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SENDEROS ROTOS

(Broken Trails)

D.J. Redhawk

Traducción Libre by TEAM LGM

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Sinopsis

Lainey Hughes, ex corresponsal de guerra y actual reportera gráfica de la naturaleza, se leha dado un reto: dirigirse a una apartada región de Alaska para experimentar la vida en la carrera de

trineo de Iditarod como una novata conductora de trineo desde la inscripción, pasando por laformación, y en el propio sendero. Pero Lainey tiene un secreto, uno que se ha mantenido incluso así misma; ella está rota, de corazón y de alma, desde sus devastadores días informando desde elfrente.

Scotch Fuller ha estado compitiendo con trinieos de perros toda su vida, y es considerada la principal competidora para ganar el primer lugar en la Iditaod de este año. Ella ama a sus perros,ama a su familia, y amó tan profundamente en el pasado que el sentimiento casi acaba con ella.

Estas dos mujeres terminan juntas, cada una entrenando y aprendiendo de la otra, y cadauna entendiendo que un sendero roto puede ser reparado, al igual que un corazón.

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CAPÍTULO UNO

Marzo 

"¿ALASKA?" La voz de Lainey Hughes resonó en las paredes de hormigón de color verde pálido. Haciendo internamente una mueca por el abrupto silencio en la sala, miró por encima de suhombro a sus compañeros de viaje, en espera del próximo autobús del pequeño pueblo africano.Ella hizo un movimiento de disculpa con la mano, a la agente de aduana pulcramente uniformada ysu guardia armado, y sin preocuparse por su agria atención, se volvió hacia el gastado teléfono público de plástico.

"Es marzo, Ben. ¿Sabes lo que significa?" Ella se limpió un hilillo de sudor corriendo porsu frente. Incluso con un ventilador rudimentario, el pequeño edificio no podía luchar contra elcalor de aquí a lo largo del ecuador. A decir verdad, ella no tenía ninguna otra manera.

Benjamin Strauss, director de la aclamada revista cultural Cognizance, dijo: "Esto significaque el torneo  Iditarod  está en pleno apogeo, y el segundo mejor reportero en el mundo está en elCentro Médico Providencia con una fractura".

"No”, dijo Lainey, cerrando los ojos color avellana. Ella dijo en tono de conferencia. "Estosignifica que es jodidamente frío, con enormes deshielos de nieve, lagos congelados, y osos enhibernación. No soy para el frío. El único hielo que quisiera ver es el que flota en mi whisky. Y yono bebo, ¿entiendes?"

"Te necesito, Lainey."Ella apoyó la frente contra la pared. "¿Por qué debería hacerlo?""¿Porque me amas?"

Sus labios se contrajeron en una aceptable impresión parecida al gruñido de MargeSimpson.

Al parecer, Strauss entendía que estaba en la cuerda floja. "Mira, no es que Henry haya planeado fingir escabullirse. El trabajo no está terminado, yo necesito al menos una docena más defotógrafos para los corredores que crucen la meta, y algunos que hagan la cobertura del banquete de premiación el Domingo".

"Eso no responde a mi pregunta.""Está bien, ¿quieres la verdad?"Su tono se tornó sombrío y Lainey luchó con el deseo de hacer una mueca de nuevo.

Cuando él hacía una pregunta como ésa, era mejor no oír la respuesta. Sin embargo, no se amilanó

ante el pensamiento de no hacérselo fácil. Ella era reportera independiente, pero no trabajaba gratis."Sí"

"Primero, necesito a alguien del mismo calibre que Henry. Segundo, tú eres la mejor en elnegocio. Tercero, que acabas de terminar un trabajo para mí, y ya estás en tránsito, por lo que tus planes de viaje son más fáciles de alterar. Cuarto, que es sólo por dos días, y sabes que tecompensaré muy bien por las molestias. Y cinco-…" 

Lainey se estremeció con anticipación, sabiendo lo que él iba a decir antes de que saliera desus labios a medio mundo de distancia.

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  "Me lo debes."Ella golpeó su cabeza una vez más contra la pared. Tenía que ser una tarea muy importante

 para él para recordarle eso. Tras ella, oyó acercarse el motor de un autobús. Sólo quedaba uno hoy,y si se lo perdía, estaría atrapada en la selva por una semana más.

"¿Lainey?"

"Nunca serás capaz de utilizar ese as de nuevo", dijo con un suspiro."Lo sé, y no quería usarlo después de todo." La voz de Strauss se aligeró. "¿Cuál es tuitinerario?"

“Siempre y cuando las cosas vayan bien, me iré de Nairobi mañana, llegaré al AeropuertoInternacional de Londres al día siguiente, y de allí a Nueva York." Miró por encima del hombro para ver que el autobús disminuía la velocidad en el camino de tierra. La mayoría de los que habíanestado esperando ya estaban fuera, pasando sus bolsos y paquetes a varios hombres que losequilibraban en la parte superior.

"Sigue adelante y vuela hasta Londres. Dejaré un pasaje para Anchorage en el mostrador dela línea British Airways. Puedes encontrar una conexión de vuelo que conecte a Nome cuandollegues allí".

Lainey hurgó para buscar un lápiz y una libreta, anotando las direcciones."Henry está en Anchorage, pero le diré que haga los arreglos para darte su habitación de

hotel, en Nome. Sólo tienes que ir a la Polaris cuando llegues a Nome”."Allí estaré", dijo ella, guardando la libreta y agarrando sus cosas."Gracias, Lainey. Te prometo que voy a hacer que valga la pena".El último de los pasajeros estaba embarcando, y el agente de aduanas la miraba

deliberadamente en su dirección. "¿Sí?" Ella preguntó a Strauss. "La próxima vez que tenga unaidea, la venderé y estaremos a mano.” Ella no escuchó su respuesta mientras colgaba. Se aseguróque su maletín aún estaba seguro con la cámara sobre su hombro, cogió su bolso de lona, y corrió bajo el caliente sol ugandés.

Delegada por llegar tarde hasta la parte posterior del autobús, en el piso, Lainey se sentó ensu bolsa de lona y enroscó su valiosa bolsa con su cámara. Al menos no iba montada en el techo conalgunos de los otros pasajeros. Apoyó los codos en las rodillas, y la cabeza sobre sus brazoscruzados. El constante balanceo del transporte, combinado con las numerosas conversaciones en laslenguas nativas Swahili y Ganda, le permitió concentrarse en la llamada telefónica de Strauss.

Ella sólo quiso que él supiera que ella había terminado con la tarea, no que estabadisponible para otra. Para haberla embarcado en este trabajo, significaba que él estaba bajo mucha presión para conseguir completarla. Era seguro apostar que él no tenía nada que tomara su lugar atiempo, para destacar la próxima edición. Lo que él le dijo, sin embargo, era cierto. Lainey le debíaa él la vida. Si no hubiera sido por Strauss, ella habría muerto por culpa de la bebida hacía años,llevando consigo a algún desafortunado por darle a ella las llaves de un vehículo. Ella había estado

sobria por cuatro años, tres meses y nueve días debido a su amistad. Lo menos que podía hacer eraenfrentar el clima ártico por él, ya que él había desafiado su ira y desesperación por regresarla a lavida.

Cuando llegara a Londres, tendría que llamar a su madre, y hacerle saber que su visita seretrasaría. También se perdería su cita para almorzar con Carol.

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Maldita sea. Lainey habría querido echar un polvo. Estando en la selva africana, cazandoaves de colores para la siguiente propagación, le había dejado pocas oportunidades para este tipo deasuntos. Lo único que crecía en Alaska eran los perros de trineo y los osos polares, las mujerestenían que ser más que ´marimachos´ para sobrevivir esos lugares salvajes y el clima, y Lainey prefería a las mujeres que parecían mujeres.

De mal humor, se preguntó qué otra emocionante y tropical idea le lanzaría en su siguientereunión con Strauss.

***Por enésima vez, Lainey se sintió agradecida por el trípode que empacaba para sus viajes

alrededor del mundo. El objeto valía su peso en oro en esta asignación, la que con todo y escalofríoshabía tomado. Tomar las fotos sin eso, hubiera resultado en obtener nada más que faltas dedefinición en unas y otras. Un temblor la recorrió de nuevo, y se abrazó en torno a sí en un inútilintento por entrar en calor, haciendo caso omiso del vago dolor en su costado. Su traje para la nieve,clasificado como resistente a temperaturas de cuarenta grados bajo cero, no pareció funcionar comoasí como lo anunciaban, y ella sopesó con la idea de escribir una carta de queja para el fabricante.

Una ligera ráfaga de viento rozó los bordes de la gorra de falso cuero sobre su rostro, latemperatura glacial estaba desacuerdo con la brillante luz del sol que se reflejaba en la nieve. Ellaestaba entretenida con el pensamiento de exigirle a Strauss que la enviara a alguna parte en México por una asignación de un año de duración. Metiendo las manos en los bolsillos, se preguntó por quédiablos la gente querría vivir en un lugar como este. Claro, la mayoría de ellos no sufrían de tantodolor como ella era, a causa de su vieja 'lesión de fútbol’ por  la que necesitaba medicación de vezen cuando, lo cual probablemente tenía algo que ver con eso.

Una sirena similar a la de los ataques aéreos se disparó, era la segunda en los últimos diezminutos, y su atención fue desviada hacia el otro extremo de la calle Front. El corredor de entradano tardaría en hacer acto de presencia. Mientras miraba, la calle adormecida comenzó a llenarse, las puertas se abrieron para dar paso a las personas que felizmente esperaban a los recién llegados.Cuando no estaban en el exterior para animar a los ´mushers´ (corredores), los espectadores estabansentados alrededor de las barras y de restaurantes, visitándolos. Fue una gran fiesta, divertida, erauna celebración en toda la ciudad que duró una semana o más.

Lainey sacó de mala gana sus manos de sus bolsillos, quitándose los gruesos guantes ´Gore – Tex´. Intentó, aunque sin éxito, ignorar los pinchazos de dolor cuando sus dedos comenzaron acongelarse, ajusta su cámara para la próxima toma. Se consoló imaginando una playa tropical,mujeres medio desnudas, y bebidas con sabor a fruta, adornadas con pequeños paraguas que salíande los cocos. Echando un vistazo a través del visor, vio las parpadeantes luces de la policía deescolta acercándose a su posición. En vez de perder sus extremidades por la congelación, empujósus manos a sus bolsillos traseros hasta que pudiera conseguir un tiro decente. La multitud reunida

comenzó a aplaudir a la recién llegada, una ola emocionada de ruido. Parecía más fuerte de lonormal, sin embargo, en comparación con la ciertamente rudimentaria experiencia de Lainey. Letomó un momento darse cuenta del por qué.

Dos trineos tirados por perros se acercaron al vallado, los dos pilotos gritando instruccionesa sus animales para que se esforzaran. En una carrera que se prolongó durante dos semanas o más,viendo más de un corredor que se dirigían a la línea de meta al mismo tiempo, era un eventoemocionante. Los coches policía se detuvieron donde comenzaba la valla, a fin de no impedir a loscorredores que continuaran hacia la línea de meta. Lainey hizo un acercamiento a los perros, el

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regocijo de estar justo en el lugar y en el momento adecuado, era un remedio para su irritabilidad. A pesar de que no podía oírlos por encima del ruido de los espectadores, los animales ladraban ysonreían mientras corrían hacia la línea de meta, con las lenguas colgando por el entusiasmo.Lainey tomó una serie de fotos, enfocándolos mientras se acercaban y pasaban. Para variar un poco,ella volvió la cámara hacia el público, para capturar sus emociones.

Tan rápido que ya habían terminado. Ellos alcanzaron el final de la carrera, bajo un arco demadera que abarcaba la calle, y varios voluntarios agarraron a los perros para poner fin a suimpulso. Un locutor gritó quien fue el ganador de la carrera miniatura, así como un recordatorio deque el banquete de premiación era esa noche. La multitud se disipó, desapareciendo, volviendo a lacalidez de sus casas, bares y habitaciones de hotel, hasta que el llamado de la sirena los instaría a lacalle una vez más.

Lainey sabía por los informes de los reporteros de carreras, que los próximos corredores nose esperaban sino hasta dentro de tres o cuatro horas. Su euforia se desvaneció, su maltemperamento volvió a reafirmarse. Con el castañeo de los dientes y los dedos entumecidos, recogiósus enseres, escondiendo su cámara en el interior de su chaqueta de darle una mejor protección delos elementos. Había una bañera de agua caliente en su hotel, que pensaba en aprovechar al máximo

antes de la ceremonia de premiación. Con suerte esperaba que eso disminuyera un poco el dolor desus costillas durante un tiempo. Mañana, ella estaría en su camino de regreso a Nueva York, permitiéndole a Strauss una oportunidad para mostrarle su agradecimiento con la compra de una botella tamaño familiar de ibuprofeno, y una cena en el restaurante más caro de la ciudad.

Unas pocas personas se quedaron fuera para disfrutar la brillante luz del sol todavíainsustancial. Lainey se colgó el bolso de la cámara por encima de su hombro, reflexionando acercade las tomas que pudo haber conseguido, decidiendo que podría haber cuatro o cinco muy buenasen el lote. Con las manos hundidas en los bolsillos, avanzó lentamente para dirigirse a su hotel.Tenía que subir los datos digitales a su computadora portátil, afinar las fotos, buscar los nombres delos recién llegados en la carpeta de relaciones públicas de Iditarod, escribir una nota publicitaria

adecuada y enviar todo éste lío a su editor. Todo eso tenía que hacerlo antes de que pudiera llegar asu destino final, en la bañera de hidromasaje del hotel.Reflexionando sobre su lista por hacer, Lainey no prestó mucha atención a la acera. En un

minuto ella estaba caminando en el fango formado por sal y arena utilizadas para ayudarse comotracción. Entonces, su pie golpeó un trozo de hielo sólido. Ella sacó sus manos de los bolsillosmientras se deslizaba, haciendo un cómico intento por permanecer en posición vertical, agitando los brazos para mantener el equilibrio.La gravedad siempre ganaba, y ella apenas tuvo tiempo de apretar su preciosa cámara contra su pecho antes de aterrizar sobre su trasero. Ella gruñó mientras sus costillas fueron sacudidas por elimpacto, golpeándose fuertemente en el pecho.

"¡Whoa! ¿Estás bien?"

"¡Estoy bien!" espetó Lainey. Ya era suficientemente malo realizar la pantomima perfecta.Tener testigos sólo hacía peor la situación. Sin éxito, intentó ponerse de pie, sólo para regresar alhielo con un ruido sordo, y otra mueca. Unas manos la agarraron por la parte superior de los brazos,y fue levantada de sus pies como un saco de patatas.

"Esos zapatos no están hechos para este clima"Exasperada, Lainey respondió, "Vaya, gracias por tan sagaz observación". Ella se alejó de

las manos que aún la sostenían, revisando de nuevo su cámara a través de su chaqueta, antes de

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mirar a la mujer que estaba de pie delante de ella. El pensamiento de Lainey hasta tartamudeó derepente.

Era más alta que Lainey, cerca de cuatro pulgadas más, el volumen de su cuerpo estabaoculto bajo una parka (chaqueta con gorro recubierta de piel natural) voluminosa, que era tan azulcomo su ojos. La capucha forrada fue empujada hacia atrás, revelando una gorra color pardo con la

imagen de una pelota de béisbol, bajo la cual sobresalían unos rizos dorados. Su piel estabaligeramente bronceada, resaltando una incongruencia de Lainey quien asumió que las mujeres del elnorte tendrían la tez pastosa por estar en ese clima de invierno. La amable sonrisa se desvaneció enlos labios a la luz de la actitud mordaz y la mirada grosera de Lainey.

Porque Lainey la estaba mirando. Parecía no poder evitarlo, algo acerca de la postura de lamujer, ésa sutil confianza en las maneras que la mayoría de las mujeres no poseen, era tanintrigante. "Yo... lo siento" dijo Lainey, una vez más deseando haber desarrollado el hábito de pensar antes de abrir la boca. "Gracias por la ayuda".

La mujer parecía estar calmada, pero su sonrisa había desaparecido. Ella asintió con lacabeza educadamente y se alejó, volviendo a lo que sea que estuviera haciendo antes de encontrarsecon una reportera gráfica torpe y sin modales. Sólo entonces Lainey se dio cuenta que la mujer no

estaba sola, una versión joven de ella la acompañaba, un adolescente con un toque de pelusa en la parte superior del labio.

Sin saber qué decir, Lainey miró con impotencia mientras ellos se alejaban.Temblando, su cerebro le recordó que estaba en Alaska, donde los hombres eran duros, y

las mujeres eran aún más duras. Mientras se dirigía hacia su hotel, se preguntó por qué Dios seríatan cruel como para burlarse de ella, encendiendo su libido hiperactivo ante una mujer tan hermosacomo ésa.

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CAPÍTULO DOS

LAINEY bebía agua mineral con gas en una de las mesas de la Prensa. Había entabladouna amistad ligera con otros periodistas aquí, contenta de que nadie hubiera reconocido su nombre.Eran entusiastas partidarios de la carrera ´Iditarod´, a diferencia de ella, inclinada a centrarse más enlas noticias locales o deportivas que del mundo. Muchos llegaban todos los años esforzándose através de la nieve, soportando valientemente las ventiscas para alcanzar lo diversos puestos decontrol y las entrevistas escurridizas. La mayoría eran periodistas de periódicos, con trabajosestables en los Estados del Norte o en Canadá. No había mucho en común entre ellos.

También estaba el nivel natural de resentimiento entre los locales y los redactoresindependientes y Lainey ya esperaba el suave trato frío que recibió. Ella suponía que habría sidomás furibundo si esto no hubiera sido Alaska. Una de las cosas de las que se dio cuenta era de laatención que todo el mundo tenía para con el otro, lo que daba una sensación en el aire de un

sencillo pueblo pequeño, aunque allí había más de mil personas en Nome. Los únicos redactoresindependientes siguiendo la carrera eran un par de noruegos, y media docena de japoneses sentadosen otras mesas. En ambos casos, la barrera del idioma y el nivel de interés en su tema, eran razonessuficientes para mantenerlos separados.

Su actitud no había cambiado mucho desde la tarde, a pesar de su capacidad de respirarmejor después de su inmersión en el hotel. Esta era otra de las razones por las que ella mantenía sudistancia con sus colegas, ya que su decidida falta de entusiasmo nublaba su entorno alrededor. Seconsoló con el informe del clima que había recibido desde la recepción. Mañana estaría brillante ysoleado, su avión saldría del aeropuerto por la mañana, a tiempo. Eso sería digno de una bebida siella todavía bebiera. Silenciosamente brindó por su buena suerte con el último sorbo de su refresco,

y luego ordenó otro al pasar la camarera.La otra causa de su actitud era la mujer. Lainey había intentado pensar en todo lo que podía,

 pero la visión de ésa mujer frente a sus pies ofreciéndole su ayuda, se mantenía firmemente alojadaen su cerebro. Incapaz de alejar sus pensamientos de ella, Lainey lo atribuyo a su vida sexual activa, pero todavía permanecían en el fondo de su mente.

La comida estaba por terminar. Parecía como si estuvieran preparando las cosas en elescenario. Como respuesta, los comensales se volvieron más callados, y los periodistas más activos.Lainey tomó la cámara que colgaba de su cuello, y se volvió una vez más. Dejó su mesa junto conun puñado fotógrafos, mientras todos competían por ganar un espacio en el piso. En lugar de pelear por ubicarse al frente, se quedó a un lado, lo que le daba una oportunidad clara de la audiencia y un perfil del actual presidente de la carrera ´Iditarod´ al comenzar su discurso. Ella tenía un cincuenta

 por ciento de oportunidad de tomar la foto a los ganadores de los premios cuando pasaran junto aella en el escenario o, si elegían el otro lado, tendría una toma frontal completa mientras seacercaran a la tarima. Más tarde, habría una sesión de fotos para posar, mientras que comenzaba el baile programado.

El ganador de la carrera de este año, un desaliñado hombre con un rubio bigote caído, optó por dirigirse al lado opuesto, para beneplácito de Lainey. Sin duda todos los demás seguirían suejemplo. Esto le daría una ventaja por su posición, y ella la utilizaría mucho mejor con el obturador

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este año, también.Una búsqueda en Internet le dio un poco de datos interesantes. Scotch tenía veintitrés años y

esta era su tercera carrera ´Iditarod´, con su mejor tiempo. Este año también había ganado el premio Leonhard Seppala Humanitarian por la atención que les había dado a sus perros. ¿Haría otro intento para la carrera ´Iditarod´ el próximo año? ¿Tendría que tomarla? ¿Y por qué diablos podría una

hermosa mujer querer torturarse por las carreras de perros?Lo más importante, ¿dónde había adquirido tal aplomo y confianza en sí misma? Era unaniña, que nació y creció en el culo del mundo. Sin embargo, se conducía con un nivel de confianzaque Lainey sólo había visto en diferentes y antiguas culturas matriarcales en todo el mundo. Claro,un montón de mujeres en América se sostenían a sí mismas de la misma manera, con eladvenimiento del movimiento de la liberación de la mujer. Si el feminismo había hecho tan grandes progresos en el monte de Alaska, sin embargo, ¿por qué a Lainey se le refería habitualmente como´señorita moza' por el empleado de la recepción? Scotch parecía llevar mucho peso con los hombresa su alrededor, más como una igual que como una mujer. Tan sólo era natural que Laineyencontrara esta sutil autoridad… emocionante.

Ella cerró los ojos, la luz de la pantalla parpadeó contra sus párpados. A pesar de la ceguera,

todavía veía a Scotch compartiendo una sonrisa con ella.Sus pensamientos la llevaron a otras preguntas más íntimas, cuando sus dedos comenzaron adesviarse a lo largo de su cuerpo.

¿Qué sabor tendría esa mujer?

***

"¿Alaska?", preguntó Benjamin Strauss. Para darle crédito, él sonaba tan confundido comosu expresión indicaba. "Estás de broma"

Lainey se reclinó en su silla, y tomó un sorbo de su café espresso. "Nop. Hablo totalmente

en serio".Estaban sentados en una pequeña cafetería en el centro de Manhattan. A través de la

ventana, Lainey observaba la vida salvaje de Nueva York precipitarse alrededor de la esquina de lacalle 57 y la Sexta Avenida, cada uno de ellos agrupados para protegerse del frío de una lluvia de latarde invernal. Incluso con el frío, ella sólo sintió una punzada por su lesión, un alivio después de suestancia en el Norte.

El bronceado de Strauss era tan incongruente con su traje de negocios y su bien recortadocabello. Sus características rubicundas proclamaban un amante de la naturaleza, a pesar de que suropa y su actitud gritaban ser un ejecutivo corporativo. Lainey lo conocía más por lo primero que por lo segundo, después de haber pasado varios meses con él en las llanuras australianas haciendo

tomas. Se habían conocido y convertido en grandes amigos, y en el transcurso de los años suvínculo se hizo más fuerte. Él había sido su padrino en Alcohólicos Anónimos, y siguió siendo unfirme defensor cuando ella hizo el abrupto cambio de corresponsal de guerra a fotógrafa de lanaturaleza.

Se frotó el rostro cansado, y la miró de cerca. "¿Quién eres tú y qué has hecho con LaineyHughes?"

"Ja, ja", dijo ella, con expresión adusta, aunque el humor brilló en sus ojos. "Me dijiste queestarías de acuerdo con el siguiente reportaje que yo escogiera"

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  "No, no lo hice”, dijo él, agitando un dedo ante ella. "Tú me lo impusiste."Lainey hizo un ruido grosero. "Ambos sabemos que habrías dicho que sí".Una sonrisa cruzó su cara. "Tal vez", admitió.Ella alejó sus objeciones, y regresó al tema. "¿Y bien?, ¿qué te parece? ¿Es factible?"Él reflejó la misma seriedad que ella. "Teniendo en cuenta que acabamos de publicar éste

tema de la historia ´Iditarod´", dijo, tocando la copia de la revista Cognizance sobre la mesa, entreellos, "¿por qué habría de hacerlo de nuevo en un año?""Porque ésta difusión era solo un artículo sobre la carrera." Lainey dejó su taza y se inclinó

hacia delante para transmitirle su entusiasmo. "Te propongo seguir a uno de los corredores desdeque se inscriban en junio, a través de su entrenamiento y en la carrera en sí. Podríamos llevarlo acabo como un análisis profundo para exponer cómo surge una promesa en ese ramo, ya sea en una portada completa para cubrir el tema el próximo año, o en cuotas trimestrales comenzando este mesde julio".

Los dedos de Strauss tamborilearon sobre la mesa. "¿Quién sería ésa promesa?"Ella casualmente se relajó en un esfuerzo por ocultar su verdadero interés. "Scotch Fuller,

ganó el décimo lugar de este año"

"¿Qué hace tan especial a este chico?""El hecho es que ella es una mujer", dijo Lainey. "Esta fue su tercera carrera ´Iditarod´, y ha

mejorado de forma constante durante el año. Hablamos de que ella tiene una buena oportunidad deganar el año que viene si las cosas se presentan iguales".

"¿Una mujer?""Sip". Lainey sintió que su piel se erizó ante el tono de su voz. Se obligó a no responder a

su actitud defensiva. En este caso, Strauss tenía todo el derecho de estar en guardia. Ella no entendíaeste extraño sentimiento que la llamaba de nuevo a la nieve, pero haría caso a la sensación; dudabaque él tampoco lo entendiera, aunque ella tratara de explicárselo. En cualquier caso, esta era todavíauna idea potencialmente lucrativa.

"Una mujer atractiva, sin duda.""No está mal a la vista", dijo. Antes de que él pudiera ir más lejos, ella se enderezó, sacandola barbilla. "No se trata de eso."

Strauss fingió inocencia. "¿Sobre qué se trata, exactamente?"Tosiendo, ella dijo, "No se trata de un rollo sobre el heno, Ben. Realmente creo que aquí

hay una historia." Lainey intentó parecer seria. Esa idea suya la involucraría a pasar más tiempo en presencia de Scotch Fuller, lo que le resultaba atractivo.

Él frunció el ceño. "¿Qué pasa con el frío? Sé lo que hace con tus costillas. No nos vas ahacer a ninguno de nosotros ningún bien si estás demasiado atormentada por el dolor para salir alcampo".

Ella alejó a sus miedos con una desdeñosa expresión. "Vamos, que han pasado años desde

que estuve en cualquier lugar que se encontrara por debajo de los cuarenta y cinco grados. Admitoque me dolía un poco en este viaje, pero no fue tan malo como lo esperaba," mintió.

Él se mantuvo enfocándola, como si percibiera su falsedad."Oh, por favor ”,  dijo Lainey. "Además, ningún pedazo de culo vale esa cantidad de

irritación. Y ella es hetero".Ella parecía haberlo convencido, su expresión de sospecha desapareció. "Muy bien.

Digamos que voy por ella. ¿Qué es lo que buscas en compensación?"

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Lainey sonrió. Si él estaba hablando de dinero, el punto era una apuesta segura. "Me ponesen la nómina de junio a marzo del próximo año. Yo voy a tener que pagar los gastos desubsistencia, y tú sabes cuánto hacen los reporteros gráficos en un año. Mi cuenta de ahorro no seva a cortar por tanto tiempo".

Siempre pensando como periodista, a pesar de ser el editor de una revista actualmente,

Strauss sacó una libreta encuadernada de cuero, del bolsillo a la altura de su pecho. Mientrasescribía una nota, él preguntó,"¿Qué pasa con los derechos de autor?""Se quedan conmigo."Él la miró por debajo de sus cejas. "Por mucho que yo entienda tus motivos de negocios,

Lainey, mis jefes no van a dejar volar esa oportunidad. Estoy arriesgando mi cuello para contratarte, por temporal que vaya a ser, y con un poco de beneficio inmediato. Necesito algo con qué negociarcontigo, o tú vas a vender esta historia en otro sitio".

Ella entrecerró los ojos ante el pensamiento, mirando a la calle. La lluvia se había detenido,aunque el sol se mantenía por sobre las nubes. Después de una larga una pausa, dijo: "Está bien. Túconservas los derechos de autor de lo que yo os envíe. Pero yo me reservo el derecho de no enviartetodo. El salario pagará por tres artículos completos, fotográficos y escritos".

Strauss frunció los labios y luego asintió. “Me parece justo. Sé que no vas a escatimar losartículos a expensas de la revista" Él escribió las notas del acuerdo en su libreta. "Vamos a regresara mi oficina, y hacer que el departamento legal elabore un contrato. A partir de esta tarde, serásoficialmente un empleado temporal de la revista Cognizance".

Sonriendo, Lainey se levantó y se puso la chaqueta. No podía esperar para comenzar. Sucorazón se llenó de entusiasmo, incluso aunque esto fuera sólo el primer paso. Todavía tenía tantascosas que necesitaba dejar listas, tantos planes por hacer.

Supuso que ahora sería un buen momento para llamar a Scotch Fuller y lanzarle la idea.

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CAPÍTULO TRES

Abril

Scotch distribuyó el último desayuno en el tazón de  Idduna. El perro la miró con laadoración, haciendo caso omiso de la comida mientras se retorció de placer. Dejando caer el cubodel alimento, Scotch le prodigó con una minuciosa caricia. Sólo entonces  Idduna  atendió a sucomida, una combinación de tallarines humedecidos, arroz y agua caliente.

Alrededor de Scotch, el resto de los perros comieron con avidez lo servido. Su hermano ysu hermana habían terminado sus secciones, y se dirigieron a través de la enredad población caninahacia la cocina de los perros, y ella se les unió. Después de años de costumbre, ellos apenashablaban mientras continuaban con su ritual diario. Irish, de nueve años, recogía los cubos de

comida para enjuagarlos y almacenarlos dentro del granero. Scotch y su hermano, Rye, sacaron el barril de cincuenta y cinco galones, que hacía las veces de enorme olla para la estufa. Mientras Ryela hacía rodar fuera de la zona de cocina para su limpieza, Scotch colgó en un gancho la cuchara  – una pala de nieve- ´para escurriese. Luego desperdigó arena por el suelo para que absorbiera losderrames antes de barrer y limpiar el hormigón del piso.

Mientras trabajaba, ella mantuvo su mente ocupada con pensamientos sobre  Idduna. La perra había entrado en calor durante la semana en la carrera´Iditarod´, distrayendo considerablemente al equipo. Le había costado un poco de creatividadmantenerla separada de los niños ansiosos, pero Scotch había tenido éxito. Cuando la carrera sehabía terminado, ella había permitido que uno de sus líderes, Sukita, criara a la perra. Ella esperabaque Idduna diera a luz a mediados de mayo, y ella ya había contemplado el potencial de loscachorros. Idduna era un perro fuerte en su equipo, y Sukita era uno de los más inteligentes. El podía sentir un rastro quemado en dónde la mayoría de los perros se perdían. Scotch se preguntó sidebería haberle llamado Sonar, porque sin duda tenía el don. ¿También las crías heredarían éseregalo?

Cuando terminó su tarea, ella y Rye regresaron el bote a su lugar, para dejarlo listo para la próxima alimentación de ésa tarde. Mientras tanto, Irish dejó que los más grandes corrieran a la perrera para una inspección superficial. Evidentemente se agruparon con su aprobación, y ellaempezó el proceso de transferir los cinco perros a cada una de ellas durante el tiempo de diversión.Diez más tendrían la oportunidad de jugar juntos esa tarde.

"¡Chicos!"

Volviéndose de nuevo a la cabaña, vio a su madre asomándose por la puerta de atrás."Cuando hayan terminado de planear, tenemos una reunión de consejo"Rye hizo un gesto con la mano, en comprensión. "Está bien, Mamá.""Me pregunto de qué se trata", dijo Scotch, tirando dos palas para sacarlas de sus clavijas.

Ella siguió a Rye, quien arrastraba un cubo de basura de plástico, fuera del patio del perro."Me atrapaste”, dijo. "No me esperaba una reunión de consejo hasta el primero de mes""Yo tampoco." Ellos comenzaron el trabajo de recoger los excrementos de perro alrededor

de los recintos, una desagradable pero entretenida actividad mientras los canes hacían su mejor

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esfuerzo para distraerlos. Como de costumbre, los perros tuvieron éxito, tanto en recibir cosquillas y palmadas mientras los hermanos trabajaban a través de la mierda dejada por noventa y cincoanimales. Afortunadamente, abandonarlo aún no había ocurrido por lo que la tarea no era tan sucia,lo hubiera sido si hubiera barro y lodo derretido en el suelo. Lo que podía suceder pronto.

"Tal vez sea tu adorado público”, dijo Rye finalmente, sonriendo mientras se limpia a el

sudor de la frente con un brazo.Scotch resopló, con una sonrisa en su cara, y se mantuvo paleando. "Si mi ´adorado público'trajera dinero para patrocinarme el año que viene, yo voy a ello."

"Te escuché, hermanita."Con el trabajo terminado, pusieron las cosas en su lugar, y se dirigieron a la casa principal.

El calor breve de la entrada se sentía incómodo después del trabajo en el exterior. Scotch se despojóde las botas, los guantes de trabajo, y la chaqueta. Ella siguió a sus hermanos adentro, inhalando elaroma de tocino y huevos con aprobación mientras se quitaba más capas de ropa. Después de lalimpieza, la familia se sentó a comer el gran desayuno del Domingo.

***

Echándose hacia atrás en su silla, Rye se dio unas palmaditas en el vientre, contento. "Esoestuvo maravilloso", dijo a su madre que había comenzado a recoger la mesa.

Helen Fuller, todavía vestida con una bata de baño y pantuflas, puso los platos en elfregadero para lavarlos más tarde. Se secó las manos en una toalla. "Gracias." Dijo.

Scotch pasó a su lado, haciendo una pausa para darle un beso en la mejilla de su madre.Esquivando a Bon, su hermano de dos años, quien equilibraba precariamente los cubiertos en el plato, Scotch se libró de su plato antes de recoger el de él.

"¡Sco´ayúdame!" exclamó Bon mientras su hermana mayor lo levantó lo suficientementealto como para que pusiera su brillante plato de plástico de colores junto al resto.

"Bon ayúdame", dijo Scotch. Bajándolo hasta su cadera, alcanzó una toallita para eliminarel residuo pegajoso de panqueques y jarabe de su rostro sonriente.

"Entonces, ¿qué pasa con ésa reunión de consejo?" Preguntó Rye, erizando el cabello rubiode Bon al pasar, y regresando a la mesa. "¿Es por ésa llamada telefónica que tuviste anoche?"

Scotch se dio una vuelta en su silla, y Bon se alegró por el momento de permanecer en suregazo. "¿Qué llamada de teléfono?"

"Fue después de que regresaste a tu cabaña, querida", dijo su madre. Se sentó, y recuperó un bloc de notas y una pluma del armario detrás de ella. “¿Podemos empezar?" 

Thomas Fuller asintió y se limpió el bigote pelirrojo y la barba con una servilleta. "La juntadirectiva de la perrera Fuller llama al orden", dijo. "Todos los miembros están presentes yrepresentados"

Scotch sonrió. Había sido miembro de la junta directiva desde que tenía la edad de Bon,

cuando la perrera había empezado su existencia. Sus padres lo tenían legalmente incorporado y, conel nacimiento de cada uno de los hijos después, se agregaba oficialmente un nuevo miembro.

"Ayer por la noche recibimos una llamada de un periodista para la revista Cognizance""Acaban de publicar un artículo sobre la carrera Iditarod " les informó Helen.Tanto Ray como Irish inmediatamente miraron a su hermana. Scotch sintió aparecer el calor

en su rostro. Ella sofocó un temblor, y todo su ser parecía estar en una pausa entre un latido delcorazón y el siguiente. Era similar a lo que ella experimentaba cuando el equipo despegaba de lalínea de salida; nada podía ni debía suceder en los momentos siguientes.

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  "Ellos quieren hacer un seguimiento a profundidad sobre Scotch, para el próximo año"Irish gritó, aplaudiendo. Bon la siguió rápidamente, entusiasmado mientras disfrutaba el

ambiente."¡Eso es fantástico! " dijo Rye, cuando las cosas se calmaron. "Entonces, ¿por qué la

reunión? ¿Qué tiene que ver con la perrera?"

Thomas se reclinó en su silla. "El reportero ha solicitado vivir y trabajar aquí desde elregistro de la carrera para el año que viene" Las entrañas de Scotch se precipitaron. Una cosa eraconseguir publicidad decente, abrir el camino para que los patrocinadores ayudaran a sufragar elcosto de la perrera y la propia carrera. ¿Pero tener un extraño viviendo con su familia? La idea deestar bajo constante vigilancia era muy escalofriante.

"¿Vivir aquí?", preguntó Irish, arrugando su nariz pecosa. "No voy a renunciar a mihabitación".

"No tendrás que hacerlo", dijo Thomas."¿Tengo que empezar mi cabaña?" Las cejas de Rye se levantaron en anticipación. La

 propiedad era lo suficientemente grande, varias cabañas y construcciones exteriores habían sidoerigidas en los últimos años. Como su hermana antes que él, se construía para cada uno al cumplir

dieciocho años y entrar oficialmente a la edad adulta.

"No a los dieciséis años, señor", dijo su madre.El entusiasmo de Rye se vino abajo."Bueno, siempre y cuando votemos para aceptarlo, ¿dónde va a dormir él?" preguntó

Scotch.Su padre sonrió. "Es una mujer, y hay una recámara en tu espacio"."¿En mi espacio?" Ahora sí que toda ésa idea se estaba volviendo espeluznante. "¿Por qué

en mi espacio?""Porque ella va a estar aquí para hacer un artículo sobre ti, querida", dijo Helen. "¿Qué

mejor lugar para ella?"Sin poder discutir la lógica, Scotch no emitió palabra."Este reportera, la señorita Hughes, dice que la revista podría hacer un reportaje completo

después de la carrera, o hacer una serie de artículos previos y unos posteriores". Thomas apoyó loscodos sobre la mesa. "Ya sabes que estamos apretados de dinero. Ella está dispuesta a pagaralojamiento y comida, y trabajar en la perrera en todas las cosas. Con esta publicidad, Scotch, podría obtener patrocinio nacional. ¡Demonios!" Él golpeó la mesa, haciendo que los restos de sucomida saltaran. "¡Podrías conseguir incluso que la revista te patrocine!” 

Scotch consideró las palabras de su padre. Al estar íntimamente familiarizada con la perreray las finanzas y a todo lo que se referían, ella vio la verdad de sus palabras. Por supuesto, los Fullertenían lo suficiente para permitirse cosas bonitas, pero eso era en gran parte debido a

Construcciones Fuller , el negocio de Thomas, y la práctica veterinaria de Helen. La perrera en sí pagaba los costos de las carreras de Scotch, y ella pasaba varios veranos en guías de carreras yaventuras para traer dinero que cubrieran los costos.

Evaluó la ausencia de problemas financieros contra de la idea de tener una forasteraviviendo en su cabaña con ella. Por meses. ¿Y si esta mujer era una bruja, o una maniática delorden? ¿Y si roncaba?

Al darse cuenta de que todo el mundo la estaba mirando por una señal, Scotch se sonrojó,cubriendo su vergüenza empujando a Bon, quien todavía estaba en su regazo. "¿Y cómo sonaba

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ella?", preguntó, no satisfecha con el tono melancólico en su voz.Su padre parecía entender la verdadera pregunta. “Suena emocionada con la idea. Al

 parecer, ella estuvo en el banquete de los premios, y ahí es donde se le ocurrió." Él le dio a su hijamayor una mirada seria. "Creo que ella ha hecho una investigación, y realmente quiere hacer estetrabajo".

"Independientemente de los votos, tú eres la más afectada", dijo Helen. "Si no quieres pasar por esto, ya está".Scotch miró a todos en la mesa. Sus padres se mantuvieron cuidadosamente neutrales. En

sus brazos, Bon aplaudió dos veces ante la sensación expectante en el aire, después se inclinó poruna rebanada de tocino que estaba todavía en el plato. Ella se lo alcanzó, y él empezó a mordisqueartranquilamente la carne. Irish miraba con sus grandes ojos azules, jugando con un mechón de su pelo rojizo en una mano.

Fue Rye quien le dio la respuesta. De todos, era el que menos había gritado pero le instaba aaceptar la propuesta con su expresión. Demasiado joven para correr la  Iditarod , se había colocado bien en la carrera Juvenil Iditarod los últimos dos años, y estuvo muy involucrado con el AlaskanJúnior y la Asociación de Carreras de Perro en Trineo. Cualquier publicidad nacional a su hermana,

naturalmente lo haría brillar a él, también.La periodista sólo estaría allí unos pocos meses. Scotch estaría tan ocupada en su

entrenamiento de invierno, probablemente ni siquiera se daría cuenta de la existencia de la mujer. El pago significaría una temporada fácil, libre de preocupaciones financieras.

"Muy bien. Vamos a votar.""¿Aquellos a favor de aceptar la oferta de la señorita Huges?", Preguntó Thomas.Todo el mundo alrededor de la mesa levantó las manos, excepto Bon. Al ver el movimiento,

él sonrió y movió la mano con medio tocino en ella, casi aplastándolo en la cabeza de Scotch."¡Eyy!" dijo ella, riendo junto con su familia mientras se hacía a un lado."Será mejor que alejes esa cosa antes de que te pique un ojo".

"¡Pique, pique!" cantó Bon cantó ante la atención."Se levanta la sesión", dijo Thomas, poniéndose de pie. "Voy a llamar a esa reportera, ydarle la buena noticia."

Scotch lo vio salir. Bon exigió que lo bajara, y se deslizó fuera de su regazo. Todo el mundosiguió el ejemplo de su padre, y se levantaron. Las tareas necesitaban hacerse, incluso en un buendomingo por la mañana. Mientras ayudaba a terminar de limpiar la mesa, Rye se inclinó cerca, convoz baja le dijo "No te arrepentirás, hermanita. Ésta es una condenada oportunidad para tú."

Ella se arriesgó a mirar a su madre cuando él maldijo. “controla tu lengua o Mamá te lacortará".

Él sonrió con picardía, y siguió caminando con un puñado de platos.Mirándolo, ella esperaba que él tuviera razón.

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  Los oídos de Scotch captaron el sonido de un motor. Apagó la radio y se inclinó haciadelante para mirar por el parabrisas, tratando de localizar el avión.Este salió a la vista, emergiendo tras un árbol en la línea a su izquierda. El pequeño avión oscilabaalrededor, alineándose con la rudimentaria pista de aterrizaje mientras se aproximaba. Sólo habíasuficiente espacio para que aterrizara, dejando poco espacio para rodar, y se detuvo a no más de

quince metros de ella. A medida que el motor se apagó, ella bajó de la camioneta, para apoyarsesobre su cadera en el panel lateral.La puerta se abrió, y un taburete se dejó caer debajo para dar cabida a un hombre rudo con

un mono de trabajo. Él salió del avión, buscándola. Con un exuberante saludo con la mano, élmarchó hacia ella. "¡Scotch! ¿Cómo demonios estás?"

Sonriendo, ella lo recibió a medio camino, dándole un abrazo. "Estoy muy bien, Cliff. ¿Ytú?"

"He estado mejor", confesó. "Estos huesos viejos se están portando mal. Y Dolores meamenaza con dejarme."

Se veía bastante espantado, aunque decía lo mismo cada vez que lo veía. "¡De ningunamanera! Dolores te ama. Va pasar mucho tiempo antes de que se corten sus alas".

Él escudriñó el pequeño avión chárter. La única parte de su casco que no parecería dañado orayado, era una imagen de una modelo de revista cuidadosamente pintada en el asiento del piloto.Ella vestía un escaso vestido rojo, y sonreía tímidamente a sus admiradores. "¿Eso crees?"

"Garantizado".Animado, la mirada de Cliff pasó a las dos personas que estaban descargando el equipaje y

el equipo. "Esa chica de allí dice que está haciendo un artículo sobre tú, para una gran revista esteaño. ¿Es cierto?"

Scotch se sonrojó. "Es cierto. Tenemos la esperanza de conseguir un patrocinador nacional para publicidad".

Él asintió con la cabeza en agradable acuerdo. "Suena como un plan. Espero que funcione

 para tú".Su tono sonó con incertidumbre, y atrajo la atención de Scotch. "¿Crees que nofuncionará?” -preguntó, bajando la voz.

Chupándose los dientes, Cliff dijo, "Creo que puede ir en cualquier dirección. Me pareceque ella es una persona difícil de complacer." Él se rió entre dientes, y le dio un codazo con suhombro a Scotch, ahora preocupada. "Pero no me hagas caso, puedo estar equivocado. Si pudiera juzgar a las mujeres así como lo hago con los aviones, ya estaría casado ahora."

Ella se echó a reír junto con él, guardando sus reservas para analizarlas después. Los periodistas terminaron de descargar el avión, y ella dio un paso adelante para presentarse ellamisma. "Hola, soy Scotch Fuller. Bienvenidos a Alaska".

"Es un placer conocerte al fin,” dijo  la mujer, ofreciendo su mano. Ella era un par de

centímetros más baja, su rizado cabello oscuro corto, y atravesado por varios hilos de plata. Scotchsabía de ella por lo que había investigado, que ella era sólo seis años más joven que el reportero, yencontró la coloración prematura interesante.

"Obviamente, soy Lainey Hughes, y este es mi compañero, Don Howry"."Un placer conocerla, Sra. Fuller."Las manos se estrecharon, y Scotch se ofreció para tomar una de las bolsas. Ella tenía la

extraña sensación de que había conocido a Lainey antes. Su padre le había dicho que ella había

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Lainey se limitó a sonreír a su vez. Volviendo de nuevo a la conducción, se preguntó por qué lamujer la inquietaba tanto.

Ensimismada en sus pensamientos, Scotch no se dio cuenta de que Howry elevaba una cejamirando a Lainey. Ella le devolvió una mirada de advertencia, no sin antes sacarle la lengua,aunque le dio a su asiento un ligero empujoncito. Él deslizó sus ojos de nuevo al paisaje.

Sus intereses sexuales eran ningún misterio para su compañero, habían trabajado juntos enAmérica del Sur una vez. Dos meses de estrecha asociación dejaban muy pocas dudas de sussecretos. Para cuando regresaron a los Estados Unidos, ya llevaban entre manos la discusión deltema de cómo llevar a una mujer al orgasmo, jactándose de sus habilidades y compartiendotécnicas.

Mirando el perfil de Scotch, su libido estaba golpeando a toda marcha. Su fantasíamasturbatoria de los últimos tres meses, estaba sentada a pocos centímetros de distancia. ¡BuenDios!, ¿cómo iba a sobrevivir a esto? ¿Qué la había poseído para lanzar esta idea, en primer lugar?Una repentina ráfaga de nervios inquietó a Lainey. Nunca se había sentido de esta manera acerca deninguna mujer que le interesara.

Scotch tenía una belleza inconsciente. No necesitaba maquillaje, y al parecer no usaba

ninguno. Su nariz estaba ligeramente torcida, y Lainey se preguntó si era natural o era el resultadode una quebradura. A excepción de eso, sus rasgos eran perfectos. La piel de Scotch estaba bronceada, con una ligera lluvia de pecas en la nariz. No estaba tan curtida como cuando Lainey lavio por primera vez, pero en marzo, Scotch acababa de salir del sendero de la carrera Iditarod. Rubios rizos dorados sobresalían al azar por debajo de la gorra de béisbol color crema, enredándoseen la nuca de su cuello. Lainey se vio en apuros para no ir más allá y tocar con sus dedos la trenza.

Su análisis fue interrumpido por una creciente cacofonía de sonidos, distrayéndola tanto aella como a Howry. Scotch condujo la camioneta por un camino, más allá de una señal que les dabala bienvenida a Perreras Fuller . El horario de operación estaba publicado allí, y Lainey se preguntó por qué. Ella hizo una nota mental para obtener después una fotografía del aviso, centrando su

atención en los edificios cercanos.La entrada circular era enorme, con un área de descanso central, varias sillas de maderadispersas y una parrilla de piedra para hacer barbacoas. Una camioneta Station Wagon conmatrícula del Estado de Virginia estaba aparcada en una rudimentaria zona de aparcamiento a laizquierda, la parte posterior de la camioneta contenía equipo de campamento. Dos edificios detroncos estaban en el centro del camino, una con un cartel de madera rústica identificando elHospital Veterinario Fuller. Esa era la razón por la que había horario de operación, por supuesto.

Lainey identificó el ruido al tiempo que varios ladridos de perros se escucharon en señal deemocionada bienvenida.

Scotch sonrió mientras aparcaba delante de la segunda cabaña. "No se preocupen. Los perros sólo hacen ése tipo de escándalo al oír nuestros camiones. No los despertarán por todo lo que

 pase con ruedas por aquí"."Eso es un alivio", dijo Howry, abriendo su puerta. "Necesito mi sueño de belleza.""Ya te digo." Lainey sonrió sin arrepentimiento ante su pulla.El entusiasmo canino parecía ser contagioso. Tomó la mano de Scotch para mantener el

equilibrio mientras salía del camión. Una conmoción subió por su brazo ante el toque, y ellarápidamente se apartó, para no seguir los instintos naturales de su cuerpo. Lainey comenzó a retirarel equipaje de la caja de la camioneta, recibiendo otra mirada interrogante de Howry. Ella lo ignoró.

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Ahora no era el momento para discutir lo que estaba pasando con ella. Ya era bastante malo que loscaciques de la revista  Cognizance  hubieran alterado su plan, asegurando así que ella tuviera uncolega testigo de su necedad. Ella no necesitaba darle más municiones de las necesarias.

Scotch dijo: "Vamos a esperar hasta después del almuerzo para que se acomoden bien". Ellalevantó una bolsa de lona con facilidad, y trepó por los escalones de la cabaña, poniéndola cerca de

la parte delantera de la puerta. "Mientras tanto, vamos a dejar sus cosas aquí, y yo los llevaré a daruna visita guiada"."Visita guiada, ¿eh?" Preguntó Howry, dejando caer una maleta en el porche. "Eso suena

como si lo hicieras con regularidad."

"Así es", dijo. Ella ayudó a Lainey con una mochila de tamaño grande, una expresión desorpresa parpadeó en su rostro mientras se dio cuenta de lo pesada que era. “Dos viajes de un día,de lunes a viernes. También organizamos excursiones de un día, salidas de campamento durante lanoche con los perros, excursiones de fin de semana, y paseos o lecciones en trineo".

"Impresionante", dijo Lainey. Señaló al edificio a su paso, a medida que se internaban en elcamino. "¿Además tienen un hospital para animales?"

Scotch sonrió. "Si. Ese es de mamá. Ella se encarga de todos los perros aquí, y es unaveterana voluntaria de la carrera Iditarod ".

Howry, con su cámara en la mano, jugueteó con una lente mientras miraba a Lainey, conuna mirada expresiva.

Se dio cuenta de que ella misma estaba mirando a Scotch con un interés mayor que lonormal, y disimulado rápidamente.

La puerta de malla de la cabaña se abrió de golpe, una distracción bienvenida para Lainey, ydos bultos llenos de energía emergieron, un ser humano y uno canino.

"¡Dey, aquí! ¡Dey, aquí!"Scotch se interpuso ante ellos en un esfuerzo por contener el desastre potencial. Fue

entonces cuando Lainey se dio cuenta quienes eran.Levantando al niño, Scotch dijo "me gustaría presentarles a Bon, mi hermano menor".

Girando ligeramente para indicar a la cachorra, continuó, "Y ésta es Afrodita".Lainey extendió la mano y estrechó la de Bon. "Es un placer conocerte." El muchacho le

regaló una sonrisa tímida, y ella sonrió mientras él se aferraba a su hermana. No había duda de queeran familia; ambos tenían el cabello ondulado dorado, aunque el de Bon era mucho más claro. Aloír el clic del obturador, vio a Howry tomar una fotografía.

"Oh, ten cuidado," advirtió Scotch, poniendo al chico en el suelo. "El es el más travieso"Bon rió, y se apresuró a la puerta de malla, abriéndola, "Vamos, Afodita!" El cachorro se

lanzó hacia adelante, meneando la cola con impaciencia, y ellos desaparecieron en el interior.Riéndose entre dientes, Scotch se les quedó mirando mientras se quitó la gorra para recorrer

con la mano su pelo. Lainey se preguntó si se sentiría tan maravilloso como parecía, hipnotizadahasta que Howry chocó con ella por detrás. Ella le dio una mirada rápida, sabiendo que tendríamucho que explicarle la próxima vez que estuvieran solos.

Rompiendo el silencio, esbozó una brillante sonrisa. "¡Y bien! ¿Qué hay con ésa visitaguiada?"

Él resopló ante ella, pero siguió a Scotch mientras ella bajaba las escaleras y rodeaba lacabaña.

¿Qué era lo que decían? ¿La ausencia hace crecer el cariño? Lainey no podía saber si su

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interés por Scotch había crecido a lo largo de los últimos tres meses mientras ella planeaba estaexcursión. Su atracción era tan fuerte como lo había sido desde el momento en que ella la habíavisto por primera vez como corredora. Parecía como si el interés fuera mucho más fuerte en presencia de Scotch que cuando Lainey estaba en Nueva York. Por lo menos no podía engañarse así misma creyendo que todo esto era como un dulce para la vista, para estimular los sentidos. Aquí,

en presencia de Scotch, todo se cuadruplicaba.Ella tiernamente esperaba que el constante contacto pudiera romper éste enamoramiento."¿Lainey? ¿Vienes?"Sorprendida en su meditación, ella hizo un gesto con la mano hacia

Scotch, observando la expresión cautelosa en sus ojos. No es de extrañar, ya que Lainey estabaactuando extraño, incluso ante sus propios ojos. Ella corrió escaleras abajo para unirse a ellos.

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CAPÍTULO CINCO

Scotch los condujo por un lado de la cabaña en un camino de grava. En lugar del patiotradicional, con césped bien cuidado y rosales, el lecho de piedras se abrió ante ellos, abarcando lamayor parte del área disponible. La cabaña tenía una cubierta elevada adjunta donde Bon jugabacon su mascota y otros dos cachorros. Un puñado de edificios exteriores y algo que parecía ser unacochera abierta en extensión, aunque la cubierta de hormigón de ésa sección no parecía accesible aun vehículo con el tipo de los equipos que tenían allí. Dos grandes perreras agrupaban a un puñadode perros, que recibían la atención cautelosa para una familia de cuatro.

Más allá de ellos, Lainey vio el patio de los perros. Ella se sorprendió por el gran número deanimales, ya que nunca había visto tantos a la vez. No, se corrigió. Había visto muchos más durantela carrera en Marzo. Lo que no había sido preparado eran las ordenadas filas de casas de madera,cada una con un perro encadenado cerca. Lainey inmediatamente se preguntó cómo esto podría ser

saludable para los animales. Literalmente estaban encadenados, notó algunos durmiendo en el sol.Otros jugando con entusiasmo con juguetes o huesos, y algunos ocupaban la cima de sus hogares,moviendo la cola a medida que aullaban por atraer la atención de la gente en el patio. Difícilmente parecían ser maltratados.

"Scotch!"Un joven saludó al grupo en la perrera. Lainey lo reconoció como el muchacho que había

estado con Scotch en el último invierno. "¡Ven aquí!” Scotch le devolvió el saludó con la mano. "Ya vuelvo. Vayan por delante y husmeen un

 poco. No se preocupen, todos los perros son amistosos".Howry dio un reservado murmullo de asentimiento, y ella corrió hacia las perreras y,

 presumiblemente, hacia sus fans."Entonces. ¿Esto es atracción fatal, o simplemente un leve enamoramiento?"Lainey le frunció el ceño, luego miró a su alrededor para asegurarse de que nadie escuchara.

"No es nada de eso", dijo."Oh?" Él levantó una ceja. “Ella es linda, y tiene un tipo atlético. Quiero decir, si te sientes

atraída por ese tipo - y yo sé que sí." Él se ocupó de tomar una imagen de su tema de conversaciónmientras ella saludaba con la mano a los visitantes.

"No es por eso que estamos aquí."Él volvió la lente hacia ella, ajustando el foco. "No se le puede mentir a la cámara, Lainey”

Click.Su cara se puso roja, y ella colocó la mano en la lente para bloquear más fotos. No

necesitaba pruebas fotográficas de su locura. "Está bien" dijo ella, rodando sus ojos. "La vi enmarzo pasado. Hay algo en ella que no me deja sola".

Howry bajó la cámara, dándole toda su atención.Ella apartó la mirada, sabiendo que su rostro mostraba varios tonos de rojo. Una cosa era

conspirar y soñar; hablarlo en voz alta le daba a su plan un impacto de realidad absurda que había perdido previamente. "Pensé que si podía pasar algún tiempo con ella, superaría lo que sea que esesto" Ella lo miró. "Pero sigo pensando que es una buena idea. Por eso se lo propuse a Ben en

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 primer lugar.""Debe haber sido un maldito giro cuando su jefe me agregó a la ecuación".Ella lo miró, notando que no había rencor en su expresión. Relajándose un poco, dijo: "Por

decir lo menos""¿Qué te dijeron cuando les dijiste a ellos?", preguntó él, indicando con la cabeza en

dirección a la perrera.Lainey vio como Scotch se arrodilló para estar a la altura de un niño pequeño, con pacientey sonriendo mientras le explicaba algo a él. Su pecho se tensó con una emoción imposible deidentificar, y ella resistió el impulso de acercarse. "No les he contado, todavía".

Howry se quedó en silencio por un momento, antes de soltar la risa.Irritada, le dio la espalda mientras él casi se doblaba de la risa. Lainey plasmó una sonrisa

de disculpa cuando los otros miraron con curiosidad. "No es tan divertido," dijo ella con los dientesapretados.

Tomó unos minutos más antes de que él recuperara el control, se enderezó secándose losojos. "No, desde yo estoy", respondió.

"¿Ustedes son los periodistas?"

Lainey levantó la vista para ver a una chica que colgaba encima de la barandilla de la plataforma. Ella puso rápidamente su mejor cara. "Sí, lo somos. Soy Lainey Hughes, y él es DonHowry".

La chica sonrió y Lainey pudo ver otra similitud de Scotch en la cara de la chica. Ella tuvoque admitir que sus padres ciertamente tenían descendencia bien parecida.

"Soy Irish Fuller." Ella les dio un breve vistazo, acomodando un mechón de pelo rubiodetrás de la oreja. "Escuché cuando llegó el camión, así que preparé café. ¿Dónde están sus cosas?"

"En el porche delantero. Scotch iba a darnos la visita de los diez dólares, pero lainterrumpieron".

Irish giró su rostro ante sus pensamientos, espiando a su hermana mayor, quien lleva a una

familia hacia la estructura de la cochera abierta. “Acaba de empezar. No puedo dejar solo a Bon, deotro modo yo los llevaría".Howry dijo: "Está bien. Podemos organizarnos por nuestra cuenta"."¿Por qué no suben aquí? Puedo traerles café, y ustedes esperan a que ella termine." Irish

abrió una puerta para cachorros, hábilmente interceptando un perro con el pie, cuando éste hacía untorpe bandazo hacia la libertad.

"Oh, no. No queremos distraerte." Lainey dio un paso hacia atrás en leve protesta.La expresión de Irish se congeló, un destello de descontento que fue rápidamente

reemplazado con la comprensión. “Mamá te dijo que no entendería", dijo, casi como una ocurrenciatardía. Asumiendo un tono ligero, continuó. "Es realmente grosero no ofrecer a los huéspedes algode beber cuando llegan”. 

Lainey se dio cuenta, por lo tanto, que era considerado de mala educación rechazar unaoferta así.

Su compañero también cogió la indirecta, y se colgó la cámara al hombro. "Estaríamosagradecidos por algo de café".

Irish sonrió e hizo un gesto para que subieran los escalones.Por lo menos en la plataforma, Lainey tenía una mejor vista de las actividades de Scotch.

Sentada en una silla del patio, se apoyó en la barandilla y observó a la mujer explicar las

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operaciones de la perrera a su público, su voz no llegaba del todo. Rye entró al edificio de lacochera, y sacó un trineo de carreras. El grupo se desvió hacia ella, y Scotch señaló las diversas partes del vehículo.

Lainey notó movimiento en el área de perros. Un hombre hispano con pantalones vaquerosliberó a un canino encadenado, y lo puso en un vehículo de cuatro ruedas que tenía un artilugio

extraño unido a la parte delantera. Se veía como un vagón de la montaña rusa, en madera y pintadocon el logotipo que había visto en el letrero de la entrada. A medida que el hombre se movió através del patio, los perros ladraban alegremente, saltando para ganar su atención. Cuando Irishregresó dentro, ella le preguntó, "¿Quién es ése?"

Después de acomodar una bandeja de refrescos en una mesa, la chica detuvo hábilmente aBon que intentaba subir al regazo de Howry. Manteniendo a su hermano pequeño entre sus brazos,ella miró hacia donde le indicaba."Ese es Miguel. Nuestro adiestrador".

Howry se puso de pie para tener un mejor ángulo, mirando a través de su cámara. "¿Quéestá haciendo?"

Irish bajó a Bon que se retorcía, y él inmediatamente se envolvió alrededor de la pierna de

Howry. "Él está enganchando a los perros al vehículo cuatro ruedas. Esas personas han pagado poruna visita. Consiguen un paseo con perros, también." Ella se encogió de hombros, con una levesonrisa en su rostro. "No es un trineo, pero hace las veces cuando no hay nieve". 

Lainey dividió su atención entre el objeto de su deseo y el adiestrador. Ningún perro fueignorado mientras los escogía, a pesar de que sólo escogió a media docena para llevar el vehículo.Mientras tanto, Scotch silbó, y un perro que no estaba encadenado trotó hacia ella, moviendo lacola. Ella comenzó a demostrar cómo los caninos eran unidos al trineo, con la ayuda del muchachoque con orgullo le sonreía a su padre.

"¿Por qué ese perro anda suelto?" preguntó Lainey.Al mismo tiempo, Howry preguntó: "¿Cómo elige qué perro utilizar?"Irish miró entre ambos, incierta ante a quién responder en primer lugar.Bon no tenía ningún problema, sin embargo. "Roca, ¡perro grande!", gritó.Sonriendo, Irish asintió. "Sí, Roca es hoy el Gran Perro. Todos los días un perro es elegido

 para correr libremente. Por lo general corren en rotación, a excepción de los días de carrera ocuando las hembras están en celo".

Respondida su pregunta, Lainey observó como Scotch terminó la lección, apenas oyendo larespuesta de Irish hacia Howry.

"Los paseos tienen un horario de rotación, también, al menos durante la temporada turística.Una vez que el entrenamiento de la carrera comienza, por lo menos la mitad de ellos salen de lalista. Aquellos que no van a estar corriendo con holgura". Puso una taza de café humeante enfrente

de Lainey. "Cualquier turista que quiera un paseo real en trineo no conoce las diferencias entre el primero o el segundo recurso".

En ése momento, Miguel terminó su tarea. Él se subió al trineo todo-terreno, y llamó alorden a los perros. Lainey no pudo evitar sonreír ante los ladridos entusiastas una vez que el equipodio un salto hacia adelante.

Ella lo vio dirigir a los animales en círculo al patio, enviando una ronda de aullidosexcitados de los que se quedaban. El clamor distrajo a los visitantes, y miraban con los ojos abiertoscomo Miguel habilidosamente condujo al equipo hacia ellos, tirando a un alto al acercarse. Lainey

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sintió que lo más lo sorprendente fue que no había jalado las riendas, ningún método de control,excepto las órdenes verbales. Claro, el trineo todo-terreno podría desviarse, pero los perrossiguieron sus indicaciones en lugar de tratar de ir en diferente sentido. Scotch hizo unademostración saludando a cada perro, instando a los niños a hacer lo mismo. Luego ayudó a todosellos a abordar el trineo, quedándose de pie detrás mientras su hermano se unió a ellos.

Lainey miró como los rayos del sol atravesaban los árboles, encendiendo los reflejosdorados del cabello de Scotch. Un hilo de deseo bajó a lo largo de su columna vertebral, explotandoen un leve calor cuando el corredor se volvió y le sonrió.

"Interesante", dijo Howry.Ella apartó la atención para echarle una mirada, pero él no le hizo caso, alcanzando una

galleta de la bandeja antes de regresar a su asiento."Esta cabaña no parece tan grande", observó él. "¿A dónde vamos a dormir?""Hay una litera adicional junto a la de Miguel, para usted, señor Howry. La señorita Hughes

dormirá con Scotch” dijo Irish, mirando a Bon el chico dirigía su mirada sobre la galleta en la manodel hombre.

Lainey casi se atraganta con el café.

"Los niños siempre dicen la verdad," murmuró Howry, sonriendo.Su atención se dirigió a la chica, rezando porque ella no lo hubiera oído. Afortunadamente,

Irish estaba concentrada en Bon, retirándolo del alcance de las galletas en las que estabaentretenido. Salvada por el momento, Lainey susurró, “¡cállate!"

"¿Está todo bien?" preguntó Scotch, subiendo los escalones y abriendo la puerta.Howry, con una expresión insolente, y sin dejar de mirar a Lainey, dijo, "Todo está bien.

Escuché que Lainey dormirá contigo".Lainey se preguntó seriamente cuánto de esto podría soportar. Seguramente había alguna

manera de arreglar un accidente fatal para su compañero, algo que diera lugar a un dolor extremodurante una larga cantidad de tiempo.

Inocente, Scotch miró de la mirada divertida de Howry a la de irritación de Lainey. "Eso noserá un problema", dijo ella, pareciendo insegura. “A menos que prefieras una litera para tú sola.Supongo que me podría cambiar con Irish".

Las expresiones de las chicas Fuller manifestaban su disgusto por tal arreglo, y Lainey seapresuró a aliviarlas. "¡No! Esto está bien. Yo sólo…Tiendo a ser un poco solitaria a veces, eso estodo". Deseó estar lo suficientemente cerca para darle una patada en la espinilla de Howry y borraresa sonrisa zalamera de su cara.

Scotch se relajó, y dijo: "Puedo entender eso. Yo también soy una solitaria."La dulce sonrisa en los labios de Scotch, alejó el enojo de Lainey contra las burlas del

camarógrafo. Ella le devolvió la sonrisa, levantando su taza a modo de saludo, sin importarle si susintenciones eran transparentes para Howry. Justo aquí, en este momento, bajo la amistosa relación

con Scotch, era el único lugar para estar.

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CAPÍTULO SEIS

La visita guiada llegó finalmente. Lainey se enteró de que la cochera actualmente seutilizaba como la cocina de los perros, y el edificio adjunto era el granero. Como cualquier granerocomún, el desván contenía paja. Scotch les dijo que era como la ropa de cama durante el invierno.El piso de abajo tenía nueve espacios cercados para los animales de carrera, todos ellos vacíos.Estos eran utilizados principalmente durante el invierno para los perros heridos o las nuevasmadres, ya que este edificio estaba climatizado. Dos congeladores horizontales acomodados en unaesquina, y el resto de la habitación estaba relegada al almacenamiento - cinco trineos de diferentesestilos, contenedores de comida seca y arroz para perros, líneas surtidas de tuercas y cables, estantesde suplementos de vitaminas y armarios llenos de mantas para perros y botines. Varias tablillascolgadas cerca la puerta, cada una claramente etiquetada. Lainey leyó "Gran perro" en una, y buscóhacia abajo para ver que el nombre de Roca tenía una marca grasosa de lápiz al lado de su nombre.

Otras tabillas decían "Rotación de perros" "Vacunas" y "Corredores".Los ladridos de perros interrumpieron su lección mientras la familia visitante regresaba de

su salida, instando a los que se quedaban atrás para dar un entusiasta saludo a sus compañeros.Miguel trajo al equipo haciendo un alto fuera de la granja, y los perros sonrieron a Lainey, jadeando por causa del esfuerzo. Mientras Scotch y su hermano ayudaron a la familia a bajar del trineo, suentrenador ató el equipo a un poste. Dio a Lainey y a Howry un gesto de saludo al pasar junto aellos, emergiendo unos momentos más tarde con trozos congelados de alimento para alimentar a los perros.

"Voy a acompañar a esta gente hasta afuera," comentó Scotch. "¿Estarán bien por unminuto?"

"Sí, estaremos bien." Howry meneó su cámara, indicando que él tenía mucho en quémantenerse entretenido.

Lainey sonrió en asentimiento, sin poder contener el ligero aumento en su respiracióncuando recibió otra sonrisa a cambio. Estaba empezando a pensar que realmente esto era una malaidea. Scotch escoltó a los turistas hacia fuera, y Lainey tragó saliva al ver el ligero balanceo de suscaderas.

"Y bien, ¿qué les estás dando de alimentos?" Howry preguntó a Miguel.Armándose de valor, Lainey recordó por qué estaba aquí. Después de pasar un largo tiempo

con Scotch esta obsesión se desvanecería. La mujer era joven, probablemente obstinada, sin máseducación que la de aquí en la naturaleza, olía a caca de perro. También era atlética, vibrante, dueñade una confianza extraordinaria, y era divina… Con un gemido interno, Lainey volvió su atención a

la conversación cercana.Miguel estaba a medio camino del equipo. Había empezado a poner en marcha a los perros

guías, y en su camino de regreso, trabajaba alabando y acariciando a cada animal. "Pescado blancocongelado," dijo. Su voz de tenor tenía un ligero acento. “Algunas veces salmón congelado o trozosde hígado. Les ayuda a refrescarse después de una carrera, y los recompensa por el buen trabajohecho. ¿No es así, chica?", Preguntó al siguiente perro en la fila.

"¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?", preguntó Lainey, obligándose a por lo menos

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hacer un intento por realizar su trabajo."Desde el principio". Miguel regresó a la parte delantera de la fila, y comenzó

estrechamente la inspección de cada perro. Masajeó los hombros, las caderas y los lomos antes decomprobar pies y muñecas. "Trabajé para Thom en un par de sitios de construcción. Cuando élembaucó a Helen a que empezara la perrera, me ofrecí como voluntario para ayudar a construir el

Hospital veterinario y este granero." Se encogió de hombros. "Acabé contratado de forma permanente."Ellos miraban como él examinaba a fondo a cada animal, en silencio. Cuando terminó, se

levantó y se estiró, arqueando su espalda."Así que, ustedes son los periodistas, ¿no?"Lainey se golpeó ligeramente la frente. "¡Vaya, lo siento! Sí, soy Lainey Hughes y este es

Don Howry".Miguel se limpió la mano en sus pantalones vaqueros antes de ofrecerla a ellos. 'Miguel

Sánchez, entrenador."Terminadas las presentaciones, Lainey ahora olía a perro, y contuvo el impulso de frotar la

 palma de su mano en su camisa. Ella siempre fue exigente en el primer contacto, algunos hábitos

arraigados de limpieza como ése, tendrían que disiparse cuando ella se sumergiera en ésta nuevasituación. Oler a perro era mejor que algunos de los olores que había sido obligada a llevar durantesu carrera. El entrenador parecía divertido, y ella se preguntó si había mostrado algo en suexpresión. Mientras ella se preocupaba por la cuestión, él continuó hablando.

"Vas a dormir en mi cabaña" le dijo a Howry. "Es una especie de dormitorio de estilo, peroestá bien. Está justo ahí pasando ese camino." Señaló el camino, una cabaña apenas visible entre losárboles. "Incluso tenemos agua corriente."

Las campanas de alarma sonaron en la cabeza de Lainey. Con una fingida indiferencia, preguntó: "¿No hay electricidad?"

"Todavía no", dijo Miguel, riendo entre dientes. "Tengo la intención de conseguir un

generador por ahí. No he tenido el tiempo."Howry digirió esta información admirablemente. “Entonces, ¿las linternas de gas propanoson la regla y no la excepción?"

"En su mayor parte", dijo Miguel. Él le dio una significativa mirada al camarógrafo. "Lacasa principal, la clínica, y el granero tienen electricidad, sin embargo. Si necesitan recargar bateríasy todo eso, estoy seguro de que podemos acomodarlos." Él saludó con la mano hacia la cabañadonde Bon estaba jugando bajo la atenta mirada de Irish. "Inclusive tienen conexión a Internet."

Lainey miró por encima del patio de los perros, observando que sería un crudo invierno sinel simple equipamiento de electricidad. Ciertamente, había estado en lugares tan rústico como lasciudades en guerra en el Oriente Medio, pasando por montañas de innumerables países. Pero estoera América, por

¡Dios Santo! Había esperado un cierto nivel de civilización. Otro pensamiento le pasó por la cabeza. No haber electricidad significaba que no había calentador de agua. ¡Dios mío!, ¿en qué la habíametido su libido?

"¿Dónde está la cabina de Scotch desde aquí?" Preguntó Howry.Lainey siguió el punto donde Miguel señaló, viendo otro camino sinuoso a través de los

árboles. No podía ver la cabaña del todo. "¿Tan lejos?""Sí, un poco. En realidad está escondida detrás de una pequeña colina." Él se chupó los

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dientes. "A Scotch le gusta su privacidad."La advertencia tácita trajo a Lainey a mirar a su alrededor. El tema era que la privacidad de

una persona no sólo aceptaba ser constantemente seguida por extraños blandiendo sus cámaras, sinoque les permitía entrar en su espacio sagrado durante nueve meses completos. El trabajo de Laineyera principalmente una actividad de persecución, ella entendió el sacrificio que Scotch estaba

haciendo a cambio de publicidad.Decidió que rondaría con tiento en torno a Scotch. Independientemente de sus razonesidiotas para iniciar este fiasco, Lainey no podía dejar que su actuación interrumpiera el objetivo desu equilibrio. Sí. Scotch era apenas un objetivo, al igual que tantos otros a lo largo de los años.Lainey simplemente necesitaba mantener la perspectiva adecuada.

Scotch dobló la esquina de la cabaña, con su hermano a su lado, y Lainey sintió que su´perspectiva adecuada´ flotaba alejándose como un globo de helio. 

+++

Relajada, a pesar de tener a los periodistas en la mesa, Scotch compartía después del café de

la cena, mientras Howry obsequió a su familia con una anécdota de una de sus asignaciones en elAmazonas. Su voz se hizo más pausada cuando describió estar en una canoa, evadiéndose de unaguerra de otro pueblo, confiando en sus guías nativos para mantenerlo vivo, y su audienciacolectivamente se inclinó hacia adelante en anticipación. Incluso Lainey parecía enamorada de suhistoria sobre los pueblos indígenas con los que había estado en contacto, y Scotch aprovechó laoportunidad para estudiarla.

Lainey parecía una contradicción. Ella cargaba un aire de profesionalismo que parecíainnegable. Sin embargo, Scotch la había visto sonrojarse y tartamudear como una colegiala, por lascosas más leves varias veces en el transcurso de ésa tarde. ¿Sería porque trabajaba principalmentecon la naturaleza en lugar de con las personas? Tal vez ella no se sentía cómoda con los extraños.Eso no sonaba correcto, pero ella no podía pensar en ninguna otra razón para su comportamiento.

Sus rasgos estaban un poco más agobiados por las preocupaciones, que en la única foto queScotch pudo localizar de ella. Scotch suponía que tenía sentido; esa foto había sido tomada cuandoLainey tenía la edad de Scotch ahora. Desde entonces, había vivido un par de acciones militares yhabía sido herida. A decir verdad, a Scotch le gustó la forma en que Lainey se miraba ahora, y ésedéjà vu inquieto no se iba. ¿Dónde había visto antes a Lainey? Era un lugar diferente de la foto queella había encontrado. Scotch tendría que haberla recordado en la función del banquete, ella siempretenía una buena memoria para los rostros.

Recorrió el ligero cuerpo, viendo la camisa de franela marrón a cuadros perfectamenteescondida en la cintura de sus pantalones vaqueros. Vestía botas de montaña desgastadas que ibanen desacuerdo con la etiqueta de ropa de diseñador en el bolsillo de su cadera. ¿En qué lugar había

sido herida? No se notaban ningunas cicatrices obvias en ningún lugar, y ella no cojeaba. Susmangas habían sido arremangadas durante el día, y sus antebrazos estaban tan curtidos como su caray su cuello. Ella le había contado a Irish que había estado trabajando en África a principio del año.Scotch pensó que conocer todos aquellos lugares exóticos debía ser verdaderamente emocionante.Sus manos eran callosas, por lo que no era una extraña para el trabajo duro, un plus en opinión deScotch. El invierno en Alaska era duro, y no era para los débiles. Salvo cualquier incidenteimprevisto, pensó que este acuerdo podría funcionar muy bien de hecho.

Su mirada volvió al rostro de Lainey, encontrando los ojos color avellana mirándola a su

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vez, con una ceja levantada en cuestión. Pillada en su lectura visual, Scotch escondió la vergüenzalo mejor que pudo. Suavemente volvió su atención a Howry, y tomó un sorbo de café, sabiendo quesu rubor contradecía su externa indiferencia.

Howry concluyó su historia, y hubo un momento de calma en la conversación. "Bueno,ahora que ya he contado una de las mías, Thom, tal vez podría responder a mi pregunta".

El padre de Scotch se reclinó en su silla, Bon estaba adormilado sentado en su regazo. En surostro se formó una sonrisa de complicidad. "¿Quién le puso el nombre a mis hijos?", preguntó.Helen chasqueó la lengua con buen humor, fingiendo irritación. Scotch sonrió y le guiñó un

ojo a su hermano igualmente divertido. Irish abrió más sus ojos.Lainey dijo: "Yo estoy apostando a que usted lo hizo. Creo que la pregunta es por qué los

nombres que eligió".Orgulloso, Thom consideró cuidadosamente antes de responder, aunque todo el mundo

 pudo ver que era una estratagema. Scotch había visto la misma expresión de su cara cada vez queella escuchaba la explicación. Su padre disfrutó de la atención.

"Cuando me casé con esta hermosa mujercita", dijo, haciendo caso omiso del resoplido deHelen, "hicimos una apuesta. Quien adivinara el género correcto podría nombrar al bebé".

“Y mamá disparó sólo bala  de salva, por su instinto maternal", dijo Rye sacudiendo lacabeza.

"Ella lo hace suficientemente bien con estas cosas maternas", dijo Thom, en defensa de suesposa.

Helen le hizo un gesto con la mano. "Termina de contar, Thom. No te distraigas".Le dio a su esposa un beso en el aire, y miró a sus huéspedes. "De todos modos, cuando

Scotch llegó, le dije a Helen qué nombre le pondría y ella iba a adecuarlo".Lainey miró a Scotch, con el desconcierto en su rostro. Scotch sonrió ampliamente,

haciendo caso omiso de la solicitud de información."Diles lo que es"

“Voy a dejar que Scotch les explique", dijo, con magnanimidad. Scotch dejó la taza de café en la mesa, a la espera del momento justo antes de hablar."Scottish, como los Scottish Terrier (perro escocés)." La mirada en los ojos de Lainey no tenía precio, y ella se esforzó por controlar su risa.

"¡Estás de broma!" Lainey parecía incapaz de creer lo que estaba oyendo, contemplóalrededor de la mesa, buscando confirmación.

"Oh, no", dijo Helen. "Él estaba bastante serio en ése momento"."¿Iba a nombrar a sus hijos como las razas de perros?" exclamó Howry, estupefacto."Oh, sí", dijo Rye. "Papá ama a los perros."Scotch disfrutó de la confusión en el rostro de Lainey mientras luchaba con la idea de un

hombre etiquetando a sus hijos de tal manera.

"Entonces, ¿por qué el cambio?"Thom se encogió de hombros, pareciendo decepcionado. "Bueno, ya conoces a las

mujeres", dijo, bajando la voz como si respondiera en complicidad, aunque todos en la mesa pudieron escucharle claramente. "No se puede vivir con ellas. No se puede vivir con ellas". Emitióun grito cuando Irish le dio una palmada en el hombro, y luego soltó la risa, “Ella me dijo que nohabía manera de dejarme que nombrara a mis hijos como a los perros. Pero aún teníamos unacuerdo."

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  "Papá ama a sus perros, pero también le gusta su whisky", dijo Scotch."¿Y dejaste que se saliera con eso?" preguntó Lainey a Helen.Ella sonrió. "Era mejor que tener un hijo llamado Labrador".Rye gimió y se cubrió la cara con sus manos, mientras que el resto de ellos empezaron a

reírse.

Cuando la diversión se calmó de nuevo, Howry dijo: "Está bien, puedo ver la relación entreScotch, Rye, e Irish. Pero Bon? Soy un periodista, y tenemos hígados de hierro. Yo nunca he oídohablar de un whisky con ese nombre. ¿Finalmente Helen ganó una apuesta?"

Bon, quien estaba recostado medio dormido en los brazos de su padre, apenas despertó antela mención de su nombre.

"En realidad, ese es un apodo," dijo Scotch. "Su nombre completo es Bourbon".Howry levantó las manos en el aire. "¡Por supuesto!"Mientras todo el mundo seguía riéndose, los ojos de Scotch se encontraron con los de

Lainey. Ella sintió una extraña conexión formada entre ellas, una simple alegría de compartir algo bueno. Mientras que una parte de ella se relajaba en la sensación, Scotch se preguntó si tal vez sucuriosidad inicial sobre la fotoperiodista se había vuelto demasiado grande, demasiado obvia.

Desde esta mañana había estado menos preocupada por tener a una extraña viviendo conella, y más preocupada de que ella no pareciera tan sofisticada ante la mundana mujer. Miguel lehabía comentado que Lainey parecía un poco sorprendida de que no hubiera electricidad en sucabaña. Y el piloto de la avioneta, Cliff, había comentado que ella parecía una persona difícil decomplacer. Scotch nunca había puesto un pie fuera de Alaska, excepto para la carrera Yukon Questen Canadá. Ella no tenía ni la más remota idea de lo que su humilde cabaña sería, ante los grandesviajes de Lainey Hughes.

¿Sobrevivirían nueve meses juntas?Su familia comenzó su ritual nocturno de limpieza, distrayendo a Scotch de sus

cavilaciones. Ella ayudó a limpiar la mesa. Era su turno de lavar los platos, por lo que comenzó allenar el fregadero con agua caliente y jabonosa. Cuando Lainey se ofreció a ayudar, ella se preguntó por qué se sentía tan feliz.

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CAPÍTULO SIETE

Lainey caminaba lentamente, cargando su mochila asentada cómodamente en sus hombrosy en la cadera, y su bolsa de la cámara en una mano, mientras Scotch se abría paso a su futuro hogarlejos del hogar principal. Fue difícil para ella no mirar la buena forma del trasero en frente de ella.Afortunadamente, por la dignidad de Lainey, en cualquier caso, el camino requería toda su atenciónde modo que no tendría que hacerlo.

 No era tan tarde, pero Alaska estaba lejos del Ecuador. El sol no se había puesto,confundiendo el sentido del tiempo de Lainey por causa del cambio de horario. Incluso en NuevaYork estaba acostumbrada a que estuviera oscuro a ésta hora. Con la temperatura más fría aquí, sumente trataba de decirle que era muy de mañana, en vez de las diez de la noche. Tenía que admitirque el efecto general estaba en la reminiscencia de los viajes de campamento de juventud en NuevaInglaterra, disfrutando de un desayuno de hojuelas de avena mientras el sol calentaba el lago.

Lainey sonrió para sí misma, habían pasado años desde que ella pensó en eso. Se preguntó por qué."Ya casi llegamos", dijo Scotch, mirando por encima del hombro. Llevaba la el maletín con

el ordenador portátil de Lainey y otra maleta."Voy justo detrás de tú", dijo.Doblaron por un recodo del camino, y Lainey consiguió su primer vistazo de la cabaña. Se

alzaba en un nivel alto, con un pequeño y compacto porche cubierto en el frente de la puerta. Desdeel ángulo de su llegada, Lainey vio que las ventanas que estaban colocadas eran más altas de lo queella esperaba. Tal vez eso era para combatir las ventiscas. Ella siguió a Scotch tres pasos arriba,señalando una banca que colgaba balanceándose de las vigas del porche mientras su anfitriona abrióla puerta y puso las bolsas en el interior.

"Entra, y ten cuidado al pisar" Dijo Scotch. Hizo un gesto a Lainey para que entrara.Consciente de sus pies, Lainey entendió las instrucciones cuando se encontró en un rellano.

Los escalones llevaban abajo, y ella los siguió con cuidado al interior.Scotch cerró la puerta, y llegó tras ella. “Pon tus cosas en la esquina, y te  mostraré los

alrededores."Lainey dejó caer su mochila y alcanzó a tocar un muro de piedra natural. Era de seis pies de

alto y estaba tapada por troncos de madera que ella había esperado en éste tipo de estructura."¿Estamos bajo tierra aquí, o lo construiste dentro de colina?" preguntó.

"Ambos, en realidad", dijo Scotch. "Aquí afuera tuvimos que cavar hacia abajo, pero en elfondo, es la profundidad de la misma colina".

Lainey asintió distraídamente, mirando alrededor. El espacio era pequeño, tal vez cuarenta

metros cuadrados. El suelo era de madera, cubierto aquí y allá con tapetes. En el centro de lahabitación estaba una gran chimenea hecha de la misma piedra que las paredes que la rodeaban. Unsofá y una silla estaban puestos frente a la chimenea, acompañadas por un par de mesas resistentescon algunos cachivaches sobre ellas. Un comedor de estilo antiguo con las patas de la mesacromadas y la cubierta superior color verde estaba situada cerca, junto con tres sillas acolchadas quenecesitaban de nuevo tapiz.

Detrás de la chimenea estaba el área de cocina. Lainey observó una pequeña estufa de metal

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empotrada en el fondo, y varias ollas y sartenes colgando de la mampostería. Gabinetes dealmacenamiento y encimeras corrían a lo largo de ese lado de la habitación. Lo sorprendente era ungran fregadero de metal, con una bomba para agua a la antigua, que estaba pegada a él. Recordandola declaración de Miguel al principio del día, ella miró a Scotch. "¿Agua corriente?"

Scotch sacó las manos de los bolsillos traseros de sus pantalones vaqueros, alcanzando a

quitarse la gorra de béisbol y alisando con sus manos el pelo. "Sí, con un poco de esfuerzo".Ella parecía avergonzada por la calidad de su casa, y Lainey se apresuró a mostrar suagradecimiento. "Es muy agradable," dijo ella, sonriendo. "¿Has hecho gran parte del trabajo por túmisma?"

Sonrojada con gracia, Scotch se acomodó de nuevo la gorra, y escondió sus manos denuevo en sus bolsillos. "Tuvimos que conseguir una retroexcavadora para cavar la fosa, y los chicosayudaron a poner los troncos, techo y ventanas." Ella señaló con la mano a la mampostería."Extendí la roca y construí la chimenea, poniendo el piso y el porche".

"Wow," dijo Lainey, impresionada. Ella echó otro vistazo a la zona antes de sonreír.“Entonces, ¿dónde dormiremos?" 

"Arriba".

Sólo entonces Lainey se dio cuenta que el área de la cocina tenía un techo más bajo que elde la habitación principal. Siguió a Scotch de nuevo a las escaleras, dirigiéndose más allá de una puerta de entrada al ático.

El ático estaba abierto hacia abajo, con una robusta barandilla de pino que sobresalía de lachimenea. Largo y estrecho, estaba dividido en dos por una cortina. Allí estaba una ventana yLainey entendió la razón de la alta colocación. ¿Dónde más podría estar una ventana en un lugar dedesniveles? Pasaron junto a una cama doble con una cómoda grande a sus pies, y una mesita denoche al lado.

"Esta es mía." Scotch abrió la cortina de la chimenea, y con un gesto indicó a Lainey aentrar "Y ésta es la tuya."

Era la misma, a la inversa. El marco de la cama estaba hecho de pino, al igual que la barandilla. El olor de la madera era áspero, lo que le decía a Lainey que era nueva; probablementeestaba construida sólo para ella. La cama estaba cubierta con una gruesa e invitante colcha, variasalmohadas y unas mantas que cubrían las tablas del suelo por donde ella pisara. La cómoda y lamesilla de noche eran un poco más viejas, pero bien cuidadas. En la mesilla de noche estaba unalámpara de aceite y Scotch la encendió con un fósforo antes de cerrar las cortinas gruesas sobre laventana.

"¿Está bien?" Preguntó Scotch. "Si quieres intercambiar o tal vez pasarte a la cabaña principal, lo entendería".

Lainey sonrió con tranquilidad. "¡No! Esto es genial, de verdad". Se sentó en la cama, probando los resortes del colchón. "Has puesto una gran cantidad de trabajo en esto, puedo decir.

Gracias". Nuevamente Scotch se sonrojó y miró hacia otro lado, tratando de encontrar algo que decir.

Y de nuevo Lainey se preguntó si ésta sensación de enamoramiento se le pasaría, mientras ella selamió los labios. ¡Dios, ella casi podía saborearla! El oleaje de deseo era leve, pero suficiente paradejarla con el corazón desbocado.

"Bueno, entonces. Supongo que deberíamos traer tus cosas aquí para que puedas instalarte.Vamos a levantarnos muy temprano en la mañana, así que será mejor si planchamos oreja pronto."

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  Scotch había ayudado a Lainey a desempacar, ávidamente curiosa por la mujer. ¿Por qué lamochila? Algunos de los efectos personales estaban desgastados con el uso, al igual que sus botasde montaña. Otras piezas eran obviamente nuevas. ¿Por qué traía un saco de dormir ártico? Si ellahabía seguido la carrera con el resto de los periodistas, difícilmente tuvo la oportunidad de usar ésacosa. Por lo general, las revistas y los periódicos tenían hoteles reservados en la ciudad de

Anchorage y de Nome para sus reporteros. ¿Acaso significa esto que Lainey seguiría el rastro conlos otros periodistas incondicionales? El pensamiento fue realmente reconfortante para Scotch, la posibilidad potencial para ver un rostro familiar y amigable en cada puesto de control de la carrera,era una idea gratificante.

La maleta había contenido la ropa y artículos de tocador. Lainey había conseguidoinformación por teléfono cuando estuvo en contacto con Thom, para traer surtidos pantalones delana, camisas de franela, pantalones y calcetines gruesos. Incluso había dos conjuntos de ropainterior térmica y de seda.

Al desempacar, ellas hablaron de cosas sin importancia, lo que las llevó a familiarizarse unacon la otra. Sentía vagamente familiar a Scotch, y ahora en la oscuridad le preocupaba la sensación,hasta que descubrió por qué. Sonriendo en la oscuridad, recordó sintiendo algo parecido a un

sentido de camaradería durante los excedentes del sueño en casas de amigos. Ella no había asistidoa una de esas desde que tenía catorce años. No sin razón ella se sentía mareada prácticamente con la presencia de Lainey. Esos momentos raros de dormir en casa de un amigo, habían sido nuevos yemocionantes. Los sentimientos no eran diferentes ahora.

Con sus ojos cansados, ella todavía no podía dormir. Se dejó caer sobre su espalda.Independientemente de los recién llegados, mañana sería otro día, otra ronda de visitantes, otroconjunto de tareas. Mañana, ella tenía programado ir a la ciudad y recoger a un grupo de turistas jubilados para una excursión de un día. Ella podría incluso ser capaz de conseguir una o dosdonaciones de ellos si jugaba bien sus cartas. Normalmente, el saber de un viaje planeado de día,aligeraba su espíritu, pero no esta noche. Esta noche lamentó el hecho de que Lainey no dudaría en

quedarse atrás, empezando a aprender las cuerdas de la vida de una perrera. La reserva para el viajede un día había pedido diez personas. Eso sería llenar dos trineos, sin dejar espacio para nadie másque ella y Raye para guiarlos.

Finalmente se quedó dormida, sus pensamientos sin rumbo vagando entre los planes paramañana, la sonrisa de Lainey, la vista de sus pantalones vaqueros de diseñador, y el sonido de surisa.

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CAPÍTULO OCHO

Las campanadas del despertador tipo Big Ben (construcción conocida como La Torrre deLondres) en su mesita de noche, despertó a Scotch. Ella estiró la mano golpeando hasta que sequedó en silencio, y luego se sentó en la cama, con los ojos todavía cerrados. La frescura de lamañana contra su piel caliente se sentía muy bien, pero no pudo detener un escalofrío mientras seestiraba y bostezó. ¿Por qué se sentía tan cansada esta mañana?

En el otro lado de la cortina, ella escuchó un murmullo de protesta y el chirrido de losresortes del colchón.

Oh, sí. Sus irritados ojos se abrieron ante el recuerdo. Su invitada. Scotch había pasadodemasiado tiempo sin poder conseguir dormir la noche anterior.

De repente insegura, se preguntó s i debía comprobar a Lainey, asegurándose de que estabalevanta. Por los sonidos de las cosas, probablemente se había dado la vuelta de regreso a sus sueños,

ya que no escuchó ningún movimiento adicional. Su vejiga insistió en la atención, y decidió esperarun poco, dándole la oportunidad a Lainey de despertar por sí misma. Scotch salió de la cama ymetió sus pies en sus botas, sin atárselas. Se detuvo el tiempo suficiente para estirarse en toda sualtura con un ligero gemido antes de bajar las escaleras. En la puerta, agarró una chaqueta ligera dela clavija. Abriendo la puerta, dio un paso fuera.

El aire era fresco y frío. Ella tembló cuando una suave brisa acariciaba sus piernasdesnudas. Al bajarse del porche, ella se dirigió a la letrina, un camino familiarizado después de añosde recorrerlo. Cuando regresó del llamado de la naturaleza, ella se quedó de pie en silencio en elrellano, escuchando. No había ningún sonido de que Lainey se hubiera levantado, y Scotch se preguntó si debía aventurarse en el espacio de la mujer. Ella colgó la chaqueta, y continuó bajando

las escaleras. Ella podía esperar hasta que el café estuviera hecho. Si Lainey era una amargada porla mañana, sería mejor tener algún tipo de ofrecimiento para apaciguar cualquier mal humor.

Scotch había puesto la madera en la estufa la noche anterior para ahorrar tiempo. Encendióunos trozos de papel con una cerilla, mirando hasta que estuvo segura de que la madera habíacogido fuego. Mientras que la estufa se calentaba, midió el café en el depósito de la cafetera.Empujó la palanca hasta que el agua fue vertida desde la bomba y llenó la cafetera. Una vez llena,continuó bombeando para llenar un par de jarras de agua. Una la vertió en una cacerola grande, ylas dejó allí y el percolador en la estufa para calentarlo. La cocina se calentó, y Scotch comenzó asentir el retorno de la somnolencia. Ella bostezó y se restregó la cara. Probó la bandeja de agua,estaba lo suficientemente caliente para sus propósitos. Echó una mirada al techo, evaluando sus posibilidades. Todavía no sonaba como si su visitante se hubiera despertado. Decidida, ella

transfirió la mitad del agua caliente en un tazón grande, devolviendo la olla a la estufa. Sacó un paño y una toalla de un gabinete, y agarró el jabón del fregadero. Un rápido baño de esponja ladespertaría como debe de ser.

Lainey dormitaba, medio despierta. Oyó movimiento debajo de ella, y vagamente se preguntó qué estaba haciendo Scotch. Su curiosidad no fue suficiente para obligarla a levantarse. Encambio, ella deambuló por los pasillos de su mente, entre recuerdos y fantasías mezcladas, unidascon los sonidos y los olores desde la cocina. Scotch se había reído de su broma, su rostro iluminado

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 brillaba como el cobre, sus labios se curvaron en una invitación, sus ojos enviaban señales a Lainey para cruzar la mesa de la cocina, la otra gente desapareció. Lainey se sintió libre para experimentarlo que ella deseaba, se puso de pie, se inclinó sobre el laminado verde, sus labios próximos, sualiento mezclándose. ¿Qué era ése olor?

Ella llegó a ser más consciente, el sueño se disipaba, intrigada por lo que su nariz le estaba

diciendo. Café. Definitivamente café. Y algo más. Ella finalmente se movió, rodando sobre suespalda e inhalando para identificar lo que era. Jabón. Sí, eso era. Satisfecha con sus habilidadesdeductivas, se deslizó un poco más sobre la cama.

Un gesto en el ceño cruzó su rostro mientras su cuerpo le recordó la cantidad de café quehabía bebido la noche anterior. ¿Qué había dicho Scotch? Había un retrete alrededor, en alguna parte. Gimiendo, Lainey se enroscó y cubrió cabeza con una almohada. El sol se burlaba de detrásde la cortina, pero ella no se sentía descansada. No quería salir de la cama calentita. Ella jugó con laidea de decirle a Scotch que introdujera orinales, aunque la idea de dejar su cama para ello aún noera atractiva.

Lainey descubrió su cabeza. ¿Era temprano o tarde? Tenía que ser tarde, de lo contrario¿por qué Scotch estaría haciendo café? Y pensó que había oído un reloj despertador. ¿O era parte de

un sueño? Su vejiga se volvió insistente, desapareciendo cualquier otra consideración. Parcialmenterenuente, parcialmente apurada, Lainey arrojó su edredón y saltó sobre sus pies. Se frotó sus brazosdesnudos, resolviendo dormir en calzoncillos largos en vez de la camiseta y los pantalones cortos,mientras metía los pies en sus botas. Ella apenas registró la cama vacía de Scotch a su paso, con laintención de aliviar las funciones exigentes de su cuerpo.

En el exterior, Lainey maldijo. Había olvidado tomar una sudadera. Temblando casi dejabaque su vejiga se liberase mientras miraba incontroladamente por la cabaña. Se tambaleó un pocomás allá de la puerta, aliviada al ver una pequeña construcción de madera cerca. ¡Gracias a Dios! Seapresuró hacia ella, la puerta de la letrina golpeó fuertemente en el silencio mientras ella procedió ahacer sus necesidades.

Si estuviera más cálido, Lainey podría quedarse dormida de nuevo. Su cuerpo volvió a suestado letárgico, sus párpados estaban volviéndose pesados a pesar del frío que invadió su cuerpo.Un dolor suave en su costado le recordó dónde estaba, y ella terminó su tarea. Caminó de vuelta a lacabaña, deteniéndose en el porche para mirar hacia atrás. A pesar del leve dolor en sus costillas, eraagradable estar aquí. Se abrazó a sí misma, sus dedos encontraron la familiar cicatriz gruesa debajodel fino algodón de su camiseta, y regresó a la cabaña.

Definitivamente estaba más caliente aquí. Lainey se estremeció violentamente ante la bienvenida de calor, quedándose de pie insegura en el rellano. Ella escuchó movimiento, vio unasombra mientras Scotch se movía por la cocina. El olor del café era maravilloso.

Siguió su olfato. Scotch estaba inclinada contra un mostrador, sosteniendo una taza, con losojos cerrados mientras inhalaba el vapor del contenido. Sus rizos leonados estaban húmedos, y olía

en gran medida al jabón que había despertado a Lainey. Llevaba pantalones cortos de franela y unacamiseta con mangas holgadas, con los pies cubiertos por las botas desatadas. Lainey no sabía cuálde las dos situaciones le hacía agua la boca más, si el contenido de la taza de café o la imagenrevuelta de sueño al mirar a su compañera de cuarto. Tragó saliva. "¿Buenos días?"

Scotch sonrió ante el sonido de su voz. "Buenos días". Abrió los ojos. "Las tazas para elcafé se encuentran en ese gabinete. La crema y el azúcar están allá".

"Gracias". Lainey se ocupó en conseguir la cafeína, tratando de ignorar el hecho de que los

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 breteles de la camiseta de Scotch colgaban casi hasta el codo. Si ella movía sus brazos, Laineytendría una maravillosa vista de su convincente anatomía.

"¿Dormiste bien?"Lainey disfrutaba del calor de la estufa, utilizando un paño de cocina como agarradera.

"Como una piedra". Ella se sirvió el café, e inhaló profundamente su aroma. Esto era una cosa queella nunca daba por sentado. No todas las culturas tenían café y Lainey dolorosamente lo extrañabacuando estaba fuera del país. Tomó un sorbo, complacida de notar que Scotch lo elaboraba fuerte.Se volvió y parpadeó. ¿Estaba Scotch vagando la mirada por sus piernas?

Scotch comentó: "Eso es bueno. A veces los recién llegados tienen problemas para dormircon la constante luz del sol".

Decidiendo que debió haberlo imaginado, Lainey imitó la postura de Scotch, apoyándose enel mostrador al lado de ella para disfrutar de su café. “Y bien, ¿qué haremos tan tarde?" 

Scotch sonrió. "No es tarde."A Lainey le gustaba el sonido de su risa, su sonrisa. "¿Qué hora es?" Preguntó."Cerca de las cinco y media."

"Ugh." Ella sacó la lengua, ganando otra cálida sonrisa."Nos encontraremos con Rye e Irish en la cocina de los perros, a las seis. Los perros tienen

que estar alimentados"."¿Y luego podemos tomar una siesta?" Esta vez ella le dio un ligero empujón con el

hombro. Lainey no podía evitar sonreír como una idiota.  ¡Dios, ella me pone mal ! SeguramenteScotch tendría algunos horribles malos hábitos que Lainey podría aprovechar para frustrar suatracción  –   como hurgarse la nariz, impulsos incontrolables de escupir, temperamento grosero.¡Algo!

"No. Después limpiaremos la cocina y el granero de los perros, haremos el duro trabajo delimpiar excrementos, transferir a los perros de la perrera, sacar al Gran Perro, limpiar, y luego tomarel desayuno."

Lainey fingió terror. "¿Todo eso antes del desayuno?" preguntó ella. Su voz se hizo débil,engrosando su acento como el de una belleza sureña. “Creo que tengo un problema con los gases."Ella batió sus ojos ante Scotch.

Recibió una sonrisa de satisfacción. "Eso está bien. He escuchado que la caca de perro puede hacer maravillosas sales aromáticas".

"¡Hey!" Ella golpeó la cadera contra la de Scotch.Scotch se rió, y vació su taza, distrayendo a Lainey con la esperada revelación de la piel

debajo de los brazos. "Hay agua caliente en la estufa, si quieres asearte un poco. Puse un paño y unatoalla para tú." Ella se alejó para dejar la taza en el fregadero. "Subiré a cambiarme, te daré un pocode privacidad. Avísame cuando hayas terminado".

Lainey levantó su taza en señal de agradecimiento, observándola desaparecer alrededor dela chimenea. Escuchó las pisadas de las botas sobre los escalones, el ligero crujido por encima de sucabeza, mientras Scotch llegaba a su habitación y comenzaba a cambiarse de ropa.

Se quedó mirando la estufa de leña, su mente estaba arriba. Separada por pocos centímetrosde madera, su objeto del deseo estaba desnudándose, ése hermoso cuerpo se revelaba mientras las botas y la ropa de dormir estaban siendo desechadas. Suspirando, Lainey se maravilló delhormigueante parpadeo de deseo a través de su torrente sanguíneo. Incluso a ésa hora de la plenaluz del sol, con pocas horas de sueño, y la amenaza del dolor en las costillas y el trabajo duro que

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había por delante, el mero susurro del sexo podría excitarla. ¿Qué demonios fue eso? ¿No siemprehabía sido así?

***

Según lo prometido, Lainey aprendió más sobre el cuidado y la alimentación de los perrosde lo que ella alguna vez has pensó que fuera posible. La cantidad absoluta de tiempo querepresentaba eso no debía haberla sorprendido, con noventa y cinco perros que alimentar, pero lohizo. Ella y Howry observaron cómo dieciséis galones de agua se midieron cuidadosamente y severtieron en el tambor de metal de Rye. Mientras él encendía el fuego de propano a continuación,Lainey ayudó a Scotch a recoger quince salmones congelados del congelador. Los metieron en laolla, de cabeza y todo, y los Fuller tenían una risa por la nariz arrugada de Lainey. Los perrosobservaban el proceso con ansiosa anticipación.

La mezcla de pescado llegó a la ebullición, alguien lo revolvió con una pala para la nieve, yentonces se dejó enfriar. La tripulación acercó las listas para pegarlas en la puerta del establo,

averiguando qué animales requerían algo fuera de lo ordinario y los suplementos que senecesitaban. El guiso de los perros fue llevado de nuevo a un segundo punto de ebullición. Cuandoestuvo fresco otra vez, Scotch utilizó una escalera de mano y picó el salmón ahora flexible entrozos. Un tercer hervor iba y venía, esta vez con Irish utilizando una gran lata vacía de café paramedir el arroz en la olla.

Lainey observaba consternada que aún se logró una cuarta ebullición. A cómo iban lascosas, sería mediodía antes de que terminaran. Esta vez, Rye apagó el propano, y cubrió la olla. Losreporteros dieron varias mediciones de suplementos vitamínicos, harina de huesos, y tallarines secosque eran añadidos al resultado de enfriamiento. Luego se entregaron baldes para llenar.

Esa fue la primera incursión de Lainey entre los perros. Afortunadamente, parecían muchomás interesados en el contenido de su cubo que en ella, aunque hubo uno o dos que le dieron una

mirada sospechosa. Ella notó que los Fuller le daban a cada animal un poco de atención, y ellacomenzó a hacer lo mismo. Antes de que ella hubiera terminado con su sección asignada, teníaescalonados tres montones de caca de perro, sus pantalones vaqueros de trabajo tenían pegadasfuertes capas de cabello de perro y sus manos estaban untadas con la saliva de los perrosamaestrados dándole las gracias por su comida.

Regresó a la cocina con una estúpida sonrisa en su rostro, el entusiasmo canino la habíacontagiado tanto como su pelaje derramado.

Más agua se vertió en las sobras, y se hizo un segundo viaje. Luego siguió una ronda derecoger los excrementos. La cocina de perros fue limpiada por completo, los animales adecuados se pusieron en dos carreras, y uno se dejó sin cadena para correr libremente por la perrera. Lainey

colocó cuidadosamente una marca de verificación junto al nombre de  Heldig , preguntándose dedónde sacaban los nombres los Fuller y cómo podían mantenerlos en orden.En la casa principal, se sentía cansada hasta los huesos. Había pasado algún tiempo desde

que ella tuvo un entrenamiento como este. Ella miró a los hermanos con un nuevo respeto; haceresto día tras día a partir de su infancia, les había dado una resistencia que pocos a su edad adquirían.Recordó haber visto los brazos desnudos de Scotch esa mañana, los fuertes músculos bajo la piel pálida, y tenía una buena comprensión de dónde venía.

El desayuno había terminado. La familia estaba sentada alrededor de la mesa, y Lainey se

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dio cuenta de que esto era una práctica estándar para ellos. Todas las reuniones debían tener lugaraquí. Helen, vestida con suéter y pantalones vaqueros, tenía un bloc de notas y un bolígrafo. Sumarido, Thom, estaba vestido con una camisa blanca de manga larga, el cuello sin hacer y unacamiseta asomaba debajo. Ambos trabajaban hoy, y estaban listos para ello tan pronto comoterminaran su negocio.

"La junta directiva de la perrera Fuller llama al orden", dijo. "Todos los miembros están presentes y representados".

Lainey parpadeó ante la formalidad, mirando a Bon quien jugaba bajo la mesa con una cajade zapatos vacía.

Como si le leyera el pensamiento, Rye sonrió. "Sí, él es un miembro del consejo, también.Todos lo somos".

"Interesante," murmuró Howry, garabateando una nota.Thom dijo: "Estamos aquí para ultimar algunas cosas con la Sra. Hughes y el Sr. Howry a

 petición de ellos"Todos, incluyendo a Howry, miraron expectante a Lainey.

Se abstuvo de morderse el labio ante la repentina atención. Apenas. Todos aquellos ojosazules pacientes que la miraban, parecía inocentes. ¿Cómo la mirarían cuando les explicara loscambios que la revista había insistido en el mes pasado? Lainey se centró en Scotch, preguntándosesi ella estaría de acuerdo con eso o no.

"Bueno, como ustedes saben, hice arreglos para Don que me acompañara en esta aventura.Yo no estaba segura de qué decirles a ustedes o el por qué de esto". Respiró profundamente. "Medoy cuenta de que lo que les diga podría ser un factor decisivo. Si no están de acuerdo en loscambios que mi editor quiere, entonces yo entenderé".

"¿Qué clase de cambios, querida?" preguntó Helen. "Desde luego, no puede ser tan malo."Lainey dirigió una mirada de expresión cautelosa a Scotch. ¿Qué estaría pensando que se

iba a decir? ¿Se decidiría en contra de la idea?" Yo contraté originalmente con la revistaCognizance, de hacer una serie sobre Scotch para la próxima carrera  Iditarod . Sin embargo, los jefes de mi editor decidieron hacer otra pieza, también. Don," y ella hizo un gesto para indicar queal hombre a su lado, "va a hacer la serie basada en Scotch".

Irish frunció el ceño. "Entonces, ¿qué vas a estar haciendo tú?"Lainey suspiró. "Se me ha pedido que participe como corredora en la Iditarod ".

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  "Ughh", dijo Lainey. Estremeciéndose, comentó: "Está bien, tal vez no será la EspírituMístico".

Las risas se apagaron. Todo el mundo estaba centrado en Scotch que se frotaba lamandíbula ante sus pensamientos. Debajo de la mesa, incluso Bon la miraba fijamente, y Laineyencontró su instinto familiar intrigante, altamente sintonizado. Había pasado mucho tiempo desde

que ella había disfrutado de una dinámica familiar; ¿se habría perdido de ver una obra de teatro sin palabras, sutil, o los Fuller eran naturalmente receptivos unos a los otros?"No puedo decir que me gusta," dijo Scotch finalmente. "Tengo que concentrarme en mi

equipo cuando me estoy entrenando para la carrera. No puedo permitirme ninguna distracción".Lainey sintió decaer su ánimo. Las otras perreras estaban ubicadas al otro lado del Estado.

Se preguntó si podría romper el contrato con Strauss sin dañar su credibilidad o su reputación. Las probabilidades no eran tan buenas.

"¿Por qué te eligieron?", preguntó Rye.Distraída de sus meditaciones, Lainey preguntó, "¿Perdón?""¿Por qué a ti? ¿Por qué no a Don?"Lainey examinó la cuestión. "Porque la iniciativa fue mía, supongo. Eso y porque centré mi

 premisa en una mujer corredora con potencial para ganar". Se encogió de hombros. "Ellos queríanun compañero para una mujer corredora profesional; por lo tanto, una mujer corredora novata".

"¿Así que, si salimos adelante con tu formación como corredora, Scotch todavía tendríacobertura nacional?", preguntó Thom.

"Oh, sí". Howry se apresuró a facilitar sus opiniones. "El plan sigue siendo el mismo. Essólo que yo voy a estar haciendo la pieza de compañero, en lugar deLainey".

Scotch comentó, " Perreras Larsen son buenos, pero su granja no es tan grande. Su segundasecuencia será bastante pobre. Y él no tiene el tiempo adicional para entrenar a nadie, tampoco".Ella soltó un bufido. "Y ni siquiera voy a decir los pros y los contras de los Místicos".

"Menos mal", murmuró Helen.Lainey notó como Scotch la estudiaba con una rara intensidad. Su cuerpo respondió a laexpresión, y se alegró de traer puesto un suéter grueso cuando sus pezones se endurecieron.  Dios,

esos ojos eran penetrantes. Cualquiera que fuera lo que Scotch andaba buscando en ella, parecía haberlo encontrado.

"Muy bien. Vamos a hacerlo".Las orejas le zumbaron débilmente, Lainey se preguntaba si se iba a desmayar de la

conmoción, por el alivio que inundó su organismo."¿Estás segura?” Thom le preguntó a su hija. "Sí". Ella asintió con la cabeza, se sentó cómodamente con actitud especulativa. "Rye e

Irish pueden ayudar a entrenarla en lo básico. Y yo puedo darle los detalles que necesitará para la

carrera Iditarod" ."Claro. Además," comentó Rye a Lainey, "vas a conseguir un lugar más alto con uno de

nuestros equipos. Hay una buena selección de perros para elegir".Lainey se aclaró la garganta, al darse cuenta de que la decisión había sido tomada.

"¿Ustedes no van a votar?"Thom sonrió. "Bueno, supongo. Sólo para hacerlo oficial: todos aquellos por aceptar una

aprendiz de la Iditarod ?"

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  Cada uno de los Fuller levantó la mano, incluso Bon que reía y levantaba las dos manos."Bueno, ahí lo tienes". Thom miró el reloj. "Santo cielo, me tengo que ir o llegaré tarde. Se

levanta la sesión."Ese fue el catalizador para que todo el mundo se pusiera de pie. Thom se dirigió hacia la

 puerta, agarrando un casco de construcción en el camino. Helen lo persiguió para darle un beso de

adiós, y luego regresó a la mesa."Bienvenida a la familia, querida", dijo, dándole un abrazo a Lainey. "Tú también, Don. Nos veremos en el almuerzo." Con eso, recogió a Bon de debajo de la mesa, y lo cargó dirigiéndosea la puerta.

"Regresaré en media hora", dijo Scotch después de colocar su plato en el fregadero.Lainey se preguntó si Scotch era un poco más cautelosa con ella cerca. ¿O acaso Lainey

estaba proyectando su incertidumbre sobre la situación? Ella tenía la esperanza de pasar más tiempocon Scotch después de esta revelación, para evaluar el daño potencial a su inexistente relación detrabajo. "¿A dónde vas?" 

"Tenemos programado un viaje diurno para algunos turistas. Tengo que ir a recogerlos a la

ciudad. Estarás por tu cuenta el día de hoy"."Puedes llevarme contigo" ofreció Irish."¿Cuáles son las posibilidades de unirse al paseo?", preguntó Howry.Rye llenaba el fregadero con agua, en preparación para lavar los platos. "No son buenas.

Sólo si hay una cancelación. Los trineos sólo pueden a cinco personas cada uno, y la reservar es dediez".

"Tengo que salir corriendo" dijo Scotch, saliendo de la cocina.Todo lo que Lainey podía hacer no seguirla. ¿Había dañado las cosas irreparablemente?

¿Era la actitud de Scotch sólo un poco más fría que a principios de esta mañana? Lainey no sabía sireírse de la ridícula preocupación o gritar porque podría ser cierto.

Esta atracción era demasiado fuerte, más de lo que ella había imaginado en marzo. Tal vezdebería echarse atrás ahora. Encontrar un abogado que le ayudara a anular su contrato con la revistaCognizance, y tomar el siguiente vuelo a Perú para fotografiar los conventos. Esto había traído unnivel diferente de pánico de lo que ella había experimentado. ¿Cuándo demonios su vida se habíavuelto tan condenadamente complicada? ¡Cristo, necesitaba un trago!

La idea le lanzó agua fría ante su miedo. Nada era tan malo para que ella necesitara recurrira la botella de nuevo. Ni siquiera las absurdas atracciones físicas que causaban que se preguntaraacerca de su cordura.

Tomó aire enérgicamente, y sonrió a Irish. "Me encantaría pasar el rato contigo hoy. Me puedes mostrar las cuerdas sobre los trineos, y darme una introducción personal a los perros".

Su recompensa fue una brillante sonrisa, así como la de Scotch, que le quitó el aliento a

Lainey. Irish agarró la mano de Lainey, y tiró de ella hacia la puerta. "¡Grandioso! ¡Vamos!"Lainey se despidió de Howry con un gesto de la mano, recibiendo un guiño por el esfuerzo,

antes de que ella fuera arrastrada por la puerta, por una contenta niña de nueve años.

***

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Scotch tenía dificultades para mantener su atención en sus visitantes. Eran un grupo de jubilados que vivían fuera en sus casas rodantes mientras viajaban a Alaska. El más joven era unenérgico hombre de cincuenta y cuatro años. Eso ayudó a que Scotch pasara una buena parte de suviaje guiando los perros. Delante de ella, Rye también llevaba una carga completa como la de ella.

El grupo se detuvo en el campamento de pescado  Lafferty´s, una parada regular en este

recorrido, y atendida por el propio Ray Lafferty. Siempre que había un paseo durante la noche o unaexcursión de día era programada, el veterano era notificado por radio. A cambio de un porcentaje dela tarifa de la perrera, él les daba a los turistas una experiencia divertida de la vida montañesa, y losalimentaba con un almuerzo campestre.

"¡Fuller!" vociferó mientras el motor del vehículo se apagó. "¿Cómo demonios estás?"Scotch sonrió, viendo que una pareja de turistas evitaba al exagerado hombre. "Bastante

 bien, Ray" dijo antes de desaparecer dentro de un abrazo de oso. Él estaba de pie, eran de la mismaaltura, y su gruesa barba le rascó la mejilla. Alejándose, ella le sonrió, señalando a sus visitantes."Permíteme que te presente a nuestros huéspedes".

Lafferty dio la bienvenida personalmente a todos, con un cálido apretón de manos y con unasonrisa igualmente cálida, relajante incluso ante el más distante de los visitantes. Mientras él los

distraía, ella y Rye les dieron un refrigerio a los perros, con trozos de hígado de alce. La mitad delos turistas se fueron con Lafferty para mostrarles los alrededores del campamento. El restoobservaba como Scotch y su hermano atendían a los perros. Se relajó en ese aspecto de instructora,explicando mientras masajeaba a cada perro que buscaba lesiones leves así como para mantener alos animales en constante acercamiento.

Eventualmente, el olor a pescado frito alejó a sus admiradores. Ella fue al río para recogeragua para su equipo, mientras Lafferty regalaba a su público con cuentos de la vida en la frontera.

"Entonces, ¿qué piensas acerca de éste negocio del entrenamiento?"Miró a Rye que se puso en cuclillas a su lado para la misma tarea. "No lo sé", dijo. "Tiene

sentido, creo. Es que no me lo esperaba.""Sí". Ambos llenaron sus jarras de agua en silencio. "¿Cómo es ella?"Un mundo de emoción la llenó mientras Scotch intentó formular una respuesta. ”Es

agradable" comentó finalmente, dolorosamente consciente de lo poco que expresaba. ¿Qué más podía decir? El quid de la cuestión era que ella apenas conocía a Lainey y no tenía ni idea de cuálera su motivación para querer correr en la Iditarod. 

Ella se alejó de la orilla rumbo a los perros. Espartaco y Cleatis estaban en postura,mirándose para reñir. Ellos trabajaban bien juntos, pero, dada una oportunidad, podían pelearsecomo cachorros grandes. A Scotch le vino bien la distracción, tirando a Cleatis de la línea paraatarlo a un árbol robusto cerca. Después de que dio de beber al resto de su equipo, ella se sentó a la

sombra para pensar. Su hermano, sintiendo su necesidad de estar sola, se unió al resto de la genteante la fogata.

¿Cómo demonios iba a entrenar a Lainey para correr la  Iditarod ? Ya era suficientementedifícil entrenar la primera secuencia de perros para hacer el trabajo. Scotch nunca había probadoenseñarle a alguien más, a hacer lo que ella hizo. Había crecido con los perros y los trineos. Era unaacción instintiva para ella.

Para ser honesta, Irish y Rye no tenían el tiempo para instruir a Lainey, tampoco. Cuándo lanieve se iba, los tres podían encontrarse en sus trineos, preparándose para la carrera. Este invierno,

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Irish le había echado el ojo para ganar un puñado de carreras patrocinadas por su organización juvenil y empresas locales. Rye correría la carrera  Iditarod Júnior   por su tercer año, y probablemente alcanzar el  Junior Yukon Quest  si la perrera se lo podía permitir. Scotch pretendíacompetir en la Cooper Basin, un puñado de adultos corriendo a toda velocidad, y en la propia 

 Iditarod . Había poco tiempo para cualquiera de ellos, como para dedicarlo a un novato.

Lainey parecía una mujer bien informada. Se había enfrentado al final del negocio de lasarmas en algún momento y había sobrevivido. Pero la  Iditarod  era una carrera de resistencia que podría durar de nueve días hasta tres semanas, si el tiempo y la ruta lo permitían. Habría lugaresdonde nadie sería capaz de ayudarla, si ella se metía en un atasco de vida o muerte. ¿Estaba lafotoperiodista lo suficientemente fuerte como para soportar ese tipo de prueba?

El engranaje del Ártico tenía sentido ahora. Aparte de que esto era nuevo, también lo queindicaba que Lainey tenía poca experiencia con el frío intenso. ¿Podrían Scotch y su familia sercapaces de impartir la importancia de cómo tratar con este frío extremo? ¿O podría Lainey sufrir lacongelación y una potencial amputación a causa de su ignorancia?

El estómago de Scotch gruñó, recordándole que ya había pasado algún tiempo desde eldesayuno. El olor de la parrilla de pescado era fuerte, y vio a la mayor parte de su grupo llenarse

con el almuerzo buffet de Lafferty. Ella ya había accedido a enseñar a Lainey. No había nada que se pudiera hacer al respecto ahora, excepto seguir adelante con lo pactado. Habría mucho tiempo para preocuparse seriamente.

Se levantó y se sacudió el polvo del trasero de sus pantalones, antes de unirse al grupo en lafogata.

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CAPÍTULO DIEZ

Julio

Lainey apenas notaba la carretera, inmersa en el paquete de papeles sobre su regazo. "Elabajo firmante opta voluntariamente entrar en la carrera, sabiendo que puede ser una actividad peligrosa y arriesgada. “¡El abajo firmante asume voluntariamente todos los riesgos de pérdida,daños o lesiones, incluso la muerte!“, citó. Miró a la conductora. "¿La muerte?"

Scotch sonrió. "No te preocupes. El sendero es vigilado durante todo el día. Si pareciera quehay algún problema o un corredor está perdido, las máquinas de nieve son enviadas desde los puestos de control para encontrarlos. Lo peor de lo que tendrás que preocuparte, es de lacongelación o la hipotermia". Ella miró hacia su pasajera. "¿No leíste eso cuándo lo validaste en el banco ésta mañana?"

"Bueno, sí. Algo así." Se permitió a sí misma distraerse, sin querer insistir en el tema de lacongelación. Indicando la pila de papeles, comentó, "Yo supongo que me sentí un poco abrumadacon la cantidad de formularios requeridos".

"Léelo cuidadosamente antes de firmarlo ésta mañana. Perderías una parte de tu cuota deinscripción si te sales antes de que la carrera comience".

Lainey asintió y volvió a los formularios que los Fuller le habían dado la noche anterior.Las normas y reglamentos ya los conocía, después de haber hecho su investigación antes, cuandolos jefes de redacción se acercaron a ella con su toque creativo para proponerla. Ella y Scotchhabían salido de la granja canina a las siete de la mañana, para validar su liberación de exencionesen un banco en la ciudad de Wasilla. Ahora ella tenía un formulario para la carrera, una solicitud de

vivienda para su eventual llegada a la línea de meta en Nome, formularios para sus patrocinadores yuna solicitud de entradas a banquetes, un cuestionario sobre sus posibles necesidades que incluíantodo, desde los botines de perros hasta carne de caballo, una solicitud de membresía para el Comitéde la Carrera Iditarod, y una lista de las carreras más pequeñas a las que ella pudiera asistir paracalificar por una real. "Nunca supuse que habría tantas pruebas documentales" dijo.

"No has visto nada todavía." Scotch dio la vuelta con facilidad en el camino principal conuna facilidad familiar. "También hay un acuerdo para el cuidado del perro, una lista de contactoslocales, un formulario de veterinaria, y un formato de cheque para la veterinaria para todos los perros de tu equipo de entrenamiento, sea que lleguen al final o no."

"¿Y tú haces esto todos los años?" preguntó Lainey."Cuando nos lo podemos permitir. Suelo realizar una carrera un año y descansar al siguiente

año. Esta será la primera vez que me quedo dos años en fila, gracias a tu dinero del entrenamiento”.Ella entró a un estacionamiento casi lleno. "Ya estamos aquí"

Lainey miró a la multitud reunida frente a la sede de la Iditarod . Había cerca de cincuenta osesenta personas allí, y reconoció a varios corredores veteranos, desde la última carrera que cubrióla prensa. Un toldo se instaló cerca del edificio, donde una improvisada oficina se había preparado para las inscripciones. A unos metros de distancia, el humo de una barbacoa ya se transmitía por elaire." ¿Todos estos chicos se inscribieron?" preguntó mientras el camión era conducido en un lugar

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del estacionamiento.Scotch rió. "No. Tal vez un puñado de ellos están apartando lugares para otras personas que

no pudieron hacerlo hoy." Ella apagó el motor y se apoyó en el volante para evaluar a la multitud."Parece que hay unos treinta corredores aquí. No sé acerca de los novatos, sin embargo. Muchos deellos vienen de las perreras establecidas o fuera del Estado. Por lo que sé, la mitad de los miembros

de una familia aquí, son novatos que buscan inscribirse".El perfil de la mujer capturó la atención de Lainey, y ella se quedó mirando el movimientode la luz y la sombra del sol brillante, a través de los árboles y reflejándose en la piel dorada deScotch. Hoy, la gorra que llevaba puesta era de color café pardo, era la misma que Lainey le habíavisto por primera vez en Nome. De alguna manera parecía algo apropiado.

Consciente de su escrutinio, Scotch se volvió con una curiosa sonrisa en su rostro. "¿Qué?""Ya vi a Rye y a Don." Lainey se cubrió la vista, señalando a donde estaba otro camión de

 perrera estacionado, con el fotógrafo cómodamente sentado en el capó y el adolescente apoyado enel hueco de la rueda delantera. Ella ahogó un suspiro de alivio mientras Scotch miraba a donde ellaapuntó, distrayéndola de lo que pensó que Lainey estaba pensando

"Vamos", dijo Scotch, abriendo la puerta. "Veremos dónde nos toca." Ella cogió una

carpeta del asiento, con sus formularios de inscripción.Lainey bajó del camión, pero se quedó atrás para sacar la cámara de su estuche, puesta en el

 piso. Vio a Scotch saludar casualmente a la gente que conocía, sorprendida de nuevo por la formaen que se comportaba. Tal vez era el sentido de comunidad que alimentaba la confianza quemostraba Scotch. Parecía que conocía a casi todo el mundo aquí, a pesar de su negativa de que notodos los presentes correrían el próximo año. Mientras observaba, Lainey reconoció a variosreporteros del banquete de premiación. ¡Por supuesto que Scotch conocería a los habituales, partidarios y a la prensa por igual! Su familia se había convertido en seguidora de la carrera 

 Iditarod , no mucho tiempo después de su creación en 1973.¿Cómo era crecer en un lugar, sin moverse, sin tener que hacer nuevos amigos?

Satisfecha de que su equipo estaba en excelentes condiciones, Lainey se colgó una cámarade su cuello, y otra de su hombro. Recogió sus papeles, y cerró la puerta del camión."Bienvenidas a la sede de la Iditarod ” dijo Howry mientras se acercaba, saltando por debajo

de la capó. "Scotch es la número veintisiete y tú eres la número veintiocho, respectivamente.""Caray, y ¿has llegado hasta aquí antes de tiempo?" preguntó Lainey."Sip", dijo Centeno. “Algunos de estos chicos salen desde la noche anterior para ser parte

de ella" Alguien lo llamó por su nombre, y Rye se excusó, dejando a los fotoperiodistas solos."¿Estás lista para esto?"Lainey sonrió tristemente. "En realidad no. Sin embargo, no tengo mucha opción.""Claro que sí. Siempre puedes llamarle a Ben y decirle que no hay trato. Él lo entendería".La idea de dar marcha atrás no le atraía a Lainey. No es que ella tuviera un problema

admitiendo que no podría manejarlo, pero había trabajado muy duro los últimos tres mes para preparar esto. Apenas había arañado la superficie de lo que motivaba a Scotch Fuller; Lainey noestaba dispuesta a poner en peligro eso. Luego estaba esa pequeña referencia de la que Scotchhabló. Si Lainey incumplía el contrato, Scotch tendría más difícil el pago de los honorarios y costosde la granja perrera para una carrera  Iditarod   en este año. Los Fullers habían tomado una granoportunidad financiera aceptando este artículo en abril pasado.

Además, las cosas mayores ya habían pasado y lo que más aprendió Lainey es que le dio un

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motivo para asumir el reto por sí misma."Nop. No es una opción", repitió.Howry se encogió de hombros. "Espero que ella valga la molestia".Lainey sintió la ira como una punzada de hielo a través de sus venas. Se acercó más, bajó la

voz para evitar que escucharan. "Deja esto como está. Esto no es para echar un polvo, ni para una

seducción. No quiero escuchar más insinuaciones en ése sentido. ¿Entiendes?"

Primero el rostro de Howry palideció, su bronceado se puso pálido. Después se puso rojocomo si la sangre impregnara su piel.

Ella no lo había visto furioso en mucho tiempo, y casi no reconoció las señales cuando suira floreció.

Antes de que ella pudiera dar marcha atrás, él comentó, "La molestia a la que me refería eraa las posibles lesiones que tú vas a enfrentar, por una estúpida revista de difusión, no por entrar enlos pantalones de ella".

Su irritación disminuyó, reemplazada rápidamente con el arrepentimiento. Lainey colocóuna mano sobre su antebrazo. Se sintió aliviada cuando él no la rechazó. "Lo siento. Soy una

idiota."Él pareció calmarse, pero todavía la miraba fijamente. "Si vamos a trabajar juntos, necesitas

superar esta hipersensibilidad. Los dos tenemos una buena idea de por qué empezaste esto, pero siyo pensara por un momento que esa es la única razón para esta empresa, me largaron en unsantiamén. Dame un poco de crédito".

Ella se sonrojó y bajó la mirada, incapaz de mirarlo. "Lo sé. Lo siento. Yo sólo…No meimaginaba sentir esta atracción, y me está volviendo loca".

"Lainey” Se obligó a mirarlo a la cara, viendo que su expresión había cambiado."Yo no vine obligado aquí, ¿vale? Es una condenada buena idea, independientemente de

 por qué has venido con eso. Creo que se podrán vender más revistas y, si tenemos suerte, nosganaremos un par de premios". Él sonrió y le guiñó un ojo, la actitud despreocupada volvió contoda su fuerza. "Si logras acostarte con ella, mucho mejor."

Lainey se preguntó si debía reírse o golpearlo. No hizo ninguna de las dos cosas, alescuchar a Scotch llamarla por su nombre. Zarandeando el antebrazo de Howry, lo soltó y se dio lavuelta.

Scotch estaba repantigada en una silla de plástico, sus piernas cruzadas en los tobillos y lasmanos enlazadas sobre su vientre, con una botella de cerveza al alcance. Ella había bajado el visorde su gorra hasta sus gafas de sol, parecía como si estuviera durmiendo la siesta. En la realidad,observaba las idas y venidas en la carpa de inscripciones, mientras el sol se deslizaba más hacia eloeste. Rye estaba hablando con los amigos de la Asociación Junior de Carreras en Trineo. Ella

reconoció a algunos de los chicos de su edad, como miembros de la organización.Howry se estaba imaginando como si tuviera una hamburguesa en la mano, consiguiendo lo

que se llamaba "sabor" para el primer artículo. Él ya había tomado fotos de ella y de Laineyinscribiéndose en la carrera, así como varias de los corredores más conocidos.

El padre de Scotch había ejercido su derecho como propietario de Construcciones Fuller   para tomar la tarde libre. Thom visitaba la carpa de inscripciones, intercambiando cuentos chinoscon los hombres mayores allí. Casi nadie se había ido después de inscribirse en la Iditarod . La fiesta

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estaba en pleno apogeo y lo podría continuar hasta la noche. Scotch suponía que Irish llegaría paracuando su madre y Miguel terminaran con las perreras. Pero lo que más llamaba su atención, sinembargo, era su compañera de cuarto.

Lainey estaba reclinada bajo un área de sol, apoyándose sobre sus codos mientras absorbíalos rayos del sol. Parecía que se estaba divirtiendo inmensamente, y Scotch tuvo que admitir que

sentía placer de verla. Que la condenaran si ella podía entender por qué, sin embargo. Era como sinunca hubiera visto a una mujer tomar el sol antes. Aún así, ella caviló sobre el color de los tonosde piel de Lainey. Su tez era más oscura que la de Scotch, algo que los corredores envidiaban. Noimporta lo mucho que lo intentara, nunca podría lograr más de ligero bronceado dorado durante elverano. Lainey podría convertirse en bronce si se le daba la cantidad adecuada de exposición.

Ella vagaba perezosamente la mirada sobre el cuerpo delgado. Scotch había tenido laoportunidad de ver a Lainey vistiendo los pantalones cortos y la camiseta con la que dormía. Nohabía disparos ni heridas evidentes en los brazos y piernas. Quizás estaba bajo su torso o tal veztenía una herida en la cabeza. Tendría que haber sido una lesión leve si Lainey hubiera sido heridaen la cabeza. De lo contrario, estaría muerta, ¿verdad?

Scotch frunció el ceño ante la idea de cómo tendría la cicatriz de una herida. Ella conocía a

un muchacho que se había disparado a sí mismo con la pistola del padre, que no era un espectáculoagradable. ¿Estaría Lainey consciente de ello? ¿O había recibido cirugía reconstructiva?

¿Tendría novio?La idea la sorprendió. Sus ojos buscaron automáticamente en su memoria. Lainey no había

mencionado a nadie especial en su vida, y Scotch no pudo recordar haber visto un anillo ni nada.¿Acaso un hombre extraño se aparecería en algún momento para visitar a Lainey? La idea mismahizo que su nariz se arrugara con disgusto. Lo De repente se volvió muy importante saberlo."¿Tienes novio?" preguntó, incapaz de resistirse.

Lainey abrió los ojos, se apoyó sobre su codo mientras con la otra mano se protegía la caradel sol. "No"

Scotch sintió una oleada de alivio seguida de disgusto. ¿Por qué demonios era su problema?Si Lainey tenía o no a alguien, no era algo por lo que Scotch debería estar preocupada. ¿Cierto?Incapaz de pensar en una respuesta, dijo, "Oh."

Una sonrisa curvó los labios de Lainey. "¿Y tú?"Ella se echó a reír, relajándose ante la amistad cada vez más familiar que estaban

desarrollando. "Nop. Muchos de los hombres que conozco, no son lo que yo considero material parauna cita."

Lainey asintió sin decir palabra. Nervioso bajo su escrutinio, Scotch cogió su botella. "¿Quieres una cerveza?” -preguntó

ella, preparándose para levantarse."No bebo."

Parecía que había un gran significado en esa simple frase, y Scotch hizo una pausa mientrasse levantaba. "¿Nunca?"

Lainey sonrió, aunque tenía un tinte de nostalgia en ello. "Nunca más."Scotch la miró fijamente por un momento. "Muy bien, entonces." Terminó de levantarse.

"¿Quieres un refresco?""Sí, eso estaría bien.""Una soda viene en camino”. Ella tomó su botella de cerveza, vertió el resto de la misma

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mientras se dirigió a las hieleras situadas cerca de la barbacoa. Una vez allí, se hizo de dos latas derefresco, preguntándose por qué estaba haciendo eso. La sonrisa que recibió de Lainey a su regresono podría haber respondido a la pregunta, pero sin duda le dio motivos para hacer cualquier cosaque le permitiera ver eso más a menudo.

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CAPÍTULO ONCE

Bajo la atenta mirada de Scotch, Lainey insertaba con cuidado la cuerda en el arnés deJonás. Terminó de fijar la conexión a la cuerda principal del collar al cuello del perro. Riendo, sedefendió del lamido exuberante de su nuevo amigo, y se levantó para examinar su trabajo. Jonásera, con mucho, el más grande de los seis perros que le habían dado el beneficio de la duda paraestar en el equipo de Lainey. Tan pronto como ella dio un paso atrás, el perro empezó a tirar,tratando de logra que el trineo todo-terreno se moviera. Con todo el esfuerzo que estaba poniendoen ello, ella casi esperaba que el vehículo hiciera estallar sus frenos y despegara sin ella."Ciertamente parece...ansioso", dijo.

"Oh, sí," Scotch estuvo de acuerdo. Ella se inclinó contra el segundo trineo, su equipo yaenganchado y clamando para adentrarse en el sendero. Tenía los brazos cruzados, y ella estimaba aJonás con orgullo indulgente. "Ha corrido tres Iditarods conmigo. El chico es un buscador de lo que

quiere, tiene mucha fuerza motriz".Lainey se preguntó por qué Scotch le permitía usar sus perros de sus carreras anteriores.

Seguramente querría los animales con más experiencia en su equipo. Quizás Lainey había entendidomal cuando Scotch la presentó a ella con su equipo esta mañana en el desayuno. Quizás Lainey losentrenaría, pero Scotch los llevaría en la carrera Iditarod  cuando llegara marzo.

"¿Quién es el siguiente?""Aegis", dijo Lainey, sonriendo cuando le dio la respuesta correcta. Scotch le indicó con la

mano que fuera a recuperar al perro.Tímido y dulce, la actitud de Aegis era un poco extraña para su tamaño. Ella también era un

animal pesado, y Lainey recordó de su conferencia que desde los cuatro años, Aegis estaba cerca de

las ochenta libras. Tanto ella comoJonás corrían en las posiciones de las ruedas y necesario el peso y la potencia extra. Su trabajoconsistía en voltear el trineo, que podría pesar más de quinientas o seiscientas libras.

Una vez que Aegis estuvo en posición, Lainey se volvió para traer al siguiente. Ella sedetuvo ante una perra blanca llamada Kaara, pero antes de que pudiera soltar a la perra, Scotch lallamó.

"Es un error, créeme."Lainey frunció el ceño, ignorando la sonrisa del animal a sus pies. "Pero ella está en mi

equipo, ¿no?""Claro que está", dijo Scotch, sofocando una sonrisa. "Pero, ¿quién es su socio en el

crimen?"

"Bonaparte" Lainey se volvió para ver al macho blanco y negro, de pie majestuoso en sucaseta, con la nariz levantada en el aire con desdén por sus compañeros caninos. "No puedo creerque casi se me olvida eso", murmuró para sí, dejando a Kaara. Bonaparte era pequeño y tan presumida como su nombre. Lainey había sido advertida de que si él se sentía menospreciado decualquier manera, se negaría a correr. Ella retiró su cadena, y dio un apretón firme en su collar a laespera de su embestida, sólo para verlo acercarse majestuosamente hacia el trineo. Lainey reprimióuna sonrisa, sintiéndose más como una cortesana que como una adiestradora de perros.

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freno, y tiró hacia adelante mientras los perros hacían lo que les gustaba hacer.Lainey los vio partir, su equipo ladrando en demanda por ir tras ellos. De repente la

ansiedad la golpeó, y ella tragó saliva. ¿Y si no podía controlarlos?Sholo and Traza miraban sobre sus lomos hacia ella. Ojos marrones y azules rogaban por la

cuestión. Ella casi podía escuchar sus pensamientos: ¿Por qué nos contrataste para el gran juego si

vamos a estar atascados en la banca? ¡Vamos!. 

