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JihadMonitor.org 1 EL TERRORISMO YIHADISTA EN ESPAÑA Javier Jordán Departamento de Ciencia Política y de la Administración Universidad de Granada [email protected] Marzo de 2005 La finalidad de este capítulo consiste en crear un marco de de análisis que permita entender mejor la entidad y alcance de dicho fenómeno en el contexto de nuestro país. CONCEPTOS PREVIOS: SALAFISMO YIHADISTA Y ESTRUCTURAS EN RED El salafismo yihadista (al que también nos referiremos simplemente como yihadismo) constituye la base doctrinal de los distintos grupos que practican este tipo de terrorismo. Entre unos y otros pueden existir notables diferencias en lo concerniente a sus objetivos (de carácter meramente nacional o en otros de alcance global) y a los medios para lograrlos; pero todos tienen en común una misma inspiración ideológica que justifica el empleo de la violencia en nombre del islam El salafismo yihadista es una derivación perversa y minoritaria de una gran corriente doctrinal conocida como salafismo, que se caracteriza por el deseo de volver a los orígenes doctrinales de la religión y al modo de vida de los primeros musulmanes, purificando el islam de las creencias y prácticas desviadas que lo han ido contaminando tras siglos de historia. El salafismo no es un fenómeno homogéneo y dentro de él existen diversas interpretaciones sobre cómo llevar a cabo dicha “vuelta a los orígenes”. Al salafismo pertenecen corrientes tan dispares como el wahabismo, el deobandismo (que a su vez inspira a movimientos tan diferentes entre sí como la Yama’a al-Tabligh y los talibanes), los intelectuales que en el siglo XIX admiraron los logros políticos de Occidente e intentaron aplicarlos a la teoría política islámica, o los movimientos contemporáneos vinculados a Hermanos Musulmanes (Choueiri, 1997). Los principios ideológicos comunes a todas estas líneas doctrinales consisten en el deseo de restaurar la grandeza originaria del islam desde el punto de vista espiritual y también temporal, la voluntad de reislamizar las sociedades musulmanas a partir de lo que ellos entienden como ortodoxia, la aspiración de que las estructuras políticas sean también islámicas y velen por la creación de un entorno acorde los principios religiosos (una recreación por tanto de la primera comunidad de creyentes donde no existía una independencia entre los ámbitos político y religioso), el deseo de lograr la unión de todos los musulmanes, y la voluntad de extender el islam por todo el planeta. La concreción de estos objetivos y el modo de alcanzarlos, además del origen histórico particular de cada una de las corrientes salafistas, marcan la diferencia entre unos movimientos y otros. Dentro de esa variedad de interpretaciones, la corriente del salafismo yihadista considera que el empleo de la violencia es un instrumento aceptable a la hora de alcanzar determinados objetivos político-religiosos; objetivos que varían en función de cada grupo o red yihadista. Uno de los principales ideólogos del yihadismo fue el egipcio Sayid Qutb, ejecutado por el régimen de Nasser en 1966, y que a su vez se había inspirado en los escritos del paquistaní Abu Alaa Maududi. A partir de él otros partidarios de la yihad la convirtieron en una obligación

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EL TERRORISMO YIHADISTA EN ESPAÑA

Javier Jordán

Departamento de Ciencia Política y de la Administración Universidad de Granada

[email protected]

Marzo de 2005 La finalidad de este capítulo consiste en crear un marco de de análisis que permita entender mejor la entidad y alcance de dicho fenómeno en el contexto de nuestro país.

CONCEPTOS PREVIOS: SALAFISMO YIHADISTA Y ESTRUCTURAS EN RED

El salafismo yihadista (al que también nos referiremos simplemente como yihadismo) constituye la base doctrinal de los distintos grupos que practican este tipo de terrorismo. Entre unos y otros pueden existir notables diferencias en lo concerniente a sus objetivos (de carácter meramente nacional o en otros de alcance global) y a los medios para lograrlos; pero todos tienen en común una misma inspiración ideológica que justifica el empleo de la violencia en nombre del islam El salafismo yihadista es una derivación perversa y minoritaria de una gran corriente doctrinal conocida como salafismo, que se caracteriza por el deseo de volver a los orígenes doctrinales de la religión y al modo de vida de los primeros musulmanes, purificando el islam de las creencias y prácticas desviadas que lo han ido contaminando tras siglos de historia. El salafismo no es un fenómeno homogéneo y dentro de él existen diversas interpretaciones sobre cómo llevar a cabo dicha “vuelta a los orígenes”. Al salafismo pertenecen corrientes tan dispares como el wahabismo, el deobandismo (que a su vez inspira a movimientos tan diferentes entre sí como la Yama’a al-Tabligh y los talibanes), los intelectuales que en el siglo XIX admiraron los logros políticos de Occidente e intentaron aplicarlos a la teoría política islámica, o los movimientos contemporáneos vinculados a Hermanos Musulmanes (Choueiri, 1997). Los principios ideológicos comunes a todas estas líneas doctrinales consisten en el deseo de restaurar la grandeza originaria del islam desde el punto de vista espiritual y también temporal, la voluntad de reislamizar las sociedades musulmanas a partir de lo que ellos entienden como ortodoxia, la aspiración de que las estructuras políticas sean también islámicas y velen por la creación de un entorno acorde los principios religiosos (una recreación por tanto de la primera comunidad de creyentes donde no existía una independencia entre los ámbitos político y religioso), el deseo de lograr la unión de todos los musulmanes, y la voluntad de extender el islam por todo el planeta. La concreción de estos objetivos y el modo de alcanzarlos, además del origen histórico particular de cada una de las corrientes salafistas, marcan la diferencia entre unos movimientos y otros. Dentro de esa variedad de interpretaciones, la corriente del salafismo yihadista considera que el empleo de la violencia es un instrumento aceptable a la hora de alcanzar determinados objetivos político-religiosos; objetivos que varían en función de cada grupo o red yihadista. Uno de los principales ideólogos del yihadismo fue el egipcio Sayid Qutb, ejecutado por el régimen de Nasser en 1966, y que a su vez se había inspirado en los escritos del paquistaní Abu Alaa Maududi. A partir de él otros partidarios de la yihad la convirtieron en una obligación

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religiosa similar a los cinco pilares del islam. Algunos, como el palestino Abdullah Azzam, sólo justificaron la lucha armada si tenía como fin defender la tierra del islam (por ejemplo de la agresión soviética en Afganistán). Otros, caso del egipcio Abdesalam Faraj, la consideraron necesaria para derrocar a los gobernantes de los países musulmanes que no aplicaban la sharia. Y, finalmente, los partidarios actuales de la yihad global promueven su empleo contra el “enemigo lejano”, es decir Occidente y más en concreto Estados Unidos sin cuya derrota previa será imposible frenar las agresiones contra el islam y alcanzar la unión política de todos los musulmanes en un nuevo califato. Dos de los principales defensores de la yihad a escala mundial son Osama Bin Laden y su lugarteniente Ayman Al-Zawahiri. También han promovido la misma idea Abu Qatada y Omar Abdel-Rahman, ambos en prisión en Gran Bretaña y en Estados Unidos, respectivamente (Jordán y Boix, 2004). El salafismo yihadista, y particularmente el yihadismo global, se ha convertido en una ideología que trasciende conflictos y fronteras, y que fortalece la cooperación entre redes radicales con agendas políticas independientes, dispersas a lo largo y ancho del planeta. El principal “éxito” de Osama Bin Laden y de los otros responsables de Al-Qaida consiste en haber logrado la extensión planetaria de esta corriente doctrinal. Como afirma Rohan Gunaratna (2004, 99), Al-Qaida comenzó siendo una organización y con el tiempo se ha transformado en un movimiento que inspira la actividad descentralizada de miles de personas. Otro concepto relevante para el análisis del terrorismo islamista en nuestro país es el de red yihadista. Los investigadores de la RAND Corporation, John Arquilla y David Ronfeldt (2002), crearon a lo largo de la década de los 90 el marco teórico de la netwar (guerra red) con el fin de explicar los conflictos armados característicos de la sociedad de la información. En esos trabajos subrayaron la diferencia que existía entre la estructura descentralizada de Al-Qaida y la de otros grupos terroristas anteriores marcadamente jerárquicos. Arquilla y Ronfeldt destacaron así la importancia del concepto de red, entendida como un conjunto de nodos interconectados, a la hora de comprender el comportamiento y la organización de los nuevos grupos terroristas. Los principales atributos de las estructuras en red son la centralización estratégica y la descentralización táctica, la relevancia de los vínculos personales entre los miembros de la red, la mayor flexibilidad y capacidad de adaptación al entorno, la primacía de los canales de comunicación informal, y las considerables ventajas que adquieren este tipo de organizaciones gracias la revolución en las tecnologías de la información. Por otra parte, Marc Sageman (2004), a partir del un estudio realizado sobre la historia y perfil de 172 yihadistas, también ha destacado recientemente la importancia de las estructuras en red y de las relaciones personales de amistad y parentesco en la extensión y evolución del terrorismo islamista. En este capítulo utilizaremos el término red yihadista para describir a los diferentes grupos de personas que han realizado actividades inspiradas en esta peculiar corriente del salafismo. Aunque algunos de los individuos detenidos en España eran miembros de organizaciones conocidas como Grupo Islámico Armado (GIA), Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC), o Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), evitaremos ese tipo de denominaciones. Los nombres establecidos y las siglas dan la impresión de hacer referencia a organizaciones de corte clásico, burocratizadas y con una jerarquía al estilo militar, similares a ETA o el IRA. Pero no es ese el caso. En las redes yihadistas que han actuado en España los vínculos de lealtad son entre individuos y con referencia a una causa común, que en los casos que vamos a estudiar es la yihad global. Estas personas no tienen una idea abstracta de organización que trascienda los lazos personales que mantiene entre ellos. Dos son los indicios que avalan dicha teoría. El primero es la ausencia, o al menos el carácter muy secundario, del nombre de la organización. Por ejemplo, parece que su primer nombre fue el de Alianza Islámica y posteriormente Los Soldados de Alá. Pero en la documentación intervenida por la policía y en las comunicaciones telefónicas interceptadas no aparece como tal, por lo que es de suponer que sus integrantes no dieran especial importancia al nombre del grupo y que lo que primaban eran

