segunda carta de san pedro stoger-alois

40
SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS BIBLIA NT CARTAS PEDRO /2P 1 2 3 Introducción TENSIONES DE LA VIDA CRISTIANA 1. Conservar y renovar. Nuestro mundo se encuentra en un proceso de evolución. La Iglesia no puede mantenerse al margen de este proceso evolutivo si no quiere perder el contacto con el mundo al que ha sido enviada. ¿Hasta dónde puede la Iglesia someterse a este proceso evolutivo sin ser infiel a su esencia y sin renunciar a su misión en el mundo? Ante este mismo problema se encuentra el pastor de almas que habla en la segunda carta de Pedro. A las comunidades creyentes ha llegado el proceso de refundición de la gnosis. ¿Qué camino seguirá para que no se falsee el depósito recibido de la fe ni se dejen de lado las exigencias que comienzan a surgir? Se hacen concesiones a lo nuevo. Se introduce toda una serie de palabras que sólo raras veces, o nunca, aparecen en el lenguaje bíblico. Proceden del mundo ideológico y representativo helénico, del anhelo religioso de los hombres a los que hay que dirigirse. En lugar de hablar de fe se habla de conocimiento (gnosis); la plenitud de la vida cristiana al final de los tiempos se llama ahora participación en la naturaleza divina; la actitud moral que corresponde a la voluntad de Dios no se llama justicia, sino virtud. Con esto no se toca la esencia del mensaje cristiano. La profesión de fe es la norma de juicio. El precepto santo, transmitido por los apóstoles, no puede recibir menoscabo; no se puede quitar nada a la verdad recibida. Esta verdad es la palabra de Cristo, que está en el centro de la revelación; ha sido proclamada por los profetas y transmitida por los apóstoles a las comunidades. Las expresiones nuevas no son más que un nuevo recipiente de la verdad transmitida. 2. Biblia y exégesis bíblica. En la adaptación espiritual de la Iglesia al proceso evolutivo del mundo la Sagrada Escritura tiene un significado especial. No sólo contiene la revelación de Dios, sino que es ella misma palabra revelada; es la primera fuente de fe, aunque no la única. Para el hombre que está tras la segunda carta de Pedro, la Biblia es el libro del que toma sus enseñanzas, sus refutaciones y sus exhortaciones. De él saca el fundamento de las pruebas de las verdades de fe que son atacadas (1,16-21; 3,5-8), toma los hechos de la historia de la salvación que deben hacer reflexionar (2,4-9), coge los motivos de sus exhortaciones. La Biblia es para él palabra inspirada de Dios (1,21) y contiene sabiduría divina (3,15). Su canon de la Sagrada Escritura no contiene sólo los escritos del Antiguo Testamento, sino también los Evangelios y las cartas paulinas. También de la Escritura saca el error sus pruebas. La Escritura sola no basta; hay que explicarla e interpretarla. Las reglas fundamentales de la exégesis bíblica son las siguientes: la Biblia hay que interpretarla a partir del acontecimiento Cristo, del que los apóstoles fueron testigos oculares y auriculares. Sólo quien tiene el Espíritu Santo la

Upload: others

Post on 05-Jul-2022

6 views

Category:

Documents


5 download

TRANSCRIPT

Page 1: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO

STOGER-ALOIS

BIBLIA NT CARTAS PEDRO /2P 1 2 3

Introducción

TENSIONES DE LA VIDA CRISTIANA

1. Conservar y renovar. Nuestro mundo se encuentra en un proceso de evolución. La

Iglesia no puede mantenerse al margen de este proceso evolutivo si no quiere perder el

contacto con el mundo al que ha sido enviada. ¿Hasta dónde puede la Iglesia someterse a

este proceso evolutivo sin ser infiel a su esencia y sin renunciar a su misión en el mundo?

Ante este mismo problema se encuentra el pastor de almas que habla en la segunda carta

de Pedro. A las comunidades creyentes ha llegado el proceso de refundición de la gnosis.

¿Qué camino seguirá para que no se falsee el depósito recibido de la fe ni se dejen de lado

las exigencias que comienzan a surgir?

Se hacen concesiones a lo nuevo. Se introduce toda una serie de palabras que sólo raras

veces, o nunca, aparecen en el lenguaje bíblico. Proceden del mundo ideológico y

representativo helénico, del anhelo religioso de los hombres a los que hay que dirigirse. En

lugar de hablar de fe se habla de conocimiento (gnosis); la plenitud de la vida cristiana al

final de los tiempos se llama ahora participación en la naturaleza divina; la actitud moral que

corresponde a la voluntad de Dios no se llama justicia, sino virtud.

Con esto no se toca la esencia del mensaje cristiano. La profesión de fe es la norma de

juicio. El precepto santo, transmitido por los apóstoles, no puede recibir menoscabo; no se

puede quitar nada a la verdad recibida. Esta verdad es la palabra de Cristo, que está en el

centro de la revelación; ha sido proclamada por los profetas y transmitida por los apóstoles

a las comunidades. Las expresiones nuevas no son más que un nuevo recipiente de la

verdad transmitida.

2. Biblia y exégesis bíblica. En la adaptación espiritual de la Iglesia al proceso evolutivo

del mundo la Sagrada Escritura tiene un significado especial. No sólo contiene la revelación

de Dios, sino que es ella misma palabra revelada; es la primera fuente de fe, aunque no la

única. Para el hombre que está tras la segunda carta de Pedro, la Biblia es el libro del que

toma sus enseñanzas, sus refutaciones y sus exhortaciones. De él saca el fundamento de

las pruebas de las verdades de fe que son atacadas (1,16-21; 3,5-8), toma los hechos de la

historia de la salvación que deben hacer reflexionar (2,4-9), coge los motivos de sus

exhortaciones. La Biblia es para él palabra inspirada de Dios (1,21) y contiene sabiduría

divina (3,15). Su canon de la Sagrada Escritura no contiene sólo los escritos del Antiguo

Testamento, sino también los Evangelios y las cartas paulinas.

También de la Escritura saca el error sus pruebas. La Escritura sola no basta; hay que

explicarla e interpretarla. Las reglas fundamentales de la exégesis bíblica son las

siguientes: la Biblia hay que interpretarla a partir del acontecimiento Cristo, del que los

apóstoles fueron testigos oculares y auriculares. Sólo quien tiene el Espíritu Santo la

Page 2: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

interpreta rectamente (1,21). Pero sólo quien profesa la doctrina católica recibida posee con

certeza el Espíritu (cf. IJn 4,2). La exégesis debe coincidir con la doctrina recibida; los que

no la conocen ni están anclados en ella corren peligra de falsear el sentido de la Biblia

(3,16).

3. Mito y revelación. ¿Puede aún el hombre moderno, que se ha introducido en el

pensamiento científico, creer en la Biblia y, por tanto, ser creyente? Por deseo pastoral de

salvar la Biblia para el hombre actual se ha aconsejado «desmitologizar» la Biblia, quitar el

mito de la Biblia. ¿Cuáles son los mitos en la Biblia? ¿La imagen del mundo en tres pisos

(el cielo como habitación de Dios, la tierra como morada del hombre y los abismos como

residencia de los muertos), la intervención de Dios en el mundo con el milagro y la profecía,

la encarnación, la resurrección, la ascensión, el retorno de Cristo? ¿Qué queda del

cristianismo? ¿Sólo palabra dirigida a los hombres, interpelación desde fuera, conciencia

del hombre de su no proceder de sí mismo? ¿Dónde está la frontera entre verdad y mito?

La carta debe entendérselas con gente que explica el retorno de Cristo como una

invención y una fábula humanas, como un «mito», usando sus palabras. Para ello, invocan

la experiencia, piensan «científicamente». ¿Y la refutación? Ante todo, el pastor de almas,

en la segunda carta de Pedro, sale ampliamente al encuentro de las concepciones

«científicas»; explica como ellos el fin del mundo por una conflagración cósmica, y el surgir

del mundo del agua, pero da también a entender que los problemas científicos son para él

de segundo orden. Lo decisivo para el ser y para el perecer del mundo es la palabra de

Dios, que llama el mundo a la existencia, lo aniquila y lo construye de nuevo. El dique

contra la desmitologización es la historicidad de los acontecimientos, de la que hay testigos

oculares y auriculares. Cristo vendrá con poder y gloria. Esta afirmación es creíble, porque

el acontecimiento histórico de la transfiguración muestra que Cristo posee poder y gloria.

Con la historia en la mano se debe decidir lo que no es más que forma de expresarse de la

Biblia, condicionada por la época, y lo que es verdad perenne.

4. Ley y libertad. ¿Cómo se compagina la libertad de los hijos de Dios, tal como Pablo la

proclama, con la sumisión a la ley y a los numerosos decretos de la Iglesia? De la vida

religiosa no espera el hombre nuevos lazos, sino liberación. La segunda carta de Pedro se

encuentra ante un deseo semejante: los espíritus liberales, con los que tiene que

entendérselas, están convencidos de que tienen el Espíritu divino, son hijos de Dios y han

alcanzado la plenitud por la redención. ¿Para qué, pues, los preceptos?

El problema toca cuestiones profundas de la existencia cristiana. El cristiano ha recibido

ya el gran don de la redención, pero debe aún esforzarse por alcanzar la meta final. Es

libre, pero necesita aún «el precepto santo». Por el bautismo ha escapado ya al placer,

pero debe seguir escapando continuamente mediante el esfuerzo ascético. La ley que liga a

los cristianos es «la verdad», en último término Jesucristo, el Señor y Salvador, y el

conocimiento del Señor. Conocer es entender y amar. El que conoce y ama al Señor ya no

necesita precepto, pues cumple lo que el Señor le hace conocer. Pero el conocimiento

pleno del Señor es un bien escatológico.

La vida cristiana se realiza entre la venida de Jesús en debilidad y sencillez, y su venida

en poder y gloria. El cristiano vive en el tiempo final y por ello participa ya en la gloria del

tiempo final; pero la gloria no se ha manifestado aún por entero. Por eso necesita aún la luz

de la Sagrada Escritura, por eso su caminar es un tantear en las tinieblas y su vida moral

es esfuerzo y lucha contra las tentaciones importunas. La vida cristiana sólo puede

Page 3: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

entenderse teniendo en cuenta la tensión entre la primera y la segunda venida de Cristo.

Por eso nuestra libertad necesita aún ser guiada por los preceptos.

ENCABEZAMIENTO

(1/1-2)

La fórmula de encabezamiento encierra en dos frases el remitente y el destinatario (1,1),

y una bendición (1,2) 2. En cada una de estas frases aparece el don fundamental que se da

al cristiano: fe, conocimiento. Con la fe comienza la tarea salvadora, que debemos a

nuestro Dios y Salvador, Jesucristo; con el conocimiento llega a la plenitud.

1. FE PRECIOSA (1,1)

1 Simeón, Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han obtenido una fe

tan preciosa como la nuestra por la justicia de nuestro Dios y Salvador

Jesucristo.

Simeón 3 Pedro es el apóstol a quien Jesús ha distinguido sobre todos, le ha puesto

como fundamento de la Iglesia y le ha dado las llaves de ella. Se le nombra, solemnemente,

con su doble nombre. Simón es su nombre propio; Pedro (piedra) es el nombre ministerial

que Jesús le ha puesto (Jn 1,42). A través del autor de la carta, Pedro nos habla con todo

el peso de su cargo.

Pedro es siervo y apóstol de Jesucristo. No se pertenece ni actúa por sí mismo. El siervo

está totalmente subordinado a su señor; el apóstol no dice lo que quiere, sino lo que le ha

confiado el que le ha enviado. A través del siervo y apóstol se ve y se oye a Jesucristo. El

ministro de Jesús no quiere ser un muro opaco que impida la visión del Señor, quiere

facilitarla.

Ser apóstol lo debe Simón Pedro a la fe. La fe es la doctrina que procede de Jesús, que

proclaman los apóstoles y que hace cristianos; es el tesoro precioso. En esta fe coincide

Pedro con aquéllos a quienes escribe. Por la fe están los fieles unidos al apóstol. Ambos la

aprecian y estiman igualmente. Con ella la vida cristiana se adentra en las latitudes del

reino eterno. Cuando la fe está amenazada deja de aparecer como algo natural; sólo

entonces se cae plenamente en la cuenta de cuán preciosa es, de cuál es su valor.

El cristianismo, que reposa en la fe, no es resultado del trabajo, de la sabiduría ni del

esfuerzo del hombre, sino un regalo. La fe toca en suerte, como un premio en un sorteo. Es

don de Dios, que da él voluntariamente. Puesto que la fe descansa en la espontánea

benevolencia de Dios, todo lo que sobre ella se construye es también don y gracia.

La fe se nos da por la justicia de Jesucristo. ¿Qué significa esta expresión? Incluye todo

lo que Jesús ha hecho por nuestra salvación. Fue algo justo, en el sentido más profundo de

la palabra, porque cumplió plenamente la voluntad del Padre celestial, sobre todo al dar su

vida muriendo en la cruz. Después de pasar la prueba, obrando según justicia, Jesús fue

elevado a «Dios y Salvador». El que ya era Dios y descendió a la bajeza de la vida humana

se convirtió en Salvador de todos los hombres. Su poder divino lo aprovecha ahora para

traer la salvación y la redención a los que han venido a la fe. Por la obediencia de uno

estamos salvados...

...............

Page 4: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

2. El estilo es grave, solemne, sacral, de introducción en un ámbito que exige respeto. En pocas

lineas

aparece Cristo tres veces, adornado con los títulos más excelsos: «Jesucristo, nuestro Dios y

Salvador»,

«Jesucristo», «Jesús, nuestro Señor». Jesús es el Cristo, el Señor. Dios y Redentor.

3. El texto de la epístola da el nombre en su forma semítica: Simeón.

...............

2. CONOCIMIENTO (1,2).

2 Que abunden en vosotros la gracia y la paz mediante el conocimiento de

Dios y de Jesús, nuestro Señor.

Gracia y paz resumen los bienes salvíficos que se dan al cristiano. Se nos desea gracia:

la benevolencia de Dios y la consecución de esa benevolencia, que nos hace agradables a

Dios. Con la paz se reconstruirá el orden que el hombre había perdido con el pecado. La

paz estaba también presente en la alianza de Dios con Israel. Ahora Cristo nos concede,

con nueva gloria, que haya orden en nuestro interior y que todos los hombres puedan vivir

en una comunidad ordenada por el amor de Dios...

Ambos dones deben multiplicarse; en la tierra no son más que un comienzo de los dones

mayores de salvación que nos aguardan. Se multiplican al aumentar nuestro conocimiento

del señor Jesucristo. Este conocimiento no se reduce a una percepción fugaz; es más,

mucho más: un reconocer en la fe, una afirmación decidida y un empaparse de toda la vida

en la convicción de que Jesús es el Señor. Y, ante todo, una experiencia de Cristo que se

desarrolla mediante el trato continuo con él. Cristo sale a nuestro encuentro todos los días,

en su santo evangelio, en el sacramento del altar, en los hermanos que están a nuestro

lado. En todas estas cosas debemos conocerle, con amor y cada vez con mayor

profundidad, hasta que vivamos en él, en la fe y en la paz.

TEXTO DE LA CARTA

(1,3-3,16)

La segunda carta de Pedro está escrita contra los falsos maestros (2,1) que, aunque no

han abandonado la unidad de la Iglesia (2,13), viven según ideas opuestas a la doctrina

recibida. Se burlan de los que siguen aún los caminos antiguos (3,3). Su lema es «libertad»

(2,19) y, por tanto, no se preocupan por los preceptos morales y dejan libre curso a sus

apetitos y pasiones (2,10.14.18). Los vicios paganos que habían abandonado en el

bautismo, o que debían haber abandonado, se enseñorean de nuevo de ellos (2,18s). Son

libertinos; piensan que el conocimiento los ha hecho perfectos.

No tienen ningún respeto por el «santo precepto» (2,21) de la doctrina recibida; la

rechazan o la interpretan según su arbitrio.

