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¿Se muere nuestro cine? Por Valentín Fernández-Tubau Tras una intensa semana en Ecuador, estoy de nuevo en España. La experiencia ecuatoriana ha sido fructífera y enriquecedora. Trabajar junto a autores y cineastas como Juan Fernando Andrade, Lissette Cabrera, Juan Carlos Donoso, Iván Mora, Juan Rhon o Carlos Terán (siguiendo el orden alfabético) ha sido como un agapé para las neuronas. Autores muy distintos, originales, con ideas e ilusión, hablando de temas locales que gustan a su gente y a los demás, porque les inyectan la universalidad de las emociones. Como resalté en varias entrevistas, me ha llamado mucho la atención que la cinematografía ecuatoriana tenga una media de espectadores cercana a los 100.000. No importa si un país produce 5, 20 o 100 películas, la media de espectadores da indicios de, al menos, una cosa: la conexión del público con su cinematografía autóctona. También es mejor instrumento de medida para inferir la calidad promedio de una producción cinematográfica que el mero número de producciones. Los espectadores servidos -y ojalá que deleitados- siempre serán una forma más cuerda para determinar el estado de salud cinematográfica que el número de salchichas audiovisuales. En España, que pese a quejarnos de la mala programación de televisión, evidenciamos una clara conexión del público con la misma a juzgar por los índices de audiencia (si es que son fidedignos), en el campo cinematográfico dista mucho de ser esa la realidad. Para darnos cuenta, basta echar un vistazo a nuestra cinematografía de 2011: pasea una orgullosa estadística de 203 largos españoles exhibidos, ¿pero cuántos han superado la cota de los 100.000 espectadores? ¡¡¡16!!! Un ridículo 8%. ¿Por qué será que siempre paseamos la cifra de producciones y no la de espectadores? Sería gracioso pasar un test a los cineastas en el que se

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Se muere nuestro cine

Se muere nuestro cine?

Por Valentn Fernndez-Tubau

Tras una intensa semana en Ecuador, estoy de nuevo en Espaa. La experiencia ecuatoriana ha sido fructfera y enriquecedora. Trabajar junto a autores y cineastas como Juan Fernando Andrade, Lissette Cabrera, Juan Carlos Donoso, Ivn Mora, Juan Rhon o Carlos Tern (siguiendo el orden alfabtico) ha sido como un agap para las neuronas. Autores muy distintos, originales, con ideas e ilusin, hablando de temas locales que gustan a su gente y a los dems, porque les inyectan la universalidad de las emociones.

Como resalt en varias entrevistas, me ha llamado mucho la atencin que la cinematografa ecuatoriana tenga una media de espectadores cercana a los 100.000. No importa si un pas produce 5, 20 o 100 pelculas, la media de espectadores da indicios de, al menos, una cosa: la conexin del pblico con su cinematografa autctona. Tambin es mejor instrumento de medida para inferir la calidad promedio de una produccin cinematogrfica que el mero nmero de producciones. Los espectadores servidos -y ojal que deleitados- siempre sern una forma ms cuerda para determinar el estado de salud cinematogrfica que el nmero de salchichas audiovisuales.

En Espaa, que pese a quejarnos de la mala programacin de televisin, evidenciamos una clara conexin del pblico con la misma a juzgar por los ndices de audiencia (si es que son fidedignos), en el campo cinematogrfico dista mucho de ser esa la realidad. Para darnos cuenta, basta echar un vistazo a nuestra cinematografa de 2011: pasea una orgullosa estadstica de 203 largos espaoles exhibidos, pero cuntos han superado la cota de los 100.000 espectadores? 16!!! Un ridculo 8%. Por qu ser que siempre paseamos la cifra de producciones y no la de espectadores?

Sera gracioso pasar un test a los cineastas en el que se preguntara cuntas de las 203 pelculas de sus colegas exhibidas en 2011 conocen. Digo a los cineastas para no sufrir la demoledora experiencia que supondra hacer esta encuesta al pblico general. Con que los profesionales del asunto pudieran enumerar un 10% o un 15% (20 pelculas?, 30?) sera para celebrar hasta casi morir de satisfaccin.

En mi opinin, que de 203 pelculas solo 16 superen la cota de los 100.000 es algo MUY, MUY grave. Es un SUSPENSO de los gordos. Y da indicios de que el pblico "pasa" olmpicamente del cine espaol, salvo en el caso de las buenas excepciones - que las hay-, porque est desconectado del grueso de la "oferta" que recibe.

Jugamos a ser Merln?... Por qu existe esa desconexin? Hagan sus apuestas, seores! Estaremos ofreciendo historias que no interesan? No hace falta ser muy listo para deducirlo! Porque echar la culpa al yugo americano servira si no nos disemos cuenta de que ese yugo ha sido pasado y presente y, adems, es universal, salvo escasas excepciones. Sin embargo, los resultados no son lo suficientemente perennes ni homogneos como para poder generalizar una etiologa nica, por muy patgena que sea la epidemia yanqui. Por tanto, regresando a la cuestin... por qu no interesan?

