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A Ñ O I V
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E N
ESTE NUMERO
D E
Josep Caries Clemente
Galdós, fuente histórica
de
primera magnitud
E s t a t u a
d e D .
Beni to Pérez Galdós , obra
d e
P a b l o S e r r a n o ,
e n L a s
P a l m a s
d e
Gran Canar ia
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Recuerdos de un testigo
Cuartel
Montaña
al
Quinto
anuel Carnero Muñoz
Y t o d o e l m u n d o s e lanzó hac ia l a s p u e r t a s . Y p e n e t r ó d e n t r o . Y der ro tó , c o n e l e m p u j e de sus
cuerpos
a los
fascistas encabezados
p or
Fanjul.
(U n
m u c h a c h o v o c e a l l e n o
d e
j ú b i l o , m i e n t r a s m u e s t r a
e l
bo t ín cogido a
l o s
f a c c i o s o s ,
tras
e l
asalto
a l
Cuartel
de la
Montaña .
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S
calles
de la
barriada
de
Cuatro Caminos
que
conver-
gían en la Glorieta, ofrecían un aspecto desusado en
aquellas noches de julio de 1936. Cuando las familias regre-
saban
de los
cines
de
perra gorda
que se
instalaban
en los
solares,
o
cuando se acababan las tertulias en los aguaduchos, en que se hacía
horchata
o
agua
de
cebada, aparecía
una
nueva especie
de
noctám-
bulos que, en pequeños grupos, iban de esquina en esquina, reco--
rriendo Pablo Iglesias o Raimundo Fernández Villaverde, bajando
por Santa Engracia o Bravo Murillo, estableciendo contacto con
otros grupos que estaban por Quevedo o por la Glorieta de la Iglesia,
o llegando, en un incansable caminar, hasta Tetuán.
RA extraordinario el trajín d e aquellas
largas noches,
en la s que e l
cierzo
d e l Gu a-
darrama calmaba
u n
poco
el
calor agobiante
Aquellas porciones de pueblo madrileño, h o m -
bres de 20 a 50 años, junto a muchachuelos que
apenas llegaban a los 15, eran ejemplo d e serie-
dad y de serenidad. Había republicanos, comu-
nistas, socialistas q u e tenían a Largo Caballero
p o r u n
Lenin, jóvenes
q u e
habían forjado
e n
aquellos días s u unidad en l a JS U, procedentes
de las dos
vertientes políticas obreras.
Todos ellos eran conscientes del grave peligro
q u e atravesaba la patria . N o hacía mucho q u e
habían asistido a l entierro de Juanita Rico, la
joven socialista, asesinada cuando volvía de
u n a excursión dominical y h abí an presenciado,
c o n profunda emoción, como el aviador Arturo
González
Gil ,
arrojaba desde
su
avioneta
u n
La i n c o n s c i e n c i a s e g u í a d o m i n a n d o . U n a d e l e g a c i ó n d e l Frente
Popular visi tó a Casares para ex ig i r le , o t ra v e z m á s , q u e s e a r m a s e
a l p u e b l o . C a s a r e s c o n t e s t ó : « N o m e o p o n d r é a q u e l e s e n t r e g u e n
l a s p o c a s a r m a s d e q u e d i s p o n e m o s . P e r o , a n t e s , yo dimito»*. ( S a n -
t i ago Casares Qui roga) .
C o n u n a
s e n s a c i ó n
d e
al ivio recibimos
la
noticia.
S e
a c a b a b a
d e
cons t i tu i r la C o m a n d a n c i a G e n e r a l d e Milicias. S u j e f e e r a e l c o -
m a n d a n t e B a r c e l ó — e n l a f o t o — u n militar q u e merec ia conf ianza .
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r amo d e ros as rojas sobre e l féretro de Joaquín de
Grado, secretario de la Juventud Comunista de
Madrid, también asesinado. L a sangre de Jua -
nita y de Joaquín, hab ía sido basa ment o para la
unidad de los jóvenes.
S e esperaba, se tenía l a seguridad, de que iba a
ocur rir algo
m u y
grave
y s e
comentab a, mientras
montábamos
la
guardia
en la
barr iada,
l a con-
ducta sorprendente —calificada p o r algunos
c o n adjetivos m u y duros— de l as autoridades
republicanas.
El día 11, Rodríguez, u n abogado q u e e r a secre-
tar io del Radio 10 de la JSU , comentaba con
preocupación que e l jefe del Gobierno, Casares
Quiroga, después de escuchar la exigencia de los
jefes parlamenta rios del Frente Popular de q ue se
adoptasen medidas contra l o s qu e preparaban la
sublevación, afirmó que é l estaba plenamente
seguro de que no la habría.
Pero lo s acontecimientos iban precipitándose.
Al día siguiente, a las 9 de la noche, pistoleros
fascistas, abatieron a tiros al teniente d e asalto,
José Castillo. P or toda España se repetían los
atentados a gentes d e izquierda, e n medio de la
mayor impunidad.
L a
indignación crecía
por
momentos.
El dí a 13, dirigentes del PSOE, PC E, JS U y U G T
se entrevistaron c o n Casares para exigir, ante la
inminente amenaza fascista, que s e armase al
pueblo. E l in conscient e jefe de l Gobierno se negó
nuevamente a tomar l a s medidas oportunas.
L a espiral de la violencia parecía incontenible y
el pueblo, la clase obrera, permanecían desar-
mados, s i n poder hacer frente, d e u n a manera
"
—
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Miguel Gallo, u n o d e l o s
m i l i t a r e s o r g a n i z a d o r e s
d e l Quin to Ba ta l lón d e
Volunta r ios ( c o n l a c a b e z a
d e s c u b i e r t a ) .
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G E N E R L
N o m b r
• •• • •
l&linttreamiQ,
El
c a r n e t
d e l 5 . °
R e g i m i e n t o , e x p e d i d o
a
n o m b r e
d e l
a u t o r
d e l
a r t í cu lo .
( S e
r e c o n o c e
la
f i r m a
d e
Líater)
efectiva, a l golpe q u e estaba a punto d e producir-
se.
En la madrugada del 13, guardias de asalto,
pertenecientes al grupo del asesinado teniente
Castillo, secuestraron a José Calvo Sotelo, c o n -
siderado como u n o d e l o s m á s caracterizados
jefes de la sublevación y le dieron muerte.
En l a s tensas noches d e espera llegaban noticias
traídas d e boca en boca. Se hacían cébalas.
Cada u n o contaba lo s hechos a su manera.
—¿Se sublevará Cabanellas?
—No, si
siempre
ha
sido republicano.
—Y
Aranda, ¿también
es
republicano?
—Parece
que sí y
también
es
republicano
o lo fue
Queipo
de
Llano.
—Quien sabe, quien sabe.
Yo no me
fiaría
de
ninguno.
Nos va en
ello
la
vida...
C o n
estos comentarios
y
preocupaciones
s e pa -
saban l a s noches. Con l a espera anhelante de las
armas q u e n o llegaban. Y a l amanecer unos
íbamos a l trabajo, tras h aber echa do u n simple
pesta ñazo allí, en l a m is ma calle, mie ntr as otros
se mantenían vigilantes.
El 17 se despejó la incógnita. Y a n o ha bía duda.
E n Marruecos había estallado la sublevación.
Supimos de l a reunión del Consejo de M inistros.
Esperábamos u n a decisión firme. Pero Casares
quitó importancia a l hecho. L a inconsciencia
seguía dominando. U n a delegación del Frente
Popular le visitó pa ra exigirle, otra vez m ás , qu e
se armase al pueblo. Ya se había sublevado
Queipo d e Llano e n Sevilla. Casares contestó:
«No me
opondré
a que les
entreguen
las
pocas
armas de que disponemos. Pero, antes, yo dimi-
to».
E s a misma noche, Pasionaria habló p o r Unión
Radio d e Madrid, llamando a republicanos, so-
cialistas, comunistas, a todo el pueblo a la lu-
c h a .
Casares dimi tió. Parecía u n a trampa preparada.
Efectivamente, en la madrugada del 19, a las
3 ,30 se anunc ió la formación de un Gobierno
presidido
p o r
Martínez Barrio.
Y se
supo
q u e y a
se había hablado con l o s generales sublevados.
—Nos
van a
entregar atados
de
pies
y
manos,
decía
la
gente.
Pero e l pueblo n o se acobardó. Se lanzó a la calle
para impedir la capitulación. Aquella mañana
dominical del dí a 19, la Puerta de l Sol e ra un
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Hacia e s a barriada, a su centro, casi a la mism a
Glorieta, en un callejón s in salida, a la casa que
cerraba e sa salida, llegaron u n comandante del
Ejército y dos capitanes, Miguel Gallo, el que
conoc íamos desde la sublevación de Jaca, en la
q u e ambos habíamos participado y Arturo Are-
llano,
q u e
estaba retirado
y q u e
venía como
u n a
especie d e uniforme deportivo d e pana . A ellos se
unió otro militar. Francisco Galán , herman o de
Fermín, tambié n retirado, militante com uni sta,
m u y popular y querido. El comandante e ra un
militar cargadísimo de prejuicios y sobre todo
c o n u n santo temor a los comunistas. A la casa
llegó también el armamento y la munición.
E n e s a noche histórica, cálida, co n apretadas
discusiones, estaba n aciendo e l Quinto Batallón
d e Voluntarios. E l parto f u e difícil. El coman-
dante
se
resistía.
N o
quería
que l o s
comunistas
formásemos parte del batallón. Discutíamos
acaloradamente.
L os
dirigentes socialistas,
R o-
dríguez, secretario de l a JSU , Santiago, organi-
zador del Radio Norte de l PCE, Gallo, Arrellano,
Galán, todos le hacíamos ver la urgencia q u e
teníamos,, que ya se había producido la suble-
vación, que e r a necesaria la unidad m á s estre-
c h a . Y abajo, en la calle, centenares d e hombres
se apretujaban a la espera de l as armas.
El comandante Barceló envió a Cuatro Cami-
nos , a l teniente Justo López Mejías, s u ayudante,
otro oficial de los de Jaca, para inspecionar
cómo marchaban la s cosas. Le explicamos con
claridad la situación planteada, la inactividad
del Batallón, a ú n e n estado ultrauterino, mien-
tras, según n o s informaba el propio Justo, y a
debiéramos estar saliendo hacia el Cuartel de la
Montaña.
L a autoridad q u e López Mejías traía, obligó al
comandante
a
aceptar
la
decisión justa.
Los f u -
siles se dieron a los miembros de l as organiza-
ciones antifascistas. L a s d o s ametralladoras a
l os qu e sabían manejarlas. El jefe de esos equi-
po s f ue e l dirigente comunista del Metro, Este-
b a n Díaz, q u e había sido en el ejército, soldado
de
ametralladoras.
Gallo, Arellano, Galán y los qu e habíamos hecho
el servicio militar, enseñamos a l resto de los
voluntarios el manejo de los fusiles. U n a ense-
ñanza m u y e lemental y rápi da. Cómo poner el
peine
con l a s
balas, cómo mover
el
cerrojo, cómo
disparar. Y casi nad a m á s . E n e s a afan osa ense-
ñanza transcurrieron lo s últimos min uto s hasta
el alborear.
Y cuando ya se encendía el sol por el horizonte,
unos cuantos tranvías chirriantes, lo s famosos
17, cargados con el batallón, bajaron p o r Bravo
Murillo hacia Quevedo y enfilaron la calle de
S a n Bernardo. E n e s a calle, a l llegar a la esquin a
d e Quiñones, desde lo s tejados de la iglesia nos
hicieron nutrido fuego de fusil y pistola. Los
hombres se arrojaron de los tranvías y quisieron
asaltar el edificio q u e había dejado de ser santo
para transformarse en u n reducto faccioso. T r a -
La guardia civil cumplió c o n s u d e b e r , c o n t r i b u y e n d o a la t o m a d e l C u a r t e l d e l a M o n t a ñ a .
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U n
g r u p o
d e
m i l i c i a n o s s a l u d a n e n f e r v o r i z a d o s
a la
mul t i tud , t ras
la
c a l d a
d e l
C a u r t e l
d e l a
Montaña .
baj o costó —¡cuán tas voces tuvimos q u e dar —
para
q u e lo s
tranvías siguiesen
s u
marcha ,
sin
hacer caso a l pequeño obstáculo q u e t rataba de
impedir
q u e se
cumpliese
e l
objetivo
d e
llegar
a la
Montaña.
Y al fin se
llegó.
Y
allí
lo s
hombres
d e
Cuatro
Caminos se unieron a otros q u e venían de todos
l o s
rincones
de
Madrid
y
allí uno s
y
ot ros presen-
ciamos la llegada del cañón q u e lanzó la s prime-
r a s gra nada s sobre e l cuartel de la calle d e Ferraz.
Y se observó a l avión q u e arrojó unas bombas
sobre e l edif icio. Todo e l m u n d o se la nzó haci a
l a s puertas. Y penetró dentro. Y derrotó, con e l
empuje d e s u s cuerpos a los fascis tas encabeza-
d o s p o r
Fanjul.
N o
pod emo s olvidar,
p o r lo
signi-
ficativo q u e f u e e n aquellos momentos, q u e
junto
a los
hombres
del
Quinto Batallón
de Vo-
luntarios, había un-destacamento de la Guardia
Civil, q u e cumplió co n su deber, contribuyendo
a la toma del cuartel.
L o s hombres d e l Quinto Batallón tenían ya su
bautismo de fuego. N o sabemos como volvió
cada u n o . Pero triunfantes y jubilosos n o s r e u -
nimos d e nuevo en la Glorieta. Mandando la
tropa estaban Gallo, Arellano y Paco Galán.
Analizamos lo q u e había q u e hacer. Adiestrar a
lo s milicianos, organizados, ponerlos e n condi-
ciones
de
combati r, pues au nqu e algunos creían
q u e todo había acabado, muchos pensábamos
q u e l a lucha ib a para largo.
No se cual de los militantes dijo q u e necesitába-
m o s u n cuartel. S e n o s dijo q u e e l convento de los
Salesianos, sito en la calle d e Francos Rodrí-
guez, había sido abandonado días antes... I n i -
cialmente, cuando lo «ocupamos» n o s pareció
u n sitio ideal para cuartel de un batallón. U n
patio amplio, u n edificio a l fondo, formando
u n a « L » , u n a iglesia a la entrada.
P or
todo Cuatro Caminos había corrido
la
noti-
c ia d e q u e en e l convento de los Salesianos se
estaban entrenado l a s milicias. Continuamente
llegaban hombres y mujeres para enrolarse. Al
dominarse la sublevación e n Madrid, la Coman-
dancia de Milicias había decidido, co n e l mate-
rial capturado, intensificar el armamento del
pueblo. N o s dieron u n a orden para recoger 3.000
fusiles y 12 ame trallad oras. Sinf oria no Diéguez,
fu e a recoger el armamento. E n Francos Rodrí-
guez
s e
iban concentrando hombres
y
mujeres
de
todo Madrid. Y empezaban a llegar dirigentes
comunistas. Allí estaban Pepe Díaz, Pasionaria,
Checa. S e empezaron a montar oficinas. En el
pat io se iniciaba la instrucción de los milicia-
n o s , l a enseñanza del manejo d e l a s a rmas . Al-
guien, creo recordar q u e f u e Checa, comentó
viendo la afluencia entusiasta de futuros c o m -
batientes:
—Esto
ya no es un
batallón. Parece
un
regimien-
to.
E n aquellos momentos, d e u n a manera natural,
todos empezamos
a
sustituir
la
palabra batallón
p o r regimiento. Y as í nació el Quinto Regi-
miento q u e h a pasado a las tradicione s heroicas
d e
nues tro pueblo.
De
allí,
d el
cuartel
de
Francos
Rodríguez, empezaron a salir la s primeras mili-
cias organizadas, para cortar el paso a los que
querían ocupar Madrid. L a guerra n o l a había
querido el pueblo españ ol. Pero a ella f u e obliga-
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Jo sé Gi ra l. j e fe
d e l
G o b i e r n o
q u e
a c o r d ó
la
c o n s t i t u c i ó n
de la Co-
m a n d a n c i a G e n e r a l
d e
Milicias.
d o . Y e s u n a página de gloria y de honor. Somo s
conscientes
d e q u e n o
debe repetirse,
de que
nunca m á s debemos combatir lo s españoles e n -
tre nosotros. Pero h o y , debemos recordar el es-
fuerzo extrao rdinari o q u e hubo q u e hacer, para
resistir e n u n a guerra de 32 meses. Y en esa
resistencia jugó u n papel excepcional el Quinto
Regimiento.
Desde l o s 300 fusiles y l a s do s ametralladoras
iniciales, hasta lo s 60.000 hombres q u e tenía e l
Quinto Regimiento, el 27 de enero de 1937,
cuando se autodisolvió para fundirse en el Ejér-
cito Popular, hubo u n intenso proceso de supe-
ración organizativa, política y militar. U n c a -
mino continuamente ascendente. L as Compa-
ñías d e Acero. L o s cuatro batallones q u e popula-
rizara la canción. L a s seis primeras brigadas
mixtas.
L a
verdad
de e sa
historia
fu e
cantada
e n
todos
lo s frentes con l a música d e «Las bodas de Luis
Alonso» del maestro Jiménez y a sus ecos, m a r -
chaban lo s hombres a la victoria en los momen-
t o s m á s duros de la guerra:
U n a mañana d e julio
en e l patio de un convento
el Partido Comunista
formó e l Quinto Regimiento.
M. C. M.
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F e r m í n ,
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d e
J a c a , i m p r o v i s a u n a s p a l a b r a s
en la
P u e r t a
d e l So l , e n l a
m a ñ a n a
d e l 1 9 d e
julio
d e 1 9 3 6 .
11
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María Ruipérez
I tiV 1965, cuando se publicó
en inglés la primera edición
•
J
de La República española y
la Guerra Civil, muchos críticos
coincidieron en considerar a este
libro como el mejor estudio publi-
cado hasta el momento sobre el te-
ma. Su autor, Gabriel Jackson, ha-
bía realizado una síntesis objetiva
sobre fuentes de primera mano y
combinando la documentación de
archivo con los testimonios direc-
tos del
período
más
importante
de
nuestra historia
en el
siglo
XX.
Trece años después, cuando
por fin
ha aparecido una edición en Es-
paña
de
esta obra, tales juicios
si-
guen conservando todo
su
valor,
y
Jackson
ha
visto reconocida
por
todos
los
historiadores
su
cate-
goría como primera autoridad
en el
período.
Pero
su
aportación
a
nuestra histo-
ria no se
reduce
a
esta etapa
cru-
cial;
al
contrario, como hemos
in-
tentado recoger en esta entrevista,
la curiosidad del profesor Jackson
le ha llevado a trabajar temas muy
dispares de nuestro pasado, desde
la convivencia de musulmanes, ju-
díos y cristianos en la Edad Media,
hasta
el
funcionamiento político
del franquismo. En todos ellos, re-
sulta visible
el
rigor analítico
y la
objetividad científica de su investi-
gación, que junto con una clara
dosis de humanismo liberal defi-
nen a uno de los
historiadores
ame-
ricanos más importantes del mo-
mento actual.
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porque conocían otros países
y otros idiomas. Pero menos
conocido es el hecho d e q u e
entre judíos había también
labradores asentados en las
p e q u e ñ a s p o b l a c i o n e s de l
Norte
d e
Castilla
y d e
Aragón.
Pero l a s funciones d e
casta,
como dice Américo Castro,
eran las científicas y las di-
plomát icas . L o s grandes m é -
dicos de l a época, q u e eran
m á s bien siquiatras, lo s médi-
c o s d e reyes medievales eran
judíos.
C o n respecto a la cultura j u -
día, se basaba en la Biblia, en
lo s comentarios del Talmud.
Pero también, sobre todo en las
capas altas de la sociedad, se
d i o u n a integración bastante
grande con l a cultura cristia-
na , y uno d e l o s descubrimien-
t o s m á s interesantes d e A m é -
rico Castr o es precisamente la
creación
de la
lengua caste-
llana po r l o s escr ibanos y t r a -
ductores judíos. L os judíos
h a n escrito e n lengua caste-
l lana durante la Edad Media.
INQUISICION
Y
«CAZA
D E
BRUJAS»»
—T. de H.— E n uno de sus ar-
tículos
más
conocidos,
ha com-
parado
los
procesos
de la
Inqui-
sición en la España de'comien-
zos del siglo XVI con el período
de «depuración macartista» en
los Estados Unidos en 1947-
1955. ¿En qué se basa ese aná-
lisis comparativo?
— G .
J.
—El aspecto funda-
mental está en la influencia e n
l os dos casos d e l miedo políti-
c o . H a y prejuicios en e l caso
de la España d e l siglo XVI y
miedo hacia lo s erasmistas y
los protestantes; y en los Es-
tados Unidos existía e l mismo
miedo hacia
lo s
comunistas
en
el sentido m á s amplio d e esta
palabra, refer ida n o sólo a l
Partido Comunista, sino a los
«rojos» e n general. H a y , p o r
tanto, u n paralelismo entre
ambos momentos históricos.
En l os
Estados Unidos
n o h a n
q u e m a d o a las personas en las
hogueras públicas como s e
hizo e n España durante la In-
quisición; pero creo que l a
muer te de los Rosemberg, p o r
ejemplo, la pena d e muerte
para casos políticos, e l poner
fuera de la ley al Part ido C o-
munista Americano en los
años cincuenta, e s bastante
parecido política
y
sicológi-
camente a l fenómeno de l a In-
quisición e n España. Además,
podría decir que voy a publi-
c a r u n a novela dentro de a l -
gunos meses en España, preci-
samente sobre u n juicio polí-
tico en los Estados Unidos e n
lo s años de l macartismo, y la
w
U n o d e l o s
d e s c u b r i m i e n t o s
m a s
i n t e r e s a n t e s
d e
A m é r i c o C a s t r o
e s
p r e c i s a m e n t e
la
c r e a c i ó n
de la
l e n g u a c a s t e l l a n a
p o r l o s
e s c r i b a n o s
y
t r a d u c t o r e s j u d í o s . ( M a t a n z a
d e
j u d í o s
e n
B a r c e l o n a ,
a ñ o 1 3 9 1 ,
c u a d r o
d e
S e g r e l l e s ) .
1 4
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L a otra diferencia con respecto
a la
primera edición
e s de m a-
tiz, y se refiere a la intervención
extranjera. Creo — a través de
lo s estudios de m i colega R o-
bert Whealey y algunas estima-
ciones
de
Jesús Salas Larrazá-
bal— que l a Repúb lica recibió
m á s ayuda en el sentid o finan-
ciero de l o que dije anterior-
mente. Pero esto n o varía m u -
c h o e l efecto práctico de la
ayuda. Por e so digo q u e s e
trata sólo d e u n a diferencia d e
matiz. Tal vez l a República
recibió m á s aviones, pero e s -
to s aviones n o tenían arma-
mento o n o había gasolina
para ponerlos
en
funciona-
miento, ahora bien, en con-
j un to
se
puede decir
q u e
reci-
bieron m á s máquinas de lo
q u e señalé en la pr imera e d i -
ción.
— T . d e H.—¿Qué tipo de fuen-
tes ha
utilizado para
el
cambio
de
balance
co n
respecto
a
cifras
de
muertos?
— G .
J.
—Los estudios demo-
gráf icos, pr incipalmente
d e
Jordi Nadal y de su escuela en
Barcelona. La variación e n
m i s datos e s u n a variación e n
la cifra de l as represal ias en
función d e este camb io de c r i -
« E n l a
E s p a ñ a
d e l
s ig lo
XVI h a y
p r e j u i c i o s
y
m i e d o h a c i a
l o s
e r a s m i s t a s
y l o s
p r o t e s t a n t e s » .
( « E l
gran Inquis idor» , cuadro
d e
Enr ique Ser ta ) .
muertos. Ahora,
con la
apari-
ción de estudios m á s precisos
y científicos, se sabe q u e estos
m u e r t o s só l o l l e g a r o n a
300.000 ó 400.000 e n total.
Esto h a variado m i s est ima-
ciones, pr incipalmente en lo
q u e se refiere a l as represalia s,
q u e
fueron
la
causa principal
de l a s muertes; pero s u n ú -
mero e ra l a mi tad o los dos
tercios
de l o que
había dicho
e n u n principio. 200.000 muer-
t o s pe r represalias nacionalis-
t a s durante la guerra, y otros
200 .00 0 pri sione ros republi-
canos muertos
p o r
ejecución
o enfermedades de 1939 a
1943.
« L a
p e n a
d e
muer te
p a r a c a s o s po l í t i co s ,
e l
p o n e r f u e r a
d e la ley a l
Par t ido Comunis ta
A m e r i c a n o e n l o s a ñ o s
c i n c u e n t a , e s b a s t a n t e
parec ido po l í t i ca y
s i c o l ó g i c a m e n t e al
f e n ó m e n o de la
Inquis ic ión
e n
E s p a ñ a »
(E l senador McCar thy .
d e
t r i s te memor ia ) .
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« E n cierto sentido, y o diría q u e Cos ta f u e
p r e c u r s o r d e l a l a izquie rda d e l f a s c i s m o ,
c o n l a i d e a d e u n a revoluc ión e n s e n t i d o d e
just icia social , pero
u n a
revoluc ión
m u y n a -
cional y den t ro d e l a tradición d e u n pa í s» .
( Joaquín Cos ta ) .
que l o s
jóvenes socialistas
d e
Largo Caballero pensaban
q u e eran revolucionarios b a s -
tante m á s puros que los bol -
cheviques de su t iempo. Y en
la s elecciones d e febrero d e
1936 había u n lema q u e decía:
«Votad com uni sta para salv ar
a España d e l marxismo ». Creo
q u e l o s seguidores d e Largo
Caballero n o eran bolchevi-
ques. Seguramente en e l sen-
tido
d e
crear miedo
a la
dere-
c h a , l a r ad ica l i zac ión d e
Largo Caballero e r a bastante
impor tante , aunque con un
poco d e paciencia y d e cautela
se puede llegar a la conclusión
de que no eran d e verdad au -
ténticamente revolucionarios.
P o r ejemplo, en e l pr imer
momento de la sublevación.
Largo Caballero ofreció los
servicios
de l a U G T a l
Gobier-
no , a un Gobierno burgués y
republicano. Pero había utili-
zado s in cuidado u n vocabula-
r i o revolucionario cuando la
si tuación e r a ya bastante difí-
c i l , sobre todo durante l a pr i -
mavera del 36, y en este s e n -
tido s í hay bastante responsa-
bilidad de la gente d e Largo
Caballero en el desencadena-
miento de la guerra civil.
— T . d e H.—Una cosa que se ha
hecho
ya
tópica entre
los
histo-
riadores es que si hubiera sido
Presidente del Gobierno Indale-
cio
Prieto,
en
lugar
de
Casares
Quiroga, se hubiera evitado la
guerra civil. ¿Cuál es su opi-
nión
co n
respecto
a
esta tesis?
— G . J.—Las cuestiones hipo-
téticas s o n siempre difíciles d e
responder, pero yo 'soy de la
opinión, y veo también q u e
Thomas en la tercera edición
de su libro la mantiene, que s i
e l Gobierno republicano h u -
biera actuado d e u n a manera
m á s fuerte c o n respecto a los
Gobernadores civiles orde-
nándoles q u e aplastaran la
sublevación,
en vez de
transi-
g i r con
Mola durante
dos o
tres días, t a l vez se hubiera
evitado la guerra civil po r e l
fracaso de la sublevación mili-
t a r , igual q u e fracasó la de
Sanjur jo en 1932. Si Prieto
hubiera sido Presidente de l
Gobierno en este momento,
hubiera actuado —estoy segu-
« C r e o q u e l o s
s e g u i d o r e s
d e
L a r g o C a b a l l e r o — e n
l a f o t o — n o e ran
b o l c h e v i q u e s .
S e g u r a m e n t e
e n e l
s e n t i d o d e c r e a r m i e d o a la
d e r e c h a , la rad ica l izac ión
d e Largo Caba l le ro e r a
b a s t a n t e i m p o r t a n t e , a u n q u e
c o n u n
p o c o
d e
p a c i e n c i a
y
d e c a u t e l a s e puede l l egar
a l a c o n c l u s i ó n d e q u e
n o e r a n d e v e r d a d
a u t é n t i c a m e n t e
r e v o l u c i o n a r i o s » .
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r o — d e u n a
manera mucho
m á s decidida q u e Casares
Quiroga o q u e Giral.
— T . de
H.—La mayoría
de los
hispanistas americanos
e in-
gleses consideran
a
Manuel
Azaña como
el eje
principal
de
la
República, ¿piensa usted
que
Azaña durante la guerra civil
fue marginado por los socialis-
tas y comunistas, en especial
po r
Negrín?
— G .
J.
—Fue marginado, pero
también h a y q u e decir que s e
marginó é l mismo. E s decir,
q u e Azaña f u e u n hombre
fuerte y decidido durante el
primer bienio
de la
Repúblic a,
pero como Presidente de la
República, sobre todo después
d e comenzar la guerra y de la
amenaza nacionalista de to-
m a r Madrid, su moral e r a
m u y b aja , estab a derrota do en
su
propia mente;
per eso, yo no
echaría la culpa a Negrín. Y o
««Fue marginado, pero también
h a y q u e
decir
q u e s e
m a r g i n ó
é l
m i s m o .
E s
dec i r ,
q u e
A z a ñ a
f u e u n
h o m b r e f u e r t e
y
d e c i d i d o
d u -
r a n t e
e l
pr imer b ien io
d e l a
Repúbl ica , pe ro
c o m o P r e s i d e n t e
d e l a
Repúbl ica , sobre
t o d o d e s p u é s
d e
c o m e n z a r
l a
g u e r r a
y de la
a m e n a z a n a c i o n a l i s t a
d e
tomar Madr id ,
s u
m o r a l
e r a m u y
b a j a , e s t a b a d e r r o t a d o
e n su
propia mente». (Manuel Azaña).
diría q u e Azaña estaba y a m u y
desanimado, q u e había su -
frido terriblemente. Creo q u e
e s u n a figura clave en todo el
período republicano, primero
por su confianza durante el
primer bienio, y después p o r
s u s
dudas
y su
sufrimiento
sicológico durante la guerra.
Pero insisto e n q u e Azaña s e
marginó
él
mismo,
y
Negrín,
como Presidente de Gobierno
decidido, estaba dispuesto a
luchar y a resistir, e inevita-
bleme nte tenía q u e chocar con
Azaña.
L A S
COLECTIVIZACIONES
ANARQUISTAS
— T . d e H.—Una cuestión que
en los
últimos años
ha
provo-
cado
un
creciente interés,
y que
ya
apareció
en la
crítica
de
Chomsky
a la
primera edición
de su
libro,
es la de las
colectivi-
««Si Prieto hubiera sido Presidente
d e l
Gobie rno
e n
este momento ( jul io
de l 36) .
hubie ra ac tuado —estoy seguro—
d e u n a
manera mucho
m a s
dec id ida qu e
Casares Quiroga
o que Giral».
( L a
fo to recoge
la
Inaugurac ión
p o r e l
G o b i e r n o
d e u n a
d e s v i a c i ó n
de la
c a r r e t e r a
d e L a
Coruna
q u e
p a s a
p o r
l a C a s a
d e
C a m p o ,
c o n
a s i s t e n c i a
d e l
P r e s i d e n t e
d e l a
Repúbl ica , Manue l Azaña
y,
e n t r e o t r a s p e r s o n a l i d a d e s ,
d e
Largo Caba l le ro
(a la
d e r e c h a
d e
Azaña) , Pr ie to
(a la
i z q u i e r d a
d e l
P r e s i d e n t e )
y
F e r n a n d o
d e l o s
R í o s
(a la
izquie rda
d e
Prieto).
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Z.aciones anarquistas durante
la guerra civil. ¿Cuál es su valo-
ración de esta experiencia ? ¿En
qu é medida las colectividades
tuvieron un carácter democrá-
tico y voluntario?
— G .
J.
—Creo
q u e e s
absolu-
tamente imposible decir e n
q u é medida eran voluntarias.
Seguramente lo fueron sólo
hasta cier to punto. Con la co-
lumna Durruti y con las cosas
q u e pasaron dentro de l Con-
sejo d e Aragón y cerca de V a-
lencia, se sabe q u e había p r e -
siones y amenazas. Pero n o
h a y documentación y e s abso-
lutamente imposible,
en mi
opinión, establecer ninguna
valoración clara. Y o he dicho
en m i libro q u e tuvieron b a s -
tante éxito, sobre todo d u -
rante e l pr imer año de l a expe-
riencia; pero a causa de la
fal ta d e recursos y de l as con-
diciones de la guerra, con la
inflación,
y la
falta
d e h o m -
bres, p o r estar en el ejército,
c o n todo esto, e s imposible
medir cómo hubieran sido en
t iempos de paz y contando con
diez años, p o r delante, en vez
de un año , para juzgar mejor.
E n cuanto a las críticas de
Chomskv, pienso francamente
q u e n o s o n
honestas.
M e
acusa
de no utilizar ciertas fuéntes,
pero so n precisamente l as
fuentes q u e y o h e utilizado, e s -
t án en l a s ci tas a p ie de página
y creo que s i l a gente lee mi
libro y n o solamente l o que
Chomsky dice de mí , lo verá n.
Chomsky discrepa de mi in-
terpretación
en sus
conclusión
n e s . Hemos leído lo s mismos
documentos, porque no hay
muchos, pero yo creo que é l
idealiza lo s éxitos consegui-
dos po r l a s colectivizaciones.
E n m i caso, y o tengo simpatía
p o r este esfuerzo d e hacer u n a
revolución descentral izada,
pero en la práctica creo q u e
e r a un d isparate e n u n a si tua-
ción d e guerra.
— T . d e
H.—¿Quiere decir esto
que su
valoración respecto
a las
colectivizaciones
es
positiva
? O
por el
contrario, ¿cree
que pri-
mero había
que
ganar
la
guerra
y
después hacer
la
revolución?
— G . J.
—Es positiva en e l sen-
tido humano general, para
t iempos d e p a z , pero e s nega-
tiva en e l contexto de la
guerra civil española. N o
había posibilidad d e defender
la República s in la colabora-
ción d e Francia e Inglaterra; y
para conseguir esta colabora-
ción, e r a absolutamente nece-
sario evitar revoluciones so -
ciales d e este tipo experimen-
t a l e izquierdista. Y en e se s en -
tido, había q u e ganar l a gue -
r r a m á s q u e hacer la revolu-
ción.
« C r e o
q u e
A z a ñ a
e s u n a
f igura c lave
e n
t o d o
e l
p e r i o d o r e p u b l i c a n o , p r i m e r o
p o r s u
c o n f i a n z a d u r a n t e
e l
pr imer b ien io ,
y
d e s p u é s
p o r s u s
d u d a s
y s u
s u f r i m i e n t o s i c o l ó g i c o d u r a n t e
l a
g u e r r a » . ( A z a ñ a , i n a u g u r a n d o
u n a
n u e v a l i n e a
d e
a u t o b u s e s
e n
Madr id , fo to Keys tone) .
2 0
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*
E L
FRANQUISMO
Y LA
TRANSICION
DEMOCRATICA
— T . de H . — A la muerte de
Franco, usted publicó algunos
artículos
de
síntesis
de l
período.
¿Sobre
qué
bases
se
asentaba,
en su
opinión,
la
«actividad
to-
dopoderosa»
del
dictador?
— G . J.—
En primer lugar, y
pr incipalmente ,
p o r s u
victo-
r i a en l a guerra, su disciplina
dentro d e l Ejército y a su alre-
dedor, y su crueldad en la re-
presión, q u e convenció a los
españoles d e q u e había q u e
convivir co n Franco. En los
años 6 0 comenzó e l desarrollo
económico y la espera de la
muerte eventual
d e
este
h o m -
b r e , pero nadie se atrevió a en-
f rentarse con é l . Yo creo qu e l a
fuente
de su
autor idad
e ra l a
combinación de l as represa-
lias de la guerra y de la post-
guer ra , y su inteligencia como
administrador. Equilibró las
L a
« a c t i v i d a d t o d o p o d e r o s a »
d e l
d i c t a d o r
s e
a s e n t a b a ,
e n
pr imer lugar
y
p r i n c i p a l m e n t e ,
p o r s u
victoria
e n l a
g u e r r a ,
s u
d i sc ip l ina den t ro
d e l
Ejérc i to
y a su
a l r e d e d o r ,
y s u
c r u e l d a d
e n l a
r e p r e s i ó n ,
q u e
c o n v e n c i ó
a l o s
e s p a ñ o l e s
d e q u e
h a b í a
q u e
convivir
c o n
Franco» .
(E l
d ic tador ) .
21
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f
%
l* I
«p*
mWt
[te&S ' > v;"
i .
« El
doctor Trueta
e r a
amigo
d e
Macia
y d e
Luis Compa nys ,
y dio
t o d o
s u
apoyo
a ios
e s f u e r z o s
c a t a l a n e s
p o r
c o n s e g u i r
el
E s t a t u t o
d e
a u t o n o m í a . P e r o
s u
gran mérito estuvo
e n s u
a c t u a -
ción como cirujano
en la
guerra civil».
(E l
doctor Trueta,
e n s u s
últ imos años).
fuerzas de la burguesía, e l
Ejército y la Iglesia c o n m u -
c h o
éxito. Previno
la
aparición
d e personas q u e hubieran p o -
dido hacerle sombra políti-
camente . E n este sentido e ra
m u y listo como hombre polí-
tico.
— T . d e H.—¿Cuál es su opi-
nión sobre lo s cambios recien-
tes en la
vida política, econó-
mica y social de l país?
— G .
J.
—Yo so y bastante o p -
t imista ante
l o que
está
p a -
sando e n España ahora, pese a
q u e l a situación económica n o
e s
buena,
y e l
Gobierno deberá
solucionar lo s problemas del
paro; pero estos problemas
s o n comunes a todos lo s paíse s
desarrol lados en este momen-
t o . En sentido político, creo
q u e l a gente h a aprendido
muchísimo
de la
guer ra civil
y
de la experiencia d e l fran-
quismo.
H a y u n a
madurez
y
u n a tolerancia en l as discu-
siones de l a s Cortes, en la
prensa , en l a s que s e t ra ta d e
evi tar los extremos d e l anti-
cler ical ismo y d e acusar a la
gente d e «roja» o d e fascista, y
se t ra ta d e evitar también
todo este vocabulario despec-
tivo.
E n
este sentido, creo
q u e
se puede arreglar la Constitu-
ción y la vida política durante
lo s cuatro años próximos,
como se ha hecho en estos dos
años últimos. Así España t en -
dría la oportunidad d e conse-
guir u n a convivencia como n o
la ha logrado en ninguna otra
época histórica. E n cuanto a la
cultura,
h a y u n a
vivacidad
y
u n a gran variedad en el arte,
en el
cine
y en el
estilo
de
vida
q u e m e produce u n a gran a l e -
gría.
— T . d e
H.—
Usted da en este
momento un seminario sobre la
guerra civil
en la
Universidad
Complutense,
y nos da la im-
presión
de que es una
nue\'a
forma de participación cultural
entre los Estados Unidos y Es-
paña. ¿Cuáles serían su s objeti-
vos en este sentido?
— G . J.—Estoy aquí como p r o -
fesor visitante de la Universi-
d a d d e California, y ha y u n j o -
v e n colega —Joaquín Aran-
g o — q u e está e n m i lugar en
L a Jolla. Espero q u e esto se a e l
comienzo
de un
intercambio
bastante regular , n o sola-
mente entre la Complutense y
la Universidad d e California,
sino entre l a s demás universi-
dades americanas y las espa-
ñolas. Creo
q u e
existe
u n
inte-
r é s p o r ambos lados, n o sólo
por l a cultura española en los
Estados Unidos
y
viceversa,
sino también po r e l hecho de
q u e España h a estado b a s -
tante aislada de l as corrient es
culturales d e l Oeste desde
hace cuarenta años. L os Esta-
d o s Unidos n o h a n disfrutado
nunca de un contacto sufi-
ciente con la cultura europea.
E n
este sentido, quisiera
a d e -
lantar el contacto a nivel p e r -
sonal entre investigadores d e
humanidades y ciencias socia-
les, y también d e ciencias físi-
cas . E l problema es el del di-
nero. H a y u n tratado entre
España y los Estados Unidos,
en e l que un 96 por 100 de l
dinero se destina a armamen-
to y el 4 po r 100 restante se des-
t ina
a la
cultura.
N o h a y m u -
c h o dinero para la cultura.
Pero sí podríamos arreglar
q u e l o s profesores españoles
vayan a los Estados Unidos
con su
sueldo
y sus
propias
instituciones; y los profesores
de los EE.UU. residan con sus
sueldos normales e n España.
L o s gastos de los Gobiernos en
e l marco de l tratado serían
sólo
los de l
viaje
y
ciertos
g a s -
to s suplementar ios a l vivir en
u n país extranjero, pero el di-
nero podría conseguirse si los
salarios fueran pagados p o r
la s instituciones. Yo estoy h a -
ciendo toda la propaganda
q u e puedo en este sentido con
personas d e l Gobierno espa-
ño l .
T. de
H.—Para terminar, ¿cuá-
les son los temas de sus últimas
i nvestigaciones ?
—
G . J.—En estos meses estoy
invest igando la carrera de l
doctor Josep Trueta, figura
destacada en e l terreno de la
cirugía y por su interés en la
cultura catalana y en el Esta-
2 2
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A l o s cuarenta años de su muerte
Guadalupe Espinar
Ú W a - • «.• V I a u , \ . ir • . . - . . . . . . » • « . . . ^ ^ ^ TI f » M ~ ^ / . • . . . ™ Y * • y | L y • V * y ^ A . y- . .
L o s poemas de España, aparta d e m í este cáliz
componen
un
verdadero canto
de
gesta
que relata los acontecimientos de la guerra civil española
la resistencia heroica del pueblo español
en su
lucha contra
el
fascismo.
| >
Son estos acontecimientos,
tal y
como fueron percibidos
por la
mente
de su
autor,
el poeta peruano César Vallejo,
y su
transubstanciación
en
epopeya popular,
el objeto del presente estudio monográfico.
J f
Para llegar a la comprensión
de la alquimia creadora de Vallejo,
es
necesario indagar
en
aquellas fuerzas
§§
que no
tienen nada
que ver con el
arte
en sí,
sino con la revolución políticosocial.
a propósito de los sucesos que acontecían en España
en
aquellos días
que
aclara
y
facilita
la lectura e interpretación de los quince poemas
que
constituyen
su
libro.
De
esta crónica extractamos
los
siguientes párrafos:
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m
m
:
ím
Vallejo, como mestizo, s e
s ien te s ímbolo , por tador
d e l o s g e n e s d e la
c o l o n i z a c i ó n
( c o n s u
l e n g u a s e e x p r e s a ) , y d e
l o s
g e n e s
d e l a
Amér ica
a u t ó c t o n a , i n d í g e n a ,
v i o l e n t a d a
p o r l a
C o n q u i s t a . ( S a n t i a g o d e
Chuco, Perú , lugar
d e
n a c i m i e n t o — e n 1892—
d e César Vallejo) .
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P
OR primera vez, la razón de una guerra cesa
de ser una
razón
de
Estado, para
ser la
expresión, directa e inmediata, del interés del
pueblo y de su instinto histórico, manifestados
al
aire libre
y
como
a
boca
de
jarro.
Por
primera
vez se hace una guerra por voluntad espontánea
del pueblo, y, por primera vez, en fin, es el pueblo
mismo, son los transeúntes y no ya los soldados,
quienes
sin
coerción
de l
Estado,
sin
capitanes,
sin
espíritu
ni
organización militares,
sin
armas
ni kepis, corren al encuentro de l enemigo y mue-
ren por una causa clara, definida, despojada de
nieblas oficiales, más o menos inconfesables.
Puesto
así el
pueblo
a
cargo
de su
propia lucha,
se comprende de suyo que se sientan en esta
lucha latidos humanos de una autenticidad po -
pular y de un alcance germinal extraordinarios,
sin precedentes... [... 1 El heroísmo del soldado
del pueblo español brota de una impulsión es-
pontánea, apasionada, directa,
del ser
humano.
Los
primeros meses, señaladamente,
de la
guerra
española, reflejaron este acento instintivo, palpi-
tante de prístina pureza popular, qu e hiciera
exclamar a Malraux: «En este instante, al me-
nos, una
revolución
ha
sido pura para siem-
pre»... [... 1 Desde estos puntos de vista, la epo-
peya popular española es única en la historia.
Ella revela de cuánto es capaz un pueblo, lanza-
do, por
exclusiva propulsión
de sus
propios
me-
dios e inspiraciones cívicas, a la defensa de sus
derechos: devela,
en
pocos meses,
un a
vasta
in-
surrección militar, detiene dos poderosas inva-
siones extranjeras coaligadas, crea un severo or -
de n
público revolucionario, estructura, sobre
nuevas bases,
su
economía, funda,
de
pies
a
cabeza un gran ejército popular y, en suma, se
coloca a la vanguardia de la civilización, defen-
diendo
con
sangre jamás igualada
en
pureza
y
ardor generoso, la democracia universal en peli-
gro. Y todo este milagro —hay qu e insistir— lo
consuma
por
obra propia suya
de
masa sobera-
na, que se basta a sí misma y a su incontrastable
devenir»
N o obstante, tras la aquiescencia de las l la-
madas «democracias» europeas y americana
p o r mantenerse a l margen, como Pilatos, a lo
largo de su poemario César Vallejo v a perci-
biendo el abandono de España, en su huer-
to de
Getsemaní,
y a sí
mismo, nuevo Cris-
to , asumiendo el dolor de España, en un alar-
de de generosidad, entrega y estoicismo.
Siguiendo c o n esta simbología evangélica,
podrían considerarse s u s poemas como esta-
ciones de un alegórico Via-Crucis. Este cris-
tianismo vallejiano se funde en el poema X I V
con e l comunismo, expresado explícitamente:
¡Cuídate, España, de tu propia España
¡Cuídate
de la hoz s in e l
martillo
¡Cuídate
d e l
martillo
s in la
hoz
2
Pero, si dent ro de l a historiografía cristiana la
1
Publicado po r primera vez en el libro de Juan Larrea, César
Vallejo o Hispanoamérica en l a cruz de s u razón, Universi-
dad de
Córdoba, Argentina,
1957,
págs. 169-175.
2
César Vallejo, Poesías Completas. Ed . Losada. Buenos
Aires, 1949. Todas las cita s de España, aparta d e m í est e cáliz
pertenecen a esta edición.
2 6
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sangre de los márt ires se convert ía en semilla
d e cristianos, a s í también la sangre de los
combatientes españoles alimentará nuevos
espíritus. Este legado, en sangre, servirá d e
fuerza espiritual aglutinante para la forma-
ción d e l hombre nuevo, ascendiendo d e tierra
española como
u n
polvo-polen redentor;:
Padre polvo
qu e
subes
d e
España,
Dios te salve, libere y corone,
padre polvo q u e asciendes del alma.
Padre polvo
que vas a l
futuro,
Dios te salve, te guíe y te dé alas,
padre polvo que vas a l futuro.
Vallejo se hace eco en sus poemas d e algunas
de las batal las m á s impor tantes q u e v a n esca-
lonando la progresiva caída de la España re -
publ icana.
E l año 1937 e s de una
intensidad
febril, en cuanto a creación poética. Es e l año
también en que e l aplastamiento de l pueblo
español aparece m á s encarniza do, alcanza sus
cotas m á s altas. H a y , p o r tanto, u n a comunión
entre e l dolor de l poeta y e l desgarro s a n -
griento d e España.
H e aquí l a s fechas e n q u e sucumben algunos
de los pueblos y capitales citado s p o r Vallejo:
Extremadura, Badajoz,
14 de
agosto
de 1936;
Málaga,
10 de
febrero
de 1937;
Guernica,
26 de
abril
de 1937;
Bilbao, 19 de junio de 1937;
Gijón, 19 de octubre de 1937;
Teruel,
14 de
diciembre-22
d e
febrero
de 1938.
E n cuanto a César Vallejo, e l hombre, su -
cumbe en París, el 15 de abril de 1938, d ía de
Viernes Santo.
El poema con que s e inicia l a serie está dedi-
cado a los voluntar ios de l a República y su
tono e s grandioso, como corresponde a su t í -
tulo d e Himno, que es , a l mismo tiempo, u n
gozoso saludo
d e
bienvenida
c o n q u e e l
poeta
recibe, frenético d e entusiasmo, a los volunta-
rios:
... no sé verdaderamente
q u é hacer, dónde ponerme: corro, escribo,
[aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a m i pecho q u e acabe, a l bien, q u e venga,
y quiero desgraciarme-
Este ex abrupto emotivo continúa « in cres-
cendo» y , uno s versos m á s adelante , se concre-
tiza en e l hec ho histórico de l a R epúblic a, raíz
y pr incipio d e t ransformación y progreso so-
cial:
Un'día prendió e l pueblo su fósforo cautivo,
[oró de cólera
y
soberanamente pleno circular
cerró
su
natalicio
c o n
manos electivas;
Esta perfección social (pueblo, pleno circular,
soberanamente), lograda democráticamente
(manos electivas), ve su existencia ame naz ada
y responde a la agresión co n otra agresión que ,
dadas s u s características, sólo puede expre-
sarse verbalmente mediante antítesis:
Muerte
y
pasión
de paz , las
populares
Muerte y pasión guerreras entre olivos, enten-
dámonos...
Antes había mencionado que e l pueblo había
orado d e cólera. E l nuevo experimento social
q u e e l pueblo español estaba haciendo posi-
b l e , exigía, pues «rabia e idea», ya que no se le
iba a reconocer e l derecho d e orden natural
q u e tenía para disfrutarlo.
Para enaltecer este derecho, Vallejo hace re -
cuento d e l pasado cultural español (junto a
Calderón, Cervantes, Goya, Santa Teresa
y
Quevedo, cita a Coll y Lina Odena; Antonio
Coll f u e u n héroe popular de la guerra civil; é l
fue e l pr imero en repeler lo s ataques de t an -
ques italianos co n granadas d e mano; Lina
Odena e s otra heroína popular q u e murió lu -
chand o contra e l fascismo en e l Su r ) , haciendo
a l pueblo depositario d e este legado:
(Todo acto
o voz
genial viene
del
pueblo
Para Vallejo.
s e r
h u m a n o e s e n c i a l
e s
igua l
a s e r
ét ico,
y
es ta
carac te r í s t i ca def in i to r ia conviene , sobre todo ,
a l
h o m b r e
d e l p u e -
b l o .
(Vallejo
e n
P a r í s , f e b r e r o
d e
1937).
27
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y v a hae\a é l , de frente o transmitidos
p o r
incesantes briznas,
por e l
humo rosado
d e
amargas contraseñas
s in
fortuna.)
