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Tema del Mes Tema del Mes Febrero de 2015 BS 17

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Page 1: Tema del Mes - Don Bosco

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Febrero de 2015 • BS • 17

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Objetivos del año de la Vida Consagrada

El Papa Francisco tuvo en cuenta los objetivos del ter-cer milenio que indicó san

Juan Pablo II para toda la Igle-sia, que ya había expresado para los religiosos en la Exhortación apostólica Vita Consecrata: “Voso-tros no solamente tenéis una his-toria gloriosa para recordar y con-tar, sino una gran historia que construir. Poned los ojos en el fu-turo, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas” (VC, 110).

El primer objetivo es mirar al pasado con gratitud. Es una acti-tud permanente en la vida religio-sa la de mirar a los fundadores, desde los orígenes, para renovar

fielmente sus vidas, a partir de las nuevas situaciones, con una fide-lidad creativa en el seguimiento de Jesucristo. Cada época de la historia ha ofrecido a los consa-grados la oportunidad de expre-sar de forma renovada la perenne caridad apostólica que se vive des-de los orígenes de cada carisma.

El segundo es vivir el presente con pasión. La escucha atenta a lo que el Espíritu Santo dice hoy lleva a tomar el evangelio como norma de vida. Francisco invita a los consa-grados a dejarse interpelar por el evangelio, poniéndolo en el centro de la vida consagrada, teniendo a Jesús como el primer y único amor, para poder amar como Él.

El tercero es abrazar el futuro con esperanza. A pesar de las difi-cultades que afronta la vida con-sagrada en sus diversas formas: “la disminución de vocaciones y el envejecimiento, sobre todo en el mundo occidental, los proble-mas económicos como consecuen-cia de la grave crisis financiera mundial, los retos de la interna-cionalidad y la globalización, las insidias del relativismo, la margi-nación y la irrelevancia social...”, el Papa Francisco apunta que es aquí donde se ha de levantar la es-peranza, fruto de la fe en el Señor de la historia, quien no ha retira-do nunca su presencia.

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Una forma de vida proféticaEstos objetivos del Año de la Vida Consagrada se proponen a todos los consagrados, a sus comunidades, a los Institutos, y a todos los miem-bros de la Iglesia, porque la vida consagrada no se entiende sino en relación con los otros carismas y ministerios que ha suscitado el Es-píritu Santo en la Iglesia. La radi-calidad evangélica no es sólo de los religiosos; se exige a todos. El Papa recuerda que el Año de la Vida Con-sagrada no sólo afecta a las perso-nas consagradas, sino a toda la Igle-sia. “El pueblo cristiano está llamado a tomar conciencia cada vez más del don de tantos consagra-

dos y consagradas, herederos de gran-des santos que fra-guaron la historia del cristianismo. ¿Qué sería la Igle-sia sin tantos san-tos y santas de Dios?

Francisco dijo a los religiosos que espera que “despierten al mundo”, por-que la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Esta es la prioridad que ahora se nos pide, dice el Papa a los superiores mayores el día que anuncia el año de la Vida Consagrada: “Ser profe-

tas como Jesús ha vivido en esta tierra... Un religioso nunca debe re-nunciar a la profecía”.

Expectativas para el Año de la Vida ConsagradaCon la convocatoria de este Año, el Papa suscitó importantes expecta-tivas, que si se confi rman, harán un gran bien a la Vida Consagrada y a todo el Pueblo de Dios.

El Papa dice que “donde hay re-ligiosos hay alegría”. Reconoce que la vida consagrada está llamada a experimentar y demostrar que Dios es capaz de colmar los corazones de los consagrados y hacerlos feli-ces, sin tener que buscar la felici-dad en otro lado, y que la auténti-ca fraternidad vivida en las comunidades alimenta esta alegría. La entrega total de los consagrados

al servicio de la Iglesia, las fami-lias, los jóvenes, los ancianos y los pobres, les realiza como personas y da plenitud a sus vidas.

