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Revista Diocesana Mensual San Juan de los Lagos, Jal. Octubre de 2013 Nº 383 Septiembre, Mes de la Biblia "Alégrate, hija de Sión, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como poderoso salvador y te renueva con su amor" FUNDAMENTO BIBLICO

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Page 1: Septiembre, Mes de la BibliaToda vida es un regalo de Dios y toda vida llena de esperanza la vida de la persona y de la familia. El tema número tres es: «Esperamos un hermanito»

Revista Diocesana Mensual

San Juan de los Lagos, Jal. Octubre de 2013 Nº 383

Septiembre, Mes de la Biblia

"Alégrate, hija de Sión, porque el Señor tu Diosestá en medio de ti como poderoso salvador y te renueva con su amor"

FUNDAMENTO BIBLICO

Page 2: Septiembre, Mes de la BibliaToda vida es un regalo de Dios y toda vida llena de esperanza la vida de la persona y de la familia. El tema número tres es: «Esperamos un hermanito»

Centro Diocesano de Pastoral

Morelos 34. A. P. 21Tel. (395) 785-0020 Fax. (395) 785-0171

Correo-E: [email protected]: [email protected]

47000 San Juan de los Lagos, Jal.Responsable:

Comisión diocesana de Pastoral Familiar

Diócesis de San Juan de los Lagos.

SUMARIO:

Circular del Sr. Obispo ..................................................................................... 1

Presentación del temario .................................................................................. 3

TEMAS:

1.- ¡Vámonos de fiesta! .................................................................................... 6

2.- Mi casa un altar ......................................................................................... 12

3.- Esperamos un hermanito .......................................................................... 18

4.- También de dolor se canta ....................................................................... 26

5.- Un carcelero de fiesta ............................................................................... 33

Los Padres transmisores de la fe .................................................................... 39

Objetivo: “Descubrir el significado y la belleza de la fe, para que haciendofiesta, celebremos como familia la alegría de creer en Dios”.

La fe tiene un carácter gozoso, lleno de esperanza. La fe da significado a la vida,la llena de color. En el centro de la reflexión ponemos a la familia que mira hacia Dios

reconociéndolo como su único Señor. La familia que mira hacia Dios hace de la vida unafiesta, una celebración. La familia que mira hacia Dios es transformada por su luz

y celebra la fe con alegría, porque en Dios encuentra su fortaleza.

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MES DE LA FAMILIA

San Juan de los Lagos, Jal., 20 de agosto de 2013.

A TODA LA FAMILIA DIOCESANACircular No. 12/13

CON MOTIVO DE LA SEMANA DE LA FAMILIA 2013

Nuevamente envío un saludo a las familias dela Diócesis de San Juan de los Lagos. Con estacarta quiero hacerme presente en sus hogares yestar cerca de cada uno de ustedes, de cada una desus familias, en sus alegrías y tristezas.

Quiero mostrarles mi cerca-nía con su familia y con todas lasfamilias. Reconozco que hoymuchas familias viven momen-tos difíciles y experimentan fuer-tes ataques que debilitan la uni-dad familiar. No se desanimenante las adversidades, oren a Diospor ustedes y sigan luchando porsu familia y por mantenerse fie-les al compromiso que adquirie-ron ante el Señor el día de sumatrimonio; busquen ayuda ensus parroquias y en los gruposparroquiales de familia, ahí en-contrarán orientaciones precisas para enfrentarsus problemas y mantener vivo el amor en sumatrimonio y en su familia.

En nuestra Diócesis este año lo estamos dedi-cando de manera prioritaria a la celebración go-zosa de la fe. Nuestras familias, en su gran mayo-ría, son creyentes. La fe es un aspecto importanteen la vida de las familias y de nuestros pueblos.

Sin embargo reconozco que no todas las familiasviven y celebran su fe; hay quienes viven en laindiferencia y celebran la fe ocasionalmente.Quiero invitar a su familia para que este año

pongan toda su atención en la celebración de sufe; no participen en las celebraciones por costum-bre o por obligación, busquen encontrarse conCristo en cada celebración en la que participen.No reduzcan su fe a participar en misa los domin-gos, sino que hagan de su casa un santuario dondese celebre la fe y le den gloria a Dios nuestroSeñor.

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La comisión diocesana de pastoral familiarofrece, para esta semana de la familia, un materialque les ayudará a reflexionar en la celebración lafe. El tema que se ha elegido es: «Celebra la fe conalegría, como familia de Dios».Con estos temas se pretende re-cuperar la alegría y el gozo decreer y de celebrar la fe juntos,en todas las etapas y circunstan-cias de la vida familiar. Todacelebración es una fiesta. Lesinvito para que descubran la ale-gría de celebrar la fe en su propiacasa y en la gran familia de Diosque es la Iglesia. Participen enlas reflexiones de la semana de lafamilia, si es posible participetoda la familia. La semana de lafamilia les ayudará a reflexionarjunto con otras familias en cómocelebrar la fe.

El Papa Francisco, en la cartaencíclica Lumen Fidei, afirma:«Es imposible creer cada unopor su cuenta. La fe no es única-mente una opción individual quese hace en la intimidad del creyente, no es unarelación exclusiva entre el «yo» del fiel y el «Tú»divino, entre un sujeto autónomo y Dios. Por sumisma naturaleza, se abre al «nosotros», se dasiempre dentro de la comunión de la Iglesia… Poreso, quien cree nunca está solo, porque la fetiende a difundirse, a compartir su alegría conotros» (LF 39).

Les invito a celebrar su fe en familia y aparticipar en las celebraciones de la comunidadeclesial. Pongan mucho empeño en la celebra-ción dominical y en la celebración de los sacra-mentos, sobre todo de sus hijos. La misa domini-cal ha de ser un momento privilegiado para ali-mentar su fe como personas y como familia, encomunión con toda la Iglesia. No pidan los sacra-mentos de sus hijos por mero cumplimiento ocompromiso social, sino que háganlo con fe; porello les pido que se prepare bien la celebración decada sacramento de sus hijos. En sus parroquias

encontrarán las catequesis pre sacramentales queles ayudarán para una adecuada preparación,¡aprovéchenlas!

Familias, ¡vivan de la fe! «En la familia, la feestá presente en todas las etapas de lavida, comenzando por la infancia: losniños aprenden a fiarse del amor de suspadres. Por eso, es importante que lospadres cultiven prácticas comunes de feen la familia, que acompañen el creci-miento en la fe de los hijos» (LF 53).

Queridos padres de familia si uste-des no cultivan prácticas comunes de feen sus hogares y en la comunidadparroquial, sus hijos tendrán mayoresdificultades para vivir su fe. Hoy esmuy necesario acompañar de cerca la fede cada uno de sus hijos y celebrar juntocon ellos la fe que profesamos. La ora-ción en familia, la lectura y meditaciónde la Palabra de Dios, la celebracióndominical y la celebración de los demássacramentos son medios importantespara que acompañen a sus hijos en elcamino de la fe. No basta con mandar-los a misa, hay que ir con ellos y comul-

gar con ellos: en familia. Acompañar a sus hijoses estar con ellos en la celebración de los sacra-mentos y en los momentos de oración diaria.Fomenten la oración en familia.

Pido a Dios por su familia para que el Señor losmantenga unidos en el amor y mantenga viva lallama de la fe en cada uno de ustedes. Encomien-do a la Familia de Nazaret las reflexiones de estasemana de la familia; que Jesús, José y Maríaintercedan ante nuestro Dios para que estas re-flexiones den mucho fruto en su familia y enmuchas familias.

Reciban todos mi bendición y apoyo.

+ Felipe SALAZAR VILLAGRANAObispo de San Juan de los Lagos

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MES DE LA FAMILIA

La semana de la familia se ha convertido ennuestra Diócesis en uno de los espacios privile-giados de evangelización, reflexionando en te-mas relacionados directamente con la familia. Deacuerdo al itinerario evangelizador que hemostrazado en nuestra Diócesis, este año reflexiona-remos en la «celebración gozosa de la fe». Cadauna de las comisiones o vocalías que ofrecensubsidios de formación yreflexión estarán atendien-do a algún aspecto de lacelebración de la fe. La co-misión diocesana de pasto-ral familiar ofrece este te-mario buscando dar res-puesta a la celebración dealgunos momentos y etapasde la vida familiar.

El tema que se ha elegi-do es: «Celebra la fe conalegría, como familia deDios». Con este tema que-remos insistir en dos carac-terísticas que deben tenerlas celebraciones cristianas:la alegría y la fe. La vidafamiliar está marcada pordiferentes etapas y por diversas circunstancias lascuales hay que vivirlas con fe y con alegría. Serfamilia de Dios es vivir de la fe, es vivir confiandoen el Señor, es vivir como familia cristiana.

En la época que estamos viviendo el hombrepierde fácilmente la esperanza y el sentido de lavida y busca llenar ese vacío con experiencias quelo llevan a la satisfacción inmediata de sus deseosy necesidades, pero que al final dejan más grandesu vacío y descontento con la vida. Como cristia-nos creemos que la fe es una respuesta que puedeorientar la vida y darle un significado diferenteque llene las expectativas del hombre, un signifi-cado trascendente.

En cada etapa y circunstancia de la vida, la feofrece un horizonte de comprensión amplio quetrasciende al mismo hombre y da sentido a la vidapresente. La pastoral familiar diocesana quiereofrecer estos temas con la intención favoreceruna vivencia y una celebración más plena dealgunas circunstancias de la vida familiar ilumi-nándolas con la Palabra de Dios y con la oración.

El objetivo que tiene lasemana de la familia es:«Celebrar la fe de maneragozosa y fructífera en lasdiferentes etapas y acon-tecimientos de la vida fa-miliar para que anuncian-do y viviendo el Evange-lio de la vida, colabore-mos en la transformaciónde nuestra realidad pro-moviendo la cultura cris-tiana».

La reflexión la inicia-mos con una invitaciónpara toda la familia: ¡Vá-monos de fiesta! Con estetema queremos insistir enla importancia de celebrar

la alegría de la fe en familia. El objetivo que tieneel tema es «descubrir el significado y la belleza dela fe, para que haciendo fiesta, celebremos laalegría de creer en nuestra familia». Este temanos invita a reconocer a Dios en la vida familiary descubriéndolo hacer una fiesta.

En la vida familiar hay momentos y circuns-tancias cargados de gracia que es necesario cele-brar de manera particular. El segundo tema: «Micasa un altar». Queremos con este tema invitar acelebrar en familia los sacramentos de la vida.Toda la vida familiar es sacramental, pero esimportante preparar la celebración de los sacra-mentos. El objetivo de este tema es: «Reconocer

Presentación del Temario

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el valor de la vida sacramental, como signos devida y salvación que Jesús nos ofrece, para quecelebremos con fe y alegría los sacramentos de lavida en nuestra familia». La salvación la recibi-mos de manera privilegiada por medio de lossacramentos, celebrarlos con alegría y fe es po-nernos en el camino de la santidad.

Toda vida es un regalo de Dios y toda vidallena de esperanza la vida de la persona y de lafamilia. El tema número tres es: «Esperamos unhermanito». En este tiempo donde la vida huma-na sufre tantos ataques es importante reconocer ycelebrar el don de la vida con esperanza. Elcristiano reconoce la vida como un don de Dios,el objetivo de este tema es: «Valorar la grandezay la dignidad de la vida humana, como don deDios, para que fomentando la espiritualidad de lavida, seamos promotores de esperanza en nuestromundo».

Uno de los momentos más difíciles en la vidapersonal y familiar es cuando llega la enferme-dad, el dolor, el sufrimiento y la muerte. El temacuatro: «También de dolor se canta», nos invi-ta a celebrar el dolor y el sufrimiento comomedio de salvación. Ante una cultura que quiereevitar a toda costa el dolor, invitamos a «haceruna reflexión cristiana sobre la enfermedad y lamuerte en la vida familiar, para que descubrien-do su valor salvífico, las vivamos con fe, unidosa Cristo en la alegría de la salvación». En eldolor y en el sufrimiento experimentamos laalegría de creer.

Finalmente el tema número cinco es una lectiodivina que se titula: «Un carcelero de fiesta».Basado en el texto de los hechos de los Apóstoles16, 25-40. Un carcelero hace una fiesta en su casapor haber creído en el Señor. La lectio divina nosinvita a «meditar en la conversión del carcelerode Filipos, para que descubriendo la salvaciónque nos viene de creer en Dios, celebremos unafiesta de familia por haber creído en el Señor».Pablo y Silas encarcelados cantan himnos alSeñor; el cristiano está invitado a cantar a Dios enel dolor y en el sufrimiento, a vivir en una fiestacontinua por haber creído en Dios.

Con esta temática queremos ofrecer un aportepara que la familia celebre la vida en la alegría yen la fe en Dios. No hay auténtica fiesta sino haycelebración y celebrar es dar significado a toda lavida. Hay fiestas que dejan resaca, son fugases ymomentáneas; la fiesta es celebración que llenade esperanza la vida, le da sentido y la trasciende;podemos decir que la celebración nos pone en elcamino de la eternidad.

Ofrecemos como en otros años, el folleto paracada familia. Este folleto será de gran ayuda parala profundización de los temas y para que cadafamilia pueda tener un espacio de reflexión sobrela celebración gozosa de la fe. Los temas estánestructurados así: Título del tema y subtitulo,objetivo, oración inicial (con la palabra de Dios yuna procesión de signos), experiencia de vida(corresponde al momento del ver la realidad),reflexión (corresponde al momento del pensarestructurada en tres partes: un análisis, una ideacentral y una aplicación a la familia), compromi-so (aquí se sugiere invitar a matrimonios o fami-lias que compartan su testimonio de vida) y unaoración final.

Esperamos que estos temas sean de ayuda parala vivencia del año de la celebración gozosa de lafe. Invitamos a buscar las formas y los modos decompartir estos temas con las familias de laDiócesis. Hay parroquias que realizan la semanade la familia como tradicionalmente se ha hechoen los barrios, en pequeños grupos. Otras hanoptado por semanas masivas en el templo o enalgún auditorio. Otras han compartido los temascon los padres de familia de los niños del catecis-mo, de manera particular para los de primeracomunión y confirmación. Otras los imparten enlas celebraciones eucarísticas. Otras han optadopor llevar casa por casa un folleto a cada familiade la parroquia. Otras ofrecen los folletos losdomingos al salir de las misas. Otras van a lasescuelas y los imparten a los niños. ¡Qué buenoque haya creatividad en la forma de impartir estostemas de la semana de la familia! Busquemos lamejor manera de hacer llegar la reflexión a lamayor cantidad de familias.

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MES DE LA FAMILIA

1.- UBICACIÓNDE LA SEMANA DE LA FAMILIA.

Esta semana de la familia tiene como tema central: «Celebra la fe con alegría, comofamilia de Dios» (Se puede comentar lo que llama la atención del poster de la semana dela familia)

El objetivo que nos hemos trazado para esta semana es: «Celebrar la fe de maneragozosa y fructífera en las diferentes etapas y acontecimientos de la vida familiar para queanunciando y viviendo el Evangelio de la vida, colaboremos en la transformación denuestra realidad promoviendo la cultura cristiana.». (Se pueden comentar los aspectos oideas que más llaman la atención. Además se pueden enumerar los temas que se tratarána lo largo de la semana)

El Señor obispo don Felipe Salazar nos ha enviado un mensaje para esta semana de lafamilia, en el año de la celebración gozosa de la fe, escuchémoslo.

Se puede leer o escuchar en el cd el mensaje del Señor Obispo y después comentar las ideas más importantes.

Objetivo: “Descubrir elsignificado y la belleza dela fe, para que haciendofiesta, celebremos comofamilia la alegría de creeren Dios”.

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El tema que vamos a ver hoy se titula: ¡Vámo-nos de fiesta! El objetivo que queremos alcanzares: «Descubrir el significado y la belleza de la fe,para que haciendo fiesta, celebremos como fami-lia la alegría de creer en Dios».

2.- ORACIÓN INICIAL

Monitor: Nos hemos reunido parareflexionar en esta semana de la fami-lia en una de las virtudes cardinales: lafe. Nos unimos a nuestra Iglesiadiocesana en el año de la celebracióngozosa de la fe. En este año tenemoscomo lema: celebrar la fe con alegría,como familia de Dios. Como familiaque cree en Dios nos disponemos parainiciar esta semana de reflexión.

