soledad alvarez - las estaciones intimas

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En este nuevo libro Soledad Álvarez reafirma, con diafanidad, su vocación poética, esgrimiendo, con el tono pasional que le caracteriza, tanto en el verso como en las ideas, una reveladora interpretación del cuerpo femenino asumido como subversión radical de la realidad y la herencia cultural, política y social del contextolatinoamericano, y particularmente, caribeño-dominicano. En estos poemasresalta un desafío estético, una apuesta lúdico-poética que, consciente de apoyarseen la dimensión esencialmente simbólica del dicho poético, en la composición fónica derivada de la morfología de las palabras y de su eje significante en la oración o línea del verso, hurga en los límites de la percepción y de la sensación.

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  • A Bernardo

  • Las estaciones, .

    IntImas

    "Soledad AlvarezPresentacin de Jos Mrmol

  • PRESENTACINEBRIEDAD DE LOS SENTIDOS

    JOS MRMOL 11

    LAS ESTACIONES iNTIMAS

    21 RITUAL

    23 OBLEA

    25 PRIMER ENCUENTRO

    27 ZOOLOGA

    29 AL DESNUDO

    31 UNA CAMA NO ES UNA CAMA

    33 MEMORIA

    35 AGUAS PROFUNDAS

    37 POR LA MSICA

    39 MERENGUE FINAL

    41 VISIN

    LAS ESTACIONES NTIMAS43 PRIMAVERA45 VERANO47 OTOO49 INVIERNO

    51 NOCTURNO FESTN

    57 CLASE DE COCINA

    59 VARIACIONES DEL SILENCIO

    65 MISTERIO DE FEZ

    67 PORTILLO

    69 TROFEO

    71 PREGUNTAS

    9

  • EBRIEDAD DE LOS SENTIDOS

    Por Jos Mrmol

    "Desnuda estoy del desnudo que me disfraza." S.A.

    Hacia finales de 1994, la escritora Soledad lvarez emprendi el vuelo defini-tivo hacia el mbito de la poesa, asumida ya como una actividad consagrada eineludible; actividad tantas veces inescrutable y otras tantas insondable o miste-riosa, pero, presente siempre en los avatares de la historia humana. Deja atrs laespordica publicacin de poemas sueltos en antologas, revistas o suplementosculturales, cuya calidad expresiva y esttica le colocaron, de todas formas y desdeinicios de los aos 70, en un sitial de prestigio nacional en el marco de su gene-racin, la que tiene lugar durante y despus de la guerra fratricida de 1965, y laconsecuente segunda ocupacin norteamericana de nuestro territorio, que man-cill nuevamente nuestra soberana.

    Publica en ese ao, y para regocijo de la poesa de habla hispana finisecular, suprimer libro de poemas, titulado Vuelo posible, en torno al cual, el reposado y pro-fundo juicio crtico de Manuel Rueda, su entraable amigo, admirado maestroy compaero leal de intensas faenas literarias acert en decir que, adems de ser"el esperado libro", saltaba en l a la vista el ttulo, "que implica una duda, unaadvertencia de lmites". Y agregaba nuestro fecundsimo y desaparecido artista, enel texto que escribi para presentar el poemario de Soledad lvarez, que no es este"un vuelo que se remonta limpiamente con la sensacin de haber conquistado lasalturas. Es un vuelo que se emprende aherrojado por ligaduras humanas que tirande continuo hacia abajo" (l).

    Por razones que ms adelante advertir el lector, y que tienen que ver con laestrategia expositiva de tender un puente de sentidos poticos, un puente de vi-vencias y praxis escritural comunicantes, he de detenerme, aun sea brevemente,en ese primer libro de poemas publicado por nuestra autora. Se acrisolaba en esaspginas la gravitacin de la duda en el plano de la existencia, o tal vez en el delpensamiento, como adems, en el plano esttico; esa duda que Ren Descartesa su hora bautiz sin ambages y para albear la luz de la cosmovisin del mundo

    II

  • moderno como e! principio de toda razn. Nada qu esperar para ampliarlo deuna vez, dado que tambin es la duda e! principio de toda sinrazn.

    El poema se hizo, en ese primer libro, duda o intersticio frtiles entre la palabra ye! silencio, e! pensamiento y el sentimiento; entre la corporeidad de la carne y e!hlito intocado de! espritu; entre e! dolor y el gozo, lo deseado y lo posedo; entrela mirada alegrica de la imaginacin y la imposicin fatal de lmites por partede la realidad circundante. De ah que otro connotado escritor nuestro, MarcioVeloz Maggiolo, al escribir acerca de Vuelo posible resaltara, con lo cual concuerdoplenamente, que la poesa contenida all es "Ntida, clara, de una sensibilidadmayscula", valores que resultan de "un minucioso trabajo de poeta profesional,de artista conocedora de! quehacer literario profundo y dominadora de novedosasmaneras de transparentar el amor, e! miedo y quizs la durabilidad proteica de lacarne" (2). Ese oficio alqumico de transparentacin de las veleidades y purezashumanas es slo posible a travs de la creacin potica, en la que Soledad lvarezexpone rasgos de iniciada.

