sindicatos y la polÍtica desde les trabajadores · 2018. 7. 28. · n°7 3 julio 2018 editorial...
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2 Marzo 2018
ESCRIBEN:
MAURO DÍAZ
CLAUDIA HASBÚN
CRISTIÁN CUEVAS
CAMILO SANTIBÁÑEZ
TAMARA ORTEGA
SINDICATOS Y LA
POLÍTICA DESDE LES
TRABAJADORES
N°7
2 Julio 2018
Índice
Página 3 EDITORIAL
Página 4 ¿QUÉ HACER ANTE LA INMINENTE DESAPARICIÓN DE LAS ORGANIZACIONES SINDICALES? Por Mauro Díaz Pavez
Página 7 DESAFÍOS DEL FA EN EL FRENTE SINDICAL Por Claudia Hasbún Faila
Página 10 TRINCHERA TRABAJADORA Por Cristián Cuevas Zambrano Página 11 EL MOVIMIENTO SINDICAL, LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO Por Camilo Santibáñez Rebolledo
Página 13 ACCIONAR EL FEMINISMO Por Tamara Ortega Uribe
Página 14 CARROÑA
“Con la idea de política salvaje me propongo pensar un conjunto diverso de prácticas que no se realizan para organizar y reproducir la dominación, sino que más bien se despliegan para cuestionarla, atacarla y desmontarla”
Luis Tapia Mealla
Una publicación de Fundación Emerge Julio 2018 [email protected] fundacionemerge.cl
N°7
3 Julio 2018
Editorial
Superar la actual crisis de las
organizaciones de trabajadores/as en
Chile pasa, de manera importante, por
transitar desde un sindicalismo sin
proyecto político, a uno que juegue un rol
transformador y articulador en la
sociedad.
Para lo anterior es fundamental que el
mundo del trabajo reconozca que, junto a
las actuales contradicciones entre capital
y trabajo, el despliegue de las fuerzas
reproductoras del capitalismo ha hecho
evidentes y apremiantes otros conflictos.
Los procesos migratorios, las problemáticas de género y sexualidad, la amenaza de un
colapso medioambiental provocado por el extractivismo, entre otros, ameritan una
reflexión y un trabajo político consistente desde el sindicalismo.
No obstante, como sabemos, Chile presenta bajos niveles de sindicalización y una débil y
deslegitimada institucionalidad sindical. Y si bien esta situación puede aducirse al efecto
directo de la implementación del Plan Laboral de la dictadura hace más de 30 años, en la
actualidad ello también responde a problemáticas propias del sindicalismo nacional
referidas tanto a su gestión dirigencial como también a una desconexión respecto de la
realidad cultural, social, política y productiva de la sociedad chilena.
Nuestras organizaciones sindicales están cooptadas por los gobiernos de turno, atrapadas
por dirigencias que no se renuevan, sumidas en casos graves de corrupción y falta de
transparencia, acostumbradas a procesos eleccionarios poco democráticos, con una
afiliación irreal, con baja participación de mujeres y con un actuar político caracterizado
por el encapsulamiento en torno a posiciones corporativistas o que actúan sólo en el
ámbito de lo meramente reivindicativo, sin asumir una mirada global sobre los conflictos y
contradicciones en los que se expresa el capital en la actualidad.
En ese escenario, y con un gobierno de derecha que amenaza con seguir profundizando el
modelo neoliberal, urge volver a dotar al movimiento sindical de la fuerza aglutinante para
la clase trabajadora y disruptiva para con el orden patronal, en defensa de los derechos
de quienes producimos la riqueza en este país. ¿Cómo entonces lo fortalecemos para que
vuelva a ser la herramienta transformadora de nuestras condiciones?
N°7
4 Julio 2018
¿QUÉ HACER ANTE LA INMINENTE DESAPARICIÓN DE LAS ORGANIZACIONES
SINDICALES?
