guarant isce l a legittimità del le l o r o a z i o n i , de i l o r o gesti , delle l o r o paro le . U n r o m a n z o d i r i s o l u t o i m p i a n t o psicologico p u ò a p p r o f o n d i r e u n a t r a m a con i l l ento d i p a ­narsi del racconto, scavando ne i personaggi per mettere i n luce v i n c o l i l o g i c i d i cause ed e f f e t t i . U n r o m a n z o d ' a v v e n t u r a deve d i c o n t i ­n u o creare n o d i n a r r a t i v i e sc iog l ier l i a l più presto per c o lmare le aspettative del le t tore , r i n n o v a r l e o soddisfarle a r i t m o costante; deve t r o v a r e u n meccan i smo romanzesco i n c u i lo s c i og l imento si g i u s t i ­fichi da se, senza b isogno d i a l tre sp iegazioni che i c o n c a t e n a m e n t i de i f a t t i n a r r a t i (le " s t r u t t u r e d i successione" , come le c h i a m a i l B u t o r ) 7 .

E n el Amadís, la aparición de este t ipo de personaje d i s m i n u y e en relación con el crec imiento del héroe; según éste adquiere f a m a ,

E n los libros sucesivos, aunque también aparecen (2: 399, 559-563; 3: 671), lo hacen con mucho menor frecuencia. En el l ibro 4, con la reaparición de Darioleta, que viene a buscar a Amadís para sacarlo de su letargo m a t r i m o ­nial (1247-1249), reaparece este tipo de personaje, aunque de forma algo dife­rente, ya que conocíamos a la dueña con anterioridad

7 A . M A N C I N I , " M o t i v i e forme della narrativa eroico-cavalleresca del p r i ­mo Seicento", Forum Italicum, 5 (1971), p. 262. El estudio de Butor en español

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t iene menos obligación de p r o b a r su temple en aventuras " o r d i ­n a r i a s " . Pero el n a r r a d o r siente el deber de explicarnos esta re ­ducción en las aventuras de u n a m a n e r a convincente :

Y quiero que sepáys la causa por que estos caualleros caminauan tan largos caminos sin auentura fallar como en los tiempos passa-dos era porque no entendían todos en ál salvo en aderegar y apare­jar las cosas necessarias para la batalla; que les semejaua, según la grandeza de aquella afrenta, que entremeterse en las otras deman­das que a ésta empachassen era caso de menosualer (4 , p. 1076) .

E l mensajero. Los antecedentes de este personaje h a n sido estudia­dos con algún d e t e n i m i e n t o 8 . E n el Amadi's el desempeño de este cargo se comis iona , f recuentemente , a personajes de m a y o r esta­t u r a (por su participación en la acción) que los enumerados hasta ahora . A l p r i n c i p i o de la novela, cuando a b u n d a n los lances béli­cos, los mensajeros que t raen nuevas a la corte de los últimos su­cesos de la v i d a de los héroes s irven para eslabonar la secuencia t e m p o r a l de la corte de acuerdo con los acontecimientos que t i e ­n e n lugar fuera de ella. A q u í la función del mensajero vuelve a ser la del s imple re la tor . M u c h o más i m p o r t a n t e es la labor de los dos mensajeros por excelencia, Gandalín y la Donce l la de D i ­n a m a r c a . Su oficio no se l i m i t a a la entrega del mensaje, sino que se extiende a sus propias observaciones acerca del estado anímico del r emi tente . Así , no sólo adquiere m a y o r co lor ido e intens idad el mensaje, sino que también cobra v i d a el mensajero. E l e r m i t a ­ño Nasc iano , por e jemplo , revela u n sentido n a t u r a l de d i p l o m a ­cia que le p e r m i t e amonestar a los paladines y hacerles deponer las armas. A u n q u e n o m i n a l m e n t e era sólo u n mensajero, su ca­rácter es más el de u n embajador . E l crec imiento psicológico de Nasc iano es e x t r a o r d i n a r i o ; l lega a convertirse en santo, con u n a

puede verse en M . B U T O R , "Estudios sobre la técnica de la nove la" , Sobre li­teratura, Seix Barra l , Barcelona, 1967, pp. 112-129.

8 Para los antecedentes artúricos del mensajero, véase A L E X A N D E R H . K R A P P E , " T h e Gra i l messenger", PhiQ 26 (1947), pp. 352-357. Krappe alude a u n estudio de F. PARÍS (RO, 10, 1881, pp. 476 ss.) en que se estipulan los antecedentes clásicos del personaje. Para Krappe, la mujer como mensajera es, probablemente, una exotic feature importada de I r landa . L . A . M U R I L L O , " T h e summer of m y t h ; Don Quijote de la Mancha and Amadís de Caula", PhiQ, 51 (1972), 145-157, alude al l ibro de R. S. L O O M I S , Celtic myth and Arthurian romance, Co lumbia Univers i ty Press, New Y o r k , 1927, en que se indica que el prototipo arcano de este tipo de personaje es una diosa de la vegetación en antiguos mitos célticos.

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voz cuyo temple m o r a l d o m i n a a los héroes mismos . E n los hombres que Amadís elige para el propósito de sol ic i ­

t a r ejércitos antes de las grandes batallas, vemos la alta conside­ración que merece el oficio de mensajero en la obra . L a persona de l mensajero es u n mensaje en sí; no sólo debe ser depositario de la conf ianza de qu ien le da el cargo, sino que debe ser lo suf i ­c ientemente d igno y hábil como para representar al personaje que lo comis iona. F u n c i o n a l m e n t e , la labor del mensajero es la de ex­h i b i r v i r tudes — t a l e n t o diplomático, h a b i l i d a d de estadista— que los héroes jóvenes todavía no poseen, y que la presencia de los mensajeros hace que se reflejen v i car iamente en ellos. E l recapitulador. C o n el avance de la narración el narrador confiere más funciones a los personajes que ha ido creando. S in resc indir su prop io papel de cronista omnisciente, el narrador comparte con algunas voces las funciones que al p r i n c i p i o desempeñaba solo. E l recap i tu lador — e l personaje que nos da breves resúmenes de lo o c u r r i d o — aparece en el tercer l i b r o , cuando d o n GanHales le recuerda a O r i a n a el a m o r que Amadís s iempre ha sentido p o r el la , y al hacerlo evoca los orígenes de Amadís llamándole D o n ­cel del M a r , y el i m p o r t a n t e episodio del rescate de Arcaláus (3 , p . 669). L u e g o , el rey T a f i n o r de Bohemia recuenta el episodio de la batal la contra Abies de I r l a n d a y la f o r m a en que Amadís fue reconocido por su padre Perión (3, p. 763). Pero es en el cuarto l i b r o donde más frecuentemente se delega esta función en d i s t i n ­tos personajes. Agra jes , G r a s i n d a , El i sabad , Nasciano y L i s u a r -te , en diferentes ocasiones, r e m e m o r a n dist intos sucesos de la n a ­rración (4, p p . 9 8 1 , 1037, 1043-1044, 1124-1125, 1178-1180). E l discurso de L i s u a r t e es p a r t i c u l a r m e n t e detal lado y completo .

L o que se logra con esto es, por una parte , refrescar la m e m o ­r i a del lector sin la intervención de la voz del narrador (vale añadir que las rememoraciones de los recapituladores o c u r r e n en s i tua­ciones que vienen al caso: Lisuarte , por ejemplo, recapitula cuando le entrega a Amadís su h i j a O r i a n a ; la recapitulación tiene la for ­m a de discurso en u n a ocasión solemne, y por lo tanto no resulta fuera de lugar que se produzca el recuerdo) , y por o t ra , hacer que el pasado novelesco se encadene y expl ique el presente. Los sabios. L a delegación de facultades autoriales vuelve a p r o d u ­cirse, de f o r m a aún más signif icante, en los " s a b i o s " , personajes que se c o m p a r a n y pueden relacionarse con el " n u n c i o " de la épica 9 . E l personaje dotado de sabiduría es u n vocero de las o p i -

9 Véase R O D N E Y D E L A S A N T A , The epic voiee, M o u t o n , The Hague-Paris,

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niones del narrador con relación a algunos temas de gran i m p o r t a n ­cia para él. E n Amadís y otros personajes, el alcanzar esta sabi ­duría — g r a d u a l m e n t e — es u n a parte intrínseca de su desarro l lo , c omo veremos. E l sabio, en contraposición, es u n personaje que y a posee este d o n cuando aparece por p r i m e r a vez en la t r a m a . P o r dar u n e jemplo de la a f in idad entre sabio y n a r r a d o r , véanse las siguientes palabras del sabio U n g a n al rey Perión:

Las cosas ordenadas y permetidas de Dios —dixo el maestro— no las puede ninguno estoruar n i saber en qué pararán, y por esto los hombres no se deuen contristar n i alegrar con ellas, porque muchas vezes así lo malo como lo bueno que dellas a su parecer ocurrirles puede, sucede de otra forma que ellos esperauan ( 1 , pp. 27-28).

Compárense con el comentar io del r e f u n d i d o r al t r i u n f a r el rey L i s u a r t e sobre las huestes de sus enemigos:

por donde conoceréys que la soberuia y gran saña, y el peligro tan junto y tan cercano que estas gentes tenían vnas de otras, no podie-ron estoruar aquello que Dios, poderoso en todas las cosas, tenía prometido que se hiziesse (4, p. 1118).

Todas las opiniones expresadas por los sabios quedan corro ­boradas en algún m o m e n t o por el n a r r a d o r . Este " a c u e r d o " de opiniones revela que la creación de los sabios constituye u n a r t i f i ­cio para o torgar más a u t o r i d a d a la voz del n a r r a d o r , que es sa­b io por comparecer con ellos.

L a sabiduría es u n a v i r t u d de la vejez. U n g a n el Picardo, Nas-c iano , Grumedán , d o n Guilán, A r g a m ó n , tío de L i s u a r t e , El isa -b a d , Perión ( q u i e n desaparece de la acción y regresa casi al final, ya entrado en años) , y por supuesto, U r g a n d a , son todos venera­bles por su l ongev idad . H a c i a lo que ellos representan, que es la esfera de conciencia del que ya ha conocido el engaño de los sen­tidos y la ambición terrena y ahora predica el desapego de lo m u n ­d a n o , se m u e v e n los héroes a través de las crisis que les toca v i ­v i r : Perión es el me jo r e jemplo de este desarrol lo . H a y , sin e m ­bargo , u n personaje que sin haber c u m p l i d o su mocedad exhibe su sapiencia desde el pr inc ip io : la doncella M a b i l i a , personaje único de su clase en el Amadís. Su sabiduría parece ser algo n a t u r a l en

1967: " . . .the h u m a n l imitations inherent in the epic form demand a lesser voice, one wich w i l l complement the omniscient, but in a manner subject to and circumscribed by those l i m i t a t i o n s " , p. 15.

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el la , como otorgado solamente de la m a n o de D i o s ; el personaje se asemeja a las sibilas de la Antigüedad clásica. M a b i l i a compar­te con Perión, Amadís y O r i a n a la facu l tad de conocer el f u t u r o a través de sueños p r e m o n i t o r i o s . Es ella qu ien en el p r i m e r l i b r o consuela a O r i a n a cuando Arcaláus viene a la corte para a n u n ­c iar la m u e r t e de Amadís , y al consolarla a d i v i n a la verdad : que Arcaláus se ha robado las armas, pero Amadís no ha m u e r t o ( 1 , p . 187). Más adelante, al sentir O r i a n a celos cuando Amadís p r o ­mete l levar a B r i o l a n j a a probar las marav i l las de la Inso la F i r ­m e , M a b i l i a amonesta a la j o v e n por sus sospechas, y ésta le pide perdón y le ruega que hable con Amadís para saber su propósito (2 , p p . 506-507) . E l personaje de M a b i l i a , además de poseer sa­biduría, encarna el sentido c o m ú n ; es el eslabón entre la a c t i t u d filosófica de los sabios y el acontecer de la v ida de los héroes, en­tre la teoría m o r a l y su prax is .

Los sabios, por su natura leza , no están sujetos a los cambios que e x p e r i m e n t a n los héroes; su función es i n t r o d u c i r la prédica del camino del b i en en el n ive l de la acción, p e r m i t i e n d o que el lector compruebe en el t r a n s c u r r i r de los acontecimientos — e n la v i d a de la n o v e l a — los resultados y efectos de las enseñanzas de los sabios y el n a r r a d o r , lo cual debe ser el f r u t o de la l e c tura . Su f o r m a de relacionarse con la acción es, además, u n a represen­tación de la a c t i tud c ontempla t i va ante los eventos humanos que el n a r r a d o r preconiza tanto explícitamente — a través de las m o ­ralizaciones en el t e x t o — como de m a n e r a implícita, a través de su postura n a r r a t i v a . L a intención p r i m o r d i a l en el acto de crea­ción de estos personajes no parece ser tanto la de crear d ivers idad de voces — e n el fondo son la m i s m a voz— o la de querer ocu l tar ­se tras varias máscaras m o n i t o r i a s — e l n a r r a d o r no cesa de i n t e r ­v e n i r , no p e r m i t e la disminución de su p r o p i o p a p e l — como la del ar t i f i c i o de c o m p a r t i r el legado esp i r i tua l con testigos presen­ciales de la acción cuya sabiduría queda constatada por la acción m i s m a .

