tadvald, marcelo. (2007). límites y posibilidades de una antropología global

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Límites y posibilidades de una antropología global* Limits and possibilities for a Global Anthropology Marcelo Tadvald Doctorando en Antropología Social, Universidad de Brasilia Email: [email protected] Fecha de recepción: agosto 2007 Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2007 Resumen: El proyecto de constitución de una antropología global está siendo objeto de varios estudios al- rededor del mundo. La temática ha sido abordada sobre todo por las escuelas antropológicas que no están en los llamados “grandes centros”. Como “central” se asume la antropología pro- ducida en EE.UU., Inglaterra y Francia, es decir, lugares dónde la producción antropológica parece tener una repercusión mayor y que de una cierta manera dirigen los caminos de la dis- ciplina -elaborando las teorías y métodos que son apropiados por aquellas escuelas que están fuera de esos “grandes centros”-. Este estudio analiza los límites y las posibilidades de la cons- titución de una red antropológica global, orientando su análisis básicamente al contexto lati- noamericano. Palabras clave: antropología del conocimiento, crítica antropológica, globalización, América Latina, antropología global. Abstract The constitution of a Global Anthropology project is taking place in several studies through- out the world. It has especially been dealt by anthropological schools that are not in the so called “great centers”; those refer to Anthropology produced in the USA, England and France. This study analyzes the limits and possibilities of constitution of an anthropological global net- work, especially in the Latin American context. Keywords: Anthropology of Knowledge, Anthropological Critic, Globalization, Latin America, Global Anthropology. * Este artículo resultó finalista en el Concurso Internacional de Ensayos “La producción de ciencias sociales en América Latina”, convocado por Iconos, Revista de Ciencias Sociales, en el marco de las celebraciones de su décimo aniversario así como del cincuentenario de Flacso. Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 30, Quito, enero 2008, pp. 41-50 © Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador. ISSN: 1390-1249

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Page 1: Tadvald, Marcelo. (2007). Límites y Posibilidades de Una Antropología Global

Límites y posibilidades de una antropología global*Limits and possibilities for a Global Anthropology

Marcelo TadvaldDoctorando en Antropología Social, Universidad de Brasilia

Email: [email protected]

Fecha de recepción: agosto 2007Fecha de aceptación y versión final: noviembre 2007

Resumen: El proyecto de constitución de una antropología global está siendo objeto de varios estudios al-rededor del mundo. La temática ha sido abordada sobre todo por las escuelas antropológicasque no están en los llamados “grandes centros”. Como “central” se asume la antropología pro-ducida en EE.UU., Inglaterra y Francia, es decir, lugares dónde la producción antropológicaparece tener una repercusión mayor y que de una cierta manera dirigen los caminos de la dis-ciplina -elaborando las teorías y métodos que son apropiados por aquellas escuelas que estánfuera de esos “grandes centros”-. Este estudio analiza los límites y las posibilidades de la cons-titución de una red antropológica global, orientando su análisis básicamente al contexto lati-noamericano.

Palabras clave: antropología del conocimiento, crítica antropológica, globalización, AméricaLatina, antropología global.

AbstractThe constitution of a Global Anthropology project is taking place in several studies through-out the world. It has especially been dealt by anthropological schools that are not in the socalled “great centers”; those refer to Anthropology produced in the USA, England and France.This study analyzes the limits and possibilities of constitution of an anthropological global net-work, especially in the Latin American context.

Keywords: Anthropology of Knowledge, Anthropological Critic, Globalization, Latin America,Global Anthropology.

* Este artículo resultó finalista en el Concurso Internacional de Ensayos “La producción de ciencias sociales en AméricaLatina”, convocado por Iconos, Revista de Ciencias Sociales, en el marco de las celebraciones de su décimo aniversarioasí como del cincuentenario de Flacso.