Elemento esencial de la doctrina de fe es la verdad de la parusía de Cristo, del juicio

futuro y de la salvación escatológica. Niegan esta verdad y recurren a la experiencia: hace

ya muchos años que los cristianos esperan estos acontecimientos y piensan que están

próximos, pero no ha sucedido aún nada. Su conocimiento les dice claramente que esos

acontecimientos ya se han producido y que no hay nada más que esperar.

La carta se define contra la doctrina falsa de la libertad moral (libertinaje) y contra la

Page 5: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

negación de los acontecimientos escatológicos. Lo hace en dos partes. Exhorta primero a

mantenerse firmes en la doctrina transmitida (1,3-21) y refuta después las ideas falsas

(2,1-3,16).

Parte primera

MANTENEOS FIRMES EN LA

DOCTRINA TRANSMITIDA

(1,3-21a)

I. ESFUERZO MORAL (1,3-11).

Los dones recibidos de Dios en el bautismo ofrecen el comienzo de la salvación, pero no

representan aún la posesión plena de ésta (1,3-4). Exigen esfuerzo moral (1,5-7) para

alcanzar la plenitud de la salvación (1,8-11).

1. LA SALVACIÓN Y EL CAMINO DE LA SALVACIÓN (1/3-4) 4.

3 Su divino poder nos ha concedido graciosamente todo lo referente a la vida y

a la piedad, mediante el conocimiento del que nos llamó por su propia gloria y

virtud.

El poder divino de Jesucristo, Dios y Señor, nos ha concedido todo lo referente a la

salvación: fe, remisión de los pecados, gracia, fuerza divina, comunión con Dios, el Espíritu

Santo. Cristo nos ha dado y sellado, en el bautismo, este poderoso don. Lo que entonces

nos ha dado no nos lo quita, en cuanto depende de él. No ha hecho algo incompleto; nos lo

ha dado todo, de forma que no nos falte nada.

Con referencia a nuestra salvación habla de vida y de piedad. La vida que Jesús da se

manifiesta en piedad, en respeto a Dios, en ofrecimiento de la vida a Dios, en cumplimiento

de su voluntad y en actos de culto. La vida que ya tenemos lleva en sí la promesa del

futuro, pues esperamos «la misericordia de nuestro señor Jesucristo para la vida eterna»

(Jds 21).

Llegamos a la salvación mediante el conocimiento de aquél que nos ha llamado. Mirando

desde nosotros, al comienzo del camino de la salvación está la fe, el conocimiento de

Jesucristo. Sin este conocimiento de fe nadie puede alcanzar la salvación. Pero mirando

desde Dios, que obra por Jesucristo, somos llamados. Sólo cuando Él llama se nos abre el

camino al conocimiento. Dios produce también aquello a lo que nos llama...

Jesús nos llama por su gloria y virtud. Cristo posee la gloria de Dios, el esplendor divino y

el poder divino. Tiene también virtud, porque cumple en todo la voluntad de Dios. «¿Amas

la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos; enseña templanza y prudencia,

justicia y valor, y no hay en la vida nada más útil a los hombres» (Sab 8,7). Jesús nos llama

y nos hace partícipes de su gloria y de su virtud.

Lo que acabamos de llamar vida y piedad se llama ahora gloria y virtud. La salvación que

Cristo realiza en nosotros se nos presenta en visiones diversas. Tanto en una como en otra

ocupa el primer lugar la palabra que pone en primer plano el don divino: vida y gloria de

Dios.

¿Quién no ve que ambas cosas no son sino un puro don? La otra palabra atiende más a

Page 6: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

la actividad humana: piedad y virtud. Ambas realidades actúan unidas: el don de Dios y el

esfuerzo humano. Pero quien, en último término, lo hace todo en todos es el Dios viviente.

...............

4. En pocas palabras hay un contenido muy denso. La elección de las palabras, la unión de las

frases y la

hermosa distribución de la perícopa (abcba) son fruto de reflexión. Ya en esta distribución se

muestra la tensión

entre el principio actual de la salvación y la plenitud futura; aparece igualmente que esta sólo

puede conseguirse

con esfuerzo moral. El principio y el fin están en oposición (a-a): todo se da para vida, pero

nosotros debemos

escapar a la perdición. Los tres miembros centrales (bcb) muestran el punto de partida, el

camino y la meta. En

el centro (c) se halla el fundamento mas profundo de la necesidad del esfuerzo moral incansable:

la promesa

divina.

...............

4 Por ellas nos hizo merced de preciosas y magníficas promesas, para haceros

participantes de la naturaleza divina, y para que huyáis de la corrupción existente

en el mundo por la concupiscencia.

Todo lo que nos ha sido ya dado tiende a la salvación definitiva. Con todo lo que se nos

ha dado en el bautismo y constituye el sello de nuestra vida cristiana hemos recibido

además las preciosas y magníficas promesas. Lo que Dios ha comenzado, lo llevará a su

plenitud. La vida que Cristo nos da contiene ya una promesa de algo mayor y más valioso

que nos aguarda.

Consiste esto en participar en la naturaleza divina. ¡Dios quiere hacernos participantes

de su gloria divina! La revelación neotestamentaria intenta describir lo indecible que

aguarda a los que alcancen la salvación definitiva con toda una serie de expresiones e

imágenes. La segunda carta de Pedro usa una expresión familiar a la filosofía griega. Es tal

vez menos expresiva, pero refleja lo esencial: participación en la esencia divina y, por tanto,

participación en la vida propia de Dios. Es más de lo que podemos pensar; nuestras ansias

más profundas por el todo, la plenitud, la felicidad, quedan apaciguadas. ¡Quién puede

imaginar lo que esto significa!

Quien no ha escapado a la corrupción existente en el mundo, quien vive en

concupiscencia, no alcanzará la promesa. La participación futura en la naturaleza divina se

opone a la corrupción, como la vida eterna a la muerte eterna, que es la corrupción. Quien

quiera participar en la vida divina, debe evitar la corrupción. ¿Cómo? A la corrupción llega

quien sigue sus apetitos. Es el «mundo» quien excita los apetitos. Éste es, en el Nuevo

Testamento y también aquí, el mundo del mal, del pecado, que se opone a Dios. Así puede

decir Juan de este mundo: «Todo lo que hay en el mundo: la concupiscencia de la carne, la

concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no proviene del Padre, sino que

procede del mundo» (lJn 2,16). Excita el instinto sexual, la codicia y el orgullo del hombre,

que quiere bastarse a sí mismo y ser independiente de Dios. Quien sigue siempre sus

apetitos y nunca se prohíbe nada de lo que éstos le proponen, transgredirá la voluntad de

Dios, incurrirá en el pecado y marchará hacia la perdición. «La amistad del mundo es

Page 7: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

enemiga de Dios» (Sant 4,4).

Dios ha puesto los comienzos de nuestra salvación, pero la plenitud no ha llegado aún.

La tensión entre lo que ya poseemos y lo que aún no poseemos exige imperiosamente

pasar la prueba moral. Es necesaria para adquirir la plenitud de la salvación. Dios quiere

que nos esforcemos; sólo si lo hacemos pasa lo ya recibido a ser posesión duradera. Esta

tensión nos sirve también de aliento, porque lo que tenemos que realizar nos lo ha dado ya

Cristo de antemano con su poder divino. Nuestra «piedad» brota de la vida que él nos da,

nuestra «virtud», de la gloria divina que nos comunica. Así, la esperanza bienaventurada,

que es la estrella de nuestra vida, nos mantiene despiertos y nos espolea.

2. REALIZACIÓN DE LA VIDA MORAL (1/5-7).

El hombre, con su obrar, debe dar una respuesta a la actividad divina. Siguiendo una

forma literaria entonces en boga se expone una «cadena de virtudes». Una virtud tiene su

raíz en otra, como un anillo de la cadena pende del anterior. La fe y la caridad forman el

marco de esta cadena de virtudes. Además de éstas, se nombran otras seis. Se las puede

agrupar de dos en dos: virtud y conocimiento, templanza y constancia, piedad y amor

fraterno. El primer par da impulso a nuestro esfuerzo personal, el segundo supera los

impedimentos del obrar moral, el tercero pone orden en nuestras relaciones con Dios y con

los hombres. Así, entre la fe y la caridad, nuestra vida puede estar ordenada en todos sus

aspectos, en «paz» con Dios, con los hombres y consigo misma.

5 Por esto poned todo vuestro esfuerzo en unir a vuestra fe la virtud, a la virtud

el conocimiento, 6 al conocimiento la templanza, a la templanza la constancia, a

la constancia la piedad, 7 a la piedad el amor fraterno, y al amor fraterno la

caridad.

«Poned todo vuestro esfuerzo en unir.» La frase bíblica quiere decir «desembolsando»

algo vuestro, procuraos, en la fe, la virtud. En la ciudad antigua se reunían los ciudadanos

para grandes manifestaciones de tipo militar, artístico y deportivo. Cada uno debía

contribuir con lo suyo, y con no poco. También el cristiano tiene que «desembolsar» algo

por la salvación. Cristo en su predicación ha manifestado bien claro que la entrada en el

reino de los cielos exige un esfuerzo sumo, con todas las fuerzas.

Al principio de la cadena está la fe, al final, la caridad. El comienzo es la fe, la meta, la

caridad. Sobre el fundamento de la fe debe brotar la caridad y elevarse, como un árbol se

eleva desde las raíces. Nuestra fe produce continuamente nuevas ramas, hojas y botones,

para que puedan madurar los frutos de la caridad. Al final está la fe totalmente impregnada

y saturada por la caridad. O, usando la metáfora de un puente: la fe y la caridad son los

pilares que lo soportan en medio de la corriente. Gracias a ellas todo el edificio de las

demás virtudes es auténticamente cristiano. Todo individuo debe partir de esta base y

tender a este objetivo. La fe y la caridad son las piedras angulares que soportan todo el

edificio de las virtudes. Ni la fe sin caridad ni la caridad sin fe agradan a Dios.

A la fe la virtud. La fe es la raíz de la vida cristiana. De ella brota la virtud. Para nosotros

es ésta una palabra pálida, que nos hace pensar en una moral sutil y en una probidad

insulsa. En el texto está llena de fuerza: virtuoso es, según el Nuevo Testamento, quien

cumple en todo la voluntad de Dios. La fe plena es, pues, entrega a la palabra y a la

voluntad de Dios. Quien crea que la fe no consiste más que en el asentimiento del

Page 8: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

entendimiento a las verdades reveladas, apenas podrá entender esto. Quien, al contrario,

entiende la fe en sentido bíblico, viendo en ella el asentimiento a la verdad y la entrega a

Dios que se revela, la ha entendido bien.

A la virtud el conocimiento. Ya vimos que el conocimiento no es sólo un aprehender

intelectual, sino un sumergirse amoroso. El esfuerzo moral engendra una sensibilidad

especial para percibir lo que Dios es y lo que quiere de nosotros. «Que vuestra caridad

aumente cada vez más en conocimiento perfecto y en sensibilidad» (Flp 1,9s). Obrando

rectamente, aumenta siempre nuestro conocimiento. A la luz de Dios vemos en forma

diversa las cosas que nos rodean, nuestro trabajo y los demás hombres. Esta luz nos

iluminará para que lleguemos a entender cada vez con mayor claridad nuestra realidad

cotidiana.

Al conocimiento la templanza. Quien avanza por el camino del conocimiento aprende a

dominarse cada vez más, porque sabe cuáles son los verdaderos bienes, de qué se trata

en primer lugar; sabe, sobre todo, en cuántas cosas sin importancia gastamos nuestro

tiempo. El que se contiene, sabe dominar sus pasiones y apetitos, es señor de sí mismo.

Esta virtud no es debilidad, sino fuerza contenida, porque nuestras tendencias y pasiones

salen a flote fácilmente. Se menciona también la templanza junto a la justicia (Act 24,25),

porque es necesaria para poder cumplir la voluntad de Dios. La necesitan todos los que

quieren alcanzar la salvación.

A la templar¿za la constancia. Quien ha aprendido a dominarse es también capaz de

resistir; sabe que los grandes bienes sólo se ganan en batallas costosas y duraderas.

Experimentamos la constancia como una capacidad de aguantar, que fortalece y anima.

Quien puede dominar sus apetitos y tiene poder sobre ellos puede también resistir en las

dificultades y trabajos que proceden de fuera. Quien está acostumbrado a satisfacer todos

sus apetitos no tendrá fuerza para resistir en los momentos duros. Estas dos virtudes,

templanza y constancia, ocupan el centro de la cadena, entre la fe y la caridad. Para que la

fe llegue a la plenitud del amor, para avanzar desde los comienzos de la salvación hasta la

plenitud de ésta, se requiere dominio de sí mismo y constancia, porque nuestra vida está

siempre amenazada por todas partes 6. «Os es necesaria la constancia, para que,

habiendo cumplido la voluntad de Dios, obtengáis lo prometido» (Heb 10,36). «Así pues,

también nosotros... corramos con constancia la carrera que se nos propone» (Heb 12,1).

A la constancia la piedad. Sólo quien resiste en la batalla contra la concupiscencia

indómita y contra los poderes hostiles a Dios puede honrar realmente a Dios. Su culto ya no

será una mera confesión oral, un discurso vacío, sino una piedad probada, depurada. Ha

asumido en sí toda la vida: las experiencias y las pruebas, la alegría y el dolor; ha crecido

como el árbol, bajo la luz del sol y el chaparrón de la tormenta.

A la piedad el amor fraterno. El respeto auténtico a Dios se manifestará siempre en amor

activo, ésta es su medida y su meta. Se refiere, en primer lugar, al brotar del amor en el

seno de la comunidad, al preocuparse unos por otros, al ayudarse personalmente, al

cuidado por los hermanos y hermanas que están en apuros. «La religión pura y sin mancha

ante Dios... es ésta: visitar huérfanos y viudas en su tribulación» (Sant 1,27). «Si alguno

dice: "yo amo a Dios" y odia a su hermano, es mentiroso» (lJn 4,20). Ver y amar a Dios en

los hombres es prueba de respeto a Dios, porque Dios ha creado los hombres a imagen

suya. Lo que hemos hecho o dejado de hacer al más pequeño de nuestros hermanos se lo

hemos hecho o negado a Jesús 7.

Al amor fraterno la caridad. Si amamos a los hermanos con el espíritu de Cristo, este

amor brota de aquel amor supraterreno (ágape) que Dios comunica y que es la última

Page 9: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

realización del amor que Dios tiene. El amor fraterno cristiano no es un mero sentimiento

humanitario, como el que se expresa en las palabras de Schiller: «recibid, gentes, este

beso de todo el mundo», sino expresión del amor que se da por entero, del existir para otro.

Es imagen de aquél de quien Juan dice: «Dios es amor» (IJn 4,16). La ágape es el

coronamiento del edificio de las virtudes, el último anillo de la cadena. Quien tiene caridad

cumple la ley y los profetas 8. Todo está subordinado a ella y ella lo reúne todo: es el

«vínculo de la perfección» (Col 3,14). ¡Esforcémonos por esta caridad en todos nuestros

pensamientos y obras!

...............

5. Cf. Rm 5,3; St 1,2s; Sb 6,17-19.

6. Cf. Lc 8,15; 21,19.

7. Cf. Mt 25,35-46.

8. Cf. Rm 13,9; Ga 5,14.

...............

3. VIRTUD Y PLENITUD (1/8-11).

Sólo el cultivo de las virtudes conduce al conocimiento de Cristo (1,8-9) Y prepara la

entrada en el reino de Cristo (1,10-11). A esta meta está destinado el cristiano y con vistas

a ella debe vivir.

a) Conocimiento de Cristo (1,8-9).

8 Estas virtudes, si se encuentran y abundan entre vosotros, no os dejarán sin

obra ni sin fruto en el conocimiento de nuestro señor Jesucristo. 9 Quien de ellas

carece es ciego y miope que echa en olvido la purificación de sus antiguos

pecados.

