the value of self esteem spa

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© 2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América. Aprobación en inglés: 6/06. Aprobación de la traducción: 6/06. 02155 002 EL VALOR DE LA AUTOESTIMA Presidente James E. Faust Segundo consejero de la Primera Presidencia Charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para jóvenes adultos 6 de mayo de 2007 • Tabernáculo de Salt Lake City Jóvenes adultos, es un privilegio estar con todos uste- des y sus líderes esta noche, aquí en nuestro querido y renovado Tabernáculo, y estar con los jóvenes que se encuentran en los centros de estaca cercanos o lejanos gracias a la transmisión vía satélite. Creo que estoy más cómodo de lo que ustedes están. Recuerdo cuan- do me sentaba en esas bancas y al haber sido renova- do el Tabernáculo éstas no se cambiaron por otras más cómodas. Nos alegra verlos a ustedes, hombres y muje- res jóvenes maravillosos; estamos agradecidos por us- tedes y apreciamos el hecho de que deseen avanzar y hacer lo que es recto y efectuar las cosas que el Señor desea que realicen en sus vidas. Ustedes, jovencitas, parecen saber lo que hacen y lo que desean hacer y los jóvenes están aprendiendo lo que deben hacer. Me gustaría decir algo a los jóvenes: No se dejen aconsejar mucho por sus temores. Piensen en eso. Agradezco que la hermana Faust esté conmigo aquí. Cuando decidimos casarnos, le dije que yo necesita- ría más preparación académica, que iba a necesitar su ayuda y que apreciaría su apoyo. Puedo decir sincera- mente que ella me dio el apoyo que necesitaba y mu- cho más e hizo posible que hiciera algunas de las cosas que he hecho en mi vida. Debo decirles que el matrimonio incluye un compromiso de ayuda mutua y la hermana Faust ha sido mi mejor ayuda. Hoy me gustaría hablar sobre la autoestima, es decir sobre lo que pensamos de nosotros mismos, lo que consideramos que otros piensan sobre nosotros y el valor de nuestros logros. Hace tiempo, un ciudadano inglés desconocido ofre- ció esta oración: “Oh, Dios, ayúdame a tener una ele- vada opinión de mí mismo”. El presidente Harold B. Lee dijo que esa “debe ser la oración de cada persona; no una autoestima exagerada que se convierta en al- tivez, engreimiento ni arrogancia, sino un justo auto- respeto que podría definirse como la “creencia en nuestro propio valor; nuestro valor ante Dios y ante los hombres” 1 . En efecto, la autoestima a la que me refiero no es ciega, arrogante, vana ni egoísta, sino una autoestima que implica autorespeto, honradez pero sin engreimiento, y que proviene de la paz y la fortaleza internas. La autoestima se ubica en el centro mismo de nuestro progreso y logros personales; es como el pegamento que une nuestra autosufiencia, autocontrol y nuestra aprobación o desaprobación propias y conserva segu- ros todos los mecanismos de autodefensa. Nos protege del engaño, de la desconfianza y del remordimiento propio, así como del viejo y trillado egoísmo. El valor de lo que se desconoce Durante mi larga vida, he visto que no son necesaria- mente los más ricos y famosos quienes merecen el mayor respeto, sino los héroes anónimos, cuya verda- dera identidad, como la del Soldado Desconocido, es advertida sólo por Dios. Con frecuencia, esa gente es de poca posición pero de un gran valor. Ejemplos de acciones poco reconocidas Crecí en la parte rural de este valle, en el área Cottonwood del Condado de Salt Lake y allí había un hombre que tenía una gran dignidad y que inspi- raba un gran respeto. Era un hermano escandinavo de edad quien, después de caminar un par de millas, viajaba por tranvía para trabajar en el cementerio de Salt Lake City todos los días; su trabajo era regar y cortar el césped, cuidar las flores y cavar las sepultu- ras. Hablaba poco porque su inglés no era muy bue- no, pero él era siempre lo que debía ser; hacía lo que debía de un modo ejemplar y digno. No tenía proble- mas con su ego ni con su fe pues mientras cavaba tumbas para subsistir, sentía que su trabajo era servir a Dios; ése era un hombre de poca posición pero de un gran valor. El valor y el potencial de los discípulos de Cristo Cuando el Señor llamó a Sus discípulos, Él no busca- ba a hombres y mujeres de posición, con propiedades ni con fama. Él buscaba a los de valor y potencial. Esos primeros discípulos conformaban un grupo inte- resante: pescadores, colectores de impuestos, etc. 1

