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CUERPOMENTE · JUNIO 1998 ·14
El miedo es una respuesta útilante un peligro que percibi-mos de forma consciente osubconsciente: nos pone en
alerta y nos prepara para actuar y pro-tegernos rápidamente, impulsándonosa luchar o a huir. Si se reconoce a tiem-po, se puede proceder con cautela y noes necesario llegar a estos extremos. Pe-ro, por miedo al miedo, muchas perso-nas no se atreven a sentirlo. Entoncesdeja de cumplir su función sana y em-pieza a crear síntomas, físicos y psíqui-cos, que dificultan la vida de la personaasustada y la de quienes conviven conella. Así, en vez de protegerla, producelos resultados que más se temían.
Muchos de los grandes problemassociales –la xenofobia, la violencia do-méstica, el paro, la contaminación– asícomo muchos problemas de salud tie-nen que ver con este «miedo al miedo»,el cual, en cierto modo, es inherente alsistema de vida occidental con su énfa-sis en el individualismo.
Como ser separado del resto delmundo, poblado a su vez de seres sepa-rados, uno se encuentra muy solo y pe-queño frente a un universo muy gran-de y complejo. Algunos se esfuerzanpor dominar la situación y no perder elcontrol en ningún momento, otros ha-cen lo imposible para evitar exponersea situaciones de riesgo, pero ni unos niotros lo logran realmente.
Primeros indiciosMientras estás leyendo, toma un mo-mento para sentir tu cuerpo. Está encontacto con partes sólidas del mundo.¿Pero descansa tu peso en ellas o algunatensión lo impide? Nota cómo entra ai-re y te expande, y cómo sale y te dejadescansar hacia dentro. Siente el reco-rrido de lo que comes y bebes desde laentrada hasta la salida. Las vías respira-torias y el tubo digestivo son huecos y es-tán en contacto directo con el exterior,de modo que lo más profundo de tu ser
corpóreo también forma parte del mun-do exterior. Allí, en la profundidad,aparecen los primeros indicios del mie-do: cierta flojera de estómago, muy pa-recida a la excitación por algo que te en-tusiasma, y muy parecida a la sensaciónde hambre también. Físicamente, lo queocurre cuando sientes miedo es que teapartas un poco del mundo para reti-rarte hacia dentro o para defenderte, yreduces ese espacio central del cuerpo.No estás «a tus anchas» en el mundo, teseparas de él todavía más e intentas do-minarlo o someterte.
Cómo afrontarloCuando tememos al miedo, le concede-mos el poder de perturbarnos. Pero noes el miedo en sí lo que es tan terrible,sino nuestros pensamientos los que loconvierten en algo difícil de soportar.
Si dejamos abierto el espacio en elcuerpo donde transcurre, el miedo si-gue su proceso informándonos paraque se actúe o no, según la ocasión, y alcabo de un tiempo desaparece. Sintién-dolo, se puede saber si es razonable o in-ducido por las creencias y exigencias in-fantiles, que siguen ocupando espacioen el cuerpo, suspendidas en una espe-cie de «shock post-traumático». Pero in-cluso en este caso, el miedo es una res-puesta adecuada del organismo.
Si lo aceptamos, podemos reconocer-lo como lo que es, una emoción nadamás, y tratarlo adecuadamente. Enton-ces, se asimila destilando el conoci-miento que ofrece y, con el tiempo, serecupera la capacidad de respuesta. Losataques de ansiedad y pánico, las fobiasy compulsiones, la depresión y el agota-miento nervioso, emocional y mentalque conlleva pueden considerarse el re
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El miedo protege de los peligros,pero el temor a sentirlo puede ser
tan peligroso como sus causas.
A la muerte y a la enferme-dad. Respeta la vida en todas
sus manifestaciones y vívela
con aprecio y gratitud.
Al dolor. Siéntelo para descu-
brir sus causas y posibles reme-
dios. Igual que el miedo o cual-
quier otro sentimiento,si tratas
de reprimirlo o luchas con él,
sólo lo agravas.
Hacer el ridículo.Atrévete
a salir a la calle y haz tres cosas
que consideres que son real-
mente ridículas.
La violencia. Si no te sientes
capaz de ayudar a la persona
violenta a descubrir qué teme,
distánciate de ella.
Lo desconocido.Abre tus
sentidos y atrévete a explorar.
