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TEMA 7 – ÉTICA Y POLÍTICA
1. Ética y Filosofía política
1.1. Preliminares: sobre la filosofía moral [Este punto en realidad no hace falta]
La Filosofía moral hoy, como reflexión e instancia normativa exigible a los individuos, tiene
como centro de su teorización la idea de dignidad humana.
Ésta idea de dignidad, a su vez, está ligada a uno de los avances más radicales de la
modernidad: la de la AUTONOMÍA del individuo, basada en la adecuación de sus actos a las
exigencias de la razón, lo que le convierte en AUTOLEGISLADOR de su propia ley.
La moralidad, pues, se define por la relación entre la acción y la legislación de la razón.
De este modo, el actuar moral, en la línea kantiana predominante, consiste en actuar de tal
manera que tu comportamiento pueda ser válido para todo hombre. Este proceder se conjuga con
aquella otra formulación que establece tratar al otro siempre como un fin al mismo tiempo y
nunca solamente como un medio.
No podemos olvidar, frente a esta versión deontológica de la ética, aquella otra corriente
filosófico-moral, de carácter teleológico, la Aristotélica.
Para el mundo griego aristotélico, la filosofía moral se ocupa de las acciones humanas en cuanto
pretenden realizar el bien. Un bien que no se elige en función de obtener cualquier otra cosa que
no sea el propio valor de ese bien. Un bien que, en esencia, trata de una práctica reflexiva de
la libertad y que se cifra en la felicidad, en la vida buena.
Vamos a destacar ciertos elementos esenciales al comportamiento moral.
Podemos entender la ética como el tratamiento de la actividad de los individuos referida a la
forma reflexiva de la libertad, en orden a la realización de objetivos, de valores. Es decir, LA
ÉTICA ES LA PRÁCTICA REFLEXIVA DE LA LIBERTAD, que lleva al individuo a asumir su
propia vida en cuanto proyecto humano a realizar.
Una forma de representarnos esta actitud y tensión ética, consiste en concebir la actividad moral
como una especie de acuerdo contractual con uno mismo.
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Al mismo tiempo, la única posibilidad de vivir como sujeto moral es poder relacionarme con los
otros, igualmente, como sujetos morales.
Esto supone que la ética conlleva tomar al otro con sus fines propios, asumir el proyecto que son
los demás.
Esta concepción de la ética como contrato con uno mismo y en relación interpersonal, puede
rastrearse en diversas orientaciones filosóficas
1.2. Preliminares: sobre la Filosofía política
La Filosofía política está ligada a los procesos de quiebra, surge en el momento de relevos
sociales y políticos. Responde a y se inserta en la voluntad de institución de sentido social, de la
creación de un imaginario sociopolítico.
Hasta el momento ha habido dos grandes imaginarios sociopolíticos:
1. Grecia (a partir del s. VII a.C.)
2. Las dos grandes revoluciones de la Modernidad (Norteamericana y la Francesa).
Estos dos imaginarios sociopolíticos constituyen los mundos clásicos de la filosofía política. Es
muy posible que sea necesario crear un nuevo imaginario sociopolítico actual, pensando en la
globalización y la nueva interdependencia entre culturas, que pueda hacerse cargo de los
cambios radicales de nuestro presente. Pero no hablaremos de eso ahora.
1.3. Procesos constituyentes de la política
La Filosofía, como ejercicio crítico autorreflexivo, ofrece la posibilidad de cuestionar lo recibido,
sea un hecho o una doctrina. El surgimiento de la Filosofía implica, por tanto , la existencia de
mutaciones en el orden de las prácticas sociales.
Cuando se produce una tensión límite se instauran nuevas categorías.
Los IMAGINARIOS POLÍTICOS son la consecuencia de procesos sociales de larga duración, que
acaban formando un nuevo orden social y político.
En este horizonte, vamos a visualizar algunos de esos procesos.
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Empezaremos con el clásico paso del MITOS al LOGOS (= razonamiento) en el mundo griego,
que dio cuenta de la emergencia de la RACIONALIDAD.
La ruptura en el mundo helénico del mito y del ritual, posibilitó el hecho de que, tras procesos
sociales complejos tanto en el orden cognitivo como en el de las formas de vida, el ámbito de lo
político pudiera ser tematizado de forma reflexiva. Así, se constituyó en una realidad que exigía
categorizaciones.
La política se presentó como el efecto de una reflexión que asumió las disonancias sociales, las
tensiones y luchas sociales y cognitivas, religiosas y políticas y elaboró una nueva perspectiva
para el otorgamiento de sentido a la realidad humana por parte de un grupo o ciudad.
Según VERNANT, el punto de partida de la crisis (del mundo helénico) fue de orden económico y
llevó al nacimiento de una reflexión moral política de carácter laico que encaró de un modo
positivo los problemas del orden y del desorden en el mundo humano.
A principios del siglo VII a. C. tiene lugar la explosión, la crisis de legitimación de la soberanía
tradicional, ostentada hasta entonces por los reyes absolutos y casi divinizados. Podríamos decir
que el poder se hizo laico (el rey absoluto dejó de existir y con él su estatus divino – los poderes
comenzaron a repartirse entre “profesionales” de cada campo: poderes religiosos, poderes
militares, etc.).
Ésta laización del poder conllevó la implicación de la sociedad (la sociedad comenzó a
determinar quiénes debían ostentar las diferentes funciones).
Con la conformación de la ciudad (siglo VIII a.C.), comienzan a ponerse en práctica nuevas
formas de gobierno.
Hasta el momento de afianzarse las ciudades, la guerra tenía como protagonistas a quienes
guiaban los carros de combate tirados por caballos. Esta forma de organización había dado lugar
a la formación de una clase aristocrática que ahora se sustituyó por una nueva técnica que no
requería ya el papel del héroe antiguo, sino que impone la nueva figura de los HOPLITAS
(pequeños propietarios que podían adquirir un armamento pesado y que debían de luchar
unidos).
Esta democratización de la aristocracia guerrera fue un avance importante hacia las
virtudes que impone la creación de la ciudad: no se alaba al héroe, sino que es necesario la
UNIÓN para marchar todos juntos y en orden.
