sobre el sufrimiento, la muerte y felicidad - josep antoni

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SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD Josep Antoni Álvarez

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El autor, adventista realiza este estudio y dice: Cuando el que reflexiona es un cristiano y se le plantea además un reto suplementario: conciliar la creencia en un Dios amoroso, con el hecho de que este mismo Dios permita el sufrimiento, la muerte y, en consecuencia, la ausencia de felicidad desde una vertiente humana. Esta aparente contradicción y sus posibles consecuencias son expresadas de forma satisfactoria por José Antonio Galindo:«Se hace incomprensible que Dios consienta que los seres humanos,sus hijos según la revelación del Nuevo Testamento, padezcan tantos y tan terribles males que les causan tanto dolor corporal y psicológico, afectando también a los inocentes e incluso a los niños. Si hay algún problema humano es el problema del mal; por lo que la Iglesia no puede mantenerse al margen del mismo, ni práctica, ni teóricamente, porque ahí está una de las raíces del ateísmo.»1

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  • Sobre el Sufrimiento, la muerte y la felicidad

    Josep Antoni lvarez

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

    Josep Antoni lvarez

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

    Josep Antoni lvarez

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    iedad de: CC BY-NC-ND 2013, Jo

    CC BY-NC-ND 2013, A

    o Legal: B-26424-2013

    s derechos reservadosBY: La reproduccin total o p

    NC: La obra no puede ser ut

    ND: No se permite modificarmanipulados bajo ningn con

    , Josep Antoni obre el sufrimiento, la mna: Aula7activa-AEGUApgs.; 98 pgs.; 23 x 1

    ateria: 1. Sufrimiento-A

    DD:248.86

    Ramon C. GelaberIsaac Cha

    AULA7ACTBarcelon

    E-mail: info@aula7activWeb site: www.aula7ac

    visada; 2013

    osep Antoni lvarez

    Aula7activa-AEGUAE, e

    s al autor y los editoresparcial de esta publicacin r

    tilizada con fines comerciale

    r de forma alguna la obra, esncepto.

    muerte y la felicidad / JAE, 2013. 5 cm

    Aspectos Religiosos. 2.

    rt

    TIVA-AEGUAE na, Espaa va.org / [email protected] / www.aeguae

    en espaol para todo e

    s. requiere la atribucin de la o

    es.

    s decir, los archivos inform

    Josep Antoni lvarez /

    Sufrimiento-Meditaci

    org .org

    l mundo

    obra a su autor y editores.

    ticos de la obra no pueden

    1. ed. en espaol

    n. 3. Felicidad;

    ser

  • A mi mujer Sara y a mi hija Miriam por hacer mi vida mucho ms feliz. A todos aquellos que sufren.

  • Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, Solo Dios Basta. Santa Teresa

    El amor, podramos decir, se abstiene de prometer un fcil trnsito a la felicidad y el sentido de la vida. Zygmunt Bauman

    Cada segundo es una pequea puerta del tiempo a travs de la cual puede llegar el Mesas. Walter Benjamin

  • viii

    Versiones de la Biblia usadas

    En el presente libro he consultado y utilizado diversas versiones de la Biblia. Al transcribir los textos he buscado en todo momento la claridad expositiva, intentado escoger aquella versin que fuese ms cercana a nuestro lenguaje y que al mismo tiempo transmitiera con ms fuerza la idea que yo quera transmitir.

    Las versiones utilizadas han sido las siguientes:

    Versin bblica Referencia bibliogrfica

    Biblia Herder BH Serafn de Ausejo Barcelona: Herder, 1975

    Biblia de Jerusaln BJ Bilbao: Descle de Brouwer, 1998

    Biblia de Navarra BN Pamplona: EUNSA; Chicago: MTF, 2008

    Biblia del Peregrino BP Luis Alonso Schkel Bilbao: Mensajero, 1993

    Biblia Traduccin Interconfesional

    BTI Biblioteca de Autores Cristianos Verbo Divino Sociedades Bblicas Unidas Madrid, 2008

    Dios Habla Hoy DHH Difusora Bblica Claret Sociedades Bblicas Unidas Madrid, 1992

    Nueva Biblia Espaola NBE Luis Alonso Schkel, Juan Mateos Madrid: Cristiandad, 1975

    Nueva Versin Internacional NVI Miami, Florida: Sociedad Bbli-ca Internacional, 1999

    Reina-Valera 1960 RV60 Sociedades Bblicas Unidas

  • ix

    SUMARIO

    PRLOGO ............................................................................................. 1

    EL SUFRIMIENTO ................................................................................. 5

    Algunos pensamientos en torno al sufrimiento ............................... 5 El creyente ante el sufrimiento ...................................................... 11 Cul es el origen del sufrimiento desde una perspectiva bblica? .......................................................................................... 14 Por qu sufrimos? ....................................................................... 17

    1. Sufrimos como consecuencia de nuestros actos? ........ 18 2. El sufrimiento como mecanismo para llevarnos a Dios ... 23

    Por qu un Dios todopoderoso no pone fin a tanto sufrimiento y dolor? ....................................................................... 26 Dnde est Dios cuando sufrimos? ............................................ 28 El vivir del creyente: Compartiendo una esperanza ..................... 33

    LA MUERTE ........................................................................................ 37

    El problema de la muerte .............................................................. 37 Puede ser til la muerte? ............................................................ 43 Angustia y consuelo ante la muerte .............................................. 45 La Biblia ante la muerte ................................................................ 48

    1. El porqu de la muerte ..................................................... 49 2. Qu sucede despus de la muerte? .............................. 51 3. Qu ha hecho Cristo por nosotros para vencer

    la muerte? ........................................................................ 53 La resurreccin: La esperanza cristiana ....................................... 54

    LA FELICIDAD ..................................................................................... 59

    Es posible hablar de felicidad en un mundo como el nuestro? .. 59 Que nos impide ser felices? ........................................................ 61

    1. La bsqueda de la felicidad: El tener como prioridad ...... 63 2. La creacin de falsas expectativas: Autoengao ............ 65 3. Uno mismo como centro de todo: Egocentrismo ............. 67 4. La obsesin por el estatus ............................................... 69 5. La administracin del tiempo:

    Cules son nuestras prioridades? ................................. 70

  • x

    Qu puede contribuir a nuestra felicidad? .................................. 72 La respuesta de la Biblia ............................................................... 74 El secreto de la felicidad ............................................................... 84

    CONCLUSIONES ............................................................................... 89

    APNDICE: EL PROBLEMA DEL BIEN ............................................ 91

    Bibliografa ........................................................................................... 97

  • 1

    Prlogo

    Ya hace un cierto tiempo me plante el reto de escribir acerca del su-frimiento, la muerte y la felicidad. Tengo que manifestar que el reto era personal. Responda a un inters propio. Adems estimo que es un tema fundamental para todo aquel que se considera cristiano. Es indudable que cualquier persona, en un momento determinado de la vida, no puede dejar de reflexionar sobre estas tres cuestiones. No las podemos eludir, porque son sumamente significativas para nuestra propia existencia y para el sentido de nuestra propia vida. Cuando el que reflexiona es un cristiano se le plantea adems un reto suplementario: conciliar la creencia en un Dios amoroso, con el hecho de que este mismo Dios permita el sufri-miento, la muerte y, en consecuencia, la ausencia de felicidad desde una vertiente humana. Esta aparente contradiccin y sus posibles consecuen-cias son expresadas de forma satisfactoria por Jos Antonio Galindo:

    Se hace incomprensible que Dios consienta que los seres huma-nos, sus hijos segn la revelacin del Nuevo Testamento, padezcan tantos y tan terribles males que les causan tanto dolor corporal y psicolgico, afectando tambin a los inocentes e incluso a los ni-os. Si hay algn problema humano es el problema del mal; por lo que la Iglesia no puede mantenerse al margen del mismo, ni prcti-ca, ni tericamente, porque ah est una de las races del atesmo.1

    Como dice Galindo, una de las razones ms poderosas para cuestio-nar la existencia de Dios es el tema del sufrimiento. Dar respuesta a esta contradiccin, entre un Dios amoroso y omnipotente que aparentemente permite la injusticia y el sinsentido del sufrimiento y la muerte, es uno de los mayores retos para los cristianos. Como cristianos hemos de dar razn de nuestra fe y es indudable que esta es una cuestin acuciante que nece-sita algn tipo de respuesta. Por otro lado, no hay la menor duda de que todos podemos llegar a dudar de Dios y de sus razones. En este sentido, el ejemplo de Job es maravilloso. Job se encuentra perplejo, no entiende el porqu de su sufrimiento. l se considera un hombre justo, y esa per-cepcin hace ms incomprensible su situacin. Ante la realidad que le

    1 GALINDO RODRIGO, Jos Antonio, Dios y el sufrimiento humano: Preguntas y respuestas

    sobre el problema del mal, Madrid: Encuentro, 2008, pg. 11.

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

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    toca vivir, exclamar: Si me explicis las cosas, callar; hacerme ver en que me he equivocado.2

    La situacin de Job es anloga a la que nos podemos encontrar noso-tros en numerosas ocasiones, salvando claro est las diferencias. El hom-bre necesita una respuesta al porqu de su sufrimiento. Esa incompren-sin del sufrimiento y de la muerte lleva a muchos a negar la existencia de Dios o a renegar de l.

    Todo ello hace necesario dar una respuesta, aunque sea parcial. Esta es una de las razones que me han impulsado a escribir sobre un tema tan complejo, pero al mismo tiempo apasionante. Adems, considero que no existe una cuestin tan necesaria de abordar como la que me propongo. Y esto es as porque vivimos en mundo que sufre y esa realidad, que en muchas ocasiones supera todo aquello que podamos imaginar, hace que el hombre necesite encontrar a Dios. Porque en l el hombre puede hallar consuelo y felicidad. Es nicamente en Dios donde el hombre puede sa-tisfacer sus necesidades y hallar esperanza. Pero para que eso sea una realidad hemos de intentar comprender en la medida de nuestras posibili-dades a ese Dios que tanto nos ama, a ese Dios que aparentemente est ausente.

    Antes de abordar el reto planteado, quiero manifestar que el sufri-miento, la muerte y la felicidad estn imbricados de forma estrecha. Creo que no se pueden disociar. Por ello se han de abordar, aunque de forma separada al mismo tiempo. De ah que este libro se plantee como un in-tento de reflexin sobre el sufrimiento, la muerte y la felicidad a la vez. No hemos de olvidar las preguntas: cmo ser feliz en un mundo lleno de sufrimiento?, es esto posible?, podemos hablar de felicidad cuando la muerte es una realidad? Y otras muchas ms. Todas ellas tienen un de-nominador comn: la inquietud del hombre ante el sufrimiento y el deseo de encontrar la felicidad.

