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Pieza del Mes. Febrero

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Ventura Rodríguez, 1728008 Madrid

RETRATO DE LUIS XIVCON CORAZA,

TALLER DE HYACINTHE RIGAUDDías 6, 13, 20 y 27 de Febrero a las 12:30

por Mercedes Simal López

PIEZA DEL MESFEBRERO 2010

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Dentro de la importante colección de pintura reunida enel Museo Cerralbo se encuentra un interesante retrato de LuisXIV obra del taller de Hyacinthe Rigaud, que ha sidorecientemente restaurado.

Esta pintura forma parte de las obras adquiridas por elfundador de la institución, don Enrique de Aguilera yGamboa, XVII marqués de Cerralbo (1845-1922), a lo largode su vida. Entre 1869 y 1900 don Enrique, miembro devarias Academias, entre ellas la de Bellas Artes de San

RETRATO DE LUIS XIV CON CORAZA, TALLERDE HYACINTHE RIGAUD

LA COLECCIÓN DE PINTURA DEL MARQUÉS DE CERRALBO:BREVE INTRODUCCIÓN

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Texto: Mercedes Simal LópezCoordinación: Cecilia Casas DesantesMaquetación: Gráficas Pedraza © Museo Cerralbo, 2010N.I.P.O. 551-10-008-0

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Fernando y la de Anticuarios de Londres, y al que podemosconsiderar uno de los principales amantes de las artes yconnoisseur de la España del momento, recorrió el país y lasprincipales ciudades europeas junto a su familia, visitandogalerías y museos y adquiriendo en anticuarios y en distintassubastas, entre las que destacan las que tenían lugar en París enel Hôtel Drouot y la que se celebró con motivo de latestamentaría del marqués de Salamanca en la capital francesa,objetos artísticos destinados a acrecentar su colección, con elafán altruista de construir un museo al modo de las galeríasitalianas que con tanto interés habían visitado. Entre ellos tuvoun importante papel la pintura, ya que el marqués adquiriódurante su vida obras de los principales maestros antiguoseuropeos, entre los que destacan lienzos de El Greco, Veronés,Guido Reni, Lanfranco, Ribera, Van Dyck, Zurbarán, Murillo,Mengs, etc.

En 1885 el número de pinturas que componían lacolección ya superaba la cifra de 300 piezas, y a partir de 1893éstas comenzaron a colocarse en el palacete familiar ubicado enel madrileño barrio de Argüelles, construido a lo largo de ladécada de los ochenta, en donde los retratos fueron agrupadosen el Salón Billar y en la Biblioteca. Tras su muerte, en 1922el marqués donó todas sus colecciones a la nación española,convirtiéndose a partir de entonces su residencia de lamadrileña calle Ventura Rodríguez en el actual MuseoCerralbo (1).

Actualmente el retrato de Luis XIV se expone en el pisoprincipal, en el Salón Billar, que mantiene en sus paredes losnumerosos retratos de pintores europeos de los siglos XVI al

XIX, entre los que destacan obras de Tintoretto, Giulio CesareProcaccini, Rigaud o Jean Ranc, que formaron parte de ladecoración original de tiempos del marqués, recuperada graciasa los inventarios del palacio conservados en el archivo delMuseo (2).

LA ICONOGRAFÍA DEL “REY DEL SOL”

Luis XIV fue uno de los soberanos europeos de la EdadModerna que más importancia dio a la concepción y a ladifusión de su imagen.

Durante los años que duró su reinado, desde su acceso altrono de Francia en 1643 a los cuatro años, hasta su muerte en1715, y en especial a partir del fallecimiento de su primerministro Mazarino en 1661, período que duró 54 años y queLuis XIV calificó como de “gobierno personal”, al prescindiren lo sucesivo de la figura del primer ministro, ocupándose élmismo de los asuntos de Estado, su efigie fue reproducida entodo tipo de formatos y soportes, desde pinturas y esculturasa estampas, tapices, medallas (de las que el Museo Cerralboposee algunos ejemplares (3)), monedas, o relieves en cera, enrepresentaciones de carácter histórico, alegórico, mitológico eincluso sacro.

La imagen del soberano fue objeto de una constanterevisión, y a lo largo de sus años en el trono el perfil delmonarca cambió varias veces, y se convirtió en modelo paraotros reyes. Además de los retratos de aparato, la efigie de LuisXIV fue inmortalizada de muy numerosas y variadas formas.

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Durante la década de 1660 la imagen del rey fue asociadacon gran frecuencia con la de una divinidad clásica o la de unhéroe de la Antigüedad, con las consiguientes connotacionesde triunfo del bien sobre el mal, y la asociación a sus cualidadesmorales que ello implicaba.

