susana paponi- pensar lo humano

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Pensar lo Humano: Un nuevo montaje María Susana Paponi “La humanidad nunca fue otra cosa que el arte de crear transiciones” Sloterdijk, P.; I.- En tanto individuos concretos somos sujetos históricos e institucionales (sociales) Estamos modelados por una cultura en la cual somos formados y dentro de la cual nos (auto) transformamos en tanto que sujetos, mediante prácticas y discursos que diversifican lo que ésta pretende contener, y funcionan como ideal regulador. De hecho cada “época” ha conformado su “idea” de hombre, a saber: Paideia Griega, Humanitas Romana, Humanitas, Medieval, Hombre del Renacimiento, génesis del alma moderna en la Reforma, domino del Sujeto (siglos XVII al XVIII) centralidad del Hombre (siglo XIX) Bien podríamos pensar, como en el montaje cinematográfico, la fabulación a través de la cual – históricamente- y en forma de las múltiples construcciones del lazo social y los modos de vida, los hombres no cesan de inventarse “modos de ser”. De cuando en cuando la cultura deja de pensar en los encuadramientos en que venía haciéndolo y comienza a pensar en algo diferente y de modo diferente, entregándose a una nueva transformación, a un nuevo modo de pensarse, representarse y organizarse, tanto que “sólo nos es posible una relación de cuasi-turística con las culturas pasadas” [Luhmann, N.; 1992 138] De modo que desde principio se ve que no hay sino construcción histórico-cultural y no así, esencias, sustancias o valores universales que expliquen lo humano.

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Antropologa Filosfica y Filosofa de la Cultura

Pensar lo Humano: Un nuevo montaje

Mara Susana Paponi

La humanidad nunca fue otra cosa

que

el arte de crear transiciones

Sloterdijk, P.;

I.-

En tanto individuos concretos somos sujetos histricos e institucionales (sociales) Estamos modelados por una cultura en la cual somos formados y dentro de la cual nos (auto) transformamos en tanto que sujetos, mediante prcticas y discursos que diversifican lo que sta pretende contener, y funcionan como ideal regulador. De hecho cada poca ha conformado su idea de hombre, a saber: Paideia Griega, Humanitas Romana, Humanitas, Medieval, Hombre del Renacimiento, gnesis del alma moderna en la Reforma, domino del Sujeto (siglos XVII al XVIII) centralidad del Hombre (siglo XIX)

Bien podramos pensar, como en el montaje cinematogrfico, la fabulacin a travs de la cual histricamente- y en forma de las mltiples construcciones del lazo social y los modos de vida, los hombres no cesan de inventarse modos de ser.

De cuando en cuando la cultura deja de pensar en los encuadramientos en que vena hacindolo y comienza a pensar en algo diferente y de modo diferente, entregndose a una nueva transformacin, a un nuevo modo de pensarse, representarse y organizarse, tanto que slo nos es posible una relacin de cuasi-turstica con las culturas pasadas [Luhmann, N.; 1992 138]

De modo que desde principio se ve que no hay sino construccin histrico-cultural y no as, esencias, sustancias o valores universales que expliquen lo humano. Aquello que cada experiencia de la cultura concibe como lo Humano es lo que experimenta como tal en los pliegues de saber que le hacen lugar y a los que hace lugar. Se trata, de una forma que surge de cierta composicin de relaciones de fuerzas propias de cada momento. Por tanto toda forma es provisoria y depende de ciertas y determinadas relaciones de fuerzas y de sus mutaciones.

Las formas singulares de la experiencia pueden comportar estructuras universales; pueden muy bien no ser independientes de determinaciones concretas de la existencia social; sin embargo, ni estas determinaciones ni estas estructuras pueden dar lugar a estas experiencias (es decir a conocimientos de un cierto tipo, a reglas de una cierta forma y a ciertos modos de conciencia de s y de los otros). No hay experiencia que no sea una manera de pensar y no pueda ser analizada desde el punto de vista de una historia del pensamiento. Esto es lo que se podra llamar el principio de irreductibilidad del pensamiento [Foucault, M.; 19841 (580)]

Al hacer la historia de las experiencias, articulada en torno de tres ejes constitutivos:

* Formas de saber posible,

*Comportamiento de los individuos,

y

*Subjetividad posible,

se da forma a la problematizacin del presente: Qu s? (campos de saber) Qu puedo? (tipos de normatividad) Qu soy ?(modos de subjetivacin), que interroga a la experiencia de la cultura [Cfr. Foucault, M.; 19842 Prlogo]

Cada tiempo determina lo que es y ha de ser valor y sentido y cmo ha llegado la cultura a esas determinaciones, indagando acerca de lo que la atmsfera cultural prescribe, prohbe, propone como modelo, elabora como representaciones, acepta como reconocimiento de nuevos dominios de expresin de lo humano hasta entonces ignorados. Todo ello en conjunto son las condiciones de posibilidad de la emergencia de nuevas formas de lo humano.

En el transcurso de la historia los hombres no han dejado de constituirse a s mismos, esto es, de modificar continuamente los modos de subjetivacin, de constituirse en una serie interminable y mltiple de diferentes subjetividades que nunca son acabadas y definitivas. El hombre es una animal de experiencias y experiencia es siempre campo de apertura de posibilidades de modificacin.

