sobre un capítulo de dar (el) tiempo, de j. derrida

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“Al mismo tiempo pensamos lo imposible, y es al mismo tiempo. ¿Qué quiere decir «al mismo tiempo»?” (Derrida, 1995:41). Derrida abre el capítulo 2 con una serie de preguntas sobre lo paradójico de ciertos aspectos del don: lo imposible y el tiempo. Por lo tanto, dice Derrida, (querer) hablar del don es una locura: “¿Cómo hablar razonablemente, con sensatez, de forma accesible al sentido común, de un don que no podía ser lo que era más que a condición de no ser lo que era?” (Derrida, 1995:41). Ahora, y al respecto, yo hago tres observaciones: 1. En esa pregunta Derrida se refiere a un don. ¿Cuántos tipos de don hay? ¿Existirá alguna clasificación de dones? En ese caso, ¿qué diferenciaría a un don de otro, o a un tipo de don de otro tipo? Y, por otra parte, ¿pueden existir varios tipos de dones al mismo tiempo? Más adelante, se ensayará una taxonomía de lo dado (Derrida, 1995:55), es decir, del objeto o de la cosa que se da: ser/haber, cosa sensible natural/símbolo, persona, discurso, etc. También puede hablarse, al menos, de otra clasificación entre quien da, el dar, y lo dado. 2. Los dones que no pueden ser de otra manera más que a condición de no ser lo que son me remiten a la categoría de signo insignificante que Jean Baudrillard desarrolla en De la seducción, libro de fines de los 80. Baudrillard recurre a los signos insignificantes para explicar estos juegos y rituales de apariencias que él engloba bajo el nombre de seducción. Para ser seductor, un signo (o algo, una cosa) debe ser reversible. Es decir, guardar un secreto, ocultar algo, disfrazarlo, encantarlo, para que un otro a quien se da (podríamos decir nosotros) ese signo reversible, caiga en la trampa de la seducción. Para ilustrar esto, uno de los tantos ejemplos que ofrece Baudrillard, es este relato de un hada, un niño y una cola de zorro roja: Sólo nos absorben los signos vacíos, insensatos, absurdos, elípticos, sin referencias. Un niñito le pide al hada que le conceda lo que desea. El hada acepta con una sola condición, la de no pensar nunca en el color rojo de la cola del zorro. «¡Si no es más que eso!», responde con desenvoltura. Y ahí va en camino para ser feliz. Pero, ¿qué ocurre? No consigue deshacerse de esta cola de zorro, que creía haber olvidado ya. La ve asomar por todos lados, en sus pensamientos y en sus sueños, con su color rojo. Imposible apartarla, a pesar de todos sus esfuerzos. Y hele aquí, obsesionado, en todo momento, por esta imagen absurda e insignificante, pero tenaz, y reforzada por la desilusión que tiene al no poder quitársela de encima. No sólo

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Comentario personal sobre el capítulo 2 "Un don sin presente" del Dar (el) tiempo, del filósofo Jacques Derrida

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Al mismo tiempo pensamos lo imposible, y es al mismo tiempo. Qu quiere decir al mismo tiempo? (Derrida, 1995:41). Derrida abre el captulo 2 con una serie de preguntas sobre lo paradjico de ciertos aspectos del don: lo imposible y el tiempo. Por lo tanto, dice Derrida, (querer) hablar del don es una locura: Cmo hablar razonablemente, con sensatez, de forma accesible al sentido comn, de un don que no poda ser lo que era ms que a condicin de no ser lo que era? (Derrida, 1995:41). Ahora, y al respecto, yo hago tres observaciones:

1. En esa pregunta Derrida se refiere a un don. Cuntos tipos de don hay? Existir alguna clasificacin de dones? En ese caso, qu diferenciara a un don de otro, o a un tipo de don de otro tipo? Y, por otra parte, pueden existir varios tipos de dones al mismo tiempo?

Ms adelante, se ensayar una taxonoma de lo dado (Derrida, 1995:55), es decir, del objeto o de la cosa que se da: ser/haber, cosa sensible natural/smbolo, persona, discurso, etc. Tambin puede hablarse, al menos, de otra clasificacin entre quien da, el dar, y lo dado.

2. Los dones que no pueden ser de otra manera ms que a condicin de no ser lo que son me remiten a la categora de signo insignificante que Jean Baudrillard desarrolla en De la seduccin, libro de fines de los 80. Baudrillard recurre a los signos insignificantes para explicar estos juegos y rituales de apariencias que l engloba bajo el nombre de seduccin. Para ser seductor, un signo (o algo, una cosa) debe ser reversible. Es decir, guardar un secreto, ocultar algo, disfrazarlo, encantarlo, para que un otro a quien se da (podramos decir nosotros) ese signo reversible, caiga en la trampa de la seduccin. Para ilustrar esto, uno de los tantos ejemplos que ofrece Baudrillard, es este relato de un hada, un nio y una cola de zorro roja:Slo nos absorben los signos vacos, insensatos, absurdos, elpticos, sin referencias.

Un niito le pide al hada que le conceda lo que desea. El hada acepta con una sola condicin, la de no pensar nunca en el color rojo de la cola del zorro. Si no es ms que eso!, responde con desenvoltura. Y ah va en camino para ser feliz. Pero, qu ocurre? No consigue deshacerse de esta cola de zorro, que crea haber olvidado ya. La ve asomar por todos lados, en sus pensamientos y en sus sueos, con su color rojo. Imposible apartarla, a pesar de todos sus esfuerzos. Y hele aqu, obsesionado, en todo momento, por esta imagen absurda e insignificante, pero tenaz, y reforzada por la desilusin que tiene al no poder quitrsela de encima. No slo las promesas del hada se le escapan, sino que pierde el gusto de vivir. Quiz est de alguna manera muerto, sin haberse podido deshacer nunca de la cola de zorro. Historia absurda, pero de una verosimilitud absoluta, pues hace aparecer la fuerza del significante insignificante, la fuerza del significante insensato.