La meta de la vida cristiana es el conocimiento de nuestro señor Jesucristo, el

conocimiento perfecto de Cristo y la comunión duradera con él. «Y la vida eterna consiste

en conocerte a ti, único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien tú enviaste» (Jn 1 7,3). Esta

meta sólo se alcanza si la vida no queda sin obra y sin fruto. El conocimiento de Cristo, la

participación en su gloria divina, dependen de la vida que llevemos; son fruto de ella.

Hemos de desarrollar todas las posibilidades que Dios ha puesto en nosotros. Dios ha

sembrado la semilla en nuestros corazones; a nosotros nos toca, como al labrador,

contribuir con nuestro esfuerzo para dar fruto. A pesar de todo, sigue siendo cierto que el

crecer y el desarrollarse no está en nuestra mano...

El que no se esfuerza por alcanzar la virtud demuestra ser ciego y miope, pues no ve lo

que Jesucristo espera de su vida. Le falta luz en los ojos; no tiene la vista sana y no cae en

la cuenta de cuál es la verdadera meta de la vida. Ha olvidado que en el bautismo fue

purificado de los pecados que había cometido en su vida pagana. El recuerdo de aquella

purificación debía hacerle ver que se espera de él una vida sin pecado. La vida cristiana es

vida entre el bautismo y la plenitud de la salvación. Construimos sobre una base que Dios

ha puesto. Dios completará el edificio, pero no sin nosotros. En los sacramentos Dios

produce lo que los sacramentos significan; el baño purificador del bautismo produce la

purificación de los pecados. Pero el que ha recibido el sacramento debe acordarse de esta

purificación; no puede ser ciego ni miope frente a lo que ha sucedido. Debemos traer a

Page 10: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

menudo ante nuestros ojos la idea de lo que somos realmente y de cuál es el fundamento

de nuestra vida.

b) Entrada en el reino de Cristo (1,10-11).

10 Por eso, hermanos, esforzaos todavía en consolidar vuestra vocación y

elección; obrando así, jamás tropezaréis.

La vocación y la elección de Dios constituyen el comienzo de la salvación. Ambas son

anteriores al bautismo 9. Sin ser llamado y elegido, nadie puede entrar en el reino eterno.

Pero hay que consolidar la elección, hacerla vida, definitiva. Lo hacemos con nuestro

esfuerzo. Dios ha puesto el fundamento de la salvación sin nosotros, ha dirigido hacia

nosotros su amor electivo, pero la salud eterna quiere dárnosla sólo con nuestra

colaboración. Quien se esfuerza no perderá la salvación. Pero también para los llamados y

elegidos a la gracia hay posibilidad de perdición eterna. Para entrar en el reino de Dios hay

que cumplir las condiciones de admisión. Jesús las expone en las ocho bienaventuranzas

10; la segunda carta de Pedro cita ocho virtudes como condiciones para ser admitido en el

reino de Cristo. La bienaventuranza eterna a que estamos llamados no se nos dará, a los

adultos, si no cumplimos realmente la voluntad de Dios...

...............

9. Cf. Rom 8,29s.

10. Mt 5,3-10.

...............

11 Y se os concederá amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y

Salvador Jesucristo».

Si ponemos empeño, Dios nos permitirá entrar en el reino eterno. Pide obras 11.

También la salvación definitiva es don de Dios, pero sólo la concede si hacemos obras que

le sean agradables. La da ampliamente 12. Lo que da supera con mucho aquello que el

hombre puede hacer; sus dones rebosan riqueza.

Dios concede la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Jesús predica el reino y el poder de Dios; la segunda carta de Pedro, el reino y el poder de

Cristo, Señor y Salvador. Dios ha dado su poder al Hijo y por medio de él quiere darnos su

reino divino, si reconocemos a Cristo como Señor y ponemos nuestra esperanza en su

acción salvadora. Conocimiento pleno de Cristo y reino de Cristo designan la misma

salvación gloriosa que Dios quiere darnos por medio de su Hijo. La primera expresión

atiende más a la bienaventuranza del individuo, la segunda, a la salvación de la comunidad.

Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, es la plenitud de lo que esperamos. En él quiere Dios

darnos toda su riqueza...

Al final de esta perícopa ya sabemos por qué la fe es preciosa (1,1). Todo lo que nos trae

es grande: participación en la naturaleza divina, vocación y elección, rico fruto, el

conocimiento de Cristo y el reino de Cristo, gloria y poder. Todo lo «referente a la vida»

(1,3). Si no la aceptamos ni vivimos conforme a su ley, se apodera de nosotros la ceguera y

vamos a la perdición.

...............

11. Cf. Mt 7,21; Rm 2,13; 1Jn 3,7; St 1,22.25.

Page 11: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

12. Cf. Rom 10,12; 11,33; Ef 1,7

................

II. FE EN LA PARUSIA DE CRISTO (1,12-21).

Los mismos falsos maestros que niegan que a los bautizados les sea necesario el

esfuerzo moral, no quieren tampoco admitir la doctrina recibida relativa a la parusía de

Jesús. Después de exponer brevemente los motivos que le impulsan a escribir (1,12-15),

proclama la certeza de la parusía de Cristo; está revelada en las palabras dichas por Dios

en el momento de la transfiguración de Cristo (1,16-18) y en las profecías del Antiguo

Testamento que deben cumplirse (1,19-21) 13.

...............

13. La palabra parusia (1.16; 3,4-12) la introduce Pablo en el cristianismo primitivo para

designar la venida de

Cristo en su gloria mesiánica (1Co 1,8; 15,23; 1Ts 2,19; 3,13; 4,15; 5,23; 2Ts 2,1; 2,8). Puesto

que en el medio

ambiente que rodeaba al cristianismo primitivo se usaba esta palabra para designar la visita de

los dioses y en la

época imperial romana se usaba para designar la visita del rey dios, dignidad con que se honraba

al emperador,

fue fácil aplicar esta palabra a la venida del Kyrios Jesús (Rey y Dios). Todo el Nuevo

Testamento esta

impregnado de la conciencia de que Cristo vendrá. Igualmente existe en el Nuevo Testamento la

convicción de

que Cristo ha venido ya en Jesús de Nazaret y de que con su venida ha empezado ya el fin de los

tiempos. La

escatología neotestamentaria es unánime en afirmar que los acontecimientos escatológicos

esperados han sido

ya puestos en marcha y caminan hacia nosotros por la obra de Cristo. El Nuevo Testamento no

habla de

«retorno» de Cristo. Esta palabra pertenece a un periodo posterior (siglo II), aunque ya en las

cartas pastorales

(2Tim 1,10) y en la carta a los Hebreos (9,28: «por segunda vez se manifestará [Cristo], sin

pecado, a los que le

esperan para salvarlos») se encuentra un fundamento.

...............

I . CELO POR LAS ALMAS (1/12-15).

Tras la segunda carta de Pedro está un hombre hondamente preocupado por la

salvación de los hombres. Como pastor, se siente responsable de la salvación de los fieles

(1,12), tanto más cuanto que sabe que su muerte está próxima (1,13s); la carta que escribe

quiere ser un testamento (1,15).

a) Quiero traeros a la memoria (1,12).

12 Por eso quiero traeros siempre a la memoria estas cosas, aunque ya las

Page 12: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

sabéis y estáis afianzados en la verdad que al presente poseéis.

Su actividad pastoral quiere traer a la memoria, hacer actual la verdad. Así actúa también

la preocupación pastoral de los profetas: «Acordaos y reflexionad; volved a vosotros,

renegados; acordaos de los siglos antiguos, porque yo soy Dios y no hay otro Dios ni nadie

que a mí sea semejante» (Is 46,8s) 14.

En el libro del Deuteronomio se alude con harta frecuencia a este continuo traer a la

memoria y recordar. La exhortación a ser fieles a la ley se funda en el recuerdo de las

acciones salvadoras obradas por Dios en favor de su pueblo: «recuerda que también tú

fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu Dios, te sacó de allí con mano poderosa y brazo

levantado. Por eso el Señor, tu Dios, te ha ordenado guardar el día de sábado» (Dt

5,15)15.

La predicación neotestamentaria es un recuerdo de las palabras y obras de Jesús. El

Espíritu Santo trae a la memoria todo lo que Jesús ha dicho (Jn 14,26). Conserva, confirma

y explica la palabra y la obra de Cristo: la mantiene viva en el mundo y convence de su

verdad 16. Recuerdo es también el culto de la Iglesia. La eucaristía constituye el centro, y

es memorial y recuerdo. La antigua fiesta pascual, cuya plenitud es la eucaristía, tenía

carácter conmemorativo: «Hizo un memorial de sus portentos» (Sal 111,4). Cuando

comemos el pan eucarístico y bebemos el cáliz realizamos activamente el memorial de la

muerte del Señor (lCor 11,26).

El pastor de almas está convencido de que los fieles suben lo que les dice, pero sabe

también que hay que repetirles continuamente la verdad. La verdad es el evangelio y éste

es virtud de Dios 17. ¡En él está presente el poder de Dios! Por eso, recordar no significa

sólo traer a la memoria lo que sucedió en la historia. La fuerza que está encadenada dentro

de las palabras debe desencadenarse y dirigirse a la Iglesia actual.

Si el pastor de almas o el confesor nos recuerda qué es lo que importa, lo hace

preocupado por nuestra salvación. Olvidamos fácilmente y es necesario despertarnos y

sacudirnos, aunque el que nos exhorte nos parezca cargante. También los padres deben

recordárselo a los hijos, cada cristiano a sus hermanos dormidos...

...............

14. Cf. Mi 6,5; Is 43,36; 44,2; 46,8s; Ecl 7,16.28; 14,12; 18,24s y passim.

15. Cf. Dt 7,18; 8,2.18; 9,7; 15,15; 16,3.12; 24,18.20.22; 32,7.

16. Cf. Jn 16,5ss. La predicación apostólica es un traer a la memoria. Timoteo recibe el encargo

de recordar

a las comunidades los principios fundamentales, tal como Pablo los enseña (ICor 4,17). El

recuerdo de las

palabras de Jesús guía las decisiones de la Iglesia (Hch 11,16). La base de los escritos

eclesiásticos, con su

preocupación pastoral, la constituye el recuerdo de las palabras y de los hechos de Cristo (2P

3,1; Lc 1,1-3).

Cuando se trata de los falsos maestros y los herejes es cuando conviene, sobre todo, acudir a

este recuerdo,

pues es necesario comparar su doctrina con la doctrina recibida (Judas 5,17; 2Tm 2,14; Tt 3,1.

17. Cf. Rm 1,16.

...............

b) Una obligación urgente (1/13-14).

Page 13: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

13 Considera justo, mientras vivo en esta tienda, teneros alerta con el recuerdo,

14 sabiendo que está cercano el desmoronamiento de mi tienda, según me lo ha

dado a conocer nuestro Señor Jesucristo.

Dios ha encargado al pastor de almas tener alerta a los fieles con el recuerdo. Velar es la

actitud que Jesús ha puesto en relación con el anuncio de los acontecimientos

escatológicos 18. El recuerdo de los acontecimientos últimos, sobre todo de la parusía de

Cristo, debe ayudarnos a estar continuamente en vela. Sólo teniendo en cuenta esos

acontecimientos podemos juzgar con exactitud todo lo que nos sucede en la vida.

Queda ya poco tiempo disponible para llevar a cabo la tarea. La vida humana se parece

a la vida de los nómadas, que no se establecen en ningún lugar. Apenas han instalado su

tienda cuando deben deshacerla. La muerte es el desmoronamiento de la tienda; la vida es

estar en la tienda terrena del cuerpo. «El alma vive en una tienda mortal» 19. Debemos

obrar mientras estamos en la vida. Jesús dice: «Mientras es de día, tenemos que trabajar

en las obras de aquel que me ha enviado; llegará la noche, cuando nadie puede trabajar»

(Jn 9,4). Los «últimos acontecimientos» del individuo, vistos cristianamente, no deben

acobardar, sino empujar a la acción. A base de esperar la venida de Cristo nuestra vista se

ha dirigido excesivamente al destino del individuo, a la muerte, al juicio personal, a la

bienaventuranza o condenación eternas. Cuando hablamos de los últimos acontecimientos

pensamos sobre todo en esto. Pero a todo hombre se le guarda para los acontecimientos

finales, que afectan a toda la humanidad y al mundo.

Pedro conoce el momento de su muerte. Jesucristo le ha dicho que en su ancianidad

sufrirá el martirio (Jn 21, 18s). Probablemente la segunda carta de Pedro conoce una

tradición según la cual Pedro tuvo una revelación sobre el momento exacto de su muerte

20. Vemos aquí claramente que la conciencia de la proximidad de la muerte no debe

acobardar, debe mover todas las fuerzas para hacer lo que es justo delante de Dios.

...............

18. Cf. Mt 24,42s; 25,1-12; Mc 13,34s; Lc 12,35-38.

19. Carta a Diogneto 6,8.

20. Las Actas apócrifas de Pedro (35) hablan de esto.

...............

c) También después de la muerte (1,15).

15 Y me esforzaré en que, en todo tiempo, después de mi partida, recordéis

estas cosas.

El comienzo de la salvación, la elección y la vocación no son dones en los que podamos

descansar. Exigen esfuerzo hasta llegar a la meta 21. Al apóstol no le basta haber

predicado una vez el mensaje de la salvación. Incluso cuando a la predicación ha seguido

la fe, la conversión y el bautismo, queda en él el anhelo constante de mantener vivo el

recuerdo de los hechos salvadores. La imagen del pastor de almas que se esfuerza es

conmovedora: su esfuerzo perdura por encima de la muerte. EL celo de tal pastor de almas,

¿no debe ser un estímulo para aquél por quien se esfuerza?

¿Cómo quiere Pedro mantener vivo el recuerdo? ¿Qué quiere dejar detrás de sí para que

aún después de su muerte el recuerdo permanezca vivo en los fieles? Piensa ante todo en

Page 14: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

la carta que leemos, en la que nos deja un testamento de su celo por la salvación de todos

22. Lo que aparece como última voluntad lleva un carácter de urgencia, de importancia, de

responsabilidad. ¿Quién quiere ser un charlatán en su última hora? Mediante un

documento escrito la voz del apóstol será audible incluso después de su muerte. La palabra

es fugaz; lo escrito es duradero y conserva algo. El apóstol quiere que su palabra sea

escuchada siempre.

...............

21. ESFUERZO: «Esforzaos» es una expresión que gusta al autor de nuestra carta (1,10.15;

3,14).

22. La carta está en la línea de los testamentos de los padres; cf. por ejemplo, los testamentos de

los doce

patriarcas.

..............

2. TRANSFIGURACIÓN Y PARUSIA DE CRISTO (1/16-18).

Los fieles conocen la doctrina de la parusía de Cristo, pero no debe parecerles mal que

se les recuerde de nuevo esta verdad. La preocupación urge. La parusía de Cristo en gloria

no es una verdad inventada por el ingenio humano, sino fundada en la revelación de la

gloria de Cristo en la transfiguración (1,16). La palabra de Dios definió allí a Jesús como

Mesías y portador de salvación. Si lo es, vendrá con poder y con gloria y erigirá el reino

eterno (1,17s).

a) El fundamento que garantiza (1,16).

16 No os dimos a conocer el poder y la parusía de nuestro Señor Jesucristo

siguiendo ingeniosas fábulas, sino porque fuimos testigos de la majestad suya.

Os hemos dado a conocer el poder y la parusía de nuestro Señor. La parusía de nuestro

Señor con poder es un elemento esencial de la predicación cristiana. Cristo vendrá. Su

venida se llevará a cabo con gran poder y gloria (Mc 13,27). Según la imagen de la

predicación escatológica, estará rodeado de ángeles y aparecerá sobre las nubes del cielo

(Mc 13,26). Será vencedor de todos los poderes que se le oponen (2Tes 2,8). Su aparición

llena de poder conmoverá el mundo (Mc 13,25s). Esta predicación de los apóstoles no se

funda en fábulas ingeniosas (mitos). Los que niegan la parusía de Cristo califican la

predicación de la parusía de «sofisma», invención conscientemente fraudulenta. La llaman,

despectivamente, narración mítica, fábula. En esto se distinguen de los que niegan

modernamente la parusía, aunque también ellos llaman «mito» a tal doctrina. Los falsos

maestros de la segunda carta de Pedro acusan a los predicadores de la parusía de fraude

consciente; los que la niegan modernamente consideran esta doctrina como un producto

del anhelo humano, al que no corresponde nada en la realidad.

