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Unidades para la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre en México (UMA). Retos para su correcto funcionamiento Sonia A. Gallina-Tessaro, 1 * Arturo Hernández-Huerta, 2 Christian Alejandro Delfín-Alfonso, 2,3 y Alberto González-Gallina 1 Departamento de Biodiversidad y Ecología Animal. Instituto de Ecología, A. C., Km. 2.5 Km. 2.5 carretera antigua a Coatepec 351, Congregación El Haya, Xalapa 91070, Veracruz, México. Apartado Postal 63, Tel. (228) 8421800 Ext. 4125, Fax (228) 8421800 Ext. 4102. Correspondencia al correo-e: sonia.gallina@inecol. edu.mx Resumen Las unidades de manejo de vida silvestre (UMA) inno- varon el aprovechamiento de vida silvestre en México y hay casos que muestran su viabilidad. Sin embar- go, desde el punto de vista de la conservación de la vida silvestre, los resultados de su operación son poco convincentes. Las estadísticas sobre las especies ma- nejadas actualmente indican que una alta proporción de UMA tiene centrada su atención en el manejo de especies de valor cinegético, quedando desatendidas muchas otras especies de vida silvestre, que pueden ser afectadas por las acciones destinadas a favorecer a las poblaciones de especies con interés económico. En este sentido, identificamos algunas situaciones in- satisfactorias y sus consecuencias que se convierten en retos para un mejor funcionamiento de la UMA, implementando estrategias para un mejor funciona- miento, con medidas que pudieran funcionar para re- dirigir el actual manejo de la vida silvestre con el fin de dar cumplimiento a los objetivos de conservación de la biodiversidad. Abstract The concept of UMA (Units for conservation, mana- gement and sustainable use of wildlife) has become an innovate system for the wildlife management in Mexico and there are instances that show its viability. However, from the standpoint of wildlife conservation, the results of its operation are unconvincing. The statistics on spe- cies that are currently managed indicate that a high proportion of UMA have focused their attention on the management of valuable game species, therefore, many other wildlife species are neglected, those which may be affected by the actions aimed at boosting the popula- tions of species that are of greatest interest encouraged by the economic dividends earned. In this regard, we identify some unsatisfactory situations and their con- sequences that become challenges for a better functio- ning of the UMA, including deficiencies in management plans, lack of reliability in the population estimates, weak monitoring, assessing the management impact on biodiversity, among others. However, it is possible to implement strategies for a better performance. In this regard we mention some measures that could operate to redirect the current wildlife management to fulfill the objectives of conserving biodiversity. Investigación ambiental 2009 • 1 (2): 143-152 143 Palabras claves UMA, manejo, conservación, México. Key words UMA, wildlife management, Mexico, conservation. 2 Departamento de Ecología Aplicada. Instituto de Ecología, A. C., Km. 2.5 Km. 2.5 carretera antigua a Coatepec 351, Congregación El Haya, Xalapa 91070, Veracruz, México. Apartado Postal 63, Tel. (228) 8421847 Ext. 4323, Fax. (228) 8421847 Ext. 4302. Correo-e: arturo.her- [email protected] 3 Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Autónoma de Querétaro, Av. de la Ciencia S/N Juriquilla, Delegación Santa Rosa Jáuregui, Querétaro, Querétaro C. P. 76230. Correo-e: [email protected] Recibido: 23 de marzo de 2008 Aceptado: 20 de agosto de 2008

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Unidades para la conservación, manejo y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre en México (UMA). Retos para su correcto funcionamiento

Sonia A. Gallina-Tessaro,1* Arturo Hernández-Huerta,2 Christian Alejandro Delfín-Alfonso, 2,3 y Alberto González-Gallina

1 Departamento de biodiversidad y Ecología Animal.

Instituto de Ecología, A. C., Km. 2.5 Km. 2.5 carretera

antigua a Coatepec 351, Congregación El Haya, Xalapa

91070, Veracruz, México. Apartado Postal 63, Tel.

(228) 8421800 Ext. 4125, Fax (228) 8421800 Ext.

4102. Correspondencia al correo-e: sonia.gallina@inecol.

edu.mx

ResumenLas unidades de manejo de vida silvestre (UMA) inno-varon el aprovechamiento de vida silvestre en México y hay casos que muestran su viabilidad. Sin embar-go, desde el punto de vista de la conservación de la vida silvestre, los resultados de su operación son poco convincentes. Las estadísticas sobre las especies ma-nejadas actualmente indican que una alta proporción de UMA tiene centrada su atención en el manejo de especies de valor cinegético, quedando desatendidas muchas otras especies de vida silvestre, que pueden ser afectadas por las acciones destinadas a favorecer a las poblaciones de especies con interés económico. En este sentido, identificamos algunas situaciones in-satisfactorias y sus consecuencias que se convierten en retos para un mejor funcionamiento de la UMA, implementando estrategias para un mejor funciona-miento, con medidas que pudieran funcionar para re-dirigir el actual manejo de la vida silvestre con el fin de dar cumplimiento a los objetivos de conservación de la biodiversidad.

