sucre, soldado en los andes peruanos (1823-1824) por manuel burga

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Manuel Burga La guerra es simplemente conünuación de la polfüca con otros medios. Karl Von Clausewib, De la Guerra. 1g23. INTRODUCCION Es muy cierto que la moderna historiografía peruana ha preferido, así como en otros países de América Lalina, anarizar el significado de la lndepe¡.rdencia crlolla de 1821,la ambigtra actttación de las élites urtranas, la ausencla del pueblo en su.desarrollo y la frustración de los cambios estructurales que se anunciaban con esta revolución porítica, que estudiar los acontecimientts menudos, casi siempre militares, que protagonizaron los ejércitos exhanjeros que vinieron a ga- nar de manera definitiva la independencia de América Latina en los territorios andinos del Perú. Más aún podemos decir que se ha insistido en lo que no se hizo, lo que no ocurrió y, de alguna manera, ha descuidaclo el conácimiento y ra explicación de los acontecimientos verdaderamente sucedidos. Bte descuido de Ia historia breve, de los acontecimientos, de las luchas militares, áe tos e¡ércitos ali'eados en los campo de batalla, nos ha dejado sin una dimensión muy impor- tante de la realidad histórica de estos años: la guerra. por más, como lo indica lsaiah Berlín citando a Joséhp Le Maistre y a Toritoi, sea imposibin .ono.nrlu .on exactitudl. Entre 1820 y 1g25, aproximaáa-ente escasos cinco años, ra rógica y las determinaciones estructurales cle los acontecimientos del tiempo breve _para uiilizar la terminología braudeliana- no parecen surgir totalmente de la longue durée de la historia peruana. La coyuntura económica y política, así como las particularidades de la sociedad peruana, de sus mayorías y de sus érites, pasan a u' segundo plano y todo parece definirse en el plano de lo militar y er aporte esencial del Ejército Unido Libertador. E.r esta brevísima coyuntura de ra Independencia, me parece que más allá de ras eshucturas y coyunfuras, los acontecimientos se producen to-o ,"rpunstas o reflejos de las acciones de los hombres, así como de ta caüdad de las armas y de la astucia militar de sus eshategas. La historia peruana de estos años, parece .o*Á huídu de fue- ra y el Peri parece conve¡tirse en un gran teabo de operacio.,es militares donde se juega el desüno final de Bpaña en América del Sur. Bto vuelve metorlológicamente interesante ocuparse de lo estrictamente militar y preguntarse por las características pe- ct¡liares del Ejército unido Libertador, de las mentalidades de ü época y de su principar jefe en el Perú de los años 1823 y Ig24, elMariscal Sucre. La historia nrilitar del perú,de una manera bastante esquemática,podríamos divi_ dirla e¡r tres grandes períodos:a. Las guerras de conquista durante el lbiuantinsuyo; b. ¡ L Berlin, Pensadores Rusos, ed. FC.E., Mexico, 19u4. SUCRE, SOLDADO EN LOS ANDES PERUANOS (1823 _1824\ Nuer.,a Sínlesis, Nro 3 - 1995

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Artículo de Manuel Burga Diaz para la Revista Nueva Sintesis Nº 3 (1995)

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Page 1: Sucre, soldado en los Andes Peruanos (1823-1824) por Manuel Burga

Manuel Burga

La guerra es simplemente conünuaciónde la polfüca con otros medios.

Karl Von Clausewib, De la Guerra. 1g23.

INTRODUCCION

Es muy cierto que la moderna historiografía peruana ha preferido, así comoen otros países de América Lalina, anarizar el significado de la lndepe¡.rdenciacrlolla de 1821,la ambigtra actttación de las élites urtranas, la ausencla del puebloen su.desarrollo y la frustración de los cambios estructurales que se anunciabancon esta revolución porítica, que estudiar los acontecimientts menudos, casisiempre militares, que protagonizaron los ejércitos exhanjeros que vinieron a ga-nar de manera definitiva la independencia de América Latina en los territoriosandinos del Perú. Más aún podemos decir que se ha insistido en lo que no se hizo,lo que no ocurrió y, de alguna manera, sá ha descuidaclo el conácimiento y raexplicación de los acontecimientos verdaderamente sucedidos. Bte descuido deIa historia breve, de los acontecimientos, de las luchas militares, áe tos e¡ércitosali'eados en los campo de batalla, nos ha dejado sin una dimensión muy impor-tante de la realidad histórica de estos años: la guerra. por más, como lo indicalsaiah Berlín citando a Joséhp Le Maistre y a Toritoi, sea imposibin .ono.nrlu .onexactitudl. Entre 1820 y 1g25, aproximaáa-ente escasos cinco años, ra rógica ylas determinaciones estructurales cle los acontecimientos del tiempo breve _parauiilizar la terminología braudeliana- no parecen surgir totalmente de la longuedurée de la historia peruana. La coyuntura económica y política, así como lasparticularidades de la sociedad peruana, de sus mayorías y de sus érites, pasan au' segundo plano y todo parece definirse en el plano de lo militar y er aporteesencial del Ejército Unido Libertador.