Hay que considerar tanto las Ideas de hombre en juego, como los procedimientos institucionales de constitucin efectiva de modos de sujecin/subjetividad especficos de una serie de instituciones mayores e interrogar en consecuencia las tramas a travs de las cuales se articula, por ejemplo, lo que hemos conocido como sujeto jurdico, sujeto poltico, sujeto laboral, sujeto pedaggico, clnico, sicoanaltico. El rastreo de esas invenciones rescata la experiencia del dominio del silencio por lo que es necesario elaborar saberes que vayan ms all de los saberes instituidos y puedan entablarse como contra saberes a travs de los que se logre oponer la constitucin activa de la forma, al sometimiento a la norma.

No obstante, el Humanismo sostuvo como principio universal a la Razn como lo comn al hombre. El anlisis histrico de la evolucin del humanismo burgus muestra cmo ese principio universal fue la plataforma para intentar imponer a todos los hombres un modelo particular de razn, el modelo de racionalidad especficamente burgus, y consecuentemente el rechazo a cualquier otra racionalidad, o ms an el conminar cualquier otra interpretacin al terreno de la barbarie. Si la razn es lo que hace humano, al hombre y se define como razn occidental, quien no se avenga a ese modelo no pertenece pues, a la humanidad. La Ilustracin se contempla a s misma en un mundo por ilustrar. Irracionaliza todo lo que se le opone. [Luhmann, N.; 1992 (53 ]

El Humanismo con sus ideales reguladores puede desglosarse en Fenomenolgico, Cristiano, Marxista, Existencialista, Psicoanaltico, Estructuralista, etc En todo caso siempre cierra filas sobre el objeto de estudio de las Ciencias Humanas, (Disciplinas Humanas, Ciencias Sociales, Ciencias Humansticas) en torno del individuo y su cuerpo, la especie y su vida, el individuo y su accin y conducta, el individuo su expresin y modos de representacin; el sujeto, en fin, que: Vive, Trabaja y Habla.

El Hombre aparece all como representacin no como cuerpo concreto y con todas sus determinaciones.

Si Hombre es una figura diseada en el interior del saber del Siglo XIX, entonces va de suyo la posibilidad de su desaparicin en aras de una nueva figura en tanto modo de subjetivacin cuando las disposiciones del saber que le dieron lugar, se conmuevan, muten y den lugar a una nueva forma conforme relaciones de fuerza que ya no sern (no lo son) las del deslizamiento del discurso hacia el lado de la objetividad, (Lenguaje) las del anlisis de las relaciones ente los rganos y las funciones, (Vida) la de la representacin de la satisfaccin de necesidades en trminos de produccin, distribucin y consumo (Trabajo). [Cfr. Foucault, M.; 19661 p.p . 334-375]

La problemtica de la experiencia del siglo XIX no se refera a un problema de verdad ni a un problema de conocimiento. No fue encontrarse con un objeto de la ciencia como absoluto sino ms bien con una experiencia del hombre, de no-reconocimiento. Ha tenido que ver con un desconocimiento, una duplicidad, una dualidad, en el hombre.

La historia de la racionalidad se puede describir como historia de la disolucin de un continuo de racionalidad que haba unido al observador del mundo con el mundo. Si el observador es visto como ser pensante (animal racional), de lo que se trata es de la convergencia de pensar y ser. Si es visto como ser actuante, se trata de la convergencia de actuacin y naturaleza, es decir, de objetivos dados por la naturaleza. En cualquier caso, la totalidad de las cosas y de los puntos finales de los movimientos sustenta lo que ocurre en el mundo.() Pensar y ser empiezan a separarse en forma de ontologas paralelas () hasta que desde el siglo XIX, nos hemos acostumbrado cada vez ms a trabajar con distinciones sin plantear la cuestin de la unidad de la distincin misma. El narrador pone en escena la narracin sea de la novela, sea de la Historia Universal--, en la que ya no aparece. [Luhmann, N.; 1992 (53-54)]

Se fractura el destino racional de Occidente cuando la episteme decimonnica destrona la Identidad del Sujeto cartesiano y hace evidente la ruptura entre Ser y Pensar lo que pone en juego que lo desconocido no est fuera, no es slo el mundo en torno, sino que habita y constituye al propio sujeto de conocimiento. El destino cultural queda marcado por algo que se desconoce aunque se sepa. Lo impensado en el sentido de lo no-pensado, se presenta frente al pensar con entidad de verdad, a interpretar, es cierto, pero lugar de verdad al fin. Emerge el orden de lo cultural como orden diferente al biolgico, y con toda evidencia, el orden de la vida no es creciente ni decreciente, hay una temporalidad que no pasa por las vas de una idea ordinaria de la sucesividad. En la Interpretacin, como modo epistmico propio de la modernidad decimonnica, el examen de la realidad es correlativo de un desdoblamiento de una duplicacin del campo de las representaciones, arrastra por lo mismo una trasmutacin del objeto en objeto profundamente perdido. Como es sabido el discurso no lo es de un objeto sino que en todo discurso habla un mensaje sobre otro u otros mensajes. El orden simblico para el sujeto es constituyente. El sujeto no es exterior al discurso que lo constituye. Sin sujeto no hay sentido.

Cmo es entonces este hombre que tiene la caracterstica de poseer claramente, pensamiento, (siendo adems, el nico que lo posee y que al mismo tiempo sostiene una relacin estructural o una relacin fundante, imborrable, con esta parte no-pensada, con esta parte del desconocimiento? [Cfr. Foucault, M.; 19661 Cap IX]

Hombre, en tanto sujeto y objeto de un conocimiento y de un saber, se halla en situacin de ambigedad: ser alternativamente sujeto y objeto, pero ms an por el hecho de que ese saber de algn modo lo atraviesa y lo pre-existe, es decir se trata de un situacin fundante y estructurante, en la que con toda evidencia el pienso no conduce necesariamente al Ser.