AbstractThe concept of UMA (Units for conservation, mana-gement and sustainable use of wildlife) has become an innovate system for the wildlife management in Mexico and there are instances that show its viability. However, from the standpoint of wildlife conservation, the results of its operation are unconvincing. The statistics on spe-cies that are currently managed indicate that a high proportion of UMA have focused their attention on the management of valuable game species, therefore, many other wildlife species are neglected, those which may be affected by the actions aimed at boosting the popula-tions of species that are of greatest interest encouraged by the economic dividends earned. In this regard, we identify some unsatisfactory situations and their con-sequences that become challenges for a better functio-ning of the UMA, including deficiencies in management plans, lack of reliability in the population estimates, weak monitoring, assessing the management impact on biodiversity, among others. However, it is possible to implement strategies for a better performance. In this regard we mention some measures that could operate to redirect the current wildlife management to fulfill the objectives of conserving biodiversity.

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Palabras clavesUMA, manejo, conservación, México.

Key wordsUMA, wildlife management, Mexico, conservation.

2 Departamento de Ecología Aplicada. Instituto de Ecología,

A. C., Km. 2.5 Km. 2.5 carretera antigua a Coatepec 351,

Congregación El Haya, Xalapa 91070, Veracruz, México.

Apartado Postal 63, Tel. (228) 8421847 Ext. 4323,

Fax. (228) 8421847 Ext. 4302. Correo-e: arturo.her-

[email protected] Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Autónoma

de Querétaro, Av. de la Ciencia S/N Juriquilla, Delegación

Santa Rosa Jáuregui, Querétaro, Querétaro C. P. 76230.

Correo-e: [email protected]

Recibido: 23 de marzo de 2008 Aceptado: 20 de agosto de 2008

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IntroduCCIón

En 1997 la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP) puso en operación el Programa de Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva en el Sector Rural 1997-2000 (SEMARNAP 1997; INE 2000), con el propósi-to de integrar las estrategias ambientales, económicas, sociales y legales enfocadas a la vida silvestre que per-mitieran promover una participación social amplia y crear incentivos económicos realistas para su correc-to manejo (Valdez et al. 2006). Como parte de esa iniciativa se consideró la creación de un Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (SUMA), concibiendo a las Unidades para la Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre (UMA) como espacios para promo-ver esquemas alternativos de producción compatibles con el cuidado del ambiente, mediante el uso racio-nal, ordenado y planificado de los recursos naturales renovables en ellas contenidos, y que frenan o revier-ten los procesos de deterioro ambiental (INE 2000; SEMARNAP 1997). Con la aplicación de este esquema de acción se pretende preservar la biodiversidad y gene-rar oportunidades de diversificación económica para el sector rural (Weber et al. 2006).

Las primeras UMA se establecieron hace casi diez años, sin embargo, se han realizado muy pocas evalua-ciones para conocer el impacto que han tenido sobre la conservación de la vida silvestre (Gonzalez et al. 2003; Valdez et al. 2006; Weber et al. 2006; Sisk et al. 2007; García-Marmolejo et al. 2008). Este aspecto es impor-tante porque las UMA, junto con los Ordenamientos Ecológicos del Territorio (OET) y la creación de Áreas Naturales Protegidas (ANP), constituyen uno de los principales instrumentos para la conservación de la bio-diversidad del país.

El SUMA ha tenido gran auge, mostrando un creci-miento exponencial en el número de unidades registra-das. Hasta el mes de abril de 2008, se habían establecido 8255 UMA, cubriendo 28.95 millones de hectáreas, que equivalen al 14.74% del territorio nacional (SEMARNAT 2008). Aunque estas cifras representan un avance impor-tante en materia de política de conservación, y a pesar de que uno de los propósitos principales del establecimiento de las UMA consiste en que los propietarios y legítimos poseedores de tierras desarrollen una nueva percepción en cuanto a los beneficios derivados de la conservación

de la biodiversidad (INE 2000), hasta el momento no hay evidencias de que esto esté ocurriendo.

El concepto de UMA ha venido a innovar los siste-mas de manejo y aprovechamiento de vida silvestre en México y hay casos que muestran su viabilidad, como su-cede en algunos lugares del norte del país. De hecho, las UMA se han desarrollado ampliamente en los estados de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Sonora y Chihuahua, en donde se concentra el mayor número de UMA regis-tradas, principalmente con fines cinegéticos (Fig. 1).