E.r esta brevísima coyuntura de ra Independencia, me parece que más allá de raseshucturas y coyunfuras, los acontecimientos se producen to-o ,"rpunstas o reflejosde las acciones de los hombres, así como de ta caüdad de las armas y de la astuciamilitar de sus eshategas. La historia peruana de estos años, parece .o*Á huídu de fue-ra y el Peri parece conve¡tirse en un gran teabo de operacio.,es militares donde sejuega el desüno final de Bpaña en América del Sur. Bto vuelve metorlológicamenteinteresante ocuparse de lo estrictamente militar y preguntarse por las características pe-ct¡liares del Ejército unido Libertador, de las mentalidades de ü época y de su principarjefe en el Perú de los años 1823 y Ig24, elMariscal Sucre.

La historia nrilitar del perú,de una manera bastante esquemática,podríamos divi_dirla e¡r tres grandes períodos:a. Las guerras de conquista durante el lbiuantinsuyo; b.

¡ L Berlin, Pensadores Rusos, ed. FC.E., Mexico, 19u4.

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Las guerras coloniales, entre los siglos XVI y XVlll, para implantar y afirmar el dominiohispánico en los Andes; y c. Las gueffas republicanas, generalmente para agredir a lospaíses vecinos o para defender sus territorios periféricos. Las campañas de la Indepen-dencia, que se desaffollaron enhe el desembarco de San Martín en Paracas el 8 de se-

tiembre de 1820 y la muerte del general Pedro de Olañeta el 1 de abril de 1825, consti-tuyen un capítulo muy especial de la historia militar peruana. Los ejércitos que decidenlas baiallas, como los procedentes de Argentina, Chile y la Gran Colombia, vienen defuera,y el furú -{omo Ecuador y Bolivia- se convierte en un gran campo de opera-ciones militares donde se exhiben los ardores de las tropas y las más brillantes tácticas yestrategias de los más grandes jefes rnilitares criollos de entonces. La audacia y el genio

miliiar se ponen a prueba en los campos de Junín y Ayacucho. El personaje central deesta historia militar, sobre todo en los años decisivos de 1823 V 7824, fue Antonio Joséde Sucre. Me interesa situarlo en el contexto peruano de entonces, analizar su desen¡-peño como soldado y concluir presentando algunos de los aspeclos más saltantcs de lapersonalidad de un ilustre soldado criollo del siglo XIX.

1. IA INDEPENDENCIA PERUANA.

La Independencia criolla en el Fbru, como se afirma con insistencia, no inhodujo loscambios que se espemban, no liquidó totalmente el anc.ien régímen colonial, no conürtió atodos los anteriores súMitos del rey español en ciudadanos de la nueva república, ni -finalmente- construyó una república modema sustentada en los renovadores principios de lalibertad ¡nlítica, la igualdad scrial y la solidaidad humana que había popularizado la Revo-lución ftancesa de 7789. Confariamente la independencia puso en marcha un proceso his,tórico que parece confirmar dos de las propuestas fundamentales de Ala<is de Tocqueville".[-a primem: entender a la hisioria como un proc€so donde los cambios, si son progresivos ycon futuro, se explican

-no c¡mo resultado de violentas revoluciones- sino como la culm!nación de largos procesos de madumción histórica. L-a segunda, también muy ünculada a laanterior, es su alirmación de que América del Su¡ o aquella extensa región que salía habajo-samente de la dominación española

-por [a ausencia de una cultum políiica y de costuni-

bres democraticas- no em un terreno propicio pam la instalación y desarrollo de sistemasrepublicanos democráticos. En definitiva lo que lixquwille quería decir es que el éxito de lossistemas republicanos ----como en el caso europ€o- de¡rendía de la madumción histórica delos prenequisitos y que lógicamente no se podían dar "saltos históricos" como el que la Inde-pendencia pretendió impulsar en el furu. Esta no conespondencia enhe los modelos y las

realidades, lo que el historiador Jorge Basadre llamaba la falta de "adecuación" enire las teo-rías, doctrinas y las situaciones concretas, er<plica bien las fmstraciones y las sorprendentesactitudes de la élite criolla limeña en la época de San Martín y Bolívar en el kni. Fs por eso

también que el mismo Jorge Basadre, al inicio de su gmn Historia de la República delFenú, nos dice que mientras la lndependencia en América del Norte duró 6 años, en el sur se

necesitó 14 pam su culminación". Mient-as este proceso ¡rcIítico y milita¡ en la pnmem, con-

[-a democracla en América, ed. Sarpe, Madrid, 1984, tomo L Fs citado muy acertada¡nen-te por Marie Daniele Démelas en su libro, L'lnventlon polítique, Paris, 1992, donde - cornorectificando a Tocqueville - afirma que en América del Sur se desarrollaron democracias res,fringidas o inestablescon características diferentes a la instalada en los Estados Unidos.La Independencia sudamericana se inició en realidad en lerritorio venezolano el 19 de abril

