semiopraxis en contextos culturales poscoloniales
DESCRIPTION
acerca de las diversas praxis de la semiotica en determinados con contextos culturales que podemos llamar poscolonialesTRANSCRIPT
-
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12217202
Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal
Sistema de Informacin Cientfica
Jos Luis Grosso
Semiopraxis en contextos interculturales poscoloniales. Cuerpos, fuerzas y sentidos en pugna
Espacio Abierto, vol. 17, nm. 2, abril-junio, 2008, pp. 231-245,
Universidad del Zulia
Venezuela
Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista
Espacio Abierto,
ISSN (Versin impresa): 1315-0006
Universidad del Zulia
Venezuela
www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
http://www.redalyc.orghttp://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=12217202http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=122&numero=10088http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12217202http://www.redalyc.org/revista.oa?id=122http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12217202http://www.redalyc.org/revista.oa?id=122http://www.redalyc.org/revista.oa?id=122http://www.redalyc.orghttp://www.redalyc.org/revista.oa?id=122
-
!"#$ %&'
Semiopraxis en contextos interculturales
poscoloniales.
Cuerpos, fuerzas y sentidos en pugna*
Jos Luis Grosso**
Resumen
! "
#$ %$ & ' #$ # ( #
()*' % +)*' %
, - "# "* * #.)# * $ /#0 ,*"))#$ 1"" 2 $ ) * # #")# # ,*"))#$ #. ** * 3 #. ** 4*) )# 3 #. ** 5 #)) 67 * 1*$ 1 2 89$ 1:$ );0):# .#)"* !"#$%& ' (& ) (
* + ) ( ,-& ( -./$ 2) * #.)# 0##)* 1)#) 3 #. ** * 3
-
Semiopraxis in Post-Colonial Intercultural
Contexts. Bodies, Forces and the Senses
in Conflict
Abstract
) * + * , ) , ** - , * * $ .! / " ,
#$ $
$# ( #
Formaciones hegemnicas y discurso de los cuerpos
Una Semiopraxis reconoce que las formaciones hegemnicas colonial y
nacional en Amrica Latina y sus discursos logocntricos han hundido en los
cuerpos, pliegue sobre pliegue, identidades hechas en la descalificacin, estra-
tificacin, borramiento y negacin. Los entramados interculturales poscolonia-
les construidos en estas tortuosas historias no pueden ser descriptos desde una
posicin representadora que dibuja los mapas, trayectorias, diagramas y otras
configuraciones icnicas del conocimiento objetivo, sino al precio de suspender
la gestin del sentido por parte de los actores sociales en sus luchas. Por eso, la
semiopraxis distingue discurso sobre el cuerpo y discurso de los cuerpos.
El discurso sobre el cuerpo es el ms generalizado en la descripcin et-
nogrfica y en las ciencias sociales, donde el cuerpo es objeto pasivo del cual
se habla, al cual se diagrama, fotografa, filma En este discurso sobre el
cuerpo se ha extendido largamente el estructuralismo, sometindolo a cate-
goras universales y ejerciendo la traduccin permanente al lgos occidental,
con el propsito de traerlo a la claridad del conocimiento objetivo, despose-
!" # $%& ''() ! *+
-
yndolo as de su discursividad social propia, desconociendo las diferencias
interculturales que constituyen sus tramas y apartando las fuerzas sociales
que lo habitan. Cuerpo es siempre cuerpos, y por tales en cada caso no se con-
cibe ninguna unidad, sino fuerzas en pugna, intensidades.
El discurso de los cuerpos puede ser abordado en toda su densidad ba-
rroca y conflictividad histrico-poltica si se reconoce como lugar de produc-
cin de la prctica cientfica esa trama social de silencios, denegaciones y su-
balternaciones que nos constituye, de la que la misma ciencia social hace parte
y que se manifiesta en luchas culturales, polmicas ocultas, pluriacentua-
ciones y luchas simblicas, latentes en las formaciones de violencia sim-
blica en que vivimos, sedimentacin en las prcticas de categoras tnicas y
maneras de hacer diferenciadas y estratificadas.