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las relaciones personales entre unos y otros. En el caso de la red que ejecutó los atentados de Madrid, el nombre que utilizaron sus miembros en una cinta encontrada por la policía entre los escombros del piso de Leganés era el de las “Brigadas Al Mufti y Ansar Al Qaeda”. Pero al mismo tiempo, en una nota manuscrita por Serhane El Tunecino y enviada por fax un periódico español pocos días antes del suicidio colectivo, los terroristas se calificaban a sí mismos como “el Batallón de la Muerte”1. El nombre del grupo era ocasional y efímero ya que ellos mismos habían decidido morir en alguno de los últimos atentados que pensaban efectuar. La cuestión del nombre tiene su interés porque denota la escasa importancia que los miembros de la red conceden a la organización como ente abstracto. A pesar de la estructura jerárquica y de la diferencia de roles descritas en el epígrafe anterior, en las redes yihadistas de España no se aprecia una “estructura burocrática” según el ideal de Max Weber donde el cargo desempeñado no se identifica con el individuo. Por el contrario, se trataría de estructuras muy personalistas, donde las relaciones informales son las cruciales, pero, al mismo tiempo, variables y en muchos casos temporales. La segunda razón que lleva a pensar en la primacía de las relaciones personales, y del compromiso general con la yihad por encima de la lealtad a una organización abstracta, es la adscripción a varias redes por un mismo individuo, de manera simultánea o en el transcurso de cortos espacios de tiempo. Por ejemplo, Abu Dahdah era miembro de La Vanguardia Luchadora siria y coordinador de una red diferente en España; Allekema Lamari fue miembro del GIA y posiblemente ocupó un papel muy relevante en la red de los atentados de Madrid; Rabei Osman comenzó militando al parecer en el grupo egipcio Yihad, estaba vinculado a redes yihadistas de mayoría marroquí en Europa y mantuvo relación con la red de los atentados de Madrid; los marroquíes Amer Azizi y Said Berraj fueron miembros de la red de Abu Dahdah, jugaron un papel importante en la red de los atentados de Madrid y actualmente se encuentran en busca y captura, posiblemente en relación con otras redes yihadistas en Europa2. El marroquí Salah Eddin Benyaich, alias Abu Mughen, participó en la red de Abu Dahdah, combatió en fuerzas de muyahidin en Bosnia y Chechenia, y actualmente se encuentra en la cárcel en Marruecos acusado de pertenecer al movimiento Salafía Yihadia y estar implicado en los atentados de Casablanca de mayo de 20033, etc. Por tanto, las fronteras entre las redes yihadistas son porosas y no es extraño que una misma persona asuma compromisos con más de un grupo a la vez. La relación entre distintos grupúsculos no se debe sólo a alianzas formales (que en determinados casos también pueden existir), sino a la actuación descentralizada de muchos de sus miembros, que actúan con iniciativa individual sobre la base de lazos de parentesco, referencias de personas de confianza o amistades forjadas durante años. Esta dinámica se produce tanto escala global (entre las redes que componen la Al-Qaida originaria y sus grupos asociados) como regional (entre las redes presentes un país o países vecinos). La colaboración de personas de redes diferentes en un mismo proyecto no significa la existencia de una alianza estable entre grupos, sino que esos individuos se han podido sumar a dicho proyecto por cuenta propia, y captar para él a sujetos de otros grupos a los que conocen porque viven en la misma ciudad y coinciden en entornos similares.

EL MAPA DEL YIHADISMO EN ESPAÑA

Todo parece indicar que la aparición en España de redes yihadistas plenamente operativas se inició a comienzos de la década de los 90. Sin embargo, durante los años 80 nuestro territorio ya había sido escenario de acciones inspiradas en el yihadismo y protagonizadas por equipos de

1 “El País”, 10/10/2004. 2 “El País”, 12/09/2004. 3 “El Mundo”, 21/10/2004.

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ataque procedentes del exterior. Por ejemplo, el 24 de julio de 1984 la policía española detuvo a un comando iraní de los “Mártires de la Revolución Islámica” que pretendía atentar contra un avión saudí en Madrid. Un mes más tarde, un grupo denominado Yihad Islámica (posiblemente sin relación con el grupo egipcio del mismo nombre) atentó contra el propietario de un periódico kuwaití en Marbella, y asesinó varias semanas después en esa misma localidad a un ingeniero saudí. En 1985 Yihad Islámica se atribuía también el atentado bomba contra el restaurante El Descanso, cerca de la base norteamericana de Torrejón, donde murieron 18 personas y 82 resultaron heridas. En 1989 la policía detuvo en Valencia a ocho individuos supuestamente vinculados a Hizbollah con 258 detonadores y 220 kilos de explosivos en latas de conservas procedentes del Líbano que iban a trasladar a Francia4. Dos años más tarde, en 1991, las agencias de seguridad españolas fueron alertadas por un servicio de inteligencia árabe de la existencia de un plan para secuestrar un avión de pasajeros y estrellarlo contra el Palacio de Oriente durante la celebración de la Cumbre de Paz de Oriente Medio en Madrid. La alerta motivó la organización de un dispositivo que incluía el refuerzo de las patrullas de aviones de combate en el espacio aéreo y un incremento de la vigilancia de los vuelos salientes, por si el secuestro se producía en territorio español. Finalmente, la célula que planeaba los atentados fue detenida en aquel país árabe, cuyo nombre todavía es desconocido. La historia se mantuvo en secreto, pero fue hecha pública diez años más tarde por Julián García Vargas y Rafael Vera, que en 1991 desempeñaban respectivamente los cargos de ministro de Defensa y secretario de Estado para la Seguridad5. El gran protagonista: las redes argelinas Las redes yihadistas argelinas están compuestas por personas vinculadas originariamente al Grupo Islámico Armado (GIA) y al Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC). Se instalaron en nuestro país a comienzos de la década de 1990, en especial en las provincias del Levante. Allí se concentra la mayor parte de la comunidad argelina en España (que en total no supera las 24.000 personas), y existe además un contacto frecuente con Argelia gracias a las líneas marítimas que enlazan Alicante, Valencia y Barcelona con los puertos de Orán y Argel. La primera detención de miembros de estas redes se produjo en marzo de 1995 y fue seguida por otras operaciones policiales en años posteriores6. Entre los detenidos hubo dos particularmente relevantes. En junio de 2001 la policía arrestó en Alicante a Mohamed Benshakria, un destacado miembro del GSPC en Europa. Benshakria se hacía pasar por inmigrante económico y estaba refugiado en España después de que su grupo fuese desarticulado en Frankfurt por la policía alemana en diciembre de 2000. De acuerdo con la Oficina de Relaciones Informativas y Sociales del Ministerio del Interior (ORIS), se trataba del denominado “Comando Meliani”, un grupo que estaba preparando un atentado masivo contra la catedral de Estrasburgo y el mercado de esa ciudad (ORIS, 22/06/2001). Benshakria fue extraditado a Francia el 12 de julio de 2001. La segunda detención que conviene destacar es la de Allekema Lamari. Fue capturado con otros integrantes de una red yihadista en Valencia en el año 1997. Las investigaciones sobre los atentados de Madrid apuntan a un destacado protagonismo de Lamari en la trama terrorista. Después de su detención en 1997 ingresó en prisión y quedó en libertad en el año 2002; se instaló en Tudela (Navarra) y posteriormente en Madrid. Desde julio de 2003 se encontraba en situación de busca y captura por quebrantamiento de condena (no compareció cuando se le llamó para que cumpliera la parte de la condena que le quedaba en función de la sentencia

4 Estos datos aparecen recogidos en un informe elaborado con noticias de prensa, facilitado muy amablemente por el Instituto de Estudios de la Policía. 5 “El Mundo”, 14/09/2001. 6 Informe de prensa facilitado por el Instituto de Estudios de la Policía.

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dictada por el Tribunal Supremo)7. Lamari se suicidó con otros seis terroristas en un piso de Leganés en abril de 2004 y el Centro Nacional de Inteligencia considera que fue el coordinador de los atentados del 11-M8. En octubre-noviembre de 2004, la policía llevó a cabo las operaciones NOVA I y II, por las que se detuvo a más de una treintena de personas, en su mayoría de origen argelino y marroquí. La red estaba coordinada por el argelino Mohamed Achraf y pretendía atentar en territorio español. En una primera fase contra la Audiencia Nacional, utilizando un camión suicida cargado con 500 kilos de explosivo, y en una fase posterior, contra otros objetivos de la capital (posiblemente el estadio de fútbol Santiago Bernabéu, la torre Picasso o dos estaciones de trenes, según se desprende de las señales hechas a un plano de Madrid, encontrado a uno de los miembros de la red). La mayor parte de los integrantes del grupo eran delincuentes comunes habían sido reclutados durante su estancia en prisión9 .

Figura 1: LAS REDES YIHADISTAS EN ESPAÑA

Nota: Este figura tiene sólo una finalidad ilustrativa y no representa la estructura real de las relaciones entre

individuos que han compuesto el entramado yihadista en España

Funciones desempeñadas Hasta el año 2004 las redes argelinas en España se habían limitado a desempeñar funciones de apoyo a otros grupos yihadistas en el extranjero. Pero no se trataba de una simple comunidad de exiliados que sostenían a la oposición armada en su país de origen. Además de ayudar a las redes del interior de Argelia, también desempeñaban misiones logísticas para otras 7 “El País”, 20/10/04. 8 “El País”, 16/10/04. 9 “El País”, 20/10/04.

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redes de Europa y Asia Central, y de esa manera eran (y posiblemente aún sigan siendo) parte del entramado mundial de Al-Qaida establecido en nuestro país. La naturaleza de esas tareas era la siguiente: 1. Financiación a través de pequeños delitos: robos y fraude de tarjetas de crédito. Con el dinero obtenido se mantenían a sí mismos y destinaban fondos a otras redes yihadistas. 2. Adquisición de equipos de doble uso civil-militar. Por ejemplo, sistemas de comunicaciones, material informático y visores nocturnos para enviarlos a Argelia, Afganistán y Chechenia. Al grupo detenido en Cataluña en enero de 2003 se le incautó material electrónico susceptible de ser empleado en la fabricación de explosivos, (temporizadores electrónicos, mandos a distancia y manuales sobre circuitos electrónicos), así como varios bidones de componentes químicos que podían ser utilizados para la fabricación de “napalm casero” (ORIS, 24/01/2003). 3. Falsificación de documentos de identidad. Según fuentes policiales, el argelino Moussa Laouar, detenido por la Guardia Civil en Murcia en febrero de 2004, facilitó documentación falsa a varios de los miembros de la célula de Hamburgo, entre ellos a Ramzi Bin al Shibh. Este individuo fue uno de los principales coordinadores de los atentados de Washington y Nueva York, y se reunió con Mohamed Atta en Salou (Tarragona) con el fin de ultimar los detalles de aquella acción terrorista. Antes de abandonar definitivamente Europa, Bin al Shibh estuvo en España con un pasaporte falso y un año más tarde fue detenido en Pakistán (ORIS, 23/02/2004). Por otro lado, los miembros de la red argelina desarticulada en septiembre de 2001 disponían de material para falsificar billetes de avión con trayectos España-Argelia y España-Francia (ORIS, 26/09/2001). 4. Propaganda y captación de nuevos miembros. En las detenciones de septiembre de 2001 se incautaron vídeos muy violentos sobre la yihad, similares a los que se utilizan con finalidad proselitista. Por su parte, Aldelnassa, detenido en la Rioja en diciembre de 2002, fue acusado de hacer propaganda de la yihad en varios centros islámicos y de intentar reclutar muyahidines entre la comunidad inmigrante (ORIS, 26/12/2002). 5. Enlace con otras redes yihadistas dentro y fuera de España. Está documentada la relación personal entre Mohamed Boualem Khouni, Abdalla, el líder de la red desarticulada en septiembre de 2001, y Abu Dahdah, el líder de la red de origen sirio detenido en Madrid en noviembre de ese mismo año. Según el Sumario 35/01, Abu Dahdah le facilitó a Abdalla la máquina lectora de tarjetas de crédito que había utilizado la red siria para obtener fondos de manera fraudulenta10. El grupo de Abdalla también tenía relación con otros miembros del entramado yihadista en Bélgica, Holanda e Italia, que a su vez fueron detenidos cuando estaban preparando atentados en esos países. Dos de esas personas, Nizar Trabelsi y Essid Sami Ben Khemais, habían pasado por España poco antes (ORIS, 26/09/2001). También se sospecha que la célula de Abdalla mantuvo contacto con Ahmed Ressam, un argelino que fue detenido en Estados Unidos en diciembre de 1999 cuando transportaba un coche con explosivos para hacerlo estallar en el aeropuerto de Los Ángeles. Ressam pasó por España antes de desplazarse a Canadá. Por último, Abdalla fue nuevamente detenido en octubre de 2004 en el marco de la operación NOVA. Por su parte, la red argelina desarticulada en Cataluña en enero de 2003 tenía relación con yihadistas de Francia y Reino Unido (ORIS, 24/01/2003). Perfil de los integrantes La primera característica que destaca en estas redes es la homogeneidad nacional. La inmensa mayoría de ellos son de origen argelino. No obstante, en la red desarticulada por la operación

