secciÓn v del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 es fecundo y fácil el uso de...

16
SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo inteligible en metafísica Parágrafo 23 En todas las ciencias cuyos principios se dan intuitivamente, ya sea por intuición de los sentidos (por la experiencia), ya sea por intuición sensible, sí, pero pura (por los conceptos de espacio, tiempo y nú- mero), es decir, en la ciencia natural y en la matemá- tica, la práctica provee el método, y ensayando e inventando, después que la ciencia ha sido llevada a cierta amplitud y orden, vislumbra por qué camino y de qué modo ha de proseguir, para que ella alcance su consumación y, una vez borradas las manchas tanto de los errores como de los pensamientos confusos, brille más pura; así como la gramática después del uso muy copioso de la palabra, y el estilo después de los elegantes ejemplos de poemas y oraciones dieron ocasión a las reglas y la enseñanza. Pero el uso del entendimiento en aquellas ciencias en que tanto sus conceptos primitivos como sus axiomas se dan mediante la intuición sensible no es sino lógico, o sea tal que por él solamente subordinamos unos a otros los conocimientos en atención a su universalidad conforme al principio de contradicción, los fenóme- nos a fenómenos más generales, las consecuencias de la intuición pura a los axiomas intuitivos. A la inversa, en la filosofía pura, cual es la metafísica, en la que el uso del entendimiento respecto de los 61

Upload: others

Post on 27-Mar-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

SECCIÓN V

Del método concerniente a lo sensible y a lo inteligible en metafísica

Parágrafo 23

En todas las ciencias cuyos principios se dan intuitivamente, ya sea por intuición de los sentidos (por la experiencia), ya sea por intuición sensible, sí, pero pura (por los conceptos de espacio, tiempo y nú­mero), es decir, en la ciencia natural y en la matemá­tica, la práctica provee el método, y ensayando e inventando, después que la ciencia ha sido llevada a cierta amplitud y orden, vislumbra por qué camino y de qué modo ha de proseguir, para que ella alcance su consumación y, una vez borradas las manchas tanto de los errores como de los pensamientos confusos, brille más pura; así como la gramática después del uso muy copioso de la palabra, y el estilo después de los elegantes ejemplos de poemas y oraciones dieron ocasión a las reglas y la enseñanza. Pero el uso del entendimiento en aquellas ciencias en que tanto sus conceptos primitivos como sus axiomas se dan mediante la intuición sensible no es sino lógico, o sea tal que por él solamente subordinamos unos a otros los conocimientos en atención a su universalidad conforme al principio de contradicción, los fenóme­nos a fenómenos más generales, las consecuencias de la intuición pura a los axiomas intuitivos. A la inversa, en la filosofía pura, cual es la metafísica, en la que el uso del entendimiento respecto de los

61

Page 2: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

principios es real, es decir, en que los conceptos primitivos de cosas y relaciones así como los axiomas mismos son dados primitivamente por el entendi­miento puro mismo y, no siendo intuitivos, no están inmunes de error, el método antecede a toda ciencia, y todo lo que se intente antes que sus preceptos hayan sido esmeradamente examinados y firmemen­te establecidos es concebido con temeridad, y bien parece que debe ser rechazado al ámbito de los vanos juegos de la mente. Porque, como el recto uso de la razón constituye aquí los principios mismos, y tanto los objetos como los axiomas que de ellos se han de afirmar llegan primero a ser conocidos gracias a la sola índole de aquella, la exposición de las leyes de la razón pura es la génesis misma de la ciencia, y la dis­tinción de ellas respecto a las leyes fabricads la suppositiciis legibusl es el criterio de la verdad. Sólo que el método de esta ciencia no está difundido hoy en día sino aquel que la lógica preceptúa en general para todas las ciencias, y en cambio el que se acomo­da al carácter singular de ía metafísica es completa­mente ignorado; no es asombroso que quienes se aplican a esta indagación, haciendo rodar por siem­pre su roca de Sísifo, apenas un poco parecen haberla hecho avanzar hasta ahora. Aunque no tengo aquí ni la intención ni la holganza para disertar profusa­mente sobre tema tan insigne y de tan vasta extensión, sin embargo esbozaré aquí brevemente lo que constituye una parte nada depreciable de ese método, a saber, el contagio mutuo del conocimiento sensible y el inteligible, no sólo en cuanto sobreviene de improviso a los incautos en la aplicación de los

62

Page 3: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

principios, sino en cuanto finge incluso principios que son espurios bajo la especie de axiomas.