Esta tradición cultural, o identidad social, s e
halla, para Vallejo, e n peligro d e muerte, y es
necesario defenderla:
Matan
e l
libro, tiran
a sus
verbos auxiliares
a su
indefensa página primera;
Anteriormente, en un grito d e dimensiones
romá ntic as, Vallejo invocaba u n futuro en que
s e habría erradicado defini t ivamente e l m a l :
Serán dados lo s besos que no pudisteis dar .
¡Sólo la muerte morirá
Y m á s adelante:
Voluntarios,
por la
vida,
por los
buenos, ¡matad
a la
muerte, matad
a los
malos
S e vincula así el poeta a un «yo social», cuya
voluntad d e seguir siendo va a ent rar en un
período gravemente conflictivo. L a
buena vo-
luntad d e esia masa solidaria:
Voluntario íUÜano
Voluntario soviético
Voluntario del sur , de l norte, d e l oriente
Voluntario fajado d e zona fría
templada o tórrida
héroes
a la
redonda...
Producirá e l milagro, «haríais la luz», dice
Vallejo. Y, además,
...sabrán
lo s
ignorantes; ignorarán
lo s
sabios...
La hormiga
traerá pedacitos
de pan al
elefante encadenado
volverán
lo s
niños abortados
a
nacer perfec-
[ tos , especiales...
y trabajarán todos lo s hombres
engendrarán todos lo s hombres,
comprenderán todos lo s hombres
«Tres ve rb os q u e expresan y r esumen la esencia
de la humana fel icidad, t rabajar , engendrar y
La
m a d r e « p e g a
c o n s u
grito,
c o n e l
d o r s o
d e l a
lágr ima». . . Guern l -
c a , 2 6 d e
abri l
d e 1 9 3 7 .
( B o c e t o
d e
P i c a s s o p a r a
s u
«Guern lca») .
comprender . Cualquier
otro,
dividiría a los
hombres
e n
clases, haciéndolos enemigos
unos d e otros.
Esta felicidad vendrá de la mano d e l nuevo
Cristo:
Obrero, salvador, redentor nuestro...
P o r mediación d e este Cristo obrero, que i l u -
mina, visionariamente, u n futuro d e armonía
universal, Vallejo sufre su propia catarsis:
Para q u e vosotros,
voluntarios d e España y del mundo, vinierais,
soñé que era yo bueno...
E l empuje ir refrenable d e esta hazaña lo ex-
presa Vallejo parangonándolo con e l fuego,
símbolo de l amor .
(Llama
d e
amor viva,
había
t i tulado S a n Juan de la Cruz uno de sus poe -
m a s
místicos):
Marcha
h o y d e
vuestra parte
e l
bien ardiendo
• • • • • • • • • •
[marcha | la dirección del agua q u e corre a
[ver su límite antes q u e arda...
Hecha la invocación a los voluntar ios de la
República, Vallejo va a i r deteniéndose en los
acontecimientos bélicos, q u e jalonan otras
tantas derrotas republicanas. E l p r imero d e
ellos, Extremadura, y m á s específicamente,
Badajoz, q u e sucumbía el 14 de agosto de
1936.
Pero cite mos antes algunos pár raf os
h i s -
tóricos d e este episodio, tal y como lo relata
Gabriel Jackson:
Badajoz era, asimismo, la capital déla prcnñncia
en la cual estaba produciéndose la revolución
campesina poco antes
de la
Guerra Civil
y en la
cual la República había comenzado el más ex-
tenso proyecto de irrigación única. La ciudad se
hallaba defendida por unos 4.000 milicianos
equipados co n unos pocos morteros y con m ás
munición para fusil
y
metralleta
que la que
hasta entonces habían encontrado
las
tropas
africanas.
Los defensores habían colocado metralletas en
los
muros
de la
ciudad
y
habían bloqueado
con
sacos
de
arena
las
entradas
por las que
pasaban
las vías de los tranvías. El periodista inglés Ha-
rold Cardozo vio a los peritos de las tropas rebel-
des
dinamitar
una de las
entradas
por la que se
lanzaron los Legionarios atacando a los defen-
sores por la retaguardia.
Ja y Alien estaba horrorizado... y su informe so -
bre las
ejecuciones masivas llevadas
a
cabo
en la
plaza
de
toros electrizaron
a la
opinión
mun-
dial...
3
.
E n nota a p ie de página se relata el incidente
' Gabriel Jackson, T h e Spanlsh Republtc a n d t h e Civil
W a r , 1 9 3 1 -1939, Princeton, ¡965,págs. 268-269. Esta cita y la
siguiente traducidas por mí.
2 8
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ocurr ido a l fotógrafo francés René Br u , que
había hecho u n a película .d e unos m i l prisio-
neros a la espera de s e r fusi lados en la plaza d e
toros d e Anandaleja, as í como d e piras de ca -
dáveres crepitando entre l a s llamas. Dichas
fotos fueron confiscadas po r l a s tropas fran-
quistas
4
.
Pienso
q u e
este incidente, macabro
y
conmo-
vedor, es la base desde la cual Vallejo elabora
s u s versos. En la conciencia d e l poeta, el humo
y la sangre predom ina n como elementos esen-
ciales de su delirio, lo cual concuerda con los
datos históricos recogidos: Masivos fusila-
mientos y que ma masiva d e cuerpos. E l plan to
iracundo
c o n q u e
comienza
el
poema
se re -
suelve en elegía por l a matanza d e tanta
«hombría». Para Vallejo, s e r humano esencial
es igual a s e r ético, y esta cara cterí stic a defini-
tori a conviene, sobre todo,
a l
hombre
d e l p u e -
b l o . Xavier Abril, en su libro
Vallejo,
lo inter-
pre ta as í :
El canto II de España, aparta de mí este cáliz,
está dedicado
al
panegírico
de l
hombre extreme-
ño. En él Vallejo exalta las virtudes elementales y
esenciales del campesino de Extremadura. Pero
sería
un
error considerar
el
término
a la
letra,
es
decir sin las prolongaciones profundas de gene-
ralidad ecuménica que vinculan al hombre en el
planeta... El poema registra, en forma ascen-
dente
y
coral,
el
contenido,
la
emoción
de la
vida.
Por
ello mismo
es, en
parte,
una
exaltación
a la
sangre...
[... \ El
poeta
se
contagia
de l
modelo
qu e
canta:
el
«extremeño acodado»... Este
le
dicta
la
decisión
de
padecer, vocacional
en
Valle-
jo, y la de
luchar: costumbre
del
agonista...
[... 1
Desear
el
mejoramiento
de l
individuo,
de los se-
ñores, hasta
el
punto
de
asimilar
la
calidad
hu-
mana
con el
caballo,
el
reptil,
el
buitre,
la
mosca,
el
ribazo
y el
cielo, constituye algo
así
como
un
confuso ideario de convivencia y superación
unificatoria
de las
especies,
de la
tierra
y del
sistema celeste \
La segunda parte d e este canto se centra en
Guernica, arrasada y masacrados s u s habi tan-
tes el 26 de abri l de 1937. Sorprendida l a po-
blación civil, lo s débiles, representados por e l
niño, la madre, el enfermo, e l anciano y el
presbítero se oponen tenuamente, con sus e s -
casísimas fuerzas y armas: la madre « pega con
su grito, con e l dorso de la lágrima», el en-
fermo «pega con su mal», e l anciano «con sus
canas,
s u s
siglos
y su
palo»...
y
sucumben
i n e -
xorablemente adquir iendo la d imensión d e
protomár t i res . « N o existe obra poética c o n -
temporánea e n lengua castellana» —Xavier
L a
m u e r t e
e s ,
has ta c ie r to punto , s imulac ión , pero
n o
gratuita , s ino
q u e
c a t a l i z a
e n u n
c o n g l o m e r a d o ú n i c o
a los ,
has ta en tonces ,
hermet i smos Ind iv idua l i s tas . (Val le jo , muer to) .
4
Ibíd.
5
Juan Abril,
Vallejo, Ensayo d e aproximación,
Buenos
Aires, ¡958, págs. 156-159.
Abril h a comentado— «que s ea m ás rica que la
suya.
España, aparta
d e m í
este cáliz,
no es
sólo u n libro: e s u n a fuente. La crítica y la
historia literaria tendrán q u e equiparar lo con
el
Romancero
y los
cantos
d e
gesta.
E n
este
aspecto, Vallejo expresa u n a contienda histó-
rica, es verbo de nuestro tiempo... [...]. Los
catastróficos poemas a España son, en reali-
dad , e l único Apocálipsis moderno»
6
.
En Málaga, día 6 de febrero de 1937, 100.000
personas comienzan
un
éxodo masivo siguiendo
la
costa camino
de
Almería.
Los
invasores
to-
man la
ciudad llevando consigo
una
intermina-
ble
lista
de
personas para
ser
fusiladas.
Las eje-
cuciones eran llevadas
a
cabo
por
tropas italia-
nas y
españolas.
Las
autoridades militares
ita-
lianas estaban horrorizadas
del
número
de eje-
cuciones y de las mutilaciones qu e presentaban
muchos de los cadáveres y heridos. Mientras
tanto, durante
do s
semanas, aviones
de la Ma-
rina
y de la
Aviación bombardearon
las
colum-
nas de
refugiados. Barcos
de
guerra alemanes
tomaron también parteen
la
operación, algunas
veces presenciada incluso
por
barcos
de
guerra
ingleses que no hicieron nada para evitarlo.
Veinte años después todavía seguían encon-
trándose esqueletos de l éxodo de Málaga \
L a vivencia d e l hec ho histórico e s recogida po r
el poeta como descalabro, Vallejo resume lo
pavoroso e n tres palabras: «¡Todo el caos ».
En e l poema d e Pedro Rojas, Vallejo indivi-
dualiza a la masa con e se nombre. Escoge u n
analfabeto, cuyas esenciales características se
describen como:
padre
y
hombre
marido y hombre
ferroviario y hombre
padre
y m á s
hombre.
6
Ibíd., pág. ¡61.
1
G. Jackson, op c i t . , págs. 344-345.
29
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Pedro Rojas, q u e c a e asesinado, se incorpora
—nuevo Lázaro— a l final d e l poema para e m -
peñarse
d e
nuevo, tozuda
y
mesiánicamente,
en su consigna solidaria:
¡Viban
lo s
compañeros Pedro Rojas.
H a y u n a exaltación d e esta cualidad moral
frente
a la
cual idad
d e l
escritor,
d e
mayor
prestigio. Por eso e l poeta destaca orgullosa-
mente s u s errores ortográficos, e n defensa del
gran contenido semántico d e su mensa je : «Vi-
b an lo s compañeros». Frente a l papel y la
pluma, retruécanos d e escribiente o escriba-
n o ,
Vallejo opone
e l
aire (palabra inmediata-
acción), y frente a p luma, la entrega total,
«p luma d e carne».
Pedro Rojas es héroe, mártir , hombr e, obrero,
ferrovi ario, inocente —niñí n, hab ía dicho—, y
c o n u n
compromiso político
y
social:
«s e
puso
rojo / y luchó co n su s células», q u e prevalece
sobre sí mismo, «¡Viban los compañeros Pe-
d r o Rojas», y u n a causa vital para e s e c o m -
promiso, «sus todavías,
s u s
hambres...».
L o
q u e n o obsta para q u e e l poema se halle fi l-
t rado d e l dolor vallejiano: «Pedro y su s d o s
muertes / . . . l o h an matado.. . / H a n matado...
.. . muerto... / lo han matado suavemente...».
E l idealismo vallejiano encuentra la armonía
cósmica p o r medio d e l espíri tu , anal izando la
gran contradicción
d e
aquellas muertes físi-
c a s , t a n s i n sentido; apelando a su profundo
sentido religioso parece encontrar u n a causa
profunda q u e justifica la muerte física d e
tanto combatiente; a s í parecen revelarlo a l
menos
lo s
finales
d e s u s
poemas:
Tácitos defensores
d e
Guernica
O h débiles
O h
suaves ofendidos
que os
eleváis, crecéis
y
llenáis
de
poderosos
[idébiles en el mundo.
Refiriéndose a los sucesos d e Madrid, Bilbao v
Santander:
acabaron, en fin, de ser mortales
• • • • • • • • • •
y a la
explosión salióle
al
paso
un
paso
y a los
siete metales
la
unidad
sencilla, justa, colectiva, eterna.
Refiriéndose a l héroe Pedro Rojas:
Pedro Rojas,
as í ,
después
de
muerto,
se levantó,
besó
su
catafalco ensangrentado
lloró p o r
España
y volvió a escribir con e l
dedo
en el
aire:
¡Viban los compañeros Pedro Rojas.
Cuando habla de Ernesto Zúñiga, en e l poema
V I, «Cortejo tras la toma d e Bilbao»:
«herido
y
muerto, hermano»
tu s huesecillos d e alto y melancólico dibujo
forman pompa española,
laureado
d e
finísimos andrajos
• • • • • • • • • •
Siéntate, pues, Ernesto,
o y e que
están andando, aquí
en tu
trono
• • • • • • • • • •
¿Qué trono?
¡T u
zapato derecho
¡T u
zapato
Zapato q u e en l a simbología d e Vallejo, como
en la de Miguel Hernández, representa la
tumba.
Y en e l Pequeño Responso a u n héroe de la
República:
Todos sudamos,
el
ombligo
a
cuestas,
también sudaba de tristeza el muerto.
> • • • • • • •
un libro, atrás un libro, arriba u n libro
retoño
de l
cadáver
ex
abrupto.
Y el
Poema
XI :
Miré
el
cadáver...
le vi
sobrexñvir,
• • • • • • • • • •
Le
dejaron
y
oyeron,
y e s
entonces
que e l
cadáver
Si la M a d r e - E s p a ñ a d e s a p a r e c e , n i n g u n a R e v o l u c i ó n a l t e r a r a
e s e n c i a l m e n t e
el
c u r s o
d e l
d e s t i n o .
S i n s u
m a g i s t e r i o ,
l o s
« láp ices
s i n p u n t a » s e tornarán fusi les.. . (Vallefo, dibujo d e P icasso) .
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casi vivió
en
secreto,
en un
instante
má s le
auscultaron mentalmente,
¡y
fechas
es
decir, todavía detecta
la
temporalidad.
E n lo s poemas de la guerra civil española es
u n a preocupación constante d e Vallejo e l t r a -
tamiento de la muerte como u n camino del
q u e se
regresa.
L a
muerte
e s ,
hasta cierto
p u n -
to , simulación, pero n o gra tuita, sino q u e cata-
liza e n u n conglomerado único a los, hasta
entonces, hermetism os individualistas;
e l m e -
j o r ejemplo d e ello lo percibimos e n «Masa»,
en que e l
cadáver
d e l
combatie nte controla
su
propia muerte, a pesar de los ruegos de un
hombre , de dos , de veinte, cien, m i l , quinien-
t o s m i l , para q u e cese d e mori r . E s sólo cuan do
se produce la unidad total d e lo s distintos in -
dividuos q u e conforman la raza humana
cuando el cadáver percibe como u n a desleal-
t a d
seguir muriendo,
y
vuelve
a la
vida.
O b -
viamente, seguimos dentro d e esta simbolo gía
religiosa
d e
Amor ecuménico
y de los
milagros
a q u e éste dará origen.
L o s poemas de Vallejo intensifican su co n -
tenido religioso a medida q u e v a perdiendo la
esperanza d e u n a victoria bélica. Pasa así de
u n a actitud optimista y confiada, la del
«Himno», a u n a soledad y desesperanza s u -
m a s , e n cuanto a sufrimiento espiritual (no en
cuanto a fortaleza moral), titulando su último
poema, «España, aparta
d e m í
este cáliz»,
q u e
luego daría nombre a todos ellos.
Yo percibo d o s momentos culminantes e n esta
obra: el instante d e sufrimiento máximo, r e -
presentado p o r e l poema V, «Imagen española
de la muerte», y el poema XIII, «Redoble fú -
nebre a los escombros d e Durango» (ciudad en
la provincia d e Vizcaya, inseparable en cuan to
a destino y circunstancia d e Guernica), e n q u e
parece percibirse la serenidad estoica d e
«todo se ha consumado ». De un a v ía purgativa
y m u y
penosa
en l a q u e
Vallejo
v a
asumiendo
q u e l a s libertades d e l pueblo se vuelven b u r -
buja, desemboca en un éxtasis espiritual, v i-
sión d e u n futur o perfecto. En e l poem a XIII, la
palabra es aire y luz de f uturo aleteando. A d-
viértase cuánto equilibrio y serenidad en el
ritmo después d e tanto caos patético. De Du -
rango surge e l alma, polvo-polen q u e invadirá
e i luminará el mundo.
VALORACION FINAL
E l
problema existencial
d e
César Vallejo
a p a -
rece indivisible de la suerte corrida p o r E s -
paña durante la contienda bélica:
Necesita Vallejo la madre, esa madre que se en-
cuentra ahora tras
los
límites
de la
muerte... Alza
sus dos brazos y se remite a esa madre natural
que más tarde se convertirá en la Madre España,
Madre de su personificación verbal castellana en
cuya cruz mortal
de
pueblo mártir había
de
darse
a morir con la esperanza metafísica de renacer
en fórmula entitativa nueva... [... \ la muerte en
cruz, la muerte transfiguradora y regenerativa de
la entidad española está anunciada a su manera
po r Unamuno cuando escribía al final de su
Agonía
d e l
Cristianismo, en 1924: «Cristo ago-
nizó y murió en la cruz co n efusión de sangre, y
de
sangre redentora;
y mi
España agoniza
y va
acaso a morir en la cruz de la espada y con
efusión de sangre... ¿Redentora también?»
8
.
Vallejo, como mestizo, se siente símbolo, p o r -
t ador de los genes de la colonización (con su
lengua se expresa), y de los genes d e l a Amé-
rica autóctona, indígena, violentada por la
Conquista. E l contacto c o n España-República
le
alerta
d e q u e esa
cruz existencial
en la que
se halla inmóvil podría transformarse en un
círculo perfecto, e n u n a realidad armónica: L a
Madre España
y
América
v a n a
reconocerse
e n
u n abrazo d e resonancias ancestrales. Para
ello, el Padre-Poder, castrador de los hijos d e
España y d e América, va a ser eliminado, y
reemplazado p o r u n Mesías-Obrero, principio
d e u n a sociedad ecuménica. E l pueblo español
se presta a esta consumación.
Vallejo no es un pacifista: E l Poder s e perpetúa
a sí
mismo;
y el
único modo
d e
derrocarlo
e s
oponiendo u n a Fuerza de la misma intensi-
d a d , aunque d e signo contrar io. Vallejo se en-
cuentra e n contradicción como cristiano, a l
contaminarse de la misma violencia q u e l e
repugna y q u e rechaza: la violencia q u e d es -
truyó América Indígena.
S u deseo edípico d e salvar a la Madre preva-
lece y , atrapado entre s u Cristianismo y su
conciencia política, se convierte en poe ta revo-
lucionario: incita a l puebl o español, con e l que
se identifica totalmente, a esta Guerra Santa:
Aquí, Ramón Collar, en f in, tu amigo
¡Salud, hombre
de
Dios, mata y escribe
El proceso q u e siguen s u s poemas prueban la
zozobra edípica de l hi jo hacia la Madre: lo q u e
e n definitiva ocurrió e s bien sabido; e l Padre-
Poder aniquila
a los
hijos rebeldes
y
somete
a
s u au tor idad a unos y a otra.
Vallejo, íntimamente unido al destino de Es-
paña, tal y como él lo concebía, v a a sucum bir
también , n o s in antes hacer u n l lamamiento
para
q u e l a
rescaten
a los
niños
d e l
mundo,
únicos capaces d e percibir este símbolo m a -
terno como principio
d e
Vida.
Si la
Madre-
España desaparece, ninguna Revolución alte-
rará esencialmente
el
curso
d e l
destino.
S in su
magisterio, los «lápices s in punta» s e tornarán
fusiles. •
G.
E .
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d e
s e p t i e m b r e
d e 1 7 9 1
(Par í s , Museo Carnava le t ) .
límites
qu e
aquellos
que
aseguran
a los
demás
miembros
de la
sociedad
el
goce
de los
susodi-
chos derechos. Estos límites
no
pueden
ser de-
terminados
más que por una ley.
V. La ley no
tiene derecho
a
prohibir
más que
las acciones nocivas a la sociedad. Todo lo que
no
está prohibido
por la ley no
puede
ser
impedi-
do, y a
nadie
se
puede obligar
a
hacer
lo que la ley
no
ordena.
VI. La ley es la
expresión
de la
voluntad gene-
ral. Todos los ciudadanos tienen el derecho a
concurrir a su formación, personalmente o por
medio
de sus
representantes; debe
ser la
misma
para todos, tanto cuando proteja como cuando
castigue. Siendo todos
los
ciudadanos iguales
ante
sus
ojos, todos
son
igualmente admisibles
para todas
las
dignidades, cargos
y
empleos,
se -
gún su
capacidad,
sin
otras distinciones
que las
de sus
virtudes
y
talentos.
VII. Ningún hombre podrá ser acusado, dete-
nido o aprehendido sin en los casos determina-
dos por la ley y con arreglo a las formalidades
prescritas por ella. Quienes soliciten, expidan o
ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias,
deben ser castigados; pero todo ciudadano lla-
mado
o
detenido,
en
virtud
de la ley,
debe obede-
cer en el
acto;
se
hace culpable
por la
resistencia.
VIH. La ley no
debe establecer
más que las
penas estricta
y
evidentemente necesarias,
y na-
die
puede
ser
castigado sino
en
virtud
de una ley
establecida
y
promulgada anteriormente
al
deli-
to, y legalmente aplicada.
IX .
Presumiéndose inocente
a
todo hombre
mientras
no
haya sido declarado culpable,
si se
¡uzga indispensable detenerlo, todo rigor innece-
sario para asegurarse de su persona, debe ser
severamente reprimido
por la ley.
X. Ningún hombre debe ser molestado por sus
opiniones,
au n
religiosas,
con tal de que su ma-
nifestación
no
perturbe
el
orden público estable-
cido
por la ley.
XI. La
libre comunicación
de los
pensamien-
tos y de las
opiniones
es uno de los
derechos
más
preciosos
de l
hombre; todo ciudadano puede,
pues, escribir e imprimir libremente, salvo la
responsabilidad
por el
abuso
de
esta libertad,
en
los
casos determinados
por la ley.
XII. La
garantía
de los
derechos
de l
hombre
y
de l ciudadano necesita una fuerza pública; por
tanto, esta fuerza se instituye en beneficio de
todos y no para la utilidad particular de aquellos
a
quienes está confiada.
XIII. Es indispensable una contribución co -
mún
para
el
mantenimiento
de
esta fuerza
pú -
blica
y
para
los
gastos
de la
administración.
Debe ser repartida igualmente entre todos los
ciudadanos co n arreglo a sus medios.
XIV. Los
ciudadanos tienen
el
derecho
de
comprobar por sí mismos o por conducto de sus
representantes la necesidad de la contribución
pública, consentirla libremente, vigilar su em-
pleo
y
determinar
su
cuota,
el
reparto,
el
cobro
y
la duración.
XV. La sociedad tiene derecho a exigir cuentas
de su
administración
a
todo agente público.
XVI.
Toda sociedad
en la
cual
la
garantía
de
los derechos no está asegurada, no determinada
la separación de poderes, no tiene Constitución.
XVII. Siendo
la
propiedad
un
derecho inviola-
ble y
sagrado, nadie puede
ser
privado
de sus
propiedades sino cuando
la
necesidad pública,
legalmente comprobada, lo exija evidentemente
y con la
condición
de una
justa
y
previa indem-
nización.
(París, agosto 27 de 1789)».
Insist imos
en que l a
Declaración
f u e
insufi-
ciente. Pero es el pr imer ar ranque de l o s m o-
vimientos sociales. H a y q u e desper tar l a s con-
ciencias d e l o s q u e quieren u n mundo mejor
sólo d e labios afuera. Si hemos cometido u n a
perogrullada, perdónesenos e n gracia a la
oportunidad periodíst ica. •
C. S.
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Hace d o s m i l quinientos años:
Con
Solón,
la
democracia
constitucional
Ricardo Lorenzo Sanz
y
Héctor Anabitarte Rivas
L ateniense Solón, 640-559 antes de nuestra Era, es la primera
personalidad política en la historia que puede ser calif icada como
precursor
de la
democracia constitucional, sistema
de
gobierno
y
organización del Estado, que veinticinco siglos después sigue vigente,
desarrollándose, debatiéndose
en un mar
agitado
de
contradicciones,
pero no ha podido ser reemplazada ni siquiera en el plano teórico, ya que
nuestra cultura aún no agotó el pensamiento griego, origen y límite de
nuestra cultura.
El
intento
del
nazismo —por ejemplo—,
fu e
derrotado
y
no sólo en los campos de batalla.
Actualmente
los
partidos políticos
más
representativos
de la
pobla-
ción
de la
mayoría
de los
países
del
mundo, compiten entre
sí en
cuanto
a
quien
es más
democrático.
Los que
defienden
el
capitalismo
o el
socia-
lismo, tanto
un
Breshnev
o un
Cárter, hablan
de la
democracia como
una
referencia constante, imposible
de
soslayar. Reformistas, liberales,
so -
cialistas, socialdemócratas, socialcristianos, marxistasy anarquistas
de
diversas tendencias, ecologistas y no-violentos, subrayan cada cual
desde distintas perspectivas y presupuestos, que son la más firme garan-
tía para el fortalecimiento de la democracia. El gobierno del pueblo, por el
pueblo
y
para
el
pueblo, sigue siendo
una
propuesta algo utópica, pero
alienta comprobar
que hay muy
pocos están dispuestos
a
renunciar
a
esta fórmula de gobierno, que más que un sistema político y jurídico es
una manera de encarar la vida.
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«TEMBLOROSO ANTE
E L
CAPRICHO
D E S U S
DUEÑOS»
L o s grandes propietarios rurales acumulaban
bienes y , po r consiguiente, poder, eliminando a
lo s campesi nos libres, quie nes pedí an prés tamo s
p o r u n a mala cosecha, u n problema de enferme-
dad o alguna otra calamida d. S i luego n o podía n
devolver
el
préstamo,
se
veían obligados
a
vender
s u s tierras. P or otra parte, el alza de los precios
favorecía a l gran propie tario, pues éste pro duc ía
para vender, mientras qu e el pequeño campesin o
lo hacía para el consumo familiar y debía c o m -
prar artículos manu fact urad os cada vez m á s ca -
r o s . Según l a s comedias de Aristófanes (445-
386? antes de nuestra E r a ) , llegaban a comer
raíces.
Tenían q u e elegir entre trabajar como personal
dependiente
en los
establecimientos
de los
aris-
tócratas o convertirse e n hectemoros, e s decir,
percibir sólo u n a sexta parte de la cosecha que
pudiera producir. Pero su destino podía s e r m u -
c h o m á s dramático. Podían ser vendidos, d e
acuerdo a la legislación de Dracón (siglo V I I
antes de nuestra E r a ) , tanto el campesino m o -
roso como su familia. Esta campesinado, que
Solón describe como «tembloroso ante el capri-
cho de sus dueños », estaba dispu esto a rebelarse
y a exigir la abolición de l as deudas y el reparto
de las mismas.
L a tensión social se intentó regular enviando
población a nuevos emplazamientos, pero al
cabo de unas pocas generaciones, en esos n u e -
v o s lugares también estallaba la disconformi-
d a d . E l simple aume nto demográ fico provocaba
la crisis; n o olvidemos que e l minifundio n o
soportaba el crecimiento de la familia. Por otra
parte,
la
aristocracia estaba dividida.
De sus
luch as internas, entre tradicionales y reformistas,
alentadas po r el incremento de la fuerza arm ada
y el
papel
de los
militares surgirá
la
tiranía.
R e-
cordemos q u e e n Grecia el térm ino tiraní a signi-
ficaba referirse a quien se había hecho con el
poder y lo conservaba s in autoridad constituida
legítimamente, pero n o implicaba juicio alguno
sobre su s cualidades como persona o como go -
bernante.
Solón, con su constitución, pone fin al cons-
tante fluir de la población campesina arruinada
en dirección a la ciudad. Malvenden s u s escasos
bienes con la esperanza d e u n a existencia m á s
gratificante.
Es a s í
como
lo s
mojones hipoteca-
rios se multiplicaban en e l campo ático, y la
especulación minaba
el
funcionamiento
de la
sociedad. Solón, uno de los Siete Sabios de Gre-
c i a , entiende que s i n sanear l a s relaciones pro-
ductivas,
l a
estabilidad política
y l a
tranquilida d
social so n imposibles . Esta Atenas es l a qu e hac e
escribir a Jorge Luis Borges, «fue solamente la
imagen rudimentaria del paraíso», elogio q u e
pocas sociedades pueden merecer.
Históricamente Solón se ubica entre Dracón y
Pisístrato, el t i rano a quien se debe la publica-
ción de las rapsodias de Homero. Dracón e la -
bora el primer código de leyes escr itas de Atenas
(en e l año 621) . Son
consideradas
m u y
severas,
casi crueles, parecían escritas co n sangre. Pero
pone punto final a la venganza personal y la
reemplaza por l a sanción pública, u n progreso
indiscutible. Pisístrato, quien morirá e n el 527, se
apoya en la constitución de Solón, aunque for-
mal ment e decida abolir ía, y se convierte en el
defensor de los pobres, reduciendo los impues-
tos .
Solón consolida, mejor dicho, crea u n a clase
social de pequeños y medi anos propietarios, i n i -
ciativa
q u e
fomentará Pisístrato,
y
esta
es la
bas e
h u m a n a de la Atenas de Pericles. El siglo de oro
ateniense se apoyará e n ella, produciéndose u n
sorprend ent e florecimiento cultura l. Es ta clase
social n o sólo puede traba jar y vivir en u n satis-
factorio mar co de respeto a sus derechos, posibi -
litando esportar ricos excedentes, colmando el
mercad o interno. Además
e s
quien suministra
al
Estado lo s aguerridos hoplitas, u n soldado c a -
p a z d e usar el armamento m á s pesado y de sopor-
t a r l a s contrariedades m á s agotadoras. S u sola
presencia hacía temblar
al
enemigo.
Es un gue -
rrero libre, c o n derechos. Algunas décad as de s -
pués, en la famosa batalla de Salamina, derro-
tará a los persas. Guillermo Rancés escribe q u e
son dos maneras d e vivir. « E n aquel memorable
y sangriento hecho histórico —afirma—, se en -
frentaron d o s formas de vida. Cada contendient e
luchó p o r móviles distintos. Los griegos, símbolo
de la independencia, de la libertad d e pensamien-
to, de la iniciativa genial del hombre, pusieron
todas estas virtudes como contribución a l má-
ximo ardor
en la
batalla.
El
ejército persa,
m e r -
cenario y s in ideales, signifícala anulación déla
personalidad; la fuerza de la masa anteponién-
dose a la fuerza de l espíritu: el dinero o l a esclavi-
t u d co mo único pago al riesgo d e perderla vida...
La flota persa, poderosa pero pesada y lenta,
confió en su número y n o supo elegir ni el lugar
ni el tipo d e lucha que le convenía... L a escuadra
griega, por e l contrario, e s ágil y maniobrera».
LA
CONSTITUCION
E l
talón
d e
Aquiles
de la
sociedad ateniense
d e
e se entonces es la opresión q u e sufren los
campesinos. Esta dramática realidad exigía
nuevas leyes q u e limitasen la arbi t rar iedad de
lo s poderosos. Luego d e varias tentativas q u e
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fraca san, Solón e s encargado, p o r u n acuerdo
unánime, d e crear e l ordenamiento jur ídico
necesario. En e l año 592 antes d e nuest ra E r a ,
se le confía la misión d e r e fo rmar el Estado.
Por la remisión d e carga, considerada u n a
medida m u y radical , se supr ime la pérdida d e
la l iber tad p o r deudas, de l a que habían sido
víct imas innumerables personas, reducidas a
la
esclavitud. Decide liberara
lo s
esclaviz ados
y r ecupera r la tierra q u e l o s poderosos tienen
en su poder por los préstamos n o pagados. E s
la p r imera vez que en Atenas se toma u n a
decisión e n este sentido, e n beneficio de los
pobres y e n det r imento de la ol igarquía. E s
q u e l a r iqueza se ha concentrado d e u n a m a -
nera arbitrar ia q u e pone e n peligro la existen-
c ia misma d e l Estadio y , p o r ende, de esta
misma clase.
Solón beneficia
a los
campesinos fijando unas
pr imas por l a captura d e lobos, estimula la
perforación d e pozos y ayuda a l incremento d e
los cultivos arbustivos, lo s únicos susceptib les
de un rend imiento ópt imo en el árid o suelo de
Atica. Adem ás prohi be derri bar lo s olivos. Con
respecto a la indust r ia y a l comercio, facilita
su evolución. Establece l a s medidas de capa-
cidad: medimno para e l grano, metreto para
lo s líquidos. S e comienza a acuñar monedas y
s e deja d e ut i l izar l a s piezas de l as ciudades
vecinas, incorporándose la c iudad a l circuito
fo rmado p o r l o s m á s importantes centros c o -
merciales. Abandona e l patrón aginético, q u e
le significa la dependencia e n relación a Egina
o
Megara.
S e
acuñan piezas
d e
p la ta
con e l
rico
mineral de los yacimientos d e Laurión.
Solón reforma asimismo la s inst i tuciones po -
líticas. Utiliza u n a división anterior e n cuatro
clases, según l a s rentas de la tierra. L os magis-
trados so n elegidos entre las tres primeras, p e n -
tacosiomedimnos, caballeros y zeugites. Los a r -
contes y tesoreros entre la primera, pero todos
lo s ciudadanos, comprendidos los de la cuarta
clase, lo s tetes, participan en la asamblea . Las
d o s primeras clases servían en la caballería.
La
tercera
en la
infantería pesada
de los
hopli-
t a s . La cuar ta en la infantería ligera o la mari-
na . Los magist rados m á s importantes siguen
siendo lo s arcont es. Desde entonces forma n u n
colegio d e nueve miembros q u e comprendía ,
además d e l arconte, el rey y el polemarca, los
seis tesmoteles.
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Solón , l eg is lador
a t e n i e n s e , n a c i d o
h a c i a
e l 640 a . C . ,
c o n s u cons t i tuc ión ,
p o n e
f in a l
c o n s t a n t e
fluir
d e l a
poblac ión
a r r u i n a d a , e n
d i r e c c i ó n a la
c i u d a d .
L a iniciativa m á s democrat izadora d e Solón
es la creación de un nuevo consejo de cuatro-
cientos miembros, la bulé, q u e s e ocupa d e
prepara r la s sesiones de la ekklesia, y q u e p a u -
lat inamente absorberá la s prer rogat ivas del
Areópago, tribunal supremo, compuesto po r
31 miembros, encargado de los juicios m á s
graves. A esto h a y q u e sumar le e l Helieo, t r i -
bunal compuesto
p o r
miembros
de l as
cuatro
clases, que con e l t iempo se convert irá en la
única instancia
a l
lado
de los
antiguos tribu-
nales d e sangre. Solón dice: « H e dado a l pue -
b lo todo el poder q u e necesi taba, s in suprimir
ni agregar nada a sus derechos. También tuve
cuidado d e q u e quienes tenían la fuerza y se
imponían p o r s u s r iquezas, n o hubieran d e
soportar luego ninguna indignidad».
F r a g m e n t o d e l a e s t e l a
funeraria en márm
ol d e P a r o d e u n «d iscó
foro»» encontrado e n l o s a l r e d e d o r e s d e Dipylón, hacia e l 560 a . C
(Museo Nac iona l d e Atenas) .
U N A JUSTICIA LAICA
Solón n o se diferencia de los legisladores de su
época, y acepta como éstos el origen divino d e
la
justicia, peró
n o
sostiene
q u e s u
constitu-
ción y demá s reformas procedan de los dioses.
E s decir, a l negar q u e fuera u n delegado de los
dioses, adm ite d e hecho la posibilidad, y hast a
e l
derecho,
d e s e r
cuest ionado,
y las
leyes
m o -
dificadas. Este laicismo sienta u n procedente
m u y impor tante en la historia d e l derecho,
pues abre e l camino para el establecimiento
d e u n a justicia m á s objet iva, m á s imparcial,
m á s
racional . Inaugura
u n a
situación nueva,
verdaderamente democrática; promulga le -
y e s para q u e l a comunidad se gobierne a sí
misma. M u y diferente d e Moisés o d e Hammu-
rabi, q u e redactan leyes inmutables, redacta-
d a s en real idad po r l a divinidad, las cuales
deben
s e r
obedecidas ciegamente
y los
encar-
gados d e aplicar las s o n infalibles.
Aristóteles (384-322 antes d e nuestra Era) ,
analiza la consti tución d e Solón y distingue
tres aspectos como l o s m á s sobresalientes: la
abolición de la esclavitud p o r deudas, la crea-
ción de l derecho a contar con un tercer e le -
mento en los tr ibunales, q u e garant izará a los
demandan tes en l as causas p o r agravios, una
m á s imparcial administración de la justicia y ,
f inalmen te, introducción d e l derecho a apelar
a l
tr ibunal
d e l
pueblo.
El e je de
estos tres
as -
pectos de la legislación Salónica fortalece el
derecho de la mayoría de la población v pone
límites a las arbi t rar iedades de l o s m ás pode-
rosos.
Pisístrato puede s e r considerado u n seguidor
de Solón. Aunque ejerció e l poder d e manera
t iránica y decía q u e s u origen se r emontaba a
Néstor, el rey de Pilos, consiguió que l a pobla-
ción campe sina dis frutara de los beneficios d e
la legislación solónica. L o s campesinos reci-
b e n
ba jo
s u
tiranía cuantiosa ayuda econó-
mica y los nobles se acostumbraron a respetar
la ley. Pisístrato logra un objetivo c o n Solón,
quien quería proteger « a ambas partes con
fuerte escudo», y requería de los gobe rnantes
q u e «cumplieran s u deber de no tolerar la in-
just icia». • R . L. S. y H . A. R .
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Teófilo Ruiz Fernández
necesidad de una salida a la crisis económico-social condujo
a los comunistas de Checoslovaquia al rechazo del «modelo»
imperante
(el que se
desarrollaba tomando como ejemplo
al PC
de la URSS y ala búsqueda de una vía propia para construir el socialis- '
mo. Sin
embargo,
el 20 de
agosto
de 1968 las
tropas
del
Pacto
de
Varsovia
iniciaban la invasión de Checoslovaquia. Lo que no habían podido
cortar las advertencias y las amenazas, lo hacían los tanques. El reen-
cuentro con el socialismo perdido quedó cortado de raíz por el dispositivo
militar de la contrarrevolución burocrática. Los blindados que circula-
ban por las
calles
de
Praga, irradiaban
su
amenazadora presencia
a
otras
ciudades como Bucarest, Varsovia
o
Moscú, para asegurar
la
unidad
geopolítica del bloque socialista.
38
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2. EL STALINISMO
E N
CHECOSLOVAQUIA
a ) E l d i r i g i s m o e c o n ó m i c o
A
pa r t i r
de 1949, y
tras
el in-
greso
d e
Checoslovaquia
en el
Consejo para la Ayuda E c o -
nómica Mutua (COMECON),
se efectuó la nueva orienta-
ción de la economía, bajo la
inspiración d e l central ismo
realizado po r e l «aparato» de l
Partido, insistiendo preferen-
temente
en l a
potenciación
d e
la industr ia pesada, la mine-
r í a , l a
metalurgia
y la
cons-
trucción d e maquinar ia . E l
crecimiento d e estos sectores
f u e espectacular, pero se rea-
lizó a costa de la necesaria in -
fraestructura, lo s servicios, la
agr icul tura y la investigación.
N o obstante, todo el anterior
proceso d e desarrollo s e hacía
d e u n a
forma «extensiva»,
s in
tener e n cuenta q u e s e desa-
rrollaba sobre u n a estructura
industr ial anticuada y que no
i b a acompañado d e l corres-
pond ient e avance tecnológico,
con l o q ue s e obtenía u n a baja
productividad.
E l crecimiento había sido
enorme: l a s tres cuartas p a r -
tes de la maquinaria indus-
trial
s e
fabricaba
e n
Checoslo-
vaquia. Pero el deter ioro de la
agricultura, lo s servicios, la
industria ligera y la investiga-
ción ponían en peligro a todo
e l sistema económico. L o s -
errores habían d e pagarse c a -
ros : l a inflación trajo consigo
la reforma monetar ia q u e ,
copio siempre y e n todas p a r -
tes , se
hizo
a
costa
d e l
produc-
t o r .
En la pr imavera de 1953 se in-
trodujeron medidas correcto-
r a s , pero la planificación diri-
gista y burocrát ica s e m a n -
tuvo en p i e . S i n embargo, a
par t i r de 1963 se hizo evi den te
q u e e l modelo económico n o
hacía otra cosa q u e obtener
fracasos. Los errores se habí an
traducido
en un
grave
a u -
mento de los costos de p r o -
ducción
y la
tasa
d e
creci-
> ' £ _ - - Y-1 t • -
v v
-
' « ft ' T - » - — u ^ a a • ñ '
1
* * " ' '
E l
modelo s ta l in i s ta
f u e d e
i n e x c u s a b l e c u m p l i m i e n t o , p a r a c o r t a r
e l
d e s v l a c l o n l s m o y u g o s l a v o .
L o s
p a í s e s
d e l
b loque Or ien ta l tuv ie ron
q u e
a d a p t a r s e
a
e s t a s n u e v a s i m p o s i c i o n e s
y,
p o s i b l e m e n t e , C h e c o s l o v a q u i a
f u e l a m á s
p e r j u d i c a d a . ( P r a g a ,
u n a
t e r r a z a
a
ori l las
d e l
V ' taba .
a l
f o n d o ,
e l
p u e n t e C a r l o s , e s c e n a
d e u n a
Pr imavera an te r io r . . . ) .
4 0
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L a d i c t adura d e l prole tar iado, q u e e n e s t e pa í s n o tenia razón d e s e r . d a d o q u e l a s e s c a s a s f u e r z a s d e l a bur gue sía habían s ido vencidas sin
recurrir a u n mínimo d e fue rza , s e convirtió e n d i c t adura d e l Partido. (L a plaza d e W ences l ao , cen t ro neurá lg i co d e Praga).
miento de la renta nacional
pasó de un 9,3 por 100, para el
período d e 1949-53, a un 3,5
por 100, para el quinquenio
1959-64.
E l
aumento
de las in-
versiones sobre
la
industria
pesada y la minería provoca-
ro n u n inevitable aumento d e
la s
importaciones
de
materias
primas, pero la co ntrapartida
exportadora
n o se
realizaba
a
plena satisfacción: lo inade-
cuado de los medios d e p ro -
ducción
y la
ausencia
d e u n a
tecnología avanzada, hacían
q u e muchos de los productos
q u e
salían
a l
mercado
m u n -
dial lo hiciesen en condicion es
ruinosas o de escasa competi-
tividad. Como ejemplo, p o -
demos citar q u e sólo el 40 por
100 de los productos de la
construcción mecánica so-
brepasaban
la
calidad media
exigida en e l mercado m u n -
dial. Como resumiera Ota Sik,
este período
de
economía
d i-
rigista y burocratizada signi-
ficó
u n a
mayor disposición
d e
medios d e producción, u n a
menor eficacia
de las
indus-
trias de productos básicos y
u n crecimiento desmesurado
de los costes de inversión.
b) La orientación política
El camino hacia el socialismo
fu e inte r rumpido en Checos-
lovaquia, como
en
otros luga-
res , por la contrarrevolución
burocrática generada por el
stalinismo. La dictadura del
proletariado, q u e en este país
n o tenía razón de ser , dado
q u e l as
escasas fuerzas
de la
burguesía habían sido venci-
das s in recurrir a u n mínimo
d e fuerza, se convirtió en d ic-
tadura d e l Partido, y a total-
mente involucrado en un pro-
ceso
d e
desconexión
de las
masas trabajadoras.
Pero
los
fallos
d e l
siste ma eran
evidentes
y los
fracasos de.la
planificac ión fueron cargados
en la cuenta de los boicotea-
dores burgueses y, posterior-
mente, en los miembros «des-
viacionistas» del Partido. Se
buscaron saboteadores por
todas partes, hasta llegar a l
seno mismo del aparato del
Partido. U n gran número de
funcionarios fu e conducido
ante
los
tribunales. Pero
la
máquina del organismo de
Seguridad del Estado siguió
moviendo s u s engrana jes :
aumentó
el
número
y la du-
reza de los procesos; y esta
búsqueda
d e
traidores
a la
clase obrera condujo ante e l
pelotón de fusilamiento a Ru-
dolf Slansky, Secretario del
Partido y responsable de la
conspiración anti-Estado.
E n todo este proceso d e g an -
grenación contrarrevolucio-
naria
p o r
par te
d e l
burocra-
tismo stalinista, h ay q u e d es -
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A
partir
d e
e n e r o
d e 1 9 6 8 s e
levanta
la
c e n s u r a ,
s e
garant i zan
l o s
derechos indiv idua les
y la
l ibertad
d e
expres ión
y
asoc iac ión . Desde es tos
m o m e n t o s ,
el
apara tode l Es tado empieza
a
func ionar
d e
forma to ta lmente indepe ndient e
d e l
Par t ido . (Alexand erDubcek, Pr imer Secre ta r io
d e l
Part ido Comunista Checo y alma d e l a democra t i zac ión d e Checos lovaquia) .
tacar
a
Antonin Novotny
q u e
desempeñó
a l
lado
de Got-
wald, Jefe de l Partido, u n p a -
p e l
similar
al de
Stalin junto
a
Lenin:
con la
desaparición
d e
Gotwald, Novotny ocupa la
c a b e c e r a
d e l
P a r t i d o
y ,
cuando muere
el
presidente
Zapotocky en 1957, reúne bajo
su
persona todas
la s
funcion es
d e l
Estado.
Pero
e l XX
Congreso
del PC de
l a
Unión Soviética derr iba
p o r
tierra a l ídolo: e l informe d e
Khrushev ponía
a l
descu-
bierto
los
crímenes
y l o s ma-
nejos d e Stalin. Con la acusa-
ción personal,
e l
nuevo diri-
gente
d e l
PCUS trataba
d e p o -
n er a
salvo
a l
sistema
d e
toda
reflexión
q u e se
interrogase
sobre
lo s
motivos
q u e
habían
mantenido durante veint i -
cinco años
a u n
tirano
en el
poder.
L a s
reacciones
no se
hicieron
esperar, pero
e n
Checoslova-
quia
n o
adquirieron carácter
violento, como en Hungría o
Berlín.
S in
embargo,
se fue
generando
u n a
corriente
de
opinión favorable
a la
revisió n
de los
procesos políticos, pero
Novotny se opuso sistemáti-
camente afirmando
q u e
todos
los
juicios habían sido correc-
t o s (1 )•.
A
finales
de 1962
tuvo lugar
e l
X I I
Congreso
del PC de Che-
coslovaquia. Novotny sufrió
u n a pérdida d e poder, con la
i n c o r p o r a c i ó n
d e
nuevos
miembros;
se
elaboró
u n p ro -
grama económico mucho
m á s
avanzado
y se
logró
la
revisión
de los
procesos políticos,
p o -
(1) La práctica normal seguida en estos
procesos
era la de la
intimidación
y la
tortura, tanto física como moral, método
usado ampliamente en los procesos de
Moscú.
niéndose d e manifiesto lo m u -
9
c h o q u e
Novotny
s e
había
comprometido en el pasado.
Ante
lo s
derroteros
d e
catás-
trofe
q u e
tomaba
la
situación,
se
empezó
a
elaborar
u n
estu-
d io
para encontrar
la s
reformas
estructurales
q u e
ayudaran
a
solucionar
la
crisis
p o r l a q u e
atravesaba
e l
país.
E l
aspecto
económico f u e encomendado
a u n
grupo
d e
tecnócratas
e n -
cabezado
p o r Ota S ik ,
miem-
b ro d e l
Comité Central
del
Partido, de la Comisión de
Economía
y
Director
d e l
Insti-
tuto d e Economía de la Aca-
demia
d e
Ciencias Checoslo-
vaca.
L a
nueva orientación
p r o -
puesta n o fu e recibida co n en -
tusiasmo
por los
miembros
m á s
influyentes
d e l
Partido,
dado q u e significaba el f in del
dirigismo
de la
burocracia
del
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Partido, para d a r paso a los
«especialistas» q u e desde h a -
c ía tiempo aguardaban su
oportunidad para llegar al
poder. Novotny prefirió
« m e -
jorar»
lo ya
existente, pres-
cindiendo de los consejos d e
los tecnócratas; pero la crisis
t a n sólo f u e aplaz ada.
3. «LA
PRIMAVERA»
Q U E EMPEZO
E N ENERO
a) E l f i n de la
«era
Novotny»
La crisis q u e estalló el 5 de
enero
de 1968
tuvo tres
m o -
mentos claves
en su
desarro-
l lo: el Congreso de escritores
Checoslovacos,
las
manifesta-
ciones
de
estudiantes
y el en-
f rentamiento d e Alexander
Dubcek con el sector m á s i n -
movilista
de l
Politburó.
El Congreso de Escritores p i-
dió a la dirección política q u e
reformase el sistema, q u e p u -
siera e n práctica las libert ades
individuales q u e reconocía la
Constitución y que solucio-
nase la situación económica,
deteriorada por los continuos
desaciertos de l dirigismo b u -
rocrático. L a respuesta de la
dirección del Partido se t ra -
dujo en la expulsión de varios
escritores q u e participaron en
el Congreso y estaban afilia-
dos a l
Partido.
A pesar de sus medidas d e
fuerza, los problemas se agra-
varon cuando los estudiantes
del campus de Strahov se lan-
zaron
a la
calle para protestar
p o r e l
lamentable estado
de
la s instalaciones universita-
rias. La represión desplegada
por l a Policía provocó u n a r e -
pulsa general.
L a última etapa de esta crisis
se desarrolló en el seno del
Comité Central
d e l
Partido:
Alexander Dubcek
se
enfrentó
abier tamente a u n sector del
Politburó, al criticar la de-
sacertada política seguida
hasta esos momentos. N o -
votny intentó detener su caíd a
interrumpiendo
los
debates,
pero e l grupo de tecnócratas
logró que los debates se rea-
n u d a se n e n enero, propi-
ciando
el
relevo
de
personas
y
d e métodos.
La sesión d e l Comité Central
q u e terminó el 5 de enero d e
1968 fue histórica: el comuni-
cado final no era extenso en
explicaciones, pero se des-
prendía la voluntad de demo-
cratizar la vida de l país. A An-
tonin Novotny se le agrade-
cían lo s servicios prestados y
se le relevaba de su cargo de
Primer Secretario; su puesto
lo ocupó Alexander Dubcek.