Los apóstoles no son inventores de fábulas. Hablan como testigos oculares del poder y

de la gloria de Cristo. Es cierto que ninguno de los apóstoles pudo ver la parusía de Cristo,

pero, por un momento, Dios les mostró lo que sucedería en el futuro: la aparición de Cristo

con poder y gloria. Los apóstoles -Pedro se incluye con los demás- fueron testigos oculares

de la gloria de Cristo en la transfiguración. Según los evangelios, tres apóstoles fueron

elegidos como testigos: Pedro, Juan y Santiago (Mt 17,1-8). Todo el peso radica en que

Page 15: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

estos tres fueron testigos oculares; no han, pues, inventado nada; han informado de lo que

han visto. Las afirmación es sobre Cristo se fundan en su vida histórica.

b) La explicación divina (1,17-18).

17 Él recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando de la sublime gloria se le

dirigió aquella voz que decía «Éste es mi Hijo amado, en el cual me he

complacido.»

La gloria de Dios circunda a Jesús. El signo visible de ella es la luz. «Sus vestidos se han

vuelto extraordinariamente resplandecientes por su blancura, como nadie en el mundo

podría blanquearlos así» (Mc 9,3). «Su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus

vestidos se volvieron blancos como la luz» (Mt 17,2). El honor que Jesús recibe es un

honor divino.

La voz que habló sobre Jesús provenía de la gloria sublime, que es Dios. La voz de Dios

sobre el transfigurado revela el fundamento de su gloria y de su poder. Es el Hijo de Dios,

el amado, el unigénito en quien Dios se complace. A Dios se le llama Padre. Así se explican

y fundamentan los títulos que Jesús tiene: Dios y Salvador (1,1), Dios y Señor (1,2). Sólo

ahora entendemos esto exactamente: ¡La gloria de Dios es también la gloria de Jesús! En

ella está incluido el poder con que esperamos que Cristo venga en su parusía. Dios le ha

revestido de poder. Sólo gracias a las palabras del Padre pudieron entender los discípulos

en el monte el misterioso acontecimiento. Fue la llave que les abrió su sentido. Son muchas

las cosas, del sentido de la historia y del de nuestra propia vida, que sólo entendemos

gracias a la palabra de Dios. La palabra reveladora pone de manifiesto qué es lo que se

quiere decir y de qué se trata.

18 Y nosotros oímos esta voz dirigida del cielo, cuando estábamos con él en el

monte santo.

Los apóstoles son también testigos auriculares. Oyeron la voz de Dios. El monte en que

esto aconteció es un monte santo, pues fue testigo de la manifestación gloriosa de Dios en

Cristo. Ver y oír son las dos formas en que los discípulos conocen experimentalmente a su

Señor. «Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen» (Mt 13,16).

Creemos este doble testimonio con certeza también doble. Es cierto que nosotros ya no

vemos ni oímos inmediatamente, pero en lo que Dios nos permite ver y oír experimentamos

mediatamente su presencia y su poder. En la palabra del evangelio que la Iglesia nos

predica, oímos su palabra poderosa. En los actos del culto, en la comunidad de la Iglesia,

en el rostro de cada hermano vemos algo de su gloria. Hay que aguzar los sentidos...

La transfiguración es la primicia de la parusía gloriosa del Señor, una anticipación de la

parusía. Su historicidad garantiza la realidad de la parusía gloriosa de Jesús. Habiéndose

producido la primera glorificación de Cristo se producirá también la segunda. El amor que

Dios tiene a su Hijo le dará la glorificación final, hacia la que nosotros, fieles servidores,

tendemos nuestra vista.

3. PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y PARUSIA (1/19-21).

Dos tipos de pruebas se aducen en pro de la parusía de Cristo: la transfiguración como

Page 16: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

acontecimiento salvador prefigurativo y la palabra profética (1,19). Dios habla por los

acontecimientos de la historia y con su palabra. Es mucho más seguro que posea la

palabra profética quien, como los apóstoles, fue testigo ocular de la transfiguración de

Jesús, que los falsos maestros. La tradición de los testigos oculares apostólicos tiene más

motivos de autenticidad que la opinión de un falso maestro que no fue testigo ocular. Sólo a

la luz de la redención llevada a cabo por Cristo se puede interpretar rectamente la Escritura

del Antiguo Testamento. La palabra profética necesita una interpretación competente para

que no conduzca al error (1,20s).

a) El testimonio de la palabra profética (1,19).

19 Y tenemos algo más firme, la palabra profética, a la que hacéis bien en

prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro hasta que amanezca

el día y se levante el lucero de la mañana en vuestros corazones.

La palabra profética, conservada en la Sagrada Escritura, habla a menudo del «día del

Señor», en el que el Señor viene para celebrar el juicio. Todos los profetas han anunciado

el día de la restauración definitiva de todas las cosas (Hch 3,20s). No permiten dudar de la

parusía gloriosa del Señor. Toda la revelación de la Biblia se proyecta, en último termino,

hacia la revelación total de la gloria de Dios al fin de los tiempos.

La Sagrada Escritura semeja una lámpara que brilla en lugar oscuro. Este lugar es el

mundo en que vivimos. Para que nos orientemos, para que no salgamos del camino querido

por Dios, no tropecemos ni caigamos, la palabra de Dios de la Biblia nos da luz.

Necesitamos esa luz de la palabra profética para que amanezca el día y se levante el

lucero de la mañana en los corazones. El alborear del día (Rom 13,12) y el despuntar del

lucero de la mañana es la parusía de Cristo. Cuando llegue el Señor, la gloria de Cristo

penetrará hasta lo más íntimo de nuestro ser; su gloria luminosa nos iluminará y

transfigurará 23. Entonces será el fin de las tinieblas; no habrá ya error ni caída. Cuando la

luz que está encendida en la Sagrada Escritura brille con todo su esplendor, ya no será

necesaria la Sagrada Escritura, pero, ¿hasta entonces...?

b) La recta interpretación de la palabra profética (1,20-21).

20 Ante todo habéis de saber que nadie puede interpretar por sí mismo ninguna

profecía de la Escritura.

También los falsos maestros invocan la palabra profética de la Sagrada Escritura (3,16).

Quien quiera entender rectamente la Escritura debe pensar ante todo que las profecías de

un escrito no pueden interpretarse siguiendo el propio arbitrio. Un escrito que contiene una

profecía es siempre enigmático. También la Sagrada Escritura, con sus profecías, encierra

enigmas que piden una solución. Lo advertimos claramente cuando leemos el Antiguo

Testamento e intentamos entenderlo solos. ¡Qué difícil es a menudo! Con cuánto

agradecimiento utilizamos pequeñas ayudas, explicaciones, que nos muestren el camino. Y

cuán a menudo no hemos entendido nada o hemos caído en error. Poder desentrañar la

Escritura es un don especial de Dios.

...............

23. Cf. Ap 21,23; 22,5; I Co 13,22.

Page 17: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

...............

21 Pues nunca fue proferida profecía alguna por voluntad humana, sino que,

impulsados por el Espíritu Santo hablaron los hombres de parte de Dios.

¿Quién da la solución y la recta interpretación del sentido de la

Escritura? El principio fundamental de la búsqueda del sentido de la Escritura suena así:

las profecías de la Escritura no pueden interpretarse según el propio arbitrio. Así interpretan

los falsos maestros la Escritura (3,16) y corrompen su sentido. La profecía no es producto

de la voluntad humana, sino obra del Espíritu Santo. Los hombres que profetizaron obraban

impulsados y dirigidos por él. Él les inspiró lo que habían de decir y escribir. «La Escritura

está inspirada por Dios» 24.

Los verdaderos profetas hablaron impulsados por Dios. Los falsos profetas «anuncian las

visiones de su corazón, no lo que ha dicho el Señor» (Jr 23,16). Aquellos profetas no

hablaron por invención propia, sino movidos por Dios. Son santos porque Dios los ha

tomado a su servicio y habla por medio de ellos. Veamos la repercusión que esto tiene en la

exégesis y, por tanto, en la misma Sagrada Escritura: puesto que la Sagrada Escritura no

es invención ni producto del espíritu humano, su interpretación e inteligencia no hay que

esperarla sólo del hombre, sino de Dios y de los hombres que Dios ha tomado a su servicio

y ha capacitado para ello. La interpretación de la Escritura debe correr pareja con el origen

de ésta.

¿Quiénes son estos hombres que pueden interpretar rectamente la Escritura? No hay

duda de que no puede hacerlo todo aquél que lee la Escritura, sino sólo aquéllos a quienes

Dios ha capacitado e iluminado mediante su Santo Espíritu. El Espíritu Santo puede

descender sobre muchos que no tienen «cargo» en la Iglesia e inspirarles la interpretación

recta. Así ha sucedido a menudo en la historia de la Iglesia. Pero sólo podemos estar

seguros de tal interpretación si esos hombres «iluminados» están de acuerdo con toda la

doctrina tradicional y se someten, en obediencia, a la autoridad de la Iglesia. Nuestra carta

piensa especialmente en los ministros que Dios ha constituido y a quienes, junto con la

gracia propia de su cargo, se les ha concedido el don de interpretar rectamente. Así, la

Escritura sirve al «hombre de Dios» en la labor pastoral de la Iglesia (2Tim 3,17). El hombre

de Dios es responsable de la Iglesia. Dios guía a los responsables de la Iglesia para que

entiendan el sentido exacto de la Sagrada Escritura. Así llegamos a la certeza de lo que

buscábamos, en medio de la maraña de opiniones e interpretaciones.

...............

24. 2Tm 3,13ss; cf. Mc 12,36; Hch 3,21: Za 7,12.

.................................

Parte segunda

RESISTIR A LA NUEVA DOCTRINA

(2,1-3,16)

Los fieles a quienes se dirige la segunda carta de Pedro están amenazados por falsos

maestros, cuya nueva doctrina proclama la libertad de toda ley moral; los creyentes no

pueden ceder a este «libertinaje» (2,1-22). Los nuevos mensajeros de la fe niegan también

la parusía del Señor; los fieles no deben dejarse engañar por sus argumentos (3,1-16).

Page 18: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

I. FALSA DOCTRlNA DE LA LIBERTAD (2/1-22).

La actividad de los falsos maestros (2,1-3) no queda sin castigo (2,4-9). Se

desenmascara a los falsos maestros (2,10-14a) y se muestran los castigos que les esperan

(2, 14b-l9). Lo que ellos intentan es volver al paganismo (2,20-22) 25.

............... 25. Entre la carta de Judas y la segunda carta de Pedro se encuentran muchas coincidencias en la linea de

pensamiento, en palabras y frases. Este hecho no puede explicarse sino por dependencia mutua. Una debe

haber utilizado la otra. Penetrando profundamente en el texto aparece que es la segunda carta de Pedro la

que ha utilizado la carta de Judas, pues la segunda carta de Pedro está más pensada, más limada y más

elaborada teológicamente. Descarta todo aquello que procede de fuentes no reconocidas por el magisterio

eclesiástico (Jds 6.9.14). Su sensibilidad pastoral utiliza lo que encuentra, pero criticándolo. Distingue entre

escritos inspirados por Dios y escritos piadosos tras los cuales está sólo un testimonio humano. No intenta

ser original; su deseo era servir a la salvación de los fieles.

...............

1. CORRUPTORES (2,1-3).

Los predicadores de la verdad enviados por Dios van acompañados de falsos profetas,

falsos mesías y falsos maestros. La Iglesia debe contar con esta «ley» de la historia de la

revelación. Los falsos maestros atentan contra el Señor (2,1) y contra el mismo pueblo de

Dios (2,2-3); por eso la perdición pende sobre ellos.

a) Contra el Señor (2,1).

1 Hubo también falsos profetas en el pueblo, como también entre vosotros

habrá falsos maestros, que introducirán herejías demoledoras y negarán al Señor

que los rescató, atrayendo sobre sí rápida perdición.

Junto a los verdaderos profetas había ya en el pueblo de Israel falsos profetas que le

arrastraban hacia los ídolos y los vicios paganos, le prometían paz y salvación terrena y se

burlaban de las afirmaciones y amenazas de los verdaderos profetas 26. El pueblo de Dios

del Nuevo Testamento corre la misma suerte. Junto a los predicadores de la verdad surgen

maestros de la herejía 27. El pueblo de Dios del Nuevo Testamento corresponde al pueblo

de Dios del Antiguo. El Antiguo Testamento es un precedente del Nuevo. El destino del

pueblo de Dios en el Antiguo Testamento ilumina los derroteros del nuevo pueblo de Dios y

nos enseña a entender con mayor profundidad nuestra situación.

Los falsos maestros se introducen disimuladamente. Se presentan con apariencia de

piedad y halagan los apetitos humanos, pero no han recibido misión de Dios. Dios permite

que surjan falsos profetas para poner a prueba a su pueblo, para ver si ama al Señor, su

Dios, con toda su alma y con todo su corazón y si sabe distinguir la verdad del error.

La doctrina que propalan los falsos maestros conduce a la división; destruye la unidad de

la Iglesia. El que falsea la doctrina recibida de la Iglesia y propala falsas doctrinas, que

conducen a la perdición, niega a Cristo como Señor y dueño, como al único que puede

disponer de los fieles. Niega a Cristo el derecho que ha adquirido a alto precio 28. Somos

un pueblo propiedad de Cristo, y Cristo vela sobre nosotros como propietario. Quien atenta

contra el pueblo de Cristo atenta contra Cristo y contra sus derechos. La doctrina

Page 19: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

transmitida es santa e intocable. En la doctrina se ofrece Cristo. El Espíritu de verdad que

Cristo ha dado a su Iglesia y que la conduce a la verdad plena, glorifica a Cristo, pues toma

de lo suyo y lo proclama (Jn 16,13s).

Los falsos maestros atraen sobre sí rápida perdición. Su destino es el de los falsos

profetas, de los que se dice: «Extiendo mi mano contra los profetas... entonces conocerán

que yo soy el propietario y el Señor» (Ez 13,9). Quien divide la doctrina de Cristo se juzga a

sí mismo, su acción misma le condena. La verdad es un tesoro valioso que ha sido dado a

la Iglesia para que lo conserve fielmente. No podemos aceptar ningún compromiso turbio.

Naturalmente, nunca se puede faltar al amor ni transformar la fidelidad en intolerancia.

Nosotros no tenemos ningún derecho a la verdad de Dios; al contrario, es ella quien

dispone de nosotros.

...............

26. Cf. Dt 13,1-6; Jr 6,13ss; 14,13-16; 23,9-40; 28; 29,28s; Ez 13.

27. Cf. Mt 24,11-24; Act 20,30; 1Jn 2,18ss.

28. Cf. 1Co 6,20; 7,23; 1P 1,18.

...............

b) Contra el pueblo de Dios (2,2-3).

2 Muchos seguirán sus torpezas y por causa de ellos será maldecido el camino

de la verdad. 3 En su codicia se aprovecharán de vosotros con palabras

mentirosas. Su condenación hace tiempo que no está inactiva y su perdición no

duerme.

Los falsos maestros practican la lujuria. Su lema se parece al de los liberales de Corinto:

«Todo me está permitido» (lCor 6,12). Muchos sucumben a su influjo. El hombre es débil

frente al impulso sexual, y escucha fácilmente a quien proclama que no es malo disfrutar de

la vida.

Los falsos maestros pertenecen aún a la Iglesia. Su actividad es un lastre para toda la

Iglesia ¡Los incrédulos son para ella un peso muerto! La doctrina de Jesús -camino de

verdad- proclama una forma de vida moral que brota de la revelación divina imperecedera.

