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Suplemento Cultural de La Jornada Veracruz 2 Domingo 31 de enero de 2016 2 Año 1 / Número 1 2 Coordinador: José Armando Preciado Vargas E d i t o r i a l U na característica que habría distinguido a la capital y presu- mido desde el siglo XIX es la de ser el referente cultural y político del estado. La Atenas Veracruzana y Estridentópolis son algunos de los apelativos que le fueron endilgados dada su amplia oferta de encuentros y actividades artísticas, entre las que destacan sedes como el Teatro del Estado, casa de la reputada OSX, entre otra concentración de instituciones de esta índole nuevas e históricas, la mayoría asociadas a la vida de las aulas. Todo ello debería significar el desarrollo de una mirada de la co- munidad más humanista y socialmente comprometida, sin embargo, en la capital no se alcanza a ver; apenas algunos grupos académicos y promotores se ocupan de rescatarla. Ni se diga de esta situación en el resto del estado, no obstante el amplio patrimonio cultural que posee. Por el contrario, la ausencia de una agenda cultural generalmente forma parte del modus vivendi de los llamados niveles socioeconómi- cos bajos, debido a la poca relevancia ética y cognitiva que el sistema educativo le ha otorgado a este aspecto sustantivo en la formación integral de las nuevas generaciones, asoladas por la violencia, la in- certidumbre del futuro y la nociva inmediatez de televisoras e Internet, y el uso abstractivo de las redes sociales, con su enorme capacidad disgregadora y formadora de individuos desinteresados de participar activamente en su realidad, presas fáciles del consumo indiscriminado de cualquier cantidad de basura que discurre en la web. Es irrecusable que tras la pérdida del Hay Festival por una movili- zación justificada en su planteamiento que criticaba la legitimación de la violencia gubernamental contra la libertad de pensamiento –pero que dejó a esta ciudad sin acceso a tan importante confluencia artística–, quedó un gran vacío que difícilmente podrá llenarse con la decreciente distribución de recursos públicos para otros eventos patrimoniales como La Candelaria o las fiestas de El Tajín; si desde la UV no se abrieran espacios, no sólo en Xalapa sino en todo Veracruz, habría una sequía definitiva de trincheras para la difusión de la cultura, salvo el esmerado trabajo de unos cuantos colectivos. Es por ello que en La Jornada Veracruz se emprende un modesto pero auténtico esfuerzo con la publicación de un suplemento mensual de carácter cultural, cuya aspiración es convertirse en una honesta aportación a la carencia de la cuestión cultural de la que adolecen tam- bién los medios. El tamaño del hueco es enorme pero lo sería mayor si nadie se ocupa de ello. El Bye Festival Marduck Obrador Cuesta Recuento de la primera edición de la fiesta que tropicaliza la cultura El árbol germánico de la poesía Judith Santopietro Crónica del Latinale, en Berlín, con poemas de Elsye Suquilanda, Luis Chaves y Daiana Henderson Los libros de Hyperión Adán Delgado Reseña de la novela Méjico, de Antonio Ortuño Ya voY llegando / Melchor Peredo Maternidad / Melchor Peredo

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Page 1: Suplemento Cultural de La Jornada Veracruz 2 Domingo 31 de ... · Los personajes mexicanos, ... sus hijos, dardos de cultura envenenados de encuentro y desenfado. Cultura que enhebra

Suplemento Cultural de La Jornada Veracruz 2 Domingo 31 de enero de 2016 2 Año 1 / Número 1 2 Coordinador: José Armando Preciado Vargas

E d

i t o

r i

a l

U na característica que habría distinguido a la capital y presu-mido desde el siglo XIX es la de ser el referente cultural y político del estado. La Atenas Veracruzana y Estridentópolis son algunos de los apelativos que le fueron endilgados dada su amplia oferta de encuentros y actividades artísticas, entre las

que destacan sedes como el Teatro del Estado, casa de la reputada OSX, entre otra concentración de instituciones de esta índole nuevas e históricas, la mayoría asociadas a la vida de las aulas.

Todo ello debería significar el desarrollo de una mirada de la co-munidad más humanista y socialmente comprometida, sin embargo, en la capital no se alcanza a ver; apenas algunos grupos académicos y promotores se ocupan de rescatarla. Ni se diga de esta situación en el resto del estado, no obstante el amplio patrimonio cultural que posee.