2. L A S FUERZAS DEL M A L

E l t i p o de maniqueísmo l i t e r a r i o que i m p r e g n a todo el Amadís se supedita a una concepción de la esencia del ser h u m a n o . D o n G r u -medán, cuya sabiduría es algo que se nos recuerda a menudo ( "co­m o en esta hys tor ia se vos ha mostrado , en todas sus cosas era v n cauallero m u y entendido en t o d o " , 4, p . 1163), nos alecciona

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sobre la razón de la existencia de la m a l d a d ; todos somos n a t u r a l ­mente más incl inados al m a l que al b i e n :

Mas como las virtudes son ásperas de sufrir, y ay en ellas muy ás­peros senderos, y las malas obras al contrario, y como todos natural­mente seamos más inclinados al mal que al bien, seguimos con to­da afición aquello que más al presente nos agrada y contenta, y des-cuydámosnos de lo que, ahunque al comienco sea áspero, la salida y fin es bienauenturada (4, p. 1164).

A esta propensión se une el hecho de que i n c i d i r repet idamente en actos del ict ivos va creando u n a costra de m a l d a d —las cade­nas del pecado— que la persona no puede r o m p e r y que llega a const i tuirse en su naturaleza . A este t ipo de pecador vicioso sólo D ios puede salvarlo :

puédese con razón creer que aquellos que las malas obras acompa­ñan fasta la vejez, que con ellas dan fin a sus días si la gracia del muy alto Señor, más por su santa misericordia que por sus méritos, no les viene para que con tiempo sean reparados (3, p. 661).

L a regeneración es posible, pero la experiencia — y la exper ien­cia de la novela así lo r e f l e ja— enseña que las más de las veces ya está el c r i m i n a l t a n endurec ido que no puede aprovecharse de la gracia actual que el Señor le o torga ; así Arcaláus, her ido por Amadís ,

fizóse curar con entención de ser peor que de antes, y fazer mayo­res males que de antes, como fazen los malos; que ahunque Dios en ellos espira, no quieren n i desean ser desatados de aquellas fuer­tes cadenas qu'el enemigo malo les tiene echados; antes con ellas son levados al fondón del infierno, como se deue creer que este ma­lo lo fue (4, p. 1348).

Estas ideas, que no son nada heterodoxas n i originales en su época , presiden la concepción que el n a r r a d o r t iene del personaje novelesco. Por o tra par te , func i onan en el Amadís los postulados de u n a d o c t r i n a genético-aristocrática del b i en y el m a l : las espe­cies engendran a sus semejantes, y así casi siempre b ien genera b i e n y viceversa. De Arcaláus se nos dice que era u n " c a u a l l e r o de baxa condición y no de grande estado" (4, p . 1163), y la re­dención del gigante Balan se debe a la santidad de su madre , fuerza que contrarresta la m a l d a d a que generalmente se i n c l i n a b a n los

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jayanes. D e la m i s m a f o rma , aunque la valentía es v i r t u d que pue­de ser c o m p a r t i d a por hombres de or igen h u m i l d e , no así la " h o ­nesta mesura y po l ida crianga, porque esto es deuido aquellos que de l i m p i a y generosa sangre v i e n e n " (3 , p . 823). A p a r t i r de estas premisas se comprende el carácter i n m u t a b l e de la villanía de a l ­gunos personajes, de los cuales Arcaláus es el me jo r e jemplo : pe­se a que Amadís le da la l i b e r t a d al fin de la novela , Arcaláus no / puede de jar de od iar , y lo hace ahora con m a y o r in tens idad . E n esto se d ist ingue el v i l l ano del personaje que s implemente se e q u i ­voca ( como B a l a n o el m i s m o L i s u a r t e ) : en éstos la equivocación es pasajera y hay pos ib i l idad de enmiendas y a r r e p e n t i m i e n t o , de lo cual son incapaces los v i l lanos .

Todos los v i l lanos e n t r a n en la acción siéndolo y a , y puede entreverse que los episodios de sus vidas que se mezc lan con l a ! t r a m a centra l const i tuyen u n a manifestación de su peor v i c i o , de sus defectos esenciales. Los tres defectos principales que estos perso­najes encarnan son la soberbia, la ambición y el deseo de vengan­za. A veces el defecto pasa a f o r m a r parte del n o m b r e del perso­naje —como Ardan el Soberbio. Arcaláus y Arábigo (cuyo n o m b r e i n d i c a su defecto " é t n i c o " , si no m o r a l ) reúnen las tres imperfec ­ciones. Patín es p r i n c i p a l m e n t e soberbio, pero además fanfarrón e h i r i en te en su t r a t o . Los gigantes, por o t ra par te , son a m b i c i o ­sos y crueles, pero su lacra f u n d a m e n t a l es su paganismo, que les l leva a od iar a los crist ianos.

E n los tres defectos esenciales que hemos enumerado puede discernirse u n a noción del m a l que depende de la actuación del h o m b r e en la sociedad. Se j u z g a al personaje por sus interacc io ­nes con otros en la configuración política que la novela propone . A este respecto, conviene añadir que una de las intenciones p r i n ­cipales de M o n t a l v o al r e f u n d i r el Amadís fue componer u n a dis­ciplina regum, o sea u n m a n u a l de buen gobierno para los reyes y su corte. Esto hace del Amadís u n produc to híbrido en que la ficción se v incu la a u n propósito docente específico, que P. M a c h e -rey categorizaría como "représentation idéologique"10'. Para Macherey, el tema del buen monarca sería uno de los objetos-temáticos-matri-ces, y los personajes serían elementos narrat ivos internos en la

figuration de la obra . L a representación ideológica y la figuración se desarrol lan simultáneamente, y la fábula, que d e t e r m i n a el or -

1 0 P. M A C H E R E Y , Pour une théorie de la production littéraire, L ibra i r i e Fran-cois Maspéro, Paris, 1966. Véase especialmente " L ' i m a g e dans le m i r o i r " , pp . 142-157, y " L a fonction du román" , pp. 255-266.

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den del texto , p e r m i t e t r a n s c r i b i r al n ive l de la figuración la p r o ­yección ideológica. E n este sentido, los defectos deben ser adver ­t idos como motivac iones nocivas en u n régimen monárquico de t i p o autocrático. Los personajes que los encarnan son nobles o pseudo-nobles por n a c i m i e n t o , y su rango de caballeros les con­fiere u n a posición social que conl leva ciertas obligaciones desa­tendidas por ellos, debido a u n a o varias de las fallas de carácter enumeradas . Los v i l lanos f u n c i o n a n m a l , y por ende en c ont ra del o rden social propuesto en el Amadís, que es el de u n a m o n a r ­quía utópica. Su eliminación, entonces, es u n acto de adhesión al o rden . Inc luso cuando Amadís se enfrenta al rey L i s u a r t e , pa ­dre de su p r o m e t i d a , podemos ver al héroe como defensor del or ­d e n , ya que es el rey q u i e n , equivocadamente , no cumple con sus deberes, al no ser generoso con sus defensores y al prestar a ten ­ción a malos consejeros. U n o de los a tr ibutos del héroe es el ser u n subdito perfecto — c o m o el C i d — para q u i e n el o rden de la sociedad ideal en que se mueve siempre tendrá más i m p o r t a n c i a que su destino personal . Esto expl ica por qué Amadís , pese a l l e ­gar a ser la m a n o derecha de L i s u a r t e , no se atreve a pedir la m a ­no de O r i a n a : la j o v e n es h i j a de rey , y el m a t r i m o n i o no le sería ventajoso. Es preciso, entonces, que el rey cometa graves errores y que decida casar a O r i a n a con u n h o m b r e poco d igno , para que Amadís se sienta jus t i f i cado del rapto de la princesa: puede apo­yarse en razones de estado para hacerlo. Los caballeros que s i ­guen a Amadís nada saben de su pasión, y le siguen s implemente porque la unión les convertiría en subditos de Patín.

L a m a l d a d de los v i l lanos consiste, entonces, en la infracción de a lguno de los códigos ideológicos vigentes en el m u n d o de la novela . Las infracciones pueden reducirse a cinco categorías. Las dos pr imeras se v i n c u l a n con el " o r d e n t r a s c e n d e n t a l " que la no ­vela propone , y las otras tres const i tuyen violaciones específicas de los códigos de c o m p o r t a m i e n t o de los personajes. Las enume­ramos a continuación:

1. Ac t i tudes ant i - cr i s t ianas . C o m o ya hemos indicado antes, los gigantes, en su paganismo, representan este e r ro r me jo r que cua lquier o tro personaje. Pero la m i s m a ac t i tud puede verse en la crueldad vengat iva de Arcaláus. E l rey Arábigo representa u n a amenaza no sólo contra u n país y u n a f o r m a de gobierno , sino además contra el cr is t ianismo y la civilización occ idental .

2. Desobediencia del orden social. E l rey — L i s u a r t e m i s m o lo dice varias veces— existe y opera por v i r t u d de la v o l u n t a d de D i o s . Así, la v o l u n t a d del R e y es sagrada, y u n acto de rebelión

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sólo es permis ib le cuando las acciones del rey m i s m o amenazan con des t ru i r el sistema. A u n dentro de la rebelión, no se concibe l a pos ib i l idad de a l terar el sistema de gobierno , y la persona del rey sigue siendo sagrada. Estas dos p r imeras categorías son, po ­dría decirse, las dos caras de u n a moneda , y ésta es la concepción de carácter trascendental de la v i d a y la sociedad, esta última v is ­t a como reflejo del " p l a n d i v i n o " .

3. Infracción de las leyes que r igen los combates. L a v i r t u d p r i n c i p a l del caballero es su e q u i d a d , su sentido de j u s t i c i a ( u n a v i r t u d eminentemente social). Por lo t a n t o , su a c t i t u d c o m b a t i v a n u n c a se verá manc i l l ada con el aprovechamiento de trucos que le p r o c u r e n venta ja sobre su contr incante . Así, el ataque de dos o más contra u n o — a l g o que sólo pueden hacer los v i l l a n o s — es in jus t i f i cado . También lo es el uso de artes mágicas (Arcaláus) o de ardides indignos (como cuando Ardan Cani leo se aprovecha del hur to de la espada de Amadís) . Las mismas reglas operan cuan­do se le dan a u n caballero armas falsas (como a L i s u a r t e , 1 , P - 2 7 6 ) .

4. Infracción de las reglas de la cortesía. L a l u j u r i a no es u n v i c io t a n condenado en el Amadís como la falta de u r b a n i d a d . Galaor , hedonista sin par en la novela, sostiene varios lances amo­rosos, pero su erot ismo nunca se expresa en términos vulgares o v io lentos . Es el acto del fuerte contra el débil, el querer forzar a u n a doncella, lo que resulta repudiab le en la novela , y no el en­cuentro sexual, contra el que no se m o r a l i z a . E l pacto que se es­tablece en u n a cu i ta entre el caballero y la doncella cu i tada da ocasión a otras dos formas menores de r u p t u r a del o rden : en p r i ­m e r lugar , la invención de la cu i ta , o sea, la alusión a u n prob le ­m a que en rea l idad no existe para l ograr llevarse al caba l l e ro 1 1 . E l peso de la obligación del caballero i m p i d e que se detenga a con­siderar la pos ib i l idad de u n a t r a m p a . ( L a obligación puede más que el caballero m i s m o . N o le es dado a éste penetrar el propos i to de q u i e n solicita su ayuda . ) L a o t ra r u p t u r a del orden consiste en lograr que el caballero dé su pa labra a ciegas — q u e conceda u n d o n — para luego usar esto contra los intereses del m i s m o ca­bal lero que lo ha otorgado. U n e jemplo típico de esto es la f o r m a en que Arcaláus obtiene su l iber tad : Amadís se compromete a con-

1 1 H a y varios ejemplos de esto en la novela. Véase, por ejemplo, la falsa narración de la doncella que llega a la corte del rey Lisuarte ( 1 , pp. 262-263) para lograr que el rey la siga a una trampa que le tenían preparada. A l final de la obra, otra doncella se lleva a Lisuarte a donde será encantado, alegando que u n caballero quiere forzar a su hermana (4, p. 1324).