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opositor a [a propuesta reformista del general San Martín. La confrontación políti-ca entre Sánchez carrión y Bernardo Monteagudo, influyente secretario de sanMartín; promotor de la implantación de un príncipe en el gobierno del perú, alcan-zó altos niveles de violencia oral y escritaa. La fuerte oposición a la instalación deuna monarquía constitucional, que había logrado la caída y expulsión de Montea_gudo, fue fragilizando la presencia de san Martín en el perú y po, nro tuvo quepartir

-un poco en la soledad del soldado que había perdido en el campo de laspropuestas políticas- el 22 de setiembre de rg22: "Retirado a la casa dn .u*pode La Magdalena, montó a caballo esa misma noche y, seguido de su asistente yde una pequeña escolta, tomó la ruta entre callao y Lima, que iba hacia Ancón.Allí se embarcó a las dos de la mañana del 22 de Setiembre en elbergantín Bel-granorumbo a Valparaíso', (Basadre, ídem, p. 6).

- No hay nada sorprendenre en esta retirada silenciosa de san Martín, sin lugar adudas uno de los ilustres soldados de [as campañas de la lndependencia. cierto que noes para sorprenderse, pero si para reconocer la flexibilidad de este jefe militar que prefi-rió retirarse a ir contra la corriente internacional y contra Io que se comenzaba a llamarIa opinión pública. Citar a Basadre de nuevo es inevitable: "For eso tienen tanta impor-tancia las palabras de san Martín al marino inglés Basil Hall: wo aspirc a la fama deconquistador del k¡ú. tQue haía yo en Línta si sus habitantes me fuercn conharios?No quiero dar un paso más allá de donde vaya ra opinión pública. La opínión púbticaes un nuevo rcso¡te inlroducído en los asuntos de estos países: los españoles, íncapacesde dírigirla, la han comprímido. Ha llegado el día en que va a manifestar su fuerza y suitnporlancia...'(1d., p.7). Todos los que han estudiado este evento coinciden en señalarque San Martín, en este caso preciso, así como en otros vinculados a la famosa entrevis-ta de Guayaquil, dio una lección de serenidad y desprendimiento.

Luego el congreso constituyente elegirá ra primera Junta Gubernativa del furuintegrada por José La Ma¡ Felipe Antonio Alvarado y Manuel salazar y Baqufiano. unmilitar destacado, un argentino y un crioilo noble; los tres representaúun -uy bien lanaturaleza transicional de este congreso. Una asamblea donde el lastre del ancien régi-men colonial parecía aún muy pesado. Mientras el país era gobernado por esta Junta, elcongreso ----el 19 de diciembre de rB22- aprobó las bases fundamentales de la nuevaconstitución. Era prácticamente la consumación de las expectativas republicanas y elgolpe de gracia a la impopular propuesta samartiniana. k en un .oni*ro profunda-mente divido -.y en el calor de las drsensrones- que José de la Rlva-Agüero fue elegl-do como primer Presidente del furú (28 de febrero 1gz3) y, por presión-de gmpos mili-tares, un poco después se le concedió el título de Gran Mariscal, lo que desencadenóprofundas e insalvables discrepancias entre este caudillo y el congreso. En junio de esteaño la situación había empeorado: Riva-Agüero pretendió disolver el congreso y ésteen respuesta confirió el mando militar a[ General Antonio José de Sucre. Lo que motivó

El 25 de julio de 1822, cuando san Martín se enconhaba en Guayaquil, Monteagudo - suhombre de confianza - fue depuesto por una coalición del congreso. Fue expulsadoiel pafs yviajó a Ecuador y Guatemala. Más tarde regresó, invitado por Bolívar en Julio de rg24, pemluego de las grandes batallas murió asesinado en [a costa pemana en manos de un negro li-berto. Bte enigma fue resuelto literariamente más tarde poi el h-adicionalista peruano Ricarcjohlma recogiendo la versión de que habfa sido J. F sánchez carrión el culpible de su muer-te.

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que de inmediato Riva-Agtiero se embarque en la fragata peruviana,se dirija al norte,desembarque luego en Huanchaco, se instale en Tru;illo er 26 de¡ur,¡o v tome el con-hol, políüco y militar de este departame'to. La reacción del congreso en Lima, el 19 dejunio, fue la designación de J. E sánchez carrión y el poeta José Joaquín olmedo paraque viajen a Guayaquil a acelerar la venida de Borívar al perú puru qu" tomase laconducción de las campañas de la Independencia. con este fin nr .ongr"ro destituyó aRiva-Agüero y designó a José Bernardo de Tágle como presidente cleia república (1g.nov- 1823), poder que mantuvo r.¡nos meses hasta que el Congreso concedió a Bolívarpoderes dictatoriales el L0 de febrero de 1g24.