Los beneficios económicos que resultan de la opera-ción de las UMA también parecen ser más palpables en la región norte, donde la mayoría de las unidades de ma-nejo está orientada hacia las actividades cinegéticas, y en las que los cazadores, particularmente estadounidenses, dejan una importante derrama económica (Guajardo y Martínez 2005). Las UMA que están ubicadas en el nor-te del país combinan varios factores que les permiten te-ner alta rentabilidad económica; uno de estos factores es la superficie, pues la mayoría de los ranchos cinegéticos que han sido transformados en UMA ocupan grandes ex-tensiones de terreno, lo cual les permite incluir más indi-viduos de fauna silvestre y tener mayor flexibilidad en su manejo. Otro factor a favor es que se ha desarrollado una gran experiencia sobre las actividades cinegéticas, debido a prácticas de ganadería diversificada en esa región; esto se traduce en una base ya consolidada de contactos y canales de comercialización para los servicios cinegéticos que se ofrecen en esta parte del país. Otra ventaja más es que la mayoría de estas UMA están ubicadas cerca de la frontera con Estados Unidos, de donde provienen cazadores con gran disponibilidad económica (Villarreal 2008). En cambio, las UMA en las regiones del centro y sureste de México enfrentan condiciones muy distintas, a tal grado que se argumenta que en el sureste del país, éstas han impactado negativamente la conservación de la vida silvestre y el desarrollo rural en las comunidades empobrecidas donde han sido implementadas (Weber et al. 2006).

Al igual de lo que ocurre con cualquier empresa pro-ductiva, el funcionamiento de las UMA no siempre es una historia de éxitos económicos. Es comprensible que los márgenes de ganancia varíen dependiendo del con-texto en el que se encuentran. Sin embargo, desde el punto de vista de la conservación de la vida silvestre los resultados de su operación no son del todo convincentes (González et al. 2003), y esto aplica aun para aquellas UMA que muestran rendimientos económicos importan-

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tes, varias de las cuales han logrado avanzar en la con-servación de ciertas especies de interés comercial. Por un lado, existen casos que muestran que las UMA extensi-vas han rehabilitado el hábitat (propiciando la presencia de matorrales donde antes habían sido eliminados por la introducción de pastos) o lo están conservando, como está ocurriendo en el noreste de México. Al respecto, Pérez-Gil et al. (1996) mencionan cómo los ranchos ga-naderos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, después de haber casi eliminado por completo las otrora abun-dantes poblaciones de venado cola blanca, empezaron a producir venados y lograron recuperar sus poblaciones, incentivados por el turismo cinegético proveniente de los EE.UU. que buscaba obtener venados trofeo; de he-cho, este proceso derivó en la creación de la Asociación Nacional de Ganaderos Diversificados (ANGADI), uno de los grupos organizados con mayor peso en el manejo de la fauna silvestre en el país. Por otro lado, generalmente se carece de datos para determinar si la vida silvestre está siendo cosechada sustentablemente o si las poblaciones

y los hábitat de la fauna se han restaurado en áreas ini-cialmente degradadas y agotadas (Valdez et al. 2006). No obstante, a pesar de esos vacíos de información, la creación de UMA se sigue fomentando en todo el país.

Recientemente, un panel internacional de ecólogos concluyó que la implementación de esta nueva política ha sido difícil y que en algunos casos se han generado conse-cuencias indeseables (Sisk et al. 2007). Por ejemplo, se ha reconocido que la búsqueda de ganancias económicas con la administración de las UMA ha inducido a que los propie-tarios realicen prácticas de manejo no sustentables, como cercar terrenos que antes eran de libre movimiento para la fauna, fomentar el cultivo de pastos exóticos, intentar la propagación en cautiverio y hasta mover animales de caza entre ranchos cinegéticos para incrementar los éxitos de cacería (Sisk et al. 2007).

En resumen, el establecimiento de UMA engloba varias ideas interesantes e innovadoras, pero siguen sin atenderse varios supuestos que, al pasarse por alto, sue-len impedir que los beneficios pretendidos con esta polí-

Figura 1. Unidades de Manejo para el Aprovechamiento de la vida silvestre (UMA) distribuidas en México al año 2007, según el Sistema Nacional de Información Ambiental y de Recursos Naturales (SNIARN) de la SEMARNAT (On line: http://infoteca.semarnat.gob.mx/index3.htm).

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tica de conservación se logren realmente. En tal sentido, este escrito tiene como propósito analizar los principa-les factores que limitan que las UMA logren los efectos deseados con esta modalidad de manejo o que generan efectos contraproducentes sobre la vida silvestre.

SItuACIonES InSAtISfACtorIAS y SuS ConSECuEnCIAS

El establecimiento y funcionamiento de las UMA presen-ta varias situaciones insatisfactorias, entre las que desta-can las siguientes:

Deficiencias en los planes de manejo

Al revisar los archivos de los planes de manejo se ha encontrado que éstos pueden estar incompletos, ser inconsistentes o presentar información cuestionable (García-Marmolejo 2005, Weber et al. 2006). Dicha situación suscita desconfianza sobre la calidad de los pro-gramas de manejo. Sin embargo, el problema más grave radica en que suelen tener las deficiencias técnicas y con-ceptuales, así como el hecho de llevar a cabo el estudio para el plan de manejo, se recurre a copiar o duplicar los planes de manejo per se (Weber et al. 2006).

A pesar de que los planes de manejo deben ser ele-mentos clave para asegurar la permanencia de las po-blaciones silvestres y su hábitat, en muchos casos son elaborados meramente a partir de consultas bibliográfi-cas, sin realizar trabajo de campo. En tal sentido, al revi-sar las bases de datos de las UMA por entidad federativa, llama la atención el hecho de que en algunos estados (e.g. Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila), aparece como responsable de un gran número de UMA un solo técnico; por lo que resulta difícil creer que una sola perso-na tenga la capacidad de supervisar el manejo técnico de una gran cantidad de superficies, de muchas poblaciones, de hábitat diversos, de situaciones o condiciones diversas de manejo.