La problemtica del hombre moderno del siglo XIX es la del encuentro con estas determinaciones borrosas con las que la experiencia de la cultura decimonnica rompe con las categoras de ordenamiento, identidad, unidad, continuidad, de la experiencia de la cultura clsica (siglo XVII) que reemplaza por la dispersin, la diferencia, la discontinuidad

Cmo es posible el enlace entre la experiencia y la razn? Cmo dar cuenta de un discurso virtual de un otro, de un no conocido, que sin embargo habla del hombre? Cmo puede el hombre ser el sujeto de un lenguaje que lo preexiste y cuya estructura no domina?

He aqu la cuestin: ocuparse no tanto del Ser del hombre como de lo que se dice del ser del hombre.

II.-

Esta cultura que se est formando es todava muy balbuceante.

Comienza con Nietzsche desde que l ha mostrado que la muerte de Dios

no significa la aparicin sino la desaparicin del Hombre`;

que el Hombre y Dios tenan extraas relaciones de parentesco

() que estando muerto, Dios, el Hombre no podra sino desaparecer,

al mismo tiempo, dejando tras de s el gnomo horrible

Foucault, M.;19662

La arqueologa de las ciencias humanas que hace Foucault pregunta: En qu condiciones han llegado las ciencias humanas a ser posibles como forma de saber, cul es en verdad la fecha de nacimiento del Hombre? la respuesta es de una gran precisin: el Hombre no existe en el campo del saber ms que a partir del momento en que el mundo clsico de la representacin se derrumba, bajo la acometida de instancias no representables y no representativas. Cuando, abandonando el espacio de la representacin, los seres vivos vienen a alojarse en la profundidad especfica de la vida, las riquezas en el progresivo impulso de las formas de produccin y las palabras en el devenir del lenguaje [Foucault, M.; 1966 (356)]

La experiencia de la cultura moderna se escande en la obra de Foucault en un recorrido que va desde un primer gesto el de la Lingstica, a un segundo gesto el del etnlogo que en tanto extensin del anterior es la de totalizaciones inconscientes que siguen el modelo del lenguaje y por ltimo, a un tercer gesto, -el del historiador- no reductible a los anteriores, que conlleva un segundo nivel de totalizacin de la experiencia, la del discurso. En l se transforman los preceptos en concepto pero a travs de un sistema que en principio es consciente, es decir explcito. Esto se pliega sobre el anterior. El resultado es igual al universo de representaciones, el del historiador de las ideas, el que da cuenta de los niveles que en una cultura dada, se transforman con el tiempo.

Frente al trabajo del historiador el desplazamiento de Foucault se comprende como bsqueda de lo inconmensurable con el propio tiempo. A lo largo del recorrido que va desde Las Palabras y las Cosas a La Voluntad de Saber:

1.- distingue prcticas discursivas y no discursivas

Establece la distancia entre preceptos y conceptos. Un verdadero trabajo de genealogista que busca cmo se ha hecho posible, cierto y determinado acontecimiento y como tal, remite a algo que como experiencia de cierto momento no puede confundirse con lo que en otro momento parece cubrir el mismo dominio.

2.- busca las condiciones de posibilidad discursivas y no discursivas- de lo visible y lo no visible que convergen para dar lugar al nacimiento de esta nueva representacin. En la cuestin que nos ocupa, la finitud es condicin de posibilidad del Hombre. La cultura moderna puede pensar al hombre porque piensa lo finito a partir de l mismo[Foucault, M.; 1966 (309)]

3.- afirma que si esas condiciones variaran, la representacin desaparecera y dara claro est, lugar a una nueva representacin.

De modo que Foucault restituye la experiencia en su carcter de acontecimiento. Interroga a la cultura por sus experiencias lmite puesto que el mundo de los objetos no preexiste al orden de la experiencia.

A la altura de El Uso de los Placeres y El Cuidado de S el nuevo objeto que Foucault se da, es el interlocutor que siempre ha tenido, el uno mismo lector que tiene su experiencia formada por una serie de representaciones que forman las ideas contemporneas: qu se?, qu puedo?, qu soy?

Queda dibujada as esa ontologa histrica de nosotros mismos con la que Foucault muestra cmo ha sido posible la constitucin de una figura como la de Hombre, para una experiencia dada de la cultura y cmo, habiendo ya variado las condiciones de posibilidad que le dieron cobijo y la hicieron viable, hemos de encaminarnos a identificar el acontecimiento actual en el umbral de un nuevo compromiso de la cultura.

Tambin se impone la necesidad de volver a pensar-se (lo humano) en relacin con los tipos de normatividad que no slo no son ya los mismos de aquel momento de instalacin de la razn sino que comprometen a los individuos de modo diverso y ajeno a los postulados de las ideas Dios-Alma-Mundo en cuyo seno se diera espacio a tal figura Hombre, en el contexto de la desmitologizacin, de la supuesta creciente racionalizacin, la profanizacin y desencantamiento del mundo. Contexto en el que se impuso interrogar al ser del hombre como fundamento de todas las positividades [Cfr. Paponi, M.S.; 2008]

Y con todo ello, an ms se compromete el requerimiento de re-pensar (lo impensado) en tanto y en cuanto las formas de subjetividad se reconocen ya difcilmente en el mbito que, en el seno de la finitud, hizo espacio al Hombre en tanto nudo epistmico. De hecho, cuando el saber se fundaba en la representacin poca Clsica- las cosas no manifestaban su identidad sino la relacin exterior que mantenan con los seres humanos. Pero cuando ya no se le pregunta a la representacin, sino a las leyes (de la vida, el trabajo, el lenguaje) entonces aparece el ser que est atravesado por esas leyes: el Hombre. Los seres vivos representaban la vida, la moneda representaba la riqueza, los signos lingsticos representaban el lenguaje. En la nueva disposicin del saber se retiran las representaciones de la vida, la riqueza, y el lenguaje. Queda un espacio vaco. En ese hueco dejado por la representacin se instalar el Hombre. Ese ser que emerge como objeto de estudio de las nacientes Ciencias Sociales.