    Por otro lado, quiero ser prudente y cauteloso en el tratamiento de los temas planteados, reconozco mis limitaciones y no poseo todas las res-puestas, y no cabe duda que muchos disentirn de mis planteamientos. Por eso quiero tener presente y hacer mas las palabras de Jos Antonio Galindo: Hay que tener mucho cuidado en no dar explicaciones incon-

    2 Job 6:24 (BTI).

  • PRLOGO

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    venientes o demasiado superficiales que, en vez de justificar a Dios, lo implicaran ms todava de forma negativa en el hecho del mal.3

    Al hacerlo quiero reconocer mis limitaciones y manifestar que mis palabras no necesariamente son acertadas, que nicamente se trata de una reflexin y que estara encantado de contrastar mi visin con aquel que lo desee. De todas maneras, espero que estas palabras puedan ser de utilidad para aquellos que se detengan a leer el presente libro. Por ltimo, espero que nadie tenga la tentacin de pensar al leer el presente manuscrito que se trata de un intento de dar una respuesta definitiva a las cuestiones plan-teadas.

    Para finalizar estas lneas introductorias, deseo aprovechar el momen-to para dar las gracias a todos aquellos que de alguna manera, ya sea directa o indirectamente, han contribuido a que este libro sea una reali-dad. Quiero mencionar de una forma particular a mi mujer Sara, su con-tribucin ha sido inestimable, ya que ha estado dispuesta a escuchar mis comentarios en todo momento y darme su opinin. Adems, sus sugeren-cias, despus de leer el manuscrito, me han ayudado a transmitir y perfi-lar de una forma ms clara y satisfactoria mis ideas.

    3 GALINDO RODRIGO, Dios y el sufrimiento humano, op. cit., pg. 7.

  • 5

    El sufrimiento

    El sufrimiento es real como la vida misma, claro como el da, ntido como el aire y punzante como el fuego. Es una experien-cia compartida por todos los hombres en diferentes grados y situaciones.1

    Algunos pensamientos en torno el sufrimiento El sufrimiento impregna nuestro mundo. No hay ms que ojear la primera pgina de cualquier diario o ver las noticias para darse cuenta de dicha realidad. Cada da se suceden las malas noticias y el sufrimiento se pre-senta en cualquier lugar del planeta de todas las formas imaginables; muertes, hambres, destrucciones de diferente ndole, enfermedades

    Por mucho que no lo deseemos, el sufrimiento acompaa nuestra existencia, desde el mismo momento de nuestro nacimiento, por no decir desde nuestra concepcin, estamos sometidos al sufrimiento y este acom-paa toda nuestra existencia. Es evidente que lo impregna todo y que nadie puede evitarlo por mucho que lo desee. Es una de las cosas que iguala a la humanidad juntamente con la muerte. Aunque no lo parezca, tanto aquellos que son ricos, como aquellos que son pobres estn someti-dos al sufrimiento.

    Estas afirmaciones pueden ser consideradas como totalmente ausen-tes de optimismo y deprimentes. Algunos pueden llegar a pensar que provienen de alguien que padece una depresin o desea provocarla en aquellos que se detengan a leer estas lneas. Pero si somos sinceros con nosotros mismos y nos detenemos a reflexionar sobre nuestra propia rea-lidad, nos daremos cuenta de que el sufrimiento no es evitable, y que en algn momento de nuestra vida y tal vez ms a menudo de lo que deseara-mos hemos de enfrentar situaciones dolorosas que nos llenan de sufri-miento. Por si nuestra propia experiencia no fuera suficiente, cada da podemos contemplar el sufrimiento al que se ven sometidos los otros. Esta realidad no habra de dejarnos indiferentes.

    Por otro lado, desgraciadamente, y en esto estoy completamente de acuerdo con las palabras de Francesc Torralba cuando dice: Igual que la

    1TORRALBA, Francesc, El sofriment un nou tab, Barcelona: Claret, 1995, pg. 10.

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

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    muerte, tambin el sufrimiento se ha convertido en un tema tab en la sociedad del bienestar. [...] un tema prohibido.2

    Vivimos en una sociedad que vive de espaldas al dolor y al sufri-miento. Que no quiere plantearse ni tan siquiera el tema del sufrimiento. En ese sentido el sufrimiento se ha convertido en un tab, en algo que nos incomoda porque va en contra de nuestra mentalidad. El hombre actual, y en particular el occidental, no est preparado para ningn tipo de situa-cin conflictiva, y por lo tanto no quiere que estas se produzcan. Como dice Joan-Carles Mlich: El mundo moderno quiere ser un mundo per-fecto, sin errores, sin dolor, sin muerte.3

    Ese vivir de espaldas al sufrimiento, en lugar de hacernos ms felices, o facilitarnos el vivir, nos lo hace ms difcil, porque el sufrimiento es algo que va inseparablemente unido al vivir. No hay vida sin sufrimiento. Y no hemos de olvidar que cuando uno no est preparado para una reali-dad, lo nico que sucede es que se frustra. Hay que aceptar que el sufri-miento es algo integrante de la propia condicin humana. Y si lo hacemos probablemente estaremos en una mejor condicin para vivir y poder ser felices.

    El sufrimiento afecta a toda la humanidad sin excepcin, nada ni na-die se pueden librar de l. Una vez establecida esa premisa, el problema se encuentra en intentar evaluar: qu es el sufrimiento y qu cuestiones son motivo de sufrimiento. Digo que es un problema, porque el sufri-miento afecta a nuestro ser, a nuestro interior, a nuestra situacin perso-nal, en definitiva a nosotros mismos y como es lgico no todos somos iguales y en consecuencia no todos tenemos la misma percepcin del sufrimiento. Adems, como consecuencia de esa individualidad inherente al ser humano no todos afrontamos una misma realidad de la misma for-ma.

    Algunos podran encontrar ridculo, y porque no decirlo hasta un in-sulto, aquello que es motivo de sufrimiento para otros. Siempre es posible encontrar a alguien que sufre ms que nosotros o que se encuentra en una situacin ms crtica que la nuestra. Pero esa realidad incuestionable no disminuye nuestro sufrimiento o lo hace desaparecer, no por ello nos vamos a encontrar mejor y vamos a dejar de estar angustiados por aquello que nos hace sufrir. El sufrimiento ajeno no va hacer ms llevadero el

    2 TORRALBA, El sofriment un nou tab, op. cit., pgs. 15, 17. 3 MLICH, Joan-Carles, Filosofa de la finitud, Barcelona: Herder 2002, pg. 104.

  • EL SUFRIMIENTO

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    nuestro, porque es el nuestro. Ante la diferente percepcin del sufrimien-to habramos de evitar la tentacin de poner en duda el sufrimiento de aquellos que nos rodean. La nica forma de ayudar a aquel que sufre es ser sensible a su realidad por muy difcil de entender que esta sea.

    Solamente se puede entender plenamente el sufrimiento del otro cuando uno ha pasado por una experiencia similar. Cuando nuestra vida ha recorrido el mismo camino que el de nuestro prjimo o uno de parale-lo. Pero no poder entender totalmente, no implica no poder ser sensibles a la realidad de aquel que se encuentra a nuestro lado. Siempre es posible entender a nuestro prjimo desde nuestro propio sufrimiento. Porque aunque no idnticos, comparten algo que es el sufrimiento, un dolor interior que a uno lo desgarra, lo agota y lo deja prcticamente sin fuer-zas.

    Muy a menudo ante el sufrimiento propio uno prefiere llevarlo en la soledad y en el silencio, con todo lo que ello representa. Compartir el sufrimiento propio aunque sera deseable no siempre es fcil. Y no es fcil porque encontrar a alguien con quien hacerlo representa una dificul-tad insalvable en muchas ocasiones. En la sociedad en la que nos encon-tramos no existen en trminos generales personas que estn dispuestas a escucharlo a uno. Todos necesitamos que nos escuchen y esa realidad nos impide escuchar a nuestro prjimo. Y cuando lo escuchamos, no enten-demos o no queremos entender sus necesidades, y por eso en lugar de ayudarlo provocamos su indignacin. Ante esa realidad nos habramos de preguntar si nosotros estamos dispuestos a escuchar y ser sensibles al sufrimiento ajeno o por el contrario estamos demasiado pendientes de nosotros mismos. Escuchar al prjimo requiere de un esfuerzo que no siempre es fcil, y como dice Francesc Torralba: nicamente puede compartir el dolor aquel que se siente amado y querido por los otros.4

    Me vienen a la memoria los amigos de Job. Durante toda una semana no hablan, y ese no hablar es de una gran ayuda para Job (Job 2:13), por-que este siente que sus amigos estn a su lado en esos momentos de su-frimiento, en definitiva sufren con l. Ahora bien en el momento que estos amigos deciden hablar, toda la ayuda proporcionada desaparece y sus palabras se tornan en acusacin provocando un sufrimiento an ma-yor si cabe.

    4 TORRALBA, Francesc, El sofriment un nou tab, Barcelona: Claret, 1995, pg. 122.

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

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    El nico que puede entender plenamente nuestro sufrimiento es Dios. No solamente lo puede entender sino que adems es el nico en el que podemos encontrar consuelo. Pero estas afirmaciones necesitan de una explicacin que ms adelante intentaremos dar, porque de entrada estas no son tan evidentes.

    Me gustara sealar en este punto que la realidad del sufrimiento en muchas ocasiones se hace difcil de llevar, y lo es porque la conciencia de que el sufrimiento no es algo pasajero, sino que es algo que nos acompa-a toda la vida no es algo que nos anime a seguir adelante. Cuntas veces nos hemos visto desgarrados por el sufrimiento, cuntas veces nos hemos sentido desesperados por situaciones que nos desbordan, cuntas veces nos hemos levantado y hemos gritado preguntando hasta cundo, qu he hecho yo para merecer esto. Estoy convencido que en muchas ocasiones nos hemos visto reflejados en la experiencia de Job.

    Adems, no hemos de olvidar que cuando el sufrimiento es extremo, y eso depende de cada uno porque la percepcin del sufrimiento es indi-vidual, este se convierte en el centro de nuestra existencia. Nuestra vida gira alrededor de aquello que nos hace sufrir, y todo lo dems pasa a un segundo trmino. El sufrimiento nos absorbe de tal manera que este no nos permite afrontar ningn nuevo reto y nuestra vida en cierta medida se paraliza. Por si todo ello no fuese suficiente, en dichas circunstancias para aquel que sufre el tiempo parece que se detiene. El que sufre tiene la sen-sacin que el tiempo no avanza porque aquello que le hace sufrir continua ah, parecera como si el sufrimiento se reiterase. Uno tiene la impresin de que su situacin se ha estancado, que no se produce ningn cambio. Saber vivir con el sufrimiento y sobreponerse a esa angustia no es nada fcil. En muchas ocasiones esa posibilidad depender de la posibilidad de poder compartir porque a veces aquello que nos hace sufrir permanece indefinidamente.