Por el contrario, la ausencia de una agenda cultural generalmente forma parte del modus vivendi de los llamados niveles socioeconómi-cos bajos, debido a la poca relevancia ética y cognitiva que el sistema educativo le ha otorgado a este aspecto sustantivo en la formación integral de las nuevas generaciones, asoladas por la violencia, la in-certidumbre del futuro y la nociva inmediatez de televisoras e Internet, y el uso abstractivo de las redes sociales, con su enorme capacidad disgregadora y formadora de individuos desinteresados de participar activamente en su realidad, presas fáciles del consumo indiscriminado de cualquier cantidad de basura que discurre en la web.

Es irrecusable que tras la pérdida del Hay Festival por una movili-zación justificada en su planteamiento que criticaba la legitimación de la violencia gubernamental contra la libertad de pensamiento –pero que dejó a esta ciudad sin acceso a tan importante confluencia artística–, quedó un gran vacío que difícilmente podrá llenarse con la decreciente distribución de recursos públicos para otros eventos patrimoniales como La Candelaria o las fiestas de El Tajín; si desde la UV no se abrieran espacios, no sólo en Xalapa sino en todo Veracruz, habría una sequía definitiva de trincheras para la difusión de la cultura, salvo el esmerado trabajo de unos cuantos colectivos.

Es por ello que en La Jornada Veracruz se emprende un modesto pero auténtico esfuerzo con la publicación de un suplemento mensual de carácter cultural, cuya aspiración es convertirse en una honesta aportación a la carencia de la cuestión cultural de la que adolecen tam-bién los medios. El tamaño del hueco es enorme pero lo sería mayor si nadie se ocupa de ello.

◗ El Bye Festival

Marduck Obrador Cuesta

Recuento de la primera edición de la fiesta que tropicaliza la cultura

◗ El árbol germánico de la poesía

Judith Santopietro

Crónica del Latinale, en Berlín, con poemas de Elsye Suquilanda, Luis Chaves y Daiana Henderson

◗ Los libros de Hyperión

Adán Delgado

Reseña de la novela Méjico, de Antonio Ortuño

Ya voY llegando / Melchor Peredo

Maternidad / Melchor Peredo

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Domingo 31 de enero de 20162

Director: Tulio Moreno Alvarado

Subdirector: Leopoldo Gavito Nanson

Coordinador: José Armando Preciado Vargas

Diseño Editorial: Mayra Licona Aguilar

[email protected]

a ves en la mesa de novedades y te llama la atención: su forro morado con vivos en ama-rillo y blanco hace que le pongas los ojos de inmediato, quizá con cierta reserva porque los

lectores “serios” estamos acostumbrados a libros de apariencia sobria. Te la llevas a casa sintiendo que has caído en las trampas de la mercadotecnia pero emo-cionado, en secreto, porque sí te gustaron el diseño art decó y el título, sencillo y provocador, que ya te cuentan sobre qué va la historia, sus personajes e incluso el tono.

La comienzas una tarde, preocupado por que los otros parroquianos del café no dejan de mirar tu libro morado. Pero te haces el desentendido y descubres las dos historias que se tejen en la novela. Una, la de Omar, un joven descendiente del exilio republicano en México, quien ve truncada su alargada adolescencia por la violencia de un triángulo amoroso en el que está inmerso y que es el punto de partida para una larga huida, una escapatoria que tendrá sus agitaciones y sus remansos, pero que seguirá de forma lineal en la novela. La otra historia, más compleja, es la del menor y menos bravo hermano de una familia que lucha con una de las muchas facciones que estuvieron del lado republicano en la Guerra Civil Española; Yago es un títere que ter-mina por pagar los platos rotos por su familiares. Esta historia no respeta un orden cronológico estricto, pero Ortuño utiliza los títulos de cada capítulo para ubicar el año y el lugar, recurso que contextualiza eficazmente y resalta los saltos en el tiempo y el espacio, y la variedad de escenarios. Te está gustando el libro.

Mientras avanzas en la lectura antes de dormir, procurando esconder el barco rojo y el cielo amarillo de la portada de la vista tu esposa, descubres que la secuencia de los capítulos, aunque anecdóticamente y temporalmente diferentes, va creando cierta secuen-cia temática: por ejemplo, el despojo marca un par de capítulos para dejar paso a otros tres en los que la persecución y la huida son las constantes. Este ritmo

