tango ascenso soc y tuberculosis

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187 Diego Armus Swartmore College 19081-1397 Swarthore PA USA [email protected] ARMUS, D.: Milonguitas en Buenos Aires (1910-1940): tango, ascenso social y tuberculosis. História, CiŒncias, Saœde Manguinhos, vol. 9 (suplemento): 187-207, 2002. En las primeras tres dØcadas del siglo XX, al calor de los cambios urbanos que harían de Buenos Aires una metrópolis, la poesía, el cine, el teatro y las letras de tango trabajaron con insistencia la trayectoria protagonizada por la muchacha de barrio que, lanzÆndose al mundo de la noche y al cabaret del centro, apuesta sacar ventajas de una sociedad donde el ascenso social, limitado pero real, era parte de la experiencia urbana. Las letras de tango, escritas mayoritariamente por hombres, hablan de ese viaje en clave de condena y la tuberculosis aparece como la materialización de un castigo para esas mujeres jóvenes que han osado desafiar su lugar en el mundo domØstico y barrial. Así, el tango ofrece a su audiencia no sólo un registro fuertemente moralizante sino tambiØn la imagen de una enfermedad que parece ser exclusivo patrimonio de las mujeres cuando, en realidad, se trataba de una enfermedad que afectaba tanto a hombres como a mujeres. PALABRAS CLAVES: tuberculosis, tango, gØnero, representaciones culturales, urbanización. ARMUS, D.: Milonguitas in Buenos Aires (1910-40): tango, social ascent, and tuberculosis. História, CiŒncias, Saœde Manguinhos, vol. 9 (supplement): 187-207, 2002. During the first three decades of the 20 th century, in the fervor of urban change that transformed Buenos Aires into a metropolis, poetry, cinema, theater, and the lyrics of the tango repeatedly portrayed the path of muchachas de barrio who, by taking to nightlife and the downtown cabarets, placed their stakes on a society where social ascent limited yet real was part of the urban experience. For the most part written by men, the lyrics speak of these journeys in a tone of censure, and tuberculosis is cast as a form of punishment for these young women who dared to question their place in the domestic world and the world of the barrio. The tango thus offers its audience not only a highly moralizing account but also paints an image of an illness that seems unique to women although it in fact affected male and female alike. KEYWORDS: tuberculosis, tango, gender, cultural representations, urbanization. vol. 9 (suplemento):187-207, 2002 Milonguitas en Buenos Aires (1910-1940): tango, ascenso social y tuberculosis Milonguitas in Buenos Aires (1910-40): tango, social ascent, and tuberculosis

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analisis del tango

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  • vol. 9 (suplemento):187-207, 2002 187

    MILONGUITAS EN BUENOS AIRES

    Diego Armus

    Swartmore College19081-1397 Swarthore PA USA

    [email protected]

    ARMUS, D.: Milonguitas en Buenos Aires(1910-1940): tango, ascenso social ytuberculosis.Histria, Cincias, Sade Manguinhos,vol. 9 (suplemento): 187-207, 2002.

    En las primeras tres dcadas del siglo XX,al calor de los cambios urbanos que haran deBuenos Aires una metrpolis, la poesa,el cine, el teatro y las letras de tangotrabajaron con insistencia la trayectoriaprotagonizada por la muchacha de barrio que,lanzndose al mundo de la noche y al cabaretdel centro, apuesta sacar ventajas de unasociedad donde el ascenso social, limitadopero real, era parte de la experiencia urbana.Las letras de tango, escritas mayoritariamentepor hombres, hablan de ese viaje en clave decondena y la tuberculosis aparece como lamaterializacin de un castigo para esasmujeres jvenes que han osado desafiar sulugar en el mundo domstico y barrial. As, eltango ofrece a su audiencia no slo un registrofuertemente moralizante sino tambin laimagen de una enfermedad que parece serexclusivo patrimonio de las mujeres cuando,en realidad, se trataba de una enfermedad queafectaba tanto a hombres como a mujeres.

    PALABRAS CLAVES: tuberculosis, tango,gnero, representaciones culturales,urbanizacin.

    ARMUS, D.: Milonguitas in Buenos Aires(1910-40): tango, social ascent, andtuberculosis.Histria, Cincias, Sade Manguinhos,vol. 9 (supplement): 187-207, 2002.

    During the first three decades of the 20th century,in the fervor of urban change that transformedBuenos Aires into a metropolis, poetry, cinema,theater, and the lyrics of the tango repeatedlyportrayed the path of muchachas de barrio who,by taking to nightlife and the downtowncabarets, placed their stakes on a society wheresocial ascent limited yet real was part ofthe urban experience. For the most part writtenby men, the lyrics speak of these journeys in atone of censure, and tuberculosis is cast as aform of punishment for these young women whodared to question their place in the domesticworld and the world of the barrio. The tangothus offers its audience not only a highlymoralizing account but also paints an image ofan illness that seems unique to women althoughit in fact affected male and female alike.

    KEYWORDS: tuberculosis, tango, gender,cultural representations, urbanization.

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    Milonguitas enBuenos Aires

    (1910-1940): tango,ascenso social y

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    L a presencia de la tuberculosis en Buenos Aires fue a un mismotiempo difusa pero imposible de ignorar. Adems de haber sidoentre 1870 y 1950 una de las ms significativas causas de muerte, fuetambin un tpico recurrente en la cultura. Su historia es, entonces, noslo la realidad del bacilo sino tambin la de los discursos, metforase ideas que buscaron darle sentido al mundo de experiencias vividaspor los enfermos y los que teman contagiarse. Durante gran parte delsiglo XIX, la tuberculosis estuvo signada por el misterio y poco, o nada,se saba sobre su origen y sus vctimas. En los crculos mdicos ycientficos apareca como la enfermedad de las mil causas, todas ellasflotando en un mar de endebles teoras mdicas que buscabanvanamente explicarla. Con la exitosa irrupcin de la bacteriologamoderna y el descubrimiento del bacilo de Koch en la dcada de 1880,parte de ese halo de misterio empez a develarse. Sin embargo, laimpotencia frente a los nuevos desafos no slo explicar el contagioy la predisposicin al contagio sino tambin buscar una cura efectiva hizo redoblar, como nunca antes, una incesante serie de esfuerzosexplicativos que iban de las interpretaciones basadas en las tesishereditarias a otras especialmente atentas a las dimensionespsicosomticas o sociales de la enfermedad.

    No debe sorprender entonces que la tuberculosis haya motivado unsinfn de asociaciones y metforas. A todo lo largo del siglo XIX fuefundamentalmente una enfermedad romntica. Con el despuntar delsiglo XX, a este registro se sumaron otros que destacaban el crecientepeso de la tuberculosis como enfermedad social. Estos cambios, quedan cuenta de los distintos modos en que la sociedad y la culturalidiaron con lo que se llam la peste blanca, parecen haber sido unrasgo del ciclo de la tuberculosis en la modernidad de occidente.1 As,el uso metafrico que se ha hecho de esta enfermedad descubre unainfinidad de imgenes, algunas de presencia efmera y otras de notableperdurabilidad en el tiempo, que dieron sustancia a una suerte desubcultura de la tuberculosis cuyos recursos, asociaciones y metforasno fueron los mismos en todos lados.

