sub mundo

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SUBMUNDO Don DeLillo I El mundo lo forman las noticias que leemos en la prensa cada mañana. Un ensayo nuclear soviético, la victoria de los Giants frente a los Dodgers en 1951 o la violación y muerte de una niña en una calle del Bronx. El submundo está formado por todo aquello que se esconde bajo esos titulares. Dos personas que pelean a muerte por una pelota de béisbol, un profesor ya jubilado que trata de reconstruir su pasado, un hijo que lucha por descifrar si su padre abandonó a su familia o no, los vertederos de basura en los que volcamos nuestros deshechos, nuestras miserias, la decisión de quienes se apartan del mundo. Todas las relaciones que surgen entre estas personas, estos objetos, esas pasiones, todo aquello oculto al ojo de un televidente. Ésta es la materia prima de Submundo, una novela de Don DeLillo que ha merecido alabanzas y críticas casi por partes iguales. Submundo sacó a Don DeLillo de la relativa oscuridad en la que escribía para colocarle entre los narradores más prometedores de Norteamérica. ¿Qué tiene este libro para atraer tal interés? En primer lugar, destaca su extensión. Muchas de las grandes novelas americanas son narraciones largas, incluso en estos tiempos en los que la brevedad parece consustancial a la época. La autorreflexión es clave en todas ellas: se discurre sobre el pasado, el presente y el futuro de la sociedad americana, sus virtudes o defectos, su hipocresía, los aspectos más rutilantes y el sucio olor que a veces despide. Todo eso que algunos suelen llamar la Gran Novela Americana, pendiente por siempre de ser escrita. Y sí, Submundo tiene todos estos elementos con la novedad de ser tratados desde un punto de vista formal y estructural novedoso, alejado del discurso convencional que nos enseña que una historia debe tener un principio y un final, un motivo en definitiva. Y no es que Submundo no tenga principio o final. Comienza narrando el histórico partido de béisbol entre los Giants de Nueva York y los Dodgers de Brooklyn el 3 de octubre de 1951, referencia mítica para los americanos de la época gracias a su retransmisión radiofónica. Concluye en los años noventa, momento en el que las nuevas tecnologías hacen difícil distinguir realidad y virtualidad y en el que las formas de comunicación han cambiado para siempre el significado de ambos términos.

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Sintesis submundo de Don Delillo

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Page 1: Sub Mundo

SUBMUNDO – Don DeLillo

I

El mundo lo forman las noticias que leemos en la prensa cada mañana. Un

ensayo nuclear soviético, la victoria de los Giants frente a los Dodgers en 1951

o la violación y muerte de una niña en una calle del Bronx.

El submundo está formado por todo aquello que se esconde bajo esos titulares.

Dos personas que pelean a muerte por una pelota de béisbol, un profesor ya

jubilado que trata de reconstruir su pasado, un hijo que lucha por descifrar si su

padre abandonó a su familia o no, los vertederos de basura en los que

volcamos nuestros deshechos, nuestras miserias, la decisión de quienes se

apartan del mundo. Todas las relaciones que surgen entre estas personas,

estos objetos, esas pasiones, todo aquello oculto al ojo de un televidente. Ésta

es la materia prima de Submundo, una novela de Don DeLillo que ha merecido

alabanzas y críticas casi por partes iguales.

Submundo sacó a Don DeLillo de la relativa oscuridad en la que escribía para

colocarle entre los narradores más prometedores de Norteamérica. ¿Qué tiene

este libro para atraer tal interés? En primer lugar, destaca su extensión.

Muchas de las grandes novelas americanas son narraciones largas, incluso en

estos tiempos en los que la brevedad parece consustancial a la época. La

autorreflexión es clave en todas ellas: se discurre sobre el pasado, el presente

y el futuro de la sociedad americana, sus virtudes o defectos, su hipocresía, los

aspectos más rutilantes y el sucio olor que a veces despide. Todo eso que

algunos suelen llamar la Gran Novela Americana, pendiente por siempre de ser

escrita.

Y sí, Submundo tiene todos estos elementos con la novedad de ser tratados

desde un punto de vista formal y estructural novedoso, alejado del discurso

convencional que nos enseña que una historia debe tener un principio y un

final, un motivo en definitiva.

Y no es que Submundo no tenga principio o final. Comienza narrando el

histórico partido de béisbol entre los Giants de Nueva York y los Dodgers de

Brooklyn el 3 de octubre de 1951, referencia mítica para los americanos de la

época gracias a su retransmisión radiofónica. Concluye en los años noventa,

momento en el que las nuevas tecnologías hacen difícil distinguir realidad y

virtualidad y en el que las formas de comunicación han cambiado para siempre

el significado de ambos términos.

Page 2: Sub Mundo

Pero entre medio tenemos un continuo cambio espacial y temporal que nos

lleva desde los años cincuenta a los noventa, volviendo a los sesenta,

recuperando los cincuenta, saltando a los ochenta y así sucesivamente. Y,

salvando excepciones, los mismos personajes en todas las épocas, arrastrando

sus pesadas cargas de contradicción y culpa, de orgullo y resistencia o de

renovación, según los casos.

Junto a los personajes de ficción, numerosas figuras históricas pueblan las

páginas del libro con diversos sentidos. Un metódico pero algo temeroso J.

Edgar Hoover que apenas parece consciente de su poder, ocupado tan sólo de

acaparar información de aquellos que le atacan. O un desquiciado Lenny

Bruce, el célebre cómico americano que pasó a formar parte de la cultura

alternativa americana por sus continuos problemas con la censura, las buenas

costumbres y las drogas. Ambos arrojan algo de luz al arraigo del miedo en la

sociedad americana, al temor a lo desconocido y a lo improbable. Porque estos

son, en definitiva, uno de los principales temas deSubmundo.

II

La Guerra Fría, la Bomba con mayúsculas, y el temor que se instaló en la vida

diaria americana. En una conmovedora escena, los niños de una escuela de

Nueva York, justo antes de iniciar un simulacro de ataque nuclear soviético,

muestran a su profesora la chapa metálica que llevan colgada al cuello con su

nombre y otros datos para poder ser identificados. El terror en el rostro de los

niños, sometidos a la brutalidad de una realidad que apenas comprenden pero

que aprenden a asumir como inevitable.

La crisis de los misiles en Cuba ocupa también un importante papel, en este

caso contrapesado por el histrionismo de Lenny Bruce. Todas las fases del

incidente nos son reveladas a través de sus actuaciones públicas, de sus

pensamientos apenas hilvanados en monólogos infinitos, a través de la

reacción del público. Su célebre grito: «¡Vamos a morir!».

Y aunque la época del conflicto militar ya haya sido superada en los años

noventa, el miedo no se extingue, se transforma en nuevos temores y

obsesiones. Y esto queda puesto de manifiesto en la obra de Klara Sax, una

artista que decide dedicar su madurez a pintar los fuselajes de los B-29

abandonados en un antiguo aeropuerto en medio del desierto junto con una

comunidad de hippies que la sigue en su tarea. Y aunque los dos grandes

bloques parezcan no amenazarse mutuamente, pequeñasgrietas van

resquebrajando un débil equilibrio: traficantes de residuos, tóxicos o nucleares,

cruzan el mundo y cobran fortunas por hacer desaparecer los desechos de una

sociedad que se ha convertido en productora neta de residuos por encima de

cualquier otro bien. Vivimos, por tanto, en una época consecuencia de la

Page 3: Sub Mundo

Guerra Fría por mucho que pretendamos dar por superada esa etapa. Uno de

los personajes de la novela, coleccionista de recuerdos de la era dorada del

béisbol, discute sobre la posibilidad de que los soviéticos sólo estén fingiendo

que su imperio se desmiembra, que realmente nada ha cambiado. El miedo

pervive bajo otros disfraces.