10 Juzgado Central de Instrucción Número Cinco, Madrid. Sumario (Proc. Ordinario) 35/2001E, firmado por Baltasar Garzón Real, 17 de septiembre de 2003, 59 (en adelante Sumario 35/01).

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NOVA hay también una importante presencia de marroquíes, más personas aisladas de procedencia dispar: Afganistán, Mauritania y Líbano. En todos los casos se trata de inmigrantes de primera generación. El nivel de cualificación profesional es escaso. Los que trabajan desempeñan oficios que no exigen titulación: mecánicos, albañiles y regentes de locutorios son las profesiones habituales. Una proporción considerable vivía de la delincuencia común. Los yihadistas consideran moralmente aceptable el robo si es en pro de la yihad. Por lo que respecta a la edad, la mayoría se encuentra en la treintena. Todos son varones. En las fuentes abiertas no hay suficiente información disponible sobre su estado civil, de modo que no es posible aportar una valoración al respecto. Lo que sí puede deducirse es que, aunque quizás tuvieran familia (entre los salafíes se suele aconsejar que contraigan matrimonio cuanto antes), muchos no vivían con ella, pues en numerosas ocasiones los detenidos compartían la misma vivienda. Tampoco existe información abierta sobre su la situación legal de su residencia en España. En algunos casos las noticias sobre sus detenciones detallan que alguno de ellos se encontraba en situación irregular en nuestro país, pero este tipo de explicaciones son excepcionales. La información que nos permitiría establecer un cuadro exacto y comparado sobre el perfil de estos individuos se encuentra protegida por la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal, de manera que sólo puede utilizarse la que aparece mencionada en los medios de comunicación o en los notas de prensa del Ministerio del Interior. En términos generales, el perfil de los integrantes de las redes argelinas en España coincide con el de otras redes de la misma nacionalidad en Europa (Nesser, 2004).

Cuadro 1: NÚMERO DE DETENCIONES EN ESPAÑA DE PRESUNTOS YIHADISTAS 1995-2004

0

20

40

60

80

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004

Cuadro 2: DETENCIONES SEGÚN REDES 1995-2004

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117 7

25

1

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1995 1996 1997 1999 2001 2002 2003 2004

Red de Abu Dahdah Red del 11-M Redes argelinas Otros

Cuadro 3: NACIONALIDADES DE ORIGEN DE LAS PERSONAS DETENIDAS EN

ESPAÑA POR SU PRESUNTA PERTENENCIA AL ENTRAMADO YIHADISTA

83

40

2112

3 2 1 1 10

102030405060708090

Argeli

a

Marru

ecos

Siria

Paquist

án

Españ

a

Líbano

Túnez

Maurit

ania

Afgan

istán

Fuente: Oficina de Relaciones Informativas y Sociales del Ministerio del Interior y resúmenes de prensa

facilitados por el Instituto de Estudios de la Policía.

Nota sobre los cuadros: En el número total de personas detenidas e imputadas por su presunta colaboración con el terrorismo islamista es mayor que el que suman estos cuadros. En ellos sólo se ha incluido a los yihadistas, dejando fuera a los delincuentes comunes que han colaborado en tareas puntuales con la red a cambio de dinero (por ejemplo, los españoles implicados en la trama de los explosivos de Asturias). En las detenciones también se han contabilizado a los siete suicidas del piso de Leganés. El número total de detenciones es superior al de individuos que aparecen en el cuadro de nacionalidades porque varios de ellos han sido detenidos en el marco de operaciones policiales diferentes.

LA LLAMADA “RED DE AL-QAIDA EN ESPAÑA”: LA RED DE ABU DAHDAH La presencia de la red yihadista de origen sirio (también conocida como red de Abu Dahdah o de Al-Qaida en España) se remonta a hace más de una década. Utilizamos este calificativo porque un número considerable de los integrantes del núcleo principal y originario de aquella red procedían de Siria. No obstante varios de ellos habían obtenido la nacionalidad española y otros miembros de la red tenían un origen diferente, en su mayoría marroquíes. En 1994 los servicios de información de la policía española comenzaron a vigilar las actividades de un grupo radical en Madrid denominado inicialmente Alianza Islámica y después Los soldados de Alá. El grupo estaba liderado por el palestino Anwar Adnan

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Mohamed Salah, conocido como Chej Salah, y la mayoría de sus componentes eran de origen sirio. Varios de ellos habían pertenecido al grupo al-Talia al-Mukatila (la Vanguardia Luchadora), brazo armado de los Hermanos Musulmanes en aquel país (Sumario 35/01, 43). En 1982 el régimen de Hafez el-Assad reprimió brutalmente a los islamistas y muchos de sus militantes buscaron refugio en Jordania, Afganistán y Arabia Saudí. Otros marcharon a Europa y algunos se instalaron en España. Chej Salah desempeñó una función clave al aglutinar a varias de estas personas en Madrid y formar un grupo que comenzó a realizar actividades de apoyo al entramado de la yihad global. También parece haber jugado un papel relevante en la fundación del grupo el sirio Mustafa Setmarian, que residió en Granada y Madrid, y que en 1995 abandonó España, se instaló en Londres y allí trabajó como redactor de la revista Al-Ansar del GIA argelino. Posteriormente Setmarian se trasladó a Afganistán y estuvo al frente de un campo de entrenamiento11. En la actualidad se encuentra en paradero desconocido y existen sospechas sobre su posible implicación en el 11-M, quizás incluso como inspirador ideológico de la acción terrorista12. En noviembre de 1995 Chej Salah marchó a Pakistán y se convirtió en la puerta de entrada de los voluntarios reclutados por la red española que posteriormente marchaban a los campos de entrenamiento de Afganistán (Sumario 35/01, 23-24). Allí trabajó con Abu Zubaydah, un miembro de alto nivel de Al-Qaida detenido en abril de 2002. El puesto de Chej Salah fue ocupado por Imad Eddin Barakat Yarkas, alias Abu Dahdah. Desde entonces, este individuo ejerció presuntamente el cargo de coordinador de la red. En noviembre de 2001, Abu Dahdah fue detenido, con otra decena de miembros, en Madrid y Granada. En meses posteriores la policía apresó a más de una decena de personas acusadas de pertenecer a esa misma red. Las últimas detenciones fueron efectuadas en Granada en septiembre de 2003. Funciones desempeñadas La red siria desempeñaba funciones de apoyo al entramado de la yihad global en España, Europa y en otros países de Oriente Medio y Asia Central y Pacífico. Por su relevancia le dedicaremos una atención especial: 1. Propaganda La propaganda es la fase inicial de la mayor parte de las tareas de apoyo. Los yihadistas tratan de ampliar el círculo de simpatizantes con el fin de obtener más tarde apoyo material y financiero, y candidatos para la guerra santa. Los miembros del grupo distribuían revistas radicales, panfletos, y fotocopias de comunicados de Bin Laden en algunas mezquitas de Madrid, sin consentimiento de los imanes. También proyectaban vídeos sobre la yihad en pequeñas salas de oración o en sus domicilios (Sumario 35/01, 59-60). En esas cintas los argumentos aparecen reforzados por imágenes donde se muestra la desproporción militar de Estados Unidos y sus aliados en relación con los musulmanes, el sufrimiento de mujeres y niños y escenas de combate filmadas por los muyahidin. Con frecuencia se trata de imágenes muy desagradables, en las que se degüella delante de las cámaras a prisioneros del ejército ruso o argelino. Pero a pesar de su crudeza, esos documentales poseen un considerable atractivo para los miembros y simpatizantes del entramado radical. En una conversación telefónica interceptada por la policía a uno de los miembros de la red se cuenta como, después de proyectar un video a un grupo de jóvenes, uno de los asistentes comentó que aquello valía más que mil sermones (Sumario 35/01, 585).

11 “El País”, 12/09/04. 12 “El País”, 12/10/04.

