taylor, vincent - evangelio segun san marcos

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    VICENT TAYLOR

    EVANGELIO SEGN SAN MARCOS

    pnnrTvrp r n i S T U N n A n

  • Este gran libro del escriturista britnico V. Taylor (1887-1968) significa una de las es-telas del desarrollo de los estudios bblicos en nuestro tiempo. Lo public en 1952 y luego en segunda y reelaborada edicin en 1966. Era en-tonces y sigue sindolo todava boy el estudio ms importante, tanto desde el punto lingsti-co como exegtico, de este evangelio. Ser pre-ciso que esperemos el volumen sobre Marcos de J. Mateos en la serie Lectura del NT para que tengamos algo que pueda superarlo, debi-do al avance indiscutible de la lingstica com-parada en los tres ltimos lustros.

    Publicado en 1952, cmo es posible que no se haya traducido hasta ahora al espaol? El hecho es lamentable, pero no inslito. Por aque-llas fechas y hasta momentos muy recientes los estudios bblicos caminaban entre nosotros por sendas muy triviales y provincianas. Por otra parte, es un libro con graves dificultades de tras-vase, sobre todo tipogrficas, capaces de desalen-tar al editor ms brioso. En l todos los textos evanglicos, as en el cuerpo del libro como en el comentario, se citan en su original griego, lo que dificulta su impresin y eleva notablemente el coste. En nuestra edicin se han olvidado esos inconvenientes, tratando de emular, si no de su-perar, la edicin inglesa, deseosos de ofrecer esta obra cumbre del modo ms serio y responsable.

    El profesor Mnguez, buen conocedor de la materia, llega a afirmar en la presentacin del libro que, puesto a salvar un comentario a Mar-cos de cuantos se han escrito hasta hoy, no du-dara en elegir ste de Taylor. Sus caractersticas son las habituales en los grandes escrituristas in-gleses de nuestro siglo. Informacin exhaustiva, crtica perspicaz, anlisis riguroso del aspecto lin-gstico y formal, pero sin olvidar que todo eso debe conducir a su trasfondo teolgico. Sinta-xis, crtica y teologa forman un todo indisolu-ble, afirma Taylor en los comienzos del libro. Se trata, pues, de un anlisis filolgico y lin-gstico, realizado con criterio literario e hist-rico, en forma de que nos vaya entreabriendo la entraa teolgica de los diversos relatos y pa-sajes. Slo as lograremos penetrar realmente en el evangelio. Pues la intencin de Marcos, nos advierte Taylor, no fue escribir una historia, sino contarnos cmo empez la 'buena noticia' de Jess Mesas, hijo de Dios.

    En la sobrecubierta: Curacin de la hemorrosa (Me 5,24-34)

    C . _ A 1 ! . _ . X T f^ ' 1

  • NUEVA BIBLIA ESPAOLA Versin de las lenguas originales por

    L. ALONSO SCHOKEL y J. MATEOS 1982 pgs. Ene. en skivertex

    Primera y nica traduccin de la Biblia a un idioma moderno realizada, segn las exigencias de la lingstica y la semntica actuales, por co-rrespondencias estructurales de lengua a lengua. As se ha conseguido que el texto castellano ex-prese fielmente el sentido de los originales he-breo y griego y que pueda leerse y entenderse hoy como en la poca en que se escribi.

    PlERRE BONNARD EL EVANGELIO SEGN SAN MATEO

    632 pgs. Ene. en tela

    C. H. DODD INTERPRETACIN

    DEL CUARTO EVANGELIO 474 pgs. Ene. en tela

    LA TRADICIN HISTRICA EN EL CUARTO EVANGELIO

    450 pgs. Ene. en tela

    R. E. BROWN EL EVANGELIO SEGN JUAN 1562 pgs. en 2 vols. Ene. en tela

    J. MATEOS/J . BARRETO EL EVANGELIO DE JUAN

    Anlisis lingstico y comentario exegtico 1095 pgs. Ene. en tela

    J. JEREMAS JERUSALEN EN TIEMPOS DE JESS

    Estudio econmico y social del mundo del NT

    412 pgs. Ene. en tela

    LA ULTIMA CENA Palabras de Jess

    323 pginas

    L. ALONSO SCHOKEL/T- L. SICRE PROFETAS

    Comentario teolgico y literario 1381 pgs. en 2 vols. Ene. en tela

    T7T->T/-iT/-ivrnc r'TJTCTT A M T i A T I

  • EVANGELIO SEGN SAN MARCOS

  • BIBLIOTECA BBLICA CRISTIANDAD

    La dirige A. DE LA FUENTE ADNEZ

    COMENTARIO BBLICO SAN JERNIMO. 5 tomos. I. Antiguo Testamento I. 886 pgs.

    II . Antiguo Testamento II. 766 pgs. III . Nuevo Testamento I. 638 pgs. IV. Nuevo Testamento II . 605 pgs. V. Estudios sistemticos. 956 pgs.

    G. E. W R I G H T : Arqueologa Bblica. 402 pgs. y 220 ilustraciones. R. DE VAUX: Historia Antigua de Israel. 2 tomos, 454 y 366 pgs. W. E ICHRODT: Teologa del Antiguo Testamento. 2 tomos.

    I. Dios y pueblo. 478 pgs. II. Dios y mundo.Dios y hombre. 536 pgs.

    L. ALONSO SCHOKEL / J. L. SICRE: Profetas. Comentario teolgico y literario. 2 vols. 1381 pgs.

    M. N O T H : El mundo del Antiguo Testamento. Introduccin a las ciencias auxiliares de la Biblia. 400 pgs.

    J. JEREMAS: Jerusaln en tiempos de Jess. Estudio econmico y so-cial del mundo del Nuevo Testamento. 410 pgs.

    J. LEIPOLDT / W. GRUNDMANN: El mundo del Nuevo Testamento. 3 tomos.

    I. Estudio histrico-cultural. 541 pgs. II. Textos y documentos de la poca. 447 pgs.

    III . El mundo del NT en el arte. 80 pgs. y 323 ilustraciones. P. BONNARD: Evangelio segn san Mateo. 632 pgs. C. H. DODD: Interpretacin del cuarto Evangelio. 476 pgs. C. H. DODD: La tradicin histrica en el cuarto Evangelio. 450 pgs. R. E. BROWN: El Evangelio segn Juan. 2 vols. 1562 pgs. J. MATEOS: El Evangelio de Juan. Anlisis lingstico y comentario

    exegtico. 1095 pgs. V. TAYLOR: Evangelio segn san Marcos. 836 pgs.

    VINCENT TAYLOR

    EVANGELIO SEGN SAN MARCOS

    Presentacin de D. MINGUEZ FERNANDEZ

    profesor del Instituto Bblico de Roma

    EDICIONES CRISTIANDAD

    Huesca, 30-32

    MADRID

  • Publicado en su original ingls por Macmillan and Co. Ltd., Londres, 8." ed. 1969

    con el ttulo

    THE GOSPEL ACCORDING TO ST. MARK

    Lo tradujo al castellano ]. L. DOMNGUEZ VILLAR

    revisin de , ... D. MNGUEZ FERNNDEZ . ,

    y

    Derechos para todos los pases de lengua espaola en EDICIONES CRISTIANDAD, SL

    Madrid 1979

    Depsito legal: BU-272.1980 ISBN 84-7057-271-7

    Printed in Spain

    Imprenta de Aldecoa. Diego de Siloe, 18. Burgos 19866

    CONTENIDO

  • D. Mnguez: Presentacin 17

    Prlogo a la primera edicin 22

    INTRODUCCIN

    I. Historia del evangelio en la Iglesia primitiva 29 II . Historia del evangelio en la crtica moderna 35

    III . Autor, fecha y lugar de composicin 50 IV. El texto del evangelio 56 V. Vocabulario, sintaxis y estilo 67

    VI. Trasfondo semtico del evangelio 77 VII. Las fuentes de Marcos 89

    VIII. El material de Marcos 99 IX. Estructura literaria del evangelio 109 X. Estructura del evangelio 122

    XI. Teologa del evangelio 130 XII. Valor histrico del evangelio 144

    COMENTARIO AL EVANGELIO

    I. INTRODUCCIN (1,1-13) 161

    1. Juan Bautista 161 La referencia de Josefo a Juan Bautista 169

    2. Bautismo de Jess 170 3. La tentacin 175

  • 10 CONTENIDO

    II . COMIENZO DEL MINISTERIO EN GALILEA (1,14-3,6) 179

    4. Sumario inicial 179 5. Vocacin de los primeros discpulos 182

    A) Ministerio en Cafarnan 186 6. El endemoniado de la sinagoga 187 7. Curacin de la suegra de Pedro 195 8. Curaciones al atardecer 198 9. Jess se retira a un lugar solitario 200

    10. Curacin de un leproso 204

    B) Conflictos con los escribas 211 11. El paraltico y el perdn de los pecados 211

    El significado de Hijo del hombre en Me 2,11 ... 221 Jess y el perdn de los pecados 222

    12. Vocacin de Lev 223 13. Come con publcanos y pecadores 226 14. El ayuno 231 15. Sentencias sobre lo viejo y lo nuevo 236 16. El Sbado: Los campos de trigo 239 17. Sentencias sobre el Sbado 243 18. El Sbado: El hombre de la mano seca 246

    I I I . CULMINACIN DEL MINISTERIO EN GALILEA (3,7-6,13) 253

    19. Sumario: La multitud junto al lago 253 20. Eleccin de los Doce 258

    A) Acusaciones contra Jess 265 21. Temores de la familia de Jess 265 22. Confabulacin con Satans 268 23. Sentencias sobre el hombre fuerte y la blasfemia ... 272

    El pecado contra el Espritu Santo 277 24. Verdadero parentesco de Jess 277

    Los hermanos de Jess 280

    B) Enseanza en parbolas 282 Forma literaria de las parbolas 283

    25. El sembrador 284

    CONTENIDO 11

    26. Finalidad de las parbolas 289 27. Interpretacin de la parbola del sembrador ... ... 294 28. Sentencias 298 29. La semilla que crece en secreto 303 30. El grano de mostaza 307 31. Sobre el uso de las parbolas 310

    C) Relatos de milagro 311 32. La tormenta en el lago 311 33. El poseso de Gerasa 318 34. La hija de Jairo 328 35. La hemorrosa 332 34. La hija de Jairo (continuacin) ... 338 36. Jess, rechazado en Nazaret ... 344 37. Misin de los Doce ... 349

    IV. MINISTERIO FUERA DE GALILEA (6,14-8,26) 357

    A) Intermedio 357 38. Recelos de Herodes ... 358 39. Muerte de Juan Bautista 361

    B) Primera multiplicacin de panes y sus consecuencias ... 371 40. Vuelta de los discpulos. Jess se retira a un lugar

    solitario 371 41 . Primera multiplicacin de los panes 375 42. Travesa del lago 382 43. Desembarco en Genesaret 388 44. Lavarse las manos 391

    La purificacin ritual 397 45. La ofrenda (qorbn) 398

    El Qorbn 401 46. Sentencias sobre la impureza 402 47. La mujer sirofenicia 408 48. Curacin de un sordomudo 414

    C) Segunda multiplicacin de los panes. Viaje a Dalmanuta y retorno a Betsaida 420

    49. Segunda multiplicacin de los panes 420 50. Peticin de una seal del cielo 426

  • CONTENIDO

    51. El misterio de los panes 429 52. Curacin de un ciego 435

    . CESREA DE FILIPO: VIAJE A JERUSALEN (8,27-10,52) 443

    A) Mesianismo y sufrimiento 443 53. Declaracin de Pedro y primer anuncio de la Pasin 444 54. Necesidad de llevar la cruz, sacrificio, venida del

    reino 452 Nota sobre Me 8,38 458

    55. La transfiguracin 459 56. Bajada del monte 467 57. El nio epilptico 470

    B) Viaje a travs de Galilea 478 58. Segundo anuncio de la Pasin 478 59. La verdadera grandeza 480 60. El exorcista desconocido 484 61. Sentencias sobre el escndalo, la renuncia y la sal ... 487