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 30, Quito, enero 2008, pp. 41-50© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

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Contexto histórico y actual

“Todo hombre toma los límites de su propio campo de visión como

los límites del mundo”. Arthur Schopenhauer

El proyecto de constitución de una an-tropología global viene siendo objetode estudio alrededor del mundo y ha

sido publicitado en diferentes revistas, anto-logías y libros sobre el tema. Esa temática hasido abordada especialmente por escuelas an-tropológicas que no se encuentran en los lla-mados “grandes centros” donde la produc-ción antropológica parece tener una mayorrepercusión. Los centros hegemónicos de laantropología se han ubicado básicamente enlos Estados Unidos, Inglaterra y Francia, yhan dictado históricamente los caminos de ladisciplina, elaborando teorías y métodos quehan servido de base a las escuelas que se en-cuentran fuera del eje. De hecho, la discipli-na tuvo su origen en los países europeos, ygracias al capital recibido por la misma len-gua inglesa -tomada como forma de comuni-cación universal- Estados Unidos se ha suma-do a este centro de hegemonía científica. Conel transcurrir del tiempo, la antropología sedesarrolló en los lugares que originalmenteservían de campo de estudio para los investi-gadores de este centro hegemónico.

Llamaré a lo largo de éste análisis “antro-pología del centro” al eje antropológicoEstados Unidos-Francia-Inglaterra. Optétambién por tal definición por el hecho de nohaber consenso a este respecto en la bibliogra-fía investigada. Lo que aquí denomino comoantropología del centro o del eje fue llamadaindistintamente “antropología del norte”,“antropología del Atlántico norte”, “antropo-logía dominante”, “antropología hegemóni-ca”. De la misma forma, las escuelas antropo-lógicas existentes fuera de este eje serán llama-das aquí “nuevas antropologías” o de manera

inversa “antropologías del sur”, “antropologí-as periféricas” o “marginales” (términos queparecen reforzar la idea de que existe un cen-tro irradiador), toda vez que la disciplina an-tropológica se desarrolló también en estosotros centros a lo largo del siglo XX.

En estos otros centros donde la antropolo-gía se desarrolló con el transcurso del tiempoy que antes habían servido básicamente decampo de estudio, se ha generado una discu-sión con respecto a su lugar en un escenarioantropológico mundial, dominado por aque-lla antropología del centro. Dada la imposibi-lidad de rescatar todo este debate, busquéconfrontar aquí las perspectivas de algunosantropólogos latinoamericanos que pensaronen esta cuestión. Por razones que se harán evi-dentes a lo largo del texto, me eximí de pro-fundizar la discusión con una perspectivaasiática o africana. Este texto se propone al-cances modestos y se restringe al contexto la-tinoamericano, sirviendo como introduccióna un debate importante que se viene desarro-llando en el seno de nuestra disciplina.

Una de las principales razones que expli-can el despertar de este debate consiste en elpotencial pluralizante de la globalización. Deacuerdo con el antropólogo brasileñoGustavo Lins Ribeiro y el colombiano ArturoEscobar (2006), las redes transnacionales ylos eventos a lo largo de estas redes puedentornarse elementos importantes para nutrirlas perspectivas de una antropología mundial,globalizada. De esta manera, antropologíasparticulares o universales poseen un espacio yuna posibilidad mayor de interlocución loque, en la visión de los antropólogos, permi-tiría grandes ganancias, abriendo la disciplinahacia nuevas posibilidades de diálogo e inter-cambio entre antropologías mundiales. Nopor nada la propia antropología se desarrollaa través de la diseminación y la expansiónmundial del sistema universitario occidental,lo que a su manera permite la existencia desistemas e intercambios de conocimientos y

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de experiencias disciplinarias, de educación yde investigación. Para esos autores, la propiaglobalización permite oportunidades hetero-doxas que ya fueron abiertas al mundo acadé-mico. De esta forma, a través de una acciónpolítica combinada, más dialógica, democrá-tica y trasnacional, puede entrar en funciona-miento una real comunidad mundial de an-tropólogos -sin desalentar puntos de vistaparticulares-, lo que a su vez sería condiciónpara comprender la dominación existente dealgunos estilos de antropología sobre otros (loque sería posible solamente si vinculamos estetema con el de las relaciones de poder desi-guales).