    Poco ms de diez aos despus, y como si se tratara de! deliberado recurso deaejamiento de un nctar delicioso, de la oportuna maduracin de una pulpaexquisita, la autora da a luz un segundo poemario, titulado Las estaciones ntimas(Santo Domingo, R. D., 2006), en cuyos textos revela una destreza an mayoren la plasmacin de atributos tcnicos e innovaciones expresivas y sonoras de lapalabra, reflejando con ello la consolidacin de un vasto y sutil dominio de! en-tramado tcnico de! ars poetica, a lomos de la densidad misma del poema comoobra de arte y su innegociable hechura fctica de lenguaje.

    Todo poema encierra un acto de contricin. Tiene lugar en su exergo la giganto-maquia espiritual entre las divinidades metafsicas o mticas y las criaturas terre-nales, que a fuerza de imaginacin y deseo, de aventura y pasin inventivas hanarticulado la compleja madeja de la lengua, la cultura y la historia. Saint JohnPerse nos ense que la poesa tiene e! don de profundizar en e! misterio de laexistencia. Sin embargo, esa profundizacin es slo posible mediante la convic-cin de que el poema es un plural hecho de lenguaje, que en su madeja lingsticavibran al unsono el pensamiento, e! sentimiento y la imaginacin de un artista,y por mediacin suya, de una sociedad, una poca y una cultura. Una lengua es,y e! poema tiene en ella su fundamentacin y finalidad ulterior, e! testimonio

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  • seero de una determinada cultura. En la lengua cristalizan, para el presente yla posteridad, los mayores anhelos, estertores, vibraciones ntimas y colectivas,vtores y lamentaciones ticos, picos y estticos, los difciles argumentos de larazn, el derecho y la ciencia, en fin, todas las aspiraciones y fracasos de la vidaen sociedad. Hay en la lengua y en el poema una irrefutable, y tal vez inimitablecondicin de pieza fsil y al mismo tiempo espejo prospectivo del alma humanay de la cultura que ella construye.

    En este nuevo libro Soledad lvarez reafirma, con diafanidad, su vocacin po-tica, esgrimiendo, con el tono pasional que le caracteriza, tanto en el verso comoen las ideas, una reveladora interpretacin del cuerpo femenino asumido comosubversin radical de la realidad y la herencia cultural, poltica y social del contex-to latinoamericano, y particularmente, caribeo-dominicano. En estos poemasresalta un desafo esttico, una apuesta ldico-potica que, consciente de apoyar-se en la dimensin esencialmente simblica del dicho potico, en la composicinfnica derivada de la morfologa de las palabras y de su eje significante en la ora-cin o lnea del verso, hurga en los lmites de la percepcin y de la sensacin.

    A propsito del anterior aserto, y retornando a su primer libro, Vuelo posible,llega la poeta a sustentar: "Soy lo que miro" (p.29), sentencia que perfila su in-clinacin, enunciadamente voyerstica, a la nietzscheana mirada escrutadora delos entresijos de la vida, el pensamiento, el deseo y la muerte. bien, cuando enexistencial malabarismo circense, que se retomar en el nuevo libro al amparo delpoema llamado "Oblea", exclama: "De todos mis oficiosprefiero este: / Volatinera enel vaco" (p.9), porque al entregarse a la oquedad informe del aire, en la piruetamisma, se siente tan libre, instantneamente libre como Ssifo, cuando deja lapiedra del tedio en el tope de la cima, para simplemente recomenzar el supliciode existir. 0, para redondear, la devocin por el cuerpo, espacio de la concrecinde las gratificaciones y los castigos, de la memoria y la sensibilidad, donde la poetaexperimentar aquella" breve lacerada ebriedad de los sentidos" (p.13), al tiempoque, tratando de hacer posible el vuelo hacia la aventura de la palabra, el mundoy la nada se desdobla en "cuerpo ligero / a la grupa de un tigre invisible / que escapde su sombra" (p.I7).

    Ahora bien, en Las estaciones ntimas nos encontramos con una artista de la pa-labra que ahonda en el magma de aquellas inquietudes teidas de sensacin de

    13

  • soledad y de un vislumbrado, casi encubierto erotismo. Son ahora pavesas in-cendiarias aquellas insinuaciones erticas, que en esta nueva poesa de Soledadlvarez cobran una gran preponderancia y una notable caracterstica de su en-cumbrada y original voz potica. Originalidad, que dicho sea al pasar, se hacepalpable en la lectura de los planos cognitivo y esttico de la expresin potica ysu esencia radicalmente simblica.

    Un texto que explicita, y nada ms podra pedirse a la relacin entre poesa y teo-ra, la anterior aseveracin es el titulado "Primer encuentro", en el que una des-carnada sensualidad, casi primitiva o modernamente salvaje, pero exquisitamentedescrita, plstica o cinticamente bien compuesta y, por si fuera poco, rtmica-mente lograda se desliza por versos como: "Marco mi territorio con la lengua / latierra de carney hueso donde retoa el instante / hasta abrir los cauces de la eternidad:/ alto pelaje nocturno poblado por mis huellas, / escrutable en sus orificios, / en elgozopresentido que asciende por celajes de temblor / como pez en vordgine de liquenes yarenas tibias. / No hay reparos que no deshaga mi lengua / ni espacio intocado que noexplore / este lento acariciar mamfero en la noche delprimerfuego, / hombrey mujerdescubrindose, / olisquedndose donde crece una flor viva / y la sed abreva en pozos yestalactitas ntimas" (p.25).