Parafraseando estas aseveraciones de Las Palabras y las Cosas, podemos ahora afirmar que la correlacin entre campos de saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad se ha modificado radicalmente desde la experiencia de la cultura que pensaba su verdad, en el mbito de las Ciencias Sociales, organizaba la accin de uno sobre otros, en trminos de disciplina y evidenciaba su modo de subjetivacin en la relacin de fuerzas hombre. Hombre ha sido la figura de lo humano que el siglo XIX configur el pensar, normaliz las relaciones, constituy sujetos. Figura que persiste, vaca de contenido y alzada en armas, en aquellas de las actuales construcciones discursivas que reivindicando lo aejo desconocen al hombre del futuro que nos liberar del ideal existente hasta ahora y asimismo de lo que tuvo que nacer de l, de la voluntad de la nada, del nihilismo,[Nietzsche, F.; 1887 110] Actualmente la visin del hombre cansa -Qu es hoy el nihilismo si no es eso?... Estamos cansados de el hombre[Idem 51]

Por tanto, se encuentra el presente, ante el desafo de pensar/se en otro contexto y bajo otros interrogantes, con otra argumentacin e incluso ante otra perplejidad muy diversa de aquella que le diera lugar con carcter de fundacional y estructurante por la que el hombre adquiri la ambigua situacin de ser sujeto y objeto del conocimiento.

III.-

Es esta disolucin del hombre por el saber que l mismo ha emprendido,

el fenmeno contemporneo ms caracterstico.

En consecuencia, es a la muerte del hombre a lo estamos asistiendo,

en el interior de nuestro saber.

(Foucault, M.;

Estamos a principios de algo, constataba G. Deleuze en Post Scriptum sobre las sociedades de control. [Deleuze, G.; 1990] Aquella descripcin, toda, la que se realiza en ese texto acerca del advenimiento de un nuevo tipo de sociedad, no nos deja ya, perplejos, ms bien, se nos ha hecho evidente.

Sin embargo, tal acontecimiento est an por pensar/se y tal pensamiento ha de orientarse hacia el anlisis y reflexin respecto de la situacin particular en la que nos hallamos en tiempos en que los sentidos posibles de la pregunta en torno de lo humano ya nada puede tener que ver con la pretensin de una definicin de Hombre y sus correspondientes o potenciales prescripciones y aplicaciones.

El hombre actual, dentro de qu sistema de conocimiento se encuentra inmerso? Dentro de qu saber?

Hay que descubrir lo que est ocurriendo actualmente.

Hay que: Analizar condiciones epistmicas que no estn determinadas por el estudio de tal o cual autor sino por la ubicacin de cada uno de ellos en un mapa general de emergencia de prcticas y significaciones novedosas respecto de la episteme moderna {Rodriguez, Pablo, tesis 277] () En la nueva episteme la representacin estalla y su onda expansiva deja al hombre slo como una de las tantas instancias en las cuales ella se manifiesta [Idem 308] La lingstica, la antropologa y el psicoanlisis dejan paso a las ciencias cognitivas, ciencias de la comunicacin y las neurociencias.

La necesidad de una filosofa de la cultura, -que asuma esto-, est dada especialmente en que lo que cobra hoy sentido como filosofa ya no es la pregunta por la esencia, ni la necesidad del dato que diferencia al hombre del animal, ni la distincin entre natura y nurtura, ni re-instaurar una figura, puesto que toda forma es precaria, y depende de las relaciones de fuerzas y de sus mutaciones () lo que hace que la pregunta que constantemente se repite es, pues, la siguiente: si las fuerzas en el hombre slo componen una forma al entrar en relacin con fuerzas del afuera, con qu nuevas fuerzas corren el riesgo de entrar en relacin ahora, y qu nueva forma puede surgir que ya no sea ni Dios ni el Hombre?[Deleuze, G.; 1986 167-168]

Se ha hecho imperioso abandonar los anclajes obsoletos de los lugares desde donde se pone la mirada, como cierto fundamentalismo terico, una suerte de naturalizacin de la poltica y sustancialismo de las ideas, ms la consabida moralizacin del anlisis puesto que entretanto ocurre lo que ocurre, y la sociedad evoluciona, saliendo de lo alcanzado, hacia un futuro desconocido.

Ms bien la indagacin deber dirigirse a identificar tanto los problemas con que lo humano se encuentra en el presente como los modos de reconocimiento y representacin cuando se ha producido el desmantelamiento del postulado antropolgico. Esto es: la experiencia de s no se reconoce ya en la experiencia occidental clsica y moderna- de la Subjetividad, sino en el seno de un nuevo orden de gestin poltica y la construccin de una nueva sociabilidad, lo que, como es evidente, deviene problema filosfico.

Hasta aqu y desde la poca Clsica nos hemos experimentado como Sujeto - modo de subjetivacin que remite a la identidad racional- y en especial desde el Siglo XIX- hemos hecho la experiencia de nosotros mismos como Hombre, modo de subjetivacin resultado de una totalizacin que no admite otra forma que no sea el yo racional. El modelo de civilizacin del gnero humano, la domesticacin racional del Sujeto-Hombre con la consiguiente expansin de su poder sobre todos los objetos y, la estricta distincin Naturaleza-Cultura en cuyo seno se gest el Hombre como modo de existencia en tanto ciudadano, sujeto de derechos, que no es otra cosa que el efecto de programaciones y adiestramientos muy precisos.