Lo que a primera vista parece un mero cambio de gobierno, en realidad implica un verdadero
alcance filosófico en la reorganización del propio mundo humano, porque lo que, en un principio,
fueron problemas sociales y de organización de guerras, acabaron arrastrando reajustes de la
visión del mundo.
El principio básico de esta nueva epistemología laica es la IGUALDAD del ciudadano, que
de repente se encuentra en el centro y en equidistancia a todos los lados, gracias a la ISEGORÍA
(igual derecho a la interlocución/participación) y la ISONOMÍA (igualdad ante la ley).
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De esta manera se quiebra en Grecia la ordenación cosmológica jerarquizada a favor de una
nueva estructura de las relaciones sociales en torno a la EQUIDISTANCIA.
(Esta nueva perspectiva homogeneizadora va a posibilitar la revolucionaria comprensión del
universo de acuerdo con un modelo geométrico. El cosmos se convierte en un espacio
matematizado, en equilibrio entre potencias iguales).
Para terminar la descripción del primer imaginario simbólico político que fue Grecia, es
interesante señalar la diferencia entre LA política y LO político:
LA política no es equivalente a LO político. LO POLÍTICO hace referencia a las diversas formas
del ejercicio del poder y sus instituciones a lo largo de la historia.
LO POLÍTICO ha existido siempre en las sociedades humanas.
Sin embargo, LA POLÍTICA nace en el proceso en el que la razón crítica, autorreflexiva, aparece
en el mundo cultural griego.
No ha existido siempre y no se da en todas las culturas o civilizaciones. Se encuentra
ligada a la capacidad de la RAZÓN.
Es LA POLÍTICA la que constituyó y constituye un imaginario político-social, no lo político.
2. Sobre la distinción entre ética y filosofía política
2.1. Categorías de LA POLÍTICA
En el proceso de constitución de la democracia en las polis griegas se instituye LA POLÍTICA o
filosofía política.
La democracia se configura como la forma MÁS RADICAL de LA política.
El fundamento de la democracia se encuentra en la idea de IGUALDAD política. Ésta es, en
primer término, una redefinición de tipo espacial, porque todos están a la misma DISTANCIA del
poder, puestos en el centro. En segundo lugar, la IGUALDAD redefine la estructura y el sentido
del poder, porque ya no hunde sus raíces en ninguna naturaleza extraña, sino que el poder
somos todos nosotros, todos podemos ser gobernantes y ser gobernados.
El nuevo grado de reflexión que conlleva LA política lleva a la participación activa y real de
todos los ciudadanos. Por lo tanto la ciudadanía, implica la IGUALDAD política.
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La IGUALDAD es la base de la democracia, que tiene, por definición, una estructura
REFLEXIVA.
Dado que la democracia conlleva reflexividad, sólo puede realizarse cuando se confiere a los
individuos el estatus de ciudadanía. De esta manera, ciudadanía e igualdad política se
coimplican.
Hay que dejar claro aquí, siguiendo a ISABEL SANTA CRUZ, que la IGUALDAD política es una
semejanza horizontal con respecto a unas características mínimas, compartidas por todos. La
igualdad no es identidad, ni uniformidad ni estandarización. Comporta:
1. AUTONOMÍA (posibilidad de elección).
2. Supone AUTORIDAD (capacidad de ejercicio del poder).
3. Requiere EQUIFONÍA (La posibilidad de emitir una voz que sea escuchada).
4. Exige EQUIVALENCIA (Tener el mismo valor que el otro).
[IGUALDAD: AUTONOMÍA – AUTORIDAD – EQUIFONÍA – EQUIVALENCIA]
De la misma manera en que la IGUALDAD política remite a la IDENTIDAD, también lo hace a la
PLURALIDAD.
ARISTÓTELES ya criticó la idealidad moral de la UNIFORMIDAD en la República de PLATÓN y
consideró que ésta llevaría a la quiebra total de la polis. Le resultó evidente que si la ciudad
avanzaba cada vez más en ese sentido unitario, dejaría de ser ciudad.
Podemos decir, por tanto, que los elementos que tienen que constituir una ciudad han de diferir
cualitativamente. La IGUALDAD, en términos de ARISTÓTELES, es el fundamento y el
principio de la democracia.
HANNAH ARENDT basó su defensa de la restauración de la polis justo en el hecho de esa
PLURALIDAD, porque así, el nacimiento de cada ser humano conllevaría la idea de inicio en la
definición de las relaciones sociales. La incorporación de un nuevo ciudadano implicaría de este
modo un descentramiento de lo ya dado y sometería a reexamen el contexto de la vida política.
Así, la idoneidad de una forma de vida política, según ARENDT, se mide por su respeto a y por el
reforzamiento de la individualidad plural, cualitativamente diferente.
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Para ir un poco más allá, la IGUALDAD, en realidad, hace referencia a la LIBERTAD.
Para ARISTÓTELES, el sentido de la libertad cívica (la propia de los sujetos políticos) es el vivir
como se quiere, en contraposición a la vida de los esclavos, que están sujetos a la voluntad de
otro.
La LIBERTAD del ciudadano, por tanto, consiste en NO DEPENDER DE LA VOLUNTAD
ARBITRARIA DE NADIE.
Pero no se trata de que nadie pueda interferir en la vida del ciudadano, como por ejemplo lo
hacen las leyes. Las instituciones creadas por la democracia pueden interferir en la libertad de los
ciudadanos, pero lo hacen para confirmar el principio de la libertad en la igualdad.
Los individuos quieren vivir su propia vida personal, sin interferencia alguna, sabiendo, no
obstante, que sólo en la participación común en los asuntos de la ciudad pueden afirmar
y vivir su propia libertad. Estamos ante un principio de libertad, fundado en la igualdad, que
reconoce un ámbito de interés general.
En la propuesta de ARISTÓTELES podemos reconocer el PRINCIPIO REPUBLICANO, que
concibe la libertad como NO DOMINACIÓN.