    En otro texto, mientras, denominado "Zoologa', la poeta hace an ms incisivoel hurgar de su vigoroso escalpelo sensual al decir: "Puedes oler su lomo. Contaruna a una / vrtebras y articulaciones. / Olerlo. Seguir el rastro de sus humores: /espeso en la corva, en la ingle amargo, / en el vello como velo en la piel; detrds / comomarisma, en las ancas. / Rozar la boca sin riesgos. Sin lengua. Slo / con los labios."(p. 27). Es notoria en este poema la sumisin adnica, lo cual reviste una subver-sin y reinvencin del mito bblico y una transmutacin en la jerarqua de valoresde la cultura cristiana, sobre todo, cuando el poema cierra con el verso: "No tejies:despierto clavard las garras" (Ibid.). Ms de esta suerte de sesmos sensuales o estreme-cimientos carnales elevados a configuraciones estticas pueden apreciarse y sentirseen poemas como "Al desnudo" (p.29) y "Nocturno festn' (p.5!), entre otros.

    El cuerpo es en esta nueva obra potica de Soledad lvarez, por un lado, y deacuerdo con la perspectiva foucaltiana, espacio microfsico para la efervescenciaanatmica y especular de activas relaciones de poder, de tensiones socio-cultura-les y polticas; pero, por el otro lado, y al mismo tiempo, es el significado mayor

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  • de la subversiva autonoma, autovaloracin y acendramiento de la mujer comoente existencial, amatorio, gozoso y libre en la eleccin de su destino. Aunque,para rematar la idea y dicho en sus propios versos, estas sergas o hazaas se hayanlogrado a travs de la historia con: "un pie en el airey otro pie / equilibrista / contrael turbin del miedo / y los glaciares humanos" (Oblea, p.23).

    Nuestra poeta queda as instalada, con absoluta propiedad conceptual biopolti-ca, en el discurso humanstico de pensadores como Agnes Heller y Ferenc Fehr,que provocan una fisura en la tradicional dualidad alma/cuerpo, o lo que es igualdecir, dualidad divinidad/demonio, para reconocer la liberacin final del cuerpoy el abandono de su odioso rol de cancerbero del alma en la tradicin culturalde Occidente. Ms importante an, la poeta logra aquello sin tener que acudir almanido, a veces torpe y siempre ineficaz pretexto de clausura de la reclamacin deuna literatura, o peor aun, un lenguaje genricamente y rabiosamente femeninos.

    En Las estaciones ntimas se enhiesta una artfice de la palabra con verso recio ycristalino, provisto de una precisin que hace honor a la exigencia de sntesis dellenguaje que sustenta la arquitectura del poema. Se configura un orbe esttico,casi tctil, producto de la colocacin, en la rigurosa lnea del verso, de determi-nados ncleos lxicos que conforman una suerte de tablero de claves para llegarhasta una cosmogona y cosmologa, una ertica y un arte culinario, unos re-ferentes espaciales ntimos, como la familia, la otredad y la alcoba, y referentesespaciales pblicos como Mount Desert Island, Rock Creek Park o la misteriosaFez, de riqusima agudeza descriptiva y personal ngulo de asombro. No obstanteel hecho de que peces, anguilas, grietas u orificios, lo untuoso, vadeante, oleosoy bordeante casi exclusivos de la mexicana Coral Bracho, singularsima voz de lapoesa hispanoamericana, estn presentes o sutilmente sugeridos en este brillante,ntido estro potico de Soledad lvarez, con lo que hace honor a una lengua, unahistoria y una contemporaneidad comunes.

    Nuestra poeta, como aduce Adolfo Castan con respecto a su coterrnea CoralBracho, se eleva en este libro hasta el "intento radical que define elgrado de innova-cin de una obra: el de la invencin o creacin de un lenguaje" (3). Esa, y ningunaotra, ha de ser la teleologa que gue las cavilaciones creativas de un poeta, convic-cin que forma parte del canon conceptual de Soledad lvarez desde sus primeraspublicaciones sueltas hasta este su segundo volumen de poemas.