La duplicación de planes de manejo es un problema no exclusivo del ámbito de las UMA, debido a que tam-bién puede observarse en los planes de manejo de los aprovechamientos forestales, en los cuales suele transcri-birse información faunística de forma muy superficial y descontextualizada.

Las evidentes carencias en los planes de manejo ocasionan que las UMA operen de forma ineficiente, ge-nerando descrédito y desconfianza sobre su posible via-

bilidad, tanto desde el punto de vista de la conservación, la sustentabilidad de los aprovechamientos y la renta-bilidad económica. Esto genera condiciones que las ha-cen propicias a involucrarse en actividades ilegales, que pueden provocar el deterioro genético de las poblaciones de interés o generan impactos negativos sobre la biodi-versidad, al llevar a cabo acciones como la eliminación de depredadores y la introducción de especies exóticas de flora y fauna (Sisk et al. 2007). La falta de estudios de manejo o la inadecuada evaluación de las poblaciones a manejar, pueden llegar a afectar negativamente a las especies de interés, al considerar tasas de extracción más elevadas, alterando con ello el funcionamiento de las ca-denas tróficas.

Un ejemplo palpable de las consecuencias derivadas de las deficiencias conceptuales es el caso del trasla-do y liberación de individuos de diferentes subespecies de venado cola blanca, a sitios que no corresponden al ámbito natural de su distribución. Esta situación está ocurriendo principalmente con el venado cola blanca de la subespecie texanus, cuyo rango de distribución ori-ginal comprende el norte de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila (Halls 1984). En México existen 14 subespe-cies o razas de venado cola blanca distribuidas práctica-mente en todo el territorio nacional, con excepción de la Península de baja California (baker 1984; Hall 1981; Halls 1984; Taylor 1956). Cada subespecie ha evolu-cionado para adaptarse a las condiciones del ambiente; las subespecies con mayor masa corporal y cuerpos más grandes, se distribuyen en latitudes más norteñas y las de menor peso se distribuyen hacia el sur (Evans 1984; Smith 1991), estando adaptadas a tipos de hábitat particulares; así, los venados que se han desarrollado en zonas áridas, donde dominan los matorrales xerófilos o desérticos, que son hábitats abiertos, han evolucionado presentando mayores dimensiones corporales y astas de gran tamaño, mientras que los venados de zonas tropicales, donde dominan las selvas bajas y medianas, cuya vegetación es muy cerrada, son de menor talla y sus astas son más pequeñas y cerradas, lo cual les per-mite tener mayor movilidad en esos ambientes para po-der escapar de sus depredadores (Evans 1984; Méndez 1984). Las grandes astas de los machos de la variedad texanus los hace trofeos muy codiciados por los caza-dores. El mayor valor cinegético que se le ha asignado a esta subespecie, ha motivado que se les traslade hacia otras regiones del país. Los agremiados a la ANGADI trabajan fundamentalmente con esta subespecie y han

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realizado traslocaciones en zonas que forman parte de su área de distribución original (Pérez-Gil et al. 1996). Pero otras UMA han promovido el traslado de esta su-bespecie a áreas fuera de su rango de distribución origi-nal, y aunque todavía no se aprecian las consecuencias de esta práctica, a la larga es posible que se deteriore la variabilidad genética de las diferentes razas, afectando su capacidad de respuesta y adaptación. Igualmente, la cruza de venados texanus machos con hembras de variedades pequeñas puede ocasionar un aumento de la mortalidad de éstas al momento de dar a luz a los cervatillos de mayor tamaño.

Capacitación inadecuada del personal

Las presencia de inconsistencias técnicas y la falta de archivos completos de las UMA, reflejan en parte la ca-rencia de una estructura institucional regulatoria, con personal insuficiente o mal capacitado en las delega-ciones federales en los estados y en las oficinas cen-trales (Weber et al. 2006), y de procesos de revisión y aprobación poco efectivos, limitando las capacidades de detección de inconsistencias y propiciando la posible manipulación deshonesta de los datos. La reducida ca-pacidad de vigilancia e inspección por parte de las auto-ridades aunado al hueco reglamentario, propicia que las acciones de mal manejo queden impunes.