"¡Listo!" Ella gritó, su voz mostraba más confianza de la que sentía. Sus líderes movían suscabezas de un lado a otro en preparación. Sacó el freno. "¡Vamos!” 

Su cabeza cayó hacia atrás cuando el equipo se lanzó hacia delante y ella se aferró a lasmanijas para retener su asiento. Los perros ladraban felices y retozaban en su carrera, levantandosus patas, meneando el rabo locamente mientras la remolcaban hacia adelante. Pensamientos deadquirir un collarín en el futuro se fueron volando contra el viento que acariciaba su rostro.

El equipo siguió a Scotch fuera del patio de los perros y a lo largo del ancho camino.Rebasando los árboles Lainey se sorprendió al ver que el velocímetro indicaba once millas por hora.Sonrió con deleite, enfocándose en el trayecto. Más adelante, el trineo de Scotch giró a la derecha,

dejando la pista principal. Lainey miró rápidamente sobre su mano derecha donde había una gran "·¢ G" escrito en tinta azul. Sobre su mano izquierda había un "· ¢H" para recordarle la palabra"·¢haw." Cuando Sholo y Traza llegaron a la vuelta, ella gritó: "¡Arre!"

Su sonrisa se amplió cuando los perros líderes hicieron un giro fácil ante el nuevo sendero.El resto del equipo los siguió sin problemas, y ella dirigió el todo-terreno después de ellos. Con untrineo en la nieve, la conducción era imposible salvo por la fuerza del perro. Aquí, sin embargo, eranecesario; los perros no eran lo suficientemente fuertes para tirar contra los neumáticos de gomagruesa señalando en la dirección equivocada.

Prestando atención a la advertencia de Scotch, Lainey se aseguró de que los vehículos semantuvieran separados por una distancia equivalente a dos trineos durante todo el viaje. El caminomás pequeño era más duro que el anterior, y Lainey se dio cuenta de que podría tener llagas por lamontura, antes de que terminara el verano. Necesitando muy poco del ánimo de ella, los perros perseguían con alegría a Scotch. El aire estaba impregnado del olor a pino, y el sol parpadeaba porentre los árboles salpicando la cara de Lainey.

Después de unos minutos, Scotch elevó su mano para señalar que se detuviera. Laineyfrunció el ceño, el estado de ánimo de sus perros era contagioso. Era demasiado pronto, apenashabían empezado. A pesar de su animosidad, ella gritó: "¡Whois!”  Con una presión constante,aplicó los frenos, por lo que su equipo se detuvo detrás de Scotch. La mujer había aparcado el todo-terreno. Ahora estaba parada junto a él y rebuscaba en su mochila por las golosinas.

Lainey se estacionó también. “¿Eso es todo?" -preguntó, bajándose, con la decepción en suvoz.

Scotch la miró, con una sonrisa complacida en su rostro. "¿No es suficiente para ti?" Negándose, sintió la necesidad de ser petulante, y Lainey se cruzó de brazos.

"No. Ni para ellos, tampoco." Ella asintió con la cabeza hacia su equipo entusiasmado.Riendo, Scotch desató un galón de agua del todo-terreno. "Caramba, puedo entenderlo. Pero

está muy caluroso para darles a estos chicos un trabajo decente. Se pondrá mejor cuando hayanevado".

Lainey entrecerró los ojos. El sol llenó el pequeño claro donde estaban, y ella sintió unligero sudor en su cara, a pesar de que no había hecho nada. Miró a su equipo, dándose cuenta de

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que bajo sus cubiertas gruesas, estaban jadeando. Si ella tenía calor, ella sólo podía imaginar cómose sentían ellos, que habían hecho todo el trabajo. A regañadientes, tuvo que estar de acuerdo en loadecuado de la parada.

"Será mejor que les des unas golosinas, o tendrás un motín en tus manos"Fue entonces cuando se dio cuenta de los seis pares de ojos mirándola. Lainey se sonrojó

 bajo el escrutinio. "Lo siento, chicos. Perdido la cabeza por un momento." Cogió su mochila y sacóuna gran bolsa fría de almacenamiento con los alimentos en su interior. Comenzó con Sholo yTraza, le dio a cada perro una caricia, elogiándolos, y un pedazo saludable de pescado blancocongelado. Kaara esperó cortésmente mientras que a Bonaparte le sirvieron primero. Lainey le dioun poco más para recompensarla por su paciencia. Jonás estaba tan exuberante estaba esperando,empujando su arnés para aceptar su ración. Por el contrario, Aegis delicadamente tomó los peces dela mano de Lainey.

"Ahora debemos revisarlos para asegurarnos de que no hay tensiones o lesiones", dijoScotch. "Nada demasiado extenso, eso es para cuando te detienes por unas pocas horas de descanso.Pero si les das algo de comer para un rápido pequeño descanso, podrás querer darles una revisiónsuperficial".

Lainey asintió, y se volvió sobre su equipo. De nuevo empezó con sus líderes. Comprobósus cuellos, examinando donde sus arneses cruzaban presionando sobre el pecho, y dio un velozmasaje a los hombros de cada animal. Cuando terminó, dijo: "Todos se ven bien."

Scotch sonrió. "Sí, lo están." Se acomodó la mochila sobre los hombros."¿Lista para el viaje de regreso?"

"Supongo que sí". Lainey procedió a colocarse."Lidera el camino", dijo Scotch. "Sólo recuerda que debes girar a la izquierda en la entrada

de la pista".Lainey parpadeó. "¿Yo?", preguntó."Bueno, vas a tener que aprender todos estos caminos antes de que llegue el invierno. Mejor

empezar ahora. Scotch abordó su vehículo todo terreno, mirando por encima del hombro. "Por lasnevadas, debes saber lo suficiente sobre ellas para medir la distancia del viaje en tu entrenamiento. No querrás sobrecargar a tu equipo por ir demasiado lejos demasiado pronto, eso podría causarlesiones".

Lainey se volvió para mirar a sus perros. Bonaparte era el único que la estaba mirando.Kaara lo observaba a él, Jonah rodaba sobre la hierba, y Aegis estaba delicadamente terminando sumerienda. Traza y Sholo parecían más interesados en las acciones de Scotch, probablemente preguntándose por qué no estaban en sus cadenas. No tenían ni idea de que Lainey era una novata.¿Qué podría pasar si es que alguna vez lo descubrían? Una·¢motín", como lo había llamado Scotch?

Bonaparte resopló y apartó la mirada.Sintiéndose irritada con ése desafío canino, Lainey sonrió fieramente en anticipación. De

ninguna manera iba a dejar que un cachorro irritante ejecutara el programa. Con un renovadosentido de propósito, marchó hasta Sholo y Traza, de tomando la rienda principal y llevando a los perros alrededor hasta que se enfrentaron de nuevo al camino por el que habían llegado. Se subió a bordo del todo-terreno, jalando el manillar hacia la izquierda en la medida de lo lejos que irían. Suequipo era usado para dicha actividad, y parecía listo para llevarla a cabo. Lainey se aseguró de queel freno del vehículo estuviera puesto, y comenzó.

"¡Listo!” 

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  Traza y Sholo tiraron hacia adelante, forzando a los otros perros para enderezar su línea. Elanca de Jonas se flexionó mientras trataba de que los demás se movieran por pura voluntad. Kaarale dio Bonaparte una rápida caricia con la nariz antes de decidirse a trabajar.

Lainey miró Scotch, sonriendo cuando la mujer la saludó con la gorra de béisbol que traía puesta.

"¡Vámonos!"

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CAPÍTULO DOCE

"¿Qué estás leyendo?" preguntó Scotch.Lainey se incorporó en el sofá, haciendo espacio para que la mujer se uniera a ella. " El

llamado de la selva."  Ella meneó el libro frente a Scotch, cuidando mantener la página con el dedo.Scotch se rió entre dientes y se dejó caer en el espacio desocupado. "¿Tratando de conseguir

un perro guía para el invierno de Alaska?""Algo por el estilo" Ella separó la página con un trozo de papel, dejando el libro sobre la

tosca mesa del café."Si bien la historia es históricamente exacta, no basaron la carrera Iditarod en él. Los perros

modernos son de forma diferente"."Está bien." Sentándose de nuevo, Lainey apoyó sus pies en el borde de la mesa, y se volvió

 para mirar a su compañera de cuarto. "¿Cómo te fue con el viaje del día? ¿Conseguiste algún

 patrocinador?""Solo inversionistas esta vez ", dijo Scotch. Se volvió en el sofá hasta quedar de frente a

Lainey, sus piernas se extendieron a lo largo del suelo bajo los pies de la mujer. Con el ceñofruncido, Scotch se quedó mirando el techo haciendo cálculos, silenciosamente contando con losdedos de una mano. "Tengo suficiente dinero por botita para todos los perros dos veces más."

Lainey hizo los cálculos. Un dólar por botita, cuatro botitas por perro, daban dieciséis perros y se duplicaba. "Eso no es malo. Sólo cerca de mil más para ir".

"No está nada mal teniendo en cuenta que todo proviene de los niños. Vieron nuestro sitioweb y comenzaron a ahorrar sus mesadas desde el año pasado cuando su familia planeaba unasvacaciones hasta aquí".

"Wow. Eso es impresionante."Scotch se estiró y bostezó. "Sí, ellos estudiaron la carrea Iditarod en la escuela el año

 pasado. Le prometí enlistarlos como simpatizantes de la página web que la próxima vez que laactualizaran".

Lainey la observaba, con una leve sonrisa en su cara. Sería tan agradable acurrucarse conella. Tal vez podría conseguir una serie de fotos espontáneas de Scotch en algún momento, algo que pudiera llevar con ella cuando ésta tarea hubiese terminado.

"¿Qué?"Su sonrisa se ensanchó ante la mirada suspicaz que recibió. Siempre que estaba soñaba

despierta era atrapada. "¿Cuánto más donaciones crees que necesitarás para cubrir los costos de participar en la Iditarod  de este año?"

Scotch la miró con una mezcla de diversión y exasperación. "¿Esta es una pregunta deentrevista?"

"Podría ser"."Pensé que Don era el que hacía el artículo sobre mí. En vez de eso, se supone que tienes

que pedirme información acerca de tu entrenamiento".Lainey levantó la barbilla en ligero desafío. "Sigue siendo mi idea, él no estaría aquí de no

ser por mi opinión inicial." Sus labios se curvaron cuando vio la picardía reflejada en la actitud de

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Scotch. La confianza en que originalmente atrajo a Lainey, parecía emanar de la mujer a través detodas las situaciones, incluso en la diversión. Fue toda una sorpresa.

"Te responderé si me contestas una pregunta"El brillo en los ojos de Scotch hizo que Lainey hiciera una pausa. "¿Qué es? ¿Algún tipo de

 juego originario de Alaska, como ´Verdad o desafío´?", preguntó ella, ocultando su cautela tras el

 buen humor.Scotch sonrió. "Bueno, podríamos hacer eso, también."Lainey tuvo un momento de vértigo ante el pensamiento de jugar ´Verdad o Desafío ‘con la

mujer que llenaba sus sueños húmedos. ¡Qué juego podría ser! ¡Woww! Obligando a ceder a suimaginación hiperactiva, Lainey dijo: "Muy bien. Pregunta por pregunta. Las mías primero".

Con aire satisfecho, Scotch se relajó aún más en el sofá. Estiró un largo brazo a espaldas aella, pero sin llegar a tocar la cabeza de Lainey. "Técnicamente, ya estoy lista para la carrera. Hanquedado diez de los grandes después de las cuotas de entrada, los reemplazos de útiles, comida ytransporte. Cuando hiciste el acuerdo para entrenar para la carrera, el dinero que trajiste cubrió la delas dos".

"¿Sí?" Lainey experimentó una sensación de satisfacción.

"Sí. Este es un año de abundancia para la perrera. La fórmula para ejecutar una es de undólar cincuenta por perro por día. Y tenemos casi un centenar de perros."

"¿Has hecho esto antes?" preguntó Lainey. "¿Tomar un novato para entrenar?"Scotch sonrió. "Esas son dos preguntas, y ahora es mi turno".Lainey levantó las manos en un simulacro de rendirse. "Dispara"."¿Qué siente un reportero al informar de una zona guerra?""Oooh". Ella no pudo evitar una mueca de dolor, no esperaba esa pregunta. “Caray, disparas

a la cadera, ¿no?"Una mirada de preocupación cruzó la cara de Scotch. "Lo siento. No tienes que responder.

Realmente no es asunto mío".

Lainey extendió la mano y le dio unas palmaditas al muslo de Scotch, justo por encima dela rodilla. "No, está bien. Simplemente me sorprendió." Encogió un pie hasta el borde del sillón,envolviendo sus brazos alrededor de su espinilla mientras pensaba. "Una parte es un desafío, otra parte es terror, y tres partes son emocionalmente estremecedoras, pero sin mezclarlas".

"¿En las rocas?"Ella se echó a reír. "Sí, lo captas." Lainey se puso seria, recordando. "Escuchas explosiones

o disparos en la distancia, y tienes que agarrar de transporte lo que puedas encontrar para llegar a laescena. Tu corazón está acelerado, los nervios como un flan. Tu destino huele a polvo, a pólvora, ya sangre. Si tienes suerte, los autores se habrán ido. Y si no la tienes, todavía estarán allí, disparandocontra quien este en el área. Nada es verdaderamente real. Lo ves todo a través de un visor. Es unasesión de fotos, la destrucción, la muerte. No hay tiempo para sentir, hay que registrar el evento que

se desarrolla y esperar a que Dios te mantenga de una sola pieza después de eso"."¿Lo disfrutabas?"Lainey volvió al presente. "Ah, ah, ah", dijo, agitando un dedo. "Mi turno".Scotch sonrió y negó con la cabeza. "¿Quieres que te responda la última?""Nop. Me retracto. ¿Por qué corres la Iditarod ? ¿Cuál es el punto?"Scotch aflojó la presión en el respaldo del sofá, cruzando los brazos sobre su pecho. "Creo

que lo acabas de decir. Una parte es el reto, otra el terror, y las otras tres son entusiasmo, aunque en

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este caso si hay agitación"."¿En las rocas?""Sólo en años más cálidos con un poco de nevadas". Ella permaneció en silencio por un

momento.Lainey resopló. "Oh, no. Ahora no es momento para ponerse concisa. Dame algo para partir

de aquí."Scotch se rió. "Está bien, dame un minuto".Mientras ella se detuvo en contemplación, la fascinación de Lainey creció. El aura de la

fuerza de Scotch acababa de solidificarse abundantemente y creció alrededor de ella. La carrera detrineo tirado por perros era la raíz de su seguridad en sí misma. El corazón de Lainey latía confuerza ante el descubrimiento. ¿Por qué? ¿Cómo? No todo el mundo cargaba con esto de la mismamanera a pesar de haber corrido, había conocido a muchos de los corredores el año pasado,incluidas mujeres, y no lo había visto con ninguno de ellos.

"Estás sola con dieciséis perros, cruzar la tundra o los caminos a través de árboles yarbustos. Hace tanto frío y el aire es tan fresco que en realidad se puede ver mejor que en cualquierotro momento, claro como el cristal. No hay nada más que perros jadeando, sus pies crujiendo en la

nieve, y la siguiente vuelta en la pista. Te sientes tan pequeña y de manera insignificante, pero los perros confían en ti tanto como tú confías en ellos. No puedo explicarlo realmente. Es la gran final".

Se quedaron en silencio por un momento, Scotch reflexionando sobre sus recuerdos, yLainey sumergida en los sentimientos que los recuerdos invocaron. 

"Mi turno" dijo Scotch.Lainey se inclinó en un movimiento de cabeza. Observó cómo Scotch cambiaba su mirada,

y comenzaba a morder el interior de su mejilla. Un gesto ondulaba sobre sus rasgos. Lainey se preparó para la próxima pregunta, sintiendo que no sería una fácil.

"Me ha estado inquietando desde que llegaste. Yo sé que no es asunto mío, pero no me lo puedo quitar de la cabeza". Scotch volvió su mirada hacia ella"¿Dónde estabas cuando tedispararon?"

Se quedó mirando fijamente a su compañera de cuarto. Aquí pensaba que tendría quecontestar algo realmente duro, como ´· ¢ ¿De verdad se te cae la baba cada vez que camino o sólotienes un avanzado caso de rabia?´ Scotch parecía retractarse de la conversación cuando ella norespondió de inmediato, por lo que Lainey se apresuró a tranquilizarla. "Está bien. De verdad."

Sentándose, Lainey bajó los pies al suelo, rozando las piernas de Scotch. Se rieronnerviosamente mientras se acomodaban. Lainey se levantó y se volvió a sentar, moviéndose a sulado derecho para quedar frente a Scotch. "Había salido con una patrilla militar estadounidense enKosovo. Se les ordenó que hicieran una revisión normal para buscar insurgentes en un pueblo. Lasuerte estaba conmigo entonces".

Ella levantó su camisa para mostrar la cicatriz en su costado. "Hubo una emboscada.Conseguí un montón de buenas fotos de la acción."

Scotch hizo una mueca ante la cicatriz de seis pulgadas de largo. "Maldita sea, esto debióhaber dolido mucho".

Inexplicablemente nerviosa, Lainey rió. "No en el momento." Ella miró más allá de sucamisa, la causa de su repentino cambio de carrera. "Estaba boca abajo en el suelo detrás de lacubierta. Nadie se dio cuenta que había un equipo en la ladera hasta que empezamos a recibirdisparos por la espalda. La bala entró en un ángulo muy bajo." Ella tocó la parte inferior de la

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cicatriz, y trazó con su dedo hacia arriba. "Él estaba apuntándome al corazón. En vez de ello, pegó yrompió mis costillas, perforando los pulmones".

"Ow" dijo Scotch con simpatía, absorta en los daños. Alargó su mano y con dedos suaves,trazó el tejido levantado.

Lainey no esperaba que ella se tomara la libertad. Tragó saliva contra el deseo de llorar.

¿Qué demonios? Sacudiendo la cabeza, forzó una sonrisa. "De todos modos, casi no lo sentía, sólouna punzada aguda en el costado. Cuando intenté levantarme para seguir al resto del equipo de tirocon seguridad, no podía.Fue entonces cuando me desmayé. Uno de ellos se dio cuenta de que yo estaba herida y me cargó".Ella se detuvo ligeramente, y bajó su camisa. "No recuerdo mucho más, hasta que me desperté en elhospital".

"Has estado fuera del trabajo durante un año. ¿La mayor parte de ése tiempo la pasaste en elhospital?"

A pesar del hecho de que era el turno de Lainey, ella contestó. "Yo estuve en Kosovodurante dos semanas más o menos, antes de que pudiera ser enviada a los Estados Unidos. Pasé otromes en un hospital en Washington DC, antes de ser dada de alta como paciente hospitalizada." Ella

se agachó, apoyando los codos en las rodillas en vez de sentarse. "Tuve algo de asesoramiento y un poco de terapia física, pero conseguí un certificado de buena salud después de un par de meses.Supongo que necesitaba tiempo para pensar acerca de lo sucedido". Ella no se ofreció comovoluntaria, ya que había pasado una buena parte del resto del año tratando de conservar los órganosinternos que no habían sido dañados.

Scotch parecía haber perdido las palabras, y se quedaron sentadas por un momento.Lainey apartó la repentina vulnerabilidad que la había llenado, ante el toque de Scotch. Ella

no sabía lo que era, y no tenía tiempo para investigarlo. Después de respirar profundamente, apoyólos pies sobre la mesa del café, y se relajó. "Mi turno".

Sonriendo, Scotch aceptó el cambio de tema, visiblemente relajada.

"¿Alguna vez te has lastimado en una carrera?""Oh, sí," acordó Scotch. "Aunque nada tan malo como lo tuyo. Cuando tenía diecisieteaños, por fin fui elegible para mi primera carrera de adultos. La carrera del Yukón Quest 250 de éseaño. Fue mi primera noche que no estuve en territorio familiar".

"¿Qué pasó?""Congelamiento", dijo. "Me puse mis guantes a un lado, mientras alimentaba a los perros

durante un descanso. No tenía ni idea de a dónde habían quedado. Estaba bastante caliente cuandosalí del puesto de control, por lo que ni siquiera noté que no los tenía conmigo hasta que empezó aenfriar".

"Ew" Lainey arrugó la nariz.Scotch sonrió, extendiendo las manos para estudiarlas. "Sí. La carrera 250 tarda unos dos

días y medio para correrla. Perdí los guantes en el segundo día, tenía que pasar la noche y lamañana siguiente para llegar a la línea de meta".

"Parece que tus manos sobrevivieron.""Lo hicieron. Tuve la suerte de que era un año caliente. Tenía unos guantes de cuero

conmigo. Mi trineo no estaba en la mejor forma, así que iba preparada para hacerle reparaciones.Esos y un par de calcetines como guantes mantuvieron alejada lo peor de la congelación." Scotch seinclinó acercándose, mostrando el lado de una mano. "Se puede ver donde perdí un poco de piel

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allí. La costura de los guantes era defectuosa, pero el daño se recuperó".Lainey se estremeció y sacudió las manos en exceso de empatía. "¡Qué asco! Eso me pone

los pelos de punta".Scotch se echó hacia atrás y soltó una carcajada. "Bueno, tú lo pediste"."Qué asco", repitió.

"Tu turno"."Todo lo que preguntaré ahora parecerá decepcionante.""Probablemente".Lainey sonrió. "¿Qué tal si mejor vamos a la cabaña principal para cenar? Creo que tengo

una cita para vencerte en el Monopolio (juego de mesa muy utilizado en Estados Unidos)".Burlándose, Scotch comentó. "Eso quisieras. Soy la experta en Monopolio en esta familia".

Se puso de pie y le tendió la mano.Lainey aceptó la ayuda, disfrutando demasiado del contacto, y se levantó. "Es la hora de

derrocar tu gracioso imperio de dinero, hermana".Ambas compartieron una mirada antes de estallar en una risa.

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CAPÍTULO TRECE

Agosto

Lainey estaba sentada ante la mesa del comedor en la cabaña de Scotch. Se quedó mirandoel espacio en blanco del bloc de notas delante de ella, una pluma moviéndola rápidamente de ida yvuelta entre su dedo índice y el dedo medio. Normalmente ella estaría escribiendo su trabajo en suordenador portátil, pero no quería usar la batería más de lo necesario. Su portátil se quedaba en lacabaña principal la mayor parte del tiempo, manteniéndose lista y disponible para las copias finalesy la correspondencia por correo electrónico.

Luz del día llegaba de las dos ventanas encima de ella, así como a través las ventanas de la buhardilla, como lo hacía casi veinte horas al día. Era agosto y Lainey se estaba acostumbrando alconstante sol. En un par de meses, incluso podría ver la oscuridad más allá del crepúsculo antes de

quedarse dormida. La idea de que llegara el mes de enero y la encontrara sentada aquí con unalinterna a las tres de la tarde para protegerse de la noche, le parecía extraño.

Su entrenamiento iba muy bien. Tenía dieciocho perros asignados para elegir a partir demarzo. Con la ayuda de Scotch y Rye, Lainey había creado y elaborado un programa deentrenamiento para mantener a todos los animales trabajando juntos. Se había graduado de conducirocho perros a la vez ahora, y tenía que rotarlos entre sus compañeros caninos para asegurar quecada uno estaba teniendo el entrenamiento adecuado. Lainey era la única que alimentaba a sus perros, la única que pasaba una cantidad significativa de tiempo con ellos. Miguel Sánchez, elentrenador, ayudaba con todos los animales, por supuesto, pero aquellos del equipo de Laineytuvieron que mirarla como su líder de la manada.

Lainey arrojó el bolígrafo con un gruñido y se echó hacia atrás en la silla. Sobresaliendo enla parte posterior por un pedazo rasgado de vinilo para su refuerzo, se reajustó a sí misma, forzandola tapa plana con su hombro.

Howry estaba trabajando en los preparativos finales para su primer artículo. Su editor,Strauss, había dispuesto que sus artículos se publicaran trimestralmente en lugar de llenar toda laedición de primavera. Lainey tenía que tenerle algo para darle a finales de la semana o menos de sufecha límite. Pero ella parecía no poder concentrarse en nada.

Scotch había sido una instructora maravillosa. Lainey había aprendido mucho de ella acercade cómo manejar a los perros, no sólo acerca de la disciplina, sino para conseguir que ellosquisieran las mismas cosas que ella. Durante las mañanas, las mujeres pasaban tiempo juntas consus tareas. Las tardes eran para entrenamiento o para los turistas. Lainey no tenía permitido llevar a

ningún invitado en el trineo de los paseos, porque ella no se había aprendido aún todos los senderos.Las tardes consistían en otra ronda de alimentar perros y sacar la mierda con la pala, seguido de unacena y pasar tiempo con los Fuller y Howry. Cuando llegaba la hora de dormir, Lainey y Scotchhacían el viaje a su cabaña, intercambiando historias acerca de su día. Muchas veces así, Laineydeseó llevar de la mano a Scotch, y darle un abrazo o un beso. Ahora que había llegado a conocer ala mujer, descubrió que realmente le gustaba Scotch como persona. No se había apagado su deseooriginal ni un poco, muy a su pesar. En todo caso, ella quería a Scotch mucho más ahora que

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cuando había comenzado esta tarea.Lainey se obligó de nuevo a regresar a su bloc de notas. Nunca había perdido una fecha

límite, no pensaba empezar a partir de ahora. Sus sentimientos por Scotch no podían ser utilizadoscomo una excusa. Tal vez si ella comenzara con una descripción de una de sus carreras.Recuperando su pluma desde la mitad de la mesa, se puso a escribir.

***

El roce del viento pasa congelándome a once millas por hora. No oigo nada, sólo el sonidode los perros jadeando, y el caucho de los neumáticos crujiendo a través de los anteriores desechosde la temporada. El olor a pino llena mis fosas nasales, compitiendo con el omnipresente olor de la piel de perro que se ha convertido en el centro de mi mundo por los últimos cuarenta y cinco días.

Esta es una de mis primeras clases como corredora de trineos jalados por perros. No tengolicencia aquí, ni seguranza. Mi única compañía es un equipo de ocho atletas caninos que handecidido darme la oportunidad de guiarlos. Más adelante hay otro vehículo todo terreno que

desaparece en una curva. Mi pareja en el crimen - mi mentora, Scotch Fuller, tres veces finalista dela Iditarod   –  lidera el camino. No tengo ni idea de dónde voy, sólo que tengo que seguir su ejemplo.Ah, y asegurarme de que mi equipo piense que yo estoy a cargo.

Así comienza mi día de entrenamiento para la carrera de trineos tirados por perros (Iditarod)que tiene lugar cada mes de marzo en Anchorage, Alaska. Soy una de los treinta y ocho novatos quese suscribieron para participar en la siguiente, treinta y ocho novatas que toman el reto de lo que seanuncia como la Última Gran Carrera del mundo.

Todos los días parecen iguales aquí. La luz del sol constante no ayuda a mi sentido deltiempo; aún tengo que ver una completa oscuridad desde mi llegada a finales de junio. Escuché que podría hacer acto de presencia para finales de agosto, al menos por un rato. Hasta entonces, me voya dormir siendo de día y despierto con la luz del día, ya sean las diez de la noche o las cinco de la

mañana.Por la mañana, los perros se ven primero. Hay casi un centenar de ellos en la perrera de los

Fuller. Uno pensaría que con esa cantidad ellos tendrían en mente que correr es lo único entre ellos,toda una masa de pieles mojadas y moviendo la cola con poco para distinguirlos, pero con lasmarcas en sus abrigos. Ese no es el caso, sin embargo, como he descubierto. En el último mes ymedio he llegado a conocer a todos los animales, y cada uno es diferente del otro con susdebilidades y fortalezas únicas.

Los mejores que yo conozco están en mi equipo.Sholo es todo blanco con brillantes ojos azules parpadeando con inteligencia. Trabaja muy

duro y tiene poca paciencia para la incompetencia, aunque por lo menos es educado cuando

expongo la mía. Su capacidad para cumplir en la pista es asombrosa. He encontrado que él rechazaórdenes mías y, cuando trato de llamarlo al redil, descubro que era yo la que estaba equivocada - elcamino no era la dirección que yo quería, o un evidente obstáculo que yo no podía ver bloqueabanuestro camino. Juro que este perro es un ladrido, tiene un sexto sentido.

Traza es diametralmente opuesto a Sholo en apariencia. Su pelaje negro y sus ojos le hacendifícil ver en la oscuridad (siempre y cuando yo pueda verlo por la noche. Algunos días tengo misdudas.) Ha terminado la carrera Iditarod  dos veces, liderando parte del camino. Su experiencia seráun gran activo para nosotros cuando lleguemos a la ciudad de Anchorage.

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  Detrás de los perros líderes hay otra pareja de canes fuertes. Meshindi es un novato en dos.Su única experiencia ha sido carrera de velocidad el año pasado. Sus ojos marrones sonalmendrados, haciendo que parezca que es más asiático que canino. No es 'inescrutable´, porcualquier medio. No tengo dudas sobre su opinión acerca de algo mientras sonríe o se queja de mí.La mayor parte de sus quejas tienen que ver con la interrupción de sus siestas durante los períodos

de entrenamiento fuera; sus sonrisas son el resultado de los refrigerios congelados de hígado dealce, su favorito.Un líder en el entrenamiento, Montana, ha tenido experiencia en varias carreras de media

distancia. Esta será su primera carrera Iditarod para él también, pero yo espero que Traza lo tome bajo su... pata y le muestre al nuevo chico las cuerdas. Él tiene una tendencia a la arroganciamientras corre, como lo propensos que son los jóvenes de sexo masculino, y está más que dispuestoa lidiar con cualquiera que esté dispuesto a jugar.

Detrás de ellos está Bonaparte. Nadie más se permite en su sección de línea principal; él seresiste si no es tratado con adecuada deferencia. Es un perro pequeño con una gran actitud, y Diosayude al entrenador que no le dé a Su Majestad lo que le corresponde. A pesar de su

comportamiento de la realeza, no quiere liderar - ese el trabajo de los simples mortales. En lugar deello, él sigue justo detrás de los líderes, manteniendo al resto del equipo en la fila.

Su consorte es Kaara. Su nombre significa 'brillante luz de la mañana' y es muy hábil.Blanca con cejas moteadas y grises, desprende un aura de alegre calma. Ella es la única perra en la perrera que no llama a Bonaparte en sus presumidas actitudes. De hecho, ella lo adora, jugando aser su  ́Josefina’ ante sus pretensiones de alcurnia. El rumor es que ella está enamorada de él. Sialguna vez hubo un vivo ejemplo de amor adolescente, Kaara lo lleva con orgullo.

Justo enfrente de mi todo-terreno, están Jonás y Aegis. Macho y hembra, son los perros másgrandes de mi equipo, con un peso total de ciento cincuenta y siete libras. Son tan grandes porqueson los perros de las ruedas - los animales que van justo a la derecha de los trineos. Ellos necesitanla fuerza adicional para mantener el control de seiscientos libras del trineo durante los giros. Sinembargo, también deben ser lo suficientemente rápidos para evitar ser atropellados por los otros.

Jonás es salvaje y lanoso, el macho de la montaña del equipo, con cabello alzado y con unaobsesión por jalar. Dada la oportunidad, estaría feliz de hacer todo el trabajo, y dejar a suscompañeros de vuelta en casa. Cuando el resto del equipo escucha a orden "listos", él es el que saltahacia adelante con más ímpetu de ponerse en marcha.

Aegis es una dulzura. Su tamaño hace que ella parezca un tanto amenazante (aunque todoslos perros se adaptan a fondo para los seres humanos desde el momento en que nacen.) En realidad,ella es nada más que una gran sentimental que disfruta de los masajes de abdomen y mordisqueadelicadamente sus golosinas, mientras los otros descansan.

La puerta de la cabaña se abrió, interrumpiendo a Lainey. Levantó la vista para ver a Scotchque entraba con estrépito por las escaleras."¿Quieres ir a nadar?" Preguntó ella, con los ojos chispeantes. Scotch estaba sin su gorra,

sus rizos rubio-rojizos caían incontenibles. Su piel había adquirido un color dorado claro a partir desu constante exposición a la intemperie. Por el aspecto de su nariz descarapelada, tal vez había pasado demasiado tiempo en el sol.

Lainey le devolvió la sonrisa, preguntándose cuánto tiempo más podría tomar este anhelono correspondido. "No tengo traje de baño", dijo. A decir verdad, ella había estado tan preocupada

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 por la llegada del invierno, que no había preparado mucha ropa de verano en absoluto. La semana pasada tuvo que ir a la tienda general para conseguir un poco de ropa más ligera, aunque noesperaba que se acostumbrara al verano de Alaska.

Scotch se sentó frente a ella. "No importa. Puedes utilizar tu ropa de dormir Todo lo quenecesitas son pantalones cortos y una camiseta. Eso es lo que yo uso."

"¿Quién va a ir?" preguntó Lainey, más para que siguiera hablando que para obtener unarespuesta. Le gustaba escuchar la voz de la mujer, disfrutaba del matiz de felicidad que oía allí.El rostro de Scotch se volvió aún más animado. "Casi todo el mundo. ¿Conoces el camino

cerca del río?" Ante el asentimiento de Lainey, ella comentó "Cerca de cien pies alrededor de lacurva hay un estanque. Nosotros nadamos allí todos los veranos".

Lainey miró su artículo, mordiéndose el labio. "No lo sé. Realmente tengo que terminaresto..."

Scotch se inclinó hacia delante, con los codos sobre la mesa que mostraba su edad, ya quese tambaleó ante su peso. "Hay un columpio de cuerda" dijo ella, con un leve tono zalameroasomando en su voz.

Mirándola, Lainey pudo ver chispas de color oscuro mezcladas con el azul claro de su iris.

En este punto, las pecas ligeramente espolvoreadas y separadas de Scotch hacían verse adorable sunariz. Ella sintió que su voluntad fallaba, la llamada para pasear con esta mujer era mucho másfuerte que el trabajo profesional exigía a ser terminado pronto.

"Eres malvada", dijo finalmente.Al darse cuenta de que había ganado, Scotch saltó en un grito "¡Muy bien!" se dirigió hacia

las escaleras. "Puedes cambiarte aquí o en el río."Lainey se puso de pie, negándose a mirar el artículo para que no causara que cambiara de

opinión. "¿Dónde te cambiarás?" preguntó.Más allá de la puerta y casi hasta el desván, Scotch le sonrió. "En el río. Nada como

desnudarse al aire libre." Ella desapareció en la mitad del altillo.

Mirando tras ella, Lainey sintió alternar el frío y el calor dentro de ella. Seguramente Scotchestaba bromeando, no coqueteando. ¿No es así?Puso cuidadosamente fuera de su mente la imagen muy vívida de

Scotch, desnuda. Su piel permaneció ruborizada, y murmuró en voz baja, "Que Dios me ayude.Siete meses más como éste".

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CAPÍTULO CATORCE

Los perros no estaban contentos de haber sido dejados de lado. A medida que el todo-terreno se alejaba rugiendo sin ellos, crearon tan fuerte clamor, suficiente para que Lainey lo oyera por encima del ruido del motor. Ella se sostuvo por su vida, mientras Scotch jugaba a ser malévola,acelerando a lo largo de los senderos ya conocidos y a velocidades que Lainey no había alcanzado.La parte de sostenerse no era una dificultad para Lainey, siempre que fuera sostenerse de Scotch. Sisupiera que ella le permitiría acurrucarse contra su espalda, con los brazos cerca de su delgadacintura, habría festejado por la oportunidad de ir a la piscina natural hace mucho tiempo.

Mientras viajaban, Lainey trató de mantener sus pensamientos lascivos en orden, aunque eléxito obtenido dejaba mucho que desear. Mentalmente siguió el camino, tomando nota de los puntos de referencia familiares, las distancias conocidas, y otros desvíos de caminos. No importabaque el vientre de Scotch estuviera sosteniendo justo la cantidad de peso, lo que indicaba una figura

musculosa con la cantidad adecuada de curvas para ser interesante; o que incluso por el viento queazotaba, el aroma del cabello de Scotch era lo suficientemente fuerte para inducir a Lainey a lahiperventilación, mientras inhalaba profundamente una y otra vez.

La vibración a través del asiento la hizo pensar en nada más difícil, también.Sintiéndose deliciosamente arriesgada, Lainey inclinó su mejilla contra la espalda de

Scotch, empapándose de su proximidad. Sin pensarlo, le dio a Scotch un suave abrazo, sólo dándosecuenta de lo que había hecho cuando Scotch respondió con un apretón de su mano en el brazo deLainey. Horrorizada por su metedura de pata, Lainey trató de liberarse, pero fue mantenidafirmemente en su lugar.

"¡Sostente!" gritó Scotch. Lainey, con sus entrañas tan nerviosas como sus emociones,

señalaron en comprensión con otro abrazo. Scotch le palmeó el brazo y siguió conduciendo el todoterreno.

Ella cerró los ojos, añadiendo esta última interacción con su anfitriona, a las otras que habíareunido en el último mes y medio. A veces parecía que Scotch era definitivamente lesbiana. Lamujer hacía comentarios a menudo, que podrían ser malinterpretados en cierta manera si tuviera esainclinación. Pero, si fuera hetero, sus comentarios parecerían normales en la conversación diaria.Incluso Howry se había dado cuenta, y ambos habían pasado un poco de tiempo comentando elasunto.

Era suficiente para hacer que Lainey dudara."Ya casi llegamos.” En un esfuerzo por distraerse, Lainey volvió su atención a su entorno. Reconoció el camino

aunque ella no había tomado el giro por el que Scotch condujo. Bajaron bastante rápido por un plano inclinado, y ella se aferró a Scotch, sintiendo un estruendo de su risa a través de sus brazos. Elaire se enfrió más casi de inmediato, como se estabilizaron en un sendero paralelo a un río.

"Cuando el río se congela, traemos a los perros por aquí" gritó Scotch. "Hay más senderosdel otro lado”. 

Los árboles parecían retroceder a medida que se acercaban a un claro ya ocupado por lamayor parte del clan Fuller. Uno de los camiones, un sencillo remolque para perros, estaba asentado

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en un camino de lodo, con su portón trasero abierto, su piso lleno con un par de neveras, un surtidode toallas y con Bon jugando con una pelota de playa. Su madre rebuscaba en una de las neveras por bebidas. El suave olor del agua dulce fue perturbado por el humo del carbón de leña demezquite mientras la barbacoa se cocinaba cerca, preparada por Miguel. Dos mesas plegables y unnúmero de sillas con cubierta estaban agrupadas, varios artículos de picnic estaban dispersos en sus

superficies.Scotch estacionó el vehículo y apagó el motor.Un grito de pura alegría estalló en el repentino silencio. Lainey se volvió para ver a Howry,

que llevaba un par de pantalones cortos y zapatos tenis raídos, balanceándose en una cuerda colgadade un árbol que se cernía sobre una pequeña cala. En la cúspide de su balanceo, dejó que la cuerdavolara un poco antes que de dirigirse hacia el agua como bala de cañón. Irish y otra chica de su edadya estaban nadando, y gritaron ante su bulliciosa llegada con fingida indignación.

Lainey frunció el entrecejo al ver a la extraña chica. A regañadientes soltó a Scotch ydesmontaron del todo-terreno, teniendo una mirada más cerca al claro.

La cuerda se movió por sí sola. Lainey siguió la acción con un dejo de confusión hasta quese dio cuenta de que había otra cuerda atada a ella, y alguien era izado de nuevo hasta el terraplén

 para otra ronda. Un joven de la edad de Scotch estaba parado allí, tenía el cabello largo y castañorecogido en una cola y una barba ligera adornaba su mandíbula. Vestía menos ropa que Howry,quien había salido a la superficie con otro grito.

"¿Quién es ese?" Preguntó ella, señalando con la cabeza hacia el hombre, no muy contentacon su apariencia. Obviamente, él hacía ejercicio con regularidad, y su traje de baño apretadodejaba muy poco a la imaginación.

Scotch, que había empezado a hurgar en un saco que llevaba para el viaje, acunado entresus piernas, la mirada y sonrió. "Ese es Martin Schram. Su familia vive justo sobre la cresta de lamontaña." Ella agitó la mano. ”¡Hey, Martin!” 

El hombre se volvió hacia ellas y sonrió cuando vio a Scotch. Él le devolvió el saludo.

"¡Sube aquí, Scotch! ¡Vamos a mostrarle a estos Chechakos a nadar en las aguas de Alaska!” Riendo, Scotch asintió y volvió a su bolso, sacando su traje de baño.Contrariada, y tratando de no demostrarlo, Lainey preguntó, ”¿Chechakos?” Scotch se rió por lo bajo. "Recién llegados, novatos, las personas que no han vivido en

Alaska antes. “ "Oh.""¿Dónde están Papá y Rye?" preguntó Scotch a su madre.Helen, quien estaba jugando a la pelota con su hijo menor, en la parte trasera de la

camioneta, dijo:"Remojándose en la curva. Phyllis está con ellos.” Scotch vio la pregunta antes de que Lainey pudiera pronunciarla. "Phylllis es la madre de

Martin. Y la chica que está con Irish, es su hermana, Teresa". Ella escudriñó la vegetación a una

distancia segura desde el río. "Es posible que podamos cambiar nos de ropa por allí. Si los demásestán mojándose, van a estar en el otro lado de las rocas”. 

Lainey ignoró la punzada de celos mientras observaba a Martin saltar con gracia a travésdel aire para chapotear en medio del estanque. No era como si ella no quisiera reclamar la atenciónde Scotch. Demonios, todavía no tenía ni real idea de si Scotch era hetero o no. Parecía que la pregunta probablemente sería respondida aquí y ahora.

"¿Lainey?” 

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  Se dio la vuelta, concentrándose en Scotch. "Um, sí, por ahí estará bien," respondióapresuradamente. Aunque su repentina jovialidad forzada fuera registrada por Helen o no eradiscutible. La sonrisa de Scotch le dio más campanas activas de advertencia a Lainey. Rápidamentese ocupó con su mochila, sacando sus pantalones cortos y una camiseta. “¿Vamos?", preguntó,haciendo lo imposible por parecer inocente. 

Scotch inició la marcha. Detrás de ellas, las niñas gritaban con algún juego que estabanrealizando. La última visión de Lainey fue de Martin, escalando sobre las piedras en la orilla delestanque, frotando sus musculosos brazos. Él parecía tener frío y Lainey de repente se preguntóacerca de la sabia idea de nadar en un río de Alaska.

"Puedes cambiarte aquí", dijo Scotch, señalando a una zona protegida detrás de algunosarbustos de arándano. “Pero mantén los ojos abiertos. Las aguas termales están justo por ahí, y aveces la gente corta camino por aquí para llegar al columpio."

Lainey parpadeó. "¿Las aguas termales? Eso suena divertido ahora"."Lo es", dijo Scotch con una sonrisa. “Y cuando estés muy caliente, puedes tomar un baño

en el río. Es una condenada manera de despertar, déjame decirte."

Ella se echó a reír. ¿Dónde te vas a cambiar?” Scotch señaló a otro grupo de arbustos de bayas. ”Justo ahí. Nos vemos  en un par de

minutos"."Está bien."Lainey esperó hasta que miró a Scotch desaparecer en su improvisado espacio para

cambiarse, antes de comenzar a desnudarse. Ella se deshizo de su ropa, manteniendo un ojocauteloso sobre su entorno mientras se ponía sus pantalones cortos de dormir y una camiseta decolor negro. Envolvió su ropa y puso sus botas sobre ella. Traía puestas las zapatillas de tenis quehabía comprado en el almacén general del pueblo, para trabajar en el patio de los perros.

Ya vestida, enfocó su atención hacia el grupo de arbustos en donde Scotch habíadesaparecido. Vio algún movimiento, captando un destello fugaz de piel pálida, pero nada más. Sin poder contenerse, dio un paso más cerca, poniéndose de puntillas por si atrapaba alguna visión deldeseo de su libido.

"¿Ves algo interesante?"Sobresaltada, Lainey dio un brinco y giró hacia la voz. Howry estaba parado en un sendero

del camino, el agua aún goteando de su cuerpo. Él se estremeció, y se aferró más a una toallaapretada sobre sus hombros, pero su evidente incomodidad no disminuyó su regocijo por descubrira su amiga en una leve actitud de espionaje. Su sonrisa era casi insolente, y él movió sus cejas anteella.

Lainey le frunció el ceño. No podía responder de la manera que ella quería, al estar tancerca del escondite de Scotch, y él lo sabía. "No, solo estoy esperando a que Scotch termine", dijo

ella, agitando con urgencia su mano para alejarlo.La sonrisa de Howry se ensanchó. ”Hey, Scotch. ¿Necesitas ayuda ahí? Lainey se ofrece." Su boca se abrió mientras lo fulminaba con la mirada. Dio un paso hacia adelante, con la

intención de estrangularlo con su toalla, cuando Scotch respondió. "No, ya terminé".Lainey pegó una expresión agradable en su rostro cuando se volvió para ver a Scotch

saliendo de su escondite."¿Qué te parece si dejamos esto en el camión y, luego nos vamos al manantial?" -preguntó

ella, señalando la ropa en su brazos.

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  "Nos vemos allí", dijo Howry, guiñándole un ojo a Lainey antes de continuar por el camino."Suena bien", acordó Lainey, aliviada de que él se fuera, pero temerosa de que ahora él las

estuviera esperando para acompañarlas.En el camión, Lainey fue formalmente presentad a Teresa. Las dos chicas estaban comiendo

 perros calientes (hot dogs-dos panecillos con verdura picada y una salchicha en medio), haciendo su

mejor intento por ignorar a Bon, quien estaba hecho un lío con su salsa de tomate y la mostaza. El bien parecido Martin no estaba por ninguna parte. Lainey pensó que estaba con los otros en lasaguas termales.

Todavía había tiempo para echarse atrás. A Scotch no le importaría si ella tomaba el todo-terreno para regresar, ¿verdad? Howry podría ser una plaga, Lainey lo sabía, pero sus bromas eranenteramente conocidas. ¿Y si este tipo Martin tenía interés en Scotch? Ella era una hermosa - ysoltera- mujer joven, él sería un tonto si no se fijara en ella de esa manera.

¿Y si Scotch sintiera lo mismo hacia él?El corazón de Lainey se hundió aún más mientras Scotch le mostraba el camino al

manantial. Bueno, querías saber dónde estás parada, pensó, castigándose a sí misma.El ambiente se volvió más húmedo mientras se acercaban. Los manantiales estaban un poco

más allá de las rocas, un área a la vez natural y hecha por el hombre. Escalones de maderaresistentes llevaban al estanque, que terminaban en una terraza larga flanqueando los dos bordes delmismo. Grandes piedras lisas circulaban el resto del agua, y aquí fue que Lainey descubrió a Thom,Rye, y a una mujer que debía ser Phyllis Schram. Martín y Howry estaban sumergidos profundamente en el agua, hasta los hombros, calentándose después de su inmersión en el río.

Scotch gritó un saludo y bajó hacia la cubierta. Lainey la siguió, disgustada por el obviointerés que sentía en Martin, quien se acercó nadando.

"Lainey Hughes, Martin Schram. Martin, Lainey", dijo Scotch al presentarlos. Se metió enel agua con un suspiro, sin mirar si Lainey se unió a ellos.

"Encantado de conocerte", dijo Martin.

De cerca, Lainey se sintió alentado al ver que por lo menos el hombre tenía una maladentadura. Desafortunadamente, eso fue lo único negativo que encontró en su apariencia. “Es un placer conocerte, también," mintió ella.

El agua era lo suficientemente profunda que Scotch iba fue pisando despacio mientras sealejaba de la orilla. ”¿Entras? Es más frío por aquí. Te calentarás mientras vayas hacia las rocas”. 

"Por supuesto." Lainey se sentó en la orilla y puso un pie tanteando el agua. Su zapato tenisde inmediato se empapó cuando el agua caliente se apoderó de su tobillo. "Oh, es agradable," dijocon una sonrisa, olvidando la presencia de Martin por un momento. Ella bajó por su costado,sosteniéndose de la orilla para mantenerse a flote.

"Es muy bueno en el invierno", dijo Martin.Scotch estuvo de acuerdo y ambos compartieron una sonrisa. El labio de Lainey se torció.

Cuando la mujer le devolvió la mirada, ella se agachó bajo el agua para ocultar su expresión,emergiendo con una sonrisa. “Apuesto a que lo es.” 

"Vamos", dijo Scotch, comenzando a nadar hacia los otros.Lainey no tuvo más remedio que seguirlos.

***

Scotch descansaba en la parte trasera del camión. Su hermano, Bon, yacía a su lado,tomando una siesta. Irish y Teresa se habían ido con Phyllis a pasar la noche en la cabaña de los

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Schram. Helen se había llevado a casa el todo-terreno, requerida por la necesidad de revisar a unode sus pacientes caninos de la clínica. Las brasas de la barbacoa hacía tiempo que se habíanapagado, y los hombres ociosamente estaban sentados alrededor del claro en el patio, para digerir lacomida pesada de ensalada de patatas y hamburguesas, mientras que discutían de la vida, laevolución y la política.

Como era de esperar, Martin empezó a coquetear con Lainey. Scotch sintió unacombinación de alivio y desagrado por sus payasadas. Él Siempre había sido un mujeriego, inclusocuando eran niños. Había esquivado cientos de avances de él en todos ésos años, así que sudistracción había sido una alegría. Sin embargo, cuando él empezó primero a coquetear con suamiga, la felicidad no era su primera respuesta.

Ella lo vio caminar con Lainey a lo largo del río. Scotch estaba insegura de si la sugerenciade Lainey por dar un paseo habría sido por pasar más tiempo con el extrovertido joven o paralibrarse de él. Lainey era una mujer saludable. Seguramente ella querría pasarla bien aquí y allá, noera como si tuviera un novio constante. Viajando por el mundo como ella lo hacía, probablementetenía un hombre en todos los puertos y sin condiciones.

¿Querría tener a Martin en este puerto en particular?¿Y si Lainey hubiera querido caminar con Scotch, en su lugar? Hubo un momento en que

Scotch no podía decir lo que su amiga quería. Por alguna razón estaba teniendo dificultades paraleer las señales de Lainey durante todo el día, lo que causaba en Scotch un poco de consternación.Después de un mes y medio muy cerca, ella creía conocer a Lainey bastante bien. Hoy, cada miradao palabra la hicieron cuestionar esa suposición. Era como si Lainey estuviera escondiendo algo deella. ¿Pensaba que Scotch y Martin habían tenido algo, y no quería causar una escena entre ellos?¿Qué más podría explicar esa sensación de hipocresía que tenía?

Scotch miró que ellos volvían. Fácilmente bajó de la caja del camión, con cuidado de nodespertar a Bon. Vagando por una de las mesas, se levantó y mordisqueó una patata frita hasta queLainey y Martin estaban lo suficientemente cerca.” Bienvenidos de nuevo", dijo. "Yo creo que voya ir a casa a tomar una siesta antes de alimentar a los perros. ¿Quieres venir?"¡Eso es una gran idea!" respondió Lainey.

Su falta de vacilación impulsó el ánimo de Scotch. 'Mamá se llevó el vehículo, pero podemos caminar “. 

"De acuerdo" Lainey se volvió hacia Martin. "Fue realmente agradable conocerte." Ellaextendió y le dio un apretón de manos.

Scotch sonrió ante la reaparición del ultra-profesionalismo de su amiga. Al parecer, Martinno había influido en Lainey, después de todo.

Él no podía hacer otra cosa que responder de la misma manera bajo la atenta mirada detodos. ”Claro. Hazme saber si quieres ir de pesca. Conozco los lugares perfectos”. 

"Estoy segura de que sí. Ya veremos qué pasa" Dijo Lainey.Howry resopló con humor, y Scotch lo miró. Se preguntó qué era lo divertido, pero lo dejó

 pasar mientras Lainey regresaba al camión para recoger su ropa y cambiarse sus botas."¿Lista?"A toda prisa, Scotch agarró sus pertenencias. "Sí, vámonos."Sintió aligerarse su corazón, y sin saber por qué, Scotch unió s Lainey en el comienzo del

sendero.

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CAPÍTULO QUINCE 

Octubre 

Lainey se despertó antes de que la alarma de Scotch sonara. Su habitación estaba gris, producto del eventual retorno del invierno a esta zona. Si se quedaba despierta lo suficientementetarde en la noche, podría ser a la plena oscuridad en lugar de la inminente caída de la noche quehabía sido todo lo que había visto desde su llegada. Se estiró en la calidez de su cama, notando elfrío en su rostro. ¿Estaba más frío de lo normal esta mañana?

Sabiendo por experiencia no prolongar la tortura, se incorporó e hizo a un lado sus mantas.Si hubiera querido volver a dormir, se habría quedado bajo las mantas para preservar el calor de sucuerpo. Al menos así se daba una razón para permanecer fuera de la cama, en vez de tener un cálido

refugio al que volver. Estaba más frío. Maldijo en voz baja mientras sus pies descalzos entraron encontacto con el frío cuero de sus botas. Era el momento de empezar a dormir con un cambio deropa. Podría matar por unos calcetines calientes en estos momentos.

Ella se estremeció, sintiendo el dolor que comenzaba en sus costillas. Incluso podía ver surespiración mientras se levantaba y se dirigía de puntillas a las escaleras. En silencio, pasó más alláde la cortina que dividía la mitad de la recámara de Scotch. Ella sonrió mientras pasaba a través dela habitación, sin poder evitar estudiar a su durmiente compañera de cuarto. Este era una de lasrazones por las que Lainey disfrutaba despertar tan temprano, le brindaba la oportunidad deexaminar a la desprevenida mujer.

A pesar de la apariencia de no darse cuenta del frío, Scotch estaba usando una camiseta demanga larga en lugar de las sin mangas que había llevado hasta el verano. Sin embargo, yacíatendida sobre la cama, las mantas estaban enredadas hasta su cintura. Lainey vio un destelloapetitoso de la piel, donde la camiseta se había subido muchísimo desde la pretina de sus pantalonescortos de dormir. Estas visiones alimentaban el deseo de Lainey. Supuso que si Scotch hacía alardede su desnudez, Lainey tendría que verse afectada por éstos efectos. En vez de eso, todo esto se burlaba de ella casi hasta la desesperación.

Lainey resistió la tentación de cubrir a Scotch con las cobijas. No se hacía ilusiones de quesimplemente deseaba ser agradable. Lo que ella quería era tocar y explorar la piel disponible, parafinalmente probarla, y para ver lo que quedaba oculto debajo de las capas de tela.

Tragó saliva, con la boca seca de repente. Scotch pareció responder a la oleada de deseo deLainey. Suspirando, ella se dio la vuelta sobre su lado, quedando frente a su público, las mantas

 bajaron aún más para revelar la increíble curva de la cintura, la perfecta cadera, y la apenas visibledesnudez de un muslo pálido.

Lainey huyó. Teniendo en cuenta la fuerza de su anhelo, era más seguro permanecer lejos,muy lejos; no estaba segura de poder luchar contra el impulso de cualquier otra manera. Noayudaba mucho el que Scotch no tenía ningún interés en ella. En la puerta, agarró una chaqueta ysalió, cerrando la puerta suavemente detrás de ella.

¡Cristo! Este era el peor de los casos de enamoramiento que jamás había experimentado.Lainey se apoyó contra la puerta, su solidez fue un bálsamo para sus inestables emociones. Trató de

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recordar el número de veces que se había sentido así casi con alguien, y no le agradó darse cuentade que la respuesta era nunca. Una parte de su inquietud surgió del hecho de que ella estaba en unterritorio completamente nuevo. Incluso su mejor amigo y compañera de mierda, Carol, no habíacausado este tipo de confusión y deseo.

 No había dónde ir, nada que hacer al respecto ahora. Los Fullers habían llegado a un

acuerdo contractual con Lainey para entrenarla para la carrera  Iditarod. Ella había autorizado latransferencia de dinero de la revista, Cognizance, meses atrás. Todo estaba firmado, sellado y-aunque no necesariamente enviado- ella esperaba correr la carrera de su vida en Marzo. Si Laineyse replegaba ahora, le debería a su editor, Strauss, un montón de dinero. Huir no era una opción.

Con la realidad de la situación afirmada en su mente, Lainey tomó un respiro profundo yvigorizante. Tan pronto como la nieve llegara, las cosas serían diferentes. El entrenamiento llenaríala mayor parte de sus días y sus noches. Rye le había comentado que el invierno era una temporadamuy ocupada para la perrera en términos de fines de semana de excursiones turísticas, prepararse para largas carreras, asistir a las carreras de velocidad y otras parecidas. Lainey sólo tendría quehacer un esfuerzo adicional para agotarse en los próximos meses. Una vez que la  Iditarod  terminara, ella y Howry se irían, y ella podría perderse en los brazos de Carol. Por todo un mes.

Lainey no se había acostado con nadie en un año ó más; había dejado de contar los días hacíamucho tiempo. Todas esas hormonas no utilizadas tenían que ir a alguna parte. Ciertamente esotenía mucho que ver con sus emociones volátiles ahora.

Animada con la posible explicación, Lainey bajó del porche. El suelo crujió bajo sus botas,y finalmente se centró en la claridad en torno a ella. Una gruesa capa de nieve cubría el suelo, que parecía brillar a la luz del día. El aire estaba fresco, y visualizó una corriente de humo que seelevaba desde el otro lado de la colina donde estaba la cabaña principal. Acurrucada dentro de suchaqueta, caminó hacia la letrina. Oh sí, definitivamente estaba más frío hoy.

***

Una pizca de nieve continuó cayendo sobre la perrera mientras Scotch y el resto del equipode alimentación hacían sus tareas de la mañana. La dificultad consistía en poner la atenciónadecuada a cada tarea. Ella se mantenía tratando de evaluar la cantidad de nieve que había caídodurante la noche, ya que en los senderos era lo suficientemente gruesa como para asegurar unaamenaza en la carrera con los trineos, y en cuáles perros asumirían la primera carrera oficial de latemporada. Irish y Rye estaban sin duda pensando lo mismo, ya que hacían su trabajo en pilotoautomático. Scotch compartía miradas de ansiedad con sus hermanos, sabiendo que hoy nada losmantendría fuera de los senderos. No había reservas de visitas en esta mañana, y cualquier turista enla zona podría quedar atrapado por la belleza de las nevadas de Alaska como para considerar bajar

 por la perrera.Howry estaba igualmente distraído. Había traído su cámara esta mañana, haciendo una pausa en sus tareas para hacer varias fotos de Scotch con sus perros jugando con entusiasmo entre el polvo. Los animales sabían lo que significaba el cambio de clima, también, y lo demostraban con unnivel extra de entusiasmo. Scotch ignoraba las actividades de Howry, habiéndose acostumbrado a lainfinita atención. Su presencia constante era el precio que ella tuvo que pagar por acceder al artículosobre ella, por la revista. Tenía que admitir que algunos días habían sido muy duros. Tener un maldía tarde o temprano sería inevitable, tener un observador fotografiando todos sus errores o sus

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rabietas no mejoraba las cosas.Echó un vistazo a Lainey, que se había convertido en toda una veterana en cortar el salmón

en trozos. La pequeña mujer se situó en el taburete, pala en mano, mientras rompía con el borde dela herramienta el pescado hervido. Esta escena estaba muy lejos del primer día de Lainey,estremeciéndose con la idea de alimentar con pescado a todos los perros, incluyendo a los guías.

Scotch sonrió ante el recuerdo. Ella recordó a Cliff, el piloto de avioneta, y su comentario de queLainey parecía difícil de complacer. Scotch estaba aliviada de que ése no hubiera sido el caso. Entodo caso, Lainey era extremadamente fácil de complacer, más que capaz de enrollarse las mangasy excavar lo que fuera necesario para completar una tarea, independientemente del nivel desuciedad involucrado.

A veces era raro lo equivocado que las primeras impresiones podrían ser.Lainey terminó el picado, y Rye puso la tapa en la olla antes de subir el gas propano para

otro hervor. Tan pronto como Lainey bajó del taburete, ella recuperó su cámara colgada de ungancho. Captó a Scotch observando y rápidamente le tomó una foto. Riendo, Scotch se despidió conun gesto de la mano, entrando en el granero para consultar las listas diarias.

¿Qué hubiera pasado si la revista se hubiera apegado al acuerdo original?Scotch tuvo que admitir que la idea de que Lainey la persiguiera con una cámara, no era tan

irritante como Howry haciendo lo mismo. Pensándolo bien, Lainey ya la seguía a su alrededor, probablemente tenía tantas fotos de Scotch como las tenía Howry. Debía ser un requisito para todoslos reporteros gráficos, tener literalmente injertada una cámara en sus manos.

Lainey entró en el granero. "Hola. ¿Algo nuevo?""Nop. Lo mismo de siempre. Podemos empezar a reunir los aditivos". Scotch compartió una

sonrisa con ella, mientras abrían un gabinete para sacar los grandes tazones. Trabajaron en conjuntoen silencio, casi como una extensión una de la otra, mientras recopilaban los suplementosvitamínicos, arroz y harina de hueso para añadir al guiso de la mañana.

"Vamos a tener que alterar la dieta de los perros por el clima, ¿no es así?", preguntó Lainey.Scotch dijo: "Eventualmente. Más grasas y proteínas, menos relleno. Eso lo llevaremos a

cabo una vez que los tengamos en las últimos siete millas por día"."¿Y cuándo será eso?""Pronto." Scotch terminó lo que estaba haciendo. Se volvió hacia Lainey, descansando su

cadera en el borde de la encimera. "Creo que nos saltaremos lo de correr hoy. Llevaremos lasmáquinas de nieve fuera del almacén y sobre los senderos; nos dará una idea de cómo se van adesenvolver, qué tan profunda está la nieve. Si tenemos suerte, la nieve se mantendrá durante unoscuantos días. Eso nos dará una base saludable para la carrera."

Lainey asintió. "Suena bien. ¿Lo tomaré como que no hay visitas hoy?""Pues no. Incluso si hubiera visitantes hoy, Miguel puede hacerse cargo. Una vez que cese

la nieve, comenzará el entrenamiento. Él y papá tendrán una gran cantidad de trabajo cuandolleguen nuestros turistas invernales."

Con el ceño fruncido, Lainey comentó, "Pero tu papá trabaja"."Construcción", le recordó Scotch. "El negocio disminuye lo suficiente para que él pueda

dejarle una gran parte del trabajo a su capataz. Hay un poco de trabajo interno que se debe hacer, pero tendrá menos puestos de trabajo disponibles hasta la primavera. Si la nieve se mantiene, haráque el trabajo disminuya lo suficiente para que él esté en casa mucho más tiempo".

Lainey se golpeó la frente ligeramente ante el lapso momentáneo de inteligencia. Scotch

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sonrió, disfrutando del humor. Lainey sin duda se miraba bien incluso con un par de pesados monoscubiertos con capas de pelo de perro y de barro. Sus rasgos eran expresivos, y sus ojos oscurossiempre reflejaban alegría. En términos generales, había sido una buena decisión cuando ellaaccedió a este profundo artículo la primavera pasada.

"¿Qué?"

Alejó los pensamientos de su cabeza. "Lo siento. Sólo estaba pensando lo contenta queestoy de que estés aquí".La sonrisa de Lainey se suavizó. "Gracias. Yo también me alegro de estar aquí."El corazón de Scotch se aceleró, y dio un paso acercándose, sin saber lo que estaba

haciendo. "Es bueno saberlo", dijo, en voz baja. Ella se enfocó en el rostro de Lainey. Fascinada,observó los labios de su amiga separarse levemente.

"¿Están listas, chicas?" Preguntó Irish, entrando en el granero.Desconcertada, Scotch se volvió, apenas notando que Lainey dio un leve paso lejos de ella.

"Casi".Irish se detuvo y las miró. "¿Qué está pasando?"Lainey le sonrió. "Estábamos hablando de lo que hay que hacer hoy".

"Revisar los senderos, por supuesto," dijo la chica como si fuera una conclusión inevitable.Ella caminó ´hacia delante y tomó la lata de arroz. "Rye dice que ya es hora."

"Entonces, vamos. Tenemos una gran cantidad de perros que alimentar". Lainey recogió laharina de huesos, siguiendo a Irish hasta la puerta. Una vez allí, hizo una pausa. "¿Vienes?"

Scotch respiró hondo, recuperando su equilibrio. "Sí," dijo. Se volvió a estudiar a Lainey,viendo un rubor atravesar la piel bronceada de la mujer y sabiendo que también ella se habíaruborizado. "Estaré allí en un minuto."

Lainey se entretuvo un momento, a punto de decir algo."Hey, ¿dónde están los demás?" llamó Howry desde afuera.El momento pasó. "Vamos en camino!" respondió Lainey. Con expresión parpadeante en

arrepentimiento, y luego hizo un leve medio encogimiento de hombros antes de desaparecer por la puerta.Scotch se volvió hacia el mostrador, colocando sus manos en el borde. ¿Estaba ella

 pensando en besar a Lainey hace un momento? En respuesta, su mente le mostró una erótica visiónde la acción. Su cuerpo respondió con un torrente de sensaciones que atravesó desde su corazónhasta su ingle, y tragó saliva. ¡Dios mío, había estado a punto!

"¿Por qué tardas tanto?" Preguntó Irish, marchando hacia el mostrador."Nada. Yo..." Scotch recogió el portapapeles más cercano. "Me preguntaba si iniciamos o

no a darle a los perros la proteína extra ahora".Irish arqueó una ceja, interrogante. "¿No queremos esperar hasta que hayan sido entrenados

 primero?"

Scotch asintió. "Sí,  probablemente tienes razón”. Deslizó los aditivos hacia su hermana pequeña. "Toma. Voy a comenzar a calentar las máquinas de nieve hasta que el guiso esté listo paralos perros."

"Está bien." Irish tomó la lata y salió, desconociendo la confusión de Scotch.Utilizando la puerta de atrás, Scotch caminó hasta el granero de almacenamiento, evitando

completamente la cocina del perro. Entrando, encendió las luces del techo y localizó los vehículos, pasando automáticamente a través del proceso de sacarlos de sus bolas de naftalina y prepararlos

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 para su uso. La actitud familiar se encerró en su interior, y ella fue más capaz de pensar en lo quehabía sucedido en el granero.

Ella nunca se había sentido fuertemente atraída por nadie antes, hombre o mujer. Scotchhabía tenido su parte de besos y caricias a largo de sus años, pero eso había sido con chicos durantesu adolescencia y una que otra relación lésbica más o menos serias cuando asistió a la universidad.

Siempre había sentido que algo le hacía falta, sin embargo, algún eje fundamental de emociones queella parecía incapaz de sentir. Finalmente había desistido. Cualquiera que fuera lo que la genteencontrara en tales relaciones no era algo que ella que quisiera compartir, o eso había creído. Nadale había llegado tanto, y mucho menos la cantidad de sensaciones que acababa de experimentar antela sola idea de besar a Lainey.

Scotch tiró de las lonas de los vehículos, provocando la picazón en su nariz por el polvo quevolaba por su acción. Una ronda de sanos estornudo después, y ya tenía los revestimientos plegadosy dejados de lado, y empezó el proceso de preparación de las máquinas de nieve para su uso.

Este repentino deseo de besar a Lainey ciertamente complicaba las cosas. Scotch gruñó envoz baja mientras se obligaba a destapar un tapón de gasolina. Incluso si hubiera hecho el intento,

no necesariamente significaba que Lainey era lesbiana, también. ¿Cuáles eran las probabilidades deque eso ocurriera? ¿Y qué más daba, de todos modos? Una vez que la  Iditarod  se terminara, Lainey podría regresar a otros lugares, y Scotch volvería a vivir sola. Además, la Iditarod era demasiadoimportante para meter la pata por un rollo en el heno, no importaba qué tan atractivo pareciera.

"Hey, Scotch.""¿Qué?" preguntó, mirando ceñudamente ante la interrupción.Howry levantó las manos en señal de rendición y dio un paso hacia atrás. "Estamos listos

 para alimentar a los perros, eso es todo".Ella dejó caer los hombros antes de dar al reportero una mirada contrita. "Lo siento.

Supongo que me levanté del lado equivocado de la cama. No significa que tenga que gritar".Él se encogió de hombros. "No te preocupes por eso. Es un día emocionante para ti, estoy

seguro".Riendo entre dientes ante la ironía, ella comentó, "No sabes ni la mitad".

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CAPÍTULO DIECISÉIS

Lainey mantuvo la agradable expresión plasmada en su rostro cuando dejó a Scotch en elgranero. Vertió la harina de hueso en la caldera, sus acciones estaban en automático mientras que lavisión de Scotch acercándose a ella, llenó su mente. Demonios, habían estado tan cerca! Casi sehabía abalanzado a Scotch. ¿O Scotch dio el primer paso? ¿Era una ilusión pensarlo por su parte?¿Había iniciado Scotch la seducción?

"¿Dónde está el resto?" Preguntó Rye, revolviendo la mezcla."Scotch lo tiene", dijo Lainey. Ella no hizo ningún movimiento para volver al granero, no

quería afrontar su amiga todavía. Su prioridad era reducir la velocidad de su estruendoso corazón, yacabar con esa ola dulce de anhelo rodando a través de ella.