El rey bailaba en los ballets que se celebraban en la cortecon un traje que le identificaba con Apolo, y en algunasminiaturas de Werner Luis XIV aparece representado como eldios, conduciendo el carro de la Aurora o dando muerte a laserpiente Pitón. Y del mismo modo, el soberano y su familiafueron inmortalizados como las divinidades que poblaban elOlimpo, de tal modo que Luis XIV asumía la personalidad deApolo, y la reina María Teresa la de Juno.

En el caso de la figura de Alejandro Magno, larepresentación de las hazañas del macedonio servía parailustrar las virtudes del monarca. De este modo, la imagen dela familia de Darío a los pies de Alejandro ponía de manifiestola magnanimidad del rey. Luis XIV encarnó al héroe tanto enrepresentaciones pictóricas, entre las que destaca la serierealizada hacia 1660 por Charles Le Brun, que acabóconvirtiéndose en un modelo que siguieron el resto de corteseuropeas a lo largo de los siglos XVII y XVIII, como en lastragedias escritas por Racine, y también en alguno de los balletscreados por Benserade. También algunas de lasrepresentaciones de Luis XIV se apoyan en prototipos clásicos,con el objeto de mostrar al soberano como un nuevoemperador romano. Luis XIV vestido de Apolo para el ballet La Nuit, Anónimo, 1654,

Biblioteca Nacional de Francia.

La familia de Luis XIV, Jean Nocret, 1670. Château de Versailles et deTrianon.

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Con el paso de los años, este tipo de representacionesfueron sustituidas por otras más acordes con los nuevos usos dela corte. A partir de 1670 el rey dejó de bailar, y con lainstalación de la corte en Versalles a partir de 1682, los grandesfestivales dejaron de celebrarse. Del mismo modo, a partir de1680 los programas mitológicos fueron sustituidos por los decarácter histórico, y cada vez más los artistas y escritores alservicio de Luis XIV trataron de construir una imagendinámica del monarca, denominada l’histoire du roi, en la quese plasmaran los logros conseguidos por el soberano, quehicieron de Francia el país más poderoso de la Europa de laépoca. En este tipo de representaciones se quería mostrar alrey como mecenas de las artes, impulsor de la industria(visitando la manufactura de Gobelinos), o disfrutando de unode sus más emblemáticos escenarios en donde exhibir su poder,el palacio y los jardines de Versalles.

La familia de Darío a los pies de Alejandro, Charles Lebrun, c. 1660.Châteaux de Versailles et de Trianon.

Luis en Maastricht, Pierre Mignard, 1673. Galleria Sabauda, Turín.Luis XIV visita a los Gobelinos, tapiz sobre cartón de Charles Lebrun, c. 1670.

Collection Mobilier National, París.

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glorificarlo, ya que en la época del “Rey Sol” la reputación y lagloria eran uno de los valores más perseguidos por losgobernantes y nobles, y los diccionarios de la época distinguíana ésta última de la alabanza porque “la alabanza es dispensadapor individuos”, mientras que la gloria lo era “por el mundo engeneral”. En este mismo sentido, la fastuosidad que derrochanestas imágenes responde también a una funciónpropagandística, ya que tal y como afirmaba Bossuet en suTratado sobre política, la corte de un monarca “esdeslumbradora y magnífica” para que “los pueblos lo respeten”.

EL RETRATO DEL APARATO EN LA CORTE DEL REY DEL SOL

En el siglo de Luis XIV la función de los retratos no era,en términos generales, presentar una copia reconocible de losrasgos del rey o una fría descripción de sus acciones. Por elcontrario, su objetivo era glorificar la figura del soberano ypersuadir de su grandeza a los espectadores que contemplabansu efigie.

En el caso concreto de la corte francesa, su máximoobjetivo era representar al rey, que había nacido para brillar enmedio de la corte, utilizando todos los recursos de la retórica,frente a los sistemas impositivos del retrato que se aplicaban enla corte española, basados en un distanciamiento y en unaseparación de carácter moral del monarca respecto al pueblo.

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Luis XIV paseando por los jardines de Versalles, Allegrain, 1688-1695. Châteauxde Versailles et de Trianon.

Luis XIV también fue representado en lo que conocemoscomo “retratos a lo divino”, encarnando la figura de San Luis,o bien la de San Juan Evangelista como el buen pastor. Eincluso, dada la condición del monarca como representantede la Majestad Divina en la tierra, se atribuyó a Luis XIV lacapacidad, sin duda heredada de los poderes taumatúrgicosque se concedían a los reyes francos y carolingios en la EdadMedia, de curar a través de la imposición de manos laenfermedad de la escrófula.