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cederle u n favor a u n a dueña que resulta ser la esposa del super-v i l l a n o , para luego verse forzado a darle la l i b e r t a d a Arcaláus, y c u m p l i r lo p r o m e t i d o (4 , p . 1345). O sea, que los v i l lanos saben que pueden atrapar a los héroes con las rígidas cadenas de su propio cód igo de c o m p o r t a m i e n t o , y éstos no pueden hacer nada para ev i tar l o . Su sentido del honor es su camisa de fuerza.

5. Infracción de las reglas de la m a g i a . Las artes mágicas, y su efecto sobre los aconteceres de la t r a m a , son parte de la r ea l i ­d a d en el Amadís. Por esto, no sólo el uso indeb ido de artes mági­cas para alcanzar fines reprobables , sino también el aprovecharse de la creencia de los personajes en lo relacionado con prodigios es u n acto condenable. Ga laor pierde su caballo cuando u n caba­l lero consigue que descienda de él para probar el agua de u n a fuen­te encantada que, según dice el ment i roso , tiene la prop iedad de servir de antídoto contra cua lquier t ipo de ponzoña ( 1 , p . 187). Esta c redu l idad es la que explota también Arcaláus al l levar a L i -suarte una corona y u n manto con falsas propiedades mágicas para obtener más tarde que L i suar te tenga que entregarle a O r i a n a .

Todas las expresiones del fenómeno m a l d a d en el Amadís se v i n c u l a n a u n a o varias de estas categorías. Además , como hemos indicado, estas infracciones son exclusivas de los villanos principales o de sus vicarios de m e n o r cuantía. Los personajes " e q u i v o c a ­d o s " pueden cometer errores de j u i c i o , pero sin querer i n f r i n g i r verdaderamente el o rden establecido por las reglas. E s t r u c t u r a l -mente , la m a l d a d constituye la cont rapar t ida de la representación ideológica del r e f u n d i d o r , M o n t a l v o .

N i n g u n o de los vi l lanos se t r a n s f o r m a al b ien en la obra , pero como veremos, Arcaláus es el que más se " h u m a n i z a " . U n rasgo, s in embargo , es común a muchos : su villanía no i m p i d e que t en ­gan algunos atr ibutos loables; su esencia c o r r u p t a no les convierte automáticamente en la perfecta antítesis de las v i r tudes caballe­rescas. E l va lor y la per i c ia m a r c i a l son atr ibutos que a m e n u d o c o m p a r t e n los vi l lanos con los héroes. Ga lpano y Dardán, Abies — q u e aunque no se t rans forma, se arrepiente y muere como buen cr i s t iano—, Barsinán, L indoraque , Ardan Canileo, Cildadán, Ará­b igo y Arcaláus, y todos los gigantes, son valientes luchadores, con largos historiales de hazañas belicosas. Frente a esto, resalta la fanfarronería y p u s i l a n i m i d a d de los caballeros ital ianos y su líder Patín, que son en la novela los más despreciables, aunque incluso entre ellos se encuentren caballeros como A r q u i s i l , a qu ien Amadís hace emperador , y que reúne las v i r tudes requeridas del cargo. E l ataque nada velado a I t a l i a hace que veamos el mensaje

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político del Amadís más específicamente: al r e f u n d i d o r le interesa enaltecer la monarquía española frente a potencias rivales en E u r o p a .

Los gigantes, generalmente , actúan de u n a f o r m a más salvaje que los otros v i l lanos , pero les fa l ta astucia y sentido de propósi ­t o . Sus mot ivos son produc to de su esencia: por su carácter de anormales están automáticamente situados fuera del o rden n a t u ­r a l . Es en los otros v i l lanos donde se revela la intención perversa, la inclinación al m a l . E n el papel que les toca desempeñar — y su eterna d e r r o t a — se mani f ies ta constantemente la j u s t i c i a de l o r d e n i m p e r a n t e , su carácter de " d a d o de la m a n o de D i o s " . E n general , entonces, la función de los v i l lanos en la novela es m e r a ­mente simbólica: representan a las fuerzas del m a l , siempre e lucu­b r a n d o nuevos ataques en su m u n d o de t in ieb las . Y , más concre­tamente , son personificaciones de los vicios que más amenazan la j u s t i c i a del o rden establecido.

3. L A S FUERZAS D E L BIEN

A u n q u e la t rayec tor ia de Amadís es el h i l o de la t r a m a , no es éste el único personaje cuyo desarrol lo perc ib imos c laramente en la obra . Conv iene pensar en u n a d u a l i d a d de desarrol lo que une las personalidades de Amadís y L i s u a r t e (y no Amadís y O r i a n a ) co­m o los dos polos del eje de la acción. Existe , además, u n g r u p o de personajes —todos de las fuerzas del b i e n — que evo luc ionan con juntamente (Galaor , O r i a n a , Gandalín, Agra jes ) , aunque su evolución esté menos marcada . E l proceso de evolución sugiere u n a serie de cambios —o al menos de realizaciones de po tenc ia l i ­dades— y por eso resulta necesario, antes de hab lar de este p r o ­ceso, de f in i r la natura leza del personaje según se nos da al p r i n c i ­p io de la novela .

E n novelas de o t r a índole (de m a y o r c o m p l e j i d a d , si se qu ie ­re) la constitución esencial del personaje es algo que no parte de cualidades a priori y que el lector capta a través del f lu jo i n i n t e ­r r u m p i d o de la narración. E n el Amadís, nos encontramos con u n a obra donde existe no sólo u n a jerarquía de valores, sucesos y per­sonajes, sino además, como ya se ha visto en los v i l lanos , u n a fi­jac ión de las cualidades esenciales que l i m i t a la gama de expe­riencias psicológicas: u n héroe puede equivocarse, pero nunca ac­t u a r como u n v i l l a n o ; u n v i l l ano puede ser va l iente , pero n u n c a aprox imarse a la m a g n a n i m i d a d del héroe, que es, por o t r a par -

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NRFH, X X X I X T I P O L O G Í A D E L O S P E R S O N A J E S E N E L AMADÍS 841

te , in f l ex ib le . Las esencias del b i e n y del m a l son m u t u a m e n t e excluyentes, y no existen posibi l idades relat ivistas ; según ha i n ­dicado F . W e b e r de K u r l a t , " c i e r t o s elementos permanecen i n ­var iables , tanto en el p lano del b i en como del m a l " 1 2 . D e aquí que el protagonista — y todos los protagonistas son héroes, en dis ­t i n t o g r a d o — sea desde u n p r i n c i p i o u n dechado de v i r t u d e s , u n compuesto de ciertas cualidades específicas.

Para d e t e r m i n a r los componentes de la personal idad heroica en el Amadís debe recurr irse a las características tradic ionales del héroe é p i c o 1 3 . L o que d ist ingue al héroe épico de quienes lo r o ­dean no es básicamente u n a di ferencia de t ipo c u a n t i t a t i v o . Se­gún G . R . L e v y ,

His poetic separation [la del héroe] from the ordinary man is not social, not even occupational. I t is a difference in k ind . The heroes of the Iliad and the Mahabharata are shown only among their peers on either side of the combat. Excellence is their business, and pride their r u i n 1 4 .

Esta predisposición i n i c i a l , razón del destino del héroe, le co­loca en u n a esfera superior en todos los sentidos. E n los a r r o b a ­mientos amorosos como en los momentos de do lor y despecho, en la paz como en la guerra , el héroe será siempre m a y o r que su c i rcunstanc ia .

E l heroísmo de Amadís nunca consistirá en desviarse de la r u t a que conduce a la buena caballería — e n situarse fuera de la con­cepción de lo que debe ser u n caballero, aceptada por la rea l idad de la n o v e l a — sino en l levar a u n extremo las v i r tudes que todos a d m i r a n , ya sea en amores, en hazañas o en m o r a l cr is t iana . E n esto se manifiesta también lo clásico de su heroicidad. Según W . P.

1 2 En "Estructura novelesca del Amadís de Gaula", Revista de Literaturas Mo­dernas, 5 ( 1 9 6 6 ) , p. 5 2 .

1 3 L a comparación estaría justificada simplemente por el hecho de que el refundidor, en su prólogo, se refiere directamente a Héctor y Aquiles ( 1 , p. 8 ) . Además, el Leomarte una fuente del Amadís según M . R. L I D A ( " E l desenlace del Amadís p r i m i t i v o " , en Estudios de literatura española y comparada, Eudeba, Bue­nos Aires, 1 9 6 6 , pp. 1 4 9 - 1 5 6 ) , es una recopilación de las aventuras de los hé­roes griegos. Nuevamente quisiéramos referir al lector al estudio ya citado de

J . M . C A C H O B L E C U A , Amadís: heroísmo mítico-cortesano. 1 4 G. R. L E V Y , The sword from the rock, The Grove Press, New York , 1 9 5 3 ,

p. 8 9 . Véase, además el capítulo sobre "Heroes and r u l e r s " en E. R. C U R -T I U S , European literature and the Latin Middle Ages, Harper and Row, New York , 1 9 6 3 , pp. 1 6 7 - 1 8 2 .

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K e r , " t h e great m a n is best i n th ings i n w h i c h everyone is f a m i ­l i a r " 1 5 . E l t r i u n f o del héroe co r robora constantemente la v e r d a d de la ideología y el sistema que la novela propone . Amadís , como Beowul f , es u n a especie de atleta de D i o s 1 6 , de ejecutor de su vo ­l u n t a d ; su lea l tad a L i s u a r t e , aunque p r o f u n d a , porque es el r ey , es inc idente ; su verdadera lealtad es al concepto de la monarquía, y esto expl ica que Amadís se aparte de L i s u a r t e cuando éste deja de ajustarse a lo que debe ser u n rey . A l irse de la corte de L i ­suarte, Amadís le recuerda: " Y o no me puedo despedir de vasa­l l o , pues que nunca lo fue vuestro , n i de otro alguno sino de D i o s " (2 , p . 554) .

Amadís no l lega a ser, sin embargo , el héroe perfecto. Su tra-gic flavo — q u e no es más que su c a d u c i d a d — se revela tarde en l a novela , pero con n i t i d e z . Esto viene a completar su ca l idad de héroe clásico, según algunos comentaristas de la épica. G . R . L e v y , p o r e jemplo , al d i s cut i r el carácter del héroe, op ina que G a l a h a d " i s not an epic hero because he is w i t h o u t c o n f l i c t " 1 7 . E n la lita­da y la Odisea, L e v y ve a Odiseo como u n personaje que exper i ­m e n t a desarrol lo , pero no transformación — c o m o A q u i l e s — al inic iarse la epopeya t r o y a n a , y esto se debe a su " m a d u r e z " des­de el i n i c i o 1 8 . Pero Ulises no carece de conf l icto ; se lo p r o p o r c i o ­n a n su p r o p i a insaciable cur ios idad , su i rreverenc ia y su exceso de fe en sí m i s m o 1 9 . Amadís , p o r su par te , t iene conciencia de su ascendencia l i t e r a r i a , y alude a ella al arengar a sus tropas pa ­r a el rescate de O r i a n a :

Después que no m e v iste , m i s buenos señores, m u c h a s t ierras es-trañas he a n d a d o , grandes auenturas h a n pasado p o r m í que largas serían de contar ; pero las que más me o c u p a r o n y mayores pe l igros m e a t r a x e r o n , fue socorrer dueñas y donce l las . . . p o r q u e assí co­m o éstas nasc ieron p a r a obedesger. . . así los de fuertes corazones es t remadamente entre las otras cosas las suyas deuen t o m a r . . . co­m o los griegos, los r o m a n o s en los t i empos ant iguos lo f i z i e r o n , pas-sando los mares , des t ruyendo las t i e r r a s , venc iendo bata l las , m a ­t a n d o reyes y de sus reynos los echando , so lamente p o r satisfazer las fuergas y i n j u r i a s a ellas fechas; p o r donde t a n t a f a m a y g l o r i a

1 5 W . P. K E R , Epic and romance, apud G. R . L E V Y , op. cit., p. 89. 1 6 PETER FISHER, " T h e triáis of the epic hero i n Beowulf, PMLA, 73

(1958), pp. 158-176. 1 7 L E V Y , op.cit., p. 223. 18 Ibid., p. 164. 1 9 Para más sobre este tópico véase el estudio de W I N S T O N W E A T H E R S , The

archetype and the psyche, The Univers i ty of Tulsa, Tulsa, O H , 1968, pp. 1-17.

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dellos en sus ystorias ha quedado, y quedará en cuanto el mundo durare (3 , p. 907).

L a relación de Amadís con los personajes épicos se basa en más que en las referencias que a éstos hace el n a r r a d o r ; el personaje m i s m o se siente parte de u n a tradición; conoce su " p a p e l " .