Se enciende un cirio y se coloca una imagen de lasagrada familia con un ramo de flores. Puedenllevarse en procesión mientras se hace el canto.

Canto:SE MI LUZ

Se mi luz, enciende mi noche.Se mi luz, enciende mi noche.Se mi luz, enciende mi noche.

Mi noche, se mi luz. (Bis)

El camino sin ti es tan largoY tu llanto acoge mi dolor

Tu palabra acalla mi miedoY tu grito se expresa en mi canto.

Se mi luz…

Monitor: Escuchemos ahora la palabra deDios, en ella descubrimos el gozo de encontrar laoveja perdida, la alegría que hay en el cielo por unpecador que se convierte.

Lectura: Lc. 15, 4-10.¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas

y una de ellas se pierde, no deja las noventa ynueve en el campo y va tras la que está perdidahasta que la halla? Al encontrarla, la pone sobresus hombros, gozoso; y cuando llega a su casa,

reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles:«Alegraos conmigo, porque he hallado mi ovejaque se había perdido.» Os digo que de la mismamanera, habrá más gozo en el cielo por unpecador que se arrepiente que por noventa ynueve justos que no necesitan arrepentimiento.

¿O qué mujer, si tiene diez monedas de platay pierde una moneda, no enciende una lámparay barre la casa y busca con cuidado hastahallarla? Cuando la encuentra, reúne a lasamigas y vecinas, diciendo: «Alegraos conmi-go porque he hallado la moneda que habíaperdido.» De la misma manera, os digo, haygozo en la presencia de los ángeles de Dios porun pecador que se arrepiente. Palabra del Se-ñor.

Monitor: Pensemos en un momento sobreaquellas cosas que nos quitan la alegría. ¿Quéhemos perdido que nos quita alegría y no nos

deja vivir la fe? (Momento de reflexión personaly espacio para compartir algunas ideas.) Invo-quemos a la Santísima Virgen María y pidamossu ayuda para esta semana de reflexión.

Todos: ¡Madre, ayuda nuestra fe!Abre nuestro oído a la Palabra, para que reco-

nozcamos la voz de Dios y su llamada.Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos,

saliendo de nuestra tierra y confiando en su pro-mesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, paraque podamos tocarlo en la fe.

1.- ¡Vámonos de Fiesta!«Celebremos en familia la alegría de la fe»

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Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creeren su amor, sobre todo en los momentos detribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llama-da a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegría del Resucita-do.

Recuérdanos que quien cree no está nuncasolo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, paraque él sea luz en nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamente ennosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que esel mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Papa Francisco, Porta Fidei)

3.- EXPERIENCIA DE VIDA:

LAS BODAS DE ORODE LOS ABUELOS.

Mis abuelos, Jorge y Nancy,van a cumplir sus cincuentaaños de vida matrimonial.Hoy la familia está reuni-da para organizar lafiesta. Mi primo Adriánquiere traerse una bue-na banda, dice que si nohay buen ruido no sirvela fiesta. Mi tío Abel,quiere que invitemos alos amigos de los abue-los, que haya muchagente. Mi tía Martha,pregunta ¿quién va ha-cer tanta comida?¿Dónde vamos a metera tanta gente? Las tías ya nos uniformaron atodos: Los hijos van de color negro y azul, losnietos con camisa o blusa rosa. Para la misavan a invitar al padre de la parroquia vecina.

La reunión está muy animada, todos planean ypiensan como se verían mejor, que luciría más,que le gustará más a la gente; piensan enarreglos, flores, adornos, platillos. De pronto elabuelo, que ha estado callado, dice: «Quiero

decirles algo. Vamos a hacer fiesta. Pero, quieroque el motivo principal sea para dar gracias aDios, porque ha estado con su abuela y conmigodurante todos estos años de vida. Cuando noscasamos lo único que teníamos era fe y amor,no teníamos nada. Yo siempre he tenido fe enDios y quiero mucho a su abuela. Casarme conella es el regalo más grande que Dios me hadado en la vida. Hoy podemos decirles: «valió lapena la vida y valió la pena el matrimonio».Quiero que hagamos fiesta porque Dios nosquiere mucho y nosotros los queremos a uste-des. Organicen todo lo que quieran, Nancy y yo,sólo les pedimos que estén unidos y que nuncase olviden de Dios, porque sin Dios la fiesta notiene sentido. Para nosotros toda la vida hasido fiesta, porque Él ha estado con nosotros».

Preguntas:1. ¿Qué te llama la atención de esta historia?

2. ¿Qué piensas del la vida matrimonial de Jorge yNancy?

3. ¿Señala algunos acontecimientos familiares quecelebramos con fe?

4. ¿Por qué hacemos fiesta en nuestras familias?

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4.- REFLEXIÓN

1.- Crisis de sentido.En la actualidad descu-

brimos una fuerte crisis desentido, que al final es cri-sis de fe. «No se refiere alos múltiples sentidos par-ciales que cada uno puedeencontrar en las accionescotidianas que realiza, sinoal sentido que da unidad atodo lo que existe y nossucede en la experiencia, y que los creyentesllamamos el sentido religioso» (DA 37).

Los obispos latinoamericanos reunidos en Apa-recida reconocen esta crisis de sentido que noshace perder referencia hacia lo sagrado, haciaDios. El hombre contemporáneo busca encontrarsentido a la vida en las realidades temporales perono logra encontrar un fundamento capaz de darexplicación a toda la vida del hombre. Quita lareferencia a Dios y vive inmerso en lo terreno.Nuestras tradiciones culturales, la religiosidadpopular y la devoción mariana nos han ayudado areconocer nuestra condición de hijos de Dios,«sin embargo, debemos admitir que esta preciosatradición comienza a erosionarse» (DA 38).

Al estar perdiendo las tradiciones religiosas ycontaminarlas con formas de vida que quitan lareferencia a Dios, el hombre cae fácilmente en elvacío de la vida. Para llenar el vacío de la vida elhombre busca experiencias que generen emocióny hagan fluir la adrenalina. Hoy vemos como sehan multiplicado y diversificado los espacios dediversión y entretenimientos. Estos espacios fun-cionan como evasores de la realidad y de la vida.Son un escape, que pretende llenar el vacío delhombre; llenan la vida de emociones y nos desco-nectan de la realidad, de nosotros mismos y deDios. Por ejemplo: antros, discos, bares, casinos,clubs, tardeadas, conciertos, bailes masivos, con-cursos, redes sociales, etc.

Los Obispos latinoamericanos reconocen que:«al lado de la sabiduría de las tradiciones se ubicaahora, en competencia, la información de último

minuto, la distracción, el entretenimiento, lasimágenes de los exitosos que han sabido aprove-

char en su favor las herramientastecnológicas y las expectativasde prestigio y estima social. Ellohace que las personas busquendenodadamente una experienciade sentido que llene las exigen-cias de su vocación, allí dondenunca podrán encontrarla» (DA39).

Hoy hemos cambiado la fiestapor la diversión y el entreteni-miento. La diversión y el entrete-

nimiento buscan solo hacer pasar un rato grato,muchas veces ayudados de estimulantes, como elalcohol o la droga, música y aventura, y en oca-siones sexo. Hoy se multiplican los espacios dediversión y entretenimiento y disminuyen losespacios de fiesta. Hay una gran diferencia entreentretenimiento y fiesta: el entretenimiento sóloes para satisfacer mis necesidades emocionales,para matar el tiempo, como decimos. En cambiola fiesta es para darle significado a la vida. Lafiesta tiene un carácter humanizador. La fiestainvolucra a toda la persona y a toda la vida. Lafiesta nos realiza y nos hace más personas. Ladiversión y el entretenimiento nos desgastan ynos dejan fuerte resaca.

La fiesta humaniza porque provoca el encuen-tro y las relaciones humanas significativas. Sebusca al otro no para satisfacer necesidades opasar el tiempo, sino para compartir la vida. Lafiesta es compartir el don del otro, es darle sentidoa la propia vida. La Fiesta es un día especial, oquizá aquello que hace que cada día sea unaFiesta porque da sentido al tiempo. Saint Exupéry,en su obra el Principito lo expresa de un modoinsuperable: «Los ritos son en el tiempo lo que lamorada es en el espacio. Bueno es que el tiempoque transcurre no nos dé la sensación de gastarnosy perdernos como el puñado de arena, sino derealizarnos. Bueno es que el tiempo sea unaconstrucción. Así voy de fiesta en fiesta y deaniversario en aniversario, de vendimia en vendi-mia, como iba cuando era niño de la sala delconsejo a la sala del reposo, en la anchura del

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palacio de mi padre, donde todos los pasos teníansentido».

En la vivencia y celebración de la fe, la familiaexperimenta una real competencia con ese mun-do de la diversión y del entretenimiento. Hoy oraren familia es muy complicado porque todos encasa tienen algo que hacer. Rezar el rosario escomplicado porque la televisión y el internetabsorben el tiempo de todos los de la casa, no haytiempo. Todos están entretenidos en algo. Partici-par en la misa dominical conperseverancia es difícil pues esun día para ir de paseo y de salircon la familia y los amigos.Celebrar la fe en familia con-trasta con el estilo de vida de lasnuevas generaciones, que bus-can más la distracción y el pa-sarla bien.

2.- Creer es descubrir laverdad de la vida.

Hoy que la fiesta está per-diendo su sentido humanizador,debemos llevar al hombre a des-cubrir la belleza de creer. Comodice el Papa Benedicto XVI: «Debemos por ellosostener que es posible también en nuestra época,aparentemente tan refractaria a la dimensión tras-cendente, abrir un camino hacia el auténtico sen-tido religioso de la vida, que muestra cómo el donde la fe no es absurdo, no es irracional» (Audien-cia, 7 de noviembre de 2012). Esta búsqueda quehay en el interior del hombre lo lleva a descubrirel significado profundo de la vida. «La personasbusca siempre la verdad de su ser, puesto que esesta verdad la que ilumina la realidad de tal modoque pueda desenvolverse en ella con libertad yalegría, con gozo y esperanza» (DA 42).

En la carta encíclica lumen fidei, el PapaFrancisco habla de la necesidad de descubrir laluz de la fe, capaz de iluminar toda la existenciadel hombre, una luz que no viene de nosotrosmismos: «Porque una luz tan potente no puedeprovenir de nosotros mismos; ha de venir de unafuente más primordial, tiene que venir, en defini-tiva, de Dios» (LF 4). Creer es confiar en esa luz,

es iluminar con esa luz toda nuestra existencia, esdale significado a toda nuestra vida. Por la fe,recibimos ojos nuevos, experimentamos que enél hay una gran promesa de plenitud y se nos abrela mirada al futuro.

Entonces la fe se nos revela como confianzaplena en ese Bien infinito, confianza en ese Diosque nos ama plenamente. «La fe nos dona preci-samente esto: es un confiado entregarse a un«Tú» que es Dios, quien me da una certeza

distinta, pero no menos sólida que la que mellega del cálculo exacto o de la ciencia. La

fe no es un simple asentimiento intelec-tual del hombre a las verdades particu-

lares sobre Dios; es un acto con el queme confío libremente a un Dios que

es Padre y me ama; es adhesión aun «Tú» que me dona esperan-

za y confianza» (BenedictoXVI, audiencia del 24 de oc-tubre de 2012).

La fe entendida así, no sóloda sentido a la vida, sino que

abre el horizonte a una vida plenallena de esperanza. La crisis de sen-

tido, que lleva a caer en el vacío, essuperada con esta apertura a Dios. Creer es con-fiar, es abrirse al futuro, es vivir el presenteesperando la novedad que viene de Otro, de Dios,que puede hacer nueva la existencia. La fe esapertura al amor de Dios. «La fe nace del encuen-tro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela suamor, un amor que nos precede y en el que nospodemos apoyar para estar seguros y construir lavida. Transformados por este amor, recibimosojos nuevos, experimentamos que en él hay unagran promesa de plenitud y se nos abre la miradaal futuro. La fe, que recibimos de Dios como donsobrenatural, se presenta como luz en el sendero,que orienta nuestro camino en el tiempo» (LF 4).

La familia es el espacio privilegiado para des-cubrir esa luz que ilumina el sendero del caminardiario. La familia que descubre su relación conDios, le confía todos los momentos de la vida,gozos y alegrías, penas y dolores. La fe da a lafamilia luz para enfrentar todas las situaciones

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que se le presenten. Cuando hay padres que sabenconfiar en Dios, trasmiten serenidad y confianzaa sus hijos. La vida es vivida con más serenidad,con más paz. Cuando no hay confianza en Dioslos hijos crecen más preocupados e inseguros enla vida. Viven en la desconfianza. «Cuando faltala luz, todo se vuelve confuso, es imposible dis-tinguir el bien del mal, la senda que lleva a la metade aquella otra que nos hace dar vueltas y vueltas,sin una dirección fija» (LF 3).

3.- Celebramos en familia la alegría de creer.El Papa Francisco reconoce que el año de la fe,

convocado por su antecesorBenedicto XVI, «nos está ayu-dando a sentir la alegría decreer, a reavivar la percepciónde la amplitud de horizontesque la fe nos desvela, paraconfesarla en su unidad e inte-gridad, fieles a la memoria delSeñor, sostenidos por su pre-sencia y por la acción del Espí-ritu Santo» (LF 5).

Quien descubre la verdadde la vida, el sentido religiosode la vida que abre a la con-fianza en Dios, celebra con alegría su descubri-miento. Es como el pastor que va buscando laoveja perdida, y cuando la encuentra regresalleno de alegría y reúne a sus amigos y conocidosy le dice: Alégrense conmigo porque ya encontréla oveja que se me había perdido. (Lc. 14, 16-24).Descubrir la novedad de Dios llena de alegría lavida de la persona. Esta buena noticia hay quecontarla y hay que celebrarla con los demás.

Es importante en la familia ayudar a descubrirla alegría de creer en Dios, verdad que nos ayudaa dar significado a toda nuestra existencia. ElPapa Benedicto nos ofrece orientaciones precisasque pueden favorecer el sentido religioso en elhombre, dice: «Sería de gran utilidad, a tal fin,promover una especie de pedagogía del deseo,tanto para el camino de quien aún no cree comopara quien ya ha recibido el don de la fe».

El Papa habla de dos aspectos importantes:«En primer lugar aprender o re-aprender el gusto

de las alegrías auténticas de la vida. No todas lassatisfacciones producen en nosotros el mismoefecto: algunas dejan un rastro positivo, son capa-ces de pacificar el alma, nos hacen más activos ygenerosos. Otras, en cambio, tras la luz inicial,parecen decepcionar las expectativas que habíansuscitado y entonces dejan a su paso amargura,insatisfacción o una sensación de vacío. Educardesde la tierna edad a saborear las alegrías verda-deras, en todos los ámbito de la existencia —lafamilia, la amistad, la solidaridad con quien sufre,la renuncia al propio yo para servir al otro, el amorpor el conocimiento, por el arte, por las bellezas

de la naturaleza—, signi-fica ejercitar el gusto in-terior y produciranticuerpos eficaces con-tra la banalización y elaplanamiento hoy difun-didos. Igualmente losadultos necesitan redes-cubrir estas alegrías, de-sear realidades auténticas,purificándose de la me-diocridad en la que pue-den verse envueltos. En-tonces será más fácil sol-

tar o rechazar cuanto, aun aparentemente atracti-vo, se revela en cambio insípido, fuente de acos-tumbramiento y no de libertad. Y ello dejará quesurja ese deseo de Dios del que estamos hablan-do» (Audiencia, 7 de noviembre de 2012).

Un segundo aspecto, que lleva el mismo pasodel precedente, es no conformarse nunca con loque se ha alcanzado. Precisamente las alegríasmás verdaderas son capaces de liberar en noso-tros la sana inquietud que lleva a ser más exigen-tes —querer un bien más alto, más profundo— ya percibir cada vez con mayor claridad que nadafinito puede colmar nuestro corazón.