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  • La msica es otra de las muy caras artes que adornan la sensibilidad esttica deSoledad lvarez. Es melmana a carta cabal, un contagio, tal vez ajeno a la angus-tia de las influencias, del singular Julio Cortzar y sus andanzas por los horizontesdel jazz. No por casualidad en Vuelo posible (1994) aparecen las notas del genialMiles Davis entrelazadas con el ritmo del verso. Ahora, en Las estaciones ntimas(2006), Yen nimo de sostener el puente de sentidos, la msica resurge, por unlado, como expresin de la admiracin por el amigo, el poeta y msico ManuelRueda (1921-1999), a quien un notable crtico como Jos Alcntara Almnzarconsidera, con justeza, "el artista dominicano mds importante del siglo XX' (4), y dequien la poeta recuerda, sobre el teclado, la mano "sin preguntas / slo temblando"(p.38). Mientras que por otro lado, la msica estalla como arrebatada ontolo-ga de lo criollo, como fisura cultural que estremece los smbolos y prejuiciosdel machismo dominicano, como agrietamiento de la episteme y cosmovisinarraigadas en un pasado violento, desdichado y rural. De la mano del gran poetadominicano Franklin Mieses Burgos (1907-1976) Ysu ntico poema "Paisaje conun merengue alfondo", nuestra autora se adentra: en los entresijos y laberintos dela identidad del dominicano, en las intrngulis de la cuestin del ser nacional,para alcanzar un texto que, titulado "Merengue final", vuelve, por una filigranaalegrica e intencional, a centrar la mirada potica en el cuerpo, en los cuerposdanzantes, sus anhelos sociales y sus derrotas histricas, sus devaneos instintualesy su bravura, para rematar el poema gritando: "yo bailara este merengue comosi no fuera el final,! condenado a morir antes de la madrugada" (p.40). La vozde Soledad lvarez retumba, pues, con acorden, gira y tambora en la histricarealidad dominicana que resumiera Mieses Burgos en un inigualable verso final:"elfurioso merengue que ha sido nuestra historia".

    En un contexto cultural, y sobre todo, literario, a horcajadas entre el final de unmilenio y el comienzo de otro, sumido en una suerte de estril letargo, o peoran, de vacua resonancia de lo efmero y mediocremente espectacular, un tiempoque, salvo contadas y excepcionales voces de altura, no canta casi nada, y lo pocoque ha cantado carece de vitalidad y asombro, abrigo la impresin, satisfactoria,por dems, de que aquella volatinera por librrima eleccin de oficio, aquellamalabarista que pendulaba entre lo posible y lo abismal en el circo de la vida,entre el amor y el desencanto, entre la libertad y el castigo, entre la cerrazn y eldelirio por lo cierto, aquella intensa y original voz potica que a fuerza de tmidaduda hizo posible un vuelo estable y elevado del poema, se instala ahora, con

  • Las estaciones ntimas, entre las voces femeninas de ms lograda factura y singularestilo en la tradicin potica hispanoamericana.

    La contricin que acusa la escritura potica es encarnada por Soledad lvarez con ma-durez artstica y notable, por original, acabado tcnico. Entre sus dos poemariosse establece un puente que comunica, con diversos elementos de intencionalidady alegora expresivas, dos momentos de un mismo estro creativo en evidenciabley valiosa evolucin. El poema aparece, en su siempre perfectible constitucinsimblica, como el camino que habra de conducir a lo desconocido, a lo inima-ginable, al temible hacia dnde por el que la vida discurre como en un fresco,dantesco a veces, sin principio ni final. Su lectura nos hace testigos, sin que sepa-mos por qu ni para qu, de la ebriedad de la escritura y de su refutable, tal vez,pero cada vez menos eludible acepcin de que la poesa no hace que cambie elmundo, pero, todo cambio en este se prodiga ms profundo y humano a travsde la textura y movilidad del poema.

    Santo Domingo, R. D.Noviembre de 2005

    Notas

    (1) Manuel Rueda: "Vuelo posible de Soledad lvarez" en Ensayos crticos sobre escritoras dominicanasdel Siglo xx, recopilacin, prefacio y notas Miguel Collado y Rafael Garca Romero, SantoDomingo, 2002, pag.344

    (2) Marcio Veloz Maggiolo, Revista Rumbo, R. D., del 17 al 23 de mayo de 1995.(3) Coral Bracho, Huellas de luz, Lecturas Mexicanas, Mxico, 1994;

    estudio de Adolfo Castan, p.13.(4) Manuel Rueda, Luz no usada, Fundacin Corripio, Inc., R. D., 2005;

    estudio preliminar y presentacin de Jos Alcntara Almnzar, p.11.

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  • LAS ESTACIONES iNTIMAS

  • RITUAL

    Era apenas un agujero en la media de seda que envuelve la piel,pero en segundos la abertura corri por las piernasy fue un presagio en este da que haba comenzado perfecto:los pjaros y la luz asomndose a la ventana, el olor del caf,la tibieza del agua como sbana, y en la luna del espejotu imagen de mujer invicta, de mujer que ha domado sus fieras.Tendras que dar vuelta sobre tus pies y cerrar la sentina

    de sombrasdonde yace horriblemente viva la muerta que nunca seras,la que acuna espantos y arrastra su historiacon los tobillos hinchados como madera nufraga,la sonrisa rancia en el rostro desollado por la soledady el estuario envejecido de los muslostras la media rota.Ser ella o eres t la que en la luna del espejoempua el pincel como pistola, tras la huella del insomnioel rimel, el lpiz rojo y todas las razones del vestido mortajaque espera para salir como cualquier transentepor las calles que regresan de ninguna parte?Ser ella o eres t la que veo pasar en este da perfecto,sin extraviarse, hasta el final del laberinto?

    21

  • OBLEA

    La que tiene casay un diamante en la frenteno sabe caminar entre las tablas

    de la locura,vadear a la intemperie los pedernales del espanto,el cieno movedizo que echa la zarpa

    y engulle;un pie en el aire y otro pie

    equilibristacontra el turbin del miedoy los glaciares humanosllegar a la bveda de los desvalidos,a los territorios donde claman el hambre

    y la sedy la mugre se viste de flores carnvoras;y arrancarse ella misma de cuajo la pielcon los ojos abiertossin prdicas ni lauros manos comisuras

    y piernascomo simples mendrugos

    en el altar de la especie.