E l defecto de Amadís es la consecuencia inevi table de su m i s ­m a v i d a de acción. Llegará, con toda n a t u r a l i d a d , el m o m e n t o en que los reflejos del h i j o serán más inmediatos que los del p a ­d r e . Su final i n f e r i o r i d a d ante su h i j o Esplandián será, además, deb ida a la c o m p a r a t i v a pureza de sus respectivas causas. Y en esto, como en todo lo demás, la acción m i s m a indicará el cambio : la a v e n t u r a que "es tá reservada para o t r o " señalará la dec l ina­c ión del héroe.

4. E L DESARROLLO DE LOS PROTAGONISTAS

Señor —dixo ella— los buenos assi como los malos por sus nuevas son conocidos. . . ( 3 , p. 900).

Estas palabras, pronunc iadas por la doncel la que G r a s i n d a envía a L i s u a r t e , son ind i c i o de la relación entre acto y personaje que prevalecerá a través de toda la obra . C o n t i n u a m e n t e — m u y a l o Pero Bermúdez— Amadís desdeña a aquellos que combaten m e ­j o r con la lengua que con la espada, y él m i s m o nunca d i la ta los combates con intercambios de palabras. E l v i l l a n o , por su par te , es u n ser retórico y farisaico cuyos actos no se ajustan a sus pa la ­bras . Arcaláus, por e jemplo , le recuerda a Amadís que es p r o p i o de los héroes perdonar , aunque el m i s m o Arcaláus n u n c a perdo ­n a a nadie (4 , p . 1170).

E n el Amadís, los sucesos, la acción m i s m a , son la mani festa ­ción del personaje. L a acción lo es todo . E l j u i c i o de S. Bat tag l ia con relación a los personajes medievales ( " D a l l a «esteriorità» l a «persona» cristiana e m e d i e v a l e . . . si costruice i l bozzolo della p r o ­p r i a «interiorità». . . " ) 2 0 se aplica perfectamente al Amadís. Las acciones ind iv iduales serán la f o r m a de m e d i r a los personajes, y no existe el desarrol lo de u n personaje m a r g i n a d o de los aconte-ceres: el personaje es sus obras. D e aquí u n a especie de cibernéti­ca p r i m i t i v a , ya que el mecanismo de los "actos ex ter i o res " es

2 0 S A L V A T O R E B A T T A G L I A , Mitografia del personaggio, Rizzol i Editore, M i ­lano, 1 9 6 8 , p. 3 4 .

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también despliegue psicológico; la i n t e r i o r i d a d del personaje de­pende f u n d a m e n t a l m e n t e de ellos. Así, el acto exter ior n u n c a se­rá gra tu i t o en el Amadís; la concatenación de actos obedecerá t a m ­bién a los propósitos que r igen la t o t a l i d a d del p l a n n a r r a t i v o .

U n o de los pr inc ip ios que guían esta concatenación, según no ­t a r a M . R . L i d a , es el p r i n c i p i o de la gradac ión 2 1 . Puede n o t a r ­se el p r i n c i p i o de gradación en la narración de los incidentes m i s ­mos (como en los combates en que el caballero debe enfrentarse a enemigos de m a y o r fuerza cada vez hasta encontrarse con el más pel igroso, o en las pruebas de a m o r , en que diferentes e n a m o r a ­dos se someten a la prueba hasta que el m e j o r amante t r i u n f a ) . L a intención l i t e r a r i a es establecer u n interés creciente en el lec­t o r , que c u l m i n a con la v i c t o r i a del héroe. M á s a m p l i a m e n t e , en el fluir mismo de los acontecimientos de la novela, ciertos "sucesos-c u m b r e " v a n marcando la pauta de la t r a m a , que se mueve de u n suceso-cumbre a otro pasando por muchos otros incidentes cuya i m p o r t a n c i a es sólo c u a n t i t a t i v a . N a t u r a l m e n t e , el proceso de la v i d a de Amadís — y su desarrol lo como personaje— ar t i cu la el m o v i m i e n t o de la narración. E l es labonamiento de las acciones externas representa también, como hemos ind i cado , c rec imiento i n t e r i o r . Según L . Spitzer ,

Cualquier caballero de la novela caballeresca: Amadís, Perceval o Yvaín, aparece sufriendo una evolución interior, cuyas manifesta­ciones externas constituyen las diferentes ' 'aventuras" que jalonan su carrera. Y es en v i r tud de tales aventuras por lo que el caballero adquiere diferentes nombres, cada uno de los cuales revela la etapa alcanzada. De esta suerte, la evolución queda claramente indicada para el lector 2 2 .

E l uso de los diversos apelativos que recibe Amadís es revelador de la concepción del personaje. E l n a r r a d o r s iempre se refiere a él usando el n o m b r e que el personaje prefiere en el m o m e n t o da­do , pero como el cambio de n o m b r e n u n c a ocurre " f u e r a de es­c e n a " , sino que es presenciado p o r el lector , se establece u n t r i ­ple n u d o de c o m p l i c i d a d : el n a r r a d o r con el personaje y el lector con el n a r r a d o r y el personaje a la vez, como copartícipe de u n secreto que existe para otros personajes de la obra , pero no p a r a

2 1 M . R . L I D A , op. cit., p. 152. Véase también A R M A N D O D U R A N , Estruc­tura y técnicas de la novela sentimental y caballeresca, Gredos, M a d r i d , 1973, pp. 80-87.

2 2 L . S P I T Z E R , "Perspectivismo lingüístico en el Quijote", en Lingüistica e historia literaria, Gredos, M a d r i d , 1968, p. 139.

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él. O sea, el lector s iempre sabe que en el fondo el Cabal lero de l E n a n o , o de los Leones, o cua lquier o t ro n o m b r e , es Amadís , e l héroe . Pero el hecho de que exista la pos ib i l idad de desarrol lo en el personaje ind i ca que si b i e n , por u n a par te , existen ciertas cua­l idades y condiciones inmutab les en la constitución del héroe, y u n a c ierta predisposición a la v i r t u d que lo separa de los demás h o m b r e s , también hay elementos sujetos a evolución — a c a m b i o de n o m b r e — a través de los cuales se logra el crec imiento del per ­sonaje y su " h u m a n i z a c i ó n " . Amadís y Lisuarte. E l ascenso del héroe j o v e n es simultáneo a l a declinación del rey ya m a d u r o . E n este sentido, los dos persona­jes const i tuyen los polos opuestos del eje de la acción. L a F o r t u n a in terv i ene abundantemente en la obra , y su presencia i m p l i c a el necesario descenso del rey entronizado para dar paso al nuevo p a ­ladín in igua lab le . H a c i a el final, el m i s m o fenómeno se aplicará a Amadís , q u i e n debe ceder a favor de su h i j o Esplandián.

Además de ind i car u n a etapa en el desarrol lo del personaje, los nombres que Amadís recibe siempre se just i f i can explícitamente en el texto m i s m o . Así su p r i m e r n o m b r e . Dar io le ta le l lama A m a ­dís sin T i e m p o " p o r q u e creía que luego sería m u e r t o , y este n o m ­bre era allí m u y preciado porque assí se l l a m a u a u n santo a q u i e n la donzel la lo e n c o m e n d ó " ( 1 , p . 23) . L a p r i m e r a crisis que con­f ronta el recién nacido será la de sobrevivir , " t e n e r t i e m p o " . A q u í se manif iesta ya su naturaleza especial, cuando "acaesció v n a fer-mosa m a r a v i l l a , de aquellas que el Señor m u y alto quando a él plaze suele f a z e r " ( 1 , p . 24) , al salvarle Gandales.

E l segundo n o m b r e que Amadís recibe, años después, será el de " D o n z e l del M a r " . Este apelat ivo , y el de Beltenebrós, más t a r d e , serán los más poéticos; ambos i m p l i c a n u n a ausencia de ident idad específica. C o m o Doncel del M a r , los trabajos de Amadís estarán encaminados a obtener esa i d e n t i d a d que le fa l ta , tanto med iante la averiguación de su provenienc ia como con los hechos de armas que le o torguen fama, " n o m b r e " . Su n o m b r e será, en ­tonces, algo " g a n a d o " , que representa esfuerzo. L a fama, c laro está, es el reconoc imiento a que n a t u r a l m e n t e aspira todo héroe. E l caballero A n g r i o t e de Estravaus lo declara sucintamente : " a s -sí como nuestros ánimas en el o t ro m u n d o son inmorta les , lo sean nuestras famas en éste que b i u i m o s . . . " (4 , p . 1041 ) 2 3 . A la vez

2 3 Sobre este tema véanse los comentarios de M . R . L I D A , respecto a la fama en el Amadís en La idea de la fama en la Edad Media castellana, F . C . E . , M é ­xico, 1952, pp. 261-265.

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de a d q u i r i r f ama , Amadís debe l legar a ser " d e G a u l a " , tener u n abolengo. Esto sucede accidentalmente, mediante u n ani l lo que su madre El isena atara con u n a cadena al cuello del recién nac ido antes de poner lo en el río. A l descubrir lo su padre Perión, la i d e n ­t i d a d de Amadís queda revelada ( 1 , cap. 10).

U n a vez obten ida la i d e n t i d a d , el siguiente cambio de n o m ­bre obedecerá ya a la v o l u n t a d y los logros del héroe. Amadís se convierte en " C a b a l l e r o de los L e o n e s " , y con este n o m b r e a r m a caballero a su h e r m a n o Ga laor , sin que éste sepa su verdadera i d e n t i d a d — a l g o que el lector sí sabe. E l símbolo del león le cua­d r a b i en a Amadís y los m i e m b r o s de su f a m i l i a : en él se c o m b i ­n a n la nobleza con el c o ra je 2 4 . Amadís l leva los leones en su es­cudo , como d iv isa . R a i m u n d o L u l i o , en el Libro del Orden de Caba­llería, expl ica que al caballero se le reconoce por la d iv isa de su escudo 2 5 . E l apelativo de Amadís está just i f i cado por el texto m i s ­m o : en la p r i m e r a bata l la c on t ra Abies y sus secuaces, antes de adoptar la d iv isa , el n a r r a d o r l l a m a al héroe " l e ó n s a ñ u d o " , y " l e ó n b r a u o " ( 1 , p . 73) .

E n el p r i m e r l i b r o , entonces, Amadís se establece en u n m u n ­do en el que adquiere u n abolengo, u n a f a m i l i a —Perión y El ise­n a , y sus hermanos Galaor y Florestán— y u n a d a m a , aunque su relación con ella por el m o m e n t o fuese secreta 2 6 . Simultánea­mente empiezan las desventuras de L i s u a r t e , que decae según Amadís sube en reconoc imiento , porque así opera la R u e d a de la F o r t u n a . Las palabras del n a r r a d o r que s irven de prólogo a los pr imeros i n f o r t u n i o s del rey d a n el tono en que deben i n t e r p r e ­tarse los acontecimientos y s i rven de a u g u r i o de lo que vendrá:

Como a este rey Lisuarte, Dios por su merced de infante desereda-do por fallescimiento de su hermano el rey Falangris, a él rey de

2 4 Para algunos antecedentes del símbolo del león, pueden verse los si­guientes estudios de la obra de Chrétien de Troves: O. M . J O H N S T O N , " T h e episode of I v a i n : The l ion and the serpent i n Chrétien de T r o v e s " , Zeitschrift für Franzosische Sprache und Litteratur; 2 1 ( 1 9 0 7 ) , pp. 1 5 7 ss., y j . H A R R I S , " T h e role of the l ion in Chrétien de Troyes ' Yvain\ PMLA, 4 4 ( 1 9 4 9 ) , pp. 1 1 4 3 -1 1 6 3 . L a imagen del león noble y rey de las bestias se refleja en el Confessio amantis, de J o h n Gower.

2 5 R A I M U N D O L U L I O , Libro del Orden de Caballería, Espasa-Calpe, M a d r i d , 1 9 4 9 , pp. 6 5 ss.

2 6 F. W E B E R D E K U R L A T , op. cit., indica que "es notable el sentido de 'cres­cendo9 y de cumplimiento de u n destino que caracteriza esta pr imera serie de capítulos por lo que toca a Amadís. Pero hay también u n 'crescendo' cuant i tat i ­vo que se le une y lo realza, y le da todo u n sent ido" , p. 5 1 .

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NRFH, X X X I X TIPOLOGÍA DE LOS PERSONAJES E N E L AMADÍS 847

la Gran Bretaña hizo, assí puso en la voluntad (como por Él sean permitidas y guiadas todas las cosas) a tantos caualleros, tantas i n ­fantas hijas de reyes y otros muchos de estrañas tierras, de gran guisa y alto linaje, que con gran afición a le seruir viniesen, no se tenien­do ya ninguno en su voluntad por satisfecho si suyo no se llamasse; y porque las semejantes cosas según nuestra flaqueza grandes sober-uias atraen, y con ellas muy mayor el desagradescimiento y desco­nocimiento de aquel Señor que las da, por él fue otorgando a la for­tuna, que poniéndole algunos duros entreualos que escureciessen esta gloria tan clara en que estaua el su coragón amollentado y en toda blandura puesto fuesse, porque siguiendo más el seruicio del dador de las mercedes que el apetito dañado que ellas acarrean, en aquel grande estado y mucho mayor fuesse sostenido, y haziéndolo al contrario, con más alta y más peligrosa cayda le atormentasse ( 1 , p. 250).

