san agustin 04 obras apologeticas

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OBRAS DE TOMOJV

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Obras de Teología

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  • 1. OBRAS DE TOMOJV

2. BIBLIOTECA AUTORES CRISTIANOS Declarada de inters nacional ESTA COLECCIN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA DIRECCIN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA LA COMISIN DE DICHA PONTIFICIA U N I V E R S I D A D E N C A R G A D A D E LA INMEDIATA RELACIN CON LA B. A. C , EST INTEGRADA EN EL ANO 1956 P O R LOS S E O R E S S I G U I E N T E S : Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. FRANCISCO BARBADO VIEJO, O. P., Obispo de Salamanca y Gran Canciller de la Pontificia Universidad. VICEPRESIDE". limo. Sr. Dr. LORENZO TURRADO, Rector Magnfico. VOCM.ES R . p. Dr. Fr. AGAPITO SOBRADILLO, O. F. M. C , Decano de la Facultad de Teologa; M. I. Sr. Dr. LAMBERTO DE ECHEVERRA, Decano de la Facultad de Derecho; M. I. Sr. Dr. BERNARDO RIN- CN, Decano de la Facultad de Filosofa; R. P. Dr. Josa JIMNEZ, C. M. F., Decano de la Facultad de Huma- nidades Clsicas; R. P. Dr. Fr. ALBERTO COLUN- GA, O. P., Catedrtico de Sagrada Escritura; reveren- do P. Dr. BERNARDINO LLORCA, S. I., Catedrtico de Historia Eclesistica. SfCkf M. I. Sr. Dr. Lus SALA BALUST, Profesor. LA EDI'l M C A I O I R A , S A APARTADO 466 MADRID . MCMLVI O B R A S D E S A N A G U S T N EN EDICIN BILINGE T O M O IV O B R A S A P O I O G F T 1 C A S De la verdadera religin.De las costum- bres de la Iglesia.Enquiridin De la unidad de la Iglesia.De la fe en lo que no se ve.De la utilidad de creer VERSIN, INTRODUCCIONES Y NOTAS DE LOS PADRES FR. FR. FR. FR. FR. VICTORINO CAPANAGA, T E F I L O P R I E T O , A N D R S C E N T E N O , SANTOS SANTAMARTA, HERMINIO RODRGUEZ, O. O. O. O. O. R. S S. s. s. s. . A. A. A. A. A. REIMPRESIN BIBLIOTECA DE ALTORES CRISTIANOS MADRID . MCMLVI 3. M H I L O B Mr DR. ANDRS DE LUCAS, Censor. nFknn POTEM FR. MANUEL A. GUTIRREZ, O. S. A., Prior Prov. TMPKIM1Uk f 'CASIMIRO, Ob. aux. y Vic. gral. Madrid, 4 marzo 1948. LA EDITORIAL CATLICA, S A.ALFONSO XI, 4.MADRID N D I C E G E N E R A L DE LA VERDADERA RELIGIN (Versin, introduccin y notas del P. VICTORINO CSPNAGA) PSglnu INTRODUCCIN j CAPTULO I Divergencias religiosas entre los filsofos y el pueblo . . . (x) CAPTULO II.Opinin de Scrates sobie los dioses ... 69 CAPTULO III Cmo la religin cristiana persuadi a los hom- bres verdades de imposible divulgacin, cegn Platti . . 71 CAPTULO IV.Menosprecio de la filosofa materialista 77 CAPTULO V.Dnde y cmo ha de buscarse ia verdadera re- ligin 79 CAPTULO VILa verdadera religin est en la fe catlica .. 81 CAPTULO VIIHay que abrazar la Iglesia catlica 85 CAPTULO VIIIFe y razn. Provecho de las herejas 87 CAPITULO IX Errores maniqueos sobre los dos principios y las dos almas 89 CAPTULO XOrigen de los errores en materia religiosa 91 CAPTULO XI Origen de la vida y de la muerte 93 CAPTULO XIICada y reparacin de todo el hombre 95 CAPTULO XIII Diferencia de los ngeles 99 CAPTULO XIV El pecado procede del libre albedro 99 CAPTULO XV Cmo el castigo del pecado es estmulo de arre- pentimiento . . . . 101 CAPTULO x IBeneficios de la Encarnacin del Verbo . 103 CAPTULO XVII Excelencia de la doctrina religiosa de ambos Testamentos . 107 CAPTULO XVIII Defectibilidad de las criaturas . 109 CAPTULO XIX Son bienes, pero limitados, los que pueden co- rromperse . . . . .. . . . n i CAPTULO XX Origen del vicio del alma . 113 CAPTULO XXIOrigen de las ilusiones del'alma .. 117 CAPTULO XXII Slo a los impos disgusta la administracin de las cosas temporales . . " 7 CAPTULO XXIII Toda substancia es buena 121 CAPTULO XXIV.Doble camino para la salvacin del hombre ... 123 CAPTULO xxv A qu autoridad de hombre o de libros ha de darse crdito sobie el culto de Dios *23 1 La coleccin de Jas Obras P San Agustn que se publica en la B A C. lle- var en el ltimo volumen un copioso ndice general de nombres y de ideas 4. f l NDICE GENERAL Pginas CAPTULO XXVI.Las seis edades del hombre antiguo y del nuevo 127 CAPTULO XXVII.El proceso evolutivo de los dos hombres en el gnero humano 125 CAPTULO XXVILT.Normas de la pedagoga doctrinal 131 CAPTULO XXIX.Del segundo medio, de la salvacin, o sea la razn humana ij3 CAPTULO XXX.Las verdades eternas, superiores a nuestra razn , 135 CAPTULO XXXI.Dios es Ja ley suprema de nuestra razn 139 CAPTULO XXXII.Buscando 3a unidad en los vestigios de los cuerpos 143 CAPTULO XXXIII.Veracidad del testimonio de los sentidos. Origen del error 145 CAPTULO XXXIV.El juicio sobre los fantasmas 147 CAPTULO XXXV.Hay que dedicarse al conocimiento de Dios. 149 CAPTULO XXXVI.El Verbo de Dios es la misma Verdad 151 CAPTULO xxxvn.Origen de la idolatra 153 CAPTULO xxxvm.Otro gnero de idolatra al servicio de las tres concupiscencias 155 CAPTULO XXXEE.Por la pista de los vicios, a la primera her- mosura . 159 CAPTULO XL.De la hermosura sensible y sus deleites y del castigo de los pecadores 161 CAPTULO XLI.La hermosura en el castigo del pecado 165 CAPTULO XLII.El aviso de los placeres carnales 169 CAPTULO XLIII.La potestad de juzgar que tiene el hombre ... 171 CAPTULO XLiv.La imagen de Dios es el Hijo, a cuya seme- janza fueron creadas algunas cosas 173 CAPTULO XLV.Por la escala de los deleites, a Dios. La so- berbia 175 CAPTULO XLVI.Invencible es quien ama a Dios de todo co- razn 177 CAPTULO XLVII.Cuan invencibles nos hace el amor al pr- jimo 181 CAPTULO XLVIII.La perfecta justicia 185 CAPTULO XLIX.De la curiosidad a la contemplacin de la verdad 187 CAPTULO L.Reglas para la interpretacin de la divina Es- critura 191 CAI'TULO LI.El estudio de las divinas letras como medicina de nuestra curiosidad 193 CAPTULO LII.Cmo la curiosidad y otros vicios estimulan a la virtud 195 CAI'HJI.O t.m.Diversos fines de los sabios e ignorantes 197 CAI'UJI.O I.IV.Relacin entre los castigos y culpas de los con- denados , 199 CM'IHIIA LVEplogo y exhortacin a la religin verdadera ... 201 NOIIIH complementarias aio Apmlioe 337 Bibliografa ^ 2 NDICE OENRRAL- ra Pginas DE LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA CATLICA (Versin, introduccin y notas de' P. TEFIIO PRIETO) INTRODUCCIN 237 L I B R O I BE LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA CATLICA CAPTULO I.Es necesario poner al descubierto los artificios de los maniqueos. Dos artificios que principalmente utilizan para seduccin de los ignorantes 261 CAPTULO II.Se apoya primero en la razn que en la autori- dad, por condescendencia con el vicioso mtodo de los ma- niqueos 263 CAPTULO m.Felicidad del que goza del sumo bien del hom- bre. Condiciones de este bien : 1. Que sea lo mejor que existe. 2.a Que no se le pueda despojar a nadie contra su voluntad 265 CAPTULO IV.Qu es el hombre 267 CAPTULO V.El sumo bien del hombre es el que a la vez lo es del cuerpo y del alma 269 CAPTULO VI.La virtud hace al alma perfecta. El alma ad- quiere la virtud siguiendo a Dios. Seguir a Dios y conse- guirlo es la vida feliz 271 CAPTULO VII.Es por la autoridad de las Escrituras que hay que buscar a Dios. La razn y los principales misterios de la economa divina en lo que se refiere a nuestra salud. Compendio de la fe 273 CAPTULO VIII.Dios es el sumo bien, al que debemos diri- girnos con todas las fuerzas del amor 277 CAPTULO IX.Armona entre el Antiguo y Nuevo Testamento en orden al precepto del amor de Dios 3j CAPTULO x.Dios segn la enseanza de la Iglesia. Los dos dioses de los maniqueos a8i CAPTULO XI.Slo se debe amar a Dios. El es el sumo bien del hombre. Nada ms excelente que Dios. Nadie le pierde contra su voluntad. Dos condiciones del sumo bien 385 CAPTULO XII.Es el amor el que nos une y somete a Dios ... 287 CAPTULO XIII.Es Jesucristo y su Espritu quienes nos unen inseparablemente a Dios 4gg CAPTULO XIV.Es el amor quien nos une al sumo bien, que es la Trinidad 391 CAPTULO xv.Definicin cristiana de las cuatro virtudes car- dinales 293 CAPTULO XVI.Armona del Antiguo y del Nuevo Testamento. 295 CAPTULO XVII.Apostrofes que dirige a los maniqueos para que reconozcan su error y se conviertan 2gg 5. VIII NDICE GENERAL Piginas CAPTULO XVIII.Slo en la Iglesia catlica se halla la perfec- cin de la verdad en la armona de ambos Testamentos ... 303 CAPIULO XIX.Descripcin de la templanza segn las san- tas Escrituras 305 CAPTULO XX.Slo Dios debe ser amado ; y lo que no es El, es decir, todo lo sensible, se debe despreciar 307 CAPTULO XXI.Las sagradas letras condenan la gloria hu- mana y la curiosidad 309 CAPTULO XXII.El amor de Dios produce la fortaleza 311 CAPTULO XXIII.Consejos y ejemplos de fortaleza sacados de las santas Escrituras 313 CAPTULO XXIV.De la justicia y de la prudencia 317 CAPTULO XXV.De los deberes de estas cuatro virtudes en lo que se refiere al amor de Dios, cuyo premio es la vida eterna y el conocimiento de la verdad 319 CAPTULO XXVI.El amor de s mismo y del prjimo 321 CAPTULO XXVII.Del amor del prjimo en cuanto al cuerpo. 323 CAPTULO XXVIII.Del amor del prjimo en cuanto al alma ... 327 CAPTULO XXIX.La autoridad de las santas Escrituras 331 CAPTULO XXX.Sublime apostrofe a la Iglesia, maestra de toda sabidura. Doctrina de la Iglesia catlica 333 CAPTULO XXXI.Oposicin entre la continencia de los mani- queos y la vida de los anacoretas y cenobitas 339 CAPTULO XXXII.Elogio de los clrigos 343 CAPTULO xxxin.Otras comunidades de religiosos y de reli- giosas que viven en las ciudades. Ayunos de tres das 345 CAPTULO XXXIV.Las costumbres de los malos cristianos no 6on razn para censurar a la Iglesia. Los adoradores de las pinturas y de los sepulcros 34g CAPTULO XXXV.El Apstol concede a los cristianos el dere- cho al matrimonio y a los bienes de la tierra 353 L I B R O I I DE LAS COSTUMBRES DE LOS MANIQUEOS CAPTULO I.El sumo bien es por esencia el ser en sumo grado. 359 CAPTULO II.Qu es el mal. El mal, dicen con mucha razn los maniqueos, es lo que es contrario a la naturaleza; pero esta definicin destruye su hereja 361 CAPTULO ni.La definicin del mal como algo nocivo es tambin destructiva de la secta maniquea 363 CAPTULO IV.Diferencia entre el bien por esencia y el bien por participacin 365 CAPTULO v.La definicin del mal como una corrupcin es destructiva de la secta maniquea 367 CAPTULO VI.Qu es la corrupcin y qu es lo que puede estar sujeto a ella _ 367 CAPTULO vn.La bondad divina no permite la corrupcin de alguna cosa hasta el no ser. Diferencia entre el crear y el ordenar 369 NDICE GENERAt, IX Pginas CAPTULO VIII.El mal no es una substancia, sino un desorden contrario a la substancia 371 CAPTULO rx.Inconsistencia de las fbulas de los maniqueos acerca de los bienes y de los males 377 CAPTULO x.Los tres sellos de moralidad falsamente imagi- nados por los maniqueos 381 CAPTULO XI.El sello de la boca en los maniqueos es nn con- junto de blasfemias contra Dios 383 CAPTULO XII.Los maniqueos no hallan salida o subterfugio algnno 389 CAPTULO XIII.Para emitir un juicio acerca de la abstinencia maniquea hay que tener en cuenta no tanto lo que se hace cuanto la intencin con que se hace 391 CAPTULO XIV.Tres causas hacen laudable la abstinencia de ciertos manjares 395 CAPTULO XV.Por qu prohiben los maniqueos comer carne. 