Discurso sobre el cuerpo y discurso de los cuerpos no se oponen en
abstracto, sino en la autocomprensin crtica de las ciencias sociales (en espe-
cial, la desarrollada por la crtica antropolgica de la etnografa) de las dos lti-
mas dcadas, que cuestiona la posicin del investigador respecto de los acto-
res sociales y la relacin que establece con ellos en la produccin de conoci-
miento, de autoridad y de poder (Grosso, 2005a). El habitus cientfico del in-
vestigador, formado en el discurso sobre el cuerpo, es sometido a una crtica
intercultural y poscolonial y desplazado hacia un campo de accin en el que se
abre camino el discurso de los cuerpos. El discurso de los cuerpos opera la
demorada deconstruccin del discurso sobre el cuerpo.
Se habla de contextos interculturales poscoloniales para referirse a
aquellos en los que se ha pasado por la experiencia colonial europea, expe-
riencia colonial indita en la historia planetaria por sus alcances mundiales y
por generar un solapamiento entre occidentalizacin/universalidad. La hege-
mona eurocntrica no fue radicalmente alterada al declararse las indepen-
dencias nacionales y organizarse Estados-Naciones en las recientes colonias,
a pesar del cambio de status en lo poltico; y se oculta y afianza an ms en la
hegemona globocntrica actual. Debido a este efectivo velo hegemnico, las
relaciones interculturales se hunden en el oscuro trabajo de las diferencias,
antes que suspenderse en el collage hbrido, la feria de colores y el paneo ob-
jetivante en los que se recrea el multi-culturalismo. La semiopraxis propo-
ne un concepto de interculturalidad que reconozca las diferencias entrama-
das en las relaciones de significacin y poder (como una ambivalencia irre-
ductible), ms ac de todo sueo de igualdad democrtica y de totalidad au-
tnoma de lo propio. Porque, en nuestros contextos sociales, las diferencias
no son slo ni sobre todo las puestas a la vista, claramente inferiorizadas o ex-
cluidas: hay polticas de invisibilizacin, acallamiento, auto-censura, auto-
negacin, denegacin, desconocimiento, como dramtica nocturna de las
voces en los cuerpos (Grosso, 1994; 2004; 2005b; 2006; 2007a; 2007b;
%
-
2008a; 2008c; Kusch, 1986b; 1975; 1976; 1978; de Friedemann, 1984; Barto-
lom, 1996; Segato, 1991; Wade, 1997).
Una Semiopraxis tiene, por ello, un sentido tctico en nuestros contextos
donde las formaciones hegemnicas establecieron en la realidad social su
mapa de diferencias por medio de polticas de aniquilamiento, de olvido y de ne-
gacin. Y es tctico porque produce conocimiento crtico en un campo hegemo-
nizado por el concepto dominante de ciencia, que es, a la vez, universal en tr-
minos epistemolgicos pero poscolonial en trminos geopolticos y geocultura-
les. La Semiopraxis pone en primer plano y trae a la superficie social las relaciones
entre los cuerpos acallados e invisibles de la enunciacin. No bastara para ello
con el mero desplazamiento, realizado de varias maneras en el siglo XX, de la Lin-
gstica hacia la Semiologa, y por eso queda corta en trminos poscoloniales la
expresin programtica de Julia Kristeva: Una ciencia del gesto que apunte a una
semitica general no debe conformarse obligatoriamente a los modelos lingsti-
cos, sino atravesarlos, ampliarlos, empezando por considerar el sentido como
indicacin, el signo como anfora (apertura, extensin translingstica) (Kriste-
va, 1981: 129). En una radical torsin del trabajo simblico desde nuestra extra-
posicin (Bajtin, 1999) perifrica, se opera la deconstruccin del platonismo del
conocimiento (cuya accin colonialista ha sido, y es, la ms velada y la ms efecti-
va) en el entramado sentido cuerpo poder. Esta es la historia de los cuerpos de
la que doy testimonio en mis caminos de investigacin.