va haciendo latente, poco a poco, el sabor amargo del exilio: la pérdida de la casa, de la tierra, de la identidad, la incertidumbre del futuro inmediato y la impotencia de no poder proteger a los tuyos de las embestidas de la guerra. Parece que los personajes quedaron signados eternamente por la desgracia. Y piensas que ese proceso ha rebasado generaciones, que aún hoy en México se sigue segregando, a veces como víctimas, a veces como victimarios, a la comunidad española. “Te has de sentir muy gachupín, pinche mamón”, atosigan los compa-ñeros de secundaria a Omar, y te parece que lo oímos todavía cuando en algún compatriota se hace evidente

el origen español.Pero la historia no trata sólo de los gachupines,

claro. Los personajes mexicanos, en particular ese Concho que te parece un cabrón desalmado, son hijos maltratados de ese país exuberante, hipócrita y mise-rable al que llegaron los republicanos en la tercera y cuarta década del siglo pasado. México, con j o con x, trata de la misma manera, descarnada y violenta, a sus hijos y a sus entenados.

Encuentras que el narrador no es distante, que la crónica de los sucesos, aunque los cuenta alguien exterior a la trama, va usando la jerga, los adjetivos y sustantivos y las construcciones gramaticales que des-cifran y muestran cada ambiente. Ortuño hace sentir lo que cada uno de los protagonistas vive haciendo que el narrador esté de su lado, pero no como partidario sino como acompañante. Un apasionado nos cuenta la historia.

La constante en la narración es la persecución: estás por llegar al final de la novela y ya tienes los ner-vios hechos puré de tanto rogar que los cazadores no alcancen a sus presas, cuando ante los personajes que parecen víctimas aparece la oportunidad de detener el horror, aunque sea a costa de su vida. ¿Qué harán? Al menos tú ya sabes que debes detener esa persecución, que no importa que las personas te señalen, que eres lo que eres y que saldrás por la calle con tu libro de forro morado con vivos en amarillo y blanco.

Quiero agradecer a la Librería Hyperión el apoyo para elaborar esta reseña. Recuerda que Méjico y otras novelas de colores más llamativos las encuentras en Octavio Vejar 59, colonia Encanto, en Xalapa, puedes contactarlos en el (228) 8 41 26 59 o la página face-book.com/hyperionlibreria

los libros de HYperión

Adán delgAdo

◗ Te has de sentir muy gachupín

MéjicoAntonio Ortuño

Océano, Hotel de LetrasMéxico, 2015

L

uarenta y ocho horas. Un parén-tesis, un puyazo en el lomo de la bestia tan acostumbrada a que le pidan chichi. Tiempos civiles vs.

tiempos burocráticos con su fenomeno-logía pendiente del Módulo. 14 y 15 de enero del año 2016 reunió en estridentó-polis un poco de mole de voluntades para desamodorrar la ciudad que yace herida de muertes concéntricas y fríos atroces.

Para Huitzilopochtli que devora a sus hijos, dardos de cultura envenenados de encuentro y desenfado. Cultura que enhebra sus filamentos en horizontal, sin la parafernalia del gran Tlatoani inte-lectual que dice y se va con las alforjas repletas.

Llegar diciendo adiós es una ma-nera de practicar los encuentros y hacer el amor. Es la forma en que el Bye Fes-tival insistió en el cambio de estructuras anquilosadas en la inoperancia y la leja-nía del acto cultural.

“Tropicaliza tu mundo”, comparte hombro a hombro, desarticula y dinamita el caos impuesto que nos divide y aleja. Suda, baila al son de la charla y la música, de la poesía y del cuento. La sociedad civil nos podemos repensar enlazados en una convivencia y vida más justa. Romper la parálisis, la esclerosis con la autoges-tión, se vio que es un camino que transita hacia la alegría y mitiga, aunque sea un poco, tanta tristeza que nos rodea.

El festival que llegó cuando todo se ha ido de Xalapa y de nuestro Estado, se abre como un espacio en los márgenes que da voz y visibilidad a lo que soslaya el mainstream de nuestro país, altamente clasista.

Destacable el hecho de que cada uno de los participantes del evento lo hizo por el simple gusto de compartir sus quehaceres, inquietudes y conocimien-tos, sin ningún interés económico. Mu-chos se trasladaron de diferentes puntos de la República sufragando sus gastos y siendo hospedados por los residentes en Xalapa.

Así transcurrieron dos días con mesas de intercambio, presentaciones de libros, lectura de obra, un concier-tazo de los Aguas Aguas, proyección de video y una instalación de obra gráfica. Se sintió que entre todos recuperamos la cartografía simbólica y poderosa de una ciudad y sobre todo el entusiasmo de muchos de sus jóvenes.