Suele ocurrir, que los técnicos responsables de ela-borar los estudios, no tienen la suficiente preparación para el manejo de vida silvestre, ya sea porque no re-únen el perfil profesional adecuado para dicha tarea o porque no están debidamente capacitados para el tema. De hecho, varios autores consideran que una de las ma-yores carencias al momento de desarrollar los programas de vida silvestre en México es la falta de profesionistas preparados en esta materia (Valdez et al. 2006; Sisk et al. 2007). Asimismo, se ha planteado la necesidad de revisar los programas de capacitación existentes a fin de que sus objetivos sean más formales y uniformes e incrementen su corresponsabilidad, pues sucede que los programas para certificar a los manejadores de vida silvestre comprenden cursos muy variables en tiempo y en contenidos curriculares (Sisk et al. 2007). También, cabe resaltar que el tema de la capacitación implica una dificultad mayor para los encargados de revisar y au-torizar los programas de manejo, debido a que en las dependencias de gobierno los recursos destinados a ca-pacitación suelen ser escasos, y porque los tiempos que

se manejan en la administración pública son cerrados, es decir, que el tiempo está destinado a cumplir rutinas preestablecidas, lo que conduce a que la capacitación de personal implique la desatención de las tareas coti-dianas encomendadas. Además, hace falta crear meca-nismos para asegurar que la capacitación sea recibida por las personas que más la requieren, y desarrollar indi-cadores que midan la eficacia de la capacitación.

Falta de confiabilidad en las estimaciones poblacionales y los datos biológicos

El manejo sustentablemente la vida silvestre requiere de estimaciones poblacionales confiables, ya que esto permi-te definir las tasas de cosecha o aprovechamiento ade-cuadas. Sin embargo, este aspecto queda lejos de estar resuelto en las UMA, debido que los esfuerzos de moni-toreo que se emplean son altamente variables (Sisk et al. 2007) y porque existe falta de rigor en la aplicación de los métodos de muestreo. Un ejemplo de esto se dio en el estado de Campeche, en un estudio realizado por García-Marmolejo et al. (2008), encontraron que el uso de transectos de línea para estimar poblaciones en seis UMA, no seguían los supuestos del método, haciendo que las estimaciones obtenidas no fueran confiables. En este sentido, la SEMARNAT ha realizado talleres con es-pecialistas para tratar de unificar criterios y protocolos de evaluación de diversos grupos faunísticos, y aunque en algunos casos no se llegó a un consenso, se obtuvieron documentos interesantes. Así, por un lado, hace falta estandarizar los esfuerzos de muestreo para ambientes relativamente semejantes (incluso tratar de proponer metodologías más simples pero efectivas), mientras que por otro lado, existe la necesidad de desarrollar protocolos de muestreo para ambientes que son difíciles de evaluar aplicando únicamente las técnicas usadas convencional-mente. En el norte del país, donde abundan ambientes con espacios abiertos como praderas y chaparrales, los monitoreos poblacionales por métodos directos son más fáciles de realizar (González et al. 2003) que en el sur, donde en las regiones del trópico seco y húmedo, la esti-mación de las poblaciones animales se ve dificultada por la menor visibilidad en los hábitat y los hábitos esquivos de las especies (Weber et al. 2006), además de que las poblaciones de las diversas especies existen en menor abundancia.

Estas condiciones se traducen en diferencias tanto en los costos financieros como en el tiempo requerido para

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obtener las estimaciones poblacionales, y en las regiones tropicales los requerimientos suelen ser más altos.

Adicionalmente, la falta de registros precisos sobre las tasas de nacimiento, sobrevivencia, crecimiento y desarrollo de la fauna dentro de la UMA facilita la intro-ducción de ejemplares, que se obtienen o se extraen de poblaciones silvestres (blanqueo de especies), con tallas y condiciones que no corresponden a las que mostrarían los animales que se producen en ella. Este tipo de incon-sistencias es más fácil de detectar en las UMA intensivas, donde los espacios de confinamiento, las proporciones entre machos y hembras, así como los datos sobre tasas de reproducción y crecimiento, no coinciden con las tallas o el número de individuos reportados como criados en cautiverio, esto ha pasado en algunas UMA de cocodrilos, guacamayas y algunas especies de plantas como cícadas, cactáceas y orquídeas. Este patrón, es más difícil de per-cibir en las UMA extensivas, y más aún cuando hay falta de ética profesional por parte de los responsables técni-cos, o cuando los encargados de revisar los programas de manejo tienen una inadecuada preparación para realizar la tarea, perciben sueldos bajos o poseen una valoración muy baja de su papel como coadyuvantes del correcto manejo y conservación de la vida silvestre.

Escaso seguimiento de las UMA autorizadas, y evaluación de su impacto sobre la biodiversidad

La limitada capacidad institucional de la autoridad am-biental para verificar el correcto manejo y funcionamien-to de las UMA es uno de los principales obstáculos para asegurar que estas entidades cumplan con su cometido original. La insuficiencia de personal, escasez de recursos financieros y falta de destreza sobre temas específicos de fauna silvestre, dificultan poder vigilar adecuada-mente la operación de las UMA. Para solventar estas carencias se ha promovido la creación de Comités de Vigilancia Ambiental Participativa (CVAP), impulsados por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), mismos que aún están poco consolidados. El alto nivel de especificidad y sectorización de las enti-dades gubernamentales y la poca articulación existente entre los procesos administrativos, aun dentro de una misma dependencia gubernamental, son factores que dificultan el intercambio de información y la complemen-tariedad de recursos para el seguimiento y evaluación del desempeño de las UMA. Aunque es comprensible que los evaluadores no sean expertos en todos los temas de

vida silvestre, hasta el momento no se han instrumenta-do procedimientos efectivos y expeditos para que las de-pendencias de gobierno se apoyen en los conocimientos de los expertos de las universidades y centros de investi-gación, los cuales podrían encargarse de realizar evalua-ciones periódicas.

