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DESCARTES DISCURSO DEL MÉTODO SOLUCIONARIO DE EJERCICIOS Cristóbal Aguilar Jiménez Francisco Bixquert Giménez Mario Guerra Muedra EDITORIAL DIÁLOGO

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DESCARTESDISCURSO DEL MÉTODO

SOLUCIONARIO DE EJERCICIOS

Cristóbal Aguilar JiménezFrancisco Bixquert GiménezMario Guerra Muedra

EDITORIAL DIÁLOGO

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El presente SOLUCIONARIO está compuesto por las respuestas a las cuestiones propuestas como ejercicios en el libro DESCARTES. DISCURSO DEL MÉTODO, escrito por Cristóbal Aguilar Jiménez, Francisco Bixquert Giménez y Mario Guerra Muedra, y publicado por la EDITORIAL DIÁLOGO, en Valencia en noviembre de 1999.

No pretende en ningún caso sustituir la tarea del profesor, sino, antes bien, ofrecerle una herramienta útil que facilite la preparación de sus clases, así como sugerirle contenidos que puedan resultar de ayuda en su labor didáctica cotidiana.

ISBN: 84-95333-12-0Depósito Legal: V-1628-2000

© Cristóbal Aguilar Jiménez, Francisco Bixquert Giménez, Mario Guerra Muedra.© EDITILDE S.L. – Diálogo - TildeC/ GENERAL URRUTIA, 12 – 10ª. Tf. y Fax.: 96 316 30 14. 46006 VALENCIAE-mail: [email protected] · www.editorialdialogo.es

EDICIÓN NO VENAL

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PARTE I

Las cinco preguntas sobre el 1r párrafo están todas ellas muy relacionadas, de tal manera que la respuesta de unas nos llevará a la otras. Pueden parecer reiterativas pero, como hemos señalado en la presentación, todas ellas tienen un respuesta directa, en algunos casos muy breve, y ponen el acento en un matiz diferenciador. Creemos que son válidas para que el estudiante se acostumbre a los matices y sutilezas de la expresión en filosofía.

1ª.- La preguntas sobre vocabulario son en general de gran sencillez. El objetivo que perseguimos con ellas es que el alumno se fije en los términos utilizados por el filósofo —que no suelen tener el mismo significado que en el lenguaje vulgar—, que se acostumbre a utilizar el vocabulario, una herramienta imprescindible para la comprensión del texto y al uso del diccionario de filosofía. Por otra parte, excepto en raras ocasiones, no revisten ninguna dificultad.

2ª.- Explica el sentido de la frase: “El buen sentido es la cosa mejor repartido del mundo...”.Descartes comienza el Discurso afirmando la tesis del igualitarismo humano en la Razón, tesis que

fue muy debatida en su tiempo. La razón es una facultad innata del hombre y como tal facultad se encuentra en igual medida en todos los hombres. Literalmente nos dice:: “ lo que se llama buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres;...”.

3ª.- Explica el sentido de la frase : “(la razón) ...es la capacidad de juzgar bien y distinguir lo verdadero de lo falso".

La respuesta a esta cuestión se encuentra en el vocabulario, voz ”sentido; buen sentido”. En ella están claramente expuestos los dos significados de buen sentido, como razón, facultad de conocimiento, y como sabiduría para la vida, bona mens en latín.

4ª.- Reconstruye el argumento por medio del cual Descartes concluye que el buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo.

1: "cada uno piensa estar tan bien provisto de él que aun los más difíciles de contentar en cual-quier otra cosa, no suelen desear más del que tienen".

2: Y "no es verosímil que todos se equivoquen".Conclusión: Por lo que, de acuerdo con la experiencia, "el buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo".

5ª.- Descartes afirma que la razón es naturalmente igual en todos los hombre. ¿Se puede derivar de aquí la conclusión de que todos los hombres somos igual de inteligentes?

La preguntas 5ª y 6ª están estrechamente relacionadas. De hecho la 5ª sirve de introducción a la 6ª. Por medio de ellas se persigue el objetivo de que el alumno capte y compare las diferencias que Descartes establece en su texto entre Razón como facultad innata, que es igual en todos los hombres, y la Razón Saber, inteligencia. En el 2º párrafo vuelve a insistir en el igualitarismo de todos los hombres en la razón y en la necesidad de su buen uso, pues en éste se encuentran las diferencias que observamos. El saber es algo adquirido y, por tanto, dependerá del uso que cada cual haga de la razón. La inteligencia se desarrolla con el buen uso de la razón.

6ª.- Descartes diferencia entre la razón como facultad innata del hombre y el uso de la razón. Explica la diferencia entre ambas. Poniendo esta diferencia en relación con la afirmación de la actividad anterior, ¿qué conclusión podemos extraer?

Enlazamos con la actividad 5ª. El saber o el conocimiento no será tanto producto de la razón como facultad, como producto del uso de la razón. Este uso es el causante de la diversidad de opiniones.

De las actividades 5ª y 6ª se alcanza la conclusión de la necesidad de método, pues no se trata de tener el ingenio bueno, sino que lo principal es aplicarlo bien.

Como se ve el objetivo de este párrafo, muy sintético, como toda la obra, es llegar a la conclusión de la necesidad de un método para dirigir bien la razón y alcanzar la verdad.

La cuestión 7ª, será el esquema argumentativo de esta conclusión.7ª.- ¿Qué razones se dan en esta parte para defender la necesidad del método?

1: Aun cuando "el buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo" .

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2: Y entendiendo el método como "el medio para aumentar gradualmente [el] conocimiento y ele-varlo poco a poco hasta el punto más alto al que la mediocridad [del] ingenio y la corta duración de [la] vida" puedan permitir.

3: Como [le parece a Descartes que] "la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que los otros, sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por dis-tintas vías y no consideramos las mismas cosas".

4: Y como la experiencia nos muestra que "las almas más grandes son capaces de los mayores vi-cios, tanto como de las mayores virtudes".

5: Y también que, metafóricamente, "los que andan muy despacio pueden avanzar mucho más, si siguen el camino recto [el método adecuado], que los que corren pero se alejan de él".

6: Aceptando que la finalidad que debe animar a todos los hombres, especialmente los que buscan la verdad es "aplicar [el ingenio] bien", "pues no se trata [sólo] de tener el ingenio bueno".

Conclusión: es necesario el método.

Aún podríamos incluir como razones subsidiarias, las siguientes:7: Descartes confiesa "nunca he considerado que mi ingenio fuese en nada más perfecto que el del

común de los mortales".8: Y he tenido "mucha fortuna al haberme hallado desde mi juventud en algunos caminos que me

han conducido a consideraciones y máximas con las que he formado un método".9: Y como "he recogido ya tales frutos de ese método que [...] no dejo de reconocer una

extremada satisfacción por el progreso que pienso haber hecho ya en la búsqueda de la verdad" gracias a ese método.

Conclusión: es necesario el método.

8ª.- ¿Por qué afirma que las verdades reveladas están por encima de nuestra inteligencia?La justificación se encuentra en el significado de verdad revelada: verdad que, estando oculta a la

inteligencia humana, Dios manifiesta. Por eso dice Descartes: "nunca me hubiera atrevido a someter-las a la debilidad de mis razonamientos, y pensaba que para emprender su examen y tener éxito era preciso alguna extraordinaria ayuda del cielo y ser algo más que hombre".

9ª.- Haz un esquema de las críticas que realiza Descartes a cada una de las enseñanzas que recibió de joven en el colegio de la Flèche.

Esta pregunta pretende que el alumno realice una lectura minuciosa del texto, para que se sitúe en el punto de crítica del que parte el autor. No reviste especiales dificultades. Es interesante que el alumno establezca la contraposición entre lo negativo y lo positivo que Descartes declara de su educación. La guía para la respuesta puede encontrarse en el esquema de la página 122.

10ª.- Se pretende, con esta actividad, obligar al alumno a una lectura atenta y detallada de todo el Discurso, la cual es condición necesaria para alcanzar los objetivos del curso, aprender a leer textos filosóficos y conocer a Descartes.

Hemos propuesto su biografía, porque es fácil de seguir y exige la lectura de todo el texto, pero pueden proponerse otras. Especialmente interesante es el seguimiento del concepto de "Método", pues su significado va enriqueciéndose a lo largo del libro.

PARTE II1ª.- Sobre estas cuestiones de vocabulario remitimos a las consideraciones de "Parte I, 1ª". Todos los

términos solicitados en esta actividad pueden ser localizados en el diccionario de la R.A.E. y en el vocabulario del propio libro.

2ª.- ¿En qué sentido los niños están gobernados por los apetitos? ¿Por qué dice que son contrarios a los preceptores?

Descartes no distingue, en este contexto, entre apetito y deseo. En el Tratado Las pasiones del al-ma, artículo 86, define el deseo como la agitación del alma “que la dispone a querer para el futuro co-sas que se representa como convenientes”, es decir, cuando deseamos, tratamos de conseguir un bien futuro o de evitar un mal futuro. Característico del deseo es, pues, que tiene una gran fuerza motiva-dora, esto es, que estimula a actuar para conseguir lo que pretendemos. Por tanto aguijonea nuestra acción, la dirige. Cuando actuamos somos en gran parte, pues, “gobernados” por los apetitos.

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Descartes destaca que esto se da sobre todo en los niños, porque de adultos desarrollamos la razón y con ella la capacidad de dominar o regular nuestros deseos: no siempre es conveniente u oportuno satisfacer nuestros deseos. En ocasiones es necesario posponer la satisfacción de éstos porque a largo plazo se seguirá un bien mayor o evitaremos un mal mayor con esta renuncia. Tradicionalmente, se ha llamado “prudencia” a este dominio de la razón sobre nuestros deseos atendiendo a sus consecuencias a medio o largo plazo. Por esta razón apunta Descartes que nuestros preceptores (padres, maestros, educadores) y nuestros deseos son contrapuestos unos a otros, pues ellos muchas veces tienen que aconsejarnos, por prudencia, hacer lo contrario de lo que nuestros deseos nos dictan.

Sin embargo, Descartes no es tampoco un asceta o puritano que preconice la renuncia sistemática a nuestros deseos y a los placeres derivados de su consecución. Para él, la mayor parte de nuestros de -seos y placeres son naturales y buenos. Por ello insinúa en el texto que “tal vez, ni los unos (los de-seos) ni los otros (los preceptores) nos aconsejaban siempre lo mejor”. Lo mejor será, pues, guiarse por “el pleno uso de la razón” que con sus deliberaciones nos permitirá comprender si el logro de un deseo depende o no de nosotros y si es conveniente para nosotros o no. Esta es la principal finalidad de la moral, como dirá en el artículo 144 de Las pasiones del alma: “...debemos preocuparnos de re-gular justamente este deseo. En esto es en lo que consiste la principal utilidad de la moral”.

(Téngase esto en cuenta al analizar la Parte III, y especialmente la máxima 3ª de la “moral provi -sional”).

3ª.- Explica las analogías que establece entre los edificios, ciudades y leyes, por una parte, y las ciencias por otra. ¿En qué medida esas analogías son adecuadas? ¿En qué aspectos se parecen las cosas comparadas?

Descartes desarrolla una larga analogía en las pp. 65-67 con la que pretende justificar su intento de deshacerse de todas las opiniones recibidas de otros autores y atenerse sólo a su propia razón para conducirse. La frase “...por todo ello, no podría escoger a alguien cuyas opiniones me pareciesen que debían preferirse a las de los demás, y me encontré como constreñido a emprender por mí mismo la tarea de conducirme” (p. 67), debe considerarse la conclusión a la que llega tras esa larga analogía.

Dentro de esa analogía podemos hallar dos partes. Una primera, en la que Descartes trata de justi-ficar que “no hay tanta perfección en las obras compuestas... por la mano de distintos hombres como en aquellas en que uno solo ha trabajado”. Esta parte se desarrolla en el primer párrafo (pp.65-66).

La segunda comenzaría con “es verdad que no vemos que se derriben todas las casas...” (párrafo 2º y siguientes, hasta la conclusión señalada, en la p. 67), donde trata de probar que cuando una obra compuesta es imperfecta o caótica, es mejor derribarla y comenzar desde el principio en lugar de se -guir añadiendo parches al compuesto.

Las analizamos con mayor detenimiento.1) Para probar que no hay tanta imperfección en las obras compuestas por uno solo que en las

compuestas por muchos, compara el autor las ciencias (al menos las ciencias opinables, en las que no hay demostraciones) con los edificios, ciudades y leyes de un Estado. Tanto los edificios como las ciudades y leyes serían más perfectos (armoniosos, coherentes) hechos por uno solo porque tendrían unidad, perseguirían un solo propósito o fin; si muchos arquitectos o legisladores participan en la mis-ma, cada uno con un designio o finalidad diferente, la obra adolecerá de incoherencia, de falta de uni-dad. Lo mismo, piensa Descartes, puede ocurrirle al que construye sus opiniones sacándolas de mu-chos autores diferentes, cada uno de los cuales no concuerda con otros: nuestro pensamiento será in-coherente, contradictorio.

La argumentación podría, pues, esquematizarse así:

- a, b, c (edificios, ciudades, leyes) tienen la propiedad P (están mejor hechos cuando los hace uno solo). - d (las opiniones) es semejante a a, b, c.------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Por tanto, d tiene también la propiedad P.

¿Hasta qué punto este argumento es convincente? Se trata de un argumento por ANALOGÍA. Re-comendamos al profesor/a que analice brevemente en clase los argumentos por analogía, pues son de los que se practican en abundancia en la vida cotidiana (alguno, además, es de rancio abolengo filosó -fico, como el argumento volteriano que considera razonable sostener que Dios existe, porque el mun-do es como un reloj, y todo reloj ha debido ser construido por un relojero).

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El argumento por analogía no puede considerarse nunca demostrativo, pues las cosas comparadas son análogas, pero no idénticas, y por tanto no puede afirmarse sin más de una lo que se afirma de las otras. Pero esto no obsta para que algunos argumentos por analogía sean más razonables que otros, porque la semejanza entre las cosas que se comparan sea mayor en unos casos que en otros, y por eso consideramos didáctico que el alumno se detenga en el análisis de estos argumentos.

El punto clave es la 2ª premisa: ¿hasta qué punto son semejantes las opiniones a los edificios, ciu -dades o leyes? Para juzgar si la analogía es razonable hay que proceder a examinar: a) cuántas seme -janzas tienen las cosas comparadas. b) cuántas diferencias tienen, y sobre todo c) si las semejanzas (o diferencias) son relevantes para lo que se afirma en la conclusión, es decir, si están causalmente rela-cionadas con ella.

Por supuesto, aquí no podemos adivinar cuántas semejanzas y diferencias van a encontrar los alumnos entre las casas, ciudades y leyes, por una parte, y las ciencias (o las opiniones) por otra, pero sí observaremos solamente que hay alguna posible objeción que ha sido entrevista y anticipada por Descartes.

En efecto, entre las casas, ciudades y leyes, y las ciencias existe la importante diferencia de que las primeras no buscan la verdad y las ciencias sí. Las casas o ciudades pueden estar hechas de muchas maneras porque se han diseñado con distintas finalidades (descansar, comerciar, vigilar un territorio importante militarmente, etc.). Ninguna de ellas es, sin embargo, una casa o ciudad más verdadera que otra. La imperfección no consistiría pues en su “falsedad”, sino en su falta de unidad, en que se habría pretendido combinar en una sola varios de estos diseños.

Pero las ciencias tienen como finalidad alcanzar la verdad. ¿No podría ser, por tanto, que en cien-cia sí sea posible que muchos colaboren y el resultado final sea “perfecto”, porque todos ellos hayan descubierto una parcela de verdad, la cual no puede ser contradictoria con las otras parcelas? Precisa-mente en esta característica de la ciencia se basan muchos autores que afirman que sólo en ciencia hay progreso acumulativo, es decir, lo que unas generaciones descubren se añade a lo descubierto por otras y constituirá el acervo científico que heredarán las generaciones siguientes.

Descartes parece haber previsto esta objeción, y por ello declara: “y así, yo pensé que la ciencia de los libros, al menos aquellos cuyas razones son sólo probables y carecen de demostraciones, habién-dose compuesto y aumentado poco a poco con las opiniones de varias personas diferentes...” (pp. 65-66). Es decir, establece la analogía sólo con aquellas ciencias que carecen de demostraciones y cuyas razones son sólo probables, mientras que, si se dispusiera de demostraciones, sí sería posible ese “pro-greso” de verdades científicas que en la parte VI parece defender.

2) En la 2º parte de la analogía, el autor afirma además que cuando la obra compuesta es muy im-perfecta vale más echar por tierra los edificios y reedificarlos partiendo desde cero; y, por tanto, lo mismo hará con las opiniones, suprimiendo todas las que había recibido hasta entonces.

Existe una importante diferencia con la argumentación anterior. La anterior se extendía a casas, ciudades y leyes. En cambio, ahora no extiende la analogía a las ciudades y las leyes del Estado, sino que sólo compara las opiniones con las casas particulares. Los edificios particulares mal construidos sí se echan abajo, pero las ciudades y las leyes, no.

El autor justifica esto aduciendo una serie de diferencias entre los edificios, y las ciudades y leyes: a) la ruina de los edificios sólo afecta a los particulares y no al resto de los ciudadanos (son asuntos privados, no públicos); b) las ciudades y los Estados son más difíciles de levantar una vez derribados; c) sus caídas son muy duras; d) el uso modera sus imperfecciones, y e) por todo lo anterior, sus imper-fecciones son más soportables de lo que sería su cambio.

Así pues, Descartes no preconiza “derribar” las ciudades ni los Estados, y sí, en cambio, los edifi-cios (¡y las opiniones!) particulares, lo que sólo afecta a quien los posee. Vemos que el autor también argumenta notando diferencias entre las cosas comparadas.

Su argumentación tendría pues la forma:

- a (los edificios), aunque no b y c (ciudades y leyes) tiene la propiedad Q (es preferible derribar-los cuando son imperfectos).- d (las opiniones) es semejante a a.-------------------------------------------------------------- Por tanto, d también tiene la propiedad Q.

Para que la argumentación resultara convincente, habría que probar que d (las opiniones) se pare-cen más a a (los edificios particulares) que a b y c (ciudades y estados). Y podría argumentarse que no

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es así. Las ciencias también son asunto público, no privado: el Estado las financia, dedica universida-des a enseñarlas, etc. Por ello, quizás, Descartes avisa de que no pretende “tampoco reformar el cuer -po de las ciencias ni el orden establecido en las escuelas para enseñarlas” (p. 66), sino sólo “reformar mis propios pensamientos y edificar en un solar totalmente mío” (pp. 66-67). Y aún así reconoce que no a todos conviene esto, que hay espíritus que acertarán mejor sus pasos yendo detrás de otros guías espirituales.