L i s u a r t e comienza a equivocarse al querer c u m p l i r a toda costa promesas que , como se nos dice en el título del capítulo 34, eran "lícitas de ser denegadas" ( 1 , p. 272). Sus errores le acarrean des­gracias t a n enormes que sólo la intervención de Amadís logrará salvarle , y comenzará el rey a depender tanto del héroe que los malos consejeros podrán in c i ta r fácilmente en él odio y celos.

H a c i a la p r i m e r a m i t a d del segundo l i b r o Amadís el guerrero empezará a perder i m p o r t a n c i a ; en cambio , el héroe asumirá aquí el papel de perfecto amante . E l episodio de Peña Pobre , en que adopta el n o m b r e de Beltenebrós, representará la p r i m e r a crisis psicológica del personaje. E l episodio en cuestión está precedido p o r la prueba de a m o r en la Inso la F i r m e y coronado por la de­mostración de a m o r m u t u o en que Amadís y O r i a n a destruyen u n encantamiento , obteniendo el héroe u n a espada por la que se le reconocerá más adelante. Los efectos de la crisis de Peña Pobre se ev idenc ian en la a v e n t u r a que sigue a la salida de Amadís de la Peña. Amadís m a n d a hacer unas armas nuevas — c o n leones en el escudo o t ra vez— y yendo r u m b o a M i r a f l o r e s se topa con Q u a d r a g a n t e , enemigo de L i s u a r t e , a q u i e n vence; antes de m a ­t a r l o , Amadís le dice que piense en su a lma , y Quadragante le p ide que por su salvación eterna le conceda la v i d a , pero pone a salvo su h o n o r d ic iendo que " e l vencido es aquel que dexa de o b r a r lo que fazer podría por fa l ta de c o r a c ó n " (2 , p . 454) :

—Cierto —dixo Beltenebrós: vos dezís derecha razón, y mucho me plaze de lo que agora de vos aprendí; dadme la mano y fazed m i fianca que faréys lo que yo mandare (2, p. 454).

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Este Amadís más c a r i t a t i v o , más h u m i l d e , es el p roduc to de la crisis reciente , cuando pensando que había perd ido el a m o r de O r i a n a , estuvo a p u n t o de m o r i r , y cuando t u v o que d o m i n a r su o r g u l l o . Si b i e n Amadís no consiente que Gandalín, su escudero, menosprecie a O r i a n a , cosa que el s irviente hace por t r a t a r de sacar a Amadís de su m o r t a l tristeza (2, p . 392) , el héroe tiene que d o m i n a r su p r o p i a violencia cuando el ermitaño Gandalad le a m o ­nesta con palabras m u y parecidas a las de Gandalín (2 , p. 393) .

O t r o episodio que destaca en el segundo l i b r o es la batal la de Amadís con Ardan Cani leo . L a batal la está precedida por una p r o ­fecía de U r g a n d a que hace pensar a Amadís que morirá en la pe­lea. U n a cómplice de Ardan le roba la espada a Amadís , q u i e n se confiesa y reza a la V i r g e n antes de salir al campo. Esta es la p r i m e r a vez que Amadís se ve t a n cerca de la m u e r t e . C u a n d o se r o m p e la espada que le han puesto en lugar de la suya, siente m i e d o por p r i m e r a vez ( "Entonces fue él en todo pavor de m u e r ­t e " , 2, p . 534) .

Estos dos episodios p r e p a r a n al héroe para su p a r t i d a de la corte del rey L i s u a r t e . A l irse, Amadís hab la como caudi l lo p o r p r i m e r a vez a los caballeros que le seguirán a la Insola F i r m e . Sus dotes de líder se mani f i es tan en su nobleza y su lea l tad , de temple c id iano :

Assí que nos conuiene que, como en la concordia y la amistad obe­dientes le hemos sido, [a Lisuarte] que assí en la discordia y ene­mistad lo seamos, cumpliendo aquello que él por bien tiene que se haga (2, p. 551).

E n este l i b r o Amadís ya empieza a hacerse eco de las ideas más caras al n a r r a d o r . C o m o p r e l u d i o a la crisis de Peña Pobre , el n a r r a d o r nos había recordado lo vano del deleite m u n d a n o :

Aquel juyzio razonable dado del Señor verdadero a los hombres so­bre todas las cosas biuas, que conoce lo próspero y adverso no ser durable, dominando y esforzando el coragón a que a lo vno y otro sojuzgue, éste podría alcangar el medio bienauenturado (2, p. 369).

Amadís , al rec ib i r la devastadora carta de O r i a n a , repite el t e m a :

— ¡Ay ventura, cosa humana y sin rayz! ¿por qué me posiste en tan gran alteza entre los otros caualleros, pues tan ligeramente de ella me descendiste? Agora veo yo bien que más tu mal en una hora puede dañar que tu bien aprouechar en m i l i años, porque si deley-

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tes y plazeres en los tiempos passados me diste, cruelmente me los robando hasme dexado en mucho mayor amargura que la muer­te. . . (2, p. 379).

M á s adelante, Amadís se sienta a pensar sobre el t ema de la for ­t u n a y su pensamiento se proyecta al texto a través del n a r r a d o r . E n el pasaje que c i taremos a continuación, se f u n d e n perfecta­mente la voz del personaje y la voz a u t o r i a l del r e f u n d i d o r , M o n -ta lvo . E n él, la admonición final se presenta con ambigüedad; pue­de verse como comentar io del r e f u n d i d o r o como parte del pensa­m i e n t o de Amadís :

y quitándose el yelmo se lauó el rostro y las manos y beuió del agua; y sentóse pensando en las mouibles cosas del mundo, trayendo a su memoria la gran desesperación en que fuera, y cómo de su pro­pia voluntad la muerte muchas vezes hauía demandado, no espe­rando ningún remedio a su gran cuyta y dolor; y que Dios, más por la su misericordia que por sus meregimientos, lo hauía assí to­do remediado, no solamente en le dexar como ante estaua, mas con mucha más gloria y fama que lo nunca fue, y sobre todo, ser tan cerca de ver y gozar aquella su muy amada señora Oriana, por quien su coragón ausente se hallando, en gran tristura y tribulación era puesto; lo qual le traxo a conocer quán poca fuzia los hombres en este mundo deurían tener en aquellas cosas tras que mueren y tra­bajan, poniendo en ellas tanta afición, tanto amor, que no teniendo en sus memorias quán presto se ganan y se pierden, oluidando el seruicio de aquel Señor en todo poderoso que las da y firmes las puede hazer. Y quando más a su pensar seguras las tienen, enton­ces les son con gran angustia de sus ánimos quitadas, y algunas ve­zes las vidas, no se partiendo las ánimas de ellas, más con mucha seguridad de su saluación. Y muchas vezes seyendo assí perdidas, sin esperanza ninguna de ser recobradas, aquel Señor del mundo las torna como con él lo hauía hecho, dando a entender que n i en las vnas n i en las otras ninguno fiarse deue, sino que, haziendo lo que son obligados, las dexen a Aquel que sin ninguna contradic­ción las manda y señorea, como aquel que sin su mano ninguna cosa fazerse puede.

¡O los que con tantas maneras mañosas adquirís haziendas! ¡Quánto y con quánta diligenzia mirar deuríades que las haziendas ganadas, y perdidas para siempre las ánimas, quán poco las tales haziendas prestan para poderos conseruar de la perpetua pena, que la justicia de aquel eterno Dios aparejada a los tales tiene!

En estas y otras cosas estaua trastornado y reboluiendo en su memoria, muy eleuado (2, p. 466).

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Esta simbiosis de las opiniones del héroe y el r e f u n d i d o r const i ­tuiría para M a c h e r e y u n e jemplo claro de la proyección al n i v e l de la figuración de u n o de los objetos —temát icos— matrices de l a representación ideológica, el del desprecio de los bienes de este m u n d o .

L i s u a r t e comete en este segundo l i b r o su peor e r ror , al o l v i ­dar u n a profecía de U r g a n d a en que la a d i v i n a le advertía que debía cuidarse de los malos consejeros (2, p . 513). E l rey opta por no dejarles t i e r r a a Madásima y Galvanes, contra los deseos de Amadís y los suyos, que son finalmente despedidos de la corte . M á s tarde tendrá que reconocer su error , pero todavía se empe­c ina en no o torgar la t i e r r a . L a separación con Amadís ya es c o m ­pleta , y de ahora en adelante serán adversarios, con u n a excep­c ión, que ocurre en el tercer l i b r o , cuando Amadís acude con Pe-rión y Lisuarte a pelear al lado de Lisuarte contra los archi-vi l lanos Arcaláus y Arábigo . Amadís salva una vez más a L i s u a r t e , pues las rencil las personales deben ponerse a u n lado cuando la ame­naza es al o rden establecido. Pero esta acción del héroe no l ogra que se hagan las paces entre ellos, y la separación de la corte con­m i n a a Amadís a la ociosidad, de la cual emerge convert ido en Caba l l e ro de la V e r d e Espada — g a n a d a no en u n combate , sino en u n a prueba de a m o r — o del E n a n o , por el enano Ardan, que le acompañaba. H a n pasado cuatro años, y Amadís es ya el hé­roe prudente capaz no sólo de altas proezas indiv iduales , sino t a m ­bién de gu iar a los hombres . M u c h o más locuaz, a m e n u d o con­versa con sus guerreros, y les aconseja:

Y allí les d i x o que mirasse de se h a u e r c u e r d a m e n t e y no dar más l u g a r a su g r a n esfuergo que a l a discreción, p o r q u e todas las más vezes las semejantes cosas que con s u f r i m i e n t o y seso no e r a n r e g i ­das, a h u n q u e en sí g r a n fuerga ouiessen, se perdían; y p o r esta cau ­sa se f a l l a u a n p o r vencedores los menos y más flacos, a lcangando v i t o r i a de los m u c h o s y más fuertes ; y que mirassen que cada v n o de los que allí y u a n hauía de ser g o u e r n a d o r y capitán de sí m i s m o , p o r q u e no e ran ellos p a r a ser gouernados de o t ro n i n g u n o , s ino p a ­r a r eg i r y gouernar ; que g r a n d i ferenc ia hauía entre las batallas p a r ­t iculares que fasta allí hauían seguido y las generales de m u c h e d u m ­bre de gentes, p o r q u e en las tales se conoge el saber; p o r q u e en las p r i m e r a s el j u i z i o so lamente se hauía de ocupar en lo que cada v n o fazer deuía, y en las otras en lo suyo y de todos los otros que los buenos h a n de g o u e r n a r ; p o r q u e assí c omo la m a y o r par te del t r a ­ba jo se les ofrece, assí a lcangan lo más de la h o n r r a y g l o r i a . . . ( 3 , p . 672 ) .

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T a m b i é n aquí el r e f u n d i d o r se funde con su personaje en u n a pa ­ráfrasis aprobator ia . Amadís , eco del n a r r a d o r , es ahora el cap i ­tán m a d u r o que advierte que la discreción debe reg i r al va lor , y que cada esfuerzo personal debe estar supeditado a la causa co­m ú n . E l aprendizaje del aspirante a rey está casi completo .

C o m o Cabal lero de la V e r d e Espada, Amadís demuestra te­ner ya intereses m u y dist intos de los que en u n p r i n c i p i o le m o t i ­v a r o n . Si el Donce l del M a r necesitaba establecer u n a proceden­c ia , el nuevo caballero necesita rebasar los confines de G a u l a , y con u n a d iv isa que se apoye en sus propios logros, ser no ya de G a u l a , sino del m u n d o . Las aventuras de Amadís por el re ino de Boh emia crean los nexos políticos que el f u t u r o rey necesitará más adelante.

L a bata l la con el E n d r i a g o será o tro p u n t o c ruc ia l en la t r a ­yector ia psicológica del héroe. E l caballero no se encomienda a D i o s como lo exigen las leyes de la caballería, y el E n d r i a g o surge de entre unas piedras en toda su fiereza, " d e lo q u a l fue causa que los diablos viessen que este cauallero ponía más esperanga en su a m i g a O r i a n a que en D i o s . . . " (3 , p. 800) .

Los sufr imientos de Amadís y su de l i r i o agonizante después de la batal la s irven para recordarle u n a vez más que su poder de­pende sólo de la D i v i n i d a d , de su carácter de i n s t r u m e n t o del Se­ñor . L a a v e n t u r a exalta al héroe, pero su propósito u l t e r i o r es re ­ve lar que el Señor p e r m i t e que los hombres ejecuten su v o l u n t a d .