Y de todos los miedos, el miedo a la muerte es el primero y más fundamental

de todos ya que nadie tiene asegurado enfrentarse a una explosión nuclear, a

un atropello o al hundimiento de un barco, pero todos moriremos siendo por

tanto el peor de nuestros miedos aquél al que inevitablemente deberemos mirar

a la cara. Y la muerte aparece diseminada por toda la novela como

campanadas funestas que nos recuerdan nuestra transitoriedad. Desde el título

del prólogo (El triunfo de la muerte) en el que se hace alusión al cuadro de

Pieter Brueghel el Viejo, a la desaparición del padre de los dos principales

protagonistas de la novela o a las peripecias del asesino de la autopista, un

joven desequilibrado que dispara a los conductores solitarios del desierto de

Texas.

La muerte está también presente en las calles de Nueva York donde Ismael, un

antiguo grafitero que trata de dar esperanza a los chavales del barrio mediante

empleos de poca monta y dudosa legalidad, se esfuerza por decorar un muro

con un hermoso dibujo que recuerde a cada joven muerto por violencia; un

homenaje para arrancar su memoria de las manos de la muerte, para que su

triunfo no sea total. En esta situación se encuentra Esmeralda, una niña que

vive corriendo por los descampados del Bronx durmiendo en coches

abandonados y a la que dos monjas extrañas tratan de atraer, de salvar de una

muerte segura. Y cuando ésta llegue, removerá las creencias de la hermana

Edgar, en otros tiempos dura y recta, temerosa de Dios y de las infecciones y

jeringuillas, aunque tal vez todo sea en vano.

Pero la obra también ofrece ejemplos de esperanza y de redención. Nick y

Matty, dos hermanos que ejemplarizan la superación de las circunstancias

adversas que condicionan la vida de cada uno. Su lucha por encontrar un lugar,

un objetivo, forman el esqueleto argumental de Submundo. Nick deberá

superar un tremendo error de juventud y llegará a convertirse en un importante

ejecutivo de la industria de la basura. Matty abandonará el ajedrez del que es

una joven promesa dedicándose a la industria armamentística lo que le sume

en una profunda crisis de escrúpulos que supera igualmente. Las vidas de

ambos hermanos se muestran muy diversas pero en esencia ejemplifican las

posibilidades de la voluntad sin caer en el sentimentalismo y sin olvidar el vacío

existencial que en ocasiones se asoma a las vidas de quienes creen ya

esbozado su camino.

Page 4: Sub Mundo

Las novecientas páginas de Submundo dan cabida a muchos otros temas,

como el papel del Estado y de las grandes corporaciones o las mafias

internacionales. También leeremos sobre la degradación de la vida urbana,

sobre los juegos infantiles en las calles, sustituidos por un escalofriante tuteo

con las drogas y la muerte. El arte de las basuras, la vida secreta de los más

famosos artistas del grafiti o las experiencias de los tripulantes de los

bombarderos estratégicos que cruzaban los cielos en los años cincuenta,

siempre preparados para una hipotética guerra nuclear.

III

En su aspecto más literario, Submundo representa el triunfo del lenguaje, en

especial de los diálogos, sobre el desarrollo argumental. DeLillo hace de estos

intercambios una extraordinaria réplica de las conversaciones reales en las que

los conversadores se pisan unos a otros, se repiten como en un espejo las

palabras recién pronunciadas por el contrario o se deja una frase a medio

terminar sin necesidad de unos forzados puntos suspensivos.

La vivacidad y la fuerza (e incoherencia) del lenguaje hablado corriente se

adueñan de las páginas de esta novela extendiéndose al estilo de la prosa: en

ocasiones DeLillo opta por acumular ideas o metáforas, en otros momentos

desarrolla un único concepto hasta agotarlo; las repeticiones forman pautas

rítmicas que contrastan con párrafos que disparan en mil direcciones haciendo

gala de un minimalismo exquisito. Tampoco olvida pasajes de belleza poética

que se desperdigan como oasis entre etapas de gran rudeza, tanto temática

como lingüística. En este sentido, no se puede obviar la labor de Castelli para

traducir el texto al castellano sin hacerle perder su brillantez.

Este estilo obedece a criterios visuales, fruto sin duda de la influencia del cine y

la televisión. El arranque de la novela se apoya en la narración radiofónica del

famoso partido de béisbol, pero los tiempos cambian y es la televisión la que

ocupa el papel de la radio. Una niña capta con su videocámara casualmente la

imagen del asesinato de un hombre en la autopista de Texas, y esta imagen se

repite en las televisiones hasta la saciedad. El propio asesino queda exorcizado

por su obra, necesita algo más que el poder sobre la vida ajena para sentir toda

su fuerza y necesita intervenir telefónicamente en los programas televisivos

que hablan sobre él. Sin televisión no somos ya nada. Y este nuevo lenguaje

es el que toma DeLillo para construir gran parte de su novela.

Y quizá sea éste el principal mérito de la novela, dar cabida a un estilo ya

anunciado por otros autores pero inscribiéndolo en la gran tradición novelística

americana. Por ello, el argumento pasa a un segundo plano, como mero

soporte en el que dar cabida a los temas que interesan al autor conforme su

propio lenguaje. Y es que las diversas historias que

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forman Submundo funcionan mejor por separado que en su conjunto. El

esfuerzo de Don DeLillo por conectarlas para justificar así la novela como un

todo coherente resulta en ocasiones excesivamente frágil e innecesario. Hay

secciones enteras dedicadas a relacionar dos historias sin otra finalidad

aparente; varios personajes intervienen tan sólo como pretexto, iniciándose

pequeños relatos que quedan varados una vez cumplida su limitada finalidad.

Don DeLillo sucumbe finalmente al peso de Novela, al concepto histórico de la

misma y en este punto falla pues trata de dotar a Submundo de coherencia

interna pero sin lograr definirla claramente. Sin estos añadidos creo que la

novela habría tenido menos altibajos y una menor extensión, lo que habría

reforzado el efecto buscado por el autor.

Pese a ello, sin duda, Submundo es una obra que ofrece muchas razones para

ser leída. En unos tiempos en los que la política es el arte de crear titulares y la

vida cotidiana no es sino un torrente en el que es fácil ser

atrapado, Submundo nos ofrece una visión de luces y sombras desde un

ángulo diferente. Sus personajes, como nosotros, crean sueños y los

persiguen. Una pelota de béisbol, golpeada por Bobby Thomson en 1951, se

convierte en símbolo de lo que podemos conseguir, en esperanza en estado

puro. Algunos perseguirán esta pelota por todos los Estados Unidos para

acariciar su sueño. Quizá a nosotros nos sea dado sin tanto esfuerzo.

LAS ÚLTIMAS CINCUENTA páginas adquieren la misma intensidad que

las cien primeras, las setecientas de en medio fluctúan.

“Habla con tu misma voz americano, y en sus ojos se detecta un brillo

que siempre resulta esperanzador.”

Especialmente inspirada y lúcida es la voz del protagonista y

narrador, Nick Shay, cuando es adulto. Una voz monólogo, reflexiva y

divagatoria, circunscrita de solemnidad mal encubierta sobre un fondo

átono, insensibilizado, escéptico, áspero y cínico que concluye:

“Añoro los días del desorden. Los quiero de vuelta, esos días en los que

me encontraba vivo sobre la tierra, estremecido en el interior de mi piel,

despreocupado y real. Era todo músculos y nada de seso, feroz y real.

Eso es lo que anhelo, la ruptura de la paz, los días del desorden en los

que recorría calles y hacía las cosas sin pensar y me sentía

constantemente colérico y dispuesto, como un peligro para los otros y un

misterio distante para mí mismo.”

Los días de la infancia escuchando partidos de los Dodgers en la azotea,y

la juventud pendenciera por las calles del Bronx, el adulterio, el homicidio

involuntario y el correccional de los jesuitas, la desaparición repentina del

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padre o la falsa ilusión de una muerte dramática a manos de la mafia, el

hermano superdotado, el bullicio italoamericano en los traspatios y, sobre

todas las cosas, la pelota debaseball golpeada por Bobby Thomson, el

legendario home run de losGiants de 1951, perseguida y deseada como

un mausoleo a la propia decepción, el orgullo del fracaso particular en

forma de pelota inalcanzable. The shot heard round the world.