La agitada evolución política peruana se puede resumir de la siguiente manera: Ri_va-Agüero deviene en un caudillo que trata de liberarse det congr;so I pararelamenteaparece la figura de Tagle como representante del poder legish[vo constitucional. Loque me parece interesante destacar

-ante la inevitable presencia de Bolívar en el pe-rú- es la progresiva metamorfosis sufrida por estas clos personalidades: ambos sevuelven crfücos de los excesos republicanos, áelJacobinismo liberal, de ra utopía socialdefendida por Sánchez Carrión y se convierten en moderados defensores de una han-sición más ordenada, gradual, casi sanmartiniana, combinada con un exhaño nacio_nalismo y una rotunda oposición a Ia presencia de ejércitos y jefes mililares exhanjeros.De manera concreta; el nacionalismo de esros nobles c¡iolros era para jusüficar la opo_sición a Bolívar y para disimular un monarquismo que pretnndía tuscár una salida in-termedia que pusiera freno a lo que consideraban excesos republicanos. La llegada deBolívar era necesaria e inminente.2. SUCRE, JEFE DEL EJÉRCITO LINIDO LIBERTADOR EN EL PERÚ

- B bien sabido que Bolí'¡ar olleció ayuda milihr a san Martín en la misma enhevisúa deGuayaquil realizada los días 26 y 27 de julio de rg2z. EI precedente inmediato es la lregadaa Lima de una diüsión colombiana, mmpuesta de cuatro batanones y al mando de Juan

Paz del casüllo, este mismo mes . Más tardl, er 1g de mazo de 1g23, í" nr*i ur¡ conveniosobre auxilios ---cnbe portocarrero y paz del casülle- para que b"r"*üiu envíe 6000hombres más y que el krú asuma los costos de ros sueldos, veshrarios, equipo y ros gastosde regreso de los colombianos. El recientemente ascendido generar suon, *ql"rdo por Bo-lítrar deja su puesto de inte¡d-enie de pichincha, para embarcarse en Guayaquil rumbo alPerú, el día 14 de abril de 1,g23,como agente ¿e tlrv-ar ante el gobierno der perú y al man_do de una división arxiliar colombiana.

La sifuación que enconhó Sucre en el perú parecía verdaderamenre complicada.En una carta del 15 de mayo de rg23 le dice a Bolívar: ,,EI e¡ército no ,ene jefes: elpaís está tan dividido en partidos como están las hopas de los d¡ferentes Btados quelas forman; el congreso y el Ejecuüvo están discordes y esto r.ro puede tener buen re_sultado; no hay subsistencias para la hopa y las pocas que se adquieren se inviertenmal... en fin, mil males asoman para presagiar que todo se desbarata y en un desmo_ronamiento la división de corombia será parte de ras ruinas" (Basadre, ia., zs¡. La si_fuación parece empeorar un mes después. fuí le comunica Sucre a Bolívar en unacarta del 20 de junio: "Todos mandan en er callao, ros víveres n..u*un y ,on cristribui_dos por diferentes autoridades, siendo sólo suficientes para cubrir las necesidades decincuenta días; las municiones y armamentos han desaparecido sin que er jefe encar_gado de custodiarlos sepa cuár es er destino que se re ha dado,, (Basadre, id., p.25).

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Al día siguiente, el 2\ de junio, a pesar de sus negativas y las urgencias del mo-mento, Sucre fue designado Jefe Supremo Militar y pronto inició sus desplazamientospor la costa y hacia la sierra. Al conocer la deposición de Riva-Agüero "Sllcre declaróque la división colombiana no enha¡ía en cuestiones pofticas internas, con lo que hatóde amenguar la acusación que alentaba las maniobras en conha del primer Presidenteperuano" (Basadre, id.,p. 26). Sucre, el 25 de junio, enüó una nota donde afirmabaque "la conünuación de estas discusiones a presencia del Ejército y al frente de unenemigo poderoso, es un mal del que el Sobe¡ano Congreso y el Ejecutivo serán res-ponsables ante la Pahia" (Basadre, Id., p. 26lr. El "enemigo poderoso", el ejército espa-ñol, había tomado Lima y permanecido en ella, actuando como en territorio enemigo,enhe el 13 de junio y 16 dejulio. Las discrepancias enhe Riva-Agüero y el congteso se

habían incrementado: el 8 de agosto el segundo declaró al primero "reo de alta hai-ción" y el16 de este mes designó a Tagle como Presidente del Perú. El pals aparecía,paradójicamente, con dos presidentes y ambos dispr-restos a dar las rnás amplias facili-dades a los colombianos e incluso dispuestos a iniciar negociaciones con el ¡nisrnoejército realista. Bta situación puso a los peruanos frente a la rotunda disyuntiva: lacontinuidad del régimen colonial, en su modalidad más reaccionaria, o la dictadura deBofvar, con la finalidad de unificar el poder, suprimir las disidencias enhe Riva-Agüeroy el Congreso, darle consistencia y asegurar el triunfo del Ejército Unido Libe¡tador.

Bolvar llegó al Callao el 1 de setiembre de L823 en el bergantín Chimborazo y fuerecibido con aclamaciones populares en este puerto: "Calles, plazas y casas fueronadornadas. Tagle y sus minishos acudieron al Callao a caballo y sirüeron de escolta aliltrste üajero. Ce¡ca de la portada formaron las tropas" (Basadre, id., p.31). La deci-sión de Bolívar de enfrentar la realidad peruana, dada la situación política y militar deentonces, se puede entender solamente denho de una estrategia global para asegurardefinitivamente la Independencia en América del Sur.