Irish frunció los labios en pre-adolescente irritación. "Voy a ir a buscarla." Tomó el tazónde las manos de Lainey y se abalanzó hacia la puerta.

Rye puso los ojos en blanco ante su hermana mientras seguía mezclando el guiso, pero nodijo nada.

Sin nada que hacer, Lainey tomó la oportunidad de huir, recogiendo su cámara ydirigiéndose al patio de los perros. De pie detrás de la lente, calmó sus nervios irregulares, lo que le permitió separarse de su entorno inmediato. Durante sus sesiones de asesoramiento después derecibir el disparo, el psiquiatra había dicho que la cámara era un apoyo, protegiéndola de larealidad. No había argumento allí. Al menos de esta forma era capaz de relajarse lo suficiente como para analizar lo que había sucedido.

¿Qué había sucedido?Primero estaban hablando, trabajando codo a codo como lo habían hecho durante meses,

cómodas por su proximidad. Entonces...Scotch había hecho un avance hacia ella."No. Eso no puede estar bien." Lainey sacudió la cabeza, y volvió a encontrar el justo

disparo a través del visor. Bonaparte exigía un retrato desde su perfil elegante, y ella tomó laimagen.

Por lo que ella había podido averiguar, Scotch era hetero. Ciertamente hubo veces en que se preguntaba si tal vez ella estuviera equivocada. Ella siempre se atribuyó que la ilusión era por partede ella. Cada caso de ambigüedad podría ser calculado como un simple malentendido. Vivir conuna persona durante tres meses y medio tenía que contar para algo. Ella sabría si su compañera decuarto compartía su atracción por las mujeres, ¿cierto?

Demonios, Howry había hecho su parte hablando con Scotch, tratando de descubrir laverdadera naturaleza de su sexualidad. Incluso él había llegado a la conclusión de que Scotch era

una mujer heterosexual inocente y muy protegida.Por lo tanto, ¿qué acaba de suceder en el granero?Lainey gruñó en voz baja. Nada más que lo obvio podría explicar lo que había ocurrido.

Ella tenía demasiada experiencia en el arte de la seducción como para no ver un intento de beso.Scotch había dado el primer paso! Pero, ¿por qué? Y, lo más importante, ¿por qué ahora?

El vapor de su fuerte exhalación nubló la visión de su lente por un momento. No era deextrañar que ella estuviera constantemente confundida acerca de las intenciones de Scotch. Eso sólo

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 podía significar que Scotch estaba probablemente igual de confundida. Lo qué explicaba, por lomenos, que ella estaba ahora recién descubriendo lo que era ella.

Grandioso. No sólo Scotch no tenía la decencia común para saber su propia orientaciónsexual a la tierna edad de veinticuatro años, sino que tenía que complicar la atracción de Lainey poraveriguarlo ahora. Lo último que Lainey necesitaba era una virgen.

A pesar del pensamiento sardónico, sintió un temblor de emoción ante esa posibilidad."Deja de hacer eso!", se ordenó, obligándose a mantener a distancia las visiones obscenasde las 'lecciones' que podría enseñarle a Scotch . "Vieja sucia."

Kaara levantó una oreja ante ella."No tú, chica," dijo Lainey, frotándole la cabeza.¿Qué hacer? Una cosa era tener un enamoramiento con un compañero de cuarto

heterosexual. Lainey tenía experiencias de fiascos no correspondidos en su juventud. Todo lo queella tenía que hacer en este caso, era mantener un estricto control sobre sus deseos y sufrir lasconsecuencias.

Pero si las sospechas de Lainey eran correctas, Scotch estaba despertando a algofundamental de sí misma. Tal revelación era bastante difícil en el mejor de los casos; aquí en los

 bosques de Alaska, sin embargo, podría causar graves traumatismos. A Lainey realmente le gustabamucho Scotch. No quería perder su amistad a causa de un error. Scotch podría tener un lapsus deexperimentación, pero Lainey no estaba segura de que pudiera defenderse de una.

Ella resopló para sí misma, sonriendo cuando Jonás hizo lo mismo cuando olfateó sucuenco vacío. "Te darán de comer pronto", prometió, rascándole la espalda.

La oportuna interrupción de Irish fue lo único que salvó la mañana. Ahora que Lainey eraconsciente de la mutua atracción de Scotch, por cualquier razón, ella estaba optimista de que seríatres veces más difícil negarse.

Tal vez debería mudarse a la cabaña principal. Podría argumentar el frío como una razón.Scotch sabía lo de sus costillas; no sería nada exagerar un poco para fingir la necesidad de una

constante calefacción durante el invierno.A menos que Scotch le ofreciera una manera más entretenida de mantenerla caliente en lasnoches...

"¡Ugh!" Lainey deseaba que hubiera algo que librara su cabeza de ése peso."¡Lainey! ¡Hora del desayuno!"Ella suspiró y se volvió hacia la cocina del perro. Saludando con un gesto de la mano a Rye,

ella caminó fatigosamente a sus quehaceres. 

***

La nieve aún seguía cayendo después del desayuno. Los informes meteorológicos dijeronque el sistema había dejado catorce pulgadas de nieve a lo largo de la noche, y se estimaba cayeraun pie más antes de que todo terminara. Esta noticia fue recibida con viva alabanza por el clanFuller, mientras desayunaban.

Howry indicó que su motivo principal era menos que entusiasta, su ceja se alzó ante el pensamiento. Ella seguía viendo a Lainey desde el otro lado de la mesa, y él las miraba a ambas concuidado.

Lainey tenía su aspecto profesional, lo había visto con bastante frecuencia en los últimos

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años como para ser precavida. Algo había pasado, y ella tenía que utilizar esta fachada para quenadie se diera cuenta. En su negocio, se requería estar en lugares horribles o entrevistar a personascon la integridad moral de una alcantarilla. Tal profesionalidad se requería para conseguir el trabajohecho, sin importar cualquier opinión negativa que uno tuviera del tema. Sin mencionar que uncomportamiento de este tipo podría significar la vida o la muerte, dependiendo de quién estaba

involucrado.Él puso una buena dosis de azúcar en su harina de avena, y la agitó.Las cosas habían sido diferentes esta mañana a causa de la nieve. Los Fullers irradiaban una

tonelada de energía, al igual que la tenían sus perros, llenando el aire con un alto nivel deexpectativas. Howry supuso que la primera nevada de la temporada siempre evidenciaba las mismasemociones para ellos. Había sido bastante contagioso; él se sintió influido, también. Lainey yScotch actuaron como lo habían hecho cada mañana. Él se había dado cuenta de queLainey estaba un poco más rígida, probablemente por el frío, pero tan emocionada como el resto deellos. El tiempo finalmente había venido a hacer algún tipo de serio entrenamiento con los perros, ytodos ellos esperaban con interés las perspectivas.

Sin embargo, algo había pasado. Scotch desapareció, y Lainey se alejó fotografiar perros.Howry casi pierde su cabeza cuando finalmente encontró a Scotch en el granero dealmacenamiento. Ella no estaba irritada antes de que se fuera con Lainey a recoger los aditivos parael guiso de los perros. Por supuesto, algunas personas reaccionaban con mal humor, pero Scotchraramente había sido así. ¿Por qué empezar ahora? Aún no había presión. Él esperaba que ella semostrara más estresada conforme se acercaban a la Iditarod, no ahora.

Se concentró en su amiga, desconfiando de la alegre actitud exterior mientras bromeaba conHelen por algo. Ella también se había transformado de simplemente disfrutar de la mañana, paraconvertirse en esta periodista ultra profesional usando los temas con facilidad. Él comió lentamente,reconociendo las señales sutiles que le decían que ella estaba nerviosa. Y ella no quería mira aScotch, excepto una que otra vez a través del cuarto.

Scotch también portaba una alegría que no era del todo real en su apariencia. Se manteníadándole a Lainey miradas furtivas, buscando por algo sin encontrarlo. En ésos momentos suexpresión era más cercana a la dimisión que cualquier otra cosa, como si estuviera tratando deanimarse bajo el peso de sus pensamientos desagradables.

Howry comió lo último de su desayuno en su tazón. Era tiempo para acaparar a una de ellasy averiguar lo que estaba pasando aquí.

Lainey se negó a creer que la insistencia de Howry para correr con ella era sólo para obtenermejores tomas de Scotch en su máquina de nieve. Se había dado cuenta de escrutinio en eldesayuno. Sabía que algo estaba pasando y, al igual que cualquier buen periodista, no lo dejaría irhasta conseguir la primicia.

Forzó una sonrisa y aceptó, sin poder encontrar una razón válida para negarse.Después de una lección rápida sobre el funcionamiento de la máquina para nieve, ella se

subió con Howry detrás de ella. Los controles no eran muy diferentes de los vehículos todo-terrenosque había utilizado durante todo el verano.  Lástima, pensó. Si ella no pudiera manejarlo, tal vezhabría podido subirse con otra persona.

Ry, Irish y Scotch montaron cada uno una máquina, y el patio se llenó con el zumbido delos motores y los ladridos de los perros. Scotch miró hacia atrás y le indicó con la mano a Laineyque la siguiera. Su hermano y su hermana, cada uno se fueron en otra dirección, para comprobar los

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niveles de nieve de sus tramos de sendero favoritos.Lainey se lanzó hacia delante con una sacudida, causando que Howry se aferrase a ella,

maldiciendo. Ella sonrió a pesar de lo agitadas que serían sus próximas preguntas. Mientras seocupaba de utilizar los controles del vehículo, lo sintió relajarse en su agarre, y ella dejó escapar unsuspiro de alivio. Sus costillas definitivamente le estaban dando su mayor problema hoy. Podía

decir ya que ella iba a pasar una gran cantidad de su tiempo libre en las aguas termales.Los senderos eran casi ajenos para ella, aunque había estado en ellos un día antes. El polvo blanco cubrió el paisaje familiar, convirtiéndolo en otro paraje. Las ramas que habían excedido porencima de su cabeza, ahora estaban aplastadas bajo el peso de la nieve. En algunos lugares, sólo laseñal de los marcadores de plástico indicaba dónde debía ir, jugando con su memoria. Scotchmontaba delante de ella, rompiendo el sendero, y Lainey le dio un montón de espacio para notoparse con ella cuando ocasionalmente se empantanaba en las ventiscas de nieve.

"Y entonces, ¿qué pasó esta mañana?"Lainey frunció los labios. "¿Qué se supone que significa eso?" preguntó ella, no estaba

dispuesta a ceder tan fácilmente."No seas evasiva, Lainey. No te sale bien", dijo Howry, con voz alta para hacerse oír por

encima del motor. "Ambos sabemos de lo que estoy hablando.""¿Y si no quiero hablar de ello?"Él permaneció en silencio detrás de ella por un minuto. "¿Creo que debería hablar con

Scotch, entonces?""Hijo de puta," dijo ella en voz baja.Howry la abrazó más cerca. "¿Qué fue eso?"Lainey miró por encima del hombro. "Dije que eres un hijo de puta"."Es bueno saber que no he perdido mi toque."Su risa provocó su sentido de lo absurdo, y se unió con él. Era mucho mejor que llorar."En serio, Lainey, ¿qué está pasando? ¿Ustedes dos pelearon por algo?"

Ella se puso seria. Frente a ella, Scotch tomó el sendero izquierdo del camino,sosteniéndose en la máquina mientras desapareció por un terraplén. Lainey se preparó y la siguió.Una vez que estuvieron de vuelta al nivel de suelo, desaceleró para dar a Scotch más espacio. "Nocreo que Scotch sea hetero."

"¿Qué? Creo que no te he oído bien. ¿Scotch no es...?""Hetero! ", Gritó. Enfrente, el tema de conversación pude haberse escuchado porque Scotch

echó un vistazo hacia atrás. No, seguramente Lainey no había gritado lo suficientemente fuertecomo para eso. Scotch sólo estaría revisando la distancia entre ellos.

"¿En serio?" dijo Howry, arrastrando las palabras. "¿Cómo lo sabes?""Oh, no lo sé, Don. Supongo que cuando ella trató de besarme, yo me imaginé ése tipo de

cosas."

Él aflojó el agarre, ligeramente alejándose de su profundo sarcasmo. "Estás bromeando".Lainey refunfuñó para sus adentros. "Me gustaría."Él no necesitaba escucharla para entender lo que quería decir.Mientras Don digería esta nueva información, ella estaba concentrada en conducir. Scotch

se inclinó hacia otra pista, indicándole a Lainey a que se emparejara paralela a su rumbo. Ella le diomás gas a la máquina de nieve y se emparejó hasta su compañera de cuarto. Romper la nieve de lossenderos había hecho el viaje un poco más agitado, pero no menos agradable. Una línea fina de hoja

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dar cabida al oxígeno. Ella jadeó un par de veces, su corazón latía con tanta fuerza, que era seguroque podía sentirlo a través de su espeso abrigo y sus guantes.

Amor.Mientras recuperaba el control de su cuerpo, un gruñido sardónico salió de su garganta. Por

supuesto. El enamoramiento era una palabra equivocada por completo. Siendo periodista, ella

necesitaba un buen dominio del idioma. Era divertido como su mente había bailado alrededor de esetérmino, pero nunca permitió que se centrara en ello.Su madre siempre le dijo que si uno podía nombrar a sus demonios, entonces podría

controlarlos. Lainey se preguntó cómo controlar esto.

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CAPÍTULO DIECISIETE

Independientemente de su repentina revelación emocional, Lainey pasó el resto de laexpedición haciendo todo lo posible para desterrar su demonio. Ella dudaba de que tuviera un cien por ciento de éxito cuando, cada vez que tenía una buena vista de Scotch corriendo por delante deella, su corazón latía en silenciosa alegría. A medida que se acercaban a la perrera, sintió que podíamanejar su pasión. Ayudó el que Howry la había dejado conducir en el silencio después de suobservación. No tener que defenderse de él, le daba un montón de tiempo para trabajar a través delas opciones de que disponía y llegar a un plan.

 No es que fuera un buen plan, pero por lo menos tenía algo.**

Lo último que necesitaba Scotch era una distracción como esta. Ella estaba apuntando a

estar en los diez primeros de la carrera Iditarod  este año y necesitaba mantener la concentración ensus perros y en su entrenamiento. Nunca había sido fácil para nadie cuestionarse su sexualidad; salirdel clóset ante una misma era peor que hacerlo ante la familia y los amigos. La vida tenía unatendencia a desmoronarse mientras el alma buscaba hacerse cargo, y Scotch podría enfermar permitiendo al tiempo o la angustia.

Mudarse de la cabaña, mientras la forma más fácil de alcanzar el espacio necesario entreellas, haría que Scotch se preguntara los motivos de Lainey. Incluso el argumento de que requeríadel calor para su ´lesión de fútbol' , no ganaría. Ellas conocerían la realidad de la situación. Sóloserviría para resaltar el intento de beso en el granero, y Lainey tenía que alejar la atención de ello.

 No, ella tenía que ser la adulta aquí, la de la experiencia. Tenía que quedarse para disiparlos temores de Scotch aún cuando no consiguiera involucrarse íntimamente con ella. Sería elinfierno, pero Lainey sólo tendría que aferrarse a este demonio por todo lo que merecía la pena.Cuando la carrera hubiera terminado, entonces y sólo entonces podría considerar la posibilidad desentarse junto a Scotch para tener una verdadera discusión, de corazón a corazón, acerca de lo queestaba pasando con ella.

Lainey se sintió vagamente complacida con ella misma por su decisión, por no mencionarun poco perpleja por la distancia autoimpuesta que tendría que colocar entre ellas. Ella había preferido hacer exactamente lo que Howry le sugirió: enseñarle a Scotch todos los placeres de amara una mujer. Se consoló con el conocimiento de que después de la carrera, las cosas seríandiferentes. Si de verdad Scotch sentía deseos por ella, Lainey estaría más que feliz decorresponderle.

Apartó la punzada de excitación que la siguió ante esa idea en particular. Para cuandoregresaron a la perrera, Lainey había dejado de lado su debate interno. Sus nervios todavíarevoloteaban, pero ella estaba resuelta. Condujo la máquina de nieve en el patio, oyendo el clamorde bienvenida de los perros. Estacionó junto a Scotch, había visto que Irish y Rye ya habíanregresado, sus vehículos estaban cubiertos con una ligera capa de nieve que seguía cayendo. Apagóel motor y miró la mujer a su lado.

Las mejillas y la nariz de Scotch estaban rojas de frío, con los ojos chispeantes mientras ellasonreía. Se había bajado la capucha y sus rizos leonados sobresalían sobre su cara, pringas de nieve

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empezaban a establecerse allí. A Lainey le dolía el corazón cuando ella le devolvió la sonrisa.¿Mantenerse alejado de esto? Dios, era un trato cruel, muy cruel.

"Se ve muy bien", dijo Scotch, bajando de la máquina de nieve. Se quitó los gruesosguantes y abrió el cuello de su abrigo. "¡Sólo podemos esperar a que la nieve se mantenga asídurante todo la temporada!"

El vehículo se desplazó cuando Howry se bajó de él. "Yo creo que es hora de cambiar acámaras manuales", dijo, sacando una bolsa de plástico de su bolsillo. Metió su cámara dentro de la bolsa y cerró la cremallera. "Me quedé sin rollo de filmar en la carrera. Si el viento se la lleva ahora,lo hará añicos".

"Siempre puedes cambiar a digital" dijo Lainey con dulzura, utilizando un viejo argumento."Blasfemia", murmuró él. "Una cámara sin rollo de película real es una abominación a los

ojos de los dioses".Lainey sonrió y pasó la pierna por encima de la máquina de nieve, permaneciendo sentada.

También se quitó sus guantes. "¿Llevaremos a los perros fuera hoy?""No. Vamos a darle a las pistas otra carrera después del almuerzo. Iremos hacia abajo un

 poco más. Si sigue cayendo, podremos hacer un poco más mañana. Cuanto más apisonados

tengamos los senderos ahora, más tiempo van a durar si la temperatura se eleva. Apenas estáempezando la temporada, ¿quién sabe lo que el clima vaya a hacer?"

Levantándose, Lainey se estiró con recelo cuando sus costillas le dieron un ligero dolor. Eldolor era mucho menos de lo que debería después del extenso paseo. Habían pasado por lo menosunas tres horas vagando por los senderos que rodeaban la perrera. Con todo derecho, ella debía parecer una vieja reumática.

"¿Estás bien?"Lainey asintió hacia Howry. "Sorprendentemente. Me alegro de haber seguido el consejo de

Thom. La chaqueta que traía en marzo pasado era una mierda".Sin previo aviso, Scotch extendió su mano y le agarró la mano derecha, lo que obligó a

Lainey a elevarla por encima de la cabeza. El dolor era soportable, y quedó completamenteeclipsado por la piel de Scotch contra la de ella."¿Conocen los linimentos que utilizamos para las lesiones de la muñeca?" preguntó ella,

todavía centrada en las costillas de Lainey.Sonrojada por la sonrisa de Howry, ella respondió, "Um, el de las torceduras y esguinces?""Sí" Scotch la soltó. "Apostaría a que eso funciona en tus costillas."Howry resopló, sin duda entretenido con la noción de que Scotch, posiblemente se ofreciera

a aplicarlo en la lesión. Lainey quería darle una patada en la espinilla, pero sabía que tendría que darexplicaciones después de eso. En su lugar, ella puso los ojos en blanco. "Es para perros", le recordóa Scotch.

"Ha sido utilizado en las personas en algunas ocasiones" Ella se echó a reír. "Se podría usar

el truco. Deberías darle una oportunidad."El tono resuelto de Scotch, hizo que Lainey viera el ungüento bajo otra luz. Su objetivo

 principal era aliviar dolores articulares en las muñecas y los hombros de los perros con exceso detrabajo. Era un remedio casero creado por Dios sabe quién, pero parecía que cada corredor valorabael o la sal que tenía para darle una variación de la receta. Una mezcla de hierbas, que se mezclabacon vaselina para darle sustancia y que fuera fácil de aplicar. Scotch y su hermano confiaban enesas cosas.

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  "Muy bien" concedió Lainey. "Voy a pensar al respecto" Scotch abrió la boca para deciralgo, y Lainey la interrumpió. "¡Voy a pensar en ello! Además, en este momento me muero dehambre. ¡Vamos a tomar el almuerzo!"

"Eso suena como una gran idea", dijo Howry, avanzando hacia la terraza de atrás. Scotchsonrió y asintió con la cabeza, olvidando todo lo que ella había planeado decir.

Lainey los siguió, sintiendo el alivio recorrerla. Ella sabía exactamente lo Scotch iba adecir. A pesar de la reciente promesa de Lainey para evitar situaciones incómodas con Scotch, nohabía manera de que pudiera negarse si ella se ofrecía para aplicar el ungüento.

Y esa sería una mala, mala idea.

***Scotch estaba en frente de la chimenea, con los pies apoyados en un viejo taburete que

había liberado de la tienda de segunda mano hacía años. Ella movió los dedos de los pies cubiertoscon los calcetines, y bebió una taza de chocolate caliente.

La primera nevada de la temporada había sido una buena. Si las cosas seguían de esta

manera, el entrenamiento sería fácil. Recordó el último invierno, extrañamente cálido, y sin ráfagasimportantes de las que hablar. Ya había sido bastante malo que la nieve tuviera que ser transportadaen camiones a la ciudad de Anchorage para la ceremonia del inicio de la carrera. El primer tercio dela jornada había sido peligroso, con suelo derrapante y el correr libre del agua. Una gran cantidad decorredores se habían visto obligados a dejar la carrera por causa de las lesiones a sus animales y porequipos rotos.

 No este año. Scotch saboreó en satisfacción. Incluso si calentara un poco, lo más probableera que no interferiría con el endurecimiento de los senderos. Después del almuerzo, ellos habíanhecho otro recorrido, embalando los senderos para futuras recorridos. Mañana los trineos saldrían yel entrenamiento comenzaría en serio.

La puerta de la cabaña se abrió y Lainey entró sacudiéndose las botas. Una corriente la

siguió, pero Scotch estaba lo suficientemente caliente que el aire frío se sentía bien."¿Todavía está nevando?"Lainey la miró por encima del hombro mientras colgaba su chaqueta en una percha. "No,

finalmente se ha detenido" Ella vio la cara de Scotch y se rió mientras bajaba por las escaleras parasentarse en el sofá. "Dale un descanso, Fuller! Tuvimos dos pies de nieve hoy, quizás más".

El gesto petulante de Scotch se convirtió en una sonrisa."Sí, supongo."Resoplando, Lainey se quitó las botas, metiendo sus pies hacia atrás por debajo de un

edredón. Se inclinó para recuperar su taza de té y se hundió de nuevo en el sillón con un suspiro.“Sabes, hay algo que he querido preguntarte", dijo, mirando en su taza. 

Una desconfianza repentina interrumpió la compostura de Scotch. Ella había estado

esperando esto todo el día. Al principio esperaba que Lainey no se hubiera dado cuenta de lo cercaque Scotch había estado de besarla. A medida que el día avanzaba, sin embargo, hubo variosmomentos en los que parecía que ella quería discutir algo. ¿Qué le iba a decir Scotch cuando ella preguntara lo que había pasado? Disculpa por la insinuación, ¿pero tengo un enamorado por ti que

 simplemente no puedo evitar? Su silencio fue advertido, y ella levantó la vista para ver que Lainey la estaba observando.

"Uh, ¿sí?", preguntó."¿Has pensado en los beneficios de los orinales en lugar de salir de casa?"

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  Scotch miraba a Lainey, su mente tartamudeó por un momento. Parpadeó y negó con lacabeza. "¿Qué...?"

Lainey sonrió y se incorporó." Orinales. Tú sabes. Ollas de porcelana para ponerse encuclillas en lugar de arrastrarse en la oscuridad y el frío, dejando al descubierto tu trasero atemperaturas bajo cero". Ella le hizo un gesto con la mano. "Yo, de todas las personas, entiendo la

vida rústica aquí. He vivido y trabajado en países del tercer mundo. Pero incluso en África tienenuna versión de los orinales. ¿Por qué ustedes no?"Su temor se desvaneció, reemplazado por una buena dosis de alivio y de diversión cuando

ella registró lo que Lainey decía. Scotch pasó su mano por el pelo con remordimiento. "Se llaman potes de miel por aquí, y yo no sé por qué no tengo ninguno. No puedo decir que haya surgido enalguna conversación".

"Bueno, está ahora", respondió Lainey con voz nítida.Con la conversación reconfortante, Scotch se movió en su silla. "¿Qué es lo que sugieres,

 persona sofisticada?"Lainey le sacó la lengua, causando que Scotch se riera."Es curioso que lo preguntes. Resulta que me he dado cuenta de que hay una gran cantidad

de cubos con capacidad de cinco galones en el granero de los perros. Creo que uno de ellos haríauna maravillosa letrina privada para aquellos de nosotros que no tenemos hielo en nuestras venas".

"Eres tú la que tiene sangre fría."Lainey frunció el ceño. "¿Cómo lo sabes?""Es un hecho científico que la sangre fría de los animales se vuelve lenta en bajas

temperaturas. Si eso no es tu caso por la mañana, no sé que lo hace."Lainey le sacó la lengua de nuevo.Scotch apenas se abstuvo de pedirle si ella estaba ofreciendo sus servicios. Se sonrojó y

rehuyó a donde llevaría la conversación. "Entonces, ¿qué estás deseando? ¿Mi permiso para instalarun tarro de miel en la cabaña?"

"Tú vives aquí, también" dijo Lainey. "Me doy cuenta de que no importa cuántas veces esvaciado o qué tan limpio lo mantenga, habrá cierto olor involucrado".Encogiendo un hombro, Scotch comentó, "En realidad no será tan malo." Ella dio a Lainey

una mirada inquisitiva, recibiendo un asentimiento a cambio. "Podríamos ir a la ciudad mañanadespués del almuerzo y recoger algunas bolsas de plásticos y lejía o algo para ayudar a controlar elolor".

La sonrisa de Lainey era hermosa. "¡Eso será genial!"Scotch hizo eco de su sonrisa, con un dolor en el corazón. Dios, a ella le encantaría

acurrucarse bajo esa manta y besar a Lainey hasta perder el sentido. Agachó la cabeza, incapaz desacudirse la diversión, y se llevó la taza a sus labios. De todas las personas para venir aquí, teníaque ser una fotoperiodista internacional que muy pronto estaría en una nueva aventura.

Se preguntó de nuevo si Lainey era lesbiana. No había nada en definitiva que Scotch pudiera señalar, pero a veces una palabra o una mirada podían hacer que su pregunta a susuposición inicial era que Lainey tenía un hombre en todos los puertos. O tal vez era Howry. Éltenía un humor perverso y había hecho varios comentarios a oídos de Scotch. ¿O él era gay y decíaesas cosas a Lainey porque eran amigos?

"¿Qué estás pensando?"Sorprendida en sus pensamientos, Scotch se devanó los sesos para decir algo. "Sólo estaba

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 pensando en Don".Lainey ladeó la cabeza en silenciosa interrogación."Él va a tener un tiempo difícil para mantenerse conmigo ahora que la nieve haya volado"."Si." Lainey rió."Sí, lo tendrá. Pero no lo subestimes. Probablemente te seguirá a todas

 partes en una motonieve todos los días si lo dejas".

"¿Motonieve?¿Qué demonios, señorita Hughes!" Scotch sostuvo su taza en su regazo, conuna expresión severa en su rostro."Máquina de nieve! Máquina de nieve! " Lainey levantó las dos manos en señal de

rendición, casi tirando su té. "Lo siento, Jefa! He tenido un lapsus ¡brutus!""Claro que lo has tenido," se quejó Scotch. "En el momento de salir de este gran Estado de

Alaska, serás capaz de pasar por una nativa". Ella disfrutó de su risa compartida. Era menos de loque realmente quería, pero las buenas amistades eran difíciles de encontrar. Ésta era una en la queella no quería meter la pata.

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CAPÍTULO DIECIOCHO

Noviembre

Lainey revisó su trineo con cuidado, comprobando los corredores de plástico por si teníadaños y tirando de uno y otro para probar lo encordado. Tan pronto como pasó la inspección, sacólos cables de remolque de la bolsa de trineo, dejándolos caer en el hielo sobre el suelo. A pocosmetros de distancia, Scotch observaba sus actividades.

Rye e Irish ya habían terminado, teniendo que irse inmediatamente después del desayuno,un camión lleno hasta el borde con perros emocionados y tres trineos de carreras. Tenían un eventoJunior en la ciudad cercana de Wasilla, y se registraron para un puñado de carreras del día. Ya eradespués del almuerzo ahora. Había buenas probabilidades de que uno de los dos quedara en muy buen lugar y estarían terminando la última carrera antes de dirigirse a casa.

Una vez que Lainey tuvo la línea en su lugar y probó el desgaste, puso el gancho de nieve, pisando fuerte hasta el fondo de la nieve. Por lo general, el gran gancho curvo de metal sirve comoun ancla para mantener inmóvil al trineo. Consciente del hecho de que ella correría con Jonás hoy,también había atado el trineo a un poste. Había aprendido por las malas que su musculoso perromacho tenía una tendencia a reventar el gancho. Le tomó una mañana de perseguir el equipocamino abajo y a pie, para aprender esa particular lección.

Era un fin de semana en el que no había ninguna visita de turistas programada. Elentrenador, Miguel, tenía un grupo de corredores aficionados para una excursión de fin de semana.Por ahora, seis ansiosos profesores de Minnesota habían dejado un almuerzo educativo en elcampamento de Lafferty de campamento y estaban en camino al otro lado del río para pasar la

noche en las aguas termales.Lainey estaba sorprendida de descubrir que después de que la nieve se fue, los visitantes se

volvieron más frecuentes, no menos. No sólo eran las escuelas cercanas transportando a susestudiantes a las perreras periféricas para un viaje de estudios, sino que también Helen recibió una parte justa de las clases de veterinarios de Anchorage. Al parecer, el suyo era el único hospital deanimales local unido a una perrera de carreras, y los estudiantes graduados venían desde millasalrededor para ver el funcionamiento completo.

Y luego estaban los vecinos. Parecía que todos en y alrededor del pueblo cercano habían pasado por lo menos una vez desde que comenzó la nieve, muchos de ellos en trineos tirados por perros. De ellos, la mayoría usaba sus perros como transporte de invierno, una serie de tres o cuatroanimales que los transportaban alrededor de la zona. Un hombre vivía en las colinas, como

trampero y pescando para ganarse la vida, y él seguía su línea de trampas como un reloj. Otras tres personas se encontraban en entrenamiento por diversas carreras, incluyendo la Iditarod. Mientrasellos descansaban con una taza de café, Lainey escuchaba embelesada sus cuentos acerca decarreras ganadas y perdidas, recopilando tanto como le era posible de sus experiencias.

Lainey sacó una pequeña libreta de su bolsillo y lo abrió. Tenía veinte perros para entrenar,y había trabajado en una agenda de entrenamiento con la ayuda de Scotch. Cuando llegó elmomento de la carrera, ella sólo tenía permitido utilizar dieciséis, pero Scotch le había asegurado

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que tenía una selección decente de la que extraer. Este principio de temporada de entrenamiento,ambas fueron corriendo con equipos de diez perros, mezclándolos y haciéndolos coincidir paraconseguir que trabajaran cómodos en conjunto. Ella revisó su lista para la tarde del sábado, y se fuea reunir a su equipo.

Pronto una masa de peludos animales ladrando tiró del trineo, sus vocalizaciones fueron

contestadas por el equipo de Scotch, en demandas angustiadas de que estaban siendo abandonadosdetrás. Aunque Lainey había estado corriendo perros desde hace un mes, su entusiasmo eracontagioso, y se encontró queriendo apresurarse a través de los controles finales. En vez de eso,calmó su regocijo y bajó la línea para volver a inspeccionar las líneas altas y bajas y cuerda pesadade goma.

En su trineo, hizo un rápido inventario de los artículos obligatorios requeridos para laIditarod. Tenía ochenta botines para perro, un contenedor con tres botellas de combustible, tres ollasde un galón y una nevera para remojar y cocinar la comida, otra sartén para alimento de personas,diez tapas de cubo de plástico para los comederos, una bolsa de dormir para clima ártico, un hacha,ocho libras de comida de perro para emergencias, un par de zapatos de nieve, y una bolsa de plástico con pescado blanco congelado para darle de picar a los perros. Todo ello arecía mucho, a la

luz del hecho de que sólo iba a estar ausente por tres o cuatro horas. Pero Scotch le había insistidoen estos artículos, así como algunos cachivaches de equipo de supervivencia, explicándole que unaventisca repentina la mataría tan rápido si estaba a dos millas o a doscientas fuera de casa. Una cosaque Lainey odiaba cargar era la pistola enfundada 0.44 automático. Tenía suficiente pesadillas sobrelas armas después de su lesión; no veía ninguna razón para arrastrar la funesta arma a lo largo, a pesar del peligro de los lobos o alces en el camino. Aunque el arma no era obligatoria, Scotch seaferró a que la llevara, amenazando con incumplir su contrato si se negaba. Teniendo en cuenta queno tenía otra opción, Lainey mantuvo el repugnante artilugio enterrado al fondo de la bolsa.

Subió la cremallera de la bolsa de trineo, y revisó la bolsa con varios snacks colgando entreel mineral. Aquí había un termo con una bebida Gatorade (agua de frutas), un par de bolsas de

caramelos, y algunos frutos secos. Otra lección aprendida - los perros no eran los únicos quetrabajaban en una carrera. Pelearse con la maleza, resistirse a los perros, y correr detrás del trineo para aligerar la carga, le había dado un montón de ejercicio. Los corredores en la línea de meta del pasado mes de marzo, había hecho parecer fácil todo el asunto. Lainey estaba descubriendo cuántotrabajo estaba realmente involucrado para el elemento humano de un equipo. Se alegraba de haberdejado a Scotch que la motivara a correr todos los días durante el verano y el otoño.

Lainey miró a Scotch quien terminaba sus revisiones de última hora. Habían accedido asalir juntas, pero se dividirían pasando unos tres kilómetros. Scotch quería llevar a sus perros por laquebrada, avanzando a lo largo de un arroyo angosto y hasta la carretera cerca de la perrera. Laineyodiaba esa ruta. Le recordaba una rampa de trineo olímpico más que cualquier otra cosa. Si algosucedía, ella nunca sería capaz de empujar a sus perros y sacarlo de allí, y probablemente sería

arrastrada detrás de ellos. Ya había tenido un par de experiencias de tragar nieve; no queríarepetirlo.

Ella planeaba alcanzar un rastro más leve cerca de un prado cubierto de nieve. Había uncírculo allí que los Fuller apodaban  Dupont Circle  después del famoso tráfico en el círculo enWashington, DC, con varios senderos que brotaban de su trayectoria central. ReiteradamenteLainey daba órdenes a sus guías, ya que tenían que prestar atención o irse por el caminoequivocado. La carrera podría no ser tan peligrosa como el destino de Scotch, pero había algunas

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maravillosas rutas de zigzag a lo largo de la que Lainey eligió. La carrera   Iditarod   comprendíamiles de kilómetros de largo, y tenía que preparar a sus perros para cualquier eventualidad.

Después de la carrera, ella y Scotch planeaban encontrarse en las aguas termales parasaludar a los desvelados comensales de Miguel y darle la merienda a los perros. Ellas tomarían undescanso allí y luego llevarían a casa los equipos a tiempo para la cena.

Todo estaba listo. Lainey miró hacia Scotch, que estaba de pie en los rieles de su trineo,sonriéndole con expectación. Ella sonrió y le devolvió el saludo, reflejando la postura de la mujer.Con una mano en el manillar, Lainey se agachó para tirar del gancho de nieve, colocándolo en elespacio hecho especialmente en la parte posterior de la bolsa de trineo. Oyó a Scotch gritar lasórdenes, y observó de reojo como ella salía del patio.

 No queriendo quedarse atrás, su equipo se lanzó hacia adelante, con ganas de seguir,ladrando con todo lo que eran capaz. El trineo se balanceó de lado, todavía unido al poste de perforación, y ella sostuvo el mango con fuerza.

"¡Listos!" gritó. Cochise y Sholo, sus guías, se impulsaron hacia adelante, enderezando lalínea de los perros. Lainey liberó el último amarre, y gritó: "¡Vamos!"

Libres para correr, el equipo salió disparado hacia adelante, meneando la cola y con las

lenguas colgando. En cuestión de minutos, ya estaban fuera del patio, el clamor de los que sequedaban atrás desapareció en la distancia. Los perros se quedaron callados cuando empezaron acorrer, y Lainey suspiró ante el silencio sólo roto por los perros jadeantes y el silbido de un trineocorriendo sobre la nieve. Esto era mucho mejor que con un vehículo todo terreno. Ningún motor,sólo ella, los perros y la naturaleza. Lainey había trabajado en tierras áridas en muchos paísesdiferentes, siempre disfrutando de la oportunidad de estar a solas con la naturaleza. Era algo concierto placer, ella se dio cuenta que le produjo un sentido más profundo de la soledad en estacarrera.

Más adelante, apenas divisó a Scotch mientras rodeaba una curva. No era de extrañarconsiderando la distancia. Cochise y Sholo estaban alrededor de siete metros delante de Lainey, yallí tenía que haber un espacio de dieciocho metros entre ellos y Scotch. Esa era otra cosa sobre lacarrera de trineos, ella podría estar corriendo con los tres Fuller y rara vez captaba un vistazo decualquiera de ellos, a menos que ellos se pasaran uno a otro.

Los perros iban a buen ritmo; Lainey supuso que estaban corriendo a cerca de diez millas por hora. Eso era de esperar, ya que todos estaban bien descansados y animados. Un par de senderosmás que pasara y ella podía atajar uno y entrar a otro sendero, dejando a Scotch en su propiamontaña rusa vertiginosa.

El comienzo del sendero se acercaba, la entrada estaba marcada por una flotante franja rojade tela. Cuando Cochise llegó a la altura de la misma, Lainey gritó "¡Haw (izquierda)!" El Husky ysu compañera negra giraron automáticamente a la izquierda y entraron al camino. Detrás de ellos,

los perros que hicieron el giro- Montana y Meshindi - siguieron el arco suave, dirigiendo al resto delequipo hacia adelante y entró en la vuelta. Dablo, Bast, Tecumseh, y Heldig se arrastraronobedientemente juntos. Cuando el trineo llegó a la vuelta, Jonáh y Aziz, los fornidos perros derueda, pudieron su formidable fuerza en ello, tirando del trineo ahora en el camino con relativafacilidad.

"¡Buenos chicos!" gritó Lainey, observando cómo sus orejas se elevaban al oír susalabanzas. Ella sonrió a pesar del viento que golpeaba sus mejillas. Si alguien le hubiera dicho queun día estaría tan contenta por estar en temperaturas bajo cero, en la parte trasera de un trineo tirado

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 por perros, se habría reído en su cara.Con todo, había sido una buena idea llegar al final de junio. Le había dado a Lainey la

oportunidad de poder aclimatarse a las temperaturas más frías y al cambio gradual de las estaciones.El clima no la afecto tanto como lo había hecho en marzo, cuando venía de estar bajo el sofocantesol hacia extensiones heladas. Con ayuda de Thom Fuller, había comprado el equipo adecuado

ártico, tan bien, que ella montó su trineo con pocas molestias. Botas esquimales cubrían sus pies, yllevaba pantalones para nieves recomendados para el alpinismo. Su abrigo era un jersey, como el deScotch, la falta de cremalleras y broches de presión añadían protección contra el viento y la nieve alno tener puntos de entrada. Helen le había cosido un bolsillo extra en lo alto de la parte derecha, detamaño perfecto para dar cabida a una mano cálidamente situada contra las costillas de Lainey.

Calientita y cálida, observó abrirse el mundo mientras el equipo se detuvo en  Dupont

Circle. Cada uno de los seis senderos estaba marcado con una bandera de diferentes colores. La queella veía ondeaba en color verde, pero Lainey permitió que su equipo la pasara sin ordenarles nada.Había ocurrido otra avalancha de nieve la noche anterior, y los perros tuvieron la oportunidad demorder las ventiscas de nieve a su paso, saciando su sed y refrescándose. Ella miró por encima detodos ellos, observando cuidadosamente su lenguaje corporal, buscando por cualquier cosa fuera de

lo normal que le indicara alguna incomodidad o lesiones.Los perros corrieron muy bien, trotando alrededor del círculo. Sholo miró por encima de su

lomo al pasar el punto de entrada. Lainey podía imaginar lo que él estaba pensando - Tú nos trajiste

aquí . ¿A dónde diablos vamos? Ella se echó a reír en voz alta y gritó la orden cuando llegaron alcomienzo del sendero correcto. "¡Adelante!"

Como una máquina bien engrasada, el equipo giró a la derecha, dejando el prado a través delos densos arbustos. Aquí, Lainey prestó más atención a su entorno cuando se acercaron a losárboles frondosos. Las barredoras eran un peligro real, las ramas colgaban lo suficientemente bajocomo para tumbar al corredor del trineo. Los estrechos límites causaron que los perros frenaran un poco, y Lainey trotó detrás del trineo para aligerar la carga. Más adelante vio una señal de pintura

naranja en un tronco de árbol, lo que indicaba el primer zig-zag.Sholo y Cochise se hicieron camino fácilmente por el sendero, como si fueran uno solo. Porsupuesto, tenían el beneficio de años de experiencia en los caminos de la perrera. Ellos corrieronmaravillosamente, y Lainey observó al resto de su equipo desaparecer alrededor de la curva.Cuando los perros de la vuelta estaban en la última curva, ella dio un impulso a los perros guías,apoyándose con fuerza hacia la izquierda. El trineo viró bruscamente a la izquierda, el impulso laobligó a irse a la derecha como un látigo, pero su entrenamiento la mantuvo en posición vertical yen curso. Eufórica, ella se bajó del trineo y corrió un poco más, con el aliento humeante delante deella. Los perros, meneando las colas, continuaron a la siguiente vuelta cerrada.

Después de la tercera vuelta, Lainey se dio cuenta de que la atención del equipo se desvióde la senda, cuando sus orejas se irguieron hacia la derecha, y ella miró en esa dirección, sin poder

ver nada a través de la maleza. Tal vez ellos habrían olido un conejo u algún otro equipo de perrosen la zona. En cualquier caso, ésa atención dividida se convirtió en su preocupación. Ella mantuvoestrecha vigilancia sobre los perros. Uno o dos de ellos eran jóvenes y sin entrenamiento suficientecomo para dar un paseo por el bosque y la búsqueda de un conejo escurridizo sería bastanteentretenido. Algo por el estilo tenía el potencial de causar ya sea un motín en las filas o algún dañoimportante al trineo y al equipo para correr con ello. Lainey metió la mano en el trineo paraalcanzar el gancho de nieve, que colgaba sobre el respaldo de la bolsa del trineo para un fácil

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acceso.Avanzando a través de la siguiente curva, Lainey escuchó los ladridos de Sholo y de

Cochise antes de que doblara la curva. El trineo se sacudió hacia adelante cuando los perros tiraroncon más entusiasmo, muchos de ellos haciendo caso de la llamada. Los perros nunca habían actuadoantes de esta manera. ¿Qué podría tenerlos en tal tumulto? Lainey sintió el frío cosquilleo de la

aprehensión y la adrenalina bombeando a través de sus venas. Se inclinó ante la vuelta y la razónque tenía a los perros así, apareció en su vista.Un toro alce estaba parado cerca del próximo zig-zag, justo en el centro del sendero.

Parecía enorme, la cobertura de terciopelo de su cornamenta que frotaba, dejaba al descubierto unos pesados huesos. Lainey sabía por las clases con Scotch, que la temporada de celo había terminado.Los toros habían terminado con sus enfrentamientos anuales de apareamiento y ahora estaban denuevo por recuperar el peso que habían perdido. Los perros habían cogido este una corteza dedespojarse de un árbol que temblaba cerca. El alce se había dado la vuelta de su tarea para mirarlos, pero no parecía intimidado por estar superado en número.

Lainey se dio cuenta de todos los detalles en cuestión de segundos, las hormonas surgieronen su sistema dándole una imagen nítida y clara. Vio un resoplido de vapor que se elevaba desde la

nariz del alce, vio sus hombros dar una sacudida, el pelo grueso erizado, y el ligero cambio de postura a medida que avanzaba el peso sobre una de sus patas delanteras. Una parte distante de sumente se lamentó que no hubiera tiempo para obtener una fotografía decente; ella había dejado sucámara en la cabaña.

Sholo y Cochise estaban casi sobre el intruso."¡Whoa!" gritó ella. El tiempo se ralentizó aún más, mientras sus pies dejaban los pedales

 para permanecer en el freno y el retenedor. El primero era una barra de metal con dos ganchos quese clavaban en la nieve, el segundo era un caucho con tornillos en la parte inferior. Ella mantuvo elmanillar con una sola mano, tirando simultáneamente del gancho de nieve de su lugar temporal. Encuclillas, ella obligó a que las púas se clavaran en el camino a su lado, después se puso de pie para

 pisar fuerte hacia abajo.Los perros se detuvieron en seco, su clamor interrumpido por un gruñido colectivo cuandosus arneses atados al pecho los contuvo. El jalón de la cuerda hizo su deber, y ninguno de losanimales resultó herido por la abrupta. Ahora ladraban alegremente ante el obstáculo interesante asu paso, las colas meneando en frenética anticipación de más diversión.

Sus perros líderes estaban a menos de diez metros del alce, apostándole a la alegría de suscompañeros, como diciéndole al toro que se dejara de bloquear su camino. Conociendo el verdadero peligro, Lainey bruscamente miró a su alrededor buscando algo lo suficientemente fuerte para atarsu torre. Su corazón se hundió cuando se dio cuenta de que tendría que soltar el freno para llegar alárbol más cercano. El trineo se sacudió cuando los perros intentaron una abatida, y ella pisó con

más fuerza sobre el freno y el gancho. Lágrimas de frustración y estrés le escocían los ojos cuandoella volvió a concentrarse en el alce, rezando para que se decidiera a abandonar el sendero.

El toro miró sobre el tumultuoso ruidoso y resopló de nuevo. El consideró sus opciones yLainey casi podía ver el pensamiento plasmado en su cara grande y fea. Sus torturadores no seacercaban, y él estaba de mal humor por la combinación del ruido y su hambre. Obviamente él teníala ventaja, por así decirlo.

Horrorizada, Lainey observó el paso del toro hacia delante, con los perros ladrando másfuerte en respuesta. El siguiente paso del toro fue más rápido, dejó caer su cabeza, preparándose

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 para la embestida, sus formidables astas amenazando hacia ellos."¡Vuelta!" gritó ella. "¡Sholo! ¡Vuelta!"Su voz llena de pánico, perforó el alboroto. Sorprendentemente, Sholo se tiró a la derecha,

tirando de Cochise con él. Mientras el alce corrió, el equipo de los guías empezó a doblar de nuevohacia el trineo.

Ya no era necesario presionar el freno, Lainey recogió el gancho de la nieve, gritando a los perros a darse prisa, ¡rápido! El toro tuvo un buen comienzo, sin embargo, y Cochise gritó cuandolas astas mortales lo arrojaron en el aire.

La línea cuidadosamente reglamentada de perros se vino abajo. Sholo continuó tirando,Montana y Meshindi haciendo lo que estaban entrenados para hacer. Por desgracia, eso significabaque todos los perros de Lainey se movían hacia adelante, en la vuelta, y cerrando con un alceenojado. El equipo se desaceleró, Sholo arrastrando el cuerpo inerte de Cochise hacia adelantecuando la fiera hizo otra estocada, enredando sus astas en el tumulto.

¡La pistola!Lainey maniobró por encima del manillar, descomprimiendo la bolsa de trineo con

movimientos torpes de manos. Le llevó una eternidad antes de que la sacara. Se arrodilló en el

trineo, el frío pesada de acero de la 0.44 en la mano. Hubo un momento de terror cuando no pudoalcanzar el gatillo, y ella maldijo, rasgando su manopla con los dientes.

Su primer intento no resultó y ella puso la mirada perdida en el arma. ¡El seguro! El seguroestá puesto! Con un movimiento rápido de su dedo, quitó el seguro y disparó.

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CAPÍTULO DIECINUEVE

El sonido de un arma de fuego se hizo eco a través del paisaje, y Scotch ladeó la cabeza. Latemporada de caza había terminado para la mayoría. Además, si hubiera habido cazadores en lazona, alguien seguramente habría mencionado verlos durante las muchas tarde que los visitantes deinvierno realizaban. Las únicas personas con armas de fuego en el área inmediata eran ella, Miguely Lainey.

Sonó otro disparo, y Scotch sintió que su corazón saltaba en el pecho. Con los cazadoresfuera de la ecuación, la única razón por la que alguien podría disparar un arma de fuego, sería paradefenderse. Por suerte, la gira de Miguel seguía la ruta habitual, estaban demasiado lejos para quefueran ellos. Los disparos tuvieron que haber venido de Lainey. Había sido como hablarle a la pared para que ella llevara una pistola, en primer lugar, así que algo imprescindible debió haber sucedido para que ella disparara.

Scotch escaneó el sendero por delante de ella, viendo en su mente los caminos que seramificaban a la distancia. Su equipo aún no había llegado a su destino, y el lecho de un arroyoestaba a varias millas de la perrera. Ella sabía a dónde se había dirigido Lainey, ahora tenía queencontrar una manera de llegar allí. Sacudiendo la cabeza con una mueca, se dio cuenta de que suúnica ruta sería devolverse y eso retrasaría su llegada. Todos los senderos laterales más cercanos,estaban alejados de la posición de Lainey.

Ella llamó, "¡Whoa!" y puso los frenos. Tan pronto como su equipo se detuvo, Scotch saltóde su trineo y corrió a la punta de la línea. Agarró los collares de sus perros guía, Cleatis y Sukita, ylos guió a dar la vuelta. El resto del equipo los siguió hasta que se enfrentaron de nuevo al camino por el que habían llegado. Impulsó el trineo, quitó el freno de gancho cuando todo estaba listo y

gritó: "¡Vamos! ¡Adelante!"Los perros felices trotaron en un ritmo enérgico por mandato de Scotch. No escuchó más

disparos, pero eso hizo poco para calmar su mente. ¿Qué pudo haber obligado a Lainey a utilizar la pistola? Scotch ni siquiera estaba segura incluso, de si Lainey sabía cómo utilizar ésa cosa. Ella sehabía negado rotundamente a llevar el arma, pero sin decir más la había metido dentro de su bolsade trineo con una expresión de disgusto. Sólo la amenaza de Scotch para rescindir su contrato, hizoque Lainey aceptara el arma como parte de su equipo de la carrera.

 No se movían lo suficientemente rápido. "¡Rápido!" volvió a gritar. "¡Vamos!" Su equipo puso en un poco más de esfuerzo, pero ella sabía que no iba a durar mucho tiempo. Esta velocidadera principalmente para carreras cortas, no para las largas. Ella luchó contra el impulso de saltar ycorrer con ellos, sabiendo que se deslizaban a lo largo lo más rápido que sus pies podrían llevarla a

ella, pero el sentimiento era abrumador, la necesidad de hacer algo para llegar más rápido.La ansiedad la recorrió mientras conjuraba todo tipo de escenarios, ninguno de ellos

agradable. Mientras las visiones recorrieron su mente, ella gritó las órdenes para internarlos en el Dupont Circle. Pasaron varios minutos hasta que se detuvieron en la pradera, y ella no perdió eltiempo para conseguir que los perros entraran al camino correcto. En la distancia, oyó una máquinade nieve acercándose, y sintió una vaga sensación de alivio por la asistencia añadida en el camino.

Las curvas eran bastante peligrosas en el mejor de los días. Yendo a una velocidad de

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vértigo, aumentaba el peligro de enredarse en el camino o de caer, pero Scotch y su equipo teníanuna amplia experiencia con los aún más senderos peligrosos de la carrera Iditarod y de la YukonQuest. Aún así, ella apenas logró mantenerse en posición vertical cuando los perros tomaron lacuarta vuelta. Ladridos de júbilo llegaron a sus oídos y ella apenas notó el equipo de Lainey antesde que ella aplicara el freno y detuvo a sus perros al lado del trineo.

Ajustar el gancho de nieve era gesto automático y Scotch saltó desde el trineo. Laineyestaba sentada en la nieve en medio de una maraña de cuerdas y perros. Ella parecía estar losuficientemente bien y Scotch miró el desastre, alegrándose de ver que ninguno de los animalesgruñía con las cuerdas. A unos metros, la sangre de un alce muerto teñía la nieve donde se habíaderrumbado. Cuidadosamente, notó que estaba muerto y lo desestimó como una amenaza.

Scotch casi se desmaya cuando el peso de miedo se alejó. Ella tenía una buena idea de loque había sucedido, y Lainey estaba a salvo. Sus rodillas se volvieron de goma al sentir alivio, y setambaleó hacia delante. Lainey sostenía a un perro sangrado en su regazo, y el respiro inicial deScotch se desvaneció en pavor. La pistola yacía cerca, su metal negro hundido en la nieve.

"¿Estás bien?" -preguntó ella, de rodillas en la nieve al lado de ella. Hizo una mueca cuandovio que el perro herido era Cochise. Él jadeó y gimió, pero se quedó quieto en los brazos de Lainey.

Su hocico estaba ensangrentado y un ojo se había cerrado por lo hinchado. Scotch no podría decir siél tenía una leve lesión en la cabeza o la sangre alrededor de su boca era de una hemorragia interna.

Lainey asintió en respuesta a su pregunta. "No había tiempo. Él ya estaba a unos pocosmetros cuando llegamos alrededor de la curva". Sollozó. Scotch abrazó a la llorosa mujer,descansando su mejilla en la cabeza oscura. "Está bien. Todo está bien. Ya pasó".

Ella sollozó y se acurrucó más cerca, sus manos sin dejar a Cochise, suavementeacariciando su piel.

La máquina de nieve se acercó y luego se detuvo. Scotch oyó apagarse el motor, y una vozgritar.

"Aguanta, la ayuda está aquí", dijo a Lainey. Reacia a liberarla, Scotch lo hizo de todas

formas, levantándose para gritar de nuevo: "¡Por aquí! ¡En el zig-zag!"Ella recibió un grito en respuesta, y el motor se encendió de nuevo. Por mucho que quisieravolver al lado de Lainey, este desastre tenía que ser limpiado. El olor de la sangre atraería a losdepredadores o a los carroñeros de la zona, y los perros necesitaban ser regresados a la perrera.Scotch se inclinó y desenganchó a Cochise del collar de su cuello mientras la máquina de nieveapareció a la vista al otro lado del zig-zag.

"¿Qué demonios?" exclamó Ray Lafferty, virando bruscamente en el último minuto paraevitar al toro en su camino. Apagó el motor y bajó de la máquina. "Escuché los disparos. ¿Estántodos bien?"

"En su mayor parte", dijo Scotch, dando un paso adelante para estrechar su mano. "Mealegro que estés aquí. Cochise ha sido herido, y no sé qué tan grave es."

"Lo llevaré con tu mamá", ofreció voluntariamente. Miró por encima de su hombro aLainey. "¿Debo llevarla, también?"

Scotch se volvió a considerar el llanto silencioso de la mujer. "Sí. Tal vez debería. Puedoaparejar todos los perros y tirar de su trineo también."

Lafferty asintió con su cabeza canosa. "Vamos a hacerlo, entonces. NO hay que perdertiempo". Él regresó a su máquina de nieve para encenderla de nuevo.

"¿Lainey?" dijo Scotch mientras se acercaba. "Ray te llevará a ti y a Cochise al hospital de

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mamá"."¿Qué?" preguntó Lainey, mirando confundida. 

"Ray está aquí", dijo Scotch, señalando al veterano que se acercaba al vehículo. "Cochisetiene que ir a la veterinaria. Ray los llevará a ambos con mamá".

Lainey estudio a Ray mientras desmontaba y se acercaba a ellas, entonces miró al perro ensu regazo. Ella escaneó el pequeño claro. "¿Qué pasará con mi equipo?"

"Yo los llevaré, no te preocupes por eso." La voz de Scotch era tranquila y relajante. Laineyestaba obviamente en estado de shock. Con el tono correcto, estaría conforme y seguiría lasórdenes. Matar no era algo fácil de hacer, sin importar la situación. La reportera había visto unagran cantidad de muerte sobre su carrera, pero nunca había sido la causa. Esto tenía que enredar sumente.

"No""Perdone, señorita?" Preguntó Lafferty. "Cuanto antes lleguemos, el perro tendrá la mejor

oportunidad para sobrevivir".Lainey limpió la cara, levantando la barbilla. "No voy a ir con usted. Es mi equipo, y mi

desorden. Ayudaré a limpiar."Lafferty parpadeó, sorprendido por la súbita actitud desafiante. Sacudió su cabeza y dio a

Scotch una sonrisa triste. "Lo que usted diga, señora.""Eso es lo que digo." Ella fulminó con la mirada hacia ellos.Scotch la miró durante un largo momento. Vio la necesidad obstinada de Lainey de seguir

adelante, no importara lo difícil de la tarea. La mayoría de las mujeres, de menor naturaleza robusta,habrían tomado la oferta por lo que era - un escape del trastorno emocional de hacer frente al estadode cosas. Lainey no sólo había superado su miedo a las armas de fuego, sino que tuvo quedefenderse con una, con éxito. Ella había mantenido erguida la cabeza, cuando otros se habríanmetido debajo de una roca, derrotados.

Su opinión sobre Lainey Hughes, de por sí alta para la mayoría de sus estándares, se levantóun poco más. Esta era una dama fuerte. Si alguna novata tenía una oportunidad para completar lacarrera Iditarod, éste era.

"Muy bien. Vamos a seguir"Sus palabras fueron un catalizador y Lainey irguió los hombros con determinación. Con la

ayuda de Lafferty, Lainey envolvió a Cochise en su saco de dormir y ayudó a acunar al perro entrelas piernas de él en la máquina de nieve. Cuando estaba listo, él le dijo a ella que se haría cargo desu perro guía, y lentamente manejó su vehículo hacia la Perrera Fuller.

Scotch aprovechó el tiempo para desenredar el resto del equipo y los acomodó de cara acasa. Ella ató las líneas y cuerdas en ambos trineos. Lainey les dio a sus perros pescado congelado,colmando de elogios a sus perros guías, y Scotch hizo lo mismo. Una vez que la confusión se

aclaró, Scotch se acercó al alce. Una inspección de cerca mostró dos heridas de bala, una en lafrente y otra en el cuello. Por la cantidad de sangre, parecía que Lainey había dañado una arteria.

Detrás de ella, oyó el crujido de la nieve cuando Lainey se acercó. “Un muy buen tiro parano saber qué hacer", dijo Scotch. Ella indicó la herida en la cabeza, señalando el rastro de daño quesubía más allá de la oreja. "Parece que tu primer disparo le dio justo en el ángulo para desviar la bala. Fue el segundo tiro el que pegó"

"Él se irguió. No parecía que fuera a alejarse, y yo no quería que lastimara a mi equipo, asíque volví a disparar".

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  "Hiciste lo que tenías que hacer" dijo Scotch simplemente. "Ahora vas a aprender qué hayhacer si esto sucede otra vez. Si matas a un animal de caza en el camino, estás obligada a limpiarloy reportarlo al siguiente punto de control. Aquí en casa tienes que informar de ello al departamentode Pesca y Caza".

Lainey tragó saliva, su tez palideció. "¿Con qué frecuencia sucede en el camino?"

Scotch oyó el temblor de su voz. "¿En la misma carrera Iditarod? No muy a menudo. Talvez una vez cada dos años. Con frecuencia, un alce abandona el sendero en lugar de pelear. Siestabas tan cerca como dijiste, probablemente creyó que no tenía otra alternativa". Incapaz dedetenerse, ella extendió la mano y ahuecó la mejilla de Lainey. "No creo que esto te vuelva a pasarotra vez."

Ella cerró los ojos y asintió con la cabeza, apoyándose en el contacto.Scotch estaba familiarizada con la contundente personalidad de acero de Lainey. Este toque

de vulnerabilidad la liberó de eso y un raro momento la atrapó. Desde su intento fallido de besar aLainey, ella se había obligado a quedarse al margen. Nunca habían hablado de lo que habíasucedido en el granero, y por un tiempo Scotch ni siquiera estaba segura de que Lainey se hubieradado cuenta de lo que casi había ocurrido. Pero esto era demasiado para dejarlo pasar. Scotch se

inclinó hacia delante y rozó sus labios contra los de Lainey, su deseo eclipsando su voto deabstinencia y el miedo de alejar a la mujer.

Lejos de sentirse horrorizada por el comportamiento, Lainey devolvió el beso, su manovagó a la deriva hasta tocar la de Scotch. Era dulce y suave, y Scotch luchó con el deseo de exigirmás. Ahora no era el momento. Ella sólo quería hacerle saber a Lainey que estaba allí para ella, unaamiga que la ayudara más que una compañera de piso enloquecida por sexo.

Incluso con la respuesta prometedora, ella terminó el beso, recordándose que Lainey nuncahabía mostrado una inclinación por acostarse con mujeres. La expresión de deseo no cambiaría elhecho. Apoyó su frente contra la de Lainey por un momento, recuperando su equilibrio. "¿Estás bien?" Scotch abrió los ojos para encontrar a Lainey mirándola.

"Sí. Estoy bien."Asintiendo, ella la soltó y se echó hacia atrás. "Como te he dicho, hay que aprender alimpiar el esqueleto. Observa con cuidado. "Con movimientos profesionales, ella inició el proceso,sin especular sobre la falta de comentario de Lainey por la libertad que se había tomado.

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CAPÍTULO VEINTE

Cuando llegaron a la perrera, fueron recibidos por amigos, la familia vecinos por igual.Howry, Thom, y Lafferty, alertados por los perros en el patio, estaban en la parte posterior. Rye eIrish ya habían regresado de sus carreras, y se dieron a la tarea de ponerse a trabajar y hacerse cargodel equipo de Lainey, a pesar de su insistencia en que se suponía que ella debía hacerse cargo deellos.

"Ya has hecho más que suficiente hoy" dijo Irish, sin vacilar. Su actitud era de negocios ycon prontitud, cuando se volvió a Lainey a la distancia. "Ve a la clínica y revisa a Cochise".

Lainey todavía se sentía un poco aturdida por la dura experiencia, pero reconoció a Helenen esos gestos de Irish a sus nueve años.

"No discutas con una mujer Fuller" dijo Thom, cubriendo con su brazo alrededor delhombro de Lainey. Él y los otros hombres se habían reunido alrededor de su trineo para mirar por

encima de la carcasa del alce. "Es una causa perdida."Miró a Scotch, quien estaba dándoles de comer algo a sus perros de nuevo antes de meterlos

en la perrera. Sus labios hormigueaban ante el recuerdo del beso, sabiendo que le demostraba que lamujer no era tan dura como ella había pensado. Se había roto en ese instante como la bella ydelgada estalactita que era, y no había vuelta atrás.

Scotch levantó la vista en el momento que daba de comer a uno de sus perros y le sonrió."Creo que tienes razón".

Thom se rió entre dientes. "La tengo. He tenido algunos años para acostumbrarme a laidea". Él la soltó y se volvió a Lafferty. "Puesto que has sido tan amable de ayudarnos, ¿qué dices aun par de filetes para cenar esta noche?"

"Buena idea." Lafferty se relamió sus labios.Lainey se estremeció. Había sido horrible tener que destripar al alce y llevarlo a casa. No

quería saber de dónde vendría su carne, prefiriendo el paquete seguro que se encontraba en lacarnicería del supermercado. Desafortunadamente, incluso la dieta de los Fuller se sustentaba enuna gran proporción de presas de animales en lugar de hamburguesas. La caza y la pesca para lasubsistencia, era toda una institución en Alaska.

Se alejó de su trineo, y se dirigió a la clínica."¿Cómo estás?"Lainey le dio a Howry una débil sonrisa. "He estado mejor."Él caminó junto a ella, con las manos en sus bolsillos. "Escuché a Lafferty decir que tienes

condenado trofeo allí. Él piensa que ése alce está cerca de las mil libras".

"Seguro se siente de esa manera", dijo, sacudiendo su cabeza. "Voy a estar adoloridamañana. Me sorprende que Scotch y yo hayamos sido capaces de ponerlo en el trineo."

Él se quedó en silencio un momento. "¿Cómo lograron hacerlo por cierto?""Después de arreglar el desastre, finalmente juntamos nuestros perros de ruedas, con una

cuerda envuelta alrededor de la carcasa, y usamos a los perros para rodar dentro del trineo"."Podría llegar a ser un artículo interesante, ¿eh?", dijo. "intrépida reportera acaba con un

alce en los campos de Alaska".

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  Lainey resopló, pero dijo: "Podría vender algunas copias, pero no es algo que quierorepetir".

"¿Tenías miedo?""Aterrorizada" estuvo ella de acuerdo."Yo también lo estaría".

Ella se debatió sobre la conveniencia o no de admitir que Scotch la había besado, pero semantuvo silenciosa. Él lo averiguaría tarde o temprano, era un hombre astuto. Hasta entonces, erasu secreto. Ella y Scotch necesitaban sentarse y tener una conversación seria sobre a dónde iban lascosas, de todos modos. Ya estaba cerca la carrera Iditarod, lo que menos quería Lainey era echar a perder el entrenamiento - no sólo por el bien de Scotch, sino por el de ella misma.

Tan estúpido como la idea original había sido, la fiebre por la carrera se había arraigadofirmemente en su corazón y, pasara lo que pasara, Lainey iba a estar en la línea de salida enAnchorage llegado marzo. Ella preferiría hacerlo sin la agitación emocional que se cernía sobre sucabeza, sin embargo.

Subieron por los escalones para llegar a la cabaña que albergaba el hospital veterinario a lavez. La sala de espera estaba vacía aunque las luces se encendían contra la temprana puesta del sol

de Alaska. Lainey pisoteó para retirar la nieve de sus botas esquimales y arrojar de inmediato suabrigo manchado de sangre.

"¿Helen?""Aquí", fue la respuesta. "Segunda puerta a la izquierda".Lainey se apresuró por el pasillo, Howry iba sobre sus talones. "¿Cómo está?" preguntó

ella, entrando a la sala de examen.Cochise estaba sobre la mesa, con la respiración leve. Vendas blancas cubrían su ojo, y un

toque de color rosado se miraba en el centro. Su pecho estaba vendado, y él estaba inconsciente.Lainey fue a su lado y pasó sus manos por encima de su piel.

Helen, que llevaba una bata blanca sobre un suéter acanalado pesado, sonrió. "En realidad,

 bastante bien. Tiene astilladas un par de costillas, pero creo que son nada más fracturas leves. Nohay sangrado interno. Hay daño en el ojo  –  no sabremos si ha perdido la visión hasta dentro de un par de semanas. Tendrá un gran dolor de cabeza cuando las drogas desaparezcan".

Los hombros de Lainey cayeron en alivio y las lágrimas rodaron por sus mejillas. "Gracias aDios." Cochise viviría a pesar de sus lesiones, tal vez incluso se curaría lo suficientemente biencomo para tirar de un trineo de nuevo. Ella había estado intensamente preocupada de que el alce lohubiera dañado gravemente.

"¿Qué pasó exactamente?" Preguntó Helen. "Sé que hubo un alce en el camino, pero ¿cómosalió herido Cochise?"

Lainey explicó el incidente a los dos, cómo no había visto el alce hasta que fue demasiadotarde, tratando de proteger a los perros fuera de peligro, y el último acto de matar al animal, ya que

comenzó a arrasar a su equipo. Para cuando terminó de contarlo, se encontró sentada en un taburete,temblando y llorando, sintiéndose como una completa idiota. Howry le entregó un pañuelo y ella sesonó la nariz mientras él le frotó los hombros. Oyó pasos y levantó la vista para ver a Helen regresarde algún lugar con un vaso de líquido claro en la mano.

"Toma. Bebe esto. Órdenes del Doctor."Lainey casi lo hizo, pero alcanzó a sentir un acre olor a alcohol. Todo su ser sintió la

necesidad de llevarse a los labios, el anhelo casi abrumador. En cambio, ella se lo entregó a Howry.

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"No, gracias."Helen la miró extrañada.Howry vació el vaso de un solo trago. "¡Bueno!" dijo con voz entrecortada."¿Cuánto tiempo?""Cuatro años, once meses y veintidós días", dijo Lainey sin pausa.

Helen le dirigió una respetuosa inclinación de cabeza."¿Qué diablos es esto?" Preguntó Howry, entregándole el vaso. 

Satisfecha, Helen se lo quitó y lo puso en un mostrador cercano. "Sidra blanca. No todo elmundo paga en efectivo por mis servicios, usted sabe".

"¿Mamá?""Estoy aquí."Scotch llegó a la puerta, su expresión preocupada mientras examinaba las lágrimas de

Lainey manchando su rostro."Están bien, Scotch. Él estará bien."Se apoyó contra el marco de la puerta, y dejó escapar un suspiro. "Bien." Ella se quitó su

gorra y pasó una mano a través de su pelo."Estará fuera de la carrera por este año, " dijo Helen. "Pero yo espero que cicatrice bien por

otra temporada".Sus modales le recordaron a Irish en el trineo, y Lainey luchó para no reír. Ella vio el humor

respondiendo en los ojos de Scotch, y se sintió derretirse hasta los pies.Helen continuó, sin darse cuenta de su distracción. "Ahora quiero que ustedes dos vayan por

un cambio de ropa y se dirijan a la cabaña principal para una ducha caliente. Thom debe tener la parrilla encendida para entonces, y la cena será poco después. "Nadie se movió. "Muévanse!"