Esa experiencia, ya no es la nuestra.

Hoy, no hay razn para pensar que la razn se limite al hombre. Nos est claro que:

* se ha transformado la memoria como base biolgica de la cognicin.

* la lgica es una parte del pensamiento humano transferible a la mquina.

* son las imgenes y no el lenguaje las que producen nuestras relaciones sociales

* nuestro espacio pblico ya no se constituye en torno del lenguaje ni por una esfera intersubjetivamente compartida en torno al acto de lectura y escritura. [Ulm, H.; 2010]

En sntesis, el problema humano de hoy no cabe en los mrgenes del horizonte de saber Ciencias Sociales- que despleg la Modernidad, ni son analizables por la teora jurdica del contrato ni por la teora econmica de la lucha de clases. Estamos en condiciones de hablar de Ciencias Pos-Humanas. Es decir, de una nueva y diferente experiencia de la cultura producida ya una mutacin consistente en que las fuerzas del afuera en el hombre entran en relacin con nuevas fuerzas del afuera, que no son ya, las de la finitud sino de un finito-ilimitado, si denominamos as toda situacin de fuerza en la que un nmero finito de componentes produce una diversidad prcticamente ilimitada de combinaciones [Deleuze, G.; 1986 169]

La Ciberntica y la Teora de Sistemas, nicho de la informtica, la inteligencia artificial, las neurociencias, la proxmica, la biologa molecular, la inmunologa, ponen en evidencia la suspensin de la Representacin en el seno de lo Humano. La comunicacin, incluso, dejar de ser una cuestin exclusivamente humana.

All donde hasta este momento y desde la ruptura epistmica del siglo XIX la representacin ha tenido que ver con la funcin de los organismos debemos pensar ya en sistema y programa, donde hemos hablado de lenguaje y enunciado hemos de rendirnos a las evidencias del giro digital y el cdigo.

Ciertamente las disposiciones del pensamiento moderno han desaparecido de manera que ya no nos reconocemos en esa experiencia de la cultura.

Ante estas evidencias: Cmo se podra seguir dando por hecho que el pensamiento tiene que ser humanista?

Cmo mantener la rgida distincin entre Sujeto y Objeto y la caracterizacin del hombre desde una perspectiva biolgica y cultural?, cuando las fantasas de seleccin biopoltica han tomado el relevo de las utopas de justicia, lo que antes era la accin social ahora es la comunicacin y lo que antes era Sujeto, ahora es Sistema, se disuelven las referencias a lo humano en lo social y el sistema comunica y al hacerlo pulveriza al sujeto como fuente de sentido.

Cuestin presente que compromete los modos de existencia y la conformacin de un sistema mundo en el que hay que captar el agenciamiento que se est produciendo, para identificar los modos de subjetivacin -modos de existencia- de la nueva conformacin que toca vivir a los habitantes del siglo XXI, al menos, de sus comienzos.

Pero no han de ser temidas las rupturas de sentido, experimentadas en la subjetividad como una especie de extrao en nosotros. Rupturas inevitables, que nada tienen que ver con indicadores de desintegracin sino con enfrentamiento con la alteridad portadora de lneas de virtualidad. Se trata de inventar territorios puesto que la vida consiste en diferenciarse.

Cuando un territorio existencial deja de tener sentido, caotiza, se derrumba, es que una mquina se deshizo, y esto significa que los flujos que la componan se conectarn con otros flujos, haciendo otros cortes, agencindose en otras mquinas, produciendo otras lneas de virtualidad, que tomarn o no consistencia en nuevos territorios existenciales [Rolnik, S.;La muerte de Guattari en: Zona Ergena N13 Ao IV Otoo 1993 p. 29]

El espritu de poca ya es de otra naturaleza, se ha producido una mutacin y se impone la pregunta acerca no ya de la fijacin de modelos ejemplares, sino por cmo funciona? lo que ya es de otro modo y obliga a traer a experiencia cmo se podra hacer algo de un modo diferente a como se ha hecho hasta ahora y por tanto la indagacin debe dirigirse ms bien a las posibilidades de variacin de los presupuestos del pensamiento tico-poltico.

Dilucidar la experiencia actual significa pensar de otro modo lo que entendemos por Sujeto, pensar de otro modo la historicidad de las formas de experiencia.[Cfr. Foucault, M.; 1976]

Esa bsqueda implica dejar de tomar lo normal como criterio de realidad y descubrir las fuerzas del afuera con las que entra en relacin esta experiencia de la cultura, discernir la figura de lo normal en lo actual, interrogar sobre las condiciones de posibilidad, no perder de vista que lo normal es el efecto de prcticas de normalizacin. Por ello estamos ante el desafo de evitar el riesgo de pensar el siglo XXI como si fuese el siglo XIX, para lo que en principio se ha de hacer la historia de los modos de percepcin, tener perspectiva en estas multitud de experiencias fragmentadas y fragmentarias, encontrar el modo de construir historia con estos fragmentos, para poder captar bajo qu modos de percepcin son posibles y se organizan los actuales procesos de subjetivacin; puesto que si algo ya es seguro es que hay una discontinuidad radical entre las formas de visibilidad y los dispositivos soberano, disciplinares y nuestras sociedades de control.