Submundo es una novela ambiciosa, abarcativa y totalizadora. Se

remonta desde el filo del siglo XXI hasta la década de 1950 y el inicio de la

guerra fría. Centrada en la historia personal de Nick Shay, a la vez es

crónica política y social de la segunda mitad del S. XX. La novela es la

vida de un hombre tomado como ejemplo o excusa para diseccionar otras

muchas cosas que sobrepasan la humilde extensión de un solo individuo

y convergen en la globalidad. Nick Shay no es paradigma ni excepción de

nada, solo un tipo más al que asomarse para mirar lo que pasa, tan válida

o errónea como otra opción cualquiera. A través de secretos

inconfesables e inhóspitos rincones de consciencia

individual DeLillo partirá de excursión hacia lo universal colectivo,

iluminando los velados y abyectos propósitos de posguerra mundial

como la experimentación armamentística nuclear. Entre el numeroso

caudal de voces que hablan y cuentan su historia particular el autor

busca una, única y definitiva que represente a todas, y junto a esa voz

concomitante desvelar, como digo, los secretos de esos momentos

históricos, políticos y personales de los que no se puede hablar, esos

secretos a los que no se puede acceder. La tremenda osadía de esta

novela, acaso de las más grandes que un narrador pueda y deba cometer,

consiste en darle voz a alguien que hable por todos y resulte verosímil.

Conseguirlo o no es otra historia.

Publicada poco antes de la sicalipsis del año 2000, Submundo hurga en el

engranaje carnoso de la cultura popular conectándola con mecanismos

invisibles o entrevistos del purulento poder estatal abriendo un arriscado

sendero difícilmente transitable. Entre la breña se filtran con dificultad los

rayos de sol, pero ¿quién dice que el camino hacia el conocimiento esté

sembrado de rosas? En una era dominada por la información, la

tecnología y el miedo a la muerte física y espiritual, donde la

discontinuidad sustituye al discurso lógico y al sentido de la

vida, Submundo se organiza en torno a la basura.

El mundo se ha poblado de mierda y ahora alguien debe gestionar su

utilización, almacenaje y eliminación. El reciclaje de los desechos será la

metáfora utilizada por DeLillo, de esta imagen tan gráfica se destilará el

aromático axioma del libro, la creencia de que una sociedad capaz de

producir tantos desechos, incluidos los morales, no sólo los físicos, está

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funcionalmente incapacitada para sobrevivir junto a ellos, urgiendo a la

gente a construir una civilización contigua como defensa ante una

amenaza que, siendo incapaces de eliminar, o reutilizar, o reprocesar se

acumula y extiende, forzándonos a desarrollar lógica y rigor,

investigaciones sistemáticas de la realidad que nos acercarán a las

ciencias y al arte. Un viaje inverso que nos lleva del desecho al origen.

También así será la estructura narrativa de la novela, de delante hacia

atrás. Salvando un magnífico prólogo nos sitúa en 1992 y de ahí los

personajes y los hechos van descumpliendo años hasta 1951. Se revelan

hacia el origen, no desde él. La información se nos dosifica severamente

y ésta se va engrosando y completando a fuerza de reiteraciones

cometidas por los personajes a una edad más joven. Complejo y no del

todo eficaz pero arriesgado y valiente. Los adultos reflexionan en largos y

enrevesados monólogos, mientras que esos mismos personajes mucho

más jóvenes se limitan a actuar. El empuje juvenil sucumbe ante el

circunloquio cobardón del adulto.

El mundo moderno está construido con materiales de desecho, nos viene

a decir. Una basura que se acumula y estratifica en todos y cada uno de

los ámbitos de la vida, desde la alta política, a las barriadas marginales de

los grafiteros quinquis, los yonkis, y los desheredados. Acerquémonos

entonces al origen de esa basura y nos aproximaremos al origen de

nuestro mundo, a los barros iniciales que nos trajeron estos lodos de

hoy.

Los personajes se suceden estableciendo no un collage sino una

refracción catadióptrica de hechos dispersos cronológicamente unidos

por una lógica conceptual de razonamientos, sugerencias, emociones,

recuerdos y digresiones entremezcladas que van dilucidando

armoniosamente el presente, adquiriendo cierto sentido genérico la

estructura utilizada en la novela. Grandes y pequeños sucesos ocurren

sin gradación alguna, la Guerra de Corea, Vietnam, asesinatos locales, la

búsqueda anónima de una pelota de béisbol, infidelidades conyugales,

anodinos artistillas del Village, provectas monjas benefactoras,

charcuteros italianos, camareros, salas de billar, ajedrecistas

deprimidos…, un submundo de afectos y efectos en efervescencia

continua aderezado con personajes reales como J.Edgar Hoover o Frank

Sinatra, propio de los posmodernistas en su conjura contra la ficción

canónica. Pero DeLillo aquí nada con autoridad entre dos corrientes, la

estructura audaz de la novela y algunos resabios estilísticos

grandilocuentes le acercan a su vena posmoderna, y la contención y

exigencia de verosimilitud le arriman al realismo caudaloso tradicional

americano.

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La proximidad de su lectura me impide aseverar que Submundo sea un

rotundo e imperecedero monumento capital de la literatura del siglo

pasado, la integración de vida personal y disertación histórico social a la

larga ha producido valiosísimas obras de aliento descomunal, no

obstante, ya siento bullir dentro de mi cabeza el runrún complacido que

sólo desata lo memorable y lo que tiene afán de permanencia. Esta novela

ganará mucho con el tiempo. Es una impresión personal que me apetece

decir ahora mismo.

“Y, pensándolo bien, el siglo final no será el más refinado, ni siquiera el

más complicado, sino el más apresurado, aquel en que, disuelto el ser en

el movimiento, la civilización, en un supremo ímpetu hacia lo peor, se

desmenuzará en el torbellino que suscitó.” -E.M.Cioran-

Submundo es una novela desconcertante. Me gustó, claro que me gustó. Pero

no sé si estamos ante una obra de arte con mayúsculas o ante un producto de

época. En la red podemos encontrar desde los que la denostan sin piedad a

fieles incondicionales –entre estos últimos no me resisto a destacar a Harold

Bloom, que lo considera uno de los cuatro grandes escritores americanos del

S. XX, junto a Pynchon, Roth y McCarthy-. No sé. Será el juicio de la historia el

que la sitúe en el lugar que le corresponde. En cualquier caso, creo que

merece la pena leerla. Pero, antes de que os lancéis a esta aventura, debo

preveniros de un par de cosillas: es un tocho de cuidado –novecientas páginas-

; y no es una novela fácil, requiere cierto esfuerzo por parte del lector.

Resumir el argumento de Submundo es bastante complicado, porque la obra

entrelaza personajes y tramas. La novela cuenta la vida de Nick Shay, un

americano de origen italiano que se dedica a la gestión de residuos y,

alrededor de él, aparecen una legión de personajes secundarios, cada uno con

su propia historia, no siempre estrechamente relacionada con la del

protagonista. Por Submundo circulan un niño negro que se cuela para ver el

histórico partido de beísbol entre los NY Giants y LA Dodgers, la mujer de Nick,

que mantiene una relación adúltera con un amigo de su marido y experimenta

con la heroína, una monja obsesionada con la limpieza, un hermano

atormentado por su trabajo en el sector nuclear, un graffitero que pinta un ángel

cada vez que muere alguien en el Bronx, una pandilla de jóvenes

italoamericanos, una artista de mediano talento y muchos más.

Hasta aquí todo lo que puedo contar del argumento, porque, como digo, es una

novela compleja, densa. Precisamente por esta complejidad, se ha acusado

a Submundo de ser demasiado dispersa, de no tener un hilo conductor común,

de modo que el lector se pierde, como si el autor no tuviese un objetivo claro.

Humildemente creo que los que acusan a Submundo de esto es que no han

entendido nada. La clave de la novela ya nos la da el título: Submundo.

En primer lugar, Submundo es una metáfora en tres planos:

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a) en un plano material: la sociedad de consumo provoca una enorme cantidad

de residuos que deben ser gestionados de alguna manera. Compramos,

consumimos y desechamos.

b) en un plano humano: el capitalismo provoca excrecencias, millones de

personas desorientadas, sin asideros, o, directamente, excluidos del sistema.