    En Buenos Aires, tanto la literatura, el cine y el teatro, como lasrevistas y diarios de circulacin masiva, las publicaciones mdicas y dela salud, las letras de tango, la poesa y el ensayo sociolgico aludierona la tuberculosis, la registraron como un dato de la realidad y tambinla usaron como un recurso metafrico o ideolgico para hablar demuchas cosas. Algunas de estas narrativas y muy especialmente lasletras de tango volcaron todo el peso de la enfermedad en las mujeres,alegando su supuestamente ms dbil constitucin fsica, el trabajoagotador que exacerbaba su tambin supuesta natural debilidad, sucada moral, o su condicin urbana y marginal. La milonguita lajoven de barrio que se anima a dejar el mundo domstico para lanzarseal mundo de la noche y al cabaret es probablemente uno de lospersonajes urbanos de Buenos Aires que ms contundentemente carga

    1 La bibliografa esabundante y sigueaumentando. Algunosejemplos representativosde este desarrollohistoriogrfico, en Sontag(1980); Grellet y Kruse(1983); Bryder (1988);Caldwell (1988);Rothman (1994);Bertolli Filho (2001).

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    con este deslizamiento discursivo. A diferencia del romancedecimonnico europeo, su tuberculosis no estaba asociada a una suertede promocin espiritual sino a la ambicin, la compasin, el asco, laexplotacin, el castigo, la venganza, la debilidad extrema, las pasioneserticas, la muerte o la condena individual.

    Esta imagen de la tuberculosis, en femenino, compagina mal con larealidad de una enfermedad que contraan o teman contraer tantohombres como mujeres. Ms an, entre 1880 y 1950, los hombres semurieron de tuberculosis en mayor proporcin que las mujeres (Armus,1996). As, la ausencia de los hombres tuberculosos en las letras detango desdibuja no slo el impacto demogrfico de la enfermedad enel Buenos Aires de las primeras dcadas del siglo XX sino tambin lashistorias que sobre ella pueden escribirse. Si estas consideraciones sonpertinentes, especialmente en tiempos en que la historia de los discursosquiere aparecer como toda la historia, no es menos cierto que latuberculosis de la milonguita se recorta a la manera de una metforaimposible de desatender al momento de explorar la historia del ascensosocial, de las relaciones de gnero y de las representaciones de laenfermedad en el Buenos Aires moderno.

    La tuberculosis en femenino

    Ensayistas, poetas, dramaturgos y periodistas trabajaron en muydiversas claves el tpico de la tuberculosis y las mujeres. EnPeregrinaciones de un alma triste, Juana Manuela Gorriti (1876) sevale de Laura, una joven tsica, para cuestionar y desafiar el sabermdico y el poder patriarcal que la niegan como sujeto independiente.En Los derechos de la salud, una pieza teatral de Florencio Snchez(1941) publicada por primer vez en 1907, la tuberculosis vaprogresivamente deshumanizando a Luisa, un proceso de deterioro delque ella es totalmente conciente: desde hace un ao mis sentidos yfacultades estn en bancarrota. Me he idiotizado. He perdido laponderacin de las cosas y de los hechos. Ni veo, ni oigo, ni palpo, nipresiento, ni discierno. Me ataca una enfermedad que me tiene en laspuertas de la muerte. Y en La gallina degollada, un cuento deHoracio Quiroga (1978) escrito en 1925, la enfermedad articulabalos fantasmas de la herencia cuando un padre intentaba explicar lameningitis e idiotismo de sus hijos recordndole a su mujer sucondicin de tuberculosa.

    En la poesa de Nicols Olivari (1956), la tuberculosis puedeafectar a los hombres pero tambin aqu las mujeres cargan contodo el peso de la enfermedad. En los poemas incluidos en La musade la mala pata, de 1926, circulan mujeres tuberculosas que estnen la ciudad, que pertenecen a ella. Es la ciudad quien las ha hechomonstruosas y enfermizas y esa condicin es la que parecehabilitarlas a compartir la vida del poeta, l mismo un marginal que

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    le propone a su amada: unamos nuestra miseria fsica,// mi aire vagoy doliente,// tu tuberculosis incipiente// y mi inquietud metafsica.Pero la enfermedad de las tuberculosas de Olivari no es una condena,un castigo o una situacin terminal. Es la representacin misma de lacondicin marginal, de la tristeza y las desdichas urbanas. Sus costureritas,dactilgrafas, prostitutas, amantes, milonguitas y Estercitas son mujerescon cuerpos desencajados y almas desgraciadas: una muchachitaenferma y tan flaca, la amada mujer de grandes ojos apagados, unamusa tuerta con la miseria de (su) carne muerta, la amada enfermapor la ciudad, la doncella tsica y asexuada, la soadora luntica,carita de yeso pintada por la enfermedad. Son mujeresirremediablemente vulgares, con una fealdad extrema pero mediocre,una fealdad que nunca puede ser elevada al estatuto de una bellezaterrible o temida. Olivari recurre a estas tuberculosas como un recursode crtica a la idea romntica o esteticista de la belleza. Es un registrocasi cnico, donde la capacidad de enfermar de la ciudad moderna esun tpico recurrente y los enfermos de tuberculosis son, casi siempre,mujeres.

    La tsica y la costurerita que dio aquel mal paso son los dospersonajes de comienzos del siglo XX en torno a los cuales EvaristoCarriego (1968) trabaja el tpico de la tuberculosis en el barrio. No sonlo mismo. La tsica vive y muere en el barrio, despierta emocionessolidarias, busca inspirar simpata, reclama compasin, es el resultadode un proceso de desgaste. En El alma del suburbio, Carriego recreael tradicional registro romntico de la enfermedad que permea a muchasde las novelas europeas decimonnicas con sus mujeres intensas,extremadamente sensibles: la tsica de enfrente mastica su amor nocorrespondido mientras carga una dulce melancola de aquel versoolvidado, pero querido, que un payador galante le cant un da. EnLa viejecita, Carriego se las ingenia para situar en el ambiente austerode los barrios porteos, y en clave plebeya, a sus mujeres tuberculosas:qu de heronas, pobres y oscuras, en esos dramas!,// cuntas Ofelias!los arrabales tienen sus puras, tsicas Damas de las Camelias. Latuberculosis parece articular una tristeza local.

    En Residuo de fbrica, el tema es el sobretrabajo y Carriego noduda en culpar al taller y sus rutinas de la enfermedad de la tsica debarrio. Tambin Manuel Glvez (1918) en su novela Nacha Regulesencuentra en la tuberculosis el resultado del trabajo desmedido y laevidencia de ciertas complicidades a situaciones socialmente injustas.Es en ese contexto que Monsalvat, el hombre que quiere redimir aNacha sacndola del mundo de la prostitucin, postula que la culpa esmenos del enfermo que de la sociedad: Todos somos cmplices deinfinitos crmenes. Un collar de perlas representa la muerte de unoscuantos indgenas en el Golfo Prsico y un ajuar de una novia contribuyea la tuberculosis o a la prostitucin de una infeliz obrerita. En los aos1920, algunas letras de tango como Obrerita y Fosforerita insistirn en

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    el registro de la tuberculosis como una enfermedad del trabajo excesivo.En Camino al taller, trabajo y enfermedad prefiguran un final fatalinevitable: Caminito al conchabo, caminito a la muerte // bajo el fardode ropas que llevas a coser // quien sabe si otro da como este podrverte // pobre costurerita, camino del taller. En Mueca de percal, laasociacin es la misma: Muy de maana va camino del taller// dondela mquina con su ruido infernal// ensombrece todos tus sueos demujer// el destino te castiga con la cruz de su rigor// sos la mujer queen una msera buhardilla// sufre una cruel tuberculosis incurable//hasta que llegue un da la muerte con carro funeral En Cotorrita dela suerte, la enfermedad enhebra las consecuencias del sobretrabajo ylas del amor no correspondido: Como tose la obrerita por las noches// tose y sufre por el cruel presentimiento// de su vida que se extinguey el tormento// no abandona a su tierno corazn// Esperando al bienamado ansiosamente// y la tarde en que mora, tristemente// pregunta su mamita, no lleg? (Gobello, 1995; Russo, 1999).