    C) Viaje a travs de Perea y Judea 494 62. Divorcio y adulterio 495

    Doctrina de Jess sobre el matrimonio y el divorcio 502 63. Los nios 503 64. El rico y Ja vida eterna 506 65. Dilogo sobre las riquezas 513 66. La recompensa 517

    D) Etapa final del viaje a Jerusalen 520 67. Tercer anuncio de la Pasin 521 68. Peticin de Santiago y Juan 524

    La dudosa tradicin de Papas sobre la muerte de Santiago y Juan 528

    69. Reprensin a los diez: Rango y precedencia 529 Interpretacin de Me 10,45 532

    70. Curacin del ciego de Jeric 534

    CONTENIDO 13

    VI. MINISTERIO EN JERUSALEN (11,1-13,37) 539

    A) Acontecimientos precedentes 540 71. Entrada en Jerusalen 540 72. Maldicin de la higuera 549 73. Purificacin del templo 552

    Fecha de la purificacin del templo 552 74. La higuera seca. Sentencias sobre la fe y la oracin 558

    B) Enseanza de Jess en Jerusalen 561 75. Autoridad de Jess 562 76. Parbola de los viadores homicidas 566 77. El tributo al Csar 574 78. La resurreccin 577 79. El primer mandamiento 583 80. El Hijo de David 590 81. Invectiva contra los escribas 594 82. La ofrenda de la viuda 597

    C) El discurso apocalptico 600 83. La destruccin del templo 602 84. Pregunta de cuatro discpulos 604 85. Advertencia contra los embaucadores. Guerras, rumo-

    res de guerras, terremotos y hambre 605 86. Sentencias sobre la persecucin 609 87. El execrable devastador y la gran angustia 616 88. Advertencia contra los falsos mesas y los falsos

    profetas 621 89. Venida del Hijo del hombre 623 90. Sentencias y parbolas sobre la vigilancia 626

    VII. PASIN Y RESURRECCIN 14,1-16,8.(9-20) 633

    A) Hechos que culminan en la detencin de Jess 635 91. Complot de los sacerdotes 636 92. Uncin en Betania 639 93. Traicin de Judas 645

  • 14 CONTENIDO

    94. Preparativos para la Pascua 646 95. Anuncio de la traicin ... ..; 651 96. La Ultima Cena 656

    ( : 97. Anuncio de la negacin de Pedro .. ; ... ..- ... 662 98. Getseman 666 99. Detencin de Jess 674

    B) Juicio, crucifixin y entierro : ; 680 100. Juicio ante los sacerdotes 681 101. La negacin 691 102. Juicio ante Pilato ... 698 103. La burla de los soldados 707

    ,; 104. La crucifixin , ... 710 105. El entierro de Jess , ... 725

    . C) La resurreccin ... ... 729 106. Visita al sepulcro vaco ... 730

    El final largo ... 739 : El final breve 744

    El Logion Freer ., ... 744

    EXCURSOS

    I. El bautismo de Jess 747 II . Los Doce y los apstoles 749

    ' I I I . Relacin entre Me 6,30-7,37 y 8,1-26 756 IV. Viaje de Jess a la regin de Tiro 759

    ; V. Recopilacin del discurso apocalptico 763 V I . El juicio ante los sacerdotes 770

    V I L Paralelos al relato de la burla de los soldados 771 V I I I . Estructura literaria del relato de la crucifixin 773

    I X . Las mujeres al pie de la cruz y en el sepulcro vaco 776 X . Composicin del relato de la pasin y de la resurreccin ... 777

    X I . Fecha de la Ult ima Cena 786 X I I . Estudios recientes sobre Marcos ... 789

    Bibliografa selecta 793

    Trminos griegos empleados en el evangelio 801

    ndice onomstico 819

    ndice analtico ... 829

    SIGLAS Y ABREVIATURAS

    Revistas

    AJT American Journal of Theology. AfR Anglican Theological Review. Q

  • PRESENTACIN

    1. El autor

    Heredero de una pura tradicin britnica, luchador solitario con-tra innumerables dificultades que le cerraron el acceso a la universi-dad, infatigable servidor de la palabra (Le 1,2) en su predicacin y escritos, asceta disciplinado y cientfico rigurosamente sincero, ins-pirador y animador de jvenes valores, pero sobre todo creyente de corazn, con una fe rayana en el pietismo, Vincent Taylor (1887-1968) es una de las figuras que llenan el ltimo medio siglo de la historia de la exgesis.

    El horizonte geogrfico de su actividad cientfica se reduce a un tringulo bien delimitado de la geografa britnica. Richmond (Sur-rey) abarca el perodo de su formacin para ministro de la Iglesia metodista; Londres, donde estudia por libre, le va concediendo suce-sivos ttulos acadmicos; por fin, Headingley (Leeds) es el centro de su gestin administrativa primero Tutor, luego Presidente y de su fecunda produccin exegtica.

    Esta ltima se desarrolla tambin en una triple oleada; y curiosa-mente cada una de las etapas comprende una triloga. La primera poca (1920-1933), en alternancia con su ministerio pastoral, es de cristalizacin y lleva la marca de su inters por problemas literarios e histricos en torno a la tradicin evanglica. El primer libro The Historical Evidence for the Virgin Birth (1920) le confiere el ttulo acadmico de doctor en filosofa. Seis aos ms tarde aparece Behind the Third Gospel (1926), que le proporciona el nuevo y supremo ttulo de doctor en teologa. En su ltimo libro de esta primera serie, The Formation of the Gospel Tradition (1933), V. Taylor sintetiza crticamente las adquisiciones del nuevo mtodo exegtico historia de las formas y las introduce en el mbito cientfico del mundo in-gls. La segunda etapa (1937-1941) est dominada por un inters en el aspecto teolgico del NT. La reflexin sobre el sentido de la muer-te de Cristo, concebida como sacrificio de expiacin, da origen a una triloga soteriolgica: Jess and His Sacrifice (1937), The Ato-nement in New Testament Teaching (1940), Forgiveness and Recon-ciliation (1941). Aqu se interrumpe la regularidad de sus grandes publicaciones. Un largo intervalo de guerra y de nueva actividad mi-nisterial (1942-1952) desemboca en la ltima etapa de su produccin bblico-teolgica (1953-1958). De nuevo una gran triloga, esta vez

  • 18 PRESENTACIN

    centrada en la Persona de Cristo: The ames of Jess (1953), The Life and Ministry of Jess (1954), The Per son of Christ in New Testament Teaching (1958).

    Y llega el momento de su jubilacin. Pero V. Taylor no deja de trabajar. Un nuevo libro, The Text of the New Testament: A Short Introduction (1961), y una docena de artculos breves jalonan el oca-so irreversible de su actividad, que se apaga definitivamente en 1968.

    Pero su obra no muere con l. Es interesante que su ltima con-tribucin lleve por ttulo Life after Death (ExpTim 76 [1964] 76-79). Simbolismo?, profeca? El hecho es que V. Taylor, como 'el Cid Campeador, sigue ganando batallas despus de su muerte. Prueba de ello es su obra postuma The Passion Narrative of St. Luke: A Critical and Historical Investigation (1972) y la huella imborrable que su pensamiento claro y preciso, su penetracin y honestidad cien-tficas y su profunda fe cristiana han dejado en el campo de la inves-tigacin bblica.

    2. El comentario al Evangelio segn Marcos

    El largo intervalo de los aos 1942-1952 no fue, en la vida inte-lectual de V. Taylor, un perodo desrtico o de noche oscura. Fueron los aos de una lenta maduracin de la obra probablemente ms re-presentativa de su personalidad exegtica: The Gospel According to St. Mark: The Greek Text with Introduction, Notes and Indexes. Una tarea ambiciosa y de tal magnitud requera calma, concentracin y tiempo; por eso no es de maravillar que la gestacin durase diez aos.

    Por fin, apareci el libro; ms de 700 pginas, letra menuda y comentario a doble columna. Una larga Introduccin pasa revista a los problemas generales que plantea un comentario: el autor y sus circunstancias, los posibles influjos y las fuentes, el lenguaje del evan-gelio y su composicin, las vicisitudes histricas y la visin teolgica. El comentario propiamente dicho, basado sobre el texto griego segn la recensin de Westcott-Hort, recorre sucesivamente las siete gran-des secciones, desmenuzadas en 106 percopas o pasajes, en que Tay-lor divide el Evangelio segn Marcos; de vez en cuando se intercalan ac y all algunas notas complementarias sobre problemas concretos. Once excursos, de temtica heterognea y carcter ms bien histrico-informativo, cierran el monumental volumen.

    La informacin es exhaustiva, la crtica perspicaz y equilibrada, la orientacin ms bien conservadora. El mismo Taylor describe indi-rectamente su comentario cuando afirma en la Introduccin: Sinta-xis, crtica y teologa forman un todo indisoluble (p. 49). Sin-taxis equivale prcticamente a filologa. Y en este campo Taylor es exponente de la ms genuina tradicin britnica. Discute casi cada palabra, estudia sus races en el griego clsico, en los papiros, en los Setenta ( = traduccin griega del AT), aduce documentos y manus-

    PRESENTACION 19

    critos, revisa las diversas traducciones inglesas aceptndolas o propo-niendo otras nuevas ms ajustadas al significado original. Lo mismo hace con las construcciones, sobre todo cuando se encuentra con ex-presiones tpicas de Marcos difciles, incorrectas, o simplemente mal transmitidas por la tradicin textual. El trabajo es duro e ingrato, y la lectura se resiente y llega a veces a resultar verdaderamente gra-vosa; pero hay que romper la cascara para poder saborear la pulpa. El terreno de la crtica es probablemente el ms significativo; y entiendo por crtica la doble vertiente: literaria e histrica. Hones-to y abundante en la exposicin de las diversas teoras y opiniones sobre la proveniencia o la configuracin de los diferentes materiales utilizados por Marcos, no se acobarda ante los santones de la crtica contempornea; sinceramente no le convencen y as lo expresa ni el hipottico original arameo, ni la suposicin de un Proto-Marcos, ni la postulada multiplicidad de documentos anteriores ( = fuentes), ni las reconstrucciones del relato original propuestas por los reconoci-dos representantes de la historia de las formas. Para Taylor, el valor histrico del evangelio en conjunto no admite duda. Cierto que en algunos casos parece que el acontecimiento ha sido retocado, ampliado o adaptado a las vivencias de la comunidad primitiva; otros pasajes sobre todo, sentencias se presentan muchas veces como agrupacin de declaraciones y frases de distinta procedencia; no se pueden negar ciertos desarrollos legendarios (bautismo, transfiguracin, visita al sepulcro vaco); algunos relatos de milagro dan la impresin de ser interpretacin de una tradicin original, o configuracin de una experiencia primitiva. Pero, en conjunto, el autor es Juan Mar-cos; Papas tena razn al llamarle intrprete de Pedro; el evan-gelio se escribi entre los aos 65-67 y casi seguro en Roma; los innegables influjos de la catequesis y de la liturgia primitivas no han desfigurado el ncleo fundamental de los acontecimientos; la viveza de las descripciones y aun la crudeza de algunos relatos (Judas, Pe-dro, incomprensin de los apstoles) llevan el sello de la ms obje-tiva historicidad. Con todo, Taylor es hijo de su tiempo y de su am-biente. Anclado en la teora de las dos fuentes (Marcos y Q) y fundamentalmente condicionado por la historia de las formas, su critica adolece de las consiguientes limitaciones. En la preparacin de la segunda edicin (1966) habra sido necesaria una revisin a fondo, que hubiera tenido en cuenta las notables aportaciones de la historia de la redaccin uno de cuyos exponentes, W. Marxen, trabaj precisamente sobre Marcos y la luz que arrojan sobre la comunidad primitiva los descubrimientos de Qumrn. Por ltimo, una palabra sobre el aspecto teolgico. Se podra decir que aqu radican el motor y la inspiracin de un trabajo tan arduo. Y el fruto s e

    manifiesta no slo en esplndidas pginas densas de cristologa (por ejemplo, el secreto mesinico), sino a lo largo de toda la obra, especialmente al final de las introducciones a las diversas percopas y en los remansos conclusivos en que desembocan los anlisis fillo-

  • 20 PRESENTACIN

    gicos y las disquisiciones de la crtica histrico-literaria. La inten-cin de Marcos dice Taylor no fue escribir una historia, sino contarnos cmo empez la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios (p. 122; cf. Me 1,1).