Por Mauro Díaz Pavez
Dirigente Sindical AFINJUV – Instituto Nacional de la Juventud
Coordinador del Comité de Jóvenes de ANEF
Militante Nueva Democracia
El sindicalismo actual se encuentra
claramente en una crisis, tanto en
organización como en representación,
pues cada vez ha ido disminuyendo su
validez y legitimidad en la ciudadanía
debido a las luchas de los distintos
partidos políticos por la conducción de
las principales agrupaciones de
trabajadores y trabajadoras.
El Plan Laboral ideado por la dictadura
militar limitó mucho la actuación de los
sindicatos, estableciendo barreras en su
constitución, reconduciéndola sólo dentro de
la empresa, como también regulando la
negociación colectiva, no permitiendo una
negociación ramal como ocurre en gran
parte de los países del mundo,
especialmente en Europa. Estas situaciones
no permiten una efectiva defensa de los
intereses de la clase trabajadora, siendo
difícil aunar criterios de negociación en base
a los rubros, y más aún, haciendo imposible
el establecimiento de parámetros uniformes,
justos y dignos en cuanto a mejoras en las
condiciones de trabajo.
N°7
5 Julio 2018
« La forma que
debemos adoptar no
es quebrar la lucha,
sino más bien formar
bases conscientes e
informadas de la
necesidad del
sindicato »
No obstante, además de las trabas
antes comentadas impuestas por el
Código del Trabajo, el mismo
movimiento sindical se ha autolimitado
y auto flagelado en sus manifiestas
disputas de liderazgo y cooptación
directiva, mostrando desorden,
desunión, poca transparencia, falta de
democratización en sus actos, abandono
de objetivos y por consecuencia,
pérdida de representación popular,
aletargándose en la comodidad del
fuero, el café y las reuniones con
galletas. Estas situaciones son
percibidas por el adversario ideológico,
aprendidas y devueltas en ataques
normativos y jurídicos que a la postre
han sido indefendibles por la misma
incapacidad de articulación que hoy día,
tristemente, tiene el movimiento
sindical en Chile. Esta última situación
queda de manifiesto en las marchas del
día del trabajador, donde las bases
sindicales participan escasamente a
diferencia de los partidos políticos y
diversas organizaciones sociales, que no
van por ser trabajadores o trabajadoras,
sino que concurren debido a su
obediencia de militante partidista.
En ese mismo orden de ideas, vemos
que la situación desventajosa con la que
corren hoy las organizaciones sindicales
ante la autoridad, no pone en alerta a
sus cabezas quienes, disfrutando de la
comodidad de la representación nominal
en la que se encuentran, permiten
cristalizar las ideas neoliberales de las
autoridades gubernamentales,
permitiendo una agudización del
menoscabo de la clase trabajadora,
limitando sus derechos, y precarizando
y flexibilizando su relación laboral. Esto
ha quedado en evidencia con la reforma
laboral, y hace unos pocos días, con la
aprobación de la Cámara de Diputados
del contrato especial para jóvenes
estudiantes. Es preocupante el nulo o tardío
accionar en cuestiones que deben ser el eje
central de toda organización, llegando
siempre unos kilómetros más atrás del
empresariado, que en los últimos años sigue
desarticulando la acción de las y los
trabajadores, oprimiéndolos de sobre
manera en base a la construcción de una
sociedad mercantil que cada día crea
necesidades ficticias.
Precisada la problemática anterior, debo
plantear y aventurarme en una posible
solución a la situación actual de los
sindicatos, es por ello que creo necesario
revitalizar los espacios de representación
existentes, pues la desconfianza y menor
consideración que tienen en la actualidad
para la opinión pública, no viene asociada al
nombre de una central, agrupación,
confederación, federación o cualquier otra
organización sindical, sino que más bien a
las dirigencias y cúpulas que hoy las dirigen.