401 CAPTULO XVI.Revelacin de los ms monstruosos misterios maniqueos 405 CAPTULO XVII.Cul es el sello de las manos en la secta ma- niquea 421 CAPTULO XVIII.El sello del seno. Infames misterios de los maniqueos 433 CAPTULO XIX.Los crmenes de los maniqueos 437 CAPTULO XX.Los crmenes de los maniqueos descubiertos tambin en Roma 443 Notas complementarias 448 Bibliografa 451 E N Q U I R I D I O N (Versin, introduccin y notas del P. ANDRS CENTENO) INTRODUCCIN 455 CAPTULO I.Desea para Lorenzo el don de la verdadera sa- bidura 463 CAPTULO II.La sabidura del hombre es la piedad 463 CAPTULO III.Dios debe ser adorado por la fe, por la esperan- za y por la caridad 465 CAPTULO IV.Soluciones de Agustn a las preguntas formu- ladas por Lorenzo 465 CAPTULO V.Respuesta a la tercera y cuarta pregunta 467 CAPTULO VI.Materia que comprender este manual 469' CAPTULO VII.El Smbolo y la Oracin dominical incluyen la fe, esperanza y caridad 469 CAPTULO VIII.Explicacin general de la fe, esperanza y cari- dad y de su mutua conexin ;., 471 CAPTULO IX.Lo que se debe creer segn el orden del Sm- bolo. Es innecesaria la curiosa investigacin de los fen- menos naturales. Bstele al cristiano creer que todas las cosas han sido creadas por la bondad infinita de la l"ri- dad y, que son buenas 47-5 6. X NDICE GENERAL Pginas CAPTULO X.Del origen del mal, contra los maniqueos 475 CAPTULO XI.Por qu Dios permite el mal. El mal no es otra cosa que privacin del bien 475 CAPTULO XII.Todas las criaturas son buenas, pero no suma- mente buenas, y, por tanto, corruptibles 477 CAPTULO xnr.Ningn mal existira sin el bien 479 CAPTULO XIV.El bien y el mal, aunque son cosas contrarias, pueden existir al mismo tiempo en una misma cosa. El mal procede del bien 481 CAPTULO XV.Explicacin del texto de San Mateo 483 CAPTULO XVI.Si constituye la felicidad el conocer las causas naturales 48 3 CAPTULO XVII.Qu es el error? No todo error es perjudi- cial. Feliz error de San Agustn en una encrucijada 485 CAPTULO XVIII.Toda mentira es pecado, pero unas mas graves que otras. No miente quien por ignorancia dice algo falso, sino ms bien el que dice algo verdadero que cree ser falso 487 CAPTULO XIX.Unos errores son ms perjudiciales que otros, pero siempre son un mal 491 CAPTULO XX.No todo error es pecado. Refutacin de los aca- dmicos 493 CAPTULO XXI.El error no siempre es pecado, pero es siem- pre un mal 495 CAPTULO XXII.Toda mentira es pecado 497 CAPTULO XXIII.Las cosas buenas son efecto de la bondad de Dios; las malas, de la deficiencia de la voluntad del hom- bre o del ngel 499 CAPTULO XXIV.Las causas secundarias de los males son la ignorancia y la concupiscencia 499 CAPTULO XXV.Penas impuestas al pecado 501 CAPTULO XXVI.La pena del pecado de Adn se transmite a toda su descendencia. Contra los pelagianos 501 CAPTULO XXVII.Estado A hombre despus del pecado d Adn. Su reparacin es obra de la exclusiva misericordia de Dios S03 CAPTULO XXVIII.Arrojados al abismo los ngeles desertores, is dems son confirmados en la bienaventuranza 505 CAPTULO XXIX.Los hombres redimidos pasan a ocupar el lugar de los ngeles rebeldes 505 CAPTULO XXX.La reparacin del hombre no es debida a sus mritos o al libre albedro, sino a la gracia 507 CAPITULO XXXI.La fe y las buenas obras son don de Dios ... 509 CAPTULO XXXII.La buena voluntad proviene de Dios 509 CAPTULO XXXIII.Todos los hombres, que nacieron hijos de ira, necesitan del mediador Cristo. En qu consiste la ira de Dios > 513 CAPTULO XXXIV.Cristo, mediador por la inefable encarnacin del Verbo, nacido de Mara. Contra los apolinaristas 515 CAPTITIO xxxv Cristo es a la vez Dios y hombre. Contra el error de Leporio, que despus aceptaron los nestorianos ... 515 NDICE GENERAN XI Pginas CAPTULO XXXVI.La gracia se hace ms estimable al ser ele- vado Cristo hombre a Ja dignidad.de Hijo de Dios sin nin- gn mrito suyo 517 CAPTULO XXXVII.El nacimiento de Cristo, por ser obra del Espritu Santo, pone de manifiesto la gracia 519 CAPTULO XXXVIII.Cristo naci del Espritu Santo no como padre, pero s de Mara como madre 521 CAPTULO XXXIX.No todo lo que nace de alguno se ha de llamar hijo suyo 523 CAPTULO XL.El modo de nacer Cristo del Espritu Santo da a conocer la gracia de la unin hiposttica 523 CAPTULO XLI.Cristo, libre de todo pecado, fu hecho pecado. 525 CAPTULO XLII -El bautismo es dado para que muramos y re- nazcamos 527 CAPTLTLO XLIII.Todos mueren al pecado en el bautismo, tanto los prvulos como los adultos 527 CAPTULO XLIV.Figura por la cual se toma un nmero por otro 537 CAPTULO XLV.En el primer pecado del hombre hay muchas especies de pecado 529 CAPTULO XLVI.Es probable que los hijos no estn sujetos slo a los pecados de los primeros padres ai1 CAPTULO XLVII.No se ha de fijar temerariamente hasta qu generacin se propagan los pecados de los padres en los hijos 533 CAPTULO XLVIII.El pecado original no es borrado sino por Cristo 533 CAPTULO XLIX.El bautismo de Juan no causaba la regenera- cin. Por qu Cristo quiso ser bautizado por Juan 535 CAPTULO L.Cristo borr no slo el pecado original, sino tam- bin todos los personales 537 CAPTULO M.Nadie se libra de la condenacin de Adn si no renaciere en Cristo , 537 CAPTULO LII.El bautismo es imagen de la muerte y resurrec- cin de Cristo, tanto en los prvulos como en los adultos. 537 CAPTULO LIII.La cruz, la sepultura, la resurreccin de Cris- to, son imgenes de la vida cristiana 541 CAPTULO LIV.El juicio final se refiere a las cosas que han de realizarse al fin del mundo 541 CAPTULO LV.De dos modos puede entenderse el juzgar a los vivos y a los muertos 543 CAPTULO LVI.Rectamente se habla, en cuanto ai orden, en el Smbolo del Espritu Santo y de la Iglesia. La Iglesia ce- leste ayuda a la terrena, 543 CAPTULO LVII.Estabilidad 3e la Iglesia celeste 547 CAPTULO LVIII.Categoras de los ngeles. Es incierto que las estrellas sean ngeles 547 CAPTULO LIX.Difcilmente pueden explicarse de qu natura- leza eran los cuerpos de los angele' bajo los cuales e apa- recieron a los hombre? ! ^ g 7. XII NDICE GENERAL Pginas CAPTULO IX.ES ms til distinguir las artes de Satans, que se transfigura como ngel de luz 540 CAPTULO LXI.La Iglesia entre los ngeles y entre los hora bres. Cristo no muri por los ngeles. Cmo afecta a los ngeles la redencin de los hombres 551 CAPTULO LXII.Cmo son restauradas y pacificadas todas las cosas en Cristo 553 CAPTULO LXIII.De qu modo la paz del reino celeste sobre- puja a todo entendimiento 553 CAPTULO LXIV.La remisin de los pecados est expresada en el Smbolo. Los santos pueden vivir sin crimen, pero no sin pecado 555 CAPTULO LXV.Cualquier crimen puede ser perdonado en la Iglesia por medio de la penitencia. Fuera de la Iglesia no hay remisin de pecados 557 CAPTULO LXVI.La remisin de los pecados tiene por fin pre- venir el juicio futuro 557 CAPTULO LXVII.Refutacin de aquellos que crean que todos los fieles, por ms impamente que hubieran vivido, se haban de salvar a travs del fuego 559 CAPTULO LXVIII.Interpretacin del texto del Apstol de los que se han de salvar a travs del fuego. El fuego puri- ficador de esta vida ; 5i CAPTULO LXIX.El fuego purificador despus de esta vida ... 56 3 CAPTULO LXX.Los crmenes no se perdonan por las limosnas si no se cambia de vida 5 5 CAPTULO LXXI.Los pecados leves se pueden expiar por la Oracin dominical " , CAPTULO LXXII.Muchas son las clases de limosnas 5 7 CAPTULO L X X I I I . - E 1 ms importante gnero de limosna es perdonar a los enemigos _ '"'"'"", CAPTULO LXXIV.-DOS no perdona los pecados a aquellos que ^ los infieles si no se enmiendan I" V " ~ ' m m ^ a d e r s e CAPTULO LXXVT.-La limosna ms excelente^ es compadecer el pecador de su alma y viv.r rectamente ~ CAPTULO Lxxvn.-Para que aprovechen las limosnas es P ^ ^ ciso abandonar la iniquidad """"Zio umano CAPTULO Lxxvm.-Hay ciertos pecados que a juicio ^ CAPTTULO . ^ c a d o V q u e " pa^Vn" leves'' s^n a v e c e s gra- ^ C A p t l Z ^ x x ^ ^ a d o s - h o r a d o s ' ^ ^ ^ Z Z 579 recen leves '"""'" n(in . la ignoran- CAPTULO LXXXl.-Dos son las causas del P ^ d o " ^* f e g ta y la flaqueza, las cuales nadie puede vence ^ avudado del cielo r ' n i * S83 CAPITULO LXXXll.-La penitencia es don de Dio, NDICE GENERA Pdgtmii CAPTULO LXXXIII.El pecado contra el Espritu Santo 58 3 CAPTULO LXXXIV.De la resurreccin de la carne S CAPTULO LXXXV.Resucitarn los fetos abortivos? 585 CAPTULO LXXXVI.Tiempo en que empieza a vivir el feto en el seno materno 58 5 CAPTULO LXXXVII.De qu modo resucitarn los fetos mons- truosos 58 7 CAPTULO LXXXVIII.Restitucin de la carne de cualquier modo que hubiere perecido 58 7 CAPTULO LXXXIX.Las cosas superfTuas cmo volvern al cuerpo 58 9 CAPTULO xcEn cuanto a la estatura y figura del cuerpo, nada habr que sea indecoroso :. 589 CAPTULO XCT.Los cuerpos de los buenos resucitarn en cuan- to a la substancia de la carne, pero sin ningn defecto ... 5Q1 CAPTULO XCII.Estado en que resncitaran los cuerpos de los condenados 593 CAPTULO XCIII.Qu condenados sufrirn el castigo ms be- nigno? 593 CAPTULO XCIV.En la vida eterna, los santos conocern ms cumplidamente los bienes que les proporcion la gracia ... 595 CAPTULO XCV.Entonces sern revelados los ocultos juicios de Dios en la predestinacin de los hombres. Voluntad eficacsima de Dios 595 CAPTULO XCVI.Dios obra bien aun permitiendo que se obre mal 597 CAPTULO XCVII.Puede la voluntad del hombre ser nn obs- tculo para la voluntad de Dios cuando quiere salvar? 597 CAPTULO XCVIII.Dios, aunque puede convertir a los que qui- siere, sin embargo, no obra injustamente convirtiendo a unos y a otros no 599 CAPTULO XCIX.AS como Dios por infinita bondad se compa- dece, as tambin con ninguna injusticia endurece. Origen de la rebelin contra Dios 601 CAPTULO C.Nada sucede fuera de la voluntad de Dios, aun cuando vaya contra su voluntad 605 CAPTULO CI.La buena voluntad de Dios siempre 6e cumple por las buenas voluntades de los hombres igualmente que por las malas , 605 CAPTULO CII.La voluntad de Dios es siempre invicta y nunca mala, ya se compadezca, ya endurezca 607 CAPTULO CIII.Disctese el pasaje de San Pablo (1 Tim. a, 4) Dios quiere que todos los hombres sean salvos 609 CAPTULO CIV.Voluntad de Dios sobre Adn al preverle pe- cador 611 CAPTULO cv.La voluntad del hombre, respecto al bien y al mal, es libre de distinto modo en el primero y en el ltimo estado 613 CAPTULO CVI.La gracia de Dios es necesaria tanto en el pri- mero como en el segundo estado 6^3 8. XIV NDICE GENERAL Pginas CAPTULO CVII.La vida eterna es salario y, sin embargo, es gracia. Cumplimiento de la voluntad de Dios en el hombre pecador 615 CAPTULO CVIII.Nuestra salud viene de Dios, de tal modo que ni aun por Cristo seramos libertados si no fuera Dios 617 CAPTULO CIX.Mansin de las almas antes de la resurreccin. 617 CAPTULO ex.Hasta qu punto y a quines aprovechan el sa- crificio del altar y las limosnas que se hacen por los di- funtos 619 CAPTULO CXIDespus del juicio existirn dos ciudades, la una en eterna bienaventuranza, la otra en eterna miseria. 621 CAPTULO CXII.El castigo de los condenados ha de ser eterno. 621 CAPTULO CXIII.La muerte de los impos, del mismo modo que la vida de los santos, ser eterna 623 CAPTULO CXIV.Despus de haber expuesto la fe, trata de la esperanza ; en la Oracin dominical se contienen las cosas que se han de esperar 625 CAPTULO cps:v.Siete son las peticiones de la Oracin domini- cal, segn San Mateo 625 CAPTULO CXVI.En San Lucas slo se contienen cinco peti- ciones ; es concordado con San Mateo 627 CAPTULO CXVII.La caridad debe hallarse al lado de la fe y la esperanza 629 CAPTULO CXVIII.Los cuatro estados o edades del hombre son : antes de la ley, en la ley, en la gracia y en la paz perfecta. 