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La red de Abu Dahdah conseguía los vídeos y documentos a través de la maquinaria de propaganda descentralizada del yihadismo global. Una persona clave de dicho aparato propagandístico en Europa era el ideólogo yihadista Omar Othman Abu Omar, Abu Qatada. Residía en Londres desde 1993 beneficiándose del estatus de refugiado político y predicó la yihad en la mezquita de Finsbury Park, donde decenas de jóvenes fueron reclutados y enviados a recibir entrenamiento en Afganistán13. A finales de 2002 Abu Qatada fue detenido por la policía británica tras estar varios meses en busca y captura (Paz, 2002). Abu Dahdah mantenía relación estrecha con este predicador yihadista. Entre los años 1995 y 2000 viajó diecisiete veces a Londres para encontrarse con él (Sumario 35/01, 26). Abu Qatada le entregaba propaganda que posteriormente Abu Dahdah distribuía a través de su red. A su vez Abu Dahdah le llevaba dinero conseguido por su entramado para que este lo hiciera llegar a los yihadistas de otros países, principalmente de Jordania (Sumario 35/01, 375). En ocasiones esas publicaciones se colgaban en internet hasta que conseguían dinero para editarlas. Los miembros de la red de origen sirio también hacían consumo interno de la propaganda para mantener la cohesión y el sistema de creencias del grupo. A través de las visitas a páginas web radicales se mantenían informados de lo que sucedía en otros frentes de la yihad. De esa manera sabían, por ejemplo, cuántos soldados rusos habían muerto en una emboscada esa semana en Chechenia y cuántos hermanos habían sufrido martirio en esos combates. Ese era además un tema de conversación frecuente en sus reuniones (Sumario 35/01, 59-60). La revolución de la información facilita la pertenencia a comunidades globales, a pesar de que sus valores sean contrarios a los de la sociedad donde se encuentran físicamente inmersos. La propaganda difundida por las redes en España transmitía los contenidos clásicos del discurso de la yihad global: conspiración de Occidente y de los judíos para acabar con los musulmanes, supremacía histórica del islam, y obligación de luchar contra los enemigos de la religión (Sumario 35/01, 86, 173-179). Esos argumentos influyen en cómo los yihadistas interpretan los acontecimientos mundiales. En los registros domiciliarios a los miembros de la red de Abu Dahdah la policía encontró recortes de prensa española sobre el miedo ante nuevos atentados de Al-Qaida, noticias sobre comunicados de Bin Laden, etc. Es decir los yihadistas hacían un seguimiento de las reacciones de la sociedad internacional, y particularmente de la española, sobre la campaña yihadista global (Sumario 35/01, 61-62). 2. Apoyo logístico a otras redes Una de las principales funciones de la red de origen sirio consistió en el apoyo a la yihad en otros puntos del planeta. De esa manera los integrantes del grupo se sentían miembros activos de la comunidad de resistencia islámica global. La ayuda que prestaron fue de diverso tipo: financiación, obtención de pasaportes y visados falsos, refugio, enlace con redes yihadistas fuera de España y envío de nuevos reclutas para combatir la yihad. La obtención de fondos se hacía habitualmente a través de actividades ilícitas o gracias a los donativos personales de sus miembros. Según el sumario 35/01, la red de Abu Dahdah conseguía dinero mediante robos en grandes almacenes y fraude de tarjetas de crédito. Para ello contaba con una pequeña red de delincuentes comunes de origen magrebí. A menudo robaban en los aeropuertos con el fin de contar con unas horas antes de que la víctima pudiese

13 Abu Qatada ha mantenido una relación estrecha con Bin Laden y era uno de los editores de “Al-Ansar”, la publicación oficial del GIA argelino. Además es el autor de Articles between two Doctrines, una recopilación de noventa y ocho artículos donde expone su visión del mundo. La obra estuvo disponible on-line en un sitio web que posteriormente fue clausurado y en ella ofrece una de las visiones más claras de lo que se entiende como yihad global: critica a los islamistas moderados por aceptar las reglas del juego político que les imponen los apóstatas; y establece como objetivo inmediato eliminar esos regímenes y, en una segunda fase, instaurar a través de la lucha armada el poder del islam sobre todo el planeta.

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denunciar el robo y anular la tarjeta de crédito (Sumario 35/01, 511). Dos miembros de la red tenían una tienda de artículos de escaso valor que les servía como tapadera para defraudar con las tarjetas sustraídas (Sumario 35/01, 209). En esos robos también conseguían pasaportes y documentación de identidad que posteriormente podía ser falsificada. Otra actividad delictiva consistía en trucar teléfonos móviles para obtener llamadas gratuitas y no ser interceptados por la policía (Sumario 35/01, 148). Como ya se ha señalado, los yihadistas consideran admisibles esas actividades ilícitas si se cometen por la yihad. A pesar de que la cuantía económica era habitualmente escasa, resultaba suficiente para muchas de las actividades de la red. El estilo de vida de los yihadistas es austero. Es normal que compartan piso, que en sus viajes al extranjero se alojen en el domicilio de otros “hermanos”, y que apenas realicen gastos personales. Además, la mayor parte de ellos contaban con trabajo en España por lo que se sostenían sin necesidad de depender de la red yihadista. La red de Abu Dahdah también blanqueaba dinero y hacía transferencias a otros países utilizando como tapadera empresas de construcción en Madrid. En concreto, entre 1996 y 2001, Mohammed Galeb Kalaje, Abu Talha, remitió cerca de 700.000 euros a diferentes entidades y personas relacionadas con la red terrorista Al-Qaida en distintos lugares de Europa, Estados Unidos, Asia y Oriente Medio (Sumario 35/01, 114-142). En estas transferencias, destacan 231.664 euros remitidos en concepto de "donaciones" a Nabil Sayadi, Abu Zeinab, residente en Bélgica. Este individuo tenía vinculación con Osama Bin Laden, y era el máximo responsable en Europa de la ONG Foundation Secours Mondial, perteneciente al entramado financiero de Al-Qaida (Sumario 35/01, 55-56). Además, según la documentación intervenida en los registros de su domicilio y en la sede de su empresa, “Abu Talha” también transfirió 17.094 euros a otros dos presuntos integrantes de Al-Qaida en Hamburgo, miembros del círculo próximo de Mohamed Atta (Sumario 35/01, 114-117). 3. Refugio Otra tarea logística consistía en prestar auxilio a radicales en el extranjero. De acuerdo con el sumario, la red de Abu Dahdah consiguió visados para activistas perseguidos en otros países. También obtuvo permisos de residencia para antiguos muyahidines, gracias a que la empresa de construcción de Abu Talha les facilitaba los contratos de trabajo (un requisito imprescindible para lograr dicho permiso según la legislación española vigente en ese momento). Según se desprende de las conversaciones telefónicas intervenidas, Abu Dahdah se mantenía bien informado sobre la legislación de los países europeos en materia de inmigración con el fin de canalizar a los activistas a los lugares donde fuera más fácil entrar y residir (Sumario 35/01, 189-191). En otros casos la ayuda consistía en ofrecer acogida temporal a un grupo de combatientes para que descansasen en casas rurales. Abu Dahdah financió también la operación de un muyahidin herido en un ojo en Chechenia, le acompañó personalmente a un hospital de Madrid y le acogió en su propia casa durante varios días (Sumario 35/01 274). Otro tipo de ayuda consistía en colaborar con ONGs de defensa de derechos humanos para reclamar la puesta en libertad de activistas islámicos detenidos en países de Oriente Medio (Sumario 35/01, 121). 4. Enlace Las tareas de enlace y coordinación también formaban parte de las actividades de apoyo desarrolladas por la red siria. Son varios los miembros de la red que destacan por la frecuencia de sus viajes al extranjero y, según la policía, esos desplazamientos eran utilizados para mantener contacto con los diversos nodos del entramado de la yihad global e intercambiar así experiencias e instrucciones. Como ya se ha señalado, Abu Dahdah viajaba con asiduidad al

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Reino Unido y también realizó diversos viajes a Turquía, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Indonesia, Malasia y Jordania, con el fin de mantener contacto con yihadistas afincados en esos países (Sumario 35/01, 57-58). Entre ellos se encuentran Tarek Maroufi en Bélgica y Mamoun Darkazanli, Abu Ilyas, en Alemania, ambos relacionados con las redes de Bin Laden en Europa (ORIS, 13/11/2001). Abu Dahdah niega los cargos que se le imputan, pero en una entrevista concedida en 2004 en la cárcel reconoció esa intensa trama de relaciones exteriores: “Los que salimos de Siria hace más de 20 años [huyendo de la persecución de Sadat contra los Hermanos Musulmanes] nos conocíamos todos. Digamos que éramos la derecha y estábamos muy perseguidos. Por eso ahora nos seguimos ayudando: la hospitalidad es un precepto coránico. Eso me permite viajar apenas sin costes a casas de musulmanes, lo que no significa que haya tenido contactos con terroristas”14. Ghasoub Al-Abrash, un miembro de la red de Abu Dahdah, viajó a Estados Unidos en 1997 y allí grabó un video (desde numerosos ángulos y distancias) con imágenes del World Trade Center, del Golden Gate de San Francisco, del puente de Brooklyn, la estatua de la Libertad, las torres Sears de Chicago, e instalaciones de Disneylandia y de Universal Studios de California (Sumario 35/01, 160-163). Jamal Zougam fue uno de los primeros detenidos del 11-M y también había estado en contacto con la red de Abu Dahdah en Madrid. Se sospecha que Zougam mantenía relación con otros miembros del entramado internacional yihadista y que de ese modo pudo también desempeñar funciones de enlace para las redes de España. Entres sus contactos se encuentran por ejemplo Mohamed Fizazi (uno de los predicadores de la Salafía Yihadia en Marruecos), los hermanos Benyaich (implicados en los atentados de Casablanca y relacionados también con la red de Abu Dahdah), el Mullah Krekar, fundador de Ansar al Islam y residente en Noruega y, según los servicios británicos, algunos yihadistas residentes en Londres15. De acuerdo con el sumario, el periodista de Al-Jazeera, Taysir Allouny, también habría realizado funciones de enlace entre la red de Abu Dahdah y otros elementos del entramado global de Al-Qaida aprovechando sus viajes por motivos profesionales (Sumario 35/01, 290-299). España fue utilizada durante los preparativos de los atentados del 11 de septiembre, pero la trascendencia de este hecho no está del todo aclarada. Mohamed Atta visitó nuestro país en enero de 2001 y no dejó rastro de su estancia en ningún hotel por lo que quizás se alojó en el domicilio de algún miembro de las redes españolas. Siete meses más tarde, en julio, regresó de nuevo y mantuvo una reunión con Ramzi Binalshib y otras dos personas en una localidad turística de Tarragona (Sumario 35/01, 317-321). No existen pruebas de que durante su estancia Atta mantuviera contacto directo con la red origen sirio, ya que en esos momentos Abu Dahdah era consciente de encontrarse bajo vigilancia policial. Aun así, se sospecha la existencia de algún tipo de relación entre los que prepararon los ataques de Washington y Nueva York y la red de Abu Dahdah, por los detalles de una conversación críptica entre este y un tal Shakur donde se hace referencia a una operación inminente y se dice: en las clases hemos entrado en el campo de aviación e incluso hemos degollado el pájaro (Sumario 35/01, 88), y porque el número teléfono de Abu Dahdah apareció en un registro efectuado en el domicilio de Ramzi Binalshib en Alemania (Sumario 35/01, 320). La conclusión a la que llega el auto de procesamiento es que la red siria podría haber prestado apoyo logístico (dinero y pasaportes falsos) a la célula de Hamburgo. 5. Reclutamiento Otra función desempeñada por la red de Abu Dahdah fue la captación de voluntarios que fueron enviados a los campos de Afganistán o a combatir la yihad en frentes como Bosnia,