Por lo tanto, la forma que debemos adoptar
no es quebrar la lucha, sino que más bien
formar bases conscientes e informadas de la
necesidad del sindicato como medio de
equilibrio entre trabajadores y trabajadoras
con el empleador. La unidad en la lucha
permite la consecución de los fines
perseguidos, pues se demuestra un solo
objetivo supremo, como lo hace
actualmente la clase dominante en Chile,
que actúa de manera ordenada y
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6 Julio 2018
concentrada en lo que buscan. Como
dijo Álvaro García Linera, “Las clases
dominantes están en el poder porque
pueden ejercer un mando unificado y
articulan en torno a este a las clases
subalternas, que por definición son
clases fragmentadas. Entonces, una
revolución es el momento en el que los
subalternos abandonan su subalternidad
porque se unifican”. No es sino eso lo
que le falta al sindicalismo chileno,
generar representación real en base a
un objetivo claro, que, por ende,
generará la unión deseada para
equiparar la lucha.
Muchas de las mayores luchas o
movimientos sociales se han generado
en razón de un fin transversal a la
ciudadanía, logrando un impacto
tremendo en la opinión pública y en los
gobiernos de turno. En el último tiempo
han ocurrido casos de esa naturaleza
como es el movimiento feminista o la
Coordinadora No+AFP, quienes
identificando un problema real, pudieron
poner la discusión encima y generar
conciencia de cambio. Por lo tanto, una
de las primeras luchas debe ser
identificar y mostrarle a la ciudadanía el
perjuicio que existe hoy en su relación
laboral, cómo el camino de la derecha
está dirigido a la pérdida de derechos
históricos y a la profundización del
liberalismo económico en la clase
trabajadora.
En virtud de lo anterior, es necesario
informar a las bases y sembrar la necesidad
de la organización, no obstante, una
revitalización de las mismas va de la mano
con construir la confianza de sus asociados
con sus líderes, y esto únicamente es
posible posicionando caras nuevas en la
disputa. Existe el deber imperioso de
mostrar cambios y estos sólo pueden tener
su inicio en potenciar bases y líderes nuevos
para proyectar cambios profundos. Esta
medida propuesta no apunta a cambios
instantáneos, sino a largo plazo,
despojándonos del egoísmo y egocentrismo
que todos tenemos, y dar paso a la solución
de la verdadera disputa. Con el retroceso
que hemos sufrido, debemos dar paso
necesariamente a una reconstrucción desde
los cimientos, pero partiendo de bases
sólidas que sean capaces de demostrar que
la esencia de estas organizaciones, la
defensa de los intereses generales por sobre
los particulares, sigue viva y son el bastión
de toda lucha.
Por tanto, debemos volver a la pulcritud de
la organización, creando figuras políticas y
morales capaces de identificar elementos
problemáticos en la naturaleza de la
sociedad, y encender la capacidad motora
de articulación de nuestros trabajadores y
trabajadoras en beneficio de la sociedad
entera. Citando nuevamente a García Linera
“La fuerza de lo popular radica en su fuerza
moral”, por ende, si logramos la confianza
de nuestro actuar por parte de la opinión
pública, nuestra lucha será victoriosa. RPS
N°7
7 Julio 2018
DESAFÍOS DEL F.A. EN EL FRENTE SINDICAL
Por Claudia Hasbún Faila
Directora Nacional de ANEF, en la Secretaria de Jóvenes
Militante del Movimiento Autonomista
A lo largo de la historia es posible observar
que las mayores transformaciones del
mundo y de nuestro país surgen de los
movimientos sociales encabezados por
mujeres y hombres líderes, siendo
muchos/as de ellos/as trabajadores/as, que
luchaban desde la conciencia de clase para
obtener mejores condiciones o
simplemente justicia. Muchos hombres y
mujeres dieron su vida buscando lograr
estos legítimos anhelos. Cuántas mujeres
bajaron de las salitreras acompañando a
sus maridos obreros y fueron acribilladas
en la trágica masacre de la escuela Santa
María de Iquique, por ejemplo.
Hasta el gobierno de la Unidad Popular, los
trabajadores tuvieron un rol protagónico.
Es notable como la clase trabajadora se
organizaba en torno a ideales colectivos
que permitían unir a hombres y mujeres
hacia la búsqueda del poder popular y la
construcción de una sociedad socialmente
justa.