    Relacionado con el tema de compartir el sufrimiento, est el hecho indiscutible de que en el sufrimiento es cuando descubrimos los amigos de verdad. Cuando las cosas van bien es fcil ser amigo de aquel que est a nuestro lado, pero en la adversidad, es mucho ms difcil estar al lado del que sufre. Es cuando nos encontramos sufriendo cuando ms necesi-tamos de aquellos que se llaman amigos. Su apoyo puede hacer mucho ms llevadero nuestro sufrimiento. Sentirse acompaado cuando uno sufre es lo mejor que a uno le puede suceder. Como dice Francesc To-rralba:

  • EL SUFRIMIENTO

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    El sufrimiento prueba el amor de los otros, prueba la estimacin hacia la persona que sufre. Es un elemento catrtico decisivo con vista a valo-rar y ponderar las relaciones sociales que unen a los hombres los unos con los otros.

    La solidaridad en el sufrimiento muestra que entre las personas no hay tan solo amor de conveniencia, sino autentico amor de amistad. Quien se olvida del amigo, cuando este padece y est triste y desanimado, no ha descubierto el valor y la excelencia de la autntica amistad. La autn-tica amistad se demuestra en las situaciones de sufrimiento e incom-prensin.5

    Otro aspecto fundamental que muy a menudo olvidamos en relacin con el sufrimiento y que considero que no habramos de olvidar, es que en numerosas ocasiones sufrimos como consecuencia de nuestras propias decisiones. Como seres humanos tenemos la libertad de decidir y esa capacidad de decisin implica escoger ante las diferentes opciones que se presentan a lo largo de nuestra vida. Si las decisiones que tomamos no son las ms acertadas, a la larga esas mismas decisiones nos pueden lle-var a sufrir y a vernos en situaciones que no habramos deseado. Creo que muy a menudo el hombre es responsable de su propio sufrimiento y pa-dece las consecuencias de sus propias decisiones. Pero desgraciadamente no siempre es as. No siempre el sufrimiento es consecuencia de nuestros actos. Ojal lo fuese porque as podramos evitarlo actuando sabiamente.

    Como seres humanos no vivimos aislados, no vivimos solos y esa realidad implica que a veces las decisiones de los otros condicionen nues-tra propia vida y nos veamos obligados a padecer las consecuencias de las decisiones tomadas por aquellos que nos rodean. Cunto sufrimiento y dolor se podra evitar si el hombre no fuera tan egosta y en lugar de mi-rar nicamente para s mismo tuviera en consideracin el sufrimiento que puede generar en su prjimo. En definitiva cuanto sufrimiento se evitara si tuviramos en cuenta las necesidades de nuestro prjimo. Adems, esa sensibilidad no implica necesariamente perder parte de nuestros derechos o vivir peor.

    Por ltimo hay que tener presente que no siempre sufrimos por nues-tras propias decisiones o por las decisiones que toman los otros. Desgra-ciadamente y como ya sealaba con anterioridad la vida lleva asociado el

    5 Ibdem, pg. 119.

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

    10

    sufrimiento de forma irremediable, y en muchas ocasiones sufrimos por el nico hecho de vivir.

    Hay una cuestin muy importante que no hemos mencionado an. Cuando nuestra sociedad habla del sufrimiento, en el supuesto que hable de l, olvida que el sufrimiento tiene un valor pedaggico fundamental. En ese aspecto el sufrimiento puede ser til. Como dice Francesc Torral-ba: El sufrimiento ensea, forma y hace madurar la persona.6

    Es indiscutible que el sufrimiento tiene un valor pedaggico porque nos puede ayudar a valorar la vida y todo aquello que tenemos. Nos ayu-da a madurar como personas. Que el sufrimiento sea til no implica que se convierta en deseable, solo quiere decir que podemos aprender cuando sufrimos. Por desgracia vivimos en una sociedad de la inmediatez, en una sociedad donde nicamente valoramos la novedad, donde todo pasa de moda rpidamente, donde el sufrimiento no tiene cabida. Pero lo quera-mos o no, el sufrimiento est ah. El sufrimiento nos puede ayudar a vivir de forma diferente si somos capaces de dar valor a aquello que lo tiene realmente. Hemos de ser capaces de reorientar nuestras prioridades, y eso no deja de depender en buena medida de nosotros mismos.

    Relacionado con el valor pedaggico del sufrimiento est la capaci-dad de relativizar el sufrimiento propio. El sufrimiento es ms intenso y puede llegar a desbordarnos cuando nos centramos nicamente en noso-tros mismos. Pero si somos capaces de escapar del yo, el sufrimiento puede ser ms llevadero. Cuando somos capaces de pensar menos en nosotros mismos y un poco ms en los otros, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras obsesiones, en definitiva nuestros sufrimien-tos pierden parte de su importancia. Creo que vivimos en una sociedad en que el hombre se caracteriza por ser un ser egosta, centrado totalmente en el yo, y eso inevitablemente hace aumentar nuestro sufrimiento. Habramos de ser capaces de situar nuestro sufrimiento en el lugar que le corresponde. Eso no quiere decir que no podamos sufrir, que la vida no nos golpee y este a punto de derribarnos. Lo que quiere decir es que sa-bremos enmarcar nuestro sufrimiento dentro de los lmites que le corres-ponden. Si somos capaces de hacerlo seremos ms felices. Aprender del sufrimiento, es aprender de la vida y no hay la menor duda de que todo aquello que no nos destruye nos hace ms fuertes. La felicidad pasa en buena medida porque seamos capaces de convivir con el sufrimiento.

    6 Ibdem, pg. 11.

  • EL SUFRIMIENTO

    11

    El creyente ante el sufrimiento Dios mo dnde ests?, es una pregunta que nace del sufri-miento del inocente, pero que nace tambin de la fe. Para aquellos que la formulan, la fe es precisamente la razn de su perplejidad... Si pensamos que Dios no es bueno, ni amante, ni poderoso, enton-ces no habra problema. En ese caso tendramos solamente el hecho brutal del sufrimiento formando parte de una realidad cruel. El si-lencio de Dios es ms insoportable para el que cree que el Dios de nuestra fe es un Dios viviente y no como aquellos de los que se burla el salmista, que tienen boca y no hablan. (Salmo 115:5).7

    Hasta aqu hemos reflexionado acerca del sufrimiento, pero no hemos aportado ningn elemento de consuelo y tampoco hemos planteado nin-guna explicacin al sufrimiento en el caso de que lo tuviera. Como se planteaba ms arriba: Dios mo dnde ests? No es una pregunta cual-quiera, es una pregunta fundamental. Es una pregunta recurrente, porque ante el sufrimiento el creyente no puede guardar silencio. A lo largo de la historia esta preguntada ha zarandeado la fe del creyente, y le ha supuesto todo un dilema. Esta aparente ausencia de Dios se ha planteado con ma-yor fuerza si cabe an, a raz del descubrimiento de los campos de exter-minio nazis, donde se estima que murieron ms de seis millones de per-sonas, nicamente por el hecho de ser considerados inferiores. Este dilema fue planteado y contestado de forma magistral por Elie Wiesel, un superviviente del campo de exterminio de Auschwitz,8 en su obra La Noche:

    Un da al volver del trabajo vimos tres horcas levantadas en la ex-planada, tres cuervos negros. Se pasa lista. Los SS alrededor de noso-tros, las metralletas apuntando: la ceremonia tradicional. Tres vcti-mas encadenadas y uno de ellos, el pequeo criado, el ngel de los ojos tristes.

    7GUTIRREZ, Gustavo, Parlar de Du des del sofriment de linnocent: Una reflexi sobre el

    llibre de Job, Barcelona: Claret, 1987, pp. 17, 18. 8Auschwitz-Birkenau era uno de los campos de exterminio construidos por los nazis durante la

    Segunda Guerra Mundial juntamente con Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor i Treblinka. Estos fueron diseados con la finalidad de eliminar de forma sistemtica a los judos as como a otros colectivos, como gitanos, comunistas, homosexuales, Pentecostales y Testigos de Jehov. En estos campos fueron asesinados ms de tres millones de personas nicamente por el hecho de ser conside-rados inferiores o etiquetados como indeseables.

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

    12

    Los SS parecan ms ocupados, ms inquietos que de costumbre. Colgar a un chiquillo ante miles de espectadores no era cualquier cosa. El jefe del campo ley la sentencia. Todos los ojos estaban fi-jos en el nio. Estaba lvido, casi tranquilo, mordindose los labios. La sombra de la horca caa sobre l Los tres condenados subie-ron a la vez sobre sus sillas. Los tres cuellos fueron introducidos al mismo tiempo en los nudos corredizos.

    Viva la libertad! gritaron los dos adultos. El pequeo callaba.

    Dnde est Dios? Dnde est? pregunt alguien detrs de m.

    A una seal del jefe del campo las tres sillas se volcaron

    O una voz dentro de m que le contestaba:

    Qu dnde est? Est aqu, colgado de esta horca9 Creo que aquellos que nos declaramos creyentes tenemos la necesi-

    dad de dar una respuesta al sufrimiento no solo para satisfacer nuestra propia necesidad, sino para satisfacer las necesidades de nuestra sociedad. Son muchos los que desesperan y necesitan una respuesta a su sufrimien-to. Como deca en la introduccin nuestra sociedad est necesitada de una respuesta al sufrimiento, una respuesta que aporte esperanza en un mundo donde esta brilla por su ausencia. El creyente necesita dar respuesta al dolor existente, y necesita dar una respuesta porque si no es posible darla difcilmente es posible hablar de Dios.

    Si Dios es bueno y todopoderoso, podra haber creado un mundo sin dolor.10

    Aqu nos hallamos ante un reto para aquellos que nos denominamos cristianos, un reto que no podemos obviar, porque es evidente que el su-frimiento entra en contradiccin con un Dios de amor. Peter Singer en un artculo titulado El Dios del sufrimiento? Plantea esa contradiccin entre el sufrimiento y un Dios de amor con las siguientes palabras:

    Vivimos en un mundo creado por un dios todopoderoso, omnis-ciente y absolutamente bueno? Los cristianos as lo creen. No obs-

    9 WIESEL, Elise, cit. por FACKENHEIM, Emil Ludwig: La presencia de Dios en la historia.

    Salamanca: Sgueme, 2002, p. 105. 10 SINGER, Peter, El Dios del sufrimiento?. El Pas [Madrid] (1/6/2008).

  • EL SUFRIMIENTO

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    tante, todos los das nos enfrentamos a un motivo poderoso para dudarlo: en el mundo hay mucho dolor y sufrimiento. Si Dios es omnisciente, sabe cunto sufrimiento hay. Si es todopoderoso, podra haber creado un mundo sin tanto dolor, y lo habra hecho si fuera absolutamente bueno. [...]

