sobre el destino alejandro de afrodisia

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OBRAS DE ALEJANDRO DE AFRODISIA SOBRE EL DESTINO

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Alejandro de Afrodisia,Sobre el destino,2009, México,UNAM,Bibliotheca Scriptorvm Graecorvm et Romanorvm Mexicana, intro-ducción, traducción y notas de José Molina Ayala y Ricardo Salles

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Page 1: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

OBRAS DE ALEJANDRO DE AFRODISIA

SOBRE EL DESTINO

Page 2: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

BIBLIOTHECA SCRIPTORVM GRAECORVM ET ROMANORVM MEXICANA

Direcci6n:

Ruben Bonifaz Nufio y Bulmaro Reyes Coria

FACT.~ _ _..::..,.;;___

COORDINACI6N DE HUMANIDADES

PROGRAMA EDITORIAL

AAESAN~POY A<I>PO~IliEQl IIEPI THl EIMAPMENHl

ALEJANDRO DE AFRODISIA

SOBRE EL DESTINO

Introducci6n, traducci6n y notas de

JOSE MOLINA AYALA y RICARDO SALLES

I ~

UNIVERSIDAD NACIONAL AUT6NOMA DE MEXICO

2009

Page 3: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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8!8LI0TE CA CENTRAL

CLASIF _J' /' ] ; _. __

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NtiM. 1\llQ .

Primera edici6n: 10 de agosto de 2009

DR© 2009, Universidad Nacional Aut6noma de Mexico Ciudad Universitaria, Delegaci6n Coyoad.n, C.P. 04510, Mexico, D.F.

COORDINACION DE HUMANIDADES

PROGRAMA EDITORIAL

Prohibida !a reproducci6n total o parcial por cualquier media sin Ia aurorizaci6n escrita del titular de los derechos patrirnoniales

Impreso y hecho en Mexico

ISBN 978-607-02-0655-9

72rJ356

PRO LOGO

Este volumen ofrece a todos los interesados en el pensamiento antiguo una traducci6n al espaiiol del De Fato (Sobre el desti­

no) de Alejandro de Afrodisia. Alejandro fue el director de la escuela peripatetica de Arenas a finales del siglo II o comien­zos del III d. C., gran aristotelico de la antigiiedad tardfa y pieza clave para entender uno de los problemas cLisicos de la

filosofia: ~nuestras acciones dependen de nosotros si existe el destino? Para situar al autor y el tratado en su contexto social, hist6rico e intelectual, en la Introducci6n nos referimos a su vida y obra, a su lugar en el debate amiguo sobre el determi­

nismo y a su metodo argumentativo y ret6rico. El texto griego que aquf se publica corresponde ala edicion alemana de Zierl (1995), que reproduce lade Sharples (1983), aparrandose de este solo en algunos pocos lugares. Tanto nuestra traducci6n como el texto griego vienen acompaiiados de notas. En las notas al texto griego, nos limitamos a indicar las lecturas de los edi­tores anteriores -en particular Bruns (1892), Sharples (1983) y Thillet (1984)- cuando la edici6n de Zierl se aparta de la de ellos. Las notas a la traduccion, a su vez, se limitan, casi todas, a ofrecer referencias cruzadas al interior del tratado, y a remitir allector a textos antiguos, en su mayoria de Aristoteles y de Stoicorum Veterum Fragmenta de Von Arnim, que pueden

arrojar luz sobre pasajes espedficos de Sobre el destino.

Este libra fue el resultado de un trabajo de colaboraci6n para el cual hemos recibido el apoyo no solo de nuestros res-

v

Page 4: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

PR6LOGO

pectivos Institutos -el de Investigaciones Filologicas y el de Investigaciones Filosoficas de la Universidad Nacional Auto­noma de Mexico- sino tam bien de proyectos financiados por el Programa de Apoyo a Proyectos de lnvestigacion e Innova­cion Tecnologica de la misma Universidad, y por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologfa. En particular, nos hemos beneftciado de los proyectos PAPIIT IN401301 y IN407705 y CONACYT 40891-A. De todos ellos, el coordinador e investi­gador responsable fue Ricardo Salles y, la sede, el Institute de Investigaciones Filosoficas, nuestro principal Iugar de reunion. Deseamos agradecer a todas estas instituciones su apoyo deci­sivo para el desarrollo del proyecto y, en general, de la investi­gacion basica que se realiza en Mexico.

A lo largo de los afios, hemos recibido el consejo y las crfti­cas construcrivas de muchos colegas con quienes tambien es­tamos muy agradecidos: Marcelo Boeri, Alfonso Correa, Laura Gomez, Andrea Lozano, Carlo Natali, Robert Sharples, Hec­tor Zagal y, muy especialmenre, Jesus Araiza, quien participo en la redaccion del primer borrador de la traduccion de los primeros catorce capftulos del tratado, Carmen Vega, quien nos ayudo a cotejar el texto griego con el original de Zierl y a verificar las referencias, y Paloma Hernandez, quien nos ayudo a revisar las pruebas.

Ciudad Universitaria, junio de 2008

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INTRODUCCI6N

Page 5: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

Poco y casi nada se sabe de Ia vida de Alejandro de Afrodisia. Segun el prologo de su tratado Sobre el destino, los emperado­res Severo y Antonino lo pusieron al frente de Ia escuela peri­patetica, lo cual debio de ocurrir entre los afios 198 y 209 d. C.2 Es probable que se hiciera merecedor de ese puesto gracias a Ia docencia, que lo habla llevado a comentar las obras del Estagirita, en lo cual destaco sobre sus colegas al punto de ser llamado El exegeta por antonomasia.

La escasez de datos se ha visto subsanada en algunos as­pectos por el descubrimiento, relativamente reciente, de una inscripcion en la base de una estatua que el fil6sofo dcdic6 a su padre. Las conjeturas sobre cual de las ciudades que conoci6 Ia Antigi.iedad con el nombre de Afrodisia fue donde naci6 Alejandro, y las dudas de si habla estado al frente de la escuela aristotelica de Arenas o de alguna otra ciudad, y de si era el caso que la denominaci6n de su cargo era lade diadoco, titulo que se pensaba reservado al director de Ia escuela plato-

1 Los datos mencionados en esta seccion a proposito de Alejandro de Afrodisia, sino se hace otro seiialamiento, esran tornados de P. Thillet, 1984, y de Robert W. Sharples, 1987, pp. 1176-1243.

2 Septimio Severo goberno del 193 al 211 d. C. En 198 asoci6 al poder a su hijo Antonino "Caracalla", y en 209, a Geta, su otro hijo. Alejandro habria omitido a Geta en su dedicatoria, por haber escrito su obra Sobre el

destino antes del nombramiento de Geta como Augusto.

IX

Page 6: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

nica, tuvieron, gracias a esa inscripci6n, aclaraci6n y respuesta

certeras. La inscripci6n dice:

'l'llq>loallEVllS TiiS [3ovhiis Ka\ Tov oi)11ov TiTos Avpf)AIOS 1\M~avopos, <piAooocpos, Twv /\8fJvllolv 81a06xwv, T. Avpf)A1ov 1\AE~avopov, q>IA6oocpov, Tov naTEpa ...

Esto es:

habiendo votado el consejo y el pueblo, Tito Aurelio Alejandro, filosofo, de los diadocos en Arenas, a T. Aurelio Alejandro, filo­sofo, el padre .. . 3

De acuerdo con esa inscripci6n, su nombre era Tito Aurelio Alejandro. El nombre implica que su familia fue agraciada con Ia ciudadania romana bajo el emperador Antonino Pio (Titus Aurelius Fulvus Antoninus) o quiza cuando este fue goberna­

dor de Asia (ca. 135-136 d. C.). El sitio del hallazgo conflrma que Alejandro naci6 en Afrodi­

sia, en Caria. No debe sorprender que una ciudad en el oriente del imperio haya sido la cuna de un fll6sofo tan importante, pues ya desde hacia tiempo la hegemonia de la cultura, a pesar de que mas tarde Plotino prefiriera retirarse aRoma, se habia establecido en una pleyade de ciudades de esa region, pujantes econ6micamente, febrilmente activas en intercambios comer­dales y culturales, y fecundas en su producci6n literaria, amen de que no pocos emperadores provenian de ella y no dudaron en favorecerla. En parte debido al parentesco mitol6gico de

3 Chanioris, 2004, pp. 79-81. Sobre Ia valoraci6n de esta inscripci6n, cfr.

Sharples, 2005, pp. 47-56.

X

INTRODUCCION

la diosa Afrodita con Ia familia Octavia,4 esta ciudad gozaba de privilegios politicos y econ6micos y de s6lidas alianzas con Roma, que llegaron a hacer de ella lamas importante de toda el Asia Menor. Grandes ediflcaciones levantaron sus acaudalados ciudadanos: un teatro, un estadio, un mercado, una escuela y, destacando sobre todo, el templo para el culto del emperador Augusto (2.:E[3aoTEiov). A ella pertenecieron igualmente el fa­moso novelista Carit6n5 y el fll6sofo peripatetico Adrasto.6

Esa inscripci6n tambien sefi.ala a Atenas como la ciudad cuya escuela peripatetica dirigi6 Alejandro con el cargo espe­dflco de "diadoco", despejando tambien las dudas que existian al respecto, pues se habian instituido escuelas de fllosoffa en distintos sitios del imperio.?

Tampoco se sabia mucho de su formaci6n. Alejandro mis­mo, en algunos de sus escritos, se reflere a sus maestros Her­mino y Sosigenes; otros fll6sofos, como Aristocles de Mesina, Arist6teles de Mitilene o Adrasto de Afrodisia se han mencio-

4 La familia de Julio Cesar se ufanaba de rcncr entre sus ascendientcs al heroc rroyano Eneas, quien era hijo de Anquises (descendieme, a su vez, de Zeus) y de Ia diosa Afrodira. Ocravio Augusto promovio esa vinculacion de su linaje con el mito que Virgilio consagr6 en su Eneida.

5 Carit6n de Afrodisia es el mas antiguo de los novelisras griegos. Vivi6 hacia finales del siglo primero y principios del segundo despues de Crisw. Es autor de las Aventuras de Quereas y Calirroe.

6 Adrasto de Afrodisia vivi6 hacia Ia primera mitad del siglo II d. C.; su obra se puedc reconstruir a partir de Ia del maremarico Te6n de Esmirna y de Ia de Calcidio. Gracias a Adrasto, Sharples (2005, p. 53) puede arestiguar una rradici6n peripatetica en Mrodisia y, por ello, sugerir que el padre hom6nimo de Alejandro de Mrodisia tambien era un fil6sofo peripatetico.

7 De acuerdo con Ia Historia Augusta, Antonino Pio (II, 3) instituy6 catedras asalariadas para oradores y fil6sofos per omnes provincias.

XI

Page 7: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

nado como maestros de Alejandro, pero sin pruebas contun­

dentes. 8 En to do caso, el disdpulo los super6, y todos ellos deben su posteridad a la importancia de Alejandro mismo; ademas, ahora se sabe, por la inscripci6n referida, que su pa­dre, tambien frl6sofo, jug6 un papel determinante.9

La inscripci6n, como Sharples muestra, sirve de poco para fijar la fecha de nacimiento de Alejandro, 10 de modo que la no­ticia de su nombramiento como diadoco sigue siendo el unico indicio. Puede suponerse que ese puesto fue asignado a quien ya con anterioridad hubiese dado muestras de madurez de pensamiento. Sharples, indiscutible autoridad en el tema, ha

precisado mas sus conjeturas, sirviendose de la cronologia de otros autores de la epoca, de Hermino, maestro de Alejandro, de Arico y de Galeno, y de la ya citada inscripci6n, y establece que Alejandro naci6 entre 140 y 165 d. C. 11

La relevancia de estos pocos datos puede verse si se consi­dera, al menos marginalmente, el contexto en que apareci6 un personaje de la talla de Alejandro, el frl6sofo mas importante de su tiempo, y, acaso, el ultimo aristotelico, 12 puesto que el

panorama de la frlosofia posterior habria de ser dominado por

8 Sharples, 1987, pp. 1177s.; Thillet, 1984, pp. VIII-XXXII. Ver tambien Sharples, 1990, pp. 86-89.

9 Yease el articulo de Chaniotis. Sharples (2005, p. 53) afirma que Ia actividad filosofica del padre de Alejandro de Afrodisia debia ir mas alia de una mera vida moral con ciertos intereses intelectuales.

10 Sharples, 2005, p. 50. 11 Ibid., pp. 49-52. 12 Alejandro de Afrodisia es el ultimo aristotelico en el sentido de estar

opuesto a Ia escuela platonica, a Ia que parece afin otro "ultimo aristotelico", o mas bien neoplatonico, Temistio (Sharples, 2002, p. 1, n. 2).

XII

INTRODUCCION

el neoplatonismo; pero, aun en esta corriente de pensamiento Alejandro tuvo influencia, pues, se sabe, por testimonio de Porfirio, que sus comentarios eran leidos en el drculo de Plo­tino. 13 Por lo demas, los autores posteriores, mas alia incluso de la antigiiedad, son quienes dan muestra de haber usado extensamente sus comentarios, y a ellos se debe la preservaci6n del material de que se dispone y de las noticias del que se ha perdido. 14

En primer lugar hay que to mar en cuenta el gran influjo so­bre las artes y las ciencias de los emperadores adoptivos -Ner­va, Trajano, Adriano, Antonino Pio, y particularmente Marco Aurelio, el mismo de inclinaciones frlos6ficas-, que no dej6 sin huella el trabajo frlos6fico posterior. Determinante fue la

decision de Marco Aurelio deponer en Arenas, a cargo del era­rio publico, las escuelas de las cuatro principales filosofias: el platon ismo, el aristotelismo, d estoicismo y el epicureism0 . 15

Ahora bien, no debe olvidarse que, tras los desajustes politicos y militares que hubo en el imperio romano tras el "gobierno"

de C6modo, Septimio Severo habia conseguido, en gran parte gracias ala velocidad de acci6n que le permitieron los caminos que ya por entonces comunicaban todo el territorio imperial,

ganar una guerra civil y restaurar cierto orden, aunque al pre-

1·1 Porph., Vita Plotini, 14.

, 1' Sharples, "Influence- Plotinus and others", en 1987, pp. 1220-1224.

El comenta con cierta amplitud Ia influencia de Alejandro en Plotino y da las referencias bibliograficas que pueden guiar a quienes deseen estudiar el tema de Ia influencia de Alejandro en comentadores griegos tardios, en Ia filosofia medieval arabe y judia, en Ia filosofia medieval occidental y en el Renacimiento.

15 Dion Casio, 72, 31.

XIII

Page 8: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ci" de urilit.ull,tl y h111111 Lltizar d g,ohit:mo. AI rdmaaurar las , .itnlt." dt" lilo.\oli.t, St·tHimio Severo tuvo, probablemente, Ia illtrta i<'llt de que ~u gobierno se asemejara al de Marco Aurelio, de quit-n se asumi6 como hijo adoptivo, pues esas catedras lo corroboraban simb6licamente como continuador del arden le­gftimo. De este modo, la inercia de la acci6n de Marco Aurelio lleg6 a Septimio Severo y, por ende, a Alejandro de Afrodisia, que, como se dijo, fue nombrado diadoco del perfpato de Are­nas. 16 Por lo demas, cabe suponer que las distintas filosofias se influyeran mutuamente y que, al mismo tiempo, pugnaran por atraer hacia si los favores y las preferencias del emperador.

En segundo Iugar, se puede aquilarar Ia importancia de Ale­jandro de Afrodisia a partir de los pocos datos que se tienen de el, si se toma en cuenta que las notas sobresalientes de Ia filoso­fia de esos tiempos eran el eclecticismo y el dogmatismo, con­secuencia, en gran parte, de cierta unidad cultural que se habia generado en el Mediterrineo gracias a Ia polftica imperial.

Me explico: el imperio romano habia caminado desde hada tiempo hacia una cierta homogeneizaci6n cultural. Augusto, tras la victoria de Accio, determin6 que el helenismo permeara el quehacer cultural del imperio, y a ello contribuyeron como catalizadores la red de caminos y el bilingiiismo grecolatino que la administraci6n romana se empeii6 en extender. Desde el punto de vista politico, es al menos emblematica de esta

16 No esri de mas recordar que Ia escuela a que fue asignado Alejandro como diadoco nada ten fa que ver con el Licea aristotelico, que dej6 de existir en el 86 a. C. (Sharples, 1990, p. 83, n. 2, que cita a Lynch, J. P. , Aristotle' School. A Study of a Greek Educational Institution, Berkeley-Los Angeles, 1972, pp. 192-207).

XIV

INTRODUCCI6N

tendencia universalizante la Constitutio antoniniana que, aun cuando sus efectos reales tuvieran corto alcance, en el 212 d. C. concedi6 el derecho de ciudadania a Ia mayor parte de los hombres libres del imperio.

Asi pues, el desarrollo natural dentro de ese contexto po­litico y cultural que aglurinaba los diferentes elementos cons­titutivos del imperio, fue el eclecticismo que, asimismo, caracteriz6 a Ia actividad fllos6fi.ca. Pero cabe subrayar que el termino "eclecticismo" para caracterizar Ia fllosofia de tiempos de Alejandro de Afrodisia, no debe ser usado, en absoluto, con connotaci6n negativa. Se trata mas bien de Ia busqueda origi­nal y razonada de encontrar soluciones propias, a partir de las distintas forma~ de pensar que convivian en ese tiempo, a los nuevas problemas de una sociedad mas compleja. 17 Pero, mas alia del desarrollo de las ciencias, a las que solo conside­raban un preambulo de sus altas especulaciones, las escuelas filos6ficas se consagraron a ofrecer mas que una teoda una manera de vivir que, en sus propios terminos, garantizara Ia felicidad en esta vida y la inmortalidad en la otra. Qui­za por tal raz6n en ese movimienro eclectico predomin6 el platonismo, dada su mayor capacidad de incluir en su seno, al mismo tiempo que Ia inmortalidad del alma, doctrinas de otras escudas: del aristotelismo, su 16gica y valoraci6n de las partes irracionales del alma; del estoicismo, su dogmatismo, que aun cuando fuera rechazada Ia doctrina del destino, con­sidera importante la unidad de Ia virtud. Al mismo tiempo, el

17 Para una caracterizaci6n adecuada del "eclecricismo", o, mejor dicho, para ver lo inapropiado que resulta califlcar de "eclectica" a esta epoca, pue­den leerse con provecho las reflexiones de Dillon, 1988.

XV

Page 9: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

platonismo media y el neopitagorismo18 paredan tam bien los mas adecuados para dar sustento te6rico a la eclosi6n religiosa

proveniente de distintos ambitos del imperi9. En este senti­do merece especial menci6n el surgimiento de las literaturas hermetica, 19 caldaica20 y gn6stica, 21 pues en mayor o men or medida aceptaban los presupuestos del platonismo que estipu-

18 Neopitagorismo y platonismo medio suelen confundirse, siendo sus mas destacados exponentes Nicomaco de Gerasa y Numenio de Apamea, respectivamente; se trata, en el fondo, del mismo movimiento de renovacion del platonismo. Yease ellibro de Dillon, 1977.

19 La referenda mas antigua al Corpus Hermeticum es del siglo II d. c. No es seguro que contenga doctrinas antiguas egipcias, y parece mas bien que se trata de discusiones filos6ficas y teologicas, propias de la antigi.iedad tardia, en que se ofrecen los medios para la salvaci6n del alma. Cfr. Copenhaver, pp. 41-56.

20 Se trata de los escritos conocidos como los Ordculos caldeos: una serie de doctrinas, que influyeron a Numenio o fueron influidas por el, transmitidas en verso y atribuidas a un Juliano el teurgo. Datan del siglo 11 d. C. Estos Oraculos son una "construcci6n misteriosofica caracteristica de un periodo en el que el sincretismo se hacia presente en la religion y en la filosofia [ ... ] una combinaci6n de elementos plat6nicos, pitag6ricos y estoicos marcados por los signos de las creencias generales mas recientes, como la distincion en­tre un dios supremo y otro demiurgo (Pilon, Numenio, Corpus Hermeticum

y gn6sticos)" (Garda Bazan, p. 37). 21 Es dificil caracterizar de manera sencilla el gnosticismo y los escritos

gn6sticos. Se trata, como se sabe, de una secta o de un grupo de sectas, a menudo relacionadas con los cristianos y con los maniqueos, que predicaban la salvacion del alma de la maldad del mundo material, mediante el conoci­miento, la gnosis. Menciono aquila literatura gn6stica, precisamente por su caracter edectico, pues se reconoce en sus escritos la influencia de todo tipo de literatura oriental filosofica y religiosa. Como se sabe, su pervivencia se extiende durante varios siglos, y el mismo Plotino los atac6 en sus Entfadas,

II, 9. Puede consultarse la gran obra de Jonas, 2000.

XVI

INTRODUCCION

laba como ideal la asimilaci6n con dios, ya fuese par medios morales o intelectuales, como requisito para liberarse de los

iterativos ciclos de encarnaci6n de las almas y para conseguir la prometida inmortalidad. Personajes como el neopitag6rico Nic6maco de Gerasa, el taumaturgo Apolonio de Tiana, el pla­t6nico Numenio de Apamea, sin dejar de lado a los cristianos Clemente de Alejandria y Origenes, pueden servir como tel6n

de fondo y preambulo, aunque altamente contrastante, de la aparici6n de Alejandro de Afrodisia. 22

Por otra parte, la veneraci6n del pasado result6 muy impor­tante; gan6 terreno la idea de que debia conservarse alga pristino que estaba en el origen de las distintas escuelas, alga que, sin exageraci6n, se erda que habia sido revelado a los fundadores. De alii que a menudo la renovaci6n fuera entendida, parad6-jicamente, como un volver a las fuentes, y la consigna veteres

sequi, "seguir a los antiguos", se pusiera en boga. La consecuen­cia fue el dogmatismo, ciertamente artificial, en cuanto que se trataba de dar cierta coherencia, a veces inexistente, al desarrollo

de un pensamiento que hundia sus rakes en el pasado. Asi, en este entorno filos6fico, se explica y sobresale el

trabajo de Alejandro de Afrodisia, que se caracteriza por su fidelidad al pensamiento aristotelico. Met6dicos, rigurosos, perspicaces, sobrios y eruditos,23 los comentarios a la obra de

Arist6teles le ganaron a Alejandro su fama para la posteridad;

22 El asunto del desarrollo de la filosofia durante la epoca del imperio romano, en general, y en tiempos de Alejandro de Afrodisia, en particular, es, sin duda, mucho mas complejo que lo que aqui pudo describirse. Una buena introducci6n al tema es el articulo de Michel.

23 Segun la expresion de Dihle, p. 337.

XVII

Page 10: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

en ellos destaca, al parecer, la intenci6n de entender a Arist6te­les a partir de Arist6teles mismo, y no de sus posteriores inter­pretes. Ademas de su labor docente y de su trabajo exegetico, la actividad fllos6fica de Alejandro parece haberse desarrollado en dos direcciones. La primera de ellas es la elaboraci6n de tratados a la manera aristotelica sobre temas que no surgirian sino tiempo despues y que, por lo tanto, no habian sido abor­dados (ejemplo de ello es precisamente el tema del destino, al que por cierto Alejandro considera un asunto mas propio de la fisica que de la etica),24 0 bien, la discusi6n de puntos tratados individualmente, mas que la exposici6n completa y sistematica de determinado t6pico. Es por lo menos sintomatico de su "or­todoxia" que haya sido considerado un "segundo Arist6teles", aunque debe tomarse en cuenta que Alejandro de Afrodisia oscila entre su lealtad hacia Arist6teles y su propia posicion.

La orra vertiente de su trabajo filos6fico es la discusi6n y confrontaci6n intelectual con los representantes de otras es­cuelas, cuya posicion a veces simplifica. 25 Y aunque discute

24 En el capitulo III, del rratado Sabre el destina, Alejandro de Afrodisia expone Ia doctrina arisrotelica de las causas y establece que el destino es una causa eficiente; en el capitulo IV, clasifica las causas eficientes, y en los capitulos V y VI ubica al destino entre las causas eficientes que se dan par un fin y lo idemifica con Ia naturaleza. No se niega, empero , que haya otras preocupaciones en el tratado, incluida Ia moral, pero, como sefiala Thillet (1984, p. LXXXI): "Ia cuesti6n del destino es, para Alejandro, una cuesti6n fisica, que se plantea de manera dialectica, y que tiene incidencias practicas, par tanto, morales" (subrayado de Thillet mismo).

25 Un ejemplo de ello es , precisamente, el tratado Sabre el destino, en que Alejandro, para exponer Ia doctrina "arisrotelica", Ia contrasta con diferentes posturas deterministas, que afirman que rodo sucede por destino, y entre las cuales se encuentran las de los estoicos. La simplificaci6n mas importante

XVIII

INTRODUCCION

tambien con fll6sofos del pasado, en ese caso no esta particu­larmente interesado en una perspectiva hist6rica, sino en la elaboraci6n de sus propias teorias fllos6ficas. Con respecto de sus contemporineos, es en especial memorable la oposici6n a Galeno, el medico, a quien Alejandro considera fil6sofo, por sus visiones encontradas respecto del alma. Tambien se puede pensar en el plat6nico Arico, con quien discuti6 acerca de los temas de la providencia y del intelecto, yen su tratado Sobre el destino, donde, entre otros, se enfrenta al determinismo de los estoicos, 26 algunos de los cuales ocupaban ala saz6n importan­tes puestos en el gobiernoY

Obras

No es aquf ellugar para exponer y discutir el pensamiento de Alejandro de Afrodisia, y la discusi6n del contenido de sus obras no forma parte de los objetivos de este trabajo, pero es posible hacerse una idea mas concreta, aunque sea superficial,

radica en el hecho de que Alejandro no distingue entre si a sus diferentes adversaries ni los menciona nunca por su nombre, pero como puede verse en nuestro apartado "Sabre el destino y el determinismo antiguo", hay al menos rres determinismos: 1) el megarico; 2) el fatalismo trascendente, y 3) el estoico. Ademas, de acuerdo con Alejandro, no puede sostenerse simul­tineamente Ia posicion determinista y Ia responsabilidad personal (capitu­los XI-XV); sin embargo, los estoicos explicaban lo que puede llamarse el cornpatibilismo, que sostiene que puede haber destine y, a! mismo tiempo, atribuirse a los hombres responsabilidad sobre sus actos (las tesis compatibi­listas se exponen en el tratado Sabre el destino en los capftulos XIII, XXXIII yXXXVI) .

26 Ver nota anterior. 27 Cfr. Thillet, "intention polemique", 1984, pp. LXXXII-XC.

XIX

Page 11: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

., '

INTRODUCCION

de la actividad filos6ftca de Alejandro de Afrodisia a partir de la consideraci6n de los dtulos de sus obras. Ahora bien, de toda su producci6n escrita, solo se ha conservado una minima par­te, algunas obras en griego y otras mas en arabe.28

28 Aunque debe ser sometida a Ia critica, par incluir titulos repetidos, ap6crifos o bien variaciones de titulos de otros textos conocidos, Ia lista que Ibn Abi Usaybi'a ofrece de las obras de Alejandro, puede dar una idea mas concreta de su actividad filos6fica (Thillet, 1984, pp. LIVs., n. 3): Co­

mentario a las Categorias; Comentario a! De interpretatione; Comentario a los Primeros analiticos; Comentario a los Segundos analiticos; Comentario a los

T6picos; Comentario a !a Fisica; Comentario a! De Caelo; Comentario a!

De generatione et corruptione; Comentario a los tratados Meteorol6gicos; De

anima (I libra); De fa conversion de las premisas; De fa providencia; De fa

diferencia entre fa materia y el genera; Refutacion de quienes sostienen que nada

viene mds que de alguna cosa; Que la vision nose produce por rayos que vengan

del ojo, y rifutaciOn de los que sostienen esta tesis; Del color: su naturaleza segun

el Filosofo; Tratado de fa diferencia especifica: su naturaleza segun Aristoteles;

Tratado de !a melancolia (sic); De los generos y de las especies; Rifutacion de Galena, a! VIII libra de su tratado de !a demostracion; Rifutacion de !a critica

dirigida por Galena a !a tesis de Aristoteles de que todo rnovil exige un motor;

Refotacion de Galena sabre !a cuestion de lo posible; De las diferencias entre los

cuerpos; Del intelecto segun Aristoteles; Del mundo, y si sus partes tienen nece­

sidad de persistencia y de continuidad para regir a otras partes; De !a Unidad; De los principios del Todo, segun Aristoteles; Opiniones de los filosofos sabre !a

Unidad; De !a genesis de las formas a partir de !a nada; Que las cualidades no

son cuerpos; De !a libertad; De los contrarios, y que ellos son los principios de las

casas, segun Aristoteles; Del tiempo; De !a materia, y que ella es eftcto y pasivi­

dad; Que una rnisma potencia recibe los contrarios juntos, segun Aristoteles; De

!a diferencia entre !a materia y el genera; De la materia, de !a privacion, de !a

generacion. Solucion de las dificultades par los Antiguos que refotaban asi fa ge­

neracion tal como !a expone ellibro de Aristoteles sabre la Fisica; De los cornunes

y de los universales, que ellos no son esencias eternas; Refotacion de quienes pre­

tenden que los generos son compuestos de especies, ya que los generos se dividen en especies; Que las diferencias en que un genera se divide no deben necesariamente

encontrarse en este solo genera que dividen, pero que pueden dividir rnds de un

XX

INTRODUCCION

I. Comentarios a Arist6teles: 1) Comentarios que sobreviven:

a) Sobre la "Metaflsica" b) Sobre los "Primeros analiticos" c) Sobre los "TOpicos" d) Sobre el "De sensu" e) Sobre los "Meteorologica" f) Sobre "De Sophisticis Elenchis"

2) Comentarios que se perdieron: a) Sobre las "Categorias" b) Sobre el "De lnterpretatione" c) Sobre los ''Analiticos posteriores" d) Sobre la "Fisica" e) Sobre el ''De caelo" j) Sobre el ''de generatione et corruptione" g) Sobre el ''de anima" h) ? Sobre el ''de memoria" i) ? Sobre la ''Etica nicomaquea" j) Falsas noticias de comentarios a Ia Retdrica y ala Poeti­

ca, y al pseudoaristotelico Physiognomica II. Otros tratados mayores:

1) De Anima

genera; De un extracto de Ia obra de Aristoteles intitulado en griego "Teologia"

-lo que significa fa unicidad de Dios; Que toda causa separada estd en todas

las casas, y no en una solamente; De Ia existencia de forrnas espirituales inmate­

riales; De las enfermedades que sobrevienen a! corazon; Del genera; Tratado que

contiene un extracto del segundo libra de Aristoteles sabre el alma; Tratado sobre !a potencia que se ejerce a partir del cuerpo divino hacia el cuerpo sometido a fa

generacion y a fa corrupcion.

XXI

Page 12: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTIU)l)UCCI6N

2) De Fato 3) De Mixtione

Ira. Tratados mayores preservados en traducci6n arabe: 4) De PrincipiiJ S) De J>rovidentia

6) Que la diferencia puede estar presente en varios generos que no estan subordinados el uno al otro

7) Refutaci6n del ataque de Galeno a la doctrina de Aris­t6teles de que todo lo que se mueve es puesto en movi­miento por un motor

III. Compilaci6n de discusiones cortas:

Las obras atribuidas a Alejandro de Afrodisia incluyen cier­to numero de discusiones COl'tas, esto es el Libro segundo del "de anima", llamado, por Bruns, "mantissa" (25 items); tres libros de Quaestiones naturales, y un libro de Problemas Eticos. Aunque no son todos de Alejandro mismo, reflejan en cierta medida la actividad de su escuela. Tambien exis­ten una serie de textos traducidos al arabe atribuidos a Ale­jandro, que se relacionan con los textos griegos conocidos. Otros textos arabes, por el contrario, no tienen relaci6n alguna con los que se conocen en griego.

Traducciones al arabe de textos que aparentemente no se rela­cionan con ninguna de las obras que sobreviven en griego: Refutacion de fa afirmacion de ]en6crates de que fa especie es

anterior al genero

Que fa forma es fa actualidad del movimiento, de acuerdo con Aristoteles

Que actuar es una {expresi6n) mds amplia que mover, de acuerdo con Arist6teles

XXII

INTRODUCCI6N

Rejutacion de fa interpretacion de Galeno de lo posible Rejutacion de fa opinion de aquellos que afirman que cada

cosa puede solamente venir de otra cosa, y demostraci6n de que cada cosa puede solamente venir de nada

Que cada causa separada estd presente en todo tanto como en nada, de acuerdo con Arist6teles

Noticia de fa poesia de (;Sobre la poesia por?) el fil6sofo Aris-t6teles (De hecho se refiere a los TOpicos)

Sobre el tiempo Sobre fa (primera) causa . .. y el movimiento del universo Tratado sobre fa conversiOn de las premisas Sobre expresiones

IV. Fragmentos, otras obras perdidas y espurias: 1) Fragmentos (se trata de pasajes contenidos en las obras

ya mencionadas arriba) 2) Obras perdidas:

a) Contra el epicureo Zenobio b) Sobre el desacuerdo entre Arist6teles y sus asociados c) 'Scholia Logica' d) Explicaci6n y resumen de ciertos pasajes de [Arist6te­

les], De sensu et sensato e) 'De Noi'29

f) Que lo que existe no es homogeneo con {o bien, no es el genero de) las diez categorias

29 Las aclaraciones de Sharples (1987, p. 1197) con respecto a este libra pueden resultar de interes. Dice el estudioso que este escrito es citado por Alberto Magno, y descrito como: de mente et Deo et materia prima, o bien como de principia incorporeae et corporeae substantiae. No se trata de una obra de Alejandro, ni debe confundirse con su obra De intellectu; tal vez sea considerado espurio por el mismo Alberto.

XXIII

Page 13: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCI6N

g) Sobre Los demonios; De magicis; Sobre los poderes de las piedras; lnterpretaciones alegoricas de historias persua­sivas inventadas que conciernen a los dioses; Sobre la melancolia; Sobre las enfermedades del corazon; Sobre la generacion de formas a partir de nada

3) Espurios: a) Problemata30

b) Sobre Las fiebres31

c) Sobre la Unidad

30 No confundir con Problemas eticos.

31 Sharples (1987, p. 11 99) afirma que el tratado posiblemente es de Alejandro de Trales, pero conjetura (2005, pp. 53-56) que el autor proba­blemente sea el padre hom6nimo de Alejandro de Afrodisia.

XXIV

SOBRE EL DESTINO Y EL DETERMINISMO ANTIGUO

En Sobre el destino, la tesis principal que sostiene Alejandro es que el determinismo, entendido como la idea de que todo lo que ocurre y existe es necesario, es incompatible, en mayor o menor grado, con diversas convicciones que los seres humanos supuestamente tenemos en comun. Dicha incompatibilidad debe entenderse en el sentido de que tales convicciones serfan err6neas si el determinismo fuera cierto. Entre estas convic­ciones estin, por ejemplo, las de que existe el azar (caps. VII­VIII) , de que hay sucesos que ocurren de manera contingente

(cap. IX), de que tiene sentido deliberar acerca de que debemos o no hacer (cap. XI), de que somos responsables de nuestros actos (cap. XII), de que hay acciones que dependen de noso­tros, siendo cstas las que somos igualmente capaces tanto de realizar como de no realizar (caps. XII y XIV), y de que ticnen sentido muchas de nuestras pd.cticas y sentimientos morales y religiosos, como el elogio, la censura, el arrepentimiento y la piedad (caps. XVI-XX, XXVI y XXIX). Todas estas conviccio­nes, piensa Alejandro, sedan falsas si, por alguna raz6n , fuera

cierto que todas las cosas se dan segun destino y rodo lo que se da segun destino ocurre por necesidad. Pero como el error generalizado noes posible, 1 el determinismo tiene que ser fal­

so. Este es el argumento general que sirve de eje al tratado, y

I Cf. muy panicularmente XII, 180, 24ss. Para mas referencias, vease Ia nota 26.

XXV

Page 14: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

de ei se desprende, por lo tanto, que la pregunta sobre que es el determinismo antiguo y de cuales son las razones que llevan a Alejandro a creer en su incompatibilidad con nuestras con­

vicciones, es una pregunta clave para entender que es Sobre el destino.

En la antigiiedad, hubo diferentes defensores del determi­nismo y, por ende, diversos argumentos y razones que se ofre­cieron a su favor. Aunque en este tratado Alejandro nunca se refiere a sus adversarios por su nombre y tampoco establece de forma explfcita y sistematica las importantes diferencias que existen entre las diversas formas de determinismo que el dis­

cute, hay razones para creer que el conoda bien a los autores que critica y las diferencias que los separan entre si. Como veremos en lo que sigue, esto puede apreciarse, hasta cierto punto, a traves de las variaciones con que Alejandro formula el determinismo a lo largo del tratado, y de la diferencia entre los argumentos que el emplea para atacar cada una de sus formas.

De los multiples tipos de determinismo que Alejandro ataca en Sobre el destino, hay al menos tres que podemos identifi­car plenamente porque ocuparon un lugar fundamental en la historia del determinismo antiguo: el megarico, el fatalismo trascendente y el determinismo estoico. Los dos primeros son claramente distintos del tercero y, como veremos, hay buenas razones para creer que Alejandro no los confundio. A estos, conviene aiiadir un cuarto que, si bien no parece estar presente en el tratado, tuvo un lugar igualmente importante que los

otros tres en el debate antiguo: el plenismo de Diodoro Crono. El determinismo megarico, que, como veremos mas ade­

lante, debe su nombre a Ia escuela megarica (ca. 320- ca. 260

XXVI

INTRODUCCION

a. C.),2 sostiene que todo lo que es el caso, siempre es el caso y no puede ser de otro modo y, correlativamente, que todo lo que no es el caso, nunca es el caso y tam poco puede ser de otro

modo. Por ejemplo, la nieve es fria expresa algo que siempre es el caso y no puede ser de otro modo porque Ia nieve siempre es fria y no puede ser caliente si continua siendo nieve. Por la misma razon, la nieve es caliente expresa algo que nunca es

el caso y no puede ser de otro modo. Segun el determinismo megarico, sin embargo, esto se aplica no solo a casos como

estos, sino a todo suceso y todo estado de cosas. Por ejemplo, si esto es rojo, siempre sera rojo y necesario que sea rojo. Asi­mismo, si mi candidato no gana las elecciones presidenciales que hoy se celebran, nunca ganara las elecciones presidenciales y sera imposible que las gane. Estos dos ejemplos indican un rasgo importante del determinismo megarico, a saber, la anulacion de Ia posibilidad de muchos cambios que observamos en el mundo. En efecto, para que ocurra un cambio, lo factico tiene que volverse contrafactico y viceversa. Por ejemplo, mi silla es

roja debe dejar de expresar algo que es el caso (mi silla debe

dejar de ser roja), y mi silla no es roja debe dejar de expresar algo que noes el caso. Si esto ocurre, lo primero expresara un contrafactico y, lo segundo, algo factico. Pero si, como sostie­

ne el determinismo megarico, lo que es el caso, siempre sera el caso y no puede ser de otro modo y lo que no es el caso, nunca sera el caso y no puede ser otro modo, entonces no solo nunca habra cambios, sino que tampoco podra haberlos.

2 Sobre Ia escuela megarica y su relaci6n con Ia escuela llamada "dialec­tica", cf. Sedley, 1977, y Doring, 1989. Adoptamos Ia cronologia propuesta en Dorandi, 1999.

XXVII

Page 15: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

El cambia, como dijimos antes, serfa imposible, cosa que otros deterministas, entre ellos, los estoicos, jamas sostuvieron.

En ellibro IX, capitulo III de la Metafisica, Arist6teles atri­buye este determinismo radical a Ia escuela megarica, a Ia cual adscribe, en 1074al4, Ia creencia de que, como consecuencia, el cambia es imposible. Uno de los ejemplos que el ofrece, y que quizas proviene de los propios megaricos, es bastante sugerente: puesto que "algo solo puede actuar cuando actua, y, cuando no actua, no puede actuar" (1046b29-30), "lo que esd de pie, siempre estara de pie, y lo que esta sentado,

siempre estara sentado, puesto que es imposible que se ponga de pie el que es incapaz de ponerse de pie" (1047a15-17). En el caso de Alejandro, el determinismo megarico figura en el capitulo IX de Sobre el destino. 3 En efecto, el blanco de sus crfticas en este capitulo es la idea de que los movimientos que realizamos "nunca pueden ser llevados a cabo por nosotros de manera distinta" (1 75, 13) y de que, mas generalmente, las cosas carecen de la "capacidad de cambia al estado contrario

del que se encuentran" (175, 16-17) . Si bien en este capitulo Alejandro no se refiere a los megaricos por su nombre, es muy probable que pretende referirse a ellos implicitamente, como puede sugerirlo el hecho de que alude exactamente a los mis­mos ejemplos que aparecen en Arist6teles cuando este discute explicitamente sus tesis: "asimismo tambien esto es posible:

que quien esta sentado, se ponga de pie, y que quien se mueve, se detenga, y que quien habla, calle" (175, 22-23).4

3 La acribuci6n de Ia teo ria que sirve de blanco a Alejandro en el cap. IX es ampliamente discutida en Sharples, 1975 .

4 Cf. Donini, 1977, pp. 183ss., quien argumenta a favor de que Alejan-

XXVIII

INTRODUCCION

El fatalismo trascendente es otro de los tipos claramente identificables de determinismo que aparece en Sobre el destino.

Su rasgo definitorio es la idea de que el futuro esta fijado de

modo tal que los sucesos y estados que ocurriran en el habran de ocurrir sin importar lo que de hecho ocurra en el presente.

