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EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER: HISTORIA DE UNA
SOCIABILIDAD FORMAL (1929-1946)
GABRIEL DAVID SAMAC ALONSO
UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANASESCUELA DE HISTORIA
MAESTRA EN HISTORIA
BUCARAMANGA
2013
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EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER: HISTORIA DE UNA
SOCIABILIDAD FORMAL (1929-1946)
GABRIEL DAVID SAMAC ALONSO
TESIS PRESENTADA PARA OPTAR AL TTULO DE MAGSTER EN HISTORIA
DIRECTOR
DR. ARMANDO MARTNEZ GARNICA
UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANASESCUELA DE HISTORIA
MAESTRA EN HISTORIA
BUCARAMANGA
2013
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ENTREGA DE TRABAJOS DE GRADO, TRABAJOS DE
INVESTIGACION O TESIS Y AUTORIZACIN DE SU USO A
FAVOR DE LA UIS
Yo, Gabriel David Samac Alonso, mayor de edad, vecino de Bucaramanga,identificado con la Cdula de Ciudadana No. 91.538.865 de Bucaramanga,actuando en nombre propio, en mi calidad de autor del trabajo de grado, deltrabajo de investigacin, o de la tesis denominada(o): EL CENTRO DEHISTORIA DE SANTANDER: HISTORIA DE UNA SOCIABILIDAD FORMAL 1929-1946, hago entrega del ejemplar respectivo y de sus anexos de ser el caso, enformato digital o electrnico (CD o DVD) y autorizo a LA UNIVERSIDADINDUSTRIAL DE SANTANDER, para que en los trminos establecidos en la Ley23 de 1982, Ley 44 de 1993, decisin Andina 351 de 1993, Decreto 460 de 1995 ydems normas generales sobre la materia, utilice y use en todas sus formas, losderechos patrimoniales de reproduccin, comunicacin pblica, transformacin y
distribucin (alquiler, prstamo pblico e importacin) que me corresponden comocreador de la obra objeto del presente documento. PARGRAFO: La presenteautorizacin se hace extensiva no slo a las facultades y derechos de uso sobre laobra en formato o soporte material, sino tambin para formato virtual, electrnico,digital, ptico, uso en red, Internet, extranet, intranet, etc., y en general paracualquier formato conocido o por conocer.
EL AUTOR ESTUDIANTE, manifiesta que la obra objeto de la presenteautorizacin es original y la realiz sin violar o usurpar derechos de autor deterceros, por lo tanto la obra es de su exclusiva autora y detenta la titularidad
sobre la misma. PARGRAFO: En caso de presentarse cualquier reclamacin oaccin por parte de un tercero en cuanto a los derechos de autor sobre la obra encuestin, EL AUTOR / ESTUDIANTE, asumir toda la responsabilidad, y saldr endefensa de los derechos aqu autorizados; para todos los efectos la Universidadacta como un tercero de buena fe.
Para constancia se firma el presente documento en dos (02) ejemplares del mismovalor y tenor, en Bucaramanga, a los 13 das del mes de noviembre de Dos MilTrece 2013.
EL AUTOR /ESTUDIANTE:
Gabriel David Samac Alonso
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A mi casa, como siempre.
A Mi pasado...
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Agradecimientos
Este trabajo constituye el cierre y el inicio de parte de mi vida acadmica en laUniversidad Industrial de Santander. En primer lugar, debo agradecer a la UIS por
haberme otorgado la beca de sostenimiento entre los aos 2010-2011 para
adelantar mis estudios de Maestra, y sobre todo, por haberme permitido fungir
como docente universitario. En segunda instancia, el desarrollo y culminacin de
la tesis fue posible gracias a la beca del programa de COLCIENCIAS para jvenes
investigadores, que lleva el nombre de doa Virginia Gutirrez de Pineda, del cual
fui beneficiario durante el ao 2012. Sin el trabajo y colaboracin de las personasque laboran en la Vicerrectora de Investigaciones no hubiese sido posible acceder
a este apoyo. Para ellos tambin va el agradecimiento.
Durante el proceso de formulacin, desarrollo y conclusin de la tesis, el doctor y
maestro Armando Martnez Garnica y el profesor lvaro Acevedo Tarazona
tuvieron un papel trascendental en mi formacin como historiador. A ellos les debo
el conocimiento que tengo de la vida acadmica, la importancia que tiene la
produccin acadmica como sino del historiador, el rigor, la disciplina y el
compromiso que deben caracterizar a aquellas personas que se dedican a las
ciencias sociales as como la destreza y perspicacia para sobrevivir en un mundo
a veces hostil y hurao. Las oportunidades laborales y formativas que me
prodigaron en diferentes momentos y contextos han servido para tomar con
seriedad el oficio de historiar. En el mismo sentido, debo una expresin de
agradecimiento a los profesores William Buenda Acevedo, Juan Alberto Rueda
Cardozo y William Elvis Plata Quezada, quienes desde el pregrado y en lamaestra me impulsaron a seguir en la senda del estudio como una va de
emancipacin personal.
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El acercamiento a la historia poltica en la Maestra no hubiese sido posible sin la
compaa y complicidad de la mayora de mis compaeros de generacin.
Especialmente y con un alto sentido de gratitud debo recordar a Mnika Liliana
Gonzlez Pea, Daniel Alfonso Len, Wilfred Alonso Romero Arciniegas, FredyAndrs Sierra Garzn, Guillermo Llache, Elurbin Romero Laguado, as como a
Jhon Jairo Orozco, Marta Pinto, Luis Fernando Bernal, Jairo Melo, Fernando
Lizcano, Leonel Silva, Cirly Ochoa y Eduardo Patio. Con algunos de ellos,
empec a entender entre clases, cafs, cigarrillos y alguna cerveza, cmo aquello
del Estado y la Nacin no essimplemente un asunto de categoras abstractas y
ajenas sino realidades que nos configuran como sujetos da a da. Tambin debo
agradecer a los estudiantes de la carrera de Trabajo Social y de Historia conquienes tuve la oportunidad de aprender a ser profesor.
En el proceso de recoleccin de documentacin para realizar este trabajo debo
reconocer el esfuerzo y disposicin de Jorge Andrs Monroy Quintero y Samy
Yamith Zavala Gelvez, quienes dedicaron varios das a apoyar la labor heurstica
que soporta esta investigacin. A ellos dos muchsimas gracias. Igualmente, el
dilogo e intercambio de ideas, sin contar la amistad sincera e incondicional, con
Sol Alejandra Caldern Patio y Rolando Humberto Malte-Arvalo, permiti pensar
en la posibilidad de inventarnos un campo de trabajo. La profunda amistad que
nos une atraviesa todas y cada una de las pginas del trabajo. Los espacios por
fuera de la vida acadmica tambin fueron decisivos para tejer este escrito. En
ellos han estado presentes Jhon Kewin Prez Lizarazo, Natalia Ortiz Mantilla,
Javier Alonso Rueda, Alejandro Alvarado Bedoya, Julin Andrei Velasco Pedraza,
Farid Sanabria, Miguel Daro Cuadros Snchez, Alejandro Aguirre Rueda, Laura
Victoria Rivas Ortiz, Carolina del Pilar Torres Tovar, Rafael Bacca, la familiaParada Gamboa, Jhon Jaime Correa Ramrez, Conchita Badillo, doa Marta, la
Mona de Nuevo Milenioy el personal de la Academia de Historia de Santander.
Con cada uno de ellos he entablado una relacin particular de amistad y
solidaridad que no poda dejar de incluir en estos breves prrafos.
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Esta investigacin permiti proseguir mi formacin en el Colegio de Mxico. All he
encontrado a personas valiosas como Natalia Mara Gutirrez Urquijo, Pilar
Adriana Rey Hernndez y Jos Juan Espinosa Zuiga. A mi familia y a LeidyMarcela Parada Gamboa slo les puedo decir que agradezco su paciencia y amor
incondicional para soportar mis ires y venires existenciales. A las personas que
aparecen en estas pginas y a quienes olvid involuntariamente, les va un
profundo agradecimiento por su grano de arena en este proceso de formacin
intelectual y humano.
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[] como ya eran varios, varios y en haz, pronto vinieron las iniciativas y el
prog rama de accin: puesto q ue al pueblo hay qu e contar le su pasado p ara
que, eno rgu l lecido de l se anim e a prepararse un p orv enir q ue no desd iga
de los antecedentes []
Lu is Reyes Ro jas, 1939
la nica lucecilla que alumbra entre nosotros el altar de la historia regional
y por tanto el culto a nuestros verdaderos valores.