Lista de participantes: Rafael Toriz López; Brenda Ríos; Luis Emilio Go-magu; Gisela Pérez de Acha; Los Aguas

Aguas; Lorena Huitrón Vázquez; Fede-rico Vite; Daniel Flores Magón; Roberto Jiménez; Rafael Antúnez; Leticia Cufré; Damián Báez Galván; Aki Itami; Daniel Cruz; Feli Dávalos; Jorge A. Sánchez; Jazmina Barrera; Milton Läufer; Daniela Bojórquez; Luis Ernesto Nava; Carolina Alvarado Feldman; Herson Barona; Juan Patricio Riveroll; Javier Ahumada; Wina

Obake; Rodrigo Márquez Tizano; Ca-mila Krauss; Alejandro Albarrán; Ale-jandro Ricaño; Susana San José.Instalación de obra gráfica: Jimena Ramos; Sr. González; Brenda Castillo; Julio María.Sedes: Librería Los Argonautas; Café teatro Tierra Luna; Facultad de Música de la Universidad Veracruzana.

MArduck obrAdor cuestAEl Bye Festival

Foto Óscar García Soberano

C

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Domingo 31 de enero de 2016 3

Renania Westfalia: Bochum- DoRmunt- GüteRsloh- BielefelD- hannoveR- Wol-fsBuRG- GaRDeleGen- BeRlín, alemania, 31 De octuBRe De 2015/ A veces, cuando voy en un tren cruzando Alemania de Oeste a Este, un tren que avanza hacia Hannover desde la cuenca del Ruhr, cuando ha quedado atrás el antiguo poblado de mi-neros y sus bombas dormidas bajo tierra y sólo se suceden robles y hayas en el mismo camino donde los siglos de la desgracia y la guerra, vienen a mí otros recuerdos y afuera ya no son los campos rojos y dorados del otoño en la Baja Sajonia, ni los surcos pliegan las semillas y sus estrías se convierten en vasijas donde crece el trigo. Es la Ciudad de México, aún tengo 29 años, y Jania Kudaibergen y yo nos encontramos en la plaza central de la UACM para el Festi-val de Editoriales Cartoneras e Independientes. Platicamos acerca de proyectos literarios, lenguas originarias, talleres y viajes iniciáticos; invariablemente yo me exorcizo ha-blando de la guerra y un intento de secuestro en 2012, de cómo el ácido episodio desvió el itinerario de la editorial Iguanazul y mi propia vida. Alrededor de nosotras, las lecturas de poesía sonorizan el patio de la universidad.

Han transcurrido dos años desde aquel primer en-cuentro. Ahora, en medio de un salón del bar Neuland, las dos hablamos de nuestra afinidad por la palabra exilio, de lo que dejamos en la última casa habitada antes de iniciar el viaje permanente; yo bebo mezcal blanco de la sierra de Guerrero y ella prefiere cuidar el ardor titilante en su estómago; los demás intervienen los libros de cartón que confecciona la Papka Cartonera a manera de taller impro-visado. Acontece la última noche del Coloquio ¿Nuevas formas de Literatura Subalterna? Las editoriales carto-neras como plataforma para las voces marginadas, esa idea que Jania prefiguró en sus recorridos desde el Norte hasta el Sur de México para reunir proyectos culturales y

académicos en la Ruhr-Universität Bochum. Dos días atrás, John Beverly, cofundador de los

Latin American Subaltern Studies en Estados Unidos, autodefinido como crítico literario-académico, abrió la serie de ponencias con una sentencia tajante: “Los críti-cos literarios famosamente tienen una relación resentida con la literatura, y nos gusta esa relación resentida. Estamos un poco sospechosos de novelistas o poetas o productores de literatura cartonera porque pensamos que somos grandes también pero resentidos. La crítica siem-pre lleva un cierto resentimiento” (sic). Después vinieron en racimo preguntas y una intensa discusión acerca del concepto del “otro” y el “subalterno”. Yo, en lo personal, quise indagar sobre los puntos ciegos del movimiento subalterno a 30 años de su fundación: la Historia de los pueblos fundadores y originarios que soslaya; la voz del subalterno que emerge gracias a la voz del académico; los actos que dignifican el entorno donde se ejerce la comunalidad; el subalterno... ¿quién lo define?, ¿por qué prefijarlo en el fondo de la superficie?, ¿desde dónde se mira y se pronuncia ese vocablo del “otro”?