Frente a esta concepción se sitúa la concepción política de los LIBERALES, que consideran la
libertad como NO INTERFERENCIA (ISAAC BERLIN: “Entiendo la libertad como el no ser
obstaculizado por otros. La defensa de la libertad consiste en la meta “negativa” de impedir la
interferencia”).
[Según BERLIN, el LIBERALISMO no tendría dificultad en aceptar como gobernante a un
déspota, siempre que garantizase la no interferencia en la libertad del ciudadano]
2.2. Relaciones entre Ética y Filosofía política: Conclusiones provisionales
Hay una relación compleja entre la racionalidad y la normatividad de la Ética y la de la Filosofía
política.
Podríamos decir que la Filosofía moral se centra en el grado de autenticidad con que el sujeto
moral asume la realización de su vida personal desde la práctica reflexiva de la libertad. En
íntima relación con esa asunción reflexiva estaría la de los proyectos morales de los otros
individuos.
El objeto material de LA POLÍTICA, de la Filosofía política, lo señala ARISTÓTELES
claramente: la JUSTICIA.
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Sólo es posible plantear las cuestiones de la ética y de la política a partir del concepto de
LIBERTAD IGUALITARIA que conlleva la política. La política genera el contexto desde el cual es
posible pensarnos reflexivamente como agentes de la sociedad en la que vivimos y plantearnos el
significado moral de la forma reflexiva de la libertad.
Lo que ARISTÓTELES mantiene a lo largo de su obra es, justamente, que el orden de la justicia
democrático-política es el que posibilita pensarnos como agentes libres, no sometidos a ningún
dueño.
Esto es tanto como reconocer que sólo tenemos la posibilidad de elegir una cierta forma de vida
propia, en la libertad, desde la política ACTIVA.
La LIBERTAD no es una propiedad, una característica del ser humano, si no tiene los
contextos apropiados. La polis hizo realidad tales contextos.
El problema de la relación entre la Ética y la Filosofía política no se sitúa en ninguna
jerarquización, puesto que se mueven en ámbitos de realidad distintos.
Para franquear esa dificultad, hay que comprender que el valor, la igualdad, la justicia no son
conceptos que se podrían fundar, construir en y por la teoría.
La sociedad, en realidad, no está anclada en un orden natural. Los hombres no nacen ni libres ni
no libres, ni iguales ni no iguales. NOSOTROS LOS QUEREMOS libres e iguales, en una
sociedad justa y autónoma.
Por tanto, debemos tener claro que el sentido de esos términos no podrá jamás ser
definitivamente definido y la seguridad que la teoría aporta a esta tarea siempre será limitada.
3. Ética - política en el primer imaginario filosófico-político
3.1. Repensar la polis
El primer imaginario filosófico-político, LA POLIS, surgió tras un largo proceso de elaboración
teórica desde el siglo VII hasta el V. a.C. y encontró su momento más pleno bajo el mandato
de
PERICLES (495-429 a.C.).
ARISTÓTELES (384-322 a.C.), nacido 45 años después de la muerte de PERICLES, formuló la
estructura del pensamiento filosófico-político correspondiente al período democrático de Atenas.
Su muerte coincidió justo con la quiebra definitiva de la democracia en la polis de Atenas. Tras la
batalla de QUERONEA, en 322 a.C., se acaba estableciendo un gobierno regido por LOS
RICOS (OLIGARQUÍA). Éstos impusieron la posesión de un título de propiedad para que alguien
pudiera ser considerado ciudadano.
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Esta nueva legalidad se opone frontalmente a la tesis que había venido rigiendo en la polis, que
definía al ciudadano no por el dinero, sino por el derecho a participar en la justicia y en los
cargos públicos.
Así, la muerte de ARISTÓTELES coincide con la apertura de una nueva época no-democrática en
Atenas.
A través de sus obras más significativas para nuestro campo, expone y examina las dimensiones
filosófico-políticas de la época clásica (Ética a Nicómaco, Ética Eudemia y la Política).
En el periodo de PERICLES, Atenas llegó a tener unos 160.000 habitantes, sin contar los
extranjeros y los esclavos.
El final de la polis ateniense estuvo determinado en gran parte por la cantidad de guerras que
tuvo que soportar.
En plena crisis de esta ciudad, PLATÓN, hijo de familia destacada y de las que no apoyaban la
democracia, escribió acerca de la pérdida de vigor de dicho sistema.
En la Carta VII, que refleja el desencanto de las familias aristocráticas acerca de la democracia,
PLATÓN se propuso la formulación de un nuevo sistema filosófico ante la crisis.
Aunque en su juventud pensaba dedicarse a la política, pronto se dio cuenta de que los estados
actuales están mal gobernados.
Esto le hizo sentirse movido a alabar la verdadera filosofía, intentando crear un nuevo sistema de
pensamiento que permitiera reconstruir las posibilidades de lo humano.
Para PLATÓN resultaba inevitable, ante la decadencia ideológica que estaba viviendo la polis,
establecer un nuevo criterio epistemológico para repensar la realidad.
Por eso mismo, defiende el pensamiento filosófico como un orden superior de reflexión. “No
acabarán los males para los hombres hasta que lleguen los puros y auténticos filósofos al poder”,
pensaba.
ARISTÓTELES se hace cargo críticamente de la posición de PLATÓN en el ámbito político.
Podríamos decir de antemano que ARISTÓTELES fue más práctico, más realista, mientras
que
PLATÓN era más idealista.
En su Política, expone sus análisis de las dos obras clave para entender el pensamiento político de
PLATÓN, las LEYES y la REPÚBLICA.
Después de analizar las posiciones platónicas, concluye que el pensamiento de PLATÓN es poco
práctico. Imaginar un posible mundo alternativo se convierte no sólo en la formulación de utopías,
sino en el diseño de mundos contradictorios, carentes de viabilidad en la práctica.
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3.2. Sobre LA política
El concepto, la estructura y las dimensiones prácticas de la política en ARISTÓTELES guardan
estrecha relación con su innovadora metafísica.
En ocasiones su significado se ha empobrecido, acusándole de haber establecido una secuencia
casi mecánica según la cual el hombre, por el hecho de ser hombre, conformaría inevitablemente
comunidades o grupos de vida sociopolítica al modo de la polis.