Lu is Go nzles Mu tis, 30 de marzo d e 1941
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CONTENIDO
INTRODUCCIN ........................................................................................................................... 17
A. El problema de investigacin y sus posibilidades ................................................................ 17
B. Las claves conceptuales .......................................................................................................... 23
Intelectuales y hombres de letras ................................................................................................ 23
Elites intelectuales y sociabilidad asociativa.............................................................................. 33
Las conmemoraciones .................................................................................................................. 37
C. Una mirada a la produccin historiogrfica ........................................................................... 42
D. Las fuentes y comentarios metodolgicos ............................................................................ 53
PRIMERA PARTE .......................................................................................................................... 56
EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER COMO ESPACIO DE SOCIABILIDAD
FORMAL .......................................................................................................................................... 56
A manera de introduccin ............................................................................................................. 56
CAPTULO I .................................................................................................................................... 57
LA CONFIGURACIN DE UNA SOCIABILIDAD FORMAL EN BUCARAMANGA: EL
CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER (1929-1946)........................................................ 57
1.1.LOS MIEMBROS DEL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER: ELEMENTOS
PARA UNA CARACTERIZACIN DE LOS HOMBRES DE LETRAS DE SANTANDER ENEL SIGLO XX .................................................................................................................................. 57
1.1.1. Una caracterizacin general .............................................................................................. 58
1.1.2. Algunos perfiles: Martn Carvajal Bautista, Jos Fulgencio Gutirrez, Juan de Dios
Arias Ayala, Margarita Daz Otero y Horacio Rodrguez Plata ............................................... 65
1.2. LA CONFORMACIN DE LA NMINA DE SOCIOS....................................................... 80
1.3. ELEMENTOS DE LA VIDA INSTITUCIONAL: SESIONES, AUTORIDADES Y
REGLAMENTOS ............................................................................................................................ 95
1.3.1. De las sesiones: Periodicidad y caractersticas generales........................................... 95
1.3.2. De las directivas ................................................................................................................ 107
1.3.3. De los reglamentos ........................................................................................................... 117
1.4. LA CONQUISTA DE UN ESPACIO PROPIO: DE LA CASA DE HARKER A LA DE
BOLVAR ....................................................................................................................................... 127
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1.5. MECANISMOS Y SITUACIONES DE SOCIABILIDAD ERUDITA............................... 142
SEGUNDA PARTE ...................................................................................................................... 165
EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y SU ENTRAMADO DE RELACIONES:
Una mirada a la sociabilidad externa (1929-1946) ................................................................. 165INTRODUCCIN ......................................................................................................................... 165
CAPTULO II: EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y SUS RELACIONES
LOCALES Y REGIONALES ....................................................................................................... 166
2.1. LAS RELACIONES LOCALES COMO CONDICIN BSICA DE FUNCIONAMIENTO .
................................................................................................................................................. 166
2.1.1. Relaciones con el poder departamental y local ............................................................ 166
2.1.2. Relaciones con militares y religiosos ............................................................................. 179
2.1.3. Relaciones con otros actores sociales .......................................................................... 191
2.2. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y SUS RELACIONES REGIONALES...
................................................................................................................................................. 199
2.2.1. El Centro y los municipios histricos de Santander: Girn y Socorro.................... 205
2.2.2. Los Captulos Provinciales del Centro de Historia: Un intento fallido (1933-1935) 222
CAPTULO III. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER EN EL CONCIERTO
NACIONAL E INTERNACIONAL ............................................................................................... 227
3.1 LAZOS CON DIFERENTES ACTORES E INSTITUCIONES NACIONALES.............. 227
3.2. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y LA ACADEMIA COLOMBIANA DE
HISTORIA ...................................................................................................................................... 245
3.3. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y SUS VNCULOS CON ENTIDADES
PARES ........................................................................................................................................... 260
3.4. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y SUS NEXOS CON EL MUNDO ... 282
3.4.1. El inters de los Estados Unidos de Amrica: Unin Panamericana, Bibliotecas
Pblicas y otros ............................................................................................................................ 283
3.4.2. Las relaciones con Cuba: Otro epicentro del panamericanismo............................... 2913.4.3. Algunos pases de Centroamrica: Guatemala, Costa Rica y otros ......................... 300
3.4.4. Mxico: La oportunidad perdida para el Centenario de Santander........................... 306
3.4.5. Los lazos con las naciones hermanas: Ecuador, Venezuela, Per y Panam....... 311
3.4.6. Los contactos en Suramrica y Europa ......................................................................... 323
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TERCERA PARTE ....................................................................................................................... 332
LAS REALIZACIONES DEL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER: Proyectos
editoriales, actividades pblicas y conmemoraciones (1930-1946)..................................... 332
A MANERA DE INTRODUCCIN ............................................................................................. 332CAPTULO IV. LOS PROYECTOS EDITORIALES DEL CENTRO DE HISTORIA DE
SANTANDER: Revista Estudio, Biblioteca Santander y Crnicas de Bucaramanga........ 334
4.1. LA REVISTA ESTUDIO: TRIBUNA DE LOS LETRADOS SANTANDEREANOS..... 334
4.1.1. Origen ................................................................................................................................. 336
4.1.2. Periodicidad y dificultades de edicin ............................................................................ 344
4.1.3. Apuntes sobre los contenidos ......................................................................................... 350
4.1.4. De las colaboraciones ...................................................................................................... 357
4.1.5. Los lderes de Estudio: Directores, redactores y principales colaboradores........... 363
4.1.6. Circulacin: De Santander para Colombia y el mundo ............................................... 368
4.1.7. Sobre el tiraje y algunos usos la revista ........................................................................ 384
4.1.8. El reconocimiento de los letrados ................................................................................... 389
4.2. LA BIBLIOTECA SANTANDER: ENTRE LA LABOR PATRITICA Y EL NEGOCIO
EDITORIAL (1932-1946)............................................................................................................. 394
4.2.1. Un buen comienzo (1932)................................................................................................ 394
4.2.2. El Reajuste (1933) ............................................................................................................ 402
4.2.3. La estabilizacin (1934-1940) ......................................................................................... 406
4.2.4. Volmenes XI y XII (1939-1940): El culmen de la Biblioteca Santander................. 416
4.2.5. El declive (1942-1946) ..................................................................................................... 431
4.2.6. Anotaciones sobre los contenidos de la Biblioteca Santander.................................. 436
4.3. EL COMPLEJO CAMINO DE UNA REEDICIN: LAS CRNICAS DE
BUCARAMANGA DE JOS JOAQUN GARCA (1929-1944)............................................. 449
CAPTULO V. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y LAS
CONMEMORACIONES NACIONALES Y LOCALES (1930-1944) ..................................... 464
5.1. 1930: CENTENARIO DE LA MUERTE DEL LIBERTADOR ......................................... 464
5.1.1. El papel del Centro de Historia de Santander: Iniciativas y logros ........................... 464
5.1.2. Prceres Santandereanos: Tributo literario .................................................................. 470
5.1.3. El programa general ......................................................................................................... 478
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5.1.4. Otras iniciativas y usos de la conmemoracin ............................................................. 480
5.2. CONMEMORACIONES REGIONALES: ELOY VALENZUELA, SOLN WILCHES Y
VICENTE AZUERO (1934-1944)............................................................................................... 486
5.2.1. Primeras referencias de los grandes hijos de Santander........................................... 4865.2.2. El centenario de la muerte del cura Eloy Valenzuela (1 de noviembre de 1834-1 de
noviembre de 1934) ..................................................................................................................... 489
5.2.3. El centenario del nacimiento de Soln Wilches (7 de abril de 1835-7 de abril de
1935) .............................................................................................................................................. 497
5.2.4. El centenario de la muerte de Vicente Azuero (28 de septiembre de 1844-28 de
septiembre de 1944) .................................................................................................................... 511
5.3. 1940: CENTENARIO DE LA MUERTE DEL HOMBRE DE LAS LEYES .................... 519
5.3.1. El Santanderismo en el Centro de Historia de Santander (1933-1939) ................... 519
5.3.2. El papel del Centro de Historia de Santander en el centenario................................. 525
5.3.3. La conmemoracin del centenario de la muerte de Santander en Santander........ 539
5.3.4. El papel de la prensa local y las visiones sobre el Centenario en Bucaramanga.. 547
CAPTULO VI. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y SU PAPEL EN ACTOS
PBLICOS .................................................................................................................................... 558
6.1. LAS CONFERENCIAS CULTURALES (1929-1946) ...................................................... 558
6.1.1. Un comienzo irregular (1929-1931)................................................................................ 560
6.1.2. Conferencias pblicas sobre temas pblicos (1931-1935)......................................... 562
6.1.3. Las conferencias radiales (1935-1939) ......................................................................... 574
6.1.4. Las conferencias histricas (1941-1946) ...................................................................... 581
6.2. LA CORONACIN DEL POETA TERRGENO AURELIO MARTNEZ MUTIS (1932) ....
................................................................................................................................................. 590
6.2.1. Martnez Mutis y el Centro de Historia de Santander.................................................. 591
6.2.2. El programa y la antesala a la coronacin .................................................................... 596
6.2.3. Coronacin del bardo y sesin solemne del Centro de Historia: 21 y 22 de mayo de1932................................................................................................................................................ 602
6.3. EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER Y LOS V JUEGOS ATLTICOS
NACIONALES (1937-1942) ........................................................................................................ 611
6.3.1. Los emblemas para Santander y Bucaramanga (1937) ............................................. 612
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6.3.2. El cabildeo ante el Congreso de la Repblica (1939) ................................................. 617
6.3.3. Entre el Libro Olmpico de Bucaramanga y la exposicin de objetos histricos (1940-1941)
619
CONCLUSIONES......................................................................................................................... 627
BIBLIOGRAFA Y FUENTES ..................................................................................................... 645
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RESUMEN
Ttulo: EL CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER: Historia de una sociabilidad formal (1929-1946)*
Autor: Gabriel David Samac Alonso**
Palabras Clave: Centro de Historia de Santander, sociabilidad formal, memoria regional,academias de historia, conmemoracin.
La presente investigacin se ocupa de estudiar la historia del proceso de configuracin del Centrode Historia de Santander como un espacio de sociabilidad formal. Dividida en tres partes que sedesglosan en seis captulos, la primera procura dar cuenta de la conformacin interna del Centro atravs de la reconstruccin del perfil de los socios, la conformacin de la nmina, la eleccin de lasdirectivas y la elaboracin del reglamento interno, entre otros aspectos. La segunda, comprendelos captulos dos y tres, aborda la red de relaciones que cre la institucin desde el nivel localhasta el internacional. En esta seccin se reconoce la importancia de las buenas relaciones con las
autoridades departamentales como base para el desarrollo de los proyecto de gestin del pasado.Los vnculos nacionales e internacionales dan cuenta de una entidad no aislada que gan elreconocimiento de letrados de todo el continente interesados en la integracin panamericana.