Gilles Deleuze, adelanta lo que hoy constituye el mundo en que nos movemos, en cuanto a que indiscutiblemente los modos de existencia no se dirimen ya en la experiencia de Vida, Trabajo, y Lenguaje; sino en trminos de sistema, programa, cdigo, informacin. Las fuerzas en el hombre entran en relacin con fuerzas del afuera, las del silicio que toma revancha sobre el carbono, las de los componentes genticos que toman su revancha sobre el organismo, las de los enunciados agramaticales que toman su revancha sobre el significante [Deleuze, G.; 1986 (169)]

El centro se ha desplazado hace ya mucho-. En otro tiempo, el punto neurlgico era la fbrica, porque era el lugar en donde se efectuaba el dominio del organizador sobre el organizado, del dueo y patrn sobre el trabajador. Hoy, -y esto ya no es reciente- la relacin de clase se ha desplazado y el dominio lo ejerce un aparato sobre una poblacin.

Nos hallamos, sin dudas, ante un nuevo orden de gestin poltica de los individuos. Cmo podemos hablar hoy de produccin de subjetividad?Cmo pensar la poltica en la era de la produccin y reproduccin tcnica de la vida?, cuando como expresaba Guattari, es cada vez ms tributaria de agenciamientos maqunicos lo que hace necesario detectar devenires inditos y crear nuevas articulaciones entre el hombre y la mquina. [Guattari, F.; 1989 (9)] La tcnica como es sabido, no es neutral, es condicin de produccin y resultado de un estado de la sociedad que le ha dado origen y a la que contribuye a modelar. Las formas de vida se han vuelto tecnolgicas, es innegable la creciente tecnificacin de los procesos productivos, de las capacidades humanas e incluso de los modos vida, tanto como el desarrollo y expansin de las tecnologas info-comunicacionales. Estas formas de vida tecnolgicas son formas hipercodificadas. El modelo del poder es el de programa, no ya el del molde disciplinar, sino el de la modulacin de instrucciones que se graban o copian en el cuerpo. El mundo se ha convertido en un inmenso sistema en movimiento perpetuo del que slo podemos percibir imgenes tiempo, signos que remiten a signos. El sujeto es un operador de signos temporales, que debe tomar las seales que le llegan a cada momento y ponerlas en conexin con otras seales para producir ms seales. Lo que en concreto podemos denominar devenir no-Hombre del hombre y para ello es necesario dar lugar a las mutaciones y los nuevos espacios. De hecho, y slo por tomar un ejemplo, la potencia de las aplicaciones biotecnolgicas aparece con tal evidencia que obliga a hablar de una nueva relacin de los hombres y su medio natural y social.

Bien podra ser que expres alguna vez Jorge Semprn- que as como el siglo XX ha estado dominando por la cuestin de la transformacin de la sociedad, el siglo XXI lo est por la cuestin de la transformacin de la especie.

Arriesgando bastante ms, -ya que justamente habla de sociedad de riesgo- Niklas Luhmann concibe que:No hay que excluir, incluso mirndolo con atencin es probable, que los hombres desaparezcan como seres vivos. Quiz se sustituyan a s mismos por seres vivos humanoides genticamente superiores. Quiz diezmen o extingan su especie mediante catstrofes autoproducidas. O destruyan de tal modo los auxiliares tcnicos que nos son habituales que slo sigan siendo posibles formas muy elementales de supervivencia. En todo caso las futuras sociedades, si es que las hay sobre la base de la comunicacin con sentido, vivirn en otro mundo, basado en otras preferencias, y en todo caso se asombrarn ante nuestras preocupaciones y nuestros hobbys como ante rarezas con un limitado valor de entretenimiento, si es que quedan rastros de ellas y competencia para leer esos rastros. [Luhmann, N.; 1992 p. 140]

La mquina antropolgica ya no articula naturaleza y hombre para producir lo humano por medio de la suspensin y captura de lo inhumano.

Algo que ya no es ni animal ni hombre se instala entre naturaleza y humanidad. Lo que debe plantearse de un modo nuevo es la propia cuestin de lo humano. [Cfr. Agamben, G.; 2004]

Si la cuestin de la filosofa es la cuestin de ese presente que somos nosotros mismos se nos hace evidente que ya no podemos pensarnos en los mrgenes del giro lingstico (estructuralismo, marxismo, filosofa analtica) por tanto, enfrentamos el desafo de distinguir los dominios de experiencia que en el presente resultan constitutivos de modos de lo humano. La emergencia de nuevos campos vuelve caduca la idea de sujeto. Se abren lneas de subjetivacin que escapan a las lneas anteriores

Es necesario aislar los gestos que permitan identificar el malestar de la cultura es decir, el malestar de la experiencia, siendo como es que no nos es posible no hacer experiencia y puesto que lo real se nos totaliza bajo la forma de experiencia, de modo que el punto de partida es: no comprender ni presuponer, nada.

En Las cuarta y sptima vejaciones del ser humano cerebro, evolucin e imagen del hombre [1992 p. 118sgs.]Gerard Vollmer propone una nueva lectura de lo planteado por Freud en Una dificultad del psicoanlisis [1917] acerca de las heridas narcisistas de la historia de las ciencias modernas en la cultura occidental, interpretada como un proceso de vejaciones sucesivas. A los tres golpes al narcisismo /(1) giro copernicano, (2) teora de la evolucin, (3) psicoanlisis/ que consigna Freud, Vollmer sostiene que deben agregarse los producidos por: (4) la etologa humana, (5) la teora del conocimiento, (6) la sociobiologa, (7) la computadora y por ltimo, (8) la neurobiolgica.