    Las evidencias que tenemos ante nuestros propios ojos indican que es ms razonable creer que el mundo no fue creado por dios al-guno. Si de cualquier forma insistimos en creer en la creacin divi-na, nos vemos obligados a admitir que el dios que cre el mundo no puede ser todopoderoso y absolutamente bueno. O es malvado o no es muy hbil.11

    Cmo dar respuesta a las afirmaciones de Singer y de otros sobre la imagen de Dios en relacin con el sufrimiento? Para empezar creo que Singer realiza ciertas afirmaciones que no se corresponden con lo que la Biblia dice; como el afirmar que el sufrimiento puede ser positi-vo, que el sufrimiento es causa del pecado original, que como pecadores somos merecedores de cierto grado de sufrimiento, que como existe la eternidad el sufrimiento aqu no importa o que nuestra comprensin es limitada y que por lo tanto no hace falta reflexionar sobre el tema. Pero aunque estas afirmaciones no se ajustan a lo que la Biblia manifiesta, es indudable que Singer y otros pueden pensar as porque estas afirmacio-nes han sido realizadas por cristianos. Los cristianos somos responsa-bles en buena medida de la imagen distorsionada de Dios, porque con nuestras explicaciones damos pie a que no se conozca de verdad el Dios de la Biblia.

    Cmo responder entonces de una forma adecuada? Cmo hablar de un Dios de amor? Cmo satisfacer las necesidades de un mundo que sufre? Qu mensaje de esperanza pueden proporcionar los cristianos? Este es el gran reto para los que nos denominamos cristianos. Pero es obvio que esa respuesta ha de ser diferente de la clsica, o como mni-mo ha de ser reformulada para dar esperanza a un mundo necesitado de esperanza. Un mundo que necesita sentir la presencia de Dios, y como expresa Wiesel, tenga la certeza de que Dios est sufriendo con noso-tros.

    11 SINGER, Peter: El Dios del sufrimiento? El Pas 1/6/2008.

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

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    Cul es el origen del sufrimiento desde una perspectiva bblica? Para comenzar habramos de intentar saber en qu circunstancias se ori-gina el sufrimiento, quin es el responsable. Qu respuesta da la Biblia en relacin al origen del sufrimiento. Si cogemos la Biblia por el libro del Gnesis, leemos que Dios es el creador del Universo y de todo cuanto existe. En definitiva Dios es el creador del hombre. Pero si leemos aten-tamente, Dios crea, y todo lo que crea es bueno en gran manera (Gnesis 1:31). Entonces si todo lo que crea es bueno en gran manera, cmo expli-car el sufrimiento, qu circunstancias se dieron para que aquello que era bueno en gran manera ahora no lo sea. Si seguimos con el relato sobre los orgenes registrado en libro del Gnesis, en el captulo tercero se plantea como el hombre se aparta de Dios, o ms bien como toma sus propias decisiones al margen de la divinidad. En el momento de la creacin Dios le dice al hombre que todo aquello que ha creado est a su disposicin, pero que abstengan de comer del rbol del bien y del mal (Gnesis 2:17). Pero, el hombre desobedece y acta de forma independiente y decide comer haciendo caso omiso a las advertencias de Dios. Creamos o no en la literalidad del pasaje, lo que es evidente, es que en un momento dado el hombre acta al margen de Dios, en definitiva se aparta de Dios, acta independientemente y al hacerlo sufre las consecuencias de sus actos.

    Dios ha creado al hombre con la capacidad de tomar sus propias deci-siones. Lo que tradicionalmente se denomina libre albedro.

    Entonces dijo Dios; Hagamos al hombre a nuestra imagen, con-forme a nuestra semejanza; [...]

    Y cre Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre...12

    Como dice el texto, Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, con ello Dios crea al hombre con ciertos atributos, con ciertas capacida-des propias de la divinidad. El hombre al igual que Dios, tiene la capaci-dad de reflexionar, de evaluar las situaciones y de decidir qu hacer en toda circunstancia, en definitiva tomar sus propias decisiones. Esa capa-cidad implica que el hombre puede actuar al margen de Dios. Y ese ac-tuar al margen de Dios se traduce en que la semejanza del hombre con Dios se ve daada. Es indudable que el hombre mantiene esos atributos que son propios de la divinidad, pero tambin es evidente que ese apartar-se de Dios trae unas consecuencias. Como dice Zuccarelly:

    12 Gnesis 1:26,27 (RV60).

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    Dios cre a los seres humanos con atributos semejantes a los su-yos. No hay duda que la semejanza a Dios ha sido daada y defor-mada por la falta de uso y el mal uso, pero an exhibimos una me-dida de curiosidad y creatividad que es parte de la creacin de Dios. Como ninguna otra criatura sobre la faz de la tierra, persistimos in-vestigando y cuestionando a la creacin, intentando comprenderla y explicarla. Es la nuestra herencia divinamente concebida.13

    El hecho de que Dios cree al hombre con la capacidad de tomar sus propias decisiones y las consecuencias que se derivarn de este hecho entran en contradiccin con la naturaleza humana. Para el hombre esa decisin no tiene sentido o como mnimo est ms all de nuestra com-prensin. Desde una vertiente humana cmo crear algo que va a salir mal, cmo crear con todo el sufrimiento que va generar esa decisin, no solamente al hombre sino a la misma divinidad. El hombre es por naturaleza egosta y no hara nada que lo fuese a perjudicar si de antema-no conociera las consecuencias. Pero lo que es evidente es que Dios acta de forma diferente al hombre y ese actuar escapa a nuestra comprensin. Dios ama por encima de lo que nosotros podamos comprender, y ese amor lo lleva a crear al hombre independientemente de las consecuencias que se derivaran de ello. Pero lo ms sorprendente es que Dios en su inmensa sabidura y conociendo de antemano como actuar el hombre hizo planes para solucionar esa situacin y corregir de alguna manera las decisiones humanas. Pero eso s, respetando la libertad humana.

    Algunos para explicar el absurdo de la creacin del hombre desde una perspectiva humana afirman que Dios cre al hombre como lo cre para manifestar su gran amor y bondad. Dios no cre al hombre con el objetivo prioritario de poder manifestar su amor, pero al hacerlo hizo posible que este se manifestara en su mxima expresin. Me parece una posicin peligrosa, porque da la sensacin de que la cada del hombre era inevitable. Es como si al crear al hombre con la capacidad de tomar sus propias decisiones implicase que este optara por el camino equivocado. Si esto fuese as en cierta medida Dios sera responsable del mal y del sufrimiento, y no puedo estar de acuerdo con esta visin de Dios. No creo que Dios obre as. A veces olvidamos que el que Dios sea capaz de prever el futuro no implica una limitacin a mi libertad de eleccin. Lo nico

    13 ZUCARELLI, Anthony J., Dilemas ticos en la edad gentica, Revista de Educacin Ad-

    ventista, n. 17 (2003), p. 36.

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    que quiere decir es que Dios est ms all de mi comprensin. Yo creo que Dios cre al hombre con la capacidad de elegir libremente, pero esa libertad no implicaba necesariamente que el hombre tuviese que optar por el mal, con todo el sufrimiento que esta decisin conllevara.

    Aunque parezca un absurdo hemos de aceptar que no tenemos res-puesta para todo y es indudable que Dios no acta segn los criterios humanos. La creacin del hombre es un misterio y hemos de aceptar que nuestra comprensin de Dios es limitada y no podemos explicarlo todo. Por ello se hace necesario de nuestra parte una gran dosis de humildad. Albert Kamp expresa esa realidad con las siguientes palabras:

    Nadie es capaz de compartir la perspectiva divina, confinados como estamos a percepciones limitadas. Esto no implica que el gnero humano est entregado a merced de un Dios de la aleatorie-dad. Sin embargo, s que significa que desde un punto de vista humano no conocemos, ni podemos conocer todas las razones im-plicadas. La posicin de los seres humanos en la tierra simplemente difiere de la posicin de Dios en el cielo y, por tanto, los actos de Dios tienen una causa que es suya propia.14

    Reconocer nuestras limitaciones no implica un rechazo a toda re-flexin y a la busca de respuestas, ms bien todo lo contrario implica el deseo de profundizar en un problema tan grave como es el del sufrimien-to.

    Es indudable que en las decisiones humanas se encuentra la raz del sufrimiento. Dios crea al hombre para que sea feliz, no para sufrir y me-nos an morir. Pero crea seres libres con la capacidad de tomar sus pro-pias decisiones. Y en el caso del hombre, este se aleja de Dios que es el dador de la vida. Ese alejamiento se traduce en un cambio en la situacin del hombre.

    Algunos pueden pensar que todo est muy bien, pero que no deja de ser un mito para intentar explicar una realidad, pero que en el fondo Dios no existe. Es indudable que no existen pruebas experimentales en un sen-tido estricto de la existencia de Dios y menos an de su bondad. Esa rea-lidad hace necesaria la fe, y la fe como dice la epstola a los Hebreos:

    14 KAMP, Albert, Con causa o sin ella: Imgenes de Dios y el hombre en Job 1-3, Concilium,

    307, p. 22.

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    Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la conviccin de lo que no se ve.15

    Pero si leemos atentamente, el texto refirindose a la fe utiliza expre-siones como certeza y conviccin. Esto quiere decir que aquel que tiene fe, tiene la conviccin y la certeza de que Dios existe y que puede confiar en sus promesas aunque no pueda dar satisfaccin plena y total a todas las cuestiones.

    Resumiendo, podemos afirmar que el sufrimiento es la constatacin o si se prefiere la demostracin de que el mal existe. Sin sufrimiento no seriamos conscientes de que el mal existe. Si nos fijamos en el relato del Gnesis sobre los orgenes, observamos que todo lo creado es bueno en gran manera, no haba dolor ni sufrimiento. Este estaba ausente. Sola-mente despus de la cada y como consecuencia de esta, el sufrimiento aparece. Es una consecuencia del alejamiento de Dios, de no seguir sus directrices, de ejercer nuestra libertad de una forma no responsable. Dios no es el causante y menos an el responsable del sufrimiento. Adems, nos ama tanto que ide un plan para restablecer la brecha que separaba al hombre de Dios, y as poder restaurar al hombre a su condicin inicial. Pero aceptar estos planteamientos solo es posible desde la fe. Desde la confianza en un Dios que nos ama.

    Por qu sufrimos? Una vez explicado cul es el origen del sufrimiento humano se hace

    necesario responder al porqu del sufrimiento individual. El hombre siempre ha intentado dar una explicacin al sufrimiento,

    siempre ha intentado dar una respuesta al porqu de tanto sufrimiento. A veces estas explicaciones en lugar de mejorar la imagen de Dios pueden haberla distorsionado. Solo hay que recordar a modo de ejemplo las afir-maciones realizadas por Singer, que no son las suyas, pero que responden a lo que los cristianos hemos podido decir a lo largo de la historia cuando hemos tenido que hablar acerca del sufrimiento. Las explicaciones dadas por los creyentes no siempre han servido de consuelo y en numerosas ocasiones han alejado al hombre de Dios. A veces es mejor el silencio que no una respuesta cuando no se tiene o no ha de ser satisfactoria.

    15 Hebreos 11:1 (RV60).

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    Algunas de las explicaciones dadas al sufrimiento, y que me gustara analizar detenidamente y a la vez rebatir porque yo no las comparto son:

    El concepto de retribucin: Siempre que sufrimos es como consecuencia de nuestros actos, en definitiva de nuestros pecados. Dios bendice a los justos, y castiga a los malvados.