Si Descartes es aquí totalmente sincero, o sólo está tomando precauciones para que sus obras no sean prohibidas por peligrosas, es un tema que no podemos aquí zanjar, sólo apuntar. De semejantes precauciones está el Discurso lleno.

4ª.- Tradicionalmente se interpreta el comienzo de esta parte como la afirmación de la unificación de todos los saberes en una sola ciencia. Localiza el pasaje y explícalo.

Descartes afirma explícitamente en dos famosos pasajes, pertenecientes a las Reglas para la direc-ción del espíritu y a los Principios de la filosofía, que todas las ciencias no son sino partes de una úni-ca ciencia o sabiduría humana. En el Discurso no está explicitado con la misma claridad, por lo que hay que leerlo entre líneas. Aconsejamos, pues, completar la lectura con uno de los dos pasajes que indicamos a continuación, como TEXTO COMPLEMENTARIO.

A) El primero sería la Regla I de las Reglas, donde afirma: “pues no siendo todas las ciencias otra cosa que la sabiduría humana, que permanece siempre una y la misma, aunque aplicada a diferentes obje-tos, y no recibiendo de ellos mayor diferenciación que la que recibe la luz del sol de la variedad de las cosas que ilumina...” y concluye: “Así pues, si alguien quiere investigar seriamente la verdad de las cosas, no debe elegir una ciencia determinada, pues todas están entre sí enlazadas y dependiendo unas de otras recíprocamente; sino que piense tan sólo en acrecentar la luz natural de la razón...” (pp. 62-66 de la ed. citada en la bibliografía).

La unidad de las ciencias se basa no en que todas tengan el mismo objeto, sino en que es la misma razón humana la que “contempla” o conoce los diversos objetos de cada una. Esta observación es im-portante, pues permite comprender por qué Descartes ha empezado precisamente el Discurso insis-tiendo en que “el buen sentido o razón es naturalmente igual en todos los hombres”.

B) El 2º texto es la “Carta al traductor” añadida como Prefacio a los Principios del la filosofía, donde compara todas las ciencias con un árbol: “De este modo, la totalidad de la Filosofía se asemeja a un árbol, cuyas raíces son la Metafísica, el tronco es la Física, y las ramas que brotan de este tronco son todas las otras ciencias que se reducen principalmente a tres: a saber, la Medicina, la Mecánica y la Moral, entendiendo por ésta la más alta y perfecta Moral que, presuponiendo un conocimiento com-pleto de las otras ciencias, es el último grado de la Sabiduría” (p. 15 ed. citada en bibliografía).

En este texto, por medio de la analogía con el árbol, se añade a la idea de unidad de las ciencias la de su jerarquía y relación sistemática. Todas las ciencias forman un solo árbol, pero una de ellas (la Metafísica) es las raíces de ese árbol, por ende, la que sustenta a todas las demás, su fundamento; la Física es el tronco, basada en esas raíces, pero a su vez de ella saldrían, como ramas suyas, la Mecáni -ca, Medicina y Moral, que serían aplicaciones de la Física, a la vez que su culminación.

C) Volviendo a la parte II del Discurso, Descartes insinúa la unidad de las ciencias en diversos pasajes. El primero, podríamos considerarlo la analogía con el edificio. Si en los Principios nos sugería una

metáfora orgánica (el árbol), ahora nos sugiere otra arquitectónica. La analogía permite sugerir que hay ciencias que sirven como cimientos de otras (en el árbol serían las raíces), y que todo el edificio debe tener unos fundamentos sólidos y unidad, un solo fin, para ser perfecto. Siendo todas las ciencias una sola, esto permite comprender por qué el autor afirma que un solo hombre “de buen sentido” pue-de hacerlas avanzar todas: “Y así yo pensé que las ciencias de los libros... habiéndose compuesto y aumentado poco a poco con las opiniones de varias personas diferentes, no son tan próximas a la ver-dad como los simples razonamientos que puede hacer naturalmente un hombre de buen sentido en lo tocante a las cosas que se presentan”.

Otro pasaje es el párrafo último (p. 70), donde, sin metáforas, se nos dice que las ciencias toman sus “principios” de la Filosofía (ver comentario de esta frase en las cuestiones 10ª y 11ª).

En varios pasajes se destaca, o insinúa, que la unidad de las ciencias se basa en la unidad del méto-do con que el espíritu humano indaga las diversas cosas. Así, al final de la p. 67: “Incluso no quise de-sechar por completo ninguna de las opiniones... hasta en tanto no hubiera empleado bastante tiempo en meditar el proyecto de la obra que emprendía, y en buscar el verdadero método para llegar al co-nocimiento de todas las cosas de que mi espíritu fuera capaz”.

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Más explícito es el pasaje siguiente, tras haber enunciado los 4 preceptos del método: “Esas largas cadenas de razones... me habían dado ocasión de imaginar que todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a otras de la misma manera” (p. 69).

Por fin, en el último párrafo: “Pero lo que más me satisfacía de este método era que, gracias a él, estaba seguro de servirme de mi razón en todo(...) además, sentía, aplicándolo, que mi espíritu se acostumbraba a concebir más clara y distintamente sus objetos, y que, no habiéndolo sujetado a nin-guna materia particular, me prometía aplicarlo tan útilmente a las dificultades de otras ciencias, co-mo lo había hecho a la del álgebra” (p. 70, cursivas nuestras).

5ª.- Transcribe las críticas que el autor realiza a la lógica y a las matemáticas.Esta actividad exige que el alumno lea atentamente el texto y vaya transcribiendo a su cuaderno de

actividades aquellos puntos del texto sobre los que creemos que el alumno debe fijar su atención.Descartes dirige a la Lógica aristotélica, con sus añadidos escolásticos, tres críticas:a.- Sólo sirve para explicar a los otros las cosas que se saben.b.- El arte de Lulio, el Ars Magna de Raimon Llull, pretendía un sistema mecánico de

descubrimiento, pero sin juicio, esto es sin conocimiento.c.- La lógica no sirve para aprender aquellas cosas de las que se habla.Al respecto no hay que olvidar que, pese a que efectivamente la escolástica había derivado al

abuso de razonamientos puramente dialécticos al servicio de un pseudosaber, la lógica en sí misma no aspira al conocimiento, su meta no es alcanzar la verdad, sino ser la ciencia de las normas o leyes necesarias del pensamiento bien ordenado. En este sentido ya Aristóteles había procedido a una cierta formulación en los silogismos. Esta aspiración contrasta con las pretensiones de Descartes que no sólo aspira a dirigir bien la razón, sino a alcanzar la verdad. También es cierto que el Discurso del Método no es una obra de lógica.

Las matemáticas, se refiere a ellas como el “análisis de los antiguos y el álgebra de los modernos”. En dos podemos agrupar las críticas:

a.- La primera crítica es la de referirse a materias muy abstractas y de no ser de ningún uso.b.- Que son muy fatigosas y que por su complejidad, un tanto artificial podemos deducir, se han

vuelto confusas y oscuras en exceso, convirtiéndose más en un estorbo para el ingenio, que en una ciencia que lo cultive.

Respecto a la primera crítica recordemos que Descartes tiene una concepción utilitaria de las ciencias, como podemos ver en "Parte VI (p. 94) “...podríamos emplearlos (los conocimientos científicos) del mismo modo en todos los usos apropiados, y así convertirnos como en amos de la naturaleza...”

6ª.- ¿Qué razones tiene Descartes para manifestar con tanta insistencia que su reforma no concierne a los asuntos públicos sino sólo a la filosofía?

1: La experiencia nos enseña que no se derriban "todas las casas de una ciudad con el único propósito de rehacerlas de otra manera y de tornar las calles más bellas".

2: Aunque "vemos que muchos mandan echar por tierra las suyas para reedificarlas y muchas veces son forzados a ello cuando están en peligro de caer y los cimientos no son muy firmes".

1 y 2 establecen una analogía a la que se hace referencia en la cuestión tercera.3: Además, sin usar analogías, sino haciendo referencia a la propia experiencia de Descartes, un

hombre que vive en plena crisis política y social (ver Introducción I, Contexto histórico), ocurre que "estos grandes cuerpos políticos son demasiado difíciles de levantar una vez derribados, o incluso de mantener cuando son sacudidos, y sus caídas no pueden ser sino muy duras".

4: Y son inmensas las dificultades "que hay en la reforma de las menores cosas que atañen a lo público".

Se podría establecer ya la conclusión.Pero además, dado que,5: "Además, en lo que concierne a sus imperfecciones, si las tienen, y la sola diversidad que hay

entre ellos es suficiente para asegurar que muchos las tienen, el uso las ha, sin duda, moderado; e incluso ha evitado o corregido gradualmente muchas, a las que por prudencia no se podría atender de forma tan satisfactoria", y

6: "Y en suma, son casi siempre más soportables que lo sería su cambio, de la misma manera que los caminos reales, que serpentean entre montañas, llegan a estar tan allanados y ser tan cómodos a fuerza de ser frecuentados que es mucho mejor seguirlos que intentar ir más recto, trepando por encima de las rocas y descendiendo hasta el fondo de los precipicios".

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Se puede establecer la siguienteConclusión: "no sería en verdad plausible que un particular [como Descartes] tuviese el propósito

de reformar un Estado, cambiándolo todo desde los fundamentos, y derribándolo para enderezarlo; ni tampoco reformar el cuerpo de las ciencias o el orden establecido en las escuelas para enseñarlas".

7ª.- Haz un esquema de los preceptos del método.El objetivo de esta actividad es obvio, es de tal brevedad la formulación cartesiana, que consiste

prácticamente en una copia.

8ª.- Explica la frase: “...no admitir jamás cosa alguna como verdadera en tanto no la conociese con evidencia que lo era.”

Con esta regla comienza el primer precepto o regla del método, la denominada de la Evidencia, y en la que formula el Criterio de Verdad (véase apartado II, 2.2. "El Método", p. 40).

La frase de referencia abre la puerta a la duda metódica, como método de depurar todos los conocimientos y opiniones adquiridos con anterioridad. El objetivo es encontrar verdades absolutamente ciertas, sobre las que no sea posible dudar bajo ninguna circunstancia, es decir, verdades evidentes sobre las que se pueda edificar con total seguridad el edificio del conocimiento. De ahí que en la primera regla nos defina el objetivo (la frase que comentamos) y nos prevenga contra los dos errores más frecuentes, la prevención y la precipitación, y finalmente nos formule el criterio de certeza.

Pero además, con esta frase rompe con las formulaciones escolásticas. En la primer parte, al hablar de la filosofía nos dice que en ella no se encuentra aún ninguna cosa de la que no se dispute y por consiguiente que no sea dudosa. Para Descartes las proposiciones de la filosofía escolástica no son verdaderas, sino simplemente verosímiles y probables y, por tanto, discutibles. Lo verosímil, al igual que lo probable, es sólo aparentemente verdadero. Para Descartes estas son dos formas de falsedad. En el plano teórico Descartes sólo acepta la verdad evidente, sin grados de verosimilitud o probabilidad, por lo que todo lo demás debe ser reputado de falso y sometido a la estricta revisión de la duda metódica. Este tribunal sólo lo salvarán las proposiciones que cumplan el criterio de verdad.

9ª.- Localiza el pasaje donde Descartes se declara influido por las matemáticas y explica el papel que éstas han cumplido en la concepción de su método.

El pasaje se encuentra en la p. 69, a continuación de los 4 preceptos del método: “Esas largas cade-nas de razones, todas simples y fáciles, de las que los geómetras tienen costumbre de servirse para lle -gar a sus más difíciles demostraciones, me habían dado ocasión de imaginar que todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a otras de la misma manera...”.

Descartes destaca de las matemáticas los siguientes puntos: a) que sólo en Matemáticas ha encontrado demostraciones.b) que en esas demostraciones se parte de principios ciertos, sin admitir como verdadero más que

lo que es evidente.c) que a partir de esas evidencias se procede por deducción, formando largas cadenas de razones.d) que en esas cadenas de razones hay que guardar siempre el orden necesario, comenzando siem-

pre por lo más simple y fácil de conocer y pasar luego a lo más complejo. e) que las matemáticas le han acostumbrado a “saciarse de verdades y a no contentarse con falsas

razones”, por lo que se dedicó un tiempo a ellas como “gimnasia mental”.f) por último, en el párrafo final, manifiesta la esperanza de que, aplicando este mismo método a

todas las otras ciencias, las hará progresar igualmente.En definitiva, puede considerarse que la Matemática es la ciencia modelo, pero no porque su obje -

to sea el más importante (pues propiamente no tiene objeto, ya que es la ciencia más general y abs-tracta, prescinde de toda materia, para tratar sólo las proporciones en general) sino porque al tratar lo más simple y fácil de conocer, nos proporciona el modelo de certeza: Descartes considerará verdadero sólo aquello que conciba con la misma evidencia que proporciona una demostración de geometría.

10ª.- Explica la frase: “Pero habiendo advertido que sus principios (de las ciencias) debían estar to-dos tomados de la filosofía...”.

Por “principio” entiende Descartes una verdad evidente que sirve de base o fundamento para otras. Con esta frase viene a decir que las ciencias se sustentan sobre la Filosofía, tienen su fundamento en ella y, por tanto, para establecer la verdad en Física o Medicina, primero hay que establecer principios ciertos en Filosofía, sin los cuales el edificio científico estaría edificado en el aire. Para completar la

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respuesta, téngase en cuenta la analogía del árbol explicada en la cuestión 4ª, donde se dice que la Fi-losofía son las raíces del árbol.

11ª.- ¿Qué relación establece entre la Filosofía y las otras ciencias? ¿Por qué encuentra necesario el estudio de la filosofía?

Para responder más detalladamente, téngase en cuanta lo dicho en las cuestiones 4ª y 10ª de esta misma parte. Recuérdese sólo que para Descartes la relación entre la Filosofía y las otras ciencias es la que hay en un árbol entre las raíces y el tronco (o en un edificio entre los cimientos y los pisos): la Filosofía sería las raíces, la que sustenta el tronco de la ciencia, proporciona los principios de los que se deducen los de las ciencias.

Descartes constata, por otra parte, que la Filosofía de su época aún no había encontrado ningún principio que fuera cierto e indudable, y mientras esta situación siguiera así, ninguna ciencia verdade-ra podría apoyarse sobre ellos. De ahí la necesidad de dedicarse a la Filosofía para establecer unos principios indudables sobre los que asentar un edificio científico seguro.

PARTE III1ª y 2ª.

3ª.- ¿Por qué llama "provisional" a su moral? Explica la analogía en que se apoya.Podemos entender provisional, siguiendo de cerca el Diccionario de la Academia, como dispuesto

o mandado interinamente, esto es, que sirve por algún tiempo supliendo la falta, en este caso de una moral que pudiese considerarse definitiva. Significado que concuerda con el contenido de la nota 4: "una Moral imperfecta de la que hemos de proveernos mientras no se llegue a conocer una mejor".

"Provisión" significa: en attendant, Furetière, Dictionnaire universel (1690), citado por Gilson en su Comentario, que coincide con la traducción latina "ad tempus".

La necesidad de una moral provisional aparece ahora, en el momento en que Descartes piensa ejercitar su método y como persona tiene que seguir actuando en la vida social, por lo que respecto de las acciones no puede permanecer irresoluto. Aparece ahora con ese carácter provisional dado que la razón no la ha garantizado, aunque pudiera considerarse como definitiva en otro momento posterior.

Cuando alguien desea construirse una nueva casa debe tomar varias medidas; desde luego establecerse en un lugar cómodo donde residir el tiempo que duren las obras. Así Descartes empeñado en construir un nuevo edificio intelectual, debe buscar acomodo vital, que le permita centrar toda su atención en la tarea de construcción y no le aumente innecesariamente los problemas; en caso de dejar en suspenso también la moral es previsible que, dada la necesidad de actuar por el mero hecho de vivir, le apareciesen muchos problemas, no sólo intelectuales sino sociopolíticos, que le producirían trastornos, incomodidades, que actuarían en menoscabo de su reforma intelectual. Es necesario mantener una moral provisional: un acomodo moral en tanto realiza su inmensa obra.

No todos los comentaristas están de acuerdo con esta explicación muy extendida; resulta fácilmente accesible el escrito de presentación del profesor Quintás a su versión del Discurso, ed. Alianza, en el que hace un comentario en torno a la interpretación de la "moral provisional".

4ª.- Reconstruye el argumento que justifica la adopción de la moral provisional.1: La razón obliga a suspender el juicio.2: Si esta suspensión abarcase también el plano moral obligaría a no actuar.3: No actuar resulta imposible.Conclusión: Así que la suspensión no debe abarcar el plano moral, o lo que es lo mismo: se debe

mantener una moral en tanto no se alcance una definitiva de acuerdo con la nueva construcción que ahora comienza: una moral provisional.

Es conveniente, también, reconocer la fuerza argumentativa que tiene la analogía tratada en la cuestión anterior.

5ª.- Explica la finalidad de la moral provisional.Al mantener una moral, aunque sea provisional, se permite la acción, especialmente en la medida

en que, como mantiene Descartes en su primera máxima, se acepten "las leyes y las costumbres de mi país, conservando con constancia la religión en la que Dios me ha concedido la gracia de ser instruido desde mi infancia, y rigiéndome en todo lo demás con arreglo a las opiniones más

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moderadas y más alejadas del exceso que fuesen comúnmente aprobadas en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir".

También se evitan problemas que en las circunstancias sociales y políticas del momento podían llegar a ser muy graves (ver Introducción, I, Contexto histórico).

6ª.- ¿Qué razones da Descartes para mantener que no es posible suspender el obrar? ¿Qué opinas al respecto?

No aparecen explícitas en el texto; se recurre aquí a la experiencia compartida por la práctica totalidad de los occidentales que conciben la vida como obligatoria y necesariamente activa.

7ª.- ¿Cómo argumenta que hay que fiarse más de lo que los hombres hacen que de lo que dicen?Recordemos que Descartes piensa regirse "con arreglo a las opiniones más moderadas y más

alejadas del exceso que fuesen comúnmente aprobadas en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir. Pues, comenzando ya a no contar para nada con las mías propias [las de Descartes], a causa de que quería someterlas todas a nuevo examen, estaba seguro de no poder hacer nada mejor que seguir las de los más sensatos".

Las justificaciones de "para saber cuáles eran verdaderamente sus opiniones, debía estar atento más bien a lo que practicaban que a lo que decían" son las siguientes:

1: "Dada la corrupción de nuestras costumbres hay pocas personas que deseen decir todo lo que creen".

2: "Muchas lo ignoran ellas mismas lo que creen".Y de esto último da también una justificación: "pues el acto del pensamiento por el cual uno cree

una cosa, al ser diferente de aquel por el cual uno conoce que se la cree, se halla a menudo el uno sin el otro". De modo que preguntadas estas personas no sabrían dar razón, no sabrían decir.