Inmediatamente empezó u n a
nueva actividad política para
renovar
el
sistema burocrá-
tico y enmendar el rumbo de
la economía, que en tan grave
situación estaba. Los relevos
en la cabecera de l Partido y en
el
Comité Central,
así
como
l a s medidas liberadoras que
se anunci aban , suponían el fin
de la «era Novotny» y el co-
mienzo de la «primavera de
Praga».
b) La reforma económica
La
transformación económica
que s e
pretendía empezaba
Fu e r z a s d e Bulgaria, Alemania Oriental , Polonia y Hungría, junto c o n l a s sovié t i cas , acudía n
a la l l amada d e «ayuda»» formulada p o r a l g u n o s m i e m b r o s d e l Part ido y de l pueblo checo.. .
( n u e v a s « s e ñ a l e s d e t ráf ico» inspiradas a los c h e c o s por la «amis tosa» invas ión de las
t r o p a s d e l Pa c t o d e Varsovia) .
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43
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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por la base, por \ a s empresas.
S e daba u n impulso democra-
tizador mediante
la
autoges-
tión empresarial, dirigida por
u n comité d e trabajadores
elegidos libremente.
A par t i r de aquí, la s empresas
h a n d e
buscar
por s í
mismas
u n a actuación de acuerdo con
s u s necesidades y cumpliendo
unas exigencias de rentabili-
d a d . L a
act itud proteccionista
d e l Estado se iba a l imitar a
aquellos sectores estricta-
mente necesarios y a las ra-
m a s menos desarrolladas d e
la economía. L a s empresas
co n actuación deficitaria d e -
berían resolver su s problemas
o reconvertirse a actividades
m á s ren tab les . Al mismo
tiempo se propicia la asocia-
ción d e grupos d e empresas
para abarcar sectores deter-
minados de la industria y m e -
jorar su competitividad.
E l nuevo equipo dirigente, en-
cabezado p o r Dubcek, Ota
Sik ,
Josef Smrkovsky, Ludivk
Svoboda y Gustav Husak,
proponía, en definitiva, u n
nuevo modelo de economía: la
economía socialista d e m e r -
cado.
Frente
a los
partidarios
de la
planificación centralizada de
la economía socialista o de la
simple burocratización stali-
nista
q u e
instaura
el
socia-
lismo
por e l
simple -Decreto-
ley, los teóricos checoslovacos
proponen
el
sis tema socialista
de mercado q u e m á s q u e c o -
rresponder a u n a fase de tran-
sición hacia
e l
socialismo
p a -
rece responder
a ü n
intento
d e
encontrar
u n
modo
de
actua-
ción económica acorde
con las
nuevas técnicas operativas y
con e l mayor grado posible d e
racionalidad.
En la nueva orientación de la
economía, e l norte de la ac-
tuación lo marcan la s necesi-
dades que e l mercado señale.
L os
sujetos económicos
(las
empresas) dirigen
s u s
activi-
dades a tenor de las informa-
ciones
q u e
reciben
del - m er -
cado y de l Centro de Planifica-
ción. De esta forma, la econo-
m í a s e orienta hacia el interés
de los
sujeto s económicos
y de
lo s trabajadores.
El
control
d e
este modelo
de
economía
s e
lleva
a
cabo
m e -
diante
e l
plan
de
actuación
que los
organismos compet en-
tes de l Estado elaboren. Se
emiten la s nor mas generales a
seguir, pero
la s
empresas,
como entid ades responsables,
elaborarán s u s planes de p ro -
ducción y sus relaciones con
otras empresas. D e esta fo r -
ma , e l control es sustancial-
mente distinto e n u n a econo-
La intervención mil i tar f u e pura y s i m p l e m e n t e u n a agres ión cont ra u n Es t a d o s o b e r a n o y s u s autor idades l eg i t imas , impos ib le d e d i s imular a
p e s a r d e t o d a s l a s frases al t isonantes. (Dubcek, el genera l Svoboda — a s u izquierda y d e uni forme— Pres idente d e Checos lovaquia , y f rente a él,
e l a rchicondecorado mar i sca l Jakubovsky, j e fe d e l a s t ropas invasoras ) .
4 4
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J a n Pa lach , joven che co de 21 a ñ o s , q u e m a d o a lo b o n z o en la Plaza Wences lao d e Praga, e n
muda protes ta por l a invas ión d e s u patria...
m í a socialista de mercado q u e
en un sistema planificado: en
el primer caso, e l Estado tom a
la s decisiones d e tipo macroe-
conómico;
las
empresas inter-
vienen
en la
propia orienta-
ción de la producción a través
d e
equipos dirigentes libre-
mente elegidos y se establece
un proceso d e descentraliza-
ción de las decisiones. Por el
contrario,
en el
sistema diri-
gista son los órganos especia-
lizados de l Estado los que de-
ciden en todo el proceso de ac-
tuación económica.
Según lo s defensores de l mo-
delo checoslovaco (2), n o se
t ra taba
de un
retorno
a n in -
g ú n tipo d e capitalismo, sino
un
deseo
de
conseguir
la
efica-
c ia
necesaria para
que la teó-
rica superioridad
d e l
sistema
socialista sobre
el
capitalista
encon t rase
u n a
expresión
concreta y palpable. Pero a
pesar d e estas afirmaciones,
en este modelo d e economía se
advierten las palancas clási-
cas (y modernas) d e l capita-
lismo, como el valor, la pro-
ductividad y la competencia,
admisibles e n u n a fase de
transición pero incompatibles
a largo plazo con el socialis-
m o . N o quiere esto decir que
se
tratase
de un
retroceso
an -
tisocialista, puesto
que e l bu-
rocratismo esclerótico
de la
«era Novotny» nada tenía
q u e
ver con e l
socialismo, sino
q u e
se
intentaba empezar
de nue -
vo,
como
en 1948,
puesto
q u e
todo el camino había sido
equivocado. Pero también
se
notaba
la
mano
de los
elemen-
to s
procedentes
de la
tecnoes-
tructura
(3 ) más
preocupados
(2) O t a S i k : «Sobre la economía che-
coslovaca: un nuevo modelo de socia-
lismo» y «La autogestión en Checoslo-
vaquia »; Radoslav Selucky: « El modelo
checoslovaco de socialismo».
(3) En la actualidad, los tecnócratas,
«dirigentes» o «cuadros», constituyen .
un a verdadera élite de poder. Generados
por el moderno desarrollo de la sociedad
industrial, tanto capitalista como socia-
lista, puede decirse que son un grupo que
tan
sólo toma partido
por el
poder.
Las
en la constante d e u n a «ges-
tión eficaz» que en e l propio
avance hacia e l socialismo.
c) La democratización
política
Todas la s medidas de descen-
dudas
de
identidad
qu e
pueden susci-
tarse en la sociedad capitalista, al vacilar
entre la clase trabajadora y la empresa,
son eliminadas en el socialismo, al cons-
tituirse en cuerpo de «especialistas» in-
dispensables con los que ahora la buro-
cracia política
de l
Partido
ha de
compar-
tir el
poder.
tralización que s e proponían
exigían u n a correspondencia
en e l
terreno político,
un des-
montaje d e l burocratismo ofi-
cial. Pero en Checoslovaquia
no e ra necesaria la ruptura
con l a s
leyes
ya que la
base
e
inspiración democrática de la
sociedad encontraban un res -
paldo en la Constitución. T a n
sólo faltaba
que los
enuncia-
d o s
constitucionales dejaran
de s e r un a
colección
de
buenos
propósitos, ahogados
por la
dictadura de l Partido, para
45
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convertirse
en
realidades efec-
tivas, sin los recortes y mani-
pulaciones de la «era Novot-
ny» .
A par t i r d e enero de 1968 se
levanta
la
censura
(4),' se ga-
(4) La política oficial había impuesto
un a censura qu e condujo a las distintas
expresiones culturales
a una
pobreza
in -
calculable. Antonin Liehm, en su trabajo
rantizan
los
derechos indivi-
duales
y la
libertad
d e
expre-
sión y asociación. Desde estos
momentos, e l aparato del Es-
tado empieza a funcionar d e
forma totalmente indepen-
diente de l Partido. Este p e r -
manecía en su puesto de inspi-
rador de la vida nacional, pero
en modo alguno en la actitud
dictatorial
de la
época prece-
dente.
La estructura y las formas d e
actuación del Partido Comu-
nista d e Checoslovaquia su -
fren u n a modificación sustan-
cial: será
el
portavoz
de las in-
quietudes e intereses de la po-
blación, pero debe ganarse su
confianza
y
admit i r
la
presen-
c ia de
corrientes políticas
d i s -
t intas.
E l
liderazgo político
«3 generaciones. Diálogos co n escritores
en la primavera de Praga » , publicado por
Edt. Ayuso, hace un recuento revelador
de lo que supuso la dictadura de Novot-
ny.
C o n l o s
a n t e c e d e n t e s
d e
Hungría
y
Berlín Oriental,
e l
gobierno
d e
Dubcek decidió
n o
oponer
r e s i s t e n c i a
a u n
invasor
q u e
hasta hacia poco
s e
h abí a l lamado «amigo». (Dubcek,
e n
c o m p a ñ í a
d e l
«premier» soviét ico Breznev
y el
teórico
d e l
Partido Soviético Michail Suslov).
L a s d e c l a r a c i o n e s y p r o c l a m a s e n d e f e n s a de la a m i s t a d y coope rac ió n soc ia l i s t as y la lucha contra el « r e v a n c h i s m o » y la ««contrarrevolución»
n o pudieron ocultar u n ac to d e g e n d a r m e r í a , p r o p i o d e u n s i s t ema autor i t a r io . (Esc ena e n l a s ca l l es d e Praga , durante la invasión).
4 6
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plicaciones. S in embargo, n o
todos estaban dispuestos a
aceptarlo: la vicia guard ia po-
lítica de l Partido, la que an-
clada
en un
i nmovil ismo obso-
leto y s in la más mínima p r e -
paración teórica había diri-
gido
e l
país
y
reprimido cual-
quier intento
d e
reflexión,
n o
se
resignaba
a de jar su
puesto
de
privilegio; otros veían peli-
grar
su s
posiciones, ante
las
exigencias que la nueva orien-
tación proponía. Mientras
tanto,
lo s
obreros
e
intelectua-
le s
sobrepasaban
co n
creces
lo s
postulados
de l
nuevo
grupo dirigente. El socialismo
asumidas por los intelectuales
y obreros, no se limitaban a
terminar con la dictadura del
Partido. El Parlamento volvía
a
adquirir
su
verdadera
d i-
me n s ió n , a l r e c o b r a r s u
puesto
de
control
y
vigilancia
sobre lo s órganos ejecutivos
del Poder y la Administración.
La Policía Política, miembro
represivo d e l Estado, iba a di-
solverse. El papel de la Policía
de
Seguridad quedaba limi-
'
tado exclusivamente
a la de-
fensa
del
Estado
y a la
perse-
cución de los que atentasen
contra la seguridad de la Na-
ción.
L a
nueva configuración
del
poder
en la
República Socia-
lista
de
Chscoslovaquia
q u e -
daba de la siguiente forma: e l
Parlamento, en funciones d e
Asamblea Nacional, e ra e l ór-
gano legislativo; e l Gobierno
como ejecutor de la vida eco-
nómica y social de l país, con el
Partido Comunista como ins -
pirador de su ideología, pero
s in
ejercer presión directa
so-
b re los diversos instrumentos
de gobierno. El Frente Nacio-
n a l cobraba nueva expresión,
a l
agrupar
a
todas
la s
tenden-
cias políticas.
E l
Partido
Co-
(5) En los
últimos días
de la
«prima-
vera de Praga», el equipo de Dubcek se
encaró con un proyecto de actualización
délos Estatutos
de l
Partido, aparecidoe•
el órgano Rude Pravo, el 10-8-68.
de l
Partido
no se
discute, pero
sí se contempla libre de la pre-
sión d e su aparato burocrático
y se elimina su control directo
sobre los diversos organismos
del Estado. Asimismo, se res -
tablece e l voto secreto en el
seno del Partido y se coloca a l
Comité Central p o r encima
de l Secretariado y de l Polit-
buró. Ahora, el máximo orga-
nismo, el Presidium, debe es-
t a r compuesto p o r miembros
del
Partido
que no
desempe-
ñen
cargos
de
carácter nacio-
nal (5).
S in embargo, la s modifica-
ciones propuestas, y a m u y
munista e ra su guía, pero s in
intenciones dictatoriales. Los
conflictos de tipo político y
económico debían resolverse
en el marco de la Constitución
Socialista.
4. EL FI N DE «LA
PRIMAVERA»
Indudablemente, el pro grama
propuesto n o podía s e r apli-
cado
de
forma inmediata.
E r a
preciso un período d e adapta-
ción, un proceso gradual para
n o provocar excesivas c o m -
M o n u m e n t o a lo s t a n q u e s r u s o s , en la p laza d e l o s t a n q u e s r u s o s d e Praga . . Y un a expresiva
••pintada» e n l o s m u r o s d e Praga : Cerdos t anques .
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La i n v o c a d a - d e f e n s a d e social ismo» n o pudo s e r l a excusa vál ida para el burocrat ismo esclerót ico, e n p e r m a n e n t e d e s e o d e m a n t e n e r s u
c a d e n a d e mando. (Aspecto d e Praga, durante la invas ión , obsérvese l a mutua indiferencia entre lo s habi t antes y l a s t r o p a s d e ocupación).
perdido volvió a resurgir en
los comités de empresa, q u e
ya eran la expresión m á s c e r -
cana a los soviets d e obreros y
soldados de la primera hora
de la Revolución de Octubre;
la cultura estalló en un to-
rrente creativo, gracias a la li-
bertad.
Tr a s d e var ias pres iones y a m e n a z a s , y ante la aplas tante rea l idad d e u n a imposible
r e s i s t e n c i a , s e logró q u e l a invasión mil i tar tomase u n aspec to l ega l p o r medio d e l Acuerdo
d e Es tac ion amiento . (Escena e n un p a r q u e d e Praga , u n oficial soviét ico conversa c o n u n a
muchacha checa , an te l a s m i r a d a s e n c o n t r a d a s d e d o s niños...).
E l optimismo siguió crecien-
d o .
Para evitar
e l
mayor
n ú -
mero de dificultades, el go-
bierno
de
Dubcek elaboró
sus
programas
con e l
mayor
n ú -
mero posible d e datos y trató
de hacerlos comprensibles a la
opinión pública. Concreta-
mente, las medidas económi-
cas y la
critica
a l
sistema ante-
rior fu e realizada por Ota Sik
ante la s cámaras de TV, a lo
largo d e u n a serie d e confe-
rencias
q u e
revelaron
a l pú -
blico hasta q u é altos porcen-
tajes lo s dirigentes anteriores
al 5 de
enero habían
des -
aprovechado el potencial eco-
nómico del país.
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A la
soterrada oposición
de los
militantes
m á s
conser vadores
d e l
Partido
y de la
burocra cia
desplazados por e l nuevo
rumbo socioeconómico, se le
unió la critica q u e empezó a
realizarse desde los países del
área socialista. L a opinión
m á s
generalizada
e ra que la
introducción de l modelo d e
mercado y la disminución de l
control
de l
Partido Comunista
iba a traer a Checoslovaquia
la restauración de l Estado
burgués.
La discusión d e l modelo c h e -
coslovaco
se
generalizó
en la
mayoría de los PPCC de Euro-
p a , suscitándose la s opiniones
de
todo tipo.
S in
embargo,
en
los órganos de expresión de los
países d e l Este (Alemania
Oriental, especialmente) se
pasó de las críticas veladas a
las acusaciones de «revisio-
nistas» y «contrarrevolucio-
narios», pero s in ninguna
apoyatura teórica o demos-
tración convincente. N o o b s -
tante, estas acusaciones y c r í -
ticas servían para crear u n
clima de recelo haci a los inno-
vadores checoslovacos. Y de-
trás d e todo este clima hostil
se
encontraba
la
Unión Sovié-
tica, nada dispuesta
a
permi-
t i r que , po r
nuevas veleidades,
se repitieran los casos yugos-
lavo o albanés.
Impulsados
por la
recién
des -
cubierta libertad de las ma-
sas , los dirigentes ponían en
marcha, cada vez con mayor
efectividad, el nuevo p r o -
grama socialista. Pero a l
mismo tiempo q u e s e hacía
m á s evidente el avance, las
amenazas aparecían c o n m á s
visos
de
realidad.
A
pesar
d e
todo, en Checoslovaquia se se-
guía t rabajando sobre la
nueva orientación, q u e para
1969 preveía u n aumento de l 9
po r 100 en la capacidad d e
consumo de la población, cifra
jamás lograda. S e planeaba
u n a ayuda a la industria lige-
ra, a la de productos alimenti-
cios
y a la
construcción
de vi-
viendas, problema
de
suma
gravedad
en el
país
y
para
cuya solución
se
habían
p r e -
visto la realización de 460.000
en año y
medio.
P o r
otra parte ,
se
propiciaba
la
colaboración
entre diferentes empresas,
para mejorar
la
calidad
de un
sector determinado
de la in-
dustria
y
lograr
el
aumento
de
la s
exportaciones..
Todo lo anterior n o podía ser
viable si Checoslovaquia n o
U n a d e l a s m ú l ti p l es e s c e n a s q u e s e desar ro l l a ron ent re l a s f u e r z a s i n v a s o r a s y los c h e c o s
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recobraba
u n a
independencia
económico-política efectiva.
Esto equivalía a separarse un
t an to de los miembros del
COMECON para buscar
m e r -
cados
co n
mayor beneficio,
realizando u n a política exte-
rior independiente del bloque
Orienta l . Asimismo, es ta
agresiva orientación de la
economía sólo podía s e r i m -
pulsada fuertemente si se res-
tablecían los estímulos mate-
riales (diferencias d e salari os)
y la eliminación, e n último
término, de las ramas de la in-
dustr ia q u e n o fueran renta-
bles.
Comprendiendo que l a evolu-
ción de l proceso de Checoslo-
vaquia conduciría
a la
separa-
ción
d e
este país
de un
bloque
socioeconómico
y
político
q u e
iba a terminar p o r resultarle
extraño, y viendo, sobre todo,
el deterioro sufrido por la bu-
rocracia d e l Partido ante las
masas, los dirigentes de la
URSS presionaron sobre sus
fieles alia dos
de l
Pacto
de Var -
sovia, para llevar
a
cabo
la
ocupación militar
d e l
territo-
r i o
checoslovaco
y
poner
fin a
la
denominad a «primavera
d e
Praga » .
Con los
antecedentes
de las
represiones d e Hungría y Ber-
lí n Oriental, el gobierno d e
Dubcek decidió n o oponer re -
sistencia a u n invasor q u e
hasta hacía poco se había l la-
mado «amigo». Fuerzas de
Bulgaria, Alemania Oriental,
Polonia
y
Hungría, junto
con
la s soviéticas, acudían a la
l lamada
de
«ayuda» formu-
lada
p o r
algunos miembros
del
Partido
y de l
pueblo
Che -
co. Sin
embargo,
la s
declara-
ciones y proclamas en defensa
de la amistad y cooperación
socialistas y la lucha contra el
«revanchismo» y la «contra-
r revo luc ión»
n o
pud ie ron
ocultar
u n
acto
de
gendarme-
r í a ,
propio
de un
sistema
a u -
toritario.
La
intervención
m i -
litar f u e pura y si mplemente
u n a agresión contra u n Estado
soberano y sus autoridades le -
gítimas, imposible de disimu-
la r a pesar de todas la s frases
altisonantes.
L a
invocada
«de -
fensa
de l
socialismo»
n o
pudo
ser la
excusa válida para
el
burocratismo exclerótico,
en
permanente deseo de mante-
n e r s u cadena de mando.
Esta vez la fuerza f u e e m -
pleada m á s científicamente.
L as autoridades principales
fueron detenidas. Tras de va-
rias presiones y amenazas, y
ante la aplastante realidad de
u n a imposible resistencia, s e
logró que la invasión militar
tomase un aspecto legal p o r
medio de l Acuerdo de Esta-
cionamiento. Pero la táctica
empleada
por los
represores
revelaba que los «traidores» y
«contrarrevolucionarios» go-
zaban
de un
alto prestigio
en -
t re las masas. Alexander D u b -
c e k , principal figura política
de «la primavera», f u e desti-
tuido de su cargo, pero no fue
ni
sometido
a
juicio.
En un
proceso de degradación, fue
nombrado Presidente de la
Asamblea Nacional
y
luego
embajador
en
Turquía. Poste-
riormente,
el
tiempo permitió
la
expulsión
de l
Partido
y su
alejamiento de toda actividad
pública.
O t a S i k ,
objetivo
principal de las críticas e ins-
pirador de las reformas eco-
nómicas, pudo llegar a Suiza.
Josef Smrkovsky, Presidente
d el
Parlamento,
f u e
dest ituido
de su
cargo
y
relegado
al os-
t racismo pol í t ico . Unica-
mente Svoboda
y
Husak
se
mostraron dispuestos a cola-
borar con los invasores para
liberar al país de los «contra-
rrevolucionarios».
L a s depuraciones no se hicie-
r o n
esperar, pero
se
centrar on
principalmente en la expul-
sión de l Partido, puesto q u e
nadie, a pesar de todo, quería
reeditar los procesos de la
«era Novotny».
El
propioGus-
tav Husak, aho ra líder de l Pa r -
tido Comun ist a Checoslovaco
se
preocupó
d e
detener
las de-
puraciones. N o había olvi-
dado que en l a época anterior
é l fue depurado bajo la acusa-
ción
de
«nacionalismo
b u r -
gués»,
p o r
defender
la
auto-
nomía
d e
Eslovaquia.
n es tudiante checo, sentado en la a c e r a d e u n a cal le d e Praga, charla c o n u n soldado ruso
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- sm
•m>Wk
»
Dubcek, e n un p r o c e s o d e d e g r a d a c i ó n , f u e n o m b r a d o P r e s i d e n t e de la Asamblea Nacional y
l u e g o e m b a j a d o r e n Turquia . Pos te r io rmente , e l t iempo permit ió la expuls ión d e l Partido y su
a le jamiento d e toda actividad pública. (Ale ksan der Dubcek, e n 1976).
5. CONCLUSION
E l proceso y contenido de la
«primavera de Praga» hay qu e
considerarlo
co n
sumo cuida-
do . E l hecho de que su inicia-
ción fuese reci bida co n simpa-
t ía en Wall Street t a n sólo s ig-
nifica que e l imperialismo
yanky
v io un
elemento
que iba
a
propiciar
la
división
en el
campo enemigo. Pero, para
nosotros,
n o
cabe duda
que los
planteamientos económicos
de los
tecn ócrata s checoslova-
cos son
justificables única-
mente
si
consideramos
su sis-
tema como u n a fase d e transi-
ción, como
u n a
vuelta
a
partir
de cero, dado que lo anterior
se
había desvirtuado
por la
inoperancia
de l
burocratismo
stalinista. Desde luego, dada
su
escasa duración,
es
difícil
saber
si el
programa econó-
mico
d e l
equipo
de
Dubcek
e ra
e l m á s
adecuado para Checos-
lovaquia. S in embargo, el es-
tablecimiento de la economía
de
mercado
y los
estímulos
materiales
a la
producción
ponían d e actualidad la polé-
mica suscitada por dos con-
ceptos diferentes de entender
la planificación económica
socialista. Guevara, Mandel,
Bettelheim y Mora habían
discutido largamente sobre el
asunto
(6), sin
llegar
a
ningún
acuerdo,
a
propósito
del
caso
cubano.
N o
obstante,
el
carác-
t e r
democrático
de la
Consti-
tución y el creciente protago-
nismo de las masas, permiten
suponer
que los
errores
po-
drían haber sido corregidos
sobre la marcha, s in atentar
contra
los
conceptos
de l
socia-
lismo.
Al igual que e l Mayo francés y
su fracaso, también la inte-
rrupción
de la
«primavera
d e
(6) Los temas má s importantes de la
polémica surgida acerca de los métodos
má s
eficaces para
la
planificación
eco-
nómica en Cuba, están recogidos en el
libro «£ / debate cubano», editado por
Laia.
Praga» sirvió para profundi-
zar en la división de l campo
socialista, ante el regocijo de
la
prensa burguesa
q u e
utilizó
estos hechos para desacredi-
t a r a l socialismo. E n algunos
partidos comunistas se llegó
al enfrent amient o total, con la
expulsión d e miembros desta-
cados. Pero
la
división
h a
traído también
la
reflexión
y
de nuevo se intenta salir del
socavón a l que había condu-
cido
al
movimiento revolu-
cionario mundial la contra-
rrevolución burocrática stali-
nista.
E n cualquier caso, el espíritu
de «la pr imavera » permanec e,
como lo confirma la «Carta
77» de los disidentes checos-
lovacos, y a l me nos sirvió pa ra
romper la atmósfera kafkiana
en la que se asfixiaba la vida
d e esta pequeña república
centroeuropea
y q u e
nada
te -
nía que ver con e l socialismo.
• T. R. F.
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Lenin, paso a paso
Guía para
su
conocimiento
y 2)
R. Muñoz Suay
E l 12 de abril, e n u n c a r g u e r o s u e c o , c r u z a n e l m a r y l legan, p o r fe rrocar r il , has ta Es tocolmo, do nde Lenin e s s a l u d a d o p o r l o s s o c i a l i s t a s d e
Izquierda. (Lenin, c o n s o m b r e r o y p a r a g ü a s , p o r l a s c a l l e s d e Es tocolmo, camino de l a e s t a c i ó n d e ferrocarr i l , pa ra volver a Rusia) .
4. UN PASO
ADELANTE,
D O S PASOS
ATRAS
(1917-1919)
E n enero de 1917 Lenin, ante
lo s
jóvenes socialistas
de
Zuri-
c h , dice: «Nosotros, lo s viejos,
quizás
n o
lleguemos
a
presen-
ciar
la s
batallas decisivas
de
esta futura revolución. Pero
creo poder expresar la espe-
ranza de que los jóvenes, que
trabajan de forma t a n excelente
en el movimiento socialista de
Suiza y del mundo entero, t en -
drán la suerte n o sólo d e luchar ,
sino también de vencer en la re-
volución socialista que se ave-
cina ». Al me s siguiente e n carta
a Inessa Armand: «¡qué cerdo
es
Trotsky ¡Fraseología
iz -
quierdista y después u n bloque
con la derecha para ir contra la
izquierda de Zimmerwald ». El
13 de marzo (27 de febrero en el
an t iguo calenda rio ruso ) estalla
e n Rusia la revolución, tradi-
cionalmente llamada
de
«febre-
ro » y el Z ar es derrocado. Hasta
tres días después Lenin
no re-
cibe la noticia. Lenin comienza
a
pensar
en la
táctica precisa
y ,
conjuntamente,
c o n
Zinoviev
5 2
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E l 16 de abril, Lenin, por l a noche, l lega a P e t r o g r a d o y d e s d e lo al to d e u n t anque , an te l a s m a s a s e n f e r v o r i z a d a s , p r o n u n c i a u n a s p a l a b r a s q u e
t e rminan c o n u n «¡Viva la revoluci ón social ist a mundial ». (Es cen a de l a pel ícula «Octubre», d e Ei sens te in) .
53
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redacta el « Proyecto de tesis del
17 de
marzo
de
1917»:
el
nuevo
gobierno ruso n o puede ofrecer
al pueblo ni la paz ni la libertad,
ni e l pan; es preciso, p o r tanto,
« la independencia ideológica
del partido, la constitución de
los Soviets, el armamento del
proletariado ». Dos día s después
Lenin está decidido a volver a
Rusia, viajando p o r Francia e
Inglaterra. Pero, a l mismo
tiempo, confiesa s u s dudas res -
pecto a si los ingleses le deten-
drán y por vez primera piensa
en la
posibilidad
d e
atravesar
Alemania
en un
vagón
de
ferro-
carril. Para lograr
e se
propósito
juzga q u e la s gestiones debe h a -
cerlas alguien q u e n o esté t a n
señalado como él u otro c o m -
pañert Ichevique. El 20 de
marzo e . _ribe la primera d e sus
cinco « Cart as desde lejos », par a
q u e sean publicadas e n «Prav-
d a » d e
Petrogrado:
el
proleta-
ria do debe encon trar
la v ía más
segura hacia la próxima etapa
de la revolución o hacia la se-
gunda revolución; la cual
arrancará
el
poder
d e
manos
del
gobierno
de
latifundistas
y ca -
pitalistas y lo transferirá al go-
bierno de los obreros y campe-
sinos n o acomodados; el go-
bierno revolucionario debe ser
organizado a semejanza de los
Consejos
de
Diputados
d e T r a -
bajadores y Campesinos. Debe
destruir y eliminar p o r c o m -
pleto la vieja máqu ina del Esta-
do, la policía, la burocracia
para sustituirla por la organi-
zación del pueblo armado. Este
resumen de esas tesis que , po r
otra parte, había ido constru-
yendo Lenin a partir de la expe-
riencia revolucionaria de 1905,
n o s señalan la determinante
importancia
q u e
ahora atri-
buye a los soviets que , en la
práctica, se inician como u n
contrapoder. Y en u na carta
particular dirigida a Luna-
charsky escribe: «Autonomía y
existencia separada
de
nuestro
partido, ningún acercamiento a
otros partidos,
eso lo
considero
insoslayable.
S in
ello
no es po-
sible ayudar al proletariado
para alcanzar a la Comuna a
través de la revolución demo-
crática». En esos días n o ceja
en su intento de regresar a Ru-
s ia y encarga a diversas perso-
n a s q u e
investiguen
si los
alia-
d o s aceptarán su vuelta. Por fin
el 3 de abril, Fritz Platlen nego-
c ia co n el emba jador alemá n en
Berna y Lenin establece, a s i -
mismo, e se contacto. Por fin el
gobierno alemán acepta el viaje
de
tránsito
co n
estas condicio-
n e s :
«l.Yo Fritz Platlen, bajo
m i
entera responsabilidad
y por
m i cuenta conduzco a través de
Alemania u n vagón de ferroca-
rril c o n emigrantes políticos le -
gales
q u e
desean regresar
a Ru-
sia. 2. A ese
vagón
se le
concede
el
derecho
de la
extraterritoria-
lidad.
3. Ni a la
entrada
ni a la
salida de Alemania podrá ejer-
cerse control de pasaportes n i
de personas...».El 7 de abril d i -
versos internaciona listas socia-
listas declaran en un mani-
fiesto su conformidad con el
plan de Lenin e , incluso, otros
proclaman q u e « n o sólo tienen
el derecho —los socialistas r u -
so s exiliados— sino también el
deber de aprovechar la oportu-
nidad que se les brinda para
regresar a Rusia». E n carta de
despedida a los trabajadores
suizos Lenin le s explica q u e R u -
sia es un país de campesinos y
de que
allí
«e l
socialismo
n o
podrá vencer enseguida y de
forma inmediata» pero q u e
«convertida nue stra revolución
en el prólogo de la revolución
socialista mundial puede c o n -
vertirse
en el
peldaño
de
dicha
revolución »Por f i n Lenin,
acompañado de Krupskaia, Z i-
noviev, Radek, Inessa Armand
y unos veintitantos m á s , acom-
pañados po r el socialdemócrat a
suizo Platten, abandonan S u i -
za . En Gottmadingen todos s u -
ben a l
vagón puesto para este
servicioporel gobierno alem án,
cuyo representante
lo
cierra
con
llave.
El 12 en un
carguero
sueco cruzan
e l mar y
llegan,
p o r ferrocarril, hasta Estocol-
m o ,
donde Lenin
e s
saludado
por los
socialistas
de
izquierda.
L o
primero
q u e
hace
es
organi-
z a r u n a
oficina
del
POSDRenel
extranjero, responsabilizando
a
Radek, que no tiene permiso
para entrar en Rusia. El 16 de
abril, Lenin po r la noche, llega a
Petrogrado y desde lo alto de un
tanque, ante la s ma sas enfervo-
rizadas, pronuncia unas pala-
bras q u e terminan con un
»¡Viva
la
revolución socialista
mundial ».
El 17 de
abril Lenin
desarrolla
s u s
«tesis
de
abril»
q u e
publicará «Pravda» días
después. Est as tesis
n o
sólo
son
d e u n a importancia grande por
s í mismas sino, asimismo, por
el giro q u e inmediatamente
después
y
ante
los
aconteci-
mientos
de
octubre Lenin
im -
planta. 1. N o puede admitirse
ninguna concesión a «la de-
fensa nacional revoluciona-
ria», sólo
en las
condiciones
q u e
siguen puede
el
proleta-
riado
da r su
consentimiento
a
u n a guerra revolucionaria: q u e
el poder pase a manos de l prole-
tariado
y del
campesinado
p o -
bres,
qu e se
renuncie
a
todas
las
anexiones,
que s e
ro mpa efecti-
vamente
con
todos
los
intereses
del
capital.
2 . La
part icularidad
de la
actual situación
en
Rusia
es la transición de la primera
etapa
de la
revolución,
que ha
dado el poder a la burguesía, a
su segunda etapa, q u e debe d a r
el poder al proletariado y a los
c a m p e s i n o s m á s p o b r e s .
3. Ningú n apoyo al Gobierno
p r o v i s i o n a l . 4 . R e c o n o c i -
miento del hecho d e q u e nuestr o
part
i do
está
e n
minoría
y, po r el
momento,
en
débil minoría
e n
la
mayoría
de los
soviets, frente
a u n bloque de todos los elemen-
t o s pequeñoburgueses, oportu-
nistas, sometidos a la influen-
cia de la burguesía y q u e extien-
den esa influencia sobre e l pro -
letariado; explicar a las masas
que los soviets representan la
única forma de un gobierno
obrero y q u e nuestra tarea, e n
consecuencia , n o consiste,
mientras ese gobierno sigue
54
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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L E N I N N U E S T R O G R A N M A E S T R O
L e - n i n n u e s - t r o g r a n m a - e s - t r o
e i u o a
L n s t r g m
«Explicar a l a s m a s a s q u e l o s s o v i e t s r e p r e s e n t a n la única forma d e u n gobierno obrero y q u e
nues t ra t a rea , e n c o n s e c u e n c i a , n o cons i s t e , mient ras e s e gobierno s igue somet ido a la
inf luencia de la burgurs ia , m á s q u e e n i lus t ra r pac iente , metódic a y t e n a z m e n t e a l a s m a s a s
s o b r e l o s e r r o r e s d e s u t ác t i ca» . ( D e l a s « Té s i s d e abril»).
sometido a la influencia de la
burguesía,
m á s q u e e n
ilustrar
paciente, metódica
y
tenaz-
mente
a las
masas sobre
los
errores
de su
táctica; mientras
estamos
en
minoría tenemos
q u e
hacer
u n
trabajo
de
crítica
y
d e
denuncia
de los
errores
co -
me t id o s , p r e c o n iz a n d o
a l
mismo tiempo
la
necesidad
de
d a r
todo
el
poder gubernamen-
tal a los
soviets.
5 .
Nada
de Re-
pública parlamentaria
—el re-
torno a ésta, después del Soviet,
sería
u n
paso atrás—, sino
u n a
República
de los
Soviets
de los
diputados obreros, campesinos
y
obreros agrícolas,
e n
todo
el
país, de ab ajo arriba, supresión
de la policía, del ejército, del
cuerpo funcionario; elegibili-
d a d y
revocabilidad,
e n
cual-
quier momento, de cualquier
funcionario; s u s sueldos n o d e -
ben ser
superiores
al
salario
medio de un buen obrero. 6. En
el programa agrario, trasladar
el
centro
de
gravedad
a los so-
viets de los diputados obreros
agrícolas; confiscación
de to-
d as l a s
posesiones
de los
terra-
tenientes, nacionalización
de
todas
la s
tierras para ponerlas
a
disposición
de los
soviets
de los
diputados-campesinos. 7. Fu-
sión inmediata de todos los
bancos
del
país
en un
gran
Banco nacional colocado bajo
el
control
del
Soviet
de los
dipu-
tados obreros.
8. No se
trata
a c -
tualmente
de la
implantación
del
socialismo, considerada
como nuestra tarea inmediata,
sino
del
establecimiento inme-
diato de l control de producció n
y del reparto de los productos
por e l
Soviet.
9 .
Tareas
del par -
tido: Convocar inmediata-
mente u n congreso, modificar
el
programa
de l
partido
en
espe-
cial
a lo
concerniente
al
impe-
rialismo,
a la
actitud frente
a l
Estado
y a
nuestra reivindica-
ción
de un
Estado-comuna,
a la
corrección
de l
antiguo
p ro -
grama mínimo,
y a
superado
y
al
cambio
de
nombre
de l
parti-
do. 10 . Renovar la Internacio-
n a l ;
iniciativa
de
crear
u n a I n -
ternacional revolucionaria
contra lo s socialchovinistas y
contra
el
centro.
E n
síntesis
es-
t a s
fueron
l a s
famosas tesis
q u e
años
m á s
tarde,
y a en
pleno
auge stalinista nunca fueron
presentadas como
lo que
eran
en realidad, ruptura co n e l m ar -
xismo occidental
y
cambio
e n
relación
c o n l a s
ideas leninistas
precedentes y , por otra parte,
accidentales
en
cuanto, como
veremos, sufrieron ulterior-
mente modificaciones
en
vista
de las
posibilidades insurrec-
cionales.
A
fines
d e
abril, Lenin
en u n
folleto desarrolla
su s n u e-
v a s concepciones tácticas y cr i -
tica
a los
«viejos bolcheviques»
(Kamenev, Kalinin
e ,
incluso,
Stalin)
y les
acusa
de
«repetir
fórmulas aprendidas de memo-
ria»
y
exige
u n
estado «sin
t ro -
p a s regulares, s in u n a policía
movilizada contra
el
pueblo,
s in
u n a burocracia d e funciona-
rios colocados p o r encima del
pueblo».
El 22 de
abril afirma
q u e
paralelamente
al
gobierno
provisional burgués
y a
existe
e n
Rusia « u n segundo gobierno
embrionario» formado
por los
55
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 56/132
Soviets de diputados, obreros y
soldados. E n esos días Lenin
tiene q u e defenderse de los a ta -
ques
q u e
sufre
po r su
viaje
a
través d e Alemania. El 5 de
mayo Lenin gana el apoyo del
partido para su reestructura-
ción, critica a los «viejos bol-
cheviques» y expresa su deseo
de que
«debemos abandonar
el
viejo bolchevismo». Del 7 al 12
de
mayo
se
celebra
e n
Petro-
grado la « Conferencia de abril»
(antiguo calendario), que su -
pone la primera pan-rusa des -
pués de la Revolución de febre-
ro .
Lenin
e s
elegido para
el Pre-
sidium y en su ponenc ia, entre
otras cosas, dice: «Todos noso-
tros estamos de acuerdo en que
el poder debe estar en manos de
lo s Soviets de obreros y campe-
sinos... Porque ese será un Es -
tado del tipo de la Comuna de
París. U n poder as í es una dicta-
dura, lo es: no se apoya en leyes,
no se
apoya
en la
voluntad
for-
mal de la
mayoría, sino directa
e inmediatamente en la fuer-
za...».
El 21 de
mayo,
en una
asamblea
del
parti do, dice:
«No
puede pasarse p o r alto a l pue-
b l o . Sólo l o s soñadores, los con -
juradores h a n creído q u e u n a
minoría puede imponer su vo-
luntad .a la mayoría. Cuando la
mayoría
del
pueblo —por
fal-
tarle todavía los necesarios co-
nocimientos— n o quiere tomar
l a s riendas del poder, entonces
la minoría —por m u y revolu-
cionaria e inteligente q u e sea—
n o puede impo ner s u voluntad a
la mayoría del pueblo».
A fines de mayo se celebra u n a
conferencia para unificar los
grupo s bolcheviques, pero no se
llega a ningún resultado prác-
tico y el 31 de mayo Lenin
aboga por la fusión con el grupo
«intermedio» de Trotski y el 30
de junio escribe a Radek d i cién-
dole
que e s
preciso fundar
u n a
«auténtica
I I I
Internacional
sólo de las izquierdas». E l 1 de
julio,
en u n a
manifestación
convocada
por el
Congreso
de
los Soviets, los bolcheviques lo-
gran dominarla y e n u n a p a n -
carta se puede leer: «Todo el po -
d er para lo s Soviets». S o n días
de manifestaciones, de accio-
nes de masas. En ese momen to
comienza u n a campaña contra
Lenin
en la que ,
junto
a
anti-
guos camaradas suyos, figuran
lo s cadetes q u e incluso destru-
yen la redacción de «Pravda».
L os bolcheviques comienza a
ser
perseguidos
y
Lenin pasa
a
la
ilegalidad. Teme
ser
asesi-
nado y escribe a Kamenev:
«Caso de que me maten, le
ruego edite m i folleto " M a r -
xismo y Estado"». El gobierno
dicta orden de detención de Le-
n i n , q u e huye d e Petrogrado y se
coulta en Rasliv en u n a cabaña
junto al lago. Con él Kamenev.
Desde su escondrijo Lenin es-
cribe que la contrarrevolución
h a tomado prácticamente el
poder en el Estado y afirma que
la consigna »todo el poder para
lo s
Soviets»
h a
sido correcta
durante
la
evolución pacífica
d e
la
revolución, pero
en los mo-
mentos actuales de dictadura
militar
se
impone
« la
prepara-
ción a la lucha arm ada» . Lenin
escribe e l folleto « E n torno a las
consignas», en e l que señala
que en los
cambios repentinos
de la
historia
la s
consignas
«pierden todo s u sentido»
—cosa que e s válida incluso
para la consigna de «todo el po -
de r
para
los
Soviets»—,
y que
«la vía
pacífica
de
desarrollo
h a
llegado a u n punto infranquea-
ble y comienza u n a v í a n o p a -
cífica y extremadamente dolo-
rosa». Añade:
«La
sustitución
de lo
concreto
por lo
abstracto
A f i n a l e s d e abril,
Lenin e n u n folleto
d e s a r r o l l a s u s
n u e v a s
c o n c e p c i o n e s
tác t i cas c r i t i ca a los
«viejos
bolcheviques»
(Kamenev, Kalinin
e,
incluso. Stal in) y l e s
a c u s a
d e
«repet ir
f ó r m u l a s a p r e n d i d a s
d e m e m o r i a » . (€n l a
foto,
d e
d e r e c h a
a
izquierda: Zinoviev,
Kamenev. Pe t rovsky
y
Stal in.
L o s
t res
p r i m e r o s p e r e c e r i a n
en la
gran purga
stal inista d e 1937...).
56
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 57/132
es uno de los
principales erro-
res , un o de los errores m á s peli-
grosos
de la
Revolución».
A
principios
de
agosto
se
celebra
e n
Petrogrado
el VI
Congreso
d e
POSDR (bolchevique, desde
ahora
b), que
cuenta
c o n
unos
240.000 militantes. Lenin,
a u -
sente, es elegido miembro del
Comité Central
con e l
mayor
número
de
votos (133), seguido
de
Zinoviev
(132) y
Trotski
(131),
q u e
sigue detenido.
E n
lo s
meses
de
agosto-setiembre
Lenin escribe
u n a d e s u s
obras
m á s
importantes,
«E l
Estado
y
la
Revolución».
E n
ella intenta
el
restablecimiento
de la
teoría
marxista
del
Estado. Insiste
e n
el
aspecto revolucionario
de la
teoría del Estado: el Estado es el
instrumento
d e
sometimiento
de la
clase capitalista
y
domi-
nante sobre la explotada. Des-
pués
de la
Revolución proleta-
r i a , escribe, resulta imposible e l
paso
de la
sociedad capitalista
a la comunista sin la «transi-
ción política»
de la
dictadura
del
proletariado,
q u e ,
para
él,
significa «Democracia para la
inmensa mayoría
del
pueblo
y
represión violenta de los explo-
tadores,
de los
opresores
del
pueblo q u e deben ser excluidos
de la
democracia».
El
Estado,
al perder su función política,
deviene
a su
función fiscaliza-
dora y de control: «la sociedad
entera será u n a oficina y u n a
fábrica
c o n
igual tra bajo
e
igual
salario». Meta q u e n o debe ser
la final, sino el paso necesario
para alcanzar
el
comunismo,
donde el Est ado deja d e existir y
al no
darse
la
explotación
n o
existe nada
q u e
«subleve
a la
gente, nada
q u e
provoque
su
protesta
o
indignación...».
A finales de agosto Lenin aban-
dona Rasliv
y
marcha
a F in-
landia (viaja
con la
barba afei-
tada
y c o n
peluca).
El 12 de se-
tiembre, ante
la
sublevación
del
general reaccionario Kornilov,
escribe
u n a
carta
al
Comité
Central
en l a q u e
afirma
q u e ,
ante
ese
acontecimiento,
h ay
q u e
utilizar otra táctica,
lo que
n o
significa
u n
apoyo
a
Kerens-
ki, sino q u e h ay q u e luchar c o n -
t r a
Kornilov
y
«por
el
moment o
n o derrocaremos a Kerenski».
Pero
el 27 de
setiembre,
e n
otra
carta a l Comité Central, escribe
q u e
«los bolcheviques tienen
q u e
tomar
el
poder».
Y hay que
poner
en el
orden
del día el le-
vantamiento armado
e n
Petro-
grado
y e n
Moscú,
la
conquista
del
poder: «sería ingenuo espe-
r a r u n a
mayoría "formal"
de
lo s
bolcheviques; ningun a revo-
lución espera
q u e
esto
se p ro-
duzca». Vuelve
a la
carga
y
niega
q u e u n
levantamiento
sea
u n
fenómeno
de
«blanquismo»
y que «lo
importante
es que no
se
apoye
e n u n a
conjura,
ni en
u n
partido», sino
en la
clase
re-
volucionaria,
m á s
avanzada.
«Tenemos
la
victoria asegura-
d a » . E n s u
artículo «Una
de las
cuestiones fundamentales
de la
Revolución»
(e n
esos mismos
días) Lenin señala
q u e
«todo
el
poder para
los
Soviets significa
la
transformación radical
de
todo
el
viejo aparato estatal,
de
e se
aparato burocrático
q u e
frena todo
lo
democrático»
y
q u e h ay q u e
sustituir
ese ap a-
rato
p o r u n o
nuevo
de l
pueblo,
«por
el
apa rato auténticamente
democrático
de los
Soviets».
Todas estas tesis,
q u e
Lenin
v a
desarrollando
en esa
época
y
q u e
traslada
e n
cartas
al
Comité
Central, n o consiguen q u e este
organismo responda,
por lo
que, el 12 de octubre, Lenin es-
cribe:
«Me veo
obligado
a p re-
sentar m i baja en el Comité Cen -
tral,
lo
cual hago
por la
presen-
te. . .
pa ra reservarme
la
libertad
57
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 58/132
de
practicar
Ja
agitación
en las
organizaciones inferiores
del
partido».
En la
primera quin-
cena de octubre escribe a
Trotski elogiándole su actitud
e n
esos momentos.
E n
carta
al
Comité Central exige
el
levan-
tamiento. Lenin afirma
que en
Alemania
la
revolución
es in -
minente y q u e l a s elecciones d e
Moscú
—en l as q u e l o s
bolche-
viques alcanzan
u n 4 7 % — su -
ponen
u n a
gran victoria. Añade
q u e
toda vacilación supondría
u n
crimen.
El 20 de
octubre
re-
gresa, ilegalmente, a Petrogrado
y al d ía
siguiente propone
m e-
didas concretas para el levan-
tamiento, concluyendo
que «el
tr iunfo
de la
revolución rusa
y
de la revolución mundial de-
pende
de dos o
tres días
de lu -
cha».
El día 23 de
octubre
se
reúne el Comité Central en el
q u e
Lenin propone
el
levanta-
miento armado, aprobándose
p o r
diez votos con tra
d o s
(Zino-
viev
y
Kamenev).
El 29, en
otra
reunión
del
máximo organis-
m o ,
ampliado,
se
ratifica
l a p o -
sición
de Len in. Se
opone
a u n a
declaración
de
Zinoviev
y Ka-
menev, publicada ,
a la que ca-
lifica d e «pesimismo histérico»
y la condena c o n dureza, por los
vínculos estrechos
q u e
ante-
riormente había mantenido
c o n esos camaradas. El 6 de
noviembre, disfrazado, aban-
dona s u domicilio ilegal y a p a -
rece
en el
palaci o Smolny, cuar-
te l
general
de los
bolcheviques,
decidido
a
tomar parte
en la di-
rección del levantamiento. Y el
7 d e noviembre, el levanta-
miento armado, bajo la direc-
ción de Lenin y de Trotski, esen-
cialmente, vence. Todos los lu-
gares estratégicos
de
Petrogrado
s o n
tomados
y a las
diez
de la
mañana Lenin redacta
el lla-
mamiento
«¡A los
ciudadanos
d e Rusia », en el que anuncia el
hundimiento
del
gobierno
p ro -
visional
y q u e
está asegurada
«la propuesta inmediata d e u n a
p a z democrática, la supresión
de la
propiedad agraria,
de los
terratenientes,
el
control obrero
de la
producción
y la
constitu-
ción
de un
gobierno soviético».
El 8 de noviembre e s asaltado e l
Palacio
d e
Invierno,
en el qu e se
detiene a los miembros del go-
bierno Kerenski. Lenin,
por la
noche, asiste
al II
Congreso
de
lo s
Soviets, donde
e s
aclamado
c o n
delirio.
El
Congreso
l o
elige
«Presidente
de l
Consejo
de Co-
misarios del Pueblo» (jefe del
gobierno revolucionario).
Y so n
d o s
intervenciones suyas apro-
badas:
u n a e l
«decreto
efe la
paz» y otr a «decreto sobre la t ie-
rra».
Y
este inicio
de las
jorna-
d a s , q u e
«conmovieron
a l
mundo», caracterizan
el sen-
tido
d e u n a
revolución
y las
«modalidades» determinantes,
e n años sucesivos, de muchas
de las
degeneraciones subsi-
guientes. Para algunos teóricos
n o f u e u n a
revolución, sino
u n
golpe
d e
Estado; para otros,
Le-
n i n , después de seguir la s leyes
marxistas,
la s
viola
y
echa
p o r
la borda toda posibilidad de-
A m e d i a d o s d e julio de 1917 , e l Gobierno
dicta orden d e d e n t e n c i ó n d e Lenin q u e
h u y e d e P e t r o g r a d o y s e ocul ta e n Rasl iv, e n
u n a c a b a n a j u n t o a l lago. (Lenin, c o n pe luca
y a f e i t a d a l a b a r b a , p o r aquel los d ías ) .
mocrática-burguesa, llenando
el
vacío post-zarista
c o n u n a
revolución bolchevique origi-
nal y rusa (nacional). Para t a n -
to s otros, en el camino de la re-
visión
de los
dogmas «leninis-
tas», queda,
s in
embargo, como
intachable
«la
revolución
de
Octubre».
El 17 de
noviembre,
e n u n a
sesión
del
Comité
C e n -
tral Ejecutivo
del
Soviet
de di-
putados
y
obreros
de
Rusia,
Le-
n in clice: «El socialismo no se
creará mediante decretos desde
arriba...
E l .
socia lismo vivo,
creador,
es
obra
de las
masas».