Los caminos de Santiago en Amrica
Cuando en 1986 llegu a Santiago del Estero, en el noroeste de Argenti-
na, para asumir la ctedra de Filosofa de la Cultura en la Universidad Nacional y
comenc a realizar trabajo de campo en el interior de la provincia, me impact,
en esa extensa llanura polvorienta de monte bajo e intermedio, con pendiente
suave y ros lentos, la furiosa semiologa que se desataba en cada fiesta religio-
sa popular. Rele durante aquellos aos, de un modo sistemtico, los textos de
Rodolfo Kusch , con los que haba tenido un primer (y conmovedor) contacto
durante los aos de mi formacin inicial en Buenos Aires. El relieve ritual del
* !" # $%& ''() ! *+
0 1* 2 ! 3 $ * * ** ! 3 ! * 2 3 $ 4 2 05678 % 059:0596
-
gesto como mediacin cultural apareci entonces como un lugar muy signifi-
cativo para la interpretacin de los procesos sociales latinoamericanos. Cinco
aos de trabajo de campo en Santiago del Estero, con algunos viajes a Bolivia y
Per, me hicieron internar por un camino denso de gestos, silencios y voces del
que ya no he podido salir.
En 1993 realic una investigacin en Santiago de Bombori, Norte de Po-
tos, Bolivia, en torno a una imagen de Santiago, ritualmente andinizada, a tal
punto que ha sido convertido en el patrono de los shamanes bolivianos, que
se renen all anualmente para el 25 de Julio. La gestualidad e interaccin ri-
tual es el campo donde se desarrolla una potente poltica etno-cultural.
En 1995 regres a Santiago del Estero y all resid nuevamente hasta finales
de 1997. En esta segunda estada realic una nueva investigacin sobre la tortuo-
sa proliferacin rizomtica de los indios muertos y los negros invisibles, borra-
dos de la escena regional por las polticas culturales de la Nacin Argentina.
En la segunda mitad del siglo XIX, lo indio, lo negro y sus mezclas, ex-
cludos y fragmentados por la guerra y por la nueva paz social, fueron invisibili-
zados y sepultados bajo el nuevo modelo de ciudadana argentina (Grosso,
2007a; 2008b; 2008c). Los idelogos de la organizacin nacional pusieron
en prctica varias tecnologas polticas para transformar aquella despreciada
pasta de la poblacin (Alberdi, 1984). Pero lo indio y lo negro constituye-
ron el suelo movedizo bajo los cimientos (Sarmiento, 1900), diferencia aparta-
da en los discursos y las prcticas oficiales, negacin fundante, pero muy prxi-
ma de los cuerpos y las voces cotidianas de las mayoras. El discurso civiliza-
do de la razn y el progreso tom gestos, actitudes, sentimientos, maneras
de hablar y de escribir, formas de saludo y de vestido, rituales de la cotidianei-
dad, como la materia plstica de la nacin (Elias, 1993), pasta sobre la que
se realiz la operacin poltica argentina", verdadera mquina de aplanar di-
%
+
; , * ! < * < $ $
-
ferencias (Segato, 1998; 1991). Es as que se construy la Argentina tnica-
mente homognea que hoy conocemos y que ingenuamente identificamos
como un pas de indios muertos y sin negros, nunca jams.
Indios y negros de los que slo se puede hablar en trminos de
muerte e inexistencia emergen, no obstante, en la mesopotamia santiague-
a, en una smica ritual de vida-muerte, culturalmente chola , impregna-
dos de honda emotividad y en la efervescencia animada por la msica, cons-
tituyendo el contra-discurso de la barroca estructura identitaria santia-
guea.