"Sí, señora". Scotch sonrió. "Vamos," dijo a los otros", antes de que ella saque la escoba para perseguirnos".

Su madre resopló y se alejó de ellos.En el porche, Scotch se volvió a Lainey. "Si quieres, puedo ir a conseguir tu ropa. Puedes ir

a la cabaña principal y darte primero la ducha".Era este un intento de evitar la discusión de lo que pasó ahí? Lainey estudio el rostro de

Scotch, gustándole el rubor que surgió a través de sus mejillas. No, esto no parecía como siestuviera esquivando el tema. Sólo pensaba en ayudar a Lainey a hacer frente a las repercusionesemocionales de la pistola y la matanza.

Howry se aclaró la garganta, sus instintos reporteros reconocieron el olor de una historia."No, está bien", dijo Lainey. "Iremos juntas.""¿Estás segura?""Sí" Lainey enarcó una ceja ante su colega. "Nos vemos allí"

Howry entrecerró los ojos hacia ella, sabiendo que algo estaba pasando. También sabía queno conseguiría nada por ahora, así que sonrió. "Así es." Él trotó escaleras abajo y hacia la cabaña principal, donde un fuego ardía alegremente en el barril de la barbacoa.

Lainey estaba todavía un poco caliente en sus pantalones para la nieve que ella no se pusosu abrigo. Estaba manchado de sangre tanto de Cochise como del alce, y ella esperaba que unlavado a fondo pudiera eliminar lo peor de la decoloración. Ella lo llevaba colgado de un gancho ensu codo, cuando salieron de la clínica.

Scotch tenía una pequeña linterna que sirvió para iluminar a lo largo del camino ya

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conocido. Lainey recordó su primera vez por este camino, iluminado por el sol, a las diez de lanoche, cargando sus pertenencias, y temiendo estar sola con el objeto de su deseo. Ahora era apenaslas cinco de la tarde y ya estaba oscuro.

Ella tomó la mano de Scotch, sonriendo cuando sus dedos se entrelazaron juntos.Apretando, sintió su agarre.

En la cabaña, de mala gana soltó la mano de Scotch y la siguió dentro. "Déjame avivar elfuego", dijo Scotch, en dirección bajo la sala de estar. "Ve por tus cosas".Lainey se situó en el rellano, una sonrisa cariñosa asomó en su rostro mientras observaba a

su amiga agacharse para remover las brasas en la chimenea. Mientras Scotch agitaba y añadía másleña, el resplandor naranja de su relieve y su silueta, la calentaron.

Cuando Scotch se levantó, Lainey estaba a su lado. Ella se volvió, sorprendida por su proximidad. Tragó saliva. "Pensé que ibas a coger tus cosas".

"Tengo algo más importante que hacer", dijo Lainey. Tomó las manos de Scotch entre lassuyas y se inclinó, besándola.

Al principio, el beso fue tan suave como lo había sido en el sendero. Mientras Lainey sedebatía en aumentar la presión, Scotch se le adelantó, su lengua rozando el labio inferior de Lainey

en petición educada. Su boca se abrió y Scotch se deslizó dentro para explorar con insistencia perezosa. Lainey gimió contra la bienvenida invasión. Soltó las manos de Scotch, sus dedosfinalmente disfrutaron de la suavidad de los rizos rojizos que le habían parecido tan interesantes al principio. Se acercaron más, y ella sintió los brazos fuertes de Scotch rodear su cintura y su hombro,saboreándola, manos cálidas en su espalda y sus costados.

Parecía no tener fin, sin embargo, casi duró un abrir y cerrar de ojos mientras Scotch fuemoderando las cosas. Ella se echó hacia atrás, tarareando en diversión mientras Lainey trató deinsistir pero desistió del intento. Lainey refunfuñó por lo bajo, pero secretamente se deleitaba conlos labios acariciando su nariz y párpados.

"He estado queriendo hacer esto contigo desde hace mucho tiempo" susurró Scotch,

descansando sus frentes juntas.Los dedos de Lainey acariciaron la parte posterior del cuello de Scotch."Yo he queridohacerlo desde hace más tiempo."

Scotch retrocedió lo suficiente para mirarla, con una sonrisa en su rostro." ¿Sí?""Sí. Desde la primera vez que te vi".Ella inclinó la cabeza. "¿En el banquete en Nome?"Lainey rió, dándose cuenta de que era hora de confesar. "No. Antes del banquete. Tú

ayudaste a una torpe mujer a ponerse de pie ésa tarde, y recibiste nada más que un intento deagradecimiento".

Scotch se quedó en blanco por un momento. Cuándo recordó el incidente, ella se alejó un poco más. "¿Eras tú?" le preguntó, con una mezcla de diversión y consternación en su rostro.

"Culpable de los cargos." Vio una miríada de emociones cruzar la expresión de Scotch y seestremeció un poco. "¿Hice tan mala impresión?"

Riendo, Scotch la abrazó. "En aquel momento, sí. Creo que puedo perdonarte ahora, sinembargo. Tenías dolor en tus costillas, ¿no es así?"

"Sí, pero eso no es una excusa para mi mal comportamiento"."No en esta familia" Scotch estuvo de acuerdo. "Pero eras una rústica y poco sofisticada

extranjera. Puedo ayudarte a ser más tolerante".

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  Lainey dejó caer su cabeza, apoyándose en el pecho de Scotch. "Vaya, gracias." Ella recibióun abrazo en respuesta.

"Sobre lo de hoy...""Sí, lo de hoy." Lainey se separó un poco. “Por mucho que me encantaría llevarte arriba y

enseñarte una cosa o dos, creo que no deberíamos".

"Estoy de acuerdo. 

Lainey parpadeó "¿En serio?"Scotch sonrió. Tomó la mano de Lainey y la llevó hasta el sofá. Cuando se sentaron, acercó

a Lainey, cubriendo con un brazo sobre los hombros. "Tenemos una gran cantidad de energíainvertida en la carrera. Yo no tengo mucho más de sobra, y creo que tú tampoco. No podemosdarnos el lujo de distraernos".

"Como si nunca hubiera estado distraída”, dijo Lainey, disgustada. ¿Cómo diablos habíallegado Scotch a ser tan responsable y madura? Ella ciertamente no actuó como una lesbiana a punto de despertar a la sexualidad.

"Caray, no estoy de acuerdo con eso" Scotch trajo su mano libre hasta la barbilla de Lainey.

"Pero no tenemos tiempo, y creo que podemos pasar una maravillosa celebración en Nome cuandoambas lleguemos allí".

"¿Este es un incentivo para la novata?" preguntó Lainey, levantando una ceja."No"Scotch miró en sus ojos y el mundo desapareció. ¿Cómo se había perdido ésa expresividad

color azul cielo? Ella notó lo mucho que la espera afectaría a Scotch, tanto o más de lo que laafectaría a ella. Lainey también vio la verdad de su situación, la misma verdad a la que habíallegado un mes atrás, cuando ella apenas había evitado el último beso. No había tiempo, y no podríahaber distracciones. Todavía no. Ellas tenían que centrarse en sus equipos y en el objetivo final.

Lainey asintió comprendiendo, complacida de ver la respuesta en acuerdo. Su recompensafue otro largo beso, y ella lo aceptó con gusto.

"Debemos conseguir nuestras cosas”, murmuró Scotch cuando terminaron."Ajá". Ningún de las dos se movió."¿La primera que llegue aquí puede obtener otro beso?", sugirió.Scotch corrió hacia las escaleras, con Lainey tras ella en persecución.

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CAPÍTULO VEINTIUNO

Diciembre

"¿Estás lista?"Lainey sonrió ante Scotch. "Por supuesto" Ellas estaban estacionadas en el aparcamiento de

un Hotel de Anchorage."Vamos, entonces" Ella dio a Lainey un apretón de la mano y luego la liberó para salir del

camión.Siguiendo su ejemplo, Lainey agarró su cuaderno, su cámara y el papeleo antes de entrar en

el estacionamiento. Howry, Rye y Helen las estaban esperando en las puertas, y se abrió paso através del aguanieve hacia ellos, con Scotch detrás de ella. Era una lástima que tuvieran compañía.Ella podría haber sido capaz de hablar con Scotch en la habitación por la noche. La idea de disfrutar

de una sesión de besos pausados en la sauna, hizo cosas maravillosas a la libido de Lainey."¿Tienes listo tu papeleo?" Preguntó Howry."Oh, sí", dijo Lainey. "Y una gran cantidad de papel para tomar notas".Él mantuvo la puerta abierta para ellos. "Eres toda una genio de la tecnología", resopló él.

"Daba por seguro que harías una grabación digital de toda la reunión."Ella sonrió y sacó un iPod y un micrófono de su bolsillo. "Puede ser que no consiga todo,

 pero debo ser capaz de obtener la mitad de todo antes de que las baterías se agoten".Howry negó con la cabeza mientras compartía la risa con los Fuller.El vestíbulo del hotel estaba lleno. Lainey se preguntó si todo el mundo que se alojaba aquí

iría a la reunión obligatoria de novatos. Sólo había treinta y dos novatos registrados, pero parecían

mucho más de ése número en torno al vestíbulo. Diciembre en Anchorage, no era el lugar ideal paraunas vacaciones.

Rye volvió de la recepción. "La reunión es en el salón de baile Redington", dijo.Scotch abrió la marcha y momentos después Lainey se puso delante de una mesa de registro

con sus papeles en la mano.La mujer Inuit detrás de la mesa se puso de pie, con una sonrisa en su cara ancha. Hizo una

 bulla mientras rodeaba, ampliando sus brazos. "¡Helen! ¡Había oído hablar de ti hoy! ¡Me alegro deverte!"

"Y yo a ti" dijo Helen, devolviendo el abrazo. "Doris, ¿te acuerdas de Scotch y Rye, mishijos?"

Doris sonrió a los hermanos. "Claro que sí. Scotch, hiciste un maravilloso trabajo el año

 pasado. Apuesto a que Rye competirá contigo cuando esté en la edad suficiente para entrar""No dudo de eso", dijo Scotch con una sonrisa. Rye sonrió, aunque con su cara enrojecida."Y este es Don Howry. Está haciendo una serie de artículos sobre Scotch para la revista

Cognizance".Howry estrechó la mano de Doris."Esta es Lainey Hughes. Ella es una foto periodista de Cognizance, y es nuestra novato

residente de este año." Helen se volvió a los periodistas. "Doris es una de nuestras más ávidas

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voluntarias. Ella ayudó a los veterinarios en los puestos de control por... ¿cuántos años?"Doris hizo un movimiento a Helen con la mano. "Catorce, ¿pero a quién le importa?" Ella

se balanceó detrás de su mesa, volviendo a su actitud formal. “Lainey Hughes?" Mirando de cercasu papeleo, dijo: "Ah, aquí está. Voy a necesitar que firmes, querida".

Lainey firmó la hoja de papel, entregó los papeles que le pidieron y recibió más a cambio.

Cuando la transacción se completó, Doris le estrechó la mano. “Bienvenidos a la Iditarod,señorita Hughes. Espero que tengan una maravillosa carrera. Hay una estación de café allí mismo yluego se van dentro y toman asiento".

"Gracias."La habitación era bastante amplia, con un escenario y un podio en la parte delantera. Varias

filas de mesas estrechas estaban asentadas, dando al lugar la apariencia de una sala de escuela.Sillas adicionales se alineaban en la pared del fondo, y Rye y Howry encontraron asientos allí.Scotch se dirigió hacia el frente.

"Mamá y yo tomaremos la palabra, así que estamos en la primera fila. ¿Quieres sentartedetrás de nosotras?"

"Por supuesto." Encontraron lugares, y dejaron caer sus pesados abrigos.

"Scotch Fuller!"Ambas se volvieron para ver a un hombre saludando desde el otro lado de la habitación.Sonriendo, Scotch comentó, "Vuelvo enseguida".Lainey asintió y se sentó, observándola al saludar al hombre con un abrazo. Era agradable

ver a Scotch mientras se relacionaba con los del salón. La confianza que Lainey había notado al principio estaba en plena vigencia hoy. Ella encontró amigos y conocidos y se reunió con los reciénllegados por igual, saludándolos como si hubieran sido grandes camaradas. Scotch parecía nuncanecesitar estar en guardia, tenía una fuerza de voluntad la abrigaba de la mezquindad de los demáscon facilidad. Cualquier sentimiento negativo simplemente se le deslizaba como si fuera agua.Suspirando, Lainey disfrutó del espectáculo. De vez en cuando, Scotch la veía en su campo de

visión y compartían una sonrisa que llenaba de calidez el corazón de Lainey.Había habido muchas noches de besos desde la primera vez, pero nada más. Ambas habíanacordado tomar las cosas con calma. De hecho, Lainey consideraba que era muy lentamente. Notenía opción, sin embargo. Los perros fueron acumulando más de cuarenta kilómetros al día, cincodías a la semana, con un entrenamiento que ocupaba sesiones que duraban hasta el almuerzo y porla tarde. Pronto, ellas también podrían reacomodar todas sus sesiones de la noche. Simplemente,sólo había tiempo para disfrutar de sus noches de fantasías cuando ambas estaban agotadas decorrer los perros. Sus días libres estaban tan ocupados con las visitas guiadas, las tareas de siempre,y artículos para escribir.

Lainey se permitió pensar en el entrenamiento para apartar su mente de Scotch, y considerósu equipo actual. Cochise había sido enviado a la banca por la temporada, sus heridas eran tan

graves que él todavía residía en el granero climatizado en lugar de la perrera con el resto de los perros. Afortunadamente, no estaba solo, pues había habido un lote tardío de cachorros reciénnacidos. Los cachorros y sus madres se encontraban en uno de los compartimientos, también. Comolas cosas se mantuvieron en el equipo de Lainey, sus perros líderes, Traza y Sholo, harían el cortefinal a menos que se produjeran nuevos accidentes. Parecía que uno de sus perros de giros,Montana, también se estaba convirtiendo en un perro líder. Ella había comenzado a ponerlo en elarnés con uno de los otros dos perros para darle más tiempo en la parte frontal del equipo. Ahora era

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cuestión de mantenerlo con ánimo mediante las alabanzas apropiadas sin minar su confianza cuandocometiera errores.

Si ella tomara a Bonaparte, tendría que tomar a Kaara. Eran un acuerdo global. Meshindifuncionaba bien con todo el mundo, pero Bonaparte era un clasista. Lainey no estaba segura de suhabilidad como un perro de giro superando las molestias que pudiera crear cuando no erareconocido. Ella lo había aprendido de la manera difícil, sobresalía en el camino una tarde detormenta, cuando el terco perro organizó un motín porque ella había olvidado su merienda favorita.En represalia, ella se había negado a correrlo en una semana. Parecía haber aprendido el truco -Bonaparte tenía el cerebro para hacer la conexión entre su comportamiento y el castigo - pero sisacaba un truco así en la carrera Iditarod, ella podría quedar atrapada durante horas. Por supuesto,sus posibilidades de ganar una carrera de mil millas eran mínimas, pero esas horas podrían contar para mantenerla lejos de ser la última musher (corredora) en Nome.

Más gente se adentraba en la sala, y ella los miraba distraídamente, con su mente todavía puesta en su equipo.

Todo el mundo parecía estar funcionando bien. Ella tenía seis perros de rueda para elegir.

Rye había sugerido que mantuviera a cuatro de ellos. Algunas partes del recorrido eran senderosempinados e inclinados y los que había en Farewell Burn eran notorios por los cambios bruscos.Ella necesitaría músculo adicional. Jonás y Aegis definitivamente irían. Ambos habían terminado laIditarod con Scotch, Jonás durante tres años consecutivos. Su experiencia en el sendero sería muy bienvenida.

De sus siete perros del equipo - los animales que no había mostrado aptitud para elliderazgo o no tenían la fuerza adicional necesaria para ser un perro de rueda  –  ella tenía gravesdudas sobre Dablo. Era hermano gemelo de Traza, hasta en los brillantes ojos azules. Ahí era dondela semejanza terminaba, sin embargo. Traza parecía ser emprendedora en su línea. Más veces de lasque Lainey podía contar, ella vio aflojar la línea de Dablo. Él corría con el equipo, dejando que losotros hicieran el trabajo, no tirando de su peso. De vez en cuando, ella podía instarle a llevar lacarga, pero sólo cuando Dablo sabía que se dirigían de vuelta a la perrera para la cena.

"¿Alguien está sentado aquí?"Lainey miró a un joven de pie junto a la silla a su lado. "No, adelante".Él sonrió en agradecimiento y puso la chaqueta sobre la silla antes de sentarse. Se volvió

hacia ella, ofreciéndole la mano. "Roman Spencer, novato de la Iditarod"."Lainey Hughes, igual", dijo ella, sonriendo.Spencer ladeó la cabeza. "¿Lainey Hughes? ¿La reportera de esa revista?""Sí, esa soy yo. Mi variada reputación me precede." Ella se encogió de hombros con pesar.

"¿Y tú? Spencer suena familiar".Él se sonrojó. "Mi padre y mi hermano mayor son veteranos de la Iditarod", dijo.

"Ah. Parece que tendré un poco de sana competencia entonces."Su piel se ruborizó aún más, pero fue salvado de responder por el regreso de Scotch."Hey, Roman! Me alegro de verte. ¿Cómo está tu papá?"Su conversación cayó en la normalidad por los temas para mushers (Corredores) - uno con

el que Lainey estaba bastante familiarizada en estos seis meses - a saber, perros, senderos, ycarreras. Scotch se sentó en la silla de la primera fila, de lado para quedar frente a ellos. Ella habíausado un traje azul de jersey de punto y pantalones vaqueros, su siempre presente gorra de béisbolestaba en la mesa detrás de ella. La charla agrupó a un par de novatos que estaban sentados cerca,

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 pasando entre sus preguntas y comentarios.Lainey estaba contenta de ver como Scotch sostenía a su audiencia. Pensamientos de

equipos, de perros y razas se desvanecieron mientras disfrutaba del fervor que su amiga sentía porel tema. Los ojos azules de Scotch brillaban con alegría por algo que alguien había dicho. Cuandoella miró a Lainey, le dio un guiño, su mirada reflejando algo más, definitivamente. Lainey trató de

no suspirar como una colegiala, y se mostró satisfecha de que nadie pareció haberse dado cuenta dela interacción.La conversación fue interrumpida por la llegada de Helen Fuller a su asiento. Mirando

alrededor del ambiente, Lainey notó que estaba lleno, todas las mesas llenas y la mayoría de lassillas de atrás estaban ocupadas. Estos eran, sin duda, todos los novatos. Reconoció algunos de losrostros de la carrera cuando se inscribieron en junio, así como en el banquete de premiación enmarzo.

El presidente del Comité de la carrera Iditarod subió al escenario y se situó en el podio. Seaclaró la garganta y dijo: "Bien, a todo el mundo, bienvenidos a la reunión obligatoria de novatos ”.Hubo algunos aplausos, y el espeso bigote blanco se crispó en una combinación de vergüenza y placer. "Bueno, tenemos una gran cantidad de terreno que cubrir, así que vamos a empezar".

Lainey dejó a un lado su deseo apacible por Scotch y configuró su iPod como cuando el año pasado el ganador se hizo cargo del podio. Captó una mirada de envidia de Roman por elinstrumento de grabación, y ella hizo una mueca de sonrisa. Luego se centró en el desaliñadohombre en el escenario mientras explicaba la realidad de los senderos de la Carrera Iditarod.

***

"Bueno, ¿qué te parece?" preguntó Howry cuando salieron del lugar.Lainey hacía malabares con sus notas y su cámara, y silbó. "He aprendido mucho". Scotch

se colocó detrás de ella y ella miró por encima de su hombro a la mujer. "Es decir, tú me has

enseñado un montón sobre cómo cuidar a los perros y conseguir que quieran las mismas cosas quehago, pero no mucho sobre el propio sendero. O correr largas distancias. O la verdadera importanciadel ritmo. O cualquiera de una gran cantidad de otras cosas".

Scotch alcanzó el papeleo de Lainey con una sonrisa. "Tienes que aprender a caminar antesde poder correr", dijo. "Ahora que has conseguido los fundamentos básicos, podemos iniciar ladiversificación en otras áreas. De hecho, ya hice arreglos para la próxima semana para un viaje porcarretera con los perros. Será bueno para ellos conseguir un área que ellos no ven a menudo;diferentes senderos, diferentes aromas. Y una vez que aumentemos el kilometraje, aprenderás másacerca de correr largas distancias y del ritmo".

"Estás haciendo unas cuarenta millas al día ahora", dijo Howry. "¿Cuándo aumentarás el

rendimiento?""Este mes", respondió Rye, uniéndose a ellos. "Lainey tendrá carreras de clasificación enenero y febrero, y ella tiene que estar lista para ellas."

"Vamos a estar presionando por las setenta millas por día y corriendo los equipos másgrandes para Navidad. Va a ser agitado. Rye e Irish se están preparando para la Segunda Carrera deSolstice en categoría Junior, también." Scotch sonrió. "Este es el mes del infierno", le dijo a Howry."La presión está empezando, y los ánimos van a ser cortos".

"Bueno, hasta que te conviertas en un prima donna y empieces a hacer berrinches, ¿qué tal

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CAPÍTULO VEINTIDÓS

Enero

Lainey bajó del vehículo, con una sensación de agotamiento y entusiasmo. Los perros en el patio la saludaron, y su equipo respondió con apenas tanto entusiasmo desde el interior de lacamioneta de los perros. En la cubierta, Thom sostenía a Bon en sus brazos y Miguel estaba a sulado.

El segundo camión de perros se detuvo, removiendo a sus ocupantes, y Thom llamó:"Bueno, novato, ¿cómo lo hiciste?"

"¡Doceavo lugar!" gritó Howry desde el otro camión."Y ella oficialmente completó una carrera de clasificación para la Iditarod", añadió Helen.

Cerró la puerta de la camioneta y se fue por las escaleras, silenciando los gritos de Bon de

"¡Mamá!" tomándolo de su padre."Uno menos, uno a favor", dijo Scotch, pasando su brazo alrededor de los hombros de

Lainey.Lainey se sonrojó ante la pública familiaridad de su amiga, pero no se alejó. Habían pasado

la última semana en Bethel, Alaska, ya sea durmiendo en la sala de un amigo de la familia o fueraen la pista de carreras. Los momentos reservados para ellas habían sido difíciles de conseguir y ellaclamaba el contacto. "Scotch lo hizo mejor", dijo. "Quedó en tercer lugar."

Thom trotó hacia abajo desde la cubierta, Miguel le siguió sobre sus talones, y les dio unenorme un abrazo. "¿Tercer lugar? ¡Fantástico! ¿Cuánto fue la bolsa?"

"Diez mil." Scotch con orgullo sacó un cheque y se lo entregó a su padre. Miguel gritó en

felicitaciones y Scotch se puso roja. Su sonrisa llenó su cara mientras él le daba una palmada en laespalda.

Thom les dio a ambas mujeres otro fuerte abrazo. "Deben estar muy agotadas. Suban a sucabaña y duerman un poco. Nosotros nos encargaremos de los perros".

"Gracias, papá." Scotch se soltó de él y de Lainey, volviendo a su camioneta para recogersus enceres.

Lainey sacó su cheque ganador de su bolsillo. Decididamente era menos de diez mildólares, pero aún así era una fuerte suma. Ella se lo entregó a Thom. "Tome. Quiero que tengasesto, también."

Él no le recibió el cheque. "Oh, Lainey, no puedo hacer eso. Tú pagaste tu cuota de entrada,y ganaste ese dinero justa y honradamente".

"Eso es correcto, lo hice. Así que puedo decir a dónde va." Ella levantó una ceja."Considérelo una donación a la perrera. Todos ustedes han trabajado tan duro para hacerme sentir bienvenida y me entrenaron para esto. Yo nunca lo habría hecho sin su apoyo y estímulo."

Thom parecía tentado, pero todavía no hizo ningún intento de aceptar el dinero. "Tú tienesun contrato por el entrenamiento y el equipo; estás consiguiendo solamente lo que la revista ha pagado, para empezar".

Lainey acercó más el cheque hacia él. "Bien, estoy patrocinando a Rye para la carrera

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salga en Cognizance, tendrás tu trasero cubierto de nieve ya enyesado por todas partes"."¡Muy bien! ¡Muy bien! ¡Lo admito!" Lainey dejó de hacerle cosquillas y Scotch se

desplomó en alivio.Se dejó caer en el sofá con Lainey encima de ella. A medida que contenía el aliento, se

ajustaron a sí mismas en una posición más cómoda.

"Eso fue perverso."Lainey sonrió, con los ojos cerrados. "El periodismo es un mundo brutal, querida. Hay queaprender a nadar con los tiburones".

Debajo de ella, Scotch se rió y bostezó. "Creo que me voy a caer dormida aquí mismo"."No hay nada malo con eso”,  murmuró Lainey. Ella suspiró de placer mientras Scotch

envolvió sus brazos alrededor de ella, girando hasta que la puso de su lado.

"Eso es bueno, porque yo no creo que pueda moverme más"."Shhh, a dormir", susurró Lainey.

****La siguiente tarde Scotch y Lainey vagaban por el camino, cogidas de la mano.“No sé cómo no te dio un calambre en el cuello, durmiendo en el sofá de esa manera."Scotch rió y le apretó la mano. "Yo podría decir lo mismo de ti.""Tuve una buena almohada suave", dijo Lainey, con una sonrisa en su rostro. Continuaron

caminando. "No puedo creer que hayamos dormido tan tarde. Todo el mundo se daría cuenta que noalimentamos a los perros esta mañana".

"Nada. Siempre tendrás un día libre después de una gran carrera. El mes que viene tú y Ryeserán los que estén holgazaneando mientras que el resto de nosotros estaremos de esclavos."

Doblaron un recodo del camino, encontrando la vista del patio. Lainey intentó liberar su

mano, ofreciéndole a Scotch discreción en el trato con su familia, pero Scotch la agarró con másfuerza y le guiñó un ojo.

Ellas nunca habían hablado de su relación más allá de la necesidad de concentrarse en lacarrera Iditarod. Las cosas iban un poco más allá, lo de menos era que Scotch se estuviese ahoradando cuenta de su orientación sexual. Nada de lo que Lainey dijera sobresaltaba a Scotch, ningunareferencia a temas gais obvios la confundía, ninguna observación o acción coqueta causaban másque el rubor de la espera de la anticipación. Cuando estaban fuera entre la gente, era rara vez debidoa la naturaleza de su entrenamiento, Scotch parecía más interesada en observar a las mujeres que alos hombres, pero ella se acercaba a ambos con la misma confianza.

El entrenamiento de los perros era una aventura de tiempo completo, y Lainey habíaencontrado poco tiempo para tener una conversación con Scotch sobre experiencias con las mujeres.

Cuando el tiempo se presentaba, como lo había hecho la noche anterior, estaba más inclinada asaborear el momento y no perder la oportunidad de abrazarla. Ella suponía que tan pronto como lacarrera Iditarod terminara, las dos tendrían que sentarse y discutir las cosas en detalle. Si iban atener algo más que una aventura, ciertas cosas tenían que ser aclaradas.

Lainey se preguntó si Scotch les habría dicho algo a sus padres. No parecían ni más nimenos amistosos con ella, pero sin duda uno de ellos ya habría descubierto que su amistad con suhija había crecido un poco más intensa. ¿Scotch sabría que era lesbiana antes de Lainey? ¿Lo sabían

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sus padres? Toda la situación era confusa. Lainey había conocido a mujeres que descaradamentesalían del armario; algunas habían sido aceptadas por sus familias, pero la mayoría no. Los Fullersno caían en ninguna categoría.

Howry apareció a la vista, tirando de un trineo de plástico para niños con varios paquetesapilados. Tenía que pesar mucho, pues se había quitado el abrigo y se agachó con el esfuerzo. Él las

vio y se detuvo. "Ya era tiempo de que se levantaran. Tenemos una entrega de carne en el frente.Manos a la obra."Scotch notó la rígida atención y le hizo un saludo militar. "¡Sí, señor!"Se limpió el sudor de la frente y resopló viéndolas. "Póngase en marcha, las dos. Han

flojeado lo suficiente hoy.""Pero ni siquiera hemos tomado el desayuno" Lainey se quejó ante él, sus palabras se

interrumpieron cuando Scotch tiró de ella."Es casi la hora del almuerzo", le recordó a Lainey, pasando por delante de la cubierta

 posterior y alrededor de la cabaña principal. "Y me parece recordar que tuviste un sandwich tostadode queso hace una hora".

Lainey sonrió, bajando la voz. "Bueno, pero él no lo sabía." Ella se echó a reír con Scotch,

que levantó sus manos entrelazadas y besó la suya.Irish pasó empujando otro trineo, arrastrándolo detrás de ella con las dos manos. Su carga

era más pequeña, pero ponía tanto esfuerzo en él como Howry. "Ya era tiempo", se quejó sin parar.Llegaron alrededor de la cabaña. "Oh. Mi Dios." Lainey contempló un gran camión de la

carne en la zona de aparcamiento de la entrada circular. Tres hombres, el conductor y dosayudantes, estaban a mitad de camino a través del proceso de vaciar todo su contenido en el suelonevado. Thom estaba parado junto al camión con un portapapeles, haciendo unas anotaciones de losartículos que salían de la camioneta. Rye, Irish, Miguel y Howry tomaron cada saco de carne y lasarrastraron fuera hacia la perrera.

"¿Estamos comprando todo eso?" -preguntó ella a Scotch.

"Sip", respondió ella alegremente. "Y algunos más. Estaremos utilizando cerca denovecientas libras encada uno. ¡Por supuesto eso sin contar la comida seca o enlatada y el arroz!Vamos". Ella finalmente dejó en libertad su mano y se adelantó a Lainey, llamando y saludando alos repartidores.

***

Tres días más tarde, Lainey estaba concentrada con dos cocineras. Una bolsa de aguahervida en la que un lomo Stroganoff se calentaba para el almuerzo. El otro llevaba un cuarto deagua, un kilo de cordero, y media libra de grasa. Cerca, una ración de chow seco para perros estaba

en preparación. Los perros ya casi habían comido, y permanecían en la línea, acurrucados paradormir mientras pudieran. Ella ya había examinado a cada uno de ellos por estrés y por lastensiones, alimentarlos, y liberarlos de sus cuerdas del cuello para asegurar su comodidad.

El lote de comida que estaba haciendo ahora lo pondría en la nevera que llevaba, para queestuviera listo para su siguiente parada. Ella tenía que estar a unas cuarenta millas de la perrera. Enalgún lugar fuera de aquí, Scotch estaba haciendo tareas similares. Su equipo era más rápido y másexperimentado, sin embargo. Lo más probable era que al menos, estuviera a otras cinco o diezmillas de distancia.

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  A pesar de estar sola en una tierra salvaje, a millas de la civilización, Lainey sonrió. Podíaver el atractivo de las carreras de larga distancia ahora. Sólo las almas más fuertes, los que no teníanmiedo de estar por extensos períodos de tiempo, podían intentar la soledad. Lainey había oídomuchas historias acerca de los recién llegados que arribaban a Alaska, decididos a vivir una vidarústica, para construir una cabaña en la selva y vivir de la tierra. Una gran parte nunca tuvo éxito, el

silencio y la oscuridad del constante invierno era demasiado difícil de soportar. No todo el mundo podía vivir en la compostura sin volverse loco, y muchos pronto huyeron del lugar hacia lacivilización.

Lainey no habría sido capaz de sobrevivir si hubiera decidido sobre este curso pocos añosatrás. Ella se había dado a la bebida para ahogar los recuerdos espeluznantes de su carrera, parasilenciar las cuestiones buenas y malas que inevitablemente llegaban cuando ella fotografió laúltima atrocidad de algún dictador. Su alcoholismo era una liberación de responsabilidad,facultándola para presenciar la mierda que el hombre acumulaba sobre el hombre y hacer casoomiso de su deseo natural del ser humano a cambiar las cosas para mejorar.

Cuando ella había admitido su problema y entrado en el programa de doce pasos, habíaaprendido mucho acerca de ella misma  –  no sólo con sus debilidades, sino con los puntos fuertes

que llevaba, también. Con el apoyo de amigos y patrocinadores, limpió sus acciones, examinó suvida, y se esforzó por hacer cambios. En su mayor parte, había tenido éxito. Hubo obstáculos ytropiezos en el camino, pero ella mantuvo los pies en la tierra, escuchando su voz interior de enlugar de tratar de sofocarla con algo más.

Fue esta habilidad de escucharse a sí misma lo que le fue muy útil aquí en el sendero.Lainey ya no tenía miedo de estar a solas con sus pensamientos. La comida para perros estaba lista.Apagó la olla y añadió una medida de pienso seco para la mezcla caliente. Con las manosenguantadas, ella tomó la olla y la llevó al trineo, derramando su contenido en la nevera. Una vezque la tapa estaba asegurada y el pote se enfriaba con la nieve, volvió a la segunda olla y a sualmuerzo.

Lainey hizo otro viaje a la línea con el agua caliente, dándole a su equipo una cálida bebida.Cuando regresó, ella usó un cuchillo de bolsillo para abrir la bolsa y comió con avidez. Ella no usóutensilios, apretando la comida hasta la abertura. Cuando terminó, ella depositó la bolsa en una bolsa de basura en su trineo. Haciendo otro viaje a lo largo de su equipo, ella recogió sus platos.

Sólo después de que llevó a cabo todas las tareas, se acurrucó en su saco de dormir,acomodado sobre la nevera y se inclinó para dormitar. Tenía unas tres horas antes de que su alarmaen el reloj de la muñeca se encendiera. Luego iba a volver al sendero. A medida que la vencía elsueño, ella vio a Scotch sonriéndole, con una promesa en sus ojos azules, y la risa en los labios.

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CAPÍTULO VEINTITRÉS

Febrero

El patio era una zona de desastre.A principios de la semana, Rye lo había recorrido y engrapado platos de papel a las estacas

de madera, cada uno etiquetada con el nombre de cada sitio de las caídas en la carrera Iditarod. Encada marcador había dos montones de bienes para cada uno de los dos mushers (corredores) queentraran en la carrera. Eventualmente estas pilas serían consolidadas en dos o tres grandes bolsascada uno, para ser enviadas a los distintos puestos de control a lo largo del sendero de la Iditarod,una entrega de víveres para perros disponible mientras Lainey y Scotch tomaran la ardua caminata a Nome. Hasta ese momento, sin embargo, se quedarían semi –  contenidas en montículos de bolsas de plástico selladas.

Lainey estaba tomando su turno para cortar la comida de carne en la cocina de los perros.Llevaba pesados guantes de trabajo y gafas de protección, el sonido de la sierra de mesa era unfuerte zumbido a través de la perrera. En sus manos tenía una pierna de carne de caballo congelada,que ella diligentemente cortaba en rodajas manejables. El objetivo era mantener la carne casicongelada pero en trozos suficientemente pequeños para hervirlos fácilmente para el guisado de perro. Sus brazos temblaban de forma desagradable con las vibraciones, pero ella siguió trabajando.

Tiró la carne en un cubo cercano que Howry ocasionalmente intercambiaba por uno vacío.Su trabajo consistía en pesar la carne en una báscula y pasarla a Miguel cuando completara unalibra. A partir de ahí, el adiestrador de perros lo transfería en bolsos de plástico pesados. Él utilizabauna máquina para eliminar el aire y con el calor sellaba la bolsa, pasando el producto sellado a

Scotch.Scotch, trabajando con un portapapeles de notas, tomaba el paquete y lo depositaba en uno

de los treinta y seis montones apilados. Ella revisaba el patio constantemente, comprobando yvolviendo a comprobar los dieciocho puntos, murmurando en voz baja y añadiendo notas a losmárgenes de su lista de verificación.

Lainey terminó la carne y dio un paso atrás, moviendo los hombros y sacudiendo sus brazos. Se alegró de haber tenido el verano para ponerse en forma, podía imaginar el dolor que podría tener cuando acaba de entrar en la carrera.

"¿Quieres que haga el turno?" Preguntó Howry. Ella sopesó sus molestias. "No, estoy bien.Además, es el turno de Scotch. "Con una exhalación resignada, Lainey alcanzó otro trozo de carne,sin dejar que su mente se asentara en el animal de donde había venido. Cuándo había visto la

donación solicitada en el formulario de junio, casi pensó que era una broma. ¿Carne de caballo? Las400 libras entregadas en el último mes que ella avanzaba con dificultad le mostró el error.

El tiempo pasaba mientras caía en la rutina. Pasar la carne a través de la sierra, quitar el polvo que dejaba la carne para evitar que se obstruyera la máquina, dejando caer trozos en un balde,volteándose por más, y comenzar de nuevo. Con un movimiento de reojo se dio cuenta -Howrysustituía su cubo con uno vacío, Miguel sellado las bolsas, y Scotch las llevaba al patio. Su mundoera movimiento y sonido, el zumbido de la sierra bloqueaba todas las demás consideraciones.

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  Una palmadita en la espalda la sacó de su ensueño. Levantó la vista, sorprendida, se diocuenta de que Miguel y Howry estaban a mitad de camino. Lainey apagó la sierra y miró a Scotchde pie a su lado.

"Vamos, es la hora del almuerzo." Ella apretó el hombro de Lainey.Lainey gimió ante el toque que masajeó su sensibilidad en los músculos. Scotch se puso

detrás de ella y comenzó a masajear los tensos hombros de Lainey y suspiró de placer. "Eso sesiente maravilloso.""Yo lo creo”, Scotch rió. "Cuando volvamos aquí, vamos a turnarnos. Necesito cambiar la

navaja, de todos modos.""Está bien." Scotch se apartó y Lainey se estiró. Echó un vistazo a la carne de caballo,

sorprendida por lo mucho que había conseguido cortar. "Wow. El tiempo vuela cuando una se estádivirtiendo".

"Tienes que ser una cita muy accesible si crees que esto es divertido." Scotch rió yescabulló el golpe que Lainey pretendía darle. "Vamos. Me muero de hambre".

"Vas a pagar por ese comentario", prometió Lainey, mientras se dirigían a la cabaña principal.

Scotch le dedicó una sonrisa seductora. "Bien."Lainey sintió una oleada de lujuria y deseó por millonésima vez que Scotch fuera menos

responsable y racional. Daría cualquier cosa por ser capaz de arrastrar a ésa mujer de regreso a sucabaña y saciar su sed lujuriosa. Tenían un programa de entrenamiento hasta la medianoche, sinembargo, y ella sabía que no pasarían la noche sin una siesta decente. Todavía había mucho quehacer, mucho que entrenar a los perros y prepararse.

"Pagarás por eso, también."Scotch sonrió y subió los escalones de la plataforma.Sacudiendo la cabeza con tristeza, Lainey la siguió, con poco éxito para sofocar los

 pensamientos lascivos inspirados por una leve vista del trasero de Scoth. Ellas entraron en el

vestíbulo, una entrada cerrada llena de abrigos, botas, escobas y palas. No estaba mucho máscaliente aquí, pero rápidamente se despojaron de sus prendas exteriores, utilizando una escoba paragolpear el exceso de nieve de sus botas antes de quitárselas, también. Lainey terminó primero y dioun paso a la cocina.

La ráfaga de aire caliente le quemaba las mejillas, y se estremeció de placer. Los olores dela tarta de manzana se mezclaban con los del pastel de carne y las patatas fritas. El mostrador estabaenterrado bajo una avalancha de comida, mucho más de lo que se necesitaba para su tarde decomida. Pasando el mostrador estaba el comedor, la mayoría de los habitantes de la perrera yaestaban sentados alrededor de la mesa grande. Un ruido retumbó en su estómago e instó a Lainey aseguir, y se sentó a almorzar, con Scotch junto a ella.

Dos asientos estaban vacíos. Rye estaba en una carrera de larga distancia en preparación

 para su primera carrera adulta. El Yukon 300 estaba abierto para los de diecisiete, y él estabaansioso por salir a los senderos y probarse a sí mismo. Él planeaba entrar en la carrera Iditarod delaño que viene.

"¿Dónde está Thom?" preguntó Howry mientras untaba un rollo con mantequilla.Helen repartió salsa sobre el puré de patatas para Bon. "En la ciudad. Scotch quería algunas

 baterías más para las lámparas. Él va a recoger la pizza, también.""¡Pizza!" gritó Bon, obteniendo la risa general en respuesta.

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  "No para ti, jovencito", dijo Scotch, blandiendo un tenedor ante él. "Es para la carrera.""Idit'od!"Miguel se acercó y le revolvió el cabello rubio. "Eso es correcto. La Iditarod"."Bueno, creo que ustedes dos pueden perderse una pizza..." dijo Helen, arrastrando las

 palabras.

"¿Cómo van las cosas por aquí?" preguntó Scotch."No están mal ", dijo Irish. “ Pero si veo otro botín de perro después de marzo, voy aarrojarlo al fuego."

Scotch sonrió. "Dices eso cada año".Su hermana la miró. "No puedo esperar hasta estar lo suficientemente mayor como para

aserrar la carne con ustedes. Luego Bon se puede enfermar de botines".

Lainey levantó las manos, sintiendo todavía una vibración fantasma en ellos. "Vas acambiar de opinión después de un par de horas en eso"

"No lo haré" Helen levantó una ceja a su hija e Irish se sonrojó. "Lo siento.""No hay problema", dijo Lainey, sonriendo. Irish había llegado a tratarla a ella y a Howry

como una extensión de la familia. Lo que era de repente agradable. Lainey no había participado enuna vida de familia como esta desde que era una adolescente. Siempre se había preguntado cómosería tener hermanos, y los últimos meses habían sido un verdadero abrir de ojos.

Mientras comía, ella echó un vistazo a la habitación. También parecía un basurero. Aquí osdieciocho puntos de los puestos de control se indicaban por papeles de colores pegados a la pared.En cada lugar había montones de botines de perro, mantas para perros, calcetines, guantes y todotipo de herramientas y comodidades de hogar que necesitarían Lainey y Scotch para sobrevivir en lacarrera.

Ella indicó con la cabeza ante el desastre. "¿Ustedes hacen esto todos los años?”, preguntóella, con consternación en su voz. "Es un montón de trabajo para sólo un par de semanas decarrera".

"Este año es el doble de trabajo”, dijo Scotch.Helen chasqueó la lengua. "No le hagas caso", le dijo a Lainey. "En realidad ustedes nos

están forzando a poner en práctica lo que vamos a hacer el año que viene, de todos modos. Tengoserias dudas de que seremos capaces de distraer a Rye de la carrera. Él ya está pidiendo patrocinadores por su año de novato".

"Yo no creo que puedas cocinar tanto pastel de carne el año que viene", dijo Scotch,refiriéndose al disgusto de su hermano por la comida.

"No, pero si él es capaz de encontrar la manera de empacar mi estofado de pavo converduras, estará en el cielo".

"Congelarlo en una bandeja de hielo”, sugirió Lainey, estirando la mano por una segunda

ración."Esa es una buena idea. Palillos de estofado." Scotch hizo un guiño ante la risa de Irish.Los perros comenzaron a ladrar como un ronco saludo ante un vehículo que se aproximaba."¡Papá!""Pizza”, le recordó Howry al niño."¡Pizza!" Bon estuvo de acuerdo, agitando sus manos en el aire.Lainey frunció el ceño a su colega. "Sabes que es de mi cena de la que estás hablando, la

que voy a perderme un mes a partir de ahora porque tú estás comiendo hoy."

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  Howry se rió. "Puedes darte el lujo de saltarte una comida o dos. Menos peso para que los perros transporten".

Antes de que ella pudiera responder a su broma, Helen dio a Howry una mirada severa. Conasombro, Lainey lo observó enrojecer al igual que Irish momentos antes.

"Lo siento”, dijo él, apenado.

Thom entró a la cocina por la terraza de atrás, llevando una bolsa de papel. "Aquí están tus baterías", dijo a Scotch mientras entraba al comedor. Se detuvo para besar a su esposa en señal desaludo antes de entregar la bolsa a su hija. “Tienes un par de bolsas de dulces Jolly Ranchers y besos de chocolate, también."

"¿Qué hay de la pizza?" Preguntó Irish.Thom se encogió de hombros y se sentó. "Está en el camión. Supuse que no la necesitarían

todavía. Mamá tiene que tener todo esto empacado y listo, en primer lugar." Hizo un gesto hacia elmostrador que estaba cargado de comida y comenzó servirse su almuerzo.

"En primer lugar, él consiguió elegir la pizza”, Dijo Howry.Ellos se miraron unos a otros por una fracción de segundos, antes de desaparecer de la

mesa. Cuando el polvo se asentó y los gritos se oían a lo lejos, Thom miró a su esposa y a su hijo,

los únicos que permanecieron en la habitación. "¿Me pasas las patatas, por favor?"

***

A medida que los perros llegaban a la línea de meta de la carrera Yukon 300, Lainey gritabacon euforia. Varias personas salieron a agarrar el equipo y fue recibida por los funcionarios decarrera quienes anunciaban el tiempo logrado. "¡Octavo lugar!" gritó Scotch mientras corría haciaadelante.

Lainey saltó a encontrar los brazos de su amiga, y dieron vueltas alrededor en medio de lacalle bajo la mirada indulgente del Comité de Competición.

"Le ganaste a Rye!" continuó Scotch. "Él está a unos treinta minutos detrás de ti.""Lo sé. Lo pasé en el último puesto de control. Tundra tiene un tobillo tenso. Tuvo que

sacarlo de la línea".Scotch hizo un gesto de simpatía mientras ella soltaba a Lainey. "¿Has comido nieve esta

vez?"Permaneciendo de pie, Lainey le dio otro abrazo. "Pues no. Me acomodé en posición

vertical todo el camino.""Muy bien." Se volvió hacia el equipo de perros. "Vamos a llevar a esos chicos a la cama.

 Nos vamos a quedar a una milla de aquí, en Baker"."¿Estás pidiendo raite (aventón, ir a dedo)?" Preguntó Lainey.

Scotch sonrió. "Depende. ¿Vas a ofrecerme dulces si me meto en tu trineo?"La sonrisa de Lainey fue ladina. "Oh, voy a ofrecerte mucho más que dulces, cariño"."Diablos, ¿qué estamos esperando?" Scotches saltó a la cama del trineo. "Andando, oh

finalista de la Iditarod".Lainey rió e hizo un gesto con la mano a los que estaban sosteniendo a sus perros. "¿Listos?

¡Vámonos!" con las colas en constante movimiento, el equipo trotó por la calle."Lo estás haciendo condenadamente bien, Lainey" dijo Scotch por encima del hombro. "Los

 perros parece que podrían andar por otro par de días".

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  "No todos ellos", dijo Lainey. "Apolo debe ir rumbo a casa ahora. Se torció el hombro en el primer puesto de control y yo tuvo que aflojarlo".

"Probablemente hizo un mal giro. El resto de ellos parecen listos para soportar, sinembargo."

"Espero que sí. Estas carreras son muy cortas. Justo cuando llega el momento de entrar al

ritmo, la carrera se ha terminado y es hora de retirarse. Con las indicaciones de Scotch, ella ordenóal equipo que siguieran por un camino lateral. "Por aquí", gritó mientras una camioneta pick  – upavanzaba hacia ellas. Ella no se relajó hasta que el vehículo había pasado - Chibee, un cachorrotravieso que tenía dos años en el equipo, tenía una tendencia para alejarse del equipo en un esfuerzo para perseguir cosas. Afortunadamente, las 300 millas que acababan de recorrer parecía habersuavizado su naturaleza juguetona y el camión pasó sin incidentes.

"Eso no será un problema el próximo mes" Dijo Scotch. "¿Has estado apegándote a lanorma de las seis horas?"

"Sí. Seis entran, seis salen. No fue fácil cuando los otros me estaban pasando, sin embargo."Scotch rió ante el descontento de su respuesta. "Recuerda la reunión de novatos. El hecho

de que estén pasándote no significa que no estarás ganando en los próximos cuatro días bajo la

línea. Si un corredor desgasta sus perros demasiado pronto, será una bendición para ti".

"Lo sé" Resopló Lainey. "Aún así no me gusta. Y tampoco a mi equipo"."Bien. Hay que mantener fluyendo la competitividad. A veces es lo único que te mantiene

esforzándote por el sendero”.Ella finalmente condujo a su equipo a un gran patio con una cabaña. Siguió las indicaciones

de Scotch y llevó a los perros rodeando hacia la parte posterior. Un pequeño granero estaba allí ydetuvo al equipo enfrente. Durante la siguiente hora ya estaban todos los perros alimentados yacostados sobre la paja. Sólo entonces Lainey comenzó a sentir el cansancio correr sobre ella.

El brazo de Scotch alrededor de su cintura la sostuvo, mientras caminaban hacia la cabaña."Margaret preparó una cena de pavo para ti. Te hemos dado alimento, agua, ducha y cama en todomomento".

Lainey masculló una respuesta, simplemente contenta de estar donde ella estaba en éste justo momento.

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CAPÍTULO VEINTICUATRO

Marzo

Lainey se quedó mirando al montón de accesorios sobre la cama del hotel. "¿Siemprerecopilas esta cantidad de cosas en la reunión de corredores?" preguntó mientras Scotch los vaciabasobre su cama. Irish, que compartía la habitación con ellas, felizmente comenzó a clasificar losartículos de su hermana. "Oh, sí. Cada año tenemos algo de los patrocinadores. Es mejor no contarcon ello, sin embargo." Sacó un par de guantes de trabajo de cuero marcados con el nombre de laempresa y se los probó.

Sentándose Lainey comenzó a hurgar a través de los artículos. Ella también tenía guantes detrabajo, así como una muestra de dos libras de comida seca para perros en una bolsa, guantes detrabajo pesado de una tienda de artículos deportivos, casi cien botines para perro en color naranja

 brillante, un kit de cepillos de viaje cortesía de un dentista local, dos arneses para perro de tamañomediano, y una pequeña caja de herramientas de mano en una bolsa de plástico. Todo estabaclaramente señalado con el logotipo adecuado.

"¿Puedo quedarme con esto?" pidió Irish a su hermana, señalando la bolsa de herramientas."Claro. Puedes quedarte con los guantes, también, si los quieres".Contenta, la chica sacó los guantes y se los probó.Lainey puso la comida para perros, los botines, y los guantes de trabajo junto a su material,

luego acomodó el resto en la bolsa que había usado para transportarlos desde la reunión de mushers(Corredores). "No me esperaba la participación" dijo, recostándose en la cama, con las manos detrásde su cabeza.

Scotch examinó uno de los botines con ojo crítico. "Es más fácil para la gente llevarlos alinicio que al final de la meta. Por lo menos, saben cuándo comienza la carrera. Según el clima y los perros, el final puede llegar en cualquier momento de ocho a doce días a partir de ahora. Nadie puede garantizar estar allí con el ganador." Ella recogió los botines y los puso en una bolsa de viaje."Si no quieres todo eso, puedes dejarlo en el vestíbulo para que otra persona lo recoja. Una grancantidad de mushers no pueden permitirse mucho - mantener a los perros alimentados y felicescuesta mucho dinero. Un juego extra de botines o de guantes pueden venir muy bien".

Aún acostada en la cama, Lainey asintió, con su mente en la información recibida durantereunión en la que habían pasado el día. Las condiciones de los senderos habían sido sobre lo que

más informaron, la advertencia del director de la carrera de que las temperaturas habían calentadoáreas del interior, provocando desbordamientos de ríos y arroyos. El resto del tiempo lo habían pasado con los otros corredores firmando artículos conmemorativos, revisando los últimos trámites,escuchando los discursos del director ejecutivo, de tres patrocinadores y de varios funcionarios de lacarrera.

Un golpe interrumpió sus cavilaciones e Irish se apresuró a abrir la puerta."Vamos. Nos dirigiremos a Arena Sullivan", dijo Rye, asomando la cabeza por la puerta.

Detrás de él estaban Miguel y Howry.

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  "¡No querrás perderte eso!" Scotche agarró su parka (abrigo).Lainey sonrió y se levantó. Hora de la cena, más discursos, y de sortear los números para

ver en qué orden saldrían los corredores.El clan de la perrera Fuller tenía su propia mesa. Un asiento permanecía vacío, pero eso

 poco importaba. No sólo los corredores y sus familiares o patrocinadores habían asistido; muchos

aficionados ávidos de carreras habían pagado sus derechos de inscripción, al igual que una multitudde periodistas. El puesto vacío era continuamente ocupado por los aficionados que iban y venían alllegar a la mesa para conocer a Scotch y conseguir autógrafos o tomarse fotos. Lainey se sorprendióal descubrir una fama rudimentaria de ella misma. Ella lo tomó con calma, siguiendo el ejemplo deScotch tratando a cada visitante con cortesía y humor.

Una vez que la última entusiasta fanática de la Iditarod se marchó, Lainey se inclinó sobrela mesa y bajó la voz. "Debe ser difícil para el material si me están pidiendo autógrafos".

Thom se echó a reír. "¿Quién sabe? Puedes ser la Novata del Año de la carrera. Tan sóloeso haría que tu autógrafo valiera algo".

"Sí, y tal vez voy a ganar la carrera, también" dijo Lainey, riéndose de lo increíble quesucediera eso.

"¿Lainey?" -preguntó alguien detrás de ella.Ella puso los ojos en blanco ante los Fuller, antes de poner una cara agradable y enfrentar la

nueva llegada. Su expresión vaciló y ella abrió la boca ante el hombre que estaba allí."¿Ben?"Benjamin Strauss, editor de la revista Cognizance, sonreía, sus dientes blancos resaltaban

contra el bronceado de su piel. "¿Está ocupado este asiento?"Howry se dio la vuelta para saludar a Strauss y a hacer las presentaciones al resto de las

 personas en su mesa. Lainey se quedó estupefacta ante la súbita aparición de su amigo. Vagamenteoyó cuando Thom le insistía en que se reuniera con ellos para la cena, y después él estaba sentado asu lado.

"¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó ella, alcanzándolo para darle un cálido abrazo."Desde que hemos estado pagando las facturas y los artículos de entrenamiento, porsupuesto que estaríamos aquí para cubrir la carrera en sí. La revista también oferta en la subastaIdita -Rider", dijo él, en referencia al peso adicional que se necesitaba para frenar la excitación delos perros excitados al inicio de la carrera. Él pidió un café a un camarero que pasaba, y sonrióhacia Lainey. "¿Adivina quién estará montando en tu trineo el Viernes?"

“¿Tú?" Ella se rió ante el asentimiento de él. "¡Espero que no hayas tenido que pagardemasiado!"

Strauss se ocupó de ajustar sus cubiertos, con un aire de autosatisfacción. "Te sorprenderías. No es un secreto que la impresionante Scotch Fuller te ha estado entrenando. De hecho, tuvimos un poco de competencia para ganar la licitación".

"¿En serio?" Preguntó Rye. "¿Por cuánto fue?""Mil seiscientos.""Wow. Nada mal en absoluto," dijo Scotch."Gracias a ti", dijo Strauss, levantando su copa a modo de brindis.Lainey sonrió mientras Scotch se sonrojaba y le acarició su muslo por debajo de la mesa. La

cena fue servida no mucho después del recién llegado. La mayoría de los seguidores de la carrera sesentaron en sus propias mesas a comer, dejando a los corredores en paz. La conversación fue

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estimulante, especialmente cuando los Fuller descubrieron que Strauss también tenía un campo deexperiencia a sus espaldas. Los cuentos crecieron más cuando los tres periodistas trataron desuperarse unos a otros por la mayoría de los lugares exóticos y las extrañas situaciones en suscarreras.

Cuando se servía el postre, el jefe ejecutivo de la carrera se acercó al escenario. Llegó al

 podio y se aclaró la garganta sobre el micrófono. "Bueno, damas y caballeros, ya es hora." Él movióuna de sus vistosas botas vaqueras.El público aplaudió y gritó vivas, y Lainey sintió que su corazón latía con fuerza en su

 pecho. Había un montón de gente asistiendo a este evento, y ella nunca había hablado con más detreinta o cuarenta a un tiempo. Nerviosa, miró a su alrededor hacia las otras mesas mientras unnombre era mencionado. ¿Cuántas personas estaban aquí, de todos modos?

Los nombres fueron llamados por orden de inscripción. A medida que cada corredorrecogiera un número del sombrero, debía indicar la posición en que saldría, y él o ella tomarían laoportunidad para agradecer a los patrocinadores y a la familia. Algunos tenían una larga lista y eltiempo se prolongaba, tiempo en el que Lainey sentía más y más pánico.

"Scotch Fuller"Lainey sofocó su ansiedad aplaudiendo fuerte cuando Scotch se levantó. Envidiaba la

tranquila confianza que la mujer tenía mientras se abrió paso a través de las mesas rumbo alescenario, haciendo una pausa para darle la mano a amigos y fans en el camino.

En el podio, Scotch sonrió y saludó con un gesto de mano, recibiendo otra ronda deaplausos. Ella metió la mano en el sombrero y sacó un número, dándoselo al oficial de la carrera.

"Número cuarenta y ocho, Scotch Fuller!"Una colección de gemidos se unió a los aplausos y vítores. Había setenta y seis corredores

este año. Scotch comenzaría justo en el medio del paquete.Scotch se situó en el podio, a la espera de que los aplausos se apagaran. Cuando lo hizo, ella

dijo: "Parece que voy a tener que trabajar muy duro para ponerme al día este año”. Lainey se rió como todos los demás, disfrutando del tono amistoso, olvidando sus

 preocupaciones mientras Scotch continuaba hablando."Me gustaría aprovechar la oportunidad para agradecer a mis padres, Thom y Helen Fuller.

Sin ellos no estaría aquí, estaría solo corriendo perros. Ellos crearon nuestra granja y me enseñarontodo lo que hay que saber sobre los perros y los trineos. Quiero también agradecer a Rye e Irish, mihermano y hermana menor, por todo el trabajo que han hecho para mantener la perrera enfuncionamiento.

"Mi agradecimiento a la revista Cognizance por ser mi principal patrocinador de este año.Por ende, mis gracias también van a Don Howry, Lainey Hughes y Ben Strauss, todos ellossentados en esa mesa de allá." Ella los señaló, sonriéndoles. "Don es el reportero que está

escribiendo artículos sobre mí para la revista. Lainey es nuestra novata a la carrera y aprendiz, y elSr. Strauss es quien ayudó a que todo esto sucediera".

Lainey le devolvió la sonrisa mientras ella continuaba con su lista de patrocinadores. Todaslas personas que habían comprado los botines de perro o "adoptado" a los perros a través deInternet, los niños de la escuela que pusieron en ventas pasteles y los recaudadores de fondos paraayudar con los costos y varias empresas locales que habían canalizado dinero a la perrera paraapoyo de Scotch, fueron mencionados.

"Y, por último, gracias a todos ustedes. Son un gran grupo de gente y me alegro de que

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estén aquí".La multitud rompió en aplausos y vítores de nuevo mientras Scotch dejaba el escenario. El

ejecutivo del Comité de la carrera regresó al micrófono. "Lainey Hughes."Ella sintió que la sangre le subía al rostro, habiendo olvidado que ella era la siguiente en

lista. Alrededor de la mesa todo el mundo estaba aplaudiendo y riendo, instándola a que subiera.

Lainey no podía oír sus palabras a través del ruido en sus oídos. Howry se levantó y le cogió lamano, tirando de ella para que se pusiera de pie y empujándola en dirección al escenario.Lainey tropezó sólo una vez antes de ganar un poco de control sobre sus miembros

rebeldes. A mitad del camino, Scotch la interceptó. Sus manos se encontraron, y Lainey sintió unflujo de fuerza a través de su toque. Los claros ojos azules brillaron en diversión y entendimiento.Ella se acercó, con su voz fuerte para ser escuchada sobre el aplauso. "Estuviste frente a un alceviolento".

Inclinando su cabeza hacia atrás, Lainey inconscientemente se enderezó. Ciertamente lohabía hecho. Una lenta sonrisa cruzó su cara y ella apretó la mano de Scotch. "Gracias."

Scotch hizo una pequeña reverencia y se alejó.Con los hombros rectos, Lainey continuó hasta el escenario. No estaba menos asustada de la

situación, pero el miedo ya no tenía el mismo nivel de poder sobre ella. El deseo loco por un tragode whisky había disminuido. Subiendo las escaleras, se recordó a sí misma que en dos días más, ellaestaría muy lejos de esta locura, de cara a la calma desierta de Alaska con su equipo.

El sombrero con los números se le ofreció y ella metió la mano, girando el contenido antesde tomar un trozo de papel.

"Número cuatro, Lainey Hughes!"¿Cuatro? ¿Cuatro? Ella miró por encima de la audiencia que celebraba, incapaz de ver con

claridad a su mesa a través del reflejo de las luces. Ella iba estar guiando a los novatos en la salida.El público pensó que ella se estaba preparando para hablar cuando se situó en el podio, con

sus manos en cada lado. Ellos callaron, y su corazón latía en su garganta de nuevo. Alce. Un alce

violento. Cuando empezó a hablar, esperaba que su voz se mostrara tranquila y que no temblaracomo el resto de ella."Creo que todos en la Perrera Fuller merecen el mayor agradecimiento -Thom y Helen

Fuller; Rye, Irish y Bon, y Miguel Sánchez, su entrenador. Pero sobre todo a Scotch Fuller portomar a alguien de fuera, sin absolutamente ningún conocimiento de las carreras, para entrenarme para la Iditarod. Todos ellos mostraron una gran cantidad de profesionalismo y paciencia en el tratono sólo con un corredor principiante, sino con un novato para botarlo".

Ella se sonrojó ante las risas y hurgó por la tarjeta que tenía en el bolsillo, preparada lanoche anterior. “Um, me gustaría también agradecer a la revista Cognizance, mi patrocinador principal y empleador. Por ende, gracias a Don Howry, mi socio en la acción, y a Benjamin Strauss,editor y amigo cercano. La primera vez viajé a las tierras salvajes de Alaska por una historia. La

segunda compartió mi idea y me envió hasta aquí, aunque él pensaba que yo estaba loca". Laineyrecorrió la lista de los patrocinadores en la tarjeta. A través de la página web de la perrera Fuller,ella tenía su propio club de fans de los niños en edad escolar y los aficionados a la iditarod quehabían aportado dinero.

Cuando terminó, hizo un gesto de agradecimiento y a paso ligero se alejó del podio. Elalivio la inundó y casi hace que se tropezara en la parte baja de las escaleras. Ella escuchó quellamaban el siguiente nombre y resopló con un suspiro mientras los aplausos y silbidos estaban

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dirigidos a otra persona. Varios asistentes se acercaron para palmearle la espalda o darle la manomientras ella pasaba. Por último en la mesa, graciosamente se hundió en su silla, rodeada por carassonrientes. El corredor en el podio comenzó su discurso, pero nadie aquí le prestó atención.

Scotch tomó la mano de Lainey. "Lo hiciste genial.""Sí, no te desmayaste", dijo Howry, levantando su copa para brindar por su fortaleza.

Lainey le sacó la lengua, recibiendo una risa."Y sigo pensando que estás loca", dijo Strauss.Ella se encogió de hombros. "Sabías eso hace mucho tiempo." Al mirarlo, vio su expresión

de curiosidad y se dio cuenta de que Scotch todavía sostenía su mano a la vista sobre la mesa. Ellalevantó una ceja en señal de disculpa, sabiendo que la verdad estaba a la luz. Ahora él tenía una buena idea de por qué ella había elegido a Scotch para este artículo.

Lainey suponía que debía sentirse culpable por mentirle a Strauss todos éstos meses, perono lo estaba. Los Deberes y los No deberías eran lo que a ella la habían metido en el alcoholismo,en primer lugar. Él, de todas las personas, lo sabía. En cambio, ella le sonrió, y apretó la mano deScotch.

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CAPÍTULO VEINTICINCO

Lainey se paseaba de un lado a otro del camión de los perros. Había revisado su trineo porsexta vez, satisfecha de que todo estuviera en su lugar, sin embargo, claramente tenía la sensaciónde que había olvidado algo. Sus nervios se alteraron con los ladridos excitados de los perros, paraincluir al octavo en su equipo con el que se había topado para ejecutar la ceremonia de salida. Ellosestaban atados a los lados del camión, estacionado en un lado de la calle con cientos de personasrondando.

El ambiente era de circo, con los vendedores deambulando por entre las multitudes,empeñando todo, desde salchichas de reno en las camisetas hasta las cornamentas de las cabezas dealce. El pueblo eran tan colorido como los patrocinadores de los corredores a largo de la ruta.Lainey había visto a la clase trabajadora en conservadoras chaquetas de invierno, la gente llevandolos últimos estilos del circuito de esquí en Alpine, e incluso algunos montañeros oficiales y nativos

con trajes completos de cuero y piel.Tenía que admitir que era fácil olvidar su creciente temor mientras el tiempo de su salida se

acercaba más. Sus distracciones no se limitaban a observar a la gente, de repente ella se habíaconvertido en un ícono y era abordada por un número de personas queriendo tomar fotos,autógrafos y hablar con sus perros. Lainey acogió con beneplácito las entusiastas conversaciones,contenta por conseguir que su mente olvidara su nerviosismo.

De sus veinte perros originales, se redujeron tres. Helen había dudado que la molestias en elhombro de Apolo ya hubieran sanado lo suficientemente bien para la carrera, y la orden delveterinario era oficial. El más holgazán de Lainey, Dablo, también se dejó de lado. Ella no podía prescindir de su energía para lidiar con esa negligencia. La pérdida más dura era Bast. Él lo había

hecho bien en todo el entrenamiento, pero parecía haber desarrollado una tos. Como una tos en una perrera era una preocupación importante, altamente contagiosa y capaz de diezmar a todos losequipos, Bast fue removido ante la revisión veterinaria y enviado a casa con Miguel a un granerocálido y con antibióticos. Lainey se alegró de no ver a ninguno de los otros perros exhibiendoningún síntoma dos días después, y esperaba haber tratado la enfermedad a tiempo.

Varios controladores voluntarios rodeaban ociosos alrededor del área inmediata, los deadelante ya ayudaban al segundo corredor en línea para mantener a los perros en la plataforma queocupaba media cuadra de la Fourth Avenue. Todos los animales estaban saltando, con los cuatro pies en la tierra, en su entusiasta deseo de entrar en los senderos. El equipo de Lainey no estaba tan bullicioso, pero ella esperaba que cambiara una vez que comenzó engancharlos a la línea de banda.

En respuesta a ese pensamiento, se dirigió hacia la línea de nuevo, asegurándose de que

todo estuviera listo y todas las conexiones estuvieran apretadas. Sólo ocho de sus perros podíancorrer esta mañana. El resto se le uniría mañana en el inicio real de la carrera.

"Acabas de revisarlo", dijo Strauss, viendo su alboroto con diversión. "Cállate", dijo ella,ignorando su risa. Sus entrañas se retorcieron con inquietud. Se sentía casi tan incómoda como ensu corto paseo hasta la tarima en el banquete de la otra noche.

"Srta. Hughes?"Lainey levantó la mirada para ver a un joven al borde de la adolescencia con una cámara.

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Otros dos niños que estaban con él, con la mirada brillante, le sonreían."¿Podemos tener una foto? ¿De usted y de su equipo de perros?"Dejó su nerviosismo a un lado y sonrió. "Claro. Vamos." Se dirigió hasta Sholo y Traza, se

arrodilló entre ellos, y estiró el brazo hacia ellos. "¿Qué tal así?""¡Grandioso!" El muchacho tomó un par de fotografías. "Eres Lainey Hughes, la fotógrafa,

¿no?" "Esa soy yo." Se puso de pie y se sacudió la nieve de las rodillas.Él chico miró a sus compañeros. "¡Se los dije!" Deslizó el zipper de su chaqueta, sacó una

revista doblada de su interior. "¿Puedo obtener un autógrafo en una de sus fotografías?""Por supuesto", dijo Lainey, no tan contenta como su voz sonaba. Su carrera anterior como

fotógrafo de guerra todavía le traía pesadillas ocasionales. Ella realmente no deseaba recordaraquellos años por una siniestra foto, no hoy.

El niño con impaciencia agitaba la revista abierta. Uno de sus amigos cogió un bolígrafo del bolsillo y se le entregó a Lainey junto con la revista.

Preparándose, miró hacia la foto panorámica del Serengeti en la cubierta, en las dos páginascompletas. En el primer plano a la derecha de la página estaba una hiena ocupándose de su última

comida, el cadáver de un antílope. Una sonrisa de satisfacción cruzó su cara y ella le preguntó: "¿Quieres que ponga tu nombre?"

"¡Sí!" le dio su nombre y ella firmó la revista y se la devolvió. "¡Gracias!Sintiéndose mucho mejor, ella los observó alejarse, agachados sobre el autógrafo con

emoción."Parece que tu reputación te precede más de lo que pensabas”, dijo Strauss."Supongo que sí." Ella le sonrió. "Es algo agradable ser recordada por algo que no sea

muerte y destrucción"."Amén a eso.""¡Lainey! ¡Preparémonos!" Thom llegó trotando con Rye e Irish. "Saldrás en quince

minutos."Se apresuró a levantar la vista hacia la línea de salida, al ver que el segundo corredoracababa de enganchar sus perros. Su corazón saltó de inmediato hasta su garganta y sintió náuseas y júbilo al mismo tiempo.