Así como la vida moral de los cristianos debe ser fuerza que atraiga hacia el camino de la

verdad, su actividad inmoral será motivo de que se maldiga lo santo que Dios les ha

confiado. La conducta inmoral de los cristianos repercute en el camino de la verdad, en

Cristo y, por último, en Dios...

Con su conducta los falsos maestros se parecen a los comerciantes. Pero toda su

propaganda no es más que engaño. Hablan de la libertad moral, de la fuerza del Espíritu,

del conocimiento que poseen y dan, pero tras esto acecha la perdición, que ellos

introducen entre los hombres. Su celo es codicia; no son maestros y apóstoles que hablan

por misión de Dios, sino mercaderes que quieren ganar dinero (2,14) 29. Su mentalidad es

totalmente opuesta a la de Cristo, que dio su vida como precio para comprar a muchos (Mc

10,45).

Para los falsos maestros, hace tiempo que la condenación no está inactiva. Su conducta

suscita difíciles problemas a los fieles. ¿Por qué tienen éxito los falsos maestros? ¿Por qué

atraen a tantos? ¿Por qué no interviene Dios? ¿Por qué Dios no hace nada como juez?

¿Por qué duerme la mano castigadora de Dios? Dios no duerme, no está inactivo. Hace

tiempo que la condenación está ya en acción; es tan actual en la historia como su

Page 20: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

misericordia.

...............

29. Cf. 1Ts 2,5; 1Tm 6.5; Tt 1,10.

...............

2. JUICIO JUSTO (2,4-9).

Tres juicios de la historia primitiva que narra el libro del Génesis muestran que los impíos

no quedan sin castigo y que Dios perdona a los justos. Los falsos maestros, apoyándose

en la esperanza de que Dios nos perdonará, piensan haber refutado la advertencia que se

nos hace mediante el juicio y la condenación; en los juicios de Dios nunca perecieron

todos, siempre quedaron algunos con vida. La segunda carta de Pedro quiere refutarlos.

Sólo unos pocos fueron perdonados, los justos. Pero los juicios históricos no son todavía el

juicio definitivo. Los impíos que no reciben su castigo en el curso de la historia están

reservados para el juicio final. Los tres juicios son: el juicio de Dios sobre los ángeles (2,4),

sobre la generación del diluvio (2,5) y sobre los habitantes de Sodoma y Gomorra (2,6-8).

a) El juicio sobre los ángeles pecadores (2,4).

4 Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el

tártaro en cavernas tenebrosas, los entregó para ser custodiados para el juicio.

Los ángeles pecaron. ¿Cómo? No se nos dice nada de esto. Pero en la carta de Judas

se dice: «No conservaron su primacía, sino que abandonaron su propia morada... se

prostituyeron y marcharon tras carne ajena» (Jds 6s). Es una referencia a Gén 6,2: «Vieron

los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas y las tomaron como mujeres,

a su gusto» 30. Pedro, por su parte, no dice cómo pecaron los ángeles; se limita a

establecer el hecho. La Sagrada Escritura encierra enigmas que no podemos resolver

satisfactoriamente.

Los ángeles son criaturas predilectas de Dios; a pesar de ello no encontraron perdón

cuando pecaron. Dios, en su juicio, no atiende a la persona, sino a los hechos (Rom 2,

6,11). Los falsos maestros conciben el don salvífico de Dios como algo grande, tan grande

que creen que pueden pecar sin incurrir, a pesar de ello, en la condenación de Dios. Con

palabras semejantes se habla en la carta a los romanos de los falsos maestros, que dicen:

«Permanezcamos en el pecado para que aumente la gracia» (Rom 6,1). Los dones

salvadores que ya poseemos no nos desligan de la obligación de llevar una vida mora1 y

temer el juicio de Dios. La sobreabundancia de la gracia debe llevarnos a la humildad, no a

la temeridad...

Dios ha sepultado a los ángeles caídos en el tártaro, en cavernas tenebrosas. Tártaro es

una palabra entonces usual para designar el lugar de castigo eterno. Se concebía como

una caverna oscura debajo tierra. Los ángeles pecadores fueron desterrados de la faz de

Dios, que es plenitud de luz y arrojados al tormento del alejamiento de Dios, a las tinieblas.

Pero aún no ha caído sobre ellos la condenación definitiva de Dios. Se les guarda para el

juicio definitivo, más severo, que caerá sobre ellos cuando venga Cristo 31. La parusía de

Cristo trae consigo el juicio final.

...............

Page 21: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

30. La exégesis judaica tardía y la exégesis cristiana primitiva pensaban que una parte de los

ángeles habían

abandonado antiguamente el cielo, su morada, habían olvidado su dignidad (gloria) y habían

tomado mujeres

humanas, con las cuales engendraron gigantes. Esta interpretación presupone que los ángeles

tienen

cuerpo. ¿Era intención de la segunda carta de Pedro purificar el texto de la carta de Judas ?

...............

b) El juicio del diluvio (2,5).

5 Y no perdonó al mundo antiguo; sólo guardó a Noé, predicador de la justicia y

a otros siete, haciendo caer el diluvio sobre un mundo de impíos.

Dios no perdonó al mundo antiguo. La segunda carta de Pedro conoce tres mundos: el

mundo antiguo, anterior al diluvio, el actual y el futuro (3,13). También el mundo antiguo era

creación de Dios, y Dios lo amaba: «Vio que era bueno» (Gen 1,31). Amaba a los hombres

que lo habitaban, porque eran imagen suya (Gén 1,27). Pero a pesar de ello no perdonó al

mundo ni a los hombres cuando se separaron de él. ¡Tal es el peso del pecado! Sólo

guardó a Noé y a su familia: su mujer, sus tres hijos y sus mujeres. Perdonó a Noé «y a

otros siete». Por él fueron salvados los otros siete. Dios le protegió con el arca porque era

predicador de la justicia. Predicaba la conversión y la penitencia (lPe 3,20). Como

predicador de la justicia de Dios caminaba delante del Dios justiciero. Los juicios de Dios no

irrumpen ciegamente trayendo la perdición. Quien cumple la voluntad de Dios y permanece

fiel a su servicio no será alcanzado por la condenación general, sino protegido por Dios. El

diluvio lo trajo Dios. Alcanzó al mundo a causa de los hombres malos. El mundo y el hombre

forman una unidad. El mundo ha sido creado en función del hombre y es partícipe de la

culpa y del castigo del hombre 32. Sobre el mundo vino el juicio del diluvio, porque se había

separado de su principio y se había rebelado contra la voluntad santa de Dios.

...............

31. Cf. Mt 8,29; Ap 20,10.

32. Cf. Gn 1,11; Rm 8,19ss.

...............

c) El juicio sobre Sodoma y Gomorra (2,6-8).

6 Y condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra,

reduciéndolas a ceniza, y poniendo un ejemplo para los impíos venideros; 7 y

libró al justo Lot, acosado por la conducta desenfrenada de aquellos impíos, 8

pues este justo, vivía entre ellos, día tras día, con su alma recta, torturada por las

obras malas que veía y oía.

La destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra por medio del fuego (Gén 19) fue

un juicio aniquilador de Dios y un ejemplo terrible para los tiempos futuros. Lo que aparece

en la Escritura está escrito para instruirnos 33. Sólo Lot escapó al castigo general, porque

era justo y no practicaba la lujuria, como hacían los que le rodeaban. ¡Qué martirio hacer la

voluntad de Dios sin fallos cuando nadie la cumple! ¡Qué heroísmo conservarse limpio en

Page 22: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

medio de los corrompidos!

El justo que vive entre lujuriosos sufre torturas en su alma. Las imágenes, las palabras y

los hechos le asedian, le atormentan y quieren hacer también de él un lujurioso. Ya la

colocación de las palabras en la frase refleja ese cautiverio. Al principio y al final se habla

de lo que debía ver y oír y de las obras malas. En el centro vive el justo, día a día. Vive allí,

como justo, con su alma recta, temerosa de Dios. Los hombres que le rodean se han

entregado al cuerpo; su vida es libertinaje. Dios conoce este sufrimiento, este martirio, este

heroísmo; a la hora del juicio sobre los pecadores se tiene en cuenta a aquél que

permanece fuerte en medio de todas las tentaciones.

...............

33. Cf. Rm 15,4; 1Co 10,6; 2Tm 3,16s.

...............

d) Dos alternativas (2,9-lOa).

9 Sabe el Señor librar de la prueba a los piadosos y reservar a los impíos bajo

castigo hasta el día del juicio, 10 sobre todo a los que caminan tras la carne en

deseos de impureza y despreciando la soberanía (del Señor).

LUJURIA: Ahora Pedro se dedica a sacar las consecuencias que se deducen de los tres

juicios del Antiguo Testamento. Se dice primero: el Señor sabe. Esta es la respuesta al

problema de por qué no interviene el Señor como intervino antes en los grandes juicios.

Jesús es el Señor de los justos y de los impíos. Ve, oye y conoce a todo individuo y no deja

las riendas de su mano.

El Señor libra de la prueba a los piadosos. Deben soportar apuros y miserias. Mediante

esas pruebas Dios quiere robustecer la paciencia de los justos (Sant 1,2). Aunque el justo

sufra tanto como Job, sabe que el Señor le librará de todo. Dios permite que Noé pase

apuros como predicador de la justicia, y Lot debe cumplir la voluntad de Dios en medio de

un ambiente lujurioso. El número y la cantidad nunca son decisivos ante Dios; lo decisivo

es la pureza de vida, aun la de uno sólo...

A los impíos, que no cumplen la voluntad de Dios, se les guarda para el día del juicio.

Aunque durante cierto tiempo Dios los deje hacer, no quiere decir esto que no se preocupe.

Juzgará y castigará. El día del juicio pende sobre todo el quehacer humano.

La conducta lujuriosa no es moralmente indiferente. Según las fuentes bíblicas, la causa

de los tres juicios es la lujuria entre los hombres. La caída de los ángeles se pone en

relación con la incontinencia sexual (Jds 6); la introducción a la narración del diluvio

muestra la desviación de la moral matrimonial (Gén 6,1ss); la destrucción de las dos

ciudades viciosas se debe a su lujuria contra naturaleza. Los lujuriosos caminan tras la

inmundicia de la carne y tras sus apetitos. La lujuria semeja una señora a la que los

lujuriosos siguen obedientemente, un maestro tras el que van los discípulos. En lugar de

seguir al Señor, se van tras el placer. «Su Dios es el vientre» (Flp 3,19). Con su conducta

desprecian la soberanía de Cristo, su Señor (Jds 8). Al los ha comprado y por eso le

pertenecen en cuerpo y alma, pero el lujurioso usa mal de lo que es propiedad del Señor

34.

...............

34. Cf. 1Co 6,12-20.

...............

Page 23: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

3. DESENMASCARAMIENTO DE LOS FALSOS MAESTROS (2/10b-14).

MAESTROS/FALSOS: En la conducta de los falsos maestros se manifiesta su falta de

respeto (2,10b-12) y su búsqueda del goce (2,1314a). En 2,10a se ha dado ya un esquema

de este pasaje.

a) Arrogantes (2,10b-12).

Los falsos maestros no respetan nada (2,10b-11). La palabra central de este pasaje es

«injuriar». Se repite tres veces. Los falsos maestros no tienen ningún respeto. Son osados

y arrogantes. Por eso su fin será ignominioso (2,12).

10b Osados, arrogantes, no temen injuriar a los seres gloriosos 11 cuando los

ángeles, superiores en fuerza y en poder, no pronuncian contra ellos en la

presencia del Señor ningún juicio injurioso.

El cristiano se inclina con respeto ante la soberanía de Cristo, mientras que estos falsos

maestros niegan que Cristo sea Señor. El hombre respetuoso tiembla ante los seres

gloriosos, los malos espíritus, mientras que los falsos maestros se consideran más fuertes

que Satán y los malos espíritus. El hombre respetuoso se inclina ante las leyes y

decisiones de Dios, mientras que los falsos maestros desprecian las leyes morales de Dios.

Ni siquiera el saber que Dios nos ama y es nuestro Padre puede hacer desaparecer el

santo temor ante su grandeza.

ANGELES/HUMILDAD: Incluso los ángeles, que superan a los hombres en fuerza y

poder, se respetan entre sí, pues no osan pronunciar juicio alguno injurioso contra los

ángeles caídos (Jds 9). Con mayor razón los que han sido comprados por Jesús deben

sentir temor ante las potencias celestiales y no creerse superiores a ellas. No se ataca aquí

la repulsa a las potencias diabólicas enemigas de Dios, el odio al mal, sino la arrogancia

que es propia de estos extraños «cristianos», la opinión de que se puede observar todo

desde una atalaya elevada sin que amenace ningún peligro. Dios nos pide humildad; en la

propia sabiduría y en el propio poder no hay «nada de que gloriarse».

En estos falsos maestros la lujuria y la falta de respeto se relacionan íntimamente. Pablo

refuta a los apóstoles de la incontinencia sexual recordándoles la plenitud de gracia que

inunda también el cuerpo del cristiano: «¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es como

un templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y que habéis recibido de Dios? Ya no os

pertenecéis a vosotros, porque habéis sido comprados a buen precio. Honrad, pues, a Dios

en vuestro cuerpo» (lCor 6,19s).

12 Mas éstos, como animales irracionales, nacidos para ser presa y perecer,

injurian lo que ignoran. En su corrupción serán destruidos. l3a Recibirán injusticia

en pago de su injusticia.

El fin de estos impíos, que se parecen a los animales irracionales, es el mismo que el de

éstos: cautiverio y perdición. Los lujuriosos traen consigo corrupción y serán aniquilados.

Obran injustamente y recibirán su merecido por su injusticia. Dios les tratará sin respeto,

como ellos le trataron a él y a lo suyo.

Page 24: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

b) Sensuales (2,13-14).

Los falsos maestros se entregan a los vicios que más a menudo aparecen en los

catálogos de vicios del Nuevo Testamento 35: sensualidad (2,13), lujuria (2,14a) y avaricia

(2,14b).

...............

35. Por ejemplo Rm 1,24-32; 13,13; 1Co 5,10s; 6,9s; 2Cor 12,20; Ga 5,19ss; Ef 5,3ss; Col 3,5ss;

1Tm 1,9s.

...............

13b Juzgan un placer el libertinaje en pleno día, son vergüenza y deshonor se

deleitan en sus extravíos cuando banquetean con vosotros.

La ocupación diaria de estos nuevos apóstoles del desenfreno moral es el libertinaje. No

celebraban los grandes banquetes por la noche, según era costumbre, sino durante el día.

Comer y beber llena su vida. Incluso el ágape que va unido a la celebración de la eucaristía

36 les sirve de ocasión para satisfacer su sensualidad 37. ¡Su falta de respeto no retrocede

ante lo más santo! ¡Qué inversión de valores! ¡Cuán comprensible nos parece ante tales

desafueros la irritación y el juicio severo de la carta!

...............

36. Cf. Judas 12; cf. 1Co 11,17-22.33s.

37. Cf. 1Co 11,20; Ef 5,18.

...............

14a Tienen sus ojos cargados de pasión por la adúltera e insaciables de

pecado.

Cuando se celebran banquetes suntuosos, la lujuria no anda lejos. Parece ser que

incluso los ágapes eran para ellos ocasión de entregarse al adulterio con miradas y deseos.

El banquete santo sirve a éstos, que el autor llama «vergüenza» y «deshonor», para

satisfacer su concupiscencia.

14b Seducen las almas débiles; tienen el corazón ejercitado en la codicia; son

hijos de maldición.

Su celo de apóstol se dirige a los que acaban de convertirse y no están aún enraizados

en la fe y en la moral. El fundamento de su celo es la codicia. Su actividad apostólica no

está dirigida por la gloria de Dios y la salvación de las almas, sino por la codicia (2,3), que

envenena el apostolado.

Estos vicios se hacen más odiosos y reprobables si se realizan con vestidura religiosa.