629 CAPTULO CXIX.-La regeneracin borra todos los pecados en cualquiera edad. La servidumbre de la ley es desconocida para muchos 631 CAPTULO CXX.Los bautizados que mueren antes del uso de la razn no perecen 633 CAPTULO CXXI.La caridad es el fin de todos los preceptos. 633 CAPTULO CXXII.Conclusin del libro 635 Notas complementarias 636 DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA (Versin, introduccin y notas del P. SANIOS SANTAMARA) INTRODUCCIN 643 CAPTULO I.Ocasin y motivo del libro 649 CAPTULO I I . t a cuestin debatida entre catlicos y donatistas es sta : dnde est la Iglesia ; de dnde viene el nombre de catlico 651 CAPTULO III.{Escuchemos lo que dice el Seor y demos de mano a nuestras mutuas acusaciones] 657 CAPTULO IV.Se encuentran fuera de la Iglesia los que no es- tn conformes con el testimonio de Cristo sobre la cabeza, que es El mismo, o sobre su cuerpo, que es la Iglesia 661 NDICE GENERAL' xv Pginas CAPTULO V.La sagrada Escritura ha sido de tal modo orde nada por el Espritu Santo, que parezcan en ella unas cosas claras y obscuras otras. No se debe aducir en la disputa' lo que puede favorecer a ambas partes 663 CAPTULO VI.Demuestra la Iglesia catlica por la Escritura, y primeramente por la Ley 669 CAPTULO vil.Demostracin de la verdadera Iglesia por los Profetas 673 CAPTULO VIII.Testimonios de los Salmos 683 CAPTULO IX.Cmo han tratado los donatistas de eludir estas Escrituras 687 CAPTULO X.La Jerusaln principio de la Iglesia no es la Jerusaln (celestial e) invisible, sino la (material y) visible. 693 CAPTULO XI.Testimonios de los Hechos de los Apstoles ... 695 CAPTULO XII.[Anatema contra los que no reconocen a la ' Iglesia que demuestran los sagrados libros] 709 CAPTULO XIII.[Se refutan los principales argumentos que en su favor alegan los donatistas] 711 CAPTULO XIV.En la Iglesia (verdadera) existen malos mez- clados con los buenos 717 CAPTULO XV.Refuta otros argumentos de los donatistas 723 CAPTULO XVI.Contina la refutacin de otros delirios de los donatistas 72? CAPTULO XVII.[Realmente carecen del ms leve fundamento en que apoyarse] 733 CAPTULO XVIII.[Practican ellos lo que vituperan en los ca- tlicos] 737 CAPTULO XIX.[No acudan a los prodigios o al testimonio de los hombres para convencernos de sus doctrinas, sino al tes- timonio de Dios, esto es, a los sagrados libros] 745 CAPTULO XX.[No tienen motivo alguno para quejarse de las medidas adoptadas contra ellos] 755 CAPTULO XXI.[Cmo les recibir la Iglesia en sn seno si corrigen su aberracin] 761 CAPTULO XXU.[Prosigue la misma materia] 767 DE LA FE EN LO QUE NO SE VE (Versin e introduccin del P. HERMINIO RODRGUEZ) L 1KODUCCIN 791 CAPTULO I.En la vida social tambin se creen muchas cosas sin ser vistas. La buena voluntad del amigo, no se ve, pero se cree en ella. Sin alguna fe, ni siquiera podemos tener cer- teza del afecto del amigo probado 795 CAPTULO I I Si de la sociedad humana desaparece la fe, ven- dr una confusin espantosa 799 CAPTULO III.Motivos para creer. Cumplimiento de las pro- fecas relativas a la Iglesia 801 9. XVI NDICE GENERAL Pginas CAPTULO IV.Lo que ahora vemos cumplido, debe movernos a creer lo que no vimos 807 CAPTULO V.La visin del presente es motivo de la fe en el pasado y en el porvenir 811 CAPTULO VI.Los libros de los judos prueban nuestra fe. Por qu no ha sido exterminada la secta de los judos 813 CAPTULO VII.Maravillosa conversin del mundo a la fe de Cristo S15 CAPTULO vm.Exhortacin a permanecer constantes en la fe. 817 DE LA UTILIDAD DE CREER (Versin e introduccin de un padre acustino) INTRODUCCIN 821 CAPTULO I.Razn de este libro a Honorato 829 CAPTULO n.Los maniqueos atacan el Antiguo Testamento cuando los que les escuchan son ignorantes 833 CAPTULO ni.Cuatro puntos de vista segn los cuales se pue- de considerar el Antiguo Testamento 83,5 CAPTULO IV.Triple error en que pueden caer los lectores ... 8^5 CAPTULO V.Tres clases diferentes de escritos 847 CAPTULO VI.No son admisibles las interpretaciones que de las Escrituras dan sus enemigos 851 CAPTULO VII.Se debe buscar la verdadera religin 855 CAPTULO VIII.El camino hacia la religin catlica seguido por Agustn 863 CAPTULO IX.La Iglesia catlica exige a los que vienen a ella fe ; los herejes prometen razn 865 CAPTULO X.No constituye deshonra ninguna el creer en la religin 869 CAPTULO x.Los que creen estn libres de la temeridad de los que opinan 873 CAPTULO XII.La fe es, las ms de las veecs, necesaria para la vida social 877 CAPTULO XIII.El necio no puede buscar al sabio si no cree que pueda existir 881 CAPTULO XIV.La negacin de toda creencia implica la ne- gacin de la religin misma 883 CAPTULO XV.La Sabidura de Dios encarnada es el mejor ca- mino para hallar la religin 889 CAPTULO XVI.La autoridad instituida por Dios, que nos im- pele a creer, est robustecida por los milagros y por la mul- titud de los que la atacan 891 CAPTULO XVII.La utilidad de inculcar a los pueblos las bue- nas costumbres por medio de la autoridad 895 CAPTULO xvur.Exhortacin final . 897 DE LA VERDADERA RELIGIN Versin, introduccin y notas del P . V I C T O R I N O C A P A N A G A 10. I N T R O D U C C I N i OCASIN DEL LIBRO Despus de su regreso al frica y antes de la ordenacin sacerdotal (391), probablemente en el ao 390, escribi San Agustn el libro De vera religione, para atraer al catolicis- mo a uno de sus mejores amigos: el pudiente Romaniano, conocido ya de los familiarizados con las obras del Santo, publicadas por la B. A. C. Romaniano haba sido seducido por el prestigio del joven profesor de Tagaste a la secta ma- niquea; mas, al convertirse ste a la fe catlica, uno de sas primeros afanes de nefito fu recuperar para la verdad al alma noble de su antiguo bienhechor y compatriota. Desde el retiro de Casiciaco le haba prometido enviar ms adelan- te algn tratado sobre la verdadera religin1 . En carta escrita en el ao 390 le anunciaba ya el pronto envi de la obra: "Tengo escrito algo sobre la religin ca- tlica..., que quiero enviarte antes de mi llegada" 2 . Y ter- minaba con esta bella exhortacin: "Dejando, pues, el cui- dado de las cosas seculares, busquemos los bienes estafes y ciertos; levantemos el vuelo sobre las riquezas de la tie- rra. Pues .aun en la abundancia de la miel, con razn tiene alas la abejita, porque aprisiona y mata a la que se adhiere a ella: Nam et in mellis copia non frustra pennas habet apicula: necat enim haerentem" 3 . Ms tarde, hacia el ao 395, en carta esprita a Paulino de ola y remitida con Romaniano, que marchaba a Italia por motivo de sus negocios, le deca: "Portador de dta a 1 Contra acadmicos, II, 3 : Cum tib aliquam nter nos dispu- tatlonem de religione misero, vel cum ptaesens tecum multa con- ulero. Epist. 15, 1. H-, 33, 8i2 ' IWd. 11. 1)1 !l KIU1U 1< RIXK/IOX vuestra excelencia es un carsimo y familiarsimo amigo mo desde la adolescencia. Su nombre va escrito en el libro acer- ca de la religin que vuestra santidad, segn lo indica en la carta, est leyendo con muchsimo placer" 4 . En efecto, San Paulino haba recibido por medio de San Alipio cinco volmenes de los primeros libros de San Agustn, y entre ellos el De vera religione. Todos formaban lo que llama "el Pentateuco contra los maniqueos". Para que se vea la impresin producida por las prime- ras obras de San Agustn, traduzco un fragmento de la ^aita citada, cuando aun se repapilaba con el regalo del amigo de Tagaste: "La caridad de Cristo, que nos apremia y, aun ha- llndonos ausentes, nos liga en la unidad de la fe, me ha inspirado confianza para escribirte, venciendo todo reparo: ella se ha infundido en m por medio de los escritos, los cuales, copiosos en raudales de erudicin escolstica, ricos de panales divinos, medicinales y confortadores para mi alia, poseo en los cinco libros que por conducto de nuestro ben- dito y venerable obispo Alipio hemos recibido, no slo para nuestra instruccin, sino tambin para utilidad de la Iglesia de muchas ciudades. Ahora estoy leyndolos; con ellos me deleito. Ellos me ofrecen, no el manjar perecedero, sino el que obra la substancia de la vida eterna por nuestra fe, con que somos incorporados a Jesucristo... Oh sal verdade- ra de la tierra, que condimenta nuestros corazones para que no se corrompan con el amor del siglo! Oh antorcha; digna- mente colocada en el candelabro de la Iglesia, que derrama generosamente de los siete brazos, para los pueblos catli- cos, la luz nutrida con la uncin de la alegra! T disipas las densas tinieblas de las herejas y con el esplendor de tu palabra victoriosa chorreas la luz de la verdad en la confu- sin de las tinieblas. Ya ves, oh hermano de corazn, admi- rable y digno de ser recibido en Cristo, cuan familiarmente te conozco, qu admiracin y estupor siento por ti, con cun- to amor te abrazo, yo que todos los das disfruto de la con- versacin de tus libros y recibo el aliento de tu boca! Pues con razn he llamado a tu boca cao de agua viva y vena de la fuente eterna, porque Cristo se ha hecho en ti hontanar de agua que salta hasta la vida perdurable. Mi alma tiene sed de ti con el deseo de esa agua, y ha suspirado mi tierra por embriagarse con la abundancia de tu raudal" 5 . Esta impresin de San Paulino, uno de los personajes ms conspicuos y literatos de aquel tiempo, revela los efec- tos saludables originados por la lectura de los libros de Si?n Agustn, cuyo genio comenz a producir gozoso estupor en 4 Eptst 27, 4 PL, 33, 101. Eptst 25, 1-3. Pi., 33, 103, I M R O D UCCIC 5 los catlicos y pnico en los adversarios. Seguramente, el "Pentateuco antimaniqueo" comprenda, adems del libro De la verdadera religin, los dos De Genesi contra rtiani- chaeos y los De moribus Ecclesiae catholicae et de moribus manichaeorum, escritos tambin antes de ordenarse de sacer- dote (388-390). Sin duda, uno de los ms saboreados por su estilo jugo- so y la abundancia y fluidez de ideas es el primero, que ca- lifica el P. Portali de "un petit chef de oeuvre d'apologie", una breve obra maestra de apologa, no slo contra los ma- niqueos, sino contra los infieles e . El escritor catlico y el pensador de vastas sntesis y geniales exploraciones vierte en l sus ideas con un e3tilo clido y esencial. Se ve que San Agustn, simple laico an, va tomando ntima posesin del cristianismo y sondea ios grandes temas de la cultura religiosa. Uno de los caracteres que realzan a este libro es la robustez y plenitud de ideas, la solidez de su arquitectura. Sus partes se ensamblan con una trabazn de gran estilo. El San Agustn de los mejores tiempos, con la elasticidad admirable de su espritu, con la inmensa fuerza de su humanidad, con la mltiple radiacin de su mirada; el asceta y contemplativo, el guerrero y po- lemista de acerada garra, el genio religioso, gtico y rom- nico a la vez, de mayor empuje de la cristiandad, refleja su fisonoma en la tersura de las pginas del libro, que hoy ofrecemos traducido al pblico espaol. Aunque perteacce al ciclo de la polmica antimaniquea, por estar labrado con los grandes principios metafsicos, religiosos e histricos, ofrece un horizonte catlico y universal; y sus ideas gozan de la misma lozana y vigor que en su tiempo. Forman recinto enmurallado contra un ejrcito de erro- res que en todas las pocas pugnan por invadir la mansin . de la verdad de Cristo. No creamos que el maniquesmo e,t definitivamente vencido en la mente de muchos de nuestros contemporneos. Sobre las ruinas de los antiguos errores, como una baslica nueva, hollando restos de templos p-iga- nos, el genio arquitectnico de San Agustn encumbra Ja mole cristiana de su pensamiento, con triunfal seoro de la historia. As, las piedras paganas y profanas sirven a Dios a su manera y los viejos errores testimonian para siempre la verdad de la sentencia catlica: Conviene que haya herejas. El peligro de muchas polmicas se halla en el predomi- nio de lo negativo y circunstancial, que pasa con el tiempo; mas San Agustn triunfa de las herejas con la positividad y fuerza de su genio. Tambin en este libro se nos muestra ' Dict. de theol cathol . S Augiutin, col 2 91. 