Lainey llevó a sus eufóricos perros al lugar con alguna dificultad. Varios voluntarios de laIditarod se acercaron para mantenerlos y que no se alejaran de ella, finalmente ella tenía a todo elmundo listo para salir con cuatro minutos de sobra. Strauss brincó al lado de su trineo. Como sucompañero-Iditarod, él estaría con ella en toda la ceremonia de salida de la carrera hasta quellegaran a Eagle River. Ella casi no reconoció su trineo que llevaba una bolsa de color amarillo brillante con un prominentemente logo de la revista Cognizance. Ella llevaba una parka de colorsimilar de piel de tejón, regalos de su patrocinador oficial.

Detrás de ella, se había añadido otro trineo y Rye subió a bordo a los corredores. Thom ibaa montar detrás de Scotch para añadir más peso, ya que su compañero-Iditarod era una maestra bajita de la escuela primaria. Con todo el ruido y la gente, los perros estaban más que dispuestos a ponerse en marcha y los kilos de más iban a impedirles ir demasiado rápido. Jonas, su perro deruedas, estaba casi delirante mientras brincaba como un cachorro de setenta y cinco libras. El restode su equipo estaba haciendo lo mismo.

El equipo de perros frente a ella ya estaba listo para dirigirse a la Cuarta Avenida y empezar

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en la línea de salida. Un voluntario con un portapapeles se acercaba, agitando su mano indicandoque siguiera, y ella tragó saliva. "¡Listos! ¡Vámonos!", gritó ella por encima del estruendo. Con untirón, su equipo trató de despegar en una carrera completa. La casi decena de voluntarios jalaron lascuerdas y los sostuvieron, obligándolos a trotar hacia el inicio de la carrera. 

En la línea de salida, otros dos equipos esperaban para salir. Los ruidos de los perros fueronahogados por los gritos de la audiencia que se quedaron a cinco pies a cada lado de la calle. Ellahizo un gesto con la mano cuando su equipo se detuvo y se dio cuenta vagamente que ella estabatemblando. Los voluntarios continuaban sosteniendo a su equipo, ya que los perros no estaban dehumor para seguir alrededor.

Oficialmente, ella era la cuarta a la cabeza, pero en realidad era la tercera. El número unoera una posición honorífica, dado a alguien que había logrado un impacto en las carreras de trineoscon perros. Mientras ella trató de mantener su desayuno en el estómago, vio como el corredorhonrado este año era presentado con el engranaje.

El segundo corredor fue presentado y oyó a una mujer contando los segundos regresivosante unas grandes bocinas. Era increíble que pudiera oír todo en absoluto con la cacofonía a su

alrededor. Luego, el equipo despegó, ante los gritos de la multitud de espectadores. Los voluntarios pidieron que acercara más a su equipo. Al mirar atrás, vio a otro equipo colocándose en el lugar. Enalguna parte más atrás estaba Scotch y Lainey sintió un profundo anhelo de verla.

"Número cuatro, Lainey Hughes!"La multitud aplaudió de nuevo y Lainey se dio la vuelta. El número tres ya estaba a

distancia. Ella tomó unas cuantas respiraciones, sin tratar de hiperventilar cuando su equipomaniobró hasta la posición de partida.

"¿Estás lista para esto?" preguntó un voluntario.Lainey asintió y se sorprendió a sí misma con una sonrisa. ¿Cómo lo había dicho Scotch?

"¡Armada hasta los dientes!"Él le dio una palmadita en el hombro y dio un paso atrás mientras los segundos finales eran

contados."¡Listos!" Lainey gritó a su equipo. Ella oyó la señal. "¡Vámonos!"Los diez manipuladores fornidos liberaron a los perros y su equipo salió disparado por el

camino, echando su cabeza hacia atrás. A medida que corrían por la Cuarta Avenida, su únicolamento era no haber podido decirle adiós a Scotch quien tuvo una mañana tan ocupada como ella.

Strauss gritó de emoción, al internarse por la calle, con el viento corriendo por sus mejillas.Lainey estimaba que iban a cerca de veinte millas por hora, a pesar del trineo y los hombresañadidos para equilibrar el equipo. Se alegraba por la acción - no habría manera de que ella pudierahaber mantenido el control por sí misma. Ellos se sacudieron más allá de las multitudes, y apenastomó nota de las ropas coloridas o los sonidos que los animaban.

Más adelante un camión condujo a través de la calle. Varios trabajadores que usaban loscolores de la Iditarod estaban en la intersección, limpiando la nieve de la pista antes de que ellallegara. Los agentes de policía detenían el tráfico para darle prioridad de paso a Lainey y ella se rióde lo absurdo de la situación. ¿Dónde más sino en Alaska estarían policías deteniendo el tráfico para que pasara un trineo tirado por perros? El equipo arrancó, Rye gritó en agradecimiento a lostrabajadores.

El sendero dio un giro, las personas que cubrían la calle eran mejor marcador que cualquierlistón de señal en la cinta. Ella llamó al orden y su equipo entró en la vuelta. Una burbuja de orgullo

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hinchaba su corazón ante su profesionalismo, y ella comenzó a disfrutar el paseo, con sunerviosismo dejado de lado.

Eventualmente la multitud se alejaba. Lainey vio un marcador de pista, sabiendo de lahistorias que había oído que se trataba de una vuelta difícil. "¡Arre!" Como una máquina bienaceitada, el equipo comenzó a dar la vuelta. Antes de que ella se diera cuenta, Sholo y Traza

encontraron un rastro de la carretera y lo tomaron para completar el giro. Se salieron del camino, por un lado y entraron al nuevo sendero."¡Mierda!" maldijo ella. "¡Whoa! Sholo, Traza, ¡Whoa!"Aún ansiosos, los perros eran reacios a detenerse. El sendero se sumergía hacia un campo

de alisos y tanto ella como Rye aplicaron los frenos para detener el equipo. Usando un árbol queestaba cerca para fijar una de las riendas, aplicó el gancho de nieve y saltó del trineo.

A pesar de saber que un retraso ahora, no significaba absolutamente nada en el granesquema de la carrera, Lainey no pudo evitar sentir el cosquilleo de la irritación a lo largo de la parte posterior de su cuello. Casi podía sentir los equipos que pasaban a su lado mientras ella lehacía frente a estos obstáculos. Los perros eran ajenos, moviendo la cola y sonriéndole mientras ellase dirigía a la parte delantera de la línea, y le tomó un poco de esfuerzo para no descargar su enojo

sobre ellos.Ella le dio a cada uno una palmadita y unas palabras de ánimo, sintiendo acomodarse la

 presión en sus hombros mientras se imaginaba que el estar lejos de Scotch, en el cuadragésimooctavo lugar, no tardaría en pasar. Cuando llegó a los perros líderes, les dio un montón de elogios yagarró sus collares. Ella físicamente jaló a los perros alrededor, Rye y Strauss permanecían cerca.Ahora que la carrera había empezado, se les prohibió a ayudarla para no descalificarla. Ryemantenía una estrecha vigilancia, sin embargo, dispuesto a saltar sobre su freno de trineo si fueranecesario.

Cuando se dio la vuelta y sus pasajeros estaban en sus lugares apropiados, ella jaló la líneay gritó la orden de salir. A medida que regresaron a la calle, vio a un corredor pasar por allí y gruñó

 para sí misma. "Haw!" los perros siguieron las instrucciones sin problemas. Los pocos aficionadosque salpicaban la zona y que habían visto su giro, aplaudieron mientras se internaba de nuevo en elcamino correcto. Ella se ruborizó enojada, pero se obligó a saludar de todos modos.

Lainey emitió un suspiro de alivio ahora que estaban de vuelta en el sendero. Su equipo ibaa velocidad, aún dinámico, y ella captó a un corredor que llevaba la señal del número once. Malditasea. Siete equipos habían pasado, mientras ella estaba tomando un polvo.

Esta parte de la carrera era meramente ceremonial. La verdadera carrera comenzaría al díasiguiente en Wasilla. No importaba lo rápido que llegara a Eagle River, ella seguiría siendo latercera en salir de la rampa mañana. Aún así, sus perros quisieron quemar energía, y hacerlo ahorasería beneficioso. Estarían asentados para el reinicio oficial y serían más fáciles de manejar.

"¡Pasando!" – gritó, advirtiendo al hombre que estaba saliendo por su lado. A medida que su

equipo comenzó a adelantarlo, tres de sus perros comenzaron a ladrar ante la competencia. Ellasonrió, después de haber oído a otros corredores que esto era lo que llamaban  gastar energía. Sus perros gritaron con alegría cuando pasaron, probablemente haciendo comentarios sobre el parentesco y las habilidades de sus rivales. Montana y Chibee eran los peores, mirando al equipoadversario al pasar tranquilamente y sonriendo a su paso. La que la sorprendió fue Himitsu, unmacho de tres años con piel marrón. Siempre era amable y tranquilo, que su repentino ladrido fueinesperado.

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  Lainey saludó al corredor número once, ya que al pasar, sus equipos se empujaron unos aotros, mirando furtivamente hacia atrás. Ellos actuaban exactamente igual que los varonesadolescentes como si hubieran hecho una broma en contra del director de la preparatoria. Ella seechó a reír junto con ellos, totalmente relajada por primera vez en el día. Su equipo alcanzó unritmo constante, con sus orejas gachas al escuchar sus risas.

A lo largo del camino la gente estaba reunida, de pie delante de sus casas para animar a loscorredores que pasaban sucesivamente. Ella siguió la línea principal, viendo al siguiente corredoradelante. Con un poco de provocación, sus perros empezaron con velocidad. Cuando se acercaban,vio a un grupo apiñado en el lado de la pista, extendiendo algo a los corredores.

"¿Qué están haciendo?" gritó Strauss, mirándola desde el lado del trineo."No tengo idea", respondió.El público sostenía letreros con mensajes- '¡Adelante, corredores de la Iditarod!'- Y

comenzaron a gritar mientras se acercaba a ellos. Una mujer llegó hasta ella con algo en la mano.Automáticamente Lainey extendió su mano, y tomó lo que se le daba. Ella sonrió ante el gran panecillo casero que ahora sostenía y se volvió para saludar y dar las gracias antes de ponerlo en su

 bolsa de la merienda.Sus tres renuentes perros comenzaron a bramar de nuevo, y ella se volvió para advertir al

corredor número diez cuando pasaba. Si su equipo podía mantener este entusiasmo por las próximasdos semanas, quedaría bien establecida para la carrera. Por supuesto, las posibilidades eranmínimas, aunque con el alto nivel de entrenamiento que los perros recibieron, habría para un granartículo si un novato quedaba en segundo o tercer lugar.

El camino pasaba por un parque y seguía una ruta de ciclismo otro poco. Rodearon elCampbell Airstrip y Lainey vio a un grupo de funcionarios de la carrera más adelante.

"Aquí es donde te bajas", le dijo a Strauss."Muy bien", respondió. "Te veré en Eagle River. Puedo volar con Don a lo largo la carrera,

 pero si no lo hago, definitivamente estaré en Nome cuando llegues allí".Cuando, no  si. Lainey rió. "Me encantará la compañía“ Ella ordenó a los perros que se

detuvieran. Obedecieron la orden, su entusiasmo inicial se suavizó con las millas que habíarecorrido.

Strauss saltó del trineo y tomó sus manos. "Gracias por el viaje. Fue estimulante"."Cuando quieras", dijo. Luego sacó el freno y ordenó a los perros que siguieran adelante,

sólo Rye estaba en su trineo detrás de ella.El resto del viaje fue tranquilo y fácil. Su equipo no superó a ningún otro, pero ya no

importaba el retraso de su desvío temprano. Eventualmente ella llegó a una larga colina, el caminoestaba atestado de gente que animaba. La VFW estaba enfrente, y parecía que era otro circo denoticias. Era poco después del mediodía, y ella tenía ganas de pasar una tarde celebrando con los

Fuller. El verdadero inicio de la Iditarod sería al siguiente día, y a partir de entonces, ella estaríasola con sus perros en la última gran carrera.

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CAPÍTULO VEINTISÉIS 

Si Lainey pensó que estaría dejando la civilización después de la reanudación de la carrera,fue desengañada de inmediato de la noción. Las multitudes aún seguían en Wasilla y Scotch lehabía dicho que ellos iban a estar en los senderos todo el camino hasta Knik y más allá. SegúnHowry, quien mantenía el oído pegado como un buen periodista debía hacer, estaban en alguna parte de quince a diecisiete mil aficionados de la carrera Iditarod, desperdigados por la ciudaddejándola sola. En este momento, Lainey estaba pasando lo peor de su ataque de nervios. Hizo casoomiso cuanto podía, concentrándose en sus perros y centrándose en los aficionados que se presentaron en busca de fotos y autógrafos. Cuándo las cosas se pusieron demasiadoclaustrofóbicas, se distrajo a un poco con el recuerdo del beso del adiós esta mañana de Scocth. Lacorredora veterana había retirado todas sus defensas, un presagio de la pasión por venir, cuandoambas llegaran a Nome, y Lainey se lamió los labios ante el recuerdo. Tal como había sido el día

antes, se necesitaban múltiples manejadores para mantener a sus perros en línea. Ellos gritaron yaullaron de emoción, los dieciséis de ellos listos para correr. Parecía que las veinte millas corridas eldía anterior, habían hecho muy poco para frenar su entusiasmo.

Una verificadora llegó hasta su trineo y ella abrió la bolsa de color amarillo brillante paramostrar sus artículos obligatorios. No sólo estaban los elementos habituales en su lugar, tambiénhabía un paquete de correo y material promocional que ella estaba obligada a entregar en Nome. Siella perdió algo de eso, sería descalificada de la carrera. Aparte de los artículos de primeranecesidad, tenía un poco más. Ella y Scotch habían enviado lo básico de sus trineos de carrera aKnik con los camiones de perros. Allí transferirían sus pertenencias antes de salir al desierto. Estaseran más resistentes y compactas con todo lo que lo podrían necesitar.

"Todo está ahí", dijo la verificadora. Hizo una marca en su portapapeles. "Que tenga una buena carrera."

"¡Gracias!" dijo Lainey, y la verificadora siguió la línea al siguiente corredor."Lainey"Se volvió y vio a Howry acercarse, con una amplia sonrisa en su rostro."¿Lista para viajar?" -preguntó, dándole un abrazo."Ya lo sabes" dijo ella, saludando a los traviesos de su equipo.Le tendió un sobre. "Scotch quería que yo te diera esto. Dijo que no lo leyeras hasta que

llegaras al límite".El deseo de rasgar el sobre era muy poderoso, pero Lainey se contuvo. Vio la letra clara de

Scotch en el frente y sonrió suavemente. "Gracias" dijo mientras lo metía de forma segura en su

 bolso personal.Howry movió los pies y le dio una mirada burlona. "Ben me ha estado insinuando cosas,

 preguntando acerca de ustedes dos. ¿Qué quieres que le diga?"Lainey suspiró, sabiendo que el tema sería inevitable después del banquete de corredores.

"Adelante, dile la verdad. No es como si no se hubiera dado cuenta a estas alturas. Él sólo quiereque lo confirmen".

"¿Estás segura?"  –  preguntó, fruncido el ceño. Él conocía a Strauss sólo a un nivel

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 profesional, y parecía preocupado de que pudiera hacerle las cosas más difíciles a Lainey."Estoy segura. Él es mi padrino de AA y mi amigo. Puede que no le guste que lo haya

manipulado en el principio, pero se acostumbrará a la idea".Howry dejó escapar un suspiro. "Si tú lo dices."Ella sonrió y le dio otro abrazo. "Yo lo digo".

Un altavoz anunció el próximo inicio oficial de la carrera, y Lainey se apartó del abrazo."Creo que ésa soy yo."Él se echó a reír. "Yo diría que sí. Vamos a llevar tu trineo a Knik para luego volar a Finger

Lake, así que nos veremos allí"."¿También irá Ben?" Lainey vio a un voluntario trotando hacia ella."Sip, Ben también.""Nos vemos luego", dijo, mientras sostenía las guías de su trineo. Su última visión de él fue

un gesto de saludo mientras el entrenador guiaba a los perros a su posición.La salida fue muy similar a la del día anterior. Una gran multitud reunida con prismáticos a

lo largo de las barreras a ambos lados del camino, muchos gritando su nombre y con cárteles deanimación. Sus perros, dieciséis fuertes ahora, estaban animados. Su perro salvaje, Jonas, apenas

tocaba el suelo mientras se encabritaba sobre sus cuatro patas. Incluso Bonaparte, con su hocicolevantado en el aire, movía la cola y trotaba con arrogancia pidiendo atención.

Lainey observó salir a los dos equipos en la parte delantera, cada vez sintiendo unaimpaciencia por salir a la pista mientras ella se vio obligada a esperar. Su equipo hizo eco de susentimiento, expresando su desaprobación con ladridos y aullidos. Luego oyó su nombre y sunúmero y fue conducida a su posición. Cuando el locutor llamó "¡Adelante!" ella ni siquiera tuvoque ordenarle a los perros. Traza y Sholo derribaron el mecanismo de frenado, contentos de estarlibres mientras corrían.

Una vez pasado el mecanismo de frenado designado, Lainey se internó en un caminocubierto de nieve. El camino era suave y fácil, sus perros iban a velocidad. Ella sabía que ellos no

 podían mantener este ritmo, pero al menos sostendrían a su competencia a raya por momento.Lainey espera totalmente que Scotch la alcanzara y la pasara durante el día.A lo largo, los aficionados ociosos estaban en la vereda. Varias barbacoas o parrillas

estaban en funcionamiento y Lainey olía las hamburguesas y los filetes que se cocinaban mientrasiba pasando. Ella nunca pensó que vería a un coro tan entusiasta sentado al lado de la carretera, ensillas de plástico de jardín, con la nieve de diez pies a sólo un poco más allá de ellos. Toda la escenaera surrealista mientras ella saludaba a los que la coreaban. Le recordaba a los desfiles que habíavisto en las ciudades más grandes, donde los lugareños acampaban en las aceras por la noche, paraasegurarse una buena vista de los carros alegóricos que pasaban.

Más adelante, el camino se inclinaba, y vio una señal amarilla de cruce de ferrocarril.Algunos voluntarios vagaban sobre las pistas con palas, listos para quitar la nieve entre los rieles del

tren a través de la carrera. Ella sonrió ante la locura y siguió avanzando.El público no se redujo mientras pasaban las millas. El equipo de Lainey desaceleró a un

ritmo normal, y ella se relajó con la sensación ya familiar de la carrera. Ella miraba correr a los perros, comprobando algún andar extraño que le indicara una posible lesión. Hacerlo era unasegunda naturaleza para ella, pero este sendero era uno fácil y ninguno de los perros parecía estarlastimados de un hombro o una pata.

Cuando estaba más cerca del mediodía, se sintió más calor. Con algo de cuidado, se quitó el

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unas buenas fotos una vez que las cosas se calmen, pero en este momento está demasiado agitado".Lainey aceleró la línea. En el trineo, ella desconectó la línea de banda y la cuerda principal,transfiriendo a su equipo al nuevo trineo. Con movimientos rápidos, movió sus enseres y revisó dosveces, comprobando todo lo que necesitaba para las próximas cincuenta millas más. Se quitó su pechera de corredor, y al guardó en el paquete promocional que llevaba, No tendría que usarla otra

vez hasta que ella dejara la seguridad de Nome.El sendero se alejaría de la civilización de aquí en adelante. En preparación, metió los botines de perro en sus bolsillos y se fue hasta la parte de atrás de la línea. Examinó a cada perro,comprobando sus patas por algún daño y reemplazando los botines perdidos en cada uno, y les dioun bocado de hígado de alce.

"Es hora de irnos", dijo."Buena suerte”, dijo Howry, y Ben asintió con la cabeza.Lainey saludó y saltó sobre el trineo tras los corredores. Tiró del gancho de la nieve, se

detuvo el tiempo suficiente para que revisaran oficialmente el trineo de Knik, sólo había estado allídurante doce minutos.

El sendero ascendía hasta una zona boscosa, y los árboles pronto escondieron el ambiente

de festejo en el lago. Su tensión disminuyó con la soledad, ahora sólo estaba consciente de cuánnerviosa la habían puesto las multitudes. Ella rió en voz alta, los oídos de los perros se agacharon alescucharla. Por supuesto que había estado preocupada. No hay nada como una novata comiendonieve en las noticias nacionales, ¿eh? Ella ya había salido del sendero tan fácilmente el día anterior.Lainey esperaba que su equipo se reivindicara a sí mismo de aquel pequeño giro equivocado ymantuviera el camino por las próximas mil millas.

Serpenteando a través de los árboles, resbalando sobre los estanques congelados, era unaforma de navegar suavemente. Varios equipos los pasaron, pero se consoló con la posibilidad deque iban a quemar sus velas ellos mismos y que los vería de nuevo, comiendo polvo. Sus perroshacían no muy buenos gestos con la boca a los equipos que pasaban, recibiendo lo mismo de sus

competidores.Lainey se orilló sobre el Río Susitna. Aquí notó las marcas ocasionales de los equipos de perros que se habían hecho a un lado. Siguiendo el ejemplo, hizo lo mismo. Tan pronto como sedetuvieron, sus perros disfrutaron del paseo ligero en la nieve, manteniendo la boca cerrada paraevitar el frío.

"El refrigerio, chicos", dijo ella, sacudiendo la bolsa de los peces. "Vamos a tener la cena enun par de horas. " Ella hizo una somera inspección mientras los alimentaba, hablándoles en voz bajaa los perros que estaban deseosos de demostrar su agradecimiento por el descanso y sus palabras.Muchos habían perdido sus botines en el sendero, y reemplazó los que les eran necesarios.

El sol empezaba a ponerse, y Lainey aprovechó la oportunidad para sacar la lámpara.Comprobó las baterías y la bombilla antes de colocarla por encima de su gorra de corredora, y se

aseguró que tuviera algunas baterías adicionales a la mano. Estaba empezando a enfriar, tanto, queella se puso su parka de nuevo. Cuando todo estuvo listo, ordenó: "Está bien, chicos. “Nos vamos".

Mientras seguían adelante, ella aprovechó la oportunidad de tomar un descanso y su propiamerienda. Sacó un pequeño termo de bebida Gatorade de su bolso personal, impaciente por probarsu tibio contenido. Una mezcla de concentrado y la receta especial de Scotch llenaron su estómago.La comida desapareció rápidamente y estaba asombrada de lo hambrienta que había estado, a pesarde saber que habían salido en el trineo después de la comida.

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  Zigzaguearon a lo largo del camino, primero por el río, después adentrándose en el bosque,rodearon un pantano, y regresaron al río. Tres corredores más la pasaron antes de que el sendero sehiciera demasiado estrecho para permitirlo. Cuando atravesaron los árboles, vio el próximo puestode control y sonrió. Sus perros aumentaron su paso a medida que se acercaban, y ella entró enYentna, sonriendo.

"Cuatro cincuenta y ocho de la tarde", dijo el verificador mientras le entregaba el portapapeles.Lainey se registró, notando que había caído hasta el undécimo lugar "¿Alguna noticia de

Scotch Fuller?", preguntó.

"No que yo sepa. Tendrán que pasar a la carpa para revisarlos. ¿Cuánto tiempo tequedarás?"

"Cerca de seis horas." Ella se inclinó sobre el manillar para abrir la bolsa de trineo ante laverificación de los enseres.

"Todo está bien." Él puso sus iniciales junto a la firma de ella. "Diríjase hacia allá. Elveterinario necesita realizar su revisión".

Lainey instó a sus perros hacia la carpa. Una mujer le hizo señas hacia un par deveterinarios esperándola.

"¿Cómo les va?" preguntó uno de ellos, mirando sobre el equipo, al momento en que sedetuvieron.

"Muy bien. No he notado que ninguno cojee o tenga problemas. Han llevaba mayormente botines a través de la nieve". Ella le extendió su libro veterinario, un pequeño bloc de notas contodo el papeleo de cada uno de sus perros.

"Perfecto" Los dos procedieron a examinar a cada de sus perros, inspeccionando susmuñecas y hombros, retirando los botines para comprobar sus patas.

"Todo está bien", dijo uno de ellos. Él escribió algo en su cuaderno y se lo devolvió. "Si tevas a quedar, estaciónate por allí. Tenemos paja, tendrás que sacar agua del estanque del río".

"Gracias."Lainey pasó la siguiente media hora haciendo una inspección completa de sus perros ella

misma, los acostó en la paja, y los cubrió con un par de mantas. Tan pronto como estuvierondescansando, ella recuperó un depósito con llantitas de su trineo y se fue al río a buscar agua.

El estanque estaba adornado con pedazos de hielo flotando en el agua. Laineycuidadosamente utilizó el cubo colgado de un trípode sobre el estanque para llenar sus vasijas. Nohabía de qué preocuparse por caerse, mientras los lados indicaban un buen par de metros de hielo por debajo de los pies de nieve en el río. Ella no quería a salpicarse, sin embargo, y tomó uncuidado especial para mantenerse seca.

Lainey arrastró su agua de regreso a sus perros, su mini-trineo recibió una mirada envidiosa

de un compañero novato de Minnesota, quien llevaba sus cubos en la mano. Ella pensó en unsilencioso gracias a Scotch y su detallado bloc de notas, una copia del mismo estaba guardado en el bolsillo del chaleco de Lainey. Lainey tenía el beneficio de un entrenador con experiencia en quienconfiar.

De vuelta a su trineo, acomodó sus dos parrillas y empezó a hervir agua. Algunoscorredores sólo cargaban una, no queriendo el peso. Pero Scotch era de la opinión de que el peso enúltima instancia no contaba para nada si no eras capaz de cuidar a los perros. Mediante el uso de dos parrillas, Lainey cortaba el tiempo de cocción a la mitad, la daba la oportunidad de darle de comer a

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sus perros, y conseguir pasar a través de las tareas de control más rápido, permitiéndole así mástiempo para descansar. Los perros eran los atletas, tenían que estar bien atendidos a través de lacarrera. Los corredores, por otro lado, rara vez dormían más de un par de horas en un día, mientrastrabajaban para mantener a sus equipos felices y saludables.

Ella vertió una medida de carne y grasa en una olla, y echó un poco de pastel de carne y

 patatas fritas en la otra. Mientras esperaba la comida, ella se sumió en leer su cuaderno y hojeósobre la información.Según las notas de Scotch, Lainey estaba un poco más lenta que las carreras anteriores de

Scotch a Yentna. Eso era de esperarse, realmente, ya que el equipo de Lainey era oficialmente lasegunda cadena. Una gran parte de sus perros habían estado en la carrera Iditarod con ella, peromientras que Scotch intentaba mantener un equipo de carreras profesional, ella había conseguido losmejores perros en la perrera.

Lainey tomó nota del tiempo de viaje entre Yentna y Finger Lake, su siguiente lugar dedescanso programado, comprometiéndose a recordarlo antes de pasar las páginas. Un escalofríorecorrió su espalda al ver en palabras mayúsculas "Pesada población de alces". No quería que serepitiera lo que había ocurrido en noviembre. Sus ojos se movieron más allá de la advertencia y ella

leyó sobre lo que podía esperar en el camino.Cuando la cena estuvo terminada, agregó comida seca a la mezcla y se fue hasta la línea,

dejando caer los platos de plástico para alimentos y llenándolos. Su equipo despertó de su siesta para buscar ansiosamente la ofrenda. Lainey volvió a los fogones, sacando su cena de la segundaolla, y añadió el agua hirviendo a las sobras en la olla de los perros. Una vez más regresó a la línea,dándole a los perros otro bocado carnoso, hablándoles, y el tratándolos con afecto mientras se iba.

Con un suspiro, se encontró con un claro limpio de nieve, sin querer hacer la caminata hastael final del estanque en el río. Ella apiló en su pequeño trineo y empezó otra olla de agua para los perros. Sólo entonces se sentó en la cama de su trineo a comer su pastel de carne, y a beber loúltimo de su Gatorade. Lainey examinó su reloj, viendo que había pasado una hora desde su

llegada. Scotch sin duda estaría allí pronto. Por mucho que quería disfrutar de una siesta al igualque su equipo, todavía tenía un par de cosas que hacer. Se esforzó por ponerse de pie,agradablemente llena, con menos frío debido a la comida, y recuperó los ahora cuencos vacíos. Otra bolsa de carne y un cuarto de libra de grasa fueron puestos en el fogón de perro, y ella revisó la otraolla con agua en la de ella. Cuando ambos estaban listos, se llevó los productos terminados y losvertió en las dos hieleras en el trineo. En una, agregó la comida seca y los suplementos vitamínicos,una comida preparada para una breve parada en el camino. En la otra, depositó cinco de sus paquetes de jugo, ahora congelados por el frío. Cuando saliera por el sendero, estaríandescongelados lo suficiente para hidratarse a sí misma.

Las tareas finalmente terminaron, ella se debatió en donde dormir. Sus perros estabanacurrucados juntos, aún en sus líneas de remolque, aunque ella había aflojado las cuerdas de sus

cuellos en los arneses para hacerlos más cómodo. Siguiendo el ejemplo de ellos, se acomodó en el bolso de su trineo, una vez más. Scotch llegaría pronto. Lainey sólo tenía que esperar aquí a que ellallegara.

 Nunca supo exactamente cuando cayó en un profundo sueño.

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CAPÍTULO VEINTISIETE 

"Hey, novata"Lainey gruñó cuando alguien le dio un codazo a su trineo. Fue arrastrada a su conciencia,

escudriñando la oscuridad.Scotch le sonrió.Todavía aturdida, Lainey le devolvió la sonrisa y se obligó a sentarse. Después de un

amplio bostezo, miró a su alrededor a la acordonada zona de corredores. "¿Qué hora es? ¿Cuándoentraste?"

"Llegué aquí sobre las seis y cuarto. Son casi las diez ahora. Scotch estaba en cuclillas en lanieve al lado de ella. "Vi la hora en que llegaste cuando entré aquí. Deberás salir en una hora más omenos, ¿no es así?"

Lainey frotó sus ojos, sorprendida de haber estado fuera durante tanto tiempo teniendo en

cuenta el clima frío. "Sí, entrenadora", dijo ella, sacando sus piernas sobre el borde del trineo."Tengo que conseguir más agua".

"Yo también." Scotch se puso de pie y tomó la mano de Lainey, ayudándola a levantarse."Voy contigo."

Volcando el trineo con ruedas hacia la nieve, Lainey agarró sus ollas y caminó con Scotch.Se detuvieron más adelante, ante el equipo de Scotch para que pudiera agarrar los mismos enseres.Se encaminaron a través de la nieve en dirección al río.

Ahora completamente despierta, Lainey miró a su alrededor al puesto de control. Muchosde los corredores habían decidido tomar un descanso aquí. No todos, sin embargo. Ella especulabasobre quienes habían salido temprano. ¿Estaban conduciendo a sus perros más duramente que ella?

¿O eran simplemente los predecesores, que habían llegado antes que ella, y que ya se habían ido?"¿Y, cómo te fue?" preguntó Scotch mientras se acercaron a estanque de agua."Nada mal. Todavía no puedo lograr que Heldig mantenga sus botines. No sé lo que hace,

 pero vuelan tan pronto como estamos en el camino". Ella sonrió ante la risa de Scotch."Eso no es nada nuevo. Sólo asegúrate de que mantenga la pomada en sus patas"."Lo haré." Lainey tomó la mano de Scotch y la atrajo hacia sí hasta que ambas se rozaron

mientras caminaban. "Te he extrañado".Scotch le apretó la mano. "Yo también te he extrañado." Ella estiró el cuello alrededor, en

 búsqueda de testigos antes de darle a Lainey un rápido beso.Continuaron y Scotch se acercó al agua, a la espera de Lainey quien hizo lo mismo.

Mientras hicieron el viaje de regreso, Lainey preguntó:"¿Cómo te ha ido en el viaje?"

"No está mal. Me encontré con un alce mamá a diez millas de aquí, pero ella estaba más preocupada por su seguridad que por desafiar a los perros".

Lainey hizo una mueca. "Me alegro de que no tuvieras problemas con ella""Yo también. No quiero sufrir un incidente como Susan Butcher", dijo Scotch, en referencia

a la carrera Iditarod de 1985 donde una corredora tuvo que empezar de cero a principios de lacarrera, porque un alce enfurecido había atacado su equipo. Aquella vez, ella había sido consideradauna ganadora potencial de la carrera de ese año y, como estaba todo, otra mujer ganó su lugar -

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Libby Riddles, la primera mujer en ganar la Iditarod."Nadie lo quiere."De vuelta en el área de corredores, Scotch se detuvo ante su equipo. "Aquí es donde yo

acabo."Sonriendo, Lainey dijo, "Oh, creo que tú tendrás que acabar  en otro lugar. En Nome, si las

cosas salen según lo planeado." Ella se rió del rubor de Scotch. "¿Te veré al otro lado de FingerLake?""Sip. Tres millas más allá. Voy a estar allí."Incapaz de evitarlo, Lainey le dio a Scotch un largo abrazo, sin importarle si alguien más las

veía. Scotch le devolvió el abrazo y después se separaron. Renuente, Lainey tomó sus ollas de agua bajando hacia la línea de sus perros.

Una vez más dispuso el agua en ebullición. Otra comida para ella y otra para su equipo pronto estaban burbujeando. Sus perros dormían, estaban entrenados para tomar un descansocuando podían conseguirlo, y ella los miró con cariño.

Cuando el guiso de perros estuvo listo, ella distribuyó sus platos, despertando suavemente acada animal con palabras y caricias. Ella usó la comida de la hielera y transfirió la comida recién

hecha después. Otra vez hizo dos viajes, usando el agua tibia de su hielera para los perros. Ellacomió su bocadillo de medianoche, pollo con arroz, brócoli y zanahorias mezclados y se utilizó una parte del agua recién hervida para preparar su café instantáneo en su termo. El resto lo puso en suhielera con los paquetes de jugo.

Su equipo estaba alimentado y juguetón, las orejas levantadas y los ojos brillantes, una buena señal. Lainey se puso un par de guantes quirúrgicos para cubrir palmas de sus manos ycombatir el clima frío. Ella aplicó el ungüento a las patas de los perros, todas y cada una de lassesenta y cuatro, masajeando las yemas y las muñecas, comprobando que no hubiera cortes yabrasiones, en busca de algún dolor en los hombros y las caderas. Ninguna indicación de lesión fueencontrada para cuando terminó con sus peros guías, y ella asintió para sus adentros, satisfecha.

Dormir en el frío la había puesto rígida, y ella hizo una mueca cuando se puso en pie denuevo. Lainey se retiró los guantes quirúrgicos y recogió los platos de perros, empacando todo en sutrineo, o en una bolsa de basura. Afortunadamente, Strauss le había dado el abrigo en el banquete delos corredores - Irish había tenido tiempo para adaptarlo con un calentador de manos antes de lacarrera comenzara, y Lainey metió una en el bolsillo al lado de sus adoloridas costillas.

Recogió el siempre presente popó de perro en su bolsa de basura, empacó el resto de sus pertenencias, y encontró un lugar para volcar la basura. Entonces buscó entre sus bocadillos yrellenó su bolso personal junto al manillar. Una vez que todo estuvo completado, sacó un reloj fuerade su bolsillo y tomó nota de la hora. Sus seis horas estaban casi completas. Era hora de volver alsendero.

Lainey hizo otra revisión a su equipo, poniendo botines a todos los perros, incluso a Heldig

el Notoriamente descalzo. El husky tradicional le lamió la cara, sonriéndole como si le dijera: '¿Porqué molestarse?´

“Inténtalo, Heldig. Mantenlos una media hora, eso es todo lo que pido". Lainey le dio al perro un abrazo.

Se subió al trineo y le dio a su equipo instrucciones con voz tranquila a fin de no perturbar alos otros corredores que dormitaban cerca. A medida que pasaban la posición de Scotch, ella saludócon un gesto de la mano y Scotch le lanzó un beso en su dirección. Luciendo una sonrisa tonta,

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Lainey llegó al puesto de control."¿Eres de fuera, entonces?""Sip. Soy Lainey Hughes. Vengo de undécima".La verificadora, una mujer mayor con ojos enrojecidos, anotó su nombre y su tiempo. "Está

 bien. Deberás salir en... exactamente a las 23:00".

"¿Cuándo fue la última salida?" preguntó Lainey.La Sra. recorrió las horas anotadas. "Parece que David Creavey salió volando a través del punto de control hace tres horas".

"Gracias." Dirigiéndose a sus perros, Lainey llamó en voz baja,"¿Listos? Vamos."Mientras se dirigían fuera del punto de control, la oscuridad descendió. Lainey encendió la

lámpara en su gorra. Su equipo corría fácilmente, el descanso les había hecho bien. Estabainquietantemente silencioso mientras viajaban, sólo se oían el rumor de la nieve y el jadeo de sus perros mientras corrían. Sobre ellos, el cielo estaba oscuro, nubes dispersas tapaban la luz vívida delas estrellas a las que se había acostumbrado aquí entre los arbustos.

Un sendero marcado quedó a la vista más adelante, y ella ordenó a los perros moverse a la

izquierda para seguirlo. Se internaron en un bosque lleno de abetos, el camino ancho y liso. A pesarde la aparente facilidad, Lainey mantuvo su atención en los árboles que iban pasando, no quería queuna rama la golpeara sacándola de su trineo. Los perros estaban llenos de energía y animados. Siella se cayera, podían muy bien llegar al siguiente punto de control sin ella. No le gustaría tener unacaminata de treinta millas a Skwentna.

Las colinas eran leves, pero Lainey se tomó su tiempo para recorrerlas. Necesitaba elejercicio para mantenerse despierta, y eso facilitaba la carga de su equipo si ellos no tenían quearrastrar su peso, así como los implementos que llenaban su trineo. Luego se deslizaron hacia abajoen el río, en una carrera fácil.

Parece muy poco tiempo antes de ver las luces por delante. El puesto de control deSkwentna se cernía en la oscuridad, y dirigió a su equipo ante las luces de bienvenida. Entró al fin,corriendo a través del inevitable trineo veterinario de control, y guió a su equipo a donde lasentregas de los alimentos estaban almacenadas. No había entregas en Finger Lake. Tendrían parallevar todo lo que necesitaban por las próximas setenta y cinco millas hasta Rainy Pass. Entre elFinger Lake y Rainy Pass estaba el traicionero Happy River Valley por atravesar y ellos tenían queestar preparados por daños al trineo y comida y enseres adicionales para el equipo.

Lainey encontró sus tres bolsas, los código de color indicaban su nombre en ellas. Ella lossacó de la zona de almacenamiento y los llevó al trineo antes de instar a su equipo un poco más allá.Tan pronto como los detuvo, ella se bajó a la línea con una bolsa con pescado blanco, dándolescomo bocadillos.

Una vez que estuvieron ocupados con sus golosinas, regresó a las bolsas y las cortó

abriéndolas con su Leatherman (herramienta multi-usos). Ella abrió su bolsa de trineo, y comenzóun rápido inventario, mirando con cuidado por encima de sus notas. Todo había sido enviado y parecía estar en buena forma. Comparando con lo que Scotch había sugerido y lo que ya tenía,Lainey transfirió los equipos y los alimentos a su trineo.

Ella tomó nota con satisfacción de que tenía algo de comida extra de perro. Parando ante un banderillero voluntario, Lainey pidió la ubicación de la zona de donación. Ella haría la entregaadicional allí para otros corredores que podrían tener necesidad debido a accidentes, una mala planificación o alimentos no entregados. Si nadie los reclamaba, serían donados a la población

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local.Cuando ella quedó satisfecha, regresó al puesto de control y firmó su salida. Veintidós

minutos. No tan buenos como el tiempo de Scotch, pero Lainey se sintió complacida por su tiempode llegada y salida. No está mal para un novato. Su notas le advirtieron de precaución al salir deSkwentna. No pasó mucho tiempo para que Lainey viera el por qué. El área tenía una pesada

 población de perros de carrera, y docenas de senderos se cruzaban entre ella. Afortunadamente, unavez que llegó al río, los laberintos de senderos disminuyeron y el equipo viajó con facilidad,devorando los kilómetros.

Lainey bostezó. "No es bueno", dijo en voz alta. El recorrido del río era largo y aburrido, y parecía no terminar nunca. A unas cuarenta millas del puesto de control el sendero se suponía quese dirigía a las colinas a través de abetos y alisos. Ella tendría que mantenerse despierta, o corría elriesgo de pasarse el camino. Recuperando su termo, bebió directamente de la boquilla en la partesuperior, en lugar de intentar servirse una taza. El café instantáneo era fuerte y relativamentecaliente, su sabor amargo hizo que sus ojos se ampliaran.

"¡Whaoo! ¡Eso debería hacerlo!" exclamó. Sus perros continuaron valientemente, las orejasechadas hacia atrás retorciéndose cuando ella hablaba. Ella tapó el termo y lo alejó, imaginando la

sensación de la cafeína correr por su torrente sanguíneo.En lo alto, las nubes espesas. A medida que el equipo se deslizaba sin esfuerzo sobre el río,

una nieve suave comenzó a caer. Los copos de nieve golpearon la brillante luz de la lámpara en sucabeza, el frenesí parecía más fuerte de lo que realmente era debido a la velocidad de los perros. Lavista la estaba distrayendo, y finalmente Lainey apagó la lámpara para evitar inmutarse de las cosaslanzadas hacia su rostro. Tan pronto como sus ojos se adaptaron, se dio cuenta de loverdaderamente claro que estaba con toda la blancura que la rodeaba. La nevada regresó a suapariencia normal, su única indicación de su existencia eran las plumillas que golpearon su nariz ymejillas.

Mientras que la nieve no se pusiera peor, los temores de Lainey de una tormenta de nieve de

Lainey no tenían fundamento. Además, alguien tendría que haberle advertido en el último punto decontrol si el tiempo se convertiría en algo horrendamente malo.Ella se detuvo y les dio un bocadillo a los perros una vez que llegaron al río, pasando

rápidamente sobre sus pies y sustituyendo los botines antes de salir de nuevo. Demasiadasinterrupciones durante demasiado tiempo podrían interrumpir su horario de carrera /descanso.Mientras que algunos retrasos eran de esperar, si Lainey los podía mantener más estrechamente ensu itinerario previsto, era lo mejor. Mientras ellos corrían, ella terminó su café y un bocadillo conuna rebanada de pan de plátano que había puesto en un bolsillo interior para descongelarlo con elcalor de su cuerpo.

Pensando que había visto un sendero marcado adelante, Lainey volvió a encender lalámpara en su gorra de nuevo. Allí estaba, el sendero que conducía a las colinas bajas. La nieve

seguía su lenta caída implacable. Se preguntó cuánto tiempo habría estado cayendo en esta zona."Sholo, Traza, haw (a la izquierda)".Sus líderes tomaron el camino que se alejaba del río y entraron al camino de árboles.

Redujeron la velocidad un poco ya que comenzó la pendiente. Lainey había estado horas de pie enla carrera. Ella comenzó a ver por qué algunos corredores tenían adjuntos taburetes plegables a sustrineos. Ellos, por lo menos, estarían más cómodos a través de la carrera. Decidió bajarse por un poco de ejercicio.

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  La nieve era puro polvo aquí y Lainey se hundió hasta los tobillos. Más adelante, el caminoestaba bien marcado, dando la apariencia de ser sólido. Mientras trotaba detrás de su trineo, se diocuenta de su error. Tenía que haber estado nevando en esta área desde hace algún tiempo, dejandocaer cerca de un pie de nieve en el sendero bien marcado. No era de extrañar que su equipoestuviera desacelerando.

Ellos continuaron, corriendo sobre las bajas colinas y aún así se movían constantementehacia arriba. Mientras lo hacían, la nieve descargada creció más profunda hasta que Sholo y Trazaestaban caminaban más que corrían. Lainey maldijo y ordenó un alto, asegurándose de anclar eltrineo para que no se deslizara regresando por el camino en que habían llegado.

 No había ningún lugar para salir fuera de la pista aquí, así que sabía que no podía tomar unlargo descanso. No tenía idea de cuando el corredor detrás de ella había dejado el último puesto decontrol. Por lo que sabía, él o ella estaría justo pisándole los talones. No era el momento de darles bocadillos a los perros, pero ella decidió hacerlo de todos modos. Ellos necesitaban la energía extray el estímulo para lograr las pocas millas hasta Finger Lake.

En su trineo, ella se quitó sus zapatos de nieve y los sacudió antes de subir a la línea del

grupo con los bocadillos. Cada perro recibió su atención pródiga y palabras de agradecimiento antesde que finalmente llegara a sus líderes. Sholo parecía un poco intimidado. No era de extrañar. Élnunca había estado en la Iditarod antes y no sabía qué esperar. Su experiencia era con carreras demediana duración. Lainey le dio un montón de arrumacos, preguntándose si debería cambiarlo de posición. Montana, cuya experiencia era la misma que la de Sholo, parecía con ganas y dispuesta.

"Creo que necesitas un descanso, muchacho", le dijo a Sholo. "Has hecho un gran trabajo.Buen perro, buen chico." Ella le dio un trozo extra de pescado, y lo separó de la línea de banda.“¿Qué te parece, eh? ¿Te doy un descanso?" Lainey jaló a Sholo hacia otro lugar. En unosmomentos, llevó a Montana al frente. Cuando el cambio terminó, ella dio a Sholo otro rocecariñoso, por lo que él sabía que su desplazamiento no había sido a causa de algo que él habíahecho. No estaba segura de si los perros entendían ese tipo de cosas, pero si lo hicieran...

Lainey regresó trotando hasta su trineo, pero sin meterse en él. Quitó el gancho de la nievey ordenó a los perros seguir adelante. La sangre nueva en la parte delantera de la línea aceleró un poco las cosas, pero todavía se movían a un paso. Lainey se movió más allá de los perros,animándolos hasta que llegó al frente de la línea. Allí ella agarró la línea y comenzó a romper elsendero ella misma. Era un arduo trabajo, y ella tuvo que detenerse para retirarse su parka (abrigo)o corría el riesgo de la sudar demasiado. El sudor manchaba la ropa que rápidamente se congelabaen estas temperaturas, y era una constante amenaza de hipotermia. La ropa extra que le habían dadolos Fuller, todo un concepto que no concordaba con su experiencia oriental y tropical. Siguieronadelante, parecía que avanzaban. Con el tiempo, pasaron a través de los árboles y Lainey miró unlago congelado. La nieve había dejado de caer, mejor, pero todavía permanecía profunda y suelta.

"¡Pasando!", gritó alguien.Sobresaltada, Lainey miró alrededor para ver una cabeza con una lámpara que brillaba a

unos cien pies de distancia. Su equipo, cansado de sus esfuerzos, apenas hicieron un alborotocuando ella los dirigió hacia un lado ahora que el sendero se había ampliado. Cuando hubo espacio,el musher (corredor) pasó junto con sus perros un poco más alerta que los de ella. Ella se preguntócuánto tiempo había estado él allí beneficiándose de sus luchas, y no podía dejar de sentirse un pocoresentida.

El musher pasó y se detuvo justo enfrente de su equipo. Bajó de su trineo y caminó hacia

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ella. Ella lo reconoció. Él era Drew Owens, un veterano que había completado la carrera Iditarodcuatro veces.

"¿Cómo estás?", preguntó él."No está mal. Cansada.""Sip. El sendero aquí puede ser bastante malo algunos días. Desde que rompiste el sendero

 para entrar por allí, pensé que yo debería hacer lo mismo por ti a través del lago hasta el próximo puesto de control. Es lo justo."La sorpresa tiñó su agotamiento. "Eso suena muy bien. Gracias".Él sonrió, frotando su helada barba. "De nada".Mientras él hacía sus preparativos para romper el sendero, ella aprovechó la oportunidad

 para tratar a sus perros. Las patas desnudas de Heldig habían alojado pequeñas bolas de nieve yhielo bajo los dedos de los pies, y ella los apartó cuidadosamente antes de aplicar la pomada y otroconjunto de botines.

"¡Ey! ¿Por qué estás bloqueando el sendero?"Lainey se puso de pie para ver al irritado recién llegado llegar a su lado. "Nosotros tenemos

que romper el sendero en Finger Lake. Drew va a tomar la delantera".

El musher contrariado pareció momentáneamente perplejo antes de sacudir sus hombros."Oh. Supongo que venía detrás de ti y no me di cuenta de lo mal que estaba".

"Está muy mal " Lainey empacó sus cosas, pero volvió a la cabeza de su equipo.Independientemente de que los dos mushers iban a la cabeza, la nieve aún estaba algo floja, y ella planeó caminar el resto del camino hasta el siguiente puesto de control. Delante de ella, Owenscomenzó una caminata hacia las luces visibles en la distancia, seguido por el recién llegado. Laineytiró de sus perros de nuevo dentro del sendero.

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estaba salpicado de pequeños aviones equipados con esquís en lugar de tren de aterrizaje. La fiestacomo la atmosfera, combinada con las idas y venidas de los periodistas y los aficionados a lascarreras podían ser un perjuicio para el descanso que ella y su equipo necesitaban.

El sendero de Finger Lake era sinuoso, por toda la orilla del River Skwentna. Desde que lasiguiente etapa podría hacer o romper su equipo, Lainey esperó hasta que estuvieron fuera de la

vista y el sonido de los fiesteros, antes de que ella se alejara del camino. Scotch podría llegar pronto, y ellas podrían tomar éste descanso juntas.Ella le dio a sus perros un bocadillo mientras retiraba sus botines, los frotaba con la pomada

en sus patas, y hacía el resto de sus tareas. De nuevo encendió los dos fogones, usando la nievederretida para preparar la próxima comida. Por ahora, ella alimentaba al equipo de su hielera másfresca y usaba la suya como segunda opción.

Ya que no había paja aquí, Lainey rebuscó en su bolso de trineo y sacó mantas para sus perros. Para cuando ella recogió sus platos, ellos ya estaban acurrucados en sus mantas y a preparados para dormir. Lainey bostezó, una ola de somnolencia fluyó sobre ella, pero se obligó denuevo a volver a sus tareas. Para cuando terminó de comer su desayuno - dos rebanadas de pizza,envueltas en papel de aluminio y calentadas en la tapa de su olla de cocina- otra comida de perro

estaba en su hielera. Vació dos de sus paquetes de jugo para rehidratar, dejando caer las botellas deGatorade medio llenas en su hielera.

Mientras trabajaba, especuló sobre cómo iba progresando la carrera. Había llegado al treintay cinco de setenta y seis, y Owens se había ido inmediatamente después de su revisión veterinaria.El otro musher había permanecido en Finger Lake. Eso significaba que en su último período dedescanso, por lo menos veinte mushers habían pasado por la estación Yentna mientras ella tomabaun descanso. Scotch había comenzado la carrera una hora y treinta y seis minutos por detrás de ellay ahora estaba a una hora de nuevo, tal vez menos. Lainey examinó su reloj y tomó nota del tiempo. No pasaría mucho antes de que Scotch llegara, a ese ritmo.

Ella trató de no sentirse desanimada por caer en la clasificación. La verdad era que

realmente no importaba quien estuviera en donde, a menos que estuviera enfrente, e incluso que lamembresía cambiaría conforme pasaban los días. Era una cosa rara que el primer musher llegara al punto medio en el punto de control de Cripple para de repente llegar en primer lugar a Nome. Paracuando pasó el tiempo, Lainey alcanzó Cripple, los mushers se instalaron en la parte delantera,media o posterior del paquete por el resto de la carrera. A partir de ahora, los accidentes podíansuceder –  los engranajes podían romperse irremplazablemente, la tos podría enfermar a los perros, yla Madre Naturaleza podría intervenir para hacer que incluso la más robusta de las almas cayera.Ella se recordó que a pesar de que estuviera retrocediendo, su objetivo no era ganar sino completarla carrera.

Mientras Lainey comía, tres mushers más pasaron, asintiendo o saludando al pasar.Veteranos todos, ella se preguntó si habrían descansado en Finger Lake o evitarían las multitudes

como ella. Ella había empacado en papel de aluminio su desayuno, bebido otra bebida de frutas ydevorado un pedazo de pastel de zanahoria. Luego sacó su saco de dormir del trineo. Tenía cerca decuatro horas para la siesta antes de tener a los perros listos para seguir.

Otra musher pasó antes de que Lainey se metiera en su saco de dormir. Ella sonrió en bienvenida cuando Scotch pasó por delante y se ubicó frente a ella. Renunciando a su siesta, Laineyse acercó a la línea para saludar a su amiga. 

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hora antes de despertar a sus perros. Lainey retrasaría su tiempo para ponerlos juntos para lo peor delas próximas treinta millas. Ella regresó a su trineo, y comenzó el proceso de empacar el engranajeque no necesitaría para el resto del descanso.

Finalmente otro reloj sonó en reclamo y Lainey sonrió escuchó las maldiciones del trineofrente a ella. Era bueno saber que no era la única que comenzara a cansarse desde el segundo día de

la carrera. Encendió las parrillas de mucho mejor humor cuando Scotch se alejó a prestar atención asu vejiga. Para cuando su amiga había vuelto, el café ya estaba preparado en el termo de Lainey einició el proceso de despertar a sus perros.

Ellas trabajaron de forma independiente, su silencio puntualizado por la alabanza expresadaa sus equipos y los ladridos ocasionales de los perros. Cuando otro equipo las pasó, la mitad de los perros de Lainey alzaron la voz, no sólo sus ladridos habituales provocadores, ansiosos por volver ala pista. El equipo de Scotch se hizo eco del mismo sentimiento.

Una vez que estuvieron listas, Scotch se acercó a Lainey. Sus ojos estaban un pocoenrojecidos, pero ella parecía tan entusiasta como los perros. "¿Ya estás casi lista?"

"Sip" dijo Lainey, cerrando su bolso de trineo. "¿Y tú?"“Como siempre". 

Lainey movió sus cejas sugestivamente. "Eso he oído de ti."Ella fingió indignación. "¿Quién ha estado hablando?""Tus perros."Scotch rió. "Bueno, al menos no soy la única".Lainey hizo una mueca y miró hacia la línea de su equipo. "Traidores".Volviendo a los negocios, Scotch comentó, "Bien. ¿Te acuerdas de lo que se dijo en la

reunión de los musher´s sobre Rainy Pass?""Descenso empinado, dos curvas.""Sí. No habrá interrupción hasta llegar al fondo, así que agárrate fuerte. Pon atención a los

marcadores en el sendero para que no vayas a perderte en las curvas".

Lainey sintió un escalofrío de temor. Si ella podía pasar el día siguiente más o menos bien,el resto de la carrera iba a ser una caminata fácil. Ella asintió en comprensión, preguntándose si sus perros habrían descansado lo suficiente. Si ellos no pudieran correr tan rápido como el trineo, podrían salir heridos. Scotch seguía hablando, y ella se obligó a regresar a la realidad.

"Es como el zigzag de vuelta a casa, sólo que con una pendiente más pronunciada. La mitadde tu equipo ya está listo hasta ahora, y los demás están por lo menos disponibles para los girosrepentinos. Recuerda que debes pararte en un lado o en el otro para distribuir el peso en las vueltas.Scotch se interrumpió con una sonrisa. “Y no te preocupes. Tienes un gran equipo, y eres una granmusher. Esperaré en la base por ti."

Con el espíritu un poco más fortalecido, Lainey cuadró los hombros. "Sólo salte del senderocuando lo hagas, ¿de acuerdo?"

Scotch sonrió y dio un paso adelante para otro abrazo. "Para la suerte".Lainey la abrazó con fuerza, pensando de repente que había cometido un error al entrar en

ésta carrera de trineos tirados por perros."Nome o nada"La confianza que Scotch sentía por ella se filtró a través de su inquietud. Tenían una cita en

 Nome, y Lainey pretendía llegar por sus propios medios y no en un avión. "Nome o nada."

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CAPÍTULO VEINTINUEVE 

El sendero se diversificaba en curvas por ambos lados mientras subía. A pesar de las fuertesnevadas reportadas en la zona y los varios mushers que iban delante de ellos, el camino era irregulardebido a las raíces del árbol y los atascos que amenazaban con alterar el movimiento de los trineos.Abarrotado de madera y cepillo, Lainey se agachó varias veces para mantenerse lejos de las barredoras de nieve. Cintas amarillas anunciando precaución revoloteaban en todas partes, señal de peligros que fueron marcados en los senderos por el Comité de la Iditarod. A pesar de tratar delabrarse un camino digno en todo este desastre, el trineo de Lainey resistió y traqueteaba al avanzar,las vibraciones en sus palmas de las manos le provocaban un hormigueo desagradable.

Su equipo iba bien descansado, mantuvieron buena velocidad mientras seguían el trineo deScotch hacia arriba, más y más. Atravesaron los árboles, avanzando y elevándose por el sendero decinco mil crestas. La escena era espectacular, y Lainey contempló con profunda admiración la

naturaleza antes de que el bosque bloqueara su visión. Se obligó a poner atención de nuevo a la pista. No había tiempo para curiosear, no si quería llegar a través de este tramo del viaje en una sola pieza.

Más adelante, Scotch detuvo sus perros, levantando la mano para señalar a Lainey quehiciera lo mismo. Tragando saliva, Lainey ordenó a su equipo que se detuviera. Sus ojos se abrieroncon asombro cuando un extraño apareció de entre los árboles para hablar con Scotch. ¿Quiéndiablos era ése? Estaban a diez millas de Finger Lake, y la chaqueta del hombre se mirabademasiado nueva y limpia para ser de un musher.

Scotch cruzó unas palabras con él y le estrechó la mano. Él se inclinó un par de vecesmientras hablaban. Ella sujetó sus cuerdas de la línea y caminó de vuelta por el sendero, el hombre

regresó a los árboles."¿Quién era ése?" Preguntó Lainey."Un periodista japonés. Dijo que su nombre era Tatsuya algo", respondió Scotch. "Él tiene

algunos de sus colegas en el otro lado del cañón grabando a los mushers a medida que avanzan porese lado".

"Genial", dijo Lainey, con tono sarcástico. "Así que cuando ruede por el cañón, todos enJapón tendrá una carcajada como la de los 'Videos más divertidos de América´.

Scotch sonrió. “Tú no vas a rodar. Dijo que se han presentado un par de sustos, pero los bordes de los acantilados están bien marcados. ¿Estás lista?"

 No le gustaba la idea de los bordes del acantilado, sin embargo, Lainey asintió. "Sí. Vamosa terminar con esto antes de que me desmaye de terror".

"Vas a estar bien." Scotch le apretó un hombro, su mirada intensa fija en Lainey. "Vamos a bajar hasta el cañón y terminaremos en menos de tres minutos. No tendrá tiempo para estar asustadaantes de que todo haya acabado".

Lainey dejó escapar un suspiro. "Vamos a hacerlo".Scotch la miró un momento más, midiendo las emociones de Lainey. Lainey levantó su

 barbilla y le dirigió una mirada tranquila a su vez. Scotch sonrió y le soltó el hombro, regresandocon su equipo.

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  Cuando Scotch le dio la espalda, Lainey trató de no hiperventilar. Se mordisqueó su labioinferior, mirando con nerviosismo a los perros. Parecían ajenos a su angustia, con las colas enconstante movimiento, mientras esperaban sus órdenes. Lainey se movió hacia abajo y se dispuso atirar de su gancho de nieve, sabiendo que tenía que guardarlo de forma segura. Si el sendero haciaabajo era tan áspero como el camino hacia arriba, ella no necesitaría ese fuerte instrumento

 puntiagudo rebotando.Más adelante, Scotch liberó su línea de aire y el gancho. Lainey oyó claramente su vozcuando ella ordenó a los perros seguir adelante. Ellos viajaron a no más de diez metros antes dedesaparecer en la cresta.

Con manos temblorosas, Lainey apartó su mirada, queriendo darle a Scotch un minuto antesde continuar. Cuando escuchó un clic más allá del punto de no retorno, ella se obligó a liberar elgancho de nieve. "Listo. ¡Vamos!" ordenó con más valor de lo que creía posible. Sholo y Traza, queestaba de vuelta en el liderato después de su período de descanso, se lanzaron hacia delante.

Cuando llegaron al lugar donde Scotch había desaparecido, los perros se abalanzaron haciaabajo en el sendero. El estómago de Lainey se apretó con el cambio repentino de altitud y ellasostuvo sus manillares aferrándose fuertemente. Su equipo corrió a toda velocidad, Jonás y Samson

 parecían más como osos lanudos que intentaban eludir el trineo al ser tirado por los perros de rueda.Los pies de Lainey dejaron los rieles, al principio rozando el tapete entre ellos. Cuando eso nodisminuyó el trineo lo suficiente, pisoteó la barra del freno, los surcos de la excavación del metalfijándose en el sendero. El trineo ya no amenazaba con llevarse a su equipo, pero aún así se precipitó hacia abajo del sendero.

Las cintas amarillas de precaución aquí parecían más como una telaraña que cualquier otracosa, aunque ella apenas lo registró mientras volaba a lo largo. Delante de ella se veía como si elcamino simplemente se detuviera, una improvisada valla de troncos y una cinta en lo que parecíaser un callejón sin salida. La mente de Lainey se nubló, sus os ojos muy abiertos, mientras los perros viraban bruscamente hacia la barrera.

"Haw!" gritó, y sus líderes tomaron el primer zigzag. Pisar el freno parecía ayudar. Almenos su primer perro de rueda no parecía estar en peligro inminente de estrellarse. Esto no lodetuvo lo suficiente, sin embargo, y ella enfocó sus ojos casi cerrados mientras se acercaba a laimprovisada barrera a una velocidad vertiginosa. En el momento apropiado, saltó a su corredorizquierdo, tirando con todas sus fuerzas para compensar el efecto latigazo. Después, ya estaba en lasiguiente sección del sendero. Ella sintió un fugaz momento de alivio antes de saltar hacia atrássobre la barra del freno. Cincuenta metros más adelante, otro callejón sin salida apareció. Éste parecía un poco menos peligroso, si la cantidad más escasa de cinta de precaución fuera unaindicación, pero Lainey sabía por sus notas que el acantilado en el otro lado estaba a una caída decincuenta pies. Sus líderes llegaron a la vuelta.

"¡Adelante!"

Tomaron la curva con suave precisión, y ella sintió un murmullo de satisfacción por suelegancia, antes de prepararse para su parte del viaje. Ella saltó a su lado derecho y tiró. El trineo seladeó a su izquierda, a pesar de su equilibrio, y ella sintió un momento de puro terror cuando eltrineo se alzó fuera de la pista.

Ella se fue con la vuelta y el trineo fue aporreado nuevo contra la tierra. Con el corazón ensu garganta, ella maldijo hasta por los codos en los próximos cincuenta metros. La siguiente curvase acercaba y ella ordenó la vuelta, un poco más fácil hasta que llegó a una superficie más nivelada.

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  "¡Whoa!" - gritó, al ver Scotch por delante, esperándola. Tan pronto como sus perros sedetuvieron, Lainey agradecida aplicó el gancho de nieve. Dio dos pasos lejos de su trineo, con lasrodillas temblando en una combinación de esfuerzo y adrenalina, y se dejó caer en un banco denieve. 

Scotch sonrió y gritó. Trotó hasta llegar a Lainey y la tomó de las manos, obligándola a pararse. "¡Lo hiciste! ¡Te lo dije!"

El miedo de Lainey se desvaneció, reemplazado por una ola de orgullo y alegría cuandoScotch la abrazó. "Casi me pierdo en la segunda vuelta", admitió. Miró hacia atrás del lado delcañón, impresionada por la altura que acababa de atravesar a una vertiginosa velocidad. "Mi rielabandonó el sendero por completo. Estaba segura de que iba a volcar".

Acunándola de los hombros, Scotch la soltó. "¿No equilibraste la carga cuando avanzaste,lo hiciste?"

 No importaba lo mucho que lo intentara, Lainey no podía sentir disgusto por su error. ¡Ellahabía tomado el descenso en Happy River y había sobrevivido! Su sonrisa era descarada cuandorespondió, "No. ¡Pero es una lección aprendida!"

"Sí, lo apuesto." Scotch dio un paso atrás. "Demos la merienda a los perros y salgamos deaquí. Algún musher podría estar justo detrás de nosotras, y no hay espacio para salir del senderohasta que lleguemos Puntilla Lake".

"Sí, entrenadora."

***

Los perros todavía estaban descansando de su receso. Mientras Lainey los alimentó concarne de hígado, ellos retozaban en la nieve, recogiendo su emoción mientras ella los llenaba deelogios. Hizo una pausa sólo el tiempo suficiente para coger su cámara y tomar unas cuantas fotos

de la ladera del cañón. Después estuvieron listas para salir.Ellas anduvieron a la par, siguiendo el Río Yentna. El río no se había congelado aquí, y

Lainey podía ver el agua estancada en el hielo, así como agua corriendo a través de las lagunasocasionales. Se preguntó si alguien habría caído, pero no vio ninguna pista de trineo cerca de losestanques. Supuso que habría sucedido en otras ocasiones, aunque no recientemente. Lainey seestremeció con simpatía para cualquier persona que hubiera sufrido tal destino.

El sendero comenzó a subir de nuevo, la colina a la derecha era empinada hasta queatravesaron una cresta angosta. Adelante va Scotch aparentemente apoyada sobre su lado derechomientras dan la vuelta en una esquina, y ella sigue su ejemplo. El camino se inclina a la izquierda deLainey, por encima de las aguas abiertas en el río, y ella compensa el ángulo. A pesar de ello, sintióun leve temblor de movimiento en la lateral y ordenó frenéticamente a su equipo: "¡Vamos!

¡Vamos!"Su equipo hizo un arranque de velocidad, corriendo a través de lo que Lainey ahora se daba

cuenta era una cresta de hielo de veinte pies. Antes de que su trineo pudiera deslizarse fuera delsendero, los perros habían pasado el peligro. Por segunda vez en una hora, ella agarró el manillar enun esfuerzo por permanecer en pie. ¡ Dios mío!, ¿cómo sería el Farewell Burn? 

Lainey se irguió de nuevo aferrándose, viendo que el sendero se inclinaba bruscamente. Enreacción a la extrema subida, su equipo desaceleró, y ella obligó a sus piernas temblorosas a salir

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del trineo. El ejercicio le ayudó a quemar el exceso de adrenalina, y pronto sus piernas se afianzaronmientras empujaba el trineo hasta Happy Hill. Fue un gran alivio cuando llegaron a la cima yentraron en una senda nivelada.

Ella dejó escapar un suspiro cuando el camino se rompió en un prado por un momento.Parecía que hubiera estado corriendo por siempre, pero el sendero entre los puestos de control sólo

estaba a treinta millas de distancia. Antes de que Lainey pudiera volverse demasiado satisfecha, sinembargo, observó a Scotch desaparecer en otro fuerte descenso.Más muestras de precaución se juntaron en su mirada mientras ella se desplazaba hacia

abajo. El sendero se retorcía más adelante, pero no había montañas próximas. Ella sostuvofácilmente el trineo hacia la parte posterior en la pronunciada pendiente, sus perros corriendodócilmente y haciendo caso a sus órdenes en cada paso. En la parte baja del descenso, ella se unió aPuntilla Lake.

La amplia extensión de terreno llano puso eufórica a Lainey. Lo peor de este tramo ya había pasado. Sería una travesía tranquila a Rainy Pass Lodge desde aquí. Para celebrarlo, Scotch habíasacado fuera del bien marcado sendero para darle merienda a sus perros.

Cuando Lainey se detuvo, Scotch caminó hacia ella, con una amplia sonrisa en su rostro.

"Quítate la gorra”, dijo ella."¿Qué?" Lainey se quitó la gorra de musher. "¿Por qué?""Esto es de mamá." Scotch levantó un sombrero de tejido de punto color verde brillante. En

ella estaba una enorme cara sonriente amarilla que llevaba la gorra de su propio musher, con lassolapas colgando a cada lado. Las palabras escritas en un lado, proclamaban orgullosamente'Sobreviví al Happy River´ . Scotch tiró de él hacia la cabeza de Lainey hasta que le tapó los oídos.

Lainey se rió, arrastrándolo fuera de su cabeza para tener una mejor visión. "¡Esto esinvaluable! ¿De dónde sacó eso?"

Scotch se encogió de hombros. "No lo sé. Pero ella quería que yo lo trajera, así podríadártelo después de lo que hiciste".

Ella se puso el sombrero de nuevo, y guardó la gorra de musher en su bolso personal."Gracias."Esta vez, ellas también comieron bocadillos al igual que le dieron a los perros, llenos de una

mezcla de frutos secos, galletas saladas y pan de calabaza con mantequilla. Lainey terminó loúltima de su café tibio y bebió un descongelado Gatorade. Ella hizo una mueca mientras miraba aScotch comerse una media barra de mantequilla directa del paquete.

"¡Qué asco!"Scotch envolvió la segunda mitad en su papel. "Eso dices. Al menos yo no tendré

congelando el trasero como tú".Lainey hizo una mueca en respuesta. Oyó ruidos y miró de nuevo al sendero detrás de ellas.

"Suena como si alguien más estuviera por llegar".

De pie, Scotch entrecerró los ojos mirando por encima de la ladera buscando el rastro."Viene muy rápido. Me pregunto si es un novato".