Siguiendo este anlisis, Peter Sloterdijk se ocupa justamente, del malestar de la cultura o ms bien de lo asombroso que resulta, que siendo la modernidad antes que nada, la historia de la recepcin y popularizacin de la competencia en materia de construccin y utilizacin de mquinas, y siendo una cultura que jug su chance, en la construccin de mquinas no debera asombrarse constatando la alienacin tcnica del mundo Lejos de ello, Sloterdijk propone la tesis segn la cual el dominio fenomnico de la psiqu conoce, tres edades o eras: una antigedad animista, una Edad Media subjetivista y una era asubjetivista o maquinista () Se puede interpretar esta sucesin de tres estadios de lo psicolgico como una historia de las desustancializacin progresiva. () El Humanismo clsico, hoy est agotado () de aqu en ms la modernidad maquinista se ve forzada a proclamarse como la oportunidad superior. Hay que convertirse en tecnlogo para poder ser humanista. [Sloterdijk, P.; 2001]

IV.-

Qu pasara si despus de todo no existiera ningnYo

en absoluto en la experiencia

que sintetizara contradictoriamente los momentos

y as, lograra el conocimiento y la propia realizacin?

Qu si la historia y el pensamiento no necesitarn de esta sntesis;

Qu si las paradojas debieran seguir siendo paradojas

y si el carcter equvoco de estos universales,

que tambin son particulares,

no debiera ser eliminado?

[Lyotard, F.; 1992 78]

Se trata de interrogar por aquello que hace que en cada tiempo lo humano cobre ciertas y determinadas figuras centrales. De modo que se interroga no para determinar una esencia sino por aquello que logre expresar el acontecimiento.

Si hemos de atender al planteo de Foucault acerca de que ya no estamos en la sociedad disciplinaria, la pregunta por lo humano se re-habilita y deviene nuevamente cuestin a pensar en tanto problema acerca de esto que somos y lo que nos hace ser lo que somos. Se nos hace imperiosa la pregunta por las condiciones de posibilidad histrica de lo que nos permite an si o ya no pensar(nos) en el sesgo de la relacin de fuerzas, Hombre, propia de la configuracin moderna. Si -como insta el prrafo final de Las Palabras y las Cosas- hemos comprendido acabadamente que el hombre es una invencin reciente y que en tanto figura del campo del saber se borrara, como en los lmites del mar un rostro de arena en cuanto las disposiciones que le dieron lugar- desaparecieran tal como aparecieron , en cuanto oscilen, como lo hizo, a fines del siglo XVIII el suelo del pensamiento clsico entonces, habremos comprendido tambin que el trabajo, en tanto problematizacin, es el de indagar ese movimiento en la experiencia de la cultura.

En consecuencia, en la misma medida en que hemos ido dejando de pertenecer a la configuracin que dio lugar a la figura Hombre, se re-habilitan e imponen las preguntas en torno de lo humano en el seno de una experiencia otra.

Quizs por esto tambin haya que plantear la indagacin problematizadora de la experiencia de la cultura actual conjuntamente con la determinacin de las lneas fuerza que constituyen hoy los procesos y modos de subjetivacin en que lo humano se reconoce, a diferencia, de aquellos en los que se reconoca al momento del giro antropolgico o si se quiere, de la muerte de Dios.

Desde este planteo no es dable pensar que el Hombre concurri a llenar un vaco -sino que en tanto acontecimiento se hizo posible y necesario en la mutacin del saber producida a principios del siglo XIX cuando la historicidad se constituy como fundamental forma de ser de lo emprico-. Nos concierne entonces, pensar otros modos de subjetivacin que nacen en el espacio que queda libre al desaparecer el Hombre, en estrecha relacin con la muerte de Dios, tal como lo anuncia el pensamiento de Nietzsche.

Es tiempo de prescindir de la interpretacin humanista.

La cuestin es la de plantear el problema del hombre en sentido de las preguntas que puedan dar cuenta hoy de lo humano y ello no puede acontecer sino en la inquietud por desmontar las redes del poder en que los sujetos y sus modos son constituidos en el interior de la sociedad del capitalismo avanzado.

Se trata de asumir el desierto, es decir, de pensar de nuevo, distinguir las racionalidades especficas por las que en las sociedades de control, la relacin saber-poder-sujeto conforma nuevas subjetividades, bien diferentes de las de la experiencia de la cultura moderna.

Por tanto, el problema no es tanto justificar la existencia de otra disciplina como tomar en cuenta que la pregunta por lo humano, desplazada del presupuesto de la esencia debe dar cuenta en el presente de las condiciones de posibilidad de las representaciones de lo humano que funcionan en esta actualidad, cuestionar las evidencias, problematizar el presente y destramar la redes del dispositivo que hacen que el Hombre est de nuevo por pensar.

Por tanto se ha de avanzar sobre las lneas posible del pensamiento y de la poltica despus del hombre. Porque: despus del hombre no significa que no haya modos de obligarnos a decirnos quienes somos. No quiere decir tampoco que no haya modos de darnos una subjetividad ni quiere decir que no haya ejercicio de poder sino ms bien que, en la medida en que no hay una esencia que dice a priori quienes somos, esa enunciacin se decide y determina en los modos en que se estructuran las conductas que configuran nuestros modos de ser: tcnicas de gobierno que estructuran nuestros campos eventuales de accin. [Ulm, H.; 2007]

Los modos de subjetivacin son construcciones de los modos de gubernamentalidad por tanto cuando los modos de gobierno son los estatales las producciones de subjetividad son las de la voluntad arquitectnica esttica, espacial, la de lo sedentario, --seguridad burguesa-- sumisin a la norma ---normalidad--- bajo el dominio del proyecto lo que reduce toda experiencia constitutiva de la existencia a

normalizacin , empleo del tiempo , reduccin del tiempo de vida en tiempo de trabajo.