12. {> DE LA VERDADERA RELIGIN como generoso sembrador de ideas, merecedor de alta es- tima para la cultura catlica. Mr. Poujoulat emite este juicio: "El libro De la verda- dera religin es una vasta mirada del genio sobre la reve- lacin cristiana, en donde la elocuencia derrama frecuente- mente sus vivos y brillantes colores: una verdadera uncin nos penetra y sentimos conmoverse en l las entraas ele San Agustn. En su rapidez, este libro es una obra m ' Historia de San Agustn. Trad. castellana, p. 135. " Cit. por POUJOULAT, bd., p. 136. " Le catlwlicisme de S. Angusttn, I, p. 13. San Agustn, consul- tado sobre las pruebas de la existencia de Dios, remiti a Evodio a este libro. Epist. 162, 2 PL, 33, 750. INTRODUCCIN 7 en la economa de la salvacin del hombre. Con particular empeo, exagera el desacuerdo de los dos Testamentos, sin posibilidad de armona y concordia. Rompe igualmente la unidad de la historia, pues el presente y el pasado carecen de un enlace interno y pedaggico, de una intencin sagrada y primordial, que ilumine el proceso de los acontecimientos del antiguo y nuevo mundo. Lo nuevo aparece sin ningn punto de apoyo en lo antiguo, porque la profeca se.hace imposible y el caos prevalece contra el orden. No hay tiem- pos mesinicos, y Cristo aparece como islote solitario en la inmensidad obscura de los siglos. La corrupcin esencial del hombre hace imposible la encarnacin, y el Hijo de Dios tom un cuerpo fantstico. Luego Jess es un redentor aparente, sin una profunda conexin con la humanidad antigua o nueva. Como se ve, los discpulos de Manes socavan los funda- mentos eternos del cristianismo, comenzando por su concep- cin monotesta; y el nefito de Tagaste se vio forzado a trabajar en el mismo terreno de los cimientos, buscando su apoyo y firmeza, no slo en el orden de las ideas, sino en el de los hechos histricos, cuya aparicin y desarrollo es in- dubitable. Desde esta posicin fundamental y antimaniquea, donde entran la metafsica, la religin y la historia, puede atisbarse la unidad interior y solidez arquitectnica del libro que analizamos, y que puede servir muy bien de frontispicio a la coleccin de los opsculos que forman el volumen IV de sus obras. El mismo San Agustn esperaba que su libro habla de ser eficaz, no slo contra los maniqueos, sino contra todas las opiniones perversas y errneas 10 . Y as es en efecto * el libro contiene una armera catlica para combatir toda clase de errores. La crtica del pantesmo politesta griego, con su incu- rable escisin entre las creencias populares y la filosofa; la transformacin operada por los discpulos de Jess; el fra- caso de la ciencia antigua, con ser la mejor equipada de agudeza y vigor especulativo; la unidad del espritu humano, lograda con la predicacin del Evangelio, milagro descono- cido de los antiguos; la vitalidad de la religin cristiana para convertir en materia de asimilacin los detritos de las here- jas y errores; la historia y la profeca como bases del cris- tianismo; la concepcin optimista del universo, que est en manos de un Principio nico y soberano; la refutacin del maniquesmo, deducida de la contemplacin de la esencia del Creador y de la criatura; la metafsica vestigial del ser, " VR, IX 16 Con las eiglas VR citaiemos el libio De veta rely gione. 13. 8 . DI. LA VfcRDADLKA RELIGIN creado con nmero, peco y armona; la doctrina del orden que descansa en las razones eternas, ~o pensamientos del Espritu infinito y creador; el gnesis del mal y su servicio a la causa del bien; la elevacin, cada y reparacin del hom- bre; la afirmacin del libre albedro como origen de toda culpa; la raz metafsica del vicio o la defectibilidad de la criatura, temporal e indigente; la existencia de un espritu malfico, endurecido en el mal, pero que no tiene un poder independiente frente a Dios, como quera el maniquesmo; la encarnacin del Hijo de Dios, y la nueva era de libertad que naci de sil vida y muerte; las dos fuentes de nuestros conocimientos religiosos, que son la autoridad y la razn; el valor de los libros santos y la divina pedagoga entraada en ellos para educar a los hombres; la necesidad y apoyo de la razn en la dialctica religiosa del espritu; el movimiento de la criatura racional hacia Dios, que, alzando el vuelo de las cosas exteriores y pasando por el mundo interior y sus leyes cannicas y universales, llega hasta Dios, razn supre- ma del orden del mundo y del orbe ntimo de la conciencia finita, cuya luz pregona la existencia de un manantial eterno de verdad, que es el fundamento de la religacin de la cria- tura racional con su Frincipio; la impiedad de la idolatra, que adora a los seres del mundo, dejando a su Creador; la bsqueda de la primera hermosura er los vestigios del mun- do material y en los placeres; la posicin metafsica del Hijo de Dios, como imagen y trasunto del Padre y como forma de todo lo bello y aimonioso; la concordia de ambos Testamen- tos, las leyes fundamentales para su interpretacin, evitando el escollo de la exgesis maniquea; la necesidad de los sa- cramentos para unir a los hombres en una nueva sociedad espiritual; el amor de Dios como norma suprema de la vida, y la contemplacin de Dios como m da, ltima de la misma; elfinde los buenos y malos y la justicia de la sancin divina: he aqu el vasto repertorio de temas que se esbozan en este libro, que recuerda, por la riqueza de las ideas, a La ciudad de Dios. Una gran masa de pensamientos se hallan firme- mente labrados y asentados en defensa de la verdadera re- ligin. La filosofa cristiana presta el noble servicio de Dios, que ser su mayor gloria, y la fe trata de comprenderse a s misma, razonando los fundamentos de las creencias del cristianismo. En estas pginas sintticas y primerizas ha condensado las ms ricas esencias de su espritu en torno a los mximos problemas de la cultura religiosa, o digamos de la cultura humana: Religin, Cristianismo, Iglesia catlica. Tal es el panorama ideolgico del libro De vera religione y el del pre- sente volumen de la B. A. C. IN1RODIKUON C) II NUESTRA RELIGACIN CON DIOS "Religet ergo nos religio omnipotenh Deo- religenos la religin con el Dios todopoderoso, pues entre nuestra mente, con la que le conocemos como a Padre, y la verdad, e3to es, la luz interior con que entendemos, no hay interpuesta nin- guna criatura" 1 . Estas breves palabras de San Agustn resumen un largo pensamiento suyo, un hecho primordial de la criatura racio- nal: la conexin con Dios mediante una luz superior. Pres- cindamos aqu del verdadero origen etimolgico de la pala- bra religio, derivada a la vez de relegere, religare y reeljere. No faltan eruditos que admiten an la derivacin apuntada aqu por San Agustn 2 . Nos interesa aqu el hecho que implica el vocablo religare y su derivada religin. Para el Santo Doctor, el espritu no se halla clausurado en s mismo, sin aberturas ni enlaces con lo real, sino en contacto con un triple reino de valores: in- feriores, iguales y superiores. Valor de los valores es Dios, con quien tiene una religacin originaria y primordial. Las ideas que resume en el libro sobre la verdadera religin alu- den a una doctrina bsica en l: la de la verdad. Pero la doctrina sobre la verdad es la doctrina de la religacin del hombre con Dios, y, por lo mismo un fundamento metafsi- co de la religin. Conocer la luz interior y superior de la verdad es un acto conjuntivo con Dios. Por eso, el descubrimiento del mundo inteligible seala el comienzo de la metafsica religiosa y de la conversin de San Agustn, que puede definirse como un caso curioso de heliotropismo espiritual de su genio. Enton- ces se orient hacia lo divino, reflejado en el reino puro de las verdades eternas. Cuenta San Agustn aquel episodio con una rara emocin de extraordinaria aventura o de un gran descubrimiento, como el arribo y la visin primera de una isla afortunada. Despertse su conciencia a una nueva situacin metafsica, a una luz superior, a cuyo resplandor cobraron otro sentido las cosas. Ncwman compara los convertidos al hombre que 1 VR, I.V, 113.2 Vid. A. ERNOUT y A. MEILLET, DiUpnnaire etymologique de la tingue latU?- Pars, 1938. 14. DE LA VERDADERA RELIGIN lia vivido en el fondo subterrneo de una mina y por vez pri- mera sale a la claridad del sol. As San Agustn emergi de las tinieblas materialistas y descubri "lo que es en el lampo de una mirada temblorosa". La metafsica del fenmeao del conocimiento le puso en comunin con la verdad eterna. En San Agustn tiene cabal sentido este bello pensamiento de Lacordaire: "Del mismo modo que la naturaleza es el hori- zonte natural de nuestro ojo fsico, Dios es el horizonte na- tural de nuestro ojo intelectual" 3 . . Gran parte de la especulacin filosfica de San Agustn sobre el misterio del conocimiento y de la demostracin de la existencia de Dios reproduce el desarrollo de este primer ha- llazgo espiritual y experiencia religiosa4 . Se percat entonces del ligamen irrompible de la criatu- ra con Dios, interior intimo meo et superior summo meo. El espritu humano se halla asido a otro Ser y su vnculo co- nexivo es la Verdad. Ms que vnculo, es el fundamento mis- mo de nuestro ser: Superior quia ipsa fecit me, et ego infe- rior, quia factus sum ab ea. Qui novit veritatem, novit eam, et qui novit eam, novit aeternitatem: Estaba encima de m, porque ella me hizo, y yo debajo de ella, porque soy hechura suya. Quien conoce la verdad, se la conoce, y quien la cono- ce, conoce la eternidad 5 . Ella es la primera y soberana esencia, la fuente de que di- mana todo cuanto tiene ser: prima atque summo, essentia, ex qua est omne quidquid est, quia in quantum est, quidquid est, y bonum este . La soberana esencia, dice en otra parte, con fr- mula que recuerda las ms esplndidas de la ontologa tomis- ta, hace ser cuanto existe: quoniam summa essentia esse fa- cit quidquid est7 . "Indudablemente, concluye, aquella inmu- table naturaleza que se halla sobre el alma racional es Dios; y all est la primera vida y la primera esencia donde est la primera sabidura. Porque ella es la Verdad inmutable, que justamente se llama ley de todas las artes y arte del omnipotente Artfice" 8 . A la Verdad, como primera y soberana esencia, le corres- ponde la primaca en el orden ontolgico. Luego el ser creado es un ser receptum, participado, y supone una magnfica donacin de parte de la primera Esencia y una recepcin to- tal de parte de la criatura. Ciertas frmulas pesimistas de " Con/., LVII, p. 275. Vers. castellana. Madrid, 1850.4 Cf. Con).. VII, IX y ss.4 Lonl , VII, X. ' VU, XI, si. 