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EL VALOR DE LA AUTOESTIMA.

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  • 2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de Amrica. Aprobacin en ingls: 6/06. Aprobacin de la traduccin: 6/06. 02155 002

    EL VALOR DE LA AUTOESTIMA

    Presidente James E. FaustSegundo consejero de la Primera Presidencia

    Charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para jvenes adultos6 de mayo de 2007 Tabernculo de Salt Lake City

    Jvenes adultos, es un privilegio estar con todos uste-des y sus lderes esta noche, aqu en nuestro querido yrenovado Tabernculo, y estar con los jvenes que seencuentran en los centros de estaca cercanos o lejanosgracias a la transmisin va satlite. Creo que estoyms cmodo de lo que ustedes estn. Recuerdo cuan-do me sentaba en esas bancas y al haber sido renova-do el Tabernculo stas no se cambiaron por otras mscmodas. Nos alegra verlos a ustedes, hombres y muje-res jvenes maravillosos; estamos agradecidos por us-tedes y apreciamos el hecho de que deseen avanzar yhacer lo que es recto y efectuar las cosas que el Seordesea que realicen en sus vidas. Ustedes, jovencitas,parecen saber lo que hacen y lo que desean hacer ylos jvenes estn aprendiendo lo que deben hacer. Megustara decir algo a los jvenes: No se dejen aconsejarmucho por sus temores. Piensen en eso.

    Agradezco que la hermana Faust est conmigo aqu.Cuando decidimos casarnos, le dije que yo necesita-ra ms preparacin acadmica, que iba a necesitar suayuda y que apreciara su apoyo. Puedo decir sincera-mente que ella me dio el apoyo que necesitaba y mu-cho ms e hizo posible que hiciera algunas de lascosas que he hecho en mi vida. Debo decirles que elmatrimonio incluye un compromiso de ayuda mutuay la hermana Faust ha sido mi mejor ayuda.

    Hoy me gustara hablar sobre la autoestima, es decirsobre lo que pensamos de nosotros mismos, lo queconsideramos que otros piensan sobre nosotros y elvalor de nuestros logros.

    Hace tiempo, un ciudadano ingls desconocido ofre-ci esta oracin: Oh, Dios, aydame a tener una ele-vada opinin de m mismo. El presidente Harold B.Lee dijo que esa debe ser la oracin de cada persona;no una autoestima exagerada que se convierta en al-tivez, engreimiento ni arrogancia, sino un justo auto-respeto que podra definirse como la creencia ennuestro propio valor; nuestro valor ante Dios y antelos hombres1.

    En efecto, la autoestima a la que me refiero no es ciega,arrogante, vana ni egosta, sino una autoestima que

    implica autorespeto, honradez pero sin engreimiento,y que proviene de la paz y la fortaleza internas.

    La autoestima se ubica en el centro mismo de nuestroprogreso y logros personales; es como el pegamentoque une nuestra autosufiencia, autocontrol y nuestraaprobacin o desaprobacin propias y conserva segu-ros todos los mecanismos de autodefensa. Nos protegedel engao, de la desconfianza y del remordimientopropio, as como del viejo y trillado egosmo.