    23

  • PRIMER ENCUENTRO

    Marco mi territorio con la lengua,la tierra de carne y hueso donde retoa el instantehasta abrir los cauces de la eternidad:alto pelaje nocturno poblado por mis huellas,escrutable en sus orificios,en el gozo presentido que asciende por celajes de temblorcomo pez en vorgine de lquenes y arenas tibias.No hay reparos que no deshaga mi lenguani espacio intocado que no exploreeste lento acariciar mamfero en la noche del primer fuego,hombre y mujer descubrindose,olisquendose donde crece una flor vivay la sed abreva en pozos y estalactitas ntimas.Aqu hueles a cardumen y mdanos tibios,aqu rezuma un dulzor que extiende su espesuray se derrama como ofrenda en la planicie esfrica del vientre.Movimiento miscible. Desgarradura de velmenes.Yo oigo el ir y venir del tiempo en su marea,dejndome ir me encuentro conmigo en lo que abrasa- entraa henchida de goce y soledades -y entre un latido y otro

    acezante

    la infinitud de la pequea muerte.

  • ZOOLOGA

    Blando el cuerpo. Desvalido como cachorroen el blanco ocano de las sbanas,vela al viento suave la respiracindejndose ir por el sueo y sus parajes;las piernas abiertas, los brazos en aspa,las manos de anhelante mamfero hacia arriba,hacia el cielo pintado.

    Sin alas, sin estratagemas para escapar.Sin los cerrojos que callan la boca.Sin ordenanza.

    Puedes acariciar su lomo. Contar una a unavrtebras y articulaciones.

    Olerlo. Seguir el rastro de sus humores:espeso en la corva, en la ingle amargo,en el vello como velo en la piel;

    detrs como marisma, en las ancas.Rozar la boca sin riesgos. Sin lengua. Slo

    con los labios.Puedes engarzar tus dedos con sus dedos,llamarlo por su nombre vulnerabley quedarte en su pecho como si fuera tabla de

    salvacin para el naufragio.No te fes: despierto clavar las garras.

    27

  • AL DESNUDO

    Frente a ti han ido cayendouno a uno los velos que me cubren;yel fulgor, la fbula arrebatada que fuicomo flor de sal en el aguase han perdido.Mira la antpoda impa de lo que deseaste;bajo la luz que no tiene escudo ni vueltamrame las astillas del hombrolas uas sin consuelola almendra del vientre trocada en

    cuesco exange,el sexo donde el deseo deposit su tibieza lquidauna medusa prensada entre tablas.

    Desnuda estoy del desnudo que me disfrazay mis ojos ya no son el fanal de tus viajes nocturnos;de mis senos no mana la leche que te alimentabay en mis sienes no pastan furias ni caballos.

    Ah las imgenes que persegu y perdimosla lumbre efmera, la imposible divisa destrozada;

    pero al final del da mi corazn es la casadonde te acojo

    sin velos, con dulzura de amapola.

    29

  • UNA CAMA NO ES UNA CAMA

    Una cama no es slo el colchn, las sbanas,las almohadas.

    No slo est hecha de hierro o de madera.No slo es para una o para dos.La cama tuya y ma es tornadizacomo los das de verano:playa de arenas blancas, lisa y calmacuando nos tendemos para mirarnossin recelos sin horizontepensamiento adentro el uno al otro,en lasitud de luna el paso reflexivo,nubes destilando humedades,apetencias que nos baan;

    y entonces ya no estamos en la playasino en un mar de aguas huracanadas,y la cama es una ola en su rompiente,un torbellino de espuma abiertaen el que se arremolinan los pulpos del deseojunto a las algas anguilas quemantes,y en la deriva de pliegues y fragmentostu voz es una balsa y tu cuerpo el remolqueque me lleva a la orilla original;

    31

  • y la cama ya no es playa ni marsino isla

    donde una nia duermeacunada en el regazo de la tierra.

  • MEMORIA

    Es marzo y es la hora del sol. Un pez hierve en el airey yo estoy buscndote por los salones umbros de la casa.

    Desnudacomo si fuera el da en que vendrs,

    el da que escrib en la memoria la huella de tus manosen el lomo tibio del pan:codicioso el ndice entre la masa y sus contornoscomo por mi rodilla tu mirada

    relmpago tenazhurgando paladeando el olor henchido de pulpa agria,el pliegue escurridizo de la seda, y su venero.

    Eres el viajante que ha llegado a mi mesacon el hambre y la sed que no se sacian nunca.

    Deseoso perfilEspesura del silencio

    Derrumbe de cristales.

    y en el vrtigo traslcido del mediodaun imn sin tino ni horizonte

    girandobuscndote

    toda yo slo piernas pechos pelvis hacia tique sonres mansamente desde el fondo lejano.

    33

  • y desfallece la seday mi cuerpo te alcanza

    por los salones umbros de la casa,tembloroso y pequeocomo la miga de pan que veo caer al aire.