Independientemente de la tipología a la querespondieran, todas estas imágenes constituían expresiones delpoder del monarca y de la devoción que parte de sus súbditossentían por él. Muchas de estas obras fueron encargadas para

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El estilo apropiado para la pintura narrativa y los retratosde Estado era la forma denominada “grande” o “magnífica” (lagrande manière, la manière magnifique), que entrañaba laidealización del personaje representado.

En este sentido, es muy elocuente el testimonio deBernini, que mientras esculpía el retrato del rey conservadoactualmente en Versalles, aseguró que “el secreto de los retratoses exagerar lo hermoso, añadir grandeza, y disminuir lo feo omezquino, o incluso suprimirlo, cuando sea posible hacerlosin adulación”, y para ello el italiano no dudó en emplearademanes teatrales de marcado carácter barroco cuando tuvoque inmortalizar al rey. Frente a esta opción, otros artistascomo Le Brun o van der Meulen utilizaron en susrepresentaciones del “Rey Sol” un gusto más clasicista,caracterizado por ademanes restringidos, una serena dignidady una mayor preocupación por lo verosímil.

Y a estos estilos se sumó, a finales del reinado de LuisXIV, la combinación de la brillantez, la aparatosidad y elartificio de la pintura francesa con la influencia de la retratísticaflamenca, en especial de Van Dyck, preocupada por lacaptación psicológica del personaje representado y por laplasmación veraz de las calidades y las texturas de los objetos.Esta nueva fórmula de representación tuvo en Rigaud yLargilliere sus mejores representantes, y con ella seconsiguieron obras de gran elegancia y suntuosidad.

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La mayoría de los retratos que se realizaron de Luis XIVcorresponden al género que los artistas denominaban “retratode Estado”, construido de acuerdo con la retórica de la imagendesarrollada en el Renacimiento para inmortalizar a la personasque disfrutaban de una posición social elevada. En ellos elmodelo se representaba generalmente de tamaño natural omayor, y de pie o sentado en su trono para recalcar su superiorcondición.

El decoro impedía que el modelo se mostrase con la ropade diario, y por ello solía llevar ricas vestiduras como señal desu alta condición, o bien la armadura para simbolizar el valory el poderío militar que se esperaba de los reyes (y que LuisXIV demostró con creces a lo largo de su reinado), además deaparecer rodeado de objetos relacionados con el poder y lamagnificencia, como columnas clásicas, cortinas de terciopelo,etc. Además, su figura impasible e inmóvil, su postura y suexpresión transmitían dignidad y simbolizaban el poder, dandoa los retratos lo que los contemporáneos denominaban “aire”de grandeza o majestad.

Además, los retratos cumplían una importante función,ya que en ausencia del rey, ocupaban su lugar. Estas efigiespresidían en las provincias los festivales en honor al rey, ysabemos que el famoso retrato de Luis XIV pintado porRigaud hacia 1700 solía ocupaba el lugar del soberano en elsalón de trono de Versalles cuando el monarca estaba ausente.Por ello eran objeto de gran respeto, y dar la espalda al retratoera una ofensa tan grande como dársela al propio soberano.

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las que brillaba su maestría, y reservándose para sí los detallesfundamentales, además del rostro. Debido a su granproducción, y a las numerosísimas copias que se hicieron desus obras, el historiador del arte francés Antoine JosephDezallier d’Argenville aseguró en su Abrégé de la vie des plusfameux peintres publicada en París entre 1745 y 1752, que “lasobras de este ilustre pintor están esparcidas por todas lasfamilias de Francia y España”.

EL RETRATO DEL LUIS XIV DEL MUSEO CERRALBO

Esta pieza constituye un interesante exponente de laretratística francesa de comienzos del siglo XVIII, de la que elmuseo cuenta también con otros interesantes ejemplos.Realizado en óleo sobre lienzo, tiene unas medidas de 85 x 65cm. Se trata de un retrato de busto de Luis XIV, en el que elsoberano luce una coraza de acero decorada con pequeñasflores de lis doradas en algunas zonas del perímetro, sobre unadelicada casaca de terciopelo ocre, cuyos puños estánguarnecidos con encaje. El monarca cubre su garganta con unafina corbata también de encaje, descuidadamente aprisionadaen parte en el interior de la coraza, sobre la que a su vez lucela banda azul de la orden de Santo Espíritu. Tocado con unagran peluca característica de finales del siglo XVII, el rostrodel Rey resulta inconfundible sobre el fondo de paisaje.