En respuesta, un equipo de perros entró por el sendero. Le tomó unos cuantos momentos aLainey darse cuenta de que el trineo no traía a su corredor. Se puso de pie, con la boca abierta, sinsaber lo que debía hacer porque el equipo se dirigía justo hacia su posición.

"¡Whoa!”  Scotch llamó, saliendo al sendero. "Whoa! Lainey! Ve si puedes conseguirsubirte al trineo cuando pase".

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  Lainey dejó caer los restos de sus bocadillos en su bolso de trineo, la adrenalina una vezmás bombeando a través de su sistema. El equipo que se acercaba obedeció el mandato de Scotch yralentizó su avance mientras se acercaban, pero sin detenerse. Divertidos y emocionados, trotaronhacia Scotch, haciendo que el trineo fuera un objetivo fácil para que Lainey lo abordara. Ella lesordenó detenerse, aplicando con firmeza el freno de seguridad, obstaculizando su progreso. En el

momento en que Scotch se apoderó de los collares de los perros líderes, ellos hicieron un alto total yse tranquilizaron."¿Y ahora qué?"Scotch miró a su alrededor buscando un espacio. "Vamos a llevarlos allí ”, dijo, indicando

un grupo de árboles robustos. "Podemos atarlos allí hasta que su corredor aparezca".Lainey miró hacia atrás hasta el peligroso sendero. "¿Y si está herido?" Vio la misma

 preocupación en los ojos de Scotch."No sabemos donde perdió al equipo. Si se trata de un lugar tan lejano como el primer

descenso, nos podría llevar horas en llegar en trineo. Lo más probable es que alguien ya lo hayaencontrado procedente de la otra dirección". Ella llevó a los perros hacia los árboles. "Y si él estámás cerca, lo mejor sería que llegáramos al siguiente puesto de control y avisemos a alguien.

Pueden llegar a él más rápido con una máquina para la nieve".Asintiendo, Lainey ayudó a acomodar el trineo en posición y ató la línea de aire a un árbol.

Ella zanjó el gancho de nieve con tanta firmeza como le fue posible. "¿Esto no es considerado comoasistencia externa? ¿No nos meterán en problemas o nos descalificarán?"

Scotch abrió la bolsa del trineo y encontró el paquete promocional de la Iditarod. "No, estaes una acción permitida. Si él está lo suficientemente cerca para caminar, muy bien. O él puede pedirle ayuda para subirse con otro equipo; una cosa es ayudar a alguien para seguir adelantecuando esta herido. Otra cosa es dejar a alguien aquí en la selva para morir". Ella encontró elnúmero del corredor en el trineo, para poder notificar al Comité de quién era y poder manejar lascosas.

Ella y Lainey regresaron a sus trineos, sus perros deseosos de ponerse en marcha de nuevo."¿Esto te ha pasado alguna vez?"El rostro de Scotch enrojeció, pero sonrió. "Si. Una vez. Mi primera carrera Yukon Quest.

La barredora lo hizo mientras yo dormitaba en el trineo. Me tiró al piso". Ella sonrió entre dientes."Caminé durante una hora o más antes de encontrar a mi equipo atado fuera de la pista, esperando por mí."

Lainey sonrió. "Sólo devolviendo el favor, ¿eh?""Así es."En sus lugares de aparcamiento, se separaron y fueron a sus respectivos trineos. A medida

que animaban a sus equipos continuar la marcha, Lainey echó una mirada hacia atrás, donde los perros se acurrucaban para tomar una siesta mientras esperaban a su dueño perdido.

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  Strauss se encogió en acuerdo.Se sentía un poco extraño dejar a su equipo. Ella miró por encima de los perros dormidos,

ajenos a su partida. "Van a estar bien", dijo Strauss, leyendo su mente. "Muchos de los musherstoman un bocado aquí y no comen lo que van cargando. Te hará bien ver a la gente".

Ella se echó a reír. "¡Muy bien! Estoy convencida."

Salieron de la zona de aparcamiento de trineos y se dirigieron a la cabaña. Incluso con la posibilidad potencial de una comida cocinada fresca ante ella, Lainey ahogó un bostezo. Era el finaldel segundo día y había tenido cerca de seis horas de sueño, en total. Ella probablemente estabahaciéndolo mejor que la mayoría de los novatos estaban haciendo, teniendo la experiencia deScotch a su disposición. Lainey no se podía imaginar haciendo esto sin la amplia formación quehabía tenido para pasar por esto desde junio.

La cabaña parecía a lo que era una cabaña normal. Las paredes de gruesos troncos, ásperas barandillas talladas en el gran porche cubierto, y el requisito del viejo perro dormitando junto a la puerta, encontraron la mirada de Lainey. Ella se sorprendió al ver al corredor Drew Owens sentadoen un banco, las manos en los bolsillos del abrigo, los pies estirados y cruzados a la altura de lostobillos. Parecía estar dormido, y se preguntó por qué estaría tomando una siesta aquí en lugar de

estar en el interior.Strauss abrió la puerta para ella y Lainey entró en un concurrido establecimiento. Un gran

comedor estaba a un lado y parecía tener un bastante número de periodistas, voluntarios y mushersdisfrutando de la compañía unos de otros. Su llegada provocó una ola de bienvenida y una ronda de brindis, y Lainey saludó a los comensales mientras Strauss la llevaba a una mesa.

El calor aquí caía a plomo sobre Lainey, ambientada como estaba a las gélidas temperaturasexteriores. Estuvo a punto de sentir el sudor apareciendo en su frente y se apresuró a quitarse laropa externa. La piel de su cara escocía y sus fosas nasales comenzaron a obstruirse cuando el tejidose hinchó. Para cuando llegó a la mesa de Strauss, se sentía como si su cabeza estuviera llena dealgodón. No era de extrañar por qué Owens estaba durmiendo afuera. Si ella no se hubiera ofrecido

a comprar la cena, se habría dado la vuelta y regresado con sus perros."Ugh” dijo ella, y se sentó. Otros mushers que desafiaron el interior estaban medio vestidos,y ella siguió su ejemplo, eliminando botas y forros, hasta que sólo los calcetines cubrían sus pies.La próxima vez traería sus forros de repuesto y calcetines frescos.

"¿Qué le sirvo?" preguntó un hombre. "El estofado de alce está caliente y listo o podemoshacerle un sándwich a la parrilla, pero eso tomaría unos minutos más."

Lainey sonrió a pesar de su incomodidad. "¿Ha servido a muchos corredores de la Iditarod,no es así?"

"Oh, sí. Estamos contentos de mantener nuestras puertas abiertas todos los años para lacarrera".

"El guiso estará bien. Y unos tres litros de café".

El camarero atendió el pedido de Strauss y se alejó de la mesa."¿Estás bien?" Preguntó Strauss.Lainey se frotó la cara. "Un poco mareada por el calor. Se siente como si tuviera una

infección nasal"."Interesante. Supongo que tiene sentido. Literalmente, has estado a la intemperie desde hace

más de cuarenta y ocho horas"."Sí." Lainey trató de respirar a través de la nariz congestionada y fracasó. "Ugh."

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  La comida fue entregada y ella se ocupó de la comida caliente. A pesar de la incomodadfísica por el calor, el guiso le provocó un hambre masiva y comía como si estuviera hambrienta.

"Así que. ¿Tú y Scotch?"Lainey suspiró. Howry le había advertido lo que se venía, y aquí estaba. "Sí, eso parece."Él frunció el ceño. "¿No estás segura?" 

"Bueno, no es como si estuviéramos siguiendo a través de las cosas. Hemos estadoconcentrándonos en conseguir a través de esta carrera antes de explorar otras...opciones".

"Pensé que me habías dicho que era hetero."Lainey dejó de comer y cerró los ojos. "Sí. Lo hice." Miró a Strauss. "En ese momento, era

sólo una ilusión de mi parte. Realmente dudaba que fuera gay. No tenía idea de que seríasusceptible de un- " Ella hizo una pausa, buscando la palabra adecuada. ¿Aventura? ¿Flirteo?¿Rollo? "Una relación", terminó.

Sus cejas se alzaron ante la frase. "¿Una relación?", repitió él.Ella estaba segura de que estaba sonrojada, aunque cómo podía ver él a través de su piel

enrojecida, ella no lo sabía. "Sí. No creo que esto vaya a ser sólo una aventura".

"Wow." Él se echó hacia atrás en su silla y la miró."¿Qué?" –  preguntó ella, ligeramente irritada.Strauss sonrió. "Yo nunca pensé que iba a ver el día en que estarías fuera del mercado".Lainey gruñó en un simulacro de agravio, aunque sus entrañas se estremecieron con

inquietud. "Yo no sé nada de eso. Ya veremos cómo nos va después de la carrera". Ella habíaadmitido ante sí misma que amaba a Scotch, pero no tenía ni idea si Scotch sentía lo mismo.Todavía estaba la posibilidad que ella esperaba, de ser más que una sola noche de enamoramiento,que Scotch tuviera algún deseo de ser algo más. Era algo en lo que Lainey no quería obsesionarse.

Él pareció entender el peligroso rastro emocional que ella sintiendo, y sabiamente seabstuvo de hacer más comentarios. "Don parecía estar preocupado de que yo te despediría por eltema".

"Bueno, yo te llevé a esto con mis verdaderas razones para lanzar la historia ", dijo Lainey,señalándolo con su cuchara.

"Es cierto, pero la idea era sólida o yo no la habría comprado. El hecho de que te hayassumergido en el reto después de que mis jefes hicieron sus cambios, sólo endulza la olla. Podríashaber dicho que no al trabajo".

Lainey no quería desengañarlo de que ella podría haber puesto un freno a toda la operación. No tenía ni idea de cómo había podido disfrutar de todo lo que se refería a Scotch Fuller. "Supongo,“dijo con un encogimiento de hombros.

Otra ronda de saludos le advirtió de los recién llegados. Howry se deslizó en la silla al ladode Strauss, y Scotch puso su abrigo en el respaldo de la silla al lado de Lainey antes de sentarse.

"Estofado de alce en Rainy Pass Lodge”, dijo ella, felizmente metiendo una servilleta en sugarganta. "Mejor que las rodajas de pan"

"Estoy de acuerdo", dijo Lainey, volviendo a su comida."Aquí tienes, Scotch." El camarero puso un plato de guiso y un plato de pan con

mantequilla ante Scotch. "¿Quieres chocolate caliente?""¡Por supuesto!""¿Vienes aquí a menudo?" preguntó Howry después de que el hombre entregó la bebida a

Scotch.

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  "Una o dos veces", dijo en una improvisada manera, sonriendo cuando él se rió.Strauss miró a Scotch. "Has ganado algunos lugares desde el inicio de la carrera. ¿Crees que

vas a ganar?"Ella se echó a reír con la boca llena de estofado, tragando antes de responderle. "Tenemos

un largo camino por recorrer antes de pensar en eso. La clave está en tirar hacia delante de forma

gradual, no hacer una carrera en el primer par de días. Agotar los perros ahora y ellos no tendránnada que ofrecer por el camino"."Sin embargo, se te considera uno de los favoritos este año", dijo Howry."Eso no significa que lo voy a hacer.” "¿Es la modestia hablando?" Preguntó Strauss.Scotch negó con la cabeza. "No, en realidad. Puedo tener el mejor equipo, los mejores

tiempos, y el mejor clima, pero cualquier cosa puede suceder allá afuera. Demonios, si yo rompo eltrineo en Farewell Burn y no puedo encontrar una solución o algo alternativo en otro lado, la habré perdido. Si el clima toma un giro para empeorar y las ventiscas hacen visibilidad cero, fácilmente podría perder salirme de la pista. Muchas cosas pueden suceder sobre las que no tengo el control".

"¿Por qué lo haces, si no es para ganar?"

Lainey, curiosa por saber la respuesta a esa pregunta, le dio a Strauss una mirada llena deintención. ¿Estaba poniendo él a Scotch a través de sus pasos por el bien de Lainey? Tratando deentender a Scotch para medir su carácter e integridad, para asegurarse de que era suficientemente buena para Lainey? Por su parte, Strauss la ignoró, aunque sin duda sabía lo que ella estaba pensando. Lainey se quedó perpleja combinado con un sentido de placer ante su intento paterno ymolesta con su comportamiento. ¿Quién se creía que era, su padre? No tenía ningún derecho a juzgar su elección de pareja.

La conversación continuó sin ella, y Lainey se apresuró a poner atención."¿Por qué escalar el monte Everest? ¿Para qué ir a un safari a cazar leones o rinocerontes?

¿Por qué levantarse cada mañana?" dijo Scotch, olvidando su comida. "Es un reto. Aquí afuera mi

supervivencia depende de mí y de mis acciones. Es difícil a veces, sí, pero satisfactorio en nivelesque no puedes ni siquiera imaginar".Strauss la miró durante un largo momento. "Así que, ¿ganar no importa?"El comportamiento serio de Scotch se desvaneció. "No he dicho eso", dijo, guiñándole un

ojo a él.Lainey se unió a los demás en las risas. Scotch irradiaba una confianza alrededor de la

mesa, y Lainey lo sintió en el aire. Esta era la clave, esta era la base de la confianza en sí misma querodeaba a Scotch. Ese conocimiento no disminuía su deseo ni una pizca, tampoco.

Howry levantó su cerveza. "Por la supervivencia.""Y por ganar", añadió Strauss, levantando un vaso de té helado.Scotch y Lainey dijeron al unísono “Por  ganar".

El calor interior la arrulló, y Lainey bostezó enormemente. "Lo siento.""No. Tienes toda la razón para estar cansada", dijo Strauss, poniendo el vaso en la mesa. "Y

todavía queda un largo camino por recorrer.""Si voy a poder dormir, ahora es el momento para hacerlo." Lainey metió sus pies en los

revestimientos húmedos de las botas esquimales. Sin duda tendría que cambiarlos antes de tomaruna siesta.

"¿Quieres compañía?" Preguntó Strauss.

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CAPÍTULO TREINTA Y UNO

Lainey se arrastró fuera de su saco de dormir, con la renuencia en cada hueso. Mientras queel calor y la comida de la cabaña le habían provocado sueño, una vez de vuelta en su trineo teníadificultades para conciliar el sueño. Un par de equipos se mantenía juguetón después de suincursión a través del Happy Valley, y su ladrido constante siempre que un musher llegaba o sealejaba hacían que ella despertara entre su duermevela.

Dormir en el desierto, sin duda tenía sus beneficios y ahora lamentaba no haberse ido de paso través del puesto de control. Se puso los calcetines frescos y las cubiertas de botas, tiritando enel frío de la noche mientras se ponía sus botas esquimales. En su camino al retrete, ella se entretuvocon pensamientos de edredones, colchas gruesas y cálidas chimeneas. Para cuando regresó, elejercicio la había calentado y la despertó lo suficiente para ponerse de inmediato a trabajar.

Todavía tenía el estofado de alce, así que no se cocinaría una comida. En lugar de ello,

mientras se calentaba la comida para perros, ella duplicó sus bocadillos. El pan de plátano adicional,la mezcla de frutos secos, la carne seca y concentrada la mantendrían hasta llegar al otro lado deDalzell Gorge. Las próximas cincuenta millas no iban a ser fáciles. Algunos dijeron que el camino aRohn era tan malo como Happy Valley - el camino áspero sencillamente haría el camino más largo.

Lainey silenciosamente pasó hasta su equipo con su cena ligera, despertado a cada uno deellos a la vez con palabras suaves y mimos. Se alegró de verlos a todos comer bien, un signo de quecontinuaban con buena salud. La temida tos de las perreras no se había comentado entre losmushers, tal vez esta sería una carrera libre de esta enfermedad. Después de otro abrevadero,comenzó el proceso de calentar todo en la parrilla, bebiendo su recién elaborado café instantáneo desus termos.

Otra voz se escuchó cerca, y ella miró por encima para ver a Scotch ocupada en sus tareas.Ella observó como la mujer trabajaba con su equipo, al ver el amor y la devoción que los perros le profesaban, Scotch reflejaba el mismo amor a los animales. Scotch se había equivocado en lacabaña. No eran sólo sus habilidades en las que ella se basaba para sobrevivir. Los perros teníanmucho que ver en todo esto, también. Scotch podría ser Alfa de la manada, pero todo seguía siendoun esfuerzo de equipo.

Lainey rápidamente agarró su cámara y tomó un par de fotos, capturando aScotch en el acto de brindarle atención a uno de sus perros. El flash atrajo la mirada de Scotch.Lainey movió su cámara haciendo un gesto de disculpa y sonrió por la intrusión. Scotchsimplemente le sonrió y volvió a sus tareas.

La segunda ronda de estofado de perro estaba terminada, y Lainey lo acomodó en la hielera.

Se quitó sus guantes pesados y se puso dos capas de guantes de goma sobre la seda de los forros,calentando sus manos al frotar las palmas, y empezó a recorrer la línea de sus perros con ungüento y botines.

"¿Estás listo para seguir?" Preguntó Scotch."Sip, casi. ¿Y tú?""Sip " Scotch miró por encima de Lainey al animado equipo de perros." Estás haciendo un

gran trabajo con ellos."

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  La piel de Lainey enrojeció y sintió que una sonrisa tonta aparecía en su cara. "Gracias."Scotch echó una mirada al aparcamiento del área, escudriñando la oscuridad circundante.

Las luces de la cabaña y del puesto de control eran visibles, y las estrellas brillaban sobre ellas."Recuerda, vamos a cruzar un par de puentes de hielo en este tramo. No te detengas en ninguno.Podría no ser capaz de sostener el peso. Las temperaturas se han mantenido bastante bajas, pero eso

no significa mucho".Ella asintió con la cabeza, no le gustaba la idea de tomar un baño a la medianoche en laoscuridad de un Invierno de Alaska. "¿Qué pasa si alguien más rompe el hielo? ¿Cómo vamos aseguir en el sendero?"

"Ya se nos ocurrirá algo si llegamos a eso. Es sólo un arroyo, no un río, por lo que hará lascosas un poco más fácil."

La preocupación de Lainey no se disipó, pero no discutió. Seguramente no serían penalizados por salirse del sendero en la búsqueda de un cruce diferente. "Está bien" respondió, poniendo su confianza en la experiencia de Scotch. "Vamos a hacerlo".

Terminaron con las tareas del campamento e instaron a sus perros hacia el puesto decontrol. Un par de mushers, viendo que Scotch se preparaba, decidieron también ponerse en

marcha. Comenzaron a despertar a sus perros, mirando sobre sus hombros hacia Scotch y susrelojes. ¿Estos eran quienes le darían a Scotch una carrera por su dinero? ¿Serían capaces demantenerse al día con ella? Lainey hurgó en su memoria, poniendo esos rostros curtidos presionando para buscar sus nombres y se dio cuenta de que esta pareja ya era veterana en lacarrera. Ella sintió una oleada de orgullo por Scotch, con su ciertamente limitada experiencia estabacausando tanto revuelo con esos hombres que habían estado corriendo casi desde siempre.

"Midnight, a seguiré" dijo el verificador mientras ella firmó su papeleo. "Buena suerte. Hayalgunos vientos soplando, por lo que la visibilidad puede ser de mala calidad".

"Gracias. Es bueno saberlo." Nuevamente Scotch abrió el camino. El sendero inmediatamente se inclinó hacia la parte

superior de Rainy Pass. Una vez que pasaron esta cresta, estarían corriendo a través del interior deAlaska, entre la sierras a través de la tundra congelada. Lainey se estremeció con anticipación.Sobre ellas, inquietantes volutas de verdes y azules entoldaban el cielo, un colorido telón de fondodetrás del gran Denali que subía por encima de ellos. Tuvo un deseo fugaz por ver la vista a la luzdel día, pero sus pensamientos regresaron de nuevo a la pista cuando Scotch comenzó el descenso.

El camino estaba retorcido, lleno de vueltas, sólido y compacto. Lainey apenas mantenía lasórdenes, el sendero alternaba con curvas cerradas, luego abruptamente se sumergía en estrechos barrancos. Su lámpara incrustada en la gorra, recogió las paredes escarpadas de nieve y hielo, lasrocas corriendo hacia ella desde lo turbio de las tinieblas, y las colas de sus perros en constantemovimiento, mientras ellos avanzaban con regocijo. Ella apenas tuvo tiempo de forzar su corazónde su garganta, antes de que el próximo peligro pasara zumbando, su tardía respuesta a agacharse

ante el ave voladora cuando el peligro pasó rápidamente tras de ella.Ellos se dirigieron al fondo del cañón, el sendero se nivelada, aunque no llegó a ser menos

enrevesado. Lainey usó el más suave paseo y abrió los dedos de sus manillares. Esto sin duda habíadurado más tiempo que el tramo de Happy Valley. A pesar de su inquietud anterior, estaba contentade haber tomado la carrera por la noche. El sendero había sido lo bastante atemorizante con sólouna lámpara en la cabeza, tomando la bajada a la luz del día le habría causado una insuficienciacardíaca. 

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  "Sip" Subió la cremallera de la bolsa de su trineo y se subió a los senderos. "¡Vamos!"ordenó a los perros.

El equipo de Lainey se apresuró hacia adelante, no queriendo quedarse atrás.El camino caía en una fuerte inclinación que se estabilizaba después de unos doscientos

 pies. Desde allí se recorría un límite forestal, siguiendo un arroyo, zigzagueando a lo largo. El

sinuoso camino era agitado, peor que la salida del puesto de control de Rainy Pass. Lainey luchó por permanecer en posición vertical cuando golpeó unos picos de roca desnuda, surcos irregulares ycurvas cerradas, el camino se inclinaba a la izquierda y luego a la derecha. Mantuvo gran cantidadde su peso en su estera de arrastre, sin querer atropellar a Scotch que iba delante de ella, luchandotan fuerte para que no derrapara su trineo. Fue como un cruce entre una montaña rusa y un caballosin domar y los nudillos de Lainey se pusieron blancos a todo lo largo de su camino, rezando por no perder el control.

Eventualmente el sendero se emparejaba, después se volvía más estrecho, y luego seempinaba aún más. Enorme árboles la flanqueaban, y aunque no pudiera ver en la oscuridad, ellatenía la sensación de que el suelo se abría a su derecha. Lainey se equilibrio sobre su lado izquierdo para compensar, sin saber si el camino seguiría nivelado o se inclinaba hacia abajo. La lámpara en

su gorra recogió una señal que se acercaba y ella entrecerró los ojos para vislumbrar."Cuidado con tu trasero".Lainey parpadeó. Vio a Scotch literalmente desaparecer delante de ella, su única

advertencia de lo que venía. De repente, ella estaba descendiendo, y su estómago se precipitó enrespuesta.

Después de un momento, ella frunció el ceño. La cuesta era empinada, sí, pero ¿por qué laseñal? El sendero estaba libre y suave al pasar. Su trineo parecía estar arrastrándose sobre laizquierda, pero no podía ver una causa, lo que la llevaba a creer que había daños a partir de losmomentos difíciles en lugar de un problema aquí. ¿Se suponía que las cosas serían más difícilesaquí? ¿Había algo al final de este descenso por lo que se suponía que ella debía estar preparada?

Ella buscó en su mente por todo lo que había escuchado en las reuniones de mushers, pero noencontró nada.Al final de la caída del sendero había un rastro de ida y vuelta sobre un arroyo. Para cuando

Lainey alcanzó el primer puente de hielo, sus niveles de adrenalina estaban en su punto más alto,embotando perversamente sus sentidos con la constante sensación de alterar su sistema nervioso.Vislumbró a Scotch por el camino adelante, observándola barrerse a través del sendero, con untorrente de agua debajo de su trineo. Lainey contuvo la respiración y la siguió, cruzando confacilidad a pesar de sus preocupaciones.

A ambos lados de ella, el suelo sesgado de nuevo se inclinaba hacia arriba, enormes árbolescreando vórtices cuando el camino se tranzaba alrededor de ellas, sobre el arroyo, a través de más puentes de hielo, y sobre la tierra. Ella empezó a cansarse de sentir miedo todo el tiempo, y una

 burbuja de risa llenó su pecho. Esto era el mejor viaje que ninguno de Six Flags (Centro recreativocon montañas rusas, elevadores y juegos mecánicos, mayormente para adultos, ubicado enCalifornia, USA).

El cañón se abría hacia el río helado. Su alegría aumentó a medida que se alejaron del áreaclaustrofóbica. Ella hizo caso de las marcas en el sendero e ignoró el hielo áspero cuando su equipoavanzaba a lo largo. El agua permanecía en algunos lugares, pero sabía que el próximo puesto decontrol estaba cerca. Su equipo esquió a través de la humedad y se mantuvo alerta, el señuelo de la

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 botas. Con su bolsa de comida, tenía un montón de botines que llevar a Nikolai que contaba con unedificio municipal con una sala de calderas para el secado de las cosas. Ella agarró dos forros de bota de repuesto y guantes interiores para llevar con ella. Además, metió en sus bolsillos un puñadode botines mojados, también.

Scotch se unió a ella, llevando una pila parecida de objetos mojados, y se dirigieron a la

 pequeña cabaña en silencio. Los ojos de Lainey parecían fatigados por la falta de sueño, incluso enel vigorizante frío de la madrugada. Ellas pasaron al lado de otros corredores que habían elegido permanecer con sus perros o de un lado para otro por las razones que fueran. Lainey experimentó untemor momentáneo en la puerta de la cabaña. ¿Se obstruirían sus fosas nasales de nuevo como enRainy Pass Lodge? Quedarse con los perros sería preferible. Por lo menos ella sería capaz derespirar.

Sin embargo, ella siguió a Scotch hacia el interior. La cabaña era pequeña y estaba repletade mushers, voluntarios e incluso unos pocos intrépidos reporteros. Una estufa de leña en el centrode la habitación, que desprendía calor suficiente para hacer las cosas más cómodas, pero nodemasiado caliente para la mayoría de los mushers. Lainey sintió que su cavidad nasal comenzaba a palpitar, pero no estaba hinchada como antes, haciendo el interior al menos tolerable.

Scotch murmuró un saludo a los que estaban despiertos, se sentaron alrededor de una mesa,mientras les servían café caliente y desayuno. La pizarra blanca colgada de una pared, indicandouna lista de los mushers y sus tiempos a través de los puestos de control. Lainey resopló cuando viosu nombre por su número, luego revisó a través del resto para ver cómo lo estaban haciendo losdemás. Parecía que todos los campeones anteriores estaban aquí ahora, o apenas acababan de salir.Lo que significaba que Scotch todavía tenía una buena oportunidad de ganar. Lainey sabía que nodebía ponerse en esa categoría; Scotch estaba sosteniendo a su equipo para conseguir que Laineyatravesara lo peor de la primer parte de la carrera. Después de eso, Lainey podría seguir por sucuenta con alguna experiencia decente en su haber, al ayudar a conseguir el resto del camino a Nome.

"Lainey." Ella apartó la vista del tablero, viendo a Scotch agitando una mano hacia laestufa. Encontraron un espacio libre en varios cables esparcidos por la habitación para colgar suscosas mojadas. Lainey utilizó las correas de velcro en los botines de perro como pinzas de ropa.Varias literas se alineaban en la habitación, pero no había ninguna disponible. Incluso el sueloestaba lleno de mushers durmiendo la siesta. Lainey descubrió un rincón libre y dejó caer su bolsade dormir allí. Scotch se unió a ella. Utilizaron la bolsa de Lainey para dejarla como colchón, y lade Scotch para cubrirse. Pronto estaban acurrucadas juntas. La mente media dormida de Laineyimaginó mientras se volvía. El suelo estaba más frío, y no le importaban tanto sus fosas nasales.¿Alguien notaría que ella y Scotch dormían juntas bajo las narices del Comité de la Iditarod y de suscompañeros mushers? ¿Le importaría a alguien?

Se volvió de lado, acurrucándose más cerca. Eso era suerte. Finalmente se quedó dormida

 junto con Scotch, estaba demasiado agotada para hacer nada al respecto.

**

Lainey se retiró del puesto de control en Rohn precisamente a las 12.38 AM. Era la tercerade un convoy de seis mushers, una experiencia bastante extraña teniendo en cuenta la naturalezasolitaria de los perros de carrera. Las próximas veinte millas de sendero eran consideradas razón

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suficiente para dejar de lado las diferencias en la competencia. Como le había dicho Scotch, aquí podían utilizar toda la ayuda que pudieran conseguir para atravesar el siguiente tramo.

Dre Owens había retrasado su partida para dirigir la procesión, con Scotch liderando.Lainey venía después, seguida por uno de los veteranos que habían alcanzado a Scotch. Atrás deGeorgio Spencer venía su hijo menor, Romano; Lainey había conocido al joven en la reunión de

novatos obligatoria en Diciembre. En la retaguardia venía el segundo veterano que también tratabade alcanzar Scotch, Jon Waters, el tres veces campeón de la carrera.Dejaron el puesto de control, corriendo a través de un fuerte viento. No parecía un camino

tan áspero con la protección de los abetos donde los perros se habían dormido. A pesar de lastemperaturas cálidas de la tarde, las ráfagas ahora enfriaban su cara, causando irritación en sus ojos.Lainey buscó a tientas las gafas en su bolso personal, aliviada cuando la molestia se disipó. Jaló la bufanda para cubrirse la mitad inferior de su rostro.

El viento se había llevado el rastro de nieve, dejando parches de grava y arena, mientrasellos viajaban a lo largo de la orilla del Río Kuskokwim. Montones de madera flotantedesordenadamente salpicaban el paisaje, algunas peligrosamente cerca del sendero. En otros lugares

el calor del día, por debajo de los treinta grados, pero todavía bastante caliente para los animales,había resultado en un flujo desde el río. Cuando no estaban en tierra firme, se deslizaban sobre elhielo cubierto por un brillo del agua. Más de una vez los perros perdieron el equilibrio mientrastrotaban, tropezando con sus pies resbalando hacia fuera de ellos. Ninguno de ellos cayó, sinembargo, por lo que Lainey sintió un gran alivio. Las marcas del sendero eran pocas y distantes.Según las notas de Lainey, se suponía que debían cruzar el río en algún momento, pero por su vidaque ella no podía ver nada en el otro lado que indicara dónde estaba el camino. Owens, que llevanun buen centenar de metros por delante de ella, de repente se viró al sudoeste a través del hielohúmedo. Lainey lo siguió y a Scotch, entrecerrando los ojos en la distancia. No fue sino hasta queestaba a medio camino a través del río antes de ver el reflejo de las señales. Se preguntó cómoOwens las había visto. ¿O simplemente él conocía su ubicación de las carreras anteriores? Si asífuera, habría algunos novatos desorientados que se perderían aquí. Ella sin duda se habría perdidolas señales.

Lainey se alegró cuando se dirigían a una población de árboles. Su equipo tomó un poco develocidad ahora que tenían una mejor visibilidad en el sendero. Sintió el tardío hormigueo de sangrecalentando sus mejillas ahora que no estaban siendo quemadas por el viento, aunque una brisatodavía movía los volantes de la capucha de piel de tejón.

El camino seguía siendo suave y relativamente recto, libre de residuos y lo suficientementelejos de barredoras potenciales. Era un poco agradable simplemente dejar que los perros corrieran,sin preocuparse. Lainey frunció el ceño. Esta pequeña y plácida excursión terminaría pronto. ElFarewell Burn estaba en algún lugar allí, y ella no viajaba con un grupo de mushers para disfrutar

del día. Sin embargo, el área era agradable, la luz del sol brillaba en la nieve, fresca y limpia. Ellacedió a la tentación y sacó su cámara para unas cuantas tomas, incluso dándose la vuelta paratomarles fotos a los mushers que venían detrás de ella. Sonrió cuando Georgio la saludó con ungesto y le sonrió.

Ella guardó la cámara justo a tiempo para seguir un giro brusco a la derecha. Su corazón sedeslizó en anticipación, pero en lugar de la montaña rusa de Farewell, el sendero comenzó unacurva gradual hacia la izquierda. Todavía era suave, aún en calma, ella empezó a inquietarse. ¿Aqué distancia estaba Farewell de Rohn? Sacó su cuaderno y rebuscó en los papeles, manteniendo un

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ojo en el camino, un codo enganchado sobre su trineo para no perder su equilibrio. Eventualmentesabía que tenían un poco de tiempo en calma antes de que todo el infierno se desatara.

Rompieron desde el camino hacia otro río. Aquí, también se escondía el hielo debajo de unacapa de agua, haciéndolo más resbaladizo para los perros. El sendero no duró mucho aquí, tomarona la izquierda y subieron un despeñadero. Antes de que Lainey se sintiera satisfecha, estaban de

nuevo en otro arroyo. Esta sección del sendero era horrible, con montones de madera flotante demanera irregular, superficies resbaladizas y grava descubierta. Seguramente cuando este arroyo sedescongelaba, podía presumir cantidad de agua adherida a la roca hasta dañar el hielo. Su trineoresistió y se retorcía debajo de ella mientras luchaba para sostenerlo. Salir del arroyo hizo poco parafacilitar el viaje.

Ella vio a Scotch subir la colina por delante y sumergirse sobre el otro lado. Esa fue la únicaadvertencia antes de que Lainey llegara a la cúspide de la pequeña colina. Debajo de ella, vio a un barranco, a corta distancia del camino. Por lo menos no era tan malo como el zigzag en HappyValley. Su bajada fue rápida y suave en comparación con el sendero que pasarían. En la parte final,ella llamó al orden a los perros para que dieran un giro brusco a la derecha. Lainey se quedóasombrada con la próxima colina. La subida era casi vertical y miraba a Owens instando a sus

 perros, empujando su trineo desde atrás. Tragó saliva, con la esperanza de que la pista fuerasuficiente para que los perros la subieran. No había manera de que ella fuera lo suficientementefuerte como para empujar un trineo de quinientos libras con ésa inclinación. Aparte, no tenía tiempo para preocuparse de ser aplastada por un trineo en retroceso. Scotch ya estaba a mitad de la colina yLainey en la parte inferior.

"¡Vamos! ¡Vamos!" llamó a su equipo, aflojó las guías para ayudar a empujar al trineo a lacima.

Los perros hicieron el esfuerzo, y aunque se desaceleró considerablemente, ellos sudaron para llegar a la cima de la colina con esfuerzo. Hubo un breve trote al pasar a través de algunosárboles y ella salió a una sección superior de la quebrada que acababan de subir. Unas pistas en el

camino aquí indicaron que otros no habían tenido tanta suerte. En lugar de permanecer en losrastros marcados, aquellos perros habían continuado a la izquierda, corriendo a la parte inferior del barranco para subir esa colina vertical de nuevo. Lainey se alegró por los líderes con experiencia,tanto en su equipo como en los mushers frente a ella. Sus perros seguían el olor de los perros anteellos, mucho mejor de los que se habían equivocado en el pasado reciente.

Otra subida nivelada le mostró una roca que pudo evitar fácilmente. Las rocas tachonabanel camino por delante, apenas sin nieve y fácil de ver. Ella apretó los dientes mientras pasaba, con laesperanza de no golpear con cualquier cosa que dañaría su trineo irreparablemente. Este trineodebía durarle hasta McGrath, donde tenía otro esperándola. Hasta que ella llegara, éste tenía que permanecer en una sola pieza.

El convoy se movía rápidamente por el barranco, sacudiéndose a través de la tundra

congelada y descubierta. Al llegar a otra línea de árboles, Owens hizo una parada, el resto que loseguía lo imitó. Él avisó a la línea de mushers, cada uno tomando el mensaje y transmitiéndolocomo el juego de teléfono jugado en la escuela primaria.

"Tomaremos un descanso aquí”, gritó Scotch a Lainey.Lainey levantó un pulgar hacia arriba y avisó a Georgio Spencer detrás de ella. Dejó exhalar

un suspiro, relajando sus hombros mientras cogía la bolsa pescado blanco congelado. Hasta ahora,

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todo bien. Estaban a mitad del camino de la peor parte. Ella recorrió la línea, dándole a su equipo latan necesaria merienda y atención extra.

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el equipo para tomarla. La falta de preparación de Lainey ante el giro abrupto casi hizo que el trineorodara. Jonás, su perro de rueda, le dirigió una sola mirada como si le preguntara qué demoniosestaba haciendo ella antes de centrarse de nuevo en esa parte del trabajo.

La adrenalina la golpeó, el corazón de Lainey palpitó ante el obstáculo inesperado. Susreflejos eran más lentos por la falta de sueño, y ella vio que sus perros tomaban otra curva cerrada

sin entender a dónde iban. Para cuando llegaron a la curva, ella comprendió el problema y trató decompensarlo apoyándose en la vuelta.Demasiado tarde.El trineo cayó, y ella se agarró como si le fuera la vida en ello mientras sus perros siguieron

su camino. "Whoa!" ella gritó antes de derrapar en un montón de nieve. Sacudió la nieve de su cara,contenta de que tuviera la máscara para salvarse de que la boca se llenara de cosas. "Whoa!" Eltrineo comenzó a disminuir la carrera al igual que los perros, pero luego hubo un repentino y poderoso estirón. Se detuvo tan rápido, que Lainey se deslizó hacia atrás con un poco de fuerza.

Ella se quedó allí un momento, recuperando el aliento. Con movimientos lentos ycuidadosos, quitó la mano del manillar y se sentó. El trineo estaba a medio sendero, tambaleándoseen el banco de nieve que acaba de topar. La nieve cubrió la totalidad de su lado izquierdo, y ella

comenzó a sacudirse, comprobando si ella estaba lastimada o su abrigo tenía algún daño. Algo se lehabía metido en la manga y cuando se quitó la capucha, sintió el frío golpear en su oreja y cuello.Gruñendo, se limpió e intento ponerse de pie.

Sus rodillas temblaban y sus costillas le dolían, pero aparte de eso, ella estaba en una sola pieza. Ahora miraba a su equipo y notó por qué se habían detenido tan inesperadamente. Cuando eltrineo había cortado el surco en el lado del sendero, continuó en línea recta. El arbusto estaba en unárea poblada de árboles jóvenes. Parecía que los perros trataban de mantenerse en el camino, perolos de la izquierda de la línea de tirón estaban ahora atorados en la madera en lugar de en elsendero.

Lainey se apresuró hacia delante para comprobar a su equipo, haciendo una mueca cuando

sus músculos se quejaron ante el esfuerzo. Ella primero hizo un examen superficial para asegurarsede que no había nada que amenazara sus vidas como las cuerdas enredadas en el cuello o las ramasde los árboles golpeando contra ellos. Con un suspiro de alivio ante la falta de traumas, echó unamirada más cerca, tratando a cada uno con un profundo escrutinio mientras masajeaba los músculosy buscaba moretones o daños en los huesos. Tecumseh, uno de sus perros de equipo, gimió mientraslo revisaba, y ella silbó con preocupación. Parecía que su arnés le había causado algunoshematomas y una de sus muñecas tenía dolor. El suyo era el único lesionado, sin embargo, y ella podía decirse afortunada.

El trineo no iría a ninguna parte en poco tiempo, el arco del trineo estaba completamenteenredado con los árboles y las ramas con las que se había topado. Primero tenía que sacar a sus perros fuera de este desastre. Ella les dio unos bocadillos primero y luego sacó a cada animal,

 buscando un árbol al que atarlos. La primera mitad de su cadena estaba limpia, pero parcialmente bloqueaba el camino. Lainey tiró de Sholo y de Traza hacia un lado, el resto de la línea siguieron aMontana, Meshindi, Bonaparte y Kaara que por lo menos estaban fuera de la ruta. Ató a Himitsu y aTecumseh a un árbol en el otro lado, Chibee se retorció con agitación, Lainey estaba preocupada deque buscara pelea con uno de los otros para deshacerse del exceso de energía. Tenía un árbol para élsolo y su compañero, Heldig, terminó con los dos anteriores. Seis perros más tarde, el trineo estabadespojado de la mayor parte de la fuerza de sus perros.

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Los murmullos de sus perros comenzaron bramando, alertando a Lainey de que alguienestaba subiendo por el sendero. Ella soltó un gruñido mientras se recuperaba de su tarea. Perfecto,hora de tener un mirón. ¿Se sentía así la gente cuando su auto se descomponía y el tráfico se reducíaal pasar?

Otros perros respondieron a los de ella, y pronto un equipo salió de la curva. El musher

detuvo los perros que juguetonamente rodaban en la nieve para mostrar la superioridad de suequipo. Drew Owens se quitó las gafas y miró a Lainey. Ella creyó detectar un poco de preocupación al verla aquí, delante de él.

"¿Estás bien?""Sí, aunque uno de los perros podría tener moretones".Él hizo una mueca de conmiseración. "¿Dónde está Scotch?""Más adelante. La perdí de vista antes de pasar la cabaña BLM". Ella sintió un murmullo de

diversión mientras la expresión de él se amargaba. "¿Dónde están los demás?"Sus labios se torcieron en una sonrisa. "Probablemente apenas despertando"."Los saltaste a todos", dijo ella sonriendo. "Impresionante."Owens se encogió levemente de hombros. "Probablemente llegarán pronto. ¿Necesitas algo

de ayuda?""No, estoy bien." Hizo un gesto hacia las ramas delante de su trineo. "Probablemente estaré

de vuelta en el sendero en veinte minutos.""Muy bien. ¡Nos vemos en el próximo puesto de control!". Él puso sus gafas de nuevo y

ordenó a sus perros seguir adelante.Lainey lo vio alejarse y se volvió hacia el desorden. Maldita sea si ella todavía estaría aquí

cuando el resto del convoy pasara. Comenzó a trabajar en su trineo con un propósito.Una vez que empujó el trineo en el sendero y enganchó sus perros de nuevo, se sintió un

 poco mejor. Tecumseh parecía saber que su tiempo era limitado. Cuando ella lo liberó del árbol,inmediatamente la atrajo a su lugar en la línea de tirón, como si dijera ´aquí es donde pertenezco´.

Lainey se mordió el labio considerándolo, dándole otro minucioso masaje. Su hombro estaba siendoun problema, pero él estaba poniendo todo su peso sobre sus patas. Tal vez el daño no fue tan malocomo ella había supuesto inicialmente.

Ella decidió dejarlo allí por el momento y mantener una estrecha vigilancia sobre él.A los pocos minutos de empezar de nuevo, llegó a Sullivan Creek. El agua corría

libremente por debajo de un puente y ella instó a los perros a atravesarlo. A partir de ahí, el senderoestaba marcado por el paso de Scotch y de Owens que iban delante de ella. A medida que andaba,su lámpara iluminó algunas marcas, y sintió un alivio culpable de que no fuera ella quien dirigieraeste grupo de viajeros. Ella se habría perdido varias veces en este tramo solitario del camino. ¿Qué podría suceder cuando ella realmente estuviera sola?

Tecumseh parecía estar haciendo lo suficiente. Él no estaba tirando con su presteza de

costumbre, pero al menos no mostraba ninguna cojera. Teniendo en cuenta cómo se sentía Laineydespués del accidente, supuso que él estaba trabajado con sus lesiones. Después del ejercicio decortar leña, la rigidez de Lainey por el accidente se había calmado, aunque sus costillas todavía ledolían. Se retorció un poco, haciendo una mueca por el dolor. Debían haber pasado más de diezminutos después para que su cerebro aletargado recordara el ibuprofeno para el dolor. Maldiciendosu estupidez, ella consiguió otro paquete de jugo y tomó unas pastillas.

Se encontró con la primera estructura rústica que había visto desde el campamento. El

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sendero conducía a través de un pequeño grupo de edificios, dejando el río. Para mantenersedespierta, ella buscó a tientas sus notas, entrecerrando los ojos ante la escritura con la lámpara en sucabeza. Para cuando encontró el nombre del lugar, ya lo había pasado. Campamento Salmon River.Doce millas para ir de viento en popa.

Desde aquí el sendero se veía fácil. A pesar de su intento de mantener la vigilancia y no

tener una recurrencia en su choque, empezó a vagar de nuevo. Colchones de plumas, cena a la luzde las velas y fuegos rugientes se burlaban de su mente mientras pasaba.Una rama a su paso se enganchó en su abrigo, sobresaltándola y volviendo a la realidad."¡Ugh!" -gritó ella, frustrada con su incapacidad para dormir en guerra con su desesperación

 por la necesidad de permanecer despierta. "¿Qué diablos estoy haciendo aquí afuera?"Los perros apenas le dirigieron una mirada, trotando con facilidad. La línea de Tecumseh

estaba floja, pero él siguió corriendo con sus compañeros. Su lámpara iluminaba la belleza deldesierto a su alrededor. El cielo sostenía una brillante cacofonía de silenciosas estrellas de vez encuando intercaladas con hojas de colores verdes, azules y rojos de la aurora.

Ella se sumergió en su entorno, dibujando la soledad y la belleza en su alma. En primerlugar, había venido aquí para entender a Scotch, para descubrir la raíz de esa seguridad, para

descubrir la razón de su inexplicable atracción por la mujer. Se había quedado debido a la amistad yla familia - tanto humana como canina- y un creciente amor por su entorno y las actividades. Habíallegado a la Iditarod como una novata, una periodista haciendo una historia, nada más. Pero sutiempo en la perrera, en presencia de Scotch y los perros, le habían enseñado más que ser sólo unamusher.

Lainey estaba aquí por ella y por nadie más. La revista no podría obtener tanto por susartículos, como ella podría simplemente experimentar y derrotar los retos ante ella. No sólo sabía loque causaba el comportamiento confiado de Scotch, ella quería esa seguridad para sí misma. Amara Scotch fue fácil para ella, y no sabía si sus sentimientos eran correspondidos. En caso de que surelación escalara más allá de acercamientos y sonrisas Lainey quería estar en igualdad de

condiciones, no porque ella esperara que Scotch la aceptara, sino porque Lainey miraría hacia símisma.El sendero se deslizaba recto y luego se estrechaba sobre el río Kuskokwim. Las señales

eran un poco más difíciles de localizar, pero Lainey se rogó a sí misma mantenerse en sus pasos. Enunos pocos kilómetros, ella entraría en el pueblo de Nikolai.

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vistazo alrededor de los equipos estacionados cerca de ella, presumiblemente todos en su escalaobligatoria de las veinticuatro horas. Sólo un musher estaba con sus perros, todos los demás estabandescansando por su cuenta. ¿Dónde estaban todos?

Roman se detuvo en las inmediaciones, interrumpiendo sus pensamientos. Ella sonriódescaradamente hacia él. Él sacudió la cabeza divertida antes de volverse a los veterinarios a la

espera de su papeleo.De muy buen humor, Lainey pasó por la línea de su equipo, distribuyendo paja y liberandolos arneses. Alimentó a sus perros con la comida china de su nevera, les dio una segunda dosis deagua, y se aseguró de que estuvieran cómodamente instalados en sus nidos. Una vez que terminó,ella consiguió su pequeño trineo con ruedas e hizo una caminata hacia el punto de control.

Le tomó dos viajes para recoger sus dosis de alimentos y más agua caliente. El agua era una bendición, lo único que tenía que hacer era tirar los ingredientes dentro de la nevera y cerrar. Paracuando regresara con otra ración, la comida estaría lista para llevar. Al obtener su ración, ellatambién encuentro su nuevo trineo. Era uno igual al que tenía ahora, pero sin el desgaste y la rotura por el sendero. Lo dejó en su lugar, no lo necesitaría hasta que estuviera lista para irse.

Finalmente las tareas se completaron. Sin nada más que la llevara adelante, su energía

disminuyó. Le echó un vistazo a su trineo durante un minuto antes de que finalmente recogiera unoscalcetines y ropa interior fresca. Helen mencionó una ducha, así que también tomó otra camiseta yun suéter. Se le ocurrió que ella no había estado adecuadamente limpia en días, y una sensación de picores y molestias la llenaron. Sus labios se curvaron en disgusto. También recogió su saco dedormir. Ella no tenía ni idea de a dónde la iba a llevar Howry, por lo que ella tenía que estar bien preparada.

De vuelta al punto de control, se encontró a Howry esperando al lado de una máquina denieve.

"Hola, extraña, ¿cómo va eso?""Grandioso". Lainey bostezó, su mandíbula crujiendo por el esfuerzo.

Howry se echó a reír. "Vamos, vamos a llevarte a una ducha y una cama".Lainey se subió a la parte trasera del vehículo, apretando sus cosas. "¿A dónde vamos, porcierto?"

"Con una amiga de los Fuller. Los aldeanos abren sus puertas a los mushers todos los años,dándoles un lugar distinto de sus trineos para poder dormir un poco." Él encendió la máquina y sealejó del puesto de control.

Ella miró por encima del hombro a donde estaban sus perros, una punzada de temoratravesó su pecho. ¿Tal vez debería quedarse con ellos? Antes de que pudiera tomar una decisión,Howry se alejó y su equipo se perdió de su vista.

Unos momentos más tarde, se detuvieron en el patio de una casa modesta. Los perrosladraron una bienvenida, un pequeño criadero de seis animales. Había un par de camiones y dos

máquinas de nieve más estacionadas allí, también.Howry apagó el motor. "Vamos." Acompañó a Lainey por las escaleras hasta la puerta

 principal.El calor del interior era exactamente lo que ella esperaba, la nariz de repente se le obstruyó

como si tuviera un resfriado. Sus mejillas y su frente se quemaron con el calor, y sus ojos se sentíancalientes y secos. Una multitud en la sala de estar se adelantó para darle la bienvenida. Era un líocolorido de gente, y la mente aturdida de Lainey funcionó lentamente a lo largo de un ritmo

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

En el sueño de Lainey, Scotch masajeaba sus senos con movimientos firmes, sus labios ydientes, creando un camino ardiente de la clavícula de Lainey a la línea de su mandíbula. Las piernas de ambas estaban entrelazadas, el vientre de Lainey se torció en excitación mientras semovían una contra la otra, en un desplazamiento constante a medida que disfrutaba de la belleza dela piel sobre la piel. Ella gimió un momento ante un mordisco especial en la unión de su garganta, yse agarró a la mujer en sus brazos. Sus manos recorrían a lo largo de una musculosa espalda a untrasero apretado, y ella lo estrujó.

El jadeo en su oído se convirtió en un gemido mientras ella se retorcía, su muslo entró encontacto con la braga que cubría el clítoris de Scotch. A pesar de disfrutarlo, ella frunció el ceño.Para ser un sueño, esto sin duda se sentía muy real, sobre todo cuando en su sueño Scotch rodósobre ella para juntar sus caderas. El peso era delicioso, y las manos de Lainey bajaron a las caderas

y a las nalgas redondeadas, acariciando lo que sólo había visto desde la distancia.Scotch siguió un balanceo lánguido, su cálido aliento se sentía cuando volvió a degustar la

oreja de Lainey. Atontada, Lainey pensó que era increíble que pudiera sentir la humedad calientecontra su muslo donde Scotch se frotaba. Dios, ¿cuándo fue la última vez que ella tuvo un sueño tandetallado? Ella se arqueó cuando Scotch pellizcó su pezón a través de su sujetador.

¿Sujetador?Cuando los labios de Scotch dejaron su oído, infaliblemente moviéndose a través de la

frente sudorosa de Lainey y hacia sus labios, Lainey se encontró plenamente despierta. Esto no eraun sueño. Sus ojos se abrieron con sorpresa.

El cuerpo de Scotch se movía sobre el de ella, y la fiebre de deseo que asaltó a Lainey casi

la hizo desmayarse. Si hubiera estado de pie, ella seguramente se habría caído. Un largo cuelloestaba justo a su alcance, y mirando más allá, ella tenía una excelente vista de los pechos que pedíansu atención. Su nariz se crispó con el olor de su excitación compartida y otra, de olor más terroso.Era vagamente familiar y su mente aturdida vagaba en un intento de ponerle nombre a lo que era.Los labios de Scotch se acercaron más, besándole el puente de la nariz, buscando hacia abajo.Lainey se lamió los labios en anticipación, saboreando lo que sólo podría ser descrito como una cajade gato en la boca.

La realidad se estrelló contra ella, despertándola totalmente. Ese aroma extraño era de ella -sin lavar durante días y días. Y su boca era una cloaca literalmente. Ella no tenía más que pastillas para el aliento desde que reiniciaron aquel domingo en Wasilla.

"Ugh!" Lainey apartó la cara, empujando s Scotch s un lado para que pudiera sentarse.

"¿Qué?"Lainey sacó las piernas de la cama y sacudió la cabeza, su cuerpo exigiendo volver a su

actividad anterior, la higiene era endemoniada. Echó un vistazo por encima del hombro para ver la preocupación de Scotch. "Necesito ducharme. Tengo que lavarme los dientes por una semana". Unaleve expresión dolida en el rostro de la mujer, y Lainey se volvió bruscamente hacia ella. "¡No, yoquería decir que soy un desastre! No es que me quites las ganas." Sus ojos se toparon con más pielde la que nunca se había permitido ver antes, y su cuerpo una vez más demandó satisfacción.

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"Definitivamente no me quitas las ganas."La sonrisa de Scotch era lenta y sexy, haciendo nada a la contención de Lainey. "Tú no te

quedas atrás en ese caso, señorita Hughes." Ella pasó sus dedos desde hombro de Lainey hasta lamano.

El toque ligero como una pluma le causó a Lainey un escalofrío, aunque ella estaba

caliente, tanto de deseo y por estar entre paredes después de varios días en el camino. "Eres unamujer cruel.""He oído que es una de mis cualidades que me salvan".Lainey rió y le tomó la mano. "No en este momento."Scotch se encogió de hombros. "A veces se gana, a veces se pierde". Ella apretó la mano de

Lainey. "Hay un cuarto de baño enfrente de la sala, con un kit de ducha para quela utilices. Por quéno coges una ducha, vamos a desayunar, y luego a revisar a los perros".

Ella suspiró ante el regreso de su tono habitual. "No puedo esperar a tenerte en Nome”, dijoella.

"Vamos a ver quién consigue a quien”, Scotch respondió, su sonrisa se volvió traviesa. Ellasoltó la mano de Lainey. "Adelante, ve a asearte. Molly dijo que estaba preparando tostadas

francesas en la cocina. Voy a empezar el desayuno".Lainey se dio cuenta de que todavía estaba muy oscuro y la casa había mantenido un

silencio difícil de alcanzar que asoció a la madrugada. El reloj digital mostraba que eran las tres dela mañana, lo que significaba que había dormido siete horas seguidas. "Está bien", dijo ella, poniéndose de pie. Ella se estiró y gimió ante el placentero dolor de sus músculos.

"Y me llamas cruel", dijo Scotch.Sonriendo, Lainey encontró la ropa con la que llegó y sus cosas limpias. "La revancha, ya

sabes."Scotch murmuró en un acuerdo irónico, mientras se vestían. Antes de salir de la habitación,

ella se puso delante de Lainey y la besó en la frente. "Cuando tus dientes estén cepillados, voy a

conseguir ese beso. Eso es una promesa".Lainey la abrazó. "Me alegro de que tengas la reputación de cumplir tus promesas."Se separaron, y Scotch la llevó hasta el cuarto de baño, dejándola en la puerta con un ligero

suspiro de resignación. Lainey suspiró, resignada, y entró. Encendió la luz y se quedó con los ojosabiertos ante su reflejo. Su oscuro cabello, siempre un poco rebelde, sobresalía en grasientosenredos. La piel de su cara y sus manos estaban quemadas por el viento y enrojecidas, en marcadocontraste con sus antebrazos, que mostraban un leve bronceado del verano.

Ella se sonrojó. ¡Scotch la había visto así! ¡Qué totalmente... repugnante! Era peor que lafetidez de su aliento. Esta era una manifestación física de su sensación de suciedad. "Ugh”, murmuró, poniendo su ropa en el mueble. Una toalla de baño y unas toallitas estaban dobladas juntoa un cepillo de dientes todavía en su envoltura de plástico. Sobresaliendo de un frasco de vidrio, una

variedad de peines, cepillos, algunos cachivaches, y otro de hisopos de algodón. Lainey se dio otramirada desagradable, y se fue a la ducha. Le tomó un poco de tiempo ajustarla mientras probaba elagua. Al girar la perilla a lo que ella pensó que era una temperatura normal, resultó en un calorabrasador. Ella jugueteó durante algún tiempo antes de que su piel fría se aclimatara y entró en ella.

La ducha era magnífica. Lainey sintió que los días de tensión y suciedad se iban por eldesagüe. Llevaba el pelo muy sucio, ella lo lavó tres veces antes de que quedara satisfecha. Sucuerpo todavía palpitaba con las ganas y ella deseó que Scotch olvidara el desayuno y se uniera a

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ella. Lamentablemente, no lo hizo. Sin negárselo, Lainey se apoyó contra la pared bajo el chorro deagua tibia, y llegó rápido al clímax. Ella jadeó con la fuerza de su orgasmo, casi perdiendo elequilibrio, ya que la sensación rodó sobre ella. Dios, ¿Cómo sería cuando fuera real? 

Con el rastro de su excitación, ella terminó de lavarse y salió de la ducha. Su imagen en elespejo era clara y nítida, sin una niebla de vapor nublando su juicio, y ella asintió ante su reflejo. Elagua había estado más fresca de lo que normalmente había disfrutado.

Ella se acercó para una revisión más minuciosa. Había moretones en su lado izquierdo porlo del accidente del trineo, aunque no tenían aspecto grave ni muy oscuro. Sus manos y su caraestaban rojas y un poco agrietadas por la exposición constante. Sus pies parecían bastante bien, ellase cambió de calcetines y de camisas con regularidad para combatir el pie de trinchera o alguna otraenfermedad. En términos generales, ella observó con satisfacción que estaba en buena forma paracontinuar. Se peinó su cabello, y luego se cepilló los dientes gratamente aliviada antes de vestirsecon ropa limpia.

Reuniendo sus pertenencias, Lainey abrió con cuidado la puerta del baño a un oscuro pasillo. Al otro lado estaba la habitación que ella y Scotch habían compartido. A su izquierda, la

sala brillaba con una luz lejana, y ella pudo ver el final de un sofá. La cocina estaba por allí. Apagóla luz del baño, dejó sus cosas en el dormitorio y se dirigió al final del pasillo. Su nariz se crispóante el olor del café y las prometidas tostadas francesas, y su estómago rugió.

La sala era pequeña y ordenada, pero tenía un ambiente muy acogedor. Un cuerpo envueltoen un edredón yacía en el sofá. Ella recordaba haber estado sentada allí hacía unas horas, con unacena que parecía deliciosa aunque ella apenas recordó haber comido. Lainey escuchó el murmullode un ronquido emitido desde la profundidad, identificando a la persona como su colega, Howry.Estuvo a punto de tropezar con otro cuerpo acurrucado en el suelo junto a la chimenea - Strauss.Lainey se preguntó dónde estaban los demás. Ella había visto a Thom y a Rye, cierto, ¿o eranalucinaciones provocadas por ver a Helen en el puesto de control?

Unas voces suaves le hicieron señas, y ella pasó a Strauss, rumbo a un pequeño comedor y bien iluminada cocina.

Scotch estaba sentada en una pequeña mesa de madera, con una taza de café. Una mujerestaba de pie en la cocina, espátula en mano, empujando una rebanada de pan en la sartén quesostenía. Lainey la reconoció como su anfitriona, pero una repentina punzada de hambre la venció.Ella peleó con los instintos de su cuerpo, apoyándose contra la puerta mientras obligaba a su mentea trabajar. "Tú debes de ser Molly”, dijo finalmente, adjuntando el nombre a la cara de la mujer.

La mujer sonrió. "Sí, soy yo", dijo. "Me sorprende que lo recuerdes."Lainey se sonrojó y se encogió de hombros. "Yo también"Molly sonrió. "Toma asiento. El desayuno está casi listo. Scotch, dale una taza de café"."Sí, señora". Scotch sonrió y le hizo un guiño a Lainey, indicándole que tomara un asiento

en la mesa antes de seguir órdenes.Ella se sentó, y su estómago gruñó."Suena como que tienes hambre”,  observó Molly. "Lo bueno es que he hecho suficiente

 para alimentar a un ejército, pero la mitad de las tropas están todavía dormidos." Ella hizo un gestohacia la sala de estar con su espátula.

Lainey se alegró de que su rostro ya estuviera enrojecido por la intemperie. Le tomó unesfuerzo, pero ella asumió su modo profesional, dando a Scotch una sonrisa de agradecimientocuando le extendió una humeante taza de café. "No estoy segura de lo dije ayer por la noche, pero

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ubicó la puerta correcta. Al entrar, cerró cuidadosamente tras de sí. Antes de que pudiera dar un paso más en la habitación, Scotch la agarró suavemente y la empujó contra la puerta.

"Te dije que iba a conseguir ese beso tuyo después de haberte cepillado los dientes”, susurró.

Sus labios se encontraron, y Lainey gimió. Scotch sabía a café y a jarabe, y ella abrió la boca a modo de invitación. Sus manos se recorrían de un cuerpo a otro, sus lenguas persiguiéndosesucesivamente. Cualquier alivio que Lainey había logrado de sus actividades en la ducha fuedemolido bajo el peso de una onda fresca de excitación. Su intimidad duró para siempre, perduróaños, sin embargo, terminó demasiado pronto. Scotch jadeaba cuando apoyó su frente sobre la deLainey. Se lamió los labios y Lainey quería seguir con ella por su propia cuenta.

"Eso estuvo bien."Lainey rió sin aliento. "Tienes una magnífica capacidad para las sutilezas", dijo ella,

retorciéndose un poco para sentir el cuerpo de Scotch contra el de ella."Gracias”, sonrió Scotch. "La he cultivado durante años." Ella jadeó cuando

Lainey se deslizó debajo de su suéter. "Desafortunadamente, tenemos tareas que hacer y una carrera

 para correr".Haciendo pucheros, Lainey acarició el vientre de Scotch, no lejos de llegar hacia arriba,

 para tomar sus pechos redondeados en sus palmas. “Nome". "En Nome" prometió Scotch.Lainey se apartó de la puerta, obligándose a retirarse del delicioso cuerpo que la había

atrapado. "Me estás volviendo loca.""Por lo menos tienes compañía para el viaje" dijo Scotch, dando un paso atrás."Bueno, vamos a buscar a los perros para darles de comer antes de que cambie de opinión"."Sí, señora".

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  "Sip." Lainey se inclinó sobre ella para recuperar la taza. Se quedó inmóvil cuando Scotchle acarició la espalda y la parte baja. "Esto no es levantarse de la cama“. El corazón le latía en su pecho mientras la mano bajó por su muslo.

"Tal vez no, pero sin duda me ha despertado".Lainey rió entre dientes y se obligó a alejarse del toque de Scotch, entregándole el café. "A

mí, también. Y yo no necesito despertar, gracias".Scotch tomó un sorbo de su taza. "Esa es una cuestión de opinión".Divertida, Lainey negó con la cabeza y saltó fuera de la cama. "Vamos, Fuller. Tienes una

carrera para ganar. Una pequeña palmada y unas cosquillas podrían interrumpir demasiado tudescanso ya programado".

"Sí, señora", dijo Scotch, con tristeza."Molly dijo que te dijera que tienes un plato de jamón y frijoles esperándote en la cocina."El semblante de Scotch se animó, y ella lamió sus labios. "Vaya, ¿por qué no me dijiste

antes? Vamos a ponernos en marcha".

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El viaje a Takotna fue fácil, menos de veinte millas. Los perros de Lainey tomaron elsendero bajando hacia el río sin problemas. Menos de una milla más tarde, subieron por el margenizquierda y se dirigieron al otro lado de pantanos congelados y líneas de árboles dispersos. Elsendero era sólido y bien marcado, con sólo la suficiente nieve fresca para que fuera interesante.Las huellas de Roman eran fácilmente visibles y sus perros estaban entusiasmados por su largodescanso.

Lainey se alegró por el clima. El sol se había puesto, y el aire estaba fresco y frío. Ellaajustó su gorra para compensar, su lámpara de cabeza iluminaba el meneo de las colas del perro.Con el equipo quemando el exceso de energía, algo más cálido habría sido desastroso para ellos. Dehecho, hicieron uso de la nieve fresca, mordiéndola mientras corrían para saciar su sed.

El suelo se elevó en un ángulo suave, mientras corrían a lo largo. Pronto la ascensión seconvirtió un poco más extremo, aunque ni de lejos era tan drástico como habían sido las subidasanteriores. Aún así, Lainey saltó del trineo para dar a los perros menos peso para tirar. Además,correr le ayudaba a mantenerse caliente también. En la cima, corrieron a lo largo de una cresta

 boscosa durante unos cuantos kilómetros antes de que el sendero se desviara hacia la derecha y bajara por un costado.

Al llegar frente a la cordillera y entrar rumbo al río, vio a Roman quizá a un cuarto de milla por delante de ella. Su equipo lo había logrado, además, y Chibee aulló de alegría. Los perros selanzaron hacia delante, y ella dejó que se encargaran. Al final de esta carrera, en el último descanso, podrían quemar el exceso para llegar. Hasta entonces, no les haría daño permitirles un poco más deejercicio.

Oyó ladrar delante mientras su equipo se acercaba a él, los perros de Roman comenzaron aagitarse ante el acercamiento de la competencia. Montana les contestó, haciéndose eco por Chibee yel normalmente tranquilo Himitsu. Lainey resopló cuando Montana de alguna manera hizo su trotarcon arrogancia, un andar arrogante aparentemente diseñado para mostrar su humilde opinión de los perros que se acercaban.

El equipo de Roman hizo una explosión de velocidad, y Lainey sonrió.  Así que esa era la

 forma en que él quería jugar, ¿eh?. “¡Vamos!" ordenó a sus perros. Ella lo persiguió por el río yhasta un terraplén. De repente estaban en una calle, y ella vio letreros que indicaban el siguiente punto de control. "¡Alto!" ordenó ella, de pie sobre la alfombra de arrastre entre sus perroscorredores. Por mucho que quería pasar a Roman, cinco segundos de margen no significaba nada enesta etapa del juego. Su equipo se mantuvo firme, sin embargo, ya que no pararían hasta querebasaran a Roman hasta detenerse en el puesto de control.

Lainey rió cuando los voluntarios corrieron a detener a los perros. Ella se sacó sus guantes yoficialmente firmó la llegada.

"¿Se alojará?""Nop. Acabo de salir de nuestras veinticuatro horas en McGrath", dijo ella, buscando en su

 bolsa de trineo para darle unos bocadillos a sus perros. Roman había optado por seguir adelante yella lo saludó con un gesto de la mano mientras él seguía hasta Takotna.

El verificador asintió. "Hay un filete para cenar si se queda"."¿En serio?" Lainey regresó a su bolso de trineo y agarró sus botines y el ungüento. "Comí

una cena bastante fuerte cuando salí de McGrath".Él se encogió de hombros. "Oh, bueno. A los aldeanos les gustaría extender la alfombra

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CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

La pareja que era dueña de la cabaña Ophir donde estaba el puesto de control, le dio aLainey un guiso caliente. Voluntarios, mushers y varios engranajes a secar llenaban el espaciodisponible. No había espacio para los mushers para dormir dentro, pero a Lainey no le importaba,queriendo estar con sus perros después de su largo descanso en McGrath. Ella fácilmente se adaptóal ritmo de la carrera, asegurándose de que se alimentaran y bebieran sus perros y estuvieransaludables antes de atenderse ella misma. Le tomó poco hacerlo, pero ella se obligó a beber dos desu jugo de frutas en lugar de uno, tal como le había indicado Scotch.

Después de una siesta de tres horas la despertó su alarma con un pitido suave en su oído.Ella rápidamente miró a su alrededor para ver si Roman ya había abandonado el lugar, pero éldormitaba en su trineo a unos metros de distancia. Había otros cuatro mushers que tomaban susdescansos aquí, pero ella no estaba preocupada por ellos. Con movimientos cuidadosos, Lainey se

levantó y comenzó sus tareas a fin de partir. Ella no quería despertarlo si podía evitarlo, aunque ellase imaginó que él estaría listo pronto. No había razón para darle a él más de una ventaja, ¿no es así?

Ella no habló con sus perros esta vez, no quería que su voz llegara al trineo de Roman,aunque sí les dio todo el afecto al que estaban acostumbrados cuando ella los alimentó. Ella diounos pasos ligeramente y trató de hacer el menor ruido posible. Para cuando ella estaba a mediocamino de terminar sus tareas, Roman se despertó de golpe, probablemente a causa de su propioreloj despertador. Al verla a ella en medio de sus preparativos, sacudió un dedo hacia ella y searrastró para salir de su saco de dormir.

Lainey sonrió, moviéndose más rápido ya que no tenía necesidad de ser más cautelosa.Antes de que él tuviera tiempo para terminar la alimentación de su equipo, ella estaba poniendo los

 botines a las patas de los perros y limpiando su zona de aparcamiento.Ella lo saludó alegremente cuando su equipo lo rebasó, dirigiéndose hacia el puesto de

control. Le pareció oírlo refunfuñando, y ella se echó a reír.Eran como las seis y media de la mañana, cuando su equipo salió de la cabaña de Navidad.

El cielo estaba todavía oscuro aunque el sol comenzaría a levantarse en una hora. Lainey esperóhasta que fueran un poco más lejos para beber más jugo, consciente de la advertencia de Scotch.Ella no podía permitirse ser tan desordenada como antes. Ya no había más descansos deveinticuatro horas por delante y todavía quedaban dos tercios de la carrera por seguir.