Amadís regresa a G a u l a con u n n o m b r e nuevo , el último de su carrera : el Cabal lero Gr iego . L a mutación le confiere poder actuar en secreto, para sus encuentros con O r i a n a , y u n grado de exotismo y mis ter i o . Su bata l la con el E n d r i a g o ha causado que se le compare con los santos ("cosa es esta de g ran m i l a g r o , que yo n u n c a oy dezir que persona m o r t a l con el d iablo se c o m -batiesse, si no fuesse aquellos santos con sus armas s p i r i t u a l e s " , 3, p . 809). E l n o m b r e de " C a b a l l e r o G r i e g o " condensa todo lo alcanzado por él en esta segunda salida en búsqueda de fama. A u n ­que el nuevo apelativo lo disfraza ante los suyos, el Caballero G r i e ­go es a lguien cuyo va lor es reconocido en todo el m u n d o .

Las pruebas a que L e o n o r i n a somete a Amadís cuando éste visita al Emperador de Grecia son de dist inta naturaleza a las otras. N o se pone a prueba en ellas el ar ro j o del héroe, sino su discre­c ión. M i e n t r a s Amadís t r i u n f a en ellas, L i suar te ha decidido ca­sar a O r i a n a con Patín, emperador de R o m a , desoyendo los a v i ­sos de sus mejores consejeros. L i suar te nada sabe del m a t r i m o n i o secreto que se ha efectuado entre O r i a n a y Amadís , y aunque sus

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intenciones no son perversas, la f o r t u n a se ha puesto en su con­t r a ; el rey se prec ip i ta a su desgracia. E n el cuarto l i b r o , Amadís comple ta su aprendiza je : A n d a l o d , E l i sabad , Nasciano y U r g a n -d a , todos sabios, h a n sido sus maestros. L a figura de Amadís que f ina lmente emerge no es la del mozalbete aguerr ido , sino la del m o n a r c a d igno y j u s t o , conocedor de lenguas y costumbres y de l a natura leza h u m a n a , c u r t i d o por sus crisis, presto a perdonar y a gobernar en paz y con j u s t i c i a . A L i suar te sólo le queda u n a resignación impuesta por la vejez y la pérdida del poder.

L a última crisis que le sobrevendrá a Amadís marcará el p r i n ­c ip io de su descenso. Amadís acude a la Peña de la Donce l la E n ­cantadora para acometer u n a a v e n t u r a que no está reservada pa ­r a él, sino para su h i j o Esplandián, figura centra l del nuevo ciclo de héroes. E n la cámara encantada aparecen unas letras coloradas idénticas a las que Esplandián tiene inscritas en el pecho. A l c o m ­prender que la aventura se destina al j o v e n , Grasandor le reco­m i e n d a a Amadís irse de la Peña: " y dexenos esto para aquel donzel que comienca a subir donde vos descendéis" (4 , p . 1297). Y a para este entonces, Amadís sabe que por el s imple hecho de haber ascendido al pináculo de. su f o r t u n a , su descenso es i n e v i t a ­ble ( " e r r a n d o como los passados, hemos de seguir lo que siguie­r o n " , 4, p. 1275), ya que los cuidados del m u n d o , adquir idos con sus t r i u n f o s , le h a n ido c onv i r t i endo en otro rey que, como L i ­suarte , tiene que ceder ante la j u v e n t u d . E l último discurso de U r g a n d a revela esto c laramente :

Y tú, Amadís de Gaula, que desde el día que el rey Perión, tu pa­dre, por ruego de tu señora Oriana te fizo cauallero, venciste m u ­chos caualleros y fuertes y brauos gigantes, passando con gran peli­gro de tu persona todos los tiempos hasta el día de hoy, haziendo gran pauor de la braueza del t u fuerte coragón, de aquí en adelante da reposo a tus afanados miembros; que aquella tu fauorable fortu­na boluiendo la rueda a éste, dexando a todos los otros debaxo, otorga ser puesto en la cumbre. Comienga ya a sentir los xaropes amargos que los reynados y señoríos atraen, que cedo los alcangarás; que as-sí como con tu sola persona y armas y cauallo, haziendo vida de un pobre cauallero a muchos socorriste y muchos menester te ouie-ron, assí agora con los grandes estados, que falsos descansos pro­meten, te conuerná ser de muchos socorrido, amparado y defendi­do (4, pp. 1340-1341).

L a h is tor ia de Amadís , entonces, cubre todo u n proceso de v i d a : la personal idad cambiante del héroe va acrecentándose en

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v i r t u d , f ama y sabiduría hasta el m o m e n t o en que empieza la úl­t i m a m u d a n z a : de las cenizas de Amadís , héroe, surge la f i g u r a de Amadís , rey , sujeto a las obligaciones y tr ibulac iones del car­go. Amadís l lega a ser o t ro L i s u a r t e . L a R u e d a de la F o r t u n a ha completado su ciclo. Oriana. E l personaje femenino en el Amadís está sujeto al m i s m o t i p o de desarrol lo que el mascu l ino , aunque existen rasgos d i s t i n ­t ivos . L a m u j e r , como el h o m b r e , puede ser seria o veleidosa en el a m o r , discreta o soberbia. L a g iganta A n d a n d o n a es u n c ú m u ­lo de defectos que , como siempre en la nove la , se ref le jan en su apar ienc ia física:

Tenía los cabellos blancos y tan crespos que los no podía peynar; era muy fea de rostro, que no semejaua sino diablo. Su grandeza era demasiada, y su ligereza. No auía cauallo, por brauo que fuesse, n i otra bestia qualquiera en que no caualgasse, y las amansaua. T i ­raba con arco y dardos tan rezio y cierto que mataua muchos ossos y leones y puercos, y de las pieles dellos andaua vestida (3, p. 683).

L a m a s c u l i n i d a d de la g iganta es u n a aberración de la n a t u r a l e ­za. E l n a r r a d o r lo dice explícitamente:

Y esto deue causar que assí como las mujeres que feas son, toman­do más figura de hombre que de muger, les viene por la mayor par­te aquella soberuia y desabrimiento varonil que los hombres tienen, que es conforme a su calidad, assí las hermosas, que son dotadas de la propia naturaleza de las mugeres, lo tienen al contrario, confor­mándose su condición con la boz delicada, con las carnes blandas y lisas, con la gran fermosura de su rostro, que la ponen en todo sosiego y la desuían de gran parte de la braueza. . . (4, p. 1253).

L a m u j e r en el Amadís es siempre más sensata —más pacífica— que el h o m b r e , pero también, " p o r su n a t u r a l e z a " , nos diría el n a r r a d o r , está más p r o n t a a equivocarse. Existe en la novela u n a b u e n a dosis del típico misog in i smo medieva l . Esto se hace apa­rente no sólo en algunos comentarios del r e f u n d i d o r , sino t a m ­bién por boca de personajes dotados de sabiduría. M a b i l i a , al instar a O r i a n a a que recuerde los ejemplos valerosos de las heroínas de la antigüedad, no deja de reconocer que está en su contra el hecho de que " t odas las mugeres n a t u r a l m e n t e seamos de flaca complixión y c o r a c ó n " (4 , p . 960) . G a n d a l o d , u n sabio desenga­ñado , le recuerda a Amadís la v o l u b i l i d a d del sexo opuesto:

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Según vuestro entendimiento y el linaje tan alto donde venís, no os deuríades matar n i perder por ninguna cosa que vos aueniesse, quanto más por hecho de mugeres, que se ligeramente gana y pier­de . . . y muy menos por razón de muger, que su amor no es más de quanto sus ojos lo veen y quando oyen algunas palabras que les dizen, y passado aquello, luego oluidan. . . yo no sé quién es aque­lla que vos a tal estado ha traydo, mas a mí me parece que si en una muger sola huuiesse toda la bondad y hermosura que ha en to­das las otras, que por ella tal hombre como vos no se deuría perder (2, p. 394).

L a naturaleza especial de O r i a n a se expl ica por contraposición; es precisamente su constancia en el a m o r lo que la separa de las otras mujeres, aunque no deja de estar sujeta a equivocación cuan­do los celos la d o m i n a n . L a naturaleza de la m u j e r en la novela es caprichosa —algo que se evidencia en Br io lan ja , Gras inda, Leo -noreta y L e o n o r i n a , y hasta en la m i s m a a d i v i n a U r g a n d a — y a m e n u d o vengat iva e insidiosa. Pero la buena m u j e r es el más prec iado de los tesoros. S in su m a d r e , el g igante Ba lan nunca se habría convert ido al c r i s t ian ismo . L a m u j e r de Arcaláus, aunque no aprueba las acciones de su m a r i d o , no le abandona, e ingen ia sacarlo de la cárcel. A u n q u e Arcaláus es u n t r a i d o r , el n a r r a d o r no encuentra m a l la acción de su m u j e r :

Assí que la buena dueña y deuota muger deue ser muy preciada y en mucho tenida, porque por ella muchas vezes nuestro Señor per­mite que la fazienda, fijos y maridos sean de grandes peligros guar­dados (4, p. 1310).

U n a v i r t u d esencial de la m u j e r es, entonces, la obediencia, como se ve en esta esposa de Arcaláus, que lo sigue obediente aunque lo sabe errado .

H a c i a esta obediencia y subordinación evolucionará O r i a n a . Esto se mani f iesta cuando la princesa, que también ha tenido sus maestras — M a b i l i a , U r g a n d a — exige de Amadís u n t r a t a m i e n ­to d i s t in to cuando se hacen públicos sus amores:

•—Señor, ya no es tiempo que por vos se me diga tanta cortesía, n i yo la reciba, que yo soy la que tengo de seruir y seguir vuestra voluntad con aquella obediencia que muger a su marido deue (4, pp. 1188-1189).

A l aproximarse el fin de la obra , O r i a n a no permi te que A m a -

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dís salga a buscar nuevas aventuras . Pero cuando éste lo hace, y se va sin avirsar le , le m a n d a ped i r perdón con u n mensajero . O r i a n a responde:

— M i buen señor —dixo O r i a n a — más es menester de rogar a Dios que le guarde por la su merced que de me rogar a mí que le perdo­ne; que bien sé que nunca me ñzo yerro en ninguna razón que fuesse, n i de aquí en adelante lo fará, que tal fianga tengo yo en el grande y verdadero amor que me tiene (4, p. 1276).

Esta respuesta no es ya la de u n a j o v e n insegura, sino la de l a m a d r e y esposa majestuosa y serena.

U n a cua l idad reservada a las mujeres es el poder de presen­t i r . Esto nada tiene que ver con m a g i a o profecías; es u n a parte de su condic ión; algo que les hace " s a b e r " sin saber c ó m o . Así , El isena presiente que el Donce l es su h i j o ( 1 , p . 71); O r i a n a p r e ­siente que fue Amadís q u i e n mató a Dardán ( 1 , p . 122), y al de­j a r l e p a r t i r r u m b o a u n a aventura que luego resultará ser u n a e m ­boscada, le dice que " m u c h o me pesa en vos hauer otorgado l a y d a , que m i coragón siente en ello gran a n g u s t i a " ( 1 , p. 264) ; más adelante presentirá también que Esplandián es el h i j o que había perd ido (3 , p . 777). Esta predisposición n a t u r a l , l levada al e x t r e m o , es lo que p e r m i t e que U r g a n d a conozca el f u t u r o .

L a naturaleza di ferente del héroe, entonces, su diferencia cua­l i t a t i v a , existe también en la m u j e r , aunque las cualidades sean dist intas. Y como en el caso de los protagonistas masculinos, O r i a ­n a en su constancia, M a b i l i a en su sabiduría y U r g a n d a en su capacidad a d i v i n a t o r i a , son representaciones de v i r tudes llevadas al ex t remo , pero que toda m u j e r puede y debe aspirar a tener. Galaor, Florestán, Gandalín. Galaor y Florestán, hermanos de A m a ­dís, son héroes cuyas vidas se c ruzan con la de su h e r m a n o . C o n la presencia de Galaor y sus t r iun fos al p r i n c i p i o de la novela nos encontramos ante u n personaje que exper imenta u n crec imiento paralelo al de Amadís , ocasionando así u n a a l ternancia entre las dos secuencias narrat ivas — e l entreiacement— que convergen en u n reconoc imiento m u t u o que aclara su vínculo f ra terna l y al m i s m o t i e m p o la posición en que se ha l lan u n o respecto al o t ro : Amadís , el primogénito, al pelear con su h e r m a n o , sin saber que se t r a t a de él, encuentra el más recio adversario hasta el m o m e n t o , pero vence; Galaor , aunque combate con coraje, " s t a u a m u y m a l t r e ­c h o " ( 1 , p . 200) , y cuando Amadís noblemente compara su fama con la de él, Galaor responde:

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— ¡Ay , señor — d i x o G a l a o r — , p o r D i o s , no digáys cosa t a n desa­guisada , que no so lamente con la o b r a , mas n i con el p e n s a m i e n t o no podría alcanzar n i l legar a las vuestras grandes fuercas! (1, p . 203).