Por ejemplo, si estoy enfermo pero he de convalecer, entonces convalecere tanto si acudo como si no acudo a un medico. En este sentido, son inevitables. Una consecuencia general de esta clase de inevitabilidad es que la realizaci6n de un suceso o un estado de cosas en un momenta dado no depende causalmente de los sucesos y estados que ocurren antes en el tiempo. El vinculo causal que parece existir entre pasado y presente, y entre presente y futuro , seria una ilusi6n. Ahora bien, esta idea admite dos lecturas distintas que conviene distinguir.

(A) Para to do succso presente P y to do suceso futuro prede­terminado F tales que P aparentcmente ex plica por que ocurre F, F halmi de darse aun cuando P no sc diera, en el entendido de que Pes contigente (csto es, P puede no darse en el prcscn­te), y de que siP no se diera, F se dada de todas formas.

(B) Para todo suceso presente Py todo suceso futuro prede­terminado F tales que P aparentemente explica por que ocurre F, tanto P como F son neccsarios (ambos tienen que darsc),

pero F no se dara porque se da P, esto es, aun cuando es nc­cesario que ambos se den, no existe realmente una relaci6n explicativa entre F y P.

dro tiene en mente a los megiricos. Esta interpretacion ha sido criticada por Sharples (200 1, p. 541), quien argumenra que en el capitulo IX Alejandro pretende referirse a los estoicos y confunde su posmra con Ia de los megi­ricos.

XXIX

Page 16: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

En ambas lecturas, ningun suceso futuro predeterminado depender!a, en realidad, de que se den los sucesos presentes que ewin aparentemente relacionados con el de modo causal. En (A), hallamos, adem:is, la tesis de que, a diferencia de los sucesos futuros, los cuales son necesarios, los sucesos pre­sentes son contingentes, pues pueden no darse. Los sucesos futuros estar!an subdeterminados por el conjunto de factores

causales que parecen explicar por que ocurren, en el sentido de que tales sucesos futuros ocurrir:in aun cuando no se den estos factores presentes y en el entendido de que dichos factores pueden no darse: Abel morir:i asesinado aun cuando no sea Cain quien lo asesine (y puede que no sea Cain quien lo asesi­ne). Con ello, (A) tambien presupone que no hay una simetria modal entre el presente y el futuro: los sucesos presentes son

contingentes mientras que los futuros son necesarios. La lectu­ra (B), en cambia, no acepta esta falta de simetr!a. Segun ella,

los sucesos futuros y los presentes son igualmente necesarios (el que Cain asesine a Abeles tan necesario como el que Abel muera asesinado). Por lo tanto, los primeros no est:in subdeter­

minados por los segundos en el sentido anterior. Lo unico que afirma (B) es que, para el fatalista, la relaci6n entre ellos no es realmente explicativa: aunque ambos son igualmente necesa­rios, los sucesos futuros nose dan debido a los presentes.5

En su lectura (A), el fatalismo trascendente da lugar a un problema que en la epoca helenistica recibi6 el nombre de argos logos o "argumento perezoso", pero que, como veremos

en un instante, ya aparece en Arist6teles. 6 El problema puede

5 Para un estudio mas detallado de esta diferencia, cf. Salles, 2004. 6 Adem as de las referencias a Aristoteles y Alejandro que damos mas abajo

XXX

INTRODUCCION

resumirse asi: si el fatalismo trascendente es correcto y lo que tiene que ocurrir en el futuro habr:i de ocurrir independiente­mente de lo que ocurra en el presente (en cualquiera de los sen­

tidos anteriores), entonces <que sentido tiene esforzarse?, <por que mejor no cruzarse de brazos y esperar a que suceda lo que tiene que ocurrir? En pocas palabras, el fatalismo trascendente alienta la inacci6n porque anula una de nuestras principales

motivaciones para actuar: la creencia de que el resultado de nuestras acciones se dagracias a nuestras acciones en el sentido

de que, sino fuera por elias y porque podriamos no realizarlas, su resultado tampoco se alcanzar!a.

La tesis de que el fatalismo trascendente alienta la inacci6n figura ya en Arist6teles. En el capitulo IX de su tratado De

Interpretatione (18b26-33), afirma que:

si para toda afirmacion y negacion [ ... ] es necesario que uno de los opuestos <ya> sea verdadero y el otro falso [ ... ] no harfa falta deliberar ni tomarse Ia molestia de hacer nada (en el supuesto de que si hacemos esta cosa, esta otra ocurrira, pero si no esta, Ia otra no ocurrira).

En otras palabras, si el fatalismo fuera verdadero, nuestras

deliberaciones y esfuerzos sedan superfluos porque las con­secuencias que estos tienen ocurririan de todas formas, esto es, aun cuando no nos esforz:iramos ni deliberaramos. Pero entonces <para que deliberamos y nos esforzamos? En Aris­t6teles, sin embargo, no es claro cu:il de la dos lecturas, (A) o (B), el adopta.

sobre el fatalismo trascendente y el argos logos, cf. Eusebio, PE, 6.6.9-10, Ciceron, F, 28-29 y Origenes, C. Cel., 342, 62-71.

XXXI

Page 17: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

I til I

INTRODUCCION

En Sobre el destino, Alejandro Iidia con este problema en varias ocasiones (XI, 179, 12-28; XVI, 186, 20-187, 9; XVII,

188, 1lss.). En todas elias, ei lo formula en terminos muy pa­recidos a los de Aristoteles. En el primero de estos pasajes, por ejemplo, Alejandro argumenta que, si nuestras acciones tuvie­ran una causa predeterminada anterior a nuestra decision de

realizarlas y a Ia deliberacion que llevamos a cabo para tomar esa decision, entonces, en ese caso, no obtendriamos "ninguna

ventaja'' de habernos tomado Ia molestia de deliberar, pues ha­briamos realizado las acciones de todas formas. En sus propias palabras,

seria necesario que hicieramos, incluso despues de haber delibera­do, aquello que hubieramos hecho sin haber deliberado, de mane­ra que, por haber deliberado, no obtendriamos ninguna ventaja del solo hecho de haber deliberado.

En estas lfneas tambien se insinua la versi6n (A) del fatalis­mo trascendente. En elias, en efecto, se sugiere que, cuando deliberamos, podemos no deliberar, como si, a diferencia de Ia

acci6n que realizamos, Ia cual es necesaria por tener una causa predeterminada, nuestra deliberacion -el realizarla o no­fuera contingente. Por consiguiente, tendriamos en vano Ia capacidad de deliberar (178, 8-15). A diferencia del capitulo XI, el capitulo XVI (186, 20-187, 1) hace referenda de modo explicito a Ia idea de que tal teo ria alienta Ia inacci6n: si creye­ramos en ella, afirma Alejandro, rehuidamos "cuantas cosas se

dan con algun esfuerzo y atenci6n". El determinismo estoico tambien esti presente en Sobre el

destino, y, segun se ha apuntado en la literatura especializada

XXXII

INTRODUCCION

reciente, representa, si bien no el unico, ciertamente el prin­cipal blanco de Alejandro en el tratado.7 La tesis central del

determinismo estoico es que todo suceso y todo estado de co­sas que se da es causalmente necesario, en el sentido de que, dada su causa, este se da necesariamente. Esta tesis se infiere a partir de dos tesis mas espedficas sobre Ia naturaleza de Ia cau­salidad: (a) todo suceso y todo estado de cosas que se da tiene una causa y (b) toda causa es suficiente para que se de el efecto que produce. En palabras de Zenon de Citio (344-262 a. C.), fundador de Ia escuela estoica: "es imposible que este presente Ia causa y nose de aquello de lo cual es causa''. 8 El argumento sobre el cual se apoya Ia tesis (a) proviene de Crisipo (ca. 280- ca. 206 a. C.), tercer escolarca de la escuela, quien pretende inferir

esa tesis sobre Ia base de una defensa del principio de bivalen­cia ("toda proposici6n cs, o bien, verdadera, o bien, falsa'') y

su aplicacion a proposiciones que se refieren al futuro. Este no cs cllugar para desarrollar un estudio pormenorizado de este importantc argumento,'! pero cabe aqui resumir su idea recto­

ra. Si las proposiciones que se refieren al futuro ya poseen un valor de verdad, como sosticne Crisipo, entonces los sucesos y estados futuros que elias afirman deben tener una causa en el presente, lo cual explica que dichas proposiciones ya tengan valor de verdad. Si Ia proposici6n es falsa, tiene que haber

7 Cf. muy especialmente Sharples, 1983, pp. 3-14; Narali, 1996, pp. 59-103; Bobzien, 1998a, cap. 8 y Salles, 2006, pp. 111-137.

8 Cf. Estobeo, E, 1. 138, 16-17 (SVF, 1. 89; LS, 55A). 9 Para ello se puede consulrar Salles, 2006, pp. 29-48. Uno de los estudios

recientes mas importanres sobre este argumento y sobre argumentos afines en Ia antigiiedad es Gaskin, 1995.

XXXIII

Page 18: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCI6N

en eL presence una causa de que no vaya a ocurrir el suceso o estado en cuesti6n, Ia cual explique por que no ocurrid.. Si

Ia proposici6n es verdadera, en cambio, tiene que haber una causa en el presence de que el suceso o estado vaya a ocurrir, Ia cual explica por que ocurrid.. Considerando, ademas, que en el

pasado el presente era futuro, todo suceso o estado que ocurre en el presence tiene que tener, a su vez, una causa en el pasa­do.10 Por esta raz6n todo lo que ocurre segun destino, piensan los estoicos, ocurre por necesidad. 11 Los estoicos identifican al destino con la red completa de causas que une a Ia totalidad

del presente con el pasado y a Ia totalidad del futuro con el presente. 12 Es una tesis que el propio Alejandro, al registrarla en un famoso pasaje del capitulo XXII de Sobre el destino ( 192, 3-11), parece identificar con Ia idea rectora del determinismo estoico. Con esra tesis, sin embargo, los estoicos esrablecen Ia profunda diferencia que existe entre su fatalismo y el faralismo trascendente que es objeto de las criticas del argos logos.

La tesis (b), en cambia, encuentra sustento en Ia doctrina

estoica del eterno retorno, pues de ella se deduce que toda re­laci6n causal particular es necesaria en virtud de hallarse bajo regularidades estrictas, y esta tesis, a su vez, implica que todo efecto particular se sigue necesariamente de la causa particular que lo produce, que es lo que afirma (b). 13 En ocasiones, loses-

10 La principal fuente antigua de este argumento es Cicer6n, F, 26. Para referencias complementarias, cf. Salles, 2006, p. 32 nn. 8 y 9.

11 Este asunto se discute a fondo en Frede, 1982. 12 Cf. Cicer6n, F, 44 y Top. , 59, asi como Plutarco, SR, 1055F y Aulo

Gelio, NA, VII, ii, 7-10. 13 Sobre este asunto, cf. Salles, 2006, pp. 49-61.

XXXIV

INTRODUCCI6N

toicos recurren ala idea de dios y al concepto de co nacimiento anticipado para argumentar a favor del determinismo: dado que el conocimienco ancicipado de que un suceso o estado de cosas futuro va a darse, implica que este tiene necesariamente que darse, y dado tambier{ que dios es omnisciente, se sigue que es necesario todo lo que ha de darse en el futuro, y, mutatis mu­

tandis, necesario tambien todo lo que se da en el presente. 14

El principal presupuesto de este argumento -la tesis de que dios conoce todo lo que sucederi en el futuro- tiene como fundamento la doctrina del eterno retorno. Segun los defen­sores de la version mas fuerte de esta doctrina, dios deriva su conocimiento de este cosmos y, en particular, de su futuro, a partir del conocimienro que tiene de los ciclos pasados. 15

Ademas de determinista, el fatalismo estoico es compati­bilista, esto es, pretende ser compatible con la posibilidad de

acciones responsables y, en general, de acciones que dependen de nosotros o "cstin en nuestro poder" (E<p' iJJJiv) . En Sobre

el destino, aparecen por lo mcnos dos tcorias compatibilistas

esroicas. La primera es la que figura en el capitulo XIII y, pos­teriormente, en el XXXVI. Segun ella, "depende de nosotros

11 Cf. Crisipo ap. Calcidio, in Tim. citado en SVF, II, 943. Vease tambien Cicer6n, div., 2.17-18 (SVF, II, 944). Alejandro se refiere a esta tesis en XXX, 200, 12 ss. y XXXI , 201, 32 ss.

1' Cf. Nemesio, N, 111,26-112, 1. Se discute este aspecto de Ia teoriaen Salles, 2006, pp. 58-59. Para una reconstrucci6n completa del dererminismo estoico, aunque distinta de Ia que se esboz6 aqui, vease Bobzien, 1998a. Otros aspectos del determinismo estoico a los cuales Alejandro ram bien alu­de en el tratado son: Ia tesis de Ia identidad entre dios y destino (XXII, 192, 25-28) y Ia idea de que las demas entidades del mundo natural existen para bien del ser humano (XXVIII, 199, 25-28).

XXXV

Page 19: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCI6N

lo que sucede a traves de nosotros" (181, 14: eq> ' Ji11lv dva1

To YIVO!lEvov 81' iJ11wv), siendo que lo que sucede a traves de nosotros, segun lo aclara un escolio en uno de los codices, sucede por destino ('locus bel f..Eye1v Aeyovmv eq>' iJ11Iv dvm To

tm6 TE Tiis ei llOPilEVT)S YIVO!levov wl 81 ' iJ11wv) y, en conse­cuencia, por necesidad. El autor de esta teoria es muy pro­bablemente Crisipo. 16 La raz6n que parece aducir a favor del compatibilismo no es del todo clara, pues en el texto en ningun momenta se indica de modo explicito ni que significa que algo suceda por destino "a traves de" nosotros ni por que depende de nosotros lo que sucede por destino a traves de nosotros. Pero algo que sf es claro es que, segtm esta teorfa estoica, la realizaci6n de cosas que dependen de nosotros no supone la capacidad de acciones alternativas. 17

Segun lo apunra el propio Alejandro, los defensores de esta teorfa "eliminan el poder que tiene el ser humano de elegir y de hacer cos as opuestas" (181, 13~ 14).

La otra teoda compatibilista claramente atribuible a los es­toicos dentro del tratado, aparece en el capitulo XXXIII. En esta, se argumenta que dependen de un agente todas aquellas acciones y actividades que sedan segun sus impulsos (205, 3:

' 6 Cf. Salles, 2006, pp. 111-137. 17 Esra reoria rambien figura en el capitulo 35 del narado N de Nemesio

de Emesa de principios del siglo v d. C. Para una discusi6n pormenorizada del conrenido y el origien crisipiano de esta reoria, cf. Salles, 2006, pp. 87-137. En riempos recientes, Bobzien ha sostenido que esta teo ria debe atribuirse no a Crisipo sino a Fil6pator, fil6sofo estoico cuyo floruit se sinia entre los aiios SO y 140 d. C. y que, en general, seria el blanco de las criticas del narado en su conjunto (cf. Bobzien, 1998a, pp. 359-370 asi como, antes de ella, Theiler, 1946, pp. 65-67 y Frede, 1982, pp. 276-7 y 298 n. 38).

XXXVI

INT RODUCCI6N

Tiav To Ka8' op11f]v y1V611evov eTil Tots 6p11wmv elvm, y 8-9: Tiav To

Ka8' OPilfJV YIVO!lEVOV ElTt TOt) OlJTC.U) evepyovmv elvm). A diferen­cia de lo que observamos en la primera teorfa, se aiiade la idea

de que dichas acciones dependen de nosotros porque pueden, o bien, darse, o bien, no darse por nosotros (205, 10-11: To

TOIOVTOV e<p 'i]lltV, 8 8vvaTOV v<p'TJilWV yeveo8m TE KalllfJ). 18 Por lo

tanto, esperadamos de parte de los defensores de esta segunda teoda una explicaci6n de por que, contrariamente a lo que piensa Alejandro, esta doble posibilidad, equivalente ala capaci­dad de acciones alternativas, es compatible con el determinis­mo. No se nos ofrece esta explicaci6n, aunque Crisipo aduce en otro contexto -el de su teorfa de la modalidad- buenas razones para creer que las dos cosas son perfectamente com­patibles. 1'

1 Esto podria apoyar la hip6tesis de que esta segunda rcoria tambien es crisipiana.

A estos trcs tipos de detcrminismo, megarico, trascendente y estoico, Alejandro dirije scndas objeciones apoyandose en ideas peripateticas e, incluso, como ahora veremos, en objecio­

nes antideterministas que el propio Arist6teles habfa formula­do. Contra el determinismo megarico, tanto Arist6teles (Met., IX, 3, 1047a18) como Alejandro (Sobre el destino, 175, 8) se

limitan a argumentar que es contrario a los hechos evidentes, esto es, a nuestra experiencia del mundo. En cierto sentido, el argumento carece de fuerza, pues los megaricos hubieran

18 Sin embargo, es posible que originalmente esta tesis no hiciera parte de Ia teoria aqui expuesta. Para una discusi6n derallada de este problema, cf. Bobzien, 1998, pp. 144-145 y Salles, 2006, pp. 139-162.

19 Para Ia teo ria modal de Crisipo, cf. Boecio, in Ar. int., 2, 234, 27-235, 4 y DL, 7, 75-76.

XXXVII

Page 20: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

podido responder, siguiendo a Parmenides y los eleaticos, que el cambio que vemos en el mundo es una mera ilusi6n.

La principal objeci6n de Alejandro contra el fatalismo tras­cendente es teleol6gica (XI, 178, 8-17 y XIV, 185, 2-7). Si fue­ra cierto, tendriamos en vano la capacidad de deliberar, esto es, no haria diferencia alguna que la tuvieramos o no, lo cual, sin embargo, es teleol6gicamente imposible. En efecto, argumenta

Alejandro, el hecho de que tengamos esa capacidad no es una mera consecuencia fortuita o concomitante de fines naturales,

sino un fin natural en sf mismo (que es como interpretamos Ia noci6n de "cosa principal" -Ta rrpoT]yovi-IEVa- en los pasajes antes mencionados); por lo tanto, dado que la naturaleza no produce ninguno de sus fines en vano, es imposible que tenga­mos en vano Ia capacidad de deliberar. Dada esta imposibilidad

teleol6gica, el fatalismo trascendente no puede ser cierto. Contrariamente a lo que han supuesto algunos estudiosos

contemporaneos de Sobre el destino, 20 es muy posible que, al

formular esta critica a! fatalismo trascendente, Alejandro no haya tenido en mente a los estoicos, sino a otros fil6sofos fa-

20 Esto va en contra de Ia interpretacion tradicional de Alejandro. Nos referimos sobre todo a aquellos estudiosos que tienden a identificar el blanco de las criticas del tratado en su con junto con los estoicos en general. Cf. muy particularmente Long, 1970, p. 247; Sharples, 1983, pp. 139-141 y 2001, pp. 517 y 540. Pero lo que sostenemos tambien va en contra de quienes argumentan que el blanco del tratado en su conjunto es algun estoico en particular, como es el caso de Schmekel, quien sostiene que ese blanco es Antipater de Tarso, disdpulo de Crisipo (Schmekel, 1946, pp. 273-284) y, segun ya lo apuntamos en nota anterior, el caso tambien de Theiler (1946, pp. 65-67), Frede (1982, pp. 276-7 y 298 n. 38) y Bobzien (1998a, pp. 359-370), quienes afirman que este blanco es Fil6pator, un estoico tardio desconocido del siglo 1 d. C.

XXXVIII

INTRODUCCION

talistas distintos de los estoicos y anteriores a ellos. El simple hecho de que Arist6teles (De lnterpretatione, IX) se refiera al fatalismo trascendente, implica que se trata de una forma de determinismo anterior, 0 por lo menos contemporanea, a el; por consiguiente, no es necesario suponer que, siempre que Alejandro piensa en el fatalismo, piensa en los estoicos: muy bien puede tener en mente a los adversarios de Arist6teles.

A Ia critica de Alejandro contra el fatalismo trascendente, cabe aiiadir otra que, si bien no esta presente ni en Alejandro ni en Arist6teles, nos parece contundente. Segun la lectura (A) a la cual nos referimos mas arriba, Ia principal debilidad del argos logos radica en Ia asimetria que establece entre presente y futuro. Esta asimetrfa conlleva una incoherencia porque, en el pasado, el presente estaba en el futuro, de lo cual se sigue que, en el pasado, el presente estuvo predeterminado del mis­mo modo en que ahora lo esta supuestamente el futuro. Por consiguiente, contra lo que supone la lectura (A), el presente no puede ser contingente si el futuro es necesario. La falta de

simetrfa modal entre presente y futuro que postula la lectura (A) del fatalismo trascendente, es una imposibilidad concep­tual. Esto implica que esta lectura, la cual sirve de fundamento a! argos logos, es, por sf sola, l6gicamente inconsistente.

Contra el determinismo estoico, Alejandro formula diver­sas criticas. Una de las mas interesantes aparece en el capitulo XXI y tambien se aplica a otras formas de determinismo: por razones practicas relacionadas con como debemos conducir

nuestra vida, serfa preferible que, en un mundo determinista, creyeramos falsamente en el indeterminismo; que, en un mun­

do indeterminista, creyeramos falsamente en el determinismo;

XXXIX

Page 21: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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INTRODUCCI6N

por lo tanto , argumenta Alejandro, aun cuando no pudiera es­tablecerse con toda seguridad que el mundo es indeterminista, mas vale creer en el indeterminismo que en el determinismo.21

Tambien es importante la cdtica que Alejandro desarrolla en los capftulos XXX y XXXI a la idea estoica segun la cual, pues­

to que dios tiene conocimiento anticipado del futuro, todo lo que sucedera, sucederi necesariamente. Segun Alejandro, una cosa no implica la otra.22 Pero, segun dijimos al principia, la principal crftica de Alejandro contra el determinismo estoico consiste en que, si este fuera verdadero, se cancelada la res­ponsabilidad moral y legal. La tesis de que el determinismo en general, y el estoico en particular, es incompatible con la ads­cripci6n justificada de responsabilidad a otras personas o a uno mismo, figura en los capitulos del tratado dedicados ala teoda de la acci6n (XI-XV). 23 En ellos, en efecto, se argumenta que,

si todo sucediera segun destino y, por tanto, como afirman los estoicos, por necesidad, entonces nada dependerfa de noso­tros, pues algo solo puede depender de nosotros si tenemos la capacidad de realizarlo o no, y dicha capacidad se anulada si es necesario todo lo que se da.24 Dada esta incompatibilidad,

2 1 Sobre esre argumenro y su parecido con el argumenro pascaliano de Ia apuesra. Weidemann, 1999, pp. 308ss.; Narali , 1996, p. 266 y Sharples, 200 1, p. 515. Para el rexto del argumenro de Pascal, Pensees, 418 (Gouhier­Lafuma, 1980, pp. 550-551).

22 El argumento de Alejandro se discute ampliamente en Gaskin, 199 5. Yease tambien Sharples, 1983, ad. foe.

23 Aunque fuera de estos capitulos tambien haya referencias importantes a esta criticas. Cf. XVI, 187, 8-30; XVIII, 188, 22-189, 4; XIX, 189, 11-190, 19; XX, 190, 26 y XXVII, 198 , 24.

24 Cf. 180, 3-7; 181, 7-12; 182,20-31 y 183, 16-21.

XL

INTRODUCCI6N

si el determinismo estoico fuera correcto, se cancelada la res­ponsabilidad que supuestamente tenemos por nuestros actos, pues solo somos responsables de aquellos actos que dependen de nosotros. Segun Alejandro, la cancelacion de la responsa­bilidad es una consecuencia inaceptable del determinismo es­

toico y, dado que algo con consecuencias inaceptables es ello mismo inaceptable, el determinismo estoico, sostiene Alejan­

dro, queda refutado. Pero 2por que piensa Alejandro que es inaceptable que no seamos responsables de nuestros actos? La razon que aduce es que, de hecho, creemos que lo somos, y, segun lo apuntamos al principia, Alejandro sostiene que una teorfa contraria a concepciones que son comunes a todos los seres humanos, solo puede ser falsa. 25 En general , Alejandro, para criticar a los dcterministas, recurre varias veces en Sobre el destino a lo que es comunmente aceptado y evidente. 26

Contrariamente a lo que han supuesto algunos estudiosos recientes de Ia etica antigua,27 la idea incompatibilista sobre la que descansa el argumento de Alejandro ya se halla en Aris­toteles y, al defenderla contra los estoicos, Alejandro hace uso de ideas que Arist6teles ya habfa empleado.28 Una pregunta filosofica que cabe hacerse, sin embargo, es la de si Arist6teles

25 Cf por ejemplo XII, 180, 23-1 81, 7. 26 Comunmente aceprado: VII, 172, 4; XI, 178, 17; XII, 180, 24; XIV,

182, 20; XIX, 189, 11 y 190, 4; XXVI, 196, 13; XXXII, 204, 25 (cf Man­tissa, 179, 26; 182, 6; 183, 1 y 186, 4) . Evideme: VII, 172, 1-3; IX, 175, 8; XII, 180, 23; XVI, 186, 22; XXII, 191, 28; XXVI, 196, 13-21; XXX, 20 1, 6; XXXVIII, 212,3 (cf. Mantissa, 175, 1 y 183,7 y 24).

27 Cf. muy particularmente Bobzien, 1998b. 28 Se desarrolla esta idea in extenso en Salles, 2007.

XLI

Page 22: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCION

y Alejandro tienen razon en sostener que la capacidad de reali­zar acciones alternativas que supuestamente se requiere para la responsabilidad moral es realmente incompatible con la nece­sidad causal. Es importance notar aqui que Aristoteles mismo parece haber dudado de su propio incompatibilismo al propo­ner en Met., IX, 5 (1048al3-24) un concepto de capacidad a

todas luces compatible con el determinismo causal. 29

Por ultimo, nos referiremos al plenismo de Diodoro Crono, lider de la escuela diahSctica y algunos afi.os mas joven que Aris­t6teles.30 A diferencia de los otros tres tipos de determinismo, no es clara la presencia de este en el tratado de Alejandro. Aun asi conviene mencionarlo en esta introduccion por su gran

importancia en la antigi.iedad. El plenismo es la tesis de que un estado actualmente contra­

factico es posible solo si es o se vuelve factico en algun momen­to. Por ejemplo, Ia proposici6n Estoy en Corinto expresa algo posible solo si o bien estoy en Corinto ahora o bien estare en Corinto en algun momenta del futuro. Si nunca voy a Corin­to en mi vida, la proposici6n expresa una imposibilidad. En efecro, segun eL plenismo, es imposible lo que es contrafactico en todo momenta (y, en consecuencia, necesario lo que nunca es contrafactico). Esta tesis, que deriva su nombre del fil6sofo A. Lovejoy,31 parece haber tenido en Arist6teles uno de sus

29 Sobre esce asunco, vease Salles, 2007. 30 Arist6teles muere en 322 a. C. y segun Sedley (1977) , a quien segui­

mos, Ia accividad filos6flca de Di6doro Crono en Arenas y Alejandrfa se extiende de 315 a ca. 284.

31 Cf. Lovejoy, 1936, p. 52.

XLII

INTRODUCCION

defensores mas antiguos.32 Pero fue Di6doro Crono el primero en sistematizarla. La unica version completa que tenemos del sistema modal de Diodoro figura en Boecio (in Ar. int., 2, 234, 22-6):

Di6doro derermina que es posible lo que o bien es <verdadero> o bien sera <verdadero>; es imposible lo que, siendo falso, no sera verdadero; es necesario Io que, siendo verdadero, no sera falso , y no-necesario lo que 0 bien ya es 0 bien sera falso .33

Segun lo indican estas lineas, el sistema de Diodoro, a diferen­cia del estoico y del megarico, no afirma ni sugiere que todo lo factico (o toda proposicion verdadera) sea necesario. Puede haber sucesos o estados facticos que, no obstante, son contin­gences, a saber, aquellos que, siendo facticos en el presente (o habiendolo sido en el pasado), dejaran de ser facticos en algun momenta del futuro. Lo que el sistema de Diodoro prohibe es simplemente que existan cosas que son posibles a pesar de ser contrafacricas en todo momenta. Segun dijimos, una pro­posicion es posible si y solo si 0 bien es verdadera 0 bien sera verdadera. Contra los megaricos, quienes argumentarian que es imposible que yo vaya a Atenas si no estoy yendo a Arenas,

32 Hay pruebas claras de que, para Arist6teles, es necesario lo que siem­pre es el caso. Yease cael., I, 12, int. 19a9-18, Phys., 196b10-21, 203b30, 221b25-222a9 y GC, 335a33-b3, 337b7-13, 337b35-338a3. Este tema se discute ampliamente en Gaskin, 1995, pp. 75-78.

33 Diodorus possibile esse determinat, quod aut est aut erit, inpossibile, quod

cum falsum sit not erit verum; necessarium, quod cum verum sit non erit falsum, non necessarium, quod aut iam est aut erit falsum. Vease tam bien Cicer6n, F, 17; Plutarco, SR, 1055E; Epicteto, D, 2.19.1; Alejandro, in Ar. apr., 183, 34-184, 6; Boecio, inAr. int., 2, 412, 16-17.

XLIII

Page 23: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCI6N

Di6doro afirmaria lo contrario, pues para que sea posible que yo vaya aAtenas basta que yo vaya aAtenas en algun momento

de mi vida, el cual puede ser distinto del presente. Aun asi, el plenismo tiene al menos una consecuencia

determinista de gran peso, Ia cual se refiere a Ia posibilidad de actuar de otro. Esta posibilidad, piensan Arist6teles y Ale­jandro, es indispensable para la responsabilidad: solo puedo ser responsable de un acto que lleve a cabo si, al momento de realizarlo, pude acti.lar de otro modo. Pero si el sistema modal de Di6doro fuera correcto, esa posibilidad se cancela. Para tamar un ejemplo, del sistema de Di6doro se seguiria

que una proposici6n como Voy a mis clases el 16 de enero de 2009 expresa una imposibilidad si ese dia falto a mis clases,

pues, en ese caso, la proposici6n Falto a mis clases el 16 de enero de 2009 siempre es verdadera y Ia proposici6n Voy a mis clases e/16 de enero de 2009 siempre es falsa. Por lo tanto, si Di6doro tiene raz6n, el 16 de enero de 2009 no tengo otra opci6n mas que faltar a mis clases, lo cual me quitaria toda

responsabilidad por esa falta. A pesar de esta consecuencia determinista, el plenismo de

Di6doro no es objeto de discusi6n en Sobre el destino. Excep­tuando una posible referencia indirecta a el en el capitulo X (177, 8-9), Alejandro no Iidia con ei en el tratado. Pero por las razones que acabamos de aducir, el plenismo de Di6doro seria claramente incompatible con la responsibilidad tal como Aristoteles y Alejandro Ia conciben.

Para terminar, es importante hacer hincapie en que, si bien

Alejandro es un antideterminista, en los capitulos II-VI de So­bre el destino se desarrolla y defiende la tesis de que, en cierto

XLIV

INTRODUCCI6N

sentido, existe el destino y que este rige nuestras vidas.34 No hay ninguna contradiccion entre esta teoria del destino, la cual

Alejandro presenta como la posicion oficial de los peripateticos sobre el destino (171, 16-17: i] mpl Etj..lapj..lEVTJS KaTa TOVS cnro

TOV Tiepmcnov Ml;a) y el ataque que el mismo dirige contra el determinismo en el resto del tratado. 35 En efecto, el blanco

de este ataque es el concepto de necesidad, el cual no figura en la teot·fa del destino que el defiende. En esto radica precisa­mente la principal diferencia entre el fatalismo peripatetico de Alejandro y otras formas de fatalismo antiguo, en particular el trascendente y el estoico. Segun lo afirma en su exposici6n, el que una actividad o acci6n ocurra segun destino solo implica que esta de acuerdo con la naruraleza propia del agente, pero en el en­tendido de que noes necesario que un agente actue de acuerdo con su propia naturaleza, pues, de modo general, piensa el, lo que se dade acuerdo con Ia naturaleza propia de algo nose da por necesidad ( 169, 29: Ta YlVOj..lEVa KaT a <pVOlV OVK es 6:vayKTJS

"4 Para una exposicion pormenorizada del faralismo de Alejandro en So­

bre el destino, cf. Sharples, 2001, pp. 523-533. El propio Arisr6reles no riene una teoria del destino y, de hecho, el termino EillOPilEVT] (o derivados) solo figura en rres pasajes del corpus (Poet., 1455all ; Phys., 230a32 y Meteor., 352a29). Por otra parte, no parece haber sido Alejandro, sino, mucho antes, Teofrasto, el primer periparetico en desarrollar algun tipo de faralismo (cf. Sharples, 2001, pp. 528-529 nn. 122-128 yThillet, 1984, pp. civ-cv) .

35 En esto nos apartamos de Donini. Cf. Donini, 197 4, p. 171: "fa secon­da parte del trattato esiste e si giustifica unicamente perche la dottrina esposita nella primera parte e da Alessandro abbandonata e contradetta", y Donini, 1987, pp. 1244-1247. Tanto Thillet como Sharples, a diferencia de Do­nini, piensan, por las razones que mencionamos, que no hay conrradiccion. Cf. Thiller, 1984, pp. cxv-cxxi y Sharples, 2001, pp. 529-530.

XLV

Page 24: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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INTRODUCCION

yivETm) .36 Por ejemplo, Ia constitucion natural de nuestro cuer­po y de nuestra alma puede fijar nuestro destino en el sentido de que determinan desde un principia el rango de acciones que para nosotros es natural realizar, as{ como el rango de ma­

les y desgracias que para nosotros es natural padecer. Pero no requieren que actuemos necesariamente de cierto modo o que padezcamos necesariamente ciertas cosas. Esto deja abierto un

I . 1 37 margen para actuar inc uso contra nuestra prop1a natura eza. Desde este perspectiva, tendrfamos, por ejemplo, Ia capacidad de realizar acciones alternativas, Ia cual, piensa Alejandro, es indispensable para Ia responsabilidad. La teorfa peripatetica del destino pretende ser compatible con Ia responsabilidad justamente por el hecho de que, a diferencia de las teorias de sus adversarios a las cuales nos hemos referido antes, no se fundamente en el concepto de necesidad. Alejandro se aparta de forma nitida de las teorias deterministas respecto de aquello mismo que, segun el, impide a estas ultimas dar cabida a nues­

tras convicciones eticas y religiosas mas basicas.

36 Al respecto, vease Thillet, 1984, p. cxvii: "Tout d' abord, cette fatalite

de Ia destinee individuelle est de l' ordre de 'plus souvent'- qui se distingue tout

a fait de Ia necessite".

37 Sabre este asunto espedfico, vease el ejemplo que se ofrece en 173. 23-25.

XLVI

ARGUMENTACION Y RETORICA EN SOBRE EL DESTINO

NATURALEZA DEL TRATADO

El tratado Sobre el destino de Alejandro de Afrodisia tiene como tema, segun el capitulo primero, "Ia doctrina que acerca del destino y de lo que depende de nosotros tiene Aristoteles" ,1

pero, como sefi.ala el autor mismo algunas lineas mas abajo, "no es facil en un solo libro hacer conocidas todas las cosas, tanto

las que nos propusimos como aquellos elementos que uno usa para explicarlas"; incluso, al final dellibro, precisa que se ex­pusieron, solamente, "los principales elementos" (Kecpa!.ma).

Asf pues, no hay que esperar exhaustividad. Alejandro afirma que el tcma que va a tratar es importante, porque noes inferior a otros; que la utilidad de Ia doctrina aristotelica est:i en todas partes y se extiende sabre rodas las casas, por las consecuen­

cias que se siguen de creer o no que todo lo que ocurre se da necesariamente, y tambien sostiene que descubrir Ia verdad de la doctrina es difkil, porque las distintas opiniones se ven impugnadas por los hechos.

Ellibro es Ia primicia de Ia gestion de Alejandro como dia­doco de la escuela peripatetica, cuyo nombramiento fue otor­gado por los emperadores. El respeto mostrado por el autor

1 Tambien en el ultimo capitulo, Alejandro conduye: "Estos son, para vosotros, divinlsimos emperadores, los principales elementos, segun mi opi­nion, de Ia doctrina de Arist6teles acerca del destino y de lo que depende de nosotros".

XLVII

Page 25: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

INTRODUCCI6N

hacia sus patrones podda parecer exagerado, pues Alejandro los com para con la divinidad y a su libro con una ofrenda, pero Alejandro tambien ha dejado muy clara que su nombramiento no fue concedido sin merito, pues dice: "habiendo obtenido siempre rodo lo que juzgue digno merecer junto con la prueba de que era justo recibir tales cos as, cuando yo las pedfa".

Cabe mencionar que Ia com posicion de este tratado es inte­

resante, por cuanto el asunto, en si mismo y como tal, estuvo ausente de las preocupaciones de Arist6teles. Al menos debe reconocerse que, aun compartiendo con Alejandro de Afro­disia el hecho de ser lector de Arist6teles; un fil6sofo aristo­telico de hoy, si lo hubiera, quizas no saldria tan airoso en 1a empresa de escribir un tratado sabre un tema conremporaneo (o incluso sabre el mismo tema del destino), teniendo como base los trarados de Arisr6teles. A lo mas, ese fil6sofo aristo­

telico podrfa decir que el estagirita diria tal o cual cosa sobre tal o cual tema, pero tal vez no se atreveria, por no parecer ingenuo, a decir como Alejandro: "a lo largo de todo mi dis­curso, intente mostraros que solo pareceremos estar hacienda

razonablemente todas las demas cosas que hacemos en Ia vida si explicamos sus causas siguiendo la doctrina de Arist6teles acerca de ellas".2 En todo caso, debe notarse que noes poco el mer ito de Alejandro de Afrodisia, en su empefio de escribir un

tratado aristotelico. Resulta extrafio que Alejandro considere a los emperadores

como personas dispuestas a inmiscuirse en reflexiones filos6-flcas, pues llega a pedirles en el capitulo primero: "Si, Ieyendo ellibro en su tiempo libre, algo os parece que deba decirse de

2 Alex. Aph., Fat., XXXIX.

XLVIII

INTRODUCCI6N

modo mas inteligible, juzgo merecido que vosotros me hon­reis tambien con este honor y que me escribais acerca de lo investigado"; al final dellibro, Alejandro llega a alabar a los emperadores como seguidores de la doctrina aristoteiica:

estaremos agradecidos -dice- tanto con vosotros como con go­bernantes semejantes a vosotros, porque realizais estas cosas para nosotros ~e Ia m_anera en que os lleva a realizarlas la elecci6n que os ~s propta, hactendo las cosas que haceis, por optar por lo que es meJOr, y por reflexionar sobre su selecci6n, pero sin seguir ciertas causas antepuestas, a las cuales es necesario seguir a donde sea que elias conduzcan.3

Pero no seria raro que e] rnismo Alejandro tuviera Ia inten­ci6n de, siguiendo las formulas prescritas por el protocoio al dedicar su libra a sus patrones, atraer a Ia lectura de su libro

a otros destinatarios menos importantes politicarnente, pero mas avezados en fllosoffa, acaso sus propios disdpulos. La an­tiguedad tambien conoce otras obras dirigidas expresamente a los gobernantes, cuyos verdaderos destinatarios son colegas filosofos, disdpulos o adversarios. Sin negar valor hist6rico a Ia dedicatoria, resulta au·activo considerar la mendon de los emperadores como divisa retorica para atraer lectores; despues

de todo, lo que un filosofo prestigioso como Alejandro tendria que decide al emperador en turno, bien pudo despertar curio­sidad, y noes dificil que ellector se sienta igualmente invitado a participar en el debate del que sera testigo.

Ahora bien, es un Iugar comun Ia oposicion, o mas bien dicho, Ia lucha por Ia prirnada entre filosofia y retorica, y al

3 Alex. Aph., Fat., XXXIX.

XLIX

Page 26: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

II

II

I!

INTRODUCCION

decir de Marrou, Ia segunda vencio a Ia primera: "fue !socrates

y no Plat6n el educador de Ia Grecia del siglo IV y, despues de

ella, del mundo helenistico primero, y del romano mas tarde". 4

Cicer6n parece justiflcar Ia causa de esta supuesta "victoria'',

cuando dice:

Aunque, pues, tam bien algunos fll6sofos han hablado ornadamente (puesto que Teofrasto encontr6 su nombre en Ia divinidad de su ha­blar, y Arist6teles provoc6 a Is6crates mismo, y cuentan que las Mu­sas como que hablaron por la voz de Jenofonte, y, por su suavidad y por su gravedad, Plat6n sobresali6, principe de todos, quienesquier que han escrito o han hablado), sin embargo Ia oraci6n de estos no tiene ni nervios ni aguijones oratorios y forenses. Hablan con los doctos, cuyos animos quieren mas sedar que incitar, y hablan de cosas apacibles y de ningun modo turbulentas, para enseiiar, no para cautivar, de modo que en esto mismo, en que pajarean alguna deleitaci6n en el decir, para algunos, parecen hacer mas de lo que es necesario. Por consiguiente, no es dificil apartar de este genera esta elocuencia, de Ia cual ahara se trata. La oraci6n de los fll6sofos, pues, es muelle y umbratil, y no construida por sentencias ni por palabras populaces, ni atada a numeros, sino suelta mas libremente; nada airado tiene, nada mal vista, nada atroz, nada miserable, nada astuto; casta, verecunda, virgen de algun modo incorrupta; y asi se dice platica mas bien que oraci6n.5

Sin embargo, como el mismo Cicer6n reconoce, parece que a

esa "oposici6n" entre ret6rica y fllosofia, Arist6teles trat6 de

llevarla a una sintesis. Cuando al principia de su Retorica, Aris­

t6teles llama a la ret6rica "antistrofa'' de Ia dialectica, parece

estar pensando en una relaci6n no de confrontaci6n, sino de

4 Marrou, p. 96. 5 Cic., Or., 62-64. Tr. Bulmaro Reyes Coria.

L

INTRODUCCION

analogia.6 El mismo Cicer6n nos ofrece Ia prueba de que Aris­

t6teles habria pretendido que el discurso fllos6flco admitiera,

a fin de escapar de su debilidad propia, llevar una cuesti6n de

una a otra parte, de lo particular a lo universal, procedimiento

que recibia el nombre de thesis. Dice Cicer6n, al conflgurar

lo que el considera al maximo orador:

Pues, ya que cuanto sea que se trate en controversia o en con­tienda, en ello se inquiere o si es, o que es, o de que calidad es; si es, con signos; que es, con deflniciones; de que calidad es, con las partes de lo recto y lo pravo. Para poder usar esto, el ora­dar, no aquel vulgar, sino este sobresaliente, si puede, siempre saca controversia desde las propias personas y los tiempos; pues es licito disceptar mas ampliamente del genera que de Ia parte, de modo que es necesario que se pruebe en Ia parte lo que haya sido probado en lo universo. Entonces, esta cuesti6n traducida desde personas y tiempos propios, a oraci6n de genera universo, se llama 8em<;. En esta, Arist6teles ejercit6 a los j6venes no segun Ia costumbre de los fllosofos de disertar tenuemente, sino segun Ia copia de los retores, hacia una y otra parte: que pudiera decirse mas ornada y mas uberrimamente; y el mismo transmitio los lu­gares (pues asi los llama) como notas de los argumentos, de donde se condujera toda oracion bacia una y otra parte.?