'Ib~CL vu.-ix, ib V15 Y T V *, IMRODUCCION El mal es la tendencia al no ser, la privacin de bien, y cuando ella radica en el libre albedro, se llama pecado, el cual es esencialmente voluntario, de suerte que no es pe- cado si no se comete con la voluntad, segn convienen en ello sabios e ignorantes4 . El libre albedro, como fuerza creadora de it reino su- perior de valoies, se inserta en las cuestiones fundamenta- les de la filosofa religiosa. La libertad pertenece a la en- traa misma del acto religioso, por ser la religin, en su sentido subjetivo, el servicio liberal de Dios, o lo que llama San Agustn liberliter Deo servir5 . Servir a Dios libre- mente es la misin y destino esencial de la criatura racio- nal. Tanto ms se comprende esto cuanto que el mismo ser- vicio o culto divino es amor, y al amor espiritual es esen- cial la libertad del amante: Tales enim servos suos meliores esse Deus iudicavit, si ei servirent liberliter: quod nullo modo fieri posset si non volntate, sed necessitate servi- rent e . Si el servicio de Dios constituye la gloria y corona del universo, la libertad es elemento esencial y decisivo en el destino de los seres racionales. El orden del amor orio amorissignifica la manifestacin excelsa de la gloria de Dios y el premio ltimo de las volurtades libres. Pero la libertad puede abandonar el orden del amor y arrojarse en el desorden. Con esta terrible facultad fu creado el hombre, para que obrase bien, mas con poder de pecar o alzarse contra el orden establecido. El mal no tiene sus races, como queran los maniqueos, en una materia ca- tica, ni siquiera en la sensualidad, sino en la decisin vo- luntaria y culpable. El pecado es un defecto voluntario con que el hombre se aparta de su principio para gozar desor- denadamente de los bienes inferiores7 . Analizando la esencia del pecado, como aversin de Dios y conversin a los bienes inferiores, descubrimos dos efec- tos inmediatos: como movimiento aversivo, trae una defec- cin o debilitamiento general del ser humano, que pierde el apoyo de lo absoluto y de lo firme. La criatura, al separarse de Dios, se siente conmovida en les cimientos ms profun- dos de su ser. "Decae, pues, el alma cuando consiente en el mal, y, por lo mismo, comienza ya su menoscabo en el ser y el valor que antes tena, cuando se mantuvo unida a la virtud; y tanto ms se deteriora, cuanto ms se desva del soberano Ser para unirse a.lQ nfimo, con lo que ella misma sufre mengua. Y Ibd.,v XIV, 27. ' Ibd., XIV, 28. ' Ibd , XIV, 27. ' Ibd , XI, 31. 22. 2 6 DE LA VERDADERA RELIGIN cuanto ms la sufre, ms se aproxima a la nada. Pues lo que va mermando en el ser, tiende de suyo a la nada, si bien nunca llegar a ella, porque nunca llegar a la perdida total de bien; no obstante, es cosa manifiesta que todo de- fecto es un principio de inanicin" *. JEn segundo lugar, el pecado, como conversin a T5,s cria- turas, se forja su propio mundo para uso y servicio de la voluntad pervertida. De suyo tiende a divinizar a las cria- turas, es decir, a la idolatra. En vez del verdadero Dios, se forja dioses falsos, como son el dinero, el honor, la cul- tura, la mujer, la nacin, etc. La aversin implica, como castigo, el obscurecimiento del espritu, por haber vuelto su rostro de la "summa ct in- tima Veritas" 9 , que resplandece en las conciencias rectas sobre todo, y como efecto inevitable, la cada en las criatu- ras por amct y servidumbre a ellas: ut non solum dihgant, sed etiam serviant creaturae potius quam Creato,0 . De esta servidumbre necesaria nadie puede eximirse; aun los hombres ms cultos, que se lisonjean de fuerza de vo- luntad y niegan el culto de los seres inferiores, celebrado por la idolatra, incurren en el culto de s mismos y la ser- vidumbre a las tres concupiscencias, amando ms a las cria- turas que al Creador ". Tal es el principio de la divinizacin del mundo y de la universal idolatra. Como movimiento defectivo o cada, el pecado supone en la criatura una defectibilidad radical, de arraigo metafsico. "Pero me dices: Por qu decaen? Porque son mudables. Por qu son mudables? Porque no gozan de soberano ser. Y por qu no gozan de soberano ser ? Porque son inferiores al que las hizo. Quin las hizo? El que es sumo en el ser. Y para qu las hizo? Para que fuesen" 12 . Tal es la metafsica del pecado. Toda criatura es defec- tible, porque no es lo que es, sino un compuesto de .ser y no ser. Por esta defectibilidad esencial y el libre albedro, el mal ha entrado en el mundo contr la voluntad positiva de Dios. El que fabrica un cuchillo, para emplear una metfora * Dficit quippe anima cum consentit malo, minusque ium esse ac propterea minus valere incipit, quam valebat, dum nulli consen- tiens, m virtute conMsteret ; tanto itaque deterior quanto ab eo quod timnie est ad id qnod mina: est, vertfit, ut ipsa etiam minas bit. (Jnimto uulem minus est, tanto utique fit propinquior nihilo. Quod i'iniii ni mus quoque tit, eo tendit ut non sit omnmo : quo quamvis non pt-rvemnt, ut penitus pereundo nihil sit, manitestum est tamen i|iKinlibet defectum^exoi ium esse pereundi (Contra Secundinum, '.S. I'l.. 42. S). " llM.. X X , 38. '" llild , X X X V l , 68. " II1I1I , X X X V I , 67. " iU., XVlll, 35. INTRODUCCIN 27 tomista, de gran lucidez,'no lo hace para que se oxide; el xido es extrao a la voluntad del artfice y al fin del arte- facto, pero inherente a la calidad defectuosa del metal. As al hombre, cuando sali de las manos del Creador, le chis- peaba el brillo de insignes excelencias y prerrogativaj; mas, como criatura defectible, poda eclipsar arbitrariamente la maravillosa tersura de su ser, en que se reflejaba la belleza del Creador. El xido poda acometer el lustre de su gloria originaria. Y aqu intervino el libre albedro, origen de la primera defeccin, maleando el metal de la naturaleza hu- mana, con que haban de labrarse todos los hombres. Al ser lcido y brillante de la imagen de Dios, del alba de a crea- cin humana, sigui un ser obscuro, manchado y trepidante, que huye de Dios, buscando hospitalidad entre las .criaturas inferiores.1 ' . * Tal fu^l origen de la cada del primer hombre: "Por eso es arrastrado a las penas, porque, amando las cosas in- feriores, est ordenado para el infierno con la miseria de sus placeres y sus dolores... Y esto es lo que se llama mal, conviene a saber, el pecado y el castigo del pecado" 13 . En otros libros se estudiar ms en particular la mise- ria del hombre cado; aqu ntese bien cmo la cada fu fatal para la causa de la verdadera religin, pues, corrom- pido el hombre, vino a corromperse ella, dejando al nico Dios, Creador del universo, y organizando el culto de las di- versas criaturas, deificadas por la voluntad perversa de los hombres. Las mltiples religiones con que se ha poblado la tierra reconocen este origen, que aqu seala San Agustn ". V NUEVA RELIGACIN Con el imperio de la idolatra, que cundi univer3almente por la tierra, lleg el gnero humano a un grado increble de aberracin y alejamiento divino. La apoteosis de una cria- tura tan miserable, como la humana, indica bastante la oro- fundidad de la Haga del orgullo y de la ignorancia do los hombres. a Ibd., XII, 23.14 Cf. V, RFTKIACH, Die Problematlk der Regionen. Pader- born, 1936. Sobre la metafsica agustiniaia del pecado, vaee el c. s, pp. 315-231. 23. j 8 1)1 IV1KI)I)1-R K M . h . l N Llegada la plenitud de los tiempos, luci la misericordia de Dios y albore un nuevo perodo histrico con la apari- cin de Cristo por centro propulsor de los destinos huma- nos. El trajo una" nueva forma de religacin con Dios, es decir, un nuevo tipo de vida y existencia religiosa, que ya no caducar jam$' "Con El se inicia la era de la libertad espiritual: Veten quippe servitute transacta, tempus liber- tatis illuxerat, et opportune homini suadebatur atque salu- briter, quam libero esset creatus arbitrio.}. Pasada la anti- gua esclavitud, vino la era de la libertact, en que deba per- suadirse al hombre del valor de su albedro. San Agustn define y califica la era cristiana como de libertad. Slo era posible una nueva forma de divino servicio a condicin de entrar en conflicto y destruir la potencia del mal, que constitua un reino espiritual antagnico al de Dios. Cristo libert al hombre del poder obscuro del mal, de la opresin de la ley y del temor de la ira divina, que ensombreca el alma de los siervos de la antigua Alianza. El nuevo tipo de humanidad, creado por la gracia del divino Libertador, aven- taja al antiguo, porque es ms libre y obra por resortes su- periores al de las recompensas terrenas. La ley vieja, como carga insoportable, dificultaba o haca imposible el libre vuelo del alma a Dios. Cristo suprimi la violencia y el terror; no obr nada por fuerza, sino con arte suasorio y atrayente: Nihi cgit vi, sed omnia suadendo et monendo2 . La nueva religacin tiene por base la libertad interior. Coinciden exactamente el destino del hombre primitivo y el del rescatado por Cristo: liberaliter servir Deo. Pero el Hijo de Dios no fulgura con la terrible evidencia de los ift- yos y truenos del Sina, sino atrae suavemente a los hom- bres para unirlos con El. La misma potencia taumatrgica la despliega con parsimonia y discrecin, pues no quiere avasallar a las almas, sino ganarlas con amor. Los suyos no formarn una falange guerrera, sino una grey de ovejas y corderos en medio de los lobos del mundo. La libertad del amor constituye la aportacin maravillosa de la religin de Jess. El hombre es llamado a una ardua empresa, ms all de sus fuerzas naturales, con el apoyo y gracia del Liberta- dor, que se present como el nico libre entre los hombres, como el Maestro y el ejemplar vivo, invitando a la renuncia propia y a los honores, a los placeres carnales, a las pose- siones terrenas, y, al mismo tiempo, abraz las contumelias, injurias, dolores y, muerte 8 . 