Mientras
que los
dirigentes
bo l -
cheviques d e oposición (entre
otros Kamenev, Rykov, Zino-
viev), partidarios
d e u n a
cola-
boración
c o n
otros partidos
so -
viéticos
y en
contra
de
Lenin
y
Trotski, dimiten como miem-
bros
de l
Comité Central.
El 22
de
noviembre Dujonin, coman-
dante
e n
jefe
de las
tropas rusas ,
e s
destituido
p o r
negarse
a en-
tablar l a s negociaciones par a el
armisticio. E l 10 de diciembre,
Lenin precisa
el
programa par a
esas negociaciones («nada de
anexiones
n i
contribuciones»).
El 12 de
diciembre
se
opone,
e n
u n a
sesión
del
Comité Central,
a l
cuerpo
de
redacción
de
«Pravda» integrado
p o r
Stalin,
Sokolnikov
y
Bujarin, propo-
niendo
en su
lugar
a
Sokolni-
kov,
Trotski
y
Stalin.
E n
Caita
a
Félix
E .
Dzerzhinski (organiza-
dor de la
«Checa», policía polí-
tica
del
nuevo régimen) Lenin
exige medidas extraordinarias
para
la
«lucha contraía contra-
rrevolución
y los
saboteadores
»
(ya en un
decreto
del 28 de
octu-
bre se iniciaba u n proceso re -
presivo todavía
n o
cerrado
se-
senta años después: «Cuandoel
nuevo orden
sea
consolidado,
todo control administrativo so -
bre la
prensa será levantado.
U n a
libertad completa será
e s-
tablecida para
la
prensa,
s in
otros límites
q u e l a s
responsa-
bilidades judiciales»).
Y a
fines
de
diciembre Lenin
e s -
boza
u n
decreto sobre
la
socia-
lización
de la
economía
( las so-
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Todo e l poder para l o s Soviets signif ica l a t ransformación radica l d e todo e l v ie jo apara to es ta ta l , d e e s e apara to burocrá t i co q u e frena todo lo
democrá t i co». (E n la imagen, Kerenski , Pres idente d e l Gobierno provi s iona l , a l q u e derrocaría Lenin) .
ciedades anó nima s deben pa sa r
a ser propiedad del Estado, se
implanta
la
obligatoriedad
la -
boral y los sindicatos deben
ejercer funciones
de
control).
E n u n
artículo
de
principios
de
enero de 1918, escribe: «El so-
cialismo n o ahoga en absoluto
la competencia. Al contrario,
crea
por vez
primera
la
posibili-
d ad d e aplicarla sobre u n a base
realmente amplia, realmente
c o n u n
alcance
de
masas».
El
14 de enero sufre u n primer
atentado,
al
regresar
d e p ro -
nunciar u n a arenga c o n motivo
de la
despedida
de la
primera
sección de marcha del ejército
socialista. Lenin resulta ileso
v
herido leve Fritz Platten,
que lo
acompañaba. Y a h a n comen-
zado
l a s
conversaciones
de
Brest-Lítovvsk, p ar a el armisti-
cio , y
Lenin, telefónicamente,
mantiene estrecha relación
co n
la
delegación bolchevique.
El
16 de
enero
el
Comité Central
Ejecutivo Pan-ruso aprueba
la
«Declaración
de los
derechos
del
pueblo asalariado
y
explota-
do», en la que se
suprime
la
propiedad privada
del
suelo,
se
nacionalizan
lo s
bancos
y se
instaura
la
obligatoriedad
ge-
neral
del
trabajo.
El 18 de
enero
se
inaugura
en
Petrogrado
la
Asamblea Constituyente
en la
q u e lo s
bolcheviques,
q u e h a -
bían obtenido
e l 25 % de los vo-
tos en las
elecciones pasadas,
siguen en minoría. La mayoría
n o
admite
q u e se
discuta
la
«Declaración
d e l o s
dere-
chos...»
y los
bolcheviques
abandonan
la
constituyente
q u e e s disuelta. E n u n a sesión
del
Comité Central
d e
POSDR
(b)
Lenin plantea
lo s
problemas
de la paz.
Señala
la s
tres
co-
rrientes dentro del partido
acerca de este problema: la que
preconiza
u n a p a z
separada
y
anexionista,
la que
defiende
u n a
guerra revolucionaria
y la
q u e
defiende
u n a
proclamación
de l
alto
el
fuego
s in
ninguna
firma d e p az . Esta última co-
rriente, defendida
p o r
Trotski,
Lenin
la
señala como
de «de-
mostración política interna-
cional». Lenin n o está total-
mente d e acuerdo c o n s u s p a r -
tidarios Zinoviev
y
Stalin:
«Si
creemos
q u e en
caso
d e u n a
ruptura
de las
conversaciones
de paz e l
movimiento puede
es-
tallar
d e
inmediato
e n
Alema-
n i a ,
debemos sacrificarnos
pues la revolución alemana
será mucho
m á s
poderosa
q u e
la
nuestra». Como Lenin
n o
consigue
q u e se
apruebe
s u
tesis
59
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El 7 d e n o v i e m b r e de 1917 , e l l evantamiento a rmado, ba jo la d i recc ión d e Lenin y d e Trot sky, esenc ia lmente , vence . Todos l o s l u g a r e s
e s t r a t é g i c o s d e Pe t r o g r a d o s o n t o m a d o s y a la s d iez de l a mañana Lenin redac ta e l l l a m a m i e n t o « | A los c i u d a d a n o s d e Rusia ». (Lenin,
d i r i g i é n d o s e a l pueblo ruso , desde u n a improvi sada t r ibuna , a la d e r e c h a de l a foto, e n p i e , León Trotsky).
d e u n a p a z
inmediata,
se
mues-
t r a de
acuerdo
en
aplazar
la paz
(12 votos a favor y 1 en contra).
El 27 de
enero, Lenin defiende
medidas represivas en la lucha
contra el hambre: «Mientras n o
n o s
decidamos
al
terror —fusi-
lamiento
" in
s i tu"—contra
los
especuladores,
n o
lograremos
nada. P or otra parte, también
debe procederse c o n energía
contra lo s saqueadores, fusi-
lándoles en el acto». El 4 de fe-
brero, ante propagandistas
del
partido
q u e
deben actuar
en las
provincias, Lenin afirma
que el
prime r enemigo es el capital in -
ternacional
y el
segundo
la
desmoralización, v explica que
tenía razón e l viejo bolchevique,
q u e
explicó
lo que era e l
bolche-
vismo a u n cosaco cuando éste
preguntó
« ¿es
verdad
q u e
voso-
tros lo s bolcheviques robáis?»,
a l contesta r aquél: «sí , robamo s
lo robado». E l 19 de febrero, en
u n a reunión conjunta de bol-
cheviques
y
socialrrevolucio-
narios
de
izqu ierda, Lenin sigue
informando sobre s u s ideas
acerca de la paz y la guerra. E l
Consejo d e Comisarios del Pue-
b lo decide aprobar el decreto de
Lenin (21 de febrero), en vista
del continuo avance alemán:
«¡La patria socialista está e n
peligro », «por lo que todas las
fuerzas y todos los medios del
país quedan a l servicio de la de-
fensa revolucionaria». A favor
de Lenin, que se muestra de
acuerdo
e n
aceptar
la s
propues-
t a s alemanas, votan siete
miembros, cuatro comunistas
de izquierda se oponen y otros
cuatro miembros se abstienen.
El 24 de febrero se publica la
resolución
del
gobierno acep-
tando la s condiciones alema-
na s . Y en un artículo Lenin es-
cribe: «Trotski tenía razón
cuando d i jo qu e la pa z puede ser
u n a p a z tres veces desgraciada,
pero
u n a p a z q u e
ponga
fin a
esta guerra ignominiosa n o
puede
s e r un a paz
ignominiosa,
deshonrosa, sucia».
L os
días
6 al 8 de
marzo
se
cele-
bra en
Petrogrado
e l VII con-
greso
del
POSDR,
en el que el
partido recibe
la
nueva deno-
minación de «Partido Comu-
nista de Rusia», bolchevique,
PCR (b). Lenin señala la necesi-
d a d d e revisión del programa
del partid o: «Pero e l socialism o
n o podrá ser implantado por
u n a minoría. Podrán implan-
tarlo docenas de millones s i
6 0
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aprenden a hacerlo p o r ellos
mismos». El 10 de marzo Lenin
y el gobie rno soviético se trasla-
d a n a Moscú, donde días des-
pués,
en el
Kremlin, Lenin
ocupa vivienda y despacho
oficial. A finales de marzo, Le-
n i n dicta su proyecto sobre
«Las tareas inmediatas del po-
de r soviético»: « N o h a y nada
m á s
erróneo
q u e
confundir
el
centralismo democrático
con el
burocratismo
y el
esquematis-
m o » . A principios de mayo e s -
cribe «Acerca de l infantilismo
"izquierdista" y del espíritu pe-
queñoburgués»,
en el qu e
ataca
a los
comunistas
de
izquierda
y
en e l que afirma que e l socia-
lismo total sólo puede nacer
«de
la colaboración revolucionaria
/
entre l os proletarios d e todos los
países».
El 23 de
mayo censura
a la
secretaría
del
Consejo
de
Comisarios
de l
Pueblo,
que ha
a u me n ta d o
s u
re tr ibución
mensual,
a l que
califica como
contraria a la ley. Y el 26 de
marzo, en la lucha contra el
hambre, afirma q u e debe decla-
rarse
el
estado
de
guerra
e im-
plantarse
la
pena
de
muerte
p o r
fusilamiento
a
toda falta
de dis -
ciplina
en las
fuerzas arm adas .
E n mayo envía, p o r medio de
Albert R . Williams, u n saludo a
los camaradas americanos: es-
toy «firmemente convencido de
qu e la
revolución social vencerá
finalmente en todos los países
civilizados; si se inicia en Amé-
rica superará e n mucho a la re-
volución rusa».
El 6 de
julio
los
socialrrevolucionaríos de iz-
quierda se levantan. C ae asesi-
nado el embajador alemán y
Lenin, c o n Trotski y Sverdlov,
tiene
que ir a la
embajada
a ex-
presar su pésame. Al día s i-
guiente,
e n
telegrama
a
Stalin,
Lenin informa que los social-
rrevolucionaríos de izquierda
se ha n levantado «contra noso-
tros» y que deben se r reprim idos
«sin miramientos». L os suble-
vados, e n Moscú, so n desarma-
dos y detenidos. El 26 de julio,
c o n intervenciones extranjeras,
levantamientos internos, Lenin
confiesa en carta a Clara Zet-
k i n : «Aquí esta mos viviéndo las
semanas m á s difíciles d e toda
la revolución». El 9 de agosto
escribe a Fiodorov, ante la po-
sibilidad de que se prepare por
Novgorod un levantamiento de
la «guardia blanca» (zaristas),
la necesidad de intervenir con
toda la energía: «registros do-
miciliarios
a
gran escala, fusi-
lamientos
p o r
posesión
de ar-
m a s ,
deportación
en
masa
de
mencheviques
y
personas
d u -
dosas».
P or
tanto,
la
hostilidad
leninista, antes de la revolu-
ción, respecto
a los
socialistas
democráticos, mencheviques
y
socialistas revolucionarios,
que s e manifestaba histórica-
mente en las polémicas y en las
violentas discusiones en el seno
del POSDR, se ha transformado
ahora, con la dureza de la lu-
c h a , c o n
la s
dificultades del
nuevo régimen, con la violencia
de los acontecimientos, en tá -
cita persecución. Y esta «he-
rencia» es la que pervive en
nuestros días cuando el movi-
miento obrero todavía no ha lo-
grado,
en
verdad,
su
unidad,
cuando
los
herederos
de una y
otra corriente siguen separados
visceralmente.
El 23 de
agosto
Lenin,
en un
acto, recuerda:
«Sólo
u n
estúpido preguntará
cuándo estallará la revolución
de Occidente. U n a revolución
n o puede calcularse p o r antici-
pado,
n o
puede predecirse,
viene
por s í
sola.
Y si va ere-
«E l soc ia l i smo n o s e c reará mediante decre tos desde a r r iba . . . El soc ia l i smo vivo, c reador , e s
obra d e l a s masas». (Wladimir litch Uliánov).
61
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ciendo al final tiene q u e esta-
llar». E l 30de agost o,tra s haber
intervenido
en
tres asambleas
obreras moscovitas, la social -
rrevoluciona ria Kaplan dispara
contra Lenin, hiriéndole. E l
mismo,
el 7 de
setiembre,
co-
munica a Trotski su recupera-
ción y el 12 de setiembre vuelve
a
telegrafiarle pa ra felicitarlo
por l a conquista de Simbirsk.
Pero a finales de setiembre, des-
pués de haber presidido u n a
reunión
del
Gobierno, vuelve
a
empeorarse y debe viajar a
Gorki para reponerse.
El 1 de
octubre escribe a Trotski y a
Sverdlov: «Se ha acercado
tanto — la revolución m u n -
dial—
q u e
debemos contar
con
u n acontecimiento en los pró-
ximos días...». Piensa, sobre
todo,
en la
revolución alemana.
Y en su
artículo
«La
revolución
proletaria y el renegado Kauts-
ky» escribe: «L a mayor desgra-
cia y el
mayor peligro para
E u -
ropa está e n q u e n o existe allí
ningún partido revoluciona-
rio... E l bolchevismo mundial
vencerá a la burguesía m u n -
dial». Sigue en e sa época preo-
cupado
por la
revolución
ale-
ma n a
y el 6 de
noviembre
en un
discurs o afirma
que «la
victori a
total
de la
revolución socialist a
e s
imposible
en un
solo país,
dado q u e exige la colaboración
activa de algunos países m á s
desarrollados, entre los que no
podemos contar a Rusia». A
fines
de
noviembre termina
su
folleto cont ra Kautsky: «La dic-
tadura revolucionaria del prole-
tariado e s un poder conquis-
tado y conservado por la fuerza
del proletariado frente a la bur-
guesía, poder
n o
atado
a n i n -
guna ley». Y «la democracia
proletaria e s millones de veces
m á s democrática q u e cualqui er
democracia burguesa; el Esta-
d o soviético e s millones de veces
m á s democrático que l a más
democrática república burgue-
s a » .
A fines de diciembre, m á s m a -
dura su idea, escribe a Chiche-
r i n para que prepare co n urgen-
c i a u n a conferencia «para la
constitución
de la I I I
Interna-
cional ». El 17 de enero de 1919,
en un discurso del Soviet en
Moscú, proclam a qu e la revolu-
ción socialista sólopodrá dura r
si «Rusia es gobernada real-
mente por el proletariado». A
fines
de
enero
se
felicita
de los
progresos mundiales en los que
se madura la revolución inter-
nacional y de la constitución
del partido comunista alemán
c o n
Liebknecht, Rosa Luxem-
burgo, Clara Zetkin
y
Franz
Mehring. El 18 de enero, esca n-
dalizado, telegrafía a Zinoviev
preguntándole si es verdad q u e
los
«famosos revolucionarios
(mencheviques) habían sido
expulsados
de la
casa
de los Es-
critores
po r el
Soviet
y el 22, p or
contra, propone prohibir el pe-
riódico menchevique q u e habí a
p u b l i c a d o la cons igna d e
«¡Abajo la guerra civil », con lo
qu e , a su
juicio,
s e
alienaba
con
los
ejércitos blancos
de Kol-
chak.
El 2 de
marzo
de 1919
Lenin inaugura el I Congreso de
la
Internacional Comunista
y
ruega a los delegados (52, repre-
sentando a 30 países) que se
pongan en pie para rendir h o -
menaje a la memoria de los me-
jores representante s
de la I I I In -
ternacional Kark Liebnecht
y
E l 14 de e n e r o d e 1 9 1 8 , Lenin, sufre u n pr imer a tentado, a l r e g r e s a r d e p r o n u n c i a r u n a a r e n g a c o n motivo d e l a d e s p e d i d a de l a s e c c i ó n d e
m a r c h a d e l e jé rc i to soc ia l i s t a , d e l q u e sa ldrá indemne. (Lenin , Krupskaia , y e l futur o mari sca l Budionny).
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«¡La patr ia social ista está e n peligro », «por l o q u e t o d a s l a s f u e r z a s y t o d o s l o s m e d i o s d e l p a í s q u e d a n al serv ic io de la defensa revoluc iona-
ria».
L o s
a l e m a n e s e n d u r e c e n
s u s
c o n d i c i o n e s
d e p a z , p o r l o q u e
Lenin
e n u n a
ar t iculo af irma
q u e
todo aquél
q u e s e
o p o n g a
a la paz
h u n d e
a l
nuevo Es tado sovié t i co .
(L a
de legac ión sovié t i ca
en la
c o n f e r e n c i a
d e
Bres t -Li tovsk: sentados
d e
i zquierda
a
decha; Kamenev, Jof fé ,
l a
señora
Bitsenko.
D e p i e , d e
i zquierda
a
d e r e c h a :
e l
fu turo mar i sca l Tujachevski ,
u n
d e l e g a d o d e s c o n o c i d o , T r o ts k y
y
Karajan).
Rosa Luxemburgo», reciente-
mente asesinados por la reac-
ción alemana q u e había aplas-
tado a la insurrección obrera y
cortado toda posibilidad revo-
lucio naria . Lenin
en un a de sus
tesis pide, co n energía, que se
explique bien a los trabajadores
«la
necesidad
de la
nueva
de-
mocracia proletaria q u e debe
sustituir
a la
democracia
b u r -
guesa y parlamentaria». El 6 de
marzo clausura el Congreso. Se
h a fundado la III Internacio-
nal , su sede es Moscú y Lenin
declara: «Está asegurada la vic-
toria de la revolución proletaria
e n todo el mundo. Llegará la
fundación de la República S o-
viética Internacional» . El 22 de
marzo envía u n cálido saludo,
e n
nombre
del
Partido bolche-
vique, a los camaradas húnga-
r o s q u e h a n establecido la Re-
pública Soviética húngara
( m á s tarde sangrientamente
aplastada por los reacciona-
rios): «Nuestro Congreso está
convencido de que no está lejos
el día en que el
comunismo
venza en todo e l mundo». En su
trabajo, «La I I I Internacional y
su lugar en la historia» declara
que la I I I Internacional h a
adoptado «los frutos del trab ajo
de la II Internacional», l im-
piándola de basuras pequeño-
burguesas
y
poniendo
en
prác-
tica
la
consigna
d e
Marx,
la dic-
tadura
del
proletariado.
E l 30 de
mayo escribe al Ejecutivo del
Comité Central: «Apoyo la ex-
clusión de aquellos militantes
del partido q u e participen en
actos religiosos». Y el 8 de juni o
escribe a Sklianski: «en vista de
los crecientes casos de traición ,
es preciso tomar m á s rehenes d e
la
burguesía
y de las
familias
de
oficiales». E n estos momentos
la guer ra civil sigue s u curso y el
ejército rojo libera
lo s
Urales
y
avanza hacia Siberia. Bela Ku n ,
asediado e n Budapest por l a s
t ropas reaccionarias , p ide
ayuda
a
Lenin
q u e
comunica
su
imposibilidad y aconseja al di-
rigente húngar o q u e «fortifique
la ciudad». El 28 de agosto, en
carta dirigida a la dirigente in-
glesa Sylvia Pankhurst dice
que
está convencido de «que u n a
renuncia
a
participar
en las
elecciones parl amen tar ias sería
u n error p o r parte de los traba-
jadores revolucionarios de In-
glaterra», pero que e s preferible
cometer ese error «en lugar de
retrasar la formación de un
gran partido obrero comunista
e n
Inglaterra».
E l 10de
octubre
escribe
s u
«Saludo
a los
comu-
nistas italianos, franceses
y
alemanes» y entre otras afirma -
ciones dice que e l partido ale-
m á n d e Kautsky camina hacia
su ocaso mientras que e l Par-
tido Comunista se consolidará:
«La victoria del comunismo es
inevitable». Y el 5 de diciembre,
en el VH Congreso de Soviets,
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* f f t u * Hi f i
¿ihkhhm
W f UW Ui a M f UJV
fiüMv ,iciy
« E n l i n e a s g e n e r a l e s h a dado buen resul t ado q u e s e h u b i e r a a p o s t a d o a la carta d e l a revolución in te rnac iona l , aun que h emos compro bad o e n
nues t ra propia carne
q u e e i
desar ro l lo
d e l a
revolución
e n l o s
p a í s e s
m á s
a v a n z a d o s
h a
r e s u l t a d o
s e r
m u c h o
m á s
lenta, difícil,
m á s
compl icada» (d ibujo
d e
Moor, alusivo
a la
Revolución).
también es necesaria la lucha
contra
e l
«radicalismo pequeño
burgués
» y
afirma
que es
infan-
til
rechazar
lo s
compromisos
«por principio» ,
ya que la
polí-
tica es « u n a ciencia y u n arte » y
aconseja servirse de todas las
tretas para obtener compromi-
sos y colaborar en sindicatos y
par lamentos reacc ionar ios ,
pero nunca olvidando la meta
comunista . E n junio critica, e n
unas notas, los.artículos
de Lu-
kacs y de Bela K un. El 19 de
junio e n u n a sesión del Comité
Ejecutivo
de la
Internacional
Comunista Lenin ataca
a los
socialistas franceses
e
italia-
no s. El 19 de
julio
se
inaugura
e l
I I Congreso de la III Interna-
cional, al que asisten 2 1 7 dele-
65
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Gorki
a
Moscú pero
se le
limita
el
trabajo.
El 5 de
noviembre
se
inaugura en Petrogrado el IV
Congreso de la III Internacio-
nal . El 13 interviene Lenin, re -
cibido c o n atronadores aplau-
s o s : «Hemos adoptado el viejo
aparato estatal y esa ha sido
nuestra desgracia;
el
aparato
estatal trabaja muchas veces
contra nosotros...».
Y a los co-
munistas del extranjero les dice
q u e l a experiencia soviética
rusa
« n o sea
colgada
en la pa-
red
como
u n a
imagen
d e
santo
para rezar delante d e ella ». El 2 0
de
noviembre pronuncia
su úl-
timo discurso público (ante el
Soviet en Moscú) y tras declarar
que «el aparato sigue siendo el
antiguo» indica
q u e lo s
comu-
nistas deben dominarlo.
El 13
de diciembre sufre d o s trombo-
s i s cerebrales. Pese a ello Lenin
escribe a Kamenev, a Rykov y a
Ziurupa. El 15 entrega a su se-
cretaria u n a carta para Trotski
co n e l encargo de pasarla a m á -
quina y enviarla personalmente
e indicando que la copia debe
se r conservada en un sobre la -
crado
en el
archivo secreto.
E n
la noche de ese día sufre otro
ataque
(en el
cuaderno
de las
secretarias ano tan : «Cada
d ía a
l a s nueve y media el perro debe
ser llevado junto a Vladimir
Illich, quien juega con él y le
quiere mucho». El 24 de di-
ciembre Lenin vuelve a dictar a
la secretaria su «Carta a l Con-
greso» q u e se conoce como «el
testámento». Señala su carác-
te r confidencial. Se refiere sobre
todo a la dirección de l partido :
«Creo
q u e lo
fundamental
en el
problema de la estabilidad son
algunos miembros del Comité
Central como Stalin y Trotski»,
E i 1 3 d e
noviembre
d e 1 9 2 2 , c o n
o c a s i ó n
d e l
IV
Co n g r e s o
de la III
In te rnac iona l
q u e s e
c e l e b r a
e n
Petrogrado, Lenin Interviene:
« He m o s a d o p t a d o
el
v ie jo apara to es ta t a l
y
e s a h a s ido nues t ra desgrac ia ; e l a p a r a t o
es ta ta l t r aba ja muchas veces cont ra
nosot ros . . .» (ca torce años después
d e
es tas
profé t i cas pa labras ,
s e
desar ro l l a r í an
l a s
dramát icas purgas s t a l ln i s t as
q u e
a c a b a r í a n
c o n l a
«vieja guardia»
revoluc ionar ia ; aspec to parc ia l
d e u n
Tr ibunal
e n
Moscú, pu ede d i s t ingui r se ,
en la
p r e s i d e n c i a a Andrél Vltchlnsky).
68
cuyasrelacionesentre
sí
consti-
tuyen
el
máximo
pe í
igro
de u na
escisión: «Después de acceder
al cargo de secretario general el
camarada Stalin h a concen-
trado en su s manos un poder
inmenso y n o estoy seguro d e
q u e en todo momento sabrá u t i -
lizarlo
c o n
prudencia.
P o r
otra
parte
el
camarada Trotski
n o
destaca
p o r
unas cualidades
descollantes. Personalmente
sea acaso el hombre m á s capaz
del actual Comité Central, pero
está demasiado ensoberbecido
y demasiado atraído por el as-
pecto puramente administra-
tivo
de los
asu ntos. Tales carac-
terísticas de dos destacados d i-
rigentes
del
actual Comité
Cen -
tral pueden llevar
s in
quererlo
a
la
escisión
». El 30 de
diciembre
e n s u s observaciones Lenin
vuelve a criticar a Stalin (al
abordar el problema de las na-
cionalidades): «M e parece q u e
aquí h a desempeñado u n papel
funesto l a precipitación d e S t a -
lin y su tendencia a adminis-
trar, a s í como su rabia contra e l
ominoso «soc ia lnac ional is -
m o » , calificando, al día si-
guiente al «georgiano» d e « a u -
téntico socialnacionalista». Y
el 4 de enero dicta a s u secreta-
r i a u n
nuevo añadido
a la
carta
al Comité Central con sus re-
comendaciones: «Stalin
es de-
masiado brusco y este defecto,
plena mente tolerable en nuestro
medio
y en las
relaciones entre
nosotros
los
comunistas,
se
hace intolerable en el cargo de
Secretario General. Por eso
propongo
a los
camaradas
q u e
piensen la forma de pasar a S t a -
lin a
otro puesto
y de
nombrar
para este cargo a otro hombre
q u e se
diferencie
de l
camarada
Stalin e n todos los demás as-
pectos sólo por una ventaja: que
s e a m á s tolerante, m á s leal, m á s
correcto y m á s atento con los
camaradas, menos capricho-
so». En el mes de febrero recu-
pera alguna movilidad
de los
brazos, pero
en
otras ocasiones
tiene dificultades
en el
habla.
El
2 d e marzo termina su artículo
«Más vale poco y bueno», q u e
será su último publicado en vi-
d a : «Nuestro aparato estatal es
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 69/132
t a n
triste,
por no
decir horren-
do , que se
hacen ineludibles
su s
reformas»,
y
señala
q u e l a b u -
rocracia n o sólo aparece en las
instituciones estatales sino
en
el
mismo partido.
El 5 de
marzo
dicta u n a carta para Trotski y
otra para Stalin.
Al
primero
le
ruega
que «se
haga cargo
de la
defensa
de la
causa georgiana
en el
Comité Central
de l
part
ido;
el asunto se encuentra ahora
bajo la persecución d e Stalin y
Dzierzynski
y n o
puedo fiarme
de la imparcialidad de éstos ». Y
a
Stalin
le
dice
q u e
«después
de
haberse enterado
de los
graves
insultos
de
Stalin contra
N. K.
Krupskaia»
le
obliga
a
decidirse
entre pedir disculpas o elegir «la
ruptura
de las
relaciones entre
nosotros».
El 9 de
marzo sufre
el
tercer ataque apopléjico.
E s
t ras ladado nuevamente d e
Moscú
a
Gorki.
En el
verano
se
recupera algo,
co n
ayuda
de su
compañera intenta hablar de
nuevo
y
lleva zapatos ortopédi-
cos. El 29 de
noviembre
le p ro-
yectan
el
film
«El VI
aniversa-
r io de la
Revolución
de
Octu-
bre ». El 19 de enero de 1924, al
atardecer, Krupskaia lee a Le-
nin el
cuento
de
Jack London
«Amor y muerte» y la compa-
ñera escribiría
m á s
tarde:
«A
Illich
le
gustó extraordinaria-
mente este cuento». El 21 de
enero Lenin sufre otro ataque
y
muere
a las 18,50
horas.
S u s
restos
s o n
llevados
el 27 de
enero
al
mausoleo
de la
Plaza
Roja.
6. LOS PASOS
PERDIDOS
Hasta cuatro años después
d e
q u e
Lenin fuera ente rrado
en la
Plaza Roja todavía lo s camara-
d a s suyos, entre otros Bujárin,
Zinoviev, Trotsky. Radek,
s i -
guieron siendo considerados
como teóricos
y su s
obras
p u -
blicadas en la Unión Soviética.
Pero
a
partir
de 1928
esos
c o m -
pañeros y otros muchos m á s
fueron perseguidos, en especial
desde 1 9 3 6 . Esos acompañan-
tes de
Lenin
en los
pasos
q u e
hemos tratado de esbozar en es-
to s
apuntes biográficos
y a los
cuales hemos aludido e n m u -
chas ocasiones, fueron fusila-
d o s ,
asesinados
o
llevados
al
suicidio.
La
lista
es
intermina-
ble: Bujárin, Zinoviev, Kame-
nev ,
Trotski, Radek, Antonov-
Ovseinko, Rykov, Yenukidzé,
Tomski, Rakovski, e tc . Y en
otros países y en otros partidos
comunistas muchos otros diri-
gentes
h a n
sido, asimismo,
li -
quidados
«en
nombre»
de Le-
n in y de sus principios, en
n o m b r e
d e l
m a r x i s m o -
leninismo-estalinismo. Pero
ho y ante la crisis y la desorien-
tación
del
movimiento comu-
nista internacional,
en
medio
de las contr adicciones actuales,
políticas e ideológicas, se inicia
u n a revisión de la «herencia»
leninista. Todavía
los
partidos
comunistas, incluso
los que ya
h a n
abord ado algunos aspectos
de esa
revisión,
n o h a n
llegado
en su s
críticas hast alas últimas
consecuencias.
Tal vez
porque
todavía campea sobre ellos, e n-
tre
otros factores,
l a
tradición
y
la
existencia
de la
Unión Sovié-
tica y la de los otros «estados
socialistas».
S in
embargo
a Le-
nin se le
atribuye
el uso de la
sentencia
de que «es más
grave
empecinarse
en u n
error
q u e
cometerlo
». Y lo que es
cierto
es
q u e
sólo después
de que se
libere
al
marxismo
de los
errores leni-
nistas
y al
leninismo
de
toda
la
impregnación estalinista,
el
movimiento comunista inter-
nacional, e n tantos lugares pe-
trificado
y en
otros deshumani-
zado, recobrará el impulso que
e n m á s d e u n a ocasión logró
alcanzar Lenin
c o n
lucidez
y
genio político.
Mientras tanto,
so n
muchosl os
q u e ahora se preguntan —y en
el
fondo
d e su s
preguntas late
la
seguridad de unas afirmacio-
nes—
si
esos pasos
que dio Le-
n in en vida n o so n sino pasos
perdidos después
de su
muerte.
¿Qué queda en la sociedad so -
viética
de la
«herencia»
de Le-
nin? ¿Hasta
q u é
punto
h a
sido
deformada p o r Stalin y sus ac-
69
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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tuales sucesores
de la
Unión
Soviética y de ios otros «esta dos
socialistas»? Y estas otras p re -
guntas m á s críticas y m á s paté-
ticas: ¿Fue Lenin quien inició
c o n s u s errores el camino c o r -
tado
del
«movimiento leninis-
t a » posterior? ¿No fu e Lenin al
considerar la teoría como « u n
arma del proletariado en la lu-
ch a p o r el
poder» quie n hizo
p o -
sible
el
relativismo ético, base
de todo el terrorismo fundado
por él y desarrollado hasta lo
indecible por la burocracia es-
talinista?
7.
BIBLIOGRAFIA
L a bibliografía internacional
de
Lenin
es u n a d e l a s más co -
piosas y hasta cierto punto in -
catalogable. S in embargo, par a
lo s lectores españoles he mos in -
tentado u n a pequeña selección
accesible
en la
actualidad
y que
es preciso para profundizar en
su vida. Nosotros hemos utili-
zado alguna d e l a s obras a con-
tinuación incluidas, pero,
en
especial,
n o s h a
servido como
«falsilla» la debida a Gerda y
Hermann Weber, «Crónica
d e
Lenin» (Editorial Anagrama,
Barcelona, 1975). A partir de
1975 , po r otra parte, so n nume-
rosos lo s libros escritos p o r Le-
n in
publicados
e n
España
(en
la que ya desde 1974 se hab ían
editado algunos). S in emba rgo,
la
edición
de sus
«Obras
c o m -
pletas» fueron publicadas e n
E l 1 9 d e e n e r o d e 1 9 2 4 , a l a t a rde ce r , K rupaka l a l e e a Lenin e l c u e n t o d e Jack London «Amor y Muer te» y la com pañe ra e sc r ib i r l a m á s t a rde : «A
llllch l e gus tó ex t r ao rd ina r i am en te ea t e cuen to» . El 21 d e ener o Lenin sufr e ot ro a taq ue y m u e r e a l a s 1 8 , 5 0 ho ras . S u s r e s t o s s o n l l e v a d o s e l 2 7
d e
e n e r o
al
m a u s o l e o
d e l a
Pla za Roja. (Lenin,
a l
final
d e s u
vida, Junto
a s u
f ie l co mpa ñe ra . Krupakala) .
70
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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¿ N o f u e Lenin a l cons ide ra r la teor ía como u n «a rm a d e l p ro l e t a r i ado en la lucha p o r e l poder» quien hizo posible el relativismo etico, base d e
t odo e l t e r ro r i sm o funda do p o r é l y desa r ro l l ado has t a k) indecible por la burocracia s ta l lnls ta ? (Ent ier ro d e Lenin: L a comitiva co n e l fére t ro e n
e l c a m i n o d e s d e la e s t ac ión d e M oscú has t a la C a s a d e l o s S ind i ca tos . E l f é r e t ro f u e l l evado a hom bros , a ( a l a rgo d e l a s tres millas d e l recorrido,
p o r l a s m á s a l t a s pe r sona l idades d e l pala).
Buenos Aires (1969-1972) p o r '
la
Editorial Cartago.
N o s
refe-
rimos a continuación a libros
en los que se estudia la vida y
obra
de
Lenin publicados últi-
mamente
ya que los
editados
c o n
anterioridad
a 1939 no son
fáciles de c onsultar.
4
Abosch,
H .:
«Crónica
de
Trots-
ki».
(Anagrama, Barcelona,
1973).
Baynac,
J.: «El
terror bajo
Le-
nin» (Tusquets, Barcelona,
1977).
Broue, P.: «Los procesos de
Moscú» (Anagrama, Barcelo-
na,
1975).
Castoriadis,
C.: «La
sociedad
burocrática» (Tusquets. Barce-
lona, 1976).
Can, E. H.: «La
revolución
bol-
chevique» (Alianza Editorial.
Madrid, 1972).
Claudín,
F.: «La
crisis
del mo-
vimiento comunista» (Tomo
1.°
Ruedo Ibérico. París, 1970).
Deutscher,
I.;
«Trotski»
(Era.
México).
Deutscher, /.: «Lenin» (Era.
México).
Dutschke,
R.:
«Lenin» (Icaria.
Barcelona, 1976).
Fernández Buey,
F.:
«Conocer
Lenin
y su
obra» (Dopesa.
Bar-
celona, 1977).
Fischer, L.: «Lenin» (Bruguera.
Barcelona).
Garaudy, R.: «Lenin» (Grijal-
bo. México, 1970).
Gorki,
M .:
«Lenin
por
Gorki»
(Nostromo. Madrid, 1974).
HUI, Ch.: «La
revolución rusa»
(Barcelona. Ariel, 1977).
Krupskaia,
N.: «Mi
vida
con
Lenin» (Madrágora. Barcelona,
1977).
Lewin,
M.: «El
último combate
de
Lenin» (Lumen. Barcelona,
1970).
Luckas,
G.:
«Lenin» (Grijalbo.
Barcelona, 1970).
Marcuse,
H.: «El
marxismo
so -
viético» (Alianza Editorial.
Madrid, 1971).
Pannekoek,
A.;
Korsch,
K.;
Mattick,
P.:
«Crítica
del bol-
chevismo» (Anaerama. Barce-
lona, 1976).
Payne, R.: «Lenin» (Grijalbo.
México).
Reed,
J. :
«Diez días
que
conmo-
vieron
al
mundo» (Existen
di-
versas ediciones
en
castellano).
Trotski,
L.: «Mi
vida» (Zero.
Madrid).
Trotski,
L.:
«Lenin» (Ariel.
Bar-
celona, 1972)'.
Ulam,
A. B.:
«Los bolchevi-
ques» (Grijalbo. México).
Walter,
G .:
«Lenin» (Grijalbo.
Barcelona, 1974).
Walicki, A.: «Populismo y mar-,
xismoen Rusia» (Estela. Barce-
lona, 1971).M P.M.S.
71
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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Historia
de u n
genocidio
C. A. Caranci
ADRID,
2 de
junio
de 1978.
Tres jóvenes
se
aproximan
a un
«Mercedes 280» disparan sus armas contra sus ocupantes, que
quedan muertos
o
malheridos.
Las
victimas
son
diplomáticos
turcos.
Los
atacantes, miembros
de un
«Comando
de
Justicia contra
el
Genocidio de los Armenios».
¿De los armenios? ¿De los mismos armenios de nuestros abuelos? Los
mismos,
en
efecto.
Y hoy,
sesenta años después,
su s
atentados vuelven
a
poner
de
actualidad
lo que en su dia se
convino
en
llamar
Cuestión
Armenia.
72
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UNCA extinguida
del
todo,
la
Cuestión
Armenia llenó,
a
fines
del
sigloXIX
y a
comienzos del XX, la historia d e esa Eurasia en
miniatura que es e l Cáucaso, coincidiendo con
la
expansión imperialista europea
y con el fin de
d o s
imperios envejecidos,
e l
otomano
y el
zaris-
ta ; y con el
nacimiento, sobre
s u s
cenizas,
de dos
Estados
d e
nuevo cuño,
la
Turquía kemalista
y
l a Rusia bolchevique.
Armenia
n o
nació entonces,
s in
embargo.
S u
larga, dur a
y
trágica historia
se
remonta
a l
esta-
blecimiento de comunidades traco-frigias, pro-
venientes de los Balcanes, en Anatolia, en el si-
gloXIII a. C. A lo largo de los siglos esta hi stori a
se ha ido arrastrando penosamente, pese a mo -
mentos de gloria, hasta h o y . En ella veremos
cómo Armenia pierde, después de la Gran Gu e-
r ra , su por e l momento última oportunidad, por
la brutalidad turca, la indiferencia europea, y la
ineptitud d e su s nacionalistas.
ENTRE ROMANOS Y PERSAS
L a s invasiones cimerias fuerzan a los frigios a
migrar hacia el'este. Sólo
se
detendrán
en el
Cáucaso,
y se
instalarán
en el
reino
de
Urartu,
como casta dominante (600 a. C.) . Esta será su
patria definitiva. Pero n o será su último éxodo.
Poco a poco, lo s frigios se fusionarán con los
autóctonos caucásicos y , m á s tarde, c o n asirios,
caldeos, iranios y otros, formándose u n a pobla-
ción q u e se h a mantenido notablemente estable
hasta hoy , y que ya entonces l o s persas llamaron
arminiya y los griegos arménioni. S u lengua,
indoeuropea,
i rá
enriqueciéndose
c o n
aporta-
ciones u rar tia na s, griegas, iranias, luego turca s,
árabes, rusas.
Sometidos sucesivamente a medos, persas, m a -
cedonios y seleúcidas, l a ayuda de Roma permi-
tirá a Artaxias independizar a Armenia (190
a. C.) . Con Tigrán I I Armenia es un gran impe-
r io . Inquieta, Roma lo somete y convierte en
protectorado (s. I a. C.).
En el s. III d. C.,
durante
el
domi nio persa sasá-
nida, Trdat IV , oficializa e l cristianismo e n todo
el reino, p o r influjo d el mon je Grigori Anák, que
se convierte, obviamente , en el primer
katolikós
o patriarca. Desde el s .V la Iglesia armenia o
gregoriana e s independiente (1); su centro es
Echmiadzín (en la actual Armenia soviética).
U n
nuevo elemento viene
a
completar
la
auto-
(1) La Iglesia gregoriana sólo admite los tres primeros conci-
lios ecuménicos, pero no el cuarto, el de Calcedonia (451).
Hoy, con
todo,
hay
armenios católicos, separados
en el
si. XVIII.
L a Armenla antigua
a b a r c a b a t o d a s
l a s
t ierras
al
s u r d e l Cáucaso . desde
Ca p a d o c l a a l Caspio . En e l
mapa, Armenla después d e
s u
inclusión
e n e l
Imperio
romano.
val/i ftí rlifhso*
Principaii s¿s>ads.
.i
73
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 74/132
E n e l g r a b a d o , u n a rm en io c o n s u t ra je t radic ional . His tór icamente ,
l o s a r m e n i o s h a n e s t ado d iv id idos e n p e q u e ñ o s r e i n o s y com uni -
dades . S ó lo e n e l s iglo XIX h a c e s u apa r i c ión u n s en t i m ien to nac io -
n a l d e
ca r ác t e r pan -a rm en l s t a .
nomía cultural del país respecto d e Siria y Gre-
ci a: e n el s . V Mesróp Mash tóts crea u n alfabeto
adaptado
a la
lengua arme nia. Paralelamente,
s e
produce u n verdadero apogeo artístico. De Per-
s ia se
introduce
l a
cúpula,
q u e
desde aqu í pa sa rá
a Occidente; se crea u n a arquitectura propia, d e
la que es muestra ejemplar la catedral d e Ech -
miadzín (s. V). E s la
Edad de Oro
de la cultura
nacional.
P or otro lado, lo s peligros persa y romano, m á s
tarde bizantino, árabe
y
turco, obligan
a los go-
bernantes armenios a u n co ntinuo cambalacheo
entre l a s potencias, q u e acabará marcando u n a
d e l a s características de la vida política nacio-
n a l .
L a s invasiones árabe (s. VII) y turca (s.XI) h a -
llan a u n pueblo dotado y a de u n a personalidad
propia, tant o en lo político com o en lo cultural y
social, q u e ca mbiará poco, y q u e permitirá m a n -
tener
a
flote
a u n a
Armenia cristiana
en un ver-
dadero océano islámico.
U N BALUARTE CRISTIANO
Los turcos selyúcidas sumergen toda el Asia Me-
D e s d e s i e m p r e l o s a r m e n l o a h a n s i do g ra nde s com er c i an t e s , d e -
m o s t r a n d o a u a hab i l i dades f l nanc l e r aa sobre t odo e n l a d i á spora .
E l m é a f am o so cap i t a l i s t a a rm en io h a aldo, s i n duda, Kalúst G u l -
benklán, Mister 5 por 100 . c r e a d o r d e fundac lonea d ive r sa s , com o
la
f a m o s a
d e
U e b o a .
E n l a
foto ,
u n o d e a u a
descend ien t e s , N uba r .
74
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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ñor y en 1064
acaban
con los
reinos armenios,
forzando
d o s
migraciones importantes,
u n a h a -
c i a
Sivas
(en la
actual Turquía)
y
otra, masiva,
hacia
el
golfo
de
Alejandreta,
en el
Mediterráneo,
e n tierras de Cilicia. Aquí Rubén funda el Reino
d e Armenia Menor, aliado de los cruzados en el
s . X II , y del q ue se
volverá
a oír
ha bla ren elXX.
Pronto acabará también bajo
lo s
turcos
m a -
mlúk.
La
toma
de
Constant inopia
por los
turc os (1453)
aparta
a
Armenia
d e
Occidente, hasta
el
s.XIX.
Otomanos y persas se disputarán el país en los
d o s
siglos siguientes, luego
se lo
repartirán,
cayendo
su
parte oriental
en
manos
d e
Persia
(1639).
El
régimen persa
es
relativamente sopor-
table, pese
a las
exacciones
y
deportaciones
(50.000 armenios son instalados en la región de
Ispahán).
Para liberarse de unos y otros, los dirigentes
nacionales armenios piden ayuda
al
Papado,
al
Sacro Romano Imperio, finalmente
a la
Rusia
de
Pedro
el
Grande (1700).
E l
papel
de
Rusia será
determinante, de ahora en adelante, en l a histo-
r i a
armenia.
A
fines
de
siglo Rusia
se
presenta
en el
Cáuca so.
Tra s cuatro guerras cont ra Persia
y u n a
contra
el
Imperio otomano, Nicolás
I
obtiene Karabágh,
Eriván, Najicheván
y
Georgia. 35.000 armenio s
de
Persia
y
100.000
de la
Sublime Puerta
s e
insta-
l an en l as
tierras conqui stadas,
q u e
formarán
la
Armenia rusa.
El pape l d e Rusia h a s i do de t e rm inan t e en l a his tor ia armeni a .
P r imero,
e l
imper ia l i smo zar is ta
(en la
i lus t ración,
d e 1 8 9 0 , e l
«oso
ruso» am enaza a s u s vec inos ) , pos t e r i o rm en te e l régimen soviét i -
c o , c o n s i d e r a d o h o y , p o r m uchos nac iona l i s t a s , e l p ro t ec to r d e
Armenla.
Abdul- Hamid II (1876-1909), e l «Sul tán sanguinar io», la «Araña», e l
« M a s a c r a d o r d e armenios». . . C o n é l com ienza la re cta final, y co n é l
m u e r e e l «H om bre en fe rm o d e E uropa» : e l Imper io otomano.
RUSOS Y ARMENIOS
U n a
nueva derrota turca
y los
Tratados
de San
Stéfano y Berlín (1878) proporcionan a Rusia
lo s
distritos
de
Kars, Ardahán
y
Batum,
lo que
permite
a los
armenios abrigar esperanzas
d e
u n a autonomía protegida p or e l «muy cristiano
z a r
Alejandro
I I » .
Este crea,
en
efecto,
la Ar-
ménskaya Oblást' o Territorio Armenio. Pero si
la situación económica mejora, Moscú inter-
viene
en la
política
y
religiosa, reprimiendo,
como
en 1883, a los
liberales
y
revoluciona rios
locales, confiscando, como
en 1903, los
bienes
de la
Iglesia, cerrando escuelas
y
bibliotecas.
L a
rusificación estaba
en
marcha,
y
comenzaba
a
perfilarse
la
Cuestión Armenia.
¿Y los armeni os súbditos de la Puerta? S u situa-
ción
e r a
soportable, sobre todo
en
Turquía occi-
dental. Muchos
de sus
derechos como minoría
databan
n d a
menos
que del s .XV; la
Iglesia
go-
zaba de protección especial; en 1863 se había
aprobado
u n a
Constitución Nacional armenia.
Grandes armenios habían servido
al
Imperio.
S in embargo, en l a Anatolia oriental (Armenia
turca) l a s exacciones de los funcionarios y las
querellas religiosas, sobre todo
con los
kurdos
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En el g r a b a d o , l o s t u r cos m asac ran a l o s a rme nio s (1895) . C o n todo, también l o s ku rdos , l o s á r a b e s , l o s g r i egos , l o s georg i anos y o t r a s m inor í a s
su f r i e ron
l a s
r e p r e s i o n e s o t o m a n a s .
musulmanes —que reclamaban, además, terri-
torios habitados p o r armenios—, estaban a la
orden del día. Los ant agon ismos entre minorí as
serán aprovechados oportunamente p o r Cons-
tantinopla, c o n consecuencias trágicas, como
veremos.
E n conjunto, los turcos se mostrarán siempre
m á s
tolerantes
q u e
persas
y
rusos, pese
a la
creencia contraria, al menos hasta Abdül H a -
m id
(1876-1909).
E L DESPERTAR NACIONAL
Mientras tanto,
a
partir
del
s.XVIII
se
produce
u n resurgir cultural inesperado. Es la Tercera
Edad de la cultura armenia, cuando ésta se un l -
versaliza y occidentaliza a u n tiempo. Se re-
nueva la música y la literatura antiguas, se crea
u n a literatura moderna, p o r mé rito sobre todo d e
Jachadur Abovián (s.XIX), q u e abandona la
lengua arcaica (grabar) y adopta el ashrajara-
bar, q u e alcanzó altas cota s litera rias c o n Naza-
rián, Raffí (Armenia rusa), Jrimián (Armenia
otomana) y otros. Como la de Aitsruní, su acti-
vidad
e s
importante también
en el
campo
de la
teoría nacionalista.
L a
solidaridad interarmeni a
e s
reciente,
n o
ante-
rior a 1840. Pero el desarrollo del nacio nalismo
e s
rápido.
En los
años
70
representa
u n a
fuerza
formidable q u e combate en d o s frentes, el ruso y
el
turco. Junto
a
pequeños grupos como Defensa
de la Patria (1882), aparecen lo s grand es parti-
d o s q u e aú n h o y
existen:
e l
Hindchák
(« l a cam-
pana»), en 1877, de tendencia socialista marxis-
ta; el Armanakán (1885), antecesor de l Ramka-
v a r Azatakán (1908), pan arm eni sta y social-de-
mócrata;
el
Dashnaktsutiún
(o
Dashnák), anti-
zarista y an tioto mano, populista,semisocialista
u n
tiempo,
y
luego derechista
— y
panarmenis ta
en 1918—, q u e fu e fundado en 1890. Este part i-
d o ,
junto
a la
Iglesia
y su
katolikós serán
«el
alma de la resistencia y del nacionalismo arme-
nios».
¿Qué Armenia quieren
los
partidos?
La
«históri-
c a » : 266.000 K m
2
(como Gran Bretaña), de los
q u e 190.000 pertenecen a Turquía , 65.000 a Ru -
sia, y el resto a Persia. Digamos, s in embargo,
q u e en este vasto territorio lo s armenios son
minori tario s respecto de otras mino rí as (kurdos,
árabes, georgianos, persas, turcos, etc.).
LA CUESTION ARMENIA
U n a serie de acontecim ientos sangrientos v a n a
concentrar
la
actividad armenia
en la
porción
turca. L a s promesas incumplidas y el despo-
tismo
de
Abdül Hamid
van a
desencadenar
la
crisis. Añdamos q u e gran paite de la responsabi-
lidad recae en Europa y sobre todo e n Gran Bre-
taña, obsesionada por el equilibrio europeo y
protectora
de
Turquía frente
a
Austria
y Ru -
sia (2). Pero la supervivencia del Imperio o to-
mano sólo podía dañar
a la
causa armenia.
(2 )
Como pago, Londres recibirá
la
isla
de
Chipre,
qu e
casi
un
siglo má s tarde se convertirá en otro polvorín.
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INDEPENDENCIA
Para colmo, la derrota rus a en la guerra (1917) y
el
consiguiente caos
del
Cáucaso dejó
a los ar-
menios solos frente
a su s
verdugos,
u n a v ez m á s .
Pero se abrieron l a s puertas para u n a posibili-
d a d
inesperada:
la
independencia.
La P az de
Brest Litóvsk (1918) parece malograrla
momentáneamente: Rusia debe aceptar la «de-
volución»
a
Turquía
de
Kars, Ba tú my Arda hán.