El sendero estaba siendo rápido y fácil, era tanto un don y una maldición para ella. El climafrío y los senderos fáciles permitían conseguir más en menos tiempo, dando también la mismaventaja a Roman o a cualquier otra persona en los alrededores. Dentro de los primeros kilómetros,

el equipo cruzó el río Innoko dos veces. Después entraron en un área de árboles y en la tundradurante un tiempo, paralelo a los ríos mientras iban. Los perros trotaban, todavía con energíadespués de su larga parada, y Lainey no podía evitar sentirse orgullosa de ellos. Los había entrenadodurante toda la temporada y ellos parecían trabajar juntos sin problemas como si hubieran estadohaciendo esto durante años. Por supuesto, la mayoría de ellos lo había hecho, pero no juntos en esteacuerdo de trabajo en particular.

A medida que los kilómetros pasaban, ella mantuvo un ojo en Roman. Estimó que estaba

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cerca de media hora detrás de ella después de echarle un vistazo. Si podría alcanzarla o no antes deque ella alcanzara Cripple, era la pregunta. El sol salió, y ella se quitó su lámpara, poniéndose lasgafas de sol para combatir el resplandor de la luz en la nieve. Le dolía el corazón ante la sencilla belleza de la zona. Según su investigación, si la Iditarod no pasara por aquí, nadie pasaría a lo largode estas colinas y del río en absoluto. Esta sección de sendero estaba demasiado lejos, nada más

 para mochileros y algo parecido durante el verano.Ella les dio bocadillos a sus perros, manteniendo vigilancia detrás de ella ante la evidenciade la presencia de Roman. Todavía nada. ¿Habría decidido él tomarse su tiempo?

Los árboles se estrecharon y desaparecieron. Tocones ennegrecidos empujados por la nievee incluso en pleno invierno, ella pudo oler una pizca de ceniza. Un incendio se había suscitado através de todo esto en algún momento en el pasado, y el sendero conducía directamente a través delárea dañada. Lainey se preparó para un paseo más agreste, pero nunca se materializó. Este incendioera mucho menos peligroso que el de Farewell Burn.

Su equipo se comió las millas, rodando en la nieve para refrescarse cuando se detuvo paradarles los bocadillos, y mordiéndola para saciar su sed. El sendero cruzaba el río de nuevo. Árbolesquemados desteñidos, sustituidos por otros ilesos.

La vejiga de Lainey comenzó a debatir con ella por todos los líquidos que estaba bebiendo,y luchó con eso durante un tiempo. Tarde o temprano tenían que llegar al siguiente punto decontrol. Sacó su ejemplar de notas de Scotch, hojeando las páginas. Scotch dijo que eranormalmente unas cuatro a seis horas a lo sumo. Consultó su reloj. Ella había estado en el senderocerca de cuatro horas. ¿Podría parar y encontrar un arbusto o seguir un poco más de tiempo?

La decisión de aguantar continuaba en ella. Ella fantaseaba acerca de estar en el medio deldesierto, tratando de convencer a su cuerpo que ella no había tenido nada que beber por días, queestaba sedienta con sed. Funcionó por un poco más de millas, pero cuando el trineo golpeó diversossurcos y baches su vejiga punzaba más y más.

Ella debatió cuánto tiempo le tomaría dejar caer sus pantis el tiempo suficiente para hacer

 pis y seguir adelante. Sus preocupaciones crecieron rápidamente cuando ella seguía, sentía lasaturación de líquidos que casi se perdió el puesto de control."¡Alto!" -ordenó, pisando fuerte en el freno y, a continuación, maldiciendo cuando el

líquido en su vejiga se tambaleó peligrosamente. Lo último que necesitaba era hacerse pis en sus pantalones aquí, en el medio del invierno de Alaska.

Ella se registró, exigiendo sin aliento la ubicación de las letrinas.La verificadora, una mujer delgada con una parka brillante naranja, se rió entre dientes.

"Está por allí. Vaya por delante, esperaré con el veterinario hasta que usted regrese"."¡Gracias!" 

Cuando terminó, se encaminó fuera de la letrina con una sonrisa de alivio. Su perros la

observaban, sonriendo y riendo como diciendo que lo tenían mucho más fácil que ella. Porsupuesto, ellos lo tenían fácil, después de haber sido entrenados para hacer sus necesidades mientrascorrían. Un par de hombres estaban con ellos, comprobando ya la salud de cada animal.

"¿Te sientes mejor?" preguntó uno de ellos.Lainey rió. "No te puedes imaginar." Ella encontró sus notas de veterinario y se los entregó."Se ve bien”, dijo el otro después de completar su examen. Hizo algunas anotaciones en una

de las páginas. "Ese tiene algunas abrasiones acumuladas en sus patas, sin embargo."Ella le dio Heldig una mirada preocupada. "Yo no quiero que corra en el suelo. ¿Crees que

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mente.Cerca, Roman se rió entre dientes. "Nunca es suficiente." Él levantó la vista de sus parrillas.

"Deberías aumentar su ingesta de grasa un poco. ¿Con cuánto los estás corriendo?""Alrededor de media libra." Lainey regresó a la línea de su equipo con el agua extra."Tal vez hacerlas a tres cuartos, por lo menos hasta el interior. Ellos queman grasa cuesta

arriba." Ella murmuró una respuesta y continuó con sus tareas. ¿Podría Roman en peligro a sus perros por darle malos consejos, todo esto para arruinarla? Por lo que había leído y oído hablar delos Spencer, parecían ser los dueños decentes de la perrera. Por lo menos, Georgio Spencer habíaganado tres carreras Iditarod y dos Yukon Quest a través de los años. Roman tenía la experiencia deser criado en una granja con perros de carrera, al igual que Scotch. Estaban también sus propiasansias de quedar bien. ¿Los perros sentirían lo mismo?

Lainey decidió que él no le daría un consejo diseñado para afectar a sus perros y, por lotanto, afectar su posición en la carrera. Además, ¿cuál sería el punto? ¿Qué él pudiera llegar a Nomealgunos lugares antes que ella? Él estaría un poco más en el nivel superior, de todos modos. Losmayores campeones contendientes ya estaban compitiendo por la posición.

Independientemente, decidió no tomar su consejo. No hasta que pudiera hablar con Scotch, por lo menos. Había buenas oportunidades de que pudieran verse en Ruby. Podría preguntarleentonces. La única razón por la que Scotch no había estado en el puesto de control de Cripple era porque normalmente estaría corriendo a través de los campos en los bosques cercanos. Lainey, sinembargo, todavía guardaba un poco de temor al estar tan lejos de la civilización. Incluso en laescasa población de un puesto de control en la selva, se sentía más segura. No había elección entreaquí y Ruby, sin embargo. El siguiente punto de control estaba demasiado lejos para que los perroscorrieran en una sola tirada. Lainey tendría que acampar en tierra salvaje la próxima vez.

Recogió los platos y las mantas de los perros, limpió el área, y puso botines a su equipo. Seestaba convirtiendo en una acción instintiva. Terminó la tarea en menos de quince minutos esta vez.

Para el final de la carrera, ella estaría haciendo la misma tarea en cinco minutos. Esta vez, ellaagarró una bolsa de paja y la espolvoreó contra su trineo. Los perros necesitarían algo que loscalentara sobre el sendero.

"Nos vemos por ahí”, le dijo a Román, quien se encontraba en las etapas finales de prepararse.

"Estaré tras de ti."Lainey sonrió ante la inherente amenaza de sus palabras. En lugar de morder el anzuelo,

ella ordenó a sus perros dirigirse a la salida del puesto de control. Ya era hora de poner un poco dedistancia entre ellos, al menos por un rato.

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razón. Lainey sonrió.Más letreros, éstos indicaban que el sendero por donde corrían llevaba a través de una villa

veraniega llamado Long. Todo estaba hecho un desastre por el invierno, pero los edificios estaban bien cuidados, no como las viejas construcciones de Poorman que había pasado en el último puntode control. De acuerdo a sus notas, ella estaba en el punto medio entre Cripple y Ruby. Si ella fuera

más allá, estaría de nuevo expuesta al viento y al clima. Una vez más miró hacia atrás. ¿Roman sehabía detenido a descansar? ¿Ella se detendría?Fuera de Long, Lainey tiró de su equipo a un lado del sendero. Giró sobre su cabeza la

lámpara para ver su reloj y se sorprendió al ver que sólo había estado corriendo durante cuatrohoras. Todavía tenía dos horas más por recorrer antes de llegar a su recomendado horario dedescanso. Dos horas más podían ponerla a ella casi en Ruby. Sería ridículo descansar entonces,sabiendo que sólo tenía veinte millas al puesto de control. 

Lainey les bocadillos a los perros, dándoles trozos de hígado de alce que se devoraron conansiedad. Luego regresó a su trineo para tomar un bocado para ella y pensar.

Scotch ya estaría llegando a Ruby. Lainey Realmente necesitaba hablar con ella acerca delaumento de la ingesta de grasas a sus perros. Además, la echaba de menos. No se habían separado por tanto tiempo desde la llegada de Lainey en Junio. Habían pasado más de veinticuatro horasdesde que Lainey la había visto. Si ella fuera a seguir el plan original y acampara, podría perder aScotch en Ruby.

Por otro lado, hacer correr a los perros ésa distancia podría ser una dificultad para ellos.Tenía confianza de que podían manejar el kilometraje adicional, pero estaba preocupada de que pudiera trastornar su horario cuidadosamente planeado. ¿Por qué habría de hacer un descanso aquí?

Lainey releyó sus notas. Eran una combinación de notas del sendero de Scotch mezcladascon las de Thom y la investigación personal de Lainey. Sorbió un paquete del jugo, con aire ausentemordisqueando un chocolate congelado entre la revisión de las páginas. Tardó unos minutos, pero

finalmente ubicó la razón por la que había previsto inicialmente un descanso completo.Cuando Thom había corrido la carrera, el sendero entre Cripple y Ruby había sido de más

de cien millas de largo. Por diversas razones Lainey no estaba al tanto, el sendero se había alteradoalgunos años atrás, reduciendo el kilometraje a un poco más de setenta. Las notas de Scotchmostraban un buen lugar para acampar cerca de Long, pero Scotch tendía a atravesar los puestos decontrol y aparcar lejos de la gente. Lainey combinó la información del sendero más viejo con ellugar para acampar de Scotch, y supuso que iba a necesitar aparcar antes de llegar a Ruby.

Ella frunció el ceño ante el fardo de paja sobre su trineo. Maldita sea si ella podría caer aquísin razón, sería lo mismo que tirar basura. Ella podía verlo como si diez tipos tontos entraran alRuby. Lainey dejó escapar un suspiro. Oh, bien, nada que hacer por ahora. Al menos ella podría

tomarse el tiempo para revisar sus rieles de trineo y cambiarlos si fuese necesario.Era muy temprano para alimentar a los perros, por lo que Lainey les dio un segundo bocadillo. Luego inició el proceso de descargar su trineo con el fin de voltearlo de su lado. Unosminutos más tarde, estaba satisfecha de notar que la fuerte gravilla no hubiera hecho tanto dañocomo lo había hecho pensado. Se mordió el labio, preguntándose si debía dar a los rieles una buenaencerada antes de empacar de nuevo. Su equipo estaba tirado en la nieve, algunos tomando unasiesta rápida y otros viéndola como si fueran a preguntarle ´¿vamos a quedarnos o no?´

Si se quedaba mucho tiempo más, todos sus perros se dormirían. Ella batallaría para

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CAPÍTULO CUARENTA Y UNO 

Era las altas horas de la madrugada cuando Lainey se detuvo junto al Centro Comunitariode registro. El proceso de registro de entrada fue rápido y sin dolor, aunque uno de los voluntariosse preguntaba en voz alta por qué tenía una paca de paja con ella. "Entrenamiento con pesas", dijoella. Estaba contenta de que la piel de su rostro estuviera agrietada por la intemperie. Por lo menossu rubor no sería fácilmente evidente. "¿Scotch Fuller está aquí?"

El verificador, con una expresión divertida en su rostro, miró sobre su portapapeles. "Sí,aquí está. Sin embargo, probablemente estará lista para salir en breve."

"Gracias."Lainey llevó a sus perros al área de aparcamiento y consiguió alimentarlos y acostarlos

sobre la paja de Cripple. Después del largo camino en este tramo, planeaba tomar un descanso total

de ocho horas aquí. Había dos descansos obligatorios de ocho horas; el siguiente sería en el otrolado del Yukón en White Mountain. No tenía planeado tomar su descanso obligatorio aquí, sinembargo, así que ella no había notificado al verificador de su intención de quedarse un poco más delo habitual.

Con su equipo acomodado, agarró los botines mojados de perro y se dirigió al centrocomunitario. Esperaba que hubiera un lugar para secar por lo menos algunas de estas cosas antes detener que salir.

En el interior, sus fosas nasales se obstruyeron con prontitud a partir del cambio detemperatura, pero no sin antes de que oliera un delicioso estofado de alce.

"¡Hey, hey! ¡El novato pródigo llegó!"Lainey sonrió y saludó a Howry, pero fue la visión de Scotch sentada a su lado lo que hizo

que su corazón latiera un poco más rápido.

Strauss regresaba a la mesa con una taza de café y se detuvo para darle un abrazo. "Puedes poner tus cosas en la parte posterior, allá" dijo él, indicando hacia una masa de líneas de lavanderíaimprovisadas colgando sobre una estufa grande, "y toma un plato de estofado y únete a nosotros".

"Sí, jefe" dijo ella.Él se rió entre dientes. “¡Vaya! Debes estar agotada para llamarme 'jefe' ".Lainey le sacó la lengua y se deslizó de debajo de su brazo.Después de arreglar sus cosas para secarlas y conseguir comida, finalmente se hundió en la

silla al lado de Scotch. Ella se tomó el tiempo para quitarse sus botas y sus forros, dándole a sus

 pies la oportunidad de ventilarse, antes de aplicarse a su comida."Entonces, ¿cómo te está yendo?" Preguntó Strauss. "¿Algún problema allá afuera?""No realmente. El terreno descampado es una mierda, pero mis rieles están en mejores

condiciones de lo que yo pensé que estarían. Yo no estoy tan segura de Roman Spencer, sinembargo."

Scotch frunció el ceño. "¿Por qué?""Bueno, él estaba justo detrás de mí, pero después de que salimos del bosque y entramos en

el camino libre, lo perdí". Miró hacia la puerta que se abrió, pero era uno de los veterinarios. "Tomé

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Lainey se sentía mal por dejarla.Lainey bebió un jugo, su estado de ánimo empeoraba en contraste directo con el sol

creciente.Estaba cansada, irritable, todavía rígida y adolorida por su caída un par de días antes. Su

costilla le dolía por el frío, el agotamiento, y por estar durmiendo en posturas forzadas en su trineo.

Se sentía sucia y sabía que apestaba ferozmente, independientemente de la ducha que había podidotomar en McGrath. Ugh.¿A quién quería engañar, de todos modos? Claro, ya había pasado la mitad del recorrido,

 pero todavía tenía más de cuatrocientas millas por recorrer antes de llegar a la meta. ¿Cuál era el punto? ¿Todo esto por un estúpido artículo de la revista? Strauss no le había pagado lo suficiente por este abuso.

Tal vez debería cancelar en Galena. Sólo entrar y poner fin a su carrera allí. Ya habíahabido otros mushers que cancelaban, ella no sería la única en posición de ignominia de los primeros en rescatar la carrera. Muchos de los novatos nunca llegaban a la línea de meta. Diablos,muchos de los mushers lo intentaban cada año y nunca llegaban a Nome. ¿Qué la hacía a ella tanespecial? Tenía un montón de material para su artículo, y cientos de fotografías. ¿Sería realmente

tan malo desconectarse ahora?Las millas se producían sin parar lentamente, y Lainey se quitó la lámpara de la cabeza para

reemplazarlas por sus gafas de sol. Una cubierta de nubes oscurecía la luz directa del sol, perotodavía estaba brillante. Su equipo rodaba junto con poca dirección, pero ella tomó cuidado demantener un ojo para los señalamientos del sendero. Lo mejor era no estar tan satisfecha de ellamisma y terminar en Fairbanks por error.

Dios, el camino seguía un flujo constante. Todavía tenía unas buenas cuatrocientas millasde eso, también. Ella se imaginaba volando a Nome y estar en la línea de meta para ver la llegada deScotch. Lainey sonrió para sí misma, sabiendo que después de una ducha y una siesta decente,tendría a Scotch toda para ella. ¡Por fin! Mientras que los resultantes sueños lascivos eran

divertidos, su mente insistía en seguir su line deprimente.¿Qué pasaría cuando todo terminara? La Iditarod terminaría un año más, el artículo deCognizance se presentaría y sería publicado... ¿Después qué? Otro trabajo, otro artículo, más viajes,eso era el ´qué´. Lainey tenía que ir donde estaba el dinero. Esa era la alegría y la maldición de untrabajo independiente. Strauss posiblemente tendría una idea para un artículo, o Lainey podríaocuparse por revisar en revistas para encontrar algo interesante que iniciar o lanzar. O podría tomarfotos de alguna fauna exótica lejos de aquí.

Lainey no se hacía ilusiones de que Scotch se uniría a ella. Los perros eran la vida deScotch. Alaska era la vida de Scotch.

¿En dónde dejaba esto su relación, entonces?Gruñendo para sí misma, Lainey se detuvo para darles un bocadillo a los perros. Todos

ellos tenían saludables actitudes positivas, y no sabía si debía gruñir con ellos o dejar que la sacarande su rápida caída en picada del estado de ánimo. Chibee se retorció y le lamió la cara mientras ellalo revisaba, su mal aliento con el pescado blanco congelado que acaba de tragar. Incapaz deevitarlo, Lainey se rió, y ella sonrió, complacida.

"Gracias, chico. No hay nada como un besito de perro para despertarme a la realidad".Lo que fuera que decidiera entre aquí y Nome, ella sobreviviría. Scotch sobreviviría.

Ambos eran fuertes y seguras de sí mismas, capaz de manejar cualquier cosa que el mundo enviara

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contra ellas. Si estaban destinadas a estar juntas, bien. Si no, por lo menos había sido un maravillosoy divertido año.

Ella terminó de revisar los perros y se subió a su trineo. "¡Vamos!"

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CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

Lainey llegó al puesto de control de Galena, a las nueve cincuenta y siete del sábado por lamañana. Ella había estado en el sendero por un total de ocho días. Corriendo en automático, aparcóel equipo, los alimentó, les dio de beber, y los puso a dormir la siesta. Completó todo el proceso enmenos de una hora. A principios de la carrera ella se habría impresionado con su aumento de laeficiencia. Su mente estaba nublada por la falta de sueño y el aburrimiento, sin embargo, alternandoentre taciturnos pensamientos acerca de Scotch y la vigilia por la privación de sueño.Afortunadamente, el equipo no había estado demasiado afectado por su temperamento. Ellos juguetearon un poco antes de acomodarse en sus camas de paja para dormir lo que necesitaban.

Una vez que fueron atendidos, Lainey consiguió su mini-trineo y buscó sus alimentos. Ellalos llevó de nuevo al trineo, pero no se molestó en abrirlos y ordenarlos. Había algo un poco másimportante que tenía que cuidar, y entre más pronto lo hiciera, más pronto podía unirse a los perros

en su letargo.Al igual que en Ruby, el puesto de control en Galena tenía la villa del centro comunitario.

Lainey entró con una brazada de engranajes. Tuvo suerte y encontró espacio para colgar las cosas para que se secaran. Una vez que estuvo hecho, abordó a uno de los voluntarios, una mujer nativadelgada.

"Oye, ¿la cafetería está abierta todavía?"La voluntaria sonrió. "Debería. Pero aquí hay un montón de alimentos para escoger. Y

nuestro estofado de alce es el mejor en Yukon".Lainey trató de inhalar a través de sus fosas nasales, pero no podía oler nada. Un buffet

estaba colocado junto a una pared, lleno de comida - incluso un pavo asado completo que casi

estaba limpio ahora. "No lo dudo”, dijo ella, sonriendo. "Pero estoy buscando para comprar aceitede cocina o mantequilla para mis perros. Por lo menos lo suficiente como para llegar a Unalakleet."Ella se rió para sus adentros. Caramba, parecía extraño. Nunca en sus imaginaciones más salvajes pensó que alguna vez pediría manteca para los perros.

A pesar de la extraña petición a la mujer, quien se presentó como Suzy, no se inmutó. Encambio, ella recogió su abrigo y se lo puso. "Te llevaré. Tengo una barredora de nieve justo afuera".

Lainey parpadeó. "Oh, no tienes que hacer...""¡No seas tonta! Has estado en el sendero durante días y necesitas descanso tanto como tus

 perros. Cuanto antes lleguemos, más pronto podrás comer y dormir". 

Lainey se apresuró hacia la puerta y abordó la barredora de nieve. Momentos más tarde, con

un gesto cansado de diversión en su cara, ella fue conducida a una pequeña cafetería. Cuatroreservados se alineaban en la pared de la izquierda, y una barra de desayuno estaba a la derecha.Una puerta de doble balanceo daba a la cocina, y ella vio a un cocinero a través de la ventana deservicio, detrás del mostrador apoyado en una cadera y leyendo un libro. El aire olía a tocino,huevos y café.

"Espera aquí" Suzy le hizo un gesto hacia el taburete en el mostrador, y desapareció, presumiblemente en la cocina.

Desconcertada, Lainey se sentó y miró a su alrededor a los demás ocupantes. Una pareja

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  Era algo a considerar.Diablos, si Scotch era susceptible a una relación a largo plazo, Lainey podía renunciar a su

apartamento y oficialmente mudarse a la cabaña. ¿La haría eso elegible para las reuniones a bordode la granja Fuller? Si ese fuera el caso, ella con gusto invertiría en la granja, especialmente si podíadisfrutar de la temporada de carreras de vez en cuando por ella misma.

Por primera vez en varios días, Lainey sintió mejorar su estado de ánimo. ¿Era tan fácil,recibir lo mejor de ambos mundos? Ella y Scotch podrían estar juntas la mejor parte del tiempo, ella podría continuar viajando y atender su carrera, y podrían pasar cada dos inviernos en Alaskasiguiendo las carreras. Scotch obtendría un ingreso estable, un descanso de la constante búsqueda dedonaciones y patrocinadores, la oportunidad de viajar y experimentar todas las cosas que soñaba… 

Eso podría funcionar.Una señal de la oficina oficial de la Administración de Tierras la devolvió a la realidad. La

cabaña de Trípod Flats estaba justo delante, la señal indicaba en dónde salir de la pista. El equipohizo oficialmente treinta y cinco millas desde Kaltag. La cabaña de Old Women estaba a otrasquince millas más sucesivamente. Lainey miró su reloj, observó con satisfacción que habían estadosiguiendo el sendero durante unas cinco horas. A este ritmo, se llegarían a Unalakleet en once

horas.En lugar de tomar el desvío, guió a los perros hasta pasarlo y los llevó a tomar un descanso.

Aún cuando ellos no iban a tomar un descanso completo, los perros necesitaban un poco más decomida que la ocasional merienda. Ella no sacó las parrillas ni liberó las líneas del cuello de los perros, no queriendo que tuvieran la idea de que era el momento de tomar una siesta. En su lugar,dispuso sus platos y utilizó la comida preparada en la hielera. Cuando llegaran a Unalakleet, podrían tomar otro descanso de ocho horas y darse el lujo de aprovechar el tiempo para cocinar unafresca comida a su llegada.

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entender que Bonaparte eventualmente arruinaría las cosas. Lainey estaba realmente sorprendida deque hubiera pasado tanto tiempo como él lo había hecho. Excepto por cualquier accidenteimprevisto, ella había aceptado el hecho de que él sería uno de sus perros abandonados. Bonapartenunca había corrido la Iditarod antes, a pesar de que él tenía un montón de experiencia en lascarreras de mediado rango. Había pasado nueve días en el sendero y sin duda estaba empezando a

sentir la necesidad de un tratamiento más majestuoso que se adaptarse a su posición. Kaara tendríael corazón roto por continuar sin él, pero ella se había quedado sin él antes y lo volvería a hacer.Se acercaron a un puente que no tenía carriles casi inmediatamente después de pasar la

señal de la Oficina de Administración de Tierras. Antes de que Lainey tuviera tiempo para preocuparse por su equilibrio, estaban al otro lado de la zanja con leves fanfarrias.

A medida que continuaron a través de las colinas, se preguntó si ella realmente estaríaasustada por lo del puente o por lo bien alimentada y descansada. Después de más de una semana enel camino, tratando con todo tipo de potencia física, tenía una gran cantidad de más confianza ensus habilidades, tanto en supervivencia y resistencia. O eso, o sus hormonas estaban fuera de controly respuesta apropiada estaba enterrada debajo del agotamiento y la deshidratación. Supuso que la prueba estaría en el postre después de que ella tuviera una semana de mimos. Tal vez se uniría a

Strauss en el próximo salto en bongy para probar la teoría.Lainey sonrió para sus adentros al pensar. Su interés de él por desafiar a la muerte en sus

vacaciones la desconcertaba. Ella nunca sería atrapada saltando de un avión en perfecto estado.Se estaba haciendo demasiado oscuro para ver y Lainey encendió su lámpara. A pesar de

sus mejores intenciones, ella se vio inmersa en entrar y salir de su conciencia, dormitando mientrasse desplomaba sobre el trineo. Sabía que tenía que estar alerta y preparada para cualquier problema, pero ella ya no tenía energía. Los perros se mantuvieron de pie, avanzando mientras su mente sedesviaba del sendero para dividir el segundo día de sueños acerca de Scotch, con poco que mostrarde donde terminaba la realidad y comenzaba la fantasía.

El equipo se convirtió en una carretera de Australia, superando el calor que hacía, cuando se

dirigían a través del interior de un pájaro extraño. Entonces vio a los perros tomando un giro, y elladespertó lo suficiente para ver la señal del sendero. El calor en el pecho se convirtió en la cabeza deScotch, descansando después de una extensa sesión de hacer el amor en una hamaca. Ella recordólos calentadores y la pizza congelada con interés indolente, pero estaba más cansada quehambrienta. Scotch le sonrió con asombro mientras seguían a sus guías en el Amazonas, con la pielsudorosa y una mancha de suciedad en la mejilla. Lainey se inclinó para darle un beso y se vio degolpe a la realidad cuando estuvo a punto de caerse.

Antes de que pudiera recuperarse, una oscura forma se cernía fuera de la noche y ellaretrocedió con un grito. Por un instante, su memoria se transportó al jeep en Kosovo cuando elequipo bajo fuego llegó hasta una casa abandonada - la casa donde ocurrió la emboscada y ellahabía recibido un disparo. Las costillas de Lainey dieron una punzada en simpatía, y sintió un

destello de calor y frío, hasta que se dio cuenta de que era la señal de la cabaña Old Woman."Cristo, necesito un trago", se quedó sin aliento, con el corazón desbocado. Lainey se quitó

la máscara con la esperanza de que el viento gélido mantuviera su lucidez. "Supongo que esto es loque significa alucinaciones", dijo a sus perros.

La respuesta de ellos fue tibia. Sólo Chibee y Meshindi miraron sobre sus hombros. Todo elmundo siguió avanzando, moviendo las orejas a la escucha de otras órdenes.

Se movieron a un ritmo bastante decente, pero Lainey saltó de los rieles a trotar con ellos.

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Lainey suspiró. "Sholo, listo" Él se puso de pie. "Vámonos."Otros seis metros, y él se detuvo de nuevo.Ella se desplomó. Obviamente él no había superado su aversión por el viento golpeando su

hocico.Lainey aplicó el gancho de nieve y se acercó por el sendero hasta su líder. Ella se dio cuenta

de que él sabía de su decepción por la forma en que él bajó hasta su vientre en el momento en queella lo alcanzaba. "Está bien, muchacho, no es tu culpa. Has hecho un gran trabajo hasta ahora."Ella le rascó detrás de las orejas y lo liberó de la línea de remolque. En su camino de regreso al puesto de control, se detuvo en el trineo por un cable de perro.

A medida que el sol empezó a iluminar el cielo gris, ella y su equipo siguieron el sendero aShaktoolik con dos perros menos en lugar de uno.

Los próximos kilómetros del sendero iban paralelo a la carretera de la costa, pero nollegaban hasta ella. La quitanieves mantenía la superficie de grava libre de nieve y hielo. Laineyveía que el viaje a través de las rocas podría rebanar sus rieles mucho peor que los puntos débilesque habían puesto en mal estado a Roman Spencer.

Con un líder fresco en el frente, el equipo tomó un nuevo impulso. Viajaron a una marcha

fácil - no demasiado rápido ni tediosamente lento. Montana contoneándose al lado de Traza, de vezen cuando mirando por encima de su hombro a sus compañeros como si dijera ´¡Mírenme! ¡Estoydirigiendo este espectáculo ahora! ´Lainey pensó que Traza mostraba una notable moderación conrespecto al ego de su nueva pareja. Ella esperaba que Montana pudiera hacer el resto del camino enesa posición. Estos dos eran sus últimos líderes y Montana nunca habían estado al frente durantemás de unas pocas horas. Ninguno de los otros perros tenía la aptitud, ese talento especial que senecesitaba para mantener al equipo en el camino correcto.

Las señales guiaron al equipo tierra adentro en un ascenso. Sacó sus apuntes para esta área,maldiciendo al darse cuenta de que ella no lo había hecho antes de salir de Unalakleet. No prepararse mentalmente para lo que les esperaba era tan estúpido como quedarse dormido en el

camino. Murmurando por lo bajo encontró el pasaje adecuado y leyó en voz alta. Tres colinas quesubir antes de pasar Blueberry Hills, y la tercera era una de las más difíciles en la segunda mitad dela carrera. Se preguntó cuál había sido la primera. ¿Acababa de pasarla sin saberlo? ¿Esto sería anticlimático como Farewell Burn?

Ellos se elevaron solo cerca de unos trescientos pies antes de seguir a un descenso fácil paravolver al nivel del mar. Conociendo la idea de Scotch de los temas graves del sendero, Laineydudaba que hubiera sido una de las tres colinas mencionadas. El camino los llevó más cerca de lacosta y a través de un campo de pesca cubierto contra el fuerte viento. Allí cruzaron un arroyo conalgunos desbordes, y luego volvieron hacia el interior.

Una pendiente pronunciada se alzaba ante su equipo, y Lainey contó con que esta si era la primera de las tres colinas. A pesar de la enorme pendiente, estaba sólo a otros trescientos pies de

altura. Sus perros la llevaron en un ritmo fácil y llegaron a la parte superior con ella empujandodesde atrás.

El viento los azotó, mientras se mantuvieron en la cresta durante una milla o más. Entonces bajaron de nuevo al lado costero y más allá de otro arroyo. Un poco más lejos, el camino seconvirtió en un valle protegido donde crecían árboles raquíticos. Protegida por el viento, Laineysuspiró en alivio, sin haberse dado cuenta de lo tensa que había estado hasta su ausencia. Su rostrohormigueaba con falsa calidez, pero no se quitó la máscara. Estar fuera de la sensación térmica era

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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

El descenso fue rápido y resbaladizo, una combinación peligrosa. Los árboles se alineabanen el sendero en varios lugares, y Lainey tuvo que poner el freno de pie para evitar pasar sobre los perros o perder el control del trineo. El sendero se curvaba hacia atrás y adelante en la partesuperior, creando una constante amenaza de volcadura o corriendo hacia los árboles que estabanallí. Llegaron con dificultad a la mitad y escalaron cien pies hasta el risco antes de que perdierancualquier velocidad.

En el otro lado de la cresta estaba la costa, el sendero paralelo a la nieve estaba cubierto condunas. Algo nivelada y con un líder más fresco, su equipo alcanzó un poco de velocidad. Enalgunos lugares Lainey miró donde otros mushers habían salido de lodazal y se dirigieron rumbo alas dunas. La marca en el sendero estaba visiblemente derribada en algunos lugares, y ella decidióseguir a los guías predecesores con más experiencia, dirigiendo a Traza y a Montana para subir a la

cresta de la duna.Aquí el recorrido era más suave, pero el viento era una constante irritante. Conforme a sus

notas, tenía menos fuerza de lo que tendría en pocas horas. Al parecer, el viento tenía una tendenciaa amainar poco después del amanecer y levantarse en las tardes. Lainey desenterró su reloj. Seacercaba al mediodía. Sin siquiera intentarlo, ella había elegido el momento perfecto para viajar deesta manera. Ciertamente esperaba no tener que recoger mucho también. A veces las ráfagas erantan malas, que algunos mushers no podían salir del próximo puesto de control.

A lo lejos, vio los edificios y sonrió. ¡Ya casi! A medida que su equipo se acercaba a laciudad abandonada de Shaktoolik, ella lentamente estimó su tiempo en el camino. Habían pasadocuatro, tal vez cuatro horas y media desde que se fueron de Unalakleet. La siguiente sección del

sendero era a Koyuk, a unos cien kilómetros de distancia. Después del tramo agotador de docehoras que había recorrido el día anterior, ella no creía que sería una buena idea para pasar más alláde este punto de revisión independientemente de la amenaza de verse obligados a permanecer mástiempo de lo planeado. Por lo menos, los perros necesitarían una comida completa en sus estómagosy una siesta corta. Lainey sólo podía esperar que las ráfagas de viento no fueran demasiado fuertesen la tarde.

Ella estudio a su equipo, buscando sus estados de ánimo y los niveles de energía. Todoscorrían constantes y fuertes. Montana aún seguía contoneándose y Chibee trotaba a lo largo,arrancando bocados de nieve para saciar su sed. Con todo, se les veía estupendamente bien, yLainey sintió que las lágrimas le escocían los ojos mientras su fatiga liberaba el control de susemociones. Ella se echó a reír en voz alta ante sus sentimientos sensibleros. ¿Quién necesitaba

emborracharse de licor? El agotamiento creaba las mismas sensaciones, al parecer, incluidas lasalucinaciones.

Pasaron por la ciudad vieja y más edificios se hicieron visibles por delante. Nuevas señalesde Shaktoolik.

Lainey entró en la Armería de la Guardia Nacional. Su equipo fue guiado en torno al ladosur del edificio, donde el viento era menos molesto. Inmediatamente alimentó a los perros y los preparó para dormir. Los vientos podrían aparecer cuando ella planeara irse, pero realmente

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 Bueno, ahora me estoy poniendo sensible. Creo que es hora de cerrar. Sigue adelante, Lainey. Sé que puedes llegar a Nome. Has sobrevivido por mucho más...

Qué es una carrera en trineo durante mil millas, ¿eh?

Con amor,

Scotch. 

Lainey sollozó y lloró, no del todo segura cual emoción era la más fuerte. Sorpresa, porsupuesto. Lo último que esperaba era una carta de amor de Scotch. No es que la rubia fuera pocoromántica, pero se centraba principalmente en la granja y su administración. Ella y Lainey habían pasado muchas noches en la cabaña, acurrucadas delante de la chimenea, hablando de todo tipo decosas y este tema nunca se había mencionado.

El alivio la acogió como una cálida manta, relajando a Lainey de una tensión que no sabíaque cargaba. Desde el descubrimiento de Howry por sus verdaderos sentimientos hacia Scotch,Lainey había pasado mucho tiempo tratando de luchar contra la realidad. Nunca había amado a

nadie antes, pero ella había conocido a amigos y conocidos enamorarse y caer con fuerza. Nomuchos lograron salir al otro lado intacto, especialmente cuando el objeto de sus afectos no loscompartía con ellos. La mayor preocupación de Lainey era que Scotch querría una aventura y nadamás, instándola a dejarla por el próximo evento con apenas el pensamiento de una aventura. Hastaahora Lainey descubrió que Scotch sentía de la misma manera que ella.

Los planes que Lainey había soñado en el sendero de pronto asomaron a su mente. Inclusosiempre había la preocupación de que Scotch se riera en su cara. ¿Pero ahora? Ahora parecía que laidea de tener a Scotch junto a ella para un futuro trabajo independiente parecía plausible. Tal vez podría tener lo mejor de ambos mundos.

Sus lágrimas eran como hielo sobre sus mejillas, y se las limpió, obligándose a ponerse de pie. Volvió a poner la nota en su sobre y ésta se unió a la ya existente en el bolsillo de su sobretodo.

Sorbiendo, hurgó por su papel higiénico y se sonó la nariz, depositando el papel arrugado en una pequeña bolsa de basura en su trineo.

"¿Estás bien?"Lainey se volvió para ver a un musher inclinarse sobre su trineo. No podía recordar su

nombre, pero sabía que era un novato como ella. Había salido muy atrás en el grupo; debía ser muy bueno o no lo habría hecho tan rápido, hasta ahora.

"¿Malas noticias?" -preguntó, obviamente en referencia a la carta que había guardado."Buenas noticias", dijo ella, con una sonrisa un tanto trémula."Bien por ti." Él asintió con la cabeza. "¿Cuánto tiempo te quedas?"Su ventaja competitiva saltó a un primer plano y ella trató de recordar si él había estado allí

cuando ella se registró anteriormente. Echando un vistazo casual a su reloj, se dio cuenta de que élacababa de llegar. Había estado dos horas y media y tenía menos de dos horas para irse antes de quesaliera. "Estoy pensando en alojarme por unas sietes horas completas" mintió. "Hicimos el tramo deKaltag a Unalakleet en una sola corrida y los perros realmente necesitan el descanso."

Él asintió con la cabeza otra vez, mirándola con especulación. "Suena muy bien. He oídoque el siguiente tramo es aburrido como el infierno".

"Sí, yo también." Lainey se despidió y se dirigió hacia el puesto de control. Tenía que

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sendero por varios cientos de pies dentro del mar. El hielo se había reformado entonces, y su equipola condujo directamente al mar para llegar a ese señalamiento.

"¿Sabes lo que estás haciendo?" preguntó a Traza.Él la miró como diciendo, "Bueno, eh. Soy el que tiene la experiencia aquí".Lainey decidió dejar el iPod apagado por el momento.

Varias veces a través del curso de la tarde, oyó el crujido del hielo, pero nada indicabaningún peligro para su equipo.Finalmente, encendió de vuelta la música e ignoró los sonidos, aunque era difícil. Sus oídos

se esforzaban por escuchar más allá de las melodías y susurraba las letras de la canción en un nuevoesfuerzo por distraerse.

Tras lo que pareció una noche eterna, vio luces adelante y sintió una emoción de alivio. Porfin. Su placer inicial disminuyó mientras las luces se asentaban en la distancia, como un faro de luzque le sindicaba que ya casi llegaban a su destino pero que nunca parecía que se acercaban. Pasóuna hora o más antes de que en realidad llegara al punto de control.

"Eso no fue nada bueno", le dijo al voluntario.Él se rió entre dientes. "Sí, lo hemos escuchado muchas veces. Casi te hizo desear que

hubieras vuelto a Fareburn?""¡Casi!"Las autoridades de la carrera habían alquilado un edificio cercano para que los mushers y

los voluntarios descansaran, pero estaba a un par de cuadras desde donde estaban acomodados los perros. Mientras alimentaba y daba de beber a su equipo, consideró sus opciones. Mientras que sería bueno que se secaran un poco sus aditamentos, siempre y cuando hubiera una habitación, podría perder cualquier ventaja que había logrado. Cualquiera que se alojara en el edificio podía sabercuando fuera a prepararse para la salida. Al menos, si ella se acostaba con los perros, tenía unaoportunidad de escabullirse cuando nadie estuviera mirando.

Decidida, devoró su cena.

Seis horas más tarde, Lainey estaba en el punto de control con su equipo, lista para salir.Había visto al novato que había dejado en Shaktoolik, dormitando a un par de trineos, y ella sonrió para sus adentros. Él aún no había despertado cuando ella salió de la zona de aparcamiento. Estetipo era bueno, pero Roman Spencer había sido más difícil de engañar. Se preguntó cómo le estabayendo y se comprometió a revisar sus estadísticas en el próximo puesto de control.

"Esto es para ti”, dijo el voluntario, era una mujer joven esta vez, dijo.Lainey sonrió, tomando el sobre. La letra de Scotch estaba en él y Lainey la guardó en el

 bolsillo. "Gracias."Firmó el portapapeles y salió de Koyuk a las tres de la mañana. Vigilando el sendero

mientras avanzaba, abrió rápidamente el sobre.

 Lainey, cuarenta y ocho millas más por cubrir, cuarenta y ocho para llegar al siguiente

 punto de control. ¡Has recorrido más de 900 millas! ¡Tienes menos de doscientas para terminar!

Cuando llegues a Nome, te voy a presentar a una amiga mía. Su nombre es Beth. Ella y su

novia nos han ofrecido su habitación de invitados mientras nosotras estemos en la ciudad. Ellas

viven en las afueras de Nome. Mucha agua caliente para bañarnos y lavar la ropa, privacidad, una

 gran cama mullida para que puedas descansar. Y Beth es una cocinera fantástica.

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Será mejor que no tardes mucho tiempo o yo usaré toda el agua caliente.

Te amo,

Scotch

Ella sabía que la sonrisa en su cara era amplia y tonta, pero no pudo evitar su presencia.Esos corazones de los dibujos animados y los fuegos artificiales giraban alrededor de su cabeza denuevo y ella se echó a reír en voz alta. Gracias a Dios esas alucinaciones eran nada más suyas.

Pronto llegó el aburrimiento, mientras continuó a lo largo del hielo congelado. Había diezmillas o más antes de que el sendero llegara a tierra firme y bajara hasta el suelo. Sintió un mínimode alivio al saber que las grietas del hielo que crujía no indicaban la percepción de peligro para ella.

El camino empezó a subir en una serie de pequeñas colinas y crestas, llevando su camino aun grupo de árboles. La protección adicional del viento cortó el frío. Lainey había estado bajo la brisa helada por horas y se sentía casi mareada. Esto era difícilmente el concierto tropical que había planeado conseguir de Strauss hacia tantos meses.

A la altura final de la última cumbre, ella vio una luz roja en la distancia. Encendió la

lámpara en su cabeza, sacó sus notas acerca del sendero para ver si había algo que se mencionaraallí. Era un radiofaro en Moses Point, a unas veinte millas de distancia de ella. Se preguntó siconseguiría estar más cerca de él antes de Elim o si el sendero daría la vuelta.

Guardando sus notas, revisó el reloj mientras se dirigían de nuevo al valle. Dos horashabían pasado. Posiblemente, ella se acercaba a la mitad de este punto. Sus perros parecíansaludables y fuertes cuando corrían por el camino. Inicialmente había planeado tomar otro descansode seis horas en Elim, pero ella comenzó a preguntarse si podría llegar directo a Golovin, a sóloveintiséis millas más allá. Ella tomó de nuevo sus notas para estudiarlas.

El viento empezó a soplar un poco más mientras descendían, volviéndose más fuerte quecuando ella había comenzado. Los informes meteorológicos no habían indicado ráfagas de estafuerza.

Se dio cuenta de que corrían junto a un pequeño río del valle y esto era túnel natural deviento. El camino por delante se cerraba en algunos lugares, y sus perros comenzaron a disminuirmientras forzaban su camino.

Su visibilidad era buena, sin importar que el viento golpeara su parka y sus engranajes. Eralo suficientemente fuerte en algunos lugares que ella sintió que su trineo se estremecía, el vientovenía de su lado derecho más que desde atrás. Detenerse no estaba sugerido en sus notas. Ademásde que no tenía idea de si el viento podría amainar o no. Ella podría esperar bastante tiempo antesde que amainara lo suficiente para hacer su carrera más fácil. Había una cabaña indicada en el otrolado del río y ella consideraba detenerse.

 No. Estaban casi en la mitad del camino y cualquier retraso podría alterar sus posiciones.

Aquel novato estaba todavía por allí y sabía que un par de otros mushers habían conseguidoadelantarla en el último punto de control. Otra exploración a sus perros le demostró que estabanfuertes y firmes. Ellos se esforzaban en la carrera.

El río Kwik se extendía ante ellos, y el equipo cruzó con facilidad. Después de un par dekilómetros, el sendero daba vuelta por lo que el viento sopló más a sus espaldas que en formahorizontal, y Lainey dejó escapar un suspiro. Incluso sus perros parecían más felices, meneando lacola un poco más porque ya no peleaban cada paso del camino. Llegaron de nuevo al hielocongelado. El faro de Moses Point parpadeó delante de ella y su equipo se remitió tras la pista lisa y

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recta. Incluso la falsa amenaza de la fisura del hielo no desconcertaron a Lainey, agradecida de estarfuera del túnel de viento. Pronto, incluso la amenaza para su equilibrio había desaparecido mientrassubieron de nuevo a la orilla.

Elim Antiguo estaba por delante, abandonada por las razones que fueran y se habíaconvertido en un campamento de pesca. Pasaron junto a los edificios antiguos cubiertos para el

invierno, pero en la oscuridad del amanecer, Lainey pensó que había visto una breve luz brillante enuna de las cabañas. ¿La gente no salía aquí para ver la carrera? El viento cortaba sus talones y suequipo siguió adelante, dejando el pueblo fantasma para que cualquier alma valiente prefiriera lasoledad.

Edificios más adelante, la Estación de Point Moses, también abandonada. Mientras el cielose aclaraba con el alba, Lainey podía divisar las torres en la distancia. El faro parpadeaba una y otravez. Una vez que ella pasó el último de ellos, el sendero se volvió hacia una carretera.

El viento había soplado el camino en algunos tramos. Lainey se alegró de que la grava aquíno fuera tan devastadora para sus perros como la del puesto de control de Unalakleet. Sin embargo,el viaje fue un poco difícil, y ella dirigió a los perros por donde quedaba un poco de nieve.

Unas tierras planas dieron paso a una constante subida. La nieve aquí estaba compacta y

ella saltó de los rieles para correr junto con los perros hasta que alcanzaran la cumbre. No era tandifícil como la serie de tres pasos de Blueberry Hillls a Shaktoolik, pero no obstante fue una durasubida. Mientras zigzagueaban, Lainey se dio cuenta de que llegar antes del amanecer era elmomento perfecto. Ella se quitó su parka para evitar la sudoración. No envidiaba a los otroscorredores que venían detrás de ella y llegarían con el calor de la tarde, sus perros sufrirían lasconsecuencias por el sobrecalentamiento.

En la cumbre, ella saltó de nuevo a bordo del trineo e inició un pausado descenso. Vio lasluces de Elim y consultó su reloj. Eran después de las ocho de la mañana, habían estado en estetramo del sendero por poco más de cinco horas. El tramo hasta Golovin era sólo de veintiochomillas. ¿Podría darles una merienda a los perros, o tomaría el descanso de seis horas que estaba

 programado? Llegar por la tarde, a la espera de que llegara la noche podría ser el plan para darles alos perros una oportunidad de enfriarse. Podría ser el caso y su equipo parecían listo para aguantar.El puesto de control estaba en un taller de mantenimiento. Lainey se detuvo y firmó."¿Se quedará?""Nop. Me iré de paso."El verificador asintió e hizo una anotación. "¿Tenemos una buena racha, entonces?""Mejor que algunos”, dijo Lainey.Una vez que el veterinario revisó a sus perros, ella recogió su ración de alimentos. Eso le

serviría a través de White Mountain. Parecía tonto tener una ración de comida en Golovin, ya queestaba a una distancia tan corta. Entre Elim y White Mountain estaba el pequeño punto de control ya sólo cincuenta millas, así que ella no había enviado nada al puesto de control Golovin.

Después de que la ración estaba empacada, recorrió la línea con golosinas, botines yungüento, moviéndose en automático mientras saludó a cada animal con afecto y alimentos. Ellacomprobó la salud de cada uno de los perros, alabando sus peludas cabezas. Incluso Bonaparte, quetotal e inesperadamente le lamió la cara. Lainey parpadeó en asombro, pero no quiso insistir sobreel tema, porque no quería llamar su atención. Él debía ser tan cansado como ella estaba para haberse permitido un desliz en su magna actitud real.

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finalistas. El nombre de Scotch era el tercero en la lista, su tiempo era de menos de tres segundos dediferencia de Owens.

Una radio-aficionado estaba en una de las mesas, atendida por una…mujer. Lainey sonrió aloír el juego de palabras y asintió a la operadora con un movimiento de cabeza. Ella recibió una enrespuesta, la mujer apenas deteniéndose en su discusión haciendo movimientos en el aire.

La mano de Lainey tembló mientras marcaba el número en el papel. Se sintió diez vecesmás nerviosa. Era Scotch, ¡por Dios Santo! ¡Habían vivido juntas durante meses! No había razón para estar tan inquieta.

Mientras escuchaba el timbre de línea en el otro extremo, ella tragó saliva.

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como un cumplido".Él dejó de frotarle la espalda, colocando su mano sobre la de ella. "Era inevitable, tú sabes"."¿Qué era?""Tú y ella. Siempre has amado los whiskys."Lainey estalló en risas. "Sí, tienes ese derecho".

"En las rocas"."Supongo que tenía que venir a Alaska para conseguir el hielo adecuado para ella".Strauss se unió a su risa.

***

Después de una siesta, Lainey se sintió más fresca de lo que se había sentido en días. Ellaestaba segura de que todo tenía que ver con su conversación telefónica y su ataque de llanto. Negándose a sentirse avergonzada por su arrebato, usó el microondas de la cocina para calentar unacomida de albóndigas de pollo. Como un premio especial, había traído dos piezas de pastel demanzana que había descongelado mientras ella estaba dormida.

Seis mushers más habían llegado mientras ella estaba fuera, pero todos ellos tenían una horao más detrás de ella la hora de entrada. La discusión predominante alrededor de la mesa era el climaen Topkok. Mientras comía, se enteró de que ésta era la sección más traidora de la carrera,superando incluso la de Dalzell Gorge con sus peligros. Lainey no sabía si era una indicación de suagotamiento o de su nueva confianza, pero ella no sentía temor ante las historias de miedo que semencionaban alrededor de la habitación. Nada iba a interponerse entre ella y Scotch. Tenía unamujer para besar hasta quedar sin sentido en el otro extremo de esta carrera y tenía la intención deobtenerlo.

"Te irás de aquí pronto, ¿no?" - preguntó una mujer, con el rostro quemado por el sol."Sip" dijo Lainey. "En menos de dos horas". Ella abrió el papel que protegía su pastel de

manzana.

"Mal tiempo para estar allí afuera. Las horas de la noche nunca son buenas en la montaña. No puedes ver lo que tienes enfrente" dijo un hombre mayor, acariciando su barba gris.

Lainey sonrió y se puso de pie. Vertió una taza de café en una olla en la estufa. "¿Creen quedebería esperar un par de horas antes del amanecer?" preguntó. Ese era el momento preferido parasalir de White Mountain. Si el viento fuera a disminuir, sería después del amanecer, haciendo un poco más fácil la llegada de un musher a Topkok.

La expresión del hombre se hizo astuta, y un par de los demás le sonrieron a ella. "¿Loharías si te dijera que sí?"

"Pues no." Ella tomó un sorbo de su bebida y mordisqueó su postre.Se rieron cuando Lainey terminó de comer y arrojó su basura. Encontró sus botas

esquimales y se las puso.Antes de que ella saliera de la cocina, uno de los novatos le dijo, "Buena suerte”. "Buena suerte a ti también.""Te veré en un par de horas."Los otros se rieron a carcajadas de su jactancia, Lainey incluida. "No te ofendas, pero

espero que no." Ella hizo un gesto de despedida hacia los demás y empezó a recoger sus pertenencias.

Strauss la encontró en la puerta, con el cabello arrugado por la siesta. "El viento no ha

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Lainey y sus perros cuando se estabilizaron, aunque el viento se elevó de nuevo. Por lo menos aquíno estaba forjando un nuevo sendero o luchando por mantener su trineo en posición vertical en unasuperficie inclinada. Pasaron junto a la cabaña de la Granja Club, pero Lainey quería salir delsiguiente sendero de viento antes de darles de comer de nuevo a sus perros. Esto estaba consideradoel peor agujero de viento de toda la carrera, y ella no podía permitirse descansar aquí.

Salieron a una laguna congelada, el viento había barrido el área y sólo había hielo. Sus perros se deslizaron con sus botines sin darles ninguna tracción sobre el hielo, y el viento losempujó consigo mientras se las arreglaban para permanecer en posición vertical. Lainey maldijocuando se salió de los rieles y casi caía de plano sobre su trasero. Esto no iba a funcionar paraninguno de ellos. Ella ordenó detenerse a los perros y sacó sus notas y el mapa, usando su cuerpo para protegerlos.

La letra de Scotch sugería la línea de las dunas, aunque señalaba que la marcha era peligrosa por los trozos de madera y matorrales que sobresalían aquí y allá. Lo tomaría a Lainey un poco más rodear la laguna en vez de cruzarla, pero eso era la menor pérdida teniendo en cuenta eltiempo que se tardaría en llevar a su equipo a través del hielo descubierto en primer lugar. Las notastambién decían que el sendero en el otro lado de la laguna acabaría en las mismas dunas, y debía

quedarse cerca de las señales del sendero una vez que llegaran allí.Tomó la decisión, cuidadosamente guardó los papeles, consciente de no perderlo entre las

ráfagas de viento, y ordenó a su equipo dirigirse hacia la orilla. Ella todavía tenía una ventaja de doshoras sobre el próximo musher que salió de White Mountain. Si los vientos se mantenían enTopkok, dudaba que nadie pudiera alcanzarla hasta ese momento.

Pareció una eternidad lo que tomó volver a las dunas, pero finalmente lo hicieron. Elcamino fue lento mientras Lainey dejaba que Traza y Montana llevaran su paso. Ahora el viento sesuavizaba pero ella mantuvo de cerca su ubicación. Era conocido que hasta los mushers conexperiencia se habían perdido en esta área, el viento y la nieve cegaban a sus perros hasta que seencontraban bajo el hielo y en dirección a mar abierto.

Pronto encontraron el sendero de la Iditarod mientras los señalamientos reaparecieron en sucamino. Estaban fuertemente marcados aquí para mantener a los corredores conscientes de los peligros y riesgos del camino desigual. Parecía que había un reflector o una cinta de señal de precaución, aleteando salvajemente a cada tres pies, y Lainey deseó que hubiera habido este mismotipo de cuidado en el mapa que indicara en el otro lado de Topkok. En cualquier caso, la visibilidadera mucho mejor aquí abajo que subiendo a la cumbre, y fue capaz de navegar por la enmarañadamasa de trozos de madera y arbusto con mínima dificultad.

Pasaron junto a otra cabaña, según sus notas de Tommy Johnson, y el sendero seguía entrela playa del océano por un lado y la laguna congelada por el otro. Varios kilómetros más adelantecruzaron el Río Salomón. Lainey tuvo cuidado de mantenerse en el sendero marcado aquí. Lavisibilidad era bastante decente, pero barreras de madera a la deriva entre la playa y el mar rompían

 por la desembocadura del río en este punto. Si ella fuera a perderse y salir hacia el hielo marino,este sería el lugar para hacerlo.

Pasaron con seguridad, siguieron adelante. El viento se aligeró más y Lainey aprovechó laoportunidad de tomar un aperitivo mientras podía. Observó mientras se acercaban al Puente delFerry Bonanza donde el camino conectaba a la carretera principal de Nome por la que ella debíaatravesar. En algún lugar al norte del puente estaba Last Train to Nowhere, una serie delocomotoras de vapor oxidadas, después de su apogeo a principios de 1900. En la oscuridad, su

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CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO

"Una cuatro con ocho segundos", dijo el verificador, anotando el tiempo en su portapapeles."Paree como si hubieras estado sentada en un congelador durante las últimas seis horas. ¿Cómo estáel camino?"

"No tan malo en la mayor parte”, dijo Lainey, firmando la entrada. Tuvo que quitarse lacubierta de su cara para hablar, y fue recibida con una ola de frío. "Pero el viento sopló másferozmente en la tercera cresta y en el camino entre las cabañas." Ella abrió su bolso para la revisiónobligatoria de su inventario y agarró una bolsa de hígado de alce para su equipo.

"¿Hubo mala visibilidad?""Sorprendentemente, no", dijo. Esperaba mientras que los veterinarios terminaban de

revisar a sus perros. "En Topkok era mala, pero no en la costa".El verificador asintió. "Bien. Voy a reportar eso White Mountain, entonces. Tal vez no serás

la única afortunada esta noche. Tuvimos un par de mushers atascados en la cabaña de la GranjaClub por unas horas ayer". 

Lainey siguió con los procedimientos normales –  dar de comer, masajear, poner ungüento y botines secos. Cuando regresó a su trineo, se puso la pechera de carreras con la que habíacomenzado la carrera. El resto de sus implementos estaba apilado en tres montones, uno paraconservar, uno para descartar, y uno más para devolver a la granja. Sólo faltaban veintidós millas para llegar a Nome y entre menos peso llevara, mejor.

Una vez que todo estuvo repartido, puesto en bolsas de envío o apilados en el área dedonaciones para la entrada del puesto de control, Lainey inventarió cuidadosamente lo que quedaba.El paquete de materiales de promoción y sus engranajes obligatorios se quedaron con ella. Mantuvosólo uno de las hieleras, la que tenía empaquetada la próxima comida de su equipo, dejando las parrillas y las ollas para ser devueltos a casa.

Una vez más comprobó sus cosas obligatorias. Había oído hablar de que algunos mushersolvidaban su hacha o los artículos de promoción, teniendo que devolverse para recogerlos. Deninguna manera le iba a dar a ningún competidor la oportunidad de pasarla. Estaba en el borde detomar el premio del Novato delAño y cualquier retroceso podría perjudicarla.

Finalmente satisfecha, salió de Safety y se dirigió hacia Nome y hacia Scotch.El sendero seguía por medio tramo de la carretera y el viento permanecía a su espalda. Una

gran cantidad de trabajos por las máquinas de nieve durante el invierno, mantuvieron una pila de

nieve aquí y el camino era una de las secciones más fáciles que Lainey había visto en muchotiempo. No era tan monótono como había sido el camino a Shaktoolik, y eso lo agradecía. Uncamino fácil como ése no adormecería la mente con el aburrimiento, y eso siempre era bueno.Algunas cosas de construcción se veían en áreas ocasionales y su equipo viró algunas,sumergiéndose en zanjas poco frecuentes, pero por lo demás era un recorrido suave.

Pasaron rápidamente diez millas antes de que la pista se deslizara fuera de la carretera yllegara a la playa. Por primera vez en varios días, Lainey comenzó a ver señales de seres humanosque vivían por el sendero. Los faros de un coche que se movían lentamente en el camino que ella

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acababa de dejar, pasándole mientras ella cruzaba la nieve cubierta de arena. Se preguntó si setrataba de un coche de la prensa o de un entusiasmado fan. En estas horas tempranas podría no podría se nadie más.

El coche siguió el camino por las próximas cinco millas de su caminata. Entonces se acercóal puente, mientras que ella y su equipo bajaban para cruzar el río Nome. Tres millas más que

recorrer. Casi podía saborear a Scotch, una combinación de mujer con aroma natural, café, tostadasfrancesas, y miel. Lainey tragó saliva. Ya casi.Torres de radio se alzaban a su derecha, sus luces de advertencia parpadeaban, y el coche en

el camino continuó su paso. Ella escuchó el zumbido de las máquinas de nieve en la distancia,acercándose mientras los voluntarios salían para verla. Una sonrisa tonta cruzó su rostro y sus perros se hicieron eco de sus sentimientos, con las colas en constante movimiento y jugueteando enla orilla sobre sus pasos. Sus tres perros anunciantes - Chibee, Montana y Himitsu- comenzaron aladrar al acercarse compañía y el equipo tomó un poco de velocidad.

"¡Ya casi llegamos, chicos!" gritó Lainey cuando vio las luces de la primera máquina denieve.

Dos de los vehículos se acercaron, cada uno llevando a dos personas que saludaban a

Lainey. Ella les devolvió el saludo y se dieron la vuelta a sus espaldas. Se alegró de que quedaran losuficientemente alejados para no alterar a sus perros. Chibee parecía que estaba dispuesto a hacer unintento de fuga y correr con los recién llegados en lugar de estar con su equipo.

El coche en la carretera se detuvo ante una señal de alto y el camino dio un giro repentinoen el río y hasta un terraplén empinado. Por otro lado, ella vio la vista conocida de Front Street, elfamoso arco de la línea de meta de la Iditarod cruzando por delante de la carretera. Las lucesintermitentes de policía causaron que parpadeara, luces usadas para la oscuridad en el camino. Ellacomprobó que el coche que la había estado siguiéndola era de la prensa, por el logo de radio en la puerta.

Se sentía tan extraño viajar por este tramo de carretera. Hacía un año, ella estuvo en las

líneas laterales con los aficionados a la carrera y con los equipos de prensa, tomando fotos de loshombres y las mujeres medio enloquecidos a medida que presionaban a sus perros y a sí mismoshasta el límite por... ¿qué? ¿Una oportunidad de torturarse a sí mismos durante diez a dieciséis díasy ciento de millas de privación? Mal equipados para el frío, congelándose el trasero, Lainey había pasado todo el tiempo pensando en que la gente de aquí estaba loca mientras ella soñaba despierta por un trabajo en el Caribe mexicano.

La idea de una misión en una playa tropical la hizo explotar en sudor.Ella rió para sus adentros mientras dirigía al equipo al lomo de la carretera. Aquí la nieve no

cubría el pavimento, pero había algo en los lados que salvarían sus rieles de plástico. No era lo querealmente importaba a tan sólo un par de cuadras por recorrer. Unos corredores destrozados eran lamenor de sus preocupaciones, era un gesto automático de meses de correr con los perros.

Las luces de la escolta de la policía se desvanecieron detrás de ella cuando entró en el tramode la barricada. Incluso siendo las primeras horas de la madrugada, las personas llenaban los lados,gritando y animándola. Los flashes se dispararon a todo lo largo de la ruta, se concentró en la zonareservada para la prensa y ella se preguntó si Howry estaba allí. ¿Estaría Scotch aquí? ¿Alguien lediría que ella estaba entrando?

"¡Traza! ¡Montana!" - gritó ella, con la esperanza de que pudieran oírla sobre la masa de

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humanidad que agitaba los brazos y les gritaba. "¡Vamos a casa!"

Doce horas después de colgar el teléfono, Scotch tomaba una taza de café en el pequeñocentro de convenciones de la Iditarod. El lugar estaba abierto veinticuatro horas al día mientras lacarrera se desarrollaba y era el único lugar abierto a esa hora. De hecho, parecía más un puesto decontrol descuidado que cualquier otra cosa. El pizarrón doble con las estadísticas colgaba de una pared mostrando los tiempos de entrada y salida en los puestos de control y la lista de los mushersque habían completado sus carreras. Dos grandes urnas de café estaban acomodadas sobre unamesa, al lado de una delgada olla de agua caliente y rodeada por paquetes de crema, azúcar, té, ychocolate caliente. Dos mesas habían sido acomodadas en una esquina, conteniendo el centroneurálgico de la iditarod  –  radios y tres líneas telefónicas. Varias mesas y sillas pequeñas estabandispersas en el resto de la habitación con los voluntarios, los veterinarios, y los aficionados a laespera del próximo musher que entrara a Nome.

Ella compartía su mesa con Howry y Miguel, que había dejado la operación de la granja de perros a la vecina Schrams mientras él esperaba a los mushers de los Fuller en la línea de meta.

Después de una semana y media en el sendero, Howry parecía desaliñado y canoso. Encomparación, Miguel estaba más animado, con la barba bien recortada y menos exceso de equipaje bajo sus ojos. Incluso Scotch estaba más alerta que Howry, que acababa de llegar ésa tarde. Losfuertes vientos y la amenaza de una tormenta de nieve había cancelado su vuelo de regreso a Nomey se había visto obligado a quedarse en los últimos días como voluntario en uno de los puestos decontrol.

Scotch pensó que estaba más enfadado por haberse perdido cuando ella llegó al final, que por cualquier otra cosa, ya que se le asignó la historia de la revista Cognizance a él. Había pasado latarde localizando a los fotógrafos aficionados en un intento por comprar una foto del final en lugarde dormir. Ella lo había consolado con poder recoger la llegada de Lainey en una cámara. Strauss

había llamado desde White Mountain diciéndole que no habría vuelo hasta la mañana debido a losfuertes vientos. Algo apaciguado, Howry había arrastrado el culo fuera de su hotel, y ahoradormitaba en la mesa, con una taza chocolate caliente al lado de su codo.

Un radio operador, se sentó en la mesa entre ellos, sintonizando la frecuencia actualizada dela Iditarod. Lainey había sido vista en la pista exterior de Nome, moviéndose a buen ritmo según losinformes. Entre las menciones de su ubicación y su aspecto, los periodistas en el coche charlabansobre su inexistente historia como corredora y lo que sabían de su entrenamiento. El nombre deScotch fue mencionado con bastante frecuencia, lo que provocó la conversación a su tercer lugarganado, escasos segundos antes de Drew Owens el día anterior. Después que Lainey navegaba porun montón de maleza o se movía lo suficiente por delante para que hicieran una observación acerca

de ella, y todo empezaba de nuevo.Habían pasado días desde que ambas se habían visto, y Scotch estaba sintiendo laabstinencia. Había llegado desde un día y medio antes. Después de asearse y dormir diez horas,Scotch había tenido una gran cena. Con esas necesidades satisfechas, había pasado el último día conuna sensación de vacío. Ahora que ya no estaba en el sendero, ya no había nada que la distrajera desu anhelo.

¿Cómo había llegado Lainey a entrar tan fuertemente en ella? ¿Qué podría pasar con ellas?Lainey podría recuperarse de la carrera, empacar sus cosas y Scotch regresaría a casa sola.

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el cabello de Scotch, la otra agarrando la cabecera de nuevo. Scotch rindió homenaje a su firmeabdomen cuando una de las piernas de Lainey escalaba sobre su hombro mientras se movíaconstantemente hacia abajo sobre ese cuerpo voluptuoso. La tela rasgada resultó ser las bragas deLainey, dos piezas terminaron atrapadas en los puños de Scotch. El olor de la excitación de Laineyera más fuerte sin ropa interior para impedirlo y Scotch se apresuró a llenarla con su mano,

olvidando las bragas arruinadas.Su primer roce fue intoxicante mientras ella lamía el clítoris de la mujer. El grito de Laineyera la música más dulce, sólo comparable al sabor de su excitación. Scotch se inclinó para seguircon su propósito, explorar más allá la cubierta de protección y los labios externos para saboreartodo de Lainey. En respuesta, Lainey gimió y se apretó contra la boca de Scotch, con sus caderas enconstante. Scotch se quedó en su lugar, los muslos de Lainey acunando su cabeza, apoyando unamano contra la cama y la otra en el pelo de Scotch.

Mientras que ella concentraba sus atenciones en el haz de nervios sensibles, Scotch queríamás. Sus dedos resbaladizos con la esencia de Lainey, empujó profundamente dentro de su amante,disfrutando del sabor de Lainey, cómo se oía, cómo sus músculos se contraían rítmicamentealrededor de sus dedos mientras acariciaba la piel de terciopelo.

La cama se mecía con sus esfuerzos, los golpes de la cabecera de la cama contra la paredintercalados con las bragas y las demandas de Lainey. ¡Dios! ¡Nunca tendría suficiente de esto! Ellaempujó más profundo, llenando a Lainey mientras probaba el tierno clítoris por debajo de la boca.

El orgasmo de Lainey barrió sobre Scotch, y ella aguantó el mayor tiempo posible, nodeseando que terminara. Sus esfuerzos fueron recompensados por otra subida en la respiración deLainey mientras se corría de nuevo, gritando el nombre de Scotch. Sólo cuando Scotch estuvosegura de que Lainey no podía soportar otro encuentro, ralentizó sus atenciones, sacando los dedosde la calidez de su amante.

Levantó la vista hacia el sudoroso cuerpo de Lainey para ver unos ojos marrones satisfechosmirándole a ella.

"Ven aquí”, dijo Lainey con voz áspera, apenas en murmullo.Scotch se deslizó hasta la cama, tirando de Lainey en sus brazos. Se quedaron en silencio

durante varios minutos mientras su amante recuperaba el aliento. A pesar de una fiera necesidad detocar a Lainey, el alma de Scotch estaba a merced de las consecuencias, una parte de ella con laesperanza de que tal vez su amante decidiera permanecer con ella en Alaska.

"Eso fue magnífico", murmuró Lainey. Ella recorrió con su mano a lo largo de la camisetade Scotch.

"Te lo dije" acordó ella.Lainey rió. "En unos pocos minutos, podré averiguarlo por mí misma"."Tómate todo el tiempo que necesites”, dijo Scotch. "Tenemos tres días antes del banquete

de premios.” Ella acarició la mejilla de Lainey y cerró los ojos. ¿Cuándo se marcharía Lainey? ¿Sedetendría en la cabaña sólo el tiempo suficiente para empacar?

Sus pensamientos fueron como hielo en su sangre, enfriando su ardor. Ella debió habersuspirado porque Lainey se apoyó sobre un codo para mirarla. No queriendo ver la expresión de suamante, Scotch mantuvo los ojos cerrados.

Le tomó unos momentos antes que Lainey registrara el lenguaje corporal de Scotch. ¿Enqué momento la calidez se volvió tensa? ¿Fue la mención del banquete de premiación lo que causóeste alejamiento? Eso no tenía sentido; Scotch había estado en muchos banquetes de la Iditarod.

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