Asi pues, aunque no tenemos prueba epidictica de la educa­

ci6n ret6rica de Alejandro, podemos conjeturar razonable­

mente que tuvo una formaci6n ret6rica, ordinaria y natural en

los ambientes cultos de sus dias, y que fue Arist6teles mismo

quien lo hizo tamar en cuenta factores ret6ricos en la com-

6 Arturo E. Ramirez Trejo, en Arisroreles, 2002, p. CXXXI, n . l. 7 Cic., Or., 45s. Tr. Bulmaro Reyes Coria.

LI

Page 27: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

' ·, INTRODUCCI6N

posicion de sus tratados. Pero en el caso concreto del Sobre el destino, no ha sido facil decidir si Ia ret6rica o Ia filosoffa tiene

preeminencia. Sharples afirma que el primer capitulo y el ultimo no debe­

dan desorientarnos al punto de considerar el tratado como una obra ret6rica. Se trata, sin duda, dice, de una obra preeminen­

temente filos6flca, 8 y es cierto. Sin embargo, creo que Sharples tambien estada de acuerdo

en aceptar que hay otros elementos ret6ricos que no se limitan al comienzo y al final de la obra, sino que se encuentran, como

se veri mas adelante, diseminados a todo lo largo del tratado. Ahora bien, como explica Alejandro mismo tras Ia exposi­

ci6n del pensamiento aristotelico acerca de la eiiJapiJEVTJ, em­prendera la KaTaoKevr'J, contrastando las doctrinas que se opo­nen a la aristotelica, porque de esa manera su verdad quedari

mas clara. Y es precisamente esa palabrita, Ia KaTaOKEvfJ, la que con­

sume treinta y dos de los treinta y nueve capitulos de la obra. La exposici6n propiamente del pensamiento aristotelico sobre el destino, termina pronto en el capitulo sexto, y a partir del septimo hasta el trigesimo OCtaVO, hace esa KaTaOKEVrl, de la que nos ocuparemos en estas lineas, porque, ami juicio, es Ia que muestra el entrelazamiento ret6rico y filos6flco de la argumen­taci6n de Alejandro. De hecho Thillet, con base tam bien en la

palabra KaTaoKevr'l, admite que el tratado pudiera tener, por su relaci6n metodol6gica con los T6picos, un caracter mas ret6rico

que fllos6flco. 9

8 Sharples, 1983, p. 17. 9 Thillet, 1984, pp. XCI-XCIII.

LII

INTRODUCCI6N

Existe, ademas, la cuesti6n de saber por que Alejandro ha­bria omitido el nombre de sus adversaries o la referenda expli­cita a los estoicos. Sharples, que se pronunci6 por el caracter

preeminentemente filos6flco de la obra, atribuye esa omisi6n a la voluntad de querer aislar la tesis determinista. 10 Thillet, que admite una intenci6n polemica de la obra contra los es­toicos, conjetura que Alejandro habria omitido mencionar a su adversario por no herir susceptibilidades del emperador. 11 La posicion intermedia Ia expresa Alejandro mismo:

emprendere mi argumentaci6n en contra de los que no han dis­currido del mismo modo que el (sc. Arist6teles) acerca de estas cosas, a fin de que, en la comparaci6n con las cosas dichas por ellos, lo verdadero se vuelva mas clara para vosotros. Elegimos de­sarrollar nuestros argumentos, no por un afan de exhibici6n, sino por el de hacer mas exactos el examen y la enseiianza de las cosas que nos propusimos, lo cual puede verse que tambien vosotros perseguis con celo en todas las cosas que hact'is. 12

Se trata, pues, de poner a Ia ret6rica al servicio de la filosofia.

El objetivo es hacer Ia confirmaci6n (KaTaoKevr'l) de Ia doc­trina aristotelica, aunque de manera concomitante se haga la refutaci6n (O:vaoKevr'l) de los adversarios. En realidad filosofia y ret6rica en esta obra no se excluyen, y mas bien comparten, siguiendo con ello tambien un rasgo aristotelico, el campo de la argumentaci6n. Ciertamente tambien el estagirita impidi6 que en Alejandro de Afrodisia la ret6rica se levantara con la

victoria sobre la filosofia.

10 Sharples, 1983, pp. 19-20. 11 Thillet, 1984, pp. LXXXII-XC. 12 Alex. Aph., Fat., I.

LIII

Page 28: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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INTRODUCCION

PRIMERA PARTE (CAPS . 11-VI): DOCTRINA ARISTOTELICA

ACERCA DEL DESTINO

En el capitulo II, Alejandro expone que todos, salvo Anaxago­ras, aceptan que existe el destino, pero no concuerdan en que es. Condensa en tres las diferentes posiciones al respecto:

1) La de aquellos que "afirman que todas las cosas se dan se­gun destino", y que "suponen que el destino es cierta causa inalterable e ineludible". En esta posicion se encuentran los estoicos, pero no solo ellos. Alejandro reduce diferentes po­siciones bajo este enunciado, por lo tanto no debe identifi­carse sin mas con la posicion estoica. Pero, siendo que esta­mos deficientemente informados del pensamiemo estoico, es natural considerar los parrafos concernientes a las tesis determinisras como los mas importantes y como una cante­ra de las tesis estoicas; desgraciadamente no es el interes de Alejandro ser purista en la exposicion de la tesis contraria, y no es raro que los interesados en los estoicos facilmente puedan tener reparos, por hallarlas incompletas o falsas, en las opiniones que Alejandro tiene de los deterministas.

2) La aristotelica propiamente sostiene: a) "que no todas las co­sas que se dan, se dan segun destino"; b) "que hay tambien algunas otras causas de las cosas que sedan; c) "que el destino mismo [noes algo] solido e inalterable, sino que[ ... ] entre las cosas que por naturaleza se producen segun destino, algunas nose producen segun el, sino [ ... ] contra el destino".

3) La mas debil argumentativamente es lade quienes sostienen que todo se da segun destino si fracasan, pero defienden su participacion en los acontecimientos si tienen exito. Ale-

LIV

INTRODUCCION

jan do aborda esta postura solo tangencialmente, 13 de modo que la oposicion se reduce a la confrontacion de las dos anteriores.

En el capitulo tercero expone la doctrina aristotelica de las causas. Hay cuatro causas basicas: eficiente, formal, material y

final. Se da el ya conocido ejemplo de Ia escultura, y se afirma que el destino es causa eficiente, porque conserva la analogia con el escultor.

Una vez establecida Ia tesis de que el destino es causa efi­ciente, en el capitulo IV se clasifican las causas eficientes, mas

o menos bajo el siguiente esquema:

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que se dan sin objetivo (no tienen division razonable)

que se dan con un objetivo

Las que produce Ia naturaleza

{

de acuerdo con el arte Las que produce Ia razon de acucrdo con Ia elecci6n

Las que se producen por azar o espont:ineamente

13 En el cap. VII se menciona a los conscientes de no tener nada valioso en si mismos. Pero Alejandro dice que esta doctrina "ni est:i de acuerdo con hechos evidentes ni tiene ninguna demostracion fiable de que asi sean las cosas, y adem:is, elimina que haya algo que dependa de nosotros". En el cap. XVIII menciona a los que afirman que escribieron sus libros sobre La doctrina determinista, no por desrino, sino por filanrropia.

LV

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INTRODUCCION

Los capfrulos quinto y sexto ubican al destino entre las cau­sas productivas que se dan por un fin y lo identifican con la naturaleza. Ademas distinguen destino de necesidad, pues las cosas de la naturaleza no se producen necesariamente, sino las mas de las veces, y tambien sucede que se produzcan cosas

en contra de la naturaleza.

LA KaTaOKEVf] (cAPS. VII-XXXVIII)

Si como hip6tesis, nunca apodfcticamente com probable, se pre­tende hacer una lectura retorica del tratado, conviene tener pre­sente al menos la significacion tecnica del termino KaTaoKevf), y cual era ellugar que ocupaba dentro de las practicas ret6ricas.

El termino

La palabra en su acepci6n mas general significa "preparacion", "estructura", "mobiliario" . Tambien significa la "constitucion"

o el "estado" de una co sa, y con ese significado la usa Alejandro en el capitulo VI, cuando se refiere a la "constituci6n natu­ral" del alma, o a las "constituciones y disposiciones naturales"

de los seres humanos. Pero en el capitulo segundo, donde la anuncia como el metodo que va a seguir en su tratado, y en el capitulo septimo, donde la comienza, no puede ser ese el senti­do. Mas adelante, en el trigesimo cuarto, reprocha a sus oposi­tores: "~Como no sera propio de quienes ignoran las cosas que se dan por ellos mismos, haber usado la verdad misma de las

cosas que se dan, la cual eliminan mediante su doctrina, para la KaTaoKevi] de Ia doctrina que la elimina?" Aquf sf parece tra­tarse del sentido que nos interesa. Se trata de la "prueba'' con

LVI

INTRODUCCION

la que se confirma una doctrina. En efecto, el Thesaurus Lin­guae Graeca14 admite como significados de KaTaoKevf): "Cons­truccion': "Prueba': "Demostracion': "la parte constructiva de

esta': 15 pero, gracias a los retores, sigue diciendo el Thesaurus, la palabra admite un sentido triple: 1) Ia KaTaoKevf) aclara la estructura y la composicion, sea que ella se exprese o bien en palabras, o bien en sentencias yen el argumento del discurso; 2) se dice KaTaoKevf) donde debe significarse la construccion artificiosa del discurso, y 3) KaTaoKevi] "se dice simplemente de Ia confirmacion y de aquella disposicion del discurso mediante la cual se combate con argumentos y pruebas". 16 Para Herm6-genes, "las KaTaoKevai son las confirmaciones que se hacen por causas y !'azones". 17 Cicer6n refiere la KaTaoKevf) al esfuerzo de

confirmar y amplifkar, 18 y Hermogenes la considera tambien como "scgunda parte del exordia, esto es, exposici6n de cau­sas, por las cuales los asuntos antes propuestos se confirman, a este discurso, Arist6teles lo llamo apodosis del discurso" .19 Este

" Thesaurus Graeca Linguae, s. v. KaTaoKevl). 15 Astructio, Probatio, D emonstratio, Pars ejus astructoria, ibidem [o como

dice el Liddell, "Razonamiento constructivo", en oposicion a Ia c'xvaoKevTj,

que es Ia parre "destructiva" (LSJ, s. v. KaTaoKevTj, V)]. 16 KaTaOKEvTj simpliciter de Confirmatione, et Ea orationis dispositione dici­

tur, qua argumentis et probationibus pugnatur. Cfr. Thesaurus Graeca Linguae,

S. V. KOTOOKEV!). 17 KaTaOKEva[ sunt Confirmationes quae fiunt causis et rationibus. Ibidem. 18 Posteriora (sc. bnXEIPTlllOTa (Ev8vllr\llaTa) et KaTaoKevc'xs) ad confir­

mandi amplificandique studium rettt!it. Cfr. ibidem. 19 Deinde KaTaOKEvf) etiam dicitur Hermogeni Altera pars exordii, h.

e. Causa rum expositio, qui bus res antea propositae confirmentttr [. . .}, quem Aoyo), h. e. Aoyov aTI6oootv, Aristoteles dixit. Cfr. ibidem.

LVII

Page 30: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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• 1 ~

INTRODUCCI6N

tercer sentido anadido por los retores a Ia palabra KaTaOKEVT),

parece ser el mas adecuado para aclarar el uso que Alejandro

hace del termino.

LA KaTaoKeui] Y LA RET6RICA

El manual de ret6rica de Lausberg, que recoge las doctrinas ret6ricas de Ia antigi.iedad, 20 tam bien se ocupa de Ia KaTaoKevr).

Mas o menos dentro del siguiente esquema: La "ejercitaci6n" (§§ 1092-1150) puede hacerse: I) escri­

biendo; II) leyendo, y III) diciendo. Aqui solo interesa I). La escritura puede referirse a: 1) palabras singulares, es de­

cir, a las cuestiones lexicales: sinonimos y tropos; o a 2) pala­bras unidas, esto es, ala composicion o redacci6n de textos. En este caso, solo interesa 2) palabras unidas.

La ejercitaci6n en Ia composicion de textos puede hacerse mediante: a) Ia traduccion de textos; b) la parafrasis de mode­los literarios; c) el tratamiento distinto de la misma materia. Aqui solo es relevance c) el tratamiento distinto de la misma materia. Segun Lausberg este ejercicio, "practicado con mate­rias sencillas, corrientes, secas, puede llevar a Ia perfecci6n; e inversamente las materias de por si interesantes pueden hacer que las debilidades y puntos flacos en su tratamiento pasen inadvertidos". Esta consideracion es importance, porque es precisamente lo que ocurre en Sobre el destino.

Ahora bien, existen varios modos de llevar a cabo Ia ejercita­cion en Ia composicion de textos mediante el tratamiento dis-

2° Cfr. Lausberg, 1967.

LVIII

INTRODUCCI6N

tin to de una materia. Los asuntos se encuadran en los llamados rrpoyvJ..lvaoJ.,laTa o praexercitamenta, cuyos contenidos suelen ser pequenos, pero que pueden combinarse y hacerse mas com­plejos hasta llegar a ser un discurso completo, una disertacion (§ 1106). Los praexercitamenta son(§§ 1107-1139): a) fibula; b) narracion; c) xpela; d) sentencia; e) refutaci6n (avaoKevi});

f) Iugar comun; g) alabanza; h) comparacion; i) sermocinatio;

j) descripcion; k) 6ems; 1) legislaci6n. En este caso, son impor­tantes para ubicar la KaTaOKEVJl en las practicas ret6ricas, Ia c) xpela, e) Ia refutaci6n (avaoKevr)), y k) la 8ems.

c) La xpela ("utili dad") (§§ 1117-1120) es "una sentencia (i. e. un pensamiento infinito) embutida en una forma finita" . Se trata del uso o de la utilidad concreta (quaestio finita) de algo expuesto como abstracto (quaestio infinita). La hay de tres clases: de dichos, de hechos y mixtas. Los modos de la xpela son: 1) arrayyeAia; interpretacion amplificadora de la chreia; 2) KA(ots ;

declinaci6n: la persona que aparece hablando o actuando en Ia xpela puede ponerse en todos los casos: nominativo, genitivo, dativo, etcetera; 3) l:m<pwvnats; calificaci6n aprobatoria de Ia xpela, como verdadera, hermosa, provechosa, coincidence con el juicio de otras autoridades hist6ricas; 4) arroAoyla; defensa del punto opuesto de Ia xpe(a; 5) ElTEKTElVEIVj elaboracion am­plificadora y exornadora de Ia xpela, hasta convertirla en un comentario (arroJ..lVTJJ..l6vevJ..la), y, finalmente, el modo que nos interesa, 6) avaoKevi] Kal KaTaoKevr); prueba a favor o en contra de Ia exactitud de Ia doctrina expresada en Ia xpela.

Es frecuente, dice Lausberg (§ 1120), fusionar varios modos para formar una disertaci6n: 1) como proemio; 2) exposici6n amplificada de Ia xpela; 3) desde Ia causa; 4) desde lo contrario

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INTRODUCCION

(que parece ser el caso de Sobre el destino); 5) desde la compa­

racion; 6) desde el ejemplo; 7) desde el juicio; 8) como exhor­tacion, porque conviene obedecer a aquel que dijo o hizo.

En el capitulo primero, Alejandro dice, refiriendose a Ia doctrina del estagirita acerca del destino y de lo que depende

de nosotros, que

Ia urilidad (xpeia) que se desprende de ella esd. en rodas partes y se extiende a todas las cosas (pues no se comportan del mismo modo los que han creido que rodo se da necesariamente y segun destino, y aquellos que creen que algunas cosas se dan aunque no tengan en absoluto causas antepuestas para existir).

Aqui se usa Ia palabra xpeia, pero no hay garantia mediante Ia cual pudieramos afirmar que el uso que hace Alejandro de ella es estrictamente ret6rico, pero es sabido que entre los discu.rsos retoricos, el epidictico, el judicial, y el deliberativo, este ultimo propane precisamente Ia utilidad o conveniencia de un asunto. Par lo demas, el parrafo citado se adapta perfectamente a lo que Ia obra desarrolla en su segunda parte, y se puede conjetu­rar verosimilmente que Ia KaTaoKevf] fue, como lo muestra el esquema retorico de Lausberg, el modo mediante el cual Alejan­dro se sirvio para demostrar la "utilidad" de su doctrina. Algo semejante puede decirse del siguiente procedimiento.

e) La refuraci6n, 0 avaoKevf], impugna un hecho historico o mitologico. Su opuesto es la confirmacion, o KaTaoKevf], que acepta el pun to de vista de los tradicionalistas y trata de defen­

der Ia verdad de Ia tradici6n. Los modos de Ia refutacion son, desde lo incierto, desde lo imposible, desde lo inconsecuente (el mas usado por Alejandro), desde lo indecente, desde loin-

LX

INTRODUCCION

comodo. La confirmacion trabaja con los argumentos opues­tos, y en Ia disertacion estos modos suelen fusionarse.

k) La 8ems elabora una quaestio infinita. Y se clasifican asi: 1) cuestiones filosofico-cientificas, que presentan una forma infinita del genera judicial. La critica de las sentencias perte­nece tambien a Ia esfera de las cuestiones infinitas. Y atencion,

segun Lausberg: las cuestiones finitas del dominio cientifico encajan en la refutacion I confirmacion. 2) Cuestiones politi­co-practicas. Aqui solo interesan: 1) las cuestiones filosofico­ciendficas. La thesis, en el caso del tratado de Alejandro, se establece en Ia prim era parte (caps. II-VI).

Asi pues, ya sea que Ia KaTaoKevf] se trate de un modo de Ia xpe(a, ya sea que se trate de un procedimiento autonomo, y a su vez, como Ia confirmacion de Ia propia tesis, mediante

la refutacion de Ia tesis contraria, es posible entender el trata­do de Alejandro como Ia composicion "retorica" de un tratado filos6fico.

LEcTURA RETORICA DE SaBRE EL DESTINO

Conviene ahara considerar que fue lo que de hecho llevo a

cabo en su tratado para saber que entiende Alejandro por KaTaoKevf], ya que no nos proporcion6 ninguna definicion al respecto. A1 inicio del capitulo septimo explica:

La confirmaci6n de lo dicho hasta aquf se hara mas clara, si yuxra­ponemos, allado de las precedentes demostraciones de los temas, los absurdos que se siguen de las teorfas que afirman que codas las cosas se dan segun destino. Pues, combinando de este modo Ia argumenraci6n con la oposici6n de las doctrinas entre sl, haremos

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INTRODUCCION

mas inteligible lo verdadero y, ademas, no tendremos necesidad de estarlas recordando muchas veces.

De esta man era inicia su "conflrmacion", que no es otra co sa que demostrar lo absurdo de Ia posicion contraria. La posicion propia, la de Aristoteles, segun Alejandro no solo es verdade­ra, sino tambien es evidente y adaptada a la opinion comun. La argumentacion de Ia KaTacrKevf) de Alejandro es principal­mente retorica por recurrir las mas de las veces al enthymema, procedimiento por el cual el orador, omitiendo una premisa, que supone esta en Ia mente de quien lo escucha, hace que este ultimo saque las conclusiones. La premisa oculta es que Ia tesis aristotelica se identiflca con la opinion comun y lo evidente, y ellector, mostrada Ia falsedad de Ia tesis determinista, concluye que la aristotelica es Ia correcta. Ahora bien, debe saberse que esta "conflrmacion" incluye una segunda parte que se inicia en el capitulo XXII y termina en el XXXVIII; al iniciar Ia segunda

parte, se puede leer lo siguiente:

Habiendo ya considerado estas cosas, es igualmente importante considerar que quienes alcgan las cosas dichas por aquellos accrca del destino, tambien vean si la fuerza que ticnen es tal que seria razonable, debido a su afinidad con la verdad, desdeiiar de esta forma incluso los hechos evidentes. En lo que a nosotros respecta, la exposicion de estos asuntos solo se extended en Ia medida en que sea util para los objetivos que nos hemos fijado.

La fllosoffa, desde hada mucho tiempo habia enseiiado a es­

grimir Ia argumentaci6n como arma en contra de la evidencia de los sentidos. Alejandro tiene esto en mente, pues incluso

LXII

INTRODUCCION

trae a colacion las aporias de Zenon de Elea, que no demues­tran Ia inmutabilidad del ser, sino argumentan en contra de la realidad del movimiento. Pero dice Alejandro en el capitulo XXVI:

tampoco el que no puede solucionar algunos de los argumentos de Zenon contra el movimiento ya por eso debe de eliminar el movimiento, pues Ia evidencia del hecho es una condicion mas suficiente para el asentimiento, que toda conviccion que elimina el hecho mediante argumentos.

En todo caso, Alejandro sabe que es mas facil atacar Ia tesis

contraria que probar Ia propia y, hay que decirlo, en retorica basta que lo aceptado por todos se pruebe mediante lo con­trario. Esta segunda parte es tematicamente redundante con Ia primera, y desde el pun to de vista retorico, podria considerarse una peroracion, pero no lo es en sus procedimientos. Presenta Ia cosmologfa "estoica", y refuta los argumentos relativos a las

causas externas, seriadas, necesarias; no acepta que todo sea causa; ataca Ia identiflcacion del caracter con Ia naturaleza, y explica en que medida depende de uno Ia formacion del ca­racter; se opone a que los adversarios pretendan que se puede mantener la idea del destino, como ellos lo conciben, junto con otros presupuestos que la refutan, como la existencia y la utilidad de las !eyes; como Ia prudencia, que es una virtud hu­mana, que supone Ia posibilidad de actuar de manera distinta,

como la piedad y la mantica, etcetera. A lo largo de la KaTaaKevf), Ia argumentacion no siempre

se realiza en el mismo sentido, esto es, en contra de Ia tesis determinista; por ejemplo, en el capitulo decimo quinto, Ale-

LXIII

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INTRODUCCI6N

jandro defiende la tesis "aristotelica'' utilizando, para establecer su propia posicion, Ia explicaci6n determinista, segun Ia cual,

por una parte, Ia libertad humana introduce un movimiento sin causa, y, por Ia otra, las causas solo pueden ser externas y

antecedentes. Tambien es algo desconcertante que Ia mayoria de las ar­

gumentaciones no parecen propiamente filos6ficas, sino re­

t6ricas, pues no se dirigen siempre a probar lo absurdo de las consecuencias de los adversaries, sino tambien lo impractica­ble y lo nocivas moralmente que resultan; es decir, las conse­

cuencias de la tesis determinista suelen estar en el campo de la etica, porque se contraponen a lo que depende de nosotros. En el capitulo XXI, por ejemplo, se vuelve evidcnte el caracter ret6rico de Ia argumentaci6n, al asumir Ia falsedad de ambas tesis, de Ia determinista y de Ia aristotelica. Esta es preferi­ble a aquella, porque, aun siendo equivocada, es mas segura y menos peligrosa. A veces es tan insistente y repetitivo, que no es facil escapar ala sensaci6n de que uno esra leyendo una

amplificaci6n ret6rica. No pocas veces, Alejandro se Ianza ad hominem, e ironi­

za a sus adversaries, concediendoles que debe perdonarseles, porque no son culpables, si actuan bajo influencia necesaria del destino; los alumnos deben de perdonar a sus maestros,

porque lo que ensefiaron lo hicieron por destino; los acusa de que no saben de lo que hablan; de ser infantiles. Resulta­

do: el adversario queda mal parado: es ignorante, es tramposo, es inconsistence, es malvado, es presumido, es gratuitamente

polemico, y un largo etcetera de razones por las cuales no hay

que creede.

LXIV

INTRODUCCI6N

Lo que hay que tener siempre presente es que, para el se­gundo Arist6teles, como se le llam6 a Alejandro, Ia KaTaoKev!l

muestra lo absurdo de las consecuencias y Ia debilidad de la argumentaci6n de la tesis contraria.

A pesar de lo abundante e intrincado de la KaTaoKevi), debe tenerse presente siempre que para Alejandro son dos las te­sis que se contraponen. La primera de elias defiende una sola causa para todo: el destino, que tiene caracter de necesario y se debe a Ia concatenaci6n de causas externas; Ia segunda afirma que hay mas de una causa para explicar los sucesos, y el destino se refiere s6lo a una causa productiva, que tiene un fin, que se identifica con Ia naturaleza, y que admire sucesos aun con­trarios a si misma. Pero allado del destino estan como causa lo racional, que induye al arte y a Ia elecci6n, y lo azaroso y esponraneo.

Hay que destacar que asi como para Arist6teles, tambi<:'n para Alejandro:

las causas se predican de muchas maneras, y es preciso, que quie­nes se ocupan ordenadamente del problema, capten antes que nada en cual de los tipos de causa es necesario clasificar al desti­no, pues no es cognoscible ninguna de las cosas que se predican de muchas maneras si se predica separadamente de su division propia.2 1

Es conveniente tenerlo presente, porque gran parte del desa­rrollo de Ia segunda parte del tratado, de Ia KaTaoKevr'], se pue­de entender adecuadamente como Ia confrontaci6n entre Ia

postura 1) que admire al destino como unica causa de las cosas

21 Alex. Aph., Fat., III.

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INTRODUCCI6N

que sedan, y la postura 2), la aristotelica, que defiende Ia exis­

tencia de varias causas. Las soluciones, en gran parte estribaran en hacer las distinciones pertinentes entre los diversos tipos de causa, a los cuales Ia tesis determinista tiende a confundir.

Ahara bien, tambien es pertinente sefi.alar que no deja de ser

atractiva para las ciencias, desde el pun to de vista metodol6gi­co, Ia explicaci6n de un gran numero de fen6menos mediante una causa {mica y mas general. Asi pues, quienes defiendan Ia tesis determinista, sean los estoicos o no, no dejaban de tener el prop6sito de reducir todo a una sola causa, como motor de sus elucubraciones, que, a juicio de Alejandro, parecen totalmente fantasiosas, por haber defendido su postura aun en contra de los hechos evidentes. Pero la fascinaci6n de haber encontrado

una causa para explicar todo, fue enorme, y creyendo que su postura era cientifica Ia convirtieron en ideologia.22 En distin­

tos contextos, Alejandro dice de sus adversaries:

22 Esa misma fascinacion respecro de otras doctrinas o ideologlas se ha dado en orros contexros yen otras epocas con Ia misma o con mayor fuerza. Pueden mencionarse, por ejemplo, las leyes del desarrollo dialectico dentro del materialismo historico, y Ia fascinacion que ejerda en los ambiros uni­versitarios de los anos sesen ta y setenta.

Por otra pane, Ia explicacion que apela a mas causas, como lo hace ver Alejandro, es mas compleja. El desarrollo de este amagonismo en Ia anti­giiedad entre quienes postulan una sola causa (esroicos) y los que distinguen varios tipos de causas (platonicos, aristotelicos), no puede ser objero de estas lineas, pero el establecimiemo del neoplatonismo como posicion filosofica hegemonica de Ia antigiiedad tardla, demuestra que Ia posicion platonico­aristmelica se impuso como explicacion de Ia realidad, entre otras razones, porque favoreda Ia inclusion a distintos niveles de distintas corrientes de pensamienro, y Ia tendencia de Ia epoca era sincretica y eclectica.

LXVI

INTRODUCCI6N

se ven forzados a hablar de manera distinta por causa de ciertas opiniones previamente establecidas por ellos mismos y por querer salvar Ia coherencia con ellas. 23

Y ciertamente hubiera sido mejor, por mucho, y mas sensato eli­minar los fundamentos por el absurdo de sus consecuencias, que apoyar tales absurdos a causa de los fundamentos. 24

Es decir, el esfuerzo de los deterministas radica en que creen metodol6gicamente deseable reducir todo a una sola causa, par creer que esta explica todos los sucesos o la mayor parte de ellos.

Si se tiene presente el esquema del capitulo IV (ver supra),

es facil ver que todos los capitulos de Ia KaTaoKEVrl se pueden entender como el esfuerzo de Alejandro por develar los argu­mentos que sus opositores esgrimen para reducir todas las causas expresadas en ese esquema a una sola, al destino, en ten dido como

fatalidad necesaria. Para ello, los adversarios han seguido varios procedimiemos, por ejemplo, se identifica el destino con lo azaroso o con lo espontaneo; se hacen malas definiciones, par ejemplo, se define el azar como una causa oscura; se elimina lo contingente; se define mallo posible; se niega Ia deliberaci6n, o se Ia identifica con el impulso; identifican lo que depende de nosotros con Ia naturaleza, a esta se Ia considera homogenea (los seres naturales, dicen los adversarios, no admiten estados contrarios), y se le atribuye una necesidad fatal; se confunde lo que ocurre las mas de las veces, con lo que ocurre necesaria­

mente, etcetera.

23 Alex. Aph., Fat., II. 24 Alex. Aph., Fat., XXXI.

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INTRODUCCI6N

En este momenta, podemos recordar lo dicho por Cice­r6n.25 De lo particular, el orador llevara la cuesti6n a lo uni­

versal, pero es necesario probar en la parte lo que haya sido probado en lo universal. Por probar, puede entenderse hacer la Ka"TaaKevJi. Y eso hace Alejandro, comprueba en lo particular, como hace la xpe[a, que era la "sentencia embutida en forma flnita", mediante la refutaci6n de lo contrario. Por ejemplo, en forma flnita, el caso de Zopiro,26 demuestra que la naturaleza no tiene caracter de necesidad, porque Socrates de haber se­

guido su naturaleza, manifestada por sus rasgos flsiognomicos, habria sido un vicioso, pero por su dedicacion ala filosofia, por sus elecciones, que son otra causa de lo que sucede, llego a la virtud. Existen naturalmente, en el tratado, otros ejemplos, pero todos llevan a lo mismo, ala refutacion en lo particular de la tesis del adversario, que busca reducir todo a una sola causa.

Asi pues, la KaTaoKevTi se presenta a menudo, por las con­secuencias concretas absurdas de seguir la doctrina determi­nista: se elimina la utilidad de las leyes, de la mantica, de la deliberaci6n, y se omite lo posible y lo contingente. Son varios los capftulos donde la refutacion es que Ia tesis determinista elimina cosas aun mas espedflcas: alabanzas y censuras, pre­mios y castigos, exhortaciones. Precisamente la mayoria de la KaTaaKevTi se dirige ala refutacion del destino como causa uni­

ca valiendose de lo que es un asunto particular: lo que depende

de nosotros. Dentro de lo que depende de nosotros, deben incluirse los

temas de la virtud, del caracter, de los meritos 0 las culpas, de

25 Cic., Or., 45s. Ver supra, p. LI. 26 Alex. Aph., Fat. , VI.

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INTRODUCCI6N

los premios y los castigos, de la deliberacion, de Ia libertad, de lo voluntario.

Si volvemos ahora la vista hacia el tratado, me parece que es posible comprender su estructura. La primera parte se ocupa de la tesis aristotelica sobre el destino; por su caracter uni­versal, es razonablemente breve. La extension de la segunda

parte, se explica por el hecho de que la KaTaoKevTi refuta las objeciones y argumentos particulares de la tesis determinista, de man era especial los encaminados a negar lo que depende de nosotros. Todo esto, aunado al hecho de que la conclusion es un resumen positivo de Ia doctrina positiva de lo que depende de nosotros (aunque disfrazado como despedida a los empera­dores) , y de que las dos veces que Alejandro menciona el tema de su tratado dice "el destino y lo que depende de nosotros", justiflca que Grotius haya incluido al destino y lo que depende de nosotros en el titulo de su traduccion latinaY

27 Philosophorum sententiae de Fato et de eo quod in nostra potestate. Cfr. Thillet, 1984, p. XC.

LXIX

Page 36: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ABREVIATURAS

Arist6teles, De Caelo Orfgenes, Contra Celsum Plutarco, De communibus notitiis Epicteto, Dissertationes ab Arriano Arist6teles, De Anima Arist6teles, De Interpretatione Diels & Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker Di6genes Laercio, Vitae Cicer6n, De Divinatione Estobeo, Eclogae Arist6teles, Ethica Eudemia Arist6teles, Ethica Nicomaquea Cicer6n, De Fato Alejandro de Afrodisia, De Fato Hi.ilser, Die Fragmente zur Dialektik der Stoiker Arist6teles, De Generatione Animalium Arist6teles, De Generatione et Corruptione Homero, !lias Boccio, In Librum Aristotelis De Interpretatione Alejandro de Mrodisia, In Aristotelis Analyticorum Priorum Librum I Commentarium Calcidio, Platonis Timaeus translatus commentarioque

instructus Long & Sedley, The Hellenistic Philosophers Liddell-Scott-Jones-McKenzie, Greek-English Lexicon Alejandro de Afrodisia, De Anima Liber cum Man­

tissa Arist6teles, Metaphysica

LXXI

Page 37: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

Meteor. Mixt. MM

N NA ND Od. Or. PA PE Phys. Poet. Pol. SR sv SVF Top. Tusc.

ABREVIATURAS

Arist6teles, Meteorologica Alejandro de Afrodisia, De Mixtione Arist6teles, Magna Moralia Nemesio, De Natura Hominis Aulo Gelio, Noctes Atticae Cicer6n, De Natura Deorum Homero, Odyssea Cicer6n, Orator ad M. Brutum Arist6teles, De Partibus Animalium Eusebio, Praeparatio Evangelica Arist6teles, Physica Arist6teles, De Arte Poetica Arist6teles, Politica Plutarco, De Stoicorum Regnantiis Epicuro, Gnomologium Vaticanum Von Arnim, Stoicorum Veterum Fragmenta

Cicer6n, Topica Cicer6n, Tusculanae Disputationes

LXXII

SOBRE EL DESTINO

TEXTOS GRIEGO Y ESPANOL

Page 38: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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Alejandro de Afrodisia Sobre el destino

I Era objeto de mi plegaria, si llegaba a estar yo mismo ante vo­sotros, excelsos emperadores Severo y Antonino, veros y salu­daros y daros las gracias por el bien que muchas veces recibi de vosotros, habiendo obtenido siempre todo lo que juzgue digno merecer junto con la prueba de que era justo recibir tales casas, cuando yo las pedfa. Mas, dado que esd. permitido, incluso si alguien no puede sacrificar para los dioses porno estar presente

en los ritos, sacrificar para ellos desde todas y por todas partes y enviar las ofrendas que uno mismo no es capaz de llevar, me atrevf con vosotros, porIa libertad que se tiene ante lo divino, a enviaros tambien como cierta primicia de nuestros frutos, una ofrenda que fuera Ia mas apropiada para vosotros de entre

todas las ofrendas. Pues ~cual ofrenda serfa mas apropiada para los que honran y promocionan genuinamente Ia filosoffa, que

un libro que se ocupa del estudio filos6fico? Ellibro contiene Ia doctrina que acerca del destino y de lo

que depende de nosotros posee Arist6teles, de cuya filosoffa

estoy al frente, por haber sido proclamado maestro de ella por el testimonio de vosotros. Esta doctrina no ocupa un se­gundo lugar respecto de ninguna de las doctrinas filos6ficas; en efecto, Ia utilidad que se desprende de ella esta en todas partes y se extiende a todas las cosas (pues no se comportan del mismo modo los que han creido que todo se da necesa-

Page 39: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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2

SOBRE EL DESTINO II

riamente y segun destino, y aquellos que creen que algunas casas se dan aunque no tengan en absoluto causas antepues­tas para existir), y el descubrimiento de Ia verdad que existe en ella es el mas dificil por el hecho de que muchas de las casas evidentes parecen testificar en contra de cada una de estas doctrinas.

Ya que Ia confirmaci6n de algunas doctrinas se vuelve mas

clara a causa de Ia argumentaci6n que elias ofrecen en contra de aquellos que discurren de manera distinta (entre las cuales

pienso que se encuentra especialmente esta misma), hablando de acuerdo con Ia doctrina de Arist6teles, emprendere mi argu­mentaci6n en contra de los que no han discurrido del mismo modo que ei acerca de estas casas, a fin de que, en la campara­ci6n con las casas dichas par ellos, Ia verdadera se vuelva mas clara para vosotras. Elegimas desarrollar nuestras argumentos,

no por afan de exhibici6n, sino por el de hacer mas exactos ei examen y la enseii.anza de las casas que nos propusimos, lo cual puede verse que tambien vosotros perseguis con celo en todas las casas que haceis. No es pasible descubrir ninguna acci6n vuestra que haya hecho de su objetivo Ia apariencia en vez de la verdad. Si, leyendo ei libra en vuestra tiempo libre, algo OS parece que deba decirse de modo mas inteJigible, juzgo merecido que vosotros me honreis tambien con este honor y que me escribais acerca de lo investigado. En efecto, no es facil en un solo libra hacer conocidas por entera tanto las cosas mismas que nos propusimos como los argumentos que uno usa para explicarlas.

II Pues bien, la preconcepci6n de los seres huma.t1os es­tablece suficientemente el hecha de que el destino es algo y

2

Page 40: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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3

SOBRE EL DESTINO II

es causa de que sucedan ciertas casas de acuerdo con el (en efecto, no es vacua ni desatinada la naturaleza comun de los seres humanos con respecto a lo verdadero, segun la cuallos seres humanos concuerdan en sus opiniones los unos con los otros acerca de ciertas casas, al menos cuantos de entre ellos no se ven obligados a hablar de manera distinta por causa de cierras

doctrinas antepuestas por ellos mismos y por querer preservar la coherencia con elias; por ese motivo, ni siquiera Anaxagoras de Clazomene, a pesar de no ocupar, en cuanto a lo demas, un lugar deleznable entre los filosofos de Ia filosofla natural, es digno de credito por testificar en contra de la creencia comun de los seres humanos sabre el destino. En efecto, el dice que ninguna de las casas que sedan, se da segun destino, y que este termino es vacuo). 1

Sin embargo, ya no basta la preconcepcion de los seres hu­manos para revelar que es el destino y en que casas se da. En efecto, acerca de el, ni todos entre si opinan las mismas casas ni siquiera una misma persona opina siempre lo mismo, pues

las personas, segun las ocasiones y circunstancias fonuitas, modifican su opinion incluso acerca del destino. De hecho, cuantos de entre ellos afirman que todas las casas sedan segun destino, suponen que el destino es cierta causa inalterable e ineludible.2 Sin embargo, hay quienes piensan que no todas

las casas que se dan, se dan segun destino, sino que suponen que hay tambien algunas otras causas de las casas que se dan; pero estos tampoco establecen que el destino mismo sea firme e inalterable, sino suponen que, aun entre las casas que por naturaleza se producen segun destino, algunas no se producen

segun el, sino "contra la fa tali dad" ' como afirman los poetas,

3

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Page 41: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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4

SOBRE EL DESTINO III

esto es, contra el destino. Hay otros a los cuales a veces les parece que todo lo que se da, se da segun destino, sobre todo silas cosas del azar les son adversas. Pero cuando tienen exito en sus proyectos, suponen que ellos mismos son los causantes de sus exitos, en la creencia de que no hubieran encontrado las casas que encontraron, si ellos mismos no hubieran realizado

unas cosas en vez de otras, en el supuesto de que tambien te­nian el poder de no realizarlas. Por esta falta de coherencia,3 es necesaria para los fil6sofos Ia investigaci6n en torno al destino, no Ia de si existe, sino la de cui! es yen cuiles sucesos y enti­dades se da tal naturaleza.

III Asf pues, es sabido que todos aquellos que se pronun­cian acerca del destino, dicen que el destino es cierta causa de las cosas que sedan; pues afirman y explican que este es causa de que las cosas que se dan se den del modo en que se dan. Pero, dado que las causas se predican de muchas maneras, es preciso, para quienes sc ocupan ordenadamente del problema, captar antes que nada en cu<il de los tipos de causa cs necesario clasificar al destino, pues no es cognoscible ninguna de las

cosas que sc predican de muchas maneras si se predica separa­damente de su division propia.