Pero lo s desesperados caucás icos procla man la
independencia
d e u n a
República Transcaucá-
sica (Armenia, Azerbaidyán, Georgia),
que los
armenios aceptan a regañadientes, obsesiona-
d o s p o r l a s
posibles represalias, pues
lo s
turcos
h a n reanudado la guerra y h a n llegado a las
puertas
d e
Eriván,
la
capital.
L a
situación
pre-
sagia nuevos horrores. L a hero ica resistencia del
general Nazarbák
n o
evita
la
derrota,
ni el fin de
la
experiencia federativa.
L a
República
se
divide.
El 30 de mayo de 1918 Armenia proclama su
independencia
en
solitario.
U n
tratado turco-
armenio (junio) reconoce l a s fronteras, m u y r e -
ducidas,
del
nuevo país: 9.000
K m
2
—hoy tiene
casi 30.000—, c o n 310.000 habitantes y
¡450.000 refugiados
Pero Armenia
e s
soberana.
El
viejo sueñ o
de los
patriarcas y comerciantes del Dashnák es u n a
realidad. Mientras
s e
crean febr ilmente escue las,
u n a
universidad, industriasy
u n a
bandera
(3), y
lo s refugiad os mueren p o r millares — 180.000 e n
seis meses—,
s e
vuelve
a
caer
e n
viejos errores.
El
complejo
de
superioridad sobre
lo s
«bárbaros
musulmanes» que les rodean llega al racismo,
como explica Morane.
S u
optimismo
e s
suicida,
s u s exigencias, exageradas, irritan a los euro-
peos,
q u e
siguen considerándolos, imbuidos
a
su vez de
rac ismo, «longevos pastore s
d e
cabras,
dados
al
vino
y a los
piropos»
y
«judíos
del
Cáucaso» p o r s u «marrullería y amor al comer-
cio».
Por s i
fuera poco,
los
dashnák
so n
gobernantes
ineptos. Como dice Alem, debían «administrar
u n
dis trito, pero
su
burocracia
fue la de un
impe-
rio». El realismo político brillaba por su ausen-
cia : en las
conversaciones para
el
Armisticio
de
Mudros (31 de octubre) los delegados armenios
exigieron «las fronteras
de la
nación histórica»,
q u e Turquía rechazará.
Por el mis mo Armisticio se crea, en cambio, u n
Hogar Nacional
en la
antigua Cilicia, donde
se
establecieron 150.000 arme nios
de la
diáspora
bajo
la
protección
de
Francia
y del
acuerdo
Sy-
kes-Picot (1916).
El Tratado d e Sevres (1920) entre Aliados y tu r -
(3 ) Formada po r tres franjas horizontales de rojo, azul y ana-
ranjado.
To d a v í a , a p e s a r d e l a s m a t a n z a s de 1 894 y de 1915 , viven e n Estambul varios miles d e a r m e n i o s , q u e l o s t u r c o s d e j a n e n p a z . ( Pa n o r á m i c a de la
ant igua Cons tant inopla , h o y Es tambul , y, en primer término, e l p u e n t e d e Gálata) .
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Samugo
U . R . S - S .
e o s
proporciona
a la
República
de
Armenia
u n a
salida a l m a r Negro p o r Trabzon (la antigua
Trebisonda)
y las
ciudades
d e
Bitlís,
V a n y
Erze-
r ú m .
EL FIN D E LA S INDEPENDENCIAS
Co n d o s
Armenias,
el
Dashnák exulta. Pero
en
1919
Turquía
se ha
recuperado. Atatürk,
a la
cabeza
de un
Gobierno disidente, quiere evitar la
desmembración
(4).
Sobre
la
marcha
n o
reco-
noce
el
Tratado
de
Sevres
y
reinicia
la
guerra
contra ambas Armenias,
la s
derrota
y
obliga
a
aceptar la paz. La impasibilidad aliada y el te-
m o r soviético a u n a guerra con la nueva y enér-
gica Turquía
de
Atatürk
— la
URSS había
pre-
sionado incluso sobre
la
República
de
Armenia
para q u e ésta renunci ara al Tratado de Sevres—
deja sólo otra vez al ejército armenio, mientras
lo s
bolcheviques
de la
Armenia
ex
rusa (Miko-
y á n , Gassián, Mravián) preparaban la caída del
régimen dashnák y creaban u n Comité Revolu-
cionario
en el
Norte.
La Paz de
Alejandreta restituye
a
Turquía
la Re-
pública de Cilicia y la Armenia ex tu rca, excepto
Batúm, pero s í Najicheván —que luego se recu-
perará
de
nuevo—. Esto provoca nuevos
y
masi-
v o s éxodos de armenios (5).
E l régimen transitorio dashnák-bolchevique
dura un día. El 3 de diciembre de 1920 se pro-
clama
la
República Soviética
de
Armenia
en la
parte
ex
rusa. Inmediatamente
se
inicia
la
socia-
lización
de la
economía,
q u e p o r su
insensatez
t
innecesaria brutalidad, como reconocieron
los
propios comunistas armenios, provocó
en 1921
(,4\ T u r q u í a h a b í a s i d o
reducida a Ankara
y a su
zona,
y el
resto repartido entre franceses, italianos, griegos y armenios.
(5) La cesión de la región siria de Alejandreta a Turquía pot
parte de Francia (1939), dará lugar a un enésimo éxodo.
L a
Armenla soviét ica
e s
«E l
pa í s
d e l s o l , d e l
vino
y
d e l a s
rosas», rezan
l o s
carteles turíst icos. Pero
esta República
e s
sólo
u n a
pequeña porc ión
de la
Gran Armenla d e l o s
nacional i s t as
y d e l
Tratado
d e
Sevres (1920),
r e p r e s e n t a d a
en e l
mapa.
u n
verdadero levantamiento:
los
bolcheviques
fueron expulsados
y
sólo
la
intervención militar
soviética restableció
la
situación.
L a
represión
consiguiente f u e frenada en seco p o r Lenin, que
se opuso, además, a u n a socialización calcada
sobre
la
rusa.
El
Tratado
de
Moscú (marzo
de 1921)
fijaba
las
fronteras de la Armenia soviética, aún hoy v i -
gentes,
con la
entrega
d e
Batúm
a
Georgia,
de
Najicheván
a
Azerbaidyán
y e l
abandono
d e
toda
reclamación sobre
la
Armenia turca . Finalmen-
te, el
Tratado
d e
Lausana (1923) sancionaba
la
situación
y
ponía
f in , por
ahora,
a las
aspira-
ciones panarmenistas.
S in
embargo,
lo s
arme-
nios consideraron, como dice Pipes, «que
la
ocupación soviética
e ra
aceptable, pues
les ha-
b í a evitado caer en manos turcas». Aun así , la
devolución de la Armenia occidental a Estambul
y el
cambio
de
régimen
en
Rusia forzó
u n
nuevo
éxodo hacia América, Europa
y
Líbano.
REPATRIACION
Desde 1936 la Armenia soviética deja de formar
parte
d e u n a
federación
c o n
Georgia
y
Azerbai-
dyán para convertirse
e n u n a
república federada
de la URSS. L o s armenios de la diáspora co-
mienzan
a
pensar
en la
repatriación,
y a a
partir
de los
años
20 y 30. Y si
durante
la
segunda
guerra mundial
el
Dashnák apoya
a
Alemania,
después
de 1945
todos
lo s
partidos acabarán
apoyando nuevos planes
d e
repatriación
y,
cosa
increíble, forman do
u n
frente tripartito.
E l
Fren-
te , junto a l National Council of Armenia, des-
pliegan, desde 1944 , una actividad diplomática
creciente ante
la s
potencias
y
ante
l a ONU,
par a
llevar a la práctica la repatriación... a u n a gran
Armenia reconstituida, aut ónom a
e n el
seno
de
la
URSS, según
el
Tratado
de
Sevres...
Pese
a los
jarros
d e
agua fría
de
Stalin (desde
las
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purgas
de los
años
30 , que se
cobraron
sus v íc-
timas armenias, hasta
el
desinterés
por l as re i -
vindi cacio nes armenias, olvidadas oficialmente
en los años 40 y 50) , los repatriados afluirán por
millares desde 1947. El flujo se detendrá en 1950
y volverá a ser alto tras la muerte de Stalin
(1953).
El
problema territorial
de
Armenia
q u e -
dará zanjado,
po r
parte
de la
URSS,
en 1972, con
la
visita
de
Podgorny
a
Ankara , donde éste reco-
nocerá oficialmente la s fronteras actuales.
L A S CUATRO
ARMENIAS
Desde
1947 ,
200.000 armenios
h a n
vuelto
a la
República Socialista Soviética
de
Armenia,
pro-
venientes de Asia Menor, Europa occidental y
Estados Unidos. «Gracias
a la
Revolución
—dice Alem—
los
armenios
h a n
obtenido
u n a
patria, tanto tiempo ansiada,
y
están satisfe-
chos». Asimismo, para la historia dora estadou-
nidense de origen armenio, Mary Matossian,
«no hay
peligro
de
asimilación
p o r
parte
de los
rusos»,
po r lo que l a
cultura
y
personalidad
n a -
cional pueden desenvolverse bastante adecua-
damente. L a completa armenización de cargos y
cuadros
de la
administración
y de la
cultura
h a
colmado
un a de l a s
principal es exigencias
de los
armenios soviéticos.
L os
problemas políticos,
la
eventual disidencia,
la s
fricciones
c o n
Moscú
L o s a r m e n i o s h a n d a d o a l m undo g r and es so ldad os (M ellk ian , N a -
za rbekov , G uder i an — e n la foto—), q u e s e h a n p u e s t o al servic io d e
l o s
p a í s e s
e n q u e
r e s id í an ,
y q u e e n
o c a s i o n e s
h a n
com ba t ido
s s u s
oroo los com pa t r i o t a s d e l C áucaso .
quedan,
p o r
debajo
de la
realidad
d e u n a
Arme-
n i a
autónoma,
de
29.800
K m
2
y
2.750.000 habi-
tantes.
Pero h ay otras tres Armenias, la iraní, la turca y
la de la diáspora. L a iraní — el Azerbaidyán Ba j -
tiari, cuya capital es Reza'iyeh— cuenta con
m á s d e
100.000 habitantes,
s in
derechos espe-
ciales, pero
no en
mala situación.
L a
turca,
q u e
corresponde
a la
Dogu Anadolu,
o
Turq uía orien tal, tiene unos 40.000
(? )
habitan-
tes;
30.000
m á s
viven
en el
resto
de l
país (Esmir-
n a , Estambul, etc.). S in derechos especiales,
cuentan
c o n
escuelas
e
iglesias propias.
Su s i -
tuación
no e s
mala, pero
el
recuerdo
de lo
suce-
dido
en ese
fatídico abril
de 1915
mantiene
vo -
luntariamente alejados
a l
Gobierno
y a los ar-
menios.
L o s
turcos
no se
sienten responsables
por l a s
matanzas,
a l
considerar
a los
armenios
«traidores» a Turquía. No son de l a misma opi -
nión
lo s
armenios
del
exterior
y del
interior. Pero
si
éstos últimos sólo quieren
hoy que se los
deje
en paz , y
temen cualquier incidente
con los tur -
cos , aquéllos h a n hecho de Turquía el centro de
s u s
exigencias
y
ataques, renovados
de vez en
cuando, menos
por los
partidos tradicionales,
m á s p o r
pequeños grupos terroristas (Ejército
Secreto d e Liberación, Nueva Resistencia Arme-
n i a ,
etc.), como
e l qu e h a
actuado
en
Madrid
en
junio.
v
Esto n o s lleva a la cuarta Armenia, la de la
diáspora, dispersa
p o r
todo
el
mundo
(6). Los
partidos tradicionales siguen teniendo gran
in -
fluencia sobre ella , pero h o y h a n moderado u n
tanto s u s antiguas posturas. El Ramkavar sólc
aspira
a la
supervivencia
de la
nación armenia,
como
el
Hindchák, ambosprosoviéticos.
El om-
nipresente Dashnaktsutiún, siempre anticomu-
nista,
n o
está descontento,
en su
fuero interno
por l a
existencia
de un
«hogar nacional».
Todos ellos, incluidos
lo s
comuni stas —que
m i -
litan
en l o s
partidos comunistas
de su
país
d e
residencia—,
h a n
llevado
a
cabo
en los
últimos
años
u n a
sensata revisión
del
problema nacio-
nal , de su
marxismo,
de sus
reivindicaciones.
L os
tres partidos nacionalistas
s e h a n
acercado
entre
s í ,
replanteando
su
estrategia
a
escala
mundial ,
y su
t ácti ca entrevé
hoy
posibles alian-
zas con l o s
enemigos tradicionales,
lo s
kurdos
otra minoría dividida,
y con la
oposición turca
de
izquierdas.
N o se
excluya —«eso
n o
sucederá
nunca», dicen
lo s
nacionalistas—la reconstitu-
ción, «hoy
o
mañana»,
de la
Gran Armenia
del
Cáucaso al Irán y de l m ar Negro al Mediterrá-
(6 ) 500.000 en Líbano y Siria, 150.000 en Francia, 206.000 en
Estados Unidos,
más de un
millón
en el
resto
de la
URSS,
40.000
en
Argentina,
y
algunas decenas
de
miles
más en
Gran
Bretaña, Grecia, Chipre, Egipto, Brasil, Chile, Uruguay,
Hun-
gría,
etc.
80
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L a d iáspora armenia n o c o m i e n z a e n e l s i g l o X I X, c o n l a s g r a n d e s m a t a n z a s . S e r e m o n t a a la A n t i g ü e d a d y e s fruto d e d e p o r t a c i o n e s y
e m i g r a c i o n e s m a s i v a s
a lo
l argo
d e l o s
s i g l o s .
L a
d i á s p o r a
h a
producido armenios i lustres
e n
t o d o s
l o s
campos: escr i tores como Troyat
o
Saroyán, composi tores , como Khachaturian; cantantes , como Aznavour (Aznavurián) ,
e n l a
foto
d e l a
i zquierda;
y
d i rectores c inematográf i cos ,
como El ia Kazan ( e n l a f o t o d e l a d e r e c h a ) . -
n e o , independiente, autónoma en e l seno de la
URSS, o federada a Turquía. Pero en la práctica
la
«modestia» impera,
y
muchos est iman
q u e
bastar ía
u n
cambio
d e
régimen
e n
Ankara:
u n
gobierno socialista
e n
Turquía podría garanti-
z a r u n a
verdadera autonomía
a las
diferentes
minorías.
S in
olvidar
q u e
algunos grupos armenios
del
exterior, e incluso, a veces, lo s grandes partidos
pueden estar manipulados p o r Estados Unidos,
a l menos e n cierta medida —Turquía e s u n a
pieza clave en la OTAN y en el Mediterráneo
oriental, frente a la URSS—, e s necesario reco-
nocer
qu e es el
Dashnák, sobre todo,
y la
Iglesia,
l o s q u e h a n mantenido y mantienen en pie la
moral
de las
comunidades exteriores,
a u n a
costa de haber quedado anclados espiritual-
mente a u n pasado u n tanto trasnoch ado e idea-
lizado, quizás irrecuperable. N o olvidemos t a m -
poco que l a s matanzas del pasado, la indiferen-
c ia ajena y la división de las tierras armenias
pueden justificar, a l menos en parte, los periódi-
c o s resurgimientos, casi e n cada generación, d e
la Cuestión Armenia, q u e u n a Europa de fronte-
r a s artificiales y nacionalismos cerrados no ha
sido capaz todavía de resolver. • C. Á. C.
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81
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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Lágrimas testarudas
-Para u n dossier sobre la pena d e l gitano-
Félix Grande
Antonio Ma-
I m chado y Alvarez,
enorme padre
de poetas, hace ya casi
un
siglo llamó
a las si-
guiriyas «lágrimas del
pueblo gitano». Por va-
rias causas esta defini-
ción es acertada. Una:
nada más parecido aun
llanto mordido que la
siguiriya gitana. In -
cluso
en la
estructura
de esta música parece
haber
no un
llanto
des-
compuesto: un llanto
testarudo, un llanto
rítmico, obsesivo, casi
amenazador: la domi-
nante, ese tono desespe-
rado
y
lúbrico
que en la
quinta de la guitarra
más que sonar parece
llamar a una puerta, es
como el vaivén de una
lágrima que llamara,
puntualmente, inexo-
rablemente, a la puerta
de la
piedad. Pero
no
llama como pidiendo
una limosna, sino
como recordando
un
derecho.
8 2
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O
quizá deberemos caer
en l a cuenta d e q u e
i todo e l q u e pide u n a
limosna está,
lo
sepa
o no,
re iv indicando
u n
profundo
derecho, y t r a t ando d e d e s -
per t a r u n a profunda obliga-
ción. Todo esto se halla implí-
cito e n aquel nombre que les
puso Demófílo (Machado) a las
siguiriyas gitanas.
L a s
siguiri-
y a s s o n testarudas lágrimas
(Demófílo escribió «verdade-
ras») q u e caen como sobre u n a
puerta. U n a puerta cerrada. Las
está derramando (o quizá d i s -
parando) el cantaor. Primero,
e n nombre propio. En e l fondo,
e n nombre de su pueblo. Hace
y a casi u n siglo que l o escri-
biera u n folklorista (es decir, u n
gra n oído atento a los lenguajes
de los pueblos) y todavía ese
nombre parece recién puesto.
Como s i el tiempo n o se hubiera
movido. Tal vez no se ha movi-
do. Si se miden el número y la
densidad de las lágrimas de los
gitanos del siglo pasado y se
miden el número y l a densidad
de las
lágrimas
de los
gitanos
actuales, puede pensarse
que el
tiempo
lo s
ignora,
los
despre-
c i a .
E n cuanto a los gitanos, l a pa -
labra e s desprecio, y e l tiempo s e
h a
quedado quieto consin-
tiendo
q u e
todo talante domi-
nante,
q u e
toda
la
descende ncia
obscena de l Poder, cometa con
el pueblo gitano la obscenidad
m á s
nauseabunda:
no la del
odio, sino la del desprecio. Frán-
gese Botey h a visto c o n clarid ad
e s a sustancial diferencia: «Si
h e dicho que l a segregación g i-
tana e s l a m á s pura, quiero d e-
c i r qu e su sent imiento base es el
desprecio
m á s
genuino
y sin
mezcla.
El
odio puede buscar
u n terreno apto para medirse e n
lucha, y todo lo que se presente
como poder engendra u n a
componente d e odio. E l judío
e r a despreciado, pero también
e r a
odiado
[el
judaismo
se pre-
senta como poder].
El
negro
americano
h a
sido reducido
a
caricatura (...) pero a medida
« C u a n d o
e n
Birmlngham,
e n 1 9 7 0 ,
n o s
d e s p l a z a m o s
m á s
d e cuarenta g i tanos ,
p r o c e d e n t e s d e casi
t o d o e l mundo para
p r o t e s t a r p o r l o s
a t r o p e l l o s d e q u e
habían s ido objeto
u n o s g i t a n o s i n g l e s e s
p o r parte d e l a pol icía,
p o r cuy a caus a tres
niños murieron
c a r b o n i z a d o s e n e l
interior d e u n a
c a r a v a n a a l a q u e s e
prendió fuego, tuvimos
t a m b i é n
u n
recuerdo
p o r l a s v í c t i m a s d e
aquel fanat i smo nazi» .
( T e x t o d e u n libro d e
Ramírez Heredia).
q u e aumenta su beligerancia e n
l a s decisiones públicas de N or -
teamérica, v a siendo odiad o. L a
expresión m á s adecuada del
odio es la guerra , pero con tra el
gitano n o cabe ning una clase d e
guerra
e n
ningún orden». ¿Qué
guerra librar contra
u n
pueblo
q u e n o supone u n a amenaza,
q u e incluso n i siquiera protesta
d e manera inquietante? Protes-
t a , p o r ejemplo, llorando. Por
ejemplo, llora p o r siguiriyas.
¿Pero quién temería
a u n a m ú -
sica que s e encuentra precisa-
mente a l otro borde de l os h i m-
nos de guerra? Nadie teme a la
l imosnera . Nadie teme a la lá-
grim a. Nadie teme
a la
músic a.
Y
está bien
que as í sea . La ver -
dadera música llama
a la
puerta para
que e l
amor,
no el
odio, salga
a .
abrir.
Y a
muchas
veces h e pensado que l a nega-
tiva
a
aceptar
e l
flamenco como
música verdadera contiene,
además
d e
ignorancia,
u n a n o -
table aleación de desprecio. Y a
mu ch as veces h e pensado qu e s i
lo s cante s flamencos hu bieran
nacido no en la despreciada
Andalucía, sino
en la
temida
Alemania, o en el seno de temi-
d a s culturas dominantes, y h u -
biera dispuesto de mecenas p o -
derosos, d e príncipes encapri-
chados, de ministros dispues-
t o s a sancionar el ser de tales
músicas con su alta aproba-
ción y hasta co n ayudas y pre-
supuestos, entonces, si no la
emoción, al menos la pedante-
r í a no consentiría a nadie des -
preciar al flamenco. Y los Esta-
d o s
tratar ían
al
creador
d e c a n -
te s
como vienen tratando
a l
músico: c o n distanciados m e-
cenazgos (siempre ha de quedar
claro quién es el poderoso), con
m u y
probable olvido
de su per -
sona, y celebrando su muerte y
s u s aniversarios c o n u n a infec-
ción d e discursos y estatuas.
Pero el flamenco n o h a nacido
a l calor de los Estados ni las
culturas dominantes. H a b r o -
tado de un pueblo despreciado,
q u e a veces e s gitano, a veces
andaluz de abajo, y siempre e n
u n a geografía ante la qu e , desde
hace cinco siglos, lo s Estados
no se desviven. En los sucesivos
8 3
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P a n o r á m i c a
d e l
c a m p o
d e
exterminio
d e
Auschwi tz ,
e n
d o n d e n u m e r o s o s g i t a n o s f u e r o n a s e s i n a d o s
c o n g a s
Ziclon
B
repartos d e hambre y prorrate os
d e olvido Andalucía viene inva-
riablemente sufriendo
la
mejor
ta jada.
Así ha
venido siendo,
a s í
continúa siendo. Tanto
ol-
vido llega
a
parecerse
a l
despre-
c io .
Respecto
a los
gitanos, tanto
desprecio llega a ser olvido. N o
escribo estas palabras para o b -
tener u n correcto endecasílabo.
L as
escribo porque realmente
los
gitanos h a n s ido víctima s de un
olvido excesivo, incalificable
—que alguna
vez
habremos
d e
califi car. Oigámosle
a
Botey
de-
c i r c ómo existe « la sensación de
que con e l
pueblo gita no todo
e s
lícito, porque nadie después
p e -
dirá responsabilidades.
Ni si -
quiera su genocidio adquiere re -
lieve en el proceso d e Nurem-
berg,
q u e , p o r
o tra parte, dedi ca
tantas páginas
al
problema
j u -
dío». ¿Nuremberg? ¿Qué sabe-
m o s d e Nuremberg? Q u e allí
fueron juzgados algunos nazis
criminales
de
guerra. ¿Qué
m á s
sabemos de ese asunto? Que los
nazis asesinaron millones d e
judíos. ¿Y no sabemos nada
m á s , n o es tamos olvidando n a -
d a ? E n u n libro d e Juan de Dios
Ramírez Heredia encontramos
otra frase chocante: «Cuando
en Birmingham, en 1970, nos
desplazamos
m á s d e
cuarenta
gitanos procedentes de casi
todo
el
mundo para protestar
por l os
atropellos
d e q u e
habían
sido objeto unos gitanos ingle-
se s po r parte de la policía, por
cuya cau sa tres n i ño s muriero n
carbonizados en el interior d e
u n a
caravana
a l a que se
pren-
d i ó
fuego, tuvimos también
u n
recuerdo por l as víctimas de
aquel fanatismo nazi». ¿Por
q u é u n gitano asocia a unos n i -
ñ o s carbonizados en 1970 y en
Birmingham c o n u n horror
mundial q u e ocurrió hace m á s
de tres décad as y lejos de Ingla-
terra?
A
este olvido
es al que he
denominado
m á s
arriba como
incalificable. Pues,
de
algún
modo, e se olvido prolonga u n a
ignominia.
O
medio millón
d e
ignominias.
L o s individuos de mi genera-
ción hemos leído u n a gran c a n -
tidad de documentación sobre
aquella barbarie antisemita.
Incluso
los
analfabetos saben
cómo fu e aquello: la radio, la
televisión, la tradición oral se
h a n encargado d e q u e nadie ig -
nore lo qu e es peligroso ignorar.
E n consecuencia, l a mayoría d e
nosotros sabemos
y a ,
tras
la
magnitud
de la
bestialidad
c o -
metida
con l os
judíos,
que se
produjo
u n a
bestialidad contra
millones
d e
personas.
E l
horror
hizo que a l pensar e n judíos g a -
seados pens áramo s en nosotros
mismos; y a nosotros, no hay
duda,
n o s
pensamos como
pe r -
sonas. Si el judío pudo haber
sido
el
otro, ahora
y a n o l o e r a :
ardía como hubiera ardido
nuestro padre, se vaciaba de su
singularidad
y
dejaba
a l des-
nudo a u n a persona como tú ,
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incluso como
y o .
Mediante
el
hoiTor
d e
pensar
lo qu e era
poco
menos q u e impensable el yo y el
otro comenzaban
a
con fundirse
y a ser una empresa común.
Súbitamente todos podíamos
se r
judíos
y
nadie
e n
realidad
lo
e r a . ¿Pero cuándo h a ocurrido
q u e
todos sintamos
el
temor
de
se r
tratados como gitanos?
Nun ca: nuestro olvido borra
su
infierno, aleja s u s padecimien-
tos de nosotros, n o s deja a c u -
bierto. Mediante el olvido, n o -
sotros continuamos siendo p e r -
sonas (obviamente, e s u n a m e -
táfora) y los gitanos siguen
siendo gitano s.
«Y sin
embargo
[apostilla Botey], el extermin io
de medio millón de gitanos c o n -
tinúa siendo el exterminio d e
medio millón de personas». L a
pregunta concreta e s ésta:
¿cuántos de nosotros sabíamos
que en la
Segunda Guerra
Mundial fueron asesinados po r
lo s nazis quinientos m il gita-
nos?
L os
medios
de
comunicación,
t a n formidables, n o n o s comu-
nicaron esto.
L o s
informado-
res , muchos de ellos llenos d e
amor
y
rabia emocionantes,
n o
n o s informaron de esto. Y
cuando los medios de comuni-
cación empiezan a olvidar, la
tradición oral se encarga d e
mantener bien tensa
la
memo-
r ia de
todos: ¿qué tradici ón oral
n o s
pidió
q u e n o
olvidásemos
u n genocidio d e gitanos? N i n -
guna.
Es as í de
simple. Ningu-
n a .
Mediremos
el
escándalo
d e
ese
olvido arrimándole a lguna s
cifras. En la guerra civil espa-
ñola los muertos fueron apro-
ximadamente u n millón, para
u n a p obla ción to tal veinte veces
mayor. L a población total g i-
t ana en Europa e s hoy unas
diez veces
e j
número
de
gitan os
muertos durante el nazismo:
co n el agravante d e que en nues-
t r a guerra civil hubo combates
y héroes e n ambos lados, y ase-
sinos e n ambos lados, e n tanto
q u e e n aquella masacre de gita-
n o s todos murieron indefensos.
E s
decir: ante
l os
nazis cayeron,
proporcionalmente,
el
doble
d e
individuos gitanos
que e l nú -
mero
de
españoles caídos
e n
ambos bandos en la guerra c i-
vil , o,
loquees
lo
mismo, ha bría
q u e pensar que en nuestra g u e -
r r a civil hubieran muerto el do -
ble (de millones) de cuantos
murieron, todos del mismo
bando, desarmados, y aplasta-
d o s p o r u n adversario (la pala-
bra no e s l a
correcta:
lo s
nazis
n o eran adversarios de los gita-
n o s , simplemente s u s asesinos)
infinitamente m á s fuerte. Ade-
m á s : n o n o s habrían aplastado
porque éramos temibles, n i r i -
cos , n i subversivos, sino po r ser
algo
a s í
como nada.
Lo que ha y
q u e
imaginar
e s
esto:
Si los es-
pañoles
de 1936
hubiéramos
sido pobres, inofensivos, abso-
lutamente desarmados (a quien
e n este instante recuerde l a s na -
vajas de los gitanos hay qu e de -
cirle q u e aquí estamos h a -
blando e n serio) y unos seres
poderosísimos hubiesen venido
a exterminar a dos millones de
nosotros (y a sólo d o s millones
porque
los
genocidas
n o h a -
brían tenido tiempo
de
aniqui-
lar a
todos),
y
concluida
l a ma-
sacre casi nadie
en el
mundo
se
hubiera ocupado de esa abomi-
nación, ¿cómo n o s sentiría-
mos? ¿Cómo n o s sentiríamos
en tanto q u e seres humanos?
¿Cómo
n o s
sentir íamos
e n
tanto
q u e
españoles? ¿Cómo
En 1938 . e l Dr. Lammers, ministro d e l Reich, recibía u n d o c u m e n t o e n e l q u e s e l e r e c o m e n d a b a - v e l a r p a r a q u e [ l o s g i t a n o s ] n o p u e d a n
reproducirse . . .» .
85
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n o s
sentir íamosen tantoque
g i-
tanos? ¿Qué pensaríamos de la
moral del resto de la especie
humana? Exactamente eso es
l o q u e tienen derecho a pensar
sobre
la
especie humana
los g i -
tanos sobrevivientes. Cuando
mencionemos a s u desconfian-
za , su
famosa desconfianza,
tratemos
d e
recordar todo este
escándalo, estas cifras t a n e lo -
cuentes, estas simples pregun-
t a s . S i n o lo
hacemos, alguien
podr á juzgar nuestra moral. Por
ejemplo, u n gitano.
En lo q u e cabe a España, el
asunto
fue de
otro modo.
E l
número de págin as escritas so -
b re aquella repugnante desgra-
c i a q u e
llamamos guerra civil
n o baja d e millones. E l número
d e horas dedicadas p o r l a s e m i -
soras
del
mundo
n o
baja
d e m i -
llones. L a tradición oral h a d e -
dicado cuatro décadas
a m a n -
tener viva la memoria — e s d e -
c i r , la moral— d e todas l a s g e n -
tes de la
Tierra. Hemos sido
p r i -
vilegiados: sabemos
que la es -
pecie humana siente cariño p o r
nosotros. Tuvimos u n a gran
desgracia
y
todas
l a s
gentes
de
la Tierra, debidamente infor-
madas
de
ella,
n o s
miran
en el
mapa
y
exclaman: tuvieron
u n a
gran desgracia. E n cuanto a los
judíos, n o ignoramos el océan o
de
estudios, recordatorios,
li -
bros, emisiones, films, monu-
mentos, poemas, músicas y
conmemoraciones q u e vienen
disputando al olvido e n torno a l
escándalo aquel. Tuvieron
u n a
gran desgracia
y el
mundo
e n -
tero la recuerda v dice: fueron
horrendamente desgraciados.
Por e l co ntrar io, pa ra saber algo
del genocidio nazi antigitano
h a y q u e
buscar
l a
escasa
in -
formación que se extravía entre
u n a espesa red de des memoria.
Y sólo a s í sabremos q u e e l h i s -
toriador León Poliakov calcula
q u e lo s
gitanos varones
y h e m -
bras, ancianos
y
niños, exter-
minados por los nazis fueron
medio millón. Q u e fueron c a -
zados y aniquilados a campo
abierto e n Polonia y e n Rusia,
e n
Lituania,
e n
Letonia,
por los
Grupos
de
Acción (Einsatz-
gruppen), o
gaseados
con zy-
clon B en Auschwitz o c o n g a s
monóxido
e n
Ckelmo
y en Tre -
blinka. Q u e murieron también
en los campos de exterminio de
Birkenau, Maidenek y B u -
chenwald. Q u e u n comandante
de
Auschwitz gaseó dieciséis
m il gitanos e n u n a sola noche.
Qu e lo s supervivientes de esa
raza fueron sólo
u n
tercio
e n
Letonia,
u n a décima parte e n
Alemania. Q u e cuatro mi l g i -
tanos fueron exterminados e n
lo s bosques d e Polon ia oriental;
lo s
adultos, fusilados;
«a los
niños
se les
destrozó
la
cabeza
contra lo s troncos de los árbo-
les». Q ue , en f in , en la Aleman ia
nazi fueron tratados igual q u e
lo s judíos: tuvieron, como e s -
cribe Jean-Paul Clébert, «junto
a los judíos, el triste privilegio
de ser
vedettes».
E n efecto: los gitanos comenza-
ron a se r
internados
e n
campos
d e concentración mucho antes
d e estallar la guerra. Fueron
sometidos
a l a s
famosas
« i n -
vestigaciones biológicas» c o n
q u e lo s
biólogos nazis llenaron
de repugnancia a casi todos los
restantes miembros de su profe-
sión en el resto del mundo. E l
Reichsführer, durante
u n
tiem-
p o , y antes de la «solución
final», pensó
e n
«asegurar
la
C h a b o l i s m o
e n e l
Barrio
d e l a
«Perona», Barcelona. (Foto César Russ) .
8 6
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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«Chabola
s igni f i ca insectos , ratas , barro
e n
invierno, posible hundimiento
e n
é p o c a
d e
l luvias , carencia
d e
todo tipo
d e
servi c ios . . .» .
ci al izados y , mu y a menudo,
ganando sueldos inferiores
a
lo s q u e ganan los payos e n igua-
le s ocupaciones, sueldos q u e e n
todo caso son de hambre. Como
y a h a
dicho
p o r
escrito
e l
gitan o
José Heredia Maya, la integra-
ción únicamente
se da a
nivel
d e
suburbio.
Y a u n
para optar
al
suburbio
e l
gitano puede
chocar c o n dificultades de que
carece e l payo suburbial. Sobre
estay
otr as
cuestiones facilitaré
aquí , s in otro orden que el de
u n a cierta sucesión cronológi-
c a , algunas cifras, anécdotas,
porcentajes. E se lenguaje q u e
llamamos el de los hechos obje-
tivos
y los
datos co ncretos tiene
suficiente elocuencia.
Elocuente es , por ejemplo, este
párrafo
de
Botey: «...alrededor
de
cuarenta familias [gitanas]
fueron trasladadas d e unos b a -
rracones provisionales a barra-
c a s d e l
Campo
de la
Bota recién
desalojadas. Efect ivamente ,
unos cuantos días antes u n
88
número igual
de
familias
[ p a -
y a s ] habían abandonado e l su-
burbio
y
pasado
a
vivir
e n
pisos
de reciente construcción. E r a
e n Barcelona, el 17 de diciem-
bre de 1967.
Colchones, ropas,
muebles q u e transpiraban p o -
breza, honda pobreza, a guisa
de
espectáculo. Pe ropor enci ma
de todo se marca la actitud
amarga del vecindario payo. S i
he tenido la osadía de escribir e l
nombre d e mi barrio n o e s par a
singularizarlo en el pecado; e s
sencillamente porque u n hecho
t a n concreto tiene, s i n embar-
g o , u n a
dimensión general:
la
vigencia de los 'estereotipos'.
L o s
vecinos miraban desde
le -
j o s , c o n rabia; l a s mujeres l lo-
raban de despecho. S e sentían
rebajados s i admitían a aquella
'gentuza':
lo s
nuevos vecinos
eran gitanos. ¡Qué vocabulario
pod ría haberse recogido aquella
mañ ana para u n a antología del
desprecio ».
E n u n
artículo
d e
Arévalo sobre
la problematicidad de la inte-
gración gitana en la cultura
paya n o s enteramos de que , a l
parecer (aunque
c o n
pocas
d u -
d a s ) , amas d e casa payas de un
poblado
de
chabolas
d e
Barce-
lona destruyeron u n a barraca-
escuela de niños gitanos. E n
1 9 6 8
«todos
lo s
gitanos
de An-
dújar tuvieron q u e abandonar
el pueblo porqu e algu ien les ha-
cía la vida imposible. Gitanos,
ellos, de varias generaciones y
aceptados p o r l a población, y
sin ser acusados d e nada » (Bo-
tey) . Los periódicos d e u n a m a -
ñana de noviembre de 1970 in-
formaron
de la
muerte
de un
niño gitano d e d o s años de edad
con la masa encefálica d e s -
truida
p o r u n
disparo: «varias
patrullas de la fuerza pública
irrumpieron e n u n campa-
mento gitano cerca del madri-
leño Puente
de los
Franceses.
Disparos, fuga de gitanos, za -
patos, calcetines
y
piezas
d e
loza diseminados
en la
hoja-
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ra sc a (...)• Según
el
cronista,
'se
creía q u e s e había montado u n
servicio
con la
idea
de
capt urar
a unos supuestos delincuen-
tes...'» (Cambio
16, 11 de di-
ciembre de 1972). En el mismo
número de
Cambio 16
Juan
Castellá-Gassol informa de que
el 3 de enero de 1970 un niño
gitano de cuatro años desapa-
reció
e n l a s
aguas
d el
Manzana-
r e s tras ser empujado p o r u n
niño payo: «¡Aparta, gitano »,
dijo. «Los bomberos llegaron
cuatro horas después
e n u n c o -
c h e q u e
sólo tenía
u n
faro.
Alumbraron c o n u n faro d u -
rante ocho minutos y luego d i -
jeron: 'N i rastro del pequeño,
vémonos'. Unos 7 0 0 gitanos,
algun os llegados
a pie
desde
3 0
kilómetros, buscaron, e n lugar
de los
bomberos,
el
cadáver
del
niño». E n julio de ese mismo
a ñ o l o s
cinco hijos menores
de
l a familia gitana Gabarre Fer -
nández «nurieron carboniza-
d o s a l arder la chabola q u e t e -
nían p o r vivienda». Les fue faci-
litado u n barracón-vivienda a
lo s sobrevivientes: después. U n
grupo
de
gitanos enviaría unas
líneas a la Prensa: «A la madre
se le ha n
quemado
lo s
hijos
y le
d a n u n a vivienda. ¿Para qué la
quiere
y a ? N o s
parece
m a l q u e
sólo n o s d e n viviendas cuando
se
queman nuestros hijos».
Ig -
noro s i esas líneas l a s redactó y
escribió algún gitano
o s i fue-
r o n escritas p o r u n payo y
firmadas
p o r lo s
gitanos
c o n u n
aspa o con los pulgares: según
el Secretariado Nacional del
Apostolado Gitano, p o r esas fe -
chas e l noventa y cinco p o r
ciento
de la
población gitana
e s
analfabeta.
E n
enero
o
febrero
de 1 975 , en el
diario
H o y ,
de Badajoz, y
firmada p o r u n lacónico M . M . ,
apareció la siguiente gacetilla:
« E l m a l
efecto
de lo s que bus -
c a n trabajo.— E s tradicional
e n Mérida el que en el cruce l la-
mado
de la
Estación
se
encuen-
tre, a cualquier hora de l d ía , un
grupo
de
gitanos
q u e
esperan
la
llegada
de
camiones
a los
cuales
puedan prestarle el servicio de
carga y descarga. E s e hecho,
t a n conocido, está ocasio-
nando ciertas molestias
a co-
merciantes
de
aquella zona,
p o r
el estacionamiento e n s u s m i s -
m a s puertas, horas y horas; e s
u n hecho q u e puede solucio-
narse si su parada la establecie-
r a n e n otra esquina, donde sólo
h a y u n
solar
s in
edificar.
De ve-
rasque se quejan, y creemos q u e
c o n
razón».
De
veras:
en los so-
lares s in edificar suele haber a l-
gunos yerba
jos ,
ortigas
en la
umbría, mierdas secas
y
preser-
vativos usados.
E n
opinión
de
M . M . e s a flora puede se r engro-
sada por la fauna gitana: o b -
tendríamos as í un espacio h o -
mogéneo.
El 21 de
marzo
d e
1 9 7 5 u n cable de la agencia C i-
fra informó de la muerte d e c u a -
t ro
niños fitanos
de
entre tres
y
siete años, y de un gitano adul-
t o . Este último, a tiros. Los n i -
ñ o s , ahogados en el r ío Asua
dentro de la furgoneta a la que
la s fuerzas del orden dieron el
alto.
El
miedo ancestral
de los
gitanos le s hizo desobedecer y
huir .
No se
indica
c o n
claridad
s i los ocupantes de la furgoneta
estaban o n o complicados en el
robo d e ganado q u e motivó la
persecución,
lo s
disparos
y el
mortal accidente.
En e l A B C del 30 de noviembre
del mismo a ñ o e l corresponsal
e n Palma de Mallorca informa
sobre discriminación racial en
*Wi 1- -
-
y •
H |
i
• - J
r ' 4 ?
\
J É ¡
««No menos d e l 9 0 p o r c i e n t o d e l o s g i t a n o s r e s i d e n t e s e n Madrid habitan e n c h a b o l a s » .
8 9
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lo s
centros
de
educación: «Las
escuelas se niegan a admitir a
lo s gi tanos p o r temor a las reac-
ciones de los padres de los res-
tantes chicos». E n E l País del
26 de
enero
de 1977 nos
ente-
r amos d e q u e igual situación
discriminatoria sufren los n i -
ñ o s
gi tanos
del
Poblado
d e
Caño Roto
y del
Barrio
de l Lu-
cero,
e n
Madrid
(he
vivido
a l-
gunos años en el Poblado d e
Caño Roto:
n o
recuerdo ningú n
contratiempo originado
por los
gitanos de e sa zona; absoluta-
mente ninguno).
En e l
mencio-
nado Barrio
del
Lucero, según
denuncia
de su
Asociación
de
Vecinos a
E l País
del 10 de fe-
brero
del
mismo
a ñ o , h a y 3 5 3
chabolas,
la
mayoría habitad as
p o r gi tanos. S o n habitáculos
construidos c o n materiales d e
derribo, cartones, maderas,
uralita, latones. L a superficie
de l 70 po r
ciento
d e
esas chabo-
l as es inferior a 20 metros c u a -
drados y el 10 por ciento n o
pasa de los 10 metros cuadra-
d o s . Parte de esas chabolas e s -
t á n habitadas p o r familias de
cuatro o cinco personas; u n a
parte mayor alberga
a
familias
numerosas. L a mayoría de los
vecinos viven en e sa zona desde
hace veinte y hasta treinta
años: se diría qu e no l es viene d e
cara la Bolsa.
Nadie ignora, a no ser que ca-
rezca
d e
imaginación,
q u e
decir
chabola
a secas e s cometer u n
eufemismo. Chabola significa
insectos, ratas, barro e n invier-
n o , posible hundimiento e n
época
d e
lluvias, carencia
de
todo tipo
de
servicios.
E n
vera-
n o , olores infecciosos proce-
dentes
de los
infaltables bas ura -
le s
cercanos
y de esa
letrina
c o -
m ú n q u e e s e l descampado m á s
próximo. Chabola significa
humedad, «focos de enferme-
dades infecto-contagiosas con
u n alto índice de morbilidad.
L os procesos bronco-pulmona-
r e s afectan, durante el período
invernal a l 90 por ciento de la
población infantil; l os procesos
reumáticos, a l 85 por ciento de
los mayores de 55 años. A viejos
llegan m u y pocos. Solamente el
3 p o r
ciento
de la
población
t o -
ta l
alcanza
la
edad
de
sesenta
años o algo m á s . Porcentaje s i n
igual en ningún país del l la-
mado mundo civilizado».
Tomo estas líneas de un texto
aparecido e n Cambio 16 e n
abril
del 7 5 y en el qu e el
autor
se
refiere
a los
hacinamientos
d e
chabolas
qu e se
llaman pobla do
de La Celsa, L a Alegría (sic), Al-
tamira y El Hierro, y adonde se
llega caminando, e n parte a
campo través, tres o cuatro k i-
E n 1 8 8 1 . d o n
Antonio Machado
y
Alvarez
l lamó
a l a s
sigulriyas ««verdaderas lágrimas
d e l pueblo g i tano». (En la foto, e l p a d r e d e
l o s p o e t a s M a n u e l y Antonio Machado) .
I
ómetros
desde eí
autobús
más
cercano.
Unas últimas cifras:
n o
menos
de l 90 por ciento de la totali-
dad de l os gitanos residentes
e n Madrid habitan e n chabo-
l a s .
Este porcentaje n o perderá
elocuencia si añadimos q u e
significa lo siguiente: si de los
tres millones d e payos empa-
dronados
en
Madrid, trescien-
tos mi l de
ellos habitasen
v i-
viendas
de
distinto pelaje
y dos
millones setecientos m il habi-
tásemos
e n
chabolas, ¿qué
o c u -
rriría? Llevemos
a
pasear esta
pregunta
p o r
toda España,
o
por e l
Estado español,
o
como
cada quién quiera expresarlo
(que a mí me da lo mismo y ,
cuando pienso en l a s clases
desposeídas, m e d a r isa y p o -
dría producirme incluso cóle-
r a ) ; hagámoslo del siguiente
modo:
de la
totalidad
de la po-
blación gitanoespañola
un 80
p o r
ciento carecen
de
trabajo
fijo
y de
vivienda estable (sólo
u n
cinco
p o r
ciento persisten
e n
la vida nómada), a pesar de que
necesitan
trabajo,
buscan t r a -
bajo,
sueñan c o n
trabajos fijos
y necesitan viviendas estables.
Y el 7 5 po r ciento de la pobla-
ción gitanoespañola viven e n
barracas
o e n
chabolas.
C o m -
parativamente, esto e s como si
de los 34 millones de españoles ,
27 millones doscientos mi l ca -
reciésemos de trabajo fijo y de
vivienda estable, y 2 5 millones y
medio viviésemos e n chabolas.
Esto s o n cifras. Démosles las
vueltas que s e nos antoje: no se
moverán . Pensemos seriamente
e n esas cifras. Veintisiete m i -
llones colmados d e españoles
buscando t rabajo y encon-
trand o ocupaciones temporeras
u ocasionales y con sueldos d e
hambre, y veinticinco millones
y medio d e españoles habi tand o
e n
barracones
y
chabol as. ¿Qué
ocurriría? ¿Qué debería
- o c u -
rrir? ¿Cómo administrarían
esas cifras los presidentes de los
Consejos d e administración?
D e tales cifras, ¿qué interés o b -
tendrían
lo s
banqueros? ¿Qué
90
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Un g i t a n o d e
X I X . E n e s a é p o c a ,
M a c h a d o
y
Alvarez
a s o c i a b a a la siguiriya
c o n l o s g i t a n o s y las
lágrimas.
har ían a l borde de su piscina
particular los grande s propieta-
rios?
¿E l
salto
del
ángel?
¿Y
cuántos chabolistas haríamos
el
salto
del
tigre?
Claro
q u e
cabe unamatización:
ellos
so n
gitanos
y
nosotros
p e r -
sonas corrientes. «Se asegura
[ h a
escrito
un t a l
Tróchez]
q u e
los gitan os sienten u n gran <¿s-
precio
por l a
especie humana;
q u e l a odian a muerte y que
nada le s importa hacerle cual
1
-
quier daño. Solamente tienen
amor por l o s miembros de su
raz a. Pero n o vamos a negar q u e
algunos gitanos s e h a n civili-
zado;
s e h a n
vuelto cultos ha st a
confundirse, aparentemente,
c o n l a s personas de l mundo co -
rriente». Esas líneas aparecie-
ron en l a revista Imágenes, d e
Tegucilgalpa,
en 1973. No t i e -
n e n
desperdicio. Sostienen
q u e
«se
asegura» (¿quién?)
q u e e s -
t o s
subhumanos sienten
u n
gran desprecio por l o s huma-
n o s . L a distancia y a queda es -
tablecida. Q u e n o s odian a
muerte
( m á s
atrás vimos algu-
n o s
hechos
q u e
parecen indicar
lo contrario: l o s «humanos » ex-
terminaban
a
es tas gentes).
Q u e
sólo
se
am an entre
sí: lo
cual
e s
cierto
y no lo es . En
lí neas gene-
rales,
e s
cierto,
y e s
también
sumam ente conmovedor: la t an
publicitada familia occidental
tiene bastante
q u e
aprender
de
la estructura familiar gitana.
También
es
cierto
que los d i s -
tintos linajes q u e forman la
raza gitana se odian a veces e n -
tre sí , y se matan: forma parte
de su código de leyes. Q ué anti-
güedad y qué volumen de deses-
peración alienta
en e l
subsuelo
de ese código e s cosa digna d e
ser correctamente examinada.
Tróchez se tranquiliza asegu-
rando q u e algunos de estos
subhumanos son ya t an cultos
q u e
logran confundirse
con las
personas: aunque sólo «apa-
rentemente». Señor Tróchez:
¿no le da a
usted vergüenza
ser
t a n malvado, o t an bestial-
mente ignorante? Porque seme-
jante ignorancia debiera p ro -
ducir e n d o n Raúl Gilberto T r ó -
chez, por lo menos, vergüenza:
es el Director de la Biblioteca
Nacional
de
Honduras
(o lo era
e n 1973). L o único piadoso en
ese
parlamento
del
señor Direc-
tor es que, tal vez,
habrá
p e n -
sado
q u e lo s
gitanos
n o
podrá n
leerlo: suelen ser , afortunada-
mente, analfabetos. De no ser
a s í , buena pedrada la suya en la
frente de los gitanos, señor T r ó -
chez.
¿Volvemos a l flamenco? Tiro
piedras por la calle, / al que le
d é q u e perdone, / que tengo la
cabecita loca
/ d e
tantas cavi-
laciones, dice
u n a
famosa soleá
del
siglo pasado —cuyo crea-
dor , por lo dem ás, seguramente
n o t iraba piedras, sino quizá las
recibía. ¡Mientras sólo sean
piedras En e l año 1881 y en
Sevilla,
d o n
Antonio Machado
y Alvarez definió la s siguiriyas
como «verdaderas lágrimas del
pueblo gitano*. Casi
u n
siglo
después, esas lágrimas testaru-
d a s
siguen cayendo como
u n a
lluvia rac hea da, casi como
u n a
tormenta
de
consuelo
y
descon-
suelo. Pero e l gitano, y el anda-
luz
pobre,
y
Andalucía,
los
tres
cementos que con e l agua vieja
d e u n a vieja tradición musical
amasaron el cante, ¿hallan
consuelo
en e l
flamenco para
todo s u desconsuelo? • F. G.
91
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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MADRID, DIA 19 PE
ACOSTO
DE 1948
NUMERO SUELTO
5 ü
C E N T S
^
A B
EL
MISIONERO
PADRE GUATEMALA
N ia nueva distribución y envío d e
Mi s i o n e s — o j o s y oídos siempre
alerta para e l m i s duro, peligrosa y
misericordioso Apostolado — s e difunden
l a s estadísticas d e Centroaméríca, e n c u -
y o s
países, trabajan actualmente centena-
r e s d e religiosos profesos, la mitad d e
ellos españoles, q u e ext ienden s u s cole-
g ios y fundaciones p o r l o s territorios s in
evangel izar d e Colombia . E l Salvador i
Guatemala.