Residuos humanos de la sociedad de consumo: pobres, atormentados o ambas

cosas. Y es en estos estratos de la población en los que bucea DeLillo.

c) los dos planos anteriores se concretan en la figura de Nick Shay, marginado

de joven y hombre maduro desorientado en la vida, incapaz de sentir hacia

afuera, que se dedica a la gestión de desperdicios, incluso de los nucleares.

En segundo lugar, Submundo nos remite al modo en que las personas

corrientes vivimos los acontecimientos de la Historia.

Uno de los grandes temas de Submundo es la noción de conflicto. En un

sentido primario, se trata de la guerra fría, que ocupa una buena parte de la

novela, pero además del conflicto histórico, están las consecuencias de la

guerra fría y cómo afectó a la gente en su manera de sentir y de pensar. La

gente tuvo que seguir viviendo a través de aquella crisis histórica. El partido de

béisbol que abre la novela es una forma de contrahistoria, en el sentido que le

doy al término. La gente de a pie debe vivir a contramano de la Historia,

trascendiéndola, protegiéndose de ella.

Entrevista con Don Delillo hecha por Eduardo Lago

en Babelia, el suplemento cultural del diario El País.

Creo que DeLillo lo deja bastante claro: la historia de todos y cada uno de los

personajes es el modo en que tuvieron que vivir su vida en el contexto histórico

de la guerra fría, el modo en que cada cual luchó contra los acontecimientos de

la historia y cómo lo superaron o fueron triturados. En otras palabras:

Submundo nos cuenta la manera en que la historia con minúsculas de las

personas se enfrenta a la Historia con mayúsculas del mundo.

Además, por si esto no fuese suficiente, prácticamente todos los personajes

convergen en el penúltimo capítulo, durante los primeros años de juventud de

Nick Shay.

Esto último me lleva a señalar uno de los que considero mejores aciertos de la

novela: en ella, DeLillo rompe la línea temporal: salvo el primer y el último

capítulo, la novela está contada hacia atrás, desde el presente hacia el pasado.

De entrada nos presentan a los actores de hoy, y, poco a poco, vamos

descubriendo su pasado, hasta construir una colección de personajes

redondos. He leído por ahí que la novela se limita a personajes estereotipados.

Nada más lejos de la realidad. Sólo podríamos hablar de estereotipos si nos

quedamos con el actor del presente, sin tener en cuenta el pasado que se nos

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va desvelando poco a poco. Pongamos, por ejemplo, el caso de Nick, el

protagonista. En su primer monólogo, en el capítulo dos, se nos ofrece como el

típico personaje de la novela americana contemporánea. El sistema neoliberal

ha traído consigo una nueva visión del mundo y del hombre cimentada sobre

un individualismo radical. Este individualismo tiene una proyección moral, que

es el hedonismo por encima de todo. El hombre se vuelve hacia sí mismo,

buscando en todo momento la satisfacción de sus propios intereses. Esto se

concreta en seres solitarios, incapaces de sentir hacia fuera, como si hubiese

una barrera entre ellos y el mundo. Paradógicamente, esta búsqueda

desesperada del hedonismo, sólo trae sujetos atormentados, infelices,

perdidos, sin referentes a los que asirse. Pero DeLillo no se queda ahí. Poco a

poco, nos vamos enterando de que Nick mató a un hombre por accidente, que

pasó varios años por el reformatorio, que deforma el abandono temprano del

padre hasta convertirlo en un ajuste de cuentas de la mafia, etc. Si DeLillo se

quedase en el protagonista perdido en el mundo, sería Richard Ford, pero

bucea en los orígenes étnicos y sociales de sus personajes y en las

circunstancias que conformaron su identidad.

Para terminar –esto es un blog, no una tesis doctoral- quiero rebatir a aquellos

que critican la novela por sus quiebros y requiebros que desconciertan al lector

hasta casi perderlo. A mí me pasó lo mismo. Como a cualquiera que

lea Submundo. Pero es que es una nebulosa deliberada. En el momento en

que tomé conciencia de que no debía buscar puentes que uniesen las diversas

historias, sino que debía entregarme a la belleza de cada una, como si fuesen

narraciones cerradas en sí mismas, disfruté como un enano. Además, repito

que esos requiebros se solucionan en el penúltimo capítulo, cuando convergen

los personajes.

Cuestionarse, como hacen muchos, que sea La Gran Novela Americana es una

gilipollez. Es una gran novela y punto. “La historia es el resultado de

anhelos a gran escala.”Con esta épica he sido lector y testigo de la última

victoria de ese fracaso anticipado que consiste en alcanzar la gran novela

norteamericana. Una proeza que llevó a cabo su antecesor, Scott Fitzgerald,

en El gran Gatsby con gran éxito, y lo que a su vez cerró casi todas las puertas

a nuevas opciones de modernidad para la literatura. Sin embargo a Don Delillo

aún le quedaba una bala: contar aquello que hay en los espacios en blanco.

Describir esos momentos en los que la gente pone el televisor para escuchar

los acontecimientos históricos, tal y como hizo en Libra con la muerte de JFK.

En Submundo esta vez elige un histórico partido de béisbol ocurrido en la

ciudad de Nueva York por los años cincuenta para desarrollar su tesis. En ella

expone como las civilizaciones no terminan de definirse por lo que son o por lo

que creen sino que se definen por lo que desechan, por su basuras. Ahí reside

la lúcida idea para un gran tránsito en la literatura, un gran apocalipsis literario.

Delillo analiza los residuos de la mafia, la mugre de las guerras, espía los

despojos arrojados por la civilización para mostrarnos el verdadero valor de la

Page 11: Sub Mundo

historia y de las personas.

Cotter Martin es un chaval de Harlem de 14 años. Es uno y a la vez es muchos

porque representa esos anhelos que respiraba la ciudad en aquella época.

1951. El 3 de octubre, sin un céntimo en el bolsillo y en horario de escuela,

saltó la valla de control del estadio de Nueva York junto con otros intrépidos

hinchas para presenciar el partido de béisbol de los Giants contra los Doggers,

los favoritos. De manera insólita Thomson, bateador de los Giants, hizo

un home run que les dio el título para el equipo de Harlem. Cotter, sentado en

las gradas, se hace con la pelota de esa victoria histórica. El mismo día la

Unión Soviética probaba la bomba atómica. Y así arranca la novela, con una

pelota de béisbol y una lejana pero temerosa bomba atómica.New York Times.

Portada del 4 de octubre de 1951.

Parelelamente y como referencia a la lucha que se producía entre un imperioso

Goliat y un modesto David en los anales del deporte norteamericano, Delillo

hace mención a un histórico combate de boxeo que tuvo lugar en Toledo, Ohio,

el 4 de julio de 1919, entre Jack Dempsey VS Jesse Willard en el que Dempsey

se coronó campeón del mundo de los pesos pesados. Aunque Willard era

favorito Dempsey lo masacró derribándolo siete veces en el primer asalto y

logrando el triunfo en el tercer round, como podrán ver en este video. Es

espectacular. Una muchedumbre de hombres sigue la pelea a cuarenta y tres

grados en mangas de camisa y sombreros de paja, muchos con pañuelos

extendidos bajo el sombrero hasta los hombros, como si fueran disfrazados de

árabes, y la enormidad de la paliza que soportó el gran Jess en aquel ardiente

cuadrilátero blanco, el modo en el que el sudor y la sangre manaban

vaporizados de su rostro cada vez que Dempsey le golpeaba. Fíjense

PRÓLOGO: EL TRIUNFO DE LA MUERTERuss Hodges retransmitía el partido

en ese día que amenazaba lluvia a los pocos que se habían acercado para

verlo, agentes de seguros, ricachones de clubes nocturnos y peces gordos de

Broadway. Entre el público, cerca del banquillo de los Giants se encontraban

Frank Sinatra, Jackie Gleason, Toots Shor y J. Edgar Hoover, número uno de

la administración de la nación.