Pero este punto de vista y éstas críticas son absolutamente erróneas e injustas para con este
gran pensador.
Para ARISTÓTELES, la naturaleza de cada cosa consiste en aquello que cada ser llega a
ser una vez que ha completado la plenitud de su vida, el final de su desarrollo. Pero este
llegar a ser no es absolutamente necesario. Puede quedarse a medio camino.
Así pues, el ser un animal político es el término, el resultado de todo un proceso de
indagación y elección para conseguir el fin verdadero y justo por parte de la política.
El hombre puede utilizar en sentidos muy opuestos sus capacidades y, por tanto, es necesaria
una OPCIÓN por su parte, una ELECCIÓN de un tipo determinado de vida.
El actuar conforme al orden de la política implica un nivel de reflexión no fácil de conseguir, así
como un comportamiento virtuoso para perseguir, según normas racionales, aquello que es
concebido como el bien común de acuerdo con criterios de justicia.
La elección debida de lo que es conveniente, justo y virtuoso es complicada y ARISTÓTELES la
compara con tensar un arco para dar en la diana. Hay que tener un gran dominio sobre el cuerpo,
conocer perfectamente los elementos, el contexto, etc. para no errar el blanco.
De esta manera deja entrever el conjunto de virtudes que son necesarias para alcanzar lo bueno
y lo mejor, que para él se resumen, indudablemente, en la política.
Y así, la política es el fin superior para el bien común de los hombres.
3.3. Ética y política: la política como criterio superior de virtud
¿Cuál es la relación entre la ética y la política en la Atenas clásica, antes del final de la polis?
Lo expuesto hasta ahora induce a pensar que la política viene a ser el nivel superior del ejercicio
de la libertad y la consecución de lo justo.
Ahora bien, el ejercicio político exige, además de virtud, capacidad de ejecución. Un político
como PERICLES no sólo tiene que ser virtuoso y bueno, sino que debe de estar dotado de
entendimiento y de capacidad de mando.
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Contrario a PLATÓN, que consideraba que sólo debían mandar los filósofos, ARISTÓTELES
insiste en que cuando se trata de iguales, lo justo es que todos participen en partes
iguales, tanto si el gobierno es un bien como si es un mal – todos participarán de él.
¿Cuál es la virtud apropiada para el ejercicio de la política?
Muchos dirían que la sagacidad, la astucia.
ARISTÓTELES admite que estas dos virtudes son componentes buenos para el gobierno, pero
siempre que el fin perseguido sea bueno. Porque ambas capacidades pueden utilizarse para el
bien y para el mal.
En definitiva, estas cualidades sólo cobran relevancia política cuando se ejercitan en y desde la
virtud moral.
Lo que, en último término, modula y articula el entendimiento y la sagacidad es el SER
PRUDENTES.
La PRUDENCIA se convierte en el núcleo del modo de pensar y actuar según los principios del
bien y la justicia, atribuidos a la política. En esta virtud convergen todas las demás.
La consecución de un fin en sí mismo como lo es el de la política, nos hace comprender que la
virtud tiene que estar acompañada por el ejercicio de la razón. Y el comportamiento moral
según la razón es justamente la PRUDENCIA. Un hombre que no sea bueno no puede
ser prudente. La PRUDENCIA es virtud, pero las virtudes sin más no son prudencia. Ésta
representa el punto de unión.
En definitiva: no hay vida moral sin PRUDENCIA: ésta no es una virtud entre otras, sino la
posibilidad misma de una vida virtuosa.
(Hay que apuntar aquí que, como sucede con las virtudes éticas, el conocimiento de la
PRUDENCIA no nos hace por ello ser prudentes).
Los textos de ARISTÓTELES muestran que la política es, ni más ni menos que el nivel último de
lo que significa el ejercicio de la LIBERTAD.
Es justamente este ser libres, el haberse liberado de dominación, lo que constituye el modelo de
la labor ética, para conseguir, igualmente, la libertad propia frente a los deseos
incontrolados.
De este modo, el no ser esclavos sino dueños de nuestro propio cuerpo, así como el
poder ejercer la recta razón en las prácticas individuales, acaban siendo el horizonte
de la vida ética: un ejercicio de la libertad conforme a la recta razón, tal como lo establece la
política.
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Las normas de la vida pública de Atenas son el horizonte superior de libertad alcanzado por un
grupo o una comunidad.
Lo que estamos estableciendo como el nivel superior de ser y actuar en Atenas corresponde a la
categoría de la SITTLICHKEIT, más tarde teorizada por HEGEL.
En resumen, la ética, en el mundo ateniense, consiste en la forma de realizar
individualmente el grado de libertad proporcionado por la polis.
Este sentido de la ética no se corresponde con el del segundo de los imaginarios políticos,
correspondiente a la época moderna.
4. Ética-política en la modernidad o segundo imaginario político
4.1. KANT o la Filosofía DE la política
[El contrato social rousseauniano es el referente fundamental del segundo imaginario político
de la modernidad].
Para empezar podríamos afirmar que en KANT no hay una filosofía política propiamente
dicha, sino afirmaciones sobre la política hechas desde su sistema, centrado en la ÉTICA y el
DERECHO. Representa así un caso especial dentro de los grandes filósofos de la modernidad, que
sí se centraron en la filosofía política.
Una de las dimensiones fundamentales de la modernidad se encuentra en la clara conciencia de
la necesidad de establecer los criterios para guiar la constitución de un nuevo saber práctico,
de una nueva forma de instituir los principios de la sociedad que está emergiendo.
KANT asume que nuestra época es la propia de la CRÍTICA, a la cual todo ha de
someterse.
La idea que preside las obras de KANT es justamente esa necesidad de ofrecer un nuevo
fundamento a lo que ha de servir como verdadero y justo según las exigencias del momento
histórico moderno.
Se trata de una verdadera revolución tanto en el campo del ser como en el del deber-ser.