Sin embargo, el proyecto de constituciónde una antropología global se encuentra conserias contradicciones, algunas de carácter his-tórico, que parecen estar lejos de encontrarsolución, incluso dentro del actual mundoglobalizado que de hecho permite una rela-ción más plural entre los conocimientos dadoque el acceso a los mismos se ha facilitado. Elantropólogo mexicano Estaban Krotz (1997)buscó identificar las principales razones parala ignorancia que hay sobre las nuevas antro-pologías y su relación con la construcción deteorías desde el eje, y lo hizo puntualizandoalgunos elementos importantes para categori-zar estas nuevas antropologías. Una dimen-sión fundamental, de carácter histórico, con-siste en la obsesión por conquistar, presenteen el programa político de países comoFrancia e Inglaterra hasta mediados del sigloXX y Estados Unidos, en un período poste-rior. Este hecho marca algunos elementos departida que se pondrían fuertemente de ma-nifiesto cuando la antropología emergía comociencia dentro del paradigma evolucionista.

Y es que el establecimiento de la antropo-logía como una disciplina se vio envuelto, bá-sicamente, por dos procesos. En primer lugar,la expansión en escala planetaria de una únicacivilización (que puede ser concebida como la“Occidental”) dentro de un movimiento

entre el nacionalismo y militarismo. Deacuerdo a Krotz (1997) la misión cristiana, elracismo y el capitalismo industrial coadyuva-ron a la búsqueda de mercados y materias pri-mas, mientras que los intelectuales concibie-ron una invención y explicación para todoslos fenómenos del mundo; procedimientoque influyó en la antropología clásica. En se-gundo lugar, la hegemonía de una cultura es-pecifica, creando una organización social delconocimiento que asignaba distintos roles alos países, desarrollando, además, un tipo es-pecífico de investigación y de conocimiento.De hecho, el conocimiento etnográfico sepuede historizar, y en esto consiste nuestravinculación con la realidad (Naraotzky2006). No obstante, en los países del eje an-tropológico, donde inclusive existe una ciertadiversidad cultural, la tendencia siempre fuela de anular esa diversidad (especialmente enel caso de Francia). Esa anulación se dio tantoen el propio territorio como en aquellos tute-lados por su misión colonial o religiosa, o porsu más actual “misión económica”. En la vi-sión crítica de Krotz, esa última misión colo-có al servicio del Estado-nación sus escuelas ydispositivos administrativos y sus requeri-mientos de una eficiente producción indus-trial, un desprecio por todo lo que -para laconcepción de progreso del centro “desarro-llado”- pudo (y puede) ser considerada comoinferior y destinada a desaparecer. Todo estohabría surgido para disminuir e incluso aho-gar la heterogeneidad cultural a favor de uncrecimiento universal siempre homogéneo.En diversos casos, la antropología sirvió comobrazo de apoyo a tales proyectos, especial-mente en África y en la misma América Lati-na. Así, la dominación mundial por el “mo-delo de civilización del Atlántico norte” (enpalabras del autor), lleva en los hechos a queen las nuevas antropologías se arraigue la ideade que apenas sirven de hábitat para los obje-tos de estudio de la Ciencia Antropológica,con letras mayúsculas. Si esto habría sido re-

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almente así, valdría la pena saber hasta quépunto esa sigue siendo actualmente la visiónmás compartida sobre nosotros, lo que seríaun impedimento para el proyecto de cons-trucción de una antropología global. De igualmanera, sería importante conocer la disposi-ción que tienen los actores involucrados enlos centros antropológicos extendidos por elmundo, y especialmente aquellos situados enla antropología del eje para conocerse dehecho unos a otros.

De acuerdo a la antropóloga peruanaMarisol de la Cadena (2006), el deseo decrear una nueva forma de comunicación quepermita que nos desarrollemos como discipli-na, formando una comunidad orientada acrecer y cambiar en distintas e inesperadas di-recciones, es un sentimiento compartido pormuchas de las “nuevas antropologías”. Una delos impedimentos para que eso se dé consisteen la creencia en la superioridad del modelocognitivo de la antropología del eje, que dealguna manera se construiría libre de constre-ñimientos culturales. Esto ha creado una bre-cha entre una escuela antropológica reflexivade los centros, tomada como una especie de“escuelas racionales” más libres de constreñi-miento cultural, y otras antropologías que es-tarían inmersas en un “nativismo epistemoló-gico” (hecho del que discrepo, dado que sonnotoriamente conocidos los diversos proble-mas relativos a la integración en el sistema so-cial y político de diversas minorías, en esoscentros).