La tercera parte, est dedicada al estudio de las realizaciones del CHS. De este modo se abordanlos principales proyecto editoriales, la participacin del Centro en conmemoraciones locales ynacionales, la realizacin de conferencias y el papel en eventos pblicos en Bucaramanga. Conello, se espera ofrecer una imagen historiogrfica de una institucin que se ocup de rescatar,crear y difundir una visin del pasado regional que otorgara orgullo de pertenecer a la razasantandereana. Este trabajo permitir comprender el papel de las elites intelectualessantandereanas durante los aos treinta y cuarenta del siglo XX, en lo relacionado con larecuperacin de un pasado catalogado como glorioso a travs de la institucionalizacin del pasadoregional.
*Proyecto de grado**Facultad de Ciencias Humanas. Escuela de Historia. Director: Armando Martnez Garnica.
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SUMMARY
TITLE:HISTORY CENTER SANTANDER: History of a formal sociability (1929-1946)*
AUTHOR:Gabriel David Samac Alonso**
KEYWORDS:Santander History Center, formal sociability, regional memory, academies of history,commemoration
The History Center of Santander (CHS), created in 1928 by decision of the Departmental Assembly,reached to develop in his seventeen years of work a series of activities that allowed him to ascendto the rank of Santander Academy of History in 1946. In this sense, this research is devoted tostudy the history of CHS configuration process as a formal sociability space in this period. Dividedinto three parts that are broken down into six chapters, the first attempts to account for the internalconformation of the Centre through the reconstruction of the profile of the partners, the creation ofthe list, the election of directors and the development of internal regulations among others. Thesecond, which includes chapters two and three, deals with the network of relationships that createdthe institution from the local to the international level. This section recognizes the importance ofgood relations with the departmental authorities as a basis for the development of projectmanagement in the past. The national and international linkages realize a non isolated lawyers wonrecognition around the continent interested in Pan-American integration.
The third part, developed in chapters four, five and six, is devoted to the study of the achievementsof CHS during these years. This project addresses major publishers, the Centre's participation inlocal and national commemorations, conducting paper conferences and public events inBucaramanga. This is expected to offer a historiographical image of an institution which dealt withrescuing, create and disseminate a regional vision of the past that would give pride of belonging tothe "race" Santander. This work will understand the role of intellectual elites Santandereanasduring the thirties and forties of the twentieth century, as it relates to the recovery of a listed asglorious past through the institutionalization of regional past.
*Draft Grade**Faculty of Humanities. School of History. Directed by Armando Martinez Garnica.
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INTRODUCCIN
A. El problema de investigacin y sus posibilidades
A lo largo de casi tres aos esta investigacin mut en sus alcances, dimensiones
y preguntas a propsito del contacto directo con la documentacin y la
permanente revisin de los intereses que han movido nuestro quehacer en torno a
la relacin entre memoria social, escritura de la historia y poder. Al realizar un
trabajo sobre el lugar de los manuales escolares como un artefacto que sintetizabaun proyecto de memoria nacional desde el poder poltico, nos percatamos de la
importancia de las academias de historia como creadoras de relatos sobre el
pasado colectivo. Sin embargo, la revisin bibliogrfica nos permiti darnos cuenta
que era muy poco lo que se conoca sobre la manera en que funcionaban estas
instituciones, sus miembros, actividades y en general, sobre el significado de la
escritura acadmica del pasado. La ignorancia acerca de este tipo de instituciones
no slo cubra a la Academia Colombiana de Historia sino que se extenda a loscentros y academias regionales, concebidas como trincheras de las ms rancias
oligarquas locales.
El inters por conocer quines y cmo haban escrito la historia regional antes de
la Escuela en la que nos formamos se sum a la intencin de dudar de aquella
versin que asocia a las academias con el pensamiento ms retardatario. Por
estas razones nos acercamos a la actual Academia de Historia de Santander con
el fin de conocer su trayectoria histrica, los nombres de los personajes ms
importantes de la institucin y sus ejecutorias ms destacadas. En esta pesquisa,
nos encontramos con que la Academia fue inicialmente un centro de historia
regional y que slo hasta 1946 haba adquirido la categora de academia,
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informacin que motiv a que nos interesramos por ese primer momento de
existencia institucional. Sin embargo, a medida que consultamos la bibliografa
bsica e bamos dando forma al proyecto de investigacin, nos enteramos que en
la primera dcada del siglo XX, existi una entidad predecesora del mismo Centrode Historia de Santander (CHS) que se denomin como Centro de Historia de
Bucaramanga (CHB)
La informacin que pudimos recabar sobre la primera experiencia de un grupo de
santandereanos interesados en reunirse para hablar sobre el pasado local y
regional fue escasa y fragmentaria. Desafortunadamente, slo conocemos que fue
creado por la Gobernacin de Santander en 1908 a travs del decreto No. 127 del5 de junio bajo la administracin de Gabino Navas, en tiempos en que todava
exista el Gran Santander. De acuerdo con la informacin del Boletn de Historia y
Antigedades, el grupo que ostent esta calidad era muy reducido y lo
conformaron: Jos Joaqun Garca en calidad de Presidente, Daniel Martnez,
Phipll Hakspiel, Simn S. Harker, Gregorio Consuegra y Hernando Mutis.1El
contacto que mantuvieron estos hombres de letras con los miembros de la
Academia Nacional sent las bases para lo que sera el Centro de Historia de
Santander y sus relaciones nacionales dos dcadas ms adelante. El
nombramiento como socios correspondientes de la Academia Nacional, tal y como
aconteci con Jos Joaqun Garca recin fue abierto el Centro de Historia de
Bucaramanga, fue una de las expresiones de la red que se quiso establecer desde
Bogot con las regiones.2
Don Emilio Pradilla seal en alguna carta que esta experiencia asociativa tuvo
una corta vida entre 1908 y 1912. Aunque no sabemos cmo funcion, qu
1ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA. Personal de los Centros de Historia establecidos por excitacinde la Academia.En: Boletn de Historia y Antigedades, No. 61, julio de 1909, Vol. VI. Bogot, p. 50. Esllamativo que por aquel entonces tambin se cre un Centro de Historia en San Gil compuesto por: MarcoAntonio Melndez, Jos Alcibades Argello, Luis Felipe Rueda como titulares, mientras que como suplentesfueron elegidos Cerbelen Patio, Ricardo Mantilla y Rafael Durn Acevedo. Ver: Ibd.2Ibd., p. 60.
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iniciativas adelant y por qu se disolvi, conocemos que mantuvo cierto contacto
con sus pares nacionales so pretexto de intereses compartidos sobre la historia de
Santander. As pues, se coment en el Boletn de la Academia que desde el
Centro de Historia Bucaramanga se publicaron textos sobre un personaje llamadoJuan de Dios Morales, en el momento en que la Presidencia la asumi el seor
Daniel Martnez en el mes de octubre de 1910.3Por aquellos das, Martnez solicit
la colaboracin de la Academia para poder reeditar la obra Crnicas de
Bucaramanga, cuyo autor, don Jos Joaqun Garca, pretenda sacar a la luz
pblica con nueva informacin. La solicitud fue la de incluir este libro como un
volumen de la Biblioteca que vena editando la Academia debido a la carencia de
recursos del CHB para un proyecto de este tipo.
4
Entre 1911 y 1912 el Centro rindi algunos informes de sus actividades a la
Academia, en el que se puede apreciar cmo a pesar de las pocas sesiones que
tenan (seis hasta septiembre 1911), las lecturas de documentos y trabajos
histricos, la supuesta fundacin de un museo histrico privado y la cesin de un
archivo de Girn con documentacin del siglo XVIII, coparon la atencin del primer
experimento asociativo de este tipo en Santander.5El intercambio entre los
letrados santandereanos, algunos de los cuales perteneceran al Centro de
Historia de Santander, deja entrever el estado embrionario en que se desarroll el
CHB. Por ejemplo, ello se percibe en no haber dispuesto de un rgano informativo
propio para publicar los trabajos histricos, situacin que remediaron con la
participacin de varios de ellos como colaboradores en las revistas Lecturas,
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IBAEZ, Pedro Mara. Informe ledo por el Secretario Perpetuo de la Academia Nacional de Historia en lasesin solemne del 28 de octubre de 1910. En: Boletn de Historia y Antigedades, No. 65, oc tubre de 1910,Vol. VI. Bogot, p. 278.4 ACADEMIA CENTRO DE HISTORIA DE SANTANDER (En adelante citada ACHS). Carta de DanielMartnez al Seor Secretario de la Academia Nacional de Historia. Bucaramanga, 18 de octubre de 1910. En:Boletn de Historia y Antigedades, No. 67, diciembre de 1910, Vol. VI. Bogot, p. 527-528.5ACHS. Carta de Daniel Martnez al Seor Presidente de la Academia Nacional de Historia. Bucaramanga,30 de septiembre de 1911. En: Boletn de Historia y Antigedades, No. 81, febrero de 1912, Vol. VII. Bogot,
p. 585.
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perteneciente a la Sociedad Pedaggica de Santander y Horizontes.6Las razones
y circunstancias que llevaron al cierre del Centro de Historia de Bucaramanga las
desconocemos, de all que nuestro trabajo se concentre en la segunda experiencia
que se conoci como el Centro de Historia de Santander.
