teología pastoral: idea, palabra, acción · logía pastoral a la hora de concienciar a toda la...

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Page 1: TEOLOgíA PASTOrAL: iDEA, PALABrA, ACCión · logía pastoral a la hora de concienciar a toda la Iglesia de la necesi- dad de una pastoral que busque a los alejados y trate de verter

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PABLO GUERRERO RODRíGUEZ

TEOLOgíA PASTOrAL: iDEA, PALABrA, ACCión

La teología pastoral es, ante todo, reflexión teológica sobre la acción eclesial. En estas páginas el autor intenta mostrar el papel de la teo-logía pastoral a la hora de concienciar a toda la Iglesia de la necesi-dad de una pastoral que busque a los alejados y trate de verter su mensaje en los odres de la cultura de hoy. Este propósito solamente será posible con una pastoral donde el fondo y el estilo sean oferta de diálogo, acogida y búsqueda de nuevos horizontes desde un senti-do evangélico.

Sal Terrae 100 (2012), 737-757.

hacia una teología dialogal

En la actualidad determinadas formas de hacer teología tienen un marcado cariz clerical (masculina-mente clerical) y en sus expresio-nes aún presentan características paternalistas no dialogales (utili-zando la terminología de Paulo Freire). Esto nos sitúa ante un ries-go real que ya el Padre Arrupe enunciaba así: “Lo peor que nos puede ocurrir en estos momentos es empeñarnos en dar las respues-tas de ayer a los problemas de ma-ñana”.

Frente a esta realidad me sitúo en la línea diseñada por J. Molt-mann en su libro El experimento esperanza. En dicha obra el autor expresa la necesidad de que la teo-logía sea cada vez más práctica y política, y que no abarque sola-mente la predicación, el culto o la pastoral, sino también la socializa-ción, la democratización y la edu-

cación para la autonomía. Esto se-gún Moltmann solo será posible si la teología es capaz de dialogar con otros seres humanos, religiones, cosmovisiones e ideologías; si se concibe a ella misma como un sa-ber y una tarea dialógicos, cuya misión radica en hallar y propagar la verdad en el diálogo con los de-más.

En línea con lo dicho por Molt-mann añado un doble “prejuicio” que brota en parte de la pedagogía ignaciana en la cual estoy imbuido por deformación profesional (y vo-cacional). En primer lugar creo que es posible el diálogo (no digo que sea sencillo; “solo”, que es posible y necesario). En segundo lugar, el conjunto de la teología, y la re-flexión teológico-pastoral en par-ticular, necesita salir de sí misma y, sin renunciar a lo que la define (una fe que busca entender), dialo-gar mirando a los ojos a nuestra sociedad y a nuestra historia, a las