La hegemonía de la academia antropológi-ca de los Estados Unidos y de ciertos países deEuropa emerge de una aparente inocuidad deinteracción disciplinar. Tal aspecto, vistodesde esta posición epistemológica, permiti-ría que se realice un compromiso con la reali-dad en una tentativa de transformarla. Lo quela autora percibe (tal como la antropóloga dela Universidad de Barcelona, SusanaNarotzky), es una forma de tolerancia episte-mológica existente dentro de la antropología

del eje para con las nuevas antropologías. Alrevés de una tensión dialéctica, lo que existi-ría de hecho es un obstáculo entre “historiareal” y comentarios históricos y textos de ac-tores sociales e intelectuales con objetivos,plataformas cognitivas e intereses diferentes.La formación regional de las nuevas antropo-logías incluye una configuración compleja demúltiples y jerarquizados centros, algunos re-lacionados a las “periferias académicas máscentrales”, como es el caso de Brasil. Traspa-sando tal configuración, diversas formas derelación de dominación y subordinación con-tribuyen para amoldar aquello que eventual-mente es considerado como un conocimientouniversal y aquello que es tomado como in-formación local, producidas mundialmente,aunque en países diferentes.

Sin embargo, la antropología estuvo pro-fundamente unida a la dinámica del sistemamundial, mediada por las cuestiones del colo-nialismo, imperialismo, nacimiento de nacio-nes y el cambio del papel del “otro” en los es-cenarios nacionales e internacionales. Ribeiroy Escobar (2006) están convencidos de que elpresente puede ser otro momento de reinven-ción de la antropología; un tiempo condicio-nado, principalmente, por los cambios en lasrelaciones entre antropólogos localizados endiferentes partes del mundo dentro del pro-yecto de una antropología global. Para ellos,Rusia, Japón, China, Perú y México ofrecencasos reveladores de dinámicas transnaciona-les en la antropología y su relevancia para las“antropologías mundiales” -como las definen-es notoria. Vale mencionar, con todo, que lasantropologías de diversos países latinoameri-canos (para colocarnos solamente en estos)como México y Perú fueron bastante influen-ciados por su conexión con las antropologíasdel eje, particularmente la de los EstadosUnidos. No obstante, gran parte de los inves-tigadores latinoamericanos parecen conquis-tar algún prestigio solamente cuando se unende alguna manera a tales centros. Esto, a mi

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forma de ver, perjudica el desarrollo y la au-tonomía de las nuevas antropologías, pues re-mite la cuestión a la necesidad de una legiti-mación por parte del eje; en otras palabras,reproduce una forma de supervivencia.

Limitaciones y posibilidades generadas por la lengua, los conceptos y la diseminación del conocimiento

Uno de los obstáculos apuntados por diversosautores consiste en la lengua de difusión e in-tercambio de conocimientos entre las diferen-tes antropologías extendidas por el mundo. Apesar de los visibles avances de comunicaciónpermitidos por la globalización, el uso del in-glés, usado como universal para todos lostemas, constituye un problema grave para laconstitución de una comunidad mundial deantropólogos, tal vez por el hecho de estar ellamisma lejos de ser la más hablada en el mun-do. En el contexto actual, si no producimosnuestros estudios en esa lengua nos vemos ale-jados de una real integración a la comunidadantropológica del eje. En países lusos o hispa-nos, por ejemplo, nos cansamos de repetir estamáxima: “Si no escribimos en ingles, ¿quiénnos conocerá fuera de nuestros países?”.