A Hoover le cae en su hombro la página de una revista y esto le irrita. Clava su

mirada en la imagen y descubre la reprsentación de un cuadro en color

atiborrado de figuras medievales agonizantes o muertas, un paisaje de

desolación y ruina visionarias. Edgar nunca ha visto un cuadro como aquel.

Sobre la tierra rojiza y pardusca desfilan ejércitos de esqueletos. Hombres

empalados en lanzas, colgados de horcas, clavados en ruedas de púas

previamente aseguradas en árboles desnudos, cuerpos abiertos a los cuervos.

Legiones de muertos que forman tras escudos hechos de tapas de ataúdes. La

muerte en persona a lomos de un jamelgo esquelético, en busca de sangre, la

guadaña presta mientras acucia a aturdidas masas de gente en dirección a la

entrada de quién sabe que trampa mortal. La página proviene de la revista Life.

Page 12: Sub Mundo

Branca lanza. El triunfo de la muerte - Pieter Bruegel (XVI) Pintura

flamenca. El Prado. Madrid.Edgar Hoover descubre n la mitad de la escena a

una segunda muerta montada por un esqueleto. Si pinchan en la foto se abrirá

el cuadro con una mayor resolución para examinarla. La postura es de carácter

incuestionablemente sexual. Los muertos caen sobre los vivos. Y comienzan a

darse cuenta de que los vivos son pecadores. Los jugadores de naipes, los

amantes que juguetean, el rey envuelto por un manto de armiño y con su

fortuna almacenada en los toneles. Los muertos han venido a vaciar las

camtimploras de vino, a servir calaveras en bandeja a la gente de bien durante

el almuerzo. Se ve gula, lujuria y codicia. Los viejos muertos follándose a los

vivos. Terror universal. Los muertos extrayendo ataudes del suelo. Los muertos

de la colina tañendo las viejas y ásperas campanas que repican por los

pecados del mundo.

Este importante cuadro, tal vez donde reside el alma o el verdadero icono

delSubmundo de Don Delillo se encuentra en El Prado. Durante mucho tiempo

estuvo en La Granja (Segovia) y al final fue cedido al museo. Pero antes sepan

una cosa. El Metropolitan de Nueva York intentó hacerse con este cuadro y sus

negociaciones fracasaron. Un B-52 y un avión nodriza colisionaron durante un

reaprovisamiento rutinario a comienzos de 1966 y cuatro bombas de hidrógeno

se estrellaron contra las costas españolas descargando material radiactivo. Las

negociaciones por trasladar El triundo de la muerte de Bruegel a los EEUU

como pago a la defensa que mantenía con sus fuerzas aéreas en España se

interrumpieron por lo que el cuadro no se ha movido de su sitio. Sigue

perteneciendo al fondo cultural español. En realidad las Bases Aéreas

Norteamericanas son un peligro.

Y volvemos al partido. Thomson consigue un strike en la esquina interior.

Bobby golpea en dos noventa y dos consiguiendo un sencillo y un doble. Marca

el primer tanto de los Giants con un largo fly en el centro del campo. Brooklyn

marcha en cabeza cuatro a dos. Branza lanza. No es un buen lanzamiento para

golpear, es elevado y va por dentro, pero Thomson lanza el bate, que golpea la

pelota como un mazazo, y todos, todos lo miran. Pafko corre hacia la esquina

del campo izquierdo. Alcanza el muro. La gente se pregunta donde estará la

pelota. Y Cotter, en la sección 35, ve venir la pelota en dirección a él. Siente

como si su cuerpo se convirtiera en humo. Los Giants han ganado el título.

Intuye que la pelota caerá por la segunda fila y en ese punto acierta a recibirla

cuando un blanco estira su mano para engancharla y se produce entre ellos un

forcejeo espartano.

Cotter, el chaval de catorce años, se hace con la pelota pero Bill, un tipo que se

había sentado cerca de él, un blanco, le persigue incluso fuera del estadio para

quitarsela y éste se escabulle hacia el Harlem para llevarse su trofeo. Es la

bola que golpea Thomson y la que le da el triunfo a los Giants.

Page 13: Sub Mundo

PARTE 1: LONG TALL SALLY (PRIMAVERA-VERANO 1992)

Aparece Nick en un Lexus. Tiene 57 años. Está en el desierto. Esto nos

recuerda a la portada. A lo lejos ve acercarse un taxi neoyorkino. Dentro,

casualidades de la vida va Klara Sax., una ex-novia y con ella van estudiantes

de arte, historiadores, profesores, piratas informáticos ya hastiados en busca

de un mundo sin redes computarizadas. Lucen camisetas impresas con las

palabrasLong Tall Sally. Sally es una mujer blanca esbelta muy sexy. Icono de

la belleza y la fuerza de América. Luego descenderemos al submundo de este

icono y al interesante contenido que subyace.

Nick trabaja como gestor de desechos. Sí. Basura. Hace un viaje de negocios.

Conversa con su antigua amiga Klara que le enseña su actividad artística con

los aviones. Aviones ruinosos. Un proyecto muy interesante. A los pocos días

regresa a casa. Está casado con Marian y viven también con su madre. La

madre de Nick.

Un día alguien le invita a ir al estadio de los Dodgers y allí le cuentan la historia

del home run de Bobby Thomson y de un individuo de personalidad obsesiva

que buscó afanosamente la famosa pelota del partido. Después de cuarenta

años la gente aún rememora el gran golpe de Thomson.

Un día entra inesperadamente en una tienda dedicada a la condología.

Condones de todos los tipos y usos. Escena genuina en la literatura que

engarza con el submundo planteado por Delillo y la naturaleza de las

civilizaciones.

Nick le regala a Marian, su mujer, un vuelo en globo el día de su cumpleaños.

Descubrimos que el padre de Nick desapareció un día. Salió a comprar un

Lucky Strike y jamás regresó. El tabaco está muy presente en esta novela

como recuerdo de lo traumático.

MANX MARTIN 1

Cotter regresa a casa con la pelota disimulando que estuvo en el colegio. Su

hermana Rosie de dieciseis años está enfrascada en sus deberes. Tiene dos

hermanos mayores, uno está en infantería y el otro en aviación. Hay dos

norteaméricas. Una negra y otra blanca.

Cotter le enseña la pelota a su padre, Manx Martin, cuando llega a casa. Él no

le cree. Es algo insólito. No sabe si le está tomando el pelo. Decide creerle y

empieza a pensar en una importante ganancia.

Page 14: Sub Mundo

PARTE 2: ELEGÍA PARA LA MANO IZQUIERDA (MEDIADOS DE LOS

OCHENTA - COMIENZOS DE LOS NOVENTA)

El Asesino de la Autopista. Sepulturas espaciales.

PARTE 3: LA NUBE DEL DESCONOCIMIENTO (PRIMAVERA DE 1978)

La dietrología de la mafia, o la ciencia de lo que subyace en los sucesos, de el

Llanero Solitario, del caballo Silver. Historia iconográfica. Muy interesante.

El secreto de Groenlandia ¿por qué no sabemos de nadie que ha estado allí?

¿por qué ocultaron la caida de un B-52 en la década de los 70?

Los zapatos spectator de Charlie Parker vestido de traje blanco en un club de

jazz de Nueva York. Uno de los más grandes músicos de jazz, por no decir el

mejor y de quien no podía prescindir para penetrar en el submundo de la

historia de norteamerica.

A veces veo cosas tan conmovedoras que sé que debo

marcharme. Contémplalas y vete. Si te quedas demasiado tiempo,

desgastas esa muda conmoción. Ámalas, confía en ellas y vete. (p. 94)

CONJETURA

Don DeLillo: Submundo. Gian Castelli (tr.) Barcelona: Seix Barral, 2009.

Una hipótesis metafísica amenazante es el hilo conductor de esta obra maestra

de Don DeLillo.

Platón recomendaba salir de las profundidades de la caverna para contemplar

la auténtica realidad en el exterior. En algún lugar del cielo, decía, existe la

realidad verdadera, inextensa, inmutable e intemporal. La tarea del filósofo es

preparar su mirada para soportar la luz de las Ideas.