Creer en Dios, saber que él me ama, que yopuedo confiar en él, que es él quien ilumina mivida y clarifica el horizonte de mi existencia esmotivo más que suficiente para celebrar y hacerfiesta. Es la fiesta de la fe, es la fiesta del Dios quedescubro en mi vida. Es la fiesta de la familia.Abrirse a Dios y a su luz divina es encontrar el

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MES DE LA FAMILIA

sentido trascendente de la vida. Hoy hacemos unainvitación a todos los hombres y mujeres quetienen fe: ¡Vámonos de fiesta!

La vida es una fiesta, que nos lleva al encuen-tro de los otros y del Otro, al encuentro con Dios.Invitamos de igual forma a los «hombres que,aunque no crean, desean creer y no dejan debuscar. En la medida en que se abren al amor concorazón sincero y se ponen en marcha con aquellaluz que consiguen alcanzar, viven ya, sin saberlo,en la senda hacia la fe… Quien se pone en caminopara practicar el bien se acerca a Dios, y ya essostenido por él, porque es propio de la dinámicade la luz divina iluminar nuestros ojos cuandocaminamos hacia la plenitud del amor» (LF 35).

Celebrar la fe en familia requiere haber descu-bierto la alegría de la vida, la verdadera alegría,apertura a los bienes superiores, al bien infinito.Celebra la fe quien reconocea ese Dios en la vida, quiendescubre la luz que viene deDios e ilumina toda la vidafamiliar. Hoy necesitamos re-emprender el camino de bús-queda de esa luz que clarificala vida, amplia el horizonte ynos llena de alegría. Hoy esnecesario impulsar en la vidafamiliar la búsqueda de laverdadera alegría que nos lle-ve al encuentro del amor deDios. Quien encuentra el rayode luz venido de Dios, celebra con gozo, hacefiesta.

5.- COMPROMISO

Hacer una invitación a todos los participantesa responder las siguientes preguntas. Se puedeluego invitar a una familia que de su testimonio devida, respondiendo las preguntas y compartiendocomo celebran la fe en su familia.

Preguntas:1.- ¿En qué momentos de la vida personal, matri-

monial y familiar han reconocido la presencia deDios en sus vidas?

2.- ¿En qué situaciones de vida reconocemos la luzde Dios que aclara nuestro caminar matrimonialy familiar?

3.- ¿Qué podemos hacer como familia para celebrarla fe con alegría, para que hagamos fiesta?

6.- CELEBRACIÓN.

Monitor: Hoy descubrimos a Dios en nuestravida, él ha estado siempre con nosotros, ha estadoen nuestra familia en los momentos buenos ymalos. Esto nos llena de alegría por eso con gozocantamos al Señor.

Canto:YO TENGO GOZO

Yo tengo gozo en mi alma, gozo en mi alma,gozo en mi alma y en mi ser. Aleluya, gloria Dios.

Son como ríos de agua viva, ríos de agua vivaríos de agua viva en mi ser.

Vamos cantando, con todo su poder.Vamos cantando con todo su poder.

Da gloria a Dios, da gloria a él.Vamos cantando con todo su poder.

Yo tengo gozo….

No te avergüences y alaba a tu Señor.No te avergüences y alaba a tu Señor.

Da gloria a Dios, da gloria a él.No te avergüences y alaba a tu Señor.

Yo tengo gozo…

Y es Cristo quien me hace cantar.Y es Cristo quien me hace cantar.

De todos mis pecados libre soy, al cielo voyY es Cristo quien me hace cantar.

Yo tengo gozo…

Monitor: Consagramos a la Santísima Virgenesta semana de reflexión, le pedimos por nuestrafamilia para que vivamos plenamente la fe.

Todos: ¡Ho, Señora mía! ¡Ho, madre mía! Yome ofrezco enteramente a ti, y en prueba de mifilial afecto te consagro en esta noche, misojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en unapalabra todo mi ser ya que soy todo tuyo, homadre de bondad. Guárdame, rígeme,gobiérname. Amén.

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Objetivo: Reconocer el valor de la vidasacramental, como signos de vida y salvaciónque Jesús nos ofrece, para que celebremos confe y alegría los sacramentos de la vida ennuestra familia.

1.- ORACIÓN INICIAL.

Monitor: Dios quiere que todos los hom-bres se salven y lleguen al conocimiento de laverdad, dice San Pablo a Timoteo. La salva-ción es para todos nosotros. Jesús se ha encar-nado para darnos vida y vida en abundancia.Escuchemos la lectura del Evangelio de SanJuan.

Lectura: Jn. 3, 16. 10, 10.«Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo

único, para que todo el que crea en él no perezca, sinoque tenga vida eterna». «Yo he venido para dar vidaa los hombres y para que la tengan en plenitud».Palabra de Dios.

Monitor: Jesús es el sacramento del Padre, es elsigno de salvación para todos los hombres. Viene adarnos vida. Reflexionemos en un momento en eltexto del Evangelio. (Unos momentos de silencio.Se puede compartir lo que más llama la atención, loque hace pensar el texto).

Se hace una procesión con algunos signos sacramentales: agua, luz, pan,vino, aceite, mancuerna, etc. Mientras se hace la procesión se canta.

2.- Mi casa un altarCelebremos en familia los sacramentos de la vida

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Canto:DIOS AL MUNDO AMÓ

Dios al mundo amó y a su Hijo dio.Para que todo aquel, que crea en él.No se pierda, más tenga vida eterna.

Monitor: Agradecemos a Dios la salvación quenos ofrece a través de Jesucristo, a travésde la Iglesia y a través de los sacramen-tos.

Todos: Gracias, Señor por la salvación quenos ofreces.

Monitor: Nuestra casa es una pequeña Igle-sia donde podemos experimentar la sal-vación que viene de Dios.

Todos: Gracias, Señor por la salvación quenos ofreces.

Monitor: Nuestro cuerpo es Templo delEspíritu Santo, lugar donde Dios se ma-nifiesta.

Todos: Gracias, Señor por la salvación quenos ofreces.

Monitor: Pidamos a María nos ayude a vivir la fey la salvación que viene de Dios.

Todos: ¡Madre, ayuda nuestra fe!

Abre nuestro oído a la Palabra, para quereconozcamos la voz de Dios y su llamada.

Aviva en nosotros el deseo de seguir suspasos, saliendo de nuestra tierra y confiandoen su promesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,para que podamos tocarlo en la fe.

Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, acreer en su amor, sobre todo en los momentosde tribulación y de cruz, cuando nuestra fe esllamada a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegría del Resuci-tado.

Recuérdanos que quien cree no está nuncasolo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús,para que él sea luz en nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamenteen nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso,que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.Amén.

Papa Francisco, Porta Fidei.

2.- EXPERIENCIA DE VIDA:

LA CAJA DE REGALOHace algún tiempo un hombre castigó a su hija de

5 años de edad por desperdiciar un rollo depapel dorado para envolver que era muy caro. Eldinero estaba escaso y él se enojó aún máscuando la niña tomó el papel dorado y envolviócon él una caja que guardó para él.

Sin embargo, la niñita le trajo la caja de regalo asu padre la mañana siguiente y le dijo: Esto espara ti papito. El padre estaba avergonzadopor su anterior reacción exagerada, pero, suenojo apareció de nuevo cuando encontró que lacaja estaba vacía. Y entonces habló a su hija deuna manera recia: -¿No sabes, jovencita, quecuando das un regalo a alguien, se supone quedebe haber algo dentro del paquete?

La niña lo miró con lágrimas en sus ojos y le dijo:-»Papá, no está vacía. Le puse besitos hastaque se llenó». El padre estaba deshecho. Cayóde rodillas y abrazó a su pequeña hija, y le rogóque lo perdonara por su enojo innecesario.

Un accidente le quitó la vida a la niña sólo un pocotiempo después, y se dice que el papá conservóla caja dorada junto a su cama por todos los

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años que le quedaron de vida. Y cuando élestaba desanimado o enfrentaba problemasdifíciles, abría la caja y tomaba un beso imagi-nario y recordaba el amor que la niña habíapuesto allí.

Preguntas:1.- ¿Qué te parece la historia?

2.- Para el papá, ¿qué significado tiene la caja deregalo?

3.- En nuestra casa ¿Qué signos tenemos en los quereconocemos el amor que Dios nos tiene?

4.- En la familia ¿cómo se preparan para recibir lossacramentos?

3.- REFLEXIÓN.

1.- Pérdida de la identidad sacramental.Hoy descubrimos como los hogares se están

descristianizando o desacralizando, son cada vezmenos las expresiones de fe que se viven alinterior de las familias. Podemos decir que lasfamilias se están secularizando, es decir estánperdiendo su sentido religioso, sagrado,sacramental. El hombre se ha desvinculado de losagrado y le cuesta mucho trabajo entrar en elmundo de los signos y de lo simbólico.

Los signos cristianos están perdiendo su sig-nificado, hemos caído en ritualismos donde ne-cesitamos explicar los signos porque ya no sig-nifican nada. Lo simbólico sacramental es parteesencial en la vida del hombre, lo conectan conlo trascendente. Así muchos signossacramentales han perdido fuerza y valor para elhombre moderno, habituado más a la imagen, almovimiento, a lo virtual. Esta pérdida de losacramental simbólico trae consecuencias en lavida de los cristianos.

Hablando como cristianos católicos, encon-tramos que son cada vez menos los signos queexpresan nuestra pertenencia a Cristo y a la Igle-sia. Nuestro Plan Diocesano de Pastoral reconoceque: «Muchos padres de familia –particularmen-te las mamás– piden, con gran interés y exigencia,que sus hijos reciban los sacramentos de la Inicia-ción Cristiana desde pequeños, en orden a la

salvación eterna y muchos, sólo por requisito, losenvían a la catequesis infantil; pero pocos secomprometen en un acompañamiento en el desa-rrollo de su vida cristiana en las etapas sucesivas»(VPDP 122).

Hoy muchos sacramentos se realizan más porformalismos externos y tradición social que poruna convicción de fe. Los sacramentos se con-vierten fácilmente en pretextos para reunionessociales o familiares o en mero cumplimientoexterior, legalista. Es aquí donde se abre unafuerte crítica a nuestra vivencia de la fe y a nuestracapacidad de entrar en el mundo de lo sagrado.

Además reconocemos un distanciamiento delo sacramental. Para muchos cristianos los sacra-mentos no dicen nada, no significan nada o muypoco. El documento de aparecida habla de lanecesidad de «valorar el sentido de la vidasacramental». Podemos decir que la identidadcristiana es muy débil y por lo tanto muy superfi-cial. «Son muchos los creyentes que no participanen la Eucaristía dominical, ni reciben con regula-ridad los Sacramentos, ni se insertan activamenteen la comunidad eclesial» (DA 286).

Esta pérdida de la identidad sacramental seexpresa no sólo en la disminución de la vidasacramental, sino en el poco valor que se leconsidera a los mismos sacramentos. Hoy au-mentan los cristianos católicos que no han com-pletado su iniciación cristiana y muchos que nosacramentan su matrimonio. Pareciera que losacramental se está desconectando de la vida delcristiano. Los sacramentos son para unos cuantosy no forma parte esencial de la vida del cristiano.

La familia ve los sacramentos como requisi-tos parroquiales y no como exigencias de la vidacristiana. Para muchos niños y jóvenes los sa-cramentos han perdido su significado y se con-vierten en prácticas rituales vacías de contenido,los consideran como algo inoperante y carentede sentido. Los signos sacramentales no tienensignificado para las nuevas generaciones, no sonoportunidad de trascendencia y de encuentrocon lo sagrado, con lo divino. Para las nuevasgeneraciones es más importante lo visual que losimbólico.

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2.- Los sacramentos signos de vida y salva-ción para la familia.

Los sacramentos son las obras maestras deDios, pues en ellos se hacen presentes y operativoslos grandes acontecimientos salvíficos, muy sin-gularmente el de la Pascual de Cristo, por el que

fuimos reconciliados con Dios y participamos ensu misma vida divina. Los sacramentos son sig-nos sensibles que nos comunican la gracia deDios. Son signos que podemos ver y palpar, y quenos expresan y trasmiten otra realidad. Todosacramento es signo que significa y simboliza lagracia de Dios dada al hombre. Los sacramentosson la forma concreta como recibimos la graciade Dios, así como el padre recibe el amor y elafecto de su hija a través de la caja dorada.

La Iglesia reconoce siete sacramentos institui-dos, aunque la vida del hombre esté llena designos que nos comunican la vida de Dios. Envirtud de la mediación de la Iglesia, la graciasalvadora de los siete sacramentos sale a nuestroencuentro a lo largo de nuestra vida, correspon-den a todas las etapas y todos los momentosimportantes de la vida del cristiano:

Por el Bautismo nos regenera como hijos deDios y nos introduce en su familia. Con la Confirmación, acrecienta nuestra inser-

ción en Cristo y en la Iglesia. Mediante la Eucaristía lleva a plenitud nuestra

incorporación a Cristo y nuestra pertenencia ala Iglesia.

Con la Penitencia repara las heridas y restaurala comunión rota por el pecado.

Con la Unción viene en nuestra ayuda para quevivamos con Cristo la enfermedad y demossentido corredentor a nuestro sufrimiento.

Por el Matrimonio santifica el amor humanoentre hombre y mujer haciéndoles signo visiblede la unión de Cristo y la Iglesia.

Con el sacramento del Orden consagra a lossacerdotes como ministros de Cristo y les habi-lita para predicar, santificar y regir al pueblo deDios.Los sacramentos corresponden a las etapas y a

los momentos importantes de nuestra vida cris-tiana: nacimiento, crecimiento, curación, misióny preparación para el encuentro definitivo connuestro padre Dios. Los sacramentos se insertanen la vida del hombre y lo acompañan paracomunicarles la vida de Dios. Los sacramentosnos los da la Iglesia como una mamá que cuida,protege, enseña, aconseja, alimenta y nutre a sushijos. El Papa Juan Pablo II afirma: «Los Sacra-mentos, signos eficaces de la presencia y de laacción salvífica del Señor Jesús en la existenciacristiana. Ellos hacen a los hombres partícipes dela vida divina, asegurándoles la energía espiritualnecesaria para realizar verdaderamente el signifi-cado de vivir, sufrir y morir» (EV 84).

La familia cristiana acompaña el caminar desus hijos introduciéndolos en la vida de fe yofreciéndoles los medios para vivir en la gracia deDios. La coherencia de vida de la familia comoIglesia doméstica, tanto en los momentos másimportantes como en los más comunes y ordina-rios, es de suma importancia para trasmitir la fe alos hijos. Es la familia la que ayuda a descubrir ya vivir la gracia sacramental en cada etapa de suvida. Adquiere mucha importancia el acompaña-miento que hace la familia para la vivencia yrecepción de los sacramentos, como un aconteci-miento de vida y salvación para la familia.

El Papa Francisco afirma que los sacramentosson sacramentos de la fe y que la fe tiene unaestructura sacramental. En los sacramentos sepone en juego toda la persona, cuerpo, espíritu,

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interioridad y relaciones; en ellos se nos comuni-ca una memoria encarnada, ligada a los tiemposy lugares de la vida, asociada a todos los sentidos;implica a la persona, como miembro de un sujetovivo, de un tejido de relaciones comunitarias. Eldespertar de la fe pasa por el despertar de unnuevo sentido sacramental de la vida del hombrey de la existencia cristiana, en el que lo visible ymaterial está abierto al misterio de lo eterno. (Cfr.LF 40).

La tarea de la familia cristiana esta en desper-tar ese nuevo sentido sacramental de la vida;despertar a lo sa-grado, a lo divino.Es un despertar ala vida de fe. ElPapa Franciscopresenta dos ejespor los que discu-rre el camino de lafe: la memoria y lavinculación con losagrado. Por unlado es actualizarla gracia de Diosen el hoy del hom-bre y por otro, poder descubrir en los signossacramentales la presencia de Dios en nuestrasvidas. La tarea de la Iglesia y de la familiacristiana está en ayudar a descubrir a los hijos esedoble aspecto de la vida sacramental: el hoy de lasalvación y el pasar de lo visible al misterio deDios.