Y prec isamente e n estos días, la figura
d e l
misionero fray Jo?é Ramón
d e
Rojas,
l lamado p o r antonpmasia e l padre Guate-
mala, resurge, c o n Vida, perd urab le, sob re
e l tiempo y sobre e l olvido.
" D * é l s e habla a l o s d e n años, cpmo
Bt realmente viviera hoy'*, dice el padre
Fidel Leiarza. "Asombra—testimonia el
padre Alberto Gradilla—escuchar a l o s
p u e b l o s c ó mo
l o
invocan entTe todos
l o s
s a n t o s m á s queridos ." Como To'ribio d e
Mo g r o v e j o ,
e n
Peiú; como fray Junípe*
r o „ e n California, e l o ? J r e Guatemala otea,
desde
l a s
a lmenas
oe_ su f e , e l
horizonte
o s c u r e c i d o d e l e * indios s i n credo, cauti-
v o s q u e l o mu e v e n * r i g e n t e y angust io-
s a
redención. Consumido
p o r
ansias inefa-
bles, s i n haber^ terminad o s u s estudios,
apenas
c o n
dieciocho años, logra
s e r a d -
mitido entre l o s misioneros franciscanos
d e "Propaganda Fidei'% y recorre G u a -
temala , É l Salvador, Nicaragua, Costa R i -
c a .
Panamá.
"Mal vesti do, peor alime ntado , errante
p o r val les y cerros, s u miseria corporal
e s s u fortuna espiritual. Todo, le impulsa
a evangelizar tierras ignotas, a redimir a l-
m a s
óscuras.
S ü
mis ión
n o e s
Contempla-
tiva, sino militante. Busca a l o s indios e n -
t r e l a s
espesuras 'donde rugen best ias
f e -
r o c e s ; e n f r e l a s floti l las d e piraguas,
arrastradas p o r peligrosas corrientes; e n
e í
si lencio
d e l a s
noches , cuando
l o * sa l -
v a j e s s e acercan a la pira oculta, d i s -
puesta para quemar vivo
a l
misionero.
E n t o n c e s , a la pesadilla d e ojos abier-
t o s ,
sucede
la
visión
d e l
prodigio,
a
ojos
cerrados. E l padre" Guat emala , ci ego
dp
f e , s e siente como guiado p o r u n lazari-
l l o : e l
Martirio.. .
D a r s y
vida, será coro-
n a r sai obra. Morir p o r Dios será vivir
c o n
Dios eternamente. . .
E n t o n c e s , s é opera e l prodigio. Conside-
r a q u e aquellos desdichados s i n credo, al
morir, morirán s i n . salvación. Y s e lanza
a
morir
é l
para
q u e
ellos vivan...
E l
ciego
« e arranca la venda...* ¡Dios a fe v is ta
N o
está
e n
e l -rancho
d e l o s
indios, sino
e n l a iglesia. Junto a la pila bautismal,
cercado d e niñitos indios, q u e aguardan
e t cr isma d e cristianos.. . A s í . toda A m é -
rica será c o n Dios . A s í toda España será
d e Dios. . . E l padre Guatemala v a derra-
mando óleos, bautizando indios. . .
EH mi lagro d e redimir almas tiene s u »
mandamientos infalibles. . : Sobrellevar l o
abrumador. . . Sonreír
a l o
imposible.. .
L o -
~r a r l o q u e n i concebí s e puede:.. Pero
i
función redentora
n o e s
exc lus ivo
p a -
tr imonio d e misionero, t ino estado d e
gracia concebida p o r e l indio.. .
E l padre Guatemala repit e l a s tres s a -
lutac iones
d e
Santo Torihid
d e
Mogrpve-
j o : O h , hambrientó, q u e m e d a s panf.
I O h , sediento, o u e m e d a s agua? ¡ O h .
desnudo, q u e m e v is tes "
Cristóbal D E CASTRO
CONCHA ESPINA
¡N
\ v
E l
Gobierna español acaba
d e
c o n c e -
d e r l a
"Gran Crux
d e D o n
A l f o n s o
X
el Sabio" a U insigne escritor» dorta C o n -
c h a
Espina, coya obra
y
cuyo nombre
s o n
m u n i la l in cn t e co n o c id o s y celebrados .
Pretender ahora analizar
o
d ifundir
l a
labor l i teraria
d e
Concha Espina valdría
tanto como Intentsr "descubrirla",
o " r e -
velarla" ,
c o n
.o lv ido
d e s u
ren o m b re
u n i -
versal .
¿Quién Ignora
e n
Esjpafia
y e n
toda
l a
Hfcpanldad. ccmo eh t oa p a í s es n o h ispa-
n o * . l a
producción orlf lnal
d e
es t* eximia
escritora,
q u e
a lcanzó
e t
triunfo Insól ito
d e v e r
laureada
u n a d e s u s
n o v e la s ,
" X a
esfinge maragata*'.
p o r l a
Real Academia
Española?
¿Quién
n o
saf iasque
S . M . e l R e y D o n
Alfonso X i n . e l creador d e la Ciudad
Univers itaria , sede magnif ica
d e l a
cu l t u -
ra
hispana, otorgó
a
Concha Espina
l a
Banda
d e
Damss Nobles
d e
Marfa Luisa;
q u e
Santander
l e
-elevó
u n
m o n u m en t o ^
y
q u e l a s m á s
doctas
y
célebres Socledadea
d e
N o rt ea m ér ica
la
admit ieron,
e n s u
sena?
Qu ien es e n esta ocasión mererert todo
aplauso
s o n e l
J e f e
d e l
Estado y
e l m £ -
n l i i r o
d e
Educa^iórv Nacional,
q u e e n
i u
nontbre h a p ró m o v ld o u n v erd a d ero R e *
n a c im ien t o
d e l a
Cultura
y d e l a s
Letraa
españolas ,
y h a n
querido renovar todoa
l o s
honorea rendidos
» Ta
gran escritora,
co n s a g ra n d o d e f in i t iv a m en t e tu n o m b re ,
y
en cen d er a n t e
s u s
ojos apagátSos—;taa
clarividentes para
s u
mu nd o lirté rior —
u n a
ftup
q u e n o
m en g u a
n i s e
ex t in g u e ,
t a
d e la
g loría
d e l
Arte, antorcha;
q u e
a l u m -
b r a l o a
altos earalnos
d e l
a l m a ,
y
f u l g e '
c o n
s u ev o e s p len d o r
e n u n
m u n d o
h u n -
dido
e n
materia ,
e n
odio
y e n
codicia .
Vaya ahora
e n
sent ida respuesta*
a l
suyo,
ro l
saludo ferviente
y
fraterno
a l a g l o -
riosa Conchf Espina,
q u e
m a n t i e n e
«ua sus
m s n o s
el
cetro
d e la
Novela Nacional»
B la n ca
D E L O S
RIOS
D IA P i O
I L U S -
T R A D O
D E I N -
F O R M A C I O N
G E N E R A L S
LA MODA
Y LA
PERFECCION
S A mo d a d e faldaj acampanadas,
enaguas d e encajes , corpiños c o n
hombreras abullonadas y zapatos
d e galgas le recuerda a u n o l o s grabados
de las
damas elegantes
d e l
P a r í s
d e l p r i -
m e r I mp e r i o ; y d e alguna familia sabe-
m o s q u e , rebuscando e n cofres antiguos,
h a dado c o n l a s leves musel inas y l a s s e -
d a s pesadas primorosas q u e requieren e s -
t o s
remozados trajes femeninos. Pues
l a s
telas y e l arte d e hilar y tejer y bordar q u e
ahora s e usan n o sirven adecuadamente a l
fasto
de -una
moda
q u e t a n m a l s e
aviene
c o n l o s f ines práctkos e inmediatos q u e
pers igue la civil ización moderna.
E l maquirrismo, la competencia ínter-
nacional
y
democrat izac ión
d e l
lujo
h a n
embotado e l g u s t o de la perfecc ión, y l a s
cosas improvisadas, perecederas
e
inaca-
badas h a n venido a reemplazarla l a s cosas
sazonadas, perdurables y perfectas . H a n
desaparecido,
en f in , los
viejos artesanos
d e quien decía Anatole France o u e deja-
b a n impresa e n s u s labores m á s humildes
la huella indeleble d e u n a caricia. U n a
túnica o unas sandalias, u n ánfora o u n a
crátera esculpida, u n a l lave o u n a reja, u n
bordado o u n escriño, u n a casa o u n j a r -
d í n , eran e n otros tiempos obras perfectas,
consumadas, esti l izadas,
q u e , e n s u
forma
particular d e util idad y conveniencia,
daba.*) la idea d e u n a forma general
perfectamente fija. Encontráis, p o r azar,
e n l a s
catedrales fóticas, algunas piedras
inaccesibles e invisibles q u e o s parecen e s -
culpidas
c o n
tanto primor
y
moros idad
c o mo s i estuviesen hechas para deleite d e
todas l a s miradas. " ¿ N o será—os pregun-
tá is—una manifestac ión d e l espíritu reli-
gioso, q u e s e esmeraba también e n l a obra
invisible, censando
q u e
nada
h a y
oculto
para l o s o j o s d e l a s potencias divinas a las
cuales estaba consagrada?'* Y a s í debía
d e se r .
Pero existía también
u n a
unción
religiosa e n t o d a s - l a s la bo re s, d e o r í -
fices
o d e
alfayates,
d e
poetas
o de
pintores, d e artistas o d e artesanos , q u e
el
hombre acometía.
C o n e í
romant ic i smo
efnpezaron a prosperar l a s ideas d e l o
v a g o d e l o inacabado, d e l a transítoriedad
y d e l
"devenir^
d e l a s
obras humanas ,
y
e s e c a mi n o h a c o n d u c i d o a l o s hombres
d e h o y a contentarse c o n l o q u e e s pura
S
exclusivamente útil
y
práctico.
E
inac'a-
a d o . E l hierro s i n Hmar, la madera s i n
pulimentar— E n T ú n e z s e h a descubierto
la cueva d e u n alfarero romano, donde
había 3 0 0 lámparas d e tierra cocida, t o -
d a s distintas e n su forma y e n s u s atri-
butos. U n a fábrica cualquiera d e vasijas
p r o d u c t h o y u n solo modelo, basto, pero
útil, y l o reproduce p o r millares e n menos
t i e mp o q u e e l q u e empleaba e l ant igua
artesano e n aprestar s u s herramientas.
Y si e l miando - e s a s í , y l a s c o s a s n o
tienen remedio, / q u é especie d e locura
mu e v e a l o s modistos a uni formar a l a s
mujeres
c o n
crinolina, tufos, bullones,
t e -
jidos labrados v sedas floridas e n u n a é p o -
c a e n q u e n o h a y telas idóneas n i obrado-
r e s especializados e n e l arte d e l a aguja?
¿ N o sería m á s sencil lo seguir c o n e l traje
d e
sastre,
q u e
tanto sirve para
e l
campo
como para la ciudad, y para montar e n
bicicleta l o mismo o u e para subir a l tran-
v ía , o escribir a máquina, o béber gine-
b r a e n e l " b a r " d e u n hote l?
L u i s C A L V O
•
(«ABC», 19-VII1-1948.)
-C?J rtsv
*
C?J * C?J?CV- ct j car*.*
¿
T&
r s
S
J
" i p r £ 2
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£ 2 i 7
J
" " ¿ y * .
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 93/132
ACTUALIDAD INTERNACIONAL
La U.R.S.S. o el juego sucio
Mientras Norteamérica elabora
con
la lentitud propia de toda enorme
burocracia
y la
extremada oficiosi-
dad de toda mecánica constitucio-
nalista
un
proyecto
de ley en el que
se
intenta reforzar
las
actuales leyes
contra
el
espionaje,
el
pulpo sovié-
tico multiplica
su s
pinzas comu-
nistas a lo largo de todas las zonas
de influencia de l mundo, y va apri-
sionando arterias, puntos vivos,
órganos centrales, a fin de sorpren-
der
movimientos
y, si es
posible,
asfixiarlos o al menos paralizar su
influencia
co n
contragolpes parali-
zadores.
La Policía secreta militar soviética
vigila,
ho y
como ayer,
con su ojo
frío
y
despiadado
el
mundo. Revela-
ciones publicadas hace pocas ho -
ras han
evidenciado
la
verdad
de
este aserto. Cuando Roosevelt era
presidente, Rusia
fue
informada
de
casi todos
los
secretos militares
norteamericanos. Moscú se negaba
a
suministrar
los más
elementales
datos meteorológicos, pero los so-
viets radiaban
dí a
tras
día al Kre-
mlin métodos industriales, cifras
de l
radar, precisiones electrónicas.
No era
aquel
un
juego limpio, pero
nunca
ha
sido posible
ni la
hones-
tidad
ni la
corrección
co n
tahúres.
Lo
extraño
es que,
tras tanto desen-
gaño
y
tanta palmaria realidad,
aún se
crea posible
el
juego limpio
de la colaboración y no parezca ya
debilidad
el
intento
de
nuevas nego-
ciaciones. Ayer mismo
los
represen-
tantes occidentales prolongaban
largamente
una
conversación
con
Molotof.
Es
posible
que, en el su-
puesto
de
esta estrategia
de con-
tacto
se
obtengan beneficios,
al pa-
recer insignificantes
y de
efectos
retardados y lejanos. Pero hay ra-
zones sobradas para sospechar
que
así no sea,
pues todos
los
síntomas
de
reacción
de la
mentalidad
co -
munista coinciden'
en una
trágica
unanimidad. Vichinski ordena la
depuración de los comunistas ale-
manes, y por si Sokolovski se hu-
biera humanizado
en el
juego
con
las
potencias occidentales,
es
susti-
tuido
por un
nuevo mariscal.
Ro-
konovski, quien
se
encuentra
va en
Alemania dispuesto
a
proseguir
sin
E L
C O N D E
D E
B A R C E L O N A
Y E L
J E F E D E L E S T A D O
S E H A N
E N T R E V I S T A D O
E N A L T A M A R
• Por
deseo paterno
el Príncipe don Juan
Carlos estudiará el
bachillerato en Madrid
S a n
Sebastián 28.—El
p a -
sado miércoles, d ía 25 . en alta
m a r , a l a
al tura
d e S a n
Sebas-
t ián
y a
bordo
d e l
yate «Azor»,
de S. E . e l
Jefe
d e l
Estado,
s e
celebró
u n a
entrevista
de l
Caudillo
con S. A. R. e l
Conde
d e
Barcelona,
q u e
pasaba
d e
Arcachon
a
Estoril
a
bordo
de l
yate «Saltillo». Después d e s a -
ludarse
y
conversar sobre
te -
m a s
generales
d e
actual idad,
se
t rató
de l a
educación
d e l
Príncipe
D .
Juan Carlos, quien
p o r
deseo
de su
padre,
e l
Conde
d e
Barcelona, comenzará
e l
próximo curso
en
Madrid
sus
estudios d e Bachillerato.—Ci-
f r a .
/«ABC», 29-Vf11-1948 )
desmayo la lucha fría de desgaste
con que la
Unión Soviética trata
de
quebrantarla política occidental
en
Berlín. El representante político de
la
Unión Soviética
en
Austria
ha
sido sustituido; el agregado nabal
de la
Embajada
de los
Estados
Uni-
dos en
Moscú, expulsado; siguen
a
la
orden
del dia las
detenciones
de
soldados norteamericanos
por la
Policía militar rusa
en la
capital
alemana, y los funcionarios rusos,
mientras unas conversaciones
oficiales dilucidan
el
problema
de
Berlín,
se
permiten asegurar
de an-
temano
que de
ellos
no
saldrá
una
fórmula de gobierno cuatriparlito.
No
parece demasiado halagüeño
este cuadro general si se trata de
pronosticar
la
gravedad
de la
situa-
ción creada
en
todos
los
frentes
donde
el
comunismo
se
debate.
Aun
en el
caso
de
lograrse
un a
fórmula
de compromiso en Moscú, no se
justificaría
un a
actitud
de
opti-
mismo.
El
mismo general Clay
ha
afirmado que no bastaría para dar
satisfacción
a los
soxñelsel resolver
a su
gustóla cuestión monetaria
de
Berlín.
Porque lo que está en litigio no es ya
sólo
el
bienestar
de la
población
alemana, sino la seguridad y la
libertad
de
Europa,
y el
empeño
por
entorpecer
la
restauración
de Ale-
mania
no
obedece sino
a la con-
ciencia
de
saber
que sin el
equili-
brio moral
y
económico
de l
pueblo
germano es muy difícil, por no decir
imposible, concordar la estabilidad
de
esta Europa,
tan
propensa
a
oscilar violentamente- cuando falla
en
encaje
de sus
piezas, elaboradas
por la
Historia
y
engastadas
ya en el
orden europeo
con un
rigor hecho
a
medias
de
tradición
y de
necesidad.
(«Ya», 14-VI11-1948.)
vjn&v? - C?J r tTj? sr J t c ? j
- c v -
ct j rcrjpf
: s j \ ¿Ta r ir a
ro?.**
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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M A S D E
S E T E N T A
Y
CINCO
M I L
PEREGRINOS
D E
V E I N T I N U E V E N A C I O N E S V I V E N E N COMPOSTELA
L A M A S GRANDIOSA JORNADA JACOBEA
"E l peregrinar—dijo e Padre Santo en su mensaje a los españoles—es. la m ás noble función de acercar
entre s í a las naciones", y añade: " Los recuerdos, p>r vuestro entusiasmo, se han convertido en realidad"
Santiago d e Composé
te la i&pSA la s áóct d e
l a .mañana * h$É comea r
zadvM entrar e n S a n -
t iago ta pe -
¿«grinos procedentes
(Je
Madr
i d . E n
esta* cara- f
vanas figuran la s diuS
tes i s dd Este» S u r y
C e n t r o E s p a ñ a
total,
d :
número
de pe-
r e se r a
15.000. Entre l a s d i ó -
cesis fifcura l a d e M a -
drid-Alcalá. Í A * Uejtfr
Santiago, der-ccr-die-
r o n | d e
:
- \o$
c a r n e e » .
fiendo recibidos
por la
población enmasa. S a n -
t iaeo :Mt encuentra en -
granada desde a y e r.
c o n bandera# tnciona' es
un'ifai
a I.
dt
r
ban'a
Sede* Sobre la s c¿»lle.v
de bafcún a balcón*
-
s -
t a n coleadas la« bande-
ra ?
20
pai¿es que
p a r : icipa n c a
a
f ípere-
grinación. U n a v e ¿ <jue
hubieren descendido
ale
lo » camiones. Jb$ pere-
grino* marcharen a n -
dando
a
través
de a*
calles de l a ciudad, h a s -
ta a Catedral. P o r m e -
L A
AMPLIA EXPLANADA
D E LA
RESIDENCIA, INSUFI-
CIENTE PARA ALBERGAR A LOS JOVENES
"L a
Cruzada española
no ha
sido comprendida
por
muchos
en el
extranjero. Pero ante
lo s
ojos
de
Dio?,
la s
tinieblas
s e
esfuman",
a firmó e l obispo de Oviedo
• Ha b la e | Papa*. anunció t í locutor d t I »
'tn\a~.
Y l a v o s cr i s t a l in a * » lb t * n t *
d e P í o X I I , ex p res á n d o s e e n u n puro castel lano f lorido.§ cuyas ¡ an ex io ne s psre eU¿
:
:
p u l im en t a d * *
p o r l a
d icción ita l iana, l levó.
>
t ra v ó s
d e l a s
onda*.
a l
mpndo entero.
H a
b ia b a a n o ch e e s p ec ia lm en t e
a l o s
p ereg r in o s
d e C o m
postela , Pero
U v o s d e t V i *
if?arl« d « Cristo, a todos l o s h o m b res , a todas l a s n a c io n es s e ld lr lg e . cu a n d o . g o m o e n
est» ocas i ón solemne* exal ta
u n o d e t o s
h ech o s
m ¿ S
g lo r io s o s y em p ip a d o s ¿ ex t ra d i -
ción
d e f a
Catol icidad, encomia
e l
celo peregrinante, aviva
en fa
J u v e n t u d é l e s pi r i ta
•
ancestral
d e l a s
cru x a da s . a co ns e j a , * ex h n / t a . a l i e n U j b en d ice .
9 f»
b en d ic ió n a p o s -
tól ica
f u é
n o m ln a lm rn t e co n f er id a
a
tod<w
l o s
r o m e r o s d t f £ a n t i » p o
d e
Compoatela»
T
a « o í
n a c io n es res p ec t iv a s . y
d e u n
modo part icular
a l
- p u e b l o
d f l a
ca t ó l i ca
to-
parla*. a
la
em o c ió n
d e
¿acuchar
l a v o a d e l
P i p a
e n
n»rstr<»iÍdioma. d ifundiéndose,
desde
e |
trono
d e S a o
Pedro, sobre
e l m a r y l a s
m o n t a ó a s . 9 u s t a l ia C á t ed ra U - q v e
é t
l lamó Incomparable—de Santiago.
*e
arladla
el
reco n o c im ien t o f érv id o
d e l o »
esparto-
l e a p o r e a a
gracia Inmensurable
do la
b en d ic ió n ex p res a
d e l
P o n l i t l f E f B
E s t u v o
l a
a locución dest inada
a
ediflrar
« u
Inventud
e n t a s
v i r i l e s
y
nobles» hata-
íias d e l pasado, d e q u e S a n t ia g o e l Ma>ur y e l t em p f o d e Compostela t o n a ímbolot
eterno», Traaó n n cuadro vivo y a m en o d e l a j v i e j a s p ereg r in a c io n es , q u e " a ce le -
raron
y
p ro f u n d iza ro n "
l a
h erm a n d a d ca t ó l i ca :
q u e
e s t i m u l a r o n U # a r t n i
y t a s
c i e n ' f
cls«;
q u e
d e s p a r . j n u r n n
p o r e l
mu*Ho anhelos
d e
p er f ecc io n a m ien t o e - p ir i t u a f
y
;
d e p a *
*ntr*
M s
h o m b re* .
I. a
evocación l ír ica
e
h U ió r ica
d e
lo*v ro m ceu y m e d l ev a l e^
d e
Comijostela
y d e l
grito h ispano
d e
m t u x o
y
cier ra Esparta ". «rito
u u «
deste-
r r ó d e
nuestro suelo
la
inf luencia ígar'-na. l levaron
a P i ó X I I a u n a
a lus ión acon*|
gojada
a l a s
"dif lcul lades
d e la
h o r a n f c e n l e
d e l
mundo".
E«
e i p i r i l u
y l a
protección
d e l
Apó<tol
n o s
c o n d u c i r i n
a l a
%lcnma
e n
Codas partes, "basta
el
Cielo ,
q u e e s
t u e s t ra
me ta ', in%nlr*ndn. aobre todo. e»le noble impul o cr eye nte
y
p ereg r in o
d e
l a s
Juventudes catól icas ,
con *11*
hosannas
d e
a m o r y
d e
esperanza- , confundiendo
a
nuestros enemigos modero"*, imponiendo
#n el
m u n d o
l a p s t
durari-ra
v
basadt
en la
Justicia
q u e h o y
rec la m a n
l a s
conciencia* cr|ni3«itts. dilatando,
en f in . los
d o m i-
nios
de 1%
Catol icidad. 'Adelante, luve nlude s catól icas ."
*Íe a luv tu-i ba
' e ¿ a M ; £ z -* n t ia faú a- ' H
t
i*
V
encí Uc;ik% dá a -inañ 1 -
Ütólf n tt cf
bt>0> áuxiEir
-i? H»"
? : S#m}re. Dr. j•:$%*.
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tama intiu- nci.i lux
v
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e le -i
víija
»*• 1»
puel/ln antTÍci•
ny?." Aftrí ó »iue r
.* *
•arth'ual ar¿Lbi«r«
\ • R io
d í Janeiro,
D r .
/ a l -
nv c
<fe Barras Cámara, h,i querida enviar
a
Santiago
a s u
obispo auxiliar cco->u
'
i>reta-
rio y k.s diez muchachos de la Acción Católica
d i o d g a B B M f H M W
c e f , instalados a o Iar^o de la rula, s e v a n aux i l i a r i'e L a Habana , doc to r Mul l i r ; e
dando instruocionefe a lo s peregrinos c o n e i ' obispo de P i h u y (Bra<tl), d e L a Guarda
^ n ..jde q o c 0 0 obstacul icen el'tráfico p o r a | (Pnriugnl) , y el airad miiíado de Montserrat.
i
«ABC». 29-VII/-I948.Í
AUTOCRITICA MARXISTA
Un hombre puede ser critico de si
mismo,
y
generalmente, malo;
pero
no de sus
obras,
que no son
siempre hijas del raciocinio frío.
Criticar
es
juzgar, arbitrar
e in-
terpretar,
y si no
podemos
ser, en
materia legal, juez
y
parte, ¿cómo
podremos dejar de ser nosotros
C O L U M P I O S Y P A R A S O L E S
SILLONES MIMBRE junco
y
«eduu
IV.
JOSE ATOHO
65
h i i t f
Y *
mismos para juzgar como ajenas
nuestras obras? Y si la interpreta-
ción crítica
es
re-creación, ¿cómo
puede el hombre que crea inter-
pretar
ni
volver
a
crear
lo que ha
creado? Cuando hablamos de au-
tocrítica de una obra de arte, lo
que en realidad queremos decir e s
que el artista nos explica aquello
que ha querido hacer, o lo qu e cree
que ha hecho; pero no lo que
realmente ha hecho. Y esto es
aplicable a toda la inñnita gama
de
actos humanos.
Pero los rusos, en su deseo de
automatizar a los hombres, han
inventado para los países euor-
peos
que
están sometidos
a su
tiranía una fórmula intelectual
que aspira a aliviar y resolver
todas las dificultades de origen
1
5 i " 1 ^ ^ k - " £ V . ' i »?*. V J T - » r V T J r v r a » ¿ r a * V ¡ S T j f f i j J f í * " ¿ y ? '
• n t w m s m t m s i m m M í
9 4
i m -
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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político. Cuando Stalin y sus au-
gustos camaradas de hospedaje
en el
Kremlin sienten algún desa-
sosiego o incomodidad por la
marcha de los acontecimientos e n
la s naciones sometidas, la Komin-
form,
que
vela
y se
desvela
por
averiguar
al
minuto
el
estado
de
ánimo que prevalece en Moscú,
lanza,
a
modo
de
censura
y de
consejo final, esta llamada
con-
minatoria
a los
gobernantes saté-
lites: «Más autocrítica, señores,
m ás
autocrítica,
si no
quieren
us -
tedes que pasen la s cosas a mayo-
res». Y enseguida q ue esto ocurre,
lo s gobernantes de las naciones
subalternas se dan a meditar so -
bre sus hazañas, y, criticándose
severamente, encuentran en ellas
la figura de delito que ni el Kre-
mlin ni la Kominform habían
querido definir. Que es lo que
sucede en las familias bien orde-
nadas cuando
se
recluye
al
niño
rebelde en su cuarto para que
haga examen de conciencia y
acierte a averiguar por sí solo la
razón del castigo.
Gracias a la «aútocrítica» im -
puesta por la Kominform se ha
resuelto la última crisis política
en Hungría. Los comunistas hún-
garos s e habían entregado a aven-
turas peligrosas y autónomas,
como su s vecinos, los yugoslavos.
El
presidente Tildy tiene
u n
yerno
aficionado a pensar y actuar por
su cuenta. «¡Autocritíquese », or-
denaron a Tildy los «evangelis-
tas» de Stalin, y Tildy dimitió,
pagando
la s
cuentas
de su
yerno.
El ministro de l Interior, Rajk, era,
por su
parte, hombre impetuoso
en negocios revolucionarios y
quería precipitar, en la política
interior, la bolchevización del
país; cosa que no siempre es del
agrado de los bolcheviques ver-
daderos. Recibió la orden de «au-
tocriticarse», y pasó al ministerio
de Asuntos Exteriores sin poder
discernir
la
razón
de l
desvio
de las
autoridades rusas
y sin
.lograr
la
«autocrítica» perfecta que los ru-
sos
demandaban.
Hay un
«manon
troppo»
en la
técnica revolucio-
naria marxista
que no
pueden
comprender todavía los catecú-
menos.
«Más autocrítica»
es la
consigna
general q u e Rusia transmite
ahora a los novicios de las nacio-
nes
conquistadas.
La
crítica
es
vitanda por extravertida y bulli-
ciosa, y se ha sustituido por la
autocrítica intravertida y recole-
ta . Pero no ha de ser una autocrí-
tica negativa, sino positiva, y des-
tinada al mayor esplendor de los
designios recónditos del Gran Ca-
pítulo de Moscú.
(«ABC-, 12-VI11-1948.)
L A
O L I M P I A D A
D E B U R G O S
Ha n
terminado brillantemente
ios
IVJuegos
Olímpicos Nacionales de l Frente de Juven-
tudes. Tres mi l jóvenes de toda España,
congregados
en
Burgos, acaban
de
ganar
valiosos trofeos para si y para sus regiones, y
uno de ellos la espada, reproducida, del Cid,
«
cuyos huesos descansan
en la
vieja
y
nobilí-
sima ciudad castellana, cabeza de Castilla y
del mar, porque fue también allí donde se
creó, un a fio después de l descubrimiento de
América, el primer Consulado español del
Mar, y
porque
fue
alli donde presentó Colón
a sus Monarcas los frutos de l Nuevo Mundo.
El escenario no podía ser más adecuado a los
juegos de fuerza y destreza de la juventud de
nuestros días, versión moderna de aquellos
torneos caballerescos donde
el
Campeador
probó su s bríos y actuó de juez de campo,
antes
de
acometer
sus
magnas empresas
de
conquista.
Educar deportivamente, al aire libre, a los
muchachos
de
España, disciplinando
sus
músculos en una técnica rigurosa, como en
los palenques de la baja Edad Media, es, sin
duda, misión encumbrada.
A
ella convergen
fines educativos y morales y fines patrióticos
y de perfección de la raza. En el ardimiento
bien graduado de los deportes se consumen, o
deben consumirse, malas pasiones y adiposi-
dades inútiles. La vida se hace má s alegre y
espontáneay el músculo má s suelto y lexible.
El Caudillo estimula, con su presencia y
repartiendo directamente los trofeos, esta
clase de certámenes, porque de ellos saldrá la
fortaleza, resistencia y solidez físicas y espi-
rituales
de las
generaciones
que han de
sucedemos en la gran tarea histórica y
civilizadora que el destino tiene encomen-
dada
a la
España católica
y
pacifista.
(«ABC», 24-VíI1-1948.)
S u m a
C U B I E R T S y C U M
# y .
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r j j
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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H oy
serán trasladadas
procesionalmente
a la
capilla
del
"Baleares", con asistencia de los
ministros
de A.
Exteriores
y de
Justicia
EN
BILBAO
F U E
INAUGURADA
U N A
EXPOSICION
D EL
LIBRO
DEL MAR
BILBAO, 20. — Han terminado hoy
los actos de homenaje a la Marina de
guerra
y
en el VII centenario de su
creación.
El
ministro
de
Marina
ha
regresado po r carretera a Madrid, y
ha n salido para Sa n Sebastián el
minador «Neptuno» y el guardacos-
tas «Arcila»
y
do s lanchas torpederas
y el
«Tritón•>,
as í
como
la
lancha
rápida «B-18», que van a tomar
parte en los nuevos actos que se
celebrarán en Guipúzcoa en honor a
la
Marina.
Para Santander
ha n
salido
el cru-
cero «Galicia» y los destructores
< Sánchez Barcáiztegui» y «Jorge
Juan»
y el
minador «Marte»,
La s reliquias de San Fernando serán
llevadas esta tarde
a San
Sebastián.
HONEMAE A LA
REPRESENTACION
SEVILLANA
En la Diputación se ha celebrado un
homenaje a la representación sevi-
lian
que ha
traído
las
reliquias
del
rey
santo.
El
presidente
de la
Diputa-
ción, señor Ibarra, hizo entrega a los
representantes de Sevilla de un cua-
dro a óleo de l conde de Ibarra
y
que
fue «padre de provincia» en Vizcaya
y que, trasladado a Sevilla por los
' azares políticos de la época, se ave-
cindó
en
aquella ciudad, donde llegó
a ser
figura preeminentísima
de los
negocios
y
alcalde, precisamente
el
restaurador
de la
gran feria sevilla-
na. El representante de Sevilla, señor
Bermudo, dio las gracias por la do-
nación y aseguró qu e Sevilla guar-
dará el recuerdo de este ilustre viz-
caíno-sevillano en lugar preferente.
A
continuación
fue
inaugurada
en la
Biblioteca Provincial un a exposición
de l Libro de l Mar
y
en la cual se
exhiben algunos ejemplares rarísi-
mos,
entre ellos
la
primera edición
sobre enseñanza náutica,
de los bil-
baínos Andrés Poza
y
Archer,
que
pueden llamarse
los
padres
de la
disciplina
de la
navegación.
El
direc-
tor del Museo Naval de Madrid
y
don
Julio Guillén, pronunció
un a
confe-
rencia
en el
lugar
de la
exposición,
conferencia
en la
cual, partiendo
de
la importancia de dicho libro, ase-
guró qu e España ha sido el país que
ha enseñado al mundo a navegar, ya
qu e Inglaterra y Holanda se limita-
ron a copiar nuestro tratado de náu-
tica, y Francia no lo tuvo hasta fines
de l siglo XVII, cuando nosotros lo
teníamos espléndido a mitad de l siglo
XVI.
Citó varios testimonios
de
auto-
res
náuticos extranjeros
en los
cuales
se
confirma
lo
expuesto
por el
señor
I
Guillén.
—
LOCOS.
¡CABALLERO,
LLEVE usted
SOMBRERO ,
dicen
e n
París
MuHoz Lorente
n o wÜó a
l a c&Jle e l Víerne» Santo
p o r n o tener "ca»co"
E n l o s
frentes
d e U moda, la
falda larra Ha s i -
d o c o p a d a , i . t
guerra t u t e r mi -
nado. Tero
ya «c
Inicia e n París la
escaramuza contra
e l s lnsombrer 1 s -
mo . Q u e s i e l a s
p e c i o d ep or ti vo
r e j u v e n e c e a l h o m -
b r e , l a elegancia
avalora lamb
l é rf
mu c h o la perso-
nalidad. Y e l fa -
l l o y a es tá dicta-
d o e l I r a pelo
— o e o p e l o — n o e« ni lanto a* l de
e l e r t n t e , s e r ü n
l a s
alegres chicas
d a París.
M
F U e o s e u s t e d e s —d i c e u n - c o -
lega parisiense—erf
l o
horrible
q u e
r e s u l t a u n a pareja cons i i iu ida p o r
u n a mujer e legantemente vest ida
f u n
hombre biea veatldo
a
peto."
(«Pueblo», 8-/V-J948.)
L A S RELIQUIAS D E
S A N
FERNANDO,
CAMINO D E
S A N
SEBASTIAN
BILBAO, 20. — A primera hora de
esta tarde, la representación sevi-
llana qu e vino a esta capital para
traer las reliquias de San Fernando
co n motivo de las fiestas de l centena-
rio de la marina española, se ha
presentado en la basílica de Santa
María de Portugalete, donde se ha
hecho cargo de l pendón de la ciudad,
las llaves, la espada de San Fernando
y de las reliquias del rey santo
y
que le
fueron entregadas por el arcipreste
de aquella localidad, asistiendo tam-
bién
al
acto
un a
representación
del
Ayuntamiento local. Lo s comisiona-
dos, ya con los trofeos
y
salieron por
carretera co n dirección a San Sebas-
tián. Se detendrán en Deva.
(«Ya», 20-VIII-1948.)
* r^ .% .? r.; j ¿ . r ¿ 3 5 ¿ 3 r - j .
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MOVILIZACION
ANTICOMUNISTA
Por Ramón SERR NO SUÑER
L o s d o s bloques concurrentes e n
e l ap las tamien to d e Alemania y
d e l fascismo están h o y f rente a
frente, acechándose, y oponiendo
a l mundo entero d o s signos radi-
calmente opuestos para definir s u
victoria. C o n sorpresa — e n l a q u e
lo único sorprendente es la sor-
presa misma—
el
mundo demo-
crático occidental descub re ahora
q u e d e s u nuevo antagonista — s u
antiguo aliado— le separa u n a
distancia mucho m á s profunda
que la que l e separaba de su anti-
Semana
TRIUNFAL
/*L
.na MARISCAL - ¿ítt&AGOSTI • 'Jcú NIETO • 1mh M LANPA '
• . . <xUJícc o-r-••
• ; I G N A C I O F « Q U I N O
g u o enemigo. Descubre q u e éste es
u n
enemigo
m á s
potente, peli-V
groso
y
a m e n a z a d o r
q u e
aquél.
Pero todo esto e ra ya as í en 1944 ,
cuando
la
guerra acabó,
e
incluso
en 1939 , cuando empezó. Nada e n
este aspecto h a variado, y aconte-
cimientos como los de Checoslo-
vaquia, Finlandia, Grecia y Bo-
gotá n o pasan d e s e r modestísi-
m a s consecuencias previsibles
desde entonces.
U n a cosa h a cambiado , n o obs tan-
te : la act i tud de consciencia de l
bloque occidental democrático y
su
consiguiente reacción.
L a m e z -
c l a d e fanática necesidad y de
fiereza recíproca en su subes t ima-
ción, n o decidió la colabiración d e
los dos
bloques
en la
guer ra ,
y la
fase posterior
d e
apaciguamiento
y autoengaño, h a n dado paso a
u n a tercera fase realista, cons-
ciente y d e m á s o menos decidida
beligerancia.
.• \ . ' V :"V. T-g?
TOlERflOAMtWORES
^ ; •
d e c l a r a d ' a . o e i n T e r e $ . m k i o \ a i
í a ¿ e s r á t f H e n o re4
¿V
s o m a t f n es
nfCGút A-ctiu/vA NANTC PEALIZAC/OH
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¿ T j r ¿ r a r g * r - £ 5 T i - * * * . »
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V a c a c i o n e s
°
V I S I T E
V L L E E R N
il-l 'M al 25 d<> julio
SiaSdíW tótlor- los MAlíTI-S
P i r i n e o r a g o n é s
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Maiid.us rodo#
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C O S T B R V
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\%¡> rnrís fviTif• »r«- ' pfti.yas
<1-1 1 » :ij 30 ti julio
E N U T O C R E S D E
V l A J C S
• I N T E R N A C I O N A L r x r r r s o "
Hl Cataluua. tí (tyq Uuftda Uniwi>dad)
(
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Aunque Vd. no lo crea
p o r Ripley
D a N O R T E
USAN SOMBREROS
DE
PAdltlA PASA EVITAR104
SE6FRIAS05
EN LA6
CAMARAS
FRIGORÍFICAS
Acaso la orden d e movilización
anticomunista estuvo represen-
tada p o r e l anuncio d e l plan
Marshall para
la
reconstrucción
europea, aunque este anuncio
fuera entonces todavía apacigua-
d o r y conciliatorio. M á s expresiva
fue l a publicación p o r l a Secreta-
r í a de
E stad o (Estados Unidos)
d e
los.
documentos
q u e
contienen
los
acuerdos germano-sov ié t i cos ,
verdadera carta
d e
acusación
c o n -
t r a Rusia. L a movilización ha s e -
guido después
e n
actos ininte-
rrumpidos, pasando
por l a
cruda
inculpación
d e l
presidente
T r u -
m a n ( c o n
palabras casi idénticas
a
l a s q u e
siete años antes pronun-
ciara desde
u n
balcón
de la
calle
d e Alcalá u n ministro español)
para desembocar —por ahora—
en el
intento
d e
«definición»
q u e
contiene la recientísima moción
ant icomunista
de
Bogotá.
S in
embargo, para
e l
europeo inmer so
en la
tragedia
de l
antagonismo
democomunista
n o m á s
experto
e n cuest iones anticomunist as q u e
e l
todavía confiado hombre
de la
democracia america na, este
c a m -
b i o d e
actitud —que significa
junto a l a m ás grande amenaza la
ún ica esperanza— le parece
suficiente, superficial
y
desorien-
tado.
A la luz de l texto, poco brillante,
de Ja
moción
d e
Bogotá
es
inevi-
table q u e volvamos a la extrañe za
q u e y a
exper imentamos
c o n m o -
tivo
de la
publicación
de los do-
cumentos germano-soviéticos
y
q u e n o s h a acompañado a través
de las
ambigüedades
d e l
plan
Marshall ,
d e l
«caso
d e
España»,
de la
acción
e n
Grecia
y , en
gene
-
r a l , de todas la s manifestaciones
d e l
anticomunismo americano:
(«La Tarde-, 19-V1I-I948.)
¿tls
q u e e l
ant icomunismo
va a ser
sólo
l a
acción contra
el
totalita-
r i smo? ¿ E s q u e e l comunismo e s
sólo
u n a
peligrosa aberración
p o r
l o q u e tiene d e totalitario? ¿Por
nada más?
Este parece
s e r
tanto
e l
sentido
d e l
anticomunismo americano
como
el de la
moción
de
Bogotá,
en la que no
falta
ni la
declaración
«contra todo totalitarismo» ni la
definición
de la
libertad política
« d e
mo c r á t i co - p a r l am en t a r i a»
como única diferencia y última
expresión
en la
oposición
al co-
munismo
y
como esencia
de la c i-
vilización occidental. Semejante
superficial idad n o sólo n o s c o n -
duce a u n juicio inexacto, sino
también
a u n a
i nfecundi dad segu-
r a . Pensar q u e sólo u n a cuestión
de
organización
y d e
técnica polí-
tica,
o u n a
eventual extensión
de
las 1
ibertades personales,
es lo qu e
¡ ¡ ¡CAPITALISTAS ?
Sobr e maravilloso,, edificio centr iquí simo , valo r
va rios mil lon es, tom arí a 1.500.000 —So bre
r ú s -
tica tomaría 400.000 primera.
—
Sobre rústica
lomaría 800.000 primera.—Sobre salto agua r ú s -
tica, fábrica aceites, tomaría 700.000 primera.
Interesantes inversiones.
HAMYRO.
-
Plaza Cortes,
4.
Tartlcs. Madrid.
99 I V * M I T | f T f « V »
M
t ^ | V | (
- U
• J .
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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L"wchana|
Prog
reso
separa a l comuni smo d e nuestra
civilización,
es no
haber entre-
visto siquiera cuál es la médula
satánica de l enemigo al que se
quiere combatir . De ese modo,
¿cómo sería posible entender la
oposición
a
muerte entre
lo s
tota-
litarismos nacionales derrotados
y e l comuni smo? P or mucha q u e
sea l a severidad c o n q u e quieran
calificarse lo s errores, la s herejías
o los
abusos
d e
aquéllos,
rio
pued e
honradamente negarse
q u e
allí
donde se establece la separación
definitiva entre nuestra civiliza-
ción v el comunismo, allí se esta-
blecía también la diferencia entre
fascismos y comunismo. Precisa-
mente fueron movimientos
d e
reacción anticomunista, como e l
mismo Churchill reconoció
en
cierta ocasión. (Y el juicio sereno
de la Historia reconocerá un d ía
q u e l o s
alemanes
n o
quisieron
p a -
g a r s u victoria a l precio de las ex i -
gencias rusas, como h a n pagado
—sin duda, contra su voluntad—
lo s occidentales, según resulta d e
lo s
documentos publicados.)
No es , no puede ser, la cuest ión d e
la s libertades políticas la enjun-
d ia de l ant icomunismo, aunque es
S i
h u b i e s e e s t u d i a d o .
• #
»
i
l
Si sus kiios son pequeños, le interesa conocer
en
detalle
la
POLIZA PARA ESTUDIOS.
Consúltenos
sin
temor
a
compromisos
de nin-
gún
género.
No le
cuesta
un
cíntimo
íCu in tas pe r s onas te h a n h e c h o e s u
reflexión ante e l f r acas o d e s u s v idas
Unas , n o s e p reparan p o r abu l ia o p o r
inexper iencia.
O t r a s , s e l am en tan porque a u n cuando
n o l e s fal tó voluntad, perdieron a des t i em -
p o l a protección d e s u s padres , d e quienes
d e p e n d í a l a familia para s u sus tento.
S u hi jo n o ca recer i d e u n a preparación
práctica y útil, ' • 4 » * s i usted
suscr ibe ahora u n a
P O L I Z A P A R A E S T U D I O S
q u e a l llegar e l m om ento d e s u s es tud ios
super iores l e d a r á u n a renta mensual para
cos tear los durante l o s años p re f i j ados .
C incluso anticipará e s a renta s i usted
fal tase, desde e s e mismo momento, s in in»
terrumpir la has ta la edad previs t a.
L A
P O L I Z A P A R A E S T U D I O S
s u p o n e el cos teo g radua l , cóm odo y fácil,
d e l o s gas tos d e educac ión d e s u s hijos.
E s económica, porque le ahor r a d inero , le
evita desembolsos cuantiosos d e u n a sola
v ea y le ¿ a r a n t u a la p reparac ión d e s u s
h i jos • •
«««Iqviar
comxük ii»*6oi.ft
01
•••unos
r o e
CiOINTI.S.
n •
Alcelé.
'7
MaDII
M A O K I O
• A R C C L O N A
'•IIO 01 OSACIA- «•
a
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P'o|«i>6»
CcHt «•••. .... .... .... .
14*4 m. K.,o
•••«t«»•••*••«•«•««,t,i
a
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AYUDÉ
• SU
HIJO
a. 54
j
•HHIU<I
pm U
•l
L U N E 9
wiuui IHIU-.
SUS4K IXYWltl'sANiVü*
L a ex t raña h i s to r i a d e a m o r d i
u n m o n s t r u o h u m a n o
cierto que e l comuni smo sea i n -
compat ib le c o n ellas. H a y algo
mucho
m á s
profundo
y —no nos
asustemos de la palabra— m á s re -
ligioso.
L a
esencia
de la
cuestión
está en la manera —incluso ín-
t ima
y
precisamente religiosa—
d e entender a l hombre y a sus
fines, y , p o r l o tanto, a la civiliza-
ción y a la historia. Lo que se in-
cluye en el Occidente anticomu-
nista n o es , no puede se r eso , o sólo
eso; es , por e l contrario, u n a c o m -
pleja acumulación d e valores
conquis tados por e l espíri tu e n
muchos siglos
y q u e
forman
u n a
t radición que no e s necesaria-
mente la de las libertades políti-
c a s —pues procede también d e
t i empos m u y escasos en tales li -
bertadas—, gracias
a la
cual
e l
hombre europeo
o
amer i cano
es lo
q u e e s : cr i s t iano, ín t imamente li -
b r e ,
dotado
de un
determinado
sent ido de la vida... Y e l comu-
nismo es la propuesta de una
nueva vida q u e cancela la totali-
d a d d e aquella t radición y de
Aquellos valore s. Cierto e s que su s
ideales no son otros que l o s que
h a n venido corrompiendo en el
ir i - c?j * c?>rc7¿? c? ¿ ?cvt c?.** .-s •¿•«va r£V" ¿rar o» -va» ¿a - i-j rry».
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
http://slidepdf.com/reader/full/tiempo-de-historia-045-ano-iv-agosto-1978-ocr 101/132
(#*> *•
l lamado t iempo moderno nuestra
vida tradicional; los ideales mat e-
rial is tas d e nuestro siglo llevados
a las últimas consecuencias a t r a -
vés de una
actitud mística cuya
siniestra integralidad contrasta
n o poco favorablemente con la
dupl ic idad y la dispersión desde
l a que t ra ta malamente d e defen-
derse nuestra contradictoria civi-
lización.
Q u e e l
comunis mo
h a
venido
a
identificarse
con l a s
ambiciones
to ta l i ta r ias d e u n a de te rminada
potencia e s cosa evidente, pero n o
e s p o r e s o m á s condenable ni peli-
groso. Condenar a l comunismo
sólo p o r dictatorial o porque re -
presente la quinta columna d e
u n a potencia extranjera en los
pueblos d e Occidente, e s o e s que -
darse a mi tad de camino. S i eso no
ocurr ie ra , el comunismo sería
igualmente corrosivo y abomina-
b l e .
Ello
e s
claro,
y, s in
embargo,
difícil d e aceptar dentro d e l á m -
bito democrático, cuyo instru-
mento de defensa debe s e r fatal-
mente la peligrosa hipocresía.
La
alianza occidental anticomu-
nista sólo será fecunda cuando
lo
s e a d e
verdad,
po r s u
capacidad
d e
oponer
a los
ideales integrales
d e l
comunismo otros ideales ente-
r o s . Sólo entonces sabremos d e
verdad quién está verdadera-
men te
a u n
lado
y
quién
a
o t ro
d e
esta gran divisoria.
Y
mientras
es o no ocurra, la pugna de «prin-
cipios»
que hoy s e
perfila,
n o
será
en realidad m á s q u e u n a pugna d e
poderes . Loq ue no es poco, pero lo
q u e n o
exige
— n i
prácticamente
admite— argumentaciones ideo-
lógicas.
(«ABC», 27-IV-1948.1
E L C A R D E N A L
Por A LO R DA
HABANA, 30 <De nuestro corres-
ponsal). — El cardenal Fruncís J.
Spellman, arzobispo de Nueva
York, es uno de esos hombres pre-
destinados a dejar hondo surco en
la historia de su época. Es, en todo
el sentido de la expresión, un hom-
br e cerado para su puesto y para su
tiempo. Hace ya muchos años que
su nombre salió de los límites de su
diócesis y adquirió categoría uni-
versal. Su s viajes, sus pastorales y
todos sus actos públicos son repor-
tados
por las
agencias cablegráficas
a todos los lugares de l mundo. No
existe periódico en la tierra que no
haya impreso docenas de veces el
nombre de este Príncipe de la Iglesia
que a su acendrada fe , clara inteli-
gencia, formidable capacidad de
trabajo
y
relevantes dotes
de
organi-
zador,
une la no
despreciable cuali-
dad de ser un americano ciento por
ciento, poseedor
en
sumo grado
de
la energía, decisión y sentido prác-
tico qu e esta condición presupone.
Su
dinamismo
y
espíritu empren-
dedor
se
manifestó
po r
primera
vez
MAGNIFICO NEGOCIO
marchando, acreditadísimo, cerca
So l ,
casa
y
locales propios para cualquier comercio. Edifi-
cio ,
exi6tencias
e
instalaciones. 2.000.000. Escri-
b i r : 2.310. ALAS. Alcalá. 32.
cuando, recién incorporado a la Se-
cretaria de Estado de l Vaticano, in -
trodujo la innovación de entregar
redactadas en todos lo s idiomas las
noticias a la Prensa, con lo que
consiguió multiplicar el número de
dichas noticias publicadas. En
1931, en
ocasión
de la
inaugura-
ción
de la
estación
de
radio
del Va-
ticano, inmediatamente de la alo-
MOZO
§
Madrid
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101
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cución de Su Sumidad, monseñor
Spellman se adelantó hasta el mi-
crófono
y
leyó
la
traducción
en len-
gu a inglesa.