Con base en las reflexiones de Peter Burke sobre la historia cultural,
consideramos inicialmente que nuestro trabajo se centrara en lo que denomina
como historia de la memoria enfocada en la manera como los poderes
establecidos se fundan a partir de la recreacin de un pasado que postulan como
compartido.7Aunque el inters se enmarca en los estudios dedicados a la relacin
memoria y poder, el mismo Burke nos ofreci las claves para perfilar msclaramente nuestro objeto de estudio. De este modo, este trabajo pretende
estudiar la puesta en marcha de mecanismos, instituciones y agentes encargados
de producir el conocimiento histrico. En otros trminos quiere incursionar en la
llamada historia social del conocimiento, que comporta una reflexin sobre los
profesionales y la institucionalizacin del conocimiento, los mecanismos de
circulacin, control y adquisicin del mismo, su geografa, entre otros aspectos.8
Inicialmente, se pretendi centrar la investigacin en el estudio analtico del
conocimiento histrico elaborado por los miembros del Centro de Historia de
Santander, difundido en libros, artculos, conferencias y otras acciones pblicas,
como mecanismos que habran servido para dar forma a la memoria social de los
santandereanos. A travs de la revisin de la obra escrita de los socios del Centro,
puesta en relacin con las condiciones institucionales de produccin de las
representaciones y el contexto histrico de la regin, esperbamos desentraar el
papel del Centro de Historia como institucin creadora de la memoria regional. Enconsonancia, la mirada de preguntas que formulamos se refera tanto a las
6ACHS. Carta de Daniel Martnez al Seor Secretario de la Academia Nacional de Historia. Bucaramanga,31 de agosto de 1912. En: Boletn de Historia y Antigedades, No. 91, diciembre de 1912, Bogot, p. 446.7BURKE, Peter Qu es la historia cultural? Barcelona: Paids, 2006.8BURKE, PeterHistoria social del conocimiento: De Gutenberg a Diderot. Barcelona: Paids, 2002.
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formas de construir el pasado antes del CHS, las periodizaciones, acontecimientos
y personajes destacados, los valores asociados a las narraciones del pasado
regional, los contextos sociohistricos en que se desarroll la labor de la
institucin y todo lo relacionado con la configuracin de la vida institucional delCentro.
En este sentido, el proyecto se pens en dos grandes partes: De un lado, la
reconstruccin del proceso de configuracin y desarrollo del Centro como una
entidad cultural en la Bucaramanga de los aos treinta y cuarenta del siglo XX. Por
el otro, el anlisis de las representaciones histricas elaboradas por los miembros
del Centro con el fin de desentraar el sentido que las elites le dieron al pasadopara apuntalar su posicin en la sociedad. Sin abandonar definitivamente la
segunda parte, este trabajo se centra en el estudio del proceso de configuracin
del Centro de Historia de Santander como una forma de sociabilidad dedicada al
cultivo del pasado regional y local. Una comprensin cabal de las obras publicadas
por el Centro, de los relatos que construyeron aquellos hombres y mujeres
dedicados a las letras y al pasado santandereano pasa por la reconstruccin de su
quehacer, iniciando desde su creacin formal en 1928 a travs de la Ordenanza
No. 46 de 1928 hasta el momento en que ascendi a la categora de Academia de
Historia de Santander en 1946. Los linderos temporales estn definidos por la
existencia formal del Centro de Historia. El ao de apertura se explica por el inicio
de labores el 20 de julio de 1929 mientras que el de cierre corresponde al trnsito
a la condicin de Academia en el que coincidi con la adquisicin de una nueva
sede para sus labores (la casa que Bolvar habit en 1828), el inters por crear un
museo histrico y arqueolgico y la aprobacin de la ley de ascenso.
La pregunta que gua este trabajo puede formularse en los siguientes trminos:
Cul fue el proceso de configuracin del Centro de Historia de Santander entre
1929 y 1946? De la cual se derivan tres interrogantes que a nuestro juicio
descomponen el objeto de estudio y permiten analizar con ms detalle tal proceso:
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Cmo se dio el proceso de creacin del CHS como un espacio de sociabilidad
formal? Qu tipo de relaciones construyeron los hombres y mujeres que
pertenecieron al Centro a nivel institucional? Cules fueron y cmo se
desarrollaron las principales actividades del Centro de Historia en el periodo deestudio? Estas preguntas permitieron estructurar la informacin recabada y
construir una estructura coherente en las respuestas que encontramos. Desde
luego, no se dejaron de lado inquietudes bsicas relacionadas con los motivos que
dieron origen al Centro as como los propsitos que le fueron trazados.
Circunscribir este trabajo al lugar social de produccin del conocimiento histrico
nos permiti avizorar un campo de estudio relacionado con la escritura del pasado,la creacin de la memoria social y la invencin de las identidades colectivas
regionales y nacionales. Adems de nuestra opcin que estudia las academias y
centros regionales como asociaciones formales en el desarrollo de sus proyectos,
actividades, funcionamiento interno y red de relaciones, existen dos va ms. La
segunda entrada consistente en estudiar a las personas concretas que escribieron
la historia, ya sea a nivel subjetivo a travs de la biografa intelectual o
colectivamente mediante la prosopografa. Esta forma no niega la adscripcin
institucional en la produccin del conocimiento histrico, pero se ocupa de la
trayectoria intelectual de los productores, sus influencias, obra, estilo, recursos y
mtodo en relacin con la poca en que desarrollaron su labor. Finalmente, desde
una perspectiva historiogrfica pero no slo desde ella, es necesario estudiar las
obras que producan los hombres concretos inscritos en sus respectivas
instituciones. Esta tercera va se interesa por evidenciar el proceso de escritura del
pasado y el sentido que tal prctica tiene en la sociedad como generadora de
visiones compartidas o en disputa del pasado.
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B. Las claves conceptuales
Intelectuales y hombres de letras
La informacin acopiada en el proceso heurstico ha de ser interpretada a la luz de
algunos referentes conceptuales flexibles que permitan el dilogo con la evidencia
emprica. En este apartado enunciaremos una definicin general de la categora
de intelectual, para luego caracterizar brevemente lo que Roger Chartier entiende
por hombre de letras. Cerraremos este apartado con la exposicin sucinta de una
tipologa de los intelectuales en la historia de Colombia en los siglos XIX y XX
elaborada por Gilberto Loaiza Cano y Miguel ngel Urrego. Si nos definimos poruna nocin de intelectual amplia, centrada en su existencia histrica y no en el
deber ser, podremos llegar a decir que el hombre de letras fue el tipo de intelectual
concreto al que los miembros del CHS se asemejan ms, de all la operatividad de
estas nociones para nuestro trabajo. Cabe aclarar que el uso de las palabras
hombre de letras e intelectual fue usual en aquellos aos, razn de ms para
acercar la reflexin terica con las nociones de la poca.
Los ngulos desde los que se puede abordar la definicin de la categora
intelectual son variados, lo que otorga un alto grado de complejidad a este asunto
de inters para las ciencias sociales y la historia. Las preguntas formuladas sobre
este grupo de personas catalogadas como intelectuales son variadas. Por
ejemplo, es comn preguntar si se puede hablar de ellos como clase
independiente de otros grupos. S la respuesta es negativa, es decir, si no se
pueden considerar como un grupo aparte, surge la inquietud sobre la relacin con
los grupos sociales instituidos. Al respecto, Antonio Gramsci seal a principiosdel siglo XX que toda clase generaba una capa de sujetos encargados de la
administracin y organizacin de las relaciones y ms an de la produccin de
nuevas ideas. No obstante, y a partir de este primer atributo -la produccin de
ideas-, para Gramsci, no se puede diferenciar absolutamente entre homo faber y
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homo sapiens, pues todos los seres humanos son capaces tanto del trabajo fsico
como del cerebral.
Para el pensador marxista italiano, los intelectuales conforman capas relacionadasorgnicamente a todas las clases sociales cuya funcin principal es la
construccin de consensos para mantener o establecer proyectos hegemnicos de
sociedad. Al tiempo contribuiran a la consolidacin del dominio poltico. Si bien
generalmente se ha identificado a Gramsci con la categora de intelectual
orgnico, este no puede interpretarse como un nico individuo mecnicamente
conectado con la clase social a la que pertenece. El autor es claro al plantear la
gradacin interna de los intelectuales, no slo divididos entre urbanos (modernos)y rurales (tradicionales), sino al papel realizado efectivamente en el mundo de la
cultura. As pues, se pueden dividir entre creadores de diversas ciencias, los
modestos administradores y los divulgadores de la riqueza intelectual ya
existente.9Los letrados que hicieron parte del Centro se movieron entre la
produccin de conocimiento histrico y la divulgacin del mismo, a la vez que por
el contexto histrico guardaron cierto grado de distincin por su formacin
tradicional: Abogados, mdicos y sacerdotes.
El segundo asunto a tener en cuenta en la definicin de los intelectuales es su
relacin con el poder, pues de ello se deriva una tipologa as como la decisin de
emplear la categora en trminos descriptivos o prescriptivos. La preocupacin
central consiste en dilucidar cmo a travs de sus obras, los llamados
9Para Gramsci, los intelectuales modernos son de tipo urbano y se caracterizan por desempear un papelimportante en el mundo de la produccin a partir de la aplicacin de un saber especializado. Por el contrario,
el intelectual rural o tradicional cumple unas funciones ms claras para determinar la vida poltica de lospoblados rurales, al tiempo que mantiene un nivel de vida y de distincin respecto al resto de la poblacin.En esta subcategora se cuentan los abogados, sacerdotes, notarios o mdicos, mientras que en la primera
podramos ubicar a los ingenieros, economistas y administradores. Esto no significa que el intelectual urbanono ejerza tareas en el mundo de la sociedad poltica (Estado), tal y como lo muestra la relacin con el partido
poltico. Por otra parte, anota la importancia de la formacin de los intelectuales, siendo la escuela el principalinstrumento para la preparacin de estos. Ms an, asocia la existencia y especializacin de los espacioseducativos a la promocin y extensin de la sociabilidad, asunto sobre el que volveremos ms tarde.GRAMSCI, Antonio La formacin de los intelectuales, Mxico, Grijalbo, 1967, p. 21-36.