  • AGUAS PROFUNDAS

    Un cuerpo como roNavegable

    Sus corrientes tranquilasSu cauce ancho

    Profundo de lmpida profundidadDesciende

    Ondula por el lecho desde la cabeceray son cambiantes sus paisajes

    De sombra y tornasolEfusivas sus aguas en el abrazo

    Me anegan me colmany otras aguas desde mis adentros

    Como ro en el rose desbordan.

    35

  • POR LA MSICA

    "hasta que se conceden un dios:la msica.

    Radiante tespuesta a nada."Manuel Rueda

    Msica, slvame de la vigilia estrilentrgame la clave para abrir los laberintos,la meloda que germina el milagroy me lanza infinito arribaen aleteo de luz y simetras hasta las profundidades

    de tu agua celeste,siempre volviendo de s siempre repitindose

    su nada sonorasus corrientes,

    cristalina sucesin de las maderasen los pastos del oboe,

    en los trboles durmientes que riza el matizigual que el viento de la tarde los cabellos

    de las muchachas;

    msica del ser que persigo y escapaalcnzame la trepidacin de lunas,el caudal del saxo como volcn en erupcin

    en los abismos del alma,todo imposible posible por tu llamado

    37

  • todo lo yermo vivotodo lo baldo frtil surtidor de acordesme habite me fecunde me amparesostenga la inmensidad donde quedarme,cuerda que pulsa esplndida la manosin preguntas

    slo temblando.

  • MERENGUE FINAL

    " Bailemos un merengue que nunca ms se acabe,bailemos un merengue hasta la madrugada."

    Franklin Mieses Burgos

    Si pudiera, bailara este merengue hasta la madrugada.Descalza

    para sentir bajo los pies la corriente de la tierra,caliente por las piernas su fuerzahasta la cintura su empuje de razdesatndome vacilaciones de doncella,pudores de la carne sometida por siglossorda al reclamo de la sangre en la noche

    de los instintos,al convite de la tribu que grita y se emborracha

    ahta de ron y desdichas;

    ellos son el otro que no soy pero a ellos me arrimocomo el cachorro a la madre en busca de alimento,al poder de esta msica hecha a semejanza suya:de cuero y sudor el ritmo de la tambora,el regusto de la gira, el acorden que expira

    y resucita bravuras de la traba,regencia del cuchillo bajo el sol desbocado

    yo los bailara;

    39

  • olvidada de m y de lo que creobailara sus santos y sus demonios,sus hroes vencidos, su historia adulterada,cuerpo a cuerpo como si hoy fuera ayery no agonizramos en este tiempo

    de palabra y msica ajenas,petrificados los cuerpos, silenciado el jaleo

    el comps el resuello;

    yo bailara este merengue como si no fuera el final,condenado a morir antes de la madrugada.

  • VISIN

    No me habl el ngel.Slo extendi sus alas

    y me mirDesde la inmensa soledad

    de la belleza.

  • LAS ESTACIONES NTIMAS

    PRIMAVERA

    Un ro impvido bordea la blanca llanurade Mount Desert Island.En esta isla, donde los rboles y las praderasse desnudan frente al mar,Marguerite Yourcenar avizor en el horizontela nave en la que Adriano lleg a la eternidad(quizs sin saber que ella misma realizaraese viaje sin tiempo).Aqu pase su tristeza.Por ms de treinta aos tambin fue felizy rodeada de aldeanos, gente simple y rocas imponentesroz con la palabra el silencio de la perfeccin.Debajo de la nieve, blanca y leve como la estolaque llevaba siempre consigo(yen la que depositaron sus cenizas)nosotros buscamos la tarja con el poema escritoque identifica la casa definitiva de Marguerite.Palabras sern sobre el tiempo que reverdeceo sobre esas voces a las que se refera la monja budista Ryo-Nan:la de los pinos y los cedros cuando calla el viento?Sern hermosas y hablarn de la vida y de la muertecomo del mismo ro que fluye,como la hoja recin nacida que encontramos bajo la nieveanunciando la primavera.

    43

  • VERANO

    El verano ha madurado los frutos.Rotundo, rebosante de su savia se derrama,y no hay piedra que no encienda su plenitud gneani estanques de larvas y algas oscuras que no bullande luz y materias vivas.El verano rezuma en los cuerpos,arabesco incesante multiplica sus huellas,desata alegres impudicias en las muchachas- en las noches calientes los muslos hmedosreclaman el frescor de las caricias -,y una avidez se desnuda y ofrece.Ah, si como a los frutos el verano madurara el deseo,y llegue - al fin - el deshielo a mi corazn.

    45

  • OTOO

    Las hojas tejen la cauda serena del otoo,y es un ro dorado Rack Creek Park,una marea que abre las puertasy las ventanas del tiempo.Yo estoy suspendida en un recuerdo sin rostros,un recuerdo indescifrable de pura transparencia:plpito, murmullo de esponjada madriguera

    asciende,colma la quietud, la extensin velarde esta estacin templada de la vida,y es como volver a ser piel de otra piel,

    refugio rezumante,blando tierno vientre bajo la presin tctil.Quin revuelve las hojas del parque

    y las hace crepitar,como una vez mi cuerpo?