    El valor de lo que se desconoce

    Durante mi larga vida, he visto que no son necesaria-mente los ms ricos y famosos quienes merecen elmayor respeto, sino los hroes annimos, cuya verda-dera identidad, como la del Soldado Desconocido, esadvertida slo por Dios. Con frecuencia, esa gente esde poca posicin pero de un gran valor.

    Ejemplos de acciones poco reconocidas

    Crec en la parte rural de este valle, en el reaCottonwood del Condado de Salt Lake y all habaun hombre que tena una gran dignidad y que inspi-raba un gran respeto. Era un hermano escandinavode edad quien, despus de caminar un par de millas,viajaba por tranva para trabajar en el cementerio deSalt Lake City todos los das; su trabajo era regar ycortar el csped, cuidar las flores y cavar las sepultu-ras. Hablaba poco porque su ingls no era muy bue-no, pero l era siempre lo que deba ser; haca lo quedeba de un modo ejemplar y digno. No tena proble-mas con su ego ni con su fe pues mientras cavabatumbas para subsistir, senta que su trabajo era servira Dios; se era un hombre de poca posicin pero deun gran valor.

    El valor y el potencial de los discpulos de Cristo

    Cuando el Seor llam a Sus discpulos, l no busca-ba a hombres y mujeres de posicin, con propiedadesni con fama. l buscaba a los de valor y potencial.Esos primeros discpulos conformaban un grupo inte-resante: pescadores, colectores de impuestos, etc.

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  • Charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para jvenes adultos 6 de mayo de 2007 Presidente James E. Faust

    Luego de haber sido llamados como Apstoles, no seenaltecieron ni se sintieron superiores. Una vez, des-pus que algunos de ellos fueron golpeados, siguie-ron su camino, regocijndose de haber sido tenidospor dignos de padecer afrenta por causa de Su nom-bre (Hechos 5:41).

    El valor tiene poco que ver con la edad y mucho quever con el servicio. El Seor ha dicho claramente queel valor propio se basa en el servicio, no slo a losamigos y a la familia sino a los extraos y an a losenemigos. En la obra Paraso perdido, de John Milton,encontramos esta verdad:

    Nada beneficia msque una autoestima bien manejaday establecida sobre lo que es justo y recto2.

    Seis claves para una autoestima sana

    Primera: Conserven su albedro

    Quisiera sugerir seis claves esenciales para manteneruna autoestima sana. La primera es conservar su al-bedro. Eso significa que no debemos renunciar alautocontrol ni ceder ante hbitos que ciegan ni aadicciones que esclavizan ni a conductas que destru-yen. Para cuidar nuestro albedro debemos evitar lastrampas mortales de las que no hay escape. Algunosde los que han sido atrapados pasan los mejoresaos de su vida tratando de escapar y se desgastantanto en el proceso que, al final, aun cuando logranliberarse de su adiccin, sus nervios colapsan y suscerebros se apagan para siempre.

    Cunto mejor seramos y cun completo sera nues-tro albedro si pudiramos decir con el salmista: Detodo mal camino contuve mis pies (Salmos119:101).

    Segunda: La humildad

    La segunda clave para una autoestima adecuada es lahumildad. No hablo de la humildad que golpea supecho y se lamenta con cilicio y ceniza, sino deaquella que proviene de la paz y la fuerza interiores.Es esa la humildad que nos permite aceptar nuestrasimperfecciones y vivir con ellas sin aparentar escon-derlas. Es importante aprender a vivir con nuestrosdefectos fsicos o mentales incorregibles sin dar expli-caciones ni quejarnos. Hace algunos meses tuve unaoperacin en la espalda. Nunca he sido el mismodesde entonces y puede que nunca vuelva a serlo.Cuando habl por primera vez desde ese tiempo en

    el centro de conferencias usando un pequeo plpitocomo este, una de nuestras nietas dijo: Oh, abuelo,lucas tan cmodo all arriba que hubiera querido iry sentarme a tu lado!.