8ª.- Comenta la frase: “(las opiniones)... que fuesen comúnmente aceptadas por los más sensatos...” ¿Crees que para Descartes el que los más sensatos practiquen una norma moral ya es criterio para afirmar su bondad? ¿Cuáles son las razones que da para tomar esta decisión?

Descartes se provee de una moral provisional mientras procede a la revisión teórica, moral que le resulta necesaria para no permanecer irresoluto en sus acciones y para procurar vivir lo más felizmen-te que pudiera. Es pues, una segunda vivienda segura mientras reforma desde los cimientos la otra, la de la razón teórica. En el terreno de la filosofía práctica, Descartes no busca la verdad, al menos por ahora, y como él mismo nos dice, opta por obedecer las leyes del país, la religión y las normas mora -les de los más sensatos de sus conciudadanos. Es una moral de conformismo, de adaptación al en -torno. Pero es además lo más razonable mientras no se tenga nada que sea verdaderamente cierto.

Mientras en el análisis teórico sólo se aceptará como verdadero lo evidente, porque mientras se lle-ga a esa verdad se puede vivir en la duda, en el terreno de la moral eso no es posible, pues se ha de vi -vir cada día, tomar decisiones y actuar, y esto no admite dilaciones ni suspensiones de juicio y por tanto de acción, cosa sólo posible en el nivel teórico.

Se puede contestar a las preguntas de forma breve: la práctica de los más sensatos no es garantía de la bondad de una norma moral, pero en la incertidumbre es lo más aconsejable.

Nos da dos razones:a.- Ausencia de razones propias para apoyar sus normas.b.- Toma de modelo a sus vecinos, con los que ha de convivir.

9ª.- ¿Cómo argumenta que hay que seguir las opiniones más moderadas? Aristóteles defiende la tesis del "término medio" en moral. Busca información al respecto y relaciona ambas posturas.

"Y entre varias opiniones igualmente aprobadas, no escogía sino las más moderadas" . Da dos razones:

1: "Porque son siempre las más cómodas para la práctica, y verosímilmente las mejores, ya que todo exceso suele ser malo".

2: "A fin de desviarme menos del verdadero camino, en caso de que fallase, si, habiendo escogido uno de los extremos, hubiese sido el otro el que debiera seguirse".

9ª bis.- Explica la frase “Tomar como un exceso todas las promesas por las que se cercena algo de la propia libertad”.

La frase quiere decir que para Descartes es una imprudencia adquirir compromisos tan fuertes que te impidan cambiar de voluntad en el futuro. Parece estar pensando en los votos religiosos, como el de pobreza, castidad, etc., que se realizan al ingresar en un convento, y que posteriormente el individuo puede verse incapaz de cumplir sin infelicidad. También parece pensar en los contratos que los hom-

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bres realizan en sociedad y que obligan a cumplir en el futuro lo que ya no se tiene ganas (o no es pru-dente en las nuevas circunstancias) de realizar.

10ª.- ¿Cómo argumenta su negativa a realizar promesas?En su argumentación, Descartes distingue las promesas cuando son hechas para realizar a) un de-

signio bueno. b) un designio indiferente, y c) un designio malo, o que ha cesado de ser bueno (o de ser estimado bueno) al menos.

En el caso a) Descartes no desaprueba que haya leyes que obliguen a cumplir la promesa dada. En el caso b) tampoco lo desaprueba: aquí es donde coloca los contratos que se firman en el comercio y que hay que cumplir para que haya sociedad. Es en el caso c), es decir, cuando un designio que en principio parecía bueno y luego se ha visto que no lo es, donde Descartes considera prudente evitar hacer promesas que te comprometan.

Obsérvese que da 2 razones para evitar las promesas en este caso c), fácilmente detectables pues en el texto hay dos “porque...”: 1) “porque no veía en el mundo ninguna cosa que permaneciese en el mismo estado”, es decir, lo que hoy es bueno puede no serlo mañana, cuando las circunstancias han cambiado y, por tanto, lo prudente es hacer algo distinto de lo prometido; y 2) “porque... me proponía perfeccionar más y más mis juicios... hubiese creído cometer una grave falta contra el buen sentido si, al aprobar por entonces alguna cosa, me hubiese obligado a tomarla por buena también después... cuando hubiese cesado de estimarla como tal” (p. 71). La diferencia entre las dos razones es que, en el primer caso, una cosa que es buena puede cambiar y dejar de serlo; en el segundo caso, es el espíritu que juzga el que deja de estimarla como buena, independientemente de que ella haya o no cambiado.

(Puede ilustrarse esto al alumno proponiéndole como ejemplo el argumento de El mercader de Ve-necia, de Shakespeare: el noble cristiano Antonio acude al judío Shylock para que le preste dinero. Éste accede, con la condición de que si no le es devuelto el dinero en el plazo previsto él podrá, como indemnización, cortar una libra de carne de la parte del cuerpo de Antonio que le plazca. Antonio fir -ma el contrato, confiado en poder pagar a tiempo, pero las adversas circunstancias hacen que se arrui -ne, no pueda pagar y se encuentra con que el judío le reclama la indemnización estipulada. El tribunal no tiene otro remedio que fallar a favor del judío).

11ª.- Reconstruye el argumento que justifica la 2ª máxima.En primer lugar, Descartes construye una metáfora, que toma su fuerza de la experiencia cotidiana:

perdidos, es siempre mejor andar en una sola dirección que cambiar frecuentemente, aunque no tengamos buenas razones para escoger mejor una dirección que otra; pues los viajero perdidos, "si no llegan precisamente a donde desean, al menos acabarán por llegar finalmente a alguna parte, en donde probablemente estarán mejor que en medio de un bosque".

Vinculada con la metáfora ("y así") aparecen las justificaciones:1: "Puesto que a menudo las acciones de la vida no admiten ninguna demora, es una verdad muy

cierta que, cuando no está en nuestro poder discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables".

2: "Aunque no advirtamos más probabilidad en unas que en otras, debemos, sin embargo, decidirnos por algunas, y considerarlas después no como dudosas, en cuanto que se refieren a la práctica, sino como muy verdaderas y muy ciertas, porque la razón que nos ha determinado a seguirlas se descubre como tal".

De donde se sigue la validez de la segunda máxima: "ser en mis acciones lo más firme y lo más resuelto que pudiese, y no seguir con menos constancia las opiniones más dudosas, una vez que me hubiese determinado, que si hubiesen sido muy seguras".

Que aún queda reforzada dada la consecuencia deseable que menciona: "y esto tuvo el poder de librarme desde entonces de todos los arrepentimientos y remordimientos que suelen agitar las conciencias de esos espíritus débiles y vacilantes que, sin constancia, se dejan arrastrar a practicar como buenas las cosas que después juzgan malas".

12ª.- Explica la frase del párrafo 3º: “... y considerarlas (las acciones) después no como dudosas... nos ha determinado a seguirlas se descubre como tal”.

Esta afirmación es lógica dentro de la moral provisional, y es consecuencia directa de la 2ª máxi-ma. En su formulación nos dice que seguirá con la misma perseverancia las opiniones más dudosas como las más seguras, una vez que se ha determinado a ello. Las razones las expone con claridad, las acciones de la vida no admiten dilaciones, por lo que nos ha de bastar con las razones que tengamos en ese momento para decidirnos y seguir con ellas como si fueran las más verdaderas, de hecho lo son para nosotros, pues nos inclinamos por aquellas sobre las que tenemos más sólidas razones para con-

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siderarlas verdaderas. Esta medida nos sustraerá de los arrepentimientos y remordimientos, que es co -mo dar vueltas por el bosque sin decidirse por ninguna dirección determinada, sino corrigiendo a cada paso el camino, lo cual es lo propio de los espíritus débiles y vacilantes.

Es una moral de la buena conciencia, hacemos aquello que la razón nos dice que es lo mejor, aun-que sepamos que no poseemos todos los elementos o razones para llegar a ese juicio sin posibilidades de error, pero debemos actuar así porque en la vida práctica las decisiones no admiten ni suspensiones ni dilaciones. En suma, hemos hecho lo mejor que podíamos en las circunstancias en que nos encon-trábamos, los arrepentimientos y remordimientos sólo pueden contribuir a desorientarnos de nuevo.

13ª.- ¿ Tiene la misma finalidad la suspensión del juicio en la duda teórica que la falta de resolución en el obrar moral?

Tienen una finalidad claramente diferente. En el campo de la teoría la suspensión del juicio es posible y aconsejable para poder encontrar la verdad. Pero en la moral no podemos permanecer en la indecisión. No se puede permanecer sin obrar en la vida diaria, y más teniendo en cuenta las propias urgencias de la vida cotidiana. Es necesario, por tanto, dar una solución de urgencia en las decisiones vitales, y esta es la finalidad de la moral provisional.

14ª.- ¿Tiene el mismo sentido la duda teórica que la moral provisional?Otra forma de plantear el problema de las dos preguntas anteriores. Se puede contestar mediante

ellas: al no ser posible mantenernos en suspenso en el obrar, es necesario, como solución de urgencia, acogernos a una moral provisional. Moral que, al carecerse de guía plenamente fiable, es preferible tomar, hasta que pueda ser revisada, del lugar donde vivamos y en la forma más moderada.

La duda teórica busca eliminar todo lo conocido y todas las opiniones y revisarlas para encontrar una verdad que esté a salvo de toda duda.

15ª.- a) Descartes parece defender la tesis de que es suficiente juzgar bien, dentro de las posibilidades, para darse por satisfecho con el obrar que se deriva de ese juicio. Según esto contesta a la siguiente pregunta y justifica tu respuesta: ¿Por qué afirma conformarse en la moral con lo probable mientras que en la teoría sólo acepta lo indudable?

b) Parece también estar en contra del principio que exige admitir como verdadero sólo lo evidente, incluso admite la necesidad de seguir lo que tan sólo es probable. ¿Cómo se resuelve esta aparente contradicción?

Consultar respuestas a cuestiones 13, 14. (Descartes p. 72).

16ª.- Según se deriva de la 2ª máxima, ¿en qué consiste y cómo se consigue la paz de conciencia?La paz de conciencia consiste en la certeza sobre la bondad de las propias acciones, y se consigue

considerando que nuestras decisiones han sido tomadas basándonos en las mejores razones que teníamos en el momento, debiéndose, a partir de ahí, perseverar en ese obrar dictado por la razón, como si nuestras acciones fuesen absolutamente buenas aunque en un principio fuesen dudosas. De esta manera evitaremos el arrepentimiento y el remordimiento.

17ª.- Explica la frase: “... procurar siempre vencerme a mí mismo, antes que a la fortuna y modifi-car mis deseos antes que el orden del mundo...”.

La frase quiere decir que hay que saber dominar los propios deseos y renunciar a ellos si su satis -facción es imposible, para no sentirse apesadumbrado o frustrado por no haberlos podido satisfacer. Esta doctrina es típica del estoicismo, según el cual todo lo que acontece es resultado de un orden uni-versal (o destino, o providencia, según los autores) y por tanto no puede ser alterado. Si nuestros de-seos van contra el orden del mundo no podrán ser satisfechos, por lo que haremos bien renunciando a ellos sin lamentaciones. (Véase también respuesta a la cuestión 2ª de la Parte II).

18ª.- Explica la frase popular: “convertir la necesidad en virtud”.Esta frase proverbial tiene aproximadamente el mismo sentido que la anterior. Indica que la sereni -

dad se alcanza aceptando lo que nos ocurre de manera necesaria, pues no habríamos podido evitarlo, y si nos lamentamos de ello tendremos dos desgracias en vez de una: la de que nos haya sobrevenido (lo que era inevitable) y la de sentirnos desgraciados por ello (que sí habríamos podido evitar).

El propio Descartes pone como ejemplo que, así como no nos sentimos desgraciados por no tener alas como los pájaros o cuerpos de materia incorruptible como el diamante, así tampoco deberíamos sentirnos desgraciados por no haber nacido emperador de la China o por estar enfermos.

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También es doctrina de los estoicos, y la podemos encontrar mil veces repetida en estos autores. Por ejemplo, el capítulo VIII del Enquiridión (Manual) de Epicteto dice así: “No pretendas que lo que sucede suceda como quieres, sino quiérelo tal como sucede, y te irá bien”.

(Puede ser provechoso hacer al alumnado la siguiente reflexión para actualizar el problema: la ciencia, con sus avances técnicos, ¿no está ampliando ilimitadamente el ámbito de lo que cabe dentro de la elección humana y disminuyendo cada vez más lo que nos sobreviene de manera necesaria? El ejemplo de algo imposible que pone Descartes ha quedado obsoleto: con los aviones ya podemos vo-lar. Consideremos, por ejemplo, las técnicas de reproducción asistida: hoy, que ya pueden tener hijos las mujeres antes condenadas a la esterilidad, que se pueden elegir hijos “a la carta”, y un largo etcéte -ra, ¿estamos dejando anticuada la doctrina estoica de aceptar lo necesario? La ciencia, ¿está amplian-do ilimitadamente la libertad humana? ¿Es el estoicismo, como se ha dicho, una moral “para tiempos duros”? Dejamos estas cuestiones en interrogación para suscitar un debate entre el alumnado, si se cree conveniente).

19ª.- Según la máxima 3ª, ¿en qué consiste la felicidad?La felicidad puede conseguirse conformándonos con las circunstancias, procurando cambiarnos

nosotros, esto es, nuestros deseos, antes que intentar cambiar el mundo, lo cual resulta mucho más difícil o imposible.

Esta tercera máxima está influenciada por el estoicismo y, en concreto, por Epicteto, para el cual lo único que está realmente en nuestro poder son nuestros pensamientos. Los bienes exteriores, como la fortuna, son volubles. Si ciframos nuestra felicidad en ellos, esta nunca dependerá de nosotros. Por el contrario, si gobernamos nuestros pensamientos conseguiremos la felicidad, y el argumento que ha de convencernos es que todo aquello que no hemos conseguido después de obrar lo mejor que hemos podido, es imposible, y por tanto inútil el desearlo.

La felicidad, en suma, depende del buen gobierno de nuestros pensamientos y consiste en conformarnos con nuestros bienes y no desear más que aquello que podemos alcanzar.

20ª.- Explica la frase: “ ...Pues no tendiendo naturalmente nuestra voluntad a desear sino las cosas que nuestro entendimiento le represente de alguna manera como posible...”.

Esta frase se enmarca en la propuesta estoica de la tercera máxima de la moral y completa las fra -ses analizadas con anterioridad y la de la actividad 21.

La propuesta general que nos hace es el control de nuestros deseos por medio de nuestros pensa -mientos, pues es lo único de lo que realmente podemos ser dueños. El control de nuestros deseos debe realizarse mediante la razón. Es esta la que debe mostrarnos lo que está a nuestro alcance y aquello que de ninguna manera depende de nosotros, como el ser rey de la China. Tras haber obrado lo mejor que hemos podido en lo tocante a las cosas exteriores, debemos entender que todo lo que no hemos podido conseguir es para nosotros absolutamente imposible y, por tanto, todo esfuerzo es baldío. Ci-frar la felicidad en la satisfacción de todos los deseos es caer en una cadena sin fin, pues el deseo no tiene límites ni comprensión de la realidad, y el no saber determinar qué es lo posible y qué lo imposi-ble para nosotros es cargarnos de insatisfacciones y amarguras. El entendimiento es el encargado de enseñarnos esta distinción entre las cosas exteriores, y de ella se derivará la aceptación tranquila de la realidad.

21ª.- Explica la frase: “...nada estaba en su poder sino sus pensamientos...”.Esta frase complementa las analizadas en las cuestiones 17ª y 18ª. Indica que para saber regular

nuestros deseos hemos de limitarnos a desear lo que depende de nosotros y no lo que no depende de nosotros o no está en nuestra mano. Pero previamente hay que saber distinguir qué cosas están en nuestro poder y qué cosas no están en nuestro poder. Y se afirma que sólo están completamente en nuestro poder nuestros pensamientos, es decir, los juicios, opiniones o estimaciones que hacemos so-bre los hechos que nos acaecen.

De acuerdo con esto, pues, el que un hecho (nos) ocurra o no, puede no estar completamente en nuestra mano, pero sí lo está qué opinemos, pensemos o sintamos sobre ese hecho. Así, por ejemplo, si he perdido un brazo porque una serie de circunstancias adversas inevitables se han juntado (me han herido en él, había malas condiciones de salubridad en el lugar en que me han herido, se me ha gan -grenado, han tenido que amputármelo para evitar males mayores, etc.), evitar esto no estaba en mi po-der. Pero sí lo está lo que pienso o siento por haberlo perdido: sentirme desgraciado, o no sentirme así por considerar que puedo seguir haciendo vida normal, que he escapado a la muerte, etc.

Es también doctrina típica de los estoicos. Epicteto la repite literalmente en su Enquiridión, capítu-lo V: “Lo que turba a los hombres no son los sucesos, sino las opiniones acerca de los sucesos. Por

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ejemplo, la muerte no es nada terrible, pues, de serlo, también se lo habría parecido a Sócrates; sino la opinión de que la muerte es terrible, ¡eso es lo terrible! Cuando, pues, nos hallemos incómodos o nos turbemos o aflijamos, nunca echemos a otro la culpa, sino a nosotros mismos, esto es, a nuestras pro-pias opiniones”.

22ª.- Reconstruye en forma de esquema el argumento que sostiene la tercera máxima.1: "No tendiendo naturalmente nuestra voluntad a desear sino las cosas que nuestro

entendimiento le representa de alguna manera como posibles, es seguro que, si consideramos todos los bienes que están fuera de nosotros como igualmente alejados de nuestro poder, no tendremos ningún pesar por carecer de los que parecen debidos a nuestro nacimiento, cuando nos veamos privados de ellos sin culpa nuestra".

2: Que queda reforzado por este enunciado de sentido común: "como no lo tenemos por no poseer los reinos de la China o de Méjico".

3: "Y haciendo, como suele decirse, de la necesidad virtud, no sentiremos mayores deseos de estar sanos, estando enfermos, o de estar libres, estando en prisión, de los que ahora sentimos de tener cuerpos de una materia tan poco corruptible como los diamantes o alas para volar como los pájaros". Este último enunciado no parece muy atractivo para muchas personas, por lo que recurrirá a la autoridad de los filósofos estoicos después de advertir que "es necesario un largo ejercicio y una meditación frecuentemente reiterada para acostumbrarse a mirar con este sesgo todas las cosas".