    47

  • INVIERNO

    No hay invierno en la isla, dijo,y una bandada de recuerdos cruz el desbordadobermelln de diciembre.Mralos desde el vaco que slo conoce la madriguera,donde encendemos rboles y guirnaldas sin esperanza,las bocas pintadas, agonizantes hasta el final:hasta la efmera felicidad del vino, y su rebujo.

    Son los paisajes que no ha podido vencer el desencanto:los caminos de hierba frente a la casaadormecidos por el frescor lmpido del aire,el alminar inalcanzable del almendrodonde cimbra la luz y anidan lucirnagas y pjaros,el rumor de las sbanas tendidas en la profundidad del patio,lluvias nocturnas, parpadeo de lmparas, calmos portales,y desde los tibios recintos de la casa el olor a lechey a manzanas como blsamo.

    Acaso el invierno no sea solamentela estacin de las lluvias y del fro:abrigo del recuerdo ovillndose en s mismo,evocada plenitud, cuando todo termina.

    49

  • NOCTURNO FESTN

    1

    Sobre la mesa de madera tallada por el tiempo yel paso orfebre delas polillas pusimos el vino, el pan y el queso untuoso, los frutoscrdenos. La noche era una pregunta interminable, y la lluvia elguio cmplice tras la ventana. Entonces ramos jvenes y nosbastaban las palabras para espantar a los carceleros del sueo,para abrirnos el corazn y entrar desnudos al bosque invisible decedros y campanarios, donde un acordeonista inventaba reverberoscomo antiguos mantras. Nosotros podamos escuchar su msica.Podamos quedarnos en su centro desbordado como en unmbar transparente: todos los poros un latido, todo el tactovirgen nervadura para la ficcin y las ondulaciones del juego.Entonces ramos generosos y la plenitud cmplice nos sumergaen un festn feliz de entregas y resonancias. Despus amaneci ynos fuimos quedando solos. Ms vidos.

    51

  • JI

    Como cada noche dispongo la cena y sus ornamentos.Artfice diligente de semejanzassin conciencia sin abstraccionesaliso el damasco impecable del mantel,su anchura almidonada multiplicndoseentre mis dedos de pndulo,y en los nimbos encendidos de las velasla platera espejeante, servilletas y copascomo cuencos de abierta transparenciame arrastran a un cuadro de imgenes fsilesdonde todas estamos sentadas a la mesa:la madre de azul, aterida de catstrofes

    y renunciamientos,las tas conocedoras de ensalmos,de vientre virgen y carmines viejos;yen la cabecera la abuela con su faldn de pobrerebuscando en el plato de sopa seales del destino

    como cuando lavaba oro en el ro.

    Todas con la mirada clavada en la puertapor donde nunca regresarn los que se fueron.Todas congeladas en un tiempo muerto.y yo con la fuente de arroz humeante en las manos,hechizada como serpiente. Queriendo salir.

    53

  • III

    Puede estar la muerte acechndonos;sus escamas agujereadas encubiertasen el chillo rebosante de ajes y cebollas maceradas,su emponzoada flor junto al vino que descorchamosanticipando la frescura ambarina,las esencias frutales en las profundidades de la boca:uvas y duraznos danzando celebrando opulencias

    conjunciones de la tierra y el aguade la savia y la razdel aire y la llama que avivan nuestros deseos

    con su hlito de quimera.

    Apoteosis de lo que late vive y se alimenta;libacin repetida cada noche como en gruta primigenia;el uno frente al otro como espora codiciante

    conjurando fragilidades,imperfeccin de la materia que tose y se pudrey nos encuentra en su apetencia sentados a la mesa,frente al chillo y el vino rebosantecomo si no fuera la muerte el anverso de este segmento,

    su revs.

    55

  • CLASE DE COCINA

    Arrancarle la piel a la cebolla.Desafiante

    sobre la tabla de cocinacomo en el poema

    la palabra.Atravesar sus capas tiernas,su rojiza esfera;llegar a su rotundo henchido corazna su poso de cristala su mdula.Pero no con el cuchillo- por el filo el corte-no con el ajeno utensilio y la pericia.Con las manos tendr que desgajarlacon las uas escarbar su carnadura,y llorar incontenibles lgrimasy su sabor ser mi sabory su olor agrio mi marca.

    57

  • VARIACIONES DEL SILENCIO

    1

    Abro los ojos y rezuma el silencio.Blanco

    como lienzo sobre las cosaslas cie las envuelvey ellas son formas suspendidas

    en el tiempo,pedazos de otros pedazosdesgajados a la derivaque encallados en esta casa recibimoscon la desbordada alegrade quienes encuentran un tesoro del mar

    y desde su centroinsondable

    construyen el refugio que los protege.Aqu la mesa donde el poema escribe

    su hendidura- abismo del pensamiento en el que me extravoqueriendo decir la belleza que crece al filo

    del deseo, y sangra-;aqu las lmparas que enciendo al medioda,los sillones donde el cuerpo desdice el cansancio

    de los aos,el espejo que el ojo atraviesa para mirarcmo hablo a lo visible y pongo en la cabezarecin peinada la corona de incertidumbres.