Esta actitud básica obliga a KANT a centrarse en la concepción TRASCENDENTAL tanto de la
moral como del derecho (“…la época actual exige instaurar un tribunal en el que la RAZÓN, al
tiempo que asegure sus legítimas aspiraciones, rechace todas las que sean infundadas” – CRÍTICA
DE LA RAZÓN PURA).
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Esta posición adoptada se traduce en una elaboración nueva de lo que ha de entenderse por
AGENTES MORALES y sus NORMAS, así como en los CRITERIOS MODERNOS para
JUSTIFICAR y LEGITIMAR EL PODER.
La ética y la filosofía política aparecen nuevamente como los dos ámbitos de realidad que han de
ser redefinidos en orden a asumir dos de las categorías centrales de la modernidad:
1. La correspondiente a la idea de AUTONOMÍA del sujeto moderno y
2. La de su LIBERTAD RADICAL.
Este cambio tan fundamental encontrará su plasmación histórica en la Revolución
Norteamericana y en la Revolución Francesa que han constituido el segundo imaginario
político.
Dentro de la modernidad, hay dos filósofos que representan las posiciones encontradas más
significativas en cuanto a la concepción de la ética y su relación con la filosofía política: KANT
y
HEGEL.
La contraposición entre ambos pertenece a un tópico bastante extendido en la filosofía. Según
éste tópico, los momentos históricos en los que el proceso de cambio sociopolítico se presenta de
forma que nada nuevo parece poder alumbrarse, son propicios a una vuelta a las posturas
éticas kantianas. A la contra, en los momentos en que emergen movimientos y procesos
sociopolíticos de renovación y cambio, el autor que cobra relevancia es HEGEL.
Empecemos entonces hablando de KANT :
KANT consideró dos modelos posibles de interrelación humana:
1. El de una comunidad JURÍDICA y
2. El de una comunidad ÉTICA.
En esta última, el pueblo como tal no puede ser tenido él mismo como legislador y debe de haber
alguien distinto que para una comunidad ética pueda ser mostrado públicamente legislante. Este
es el concepto de Dios como soberano moral del mundo (esto, sin embargo, no significa que
pensara en Dios como fundamento externo de la moral).
KANT defendía una visión del hombre como perteneciente a dos mundos, el SENSIBLE u orden
del entendimiento y el INTELIGIBLE o mundo de la moral. A la vez, digamos, no creía
precisamente en una innata bondad en el hombre.
Su valoración de la desviación innata, le hace escribir que la reforma necesaria para el
cumplimiento de la moral tiene que producirse mediante una revolución en la intención.
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La separación radical de los dos mundos, el sensible y el inteligible, haría inviable la
vida moral.
La vida moral existe y tiene lugar en nuestro mundo, porque la existencia de instintos,
pasiones y deseos hace necesaria la formulación de la ÉTICA como superación del
EGOÍSMO. Si se intenta dividir los dos mundos, la ética sería inútil.
El postulado de que sólo es buena la acción hecha con intención de obrar por deber, indica el
carácter FORMAL, nomológico, de la ley moral.
La moral toma en nosotros la forma COERCITIVA de un imperativo inapelable.
Para KANT, nunca pueden darse colisiones entre los principios morales. El ser veraz (sincero) en
todas las declaraciones, es un sagrado mandamiento de la razón, incondicionalmente exigido y
no limitado por ninguna conveniencia de ningún tipo.
No podría haberse teorizado la moral en términos kantianos de no tener configurado,
previamente, el IDEAL DE DOS MUNDOS INDEPENDIENTES, no comunicados entre sí y
que determina, sin embargo, necesariamente el proceso reflexivo.
Es, justamente, este mismo modelo trascendental el que se va a aplicar al derecho, con
consecuencias graves en el orden político y en el de la democracia.
En el segundo modelo de interrelación humana, la comunidad JURÍDICA, el legislador tendría
que ser la muchedumbre misma.
Esta legislación emana del siguiente principio: “restringir la libertad de cada uno a las
condiciones bajo las cuales puede coexistir con la libertad de todo otro según una ley
general”. Por lo tanto, la voluntad general crea de alguna manera una COACCIÓN LEGAL
EXTERNA.
En principio, parece que el DERECHO, siguiendo los principios de la razón, mantiene un equilibrio
de reciprocidad entre todos los miembros del estado y la obediencia al mismo se vuelve
moralmente obligatoria para todos los ciudadanos.
[DENSO]
Ahora bien, en el desarrollo práctico-normativo del Estado, tanto la RECIPROCIDAD como la
IGUALDAD acaban por ceder a nuevas figuras de la ciudadanía que veremos a continuación.
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ROUSSEAU es fundamental para entender las dimensiones morales y políticas de KANT, ya que
tuvo una grandísima influencia en su obra.
La idea del CONTRATO SOCIAL, uno de los pilares de la filosofía moderna, sufre una
transformación total en la obra de KANT. Lo que hace KANT es trascendentalizar la idea de
ROUSSEAU.
Así, hasta KANT, se consideró que el contrato social constituía la decantación general de la
modernidad frente al antiguo régimen (en el que el pueblo cedía todo el poder legislativo al
príncipe o rey a cambio de seguridad, llamado pactum subjectionis).
KANT consideró este punto de vista una visión histórica y construyó su propia idea a-
histórica.
Desde la filosofía kantiana, el contrato social se convierte en una MERA IDEA DE LA RAZÓN
que tiene, sin embargo, una indudable realidad: la de obligar a todo legislador a que dicte
sus leyes COMO SÍ éstas pudieran haber emanado de la voluntad de todo el pueblo.
Todos los elementos político-morales que se instituyen a partir del pacto social concebido por
ROUSSEAU pierden toda su fuerza radical en la obra de KANT, porque el COMO SÍ señalado
arriba, implica que la comunidad pensada a través de su concepción del pacto social es un ideal
platónico, la norma eterna de la constitución civil. Y esto implica una ambigüedad: en virtud
del como sí se podría legitimar cualquier régimen político.
Esto ocurre porque la normatividad es tan versátil, que puede solaparse con cualquier statu
quo, siempre que sea descrito con la suficiente habilidad, con el consiguiente peligro.