4: El apoyo en los estoicos es el siguiente: "creo que es principalmente en esto en lo que consistía el secreto de aquellos filósofos, que pudieron en otro tiempo sustraerse al imperio de la fortuna y, a pesar de los sufrimientos y la pobreza, rivalizar en felicidad con sus dioses. Pues, ocupándose sin descanso en considerar los límites que les estaban prescritos por la naturaleza, se persuadían tan perfectamente de que nada estaba en su poder sino sus pensamientos, que esto solo era suficiente para impedirles tener algún afecto hacia otras cosas; y disponían de esos pensamientos tan absolutamente, que tenían en esto alguna razón para considerarse más ricos y más poderosos y más libres y más felices que cualquiera de los otros hombres que, no teniendo esta filosofía, por mucho que les haya favorecido la naturaleza y la fortuna, no disponen jamás, como aquellos, de todo lo que quieren".

Por lo que afirma su tercera máxima, aunque tal vez la justificación más fuerte sea la primera.

23ª.- En la 3ª máxima se nos dice que es necesario un fuerte ejercicio de la voluntad; relee el capítulo III del libro y explica la teoría cartesiana de la libertad.

La respuesta se encuentra en p. 54, apartado 5.3.

24ª.- ¿Qué razones aduce Descartes para adoptar sus máximas?1: Al principio de esta tercera parte ya nos proporciona alguna razón: "Y en fin, como no es

bastante, antes de comenzar a reconstruir el alojamiento que se habita, con derribarlo y hacer provisión de materiales y arquitectos, o ejercitarse uno mismo en la arquitectura y además de esto haber trazado cuidadosamente el diseño, sino que también hay que haberse provisto de alguna otra habitación, en donde se pueda estar alojado cómodamente durante el tiempo en que se trabajará; así, a fin de no permanecer irresoluto en mis acciones, mientras la razón me obligara a serlo en mis juicios, y no dejar de vivir desde ese momento lo más felizmente que pudiese, hice mía una moral provisional que no consistía sino en tres o cuatro máximas, de la que quiero gustosamente haceros partícipes". (Ver contestaciones a las preguntas 3, 4 y 5).

2: También pueden localizarse algunas razones en el párrafo antepenúltimo, que indican las consecuencias beneficiosas que se siguen del hecho de adoptar esas máximas; la central es la siguiente: "las tres máximas precedentes no estaban fundadas sino sobre el propósito que tenía de continuar instruyéndome; pues habiéndonos dado Dios a cada uno alguna luz para distinguir lo verdadero de lo falso, no hubiese creído que debía contentarme con las opiniones de los demás un solo momento, de no haberme propuesto emplear mi propio juicio para examinarlas cuando fuera el tiempo; y no hubiese podido librarme de todo escrúpulo, al seguirlas, si no hubiese esperado no perder por ello ninguna ocasión de encontrar mejores, caso de que las hubiese".

25ª.- Haz un esquema de las 3 máximas y pon un título a cada una de ellas.Primeramente, puede discutirse si las máximas son 3 ó 4. En el primer párrafo (p. 71) Descartes

anuncia una “moral provisional que no consistía más que en tres o cuatro máximas”. Él mismo, pues, no decide tajantemente si las máximas son 3 ó 4. A continuación, las enumera: “la primera...”, (párra-fo 2º, p. 71); “mi segunda máxima...” (párrafo 3º, p. 72); “mi tercera máxima...” (párrafo 4º, p. 72).

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Tras enumerar estas tres, no aparece la expresión “mi cuarta máxima”, pero el párrafo 5º comienza : “en fin, como conclusión de esta moral...”, que parece equivaler a un “y por último...”, por lo que pa-rece haber una cuarta máxima, de la que además afirma Descartes que las 3 anteriores se fundan en ella. El párrafo 6º comienza “Después de así haberme afirmado en estas máximas...”, lo que indica que Descartes ha dado por concluida la exposición de sus máximas. Todo ello nos lleva a sostener que el párrafo 5º está dedicado a una 4ª máxima, pero que tiene una posición especial, pues es como el fundamento de las otras tres.

Analizamos a continuación cada una de ellas por separado.

A) La primera máxima reúne aparentemente consideraciones diversas, pero una lectura atenta revela que todas estas consideraciones giran en torno a un concepto clave: el de "moderación" Su esquema po -dría ser:—MODERACIÓN—1.- Por una parte, en lo que respecta a lo que está reglado, consiste en seguir las normas (leyes, cos -tumbres, religión) de mi país. 2.- Por otra parte, en lo que cae bajo la libertad personal, consiste en seguir las opiniones moderadas y evitar los excesos.

2.1. Seguir las opiniones de los más sensatos.a) Se trata de los sensatos con quienes hemos de convivir.b) y fijándose más en lo que hacen que en lo que dicen.

2.2. Si los sensatos aprueban varias opiniones, seguir la menos “excesiva”.2.3. Considerar un exceso las promesas que impiden cambiar de voluntad.

a) pues nada permanece en el mismo estado.b) al perfeccionar mi juicio, lo que hoy me parece bueno podría parecerme mañana malo.

B) La segunda máxima gira en torno al concepto de "constancia", que podría ser su título (o un sinónimo, como "firmeza", "resolución", etc.). Esquema: —CONSTANCIA—1.- Consiste en seguir con firmeza aun las opiniones dudosas.

a) porque así al menos se llegará a algún sitio y no permaneceremos irresolutos.2.- Seguir con firmeza las opiniones más probables.

a) porque las acciones no admiten demora y muchas veces no hay tiempo para discernir las mejo-res, sólo las más probables.

3.- Eliminar arrepentimientos y remordimientos por lo realizado, que sólo angustian la conciencia.

C) La tercera máxima gira en torno al "dominio"o "regulación de los deseos", que era para Descartes “la principal utilidad de la moral” (véase respuesta a la cuestión 2ª de la Parte II). Su título podría ser éste o uno equivalente. Aquí un esquema es, sin embargo, más discutible, pues casi todas las recomenda-ciones de Descartes vienen a parar a lo mismo, no desear excesivamente lo que no depende de noso-tros alcanzar, dicho con palabras más o menos diferentes. Destacamos, pues, sólo las frases que pare -cen aportar matices diferentes, estableciendo el símbolo de igualdad entre aquellas que parecen tener el mismo significado:—DOMINIO DE LOS DESEOS—1.- Vencerse a sí mismo antes que a la fortuna = modificar mis deseos antes que el orden del mundo. 2.- Para ello, distinguir qué cosas están en nuestro poder y qué cosas no lo están.

a) nada está enteramente en nuestro poder salvo nuestros pensamientos.b) las cosas exteriores no dependen de nosotros.c) Por tanto, no deseemos lo imposible, lo que no depende de nosotros = hacer de necesidad virtud.

3.- Así se alcanza el contento = satisfacción = felicidad.

D) En cuanto a la discutida 4ª máxima, encontramos que la frase que más se asemeja a la formulación de una máxima es: “emplear toda mi vida en cultivar la razón” (p. 73), por lo que su título y esquema po-dría ser uno como éste:—CULTIVO DE LA RAZÓN—1.- Porque el conocimiento es fuente de satisfacciones gratas e inocentes.2.- Porque las 3 máximas anteriores están fundadas en ella.

2.1.- pues con la razón examinaremos, cuando sea oportuno, las opiniones ajenas que seguimos.2.2.- el propósito de examinarlas con la razón es lo que nos libra de remordimientos al seguirlas.

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2.3.- que nuestra razón juzgue buena o mala una cosa hace que nuestra voluntad la persiga o la rehúya y así se regulan nuestros deseos.

26ª.- Explica la frase final del 5º párrafo:”...es suficiente juzgar bien para obrar bien... estar con-tento”. Contesta, además a las siguientes preguntas:

a) ¿Puede calificarse la moral cartesiana de intelectualismo moral? Relaciónalo con el inte-lectualismo moral de Sócrates y Platón, si los conoces.

b) ¿Es posible ver que algo es lo mejor pero hacer lo peor?Para entender la frase hay primero que tener en cuenta el contexto en que se encuentra. Descartes

pretende probar que las 3 máximas anteriores están basadas en el cultivo de la razón. Pues bien, por medio de esta frase pretende mostrar que el desarrollo de la razón y adquisición de conocimientos sir -ve de fundamento en concreto a la 3ª máxima, consistente en regular o dominar nuestros deseos. Se-gún Descartes la razón nos ayudará a regular nuestros deseos porque al conocer una cosa se nos apa-recerá como buena o como mala, conveniente o inconveniente, y esto determinará a nuestra voluntad a quererla o rehuirla; por ello, cuanto mejor juzguemos sobre una cosa, más correctamente actuare -mos, lograremos los bienes que realmente debemos apetecer y alcanzaremos el contento o felicidad.

a) Es tradicional, efectivamente, calificar esta doctrina de “intelectualismo moral”, del que Sócra-tes y Platón son los más afamados precedentes. Según ellos, para actuar bien y justamente, primera-mente hay que conocer qué es el Bien y la Justicia, de manera que la primera virtud es el Conocimien-to, pues sin ella no se dan las demás. Según Sócrates, además, el que actúa mal no es exactamente por maldad, sino por ignorancia, porque parte de un concepto o definición equivocado del bien, y así bus-cando el bien hace el mal.

b) Efectivamente, suele objetarse a esta doctrina que quien hace el mal lo hace, no por ignorancia, sino por mala voluntad, o por falta de voluntad para hacer el bien. No bastaría por ello conocer el bien para hacerlo. Suelen citarse las famosas palabras de Ovidio para ilustrar esta objeción: “Video melio-ra, proboque; deteriora sequor” (“veo lo mejor y lo apruebo; pero sigo lo peor”).

Descartes explicaría esta situación admitiendo que las pasiones (que son involuntarias, fruto de la influencia del cuerpo sobre el alma, y por tanto inextirpables de ese ser dual que es el hombre) nos llevan a hacer lo incorrecto cuando son intensas, pero que el alma puede fortalecer su voluntad y ad-quirir control sobre las pasiones tomándose un tiempo para pensar, sin actuar inmediatamente que la pasión se presenta, cuando más intensa es, y repasando las razones que aconsejan acciones contrarias a las que la pasión arrastra. Así, por ejemplo, si la vista del enemigo despierta en nosotros inmediata -mente la pasión del miedo, y éste nos incita a huir, podemos vencerlo dándonos tiempo a pensar y considerar las razones que aconsejan lo contrario de la huida: que el número de enemigos no es tan grande para considerarlo tan peligroso, que siempre se está más seguro defendiéndose que huyendo, que se tendrá la gloria y el júbilo de vencer mientras que de huir se padecerá vergüenza y deshonor, etc. De manera que nuestro entendimiento y voluntad conservan control sobre las pasiones.

(Este tema es desarrollado con mayor amplitud en el Tratado de las pasiones, artículos 45-49 y ar-tículo 211, que pueden ser utilizados por el profesor como TEXTOS COMPLEMENTARIOS si lo considera oportuno).

27ª.- ¿Sabrías indicar los elementos de la moral estoica que hay presentes en la moral cartesiana?Los ingredientes estoicos son abundantes en la moral cartesiana. De hecho, en el Renacimiento se

había producido un “neoestoicismo” bastante generalizado, sobre todo gracias a las reediciones de Sé-neca y Epicteto por parte del holandés Justo Lipsius. Destacaríamos:

1.- La máxima de la moderación. Ésta es un ideal no sólo estoico, sino de la ética griega en gene-ral, pero también de la estoica, pues ésta es en muchos aspectos una culminación sincrética en la que vinieron a parar diversos elementos griegos tradicionales. Recuérdese que ya a los Siete Sabios de la Grecia del período preclásico se les atribuían máximas como “Nada en exceso” o “La medida [mesu-ra) es lo mejor”, y que el “Nada en exceso” estaba grabado en los muros del templo de Apolo en Del-fos, como aquel “Conócete a ti mismo” que Sócrates adoptó como lema. La doctrina aristotélica del “término medio” no es sino una reformulación del tradicional ideal griego de la moderación.

2.- La constancia también es una virtud básica para Zenón, Séneca, etc. Especialmente este último, quien continuamente compara la vida humana con una lucha en la que hay que mostrar virilidad y fir -meza, no desánimo o decaimiento o blandura.

3.- La idea de que el sabio, al conocer el orden del mundo, comprende y acepta que las cosas son necesarias, y por tanto no desea lo imposible. Ese orden del mundo es conceptualizado, sin embargo, en el estoicismo cristiano, no como un “Destino” sino como una “Providencia”.

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4.- La 3ª máxima, derivada de lo anterior, la del dominio de los deseos es la más típicamente estoi-ca, incluso en sus formulaciones literales. “Vencerme a mí mismo antes que a la fortuna”, “nada está en nuestro poder salvo nuestros pensamientos”, “considerar los límites que me están prescritos por la naturaleza”, etc., son frases fáciles de hallar entre los estoicos, especialmente Séneca, Epicteto o Mar -co Aurelio.

5.- Finalmente, observamos que la ética de Descartes también persigue la felicidad (o el “conten-to” o la “satisfacción”, que son una “felicidad en tono menor”). Por ejemplo, en las pp. 71, 72 y 73 hallamos abundantes expresiones en las que Descartes reconoce que persigue “vivir lo más felizmente que pudiese”, o cuando menos “estar contento” o las “satisfacciones gratas e inocentes”, etc. Pode-mos, pues, considerar la ética cartesiana deudora del “eudemonismo” griego, una variedad del cual es el estoicismo, que buscaba la felicidad (o la serenidad, al menos) en la “ataraxia”, en la imperturbabi -lidad del espíritu, en superar las angustias y desánimos del vivir.

Hay, no obstante, una diferencia importante entre Descartes y los estoicos. Descartes no comparte este ideal de “imperturbabilidad” o “insensibilidad” del estoico, consistente en suprimir las pasiones y alcanzar un estado de indiferencia frente a todo lo que acaezca. Sabe que las pasiones son insuprimi-bles, incluso que son buenas en su mayoría, como declara en el Tratado de las pasiones. Esta insensi-bilidad hacía a los estoicos ser indiferentes a la vida y aprobar el suicidio en ciertos casos, cuando de la vida ya no esperamos más que dolor. Es a este aspecto del estoicismo al que se refiere Descartes críticamente en la Parte I del Discurso, p. 62: “Los escritos de los antiguos paganos (...) elevan muy en alto las virtudes (...) pero no enseñan bastante a conocerlas, y a menudo lo que ellos llaman con tan bello nombre no es sino insensibilidad, orgullo, desesperación o parricidio” (esta última alusión pare-ce referirse a la muerte de César a manos de Bruto en nombre de los valores republicanos).

28ª.- ¿Cuál es la finalidad de la duda según nos explica en el párrafo 8º?Librarse de todas las opiniones teóricas para iniciar desde cero su investigación. Descartes

reflexiona en todas las materias sobre lo que puede volverlas sospechosas de no ser verdaderas, pero no con la intención de los escépticos, esto es, reafirmarse en el “nada puede saberse”, o actuar por frivolidad, sino con la intención de aclarar el campo y buscar un terreno sólido sobre el que alzarse. Este terreno sólido será la primera verdad evidente que cumple el criterio de certeza del primer principio del método: el Cogito.

29ª.- ¿Por qué ha sido necesario elaborar la moral provisional antes de poner en práctica la duda metódica?

Para tener seguridad en el obrar, algo que no puede permanecer en suspenso. En efecto, se puede vivir con la suspensión del juicio teórico, pero no es posible sin unas normas morales que dirijan nuestra acción con los otros hombres. En el plano teórico no es aceptable lo verosímil ni lo probable, pero en el plano moral sí, pues no existen opiniones evidentes. En el plano moral todas las opiniones son probables. De ahí que en la primera máxima moral recomendara moderación, pues al ser sólo probable, si cometiéramos un error, sería menos grave que si hubiéramos optado por una actuación extremada. Aceptado el valor de la moral como probable y teniendo una guía para la vida ya es posible dedicarse por entero a la demolición del edificio teórico.

30ª.- Repasa el texto y anota todas las diferencias que Descartes establece cuando trata materias especulativas, por una parte, y asuntos morales por otra. ¿Se podría afirmar que hacemos un uso diferente de la razón cuando la aplicamos a uno u otro? Explica la respuesta.

A lo largo, sobre todo de la parte III (y ocasionalmente en otros pasajes, como el primer párrafo de la parte IV, por ejemplo), Descartes establece una serie de diferencias en el uso de la razón cuando la aplicamos a “materias especulativas” o cuando la aplicamos a asuntos morales. Podríamos reunirlas en el cuadro siguiente:

FILOSOFÍA PRÁCTICA FILOSOFÍA ESPECULATIVABusca la felicidad: “vivir lo más felizmente que pudiese".

Busca “distinguir lo verdadero de lo falso” y ha-cernos dueños de la naturaleza.

Su objeto son las acciones: “ver claro en mis acciones y andar seguro por la vida”.

Su objeto son las verdades científicas y metafísi-cas.

La acción no admite demora; no se puede per-manecer irresoluto.

Se debe suspender el juicio en estos asuntos mientras no descubramos la verdad.

Es necesario, pues, una “moral provisional” mientras buscamos la moral perfecta.

No conformarse con verdades provisionales, sino con verdades evidentes indudables.

Seguir con constancia las opiniones dudosas. No admitir lo dudoso ni lo probable.

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Seguir las opiniones más probables.Seguir las opiniones más moderadas porque son más cómodas y verosímilmente las mejo-res.

No admitir como verdadero lo verosímil.

Evitar la inconstancia y vacilación, que es se-ñal de debilidad y lleva a la irresolución.

Cultivar la duda, aunque sea como método.

Todas estas diferencias nos llevan a admitir que Descartes distingue entre un “uso teórico” y un “uso práctico” de nuestra razón. Desde Aristóteles es tradicional distinguir entre una Filosofía teórica que consiste en la “contemplación de la verdad” (la que ejercita, por ejemplo, un geómetra que hace demostraciones) y una Filosofía práctica que delibera “sobre lo que puede ser de otra manera”, es de-cir, la acción humana, en la cual no cabe el mismo grado de certeza que en la anterior, pues aquí no hay demostraciones, sino persuasión, por lo que la razón sólo puede “dilucidar esto (la acción) en la medida en que lo permite la materia” (Ética a Nicómaco, Libro I, cap. 3).

Sin embargo, Descartes no admitiría nunca que haya una “Razón teórica” y una “Razón práctica”, esto es, dos facultades diferentes. Su concepción de la Ciencia es una, precisamente porque la Razón humana es una, aunque se aplique a objetos distintos. Así, en las Reglas para la dirección del espíritu, Regla I, dice: “Pues no siendo las ciencias otra cosa que la sabiduría humana, que permanece siempre una y la misma, aunque aplicada a diferentes objetos, y no recibiendo de ellos mayor diferenciación que la que recibe la luz del sol de la variedad de las cosas que ilumina...”.