Los años negros de la dictadura cívico
militar de Pinochet con su política de
exterminio y represión, hizo desaparecer
todas las estructuras formales que fueran
en contra de la imposición de una sociedad
mercantilizada y neoliberalizada. Sin
embargo, el movimiento sindical a
comienzo de los años ´80, con mucho
protagonismo, desarrolló acciones políticas
para la recuperación de la democracia.
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8 Julio 2018
« Ante un gobierno de
derecha, la izquierda
debería estar unida.
AUNQUE Cabe
preguntarse primero
quienes hoy son
realmente de
izquierda y quienes
comparten un
proyecto político »
Desde los ´90 en adelante, al recuperar la
democracia, la Concertación luego Nueva
Mayoría se tomó los espacios de
representación de los trabajadores y las
trabajadoras, posicionándolos al servicio de
los intereses partidarios y/o de los
gobiernos de turno. Esta situación provocó
el descrédito de las organizaciones
sindicales de nuestro país y el desincentivo
a participar de ellas.
Hoy es posible observar un movimiento
sindical debilitado, donde la CUT y la ANEF
se ven alejadas del movimiento social,
siendo incapaces de posicionar
políticamente las demandas de la clase
trabajadora y del contexto social en
general, actuando reactivamente a lo que
los gobiernos definen. No existe ninguna
capacidad que les permita ser actores
políticos gravitantes, que arrastren al
gobierno y el parlamento a concretar las
legítimas demandas.
El actual gobierno de Sebastián Piñera está
empleando una estrategia político
comunicacional que busca naturalizar
situaciones y darle un valor positivo, para
dejar relegado a un plano menos
importante la garantía de derechos
fundamentales de las personas y los/as
trabajadores/as. Así es como
vehementemente ha tratado de aprobar el
estatuto laboral juvenil, que tiene como fin
instalar la normalización de la contratación
de estudiantes de educación superior por
medio de la flexibilidad laboral, en pos de
otorgar más garantías a los empresarios y
precarizar el empleo juvenil. Todo ello por
cierto dejando de lado el verdadero cambio
estructural para este amplio grupo de
personas que sería la total gratuidad
educacional.
Lo mismo ocurre con el estatuto laboral
para el adulto mayor, que establece como
apropiado el trabajo de la tercera edad
cuando, luego de entregar toda una vida,
se esperaría un digno sistema de pensiones
para la vejez, cuyo corazón sea solidario y
no vendido al sistema empresarial por
medio de la capitalización individual, como
lo es hoy.
Ante este escenario, considerando también
el corte ideológico de este gobierno, las
estructuras sindicales requieren estar muy
fortalecidas para afrontar las demandas de
su clase, pero también muy relacionadas
con el resto de las demandas sociales.
Muchos dicen que ante un gobierno de
derecha, la izquierda más que nunca debe
estar unida. Cabe preguntarse primero
quienes hoy son realmente de izquierda y
quienes comparten un proyecto político en
común. Solo por hacer peso a un gobierno
opuesto sin compartir un horizonte común,
la unidad es imposible de concretar y si se
lograra seria superficial y nunca permitiría
llevar a cabo los verdaderos cambios
estructurales que se requieren.
A finales del año pasado el Frente Amplio
fue capaz de dar esperanza a muchas
chilenas y chilenos, pudiendo romper con el
monopolio de la izquierda corrompida. Hoy
somos una alternativa real de izquierda,
logramos tener representación significativa
en el congreso y estuvimos a poco de pasar
a segunda vuelta presidencial.
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9 Julio 2018
Ahora nos compete internalizar que sí se
puede, que podemos concretar nuestros
ideales, que construimos Frente Amplio,
desde lo estudiantil, en el congreso, en los
municipios, consejos regionales, juntas de
vecinos y también en el frente sindical. Es
necesario reconocer a cada trabajadora y
trabajador como una valiosa hebra del
tejido social que nos llevará a la
consolidación de un pueblo rebelde,
feminista, socialista y autónomo.