    Curiosamente Carriego no sita a sus tsicas en el conventillosino en las modestas viviendas de los barrios. Por eso, lo que lasmarca no son las estrecheces, la promiscuidad y el hacinamientodel lugar donde viven sino las rutinas laborales. Esta asociacinentre trabajo excesivo y tuberculosis no fue una originalidad deCarriego. Se fue gestando desde fines del siglo XIX y sigui presentehasta bien entrada la dcada de 1950. Entenda la enfermedad comoresultado de un exceso no elegido. Por eso, el sobretrabajo no eraparangonable a otros excesos el sexo, la bebida o la vida disipada donde las culpas o responsabilidades individuales terminabanofrecindose como explicaciones del contagio. Por el contrario, latuberculosis como enfermedad del sobretrabajo y la fatiga se apoyabaen un discurso que, segn lo formularan mdicos, higienistas,ensayistas, dirigentes sindicales o periodistas, poda ser resultadodel entorno medioambiental el taller, la fbrica, el cuarto dondese realizaba el trabajo domiciliario , el tipo de actividad adelantando lo que ms tarde devendra en el concepto deenfermedad profesional o la explotacin capitalista haciendoresponsable al sistema social imperante. De modo que la tuberculosisapareca una y otra vez, directa o indirectamente, cuando se discutael acortamiento de la jornada laboral, el trabajo nocturno, el trabajo adestajo, el trabajo domiciliario, la fatiga, la higiene industrial, eldescanso y los ritmos de produccin (Armus, 1996).

    Carriego y otros tantos autores son, entonces, parte de este climade ideas que, a su modo, registrara la presencia de la tuberculosisentre las mujeres trabajadoras. Y ms all de los reparos que lasestadsticas de la poca puedan motivar, las conclusiones de unestudio de 1912 sintonizan bastante bien con la ostensible presenciaque tiene la tuberculosis en la vida de las jvenes de barrio quepueblan los poemas de Carriego. En efecto, tres de cada cuatro

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    mujeres que realizaban trabajos extrahogareos lo hacan en el serviciodomstico o como costureras, modistas, planchadoras, sombrereraso lavanderas a domicilio y el 32,7% de la mortalidad de las mujeresocupadas en la industria de la confeccin (el 40,9% si se consideranlos casos catalogados como enfermedades del aparato respiratorio)se deba a la tuberculosis (Armus, 1996).

    La tsica es, entonces, una ciudadana del mundo del trabajo, dela tristeza y la humildad, de las desventuras siempre ancladas en lavida barrial. No es necesariamente o terriblemente pobre y su vidano tiene nada que ver con la bohemia.

    La costurerita que dio aquel mal paso, el otro de los personajes alque Carriego (1968) asocia con la tuberculosis, es una trayectoria queva del barrio al centro y muchas veces, no siempre, culmina en un finalpenoso. La costurerita es la protagonista de un viaje, de una aventuraexistencial donde la tuberculosis aparece como una enfermedad de laspasiones mundanas, de la degradacin, de la condena y la culpa. Es entorno a la figura de la costurerita donde se cruza el cotidiano laboralcon las peripecias del ascenso social y la vida nocturna. En el poemaLa costurerita que dio aquel mal paso, Carriego da color local a unatrayectoria firmemente instalada en la literatura occidental. Se trata delviaje de una joven de barrio, ingenua, con un origen humilde, perodigno, que despus de una breve estada en el mundo de la nochetermina en los amargos territorios de la prostitucin y la enfermedad.La queja tambin trabaja esta trayectoria cuando se refiere a la prostitutacomo una mujer golpeada, ... bestia sufrida, pobre bestia reventadapara quien la tuberculosis es, a un mismo tiempo, impotencia y venganza.Es impotencia cuando la prostituta tuberculosa grita su queja intil, ...inconsolable, ... aciaga, ... inofensiva. Y es venganza cuando conrencores de sublevada y loca de rabia, embravecida, con todo suasco le escupe su sangre insana al canalla que la explotaba.

    Pero si la tsica contrae tuberculosis por el trabajo excesivo y porlos males del alma sin abandonar el universo amable del barrio, lacosturerita que dio aquel mal paso protagoniza un viaje alimentadopor los deseos y sueos del ascenso social rpido que tambin podanculminar en la tuberculosis. En las dcadas de 1920, 1930 y 1940 lacosturerita de Carriego devino en milonguita y las letras de tango,el cine, el teatro y la literatura elaborarn, hasta el cansancio, losavatares de ese viaje.

    Andrs Cepeda, un poeta que circul por el mundo de los arrabalesy que no sobrevivi la implacable seleccin que inevitablemente hacela historia de la literatura, haba adelantado, a comienzos de la dcadade 1910, algunas de estas asociaciones entre mujeres y tuberculosis. EnMarta, la tsica, el narrador se encuentra con la mujer que tiempo atrslo dej por uno de sus amigos y que luego la abandonara por otrams joven. Marta se enferma, mendiga por las calles y antes de morirrecibe el llanto comprensivo de quien en su momento la am con el

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    alma pero fue abandonado. En esta sucesin de abandonos el hombresufre, pero no se enferma. La mujer abandonada, en cambio, terminatsica y muere. En La tsica, el narrador es doblemente traicionado,por un falso amigo y por la ingrata a quien am como slo seama a los veinte aos. Con el tiempo ella pierde su vista en elprecipicio y se hunde en el vicio. Abandonada en la inclemencia,sola, maldice al seductor, cae presa de la tisis y ahora estagonizante en un hospital. Es entonces cuando quien fueraabandonado reaparece como un hombre comprensivo, conmiserativo,capaz no slo de perdonar y olvidar sino tambin de acompaarcon nobleza la muerte de la que en su momento lo abandon(Cepeda, s. d.; Cadeillac, s. d.). En Cepeda la tuberculosis es unaenfermedad de las pasiones, de mujeres que circulan por los mrgenesgeogrficos y sociales. Sus mujeres perdidas, que terminantuberculosas, y sus hombres abandonados, capaces de perdonar,son dos tpicos que, casi obsesivamente, aparecern asociados unasdcadas ms tarde a las milonguitas de las letras de tango.

    Milonguitas tuberculosas

    La milonguita buscaba en el cabaret y en la noche del centro unaalternativa al barrio, a sus limitaciones y su modestia, a sus rutinashogareas y laborales. Frente a un futuro de trabajo y sacrificio, muchasveces pegado a la mquina de coser, el cabaret ofreca las tentacionesdel lujo, el ascenso social rpido, incluso una carrera artstica. Es en lasletras de tango, retomadas o alimentadas por el sainete y el cine, dondeel viaje al centro de la milonguita aparece marcado por los temas dela pobreza, la ambicin, la vida fcil, la cada. El cabaret es el escenariode la decadencia por excelencia. All la tuberculosis, al tiempo quecondensa los avatares de la degradacin, permite hablar del erotismoy la fogosidad sexual, la desilusin, el extraamiento, el desamor, lalealtad, la muerte.