    El comentario es, por lo tanto, una obra extraordinaria y an hoy imprescindible para el estudio serio de Marcos. Si hubiese que salvar para la posteridad slo dos comentarios a Marcos de entre los muchos aparecidos en este siglo, personalmente no dudara un momento: el comentario de Vincent Taylor sera desde luego el primer agraciado.

    3. La presente traduccin espaola

    Se ha discutido mucho sobre el final del Evangelio segn Marcos. Hoy da se admite comnmente que el llamado final largo (Me 16,9-20) es ciertamente espreo; lo cual nos deja ante un final extre-madamente abrupto. Probablemente entraba en los planes del Esp-ritu Santo que el Evangelio segn Marcos terminara sin acabar; la vida y la tradicin de la Iglesia iran paso a paso completando la obra. Y los comentarios al evangelio son parte integrante de esa vida y de esa tradicin eclesial. Todos estamos embarcados en esa tarea.

    El comentario de Taylor se public en 1952. Con todo, no se trata de una obra vieja; yo la llamara aeja. Y todos sabemos que el vino, cuanto ms aejo indudablemente mejor (cf. Le 5,39). Por eso, puede parecer extrao que una obra tan importante haya tenido que esperar 27 aos para ser ofrecida al pblico de habla es-paola. Y as es; tal retraso es incomprensible. Quiz el nivel de nuestra cultura bblica no haya echado de menos la presencia entre nosotros de una obra de esta categora. Tambin ha sucedido as en otros pases; en realidad, el comentario de V. Taylor no ha sido apenas traducido a otras lenguas. Pero creo que la explicacin radica en la diferencia de nivel cultural bblico. Unos no echan de menos una cosa, porque ya la poseen; otros, en cambio, porque desconocen su existencia.

    Por eso la presente traduccin colma una laguna importante en el panorama de la ciencia bblica espaola. Se trata de una traduccin completa; sin reducciones, ni simplificaciones. Slo alguna vez se ha omitido la referencia a las diversas traducciones que dan las Biblias inglesas con respecto a algunas palabras determinadas; esto realmente tiene poco sentido para el lector espaol. Se ha conservado escrupu-losamente la disposicin y estructura del original ingls. Como fruto de ponderadas discusiones se vio la necesidad de conservar el texto griego, como lo hace Taylor; pero siempre seguido de la correspon-diente traduccin espaola (la de J. Mateos, en Nueva Biblia Espa-ola, ligeramente retocada de acuerdo con las exigencias del comen-tario).

    La calidad literaria del comentario original no seala precisamen-te una cumbre de la literatura inglesa; es ms bien didctica, clara,

    PRESENTACIN 21

    sencilla. Tambin en este aspecto la traduccin refleja fielmente el original; se ha sacrificado la frase brillante a la claridad de la expre-sin, la parfrasis explicativa a la exactitud de la idea, la estructura del giro o de la frase inglesa a su equivalencia espaola.

    Hay que agradecer a Ediciones Cristiandad su tesn por hacer realidad tangible lo que muchos crean un bonito sueo; al traductor, su consagracin a una tarea tan importante; y finalmente a los lecto-res, su demanda insistente por tener entre las manos un comentario como ste de Vincent Taylor al Evangelio segn Marcos.

    Instituto Bblico Roma Junio de 1979

    D. MNGUEZ, SJ

  • PROLOGO A LA PRIMERA EDICIN

    Se inici este comentario en los primeros aos de la guerra cuan-do no siempre era fcil tener acceso a las bibliotecas con la con-viccin de que ya haba llegado la hora de recoger las preciosas ad-quisiciones que gradualmente se haban ido acumulando, debido al trabajo de muchos investigadores del evangelio de Marcos. Ms de medio siglo ha pasado ya desde que la editorial Macmillan public por vez primera el gran comentario de Henry Barclay Swete; y aunque otros exegetas han escrito obras eruditas, ningn ingls ha emulado la tarea de escribir un comentario de la misma talla. No es difcil buscar la causa. sEs inmensa la bibliografa sobre problemas intro-ductorios, textuales, lingsticos, teolgicos y exegticos, en ingls, alemn, francs y sueco, en enciclopedias, monografas y revistas es-pecializadas. Efectivamente, es fcil que el futuro comentarista se pase toda su vida leyendo y analizando estos estudios, y que al fin se encuentre con que apenas ha empezado a escribir su comentario, ya que, adems de otras ramas de la ciencia, debe conocer la historia de la crtica en general y el desarrollo de la teologa moderna, la exgesis del Antiguo Testamento, los apcrifos y seudoepgrafos, la literatura rabnica, las principales corrientes del pensamiento hele-nstico, la historia y la evolucin del cristianismo primitivo y los pro-blemas que plantean la ciencia de la religin y la filosofa. De hecho, tal empresa no descarta ningn conocimiento literario, artstico, litr-gico o teolgico.

    Alguien pensar,* sin embargo, que lo que oblig a los investiga-dores a hacer una pausa no fue slo la necesidad de asimilar una bi-bliografa extensa, sino el riesgo de la impresin de que se pretenda escribir un comentario definitivo a San Marcos, cuando muchos pro-blemas importantes son todava objeto de discusin. Es que ha lle-gado la hora de meter la hoz porque la cosecha est lista, como dira San Marcos (4,29)? Creo que s, con tal que reconozcamos que a su debido tiempo vendrn nuevas cosechas, quiz ms abundantes y an ms prometedoras.

    Me apresuro a decir que con esta obra no he pretendido escribir un comentario definitivo. Me limito a dar cuenta de la marcha de los estudios y a estimular, quiz, a que otros emprendan la tarea. El progreso real no lo hace un solo comentario, sino ms bien toda una serie de ellos. Para animar a los dems, dir que no hay tarea que

    PROLOGO A LA PRIMERA EDICIN 23

    ms satisfaccin. Cuando se escriben monografas, por ejemplo, so-bre las parbolas, el reino de Dios o el Hijo del hombre, hay que leer todo lo relacionado con esa investigacin, pero otros temas, no tan atractivos, tienen que dejarse de lado por fuerza. Al escribir un comentario no es posible practicar este mtodo. Hay que estudiar todos los temas que van surgiendo, y seguir las diversas lneas de la investigacin. El comentarista se ve obligado a ser catlico por sim-pata, internacional por perspectiva, y hospitalario por conviccin.

    Puesto que nadie puede estar adecuadamente preparado para em-prender esta tarea, me siento obligado a indicar al lector los campos en los que ha de buscar una gua mejor de la que yo puedo ofrecerle; concretamente, los estudios patrsticos y el influjo semtico. Por lo que respecta a los estudios patrsticos, poco tengo que ofrecer, en par-te porque no estoy preparado en esa materia y en parte tambin por-que los comentarios clsicos de Swete y Lagrange satisfacen plena-mente esa necesidad. Durante muchos aos me ha interesado el pro-blema de los semitismos y he seguido con atencin los estudios ms importantes; pero, aunque no sea profano en la materia, no soy en modo alguno un experto en semitstica. Un comentario moderno no puede pasar por alto esta materia y, por ello, todo lo que he escrito en este campo lo he sometido al juicio de mis amigos, los doctores Wilbert F. Howard, Norman H. Snaith y Matthew Black. Les ex-preso mi agradecimiento por la amabilidad y exactitud de sus obser-vaciones crticas; pero, desde luego, la responsabilidad de todo lo que he escrito es nicamente ma.

    De los muchos comentarios valiosos existentes, me siento espe-cialmente deudor a los de Swete, J. Weiss, Lagrange, Rawlinson y Lohmeyer. Un comentario como el de Swete, que ha guiado a dos generaciones de estudiantes britnicos, adquiere nuevo inters a los ojos de quien intente seguir sus huellas. Aun reconociendo que no constituye una gua adecuada para los problemas histricos, de lo que Swete era plenamente consciente, como indican sus prlogos a la segunda y tercera edicin, no se puede menos de reconocer el valor de esta obra monumental y, especialmente, de sus aportaciones a los estudios lingsticos, a la interpretacin de los Padres y a las discu-siones exegticas. En cierto sentido la gran talla de Swete ha entor-pecido el camino a sus sucesores. Si, con valenta, aunque tambin con humildad, me aventuro a seguir sus huellas, es porque ya no es posible seguir ignorando las cuestiones histricas, y porque dispone-mos de preciosos estudios que no existan en su tiempo.

    En este comentario he prestado especial inters al oscuro perodo subyacente a la composicin del evangelio. Espero haber considerado adecuadamente la inapreciable tradicin de Papas, que es tan precio-sa que, de no tenerla, nos veramos obligados a postular algo muy parecido. Pero el evangelio no ha de explicarse por la simple hipte-sis de un testigo ocular de la era apostlica. Ms de una generacin separa a Papas de las obras y palabras de Jess durante su minis-

  • 24 PROLOGO A LA PRIMERA EDICIN

    terio histrico; y el evangelio refleja, en muchos aspectos importan-tes, la liturgia, la teologa y los intereses catequticos de una Iglesia cristiana viva. A pesar de sus defectos manifiestos, el mtodo de la historia de las formas nos ha impuesto esta conviccin y, aunque la crtica de Bultmann y de otros autores sea excesivamente radical, aporta muchas ideas positivas y constructivas. Espero que mi estu-dio no sea polmico, ni mucho menos descorts, pues se puede apren-der mucho de aquellos de los que forzosamente disentimos.

    El comentario se basa en el texto de Westcott-Hort, un tanto mo-dificado. Los descubrimientos subsiguientes, en especial de los cdi-ces Washington y Koridethi, de los manuscritos sirosinaticos, y de los papiros Chester Beatty, y los estudios posteriores sobre los textos occidental y cesariense y sobre las versiones georgiana y armenia, han establecido la conviccin ampliamente compartida de que muchas lecturas adoptadas por Hort requieren una revisin; en este punto me ha parecido justo continuar los pasos iniciales dados por Swete hace ya tanto tiempo. He utilizado ampliamente el extenso aparato crtico del Nouum Testamentum Graece de S. C. E. Legg. Por esta razn no he querido ofrecer un aparato crtico propio, sino que he preferido discutir exhaustivamente una serie de lecturas variantes, en especial cuando repercuten sobre problemas exegticos. El profesor T. W. Manson ha tenido la amabilidad de leer mis notas y examinar el texto; sus crticas y sugerencias me han ayudado enormemente. Por lo que respecta a problemas del judaismo he empleado con frecuencia el extenso Kommentar de H. L. Strack y P. Billerbeck; al estudiar diversos aspectos de la teologa neotestamentaria he explotado gene-rosamente la fuente inagotable del Theologisches Wrterbuch de G. Kittel. He consultado constantemente las gramticas de Blass, Debrunner, Moulton, Howard y Robertson, as como el Vocabulary of the Greek Testament de Moulton y Milligan, y la Concordance to the Greek Testament de Moulton y Geden, autntica mina de co-nocimiento teolgico.