    Hace algunos aos conoc a un maravilloso y agrada-ble amigo. Es un exitoso hombre de negocios, diverti-do, inteligente y elegante. La espiritualidad brilla ensu rostro. Unos meses despus, not algo de lo cualno me haba dado cuenta antes y es que cojea un po-co al caminar. Entonces lo mir ms detenidamente yme di cuenta de que mi amigo era ligeramente joro-bado y tena la columna vertebral deforme. Esos de-fectos fsicos estaban tan bien disimulados por subondad autntica, cordialidad y gran encanto, queno significaban nada en l como persona. Mi amigoacepta sus defectos fsicos con humildad y fortaleza,y su personalidad natural los compensa por completo.

    Hay otra dimensin de la humildad que debo men-cionar: la de ser enseable. El profeta Samuel acon-seja: Ahora, pues, aguardad, y contender convosotros (1 Samuel 12:7). Los Proverbios nos re-cuerdan que El que ama la instruccin ama la sa-bidura (Proverbios, 12:1).

    Tercera: La honradez

    La tercera clave de la autoestima es la honradez. Lahonradez comienza siendo verdicos con nosotrosmismos. Hace algunos aos estaba en la sala de untribunal, presenciando una escena muy triste concer-niente a la custodia de unos nios. El alegato era quela madre natural no era una buena ama de casa y seintentaba demostrar que era una madre incompeten-te. Una trabajadora social haba testificado que cuan-do ella haba visitado la casa, sta estaba hecha undesastre y que la cocina estaba sucia.

    La madre, que buscaba conservar la custodia de losnios, fue llamada al banquillo de los testigos. Unaseora de mediana edad, robusta y poco atractiva, seacerc, tom juramento y se sent en el banquillo. Elpadre, que se haba vuelto a casar y quera la custodiade los nios, tena un abogado que se bas implaca-blemente en el testimonio dado por la trabajadora so-cial. Sus preguntas dirigidas a la agobiada madre eranpenetrantes.

    Es verdad, pregunt, que su casa estaba tan suciacomo una pocilga el da en que la trabajadora socialla visit? Qu drama! Cmo podra la madredefenderse y conservar la custodia de los nios?

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    2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de Amrica. Aprobacin en ingls: 6/06. Aprobacin de la traduccin: 6/06. 02155 002

  • Charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para jvenes adultos 6 de mayo de 2007 Presidente James E. Faust

    Qu poda decir? Haba tensin en el ambiente! Elladud durante unos momentos y, entonces, respondicalmadamente y con total seguridad: S, en realidadmi casa estaba desordenada ese da.

    Su honradez sorprendi aun al juez, quien se inclinsobre el banquillo y le pregunt: Qu quiere decircon ese da?.

    Bien, su seora, respondi, esa maana, tempra-no, cuando la trabajadora social me visit, yo habaestado envasando duraznos. Haba pelado, cocinadoy envasado dos canastos de duraznos. No haba ter-minado la limpieza cuando la trabajadora social lle-g. La cocina estaba todava pegajosa con el almbarque haba derramado mientras trataba de colocarlodentro de los frascos antes de sellarlos. Mi casa real-mente estaba sucia ese da. Trato de ser una buenaama de casa pero con tres nios no me es posiblemantenerla siempre en orden.

    Su franqueza y sinceridad fueron contundentes y de-vastadoras para la oposicin. Cuando termin de ha-blar, todos en la corte saban que el dictamen deljuez sera dado en su favor. Al levantarse y caminardesde el banquillo de los testigos, ella tena el porte yla seguridad de una reina. Ser verdicos con nosotrosmismos es la esencia de la honradez y es una piedraangular de la autoestima.