Asimismo, cuando trata de definir, en los Principios de la Filosofía, su ideal de Sabiduría, engloba bajo este concepto tanto los fines de la filosofía teórica como los de la filosofía práctica: “Por Sabidu-ría no sólo hemos de entender la prudencia en el obrar, sino un perfecto conocimiento de cuanto el hombre puede conocer, bien en relación con la conducta que debe adoptar en la vida, bien en relación con la conservación de la salud, o con la invención de todas las artes” (pp. 7-8, edición citada en la bi-bliografía). La Razón humana es, pues, una, pero según se aplique a la matemática y a la naturaleza o a las acciones humanas alcanzará certezas indudables u opiniones probables.

31ª.- Ejercicio de actualización a realizar por el alumno.

PARTE IV1ª.-

2ª.- ¿Qué significado tiene el término fundamento (3ª línea)? ¿Significaría lo mismo que “principio”, sobre el que se ha preguntado en otras actividades, y lo mismo que “principio” en la última línea del párrafo?

La respuesta es afirmativa. "Fundamento" está utilizado como sinónimo de principio. En la voz "Principio" del vocabulario leemos: verdad que sirve de fundamento en una construcción intelectual y que es evidente por sí misma. Estas características las posee el término "principio" del final del párrafo: primera verdad a las que todas las demás pueden reducirse, como explica el mismo Descartes en carta a Clerselier (voz "principio"), y puede probarse por ella misma, aunque en este caso sólo pueda referirse a Dios. Por eso añade: basta con que pueda servir para encontrar algunas y que no haya otro que dependa anteriormente de ella.

3ª.- Relaciona y distingue los términos: duda, creencia, certeza.La creencia hace referencia a las opiniones y al crédito que se les otorga. A las creencias se les

puede dar crédito, creer en ellas, mientras que las verdades se saben. La intención de Descartes es muy clara: someter a duda todos los conocimientos y opiniones para alcanzar algún punto de certeza y progresar desde allí en el conocimiento. Consultar el vocabulario.

4ª.- Formula, a partir del texto, la definición de duda metódica.Es voluntaria: dice Descartes "como por entonces quería dedicarme solamente a la búsqueda de la

verdad, pensé que era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en que pudiese imaginar la menor duda"; y más adelante "resolví fingir ...".

Tiene una finalidad: "pensé que era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en que pudiese imaginar la menor duda, a fin de ver si no quedaría, después de esto, algo en mi creencia que fuese enteramente indudable". Así pues, se sugiere que en caso de encontrar algo indudable, se cesará en la duda; duda pues que no es escéptica sino metódica.

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Es radical y universal: Descartes decide considerar "como absolutamente falso todo aquello en que pudiese imaginar la menor duda". Así, "puesto que nuestros sentidos nos engañan" son dignos de rechazo; también lo son "todas las razones que había admitido con anterioridad como demostrativas"; y aún más, incluso resolvió "fingir que todas las cosas que en cualquier momento habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños".

La duda de Descartes es una suspensión del juicio voluntaria y metódica, ya que tiene la finalidad de encontrar algo indubitable, y radical y universal, porque todo lo somete a ese proceso.

5ª.- Haz un esquema de los motivos que le llevan a la duda. ¿Se trata de una duda escéptica? ¿En qué se diferencian?

Comienza Descartes revelando la finalidad que persigue con su duda: alcanzar alguna verdad indu-dable; es, pues, un método para alcanzar algo cierto y evidente. A continuación declara las razones que le llevan a dudar de cuantas “verdades” había admitido hasta entonces, y da tres argumentos. Así pues, el esquema podría ser:

1.- FINALIDAD que persigue con la duda: alcanzar una certeza indudable.2.- PROCESO DE DUDA:

2.1.- Duda de los sentidos (pues a veces engañan).2.2.- Duda de las verdades de razón (pues los hombres se equivocan al razonar).2.3.- Argumento del sueño (podríamos estar soñando y no ser reales nuestros pensamientos).

Recomendamos al profesor/a completar este fragmento con el TEXTO COMPLEMENTARIO del ar-gumento del “Genio Maligno” contenido en la Meditación I de las Meditaciones Metafísicas, pues así el argumento para dudar de las verdades de razón queda más convincente.

Que la duda de Descartes no es escéptica lo revela ya la finalidad que declara al inicio: “como por entonces quería dedicarme solamente a la búsqueda de la verdad, pensé que era preciso... que rechaza-se como absolutamente falso todo aquello en que pudiese imaginar la menor duda, a fin de ver si no quedaría, después de esto, algo en mi creencia que fuera enteramente indudable”. Su duda es, pues, un método para alcanzar un principio del que ya no quepa duda. En la parte III del Discurso ya se ha distanciado de los escépticos, cuando dice: “No es que imitara por esto a los escépticos, que dudan por sólo dudar y fingen ser siempre irresolutos; pues, al contrario, todo mi propósito no tendía sino a asegurarme y arrojar a un lado la tierra movediza y la arena para encontrar la roca o la arcilla” (cursivas nuestras, p. 74).

6ª.- Reformula el argumento por el que concluye el primer principio: "pienso, luego soy"."Mientras quería de ese modo pensar que todo era falso, era preciso necesariamente que yo, que

lo pensaba, fuese alguna cosa". Así, "yo pienso, luego soy". Conviene consultar el término "pensamiento" en el vocabulario y tener en cuenta que en Meditaciones II afirma: "¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también y que siente" (Meditaciones, p. 26). Puede ser de utilidad contrastar este argumento con el paralelo en las Meditaciones, p. 24 y ss.

7ª.- Explica la frase: “pero inmediatamente después, advertí que mientras de ese modo... que lo pensaba fuera alguna cosa" (párrafo 1º).

Esta frase es la salida de la Duda Metódica que nos ha expuesto en líneas anteriores. Nos lo expone como si de pronto cayera en la cuenta de que para dudar y para poder considerar que todo lo pensado es falso, es necesario pensar. Descubre la existencia del sujeto pensante cono condición necesaria para poder dictaminar la verdad o falsedad de lo pensado. Este descubrimiento le lleva a la primera verdad evidente: la existencia del sujeto pensante.

Es importante hacer notar al alumno la diferencia entre el hecho de pensar —la primera verdad—, y el contenido de ese pensamiento y el juicio del valor de verdad o falsedad que sobre ese contenido puede emitirse. Sobre la existencia del “hecho de pensar” no puede dudarse, su existencia es evidente.

8ª.- ¿Por qué puede afirmar que ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos pueden hacer tambalear las afirmaciones anteriores?

Los escépticos nada pueden contra "yo pienso, luego soy", por ser una afirmación muy "firme y segura" al resultar clara y distinta.

9ª.- La primera verdad garantiza que soy un ser que piensa, pero no que tengo un cuerpo, etc. ¿Cómo razona para llegar a la conclusión de que es una sustancia pensante separada y distinta del cuerpo? (párrafo 2º).

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Ya sabemos: "yo pienso, luego soy".Puedo fingir que no tengo cuerpo y que no hay lugar en que esté.Puedo dudar de la verdad de todas las otras cosas.Pero por el hecho de pensar, yo soy.Si dejo de pensar, no tengo razón para pensar que soy.Conclusión: yo soy "una substancia cuya esencia no es sino pensar y que no tiene necesidad de

lugar alguno, ni depende de cosa material alguna ...".

10ª.- Localiza y transcribe el criterio de verdad. A continuación explícalo.Esta actividad pretende que el alumno lea atentamente el texto. Al transcribir el criterio puede

memorizarlo. Este se encuentra en la p. 78, párrafo 1º. La explicación puede buscarla el alumno, y transcribirla con sus palabras, en el C. III, 3.1. p. 44.

10ª bis y 11ª.- Haz un esquema de los 3 argumentos de la existencia de Dios.A) La primera prueba se inicia con el párrafo que comienza “Después de lo cual, reflexionando sobre lo

que dudaba...” (p. 78) y acaba en la línea 19 del mismo, donde dice: “...es decir, para decirlo en una palabra, que fuese por Dios”.

Para analizar el argumento es importante que el alumno/a distinga primeramente dónde está la conclusión a la que quiere llegar, luego es más fácil percatarse de cuáles son los pasos o premisas por las que llega a esa conclusión. Observaremos que en este primer argumento se comienza precisamente por la conclusión: “...se me ocurrió indagar de dónde había aprendido a pensar en algo más perfecto que yo era; y conocí evidentemente que debía ser de alguna naturaleza que fuese en efecto más per-fecta” (la cursiva es la conclusión). Después de ella tendría que venir un “porque...” que indicase que, a continuación, se dan las razones para sostener esa conclusión, y que no aparece, pero que ha de ser sobreentendido. Tras las razones, Descartes vuelve a repetir la conclusión, ahora precediéndola de una expresión consecutiva (“de suerte que...") con lo que indica que es evidentemente la conclusión y que la prueba ha terminado.

Esquematizando el argumento en pasos, podría quedar así: 1.- Hay en mi mente muchos pensamientos o ideas.2.- Entre esas ideas, las de cosas exteriores (cielo, tierra, etc.) no manifiestan nada superior o más per-fecto que yo.3.- En consecuencia, esas ideas no prueban que existan tales cosas: puedo haberlas formado yo.4.- Pero en mi mente tengo también la idea de “un ser más perfecto que yo”.5.- Esta idea no puedo haberla formado yo, pues lo más perfecto no puede provenir de lo menos perfecto, o de la nada.5 bis.- Está implícito el principio de causalidad: un efecto sólo puede ser producido por una causa suficiente para producirlo.6.- En conclusión, esa idea ha sido puesta en mí por ese “ser más perfecto”, es decir, Dios que, por tanto, existe.

B) El segundo argumento comienza inmediatamente a continuación del anterior, en la línea 19 del párra-fo indicado, a partir de: “A esto añadí que...” y acaba 9 líneas después, donde dice: “...y en fin tener todas las perfecciones que podía advertir que estaban en Dios”.

También ahora comienza Descartes poniendo la conclusión por delante: “...no era yo el único ser que existiese... pero que era preciso, por necesidad, que hubiese algún otro más perfecto de quien yo dependiese y de quien yo hubiese obtenido todo cuanto tenía. A continuación expone las premisas que le han conducido a esa conclusión precediéndolas por la conjunción causal “Pues...”, indicativa de que ahora vienen las razones.

En forma esquemática podría abreviarse así:1.- Hay en mi mente ideas de perfecciones que no tengo (omnisciencia, por ejemplo)2.- Si sólo existiese yo, y yo me hubiera dado a mí mismo las perfecciones que tengo, también me había dado aquéllas que no tengo, pero cuya idea está en mí.3.- Pero es evidente que no me las he dado, pues no las tengo; como tampoco me he dado las que tengo.4.- En conclusión, hay otro ser más perfecto que yo (Dios) quien me ha dado todo lo que tengo.

C) La 3ª prueba está en el párrafo siguiente, que comienza “quise indagar después de esto otras verda -des”. Aunque también pueden considerarse estas primeras líneas unas observaciones preliminares pa-ra preparar la demostración, que comenzaría estrictamente en la línea 12 de este párrafo: “Mientras

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que, volviendo a examinar la idea que yo tenía de un Ser perfecto...”. La conclusión es fácilmente re-conocible por estar después de un “por consiguiente...”. Podría esquematizarse así:

1.- Entendemos por Dios un Ser perfecto, al que no falta ninguna perfección.2.- La existencia, que es una perfección, pertenece pues a la esencia o definición de Dios, como pertenece a la definición de triángulo que sus ángulos sumen dos rectos.3.- En conclusión, que Dios, o el Ser perfecto, existe, es tan cierto como una demostración de geo-metría.

12ª.- ¿Por qué afirma que la 3ª prueba es la más convincente?Porque, en opinión de Descartes, es enteramente semejante a esas demostraciones tan evidentes

que se hacen en geometría. En esta ciencia, todo lo que se afirma se deduce necesariamente de la defi-nición de las figuras. Así, que un triángulo tiene tres ángulos es verdadero por definición; también lo es que la suma de sus ángulos sume dos rectos, propiedad que el geómetra sabe demostrar a partir de la definición o esencia del triángulo. En otras palabras, negar esa propiedad sería incurrir en contra -dicción, equivaldría a negar que un triángulo sea un triángulo.

Para Descartes esto mismo ocurre en la 3ª prueba. La existencia es una propiedad (“perfección”) contenida en la definición misma de Dios. Si negamos que Dios exista es como negar que Dios sea Dios, con lo que incurriríamos en contradicción flagrante. Dicho de otra manera: si entendemos por Dios el Ser con todas las perfecciones, y la existencia es una perfección, entonces negar que exista es tanto como decir: “El Ser con todas las perfecciones no tiene todas las perfecciones”, lo que es contra -dictorio.

13ª.- ¿Qué característica dominante atribuye a Dios en cada prueba?En todas las pruebas se entiende a Dios como el “Ser perfecto”, el Ser con todas las perfecciones,

y se razona a partir de esta característica. Pero las dos primeras pruebas, además, implícitamente le atribuyen que es “Causa de...”. En la 1ª prueba, que es Causa de que haya en mí la idea de “perfec-ción”, o de “algo más perfecto que yo”, más exactamente. En la 2ª prueba es Causa de mi ser y de mis perfecciones. Implícitamente (en las Meditaciones lo hará más explícito por lo que quizás convendría acudir a ellas para completar estas pruebas aquí resumidas) se está utilizando el Principio de Causali -dad para probar que Dios existe, pues es la única Causa suficiente de que yo tenga en mí la idea de perfección o de mi ser.

La 3ª prueba está construida solamente sobre la propia idea o concepto de “Ser perfecto”, dentro de cuya definición está contenida las propiedad “existe”. Y, por tanto, puede considerarse que aquí se está atribuyendo a Dios la característica de ser el único Ser “necesariamente existente”.

14ª.- ¿Cómo deduce Descartes la naturaleza de Dios? ¿Hasta qué punto puede el hombre conocer

la naturaleza de Dios? ¿Por qué dice que Dos no es un “compuesto”? ¿Qué significa compuesto?En diversas ocasiones ha declarado Descartes que la mente humana es incapaz de hacerse una idea

de Dios clara y distinta, y está por encima de nuestra comprensión. Ello no significa que no podamos conocer cómo es hasta cierto punto, hasta donde es posible para nosotros. La escolástica distinguía entre a) un conocimiento de Dios “in se” (como es “en sí mismo”, en su esencia), que es imposible para nosotros, y b) un conocimiento “quoad nos” (relativamente a nosotros) que sí nos es posible. Con toda seguridad, Descartes ha sido educado en estas distinciones (obsérvese que dice: “para cono-cer la naturaleza de Dios, hasta donde la mía era capaz de hacerlo...”, p. 79).

Pues bien, en la p. 79 sugiere que podemos conocer la naturaleza de Dios hasta cierto punto, par -tiendo del concepto de “perfección”: si tengo en mí perfecciones (cierto grado de sabiduría, cierto grado de poder, etc.), las cuales no me he dado yo sino Dios, puedo atribuírselas a Él, se supone que en un grado más alto. Por tanto: a) una primera manera de conocer su naturaleza será atribuyéndole (en grado máximo) las perfecciones que en mí veo, y así, lo concebiré como eterno, infinito, inmuta -ble, omnisciente, todopoderoso, etc. (La escolástica llamaba a esto la “vía de la eminencia”).

Pero hay b) un segundo camino (que la escolástica llamaba “vía negativa”): negar que haya en Dios las imperfecciones o defectos que veo en mí. Así, Descartes rechaza que la duda, inconstancia, la tristeza, etc., que son defectos, puedan estar en Dios.

Descartes se pregunta también si Dios ha de ser concebido como un “compuesto”. Recuérdese que Descartes ha comenzado sus Meditaciones Metafísicas distinguiendo entre los cuerpos exteriores y sus ideas en mí, es decir, entre una sustancia corporal, extensa, y otra sustancia pensante, el alma. Sur-ge entonces la pregunta: ¿Es Dios un compuesto de alma y cuerpo, como lo es el propio hombre? Evidentemente, por “compuesto” se entiende al ser formado por agregación de partes heterogéneas.

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Desde la tradición platónica es corriente llamar así al hombre porque estaría formado de cuerpo y al -ma, dos sustancias diferentes y separables.

Descartes niega, en cambio, que Dios pueda ser considerado un compuesto, pues ello implica defi-ciencia: “considerando que toda composición testimonia dependencia, y que la dependencia es mani-fiestamente un defecto..." (p. 79). La dependencia a que se refiere es la del alma respecto del cuerpo; al estar unida a un cuerpo (en el hombre) el alma recibe la influencia de éste, “padece” la acción del cuerpo, no se limita a actuar como lo haría si permaneciera pura (pensar). Resultado de la acción del cuerpo sobre el alma son las pasiones, las sensaciones, los sueños, imaginaciones, etc.; el alma no forma todas estas modalidades del pensamiento por sí mismas, sino bajo la acción del cuerpo sobre ella, por lo que es dependiente de él, lo cual es un defecto: por tanto Dios no puede ser un compuesto.

15ª.- En la conocida como prueba ontológica, Descartes establece una diferencia fundamental en-tre la idea de triángulo y la idea de Dios. ¿Cuál es esta diferencia?

La diferencia estaría en que en la idea o definición de “triángulo” no está contenida la existencia, y en la de Dios sí. En la idea de “triángulo” está contenido que “tiene 3 ángulos”, “figura plana”, “de 3 lados”, “la suma de sus ángulos vale dos rectos”, etc., pero no que exista triángulo alguno. En cambio, en Dios la existencia está contenida en la propia definición o idea de Dios, y negar que Dios exista se -ría como tanto como negar que Dios sea Dios.

16ª.- ¿Qué diferencia hay entre seguridad moral y certeza metafísica? (párrafo 7)Consultar nota l, p. 80, y vocabulario.

17ª.- Si Dios es el garante de la verdad de mi pensamiento, ¿cuál es el origen del error? (Releer el cap. III).

Actividad con la clara intención de que el alumno lea con atención la información complementaria.La teoría del error se encuentra en la página 49, 4: "Los principios de la cosas materiales", 3º

párrafo. La sintetizamos: el error es sólo atribuible a nuestro entendimiento que se precipita (recordar el primer precepto del método) al pronunciarse sobre la realidad. De ahí se deriva la necesidad imperiosa del método.

18ª.- ¿Por qué afirma el autor que la existencia de Dios y el alma son más ciertas que las certidum -bres que obtenemos de los sentidos?

Aunque Descartes admite que hay en nosotros una fuerte, y muy difícil de vencer, inclinación na -tural a considerar verdadera la información que nos proporcionan los sentidos, en su opinión esa con-fianza en los sentidos se ve resquebrajada por las dos reflexiones que ha hecho: a) que los sentidos muchas veces nos engañan, y b) que lo que en sueños nos parece verdadero resulta no serlo, por lo que no hay criterio seguro para afirmar que no está soñando el que afirma ver algo con toda claridad.