    Indicar breverqente el mtodo que he seguido. En la introduc-cin he estudiado los problemas crticos, gramaticales, teolgicos e histricos, para no tener que discutirlos despus una y otra vez. En el comentario he dividido el texto primero en grandes partes y lue-go en secciones que comprenden diversas narraciones y dichos de Jess, todo ello precedido de breves introducciones; en notas sepa-radas he estudiado problemas especiales. Al final del volumen he aadido unos cuantos excursos sobre problemas ms amplios cuya solucin tiene que ser por necesidad de carcter ms general y es-peculativo. He pretendido as que el comentario sea til a los lec-tores que sostienen opiniones distintas a la ma, porque creo que el xito de un comentarista est en estimular a otros para que logren mejores resultados que l. He caracterizado con un asterisco las listas de citas que incluyen todos los pasajes de Marcos en que aparece una palabra griega concreta, y con dos asteriscos los pasajes que recogen

    PROLOGO A LA PRIMERA EDICIN 25

    el uso de esta palabra en todo el Nuevo Testamento. En las citas de otros comentarios y obras conocidas, slo doy el nmero de la pgi-na y, cuando se trata de ms de un libro, he recurrido al uso de abre-viaturas. La bibliografa servir de clave para comprender estas refe-rencias. Espero que el empleo de abreviaturas no constituya ningn problema. Por regla general, he aportado todos los datos necesarios para el estudio, en especial cuando hay que sopesar imparcialmente los problemas. A la vez he expresado mis opiniones personales, por-que creo que el lector debe saber qu piensa el comentarista; pero apenas es preciso aadir que mis opiniones no tienen otra autoridad que la que les confiere un estudio prolongado y profundo.

    Me es grato expresar el testimonio de mi profundo agradecimien-to a algunos amigos que me han ayudado de mltiples formas. Ade-ms de los que he citado antes, quiero ahora dar las gracias a mis colegas, el Rvdo. Dr. H. Watkin-Jones y el Rvdo. A. Raymond Geor-ge, que tuvieron la amabilidad de leer el manuscrito de la seccin correspondiente a la teologa del evangelio y la nota B sobre los Doce y los Apstoles; al Rvdo. Owen E. Evans, M. A., B. D., que compu-so el ndice de nombres propios; y a los Rvdos. doctores H. G. Mee-cham, C. Leslie Mitton y C. Kingsley Barrett, que me prestaron su colaboracin en la penosa tarea de corregir las pruebas. Estoy muy agradecido a la ayuda prestada con tanta generosidad, pero en ltimo trmino ma es la responsabilidad de todos los posibles errores. Quie-ro tambin hacer pblica mi gratitud por la cortesa y competencia del personal de R. y R. Clark, de Edimburgo, de fama internacional. Termino esta obra, en la que he trabajado durante una dcada, con la esperanza de haber contribuido un poco a explicar la importancia y el significado del evangelio de Marcos. Para m es un privilegio inconmensurable el poder haber escrito un comentario a este evan-gelio, que es uno de los tesoros ms grandes de la Iglesia y uno de los libros ms influyentes y sobrecogedores de todo el mundo.

    VlNCENT TAYLOR wesley College. Headingley, Leeds. 16 de diciembre de 1950.

  • INTRODUCCIN

  • I

    HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA IGLESIA PRIMITIVA

    Por fortuna poseemos testimonios sobre el evangelio, que se re-montan a los comienzos del siglo segundo. El primero es el de Pa-pas, obispo de Hierpolis, en su obra Exgesis de los orculos del Seor (hacia el ao 140). La obra se ha perdido, pero se conservan importantes pasajes citados por Eusebio en su Historia Eclesistica. Papas no slo habla de Marcos, sino que reproduce el testimonio de un presbtero, generalmente identificado con Juan el Presbtero, con-temporneo suyo, aunque de ms edad. La discutida referencia de Justino Mrtir a las Memorias de Pedro y el testimonio de un prlogo antimarcionita son, segn estudios recientes, un tanto pos-teriores. Sigue a continuacin el testimonio conciso y fragmentario del canon Muratori, que puede datarse entre 170-190 despus de Cris-to. Al mismo perodo pertenece el testimonio de Ireneo en Adversus Haereses. Algo posterior es el de Clemente de Alejandra en Hypo-typoses. El testimonio de Orgenes es de la primera mitad del siglo tercero; y el de Jernimo, en su comentario al evangelio de Mateo, de finales del siglo cuarto.

    La carta de Bernab (ao 130), la de Clemente Romano a los Corintios (ao 95), el Pastor de Hermas (ao 145?), y la carta de Policarpo a los Filipenses (ao 135) ofrecen indicios, aunque no cier-tos, de que conocen a Marcos, pero no parecen atestiguar ms que un conocimiento de la tradicin sinptica. Cf. The NT in the Apos-tolic Eathers, por un comit de la Oxford Society of Historical Theo-logy; P. N. Harrison, Polycarp's Two Epistles to the Philippians, 285-8.

    1- Papas

    He aqu el testimonio de Papas, tal como lo reproduce Eusebio en su Historia Ecclesiastka, I II , 39-15: Y el Presbtero dijo tambin esto: Marcos, como intrprete de Pedro, escribi con exactitud, aun-que sin orden, todo lo que recordaba, de los dichos y hechos de Jess. El personalmente no haba odo al Seor ni haba sido disc-

  • 3 0 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA IGLESIA PRIMITIVA

    pulo suyo, sino que posteriormente haba sido compaero de Pedro, como ya dije. El apstol haba adaptado su enseanza a las necesi-dades (de sus oyentes), pero sin intencin de componer un relato or-denado de las palabras del Seor. As, pues, Marcos no se equivoc al poner por escrito las cosas tal como las recordaba, porque su nica preocupacin fue no omitir ni falsear nada de lo que haba odo.

    El testimonio del presbtero termina en la primera frase; el resto refleja la opinin de Papas. El oficio de Marcos era el de intrprete, pero razonablemente podemos suponer que sus obligaciones eran tam-bin las de ayudante, como cuando acompa a Saulo y Bernab en el viaje misionero consignado en Hch 13-14. Del evangelio se poda deducir que fue tambin maestro, pero esto no lo dice el presbtero. La referencia a Pedro nos recuerda 1 Pe 5,13: 'AoTtc8Tca iaac; f) v Ba(3uA.covL auv8K.KTr| KCC MpKoq uq ^iou, que es una expresin natural de cario entre apstol y discpulo (Selwyn, 244). Cf. Swete, XXV: Podemos vislumbrar la obra que Marcos realiz en Roma durante el tiempo que Pedro permaneci en la ciudad.

    Aunque el presbtero afirma que Marcos escribe con exactitud, le sorprende la diferencia entre el orden que sigue el evangelista y el de otros relatos que sin duda l conoca. Probablemente piensa en Juan (cf. Moffatt, 187; Streeter, 20) ms bien que en Mateo, aunque es posible que se refiera a ambos (cf. Grant, 99), o a la enseanza oral (cf. Bacon, 30). En cualquier caso, l est por Marcos, ya que en Efeso se haba criticado el orden del evangelio. El resto del tes-timonio expresa la opinin de Papas. Este explica que Marcos no fue ni oyente ni discpulo de Jess, sino que dependa de Pedro, cuya enseanza se orientaba a necesidades prcticas. La insistencia con la que afirma que Marcos no se equivoc pone de manifiesto que l tambin se ve en la necesidad de defenderle de las crticas de los con-temporneos y que atribuye gran valor al testimonio del presbtero. Por buenas razones se ha aceptado ampliamente la tradicin de Pa-pas; pero no ha de pensarse que esta teora se refiera necesariamente a todo el contenido, ni siquiera a la mayor parte, del evangelio de Marcos, porque hay indicios claros de que el evangelista utiliz otras tradiciones, tanto en lo narrativo como en las sentencias.

    2. El prlogo antimarcionita

    Se sabe desde hace tiempo que, ya en fecha muy temprana, las cartas iban precedidas de prlogos contra las ideas de Marcin, que fue el primero en elaborar un canon de los libros que l reconoca como genuinos y de origen apostlico. Pero desde 1928 los estudios de Dom Donatien de Bruyne 1 han puesto de manifiesto que tambin

    1. Les plus anciens prologues latins des vangiles: Revue Bndictine 40 (1928) 193-214. Harnack estaba convencido de que Bruyne tena razn al fechar

    JUSTINO E IRENEO 31

    los evangelios iban precedidos de prlogos semejantes, y as se en-cuentran en muchos manuscritos de la Vetus Latina. El prlogo al evangelio de Mateo todava no ha sido descubierto, y al de Marcos le faltan las palabras iniciales. El fragmento dice as: ...declar Mar-cos al que apodan 'de dedos lisiados', porque los tena ms bien pequeos en comparacin con su estatura. Fue intrprete de Pedro; v despus de la muerte de ste, puso por escrito este mismo evange-lio en Italia.

    Al parecer, este testimonio depende, en parte, de la tradicin de Papas, pero aade nueva informacin. Slo por autores posteriores, Hiplito y el autor del prlogo al cdice Toletanus de la Vulgata, se conoca hasta ahora la tradicin de que Marcos tena dedos peque-os; tradicin que se revaloriza al reconocer que los prlogos anti-marcionitas se remontan al siglo segundo. No hay por qu atribuir esta peculiaridad fsica a una mutilacin, ni pensar que la palabra sig-nifica desertor (as opina Tregelles, v. Swete, XXVII), sino que implica, al parecer, un defecto congnito. Ms importancia tiene la observacin de que Marcos escribi su evangelio en Italia, despus de la muerte de Pedro. El testimonio es anterior al de Ireneo, y con-firma que cuando este ltimo escribe \XZTO. xf]v TOTCOV ,o5ov (v. infra), se refiere a la muerte de Pedro y Pablo. Tenemos, por lo tanto, un testimonio bien primitivo del origen romano del evangelio.

    3. Justino Mrtir

    Justino no menciona directamente el evangelio, sino que habla de ciertos 'ATCOLXvrniOVEiiocTa xpou, que referan las palabras ovo^ta |3oavpyq, o cmv uoi f3povT]c;, o su equivalente, que solamente aparecen en Me 3,17 {Dilogo, 106). Ms an, en Dilo-go^ 88, que parece referirse a Me 6,3, cita la frase TKTOVOC; VO^ULO-Hvou. Cf. tambin Apologa 1,66; Dilogo 103 y las listas de San-day, The Gospels in the Second Century, 91ss, 113ss. Algunos han sostenido que, con las Memorias de Pedro, Justino quera significar el Evangelio de Pedro, pero esta opinin ha sido refutada plenamente por V. H. Stanton I, 93-102. Cf. Lagrange, XXIs. Stanton data la Primera Apologa del ao 145-6, la Segunda un poco ms tarde, y el Dilogo antes del 161.

    4. Ireneo

    El testimonio de Ireneo se encuadra en una seccin que trata de todos los evangelios (Adversus Haereses I II , 1.2). Despus de afirmar oS$rT!OS en los aos 160-80. Cf. Howard, 47 ET 534-8 y Christianity according de bodactylus, transcripcin de KoX.opoSKTuXoc,, es uno de los indicios

    que tos prlogos se escribieron originalmente en griego.

  • 32 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA IGLESIA PRIMITIVA

    que Mateo escribi mientras Pedro y Pablo predicaban el evangelio y fundaban la Iglesia de Roma, escribe estas palabras: Despus de la muerte de stos, Marcos, discpulo e intrprete de Pedro, tambin nos transmiti por escrito la predicacin de Pedro.

    Dom J. Chapman: JTS 6,563ss; Harnack, 130s; W. C. Alien, 2, y otros han sostenido que Ireneo quera poner de manifiesto que la enseanza de los apstoles no pereci con su muerte y que, por tanto, sus palabras no contradicen la tradicin de Clemente de Ale-jandra (v. infra), segn la cual el evangelio de Marcos fue escrito en vida de Pedro. No es sta, sin embargo, la interpretacin natural de las palabras de Ireneo, y adems contradice al testimonio del pr-logo antimarcionita. Ireneo utiliza la palabra s,o5oq, como Le 9,31, en el sentido de muerte, con lo cual da informacin cronolgica sobre la fecha de composicin del evangelio. La referencia a Roma (v P(in) en el contexto implica que el evangelio se escribi all.