A l i gua l que Galaor es u n grado in f e r i o r a Amadís , Florestán, algo más j o v e n , aunque con la lanza vence a sus dos hermanos , en el combate con las espadas demuestra ser menos poderoso que Galaor , y se ve al p u n t o de la m u e r t e ( 1 , p. 327) .

L a aparición de sus hermanos , como hemos visto , dota a A m a ­dís de u n sentido de pertenencia a u n c lan , y de ser la figura más i m p o r t a n t e del m i s m o . E l desarrol lo paralelo de Ga laor , y más tarde la añadidura de Florestán, const i tuyen u n trasfondo c ont ra el que se m i d e y c omprueba el heroísmo c imero de Amadís . U n a vez establecida esta superioridad, el desarrollo subsiguiente de estos personajes queda t r u n c a d o . Ga laor sufre u n a enfermedad mis te ­riosa que le i m p i d e p a r t i c i p a r en las grandes batallas, y Flores­tán, aunque presente, no desempeña u n papel p r o m i n e n t e .

E l velo que cubre la dolencia de Ga laor sugiere que la enfer­m e d a d es u n a especie de castigo por sus devaneos amorosos. E n tanto que Amadís es casto, Ga laor es u n l i b e r t i n o incorreg ib le , que sólo se e n m i e n d a cuando se enamora de B r i o l a n j a :

A h u n q u e muchas mugeres auía visto y t ratado , como en esta hystor ia donde del h a b l a lo cuenta , n u n c a su coragón fue o to rgado en a m o r verdadero de n i n g u n a , s ino desta m u y f ermosa r e y n a (4, p . 1200).

A l final de la obra , Ga laor ha recuperado su salud y su va lor , y el n a r r a d o r lo elogia por esto (4 , p. 1303).

L a personal idad de Florestán no está t a n b ien de f in ida como la de sus hermanos : carece de rasgos d is t int ivos y de u n a evo lu ­ción marcada . Su interés radica en el a u r a de mis ter i o que le r o ­dea antes de saber el lector que se t r a t a de u n m i e m b r o de la fa­m i l i a , y en ser el único personaje que sale airoso de u n encuentro con Galaor y Amadís . M á s adelante, Florestán derro ta y h u m i l l a a los caballeros italianos, ganando, sin duda , la simpatía del lector. Esto explica la afición que le profesará el n a r r a d o r en la c o n t i ­nuación del Amadís, Las sergas de Esplandián.

L a v i r t u d esencial de Gandalín, el escudero perfecto, es su s in­cer idad, aunque esto le ocasione a veces enojar a su señor. Real iza su aprendizaje con Amadís , y éste por fin le arma caballero. Queda claro que para cuando su amo le concede el don , Gandalín lo había ganado con creces —es él q u i e n m a t a a la g iganta A n d a n d o n a —

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y que si Amadís no se lo había otorgado antes era porque lo nece­sitaba a su lado :

si en este Gandalín no fallara el consuelo que siempre falló, mi l i ve-zes fuera muerto; que como éste fuesse el secreto de todo y con n i n ­guno otro pudiesse fablar, si por alguna manera de sí lo apartara, no era otra cosa saluo apartar de sí la vida (4, p. 1085).

H a c i a el final, cuando Amadís se d i r i ge a la Peña de la D o n ­cella Encantadora , Gandalín reaparece convert ido ya en todo u n caballero andante que busca p a r a sí la f ama que antes correspon­día enteramente a su h e r m a n o de leche y señor.

Ga laor , Florestán, Gandalín, y otros héroes de segunda m a g ­n i t u d como Agra jes , son acarreados por el impulso v i t a l del hé­roe p r i n c i p a l ; las hazañas que de ellos i m p o r t a n se a r t i c u l a n en t o r n o al ascenso de Amadís . C o n ellos se crea el m u n d o social de la novela de que habla J . C u l l e r 2 7 , y su presencia permite v i s l u m ­b r a r al héroe no como u n fenómeno aislado, sino como p a r a d i g ­m a de u n a generación de héroes. Amadís , rey , traerá consigo su p r o p i a corte , for jada en la camaradería y el ar ro j o c o m p a r t i d o .

5. H U M A N I Z A C I Ó N

A l estudiar el m i t o de S u p e r m a n , U m b e r t o Eco ha señalado el carácter del personaje como u n dechado de aquellas v i r tudes que son convenientes al sistema político en que se mueve , sistema que representa u n a versión ideal izada de aquel en que v i v e n sus auto ­res. D e aquí que " l a única f o r m a visible que asume el m a l es el atentado a la prop iedad p r i v a d a " 2 8 .

E l Amadís de Gaula, como M . Menéndez Pelayo y E . Place en­tre otros h a n destacado 2 9 , es u n a apología de la monarquía ab-

2 7 J O N A T H A N C U L L E R , "Poetics of the n o v e l " , en Structuralist poetics, Cor ­nell Univers i ty Press, Ithaca, 1 9 7 5 : " F o r the basic convention which governs the novel — a n d which , a fortiori, governs those novels which set out to violate i t — is our expectation that the novel w i l l produce a wor ld . Words must be composed in such a way that through the activity of reading there w i l l emerge a model of the social w o r l d , model of the ind iv idual personality, of the rela­tions between the ind iv idual and society, and perhaps most important , of the k i n d of significance which those aspects of the wor ld can bear " , p. 1 8 9 .

2 8 U M B E R T O E C O , Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas, L u m e n , Barcelona, 1 9 6 8 , p. 2 9 3 .

2 9 M . M E N É N D E Z P E L A Y O , Orígenes de la novela, 4 ts . , C .S . I .C . , M a d r i d , 1 9 6 2 , t . 1 , p. 3 5 6 . E . P L A C E , ed. cit. del Amadís, t . 3 , p. 9 2 8 .

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soluta, y en este sentido Amadís es s imi lar al héroe de K r y p t o n . S i n embargo , Amadís se d i ferencia de otros aventureros noveles­cos. C o m e n t a n d o el personaje de D ' A r t a g n a n , Eco a p u n t a :

Mientras nos divertía (a nivel dignísimo) con sus aventuras, no nos dábamos cuenta de que el autor, en el fondo, no nos explicaba na­da sobre él, n i de que las aventuras que D 'Artagnan vivía no le de­finían en absoluto. Su presencia era perfectamente casual. La rela­ción, dentro del cuerpo de la obra, entre el personaje D 'Ar tagnan y sus vicisitudes no es, en realidad, necesaria n i orgánica. D ' A r t a g ­nan es un pretexto, en torno al cual se producen hechos, y sin bien entre hecho y hecho subsiste aquella relación de ' 'necesidad" que Aristóteles considera esencial para la trama, entre los hechos y el personaje esta relación cede paso a una relación de concomitancia y de casualidad 3 0 .

Amadís , como hemos v isto , se relaciona de u n a m a n e r a "necesa­r i a y o rgán i ca " con su t r a m a . Las aventuras lo v a n def in iendo g r a d u a l m e n t e , en las metamorfos is que el personaje e x p e r i m e n ­ta . E l carácter simbólico de los sucesos-cumbre no puede desl i ­garse de significación respecto a la personal idad del héroe que v a n con f igurando . Esto es, c laro , porque D ' A r t a g n a n no está dest i ­nado a ser rey , como Amadís . Para haber monarquía, debe ante todo haber m o n a r c a , y el desarrol lo m i s m o del héroe, i m b r i c a d o a la postulación de la f o r m a de gobierno , const i tuye su m e j o r j u s ­tificación.

Regresando a Supermán, Eco detecta la presencia de u n esque­m a i terat ivo . E n dicho esquema, " cada uno de los acontecimientos reanuda , con u n a especie de in i c i o v i r t u a l , el acontec imiento a n ­t e r i o r , aunque i gnorando el final del m i s m o " 3 1 (o sea que las aventuras se suceden u n a a o t ra " c o m o si nada h u b i e r a sucedido, antes, o sea como si el t i empo hubiese vuel to a e m p e z a r " ) 3 2 . D i ­cha es tructura , obv iamente , i m p i d e el es labonamiento necesario para el c rec imiento i n t e r i o r del personaje.

N a d a así ocurre en el Amadís, donde hay conciencia de esla­b o n a m i e n t o , c rec imiento i n t e r i o r , y una t r a m a que se basa en u n esquema de crescendo o acumulación g r a d u a l . E n este esquema, las dist intas fases no equiva len a la presentación de dist intas face­tas de u n personaje estático; va i m p l i c a n d o en ellas el paso del

3 0 Eco , op.cit., p. 238. 3 1 Ibid., p. 278. 32 Ibid., p. 279.

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t i e m p o y el adven imiento de u n a nueva generación. Esto, sin e m ­b a r g o , no contradice la natura leza del t i e m p o mítico — u n t i e m ­po sin inv iernos , esa p r i m a v e r a eterna de M i r a f l o r e s — en que , como ha notado L . A . M u r i l l o , se mueven los personajes áú Amadís y —paród icamente— los del Quijote 3 3 . E l t i e m p o mítico es, po ­dría decirse, u n a rea l idad atmosférica, que para nada i m p i d e el fluir t e m p o r a l o la evolución del t i empo i n t e r i o r .

Por todo esto, el Amadis se separa bastante del concepto que podríamos f o rmarnos si sólo atendiéramos a lo que algunos h i s to ­r iadores de la l i t e r a t u r a española h a n anotado casualmente acer­ca de la novela . Amadís no es m e r o s ímbolo , sino ente de ficción con desarrollo prop io , y su re-creación por M o n t a l v o es el vehículo de su representación ideológica. E n u n sentido general, en & Amadís tenemos la p r i m e r a novela engagée.

A u n así, ocasionalmente encontramos en la narración toques de comple j idad en la personal idad de los protagonistas que los re ­d i m e n de su carácter emblemático , en u n claro in tento de " h u ­m a n i z a r l o s " . Amadís , por supuesto, no está ausente de confl ic ­tos emotivos . Consciente de su fa l ta de i d e n t i d a d al p r i n c i p i o de la obra , expresa su angustia cuando se enamora de O r i a n a : " . . . y y o , cat ivo , que no sé q u i e n so, que b iuo con traba jo de ta l l o cura que moriré amando sin je lo osar d e z i r " ( 1 , p p . 67-68) .

M á s adelante, en sus relaciones con B r i o l a n j a , aunque A m a ­dís n u n c a falta a la pa labra dada a O r i a n a , se muestra h u m a n o al sentirse atraído por la hermosa j o v e n , y en más de u n a ocasión demuestra esto con pa labra y gesto ( 1 , p p . 318-336).

O t r o rasgo de humanización ocurre cuando Amadís , despe­d i d o de la corte de L i s u a r t e , se ve ante la obligación de a y u d a r a éste. L a d i s y u n t i v a le q u i t a el sueño (3 , p . 722). H a c i a el final, luego de haber logrado ser rey, Amadís se encuentra v iv iendo u n a v i d a muel le y ociosa, y esto es algo que le desconcierta y pone en "g randes congoxas" (4 , p . 1245) hasta que se le ofrece o t r a a v e n t u r a ; su ansiedad por emprender la es t a l que se m a r c h a sin despedirse de O r i a n a .

Amadís , como su h e r m a n o Galaor , no desconoce el m i e d o ; esto se ve antes de los combates con el E n d r i a g o y Ardan, y c u a n ­do Ga laor pelea con el gigante de la Peña de Galtares . Antes de la bata l la con su h i j o Esplandián, que ya había vencido a Ga laor y Agra jes , Amadís se santigua.

E n Lisuarte se manifiesta su h u m a n i d a d más intensamente que

L . A . M U R I L L O , op. cit.

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en Amadís . E l rey , a la vez que a d m i r a a Amadís y sus h e r m a ­nos, les e n v i d i a . Así , aunque sabe que debe hacerlo , no o torga a Gal vanes y Madásima las tierras que debería concederles, y cuan­do por fin lo hace, su gesto pierde valor por sus palabras:

— D o n Galuanes, esto que por fuerca contra m i voluntad me to-mastes, y por fuerca lo torné a ganar, quiero yo de m i grado, por lo que valéys y por la bondad de Madásima, y por Don Galaor, que afincadamente me ruega, que sea vuestro. . . (3, p. 714).