Radicado desde 1998 en Santiago de Cali, Colombia, desde 2001 he
acompaado procesos de la comunidad indgena Nasa del norte del Cauca
en el proceso de construccin de una educacin propia, y, ms reciente-
mente, me he aproximado al proceso anlogo que viven las comunidades
negras de las costas atlntica y pacfica colombianas en etnoeducacin y
en la insercin curricular nacional de la Ctedra de Estudios Afrocolombia-
nos. All se gestiona la lucha intercultural que libran maneras de conocer
y formas de vida otras, y no slo ni principalmente las discusiones sobre
los contenidos curriculares, sobre la ideologa administrativa dominante de
las polticas educativas neoliberales, sobre el manejo de recursos y sobre la
etnicidad de los cargos administrativos y los nombramientos docentes,
como quisiera hacerlo aparecer la pragmtica ministerial y los discursos
tranquilizadores de la moda multiculturalista.
La semiopraxis popular en contextos interculturales
poscoloniales: una gesta de cuerpos, fuerzas y sentidos
en el revs de la trama hegemnica
Una Semiopraxis se diferencia de la tradicin platonizante en la concep-
cin y el estudio cientfico del lenguaje y del discurso, polarizado sobre lo
ideal, lo cognitivo-intelectual, como si constituyera una esfera propia de repre-
- !" # $%& ''() ! *+
7 . . < * * %/ *
-
sentacin y enunciacin: una Lingstica del lenguaje, y sobre lo (mera o pu-
ramente) comunicativo. Una Semiopraxis estudia, en cambio, las prcticas
discursivas en la corporalidad irreductible e irrebasable de las relaciones so-
ciales.
Aqu se manifiesta la diferencia que establece esta Semiopraxis respecto
de la Semiologa y la Semitica (legatarias de la abstraccin formalista de la
Lingstica). No se trata de redes de signos reconstruidas y analticamente ex-
plicadas por el investigador, poniendo a la luz su lgica estructural subyacente
de significacin como ejercicio cientfico-acadmico; se trata de sentidos en la
prctica misma de reproduccin/transformacin de las relaciones sociales. No
se trata del signo, sino de los cuerpos de sentido; no se trata de una red de sig-
nos, sino de las gestiones (gestos/gestas) de sentidos en pugna; no se trata de
significados mentales, sino de posicines materiales y relacionales de enun-
ciacin; no se trata de ejercicios analticos, sino de teora-en-la-praxis
(Gramsci, 1998: 7-14): conocimiento poltico de los actores en la inmanencia
de la accin (Grosso, 2008d; 2008g).
Las relaciones interculturales invisibles y desiguales en las que vivimos
constituyen la densidad popular de nuestra praxis. Cuando hablamos de in-
terculturalidad en Amrica Latina generalmente operamos dos reducciones
profilcticas que nos simplifican bajo una obscena obviedad el intrincado
mapa social: en primer lugar, la reducimos a los movimientos sociales o comu-
nidades indios y negros, silenciando a campesinos, mestizos, afro-
mestizos, cholos, etc., y, en segundo lugar, asumimos el blanqueamiento
que ha sido naturalizado en la categora general de mestizo, que oculta la
amplia preponderancia de lo cholo o zambo en las mezclas, es decir: de lo
indio con lo negro. Indios y negros multiculturaliza las mezclas y sus tra-
mas regionales; mestizo calla lo negro mayoritario en las mezclas.
Tampoco logramos relativizar con aquel concepto envolvente, como una de las
partes siempre en juego en las relaciones (y no como la esfrica totalidad nor-
mativa e invisible), a la sociedad dominante (espaola, blanca, europea o
nacional, de acuerdo al contexto histrico y local). Por ello se hace necesaria
una comprensin histrico-crtica y diferencial del concepto de interculturali-
dad, y es por lo que prefiero hablar de relaciones interculturales.