1 VR, XVI, ,i 1 Ibd. VR, XVI, ji-2 INTRODUCCIN 20 Mas, dentro de la superioridad del ideal, el cristianismo conservar una similitud de estructura con la antigua reli- gin, pues tanto el pueblo mosaico, engendrado por el temor de la ley (populus timore constrictus tempore servitutis in veteri lege), como el pueblo cristiano, nacido del Evangelio o de la ley del amor, poseen una economa sacramental, que sirve de lazo religioso entre los hombres. Los antiguos sacramentos fueron dados para Hespertar el"Seseo de la gracia, cantada por los profetas. "Y cuando la gracia vino, la misma Sabidura de Dios, asumiendo a un hombre, por quien fuimos llamados a la libertad, instituy unos pocos sacramentos salubrrimos, que contuviesen a los miembros de la sociedad del pueblo cristiano, es decir, la li- bre multitud bajo el nico Dios. Pero muchas de las ''osas impuestas al pueblo hebreo, esto es, a una masa popular sometida por el miedo al Dios nico, no son obligatoria? y han quedado para ejercicio de la fe y de la interpretacin. As ahora no nos obligan servilmente y nos son itiles para el ejercicio liberal de nuestra alma" 4 . La diversidad de economa no favorece al error dualista de los maniqueos, antes bien manifiesta la libertad ntima de Dios en la distribucin de sus dones. La divina soberana no ha de atarse a los principios re- guladores de nuestra msera razn, ni los arcanos de su voluntad nos son patentes. Un padre de familia puede bien someter a unos a un rgimen de severidad y, cuando estime conveniente, asumir a otros al grado sublime de la libertad de hijos adoptivos suyos. Tambin el arte de la medicina se subordina a esta prudencia y adaptacin peculiar5 . El sis- tema sacramental de la religin cristiana se ajusta bien a la naturaleza del hombre, quien no puede alcanzar el con- tenido de la revelacin de Cristo por el camino de la especu- lacin filosfica, sino por el humilde sendero de los sacra- mentos. El hombre debe ser guiado por las cosas sensibles al conocimiento del mundo invisible: Ergo ipsis carnaUbus formis, qutbus detinemur, nitendum est ad eas cognoscen- das, qvas caro non nuntiatG . El proceso de regresin a lo divino, que el cristianismo profesa, como ms congruo a la naturaleza psico-somtica del hombre, es la "conversio ab exterioribus ad interiora et superiora" 7 . Por lo cual "se toman semejanzas convenientes de las cosas visibles para subir a las invisibles. Pues el alma humana, separndose del sol de la justicia, es deoir, de la ntima contemplacin de la verdad inconmutable, dirige to- * ibd., xvn, 33.' Ibd., 34. Ibd , XXIV, 45. ' W'st. 54. 5, 9- fL, 33, 2og. 24. 30 DE LA VERDADERA RELIGIN das sus energas a lo externo, y con eso su vista se debilita ms y ms para las cosas internas y superiores; y al co- menzar a volver a aquella sabidura inmutable, cuanto ms se acei ca a ella por el afecto de la piedad, tanto ms ae co- rrompe el hombre exterior, mientras el interior se renueva de da en da, y toda aquella luz de ingenio que se disper- saba en las cosas inferiores, converge a las superiores v se desva de lo terreno, para morir ms y ms al siglo y ocul- tar su vida en Cristo" s . "TEn esta regresin a lo espiritual y superior, los si^ns sS&ibles prestan un servicio adminicular, de gran signifi- cacin religiosa. Por lo cual, "el Espritu Santo ha tomado semejanzas de cosas visibles y corporales para los sacra- mentos invisibles y espirituales" 9 . As, la purificacin del agua en el bautismo debe elevarnos a la ablucin de la culpa que verifica el rito sensible. Con la gracia de Dios mediante los sacramentos surge el hombre nuevo, que es la meta final de esta religin: no- vus homo et interior et caelestis 10 , opuesto al hombre viejo, exterior y terreno. Las tres notasnovedad, interioind y celestialidad o trascendenciadistinguen y califican al cris- tiano y su movimiento progresivo hacia la meta final. San Agustn halla maravillosa correspondencia entre las edides del hombre, las edades de la historia antigua de Israel y las edades espirituales del cristiano, creado en la juatica y, santidad de Cristo. Hay que dar al espritu un contenido rico, una participacin efectiva en el caudal mismo de !a vioa interior de Dios, formando un nuevo ser y edificando un reino espiritual de ntima comunicacin con el Creador. La empresa constituye una tarea dificil, y su labor debe repar- tirse en diferentes etapas, distintas y sucesivas. As se aso- cia a la vida religiosa un progreso constante, cuya meta final es la semejanza perfecta con Dios. Se trata de ua pro- ceso de purificacin, interiorizacin y elevacin. En la primera etapa infantil, el espritu vive asido a los pechos de la sabrosa historia, sobre todo a la de Cri3to en la tierra; en la segunda se suelta ya la razn y da sus pa- sos para subir al reino inteligible del soberano bien; en ia tercera se complace en el abrazo conyugal de la hermwira casta de la justicia; en la cuarta se desarrolla el varn per- fecto esto es, el espritu se robustece para sobrellevar iaa persecuciones por la justicia y los embates de la existencia cristiana; en la quinta se disfruta de la serenidad de la mente y de las riquezas de la sabidura; en la sexta se ac- T1)M., V, 8*IbM., ac>3. Ibfd.10 VR, XXVI, 48. INTRODUCCIN 31 ba la transformacin o deificacin espiritual; en la sptima o final se goza del reposo eterno y seguro w . '-Por esta escala de los siete peldaos sube el hcXibre kue- vo al paraso. El espritu adquiere gradacin dentro de su ser y una vigorosa plenitud y riquezas interiores, que slo pueden descubrirse con la experiencia. Mediante la dura ne- gacin de s mismo se llega a la afirmacin victoriosa del yo libre y a la comunin de vida con Dios, que es la reli- gin de Jess. V I CRISTO MEDIADORPROFECA, REALIDAD, HISTORIA "El fundamento de esta Iglcsiu, que se debe abrazar, es la historia y la profeca, que descubro la dispensacin tem- poral de la divina Providencia on favor del gnero humano para reformarlo y restablecerlo on la posesin de la vida eterna"1 . En otro lugar aade: "La divina Providencia no slo mira por el bien de cada hombro on privado, sino tam- bin por el de todo el gnero humano pblicamente; lo que Dios obra en la conciencia individual lo Habcn el mismo Dios, que acta, y aquellos en quienon acta. Man lo que se hace en bien del gnero humano, lo ha querido Intimar por la histo- ria y la profeca" 2 . Estas palabras sealan uno rio loa aspectos fisonmicoa profundos del cristianismo: su minino ue u caridad de Cristo, San Agustn, dejando el aspecto preferido por Optato, invitaba. a los polemistas a ms elevada altura, al resplandor de a antorcha de la profeca y la palabra de Cristo. Nolo huma- nte documentis, ssd dwinis oraculis sanctam Ecclesiam de- monstran: Orculos divinos quiero yo para mostrar U faz de la Iglesia, no argumentos humanos. Pues si las divinas Escrituras nos ofrecen una Ig'esia arrinconada en un ngulo de frica, o en alguna colonia romana, o en la finca de algu- na dama espaola, entonces habr que dar la razn a los do- natistas: slo ellos poseen la verdadera Iglesia. Mas si con pruebas y testimonios irrefutables se demuestra que la Igle- sia se extiende por todas las naciones de la tierra, digan lo que se les antoje los que desde diversos ngulos vocean: "Aqu est Cristo"; nosotros, si somos sus ovejas, sigamos la voz del Pastor, que nos manda: "No les creis" 13 . En el barullo de las voces humanas debe triunfar la voz de Cristo, que nos describe los rasgos de su Esposa y canta el privilegio de su universalidad. Para San Agustn, las di- vinas pginas estn llenas de anuncios de Cristo y de su Igle- sia, esparcida en todo el mundo: Prope omnis paginas nih sonat quam Christum et Ecclesiam, toto orbe diffusam". Mas al estudiar sus testimonios, ajusta los razonamientos a un estricto sentido literal y dogmtico del texto, pues los donatistas abusaban de muchos pasajes obscuros para apoyo de su cisma. San Agustn no quiere pasajes obscuros, ambi- guos ni alegricos. Debe cantar la letra clara de los 'ibios santos. Lo que se permite para edificacin del pueblo fiel cin de algunos pasos de la Escritura entre la Epislula ad catholicos y las obras seguiamente autnticas de San Agustn no constituyen un argumento serio, porque semejantes diferencias no es difcil hallar en otros muchos libros de nuestro autor. Atribuyendo la Epstola a un discpulo de ban Agustn, segn la suposicin de Adam, no se comprendera de ningn modo cmo un catlico de Hipona, mientras arda la lucha entre San Agustn y Petihano, haya podido componer y publicar con el nombre de su Obispo una obra apcrifa En fin, el carcter de la argumentacin v el estilo revelan la mano del maestro. Estas son, en su conjunto, las razones de P. Monceaux (Hist lit de l'A/rique chrt , VII, p. 105 ; Pars, 1923), algunas de las cuales haban sido formuladas por Schanz (Gesch. der rom. Litter, IV, z, p. 430, n. 8 ; Munchen, 1920), siguiendo a Pets- chenig y a otros Y nosotros, a decir verdad, no hallamos reparo en aceptarlas (U. MORICCA : S. Agostino. L'uomo e lo scrittore, pp. 267-8 ; Tormo, 1930). H. Hurter emite este juicio : Contra eius authentiam nonnulla dubia movent editores maunni ex criterns in- ternis sat levia Ceterura hic lber plae sapit Augustim stilum, disputandi formam, robur, eloquentiatn, animi magnitudinem, amo- rem, ?elum, sentiendi de Ecclesia nobilitatem, quae in ceteris eius- dem adversus donatistas libns admiramur (SU. Balrum opuscula selecta,X V I I , p. 128, 1 ; Oemponti, 1874). " Ibd , III, 6 M Serm. 46, 33. PL, 38, 289. 38. PL I, VERDADERA RELIGIN en una exposicin didctica y moral, no se consiente en la disputa con los herejes y cismticos. As, en un comentario sobre el sueo de Jacob podrn darse diversas interpretacio- nes alegricas a la piedra de Betel, a la escala celestial y a los ngeles que suban y bajaban, para formar el "homo spi- ritualis", que en el sentido recndito de las divinas Escritu- ras halla un manjar nutricio para su alma; mas en la polmi- ca contra los herejes no se tolera esta libertad, pues la "exposicin figurada no sera exposicin", es decir, pensa- miento divino capaz de contrastar eficazmente a los discursos humanos15 . As, cuando se promete a Abrahn la multiplicacin de su descendencia: Erit semen tuum sicut arena terrae, et multi- plicabitur supra mare et in Africum et in Aquilonem et in ,Orientem, et benedicentur in te omnes tribus terrae in semi- ne tuo, el texto, literalmente tomado, es de un sentulo cris- talino : se promete a la descendencia de Abrahn, que es Cris- po, segn San Pablo, una multitud o sociedad catlica repar- tida por toda la tierra. Con este mtodo deben utilizarse los pasajes del sagrado texto para probar los rasgos de la Iglesia, sobre todo su uni- versalidad. Y nuestro polemista sigue aqu un doble camino: el de la profeca y el de la historia, o la catolicidad de de- recho y la catolicidad de hecho. Las profecas se entresacan de tres grupos de libros: el Pentateuco, los Profetas y los Salmos. Los Evangelios y las Epstolas del Nuevo Testamen- to confirman los antiguos vaticinios, y as todas las divinas letras pregonan a Cristo y su Iglesia: "En los primeros tiempos, por medio de los profetas reson el Verbo de Dios; despus habl por s mismo, cuando se hizo carne; al fin, por medio de los apstoles, a quienes envi a predicar, para que la salud llegase hasta el extremo de la tierra. En todos ellos hemos de buscar la Iglesia" 16 . Y con los vaticinios y testimonios antiguos y nuevos con- cuerda la historia: Regnum Christi universum orbem terra- rum cernimus occupare 17 . La catolicidad fu un hecho muy pronto, siendo Pentecos- ts su principio y su festividad. El carisma de la lengua fu como la toma de posesin de la universalidad, y Jerusaln, el centro del nuevo reino de Dios, destinado a recoger en su seno a todos los pueblos. ,, La Iglesia puede repetir desde entonces: Ego in mnibus ,Unguis sum; mea est graeca, mea est syra} mea est fiebrata, " De ttnit. 