Esta pintura deriva de una de las efigies más universalesdel Rey Sol, el retrato que Hyacinthe Rigaud hizo de Luis XIVen 1701 a petición de su nieto el duque de Anjou, recién

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RIGAUD, PINTOR DE CORTE

El pintor, nacido en Perpiñán en 1659, se convirtió en elretratista por excelencia de la realeza, la aristocracia y los másdestacados visitantes extranjeros en la corte de Luis XIV,gracias a su estilo directo e intimista, sin renunciar a loaparatoso y oficial.

Pasó su juventud en Montpellier, formándose en elobrador de Ranc el viejo, que le descubrió el arte de Van Dyck,y tras una estancia en Lyon llegó a París en 1681, ingresandoen la Academia Real. Por consejo de Le Brun renunció a viajara Roma, y comenzó una rápida carrera especializándose en elgénero del retrato. En 1688 el encargo de una efigie por partede Monsieur, hermano del Rey, le abrió las puertas de la corte,y en 1700 el doble encargo de los retratos de Felipe V y LuisXIV le consagró definitivamente como maestro de este génerohasta su muerte en 1743.

En sus obras, Rigaud supo captar un gran parecido conel personaje representado sin perder un ápice de elegancia ycombinándolo con el alarde y el placer de la representación demateriales suntuosos heredada de Van Dyck, que servía paraacentuar el aire noble de sus modelos.

Para poder afrontar el enorme número de encargos querecibía, Rigaud se rodeó de un amplísimo taller del queformaban parte pintores muy destacados, en el que se procedióa una división del trabajo, entregando a cada uno las partes en

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nombrado rey de España bajo el nombre de Felipe V. Teniendoen cuenta el enorme valor simbólico y dinástico que el cuadrotendría en la corte madrileña, Rigaud realizó en él una síntesisde los valores de majestad, elegancia, boato y magnificenciaque encarnaba Luis XIV.

En esta pintura, que se conserva actualmente en elMuseo de Louvre, el monarca fue retratado cuando tenía 62años, luciendo el manto real y la espada de Carlo Magno, yacompañado de la corona y el cetro. La imagen, en la queRigaud supo combinar de forma meditada y sutil el realismoy la idealización, es ante todo la de un soberano en toda sumajestuosidad, con ropajes suntuosos y representado en undecorado palaciego, rodeado de una abundancia de armiños yflores de lis que refuerzan el mensaje de que nos encontramosante el rey de Francia. Si bien los ojos cansados de Luis XIV y

su boca ligeramente hundida (debido a la extracción de variosdientes de su mandíbula superior en 1685) denotan la edadreal del soberano, estos rasgos están acompañados de uncuerpo joven, cuyos pies estaban colocados en la postura deballet utilizada por el soberano cuando, años atrás, practicabala danza y era uno de los más hábiles bailarines de la corte. Sinlugar a dudas, se trata de un retrato de enorme convicción,brillantemente ejecutado, en el que Luis XIV ofrece unaimagen de soberano inalterable, benévolo y majestuoso almismo tiempo, inmerso en un decorado magnífico para laconsagración de su imagen.

Retrato Luis XIV con manto, Rigaud, 1701, Versalles.

Retrato Luis XIV con armadura, Rigaud, 1701, Museo del Prado.

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Al adquirir esta imagen de Luis XIV, el marqués deCerralbo se aseguró de contar en su galería de retratos con unaefigie de gran calidad realizada por el taller de uno de losprincipales retratistas europeos de la Edad Moderna,Hyacinthe Rigaud. A pesar de su reducido formato, el lienzoconstituye una excelente representación del soberano, en laque se combina la calidad de la captación de las texturas ymateriales con la magnificencia y sobriedad que transmite elrostro del monarca.

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Cuando estuvo acabado, Luis XIV declaró que loencontraba “de un parecido perfecto y magníficamenteambientado”, ordenando a Rigaud hacer una copia paraenviarla al rey de España, y haciendo que el originalpermaneciera en Versalles, convirtiéndose a partir de entoncesen el modelo de numerosas réplicas y copias, en ocasiones enotros formatos, o con importantes variantes.

Este es el caso del lienzo conservado en el MuseoCerralbo, que supone una adaptación de esta imagenemblemática de la representación real a la tipología de retratomilitar, en la que el manto real ha sido sustituido por la coraza,símbolo del valor y de las virtudes castrenses del soberano, y elrefinado collar de oro de la orden de Santo Espíritu haquedado reducido a la expresión de la banda azul. A pesar dela cartela que luce, y que probablemente fue la queoriginariamente el marqués de Cerralbo colocó en la obra trasadquirirla, se trata de una pintura de gran calidad realizada enel taller de Hyacinthe Rigaud. Aunque no se puede precisarmás su autoría, se puede fechar a comienzos del siglo XVIII,entre 1701 y 1715.