    5. El canon Muratori

    El canon, publicado por L. A. Muratori en 1740, aparece en un fragmento muy mutilado del manuscrito de Bobbio (siglo VII-VIII), que se encuentra en la Biblioteca Ambrosiana de Miln. Cf. Souter, TC, 208s. Contiene los libros que Roma aceptaba en el perodo 170-190. La frase inicial obviamente incompleta, se refiere con toda claridad a Marcos, puesto que va seguida de las palabras Tertium evangelii librum secundum Lucam. Dice as el canon: ...en algunos casos estuvo presente, y as lo puso por escrito.

    Con razn puede conjeturarse que una referencia a la enseanza de Pedro preceda a esta frase incompleta, como en la tradicin de Papas. Lagrange, XXIIs, opina que antes de quibus se lean las pa-labras sed iuxta quod audierat a Petro in concionibus, y dice que as se explica muy bien el tamen. Otros autores piensan que el quibus es la segunda parte de aliquibus; v. Swete, XXXIII; Rawlinson, XXVII.

    6. Clemente de Alejandra Llaman la atencin tres pasajes de los escritos de Clemente; dos

    los cita Eusebio, y el tercero lo conocemos por un texto latino. Despus de la predicacin pblica de Pedro en Roma, anuncian-

    do el evangelio por el espritu, muchos de los presentes pidieron a Marcos que pusiese por escrito sus palabras, ya que durante lar-go tiempo haba sido discpulo suyo y recordaba su predicacin. Marcos lo hizo as, y transmiti el evangelio a los que se lo haban pedido. Cuando Pedro lo supo, ni se lo impidi ni le anim en su tarea (Eus. HE, VI, 14,6s).

    ORGENES Y JERNIMO 3 3

    Dicen que, cuando el apstol conoci por revelacin del esp-ritu lo que se haba hecho, vio con agrado el entusiasmo de aquellos hombres, y ratific los escritos para que se leyesen en las Iglesias (Eus. HE, II . 15.2).

    El texto latino, vertido al castellano, dice as: Cuando Pedro predicaba pblicamente el evangelio en Roma ante algunos caballeros del Csar y aduca muchos testimonios sobre Cristo, a ruegos de s-tos, que queran recordar lo anunciado, Marcos, seguidor de Pedro, escribi el evangelio denominado segn Marcos, basndose en lo que Pedro haba predicado (Adumbur. in 1 Pe 5,13).

    Estos pasajes, sobre todo el segundo y el tercero, ilustran el des-arrollo de la tradicin petrina. Es muy probable que Marcos, que co-noca la predicacin de Pedro, escribiese su evangelio como respuesta a diversas peticiones, pero es improbable, a la luz del testimonio de Ireneo y del prlogo antimarcionita, que lo hiciese en vida del apstol.

    7. Orgenes

    Al exponer la composicin de los cuatro evangelios, Orgenes reafirma la tradicin de Papas y la corrobora citando 1 Pe 5,13: El segundo, segn Marcos, que hizo lo que Pedro le indic, y a quien ste reconoce como hijo, en su carta catlica, con estas palabras: 'os saluda la que est en Babilonia, elegida como vosotros, y mi hijo Marcos' (Eus. HE, VI, 25,5).

    8. Jernimo

    As escribe Jernimo en su Commentarium in Matthaeum. Pro-oemium, 6: El segundo es Marcos, intrprete del apstol Pedro y pri-mer obispo de la Iglesia de Alejandra; no conoci al Salvador, pero cont lo que haba odo predicar a su maestro, ms con fidelidad a los hechos que al orden en que sucedieron.

    Indudablemente el testimonio depende de la tradicin de Papas. La nica idea nueva es la tradicin de que Marcos fue el primer obis-po de Alejandra. Ni Papas ni Ireneo ni Clemente ni Orgenes men-cionan esta tradicin. Y adems resulta imposible armonizarla con la tradicin romana, atestiguada por estos escritores, especialmente por-que Jernimo y los escritores posteriores afirman que Marcos muri en Alejandra el ao octavo del reinado de Nern (ao 54-68), es decir, antes de la muerte de Pedro y Pablo. Cf. Jernimo, De Viribus Illustribus, 8: mortuus est autem octavo Neronis anno et sepultas Alexandriae succedente sibi Anniano; Eusebio, Historia Ecclesias-tica II , 16 y 24; Constituciones Apostlicas 7, 46; Epifanio, Haereses, 51> 6. Cf. Swete, XXVII: esta afirmacin de Jernimo parece que 3

  • 34 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA IGLESIA PRIMITIVA

    no es ms que una deduccin, poco slida, de la fecha que Eusebio establece para la sucesin de Aniano. Vase tambin Lagrange, XXIVs.

    Resumen

    En suma, pues, podemos afirmar que desde el principio del siglo segundo el testimonio externo atribuye unnimemente la paternidad del evangelio a Marcos, el intrprete de Pedro, y fija el lugar de composicin en Roma, a pesar de que opiniones posteriores lo si-tan en Alejandra. Sobre la fecha de composicin han surgido diver-sas tradiciones, pero el conjunto de los datos inclina a situarlo en una fecha posterior al martirio de Pedro, no durante su vida. El tes-timonio externo dista mucho de sugerir que la nica fuente de infor-macin de Marcos fue Pedro, pero nada tiene de extrao que se ten-diese a exagerar la conexin entre ambos y a hacerla ms directa. Sin embargo, los testimonios primitivos no disimulan que ya desde el principio el evangelio no recibi una acogida absoluta, y que fue cri-ticado por su falta de orden. Nos impresiona favorablemente el tono espontneo y sobrio de las primitivas referencias a la tradicin de Papas, que ha sido ampliamente aceptada hasta nuestros das. Se hace vulnerable slo cuando uno se apoya excesivamente en ella, y cuando no se presta atencin a la probabilidad de que el evangelista tuviese acceso a otras fuentes de informacin, no slo a las que pro-cedan de personas individuales, sino tambin a la vida y liturgia de la Iglesia primitiva.

    II

    HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA CRITICA MODERNA

    Con toda razn podemos poner el comienzo de la historia de la crtica en las primeras dcadas del siglo xix, porque Marcos, despus de su popularidad inicial y amplia difusin, qued olvidado durante siglos. El evangelio favorito de la Iglesia primitiva fue Mateo; ya desde la poca de Agustn prevaleci la opinin de que lo nico que hizo Marcos fue seguir y abreviar a Mateo: Marcus eum subsecutus tamquam pedisequus et breviator eius videtur (Agustn, De Consen-su Evangestarum 1, 2[4]). Vctor de Antioqua afirmaba en el si-glo v que no haba podido encontrar ningn comentario del evange-lio; el primero que conocemos, data de tres siglos ms tarde, es el de Beda el Venerable. Durante la Edad Media y despus de la Refor-ma, se escribieron algunos comentarios, pero hasta que no se demostr la prioridad de Marcos, hace algo ms de un siglo, no se reconoci su valor supremo para la crtica histrica.

    A principios del siglo xix las principales teoras sobre el evange-lio de Marcos eran tres. J. G. Eichhorn, Einleitung in das Neue Tes-tament (1804), defendi la hiptesis del evangelio original. Pensaba Eichhorn que a los misioneros cristianos se les entreg, para uso ca-tequtico, un breve resumen escrito, que contena los elementos ms importantes de la historia de Jess, y que los tres primeros evange-listas, independientemente, incluyeron en sus evangelios este resumen. F- D. Schleiermacher, ber die Schriften des Lukas. Ein kritischer Versuch (1817), postul la existencia de fuentes o fragmentos escri-tos en tablillas u hojas de papiro, que contenan algunas sentencias, o la narracin de algn episodio de la historia evanglica, y que uti-lizaron los evangelistas. De esta forma Schleiermacher propuso lo que se ha denominado hiptesis de los fragmentos, opinin que l mismo abandon ms tarde. Martin Albertz, en su obra Die synoptischen treitgesprache (1921), vuelve en parte a la teora de Schleiermacher. L-a tercera hiptesis, defendida por J. L. Gieseler en su obra Histo-nsch-kritischer Versuch ber die Entstehung und die frhesten Schick-sale der schriftlichen Evangelien (1818), es la hiptesis de una tradi-cin popular. Esta opinin supone la existencia de una tradicin ori-ginal recibida de los apstoles y transmitida a los primeros misioneros

  • 3 6 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA CRITICA MODERNA

    cristianos, que despus se puso por escrito en los evangelios. Esta opi-nin, que durante largo tiempo mantuvo su atractivo en Inglaterra, fue defendida por Westcott, A. Wright y G. Salmn. En una fecha tan tar-da como 1908 Salmn la expone en su obra Human Element in the Gospels: La explicacin ms probable del hecho de que dispongamos de tres historias de la vida de Jess, tan parecidas entre s, y sin em-bargo tan independientes en muchos puntos, es que se nos ha conser-vado el evangelio oral tal como se transmita en tres centros diferen-tes (pgina 27).

    En Alemania la obra Leben Jesu de D. F. Strauss, publicada en 1835, dio una sacudida a la confianza puesta en la teora oral y esti-mul un estudio ulterior del problema sinptico. La posibilidad de interpretar mticamente los acontecimientos de la vida de Jess, de-mostr con toda claridad la debilidad de los fundamentos crticos. Sin embargo, de un estudio ms atento de los evangelios result una mejor interpretacin del problema sinptico. El mismo ao que Strauss publicaba su Vida de Jess, C. Lachmann propuso por vez primera la solucin que ha resistido todas las pruebas a las que la han sometido las investigaciones posteriores. Una observacin de Lach-mann hizo poca: En el orden de las narraciones evanglicas no hay tanta diversidad como la mayora de la gente se imagina. La discre-pancia es, desde luego, muy grande, si comparamos los evangelios sinpticos indistintamente, o Lucas con Mateo; pero si comparamos Marcos con los otros dos, separadamente, la diversidad es insignifi-cante 1. As qued planteada la hiptesis de la prioridad de Marcos y de su uso por Mateo y Lucas, hiptesis que fue desarrollada por C. G. Wilke2 y C. H. Weisse3 y demostrada por B. Weiss4 y H. J. Holtzmann5.

    No es preciso describir con mayor detalle este gran logro de la investigacin alemana, ni los pasos que llevaron a Holtzmann a com-binar esta teora con la hiptesis de la fuente de sentencias denomi-nada Q. Como ha dicho Dibelius6, la teora de las dos fuentes sigue siendo el fundamento seguro de toda crtica de los sinpticos.

    De 1900 a 1914 * En los primeros aos del siglo los investigadores de muchos pa-

    ses aceptaron y desarrollaron la hiptesis de los dos documentos: en Inglaterra Sir John C. Hawkins7, V. H. Stanton8, W. Sanday9,

    1. Studien und Kritiken (1835) 574, citado por F. C. Burkitt, 37. 2. Der Evangelist (1838). 3. Die evangelische Geschichte (1838). 4. Lehrbucb der Einleitung in das NT (1886) 473-555. 5. Die Synoptiker (1901) 10-20. 6. ET 41, 537. 7. Horae Synopticae (21909). 8. HDB II, 234-49; The Gospels as Historical Documents II (1909). 9. Exp. 3 81s. 177s. 302s. 345s. 411s.; Oxford Studies on the Synoptic

    Problem (1911).