KANT se dio cuenta de que cuando una normatividad ética pretende ejercer de normatividad
política, el resultado no puede ser otro que la mistificación ideológica.
Por eso mismo KANT convierte el pacto social en una mera idea de la razón.
Como contrapunto a los momentos rousseaunianos, en KANT también aparecen momentos
hobbesianos.
Así, se pierde la reciprocidad que presidía la moral y surge una verdadera subordinación de
los presuntos ciudadanos con respecto al legislador. Desaparece toda posible
participación en la soberanía. El legislador es obligado a que dicte sus leyes como si éstas
pudieran haber emanado de la voluntad unida de todo el pueblo. Es decir, el legislador adquiere
un compromiso moral, está sujeto a un nuevo imperativo categórico.
La reciprocidad se rompe porque, lo que para el soberano es un deber estrictamente moral,
para los súbditos se convierte en un deber JURÍDICO, sometidos a su coacción externa.
ÉTICA 1 83
Nos encontramos así, a través de la trascendentalización de Rousseau, con una desigualdad
radical en el acto político fundacional. Esta idea evidentemente es opuesta a ROUSSEAU,
para quien la soberanía es indelegable y ningún particular puede dar leyes a la república, al
pueblo.
[Aunque ROUSSEAU haya sido muy importante para KANT, hay ciertas ideas en las que son
totalmente opuestos por el punto de vista que cada uno tiene del ser humano: uno cree en lo
bueno del hombre, el otro no cree en esa bondad – de ahí que uno crea que todos los hombres
son válidos para el gobierno y el otro no lo crea].
KANT vuelve a mostrar su distanciamiento y desencanto con el pueblo con la afirmación de que
“no todos están cualificados con igual derecho para votar”.
KANT, por supuesto, no pretende establecer un poder centralizado absoluto, aunque se pueda
recurrir a él si fuera necesario. La SOCIEDAD CIVIL es la CONTINUIDAD NORMATIVA del
estado de NATURALEZA, situación previa que busca asegurar los derechos ya existentes a
través de la conformación civil, que conlleva el nacimiento del Estado. Éste ha de velar para que
tales derechos sean efectivos. Se trata de derechos pre-políticos que se basan en la ley
natural, que es una manifestación de Dios.
De acuerdo con esta secuencia temporal, el Estado es lo último y viene al final.
El jefe de gobierno es el único que puede legislar bajo el imperativo categórico de hacerlo como si
el pueblo lo quisiera así, pero sin que haya control real.
Resulta interesante en este momento explicar la argumentación de KANT en cuanto a la
diferencia entre DERECHO PRIVADO y DERECHO PÚBLICO (la llamada teoría
NEUTRALIZADORA):
El DERECHO PRIVADO se constituye por y en razón de la PROPIEDAD PRIVADA (lo
jurídicamente mío).
El derecho PUBLICO, en cambio, se fundamenta en el principio “hay que salir del estado de
naturaleza y entrar en un estado en el que a cada uno se le determine legalmente y se le
atribuya, desde un poder exterior que no sea el suyo, lo que debe ser reconocido como suyo”.
Así, como lo mío y lo tuyo ya es así en el estado de naturaleza, el derecho sujeto a la
razón consagra, únicamente, lo que ya estaba dado en un principio.
Lo que consigue KANT con esta aclaración es que no se establezca ni se revise cómo se han
conseguido esas propiedades. Se anulan por tanto las demandas históricas ante robos, raptos,
etc. Es decir, se hace borrón y cuenta nueva.
Es fácil dudar de la moralidad de esta idea. KANT le hace un gran servicio a los nuevos
poseedores que habían surgido con el proceso capitalista.
ÉTICA 1 84
Llegamos así a la crítica a KANT :
La teoría NEUTRALIZADORA de las implicaciones de la propiedad privada de KANT afecta
tanto a las dimensiones socioestructurales como a la teorización de la justicia en las
constituciones de los estados. Y lo que es peor, conlleva graves consecuencias en la
determinación de la ciudadanía.
Porque según éste punto de vista de la propiedad, ¿quiénes pueden acceder a la ciudadanía y de
qué modo?
En la Metafísica de las costumbres se nos da la versión kantiana definitiva sobre los
atributos que debe tener un ciudadano:
1. LIBERTAD legal
2. IGUALDAD civil
3. INDEPENDENCIA civil
De este modo, el tema de la propiedad aparece por su peor lado, porque la ciudadanía no sólo no
puede atribuirse al menor de edad ni a las mujeres como colectivo, sino tampoco a cualquiera
que no pueda conservar su existencia por su propia actividad. Según esto, el 97% de la
población no podría ostentar el título de ciudadano.
El pensamiento kantiano entra en un callejón sin salida por una doble razón:
En primer lugar, porque su planteamiento trascendental, que se basa en la razón a priori, no
atiende empíricamente a los procesos inmanentes de los desarrollos sociales y acaba cayendo en
una gran contradicción: como su planteamiento no es empírico, no puede asumir que la
situación de pobreza forme parte de su sistema trascendental.
KANT mismo se dio cuenta de esa contradicción al decir que la dependencia y la desigualdad no
se oponen en modo alguno a la libertad e igualdad como hombres . La contradicción queda
reforzada con este juicio, ya que los derechos del hombre, reconocidos para todos los seres
humanos por el derecho natural y que son universales, quedan negados sin embargo por la
posición de KANT en el tema de la ciudadanía, la única condición que PERMITIRÍA realizar los
derechos del hombre.
De esta manera, los principios a priori y universales quedan negados en función de leyes
positivas restrictivas y de un dato tan empírico como lo es ocupar o no un trabajo que implique la
independencia.
La idea de que la igualdad deba estar condicionada por la propiedad o el trabajo independiente
no sólo resulta contradictoria con su sistema trascendental, sino que no se deja conjugar con la
idea superior de derechos innatos y propios de toda humanidad.
Intentó hacer viable su doctrina trascendental adoptando una posición empírica y estableciendo
una distinción entre ciudadano ACTIVO y PASIVO, pero él mismo admitió que un ciudadano
pasivo estaba en contradicción con la propia definición del concepto de ciudadano.