El Perú era, como lo hemos indicado, en estos años, un país difícil, casi sumido e¡el caos y en la lucha de facciones: la disputa del poder pasó a un segundo plano la lu-cha conha el español. Había que tener una enorme vocación por la victoria final paravenir a este infierno de disidencias y esto se puede ver en una ¡esolución emitida porBolívar en setiembre de 1824: "Los soldados libertadores que han venido desde laPlata, el Maule o el Orinoco no volverán a su Patria sino cubiertos de laureles, llevandopor tofeos los pendones de Casiilla. Vencerán y dejarán libre al Perú o todos morirán,Señor. Yo os lo prometo" (Basadre,id.,p.32).

En este segundo semeshe del año 1823 las actividades de Riva-Agüero en Trujillo,Tagle en Lima y el Congreso se intensifican y se haban mutuamente, B por esto quefinaknente Riva-Agüero fue depuesto el 25 de noüembre, tomado prisionero por susmismos oficiales y conducido a Guayaquil. Terminaban así las actividades políticas ymilitares de un caudillo que comenzó apoyando abiertamente la independencia, con lapluma y con las armas, para luego

-por desacuerdos con el congreso-- exhibir unexbaño nacionalismo que lo acercó a Bpaña y lo opwo a la presencia del EjércitoUnido Libertador.3. IAS BATALI.AS DECISTVAS; JUNftTI Y AYACUCHO

Las experiencias üvidas en los años t822 y 23 habían sido lógicamente necesa-rias.El Congreso Constituyente,la Junta Gubernativa,y los dos presidentes, mosharo¡

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ya un adelanto de lo que sería la anarquía que vendría después de Bolívar.ltro estos años, después de todo, nos dejó la primem constihrción republicana, las leyes

básicas pam la organización de [a nueva república, nos dejó una esp€mriza. [-a que pareceesfumarse cuando José Maía hndo, político y jurista de [a época, la enjuicia con evidentepesimismo: "Bien pronto los poderes mal equilibmdos enkaron en una lucha funesta. I-os re-sabios de la servidumbre en pugna con los sueños de una libertad desondenada produjeronchoques insensatos, aspimciones ambiciosas, criminales defecciones. I ^s dases que s€ creye-ron malkatadas opusieron una fuer¿a de inercia, o bien maquinaciones encubiertas a la mar-cha del nuevo régimen...(...) Y cuando estos honibles elementos acanearon, como era de es-pemrse, la sedición y la alevosía, fue preciso que el mismo congreso constituyente, ya desdo-mdo por las farciones, echase un velo sobre la imagen de la libertad profanada, destruyese laobm de sus manc y crease el hemendo poder de la dictadum ante el cual las cosas y las per-sonas enmudecieron" (Basadre, ld., p.M). Una suerte de pamdójico corolario de los sueñoslibemles: la instalación de la Repúbtica, de un congreso constifuyente y de un presidente ele-gido condujo

-por la fuerza de las circunstancias- de regreso a un gobiemo fuerte, dictato-

rial, que hacía lógicamente recondar al criticado absolutismo de los üneyes.Luego de la salida de Riva-Agüero, Bolívar instaló momentáneamente su cuartel

general en htivilca y pidió a Tagle, como kesidente, iniciara negociaciones con el vi-rrey La Serna para lograr un armisticio. Nombraron a José Félix de Berindoaga comoresponsable de las negociaciones que muy pronto lo alejaron del conhol de Bolívar yque finalmente [o ilevarán a morir fusilado. Lo que pretendía lógicamente era ganartiempo, diseñar un plan militar para las batallas andinas y coordinar minuciosamentecon Sucre. Durante el primer semestre de 1824 ocurrieron numerosos acontecimientosimportantes. Entre ellos podemos mencionar el motín de Moyano (5 de feb.), el aban-dono de Lima a la soldadesca y a los rufianes (27 defeb.l, y la toma de los poderesdictatoriales por Bolívar el 10 de febrero. De inmediato se inició la preparación de lacampaña definitiva y para esto fue necesario poner en marcha un reclutamiento masivo,aplicar cupos impopulares, imponer a los reclutas fuertes entrenamientos militares ypromover la colecta casi obligatoria de fondos para solventar las actividades del EjércitoUnido. La situación parecía aún más complicada que antes y las palabras de desencan-to de Tagle la expresan cabalmente: "For todas partes no se ven sino ruinas y miserias.En e[ curso de la guerra, é Quiénes sino muchos de los llamados defensores de la patriahan acabado con nuestras fortunas, arrasado nuestros campos, relajado nuestras cos-tumbrras, oprimido y vejado a los pueblos? ZY cuál ha sido el fruto de esta revoluclón?iCuál el bien positivo que ha resultado al país? No contar con propiedad alguna ni te-ner seguridad individual. Yo detesto un sistema que termina al bien general y que noconcilia los inlereses de todos los ciudadanos" (Basadre, ld., p.52). Riva-Agüero exilia-do, Tagte escéptico del futuro de la República y Bolívar dictador parecen ser los hechosmás importantes en un país que se disponía a librar las batallas decisivas de la Inde-pendencia.