    DE 1900 A 1914 37

    T Moffatt10, A. S. Peake n y otros; en Francia A. Loisy B y M . Go-gUel13; en Estados Unidos E. de Witt Burton14, C. S. Patton15 y g, W.' Bacon 16. El hecho de que ningn comentario moderno vea ya la necesidad de demostrar la prioridad de Marcos n , pone de mani-fiesto la estabilidad de esta opinin crtica. Los extensos lugares pa-ralelos de Marcos que se encuentran en Mateo (90 por ciento de los versculos de Marcos) y en Lucas (ms del 50 por ciento), la elevada media de coincidencias verbales (alrededor del 51 por ciento en Ma-teo y del 53 por ciento en Lucas), el orden relativamente idntico, las mejoras estilsticas y gramaticales de los evangelistas posteriores, la matizacin u omisin de expresiones rudas de Marcos, y la viveza de los relatos de este ltimo, todo se combina para demostrar que Marcos es nuestro primer evangelio, usado como fuente por Mateo y Lucas.

    En Inglaterra las investigaciones fueron decisivas, pero tuvo que pasar algn tiempo para que los resultados de la crtica hicieran acto de presencia en los comentarios. En 1898 se public por primera vez el gran comentario de H. B. Swete, cuyas notas lingsticas y exge-sis penetrante son todava de un valor incalculable. Aunque estudia la historia personal de Marcos y la del evangelio en la Iglesia pri-mitiva, silencia casi por completo la crtica moderna; en las edicio-nes y reimpresiones posteriores aparecen algunos cambios. Como afir-ma en nota en la pgina 65, est de acuerdo con los que rechazan la hiptesis del Ur-Markus, pero advierte que l no est preparado para dar una opinin sobre la naturaleza y amplitud de la revisin redac-cional sufrida por el evangelio. Ms crticos son los comentarios de A. B. Bruce en el Expositor's Greek Testament (I, 1897) y de E. P. Gould en el International Critical Commentary (1896), que hacen referencia a las ideas de H. A. W. Meyer, B. Weiss, W. Beyschlag, H. J. Holtzmann y otros. El estudio histrico de A. Menzies The Earliest Gospel (1901) suscit nuevo inters. En la introduccin, de

    10. Introduction ("1918). 11. Introduction (1909). 12. Les vangiles synoptiques (1907). 13. Introduction I (l923). 14. Introduction to the Gospels (1904). 15. Sources of the Synoptic Gospels (1915). 16. The Beginning of the Gospel Story (1909); The Gospel of Mark (1925).

    (i- tambin H. J. Cadbury, The Style and Literary Method of Luke (1919-20) y los artculos, en The Beginnings of Christianity I-IV (1920-33); B. S. Easton, i he Gospel Accordng to S. Luke (1926); The Gospel Before the Gospels (1928); Christ in the Gospels (1930); F. C. Grant, The Growth of the Gospels (1933); The Earliest Gospel (1943).

    17. A pesar de que H. G. Jameson, Origin of the Synoytic Gospels (1932) y B. C. Butler, Originality of St. Matthew (1951) piden con insistencia una revisin del problema sinptico. La hiptesis de los cuatro documentos de

    \ H . Streeter, The Four Gospels: A Study of Origins (1924) no se aparta, en Principio, de la hiptesis de los dos documentos, sino que la ampla a base de

    n estudio todava ms atento de las pruebas.

  • 3 8 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA CRITICA MODERNA

    ms de cincuenta pginas, estudia el origen de los evangelios, los mo-tivos que influyeron en la formacin de la tradicin, la forma de sta antes de la composicin del evangelio de Marcos, la naturaleza del evangelio, sus fuentes, orden, enfoque, lectores, fecha y primeros testimonios de su atribucin a Marcos. El comentario, de espritu liberal, contiene muchas observaciones interesantes, pero a pesar de las alusiones, generalmente en nota, a las opiniones de los crticos europeos, es muy independiente en el estudio de los problemas y se basa en el texto ingls. Los comentarios de A. Plummer (1914) y de W. C. Alien (1915) siguen la lnea de Swete; el primero contiene muchas notas exegticas preciosas, el segundo defiende el origen arameo del evangelio. Pero an se requera un estudio exhaustivo de los problemas histricos y crticos. Hasta que no apareci en 1925 el comentario de Rawlinson, no se trataron adecuadamente los im-portantes problemas introductorios. Nos encontramos as con una si-tuacin muy curiosa: durante un cuarto de siglo, mientras los cien-tficos britnicos aportaban datos capitales al problema sinptico, los comentaristas procedan casi como si no existiese el problema crtico.

    Entretanto continuaba el debate, sobre todo en Alemania. En un resumen como ste no es posible exponer ampliamente todos los problemas que se iban planteando. En la seccin consagrada al estu-dio de las fuentes 18 trataremos la teora del Ur-Markus; y en el cap-tulo dedicado al trasfondo semtico de Marcos19 estudiaremos la opi-nin de que el evangelio se basa en un original arameo o en fuentes arameas. Es preferible considerar aqu los estudios que han abordado problemas claves: la teora del secreto mesinico, defendida por W. Wrede; las opiniones de la escuela escatolgica radical, represen-tadas principalmente por J. Weiss y A. Schweitzer; y los estudios de J. Weiss, J. Wellhausen, A. Loisy y B. W. Bacon, dedicados a pro-blemas hermenuticos, especialmente al discutido paulinismo de Marcos y a la llamada Gemeindetheologie, es decir, una amalgama de la teologa de la comunidad cristiana primitiva20. Estos temas nos llevan hasta la primera guerra mundial, aunque despus siguieron los estudios, a la vez que se practicaba el mtodo de historia de las formas.

    En poca anterior, la obra de W. Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien (1901), presentada por primera vez a los lectores ingleses en los comentarios y en la crtica de W. Sanday, Life of

    18. Cf. infra, pp. 90-93. 19. Cf. infra, pp. 77-88. 20. W. BOUSSET, Kyrios Christos (31926) 10, habla de plasmacin de la

    teologa de la comunidad primitiva. P. Sehniewind, Das Evangelium nach Mar-kus (1947) 166, pone de manifiesto la importancia de la cuestin, al afirmar que el problema de la autenticidad de las sentencias de Me 13 es una cues-tin de segundo orden, porque cada sentencia tiene una impronta como slo puede tenerla a partir de la realidad de Jess. Uno de los temas ms im-portantes de nuestro tiempo es si puede aceptarse esta postura sin desconfiar .del carcter histrico de la tradicin evanglica.

    DE 1900 A 1914 39

    Christ in Recent Research (1908), se puede considerar como uno de J0s puntos decisivos en la investigacin21. Defenda Wrede que la comunidad cristiana no afirm la dignidad mesinica de Jess hasta despus de la resurreccin, y que, en consecuencia, los mltiples man-datos de guardar silencio son un recurso literario de Marcos para ex-plicar el silencio de la tradicin ms primitiva22. Ms tarde estudia-remos este problema importante23. Mientras tanto hagamos referen-cia a la opinin de A. Schweitzer expuesta en sus importantes obras Das Messianitts- und Leidensgeheimnis. Eine Skizze des Lebens Jesu (1901), publicada el mismo ao que la obra de Wrede, y Von Rei-marus zu Wrede (1906), presentada a los lectores ingleses en la tra-duccin de W. Montgomery, The Quest of the Historical Jess (1911).

    Schweitzer califica la relacin entre las ideas de Wrede y las suyas como un contraste entre escepticismo total y escatologa total 24. Concuerda con Wrede en que la hiptesis de Marcos, cuando se la presenta en forma rgida, est completamente desacreditada25, pero es mucho ms positivo en su apreciacin del valor histrico de la tradicin de Marcos, llegando hasta afirmar que el reconocimiento progresivo del carcter escatolgico de la doctrina y de los hechos de Jess lleva consigo una justificacin progresiva de la tradicin evan-glica 26. Particular inters reviste su interpretacin de la multiplica-cin de los panes y de la Ultima Cena como sacramentos escatolgi-cos. La comida, dice l, era ms que una fiesta de amor o una comida de amistad; desde el punto de vista de Jess era un sacra-mento de salvacin 27. Schweitzer concede tambin gran importancia a la misin de los doce, al retraso de la parusa inminente, al retiro fuera de Galilea, a la enseanza sobre el sufrimiento del Mesas, a la transfiguracin y a la declaracin de Pedro; y no tiene reparo alguno en admitir la presencia de ideas dogmticas en el pensamiento de Jess28. Todas estas interpretaciones de los relatos de Marcos estn impregnadas de su doctrina radical sobre la escatologa consecuente,

    21. W. Sanday, Life of Christ in Recent Research, 69-76. Vanse los co-mentarios de R. H. Lightfoot, History and Interpretation in the Gospels, 17.

    22. Wrede sostiene que Marcos no invent el secreto mesinico, que tuvo que ser una idea comente en los crculos a los que l perteneca.

    23. Cf. infra, pp. 137-138. 24. The Quest of the Historical Jess, 329. 25. Op. cit., 332: Al final de cada seccin narrativa se hace un alto, y

    las conexiones no constituyen ninguna garanta. 26. Op. cit., 285. 27. Op. cit., 375. 28. Op. cit., 348: Despus de todo, por qu no poda Jess pensar doc-

    tnnalmente y hacer historia activa tan bien cftmo un pobre evangelista puede hacerlo sobre el papel, bajo el influjo de los intereses teolgicos de la comu-nidad primitiva?. Con respecto a la idea de Wrede de que la determinacin a sufrir y

    morir es dogmtica y, por tanto, no histrica, dice: Pero la escue-la de la escatologa completa afirma que es dogmtica y, en consecuencia, his-Mca; la explican las concepciones escatolgicas, op. cit., 385.

  • 4 0 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA CRITICA MODERNA

    pero, a mi juicio, no tan indisolublemente unidas, que sea imposible aceptar las unas sin la otra.

    Aqu hemos de citar tambin otros dos nombres, Julius Wellhausen y Johannes Weiss, cuya obra ha dejado profunda huella en los estudios modernos sobre Marcos. La primera edicin del comentario de Well-hausen Das Evangelium Marci apareci en 1903 (21909), y en los cinco aos siguientes aparecieron los comentarios a Mateo, Lucas y Juan, y su Einleitung in die drei ersten Evangelien (1905, 21911). Wellhausen, que abordaba el estudio profundo de los evangelios des-pus de haber consagrado ms de la mitad de su vida a la investiga-cin del Antiguo Testamento, tena mucho que decir sobre el elemento arameo de Marcos y sobre su trasfondo judo. J. M. Creed29 tiene razn al afirmar que los estudios de Wellhausen constituyen el ger-men de las ms importantes investigaciones recientes. Los comenta-rios, sin embargo, son muy concisos y, por ello, ms que desarrollar sus observaciones fecundas, lo que hace es simplemente enunciarlas. En contraste con Schweitzer, tiende a reducir el nfasis sobre el ele-mento escatolgico, a acentuar el ministerio doctrinal de Jess en conjunto, y a conceder gran importancia a la actividad de la comuni-dad cristiana primitiva en la formacin de la primera tradicin, anti-cipndose as a las teoras de la historia de las formas. En este co-mentario haremos frecuentes referencias a sus opiniones, sobre todo con respecto al reino de Dios, al Hijo del hombre, a la misin de los doce, a la primera multiplicacin de los panes y al final del evangelio.