    El viaje real o imaginado de la milonguita es parte de loscambios urbanos que haran de Buenos Aires una metrpolis. De los286 mil habitantes con que contaba en 1880 pas a 649 mil en 1895 ya 2.254.000 en 1930. Este crecimiento demogrfico fue animadofundamentalmente por la inmigracin ultramarina, alterando la tramasocial de un modo y a una velocidad desconocidos. Los inmigrantes noslo renovaron las clases populares tradicionales sino que tambinprotagonizaron el primer encuentro entre extranjeros recin llegados ycriollos. De ese conglomerado nacieron los sectores trabajadoresmanufactureros que daran vida a un muy dinmico movimiento obreroliderado por anarquistas, socialistas y anarcosindicalistas. Sin embargo,y ms all que en ocasiones pudieran participar activamente o apoyarcon entusiasmo los esfuerzos colectivos desplegados por lasorganizaciones obreras, los sectores populares tendieron a apostar

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    al ascenso social por la va ms individual del ahorro y el trabajo.Mientras esto ocurra, la ciudad comenzaba a expandirse sobre lapampa por la actividad de rematadores que vendan lotes a pagaren cuotas y el deseo de muchos aspirantes a ser casapropistas.Surgieron entonces los vecindarios y, ms tarde, los barrios familiares,de gente honesta y trabajadora, expectante de poder participar dealgn modo de las oportunidades ofrecidas por una sociedadrelativamente abierta. El ascenso social, limitado pero real, parecaconvocar a todos y quedaba asociado a una trayectoria, un viaje,que empezaba en el centro y terminaba exitosamente en los barrios.

    En relativamente poco tiempo la sociedad portea se diversificy torn ms compleja. Fue entre finales de la primera dcada delsiglo XX y los aos 1940 que alguna gente de los barrios empez afrecuentar los cafs y cabarets del centro, los polticos caminabanlos barrios interesados en armar maquinarias electorales y buscarvotos, el acontecer cotidiano de los barrios apareca en los diariosque, escritos y producidos en el centro, se lean en toda la ciudad.El mundo y la vida de los nuevos barrios buscaron diferenciarse delmundo y la vida del centro. Pero entre ambos se fueron entrecruzandomil sutiles hilos que hacia 1930 ya habran de consolidar unatrama comn y compartida (Romero, 1983). Mientras esto ocurra, elmundo del barrio devino en uno de los escenarios claves de laintegracin social y de la argentinizacin, dos experiencias desdedonde era posible imaginar un futuro individual o familiar distinto.Esa apuesta al ascenso social encontr en los valores de la familia,el trabajo, el ahorro, la higiene y la educacin recursos a los que seaferraron la gente de los barrios, ms all de las particularidadesresultantes de su condicin de inmigrantes, criollos, artesanos, obreros,pequeos comerciantes o empleados estatales.

    En la aventura del ascenso cont, en primer lugar, la educacinformal ofrecida por la escuela pblica, confesional o de comunidad,y tambin la educacin ms informal vinculada a las bibliotecaspopulares, ciclos de conferencias, lectura de los nuevos mediosimpresos diarios de gran tirada, diarios barriales, revistas semanales y, algo ms tarde, la radio. Tambin jug un papel la cada vezms sofisticada vida pblica local, significativamente dinamizadapor organizaciones como las sociedades de fomento, los partidospolticos y los clubes de barrio. Y mientras la educacin y la vidapblica local incorporaban socialmente a muchos, la ampliacin deltiempo libre fuera del mundo hogareo ofreca a muchos ms nuevasoportunidades de encuentro. Algunas de ellas estaban dominadaspor los hombres, como el ftbol o la vida de caf. Otras eran muchoms familiares, como el cine, la vida religiosa en la parroquia ociertos bailes (Frydenberg, 1997; Pujol, 1999; Troncoso, 1983; Sarlo,1985; Ford et alii, 1985).

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    As fue definindose un nuevo pblico consumidor, gente comn,de barrio, que escuchaba y bailaba tangos, lea diarios, revistas y librosen ediciones baratas, iba al cine, frecuentaba nuevos o renovadosmbitos de socializacin, del club barrial a la sociedad de fomento yel bar. La expansin de la red de transportes facilit un sinnmerode intercambios entre el mundo de los barrios y el del centro.Buenos Aires no slo haba crecido sino tambin estaba mscomunicada. La calle Corrientes, en el corazn mismo de la ciudad,devino en una suerte de territorio neutral donde la cultura delcentro y la de los barrios se encontraban a gusto (Romero, 1983).

    Fue en ese mundo de intercambios donde tom forma elmelodramtico viaje del barrio al centro de la milonguita, de su cadamoral y de su plido final, tal como Alfredo Roldn titul uno de sustangos. A su modo, ilustran ese proceso de integracin social y territorialdel barrio con el centro y descubren algo de la historia ntima de losavatares del ascenso social, de sus xitos y fracasos. Samuel Linnig,Jos Gonzlez Castillo, Hctor Pedro Blomberg, Enrique GonzlezTun, Celedonio Flores, Jos A. Ferreyra y tantos otros trabajaron coninsistencia lo que se dio en llamar la leyenda romntica del otromundo, el viaje de las Estercitas jovencitas de barrio a lavorgine metropolitana y cosmopolita del cabaret del centro de laciudad donde se transformaran en milonguitas, pebetas que sedieron a la vida (Gonzlez Tun, 1926). El viaje es el mismo que,diez o 15 aos antes, haca la costurerita de Carriego. El mundo delbarrio, inocente y virtuoso, es el punto de partida de esa trayectoriadefinitivamente melodramtica donde el tono lo da la polarizacinmoral, las situaciones intermedias estn ausentes y todo es emocin olamento. La salida del barrio como resultado del engao, laambicin o el amor es el momento en que se interrumpe unavida comn que debera transcurrir sin mayores sobresaltos nisorpresas. La salida del barrio es tambin el momento de la traicinal origen, al hogar, al amor maternal. Cambia el escenario, y en esecambio, comienza a alterarse la identidad de la muchacha de barrio,ahora lanzada a vagar por un mundo que el narrador, las ms de lasveces, no se resigna a dejar de calificar como extrao y cruel. Adiferencia de otros melodramas, la trayectoria de la costurerita notiene suspenso (Armus, 2002; Segel, 1987). Y si los poemas deCarriego aluden a la costurerita como un personaje del barrio, lasletras de tango sitan a la milonguita en el centro y, muyparticularmente, en el cabaret.

    En la dcada de 1920, el centro ya era una definitiva referenciaen el tiempo libre de los porteos. Para 1923, se estimaba que algoms de siete millones de personas haban concurrido a espectculos.El viernes 9 de octubre de 1925, por ejemplo, los diarios La Naciny La Razn incluyeron ms de setenta anuncios de operetas, zarzuelas,teatros de revista, coros, bailes, comedias, vaudevilles, pelculas

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    (Seibel, 2001). Entre las muy diversas ofertas del centro se destacabanel prostbulo, la academia de baile, el caf de camareras y el cabaret.Algunos barrios tambin ofrecan esas oportunidades. Pero su cargaertica fue sin duda asociada al mundo del centro donde la ofertaera ms variada y para todos los presupuestos. En cualquier caso,en la noche del centro, hombres de diversa procedencia socialcompartan la aventura de acceder al entretenimiento ofrecido pormujeres de origen humilde venidas a coperas, cabareteras oprostitutas.