Nietzsche dijo que toda esa historia era una patraña, un síntoma de vida

descendente, de debilidad. Quien no está capacitado para asimilar el devenir y

el caos busca consuelo y refugio en otro mundo. Sin embargo,

paradójicamente, el peso de este otro mundo inmaterial es abrumador: ha

cercenado la voluntad de vivir de la humanidad durante generaciones.

Creo que no hay que tomar a Platón tan en serio como lo hace Nietzsche. En

el fondo el filósofo griego era un demagogo: sus mitos son siempre artimañas

políticas para legitimar el gobierno del rey-filósofo. Son mitos que funcionan

Page 15: Sub Mundo

como estrategias para persuadir y domar a la mayoría en beneficio de un orden

totalitario. Piénsese en el mito de Er, por ejemplo.

De todos modos, la filosofía de Nietzsche concluye en verdadera

desesperación: ahora que ha desaparecido ese otro mundo en el cielo qué

demonios, se preguntaba, hacemos con este. El eterno retorno, la voluntad

de poder, el superhombre y demás enigmas que dinamitaron el siglo XX.

Han pasado más de cien años desde que Nietzsche perdió la lucidez mientras

abrazaba a un caballo en Turín pero el ansia metafísica perdura intacta en la

literatura, la filosofía y el arte. Platón estaba en lo cierto respecto a la dualidad

del mundo (apariencia y realidad) pero se equivocó al orientar la mirada hacia

arriba. Arriba no hay nada. Hay que mirar hacia abajo. Este es el punto de

partida de Submundo. Nuestra verdad y nuestra naturaleza es subterránea y

titánica. Prometeo es nuestro alter-ego.

os dioses que habíamos inventado enterraron a los titanes bajo tierra. A

mediados del siglo XX el ser humano los liberó y nos están devorando

como Cronos hiciese con sus hijos.

Es titánica la belleza del hongo en una explosión nuclear. La destrucción

total, la amalgama heterogénea que deja a su paso la onda expansiva es algo

fascinante y divino.

…el sol saliendo por el lado contrario y los árboles arrojando la sombra hacia

donde no es, el espectáculo de átomos liberados de sus fuerzas, la nube de

condensación instantáneamente formada sobre la onda de choque, diríase que

pulcramente centrada, y la onda visible que se aproxima, y el viento bíblico

que arrastra arbustos de salvia, arena, sombreros, gatos, piezas de

automóviles, preservativos y serpientes venenosas que pasan volando

bajo la aurora del desierto? (p. 453)

La primera detonación documentada de un artefacto nuclear en la Unión

Soviética tuvo lugar el 24 de septiembre de 1951 (Segundo Relámpago, Joe 2

o RDS-2). Plutón. dios de los muertos y señor del mundo subterráneo había

emergido a la superficie.

A través de dos personajes históricos antagónicos relata DeLillo la reacción del

público estadounidense al ensayo nuclear soviético: J. E. Hoover y Lenny

Bruce.

Inventa DeLillo que J. E. Hoover, siniestro director del FBI en tiempos de la

Guerra Fría, se enteró el día 3 de octubre de 1951 mientras asistía a un

espectáculo deportivo, la mítica e inesperada victoria de los Yankees sobre los

Dodgers. Alguien en una tribuna superior arranca páginas de un ejemplar de la

Page 16: Sub Mundo

revista Life y las arroja sobre los espectadores de las primeras filas. Sobre

Edgar Hoover cae por azar la reproducción de El triunfo de la muerte que

Brueghel el viejo pintó en 1562.

Sobre la tierra rojiza y pardusca desfilan ejércitos de esqueletos. Hombres

empalados en lanzas, colgados de horcas, clavados en ruedas de púas

previamente aseguradas en árboles desnudos, cuerpos abiertos a los cuervos.

Legiones de muertos que forman tras escudos hechos de tapas de ataúdes. La

muerte en persona a lomos de un jamelgo esquelético, en busca de sangre, la

guadaña presta mientras acucia a aturdidas masas de gente en dirección a la

entrada de quién sabe qué trampa mortal, una construcción extrañamente

moderna que podría ser un túnel de metro o un pasillo de oficinas. Un fondo de

cielos cenicientos y naves en llamas. (…) Estudia la carreta llena de calaveras.

De pie en el pasillo, contempla al hombre desnudo perseguido por los perros.

Observa el perro esquelético que mordisquea al bebé que la muerta sostiene

en sus brazos. Son sabuesos flacos, alargados y muertos de hambre, perros

de guerra, perros infernales, perros de cementerio infestados de ácaros, de

tumores perrunos y de cánceres caninos. (…) Sí, los muertos caen sobre los

vivos. Pero comienza a darse cuenta de que los vivos son pecadores. Los

jugadores de naipes, los amantes que juguetean, ve al rey envuelto por un

manto de armiño y con su fortuna almacenada en los toneles. Los muertos han

venido a vaciar las cantimploras de vino, a servir calaveras en bandeja a la

gente de bien durante el almuerzo. Ve gula, lujuria y codicia.

A Edgar le encanta todo esto. Edgar, Jedgar. Admítelo: te encanta. Hace que

se le ponga de punta el vello corporal. Esqueletos con pollas ahusadas.

Muertos tocando los timbales. Muertos enfundados en sacos de arpillera

rebanándole el pescuezo a un peregrino. (46 y ss.)

La pintura de Brueghel es una señal de las pruebas atómicas que han tenido

lugar enKazajistán. Lo que inquieta al director del FBI sobre la

bomba soviética son sus consecuencias subterráneas e incontrolables.

Famoso por conocer los secretos de todos los personajes influyentes de

América se encuentra indenfenso ante las posibilidades futuras que abre cada

detonación.

Por cada detonación atmosférica, por cada atisbo que obtenemos de a fuerza

desnuda de la naturaleza, ese extraño globo ocular deshabitado que explota

sobre el desierto, por cada una de ellas calcula que hay un centenar de tramas

que corren a enredarse y multiplicarse bajo tierra. (p. 57)

DeLillo insiste más adelante en interpretar otra pintura extraña

de Brueghel, Juegos de niños(1560). Considera que esos niños extraños,

deformes, son premonitorios del espectáculo brutal que podemos encontrar en

una clínica de irradiados.

Page 17: Sub Mundo

Ignoro lo que dice la Historia del Arte de este cuadro. Pero para mí no es tan

distinto del otro Bruegel famoso, ejércitos de muerte desfilando por el paisaje.

Los niños son gordos, retrasados, un poco siniestros para mí. Es como una

especie de amenaza, como una locura. Kinderspielen. Parecen enanos

haciendo algo horrible. (p. 748)

Durante cuarenta años los soviéticos realizaron pruebas en Kazajistán cuya

radioactividad afectó a poblaciones enteras. Se trataba, en parte, de estudiar

los resultados de la misma sobre la población civil. Tampoco Estados Unidos

resistió puntualmente a la tentación de tan brutal experimento. Sin embargo, la

desidia soviética provocó una orgía de mutaciones genéticas que DeLillo

describe en la visita del protagonista a una clínica para mutantes: piel donde

debería haber ojos, enanos que arrastran sus camisetas por el suelo, bultos

dotados de vida propia…

En octubre de 1962, durante la crisis de los misiles de Cuba, el

comediante Lenny Brucegritaba “Vamos a morir todos”. Era mucho más

que stand up comedy. En términos paradójicamente hegelianos, en los

monólogos de Lenny se manifestaba el espíritu deforme de la época, el

peligro nuclear inminente. Fue arrestado en tres ocasiones por obscenidad.

Sus monólogos eran una especie de jazz hablado, hard bop, en los que todos

los ídolos eran arrasados como si el propio Lenny fuese la onda expansiva de

una detonación nuclear. Murió de sobredosis en 1966.