ÉTICA 1 85
Para terminar con KANT, diremos que él mismo escribió que “la política ha de ponerse de
rodillas ante la moral y el derecho”. En este sentido, la gran problemática clásica de la
política fue solapada o aplastada por la ética. Su concentración en una ética trascendental parece
no dejar espacio a la política.
Para que aparezcan de nuevo los griegos y su tensión entre ética y política tendría que llegar
HEGEL.
4.2. HEGEL: de la Sittlichkeit a la virtud política de la
ciudadanía [Sittlichkeit = Eticidad]
HEGEL (1770 – 1831) asume la herencia del clasicismo griego como momento histórico en la
interrelación entre ética y política.
Como ya sabemos, la polis representa el momento álgido de esta relación. Ella estaba articulada
por una densa Sittlichkeit (Eticidad) y por eso no se pudieron encontrar en ella todavía los
momentos de autorreflexividad subjetiva ni la subjetividad de la voluntad, propios de la
época moderna.
El uso y la costumbre conformaban el modo de pensamiento y la actividad de los individuos. Lo
que todavía no había tenido lugar, según HEGEL, es el actuar únicamente por
CONVICCIÓN, la libertad subjetiva independiente.
HEGEL establece que esa ausencia de convicción independiente en el mundo griego se debió a
una triple circunstancia:
1. La existencia y la práctica de los ORÁCULOS demuestra que los griegos todavía se guiaban por
elementos heterónomos a la hora de decidir su actuación privada o pública (este contexto explica
la muerte de SÓCRATES, que defendía someter todas las relaciones humanas al tribunal
independiente de la convicción personal).
2. Los griegos mantuvieron la ESCLAVITUD: eso significa que entre ellos dominaba aún el uso y la
costumbre y no la voluntad reflexionada sobre sí misma.
3. Instituciones democráticas de PARTICIPACIÓN DIRECTA indican que aquel tipo de vida sólo
era posible en pequeños estados.
Desde el punto de vista hegeliano, la filosofía política tiene que asumir que su posibilidad
teórica está condicionada por la objetividad histórica alcanzada en el momento que se
formula. Es decir, tiene muy en cuenta el momento histórico.
La VOLUNTAD LIBRE del individuo sólo puede surgir cuando se sobrepone a la
moralidad, a la religiosidad, a las relaciones con los demás.
La LIBERTAD no es más que el conocer y el querer objetos sustanciales de orden
universal, tales como la justicia y la ley y el crearles una realidad que les sea adecuada: el
Estado.
ÉTICA 1 86
El Espíritu, Dios o la Idea absoluta, son distintos nombres con los que HEGEL se refiere al
carácter forzoso del desarrollo histórico.
Para HEGEL, la crisis y el final de la Grecia clásica se deben al hecho de que se abre paso la
AUTORREFLEXIÓN SUBJETIVA de la conciencia.
En el mundo griego habría faltado la idea, de origen cristiano, de la conciencia entendida
en el sentido de que yo soy aquello mismo que yo me hago ser. Esta dimensión moral es
ajena al mundo griego.
(Podríamos decir, en términos de géneros literarios, que en Atenas se habrían podido escribir
biografías, autobiografías y memorias, pero no confesiones).
Esta dimensión corresponde a una nueva figura de la subjetividad, producida por la reflexión
cristiana en su relación con el mundo profano y la vida eterna. El cristianismo viene a
sustituir la ética y la política objetivas, propias del mundo griego. Supera así tanto la
ESCLAVITUD (porque todos están hechos a imagen de Dios) como el nivel de IRREFLEXIVIDAD
(el de los oráculos).
El sujeto moderno, como lo constituye HEGEL, asume una radicalidad gracias a la nueva
perspectiva de acabar con todos los elementos de exterioridad impuestos por la Iglesia católica.
Las relaciones de exterioridad impuestas por ésta, son superadas por la tesis luterana según la
cual la fe no tiene como objeto cosas ocultas sino que consiste en la certeza subjetiva de lo
eterno, de la verdad de Dios y esta subjetividad es la propia de todos los hombres.
De esta manera, el individuo, sin la mediación de la burocracia eclesial, se hace depositario del
contenido de la fe, en una relación inmediata con Dios. Al no existir mediaciones, la
subjetividad y certeza del individuo se vuelven tan necesarias como la objetividad de
la doctrina.
En esta novísima situación, el individuo se libera de todas las objetivaciones exteriores y
todo debe determinarse ahora según el concepto de la VOLUNTAD LIBRE.
Es curioso que lo que entonces arruinó a los Estados, hoy constituye su punto de partida: el
principio de la personalidad independiente, de la libertad subjetiva.
Así, HEGEL dice: “el Estado es la realidad efectiva de la idea ética. Es el espíritu ético en
cuanto voluntad patente”.
En la modernidad, la Sittlichkeit griega equivale a la realidad del Estado moderno. Por lo
tanto, el Estado genera una forma normativa de vida pública.
ÉTICA 1 87
Aquí comienza su crítica de la moral kantiana. Los deberes éticos no son algo extraño al
sujeto, sino su propia forma de vida. El carácter formal de la ética kantiana se vacía a sí
misma de significado, porque la moral ha de conllevar un ámbito práctico de
actuación, ha de plasmarse en algo objetivo.
El mundo apropiado al nuevo sujeto moral se da con el desarrollo de las relaciones que son
necesarias en el Estado, que no es simplemente una constitución.
El Estado es y se mantiene mientras sea capaz de generar un mundo de vida,
Sittlichkeit, en el que viven y se relacionan sus miembros. Sólo cuando hay instituciones
públicas adecuadas, reconocimiento de derechos y normas sociales compartidas, sólo entonces
puede funcionar.
Por ello, EL ESTADO, para HEGEL, ES LA REALIDAD DE LA LIBERTAD CONCRETA (Libertad
concreta significa que las exigencias de cada uno, como particular, quedan satisfechas al
encontrar en el Estado la posibilidad de alcanzar el fin de su vida).
Ni lo universal ni lo individual se convierte en protagonistas. La vida moral se realiza plenamente
a través de la vida ciudadana, que conjuga ambas cosas.