%
"
6 D E * 4 4 = ( .4( 055;F 0A>006/ * ! ! BB
-
Las relaciones interculturales se repliegan en el diferencial sociocultural
popular en los procesos de modernidad social (Grosso, 2004). Lo popu-
lar-intercultural se refiere a complicidades, mestizajes, resignificaciones,
pero no slo se resume en ello, sino que hay fuerzas en pugna, incompatibles,
irreductibles, histricas (no metafsicas), que entran en esos juegos sin disol-
verse en ellos. Reconocer lo popular como nombre ideolgico de esas fuer-
zas, siempre diferencial en cada contexto en que los actores en lucha as lo
nombran o sealan, no puede ser reducido a sinnimo de esencialismo ro-
mntico sino a costa de un folklorismo culturalista que expropia lo cultural a
los actores en su accin poltica y lo acumula como objeto disponible para la
accin instrumental en una orientacin ideolgica determinada, de derecha o
de izquierda. Pero tampoco, perdiendo el carcter diferencial y oposicional, se
puede reducir y depotenciar lo popular en nombre de una esfericidad social
en la que todo se ajusta con todo, donde no hay escisiones, divisin de intere-
ses, inconsistencias, sino alianza de clases o un festival semiolgico de resig-
nificaciones culturales.
Hacer desaparecer lo popular como agente poltico no redime a nues-
tras sociedades de los pecados del populismo, porque, por un lado, el popu-
lismo es un gesto diferencial que expresa la ansiedad de los sectores domi-
nantes ante las formaciones discursivas de lo poltico en nuestros contextos la-
tinoamericanos (nunca europeos ni siquiera occidentales) (Laclau, 2006;
Grosso, 2005b; 2008a; 2008d; 2008h), y por otro, es una posicin ideolgica
que pretende controlar las fuerzas populares, en medio de condescenden-
cias y concesiones. La crtica del populismo no puede abolir el reconocimien-
to que esa construccin hegemnica hace (o mejor, se ve estratgicamente
obligada a hacer), porque ni ella ni aquellas fuerzas (por ms que fantasmti-
camente seducidas) son meras fantasas mentales, meras idealidades. Es, ms
bien, la incontrolabilidad de lo popular, su irredimible discurso de los cuerpos
(Grosso, 2008i), la que genera la doble ansiedad del populismo.
Lo popular mantiene activo, en las percepciones inmanentes de la vida
social y en los gestos diferenciales que la constituyen, en el contexto de la ge-
neralizacin de lo poltico, propia de los procesos de modernidad, el elemen-
to divisorio (el espritu de escisin deca Gramsci; Gramsci, 1972: 341). Este
elemento divisorio se agita en el discurso de los cuerpos y hace posible una
praxis crtica al potenciar la fuerza de desvo de las mayoras y la transforma-
cin cualitativa a la que empuja la proliferacin y la saturacin numrica
(Grosso, 2008d; 2008g). La conciencia ilustrada no es la carta natal de la crti-
ca social ni el elemento catalizador de la praxis transformadora que se erige so-
bre el magma de rastreras tradiciones y costumbres, o de impotentes re-
vueltas y rebeliones; lo popular-intercultural es campo semioprctico de las
diferencias que requiere reconocimiento poltico.
( !" # $%& ''() ! *+
-
Son esas fuerzas sociales de la diferencia las que se reapropian de la
educacin, de la escuela (ciertamente sealo que hay mucho oculto de las
relaciones de poder de la escuela en la educacin, aunque no sean sinni-
mos), de los saberes ilustrados (en sus usos masivos, sociales o cientficos; en-
tre los que nosotros, acadmicos procedentes de sectores populares, somos
tambin denegados portadores de aquellas fuerzas histricas irreductibles),
de los programas de intervencin social, de los discursos expertos... Una
gestin social del conocimiento otra opera en nuestras sociedades, no slo
como conocimiento tcito, sino como conocimiento e innovaciones desco-
nocidas (Grosso, 2008e).