    La carga ertica del centro se fue gestando en el tiempo y estuvofuertemente marcada por el tango, un producto cultural hbrido quenace en los arrabales de la ciudad, recrea elementos coreogrficos delcandombe y otros bailes de los negros porteos y da cuenta de lamasiva presencia de inmigrantes. Los primeros aos del tango sonconfusos y definitivamente orilleros. Hacia 1870 y 1880, habaencuentros danzantes alrededor de los cuarteles animados porprostitutas que, entre otras tantas cosas, saban bailar enlazadas consu ocasional pareja las complejas coreografas de las milongas,habaneras y tangos. En los ltimos aos del siglo XIX, el tangoreinaba no slo en los prostbulos y casas de baile dondefuncionaba a la manera de un acto de simulacin que entretenaesperas y preparaba al sexo comercial sino tambin en las academiasdonde se aprenda a bailar, en los corralones y las calles de barriodonde se improvisaban bailes al comps de un organito, en los cafspara hombres solos donde el tango se escuchaba. En estos escenariosoriginarios, el tango ofreca letras muy simples que centrabanrecurrentemente en los avatares de la vida del guapo de arrabal, unavida donde el culto al coraje y el diestro uso del cuchillo se mezclaba,no sin complicidad, con las acciones de los jefes polticos locales y dela polica. Sus personajes eran el guapo, la prostituta, el rufin y elcompadrito, un plebeyo con pretensiones que copiaba ciertos estilosde los guapos y rufianes, pero que viva de su trabajo. Bailado porhombres acompaados de mujeres del ambiente prostibulario o porhombres solos, el tango era, ante todo, una danza de los mrgenes,ajena a la vida de la mayora de los porteos. Con el despertar delsiglo XX, dej de deambular por los arrabales, penetr en la ciudady comenz a ser aceptado en otros mbitos sociales. Los jvenes declase alta, que de tanto en tanto incursionaban en los mrgenes, lollevaron a sus ms exclusivos antros prostibularios primero y a sushogares ms tarde. Era posible ver como lo bailaban otros en lossainetes, escucharlo en los primeros discos, intentar bailarlo en unaromera o durante el carnaval, una ocasin donde todos se daban ellujo de explorar una danza todava asociada al mundo prostibularioy, por eso, mal vista. As, el tango se fue adecentando y devino enuna forma cultural respetable. De una parte, los sectores populares ylas emergentes clases medias fueron encontrando en sus letras, msica

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    y coreografas todas ellas crecientemente despojadas de sucarga ertica inicial algunas seas de su identidad urbana. Deotra, y en gran medida como resultado de su aceptacin y triunfoen Europa y los Estados Unidos, la elite portea lo incorpor conentusiasmo en su acervo cultural, no slo porque puso a un ladosus incomodidades del pasado cuando lo ignoraba o censuraba sino tambin porque hizo innecesarias las visitas casi clandestinasal mundo del arrabal o a los salones parisinos de quienes s seatrevan a mostrar en pblico sus destrezas como bailarines(Matamoro, 1969).

    En relativamente pocos aos, el tango devino en una expresinesencial de Buenos Aires. Se fue haciendo un lugar en los salonesdecentes, en las confiteras reconocidas, en los cafs del centro y de losbarrios, incluso en las fiestas familiares y en los atriles de los pianos quecomenzaban a poblar los hogares de sectores populares acomodadosy clases medias. El tango, sus letras, tambin impregnaba las historiasque se contaban en el teatro y el cine. As, un tango escrito para serincluido en un sainete, si tena xito, daba la trama a otro sainete y asde seguido; as tambin fueron muchas las pelculas que no slorecrearon en imgenes las peripecias narradas por las letras de tangosino tambin tomaban de ellas su ttulo. Con el despegue de la industriadel disco, la radio y el cine, el afianzamiento del teatro como unespectculo de gran aceptacin popular, la creciente profesionalizacinde los msicos y cantantes y la aparicin de los tros, cuartetos, sextetosy orquestas, los tangos tendieron a ofrecer menos posibilidades para laimprovisacin. Estos cambios tambin afectaron a las letras, ahora msimportantes y enfocadas a narrar historias armadas en torno a fuertesdilemas morales con los que el porteo poda fcilmente identificarse.El tango se hizo ms meldico y devino en una narrativa urbana dondela pica del arrabal con sus guapos, rufianes, prostitutas ycompadritos comenzaba a desvanecerse, sin desaparecer del todo,frente a la llegada de nuevos o remozados tpicos y personajes. Entreesos nuevos personajes estaba la milonguita, una joven que pondraal descubierto algo de las ansiedades y tensiones que surcaban lallegada de la modernidad a las relaciones entre hombres y mujeres.

    El tango fue el baile y msica por excelencia del cabaret, unmbito donde era posible dar rienda suelta a las fantasas erticas ypreparar el terreno para el sexo comercial. Slo en ese sentido, y aligual que lo ocurrido con otras msicas bailables en otros lugares,termin asociado a la ristra de modernas amenazas para la moralidaddominante, el culto a la vida domstica y el baile formal (Matamoro,1969; Archetti, 1994). Los primeros cabarets aparecieron por fueradel centro, en Palermo y los Bajos de Belgrano. Siguiendo a susequivalentes parisinos, fueron restaurantes veraniegos, cercanos aun parque, donde por las noches se poda bailar y escuchar lostemas de moda que tocaba una orquesta. En los aos 1920 ya se

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    haban consolidado, funcionaban todo el ao como cabarets orestaurante-cabarets, estaban en el centro y en algunos barrios y porlo menos unos veinte de ellos desplegaban lujo y elegancia. Eranepicentros sociales donde los ricos gastaban su tiempo y su dinerohasta bien entrada la noche y los de menos recursos, que debantrabajar al da siguiente, lo hacan en la funcin vespertina.

    Atrados por los sueldos, mucho mejores que los que reciban en losprostbulos arrabaleros, los msicos de tango emprendieron su viaje alcentro y devinieron en personajes imprescindibles del mundo del cabaret.Las milonguitas tambin asociaron el cabaret y el centro a unaposibilidad de cambio. Pero el viaje real o imaginado que ellasprotagonizaran no empezaba en los mrgenes, en las orillas, sino enel barrio. De all pretendan escapar.

    Tres tipos de mujeres circulaban en el cabaret: las artistas, cantantesconsagradas; las coperas; que daban conversacin y bailaban con losclientes, los acompaaban en la bebida y, luego de una larga y pacienteceremonia, vendan amor y sexo; y las queridas y mantenidas,amantes de los clientes con dinero que encontraban en el cabaret unespacio ntimo y permisivo (Tania, 1973). Todas ellas eran mujeres quehaban apostado a tener una vida alejada del ideal domstico y barrial.En esa apuesta devenan en mujeres que haban elegido una vida msautnoma y por esa razn percibida por muchos hombres como unpeligro o una amenaza al orden de gneros vigente (Matamoro, 1969;Guy, 1990).