Parágrafo 24

Todo el método de la metafísica relativo a lo sensible y a lo inteligible vuelve esencialmente a este precepto: se ha de evitr cuidadosamente que los principios privativos del conocimiento sensible tras­pasen sus límites e inficionen los inteligibles. Porque el predicado en todo juicio intelectualmente enun­ciado es la condición sin la cual, se afirma, el sujeto no es pensable, de suerte que el predicado es el prin­cipio del conocimiento: si es un concepto sensible no será sino condición de un conocimiento sensible posi­ble, y por eso concordará muy bien con el sujeto del juicio, cuyo concepto es así mismo sensible. Pero si se le aplica a un concepto inteligible, entonces un jui­cio tal no será válido sino según leyes subjetivas y por consiguiente no se le debe predicar de una noción inteligible en sí misma ni formular objetivamente sino sólo en cuanto condición sin la cual no hay lugar para el conocimiento sensible del concepto dado / 8 / .

181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento sensible, de aquellos que además declaran algo sobre los objetos mismos. Porque si el predicado es un concepto inteligible, su respecto al sujeto del juicio, por más que éste sea pensado según el modo sensible, señala siempre una nota que le compete al objeto mismo. Pero si el predicado es un concepto sensible, como las leyes del conocimiento sensible no son las condiciones de la posibilidad de las cosas mismas él no valdrá para el sujeto Inteligiblemente pensado del Juicio, y por eso no podrá ser enunciado objetivamente. Asi, en aquel axioma vulgar; todo lo que existe está en algún lugar, como el predicado contiene las condi­ciones del conocimiento sensible, no podrá enunciarse con generalidad del sujeto del Juicio, a saber, de todo existente; luego esta fórmula, que enuncia objetivamente, es falsa. Pero si se convierte la proposición de modo que el predicado se haga concepto inteligible emergerá una sumamente verdadera, a, a saber; todo lo que está en alguna parte existe.

63

Page 4: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

Ahora bien, como las ilusiones del entendimiento, par ataviar el concepto sensible como nota intelec­tual pueden llamarse (por analogía con el significado corriente) un vicio de subrepción, el trueque de los inteligibles y los sensibles será un vicio metafísico de subrepción (un fenómeno intelectuado /phaenome-non intellectuatum/, si se perdona la bárbara expresión); de allí que un tal axioma híbrido, que ofrece lo sensible como propiedades necesariamente inherentes a un concepto inteligible, lo llame yo axioma subrepticio. Y de estos axiomas espurios surgieron principios engañosos para el entendi­miento, que se han extendido nocivamente por toda la metafísica. Mas para que tengamos de estos jui­cios un criterio a la mano y sea claramente cognosci­ble y a modo de piedra de toque, con el cual los dis­cernamos de los genuinos, y al mismo tiempo, si quizá parezcan adherir pertinazmente al entendi­miento, una cierta técnica de tanteo con la que pueda hacerse una estimación equitativa de qué pertenece a lo sensible y qué a lo inteligible, juzgo que se debe penetrar más hondamente en esta investigación.

Parágrafo 25

He aquí pues el PRINCIPIO DE REDUCCIÓN de todo axioma subrepticio: si de cualquier concepto inteligible se predica con generalidad algo que pertenezca a las relaciones DE ESPACIO Y DE TIEMPO, no debe enunciarse objetivamente y no denota sino la condición sin la cual el concepto dado no es cognoscible sensiblemente. Que un axioma tal sea espurio y, si no falso, por lo menos afirmado

64

Page 5: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

temerariamente y de manera precaria, aparece clara­mente de esto: cuando el sujeto de un juicio es con­cebido intelectualmente, pertenece al objeto pero el predicado, por contener determinaciones de espacio y tiempo, pertenece solamente a las condiciones del conocimiento sensible humano, el cual, a causa de que no se conforma necesariamente a todo conocimiento del mismo objeto, no puede enunciarse universal-mente del concepto intelectual dado. Pero que el entendimiento sucumba tan fácilmente a este vicio de subrepción, proviene de que es engañado bajo el patrocinio de alguna otra regla, de suyo muy verdadera. Pues con razón suponemos: todo lo que no puede conocerse por intuición alguna es absoluta­mente impensable, y por consiguiente imposible. Pero como no podemos ni por esfuerzo alguno de la mente ni siquiera por una ficción alcanzar otra intuición que la que se cumple según la forma del espacio y el tiempo, resulta que absolutamente toda intuición que no esté ceñida a estas leyes la tengamos por imposible (pasando por alto la intuición pura intelectual, exenta de las leyes de los sentidos, cual es la divina, que Platón llama Idea) y que por eso sometamos todos los posibles a los axiomas sensibles del espacio y el tiempo.