    La obra de J. Weiss, de espritu y perspectivas liberales, es, sin 'embargo, ms constructiva y sugestiva que la de Wellhausen. Su primera obra, Die Predigt Jesu vom Reiche Gottes (1892, 21900), en la que describe el reino como algo totalmente futuro y trascendental, fue recibida con entusiasmo por Schweitzer, pero no vamos a discu-tirla aqu30. Para nuestro propsito inmediato son ms importantes Das altes te Evangelium (1903), su comentario a Marcos en Die drei alteren Evangelien (41929) y su magnum opus incompleto, titulado Das Urchristentum, y traducido al ingls como The History of Pri-mitive Christianity (1937)3l. La primera de estas obras llama pode-rosamente la atencin. Se une con el pasado por sus frecuentes refe-rencia a la Fuente Apostlica que comprenda sentencias y narracio-nes; su padre, Bernhard Weiss, la haba propuesto como la fuente utilizada por Marcos, adems de las memorias de Pedro. Se apoya tambin en una forma modificada de la hiptesis del Ur-Markus, en cuanto que con frecuencia atribuye al Bearbeiter o redactor elemen-tos peculiares de Marcos. Critica fuertemente la hiptesis de Wrede

    29. The Gospel according tf> St. Luke, VII. Vanse diversos juicios sobre la obra de Wellhausen en Sanday, Life of Christ in Recent Research, 154-61, y en R. H. Lightfoot, History and Interpretaron in the Gospels, 22-6.

    30. Las opiniones expresadas en la segunda edicin, aumentada desde la pgina 67 a la 214, son menos radicales.

    31. Traducido por F. C. Grant, A. H. Forster, P. S. Kramer y S. E. Johnson.

    DE 1900 A 1914 41

    V atribuye la insistencia en los mandatos a guardar silencio a la idea Je endurecimiento, que tambin encontramos en Jn 12,37-40, pasaje el que casi podramos decir que constituye el lema de la primera parte de Marcos, y que refleja ideas del crculo paulino. El estudio de las fuentes de Marcos, aparte del pleno reconocimiento de la tradicin petrina, anticipa en algunos aspectos la obra de los crticos forma-les32, puesto que Weiss distingue (1) narraciones petrinas; (2) rela-tos de controversia (Schul- und Streitgesprache); (3) sentencias con o sin marco histrico; y (4) tradiciones populares secundarias. Weiss deja abierto el problema de si hay que identificar a Marcos con el Juan Marcos de Hch 12,12.25; 15,37, pero se inclina a una respuesta negativa por lo que l llama deficiencia de la tradicin jerosolimitana y por la incertidumbre del testimonio primitivo sobre la identidad de Marcos.

    Mientras que las ideas de Wrede, Wellhausen y Weiss han influi-do e inspirado a muchos estudiosos de la Biblia, no podemos decir lo mismo de las obras de Loisy y B. W. Bacon. En Les vangiles synop-tiques (1907) Loisy pretende distinguir entre un Marcos original (Protomarcos), donde el autor emplea memorias de la predicacin de Pedro, y las adiciones secundarias de un redactor posterior. Sostiene que el evangelio actual es una recopilacin annima que refleja una fuerte influencia del cristianismo primitivo y de la doctrina paulina, en particular. Bacon, en su obra The Beginnings of Gospel Story (1909), alude al extraordinario grado de coincidencia entre los re-sultados obtenidos por Loisy y los suyos propios. Defiende que Mar-cos es paulinista y que en su evangelio encontramos un marcado ele-mento redaccional. En su ensayo Is Mark a Romn Gospel? (1919) sostiene que Marcos representa el punto de vista del fuerte, del que habla san Pablo en Rom 14, y que su actitud es antijuda. En su obra The Gospel of Mark (1925) estudia la cristologa de Pablo y la de Marcos. Duda de si el evangelista lleg a conocer las cartas de Pablo, pero cree que no es posible explicar el evangelio sin la vida, el pensamiento y la doctrina paulinos. Marcos muestra una depen-dencia directa, aunque no literaria, de la doctrina del gran Apstol de los gentiles 33. En esta obra defiende que una profeca formulada por primera vez en el ao 40 en relacin con la amenaza de Calgula de profanar el templo, fue reinterpretada en las cartas a los Tesalo-nicenses, en el ao 50, como palabra del Seor, porque cambiaron las circunstancias bajo Claudio. Esta profeca la utiliz Marcos en la composicin del pequeo apocalipsis del captulo 13.

    32. El hecho de que se hayan conservado las narraciones y sobrevivido Jas sentencias, prueba que la Iglesia primitiva tena algn inters particular, he History of Primitive Christianity, 12. Cf. los comentarios de F. C. Grant, P- cit., 8n. 77n. 121n.

    33- Op. cit., 271.

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    De 1918 a 1939

    Con la exposicin de la obra de Bacon hemos superado los lmi-tes de una etapa de la historia de la crtica. La crtica literaria ejerca una atraccin predominante y mostraba indicios de una progresiva preocupacin por la doctrina y por su vinculacin con la tradicin. A pesar de la guerra de 1914-19, muchos estudios se consagraron a este problema e, inmediatamente despus de ella, se publicaron r-pidamente diversas obras de gran creatividad.

    El esquema de Marcos, atacado por Wrede y por Schweitzer, cons-tituy el tema del penetrante estudio de K. L. Schmidt titulado Der Rahmen der Geschichte Jesu y publicado el ao 1919. En opinin de muchos, Schmidt ha destruido por completo la estructura sinptica. Schmidt admite indicios de una historia continua en algunas seccio-nes de Marcos, por ejemplo, en 4,35-5,43, pero afirma que el esque-ma en conjunto es una construccin artificial. Su actitud es conser-vadora con respecto al material de Marcos, sobre todo por lo que se refiere a los nombres de lugar y a las indicaciones topogrficas y tem-porales de muchas narraciones, pero su conclusin final suena como una campana que anuncia la muerte de creencias mucho tiempo aca-riciadas por los estudiosos. Pero en conjunto no se puede hablar de vida de Jess en el sentido de una biografa progresiva, ni de esbozo cronolgico de la historia de Jess, sino solamente de relatos aisla-dos, percopas, que se integran en una estructuraM. Yo creo que esta conclusin es excesivamente destructiva, aunque no cabe duda de que Schmidt ha puesto de manifiesto cmo el esquema de Marcos es mucho menos estable de lo que se supona comnmente3S. Sobre este problema importante volveremos ms tarde, en pginas 157-160.

    El mismo ao de la publicacin de la obra de Schmidt, el mtodo de historia de las formas lleg a conocimiento de los estudiosos del Nuevo Testamento a travs de un pequeo volumen publicado por M. Dibelius, de Heidelberg, bajo el ttulo Die Formgeschichte des Evangeliums36. La* idea bsica de la nueva disciplina era que, durante el perodo oral, la tradicin estuvo integrada principalmente por uni-dades aisladas, clasificables segn su forma, y cuya evolucin poda rastrearse desde que se originaron en la predicacin y en la ensean-za hasta el punto en que se pusieron por escrito en los evangelios. Fascher describe con estas palabras la tesis fundamental: Am Anfang

    34. Op. cit., 317. 35. Vase el importante artculo de C. H. Dodd: ET 43, 396-400; Dodd

    llega a la conclusin de que el orden de Marcos representa en sus lneas gene-rales una sucesin autntica de los acontecimientos, en la que se descubre movimiento y desarrollo, aunque no se puede poner en l la confianza impl-cita de otros tiempos.

    36. La segunda edicin, revisada y aumentada, fue traducida por Bertram Lee Woolf, From Tradition to Gospel (1934).

    DE 1918 A 1939 43

    -\var die Predigt, lo primero fue la predicacin 3?. La nica excep-cin era el relato de la pasin que, a juicio de Schmidt y de Dibelius, fue la primera parte de la tradicin que asumi forma escrita. Dibe-lius da un paso decisivo al distinguir entre Varadigmen, narraciones breves que culminan en una sentencia de Jess, y Novellen, narra-ciones ms amplias que describen las escenas con gran detalle, aun-que cabe preguntarse si tena razn al atribuir las primeras exclusi-vamente a la actividad de los predicadores y las segundas a una clase especial de cuenta-historias que sirvieron de ejemplo a los exorcis-tas y taumaturgos cristianos. Menos satisfactoria es su definicin de mitos, relatos que narran las acciones de seres divinos, y de leyendas, que refieren las obras de santos, puesto que estos son etiquetas his-tricas que no describen formas narrativas especficas. En la segunda edicin de su obra, Dibelius presta una atencin particular a las sen-tencias. Dice que los maestros las reunieron con finalidad exhortati-va, para aconsejar, ayudar y mandar a las Iglesias por medio de pa-labras del SeorM. Su exposicin de la tradicin es, en general, constructiva. Lo ms interesante es que la investigacin rebasa el estudio de la obra de los evangelistas como meros manipuladores de fuentes, para inserirse en el variado contexto vital de las primeras comunidades. La investigacin llega inevitablemente ms all de las puras formas, y el mtodo crtico formal se convierte en una rama de la crtica histrica.

    Las limitaciones del mtodo de historia de las formas son toda-va ms manifiestas en la obra de Bultmann, Die Geschichte der syn-optischen Tradition (1921, 21931). Bultmann habla de Apophthegma-ta (apotegmas) en vez de Varadigmen, distingue entre los relatos de controversia y los biogrficos, y prefiere el trmino Wundergeschich-ten (relatos de milagro) a Novellen. Las sentencias las clasifica as: (1) Logia o sentencias sapienciales; (2) sentencias profticas y apoca-lpticas; (3) leyes y normas comunitarias; (4) palabras personales, es decir, sentencias en primera persona del singular, y (5) parbolas. Estas distinciones se basan en el contenido ms que en la forma39. Muchas de las observaciones de Bultmann sobre las sentencias y los apotegmas son agudas y sugestivas, pero su crtica es radical en extre-mo 40. Bultmann defiende que casi todos los relatos histricos, que l estudia con todo detenimiento, son legendarios y de origen helens-tico. Hasta cierto punto su escepticismo no es sino la ansiedad de un crtico por hacer plena justicia al influjo que ejerci sobre la tradicin una comunidad que se basaba en las palabras de Jess y apelaba con-

    . , 3 7 . Die formgeschichtliche Methode (1924). 54. Dibelius escribe: La mi-sin dio pie a considerar la predicacin como medio para difundir lo que re-cordaban los discpulos de Jess, op. cit., 6.

    38. From Tradition to Gospel, 246. 39. Cf. Easton, The Gospel Before the Gospels, 74. 40. Albertz habla de un escepticismo descarado, Die synoptischen Streit-

    tesprache, V.

  • 4 4 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA CRITICA MODERNA

    tinuamente a ellas. La misma idea aparece despus en su ensayo Die Erforschung der synoptischen Evangelien (1930), donde afirma que la investigacin de las sentencias de Jess no termina en un completo escepticismo41, aunque nos lleva a una incertidumbre considerable; el mismo pensamiento aparece con mayor claridad en Jess (1925)42, donde las sentencias de la comunidad revelan, como a travs de un velo transparente, una imagen viril de la doctrina de Jess. Com-parado con Bultmann, Albertz hace un estudio positivo y constructi-vo de los relatos de controversia en su obra Die synoptischen Streitgesprche (1921), pero Die Leidensgeschichte Jesu und der Christuskult (1922), de Bertram, y Die Zusammensetzung des Mar-kusevangeliums (1934), de Sundwall, son hasta cierto punto nega-tivos 43.

    Fascher opina que el mtodo de historia de las formas es un instrumento nuevo y ms til, pero slo entre muchos44, y Koeh-ler sostiene que el problema del Nuevo Testamento no es en ltimo trmino un problema de crtica de formas, sino histrico45. Los jui-cios de estos autores son indudablemente vlidos; pero con todo, el mtodo de historia de las formas ha supuesto una verdadera contri-bucin al estudio del problema. Por una parte, nos ha obligado a aceptar la idea de que la vida y las necesidades de las comunidades primitivas son el Sitz im Leben de la tradicin evanglica; en los apotegmas y en los relatos de milagro el mtodo histrico formal ha descubierto formas que difieren especficamente de los relatos so-bre Jess en general. Y tambin ha puesto de manifiesto que en el perodo pre-evanglico se hicieron colecciones de dichas formas y que la narracin de la pasin fue el primer relato seguido que se compuso. Ms tarde, cuando estudiemos el valor histrico del evan-gelio de Marcos, ser preciso hacer algunas consideraciones46; pero por el momento, hay que reconocer que el mtodo histrico formal ha contribuido positivamente al estudio de los evangelios, y en espe-cial del de Marcos.