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intelectuales ejercen un poder que pueda tener incidencia en la toma de
decisiones que afecta a toda la sociedad. Es decir, cmo se relacionan los
intelectuales con el poder poltico. Siguiendo a Norberto Bobbio, quien recoge una
clasificacin de L.A. Coser, esta relacin tendra cinco opciones: 1. Losintelectuales mismos estn en el poder, 2. Los intelectuales intentan influir sobre el
poder manifestndose desde fuera, 3. Los intelectuales no se proponen otra tarea
que la de legitimar el poder, 4. Los intelectuales combaten permanentemente con
el poder, es decir, son por vocacin crticos del mismo y 5. Los intelectuales no
pretenden tener relacin alguna con el poder, pues consideran que su papel no
pertenece a la esfera mundana.
Estas posibilidades, daran lugar a dos postura bsicas respecto al empleo de la
categora: Por un lado, aquellos que slo consideran que se puede llamar
intelectual a quien ejerce la crtica a los poderes establecidos, sin importar su
signo y por el otro, aquellos que no se ocupan tanto del deber ser del intelectual,
sino que se interesan por describirlo, caracterizarlo y comprenderlo en sus
apariciones histricas.10Para efectos de nuestro trabajo, los miembros del CHS
ocuparon diferentes posiciones y mantuvieron diferentes relaciones con los
poderes establecidos. Como se ver fueron altos funcionarios de las tres ramas
del poder pblico a nivel regional y procuraron mantener buenas relaciones con
las autoridades locales, departamentales y nacionales. A ello se suma que en su
carcter oficial intentaron influir en las decisiones relacionadas con la gestin del
pasado y desde luego, procuraron legitimar el poder establecido. Hubo incluso
algunos letrados que asumieron su labor como una resistencia a los avatares
propios de la modernizacin, en pos de una vida buclica y sosegada dedicada al
cultivo del espritu.
10 Aunque Bobbio es consciente de esta distincin, en la obra que hemos tomado como referencia seencuentran textos que se interesan por las dos posturas. Ver: BOBBIO, Norberto. La duda y la eleccin:Intelectuales y poder en la sociedad contempornea, Barcelona, Paids, 1998, p. 103-112. Para la visinidealista del intelectual en la sociedad contempornea, se puede consultar: SAID, Edward Representacionesdel intelectual, Barcelona, Paids, 1996. Para un clsico estudio histrico sobre los intelectuales ver: LEGOFF, Jacques Los intelectuales en la Edad Media, Barcelona, Gedisa, 1996.
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Con base en estos dos criterios podemos decir con Gilberto Loaiza Cano que
entendemos por intelectual lo siguiente: Varios especialistas coinciden en definirlo
como un productor y consumidor sistemtico de smbolos, valores e ideas de todo
orden, siempre dirigindose a un auditorio, a un pblico [] El intelectualproduce, distribuye y consume permanentemente smbolos, valores e ideas,
por eso su obvio papel protagnico en el campo de la cultura.11Para este
historiador, el intelectual se caracteriza adems por la frecuencia con que enuncia
ideas, con las cuales refuerza o cuestiona consensos, al tiempo que tiene una
propensin por los valores de la verdad y la justicia, convirtindose en un guardin
de aquella. En el mismo sentido, Bobbio, nos propone que los intelectuales son
aquellos [] sujetos a los que se atribuye de hecho o de derecho la tareaespecfica de elaborar y transmitir conocimientos, teoras, doctrinas, ideologas,
concepciones del mundo o simples opiniones, que constituirn las ideas o
sistemas de ideas de una determinada poca y de una determinada sociedad. 12
Esta nocin de intelectual permite comprender a los miembros del Centro de
Historia de Santander como tales, toda vez que produjeron, consumieron y
distribuyeron bienes de carcter simblico. El conocimiento histrico elaborado por
ellos y la recopilacin de documentacin de archivo, al parecer implicaron la
promocin de ciertos valores para los santandereanos de la primera mitad del
siglo XX, a travs de las manifestaciones pblicas en que participaron y de sus
obras de contenido histrico. Tanto la produccin de conocimiento como la
difusin de valores, tendra como fin constituir las ideas de aquella poca,
especialmente en lo relacionado con la imagen sobre el pasado regional. Sin
embargo, la nocin de intelectual no se ha usado en todo momento. Por el
contrario, emerge con fuerza la idea de hombre de letras, relacionada con un
11LOAIZA CANO, Gilberto. Los intelectuales y la historia poltica en Colombia . En: AYALA DIAGO,Csar Augusto (Ed.) La Historia Poltica Hoy: Sus mtodos y las ciencias sociales. Bogot: Universidad
Nacional, 2004, p. 67-68. El subrayado es nuestro.12BOBBIO, NorbertoOp. Cit.,p. 104.
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periodo en el que el campo intelectual no haba ganado la autonoma que le
caracterizar en sociedades ms complejas.
La primera caracterstica del hombre de letras es que su relacin con el mundo delas ideas, la teora o la cultura no se cie a un mbito especializado. En su lugar,
puede cultivar diferentes terrenos que van desde los saberes de la naturaleza,
pasando por el manejo de la retrica y la escritura hasta llegar a los asuntos
sociales. El hombre de letras sera un hombre de estudio, de lectura, de cuarto de
trabajo con inclinaciones a la erudicin no especia lizada. En segundo lugar,
estara ms cerca de la combinacin del espritu crtico y el buen gusto, al tiempo
que logra paulatinamente la independencia frente al mecenazgo particular acambio de su cercana con el Estado. Por otro lado, en el siglo XVIII e uropeo, Las
letras no pueden ser un oficio. Esto desde luego constituye un modelo en el que
la realidad proporciona el matiz para diferenciar personajes como los acadmicos,
pertenecientes a las elites, los libelistas, que carecen de un padrinazgo oficial o los
profesionales. Cada uno ejerce las letras, es decir, practica la escritura por
razones diferentes: El tiempo libre y el desahogo, la necesidad de vivir y el
ejercicio de una ocupacin, respectivamente.
Pero mucho ms que vivir de la pluma o no, lo que constitua al hombre de letras
era su participacin en la sociedad de la gente de letras, que empieza a adoptar
la forma de compaas selectas que comparten el placer de encontrarse,
conversar y asistir a los salones y comidas. Para Chartier, el hombre de letras no
puede comprenderse sino en la red de relaciones en las que se halla inserto, es
decir, el vnculo entre actividad intelectual y sociabilidad.
Leer solo, sin tener con quien hablar o con quien discutir o ante quien brillar oa quien escuchar o de quien ser escuchado es un imposible. La condicin delhombre de letras se adapta mal al retiro, a la soledad, al alejamiento de lacapital de la Repblica de letras. Implica, en cambio, la convivencia que funda
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las pequeas sociedades donde la gente de letras gusta de conversacin y eldebate.13
La repblica de letras y su hombre slo se pueden desplegar en lugares de
encuentro intelectual, que para la Francia del siglo XVIII eran los salones. Estos
espacios para las letras estaran marcados por ciertas prcticas de iniciacin para
los nuevos miembros y de imitacin entre lugares, algunas veces a cargo de
mujeres y en otras de hombres. Esta distincin de gnero dar lugar a dinmicas
diferentes: En las sociabilidades regidas por mujeres predominaba la diversin y el
gusto de la conversacin, mientras que en las otras, primaba el intercambio de
informaciones, la confrontacin de ideas, el ejercicio de la crtica y la elaboracin
de proyectos. En todo caso, la conversacin tendr un papel central, llegandoincluso a ser catalogada como un gnero con sus respectivas reglas.
S bien el hombre de letras poda tener estas caractersticas generales, los casos
particulares mostraban ciertos atributos importantes. Asuntos como la relacin
ms o menos estrecha con el poder y con ello su funcin legitimadora variaba de
un pas a otro. En el mismo sentido, la participacin de letrados en la burocracia
oficial caracterizaba al caso alemn respecto a los pares europeos. Igualmente, el
papel desempeado por los medios de difusin como los peridicos, entendidos
como espacios de comunicacin y debate no era el mismo en Francia que en
Alemania. Quienes no hacan parte de los lugares exclusivos como academias y
crculos se vieron en la necesidad de crear otros espacios de sociabilidad como
cafs, sociedades literarias o liceos, que no requeran de patente oficial. El
contacto entre hombres de letras se realizaba a travs de los rganos de
informacin y la correspondencia, lo que sugera la existencia de diferencias entre
aquellos letrados que vivan en los centros culturales y quienes pertenecan a la
provincia. La nocin que nos ofrece Chartier nos permite concebir al hombre de
letras como un tipo de intelectual. Este historiador llama la atencin sobre la
13CHARTIER, Roger El hombre de letras. En: VOVELLE, Michel y otros. El hombre de la Ilustracin .Madrid: Alianza, 1995, p. 166.
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valoracin que la sociedad hace sobre l, que oscilaba entre el modelo pblico de
virtudes y una especie de clrigo laico portador de una erudicin prudente.
Tambin explor una imagen que se le atribua relacionndolo con las dolencias
tpicas del hombre de letras, generalmente descuidado en su parte fsica debido altipo de tareas que se desempea.14
La historiografa colombiana no ha sido ajena a la creacin de tipologas histricas
sobre estos productores y consumidores de smbolos e ideas y promotores de
valores que llamamos intelectuales. Autores como Miguel ngel Urrego y Gilberto
Loaiza Cano han propuesto una cronologa del intelectual colombiano entre los
siglos XIX y XX. Para Urrego, quien retoma el enfoque de Bourdieu, el campocultural en el pas atraves tres grandes momentos: El primero marcado por los
intelectuales partidarios, un segundo de ruptura y creacin propiamente dicha del
campo cultural y un ltimo calificado como de reintegracin al bipartidismo y al
Estado. La taxonoma intelectual de Loaiza Cano estara conformada por el
intelectual poltico del siglo XIX, el intelectual crtico, el intelectual idelogo, el
intelectual comprometido y el intelectual subordinado. Para efectos de este
trabajo, nos limitaremos a desarrollar los principales planteamientos para los tipos
y momentos que cubren el siglo XIX y las primeras dcadas del siglo XX.