Otras razas,culturas,elotro género. Interésate en co-
nocerlos y descubre en qué son
diferentes y en qué similares a ti.
Equivocarte.Haz las cosas
lo mejor que puedas,y atrévete
a tomar decisiones.Rectifica
tus errores y aprende de ellos.
Al castigo.Reconoce tu culpa
y,por lo demás,no juzgues a na-
die y no serás juzgado.
Al fracaso.Mira a todos los fra-
casados del mundo,inclina la ca-
beza ante ellos y diles:«Soy igualque vosotros.Por favor,ayudad-me a aprender de vuestros erro-res».Luego,gírate y mira hacia
tu actual reto con la conciencia
de tener una gran riqueza de
experiencia a tus espaldas.
Al compromiso. Evalúa tus
prioridades y pon tu corazón
en el camino que escoges,
afrontando tus miedos confor-
me van apareciendo.
Reconocer la causa de nuestros temores y saber cómo pode-
mos responder ante ellos es el primer paso para superarlos:
Un antídoto para cada tipo de miedo
AC
TIT
UD
ES Cómo reconocerlos
y aprender de ellos
Supera tus miedos
recida a la excitación por algo que te en-tusiasma, y muy parecida a la sensaciónde hambre también. Físicamente, lo queocurre cuando sientes miedo es que teapartas un poco del mundo para reti-rarte hacia dentro o para defenderte, yreduces ese espacio central del cuerpo.No estás «a tus anchas» en el mundo, teseparas de él todavía más e intentas do-minarlo o someterte.
Cómo afrontarloCuando tememos al miedo, le concede-mos el poder de perturbarnos. Pero noes el miedo en sí lo que es tan terrible,sino nuestros pensamientos los que loconvierten en algo difícil de soportar.
Si dejamos abierto el espacio en elcuerpo donde transcurre, el miedo si-gue su proceso informándonos paraque se actúe o no, según la ocasión, y alcabo de un tiempo desaparece. Sintién-dolo, se puede saber si es razonable o in-ducido por las creencias y exigencias in-fantiles, que siguen ocupando espacioen el cuerpo, suspendidas en una espe-
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El miedo es una respuesta útilante un peligro que percibi-mos de forma consciente osubconsciente: nos pone en
alerta y nos prepara para actuar y pro-tegernos rápidamente, impulsándonosa luchar o a huir. Si se reconoce a tiem-po, se puede proceder con cautela y noes necesario llegar a estos extremos. Pe-ro, por miedo al miedo, muchas perso-nas no se atreven a sentirlo. Entoncesdeja de cumplir su función sana y em-pieza a crear síntomas, físicos y psíqui-cos, que dificultan la vida de la personaasustada y la de quienes conviven conella. Así, en vez de protegerla, producelos resultados que más se temían.
Muchos de los grandes problemassociales –la xenofobia, la violencia do-méstica, el paro, la contaminación– asícomo muchos problemas de salud tie-nen que ver con este «miedo al miedo»,el cual, en cierto modo, es inherente alsistema de vida occidental con su énfa-sis en el individualismo.
Como ser separado del resto delmundo, poblado a su vez de seres sepa-
rados, uno se encuentra muy solo y pe-queño frente a un universo muy gran-de y complejo. Algunos se esfuerzanpor dominar la situación y no perder elcontrol en ningún momento, otros ha-cen lo imposible para evitar exponersea situaciones de riesgo, pero ni unos niotros lo logran realmente.
Primeros indiciosMientras estás leyendo, toma un mo-mento para sentir tu cuerpo. Está encontacto con partes sólidas del mundo.¿Pero descansa tu peso en ellas o algunatensión lo impide? Nota cómo entra ai-re y te expande, y cómo sale y te dejadescansar hacia dentro. Siente el reco-rrido de lo que comes y bebes desde laentrada hasta la salida. Las vías respira-torias y el tubo digestivo son huecos y es-tán en contacto directo con el exterior,de modo que lo más profundo de tu sercorpóreo también forma parte del mun-do exterior. Allí, en la profundidad,aparecen los primeros indicios del mie-do: cierta flojera de estómago, muy pa-
–Albert Ellis,«Cómo controlar la ansiedad antesde que le controlea usted» (Ed. Paidós).
–Eugene T. Gendlin,«Focusing, procesoy técnica delenfoque corporal» (Ed. Mensajero).