    41. Op. cit., yi. Vase la traduccin de F. C. Gtant en Form Criticism, 60. 42. Vase la traduccin de L. P. Smith y E. Huntress, Jess and the 'Word

    (1935); cf. tambin: ET 43, 489s. 43. Los estudios posteriores incluyen: M. Dibelius, Stilkritisches zur Apos-

    telgescbichte (Eucharisterion; Festschrift fr H. Gunkel) (1923) II, 27-49; K. L. Schmidt, Die Stellung der Evangelien in der allgemeinen Literaturge-schichte, ibid., 50-134; H. Windisch, Der johanneische Erzahlungsstil, ibid., 174-213; L. Brun, Die Auferstehung Christi (1925); P. Fiebig, Der Erzahlungsstil der Evangelien (1925); L. Koehler, Das formgeschichtliche Problem des Neuen Tes-taments (1927); K. Kundsin, Das Urchristentum im Lichte der Evangelienfor-schung (1928); M. Goguel, La Vie de Jsus (1932) (Trad. inglesa: The Life of Christ [1933]); V. Taylor, The Formation of the Gospel Tradition (1933); R. H. Lightfoot, History and Interpretation in the Gospels (1935); A. W. F. Blunt, The Gospels and the Critic (1936); E. B. Redlich, Form Criticism (1939).

    44. Op. cit., 228. 45. Op. cit., 41. 46. Cf. infra, pp. 144-160.

    DE 1918 A 1939 45

    Mientras la obra de los crticos formales estaba en pleno apogeo, progresaban tambin otras investigaciones menos espectaculares, pero bien slidas. W. Bussmann defenda en su amplio y detallado Synop-tische Studien (I, 1925; II, 1929; III , 1931) que el evangelio de Marcos se compuso en tres etapas (G, B y E)47 y que Q incluye dos fuentes (R y T); los estudiosos continentales han dado amplia aco-gida a sus conclusiones. En Inglaterra A. T. Cadoux, The Sources of the Second Gospel (1935) sostuvo que Marcos utiliz tres fuentes escritas, y J. M. C. Crum, S. Mark's Gospel (1936) defendi que el evangelio se elabor en dos etapas. El primer volumen de Meyer (ed.), Ursprung und Anfange des Christentums I-III (1921-3) continu la bsqueda apasionante de fuentes, pero el mayor inters de esta obra estriba en que estudia los evangelios, la evolucin del judaismo, Jess de Nazaret, y los hechos y comienzos del cristianismo, con la con-viccin de que el abordar estos temas es una de las tareas fundamen-tales con las que ha de enfrentarse el historiador. Al mismo perodo pertenecen los comentarios de Rawlinson (1925) y Bartlet (1922); los primeros volmenes de The Beginnings of Christianity I-V (1920-33), editados por Lake y Foakes Jackson; Christian Beginnings (1924) de F. C. Burkitt y la tercera edicin de Kyrios Christos (1926), de Bous-set. Durante los aos 1924-8 los estudios lingsticos, de valor inapre-ciable, de C. H. Turner y su grupo de colaboradores aparecieron en JTS 25-9, y quedan reflejados en su comentario a san Marcos, reimpre-so despus de su muerte en 1930, como extracto de la obra de Gore (ed.), A New Commentary on Holy Scripture. La aparicin en 1929 de la obra de M.-J. Lagrange, vangile selon Saint Marc, en su quinta edicin aumentada, puso en manos de los estudiosos las maduras con-clusiones del autor sobre el elemento semtico del evangelio de Mar-cos, sobre la historia de la crtica y sobre muchos puntos exegticos estudiados con gran detalle.

    El riachuelo continuo de la dcada de los aos veinte se convirti en la de los treinta en un ro caudaloso, pues a los estudios de ca-rcter general sobre Marcos se aadieron otros muchos sobre proble-mas especiales. En sus dos obras: The Four Gospels (sin ao) y Our Translated Gospels (sin ao), C. C. Torrey sostiene que bajo el ac-tual evangelio de Marcos subyace un original arameo. T. W. Manson en su Teaching of Jess (1931) abri nuevos caminos al estudio del problema del Hijo del hombre. F. C. Grant, Growth of the Gospels (1933), y B. S. Easton, Christ in the Gospels (1930), fueron exponen-tes de la importancia que se concedi en Estados Unidos a los pro-blemas literarios e histricos. A. T. Cadoux, The Parables of Jess (1930); C. H. Dodd, The Parables of the Kingdom (1935) y B. T. D. Smith, The Parables of the Synoptic Gospels (1937) continuaron los estudios clsicos de Jlicher, Die Gleichnisreden Jesu (1889-1910). R- Otto, Reich Gottes und Menschensohn (1934) (trad. inglesa The

    47. Cf. infra., pp. 91-93.

  • 46 HISTORIA DEL EVANGELIO EN LA CRITICA MODERNA

    Kingdom of God and the Son of Man [1938]), que siguieron a G. Gloege, Reich Gottes und Kirche (1929), abrieron nuevos cami-nos al estudio de temas ya conocidos. B. H. Branscomb, en su comen-tario a Marcos en Moffatt New Testament Commentary (1937), y R. H. Lightfoot, Locality and Doctrine in the Gospels (1938), refle-jaron la fuerte influencia de las investigaciones continentales. En 1937 aparecieron los comentarios de J. Schniewind y E. Lohmeyer, de gran inters teolgico, sobre todo por lo que respecta al secreto mesi-nico de Marcos; Lohmeyer hace referencia constantemente a la es-catologa, y Schniewind aprecia mucho ms el elemento histrico del evangelio.

    Adems de las obras ya citadas, conviene mencionar otras que han ejercido gran influencia en el estudio de Marcos, aunque menos directamente. Especial importancia revisten las obras de G. Dalman. Su Words of Jess, traduccin inglesa de Worte Jesu 4S, publicada en 1902, influy poderosamente en todos los estudios siguientes sobre problemas tan fundamentales como la soberana de Dios y el uso de los ttulos Hijo del hombre, Hijo de Dios, Cristo, Hijo de David, Seor y Maestro. Jesus-Jeshua (1929)49 estudia las tres lenguas de Palestina en tiempos de Cristo y las sentencias relaciona-das con la cena pascual y con la cruz. Sus fuertes argumentos en pro de la identificacin de la Ultima Cena con el banquete pascual quedan confirmados por lo que J. Jeremas expone en su minucioso ensayo Die Ahendmahhworte Jesu (1935, 21949). Dalman, Sacred Sites and Ways (1935)50, ofreci despus la explicacin ms valiosa de la geo-grafa de Tierra santa, completando a este respecto las obras ante-riores de Sir George Adam Smith, The Historical Geography of the Holy Land (1894)51 y Jerusalem (1970), y el trabajo de W. Sanday, Sacred Sites of the Gospels (1903).

    Una aportacin excepcional de este perodo son las obras que han ayudado a la comprensin del trasfondo judo del evangelio: Judaism (1927) de Moore, el comentario monumental de H. L. Strack y P. Bllerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch I-IV (19,22-8), y The Mishnah (1933) de H. Danby. Tam-bin los estudiosos judos escribieron trabajos extraordinarios; entre ellos cabe citar el de I. Abrahams, Studies in Pharisaism and the Gos-pels (I, 1917; II, 1924); la segunda edicin aumentada de Synoptic Gospels (1927) de C. G. Montefiore, que expone con sencillez y aper-tura los comentarios de un judo liberal a la obra de los exegetas y crticos alemanes, ingleses, franceses y americanos; y Jess of Naza-reth (1929), de J. Klausner, un estudio competente e interesante sobre la vida, poca y doctrina de Jess. Tambin los gramticos han

    48. I (1898).^ 49. Traduccin de Jesus-Jeschua (1922) con notas adicionales del autor. 50. Traduccin de la tercera edicin de Orle und Wege jesu (1924), que

    lleva notas adicionales del autor. 51. (231932).

    DE 1918 A 1939 47

    contribuido a ampliar nuestro conocimiento sobre la lengua y el estilo c Marcos. Entre las obras ms importantes, que han tenido en cuen-ta la koin y los LXX, citamos A Grammar of the Od Testament in Greek (1909), de H. St. John Thackeray; Grammar of the New Tes-tament Greek in the Light of Historical Research (1914, 31919), de A. T. Robertson, que es una revisin de la Grammar of the NT Greek e F. Blass y A. Debrunner (61931), que ha llegado ya a su sptima edicin; la Neutestamentliche Grammatik (71925), de L. Radermacher; la Grammaire du grec bihlique (1927), de F. M. Abel, y el segundo volumen de Grammar of New Testament Greek (1929), de J. H. Moulton, con un apndice, de valor inapreciable, sobre los semitis-mos del Nuevo Testamento, obra de W. F. Howard. Hemos de aa-dir a estos estudios una obra ms antigua, aunque todava indispen-sable para cualquier estudio serio, Notes on the Translation of the New Testament (1899), de F. Field, y Vocahulary of the Greek Tes-tament (1914-29), de J. H. Moulton y G. Milligan, que presentan y estudian el testimonio lingstico de los papiros y de otras fuentes no literarias. Las obras de Streeter, Four Gospels (1924); de F. G. Kenyon, Recent Development in the Textual Cristicism of the Greek Bible (1933), Chester Beatty Biblical Papyri (1932-1936) y Text of the Greek Bible (1937); y finalmente, Fragments of an Unknown Gospel (1935), publicada por H. I. Bell y T. C. Skeat, suscitaron nue-vo inters por los problemas textuales. A. J. Wensinck, de Leyden, ilustr la estrecha relacin existente entre la crtica textual y el es-tudio del elemento arameo de los evangelios s ; el Nouum Testamen-tum Graece: Euangelium secundum Marcum (1935) 5 \ de S. C. E. Legg, ofrece un aparato crtico muy completo. Por todas partes han surgido nuevas obras que han fomentado el estudio de Marcos; de hecho, la abundancia de bibliografa importante inspira y al mismo tiempo desespera al investigador, puesto que, adems de las obras antes citadas, en las enciclopedias bblicas54 y en las revistas espe-cializadas han ido apareciendo muchas colaboraciones valiosas, que sera prolijo enumerar. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que ninguna obra del tamao del evangelio de Marcos ha dado origen a tantos estudios.

    Situacin actual Probablemente el estudio ms importante sobre Marcos, desde

    1940, es The Historie Mission of Jess (1941), de C. J. Cadoux, que 52. Cf. M. Black, An Aramaic Approach to the Gospels and Acts (1946).

    _, 53. Vanse, sin embargo, las crticas de G. D. Kilpatrick: JTS 43, 30-4 y l- W. Manson: JTS 43, 83-92.

    54. J. Hastings (ed.), A Dictionary of the Bible (1898-1904); A Dictionary t Christ and the Gospels (1906-8); T. K. Cheyne y J. S. Black (eds.), Encyclo-Pwdia Bblica (1899-1903); G. Kittel y G. Friedrich, Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament (1933ss).

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    no slo es una mina de informacin, sino que contiene tambin mu-chas sugerencias tiles y positivas sobre la historia de Jess y, por tanto, indirectamente, sobre la interpretacin del evangelio de Mar-cos. En particular, la importancia atribuida a los factores polticos y el reconocimiento del proceso evolutivo de la mente de Jess du-rante su ministerio, son estmulos para un estudio ulterior. La con-dena indiscriminada de los postulados de la escuela liberal tiene que recoger ahora sus frutos. Hay que citar tambin otras obras intere-santes. B. C. Butler, Originality of St. Matthew (1951), no hace nin-guna justicia a los fuertes argumentos en pro de la prioridad de Mar-cos, y al rechazar esta hiptesis y al aceptar que Lucas depende de Mateo, oscurece l