De acuerdo con Urrego, la caracterstica esencial de los intelectuales de la primera
mitad del siglo XX fue la subordinacin a los partidos tradicionales, puesto que su
relacin con la poltica, el Estado y la cultura se inscribi en las posibilidades que
ofrecan estas organizaciones polticas. No obstante esta gran fase que cubre los
aos de 1910 a 1960, es subdividida en tres periodos. El primer de ellos responde
a la Hegemona Conservadora, momento en el cual predomin la moral catlicasobre el saber cientfico y la promocin de principios morales y religiosos para
orientar la vida pblica y privada. En este periodo se destaca la presencia de
intelectuales en el Estado, gracias a su pertenencia al Partido Conservador. Para
14Ibd., p. 153-195.
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Urrego, los intelectuales y artistas de la poca expresaban una visin provinciana
y reaccionaria. La etapa conservadora acentu dos nociones que dieron sentido
a la nacin y al orden poltico y social: El hispanismo y la consagracin del
cachaco como arquetipo nacional.
Con el ascenso de los liberales al poder en 1930 se abrira otro periodo para los
intelectuales partidistas. S bien los letrados liberales haban sido satanizados en
las dcadas anteriores, se dieron a la tarea de crear nuevos espacios y
concepciones sobre la vida cultural, tal es el caso de la Universidad Libre o la
Universidad Republicana, centros donde se form una nueva generacin que
buscaban la modernizacin de la vida nacional. Con esta irrupcin, se rompieronlas temticas y opciones estticas existentes, adems los jvenes intelectuales
ejercieron una reflexin sobre los problemas nacionales, incorporando temas
histricos y sociales y por ltimo, aparecieron escritos de intelectuales con claros
objetivos polticos. Siguiendo el ejemplo conservador, los gobiernos liberales
incorporaron a sus filas burocrticas a reconocidos intelectuales, especialmente
para el desarrollo de actividades culturales. Este periodo tambin mostr la
formacin de grupos alrededor de revistas, situacin que les permiti dinamizar las
discusiones polticas y culturales, generando a su turno polmicas literarias y
polticas.15
Siguiendo el criterio de la relacin con lo poltico, Loaiza Cano se da a la tarea de
elaborar una tipologa de los intelectuales que han existido en la historia de
Colombia. Para ello, parte de la consideracin de estos como un grupo no
homogneo que se clasifica de acuerdo a las disputas por ejercer control sobre el
campo simblico, as como por los cambios en las condiciones histricas, las
15URREGO, Miguel ngel. Intelectuales, Estado y Nacin en Colombia: De la guerra de los Mil Das a laConstitucin de 1991. Bogot: Siglo del Hombre/Universidad Central, 2002, p. 22-29. Esta periodizacin esdesarrollada con amplitud en los tres primeros captulos de la obra. Cfr. Ibd., p. 37-142. Un caso delintelectual liberal de medio rango se puede ver en: VAN DER HUCK ARIAS, Felipe. La literatura comooficio: Jos Antonio Osorio Lizarazo 1930-1946. Medelln: La Carreta/ICESI, 2012.
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formas de reclutamiento, las prioridades organizativas de las elites o las relaciones
con los mundos institucionales. Para el siglo XIX el autor hablar de la figura del
intelectual poltico, entendiendo por este tanto el gestor de la soberana de la
razn como el protagonista de la actividad poltica. Este personaje como letrado yhombre de accin, concentrara en su ser funciones tanto de Estado como
culturales en el ejercicio de las profesiones liberales. Para el caso colombiano el
intelectual poltico concentr en s las armas, las letras y las decisiones polticas.
Este hombre perteneca entonces tanto a la elite intelectual como a la poltica,
reuniendo la preeminencia del saber y del poder. En este proceso, el control de la
escritura les permiti fijarla como una condicin para ejercer poder tanto polticocomo cultural, generando discursos que distinguieran la civilizacin de la barbarie,
a pesar que varios de ellos llevaban consigo un sabor colonial ineludible. Ms
all de esta situacin que los inscribi en el trnsito del periodo indiano al
republicano, este tipo de intelectual se autopercibi como un ser superior en todos
los rdenes, araando cierta condicin de imprescindible. De ah que no tuviera
problema con interpretar su participacin en la vida pblica, fuese como letrado o
como lder poltico, a partir de la idea del sacrificio.
Matizando la inflexible periodizacin de Urrego, que ms parece seguir las
convenciones de la historia poltica nacional, Loaiza Cano nos remite a la dcada
de 1870 como el inicio de un conflictivo proceso que marc la entrada tarda e
incompleta del pas a la modernidad cultural. Reconociendo el marco de
predominio conservador, este autor nos hablar de la aparicin de una serie de
intelectuales incumbentes o crticos que enfrentaron a los tradicionales
detentadores del dominio institucional cultural. Con un mayor protagonismo para ladcada de 1920, esta nueva generacin es identificada con los Nuevos, quienes
desde diferentes puntos de la geografa nacional crearon nuevas formas de
sociabilidad intelectual, al tiempo que contravinieron los preceptos ticos y
estticos imperantes. Tal deseo de figuracin fue complementado con la
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pretensin de obtener mayor participacin poltica. Este grupo estuvo marcado por
la asuncin de su papel crtico, ciertamente distante de los polticos de la poca
pero nunca desinteresado o aptico por la vida pblica.
Simultneamente a la aparicin y despliegue del intelectual crtico, se fue
formando el intelectual idelogo. Perteneciente a profesiones diversas, tuvo como
punto de encuentro una mayor cercana con ciertos postulados de la modernidad,
a la par que se alejaba de los circuitos polticos. Resultado de los procesos de
secularizacin, el ingeniero y el maestro de escuela ejemplifican este tipo de
intelectual, quien cumpli variadas funciones: Modelar cvicamente a la poblacin;
modernizar la cultura y servir de heraldo de nuevos cdigos morales fundados enla racionalidad y la eficiencia. Esto les granje algn grado de influencia en las
organizaciones partidarias con el fin de definir los derroteros programticos y
reestructurar las relaciones entre el pueblo y sus dirigentes. El intelectual idelogo
tuvo un gran desempeo en la escritura de ensayos, razn por la cual cont con
una gran presencia en la prensa e incluso en la academia universitaria, tal y como
lo muestran los pioneros en la institucionalizacin de las Ciencias Sociales en el
pas o la creacin de revistas que le dieron cierto toque de cosmopolitismo. 16
Con base en lo dicho hasta el momento, consideramos que la definicin amplia de
intelectual y la nocin de hombre de letras como un tipo especfico, nos permiten
acercarnos a los miembros del Centro de Historia de Santander como hombres y
mujeres de carne y hueso con unas funciones y un papel determinado en la
sociedad santandereana de la primera mitad del siglo XX. Los elementos que
16LOAIZA CANO, Gilberto. Los intelectuales y la historia poltica en Colombia . En: AYALA DIAGO,
Csar Augusto (Ed.) La Historia Poltica Hoy: Sus mtodos y las ciencias sociales. Bogot: UniversidadNacional, 2004, p. 76-88. El mismo autor tiene otro trabajo en el que lanza sugerentes hiptesis sobre el papelde los intelectuales regionales en la introduccin de los postulados de la modernidad. Con este texto, LoaizaCano pone en duda la relevancia del centralismo bogotano en la renovacin y secularizacin del campocultural colombiano, a travs de la descripcin de casos en los que ciudades como Medelln o Barranquillarepresentaron otras vas de acceso a la modernidad a travs de revistas, circulacin de autores y obras ascomo la creacin de nuevas formas de sociabilidad. Ver: LOAIZA CANO, Gilberto Intelectuales y regionesa comienzos del siglo XX. En: BARBERO, Jess Martn; LPEZ DE LA ROCHE, Fabio y ROBLEDO,ngela (Eds.) Cultura y Regin. Bogot, Universidad Nacional de Colombia, 2000, p. 133-151.
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caracterizan estas categoras facilitan la organizacin de la informacin que
reposa en las fuentes y ms an, soportan la posibilidad de interpretarlos de
acuerdo al debate de fondo que se halla en nuestro inters investigativo, a saber,
la relacin entre cultura y poltica. En este caso se aborda una manifestacinespecfica de los letrados colombianos de la primera mitad del siglo XX: el
interesado por cultivar el pasado regional y local. Si bien las herramientas
conceptuales nos facilitan un grado de abstraccin sobre las individualidades, es
pertinente preguntar por la manera cmo podemos pensar al grupo de sujetos que
se reunieron para conformar y mantener el Centro de Historia de Santander.
Elites intelectuales y sociabilidad asociativa
Antes de explorar la nocin de sociabilidad como la segunda clave interpretativa
de este trabajo, es necesario recordar cmo el Centro de Historia constituy un
grupo en su mayora masculino que comparti ciertas caractersticas. En tal
sentido, la categora de elite intelectual desarrollada por Juan Camilo Escobar
Villegas representa una herramienta importante para referirnos no ya a los
individuos concretos sino al colectivo que conform esta institucin. Este autor
entiende por elite aquella fraccin de la poblacin en la que se concentran el
poder, la autoridad y la influencia. Esta definicin que se basa en la obra de
Chaussinand-Nogaret, es complementada con el acento que pone en el caso de
las elites intelectuales, cuyo papel es clave para satisfacer la necesidad de dar
una identidad al colectivo. Estos grupos establecen para s y para la sociedad en
la que viven una serie de valores y metas colectivas para ser llevadas a cabo,
entre ellas la Civilizacin, el Progreso, el Desarrollo o la autonoma regional, entre
muchas otras.