La presencia de Bolívar, en estos años 1823 y 7824, un tanto que oculta el tras-cendental papel jugado por Sucre en los campos de batálla. Sabemos muy bien queprovenía de la élite social de Cumaná en Venezuela y que había recibido una buenaeducación en su niñez y parte de su juventud. Era, muy probablemente, por su educa-ción y por el ambiente donde vivió un hombre con ideas ilustradas del siglo XVIII y conuna sensibilidad romántica del siglo XIX. Después de Riobamba (21 de abril 1821) y

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Pichincha (24 de Mayo 1822), Antonio José de sucre era el general venezolano másjoven, experimentado y exitoso de entonces. Llegó al perú con una enorme experien-cia y convencido de que en los Andes peruanos se tenían que librar las últimas batallasde la Independencia.

Me interesa detenerme brevemente en estas dos batallas. Mienhas Bolír¡ar maniobrabaen h cosb, hansitaba por Cajamarca y Huaraz, Sucre se dedicaba a reconocer el terreno enh sierra central y con la ayuda de los montoneros le,¡anhr ros ooquis y planos que luegofireron necesarios. También lnstaló una buena red de espionaJe y organizó Ll abastecimientopara las campañas inmediatas. Por oto lado hay que indicar que el ejército realish al man-do del general José de canterac contaba, cuando inr¡adió hma el 1g de junio de 1g23, con75o0 hombres (5700 soldados, 100 hombres cle artillería y ún de cata[efa) y que conellos se reüró a la siena. Aunque debemos adverür que, de acuerdo a algqnos autores, hsfuezas realisbs llegaban a sunar 18,000 hombres, bien equipados y dirigidc por wra ofi-cialidad de primera dase. l-as fuezas pabiotas sumaban **.u-nntn 10,000 hombres. unfactor que üno a equilibrar más o meno6 esla desigualdad fue la subler¡ación del generalrealista olañeta al mando de 4,00o hombres y la rrgencia de L-a serna de enüar al generalValdez a combaürlo. Bolír¡ar, al parecer, aprovechó este evento para iniciar Ia persecución dehs fuezas realisbs.

Así llegamos a agosto de 1824 y a los preparativos de la batalla de Junfn. Enhe el31 de julio y el 1ero. de agosto quedó concenhado el Ejército unldo en la reglón deQuillota, Rancas y sacramento. Me interesa solamente destacar algunos hechos queme parecen muy reveladores: el ejército pahiota contaba entonces con g,0oo hombresorganizados en hes diüsiones colombianas. La primera al mando del general JacintoLara.- La segunda, del general José María córdova y la tercera, del gáneral José LaMar. La caballería estaba al mando de Mariano Necochea y en reahdád Junfn fue unencuenko enhe caballerías: las 900 plazas de los pahiotas y las 1,300 de los realistas.B necesario indicar que la participación de Bolívar en esta batalla fue directa y fue élquien, a cuat¡o días de esta confrontación, erZ de agosto, arengó a las fuopas en el lla-no de Rancas, a pocas leguas de Pasco. La batalla se produjo el6 de agosto y fue wralucha breve, de 45 minutos aproximadamente, iniciada a las 4 de la tarde, casi sin dis-paros y donde los adversarios se enfrentaron con sables y lanzas. El bien equipadoejército realista fue inobjetablemente derrotado y puesto en fuga: "...no se detuvo sinocuando hubo llegado al oho lado del Apurímac. La mitad de su caballería se pasó a lospahiotas, y cerca de hes mil hombres de su ejército en fuga, desertaron. El desastre fuetotal" (Carlos H. Larrazabal, Sucre, Bs. fu., 1950, p. 163).

Luego del trlunfo de Junfn, canterac ---enhe temores y confuslones- se retiraapresuradamente a cuzco, y Bolívar, luego de pasar el río pampas, establece su cuartelgeneral en chalhuanca. De aquí Bolívar regresó a la costa, voMó a establecerse enPativilca y enfuegó el mando general de las fuerzas pahiotas al general sucre. El vrreyLa serna, mienhas tanto, había concentrado unos 10,000 hombres en cruco y luegáemprendió la marcha para dar el encuentro al eJército pahiota; qw6 el rfo pampaiyllegó a Huamanga. Al parecer el hiunfo anterior no fue suficiente para equiparar lasfuerzas contendientes y el ejército realista

-a pesar de todo- conünuaba con una

buena ventaja de hombres y de armas. fuí lo afirma, por estos días, el mismo Bolívar:"Nuestro eiército era inferior en mitad al enemigo que poseía infinitas ventajas materia-les sobre el nuesho" (Larrazabal, id., p. 173). Más hombres, mejores armas y una ofi-