Por el contrario la idea de alma (entendida como “yo pensante”) es indubitable, no puede ponerse en duda ni siquiera bajo esos argumentos, pues si me engaño cuando sueño, etc., no puedo negar que yo lo pienso, que mi pensar, aunque engañado, existe.

Con respecto a Dios, Descartes admite que su idea no procede de los sentidos, pero el entendi-miento puede, prescindiendo de los sentidos, construir demostraciones necesarias que nos presenten su existencia tan cierta como una demostración de geometría. Por ello, que no sea “sensible” no quie-re decir que no sea “inteligible”.

Además, Dios es precisamente el que garantiza aquellas verdades de las que más seguros estamos. Pues sólo tras conocer que hay un Dios, y que es perfecto, y que no es engañador (engañar no es una perfección), y que no hace que erremos cuando vemos algo claro y distinto, es cuando podemos estar seguros de que lo que nos parece evidente lo es. Dice Descartes: “Pues, en primer lugar, eso mismo que antes he tomado como una regla, a saber, que las cosas que concebimos muy claras y muy distin-tamente son todas verdaderas, no está asegurado sino porque Dios es o existe, y porque es un Ser per -fecto...” (p. 80). Sólo, pues, tras probar que hay un Dios perfecto puedo creer que lo que mis sentidos ven en vigilia es más cierto que lo que veo en sueños, pues no sería propio de un Dios perfecto haber-me creado de manera que me engañase en eso. La certeza de Dios es “anterior” (no en sentido tempo-ral) a la otras: es el fundamento sobre el que reposan las certezas sensibles o racionales.

19ª.- ¿Por qué tiene tanta importancia para Descartes la demostración de la existencia de Dios? ¿Qué función cumple en su sistema?

El Cogito es una realidad cerrada. El sujeto es puro pensamiento y de él no puede deducirse nada nuevo. Para poder salir a la realidad extramental Descartes necesitará, por una parte, analizar, el contenido de este pensamiento, este análisis nos lo expone en su Teoría de la Ideas, y, por otra parte,

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necesita una garantía de que el contenido de estas ideas o de alguna de ellas tiene además de la realidad mental, realidad objetiva o extramental. Las ideas que poseen esta característica son las innatas y entre ellas la idea de Infinito o de Dios.

La demostración de la existencia de Dios le es absolutamente necesaria para poder salir del encierro del Cogito hasta la realidad objetiva, la realidad extramental.

Aún así, queda pendiente la veracidad o falsedad de los sentidos que son los que nos informan sobre la realidad extramental. Al analizar la naturaleza de Dios, Descartes descubre que es la suma de las perfecciones, entre ellas la bondad y veracidad, con lo que puede rechazar la Hipótesis del Genio Maligno, y convertir a Dios en garantía del criterio de verdad y de la fiabilidad de los sentidos. En la p. 49, 2º párrafo se dice: "...pues si yo siento una fortísima inclinación a creer que esas ideas me son producidas por las cosas sensibles, y si Dios, que me ha dado esa fortísima inclinación, me engaña, entonces Dios sería un ser falaz, lo cual es contradictorio con su idea".

En resumen: Descartes necesita demostrar la existencia de Dios para:a.- Romper el aislamiento de Cogito y abrirlo a la realidad extramental.b.- Cumple la función de garantía del criterio de verdad y de la veracidad de la información de los

sentidos en cuanto a la existencia de la realidad objetiva. Pero sólo en cuanto a la existencia de esta realidad, no en lo referente a la veracidad o falsedad de los juicios que emitimos sobre esta realidad.

(Recordar la teoría del error y la actividad 17 de este bloque).

20ª.- Explica la afirmación de que nuestros pensamiento deben tener algún fundamento de verdad.La veracidad y bondad divina, que se derivan de su perfección, es el fundamento y la garantía de la

verdad de las ideas innatas. Es contradictorio con la perfecta naturaleza de Dios el querer engañar, pues esto no es muestra de su perfección, sino de todo lo contrario, imperfección. Por tanto, es contrario con su naturaleza el habernos puesto ideas que fuesen falsas sobre la realidad que representan.

Al respecto puede encontrarse información en p. 48, último párrafo y en p. 45, "Teoría de las Ideas" y, en concreto, en su teoría sobre la realidad objetiva de las ideas.

PARTE V1ª.- ¿Cuáles son los principios metafísicos que se encuentran a la base de la física?

En repetidas ocasiones Descartes ha declarado que la metafísica es el fundamento de la física. Este primer párrafo de la Parte V insiste en la idea de que su física ha sido deducida de sus principios me-tafísicos, establecidos en la parte IV: “exponer aquí toda la cadena de las otras verdades deducidas por mí de esas primeras...”. Esas primeras verdades metafísicas que fundamentan su física son, pues:

1.- El cogito ergo sum.2.- Que soy sustancia pensante, es decir, un alma.3.- Que el criterio de verdad es: todo lo que concebimos clara y distintamente es verdadero.4.- La existencia de Dios, garantía de todas las verdades. 5.- Que las cosas materiales sólo son concebidas “de manera clara e inteligible” cuando las reduci -mos a extensión y movimiento.

2ª.- Explica la frase: “También he observado.... impreso tales nociones en nuestra alma. A conti-nuación contesta a lo siguiente: a) ¿Consideras que es una afirmación de conocimiento innato? b) Relaciona la frase anterior con la siguiente, de la parte VI, párrafo 3º: “...semillas de verda-des que están naturalmente en nuestras almas”. A continuación, explica el carácter del innatis-mo cartesiano.

Tenemos aquí una frase ambigua cuya interpretación ha menester de no sólo situarla en el contexto de esta obra sino también de otras obras de Descartes en que usa expresiones similares.

Desde luego, parece indicarse que Dios es causa última de todo lo que en el mundo hay, y por tan -to, no sólo de las leyes que gobiernan la naturaleza sino, en último término, también de nuestra razón. Pero debería evitarse una lectura excesivamente “literal” de la frase, según la cual Dios habría puesto la ley de inercia (por ejemplo) en nuestra mente, como un cirujano pone una prótesis dentro de un or -ganismo. Obsérvese que la frase viene a continuación de recordarnos la regla general “no admitir cosa alguna por verdadera que no me pareciese más y más cierta de lo que lo habían sido antes las demos-traciones de los geómetras” y, por tanto, es más prudente interpretar que Descartes ha llegado al cono-

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cimiento de las leyes de la naturaleza sin más que usar esa luz natural de la razón que Dios nos ha da -do, y no admitir como verdadero más que lo que le parece claro y distinto.

a) Es, efectivamente, una afirmación de la existencia de “conocimientos innatos” en nosotros. Pero ¿qué significa “innato”? Por una parte, que no los extraemos de los sentidos, sino simplemente de la capacidad de intuir y deducir que nuestra razón naturalmente posee; es decir, de nuestra “luz natural de la razón”. Por otra parte, “innato” no significa que se posea desde el momento del nacimiento, in -terpretación de la que ya se burló el propio Descartes. Pues, evidentemente, cuando el niño nace no posee la idea de Dios o del principio de inercia. Sino que la razón, con su facultad de pensar, es capaz de conocerlas o demostrarlas, aunque no provengan de los sentidos. Por tanto, lo que realmente mere -ce el nombre de “innata” es nuestra facultad de pensar. En definitiva, lo que Descartes llama aquí “co -nocimiento innato” es aproximadamente lo que, desde Kant, se llamará “conocimiento a priori”.

Descartes ha sido bastante explícito en las Notas contra un Programa (de Regius), donde afirma: “Nunca he escrito o pensado que tales ideas (innatas) fueran reales, o que fueran, de alguna forma no conocida, imágenes mentales distintas de la facultad de pensar...” (VIII-2, 365). “Cuando me di cuen-ta de que tenía ciertos pensamientos que se derivaban, no de objetos externos o de cualquier determi -nación de mi voluntad, sino exclusivamente de la facultad de pensar que poseo, denominé a estas ideas o nociones "innatas”, para distinguirlas de aquellas que son adquiridas o construidas" (VIII-2, 357-8). “Las ideas que no provienen de ninguna otra parte más que de nuestra capacidad de pensar... son por tanto innatas en nosotros con esa facultad, o lo que es lo mismo, existen en nosotros en poten-cia...” (VIII-2, 361).

b) Esta frase de la parte VI, p. 94, se comprende mejor tras las observaciones precedentes. Descar-tes las llama “semillas de verdad” porque están en nosotros en potencia, la razón tiene la potenciali-dad de formarlas, no están de manera real en el mente del niño al nacer. Y que “está, naturalmente en nuestras almas” es que no son una cosa distinta de la “luz natural de la razón”.

En otros pasajes del Discurso encontramos frases en que, con palabras diferentes, se hace referen-cia al innatismo cartesiano, todas ellas interpretables sin distorsión en el sentido propuesto aquí. Así, encontramos:

- En la Parte III, p. 73: “pues habiéndonos dado Dios a cada uno alguna luz para distinguir lo ver -dadero de lo falso...”, donde evidentemente la “luz” es la “luz natural de la razón”, que para un cre-yente nos es dada por Dios, es decir, nacemos con ella.

- En la Parte V, p. 84, al tratar de la materia afirma que ha tratado de representársela de la manera más clara, para lo cual no ha supuesto en ella “cosa alguna cuyo conocimiento no fuera tan natural a nuestras almas que no se pudiera ni siquiera fingir que se ignora”. Parece evidente que se refiere a verdades del tipo “El todo es mayor que la parte”, que son tan evidentes para la razón que “no se pue-de ni fingir que se ignora”.

c) Por último, queremos anotar un par de pasajes, de otras obras, donde Descartes usa expresiones muy similares a las anotadas, y que son claramente interpretables en el sentido propuesto. Recomen -damos al profesor/a el uso de uno de los dos pasajes (especialmente el 2º) como TEXTO COMPLE-MENTARIO:

1.- En las Reglas para la dirección del espíritu, justifica que su método no es enteramente nuevo, y que ya otros hombres le han precedido, porque todos comparten una misma “capacidad natural”: “...he llegado al convencimiento de que (el método) ya anteriormente ha sido de algún modo vislum-brado por los grandes ingenios bajo la guía incluso de su sola capacidad natural. Pues tiene la mente humana no sé qué de divino, en donde las primeras semillas de pensamientos útiles han sido arroja-das de tal modo que con frecuencia, aun descuidadas y ahogadas por estudios contrarios producen un fruto espontáneo” (Regla IV, p. 81 Ed. cit. cursiva nuestra).

2.- Una observación muy importante encontramos en la Meditación VI de las Meditaciones Meta-físicas, donde tras haber usado la frase “Pero hay otras muchas cosas que parece haberme enseñado la naturaleza...”, Descartes añade este comentario para aclararla: “...tomo aquí la naturaleza en un senti -do más comprimido que cuando la llamo el conjunto o complejo de todas las cosas que Dios me ha dado. En efecto, este conjunto o complejo comprende muchas cosas que pertenecen sólo al espíritu, como por ejemplo, la noción que tengo de la verdad siguiente: que lo que una vez ha sido hecho, no puede ya no haber sido hecho, y muchísimas más nociones semejantes, que conozco por luz natural, sin la ayuda del cuerpo...”. Aquí Descartes reitera su tesis de que hay verdades “que pertenecen sólo al espíritu”, que conocemos “por luz natural” y no por los sentidos, y lo ilustra con el ejemplo de una proposición analítica. Creemos que todo ello demuestra que por “innato” entendía lo que luego se lla-mará “a priori”.

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3ª.- Sobre la realidad de las cosas materiales (el mundo). ¿Cómo llega Descartes al descubrimiento de su existencia a partir del Cogito?

La respuesta se encuentra en p. 49: Los principios de las cosas materiales, párrafos 1º y 2º. Se resume:

Dios por su perfección es bondad y veracidad infinita, por tanto, no puede permitir que me engañe continuamente, y no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe, ya que tengo una fortísima inclinación, que Él me ha dado, a creer en ese mundo exterior.

4ª.- Localiza el pasaje donde presenta su escrito como una ficción y explica por qué utiliza este re -curso.

El pasaje se encuentra en la p. 83, final, a partir de “Incluso para dar un poco de sombra a todas es -tas cosas y poder decir con más libertad lo que juzgaba...” hasta “...dejándola obrar según las leyes por Él establecidas” (p. 84).

Es decir, Descartes nos presenta su hipótesis como si estuviera hablando, no de este mundo, sino de otro creado por Dios en los “espacios imaginarios”. Con ello se evita la acusación de poner en du -da la veracidad del Génesis, donde se narra la creación del mundo, narración que pasaba en su época por una verdad histórica. Descartes finge que no habla de este mundo sino de otro que, abandonado a las solas leyes de la naturaleza, acaba siendo exactamente igual que el nuestro. El motivo de la ficción es evidente, pues el propio autor la declara: “ Para... poder decir con más libertad lo que juzgaba, sin estar obligado a seguir ni a refutar las opiniones admitidas entre los doctos...” (p. 83). De nuevo, en la p. 85 añade para evitar acusaciones de poner en duda la Biblia: “Sin embargo, no quería inferir de to -das esas cosas que este mundo haya sido creado de la manera que yo proponía; pues es mucho más verosímil que, desde el comienzo, Dios lo haya hecho tal como debía ser”.

La misma precaución, y por los mismos motivos, adopta cuando trata del hombre. Descartes finge no hablar del hombre sino de un supuesto autómata formado por Dios a semejanza nuestra: “...me contenté con suponer que Dios formó el cuerpo de un hombre enteramente semejante a uno de los nuestros...” (p. 85).

5ª.- Anota los pasajes en los que habla de la materia y explica su concepción de ella. Descartes resume su concepción de la materia sobre todo en el párrafo 2º de la Parte V (pp. 83-85),

aunque hay algunas alusiones de pasada en otros párrafos. Si analizamos pormenorizadamente estos pasajes, encontramos los puntos siguientes:

1.- La materia es creada por Dios: no se basta a sí misma para ser.2.- También Dios le ha dado el movimiento a la materia, que carece de ningún principio interior, fuerza o energía, que la haga moverse.3.- La materia está sometida a leyes, que hacen sus movimientos regulares y ordenados. 4.- Para poderla concebir clara y distintamente, la materia ha de ser concebida como extensión.5.- Por la misma razón, hay que eliminar de ella las formas o cualidades que los escolásticos le su-ponen.6.- Por tanto, se niega en ella esa pesantez que la física aristotélica le atribuye.7.- Se insinúa que todos los fenómenos naturales se explican sin más que tener en cuenta sus pro-piedades geométricas, sus movimientos y las leyes de la naturaleza: mecanicismo.8.- La materia es un plenum: no existe el vacío (como suponían los atomistas).9.- Se insinúa que la materia es homogénea: no existen materias cualitativamente diversas: las di-versas cualidades de los cuerpos proceden de sus mezclas, composiciones, movimientos. Incluso del calor que hay en nuestro corazón afirma que es “de naturaleza igual que el que calienta el heno... o hace hervir los vinos nuevos...” (p. 85).

6ª.- ¿Por qué en la Física cartesiana no existe el vacío. Da las razones de ello. Consulta el cap. III y el término "extensión" en el vocabulario.

Al considerar la extensión se imposibilita el vacío.

7ª.- Explica la frase: “...que la acción por la cual ahora lo conserva es la misma que aquella por la cual lo ha creado”.

Descartes hace referencia a una doctrina teológica escolástica, que parece aceptar. Según esta doc-trina, Dios no sólo ha creado el mundo de la nada, sino que éste volvería a la nada si no fuera porque Dios lo sigue manteniendo en el ser a cada instante. Es decir, lo conserva en el ser, tras haberlo crea-do. El teólogo medieval ve el mundo como una “criatura” tan carente de valor por sí misma que le niega incluso la capacidad de mantenerse por sí mismo en el Ser, sin el concurso de Dios. Si Dios reti-

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rase al mundo su concurso, éste volvería de nuevo a la nada. Por tanto, la acción creadora de Dios es constante, la creación no ha ocurrido en un instante puntual del tiempo. Esto equivale a defender una “creación continua”: Dios estaría creando el mundo de nuevo en cada uno de los instantes del tiempo.

8ª.- Señala y explica las partes del texto donde aparece o subyace la explicación mecanicista de la física cartesiana. Explica brevemente el mecanicismo.

En 4 pasajes aparece o subyace el mecanicismo cartesiano.1.- El 1º sería el último párrafo de la p. 85, aunque aquí está implícito. En este párrafo Descartes

anuncia que en su "Tratado del Mundo" pasaba a estudiar al hombre, y declara: a) que Dios lo ha formado “sin componerlo de otra materia que la que ya había descrito” en ese

Tratado y, por tanto, nuestra materia es la misma que forma los fenómenos naturales y sometida a las mismas leyes. En el mismo sentido hay que entender la precisión de que el calor de nuestro corazón es de la misma naturaleza que el que calienta el heno o hace hervir los vinos nuevos.

b) que para explicar sus funciones corporales no ha tenido la necesidad de introducir ningún alma vegetativa, sensitiva ni racional, de la misma manera que ha explicado los fenómenos naturales sin atribuirles formas o cualidades ocultas.

Síguese de todo ello que para explicar al hombre (corporal) basta con las propiedades que ha reco-nocido a la materia anteriormente (extensión, movimiento) y las leyes de la naturaleza.

2.- El 2º pasaje está hacia el final de la p. 87, cuando explica la circulación de la sangre para ejem-plificar su modelo de explicación fisiológica, y concluye: “...ese movimiento, que acabo de explicar, se sigue tan necesariamente de la sola disposición de los órganos que se pueden ver a simple vista en el corazón... como el movimiento de un reloj se sigue de la fuerza, de la situación y de la figura de sus contrapesos y de sus ruedas”. Primera de las veces en que aparece la famosa analogía de los organis-mos con un reloj, en el cual todo se explica por las piezas que lo componen, los movimientos que se transmiten unas piezas a otras, etc., y no por estar “animados”.

3.- El pasaje 3º se encuentra al final del párrafo intermedio de la p. 90, donde compara el cuerpo humano y animal con un autómata, desde “lo cual no parecerá extraño de ninguna manera a quienes, sabiendo cuántos diversos autómatas...” hasta el final del párrafo. Se nos dice aquí que los huesos, músculos, nervios, arterias, venas, etc., son equiparables a las piezas que usan los hombres para cons-truir sus autómatas (máquinas, muñecas).

4.- Por último, el 4º pasaje se halla al final de la p. 91, tras afirmar que los animales son máquinas sin alma: “...es la naturaleza la que obra en ellos, según la disposición de sus órganos, tal como vemos que un reloj, que tan sólo está compuesto por ruedas y resortes, puede contar las horas y medir el tiempo más exactamente que nosotros con toda nuestra prudencia”, segunda vez que aparece la analo -gía con el reloj, y que ya no merece comentario.