Parágrafo 26

Todas las ilusiones provenientes de los conoci­mientos sensibles que toman el aspecto de inteligibles, de las cuales surgen los axiomas subrep­ticios, pueden reducirse a tres especies, cuyas fórmulas generales he aquí:

65

Page 6: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

1. La misma condición sensible sólo bajo la cual es posible la intuición del objeto es la condición de la posibilidad del objeto mismo.

2. La misma condición sensible sólo bajo la cual pueden reunirse entre sí los datos para formar el

concepto inteligible del objeto es también la condi­ción de la posibilidad del objeto mismo.

3. La misma condición sensible sólo bajo la cual es posible la subsunción de algún objeto presentado

bajo un concepto inteligible dado es también la condición de la posibilidad del objeto mismo.

Parágrafo 27

El axioma subrepticio de la PRIMERA clase es: todo lo que es, está en algún lugar y en algún tiempo / 9 / . Pero con este principio espurio quedn todos los seres, aun cuando sean conocidos inteligiblemente, restringidos en su existencia a las condiciones del espacio y el tiempo. De aquí esas cuestiones vanas sobre los lugares de las sustancias inmateriales en el

/9/ El espacio y el tiempo son concebidos como comprendiendo en si todas las cosas presentes de alguna manera a los sentidos. Por eso no se da según las leyes de la mente humana intuición de ser alguno salvo que esté contenido en el espacio y en el tiempo. A este prejuicio puede compararse otro, que no es propiamente un axioma subrepticio sino un juego de la fanta­sía, que en una fórmula general podría exponerse asi; en todo lo que existe hay espacio y tiempo, esto es, toda sustancia es extensa y está en continua mutación. Aunque ciertamente todos aquellos cuyos conceptos son muy toscos quedan firmemente restringidos a esta ley de la Imaginación, sin em­bargo ellos mismos perciben fácilmente que esto atañe sólo a los empeños de la imaginación por esbozar para si misma los aspectos de las cosas, y no a las condiciones de la existencia de éstas.

66

Page 7: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

universo corpóreo (de las cuales, no obstante, por la misma razón no se da ninguna intuición sensible ni representación bajo tal forma), sobre la sede del alma y otras de ese género. Y cuando se mezcla inepta­mente lo sensible con lo intelectual, como lo cuadrado con lo redondo, ocurre con frecuencia que uno de los contendientes se parece al que ordeñara un macho cabrío y el otro al que pusiera debajo un cedazo. La presencia de las cosas inmateriales en el mundo corpóreo es virtual, no local (aunque así impropia­mente se le llame a menudo); y el espaio no contiene las condiciones de las posibles acciones mutuas más que para la materia. Pero qué constituya para las sustancias inmateriales las relaciones externas de las fuerzas tanto entre sí como hacia los cuerpos, es cosa que escapa enteramente al intelecto humano, como el muy perspicaz Euler, por lo demás gran investigador y conocedor de los fenómenos, lo advirtió agudamente (en sus cartas a una princesa de Alema­nia)*. Pero cuando se llega al concepto de un ente sumo y extramundano es imposible decir cuánto no se ha sido engañado por estas sombras que revolo­tean en torno al entendimiento. La presencia de Dios es figurada como local y a Dios se le encierra en el mundo, como si al mismo tiempo estuviera abarcado por un espacio infinito, para compensar luego esta limitación, es a saber, concibiendo ese carácter local por eminencia, es decir, infinito. Pero estar en muchos lugares a un mismo tiempo es absolutamente

' Leonardo Euler, Cartas a una princesa de Alemania, cartas CCII y XCIII, edición alemana de 1769.

67

Page 8: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

imposible, porque lugares diversos son mutuamente exteriores y por eso lo que está en muchos lugares está fuera de sí mismo y está presente externamente a sí mismo, lo cual implica contradicción. Por lo tocante al tiempo, después que no solamente se lo exime de las leyes del conocimiento sensible sino que se lo transporta más allá de los límites del mundo hasta el ser extramundano mismo, como una condi­ción de su propia existencia, se incurre, así, en un laberinto inextricable. Entonces se aribulan las mentes con absurdas cuestiones, como por ejemplo por qué no creó Dios el mundo desde muchos siglos atrás. Se llega a la persuasión de que se puede concebir fácilmente cómo vea Dios lo presente, o sea las cosas actuales del tiempo en que él está; pero cómo prevea lo futuro, es decir, lo actual del tiempo en que aún no está, eso se considera difíicil de com­prender. (Como si la existencia del ser necesario se extendiera sucesivamente por todos los momentos de un tiempo imaginrio y, agotada ya una parte de su duración, previera la eternidad que aún ha de vivir al mismo tiempo que los sucesos simultáneos del mundo). Todo esto se desvanece como el humo con una noción del tiempo rectamente considerada.