Estas carencias impiden evaluar el desempeño real de las UMA y determinar cual es su impacto sobre la conservación de la biodiversidad del país. Otro aspec-to estructural que limita conocer el impacto real de las políticas públicas en materia de conservación, es que las evaluaciones, esencialmente se basan en criterios enfo-cados hacia productos (e.g. número de UMA registradas, número de planes de manejo elaborados, superficie bajo manejo, entre otros) y no en los procesos (que visualizan tanto los productos intermedios como los fines a los cua-les éstos están asociados) que se pretende volver efica-ces. Esto se convierte en una planificación inadecuada y en el uso deficiente de tiempo y recursos.

Manejo centrado en unas cuantas especies y basado esencialmente en incentivos económicos

Con base en las estadísticas de la Dirección General de Vida Silvestre (http://www.semarnat.gob.mx/gestionambien-tal/vidasilvestre/Pages/sistemadeunidadesdemanejo.aspx), una alta proporción de las UMA del país tiene centra-da su atención en el manejo de unas cuantas especies, tales como el venado cola blanca, venado bura, guajolote silves-tre, pecarí de collar, y palomas, entre otras. Por consiguiente, en el país quedan desatendidas muchas otras especies de vida silvestre, las cuales inclusive pueden llegar a ser afec-tadas por las acciones orientadas a favorecer a las poblacio-nes de las especies que son de mayor interés para las UMA, por los dividendos económicos que reportan. Gran parte de los proyectos de manejo que se realizan en las UMA están incentivados esencialmente por la obtención de ganancias económicas (Guajardo y Martínez 2005). Por ejemplo, en las UMA analizadas en Campeche por García-Marmolejo et al. (2008), evidentemente están más interesados en los ingresos y distribución de los mismos en las comunidades, que en la UMA en sí como un proyecto de desarrollo a largo plazo. A fin de cuentas lo que interesa es obtener el máximo de beneficios económicos a corto plazo, quedando relegada la conservación en sí (que es lo que menos interesa a mu-chos), ya que no es el fin último. Hay que tomar en cuen-ta que en el sureste, la cacería de “subsistencia”, no está considerada dentro de los planes de manejo, como una tasa

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de cosecha sumada a la autorizada para cacería cinegética (Weber et al. 2006), lo cual evidentemente tendrá efectos negativos en las poblaciones aprovechadas.

Aunque las UMA deben ser empresas redituables desde el punto de vista económico; sin embargo, tam-bién deben asegurar que se mantenga la integridad de los recursos naturales de los cuales depende su funcio-namiento, en pocas palabras: los intereses económicos deben quedar a la par de la conservación de los recursos y un reparto equitativo de los beneficios. Para el caso de las UMA, el orden de estos factores sí altera el producto, ya que resulta muy arriesgado aceptar el mito de que por el solo hecho de que los propietarios adviertan un be-neficio económico en los recursos naturales, se actuará para preservarlos. Cuando el manejo de la vida silvestre está incentivado básicamente en términos de beneficios económicos, la lógica imperante consiste en focalizar el manejo hacia especies económicamente más redituables, por lo que los dueños de los predios tratan de asegurarse que la fauna de interés quede confinada a su propiedad y evitar cualquier pérdida causada por depredación natural. Esta apreciación ha derivado en dos tipos de prácticas que pueden tener efectos potencialmente negativos so-bre la fauna silvestre. En las UMA extensivas, tales prác-ticas consisten en establecer cercos y encierros, y realizar “control de depredadores”.

En años recientes se ha presentado una fuerte ten-dencia para establecer cercos en las UMA. Esta acción responde al interés del propietario por retener a la fauna silvestre dentro de su predio, para maximizar los poten-ciales beneficios económicos aun cuando esta práctica se encuentra prohibida por la Ley General de Vida Silvestre (Art. 73, LGVS del 2000, reformada en el D.O.F. Junio del 2006). Sin embargo, por otro lado, la instalación de cercados en las UMA tienen como objetivo manejar es-pecies exóticas (Art. 27, D.O.F. Junio del 2006) para evitar que éstas compitan con las especies nativas y no afecten o modifiquen el hábitat natural, que podría re-percutir en la conservación de las especies locales. Con la instalación de cercados, se reduce el intercambio ge-nético entre las poblaciones de fauna silvestre, al impe-dir el libre desplazamiento de los animales que quedan confinadas en las UMA, con la consiguiente pérdida de adaptabilidad hacia los cambios ambientales. Los cerca-dos pueden mostrar diferentes niveles de permeabilidad, sin embargo, la mayoría de los cercos funcionan como barreras impermeables al paso de la mayoría de la fauna silvestre autóctona (Harrington y Conover 2006). Un

ejemplo de esta situación se puede observar en la Sierra Fría de Aguascalientes, donde se ponen cercados de ma-lla ciclón de más de 2.5 m de altura, para introducir cier-vos exóticos u otras especies exóticas, con lo que se han ido aislando las poblaciones silvestres que otrora se distri-buían y utilizaban terrenos más amplios. Hasta el momen-to no se ha evaluado cuál es el impacto que resienten las poblaciones de fauna silvestre que quedan incluidas den-tro de los cercados. También se desconoce en qué medida se está propiciando la endogamia de las especies silvestres nativas que quedan recluidas en las UMA y cómo se está contribuyendo a la fragmentación del hábitat.