Para Susana Narotzky (2006), forzar eluso del inglés internacional con el fin de co-municar más ampliamente es un aspecto deopresión y dependencia. Con todo, la autorase preocupa más por las luchas políticas loca-les y por el proceso de legitimación del cono-cimiento (dimensión que exploraré más ade-lante) y por la distancia entre las produccio-nes locales que en este mundo informáticoson de difícil acceso, difusión, repercusión,etc. La comunicación, en el mundo de hoy,posibilita a los antropólogos abrirse a concep-tos y paradigmas de conocimiento extraño,mas de nada nos servirá adelantar en las posi-bilidades abiertas por este nuevo orden co-municacional si no conseguimos establecer

puentes reales de comunicación. Narotzky(2006) sugiere que necesitamos saber más alrespecto de las historias globales y locales queforman un particular orden de dominación,con sus propios procesos materiales y redesdiscursivas, además de campos micro y macropolíticos de poder. La lengua, con todo, con-tinúa siendo una traba para que esto se reali-ce plenamente. Bajo estas circunstancias, ¿có-mo podemos generar condiciones para el en-tendimiento del trabajo de colegas con histo-rias disciplinarias y posiciones políticas pro-pias sobre asuntos que ignoramos? ¿Esta esuna preocupación innecesaria? ¿Puede el co-nocimiento ignorar este tipo de cuestiones ensu proceso de construcción? Son, de hecho,cuestiones de difícil solución pero que debenser tomadas en cuenta al hablar de la consti-tución de una antropología global.

El “provincianismo metropolitano”, al quehacen referencia Ribeiro y Escobar (2006) seexpresa en la ignorancia que los antropólogosde los centros hegemónicos tienen de los co-nocimientos producidos por los especialistasde los centros no hegemónicos. El “cosmopo-litanismo provincial” se refiere al frecuente-mente exhaustivo conocimiento que se tienenen los centros no hegemónicos de la produc-ción de los centros hegemónicos. Ambasperspectivas necesitan ser entendidas en rela-ción al asunto de la lengua. En un artículo nopublicado, el sociólogo Renato Ortiz (citadoen Ribeiro y Escobar 2006), muestra cómo lalengua inglesa moldea los debates sociolin-güísticos en el mundo. Esto apunta a la basedel provincianismo metropolitano sociolin-güístico. El investigador Rainer Enrique,también citado por estos autores, percibe queel monolingüismo científico puede no sola-mente representar la existencia de desigual-dad en el acceso y la difusión de los objetoscientíficos, sino amenazar la creatividad cien-tífica y la diversidad conceptual. Las antropo-logías del eje frecuentemente dan testimoniosobre esta amenaza. La traducción de más tra-

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bajo al inglés hasta puede ser un paso necesa-rio, pero sin duda se trata de algo insuficien-te si se quiere ganar accesibilidad a la produc-ción global de antropólogos. Es necesariopromover la diseminación de los trabajos delos antropólogos no metropolitanos en otraslenguas y no sólo en inglés para más adelanteestablecer intercambios más horizontales (Ri-beiro y Escobar 2006).

Además de eso, no podemos olvidar queen nuestra disciplina usamos la descripciónetnográfica. El texto, el lenguaje, los concep-tos, sus usos e ingerencias en la realidad sonparte indecible de la producción de nuestroconocimiento. ¿Cómo tener acceso -y lo másimportante, entendimiento- al respecto deesas etnografías? Aun basadas sobre unamisma matriz disciplinar, tenemos formas depensar diferentes en el mundo. Apenas a títu-lo de ejemplo, Estaban Krotz (1997) mencio-nó que los siglos XVIII y XIX marcaron laoposición de términos como “civilización” y“salvaje/ barbarie”; después estos fueron subs-tituidos por los binomios “desarrollo” y “sub-desarrollo”, “modernidad” y “tradición”, “do-minación” y “dependencia”, “metrópoli” y“periferia”, “global” y “local”. La propia con-ceptualización, inherente al proceso de cons-titución y reproducción del conocimiento,nos remite a grandes modelos que pueden,incluso, servir para desarrollar formas más omenos sutiles de dominación. SusanaNarotzky (2006) subraya la dificultad queesta visión epistemológica supone para unreal compromiso político. Sus críticas apun-tan al hecho de que las propias perspectivasposmodernas se constituyen como gran na-rrativa (metanarrativa) y están insertadas en eldía a día de los campos de fuerza políticos yeconómicos. Para Narorzky, nosotros situa-mos los conceptos en un contexto histórico,en una realidad del pasado que privilegió unsignificado particular. Nosotros extendemoslos conceptos, los confrontamos, creamosnuevos significados o generamos síntesis cre-

ativas con otros conceptos de otros tiempos yde otros pensadores.