El Papa espera que los religiosos mantengan vivas las “utopías”, pero también que sepan crear “otros lu-gares” donde se viva la lógica evan-gélica del don, de la fraternidad, de la acogida de la diversidad, del amor mutuo. Todos los medios y lugares de caridad y creatividad carismá-tica que se tienen hoy en la vida consagrada (monasterios, comuni-dades, centros de espiritualidad, “ciudades”, escuelas, hospitales, ca-

sas de acogida, etc.) deben ser le-vadura para una sociedad inspira-da en el Evangelio.

Pide además el Papa un llama-miento a que la Vida Consagrada sea referente en las relaciones de convivencia: se trata de buscar la acogida y la atención recíproca, de practicar la comunión de bienes materiales y espirituales, la correc-ción fraterna, el respeto para con los más débiles... Es “la mística de vivir juntos”.

Salir hacia las periferias existencialesAun reconociendo que las expecta-tivas indicadas son exigentes y re-presentan un gran reto, lo que pa-rece que más puede contribuir a un relanzamiento en fi delidad creati-va de la vida consagrada es la invi-tación del Papa a librarse de la en-fermedad de la “auto-referencia-lidad”, saliendo de sí mismos para

ir a las periferias existenciales. Así, junto al testimonio profético, la co-munión y el encuentro, la acogida y la atracción en el seguimiento, la utopía y la creatividad, surge ese “id al mundo entero” que Jesús di-rige a los suyos, porque “hay toda una humanidad que espera”.

Para realizarlo, el Papa recomien-da a los consagrados que aligeren las estructuras, reutilicen sus casas en favor de obras más acordes a las necesidades actuales y se adapten las obras a las nuevas necesidades. Y concluye: “encontraréis la vida dando la vida, la esperanza dando esperanza, el amor amando”.

Para realizarlo, el Papa recomien-da a los consagrados que aligeren las estructuras, reutilicen sus casas en favor de obras más acordes a las necesidades actuales y se adapten las obras a las nuevas necesidades. Y concluye: “encontraréis la vida dando la vida, la esperanza dando

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Preguntas del Papa Francisco para la refl exiónEl Año de la Vida Consagrada es un año para hacer planteamien-tos, como estamos viendo, profun-dos, radicales, renovadores, fi eles, de refundación y de reestructura-ción. Precisamente, porque la “fan-tasía del Espíritu” no cesa, nadie debería eludir este Año una verifi -cación seria sobre su presencia en la vida de la Iglesia y su manera de responder a los continuos y nue-vos interrogantes que se suscitan en nuestro alrededor, al grito de los pobres. He aquí algunos desa-fíos que se plantean, a modo de ejemplo:

- Siempre, donde están los consa-grados, los seminaristas, las reli-giosas y los religiosos, los jóvenes, hay alegría. Es la alegría de la lo-zanía, de seguir a Cristo; la alegría que nos da el Espíritu Santo, no la alegría del mundo. ¡Hay alegría! Pero, ¿dónde nace la alegría?

- ¿me he “acomodado” en mi vida cristiana, sacerdotal o religiosa, también en mi vida de comuni-dad, o conservo la fuerza de la in-quietud por Dios, por su Palabra, que me lleva a “salir fuera”, hacia los demás?

- La única lámpara encendida en el sepulcro de Jesús es la esperan-za de la madre, que en ese momen-to es la esperanza de toda la hu-manidad. Me pregunto a mí y a vosotros: en los monasterios, ¿está aún encendida esta lámpara? ¿se espera el mañana de Dios?

- Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo. He aquí la pregunta: ¿también nosotros te-nemos grandes visio-nes e impulsos? ¿So-mos audaces? ¿Vuela alto nuestro sueño? ¿Nos devora el celo?

Francisco, siendo obispo en el sínodo sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mun-do, en octubre de 1994, dijo lo que hoy se nos manifiesta como un sig-no programático para el año de la Vida Consagrada: “la vida consa-grada es un don para la Iglesia, nace en la Iglesia, crece en la Igle-sia, está totalmente orientada a la Iglesia”. De aquí que, como don a la Iglesia, no es una realidad ais-lada o marginal, sino que pertene-ce íntimamente a ella. Por tanto, “pertenece sin discusión a su vida y a su santidad”.

i Francisco Santos

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