Mas fue pocos meses más tarde, a
raíz de un hecho sensacional,
cuando
su
nombre
se
incorporó
ya
para siempre a las crónicas perio-
dísticas. El Gobierno fascista ha -
bía emprendido ruda campaña
contra el Padre Santo, recortando
su derecho a velar por la educación
de la
juventud católica.
Se
lanzaron
a la circulación multitud de rumo-
res sobre pretendidos escándalos
registrados
en las
escuelas religio-
sas. Era la misma táctica seguida
po r Goebbels contra la instrucción
religiosa en Alemania. A Su Santi-
dad le era imposible defenderse en
Italia. Monseñor Spellman
se
tras-
ladó a París en avión, y presentán-
dose inesperadamente en las redac-
ciones
de ta
«Associated Press»
y la
«United Press», depositó ante los
atónitos redactores un manuscrito
de más de veinte páginas sobre la
mesa,
al
tiempo
que les
decía
con
vo z suave: «Ahí tienen ustedes un
regalo
de l
cielo».
Era,
efectivamen-
te, un
mensaje divino.
En
todos
los
países se pudo leer y escuchar lo que
Su
Santidad tenía
qu e
comunicar
al mundo.
Hijo de un modesto tendero de
Whitman, Estado de Massachuset,
la
juventud
de l
cardenal
fue, en to-
dos sus aspectos, la juventud del
americano medio. Era socio de un
club
de
debates
y de una
asociación
teatral; se interesaba por mil pe-
queñas cosas, leía
la
literatura
mo-
derna, practicaba
e' l
boxeo
y
jugaba
al
base-ball. Pasó
a
Roma
a
estu-
diar teología, y poco después de or-
denarse, ingresó en calidad de agre-
gado en la Secretaria de Estado del
Vaticano. Su s superiores habían
descubierto
sus
grandes dotes para
lo s asuntos políticos y publicita-
rios. Le unía fraterna amistad con
el
cardenal Pacelli, quien destacó
también siempre por su dinamismo
y concepciones modernas.
Apenas nombrado arzobispo
de
Nueva York, estalló la guerra, du -
rante la cual el nuevo cardenal des-
plegó
un a
actividad inusitada.
Sal-
tando de un avión a otro, recorría
incesantemente los diferentes fren-
tes. Se le
veía
en
todas partes.
En el
Pacífico, en Francia cuando la in-
vasión,
en
Alemania
al
entras
las
tropas aliadas, en Tokio inmedia-
tamente después de la rendición.
Presa
de
profunda tristeza, lle\>aba
siempre en sus labios la frase:« Otra
ve z tienen qu e morir los inocentes».
Celebró misas desde
la
dubierta
de
un
tanque
y
acudía
a
altas horas
de
la noche a los cementerios militares
para bendecir a los que iban a ser
enterrados lejos de su patria. Esta-
bleció
un
verdadero récord
de
horas
de
vuelo.
La s noticias recientes dando
cuenta de sus vuelos a China y al
Japón, demuestran
que es
hombre
de cualidades demasiado excepcio-
nales para que se le deje limitarse a
administrar — de manera ejemplar,
po r
cierto—
su
diócesis neoyorqui-
na . Corren rumores de que el Vati-
cano
le
tiene reservadas grandes
misiones para el por\>enir, ya que el
cardenal Spellman,
que de tan ex-
traordinaria influencia goza en los
Estados Unidos
y en el
mundo ente-
ro , puede convertirse en figura prin-
cipalísima
si
América
se
convierte
en el único bastión efectivo para
defender y salvar a Europa y, por
extensión,
a la
Iglesia, empeñadas
ambas en una lucha a vida y muerte
con el
comunismo asiático.
(«Diario
de
Barcelona», l-VII-1948.)
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ESTUDIOS CINEMATOGRAFICOS
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NAVAJA.
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KRIS.
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CAMPANAS
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SANTA
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VIVIR
EN PKZ. CUNGADIN L O S
MEJORES
M D E NUESTRA VJBA. Q U E SELLO KS VIVIR. « K
SEVILLA
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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A19483
«a» *»:
c o m p l e j o
d e
i n f e r i o r i d a d
d e l o s
e s p a ñ o l e s
López Ibor
La
personal i -
dad de l doctor
López Ibor e s
s ob r ad am e n t e
conocida para
q u e s e a menes-
ter en estas c o -
lumnas un e lo-
g i o de
nresenta-
ción. El doctor
López Ibor e s
médico d e fama
internacional;
su s
conocimien-
tos , sus capaci-
dades y su téc-
nica hacen de él
uno de los más
egregios
de Es-
paña dentro de su especialidad. A
lo largo d e estos años se ha consa-
grado
a su
profesión
de una m a-
nera tenaz, silenciosa, abierta a
las grandes innovaciones de todos
lo s países y con la mira puesta en
la salud de sus enfermos y el ade-
lanto de la Medicina española, a la
que ha contribuido como pocos.
Pero todo esto, con ser ya mucho,
n o
bastaría"
a
conceder
al
doctor
López Ibor
el
predicamento
que
h o y goza entre nuestros m á s ilus-
tres pensadores; porque
s u
afición,
s u
curiosidad,
su
interés
y
su vocación no se reducen a la es-
pecialidad médica q u e señorea,
con ser ésta amplia, compleja y
riquísima en incitaciones y recur-
sos . El doctor López Ibor sigue
co n
particular cuidado
el de jen-
volvimiento de las ideas filo-
sóficas contemporáneas y da de
ello abundantes muestras
en sus
escritos, s u s conferencias y sus
preocupacú. n es habituales. Por
e s o hemos qut
1
;r
í
n.j^aerle hoy a
estas columnas para q e nos anti-
cipe alguna
de las
ideas
/Ȏ va a
explicar en su conferencia anun-
ciada para esta misma tarde. L is
respuestas que ha dado a las cua-
tro preguntas que le hemos hecho
son las que e l lector puede ver a
continuación.
—¿Quiere decirnos cómo se define
el complejo de inferioridad?
— E l
complejo
d e
inferioridad
e s
un sentimiento que se desarrolla
en los individuos a partir de cual-
quier defecto físico o psíquico que
Interesantes decla-
raciones de l doctor
López Ibor
existe
en
ellos.
La
expresión hizo
fortuna desde que la acuñó d e
nuevo para la circulación Adler,
un
psicólogo vienes. Cuando
el
individuo tiene el potencial d e
energía psíquica necesario c o m -
pensa s u complejo d e inferioridad
e incluso lo convierte en una
fuente d e perfección u d e impulso
creador.
La
historia está plagada
d e ejemplos de ello. U n a biografía
m u y demostrativa es la de lord
Byron,
a
quien
su
cojera
no le im-
pidió vivir s u vida como la de un
héroe romántico.
—¿Cómo
se
puede referir
un com-
plejo a una personalidad colectiva?
— E n l o s
pueblos
s e
desarrollan
también complejos d e inferiori-
d a d . S o n fenómenos d e psicología
colectiva puestos m á s d e m a -
nifiesto desde
qu e se
alcanzó
el ni-
ve l histórico que se conoce con e l
nombre d e «Conciencia de la His-
toria». A su desarrollo contribu-
y e n , como e s natural, la s minorías
dirigentes, analizando lo s facto-
r e s qu e han intervenido en las de-
terminaciones históricas.
El aná-
lisis
es , s in
embargo, peligroso,
porque c o n facilidad se cae en el
tópico.
A un
individuo
se le
puede
crear artificialmente un compl ejo
d e inferioridad cuando el medio
e n q u e
vive toma
una
actitud
de-
masiado crítica o irónica frente a
é l . También en un pueblo puede
ocurrir lo mismo.
—¿Tienen los españoles este com-
plejo desde alguna época precisa de
su historia?
N o c h c y d í a . . .
— E n l o s españoles aletea este
complejo d e inferioridad dc¿de
hace mucho tiempo. Quizá
una de
la s primeras muestras sea «La
España defendida», de Quevedo.
Después siguió formulado im -
prescindiblemente
en los
escritos
de
Feijoo, Cadalso
y
tantos otros,
para tomar cuerpo en la famosa
polémica
d e
Menéndez Pelayo
c o n
Azcárate
y
Revilla.
En el pró-
logo de la «Historia d e Menéndez
Pidal»
s e
encuentra
una
transpa-
rente exposición
de las
condicio-
n e s q u e contribuyen a crearlo. E l
complejo de inferioridad del es-
pañol no se refiere, naturalm ente,
a todas su s actividades, sino a sus
condiciones peculiares para crear
ciencia
y
para realizar técnica.
Queramos o no, es una llaga que
llevamos dentro.
—¿Cómo obra ho y este complejo en
nuestra vida, cuando
no s
relacio-
namos co n otros pueblos o cuando
hacemos
la
vida
de
todos
los
dias?
—Frente
a
todo complejo
se
toma
siempre u n a postura o una acti-
tud. La tendencia espasmódica
del carácter español le hace osci-
l ar c on
frecuencia entre creerse
u n pueblo elegido o u n pueblo sin
remisión. Cuando
se
analiza
la
historia cultural y aun política d e
España
de l os
últimos decenios
se
v e n claras estas oscilaciones. E n
la vida d e l individuo el reconoci-
miento de un complejo es el pri-
m e r
paso para
su
recta supera-
ción. L o mismo ocurre en la vida
de los puebl os. Entre nosotros hay
q u e crear u n a conciencia «viva» y
«operante» acerca de nuestros
problemas
y
condiciones reales:
d e esta manera podremos tomar
una actitud d e opti mismo sensato
ante e l mundo nuevo q u e nace.
(«Pueblo». 8-IV-I948.)
S O F A C A M A
M a d r i d
M E X I A
A r g e n s o l a ,
8 .
SELECCION DE TEXTOS Y GRAFICOS: DIEGO GALAN Y FERNANDO LARA
O I O - f i f i ? C ? J ? ? c 7 > T O . M ; T \ V J T * i T T a « v • i w k »
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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para
que
realizara
las
reformas
ne-
cesarias
en las
estructuras económi-
cas y
políticas
que el
país requería.
El
estreno
en
Madrid
de su
obra
tea-
tral «Electra» suscitó una gran po-
lémica
que
pronto adquirió carácter
nacional
La
representación
de la
pieza transcurrió entre pitos y
aplausos.
El
autor
fue
llevado
a
hombros desde
el
teatro hasta
su
domicilio, mientras
los
discrepantes
le obsequiaban con abucheos, gritos
y
pitos.
No
obstante, desde
la
derecha
se le
hizo justicia
por
parte
de
algunos
de
sus más
preclaros intelectuales.
En
1897
Galdós ingresaba
en la
Real
Academia
de la
Lengua.
Su
discurso
de ingreso fue contestado por Me-
néndez Pelayo
que, a
pesar
de la dis-
tancia ideológica
que les
separaba,
no
dudó
en
señalar
que «pocos
no-
velistas d e Europa le igualan en lo
trascendental de las concepciones
y
ninguno
le
supera
e n
riqueza
in -
ventiva.
S u
vena
es tan
caudalosa,
q u e n o puede p or menos d e correr
turbia
a
veces; pero
con los des-
perdicios
de ese
caudal
h ay
para
fertilizar muchas tierras estériles».
L
A
polémica persiguió
a
Galdós durante toda
s u
vida.
Aún hoy no se ha
apaga-
d o . En carta a l director de un
diario madrileño, en 1970 , un
antiguo obispo d e Canarias,
escribía profundamente in -
dignado: «Estoy hondamente
apenado e indignado ante los
homenajes y honores que, con
ocasión del 50 aniversario de su
muerte,
van a
rendírsele
a uno
de los
personajes
más
nefastos
de
España
en los
últimos tiem-
pos: a don Benito Pérez Galdós.
El estandarte y portavoz de
aquella campaña infame de
<Electra». El autor de tantas
tovelas rezumantes
de
anticle-
ricalismo e inmoralidad» (1).
Esta opinión n o s d a u n a idea
de la
índole polémica
de la
obra d e Galdós, todavía n o
apagada p o r e l tiempo.
Galdós utilizó
y
estudió
p r o -
fundamente la Biblia. S a n
Mateo f u e u n o d e s u s autores
predilectos
y
algunas
de sus
novelas están esmaltadas
d e
citas bíblicas. Esto
es
espe-
cialmente visible en «Miseri-
cordia», donde la huella del
(1 ) ANTONI JUTGLAR. «Sociedad e
Historia en la obra d e Galdós».
Artículo
en
revista «Cuadernos Hispanoameri-
canos», núms. 250-252. Octubre, / 9 7 0 - Galdós est uvo Inf luenciado p o r e l k r a u s l s m o y, c i ertamente , procedía d e é l . pero n o p o r ello
enero,
1971.
Madrid e r a
estrictamente natural ista
( e n l a
foto, Qlner
d e l o s
Ríos, gran amigo
d e
Galdós).
1 0 5
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Evangelio d e Mateo e s clara.
U n estudioso d e estos aspectos
en la
obra galdosiana
ha es -
cri to
que:
«Galdós busca
lo
real
y lo fundamental en la fe cris-
tiana. Pone de lado lo s aspectos
artificiales
y
penetra
en el meo-
llo déla enseñanza bíblica» (2).
Benito Pérez Galdós
f u e u n
humanis t a
y
cristiano crítico.
Fustigó siempre
q u e
pudo
las
actitudes farisaicas d e u n c a -
tolicismo cómodo y n o c o m -
promet ido con la problemá-
(2 ) JOSE SCHRAIBMAN. «Las cit as
bíblicas en 'Misericordia' d e Galdós».
Articulo
en
revista «Cuadernos Hispa-
noamericanos», nútns. 250-252. Octubre,
1970-enero. 1971. Madrid.
tica social
de la
época.
L a h u e -
l la de
Erasmo
en su
trayecto-
r i a vital e s visible. E n m á s d e
u n a
ocasión proclamó
s u a d -
miración por la obra erasmia-
n a , incluso llegó a declarar
q u e se
consid eraba discípulo
y
seguidor de su doctr ina. G a l -
d ó s buscó expresamente en el
primit ivismo cr ist iano la ve r -
d a d d e l a s actitudes m á s esen-
ciales
d e l
compor tamien to
humano, llegando
a la
conclu-
sión q u e e s a verdad se podía
rast rear en el test imonio d e
lo s profetas y de los apóstoles
y no en la j erarquía católica d e
su
t iempo ensamblada
en los
presupuestos de la oligarquía
instalada
q u e
detentaba
e l
poder económico
y
político
d e
España.
E n «Gloria», obra q u e data d e
1 8 7 6 , d o n Buenaventura dice
a
Daniel Morton,
u n
joven
j u -
d í o q u e pretende la mano de
s u sobrina: «¿Será posible que
en el
fondo
no
pensemos
lo
mismo, señor Morton?... Yo
creo
que la fe
religiosa,
ta l
como
la han
entendido nuestros
pa -
dres, pierde terreno de día en
día... Yo creo que los hombres
buenos y caritativos pueden
salvarse,
y se
salvarán fácil-
mente, cualquiera quesea
su re-
ligión... Creo que los cultos sub-
sistirán mejor si volviera a la
sencillez primitiva... Creo que
ninguna nación
ni
pueblo
al -
guno pueden subsistir
sin una
ley moral que les dé vida... Esto
qu e declaro... es de esas cosas
qu e pocas veces se dicen, y yo
las
callo siempre, porque
la so-
ciedad actual
se
sostiene,
no
por el fervor, sino por el respeto
a las creencias generales... Creo,
finalmente, y para decirlo todo
de una vez, que el fondo moral
es con
corta diferencia
uno
mismo
en las
religiones civili-
zadas...» (3). Tales declara-
ciones n o s o n vanas, si tene-
m o s e n cuenta q u e d o n B u e -
naventura e r a u n doble de l
propio Galdós
y, por lo
tanto,
la s opiniones d e l pri mero eran
l a s d e l escritor canario. Este
detalle h a sido confirmado
p o r estudiosos de la obra d e
Galdós. Y a sí lo h a n señalado:
«Tal credo moral de don Bue-
naventura, semejante en estruc-
tura, pero contrapuesto en el
contenido al credo católico, re -
flejará
el
humanismo galdosia-
no. Don Benito encierra en es-
to s
principios morales
la
esen-
cia de la filosofía krausista tal
como la expresaban en esta
época el partido progresista, al
qu e Galdós favorecía, y varios
de sus amigos íntimos, v. g.:
Giner
de los
Ríos, Clarín
y
Pala-
cio
Valdés.
Por lo
tanto,
no
sería
(3 )
«Gloria».
2.° voL,
capit.
XI.
P e r e d a ,
e n l a
forma
d e
novelar,
s e
enfrentó
c o n l a
real idad; pero
n o
admitió
u n
determlni smo
clent i f l co ,
q u e e r a
a l g o c o n s u s t a n c i a l
c o n e l
pos i t i v i smo.
E n
est e aspect o , tanto Galdó s co mo
P e r e d a
— e n l a
Imagen— pensaron Igual .
1 0 6
7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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•Este último tercio
d e l
s ig lo
XIX es e l
t i empo
d e
esta c lase nuestra , balancín entre
la
d e m o c r a c i a
y e l
ant iguo régimen, es labón
q u e
e n c a d e n a
p o b r e s
c o n
ricos, nobles
c o n
vi l lanos
y
c r e y e n t e s
c o n
Incrédulos». (Grabado satírico republ icano, publ icado
e n
Barcelona
e n
e n e r o
d e
1873.)
arbitrariedad nuestra el asegu-
rar que Galdós mismo nos ha-
bla por
boca
de don
Buenaven-
tura»
(4).
Galdós fue un hombre de su
tiempo;
é l
mismo declaró
q u e
e r a u n
hombre
d e l
Sexenio.
Estuvo influenciado por e l
kraus i smo y , c ier tamente ,
procedía d e é l , pero n o p o r ello
e r a
estr ictamente natural ista.
Y a
sabemos
q u e l a
versión
li-
terar ia d e l positivismo era e l
natural ismo.
E l legado q u e n o s dejaron los
novelistas
q u e
procedían
de l
krausismo —como Pereda,
Clarín,
la
Pardo Bazán
y el
propio Galdós—
f u e u n a p o s -
tura estética. Se t ra taba d e
presentar u n a realidad ideali-
zada. Según ellos, e l f in del
(4 ) DONALD W. BLEZN1CK y MARIO
E. RUIZ. « L a Benlna misericordiosa:
conciliación entre la filosofía y la fe» .
Artículo en revista «Cuadernos Hispa-
noamericanos», núms. 250-252. Octu-
bre. 1970-enero, 1971. Madrid.
arte e r a u n a idealización de lo
real. En e l campo literario, el
krausismo
f u e u n a
síntesis
e n -
t r e real idad y fantasía. E l
ideal d e vida era la verdad, la
belleza y e l bien.
López Morillas
h a
señala-
d o ( 5 ) q u e «las novelas de este
grupo
de
escritores
no
eran
novelas realistas, sino más
bien idealistas». Donde
n o h a y
positivismo n o h a y natura-
lismo. Y los krausistas n o p a r -
tían esencialmente d e l positi-
vismo. Reflejarán, a nivel
ideológico,
l a s
experiencias
d e l
Sexenio democrático, para
luego pásar
a
cr i t icar
la Res-
tauración. Tanto
e l
kraus ismo
como el positivismo fueron
enemigos.comunes de la so-
ciedad tradicional, pero s in
confundirse. Pereda fue e l no-
velista d e este tradiciona-
lismo y, en la forma d e nove-
í.5;
JUAN LOPEZ MORILLAS.
«El
krausi smo español». Fondo
de
Cultura
Económica. México, 1956.
la r , se enf rentó con la reali-
d a d ;
pero
n o
admitió
un de-
ter min ism o científico,
q u e e r a
algo consustanci al con e l posi-
tivismo. E n este aspecto, tanto
Galdós como Pereda pensaron
igual.
Galdós f u e u n reformista q u e
optó p o r l a burguesía liberal.
Hans Hinterhauser , uno de los
m á s
agudos
y
conscientes
es-
tudiosos d e l escritor canario,
n o s señala: «Galdós concebía
el cambio de formas e institu-
ciones sociales como
una evo-
lución lentísima (pero inevita-
ble); también que, a pesar de las
veleidades socialistas
de su ve-
jez, no hizo nunca suya la solu-
ción dada
por el
socialismo
a la
cuestión social. Consideraba
superfina la lucha de clases en
España, pues, debido a los ras-
go s peculiares de l carácter na -
cional, veía realizada
ya en el
país
(es un
«leit motiv»
de su
obra) un a especie de sociedades
sin clases (...) Galdós y su in-
1 0 7
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Nazarin
y
Verdaguer
«imitan ambos
a
Cristo,
c r e y e n d o q u e e l l o s s o n
c o m p l e t a m e n t e o r t o d o x o s
y q u e e l
c l ero
e n
g e n e r a l
y s u s
superiores
e c l e s i á s t i c o s
e n
particular s e h a n
apartado
d e l a
verdade ra
rel igión» (mosén Jacinto
Verdaguer).
tención política, educadora
y li-
teraria,
se
identificaban
con la
clase burguesa ascendente» (6).
P o r otro lado, Casalduero
abunda en la misma opinión:
«Galdós
no era un
revoluciona-
rio; era un burgués liberal... Su
ideal es el orden y la ciencia, el
trabajo
y el
ahorro,
que
permi-
te) HANS HINTERHAUSER. «Los
Episodios Nacionales d e Benito Pérez
Galdós».
Editorial Gredos,
1963, Ma-
drid. Ve r págs. 218-219 y 186.
ten
acumular
un
capital.
El in-
dividuo y la propiedad so n para
él algo sagrado» (7).
Galdós, como buen liberal,
in -
tentó huir de los extremismos.
Creyó profundamente en el
protagonismo
de l a s
clases
medias . S u hora había llega-
(7 ) JOAQUIN CASALDUERO. «His-
toria y Novela». Artículo en revista
«Cuadernos Hispanoamericanos»,
núms. 250-252. Octubre, 1970-enero,
1971. Madrid.
do. Ni e l
integrismo
de la de-
recha reaccionaria
n i e l u to-
pismo revolucionario
de las
izquierdas, podían solucionar
lo s problemas d e España. E l
propio Galdós n o s h a dejado
escrito e n boca d e Vicente A l-
conero, otro
:
d e s u s dobles:
«...
estas familias mediana-
mente ilustres, medianamente
aderezadas
de
cultura
y de
educa-
ción, serán
la s
directoras
de la
Humanidad
en los
años
que si-
1 0 8
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guen. Este último tercio del si-
glo XIX es el tiempo de esta
clase nuestra, balancín entre
la
democracia
y el
antiguo régi-
men,
eslabón
que
encadena
po -
bres
co n
ricos, nobles
co n
villa-
nos
v
creyentes
co n
incrédu-
los» (8).
ALGUNOS
D E L OS
PERSONAJES-
SACERDOTES
D E
GALDOS
L o s
sacerdotes
s o n m u v f r e -
cuentes
en la
obra
d e
Galdós.
L a lista sería algo larga. Aquí
vamos a ana lizar sólo a tres d e
ellos: José Bailón, Nazarín y
Gamborena.
L os
tres
son per-
sonajes
m u v
distintos
en su
v
act i tud
y
compor tamiento ,
pero todos repre sent arán algo
q u e
existía
en la
sociedad
d e
su tiempo. Galdós n o inventa
personajes, los toma de la rea-
lidad.
Y
esto
lo
vamos
a ir
comprobando a lo largo d e
este trabajo.
José Bailón aparece e n «Tor-
quemada en la hoguera», n o -
vela escrita y publicada e n
1889. El
clérigo Bailón deja
lo s
hábitos
en el 69, en
Mála-
g a , «echándose a revoluciona-
r io y a librecultista». D e cató-
lico s e convierte a protesta nte.
S u s fanáticos y encendidos
sermo nes llegan a en emistar le
con sus feligreses. Ejerce el pe-
r iodismo y en sus artículos
despotrica contra curas, obis-
pos y hasta de l Papa. Era e l
típico catastrofista y u n falstr
filósofo. Heredó
d e u n a
viuda
rica
con l a que
vivía amance-
bado. S u amistad c o n T o r -
quemada viene
d e s u s
nego-
cios para colocar su dinero. A
t ravés de su contacto con
nuestro usurero, se convierte
en su a lumno. E n cambio,
Torquemada
le
tenía como-
oráculo consejero
en
cuestio-
nes de orden elevado.
(8 ) BENITO PEREZ GALDOS. «Epi-
sodios Nacionales».
Primera serie,
II.
Págs. 269 y siguientes. Obras Completas.
Editorial Aguilar. Madrid.
1958.
Galdós deja m u y malparado
a l ex-clérigo Bailón. L e retr ata
como u n paranoico y u n loco
est rafa lar io
q u e
aparentaba
saber l o que ignoraba. Era e l
prototipo d e individuo q u e
había m a l digerido la s ideas
progresistas de la época. Bai -
lón era un extremista y un
falso revolucionario. Este tipo
d e hombres horrorizaban a
Galdós. Era la otra cara de la
moneda, la del cura d e salón
q u e frecuentaba la s mansio-
nes de la ar istocracia y de la
nobleza.
Bailón ejerció,
con la
enfer-
medad
y
muer te
d e
Valentín,
e l pr imer hi jo d e Torquema-
d a , d e
consejero espiritual
del
usurero. Papel parecido
q u e
ejercerá m á s tarde, aunque
desde coordenadas distintas,
el padre Gamborena.
Nazarín
es el
segundo
d e
estos
sacerdotes-personajes antes
citados. Sera e l protagonista
principal en la
nove
la «Naza-
rín» y secundario e n «Hal-
m a » . Ambas novelas fueron
escri tas
en 1895.
Nazarín
e s
natura l
de La
Mancha y vive en Madrid. I m -
pelido
por l a
doctr ina
y el
ejemplo
de
Cristo, socorre
a
quien
le
necesita
y
vive
en la
miseria.
S u
pobreza
le
aleja
de
Madrid
y le
lanza
a los
cami-
nos . Es un
manant ia l
d e
mise-
r icordia
y
propugna,
con su
test imonio, u n a nueva actitud
ante la vida. E n esos años,
Galdós se estaba alejando de l
natural i smo para pasar a
otras etapas m á s espiritualis-
t a s .
Casalduero
n o s
dice
a l
respecto:
«Paso a paso Galdós
va
superando
su
concepción
na-
turalista de l mundo. Cuando es -
cribe «Nazarín»
ya
está
muy ale-
« L a l l amada desamort i zac ión, q u e debiera l l amarse despojo , arrancó s u propiedad a la
Iglesia, para entregarla a l o s part i culares , a la b u r g u e s í a , p o r m e d i o d e v e n t a s q u e n o eran
sino verdaderos regalos» . (Mendizábal . )
1 0 9
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jado de «Lo prohibido», obra en
donde se encontraba en pleno
mundo naturalista (...) 'Naza-
rín' y 'Halma' son dos valvas
• *
qu e encierran las normas de un
nuevo modo
de
vivir, posible
sólo si , volviendo las espaldas a
la materia, se elevan los ojos
hacia el espíritu» (9).
L a
sociedad
en la que se de-
senvuelve Nazarín n o sabe q u é
(9 ) JOAQUIN CASALDUERO. «Vida
y obra d e Galdós (1843-1920)». Edito-
rial Gredos. Madrid, 1974. Verpágs. 124
v
125.
pensar de é l . Le toman p o r
loco o p o r u n falsario. S u m e n -
saje
no es
comprendido.
S e -
g ú n Galdós, Nazarín e s algo
a s í
como
u n
Quijote.
O u n
apóstol
de las
Sagradas Escri-
turas . En él parece personifi-
c a r l a vida d e Cristo. Sigamos
a Casalduero: «E l mensaje al
mundo
que
trae Nazarín
no es el
de l
trabajo
ni el de la
acción
ni
el de la ciencia, sino el de la
imitación de la vida de Cristo, el
de la
humildad, pobreza
y re-
signación absoluta. Separarse
de la materia y de la realidad
para vivir según
el
espíritu
y
para el espíritu. No observar;
contemplar, y poder sentir otra
vez en
toda
su
fuerza
la
presen-
cia del misterio y de la verdad
(...) La vida de Nazarín es un
compendio de la vida de Cristo,
especialmente desde la Oración
en el Huerto hasta que es lle-
vado ante Poncio Pílalos,
con
episodios como el del buen la-
drón» (10).
S e h a
creído
v e r e n
Nazarín
u n
re t ra to de la última parte de la
vida
d e l
poeta
y
sacerdote
c a -
talán Mosén Jacinto Verda-
guer. L a idea n o parece desca-
bellada. E l caso d e Verdaguer
f u e u n escándalo de la época,
fielmente plasmado
en los pe -
riódicos d e aquellos años.
Galdós, obviamente, debió
conocer su histor ia, aunqu e n o
tuvo u n conocimiento perso-
na l de l sacerdote antes de es -
cribir «Nazarín» y «Halma».
Sólo
u n a ñ o
después,
en 1896 y
en e l t ranscurso d e u n viaje a
Barcelona, se entrevistó c o n
Verdaguer. Este le felicitó y le
comunicó su identificación
c o n e l
personaje galdosiano.
La simil i tud se nota má s s i
desdoblamos la personalidad
de
Verdaguer para hacer
d o s
sacerdotes: Nazarín y e l padre
Manuel Flórez, personajes
ambos d e l a s d o s novelas cita-
d a s . Este último corresponde-
r ía a l Verdaguer próspero y
contento
c o n s u s
relaciones
en
la
alta sociedad barcelonesa;
y
e l pr imero, a l cura persegui-
d o , e n pugna c o n e l clero,
acompañado
d e
mujeres
s o s -
pechosas,
y c o n
fama
d e
loco,
a l ternando
c o n
reputación
d e
santo. Siguiendo a Pattison,
Nazarín y Verdaguer
«imitan
ambos
a
Cristo, creyendo
que
ellos
son
completamente orto-
doxos y que el clero en general y
sus superiores eclesiásticos en
particular se han apartado de la
vérdadera religión» (11).
(10)
Ibid., págs.
125 y 126.
(11) WALTER T. PATTISON. «Verda-
guer y Nazarín». Artículo en revista
El
e s t r e n o
e n
Madrid
d e s u
obra «Electra» susci tó
u n a
gran polémica
q u e
pronto adquirió
carácter nacional . (Portada
d e « E l
P a í s »
d e l 3 1 d e
e n e r o
d e
1901.)
110
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G a l d ó s f u e , e v i d e n t e m e n t e , u n anticlerical q u e f u s t i g ó l a s l a c r a s e c l e s i a l e s q u e e n s o m b r e -
c í a n a la jerarquía d e l a Ig l es ia . (Galdós joven. )
Lo que s í parece claro e s que
Galdós intentó presentar a
Nazarín como
q u e
éste
no e r a
u n
sacerdote
a l uso y que ,
además, nunca
f u e
recon ocido
como
ta l por l a
Iglesia
de su
tiempo. Igual
q u e
Cristo.
N a -
zarín e r a , según Galdós, u n
«cura bueno». Fue la nueva
v ía espir i tual ista d e l escritor
canario.
Y llega e l tercero de los
personajes-sacerdotes antes
citados:
e l
padre Gamborena,
q u e
aparece fundamenta l -
mente en «Torquemada y San
Pedro», novela publicada
p o r
Galdós en 1895 (12).
Gamborena e r a alavés y ejer-
c i ó durante muchos años d e
misionero en Extremo Orien-
t e . De mental idad dogmática,
quiere enseñar
lo que é l
dice
«la
verdad esencial».
N o p r e -
gona m á s «
que
la
verdad
con
toda
su
intransigencia»
qu e le
impone su misión evangélica.
«Yo no
transijo;
—dice— des-
precio
las
componendas elásti-
cas en
cuanto
se
refiere
a la mo-
ra l
católica. Ataco
el mal con
brío, desplegando contra
él to-
dos los rigores de la doctrina»
(pág. 481) . Su ideología es evi-
d e n t e m e n t e c o n se r v a d o r a .
Gambor ena procedía
de
fami-
l ia
hidalga
y
pudiente.
E r a
familiar
d e l
obispo
de C ór -
doba
y
durante
d o s
años, ante s
de
irse
a las
misiones, ejerció
d e capellán de los de l Aguila
—personajes fundamentales
de la serie Torquemada— e n
s u s
primeros buenos tiempos.
Cuando vuelve a Europa,
Gamborena cuenta ya con 60
años. Y aquí e s cuando co -
necta
por vez
pr imera
con
Francisco
d e
Torquemada,
marqués d e S a n Eloy
«Cuadernos Hispanoamericanos»,
núms. 250-252. Octubre. 1970-enero,
1971. Madrid.
(12) Todas las citas que se realicen so -
bre la serie de novelas Torquemada, de
Benito Pérez Galdós, se refieren a la edi-
ción «Las novelas
d e
Torquemada»,
publicadas en un solo volumen por
Alianza Editorial. Madrid,
1976.
Colec-
ción de bolsillo, 65 1 págs.
Casalduero n o s señala q u e
«Gamborena pisa
la s
calles
de
Madrid como
la s
selvas
de
Africa o las tierras encharcadas
de la
Polinesia,
y
aunque
él pre-
fiere adoctrinar salvajes
a con-
vertir civilizados, Galdós
no
deja de decirnos el papel que
juegan
las
misiones
en los de-
signios imperialistas de coloni-
zación: protestantes
y
católicos
sólo saben predicar la doctrina
de
Cristo para adquirir nuevos
mercados. Mercados
v
merca-
r
durías, bienes materiales,
la
única razón de vivir délos paí-
ses de
cultura occidental»
(13).
Aquí aparecen pistas y datos
importantes sobre
e l
signifi-
(13)
Ibíd.,
pág. 119.
cado d e l personaje Gambore-
n a , sobre los que se volverán
m á s adelante. Personaje que
a los ojos d e Galdós será, a l
igual
q u e
Nazarín —aunque
c o n algunas diferencias nota-
bles—, u n «cura bueno».
TORQUEMADA Y EL
P. GAMBORENA
L a serie d e novelas de Tor -
quemada f u e escrita cuando
Galdós contaba entre los 46 y
52
años: «Torquemada
en la
hoguera», en 1889; «Torque-
m a d a en la cruz», en 1893;
«Torquemada en el purgato-
rio», en 1894, y «T orquemada
y S a n Pedro», en 1895. Entre
.
> w
111
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Gald ós uti l izó
y
estudió profundamente
la
Biblia.
S a n
M a t e o
f u e u n o d e s u s
autores predi l ec-
t o s y
a l g u n a s
d e s u s
n o v e l a s e s t é n e s m a l t a d a s
d e
ci tas bíbl icas. Esto
e s
e s p e c i a l m e n t e
visible
e n
•«Misericordia», donde
la
huel la
d e l
Evangel io
d e
Mateo
e s
c lara . (Escena
d e
«Misericordia», interpretada p o r J o s é B ó d a l o y María Fernanda D'Ocón.)
112
la p r imera y las tres restan tes
h a y u n a fisura importante e n
la
línea galdosiana:
se
pasa
d e
u n
natura l i smo
a u n
espir i tua-
lismo. «Torquemada
y Sa n
Pedro» es del mismo a ñ o q u e
l a s nove las «Nazar ín» y
«Halma» y de la comedia t e a -
tral «Voluntad».
Al igual q u e Nazarín, Gambo-
rena
n o f u e u n
p erso naje irreal
o inventado. E l misionero a l a -
v é s debió tener su modelo e n
cierto tipo d e sacerdote de la
época.
Ya se ha
indicado
q u e
Galdós tomaba
s u s
personajes
de la
real idad.
El
doctor
M a-
rañón
h a
escrito
q u e :
«Apenas
ha y criatura de las forjadas por
el
gran novelista
que no sea re-
trato, disimulado o exacto, de
un
hombre
o una
mujer
de
carne y hueso» (14) . No fue ,
evidentemente, el personaje
principal de la serie. E l papel
lo cubre Torquemada. G a m -
borena f u e u n personaje s e -
cundario, pero importante.
Hinterhauser
h a
escrito
q u e
«la masa de personajes secun-
darios, hasta cierto punto, está
cuidadosamente estructurada,
y los más importantes de ellos
gozan
a
menudo
de una
relativa
independencia dentro del
marco
de una
acción secunda-
ria reciamente construida (...).
A los personajes que son meros
comparsas sólo les dedica un
retrato; en cambio, los que sus-
tentan esta acción marginal
aparecen retratados varias
ve -
ces y de
modo diferente»
(15).
Efect ivamente , Gamborena
aparece retratado tres veces
y
desde distintos ángulos. Ello
demuest ra q u e Galdós le con-
firió e l papel d e personaje i m -
portante, aunque secundario.
E n
«Torquemada
y Sa n Pe -
dro», toda la acción de la no-
vela gira
en
torno
a l e je
T o r q u e m a d a - G a m b o r e n a .
Este último hace resaltar m á s
la
figura
d e l
ilustre presta-
mista y usurero, elevado a la
(14)
GREGORIO MARAÑON. «Gal-
d ó s e n Toledo».
Madrid,
1941.
(15)
Ibid., págs.
306 y 307.
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categoría social d e senador y
marqués,
en el
supremo
y de-
f ini t ivo momento d e enfren-
tarse a la muer te . E s u n a n o -
vela donde se p lantean p r o -
blemas morales e ideológicos,
e n u n a
tendencia espiritua-
lista ascendente. E l problema
fundamenta l q u e late en la se-
r ie , es e l de un hombre q u e
atesora capitales y que , en va -
r ios momen tos d e su vida, p r e -
tende pactar
o
negociar
con
Dios.
E s u n
alegato contra
e l
capi ta l i smo d e aquella época
y tiene u n valor d e fuente h i s -
tór ica de primera categoría.
L a s novelas d e Torquemada
son la histor ia de un ascenso y
d e u n a promoción social.
Según Correa, «
Torque-
mada
se
revela desde
un
princi-
pio
como
el
avaro
a
ultranza
que no pierde en ningún mo-
mento lo s rasgos de su confor-
mación individual. La vida lo
coloca en circunstancias de as-
censión social
y
espiritual, pero
él es
incapaz
de un
cambio
a
fondo
y
radical.
Su
naturaleza
bastarda
y
animal
no
podrá
nunca compenetrarse
con es-
quemas de orden superior. En
su
inadecuación entre
lo que es
y lo que
debe
ser se
abre
el
abismo de su propio tormento y
destrucción. Su pasión irreduc-
tible define la esencia última de
su
personalidad
y lo
sitúa
al
margen de toda posible trans-
formación moral
y
religio-
sa» (16).
Gamborena, además de ser in-
termediario entre Dios
y Tor -
quemada, será ut i l izado
p o r
Galdós para decir cuatro
v e r -
dades
a la
ar istocracia
y a la
alta burguesía
de su
tiempo,
q u e tomaban muy a l a ligera
lo s temas espir i tuales y , con-
c r e t a m e n t e ,
lo s
rel igiosos.
Respecto
a
ello,
es de
resaltar
e l
sermón
d e
Gamborena
a la
segunda esposa
d e
Torque-
m a d a y a su amiga Augusta
Orozco: «
como sacerdote
y
(¡6) GUSTAVO CORREA. «E l s imbo-
lismo religioso en l a s novelas d e Pérez
Galdós». Editorial Gredas. Madrid,
1962.
amigo, quiero
y
debo reprende-
ros por esa
costumbre
de
tratar
en solfa y alardeando de humo-
rismo elegante
co n
visos
de
lite-
rario
las
cuestiones
mó s
graves
de la
moral
y de la fe
católica.
Vicio éste adqu irido e.m la esfera
altísima
en que
viví';,
y que pro-
viene
.de la
costumbre
de
poner
en vuestras conversaciones
ideas chispeantes
y
deslumbra-
doras para entret eneros
y
diver-
tiros como
en los
juegos hones-
tos de
sociedo.d..., suponiendo
qu e
sean honestos,
y que es mu-
ch o
suponer (...).
Las
ciáses
al-
tas son las que más vlvidado
tienen la doctrina pura y eterna
Queréis hacer
tie
Dios
uno
de esos reves constitucionales
al uso, que reirían y no gobier-
nan Las
otases altas,
o, por
mejor hablar,
las
clases ricas,
estáis profundamente dañadas
en el
co)-azón
y en la
inteligen-
cia,
porque habéis perdido
la fe
o, por lo
menos, andáis
en
vías
de perderla (...). Cierto que con-
serváis la fe nominal, pero tan
sólo como
un
emblema, como
L o s k r a u s i s t a s n o p a rt í a n e s e n c i a l m e n t e d e l pos i t iv i smo . Ref le jarán , a nivel ideológico, l a s e x p e r i e n c i a s d e l S e x e n i o flfemocrótico. par a Iufet
p a s a r a criticar la Res taurac ión . (Grabado d e l s i g l o X I X , q u e r e p r e s e n t a a D o n A l f o n s o XII e n t r a n d o e n Madrid 1 4 d e e n e r o d e 10fS¡)
1 1 3
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una ejecutoria de la clase para
defenderos co n ella en caso de
qu e
veáis atacados vuestros
fueros'
y
amenazadas vuestras
posiciones»
(págs. 515 y s i -
guientes) . Pero a pesar de es -
t a s
pa labras duras
y
directas,
la
mental idad conservadora
d e Gambo.rena e s patente : e l
sermón fina liza aconsejando a
la s
ilustres damas
q u e
sigan
siendo
«buenas cristianas
den-
tro de la cortedad de vuestros
medios espirituales: seguir
siendo aristócratas y ricas;
compaginad la simplicidad re -
ligiosa
con el
boato
que os im-
pone vuestra posición social».
Torquemada in tentará pactar
c o n
Dios
a
través
d e
Gambo-
rena.
E l
prestamista, elevado
a la
categoría social
d e l m a r -
quesado, enferma gravemente
y presiente que l a muerte está
m u y próxima. Intentará c o m -
p r a r c o n dinero su salvación.
Gamborena, según Torque-
m a d a ,
e s S a n
Pedro,
p o r s u p a -
recido
con e l
mendigo
de la
capa en la pr imera par te de la
novela, y a la es ta tua d e S a n
Pedro, patrono
de los
presta-
mistas. Y S a n Pedro tiene las
llaves
q u e
abren
la s
puertas
d e l
Cielo. Torquemada afron-
tará
e l
tema
de su
salvación
como si se t ra tara de un nego-
c i o y
propondrá
a
Gamborena
u n
pacto. Este, escandalizado,
rechazará
ta l
propuesta.
Cruz
d e l
Aguila, cuñada
d e
Torquemada ,
le
aconseja
a l
usurero
q u e
deje
u n
tercio
d e
s u
herencia
a la
Iglesia, para
devolver
d e e s a
forma
l o que
s u
clase
le
quitó.
Y
aquí
a p a -
rece
el
tema
de la
desamorti-
zación de los bienes eclesiásti-
cos , que en su mayoría fueron
a
parar
a
manos
de la bur -
guesía.
L a
mala conciencia
es
visible
en las
siguientes parra-
fadas
de la
cuñada
d e T o r -
quemada, representa t iva d e
s u clase. E s e tercio de la he-
rencia «es una
restitución.
Esos cuantiosísimos bienes
de
la
Iglesia
han
sido,
y
usted
no
hace más que devolverlos a su
dueño (...). La llamada desa-
mortización,
qu e
debiera
lla-
marse despojo, arrancó su pro-
piedad a la Iglesia, para entre-
garla a los particulares, a la
burguesía,
por
medio
de
ventas
que no
eran sino verdaderos
re -
galos. De esa riqueza distri-
buida en el estado llano, ha na-
cido todo este mundo de los ne-
gocios, de las contratas, de las
obras públicas, mundo en el
cual
ha
traficado usted, absor-
biendo dinerales qu e unas veces
estaban en estas manos, otras
en aquellas, y que, al fin, h an
venido a parar, en gran parte, a
las de
usted.
La
corriente varía
muy a menudo de dirección;
pero la riqueza qu e lleva y trae
es siempre la misma, ya que se
quitó
a la
Iglesia»
(págs. 621 -
6 2 2 ) .
Cruz
del
Aguila, para-
dógicamente, viene a plasmar
aquí
la
teoría
y la
razón
de los
primeros alzamientos carlis-
t a s .
Gamborena
v
Cruz
se van a
G a l d ó s
n o e r a u n revo luc ionar io ; e r a u n burgués l iberal. . . S u idea l e r a e l o r d e n y la c i e n c i a , e l trabajo y e l ahorro, q u e permiten acumular u n
capital». (Grabado satírico d e l a é p o c a de la Res taurac ión . )
1 1 4
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L a
técnica empleada
por
G a l d ó s e s
ideal ista-natural ista.
Real iza u n a minuciosa
o b s e r v a c i ó n d e a lgunos
p r o b l e m a s q u e
planteaban la s o c i e d a d
d e s u
t i empo, superando
e l
real i smo
de la
novela
e s p a ñ o l a de los 80 .
( D e s p a c h o d e Pérez
G a l d ó s
e n s u
c a s a - m u s e o
d e L a s
P a l m a s d e Gran Canaria,
foto Keim.)
poner
d e
acuerdo para conse-
guir su s objetivos: la conver-
sión d e Torquemada y , de pa-
so , que par te de la herencia
pase
a la
Iglesia.
E l
combate
con e l
prestamista será duro.
E n período agónico Torque-
mada lanza ideas relaciona-
das con l a
conversión
de la
Deuda Exterior
d e
Estado
e n
Deuda Interior, como genuina
y original solución a los pro-
blemas financieros
de l
Estado
español. Gamborena insiste
e n q u e ceda, que lo entregue
todo
y que s e
convier ta.
En el
últ imo momento Torquema-
d a ,
sumido
en el
letargo
m o r -
t a l ,
pronuncia
la
palabra
con-
versión. Pero ¿ a q u é conver-
sión s e refiere: a la de l alma o a
la
Deuda
d e l
Estado? Gambo-
rena, perplejo, n o sabe q u é
pensar y duda. Galdós finaliza
la novela señalando q u e «en el
momento aquel solemnísimo, el
alma de l señor marqués de San
Eloy
se
aproximó
a la
puerta,
cuyas llaves tiene... quien
las
tiene. Nada
se
veía; oyóse,
si,
rechinar de metales en la cena-
dura. Después el golpe seco, el
formidable portazo
que
hace
es -
tremecer
los
orbes. Pero aquí
entra
la
inmensa duda. ¿Cerra-
ro n
después
que
pasara
el
alma
o
cerraron dejándola fuera?».
L a técnica empleada p o r G a l -
dós e s idealista-natural iza.
Realiza u n a minuciosa obser-
vación
d e
algunos problemas
q u e
planteaba
la
sociedad
de
su tiempo, superando e l r ea -
lismo de la novela españo la d e
los 80. La serie d e novelas d e
Torquemada es un mater ial y
u n a
fuente inapreciable para
e l
historiador. Toda
la
obra
d e
Galdós
es, en sí
misma,
u n a
fuente histórica
de
primera
magnitud. • J. C. C.
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Raymond Roussel:
66
E l
Lenguaje como aventura"
Fernando P Fuenteamor
L 14 de julio de
1933, en el
Grand Hotel
des Palmes de Paler-
mo, moría de una so-
bredosis — y no de
suicidio como mu-
chos lo han pretendi-
do— y en un deco-
rado estival
que re-
cordaba al de una de
su s primeras obras
«LaVue» (minuciosa
descripción de un
paisaje de verano en-
cerrado en el mango
de un portaplumas,
donde ya se encon-
traban
los
mecanis-
mos por los que se re-
giría su obra poética
posterior) uno de los
mayores enigmas li-
terarios aparecidos
en la literatura mun-
dial después de Sha-
kespeare;
me
estoy
re-
firiendo a Raymond
Roussel.
116
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;
•WK
• -
L a h e r e n c i a d e R o u s s e l , r e s c a t a d a e n c i e r t o s a s p e c t o s p o r e l « n o u v e a u r o m á n » f r a n c é s , iba a t e n e r u n a c o n t i n u a c i ó n e n u n g é n e r o n u e v o : la
c i encia-f i cc ión .
2 0 d e
enero
de 1877
nacía
e n
París este
hombre —demasiado pronto asimilado
por l a
crítica
de su
época
a l
movimiento
s u -
rrealista— cuya obra
n o s
ofrece
la
fascinación
de su
estructura cr ípt ica, hermética:
L a
obra
d e Roussel, no se ofrece a cualquier lector , su
comprensión total necesitaría u n nuevo tipo
d e lector, q u e a ú n h o y e n d í a , dudo exista.
¿Quién e r a Raymond Roussel?: Hijo de un r i -
quísimo hom bre d e negocios francé s, tuvo u n a
infancia fácil, mundana;
s u
vida
d e
niño
s e
desarrolló
en un
decorado similar
a l q u e M a r -
c e l Proust —más d e u n a analogía liga l a t r a -
yectoria vital d e estos d o s ar t istas— n o s d e s -
cribió
t a n
mag i s t r a lmen te
y con
tanta minu-
ciosidad
en «El
Mundo
d e
Guermantes».
Se le
enseñó canto, declamación
e
in terpre tación,
y
ya en e l Conservatorio compon ía s u s pr imeros
versos a l o s q u e m á s tarde pondría música.
A los dieciocho años, s e sintió poseído por e l
demonio de la l i teratur a —actividad ar t íst ica
q u e ecl ipsar ía a todas la s demás—, y u n a ñ o
m á s tarde , impulsado p o r «una necesidad d e
gloria universal» según su propia confesión—
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L a obra d e R o u s s e l n o s e
o f r e c e a cualquier lector;
s u comprensión tota l
n e c e s i t a r í a u n nuevo tipo
d e l ector q u e , a ú n h o y e n
d í a , p u e d e d u d a r s e q u e
exista. (Caricatura d e
R o u s s e l p o r Chenal ) .
escr ib ió s u pr imer gr i to d e rebeldía: « L a D o u -
blure».
« L a Doublure», q u e apareció en 1897 a expen-
s a s d e s u autor , e r a u n a novela escrita en ve r -
s o .
Tras
u n a
corta estancia
e n
Suiza,
y a sus
veinte años, Roussell deja totalmente la vida
social y s e recluye voluntar iamente durante
diez años
con e l f in de
ap render
y
m a d u r a r
u n
est i lo
q u e
sería
la
génesis
d e e s a
obra verdade-
ram ent e «nueva»
y
ocult ista
q u e
tanto fascinó
a
André Bretón.
Hac ia 1902 aparecieron «Chiquenaude», se -
guida de la ya ci tada « L a Vue» e n « L e Gaulois
d u Dimanche». E n ellas s e encuentra e n e m -
brión toda la fascinación l i terar ia y la rup tu ra
violenta d e formas q u e marcar ía toda s u obra
poster ior . En 1910 , apareció «Impressions
d'Afrique», donde l a maes t r í a en e l empleo de l
lenguaje provoca e l vértigo gracias a l empleo
d e unas f iguras verbales totalmente caóticas.