    El viaje de las milonguitas fue un tpico recurrente en el cine,el teatro y las letras de tango de los aos 1920 y 1930. Jos Bustamantefilm la pelcula Milonguita y Jos Agustn Ferreira trabaj el viajede la milonguita en las pelculas El tango de la muerte, La muchachadel arrabal, Melenita de oro, Corazn de criolla, La maleva, Elorganito de la tarde, Mi ltimo tango, La costurerita que dio aquelmal paso, Muchachita de Chiclana, Muequitas porteas y Calles deBuenos Aires (Couselo, 1969). Como en los tangos, estas pelculas algunas mudas, otras sonoras despliegan personajes, temas yescenarios que en lneas generales se repiten: la muchacha quetrabaja, el seductor que ofrece promesas, su novio humilde capazde entender, el padre alcohlico, la madre generosa, la ambicin, lainocencia, el abandono, la redencin, las desigualdades sociales, elbarrio, el centro y el cabaret. Pero esta filmografa parece no estartan marcada por el fatalismo que domina en las letras de tango. Estaposibilidad de lidiar con el destino resulta tanto de la innata pureza ydignidad de la mujer como de la capacidad redentora del barrio, desu ambiente, de sus madres y novios abandonados que sabenperdonar. As, la milonguita puede liberarse de las trampas yespejismos que la confundieron y volver a sus orgenes. All, en laslimitaciones y pobreza del barrio, es donde Jos Agustn Ferreyraencuentra las claves de una felicidad autntica, palpable

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    inmediatamente, real, basada en relaciones apenas modeladas porla modernidad.

    El sainete Delikatessen Haus, escrito por Samuel Linnig y estrenadoen 1920, inclua en uno de sus actos el tango Milonguita. Fue estetango, y su indiscutido xito, el que instal al personaje de lamilonguita en el mundo porteo. Dos aos ms tarde, el mismoLinnig presentaba el sainete Milonguita, una dramatizacin de lahistoria que haba adelantado en el tango del mismo nombre y quele permitira estrenar, en esa misma pieza, Melenita de oro, otrocelebrado tango de su autora que al ao siguiente Jos AgustnFerreyra llevara al cine sin alterar el ttulo.

    Es en las letras de tango donde el viaje al centro de la milonguitadescubre sus variados contenidos. En Mano a mano, lanzarse a la vidadel centro parece ser una consecuencia de la pobreza. Un tonosimilar aparece en Margot: has nacido en la miseria de un cuartuchode arrabal, aunque en este caso la pobreza es slo un punto departida para subrayar el tpico de la ambicin personal: vos rodastepor tu culpa, y no fue inocentemente;// berretines de bacana quetenas en la mente// desde el da en que un magnate de yuguiyo teafil; yo me acuerdo, no tenas casi nada que ponerte;// hoyuss ajuar de seda con rositas rococ; ya no sos mi Margarita,ahora te llaman Margot. Y si en Flor de fango y en Galleguita laambicin aparece materializada en las alhajas, los vestidos a lamoda y las farras de champn o la obsesin de juntar muchaplatilla, en Milonguera y en Percal es ms existencial: una alocada//que soaba con grandezas y placer o una jovencita con anhelos//de ir al centro a triunfar// y olvidar el percal. En De tardecita, laambicin de la milonguita se revela como lo que realmente es, labsqueda de un cierto bienestar material y un modo de vida alejadodel muy acotado horizonte barrial: La luz del centro te hizo creer//que la alegra que vos queras// estaba lejos de tu arrabal// y vestassedas, y no percal// Ir bien vestida, llevar gran lujo, fue el embrujo//de tu ambicin.

    La estada en el centro, como territorio de promisin, tarde otemprano transmuta en decadencia. En algunos casos aparece comoel desenlace inevitable: en Mano a mano, se habla de los pobrestriunfos pasajeros de la milonguita que terminar siendo undescolado mueble viejo. En Pobre milonga, la noche del centro escasi como un castigo del que no hay salvacin posible: siempreMilonga has de morir// que mal final vas a tener. Y en No salgasde tu barrio, la voz de la experiencia en este caso una mujer alecciona: Como vos, yo, muchachita,// era linda y era buena;// erahumilde y trabajaba,// como vos, en un taller.// Dej al novio queme amaba// por un nio engominado// que me trajo al cabaret;// me ense todos sus vicios// pisote mis ilusiones,// hizo de meste despojo,// muchachita, que aqu ves.

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    El escenario de la decadencia ms trabajado es el cabaret. All latuberculosis se recorta como un tpico que al tiempo que condensalos avatares de la cada permite hablar del erotismo y la fogosidadsexual, la desilusin, el extraamiento, el desamor, la lealtad, ladegradacin. Con frecuencia aparece como una enfermedad del alma,de las pasiones. En uno de los breves relatos con que Enrique GonzlezTun (1926) arma Tangos, su primer libro, la tuberculosis seduce,despierta deseos y hace perder la cabeza. Tal vez por eso la llamatisis, subrayando de ese modo el registro romntico de la enfermedad.A dos melanclicos parroquianos de un cabaret, uno yony y el otroporteo, una linda tsica les ha trastornado el altillo. Esta lindatsica tiene muy poco de pobre desgraciada de barrio. Es, por elcontrario, una fuente de amores intensos, perturbadores, casi obsesivos.

    En Carne de cabaret, la tuberculosis aparece asociada a la desilusiny el desengao y es al mismo tiempo una enfermedad del alma y delcuerpo: pobre percanta//que lleva enferma su almita perdida//que cay en garras de un torpe bacn// su ilusin muri en elcabaret // y en su carita amarilla, ojerosa// se ven las huellas de unamor infiel// Y a ninguno encontr que por su mal// tuvieracompasin,// pues sin razn la dejaron sufrir// y a su ilusin la dejaronmorir.// Y as fue en la pendiente fatal// del cabaret al hospital.

    Juan Gonzlez Castillo asoci la tuberculosis al extraamiento.En el tango Griseta, de 1924, una ingenua francesita llega ilusionadaa un Buenos Aires que slo le ofrece la oscura vida del cabaret.Hay aqu una trayectoria, un viaje, que tambin termina en elcentro de Buenos Aires pero que empez en Europa. En la figurade Griseta, evocada de la mano de los tsicos personajes de lapera La Bohme de Gicomo Puccini y los de La Dama de lasCamelias de Alejandro Dumas hijo, la tuberculosis se reafirmacomo un tpico de la vida bohemia, los fervores amatorios, lasalud precaria y los excesos: Mezcla rara de Museta y de Mim // con caricias de Rodolfo y de Schaunard. Era la flor de Pars,//que un sueo de novela trajo al arrabal.....// Francesita...// Quiendira que tu poema de Griseta slo una estrofa tendra // la silenciosaagona // de Margarita Gauthier...// Al arrullo funeral de unbandonen // pobrecita se durmi,// lo mismo que Mim,// lomismo que Mann...