Parágrafo 28

Los prejuicios de la segunda especie, al impo­nerse al entendimiento por las condiciones sensibles a que está constreñida la mente, cuando en algunos casos quiere alcanzar lo inteligible, se ocultan aún más. De estos, uno es el que afecta el conocimiento de

68

Page 9: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

Ia cantidd, el otro el de las cualidades en general. El primero es: toda multitud actual es dable en un número y por eso toda cantidad es finita. El segun­do: todo lo que es imposible es contradictorio. En uno y otro el concepto de tiempo ciertamente no en­tra en la noción misma del predicado ni se le tiene como nota del sujeto, y sin embargo sirve como medio para informar el concepto del predicado, de suerte que, como condición, afecta el concepto intelectual del sujeto, en cuanto sólo con auxilio suyo llegamos a éste.

Así, en lo que atañe al primero: como toda cantidad, y lo mismo que cualquier serie, no es conoci­da distintamente más que por coordinación sucesiva, el concepto intelectual de cantidad y de multitud no surge sino con una ayuda de este concepto de tiempo y nunca llega a completarse sino si la síntesis pueda ser concluida en un tiempo finito. De aquí proviene que una serie infinita de cosas coordinadas no puede ser com­prendida distintamente, a causa de los límites de nuestro entendimiento, de suerte que, por un vicio de subrepción, parece imposible. Pues según las leyes del entendimiento puro, toda serie de cosas causadas tiene su principio, o sea que no se da regresión alguna sin término en la serie de las cosas causadas; pero según las leyes de la sensibilidad, toda serie de cosas coordinadas tiene su comienzo asignable. Ahora bien, estas proposiciones, la segunda de las cuales implica la mensurabilidad de la serie, y la primera la dependencia de toda ella, son tenidas falsamente por idénticas. De igual modo, al argumento intelectual con el cual se prueba que dado un compuesto sustan­cial se dan los principios de la composición, esto es,

69

Page 10: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

los simples, se le asocia una nota subrepticia Isuppo-siticium aliquod/ provista por el conocimiento sensible, a saber, que en tal compuesto una regresión en la composición de las partes no se da al infinito, o sea que en todo compuesto se da un número definido de partes; pero el sentido de esta proposición no es ciertamente el mismo que el de la primera; no obs­tante, ésta es sin razón sustituida por la otra. Que así, pues, la cantidad del mundo sea limitada (no la máxima), que admita un principio, que los cuerpos consten de elementos simples, eso puede conocerse bajo un signo siempre cierto de la razón. Pero que el universo en cuanto a su mole sea matemáticamente finito, que la edad del mismo ya transcurrida sea mensurable, que sea definido el número de los sim­ples que constituyen todo cuerpo, son proposiciones que abiertamente declaran su orto en la naturaleza del conocimiento sensible, y por más que, de otra parte, puedan ser tenidas por verdaderas, padecen sin embargo de la mancha no dudosa de su origen.

Por lo que concierne al segundo axioma subrep­ticio, éste se origina erróneamente al convertir el principio de contradicción. Pero a este juicio primiti­vo adhire el concepto de tiempo en la medida en que, dadas a un mismo tiempo notas contradictoriamente opuestas en un mismo sujeto, aparece la imposibili­dad, que se enuncia así: todo lo que simultáneamente es y no es, es imposible. Aquí, como algo es predicado por el entendimiento en un caso que es dado según las leyes de la sensibilidad, el juicio es plenamente verdadero y muy evidente. Por el contrario, si se convierte ese axioma de modo que se