Ahora bien, las causas de las casas que suceden se dividen en cuatro modos de causa, segun lo ha mostrado Arist6teles: de las causas, algunas son productivas, otras apuntan al principio material, y tambien una de ellas es Ia causa segun Ia forma. 4

Pero, entre las causas, ademas de estas tres, tambien es causa el fin, en vistas del cual tam bien se dan las cosas que se dan. Estas son las divisiones de las causas, porque, en efecto, si algo fuera causa de algo, por ser una de las causas, sera hallado bajo una

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Page 42: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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5

SOBRE EL DESTINO IV

de estas divisiones. De hecho, si bien no todas las casas que se dan requieren tantas causas, las que requieren de muchas no exceden el numero antes referido.

La diferencia entre elias se haria mas inteligible si se ob­serva en un ejemplo de lo que se da. Mostremos entonces la division de las causas en el caso de una estatua. De la estatua, funciona como causa productiva el artista que la produjo, al cualllamamos escultor; en cambia, como la materia, funcio­na el bronce o la piedra subyacente o lo que sea configurado par el artista segun su arte. En efecto, esto tambien es causa de que la estatua haya llegado a darse y de que exista. Tam­bien es·causa de la estatua la forma que lleg6 a darse gracias al artista en esto que subyace, par la cual tiene forma de un lanzador de disco, de un luchador o de cualquier otra figura definida. Sin embargo, estas no son las unicas causas de la generaci6n de la estatua, pues, con respecto de ninguna de elias, es secundario el fin en vista del cual se ha dado: honrar a alguien o cierta piedad hacia los dioses. En efecto, sin tal causa, para empezar no se habria dado la estatua. Asi pues, siendo estas en numero las causas y conociendo tambien la diferencia entre unas y otras, podriamos enumerar justamen­te al destino entre las causas productivas porque en el se pre­serva la analogia entre las cosas que sedan segun destino y el artista creador de la estatua.

IV Siendo esto asi, seguiria hacer la exposici6n acerca de las causas productivas. De esta manera se hara inteligible si es pre­ciso hacer responsable al destin a de todas las casas que se dan, y si es necesario conceder que, ademas de este, hay algunos otros factores que son supuestamente causas productivas deal-

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Page 43: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO IV

gunas cosas. Asi pues, Aristoteles, haciendo Ia division de todas las cosas que sedan, dice que algunas de ellas sedan en vista de algo, teniendo proyectado el que las produce cierto objetivo y fin de las cosas que se dan; otras, en cambio, no se dan en vista de nada. 5 En efecto, de cuantas cosas ni se dan de acuerdo con cierto prop6sito de quien las produce ni se remiten hacia un fin determinado (tales como asir y doblar unas pajas o tomar y estirar los cabellos o cuantas cosas se dan de manera parecida a esto), se sabe que elias tambien sedan pero carecen de causa final, esto es, de Ia causa "para que".

Pues bien, las cosas que se dan de esta forma, dandose sin meta y sin mas, no tienen ninguna division razonable. Sin embargo, entre aquellas que se remiten a algo y se dan en vista de algo, unas se dan de acuerdo con Ia naturaleza, y ou·as, de acuerdo con Ia raz6n. En efecto, las cosas que tienen su causa natural de generaci6n proceden secuencialmente y con un orden definido hacia algun fin, y alllegar a este cesan de darse, a menos que algo, erigiendose contra elias, obs­taculizara su camino natural hacia el fin proyecrado; pero tambien las cosas que se dan de acuerdo con Ia raz6n tienen un fin . Porque ninguna de elias se da como por azar, sino que todas ellas se remiten a alguna meta. Se dan de acuerdo con la razon todas las cosas que sedan por los que las producen razonando sobre ellas y disponiendolas segun la manera en que han de darse. De esta manera se dan todas las cosas que se dan de acuerdo con las artes y las que se dan de acuerdo con la elecci6n, las cuales difieren de las que lo hacen por naturaleza, por el hecho de que estas tienen en si mismas el principio y la causa de tal generaci6n (pues asi es Ia naturale-

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Page 44: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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SOBRE EL DESTINO V

za: se dade acuerdo con cierto orden, pero no hace las cosas de manera semejante a las artes, usando un razonamiento so­bre ellas). En cambio, las cosas que sedan de acuerdo con un arte y una elecci6n tienen en el exterior, pero no en ellas, el principio de su movimiento y la causa que las produce, pero , de su generaci6n, el responsable resulta ser el razonamiento sobre ellas del que las produce.

Entre las cosas que se dan en vista de algo, tambien esd.n las que se cree que sedan tanto por azar como espontaneamente, las cuales difieren de las · cosas que primariamente suceden en vista de algo, en cuanto que, en el caso de estas ultimas, todo lo que se da antes del fin se da en vista del fin; mientras que en el caso de las primeras, las cosas que sedan antes del fin, se dan en vista de otra cos a. 6 A todas las cosas que se dan en vista de otra cosa, les ocurre como fin lo que se dice que se da de manera espontinea y por azar.

V Siendo esto asi y estando clasificadas todas las cosas que se dan en estos modos de darse, sigue a continuaci6n ver en cual de las causas productivas conviene situar al destino. ~Acaso en aquellas que no se dan en vista de nada? ~0 es esto comple­tamente absurdo? En efecto, cuando decimos que algo se ha dado segun destino, siempre empleamos el termino "destino" con referencia a algun fin. Por esta raz6n, es necesario situar al destino entre las cosas que se dan para un fin, y, puesto que, de entre las cosas que se dan para un fin, unas se dan segun la raz6n, otras segun la naturaleza, o bien es necesario que sea establecido que el destino este en ambas cosas (de modo que se diria que todas las cosas que sedan lo hacen segt'm destino), o bien, que este en una de las dos.

7

Page 45: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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8

SOBRE EL DESTINO VI

Ahora bien, las cosas que se dan segun la raz6n parecen dar­

se segun la raz6n por esto, porque el que las produce tambien tiene el poder de no producirlas.? Pues las cosas que son hechas por los artesanos segun el arte, no parece que sean hechas por ellos por necesidad ( cierramente, producen cada una de elias como si por igual tuvieran tambien el poder de no hacerlas; ademas, 2c6mo no seria absurdo que la casa y la cama hayan sido producidas segun destino o que la lira este aflnada se­gun destino?) sino que tambien son cosas sobre las cuales la elecci6n tiene el control (estas son cuantas se realizan segun virtud o vicio) y estas parecen depender de nosotros. Pero si

dependen de nosotros aquellas cosas sobre las cuales parece que tenemos el control tanto de que se hagan como de que no se hagan, no es posible decir que el destino es causa de ellas, ni que existan, antepuestos y externos, principios y causas del hecho de que alguna de ellas se de o no se de neccsariamente, pues ya no dependeda de nosotros ninguna de elias, si se diera de esta mane~·a; VI por ultimo, nos resta decir que el destino

se halla en las cosas que se dan por naturaleza, de modo que destino y naturaleza son lo mismo. En efecto, lo que esra des­tinado es segun naturaleza, y lo que es segt'm naturaleza esti destinado.

Pues no es posible que el ser humano surja del ser humano, H

y el caballo del caballo, segun naturaleza mas no segun desti­no; al contrario, estas causas concurren entre si, como si solo diflrieran por el nombre. Por esta raz6n dicen que incluso las causas primeras de la generaci6n de cada una de las cosas que sucede segun naturaleza (dichas causas son las entidades divi­nas y su revoluci6n ordenada), son tambien causas propias del

8

Page 46: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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9

SOBRE EL DESTINO VI

destino. La relaci6n espedfica que las entidades divinas, segun su movimiento, guardan respecto de las cosas de este mundo,

es el principia de toda generaci6n. Dado que el destine se halla en tales cosas yes de tal tipo,

es necesario que, as! como estin dispuestas las cosas que sedan segun naturaleza, asi tambien esten dispuestas las que se dan se­gun destine. Ahora bien, las cosas que se dan segun naturaleza

ciertamente no surgen por necesidad, sino que la generaci6n de las cosas que sedan de ese modo se halla a veces impedida, raz6n por la cual las cosas que se dan por naturaleza, se dan

las mas de las veces, pero ciertamente no por necesidad. En efecto, en elias hay Iugar tambien para lo que es y sucede con­trariamente a la naturaleza, al ser Ia naturaleza impedida por cierta causa externa en Ia realizaci6n de su funci6n propia. Poe esta raz6n, tampoco es poe necesidad, sino solo las mas de las

veces, que de un ser humano surja un ser humano, de modo que cada uno de los seres que se dade ese modo siempre se de de acuerdo con el plazo que parece haber sido definido para las cosas que se dan segun naturaleza.

Puesto que en las cosas que se dan segun naturaleza tam­bien existe lo que es contrario ala naturaleza, as! como sucede en el caso de las cosas que se dan segun el arte, habda Iugar,

en las cosas que se dan segun destino, incluso para lo que es contrario al destino. Por tanto, si tiene Iugar lo que es contra­rio a la naturaleza y su nombre no ha de ser vacuo, tambien lo que es contrario al destino tendra Iugar en las cosas que se

dan. Tambien por ello alguien podria afirmar con raz6n que la naturaleza propia es principia de cada cosa y causa del orden

de las cosas que se dan en ella segtm naturaleza. En efecto,

9

Page 47: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

I II

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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10

SOBRE EL DESTINO VI

es a partir de ella que se ordenan, las mas de las veces, las vidas de los seres humanos y sus cat:istrofes. En todo caso, vemos que incluso el cuerpo, por ser tal o cual su naturaleza, se comporta consecuentemente con su constituci6n natural tanto en las enfermedades como en su destrucci6n, aunque cierramente no por necesidad. En efecto, son suficientes para romper semejante orden los cuidados, los cambios de aire, las prescripciones de los medicos y los consejos de los dioses. En el mismo sentido, tambien en el caso del alma, alguien po­

drla encontrar que, en contra de la constituci6n natural, las elecciones, acciones y vidas se dan de modo distinto en cada una. Pues el car:icter es el hado del hombre, segun Her:iclito,9

esto es, su naturaleza.

En efecto, es posible apreciar que, las mas de las veces, sus acciones, vidas y carastrofes son consecuentes con sus consti­tuciones y disposiciones naturales. En efecto, asf como para quien ama el peligro yes naturalmente audaz, tambien las mas de las veces la muerte es algo violento (pues este es el destino propio de su naturaleza), asimismo, a quien es por naturale­

za descarriado le pertenece la vida de los debiles de voluntad y desperdiciar su vida en tales placeres, a menos que algo mejor, sucediendole, lo sacuda de su vida natural. Para la persona firme de caracter, su resistencia a las aflicciones y a las calami­clades, y las cat:istrofes en tales casos de la vida, son, una vez mas, segun destino, y las cosas segun destino tambien esd.n en consonancia con quienes son mezquinos por naturaleza e

insaciables con respecto ala adquisici6n de bienes materiales, pues su vida transcurre en su mayor parte en las injusticias, y los inforrunios de la vida son consecuentes con quienes actuan

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Page 48: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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11

SOBRE EL DESTINO VII

segun estos habitos. Ademas, se suele reprochar a tales perso­nas cuando se encuentran en las circunstancias consecuentes con su vida y segun destino, porque se han hecho a si mismos causa de sus males presences.

Asimismo, alguien, queriendo ayudar a quienes dan los oraculos, atribuirfa Ia causa de que estos no necesariamente acierten a lo siguiente: la naturaleza de cada cosa no coincide con su destino en todos los casos, sino que algunas cosas in­cluso se dan en contra, mientras que los adivinos solo revelan las cosas que sedan segun destino, como tambien lo hacen los fisionomistas. En todo caso, habiendo dicho Zopiro el fisio­nomista, acerca de Socrates el filosofo, ciertas cosas absurdas y muy alejadas de su eleccion de vida, y, ademas, habiendo sido ridiculizado por los disdpulos de Socrates, Socrates dijo que Z6piro no dijo nada falso, pues hubiera sido tal en cuanto respecta a la naturaleza, si, por el ejercicio de la filosoffa, no hubiera llegado a ser mejor que su natt1-raleza. 10

Y esta es, en efecto, para decirlo sumariamente, Ia doctrina sobre el destino que proviene del Peripato.

VII La confirmacion de lo dicho hasta aqui se had mas clara, si yuxtaponemos, al lado de las precedences demostra­ciones de los temas, los absurdos que se siguen de las teodas que afirman que todas las cosas se dan segun destino. Pues, combinando de este modo Ia argumentaci6n con Ia oposici6n de las doctrinas entre si, haremos mas inteligible lo verdade­ro y, ademas, no tendremos necesidad de estarlas recordando muchas veces.

Pues bien, alguien podra razonablemente preguntarse como ciertas personas que dicen que hacen filosoffa, que persiguen

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Page 49: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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Kai Ta TipOEIPfliJEVa awi;ovTc.:>V EOTi TO KeliJEVa. Ovyop I awi,;ETat

To yivea8ai Ttva aoro TVXflS, <av> aveA.wv TIS TTJV Twv oilTws

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12

SOBRE EL DESTINO VII

la verdad que esd. en las casas y que suponen que la poseen en mayor grado que los demas hombres (raz6n par la cual incluso exhortan a los demas hacia la filosofia), se entregan a si mismos

a la doctrina de que todo se da por necesidad y segun destino, hacia Ia cual vemos que huyen solo aquellos individuos que

estin consciemes de que en ellos no hay nada valioso, y que trans­fieren, desde ellos al destino, la causa de los males que los ro­dean. Esta doctrina ni esta de acuerdo con los hechos evidentes ni tiene ninguna demostraci6n fiable de que asi sean las casas, y, ademas, elimina que haya algo que dependa de nosotros. Si

alguien llegara a fiarse de ella, NUC~ daiio mas grande podrfa hacersele mediante argumentos?

En efecto, a partir de que casi rodo individuo y tambien los tll6sofos creen que algunas cosas sedan espontaneamente y por azar, que algunas de las casas que se dan, se dan con­tingentcmcntc, y que entre los seres tambien tiene Iugar el "en nada mas esto que esto otro", es manitlesto que aquella doctrina va en contra de los hechos evidentes. Pero, de estas

casas, ninguna se preserva, segun quienes atlrman que todas las cosas se dan por necesidad, si, en todo caso, no cambiar las palabras las preserva cuando se cree que se establecieron para las cosas signitlcadas por elias. En efecto, noes propio de quienes preservan las cosas establecidas, pensar que, asignan­

do a las palabras distintos referentes, gracias a que aquellas se preservan, tambien permanecen los referentes previos. Pues no se preserva que algunos seres se den por azar, si alguien, eliminando la naturaleza de los seres que se dan de esta ma­

nera, le pone a las casas que se dan por necesidad el nombre mismo "azar", pero si se preserva, si se mostrara que pueden

12

Page 50: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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13

SOBRE EL DESTINO VIII

preservarse aquellas cosas de las cuales se acepta que se predica el nombre "azar".

VIII Entre todas las personas que se mantienen firmes en las nociones comunes y naturales, se dice que se dan por azar y por espontaneidad aquellas cosas que son concomitantes con las causas eficientes de que principalmente se den otras cosas. 11

En efecto, cuando en algo que se da en vista de otra cosa, no ocurre aquello en vista de lo cual iba a darse, sino otra cosa, la cual en principia nose esperaba, se dice que eso ·se ha dado por azar. Eso, por si mismo, se ha dado sin causa, pero, por accidente, ha tenido como causa lo que, en su origen, se dio

para otra cosa. 12 Y que algo asi es lo que todos dicen que se da por azar, es manifiesto a partir de los significados sugeridos por

quienes afirman que se dan por azar. Pues afirman que alguien ha encontrado por azar un teso­

ro, si, al escarbar en vista de otra cosa y no para encontrar un tesoro, se encuentra de pronto con un tesoro (en efecto, quien escarba con esta finalidad no lo hace por azar, pues aquello en vista de lo cual escarb6, le sucedi6; en cambio, a quien no tuvo la intenci6n de descubrir el tesoro, obrando en vista de otra cosa, el descubrimiento le cae por casualidad como su

fin: todos dicen que esto es haber descubierto el tesoro por azar). Asimismo dicen que alguien ha recobrado por azar su dinero cuando, habiendose dirigido bacia el agora en vista de otra cosa, encontrandose de pronto con su deudor, que trae dinero consigo, recupera la deuda. En efecto, para quien tiene

como fin principal de ir al agora alguna otra cosa, recuperar la deuda es algo que, por accidente, le sucedi6 como fin. Pues uno ya no dice que la deuda se recobr6 por azar, si la persona

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Page 51: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO VIII

se dirigi6 al agora en vista de eso, porque su viaje tuvo el fin que se habia propuesto. Y algunos dicen que el caballo se ha salvado espontaneamente, cuando, esperando encontrar ali­mento o en vista de alguna otra cosa, huye de sus captores y, en su fuga y carrera, le ocurre encontrarse de pronto con sus duefi.os. y ~que necesidad tenemos de dar mas ejemplos 0 de tratar con mayores precisiones de las cosas dichas anterior­mente? En efecto, es suficiente, para lo que nos propusimos, mostrar que las palabras en cuesti6n se predican de las cosas significadas por ellas.

Dado que las casas que se dan por azar y espontaneamente son tales que no se dan de acuerdo con una causa principal (pues lo espontaneo y el azar estan entre las casas que resultan ocurrirle raramente a las que se dieron antes que ellas), ~como alguna de ellas podria preservarse segun quienes dicen que to­das las cosas que existen y sedan, existen y sedan por necesi­dad dcbido a ciertas causas que fueron y son principales (pues cada una de las casas que sedan tiene una causa antepucsta y, al existir o darsc, ram bien es necesario que exista o se de)? Es

propio de quienes dirigen sofismas a si mismos y a sus oyentes por igual, aflrmar que quicnes habiendo estipulado que el ter­mino "azar" se aplica a otra cosa no preservan nada de lo que se dijo antes, no por ello eliminan el azar (porque el termino no es eliminado por quien sostiene que todas las casas se dan por necesidad). De este modo, en efecto, nada impide decir que destino y azar son lo mismo, y esran tan lejos de eliminar el azar que incluso llegan a decir que todas las casas que se dan, se dan por azar. Sin embargo, no eran culpables por haber preservado el termino "azar", sino por eliminar el hecho de que

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Page 52: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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SOBRE EL DESTINO VIII

algunas cosas sedan de tal modo, que de ellas se predica que se dan por azar o espond.neamente.

Pues ~que otra cosa hacen los que definen el azar o lo es­pontaneo como una causa oscura para el entendimiento humano, 13 sino introducir y establecer cierto significado par­ticular para "azar"? En efecto, para demostrar lo anterior, es un

error valerse del hecho de que algunos dicen que se enferman espont:ineamente cuando la causa de la enfermedad les es os­cura. Porque hablan asi no en la idea de que, habiendo alguna causa, esta les sea oscura, sino que predican lo espontaneo en el caso de cosas que ellos mismos se han persuadido de que se han dado sin causa. En todo caso, nadie dice que se ha dado espontaneamente aquello de lo cual se busca la causa (en Ia

creencia de que existe), asi como tampoco se busca la causa de aquello que se cree que se ha dado espontaneamente. Por eso, los medicos nut1Ca hablan asf sobre estas cosas, aun cuando de hccho resulta que ignoren las causas de las mismas. En efecto, tal definicion de azar no se predicaria de las cosas a las que nos hemos referido antes (a saber, aquellas de las cuales todos dicen que suceden por azar), sino, en sentido mas estricto, de otras de las cuales nadie dijo nunca que se dan por azar.

Las causas del descubrimiento del tesoro y de la recupera­cion de la deuda no son oscuras para el entendimiento huma­no, sino rnanifiestas y evidentes: del descubrimiento es haber escarbado, y de la recuperacion de Ia deuda es haber ido al agora, pues ni aquello habria encontrado, sin haber escarbado,

ni este habria recuperado Ia deuda, sin haber ido. Mas bien, porque las cosas antes dichas no eran causas principales de tales acciones, pues estas se produjeron en vista de otra cosa,

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Page 53: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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SOBRE EL DESTINO IX

por ello se ha supuesto que aquellas cosas sedan por azar. Mas que estas, son oscuras al entendimiento humano las causas de aquellas cosas que se cree que se dan por ciertas antipadas cuando se ignora la causa por la cual se dan, tal como se cree de algunos amuletos, encantamienros y hechizos semejantes, que no constituyen la causa razonable y crdble de que ellos produzcan que estas se den. En efecto, es reconocido por to­dos que la causa de estas cosas es oscura, y por ello la gente las designa como cosas a las cuales no es posible asignar una causa. Pero nadie afinna que alguno de esros subterfugios produzca

algo por azar porque crea que produce lo que produce segun una causa definida (en el supuesto de que lo que se dice que se da por azar se dice ser tal no por lo oscuro de la causa), sino

debido a que la causa principal y soberana no es causante. IX Y tales son las cosas dichas por ellos sobre el azar y con­

cuerdan con ~u~ propios fundamentos. Es evidente por si mis­mo que quienes dicen que todas las cosas se dan por necesidad eliminan incluso lo contingente, es decir, lo que resulta de una u otra manera; al menos si se afirma que estas cosas se dan de

manera contingente en un sentido propio -esto cs, que se ad­mite respecto de ellas que tambien pueden no darse-, como tambien lo pone de manifiesto Ia expresion "lo que resulta de una u orra man era'' . En cambio, las cosas que se dan por ne­cesidad no admiten no darse. Llamo "necesario" no a lo que se da por fuerza -y, en esto, que nadie corrija el termino- sino a aquellas cosas que sedan naturalmente por obra de otras y de

las cuales lo opuesto seria imposible que se diera. Sin embargo, ~como no seria absurdo y contrario a lo evi­

dente afirmar que Ia necesidad ha avanzado a tal punto que

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Page 54: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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SOBRE EL DESTINO IX

nadie puede moverse ni mover alguno de sus miembros con un movimiento que hubiera podido no realizarse en ese mo­mento, esto es, afirmar que la vuelta casual del cuello y el estiramiento de algun dedo y el levantamiento de los par­pados, o alguno de tales movimientos sigue a ciertas causas principales, 14 y que nunca pueden ser llevados a cabo por nosotros de manera distinta, y esto a pesar de que ellos ad­

vierten que hay una gran diversidad en los hechos, tanto en las cosas que son como en las que se dan, diversidad a partir

de la cual era mas facil inferir que no todo se encuentra atado por causas de ese tipo?

En todo caso, vemos que de los seres, unos no tienen ninguna capacidad de cambio al estado contrario del que se encuentran, mientras que otros en nada son mas capaces de estar en el es­

tado contrario al que esran. 15 En efecto, no es posible que el fuego reciba la frialdad, la cual es su contrario debido a su calor connatural, pcro tampoco la nieve podria recibir el calor y seguir cxistiendo como nieve; en cambio, el agua, aunque este fria, no es inca paz, habiendo rechazado esta frialdad, de recibir

el calor conrrario a la misma. Del mismo modo que esto, es posible que quien esra sentado se ponga de pie, que quien se mueve, se detenga, y que quien habla, calle. Yen muchisimas cosas uno podria descubrir que, en ellas, existe cierta capacidad

de recibir contrarios. Si los seres que por necesidad estan en uno u otro de dos estados contrarios, no tienen la capacidad

de admitir el contrario del estado en que esran, los seres que pueden admitir el estado contrario, no estarian por necesidad en los estados en que esran. Pero, sino por necesidad, entonces

contingentemente.

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Page 55: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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SOBRE EL DESTINO X

Sin embargo, las cosas que estan contingentemente en un estado, estan en el de tal manera que no por necesidad sino contingentemente esran en el. Tambien era posible que lo que esta contingentemente en un estado llegara a no estar en el. En efecto, es perfectamente posible que cada una de estas cosas este por casualidad en el estado en que se encuentra, raz6n por la cual era posible que la misma cosa estuviera en cualquie­ra de los estados opuesros, contrario al estado en el cual esta ahora. Y no esta en ese estado por necesidad simple, debido

a Ia capacidad de recibir los contraries. Mas bien, las cosas que esdn de esta manera en ciertos estados, no esran en ellos debido a ciertas causas antepuestas por necesidad, las cuales las conducen a estar en ellos. Por tanto, si es contingente que

todas las cosas que son capaces de recibir por igual a los con­trarios, tanto esten en los estados que estan como no esten en los que no estin, ser;in muchfsimas las cosas que existen y se dan contingentemente.

En efecto, es absurdo decir que estan por igual necesidad en algun es tado, tanto las cosas que son incapaces de recibir

estados contraries a aquellos en los cuales estan, como las casas que son capaces de recibir, en elias y en cualquier tiempo, no mas estos estados que sus contraries. En efecto, si las cosas que esdn por necesidad en algun estado son incapaces de recibir el estado contrario a el, las cosas que son capaces de recibir el con­trario no estarian por necesidad en aquel estado en que esran.

X ~Como no seria hacer gala de infantilidad en argumen­tos en que no debe de jugarse, afirmar estas cosas: que si todo lo que se da es segun destino, no se elimina lo posible y lo contingente, debido a que lo que es posible es aquello que,

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Page 56: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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19

SOBRE EL DESTINO X

aunque no se de, nada impide que se de (las cosas opuestas a las que se dan segun destino no estin impedidas de darse: por esta raz6n, las primeras, aunque no se den, son sin embargo

posibles); y que el hecho de que las cosas que las impiden, silas hay, son totalmente incognoscibles para nosotros, aporta una prueba de que no estan impedidas de darse (pues las cosas que son causa de que se den los opuestos de aquellas que se dan

segun destino, tambien son causas de que no se den las que se dan segun destino, si es que es imposible, como afirman, que

cosas opuestas se den en las mismas circunstancias; pero por el hecho de que no son cognoscibles para nosotros ciertas cosas que son, ellos afirman que no puede impedirse que esas cosas se den)? 16 Porque, que ignoremos los hechos, nada tiene que ver con que existan o no; pues quienes discurren de este modo

manifiestan que, segun ellos, lo posible existira en virtud de nuestro conocimiento. Porque, para los que pueden conocer sus causas (y estos sedan los adivinos) no seran posibles las

cosas que son posibles para quienes saben que estas estan im­pedidas, pero ignoran por que causas estin impedidas. Preser­vando la naturaleza de lo posible tal como lo hemos dicho, por esta raz6n afirman que ni siquiera las cosas que se dan segun destino, aunque se den inalterablemente, sedan por necesidad, porque lo opuesto de estas cosas tambien es posible que se de, posible en el sentido en que se ha dicho antes. Sin embargo, estas cosas son propias de nifios, como dije antes, y no de quie­nes sostienen una doctrina.

Tambien es semejante a esto decir que la pro posicion manana habrd una batalla naval puede ser verdadera, pero que cierta­

mente no es necesario que lo sea. 17 Necesario es lo que siempre

19

Page 57: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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20

SOBRE EL DESTINO X

es verdadero; sin embargo, esto deja de ser verdadero cuan­do se da Ia batalla naval. Si esto no es necesario, tampoco se dad. por necesidad lo significado por esto, a saber, que habra una batalla naval. 18 Y si se dara, pero no por necesi­dad, entonces, siendo verdadero que habra una batalla naval pero no por necesidad, es claro que se dara de manera con­tingente; y si se da de manera contingente, entonces, que ciertas cosas se den de manera contingente no se elimina por el hecho de que todas se den segun destino. En efecto, tambien esto, a su vez, es propio, al mismo tiempo, tanto

de quienes juegan con lo que dicen como de quienes lo ig­noran. Pues ni todo lo que se da por necesidad es necesario -si es verdad que lo necesario es eterno y lo que se da por necesidad est:i impedido de ser tal por el mismo hecho de llegar a ser-, ni rampoco es necesaria la proposici6n que

afirma esto, si es verdad que lo significado por ella no es asi. En efecto, no decimos de toda proposici6n en que esra contenida lo necesario, que ya es necesaria, pues Ia propo­sici6n necesaria no se distingue de esta manera, sino por no poder cambiar de verdadera a falsa. Asi pues, si no es nece­saria, en nada esta impedida de ser verdadera la pro posicion manana habrd una batalla naval: pues si lo que se afirma

como necesario no es verdadero por el hecho de aiiadirsele "necesario" y si no se vuelve necesario por aiiad!rsele "por necesidad", permaneceria verdadero de man era semejante a lo que se afirma sin esta adici6n. Pero si esto es verdadero, sera verdadero, cuando se haga preseme el dia de manana Ia

proposici6n por necesidad se ha dado una batalla naval, y si es por necesidad, no sera de manera contingente. En efecto,

20

Page 58: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO XI

si tambien es verdadera la proposici6n manana habrd una batalla naval, siempre sera segun destino que se de una bata­lla naval, si es verdad que todas las casas sedan segun destino. Sin embargo, si se dan segun destino, se dan inalterablemente; y si sedan inalterablemente, noes contingente que nose den; y lo que no es contingente que no se de, es imposible que no se de; pero en cuanto a aquello que es imposible que nose de, ~como es posible decir que es contingente que tambien eso no se de? , porque lo que es imposible que nose de, es necesario que se de. Por lo tanto, segun ellos, todas las casas que se dan segun destino seran por necesidad, pero no tambien de manera contingente como infantilmente aflrman.

XI Que los seres humanos tambien deliberen en vano acerca de las cosas que ellos deben hacer, se sigue del hecho de que todas las casas que se dan habran de seguir a ciertas causas antepuestas, determinadas y preexistentes. Y si deliberar fuera vano, el ser humano serfa en vano capaz de deliberar. Aunque, si la naturaleza no hace en vano ninguna de las casas principa­les, y si el ser humano es principalmente un animal capaz por naturaleza de deliberar (y no como mera consecuencia fortuita de casas que sedan principalmente), se sigue el hecho de que los seres humanos no son en vano capaces de deliberar. 19

Ahara bien, que sea vano deliberar, si todas las casas se dan par necesidad, es ficil saberlo para los que conocen Ia utilidad de la deliberaci6n. Todos estan de acuerdo en que el ser huma­no es par naturaleza superior a los demas animales en que, a diferencia de elias, no es arrastrado par sus impresiones, sino que tiene, por ella, un razonamiento critico de las impresio­nes que le acaecen acerca de ciertas casas que deben elegirse,

21

Page 59: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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22

SOBRE EL DESTINO XI

usando el cual, si, al ser examinadas, las casas que causaron sus impresiones parecen tal y como le parecieron al princi­pia, y lo son, asiente a la impresi6n, y de este modo sigue a las casas que Ia causaron; en cambia, si le parecen distintas, 0 alguna otra cosa le parece mas elegible, elige esta, aban­donando lo que al principia le pareci6 elegible. 20 En todo

caso, muchas cosas que nos paredan distintas en primeras impresiones, una vez que el razonamiento las refut6, ya no permanecen en nuestra preconcepci6n. Por eso, si bien ha­

brfan sido realizadas en la medida en que se dio la impresi6n que de elias se tiene, no se realizaron por haber deliberado acerca de elias, si es que nosotros tenemos el control tanto de haber deliberado como de la elecci6n de aquellas casas que proceden de Ia deliberaci6n.

En todo caso, por esto no deliberamos acerca de las casas eternas ni de las que, de comun acuerdo, sedan por necesidad, porque no nos surge ningun beneficia del hecho de deliberar acerca de ellas. Pero tampoco deliberamos sabre las casas que, no cLi.ndose par necesidad, dependen de otras personas, por­que no obtenemos ninguna ventaja de Ia deliberaci6n sobre elias. Asimismo, tampoco deliberamos acerca de las casas que podemos realizar una vez que han ocurrido, porque tampoco

conseguimos ninguna ventaja de la deliberaci6n sabre ellas. Deliberamos solamente acerca de las casas futuras y realizables por nosotros, siendo daro que obtendremos alguna ventaja de su elecci6n y realizaci6n. En efecto, si no deliberamos sabre las casas de las cuales, del solo hecho de haber deliberado, nada obtenemos por haber deliberado, es evidente que, sobre las casas que deliberamos, deliberamos acerca de elias si obte-

22

Page 60: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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23

SOBRE EL DESTINO Xl

nemos una ventaja del hecho de deliberar y aparte de haber deliberado, pues el hecho mismo de haber deliberado resulta mas provechoso para quienes deliberan acerca de las otras cosas que hemos dicho antes.

~Que venraja se obtiene, pues, de la deliberaci6n? Que ten­gamos el poder de elegir las cosas que debemos realizar pero que no hubieramos realizado sin haber deliberado, porque hu­bieramos realizado, por parecerse a Ia impresi6n acaecida, una cosa que hubiera parecido a la raz6n preferible de elegirse y de hacerse distinta de aquello que se darfa si no realizamos rodas las cosas necesariamente. Pero, si hicieramos todas las cosas que hacemos por ciertas causas antepuesras sin tener ningun poder para realizar esto o no, sino hacienda de una manera de­finida cada una de las cosas que hacemos, de man era semejante al fuego que calienta y a Ia piedra que es llevada hacia bajo y a! cilindro que rueda cuesta abajo,2 1 ~que ventaja obtendrfamos, en cuanto al actuar, de haber deliberado acerca de lo que ha­brfa de hacerse?, pues serfa necesario que hicieramos, incluso despues de haber deliberado, aquello que hubieramos hecho sin haber deliberado, de manera que, por haber deliberado, no obtendrfamos ninguna ventaja del solo hecho de haber delibe­rado. Ademas, pudiendo hacer esto aun en el caso de las cosas que no dependen de nosotros, lo rechazadamos puesto que seda inutil hacerlo. Por tanto, es inutil haber deliberado aun en los casos en que utilizamos el deliberar como algo que nos proporciona cierta utilidad.22

De esto se seguirfa que en vano nos habda sido dado por la naturaleza el ser capaces de deliberar; a lo cual, si se afiade el parecer de ellos mismos y, en general, de casi todos los fil6-

23

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Page 61: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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24

SOBRE EL DESTINO XII

sofos, de que nada se da por naturaleza en vano, se eliminarfa aquello de lo cual se seguiria que fueramos en vano capaces de deliberar. Esto se seguiria de no tener nosotros tal poder sobre las cosas realizadas por nosotros, a saber, ser capaces de realizar cosas opuestas.

XII Es perfectamente manifiesto, como se mostr6, que, eli­minandose la deliberaci6n como ellos dicen, tambien se elimi­

na lo que depende de nosotros. En efecto, todos aquellos que no esdn sujetos a una postura, aceptan que lo que depende de nosotros es lo siguiente: aquello sobre lo cual tenemos el con­trol tanto de que se haga como de que no se haga, no siguiendo a cicrtas causas cxternas que nos circundan ni tampoco cedien­do a ellas del modo en que ellas nos conducen. Asimismo, la elecci6n -funci6n propia del ser humano- atafi.e a lo mis­

mo. En efecto, es elecci6n el impulso acompafi.ado de deseo hacia lo que sc ha preferido a partir de una deliberaci6n.23

Por csta raz6n, la clccci6n no atafi.e ni a las cosas que se dan necesariamente, ni a las que se dan no necesariamente pero no a traves de nosotros. Pero ni siquiera se da en todas las cosas

que ocurren a traves de nosorros, sino en aquellas que se dan a naves de nosotros y sobre las cuales tenemos el control de hacerlas o no hacerlas.

En efecto, quien delibera sobre algo, o bien delibera sobre si es preciso hacerlo o no, o bien, en relaci6n con algun bien en particular, busca dar afanosamente con las cosas por medio de las cuales lo conseguiria. Ademas, si, en Ia busqueda, encuentra

algo imposible, se aparta de ello, asf como tambien se aparta de las cosas posibles pero que no dependen de el, y permanece en la busqueda en torno a lo que se propuso, hasta que se encuen-

24

Page 62: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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25

SOBRE EL DESTINO XII

tre con algo sabre lo cual el este convencido que tiene poder. Despues de esto, habiendo cesado de deliberar, puesto que, segun el, ha reconducido la busqueda a aquello mismo que es el principio de las acciones, inicia la acci6n hacia lo que se propuso. Sin embargo, el realiza la busqueda en la creencia de que tiene poder de hacer tambien las cosas que son opues­tas. En efecto, para quien delibera, y aun cuando afirmara que todo sucede segun destino, la busqueda es, en torno a cada una de las cosas que caen bajo su deliberaci6n, la de si "debo hacer esto o su opuesto". En efecto, la verdad en las cosas practicables refuta a las opiniones err6neas sobre elias. <Como noes absurdo afirmar que rodos los seres humanos en comun han cometido por su naturaleza este error?24

En efecto, que suceda muchas veces que cambiemos de idea respecto de las casas que elegimos, es prueba suficiente de que asumimos de antemano que en las casas practicables renemos el poder de ser capaces de escoger lo opuesto, y que no rodo lo que escogemos tiene causas antepuestas por las cuales no es posible que no escojamos tal cosa. En efecto, nos arrepentimos de nuestra negligencia en la deliberaci6n, y nos Ia reprochamos, porque suponemos que esta en noso­tros no haber escogido eso y no haberlo hecho. Sin embargo, cuando vemos que otros no distinguen correctamente acerca de las casas que deben hacerse, tambien a ellos les reprocha­mos que se equivocan, y consideramos que tales personas se valen de consejeros, bajo el supuesto de que depende de no­sotros adoptar o no a quienes nos aconsejaron realizar, debi­do ala presencia de tales personas, no las cosas que de hecho realizamos, sino otras distintas.

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Page 63: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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26

SOBRE EL DESTINO XIII

Siendo algo evidente por si mismo, tam bien las cosas dichas aqui bastan para recordar que lo que depende de nosotros se predica de aquellas cosas sobre las cuales tenemos el poder de elegir tambien las opuestas.

XIII Siendo esto asi, ellos no intentan, ni siquiera en prin­

cipia, demostrar que lo que depende de nosotros se preserva por quienes afirman que rodo se da segun destino, pues saben que emprenderian cosas imposibles. Mas bien, asi como en el caso del azar postulan para el termino "azar" un significado distinto y, en la creencia de que ellos preservan el hecho de que ciertas cosas se dan por azar, buscan desorientar a sus oyentes,

asi tam bien proceden en el caso de lo que depende de nosotros. Pues eliminando el poder que tiene el ser humano de elegir y de hacer cosas opuestas, aflrman que depende de nosotros lo que se da a traves de nosotros.

En efecto, aflrman, puesto que las naturalezas de los seres y de las casas que se dan son distintas y diversas (en efecto, no son las mismas las naturalezas de los seres animados y las de los inanimados, pero a su vez tampoco son las mismas las de todos los animados, pues las diferencias espedflcas de los seres revelan las diferencias de sus mismas naturalezas),25 las cosas

que sedan por cada uno de los seres, sedan segun su natura­leza propia: las que sedan por la piedra, segun lade la piedra,

las que se dan por el fuego, segun la del fuego, y las que se dan por el animal, segun la del animaJ.26 Dicen que ninguna de las

casas que se dan por cada uno de los seres de acuerdo con su naturaleza propia, puede ser de otro modo, sino que cada una de las cosas que se dan por ellos se da necesariamente, pero de acuerdo con la necesidad que procede, no de la coacci6n, sino

26

Page 64: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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27

SOBRE EL DESTINO XIII

del hecho de que lo que esta naturalmente constituido de de­terminada manera no es capaz de ser movido en ese momenta de alguna otra manera y no de esa, al darse ciertas circunstan­

cias, las cuales es imposible que no se den en elY Ni siquiera la piedra, en efecto, si es tirada desde cierta altura, es capaz de no moverse hacia abajo cuando nada se lo impide, pues, en virtud de que tiene peso en sf misma (y esta es la causa natural de este tipo de movimiento), cuando tambien estan presentes los factores causales externos que cooperan con la piedra para su movimiento natural, es necesario que la piedra se mueva cual debe por naturaleza. Es absolutamente por necesidad que estan presentes en ella estas causas por las cuales se mueve en ese momenta: no solo no es capaz de no moverse estando estas presentes, sino que tambien es por necesidad que se mueva en ese momenta, y que tal movimiento se de por el destine a traves de la piedra. ZH El mismo argumento tam bien se a plica a

las demas casas. Tal como es en el caso de los seres inanimados, afirman, asf tam bien lo es en el caso de los animales. En efecto, tambien los animales tienen cierto movimiento natural , y este

movimiento es segun el impulse, pues en todo animal que se mueve como animal, el movimiento segun el impulse es pro­

ducido por el destine a traves del animal. Siendo las casas de esta manera, y siendo que de los mo­

vimientos y las actividades que se dan por el destine en el cosmos, algunos resultan darse a traves de la tierra, otros a

traves del aire, otros a traves del fuego , y otros a traves de alguna otra cosa, mientras que otros mas tambien se dan a traves de los animales (tales son los movimientos segun el im­pulse), afirman que los movimientos que sedan par el destine

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Page 65: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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28

SOBRE EL DESTINO XIV

a traves de los animales dependen de los animales, y que estos movimientos se relacionan con lo necesario del mismo modo

en que lo hacen todos los demas, en virtud de que tambien en el caso de estos movimientos las causas externas deben por necesidad estar presentes en ese momenro, de manera que los animales, de algun modo parecido, Bevan a cabo por necesi­

dad el movimiento a partir de si mismos y segun el impulso. Dado que estos movimientos se dan a traves del impulso y del asentimiento, mientras que, de aquellos, algunos se dan a

causa del peso, otros a causa del calor y otros segun alguna otra causa, ellos afirman que estos dependen del animal, pero que cada uno de aquellos ya no depende: uno, de Ia piedra, y, el otro, del fuego. Y tales su doctrina sobre lo que depende de nosotros, por decirlo en pocas palabras.29

XIV Es posible percibir si, al afirmar estas cosas, ellos preservan las preconcepciones comunes de todos los seres hu­manos sobre lo que depende de nosotros. Porque, quienes les

reprochan como, si rodas las cosas son segun destino, es posi­ble preservar lo que depende de nosotros, se lo reprochan no solo considerando el termino "lo que depende de nosotros", sino tambien aquello que es significado por el termino "lo que

esra en nuestro poder". En efecto, gracias a que creen que lo que depende de nosotros esra en nuestro poder, ellos corrigen a quienes afirman que todo se da por necesidad. Pero, debiendo

ellos decir inmediatamente que nose preserva lo que depende de nosotros, y debiendo buscar y exponer las causas de que no se preserva, cuando vieron que esto es alga absolutamente paradojico y que muchas de las cosas que ellos sostienen co­rrerian Ia misma suerte que lo que depende de nosotros, mos-

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Page 66: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO XIV

traron que esto concurre con Ia teoria del destino. Asimismo tienen Ia creencia de que, mediante Ia homonimia, engaiian a sus oyentes de que escapan de las consecuencias absurdas de lo que dicen quienes afirman que nada depende de nosotros.