    Como Griseta, hay muchas jvenes europeas que han llegadoengaadas al cabaret, arrastradas por su propia ambicin o por lascircunstancias. En Madame Ivonne, la papusa del Barrio Latino seenamora de un argentino que entre tango y mate la alza de Pars.Diez aos ms tarde, ya no es la mistonga flor de lis sino unaAlondra Gris que con ojos muy tristes bebe su champn. EnGalleguita, la tristeza del alma ya devino en enfermedad: la divinaque a la playa argentina// lleg una tarde de abril termina en elcabaret despus de la primera cita. El narrador se conmisera de

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    quien nada pudo hacer con su honradez originaria: y hoy teveo,// galleguita,// sentada triste y solita// y la pena// que temata// claramente se retrata// en tu palidez mortal.// Tu tristeza esinfinita// Ya no sos la galleguita// que lleg un da de abril,// sin msprendas// ni tesoros// que tus negros ojos moros// y tu cuerpitogentil. En Pobre francesita, la tuberculosis es extraamiento,desilusin y fracaso: Llegu a la Argentina soando tesoros// yhasta los humildes me tratan de vos// por riqueza tengo mi melenitade oro// y el mal traicionero que anuncia mi tos// Hoy ya no sosfeliz// pagaras cualquier cosa por volver a Pars. El extraamiento,esta vez parisino, tambin permea la tuberculosis que termina conla vida de La que muri en Pars: una muchachita criolla de ojosnegros deja su barrio y se lanza a Pars, tierra tan deseada comodesconocida. Una tos desatada al llegar anticipa no slo unaexistencia marcada por la nostalgia del mundo dejado el barriofeliz sino tambin un final en tierra extraa donde Pars y lanieve ... estaban matando (a) la flor del arrabal.

    La trayectoria de la milonguita cualquiera sea su origen, unbarrio porteo o Europa es melodramtica. Del barrio al cabarety de la inocencia a la cada y la degradacin. La milonguita esbella, coqueta, sensual, egosta, segura de s misma, capaz de escaparde la modestia y estrecheces del barrio. Lo que las letras de tangosealan, hablando desde la perspectiva de los hombres, es el riesgo,incluso el error, de animarse a pensar una vida por fuera del barrio,de dejarse llevar por las luces del centro puesto que cuando lajuventud desaparece irremediablemente aparece el sufrimiento, laangustia, la soledad, la tuberculosis. Al final, la milonguita terminaabandonada por los hombres ricos o inescrupulosos que la vivierony usaron mientras era joven.

    Pero junto a la milonguita y al hombre que se aprovecha deella est el narrador, un hombre que conoce el mundo del centro,que frecuenta la vida de caf y que tiene su barra de amigos. Lasms de las veces, su colocacin frente a los avatares de la vida de lamilonguita es la de la vctima que nada puede hacer frente a laalianza siniestra de la riqueza del rufin y la ambicin y belleza dela milonguita, una alianza que desnaturaliza la esencia misma delamor romntico. En Beso de muerte, la victimizacin del hombre esllevada a un extremo, no tanto en clave de abandono sino comoresultado de una pasin incontrolada que termina enfermndolo. Ensu primera incursin en el mundo del cabaret, un muchacho quedahipnotizado por la mirada intensa de una de las mujeres de lanoche. Esclavizado, borracho de amor y deseo, el beso defuego y muerte de Margot lo condena a perder su carrera, susalud, su dote y su juventud. As, entre los hombres abandonados los ms y los apasionados que caen enfermos los menos fue tomando cuerpo el registro ms trillado de las letras de

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    tango, el de una misoginia resultante de la fuerte presenciaamenazante de las mujeres del cabaret.

    Sin embargo, este no es el nico registro. Hay otros que revelanlas ambivalencias y variadas masculinidades que ofrecen las letrasde tango (Archetti, 1994). En una clave no muy distinta a la deCarriego y su Costurerita que dio aquel mal paso, en el tango Detardecita, el barrio y su gente siguen leales a quien los habaabandonado: y aunque vuelvas derrotada,// sabrs que lamuchachada// te sigue teniendo siempre fe. En Mano a mano, elnovio del barrio, tambin abandonado, le informa a la milonguitaque cuando no tengas esperanzas en tu pobre corazn,// acordatede este amigo que ha de jugarse el pellejo// paayudarte en lo quepueda cuando llegue la ocasin. El tono no es solamente deconmiseracin. Se trata de un hombre curtido por la vida que estdescredo del amor romntico, esto es un amor donde la amistad, laempata, la intimidad y la bsqueda de placer sexual sonresponsabilidades compartidas por el hombre y la mujer. Estdispuesto a recibir a la milonguita porque ha puesto sus certezasen otro amor, el maternal, donde s encuentra un amor sin lmites nicondiciones, un amor no expuesto a las tentaciones de la vidamundana y el dinero. El amor maternal est, sin duda, en las antpodasdel amor y desamor que permean la vida de la milonguita. Poreso, si en muchas letras de tango la tuberculosis se recorta comocondena a los deslices de la milonguita, en la figura materna,cargada de fidelidad y despojada de cualquier erotismo o connotacinsexual, la enfermedad es un ausente. A diferencia de la milonguita,la madre nunca cae en tentaciones, no ofrece amores pasajeros nisexo, no se desentiende de sus deberes y obligaciones, mantiene unafortaleza esencial que la salva de la tuberculosis.

    Tampoco se enferman de tuberculosis los hombres del tango,tanto las vctimas del abandono de las milonguitas como los queestn dispuestos a recibirlas en su viaje de retorno al barrio pero yaestn descredos del amor romntico y slo confan en el amormaternal. Es una suerte de economa moral donde la enfermedadno afecta a los hombres abandonados y son las mujeres jvenes quehan dejado el barrio quienes deben lidiar con la tuberculosis.

    La incomodidad de los hombres del tango y la tuberculosisfemenina

    Es evidente que la trama que descubren estas narrativas del tango esun reflejo bastante adecuado del Buenos Aires de comienzos de sigloXX, una sociedad donde las diferencias entre todos los grupos situadospor debajo de la elite eran borrosas y, an ms importante, en modoalguno definitivas. Los avatares que marcan la vida de la milonguitadan cuenta de las posibilidades y limitaciones de una sociedad, de un

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    pas que todava la invitaba a creer que tambin estaba siendoconstruido para ella, que de algn modo tambin la poda incluir.

    A diferencia de las rutinas que marcan la vida de la tsica de barrio,que la poesa de Carriego sita en las casitas de barrio, esto es el primerpaso en la apuesta de los sectores populares a devenir en casapropistasy una de las evidencias ms comunes de la limitada movilidad socialposible de esos aos, el viaje al centro de la milonguita condensa ms all de su final que, dicho sea de paso, no siempre fuenecesariamente trgico los riesgos de la aventura del ascenso socialrpido.

    La milonguita est convencida que puede conquistar su futuroen el centro con recursos bien distintos a los de las chicas de barrioque imaginaban el suyo y su felicidad en clave hogarea, maternaly matrimonial. Su apuesta pona en tensin la certeza de que ellugar de la mujer era el mundo domstico y el barrio. Estaba en lasantpodas del tipo de mujer y de relaciones entre los gneros queconstruan otras narrativas, como la de los textos de lectura de laescuela primaria, la de las novelas sentimentales o la de los manualesde economa domstica (Wainerman y Raijman, 1987; Sarlo, 1985;Nari, 1995). Tampoco armonizaba con las tesis doctorales, ensayos yartculos escritos por los mdicos incluyendo los de las pocasmdicas diplomadas de esos aos que, desde finales del sigloXIX y hasta entrado el XX, discutan la salud de la mujer como untpico estrechamente asociado a la forja de la raza nacional, lareafirmacin de la familia nuclear y la productividad biolgica (Armus,1996; Nouzielles, 1999). Frente al aluvin de cambios trados por lamodernidad, la medicina o, mejor, ciertas medidas de salud pblica se recortaran, a un mismo tiempo, como un recurso relativamenteeficaz en la disminucin de la mortalidad materna y como un discursodestinado a preservar una cierta distribucin de roles y conductassexuales. Indicaban, prescriban, que era en el mbito domsticodonde la salud de la mujer era posible. Por fuera de ese mbito, susupuesta fragilidad y debilidad innata, el delicado balance fisiolgicoque la marcaba desde la pubertad hasta la menopausia, las demandasextra hogareas fsicas o espirituales la hacan blanco fcil dela enfermedad.