9ª.- Explica el pasaje del 4º párrafo desde: ”pues examinando las funciones...” hasta el final del pá-rrafo.

La frase quiere decir que, suponiendo al hombre formado de la misma materia que el resto de la naturaleza, y sometido a las mismas leyes, pueden explicarse todas las funciones que su organismo realiza (marcha, respiración, nutrición y digestión, circulación de la sangre, etc.), con la única excep-ción del pensar, que nos diferencia del animal. Todas las funciones, por lo tanto, que compartimos con los animales son explicables mecánicamente, mientras que el pensamiento sólo es explicable su -poniendo un alma racional que Dios ha creado y unido a nuestro cuerpo animal.

10ª.- Véase la respuesta a las cuestiones 8ª y 9ª de esta misma parte.

11ª.- Elabora el catálogo de cuantas operaciones pueden explicarse según el modelo mecanicista. ¿Qué queda sin explicar de esta manera?

1.- Las operaciones son, en primer lugar, las corporales: aunque no están citadas, se refiere a la marcha, la respiración, la nutrición, los movimientos de que es capaz nuestro cuerpo, etc. Sí está por-menorizadamente explicada la circulación de la sangre. Descartes se ha detenido detalladamente en ella para que sirva de modelo o paradigma de sus explicaciones fisiológicas. Obsérvese que la precede con estas palabras: “Mas, para que pueda verse de qué modo trataba esta materia, quiero dar aquí la explicación del movimiento del corazón y de las arterias, pues siendo el primero y más general que se observa en los animales, de conformidad con él se juzgará fácilmente lo que deba pensarse de todos los demás” (p. 86, inicio).

2.- Pero, en segundo lugar, hay otro pasaje donde extiende la explicación mecanicista a algunas operaciones en que interviene el alma. Se trata del párrafo intermedio de la p. 90, en el que se afirma

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que de la misma manera ha explicado: la hechura de los nervios y músculos que permite moverse al cuerpo; a qué se debe la vigilia, el sueño y los ensueños; las sensaciones que en nosotros provocan las impresiones de los objetos exteriores; el hambre, la sed y, en general, las pasiones; el sentido común; la memoria; y la fantasía.

Vemos que la explicación mecanicista se extiende a las imágenes oníricas, a las sensaciones, las pasiones, la memoria, la imaginación. ¿No son éstas operaciones del alma? Sí, pero originadas por la acción del cuerpo sobre el alma, por lo que también se pueden explicar por las mismas leyes de la me-cánica.

¿Qué queda entonces sin explicar mecánicamente? Las funciones superiores del alma, aquellas que ella realiza por sí sola, no bajo la influencia del cuerpo: nuestros pensamientos, bajo cuya denomina -ción incluye Descartes el entendimiento y la voluntad.

12ª.- ¿En qué puntos discrepa Descartes de Harvey? ¿En cuáles está de acuerdo?1.- Comencemos por los puntos en que está de cuerdo. El pasaje en que Descartes así lo manifiesta

comienza a final de la p. 87 (“Pero si se pregunta cómo la sangre de las venas no se agota...”) hasta el punto y aparte de la p. 88 (“...de suerte que no haya motivo para imaginar que la sangre vertida pueda venir de otra parte”). Analizándolo:

Lo que Harvey se preguntaba era cómo es posible que el corazón bombeara en una sola hora una cantidad de sangre que supera en varias veces el peso total del cuerpo. No puede tratarse de distinta sangre, sino siempre de la misma que pasa una y otra vez por el corazón, en una circulación perpetua.

Ahora bien, a simple vista no se advertía comunicación entre las arterias y las venas. ¿Cómo pasa entonces la sangre de las arterias a las venas, para volver por ellas al corazón? Harvey supuso la exis -tencia de capilares microscópicos que conectaban arterias y venas y por donde la sangre pasaría de unas a otras. Descartes aprueba esto, señalando que hay “varios pequeños pasajes en las extremidades de las arterias” por donde la sangre entra en “las ramitas de las venas”.

Además, Harvey ha comprobado, por medio de la práctica médica, que la sangre sale con mayor o menor abundancia si se aplica un torniquete a un brazo por arriba o por debajo de una incisión, y si se aplica con menor o con mayor fuerza, pues en cada caso es la arteria o la vena la que se ve taponada (repásense los hechos aducidos en el texto). Todo ello corrobora que la sangre sale del corazón por las arterias y vuelve a él por las venas. Descartes se hace eco de estos argumentos sacados de la práctica médica desde la línea 7 de la p. 88 (“lo cual prueba muy bien por la experiencia ordinaria de los ciru -janos...”) hasta la línea 20 de la misma página (“...por donde la sangre pueda venir de las arterias”).

Descartes recoge un tercer argumento de Harvey en las líneas 20-24 de la p. 88 (“También prueba muy bien lo que dice... sino sólo volver desde las extremidades al corazón”) donde se refiere al descu-brimiento de las válvulas en las venas que permite a la sangre circular en dirección al corazón, pero no volver atrás.

Y, por último, recoge un 4º argumento de Harvey (líneas 24-28 de la misma página), desde “...y además, por la experiencia que enseña que toda la sangre que hay en el cuerpo...” hasta el final del pá -rrafo. Este argumento está sacado también de la experiencia médica: toda la sangre puede salir del cuerpo si se corta una arteria.

2.- En cuanto a las discrepancias, la fundamental es que Descartes rechaza que la causa de esta cir-culación perpetua sean las contracciones del corazón. Las razones de su oposición (que aquí no apare-cen explícitas) está en que la “contractabilidad” del corazón le parecía una “cualidad oculta” como la que ha criticado en otros fenómenos, y dejaba sin explicar la causa por la que se contrae el corazón.

Descartes explica que la sangre se calienta con el calor del corazón, y al calentarse se dilata. Al di-latarse, fluye hacia las arterias y hace dilatarse al corazón (diástole). Esto hace a Descartes caer en un segundo error: el de que la emisión de la sangre ocurra con el movimiento de diástole. Harvey, por el contrario, afirmaba que el corazón era la causa, con sus contracciones de expulsar sangre y que ésta salía con el movimiento de sístole, como así es en realidad.

En un largo párrafo que se inicia en la p. 88 (“Pero hay otras muchas cosas que testimonian que la verdadera causa de ese movimiento es la que yo he dicho...”) hasta la p. 90 (“...desviados por las más fuertes, que por ese medio llegan solas”), Descartes reúne una larga serie de consideraciones para pro-bar que la causa de la circulación es la que él dice. Dejamos al albedrío del profesor/a detenerse o no en esta cuestión, cuyo interés es sólo histórico, habida cuenta además de que la opinión correcta es la de Harvey, y no la de Descartes.

Puede tener, no obstante, el interés de familiarizar al alumno/a con la tarea de analizar un frag-mento, pues Descartes va señalando las argumentaciones que hace a favor de su hipótesis con expre-siones como : “Como son, en primer lugar...”; “además” (varias veces); “y ¿cómo explicar que... si no fuera porque...”; “y la acción, ¿no es fácil de conocer si se considera que...”; “y para explicar la nutri -

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ción... ¿de qué otra cosa hay necesidad...?”; “Y, finalmente...” que le puede permitir encontrar suba-partados en este párrafo.

En todas estas argumentaciones, la manera de proceder de Descartes es aducir una gran cantidad de fenómenos que se observan por la experiencia y que se pueden explicar por su hipótesis. Es decir, la prueba que ofrece de la verdad de ésta es su fecundidad para explicar gran cantidad de observacio-nes diferentes. Descartes se olvida, sin embargo, que puede haber teorías alternativas que también ex-pliquen todos los fenómenos observados.

13ª.- Explica la causa de la circulación de la sangre según Descartes. El pasaje donde se explica la causa de la circulación está en la p. 87, párrafo que comienza “Por lo

que después de esto, no tengo necesidad de decir otra cosa para explicar el movimiento del corazón...” hasta el final del párrafo, con la comparación del reloj. Puede esquematizarse así:

1.- Cuando el corazón está deshinchado, la sangre proveniente de las venas entra en él. 2.- Al entrar la sangre, se dilata con el calor del corazón. 3.- Al dilatarse la sangre, se hincha el corazón (diástole), a la vez que la sangre empuja las válvu-las de las arterias, penetrando en ellas, y cierra las de las venas, por lo que no retrocede por ellas.4.- Al salir la sangre por las arterias, el corazón se deshincha (sístole) y las válvulas de las arterias vuelven a cerrarse y las de las venas a abrirse.5.- Al deshincharse el corazón, vuelven a penetrar en él dos chorros de sangre, que vuelven a dila-tarse por el calor, y el proceso se repite perpetuamente.

14ª.- Ejercicio de actualización a realizar por el alumno.

15ª.- Descartes considera al animal una máquina. Explica el mecanicismo aplicado a la biología.Descartes concluía su explicación de la circulación de la sangre comparándola con un reloj, pues

se explica por el calor, la dilatación de la sangre, la posición de las válvulas, etc., igual que en un reloj todos los movimientos se explican por la “situación y figura de sus contrapesos y ruedas”. Para él, pues, todos los procesos biológicos y fisiológicos se explican como los mecánicos.

De aquí se sigue que en los animales no viera otra cosa que máquinas o autómatas. En la p. 90 así lo declara expresamente, afirmando que los nervios, huesos, músculos, etc., de un animal son como las piezas de una máquina. Si los hombres no somos capaces de fabricar autómatas indistinguibles de los animales, eso se debe, según Descartes, a que las “piezas” que componen el organismo son mu -chas más que las “pocas piezas” que empleamos para hacer nuestros autómatas, y a que el “Artesano” que los ha fabricado es mucho más hábil que nosotros. Pero la diferencia sólo es de complejidad: los organismos vivos no difieren de las máquinas en “naturaleza”, sino en grado de complicación: son “mecanos” muy complicados.

Tenemos aquí un buen ejemplo de lo que en teoría de la ciencia se conoce como “reduccionismo”: la tendencia a explicar un ámbito de fenómenos (aquí los de la biología) con los conceptos que fun-cionan en otro ámbito de fenómenos (los mecánicos).

Téngase en cuenta también las respuestas a las cuestiones 8ª y 9ª de esta misma Parte.

16ª.- ¿Qué diferencia al hombre del animal? ¿En qué se asemejan? ¿Qué razones ofrece Descartes al respecto?

La comparación entre hombres y animales ocupa los tres últimos párrafos de la Parte V, pp. 90-92. A) En cuanto a las semejanzas entre hombres y animales, se limitan al cuerpo. Descartes opina que

todo lo que ocurre en el cuerpo, tanto de hombres como de animales, se explica por la disposición, fi -gura, tamaño y movimientos de las “piezas” que componen esos cuerpos.

B) Pero entre hombres y animales hay una diferencia fundamental: el pensamiento, es decir, el hombre tiene alma pensante, que según Descartes, ha debido ser creada por Dios y unida al cuerpo.

Ello le hace decir que si un autómata perfectamente hecho tuviera la forma de un animal, no lo di-ferenciaríamos de éste. En cambio, si un autómata tuviera forma humana sí podríamos diferenciar a un hombre verdadero de él (Sugerimos al profesor la película “Blade Runner” para fomentar en clase un debate sobre este tema: ¿en que se diferenciaría un “androide”, que es como la ciencia-ficción lla -ma a los autómatas con forma humana, de un hombre “verdadero”?). Descartes afirma que sí podría-mos diferenciarlos, y da dos razones:

1.- Que el hombre utiliza un lenguaje para manifestar sus pensamientos.2.- Que el autómata sólo haría bien aquellas funciones para las que se le ha diseñado, mientras que la razón del hombre le sirve para toda clase de circunstancias.

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C) Estas 2 razones son también las que nos diferencia de los animales: 1.- Los animales no hablan (lo que realmente se entiende por “hablar”).2.- Los animales hacen bien unas cosas pero no otras, lo que revela que carecen de razón y que es -tán como “diseñados” por la naturaleza para hacer aquello que hacen bien.

17ª.- Descartes no considera como auténtico lenguaje los sonidos que profieren los loros. ¿Qué en-tiende, pues, por lenguaje o por “palabras”?

El tema lo trata en las pp. 90-91. Descartes niega que los animales hablen. Con eso no quiere decir que no puedan proferir sonidos, gritos, etc., de la misma manera que nosotros podríamos construir una muñeca que “hablase”, insertando un disco o una cinta de casette en su mecanismo. Pero esos sonidos serían también explicables como resultado de operaciones mecánicas. Lo mismo cabe decir, según Descartes de los loros y urracas. (Puede proponerse al alumno que explique qué se quiere decir con la expresión proverbial: “rezar el padrenuestro del loro”).

Por otra parte, Descartes sabe que los animales revelan sus pasiones (cólera, miedo, agresividad, dolor, placer, amor, odio, etc.) con gruñidos, quejidos, etc. Pero tampoco considera que esto sea len-guaje, sino “programación” con la que la naturaleza ha “construido” a los animales.

¿Qué entiende, pues, por lenguaje? Cuando se usan signos “para declarar a los demás nuestros pensamientos” (p. 90). Y señala que es sintomático de que las palabras revelan un pensamiento “de-trás” de ellas cuando se “ordenan las palabras de distintas maneras para responder al sentido de todo lo que se diga en su presencia” (p. 91). Descartes está indicando una característica fundamental del lenguaje humano que no parece tener el llamado “lenguaje animal”: todo hombre es capaz de inventar una frase con sentido que nunca ningún otro hombre haya usado anteriormente, mientras que los ani -males se ven “condenados” a repetir los gritos y gestos que la naturaleza les ha proporcionado, siem-pre igualmente.

Por ello, el lenguaje de los sordomudos sí es lenguaje, aunque no haya sonidos, porque con él re -velan a otros hombres lo que piensan. Y sus signos pueden ordenarse de otras maneras para dar lugar a significados nuevos.

18ª.- Explica qué significa que la razón es un instrumento universal.Descartes lo explica en dos pasajes. El 1º, en las líneas 5-12 de la p. 91, y el 2º en las 9 líneas fina -

les de esa misma página.Quiere decir que la razón es un instrumento que nos puede servir para todas las situaciones y cir-

cunstancias por muy diferentes que puedan ser. Sugiere que la razón nos capacita para solucionar cualquier situación o problema en que nos encontremos, aunque nunca antes nos hayamos visto en-frentados a esa situación o problema, porque la razón comprendería en qué consiste la dificultad y los medios para resolverla.

En cambio, los mecanismos diseñados para hacer bien una función, no harán bien otra diferente, porque carecen de los engranajes que se lo permitan, y por eso concluye Descartes que aunque los animales hagan bien alguna cosa “eso que hacen mejor que nosotros no prueba que tengan ingenio, pues, en ese caso, tendrían más que ninguno de nosotros y todo lo harían mejor, sino que no tienen ninguno”.

19.- Pese a los graves problemas que presenta el dualismo, ¿por qué Descartes defiende la absoluta separación entre alma y cuerpo y, a la vez, su íntima relación? Relaciona este problema con el tema de la libertad.

La referencia a la íntima relación del alma y el cuerpo en el hombre la encontramos en la p, 92 párrafo 1º.

La respuesta, en extenso, a esta actividad la encontramos en el apartado 5: "El dualismo antropológico", punto 5.1. "Dualismo e interacción alma cuerpo", p. 52.

El problema del dualismo está directamente relacionado con el tema de la libertad. Por una parte debe defender la distinta naturaleza del alma y el cuerpo y su total independencia para sustraer al alma del cumplimiento de las leyes necesarias del universo mecanicista. Si el alma no ha de cumplir las leyes necesarias porque es de una naturaleza no material, única sustancia a la que afectan las leyes de la mecánica, entonces, la libertad queda a salvo.

¿Cómo salva los problemas de la íntima relación entre dos sustancias distintas e irreductibles entre sí? La respuesta de nuestro autor es la teoría de la Glándula Pineal que, como sabemos, es de las menos fecundas del autor.

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¿Por qué la íntima relación? Para salvar la libertad. Su teoría de las pasiones es la que nos lleva a comprender esta afirmación. Las pasiones son percepciones, sentimientos o emociones que se dan en nosotros y que afectan al alma, pero que no se originan en ella, sino en el cuerpo. Estas pasiones son involuntarias e irracionales. Exigen satisfacción inmediata y obligan al alma a luchar para controlarlas. Si la relación entre alma y cuerpo no fuese tan íntima, ambas materias podrían ir por separado, pues poseen naturalezas y responden a leyes muy diferentes, y el control de las pasiones, en el que interviene la voluntad y la libertad no sería posible.

20ª.- ¿Qué consecuencias tendría, según Descartes, concebir que el alma de los animales y de los hombres es la misma?

"Después del error de quienes niegan a Dios, ... no hay nada que aleje más a los espíritus débiles del recto camino de la virtud que el imaginar que el alma de las bestias sea de la misma naturaleza que la nuestra, y que, por consiguiente, nada hemos de temer ni esperar después de esta vida, como nada temen ni esperan las moscas y las hormigas".

Sin embargo, al saber cuanto difieren, "comprendemos mucho mejor las razones que prueban que nuestra alma es de una naturaleza enteramente independiente del cuerpo y, por consiguiente, que no está sujeta a morir con él; y puesto que no se ven otras causas que la destruyan, estamos naturalmente orientado a juzgar que es inmortal".

21ª.- Véase la respuesta a las cuestiones 8ª, 9ª, 11ª y 15ª.

PARTE VI1ª.- ¿Qué razones aduce Descartes para publicar su obra?

Consultar la "Guía de lectura y esquemas", en especial las páginas 127 y 128.

2ª.- ¿Qué razones aporta contra su publicación?Consultar la "Guía de lectura y esquemas", en especial las páginas 127 y 128.

3ª.- Localiza y transcribe la respuesta que da a las objeciones.Esta parte sexta contiene muchas objeciones a las que Descartes contesta. Según los intereses de la

lectura, la explicación y el análisis se pueden considerar unas u otras.

4ª.- Explica la frase: “...de la cual no quiera decir que yo... si la razón me hubiese persuadido de ello (párrafo 1º). Relaciónala con la diferencia entre el pensar teórico y el obrar moral.

Este primer párrafo es una muestra elocuente de la precaución, por no decir miedo, que domina a Descartes. Cuando supo de la condena a Galileo decidió inmediatamente retirar la publicación del Tratado del Mundo. Esta es la obra a que hace referencia al comenzar.

La frase que hemos de explicar es una joya de cautela pues pide disculpas por si en su obra, que ha sido ampliamente difundida en forma de manuscrito, hubiese algo que, sin percatarse ni pretenderlo, se le hubiese escapado, y que fuera contrario al Estado o a la Iglesia.