    El sufrimiento es un mecanismo del cual Dios se vale para conducirnos a l. Por lo tanto el sufrimiento es til.

    1. Sufrimos como consecuencia de nuestros actos? Una explicacin fcil es atribuir el sufrimiento a nuestros actos. Es indu-dable que en numerosas ocasiones nos vemos expuestos al sufrimiento o sufrimos a consecuencia de nuestras decisiones como decamos anterior-mente. Pero, esto no siempre es as. Yo dira que en la mayora de las ocasiones sufrimos sin que tengamos nada que ver con lo que nos aconte-ce. Pensemos en una catstrofe natural, en un accidente, en ciertas enfer-medades

    Muchos creyentes han llegado a la conclusin y siguen afirmando an-te toda evidencia, que cuando sufrimos una enfermedad o algn otro tipo de problema que nos hace sufrir es a causa de nuestras decisiones. Porque estas no estn en armona con la voluntad de Dios. En definitiva sufrimos como consecuencia de nuestros pecados. En cierta medida el sufrimiento es un castigo de Dios, si hiciramos bien las cosas Dios nos bendecira y las cosas nos iran bien.

    La Biblia niega con rotundidad el concepto de retribucin, que el su-frimiento es debido a nuestros pecados. La Biblia en este aspecto no deja la menor duda de que esto no es as. Y al mismo tiempo hay que recono-cer, y esto no es una contradiccin que a veces sufrimos por nuestras decisiones. Tampoco hemos de olvidar que vivimos en un mundo cado a raz de las decisiones tomadas libremente por el hombre. El propio Jess ser muy taxativo en cuanto al rechazo de semejante idea.

    El primer ejemplo que me gustara comentar, y que viene a destruir esta idea se encuentra en la vida de Job. La Biblia nos informa de que Job es un hombre inmensamente rico, un hombre que al mismo tiempo no deja de buscar a Dios, de tal forma que el propio Dios lo pone como un ejemplo. Pero su situacin cambia de forma radical y en un muy breve perodo de tiempo tiene que enfrentar la perdida de todas sus posesiones, la muerte de sus hijos, y como si todo esto no fuese suficiente tiene que

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    hacer frente a un grave sarpullido que le cubre todo el cuerpo imposibili-tando que pueda descansar. El dolor es tal que tiene que coger una pieza de terracota para rascarse las llagas. Por si todo ello fuese poco, su mujer lo invita a maldecir a Dios y a morirse con las siguientes palabras: To-dava persistes en tu honradez? Maldice a Dios y murete.16

    Pero, la actitud de Job es admirable, en lugar de indignarse, en lugar de contestar de una forma poco reflexiva. Job le dice: Hablas como una necia. Si aceptamos de Dios los bienes, no vamos a aceptar los ma-les?17

    Con dichas palabras, Job manifiesta su total confianza en Dios. La pregunta planteada por Job, no necesariamente se ha de entender en el sentido de que Dios enva el mal, porque eso entrara en contradiccin con su bondad. Job lo que pretende con dicha pregunta es rebatir la acti-tud de su mujer, nos quiere hacer ver que no podemos valorar a Dios en funcin de cmo nos vayan las cosas. Dios en ningn caso es el respon-sable del mal. Dios nunca acta con nosotros de forma arbitraria.

    El sufrimiento y la degradacin de Job es tal que sus amigos cuando lo ven no lo reconocen y durante siete das no se atreven a decir nada. El sufrimiento y la desesperacin de Job van en aumento a medida que pasa el tiempo. El sufrimiento es tan absoluto, la desesperacin, la incompren-sin de su situacin es tan grande que Job llega a maldecir el da en que naci y a desear su propia muerte: Por qu al salir del vientre no mor o perec al salir de las entraas?18

    Quin no dira lo mismo en una situacin parecida. Pero, la pregunta que surge rpidamente es qu ha hecho Job para merecer todo esto. La respuesta de sus amigos no deja la menor duda, es clara: algo has hecho para que te sucedan semejantes cosas. Dios te est castigando por tus actos, arrepintete. Pero todos conocemos la historia y sabemos que Job es un hombre justo, no ha hecho nada para que le suceda todo lo que le est sucediendo.

    Pero, Job sigue sufriendo en solitario. Nadie lo entiende, l tampoco entiende todo lo que le est sucediendo. En ese sentido se parece a noso-tros mismos en determinadas circunstancias. Pero me encanta la actitud

    16 Job 2:9 (NBE). 17 Job 2:10 (NBE). 18 Job 3:1 (NBE).

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    de Job, tiene tal confianza en Dios que entiende que puede discutir con Dios: Pero quiero dirigirme al Todopoderoso, deseo discutir con Dios.19

    Se dirige a Dios y le pide que le explique por qu le est sucediendo lo que le est sucediendo. Ese discutir con Dios me gusta, porque habla de un Dios cercano a las inquietudes del hombre, de un Dios con el que se puede dialogar. Pero lo ms maravilloso de todo es que Dios escucha y responde aunque Job sigue sin entender. Pero, a pesar de todo, a pesar de no poder entender plenamente, Job confa en Dios y ese confiar le lleva a exclamar: Yo s que mi Redentor vive.20

    Y al final. Despus de hablar con Dios. Job declarar:

    Yo s que t lo puedes todo y que no hay nada que no puedas rea-lizar.

    Quin soy yo para dudar de tu providencia, mostrando as mi ig-norancia?

    Yo estaba hablando de cosas que no entiendo, cosas tan maravi-llosas que no las puedo comprender.

    T me dijiste: Escucha que quiero hablarte; respndeme a estas preguntas.

    Hasta ahora, solo de odas te conoca, pero ahora te veo con mis propios ojos.

    Por eso me retracto arrepentido, sentado en el polvo y la ceni-za.21

    Me parece una actitud fantstica, una actitud envidiable porque Job manifiesta una confianza absoluta en Dios. Job no entiende, pero entiende que puede confiar en Dios. Qu fe! Cuntos de nosotros en semejantes circunstancias tendramos la capacidad de ponernos en las manos de Dios, y confiar de manera absoluta en sus promesas.

    Algunos alegarn que Dios bendice a Job en gran manera y que por eso manifiesta est confianza. Pero las manifestaciones de Job se produ-cen en un momento en el cual aparentemente Dios no est a su lado. Cuando su sufrimiento es total. Qu mayor sufrimiento que perder a tus

    19 Job 12:3 (NBE). 20 Job 19:25 (RV60). 21 Job 42:1-6 (DHH).

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    hijos, estar enfermo y que tu mujer y tus amigos no te apoyen, y no solo eso sino que te acusen.

    La experiencia de Job es un ejemplo de que el sufrimiento y las ben-diciones no estn asociadas a nuestro actuar. Vivimos en un mundo so-metido al mal y eso implica en numerosas ocasiones sufrir. Pero el Dios de Job que puede ser el nuestro, es un Dios que se preocupa por sus cria-turas, que nos ama. En definitiva, un Dios en el que podemos hallar con-suelo y esperanza, aunque no entendamos todo aquello que sucede a nuestro alrededor.

    El segundo ejemplo para rebatir el concepto de retribucin lo en-contramos en el Nuevo Testamento. En est ocasin ser el propio Jess, quien negar en dos ocasiones diferentes la validez de la afirma-cin de que sufrimos como consecuencia de nuestras acciones. En la poca de Jess era muy frecuente, cosa que desgraciadamente tambin sucede en la actualidad, atribuir la enfermedad y el sufrimiento al ale-jamiento por parte del afectado de Dios o bien de sus antepasados. En definitiva que el sufrimiento se produce porque hemos hecho algo para merecerlo. Pero Jess rebatir est idea y no dejar la menor duda de que no es as.

    El primer episodio de la vida de Jess que viene a rebatir la idea de retribucin se encuentra registrado en el evangelio de Juan:

    Al pasar vio un hombre ciego de nacimiento. Los discpulos le preguntaron: Rab quin pec para que naciera ciego?; l o sus padres?

    Contest Jess: Ni l pec ni sus padres; ha sucedido para que se revele en l la accin de Dios.22

    Como hemos ledo, Jess es interpelado por sus discpulos, estos le preguntan al ver a un ciego: quin pec para que est ciego? Los disc-pulos de Jess daban por sentado que si se encontraba as era por causa de algo que haba hecho incorrectamente. Pero, Jess, sin dudarlo ni un solo momento, rechaza dicha idea de forma directa y contundente. No es ciego a causa de que ha hecho algo indebido l o sus padres, y para que no quede la menor duda Jess procede a sanarlo inmediatamente. Aunque Jess no entra en polmica se puede deducir de su accin que se encuen-tra ciego porque vivimos en un mundo donde el sufrimiento es una reali-

    22 Juan 9:1-3 (BP).

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    dad a causa de la separacin del hombre y Dios. Jess aprovecha la oca-sin y realiza un milagro, pero lo importante no es el milagro en s, sino el significado que entraaba; el rechazo de la asociacin directa del su-frimiento con nuestras acciones.

    Por si no fuese suficiente con este episodio, el evangelio de Lucas re-gistra otra ocasin donde Jess es interpelado a raz del asesinato de un grupo de galileos por parte de Poncio Pilato.

    En aquel momento se presentaron algunos a contarle que Pilato haba mezclado la sangre de unos galileos con la de las vctimas que ofrecan. Jess les contest: Pensis que esos galileos eran ms pecadores que los dems porque acabaron as? Os digo que no; y si no os enmendis, todos vosotros pereceris tambin. Y aque-llos que murieron aplastados por la torre de Silo, pensis que eran ms culpables que los dems habitantes de Jerusaln? Os digo que no y si no os enmendis, todos vosotros pereceris tambin.23

    Jess ante la pregunta y conociendo que pensaban en su interior, aprovecha la ocasin para afirmar que la muerte de esas personas no se ha producido por lo que hayan hecho. No merecen ms la muerte que cual-quier otro galileo o jerosolimitano. Jess niega la validez del concepto de retribucin.

    Despus de haber analizado brevemente la vida de Job y de haber profundizado en estos episodios de la vida de Jess no nos ha de quedar la menor duda de que en muchas ocasiones las desgracias, los sufrimien-tos no se producen por lo que hayamos hecho. Hemos de rechazar fron-talmente el concepto de retribucin, y evitar la tentacin de asociar aque-llo que nos sucede en todo momento con nuestro comportamiento. Cuando las cosas nos van bien, no siempre es consecuencia de nuestro buen hacer, ni cuando sufrimos se debe a que hayamos hecho mal las cosas.