Se sucedieron las presentaciones de las editoriales: La Cartonera, Cohuiná e Iguanazul (México), Pensaré (España) y Papka (Alemania), y la propia Jania (Ruhr-Universität Bochum) dio una muestra de su tesis: lo que vio, leyó y soñó en sus años de investigación entre comunidades, cartoneros y jóvenes poetas que trajo a este salón alumbrado por lámparas cónicas en la Rottstraße 15. Entre tanto, los demás pintan las cubiertas y algunos leen poesía atravesados ya por la intensa flama del mez-cal, yo la observo ligera, con su piel de alabastro y sus ojos de mujer nacida en Kazakhstan, dispuesta siempre al próximo destino.

Los días previos fueron grises, había sólo una escasa luz por las mañanas que se disolvía paulatinamente hacia las cinco de la tarde. Aunque ahora, mientras el tren se aproxima a Berlín y estoy sumida de tristeza en el asiento 13 —número mesoamericano de los ciclos que terminan e inician otras épocas—, el sol del otoño va impregnando los pasillos, los rostros y los amantes que viajan a distintos túneles. A mi lado, un chico bebe agua de una botella azul eléctrico, la luz apacible se refracta hacia la lenta densidad del frío que viene con las horas. Ambos miramos por la ventana el sesgo de los puentes y sus líneas cósmicas, el prado rojo todavía desprovisto de nieve; quizá cada uno intuye su propia lejanía o simula una historia donde nos conocemos una noche en Alexanderplatz. Se desliza otro país ante mis ojos y todavía sueño con Blue-J y el amor, aquel verano intenso cuando lo conocí y vestía chamara de cuero café y sombrero de alas anchas; yo tratando de intuir si el chico era nativo americano. Pienso en el blue water corriendo por mis venas, en mi cerebro navegando en los torrentes precipitados de la felicidad y luego el último salto a los acantilados llenos de cactáceas. Cuando despierto, la máquina sigue su marcha entre las praderas, un paisaje testigo de los gritos y la sangre, los campos bombardeados en la guerra ahora fértiles de toda flor y fruto. Después de todo, pienso en Blue-J y lloro por la irremediable pérdida de lo que nunca fue.

Estoy en Berlín y es 31 de octubre. Llegué en el interre-gional exprés: una máquina veloz que traza serpientes entre las planicies verdes a 300 kilómetros por hora. Es el atardecer y todo flota en esa inexorable luz rosácea de las horas últimas. Recuerdo el muro lleno de graffitii a un lado de los rieles, y casas y fábricas pasando desdibujada-mente en las ventanas de los vagones, exhalando humos casi nocturnos. La entrada a la ciudad siempre es de ese modo: hay un ruido de máquinas metálicas, edificios como pajareras breves, suburbios menos sacros que parecen los pantanos que nadie quiere habitar. Me instalo en el 19 de Derfflingerstraße, cerca de la pequeña zona roja donde mujeres de Europa del Este, Asia, África y Latinoamérica permanecen en las calles pese al frío; algunas llevan una pequeña cobija para cubrirse durante su descanso en las jardineras sucias de un estacionamiento. Alrededor, sus proxenetas husmean en las aceras, vigilan desde los cafés turcos cada movimiento, hacen llamadas y bromas, tienen esa mirada ensombrecida de los que han vivido por déca-das el underground. Asomo la vista a través de la ventana de mi habitación en un quinto piso: la caída del sol/ 4.45 pm: hora en que la luz desaloja la metrópoli/ filas de árbo-les cuyas hojas son estrellas del otoño seco, montoncitos que crujen bajo los pasos de la gente/ más allá una laguna o un reflejo de agua/ la luz naranja, a veces lila.

Un minúsculo mercadillo de otoño se extiende en Post-damerplatz con puestos que exhiben salchichas volup-tuosas y aromáticas, trozos de carne magra en panes, glühwein y pretzels para el almuerzo, pero nada de goulash. Aún así, en las sillas voladoras los niños gritan con euforia caleidoscópica en cada vuelta al ritmo de una terca melodía surf.

Abordo la ruta 100 y la ciudad va brotando a través de espejos, busco minuciosamente el roble de Thor en cada puerta de las casas, rastreo los frontispicios para encontrar el árbol germánico de la poesía con su tronco ancho, sólo que la rapidez no me permite hallarlo: disparo, disparo, disparo la nikon infatigablemente. Sé que algo habrá cuando vacíe la memoria. Han pasado cinco años

Judith sAntoPietro El árbol germánico de la poesía

Moribunda desde la mañanaterminó el cortocircuito de la avispa.