KANT y HEGEL personalizan el enfrentamiento más radical en cuanto a la comprensión,
conceptualización y valoración de nuestro tiempo.
Resulta especialmente relevante la respectiva concepción de la RACIONALIDAD en ambos
filósofos.
HEGEL argumenta, contrario a KANT, que la racionalidad no consiste en traer la razón al
objeto desde fuera y elaborarlo con ella.
En consecuencia a ésta idea, el propio sentido de la normatividad, sea ética o política, tiene
que ser PRÁCTICO, tiene que poder actuar como elemento discriminador del bien o del
mal, de lo justo o injusto, en el contexto social histórico en el que se da, si no quiere caer en
una función mistificadora y poco realista.
La dimensión práctica a la que debe servir tanto la ética como la filosofía política exige una
conceptualización social, histórica, del momento vivido.
Por esto mismo, HEGEL considera la formulación kantiana como vacía e inerte.
HEGEL examinó críticamente y con gran profundidad el desarrollo de la sociedad capitalista,
advirtiendo que las desigualdades existentes se ven reforzadas por el hecho de que el que más
tiene es quien disfruta de más posibilidades para hacerse cargo del desarrollo y la formación
necesarios para acceder a la propiedad, originando así desigualdades crecientes.
ÉTICA 1 88
De esta manera, el ataque al formalismo de la teoría kantiana parece más que certero por su
falta de capacidad de discriminación en cuanto a la realidad existente. El carácter abstracto de la
ética kantiana tiene su punto ciego en no buscar mediaciones entre lo universal y lo particular.
HEGEL señaló que nuestra sociedad es estructuralmente EXCLUYENTE con respecto a la gran
mayoría de la población. Lo es porque permite la posibilidad para una élite de acumular
crecientes riquezas en detrimento de una mayoría pobre.
Esta dialéctica de pobreza-riqueza produce el descenso de una gran masa por debajo de un cierto
nivel de existencia y ocasiona la formación de la plebe.
La contradicción se hace más grande si tenemos en cuenta que la producción cada vez mayor de
bienes de consumo acaba volviéndose contra el hecho de la producción misma, porque ya no
habrá consumidores suficientes. Se plantea aquí el problema de que la sociedad civil no es
suficientemente rica en medio del exceso de la riqueza, no posee en la propia riqueza lo
suficiente como para evitar el exceso de miseria y la formación de la plebe.
Ésta sociedad civil se ve empujada más allá de ella misma a otras tierras, para buscar a los
nuevos consumidores, lo que da lugar a la colonización.
De esta manera, la teoría del dulce comercio asumida por KANT, según la cual el intercambio
entre los pueblos era un medio de promover la tolerancia entre ellos, en realidad muestra su
verdadera cara: se trata de colonizar a otros pueblos menos desarrollados.
La crítica hegeliana a los procesos sociales, políticos y económicos de la nueva sociedad
capitalista es tan radical que un joven hegeliano de izquierdas, KARL MARX, escribió que era
necesario fundar una nueva Atenas sobre bases totalmente distintas.
Resumen de HEGEL :
Los análisis de HEGEL marcaron el espacio reflexivo tanto para la ética como para la filosofía
política.
En primer lugar, el sujeto autónomo, independiente, se caracteriza por una SUBJETIVIDAD
MODERNA que sólo se rige por la CONVICCIÓN, por el juez que es su conciencia.
Esta subjetividad, que ningún Estado antiguo (ni siquiera el moderno) soporta, es de tal
radicalidad que el asumirla nos lleva a reconocer que tiene comportamientos claramente éticos.
ÉTICA 1 89
La tesis hegeliana del sujeto autovinculante establece para la filosofía política un nivel de
exigencia teórica difícil de articular.
En el límite, esta posición implicaría que las propias instituciones políticas tendrían su
fundamento fuera de ellas mismas, dependerían de la actividad de unos sujetos que no
se conforman en el momento de la fundación política con ningún tipo de autoridad que no respete
su libertad infinita autorreflexiva.
El nuevo sujeto político no se puede teorizar ni construir desde la voluntad general de
ROUSSEAU, porque esta voluntad general implica que no haya opiniones plurales.
La adopción de una decisión mayoritaria nunca puede implicar la coerción contra un particular. Lo
único que cabe es adoptar las consecuencias del derecho establecido ante comportamientos
que pretendan quebrar el orden consensuado. Esto marca claramente la distancia entre derecho
y ética, e igualmente la distancia de ambas con respecto a la filosofía política. Porque una parte
esencial de la política es el disentimiento hasta llegar a la desobediencia civil, que siempre
podrá ser contemplada como la decisión de comportarse según el deber.
La hermenéutica hegeliana hace desistir de planteamientos éticos con dimensión
social a no ser que tengan en su base una teoría crítica de la propia sociedad que vengan
ilustrados con una racionalidad inmanente.
Pero en este caso, ¿no habría abandonado la ética su posición propia, ligada al orden de la
conciencia?
El contexto de la libertad, como dijo BEAUVOIR, no le es dado a todos. La libertad no es la misma
para todos. Hay situaciones de absoluta degradación de la humanidad personal que no permiten
la autonomía y autoconciencia necesarias. Por ello, hegelianamente, afirmamos que tiene
que haber una instancia superior a las estrategias individuales que asuma el interés
general.
A pesar de todos los argumentos ciertos de HEGEL, su lectura se cierra con dos agujeros negros
prácticamente irresolubles.
El primero se refiere a su filosofía de la historia, la cual está ligada en él a una concepción
ontológica de la historia, bajo la racionalidad cósmica del Espíritu.
Ahora bien, ni la libertad infinita de los individuos ni la historia reciente de los tiempos modernos
pueden defender semejante curso del pensamiento.
En segundo lugar, el hecho de que HEGEL, tras la Revolución Francesa y el período napoleónico,
creyera que el Estado se había hecho realidad en la forma de monarquías semiconstitucionales
deja huérfano justamente al nuevo tipo de ciudadano que había preconizado – el sujeto
autónomo e independiente.