    Rechazar el concepto de retribucin implica creer sin esperar nada a cambio, confiar en Dios por encima de todo. Como dice Gustavo Guti-rrez: Creer sin ms ni ms sin paga es lo contrario de la doctrina de la retribucin.24

    23 Lucas 13:1-5 (NBE). 24 GUTIRREZ, Parlar de Du des del sofriment de linnocent..., op. cit., p. 32.

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    2. El sufrimiento como mecanismo para llevarnos a Dios Algunos creyentes han llegado a afirmar que en algunas ocasiones es Dios quien en cierta medida propicia el sufrimiento, o dicho de una ma-nera ms directa Dios es el responsable. Consideran que Dios se sirve del sufrimiento para hacer que el hombre vea cules son sus limitaciones, y al mismo tiempo las consecuencias que se derivan de hacer su propia volun-tad sin seguir sus consejos. Podramos decir que el sufrimiento sera por lo tanto un mecanismo del cual Dios se servira para llevarnos a l. El sufrimiento nos guste o no sera un castigo por parte de Dios a raz de nuestras acciones.

    Es indudable y creo que cualquier creyente estar de acuerdo en que el sufrimiento al cual nos vemos sometidos en nuestra vida es en buena medida un castigo. Aunque no tanto un castigo en el sentido tradicio-nal, sino un castigo en el sentido de que sufrimos las consecuencias de la cada, de ese actuar al margen de las recomendaciones de Dios.

    Creo que llegar a pensar que Dios es responsable del sufrimiento humano, aunque solo sea en determinadas ocasiones entra en contradic-cin con un Dios amoroso e infinitamente bueno. Cmo podemos llegar a pensar que Dios puede enviar el sufrimiento o el dolor. Cmo poder acep-tar a un Dios que nos hace sufrir. Yo personalmente no querra un Dios as. Yo me resisto a pensar que Dios sea el responsable del sufrimiento, en definitiva del mal. Creo que esto entra en contradiccin con la propia definicin de Dios, porque Dios es amor.25 Dios en ningn momento puede valerse del sufrimiento aunque la finalidad ltima sea loable. En el caso de Dios el fin no justifica los medios.

    Adems, no hemos de olvidar que el sufrimiento no necesariamente hace que la gente se vuelva a Dios, ms bien todo lo contrario. Es fcil constatar como numerosas personas niegan la existencia de Dios como consecuencia del sufrimiento. Y por si eso fuese poco, muchos creyentes han abandonado su fe en Dios cuando se han visto abordados por las difi-cultades. Volvemos a las preguntas anteriores: cmo un Dios omnipoten-te permite el sufrimiento, por qu sufro cuando procuro seguir a Cristo.

    No creo que el sufrimiento nos acerque a Dios necesariamente, yo di-ra que ms bien puede hacer que nuestra fe se debilite y en algunas oca-siones llegue a desmoronarse. Entonces, cmo explicar ciertos pasajes de

    25 1 Juan 4:8 (RV60).

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    la Biblia, y en especialmente del Antiguo Testamento, que dan la idea de que Dios es el responsable de ciertos sufrimientos.

    Un ejemplo fantstico de esta idea lo encontramos en el dilogo que mantiene Moiss con Dios antes de que este ltimo se presentara ante faran, Dios le dice a Moiss: Pero yo endurecer su corazn, de modo que no dejar ir al pueblo.26

    La BTI traduce el mismo texto con las siguientes palabras: Aunque yo har que se muestre intransigente y no deje salir a los israelitas.

    El texto atribuye a Dios la obstinacin de faran en su negativa de dejar marchar al pueblo de Israel. Como consecuencia de ello, Dios sera el responsable ltimo de todo el sufrimiento que van a padecer los egip-cios. Esta idea se repite en otros pasajes del libro del xodo. Pero lo ms curioso, y esto es importantsimo, hay otros textos que hablan de que es faran quien se niega a dejar marchar al pueblo, por lo tanto el responsa-ble sera faran y no Dios.

    A pesar de ello tal como predijo el Seor, el Faran se mantuvo in-transigente y no les hizo caso.27 Este texto nos habla de que es faran quien no accede a dejar ir al pueblo despus de todos los avisos que ha recibido de parte del Seor, y el pasaje afirma que esto sucede tal como Dios lo haba predicho. La clave para entender el texto se encuentra pre-cisamente en el hecho de que Dios es capaz de conocer el futuro, Dios es capaz de predecir cmo actuar el hombre. Pero esa capacidad no dismi-nuye ni en lo ms mnimo la libertad del hombre. La atribucin a Dios de ciertos actos humanos, no quiere decir que Dios sea el responsable de las decisiones del hombre porque si fuese as el hombre no sera verdadera-mente libre. El texto nos quiere transmitir la idea de que Dios permite al hombre actuar segn su voluntad, y Dios en su infinita sabidura conoce ese actuar. Ese permitir por parte de Dios en muchas ocasiones le es atri-buido, como si l fuese el responsable de lo que ha sucedido, de las deci-siones tomadas. Pero en realidad es el hombre y no Dios el responsable.

    En el evangelio de Juan se encuentran registradas unas palabras del profeta Isaas: Les he cegado los ojos y embotado la mente para que sus ojos no vean ni su mente discurra ni se conviertan y los tenga que sanar.28

    26 xodo 4:21 (RV60). 27 xodo 7:13 (BTI). 28 Juan 12:40 (NBE).

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    Una lectura superficial hara que nos reafirmramos en la idea de que Dios es el responsable de que el hombre no acte correctamente. En conclusin: Dios tiene misericordia de quien quiere y deja endurecer a quien quiere.29

    No hay la menor duda que una lectura parcial de estos pasajes podra llevarnos a esas conclusiones. Pero si esa lectura no es la correcta, cmo interpretar entonces dichos pasajes. La respuesta es fcil y a la vez doble. Dios por un lado permite las consecuencias de nuestros actos, no evita las consecuencias de nuestras decisiones, y por otro lado se vale de las con-secuencias que se derivan de nuestras decisiones para hacernos ver la necesidad que tenemos de seguir el camino que l nos indica. Porque al hacerlo los ms beneficiados seremos nosotros mismos. El hombre se niega a seguir en numerosas ocasiones los consejos de Dios y eso trae como consecuencia el sufrimiento. El pasaje de Isaas hace referencia a la obstinacin de pueblo de Israel en hacer la voluntad del Seor. No es el Seor quien desea el sufrimiento sino que las decisiones de Israel provo-caran dicho sufrimiento. Dios se servir de l para actuar, y como dice el texto Dios intervendr para sanarlos. Dios nuevamente tiene que actuar para sanar al hombre de sus decisiones. En ese sentido hay un texto ma-ravilloso, que nos habla de un Dios que ama a toda la humanidad sin ex-cepcin: Porque de tal manera am Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unignito, para que todo aquel que en l cree, no se pierda, mas ten-ga vida eterna.30

    Cmo podemos ni tan siquiera pensar que Dios pueda actuar causan-do el mal. Dicha idea es absurda. Un Dios que es capaz de darse a s mismo por nosotros, no puede en ningn caso ser el responsable del su-frimiento aunque este pudiese tener un fin loable. Dios ama como dice el texto a todo el mundo sin excepcin y su oferta es para todos sin ningn tipo de restriccin. Dios en ningn caso desea nuestro sufrimiento porque Dios es amor. Pero tampoco puede obligarnos a actuar de acuerdo a su voluntad porque Dios nos ha hecho libres. Pero Dios se sirve del sufri-miento de nuestro actuar para que nos volvamos hacia l. Dios se sirve del sufrimiento, pero no es el responsable del sufrimiento. Si Dios fuese el responsable del sufrimiento aunque fuese de forma parcial difcilmente podramos hablar de un Dios de amor.

    29 Romanos 9:18 (NBE). 30 Juan 3:16 (RV60).

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    Si el sufrimiento no siempre es consecuencia de nuestras decisiones (retribucin), ni tampoco est en las decisiones de Dios. Por qu sufri-mos entonces? La respuesta es sencilla en cierta medida. Sufrimos porque vivimos en un mundo que se ha apartado de Dios. Un mundo donde el mal impera nos guste o no. Como ya decamos anteriormente, el sufri-miento se encuentra en la decisin libre del hombre de no hacer caso a Dios y hacer su propia voluntad. Esa decisin implicaba alejarse de Dios, y ese alejarse implica sufrir.

    Muchas de las cosas que nos acontecen no responden a nuestras deci-siones, ni tan siquiera a que alguien haya hecho algo mal. Suceden por-que vivimos en un mundo donde la vida pende de un hilo. En un mundo donde el mal abunda y como consecuencia de ello el hombre sufre.

    A veces sufrimos como consecuencia de nuestros actos, pero en mu-chas ocasiones sufrimos por el hecho mismo de vivir. Vivir implica en cierta medida tener que sufrir.

    Otra cosa chocante y motivo de escndalo es que aquel que acta in-correctamente no siempre sufre las consecuencias de sus actos. Por qu los impos progresan? Este es otro de los dilemas asociados al sufrimien-to, el aparente progreso de los injustos. Pero de la misma manera, la nica explicacin posible se encuentra en que vivimos en un mundo donde el sufrimiento y la injusticia imperan. En un mundo que se ha alejado de Dios y que por lo tanto no podemos esperar que la justicia impere, no podemos esperar que cada uno reciba segn lo que haya hecho. Pero esa realidad tiene que ser matizada y no puede ser matizada de otro modo que no sea con la esperanza de una nueva vida. Tema que abordaremos ms adelante.

    Por qu un Dios todopoderoso no pone fin a tanto sufrimiento y dolor?

    Aunque pueda no parecerlo, Dios s que acta y ha actuado. El problema es que Dios no acta segn los parmetros humanos y esa realidad entra en contradiccin con la naturaleza humana que desea una respuesta in-mediata al problema del sufrimiento. Ya en la antigedad esa aparente contradiccin entre sufrimiento y un Dios todopoderoso fue planteada por Epicuro: O Dios quiere evitar el mal y no puede, y entonces no es omni-

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    potente; o Dios puede y no quiere, y entonces no es bueno; o no puede ni quiere, y entonces no es Dios.31

    Dios aparentemente no acta, aparentemente se mantiene al margen del sufrimiento. Esa percepcin humana responde a la incomprensin que nos producen ciertas situaciones que se dan en nuestras vidas y que dif-cilmente podemos entender como es el sufrimiento producido por una catstrofe natural, por una enfermedad, por la muerte de un ser querido, etctera, la lista sera interminable. Pero no hemos de olvidar nunca que Dios ha creado seres libres, seres que tienen la capacidad de tomar sus propias decisiones. Dios en el momento que decidi crear seres libres s autolimit por voluntad propia, y en ese sentido no es todopoderoso u omnipotente. No puede obligar al hombre a actuar segn su voluntad. Pero a pesar de ello Dios acta y busca al hombre, como dice Gustavo Gutirrez hablando de la experiencia de Job en relacin con Dios: l tambin tiene sus lmites, porque l mismo se los ha impuesto. El ser humano es insignificante a juicio de Job; pero es suficientemente grande porque Dios, el Todopoderoso se pare al lmite de su libertad y le pida su colaboracin en la construccin del mundo y en su justo gobierno.32

    Adems, si Dios hubiese actuado de forma diferente, el hombre no sera verdaderamente libre. Quiz estas respuestas son poco satisfactorias porque delante del sufrimiento toda explicacin es parca. Pero, cmo actuar de forma diferente. Nunca hemos de olvidar que Dios acta, pero no acta segn el deseo humano, que implica actuar inmediatamente. Dios acta con la perspectiva que le da el conocimiento y no en la inme-diatez del deseo humano. Pero al hombre esa respuesta en el tiempo a veces le puede resultar poco satisfactoria. La nica opcin posible, que no fcil, es confiar en las promesas del Seor.