Debido a la variedad y complejidad de los individuos y grupos que componen a
este segmento de la poblacin, Escobar opt por hablar del plural elites, para
denotar la diversidad. Especificando entonces que las elites a estudiar son las
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relacionadas con el mundo intelectual, el autor dir que la nocin empleada en su
trabajo:
[] remite a una minora de la poblacin que tiene ciertas capacidades deintervencin sobre el conjunto social en el cual se mueve, conjunto que puedeexistir en una ciudad, una regin, un pas o en una entidad mayor. Las elites
preferimos el plural- no estn ligadas necesariamente a la nocin de riqueza,ms bien a la de poder ideolgico y cultural en la medida en que, comominoras, estn revestidas de reconocimiento ante un grupo mayoritario queles obedece voluntaria o involuntariamente. Reconocimiento obtenido pormedio de variados procesos materiales o inmateriales (desde una dominacinmilitar hasta una adoracin religiosa).17
Hombres de letras que constituyeron una elite intelectual fueron los socios del
Centro de Historia de Santander que estudiamos en este trabajo en tanto se
relacionaron con el mundo cultural sin desconocer los vasos comunicantes con el
poder poltico. Sin embargo, la vida institucional del Centro no se puede
aprehender si nos limitamos a la caracterizacin de sus socios ya sea como
individuos o como minora, pues la institucin gener una dinmica de
funcionamiento que trascendi el plano subjetivo. En tal sentido, optamos por
acudir a la categora de sociabilidad como aquel recurso que desde la historia
inquiere por el proceso de constitucin de los grupos humanos, sean estossindicatos, partidos polticos, fundaciones filantrpicas o crculos dedicados a las
ciencias, artes o el pensamiento. A diferencia de los enfoques institucionales y
organizacionales que se centran en los aspectos ms formales, la idea de
sociabilidad enfatiza en la conformacin diacrnica de los lazos institucionales. Se
interesa por el complejo entramado de relaciones que dan forma a las
instituciones.
De acuerdo con Maurice Agulhon, pionero en el uso de esta categora para los
estudios histricos, la sociabilidad fue pensada inicialmente como la capacidad del
ser humano para entablar relaciones sociales, es decir, como una aptitud para ser
17ESCOBAR VILLEGAS, Juan Camilo. Progresar y Civilizar: Imaginarios de identidad y elites intelectualesde Antioquia en Euroamrica, 1830-1920. Medelln, EAFIT, 2009, p. 49.
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sociable que devendra en un temperamento grupal identificable. Sin embargo, el
mismo autor sostuvo la necesidad de dar un paso ms all que condujera a la
reflexin de sociabilidades concretas, cuya manifestacin real se da en el terreno
de las asociaciones. El estudio de las sociabilidades asociativas permite alinvestigador referirse al mundo de las relaciones sociales a partir del rastreo de
grupos, organizaciones, entidades e instituciones a travs del tiempo, que
cumplen con ciertos objetivos comunes. El rasgo distintivo de este tipo de
organizaciones es la voluntariedad para el ingreso o salida de sus respectivos
miembros. Ello exige detenerse en la organizacin interna que depende de la
mayor o menor complejidad que vaya asumiendo el grupo en cuestin.18
Por su parte, Pilar Gonzlez recuerda que no se puede confundir el marco de la
relacin la asociacin- con la relacin misma, aunque reconoce que la va ms
expedita para aprehender las relaciones es el contexto de una organizacin
formal, dotada de normas internas y de la configuracin de una red de relaciones
de diferente tipo.19Esta discpula de Agulhon propone para el Ro de la Plata, entre
muchos otros, el estudio de aquellos espacios de sociabilidad de las elites,
dedicados a la constitucin de una memoria nacional, interesados en la
catalogacin del patrimonio nacional y en la dotacin de sentido a travs de la
socializacin del relato sobre los orgenes.20En este tipo de asociaciones y dada la
condicin de hombres de letras de sus integrantes, la erudicin es una de sus
caractersticas ms importante, puesto que no slo se dedicaron a la escritura de
la historia sino que trascendieron su labor al cuidado de todo lo relacionado con la
memoria, temas culturales con alcances sociales ms amplios y la educacin
patritica. La no especializacin de sus campos de desempeo como resultado de
18 AGULHON, Maurice. El Crculo Burgus: La sociabilidad en Francia 1810-1848. Buenos Aires: SigloXXI, 200919 GONZLEZ BERNALDO, Pilar. La sociabilidad y la historia poltica. En: Nuevo Mundo Mundos
Nuevos, febrero de 2008, disponible en la red va: http://nuevomundo.revues.org/index24082.html.[Consultado el 12 de agosto de 2010]20 GONZLEZ BERNALDO, Pilar. Civilidad y poltica en los orgenes de la nacin argentina: Lassociabilidades en Buenos Aires, 1829-1862. Buenos Aires: FCE, 2008, p. 32-37.
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la formacin y versatilidad de sus socios da a estas asociaciones un carcter
erudito.
En el caso colombiano, los estudios sobre sociabilidades se han centrado en elseguimiento a las asociaciones vinculadas al mundo de la religin, sin proponer
una reflexin concreta sobre el concepto de acuerdo a la especificidad
nacional.21Recientemente, Gilberto Loaiza Cano dedic un estudio a las formas y
espacios de sociabilidad poltica decimonnicas: sociedades democrticas,
masonas, catlicas y educativas. En la introduccin, Loaiza seala un aspecto
relevante acerca de la relacin entre sociabilidad y democracia, de inters para
esta investigacin. A la visin que sugiere un mayor grado de democratizacin enlas nacientes repblicas, correlativo a la organizacin de la sociedad en grupos
estables y formales, el autor sugiere que estas asociaciones, entendidas como
formas de reunin, tambin pueden ser concebidas como formas de distincin del
personal ilustrado, capacitado para ejercer las tareas de representacin [que]
contribuyen a extraer del seno de la sociedad a los ms capacitados, a quienes
estn dotados de razn.22
Sin desconocer la posibilidad de emplear la nocin para grupos no pertenecientes
a las elites, e incluso para expresiones no formales como el estudio de lugares de
encuentro como las plazas, Loaiza llama la atencin sobre el componente de
representacin y vocera que puede entraar la sociabilidad. Con base en lo
21 ste fue el caso de: ARANGO DE RESTREPO, Gloria Mercedes. Sociabilidades catlicas: Entre latradicin y la modernidad, Antioquia, 1870-1930. Medelln: La Carreta, 2004. El trabajo de Patricia Londootrasciende el campo religioso para estudiar la confluencia de religin y cultura en la conformacin dediferentes formas de sociabilidad. La autora incluye una breve alusin a la Academia Antioquea de Historia
como espacio de sociabilidad, pero desafortunadamente no la desarrolla. LONDOO VEGA, Patricia.Religin, Cultura y Sociedad en Colombia: Medelln y Antioquia 1850-1930. Bogot: FCE, 2004, p. 289. Deotra parte, existe el inters por acercarse a otros lugares de sociabilidad ms informales como los cafs. Ver:MONJE PULIDO, Camilo Andrs. Los cafs de Bogot (1948-1968): Historia de una sociabilidad. Bogot:Universidad del Rosario, 2011. KNIG, Brigitte. El caf literario en Colombia: Smbolo de la vanguardia enel siglo XX. En: Revista Procesos Histricos, No. 2, septiembre de 2002. Disponible en la red va: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/23089/1/Articulo6-2. [Consultado el 16 de mayo de 2012]22LOAIZA CANO, Gilberto. Sociabilidad, Religin y Poltica en la definicin de la Nacin: Colombia, 1820-1886. Bogot: Universidad Externado de Colombia, 2011, p. 25-26.
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planteado, el estudio del CHS como una sociabilidad asociativa entraa la revisin
de: su composicin social, la reglamentacin interna, su influencia pblica, las
actividades y relaciones entre sus miembros y otros actores sociales, polticos y
culturales desde el mbito local hasta el internacional. Al hablar de sociabilidaderudita intentamos recoger el carcter de los miembros que la conforman
(hombres de letras), los objetivos y actividades que desarrollaron en torno al
pasado regional y local en clave patritica y las redes de relaciones de las que
hicieron parte.
Las conmemoraciones
Finalmente, en vista que el trabajo no se ocupa del anlisis de las
representaciones del pasado regional y local elaborado y difundido desde el CHS,
se dedica un captulo al papel que jug la Corporacin en conmemoraciones de
hroes santandereanos y nacionales. Por tal razn nos vimos obligados a
reflexionar brevemente sobre el significado de estos actos pblicos de memoria
como parte del quehacer del Centro. Las conmemoraciones pueden ser
entendidas como eventos pblicos en los que diferentes actores sociales
pretenden administrar la memoria social y cultural. De acuerdo con Peter Burke,
una visin antropolgica de la conmemoracin ha de pensar su relacin con la
produccin de la memoria cultural, entendida como el archivo o repertorio de
smbolos, imgenes y estereotipos que los miembros de una determinada cultura
utilizan, o a las que acudirn de nuevo cuando resulte necesario hacerlo. A este
memoria prtesis, que se ajusta a las sociedades desde su condicin artificial se
le suma la memoria social, como aquel conjunto de seales que la comunidad
provee a los individuos para sugerirles qu y cmo se debe recordar.23En elestudio de las conmemoraciones se han de tener en cuenta, entre otros, los
siguientes aspectos: El grupo que se da a la tarea de organizar actividades
23BURKE, Peter. Hacauna antropologa histrica de la conmemoracin. En: CHICANGANA BAYONA,Yobenj y ORTEGA MARTNEZ, Francisco (Editores Acadmicos). 200 aos de independencia: Las culturas
polticas y sus legados. Medelln: Universidad Nacional de Colombia, 2012, p. 431-432.