En el cotidiano (con) vivimos en la dulzura y la lgica encubridoras de la
violencia simblica y la crtica ilustrada no nos ayuda a comprenderla. Ella
queda en la seriedad delimitadora de los alcances de la concepcin del mundo
dominante, que conduce al narcisismo de la normatividad, siempre lejana,
siempre incumplida, y al idealismo dogmtico revolucionario: dos autoritaris-
mos defensivos con estrechos mrgenes de tolerancia; o sube a las alturas,
tambin distantes y autocomplacientes, del cinismo y la irona del desencanto
pasivo. Es otra la crtica popular operada en medio de las relaciones que
moviliza, que nutre y que fortalece a la vez: un desencanto comprometido con
el mundo, ese esquive que pasa al otro lado, ese relajarse perteneciendo, y que
encontramos activo en estado prctico en las formaciones discursivas del sar-
casmo y la burla populares , mezcla de cario y acidez, de sentido de asociati-
vidad y toma de distancia, de confianza y recelo, ese envolver mutuamente la
lucha y el descontento con la reciprocidad y el humor, y que Michel de Certeau
cobij bajo la manera de las tcticas (De Certeau, 2000).
Se relaciona con este sentido prctico popular lo que Bourdieu refiere,
aunque involucrando la totalidad de los actores, cediendo tal vez al funcionalis-
mo durkheimiano y siguiendo la tradicin pascaliana (Bourdieu, 1999), como
una mstica social en la dialctica del ministerio y la salvacin que opera en
la illusio (el entregarse activamente al juego social desde todas las posiciones)
y que le da su carcter netamente simblico al espacio social (Wacquant,
2005). Lo simblico es la piedra de toque de lo social porque las relaciones de
poder no operan sino simulndose, y la simulacin es su especfica efectividad
%
0
9 # - ? .G! ( ;AA0F ;A:;A9/
= ( .( 055A/ ? . .
D . 0595/
-
y eficacia. Esa crtica popular en estado prctico en las formaciones discursi-
vas del sarcasmo y de la burla populares a la que me refiero es la distorsin
mstica de lo simblico (de las luchas simblicas) en el sentido prctico po-
pular, que disfraza su enfrentamiento (y que, no obstante lo anterior, el mismo
Bourdieu desconoce, ver Grosso, 2004: 287-291), es la semiopraxis desde-a-
bajo en un anlisis polemolgico de lo social (De Certeau, 2000; Canal Fei-
jo, 1950; Grosso, 2007g), que Bourdieu termina monopolizando en el Socioa-
nlisis por no caer en un populismo que no es ms que la refraccin de su
compromiso con el panptico objetivista.
Una Semiopraxis recoge as: 1. la radicalizacin de la investigacin kan-
tiana que ha develado la esttica de las concepciones del mundo (Kant, 1998),
suelo (abismo) insoslayable, inagotable, e imposible de transvasar a la trans-
parencia racional por la empresa ilustrada de la conciencia (Heidegger,
1996), donde la materialidad de las relaciones sociales se tejen con los hilos
etreos y resistentes de las creencias culturales y la produccin simblica
(Grosso, 2008f); 2. el nfasis marxiano en una praxis crtica (Marx, 1985;
Gramsci, 1998; Williams, 2000; Thompson, 1995); 3. las fuerzas corporales de
transvaloracin y el desvo genealgico nietzscheanos (Nietzsche, 1986); 4. el
desplazamiento de una Lingistica formalista de la lengua a las prcticas dis-
cursivas de significacin-accin (Voloshinov-Bajtin, 1992; Medvedev-Bajtin,
1994; Foucault, 1997; 1992); 5. el develamiento fenomenolgico de la dinmi-
ca de reproduccin /transformacin social y cultural que opera en el sentido
comn (Schutz, 1995; Merleau-Ponty, 1997); y 6. la deconstruccin popu-
lar-intercultural de la enquistada hegemona poscolonial en las verdades pri-
marias de las creencias y en la forma de conocimiento dominante (Kusch,
1976; 1978; Derrida, 1997; Spivak, 1988; 1996; Guha, 2002; y los Subaltern
Studies, por ejemplo, ver los trabajos reunidos en Rodrguez, 2001).