Volvamos al cole: fondo y forma. Primero, fondo. Fondo? Ser que elegimos temas que al pblico se la trae al pairo? Bingo!!! Bingo!!! Ya hemos dilucidado el porqu una gran parte de la produccin espaola (probablemente tambin la de algunos otros pases) no conecta con su pblico: simplemente le da historias que no le interesan! Esto es el colmo del narrador de historias! Porque... echemos cuentas: desde que la humanidad existe, a la gente le gusta or, ver, sentir historias contadas por otros. Y es un sntoma muy, muy grave cuando los contadores de historias cuentan historias que no interesan a nadie. Culpa de la gente? Jajajaja!!! Alguien pretende tener xito con esa argumentacin? La nica excusa que podemos alegar con esperanza de salvarnos es que quines nos han obligado a contar esas historias que no interesan a nadie son "los malditos roedores" (y no siempre cuela).

Pero no olvidemos la forma... Forma? Ah, s, ahora recuerdo... Aquella peli que recort en rodaje y finalmente acab con tres personajes menos y, como a pesar de eso super el presupuesto, se qued sin dinero para copias y publicidad. Esta verdad es horripilante, pero hasta resulta tierna si la comparamos a cuando alguien reproduce el esquema con la nica intencin de autogenerarse un beneficio industrial a costa de la ingeniera financiera. Peli cadver al cajn, sueos rotos de los creativos (que les zurzan) y muesca para aumentar el historial y tener ms posibilidades de hacer lo mismo en la siguiente. Hay que ser experto en malabarismo financiero, y tener "big" geta -- por usar algo de espanglish (con "e"), ahora que la mismsima RAE ha aceptado el trmino. As, golpe malabar a golpe malabar, sin verso alguno, se construye un imperio top 10 en el ranking de pases. Aunque el panorama real sea un cementerio de pelculas, es vistoso en nmero de tumbas.

Mal reversible? Por supuesto. Pero cmo se va a revertir nada cuando hay una negativa a reconocer lo que se debe reconocer? Es de cajn que antes del cambio, es preciso ser consciente de la necesidad de cambio. Pero en lugar de ponderar cualquier necesidad emanada de ese status quo enquistado durante demasiados aos, aqu, por un lado nos quejamos del cambio impuesto (duele), y por el otro seguimos paseando orgullosos el numero de producciones rodadas o exhibidas como si eso fuera nuestra "roja" particular. Solo que con la roja futbolera est la gente y se la viste con orgullo, y la roja del cine se queda en banda de matrcula de honor de cualquier colegio vistoso del siglo pasado: a nadie le importa y no sirve ni para "fardar". O como mucho, solo ante los profes. Pero quines son los profes en nuestro caso? No ser mejor descender del firmamento flipado de pretensiones sin tutano, aunque nos suponga mancharnos con el barro de la realidad?

A nuestra cinematografa, como a cualquier otra, le convendra una mayor conexin con su pblico. Tambin, muchas menos pelculas. Cero, con malabarismos e ingeniera financiera. No pasa nada porque algunos productores de cadveres cinfilos se tengan de dedicar a otros menesteres. El conjunto de los productores que realmente aman el cine se ver favorecido y la produccin, en general, desprender un aroma mucho ms agradable.

Tradicionalmente, es el nuestro un pas de contadores de historias. Lo llevamos en la sangre, y siglos de vida lo atestiguan. No nos dejemos engaar por los magos malabaristas que solo generan estadsticas vacas. Empecemos por conectar nosotros mismos con una historia que nos llene. Dmosle forma. Hagamos lo imposible para que crezca hasta alcanzar su potencial.

Las instituciones, los productores de verdad, los guionistas y cada uno de los que nos dedicamos al mundo del cine de una forma u otra, tenemos las llaves del cambio. La eleccin de buenas historias, los instrumentos para facilitar su desarrollo, el juego honesto, la creacin conectada a lo que mueve e interesa a nuestro pblico... son solo unas cuantas cosas que se pueden hacer.

En Quito, observ un Consejo Nacional de Cinematografa que no posee ni mucho menos el presupuesto que posee un estado como el espaol ni siquiera en estos tiempos de crisis. Sin embargo, lucha por su cine y dota de medios para que las pelculas subvencionadas crezcan y se conviertan en una realidad. Dada la pasin que tiene la institucin como la que tienen sus cineastas, lo ms probable es que lo consigan, pero aunque no fuera as, tendran el alma tranquila. Porque lo habran intentado HONESTAMENTE.

En Ecuador, la gente piratea como en todas partes, pero no piratea cine ecuatoriano. La palabra clave? Respeto a quienes con entrega y honestidad se hacen respetar.

Muchos pases haramos bien en tomar nota, en lugar de mirar por encima del hombro a quienes producen menos salchichas audiovisuales. Cuando abandonemos los rellenos de helio y empecemos a poner ms corazn, el cine dejar de ser una incgnita para convertirse en algo que podremos construir con nuestro pblico amante, una vez ms, codo con codo. Ese da, los narradores de historias ocuparn de nuevo su lugar y nuestro cine alcanzar el esplendor que todos los que lo amamos, anhelamos.

Valentn Fernndez-Tubau