14 Entrevista concedida al Diario de León, 13/05/2004. 15 “La Vanguardia”, 21/03/2004.

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Chechenia e Indonesia (ORIS, 13/11/2001). A través de la propaganda y del trato personal la red de Abu Dahdah logró captar a más de una veintena de personas que fueron enviadas a esos lugares (Sumario 35/01, 595). Algunas de ellas regresaron más tarde a España y otras marcharon a otros frentes de la yihad. Supuestamente entre los reclutados se encontraba Hamed Abderramán, el único ciudadano español, de origen marroquí, que estuvo detenido en Guantánamo16. El reclutamiento de conversos de origen español es prácticamente inexistente. José Luis Galán, Yusuf Galán”, es la excepción más conocida. Pero se trata de una persona con una trayectoria vital extravagante que con anterioridad militó en diversas causas antisistema. Después de su conversión fue presidente de una asociación cultural islámica denominada “Ibn Taymiyyah”, vinculada a movimientos pacifistas, antiglobalización, pro-palestinos y pro-chechenos. Yusuf Galán compartió piso en Madrid con algunos otros yihadistas y realizó una breve estancia en un campo de entrenamiento de muyahidines en Indonesia; sin embargo no desempeñó ningún papel de responsabilidad en la red española (Sumario 35/01, 257). Por lo general, los yihadistas son reticentes a confiar en los conversos. Las actividades realizadas por la red de Abu Dahdah constituyen una buena muestra de la dinámica descentralizada de Al-Qaida. La red de origen sirio distribuía propaganda que le entregaban redes yihadistas fuera de España, recaudaba fondos y los canalizaba al exterior, reclutaba jóvenes magrebíes en España y los enviaba a los campos de entrenamiento en Bosnia y, sobre todo, a Afganistán, e incluso ayudó a poner en marcha un campo de entrenamiento en la región indonesia de Poso por donde pasaron entre 2.000 y 3.000 muyahidines de aquella región (Sumario 35/01, 68-70). Era una red que actuaba dentro de las directrices generales de la yihad global, pero que procedía de manera autónoma gracias a la iniciativa y contactos personales de sus miembros. El análisis de sus actividades permite calibrar la trascendencia que ha tenido esta red en el entramado yihadista en España y en el exterior. Desde una perspectiva global su aportación fue importante, pero no esencial. Sin embargo, en el ámbito puramente nacional, la red de Abu Dahdah ha sido una pieza clave en la aparición y desarrollo del conjunto del entramado yihadista en nuestro suelo; colaboró con las redes argelinas y con otras minoritarias, y puso las bases sobre las que se creó el grupo que llevó a cabo los atentados del 11-M17. Con sus actividades de propaganda, reclutamiento y enlace facilitó que personas de ideología radical residentes en España y, que en otras circunstancias posiblemente hubieran permanecido pasivas, se sumasen activamente al proyecto de la yihad global. Por tanto, una lección que se puede extraer del caso español (tanto de las redes argelinas como de la de origen sirio) es que no se puede relativizar el grado de amenaza que representa una red yihadista especializada en tareas de apoyo. Aunque aparentemente sus funciones no incluyan el ejercicio directo de la violencia, resulta difícil advertir con suficiente antelación el momento en que esa red modifica su estrategia y se convierte en un grupo directamente hostil contra el país en el que reside. Perfil de los miembros El perfil de los integrantes de esta red es diferente al de los miembros de las redes de origen argelino. Por un lado existe una mayor heterogeneidad étnica. Aunque el núcleo central y originario estaba compuesto por sirios (varios de ellos nacionalizados españoles), también

16 “El Mundo”, 13/02/2004. 17 Este análisis coincide con la opinión expresada por el Jefe de Brigada de la Unidad Central de Información de la Policía, Rafael Gómez Menor, en su comparecencia ante la Comisión Parlamentaria que investiga los atentados del 11-M, el 25 de octubre de 2004. En ella también destacó la importancia de la red de Abu Dahdah en la posterior creación de la red del 11-M.

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había varias personas procedentes de Marruecos, y otros de Argelia, Jordania, Indonesia y España. Todos eran varones. La media de edad también es elevada, y mayor incluso que en las redes argelinas. La mayoría pasaban sobradamente la treintena. La cualificación profesional era dispar. Había también delincuentes comunes o empleados en trabajos que exigen escasa formación, pero al mismo tiempo están acusados de pertenecer a la red el dueño de una pequeña constructora, un periodista estrella de la cadena Al-Jazeera y otras personas que poseen estudios superiores o eran estudiantes de carreras universitarias. La mayor parte de los integrantes de la red estaban casados; varios con españolas conversas al islam. En cierto modo se puede decir que su dedicación a la yihad era “a tiempo parcial”. Casi todos tenían un empleo al margen de la red y con él sostenían a su familia. La mayoría residían en España legalmente y en apariencia eran personas normales. Estructura organizativa Sobre la red de Abu Dahdah hay suficiente información disponible como para describir con algún detalle su estructura y extraer de ella conclusiones que también pueden ser aplicables a la organización de otras redes yihadistas. Lo más relevante en este sentido es que, además de tratarse de arquitecturas en red, los grupos de la yihad (y concretamente el de origen sirio) adoptan una disposición en círculos concéntricos, según su forma de participación y nivel de pertenencia18. En un primer círculo concéntrico se encuentran los miembros del entramado que desempeñan funciones de gran importancia. Por ejemplo, coordinación de la red o tareas relacionadas con la financiación en las que se manejan cantidades de dinero elevadas que se canalizan a otros grupos en el extranjero. Se trata de un número muy reducido de personas. En el caso de la red de origen sirio, podríamos situar en ese nivel a Abu Dahdah y quizás a Mohamed Ghaleb Kalaje, Abu Talha. Los miembros del primer círculo suelen tener una dedicación casi exclusiva a la causa yihadista. En algunos casos, viajan con frecuencia al extranjero y mantienen relación con miembros de alto nivel del entramado mundial del yihadismo. Su media de edad es algo superior a la de otros miembros de la red. Cuentan, además, con un grado de formación religiosa mayor que la media, y los miembros de la red confían en su opinión sobre asuntos relacionados con su particular interpretación del islam. En un segundo círculo se encuentran los individuos comprometidos con la causa de la yihad, pero con un grado menor de implicación operativa. Son hombres de confianza de los del primer nivel. En el caso de la red que estamos analizando, eran personas de distinta nacionalidad y a menudo intentaban reclutar para el tercer nivel a individuos que se correspondían con su misma nacionalidad de origen. Muchos tenían una relación antigua con otros miembros de la organización y algunos habían pasado por campos de entrenamiento en el extranjero o habían sido muyahidines en Bosnia y Chechenia (Sumario, 35/01, 218-219, 362). La experiencia de los campos avala su fiabilidad dentro de la red. En España esas personas tenían una profesión (generalmente no universitaria) que les proporcionaba medios de vida suficientes. Algunas veces esos trabajos beneficiaban también al entramado yihadista: por ejemplo, un establecimiento comercial desde el que se hacía uso fraudulento de tarjetas de crédito robadas; otro desde el que se adquirían tarjetas o teléfonos móviles para ser utilizados dentro de la red yihadista; una tienda de fotocopias donde se imprimía la propaganda; una empresa de construcción que blanqueaba dinero, realizaba transferencias a grupos radicales en el extranjero o empleaba a antiguos muyahidines, etc (Sumario 35/01, 59-60, 189, 209). Pero otras veces su profesión no tenía relación directa con los cometidos propios de la red.

18 La imagen de los círculos concéntricos fue sugerida en una entrevista con miembros de la Unidad de Información Exterior del Cuerpo Nacional de Policía llevada a cabo en Madrid, en el mes de enero de 2004.

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En el tercer círculo concéntrico se encuentran los miembros más periféricos. Son personas que simpatizan con la causa yihadista y mantienen algún tipo de relación informal con los militantes más comprometidos de la red. Llevan una vida normal y realizan tareas muy concretas y específicas que de vez en cuando se les solicitan: prestar una habitación a alguien que está de paso por España, llevar un paquete con propaganda o dinero de un lugar a otro, conseguir algún tipo de información, obtener los papeles de residencia a un “hermano”, etc. Con el tiempo algunos son enviados al extranjero para recibir instrucción religiosa y operativa en un campo entrenamiento o combatir la yihad. De ese modo algunos de ellos dan el salto al segundo nivel. Otros no realizan ninguna tarea concreta para el entramado. Sintonizan y conocen a personas de la red, en ocasiones sin tener una idea exacta de las actividades que estas desempeñan. En algunos casos el único cargo contra ellos sería el de tener “amistades peligrosas”. En el exterior de la red yihadista, pero manteniendo algún tipo de relación con ella, se encuentran aquellos que realizan actividades delictivas de interés para la yihad: sustracción de tarjetas de crédito que posteriormente vendían para uso fraudulento, robo de documentación para falsificación, recarga ilegal de teléfonos móviles, venta de explosivos, etc. Para tareas habituales como, por ejemplo, el robo de las tarjetas de crédito, los yihadistas de Abu Dahdah solían confiar en delincuentes de origen magrebí. En otros casos, y por necesidad, en delincuentes españoles no musulmanes. Aplicando este modelo de círculos concéntricos a la red que ejecutó los atentados del 11-M, podríamos situar en este nivel exterior al grupo de delincuentes que se vendieron y transportaron los explosivos robados de una mina de Asturias. Lo habitual es que sean los miembros del segundo círculo concéntrico los que mantengan relación con este tipo de individuos. De esa manera se evita comprometer la seguridad de los del primer nivel. La imagen de los círculos concéntricos permite entender mejor la distribución de autoridad y la estructura organizativa de la red yihadista. Aunque el yihadismo global se encuentra descentralizado a escala planetaria, sí que existen elementos de jerarquía a escala de red. No se trata de una jerarquía rígida ni de una división en compartimentos estancos, pues existe relación y acuerdo entre miembros de un mismo nivel, pero estos procuran actuar bajo la coordinación del líder de la red. De acuerdo con el auto de procesamiento, Abu Dahdah ejercía de líder espiritual y organizativo de la red siria. Dentro de ella había otros lugartenientes, por ejemplo Amer Azizi que coordinaba a los marroquíes, o el periodista de la cadena Al Jazeera, Taysir Alouni, que presuntamente era el líder del grupo de Granada (Sumario 35/01, 291-299). Esta célula dependía a su vez de Abu Dahdah, que vivía en Madrid. El modelo organizativo plantea ventajas y desventajas para los yihadistas. La ventaja se encuentra en la enorme dificultad que encuentran las agencias de seguridad a la hora de infiltrar los círculos concéntricos interiores, lo que impide muchas veces obtener con anticipación inteligencia de calidad sobre los planes y el contenido de las relaciones internacionales de la red. La desventaja consiste en que los círculos más exteriores sí resultan vulnerables a la infiltración o detección. A partir de esos círculos resulta posible, con el tiempo, saber quién compone los espacios interiores y, si llega el caso, proceder a su detención. Eso explica la relativa facilidad con que han sido desarticuladas las redes yihadistas en España pues, una vez que se ha decidido poner en marcha la operación policial con inteligencia previa suficiente, se ha podido detener a un elevado número de sus componentes. La gran vulnerabilidad de este tipo de redes se encuentra en que al realizar tareas de propaganda y captación se ven obligadas a estar abiertas al exterior y contar con un círculo periférico amplio. De esa manera, la estructura en círculos concéntricos y abierta el entorno, ofrece una defensa robusta frente a la obtención de inteligencia temprana y de calidad por agencias de seguridad, pero supone una grave vulnerabilidad frente a la persecución policial, precedida de un acopio suficiente de inteligencia.