El hada era maligna (no era un hada buena). Saba que el espritu es irresistiblemente hechizado por el lugar vaco dejado por el sentido. Aqu, el vaco es algo as como provocado por la insignificancia (por ello el nio desconfiaba tan poco) del color rojo de la cola del zorro. En otro lugar las palabras y los gestos sern vaciados de su sentido por la repeticin y la escansin incansables: cansar al sentido, gastarlo, extenuarlo para liberar la seduccin pura del significante nulo, del trmino vaco esa es la fuerza de la magia ritual y del hechizo. Pero esto puede ser tambin la fascinacin directa del vaco, como en el vrtigo fsico del abismo, o en el vrtigo metafrico de una puerta que se abre en el vaco. Esta puerta abre al vaco. Si leis eso en un cartel, resistiris los deseos de abrirla? (Baudrillard, 1994:73)

Por un lado, el don en Derrida tiene algo de insensato, de paradjico, de vaco que nos arrastra hacia s al primer acercamiento. Quizs sea esto lo que nos atraiga tanto a esta categora, esta suerte de carencia, que yo por lo menos siento, para comprender el don. Por otro lado, estos signos insignificantes tambin son dados. Hay una transmisin. Hay una cosa que se recibe, pero no en calidad de ser tal cosa, sino otra: revertida, encantada. El don / signo insignificante se da como otra cosa distinta y ah reside la seduccin del signo o la gracia del don. A propsito, qu se da junto con el don? una gracia, como escrib recin (quizs en un arrebato de cristianismo)? el don da algo? da el tiempo? Me he perdido y necesito un hada buena.

3. Si es una locura querer hablar razonadamente del don (entendiendo a razonadamente como una caracterstica propia de ciertos gneros discursivos que circulan en esa praxis humana que podemos llamar academia), una va de escape de este problema sera el lenguaje de la ficcin, el lenguaje de la poesa, la potica del relato (Derrida, 1995:47-48). Lo potico lo explicara todo, entonces. Por cierto, estas pginas 47 y 48 me resultaron muy oscuras. No logro decidirme si las relaciones que Derrida establece entre el don y sus exigencias, el tiempo, y los plazos son en realidad afirmaciones suyas o explicaciones de la concepcin de Mauss sobre el don. La diferencia entre un don y cualquier otra operacin de intercambio puro y simple es que el don da (el) tiempo. All donde hay don, hay tiempo... (Derrida, 1995:47). No era que el don anulaba el tiempo? Creo que alguno debera refrescarme estas cuestiones que estaban en el captulo 1 y que no me terminaron de cerrar con un mnimo de claridad. Adems ahora no tengo ganas de volver sobre ese captulo, hacia el anochecer de un domingo.

No obstante, la relacin entre don tiempo relato estara dada porque en una narracin, sin entrar en muchos detalles y discusiones, es una sucesin o muestrario de acciones que se desenvuelven en un tiempo gracias a los personajes que las portan (esto es muy del primer Barthes y su anlisis estructural del relato, lo s). Adems, no creo que sea una mera casualidad que tanto Derrida como Baudrillard recurran al lenguaje de la ficcin para hacerse entender. El don sera siempre el don de una escritura, de un informe, de un poema o de un relato, el legado de un texto en cualquier caso... (Derrida, 1995:50).

Este nuevo problema entre don, tiempo y relato como un lenguaje especfico del don, si se quiere, va a ser desarrollado en las siguientes pginas al mismo tiempo en que se retomar la locura.

Volviendo sobre las clasificaciones del don, Derrida busca un principio unificador para todas las locuciones idiomticas (1995:56), o sea, para todas las posibilidades que brinda la lengua para hablar del don. As, halla cuatro tipos de cuestiones que lo guiaran. De ellas, me detengo en la ltima, una clasificacin trascendental y dual del don. Habra, por una parte, el don que da alguna cosa determinada (); y, por otra parte, el don que da no ya lo dado sino la condicin de algo dado presente en general, un don que da, por consiguiente, el elemento de lo dado en general (Derrida, 1995:59). De este modo, uno puede dar, por una parte, un presente (en el sentido de regalo, cosa sensible natural), y, por otra parte, la condicin de presencia de todo presente en general. En esta segunda parte se ubica (o ubicara) la expresin (o el hecho) de dar (el) tiempo.

Sin embargo y ante todo esto, Derrida (creo) observa que si hay tantas formas de clasificacin y otras cuestiones sobre el don, es por la locura de la diseminacin del sentido don (Derrida, 1995:60). Otra vez, pues, la cuestin del lenguaje preciso, necesario, o mejor acertado, para hablar sobre el don. Incluso puede pensarse en el fantasma recurrente del Ensayo sobre el don de Mauss como justamente eso: un ensayo, una prueba para hablar sobre el don.

Siguiendo con la lectura del captulo, subrayo la postura filosfica de Derrida ante la utilidad del don, en la medida que la niega. Derrida pide que no se convierta al don en su equivalente de mercanca, en bien til () y, menos an, en alimento comestible, en cosa incorporable (1995:61). En consonancia, tambin hay una postura poltica y tica que tomar frente al don (o frente al lenguaje sobre el don): Es preciso responder del don, de lo dado y de la llamada de dar. Es preciso responder a ellos y responder de ellos. Es preciso ser responsable de lo que se da y de lo que se recibe (Derrida, 1995:67).BAUDRILLARD, J. (1989). De la seduccin. Madrid. Ediciones Ctedra. 1995.