L i s u a r t e quiere asentar su señorío con este gesto. Pero esto no aplaca su env id ia . Amadís , Perión y Florestán, Caballeros de las Sierpes, le a y u d a n cont ra Aráb igo y Arcaláus, pero L i s u a r t e no les alaba por esto. C o n cada gesto magnánimo del héroe L i ­suarte va t o m a n d o más conciencia de su p r o p i o descenso y su r i ­v a l i d a d hacia él se acrecienta. Así , cuando ya se ve venc ido , se resigna a darle la m a n o de O r i a n a porque " n i n g ú n remedio se pudiera buscar n i dar que con más desonra no fuesse" (4, p. 1184), y su alegría es fingida. E l rey nunca más recupera su contento , y al final de la obra lo vemos convert ido en u n h o m b r e t a c i t u r n o y desi lusionado:

Y lo que más a su espíritu agrauiaua era tener en su memoria cómo en las batallas y cosas pasadas con Amadís fue su honrra tanto me­noscabada, y que en boz de todos más constreñido con necessidad que con v i r t u d , dio fin aquel gran debate (4, p. 1324).

T o d o esto no i m p i d e , sin embargo , que el rey tenga m o m e n ­tos de generosidad; así, no despide a M a b i l i a cuando O r i a n a le ruega que la deje con el la, pese a que Agra jes , h e r m a n o de M a b i ­l i a , od ia a L i s u a r t e ; y cuando el v ie jo Grumedán reta a los r o m a ­nos, el rey se ofrece a pelear a su lado. L i s u a r t e sigue siendo u n rey generalmente mesurado y de b u e n e n t e n d i m i e n t o , cuya úni­ca pasión es la env id ia , algo comprensible en el fondo , por su de­pendencia del héroe.

Ga laor , por su par te , t iene celos de Amadís , a q u i e n increpa por haberse ido de la Inso la F i r m e — c u a n d o se convierte en Be l -tenebrós— sin avisarle. Pero siente aún más celos cuando cree que otros caballeros están real izando hazañas que debían tocarle a su h e r m a n o . Así, con su h e r m a n o Florestán, quiere retar a B e l -tenebrós — s i n saber que es A m a d í s — cuando éste t r i u n f a en la prueba de la espada verde y r o ja (2 , p p . 478, 488 y 490) . T a m -

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bien pensó Galaor que debía combat ir con el Caballero de la Sierpe D o r a d a , o tra vez su h e r m a n o .

A u n q u e es fiel a L i s u a r t e , Ga laor le aconseja que no case a O r i a n a con Patín. L a fidelidad no está reñida con la i n i c i a t i v a en la obra . Gandalín amonesta a O r i a n a cuando ésta hace su f r i r a Amadís , pese a que sabe que su amo no aprobaría su acción. Agra jes , aunque fiel a Amadís , le habla r u d a m e n t e cuando el hé­roe vaci la al atacar a L i s u a r t e : " P u e s que no queréys vencer, no queréys señorear; y s iempre seréys cauallero andante , pues que en ta l c o y u n t u r a os vence y sojuzga la p i e d a d " (4 , p. 1112).

Los momentos de h u m o r no a b u n d a n en el Amadís, pero cuan­do acontecen los personajes se nos presentan a nueva l u z . L u e g o de sacar al enano Ardián del i n f i e r n o a r t i f i c i a l en que lo h a t en ido Arcaláus en su casti l lo , Amadís le ofrece que esperen a Arcaláus p a r a c u m p l i r su promesa, ante lo cual el enano responde:

—Señor —dixo él— tan caro me cuesta éste que a vos n i a otro n i n ­guno nunca don pediere en quanto biua; y vayamos de aquí antes que el diablo acá lo torne, que no me puedo sofrir sobre esta pierna de que stuue colgado, y las narizes llenas de la piedragufre que de-baxo me puso, que nunca he hecho sino esternudar y ahun otra co­sa peor.

Grande fue la risa que Amadís y Brandoyuas y ahun las dueñas y donzellas huuieron con lo que él dixo. . . ( 1 , p. 177).

Este t ipo de pasaje revela que en el m u n d o idealizado de la nove­la qu ieren mantenerse algunos momentos de s imple h u m a n i d a d que p e r m i t e n u n a m a y o r identificación con personajes y s ituacio­nes.

E l h u m o r , además, no se l i m i t a a ciertos "grac iosos" . Los pro ­tagonistas t i enen también u n a dosis de donaire que complementa sus personalidades. O r i a n a , que se d iv ier te j u g a n d o a ser caballe­ros con M a b i l i a , t iene varias ocasiones de demostrar su desenvol­t u r a . Amadís también se muestra gracioso y agudo en sus re la­ciones con L e o n o r i n a y Leonore ta . Florestán, luego de der ro tar a los caballeros i ta l ianos , dice con toda ironía que " Y o faré saber en Inso la F i r m e c ó m o los caualleros de R o m a son t a n liberales y francos que dan sus cauallos y armas a los que no c o n o c e n " (3, p. 851). L i suar te , que sabe cuánto le odia Agrajes , al abrazarlo cuando se hacen las paces le dice: " ¿ Q u á l ha sido para vos m a y o r a f ruenta , estar agora conmigo abrazado, o quando lo estáuamos en la batalla? E n t i e n d o que ésta teneys por m a y o r " (4 , p . 1162).

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E n todas estas ocasiones, y en otras, se nos ind i ca la risa que estos comentar ios causaban a los allí presentes, quer iendo recalcar su intención humorística.

Además de los casos de h u m o r , existen otros dos tipos de s i ­tuaciones en que los personajes t i enden a humanizarse . L a p r i ­m e r a ocurre con personajes excéntricos, que r o m p e n el mode lo que se ha establecido en situaciones convencionales. Las a n d a n ­zas de Ga laor i l u s t r a n este t i p o de situación. L o n o r m a l , en sus encuentros con dist intas damas, es que éstas se enamoren de él, facilitándole la conquista. S in embargo , en u n a ocasión se encuen­t r a con u n a doncel la que lo refrena con respuestas juic iosas , y en o t r a , con u n a doncel la que hace el a m o r con él por miedo , y n o p o r sus encantos (respect ivamente, 1, p . 237 y 3, p . 747). E x i s ­ten, además, al menos dos casos de damas que luego de haber sido capturadas por dist intos caballeros, al acudir a su favor sus presuntos l iberadores , i m p i d e n el combate , porque se h a n ena­m o r a d o de sus captores ( 1 , p . 235 y 4, p . 1302). E n ambos casos, los que acudieron al rescate quedan u n poco amoscados, pero for ­zados a aceptar la v o l u n t a d de las damas . . . porque así es la v i ­da . Madásima trae como campeón a Ardan Can i l eo , para pelear contra Amadís , pero en rea l idad no le desea a su caballero la v i c ­t o r i a , porque de vencer éste, tendría que casarse con él . . . y A r ­dan es m u y feo.

E l otro t ipo de situación es aquella en que, con u n gesto o unas pocas palabras, el personaje y su circunstancia adquieren u n a bue­n a dosis de real ismo. Gandalín, al ver u n a ocasión prop i c ia para su amo cuando éste se encuentra solo con O r i a n a después de res­catar la de Arcaláus, senci l lamente le dice: " S e ñ o r , q u i e n b u e n t i e m p o tiene y lo p ierde , tarde lo c o b r a " ( 1 , p . 285). Amadís lo entiende perfectamente y sigue su consejo. D o n Quadragante , cuya d a m a , Gras inda , pierde en la p rueba de a m o r de la Inso la F i r m e , nos mueve a compasión cuando se nos dice que este caballero " y a fuesse en más edad que mogo y n u n c a su coragón vuiesse ca t iua -do en a m o r de n i n g u n a " (4, p . 1231). A su vez, B r i o l a n j a , al en­terarse de que G r a s i n d a también estuvo enamorada de Amadís , dice a O r i a n a r i endo : " — M i señora, parésceme que este caualle-ro por más partes que yo pensaua anda sembrando esta do len ­c i a " (4, p . 1038). Estas palabras de la re ina b o r r a n la impresión que se había f o rmado del personaje y nos hacen ver la como u n a m u j e r enamorada que ahora se resigna, al verse en espejo de otras.

Arcaláus, como hemos menc ionado , es el más " h u m a n o " de los v i l lanos . E n u n m o m e n t o de la novela , Amadís l ogra encarce-

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l a r l o . C u a n d o va a v i s i tar l o para darle su l i b e r t a d , encontramos que el encantador se consuela en la prisión leyendo u n l i b r o con­t r a las adversidades de la f o r t u n a (4, p . 1307). Esto es e n o r m e ­mente curioso en u n a novela t a n t e m p r a n a como lo es el Amadis: g r a n parte de la nove la m i s m a es u n t ra tado sobre la f o r t u n a y sus adversidades; Arcaláus casi podría estar leyendo el Amadis — ¿ e c o s de Me lqu íades?—. E n la t r a m a , esta visión del a r c h i -v i l l a n o que no puede escaparse de su p r o p i a naturaleza con l e c t u ­ras filosóficas, e l i m i n a u n tanto el aura diabólica que rodea al per­sonaje y nos p e r m i t e ver lo s implemente como a u n h o m b r e de­r r o t a d o . A l salir de la prisión, sus últimas palabras se e n c a m i n a n a recordarle a A m a d i s que piensa vengarse de él " a h u n q u e tenga en su ayuda a quel la m a l a p u t a , U r g a n d a la Desconoc ida" (4 , p . 1309). E l uso m i s m o de la v u l g a r i d a d refuerza la h u m a n i d a d del personaje, capaz de expresarse en términos soeces pese a su carácter u n tanto sobrehumano .

Estos toques de pasión, de sent imiento , ev i tan que los perso­najes se conv ie r tan en meros símbolos. Si b i en es c ierto que en m u y pocas ocasiones se m e n c i o n a n en el Amadis " rea l idades c o t i ­d i a n a s " — c o m e r , d o r m i r — también lo es que los personajes no f u n c i o n a n como simples figuras alegóricas o emblemáticas. Son seres super-dotados, pero concebidos dentro de la condición h u ­m a n a .

E n resumen : la tipología de personajes que proponemos aquí nos p e r m i t e observar c ó m o f u n c i o n a n en la t r a m a . D i c h a t i p o l o ­gía — y las leyes que i n t e r v i e n e n en la r u p t u r a del o r d e n — b ien podrían aplicarse a otras novelas de la f a m i l i a del Amadis, con a l ­gunas modi f i cac iones 3 4 .

A l t r a t a r el desarrol lo de A m a d i s , nos hemos refer ido a L i -suarte como el o t ro polo del eje estructurante de la acción. T a m ­bién lo es en cuanto a la representación ideológica. E n el Amadis, la h i s t o r ia se concibe como u n a sucesión ascendente de ciclos; es­ta sucesión alcanzará su etapa c u m b r e en el ciclo de Esplandián, el m o n a r c a cr ist iano perfecto. Es preciso, por lo t a n t o , que A m a ­dis supere a L i s u a r t e , y que en la m i s m a narración se in ic ie la fase de descenso del ciclo representado por A m a d i s , su consorte y sus caballeros.

E l c rec imiento i n t e r i o r de los protagonistas se percibe en tér­minos del m u n d o que los rodea, es decir , de su actuación. E n el

3 4 Véase D A N I E L E I S E N B E R G , Romances of chivarly in the Spanish Golden Age, Juan de la Cuesta-Hispanic Monographs, Newark, D E , 1982, esp. pp. 55-74.

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caso de Amadís , la serie de nombres que recibe son señal de su progreso; en los demás, aunque no se nos presenta t a n marcada ­mente su evolución, el v i ra j e en sus actitudes es también i n d i c i o de cambio . Así , L i s u a r t e sigue el proceso celos-envidia-odio-resignación forzada. E l a m o r de Galaor por B r i o l a n j a lo convier ­te en u n amante casto. A l fin de la obra , Gandalín ha progresado de escudero a caballero andante , y O r i a n a ha pasado de pr inces i -ta m i m a d a a esposa razonable .

Los personajes responden siempre a su " e s e n c i a " , a su bue ­n a o m a l a " n a t u r a l e z a " . Pero esto no i m p i d e que encierren a l ­gún interés psicológico: la " h u m a n i d a d " que los personajes de­m u e s t r a n ocasionalmente — e l m i e d o , los celos, el h u m o r — ev i ta que la obra se convier ta en p u r a alegoría de la eterna cont ienda entre el b i e n y el m a l . Los personajes, sin embargo , nunca de jan de concebirse como seres de u n a ficción cuya función está al ser­v i c io de u n propósito ideológico , la defensa de la monarquía cr is ­t i a n a , y por ende la española, y que no const i tuyen más que u n vehículo — e l vehículo que la ficción p e r m i t e — para que en sus acciones se refleje el sentido teleológico de la h i s tor ia .

ELOY R . GONZÁLEZ Washington State Univers i ty