–B. Hansmann,«Con los piesen el suelo»(Ed. Icaria).
–Sam Keen,«Aprende a volar» (Ed. Edaf).
–Eva Pierrakosy D. Thesenga,«No temas el mal» (Ed. Pax Mexico).
–Dra. ClaireWeekes,«Autoayuda paratus nervios» (Ed. Edaf).
LIBROS DE INTERÉS
cie de «shock post-traumático». Pero in-cluso en este caso, el miedo es una res-puesta adecuada del organismo.
Si lo aceptamos, podemos reconocer-lo como lo que es, una emoción nadamás, y tratarlo adecuadamente. Enton-ces, se asimila destilando el conoci-miento que ofrece y, con el tiempo, serecupera la capacidad de respuesta. Losataques de ansiedad y pánico, las fobiasy compulsiones, la depresión y el agota-miento nervioso, emocional y mentalque conlleva pueden considerarse el re-sultado del círculo vicioso del miedo almiedo. En estos casos puede ser reco-mendable un ansiolítico recetado por elmédico, tomar flores de Bach o un me-dicamento homeopático, a fin de que laintensidad de la emoción no lleve alagotamiento.
Controlar los síntomas
El miedo tiene lugar en el cuerpo. Si nole concedemos el espacio para seguir sutranscurso y desaparecer, se manifiestaa través de diversos síntomas: palpita-ciones, aumentos o descensos de la pre-sión sanguínea, dificultad para respi-rar, presión en el pecho, nudo en lagarganta, tartamudeo, temblores, ticsnerviosos, flaqueo en la piernas, rigi-dez, sudor, picores, escalofríos, sonro-jos, molestias intestinales, vómitos, pe-sadez en la cabeza, insomnio....
Aunque sean molestos, ninguno deestos síntomas es mortal. Hay que tran-quilizarse y respirar. La respiraciónconsciente y dirigida voluntariamenteayuda a permanecer en el presente y arelajar los músculos, expandiéndolos alinspirar y soltándolos al espirar. Esto fo-menta la capacidad de respuesta a loque realmente está ocurriendo.
El miedo se alimenta del pasado y seproyecta hacia el futuro con visiones ca-tastrofistas. Mientras respiramos aquí yahora, hay que prestar atención a lo queestá ocurriendo y contrastarlo con lassensaciones en el cuerpo. En caso de un
Atreverse a sentir elmiedo y aprender de
él, permite revisar viejascreencias y vivir deforma más plena.
Para afrontar el miedo, es muy importante recono-
cerlo físicamente y saber cómo manejar esa emo-
ción. Éstos consejos pueden ser útiles:
n Respira profundamente. Al inspirar, tu cuerpo se
expande en todas las dimensiones, acomodando una par-
te del mundo en tu interior. Nota cómo cambia la presión
de tu cuerpo contra las partes sólidas del mundo con las
que está en contacto. Al espirar, descansas hacia tu centro
y el centro de la Tierra mientras, junto con el aire, dejas sa-
lir al mundo algo de tu interior.
n Notarás que algunos lugares de tu cuerpo no se ex-panden y/o no descansan. Con suavidad, dirige la
inspiración hacia estos lugares para expandirlos ligera-
mente y soltarlos en la espiración.
n Enfoca tu atención en la sensación de la tensión.
No intentes deshacerte de ella, sino interésate por lo que
te puede enseñar. Aumenta la tensión y luego suelta lo
que has aumentado. Hazlo varias veces, prestando aten-
ción al contraste. ¿Cómo te sientes cuando aumentas la
tensión y cuando la relajas?
n Al inspirar, penetra en la sensación y al espirar dejasalir el sobrante de carga emocional.
n Deja tu enfoque abierto, en actitud de pregunta: ¿Qué
ocurre en el cuerpo? ¿Qué quiere ser dicho, oído o hecho?
n El pensamiento racional, que funciona de forma li-
neal, no sirve para captar una sensación global en el cuer-
po, pero, a partir de la experiencia sensorial, puede eva-
luar los resultados, ponerlos en el marco de la experiencia
presente, los recuerdos del pasado y las intenciones del
futuro para desarrollar un plan de acción.
n Si haces el ejercicio con otra persona, aprovecha su pre-
sencia para transmitirle tus sensaciones.
Descubre los miedosque tu tensión oculta
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