3.- Celebramos la salvación en familia.Cada sacramento es celebración de la salva-

ción de Dios que se nos ofrece a nosotros y noscomunica la gracia divina. Celebrar los sacra-mentos es reconocer la presencia de Dios entrenosotros. Celebrar implica hacer fiesta. Los cris-tianos celebramos la fiesta de la salvación, lafiesta de la vida, la fiesta del Dios que nos comu-nica su vida divina. El pueblo de Israel guiadospor el rey David celebra la presencia de Dios enel arca de la Alianza, por eso cantan y danzan. Elcanto y la danza son signos de fiesta por lapresencia de Dios.

La familia celebra la salvación que viene deDios buscando recobrar el sentido sacramental ensu vida. La familia celebra de diversas formas lasalvación al interior de su propia casa. Hay dosformas concretas como pueden celebrar en fami-lia la salvación que Dios nos ofrece: Teniendo unaltar familiar y la participación en las celebracio-nes litúrgicas, de manera particular los sacramen-tos.

La casa es un altar para el Señor. El altarfamiliar se convierte en una expresión de la fe yda la salvación que Dios nos ofrece. Son impor-

tantes los signos quela familia utiliza paramanifestar la presen-cia de Dios en su pro-pia casa. En nuestrastradiciones religio-sas utilizamos: imá-genes, veladoras, al-tares, flores, etc. Hoyque los signos hanperdido significadoes importante recu-perar este aspecto enla vida familiar.

Implementar signos religiosos y sacramentalesen la vida familiar será de gran ayuda para cele-brar la salvación que viene de Dios. Los aconte-cimientos familiares son una ocasión oportunapara celebrar el paso de Dios en la vida personaly familiar: cumpleaños, aniversarios, primer díadel mes, tiempos litúrgicos, etc.

La celebración de los sacramentos desde lafamilia implica una adecuada preparación. Esimportante buscar que la celebración de los sacra-mentos involucre a toda la familia y que de algunaforma sea una oportunidad para invocar a Dios ensus vidas: bautismo, confirmación, primera co-munión, matrimonio, unción de enfermos, recon-ciliación. Pero sobre todo la Eucaristía dominicalha de convertirse en la celebración más importan-te para la vida familiar. Que la celebración domi-nical sea una fiesta para la familia. Hacer fiesta enla presencia de Dios ayudará a la familia a recu-perar el sentido del tiempo sagrado y a darlesignificado a la vida familiar.

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4.- COMPROMISO.

Se puede invitar a una familia que comparta sutestimonio de vida sobre el cómo se preparan paracelebrar los sacramentos en familia o sobre lossignos que utilizan en la casa que expresan la fe enDios. Pueden además ayudar las siguientes pre-guntas.1.- ¿Cómo podemos manifestar que nuestra casa es

un altar consagrado a Dios?2.- ¿Qué hacer para prepararnos como familia a la

celebración de los sacramentos?

3.- ¿Qué podemos hacer para que la celebracióndominical, sea una fiesta de familia?

5.- CELEBRACIÓN.

Monitor: Toda nuestra vida está rodeada designos que nos hablan de la salvación que Diosnos ofrece, pedios a la Sagrada familia que nosayude a reconocer los signos de la presencia deDios para que hagamos de nuestra casa un altar.

Todos: Oh, Dios, que en la Sagrada Familianos dejaste un modelo perfecto de vida familiarvivida en la fe y la obediencia a tu voluntad.Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tusmandamientos. Socórrenos en nuestra misión detransmitir la fe a nuestros hijos. Abre su corazónpara que crezca en ellos la semilla de la fe querecibieron en el bautismo. Fortalece la fe denuestros jóvenes, para que crezcan en el conoci-

miento de Jesús. Aumenta el amor y la fidelidaden todos los matrimonios, especialmente aque-llos que pasan por momentos de sufrimiento odificultad. Unidos a José y María, te lo pedimospor Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Canto: Familia de amor.Juan Manuel Padilla Díaz.

Una familia de fe, una familia de amor,Familia que comunica, que ama, que ríe

En la verdad del amor.

Una familia de paz, familia de vocación.Familia que testifica, donde su modelo de vida es Dios.

El mundo de hoy nos presenta una falsa realidad;no existen íntimos lazos, que den vida.

Todo se ha vuelto virtual.

No se exige sacrificio, responsable paternidad;se busca caminar, senderos fáciles;

hombres con debilidad.

Estribillo…

Las familias son más pequeñas,Se ha perdido su identidad.

Se busca unificar, ser madre y padreSin un digno calor de hogar.

Se han desintegrado valores en esencia del ser;el cuerpo se ha convertido, en gozo

solo en fuente de placer.

Estribillo…

Para ser familias fuertes que vivan en el amor,se necesita de Cristo, de María

ser un hogar de oración.

Debemos emprender una lucha que de vida a la libertad,Donde las familias viviendo unidas,

logremos un mundo de paz.

Estribillo…

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Celebremos el don de la vidacon esperanza

Objetivo: Valorar la grandeza y la dignidad de la vidahumana, como don de Dios, para que fomentando la espiri-tualidad de la vida, seamos promotores de esperanza ennuestro mundo.

3.- Esperamos un hermanito

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1.- ORACIÓN INICIAL.

Monitor: Nos reunimos en este tercer día de lasemana de la familia. Hoy queremos reflexionaren la grandeza y en la dignidad de la vida humana.Toda vida es un regalo de Dios. Toda vida tieneuna carga fuerte de esperanza, de ilusión. Escu-chemos la Palabra de Dios que nos presenta aAna, una anciana que pide a Dios un hijo.

Lectura: 1 Sam. 1, 9-20.«Después de comer y beber en Siló, Ana se

levantó. El sacerdote Elí estaba sentado en susilla, junto a la puerta del santuario del Señor.Ella, llena de amargura, estuvo llorandodesconsoladamente y suplicando al Señor, a lavez que le hacía esta promesa:

-Señor todopoderoso, si te dignas mirar laaflicción de tu sierva y te acuerdas de mí, si noolvidas a tu sierva y le das un hijo varón, yo loconsagraré al Señor por todos los días de su viday la navaja no pasará por su cabeza. Al prolongarella su oración ante el Señor, Elí se puso a obser-var sus labios; como Ana oraba en silencio, suslabios se movían, pero no se oía su voz. EntoncesElí pensó que estaba borracha y le dijo: -¿Hastacuándo seguirás borracha? A ver si se te pasa elefecto del vino.

Ana Respondió: -No, señor mío, es que soyuna mujer desgraciada. No he bebido vino nilicor; estoy desahogando mi corazón ante el Se-ñor. No tomes a tu sierva por una mujer perdida,pues el exceso de mi pena y mi dolor me hanmovido a orar de este modo. Elí le dijo: -Vete enpaz, y que el Dios de Israel te conceda lo que lehas pedido. Ella dijo: -Que tu sierva alcance tufavor. Y regresó por donde había venido. Des-pués comió y ya no parecía la misma.

Se levantaron de madrugada, adoraron al Se-ñor y regresaron a su casa, a Ramá. Elcaná seacostó con Ana, su mujer, y el Señor se acordó deella. Ana concibió y dio a luz un hijo, al que pusopor nombre Samuel, pues dijo: -¡Al Señor se lopedí!». Palabra del Señor.

Monitor: La suplica de Ana es escuchada. ElSeñor se compadece del dolor de esta mujer y le

concede un hijo. Se hace un momento de silencioy se puede comentar lo que más llama la atenciónde la lectura.

Se hace una procesión con un niño Dios y un pesebre, mientrasse hace la procesión se hace el canto.

Canto:GRACIAS SEÑOR,

POR EL MILAGRO DE LA VIDA

Gracias Señor, por el milagro de crearnos.Gracias Señor, por el milagro de encarnarte.Gracias Señor, por el milagro de salvarnos.

Gracias por el milagro de hacernos a tu imagen.

Gracias por el milagro de la vida.Gracias por el milagro del amor.

Gracias por el milagro de borrar nuestras culpas.Gracias Señor.

Oración: ¡Madre, ayuda nuestra fe!

Todos: ¡Madre, ayuda nuestra fe!

Abre nuestro oído a la Palabra, para quereconozcamos la voz de Dios y su llamada.

Aviva en nosotros el deseo de seguir suspasos, saliendo de nuestra tierra y confiandoen su promesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,para que podamos tocarlo en la fe.

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Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, acreer en su amor, sobre todo en los momentosde tribulación y de cruz, cuando nuestra fe esllamada a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegría del Resuci-tado.

Recuérdanos que quien cree no está nuncasolo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús,para que él sea luz en nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamenteen nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso,que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.Amén.

Papa Francisco, Porta Fidei.

2.- EXPERIENCIA DE VIDA:

PENSÓ EN ABORTO DE HIJACON SÍNDROME DE DOWN Y AHORA

CORRE MARATONES CON ELLA

WASHINGTON D.C., 17 Oct. 12 / 10:48 am (ACI/EWTN Noticias).

Heath White, un atleta, piloto gra-duado de la Fuerza Aérea de Esta-dos Unidos y agente del FBI, quecreía tenerlo todo, pensó en abor-tar a su hija Paisley por tenersíndrome de Down. Ahora corremaratones con ella y cuenta lahistoria que le dio luz a su vida.

Desde 2008, poco antes de que supequeña cumpliera su primer año,White corre todo tipo de maratonesllevándola en su coche, buscandoformar conciencia sobre la digni-dad de la vida de las personas conSíndrome de Down, y dando testi-monio de su amor de padre.

En el programa E:60, conducido porTom Rinaldi, del canal deportivo

ESPN, se reveló la historia de White, quienestaba obsesionado por la perfección, y queesperaba que su primera hija fuera, en palabrasde su esposa, Jennifer, «perfecto, como lo eraél». Y Pepper White, que nació en 2005 cumplíalos estándares esperados por los espososWhite.

Sin embargo, un año después, al revelarse queJennifer estaba embarazada por segunda vez,las pruebas prenatales revelaron que su segun-da hija tendría Síndrome de Down.

Jennifer White confesó a Rinaldi que temía que suesposo «se fuera, que se escapara». «Lo peores que sabía que él probablemente querría quela aborte, porque sabía que sus convicciones noeran tan fuertes como las mías», recordó.

En efecto, Heath White intentó denodadamenteconvencer a su esposa para abortar a su bebé,

por temor a «lo que la gentepensaría de mí».Jennifer White recordó quedurante el embarazo, su es-poso, a quien confiesa amar«más que a la vida», no eragrosero o desagradable sinoque «estaba ausente. Él sim-

plemente no estaba ahí emocionalmente, en loabsoluto».

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«Tuve que pensar ‘¿Y si lo hago? ¿Qué pasa si laaborto, si me deshago de ella? Y recuerdo unapequeña voz en mi cabeza diciendo ‘No haymanera, no sucederá. Imposible’. Me refiero aque pensé en eso quizás por una hora. Él lo hizodurante meses».

White sintió que le daban «un bebé roto» y sepreguntaba una y otra vez «¿por qué yo?».

En una carta que Heath White escribe a su hijaPaisley, y que actúa como hilo conductor delreportaje, le confiesa que «antes de que túnacieras sólo me preocupaba de cómo tudiscapacidad se reflejaba en mí. Ahora no haymejor espejo en el mundo. Tú eres mi luz en laoscuridad, y es un privilegio ser tu papá. Te amasiempre, papi».

La carta, que Heath White comenzó a escribircuando Paisley tenía 18 meses, es «solamentemi forma de repetir. Las posibilidades apuntana que ella nunca hubiera sabido la forma en laque me sentí antes de que ella naciera. Esehubiera sido mi secreto sucio que guardaríapara siempre. Pero no quería que sea unsecreto, quería que ella sepa que lo es todopara mí».

Heath recordó que cuando Paisley nació, enmarzo de 2007, su madre le dijo que su pequeñase veía como si no tuviera Síndrome de Down.Él, incómodo, dijo «ella está mintiendo. Puedesdefinitivamente ver que ella tiene Síndrome deDown».

Su esposa recordó en el reportaje, entre sollozosy con la voz entrecortada, que sintió como si«hubiera perdido un bebé, a pesar de que teníauna sentada justo frente a mí».

«Creo que fue después de que comencé a alimen-tarla que dije ‘ella está bien, es perfecta, vamosa estar bien».

Para Heath, sin embargo, aceptar a su hija letomó muchos meses. Sin embargo, llegó el día,un «momento crucial», en que mientras jugabacon Paisley y le hacía cosquillas, ella se reía ylo empujaba. «En ese momento me di cuenta deque ella era como cualquier otra niña, ella es miniña».

Desde entonces, Heath White sintió la necesidadde mostrarle al mundo a su hija, por lo quedecidió correr en maratones una vez más, luegode dejarlo por varios meses, pero esta vezllevando delante a Paisley, en su coche. Heathdijo que quería que «todo el mundo viera queestaba orgulloso de ella».

«Nadie sabía cómo me sentía antes de que ellanaciera, y si puedo evitar que una familia, unapersona viva con la culpa de casi cometer elerror que yo casi cometí, va a valer el dolor quePaisley sentirá más adelante en su vida cuandosepa cómo me sentí».

Heath reveló que su temor es que «un día, alguienla llame ‘retrasada’, que alguien use esa pala-bra en su presencia, o se burle de ella porque esdiferente, y tener que explicarle sobre la socie-dad, y tener que construirle un respaldo deautoestima para que sepa cuánto la amo».

«Todo lo que he hecho, todo lo que he tratado delograr, nunca iba a ser perfecto. Pero mi amorpor Paisley es perfecto. Siempre voy a estar ahípara asegurarme de que ella llegue a la meta».

Preguntas:1.- ¿Qué te hace pensar esta historia?

2.- ¿Qué piensa la sociedad de las personas conalguna discapacidad?

3.- ¿En qué hechos manifestamos que no valoramosla vida adecuadamente?

3.- REFLEXIÓN.

1.- Una cultura de muerte.La época moderna que estamos viviendo pre-

senta grandes paradojas, por un lado hay unavance científico y técnico sorprendente y porotro hay agresiones directas a la vida de laspersonas; es una época caracterizada por exaltarlos derechos humanos y se atropella el derechofundamental de la vida. El Papa Juan Pablo IIescribió en 1995 en la Encíclica EvangeliumVitae que: «estamos frente a una realidad másamplia, que se puede considerar como una verda-dera y auténtica estructura de pecado, caracteri-zada por la difusión de una cultura contraria a la

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solidaridad, que en muchos casos se configuracomo verdadera «cultura de muerte»» (EV 12).

Esta cultura de muer-te se manifiesta sobretodo en los ataques quese realizan en contra dela vida humana en cual-quiera de sus fases. En-tre los signos que mani-fiestan esta cultura demuerte el Papa JuanPablo II nos recuerda lodicho en el Concilio Va-ticano II en la Constitu-ción Gaudium et Spes:«Todo lo que se opone ala vida, como los homi-cidios de cualquier género, los genocidios, elaborto, la eutanasia y el mismo suicidio volunta-rio; todo lo que viola la integridad de la personahumana, como las mutilaciones, las torturas cor-porales y mentales, incluso los intentos de coac-ción psicológica; todo lo que ofende a la dignidadhumana, como las condiciones infrahumanas devida, los encarcelamientos arbitrarios, las depor-taciones, la esclavitud, la prostitución, la trata deblancas y de jóvenes; también las condicionesignominiosas de trabajo en las que los obreros sontratados como meros instrumentos de lucro, nocomo personas libres y responsables; todas estascosas y otras semejantes son ciertamente opro-bios que, al corromper la civilización humana,deshonran más a quienes los practican que aquienes padecen la injusticia y son totalmentecontrarios al honor debido al Creador» (EV 3).

Estos signos de muerte, se ven agrandados,señala el Papa, por las acciones de los estadosllamados democráticos, que pretenden legislarlos ataques a la vida, legalizando su práctica. Lamedicina misma actúa muchas veces en contra dela defensa y promoción de la vida. Lo más dramá-tico de todo es que se oscurece la conciencia: «Elresultado al que se llega es dramático: si es muygrave y preocupante el fenómeno de la elimina-ción de tantas vidas humanas incipientes o próxi-mas a su ocaso, no menos grave e inquietante esel hecho de que a la conciencia misma, casi

oscurecida por condicionamientos tan grandes, lecueste cada vez más percibir la distinción entre el

bien y el mal en lo refe-rente al valor funda-mental mismo de lavida humana» (EV4).