¿Se le llama cadávera eso que queda del insecto muerto?

Desde el alto balcón de Friedenause ve pasar el río del calendario.

Una vez escribimos M I L Fy ya nunca nos recuperamos.

Una vez, otra,en la habitación oscura,la lectura braille de pezones.

El rumor fluvial de los meses,el aleteo supersónico de la Wespe

Tal vez es una exageraciónpensar que, del barrio,la nuestra es la conciencia más tranquila.

La idea de un año que cabe en el exoesqueleto.

luis CHaves

iDeas pequeñas

Luis Chaves (San José, 28 de agosto de 1969) Poeta considerado una de las figuras más destacadas de la poesía costarricense contemporánea. Recibió el Premio Nacional Aquileo Echeverría en la categoría de poesía por su libro La máquina de hacer niebla (2012). En 2012, apareció La foto / Das Photo, una selección de sus poemas traducidos al alemán por Timo Berger, bajo el sello editorial Hochroth de Berlín y La máquina de hacer Niebla, antología poética editada en Sevilla por La Isla de Siltolá. Autor invitado en el programa artístico/de creación berlinés del DAAD

Metiste la mano dentro del pantalón,La rascaste a Marucha sin ningún razón…

Metiste la mano dentro del pantalón,La rascaste a Marucha sin ningún razón…

En mi asiento vista afuera,Con mi periódico la escena era certera,Mis ojos concentrados en las noticias nacionales del Berliner zeitung…

De repente como un trueno…Vino un estruendo corporal.

Primero que la cerveza te querías tomar,Tu hombre te decía que la ibas a amargar…

Concentrando nuevamente a mis asuntos retorné,e inconscientemente otra vez a la escena volteé

Esta vez tus tetas yo pude ver…Un poco me horroricé!!

De tu cabeza parecías no estar bien …Mientras tu hombre luchaba para esconder,Las tristezas de ese atardecer…

Mientras el tren quería explotarCon la cantidad de gente...Dos asientos frente a ti parecían no existir…Nadie quería ver que escondías bajo el bolso [de entre tusPiernas…

Esta vez, tus tetas yo pude verno te niego me horroricé!

Metiste la mano dentro del pantalón,La rascaste a Marucha sin ninguna razón

elsYe suquilanda

postDam ZuG o tRen a potsDam

Elsye Suquilanda (1979, Quito, Ecuador) empieza a es-cribir cuentos desde los 6 años de edad. Entre lo mas des-tacado está el libro de poesía surrealista “Nalgas“ (2003), premiado internacionalmente, la poesía “Un shabat con Lemed”,“Gasas en los úteros” que fue llevada al cine como cortometraje dirigido y actuado por Elsye. Sus poemas han sido incluidos en varias antologías. Ha sido invitada por numerosos festivales, como el festival de poesía Joven Hugo Mayo, en Guayaquil, Ecuador. Ha participado en proyec-tos poéticos como “Transversalia” de la revista Humboldt Latinoamérica Berlín (2012), “Cita de la poesía” Madrid España – Berlin Alemania 2013, “Tejedor en Berlin”, pro-yecto poético Bilbao-Berlín (2014) o “It occurs to me that I am America” de Nicole Delgado, New York- Puerto Rico (2015). Vive y trabaja en Berlin desde 2008. Pertenece a los colectivos Kollektiv Dunckerstrasse en Berlin, Alemania, y Profanofilms en Quito, Ecuador.

Nota: en este link se puede oír el ritmo con el que se puede leer este poema basado en hechos de la vida real

https://soundcloud.com/rukisukye/potsdam-zug

Una luz momentánea, inalcanzable, irrepetible, un agujero efímero en el techo del cielo, COMO EL OJO DE DIOS

Asfalto, Luis Chaves

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Domingo 31 de enero de 20164

desde mi última visita y la geografía parece otra: no es la misma esencia de la galería Tacheles ni del café Zapata, no está Nim Alae para cantar hip-hop en lengua kaqchiquel ni yo deambulo esas madrugadas por los laberintos donde los chicos punk se reúnen y bailan cumbia latinoamericana.