DeLillo inventa un monólogo irreverente de Lenny que terminará

convirtiéndose años después en el núcleo de su novela apocalíptica Punto

Omega. En esta obra el tiempo es una corriente cuyo fin es devolver el mundo

a su estado originario de perfección, sin seres humanos. Por

eso Submundo termina con un párrafo de una sola palabra, “Paz”. La influencia

del pensamiento de Baudrillard es evidente en este y otros muchos aspectos

de Submundo.

Bien. Se trata de una virgen analfabeta y de ojos tristes que vive en un burdel

de uno de los distritos más pobres de San Juan. Posee un talento especial que

no tiene nada que ver con el sexo per se. Una especie de número de salón,

¿vale? Los hombres pagan la mitad de su salario semanal para entrar juntos a

una habitación desnuda del sótano donde la chica, inocente y de piel suave, se

levanta la falda, se baja las bragas, arrebata a la madame un cigarrillo

encendido y se inserta el filtro en el chocho. Los hombres la contemplan con la

boca abierta. Se trata de un Kent largo con filtro de micronita. Luego, encoge

los músculos de sus labios, o lo que sea, e inhala, por así decirlo,

vaginalmente; a continuación, se retira el cigarrillo y comienza a expulsar una

serie de magníficos aros de humo. Los hombres dejan escapar una

exclamación ahogada. Perfectos círculos redondos que se alzan de su lanoso

sexo, aún fino y poco poblado.

Page 18: Sub Mundo

El público de Lenny no dejó escapar una exclamación ahogada como hicieran

los hombres del burdel, pero sobre la sala se aposentó una especie de

inquietud subrayada por alguna que otra risa nerviosa aquí y allá.

Algunas personas interpretan el don de la muchacha desde un punto de vista

religioso. Piensan que es una profecía, un signo del cielo de que el mundo está

a punto de acabarse. Dios ha elegido a una pobre huérfana, analfabeta y mal

alimentada, para transmitir un profundo mensaje al mundo. Porque, ¿acaso no

es posible que todas aquellas oes que expulsa su útero se refieran a la letra

griega que representa El Fin? Otros, periodistas, científicos, sacerdotes,

dicen… son hombres que han acudido al burdel para ser testigos del

acontecimiento y dicen que los aros que está expulsando no son

representaciones de la letra griega Omega. Son simples oes de sopa de letras,

por muy perfectamente formadas que estén. Esa gente dice que cuando la

muchacha sea capaz de expulsar omegas griegas de verdad, con su forma de

herradura ¿entienden?, la rebaba a cada lado de la abertura, que entonces

empezarán a creer en milagros. (pp.691-692)

Por fin es nuestro el fuego originario de los dioses. Las primeras bombas de

fisión dieron paso a las todopoderosas bombas de hidrógeno donde la fusión

de átomos desata una energía tal que funde en una amalgama

innombrable todo rastro humano con una rapidez inimaginable. Las

consecuencias de las armas nucleares no son sólo las 2053 detonaciones

entre 1945 y 1998 sino que la bomba se ha vuelto viral.

Los fenómenos que DeLillo ofrece como prueba de la influencia metafísica del

poder nuclear son la muerte de lo real y la historia a manos de la avalancha de

imágenes o el triunfo del simulacro, la transformación del planeta en un

gigantesco vertedero, el totalitarismo del capital y simultaneidad vertiginosa de

Internet que anula todo significado. Desarrollo a continuación cómo explica

DeLillo estos cuatro epifenómenos del robo del fuego a los dioses.

La acelaración de la historia, la acumulación vertiginosa de acontecimientos e

imágenes, la realidad transformada en simulacro ha devenido en la muerte de

lo real, el “crimen perfecto” (Baudrillard, dixit). Son muy pocas las imágenes

que conservan la densidad metafísica o el aura sagrada de la que hablaba

Walter Benjamin. Según DeLillo, ese honor corresponde, entre otras, a la

película Zapruder. El asesinato de J.F.K. tuvo lugar en 1963 pero la cinta no se

hizo pública hasta 1969 y sólo en 1975 fue emitida para el gran público por la

cadena ABC. DeLillo explica que no puedes dejar de mirar, que tiene un

“realismo abrasador”. Es como el hongo nuclear, viene de las profundidades,

es “más real que lo real”.

Las cosas que te rodean tienen un aspecto ensayado y estratificado y

cosmético. La cinta es hiperrealista, o acaso es hiporrealista como preferirías

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definirla. Es lo que subyace bajo el fondo raspado de todas las capas que

has añadido. Y ése es otro motivo por el que sigues mirando. La cinta posee

un realismo abrasador. (p. 173)

…era algo completamente nuevo, entiendes, suprimido durante todos estos

años, aquél era el famoso disparo a la cabeza y tenían que enfrentarse a su

impacto: aparte del hecho de que era al presidente a quien disparaban, más

allá de los límites externos de este hecho, tenían que contender con el impacto

que cualquier disparo de alta velocidad y de cierta ingeniería letal es capaz de

producir en una cabeza humana, y la rotura de los tejidos y del cráneo suponía

una revelación terrible.

Y, oh mierda, oh Dios, había procedido de delante, ¿no es cierto? (p.536)

Otro síntoma de la viralidad del fuego nuclear es la omnipresencia de la

basura. La enterramos, especialmente los desechos radioactivos. Pero es

inútil, emerge de las profundidades. En esta economía basada en la novedad y

el consumo compulsivo, la basura, dice DeLillo, terminará por sepultarnos a

todos. Además, armas y desechos son mellizos místicos, diabólicos, titánicos:

desde las hachas de sílex a los contenedores de uranio. Constituyen la historia

secreta, “la infrahistoria” de la humanidad.

La paradoja surrealista que expone DeLillo sobre el origen de la

cultura consiste en que la civilización no comenzó pintando cuevas, mirando

las estrellas y filosofando. En realidad, primero nos rodeó la basura y luego

creamos una civilización para detenerla.

La civilización no había surgido y florecido mientras los hombres tallaban

escenas de caza en verjas de bronce o susurraban filosofía bajo las estrellas,

con la basura como una ramificación fétida que barres y olvidas. No, la basura

había florecido en primer lugar, incitando a la gente a construir una civilización

como respuesta, como autodefensa. Teníamos que encontrar modos de

eliminar nuestros desechos, de utilizar lo que no podíamos eliminar, de

reprocesar lo que no podíamos aprovechar. La basura se defendía. Se

acumulaba y se extendía. Y nos forzaba a desarrollar la lógica y el rigor que

nos conduciría a sistemáticas investigaciones de la realidad, a la ciencia, el

arte, la música y las matemáticas. (p. 315)

A través del arte es como a finales del siglo XX hemos empezado a ser

conscientes del problema e intentado ponerle freno. Klara Sax, alter-ego de

Tracey Emins, crea sus obras a partir de restos que recoge en los vertederos.

La llaman la Doña Basuras y La señora de las bolsas.

Una de las imágenes más hermosas de Submundo es el espectáculo aéreo del

proyecto artístico de Klara Sax. Tras terminar la Guerra Fría todos los B-52 que

sobrevolaban las fronteras de la Unión Soviética se convirtieron en chatarra.

Así que la artista los reclama al ejército, los ordena en el desierto y los

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transforma en una orgía de color. Es una obra que puede incluirse en el

movimiento artístico land-art, cuyo ejemplo más conocido es Spiral Jettty

(1970) de Robert Smithson.

Ya pinté un colchón y algunas sábanas. Se había terminado mi segundo

matrimonio y pinté la cama al efecto. Sea como fuere, sí, ahora me dedico a los

bombarderos B-52 de largo alcance. Estoy pintando aeroplanos de cincuenta

metros de largo, aviones que solían transportar bombas nucleares. (…) Quiero

decir que en esta traslación de objetos pequeños a objetos muy grandes,

durante los años que he tardado en encontrar estas máquinas abandonadas,

desde todo eso, estoy redescubriendo la pintura. Y me siento ebria de color.

Sexualmente obsesa. Lo veo en sueños. Lo como y lo bebo. Soy una mujer

enloquecida por el color. (p. 79)

También reconvirtió la basura en arte Simon Rodia al edificar durante treinta

años de trabajo solitario las Torres Watt en Los Ángeles.