La simple dimensión de los conceptosposee, por tanto, una singular importancia entoda esta discusión. La posibilidad de abrazarla “diversidad” (Ribeiro y Escobar 2006), unneologismo que refleja una tensión construc-tiva entre la antropología como algo universaly como algo múltiple. La antropología hoytiene una fuerza motriz doble: una humani-dad compartida y una conciencia históricamarcadamente diferente. Sólo recientementenosotros comenzamos a desarrollar lenguaspara referirnos a las diferencias históricasapropiadas a la situación global. Según Ma-risol de la Cadena (2006) solo hasta hace po-co se estableció un nuevo vocabulario nacio-nalista, todavía altamente heteroglósico. Pa-labras tales como “plurietnicidad”, “pluricul-tural” y “plurinacional” reflejan demandasparticulares y locales al respecto de las singu-laridades étnicas, por ejemplo. Pero, significa-tivamente, la nueva terminología, realmenteheteroglósica, transformó la homogeneidadque sustenta los ideales nacionalistas y la for-mación del estado que los implemento. Perono es necesario pensar en patrones posible-mente distantes. La simple palabra “universi-dad”, por ejemplo, posee el mismo significa-do dentro de los países de la antropología deleje y de los países de las nuevas antropologías(Krotz 1997), pero el específico contexto aca-démico e intelectual de los profesores e inves-tigadores y, obviamente, de los estudiantes, esbastante diferente dentro de los distintos con-textos intelectuales extendidos por el mundo.El pensamiento europeo es inmediatamenteinadecuado para ayudar a pensar las experien-cias de la modernidad política de las nacionesno occidentales. En las naciones también “oc-cidentales”, pero en otro proceso de desarro-llo, cómo los países latinoamericanos y africa-nos, ¿sería tan diferente? Este autor subrayaque en el mundo globalizado donde existe in-tercambio, la traducción de una multiplici-

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dad de formas de comprensión de la vidadentro de las categorías universalistas europe-as es problemática.

Cadena (2006), percibe que la discusiónepistemológica sobre la tensión entre una di-fundida tradición analítica que tiende a eva-cuar lo local por la asimilación de ello poralgún elemento abstracto universal y el cono-cimiento inherente y producido por lo localconsiste en algo muy problemático. No obs-tante, las nuevas antropologías son diferentesa causa de su cualidad diferente. Las realida-des que sus antropólogos encuentran por de-lante para investigar son de naturaleza distin-ta de aquellas que originan teorías, métodos yformas de pensar difundidas por la “antropo-logía del eje”. Esas realidades son tanto dis-tintas del período de florecimiento de la dis-ciplina, cuanto distintas de la contempora-neidad de la civilización que las fomentó.

En los países que componen las nuevas an-tropologías, los estudiantes y los “objetos deinvestigación” son del mismo país, la mayoríade las veces. Esto abre la posibilidad de que secompartan sentidos, lo que puede facilitar elproceso hermenéutico de desarrollo del cono-cimiento. Los centros a partir de los cuales serecolecta la información empírica y los cen-tros donde es analizada, discutida y donde losresultados son publicados, son los mismos.Esto es fundamentalmente importante pueshoy ciertas comunidades indígenas y campe-sinas tienen acceso a los resultados de los es-tudios sobre ellos, generados en otra parte delpaís y en la mayoría de veces en una lenguaque les es más familiar. Además de eso, ellospueden establecer diversos tipos de interac-ción con los autores de sus estudios. Esto per-mite que se cree una significativa vinculaciónentre los intereses profesionales, sociales y po-líticos y los intereses de los antropólogos, quepueden ser también de esta naturaleza. Pu-blicar esos estudios en inglés hasta puede serinteresante, a fin de transmitir ese conoci-miento, si la realidad actual demanda que sea

de esta manera. Pero todavía más importante,tal vez, sea el hecho de que los grupos socia-les investigados pueden tener acceso a estasproducciones por los motivos que alegué an-teriormente.