Pero, a! afirmar ellos estas cosas, en primer Iugar, alguien podria redamarles razonablemente por que, entonces, dandose por destino cosas distintas a traves de cosas distintas, y actuan­do el destino a traves de la naturaleza propia de cada uno de los seres, aseveran que lo que depende de ellos nose aplica en los demas casos, sino solo en el de los animales. En efecto, es posi­

ble decir que los motivos por los cuales afirman que las cosas que sedan a traves del animal dependen del animal, tambien se aplican en el de cada uno de los demas seres. Dado que las cosas que sedan a traves del animal nose darian de otro modo, si el animal no hubiera tenido un impulso, sino que sedan a causa de que otorga su asentimiento y de que tuvo un impulso (pero no habiemlo otorgado su asentimiento, no se dan),30

dicen que estas cosas dependen del animal y que por necesidad se daran por Cl (pues no cs posible que se den de otra manera), y creyendo ellos que aquellas casas depcnden del animal en vir­cud de que no son susceptibles de darse a traves de alguna otra cosa, excepto a traves de el, y de que tampoco son susceptibles de darse a traves de el de otra forma mas que de esta.

Sin embargo, es posible decir que esto tambien se aplica a cada uno de los demas seres. En efecto, tampoco lo que se d'\

a craves del fuego podria darse por otra cosa ni puede darse a traves del fuego de otro modo mas que a traves del calentar; por lo tanto, dado que no pueden darse de otro modo las cosas que se dan a traves del fuego a menos que el fuego caliente (y

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Page 67: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO XIV

calentando el, se daran, y no calentando, no se dad.n), estas cosas dependerfan del fuego. Tambien sera posible decir las mismas cosas en el caso de cada una de las demas entidades. 2Por que, pues, es preciso extenderse, si ya esra comprendido lo anterior? Acerca de su uso de los terminos no hay reproche. Mas bien, creer que se otorga, en las casas que se dan a naves de ellos, alguna ventaja a los animales sabre las demas enti­dades a traves de las cuales alga que les es propio tambien se da, sin conservarles ninguna otra ventaja mas que el termino "depende de ellos", eso es lo que debe reprocharseles, o bien

porque se engaiian a si mismos, porque el termino es comun, o bien porque eligen engaiiar a los demas.

Mas aun, alguien podrfa extraiiarse de la siguiente carac­

teristica de su postura: 2por que dicen que lo que depende de nosotros se da cuando nos vemos afectados en el impulso y en el asentimiento, por lo cual preservan asimismo lo que depende de nosotros en todos los animales? En efecto, lo que depende de nosotros no radica, al ocurrir una impresi6n,

en ceder o en tener, por la impresi6n, un impulso a partir de sf mismo hacia lo que aparece; mas bien, esto seria quiza preparative e indicative de lo voluntario. Pero ciertamente no es lo mismo lo volunrario y lo que depende de nosotros. 31 En

efecto, voluntario es lo que se da a partir de un asentimiento

no forzado, pero depende de nosotros lo que se da con el asen­timiento que va de acuerdo con la raz6n y la selecci6n.32 Por

ello, si alga depende de nosotros, eso tambien es voluntario, pero, ciertamente, no todo lo voluntario depende de noso­tros. En efecto, acn!an voluntariamente incluso los animales

irracionales que actuan segun el impulso y el asentimiento que

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Page 68: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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31

SOBRE EL DESTINO XIV

esta en ellos, pero es propio del ser humano que dependa de el alguna de las cosas que suceden por el. En efecto, para el ser humano, el ser racional consiste en tener en sf mismo a la raz6n como discriminadora y descubridora de las impresiones que se forman y, en general, de lo que debe hacerse o no. Por ello, los demas animales, quienes ceden a las solas impresiones, tienen en ellas las causas de los asentimientos y de los impulsos en

cada una de sus acciones. Pero el ser humano tiene a la raz6n como discriminadora de las impresiones que le vienen de fuera,

acerca de las cosas que deben hacerse, usando la cual examina cada una de elias, no solo si aparece de tal modo, sino tam bien si es real. Si en la busqueda racional se da el caso de que descubri6 que su ser es distinto de su aparecer, no cedi6 a ella porque es de este modo, sino que se opone a ella porque no es realmente de tal clase. En todo caso, es de esta manera que a menudo rehu­

ye incluso ciertos placeres aparentes, a pesar de que tenga deseo de ellos, porque no tuvo una raz6n que concordara con lo apa­rente. Asimismo rechaz6 incluso algunas cosas que le parecieron convenicntes, habiendose opinado esto por la raz6n.

Si lo que depende de nosotros radica en el asenrimiento racional, el cual se produce a traves de la deliberaci6n, y ellos afirman que radica, mas bien, en el asentimiento y el impul­so, entonces, puesto que tambien se dan irracionalmente, es

manifiesto, mediante las cosas que ellos dicen, al analizar muy descuidadamente lo que depende de nosotros, que no dicen ni que es, cuando se da, ni en que se da. Porque la esencia de lo racional no es otra cosa sino constituir un principia de accio­nes. En efecto, asi como la esencia de algo diverso esta en algo diverso (la del animal est:i en ser una entidad capaz de tener

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Page 69: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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32

SOBRE EL DESTINO XIV

impulso, Ia del fuego, en lo calieme y en ser una entidad capaz de calentar, y Ia de otra cosa, en algo distinto), asf tambien Ia del hombre esd. en ser una entidad capaz de razonar, lo cual

es equivalente a tener en sf mismo un principio tanto de elegir algo como de no elegirlo. Y ambos son lo mismo, de modo que quien elimina esto elimina al ser humano.

Sin embargo, al dejar de lado lo racional, parecen ubicar lo

que depende de nosotros en el impulso y, puesto que dicen que para ellos lo que depende de nosotros ya no radica en Ia deli­beraci6n, el sofisma tiene exito. En efecto, en lo tocante al im­pulso estan dispuestos a decir que las cosas que suceden segun impulso dependen de los animales. Porque es imposible que, sin impulso, hagan las cosas que sedan a traves de ellos. Pero si

lo que depende de nosotros radica en deliberar, entonces ya no se sigue de lo que dicen que no sea posible que las cosas que se dan a u·aves del ser humano se den de otro modo, en virtud de que, siendo capaz de deliberar, el ser humano no hace delibe­radamcnte todo lo que se da a traves de el. En efecto, no todas las cosas que haccmos, las hacemos habiendo deliberado, sino

que, en muchos casos, no concediendo la ocasi6n el tiempo para deliberar sobre las cosas que deben hacerse, hacemos cier­tas cosas sin haber deliberado, mientras que en muchos otros casos, actuamos por pereza o por alguna otra causa. Si algunas cosas se dan habiendo nosotros deliberado sobre elias, y otras, en cambia, incluso sin haberlo hecho, ya no queda Iugar para

decir que dependen del ser humano las cosas que se dan a traves de deliberar, en virtud de que no es posible que algo se de de orro modo a traves de el. Por ende, si hacemos unas cosas habiendo deliberado y, otras, sin haberlo hecho, las cosas

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Page 70: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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33

SOBRE EL DESTINO XV

que se dan a traves de nosotros ya no se dan tan sencillamente como las que se dan a traves de los animales, a traves del fuego o a traves de dos cuerpos pesados. Asimismo, si tenemos ade­mas el poder de parte de la naturaleza de hacer alga habiendo deliberado, es maniflesto que tambien tenddamos el poder de hacer otra cosa por haber deliberado, y no en absoluto aquello que habriamos hecho incluso sin haber deliberado. En efecto,

habriamos deliberado en vano. XV El hecho de que, dejandose llevar por la tesis de que 'si

uno actua algunas veces de esta man era y otras de otra dadas las mismas circunstancias, se introduce un movimiento sin causa', digan que uno, por esa raz6n, no es capaz de hacer lo opuesto de lo que hace, quizas sea tambien de las cosas que, como las anteriores, han sido pasadas por alto. Pues no siempre las casas que se dan por una causa tienen en todos los casos una causa externa de que se den. En efecto, es debido a tal poder, que hay algo q uc dcpende de nosotros, pues nosotros tenemos, y no una causa externa, el control sobre las cosas que as! sedan. Por esta raz6n, las cosas que se dan de este modo no se dan sin causa, pues tienen su causa de parte de nosotros. El ser humano es, pues, principio y causa de las acciones que se dan a traves de el,33 e, incluso, del mismo modo que la esencia de la esfera es dejarse ir cuesta abajo cuando rueda, la esencia del ser humano es esto: tener en sl mismo la causa de actuar de una manera determinada. Por ello, cada una de las demas cosas se sigue de las causas que desde fuera la circundan, pero el ser humano no, porque su esencia radica en tener e1 principia y la causa en si mismo, de manera que no necesariamente sigue a las cosas que desde fuera lo circundan.

33

Page 71: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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34

SOBRE EL DESTINO XV

En efecto, si para nosotros fuera el caso de que la selec­ci6n de las acciones que deben realizarse se hiciera en relaci6n con una sola meta, quizas hubiera habido una raz6n de que

nuestras selecciones acerca de las mismas fueran similares. Pero dado que esto no es asi (pues elegimos las cosas que elegimos, a veces por algo bello, ocras veces por algo placentero, y orras por algo convenience, y no son las mismas las cosas que las producen), es posible que nosocros, movidos ahora hacia lo bello, prefiramos, de entre las cosas que nos circundan, a unas, y, por el contrario, a otras, cuando remitimos la selecci6n a lo

placentero o lo convenience. Asi como no buscamos una causa distinta por la cual la

tierra es movida hacia abajo conforme al peso que esca en ella, ni una por la cual el animal hace conforme al impulso

lo que hace, en virtud de que concribuye desde sf mismo con es ta causa a que se den las cosas, siendo tal cosa su nacuraleza, del mismo modo no debe exigirse una causa discinca aparte del ser humano mismo, en el caso de las cosas que en las mismas circunstancias se producen por nosocros, a veces de

una manera, y a veces de ocra. En efecto, la esencia del ser humano es esta: ser principia y causa de las acciones que se dan a traves de el.

Sin embargo, noes verdad decir que incluso quienes delibe­

raron asienten a lo que aparece, y que, por esco, tambien siguen a la impresi6n del mismo modo que los demas animales. En efec­

to, no todo lo que aparece es una impresi6n.34 La impresion

se da simple y separadamente de la raz6n por las cosas que desde fuera nos afectan, de manera semejance a las accividades

sensoriales (por lo cual, cambien, tiene fuerza sobre codo en

34

II

Page 72: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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6:An8ns , 1-lTl exovoa Tl EUAoyov, EK TWV eipf)J.IEVWV I yvwpiJ.IOV.

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2U Ei yap, EXOVTWV I-lEV OVTWS TWV npayl-lclTWV W') EXEI (ovoe

yap al/TWV TIVa I neloat5vvaTOV 1-lfJ npaTTEIV, & npaTTOVOIV, ws

iixovTas Tov KalnpaTTEtv I mha Kat llfJ npaTTEIV Ti)v e~ovcriav,

llTl Tl ye TWV aAAwv Ttva· TOCJaVTf)V I icrxvv EXEI TUAf)8es Kal Ti]v

napa TWV YIVOI-IEVWV ) . .lOpTvp(av evapyij) , ei I on TOVTWV o\hws

25 EXOVTWV icrxw al!Twv n 86~a TOCJaVTf)V 1.6:[301, ws n6:v- I Ta)

6:v8pwnovs lTIOTEVOal, iht Til-lEl) J.IEV ov5evos KVplOI, EnOl-lEBa DE TOt)

I nEplEOTWOIV ae(, TOVTOIS ev5t56vTES TE Kat ovyKaTaTt8EI-IEVOI,

Kat npaTTO- I I-lEV TE & npaTTOI-IEV Tc;'> naVTW) ocpeiAEIV TavTa

npaTTetv (1-liJ yap ETvm 1 5vvaTov iJ1-1iv ovTwv Twv nepiEOTwTwv

35

SOBRE EL DESTINO XVI

los animales irracionales); en cambio, aparecen algunas cosas -a las cuales ya nadie Hamada impresiones- que reciben la causa de su aparecer, tanto a traves de la raz6n como de parte

del razonarniento. En efecto, el que asiente a alguna de ellas debido al razonamiento que se da en la deliberaci6n, es el mis­mo causa para si mismo del asentimiento.

XVI Sin embargo, a partir de lo que hemos dicho, se com­

prende que ni preservan lo que depende de nosotros, quienes afirman que todo se da segun destino (pues no preservan

esto sobre lo cual investigamos, al menos si se preserva segun aquellos que intentan ofrecer una explicaci6n de que, desde un principia, el hecho en cuesti6n no es posible), ni es ver­dadera la causa que ellos ofrecen de que se anule tal poder, puesto que no tiene nada de razonable. Ahora bien, quienes

anulan el hecho de que exista algo que dependa de nosotros de esta manera, consecuentemente confunden y perturban, en la medida en que depende de ellos, la vida de los seres

humanos. '15

En decto, siendo las cosas como de hecho son (pues tan

fuerte es la verdad y evidente el testimonio de las cosas que se dan, que ni siquiera es posible convencer a alguno de ellos de no hacer las cosas que hacen en la creencia de que tienen el poder tanto de hacerlas como de no hacerlas, y rnenos aun a alguna de las demas personas), si la opinion de ellos cobrara tal fuerza que todos los seres humanos creyeramos que no tene­mos el control de nada y que seguimos siempre a las circuns­

tancias, cediendo y asintiendo a elias, y que hacemos lo que hacemos por estar necesariamente obligados a hacerlo (pues no nos es posible, siendo tales las circunstancias, hacer algo

35

II

Page 73: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

Totovnuv &IIIIo Tl Tiotelv) , ov lTpaTTo- 1 11ev TE nallw 611oiws eta

30 TO 1-!Tl ovvao8at cXVTt[3aiVEIV TOt<; TIEplEOTWCJIV oil- I CJIV TOIOVTOI<;,

Tl aAAO fl CJV11[3r1oETal navTa<; av8pwnovs 010 Ti]v TOiclVOE I

TTlCJTIV TO 1-!EV ooa 1-!ETO lTOVOV TIVO<; Kal <ppOVTlOO<; yivETal,

187 TOVTOI<; 1-!EV I xaipElV A.Eyetv, aipelo8m OE TU') 1-!ETa paOTWVTJS

i)oovas, ws TiavTws eoo- 1 11£vwv Twv 6<petll6vTwv yeveo8m,

<Kixv> 1-!TJOEV mho\ nepl 0\lTWV <not>wmv KaA6v; I Othws o'

cxvTwv 8taKEt1-!EVwv Kcxl Twv npaTTOI-!Evwv aKoAov8ovvTwv TaT<; I

cxipemmv a\lTWV (ouyap oi] OIU Ti]v TTEpl aUTWV E\jJEVCJI-lEVT]V TilCJTIV

aAAw<; I TIW<; ESEI To lTpayiJaTa <il> W<; EXEI) aAAo Tl il TWV 1-!EV

KcxAwv rrcxpa I TTCtVTWV 6Atywpia TIS ECJTOI (naVTWV yap i] KTfjois

TE KalTiapovo(a Twv I TotovTWV 1-!ETa Kal-laTov rreptyivETat) , Twv

OE KCXKWV a\'pems aTE ytVOI-!EVWV I 1-!ETO paoTWVTJS TE Kal i)oovfis ;

flpos ovs Ti<; &v 6 napa TOVTwv e'iTJ "A6yos, 1 wv neto8evTE<;

TOtS 86yl-!aCJIV i'jA8ov enl TavTa; t\eyotEV &v yap OIKaiw<; I

10 npo<; auTov<; , Ei aiTI~VTO CXIJTOV<; , iht 11ft ol6v TE i'jv auTo!<; TWV

TTEplEOTW- I TWV OVTWV TOIOVTWV aAAoT6v Tl lTpcXTTEIV. Ols

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TftV oiKEiav CJWCJEI KaT' auTOVS <pvmv, aAA' ECJTOI Kal TOVTWV I

15 ,eKaCJTOV ytVOI-!EVOV KCXTTJVayKaCJI-lEVW<;, wonep KOKEiva, E<p ' oTs

TaiiTa yive- I Tat.

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Olal-!apTWV Imp\ TftV TfiS 'EAEVT]S aprrcxyr'jv; Tiws o' &v 1\yai-!EIJVWV

EUA6yw<; aiJTOV I KaTO\jJTJ<pii;otTO A.Eywv 'ouo' aUTO) ava(VOI-!01';

36

SOBRE EL DESTINO XVI

disrinto), y, asimismo, por el contrario, que no hacemos lo que no hacemos por el hecho de que no podemos oponernos :t las circunstancias que son de tal tipo, entonces 2que po­drfa suceder sino que todos los seres humanos, debido a tal creencia, rehuirian a cuantas cosas sedan con algun esfuerzo y atencion, y elegirian, en cambia, los placeres faciles, puesto que necesariamente se dara lo que debe darse aun cuando

~.:llos no hicieran nada bello al respecto? Estando ellos asi dispuestos y siendo consecuentes con sus elecciones (pues

ciertamente noes a causa de su creencia falsa sobre los hechos que estos seran distinros de como son), 2que otra cosa se dara sino cierto menosprecio de parte de todos por las cosas bellas (pues la adquisici6n y el cui dado de todas las cosas de ese tipo implica un trabajo constante) y la eleccion de las cosas malas que se dan con facilidad y placer?

2Cual seria el argumento de ellos en contra de aqudlos que llegaron a esto por creer en sus docrrinas? Pues si fueran a res­ponsabilizarlos, dirian justificadamente contra ellos que no les era posible, siendo tales las circunsrancias, hacer algo distinto.

2Como seria razonable que los censuraran los que, gracias a cstas doctrinas, llegaron a ser sus maestros? Mas bien, ni cen­~uras, ni castigos, ni exhortacion, ni honra, ni ninguna de esa

dase de cosas conservara, segun ellos, su naturaleza propia, ~ino que cada una de elias, y tambien aquellas en las cuales se dan estas, sera algo que se da necesariamente.

En efecto, en el caso del rap to de Helena, 2c6mo podria Ale­jandro, hijo de Priamo, al haberse equivocado, ser culpable? Y ~como podria Agamenon condenarse razonablemenre a si Ill ismo afirmando 'ni yo inismo lo niego'?36 En efecto, hubiera

36

Page 74: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

Ei !lEV yap ETxEV ei;ovoiav I VTTEplOEIV i]I\A.EI;avopos TWV TOTE

20 TTEplEOTWTWV aVTOV KalTiapaKaAOVvTWV I ElTl Tf]V apTiayr]V [il

MeveAaos TWV ayavaKTElV ElTatp6vTwv] i]l\yai.IE!l- I vwv, E<p' oTs

ws &v a!lapTT]oas avTov KaTaTpexet, ev!.6yws &v i'jaav ev I aiTi~.

Ei o' i'jv lT<lAal KalTipOTiaAat Kal Tipo TOV Ti]v apxnv Ttva aVTWV

1 yeveo8at aATJBes Tiepl EKaoTov Tipo!.ey611evov Tothwv ifKaoTov,

e<p' oTs TTOl- I r'!oas ev8vvnat, TTWS &v E-r' avTwV TWV yEVO!lEVWV

25 Ti]v aiTiav EXotEv; Tiws I oe TtS ESllYrlOETat Kal TO E<p ' iJiliv dvat

TCxS TE apETas Kal Tas KaKias; I Ei yap o\hws EOTl ot' iJilWV, TIWS

h' &v evA6yws oi !lEV eTev EV ETTalVOlS, I o\ OE EV ~6yOts; Ovoev

yap aAA' il OVVT]yopiav Tols KaKOl) TO 06y!la I TOVTO Tipoi;evel.

'OpW!lEV yovv TWV !lEV ayaewv TE Kal KaAwv Tipai;ewv I ovoeva

TT]V EillaPilEVT]V OVOE Ti]V avayKT]V aiTlWI.IEVOV, TOVS OE KaKOU)

30 ot' I EKElVT]V TOlOlrrOVS ETvat A.EyovTa). "0 TIIOTEVOaVTES Kal TOV)

188 <ptAoa6<povs AE- I yetv TIWS ov !lETa rrappT]oias avToi ye err\ TaCiTa

EAEVOOVTat TOVS TE aAAOVS I TIPOTpe~ovmv;

XVII Tiws o' &v owl,;otEV TOtavTa A.EyovTE) Ti]v VlTO TWV

8ewv 1 ytvo!JEVTJV Twv 8vT]Twv Tip6votav; Ei yap ai' TE Twv

8ewv em<pavetal, as I <paatv yivea8ai TlatV, KaTa TtVa yivovTat

TipoKaTa!3ej3!.rwevfJV aiTiav, ws Tipo 1 Tov yeveo8at Ttva avTwv

aAT]8ES dvat TO TOVOE j.IEV Eow8ai TlVa EK 8ewv I KT]OEIJOViav, TOVOE

oe 1-lrl, TiwS &v ht TovTo rrp6votav TtS otKaiws A.Eyot, I Ti]v ov KaT'

ai;iav ytVOIJEVT]V, aAAa KaTa TtVa avayKT]V 1TpOKaTaj3ej3AT]IJEVT]V;

37

SOBRE EL DESTINO XVII

sido razonable que fueran culpables, si Alejandro hubiera teni­do el poder de desdenar las circunstancias de entonces, que lo invitaban al rapto, o Agamenon el de desdenar aquellas cosas que se reprocha en la creencia de haberse equivocado. Pero si desde hace mucho tiempo, o aun antes de eso, e incluso antes de que se diera el comienzo de estos sucesos, era verdadera cada una de estas cosas dichas mas arriba acerca de cada uno de estos sucesos, por los cuales, habiendolos hecho, se les reprende, ~como, aun asf, podrfan tener la culpa de los suce­sos mismos? ~Como explicara alguien que tanto las virtudes como los vicios tambien dependen de nosotros? Porque, si es asf, a traves de nosotros, ~como serfa todavfa razonable que unos fueran objeto de alabanzas, y otros, de censuras? En efecto, esta doctrina no hace sino proveer una defensa a los malos. Pues en todo caso no vemos que nadie culpe al destino ni a la necesidad, ni de las acciones buenas ni de las bellas, pero si a los malos que alegan que son tales por aquel. Cre­yendo que incluso los filosofos lo afirman, 2c0m0 no correran ellos mismos hacia estas cosas con toda libertad, y como no exhortaran a elias?

XVII ~Como preservarian quienes dicen semejantes cosas la providencia hacia los mortales que se dade parte de los dioses? En efecto, si las manifestaciones de los dioses, que se dice que se producen para ciertas personas, ocurren segun una causa antepuesta, de manera que, antes de que nazca cualquiera de ellos, es verdadero el hecho de que, de alguno, habra cierta proteccion por parte de los dioses, pero no de otro, 2como se justificaria Hamar a esto "providencia'' si se da, no por merito sino por una necesidad antepuesta? ~Como se preservarfa, ade-

37

Page 75: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

I Dws o' O:v owl;otTO Kal iJ npo<; TOV) 8EOV) EVoE[3Eta TWV EVOE[3ETV

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Tl napa TOV) &A.A.ov<; I nA.Eov, cht Kal TO\lTWV Tjaav ai apxal Kal

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XPEta<; avatpov~EVll<;: Ti yap &v il ~6:8ot il Ota TO ~a8ETV napa TWV

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TE I ~llVVOOI ovvaT6v, wv TO ~a8ETV iJ~a<; Kal lTO!ijoat il ~i] lTOLijoai

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ETILTt~wvTE<; Kal emn'Ar]TTOVTES Ttotv ws ov Ta npoor]KovTa I

38

SOBRE EL DESTINO XVIII

mas, la piedad hacia los dioses de quienes tienen fama de ser piadosos, puesto que, al actuar de esta manera, no dependia de ellos no hacerlo? Quienes tuvieran una ventaja sobre los de­

mas, tambien ella provendria de los dioses, puesto que incluso los principios de estas ventajas estarian antepuestos antes de que ellos existan.

Y ~como no anularian tambien la mantica cuando anulan

su utilidad?37 ~Que podria uno aprender, o de que podria uno prevenirse por haber aprendido de los profetas, si las t'micas cosas que nosotros podemos aprender y ellos revelar son tales,

que el hecho de que aprendamos cada una de elias y de que las hagamos o no, seria necesario incluso antes de nuestro na­cimiento, y si no esti bajo nuestro control atenernos a las

predicciones de los dioses en virtud de que han sido ante­puestas las causas de lo que llegara a ser por nosotros?

XVIII En cierto modo, para cualquiera es facil compren­der que esta doctrina es causa de perturbacion de toda la vida humana. Y de que es falsa, prueba suficiente es el hecho de que ni siquiera sus propios defensores son capaces de atenerse a las cosas que ellos mismos afirman. En efecto, as£ preser­van en sus discursos lo libre y la autodeterminacion, como si

nunca hubieran escuchado de otra persona alguna opinion de ese tipo: por una parte, intentan exhortar a algunas personas

a hacer algo bajo el supuesto de que elias tienen el poder de hacerlo o no hacerlo, pudiendo, las personas que se persua­dieron, gracias a los argumentos que reciben de ellos, elegir

ciertas cosas cuyos opuestos elias habrian hecho aunque ellos hubieran permanecido callados; pero, por otra, castigan esto y reprenden a algunas personas, porque, segun ellos, no hacen lo

38

Page 76: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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39

SOBRE EL DESTINO XIX

que deben. Sin embargo, incluso siguen escribiendo muchos libros y los dejan a la posteridad,38 por los cuales pretenden educar a los j6venes, pero no en la creencia de que, debido a que eran tales sus circunstancias, han estado impedidos de no escribirlos, sino en la creencia de que depend{a de ellos escribir o no, eligiendo escribir por filantrop1a.

XIX Habrian puesto fin a esta ambici6n en sus discursos, y concedido que lo que depende de nosotros es libre, autode­terminado y tiene el control sobre Ia elecci6n de opuestos y sobre la acci6n en las mismas circunstancias, si hubieran pues­to atenci6n a las cosas en las cuales todos estan de acuerdo. Pues hay una ley que se considera justa por los hombres, tanto particulates como legisladores, y es esta: 'quienes involunra­riamente han hecho algo de tal tipo, son dignos de merecer el perd6n' dado que el castigo se define, no en referenda al acto que se realiza, sino al modo de la acci6n; a esa ley ni ellos mismos ni nadie mas impugnan, en la creencia de que no es noble hacerlo. Sin embargo, quienes saben lo que est:in hacienda, pero, por hallarse en circunstancias en las cuales de­ben hallarse por necesidad, no tienen en s{ mismos el poder de hacer algo distinto de las cosas que hacen, en virtud de que su naturaleza es de tal tipo y de que por destino se hacen las casas que se hacen segun la naturaleza propia (como en el caso de las cosas pesadas que se arrojan es segun destino ser llevadas de arriba abajo, y, en el caso de las casas redondas, moverse por sl mismas en un plano inclinado, si son empujadas), ~por que sedan estos menos dignos de perd6n que quienes yerran ya sea por ignorancia o a la fuerza? En efecto, parecido a esto, es considerar justa castigar a un caballo porque no es un ser

39

Page 77: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

25 EOTIV av8pwnos, Kal TWV aAAWV l,;~wv I EKaOTOV, C>TI Tatrrfls Tiis

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no1Eto8al TOTE KaAOV Kal TOV v6- I l.lOV, KEpbovs xaplv il i)8ovfis

Ttvos , vnepopwvTes eKdvwv, npaTTovol Ta 1 cpav!.a, TovTovs

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biOOVTE) TOt) OVX o\.hws Cxl.lapTaVOVOIV.

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I cpepoVTI TT,v aiTiav ws \j!Ev86s Tl [Kal \jiEVbel] MyoVTI, ofj!.ov ws

uno TOVTWV I Kal uno TWV OAAWV anaVTWV Ol.lOlWS nenioTEVTal

15 TO dval TO ecp' fJI-ltV I ovx oTov vno TOVTWV nAaOOETat, OTaV eis TO

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Ei yap ijoav o\hws EXEIV nemoTEVKOTES, ovveyi- I yvwoKov &v

nao1v Tots <'xl.lapTavovolv ws ovK exovmv Tov l.lTl navTa npaT- I TEIV l:!;ovoiav.

40

SOBRE EL DESTINO XIX

humano, y, a cada uno de los demas animales, porque les ha tocado esta suerte y no una mejor. Sin embargo, ningun Fa­laris es tan cruel e insensato que, en alguno de los casos que se diode este modo, castigue al agente. 39 Ahora bien, ~en que casos son razonables los castigos? No en otros sino en aquellos que se dan a causa de su propia elecci6n malvada. En efecto,

en los casos en que ellos mismos tienen el poder de elecci6n, dado que dejan de lado que el objetivo de las cosas que hacen es hacer lo noble y Ia ley, y que, pasandolos por alto en vista de ganancia o de algun placer, hacen cosas indignas, todos los hombres consideran que ellos merecen el castigo, dando su perd6n a quienes no yerran de esta manera.

Ya es bora de que todos los malos que aprendieron esta doctrina desconcertante de parte de los fil6sofos, ensefien a sus maestros que tambien ellos son dignos de perd6n, no me­

nos que quienes yen·an involuntariamente. Pues no hacen lo que hacen por algo externo que los obligue, tal que les fuera posible incluso precaverse de ello, pero no es posible que algo los libere de la naturaleza que esta en ellos, y nada hay digno de culpa, ni siquiera en las cosas en que yerran. Pero si nadie mas, ni siquiera los que detentan esta doctrina, perdonada a

quien se disculpa de sus yerros diciendo algo que es falso, es manifiesto que ellos e igualmente todos los demas han crefdo que lo que depende de nosorros noes como ellos lo presentan cada vez que se ocupan del problema, sino del modo en que, a traves de sus actos, estos mismos y todos los seres humanos lo demuesti:an. Pues si hubieran creido que esto es asi, hubieran

perdonado todas las cosas a los que yerran porque no tienen el poder de no hacer ninguna.

40

Page 78: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

20 XX 'AA.f..' i:\Tt IJEV Kal eoTt Tt i:<p' iuii'v 6vowJ:om, Kal ov eta I TTJV

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v<p' aVTOV, iKava I IJEV OETI;at Kal Ta eipT]IJEVa, iKavws o' &v

i:rreio8T]oav Kal oi c'xvTtAEyetv 1 rrpos auTo rretpc0~-tevot, ei Kav rrpos

OA(yov TTClVTa a rrpaTTOVOLV tiTTEIJElVOV I rrpal;at ws CxAT]8EVOVTES

25 rrepl wv f..Eyovotv, moTEvoavTES Tc;liJT]OEV TWV yt- I VOIJEVWV tm6

TlVOS o{hws yiveo8at, ws Kal TOV 1-ltl rrpaTTElV a\lTO Tt']v e!;ov- I

aiav exovTos ToTE. T c;J yap TovTo rremoTEVKOTt ovK emTt~-tfioai

TlVl, ovK I i:rratveom Ttv6:, ov ov~-t!3ovAevoa[ Ttvt, ov rrpoTpEYJao8a(

TlVa, OVK ev!;ao8at I 8eols, ov xaptv aVTOlS yvwvat TTEp( TlVWV,

OVK aAAO Tl TTOlElV oT6v TE TWV I o<pElAOIJEVWV evl\6yws y(vea8at

191 VTTO TWV Kal TOV <~-tt1> TTOlELV EKaOTOV wv I TTOlOVOLV TtlV u;ovo(av

<Exetv> TTETTlOTEVKOTWV. 'AAACx IJtlV e!;w TOVTWV a!)[wTOS 6 TWV I

c'xv8pc0rrwv <!3ios> Kal OVOE Tt']v apxt']v c'xv8pc0rrwv ETl.

XXI MT]OE EKelvo oE: fJIJlV I c'xvel;haoTov rrapal\ef.Ei<p8w, e'l TIS

fJIJElS TE ai;tOVIJEV Kal i] TWV rrpay~-taTWV <pV- I OLS EXElV ~-tapTvpel,

Tov rraVTa i:l; c'xvayKTJS TE y[vea8m Kal Ka8' Ei~-tap~-te- I VTJV, 6:\f..'

eTvat ETT' 'lOT]) EKclTEpov il TTlOTOV il OOT]AOV avTwV, TTOTEpq: OOSlJ

I rrei8ea8at TOtS c'xv8pc0rrots c'xo<paAEOTEp6v TE Kal aKlVOVVOTEpov,

Kal rroTov I YJE0oos aipETwTepov, TTOTEpov TO rravTwv ytvo~-tevwv

41

SOBRE EL DESTINO XXI

XX Ahora bien, lo dicho hasta aquf tambien basta para demostrar que es posible aplicar a algo el termino "lo que de­

pende de nosotros", y que no existe nada que se de sin causa debido a este poder, por el hecho de que el ser humano sea el causante de las cosas que se dan de este modo, siendo el el principio de las cosas que se dan por el. Suficientemente se hubieran convencido tambien los que intentan argumentar en contra de ello, si hubieran perseverado, aunque sea por poco tiempo, en realizar todas las cosas que hacen creyendo estar

en lo cierto acerca de lo que dicen, habiendo confiado en que ninguna de las cosas que se dan por alguien se dan como si tambien tuviera el poder de no hacerla en ese momento. En efecto, para quien esti convencido de esto, no es posible que censurar a alguien, alabar a alguien, aconsejar a alguien, exhor­tar a alguien, implorar a los dioses, reconocerles algun favor

acerca de algo, o cualquiera de las otras acciones que deben hacerse, sean cosas hechas de manera razonable por quienes estan convencidos de que tienen el poder de no hacer cada una de las cosas que hacen. Ahora bien, sin estas cosas, la vida

de los humanos es insoportable y, para empezar, ni siquiera es propia de humanos.40

XXI Tampoco dejemos sin examinar esto: si alguien supu­siera que el que exista algo que dependa de nosotros, como nosotros lo pensamos y la naturaleza de los hechos lo atestigua, en nada es mas verdadero que el que todo se de por necesidad y segun destino, sino que cada una de estas opciones es, en igual

medida, o digna de creencia o no evidente, ~a cual opinion es inas seguro y menos peligroso para los seres humanos atenerse, y cual falsedad es preferible? ~Acaso, dandose las cosas segun

41

Page 79: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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Tov, Kai IJfJOEV iJIJwV npay!laTEVO!lEVWV nep\ I Twv npaKTewv,

To 6cpe1/..ov <av> yeveo8at. 0\hws 81: TovTwv exoVTwv np60T]Aov

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6:/..nBes oiKEIOTT]TO Kai TWV Evap- I ywv ot'hws vmpopav. "EoTat

42

SOBRE EL DESTINO XXII

destino, suponer que no se dan de ese modo sino que noso­tros tenemos el control de hacer algo 0 de no hacerlo, o, mas

bien, habiendo algo que tambien depende de nosotros (de la manera en que hemos dicho), creer que es falso y que todas las cosas que se dan por nosotros segun nuestro poder se dan necesariamente?41

0 es claro que, dan dose todas las cosas segun destino, los que se convencen a sf mismos de tener el poder sobre ciertas cosas de hacerlas o no, no se equivocarfan respecto de esa creencia

en nada de lo que hacen, por el hecho de que ni siquiera desde un principia tenfan poder sobre alguna de las cosas que sedan por ellos. Por consiguiente, el riesgo de equivocarse en esto se queda en las palabras. Pero si, en todo caso, vamos a atenernos a que, habiendo algo que tambien depende de nosotros y no dandose todas las cosas por necesidad, no tenemos el control de nada, dejaremos de lado muchas de las cosas que hubiera­mos debido hacer, ya sea a causa de haber deliberado acerca de ellas, ya sea a causa de haber sufrido animosamente las penas asociadas a las acciones, habiendonos vuelto mas perezosos respecto de hacer algo mediante nosotros mismos, a causa de la creencia de que lo debido se darfa, aunque nosotros no ha­

gamos nada respecto de lo que debe de hacerse. Siendo asf las cosas, es evidente que es preferible para los fil6sofos elegir el camino menos peligroso y conducir hacia ei a los demas.

XXII Habiendo ya considerado estas cosas, es igualmen­te importante considerar que quienes alegan las cosas dichas por aquellos acerca del destino, tambien vean si la fuerza que tienen es tal que serfa razonable, debido a su afinidad con la verdad, desdeiiar de esta forma incluso los hechos evidences.

42

Page 80: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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43

SOBRE EL DESTINO XXII

En lo que a nosotros respecta, Ia exposici6n de estos asuntos s6lo se extended. en Ia medida en que sea uti! para los objetivos que nos hemos fijadoY

Afirman, ciertamente, que este cosmos, siendo uno y con­teniendo en si mismo a todos los seres, y siendo administrado por una naturaleza viviente, racional y pensante, lieva a cabo Ia administraci6n eterna de los seres, que avanza segt'm una cierta concatenaci6n y seriaci6n, siendo causas las cosas que se dan primero, de las que se dan despues, y, en este sentido, estando unidas todas las cosas entre elias. Ni hay nada en el que se de de modo que alguna otra cosa no lo siga necesariamente y este en contacto con el como con una causa, ni, a su vez, ninguna de las cosas que sobreviene es capaz de liberarse de las cosas que la han precedido, de forma que no siga a ninguna de elias, como si no estuviera unida a elias. Por el contrario, a toda cosa que se da le sigue alguna otra, atada esta a aquella por nece­sidad como a su causa, y todo lo que se da tiene algo que le precede, con lo cual est:i enganchado como con su causa. De las cosas que se dan en cl cosmos, nada es ni se da sin causa, debido al hecho de que, de las cosas que se dan en el, no hay ninguna que este liberada o separada de todas las cosas que le han precedido. En efecto, el cosmos se despedazaria y se dividi­ria, y dejaria de permanecer siempre uno, administrado segun un ordenamiento y una unica seriaci6n, si alguien introduje­ra un movimiento sin causa, el cual seria introducido si todos los seres y todas las cosas que se dan no tuvieran determinadas causas que los precedieran y a las cuales siguen por necesidad. Afirman que lo que se da sin causa es semejante a, e igualmente imposible que lo que se da a partir del no ser, y que, siendo

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Page 81: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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44

SOBRE EL DESTINO XXIII

de tal tipo la admistraci6n del todo, esta se da desde siempre y para siempre, activa e incesantemente.43

Habiendo cierta diferenciaci6n entre las causas, a! hablar de Ia cual se refieren como a un 'enjambre' de causas, unas siendo desencadenantes, otras coadyuvantes, otras constitutivas, otras cohesivas, y otras de otro tipo44 (en efecto, no se debe alargar

el discurso presentando todas las cosas que dicen, sino indi­car el espiritu de su doctrina acerca del destino); siendo pues numerosas las causas, ellos afirman que es cierto, de todas elias por igual, que es imposible que, siendo las mismas todas las circunstancias en torno tanto a Ia causa como a aquello para lo cual es causa, en un caso el efecto no ocurra de este modo pero, en otro, si.45 En efecto, si esto sucediera, habria un mo­vimiento sin causa.

Ellos afirman que el destino mismo, esto es, Ia naturaleza y Ia raz6n de acuerdo con Ia cual se administra el todo, es dios y que csta presente en todos los seres yen todas las cosas que se dan, y que, de este modo, usa a Ia naturaleza propia de todos

los seres para Ia organizaci6n del todo.46 Tales, en pocas pala­bras, Ia doctrina que ellos tienen acerca del destino.

XXIII La falsedad de estas afirmaciones no requiere de nin­gun argumento o refutaci6n externa, sino que puede captarse por si misma. En efecto, NUe refutaci6n mas clara hay de un discurso, que el hecho de que nose a justa a aquellas cosas acer­ca de las cuales habla? En rodo caso, la primera afirmaci6n de

que rodos los seres son causa de determinados seres que se dan despues de ellos, y, en este sentido, esos hechos son continuos entre si en virtud de que los segundos esran enganchados con los primeros, lo cual ellos postulan como esencia del desti-

44

Page 82: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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45

SOBRE EL DESTINO XXIII

no, ~c6mo noes manifiesto que desentona con los hechos? En efecto, silos padres son causa de los hijos yes preciso indagar las causas segun Ia afinidad, de modo que un ser humano sea causa de un ser humano, y un caballo de un caballo, ~de quien posterior a ellos son causa quienes para empezar ni siquiera han tenido relaciones sexuales? Y, ~de quien son causa los ninos que han fallecido antes de Ia madurez? Porque muchas de las cosas que se dan, por una inrerrupci6n en su crecimienro, o no desarrollandose o muriendose antes, no lograron volverse causa de nada conforme a Ia potencia que hay en ellos. Sin embargo, ~de que dirin que son causa las excrecencias que se producen en determinadas partes del cuerpo? ~ Y de que son causa los monstruos y las cosas que se dan conrra natura (las cuales, para empezar, no pueden ni siquiera sobrevivir)? Si bien en las plantas la vaina se da en vista de Ia cascara, y Ia cascara para bien del fruto, y se riega para que se nutra, y se nutre para que produzca fruto ,47 tambien es posible, sin embargo, encon­trar en elias muchas cosas que no se dan de esta manera. Pues ~de que cosas subsecuentes a estas dirfa uno que son causa los frutos podridos o secas? ~y de que es causa la geminaci6n de ciertas hojas? A partir de lo anterior, es manifiesto para quie­nes quieren y pueden ver Ia verdad, que, asf como no todo lo posible se actualiza, asf tam bien no todo lo que puede ser causa ya es, ha sido o sera causa. Pero ni siquiera todo lo que se ha dado, inmediatamente por el hecho de ya existir, es tarnbien causa de algo que sera.