La cultura de muer-te nos ha ido llevandopoco a poco a oscure-cer la conciencia y te-ner graves dificultadespara distinguir entre elbien y el mal, sobre todoen lo referente a la vidahumana. Hay quienesllegan a creer que cier-tas prácticas en relación

al aborto deberían ser admitidas: embarazo encaso de violación o cuando hay malformacionesgraves o embarazo en adolescentes, etc. Hayotros que sobre el final de la vida admitirían unsuicidio asistido o prácticas eutanásicas, alegan-do baja calidad de vida o mucho sufrimiento oinvalidez permanente. Cuando se oscurece la con-ciencia se puede llegar a prácticas que atentandirectamente contra la vida y contra los derechosfundamentales de la persona.

El oscurecimiento de la conciencia ha llevadoa ataques nuevos en contra de la vida: «Peronuestra atención quiere concentrarse, en particu-lar, en otro género de atentados, relativos a la vidanaciente y terminal, que presentan caracteresnuevos respecto al pasado y suscitan problemasde gravedad singular, por el hecho de que tiendena perder, en la conciencia colectiva, el carácter de«delito» y a asumir paradójicamente el de «dere-cho», hasta el punto de pretender con ello unverdadero y propio reconocimiento legal por par-te del Estado y la sucesiva ejecución mediante laintervención gratuita de los mismos agentes sani-tarios. Estos atentados golpean la vida humana ensituaciones de máxima precariedad, cuando estáprivada de toda capacidad de defensa. Más graveaún es el hecho de que, en gran medida, seproduzcan precisamente dentro y por obra de lafamilia, que constitutivamente está llamada a ser,sin embargo, «santuario de la vida» (EV 11).

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En la vida familiar muchas de estas ideas sehan ido incubando y se han ido aceptando poco apoco. La cultura de la muerte ha entrado ennuestros hogares y se aceptan prácticas que aten-tan contra la vida. Tener un hijo, en algunoshogares, ya no es una bendición y un don de Dios,sino una carga difícil de llevar. Atender a losenfermos o ancianos no es una prioridad en lavida familiar; hay muchos ancianos que viven ensoledad total, ya sea abandonados en sus casas oen los asilos. El Papa Francisco llama a estefenómeno: «eutanasia encubierta».

Ante una cultura de muerte es necesario pro-mover una cultura de vida. El Documento conclu-sivo de Aparecida nos lo recuerda: «Niños yancianos construyen el futuro de los pueblos. Losniños porque llevarán adelante la historia, losancianos porque transmiten la experiencia y lasabiduría de su vida» (DA 447). La cultura de lavida pasa por este diálogo generacional, diálogoque recoge lo valioso de los niños y de los ancia-nos y en general de toda la familia. Los jóvenescon su empuje y los ancianos con su sabiduría.

2.- La vida don de Dios.En la experiencia de toda

persona constatamos que lavida la hemos recibido, lavida se nos ha dado. Noso-tros no nos hemos dado lavida ni la hemos pedido,simplemente se nos ha dado,otro ha tenido a bien darnosla vida. La vida es un don quecada uno de nosotros hemos reci-bimos, de nuestros padres y deDios.

El libro del Génesis expresa laintención de Yavhe al crear al hom-bre diciendo: «Hagamos al hom-bre a nuestra imagen y semejanza» (Gn. 1,26). Lacreación del hombre está inspirada en el mismoDios. La segunda narración de la creación loexpresa de manera similar, donde aparece Yavheformando al hombre de barro y participándole delaliento de vida: «Entonces el Señor Dios formó alhombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz un

aliento de vida, y el hombre fue un ser viviente»(Gn. 2,7). La intervención divina en la vida delhombre es clara: Dios crea al hombre, lo formó,le soplo aliento de vida. Estos elementos noshacen pensar en la vida que Dios nos da, la vidadel hombre participa de la vida del mismo Dios.

La vida como don de Dios tiene algunas carac-terísticas propias que podríamos tomar en cuenta:la vida es sagrada, es un derecho fundamental delhombre, la vida hay que defenderla y promoverlasiempre.

La vida es un bien sagrado porque tiene susraíces en el mismo Dios: «Al hombre se le hadado una altísima dignidad, que tiene sus raícesen el vínculo íntimo que lo une a su Creador: enel hombre se refleja la realidad misma de Dios»(EV 34). El hombre no es sólo un ser viviente,sino que refleja la vida del mismo Dios, ha sidocreado a imagen de Dios. «En la vida del hombrela imagen de Dios vuelve a resplandecer y semanifiesta en toda su plenitud con la venida delHijo de Dios en carne humana» (EV 36). La vidatiene por tanto un carácter inviolable, de ahí nace

el mandato de «no mata-rás». La vida le pertenece aDios, no al hombre, al hom-bre se le ha dado como re-galo. La vida es un bien queDios nos participa y quecomparte con nosotros.

Reconocer la vida comoun bien sagrado implica para

cada uno de nosotros y para lafamilia el valorar y respetar la vidade cada uno de sus miembros, entodas las etapas y circunstancias dela vida. El fundamento de la digni-dad de la persona está ahí en suorigen, en su participación en lavida de Dios, en ser creado a ima-

gen de Dios. El reto para cada uno es vivir la vida,reconociendo que la hemos recibido del mismoDios y que en ella se manifiesta el mismo Dios.

La vida no es un bien absoluto, sino un bienfundamental. Esto significa que el bien absolutoestá en Dios, la vida es el fundamento de nuestra

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existencia. Existimos porque se nos ha dado lavida. La vida está en la base de nuestra existenciaterrena, pero la vida en sí es pasajera, termina. Lavida humana es el fundamento de todos los bie-nes, la fuente y la condición necesaria de cual-quier actividad humana y de toda convivenciasocial. Toda vida esdigna de vivirse por-que es un bien paracada uno y para los de-más. No podemos des-preciar o desvalorar aninguna persona, me-nos aún cuando deacuerdo a nuestros cri-terios, tiene algunadiscapacidad o una en-fermedad grave.

Hoy que encontra-mos tantas manifesta-ciones que atropellan la dignidad de la personahumana necesitamos promover y defender lavida en todas sus etapas y circunstancias. Hoy quehay tantas personas que le han perdido sentido ala vida y que buscan como acabar con ella, nece-sitamos recuperar su origen sagrado y su orienta-ción hacia nuestro creador.

Hoy necesitamos hacer de nuestra familia un«santuario de la vida», que tiene su origen y suculmen en Dios. El Papa Francisco a dicho a losbrasileños en la Semana nacional de familia: «nose debe ceder ante la cultura «de usar y tirar» querelativiza el valor de la vida. Invitapor eso a proteger la vida desde elvientre materno y a defender y cui-dar a las personas mayores que sonla memoria y la sabiduría de lospueblos».

3. Celebramos gozosos la vidaen familia.

La familia que acoge la vidacomo don de Dios vive con gozocada momento de su existencia. Lafamilia que reconoce la vida comodon de Dios celebra, hace fiestaporque reconoce a Dios presente

en la vida misma. La vida se convierte así en unEvangelio, en una buena noticia para todos. Cele-brar el evangelio de la vida es hacer fiesta porvivir, es alegrarse por el hecho mismo de vivir.

Para celebrar el evangelio de la vida, «urgeante todo cultivar, en nosotros y en los demás, una

mirada contemplativa.Esta nace de la fe en elDios de la vida, que hacreado a cada hombre ha-ciéndolo como un prodi-gio (cf. Sal 139 138, 14).Es la mirada de quien vela vida en su profundidad,percibiendo sus dimensio-nes de gratuidad, belleza,invitación a la libertad y ala responsabilidad. Es lamirada de quien no pre-tende apoderarse de la rea-

lidad, sino que la acoge como un don, descubrien-do en cada cosa el reflejo del Creador y en cadapersona su imagen viviente (cf. Gn 1, 27; Sal 8, 6).Esta mirada no se rinde desconfiada ante quienestá enfermo, sufriendo, marginado o a las puer-tas de la muerte; sino que se deja interpelar portodas estas situaciones para buscar un sentido y,precisamente en estas circunstancias, encuentraen el rostro de cada persona una llamada a lamutua consideración, al diálogo y a la solidari-dad» (EV 83).

La espiritualidad de la vida es entendida comouna contemplación por la belleza y la

gratuidad de la vida y al mismo tiempocomo una responsabilidad ante ella.

Celebrar la vida en familia es desa-rrollar la capacidad de contem-

plación de la vida misma; esreconocer el don de Dios quese nos ha dado y compartirlocon los demás. Podemos en-tender la vida como un donpara donarse. Una vida paradarse en amor a los demás.

El Papa Juan Pablo II enEvangelium Vitae dice: «Res-

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pecto al culto espiritual agradable a Dios (cf. Rm12, 1), la celebración del Evangelio de la vidadebe realizarse sobre todo en la existencia coti-diana, vivida en el amor por los demás y en laentrega de uno mismo. Así, toda nuestra existen-cia se hará acogida auténtica y responsable deldon de la vida y alabanza sincera y reconocida aDios que nos ha hecho este don. Es lo que yasucede en tantísimos gestos de entrega, con fre-cuencia humilde y escondida, realizados por hom-bres y mujeres, niños y adultos, jóvenes y ancia-nos, sanos y enfermos» (EV 86).

Esperar un hermanito, implica desarro-llar la capacidad de contemplación del donde Dios en la vida de un nuevo ser, esoportunidad para desarrollar la capacidadde donación de toda la familia. Una nuevavida pone en movimiento toda nuestra ca-pacidad de amar. La familia se hace «san-tuario de la vida» cuando es capaz de con-templar el don recibido y de generar lacapacidad de donación de todos sus miem-bros a favor de la promoción de la vida.

Celebramos la vida en familia cuando lacontemplamos, cuando la vivimos en elamor, amando sobre todo a los másdesprotegidos. Hagamos fiesta en familia, por eldon de la vida que se nos ha dado.

4.- COMPROMISO.

Puede invitarse a una familia a compartir suexperiencia en un embarazo,sobre todo si este ha sido dealto riesgo o de cuidados in-tensivos. Además puedencompartir las siguientes pre-guntas.1.- ¿Qué podemos hacer para

respetar la dignidad de todapersona en nuestra familia?

2.- ¿Cómo podemos fomentar laespiritualidad de la vida ennuestra familia?

3.- Ante los ataques a la vidahumana, ¿Qué podemos ha-cer para defenderla?

5.- CELEBRACIÓN.

Monitor: Agradecemos a Dios el don de lavida. Pedimos al Señor para que la vida seaamada, defendida, respetada y valorada. Acudi-mos a la Santísima Virgen María, para que comoElla, anunciemos, celebremos y testimoniemosel Evangelio de la vida a todos los hombres.

Madrede los vivientes

Todos: Oh María,aurora del mun-do nuevo, Madrede los vivientes,a Ti confiamos lacausa de la vida:mira, Madre, elnúmero inmensode niños a quie-nes se impidenacer, de pobresa quienes se hacedifícil vivir, dehombres y muje-res víctimas de

violencia inhumana, de ancianos y enfer-mos muertos a causa de la indiferencia ode una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo sepananunciar con firmeza y amor a los hombres de

nuestro tiempo el Evangeliode la vida. Alcánzales la gra-cia de acogerlo como donsiempre nuevo, la alegría decelebrarlo con gratitud du-rante toda su existencia y lavalentía de testimoniarlo consolícita constancia, paraconstruir, junto con todos loshombres de buena voluntad,la civilización de la verdad ydel amor, para alabanza ygloria de Dios Creador yamante de la vida. Amén.

Juan Pablo II

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Objetivo: Hacer una reflexión cristiana sobrela enfermedad y la muerte en la vida familiar, paraque descubriendo su valor salvífico, las vivamoscon fe, unidos a Cristo y a María, en la alegría dela salvación.

1.- ORACIÓN

Monitor: Bienvenidos a este cuarto día dereflexión, en esta semana de la familia. Hoyvamos a centrarnos en un aspecto de nuestra vidaque muchas veces no nos gusta mucho: la enfer-medad, el dolor y la misma muerte. Vamos acentrar nuestra atención en Cristo que murió pornosotros para salvarnos. Es Cristo quien le dasentido a nuestro dolor, a nuestro sufrimiento y esél quien cura nuestras heridas. Escuchemos loque nos dice la carta a Santiago.

Lectura: St. 5, 13-15.«¿Está afligido alguno de ustedes? Que ore. ¿Está

alegre alguno? Que cante himnos de alabanza.

Está enfermo alguno de ustedes? Que llame alos presbíteros de la Iglesia para que oren sobre ély lo unjan con óleo en el nombre del Señor. Laoración hecha con fe salvará al enfermo; el Señorlo restablecerá, y le serán perdonados los pecadosque hubiera cometido». Palabra del Señor.

Dejamos un momento de silencio para releerel texto. Nos preguntamos: ¿qué nos dice el texto?¿Qué nos llama la atención? Se pueden compartiralgunos comentarios.

Monitor: La carta de Santiago nos invita aorar sobre el enfermo y ungirlo en el nombre delSeñor. La enfermedad y el dolor son parte denuestra vida. Reconocemos que el Señor nosfortalece ante la enfermedad y el dolor.

4.- También de dolor se cantaCelebremos el dolor y el sufrimiento

como medio de salvación

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Se puede hacer una procesión con algunossignos que expresen la enfermedad: muletas,jeringas, medicina, etc. Además se lleva aceite,si es posible el oleo de los enfermos y una Cruz.Mientras se hace la procesión se canta.

Canto:EL AUXILIO ME VIENE DEL SEÑOR.

El auxilio me viene del Señor,Que hizo el cielo y la tierra.

El auxilio me viene del SeñorQue hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,Tu guardián no duerme,

No duerme ni reposaEl guardián de Israel.

El auxilio me viene del….

Oración: ¡Madre, ayuda nuestra fe!

Todos: ¡Madre, ayuda nuestra fe!

Abre nuestro oído a la Palabra, para quereconozcamos la voz de Dios y su llamada.

Aviva en nosotros el deseo de seguir suspasos, saliendo de nuestra tierra y confiandoen su promesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,para que podamos tocarlo en la fe.

Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, acreer en su amor, sobre todo en los momentosde tribulación y de cruz, cuando nuestra fe esllamada a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegría del Resuci-tado.

Recuérdanos que quien cree no está nuncasolo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús,para que él sea luz en nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamenteen nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso,que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.Amén.

Papa Francisco, Porta Fidei.

2.- EXPERIENCIA DE VIDA:

LUPITA, LA AMIGA DE JESÚS.

En una ocasión, un sacerdote fue a un hospitala visitar a un sacerdote amigo que estabaenfermo; cuando se disponía a preguntar en larecepción por su compañero sacerdote, unaalegre monjita lo reconoció y de formaespontanea le dice: Hola Padre. Viene a visitaral padre Andrés y el Sacerdote contesta así es.La monjita le dice: pero el padre está ocupado,el Sr. Obispo está con él, quiero pedirle un granfavor, mientras el padre se desocupa, podríavisitar a una pequeñita que tenemos aquí, sellama Lupita y tiene 8 años. El padre pregunta.¿Pues qué es lo que tiene? ¿De qué estáenferma? La Monjita le explica que tiene cánceren los huesos y ya ningún medicamento le haceefecto. Que no le vaya a apachurrar su manitay sus deditos porque le dolerán mucho, más delo que se imagina.

La monjita dirigiéndose a Lupita le dice: - holaLupita ¿cómo estás? ¿Cómo amaneciste? Larespuesta de la niña fue – mucho mejor MadreTeresita. La monjita le dice: mi niña te traigouna sorpresa que te va a alegrar mucho y la niñainquieta pregunta: – ¿qué es madrecita, quées? En eso entra el sacerdote con una sonrisamuy franca y en saludo le dice ¿Cómo estasangelito?- Muy bien padrecito, y le preguntaaquel tierno angelito: ¿oiga padrecito usted yafue a misa? El sacerdote contesta: – si mi‘jaantes de venirme de mi Parroquia celebre misade seis de la mañana. -Le puedo pedir unfavorcito padrecito, acérquese un poquito por-que quiero estar cerquitas de mi amigo Jesúsque lo trae en su corazón. La niña poniendo sumano en el pecho del sacerdote cerró sus ojitosy como resultado le salieron dos lagrimitas. Elsacerdote conmovido y a su lado la monjitacomenzaron a llorar; el sacerdote dice: queregalo tan grande me ha permitido Dios, tenerentre mis manos al ángel del Señor. Fueronsegundos muy hermosos.