En esta lógica nuestro desafío como
frenteamplistas es ser líderes en la
conformación de un polo potente,
cuestionadores de las actuales
conducciones, de las tradicionales
agrupaciones, confederaciones y centrales,
buscado salvaguardar la ética sindical y los
ideales de justicia social, todo para
recuperar el sindicalismo autónomo que
propenda a la consolidación de las
necesidades de sus trabajadoras y
trabajadores.
Esto se puede lograr desde la convergencia
de dirigentes de fuerzas de izquierda y del
Frente Amplio, para disputar la conducción
de esos espacios y recuperarlos. Existe un
gran desafío, este es el momento de poder
dar esperanza a la clase trabajadora, que
en muchos casos es altamente precarizada.
Ahora es cuando debemos desplegar la
misma fuerza y esperanza que nos permitió
avanzar a finales del 2017 hacia
materializar un proyecto político que busca
las mejores condiciones laborales de los
trabajadores/as. Y que fuera además crítico
de la conducción política del país, buscando
transformar a la CUT y la ANEF en actores
político sindicales gravitantes en el
acontecer nacional.
Como Frente Amplio debemos reconocer al
espacio sindical como un lugar potente de
construcción social y convenir en hacer un
mayor esfuerzo al que ya se ha
desarrollado, en generar mejores
condiciones orgánicas, de recursos y de
prioridad política. De lo contrario no
podremos ser protagonistas del nuevo
tejido social.
Todos los frenteamplistas debemos
sentirnos llamados a ser actores y actrices
protagónicos/as en la tarea de romper la
desidia y el individualismo, y atrevernos a
ocupar espacios de representación social en
sindicatos o asociaciones de funcionarios.
Especialmente las compañeras debemos
trabajar de manera colectiva para romper
las estadísticas, que dicen que a pesar de
que la sindicalización en las mujeres ha
aumentado, aún no llegamos a ocupar los
cargos de primera línea. Atrevámonos a ser
protagonistas de los espacios de
conducción social, a visualizar la lucha
sindical como una oportunidad potente de
construcción de poder popular y a
potenciarnos entre nosotras para
constituirnos en alternativas reales de
dirección y liderazgo. RPS
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10 Julio 2018
Trinchera
trabajadora Por Cristián Cuevas Zambrano
El 24 de Julio del año 2015 quedará
en la memoria de los/as
trabajadores/as contratistas del cobre
y del movimiento sindical. Fue la
noche de la arremetida final de la
patronal y sus aliados de turno para
dar un golpe certero a los/as
trabajadores/as liderados por la otrora
poderosa Confederación de
Trabajadores del Cobre (CTC). Esa
noche cae en la lucha el compañero
Nelson Quichillao en el centro minero
El Salvador.
La historia del movimiento obrero se
escribe con letras de sangre cuando
este se levanta y que quiere avanzar
para alcanzar sus legítimos derechos.
La furia del poderosos la pagó esta
vez nuestro compañero con su vida.
Este golpe fue letal no sólo para
Nelson, sino que también para el
movimiento de trabajadores/as
contratistas del cobre, que se fue
entregando a los lobbistas impúdicos
de los gobiernos de turno.
Pasados 3 años del fatídico suceso,
podemos decir que el gran perdedor
ha sido también el conjunto de
trabajadores contratistas, pues sus
derechos y beneficios alcanzados en
años de lucha han sido mermados y
su principal organización, la CTC, ha
sido desfondada por una conducción
que no estuvo ni ha estado a la altura,
y que lamentablemente no ha tenido
la
la decencia ni la dignidad de evaluar
autocríticamente su situación pasada y
actual.
No podemos continuar de esa manera.
Es fundamental rectificar el camino,
poniendo en el centro del debate la
unidad, pero también la restitución de
la diversidad, que era justamente la
fuerza motriz de la CTC.
Estos 3 años que han pasado, han
sido también 3 años sin justicia para
nuestro compañero Nelson Quichillao.