Sin embargo, decir, dirigiendose al adversario, que incluso esas cosas son causa, pero recurrir a la tesis de que no es evi­dente de que cosa son causa (como sin duda seven obligados

45

Page 83: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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46

SOBRE EL DESTINO XXIV

a hacer reperidamente en el caso de la docrrina de la providen­cia que ellos sostienen), es una salida a las dificultades propia de quienes usan artilugios. Pero, valiendose ellos de esto, es posible que digan, acerca de todas las cosas mas absurdas, que existen y que tienen ciertas causas razonables, aunque todavfa nos sean desconocidas.

XXIV Por consiguiente, si esto es asf, ~acaso se clara algo sin causa? ~ Y acaso nuestro argumento recomienda esta conclu­sion, o, mas bien, si las cosas son como decimos que son, aun as{ es posible rescatar la tesis de que nada de lo que se da carece de causa? En efecto, si, desistiendo de la cadena de causas y de

afirmar que, de que ocurran ciertas cosas primeras, se sigue que por naturaleza elias debao de ser causas (en la creencia de que el ser causa esta implicado en su esencia), hacemos la atribuci6n de causas partiendo de lo que se da o se clara sub­secuentemente, y buscamos las causas en sentido estricto de lo que se da, entonces ninguna de las cosas que sedan :;e dara sin causa, ni, por esta raz6n, todo lo que se da se clara necesaria­mente segtm estc tipo de destino.

En efecto, no es necesario que Sofronisco, por el hecho de existir, ya tambien sea padre, esto es, causa de alguien que viene despues de el. Sin embargo, si Socrates existiera, enton­ces, por necesidad, Sofronisco serfa para Socrates causa de su nacimiento. Pues, asf como no es necesario que exista una casa si existen los cimientos, pero si existe una casa es necesario

que se hayan puesto antes los cimientos, as£ debe suponerse necesariamente que tambien hay causas para las cosas que por naturaleza se dan por necesidad, no siguiendose por necesidad que las cosas que sedan primero sean causas de otras, sino que

46

Page 84: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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Ti]v aiTiav. I

47

SOBRE EL DESTINO XXV

las casas que se dan despues tengan por necesidad como causa algunas de las antecedentes.48

Pero hay, de las casas que se dan, algunas tales, que tienen

una causa, pero ciertamente no propia ni principal, sino, como solemos decir, accidental. En efecto, el resoro encontrado por el que cava con vistas a plantar, tiene el cavar como causa, pero ni propia ni por si misma. Pues las casas que son causa en sen­tido estricto, tienen lo causado como algo que se sigue, o solo por necesidad, como ellos piensan, o las mas de las veces. En cambia, las casas que son causa accidental raramente resultan ser causa de las casas causadas. De manera que se sigue que

quienes hablan de esta manera, tanto afirman que nada se da sin causa como rescatan que algunas casas se den por azar y espontaneamente, y tambien que exista en los hechos y no solo de palabra lo que depende de nosotros y lo contingente.

XXV Pues, <como no seria evidentemente falso decir que todo lo que se sigue de alga recibe de ella causa de su existen­cia, y que todo lo que antecede a algo existe como su causa? En efecto, vemos que no rodas las casas que se suceden tempo­

ralmente la una ala otra se dan por lo que se ha dado pre­cedentemente y antes de elias. Pues ni caminar se produce por ponerse de pie, ni la noche por el dia, ni los juegos istmicos por los olimpicos,49 pero tampoco por el invierno , el verano.

De all! que uno tambien pudiera sorprenderse de que ellos, hacienda la atribucion de las causas de manera que lo que se

ha dado primero sea siempre causa de lo que se da despues y de lo que produzca una determinada concatenacion y conti­nuidad de causas, adscriban a esta causa la responsabilidad de que nada se de sin causa.

47

Page 85: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DEAFRODISIA

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48

SOBRE EL DESTINO XXV

En efecto, vemos que en muchos casos lo mismo es causa tanto de las cosas que se dan primero como de las que se dan despues. En todo caso, de ponerse de pie y de caminar, la causa es la misma, pues ponerse de pie no es causa de caminar, sino

que de ambas cosas es causa el que se pone de pie y camina, esto es, su elecci6n. Y vemos tambien que tanto de la noche como del d1a, porque tienen cierto arden entre ellos, la causa

es una y la misma, y asimismo del cambia de las estaciones. En efecto, el invierno no es causa del verano sino que de este

y de aquel es causa el movimiento y la revoluci6n del cuerpo divino, as{ como la inclinaci6n conforme a la ecl1ptica, mo­viendose de acuerdo con la cual el sol es causa de todas las cosas antes mencionadas por igual. Ciertamente no es porque la noche no es causa del d1a o el inverno del verano ni tam poco

porque estas cosas no se entrelazan entre elias a la manera de una cadena, que ell as se den sin causa, y, si las cosas no se dan de este modo, tampoco se despedazari la unidad del cosmos y de todas las cosas que se dan y existen en el. Pues bastan los seres divinos y la revoluci6n de estos para asegurar la continuidad de las cosas que se dan en el cosmos. 50 Pero tampoco caminar carece de causa porque no tenga su causa en ponerse de pie. Por consiguiente, no recae en la cadena de

causas que ellos afirman la responsabilidad de que nada se de sin causa. As£ como los movimientos y los tiempos tienen una causa (pero ciertamente el movimiento no tiene como causa el movimiento anterior, ni el tiempo, el tiempo anterior), as{ tam bien tienen una los hechos que sedan en ellos y a traves de ellos. En efecto, existe una causa de la continuidad de las cosas, por medio de la cual el cosmos es uno y eterno, administrado

48

Page 86: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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49

SOBRE EL DESTINO XXVI

siempre segun lo mismo y de Ia misma manera. Es preciso buscar y no dejar de !ado esta causa, pero no hay necesidad de suponer que es tal que lo mas reciente se da a partir de lo mas antiguo, como vemos que se da en el caso de Ia generaci6n de los animalesY

Tambien es razonable decir que existe un principia en las causas que ya no tiene otro principia y otra causa que le sea anterior. En efecto, no es el caso de que, si todas las cosas que se dan tienen causa, ya por eso tambien existen necesa­riamente causas de todo, pues no todos los seres se generan.

En efecto, 2c6mo no seria absurdo decir que las causas y su cadena y concatenaci6n avanzan al infinito de manera que no exista ni una primera ni una ultima? Decir que no existe una causa primera es eliminar Ia causa, y, eliminado el principia, necesariamente tambien se elimina lo que viene despues de el. Asimismo, segun esta doctrina, se eliminaria incluso Ia ciencia, si efectivamente Ia ciencia es principalmente el conocimiento

de las causas primeras, y si no existe, segun ellos, lo primero en las causas.52

De Ia misma manera, no toda infracci6n del orden elimina las cosas en las cuales se da el orden. Pues noes imposible que

algunas cosas se den incluso contra Ia ordenanza de un rey, y no por eso se vuelven absolutamente destructivas del reino. Asimismo, no es el caso de que, si algo semejante se da en el cosmos, ya por eso se disuelve absolutamente Ia felicidad que hay en el cosmos, como tampoco Ia pereza ocasional de los

servidores disuelve Ia de una casa y la de su dueiio. 53

XXVI No es absurdo polemizar sobre las cosas que ellos polemizan en torno a! hecho de que lo que depende de noso-

49

Page 87: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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50

SOBRE EL DESTINO XXVI

tros sea tal como se ha creido en la preconcepci6n comun de los seres humanos. En cambia, ~como · no serfa completamente absurdo el hecho de que quienes se aferran a ideas polemi­cas, como si estas fueran aceptadas por todos, eliminen lo que es tan evidente, y declaren que la vida humana es un juego

de sombras y de nifios, y que incluso peleen por estas ideas polemicas contra sf mismos? En efecto, tampoco el que no puede solucionar algunos de los argumentos de Zenon contra el movimiento ya por eso debe eliminar el movimiento, pues Ia evidencia del hecho es una condici6n mas suficiente para el asentimiento, que toda conviccion que elimina el hecho me­diante argumentos.

No estarfa mal, quiza, que tambien nosotros, discutiendo

sobre las cosas sobre las que ellos polemizan, examinemos como son aquellas en que su osadia a! sostenerlas es mayor. En efecto, parece que quiza no sean demasiado diffciles de refutar. Una de las casas sobre las que ellos polemizan es la siguiente: "Si dependen de nosotros aquellas casas de cuyos contraries tambien somas capaces, y en tales casas -afir­

man- se dan las alabanzas y las censuras, las exhortaciones y las disuasiones, los castigos y las recompensas, entonces, ni ser sabio ni tener las virtudes depended. de quienes las tienen, porque ya no pueden recibir los vicios opuestos a las virtudes, y

asimismo tam poco los vicios dependerin de los viciosos, pues tampoco depende de estos el ya no ser viciosos. Ahora bien,

es absurdo no decir que las virtudes y los vicios dependen de nosotros y no decir que las alabanzas y las censuras se dan en estos casos. Por tanto, lo que depende de nosotros no es de este tipo". 54

50

Page 88: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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51

SOBRE EL DESTINO XXVII

XXVII A estos, habiendoles concedido que las virtudes y los vicios no pueden perderse, quiza podriamos decir, de manera mas facilmente captable, que las disposiciones dependen de quienes las tienen, en la medida en que antes de haber­las adquirido dependia de ellos tam bien no adquirirlas. 55 En efecto, quienes tienen las virtudes, habiendo elegido lo mejor para si mismos en vez de descuidarlo, se han vuelto causa de la adquisici6n de las virtudes, y de manera semejante los que tienen los vicios. El mismo argumento se aplica tambien en las artes. En efecto, cada uno de los artesanos, antes de tener el arte, tenia tambien el poder de no volverse artesano, pero habiendose vuelto uno, ya no tendra el control de no haberse vuelto uno ni de no serlo, En efecto, las generaciones de tales cosas dependen de nosotros y, por eso, no es iguallo verdadero en las cosas que van a ser, las que son y las que se han dado, porque noes posible que lo que es y lo que se ha dado no sea o no se haya dado, pero lo que va a ser admire darse y no darse. Por eso, antes de que determinada persona tuviera la virtud, era verdadero admitir tambietl que no se volviera de tal tipo, pero del que se vuelve de tal tipo, habh~ndose vuelto de tal tipo, es verdadero decir que se volvi6 de ese tipo.

Por consiguiente, si el sabio fuera tal de nacimiento, y si, ademas, de las otras cosas que le fueron dadas por naturaleza, hubiera adquirido de ellas ser sabio, no dependeria de el en absoluto ser asi, como tampoco depende de el ser bipedo o racional. 56 Ademas, tam poco seria alabado por ser asi, sino que uno se admiraria de que el tuviera de parte de la naturaleza divina un don tan grande. En efecto, asi como, de entre aque­llos que estan sanos, alabamos a quienes, siendo debiles por

51

Page 89: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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52

SOBRE EL DESTINO XXVII

naturaleza, son sanos debido al cuidado de sf mismos (porque son precavidos respecto de sf mismos, gracias a lo cual no se enferman), y, en cambio, a los que son sanos por naturaleza, y no se enferman sin esfuerzo ni preocupaciones, ya no los alaba­mos sino que los felicitamos porque tienen sin esfuerzo aquello que tambien es deseable para los otros, aunque les venga con diflcultad; del mismo modo e incluso en mayor grado, haria­

mos eso en el caso de las virtudes, si por naturaleza estuvieran presentes en ciertas personas, lo cual hacemos ciertamente en el caso de los dioses.57 Ya que esto es imposible para nosotros, y es preciso no pedicle nada imposible a Ia naturaleza (pues ella es Ia medida de lo posible y de lo imposible: en efecto, Ia virtud es la perfeccion y la cima de la naturaleza propia de cada uno, yes imposible que algo sea imperfecto estando en Ia

perfeccion, pero lo que se da es imperfecto por el mero hecho de darse), tampoco es posible que el ser humano tenga natu­ralmente la virtud. 58

Por cierto, Ia naturaleza no contribuye con el en nada para Ia adquisicion de Ia virtud, aunque eJ tiene de parte de ella una

capacidad y una aptitud para recibirla, las cuales ninguno de los demas animales tiene. Por esta capacidad, el hombre se dis­

tingue por naturaleza de los demas animales, aunque sea dejado atras por muchos animales en las ventajas corporales. Por con­siguiente, si tuvieramos de parte de Ia naturaleza Ia capacidad de recibir las virtudes de manera que tam bien Ia adquirieramos

progresando y perfeccionandonos, como de hecho adquirimos Ia capacidad de caminar y de que nos crezcan los dientes, Ia barba y cualquiera otra de las cosas que nos sobrevienen por naturaleza, de esa manera no dependerian de nosotros las vir-

52

Page 90: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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aoKi)OEWS TE Kat O!OaOKaAias OElKVVOlV TfJV I TWV av8pwnwv

np6s TCx aAAa ~c;Ja <pVOIKT]V nAeove!;iav, 5t' aVTOV npooTl- I 8ets

TO avayKaiws EVOEOV Jii-IWV Tij <pVOEl) , Ola TOVTO E<p' Jil-liV TE EOTIV I

i) TWV a pETwV KTijms Kat OVK axpTJOTOl OVOE I-ICxTTJV o\he oi EnatVOI

25 o\he I oi \jJOYOl o\he <ai> npos [3eATlW npoTponat ov8' i) OlCx TWV

[3eATIOVWV e8wv I KaTa TOVS VO!-IOVS 6:ywyi).

T wv I-lEV yap <pVOEl Ttolv vnapxovTWV OVOEV oT6v TE vn6

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cp£peo8m), 1 Ta o£ fl8TJ Twv 6:v8pwnwv Toia Kat Toia 5ta Twv

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53

SOBRE EL DESTINO XXVII

tudes, como tampoco depende de nosotros ninguna de las ca­sas antes mencionadas. Dado que no las adquirimos de esta manera (en efecto, si fueran as{ como las otras capacidades, y tanto la sabiduria como la virtud fueran congenitas a los seres humanos, entonces, as{ como les tocan las demas capacidades naturales, asi tambien todos, o al menos muchos, tendriamos de parte de ella no solo la capacidad de recibir las virtudes, sino tambien las virtudes mismas, y asimismo tampoco se necesita­da en absoluto ni de alabanzas ni de censuras ni de nada por el estilo con respecto a las virtudes y a los vicios, porque tienen, de su adquisici6n, una causa y una raz6n de ser mas divinas), dado pues que ese noes el caso (en efecto, vemos que no todos ni la mayoria tienen las virtudes, lo cual es signo de las cosas que sedan de acuerdo con la naturaleza, pero debe bastarnos que las haya adquirido al menos una persona que, mediante el ejercicio y el aprendizaje, muestre la ventaja natural de los seres humanos respecto de los demas animales, supliendo esa perso­na por sf misma aquello de lo cual necesariamente carecemos por naturaleza), por ello depende de nosotros la adquisici6n de las virtudes y no son inutiles ni vanas ni las alabanzas ni las censuras ni las exhortaciones hacia lo mejor, ni la educaci6n mediante las buenas costumbres de acuerdo con las !eyes.

En efecto, ninguna de las propiedades que determinados seres poseen por naturaleza puede alterarse por una costumbre (tampoco lo pesado se arrojara hacia arriba tantas veces como para que se acostumbre a subir de acuerdo con su propia na­turaleza), pero los caracteres de los humanos si se vuelven tales o cuales mediante las costumbres. Y en el caso de las cosas que tenemos por naturaleza, habiendo adquirido primero las

53

Page 91: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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20 ws llfJOEV Ola<pEpElV aAAOV af..Aov, Jla[- I veo8at ol: OllOlWS n6:VTa<;

54

SOBRE EL DESTINO XXVIII

disposiciones de esa manera, actuamos de acuerdo con ellas (en efecto, no porque vemos muchas veces poseemos la dispo­sici6n visual, sino porque la tenemos, en esa medida vemos).

Pero en el caso de las cosas que no tenemos por naturaleza, adquirimos disposiciones a partir de actividades. En efecto,

nadie se volveria carpintero de otro modo mas que ejerciendo muchas veces las actividades del carpintero de acuerdo con las instrucciones del maestro. Por consiguiente, ya que tambien las virtudes las poseemos de este modo, pues tambien nos vol­vemos temperantes llevando a cabo las actividades relativas a la temperancia, no las tendriamos por naturaleza.

XXVIII Quienes afirman que somos y nos volvemos de de­terminado tipo por necesidad y no nos dejan el poder de hacer o no hacer aquellas cosas a traves de las cuales podrlamos vol­vernos tales, y que, por esto, ni a los que se han vuelto malos ni a los que se han vuelto buenos les es posible no hacer estas cosas que por hacerlas se vuelven tales, <como no reconoce­ran que el ser humano, por causa del cual ellos afirman que todas las demas casas se generan con vistas a contribuir a su

preservaci6n, 59 se ha convertido por su naturaleza en el peor de todos los animales? En efecto, si, segun ellos, solo la virtud y el vicio son, la primera, algo bueno y, el segundo, algo malo, y ninguno de los demas animales es susceptible ni de la una ni del otro, y si, en su mayoria, los seres humanos son malos o, mas bien, segun ellos cuentan, solo una 0 dos personas se

han vuelto buenas como si fueran un animal extraordinario y contrario a la naturaleza, mas raro que el Ave Penix de los

etiopes,60 y si todas las personas malas son tales por igual, de modo que ninguna difiere en nada de la otra y todos los que

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Page 92: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO XXIX

no son sabios, son igualmente precipitados,61 ~como no seria el ser humano el mas patetico de todos los animales, teniendo al vicio y a la precipitaci6n como cosas connaturales que le han sido asignadas por azar? Pero tenemos que dejar de lado por ahora el examen de las paradojas que se hallan en sus doctrinas, por medio de las cuales pierden consonancia con la verdad,62 y retornar al punto de donde nos desviamos.

XXIX Mostramos que ser de determinado tipo depende de la persona prudente de esta forma: porque ella misma es res­ponsable de esa disposici6n y de su adquisici6n, en virtud de que tuvo tambien antes el poder de no volverse de ese tipo. Por consiguiente, no depende de ella ya no poseer esa disposici6n (del mismo modo en que detenerse ya no depende de quien se avent6 desde las alturas, aunque si tuvo el poder de haberse aventado o no), pero si depende de ella tambien no realizar algunos de los actos que realiza y para los cuales tiene la dispo­sici6n de realizarlos. En efecto, si bien es sumamente razonable la tesis de que la persona prudente realice los actos que van de acuerdo con la raz6n y la prudencia, en primer lugar, algunos de los actos realizados por ella no son de ese tipo ni definida­mente ni hasta un pun to determinado, sino que todas las cosas que se dan en ese sentido tienen un cierto rango de variaci6n, y el que en elias sea muy pequefio no anula lo que uno se ha fijado como meta. 63 En segundo lugar, la persona prudente no hace necesariamente nada de lo que elige, sino que actua en el supuesto de que tiene bajo su control hacer o no hacer alguna de esas cosas. 64 Pues en alguna ocasi6n podria parecerle razonable, para mostrar la libertad de sus actos, no realizar en tal ocasi6n lo que se realizaria por ella de modo razonable, si

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Page 93: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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SOBRE EL DESTINO XXX

un adivino le hubiera predicho que ella iba a hacer esto mismo por necesidad. 65 Ciertamente esto lo sospechan tambien quie­nes dicen ser adivinos al no predecir nada de tal clase a quienes son capaces de refutarlos, evitando asf una refutaci6n inmedia­ta. Mas bien, asf como se cuidan de no definir los tiempos de las cosas que ellos predicen que habran de darse, por ser esto facilmente refutable, asf tambien evitan decir y vaticinar algo a quienes son capaces de hacer inmediatamente lo opuesto de lo vaticinado.

XXX Afirmar que es razonable que los dioses tengan co­nocimiento anticipado de las cosas futuras (pues es absurdo afirmar que ellos ignoran alguna de las cosas futuras) y, bajo ese supuesto, intentar probar por medio de ello la tesis de que todo se da por necesidad y segun destino, no es ni correcto

ni razonable.66 En efecto, si la naturaleza de los hechos diera cabida a esto, serfa sumamente razonable que nadie mas que los dioses conociera las cosas que van a darse. Pero cuando ella es incapaz de admitir esta clase de predicci6n y pron6stico, ya no es razonable ni siquiera que los dioses conozcan algo im­posible. En efecto, las cosas imposibles retienen, por su propia naturaleza, ese mismo caracter ante los dioses. 67 Pues es impo­

sible, incluso para los dioses, tanto hacer que la diagonal sea conmensurable con el lado como que sea el caso de que dos por dos sean cinco, o bien que no se de algo que se ha dado. De hecho, para empezar, en el caso de las cosas que son impo­sibles de este modo, los dioses ni siquiera desean hacerlas, pues

la dificultad se halla en sus formulaciones mismas. De modo similar, incluso les es imposible saber por anticipado si lo que tiene en su pro pia naturaleza la capacidad de darse o no, es tal,

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Page 94: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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57

SOBRE EL DESTINO XXX

que o bien necesariamente se dad., o bien no se dad. de ese modo. En efecto, si el pron6stico que hacemos sobre elias antes de que se den elimina en elias lo contingente, es maniflesto que, si esto se conservara, seria imposible su pron6stico.

Que tambien, segun elios, esto sea as{, es manifiesto por el hecho de que, suponiendo que los dioses pronostican las

cosas que van a darse, prueban con base en esto que esas cosas se dan por necesidad, en la creencia de que, si no se dieran de ese modo, no serian pronosticadas. Pero si, segun ellos, la

necesidad se sigue del pron6stico y de la predicci6n de los dio­ses, pero no existiera en las cosas que se dan, entonces, segun ellos, ni siquiera los dioses pronosticarian las cosas que van a darse. Por consiguiente, tambien ellos retienen la misma incapacidad para los dioses, al menos si debe decirse que obe­dece a una incapacidad y debilidad no ser capaces de cosas imposibles. Ciertamente no es debido a la predicci6n que ellos atribuyen a lo divino un mayor poder, sino es debido a que presuponen este mayor poder de dios, que postulan semejante naturaleza de las cosas, hablando de manera que no se sigue de, ni es consistente en nada con como se dan los hechos y las cosas evidentes.

En efecto, usando esta tesis, sera posible demostrar que todo lo imposible es posible en virtud de que es razonable que los dioses no lo ignoren, pues, presuponiendo alguien que es absurdo que los dioses no conozcan cuanto mide lo ilimita­do, puede aiiadir que es posible conocer cuanto mide lo ilimi­tado, y, si este es el caso, que es posible que lo ilimitado este compuesto de ciertas medidas definidas. Pues, si no fuera ese el caso, ni siquiera los dioses sabrfan cuanto mide.

57

Page 95: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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58

SOBRE EL DESTINO XXXI

Sin embargo, puesto que pronosticar las cosas que van a darse es tener conocimiento de que tipo son tales cosas (pues pronosticar es distinto de hacer), es evidente que quien pro­nostica las cosas contingentes, las pronosticara como tales. En efecto, no es pron6stico decir que lo contingente se dara como si fuera a darse necesariamente, de manera que tambien los dioses pronosticarfan las cosas contingences como contingen­tes, de lo cual no necesariamente se seguira por tal pron6stico lo necesario. Asf tambien escuchamos a los que predicen. En efecto, los que predicen, al mismo tiempo que aconsejan a

alguien elegir y hacer lo que se debe, no hablan acerca de las cosas que predicen como si fueran a darse necesariamente.

Sin embargo, en general, si afirman que todo es posible para los dioses, entonces, aunque en ese caso lo imposible sera posible para ellos, ciertamente no se admitira que, mediante el pron6stico que hacen los dioses de las cosas que van a dar­se, todas las cosas que se dan, se dan necesariamente. Pero si

reconocen que las cosas imposibles tambien son tales para los dioses, en primer lugar deben ellos mostrar que ese tipo de pron6stico es posible, para enseguida, de este modo, atribuirlo a los dioses. En efecto, no es ni claro ni de acuerdo con los hechos que los dioses realicen ese tipo de pron6stico acerca de las cosas que se van a dar.

Nosotros, por tanto, no eliminamos ni la mantica ni el pro­n6stico de los dioses al decir que los hechos de la naturaleza se dan del modo en que ellos los predicen, XXXI pero tampoco privamos a los seres humanos de la utilidad de la mantica, Ia cual se da en virtud de que alguien sea capaz incluso de precaverse de algo, siendo que no se habrfa precavido si dios

58

Page 96: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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59

SOBRE EL DESTINO XXXI

no le hubiera aconsejado.68 Ellos, por su parte, celebrando la mantica, y diciendo que esta solo se preserva en su propio dis­curso, y utilizando esta como indicio de que todo se da segun destino,69 ademas de no decir nada verdadero, osan incluso decir acerca de los dioses ciertas cosas absurdas y totalmente ajenas a ellos. En efecto, ~como no serian absurdas las cosas que ellos dicen acerca de los dioses? Algunos objetan en con­tra de ellos por que, entonces, si todas las cosas que se dan, se dan necesariamente, los vaticinios por parte de los dioses resultan semejantes a consejos, como si los que los escucharon pudieran, por causa de lo que escucharon, haberse precavido de algo y hacerlo. Y asimismo ellos aducen el oraculo que se le dio a Layo por el cual Apolo le habla acerca de que no debe

engendrar hijos:

si engendras un hijo, te matara el que engendraste y toda tu casa caminara por Ia sangre?0

Ellos aflrman, como lo pregonan sus escritos, que el no da su oraculo como sino supiera que no sera obedecido (pues hade saberlo mas que cualquiera), sino porque sabe que, sino hubie­ra vaticinado nada semejante, nada se hubiera dado de las cosas que se dieron en la peripecia de Layo y Edipo. Pues ni hubiera Layo dejado exposito, como lo hizo, al hijo que le nacio, ni hubiera sido recogido el niiio por el boyero, ni tampoco hu­biera sido dado en adopcion al corintio Polibo, ni, habiendose hecho hombre y habiendose encontrado a Layo en el camino, desconociendolo y siendo el desconocido, lo hubiera matado. En efecto, nunca habria desconocido a sus padres a! grado de matar al uno y de desposar a Ia otra, si hubiera sido criado en

59

Page 97: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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60

SOBRE EL DESTINO XXXI

casa allado de ellos como hijo. Entonces, para que todas estas cosas se preservaran y se cumpliera el drama del destino, dios indujo, mediante el oraculo, una impresion en Layo de que podia precaverse de lo dicho, y cuando, embriagado, engendro a un hijo, dejo exposito a su hijo nacido para destruirlo , y este abandono se volvi6 causa de los mitos impios.

Entonces, si alguien dice estas cosas ~como puede o bien preservar Ia mantica, o bien enseiiar concepciones piadosas acerca de los dioses, o bien mostrar que la mantica tiene alguna utilidad? En efecto, se considera que Ia mantica es prediccion de las cosas que van a darse, pero ellos hacen de Apolo el pro­ductor de las cosas que predice. Pues lo que nose hubiera dado asf, si dios no lo hubiera predicho de este modo, y es por eso que asf lo predijo, para que se dieran las cosas que dependen de ellos, ~como eso no seria obra de quien predice pero no indicacion de las cosas futuras? Sin embargo, si es preciso que los dioses tengan alguna ventaja sobre los demas adivinos, al punto de que incluso ayudan a que se den las cosas del futuro, entonces es razonable que contribuyan a que se de algo bueno (pues incluso los poetas continuamente celebran de los dioses aquello de que 'son dadores de cosas buenas').71 En todo caso, de acuerdo con las cosas que dicen, en nada Apolo coopera con Layo para ningun bien, sino que se enfrenta con ely hace todo para que ninguna de las mas impfas y mas sacrilegas cosas se alejen de su casa. Habiendo escuchado lo cual, ~quit~n no diria que la Hamada por los epicureos 'improvidencia' es mas sagrada que semejante providencia?72

~Como son consistentes entre sf, por una parte, decir que el destino es dios, esto es, que, para Ia preservacion del cosmos

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Page 98: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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61

SOBRE EL DESTINO XXXI

mismo, y del orden que hay en el, el destino utiliza las cosas que existen y que se dan en el cosmos, y, por otra, decir sobre el destino cosas como, por ejemplo, que incluso abarca, respecto de las acciones mas impfas y en su afan de que elias ocurran, a Apolo en calidad de colaborador? En efecto, 2para la preserva­ci6n de que cosas, diran que el destino se vale de la destrucci6n de un padre por su hijo, y del matrimonio impio de madre e hijo, y del nacimiento de hijos que son hermanos incluso de

su padre? 2Que elemento de la administraci6n del cosmos es razonable que tenga su preservaci6n a partir de estas cosas, de manera que incluso Apolo tema que alguna de estas, siendo impracticable, se omita? De no haberse dado, 2acaso habrfan sido impedimentos para la vida humana civilizada y conforme ala ley, o para la preservaci6n de los elementos del cosmos, o para la rotaci6n bien ordenada y eterna de lo divino?, o bien,

2para cual de las cosas a partir de las que el cosmos resulta haberse constituido y organizado de acuerdo con la raz6n, habrfan sido impedimentos? Aunque escuchen de nuevo otro

mito de parte de los dramaturgos, cuya funci6n es elaborar tales ficciones (ya sea cierta mujer que, habiendo conspirado contra hijos ajenos, a causa de los celos, mat6 a los propios, o cierto anciano desafortunado, Tiestes, que come las carnes de sus propios hijos, habiendole ofrecido semejante comida un hermano suyo, Atreo), es evidente que creen a los mitos como si hubieran ocurrido y, a traves de ellos, confirman el desti­no y la providencia, emprendiendo, como si fuera su funci6n, eliminar, a traves de las cosas mismas que ellos confirman, las

cosas que quieren confirmar. Y ciertamente era mejor, por mu­cho, y mas sensato eliminar los fundamentos por el absurdo

61

Page 99: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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xelpovos> CxVETTlbEKTO) EOTtV, fJ~El) OE sTT\ Tfj KTT'jOEI TWV I apETWV

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62

SOBRE EL DESTINO XXXII

de sus consecuencias, que apoyar tales absurdos a causa de los

fundamentos. Pero ellos tambien creen facilmente en las cosas

mas absurdas, y no tardan en decir que hay ciertas causas de

que elias se dan conforme a la raz6n. XXXII Pero basta de tales asuntos (pues es suficiente en

cada caso revelar lo absurdo de la doctrina). Pienso que ha sido

puesto suficientemente de manifiesto en que sentido depende

de la persona prudente ser prudente, aunque no pueda no ser

prudence. En efecto, no es porque ahara, cuando es prudente,

dependa de el ser tal (pues tambien estaria bajo su control el

no ser prudente ahara), sino porque, antes de volverse tal, asi

como tuvo el poder de ser tal, tambien tenia el poder de no val­

verse tal, raz6n antes mencionada por la cual hemos dicho que

la persona contribuy6 consigo misma para volverse tal. En el

caso de los dioses, ya no depende de ellos ser de determinado

tipo (lo cual, por cierto, tam bien se hallaba entre las objeciones que ellos formulaban), porque el ser tales se halla en su propia

naturaleza, y nada de lo que existe de este modo depende de

uno. Por esta raz6n, las casas buenas que ellos tienen son ho­

norables y sumamente afortunadas y alga superior a los bienes

que son objeto de elogio, porque, para empezar, la naturaleza

de los dioses no es susceptible de admitir lo que es menos

bueno. A nosotros, en cambia, se nos elogia por la posesi6n

de las virtudes, porque, siendo nuestra naturaleza susceptible de

admitir tambien lo pear, no vacilamos en realizar las casas bue­

nas, siendo que las casas malas parecen darse sin trabajo ni es­

fuerzos, mientras que las virtuosas sedan con penas, esfuerzos

y muchos trabajos. Ciertamente, incluso la persona prudence posee tambien, respecto de las acciones particulares, el poder

62

Page 100: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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A6yovs ;

63

SOBRE EL DESTINO XXXIII

de no hacerlas, y los dioses tambien poseen ese poder, si en verdad para ellos algunas acciones relativas a lo contingente tam bien pudieran ser de otro modo. En efecto, ni Apolo esta privado del poder de vaticinar o no para la misma persona, ni Asclepio del de ayudar o no. En todo caso, casi todos los seres humanos se refugian en el en aquellos casos en que mas se manifiesta, confiando en que el se entrega mas a quienes

buscan con fervor que el sea su medico que a quienes no lo hacen.

XXXIII Decir que se equivocaron quienes no piensan que preservar la actividad de los seres vivos segun impulso ya es pre­servar tambien lo que depende de nosotros (en virtud de que todo lo que es segun impulso depende de quienes ejercen el impulso); y, por esa raz6n, preguntar si acaso no es una activi­dad lo que depende de nosotros; y, suponiendo esto, preguntar nuevamente si acaso no parece que, de las actividades, algunas son segun impulso mientras que otras no; y, suponiendo lo cual, aiiadir a esto que lo que depende de nosotros no es algo que, si bien se cuenta entre las actividades, noes segun impul­so; y, siendo esto concedido, suponer, ademas, que todo lo que se da segun impulso depende de quienes actuan de ese modo (puesto que lo que depende de nosotros no se cuenta entre las actividades que sedan de otro modo); y decir que, por esto,

segun ellos, se preserva lo que depende de nosotros, enten­dido como aquello que puede darse o no debido a nosotros (puesto que tambien las cosas que se dan de ese modo estan

en las que se dan segun impulso), 73 ~como no es todo esto propio de quienes desconocen por completo aquellas cosas de las que hablan?

63

Page 101: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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IJEV aJjapTTJOETat Ta OE KaTopBwcret· TavTa yap TOVTOl) KaTa q>v-

30 OlV. MeVOVTWV OE Kal aJjapTTJIJOTWV Kal KaTopBWJJOTWV Kal

64

SOBRE EL DESTINO XXXIV

En efecto, si se ha concedido que lo que depende de noso­tros esta en las actividades que son segun impulso, no por esa tesis ya es el caso de que toda actividad segun impulso depende de nosouos, pues, de las actividades que son segun impulso, dependen de nosotros solo aquellas que se realizan segun un impulso racional. Sin embargo, racional es el impulso que se

da en los asuntos que requieren deliberacion y eleccion, esto es, el impulso de los seres humanos cada vez que este se da en dichas circunstancias. En efecto, las actividades de los demas animales que son segun impulso no son de este tipo, porque, en su caso, no existe tambien el poder de no realizar Ia activi­dad segun impulso. Por esta razon, lo que depende de nosotros esta en las actividades segun impulso, pero ciertamente no por ello toda actividad que se da segun impulso, contiene a lo que depende de nosotros.74

XXXIV 2Como no sed. propio de quienes ignoran las cosas que se dan por ellos mismos, haber usado Ia verdad misma de las cosas que se dan, la cual eliminan mediante su doctrina, para la confirmaci6n de la doctrina que la elimina? En efecto, habiendo presupuesto que cada una de las cosas que se consti­tuyen por naturaleza es tal cual es segun destino, yen Ia creen­cia de que son lo mismo lo que es por naturaleza y lo que es segun destino, afiaden la tesis de que "por tanto, los animales

percibiran y tendran un impulso segun destino, y mientras que algunos de ellos solo actuaran, otros ejerceran acciones racio­nales, y mientras que algunos acruaran erroneamente, otros, en cambio, actuad.n correctamente. En efecto, estas cosas se dan en ellos naturalmente, y manteniendose tanto las acciones erroneas como las correctas, y no eliminandose tales naturale-

64

Page 102: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

206 TWV TOIOliTWV <pUaEWV Kat lTOIOnlTWV lliJ CxVOipOVI.IEVWV, Kat

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OTIWOOVV EV ef;ovcrit;t TIS wv TWV XEIPOVWV aipEtTOI Kat np6:oOEI

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iis npacroeTal. Kat 6 auTos A.6yos i:nt Twv I al.lapTTJilUTc.:>v.

65

SOBRE EL DESTINO XXXJV

zas y cualidades, tambien se mantienen tanto las alabanzas y las censuras como los castigos y los honores. En efecto, estas cosas tienen tal secuencia y tal orden". 75

Ademas, que estas cosas se den en este sentido, ciertamen­te nose sigue de lo que dicen quienes transforman en destino y necesidad la naturaleza y las cosas que se dan naturalmen­te. En efecto, que los animales que actuan y son racionales, tengan por naturaleza ser capaces de actuar tanto err6nea como correctamente (en virtud de no hacer necesariamente ninguna de las dos cosas), es correcto, y lo es en ese sentido.

Ciertamenre no se infiere a partir de lo que dicen quienes afirman que hacemos por necesidad todo lo que hacemos, que algunos de los que actuan racionalmente lo hagan co­rrectamenre, y otros, incorrectamente. Y hacemos todo por necesidad segun quienes, dadas ciertas circunstancias, es im­

posible que nosotros no actuemos, y las cosas que siempre nos circundaran por necesidad son aquellas por las cuales

actuamos. En efecto, nadie dice que quien hace cualquier cosa agradable actua correctamente, y tampoco que quien realiza cualquier cosa de clase inferior actua err6neamente; sin embargo, si alguien, teniendo de algun modo el poder de hacer las peores cosas, elige y hace las mejores, decimos

que este actua correctamente. En todo caso, si alguien hizo estas mismas cosas por azar, ya no decimos que haya actuado correctamente, en la creencia de que no se tiene el discerni­miento de actuar correctamente solo a partir de lo que se ha hecho, sino mas bien, a partir de la disposici6n y de la capa­cidad por la cual se actua. Y el mismo argumento se aplica al caso de las acciones err6neas.

65

Page 103: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

20 Twv o€flef;ova[a TOV npaTTElV aAAa TIVa nap' 8npaTTOV- I OIV

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Til~ TOiaVTll~ ef;ew<;, acp ' Tis TWVOE Tl- I Vc.JV neplEOTG)Tc.JV nep\ TO

TaOE TIVO npaTTEIV 6p~-tn yivETm, miT6s eOTIV I ev esouai<;t oihe

25 TOV Ta neptEOTw'Ta TOiaUTa eTval. Llta TOVTO yap TWV I aA6ywv

l;c.}Jwv OVOEV TOI.JTWV KaTnyopeTTal. Ay6!1EVOS Oft en\ TO npaTTEIV

I vn6 TE ESEWS Kal neptOTOOEWV TIVc.JV >JllOE wv KVptos aUTO~ TOV

1-lil TOVTOV I EXEIV TOV TpOTTOV, ovo' &v a~-tapTaVEIV ETI il KaTop8ovv

en\ ToTs oihw<; I npaTTOI-lEVOI~ MyotTO. 'Ene\ OE ol TE EnatVOI

Kal \jJOyot, KOAOOEI~ TE KC:ll I Tl~-tal en\ TOll) Cxl-lOPTTl!laO[V TE Kai

30 KaTop8c0~-tamv, w~ Kal aVTOi Myovmv, I oi'jAOV WI) avmpOUI-lEVWV

TO\lTWV O:vmpoTT' av KCxKElVWV EKaOTOV.

To OE I KaTop8ovv en\ TWV 8ewv ov KVptw<; O:v f.EyotTO, O:H'

207 w~ Yaov Tci':> TO aya8a I TTOIElV, e'{ ye ev oT~ !-lEV TO KaTop8ovv,

EV TOtJTOIS Kai TO a~-tapTaVEIV , [i:v I TOilTOI<;] CxVETTtOEKTOV OE

a>JapTTJ>JaTwv To 8eTov. Llta ToiiTo yap avo€ i:nmvov- 1 11ev Tov~

8eovs, oTt KpEtTTovs eialv i] KaT' i:naivov<; Kai Ta i:cp' oT~ ol I Enmvot

KaTop8c0>JaTa.

XXXV Mf]oE i:Kelvov oe napaAinw~-tev Tov Aoyov, ~ 8ap- I povmv

w~ OEIKVVVal OVVa>JEVOV TWV TTpOK€11-lEVc.JV Tl. Aeyovatv yap 'ov

66

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SOBRE EL DESTINO XXXV

Sin embargo, en el caso de aquellos en quienes se anula el poder de hacer ciertas cosas opuestas a las que se hacen par causa de las circunstancias, y en nada contribuyen ellos al he­cho de que los rodeen las circunstancias por las cuales acttian, ~como podria alguien todavia decir que estos 0 actuan err6-nea o correctamente? En efecto, Ia misma persona no tiene el

poder ni de que exista aquella disposici6n a partir de Ia cual, dandose estas determinadas circunstancias, se de un impulso de hacer estas determinadas cosas, ni de que las circunstancias sean de tal tipo. En efecto, por esta raz6n, ninguna de estas co­sas se dice de los animales irracionales. Entonces, llevado este animal a actuar por cierta disposici6n y ciertas circunstancias, y no teniendo ei mismo control de que su actuar no sea de un modo determinado, ya no podria decirse que actua ni inco­rrecta ni correctamente, respecto de las cosas que se hicieron de ese modo. Dado que alabanzas y censuras, castigos y honras radican en las acciones err6neas o en las correctas, como inclu­so ellos mismos lo afirman, es evidente que, eliminadas estas, se eliminaria tambien cada uno de aquellos.