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A los pocos días aquel sacerdote se daba cuentaque Lupita había sido llamada por Dios aparticipar de su gloria. Para el sacerdote aquel,los enfermos son un hermoso regalo que Diosnos tiene preparado para ver su presencia realen ellos.

Así como Lupita vivió su dolor con la esperagozosa en el encuentro Eucarístico con elSeñor.

Ahora nos preguntamos:1.- ¿Qué te llama la atención de esta historia?

2.- ¿Qué actitudes tenemos frente a la enfermedady el sufrimiento?

3.- ¿Por qué ungimos con los santos oleos a losenfermos?

4.- ¿Por qué la enfermedad y el dolor nos entris-tecen?

3.- REFLEXIONAMOS.

1.- Una sociedad desenfrenada al placer.

La sociedad actual se caracteriza por la bús-queda desesperada de lo placentero con satisfac-ciones inmediatas. Es una sociedad hedonistadonde la persona ha centrado la atención en lasatisfacción de sus deseos y de sus necesidades.Los medios de comunicación sobre estimulan losdeseos invitando a su satisfacción inmediata. Eldocumento de aparecida habla de esta culturadiciendo: «Como sólo se necesita lo inmediato, lafelicidad se pretende alcanzar con bienestar eco-nómico y satisfacción hedonista» (DA 50). Esuna cultura que en muchos casos se rige por losdeseos y no tanto por la razón.

En esta cultura es difícil aceptar la frustración,el sufrimiento y el sacrificio. La cultura hedonistapropone quitar todo límite que pueda entorpecero inhibir lo placentero. Esta cultura nos estállevando a tener dificultades para integrar lassituaciones difíciles de la vida, queremos evitar-las a toda costa. Hoy queremos evitar el dolor,somos intolerantes a los sacrificios, la enferme-dad provoca desesperación, los ancianos son re-legados en asilos, queremos sacar la muerte denuestras casas, queremos que la vida sea fácil.

Cuando el hombre tiene poca tolerancia a lafrustración, busca compensaciones que inhibansu frustración, así cae fácilmente en estados de-presivos, se deja llevar por las adicciones (alco-hol, droga, sexo, etc.); se siente mal porque lascosas no resultan como el quería. La culturahedonista nos abre un horizonte de vida, donde lomás importante sería experimentar placer y bien-estar quitando todo esfuerzo y sacrificio.

La familia en la actualidad se ha visto envueltaen esta cultura del poco esfuerzo y de la búsquedade satisfacciones inmediatas. En la familia hayrazonamientos que expresan esta cultura, talescomo: ¿por qué privarme de mis gustos? Que mishijos no sufran lo que yo sufrí. Dale lo que pidepara que no llore. No le prohíbas porque se puedefrustrar. Déjalo que se divierta. En la casa se haido implantando esta cultura de lo fácil, lo placen-tero, lo cómodo, lo light.

La cultura hedonista nos ha ido llevando atenerle miedo al dolor, al sufrimiento, a la enfer-medad, a la muerte. Tenemos miedo sufrir yvemos el sufrimiento como castigo. En esta cul-tura es difícil encontrarle sentido al sufrimiento ycuando este se presenta en nuestra vida no sabe-mos qué hacer y nos desesperamos, renegamos,sufrimos de más. El catecismo de la Iglesia afir-ma: «La enfermedad puede conducir a la angus-tia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso ala desesperación y a la rebelión contra Dios.Puede hacer a la persona más madura, ayudarla adiscernir en su vida lo que es esencial para volver-se hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, laenfermedad empuja a una búsqueda de Dios, unretorno a El» (CEC 1501). El sufrimiento nospuede destruir o nos puede ayudar a madurar yencontrarnos con Dios.

2.- El dolor que salva.

En la sagrada escritura aparece un personajeque es tocado por el sufrimiento, el Santo Job.Parece que a Job le han tocado todas las desgra-cias hasta llegar incluso a experimentar la enfer-medad y el dolor que le hacen pedir incluso lamuerte. Sus amigos y su misma esposa quierenconvencerlo de que sufre porque es un pecador,sin embargo la experiencia de Job nos introduce

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en el misterio del sufrimiento: el justo sufre, sinhaber cometido algún delito.

Pero el sufrimiento de Job nos deja sin unaexplicación clara del porqué del sufrimiento. EsCristo Jesús quien viene a revelarnos el sentidoprofundo del sufrimiento. «Por su pasión y sumuerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo alsufrimiento: desde entonces éste nos configuracon El y nos une a su pasión redentora» (CEC1505). Cristo asume el sufrimiento para la salva-ción del hombre, abraza el sufrimiento por amoral hombre. Es un amor salvífico, dice el papa JuanPablo II (SD 14). Jesús nos revela la dimensión dela redención, asume el sufrimiento para que elhombre tenga vida eterna. Jesús no viene a quitarel sufrimiento físico, sino que nos ofrece vidaeterna. En otras palabras el sufrimiento físicocomo camino de salvación eterna.

A partir de Cristo el sufrimiento adquiere unadimensión salvífica. «Como resultado de la obrasalvífica de Cristo, el hombre existe sobre latierra con la esperanza de la vida y de la santidadeternas. Y aunque la victoria sobre el pecado y lamuerte, conseguida por Cristo con su cruz yresurrección no suprime los sufrimientos tempo-rales de la vida humana, ni libera del sufrimientotoda la dimensión histórica de la existencia hu-mana, sin embargo, sobre toda esa dimensión ysobre cada sufrimiento esta victoria proyecta unaluz nueva, que es la luz de la salvación» (SD 16).

Es importante decir que el sufrimiento no seacepta ciegamente, sufrir por sufrir, sino que en elsufrimiento hay una dosis fuerte de amor. «En lacruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redenciónmediante el sufrimiento, sino que el mismo sufri-miento humano ha quedado redimido» (SD 19).El sufrimiento que salva tiene como nota caracte-rística el amor, la entrega, la donación; así comoCristo que ama al hombre y se entregó totalmentepara salvarlo. El sufrimiento por el sufrimientopierde todo sentido y todo significado, el sufri-miento por amor es salvador. «El cristiano sabeque siempre habrá sufrimiento, pero que le puededar sentido, puede convertirlo en acto de amor, deentrega confiada en las manos de Dios, que no nosabandona y, de este modo, puede constituir unaetapa de crecimiento en la fe y en el amor» (LF56).

El Papa Francisco nos invita a descubrir en elsufrimiento una oportunidad de crecimiento en lafe y en el amor. El cristiano es purificado por elsufrimiento, como el oro es purificado por elfuego. Sólo desde la fe se puede dar significado alsufrimiento, sólo desde la fe el sufrimiento essalvador para el hombre. El Papa Francisco nosinvita a descubrir la luz que ofrece el sufrimientoal camino del hombre: «La luz de la fe no disipatodas nuestras tinieblas, sino que, como una lám-para, guía nuestros pasos en la noche, y eso bastapara caminar» (LF 57).

El sufrimiento salvador se vive en el amor, enla entrega; purifica la vida del hombre e iluminasu camino diario. Es importante que nuestrasfamilias vivan los momentos de dolor y sufri-miento en el amor, como espacios de salvaciónpara toda la familia. Es verdad que no podemoslibrarnos del sufrimiento, pero si le podemos darotro sentido, un significado nuevo que iluminenuestro camino de vida. Ejercitarnos en pequeñasprivaciones nos prepara para enfrentar las gran-des pruebas y los grandes sufrimientos. Paraquien no tiene fe, el sufrimiento es una desgracia,para el hombre de fe es salvación.

Cristo, con su muerte en la cruz, nos introduceen un sentido nuevo del dolor y del sufrimiento.Es en la cruz de Cristo donde encontramos toda la

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fuerza y la profundidad del sufrimiento comomedio de salvación. «El sufrimiento humano haalcanzado su culmen en la pasión de Cristo. Y ala vez ésta ha entrado en una dimensión comple-tamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unidaal amor, a aquel amor del que Cristo hablaba aNicodemo, a aquel amor que crea el bien, sacán-dolo incluso del mal, sacándolo por medio delsufrimiento, así como el bien supremo de laredención del mundo ha sido sacado de la cruz deCristo, y de ella toma constantemente su arran-que. La cruz de Cristo se ha convertido en unafuente de la que brotan ríos de agua viva» (SD 18).

El sufrimiento vivido así, da significado a lavida del hombre en la tierra y a los dolores queexperimenta en su diario caminar y lo impulsa ala vida eterna. El sufrimiento unido a la cruz deCristo salva a la persona y al mundo entero. Vivirel sufrimiento unido a Cristo da sentido a la viday nos abre el camino a la vida eterna.

3.- La familia de pie ante la cruz.La cruz para los

cristianos es signo desalvación, de entre-ga, de sufrimiento yde muerte. Es un sig-no que expresa elamor de Dios por lahumanidad. En lacruz Cristo muere pornosotros, para perdo-narnos los pecados.La cruz es el singo dela victoria, en la cruzCristo vence el peca-do y la muerte. En lacruz Cristo es glorifi-cado, levantado en loalto para ser entroni-zado como rey supremo del cielo y de la tierra.

La familia que es tocada por el sufrimiento, eldolor y la muerte está llamada a vivir estosmomentos de pie, porque confía en el Señor ytiene puesta su esperanza en la vida eterna. Estarde pie frente a la cruz es vivir el sufrimientounidos a Cristo, con entereza y confianza en Dios.

El sufrimiento es oportunidad de crecimiento enel amor. Muchos matrimonios y familias se hanvisto fortalecidos en el amor viviendo su sufri-miento y su dolor unidos a Cristo.

Para vivir la experiencia del sufrimiento depie, tenemos muchos ejemplos de vida. Maríapermanece de pie ante la cruz, en la crucifixión.San Pablo ofrece sus padecimientos por la salva-ción propia y de toda la Iglesia: «Ahora me alegrode padecer por ustedes, pues así voy completandoen mi existencia terrena, y a favor del cuerpo deCristo, que es la Iglesia, lo que aún falta al total desus sufrimientos» (Col. 1,24).

En la vida diaria encontramos hombres y mu-jeres que nos ayudan a encontrar luz en su propiosufrimiento. El Papa Francisco señala a «SanFrancisco de Asís, del leproso; la Beata MadreTeresa de Calcuta, de sus pobres». Ellos fueroninspiración para vivir una vida entregada a losdemás, una vida entregada a Dios. En los quesufren han captado el misterio que se esconde en

ellos. Acompañar a los quesufren es encontrar luz paranuestro camino. Ante el quesufre, hay que permanecer depie para poder aliviar su do-lor, para acompañarlo en losmales que le aquejan.

Estar de pie ante la cruz,para la familia implica darlesignificado al sufrimientouniéndolo a la pasión de Cris-to. Estar de pie ante la cruz esacercarse al que sufre paraprestarle un servicio en elamor de Cristo. Es acercarnoscomo la Verónica, para enju-gar el rostro ensangrentado deCristo en nuestros hermanos

tocados por el sufrimiento, por el dolor, por laenfermedad. Hoy necesitamos que nuestra fami-lia este de pie ante el signo de la cruz en elsufrimiento propio y de los demás.

Finalmente estar de pie ante la cruz, es dargloria a Dios por el dolor propio. Nuestra gente loentiende bien diciendo: «bendito sea Dios». Pa-

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blo y Silas encarcelados, cantan himnos al Señor.Ante la enfermedad hay que aprender a elevarhimnos y cánticos al Señor. Para el cristiano lossufrimientos son un motivo más para alabar aDios, pues actualizanla salvación que Cristoofreció por nosotros ypor el mundo entero enla Cruz.

Cuantos enfermosen la familia viven enuna continua alabanzaa Dios, ofreciendo sudolor por la salvaciónpropia y de toda la Igle-sia. Vemos a muchosenfermos orando per-manentemente, con surosario desgastado enla mano. Como dice el dicho: «También de dolorse canta». Se canta porque se sabe en quien se hapuesto la confianza, se canta porque se esperavida nueva, vida eterna. Hoy necesitamos fami-lias que estén de pie ante la cruz y canten alaban-zas al Señor Dios Todopoderoso.

5.- COMPROMISO.

Se puede invitar a una familia que comparta su testimonio antela enfermedad de algún miembro de la familia o ante lapérdida de un ser querido, se pueden ayudar de las siguien-tes preguntas.

1.- ¿Cómo prepararnos para vivir el sufrimiento ennuestra familia?

2.- ¿Qué hacer en nuestra familia para darle unsentido salvador al dolor y al sufrimiento?

3.- ¿Qué podemos hacer para acompañar a nuestroshermanos enfermos?

5.- CELEBRACIÓN.

Monitor: San Pablo en su carta a los Colosensesdice: «Ahora me alegro de padecer por ustedes,pues así voy completando en mi existencia terrena,y a favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, loque aún falta al total de sus sufrimientos» (Col.1,24). La alegría del apóstol está en el descubri-

miento que hace del valor del sufrimiento, Pablodescubre su sentido salvador. Nosotros que expe-rimentamos el dolor y el sufrimiento, buscamosencontrarle su sentido salvador para alegrarnos

en el Señor, viviendonuestros sufrimientosunidos a Cristo y poderacompañar a nuestroshermanos que sufren.Hagamos una oraciónpor nuestros hermanosenfermos.

Se puede hacer unaoración pidiendo saludy fortaleza para nues-tros hermanos enfer-mos. Se concluye conla siguiente oración.

Oración de sanación

Señor Jesús, creo que estás vivo y resucita-do. Creo que estás realmente presente en elSantísimo Sacramento del altar y en cada unode los que en ti creemos. Te alabo y te adoro.Te doy gracias, Señor, por venir hasta mí, comopan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud dela vida. Tú eres la resurrección y la vida. Túeres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy quiero presentarte todas mis enferme-dades porque tú eres el mismo ayer, hoy ysiempre y tú mismo me alcanzas hasta dondeestoy. Tú eres el eterno presente y tú meconoces...

Ahora, Señor, te pido que tengas compasiónde mí. Visítame a través de tu Evangelio paraque todos reconozcan que tú estás vivo en tuIglesia hoy; y que se renueve mi fe y miconfianza en ti. Te lo suplico, Jesús.

Ten compasión de mis sufrimientos físicos,de mis heridas emocionales y de cualquierenfermedad de mi alma. Ten compasión de mí,Señor.

Bendíceme y haz que vuelva a encontrar lasalud. Que mi fe crezca y me abra a lasmaravillas de tu amor, para que también sea

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testigo de tu poder y de tu compasión.

Te lo pido, Jesús, por el poder de tus santasllagas, por tu santa cruz y tu preciosa sangre.

Sáname, Señor. Sana mi cuerpo, sana micorazón, sana mi alma.

Dame vida y vida en abundancia. Te lo pidopor intercesión de María Santísima, tu madre,la Virgen de los Dolores, la que estaba presen-te, de pie, cerca de la cruz. La que fue laprimera en con-templar tus san-tas llagas y quenos diste pormadre.

Tú nos has re-velado que ya hastomado sobre ti,todas nuestrasdolencias y portus santas llagashemos sido cura-dos.

Hoy, Señor, tepresento en fetodas mis enfer-medades y te pidoque me sanes completamente.

Te pido por la gloria del Padre del cielo, quetambién sanes a los enfermos de mi familia y amis amigos. Haz que crezcan en la fe, en laesperanza, y que reciban la salud para gloriade tu Nombre. Para que tu Reino siga exten-diéndose más y más en los corazones, a travésde los signos y prodigios de tu amor.

Todo esto te lo pido, Jesús, porque tú eresJesús. Tú eres el buen pastor y todos somosovejas de tu rebaño. Estoy tan seguro de tuamor que aún antes de conocer el resultado demi oración, En fe, te digo: Gracias Jesús, por loque tú vas a hacer en mí y en cada uno de ellos.