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ELEMENTOS MINORITARIOS DE OTRAS REDES YIHADISTAS En España también ha habido (y posiblemente continúe habiendo) presencia de elementos minoritarios de otros grupos radicales, por ejemplo redes radicales tunecinas o de Hamas, Ansar Al Islam, Salafía Yihadia y Hizbollah. La red siria cooperó de manera limitada con algunos de esos individuos, por ejemplo con integrantes de las redes tunecinas, para la obtención de documentación falsa (Sumario 35/01, 451), y también entregó dinero a un palestino vinculado posiblemente a Hamas (Sumario, 35/01, 118). Con frecuencia esas personas se encuentran en España realizando estudios universitarios, o viviendo como inmigrantes regulares y desempeñando profesiones sin relación con la yihad. Mantienen vinculación ideológica y afectiva con sus respectivos grupos pero escasa relación operativa. No obstante, en algunos casos el grado de compromiso ha sido mayor. Por ejemplo, Abu Dahdah también mantenía relación con miembros de las redes yihadistas marroquíes (conocidas de manera genérica como movimiento de la Salafia Yihadia) residentes en España. En Marruecos el yihadismo se articula en una maraña de grupúsculos que han tenido como líderes espirituales a predicadores muy jóvenes, y como organizadores y movilizadores a marroquíes que han pasado por los campos de entrenamiento de Afganistán. Las autoridades marroquíes reconocieron en julio de 2004 que sólo tienen controlados o identificados a doscientos de los seiscientos marroquíes que se entrenaron o combatieron en aquel país de Asia Central19. Después de los atentados de Casablanca el 16 de mayo de 2003, muchos de ellos se encuentran en prisión o han huido de Marruecos. Las ramificaciones de ese movimiento se extienden por Francia, Italia, Reino Unido, Países Bajos y España. Mustafa El Mauymouni está como considerado como uno de los líderes de las redes de la Salafía Yihadia en nuestro país. Fue detenido mientras realizaba un viaje a Marruecos y allí fue condenado por su relación con los atentados de Casablanca20. Varios presuntos miembros del grupo que llevó a cabo los atentados del 11-M también han tenido relación con las redes yihadistas marroquíes, como es el caso del marroquí Jamal Zougam, que a su vez también había estado en contacto con Abu Dahdah21, o de Jamal Ahmidan (El Chino) que fue reclutado en una cárcel marroquí por El Maymouni. Otro ejemplo de red minoritaria es la que desarticuló la policía en mayo de 2004, al detener a cuatro personas por su presunta participación en el aparato financiero y de falsificación de Ansar Al Islam. Este grupo está reclutando a jóvenes musulmanes en Europa con objeto de infiltrarlos en Irak (ORIS, 13/05/2004). Por otra parte, entre septiembre y noviembre de 2004 fueron detenidos en Barcelona once ciudadanos paquistaníes sobre los que existen sospechas de relación con redes yihadistas. En los registros realizados en sus domicilios se incautaron pasaportes y tarjetas falsas, una pequeña cantidad de droga, libros extremistas y numerosas cintas de video. En una de ellas se había grabado durante más de una hora dos edificios elevados de Barcelona prestando especial atención a detalles de su estructura. Los detenidos llegaron a obtener hasta 18.000 euros diarios con la falsificación de tarjetas bancarias y la venta de pasaportes falsos. La mayor parte del dinero la enviaron a personas pertenecientes al núcleo central de Al-Qaida en Pakistán. Entre otros, a individuos del entorno de Khalid Sheikh Mohamed (el cerebro de los atentados del 11-S) y a Amjad Farooqi, el hombre acusado de organizar el asesinato del periodista de The Wall Street Journal, Daniel Pearl en 2002, y de varios atentados contra Pervez Musharraf, presidente de Pakistán22.

19 “El País”, 25/07/2004. 20 “El País”, 8/05/2004. 21 “El País”, 18/09/2004. 22 “El País”, 31/10/2004, y 14/11/2004.

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LA RED YIHADISTA DEL 11-M Los responsables policiales y judiciales consideran actualmente aclarado el núcleo esencial de la investigación del 11-M. Sin embargo, todavía son muchos los datos relevantes que permanecen en la clandestinidad o se encuentran bajo secreto de sumario. Por esa razón este epígrafe va a ser muy descriptivo y el escaso análisis que hagamos puede verse alterado sustancialmente por informaciones que aparezcan en los próximos meses. Por el momento, las investigaciones parecen confirmar que la planificación y ejecución de los atentados de Madrid recayó en un grupo creado ad hoc en España a partir de restos de la red de Abu Dahdah y de redes argelinas a los que se sumaron nuevos individuos reclutados para la operación. Su origen se encuentra probablemente en la actividad movilizadora de muy pocos sujetos: el argelino Allekema Lamari, Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino, Rabei Osman El Sayed Ahmed, Mohamed El Egipcio, y el marroquí Amer Azizi. Compraron los explosivos a un grupo de delincuentes españoles que traficaban con dinamita robada en una mina de Asturias23. Si esta hipótesis se confirma, los atentados de Madrid coincidieron con la estrategia de Al-Qaida de atacar a los aliados de Estados Unidos con el fin de complicar la situación en Irak, pero habrían sido ideados y ejecutados de manera autónoma por una red local en España. Esas personas tenían conexiones fuera del país, pero lo más probable es que la iniciativa partiese de ellos mismos24. Existen dudas sobre las conexiones internacionales de esta red y sobre la autoría intelectual de los atentados. De entre los cuatro individuos que se acaba de citar no está claro quién fue el auténtico promotor y líder del grupo. Por un lado, la Policía Nacional y el juez que instruye el caso otorgan un notable protagonismo a Serhane, El Tunecino, a quien consideran cerebro y organizador de los atentados. Serhane se había instalado en España para realizar estudios de doctorado en Económicas. Mantuvo relación con la red de Abu Dahdah, pero en el momento en que fue desarticulada (noviembre de 2001 – septiembre de 2003) no existían pruebas contra él y no fue detenido. La policía española lo tenía fichado como un sujeto radical y realizaba seguimientos esporádicos sobre sus actividades25. Serhane mantenía relación con antiguos miembros de la red de Abu Dahdah que tampoco habían sido detenidos o que se encontraban en busca y captura; por ejemplo, con Amer Azizi que posiblemente ocupó también un lugar relevante en la red de los atentados de Madrid. También integró en su red a un grupo de marroquíes vinculados a Mustafa El Mauymouni quien, como se ha señalado en el epígrafe anterior, era uno de los responsables de la Salafía Yihadia en España y además su hermana estaba casada con Serhane26. Serhane era además amigo del egipcio Rabei Osman, detenido en Milán a principios de junio de 2004 y que afirma de sí mismo haber sido el cerebro de los atentados. Según informaciones del Ministerio del Interior español, Rabei Osman fue miembro del grupo terrorista egipcio Yihad y recibió entrenamiento en manejo de explosivos cuando realizó el servicio militar en su país27. Su presencia en Europa está documentada desde 1999. En aquel año la policía alemana le detuvo por carecer de documentación mientras se dirigía en tren a Francia. Fingió ser palestino y pidió asilo político en Alemania. Permaneció dos años en aquel país y se le permitió instalar una sala de oración en el centro de refugiados de Lebach donde

23 Puede encontrarse un relato detallado sobre la trama de los explosivos, según la confesión del menor implicado en ella, en la edición de El Mundo del 14/06/2004. 24 Así lo reconoció Jorge Dezcallar, ex-director del Centro Nacional de Inteligencia, en su comparecencia ante la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados el 19 de julio de 2004. 25 “El País”, 4/12/2004. 26 “El País”, 12/09/2004. 27 “El País”, 3/08/2004.

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predicó la yihad. Después del 11 de septiembre de 2001 desapareció de Alemania28. Se trasladó a Madrid y allí estableció relación con Serhane. Es probable que fuera entonces cuando colaborase en la planificación y organización de los atentados de Atocha. En una conversación con un amigo grabada por la policía italiana, Rabei Osman afirmaba: “el hilo de Madrid soy yo. En el momento del hecho no estaba allí pero, te digo la verdad, antes de la operación, el día 4, he tenido contactos con ellos (…) Cinco han muerto mártires y a ocho les han arrestado. Son los mejores amigos, amigos del corazón, amigos fieles (...) Este proyecto me ha costado tanto estudio y paciencia, he necesitado dos años y medio”29. También se encontraron en su ordenador portátil fotografías de bombas como las utilizadas en los atentados de Madrid, donde el explosivo se activa utilizando la alarma de un teléfono móvil30. Según fuentes de la investigación, Mohamed El Egipcio’ abandonó España antes de los atentados del 11 de marzo y no se han encontrado restos de su ADN en ninguno de los escenarios relacionados con la organización próxima de los atentados31. Su detención en Milán coincidió con la desarticulación de una red marroquí en Bélgica que estaba preparando acciones terroristas en Bélgica o Francia. Rabei mantenía contacto telefónico con ellos32. De acuerdo con estas informaciones, Rabei Osman podría haber sido un agente movilizador del entramado yihadista europeo, que ponía en marcha y coordinaba acciones terroristas de la red marroquí en diferentes países. De todos modos, se trata de una hipótesis que todavía está por demostrar, ya que la figura de El Egipcio tiene algunos elementos desconcertantes. Si realmente fue el principal planificador de los atentados, llama la atención que no hubiera estado en Madrid coordinando de cerca los detalles de la campaña terrorista. Cabe preguntarse si en esa conversación no estaba atribuyéndose vanidosamente un protagonismo que no le correspondía. Por último, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) atribuye un papel también muy relevante al argelino Allekema Lamari. Como ya se ha señalado anteriormente, Lamari fue detenido en Valencia en 1997 por su pertenencia al GIA, y salió de prisión en 2002; durante su estancia en la cárcel su radicalización fue aún mayor. Una vez en libertad se instaló en Tudela (Navarra), donde trabajó en el campo y mantuvo contactos con radicales islamistas. Más tarde, se estableció en Madrid y se movió por el barrio de Lavapiés en el mismo ambiente que Serhane. Desde la salida de Lamari de prisión, tanto el CNI como la policía le sometieron a vigilancias esporádicas e investigaron su entorno. El 6 de noviembre de 2003 el CNI elaboró un informe en el que se aseguraba que en el mes de septiembre de ese mismo año Lamari habló sobre un plan para atentar en España. Es posible que Lamari se uniese al proyecto ya en marcha de Serhane o que fuera él mismo quien lo impulsara, y que juntos creasen la red que planificó y ejecutó los atentados de Madrid. Lamari murió con Serhane en el suicidio colectivo de Leganés. No está clara cual fue la intencionalidad concreta de los atentados, al margen de la motivación general de que España forme parte de “los Cruzados” y del Occidente impío. Posiblemente se trató de una motivación compleja que incluía más de una razón. Por un lado estas personas pudieron idear la campaña terrorista como un acto de venganza por las detenciones militantes de la yihad en los años precedentes. El propio Lamari había pasado cinco años y medio en una prisión española y es posible que durante ese tiempo hubiera meditado largamente en el modo como tomarse la revancha. Pero además de esta razón, el apoyo tan destacado que el gobierno español prestó a los Estados Unidos con motivo de la guerra en Irak también impulsó sin duda a los terroristas. Prueba de ello es que el yihadismo

28 “El Mundo”, 14/06/2004. 29 “El País”, 1/12/2004. 30 “El País”, 24/09/2004. 31 “El País”, 10/09/2004. 32 “El País”, 13/09/2004.