Actuar correctamente no se dida en sentido propio en el caso de los dioses, sino en un sentido igual a decir que hacen casas buenas, al menos si en quienes se da el actuar correctamente, tambien se da el actuar err6neamente. Pero lo divino no es su­ceptible de admitir acciones err6neas. En efecto, por esto, tam­poco alabamos a los dioses, porque son superiores a las alabanzas y a las acciones correctas a las cuales se dirigen las alabanzas.

XXXV Tampoco dejemos de lado aquel argumento por el cual confian que son capaces de demostrar uno de los supues­tos que se han hecho manifiestos de su doctrina. En efecto,

66

Page 104: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

1·11;

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ALEJANDRO DE AFRODISIA

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EOTI I.IEV TOtaVTT] Ti ei~.tapi-IEVT] , OVK EOTI <OE> yepws I al;iwms Kal

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67

SOBRE EL DESTINO XXXVI

dicen: "no es el caso de que el destino sea de tal tipo, pero no exista fatalidad, ni el caso de que exista fatalidad pero no el hado, ni el caso de que exista el hado pero no la retribuci6n, ni el caso de que exista retribuci6n pero no ley, ni el de que exista ley pero no exista una recta raz6n prescriptiva de lo que debe de hacerse, y disuasiva de lo que no debe de hacer­se.76 Sin embargo, se disuade de lo que se hace err6neamente,

y se prescriben las acciones correctas. Por consiguiente, no es el caso de que, si el destino es tal, no existen ni acciones err6-

neas ni correctas. Sin embargo, si existen acciones err6neas y correctas, existe virtud y vicio, y si estos existen, existe lo noble y lo vergonzoso. Sin embargo, lo noble es alabable, y lo vergonzoso, censurable. Por lo tanto, no es el caso de que si el destino es tal, entonces no existe lo alabable y lo censurable.

Sin embargo, las cosas alabables son dignas de honra, y las censurables, de castigo. Por lo tanto, noes el caso de que, si el destino es de tal tipo, no exista honra ni castigo, sino que la honra sea reconocimiento de honor, y el castigo, correcci6n.

Por consiguiente, no es el caso de que el destino sea tal y no exista reconocimiento de honor ni correcci6n. Pero siestas ca­

sas no son quitadas, dandose todas segun destino, permanecen tambien acciones correctas e incorrectas, y honras y casrigos, y reconocimientos de honor, y alabanzas y censuras.

XXXVI Ahara bien, si por algunas causas circunstanciales a ellos esran obligados a decir estas casas de esta manera, vale

la pena perdonarlos, y no es preciso en absoluto ni que noso­tros hagamos mucho caso de las cosas que por ellos se predi­can por necesidad, ni que ellos hagan mucho caso de quienes no hablan semejantemente a ellos (pues cada una de las casas

67

Page 105: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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8£~-tevot yi:xp To Ti]v el~-tap~-tEVTJV xpfi- I o8at namv Tots yeyovoot

avTfi) ytVOIJEVc..:JV evepyetav OVTc..:l) ws yeyovev EKOOTOV av- I TWV

ws I s04l, ei OE W) ~0c.p, Kal <ws> OpiJT)TtKc';l, EV Tc;l Tt8EVat TO

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Ji~-tlv eTvai Tt TT)pelv, Tovs Te &At..ovs [oils] epwTwmv A.6yovs Kal

68

...... - - T

SOBRE EL DESTINO XXXVI

que se dicen y se opinan tienen como causa Ia fuerza de las

circunstancias);77 tampoco es preciso en absolute culpar a los hablantes porque no contribuyen en nada al hecho de que hablan de tal manera, al menos si no tienen la causa en ellos ni de las circunstancias ni de la disposici6n de acuerdo con la cualles sucedi6 accidentalmente haberse movido de ese modo

debido a las circunstancias. Pero si tenemos el poder de decir tanto algo peor como algo

mejor, ~quien nose admirarfa de la composici6n de su discurso habida cuenta de su sencillez y de que realizan sus inferencias a partir de cosas acordadas y evidentes? ~0 acaso no sacaron ningun provecho del enorme tiempo libre de que disponen para elaborar sus razonamientos? En efecto, al establecer ellos que el destino utiliza todas las cosas que se han dado y las que

sedan de acuerdo con el, para la realizacion sin impedimentos de las cosas que se dan por el, de la manera en que cada una de ellas se ha dado y es por su naturaleza (ala piedra como piedra, ala planta como planta, al animal como animal, pero si como animal, tambien como capaz de impulso), al establecer que el destino utiliza al animal como animal y como capaz de im­pulso, y que las cosas que se dan por el destino a rraves de los animales, se dan de acuerdo con el impulso de los animales (si­

guiendo tambien estos a las causas, cualesquiera que sean, que en ese momenta por necesidad los circundan), y al considerar que por conservar la tesis de que los animales actuan de acuer­do con el impulso cuando todo se da segun destino, tambien

conservan la tesis de que lo que depende de nosotros es algo, 78

proponen los demas argumentos y, me parece que rambien el anterior, no tanto porque en verdad crean en el cuanto porque

68

Page 106: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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llfJ aKOAov8etV TOVTOl) TOt) aiTtOl) TTJV aiTiav TTJV e!; au- I TOV

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AiBos OUK &v vm) TOV I MyovTO) llfJ oelv KCxTW q>Epeo8at KWAV8etT]

noT' av Tcfl aUTO) TE TTJV <pV- I OlV elVa! TOIOVTO) TCx TE ESWflev

zo9 exetv ahta ovvepyix npos TovTo, ovTws ouoi: I iJ11wv Tt) neto8eiTJ

noT' &v A6y~ il VO!l~ aAAWS astoVVTl lTpaTTElV napa I TTJV TWV

lTEptEOTWTWV avayKT]V. Ouyix p 1T Mov Tl TJ!ltV EK TOVOVVIEVat I TWV

npooTaOOO!lEVWV vno TWV VOilWV exovmv npoKaTa(3e(3AT]!1EVas

aiTias, I aTs lTEplEOTWOal) aKOAOV8EtV TTJV OP!lfJV avayKT]. OvTW)

OE avatpoiT' &v I TO EK TWV VOIJWV XPTlOl!lOV, e'{ ye ol !lEV VO!lOI

npooTaKTIKOl !lEV elm TWV I lTOlT]TEWV, anayopEVTlKOl OE TWV

ov notT]Tewv, ovx ElTETat oe Ti] Twv v6- I !lWV npooTai;et To Ka8'

OP!lfJV TJilU) evepyelv, OTaV Ta neptEOTWTa ahta I e!; avayKT])

69

SOBRE EL DESTINO XXXVI

consideran que, por longitud y por multitud de palabras y por composici6n oscura, engafiaran a los que escuchan.

Veamos nosotros lo que se dice a traves de ella, pasando por alto en este momento muchos de los terminos establecidos, sustrayendo "fatalidad", "hado" y "retribuci6n", terminos que usan para nombrar los significados que les place. En efecto, vale la pena entender la necesidad de la inferencia "no es el caso de que el destino sea tal pero que no exista la ley'', pues si las cosas que se dan segun destino siguen a las causas que por necesidad las circundan y no es posible que quien actua segun impulso no siga estas causas (dado que conecta necesariamente a estas con la causa que proviene de el), asi como tampoco es posible que una piedra que se deja caer desde lo alto no sea llevada hacia abajo o que una esfera a lo largo de una pendiente no ruede habiendose dejado en ella,79 2cual es todavia la utili­dad de las leyes? En efecto, asi como la piedra no seria nunca impedida por quien dice que no es preciso que sea llevada hacia abajo, por el hecho de que ella es asi por naturaleza y tiene a lo exterior como causa que colabora a esto, asi tam poco ninguno de nosotros jamas se atendria al argumento o a la ley que juzgan conveniente actuar de otro modo, contra la nece­sidad de las circunstancias. Pues no sacamos ninguna ventaja para nosotros a partir del cumplimiento de lo prescrito por las leyes, si tenemos causas antepuestas, a las cuales, cuando nos circundan, es necesario que el impulso siga. De este modo, se eliminaria la utilidad de las leyes, al menos si las leyes son prescriptivas de lo que debe hacerse, y disuasivas de lo que no debe hacerse, y si no se sigue de la prescripci6n de las leyes, que nosotros actuemos segun impulso, cuando las causas que por

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SOBRE EL DESTINO XXXVI

necesidad nos circundan nos mueven y conducen hacia otras acciones. Eliminandose la utilidad de las !eyes por esta clase de destino, tambien se eliminarian las !eyes, pues ~cual es el provecho de aquellas !eyes a las cuales quitamos, por el destino, el poder de ser obedecidas?

Por tanto, del hecho de que el destino sea de tal clase, nose sigue que haya ley. En efecto, contrarios son el destino y la ley, al menos si Ia ley es prescriptiva de las casas que deben hacerse y de las que no, bajo el supuesto de que los que actuan pueden obedecer ala ley que les ordena (por eso tambien penaliza a los que no obedecen, porque actuan err6neamente, mientras que honra a los que la obedecen, porque lo hacen correctamente); y el destino afirma que todo lo que se da, se da necesaria­mente y por causas semejantes, y de las casas que se dan por causas semejantes, no es posible decir que unas son errores y que otras son aciertos.

Ahara bien, si alguno dijera que tambien Ia ley existe en las causas necesarias y antepuestas por el destino, es evidente que tambien ella estari necesariamente, para los que hacen segun impulso las casas que se hacen de acuerdo con ella, entre las causas que los circundan, pero no circundari a quienes no hacen las casas de acuerdo con ella. Sin embargo, es evidente que no podrian ser censurados quienes tienen esta causa de no hacer las casas de acuerdo con las !eyes. ~Como, pues, podrian merecer censura, si en las causas que los circundan necesa­riamente, a las cuales no es posible que no siga el impulso, no hubiera ninguna causa que viniera de las !eyes, dado que esta impedida de presentarse, segun ciena necesidad y segun destino? Pero de este modo, en todo caso, ya no serfa una

70

Page 108: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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71

SOBRE EL DESTINO XXXVII

ley que tuviera a quienes se atienen a ella, si es necesario decir que se atienen a ella quienes necesariamente la siguen, y que nose atienen a ella quienes esd.n impedidos de hacerlo por alguna necesidad, de manera que serfa mucho mas verda­deramente comprendida la inferencia "si el destino es tal, no existe la ley". Anulada la ley, y con ella el error y el acierto, se anularfan, como tambien ellos mismos comprendian, a traves de su inferencia 16gica, virtud y maldad, y se anularfa que en los hombres haya algo vergonzoso y algo noble, y encomiable o censurable, y digno de honra o de castigo.

Por tanto, nada permanece de las cosas establecidas por un argumento propuesto con tanto arte y, habiendo comenzado desde las mas basicas, se deducira de ellas la inferencia an­terior, Ia cual ellos dicen que se sigue de la postura de quie­nes intentan anular que lo que depende de nosotros sea algo, como si reconocidamente ellos lo conservaran por el hecho de que, adelantindose, atribuyen la causa de anularlo a otros, y pensando que escapan de los problemas en virtud de que no creen estar sujetos a ellos. Pues sino existen honras ni castigos, tampoco alabanzas ni censuras, y si no existen estas, tampoco aciertos ni errores; y si no existen estos, tampoco virtud ni vicio; y si no existen estos, dicen que ni siquiera dioses. Ahora bien, lo primero, a saber, que no hay ni honras ni castigos se sigue de que todo se de segun destino, como se ha mostrado. Por lo tanto, tambien lo ultimo, lo cual es absurdo e impo­sible. Por tanto, hay que anular que todo se da segun destino, de lo cual esto se sigue.

XXXVII Consideremos tambien si acaso el argumento pro­puesto a conrinuaci6n de este no tiene consecuencias nece-

71

Page 109: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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72

SOBRE EL DESTINO XXXVII

sarias similares. El argumento reza asi: "No es el caso de que

todas las cosas sean segun destino, pero la administracion del

cosmos este obstaculizada o impedida. 80 Pero no hay cosmos, si

tampoco esto es el caso; ni hay dioses, si tampoco hay cosmos.

Y si hay dioses, los dioses son buenos, pero, si esto es el caso,

existe Ia virtud y, si existe Ia virtud, existe la pruden cia, 81 y, si

esto es el caso, existe conocimiento de lo que debe de hacerse y

de lo que no debe de hacerse. Ahara bien, las acciones correc­tas deben de hacerse, mientras que las acciones incorrectas no

deben de hacerse. Por consiguiente, no es el caso que todo se

de segun destino pero no existan ni la accion correcta ni Ia in­

COITecta. Ahora bien, las correctas son nobles, y las incorrectas,

vergonzosas, y las nobles merecen el elogio, mientras que las

malas, la censura. Por lo tanto, noes el caso que todas las ca­

sas sean segun destino pero no existan ni casas elogiables ni

casas censurables. Pero, si esto es asi, existen elogios y censuras.

Ahara bien, honramos las cosas que elogiamos, y castigamos

las que censuramos, y quien honra, recompensa, y quien

castiga, corrige. Por lo tanto , noes el caso que todo se de segun

destino pero no exista ni recompensar ni corregir".

Ciertamente, es manifiesto que tambien este argumento,

que proviene de la misma palestra, podria, por ser falso, re­

futarse mediante las mismas premisas. En efecto, en primer

Iugar ~quien podria compaginar sin reservas que algunas cosas se dan por necesidad, y otras, contingentemente, y que, de

estas, algunas sean segun naturaleza, otras conformes tanto a

Ia eleccion como a Ia razon, otras segun impulso, y otras mas,

por azar y esponra.neamente, con la tesis de que "no es el caso

de que todas las cosas sean segun destino, pero la administra-

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Page 110: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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724356

SOBRE EL DESTINO XXXVII

ci6n del cosmos este obstaculizada o impedida''? Pero todas

las demas cosas se eliminan por el destino. Por consiguiente, la administraci6n del cosmos no quedaria ni obstaculizada ni impedida. Pero, aun cuando se compaginara esto con que el cosmos existe, y con que, existiendo el cosmos, tambien los dioses (aunque para Epicuro estos sean externos), y con que

los dioses son buenos (y tambien el hecho de que hay virtud se siguiria de que hay dioses), ~c6mo se seguiria, de Ia existencia de la virtud de los dioses, que exista la prudencia? En efecto,

~cui! es la necesidad de esa inferencia? Pues si lo que se presu­pone fuera Ia existencia de la virtud de los humanos, de esto se seguirfa que tambien la prudencia existe. Pero, dado que a partir de las premisas se supuso la existencia de la virtud de los

dioses, ~c6mo la prudencia, siendo ella una virtud propia de los humanos, aun asf se seguiria de la virtud de los dioses? En efecto, no es posible decir que las virtudes de los humanos y las de los dioses son las mismas. Pues rampoco es correcto decir que las perfecciones y virtudes de seres que estin tan apartados los unos de los otros por naturaleza, son las mismas, ni tienen

nada razonable en sf mismos los argumentos que se enuncian de su parte acerca de elias.

Sin embargo, Ia prudencia es virtud del ser humano, Ia cual, como ellos sostienen, es conocimiento de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse. 82 En efecto, en aquellos

casos en los cuales es posible que se haga algo que es tambien una de las cosas que no debe hacerse, en ellos tiene lugar el conocimiento de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse. 83 Ahora bien, si todas las cosas que sedan son segun destino, es inutil el conocimiento de las cosas que deben

73

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Page 111: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

ALEJANDRO DE AFRODISIA

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74

SOBRE EL DESTINO XXXIX

hacerse y de las que no, pues 2en que beneficia tal conocimien­to a quienes son incapaces de prevenirse de cualquiera de las cosas que hacen? Pero si el conocimiento de estas cosas no fuera uti! en nada, se eliminaria Ia prudencia, de modo que la in­ferenda mas correcta es la de que "si hay destino, la prudencia no existe". En efecto, segun este argumento, la ley se elimi­

naria, si se postulara el destino, y, segun este otro, tambien se eliminaria Ia prudencia, y, eliminandose esta, es evidente que tambien se eliminarla cada una de las demas cosas que se postularon como conclusiones que se infieren en relacion con la prudencia.

XXXVIII Se ha dicho ya y demosrrado varias veces a naves de los argumentos anteriores que ellos no preservan lo que depende de nosotros ni siquiera mostrando que el movimiento

segun impulso se conserva en los animales, si todas las casas suceden segun destino, a menos que uno quiera decir sin mas que depende de algo lo que se da por obra de el segun su na­turaleza pro pia, introduciendo asi otro significado del termino "lo que depende de nosotros", ademas del aceptado y precon­

cebido, el cual aceptamos en virtud de que tenemos el poder de realizar opuestos en las cosas que hacemos. 84 Y todos los

demas argumentos de los cuales echan mano para establecer esta doctrina son similares a estos, gozando de mucho ingenio en lo que respecta a las palabras, pero sin adquirir plausibilidad de una concordancia con los hechos de que hablan.

XXXIX Estos son, para vosotros, divinisimos emperadores,

los principales elementos, segun mi opinion, de Ia doctrina de Aristoteles acerca del destino y de lo que depende de nosotros. Si opinamos conforme a esta doctrina seremos piadosos con

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Page 112: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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Ttcrlv aiTiots I ETTO!lEVovs , oTs 6:vayKalov l!necr8at -Q &v EKE'iva &yl].

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15 [3ef..Tiovs i1 xeipovs yevecr8at. I To0Twv yap !lOVWV KVpt6s TIS , wv Kal TOV 1-ln npaTTEIV a{m)s EXEl TfJV I u;ovoiav. Kai Ti:x &!..:\a OE

oaa npaTTO!-lEV KaTa TOV [3\ov OTI llOVWS I ev:\6yws npaTTElV

&v OOKOlllEV, ei KaTa Ti]V AptOTOTEAOVS o61;av nepl au- I TWV

aTTOOIOOlT]I.IEV Ta<; aiTiac; , Ota naVTOS E1TEtp6:8T]V VlllV napaoTfiOal

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75

SOBRE EL DESTINO XXXIX

los dioses, sabiendonos agradecidos con ellos por ciertas cosas buenas que ya hemos experimentado por su obra, y pidiendo­les otras dado que ellos tienen el control de darnoslas o no. Es­

taremos agradecidos tanto con vosotros como con gobernantes semejantes a vosotros, dado que vosotros realizais estas cosas para nosotros de Ia manera en que os lleva a realizarlas Ia elec­ci6n que os es propia, haciendo las cosas que haceis, por optar por lo que es mejor y por reflexionar sobre su selecci6n, 85 pero sin seguir ciertas causas antepuestas, a las cuales es necesario seguir a donde sea que elias conduzcan. Tambien tomaremos cuidado de Ia virtud dado que nosotros mismos tenemos el

control de volvernos mejores o peores. En efecto, alguien tie­ne control unicamente de aquellas cosas sobre las cuales tiene

tambien el poder de no hacerlas. A lo largo de todo mi dis­curso, intente mostraros que solo pareceremos estar haciendo razonablemente todas las demas cosas que hacemos en Ia vida si explicamos sus causas siguiendo Ia doctrina de Arist6teles acerca de elias.

75

Page 113: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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Notas al texto griego

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6 ~-tapTvpias <Totmh>ns oiKmos Thillet

7 iepols Bvetv Bruns, Thillet

9 oT6v Bruns, Sharples

19 Twv mxvTwv Thillet

20 aiTias [exovow] Thillet Tfjs ev atm] Bruns, Thillet

165, 2-3 (c:Jv ev Tols llCxAtaTa KaT' miTov *** TE Efev llEi~w f\ KaTa TTlV AptaTOTEAOVS 86!;av Einelv) , noniao~-tal Bruns c:Jv ev Tols ~-t6:AtaTa KaT' al!Tovs oT6v T' e'ln Tl llEi~w f\ KaTa TJiv AptaTOTEAOV) o6!;av eimlv, lTOlrlOOilal Thillet

II

165, 24-25 Kat EV Timv; OVKETI" ovyap llOVOV OVK CxAArlAOl) anaVTE) (OVIl<pWVOVatV) , aAA' OVOE ri TWV av8pwnwv KOIVT'j

np6"An~ts Thiller

III

166, 23 6 Belos AptaTOTEATJS Thiller

I67, 1 yap &v Thiller

2 eoTw yap Thiller

3 Tov 8i] Thillet

14 TOt) TOIOVTOIS aiTiots Thillet

LXXV

Page 114: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

I r ' !

:II !i'·

1. ~ .. 1/· I .[ Ll

167, 24-25

168, 6

12

14

15

17

17-18

18

SOBRE EL DESTINO

N

6noi6: - y[vETat, & Thillet

a0Tois TioT' &v EllTioowv Thillet

Kai KaTa rrpoa[pemv Bruns

(TotovTov yap i) <pvms) · Kai yiveo8m Thillet

Tiepi avTwv XPWI-IEVTJS, Thillet

TrlV lTOlOVOaV, af.A' OVK EV auTois Kai Bruns

yeveoews avTwv Tov TiotovvTos Bruns, Thillet

J.oytoll6s. "EoTt 81: Thillet. T piTov oe EOTIV Bruns, Sharples

v

169, 8-12 OVK el; avayKT]S {m' aUTWV y[veo8at OOKei· o{hws yo\iv EKaoTov rrowvmv - f\ Tr']v J.vpav i)p!-16a8m Ka8'

ei!-lap!lEVT]V; af.M 1-lrlV Thillet

169,

170,

17-18 llll yeveo8at, OVKETl yap &v E'IT] Tl TOVTWV e<p' fJI-llV, ei yevotTo TovTov Tov Tp6nov. Thillet

22

24-25

30

31

3

21

22-23

VI

Ka6 ' eil-laPI-IEVT]V OE ov, Thillet

(EoTl OE TOTE Ta Bela Kai n TOVTWV EVTaKTOS mptq>opa)

Thillet

EI-ITiootl;oi-IEVTJ toto TioTi: 1-1E:v ws eTii Bruns EI-ITiooti;oi-IEVTJ TioTE- oto Thillet

ov 1-liJV es avayKT]S EXEl. Thillet

woTe Kai KaTa Bruns

aKof.ov8ws Bruns, Thillet

ws ETTi TO lTAEtOTOV, aVTTJ yap n TiiS <J>VOEWS Eii-IOPI-IEVT]' Thillet

25 yev61-1evov EI-ITTo8I1;1J, <Tci> 51: KapTeptKci>> KaTa <pvmv

LXXVI

171,

NOTAS AL TEXTO GRIEGO

ai TWV Bruns yev61-1eVov EKTTEOij TiiS Ka<Kias · Kai Tois KapTeptKois Ka>Ta <pvmv, ai Twv Thillet

26 ai KaKorra8etat· Kai I-lEV TOtS TOlOVTOlS TOV [3[ov KaTaoTpo<pai Thillet

4 KaT' a0Ta Bruns

5 Tov [31ov Ka8' Thillet

VII

171 , 23 rrws <plAOOOq>EiV TlVES MyovTal Thillet

24-25 TIAEov EXEtv Tovs q>tf.ooo<povvTas vrroAa!l[3avovTes Thillet

24-26 (Kai TaVTT]V TWV &J.J.wv av8pw1TWV lTAEOV EXElV TOVS <ptf.ooo<povvTas vno/.aJJ[3avovTe<; , Kai ota TovTo Kai TOU) aAAOVS ETTi TOVTO npoTpETTOVTES) Thillet

172, 13 &v avef.wv Thillet

13-14 Tl'jv Twv o{hws ytvoJ.levwv q>vmv <61-1oiws> ovo1-1a 8ijTat Thillet

14-15 es avayKT]S Ti}V TVXTJV, CxAA ' avTa oeism Bruns e!; avayKT]S <avTl']V> TJlV TVXTJV, O:AJ.' <6> avTa oeisat ovval-levos Thillet

VIII

172, 19 TTPOTJYOVIlEVatS ETTiytvETat Bruns, Thillet

24-25 o't' alTo TVXTJS <paoiv Ttva yiveo6m Thillet

25 KOV aAAOV Bruns, Thillet

28 TOVTO aTTf]VTT]OEV atJTc;:>· ell OE TTUAIV 1-lT]OEV TiiS evpeoews Tov Snoavpov <xaptv> Thillet

173, 3 a0Tc;:> Bruns, Sharples Tci> yap npoeA66vTt Thillet

LXXVII

Page 115: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

,, 5

173, 10

17

19-20

21

24

24-25

26

SOBRE EL DESTINO

TO ~i:v TTOIT]TIKOV a'(TIOV TO OE TO\lTOV TEAos · ovyap Thi­llet v~iv Bruns, Sharples (Kal rrpoT]yov~evo1s i:~ 6:vayKTJS) Thillet

efvm i] yeveoem, [To] ~TJOi:v Bruns eTvm il yeveo8m, Tct'>

~TJOEV Thillet

ovo1-1a: <To> yap T4> llTl 6:vmpeio8m Bruns ovo1-1a: To yap ~i] avmpeio8m Thiller

ovoi:v KwMoavTE<; Mye1v Thiller

Kal TocroiJTov c'mooei]oavTES Thillet

[ovK] 6:rroT\lxTts, [al-.l-.'] hl Thiller

174, 1 TO avToj..laTov yivea8a1 Bruns

2-3 Aoylollct:>, i] TVxTJS Thillet

to Kav <TolailTa> Tvyxavwmv Thiller

11 ws i:rrl rravTwv Bruns, Thillet

12 KVplc;Hepos Bruns, Sharples

18-19 ah1a rrpoelpT]~eva Thillet

25 ovoels oi: aTTO TVXTJS TOVTa TTOIElV Myel Thillet

IX

175, 13 &/..A' ws vcp' liiJWV Thillet 22 Kal TOVTcp Bruns Kal TOVTO Sharples

176, 2-3 OIOTI i'iv i:v 8aTepcp a\rrct:> aVTIKEI~EVcp dval Bruns OIOTI <aOVvaTOV> J'jv EV 8aTepcp a\rrwv aVTIKEiiJEVWV efvm

Thillet

X

176, 16-18 (Twv oi: Ka8' eillapllevnv YIVOilEvwv ov KEKwAvo8m Ta 6:vnKElllEVa yeveo8a1· 010 KaiTOI llTl y1v6~eva OI-IWS i:oTl ovvaTa) Bruns

LXXVIII

NOTAS AL TEXTO GR1EGO

17 KEKWAVTal Thillet

19 Ta KWAVOVTO avTa &v &yvwoTa ElVa\ Thillet

19-21 (&yap EOTIV ahla TOV yivea8al TO aVTIKElj..IEVa aVTOlS Ka8' Etj..lapj..IEVTjV, TaiJTa Kat TOV llfJ yiveo8a1 TOVTOIS ah1a), ov yap ei , ws cpamv Thillet

23 To llTl ylveo8m Thillet

177, 1 KEKwAvo8m Sharples

178,

2 \mo Tivwv KwAvovTal Sharples

1-2 OVK EOTOI ovvaTa tovTa ovvaTOlS ei86mv ~EV avTa KEKWAVKEVOI ayvoovOIV OE vcp' i]~wv KWAVOVTES Bruns OVK EOTOIOUVaTa OVTO ovva<Ta> TOtS ei860IV j..IEV 0\lTO KEKWAU08m, ayvooiJOIV oi: vcp' wv KWAVOj..IEVa Thillet

10 TOE~ avayKTlS Bruns, Thillet

11 ei OE EOTOI j..IEV OVK E~ 6:vayKTjS 6:l-.n8es Bruns, Thillet

13 TIVa yiveo8a1 Sharples

14-15 rr6:ll1v yap Kal ToilTo <o1-1o1ov T4> rrpoEIPTlllEVcp>· 61-1ov yap rrml;6vTWV Bruns, Sharples TTCxAIV oi: Kal TOVTO OiJOV 11i:v rrml;ovTwv Thillet

18 TO TOVTO Myov avayKalov, ov TE TO vrr' OVTOV Thillet

20 floTJ te'l ye llfJV· ov yap TavTlJ Bruns fl8Tt , e'( ye iJTJ TaVTlJ Thillet

22 [ ws] Bruns, Thillet

24 iJTl AEYOITO avayKalov Bruns

25 ei ToT' aAT]8ES Bruns

XI

9 TIOtV aiTfms eoeoem TO Kal [3ovAeveo8m Bruns, Thillet

n j..laTnv &vepwrros Thillet

14 ovvayoiTO &v llTJ Thillet

LXXIX

Page 116: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

' 11~11 "~"I .1,1''

II

SOBRE EL DESTINO

26 brl Tfj avTC7:JV rrpwTlJ yeVOj..(EVI) Thillet

179 , 1 Tfj rrep\ Tothwv (3ov/.lj 8eov Tl Jll-llV yiveTm Thillet

4 EK TOV (3ovAEI.JEG8at <TOV (3ov/.evea8at> avTOV Bruns EK Tov (3ov/.evm8m allTov Thillet

6-7 aVTwv terr' miT6 TE TO (3ov/.evcracr8at Bruns aVTwv, em\ Kal TOTE TO (3ov/.evcracr8m Thillet

21 errl TWV E<jl, fJIJlV Thillet

22 (3ov/.evcracr8at, Kal Bruns, Thillet

25 ooKOvvTo) , TO 1-lfJOEV vrro TfiS <pvcrews Thillet

XII

180, 19 e<p' aUTO, 0 EOTIV c'xpxi] Bruns i:rrl TOVTO 0 EOTIV apxi] T hillet

27 8tmpeicr8at To avTtKEil-levov Bruns

181, 2 tTotoiaoe Bruns Tatoiaoe Thillet crvl-lf3ov/.evaovTas Sharples

3-4 avTOVS OVIJ(30VAOV) OVTas ii 1-lti rrapaAa).I(36:VEIV Tovs rrpal;m Bruns avTovs ov).l(3ov/.ovs oVTas ii llti rrapaAa).l(36:vEtv, <ws exovTeS i:!;ovcriav> Tov rrpal;m Thillet

4 aAAa [Kal] TIVCx Bruns

6-7 e!; OVTOV Bruns

XIII

181, 9 eyxetprjaavTES Bruns, Thillet

14 TO ytVO).IEVOV Kal ot ' Jl).IWV Bruns

23-25 yivm8at KaTT]VayKaoj..(EVWS (KaT' avayKT]V ov Ti)v EK [3ias, c'xM' EK TOV J.ITl ovvao8at TO 1-lTl TIE<jlVKO) o\hws, OVTWV TWV TIEPIEOTWTWV TOIOVTWV) c'xowaTOV auTC'\)

LXXX

NOTAS AL TEXTO GRIEGO

TIEpiEOTCxVal TOTE aAAW) TIW) , Kal 1-lTl OVTWS KIVT]8ijvm. Thillet

24 To 1-lTl TIE<pVKOS o\JTws Bruns

27 EIJTiaoil;ovTos - Tc'\) (3apvTT]Ta Bruns

27-30 EIJTiaoil;ovTos (Tc'\) (3apVTT]Ta ).lEV exetv avTov i:v allTw, TaVTT]v 8' efvm Tfis TotaVTTJS Ktvrjaews KaTel <pvmv, oT~v Ka\ Tel ESW8EV ahta Tel Tipos Tr)V KaTa <jlVOIV KiVTJOIV Tc'\) Ai8C;J OVVTEAOVVTa rraplj , e!; c'xvayKf)) TOV Ai8ov ws TIE<JlVKEV <pepea8at) TICxVTWS Thillet

182, 7 Ktveio8m Ka8' op1Ji]V KiVf)OIV Thiller

13 oj..(oiws !-lEV Sharples

14 Tc'\) oeiv Kal TOl) 1:!; c'xvayKf)) Bruns

Is KaT' &1./.T]v Ttv6: ***, TaVTfJV ).lEv i:rrl Tois l;;c;:>ots MyovTES Bruns KaT' aAAf)V TIVel <jlVOIV, TaVTT]v IJEV errl Tois l;c;:>ots MyovTEs Thillet

XIV

182, 25 TIETIIOTEV08at, <Ota TOuT'> ev8vvovotv Thillet

26 oi oe, oeov Sharples

28-29 &ool;ov TE ov Ka\ rro/.;\0: Twv Kal allTois t Toii e<p' llJ..IiV rracrav TE TaVTo OEIKVVS OVVOOEVOV Bruns &ool;ov Tl OV

Kal TIOAACx TWV Ka\ avTois TOV E<p ' fJ).IlV <OVTa>, rrav <ToiiTo> TaVTo oetKvW ovvooevov Thillet

30 !lyovvTat Bruns, Thillet

32 aAAOV Ot' aAAWV Bruns

183, 4 err\ TWV l;c;:>wv Bruns, Thillet

5 ovK &1./.ws yevotTo Bruns, Thillet

6 IJTl OP!-lr\oaVTos Bruns

10 il o\hws, 8ta TavTo eTvm Thillet

LXXXI

Page 117: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

.I

184,

185,

SOBRE EL DESTINO

21 TOV aAAovs Bruns TOVS aAAovs Thillet

31-32 Ti)V EV aUTOl) <TTOlEi>, TTOlEi, TO ee en' aunt) Tl ETvat Bruns, Sharples TfJV EV auTois TTOlEi, TO ee en' aunt)

Tt8evm Thillet

33 a0Tc\) 1c';) elvat Bruns

14 otm on Thillet

16 ws yap at..Aws &At.~ TO eTvat Thillet

22 A.Eyovotv auToi TO E<p' TU.liV e\vat Thillet

6 EXOl~EV e~ovcriav Thillet

7 TOvTo 8 Kai !)ovf.evcr6:~evot t i'jv &v !3ovA.evoi~e8a Bruns TOvTo o Ka\ f3ovA.evcr6:11Evot f\en &v !3ovA.evoi11E8a Thi­llet

XV

185, 7-10 T 0 o' ETTOXOVIlEVWV Tc\) '<eta TO EV TOt) Tc\) au>Tc\) e'(oet, TWV auTC:lV mpteoTc.:nwv, CJTE iJEV OVTWS OTE ee aAAWS EVEpyf)OEl Tt) , avaiTtOV KiVflOIV e[oayeo8at, <Ka\> eta TOVTO Myetv llil ovvao8at ov np6:1;et TlS npal;at TO aVTtKEillEVOV' Thillet

14 010 avatTiws Thillet

17 ws *** Tij mpaipq: Bruns

20-23 1-lil TTCxVTW) ETTE08at Tois lTEptecrTC:latv ei;w8ev auTc\) <a iTiots>, Ka\ yap i'jv il11iv i) mp\ TC:lv npaKTewv Kpiots npos eva ytVOiJEVfl OKOTTOV 'laws , ei ee TtVa A.6yov <eTxe> TO ae\ mp\ TWV aVTWV O!lOias lliJlV yivea8at Tas KpiOEl) Thillet

26 i)!lii<; *** Ta ee Bruns

26 TC:lv nepteoTc~nwv npoKeiiJeva Bruns, Thillet

186, 1 TOl) aAAOlS Bruns, Thiller

3 To [yap] apxn Thiller

LXXXII

NOTAS AL TEXTO GRJEGO

XVI

186, 13-14 m1vTa Ka8' ei!lap!levnv (ou yap Thillet

187,

188,

189,

189,

14-15 ei crw{,;eo8at KaT' 0\JTOV), TOVTO OW/,;OVOIV Ol ye Kat aiTiav Thillet

15 ow/,;ETat Sharples 21 exovTe<; Bruns, Sharples, Thillet 21 TaVTTJ TipaTTEtv Thiller 2 llfleEV auTo\ mp\ aUTWV t WCJlV KaA6v Bruns 1-lf]OEV

auTo\ nep\ a\JTwV <lTOl>WotV KaA6v Thillet

5 ws exet Thillet 16 nws yap ht Thiller 20 apnayi'JV il MeveA.aos TWV ayavaKTElV ETTatp6vTWV il

Thillet 21 ws aVa!lapTi]cras Thillet 26 ei yap o\hws t ETl ot ' llllWV Bruns ei yap OVTWS ht et'

i!1-1C:lv; Thillet ei yap ouTw<; ex6VTwv i!11wv Sharples

XVII

12 Ti yap &v fl1-1a8Eiv Bruns, Thillet 13 <pVACx~atT ' av Tt<; ; fli16Va Tai1Ta T hillet 14 Tov iJa8eTv Bruns, Thillet 15 TovTo EiJilEVEtv Thillet

XVIII

2 TtVa evvaiJEVWV ElTpa~av Thillet

6 KEKAflPWilEVOt TOVTO ovyypO:q>etv Thillet

XIX

9 ovyxwpnaavTwv eTvm Bruns ovyxwpnoav Tc\) eTvat Thillet

LXXXIII

Page 118: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

II

II \: ' ' SOBRE EL DESTINO

11 npa!;ews *** E1Tt 1TEptEOTWOIV av8pwlTOI) oiKatO) Bruns npa!;ews <el npoaeaxov C>TI Tl) aOIKO) wv> ElTt 1TEptEOTWOIV aiTLOI) oiKatO) Thillet

16 ot' &yvotav npaTTOVTWV <TE Kal> CxllapTaVOVTWV Thi­llet <Twv> npaTTOI-IEVwv Sharples

17 &!;tot, ei06Tes Thillet 18-20 TDV e!;ovaiav TOV (TOIJTWV allTOl) 1TEptEOTWTWV a

lTCxVTW) a\lTOl) Ka[ ES avayKT]) lTEptEOTaVat OET) af.Ao Tl <npaTTEIV> nap' a npciTTOVOIV, Tc;'> Thiller

23-24 To [Tov] Tov i'nnov Bruns 27 KOAai;:EtV <&!;tot> TOV lTOt{jaavTa. enl TLOIV oliv ai

KOAaoets euJ.oyov; Thillet

19o, 5 opa 8r'J Bruns

190,

191,

9-10 c:Jv 'laws evfjv a\lTOl) Kal cpvAa!;ao8at, OAA. VlTO Tfj) <jlllOEW) Tfj) EV avTOl) OVOEV oT6v T' EOTlv Aa86VTa) lTOtfiaat Bruns wv 'laws evfjv aVTOl) Kal cpvAa!;aa8at, aH' VTIO Tfj) cpvoews Tfj) EV aUTOl) ov8i:v oT6v T' EOTlv 11a86vTa) notfjcrat Thillet

10-11 Kal TLS OVK O:v t avTOl) TOt) CxllapTaVOI-IEVOI) ahtov. el o' OUT' aAAO) Tl) oOT' oi TOV Bruns Kal Tis OVK O:v aUTOl) TOt) Cx!lapTaVOIJEVOI) ahtos E'lll; Ei o ' OUT' aAAO) Tl) ovo' OVTOI Thillet Kal aiTlas ovoi:v ovo' EV Sharples

13 Tt Kall.!!evoeT J.eyovTt Thillet 16 miTe;'> eel bta TWV epywv Thillet

XX

25 vn6 Ttvwv ovTW) ylvea8at Thillet 26 exovTEs ToTE. Tc;'> yap TovTo mmoTEv11ev~ T hiller

29 Tov notelv Bruns, Thillet

TrlV e!;ova[av lTElTIOTEVKOTWV Bruns, Thillet

LXXXIV

191,

192,

5-6

6

12

18

20

23

24-25

NOT AS AL TEXTO GRIEGO

XXI

cpvms OOKEl llapTvpeTv TOV lTOVTa e!; avayKT]) Thillet il OOT]AOV auTO Bruns, Thillet KaTT]VayKaOI-IEVW); Thillet nei8ea8at1JEV Bruns, Thillet Kal eta Tov Tovs Thillet To 6cpETAov yeveo8at Thillet ooov aUTOV) ena[peta8at Kal TOV) aAAOV) <eta TDV TotaVTT)V> aye tv Thillet

XXII

7 rlPTTJI-IEVov mhov Thillet 8 npo mhov Thillet

15 TO avatTiws <yivea8a[ Tl c.Jonep TO> yivw8ai Tl EK llrl ovTOS Thillet

16 evapyws Bruns, Sharples 18-21 (OilfiVO) yap atTIWV KaTaAEyovatv, Ta I-lEV

npoKaTapKTtKa, Ta oe avvaiTta, Ta ISe eKTtKa, Ta 81: OVVEKTIKO , Ta OE aAAO Tl· ovlSEv yap ISeT TOV J.6yov llTJKVVEtv navTa Ta A.ey611eva napaTtBEI-IEVa TO jjovAlllla avTwV oeTI;at TOV mpl TfiS Ei!1ap!1EVT]S 86y!1aTos) Bruns (allfivos yap aiTiwv KaTaAEyovmv, Ta I-lEV npoKaTapKTIKCx, Ta ISe avva[Tta, Ta OE aKTIKO, Ta lSI: OVVEKTIKCx , Ta lSI: aAAO Tl" OVOEV yap eel TOV Myov I-ITJKVvEtv navTa Ta J.ey611eva napaTtBEI-IEVa TO !3ovAT]Ila a\rrwv oell;at TOV mpl TfiS EillaPI-IEVllS ooyj..laTos) Thillet

XXIII

193, 12-13 KaTa To noaov eJ.Xeil.!!ews Thillet

16-17 ouoe Otaj..IEVEIV oTa TE e'IISoj..IEV · ei <I-lEV 6> q>AOIOS Thillet

LXXXV

Page 119: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

SOBRE EL DESTINO

23 oil nav "TO ovvaTOV evepyelv <evepyel> Bruns ou TT<lVTa ovvaTOV evepyelv Thillet

25 TOo' OJ..lOOE xwpovVTa<; !lEV Bruns, Thillet

26 enl TO iioT)Aov elva[ Ttvos ahta Bruns

XXIV

194, 2-3 TfiS c'xvaMaews Twv aiTiwv Thillet

8 mxVTo8ev ytVOI-lEVOV Thillet

20 E~ avayKTJS !lOVOV ws TO\lTOlS OOKEI Kal ws enl TO noM EnOI-lEVOV Bruns E~ avayKT)S !lOVOV , ws TOilTOlS OOKEI, Kat ws ElTt TO noM EnO!-lEVOV Thillet E~ avayKTJS <En6>!-lEVOV ws TolTOlS OoKEi Kat ws enl TO noAv [en6!-levov] Sharples

21 TO ahtov Bruns

XXV

194, 25-26 TO AEyEtV \jJEVOOS Bruns, Thillet

195, 4 <pepoVTat Bruns, Thillet

10-11 Tfis Twv Katpc0v l-lETa[3oAfis (oil yap 6xet11wv ahtos Tov Bepovs) aAA' EKElVWV Thillet

11 eKeivwv TE Kal TOihov <n> Bruns

13 Kal iht 1-lfJ <n> Bruns, Thillet

15 t &v l!ws Bruns t av l!ws Thillet

19 wcrT' ovx t o\hws aiT(wv Etp!-lOS Bruns wcrT' 6 TO\lTWV

Twv aiT(wv eip11os Thillet

196, 7 oil nacr6: TE Ta~ews nap6:[3ams Bruns

XXVI

196, 15-16 ws 0!-lOAoyOVI-lEVOlS , avatpelv !lEV Ta o\hws evapyfj crKtaypa<p(av TE Ttva Thillet

LXXXVI

! -

L

197,

198,

199,

199,

NOT AS AL TEXTO GRIEGO

17 crvvaywvii;;ea8al OE TOtS anopOVI-lEVOlS Ka8 ' at/TWV EaTl oi] ws lTaVTanamv 6A(yov. Thillet

20 n TOV np6:y!-laTOS evepyeta Thillet

23 <paVEiTat t eis ailTa Bruns <paVElTOl eis 0\lTcl Thillet

XXVII

3 oi avyxwpr]craVTES Bruns [ oi] crvyxwpr]oavTES Thillet

6 exovTE<; Kal Tov Twv [3eATt6vwv Bruns

25 [Kal Tovs vocrovvTas] Bruns Kal Tovs OoKovvTas Thillet

28 Tov ailTov Tponov Kal ht 1-lilAAov Thillet

4 npos TfJV KTfjatV apeTfis Thillet

13 o\hws oE: Bruns, Sharples

14 wanep TWV aAAwv KaTa cpvmv aUTOlS Tvyx6:vovmv Bruns wanep TWV aAAWV KaTa <jlVOIV aUTOlS Tvyx6:vovmv <o\hw Kat ToiJTwv> Thillet

14-15 o\hws oilv Thillet

16 &v EXWI-lEV Thillet

17 ij TlVOS TWV TOlOVTWV· ent OE Tats a pETal's Thillet

23 avayKalov Bruns

27 oilx o\hws Bruns

XXVIII

24 napatTEtTat TOV vvv· Thillet

XXIX

27 EXEl ws Bruns, Sharples EXElV ws Thillet

29 en' ailTwV OE TWV evepyetwv Thillet

31 <pp6vtl-lOV KaTa Tov A6yov Thillet

200, 7 AEyovalv ye Bruns

7-8 V<JlOPWI-lEVOl <TE Kat> <pEVyOVTES Thillet

LXXXVII

Page 120: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

I

II

II: i ! I I

I!