    Cuarta: El amor por el trabajo

    La cuarta clave es el amor por el trabajo. El atleta mstalentoso de nuestra universidad sobresala en cada de-porte. Jugaba ftbol norteamericano y corra la carreracon obstculos; de hecho, tena el mejor tiempo uni-versitario en las vallas menores. El entrenador, IkeArmstrong, requiri que los velocistas corrieran unavez cada semana con los corredores de ms distanciapor 275 metros para aumentar la resistencia de los ve-locistas y la velocidad de los corredores de ms distan-cia. Mi amigo, este gran atleta, estuvo al frente de todoslos corredores durante unos 250 metros pero apenasuno de los corredores de resistencia lo pas, se retir yno termin. Su talento y habilidad naturales eran talesque nunca se esforz mucho por sobresalir. Se cas, pe-ro su matrimonio fracas. Jug al ftbol profesional yfue una estrella pero se involucr en las drogas y muripor esas sustancias y el alcohol. Otros jugadores, menostalentosos, haban logrado ms que l.

    He conocido muy pocas personas que podran ser lla-madas verdaderos genios. Si bien es cierto que algunos

    son muy capaces, la mayora de las obras del mundo yalgunas de las ms grandes contribuciones provienende gente comn que cultiva sus talentos. Un talentocomn puede ser nutrido y transformado en un grandon por medio del trabajo arduo. Algunos de los arte-sanos de China pasan aos elaborando un fino objetode arte de increble gracia y belleza. No todos tenemostalento para artes como la pintura, la escultura o lamsica y hay muchos talentos que no son tan eviden-tes. Puede que algunos tengan un don natural de ha-cer a otros sentirse importantes, felices y especiales.Ese don debe ser cultivado y fortalecido.

    Igualmente, los dones espirituales pueden ser refina-dos y engrandecidos por medio de una vida recta, dela oracin, del estudio de las Escrituras y de la obe-diencia. Una frase atribuida a George Lucas sugiereque: No importa lo que la gente diga de m ni loque yo mismo diga; lo que importa es lo que logro.Lo que logramos ayuda a nuestra autoestima. Puedeque a veces pensemos: El trabajo que hago no es im-portante, o Slo soy esto o aquello. Todo trabajoque se hace es importante a pesar de lo insignificanteque le pueda parecer a quien lo hace.

    Quinta: La habilidad de amar

    La quinta clave es la habilidad de amar. El Salvadordio el mandamiento de amar a los dems y a ustedesmismos3. Me amo tanto que puedo rerme de mmismo, admitir mis errores y aceptar cortsmente uncumplido? Estoy tan seguro de mi amor por otraspersonas, que puedo sonrer y saludar a un extrao?

    Hace aos, en una clase de seminario, aprendimos:

    Conmigo mismo tengo que vivir ydeseo ser aceptado por lo que yo s de m;. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . mi cabeza erguida quiero tener y el respeto de todos merecer;. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . de m mismo no me puedo esconder pues veo lo que otros nunca ven. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Engaarme yo mismo no puedo,pase lo que pase, para m respeto quiero y una conciencia libre de culpa deseo4.

    Sexta: El amor a Dios

    La sexta clave, y la ms esencial de la autoestima,es el amor a Dios. El rey Benjamn nos recuerda:

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    2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de Amrica. Aprobacin en ingls: 6/06. Aprobacin de la traduccin: 6/06. 02155 002

  • Charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para jvenes adultos 6 de mayo de 2007 Presidente James E. Faust

    Cmo conoce un hombre al amo a quien no haservido? (Mosah 5:13). En la epstola de Pablo aTito, el apstol nos recuerda que hay muchos queprofesan conocer a Dios, pero con los hechos lo nie-gan (Tito 1:16).

    El apstol Juan nos da esta valiosa clave: Y en estosabemos que l permanece en nosotros, por el Esprituque nos ha dado (1 Juan 3:24).

    Juan tambin menciona un aspecto importante de laobediencia cuando dice: Y en esto sabemos que no-sotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.

    El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus manda-mientos, el tal es mentiroso, y la verdad no est enl (1 Juan 2:34).