También lo sagrado es accesible a los vicios fundamentales del hombre. La maldición de

Dios alcanza a la sensualidad, a la lujuria y a la codicia. Los que se entregan a estos

apetitos son «hijos de maldición», incurren ya en la maldición de Dios. Se hacen públicos

los desafueros que se producen en la comunidad y se descubre la actividad de algunos de

sus miembros. Para eso «no hay pelos en la lengua», pues sabemos que cuanto mayor es

el don, más urgente es la obligación de vivir según él. El desorden y el libertinaje en la vida

Page 25: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

de un cristiano, sobre todo si está en relación, de cualquier forma que sea, con el servicio

sagrado, pesa ante Dios mucho más que el de aquellos que no conocen su voluntad.

4. ASPAVIENTOS SIN FRUTO (2/15-19).

Los falsos maestros multiplican sus esfuerzos y despliegan una actividad inmensa. ¿Qué

vale eso ante Dios? Por la sagrada Escritura (2,15-16) y por la naturaleza (2, 17-19) se

muestra que esa actividad es infructuosa. La Escritura y la naturaleza son fuentes de

sabiduría divina, ambas son palabras de Dios: palabra en la palabra, palabra en la obra.

a) Fuera del camino recto (2,15-16).

15 Abandonando el camino recto, se extraviaron y siguieron la senda de

Balaam, hijo de Bosor, quien apeteció la paga de la injusticia, 13 pero fue

reprendido por su maldad: un jumento sin habla, expresándose en voz humana,

impidió la insensatez del profeta.

El juicio sobre los falsos maestros suena así: abandonaron el camino recto y caminaron

hacia el error, por sensualidad, lujuria y codicia. El camino recto es la verdad recibida; es el

camino de Dios. Lo que los falsos maestros predican es un camino equivocado, un camino

en el que son las pasiones desordenadas las que marcan la dirección.

El camino de los falsos maestros se compara con el camino de Balaam (Núm 22-24) 38.

Balaam debía abominar del pueblo de Israel, pero Dios se lo prohibió. A pesar de todo,

Balaam, por codicia, se dejó arrastrar fuera del camino que Dios le había marcado 39. La

empresa de Balaam no tuvo éxito. Un asno parlante impidió sus propósitos.

Balaam, a quien se llama profeta porque estaba impulsado por Dios, es puesto en

ridículo por un animal. Dejándose atraer por el premio de una mala acción (una injusticia)

intenta una empresa alocada. Un animal de carga, sin habla-inferior al hombre, porque ni

siquiera habla- le volvió a la razón. Los falsos maestros abandonan el camino de la verdad

y, por tanto, el camino de Dios; obran con limitación humana, arrastrados por la pasión. El

camino de Dios, su verdad iluminadora, nos revela el conocimiento exacto y refrena los

apetitos, que quisieran desbordarse.

...............

38. El padre, según Núm 22,5, se llama Beor, no Bosor (error de lectura). La segunda carta de

Pedro no dice

nada de la aparición del ángel; habla sólo del asno parlante. Esta forma de concebir sigue una

interpretación

judía, sin decir que haya que considerar cierta esta tradición popular.

39. Cf. Núm 22,28; tradición judía.

...............

b) Fuentes sin agua (2,17-19).

17 Estos son fuentes sin agua, nubes arrastradas por el viento; para ellos está

reservada la oscuridad de las tinieblas.

La actividad de los falsos maestros es mucho ruido y pocas nueces. Hacen grandes

Page 26: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

promesas, pero conducen a la perdición. Las fuentes y las nubes prometen agua, refrigerio

y vida. Las fuentes sin agua, que la sequía agota temporalmente, las nubes arrebatadas

por el viento, decepcionan; no contienen lo que prometen. Los falsos maestros no llevan a

la luz, sino a la «oscuridad de las tinieblas» a la enemistad con Dios y a la condenación. A

los falsos maestros se les conoce por experiencia, como el labrador y el caminante conocen

las fuentes y las nubes. Es válida la regla de Jesús: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt

7,16).

18 profiriendo discursos ampulosos y vacíos, seducen con pasiones de la

carne, con desenfreno, a los que apenas han escapado de los que viven en el

error.

Los falsos maestros usan palabras ampulosas, frases biensonantes y concesiones a la

sexualidad. Con este «cebo» no pueden atrapar más que a los incautos y a los inexpertos,

pero no pueden atraer a quienes los conocen ni a los que se dominan. Semejan

pescadores que engañan a los peces con un cebo; el cebo es perdición bajo una

apariencia hermosa.

19 Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción,

pues cada uno es esclavo del que lo ha vencido.

El lema que predican los falsos maestros es: «libertad». Los cristianos se saben libres

40. Pero los falsos maestros interpretan la libertad como desenfreno, sin preocuparse por

ninguna ley moral, y la usan como pretexto para la maldad. La libertad que predican los

falsos maestros es, en realidad, esclavitud, pues conduce al pecado y a la perdición. Quien

peca no es libre, sino esclavo 41, pues el que ha pecado no puede librarse él mismo del

pecado (Jn 8,36). La verdadera libertad no es libertinaje ni desenfreno de la acción, sino

libertad para el bien. Esta libertad debe ser reflejo de la libertad del Dios santo.

«Quien está sometido a uno es su esclavo»; así reza un axioma del antiguo derecho

bélico. El que ha sido vencido pasa a ser propiedad del vencedor. El pecado hace la guerra

al hombre. Si vence, éste es esclavo del pecado. El hombre debe ganar su libertad en

lucha continua contra el pecado. Sólo quien vence en esta batalla es verdaderamente

libre.

...............

40. Cf. 1Co 9,19; Ga 5,1.13; St 1,25.

41. Cf. Jn 8,34; Rm 6,16.

...............

5. LA APOSTASIA LLEVA A LA PERDICIÓN (2/20-22).

Los falsos maestros corren el peligro de volver al paganismo, que antes abandonaron

(2,20). Mejor hubiera sido haber permanecido paganos, que volver al paganismo después

de la conversión (2,21); Dios condena la apostasía (2,22).

a) Recaída (2,20).

20 Si, pues, después de haber huido de las impurezas del mundo por el

Page 27: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredados de nuevo en ellas, son

vencidos, su último estado será peor que el primero.

Los cristianos, desde el bautismo, estaban fuera del alcance de la corrupción moral que

los rodeaba. Lo que los salvaba era el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo. Quien

ha recibido este don reconoce a Jesucristo como Señor y Salvador, como Dios y Redentor,

y el mismo Cristo le introduce en la esfera de su poder y de su redención. Pablo llama a

este estado «estar en Cristo». El conocimiento coloca dentro del círculo de influencia de

Jesús, pero esta inclusión debe ser ratificada continuamente con la fe.

Satán y sus potencias de corrupción no cejan después del bautismo. Buscan por todos

los medios enredar de nuevo a los convertidos en la corrupción moral. Embaucan a los

hombres con sus negocios (2Tim 2,4), preocupaciones y placeres, para que pierdan el

conocimiento de Cristo y su libertad. Si le sale bien, el hombre se parece a una oveja que

se ha enredado con la lana en las espinas.

Diariamente experimentamos cuán difícil es permanecer en la luz a la que hemos sido

llamados. El estado último del que recae es peor que el primero. Este proverbio, que tiene

su origen en la experiencia humana, es también válido en el cristianismo. Jesús se sirvió de

él para precaver nuestra recaída 42. Pensemos que cuanto mayor sea la gracia mayor es la

caída. El Señor nos da todo lo que necesitamos en la lucha por una vida auténtica y pura,

en él.

...............

42. Mt 12,45; Lc 11,26; cf. Mt 27,64.

...............

b) Serias consecuencias (2,21).

21 Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que, después de

haberlo conocido, volverse atrás del santo precepto que les fue entregado.

Quien se ha apartado de la fe cristiana y ha vuelto a la vida pagana está en situación

totalmente diversa de la del pagano que (tal vez sin culpa) no conoce otra cosa. La culpa

crece con el conocimiento. «Aquel criado que habiendo conocido la voluntad de su señor,

no preparó o no hizo nada conforme a esa voluntad, será castigado muy severamente. Pero

el que no habiéndola conocido hizo cosas dignas de castigo, será castigado con menos

severidad» (Lc 12,47). Si Jesús no hubiera venido y no hubiera hablado a los judíos, no

tendrían pecado; pero ahora no tienen disculpa (Jn 15,22). La Iglesia antigua ha

experimentado repetidas veces que los apóstatas la perjudicaban más que los paganos 43.

Esto mismo se desprende de esta carta.

La fe señala el camino de la justicia, la doctrina que el hombre debe seguir, si quiere

aparecer sin mácula ante Dios. El mensaje cristiano no enseña sólo verdades de fe; enseña

también el camino práctico para obrar de modo agradable a Dios. Contiene doctrina de fe y

doctrina de vida. Ambas están íntimamente unidas; la vida recta no es más que

consecuencia y aplicación de la fe.

El camino de la justicia se conoce mediante el santo precepto entregado a los cristianos.

El Señor ha dado este santo precepto y ha sido transmitido por los apóstoles. Siendo

precepto santo, el cristiano se inclina con respeto ante él y no se atreve a cambiarlo ni a

poner sus manos en él. Sabe que si quiere subsistir ante su Señor debe vivir conforme a

Page 28: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

ese precepto. ¿Qué otro precepto puede ser éste que el del amor, del que el mismo Jesús

dijo: «Este es mi precepto: que os améis unos a otros, como yo os he amado» (Jn 15,12)?

...............

43. Cf. Hb 6,4-8; 10,26; 1Jn 5,16s; 1Tm 6,3-5.

...............

c) Actividad maligna (2,22).

22 En ellos se cumple lo del proverbio verídico: «El perro vuelve a su vómito.»

Y también: «Cerda lavada vuelve a revolcarse en el cieno.»

Los proverbios son expresión drástica de la antigua experiencia y conocimiento de la

vida. El proverbio del perro que vuelve a su vómito procede de la sabiduría bíblica (Prov

26,11): «Semejante a un perro que vuelve a su vómito es un tonto que repite su tontería.»

En el mundo antiguo el perro y el cerdo eran considerados animales impuros y

despreciables. También en el sermón de la montaña se les menciona juntos al advertir que

no se debe dar lo santo a hombres que no saben apreciarlo (Mt 7,6). Las consideraciones

bíblicas proceden de la palabra de Dios y de la experiencia humana.

En ambos proverbios se expresa la repugnancia del hombre mentalmente sano. Es

propio de los perros volver a comer lo que han vomitado; es propio de los cerdos volver a la

basura cuando se les ha limpiado. Estos duros ejemplos deben poner en claro cuán odioso

es volver a la vida viciosa de la que uno había abjurado en el bautismo.

La sana sensibilidad humana es un poderoso apoyo de la vida cristiana. Cuando han

desaparecido el tacto humano y la sensibilidad natural para percibir lo recto, apenas es

posible mantener la ley moral cristiana. La conciencia es una facultad profundamente

enraizada en el hombre. Cuando no funciona, la actividad del Espíritu Santo queda

cojeante. El Espíritu despliega plenamente lo que ya está en la ley de la conciencia.

II. CRISTO VIENE (3,1-16).

Los falsos maestros niegan la parusía de Cristo a causa de su

supuesta demora (3,1-4). Pero la demora no es causa suficiente para negar la parusía

(3,5-10). Dios tiene sus razones, sabias, que explican por qué aún no se ha producido la

parusía de Cristo (3,11-16).

1. LA NEGACIÓN DE LA PARUSIA (3/1-04).

Pedro escribe con responsabilidad pastoral y quiere mencionar a aquéllos que garantizan

la fe en la venida de Cristo (3,1-2); después deja la palabra a los que niegan la parusía

(3,34).

a) Responsabilidad pastoral (3,1-2).

1 Esta es ya, carisimos, la segunda carta que os escribo, y en ambas procuro

fomentar en vosotros, con el recuerdo, una sincera inteligencia. 2 Acordaos de

las palabras predichas por los santos profetas, y del precepto del Señor y

Salvador, dado por vuestros apóstoles.

Page 29: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

El celo pastoral urge. Esta carta es la segunda sobre el mismo tema. No está claro si la

carta anterior es la que aparece en nuestra Biblia como primera carta de Pedro. Esta

observación suena como una disculpa; la carta no debe hacérseles pesada; por eso se

dirige a los fieles llamándoles «carísimos». Precisamente por el interés que siente por ellos,

no puede callar ante los peligros que les amenazan.

Quiere despertar en ellos una sincera inteligencia: que no quede ningún resto de sombra

ni de duda y que su mente se dirija, sobria y claramente, al acontecimiento central. Del

mismo modo, Pablo pide por los filipenses para que su caridad aumente cada vez más en

conocimiento perfecto y en sensibilidad, para que puedan discernir los verdaderos valores y

sean así puros e irreprochables en el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se

obtiene por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios (Flp 1, 9-11). Su gran

preocupación pastoral es la preparación para la parusía del Señor. La cura de almas y el

apostolado reciben un impulso fortísimo de la esperanza de la parusía. Los falsos maestros

oscurecen la espera de la parusía del Señor y por eso hay que despertar de nuevo en los

fieles la esperanza en ella. Esta esperanza se funda en las tres grandes autoridades del

conocimiento de la fe: en las profecías de los profetas del Antiguo Testamento, en el

precepto del Señor y en los apóstoles, que transmitieron la doctrina de Cristo. El Señor y

Salvador es la autoridad decisiva. Hacia él miraban los profetas y a él vuelven su vista los

apóstoles 44.

Su precepto (2,21), la nueva ley de Cristo, está ya contenida en germen en el Antiguo

Testamento y constituye la base de la tradición apostólica. En este precepto «regio» de

amor se da la pauta para la fe y para la vida. Toda la Sagrada Escritura se reduce a este

precepto de nuestro Salvador. En él se condensa toda ella y se revela así a la inteligencia

del creyente como una unidad. En la Escritura hablan las tres autoridades de la revelación:

en el Antiguo Testamento, los profetas; en los Evangelios, el Señor y Salvador; en los

demás escritos del Nuevo Testamento, los apóstoles. Pero detrás de todos está la palabra

de Dios que se ha hecho carne en Jesucristo (Jn 1,14). ¡Qué sencilla parece así la riqueza

y la plenitud, a menudo difícil de entender, de toda la Sagrada Escritura!

...............

44. Cf. 1,16-21; 1P 1,10-12.

...............

b) Escarnecedores (3,3-4).

3 Ante todo, sabed que en los últimos días vendrán escarnecedores con sus

burlas, que andarán según sus propias concupiscencias.

Los cristianos saben que están viviendo en los últimos días. Vivimos en el final de los

tiempos. Para el fin de los tiempos está anunciado el surgir de falsos maestros 45. Los que

encontramos aquí son de una especie particularmente repugnante, como ya vimos. Son

escarnecedores, enredadores de enredos. No toman en serio nada de lo que se considera

santo y no muestran el menor respeto por las cosas que lo exigen. Los fieles no deben

extrañarse de que surjan tales hombres como maestros del cristianismo. Es la prueba de

que estarnos en el final de los tiempos.

Los falsos maestros del final de los tiempos viven según sus propias concupiscencias.

Rechazan el precepto de Cristo y quieren constituirse a sí mismos en ley, porque se creen

Page 30: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

perfectos. El pecado primordial de la humanidad: rechazar la voluntad salvadora de Dios,

constituye también su pecado final.

...............

45. Cf. Mt 24,11.23s.

...............

4 Y dirán: ¿Dónde está la promesa de su parusía? Desde que murieron los

padres, todo sigue como al principio de la creación.

Los escarnecedores aducen dos tipos de razones contra el cumplimiento de la espera de

la parusía. El primer tipo dice así: «Desde que murieron los padres, todo sigue...» La

primera generación cristiana (los «padres») ha muerto ya. Habían esperado asistir a la

parusía del Señor 46, aunque no faltaron voces que advirtieran que no se debía calcular

con períodos determinados 47. La espera próxima no se ha cumplido. De ahí sacan los

falsos maestros la consecuencia de que la promesa de la parusía de Cristo en poder y

gloria no se cumplirá.