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global en el extranjero ya había expresado una particular hostilidad hacia España con anterioridad a los atentados. En noviembre de 2003 Osama Bin Laden amenazó directamente a nuestro país por su presencia militar en Irak, y un documento publicado en una web yihadista en diciembre de 2003 animaba a atacar a las fuerzas españolas allí desplegadas, al considerar que la oposición de la sociedad a la política de su gobierno en esa materia convertía a España en el eslabón más débil entre los aliados de Estados Unidos33. Posiblemente la red del 11-M realizó el mismo análisis político al ejecutar los atentados tres días antes de las elecciones generales. Precisamente, la víspera de los comicios la red hizo público un video en el que reclamaba la matanza de los trenes y amenazaba con nuevos atentados si continuaba la presencia militar española en Irak y Afganistán34: la intencionalidad política fue evidente. El individuo que aparecía en la grabación hablaba con acento marroquí e iba vestido como un muerto, algo que los servicios de inteligencia españoles interpretaron como una señal de que los terroristas iban a seguir con su campaña hasta que muriesen en ella35.

EL INGRESO Y PERMANENCIA EN EL YIHADISMO. CREACIÓN DE CONTRACULTURAS

En uno de los estudios más rigurosos que existen sobre el proceso de entrada en las redes de Al-Qaida, Marc Sageman llega a la conclusión de que la aceptación de los principios de la yihad se ve facilitada, por un lado, por el atractivo que pueden tener esos argumentos para el individuo en cuestión, pero sobre todo por la existencia de lazos de amistad y parentesco con personas que comparten dicha ideología (Sageman, 2004, 110-111). Por ese motivo, otro aspecto importante de la dinámica organizativa de las redes radicales en España consiste en la creación de una subcultura o contracultura yihadista que facilita captar nuevos adeptos y mantener a los ya reclutados. Una subcultura es el sistema normativo de un grupo o grupos menores que la sociedad. En él existen juicios de valor o un sistema de valores sociales que se diferencian a la vez que son de un sistema de valores central o mayor (Wolfgang y Ferracuti, 1967, 103). Las personas inmersas en la subcultura yihadista contemplan el mundo de manera diferente a como lo ve el resto de la sociedad; y esa disonancia cognitiva es aceptada y justificada por la coherencia interna de sus argumentos y por la interacción con los otros miembros del grupo. Es interesante el matiz de Marvin Wolfgang al definir la subcultura. Sus valores se distancian pero coinciden en parte con los de los demás miembros de la sociedad. Si esos valores fuesen completamente contrarios al sistema imperante, se trataría de una “contracultura”. No es arriesgado afirmar que el ideario de los yihadistas choca frontalmente con los valores de la sociedad occidental y con los de la mayoría de los musulmanes, y que por tanto habría que considerar el entramado una contracultura. Sin embargo, si en lugar de

33 En un análisis de cerca de cincuenta páginas, elaborado por una autodenominada Oficina informativa en apoyo del pueblo iraquí – Centro de Servicios de los Muyahidin, y publicado en varios sitios web en diciembre de 2003, se realiza una valoración sobre la situación de la yihad en Irak y se reflexiona sobre el modo de lograr la retirada española del país. Tras estudiar con detalle la situación política española, los autores de dicho documento llegaban a la conclusión de que a causa del malestar social generado por la guerra, una cadena de ataques contra las fuerzas españolas en Irak podría desgastar al gobierno de José María Aznar y, en último término, conseguir la retirada de las tropas. Sin embargo, no hay pruebas de que la red que llevó a cabo los atentados del 11-M conociera este documento y es posible que ignorase su existencia. El texto íntegro se encuentra entre los materiales de “The Project for the Study of Islamist Movements, Global Research in International Affairs (GLORIA) Center”. http://www.e-prism.org 34 “El Mundo”, 14/03/04. 35 Comparecencia de D. Jorge Dezcallar, ex-director del Centro Nacional de Inteligencia, ante la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados el 19 de julio de 2004.

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compararlos con la sociedad en su conjunto, lo hacemos con el sistema de valores de los movimientos salafistas, sería posible atribuirles la categoría de subcultura, pues a pesar de la notable diferencia que entraña la aceptación o no de la violencia hay otros muchos principios ideológicos que resultan comunes. Esta aclaración no tiene un interés meramente especulativo. Por lógica es más probable que las subculturas tengan mayor éxito en la adscripción de nuevos miembros que las contraculturas. La transición ideológica resulta por lo general más sencilla que la ruptura completa (aunque evidentemente pueden intervenir factores de otra índole que afecten la capacidad de captación grupo). Este argumento explica que, en el caso del entramado de la yihad, una importante proporción de sus miembros hayan experimentado una socialización previa en los valores del salafismo moderado antes de dar el salto al salafismo yihadista. De esta manera resulta compatible por una parte que haya personalidades religiosas del salafismo que condenen con claridad el terrorismo islamista y que, al mismo tiempo, exista un trasvase de personas que militan en entornos moderados que posteriormente acaban incorporándose a grupos radicales violentos. Dicha realidad se observa en la biografía personal de los propios ideólogos yihadistas. Por ejemplo, Sayid Qutb y Abdullah Azzam fueron miembros de Hermanos Musulmanes (que en su mayoría no aceptan el yihadismo global), y Ayman al-Zawahiri frecuentó en su juventud un movimiento salafí no violento llamado “La asociación de los seguidores del camino de Mahoma”, aunque posteriormente lo abandonó para unirse a un grupo radical en Egipto (Raphaeli, 2002). A su vez cientos de integrantes de redes yihadistas han tenido contacto previo con asociaciones islámicas que en sí mismas no promueven el terrorismo pero que son utilizadas como escalón previo y de lugar de reclutamiento por los radicales (Sageman, 2004, 118-119). Por tanto, la ausencia de no-musulmanes en estas redes no se debe sólo a que no los admitan, sino a que es muy difícil que una persona que no profesa el islam (y que simpatice con el salafismo) acabe derivando al sistema de pensamiento yihadista. De ahí la importancia de que los musulmanes en general, y los salafistas moderados en particular, rechacen la interpretación la violencia en nombre de su religión. Cuantas más barreras ideológicas obstaculicen la vía de ingreso al yihadismo, más difícil resultará el proselitismo de los radicales. Pero además de ideas, la contracultura de la yihad se alimenta de componentes afectivos que se generan mediante el trato frecuente, los vínculos familiares y de amistad, las experiencias comunes en campos de entrenamiento y en escenarios de yihad armada, la propaganda y la realización de actividades clandestinas. A través de esos vínculos emocionales, y de una comunidad de ideas muy diferenciadas del exterior, se genera un espíritu de hermandad que contribuye a explicar por qué personas que viven en Occidente, que disponen de permiso de residencia, tienen trabajo, y se encuentran en una situación envidiable con respecto a otros connacionales de su país de origen, acaban militando en redes salafistas radicales. Sobre ello volverá Amalio Blanco en el capítulo quinto, en el epígrafe “El espíritu de hermandad”. Sin permitir una validación empírica adecuada, los escasos datos disponibles sobre el perfil personal y el modo de vida de los yihadistas en España permiten al menos intuir que estos presupuestos teóricos pueden tener sentido en el caso concreto de las redes presentes en nuestro país, especialmente en el de los individuos que han pertenecido a la red de Abu Dahdah, ya que sobre esta red hay más documentación disponible. Muchos de los integrantes del entramado de la yihad en España habían participado con anterioridad en las actividades de círculos salafistas; algunos de ellos en su país de origen y otros estando ya en nuestro país. Como se ha señalado, la red de Abu Dahdah estaba compuesta por un número importante de ciudadanos de origen sirio que previamente habían militado en Talia al-Mukatila, la rama armada de los Hermanos Musulmanes (Sumario 35/01, 43). Casi todos habían experimentado un proceso de socialización temprana en el salafismo pues su relación con Hermanos Musulmanes se remontaba a su época de estudiantes de secundaria.

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Vivían en residencias promovidas por dicha asociación religiosa o asistían a las actividades que organizaban los Hermanos (Sumario 35/01, 448). Una vez en nuestro país, muchos de ellos se casaron con españolas. Habitualmente se trataba de mujeres que se sentían atraídas por el mundo árabe y que en la mayor parte de los casos se convirtieron al islam. Esa decisión provocó en algunos casos el distanciamiento de la familia materna y el aislamiento del nuevo núcleo familiar. Los hijos de esos matrimonios también han sido educados en su visión del islam, y en determinados casos se les ha escolarizado en alguno de los pocos colegios para árabes y musulmanes que hay en Madrid. Además, es posible que los padres les hayan transmitido sus ideas radicales. En alguno de los registros efectuados por la policía se ha encontrado propaganda wahabí para niños (Sumario 35/01, 432). El círculo de amistades se restringía a personas de ideas parecidas; a los miembros del grupo y, en todo caso, a musulmanes moderados. Las relaciones con los vecinos y compañeros de trabajo eran correctas pero mínimas. Sin embargo, entre los integrantes de la red eran muy frecuentes las citas en mezquitas, las reuniones, las visitas o las llamadas telefónicas. Diariamente se producía algún tipo de contacto entre ellos, y en el fin de semana se solían reunir con las familias. Además de los lazos de amistad, a veces existen también vínculos de parentesco, ya que entre ellos se presentan a chicas musulmanas con las que luego han acabado contrayendo matrimonio (Sumario 35/01, 469). La propaganda también ayuda a mantener viva la identidad colectiva dentro del propio grupo y en relación con el resto de la comunidad yihadista global. Esa propaganda se distribuye a través de vídeos, libros, publicaciones periódicas y noticias que consultan en web radicales. En los registros a ordenadores de miembros de la red de Abu Dahdah se han encontrado rastros de visitas a páginas de la yihad (Sumario 35/01, 226). Las personas del entorno de El Tunecino afirman que Serhane veía los comunicados de Bin Laden a través de algunos canales de televisión árabes36. Y Rabei Osman formaba parte de una lista de distribución radical a través de la que le llegó por ejemplo el video de la decapitación de un rehén norteamericano en Irak37. En su obra sobre la Era de la Información Manuel Castells describe un mundo globalizado donde el modelo social y económico imperante se encuentra profundamente marcado por el individualismo. En ese contexto, las personas que experimentan trágicamente la disolución de las identidades tradicionales pueden acabar refugiándose en oasis identitarios basados en la etnia, la religión, el género, o en valores postmateriales. Castells advierte que en algunos casos esos valores compartidos se convierten en “identidades de resistencia”; es decir, identidades “generadas por aquellos actores que ocupan posiciones/condiciones devaluadas y/o estigmatizadas por la lógica de la dominación, construyendo así trincheras de resistencia y supervivencia sobre la base de principios diferentes, u opuestos, a aquellos que impregnan las instituciones de la sociedad” (Castells, 2004, 8). Utilizando la terminología de Castells, podríamos considerar las redes yihadistas como “oasis identitarios” construidos sobre la “identidad de resistencia” del yihadismo global. En casos concretos el proceso de socialización radical ha sido aún más intenso. Algunos miembros de la red de Abu Dahdah marcharon a combatir o recibir entrenamiento a Bosnia, Chechenia, Afganistán e Indonesia (ORIS, 13/11/2001; Sumario 35/01, 63-64). De donde más volvieron fue de Bosnia tras el fin de las hostilidades y el cierre de los campos a mitad de los 90. Aquella experiencia les sumergió profundamente en el yihadismo y estableció entre los veteranos una especie de hermandad de sangre. Con el fin de mantener ese clima los ex-muyahidines organizaban excursiones y acampadas de fin de semana a las afueras de Madrid. A ellas acudían también otras personas simpatizantes del grupo (Sumario 35/01, 460).