Los propietarios utilizan los cercados para evitar que “sus animales” se vayan a otros predios; con esto afectan los patrones de distribución de la fauna silvestre, alteran-do los procesos y las interacciones en las comunidades biológicas, con una merma neta sobre la biodiversidad. En algunos casos, la presencia de cercados aumenta el riesgo de que las especies de interés sean más fácilmen-te acorraladas y cazadas por los depredadores naturales (Harrington y Conover 2006).

En lo que respecta al control de depredadores, en muchas ocasiones esta práctica funciona como una ver-dadera campaña de “exterminio”, que los propietarios de los predios tratan de justificar aduciendo que los depre-dadores eliminan al ganado doméstico (vacunos, borre-gos, cabras, caballos), y que además afectan seriamente a las poblaciones de presas de fauna silvestre que a los propietarios les interesa aprovechar, como serían los ve-nados en relación a sus depredadores como pumas y co-yotes (esto sucede principalmente en algunas UMA del Norte del país, en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas). Los argumentos para controlar depredado-res, pasan por alto que ciertos individuos de depredado-res que causan daños directos sobre el ganado pueden ser eliminados selectivamente, incluso aprovecharlos de manera cinegética legalmente, sin perjuicio del resto de depredadores, pues no todos los depredadores son “cul-pables” de la muerte del ganado. Hay que recordar que históricamente, por campañas erróneas gubernamenta-les perdimos en estado silvestre una especie de carnívoro importante como el lobo mexicano (Canis lupus baileyii) así como también el oso pardo, y mermado considera-blemente las poblaciones de oso negro (brown 1983 y 1996; Pelton et al. 1999) que apenas recientemente se han estado recuperando (Hewitt y Doan-Crider 2008).

En cuanto a la interacción con sus presas naturales, con las que han coevolucionado durante miles de años,

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los propietarios y técnicos de algunas UMA no visualizan que los depredadores cumplen con un papel muy impor-tante en el funcionamiento de las comunidades animales, al mantener más saludables a las poblaciones de las pre-sas, sin llegar a exterminarlas (burk 1973; Rasmussen 1941). Esto no sólo refleja el predominio de valores y actitudes consumistas por parte de los propietarios de los predios y algunos responsables técnicos, sino que tam-bién indica que hay escasez de información pertinente y significativa sobre la vida silvestre, y existe una deficiente cultura ambiental. De hecho, son precisamente diversas especies de depredadores (sobre todo felinos) los que están actualmente en riesgo de desaparecer. Entonces surge la pregunta ¿las UMA están en realidad conservan-do nuestra fauna silvestre?. Aunque uno de los principales propósitos de las UMA consiste en conservar la biodiver-sidad del país, en muchas de estas áreas se practica el manejo de la fauna exótica. Esta inclinación resulta de los excesivos controles burocráticos a los que se enfrentan los propietarios que desean manejar especies autóctonas de fauna silvestre. En general, los trámites para manejar fauna exótica en el país son más fáciles de cubrir que si se trata de fauna autóctona. A esto también contribuye la insuficiente cultura ambiental de los propietarios de las UMA, combinada con la falta de información sobre la fauna silvestre que habita en sus predios. Para la mayoría de los propietarios de UMA, los esquemas de valoración que tienen para la fauna silvestre están orientados a una carpeta muy poco diversificada de productos, entre los que sobresale preponderantemente el aprovechamiento cinegético.

Escasa articulación entre UMA para mantener la biodiversidad regional y la viabilidad de las poblaciones locales

La promoción de UMA como instrumento para la conser-vación de la biodiversidad tiene como fuerte inconveniente que este esquema está basado principalmente en valora-ciones económicas. En este sentido Sisk et al. (2007) señalan que aunque la naturaleza y los objetivos de las UMA varían ampliamente, todas comparten el propósito principal de conservar, a través del manejo activo y la ex-plotación sustentable de la vida silvestre para tener ganan-cias económicas. Desde esta perspectiva, la necesidad de articular a las UMA para preservar la biodiversidad regional y mantener la viabilidad de las poblaciones de vida silvestre carece de sentido para aquellos propietarios que sólo vi-

sualizan los rendimientos económicos. Las estrategias ba-sadas en criterios de mercado asumen que la conservación viene por añadidura. La falta de articulación en el manejo y el intercambio de información entre las UMA reduce la posibilidad de mantener la viabilidad de la vida silvestre a largo plazo, constituye efectivamente un tema de suma importancia, urgente de abordar y atender seriamente por parte de las autoridades y propietarios de las UMA.