El otro tipo de razones dice: «Todo sigue como al principio de la creación.» Según la

predicación escatológica, el mundo actual se conmoverá con la parusía de Cristo y vendrá

un mundo nuevo. La catástrofe cósmica y la parusía de Cristo están íntimamente unidas.

Pero la experiencia muestra que el mundo no ha cambiado desde el momento de su

creación; por tanto, tampoco cambiará en el futuro. Y si la parusía de Cristo y la conmoción

del mundo actual están estrechamente unidas, la primera no se producirá si no es de

esperar que se produzca la segunda 48.

Es fácil entender estas razones y no vamos a romper lanzas contra ellas. Apenas

podemos sospechar con qué profundidad afectaba entonces este problema a los cristianos.

Pero ésta era una opinión privada que no coincidía con la de toda la Iglesia. Ya esto sólo

hubiera debido hacer más precavidos a los falsos maestros, tratándose de un elemento tan

decisivo de la fe. Las razones que la carta cita se nos aparecen dotadas de actualidad.

También ahora es válido el mismo principio que entonces: sólo en unión con toda la Iglesia

y con su testimonio de fe podemos interpretar rectamente las verdades de fe. Ante ellas

debe inclinarse toda opinión privada.

...............

46. 1Ts 4,15; Rm 13,11; 1Co 15,21; cf. Mt 10,23; 24.29; Mc 9,1; 13,30,

47. Cf. Mc 13,7.8.32; 1Ts 5,1ss; 2Ts 2,2.

48. Esta idea puede confirmarse por el hecho de que el mundo continua existiendo a pesar de la

destrucción de

Jerusalén, aunque se pensaba que la destrucción de Jerusalén y la destrucción del mundo irían

juntas (cf.

Mt 24,1-3).

...............

2. REFUTACIÓN (3/5-10).

Se refutan los fundamentos en que se apoyan los falsos maestros: primero, la afirmación

de que e1 mundo no ha cambiado en nada desde el principio de la creación (3,5-7); luego,

se habla de la demora de la parusía» (3,8-10).

Page 31: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

a) Cambios cósmicos (3,5-7).

5 Al afirmar esto, se les escapa que en otro tiempo hubo cielos y tierra, que del

agua y por medio del agua tomó consistencia por la palabra de Dios 6 y que, por

estas mismas causas, el mundo de entonces pereció en el diluvio.

No es exacto que el mundo no haya cambiado desde la creación; el mundo antiguo

pereció en el diluvio, según sabemos por Gén 7,21.

Los falsos maestros debían conocer esto; su objeción no es sólida. ¿No es posible que eI

mundo («cielos y tierra») sea destruido? Los mismos elementos que lo llamaron a la vida

fueron causa de su destrucción: el agua y la palabra de Dios. El mundo antiguo surgió del

agua: «La tierra estaba desierta y vacía, las tinieblas se extendían sobre el abismo de las

aguas y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas» (Gén 1,1), y «por medio del agua»:

el agua lo rodea y lo empapa; el agua es un elemento primordial del cosmos. Pero el agua

sola no bastaba. La fuerza creadora y conservadora del cosmos es la palabra de Dios: «Y

dijo Dios» (Gén 1). El agua y la palabra de Dios llaman al mundo a la vida; el agua y la

palabra de Dios lo aniquilan en el diluvio (Gén 7-8). Si los elementos constructores del

cosmos serán los que lo aniquilarán, ¿en qué puede fundarse la opinión de que el mundo

durará siempre?

Quien comparta la concepción del mundo de la segunda carta de Pedro no puede negar

la fuerza probativa de estas consideraciones. Los falsos maestros compartían con él la

misma imagen del mundo y la misma interpretación de la historia de la creación y de la

historia bíblica primitiva (Gén 1-11). Si eran hombres de buena voluntad, los argumentos

podían convencerles.

Pero a nosotros se nos plantea toda una serie de problemas. Según la segunda carta de

Pedro, en el diluvio perecieron no sólo los hombres, sino también el mundo. Su

interpretación de la Biblia coincide con la del judaísmo tardío. En el libro de Henoc se lee:

«Y vi en la visión cómo el cielo se desplomaba, se precipitaba y caía sobre la tierra; y

cuando cayó sobre la tierra vi cómo ésta desaparecía en un abismo... entonces salió una

palabra de mi boca y alcé mi voz gritando y exclamando: "la tierra está aniquilada"» (Henoc

83,3-5). La segunda carta de Pedro utiliza esta forma de concebir porque quiere

entendérselas con los falsos maestros, que sustentan la misma interpretación. Hoy día

sabemos que esta concepción del diluvio no es posible; estaba condicionada por la época.

Nuestra época debe esforzarse por llegar a una nueva inteligencia, que esté de acuerdo

con la concepción moderna del mundo y no afecte la verdad religiosa que hay que

reconocer en los textos.

Lo mismo sucede con la concepción del origen del mundo. Según nuestra carta, el

mundo surgió del agua, por medio del agua y de la palabra de Dios. Sin duda que el acento

principal lo pone en la palabra de Dios. Pero al atribuir al agua un significado especial y al

considerarla como elemento primordial del mundo no hace más que pensar con las

categorías de su tiempo.

Lo que en último término quiere decir con su argumento es algo siempre válido: que el

mundo es caduco. El mundo depende de la voluntad de Dios (la palabra de Dios). ¿Cómo

se puede, pues, afirmar que no puede perecer? El que por voluntad propia ha llamado al

mundo a la vida puede cambiarlo y aniquilarlo. Todo está en su mano y depende de su

voluntad. Pero Dios no obra caprichosamente, sino según un plan insondable que tiende a

la gloria y a la vida.

Page 32: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

7 Pero los cielos y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra,

reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

Así como el mundo anterior al diluvio fue guardado para el juicio aniquilador, al mundo

actual («los cielos y la tierra») se reserva para un juicio aniquilador. Igual que el primer

juicio se producirá el segundo, pues la misma palabra divina es la que actúa en un caso y

en otro. Sólo el instrumento aniquilador es diverso, cosa no esencial. Allí fue el agua, aquí

será el fuego 49.

Hay aquí pocas huellas del carácter consolador de la parusía de Cristo, al que la Iglesia

antigua atendía ante todo: la reunión de los fieles, la proclamación de la gloria de Dios, la

destrucción de los enemigos, la superación de la muerte. Esto puede deberse al hecho de

que la carta tiene que habérselas con los falsos maestros, que llevan una vida

desenfrenada precisamente porque niegan el juicio. No es la Iglesia, sino la actividad de los

falsos maestros la culpable de que se llegue a una visión unilateral de la parusía, que existe

aún entre muchos, según la cual a menudo se espera la venida de Cristo más con temor

que con alegría y ansia.

............... 49. La segunda carta de Pedro expone el punto de vista de que el mundo actual será destruido por el fuego

(3,12). Los libros bíblicos coinciden en explicar la destrucción del mundo por una conflagración mundial. El

Antiguo Testamento habla a menudo del juicio por el fuego (tomado en sentido literal o típico; cf. Gn 19,24;

Lv 10,12; Nm 11,1; 16,35, Is 10,33; Jr 49,27; Os 8,14, entre otros), pero no habla nunca de una conflagración

mundial en el día del juicio final. Esta doctrina aparece en el judaísmo tardío (en los libros sibilinos, en los

textos de Qumram), en el mundo griego romano (entre los estoicos) y en el cristianismo primitivo (Hermas,

Justino, Hechos de Pedro, etc.). El autor describe la destrucción del mundo según la concepción de su

época. No puede resolver problemas científicos; a él le interesa el hecho decisivo de que el mundo será

renovado, pero no puede resolver el problema de cómo será destruido el mundo actual.

....................

b) Demora de la parusía (3,8-10).

La segunda carta de Pedro muestra que la demora de la parusía entra en el plan de Dios;

aduce tres pruebas: la medida del tiempo de Dios es diversa de la de los hombres (3,8),

Dios se deja guiar por su misericordia (3,9), la demora no debe hacernos despreocupados

(3,10) 50.

...............

50. Los antiguos cristianos contaban con la pronta venida de Cristo. La primera generación de

cristianos ha

muerto ya y, sin embargo, este acontecimiento sumo de la esperanza cristiana se hace esperar.

¿Por qué?

La Iglesia antigua intento resolver este enigma por diversos caminos. Afirmó que debían

producirse aún

ciertos acontecimientos antes de que llegase el fin (2Ts 2,3; cf. Mt 13,7.8.10). No se limitó ya a

dirigir su

vista al futuro; atendió también a lo que ya había sucedido (Lc). El Evangelio de Juan concede

gran atención

al hecho de que determinados acontecimientos salvíficos escatológicos se han producido ya con

la primera

Page 33: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

venida de Cristo: el juicio (Jn 3,19), la vida (6,40-43), la unión con Dios (14,23). Las cartas

pastorales dirigen

conscientemente su atención a las tareas que hay que llevar a cabo en el mundo, porque

contaban con la

existencia de períodos más largos antes de los acontecimientos escatológicos. Es exagerado

creer que a

causa de la «demora de la parusía» se haya dado nueva forma a la tradición evangélica o que

todo el

progreso del cristianismo dependa de ella. En la Iglesia antigua hubo también círculos que

negaban la

parusía a causa de su demora. En la primera carta de Clemente, 23,3 se dice: «Desdichados los

escépticos, los que están escindidos en su alma y dicen: esto ya lo hemos oído en los días de

nuestros

padres y mira, nos hemos hecho viejos y no nos ha sucedido nada de todo eso».

...............

8 Una cosa no se os oculte, carísimos: que un día es ante el Señor como mil

años, y mil años como un día.

Los falsos maestros disponen de poco tiempo. Miden el tiempo con medida humana. Dios

mide el tiempo con medida divina. La prueba de esto la da el salmista (Sal 90,4). Para Dios,

mil años son como un día. La predicación de la parusía habla de la proximidad de la venida

de Jesús. Si esta proximidad se mide con la medida divina, no es de extrañar que la parusía

se haga esperar. Las medidas son muy diversas.

Esta medida divina, ¿se aplica sólo al tiempo de la venida de Cristo? ¿No supera este

acontecimiento todo lo que el hombre puede pensar e imaginar? ¿Cómo podemos concebir

e imaginar este último y sumo acontecimiento salvador divino? Los conceptos humanos

deben callar aquí. La revelación habla de lo divino sólo con palabras humanas. Habla a los

hombres de lo suprahumano.

9 No tarda el Señor en cumplir su promesa, como algunos piensan; sino que

usa de paciencia con vosotros, no queriendo que perezca nadie sino que todos

se conviertan.

«Algunos», los falsos maestros, hablan de la demora de la parusía. Sus palabras

encierran una censura, pero encierran también la noción falsa de que la parusía de Cristo

está muy próxima. Los prejuicios humanos impiden la inteligencia recta de la revelación.

Si la parusía se hace esperar, no es porque Dios falte a la fidelidad de sus promesas,

sino porque usa de paciencia. Dios no quiere que perezca nadie. Quiere salvar a los

miembros de la comunidad que están en peligro de caer. Quiere dar a todos tiempo de

llegar a conocer la verdad y de abandonar el camino del error. Las palabras invitan a la

conversión. Dios quiere que todos los hombres lleguen a la salvación y ninguno se pierda.

Su voluntad salvadora va por caminos que a menudo son incomprensibles para el hombre.

Pero siempre sigue siendo válido que «Yahveh es Dios de misericordia y clemencia,

paciente, bondadoso y fiel» (Ex 34,6).

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los

Page 34: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

cielos con estrépito, los elementos se disolverán abrasados, y la tierra, con todas

las obras que hay en ella, arderá.

El día del Señor, la parusía, se hace esperar. Esto hace que muchos cristianos vivan

como si el Señor no hubiera de venir. Creían en la venida del Señor, pero ya no contaban

con ella 51. Pedro les recuerda lo que el Señor ha anunciado: el fin vendrá de repente y de

forma totalmente inesperada 52. El hijo del hombre viene precisamente cuando nadie le

espera ni nadie cuenta con él. Ya Jesús usó la comparación del ladrón que llega de noche.

Pedro la recoge: hay que estar listo, estar alerta...

El día del Señor trae consigo el fin del mundo. La aniquilación es total. El cosmos se

divide aquí en tres partes: comprende el cielo, es decir el firmamento y lo que hay en él, los

elementos, los cuerpos celestes visibles: el sol, la luna y las estrellas; la tierra con las obras

terrenas de civilización y cultura. La catástrofe se describe con tres expresiones que se

atribuyen respectivamente a cada uno de los elementos, pero que se refieren al conjunto.

El cosmos perecerá con estrépito, se disolverá abrasado y arderá con todas las obras que

hay en él 53.

Los argumentos de los falsos maestros no son probativos. Nadie tiene, pues, razón para

dejarse extraviar de la doctrina recibida. Los últimos acontecimientos se producirán. Si aún

se hacen esperar, hay que atribuirlo a la misericordia de Dios.

...............

51. Cf. Mt 24,37-44; Lc 12,39.42-46.

52. Cf. Lc 17,24-30.34s; Mt 25,1-12.

53. Cf. a propósito de la concepción de la destrucción del mundo, la nota 49.

...............

3. ACONTECIMIENTOS ESCATOLÓGICOS Y VIDA MORAL (3,11-16).

Después de tratar de las verdades escatológicas pasa a la exhortación moral. La primera

parte está en relación con el hecho de que el mundo antiguo será destruido y se creará un

mundo nuevo (3,11-14); la segunda parte se funda en lo prolongado del período que

precede a la venida del Señor (3,15-16).

a) Transformación del mundo; transformación de los hombres (3/11-14).

11 Si todas las cosas han de disolverse así, ¡cómo conviene que observéis una

conducta santa y practiquéis obras de piedad!

Con la escatología irrumpen el juicio y la aniquilación. Los que temen a Dios serán

salvos, como lo han demostrado los juicios realizados en el diluvio y sobre las ciudades

lujuriosas (2,4S). La vista del fin debe espolearnos a una vida santa y temerosa de Dios.

Estamos en camino hacia el juicio, ante nosotros está la gran decisión. Hay una

condenación y una prórroga (Mt 22,14). Hemos de estar sin pecado en el día de nuestro

Señor (1Co 1,8), vivir según nuestra conciencia, para aparecer ante Cristo esplendentes y

sin mancha (Flp 1,10). Nuestra gran preocupación debe ser que nuestros corazones se

mantengan «irreprochables y santos ante Dios, nuestro Padre, en la parusía de nuestro

señor Jesucristo con todos sus santos» (lTes 3,13).

Page 35: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

12 Aguardad y apresurad la parusía del día de Dios; por ella los cielos

ardiendo se disolverán y los elementos abrasados se desharán.

La parusía del día de Dios y la llegada del final de los tiempos no debe asustar a los

fieles, sino engendrar en ellos esperanza y alegre expectación. Jesús anuncia el reino

futuro de Dios en las parábolas de la boda y del banquete. La comunidad primitiva mira con

alegría hacia el final de los tiempos 54. En la asamblea cultual la comunidad pronuncia el

nostálgico maranata, «Ven, Señor» 55. Por mucho que amemos el mundo y gocemos de su

belleza, será aún mucho mejor vivir en un mundo más esplendoroso, sin lágrimas ni

dolores, sin la muerte ante los ojos, en felicidad. Será mejor, sobre todo, estar «junto a

Cristo»...

Santificando la vida, los fieles apresuran la venida del día de Dios. Con la penitencia se

borran los pecados y llega el tiempo del consuelo; Dios enviará a Jesucristo, el

predestinado 56. A causa de los pecados de su pueblo, Dios, por misericordia, retrasa la

llegada del día de Dios. La parusía se demora porque el pueblo de Dios aún no es santo.

La manifestación poderosa de la gloria de Dios en el día de Dios es el objetivo final de la

destrucción del mundo por el fuego. La destrucción del cosmos antiguo no quiere ser una

aniquilación. La ola de fuego de la conflagración cósmica es a la vez el esplendor ardiente

en que se revela la gloria del día de Dios. Ya en los sermones escatológicos de los

Evangelios la aniquilación del cosmos constituye el escenario para la aparición poderosa

del hijo del hombre (Mt 24,29-31). Todo tiende a la manifestación plena de la gloria de Dios

en Jesucristo y a la salvación de los hombres.