    Hay muchos cuya autoestima ha sido tan devastadapor la prdida de seres queridos, por el divorcio o porotras desgracias personales! Algunos llevan una cargaadicional de culpa debido a pecados graves. La trans-gresin destruye tanto la autoestima! Despus de latransgresin con frecuencia vienen la autojustifica-cin y an las mentiras. A esto se debe que la justiciasea tan exigente con el ofensor.

    Afortunadamente, debido al gran principio del arre-pentimiento, los pecados como el carmes puedenllegar a ser blancos como la nieve (Isaas 1:18). Doygracias por ese principio y oro porque no dudemosen buscar la paz que viene del arrepentimiento. Esimportante recordar y nunca olvidar que nosotros,hombres y mujeres, fuimos creados a imagen de Diosy por Dios mismo. La humanidad es la ms noble detodas las creaciones.

    Qu es el hombre pregunt el salmista, para quetengas de l memoria, y el hijo del hombre para quelo visites?

    Le has hecho poco menor que los ngeles, y lo coro-naste de gloria y de honra.

    Le hiciste seorear sobre las obras de tus manos; todolo pusiste debajo de sus pies (Salmos 8:46).

    En mi ministerio, cuando he apartado a un presidentede estaca o a un presidente de misin, con frecuenciahe tenido la clara impresin de que la persona sobrecuya cabeza he colocado mis manos fue preordenadapara ese llamamiento. El profeta Jeremas recibi estacerteza del Seor: Antes que te formase en el vientrete conoc, y antes de que nacieses te santifiqu, te dipor profeta a las naciones (Jeremas 1:5).

    No todos somos llamados como lderes en el reino;pero, hay una obra mayor que la de ser maestro, pa-dre o madre? As que nadie es un don nadie! Las se-millas de la divinidad estn en todos nosotros y elda vendr cuando tengamos que responder anteDios por lo que hayamos hecho con esa porcin dedivinidad que tenemos.

    Ahora, esta es una bella tarde y sera fantstico queustedes jvenes tuvieran tiempo para pasar juntos,as que voy a terminar. Quisiera ensearles algoms que ense a las Autoridades Generales en unaconferencia: las reuniones no tienen que ser intermi-nables para ser eternas.

    Testifico que Dios nos ama a cada uno, con defectos ytodo. Testifico que l nos conoce por nombre. Testificoque cada uno tiene un potencial en esta vida y msall de la tumba, el cual excede nuestros sueos msentraables. Por el don del Espritu Santo, testifico queestamos comprometidos en Su santa obra.

    Deseo invocar una bendicin apostlica de los cielossobre todos ustedes y ruego que podamos llegar a saberquines somos en realidad, los hijos e hijas de Dios.La bendicin que me gustara invocar sobre ustedes esla misma que el Seor le dio a Nefi pero voy a susti-tuir cada uno de sus nombres, como si cada uno deustedes fuera Guillermo o Enrique, o Carolina o Elena:

    Bienaventurado eres t, [Guillermo y Enrique y todosustedes], por las cosas que has hecho; porque he vistoque has declarado infatigablemente a este pueblo lapalabra que te he dado. Y no les has tenido miedo,ni te has afanado por tu propia vida, antes bien, hasprocurado mi voluntad y el cumplimiento de mismandamientos. Y ahora viene la bendicin: Y por-que has hecho esto tan infatigablemente, he aqu, tebendecir para siempre, y te har poderoso en pala-bra y en hecho, en fe y en obras (Helamn 10:45).En el nombre de Jesucristo. Amn.

    Notas

    1. Harold B. Lee, Stand Ye in Holy Places (1974), 67.

    2. En Complete Poetry and Selected Prose of John Milton(1950), 281, book 8, lines 57173

    3. Ver Mateo 22:39.

    4. Myself. En Collected Verse of Edgar A. Guest(1934), 724.

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