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cialidad profesional y experimentada eran los mejores títulos de los realistas.No voy a describir los pormenores de la batalla de Ayacucho y me limitaré a lo que

me parece esencial. El Ejército Unido Libertador ocupaba la hmpa de la Quinua,también llamada Ayacucho, a 12 kilómetros de la ciudad de Huamanga, y los realistas,enfrente, las alturas del Condorcunca. Las fuer¿as realistas sumaban 9310 hombres ylos patriotas escasamente llegaban a 5780; la diferencia era bastante considerable. Elgeneral Canterac, y el mismo virrey La Serna, dirigían las fuerzas del rey. Hay dos he-chos que tendúa que destacar: Sucre fue quien eligió el terreno de lucha y tambiénquien inició la batalla. A las 10 de la mañana, del 9 de diciembre de 1824, comenzóesta decisiva batalla. Momentos antes, en los preparativos, se habían vivido momentosde pleno entusiasmo. Así lo afirma Sucre en la parte oficial: "Al reconocer los cuerpos,recordando a cada uno sus triunfos, sus glorias, su honor y su patria, los vivas al Liber-tador y a la República, resonaban por todas partes. Jamás el entusiasmo se mostró conmás orgullo en la frente de los guerreros" (l-arrazabal, id., p.183).

La batalla terminó a las 2 de la tarde y el saldo trágico de las bajas fue el siguiente:en el campo realista 1800 muertos y 700 heridos contra 310 muertos y 609 heridos en-tre los patriotas. kro las cifras más impresionantes vienen del recuento de prisioneros:

"Se hallan por consecuencia en este momento en poder del ejército Libertador los te-nientes generales La Serna y Canterac; los mariscales Valdez, Canatalá, Monet y Villa-lobos; generales de Brigada Bedoya, Ferraz, Camba, Somocurcio, Cacho, Atero, Lan-dázuri, Mgil, Fardo y Tirr. Con los 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 4&l mayores yoficiales, más de dos mil prisioneros de tropa, inmensa cantidad de fusiles, todas lascajas de la guena, municiones y cuantos elementos poseían..." (Gaceta del Gobiernodel rú, Caracas, 1967, t. ll, p. 245, hrte Oficial de Guena). Bolívar recibió la cartade Sucre et 21, de diciembre: "La emoción que produjo tan glorioso acontecimiento enel espíritu de Bolívar fue inmensa; gritaba repitiendo sin cesar la palabra victoria, a lavez que daba brincos como un enajenado, lo cual no es extraño, dada la importanciadel suceso, y sobre todo, el temperamento exquisitamente emotivo del Libertador"(Lanazabal, id., p. 196).

4. SUCRE, UN SOLDADO DE SU TIEMPO. HONOR, GENEROSIDAD Yclv¡sMoSucre, por la educación recibida en Cumaná y por su formación profesional adqui-

rida en los campos de batalla, era lógicamente un hombre con ideas y sensibilidades desu tiempo. Un hombre de la época romántica y un general de las guerras napoleónicas,típicas del siglo XIX, donde contaban las estrategias, las tácticas, las armas, el arrojo delos hombres, la convicción de los soldados y sobre todo los proyectos políticos. Karl vonClausewitz ha definido a la guerra de la siguiente manera: "Así vemos, pues, que [a gue-¡ra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, unacontinuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios"(De la Guerra (1823), Lima,7977, t.1, p. 51).

[a guerm como prolongación de la política es una de las normas respetadas por SanMartín, Bolívar y Sucre. La salida intempestiva de San Martín del krú cuando comprobóque su propuesta no tenía futuro, ni sustento popular, ni aceptación en la opinión pública, es

una buena prueba de la natumleza de estos jefes militares del siglo XIX. L^as mismas actitudesenconfuamos en Bolívar cuando enpresaba su respeto a las instifuciones políticas, a los c¡n-

'i,4j Nueva Síntesis, Nro 3 . 1995

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Jres6 elegidos y a la opinión pública: "El primer paso del libertador al pisar el suelo p€ruano

ttre afirmar su fe en la eficacia de las insütuciones. Cuando e[ congreso lo saluda manifestán-

"ide que desea primordialmente oÍr cualesquiem observaciones que tenga a bien hacer por el

rnedio que estime conveniente, dada la alia confiarua depositada en él por el pueblo perua-

no, y que la Representación Nacional no aspim a oha cosa que a librar sus deliberaciones en

d brdzo fuerte del único hombre ca.pz de salvar el país, Bolívar responde que él no tiene otm

mira sino la destrucción de los enemigos y vuelve a ofrecer al Congreso su aciiva coopemciór-r

en h salrración de la Fahia, y que los escogidos del pueblo p€ruano pueden contar con toda

ia fuerza de las armas de Colombia pam delibemr con eniera libertad..." (Cristóbal L. Mendc>

:a, lnhodurción a la Gaceia del Gobiemo del furu, Camcas, 7967,t.l, p.L). B geneml Sucre

uulo ocpresiones similares a las de Bolívar : "Al saber la deposición de Riva-Agüero, Sucre

d€daró que la división colombiana no enbaía en cuestiones políiicas intemas, con lo qr.re

rató de amenguar la acusación de que alentaba las maniobras en contra del primer [lesidcn-re peruano" (Basadre, ld., t. I, p. 26).