L a «novela» d e Roussel inspirada en la devo-
ción de l au to r p o r Julio Verne, a l que conside-
raba e l mejor escr i tor de l mundo, representa-
ba , s i n embargo, u n desafío suicida a la total i-
d a d d e l a s
leyes
de la
novela
e n
aventuras
decimonónicas , d e l q u e Verne e r a e l máximo
exponente . En l a «novela» d e Roussel desapa-
rece todo
e l
entramado psicológico
y
demás
adi tamentos propios d e l género d e aventuras
y, en real idad, de la to ta l idad de la novela d e
f in de siglo, i r rumpiendo en el p a n o r a m a n o -
velístico fran cés com o
u n
huracán
q u e
t ra ía
e n
s u s
vientos furiosos
la s
imágenes terror íf icas
y
dementes de la cosmogonía interior d e s u a u -
t o r ,
donde
e l
paisaje real ista
de la
novela
c l á -
sica desaparece, tomando s u lugar e l decor ado
a t o r m e n t a d o de la psique desvastadora de l
poeta.
Toda
la
obra
d e
Roussel
s e
basará
e n e s a
tenta-
tiva d e hacer retroceder los límites de l a s con-
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\
í
U n a d e l a s r a r a s a v e n t u r a s d e R o u s s e l f u e s u largo viaje e n u n c a m i ó n - r o u l o t t e q u e a m u e b l ó c o m o v i v i e n d a c o m p l e t a , y d e l q u e n o sal ió durante
t o d a la d u r a c i ó n d e s u p a s e o p o r China.
1 1 9
m m
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v
n«nv
V-27}».
Tras la p u b l i c a c i ó n d e
«Locus Solus»
nuestro autor , f u é
c o n s i d e r a d o p o r s u s
c o n t e m p o r á n e o s
c o m o u n mil lonario
e x c é n t r i c o . (En la
f o t o , R o u s s e l c o n s u
amante Charlotte
Dufréne.
E s q u e m a n a r r a t i v o d e
l o s c u a t r o c a n t o s d e
l a s « N u e v a s
I m p r e s i o n e s d e
Africa» , q u e n o só lo
f u e u n trabajo
i m p o r t a n t e e n s u
é p o c a , s i n o q u e
a d e m á s h a s e r v i d o d e
i n s p i r a c i ó n a u n a
obra t a n i n n o v a d o r a
c o m o e s
« E m p o t r a d o s » , d e l a n
Watson.
120
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tingencias reales
de un
mundo,
q u e
para
é l
representa,
la
encarnación
de un
fantasma
q u e
debe
ser
destruido.
La
vertiginosa explo-
ración
de las
palabras—esa maravillosa aven-
tura autista
del
lenguaje rouseliano—,
el
juego
incesante, mágico
de
eufonías
y
eponemas
h a -
cen de
esta obra extraña, inclasificable,
la
lite-
ratura oficial
de un
mundo habitado, exclusi-
vamente,
por su
autor
y
unos pocos iniciados.
Como hace años apuntó Alain Robbe-Grillet
en su
ensayo «Pour
u n
Nouveau Román»
G a-
llaimard, París) —donde hizo
u n
análisis
en
profundidad
de la
obra
d e
Roussel,
de sus
componentes específicos
y
oníricos—
e l
«nou-
veau román» tiene
s u
origen
en la
técnica
rou-
seliana
e n
tanto
q u e
sacrifica cualquier tipo
d e
verosimilitud
o
apariencia
de
realidad
en be-
neficio
d e u n a
exploración fantástica
de l un i -
verso «escrito»:
el del
lenguaje,
qu e la
mayo-
r ía de las
veces
es
sacrificado
en
aras
de la
ideología. Porque,
en
definitiva,
lo qu e
intentó
el «Nouveau Román» no fue otra cosa que la
de resolver por la forma lo s problemas que en
la
novela tradiciona l
se
acostumbraba
a
trata r
por e l
fondo. Esquema,
que e l
mismo Robbe-
Grillet, trasvasó
a l
cine
en
aquella fascinante
película
que fue «El año
pasado
en
Mariem-
bad».
En 1914
apareció
la
obra
m á s
accesible
— y
p o r
tanto
m á s
famosa—
d e
Raymond Roussel,
«Locus Solus». Esta
vez. el
decorado
de la
narración está regido
por la
personalidad
de
un tal
Martial Canterel,
el
cual
nos
servirá
de
guía
a
través
d e u n a
sucesión
de
escenas
de
brillante simbolismo.
N os
encontramos ante
u n a
especie
de
feria
de la
locura descriptiva
rousseliana, donde el autor juega con los ar-
quetipos
e
imagenería
de la
novela tradicio-
n a l ;
sometiéndolos
a sus
propias leyes,
las de
las
reglas
de la
fascinación
d el
poeta, logrando
de
esta forma
la
unión
de dos
corrientes litera-
rias
d e
direcciones opuestas.
La
herencia
d e
Roussel, rescatada
en
ciertos
aspectos, como
ya
hemos visto
p o r
todo
el
«Nouveau román» francés,
iba a
tener
una
continuación en un género, que a primera
vista nada tenía
que ver con los
postulados
estilístico-temáticos
de l
poeta,
m e
estoy refi-
riendo
a la
Ciencia Ficción,
que si en un
prin-
cipio tomó todos lo s accesorios de la novela de
aventuras tradicional —Verne
y
Wells—, dife-
renciándose únicamente
de
ésta
en la
inclu-
sión
de
ambiguos mensajes utópicos
o en el
empleo de nuevos escenarios —lo que la con-
vertía
en una
curiosa extrapolación literaria
de
base
m á s o
menos científica—
y
otra cosa
no fu e la
Ciencia Ficción
de los
años cuarenta
y
cincuenta. Pero,
u n a
falla vino
a
producirse
en
la
repetición
d e
estos esquemas literarios
lo
q u e
permitió
q u e u n
buen número
de
escrito-
res se
propusieran
u n
cambio
d e
fines
en la
función literaria
del
género.
121
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El 14 de
ju l io
de 1933,
murió Roussel
d e u n a
sobredosis. Cien años despues, pocos
s o n
capaces
d e
adentrarse
en su
aventura verbal.
Mostramos aquí
u n
boceto
d e l
mausoleo funerario
q u e é l
mismo diseñó.
Estos autores, reunidos en su mayoría en
torno
a la
revista inglesa «New Worlds»,
fue-
ron los
fundadores
de un
movimiento
que se
d io en
llamar «New Thing»
1), qu e
tomó
sus
postulados
d e l
«Nouveau Román»
y
tras
él,
naturalmente,
d e
Roussel, Alfred Jarry, etc.),
y
para
los qu e el
problema
de
fondo —credibi-
lidad, linealidad
d e l
relato, realismo
en los
personajes— quedó reducido a u n simple p ro-
blema
de
forma
la
Ficción Especulativa
2)
impone
y
opone sistemáticame nte
u n a
estruc-
tura novelística
qu e
obedece
a
unas simples
reglas formales),
es
decir
q u e
mientras
en el
relato rousseliano raramente podemos
ver
otra cosa
que e l
decorado mental propuesto
por e l
autor,
el
mismo esquema
le
servirá
a
I a m
Watson para realizar
u n
trabajo
de
lingüistica-ficción
en «El
Proyecto Jonás»
ba jo la s
apariencias
de una
clásica novela
de
suspense: Aquí
la
forma toma
las
aparie ncias
1) «New Thing». Traducción literal: Nue\>a cosa.
2) Ficción Especulativa: término de gra n amplitud que en-
globa las nuevas tendencias dentro de la Ciencia Ficción.
del
fondo relegando
a
éste
a l
desván
de los
trastos inservibles. Watson
es ,
asimismo,
el
autor de la metáfora que de una forma m á s
acertada h a sabido' descubrir la s conexiones
existentes entre
la
Ficción Especulativa
y el
universo
de
ficción propuesto
p o r
Roussel,
bajo
la
forma
de una
fabulación apasionante
cuyo título
es
«Empotrados»
3).
J . G.
Ballard, otro
de los
grandes maestros
de
la
literatura actual,
nos
hace visitar
el
Locus
Solus
de sus
fantasmas acompañado
de dos
peersona jes símbolos en su obra «The atroc ity
exhibition», y así podríamos seguir citando a
otros muchos
más , en
cuya obra encontramos
esa
«inversión»
de la
novela clásica, cuyos
principios
se
hayan genialmente postulados
en
todos
los
libros
de
Roussel.
Tras
la
publicación
de
«Locus Solus»
y su
puesta en escena como anteriormente había
hecho con «Impresiones de Africa») nuestro
autor, considerado por sus contemporáneos
3) Empotrados. Autor: Ian Watson. Colección Super Fic-
ción. Martínez Roca.
122
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como
u n
millonario excéntrico,
n o
dejó
de es-
cribir
y
precisar
la s
reglas
de un
juego
a
muerte
con la
literatura
en un
desmesurado
desafío contra
lo
imposible.
En 1925, en el
Teatro
de la
Porte
de
Saint
Martin, estrena u n a nueva obra: «Poussiére
de
soleil»,
q ue
constituyó como
sus
anteriores
in-
tentos,
u n
rotundo fracaso. Entró
en
contacto
con el mundo de las drogas, probando las más
diversas y peligrosas. En 1932, apareció su
obra postuma, «Nouvelles Impressions
d'Afrique».
Tras su muerte al año siguiente, su obra co-
mienza
a ser
considerada como
u n a
ficción
sin
parangón posible, digna
de un
genio
en su
«estado puro» como dicen Cocteau.
Cien años después
de su
nacimiento,
tan
sólo
unos pocos iniciados
en la
aventura rousse-
liana
son
capaces
de
adentrarse
en la
jungla
verbal de l poeta. Jungla q ue asombra y fas-
cina hasta grados insospechados. Roussel, el
desconocido, vela, s in ningún género de duda,
sobre
su
posteridad literaria. F P F
El 9 de marzo de
1933, antes de su
último viaje
a
Sicilia,
en compañía d e
Charlotte Dufróne,
Raymond Roussel,
confió s u s últ imas
voluntades
a su
notario. E l
testamento —aquí
reproducido— sería
abierto cuatro días
después
de su
muerte.
* 0 * U K Q U I N T I N B A O C H A R T
123
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ORGE Luis Borges se ha
convertido
en
L'ancien
Terrible
de la
literatura
un i -
versal.
Con
minuciosidad
de
orfebre va creando su propia
imagen: u n viejo ciego q u e
amparado
por las
sombras
elogia
lo s
beneficios
del sis-
tema esclavista, felicita
a dic-
taduras militares
e
ignora
a
su s
colegas contemporáneos.
Borges h a creado a Borges y
como ama a su criatura se re-
serva
su
propiedad exclusiva.
Es así como su personaje es
inutilizable tanto
por la
dere-
c h a
como
por la
izquierda.
La
primera sólo le concede p r e -
mios
y
condecoraciones
evi-
tando
s e r
identificada
con su
ideología.
E l
Partido Conser-
D e Borges a Borges
Ricardo Lorenzo
mundo de los hombres, un an-
ciano
lee en su
piso
del
Barrio
Norte
de
Buenos Aires
que su
creación
h a
llegado
a
Madrid,
que se ha
autodefinido como
u n
escritor
de l
siglo
XV, y qu e
pronto
ha de
volver
a
reunirse
con su creador.
E l encuentro de lo dos Borges
ya no nos
incumbe, como
tampoco
su
fingida ceguera
y
su bastón vacilante. Preferi-
m o s
introducirnos
e n la fic-
ción
de sus
jardines
con sen-
deros bifurcados
a la bú s-
queda
de su
incontrable Aleph
y sus
cuchilleros
de
arrabal.
Lo
otro
es
cuestión
de
tiempo,
como
é l
mismo
lo
dice:
«No
h a y
cosa como
la
muerte para
mejorar la gente». • R L
vador argentino, del cual es
afiliado, desautoriza públi-
camente
su s
opiniones).
La
segunda, insultos
y
críticas
q u e nada tienen qu e ver con lo
literario.
Se
habla
de
Borges, pero
¿se le
lee? Lo cierto es que hoy su
nombre designa
a u n
universo
laberíntico.
E s
común escu-
char mundo borgiano, de la
misma manera
q u e
dantesco,
maquiavélico, lorquiano,
sá-
dico, kafkiano,
y
cuando
u n
nombre
se
independiza
de
quien lo sustenta para tomar
vida
y
significación propia
se
está
en
presencia
del
genio
original.
Mientras esto ocurre
en el
124
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Libros
U n
libro para
la
Historia
APUNTES
PARLAMEN-
TARIOS LA
TENTACION
CANOVISTA
El hecho de que la Historia sea «ma-
gistra vitae» obedece , e n buena m e -
dida, a una doble virtud q u e esta d is-
ciplina encierra:
por una
parte,
nos
reduce al mínimo la capacidad de
asombro—o, si se prefiere, de mie-
do— y , po r otra, nos sitúa e l aconte-
cimiento en un ancho contexto que
confiere a su «novedad» la resonancia
de algo repetido. Los grandes be -
neficios de la lección magistral de la
Historia serán, pues, la serenidad de
la perspectiva y e l gozo lúdico de la
repetición. Tengo para mí que aque-
lla
socarrona
paz con que el
Papa
Juan XXIII sabía sonreír ante las
catastróficas «innovaciones» que,
ba]0 otras tiarasl hubieran hecho
temblar a la cúpula de San Pedro,
tenía por origen s u condición
d e historiador. Nihil novi sub solé,
decían lo s antiguos y , según Cher-
terton, Dios le repite cada mañana a
es e gran niño que es el sol: «¡Que lo
haga otra vez », de modo que des-
pués ese juego, m il veces reiterado,
es nada menos que la Historia.
Estos devaneos vienen sugeridos
por la
lectura
de l
libro
Apuntes p a r -
lamentarios: la tentación cano-
vista (1), cuyo autor es Víctor Már-
quez Reviriego. De estos «apuntes»
dice e l diputado socialista Alfonso
Guerra —que prologa e l libro al ali-
món con e l ucedista José Pedro
Pérez-Llorca— que «tienen la reso-
nancia literaria de un mundo parla-
mentario de otra época». Y añade
«Víctor Márquez no se limita a des -
cribir, sabe filtrar lo s acontecimien-
tos de las
Cámaras
por una
visión
estética de l mundo, que estaba allí
pero que no todos saben recrear»
He aquí e l matiz fundamental que
diferencia estos «apuntes» de las mil
crónicas que se han visto limitadas
:as¡ siempre por falta de bagaje
cultural— a ir palpando la epidermis
de cuanto en el Congreso o en el
Senado «sucedía». De modo que la
distancia resultante
es la que
media
entre la fría instantánea fotográfica y
la pintura creadora. Encontramos en
e l prólogo citado otra observación
atinadísima: «A m i parecer los
«apuntes» quieren recrear lo s datos,
detener
e l
tiempo — e l
subrayado
es nuestro— en los detalles que c i r -
cundan a unas actividades sólo m e-
recedoras de la atención dé los lec-
tores s i se describen en forma d e
juego, aportando e l elemento lúdico
a las
reflexiones
de l
debate».
Detener e l tiempo es, como de -
cíamos, privilegio exclusivo d e quien
está capacitado para hablarnos
desde la Historia. Y, en este sentido,
Víctor Márquez Reviriego «detiene
e l sol», como Josué, y— al igual que
lo s franceses, que han logrado do-
meñarlo en la central de Mont-
Louis— lo coge bajo el brazo, se lo
lleva consigo al parlamento, para
proyectarlo sobre la realidad ho -
dierna
y
descubrirnos
a
continuación
e l juego chinesco de sus sombras.
A si desfilan, bajo s u pluma, e l com -
pás de los debates, la «sombra de
Hólderlin», Hamlet,
D on
Quijote,
Metternich, Heráclito o Maquiavelo,
y en la misma linterna mágica salta, a l
aproximarse peligrosamente e l pe-
dernal socialista a la yesca ucedea, la
chispa inquietante de la «tentación
canovista»'
Ediciones Saltés, S. A., Madrid, 1978.
Tal es el título —d el qu e toma n o m -
bre el l ibro— de la primera crónica
aparecida, como todas las demás, e n
la
revista TRIUNFO, allá
por
julio
del
77 , cuando nuestras Cámaras, re -
cién estrenadas, chirriaoan aú n Dajo
la armadura de rígidas articulaciones
que, por fortuna, e l tiempo ha ido
engrasando. La intuición de este tí -
tulo —que, m ás allá de l mero ha-
llazgo feliz, es toda una briosa sínte-
s is histórica— alertó a los lectores
que , semana tras semana, abrían la
revista por esa página, nueva en
nuestra prensa y, sin embargo, den -
tro de la
mejor tradición
de l
perio-
dismo parlamentario.
Ahora esta treintena de «apuntes»,
cronológicamente alineados en un
volumen de trescientas páginas, le -
jos de perder actualidad, n os brindan
una de las mejores panorámicas que
poseemos
de
nuestro proceso
de
democratización. La misma fruición
n os adviene al leer e l libro «a hecho»
que a l realizar la experiencia de
abrirlo al azar y caer parachutados en
una
sesión concreta.
El
mismo esti-
lo ,
mezcla
de
rigor,
de
trasluces
ra-
diográficos, de difícil facilidad y , so-
bre todo, de ese humor que , paradó-
jicamente, hace aún más preciso y
riguroso e l quehacer de l cronista.
¡Lástima que un laúd ta n bien t em -
plado
no
haya hallado mejor partitu-
ra Queremos con esto insinuar la
añoranza que la pluma de Víctor
Márquez nos trae a remolque res-
pecto de otra «edad parlamentaria»
en la que la
garra misma
de los
deba-
tes hacía bueno al cronista.
El libro, sobre e l aliciente de su lectu-
ra , ofrece la facilidad de ser un útilí-
simo instrumento de consulta. Para
ello ha sido dotado de un Indice
Onomástico en el que se recogen
cerca de quinientos nombres c o n -
s u s respectivas referencias a las pá-
ginas en que aparecen.
En resumen, estos «apuntes», que
fueron escritos
al
filo
de la
actuali-
dad, pero siempre con un trasfondo
histórico, en el resonante contexto
de un sistema cultural y estético, en -
tran,
por
obra
y
gracia
de su
reunión
en forma de libro, definitivamente,
en su exacto lugar, que es la Histo-
ria. • BERNARDO DE ARRIZA-
BALAGA.
125
APUNTOS PARLAMENTARIOS
LA TENTACIÓN CANOVISTA
| f> f
Víctor Márquez Reviriego
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VIDA
Y TRAGEDIA
DE LOS
MORISCOS
Es un hecho conocido que a lo largo
de la Reconquista lo s cristianos h i-
cieron gala de un trato generoso con
lo s pueblos vencidos y en muchas
ocasiones respetaron s us derechos
y libertades cívicas. E n cierta manera
se puede hablar de que durante una
época fu e posible una forma de coe -
xistencia pacifica entre la s tres cultu-
ras que convergían en e l territorio
español: cristiana, judia y musulma-
na.
Tras la toma de Granada, lo s cristia-
nos , conscientes de su dominio de la
situación, empiezan a tender un
cerco de discriminaciones q u e
acaba con las posibilidades de con -
vivencia. A los moriscos, musulma-
nes convertidos aparentemente, se
les prohibía llevar armas, comprar
tierras, ejercer determinados oficios.
La Corona implantó especialmente
para ellos nuevos impuestos.
Entre 1511 y 1526 se adoptaron una
serie de medidas resultando de una
política oficial tenden te a destruir las
peculiaridades de la cultura morisca.
Contra estos intentos de integración
cultural lo s moriscos responden con
la táctica de la resistencia pasiva
pero también reaccionan violenta-
mente. Bernard Vincent explora las
raíces de las revueltas y sublevacio-
n e s moriscas —Granada, 1568-
70— a las que contribuyen, como
factores coadyuvantes, fenómenos
d e índole económica, a cuya p ro -
ducción se dedicaban gran número
d e moriscos.
Por otra parte, Bernard lanza la hipó-
tesis de que la comunidad morisca
era más numerosa de lo que hasta
ahora se ha creído: comprendía
340.000-350.000 almas e incluso
más. Si esta hipótesis resultara
cierta e l grupo no afectado por la ex-
pulsión
fue más
importante
de lo que
siempre
se ha
admitido.
En cuanto a las consecuencias eco -
nómicas de la expulsión, Domínguez
Ortiz sintetiza en estos términos un
balance general referido al conjunto
d e España. Fueron nulas para las re-
giones m ás septentrionales; apre-
ciabas pero limitadas a ciertas c o -
Aiitoiiio
Domínguez Ortiz
Bernard Vincent
Historia
de los
moriscos
Vida y tragedia ele un a minoría
Biblioteca de la Revista de Occidente
marcas y capitales en el resto de
Castilla; despreciables para Catalu-
ña ; severas para Aragón y de notable
intensidad para el Reino de Valen-
cia».
En concreto para Valencia la expul-
sión de 1609 fue un serio contra-
tiempo q u e afectó a muchos señores
medianos y pequeños, rentistas, ca-
balleros, eclesiásticos e institucio-
nes que habían invertido s u capital
e n
censos.
•
B E L CARRASCO.
Domínguez Ortiz, A., y Vicent, B., «Historia de
los moriscos: vida y tragedia de una minoría». Ed.
Revista de Occidente. Madrid. 197Q.
LA
TRAGEDIA
D E GUINEA
ECUATORIAL
«España trasplantó
a sus
colonias
africanas s u incapacidad política y
organizativa; Franco añadió
su bar-
barie
y s u
corrupción.
El
fruto
es Ma-
clas». S o n palabras de un exiliado
ecuatoguineano. ¿Excesivamente
duras? Quizá exageradas, pero na-
d ie
podrá negar
que e l
colonialismo
español, junto a los aspectos negati-
v os propios de cualquier sistema c o-
lonial, careció de solidez, de doctri-
nas claras y de administraciones ef i-
caces,
y que ni
siquiera desde
e l
punto de vista de la explotación supo
crearse colonias rentables. Y Espa-
ña, a l marcharse, sólo dejó proble-
m as, desorganización, vacío político
y conómico... y dos herencias terri-
bles, una de responsabilidad c o n -
creta y directa — l a desmembración
y reparto d e l Sáhara Occiden tal—; y
otra de responsabilidades m ás difu-
sas: e l caos ecuatoguineano.
El libro q ue comentamos (1 ) —del
que es autor un ecuatoguineano, pe -
riodista de profesión, qu e vive en el
exilio y cuyos familiares han sido víc-
timas de Macías— traza precisa-
mente
e l
proceso
por e l
cual Guinea
Ecuatorial pasó
a ser
colonia
y, de
colonia, autocracia. La historia ecua-
toguineana de los últimos tiempos
no es envidiable, precisamente.
Cuando, tras lo s siglos de la trata
parecía que sus poblaciones iban a
hallar de nuevo e l equilibrio, he aquí
que e l colonialismo lo rompe por se-
gunda v e z , casi irreversiblemente.
Con un par de capítulos, sobre la
trata de negros (a partir del S. XVI) y
los intentos españoles de penetra-
ción (s. XIX). el autor nos introduce
brutalmente en esa «tragedia» de la
que será responsable la dominación
española. Esta, pese a la propa-
ganda («España no coloniza, civili-
za») contendrá todos lo s elementos
típicos d e l colonialismo clásico, que
la Dictadura, la II República y , sobre
todo, Franco, enriquecerán: discri-
minación racial, explotación econó-
mica, alienación cultura, encadena-
miento a la deuda, misioneros; «pe -
queños blancos»
y
latifundistas,
monocultivos (café, cacao, made-
ras), trabajo forzado, un régimen de
indigenato (e l Patronato), paterna-
lismo y violencias... Franco introdu-
cirá, naturalmente, e l saludo roma-
no, canciones patrióticas ( ) , cursile-
rías seudotropicales , pero también la
prohibición expresa d e matrimonios
mixtos,
y la
figura jurídica
d e l
negro
emancipado
—que podía ¡consu-
mir aceite d e oliva y tomar bebidas
alcohólicas
en
establecimientos para
blancos —. Con e l Generalísimo
aumentan la s expropiaciones, la en-
trega de la colina a los capitostes del
Régimen, tipo Carrero Blanco o Díaz
de Villegas, y la corrupción.
Como contrapartida, Franco parece
«atraer», y a, (¡quién lo habría dicho )
en 194 1, a l nacionalismo anticolonia-
lista, heredero de las todavía cerca-
nas resistencias a la penetración e s -
pañola. Primero, protestas espontá-
neas, huelgas, manifestaciones.
Luego, actividades de carácter na-
cionalitario (organizaciones secretas
fang y bubí, movimiento de unidad
1) Donato Ndongo Bidyogo: Historia y t r a -
gedia d e Guinea Ecuatorial . Edit. Cambio 16,
Madrid 1977).
307
pégs.
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fang o panfanguismo, grupos políti-
c o s supraétnicos), q u e desemboca-
rá n inmediatamente, (desde los
años 50, en los dos partidos, M O -
NALIGE e IPGE, que van a llevar al
país a la independencia, po r mérito
de personalidades como A . Ngong
Miyone, A . Eworo, E. Nvo (asesi-
nado
por los
colonialistas),
J . Nba , A.
Mané (asesinado) y un largo etcétera
del que sobresaldrá pronto F. Masié
Nguema, e s decir, Macías.
La independencia llega en 1968,
pese a los esfuerzos españoles para
retrasarla (creación d e partidos adic-
tos o separatistas, conversión de la
colonia e n «provincias», autono-
mía, etc.) o
para malograrla
una vez
obtenida (golpe de Estado frustrado
contra e l presidente electo Macías,
e n
1969).
Y
esto último será
uno de
lo s principales factores desencade-
nadores de la actual situación de
Guinea Ecuatorial, junto a otros d e
confuso carácter político-económico
(piénsese en la actuación d e ciertas
personalidades de la oposición anti-
franquista, como Gracía-Trevijano,
ampliamente analizada por el autor).
Situación desesperada, e n manos
de un déspota que un día pareció
«prometer» como progresista, y que
hoy, s in
duda emocionalmente
d e -
sequilibrado, ha llevado al país al
caos económico y político, y a miles
d e ecuatoguineanos al exilio, la cár-
cel o la muerte. Esta e s , hasta e l
momento, la «historia y tragedia» d e
Guinea Ecuatorial.
Ndongo Bidyogo (2) ha escrito la
primera obra seria, a la vez amarga,
emocionada y objetica, aparecida en
España sobre Guinea Ecuatorial
desde su independencia, y que
emerge
por
mérito propio
de la me-
diocre producción sobre este país
africano.
C o n todo, n o s habria gustado que e l
autor se hubiera detenido en estu-
diar lo s siglos anteriores al contacto
c o n
Europa
y los
aspectos sociológi-
c o s ,
étnicos
y
culturales. Pero
Ndongo Bidyogo no es historiador,
sino periodista y político. De ahí que
se centre en la historia menos lejana
y en particular en los últimos 6 0
años, y que su interés sea esencial-
mente político y desmístificador,
procurándose de ilustrar al habitual-
mente ignorante lector medio espa-
ñol , de echar serenamente e n cara a
lo s
gobernant es españoles,
d e
antes
y de
ahora,
s u s
responsabilidades,
y ,
también, de estimular a los propios
ecuatoguineanos para que «a partir
de aquí entablemos un debate na-
cional q u e vaya desentrañando las
diversas etapas d e nuestra historia
(...). Quizá s e a este e l principal obje-
tivo q u e pretendemos...».
De ahí , asimismo, s u interés urgente
por desenmarañar e se complicado
ovillo que han sido siempre la s rela-
ciones c o n España. Por mostrar e l
mecanismo
q u e h a
llevado
a
Macías
al poder y que lo mantiene en é l ; que
ha hecho inoperantes, hasta ahora,
lo s esfuerzos de la oposición; que ha
hecho de Guinea Ecuatorial esa caó-
tico país extrañamente apoyado a un
t iempo p o r capitalistas españoles y
europeos y por... Cuba, China y la
URSS.
Si éstas eran la s metas d e l autor,
podemos decir que las ha alcanzado
plenamente. • C. A. CARANCI
2) El autor ha añadico una O a su apellido que
en realidad es Ndong) para facilitarla pronuncia-
ción a los españoles.
LA NOVELA
SOCIAL DE LA
DICTADURA
A LA
REPUBLICA
- E n l o s últimos años de la Dicta-
dura pfimorriverista aparece en
España una promoción d e escrito-
res que van a impulsar un tipo de
narrativa
a la que
suele darse
e l
nombre genérico de «Novela S o -
cial». Novelistas ya cuajados de la
generación anterior, habían
in i -
ciado u n tipo d e Meratura que ex -
ploraba s in remilgos lo s estratos
inferiores de la sociedad y narraba
ciertos aspectos de sus condicio-
nes de vida, huyendo d e l pintores-
quismo superficial. López Pinillos,
Felipe Trigo, e l propio Baroja, ha-
bían escrito e n torno a estos temas.
Ahora se trataba de un fenómeno
d e perspectivas m ás amplias.
Los cultivadores de la «Novela S o -
cial» respondían a unas condicio-
n e s políticas, estéticas e ideológi-
cas precisas. En primer lugar,
reaccionaban contra la literatura
«vanguardista», fiel seguidora de
lo s planteamientos orteguianos de
la
«deshumanización
de l
arte».
En
segundo lugar, formaron en el
frente cultural d e respuesta a la
Dictadura y que propició la llegada
de la República. Por último, se im-
pregnaron de las ideas y anhelos
de transformación social, a favor d e
la s masas explotadas y contra sus
explotadores y los instrumentos
q u e utilizaban para ejercer su po -
der . En muchos casos, la Revolu-
ción d e Octubre, su impulso cultu-
ral y el
nacimiento
de una
literatura
q u e pretendía interpretar e l prota-
gonismo de l pueblo en la Historia,
relatar s u s contradicciones, crea-
ciones y triunfos, jugó un papel im -
pulsor en el arraigo y desarrollo de
la «Novela Social» española.
U na antología d e documentos, ar-
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ticulos y testimonios d e este grupo
d e escritores, h a sido realizada por
José Esteban y Gonzalo Santonja.
Se trata de un trabaio minucioso,
resultado de muchas horas de in-
vestigación
en las
hemerotecas,
expurgando y rescatando de revis-
tas de mayor o menor rareza y de
primeras ediciones prácticamente
inencontrables, lo s materiales de
este libro.
En los tres apartados en que se
agrupan lo s textos aparecen n o m -
bres de escritores «consagrados»
como Valle Inclán, Machado o A z o -
rín, codo a codo con los protagonis-
tas de este movimiento. En este
sentido, junto a la pequeña selec-
ción d e textos d e creación tienen
particular importancia lo s testimo-
nios
y
elaboraciones teóricas,
d e s -
tacando trabajos como
«La
masa
en la literatura», d e Zugazagoitia;
«E l novelista y la masa», de Sen-
de r , y sobre todo, «Qu ince años de
literatura española», d e Arconada.
Pero la importancia de este bloque
refuerza
el
interés
de las
narracio-
n e s cortas de Diaz Fernández, Ca-
rranque de Ríos, César Falcón, A r -
conada, Ciges Aparicio, Isidoro
Acevedo, Joaquín Arderius, Zuga-
zagoitia,
e tc . , que
forman
u n
mues-
trario de creaciones d e esta p r o -
moción de novelistas.
La «Antología» s e centra en los
años que van de 1928 a 1936 ,
momento e n q u e dadas la s condi-
ciones d e «Guerra Civil», se trans-
formó e n cierto modo, y la «Novela
Social» se comprometió con el
conflicto bélico. M uy pocas de las
obras d e aquel período s o n acce-
sibles
y
ello gracias
a una
editorial
como Turner
y
algún caso
más a is -
lado como la reciente publicación
de «Río Tajo», d e Arconada, por
Akal.
Estas novelas apareci eron y a entre
fuertes polémicas, q u e eran e x -
presión de un duro enfrentamiento
ideológico entre quienes escribían
desde la s condiciones de la bur-
guesía liberal republicana y quie-
nes se situaban en la óptica, p r o -
gramas y perspectivas d e l proleta-
riado. U n fino escritor como James
—tan metálico
al
mismo tiempo
en
s u s
obras
d e
fi cció n—, calificaba
la
«Novela Social» de «la técnica de l
demagogo. Es cuanto se le ocurre
al plebeyo s in aptitud para ser po-
pular». Esteban y Santonja sitúan
e l problema desde un ángulo m u -
c h o m á s justo, en mi opinión. Tras
señalar s u carácter de análisis,
transformación y denuncia, añaden
q u e «esto n o implicaba que dichas
obras tuviesen q u e caer forzosa-
mente en e l panfleto político ca -
rente d e validez literaria, como e n
tantas ocasiones —sin habetlas
leído— se viene afirmando ligera-
mente (...).
A l
enfrentarnos
e n
concreto
con e l
tema, hallamos
una
gran variedad
d e
técnicas
y
estilos,
e n medio de un tono general bas -
tante aceptable». Indudablemente,
e s e conocimiento necesario, s u
ubicación en un marco histórico
preciso y s u análisis consecuente
— n i esquemético n i snob— p e r -
mitirá ir recuperando las mejores
obras d e este período y elaborando
balances mínimamente rigurosos
de los que
este libro
es un
exce-
lente presagio.
Añadiré para terminar, que una
nómina bio-bíbliográfica d e auto-
res y una relación d e publicaciones
de la época, proporcionan datos
sumamente importantes sobre e l
mundo, lo s protagonistas y las
condiciones en que creció nuestra
«Novela Social». • JUAN A N -
TONIO HORMIGON.
1) «Los novelistas sociales españoles
1928-1936)». Antología y prólogo de José Es -
teban y Gonzalo Santonja. Libros Hiperión.
Editorial Ayuso. Madrid, 1977.
DURAN-JORDA:
U N
GRAN
OLVIDADO
S i, como se ha dicho y repetido,
nuestra guerra civil fue el banco de
pruebas donde algunos de los futu-
ros contendientes en e l conflicto
mundial ensayarían su s nuevas y
cada vez más mortíferas armas, c o -
rresponde, como compensación e l
honor a nuestro bando republicano
d e haber dado importantes pasos en
e l terreno de la sanidad militar g ra -
cias a una serie de técnicas revolu-
cionarias q u e habrían de salvar in -
numerables vidas durante la poste-
rior conflagación.
El mérito d e estos logros d e nuestra
sanidad militar e s atribuible funda-
mentalmente a dos catalanes: e l
doctor José Trueta, que se ha ga-
nado ya un puesto en la historia de la
medicina po r sus innovaciones en el
tratamiento oclusivo de las heridas, y
e l doctor Durán-Jordá, ai cual tan
sólo ahora se empieza a rescatar de
e se denso olvido que ha pesado so -
b re buena parte de nuestras figuras
d e l exilio. Y ha comenzado a cono-
cérsele gracias a l apasionado interés
de un escritor paisano, José Carol,
quien, en un artículo aparecido e n
« L a Vanguardia» en noviembre d e
1 9 7 6 , abogaba por e l estudio de la
figura
y la
obra
de
«ese gran compa-
triota y eminente médico que amó
apasionadamente
a
Cataluña».
Pre-
dicando con e l ejemplo, e l autor de
aquel trabajo periodístico dedica
ahora a l gran hematólogo una igual-
mente apasionada miniatura biográ-
fica bajo e l título de Federico
Durán-Jordá: e l combatiente d e
la
sangre
(1).
Medularmente catalán, nacido por
azar e n Barcelona, en 1905, por más
q u e
todos
su s
juegos
d e
infancia
transcurrieron e n Martorell, discípulo
de Ferrery Cagigal, Pi SunyeryTr ias
Pujol, entre otros, perteneciente a la
promoción q u e salió de la Facultad
de Medicina barcelonesa en 192 8, e l
doctor Durán-Jordá fu e desde su j u -
ventud f erviente europeísta, hombre
de izquierdas y defensor conse-
cuente de una medicina socializada,
a cargo de l Estado.
A l poco tiempo d e estallar la guerra,
el Dr.
Durán-Jordá
e s
colocado
al
frente d e l Hospital d e Sangre, insta-
lado en la antigua clínica de la Caja
d e Pensiones para la Vejez y de Ah o-
rros, d e laque se habían incautado la
UG T y e l PSUC, partido en e l que
militaría e l Dr . Durán-Jordá. Este,
q u e s e había especial izado en hema-
tol ogía— dedi có alterna varios estu-
1 ) Ediciones Ronda. Barcelona. 1978.
JOSE CAROL
Federico Durán-Jordá,
el combat iente de la sangre
(Miniatura biográfica)
EDICIONES RONDAS
B A R C E L O N A
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dios, p o r cierto q u e e n catalán, d e s -
mintiendo asi la supuesta incapaci-
dad de esa lengua como vehículo
d e conocimientos científicos, logró
poner a punto un pequeño pero ef i -
cacísimo aparato para la transfusión
d e sangre, d e fácil manejo por per -
sonas
con un
mínimo
d e
conoci-
mientos técnicos.
El
sistema montado
por e l
equipo
del
Dr.
Durán-Jordá hizo posible
la con-
servación de l líquido humano hasta
un total de 18 días y su traslado a una
distancia de trescientos kilómetros.
Cuántas vidas de soldados se
lograron salvar gracias a aquel s is -
tema d e clasificación, conservación,
transporte y transfusión de sangre
es algo que naturalmente n o sabre-
m o s nunca co n exactitud.
Por
desgracia,
s in
embargo,
los lo-
gros de la sanidad republicana no
encontraron s u paralelo en una victo-
ri a militar d e l Ejército leal a l gobierno
d e Madrid. Y tanto e l doctor Trueta
como el doctor Durán-Jordá, que es -
tuvieron ligados siempre por una
profunda amistad q u e perduraría e n
el exilio, hubieron de pasar a Francia
con las últimas tropas republicanas.
M ás tarde, e l biografiado s e estable-
cerá en Gran Bretaña, cuya naciona-
lidad adquirirá eventualmente. Allí
llegará
a
dirigir,
e n
Manchester,
un
departamento d e hospital, publicará
trabajos, algunos directamente e n
inglés, sobre hematología y patolo-
gía, en el prestigioso «The Lancet»,
e incluso escribirá un capítulo del l i -
b ro dedicado p o r Trueta a la cirugía
d e guerra. En aquella industriosa
ciudad inglesa, fallecerá Durán-
Jordá en 1957 , víctima de la leuce-
mia.
Ni que decir tiene q u e ninguna-calle
d e
Barcelona recuerda
h o y s u n o m -
bre. Los nombres de las calles q u e -
da n reservados para lo s generales
de la «victoriosa cruzada». • J O A -
QUIN RABAGO.
CUBA
CRITICADA
Todas la s revoluciones triunfantes
provocan un abundante arsenal b i-
bliográfico q u e oscila e n arco tenso
entre la hagiología y la abominación,
pasando po r cualquier punto situado
entre sus dos extremos. La Revolu-
ción Cubana, que a su estreno tubo
buena prensa
—excepción hecha,
claro está, de los probatístfános—,
desde la entrevista d e l prestigioso
periodista norteamericano
-
Herbert
Matthews a Fidel Castro e n Sierra
Maestra en 1957 , casi d o s años an-
tes de la triunfal entrada de éste e n
La Habana, concitó las esperanzas
de toda Latinoamérica y la atención
de toda la intelectualidad progresista
americana y europea. Cuando se
pensaba que la revolución e ra impo-
sible
en
Europa,
e l
tercermun-
dismo
llegaba a ocupar un lugar de
preferencia en la panoplia de estos
intelectuales que ya habían empe-
zado a mirar hacia afuera desde la
revolución argelina. Después, la bu-
rocratización de la Revolución C u -
bana, e l fracaso de las experiencias
foquistas y la aparición d e l fantasma
q u e recorrió Europa e n Mayo del 68,
le
enajenaron
a
Castro muchas
de
estas simpatías. Pero quien
no
haya
sido alguna
vez
castrista,
q u e
tire
la
primera piedra. Y llega S a m Dolgoff y
lo hace con su libro L a Revolución
Cubana, u n enfoque crítico, ed i -
tado p o r Campo Abierto.
La novedad de este enfoque critico
reside en la
ideología
d e l autor.
Hasta ahora la Revolución Cubana
s e había juzgado casi exclusiva-
mente desde
el
punto
d e
vista
mar -
xista.
S am Dolgoff es un veterano militante
anarquista norteamericano de l que
se
conoce
en
español
una
intere-
sante antología d e textos de Baku-
nin. En 1940, a
cambio
de l
control
sobre la Confederación de Trabaja-
dores Cubanos (CTC) y según la lí-
nea de los frentes populares impul-
sada por la Komintern, lo s comunis-
ta s apoyaban a los candidatos de Ba-
tista para
la s
elecciones
a la
Asam-
blea Constituyente, dándose
la pa-
radoja de que Carlos Rafael Rodrí-
guez y Juan Marinello, altos cargos
en e l
actual gobierno
de
Castro,
f ue -
ron ministros s in cartera con Fulgen-
c io Batista.
La caída de Batista se habría produ-
cido por la fuerte oposición de ma-
sas, junto a la cual la actividad guerrí-
l leraquedabaminimizadaysóloope-
raba como punto
d e
referencia
de la
amplitud de la lucha contra la dicta-
dura. Castro maniobraría de tal
suerte con e l carácter romántico
de la guerrilla de Sierra Maestra, que
usurparía para e l Movimiento de l 26
de julio la victoria, eliminando a sus
competidores d e l Directorio Revolu-
cionario y de l Segundo Frente de
Escambray de l poder, para terminar
depurando a su propio Movimiento
e n favor de los comunistas, a pesar
de sus diferencias c o n éstos.
El libro concluye con un análisis de la
estructura d e l poder e n Cuba que
constituye
s u
capítulo
m ás
importan-
te . Para lograr la institucionalización
de l régimen, Castro, a partir de 1970,
ha tenido q u e reorganizar su go -
bierno y elaborar una nueva consti-
tución. S u s promesas de descentra-
lizar
la
administración, aumentar
la
autonomía local y la autogestión
obrera, de democratizar lo s sindica-
tos y las organizaciones d e masas y
crear nuevas agencias estatales para
fomentar
e l
aumento
de la
participa-
ción de l pueblo en los asuntos loca-
les y nacionales, han quedado en
meras expectativas. La instituciona-
lización de la revolución cubana aún
está, s in embargo, en sus primeras
etapas. Hasta ahora lo único que ha
ocurrido
ha
sido
e l
refuerzo
de l po-
d e r personal d e Castro. Pero en el
futuro, la complejidad de esa institu-
cionalización requiere una enorme
maquinaria burocrático-administrati-
va. «El Partido Comunista, la s Fuer-
zas Armadas, el establecimiento
educacional, la s agencias económi-
cas, los sindicatos, la s ramas guber-
namentales, local, regional, provin-
cial y nacional, inexorablemente
competirán por más poder», dice
Dolgoff. El paso de l gobierno perso-
nal a una dictadura colegiada d e tipo
post-estalinista parece inevitable.
La trayectoria de lo s barbudos se
nos antoja poco ejemplar: revolucio-
narios e n Sierra Maestra, burócratas
en La Habana, reformistas e n Chile,
potencia militar en Angola y Etiopía.
En la división d e l trabajo de l mundo
burocrático a Cuba le ha tocado el
papel de brazo armado de los intere-
s e s geo-estratégicos de éste. •
REMO ERDOZAIN.
129
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3*
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7*
8 *
1 0 '
11
M e s y a ñ o
Dic.-74
Año I)
En.-75 Año I)
Fe.-75
Año I)
Mar.-73 Año I)
Ab.-75 Año I)
May.-75 Año I)
Jun.-75 Año I)
JuL-75 Año I)
T E M A
9 * Ag.-75 Año I)
Se.-73 Año I )
Oc.-7S Año I)
12 No.-75 Año I)
1 3
D1.-7S
Año II)
OCTUBRE 1934: LA REVOLUCION D E ASTURIAS
MASONERIA ESPAÑOLA: MITO O REALIDAD
REPUBLICANOS ESPAÑOLES
EN LA
LIBERACION
D E
PARIS
D E L A DICTADURA A LA REPUBLICA
PABLO IGLESIAS
SIGNIFICACION D E L 1 ° D E MAYO
HISTORIA
D E L A S
ACTITUDES POLITICAS
E N
ESPAÑA
LA SEMANA TRAGICA D E BARCELONA
1929-30: ESTUDIANTES Y PROFESORES FRENTE A LA
DICTADURA
E L DOCTOR ALBIÑANA, PRIMER FASCISTA ESPAÑOL
1869-1946: LARGO CABALLERO
AMOR
Y
REPUBLICA
JUDIOS EN LA GUERRA D E ESPAÑA
CADIZ,
1812: EL
PRINCIPIO
DE LA
VIDA PARLAMENTA-
R I A ESPAÑOLA
VIDA
Y
PASION
D E L
«CORONELITO»,
E L
PINTOR
S I -
QUEIROS
MASONERIA ESPAÑOLA: SIGLOS X I X y X X
LA AVENTURA D E L EXILIO; ESPAÑOLES E N L A P R I -
SION D E EYSSES
INDALECIO PRIETO: ENTRE
LA
REPUBLICA
Y E L S O -
CIALISMO
CIPRIANO MERA: L A MUERTE D E U N COMBATIENTE
LIBERTARIO
¡POBRES EXORCISTAS
Autor
David Rulz
José A. Ferrer
Eduardo Pons Prades
Eduardo
d e
Gulmán
Enrique Tierno
Gal van
Eduardo d e Guzmán
A.
Garrí gues Walk er
Guillem-Jordl Graells
Francisco Caudet
Manuel Pastor
Rafael Alberti
Alberto Fe rnández
Eduardo
d e
Guzmán
Carlos Sampelayo
José A. Ferrer Benlmell
Alberto Fernández
María Ruipé tez
Eduardo d e Guzmán
Julio Caro Baroja
14 En.-76 Año I I )
15 Fe.-76 Año II)
16 Mar.-76 Año I I )
17 Ab.-76 Año I I )
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May.-76
Año I I )
19
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3 1
32
33
34
3 3
3 6
3 7
3 8
3 9
Jun.-76 Año I I )
Jul.-76 Año II)
2 1 Ag.-76 Año II)
L A E R A D E FRANCO
LA
RESISTIBLE ASCENSION
D E
ARTURO
U I
L A S CRISIS D E L COMUNISMO
¿POR Q U E CORRES, ULISES?
LA EDUCACION NACIONAL-CATOLICA E N NUESTRA
POSGUERRA
VICTORIA KENT :
U N A
EXPERIENCIA PENITENCIARIA
TIERRA D E ESPAÑA
LA
DICTADURA
D E L
PROLETARIADO
1917-1920: U N A CRISIS INSTITUCIONAL
NOTAS HISTORICAS SOBRE L A U.G.T.
L A S O R G A N I Z A C I O N E S O B R E R A S
18 D E JULIO
ESPAÑA.
D E L
PASADO
A L
FUTURO
E N E L
Se.-76
Año U)
Oc.-76 Año II)
No.-76 Año I I)
DL-76 Año I I I )
LA ULTIMA SESION D E CORTES D E LA REPUBLICA
AZAÑA: «ESPAÑA
H A
DEJADO
D E S E R
CATOLICA»
DURRUTI:
U N
REVOLUCIONARIO NATO
LA LARGA MARCHA D E LA REVOLUCION CUBANA
En.-77
Año I I I )
Fe.-77
Año I I I )
Mar.-77
Año UI)
Ab.-77
Año III)
May.-77
Año I I I )
Jun.-77
Año I I I )
JuL-77 Año I I I )
Ag.-77 Ano I I I )
Se.-77
Año I I I )
LA AMNISTIA E N ESPAÑA
LA MUJER BAJO E L FRANQUISMO
—INDICE NUMEROS I a l 23—
L A S
IDEOLOGIAS FRANQUISTAS
GUERNICA
HISTORIA
D E L
P.C.E.
FEDERICA MONTSENY:
U N A
ENTREVISTA
C O N L A
HISTORIA
LA
REPUBLICA
E N E L
EXILIO (1939-1977)
LA FUNDACION D E L A F.A.I.
LA GUERRILLA ANTIFRANQUISTA
Oc.-77 Año III)
No.-77
A ño I B)
Dl-77
A ño I V )
CATALUÑA: U N A NACION FORJADA PO R LA HISTORIA
L A REVOLUCION D E OCTUBRE
E L
«CHE»GUEVARA
LISTER: LA DEFENSA D E MADRID
E L «TESTAMENTO. D E JOSE ANTONIO
Ramón Tamames
Bertolt Brecht
Fema ndo Claudin
Antonio Gala
Enrique Miret Magdalena
Emest Hemlngway y Jori
Ivens
Mauricio Pérez
Manuel Tuñón de La ra
Miguel Angel Molinero
Fema ndo Claudin
Watson, Malefakis, Mari-
chai y Lowensteüi
Dolores Ibamiri
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t ín, José Ramón Sáiz V la -
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dríguez
Plerre Vilar
E . Pons Prades, María Rui -
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José M . Gutiérrez Inclán
En.-78 Año IV)
Fe.-78
Año IV)
LA MUJER E N E L NACIONALISMO VASCO
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VIETNAM,
E N
GUERRA
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ULTIMA ENTREVISTA C O N F A L CONDE
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A i ú l á i l o i ,
S i t i c a * a a l g ú n 11 t i i
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11» a i a o ml<» « le í I I I \ 1 I M I I H I I I S I U N I A | M í c « l r f tülU l l á i i i o a l o U l l H / Ü I l d o e l C U p O l l i | U e
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7/26/2019 Tiempo de Historia 045 Año IV Agosto 1978 OCR
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l mando a distancia Philips
le
evitará levantarse
"Está comprobado".
Por
término medio,
u n a
persona
s e
levanta
2 7
veces
a l d ia
cuando está mirando
la
televisión. Para cambiar d e canal, para bajar y subir
e l volumen, para ajustar e l brillo o la intensidad de l
color. Philips
lo
sabe
y po r es o ha
creado
un
mando
a
distancia
m uy
completo
q u e
trabaja para
Ud.
El Mando a distancia Philips significa más
comodidad y mayor precisión en e l ajuste del color
Cómodamente, desde
s u
butaca,
U d .
podrá manejar
e l
televisor
a
distancia,
e n
todas
s u s
funciones.
Además, c on e l Mando a distancia Philips Ud. podrá
graduar e l brillo y la saturación d e l color c on m ás
precisión
q u e
desde
e l
panel frontal,
ya que los
3 ó 4
metros
que l o
separan
de l
televisor,
le
permiten
apreciar e l color d e l conjunto (a l igual q u e cuando
n o s
retiramos para juzgar
u n
cuadro).
E l
Mando
a
distancia Philips
e s
robusto, fuerte,
s in
puntos vulnerables. Capaz
d e
resistir
e l
duro trabajo
de s e r accionado p o r varias manos, e incluso
soportar
e l
choque
de una
accidental caida.
Funciona
s i n
cables
n i
conexiones.
En
blanco
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