El graffiti es otra de las esperanzas de DeLillo. Su personaje Moonman,

conectado el archiconocido Bansky, decora vagones de metro para que todo el

mundo pueda ver cuál es la realidad en que vive: “es el arte inquieto y

destellante de los barrios bajos y de los vertederos, asaltándote el rostro con

sus colores: como diciendo yo soy tu película, cabrón”. (p.484)

l tercer fenómeno que demuestra las consecuencias virales del poder atómico

es el giro que ha tomado el capital. Usando términos propios de Baudrillard,

DeLillo pone en escena el carácter esotérico y ficticio que ha adquirido el dinero

una vez que se ha desvinculado de las nociones de valor de uso y valor de

cambio. El capital arrasa cualquier singularidad cultural. Resistirse a esta

aniquilación total es, según explica DeLillo en su ensayo In The Ruins of The

Future (2001), el motivo del ataque al World Trade Center . Pero la onda

expansiva del capital es irrefrenable.

Por último, la manifestación más radical de la destrucción nuclear es Internet,

elciberespacio. Ya no sabemos si este contiene al mundo o es el mundo el

que lo contiene. Allí, en la World Wide Web, en el mundo virtual, no existe

espacio ni tiempo porque el tiempo, le guste o no a Einstein, el tiempo está

intrínsecamente ligado al cuerpo humano que envejece.

En el ciberespacio todo está hiperconectado, todo es simultáneo, todo está

fusionado. Tiene el poder de la Bomba de Hidrógeno, la Bomba de Fusión.

Ese es el fantasma que recorre la red, “un fulgor, una opulenta fuerza de

empuje que parece fluir de un billón de nodos distantes.”

Para terminar, Submundo es una obra maestra donde DeLillo funde con

Page 21: Sub Mundo

acierto literatura y filosofía.

Absoluta sorpresa. Así se podría definir lo que me ha pasado con este libro, y

sobre todo, con su autor. Ya había escuchado hablar de Don DeLillo en

innumerables ocasiones como uno de los autores norteamericanos

contemporáneos a tener más en cuenta, aunque nunca me había acercado a

una de sus novelas, pero una extraña y poderosa atracción hacia su nueva

novela, Punto omega, me ha hecho imposible resistirme.

Digo lo de la atracción porque me lo llevé finalmente a casa después de darme

cuenta que en mis dos últimas visitas a la librería, había acabado no sólo con el

libro en la mano, sino leyéndome un buen puñado de páginas. De hecho, el

libro es cortito, y ya llevaba unas cuarenta páginas. Y claro, teniendo en cuenta

que estaba alucinando con lo que estaba leyendo, pues no tuve más

remedio que llevármelo finalmente a casa.

Y es que el principio de 'Punto omega' es impresionante y sin duda de lo mejor

de este libro, ya que sin comerlo ni beberlo, nos encontramos ante un hombre

que observa detenidamente una proyección que está teniendo lugar en una

galería. Hasta aquí todo más o menos normal, pero es que va todos los días y

permanece el mayor número de horas allí dentro. ¿La razón? Dicha proyección

es una versión estiradísima a cámara superlenta de la genial película de Alfred

Hitchcock, Psicosis, de tal manera que dura veinticuatro horas. Y ahí lo

tenemos, observando cada mínimo detalle y no sólo de la pantalla, sino

también de las personas que entran y salen continuamente. Por cierto, que la

proyección existió de verdad.

Pues con este extraño y, a la vez, sugerente comienzo, desembocamos en una

historia no menos extraña y original donde nos encontramos con Richard

Elster,un antiguo asesor de guerra del Pentágono que harto de ese tipo de

vida, va en busca de espacio y tiempo, sus dos tesoros más preciados, y qué

mejor que retirarse al desierto para encontrarlos. Allí irá en su busqueda Jim

Finley, un cineasta un pelín especial que quiere rodar una película que

consista en un primer plano fijo de la cara de Elster mientras éste, reflexiona

sobre la guerra de Irak y sobre lo que le venga en gana. Sin guión ni tiempo

definido.

Y así van transcurriendo días y semanas, con Jim dejándose arrastrar por el

desierto, y entre copas y divagaciones a la luz de la luna. Pero todo cambia

cuando hace acto de presencia Jessie, la hija de Elster, que viene a visitar a su

padre. Evidentemente, esto parece alterar la rutina, pero nada más lejos de la

Page 22: Sub Mundo

realidad, ya que en nada de tiempo casi se convierten en una extraña familia,

que se va cogiendo cariño, donde siguen predominando las horas de charla y

donde el ánimo se va contagiando del desolado paisaje que les rodea. Hasta

que un día ocurre algo que no estaba previsto y que cambiará para siempre

el rumbo de todos ellos.

Si ya he resaltado el inicio como muy bueno, lo que sí es para mí lo mejor de

'Punto omega' es su estructura narrativa, ya que independientemente de la

historia que DeLillo nos está contando, su forma de contarla es absolutamente

extraordinaria, con un dominio de los tempos muy difícil de encontrar en estos

momentos, atrapándote en todo momento y haciéndote consciente de que sabe

lo que tiene entre manos. Genial su habilidad para hacer que se te queden

marcados algunos detalles, a priori sin importancia, que luego se revelarán de

una forma sutil en necesarios para continuar con la trama. Todo esto unido con

una forma de escribir realmente buena y rica.

Pero como siempre, no todo es de color de rosa, y he de reconocer que el final

de la historia me dejó un poco raro. No digo que me decepcionara, y se puede

entender que sea lógico acabarlo así, pero a mí personalmente me dejó un

poco fuera de juego, ya que después del espectáculo al que estaba

asistiendo, esperaba la traca final, y desde mi punto de vista, no llega. En

cualquier caso, esto no es determinante para el disfrute de 'Punto omega' y

tiene mucho por lo que merece la pena.

Por su parte, Don DeLillo nació allá por el año 1936 en el barrio neoyorkino del

Bronx, hijo de una familia de inmigrantes italianos. Allí creció y estudió,

empezando a escribir mientras trabajaba como guarda de un parking. Después

de pasar cinco años en una empresa publicitaria, publicó su primer relato en

1960: The River Jordan. De ahí empezó a escribir su primera

novela, Americana. Poco a poco fue ganando enteros hasta que en el año

1985, ganó el National Book Award con una novela titulada en nuestro

país Ruido de fondo, lo que le hizo dar el espaldarazo definitivo. Después de

eso, son muchos los títulos destacados de Don, como Body Art, que aunque

tiene unos añitos también nos llega ahora como novedad; El hombre del

salto, donde se marca una de las mejores novelas con el 11 de Septiembre

como fondo o Submundo, la que está considerada como su mejor novela y

como una de las mejores novelas americanas de las últimas décadas.

En fin, que ya tengo en mi lista a un nuevo escritor al que acudir de vez en

cuando, porque en este caso sí que tengo clarísimo que volveré a sostener

entre mis manos una novela de Don DeLillo, ¿cuál? Eso ya lo veremos. Por mi

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parte, la recomiendo totalmente a quien busque un poquito más que el

puro entretenimiento. Una novela para pensar, para disfrutar, para detenerse

en cada párrafo con la mirada perdida. En definitiva, literatura en estado puro.

Pensó que quizá le apeteciera cronometrar la secuencia de la ducha. Luego

pensó que eso era lo último que le apetecía hacer. Sabía que era una

secuencia breve en la película original, menos de un minuto, célebremente

menos, y unos días antes había visto aquí la secuencia alargada, toda ella

movimiento fragmentado, sin suspense ni miedo ni acuciante sonido de grito

pulsátil como de lechuza. Las anillas de la cortina, eso era lo que recordaba

con mayor claridad, las anillas girando en la barra cuando la cortina queda

arrancada, un momento que se pierde a velocidad normal, cuatro anillas

girando lentamente sobre la figura caída de Janet Leigh, poema perdido por

encima de la muerte infernal, y luego el agua ensangrentada rizándose y

formando una cresta en el desagüe de la ducha, minuto por minuto, hasta

desaparecer en un remolino.