Btas actitudes de los jefes militares de las campañas de la lrrdependencia e¡r el Ft-rú fueron muy importantes para explicar la victoria final. La revolución liberal republi-cana se había iniciado en t776 con la proclamación de la independencia de los 13 es-

tados del lado atlántico en América del Norte, luego se produjo la Revolución Rancesade \789 y finalmente los ejércitos criollos enarbolaron estos principios aprovechando lacoyuntura creada por la invasión francesa a Bpaña. La historia universal parecía mar-char en este sentido: todos buscaban reemplazar --+uando era posible- las vetustasmonarquías absolutas por nuevos sistemas democrático representativos expresados en

las modemas repúblicas liberales. Estas ideologías políticas se habían convertido ensentido común y en mentalidades colectivas. No hay otra manera de explicar la decidi-da convicción y el entusiasmo de los ejércitos patriotas. El 4 de diciembre de 1824,cuando el ejército realista rehuye el enfrentamiento en la Pampa Cangallo, Sucre se

complace en afirmar: "... este sistema era el único que yo tenía, porque los españoles se

s€rviúan de el con ventaja, conocíendo que el valor de sus tropas estaba en los pies,mientras el de las nueshas se hallaba en el corazón " (Gaceta del Gobiern o, 7967 , t.ll, p. 2Ml. Esta medida del valor de sus tropas que se "hallaba en el corazón" tambiénse manifestaba como un gran entusiasmo antes del inicio de la batalla de Ayacucho.

Fara el mismo general Sucre es este "corazón" y el "entusiasmo" de sus tropas, porencima de otras consideraciones, los que también explicaban la victória final: "Segúnlos estados tomados al enemigo, su fuer¿a disponible en esta jornada eran 9310 hom-bres, mientras el ejército Libertador formaba 5780. Los españoles no han sabido queadmirar más, si la intrepidez de nuestras tropas en la batalla, o la sangre fría, la cons-iancia, el orden y el entusiasmo en la retirada desde la inmediaciones del Cuzco hastaGuamanga, al frente siempre del enemigo, corriendo una extensión de ochenta leguas,y presentando frecuentes combates" (Gaceta del Gotrierno, id., 246).

Cinco meses de intensas campañas habían sido suficientes para terminar con elantes poderoso ejército realista. Es impresionante, como antes ya lo indicamos, la can-tidad y calidad de los prisioneros caídos en manos del ejércilo patriota. A las 2 de latarde José de Canterac, conduci¡lo por el general La Mar ante Sucre, se rinde y de in-mediato se inicia la elaboración de una histórica capitulación. Bta se elabora y se fir-ma, el mismo día 9, sobre el ya silenciado campo de batalla. Este tratado nos muestraotras dimensiones de [a personalidad de Sucre y en particular su apego al honor y a la

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generosidad.

La Gaceta del Gobierno del Penú, en múltiples ocasiones, en los años 7823 y1824, había destacado la crueldad, dureza y los excesos del ejército realista, en contra-posición al comportamiento más equilibrado de las tropas del ejército patriota. ¿Es esto

crítica infundada, realidad o demagogia de la prensa patriota? iCómo acercarnos a laverdad si cada bando presenta sus propias explicaciones? . Una buena evidencia de laconducta patriota la podemos encontrar en el comportamiento de Sucre al firmar el

tratado con Canterac, va que aquí encontramos muy bien expuesta la diferencia entre

los que sentían tener legitimidad y legalidad y los que defendían causas perdidas- Sucre

se distinguió por respetar a los vencidos en Ayacucho: "Aunque la posición del enemigopodía reducirlo a una entrega discrecional, creí digno de la generosidad americana con-ceder algunos honores a los rendidos que vencieron catorce años en el Ferú, y la capitu-lación fue ajustada sobre el campo de batalla..." (Gaceta del Gobierno, id., p. 245).

Esta generosidad del soldado del siglo XIX se expresó cabalmente en el tratado de

paz enlre Sucre y Canterac. Un acuerdo de dieciocho artículos donde se hacían, vistodesde la actualidad, numerosas concesiones al vencido. En el artículo segundo, por

ejemplo, se decía que 'Todo individuo del ejército español podrá libremente regresar a

su país, y será de cuenta del Estado del Ferú costearle e[ pasaje...".En el tercero se

admitía la posibilidad de que los realistas podrían pasarse al ejército patriota. En el

cuarto se decía que "Ninguna persona será incomodada por sus opiniones anteriores,

aún cuando haya hecho servicios señalados en favor del rey...". En el artículo 15 se de-

cía que 'Todo los jefes y oficiales prisioneros en [a batalla de este día, quedarán desde

luego en libertad, y lo mismo, los hechos en anteriores acciones por uno y otro ejército".

En el 16 se establecía que "Los generales, jefes y oficiales conservarán el uso de sus

uniformes y espadas; y podrán traer consigo a su servicio los asistentes..." (Gaceta delGobierno, t. II, pp. 24A-250).

hm concluir podría indicar que en Sucre, como en San Martín y Bolíva¡ los msgos fun-

damentales del soldado del siglo XX aparecen con toda nitidez. La generosidad mn el ven-

cido, el respeto al honor de los oficiales derrotados y un auténtico civismo expresado en el

respeto a las instituciones políücas y a la opinión pública son los rasgos principales de los

grandes jefes militares de las campañas de la Independencia en el rurú.

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