    Ese respeto de la libertad del hombre, con todas las consecuencias que ello lleva asociado, est en contradiccin con la propia naturaleza humana. Existe una analoga entre el actuar de Dios con nosotros, y como nosotros podemos actuar con nuestros propios hijos. Como analoga tiene sus limitaciones, porque evidentemente entre Dios y nosotros como pa-dres existe un abismo. Pero en la Biblia muchas veces se compara a Dios a un padre amante. Como padres en cierto sentido hemos creado un nue-

    31 EPICURO, cit. en GALINDO RODRIGO, Jos Antonio: Dios y el sufrimiento humano: Pre-

    guntas y respuestas sobre el problema del mal, Madrid: Encuentro, 2008, p. 52. 32 GUTIRREZ, Parlar de Du des del sofriment de linnocent, op. cit., p. 154.

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    vo ser. Y como fruto de nuestra sangre acostumbramos a amar a nuestros hijos por encima de todo. Pero nuestros hijos al igual que nosotros tienen la capacidad de tomar sus propias decisiones, y a medida que crecen esa capacidad se va manifestando en mayor grado. Y a nuestro pesar en nu-merosas ocasiones sus decisiones van en un sentido contrario al que no-sotros desearamos. Muchas veces podemos evaluar las consecuencias negativas de sus actos, pero desgraciadamente no podemos evitar que acten de forma perjudicial para ellos. Lo que si podemos hacer es amar-los y ayudarlos a paliar las consecuencias de sus decisiones. Y en ese sentido Dios acta como nosotros con nuestros hijos, pero en un grado muy superior. Porque Dios es amor.

    Dios ha actuado y sigue actuando en todo momento. La Biblia nos habla de Jess y de como Dios en su infinito amor ide un plan antes de la fundacin del mundo para que el hombre pueda hallar consuelo a su sufrimiento. Nos habla de un Dios que ama tanto al hombre que es capaz de respetar su libertad, pero al mismo tiempo busca al hombre para que colabore con l.

    Dnde est Dios cuando sufrimos? No tengo la menor duda de que podemos confiar en Dios en todo momen-to y circunstancia, de que nicamente podemos hallar consuelo y solucin al sufrimiento en Dios. Creo y sigo creyendo que Dios est siempre a nuestro lado, y en particular cuando sufrimos. Tenemos un Dios que no se mantiene al margen del sufrimiento humano, sino un Dios que se im-plica y es solidario con el hombre cuando sufre.

    Como hemos dicho anteriormente, la Biblia nos habla de un Dios que se preocupa del hombre, de un Dios que no es indiferente al sufrimiento humano, de un Dios que siendo consciente de que el hombre se apartara de l haciendo su propia voluntad ide todo un plan antes de la fundacin del mundo con la finalidad de rescatar al hombre de las funestas conse-cuencias de sus decisiones. La Biblia nos habla de ese plan en los si-guientes trminos: Poned una esperanza sin reserva en el don que os va a traer la manifestacin de Jess el Mesas, [...] escogido desde antes de la creacin del mundo.33

    Dios en su infinita misericordia cre al hombre, pero consciente de que nicamente se podran solventar las consecuencias de las decisiones

    33 1 Pedro 1:13,20 (NBE).

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    del hombre con su implicacin directa, Dios envi a su propio Hijo y as nos dio esperanza. No hay mayor manifestacin del amor de Dios respecto al hombre que la encarnacin, como Dios se hizo hombre y habito entre nosotros. Nuevamente, nos encontramos ante un misterio, un misterio en el sentido de que el hombre difcilmente puede entender ese amor incondicional de Dios. Ese amor que se da sin esperar nada a cambio. Dios nos ama sin que nosotros hayamos hecho nada para mere-cerlo.

    Tenemos un Dios que se ha solidarizado con el hombre, un Dios que nos ama de tal manera que se hizo hombre, habit entre nosotros, sufri como nosotros, y por todo ello tenemos un Dios que conoce de primera mano las funestas consecuencias del alejamiento del hombre de Dios. Como dice la carta a los hebreos cuando habla de Jess como sumo sa-cerdote: Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, excepto el pecado, ha experimenta-do todas nuestras pruebas.34

    Dios en la persona de Jess ha tenido que sufrir las consecuencias de las decisiones del hombre. No pensemos que Jess no sufri en sentido estricto o su sufrimiento fue meramente aparente ya que era Dios. Jess sinti como todo hombre las consecuencias asociadas al separarse de Dios. Los evangelios no dejan la menor duda en ese sentido: Jess sufre como cualquier hombre, Jess llora por la prdida de un amigo, Jess necesita satisfacer sus necesidades fsicas como cualquiera de nosotros; dormir, comer

    Jess sufri de una manera que quizs nosotros no podamos enten-der, porque Jess no deja de ser Dios, aunque l no hiciera uso de su divinidad mientras habit entre nosotros. Lo nico que diferencia al hombre de Jess, es que Jess a diferencia de nosotros no pec, no se separ en ningn momento de Dios. Ese sufrimiento se hace ms evi-dente durante la ltima semana de su vida. La noche antes de ser entre-gado, justo despus de haber cenado con sus discpulos se dirige al huerto del Getseman a orar, y en ese momento una angustia terrible lo embarga. Probablemente, en esas circunstancias el sufrimiento de Jess supera todo lo inimaginable, el evangelio describe tal situacin con las palabras siguientes:

    34 Hebreos 4:15 (BTI).

  • SOBRE EL SUFRIMIENTO, LA MUERTE Y LA FELICIDAD

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    Jess [...] empez a entristecerse y a angustiarse. Entonces les di-jo:

    Me muero de tristeza. [...] Adelantndose un poco, cay rostro en tierra y se puso a orar diciendo:

    Padre mo, si es posible, que se aleje de m ese trago. Sin em-bargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres t.

    [...]

    Padre mo, si no es posible que yo deje de pasarlo, realcese tu designio.35

    Jess es consciente de lo que se avecina y ante tal perspectiva deseara evitar el sufrimiento. Jess tiene miedo. Jess es consciente de que su muerte est cercana, y como cualquier hombre tiene miedo. Jess se diri-ge al Padre en dos ocasiones pidindole que si es posible evitar lo que se le avecina. Pero al mismo tiempo se pone en las manos de su Padre, mani-festando una confianza absoluta en Dios. Ese sufrimiento de Jess llega a su clmax en la cruz. Despus de todo el sufrimiento fsico al cual se ha visto sometido por las autoridades; es azotado, no ha podido dormir y por ltimo es crucificado. Hay un momento en el que Jess exclama con un grito de desesperacin:

    El, El, lema sabaktani.

    (Es decir: Dios mo, Dios mo: por qu me has abandonado?36

    Jess se siente en ese momento totalmente separado de Dios, se sien-te alejado de la divinidad como nunca antes en su vida. Siente como si Dios lo hubiera abandonado. Ese sentirse abandonado lo llena de dolor, de un dolor que nosotros difcilmente podemos entender como hombres, porque Jess es hombre y Dios al mismo tiempo. Jess como hombre no dej en ningn momento de depender de Dios. En toda su vida terrenal mantuvo una relacin estrecha con Dios. Ese sufrimiento debido al sentir-se abandonado por parte de Dios no puede ms que hacernos exclamar: Qu sufrimiento ms inmenso el que Jess padeci por nosotros! Qu amor ms inmenso!

    De todas maneras ese grito de desesperacin de Jess, no deja de ser al mismo tiempo un grito de esperanza en las promesas de Dios. Jess al

    35 Mateo 26:36-42 (NBE). 36 Mateo 27:46 (NBE).

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    exclamar: Dios mo, Dios mo: por qu me has abandonado? No deja de hacer referencia al Salmo 22, un salmo de esperanza en Dios a pesar de las adversidades. La actitud de Jess es un ejemplo para nosotros, ante el sufrimiento lo nico que podemos hacer es confiar en las promesas del Seor. Nuevamente puede parecer una actitud pasiva, pero no lo es, es necesaria mucha fuerza para tener fe en las promesas de Dios cuando las cosas nos van mal.

    Algunos pensarn que Jess saba lo que iba a suceder, y con ello in-tentarn relativizar el valor de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Pero eso no es as, Jess vivi y actu como hombre en todo momento, y como consecuencia de ello sufri como nosotros las mismas penalidades. Pero a diferencia de nosotros, no se alej en ningn momento de Dios y se man-tuvo conectado en todo momento con Dios. Eso le permiti hacer frente al sufrimiento como ningn otro hombre en la historia. Desgraciadamen-te, para el hombre, ese mantenerse conectado en todo momento con la divinidad no es fcil, y por otra parte no va a evitar que suframos porque vivimos en mundo que se ha alejado de Dios. Pero cuanto ms estrecha sea nuestra relacin con Dios en mejores condiciones nos encontraremos para enfrentar el dolor y el sufrimiento. Al hombre no le queda ms alter-nativa que ponerse en manos de Dios y confiar en las promesas del Seor. El ejemplo de Jess pone de manifiesto hasta que punto nos ama Dios.

    Por otro lado, a parte de la manifestacin ms absoluta del amor de Dios que se da en el ministerio de Jess, Dios promete estar a nuestro lado en toda circunstancia y de una forma especial cuando sufrimos. La Biblia est plagada de textos que nos hablan de un Dios cercano, de un Dios que est a nuestro lado en todo momento, de un Dios que es receptivo a nues-tras demandas. Entre estos me gustara recordar algunos de ellos:

    Pues l no desprecia ni pasa por alto el sufrimiento de los pobres, ni se esconde de ellos. l los oye cuando le piden ayuda!37

    El Seor lo confortar cuando est enfermo; lo alentar en el lecho del dolor.38

    Me llamars y le responder, estar a su lado en la desgracia, lo salvar y lo honrar.39

    37 Salmo 21:24 (DHH). 38 Salmo 41:3 (NVI). 39 Salmo 91:15 (BJ).

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    Todo lo que pidis a Dios con fe lo recibiris.40

    Algunos pueden alegar que Dios no siempre responde como dice el ltimo texto mencionado. Personalmente no estoy de acuerdo con dicha opinin, y estoy convencido de que Dios siempre responde, lo que sucede es que no siempre responde de la forma que nosotros esperaramos. Dios no siempre responde de forma inmediata nuestras peticiones. Dios tiene la capacidad de ver ms all de lo que nosotros podemos ver. Dios acta y a veces responde de la manera que nosotros deseamos, pero no siempre es as. La misma Biblia dice que a veces el hombre pide sin saber lo que le conviene, y adems nunca hemos de olvidar que sufrimos las conse-cuencias de las decisiones tomadas libremente por el hombre. Dios no puede en ningn caso obligar al hombre a actuar en contra de su propia voluntad. Adems, el actuar de Dios est ms all de nuestro entendi-miento. Pero a pesar de la inquietud que nos puede producir el hecho de que nuestras oraciones no sean contestadas como nosotros desearamos, hemos de tener el convencimiento de que podemos confiar en Dios, por-que no existe la menor duda de que nos ama y desea lo mejor para noso-tros.