De acuerdo con Krotz (1997), la econo-mía, la política y la dominación militar de lospaíses de la antropología del eje se basan demanera creciente en la creación y en el uso delconocimiento científico (y de control), mien-tras que en los países de las nuevas antropolo-gías, la mayoría del conocimiento científico ytecnológico allá producido y considerado útily adecuado es muy frecuentemente bloquea-do o absorbido por los países hegemónicos.Con todo, opiniones de esta naturaleza estánlejos de ser unánimes entre los antropólogosde las nuevas antropologías. En un trabajoque sirvió de crítica a las ideas de EstebanKrotz, el antropólogo colombiano CarlosUribe (1997) discrepa en que lo que separa al“norte” del “sur” sean divisiones culturales,que permitan otras formas de conocimiento.Para él, la oposición entre “norte” y “sur” pa-rece ser anticuada y consiste en una dicoto-mía maniqueista, una forma muy rastrera dealteridad. Para el autor, lo que Krotz llama de“norte” está lejos de ser algo homogéneo, unaentidad sólida y sin fisuras, al menos dentrodel concepto relativista de la antropología. Através del mismo símbolo, y a pesar de los re-petidos esfuerzos para hablar del “sur” en plu-ral, subrayando esta diversidad, su simplifica-da imagen no representa totalmente la reali-dad. Como antropólogo colombiano, CarlosUribe demuestra este suceso, también por elhecho de que en aquel país (y en toda Amé-rica Latina, a excepción de Brasil) existe ungran liderazgo de México dentro del canonantropológico. Con todo, con lo que sabemosde la antropología mexicana, así como deotros países de América Latina, como Perú(Ribeiro y Escobar 2006), Venezuela (Briceño1993), Argentina (Ratier e Ringuelet 1997)Uruguay (Hugarte 1997), Paraguay (Meliá

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1997) y tal vez otros países más a cuya infor-mación no tuve acceso, fueron y son influen-ciados por su conexión con las antropologíasdel eje, especialmente la de los Estados Uni-dos. Incluso hasta hoy gran parte de los pro-fesionales que destacan en esos países poseenalguna conexión con lugares conocidos comohegemónicos: por lo menos recibieron su for-mación allí. En Brasil no fue distinto, pero lainfluencia francesa fue, en este caso, másacentuada (Santos 1997). El propio CarlosUribe que critica gran parte de las aseveracio-nes discutidas aquí, se formó en los EstadosUnidos.

Susana Narotzky (2006) señala que ade-más de la lengua, el compromiso político enla producción de conocimiento evita en ma-yor medida el distanciamiento y tiende acrear estabilidad, unidad, redes direccionadasy conceptos más eficaces. Este tipo de cono-cimiento está basado en un sentido de res-ponsabilidad y una relación clara entre los an-tropólogos y sus “observados”, que permitauna definición de los problemas y de las for-mas de explorarlos para adquirir un mejor co-nocimiento y la definición de un proyecto or-ganizativo transformador.

Antropología global:¿un proyecto posible?

Actualmente, el núcleo del -por decirlo así-“sistema mundial de antropología” es consti-tuido desde Estados Unidos, Inglaterra yFrancia. Para Ribeiro y Escobar (2006), laconstitución de una antropología global (losautores prefieren hablar de “antropologíasmundiales”) requiere un proyecto intelectualy político. Esto quiere decir que no se está ha-blando solamente sobre una diversidad socialmás inclusiva (como en el multiculturalis-mo). En principio, los antropólogos aceptanmás fácilmente la igualdad social y política.En esta línea, Ribeiro y Escobar ven el pro-

yecto de una antropología global como unaforma de establecer y consolidar nuevas for-mas de relación entre diferentes antropologí-as. Las nuevas antropologías deben de hechoser habladas en plural, pues incluyen unagran variedad de escuelas y corrientes, inclu-so cuando son comparadas con las del eje. To-das las antropologías son capaces de contri-buir dialógicamente para la construcción deun conocimiento más transnacional y hetero-glósico. El establecimiento de una antropolo-gía global coadyuva a la articulación de unadiversidad de antropólogos, y los conduce auna mayor atención sobre las condiciones so-ciales, epistemológicas y políticas de su pro-pia producción. El nuevo orden mundial, ylas demandas de la sociedad en el campo po-lítico, requieren de la creación de nuevas es-tructuras de producción del conocimientoque no subordinen la diversidad cultural a unúnico modelo.