De esta misma tipología y formato se conservan variosejemplares sobre lienzo, también obra de taller, en Versalles, elMuseo Condé y el Museo del Prado (4), y también podemosrastrearla en estampas de carácter alegórico, como demuestrael frontispicio del libro Médailles editado por la Academiafrancesa en 1702, grabado por Luis Simonneau según undibujo de Noël Coypel.

Celebración de Luis XIV, Frontispicio del Médailles de la Academia, 1702,Luis Simonneau según un dibujo de Noël Coypel, British Library, Londres.

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Sobre la formación de la colección, véase GRANADOS ORTEGA,Mª Á., “Mecenazgo en una casa-museo de coleccionista: el Museo Ce-rralbo”, en Mecenazgo y Museos. Nuevas aportaciones, Ministerio de Cul-tura, Madrid, 2009, pp. 91-113.

VAQUERO ARGÜELLES, L., y ACOSTA MARTÍN, J., “La reno-vación de salas del Museo Cerralbo. Criterios de intervención en unacasa palacio”, Museos.es, núm. 2, 2006, pp. 94-105.

En las colecciones del Museo Cerralbo se conservan las siguientes me-dallas con la efigie de Luis XIV realizadas durante los años de su rei-nado: Inv. Nº 2.937 (cobre, A. DUPRÉ, 1643), Inv. Nº 2.892 (cobre,L. MARGER, 1664), e Inv. Nº 2.908 (bronce dorado, CAQUÉ, se-gunda mitad del siglo XVII).

A lo largo de la investigación que hemos realizado para este trabajo,hemos podido localizar las siguientes copias y variantes del retrato deLuis XIV conservado en el Museo Cerralbo: atribuido a H. Rigaud,Retrato de Luis XIV, Châteaux de Versailles et de Trianon, Inv. 6618;Anónimo, Retrato de Luis XIV, Châteaux de Versailles et de Trianon,Inv. 6517; Anónimo, Retrato de Luis XIV, Musée Condé Chantilly, Inv.PE 652; Taller de Rigaud, Retrato de Luis XIV, Museo del Prado.

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NOTAS

MERCEDES SIMAL LÓPEZRETRATO DE LUIS XIV CON CORAZA, TALLER DE HYACINTHE RIGAUD

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GLOSARIO

Alejandro Magno ante la familia de DaríoEpisodio ocurrido durante la campaña para la conquista de Persia,en el que tras vencer al rey Darío III en la batalla de Issos (333 a.C.), Alejandro Magno tomó prisionera a la familia del monarca.En contra de las prácticas habituales, Alejandro Magno perdonó lavida a los miembros de la familia real persa y les trató con gran cor-tesía, manifestando que sólo luchaba contra su dinastía para con-quistar Asia.

CasacaOriginalmente era una prenda utilizada por el ejército por su ca-rácter vistoso y funcional. Adquirió importancia cuando Luis XIVdecidió incorporarla en su indumentaria civil a partir de 1660.

DecoroSegún Vitrubio, es el “aspecto correcto de una obra”. En el sigloXVIII, este concepto era utilizado como sinónimo de convenien-cia, regía la vida de la época, y a través de él no sólo se establecíanunas normas de conducta, sino que se convirtió en un canal por elque discurrían valores clericales que se trataban de imponer a todala sociedad.

Santo EspírituOrden de caballería fundada por Enrique III de Francia en 1578.La pertenencia a la misma era una de las máximas distinciones enFrancia, y los caballeros lucían como distintivo una cruz de oro es-maltada con ocho radios y en los ángulos flores de lis, que llevabaen el centro una paloma de plata. Esta condecoración podía lle-varse colgada de un collar o de una banda azul.

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TaumatúrgicoRelativo a la capacidad de hacer prodigios. En el caso que nosocupa, alude a las curaciones milagrosas que los soberanos solíanrealizar.

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PORTADA. Retrato de Luis XIV, Taller de Rigaud. Inv. Nº 03729.Archivo Digital Museo Cerralbo. Fotógrafo: Ángel Martínez Levas.CONTRAPORTADA. Retrato de Luis XIV, Taller de Rigaud, MuseoNacional del Prado (Depósito en el Museo de Bellas Artes de Astu-rias), Inv. 2391. MORÁN TURINA, J. M. (com.), El arte en la cortede Felipe V, Ediciones El Viso, Madrid, 2002, p. 445.

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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS

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