En Alexanderplatz el sol llega horizontal sobre la fuente de Neptuno para que los reptiles salgan a tomar un baño. Me deslizo mudamente hacia los puentes que atraviesan el río Spreed, con espontaneidad bebo un mez-cal que blanco y ardoroso cae gota a gota al fondo, una salutación un rezo un deseo; me deslizo tristemente hasta un puesto de libros afuera de la universidad; me deslizo por las fotografías de Herbert Hoffman que dicen

Van caminando ellas las mujeres en amplias faldas y su mirada ceniza las demás ellas en vestidos lacios de seda cuando las aceras tibias unasillitauntocadiscosunascajas demadera con pescados plata-gelatina un tunco las arrastra con su bastón alguien gira un barril una manta con cien-tos de navajas para rasurar dos niños compran y ríen en complicidad el circo va y el circo viene posan ellas las mujeres cuadros vivientes desvestidas en el club nocturno perlitas de odalisca en sus pechos padre e hijo cantan trom-peta y flauta en la zozobra el hambre silba el hambre ríe y hace maromas van todos con sus caras pálidas de polvo se derriten sonríen avanzan se termina un cuarto de siglo...

En la transparencia azulínea se erige la Puerta de Brandenburgo. Tomo dos fotos, subo a la ruta 100. No hallo más entusiasmo para caminar. Escribo correos sin

respuesta a Blue-J, pero él se difumina al otro lado, su silencio se acerca igual que una tormenta:

(...) Ya llegué a Berlín, casi todo el tiempo permanezco en casa intentando concentrarme para un ensayo que no he podido escribir (...) hace un poco de frío, hay muchas hojas doradas en las calles; llevo una pequeña botella de mezcal a todos lados y voy bebiéndolo en mis descansos. Pienso en ti siempre. Quizá debo quedarme en casa (...) En el último día juntos, nos dormimos mientras afuera caía una tormenta, después la luz se hizo tenue, delgada y oscura. /ese momento al lado de Blue-J lo voy a recordar siempre, pensé/. Entonces cierro los ojos y te veo dor-mido, afuera la lluvia hace drop-drop en las maderas del balcón, las plantas crecen con vehemencia en el jardín, quizá es la música quizá mi sangre que regué días antes quizá la ceniza de mis rezos. Estamos juntos en Texas, no es México, ni Leiden, ni la insufrible pesadilla de Bolivia, tampoco es Madrid, ni Suiza o Nueva York (...)

La mañana del 3 de noviembre me reúno en la estación cen-tral con los poetas Rike Bolte —traductora y cofundadora del Festival Rodante de Poesía Latinoamericana-Latinale—, Elsye Suquilanda de Ecuador y Luis Chaves de Costa Rica, para lanzar la versión académica del Latinale en la Univer-sidad de Osnabrück. Un viaje de retorno a la Baja Sajonia con el cocodrilo poético a bordo y las enseñanzas del chi-choísmo poético. Los árboles ven pasar mi rostro dinámico y confuso nuevamente, intuyen la rapidez con la que escribo sobre Blue-J desde los sitios de mi ánimo perverso, ya no hay drop-drop onomatopéyico, ningún mensaje de él en mi teléfono. Al llegar, caminamos por la ciudad con prisa para ver las estatuas de bronce donde el poeta guatemalteco Wingston González posó años atrás.

En la universidad, dirijo un taller-charla sobre Iguana-zul Cartonera para abordar el tema de diversidad cultural y lingüística en México, pero de pronto se convierte en un la-boratorio de cartón, hojas y tinta con la que los adolescentes logran versiones aumentadas de la Antología Nawatlahtolli, literatura en lengua náhuatl de las Altas Montañas de Vera-cruz, recopilada en 2010. Tres horas después, me traslado de inmediato a la Literaturbüro Westniedersachsen donde los poetas sonreímos con la fuerza que proviene de los nervios y el cansancio. Hablamos de nuestros recorridos literarios, leemos en voz alta, tradicionales y sutiles unos, aunque Elsye Suquilanda enseguida nos embulle en la techno-noise poesía y su “Berlín Bolita de cristal/ sé un praktikant/ Berlín bolita de cristal/ es donde quiero yo estar”.

La charla posterior a los poemas se estira salvaje más de una hora ante un público germánico, casi en su totalidad, que pregunta indómito por todos los detalles, los sitios y las fechas, los nombres y procesos, las pala-bras, su deglución y parimiento. Todo se filtra en español, también bajo sajón, quizá en westfaliano. Esa noche dormimos mansamente en un hotel–monasterio, no hubo más aliento para el mezcal después de la cena.