La Semiopraxis retoma los aportes del pensamiento crtico, se hace car-
go de los pliegues y tortuosidades que han generado las formaciones hege-
mnicas en la discursividad de los cuerpos en nuestros contextos sociales, y
potencia, dialctica y autocrticamente, las fuerzas que operan en las maneras
de hacer de la semiopraxis popular. Recojo as, aunque con un nfasis sociol-
gico, intercultural, poscolonial y poltico, aquella interpretacin de la Semiolo-
ga que propona Roland Barthes en su fase tarda:
- E .( 0557F 0>7/ ! E
F $ 3 .( 0557F 0>6/
*' !" # $%& ''() ! *+
-
Es decir: la enunciacin, la corporalidad, la dramtica, las prcticas dis-
cursivas; esa imposibilidad material de separar al lenguaje en una esfera pro-
pia de idealidad continua y de reducirlo a una gramtica (Voloshinov-Bajtin,
1992), y la potenciacin de la gestin (gesto/gesta) cotidiana del hacer-sent-
ido: una semiologa prctica, una praxis smica.
El lenguaje verbal, oral, escrito y pensado, pertenece, constitutivamente
y sin solucin de continuidad, a la semiosis social, corporal, relacional, dram-
tica (Voloshinov-Bajtin, 1992). Separar al lenguaje de ese campo dramtico
interaccional es una abstraccin epistemolgica y poltica a la vez, que corres-
ponde a un inters cognitivo intelectualista y aristocrtico, y que, a la vez que
logra distanciarse y distinguirse de la semiopraxis de las mayoras, se oculta
como violencia simblica al naturalizar su perspectiva y comprensin en una
posicin privilegiada de realismo y universalidad. La Semiopraxis es una
deconstruccin de esa violencia simblica que transporta silenciosa y oculta-
mente la Lingstica (y las Ciencias Sociales y Humanas, en cuanto repiten las
evidencias de aqulla), y devuelve la cuestin del sentido a las luchas en la
pre-comprensin semioprctica (no lingstica) del lenguaje. El sentido, a la
vez de pertenecerle irrebasablemente a los cuerpos en sus orientaciones (ma-
neras) de la accin (lo que en Merleau-Ponty mantena un sesgo mono-(feno-
meno-)lgico, Merleau-Ponty, 1997), constituye las diferencias en luchas so-
ciales y arraiga, una en otra, poltica y cultura.
Referencias bibliogrficas
-(1&+ H( .059@/ ( -F ' D .0I 097;/
(-HC+J = .' =&4&4/ .055@/ ! " # =F -! .0I 05;9/
(-HC+J = .0555/ -
-
%DJ % .059:/
* C 1F G1
& %1C-D = .;AAA/ $ " #" 5" = @06@
?1L##L H .;AA7/ 3 ' $ ) + JI ;@ ;07;>>
?1L##L H .;AA7/ % = D JI >: ;7:;9: =F & - D -
* !" # $%& ''() ! *+
-
?1L##L H .;AA:/ D & D 1! D S % *
) JI 7A >@:6
?1L##L H .;AA6/ JI ; 09@;0;
?1L##L H .;AA6/ G ?LJNTN H ./) )"(F C = QD J % Q D 4
?1L##L H .;AA9/ + $ KLUL# ? ./ " ! !" (F '* D H. /
?1L##L H .;AA9/ + % H< ? ! # 1!' KLUL# ? ./" ! !"
(F '* D H . /
?1L##L H .;AA9/ # 1 " $ ABC " % %F ? Q& % K D J % . /
?1L##L H .;AA9/ =* $ '
?1L##L H ./
-
# % C Q #L%+C ;AA9 1 H = ;9 ;A ;AA9
?DK- 1 .;AA;/ $ D (F%
K+&??1 = .055:/ %!"=/
2-JC + .0559/ $ ) E" =
-
#'+4-2 ? .055:/ 1 ?LJNTN #C'K-J ( ./) 4 %" =" 2 . %F J #
CKL='#LJ ' .0557/ ) " (F % .0I 0550/
4LL#K+JL4 4J .(-HC+J = / .055;/%& !! ?" $ ?" =F -! .0I 05;5/
O-%[D-JC ./ .;AA7/ " *" (F ? .0I ;AA@/
O-& ' .0556/9 21 2%"