...............

54. Cf. Hch 2,15ss; 3,24ss; 4,30s.

55. 1Co 16,22; Ap 22,20.

56. Sermón de Pedro según Hch 3,19s.

...............

13 Pero esperarnos, según su promesa, nuevos cielos y nueva tierra en los

que habitará la justicia.

Un nuevo cielo y una nueva tierra, es decir, un mundo nuevo, es lo que esperan quienes

tienen puesta su esperanza en el fin de los tiempos 57. Nuevo es la palabra central de las

promesas escatológicas. Quien las alcance, beberá el vino nuevo del banquete celestial

(Mc 14,25), llevará un nombre nuevo (Ap 2,17), cantará una canción nueva (Ap 5,9), vivirá

en la nueva Jerusalén (Ap 21,2). Con esa palabra: «nuevo», se expresa la esperanza de

que entonces todo será diverso de como es ahora, de que lo inabarcable de la divinidad lo

abarcará todo.

En el mundo nuevo habitará la justicia. Allí se cumplirá plenamente la voluntad de Dios

(Mt 6,10). Nada impuro podrá entrar. Esta «descripción» del mundo no esboza un paraíso

terrestre; lo esencial es la gloria de Dios en todo y en todos.

...............

57. Cf. Is 65,17; 66,22; Mt 19,28; Ap 21,1; Rom 8,19ss.

...............

14 Por eso, carísimos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos

para que él os halle en paz, sin mancha e irreprensibles.

Page 36: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

«Carísimos» suena como una exhortación insistente: sed ya ahora justos, sin mancha e

irreprensibles. Igual que la víctima que se lleva ante Dios debe ser irreprensible y sin

defecto, los cristianos deben presentarse ante Dios al final de los tiempos sin tacha ni

defecto. Hacia esto debemos procurar dirigir nuestra mente y todo el esfuerzo de la lucha

diaria. En medio de todas las penalidades y apuros, una meta gloriosa nos atrae.

Ya desde ahora debemos estar en paz, en estado de salvación (1,2), en gracia. El Dios

de la paz quiere santificarnos continuamente, convertir nuestro espíritu, nuestra alma y

nuestro cuerpo en algo sin mácula ni tacha. De él proceden los grandes dones, que

experimentaremos en tanto mayor grado cuanto mayor lugar demos en nosotros a su vida.

El hombre que tiene ante sus ojos un objetivo claro y elevado y que ha tomado de las

riendas sus tendencias experimentará algo de la paz de Dios.

Una vez más se recuerda el juicio. Los que quieran entrar en el mundo nuevo deben ser

santos. Se repite de nuevo el lema de la carta (1,10.15; 3,14), que dice así: celo por la

justicia, sobre la base de la gracia y la paz dadas por el Señor. A este celo incansable se le

abrirá un nuevo mundo.

b) Aprovechad la prórroga (3/15-16).

15a Ved en la paciencia su deseo de salvarnos.

Jesús, el Señor, en su paciencia, deja a nuestra disposición el tiempo que falta aún para

la plenitud final. Hay que aprovecharlo para convertirse y para conseguir la salvación. A los

acontecimientos escatológicos precederán tiempos sombríos, los dolores mesiánicos de

parto: el juicio temporal, la indigencia terrena, las catástrofes naturales, las persecuciones y

ataques contra los discípulos 58. Por la misericordia de Dios, estas cosas terribles pueden

ayudarnos a conseguir la salvación, porque conducen cada generación a convertirse.

...............

58. Cf. Mc 13,5-23; 2Ts 2,1-11; Ap 4-20.

...............

...15b como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le

fue dada, os escribió, 16a y como también en todas las epístolas, cuando en

ellas habla de estas cosas.

Pablo confirma lo que dice Pedro. Ambos son columnas de la Iglesia; son los príncipes de

los apóstoles 59. Pablo es el amado hermano, pues es compañero en el apostolado. Dios le

ha concedido sabiduría especial. Su autoridad no reposa en motivos humanos sino en el

don de Dios. Su sabiduría nos lleva a escucharle en una cuestión relativa a un aspecto

decisivo de la actividad práctica: la preparación del cristiano para el final de los tiempos.

Sobre este tema el Apóstol ha dicho cosas fundamentales en casi todas sus cartas 60. Los

escritos del Nuevo Testamento se apoyan y se explican mutuamente. Hay que atender a

todos para entender la revelación en la forma más plena posible.

...............

59. IGNACIO, Rom 4,3; Epístola Apostolorum 31ss.

60. La sabiduría de Pablo está depositada en sus cartas. En cualquiera de ellas encontramos un

enigma. La

Page 37: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

comunidad a que va dirigida la primera carta de Pedro es de origen paulino; la segunda carta de

Pedro

presupone idéntico destinatario. La comunidad vivía aún en relación personal con Pablo.

Respecto a la

preparación para la parusía cf., en Pablo, Rom 2,4; 9,12 13,11ss; 1 Ts 3,13; 1Co 1,18; Flp 1,10s;

2,13ss.

...............

16b En ellas hay cosas difíciles de entender, que los indoctos y vacilantes

interpretan torcidamente, como las otras escrituras, para su propia perdición.

Los falsos maestros usan mal la Escritura; la interpretan según su propio arbitrio y la

utilizan para descarriar a los indoctos y a los vacilantes (1,21). Parece ser que, ante todo,

usan mal las cartas de Pablo 61. Es comprensible, pues contienen «cosas difíciles de

entender». Hay frases sobre la libertad cristiana (Gál 4,13), sobre los hombres espirituales

(lCor 3,1), sobre la relación entre la carne y el Espíritu (Gál 4,13s) y predicciones

escatológicas (lCor 15,50.53s; 2Tes 2,2), difíciles de entender y que los falsos maestros

aprovechaban para dar apariencia apostólica a sus ideas e incluso tal vez para enfrentar a

Pedro y a Pablo (ICor 1,12). Los escritos paulinos son minas de sabiduría cristiana, de

exhortaciones estimulantes, de conocimientos teológicos y de la historia de la salvación,

pero no son fáciles de entender, como atestigua nuestra continua experiencia 62.

BI/INTERPRETACION:La Escritura no puede interpretarse siguiendo el propio arbitrio,

sino de acuerdo con el Espíritu de Dios que la ha inspirado (1,20s). A esta afirmación se

añade otra: es necesario haber aprendido la verdad transmitida de la Iglesia y estar

confirmado en ella. Hay que interpretar la Sagrada Escritura de acuerdo con la doctrina de

la Iglesia. Quien lee la Sagrada Escritura con el espíritu de la Iglesia y posee un buen

conocimiento de la doctrina de la fe tiene en sus manos el instrumento que le permitirá

captar rectamente su sentido. Por encima de todo, hay que conservar la capacidad de

escuchar la voz de la Escritura, hay que estar abierto y dejarse enseñar, incluso cuando se

trata de cosas que se salen de lo ordinario. Lo que Pablo enseña y Pedro escribe en su

carta es algo «provechoso para la enseñanza, para convencer, para corregir, para dirigir en

la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto y esté equipado para toda obra buena»

(2Tim 3,16-17).

La exhortación, que se funda en la doctrina recta de la parusía, termina con las palabras:

«para su propia perdición». Los falsos maestros interpretan torcidamente la Escritura o se

burlan de ella. La perdición eterna los amenaza. Sólo quien se niega a sí mismo y recibe la

palabra de Dios tal como es y tal como ha sido «transmitida» por los apóstoles y la Iglesia,

se salva y evita la perdición. A menudo, al interpretar la Sagrada Escritura, hay sólo una

diferencia mínima, un pequeño cambio de sentido, una insistencia unilateral en un pasaje,

pero esto puede bastar ya para perder de vista el conjunto. Si renunciamos a nuestra

propia voluntad y a nuestra curiosidad excesiva y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo y

por el magisterio de la Iglesia, iremos seguros.

...............

61. Cf. Rom 3; 8; 6,1.

62. Las cartas de Pablo se nombran junto con las demás Escrituras. Los profetas y los apóstoles;

el Antiguo

Page 38: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

Testamento y el Nuevo se completan mutuamente; los escritos ya existentes del Nuevo

Testamento se

ponen en una misma linea con los escritos del Antiguo Testamento (1,20). Observamos la

formación del

canon del Nuevo Testamento, que constituye el conjunto de las Escrituras inspiradas por Dios.

...............

CONCLUSIÓN DE LA CARTA

(3/17-18)

La carta termina con una exhortación a no dejarse extraviar (3,17), con el deseo de que

los destinatarios crezcan en su estado de cristianos (3,18a) y con una doxología (3,18b).

17 Vosotros, pues, carísimos, que lo sabéis de antemano, guardaos; no sea

que, arrastrados por el error de hombres sin ley, caigáis de vuestra propia

firmeza.

En los pasajes exhortativos más conmovedores se llama a los fieles «carísimos»

(3,1.8.14.17) El cristiano vive en el amor: en el amor de Dios, en el amor del Apóstol, en el

amor de los demás cristianos. El amor es la única atmósfera en la que el cristiano puede

mantenerse y desarrollarse.

Con esta carta se advierte de antemano a los fieles de los peligros que les amenazan con

los falsos maestros. Un peligro conocido ha perdido ya mucha de su fuerza. Se

desenmascara la actividad de los falsos maestros calificándola de error y seducción. No

vienen como mensajeros de Dios, sino como hombres sin ley, que no se preocupan por la

voluntad de Dios. Han perdido su fuerza seductora porque se les ha sometido a un examen

serio. La doctrina de la Iglesia, aplicada por un verdadero pastor de almas a la época y a

sus peligros, constituye una protección poderosa en las relaciones con el error. También

quien se considera seguro tendrá que tomar precauciones, pues también él puede caer de

su «firmeza»: «EI que se sienta seguro, procure no caer» (lCor 10,12).

18a Creced en gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

La exhortación y el deseo van unidos. Nos encontramos de nuevo con el deseo inicial. La

gracia y el conocimiento provienen de Cristo. Ambos deben aumentar y crecer. Toda vida

es movimiento y crecimiento. Sólo resistiremos en las dificultades si no nos detenemos.

Dios trabaja continuamente en nosotros y nos comunica sus dones; también nosotros

debemos estar siempre en camino, siempre activos, esforzarnos celosamente, manteniendo

ante los ojos nuestra magnífica meta.

8b A él la gloria ahora y para el día de la eternidad.

La carta concluye con una doxología. Va dirigida a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

De ordinario, tales doxologías se dirigen a Dios (Jds 25). La fe viva en la divinidad de Jesús

ha llenado toda la carta y ha hecho que se aplicasen a Jesús los títulos más elevados. Esta

gran fe se manifiesta también en la oración. La doxología no expresa un deseo; dice lo que

es, reconociéndolo y alabándolo: Cristo posee la plenitud de la gloria divina.

Page 39: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

Posee la gloria ahora y la poseerá en el día de su parusía; la poseerá para la eternidad.

El día que él traerá con su parusía en poder, no tendrá ocaso. «Jesucristo el mismo que

ayer es hoy y por los siglos» (Hb 13,8). Así sea.

(_MENSAJE/21. Págs. 55-130)

BIBLIA NT CARTAS PEDRO /2P TEXTOS

MATERIA: EPISTOLAS=EPIS

/2P/02/01-08

Si el autor de la carta se preocupa por el genuino conocimiento que fundamenta la

esperanza cristiana es porque sabe que a quien no vigila lo puede arrastrar «el error de los

hombres sin principios» (3,17). En el fragmento de hoy escucharemos un grito de alerta

sobre la existencia de falsos profetas, falsos maestros, sectas perniciosas, traficantes de la

mentira al servicio de la codicia propia. Su aparente éxito proselitista, que enturbia el camino

de la verdad, lleva el germen de la muerte, que terminará por destruirlos (2,1-3) Por eso

conviene no dejarse deslumbrar. La historia está llena de ejemplos, y nuestro autor nos

recuerda tres muy significativos: la caída de los ángeles, los impíos del tiempo de Noé y los

del tiempo de Lot. Estos tres casos son aleccionadores para los impíos de todos los tiempos.

Esta temática es un fiel reflejo de lo que se hacía en la época del autor cuando se escribía

un discurso de despedida. Desconoceríamos el género literario si nos dejáramos

impresionar excesivamente por las sombrías predicciones del profeta de calamidades de 2

Pe. Sin embargo, es aleccionador ver cómo recurre el autor a los ejemplos de los castigos

del AT.

El primero de ellos es la caída de los ángeles. El autor se sirve de ideas muy extendidas

entre el pueblo y conoce la literatura religiosa de la época (que, además de respetable por

su antigüedad, era tan tradicional como hoy el libro etiópico de Henoc); pero intenta

purificar estos temas. Si no la "carta" de Judas 6-7, el libro etiópico de Henoc (1 Hen 9,8;

10,11, etc.) se recrea en la descripción del pecado de los ángeles: "Los ángeles

abandonaron su propia morada" seducidos por la belleza de las hijas de los hombres; en la

misma línea se halla la expresión «practicando vicios contra naturaleza» (Jds 7) El autor de

2 Pe se abstiene de este tipo de descripciones, que entonces estaban de moda. Y no lo

hace tanto por pudor cuanto por respeto a la palabra revelada, al contenido de la

revelación. El autor se esfuerza en distinguir entre éste y el ropaje literario con que de

forma popular y apócrifa nos ha llegado. Aun cuando emplea un género literario conocido

por los hombres de su época, sabe enseñar a respetar lo sagrado, que siempre trasciende

al hombre y su inteligencia, por ilustrada que sea.

(Pág. 352 s.)

........................................................................

/2P/02/09-22

En este fragmento de la carta el autor ofrece una descripción de los falsos maestros.

Parece que ha leído la carta de Judas, de la que depende literariamente en muchas

expresiones. Los falsos maestros se distinguen en dos puntos: llevan un gran desorden

moral (2,12-19) y menosprecian la dignidad del Señor injuriando, llenos de audacia y

soberbia, a los ángeles, superiores a ellos en fuerza y poder (2,9-11). De hecho, ésta es la

Page 40: SEGUNDA CARTA DE SAN PEDRO STOGER-ALOIS

causa de sus excesos. Todos los que se apartan de las palabras de la verdad, que

aceptaron en el bautismo, abandonan «el conocimiento de nuestro Señor y Salvador

Jesucristo» y se dejan llevar por «palabras orgullosas y absurdas», seducidos por

«desenfrenadas pasiones de la carne», se convierten en esclavos de un estado peor que el

que tenían en el paganismo (2,20-22). Los falsos maestros que los conducen son

calificados con una serie de adjetivos opuestos a las virtudes cristianas de la fe, de las

cuales se ha hablado antes: audaces, soberbios, irracionales, injustos, impuros, viciosos,

adúlteros, seductores, codiciosos. Trabajan con las herramientas del reino de la muerte (cf.

Sab 1 12); por eso acabarán destruidos.

Su impotencia para construir algo que resista el juicio de Dios, el fuego del día del juicio

(3,7), queda patente en expresiones como «fuentes agotadas» y «brumas arrastradas por

la tormenta». Por tanto, sus promesas de libertad son inútiles pues, llevados de los vicios,

no saben adónde van con las tinieblas de su ley; es una ley sin contenido, sin verdadero

proyecto de futuro. Es un proyecto que no puede resistir el fuego del juicio (3,7).

Cuando nos dejamos alucinar por las comodidades de una vida sin esfuerzo, cuando

perdemos de vista la persona del Señor Jesús que ha de venir, quizá para escuchar otros

proyectos de ley más al día o más en boga ¿no estamos comprometiendo la propia

libertad? La advertencia de la carta sobre la posibilidad de llegar a un estado peor que el

de antes de creer permite vislumbrar cuál puede ser el resultado de un fallo en la valoración

de la ley humana del cristiano.

(Pág. 353 s.)

·MAGí-J._BI-DIA-DIA