200,

SOBRE EL DESTINO

XXX

19 eTt yivETat To eioevat Thillet

23 [3ovAOVTat t en\ TWV aovvaTWV othws yap Bruns [3ovAOVTat en\ TWV aovvcnwv. OVTWS yap Thillet

25 TE Katl.lfJ <il> ws EOOI.lEVOV Thillet 32 Kal KaT' at!TOVS Bruns, Sharples ovK &v Bruns ovol: Thi­

llet

201, 4-5 npocr!..a1-1[3avetv Bruns

7 TO aMvaTa OEIKVVVat Thillet

9-10 1-iETpwv, 6El-IEVOS Bruns, Sharples 1-iETpwv, [6El-IEVOS] Thi­llet

13 em\ OE, ei TO npoytVWOKEIV Bruns, Thillet

15 OTt Ta evoex61-1EVa Thillet 20-21 npot..Eyovotv <AEyovcrtv> Bruns t..Eyovotv npot..Eyovotv

Thillet

XXXI

201, 32 l-ITJ OVIl[3ov/.evoavT6S Ttvos Thillet

202, 1-2 Tatrn:J <Tij> nioTet Bruns Tatrn:J i] nioTet Thillet

203,

204,

3 nept Bruns 12 <ov> <paotv Bruns, Sharples aVTwv, omws Bruns, Shar­

ples

12-13 TO ovyypal-11-lOTa, a0T4J o\hws atJTOV xpficrat <lliJ> ws OVK ei06Ta oTt [I-Ii]] netoSTjoETat Thillet

26 ilmpl 6ewv evoe[3eias Thillet

6 yivea8at t crvvepyovllevov (Kal yap Bruns yivea6at <aya86v Tl avTovs> ovvepyelv <evAoyov> (Kat yap Thillet <TO aya8ov mhois> Sharples

7 KaTa ye Bruns

2 Kai Tot llaKpctJ [3eATtov <av> Bruns, Sharples

LXXXVIII

204, 11

13

14

17

22-23

24

25

NOT AS AL TEXTO GRIEGO

XXXII

Ot' iiv npoetpf]Kal-IEV Bruns, Thillet

ovK e'ln &v To eTvat Bruns

OTt yap eOTIV aVTWV ev Tij <pVOEI <To> TOIOVTOV Bruns oTt yap eoTtv a0Twv ev Tij <pvoet TotovTov Thiller

atiTWV aveniOEKTOS Bruns, Thillet

TTJV ef;ovoiav, e'tlTOTE KaKElVOI) Bruns TTJV ef;ovcriav, e'lye KaKeivots Thillet

TOV aVTctJ xpfio6ai Thillet

Tov npoioTao6at Thillet

XXXIII

205, 1 To 81: !..eye tv t Tjyelo6at Bruns To 81: !..Eye tv <Af]povs> nyelo6at Thillet

2-3 TctJ [l-ITJ] nav Bruns, Thillet

4 Tt [To] e<p' ti1-1iv Thiller

205, 7 eTvat Tt e<p' Jil-llvThillet

11 eTvat oi] Kal Ta o\hws ytVOI-IEVa Bruns, Thillet

12 ytVOI-IEVots [ecrTt] , nws Bruns, Thillet

14 ota Tov A.6yov Bruns, Thillet

17 eoTlv OPilfJ ev Tols [3ov!..evTtKols T hillet

XXXIV

205, 23-24 avTij [npos TO] KEXpfio8at Bruns

30 I-lEV, ovTwv Bruns, Thillet

206, 1 lTOIOTTJTWV lliJ ayvoOVl-IEVWV, Kal ElTatVOI Kal l.jJOyot Bruns lTOIOTTJTWV l-ITJ ayvooVl-IEVWV, <llEVOVot> Kal enatvot Kal 1.j16yot Thillet

LXXXIX

Page 121: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

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207,

SOBRE EL DESTINO

5-6 AoytKOl') (,c.i:Jot<; ElTETal a~apTaVEIV Thillet

7 i:oTt Kai <KaTa> TovTov Thillet

8 i]~as rroteTv f.Eyovotv· £mtTa Thillet

12 xapiev lTOtOVVTa Bruns

20 acp!JpnTat, OVOEV avToi OVVTEAOVOIV El') TO [Ta] Bruns acp!JpnTat, ovoi:v avTois OVVTEAOVOtV El') TO TavTa Thi­llet

26 Ttvwv I..ITJOEVO') Bruns

XXXV

4 rrapaf.eirrw~Ev Bruns

6 rrenpw~EVT], *** ovK £oTt Bruns

8 ovo' EOTtV OE Myos 6p8os Bruns, Thillet

14 i:oTi Bruns, Sharples

19 Ei ol: TavTa, <ovK> alTEtpf)Tal ~l:v eTvat lT(lVTWV Bruns Ei OE TavTa amp E'ipT]Tal, ~EVE I Kai lTOVTWV Thillet

XXXVI

208, 1 ws &v TIEptTTi]v Thillet

2 ovvayovoav TO l-liJ OETV t ~v Tiv Toapa Bruns ovvayovoav; Mnoev WVT)VTO apa Thillet

3 aoxof.ias ~aKpa<; . Bruns, T hillet

s omw<;, w<; Bruns

8 Ta vcp' aliTwv Bruns, Thillet

9-10 KaTa Ti)v TWV (,c.i:Jwv op~i]v ElTO~EVWV Kai TOUTWV TWV 1:1.; avayKf)') lTEplEOTWTWV am a TOTE aiTiOt') aTtVa &v *** i]yov~evot Bruns

12 aAAOV') OV') i:pwTC001V Myovs Thillet

13 w<; ovK Bruns, Thillet

XC

209,

210,

23

7

9-10

13

23

26

26-27

i7

29

3

4

5

6

6-8

NOTAS AL TEXTO GRIEGO

EKEivot<; ovvanT6v Thillet

Ta Ka8' 6p~i]v Thiller

Kai v6~ot Thillet

Twv npaTTOI..IEVWV Bruns, Thillet

nws yap &!;tot; To yoOv Bruns, Thillet

KEKWAV~EVT). aAAa Bruns, Thiller

Kai 1TEt80J..IEVOV') Bruns, Thillet

E'l ye XPiJ TOUT~ mi8E08at f.EyEtV €1.; avayKf)S ElTOJ..IEVOV') , Bruns, Thillet

ovvetAf)~J..IEVov Bruns

ToO uno ToO Bruns, Thillet

KaTEOKEVaoj..IEVOV Bruns TE avToTs api.;aiJEVWV Bruns ol: avToTs apl;a~EVOt') Thillet

KaTw8ev aKoAov8ia Bruns, Thillet

t eTvm Bruns [ETvm] Thillet

TOO npof.a[36vTa<; &Hot<; €mcpepE1V avTa TO lliJ OOKETV £xm8m To Kai ToTs otacpEVyEtv i]yov~evots Bruns ToO rrpoAa[36vTa<; &Hots i:mcpepEtV allTCx [To] l-liJ OOKETV EAEo8at <TavTo> Kai TOT<; Ota<pEVyEtV i]yov~evot<; Thillet

10 cpaoiv, em Bruns, T hillet

12 To TEAEvTalov Thillet

13 avatpETEOV, TO lTOVTa Thillet

XXXVII

210, 14 Kai eni TOUT~ A6yov Thillet

19 EoTtV iJ €moTT'HHl Bruns, Thillet

24-25 aAA' Ei [TOVTO] Eioiv ElTUIVOI Kai \j/Oyot; Thillet

29-30 &v TIS ovyxwprpm Bruns, Thillet

XCI

Page 122: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

2ll,

2ll ,

212,

SOBRE EL DESTINO

1 n Toil KOOI-IOV otoiKT]OtS ' ev Tc';) yiveo8at Thillet

5 &pa <OVK av> cmapqm6otOTOS Bruns 8:pa cmapEI-1-

TIOOIOTOS Thillet

18 oT6v TE <1-1iJ> Bruns

19 Twv rrotT]TEWV Bruns <1-liJ> Twv lTOITJTEWV Thillet

26 Kal cpp6vnotS Thillet

XXXVIII

28 llTJOE o'l EK TOil oetKVVvat Thillet

XXXIX

9 eo611e8a OE Kalmpl Tovs t'tlliV Bruns, Thillet I ' < - ' t \ *** 10 EVXcXPIOTOl t TQVTa lTpaTTETal EIS f)I-IOS TE Kat fJ TIEpl

VI-IWV oiKeia Bruns, Thillet

11 rrpaTTEtv v~-tas aipEoet Toil j3ef..Tiovos Kal Toil Bruns,

Thillet &yet Vl-lilS Sharples

16 ef;ovoiav *** Kal TCx aAAa Bruns

18 Tas ai-rias , <as> Bruns TaS aiTias, <ilv> Thillet

XCII '· .r._

.......__

Notas al texto espaiiol

1 Alejandro parece ser Ia {mica fuente que le atribuye a Anaxagoras esta tesis (cf. DK, 59A66).

2 Para Ia tesis de que el destine estoico es "inalterable" (a napa !3aTos) e "ineludible" (avarr6opcioTos), cf. SVF, II, 528; II, 917; II, 918 y II, 1000.

3 Sobre este concepto (ota<pwvia) y su Iugar en Ia estrategia argu­mentativa de Alejandro, cf. cap. XXXVIII y Mansfeld, 1988.

4 Esta division ya aparece en Phys., II, 3, 194a14ss.; II, 7, 198a14ss.; Met., I, 3, 983a26ss y 5.2, 1013a24ss. En Aristoteles, no todo lo que se da, se da conjuntamente por las cuatro causas. Cf. Met., VII, 17, 1041a28ss y VIII, 4, 1044b7-15.

5 Para esta division en Aristoteles, cf. Phys., II, 4, 196b17ss.; II, 5, 196b21; Met., VII, 7, 1032a20ss. yEN, III, 3, 1112a31bss.

6 La inclusion de los sucesos azarosos en el conjunto de lo que se da en vistas de algo ya figura en Aristoteles (cf. Phys., 2.5), quien argumenta que dichos sucesos, si bien no se dan de hecho en vistas de algo, se definen por haberse podido dar en vistas de algo y por depen­der ontologicamente de sucesos y procesos que si se dan en vistas de algo propiamente dicho.

7 Sobre esta relacion entre Ia racionalidad y Ia capacidad de rea­lizar acciones (o elecciones) opuestas, cf. Met., IX, 2, 1046b4ss. y IX, 5, 1048a8ss. Como lo revela esta oracion, Alejandro acepta esta relacion y sostiene que esa capacidad es efectivamente constitutiva de Ia racionalidad. Cf. XI, 178, 17ss.; XIV, 183, 30ss.; 184, 18s.; XXXIII, 205, 16-20.

8 Este ejemplo, que vuelve a aparecer mas adelante en este capitulo (170, 2) y mas adelante en este tratado (XXIII, 193, 8-10 y XXV,

XCIII

Page 123: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

SOBRE EL DESTINO

195, 26), proviene del propio Aristoteles (Phys., II, 2, 194b13; Met., VII, 7, 1 032a25 y XII, 4, 1 070b343) .

9 OK, 22Bll9. 10 C£ Ciceron, F, 10 y Tusc., 4. 80. 11 Para el significado del termino "principal" (rrpoT]yOvl-levos) y

sus cognados, claves en este capitulo (c£ 172, 19; 173, 3, 14, 17; 174, 18, 28; c£ XI, 178, 12 y XXV, 194, 27), c£ Sharples, 1983, pp. 132-133.

12 El modo como Alejandro define aquf el azar coincide con el de Aristoteles (cf. Phys., II, 5-6 y Met., V, 30) y los ejemplos que ofrece mas adelante coinciden con los que el propio Aristoteles desarrolla (cf. Phys., II, 5, 196b33, 6, 197b15; Met., V, 30, 1025a15 yEN, III, 3, 1112a27).

13 Esta definicion parece haber sido aceptada por algunos estoicos, entre ellos Crisipo (cf. SVF, II, 965; II, 971 y II, 973), pero no tiene su origen en ellos, sino en deterministas anteriores a Aristoteles (cf. Phys., II, 4, 196b5ss.).

14 Contrariamente a lo que parece sugerirse aqui, algunos estoicos sostuvieron que no hay causas principales (lat. principales) de cosas triviales. Cf. Ciceron, F, 9 (SVF, II, 950).

15 Segun lo indica Sharples en su aparato cdtico ad 175, 17 (1983, p. 242), uno esperaria que Alejandro dijera ovoE:v i'jTTov ("mientras otros en nada son menos capaces de estar en el estado contrario al que esran"), contrariamente ala lectura de los mss. (ovoE:v 1--!CXAAov).

16 Este pasaje parece ser la (mica fuente que le atribuye a los estoi­cos esra concepcion epistemica de posibilidad (algo es posible siem­pre y cuando no conozcamos nada que impida que se de). Cf. SVF, II, 201 y II, 202.

17 El texto clasico al que se refiere aquf Alejandro es el capitulo IX del tratado De Interpretatione de Aristoteles (Ia "batalla naval"). La postura de Aristoteles sobre el problema de la verdad futura

XCIV

NOTAS AL TEXTO ESPANOL

(~tienen los enunciados sobre el futuro un valor de verdad ya en el presente?) es sumamente oscura. Para una presentacion detallada del complejo debate contemporaneo acerca de este asunto, cf. Gas­kin, 1995.

18 Una traduccion alternativa de esta oracion seda: "Si esto no es necesario, tampoco se clara lo significado por esto, a saber, que habra una batalla naval por necesidad", pero cf. 177, 17-18.

19 Aristoteles ya habfa sostenido que no hay nada que la naturaleza haga en vano (Cael., I, 4, 27la33; II, 11, 291b14; PA, II, 13, 658a9; III, 1, 661b24; GA, II, 5, 741b5; II, 6, 744a36; Pol., I, 2, 1253a9 y I, 8, 1256b20). Este argumento vuelve a figurar en M, 182, 25, obra en la cual tambien vuelve a mencionarse la distincion entre fines primarios y secundarios (183, 26). La terminologia que se emplea para expresar Ia distincion es estoica. Cf SVF, II, 1156; II, 1157 y II, 1170 asf como Epicteto D, 2.8.6.

20 Para la tesis de que Ia deliberacion entendida en estos terminos es el rasgo distintivo de Ia especie humana dentro del genera animal, cf. XIV, 183, 30-184, 11; XXXIII, 205, 16ss. y M, 172, 19-28. No es en estos terminos, sin embargo, que el propio Arisroteles parece enrender Ia deliberacion. Segun EN, III, 3, i 112b 15 y EE, II, 10, 1227al2 esta es un proceso que consiste, no tanto en seleccionar impresiones (aunque cf. DA, 3, 11, 434a5ss.), sino en determinar los medios idoneos para alcanzar un fin determinado. Notese tambien que el uso de las nociones de "asentimiento" e "impulso" como no­ciones clave de la teo ria de la accion proviene de los estoicos. Cf. SVF, I, 158; II, 458; II, 499; II, 714; II, 844; II, 988 y III, 178.

2 1 El uso del ejemplo del cilindro que rueda cuesta abajo para ilustrar en que medida algunas de las actividades que realizamos de­penden de nosorros, aparece en Crisipo ap. Ciceron, F, 43 y Gelio, NA, 7 .2.11. El ejemplo del cilindro vuelve a aparecer en el capitulo XIII como pieza clave del argumento. Cf. tambien XIX, 189, 22 y XXXVI, 208, 24.

XCV

Page 124: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

lj

SOBRE EL DESTINO

22 Esta es una de las multiples versiones del Argumento perezoso que aparecen en este tratado. C£ XIV, 186, 30ss. y XVII, 188, 11ss. Segun lo apuntamos en "Sobre el destino y el determinismo antiguo", el argumento que sostiene que lo que hacemos o no hacemos en el presente no afecta en absoluto lo que esta destinado a suceder (c£ Ci­cer6n, F, 28-29), tiene su origen en Arist6teles (c£ DI, 18b30-31).

23 Una definicion muy parecida de la elecci6n figura en Aristoteles (c£ EN, III, 3, 1113a10 yVI, 2, 1139b4),perolanocion deimpulso, usada en el senti do en que se emplea aqui (a saber, como un genero del cualla eleccion es una especie), es estoica. C£ SVF, III, 169 y 173.

24 La fuerza de este argumento radica en que un error masivo o universal parece chocar con la existencia, en la cual los estoicos solian creer, de un dios providencial y benevolente. Cf. muy par­ticularmente SVF, I, 537 y II, 1126. Vease tambien Ciceron, ND, 2.37-39 y 75-76.

25 En Sobre el destino, Alejandro atribuye varias veces a los deter­ministas la definicion de un tipo caracteristico de comportamiento para cada uno de los distintos seres en la scala naturae. C£ XI, 179, 15ss.; XIX, 189, 21ss.; XXXVI, 208, 6s. y 23ss. Sobre esta defini­cion, vease tambien SVF, I, 158; II, 458; II, 499; II, 714; II, 716; II, 988; II, 989 y II, 1013.

26 El termino l,;Qov, que tradujimos por "animal", se emplea aqui como sinonimo de EIJI.f'VxWV, "animado" (c£ 185, 16-17) y esa es justamente la razon por la cual tradujimos I,;Qov por "animal" (y no por "ser vivo", por ejemplo), pues para los estoicos las plantas son seres vivos que, sin embargo carecen de alma: los unicos seres vivos que tienen alma son los animales. Al respecto c£ SVF, II, 708-713. ·

27 Sobre este principio de la regularidad de la experiencia, usado nuevamente lineas mas abajo (183, 13-16), cf. XXII, 192, 23-24 y Nemesio, NH, 105, 18-21.

28 En esta oraci6n, figuran dos usos de la preposicion 016:. El pri­mero es con acusativo en un sentido no instrumental, sino causal:

XCVI

1. j

I :I I ;:

NOTAS AL TEXTO ESPANOL

"las causas por las cuales" (182, 1: TCx ahta ot' 8:. Cf. 182, 17: Ola j3apvTfJTa y eta 8EpiJOTTJTa). El otro es con genitivo en un sentido daramente instrumental: "a traves de la piedra'' (182, 3-4: eta Tov l\Leov), que es el uso mas difundido de esta preposicion a lo largo de este capitulo (cf. 182, 8, 10, 11, 12, 16, 20). Los dos usos estin relacionados el uno con el otro, pues, segun la teoria estoica a la cual Alejandro se refiere aqui, la idea de que lo que hacemos suce­de "por destino a traves de" (uno Tfj) EiiJapiJEVTJ) eta) nosotros es perfectamente compatible con que nosotros seamos causa de lo que hacemos.

29 Alejandro vuelve a referirse a la doctrina que expone en este capitulo, aunque de forma abreviada, en el capitulo XXXVI (cf. 208, 3-15), la cual parece ser la misma que figura en Nemesio, NH, XXXV, 105, 6-14; 106, 1-4 y 10-11 (SVF, II, 991), y que Nemesio atribuye a Crisipo y Filopator, un estoico tardio del siglo n d. C.

30 En este capitulo, Alejandro atribuye a sus adversarios Ia creencia (que el mismo parece aceptar) de que los animales en general- in­cluyendo los irracionales - tienen la capacidad de dar asentimien­to. Si bien algunas fuentes parecen coincidir con Alejandro en Ia atribucion de esta creencia a los estoicos (cf. SVF, II, 72; II, 74; II, 115 y II, 991), otras afirman que, para los estoicos, el asentimiento (avyKaT6:8Eat)) es exdusivo del ser humano. C£ SVF, II, 714 y III, 169.

31 La distincion trazada aqui entre estos dos conceptos (c£ XXXIII, 205, 15ss.) es, en cierto sentido, parecida ala trazada por Aristoteles entre el concepto de accion deliberada y el de accion voluntaria en EN, III, 2, llllb8 y EE, II, 8, 1223b28; II, 10, 1226b34 y MM, I, 17, 1189b1: en ambos casos, el segundo concepto tiene un dominio que incluye al del primero siendo, sin embargo, mas amplio que el.

32 Aunque el termino Kptat) tambien puede significar, en ciertos contextos, "juicio" entendido como el acto de emitir una opinion (cf. LSJ, s. v. 1), este termino suele significar, en contextos donde se

XCVII

Page 125: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

SOBRE EL DESTINO

discute espedficamente la psicologia de Ia acci6n en el estoicismo y ei aristotelismo tardio (como es el caso aquf, cf. n. 20 mas arriba), noel acto de emitir un juicio, sino un proceso crftico de discriminaci6n y de selecci6n de estfmulos. Al menos, asi lo sugiere el propio Alejan­dro en este mismo capitulo ( 184, 3-5), en ei siguiente (XV, 18 5, 21-27) yen el final del tratado (XXXIX, 212, 9-13). Cf. tambien SVF, II, 714 y II, 988 y Epicteto, D, 1.20.7. Vease tambien Arist6teles, Met. , II, 995b2-4 y LSJ, s. v. 11.1 y 2.

33 Esta tesis se remite a una discus ion iniciada en XIV, 184, 15ss. La tesis de que el ser humano es causa y principia de sus propias ac­ciones viene de Arist6teles (cf. EN, Ill, 3, 1112b31; VI, 2, 1139b5 y EE, II, 6, 1222b15ss.), quien, ademas, sostiene que solo son volunra­rias aquellas acciones cuyo principia es intrfnseco al agente (EN, III, 1, 1110a17 y EE, II, 8, 1224b10). El uso de esta tesis para sostener que Ia negaci6n del determinismo no implica aceptar un movimiento sin causa, que es el uso que pretende darle aqui Alejandro (cf. 185, 7-11), ya flgura en Carneades ap. Cicer6n, F, 23-25.

34 La distinci6n entre "impresi6n" (<pavTaaia) y "lo que aparece" (To <patVO!lEVov) no proviene de los estoicos pues Alejandro parece reservar ei primer rermino para referirse a representaciones que se formaron a traves de los sentidos sensoriales mientras que, para los estoicos, hay impresiones (<pavTaaia~) que se forman, no a traves de los sentidos, sino a traves de las operaciones de Ia mente indepen­dientemente de los sentidos. Cf. SVF, II, 61; II, 83; II, 223; III, 72 y Epicteto, D, 1, 6, 10.

35 Con esta observaci6n inicia una discusi6n que abarca los capi­rulos XVI-XXI. Un supuesto err6neo en muchos de los argumentos que Alejandro desarrolla en ellos es el de que nuestras acciones no pueden afecrar e1 futuro si este ya esra predererminado. Esre es el su­puesro basico del Ilamado "argumento perezoso". Veanse mas arriba nuestras notas al capitulo XI.

36 Cf. Homero, fl., IX, 116.

XCVIII

NOT AS AL TEXTO ESPANOL

37 Sabre esta objeci6n, cf. el capitulo XXXI y M, 188, 11. Algunos estoicos, y muy particularmente Crisipo, recurrieron al concepto de mantica para intenrar demostrar el determinism a ( Cicer6n, F, 11-16 y SVF, II, 912; II, 939 y II, 943), mientras que aqui parece argumen" tarse que este anularfa Ia urilidad de la primera. Alejandro regresa al tema de Ia mantica y el determinismo, desarrollandolo mas deteni­damenre, en los capirulos XXX-XXXI.

38 Esta es posiblemente una alusi6n encubierta (e ir6nica) a Crisi­po, quien tenia fama, en Ia antigiiedad, de ser un escritor sumamente prolffico. Cf. SVF, II, 13-18.

39 Sobre Falaris, tirano de Acragas, cf. Arist6teles, EN, VII, 5, 1148b24 y SVF, III, 535.

40 Este capitulo parece limitarse a resumir lo dicho en los capitulos XVI-XIX.

41 Cf. nuestras observaciones al respecto de este argumento en "Sobre el destino y el determinismo anti guo". Hay un cierto parecido entre esre argumento y el argumento de la apuesra de Pascal (Pascal, Pensees, 418. Cf. Gouhier-Lafuma, 1980, pp. 550-551).

42 En lo que resra del trarado, Alejandro se ocupa de refurar argu­mentos dererminisras basados en Ia causalidad (caps. XXII-XXV), en ei caracrer moral (caps. XXVI-XXIX y XXXIII), en el conocimiento anticipado y la profeda (caps. XXX-XXXI) y otros (caps. XXXIII­XXXVIII).

43 Esre pasaje (191, 30-192, 17) es el principal testimonio antiguo sabre la tesis estoica de la unidad fisica del cosmos. Vease tam bien SVF, II, 441; II, 447; II, 470; II, 473; II, 475; II, 533; II, 546 y II, 1013.

44 Esta es una de las listas antiguas de los tipos de causa en el es­toicismo. Orras listas pueden encontrarse en otras fuentes. Cf. SVF, II, 346; II, 351; II, 352; II, 354; II, 974; II, 994 y II, 997.

45 Sabre este principia de la regularidad de la experiencia, veanse nuestras notas a la traducci6n del capitulo XIII.

XCIX

Page 126: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

SOBRE EL DESTINO

46 Otro testimonio importante del propio Alejandro sabre el dios de los estoicos figura en su tratado Sobre la mezcla (Mixt., 225, 3-8 =

SVF, II, 310). Cabe tambien mencionar el de Cicer6n en ND y, muy particularmente, el pasaje que figura en 1. 36-7 (= SVF, I, 161, 165, 167, 378, 530 y 534). Yease tambien SVF, I, 102; I, 534; I, 537; II, 1021; II, 1027; II, 1077 y III, 246.

47 Sabre estos ejemplos, cf. Arist6teles DA, II, 1, 412b2; Phys., II, 8, 198bll y 199a25.

48 Sabre esta distinci6n entre dos tipos de necesidad, cf. la noci6n de necesidad "hipotetica" en Arist6teles y su distinci6n entre esta noci6n y lade necesidad material en Phys., II, 9 y GC, II, 11 (cf. PA, 639b11-640a8). En este pasaje, Alejandro parece estar confundiendo dos tesis: lade que (1) si bien todo riene una causa eficiente, no todo es causa eficiente de otra cosa (ejemplo de Sofronisco) y Ia de que (2) si bien Ia existencia de Ia materia de algo noes suftciente para que ese algo se produzca o se genere, Ia producci6n de algo necesariamente presupone la existencia de su materia.

49 Cf. Aristoteles, Met., II, 2, 994a22.

50 Sabre esta explicaci6n de Ia unidad del cosmos (alternativa a Ia de los estoicos, quienes, para explicarla, como se ha vista al final del capitulo XXII, recurren mas bien ala idea de que dios se difunde al interior del cosmos y actua sabre el por contacto), cf. Mixt., 223, 9. Yease tambien 226, 24ss. (= SVF, II, 1048). Sin embargo, las dos explicaciones no son excluyentes, pues los estoicos tambien recurrie­ron a! movimiento de los astros y, en particular, del sol, para explicar ciertos procesos naturales. Cf. SVF, II, 693.

51 N6tese que, mientras que en los capitulos XXIII y XXIV, Ia principal objecion de Alejandro contra la teoria estoica de la causa­lidad es que no todo lo que se da es, por ello, causa de otra cosa, Ia objeci6n aqui, complementaria de la primera, es, prefigurando ideas que se had.n famosas mucho mas tarde a traves de la ftgura de David

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NOT AS AL TEXTO ESPANOL

Hume en el siglo xvn, que la mera sucesi6n temporal no implica por si sola causalidad. En general, en el aristotelismo Ia causalidad no es necesariamente una relaci6n de algo anterior con algo posterior en un sentido temporal, sino muchas veces una entre casas simulraneas aunque espacialmente separadas, como es el caso con la actividad causal que el primer motor ejerce sobre las esferas celestes y el mun­do sublunar. Cf. Arist6teles, Phys., VIII, 5, 256a4ss. y Met. , XII, 7, 1072a23-26.

5Z El argumento desarrollado en este parrafo es parecido en cierto sentido a! que ftgura en Arist6teles, Met., II, 2, 994a16-20. Vease tambien Phys., VIII, 5, 256a3-b13 y Met., XII, 7, 1072a23-26. Sin embargo, no es claro que los estoicos hayan negado, como se les reprocha en este capitulo, Ia existencia de una primera causa, pues el dios estoico es, sin duda, Ia causa primera (por lo menos en el arden temporal) del cosmos. Cf SVF, I, 102; I, 527; II, 1024 y II, 1027.

53 Cf. Aristoteles, Met., XII, 10, 1075al9ss. 54 Es dudoso que el autor de este argumento sea estoico, pues Ia

doctrina estoica si permite que una persona mala o viciosa deje de serlo (cf. SVF, III, 662; III, 666-668), y al menos algunos estoicos aceptaron que la virtud tambien puede perderse (cf SVF, I, 568).

55 Esta tesis (que reaparece en XXIX, 199, 27-9) se apoya en el argumento desarrollado a continuaci6n, el cual tiene su origen en Arist6teles. Cf EN, III, 5, 1114a12-21 y Cicer6n, Tusc., 4, 41.

56 Esta distinci6n entre lo natural y lo que depende de nosotros ya esta presente en ellibro II de Ia EN (11 03a18ss). Regresamos a este asunto en nuestra proxima nota.

57 Para Ia tesis de que no debe ser objeto de alabanza ni censura el modo en que estamos naturalmente constituidos, cf. Arist6teles, EN, III, 5, 1114a23ss. y MM, I, 9, 1187a23ss. Sobre Ia idea de que los dioses no deben ser objeto de elogio sino de admiracion, cf. EN, I, 12, 1101bl8ss.

58 Cf nuevamente Arist6teles, EN, II, 1, 1103al8ss.

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SOBRE EL DESTINO

59 Para esta teleologfa antropocentrica, Ia cual algunos estoicos tempranos sf defendieron, cf. SVF, II, 1152-1153; II, 1156-1157 y II, 1162. Sin embargo, una concepcion distinta, mas bien pesimista, parece surgir en algunos estoicos tardfos. Vease por ejemplo Epicteto, D, 1.1.10-12 y 21-23.

60 Para Ia tesis dentro del estoicismo de que Ia verdadera sabidurfa es un fen6meno que se da muy raramente entre los humanos, cf. SVF, III, 662; III, 666 y III, 668. Esta tesis tam bien se encuentra en Aristoreles. Cf. EN, X, 9, 1179b7ss.

6 1 Para esta tesis, tambien estoica, cf. SVF, III, 657; III, 659; III, 662-6 y III, 668. Es posible que con el termino To ~aivw8m (que tradujimos por "ser precipitado"), Alejandro se este reflriendo, no a Ia locura, sino al fenomeno de Ia precipitacion en el asentimiento, el cual, segun los estoicos, es comun entre todos aquellos que no son sabios (esto es, Ia mayorfa de los seres humanos). Cf. Epicteto, D, 1, 28, 33 y SVF, II, 131 y III, 548.

62 Sobre el concepto de Sta<pwvia, o falta de "consonancia" (o "co­herencia"), que se emplea aquf, cf. el capitulo II y Mansfeld, 1988.

63 Arist6teles deflende una tesis parecida en EN, II, 9, 1109b18ss. 64 En el capitulo VI (169, 28-31), Alejandro habfa sostenido una

tesis similar respecto de Ia naturaleza propia de cada ser (si bien cada ser suele comportarse de acuerdo con su naturaleza propia, no lo hace por necesidad).

65 Esta misma tesis vuelve a flgurar en M, 174, 33-35. 66 Esre capitulo y el proximo, dedicados a Ia mantica, forman una

unidad que se relaciona tematicamente con las ultimas lfneas del capitulo XXIX (200, 7 -12) y se remiten a! problema de Ia verdad futura discutido en el capitulo X. La discusion sobre el tema del de­terminismo y el caracter, iniciada en el capitulo XXVI y suspendida en XXIX, 200, 7, se reanuda en el capfrulo XXXII.

67 Esta tesis, que aparece algunas veces en las obras de Alejandro

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..

NOTAS AL TEXTO ESPANOL

(cf. Sharples, 1983, p. 164), tambien se halla, en alguna medida, en el estoicismo. Cf. SVF, II, 1183.

68 En Alejandro, Ia objeci6n de que el determinismo elimina Ia utilidad de Ia mantica ya habia aparecido en XVII, 188, 11ss. ( cf. M, 182, 28).

69 Cf. nuestra nota al capitulo XVII. 7° Cf. Euripides, Ph., 19-20. 7 1 Cf. Plutarco, CN, 1 065E con comentario de Cherniss ad foe.

en Cherniss, 1976. 72 Cf. Homero, Od., VIII, 325. 73 Para el estudio detallado de este argumento y de su origen

probablemente estoico, cf. Bobzien, 1998, pp. 389-394. En todo caso este argumento ref1eja una postura similar a Ia de Ia teorfa que Alejandro describe en los capftulos XIII y XXXVI en Ia medida en que, en ambos casos, dependen de nosotros aquellas actividades que obedecen a nuestros impulsos. Asimismo, en el presente capitulo (cf. Ia siguiente oraci6n), Alejandro formula, contra este argumento , Ia misma objeci6n del capitulo XIV contra Ia teoria expuesta en el XIII: solo dependen de nosorros aquellas actividades que obedecen a nuestros impulsos racionales.

74 Aqui Alejandro retoma las distinciones que ya habia trazado en el capitulo XIV (cf. 183, 24ss.).

75 No debe confundirse esta teoria con Ia expuesta en el capitulo XIII. Esta ultima partia de una distincion entre tipos de entidades basada en Ia scala naturae, segun Ia cual el genero humano es indi­visible, mientras que la teorfa expuesta aqui, parte, en el caso de los humanos, de divisiones en el interior del genero humano, a saber, entre personas buenas y malas.

76 En Ia construcci6n ovK eaTt ~ev ... , ovK eaTt &e ... hemos inter­pretado el primer ovK como una negacion que rige a toda la oraci6n; esto es, "no es el caso que ... exista, pero ... no exista''. Se sabe que

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Page 128: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

SOBRE EL DESTINO

Crisipo separ6 Ia forma 16gica de esta clase de oraciones de Ia de oraciones condicionales del tipo "si ... , enronces ... " con el prop6sito de distinguir casos de relaciones causales (para expresar las cuales se necesita el segundo tipo de oraci6n) de casos en los cuales lo segundo se infiere a partir de lo primero sin que, por ello, tenga su causa en el (para expresar lo cual basta Ia negaci6n de una disyunci6n). C£ SVF, II, 954.

77 Para un argumento similar a este en Ia antigiiedad, cf. En6mano ap. Eusebio, PE, 6.7, y Epicuro, SV, 40.

78 Esta doctrina es, a todas luces, Ia que ya apareci6 en XIII. Vean­se nuestras notas a ese capitulo.

79 Sobre estos ejemplos, cf. capitulo XI y nuestras notas a el. 80 En otras palabras: si todas las cosas son segun destino, Ia admi­

nistraci6n del cosmos no esra obstaculizada ni impedida. Sin embar­go, sobre Ia forma 16gica de esta tesis (y de las demas premisas de este argumemo), cf. nuestra nota a! capitulo XXXV

81 Cf. 211, 18. Para el concepto estoico de prudencia, cf. SVE I, 375; III, 262 y III, 268.

82 Cf. SVE I, 375; III, 262 y III, 268. 83 En orras palabras, el ejercicio de Ia prudencia, en cuanto cono­

cimiento de lo que debe y lo que no debe hacerse, presupone el poder de no hacer lo que de hecho hacemos, el cual, segun Alejandro, es incompatible con el determinismo causal de sus oponentes. Para Ia idea de que Ia prudencia (cpp6vll01S) presupone este poder o capaci­dad, cf. Arist6teles EN, VI, 5, 1140b2 y VI, 7, 1141a20.

84 Esta tesis, clave en el tratado, se argumenta en los capirulos XIII, XIV, XXXIII y XXXVI, 208, 3-13.

85 Sobre esta tesis, cf. XIV, 184, 3-5 y XV, 185, 21-27. Nos hemos referido a este senrido del termino Kpims (que tradujimos como "se­lecci6n") en nuestras notas al capitulo XIV

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BIBLIOGRAFfA

A cominuaci6n listamos las obras a las cuales nos referimos a lo largo de Ia Introducci6n y de las Notas al texto espaftol. Nuestra Bibliograffa no pre­tende ser exhausriva. Para mayor informacion sabre Alejandro de Mrodisia,

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CXII

Pr6logo

Alejandro de Afrodisia Vida Obras . . .

IN DICE

INTRODUCCION

Sobre el destino y el determinismo antiguo Argumentaci6n y ret6rica en Sobre el destino

Naturaleza del tratado Prim era parte (caps. II-VI): doctrina arist6telica

acerca del destino . . . . La KaTaOKEvi] (caps. VII-XXXVIII) .

El termino La KaTaOKEvi] y la ret6rica . . Lectura ret6rica de Sobre el destino

Abreviaturas . .

TEXTOS GRIEGO Y ESPANOL

'AAESavi5pou 'A<ppoOtcrtErot; IlEpt tfts Elf.tapJ.!EVtlS .

Alejandro de Afrodisia, Sobre el destino. .

CXIII

v

IX IX

XIX XXV

XLVII XLVII

LIV LVI

LVI LVIII

LXI LXXI

1

Page 133: Sobre El Destino Alejandro de Afrodisia

Notas al texto griego . Notas al texto espaiiol Bibliografia

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Sobre el destino de Alejandro de Afrodisia, editado por el Programa Editorial de Ia Coordinaci6n de Humanidades de Ia UNAM, se termin6 de imprimir el 30 de diciembre de 2009 en Ediciones Corunda. Av. Pante6n num. 209 bodega 3, Col. Los Reyes Coyoacin, 04330, Mexico, D.P. Su composici6n se hizo en tipos Adobe Garamond Pro de 11:13.2, 10:12 y 9:11, y New Athena Unicode de 9 y 10 puntos. La edici6n, impresa en Offset en papel Unibond marfil de 90 g., consta de 1000 ejemplares y esruvo a! cuidado de Jose Molina Ayala y Ricardo Salles.

La formaci6n tipografica estuvo a cargo de ELIZABETH OLGUIN MARTINEZ.

Apoyo tecnico editorial y de c6mputo: SERGIO REYES CORIA.

Daniela Toledo Garcia, judith Aleyra Olvera Morales, Pablo Martinez Calvo, estudiantes de Ia licenciatura en Lengua y Lireraturas Hispanicas, y Mariana Selina Aragon Camarasa, de Letras Modernas lnglesas, ayudaron en Ia lectura de

pruebas, en calidad de servicio social.