De acuerdo con Tim Quinlan (2000), laantropología continúa celebrando la hetero-geneidad cultural, en el contexto de un pro-yecto político civilizador orientado a disemi-nar y hacer cumplir la homogeneidad cultu-ral por el mundo. El establecimiento de lasdiferentes formas de la disciplina niega supropio ideal de ser universalmente aplicada.En la medida que tal proyecto no se sustentaplenamente, los antropólogos necesitan mirarlas diversas experiencias de cambio social, asícomo observar la influencia que tienen suspropias percepciones en esa dinámica. El pro-blema es cómo reconciliar la amenaza de laexistencia de la antropología, como una disci-plina específica, con la validación de la meto-dología de la disciplina. Ni este ideal ni lametodología están en cuestión, y esos crite-rios son justificados a las subsecuentes inves-tigaciones de los antropólogos sobre cómo laspersonas, incluso ellos mismos, construyen yreconstruyen el mundo a su alrededor.

Para Prah (1997), de modo similar, y en lavía de eliminar al “otro”, la antropología del

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eje debe aprender directamente con sus mé-todos de estudio a estudiar a la sociedad occi-dental y a la humanidad occidental. El autor,así, propone que en el intento de alcanzar unverdadero universalismo en la producción yreproducción del conocimiento antropológi-co, todos los antropólogos del mundo apren-derán a observar y oírse a sí mismos, a partirde lo que escuchan y dicen los otros de ellos.En la concepción de Krotz (1997), cuando lasnuevas antropologías se hagan presentes en elcontexto de los eventos internacionales, unconocimiento más general y universal se haráposible, pues se tomaría en cuenta diferentesrealidades, experiencias, formas de pensarsobe ellas, etc.

En el contexto actual, gran parte de los an-tropólogos venidos del eje (incluyendo los es-tudiantes) pasan cierto tiempo en las univer-sidades del sur, pero ven tal actividad, en elmejor de los casos, como una especie de tra-bajo de campo. En cambio, un extraordinarionúmero de antropólogos venidos de los paísesde las nuevas antropologías se colocan sola-mente como estudiantes o visitan profesoresen los países del eje y difícilmente a los delsur. Esta situación puede cambiar ahora acausa del aumento previamente mencionadode los estudios de postgrado en los años re-cientes, pero en la mayoría de las partes delsur la generación más importante de antropó-logos tiene un mejor conocimiento de las co-munidades científicas y publicaciones del ejeque de los países de las nuevas antropologíasde sus países vecinos. Transformando ese con-texto actual, el resultado de estos esfuerzosdejará claro las características de las nuevasantropologías, su potencial teórico y metodo-lógico podrá ser mejorado, y sus resultados yproposiciones mejor sustentadas, en la medi-da en que su trabajo encuentre resonancia enalgún debate antropológico mundial.

Si el presente es, para Ribeiro y Escobar(2006), un momento de proyección de loshorizontes antropológicos que marcaron

nuestra práctica escolar con una cosmopolíti-ca más rica, capaz de negociar con los desafí-os surgidos en el siglo XXI, tal vez la soluciónsea crear otras redes de intercambio de cono-cimientos fuera del eje hegemónico existenteo ampliar las ya existentes, además de hacerque los profesionales del área (profesores, in-vestigadores, estudiantes y discípulos) conoz-can otras producciones, abarquen y discutanotras metodologías, teorías, etc. Lo que no esconveniente para el desarrollo de nuestra dis-ciplina es cerrarnos en islas de conocimiento.Nosotros necesitamos, en antropología, de laexperiencia de nuestro medio exterior, parapoder mirarnos con más lucidez a nosotrosmismos. La antropología se sustenta históri-camente, en cuánto ciencia autónoma, a par-tir de tal prerrogativa.

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