¿Perlas poéticas o pecados de juventud?, nos preguntó Daniel Bencomo, escritor mexicano, a los poetas de Argentina, Brasil, Chile y México ante un público abun-dante en el Instituto Iberoamericano. Entonces había que revelarle las experiencias retorcidamente subjetivas con la escritura de aquellos primeros años, del primer poema casi virgen de taller, sin pudor alguno, sin compunción ni culpa. Dime los poetas qué marcaron tu escritura en ese momento, a quiénes leías... pensé de inmedianto en Puerto Rico: la poeta María Elena Hinojosa, quien en los talleres de mi ciudad natal me dio a leer a Hugo Margenat, el poeta político que le cantaba a la revolu-ción. Memoricé “Al frente”, lo recité en voz alta con ella innumerables veces, rodeadas de esos óleos gran formato en naranja y salpicados por la lluvia vespertina. Un día abrió un cajón y ahí estaban los papeles del homenaje individual que el artista Oliverio Hinojosa, su hermano y alma gemela, realizó a Margenat en aquel país: “Rojo amigo,/ iremos delante, en la primera fila,/ para recibir con los ojos abiertos/ la primera lluvia de balas”. Luego, sin duda, vino José Revueltas y su prosa poética, y al fin la poesía mesoamericana y las narraciones orales de mi tía Enedina Piña Cogco en el pueblo de mi padre: Ixhuat-lán. Dury de Bagh iniciaba una gitana-rumba-oriental.

BeRlín- lonDRes- 3,500 pies soBRe el nivel Del maR- entRe Reykjavik y GoDthaB- 10,668 metRos- austin, texas, 5 De noviemBRe, 2015/ Sobrevolamos el mar y el desierto, alguna zona donde los exiliados nave-gan y son puntos minúsculos que se evaporan, casi invisi-bles van apilándose en los litorales, por montones empu-jan las orillas prohibidas de Europa. Pienso en el regreso a un sitio que me pertenece, donde aguardan mis libros y las esencias de lavanda, algunos pinceles de escritura china, las postales de Vermeer donde captura la luz de los atardeceres holandeses. Encuentro a las mismas personas en su rutina de sosiego y busco a Blue-J ansiosa, como quien busca a un efebo texano-americano en la selva de los edificios universitarios. El último día lo llamé desde el aeropuerto y estaba adormilado, sin pronunciar nada en español. Sólo sigo mi rutina en la quietud del lago contiguo, es un intento por aparentar que no sucedió, por replegar el sendero andado una y otra vez hasta mi apar-tamento. Supongo que así es el arraigo. Pienso que así es la sensación de ser parte de un espacio. Creo que así es el amor que se instala por semanas pasajeras y luego es tenue o lila, rojo y amargo, casi de un sabor ocre, pero brilla como la luz de Berlín o los atardeceres llenos de urracas anidando en Austin.

Puedes visitar algunos videos:Latinale: https://vimeo.com/145368358 https://vimeo.com/145137516Coloquio: https://www.youtube.com/watch?v=LY8BaNOGHwk&feature=youtu.be

Judith Santopietro (México, 1983). Poeta e investigadora. Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2014, México. Ha publicado en Anuario de Poesía Mexicana 2006 (Fondo de Cultura Económica) y el libro Palabras de Agua (Praxis, IVEC y Conaculta, 2010). Ha sido visitante en el programa “Time in Intercultural Context: the indigenous calendars of Mexico and Guatemala”, Universidad de Leiden, Países Bajos, 2015. Cursa el doctorado en Iberian and Latin American Literatures and Cultures en la Universidad de Texas en Austin. Dirige Editorial Cartonera Iguanazul, un proyecto para revitalizar las lenguas originarias entre las comunidades migrantes en la ciudad de Nueva York

Fb: Judith Santopietro / Twitter: @judesantopietro

Sigo encontrando cierta dicha en ir en bicicleta hasta tu casa. Remar no se trata de llegar a la isla, es disfrutar el trayecto –dijo Ricardo cuando nos enseñó. Cada desplazamiento tiene su clave sensitiva. Bajo los cambios para subir, después apoyo el peso del cuerpo en los pedales y me dejo caer en picada. Se entretejen nudos en los pelos cuando se ponen a flamear hacia atrás. Las construcciones van perdiendo altura, una estela de humo atraviesa el cielo dibujada con la punta de una fábrica. Aterrizo en la entrada de tu casa, las cosas andan bastante mal ahí adentro o en cualquier otro reducto que tengamos que compartir. Puedo aceptar que ya no nos queremos como antes,pero, si insisto, es porque la distancia fabricada entre nosotros es tan hermosa y delicada como ningún otro trayecto que conozca hasta ahora.

daiana Henderson (argentina)

Dicha

Del libro Un foquito en medio del campo (2013)

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