Es indignante ratificar una y otra vez
que la justicia está hecha también
para los poderosos. Es al mismo
tiempo dolorosa la desmemoria hacia
un mártir que cayó luchando en el
silencio del desierto.
Como trabajadores/as tenemos un
deber moral y ético de levantarnos
una vez más, organizadamente, para
construir una épica para este tiempo
que nos dé la fuerza para terminar
con el abuso, la explotación e
incertidumbre que a diario vivimos las
grandes mayorías del país.
Ese sin duda sería el mejor homenaje
que le podríamos rendir al compañero
Nelson Quichillao. Nuestro Deber es
continuar.
¡¡Arriba los/as que luchan!!
N°7
11 Julio 2018
EL MOVIMIENTO SINDICAL, LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO
Por Camilo Santibáñez Rebolledo Encargado Nacional del Frente Sindical de Izquierda Libertaria
La primera ofensiva legislativa del actual
gobierno fue el denominado “estatuto
laboral para jóvenes que estudian en la
educación superior”. En el momento en que
se escribe esta columna el proyecto ha sido
aprobado en la Cámara de Diputados y ha
arribado al Senado, pero resulta útil dar
cuenta de su propósito y tramitación, a
efecto de plantear un elemento tan
apremiante como relegado en la discusión
actual sobre el carácter político del
sindicalismo.
Concebido para surtir fuerza de trabajo
barata a las grandes empresas mediante el
arrebato de derechos laborales
consagrados, el proyecto que originalmente
ingresó el gobierno despojaba a las y los
trabajadores jóvenes de indemnizaciones,
del principio de continuidad en la relación
laboral, de fuero, de seguro de cesantía y
contra accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales, del descanso
dominical, de la jornada continua y del
bono al subsidio del empleo joven;
coronado todo lo anterior, por hacer
optativa la cotización de salud.
Considerando que la idea de legislar sería
aprobada en la Comisión de Trabajo, con o
sin los votos del Frente Amplio, nuestra
compañera Gael Yeomans se enfocó en
impedir la transgresión de derechos
laborales básicos mediante la introducción
de indicaciones que contrarrestaran el
espíritu profundamente precarizante del
proyecto. Debido a que algunas de estas
indicaciones eran de iniciativa exclusiva del
ejecutivo (como la garantía del seguro de
cesantía y el seguro contra accidentes de
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Julio 2018
« Urge preguntar si
en adelante el
movimiento sindical
será capaz de definir
y ejercer su lugar
político en la
oposición a las
arremetidas de la
derecha »
trabajo y enfermedades profesionales), el
modo de conseguirlas fue condicionando la
aprobación de la idea de legislar; sin que
esto implicara respaldarlo en la Cámara (tal
como se demostró en la votación en sala).
Cuestión que convenció a la mayoría de la
oposición y la dispuso a presentar de
manera conjunta una serie de indicaciones
en dicha dirección. Sin embargo, la
irresponsabilidad de algunos diputados
impidió parte importante de su aprobación.
Por ejemplo, la inasistencia de Fernando
Meza (PRSD) significó el rechazo de la
indicación correspondiente a
indemnizaciones y también al fuero.
Respecto de la jornada contínua, la DC votó
en contra, y la protección del descanso
dominical sólo fue votada a favor por las
diputadas del FA, resultando aprobadas
únicamente las indicaciones relativas a los
permisos para rendir exámenes, al paso a
jornada completa en vacaciones y al
respeto del sueldo mínimo cuando se
tratara de jornada completa.
Tras esta votación el proyecto fue enviado
a Hacienda, donde el gobierno puso suma
urgencia a la tramitación, apresurando la
votación en sala e impidiendo que el
proyecto volviera a la Comisión con nuevas
indicaciones, restringiendo la votación en
particular únicamente de aquellas
rechazadas en la Comisión. Situación de la
que resultó un proyecto despachado a sala
con los siguientes puntos críticos: Un
derecho a indemnización y un fuero a
medias, basados en la causa legal especial
del cumplimiento de 29 años o la pérdida
de condición de estudiante, la permanencia
de la jornada discontinua, la renuncia al
descanso dominical y la cotización opcional
en salud.