36 “El Mundo”, 4/04/2004. 37 “El Mundo”, 14/06/2004.�

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La contracultura yihadista facilita de esta manera la “racionalización” de la violencia, a la que se le dedicará un epígrafe (“La racionalidad del mal”) en el capítulo quinto de esta monografía. Al imbuirse de los contenidos de la ideología yihadista, los militantes de la subcultura se ven a sí mismos como combatientes de una guerra defensiva. En sus entrevistas a miembros las Brigadas Rojas y de la Fracción del Ejército Rojo, Donatella Della Porta (1992, 286) observó que los integrantes de esas organizaciones terroristas se consideraban miembros de una comunidad de héroes, personas generosas que estaban luchando una guerra contra el mal. El yihadismo global transmite una visión parecida a sus seguidores y además lo enriquece con la firmeza de argumentos religiosos (familiares para muchas de esas personas desde su socialización temprana) y con la seguridad de estar continuando una tradición anclada en las raíces históricas del islam (propio del salafismo). Desde ese peculiar punto de vista, los muyahidin creen compartir la identidad de sus piadosos predecesores en los primeros tiempos del islam.

CONCLUSIÓN: LAS REDES YIHADISTAS EN UNA ESPAÑA MULTICULTURAL Siempre es arriesgado hacer predicciones sobre el futuro de fenómenos complejos, como es el caso del yihadismo. A nivel global es muy probable que las redes sigan generando inestabilidad por lo menos durante una década más. Los conflictos abiertos en Oriente Medio y Asia Central y el apoyo con que todavía cuentan en sectores radicales islamistas favorecen la continuidad del movimiento yihadista. A pesar de haberse retirado de Irak, España sigue siendo considerado un país enemigo. La presencia de tropas españolas en Afganistán, las buenas relaciones con los gobiernos árabes (que ellos consideran apóstatas) y las operaciones policiales contra yihadistas en nuestro territorio constituyen para los miembros de estas redes razones suficientes para legitimar la lucha armada. Si pueden, los yihadistas volverán a traer la destrucción a nuestras calles. Así lo avalaron las detenciones efectuadas en el marco de la operación NOVA que evitaron una pesadilla posiblemente peor a la de los atentados de Atocha. Pero la evolución del yihadismo en España no depende sólo de la voluntad de los radicales. Además de las intenciones perversas hay un conjunto de variables sobre los que conviene estar atentos en el futuro ya que, de acuerdo a la evolución en los próximos años, la aparición y proliferación de nuevas redes de la yihad puede verse impulsada o, por el contrario, contenida. Se trata de variables relacionadas con la integración de la inmigración magrebí en nuestro país y la actitud de la sociedad española hacia ella, y con la posible labor proselitista de los yihadistas en determinados lugares de culto y en las prisiones. Sería conveniente ejercer una vigilancia prospectiva sobre la evolución de las siguientes áreas: 1. La integración social de la inmigración de origen magrebí. España ha experimentado en los últimos años el mayor crecimiento de población extranjera en términos relativos y absolutos en el conjunto de la Unión Europea. Una proporción muy considerable de esos inmigrantes proceden de Marruecos (más de medio de millón) y es muy probable que su número se incremente sensiblemente en los próximos años a causa del deterioro económico que sufre aquel país, de la juventud de su población (un 33% se encuentra por debajo de los 15 años), y de la existencia de una cadena migratoria con nuestro país. Actualmente, el colectivo inmigrante marroquí se encuentra en una situación más desfavorable desde el punto de vista laboral y económico en comparación con el resto (Pérez-Díaz, Álvarez-Miranda y Chuliá, 2003, 229-234). Y en el largo plazo esa tendencia puede dar lugar a que se consoliden bolsas de marginación, a que las segundas generaciones de inmigrantes se sitúen en una posición inicial de desventaja para competir en el mercado laboral y, en definitiva, a que se extienda la frustración y la humillación entre los sectores marginados de esta población inmigrante. La experiencia de otros países (como por ejemplo Francia) demuestra que ese proceso puede ser

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explotado por los promotores de la yihad global a la hora de extender sus redes (Leiken, 2004; Sifaoui, 2002). 2. La actitud de la sociedad receptora. Si existen fuertes dosis de rechazo por parte de la sociedad de acogida hacia los inmigrantes de origen magrebí, el reclutamiento yihadista también puede verse facilitado. El rechazo social dificulta por un lado la integración laboral y por otro genera un enorme resentimiento en aquellos que sufren experiencias de xenofobia. La experiencia francesa también ofrece lecciones interesantes en ese sentido, pues en los relatos de aquellos que entraron en las redes de la yihad son abundantes las referencias al sentimiento de sentirse rechazados por la sociedad francesa a causa de su origen magrebí (Moussaoui y Bouquillat, 2003; Guendouz, 2002). En el caso de España, los episodios de xenofobia constituyen hasta el momento hechos aislados y es difícilmente imaginable un partido político similar al Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen en Francia. Sin embargo, en las encuestas sobre inmigración el colectivo inmigrante marroquí suele ser el peor valorado por los españoles (Del Campo y Camacho, 2003, 70-71; Díez Nicolás, 1999), y las realizadas a marroquíes también evidencian que se resienten especialmente de la discriminación (Díez Nicolás y Rodríguez Lafita, 2001, 157). La continuación o el agravamiento de esta tendencia podría dificultar la integración de los inmigrantes que se sientan rechazados y ser hábilmente utilizada por los yihadistas en el proceso de captación Al mismo tiempo, el aumento de las bolsas de marginación compuestas por inmigración marroquí, la delincuencia asociada a ese colectivo y la detención de nuevas redes yihadistas de personas procedentes del Magreb también podrían aumentar la desconfianza de los españoles hacia la inmigración marroquí y argelina. 3. Lugares de culto radicales y proselitismo en las cárceles. Finalmente, es previsible que las redes yihadistas presentes todavía en España o que puedan aparecer en los próximos años intenten continuar su labor de captación entre los musulmanes residentes en el país. Para ello pueden servirse de dos vías que por experiencia les son eficaces. El reclutamiento a través de lugares de culto radicales y el reclutamiento en las prisiones. Salvo casos contados, los miembros de las redes yihadistas no han predicado de manera continuada en mezquitas españolas. En nuestro país no se ha dado un fenómeno similar al de Abu Qatada o Abu Hamza en Londres de predicación explícita y continuada de la yihad. Los líderes de las principales comunidades islámicas españolas han condenado infinidad de veces las acciones terroristas de Al-Qaida y les preocupa que la sociedad pueda acabar relacionando el islam con la violencia. La lectura del islam que ofrecen la mayor parte de esas comunidades tiene un carácter moderado y no representa un peligro. No obstante existen algunos centros islámicos de carácter más radical, que sin llegar a ser propiamente yihadistas, pueden plantear problemas de seguridad en el futuro. Concretamente desde hace dos años los servicios de información de la policía han detectado la presencia de predicadores wahabíes de origen marroquí que están haciéndose con el control de mezquitas frecuentadas por inmigrantes de la misma nacionalidad. En Cataluña se han identificado quince salas de oración de ese tipo38. Sin llegar a predicar la yihad, los imanes animan a que sus seguidores se aíslen en su comunidad y en su religión, y condenan cualquier forma de integración en la sociedad española. Además, es de esperar que debido al aumento de la presión sobre los wahabíes en Marruecos tras los atentados de Casablanca en mayo de 2003, muchos de ellos se trasladen a España para predicar en las comunidades inmigradas, y de hecho, existen indicios de que ese trasvase ya se está produciendo. Según la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España, la más representativa, muchos de los predicadores que dirigen el culto de los marroquíes son wahabíes39. Mohamed Darif, uno de los principales expertos en Marruecos sobre terrorismo islamista, comparte la misma opinión40.

38“ El Periódico”, 2/04/2004. 39 “El País”, 7/04/2004. 40 “El País”, 15/03/2004.

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El hecho de que los radicales puedan instrumentalizar la presencia de musulmanes para pasar desapercibidos y realizar sus actividades de propaganda y reclutamiento, hace necesario un compromiso especial de las comunidades islámicas asentadas en Occidente orientado a dificultar la actuación de los yihadistas. Los responsables de las comunidades islámicas tienen una autoridad religiosa de la que carecen otros líderes de opinión. Es crucial que la corriente ideológica promovida por Al-Qaida no goce de ningún tipo de simpatía en el conjunto del islam inmigrado y que sea considerada una herejía aberrante y peligrosa. En segundo lugar, las cárceles también pueden convertirse en un lugar de reclutamiento yihadista, tal como demostró a finales de 2004 la operación NOVA. En algunas prisiones se está produciendo una alta concentración de población reclusa de origen magrebí y ya existen indicios de que en algunas de ellas los islamistas obligan al resto de presos marroquíes a unirse a su práctica religiosa41. Si la integración socioeconómica de los inmigrantes no se produce adecuadamente, pueden aparecer bolsas de marginalidad y delincuencia entre este sector de la población que acabe aumentando la población reclusa musulmana. De hecho, ya se observa una excesiva representación de los marroquíes en la población de las cárceles españolas. En 2003 había 4.600 presos marroquíes y 1.182 argelinos de un total de 52.000. Es decir más del 10%. La experiencia de Allekema Lamari constituye una llamada de atención en ese sentido, al igual que la detención, en octubre-noviembre de 2004, de la red argelina, formada en varias cárceles españolas, que pretendía llevar a cabo otros atentados en Madrid. Después de los atentados del 11-M, el gobierno procedió a la dispersión de 60 islamistas radicales a fin de evitar la creación de grupos de yihadistas en torno a esas personas. Sin embargo, los sindicatos de trabajadores de prisiones han denunciado la eficacia limitada de esa medida, ya que pueden volver a crearse nuevos núcleos radicales42. La evolución futura de este conjunto de variables, y el diferente grado de éxito que alcancen las políticas públicas destinadas a prevenir la reaparición y extensión del yihadismo en nuestro país, determinarán la trascendencia de dicho fenómeno para el conjunto de la sociedad española en los próximos años

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