'Eccl., X, 26 M Ibd., IV, 7. " J'iacl. in loan., IX, 15 PL, 35, 1 165 INTRODUCCIN 59 mea est ommum gentium, qaui m unitate sum omniwm yen- tium 1S . El donatismo contradice a los datos ms explcitos de la revelacin de Jess: "Por qu creis que creci la cizaa y llen el mundo, y que mengu el trigo, quedando slo en el frica? Os llamis cristianos y contradecs a Cristo. El dijo: "Dejad que ambos crezcan hasta la siega"; no dijo: "Crezca la cizaa y menge el trigo." El dijo: "El campo es este mundo"; no dijo: "El campo es frica." El dijo: "La mies es el fin del mundo"; no dijo: "La mies es el tiem- po de Donato." El dijo: "Los segadores son los ngeles"; no dijo: "Los segadores son los prncipes de los circuncelio- nes." Mas como por la cizaa acusasteis al trigo, demostris que vosotros sois la cizaa, y lo que es ms grave, antes del tiempo os separasteis del trigo" 19 . Tan evidentes son a los ojos de San Agustn los testimo- nios divinos sobre la catolidad e indefectibilidad de la ver- dadera Iglesia, que exhortaba en este punto a exigir con va- lenta las pruebas a los donatistas: "Vosotros, apoyados en tan clarsimos testimonios de la Ley, de los Profetas, de loa Salmos, del mismo Cristo y de los Apstoles sobre la santa Iglesia, derramada en todo el mundo, exigid a los donatistas que de los libros cannicos muestren algn testimonio favo- rable al frica y al partido de Donato. Porque no es posi- ble creer que una Iglesia que, segn ellos, haba de desapare- cer tan pronto de tanta masa de adherentesDios nos libre de creer esto!fuese celebrada con tales y tan sublimes testimonios, y, en cambio, que de esta otra fraccin que, se- gn ellos, haba de permanecer siempre hasta el fin de! mun- do, ni se haga mencin siquiera" 20 . Como puede advertirse, la polmica agustiniana conserva todava su vigor y actualidad para las luchas religiosas de nuestro tiempo. As se explica que un texto agustiniano de esa polmicasecurus iudioat orbis terrarumimpresionara tanto al iniciador y fomentador del movimiento de Oxford, al pensador religioso de ms fuerza de nuestra poca, el car- denal Newmann 21 . 10 ln Ps. 147, ao F.L, 37, 1 y;ia de mis ideas religiosas Mi conversin al catolicismo. Traducida del ingls, con una introduccin, por M. Gra- na [Madrid, ig34], p. 106I. 39. 6o DE LA VERDADERA RELIGIN IX LA IGLESIA CATLICA Y LAS HEREJAS La Iglesia catlica avanza siempre entre las contradiccio nes de las herejas: he aqu un hecho cuyo sentido providen- cial indag San Agustn. Cristo permiti el taladro de su carne y no quiso se rasgase su tnica inconstil, para signi- ficar la unidad indivisible de su Cuerpo mstico. Los verdu- gos de la pasin resultan respetuosos y clementes, compara- dos con los herejes y cismticos. La razn de esta misteriosa permisin ha de buscarse en la dialctica de los contrarios, a que se aludi eu otra parte. El espritu, en la presente condicin, se desarrolla y adquiere tensiones nuevas en la contradiccin y peloa. Lo blanco luce mejor cabe lo negro, deca Santa Teresa; el valor de la moderacin se aprecia ms en la presencia y abyecccin de un borracho que hace mil tonteras. Entre los lacedemo- nios, para inspirar horror a la embriaguez, de cuando en cuando emborrachaban a un ilota y lo paseaban por las ca- lles como el hazmerrer de la ciudad. As permite Dios que algunos cristianos carnales, ebrios del espritu de la soberbia, cometan algunas locuras y errores, para ensearnos a nos- otros la sobriedad y moderacin de la razn. As dice muy bien Bossuet: "Sin los ciegos, sin los sal- vajes, sin los infieles, que permanecen an dentro del cris- tianismo, no conoceramos bastantemente la corrupcin pro- funda de nuestra naturaleza ni el abismo de que nos ha sa- cado Jesucristo. Si la verdad santa no fuese contrariada, no veramos la maravilla de hacerla durar entre tantas contra- dicciones, y al fin nos olvidaramos de que estamos salvados por su gracia" 1 . No se pretende con lo dicho elevar a categora de bien aquella divisin de entendimientos, que es una de las bases de la cultura moderna, nutrida con la filosofa de Hgel. El contraste de las ideas, la guerra civil de las opiniones es la misma condicin del proceso y el bien mximo del espri- tu humano. Este principio procede del espritu dispersivo y babilnico que sopl al pie de la torre de Babel, y es contra- rio a la unidad de pensamiento y de fe, tesoro del cristia- nismo. Spiritus superbiae dispersit linguas, Spiritus Sanetu* ' Discurso sobre la historia universal, XXX, 194. INTRODUCCIN Ol rungrcgavit linquas. El espritu de soberbia dividi las len- guas, como el Espritu Santo las uni en Pentecosts; pues dentro de la variedad de las lenguas, nico es el lenguaje do la fe en el corazn 2 . "La disensin y divisin hace a los herejes; mas la paz y la unidad, a los catlicos" s . Mas, con ser la hereja un mal gravsimo, no queda ex- cluido del plan providencial con que Dios tuerce para sus fines los movimientos ms irregulares de la historia. "El malcomo dice bien San Agustn, ordenado y puesto en su lugar, recomienda mucho los bienes, para que luzcan con ms agrado y esplendor comparados con los males. Porque ni Dios omnipotente, que, aun por confesin de los infieles, tiene la suma potestad sobre todas las cosas, siendo sumamente bueno, permitira hubiese algn mal en sus obras si no fuese tan poderoso y bueno que sacara bienes del mal" *. Los herejes, pues, esos ebrios del racionalismo, son los ilotas de la cristiandad y nos predican cunto vale la sobrie- dad y cordura de la razn y la necesidad de la Providencia para la custodia de la ciudad de Dios. En el libro De la verdadera religin ha expresado San Agustn una profunda doctrina sobre el sentido providen- cial de las herejas, que vamos a comentar brevemente: "Esta, pues. Iglesia catlica, vigorosa y extensamente espar- cida por todo el orbe de la tierra, se sirve de todos cuantos yerran para su provecho y su correccin, cuando quieren des- pertar de sus yerros. Pues usa de los gentiles para materia de su transformacin, de los herejes para la prueba de su doctrina, de los cismticos para documento de su estabilidad, de los judos para realce de su hermosura. A unos 'nvita, a otros elimina, a stos desampara, a aqullos se adelanta; mas a todos da potestad para recibir su gracia, ora hayan de ser formados todava, ora reformados, ora reunidos, ora admitidos. Y a sus hijos carnales, esto es, a los que viven o sienten carnalmente, los tolera como paja, con que est ms protegido el trigo en la era hasta que se vea limpio de su cascarilla. Mas como en semejante era cada cual es irano o paja por su voluntad, se sufre el pecado o el error de uno hasta que halle acusador o defienda su opinin con terca ' Enairat m Ps , 44, 11. PL, 36, 636.3 Cont litt. PetiL, II, g, 219 PL, 43, 333 ; issensio quippe et divisio facit haereticos: pax veto et imitas facit catholicos.4 Enchir., XI. PL, 40, 236 : Malum bene ordinalum et loco suo positum, eminentius commendat bona, ut magis placeant et lauda- biliosa sint, dum comparantur malis. eque enim Deus omnipotens, quod eliam infideles faientur, cui rerum summa potestas (VIKC.IL., Aencid., X, 100), cum sunime s/ bonus, ullo modo sineret mali ali- quid esse in operibus suis, nisi usque adeo esset omnipotens et bonus, ut bene faceret ct de malo. 40. 62 Di. L Vi.kDADi.RV RELIGIN osadia. Y los que son excomulgados, o vuelven arrepentidos, o se deslizan en la maldad, abusando de su albedro, para aviso de nuestra diligencia, o fomentan cismas para ejercitar nuestra paciencia, o divulgan alguna hereja para examen y ocasin de nuestro adelantamiento intelectual. Tales son I03 paraderos de los cristianos carnales, que no pudieron ser co- rregidos o sufridos" 5 . He aqu los fines por que Dios permite los errores y he- rejas. Resalta siempre el plan divino bosquejado por el Aps- tol: "A los que aman a Dios, todo les sirve de medio para su santificacin." Cuanto bulle en torno al cristianismopaganos, herejes, cismticos, judossirve de marco para realce y primor de su potencia, sabidura y hermosura. El paganismocomo suma de herejas y errores y vi- ciosle da continua materia de transformacin espiritual coa operaciones que ostentan la fuerza divina de la religin de Jess. El mundo infiel forma todava una inmensa cantera para la renovacin catlica: "La Iglesia de Dios, que es la casa de Dios, el templo de Dios, se edifica entre cnticos: la fe zanja sus fundamentos, la esperanza labra su altura, la caridad le da remate y esbeltez. Vengan, pues, las piedras vi- vas al cntico nuevo; concurran y se ajusten en la estruc- tura del templo de Dios" 6 . He aqu la gran tarea de la Iglesia catlica: siempre anda sacando piedras de la cantera, cincelando mrmoles humanos para imprimir en ellos la figura del Hijo de Dios. Todo lo informe, tosco y anguloso debe recibir el resplandor divino de una idea y de una hermosura celestial. Hay que pulir y des- bastar la materia humana, tan resistente e impura, y for- mar los prticos gloriosos y las estatuas del bside en actitud orante y adorante. Hay que trepanar y elevar el granito duro y convertirlo en ojiva, en ojo maravilloso de rosetn, en plemento de crucera, animada de un impulso ascensio- nal de acercamiento a Dios. Mas qu labor tan ardua im- plica todo esto! Qu serie de conflictos se suscitan constan- temente entre el elemento divino, que quiere imprimir su gracia en lo humano, y el bloque hostil, que quiere mante- nerse rebelde y tieso para eludir los golpes del amoroso mar- tillo del divino Constructor! Pero esta lucha de conflictos, esta transformacin y labra del hombre pagano a lo largo de la historia, descubre las riquezas de la paciencia y de la misericordia de Dios y la fecundidad inagotable y el sello divino de la Iglesia, porque ella ser siempre, en medio de * Ibd., VI, 10. ' Serm. 27, 1, 1. PL, 38, 178. INTRODUCCIN 6 las persecuciones y envidia del mundo, el corpus Christi ubi- Dios, vive apoyada en Cristo, que la ha sacado ilesa de gra- vsimos peligros de corrupcin hertica, como el arrianismo, el pelagianismo, el mahometismo, el protestantismo, etc. Cada hereja pregona el triunfo de Dios y la providencia que tiene* de la religin catlica. Tambin los judos contribuyen a su decoro, o, como dice San Agustn, al parangn y mayor lustre de su hermosura, segn la mencionada ley de los contrastes. La Iglesia y la Sinagoga son como la esclava menos agraciada y la dama regia, de porte celestial y distinguido. Aqulla sirve al luci- miento de la hermosura de sta. Los judos tienen un sentij do providencial en el arcano de su apostasa mesinica. Se complaca el genio religioso de los artistas medievales en re- presentar con dos figuras femeninas a la Iglesia y la Sinago- ga, cuya ms bella pareja se admira en la catedral de Es- trasburgo. El artista no ha querido privar a la segunda del atributo que tanto aprecia la mujer. "Con un tacto exqui- todice Luis Gillet, en la gran ciudad de Alsacia, residen- cia de tantos judos, el viejo Maestro ha temido humillar a la antigua abuela: la rodea de amor y de respeto y le presta el privilegio invencible de la belleza" ". Tampoco San Agustn parece privarla de hermosura, porque ella sirve de trmino de comparacin y aumento para la ms lozana y maravillosa de la Esposa de Cristo. Israel no slo ha conservado los libros santos, sino ofrece una galera de tipos religiosos que nos ayudan a conocer la supe- rioridad de la ley de gracia sobre la del temor, del hombre nuevo sobre el hombre antiguo. La gloria y hermosura de Israel se halla en la pureza de su idea monotesta y en el vislumbre de las profecas mesinicas. Pero el monotesmo trinitario del Nuevo Testamento ha mostrado nuevas rique- zas insondables del Ser divino e insospechadas capacidades del ser humano. El hombre nuevo, adornado con el traje nupcial de la parbola evanglica, es ontolgica y moral- mente muy superior al antiguo, como la tica de la caridad y de la gracia aventaja con mucho a la del temor y del in- ters. Si bien las comparaciones son odiosas, pero, por