70

Page 11: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

diga: todo lo imposible es y no es al mismo tiempo, esto es, encierra una contradicción, se predica mediante el conocimiento sensible algo en general de un objeto de la razón, con lo que los conceptos intelectuales de posible e imposible quedan someti­dos a las condiciones del conocimiento sensible, es decir, a las relaciones de tiempo, lo que por cierto es muy verdadero en virtud de las leyes por las que está constreñido y limitado el entendimiento humano, pero que objetivamente y en general no puede conce­derse de modo alguno. Pues nuestro entendimiento no advierte la imposibilidad sino allí donde puede notar una enunciación simultánea de opuestos acerca de una misma cosa, esto es, solamente cuando capta la contradicción. Por eso, dondequiera que una condición tal no se presenta, ningún juicio sobre la imposibilidad puede se formado por el entendimiento humano. Pero que ello, claramente, no le sea permitido a ningún entendimiento y, así, todo lo que no envuelve contrdicción sea por eso posible, es algo que se concluye sin razón al tener por objetivas las condiciones subjetivas del juzgar. De donde tantas vanas ficciones de no sé qué fuerzas, inventadas a capricho, que sin el obstáculo de la contradicción prorrumpen desordenadamente de cualquier ingenio arquitectónico o, si se prefiere, proclive a las quimeras. Porque, siendo una fuerza no más que la relación de una sustancia A a alguna otra cosa B (un accidente), como del fundamento a la consecuencia, la posibilidad de una fuerza no se apoya en la identidad de la causa y de lo causado, es decir, de la sustancia y del accidente, y por eso la imposibi­lidad de las fuerzas falsamente inventadas no

71

Page 12: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

depende tampoco de la sola contradicción. No se debe pues suponer ninguna fuerza originaria como posible salvo que sea dada por la experiencia, y su posibilidad no puede ser concebida a priori por ninguna perspicacia del entendimiento.

Parágrafo 29

Los axiomas subrepticios de la TERCERA especie, provenientes de condiciones propias al sujeto, de las cuales son infundadamente transferi­dos a los objetos, no proliferan en modo tal que (como ocurre con los que son de la segunda clase) sólo a trvés de lo dado sensiblemente se abra una vía al conocimiento inteligible, sino porque únicamente con el auxilio de ellos se le puede aplicar a un caso dado por la experiencia, esto es, saberse si algo está contenido o no bajo un concepto inteligible determinado. De esta especie es aquella trillada aserción de algunas escuelas: todo lo que existe contingentemente, alguna vez no existió. Nace este espurio principio de la penuria del entendimiento, que percibe las más veces las notas nominales de la contingenciaodelanecesidad, rara vez las reales. De ahí que el saber si lo contradictorio de una sustancia cualquiera es posible, como por notas destacadas de ella a priori eso no se percibe, no se alcanza de otro modo que si consta que ella no existió alguna vez; y las mutaciones atestiguan más verdaderamente la contingencia que la contingencia la mutabilidad, de suerte que si nada fluyente y transitorio acaeciera en el mundo, difícilmente surgiría para nosotros noción alguna de la contingencia. Si bien, pues, es

72

Page 13: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

plenamente verdadera la proposición directa: todo lo que alguna vez no fue es contingente, su inversa no indica más que las únicas condiciones bajo las cuales cabe discernir si algo existe necesaria o contingente­mente; y por tanto, si se enuncia como ley subjetiva (lo que en verdad es), debe exponerse así: de aquello dequenoconstanohaber sido alguna vez, no se dan las notas de contingencia suficientes según el enten­dimiento común. Esto finalmente se muda de manera tácita en una condición objetiva, como si sin este aditamento no hubiera lugar en absoluto para contingencia alguna. Hecho lo cual surge un axioma asdulterado y erróneo. Porque este mundo, si bien existente de modo contingente, es sempiterno, esto es, simultáneo a todo tiempo, de modo que falsamen­te se afirmaría haber habido un tiempo en que él no hubiera existido.

Parágrafo 30

Con gran afinidad se aproximan a los conceptos subrepticios algunos otros, que al concepto inteligi­ble dado no le adhieren por cierto niunguna mancha de conocimiento sensible, pero con los que sin embargo el entendimiento es burlado de tal suerte, que los toma por argumentos sacados del objeto, cuando tan sólo se nos recomiendan no más que por su conveniencia con el uso libre y amplio del entendi­miento según su naturaleza singular. Por eso, así como los enumerados arriba por nosotros, éstos se apoyan en razones subjetivas, no ciertamente en las leyes del conocimiento sensible sino en las del inteli-