Domesticacin racional del sujeto-hombre.

Por ello es necesaria la politizacin de la experiencia en tanto imperativo tico: no ser gobernando, no, de este modo. Salir fuera de eso que somos. Descubrir por fin que el problema no es tanto lo que no nos deja ser lo que somos cuanto lo que nos hace ser lo que somos.

Abrir los tipos de percepcin rompiendo la persistencia del tipo estndar , escaso en apertura y persistente en la reiteracin de las percepciones que se consideran adecuadas, es decir las de sentido comn y la buena conciencia occidental--- e impulsar percepciones de apertura de mundos, es decir aquellas que capten el agenciamiento que se est produciendo. Interrogar los lmites ---lo fronterizo poner en cuestin lo que habitualmente se considera como aceptable, normal, comn, ordenado, esperable, adecuado, para poner en visibilidad lo que no se piensa, lo que se excluye, lo que se silencia. Arrancar al sujeto de s mismo, salir de la mstica, la moral, el saber, la esttica, del buen vivir estatalizado para:

*Franquear los lmites de lo que somos

*Establecer la historia silenciada de nuestras verdades

*Dilucidar la cultura que nos constituye

*Descubrir nuestra propia ontologa histrica

*Rescatar las singularidades silenciadas y excluidas

*Cuestionar las verdades por las que nos reconocemos como sujeto

Ello es politizacin de la experiencia, lo que significa: lograr modos de subjetivacin distintos de los que nos vienen siendo impuestos desde siglos.

Constitucin activa de la forma de existencia.

Para ello hay que ensayar ser como testimonia Deleuze- [1986] no slo creador sino experimentador, dejarse alterar por las corrientes que vienen de afuera, aceptar la deriva de las mismas, dejar y hacer que el pensamiento sea experiencia de vida antes que de razn. Y esto se hace por el camino de establecer los lmites de lo que somos para franquearlos, de establecer la historia silenciada de nuestras verdades y de la relacin con la cultura que nos constituye para resistir, de hacer la ontologa histrica de nosotros mismos para desvelar las fuerzas constitutivas, las singularidades y los devenires mltiples, lo que en sntesis quiere decir: Pensar de otro modo. No declinar experiencia.

Como nunca antes, en nuestro tiempo se ha roto la continuidad entre pasado y futuro.Solamente podemos estar seguros de que no podemos estar seguros de si algo de lo que recordamos como pasado seguir siendo lo que era en el futuro.

Pero esto no es todo. Sabemos adems que mucho de lo que ocurrir en los futuros presentes depende de decisiones que tenemos que tomar ahora. Y ambas cosas estn a todas luces relacionadas: la dependencia de las situaciones futuras de la decisin y la ruptura de la continuidad del ser entre el pasado y el futuro. Porque slo se puede decidir si y en tanto no est establecido lo que ocurrir [Luhmann, N.; 1992 p.p. 127-128]

Se ha constituido para esta experiencia de la cultura un espacio epistemolgico nuevo, como aconteciera en su momento para la experiencia de la cultura del siglo XIX o antes, para la de la poca Clsica en el siglo XVII, Estaremos tal vez demasiado dominados todava por las primeras consecuencias de tal acontecimiento? [Nietzsche, F.; 1882]

Mostrar las determinaciones histricas de lo que somos, es mostrar lo que hay que hacer. Buscar un pensamiento distinto, -otros modos de ser- componer los agenciamientos colectivos de enunciacin que fabulen nuevos modos de existencia, elaborar micro-poderes que resistan a los principales medios de codificacin: ley contrato institucin, y que escapen de cdigos identitarios que politicen la experiencia desprendindose de la experiencia pasada, es decir, que perciba otro tipo de individualidad, que puede especficamente oponer experiencia a utopa, hacer visibles las heterotopas y dar lugar al nomadismo, por tanto a la metfora.

Estamos ante un nuevo compromiso de la cultura, la obligacin de hacerle frente, est ah.

Referencias Bibliogrficas

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Vollmer, G.; (1992) Philosophia Naturals N 29

Un prrafo particular merece en este sentido el anlisis de la cuestin Derechos Humanos, en tanto y en cuanto slo segn lo expuesto--- cabran para quien acredite como Hombre. Bajo las condiciones establecidas por la razn occidental, otro, no tiene derecho ni a la vida, ni a la libertad, ni a la propiedad, ni a ninguno de los derechos que quedan reservados en forma exclusiva para quienes se comprenden dentro de lo definido, pre-establecido, como humano. Ms an merece anlisis especial en el seno del capitalismo avanzado y consecuentemente sociedad de control en las que:el concepto de derechos humanos es inseparable de la gran marcha hacia el confort, en tanto que las libertades a las que ellos se refieren, preparan la auto-realizacin de los consumidores. Consecuentemente, slo estn en todas las bocas all donde ha de construirse la infraestructura institucional, jurdica y psicodinmica del consumismo[Sloterdijk, P.; 2005 206]

A partir de la ciencia se sabe la anatoma, los mecanismos de produccin y los sistemas de conjugacin. Se sabe la finitud del hombre por todo lo que lo define y a la vez, lo limita. Sin embargo con toda una esperanza iluminista el terico del siglo XIX mantiene una esperanza indefinida. La evolucin puede perfeccionarse (progreso) la produccin puede no enajenarse (revolucin) y las palabras pueden volverse transparentes (ideal de comunicacin)

Remito a los efectos a: Filosofa de la Cultura. Resignificaciones de la Cultura en: VVAA; Lo Humano en entredicho. Gral. Roca, PubliFadecs, 2008