Gracias por las enfermedades que tú estássanando ahora, gracias por los que tú estásvisitando con tu misericordia. Amén.

Canto:SÁNAME, SEÑOR CON TU ESPÍRITU.

Sáname Señor con Tu espíritu (3)y déjame sentir,

el fuego de tu amor,aquí en mi corazón... Señor,

y déjame sentir,el fuego de tu amor,

aquí en mi corazón Señor.

Lávame Señor con Tu espíritu (3)y déjame sentir,

el fuego de tu amor,aquí en mi corazón... Señor,

y déjame sentir,el fuego de tu amor,

aquí en mi corazón Señor.

Renuévame Señor con Tu espíritu (3)y déjame sentir,

el fuego de tu amor,aquí en mi corazón... Señor,

y déjame sentir,el fuego de tu amor,

aquí en mi corazón Señor.

Todos:

Señor Jesús, queremos agradecer-te por todos los dolores que por amor

a nosotros padeciste y sigues padeciendo, ypor las inmensas bendiciones que derramaspor medio de las pruebas y tribulaciones quepermites en nuestra vida.

Te pedimos sabiduría y discernimiento paradescubrir tu presencia en ellas, paciencia yfortaleza para asumirlas y amor para aceptartu voluntad.

Ayúdanos Señor para que en nuestro cora-zón encuentres tierra fértil, para que germinetu palabra y danos perseverancia para que connuestra manera de vivir demos testimonio deque tu estas vivo en medio de nosotros y delgrande amor que nos tienes.

María Madre nuestra enséñanos a vivir yaceptar los pequeños dolores y sufrimientos, aejemplo de tu Hijo. Amén.

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5.- Un carcelero de fiesta

Objetivo: Meditar en la conversióndel carcelero de Filipos, para que des-cubriendo la salvación que nos vienede creer en Dios, celebremos una fies-ta de familia por haber creído en elSeñor.

1.- ORACIÓN

INVOCACION AL ESPIRITU SANTO

Secuencia de PentecostésVen, Espíritu Santo,y envía del Cieloun rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres,ven, dador de gracias,ven luz de los corazones.

Consolador magnífico,dulce huésped del alma,su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga,brisa en el estío,consuelo en el llanto.

¡Oh luz santísima!llena lo más íntimode los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda,nada hay en el hombre,nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado,riega lo que está árido,sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido,calienta lo que está frío,endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles,que en Ti confíantus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud,dales el puerto de la salvación,dales la felicidad eterna.

1. LECTURA (Hch 16, 25-40)Cerca de la medianoche, Pablo y

Silas oraban y cantaban las alabanzasde Dios, mientras los otros prisioneros

Celebraron una fiestaen su casa

por haber creído en el Señor

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los escuchaban. De pronto, la tierracomenzó a temblar tan violentamenteque se conmovieron los ci-mientos de la cárcel, y enun instante, todas las puer-tas se abrieron y las cade-nas de los prisioneros sesoltaron. El carcelero sedespertó sobresaltado y, alver abiertas las puertas dela prisión, desenvainó suespada con la intención dematarse, creyendo que losprisioneros se habían es-capado. Pero Pablo le gri-tó: «No te hagas ningúnmal, estamos todos aquí».

El carcelero pidió unasantorchas, entró precipitadamente en lacelda y, temblando, se echó a los pies dePablo y de Silas. Luego los hizo salir yles preguntó: «Señores, ¿qué debo ha-cer para alcanzar la salvación?». Ellosle respondieron: «Cree en el Señor Je-sús y te salvarás, tú y toda tu familia».En seguida le anunciaron la Palabra delSeñor, a él y a todos los de su casa. A esamisma hora de la noche, el carcelero losatendió y curó sus llagas. Inmediata-mente después, fue bautizado junto contoda su familia. Luego los hizo subir a sucasa y preparó la mesa para festejar conlos suyos la alegría de haber creído enDios.

Cuando amaneció, los magistradosenviaron a los inspectores para que di-jeran al carcelero: «Deja en libertad aesos hombres». El carcelero comunicóentonces a Pablo: «Los magistrados memandan decir que los deje en libertad;por lo tanto, salgan y vayan en paz».Pero Pablo respondió a los inspectores:«Ellos nos hicieron azotar públicamen-te sin juicio previo, a nosotros que so-mos ciudadanos romanos, y nos pusie-ron en la cárcel. ¡Y ahora nos quieren

hacer salir a escondidas! ¡De ningunamanera! Que vengan ellos en persona a

dejarnos en libertad». Losinspectores repitieron estaspalabras a los magistrados;estos, al enterarse de que eranciudadanos romanos, seasustaron y fueron a trataramigablemente con ellos.Luego los pusieron en liber-tad y los invitaron a alejarsede la ciudad. Cuando salie-ron de la prisión, Pablo ySilas fueron a la casa de Li-dia, donde volvieron a ver alos hermanos y los exhorta-ron. Después partieron.

Palabra de Dios.

2.- COMENTARIO AL TEXTO.

El motivo de la detención, que no leemos enesta lectura, fue que Pablo, al curar y convertir auna muchacha que actuaba de vidente o pitonisa,malogró el negocio de los que explotaban estahabilidad. Y además, las autoridades romanassospecharon que estaba difundiendo el judaísmoen la ciudad, cosa que no querían.

Ayer tocaba éxito. Hoy, la persecución, lapaliza y la cárcel. La cosa es que apalearon aPablo y sus acompañantes y los metieron en lacárcel.

Fueron arrojados a la mazmorra, es decir, allugar más profundo y seguro de la cárcel y se lestrabaron los pies con el cepo, un pesado tronco demadera que les impediría caminar. Aún en estascircunstancias los apóstoles mantienen alto elánimo: oran y cantan, asombrando seguramente alos demás encarcelados que, pronto, podrán ex-plicarse el motivo de tanta entereza: nos dice elautor que una especie de terremoto liberó mila-grosamente a los apóstoles del cepo y las cadenas,y abrió las puertas de la cárcel. Milagros comoeste son comunes en el libro de los Hechos yplantean agudamente el problema de suhistoricidad.

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La escena que sigue está llena de detalles acuál más interesantes:

A media noche, Pablo y Silas, a pesar de estarmedio muertos por la paliza, cantan salmos aDios, un oportuno temblor del edificio abre laspuertas de la cárcel y rompe las cadenas, peroPablo no aprovecha para escapar, sino que sepreocupa de que el carcelero no se haga daño y leinstruye en la fe a él y a toda su familia, y lesbautiza y todo termina en una fiesta en casa delcarcelero. Lo que podía haber sido un fracaso,termina bien. Y Pablo y los suyos pueden seguirpredicando a Cristo, aunque deciden salir deFilipos, por la tensión creada.

El carcelero, antes de hablar, realiza una seriede movimientos: pide luz para ver qué pasa,entra de un salto en la prisión, tembloroso searroja a los pies de los misioneros y luego lossaca fuera de la cárcel. Luego viene la preguntadel carcelero: ¿Qué tengo que hacer para salvar-me? Los misioneros piden al carcelero fe en elSeñor Jesús, para que se salve él y su casa. Luegoles anuncian la Palabra del Señor a él y a todoslos de su casa. Por último, luego de lavar lasheridas de Pablo y Silas, reciben el Bautismo ély todos los de su casa.

Después de todo esto, el carcelero les hizosubir a su casa y les preparó la mesa, dondeposiblemente (no lo dice el texto) cele-braron la Cena del Señor. Y así sealegró con toda su familia porhaber creído en Dios. El textoinsiste cinco veces en la par-ticipación de toda la casa delcarcelero en la fe y la salva-ción, el anuncio de la Pala-bra, el Bautismo, la Eucaris-tía y el gozo. El carcelero ytoda su casa han encontrado aDios en la liberación de Pa-blo y Silas. ¿Por qué esta in-sistencia en la casa? Porque ésta era la estructurabásica de la ciudad. La casa (oikos) y su lógica oracionalidad (la oiko-nomía) era la base de laciudad (la polis) y la raíz de la ciudadanía (lapoliteía). El evangelio lo recibe personalmente el

carcelero, pero al mismo tiempo todos los de sucasa. Hay una encarnación personal y estructuraldel Evangelio en la ciudad. Es interesante notartambién el camino de salvación que sigue elcarcelero y su casa: fe en el Señor Jesús-escuchade la Palabra del Señor-Bautismo-Eucaristía-Gozo.

3.- MEDITACION.

La gente se amotinó contra Pablo y Silas... Lesarrancaron los vestidos, les azotaron con varas...Molidos a palos, los echaron a la cárcel. ¿Por quétodo esto?

Sencillamente, porque Pablo había exorcizadoa una pobre muchacha, endemoniada, que dabamucha ganancia a sus amos por sus dotesadivinatorias. Así, los azotes recibidos en Asiaprocedían de los judíos, descontentos de ver lacreciente expansión de la nueva Fe...

Señor, ¿qué es lo que quieres decirme, pormedio de estos detalles? La violencia es de todoslos tiempos. En todo tiempo se ha tratado deimpedir a la Iglesia que llevara a cabo su obra.

Hacia la medianoche, Pablo y Silas orabancantando himnos aDios, y los otros pri-sioneros los escucha-ban. Viven esa bien-aventuranza. Son fe-lices. ¡Cantan! Suactitud misma es unapredicación delEvangelio: los otrosprisioneros parecensorprendidos: ¡Gen-te molida a palos ycantando! Esto ha detener una explica-ción…

Dios es el todo desu vida. En las dificultades de la vida puedesuceder que uno se rebele, y así es a veces. O bien,de modo un tanto misterioso, uno puede aceptar laextraña «bienaventuranza»: ¡Felices los que llo-ran! Repítenos, Señor, cómo ha de ser asumido el

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sufrimiento para que se convierta en un valor.De repente, un terremoto... las puertas de la

cárcel quedan abiertas... El carcelero se despiertay quiere suicidarse creyendo que los presos ha-bían huido. El pobre hombre, al cuidado y servi-cio de la cárcel está perturbado. Cree que hafallado en sus responsabilidades como carcelero.

Pablo le grita al carcelero: «No te hagas ningúnmal, estamos todos aquí. Cree en el Señor Jesús yte salvarás tú y toda tu familia».

¡Divertida situación! Es el prisionero quienreconforta a su guardián y quien le comunica labuena noticia: ¡no te hagas ningún mal! ¡Dios noquiere el mal de los hombres! ¡Dios quiere que lahumanidad sea feliz!

En seguida el carcelero los llevó consigo a suhabitación, lavó sus heridas, preparó la mesa yexultó de gozo con toda sufamilia. La no-violenciadesarma. Extraña escenafinal, en la que se ve alverdugo curando a la vícti-ma y recibiéndola en sumesa familiar.

Exaltó de gozo, por ha-ber creído en Dios. La feprogresa... como la alegríaque la acompaña. Alegría yfe. Y esa alegría por habercreído no se queda en suinterior va y la compartecon toda su familia, con losde su casa.

Toda la familia del car-celero hace fiesta y es que la fe en Cristo Resuci-tado provoca un gran gozo en el creyente que semanifiesta en la FIESTA.

¡Aumenta nuestra fe, Señor! ¡Aumenta nues-tra alegría, Señor! Y que la cruz no sea fuente detristeza sino que sea gozo para nuestra vida.

Preguntas:1.- ¿Seríamos capaces de estar a medianoche,

molidos de una paliza, cantando salmos connuestros compañeros de cárcel?

2.- ¿Sabemos aprovechar toda circunstancia ennuestra vida para seguir anunciando a Jesús,como hizo Pablo con el carcelero?

3.- Cinco veces se menciona la casa o familia delcarcelero. ¿Qué significa esta evangelización dela casa y qué consecuencias pastorales tieneesto?

4.- ¿Cómo hacer de mi fe una fiesta continua en mifamilia?

4.- CONTEMPLACION

La Pascua de Cristo, al ser vivida por nosotrosmismos, continuamente nos hace pasar a unavida cada vez más perfecta, hasta que gocemosde su plenitud en la Vida eterna. Aquel carcele-ro, tiene, en pocos momentos, un proceso deconversión, que culmina en el reconocimientode Jesús como Salvador, bautizándose en su

Nombre y celebran-do una fiesta fami-liar. Tal vez la ma-yoría de nosotros,bautizados desde pe-queños, vivamosnuestra fe, más portradición familiarque por un auténticocompromiso perso-nal con el Señor. Élnos invita en este díaa reflexionar sobrelas razones de nues-tra fe, pues no la he-mos de tener comouna luz que se ha

ocultado debajo de una olla de barro, sino que lahemos de manifestar a través, no sólo del culto,sino también del bien que hagamos a los demás,limpiando las heridas de su pobreza, de lasinjusticias de las que hayan sido víctimas, de suspecados que les hayan deteriorado su espíritu.La Iglesia de Cristo está, por tanto, llamada, acontinuar la obra de salvación en el mundo.Tratemos, pues, de cumplir con la misión queDios nos ha confiado para que todos lleguemosa participar de la alegría que nos viene por creeren Cristo Jesús.

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La mirada del creyente ha de penetrar a pro-fundidad y acoger el significado de la Palabra deDios. Se nos quiere decir que el Evangelio nopuede ser encadenado. Que aún la cárcel es terri-torio de misión.

Como en el caso del carcelero de Filipos quefue preservado del suicidio por la confortadorapalabra de Pablo: «no te hagas daño, aquí estamostodos». Y lo que había comenzado tan dolorosa ydramáticamente termina en la alegría y en la luzy los cantos de la fiesta.El carcelero junto consu familia hace fiesta porla fe recibida, y agasajaa los apóstoles. Así sonlos caminos de Dios.Para que aprendamos avalorar el don preciosoque se nos ha hecho con-cediéndonos conocer,amar y creer en Jesu-cristo. Para que nos ase-guremos de que, aún enmedio de las circunstan-cias más adversas, po-demos comunicar aotros nuestra fe, ser misioneros.

Ya estamos superando la idea de un Dios tristey aburrido. Dios no es un viejo en decadencia.Dios es la plenitud de la vida. El Dios de Jesucris-to es el Dios del Amor gratificante, el Dios de laAlegría perfecta, el Dios de las Bienaventuranzascompletas, el Dios de la Pascua victoriosa. Es elDios que colma de gozo, que embriaga de Espíri-tu, que deleita y entusiasma en la oración y en elcanto, que inunda de una paz que sobrepasa todojuicio».

«En presencia de Yahveh danzaré yo». Estafue la respuesta que dio David a su esposa, cuan-do le recriminó que se pusiera a danzar como uncualquiera. «David danzaba con todas sus fuerzasante Yahveh, vestido sólo con un roquete de lino»(2Sam. 6, 14-21).

Nosotros, más que reprender a David, tendría-mos que reprendernos a nosotros mismos, porqueno danzamos en presencia de Dios. Nos ponemos

ante El con demasiada seriedad y formulismo;mucha solemnidad y poca fiesta, mucha palabray poca emoción, mucha rutina y poca pasión.

Lo mismo nos pasa en nuestra vida. Hay car-gas necesarias, las del amor. Pero hay cargas quenos echamos encima innecesariamente para me-recer, para cumplir, para ganar, para triunfar.Soltemos todas nuestras cargas y pongámoslassobre el Señor (Mt. 11, 28-29). Libérate de angus-tias y preocupaciones. Vive confiado y jubiloso.

Convierte tu vida en uncanto para el Señor.

Cuando Jerusalén te-nía sobradas razonespara el miedo y la triste-za, escucha una palabraprofética que le llega alalma y le llena de ale-gría el corazón: No te-mas... El Señor tu Dios,en medio de ti, es unguerrero que salva...Alégrate y gózate detodo corazón. CuandoPablo, vencido y enca-denado, tenía podero-

sas razones para sentirse agobiado y deprimido,lanza este pregón desconcertante: «Estén siem-pre alegres en el Señor». El mismo, encarceladoen Filipos, en el calabozo interior y sujetos suspies con grillos, con las espaldas sangrantes porlos muchos azotes, se pone a medianoche a cantarhimnos a Dios, llegando a conmover el edificiopor la fuerte vibración del Espíritu. Sus queridosfilipenses habían aprendido que la fe era unafiesta. Es el caso de Lidia y el carcelero, que «sealegró con toda su familia por haber creído enDios».