ConCLuSIonES y rEComEndACIonES

La problemática que enfrentan las UMA es multicausal, por lo que su solución no es única. No obstante, si se de-sea mejorar el sistema de UMA y darle mayor viabilidad a esta modalidad de conservación, resulta recomendable desarrollar las siguientes medidas:

1 Fortalecer las capacidades técnicas del personal en-cargado de autorizar la creación de las UMA, desarro-llando cursos de capacitación y actualización sobre manejo de vida silvestre, los cuales también puedan servir para profesionalizar a los responsables técnicos de las mismas.

2 Transparentar el funcionamiento y la operación de todas las UMA en el país, para que se pueda eva-luar el desempeño y la efectividad de cada una de ellas. Esto implica poner a disposición del público en general toda la información referente a la creación y funcionamiento de las UMA en operación, mediante la publicación de los programas y estudios de ma-nejo en formato electrónico poniéndolos a disposi-ción en Internet, de forma similar a lo que se hace con las Manifestaciones de Impacto Ambiental, los Resolutivos y los documentos de información adicio-nal. La información básica de todas las UMA necesita estar asociada a bases de datos que incluyan, como mínimo, los registros históricos de las estimaciones poblacionales, las tasas de aprovechamiento otor-gadas y los apoyos financieros recibidos, siguiendo formatos idénticos en todos los estados del país. Esto permitiría establecer un programa de certifica-ción para los responsables técnicos, el cual estaría basado en los historiales de desempeño y capaci-dad para lograr UMA funcionales, además de servir como referente para establecer el número y el tipo de UMA que pueden estar bajo la responsabilidad de cada responsable técnico y demostrar que operan adecuadamente.

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3 Mejorar los mecanismos de vigilancia y seguimiento de las UMA, ampliando las capacidades de los en-cargados de vigilar su funcionamiento, definiendo procedimientos para evaluar la eficacia de las UMAs y mejorando la capacidad técnica para monitorear las poblaciones silvestres incluidas en las UMAs. Para lo-grar esto, se debe promover una mayor vinculación entre instituciones de educación, evaluadores, presta-dores de servicios y propietarios de UMA, a fin de que los especialistas en los distintos grupos puedan apo-yar en la evaluación y la mejora de los programas de manejo. Respecto a los criterios de evaluación, García Marmolejo et al. (2008) han propuesto una serie de 15 criterios con 29 indicadores, que cubren áreas te-máticas como el ambiente, la economía, el desarrollo social, leyes y reglamentos, mediante los cuales calcu-lan índices de sustentabilidad para las UMA.

4 Asegurar que el manejo de las UMA esté orientado efectivamente a la conservación de la vida silvestre, ya que los incentivos actuales de manejo y apropia-ción visualizan únicamente la parte económica, des-aprovechando otro tipo de beneficios y omitiendo el aprovechamiento integral de los recursos. Esto implica una revisión sistemática y periódica del fun-cionamiento de las UMA a nivel regional, conside-rando su impacto con base en criterios ecológicos y socioeconómicos.

5 Dar mayor transparencia a la asignación de apoyos financieros para las UMA, haciendo del conocimien-to público, mediante Internet, los montos otorgados, los propósitos que se buscan y los beneficiarios de tales apoyos, lo cual deben cumplir cabalmente to-das las delegaciones de la SEMARNAT en los estados del país, vinculándolo con los mecanismos de segui-miento y evaluación del correcto funcionamiento de las mismas, a fin de evitar actos de corrupción y el posible deterioro de la vida silvestre. Al respecto, re-sulta recomendable fomentar la creación de Consejos Consultivos Estatales, que no estén subordinados a las entidades de gobierno y que incluyan a represen-tantes de propietarios, responsables técnicos, univer-sidades y centros de investigación y dependencias de gobierno. Existen casos que muestran la efecti-vidad de este instrumento regulador. Por ejemplo, el Consejo Estatal de Flora y Fauna Silvestre estado de Nuevo León ha permitido organizar y apoyar el manejo de la vida silvestre, funcionando como un órgano desconcentrado del estado que coadyuva a

un mejor manejo de la diversidad biológica, operando mediante comisiones de trabajo (http://www.ce-florayfaunasilvestrenl.org.mx/).

6 Desarrollar y fomentar programas de educación am-biental, a todos los niveles, que incluyan entre sus contenidos el conocimiento de las leyes y reglamen-tos que rigen el aprovechamiento y la conservación de los recursos naturales del país.

AgrAdECImIEntoS

Queremos agradecer al Dr. Alberto González Romero del INECOL por las críticas y recomendaciones realizadas al manuscrito. A los Departamentos de biodiversidad y Ecología Animal y Ecología Aplicada del INECOL por las facilidades brindadas para la realización de este trabajo, a la Subsecretaría de Gestión y Protección Ambiental de la Dirección General de Vida Silvestre de SEMARNAT por haber otorgado los mapas respectivos de la UMA de México y a dos revisores anónimos por sus acertados comentarios y recomendaciones para el enriquecimiento del manuscrito.

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