ser Israel un jaln en el proceso religioso de la Humanidad, es de provecho parangonar a los santos del Antiguo Testamen- to con los del Nuevo, los cuales poseen un esplendor catli- co de hermosura que falta a los antiguos. Dios ha revelado aspectos originales de hermosura en Cristo, candor y figura de su substancia, y en los santos, que son miembros distin- " In Ps. go, Q. PL, 37, 1 168 La catedral viva, p. 184. INTRODUCCIN 6.S guidos de su Cuerpo y espejo de su perfeccin sobrenatural. El parangn podra hacerse en el terreno de la tica, de la liturgia, de los sacrificios, de la doctrina dogmtica, de los tipos de santidad, etc. En el cisma, finalmente, ve San Agustn el documento de Ja estabilidad de la Iglesia catlica, su resistencia a todo conato disolutivo y, por lo mismo, una prueba de su vitali- dad gloriosa. El atenta contra la unidad del cristianismo, que es firmeza de ser, garanta de solidez. En la ontologa agustiniana, el ser y la unidad se abrazan ntimamente. Si el rbol no es uno, no es rbol. Si la Iglesia no es una, tam- ooco es la Iglesia verdadera de Cristo. El cisma disuelve el ter del Cuerpo mstico, lo corrompe o tiende a corromperlo, pues rompe el lazo de la unin, que es la caridad de los miem- bros. Por lo mismo va contra la ley de expansin fecunda y universal, que califica a la verdadera Iglesia. Esta es la vid, que cunde con generosidad y frondosura; el cisma, el sar- miento, que caduca all donde se amput, sin adhesin al seno de la gran masa del gnero humano. "No todos los herejes estn a la faz de toda la tierra; pero hay herejes en toda la tierra: unos aqu, otros all, en nin- guna parte faltan. Ellos ni se conocen a s mismos. Una secta hay en frica, otra en el Oriente, otra en Egipto, otra en Mesopotamia. En diversas regiones hay diversas herejas. Pero la Iglesia catlica las conoce a todas, porque all entre ellas tambin est la catlica. Ella es como la vid, que va creciendo y extendindose por todas partes; los herejes, al contrario, asemjanse a los sarmientos intiles, cortados poi el agricultor a causa de su esterilidad, para podar la vid, no para amputarla. Mas la vid, creciendo por todo, conoce a los sarmientos que en ella quedaron y cerca de ella t los que fueron cortados" ". La doctrina expuesta se ajusta bien al cisma de Do- nato, con su mentalidad angosta y localista, que suprimi el horizonte catlico de la redencin y de la caridad de Jess, anulando el precepto fundamental de su reino: Id 1/ ensead a todas las gentes. De nuevo resplandece aqu el apoyo del cielo, porgue la unidad de la Iglesia es una victoria y un divino regalo de Cristo. Ella no se separa de su Vid, de su Raz, de su Ca- ridad; y por eso las puertas del infierno no prevalecern contra ella: Ipsa autem manet in radice sua, in vite M/O, m caritate sua. Portae inferni non vincunt eam1S . El Espritu Santo, vivificador de la Iglesia, la unifica " Si'an. 44, S, 18. PL, 38, 280. " Ue jjml'. ad c-.il., VI, ta. VI, 40 ">.!,-, 42. 66 DE LA VERDADERA RELIGIN y conserva: Spiritu Sancto ad unitatem colligimur, non ab undule dispergimur u . La presencia y lucha con tantos enemigos que cercon al cristianismo, completan su fisonoma espiritual par a participacin constante en el misterio de la cruz. Ella edt siempre al pie de la cruz, gimiendo y llorando para que el reino de Dios se realice plenamente sobre la tierra. La Iglesia es la paloma de Cristo. El pasaje de los Can- tares: nica es mi paloma, lo manej frecuentemente en la propaganda popular para proba la unidad de la lg'.* a y revelar otros aspectos ntimos y maternales de la luuika. A los ojos del Santo se clarean tres atributos en la candi- da imagen bblica: la unidad, la santidad y el gemido o arrullo amoroso. Cuervos y palomas le prestan luz para una simbologa de alto valor. No es la misma la psicolo- ga de la paloma que la del cuervo, ni la del lobo corno a del cordero. Los cuervos, roncos y pendencieros, sim- bolizan el cisma. Cuando graznan dicen: Cras, eras, maa- na, maana, que es la cancin montona y perezosa de ios que difieren la conversin, despus de haber salido del arta de la verdadera Iglesia. Al contrario, la paloma nos ofrece el tipo de la inocen- cia y del amor espiritual15 . La paloma es sencilla, mor* ri- te, sin hil, de sculos sosegados; sus uas no son armas de crueldad. Rasgo suyo caracterstico es el zureo amo- roso : Gemunt columbas in amore 16 . El gemido es un fi- nsimo sentimiento sobrenatural producido en las alonas por el Autor de los gemidos inefables. En San Agustn mismo puede notarse una vigorosa fuerza gemebunda, qce constituye uno de sus rasgos apostlicos ms simpt-ros. En un momento de gran fervor arrulla as a los disiden- tes: "Venid; la Paloma os llama, y os llama arrullando. Hermanos mos, a vosotros me dirijo: llamad con vues- tros gemidos, no con vuestras reyertas. Sed apstoles e la unin por la plegaria, por la persuasin, por el ayuno. No dudo que, si ven la pena que es produce su separacin, reconocern su yerro y volvern a nosotros" 17 . Esta pena, este dolor de la separacin de los disiden- tes, de los herejes, de los paganos, de los judos, de I03 pe- cadores, acompaa secretamente a los discpulos de Jess en la vida presente. El mundo es para la Iglesia valle Je lgrimas y lagar de tortura18 . El Santo expresa a este propsito una ley universal, que dice: Tantum enim te lor~ " erm. 8, 13. PL, 38, 73. De agone clirist., XU, 24. PL, 40, 303,16 Iracl. m lun., 6. 13. PL, 35, 1.430. " lbd , ir. 6, 15. lbd., 1.432-3. " linaitat in Ps . 83, 1. PL, 37, 1.056. INTRODUCCIN t>7 quet iniustitia aliena, quantum recesseris a tua. Tanto ms dolor te causar la injusticia ajena, cuanto ms justo fue- res t 19 . Cuanto' ms abunda en nosotros la caridad, hay ms dolor de los pecados y de los males que nos cercan Alre- dedor: Ecce abundet in te caritas, plus olebis pecnanlt m. Cuanto ms crece en ti la caridad, tanto ms te atormen- tar aquel a quien toleras no con tortura de ira, sino con tormento de compasin: Quanto in te maior caritas est, tanto amplias te torquebt quem toleras: non torquebit tanquam irascentem illi, sed tanquam nlentem pro Vio 20 . La Iglesi" es la Virgen y la Dolorosa de Cristo, que 'ra- ta a la Madre de Dios: lleva el corazn atravesado cor la espada de un gemido materno a causa de las herejas, cis- mas e infidelidades que abundan en la tierra21 . " Knartat. in Ps., 98, 12 PL, 37, 1.268. *" lbd . n 12 lbd.. 1.269. " Fn un artculo de (alolicismo. titulado El gemido de la Palo- ma, he Jebanollado es.tas ideas (nmero de agosto de 1945). 43. DE V E R A R E L I G I O N E i C A P U T I PMLOSOPHI DE RELIGIONE ALIUD IN SCHOLIS DOCEBANT, ALIUD IN TEMPLIS PROFITEBANTUR t Cum omnis vitae bonae ac beatae via in vera xeii- gione sit constituta, qua unus Deus colitur, et purgaf issi- jna pietate cognoscitur principium naturarum omnium, a quo universitas et inchoatur et perficitur et continetur; fainc evidentius error deprehenditur eorum populorum, qui multos dos colere, quam unum verum Deum et Domitmm omnium maluerunt, quod eorum sapientes, quos Dhilobo- phos vocant, scholas habebant dissentientes et templa eom- muni'i. Non enim vel populos vel sacerdotes lateb-it, de ipsorum deorum natura quam diversa sentirent, cum nium quisque opiaionem publice profiteri non formidaret, atuwf mnibus, si posset, persuadere moliretur; omnes tan>en cum sectatoribus suis diversa et adversa sentientibus, ad sacra communia nullo prohibente veniebant. Non nutic agi- tur, quis eorum verius senserit; sed certe illud satis, quan- tum mihi videtur, apparet, aliud eos in religione suseepisse cum populo, et aliud eodem ipso populo audiente defenciisse privatim. CF i! T II DE MIS QUID SCRATES SENSERIT 2. Scrates tamen audacior teteris fuisse perhibetur iurando per canem quemlibet, et lapidem quemlibet, et quid- quid iuraturo esset in promptu, et quasi ad manum oci*ir- DE LA VERDADERA RELIGIN C A P I T U L O I DIVERGENCIAS RELIGIOSAS ENTRE LOS FILSOFOS Y EL PUEBLO 1. Siendo norma de toda vida buena y dichosa la ver- dadera religin, con que se honra a un Dios nico y con muy sincera piedad se le reconoce como principio de todos los seres, que en El tienen su origen y de El reciben la vir- tud de su desarrollo y perfeccin, se ve muy claramente el error de los pueblos que quisieron venerar a muchos dioses, en vez del nico y verdadero, Seor de todos, porque sus sabios, llamados filsofos, tenan doctrinas divergentes y templos comunes. Pues tanto a los pueblos como a los sacer- dotes no se ocult su discorde manera de pensar sobre la naturaleza de los dioses, porque no se recataban de mani- festar pblicamente sus opiniones, esforzndose en persua- dirlas a los dems si podan; sin embargo de esto, junta- mente con sus secuaces, divididos entre s por diversas y contrarias opiniones, sin prohibicin de nadie, acudan a los templos. No se pretende ahora declarar quin de ellos se acerc ms a la verdad; mas aparece bastante claro, a mi entender, que ellos abrazaban pblicamente unas creen- cias religiosas, conforme al sentir popular, y privadamente mantenan otras contrarias a sabiendas del mismo puebloC A P T U L O TT OPININ DE SCRATES SOBRE LOS DIOSES 2. Con todo, Scrates se mostr, al parecer, ms audaz que los dems, jurando por un perro cualquiera, por una piedra o por el primer objeto que se le ofreciese a los ojos 1 Vase la nota complementar i . Politesmo y filosofa 44. 7o DE VERA KELIGIOJNfc 3, 3 risset. Credo, intelligebat qualiacumque opera nabu-ae, quae administrante divina providentia gigneretitur, multo quam hominum et quorumlibet opificum esse meliora, et ideo aivinis honoribus digniora, quam ea quae in tempes eolebantur. Non quod ver lapis et canis essent colenda sa- plentibus, sed ut hoc modo intelligerent qui possent, taDta superstitione demersoS esse homines, ut emergentibus hic e$set tam turpis demonstrandus gradus, ad quem voaire si puderet, viderent quanto magis pudendum esset in tur- piore consistere. Simul et illos qui mundum istum visibi- lem, summum Deum esse opinabantu, admonebat tarpi- tudinis suae, docens esse consequens ut quilibet lapis tan- quam summi Dei partcula iure coleretur. Quod si exsecra- rentur, mutarent sententiam, et unum Deum quaererent, fuem solum supra mentes nostras esse, et a quo oninem ahimam et totum istum mundum fabricatum esse conJta- ret. Postea suavius ad legendum, quam potentius nd rr- suadendum scripsit Plato. Non enim sic isti nati erant, ut populorum suorum opinionem ad verum cultum veri Jei, a smulacrorum superstitione atque ab huius mundi vanitate eonverterelit. Itaque et ipse Scrates cum populo simula- ca venerabatur et post eius damnationem mortemque, re- mo ausus est iurare per canem, nec appellare quemcum- que lapidem Iovem, sed haec tantummodo memoriae l't- trisque mandare. Quod utrum timore severitatis, in ali- qa cognitione temporum fecerint, iudicare noo est meum. C A P U T III VERA RELIGIO CHRISTIANA, QUAE HOMINIBUS PERSUASIT, QTTOD ILLIS PERSUADERE POSSE PLATO NON CREDIDIT ,3. Illud tamen fidentissime dixerim, pace hormn om njum, qui eorum libros pervicaciter diligunt, chnatiaaisT temporibus quaenam religio potissimum tenenda sit, et quae DE L VERDADERA RELIGIlS 71 o a las nianos en el momento de Jurar. Segn opino yo, en- tenda l que cualquiera cbra de la naturaleza, como produ- cida por disposicin