73

Page 14: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

gible mismo, a saber, bajo condiciones en las cuales le parece fácil y expedito usar de su perspicacia. Séame permitido agregar, a manera de apéndice, alguna mención de estos principios, aún no expues­tos distintamente, que yo sepa, en parte alguna. Lla­mo principios de conveniencia aquellas reglas de juicio a las cuales nos sometemos de buena gana y adherimos como a axiomas por la sola razón de que, si nos apartáramos de ellas, a nuestro entendimiento casi ningún juicio le sería posible hacer sobre un objeto dado. A la cuenta de éstos se allegan los siguientes. PRIMERO, aquel por el cual suponemos que todo en el universo ocurre según un orden natu­ral, principio que profesa Epicuro sin restricción alguna, pero que todos los demás filósofos profesan unánimes admitiendo rarísima excepción y no sin suma necesidad. Lo establecemos así no porque poseamos tan amplio conocimiento de los sucesos del mundo según las leyes comunes de la naturaleza, o porque nos sean manifiestas, bien la imposibilidad, bien una posibilidad hipotética mínima de los aconte­cimientos sobrenaturales, sino porque, de apartarse uno del orden natural, es claro que no habría uso alguno del entendimiento, y la admisión temeraria de acontecimientos sobrenaturales es la almohada del entendimiento perezoso. Por la misma razón los milagros compartióos, a saber, el influjo de los espíritus, los apartamos cuidadosamente de la expli­cación de los fenómenos, porque como su naturleza nos es desconocida, el entendimiento, con gran detri­mento suyo, sería desviado por ellos de la luz de la experiencia, sólo por la cual obtiene el poder de pro­curarse reglas de juicio, hacia las sombras de

74

Page 15: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

especies y causas desconocidas para nosotros. El SE­GUNDO es aquella inclinación a la unidad, propia de la mente filosófica, de la que ha manado ese difundi­do canon: no se han de multiplicar los principios a no ser por necesidad suma. A lo cual damos nuestro sufragio, no porque percibamos en el mundo la uni­dad causal, sea por la razón, sea por la experiencia, sino porque la indagamos a impulso del entendi­miento, al que le parece haber progresado tanto en la explicación de los fenómenos cuanto le ha sido conce­dido descender de un mismo principio a un gran número de consecuencias. El TERCERO de los prin­cipios de este género es: de la materia nada absolu­tamente se crea ni perece, y todas las vicisitudes del mundo conciernen solamente a la forma; postulado que, a instigación del entendimiento común, se ha difundido por todas las escuelas de los filósofos, no que se le tenga por sabido de experiencia, ni por demostrado con argumentos a priori, sino porque, si se administra la materia misma como fluyente y tran­sitoria, nada en absoluto estable y permanente queda­rá que sirviera en adelante para la explicación de los fenómenos según leyes universales y perpetuas, y por ende para el uso del entendimiento.

He ahí lo dicho del método, principalmente en lo tocante a la distinción del conocimiento sensible y el intelectual. Si algún día fuere llevado mediante inda­gación más esmerada a resultados exactos, constituirá una ciencia propedéutica, inmensamente provechosa a todos los que hayan de penetrar en los arcanos de la metafísica.

75

Page 16: SECCIÓN V Del método concerniente a lo sensible y a lo ... · 181 Es fecundo y fácil el uso de este criterio para discernir los principios que sólo enuncian leyes del conocimiento

NOTA Ya que en esta última sección la búsqueda del método es el único tema y las reglas que

prescriben la verdadera forma de argumentar acerca de los sensibles brillan por su propia luz y no la toman de los ejemplos allegados para ilustrarlas, hice mención de éstos tan sólo como de paso. Por lo cual no es sorprendente que algunas aserciones hayan de parecer hechas allí con más audacia que verdad, las más veces, y que ciertamente, si algún día se pudiera ser más prolijo, exigirán para sí mayor fuerza de argumentación. Así, lo que aduje en el & 27 sobre la localización de los entes inmateriales requiere explicación, la que, si se quiere, puede buscarse en Euler, Lev., Tom. 2, pp. 49-52*. Pues el alma no está en comercio con el cuerpo en virtud de que esté retenida en un cierto lugar del mismo, sino que se le atribuye un lugar determinado en el universo porque se halla con un cierto cuerpo en comercio mutuo, di­suelto el cual le es quitada a ella toda posición en el espacio. Así que su carácter local esderivativo y le está adjunto de manera contingente, y no es primitivo ni condición necesaria inherente a su existencia, porque todo aquello que por sí no puede ser objeto de los sentidos externos (tal como son para el hombre), esto es, lo inmaterial, está totalmente excento de la condición universal de lo externamente sensible, es decir, el espacio. Por eso puede negársele al amia el carácter local absoluto e inmediato y atribuírsele sin embargo uno hipotético y mediato.

Véase nota muestra de la página 67

76