    Otra cuestin importante que nos habramos de preguntar en relacin a la oracin, es si esta es el ltimo recurso cuando todas las otras opcio-nes han fallado. Tengo la sensacin de que a veces utilizamos la oracin como si fuese un elemento mgico, olvidando cual es el significado de la oracin. En muchas ocasiones nos acercamos a Dios nicamente cuando las cosas nos van mal, pero nos olvidamos de Dios cuando las cosas nos van bien aparentemente.

    La oracin no puede ser el ltimo recurso cuando todo lo dems ha fallado, no puede convertirse en una lista de peticiones, la oracin ha de ser algo diferente. Esta nos permite comunicarnos con Dios, nos permite hablar con l explicndole todo aquello que nos inquieta, pero al mismo tiempo nos permite darle las gracias por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por nosotros. La oracin no deja de ser la manifestacin de nuestra confianza absoluta en Dios. Dios sabe de antemano lo que necesi-tamos (Mateo 6:8), pero al orar manifestamos la necesidad que tenemos de Dios, de que dirija nuestras vidas. Manifestamos que confiamos en l y al mismo tiempo reconocemos nuestras propias limitaciones. Cuando tenemos una vida de oracin, oraremos confiando en Dios, pero al mismo

    40 Mateo 21:22 (NBE).

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    tiempo entenderemos que no siempre las cosas sucedern como nosotros desearamos.

    Todos los textos mencionados ms arriba nos hablan de un Dios que se preocupa por el hombre, de un Dios que no es indiferente al sufrimien-to humano. Pero la promesa ms fantstica de todas se encuentra en el libro del Apocalipsis cuando dice: Enjugar Dios toda lgrima de los ojos de ellos; y ya no habr muerte, ni habr ms llanto ni clamor ni do-lor, porque las primeras cosas ya pasaron.41

    Este pasaje de libro del Apocalipsis nos habla de un Dios que ama al hombre, de un Dios cercano, de un Dios que no se conforma con eliminar el sufrimiento nicamente, sino que se acerca al hombre para secar sus lgrimas. En definitiva nos habla de un Dios que entra en contacto directo con el hombre. La imagen de un Dios que se dedica a enjugar toda lgri-ma me parece preciosa. Es una imagen que habla de un Dios que se pre-ocupa por cada uno de nosotros. Este texto no solo nos habla de un Dios cercano a nuestras necesidades, nos habla tambin de una nueva realidad, de una nueva vida donde el sufrimiento, el dolor y la muerte ya no exis-tirn nunca ms. En definitiva nos habla de la restauracin del hombre a una condicin donde nunca ms volver a existir el sufrimiento. Es una esperanza fantstica. Al leer este texto no puedo dejar de desear que ese momento llegue cuanto antes. Ojal fuese ya!

    El vivir del creyente: Compartiendo una esperanza A la luz de la esperanza en lo que Cristo ha hecho por nosotros y de las promesas del Seor, el creyente ha de enfrentar el sufrimiento de forma distinta a aquellos que no son creyentes. El creyente entiende que est de paso, entiende que esta vida tiene una importancia relativa, porque espera una nueva vida como mencionbamos unas lneas ms arriba. En esta nueva vida, el dolor y el sufrimiento ya no existirn. Esa realidad habra de hacer que el creyente percibiese, viviese de forma diferente el sufri-miento. E. Jnger dir: Dime cul es tu relacin con el sufrimiento y te dir quin eres.42

    Es una frase que no necesita ningn tipo de comentario. Creo que a veces los creyentes no estamos a la altura de lo que decimos creer, y en-frentamos de forma poco satisfactoria el sufrimiento, no diferencindonos

    41 Apocalipsis 21:4 (RV60). 42 JNGER, E., citado en TORRALBA, El sofriment un nou tab, op. cit., p. 86.

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    de los que consideramos no creyentes. Ante esa realidad, el no creyente se pregunta: por qu creer entonces? Qu diferencia hay entre creer y no creer? Pienso que si somos capaces de enfrentar las situaciones de sufrimiento de forma diferente, situndolas en el contexto que les corres-ponde a la luz de la esperanza, nuestra vida se puede convertir en luz para aquellos que nos rodean. Con todo esto, no quiero decir que el creyente no pueda angustiarse o desesperar cuando sufre, lo nico que quiero decir es que al final se agarrar a Dios y confiar en l, a pesar de no entender necesariamente todo lo que le sucede. Esa confianza en Dios y en sus promesas le dar la paz necesaria para afrontar el sufrimiento con sereni-dad y equilibrio, situndolo en el lugar que le corresponde. Nuevamente tenemos que hablar de fe.

    El creyente sufre como cualquier otro hombre, enfrenta las mismas dificultades pero a diferencia de aquel que no cree, tiene esperanza en una nueva vida. Esa esperanza ha de hacer que enfrente el sufrimiento de forma diferente. Y ese vivir de forma diferente har posible que pueda compartir su esperanza, porque por definicin el creyente no es y no pue-de ser indiferente al sufrimiento del prjimo. Pero para que su experien-cia, su esperanza pueda llegar a ser til, es necesario que previamente este sea sensible al sufrimiento del inocente, como dice Gustavo Guti-rrez:

    Solamente quien sepa callar y comprometerse con el sufrimiento de los pobres podr hablar desde su esperanza. Solamente quien se toma en serio el dolor de la humanidad, el sufrimiento del inocente, y sepa vivir bajo la luz pascual el misterio de la cruz en medio de la realidad, podr evitar que la teologa sea un discurso vaco.43

    Es fundamental vivir para que nuestras palabras no caigan en saco ro-to, en definitiva para que no se las lleve el viento. Si vivimos nuestra fe de forma coherente podremos llegar a nuestro prjimo, solo as podremos hacer que nuestra esperanza sea la suya. En este sentido y a modo de conclusin, me gustara hacer mas las palabras de Etty Hillesum,44 quien mientras estaba internada en el campo de trnsito de Westerbork, y des-

    43 GUTIRREZ, Parlar de Du des del sofriment de linnocent, op. cit., p. 201. 44 Etty Hillesum (Middelburg, 1914-Auschwitz, 1943). Trabajo como asistente y enfermera en

    el campo de trnsito e internamiento de Westerbork. Posteriormente, eligi voluntariamente ser deportada a Auschwitz donde muri juntamente con toda su familia.

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    pus de contemplar el sufrimiento en un grado que pocos de nosotros hemos llegado ni tan siquiera a divisar pudo decir:

    La vida es buena por definicin; si a veces se nos tuerce no es por culpa de Dios sino nuestra.45

    Esta vida es maravillosa y grande, []. Y a cada infamia, a cada crueldad, hay que oponerle una buena dosis de amor y buena fe, []. Tenemos derecho a sufrir, pero no a sucumbir al sufri-miento.46

    Ella llegar a manifestar un total agradecimiento a Dios y su deseo de compartir con las siguientes palabras: T que me diste tanto, Dios mo, permteme tambin dar a manos llenas.47

    45 HILLESUM, Etty, El corazn pensante de los barracones: Cartas, Rub (Barcelona): Anth-

    ropos, 2001, p. 88. 46 Ibdem, p. 99. 47 Ibdem, p. 132.

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    La muerte

    La muerte es quiz la experiencia humana por excelen-cia, es probablemente la experiencia en las que se renen ms elementos de nuestra humanidad. Es, sin embargo, una expe-riencia confusa que pone al descubierto elementos para inte-grar nuestra existencia escindida. El dolor, la tristeza y el eno-jo profundos vienen acompaados por la alegra y la paz que nos regala el recuerdo. El reclamo ante una Fe que se cuestio-na, acompaa al consuelo que brinda la certeza de la presen-cia de Dios en medio de todo aquello. El miedo a la soledad es acompaado por la comunidad que nos rodea en silencio du-rante el duelo.1

    El problema de la muerte

    La muerte es lo contrario a la vida. La muerte es la manifestacin ms absoluta de la fragilidad humana, de los lmites que tenemos como hom-bres. Adems, la muerte representa el mayor sufrimiento al que nos hemos de enfrentar como hombres. Por todo ello, en una sociedad que valora por encima de todo, la juventud y la vida, la muerte juntamente con el sufrimiento se ha convertido en un tema tab. Vivimos en una sociedad que desea vivir de espaldas a la muerte, que se esconde de la muerte y eso provoca que nuestra sociedad no se encuentre preparada para afrontar la muerte cuando esta llega. Vivimos en la sociedad del temor a la muerte. La muerte siempre ha aterrorizado al hombre a lo largo de la historia, pero tal vez nunca como antes nuestra sociedad ha temido a la muerte. El temor a la muerte ha llegado a tal extremo, que la prolonga-cin de la vida se ha convertido en un fin en s mismo, con todos los con-flictos y dilemas ticos que genera. Lutero reflexionando acerca de la muerte dijo: El terror ante la muerte es la muerte misma.2

    No saber vivir con la muerte, puede convertirse en un grave proble-ma, de hecho nos hace ms infelices, y mucho ms insensibles, como dice Henning Mankell la sociedad europea, pero yo dira que no tan solo la

    1 CLERICO MEDINA, Carlo, Morir en sbado: Tiene sentido la muerte de un nio?, Bilbao:

    Descle de Brouwer, 2008, p. 217. 2 LUTERO, cit. en SLLE, Dorothee, Mstica de la muerte, Bilbao: Descle de Brouwer, 2009,

    p. 17.

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    europea: Alej a la vejez de nuestra vida y suprimi a la muerte del orden del da. [...] En su lugar, la juventud, la fuerza y la salud se convir-tieron en los temas dominantes. La muerte pas a la reserva. [...] Al eclip-sarse la muerte, nos volvimos ms pobres.3

    La muerte nos angustia porque supone dejar de vivir y en un princi-pio nadie desea dejar de vivir. La vida es demasiado preciosa como para dejarla escapar. Adems, la muerte nos incomoda, porque desconocemos lo que sucede despus de que esta se haya producido. Por todo ello, vivi-mos de espaldas a la muerte, como si esta se pudiese evitar. La muerte se ha convertido en un tab, en un tema a evitar, en un tema que no quere-mos abordar. Al actuar as negamos una realidad inexorable, una realidad que nos acompaa desde el mismo momento del nacimiento. Una reali-dad que va aparejada a la propia existencia. Porque desde el mismo mo-mento del nacimiento, estamos sometidos o condicionados con la posibi-lidad de la muerte. Y esta puede llegar en el momento menos esperado. El dejar de ser nos asusta, nos inquieta, porqu