    59

  • Yo a cada cosa nombro como llamndolas.Desde el ltimo umbral de lo posiblepulso sus bordes, sus esquinas,los relieves engastados por el tiempo,y no hay rastros ni huellas que reconozca,nada en ellas de mde esta trama circular donde despiertopreguntndole a la palabra una razn,una sola razn de ser como amuletocosido a la piel para el camino.Quizs el silencio me diga

    adentroantes de que desaparezca.

  • II

    Escribo silencio y la pgina es una casa de salones vadosgrande como la muerte de las ballenas,

    donde una nia sola grita su nombrellamndose desde la memoria del desamparo:Soledad soledada quin buscar en los pasillos recorridos por hormigas ciegas,amontonadas en la estera de la oscuridadsin otra perspectiva que el desastre?,a quin detrs de las puertas cerradas como valvas,en rincones inmutables, hmedos como tero maternoque desentraas sin prever lo que vers morir,lo que hacindote te hace sin palabras,lo que alguna vez recordars con el corazn titiritandode ausencias y lluvias glaciales?

    Alguien ha cruzado por el jardn de arena de la infancia.Si pudiera transponer la cancela del destierrollegara para abrir puertas y ventanas.Alboroto del sol, retozo, amanecido encuentrode ojos, venas, sonoridades;y en la mano abierta, sin enigmas,la contrasea para el retorno.Pero ha sido una visin fugaz,como soplo de nada.

    6r

  • III

    Silencio de m. Quietud que me remansa.Fresco surtidor a la sombra de los aos.

    Aqu vienen a morir los hombres que he amado- con sus alforjas de salitre como nmadas

    o sombras de la nada -,las noches interminables a la luz de la msicaen cafs humeantes de poesa y miradas febricitantes,los das pnico de la bestia sueltaarremetiendo en las calles, a dentelladas,

    - das oscuros de la muerte embellecida con metforasy consignas ondeantes-,

    la ciudad que habit, amada como a novia que agoniza,la del viento fro con sus tugurios sedientosy sus parques de estatuas derribadas,universo de corceles agitados, de hroes suicidasy muchachas desnudas atravesadas por alfilerescomo manposas.

    Pasan las imgenes la criba del silencio.

    Aqu han venido a morir las furias, los desatinos;tanta memoria insaciada como triza que arroja el tiempoen la inmensidad de este vaco.

  • MISTERIO DE FEZ

    La llamada del muecn despierta la madrugada.Fluye en el sueo su cntiga

    como agua lustrallimpia el abrevadero de los sentidos:

    virgen el ojovirgen la mirada es una con la luz suavsima

    del alba sobre Fez,inabarcable la opacidad amarillenta del confn,la extensin de palmas datileras como lanzas

    de Dios enterradas en la arena,madrazas y mezquitas deseosas de eternidad(labradas de mrmoles y tapicespara la multitud orante de pies descalzos);uncin del agua en los estanques sin grietas de la fe,sahumerio de la ley y del incienso,palabras intactas del Corn repetidas en las piedras

    y los muros milenarios.Es la traba del misterio en la carnalidad desbocada

    de la ciudad;la envuelve

    la multiplicala salva condenndola a la resurreccin de sus demonios:gritero de la turba a galope por los callejones ebrios,graznido de los pjaros y los tablajerosen el souk impenitente de olores y emanaciones,

  • de palpable dulzor en el laberinto de las especiqsy de agrios agazapados en las axilas de mercaderes

    y aguateros ciegos(ciegos por la arena del desiertocomo la desesperacin del nmada frente a las murallas).Nosotros perseguimos el latido de la revelaciny no este festn de sabores sin fondo,esta permuta de vnculos por los hechizos del tacto,esta msica fluyendo de las cuerdas pulsantesque desata el vientre de las bailarinas y nos extravapor callejones ebrios a expensas de la fulguracin

    y la estocada.

    La llamada deI muecn despierta eI ser que somos.No cabra en el sueo tanto misterio.

  • PORTILLO

    Pronto subir la mareayel mar cubrir la filigrana extensin

    de los corales.Tambin borrar tus pisadas en la arena;slo sobrevivir esta sed de azul,su fijeza obstinada.

  • TROFEO

    Montada en la certeza de su cuerpoella exhiba sus encantoscomo en el frutero de la mesalos melones y las mandarinas henchidas.Despiadados los pechos de translcida ingravidez,como velln emergiendo las carnosidades,la piel de hmeda juventudy bajo el vestido las dctiles caderas rebosantes.

    Ella caminaba por el barrio tejiendomiradas deseantes;

    trofeo de mujer sin pensamientocontra el orden su contoneo de rojo,la gracia, el movimiento del pelo

    como negro velo al aire.

    Yo quise alguna vez verme en su imagen,aprender de sus encantos ardidesestrategias de la carne como escudo del almaque slo sabe de incertidumbres y ddivas.

    Pero ahora ella envejeceimpenetrada y sola en el azogue,puros huesos su cuerpo cubierto por colgajos de piel;no le bastan a la muerte sus ardides.

  • PREGUNTAS

    - Qu es la muerte?Es el sueo de la noche que no termina.

    - Qu es la muerte?Es la noche que no termina.

    - Qu es la muerte?Es tu olvido en esta noche que no termina.

    71

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