En el pensar teórico Descartes sólo quiere guiarse por la razón, de ahí su afirmación "si la razón me hubiese persuadido de ello". Pero en moral o en intervenir en los asuntos públicos siempre se ha mostrado cauteloso o miedoso. La continuación de la frase es clara, quiere revisar lo escrito por si se ha extraviado, pese al gran cuidado puesto en ello. Ninguna opinión que merezca la censura de la Iglesia o del Estado, ha sido deliberadamente expresada. En moral hay que seguir las opiniones más aceptadas y moderadas de la sociedad. En realidad nos está diciendo que admite como límite de su expresión la autoridad del Estado y la Iglesia, pero dejando claro, con la cautela que ya hemos referido, que por miedo, no por fuerza de la razón.

Por otra parte, podemos entender esta frase como un guiño. La Razón le persuade de que Galileo está en lo cierto, pero ante la autoridad de la Iglesia que podía condenarlo, prefiere declarar que revisará sus ideas por si, involuntariamente, ha cometido algún desliz.

5ª.- ¿Qué significado tiene “autoridad”? ¿Qué límites admite Descartes a guiarse por la propia razón?

En concreto autoridad se refiere a Inquisición. Pero en sentido más amplio podemos entenderla como refiriéndose a la autoridad del Estado y de la Iglesia. Ya hemos leído en la parte 2ª como su reforma se limita al campo de la ciencia teórica, y en lo más mínimo afecta ni a la autoridad del

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Estado, ni a las doctrinas de la fe, que se convierten en límites declarados para su pensamiento o, al menos, para la publicación de sus obras. Explícitamente se declara incompetente en esos asuntos y siempre achaca la posible colisión de su pensamiento con las verdades de la fe a su descuido, ignorancia o escasa inteligencia, pero nunca a la intención.

En asuntos teóricos, Descartes no admite límites a la propia razón, pero llegado el momento de publicar su pensamiento, siempre se cuida de señalar su acuerdo con la Iglesia y el Estado y la aceptación fiel y sincera de los principios de la fe.

Frecuentemente se ha comentado la sinceridad de Descartes en estas declaraciones, pero al respecto no vale la pena entrar en nuestro trabajo.

6ª.- Explica la frase: "... creí que no podía tenerlas ocultas ... el bien general de todos los hombres ..." (2º párrafo). Y contesta a la siguiente pregunta: ¿Qué responsabilidad social y moral tiene el científico según Descartes? (para elaborar la respuesta lee detenidamente todo el párrafo).

"Creí que no podía tenerlas ocultas, sin pecar gravemente contra la ley que nos obliga a procu-rar, en la medida que podamos, el bien general de todos los hombres". Un poco más adelante Descar-tes afirma que "es cierto que cada hombre está obligado a procurar, en tanto cuanto puede, el bien de los demás, y que propiamente nada vale quien a nadie sirve". Descartes parte de consideraciones muy arraigadas en la tradición cristiana y acompaña con toda la inocencia a la ciencia nueva que aca-ba de nacer, en la creencia de que esa ciencia producirá progresos, probablemente también morales, para la humanidad, como más tarde afirmarán algunos ilustrados, pensamiento que desde entonces es-tá presente en muchos discursos.

"Es posible alcanzar conocimientos que son muy útiles para la vida". Los inventos harán que dis-frutemos "sin ningún esfuerzo de los frutos de la tierra y de todas las comodidades que se encuentran en ella" y procuremos la conservación "de la salud, la cual es, sin duda, el primer bien y el fundamento de to-dos los demás bienes de esta vida".

7ª.- Explica la frase del 2º párrafo desde “tan distintamente como conocemos los distintos oficios... así como amos y poseedores de la naturaleza”.

La frase contrapone la filosofía especulativa de la escolástica, por una parte, frente a otra práctica (útil) que es el nuevo ideal de la ciencia desde el Renacimiento. Descartes está pues criticando la filo-sofía escolástica por inútil y abogando por una filosofía que, junto con el conocimiento de la naturale-za, nos proporcione también los medios técnicos para dominarla y ponerla a nuestro servicio. Todo ello en consonancia con el ideal de ciencia que hemos visto en Bacon y Galileo.

Obsérvese también cómo los oficios artesanos influyen en el nuevo ideal de ciencia: “...conocien-do la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire... y de todos los demás cuerpos que nos rodean tan distintamente como conocemos los diversos oficios de nuestros artesanos, podríamos emplearlos del mismo modo en todos los usos apropiados...”(p. 94) (ver Introducción, pp. 21-22).

8ª.- ¿Qué relación establece Descartes entre ciencia y progreso?Esta pregunta remata las dos anteriores que son análisis del contenido del texto. Ahora se le pide al

alumno que saque conclusiones sobre la relación que establece Descartes entre ciencia y progreso.Descartes tiene un concepción utilitarista de la ciencia, la considera como un medio para mejorar

las condiciones de vida del hombre. Esta es la razón que nos da para justificar la publicación de su obra. Podemos citar:

“...y creí que no podía tenerlas ocultas, sin pecar gravemente contra la ley que nos obliga a pro-curar en la medida que podemos, el bien general de todos los hombres.”.

“Es posible alcanzar conocimiento muy útiles para la vida...”.“... podíamos emplearlo del mismo modo en todos los usos apropiados, y así convertirnos en amos

y poseedores de la naturaleza.”.“...disfrutaremos sin ningún esfuerzo de los frutos de la tierra...”.“...también principalmente por la conservación de la salud...”.“Podríamos liberarnos de una infinidad de enfermedades, tanto del cuerpo como del espíritu, e

incluso tal vez de las debilidades que lleva consigo la vejez.”.

Descartes es un claro defensor de la ciencia como progreso técnico para mejorar las condiciones de la vida, incluso insinúa el progreso moral derivado del conocimiento científico, sobre todo en medici -na, con lo que se nos presenta como un claro precedente de la Ilustración en todo su sentido.

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9ª.- ¿Qué lugar e importancia concede a la Medicina en el conjunto de los saberes? Ya hemos mencionado que en los Principios Descartes compara la ciencia toda con un árbol. Allí

la Medicina, la Mecánica y la Moral son las “ramas” que salen del “tronco” de la Física. La idea de que son “ramas” de la Física, es decir, se sustentan sobre los principios de ésta, no les resta en absolu-to importancia. La analogía de la rama no sugiere sólo que sea una aplicación de la física y que de-penda de ésta o le esté subordinada, sino que sugiere también la idea de culminación del saber. Estas ciencias culminan la sabiduría humana, la completan, son la finalidad que se persigue con el estudio de la Física.

En el Discurso, Parte VI, p. 94, desde “lo cual no es de desear solamente...” hasta el final del pá -rrafo, Descartes destaca la enorme importancia que concede a la medicina y cómo es la finalidad a la que se dirige nuestro conocimiento de la naturaleza.

Efectivamente, le da a este conocimiento dos finalidades: 1) invención de artificios que harán nuestra vida más cómoda, al permitirnos el dominio técnico de la naturaleza. 2) la conservación de la salud, la cual es “el primer bien y el fundamento de los demás”.

A continuación da dos argumentos para resaltar la importancia de la medicina: a) según su concep-ción dualista, el hombre es cuerpo y alma, pero ambos se encuentran tan íntimamente ligados que lo que acontece en el cuerpo no deja de influir sobre el alma. Por tanto no ha de descartarse que el cuida -do del cuerpo haga a los hombres más sabios, hábiles, dominen mejor sus pasiones, etc. b) El conoci -miento del cuerpo nos puede librar de enfermedades (tanto del cuerpo como del espíritu), de la debili-dad de la vejez, etc.

Recuérdense también las circunstancias de la época, que sin duda influyen en esta alta valoración de la Medicina. El siglo XVII fue un siglo terrible en cuanto a mortandad, debido a las guerras, las epidemias de peste, las hambrunas, la caza de brujas, las migraciones. La mortalidad infantil era ele-vadísima; la vida media de los hombres muy corta, apenas casi nadie llegaba a viejo. Henry Kamen en El Siglo de Hierro ha calculado que la esperanza de vida media de la nobleza europea occidental era de 28 años, y la de los pobres era aún inferior. En estas condiciones históricas, no tiene nada de extra-ño que Descartes conceda semejante importancia a la Medicina.

10ª.- Compara el método propuesto por Descartes con anterioridad con el que ahora comenta.En la parte II, (que parece un mero resumen de las Reglas) el método se ha reducido a 4 preceptos

para dirigir bien las dos operaciones intelectuales que son propias de la razón humana: intuición y de-ducción. Descartes parece, pues, creer en una ciencia exclusivamente deductivista en la que, a partir de verdades evidentes, conocidas por intuición, se irían deduciendo otras verdades, y avanzando así en todas las ciencias: “Esas largas cadenas de razones...me habían dado ocasión de imaginar que todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a otras de la misma manera, y que, solamente con tal de abstenerme de admitir alguna como verdadera sin que lo sea y guardar siempre el orden necesario para deducir las unas de las otras, no puede haberlas tan alejadas a las que finalmente no se llegue, y tan escondidas que no se descubran” (II, p. 69).

Ahora, en la Parte VI, escrita como introducción a la Dióptrica y Meteoros, por tanto 7 u 8 años después de las Reglas, Descartes añade precisiones importantes. Sin rechazar el ideal deductivo ante-rior, añade a) la importancia de las “experiencias” en el avance científico y b) reconoce el uso de “su-posiciones” en ciencia.

a) Sobre el papel de las “experiencias” es importante el párrafo 3º de la Parte VI, pp. 94-95, que comienza: “Incluso observaba, en lo tocante a las experiencias, que son tanto más necesarias cuanto más se ha avanzado en el conocimiento...”. En este párrafo no rechaza su ideal deductivo anterior, pues sigue declarando que “primero he tratado de encontrar en general los principios o primeras cau-sas de todo lo que es o puede ser en el mundo”. Para en seguida reconocer que esos principios son tan simples y generales que los fenómenos de la naturaleza pueden ser “deducidos” (¿explicados?) a par-tir de ellos de muchas maneras diferentes, y para encontrar cuál de esas maneras en concreto es la ver -dadera, hay que echar mano de las “experiencias”, que se toman tanto en el sentido de observaciones tomadas de la naturaleza, como de experimentos construidos para corroborar una hipótesis. El ejem-plo del arco iris, en los Meteoros, ilustraría esta forma de proceder: se parte de observación, que su-gieren una hipótesis (los colores del arco iris se deben a la refracción de los rayos solares a través de las gotas de lluvia) y se construyen experimentos para comprobarlo, aunque siempre dentro de sus principios generales (que la materia se reduce a extensión, no tener en cuenta más que las figuras, ta-maños, movimientos, etc.; rechazar toda “cualidad oculta” en los fenómenos). Esto es algo muy pare -cido a lo que hoy llamamos “método hipotético-deductivo”.

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b) sobre las “suposiciones, véase cuestión 11ª.

11ª.- ¿Por qué las cosas de las que habla las llama “suposiciones”? ¿Qué papel desempañan las su-posiciones en la ciencia?

Otro pasaje de interés metodológico es el que comienza “Si alguna de las cosas de las que he ha-blado, al comienzo de la Dióptrica y de los Meteoros resultan chocantes, porque las llamo suposicio-nes...” (p. 100).

Descartes reconoce usar de “suposiciones”, al tiempo que se defiende de la acusación de usarlas. Hay que tener en cuenta que en esta época el término “suposición” tenía una connotación negativa de la que carece hoy, por lo que Descartes se muestra renuente a reconocer que lo usa... aunque lo usa. Entonces “suposición” (o “hipótesis”) se usaba como término contrapuesto a “hecho comprobado”, y el que inventaba hipótesis era como si no se atuviera a los hechos. Así se entiende que Bacon abomi-nase de las hipótesis y proclamase que el científico debía dedicarse a atesorar hechos. Posteriormente, el propio Newton rechazaría las hipótesis (recuérdese su famoso “hypotheses non fingo”), como si su teoría emanara directamente de los hechos. Los científicos no tienen, pues, en esta época clara con-ciencia del papel de la hipótesis en la ciencia. La propia física cartesiana va a ser calificada de “nove -la” por los científicos de estirpe baconiana por sus hipótesis (la de los torbellinos, por ejemplo).

Descartes se defiende del uso de “suposiciones” afirmando que el llamarlas así no significa que no estén “probadas”. Pero considera que están probadas porque tienen la capacidad de explicar muchos fenómenos, que no se explicarían sin ellas.

A esto se reduce la complicada frase según la cual las suposiciones demuestran los efectos y a su vez éstos demuestran las suposiciones (p. 100). Descartes utiliza “demostrar” aquí en dos sentidos: “explicar” y “probar”. Los efectos son evidentes porque la experiencia los prueba; por tanto, lo que hacen las suposiciones es explicarlos; pero los efectos prueban que la suposición es verdadera porque ésta permite explicarlos.

Un ejemplo de este proceder, en el propio Discurso, lo proporcionaría la suposición, en la parte V, de que la circulación de la sangre se debe a la dilatación que experimenta al entrar en el corazón. En la p. 88 añade: “Pero hay otras muchas cosas que testimonian que la verdadera causa de ese movi-miento de la sangre es la que yo he dicho. Como son, en primer lugar...”. A continuación viene un lar-go catálogo de hechos (o que Descartes cree tales) que se explican por esa suposición y, por tanto, és-ta es probada por esos hechos. De nuevo, no encontramos esto muy diferente del llamado “método hi-potético-deductivo”, en que las hipótesis se consideran convalidadas por su capacidad explicativa de fenómenos o consecuencias.

(Sobre los temas relacionados con las cuestiones 10ª y 11ª ver el libro de Desmond Clarke, La filo-sofía de la ciencia de Descartes, citado en la bibliografía).

12.- ¿Cómo demuestra Descartes que el método de la física es deductivo?Un método es un conjunto ordenado de normas o de pasos que se han de seguir para obtener un fin

determinado, en el caso de las ciencias, el que nos ocupa, para obtener la verdad. El método deductivo demuestra su validez si las últimas deducciones, esto es, la de los últimos efectos o las cosas más particulares, resultan ser verdaderos. La demostración de la validez del método deductivo en la física, la sitúa Descartes en la experiencia que, como ya hemos señalado (actividad 11), cumple en esta parte del discurso un papel mucho más importante de lo que cabría pensar con la sola lectura de la parte 2ª.

El criterio último de verdad, como ya sabemos, es Dios. Él es la causa de todo, y sus infinitas veracidad y bondad garantizan la verdad de las ideas innatas. Pero las sucesivas deducciones, los tres momentos que nos indica en las páginas 94 y 95, 2º párrafo, nos llevan a las cosas particulares: “Luego, cuando quise descender a las que eran muy particulares... a no ser que salgamos al encuentro de las causas por los efectos y que nos sirvamos de algunas experiencias particulares”. Sólo podremos saber cuáles son verdaderas gracias a las experiencias particulares. Esta idea la vuelve a repetir en las líneas que sigue a la cita, y continúa hablando de la importancia y necesidad de la experiencia en las páginas siguientes. Así en la p. 98 comienzo de 2º párrafo, y de forma importante en la p. 100, 2º párrafo, de la línea 4 a la 12.

Podemos ver el valor de la experiencia y el papel que cumple en el método deductivo, en la voz "experiencia" del léxico, donde se indican los tres sentidos que posee. Igualmente en las actividades 11 y 13.

Es importante reflexionar sobre el papel que Descartes concede a la experiencia en esta VI parte, que fue escrita tras sus propios experimentos, tanto en medicina como para la Dióptrica y los meteoros, y de cómo se queja de las dificultades técnicas y económicas para realizar todas las que

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considera necesarias para su investigación. Seguramente la imagen de Descartes racionalista (innatista) enemigo de la experiencia, debería ser revisada como un tópico que, al menos, se ha de matizar.

13ª.- Determina los diversos significados del término "experiencia", así como su importancia en la adquisición de la ciencia. "Llegamos al conocimiento de las cosas por dos caminos, a saber, por la experiencia o por la de -ducción" (Regla VI, X, 364-65, Navarro Cordón, p. 70). Conviene destacar el papel que juega la ex-periencia en la investigación de un "racionalista" como Descartes.

El esquema de la contestación se establece consultando en el vocabulario el término "experiencia", la guía de lectura, pp. 119 y ss. y las contestaciones a las preguntas 11 y 12.

14.- ¿Qué papeles relativos cumplen la razón y la experiencia en la investigación física? En el siglo XVI, entender es comprender la naturaleza de las cosas, antes posiblemente quería sig-nificar comprender el sentido de un discurso escuchado, y aunque en latín se use el término " intellec-tus", el entendimiento ya no es el intelecto medieval. "Solum intellectum esse scientiae capacem", "el entendimiento sólo es capaz de ciencia", (Regla VIII, X, 398; Navarro Cordón, p. 105). El entendi-miento produce las condiciones de inteligibilidad de las cosas (ver Regla VI). En este sentido el en-tendimiento no es diferente de la razón, es un estilo de racionalidad: el que produce la ciencia.

Nos hemos entretenido aquí, brevemente, haciendo alguna puntualización en torno al papel de la razón, remitimos a las contestaciones anteriores para describir el de la experiencia.

15.- Haz un esquema con los momentos del proceso deductivo en el método de la física. Explícalos.Los pasos seguidos nos lo expone en las páginas 94-95, 2º párrafo.Comienza el párrafo haciendo referencia al uso de la experiencia (véanse actividades anteriores)

para a continuación indicarnos el orden seguido en sus investigaciones. Los pasos o momentos de la investigación que nos indica son:

1º Encontrar los principios o primeras causas de todo lo que es o puede ser en el mundo. Estos principios tienen su causa en Dios, y pueden encontrarse en las semillas de verdades que están en no-sotros, esto es, en las ideas innatas.

2º Examina los primeros y más ordinarios efectos que se podían deducir de esas causas. Hasta aquí se mantiene dentro de la más estricta deducción. Por los ejemplos que nos pone, colegi -

mos que se refiere al descubrimiento del mundo material. Recuérdese la salida de la duda metódica.3º Descender a las cosas más particulares, que se le presentan en tanta cantidad y tanta diversidad

que no podía llegar a su conocimiento si no se sirve de algunas experiencias particulares. En este mo-mento es importante señalar cómo en varias ocasiones sucesivas nos ha afirmado que sólo la expe-riencia le indica finalmente la verdad de las cosas particulares: “Y respecto de esa dificultad no conoz-co otro remedio sino buscar nuevamente algunas experiencias que sean tales que su resultado no sea el mismo según se lo deba explicar por una u otra de esas manera” (p. 95).

Y en la continuación del párrafo nos indica la necesidad de realizar experiencias, experimentos, para avanzar en el conocimiento de la ciencia.