Dicen que los primeros cristianos se apartabande fiestas oficiales y de espectáculos públicos.¿Saben por qué? Porque no los necesitaban, por-que la fiesta la llevaban dentro. El cristiano estásiempre alegre en el Señor, siempre.

El ¿por qué de nuestra alegría? La fuente denuestra alegría es más bien secreta y misteriosa.No viene, desde luego, de este mundo. El cristia-

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no se goza más en el servicio que en el poder, másen la pobreza que en el confort, más en el anoni-mato que en el éxito. No es una alegría que tengarelación directa con elplacer o la comodidado la fortuna. Tampocoes cuestión de tempe-ramento o de recetapsicológica o de tera-pia vitalista. Está enlas antípodas de la di-versión prefabricada odel fármaco hedonis-ta o de las euforias delalcohol.

La alegría cristia-na viene del Señor. Esun don o fruto del Es-píritu. El cristiano se alegra: porque se sienteinmensamente amado, porque ha dado sentido asu vida, que no es otro que el amor, porque nuncase siente solo. Vive siempre el gozo de la comu-nión, tanto hacia dentro como hacia fuera. Sesiente salvado. Puede iluminar sus realidadesoscuras, como el sufrimiento, la limitación y elfracaso. Todo lo relativiza, con gran sentido delhumor, porque está seguro que nada, ni sus peca-dos, le apartarán del Señor, de su Amor y porque,gracias a Cristo, incluso la muerte se le convierteen Pascua.

Todas las razones vienen a resumirse en una:el amor. Sólo el que se siente amado y el que ama,puede vivir la intensa y grande alegría. Adán, porejemplo, no se entusiasmó con las maravillas delparaíso terrenal, ni con todos los bienes queposeía, hasta que no encontró a la mujer y nacióen su corazón herido -por lo de la costilla- elamor. Entonces dio un grito, danzó de entusias-mo.

Cuando amamos a una persona, ella es lafuente de nuestro gozo. Cuando nos sentimosamados, una seguridad y satisfacción enormesnos invaden. El amor da ritmo y color a la vida.

Yo comprendo que ame a la Iglesia, inclusoque me ame a mí, pero compasivamente, que meame como la madre al niño más débil y enfermo.

Pero ¿cómo se puede enamorar Dios de mí?,¿cómo me puede amar con pasión? Conoce Diosmi barro perfectamente: mis caídas, mis olvidos,

mis cansancios, mis rutinas,mis traiciones. ¡Si hasta meavergüenzo yo de mí mismo!Lo que pasa es que no conoz-co nada del amor, y menosaún del amor de Dios. El amorno busca motivos para amar.El amor de Dios siempre esgratuito. La belleza y la per-fección nunca son la causadel amor de Dios, sino el efec-to. Su amor nos crea, nos re-crea, nos deleita y nos santifi-ca.

5.- ORACION:

¡Madre, ayuda nuestra fe!

¡Madre, ayuda nuestra fe!

Abre nuestro oído a la Palabra, para quereconozcamos la voz de Dios y su llamada.

Aviva en nosotros el deseo de seguir suspasos, saliendo de nuestra tierra y confiandoen su promesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,para que podamos tocarlo en la fe.

Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, acreer en su amor, sobre todo en los momentosde tribulación y de cruz, cuando nuestra fe esllamada a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegría del Resuci-tado.

Recuérdanos que quien cree no está nuncasolo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús,para que él sea luz en nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamenteen nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso,que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.Amén.

Papa Francisco, Porta Fidei

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Los PadresTransmisores de la Fe

Cada hijo es una muestra de confianza de Dioscon los padres, que les encomienda el cuidado y laguía de una criatura llamada a la felicidad eterna. Lafe es el mejor legado que se les puede transmitir;más aún: es lo único verdaderamente importante,pues es lo que da sentido último a la existencia.Dios, por lo demás, nunca encarga una misión sindar los medios imprescindibles para lle-varla a cabo; y así, ninguna comunidadhumana está tan bien dotada comola familia para facilitar que la fearraigue en los corazones.

El testimonio personalLa educación de la fe no es

una mera enseñanza, sino latransmisión de un mensaje devida. Aunque la palabra de Dioses eficaz en sí misma, para di-fundirla el Señor ha querido ser-virse del testimonio y de la mediaciónde los hombres: el Evangelio resulta con-vincente cuando se ve encarnado.

Esto vale de manera particular cuando nos refe-rimos a los niños, que distinguen con dificultadentre lo que se dice y quién lo dice; y adquiere aúnmás fuerza cuando pensamos en los propios hijos,pues no diferencian claramente entre la madre o elpadre que reza y la oración misma: más aún, laoración tiene valor especial, es amable y significa-tiva, porque quien reza es su madre o su padre.

Esto hace que los padres tengan todo a su favorpara comunicar la fe a sus hijos: lo que Dios esperade ellos, más que palabras, es que sean piadosos,coherentes. Su testimonio personal debe estar pre-sente ante los hijos en todo momento, con naturali-dad, sin pretender dar lecciones constantemente.

A veces, basta con que los hijos vean la alegríade sus padres al confesarse, para que la fe se hagafuerte en sus corazones. No cabe minusvalorar laperspicacia de los niños, aunque parezcan inge-

nuos: en realidad, conocen a sus padres, en lo buenoy en lo menos bueno, y todo lo que éstos hacen –uomiten– es para ellos un mensaje que ayuda aformarlos o los deforma.

Benedicto XVI ha explicado muchas veces quelos cambios profundos en las instituciones y en las

personas suelen promoverlos los santos,no quienes son más sabios o podero-

sos: «En las vicisitudes de la histo-ria, [los santos] han sido los ver-daderos reformadores que tantasveces han remontado a la huma-nidad de los valles oscuros en loscuales está siempre en peligro deprecipitar; la han iluminado siem-pre de nuevo» [1].

En la familia sucede algo pa-recido. Sin duda, hay que pensar

en cuál es el modo más pedagógi-co de transmitir la fe, y formarse

para ser buenos educadores; pero lodecisivo es el empeño de los padres por querer sersantos. Es la santidad personal la que permitiráacertar con la mejor pedagogía.

"En todos los ambientes cristianos se sabe, porexperiencia, qué buenos resultados da esa natural ysobrenatural iniciación a la vida de piedad, hecha enel calor del hogar. El niño aprende a colocar alSeñor en la línea de los primeros y más fundamen-tales afectos; aprende a tratar a Dios como Padre ya la Virgen como Madre; aprende a rezar, siguiendoel ejemplo de sus padres. Cuando se comprendeeso, se ve la gran tarea apostólica que puedenrealizar los padres, y cómo están obligados a sersinceramente piadosos, para poder transmitir –másque enseñar– esa piedad a los hijos" [2].

Ambiente de confianza y amistadPor otra parte, vemos que muchos chicos y

chicas –sobre todo, en la juventud y adolescencia–acaban flaqueando en la fe que han recibido cuando

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sufren algún tipo de prueba. El origen de estas crisispuede ser muy diverso –la presión de un ambientepaganizado, unos amigos que ridiculizan las con-vicciones religiosas, un profesor que da sus leccio-nes desde una perspectiva atea o que pone a Diosentre paréntesis–, pero estas crisis cobran fuerzasólo cuando quienes las sufren no aciertan a plan-tear a las personas adecuadas lo que les pasa.

Es importante facilitar la confianza con los hijos,y que éstos encuentren siempre disponibles a suspadres para dedicarles tiempo. Los chicos –aun losque parecen más díscolos y despegados– deseansiempre ese acercamiento, esa fraternidad con suspadres. La clave suele estar en la confianza: que lospadres sepan educar en un clima de familiaridad,que no den jamás la impresión de que desconfían,que den libertad y que enseñen a administrarla conresponsabilidad personal. Es preferible que se de-jen engañar alguna vez: la confianza, que se pone enlos hijos, hace que ellos mismos se avergüencen dehaber abusado, y se corrijan; en cambio, si no tienenlibertad, si ven que no se confía en ellos, se sentiránmovidos a engañar [3]. No hay que esperar a laadolescencia para poner en práctica estos consejos:se puede propiciar desde edades muy tempranas.

Hablar con los hijos es de las cosas más gratasque existen, y la puerta más directa para entablaruna profunda amistad con ellos. Cuando una perso-na adquiere confianza con otra, se establece unpuente de mutua satisfacción, y pocas veces des-aprovechará la oportunidad de conversar sobre susinquietudes y sus sentimientos; que es, por otraparte, una manera de conocerse mejor a uno mismo.Aunque hay edades más difíciles que otras paralograr esa cercanía, los padres no deben cejar en suilusión por llegar a ser amigos de sus hijos: amigosa los que se confían las inquietudes, con quienes seconsultan los problemas, de los que se espera unaayuda eficaz y amable [4].

En ese ambiente de amistad, los hijos oyenhablar de Dios de un modo grato y atrayente. Todoesto requiere que los padres encuentren tiempo paraestar con sus hijos, y un tiempo que sea “de cali-dad”: el hijo debe percibir que sus cosas nos intere-san más que el resto de nuestras ocupaciones. Estoimplica acciones concretas, que las circunstanciasno pueden llevar a omitir o retrasar una y otra vez:apagar la televisión o el ordenador –o dejar, clara-

mente, de prestarle atención– cuando la chica o elchico pregunta por nosotros y se nota que quierehablar; recortar la dedicación al trabajo; buscarformas de recreo y entretenimiento que faciliten laconversación y vida familiar, etc.

El misterio de la libertadCuando está por medio la libertad personal, no

siempre las personas hacen lo que más les conviene,o lo que parecería previsible en virtud de los mediosque hemos puesto. A veces las cosas se hacen bienpero salen mal –al menos, aparentemente–, y sirvede poco culpabilizarse –o echar la culpa a otros– deesos resultados.

Lo más sensato es pensar cómo educar cada vezmejor, y cómo ayudar a otros a hacer lo mismo; nohay, en este ámbito, fórmulas mágicas. Cada unotiene un modo propio de ser, que le lleva a explicary plantear las cosas de un modo diverso; y lo mismopuede decirse de los educandos que, aunque vivanen un ambiente semejante, poseen intereses y sen-sibilidades diversas.

Tal variedad no es, sin embargo, un obstáculo.Más aún, amplia los horizontes educativos: por unaparte, posibilita que la educación se encuadre, real-mente, dentro de una relación única, ajena a este-reotipos; por otra, la relación con los temperamen-tos y caracteres de los diversos hijos favorece lapluralidad de situaciones educativas.

Por eso, si bien el camino de la fe de es el máspersonal que existe –pues hace referencia a lo másíntimo de la persona, su relación con Dios–, pode-mos ayudar a recorrerlo: eso es la educación. Siconsideramos despacio en nuestra oración personalel modo de ser de cada persona, Dios nos dará lucespara acertar.

Transmitir la fe no es tanto una cuestión deestrategia o de programación, como de facilitar quecada uno descubra el designio de Dios para su vida.Ayudarle a que vea por sí mismo que debe mejorar,y en qué, porque nosotros propiamente no cambia-mos a nadie: cambian ellos porque quieren.

Diversos ámbitos de atenciónPodrían señalarse diversos aspectos que tienen

gran importancia para transmitir la fe. Uno primeroes quizá la vida de piedad en la familia, la cercaníaa Dios en la oración y los sacramentos. Cuando lospadres no la “esconden” –a veces involunta-

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riamente– ese trato con Dios se manifiesta en accio-nes que lo hacen presente en la familia, de un modonatural y que respeta la autonomía de los hijos.Bendecir la mesa, o rezar con los hijos pequeños lasoraciones de la mañana o la noche, o enseñarles arecurrir a los Ángeles Custodios o a tener detallesde cariño con la Virgen, son modos concretos defavorecer la virtud de la piedad en los niños, tantasveces dándoles recursos queles acompañarán toda la vida.

Otro medio es la doctrina:una piedad sin doctrina es muyvulnerable ante el acoso inte-lectual que sufren o sufriránlos hijos a lo largo de su vida;necesitan una formaciónapologética profunda y, almismo tiempo, práctica.

Lógicamente, también eneste campo es importante saber respetar las peculia-ridades propias de cada edad. Muchas veces, hablarsobre un tema de actualidad o un libro podrá ser unaocasión de enseñar la doctrina a los hijos mayores(esto, cuando no sean ellos mismos los que sedirijan a nosotros para preguntarnos).

Con los pequeños, la formación catequética quepueden recibir en la parroquia o en la escuela es unaocasión ideal. Repasar con ellos las lecciones quehan recibido o enseñarles de un modo sugerenteaspectos del catecismo que tal vez se han omitido,hacen que los niños entiendan la importancia delestudio de la doctrina de Jesús, gracias al cariño quemuestran los padres por ella.

Otro aspecto relevante es la educación en lasvirtudes, porque si hay piedad y hay doctrina, peropoca virtud, esos chicos o chicas acabarán pensan-do y sintiendo como viven, no como les dicte larazón iluminada por la fe, o la fe asumida porquepensada. Formar las virtudes requiere resaltar laimportancia de la exigencia personal, del empeñoen el trabajo, de la generosidad y de la templanza.

Educar en esos bienes impulsa al hombre porencima de las apetencias materiales; le hace máslúcido, más apto para entender las realidades delespíritu. Quienes educan a sus hijos con poca exi-gencia –nunca les dicen que “no” a nada y buscansatisfacer todos sus deseos–, ciegan con eso laspuertas del espíritu.

Es una condescendencia que puede nacer delcariño, pero también del querer ahorrarse el esfuer-zo que supone educar mejor, poner límites a losapetitos, enseñar a obedecer o a esperar. Y como ladinámica del consumismo es de por sí insaciable,

caer en ese error llevaa las personas a estilosde vida caprichosos yantojadizos, y les in-troducen en una espi-ral de búsqueda de co-modidad que suponesiempre un déficit devirtudes humanas y deinterés por los asuntosde los demás.

Crecer en un mundoen el que todos los ca-prichos se cumplen es

un pesado lastre para la vida espiritual, que incapa-cita al alma –casi en la raíz– para la donación y elcompromiso.

Otro aspecto que conviene considerar es el am-biente, pues tiene una gran fuerza de persuasión.Todos conocemos chicos educados en la piedad quese han visto arrastrados por un ambiente que noestaban preparados para superar. Por eso, es precisoestar pendientes de dónde se educan los hijos, ycrear o buscar entornos que faciliten el crecimientode la fe y de la virtud. Es algo parecido a lo quesucede en un jardín: nosotros no hacemos crecer alas plantas, pero sí podemos proporcionar los me-dios –abono, agua, etc.– y el clima adecuados paraque crezcan.

Como aconsejaba san Josemaría a unos padres:"procurad darles buen ejemplo, procurad no escon-der vuestra piedad, procurad ser limpios en vuestraconducta: entonces aprenderán, y serán la coronade vuestra madurez y de vuestra vejez" [5].

--- Notas ---

[1] Benedicto XVI, Discurso en la Vigilia de la Jornada Mundialde la Juventud de Colonia, 20-VIII-2005.

[2] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, n. 103.

[3] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, n. 100.

[4] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n. 27.

[5] San Josemaría Escrivá de Balaguer, Tertulia, 12-XI-1972, enhttp://ww.es.josemariaescriva.info/articulo/la-educacion-de-los-hijos

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¡Madre, ayuda nuestra fe!

Abre nuestro oído a la Palabra,para que reconozcamosla voz de Dios y su llamada.

Aviva en nosotros el deseo de seguirsus pasos, saliendo de nuestra tierray confiando en su promesa.

Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor,para que podamos tocarlo en la fe.

Ayúdanos a fiarnos plenamente de él,a creer en su amor, sobre todoen los momentos de tribulacióny de cruz, cuando nuestra fees llamada a crecer y a madurar.

Siembra en nuestra fe la alegríadel Resucitado.

Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.

Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luzen nuestro camino.

Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta quellegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestroSeñor.

Amén.

Papa Francisco, Porta Fidei