    Muchos de los autores de las letras de tango hombres presentan la trayectoria de la milonguita en una clave que losalinea con los mdicos y tantos otros preocupados, desde muydiversas posturas ideolgicas, polticas y estticas, por la reformamoral de las masas y tambin por la parcial reconfiguracin de lasrelaciones de gnero. Lo cierto es que, en las primeras dcadas delsiglo XX, las mujeres trabajadoras en las fbricas y talleres, las seorasde la elite activas en la filantropa, las empleadas en las grandestiendas del centro, las mdicas, las dactilgrafas, las mujeres queviajaban solas en el tranva y, ciertamente, las milonguitas son

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    evidencias concretas, no meramente discursivas, del nuevo lugar dela mujer en la escena pblica. Frente a esas novedades, los hombresdel tango no pueden ocultar su incomodidad y es en ese contextoque se dibuja la reprobacin y el plido final del viaje al centro dela milonguita.

    Sin embargo, algunos hombres, pocos, han registrado esas novedadesy su mirada a la apuesta de las jvenes trabajadoras de barrio mezclala condena moral con las inocultables evidencias de las posibilidadesde ascenso social rpido. En La hija del taller, Julio Fingerit (1999)ofrece en un solo relato un abanico de historias de costureritas: la deuna esforzada trabajadora que logra finalmente armar su propio taller;la de su hija Anita, que abandona el taller de su madre, se casa tresveces y termina propietaria; la de Juanita, ex-costurera que luego delos primeros lujos termina con la cruel enfermedad en el hospital; ylas historias de Pepa, que se escap con el muchachito del Ford,Manuela, que se fue a vivir con el vejete, o la planchadora que diceme voy a divertir estas manos ya no se endurecern ms manejandouna plancha. Con tono irnico, y en las antpodas de lo que escribieraCarriego, el poema La costurerita que dio aquel mal paso de NicolsOlivari (1956) sugiere que de no haber dado ese paso malvado lajoven de barrio ahora estara tsica y que un pisito en un barrioapartado, un viejo que no la molesta mucho y un collar de perlasparecen ser las evidencias de que no le ha ido tan mal en su viaje alcentro. Y Jos Agustn Ferreyra muestra en su pelcula La chica de lacalle Florida el mundo de una mujer joven, empleada de comercio,que ya encontr en el trabajo y el consumo una cierta independenciaque la declinante sociedad patriarcal le estaba negando.

    Desde los mrgenes del mundo del tango y de la literatura, dosmujeres articulan una lectura distinta de estas peripecias femeninasasociadas a la aventura del ascenso social. Se va la vida, un tangoescrito en 1929 por Mara Luisa Carnelli bajo el seudnimo de LuisMario, es casi una defensa de esa apuesta: Escuch este consejo//si un bacn te promete acomodar// entr derecho viejo// Noregus la flor// de un sueo infeliz// porque a lo mejor// la suertete alcanza// si te decids//No penss en dolor ni en virtud// vivtu juventud! (Russo, 1999; Gobello, 1995). Y las notas periodsticasde Alfonsina Storni deben leerse como una celebracin del nuevolugar pblico de la mujer que trabaja y tambin como un dobleejercicio de irona. De una parte se re de los poetas lnguidosque siguen insistiendo en narrar los estereotipados avatares queacompaan a la costurerita cuando se desva de su destino barrial ymaternal y termina dando el mal paso. De otra, desnuda los parasosartificiales que alimentan a las jvenes mujeres que se atreven asalir del barrio, ascienden socialmente y vuelven a reacomodarseen el mundo privado y domstico. Para lograrlo tienen que imitar,parecer y agradar. Por eso, hablndole a la costurerita a domicilio,

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    Present adelantos deeste trabajo enseminarios auspiciadospor diversasinstitucionesuniversitarias de losEstados Unidos,Argentina y Per. EnRo de Janeiro, losinvestigadores de laCasa de Oswaldo Cruzcomentaron connotable perspicacia yrigor una versinpreliminar.A todos ellos van misagradecimentos.

    escribe Alfonsina(1998): Tu destino no es muy amplio, ya que elpozo en que te ahogas es una corbata (Terminars siendo) laesposa de la corbata de un mdico! Pero estas voces fuerondefinitivamente marginales y nunca lograron competir con el registromoralizante ofrecido por la mirada de los hombres del tango.

    En el plido final de la milonguita, en su fragilidad, la tuberculosis real o imaginada, supuestamente femenina se condensa algode la incomodidad y ansiedad de los hombres del tango que, mientrasno pueden ignorar la creciente presencia de la mujer fuera delmbito domstico, narran el viaje al centro de las jvenes de barrioen clave piadosa o como una aventura transgresora, demasiadoindependiente, amenazante e innecesaria. Hacia la mitad del sigloXX, la milonguita va perdiendo presencia en la escena portea.Entre otras tantas razones porque las letras de tango se vuelvenmucho ms melanclicas y porque el tema del ascenso social con elprimer peronismo, a partir de la segunda mitad de la dcada del1940 y ms all de la trayectoria personal de Evita, se hace mscolectivo y queda inscripto en los problemas ms amplios de ladignidad del hogar y del trabajo. En la dcada del 1960, el registrotanguero del viaje al centro de la milonguita ya es un dato delpasado. En el tango La ltima grela, Horacio Ferrer evoca a laschicas de barrio lanzadas al mundo de la noche como proletariasdel amor o como Madame Bovarys de Barracas al Sur, pero indicandoclaramente que tanto la trayectoria melodramtica de la milonguitacomo el personaje han devenido en tpicos de la historia del tango.Para esos aos esas evocaciones dicen poco o nada sobre las relacionesentre hombres y mujeres y mucho menos de la tuberculosis.

    La tuberculosis en femenino descubre cmo y cunto una enfermedadpuede ser usada para hablar metafricamente de muchas cosas, algunasmuy alejadas de la historia biomdica de ese mal. Muchos de esos usosculturales de la enfermedad probablemente descubran asociaciones quetambin estn presentes en otras ciudades, otros pases, otros momentoshistricos. No tanto como rasgos esencialistas del modo en que las sociedadeshan convivido con la peste blanca, sino como evidencias de losavatares que han marcado y acompaado la irrupcin de la modernidaden el centro y en ciertas periferias.

    La feminizacin de la tuberculosis, tal como fue presentada porlos hombres del tango en las primeras dcadas del siglo XX, revelauna dimensin muy local y especfica de esa carga metafrica. Poreso, y aun cuando las estadsticas desmientan o relativicen esapercepcin de la tuberculosis como una enfermedad de mujeresjvenes deseosas de dejar el mundo barrial y aprovechar lasposibilidades de ascenso brindadas por una sociedad urbanarelativamente abierta, es evidente que la historia de la tuberculosis

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