En estas condiciones, la derecha, la DC y el
PRSD aprobaron el proyecto en general con
83 votos, versus 51 del FA, el PC, el PS, el
PPD y regionalistas. En la discusión
particular –donde, como dije, únicamente
podían ingresarse indicaciones que habían
sido rechazadas en la Comisión y no
indicaciones nuevas-, nuestra compañera
diputada repuso y logró la aprobación de la
indicación correspondiente a la
indemnización por despido y solicitó la
votación por separado del artículo referido
al fuero presentado por el gobierno,
consiguiendo su rechazo y supresión, y por
tanto su garantía en todas sus
dimensiones.
No obstante, el proyecto salió desde la
Cámara con la posibilidad de pactar la
jornada discontinua, el descanso dominical
y la cotización en salud, con la renuncia al
pago de licencias médicas que esto implica.
El mismo día, aunque con inexactitudes
importantes sobre el contenido aprobado,
las redes sociales fueron inundadas de una
frustración genuina, sobre la que me
parece importante hacer una constatación
crítica y plantear una pregunta.
Con la excepción de algunas declaraciones
y puntos de prensa, la movilización sindical
contra la ofensiva legislativa fue
prácticamente nula. Esta constatación
constituye el aspecto más omitido en las
expresiones de frustración mencionadas.
Un segundo aspecto relevante y
ensombrecido es la capacidad de nuestra
compañera diputada para revertir aspectos
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graves del proyecto original desde la
absoluta condición de minoría.
En contraste, un aspecto menos silenciado,
aunque atribuido a la inexperiencia de las
diputadas frenteamplistas en la Comisión,
fue una suerte de pasada de cuenta,
basada en su aprobación a la idea de
legislar. Es decir, cuestionando el
pragmatismo en el que habría incurrido al
avalar un proyecto que igualmente
resultaría aprobado, en vez de haberlo
votado en contra, testimonialmente y
renunciando con ello a la presentación de
las indicaciones arriba detalladas.
Considerado en conjunto, esto resulta
sumamente preocupante para el
movimiento sindical, porque lo devela
tratando de ocultar las severas carencias
propias, al mismo tiempo que
desestimando los esfuerzos parlamentarios
para contener los embates que por sí
mismo no es capaz de evitar.
A este respecto cabe y urge preguntar si en
adelante el movimiento sindical será capaz
de definir y ejercer su lugar político en la
oposición a las arremetidas de la derecha,
o va a condenarse a sí mismo a la
frustración y a la crítica testimonial,
condenando consigo al conjunto de las y
los trabajadores. Pues las condiciones
políticas actuales propician ambas cosas,
aunque por costumbre lo segundo resulte
más sencillo que lo primero. RPS
Accionar el
feminismo Por Tamara Ortega
Es urgente anclar la lucha feminista
en el sentido común, dejar de
naturalizar miradas elitistas y poco
clasistas que observan a las mujeres
como el principal "sujeto" (y por
tanto transversal) de cambio.
Ello implica superar la persistente
necesidad de legitimar el feminismo
dentro de las banderas de la
izquierda y el socialismo. En vez de
preguntar por qué la izquierda o el
socialismo deben ser feministas,
pensemos y activemos
transformaciones concretas en
nuestro entorno social, personal y
político, teniendo al feminismo como
lectura, estrategia y práctica política
de izquierda.
Lo anterior implica también dejar de
situar al feminismo exclusivamente
como una demanda de cambio
cultural. El feminismo debe ser
principalmente una lucha política, y
por supuesto económica, una que no
pierda de vista las causas
estructurales que la determinan,
quienes las ejecutan y el papel que
asumen hoy las mujeres
organizadas. Así, el feminismo nos
permite pensar y vivir la política de
manera distinta, en su práctica y
contenido, sin elitismo, sin
privilegios, cueste lo que cueste.
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Carroña
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