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conmemorativas; el apoyo o no de instituciones estatales u organizaciones de la
sociedad y la apropiacin particular que los diferentes grupos sociales hacen de
estos eventos.
Uno de los asuntos ms relevantes en este tipo de estudios tiene que ver con el
sentido que tienen las conmemoraciones y su funcin social. La pretensin de
administracin de la memoria comporta una serie de intereses polticos y
culturales que busca generar y mostrar la existencia de un consenso fundado en
un pasado comn. No obstante, el deseo por llegar a acuerdos simblicos se
traduce en la imposicin de visiones particulares del pasado, que desembocan en
la potenciacin de las diferencias y conflictos por definir la historia comn. Sinimportar el objeto de la conmemoracin, la intencin de propiciar la unidad y la
armona suelen intensificar la conciencia de la diferencia y el desacuerdo.
Finalmente, Burke nos recuerda el carcter de las conmemoraciones, en cuanto
distorsionan la historia a travs de la simplificacin de lo que es complejo, la
desinfeccin de lo desagradable y la mitificacin del pasado, dividiendo a los
actores en hroes y villanos.24
Como lo indica el mismo trmino, el tema remite directamente al complejo
problema de la construccin de la memoria y con ello, todas las aristas,
prevenciones y cautelas que se debe tener en su abordaje. Al respecto,
compartimos la visin crtica de Renn Silva, quien destaca que no se puede
concebir a la memoria y a la historia como trminos intercambiables y mucho
menos, concebir la memoria como una realidad dada perteneciente
exclusivamente a los sectores populares.25Cuando se saca la memoria de su
24Ibd., p. 437-438.25En palabra de Silva: [] toda memoria histrica y toda prctica individual o colectiva de la memoria es,dentro de cierto lmites, una reconstruccin selectiva hecha en funcin de las urgencias del presente, yninguna forma de memoria puede presentarse como purao autntica, ya que toda memoria se inscribe desdeel principio en el campo mimo de la representacin social, y por lo tanto en el campo de los intereses y de losafectos, de las formas sociales valoradas, deseadas, queridas, interesadas, propuestas siempre en funcin de la
bsqueda de coherencias gratificantes, de fabulaciones identitarias, de relatos mticos de comunin, dado que
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mecnica relacin con el pueblo nos acercamos a otros terrenos como el de la
creacin de la historia oficial y la memoria hegemnica.26Al respecto, Nikita
Harwich Vallenilla, recuerda que es la llamada historia patria la que engloba con
mayor claridad estos aspectos en el proceso de construccin de la nacin. Fue lanecesidad que tuvieron las elites polticas desde el siglo XIX de fabricar
ciudadanos en el marco de la construccin de las naciones, la que condujo a la
historia a jugar un papel central en la gestin de la memoria compartida. En este
contexto, la escritura del pasado y su difusin a travs de las instituciones
escolares no slo se remita a la transmisin de un conocimiento concreto sino
sobre todo a la inculcacin de ciertas virtudes cvicas en los futuros ciudadanos.
Con ello se trabaj en la generacin de una tradicin comn y de una identidadnacional y regional.27
En sociedades con bajas tasas de escolarizacin durante todo el siglo XIX y la
primera mitad del XX cabe preguntarse por los mecanismos que emplearon los
Estados para difundir esas visiones cannicas del pasado. Adems del manual
escolar y el discurso educativo, Harwich llama la atencin sobre los eventos
pblicos de carcter patritico, concretamente los funerales de hombres de Estado
y las conmemoraciones del nacimiento y muerte de estos personajes, algunos de
los cuales alcanzaron la condicin de hroes. La historia patria entonces se
encarga de la definicin de un panten de hroes tutelares llamados a representar
lo que se coloca como su objetivo mayor no es la verdad documentadapor aproximada que ella sea- , sino laproduccin de modos de identidad y la creacin o reproduccin de lazos de cohesin social. Es por eso que elterreno de la memoria colectivano importa el grupo social del que se trate- es un asunto ante todo del reinode lo imaginario, es decir, se trata de una sntesis interpretativa de la experiencia comunitaria de un grupo,que no establece relaciones con la prueba, la demostracin argumentada o el orden de razones, sino con lanecesidad de afirmacin de lazos gratificantes que se constituyan como un principio explicativo de la
situacin del grupo en el mundo, en la perspectiva de su supervivencia y de su reproduccin. SILVA, Renn.Comunidades de memoria y anlisis histrico. En: SILVA, Renn. A la sombra de Clo: Diez ensayos sobrehistoria e historiografa. Medelln: La Carreta, 2007, p. 293.26 Para una visin interesante aunque un tanto sesgada ver: GNECCO, Cristbal y ZAMBRANO, Marta(Eds.) Memorias hegemnicas, memorias disidentes: El pasado como poltica de la historia. Bogot: InstitutoColombiano de Antropologa, 2000.27HARWICH VALLENILLA, Nikita. La historia patria. En: ANNINO, Antonio y GUERRA, Francois -Xavier (Coords.) Inventando la nacin: Iberoamrica siglo XIX. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 2003,
p. 533.
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los valores y atributos que deben compartir todos los ciudadanos. Por lo tanto,
ste tipo de historia entraa un alto grado de bsqueda de la conciliacin, de
reduccin de los conflictos que se suceden en el mundo social y poltico a travs
de una reduccin simblica de un nosotros sintetizado en los padres de la patria.ste relato, que no carece de un alto contenido poltico, implica la produccin del
otro, el villano de la historia, asunto del que no nos ocuparemos en este
trabajo.28Con base en ello, las conmemoraciones pueden ser entendidas como
una de las formas para asentar la heroicidad de ciertos personajes protagonistas
de un pasado postulado como comn, actos sociales en los que se pretende
reducir las tensiones del presente en que se llevan a cabo y ocasiones
inmejorables para acercar narraciones complejas a un pblico que deba seguirmodelo de conducta. Este caso hablamos tanto de las elites como del pueblo,
pues aquellas tambin deban hacerse a un pasado que las identificara y diera
coherencia en el tiempo.29
Por su parte, Feliciano Pez-Camino recuerda que las conmemoraciones se
refieren a la cristalizacin de la memoria colectiva apoyada en convenciones
cronolgicas. ste autor llama la atencin acerca de la distincin entre
conmemoracin y celebracin, pues si bien hay muchas cosas del pasado que se
pueden recordar con provecho, la con-memoracin solamente se refiere a la
evocacin colectiva de lo acontecido con el fin de proyectar juntos una memoria
especfica. En ese sentido, estos actos pblicos que tambin pueden ser
privados- comportan una visin de la historia como maestra de la vida, en los que
28Ibd., p. 538-546.29
Esta idea la enfatiza Guillermo Palacios en la presentacin de un libro dedicado al estudio de lahistoriografa de la Independencia en Amrica Latina durante el siglo XIX. Sus palabras que se puedenextender al siglo XX son: El relato es un arma con la que se reivindica un pasado que justifica lasaspiraciones de determinados grupos o facciones, que descubren o inventan races, genealogas, y linajes queotorgan privilegios a unos y se los niegan a otros []Es una narracin muchas veces impugnada por actoresde lo que se narra o por sus descendientes, que corrigen determinadas versiones y obligan a cambiarla enaras de una cuestionable precisin sobres los hechos y, en particular, sobre los protagonistas.PALACIOS,Guillermo (Coord.) La nacin y su historia: Amrica Latina siglo XIX. Mxico: El Colegio de Mxico, 2009,
p. 10.
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las sociedades y los Estados otorgan gran importancia a la creacin de una
simbologa colectiva estrechamente ligada a la definicin de un pasado comn.30
Una ltima arista a analizar es el sentido poltico de las conmemoraciones, asuntorelievado particularmente por aquella tendencia que se ocupa de estudiar e
inscribir las luchas por la memoria en contextos de violacin de los derechos
humanos. Al partir de la constatacin de la existencia de diferentes
interpretaciones sociales del pasado, las fechas pblicas se convierten en objeto
de disputas y conflictos por el sentido de lo memorable, apropiado y resignificado
por todos los sujetos y grupos sociales en el marco de ciertas condiciones polticas
e histricas. Tal y como ha sostenido Elizabeth Jelin, las fechas conmemorativasse convierten en una entrada privilegiada para estudiar esas luchas por la
memoria, aunque recuerda que en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del
XX en Amrica Latina, se configur una historia oficial en el sistema educativo,
los panteones de hroes y el respectivo calendario de fiestas cvicas en honor a
los forjadores de las naciones.31
Aunque no es exclusivo de la memoria patria, la conmemoracin generalmente
desembocaba en la creacin de marcas territoriales por parte de sus impulsores,
ya sea la ereccin de una estatua o monumento, la imposicin de un nombre a
una plaza, parque o calle y la creacin de un lugar nuevo como materializacin del
acto de memoria. Tal proceso se refiere bsicamente al trnsito de la existencia de
espacios fsicos a la creacin de lugares pblicos de la memoria. De modo que el
estudio de las conmemoraciones tambin debe tener en cuenta las marcas fsicas
de la memoria; actividad social que entraa el reconocimiento de parte del Estado
y la sociedad de esos lugares dotados de cierto sentido, desde lamonumentalizacin patria que busca imponer un consenso simblico hasta la
30PEZ-CAMINO ARIAS, Feliciano. Conmemoraciones y conocimiento histrico. En: ber. Didctica delas Ciencias Sociales, Geografa e Historia, No. 48, 2006, p. 7-17.31 JELIN, Elizabeth (Comp.) Las conmemoraciones: Las disputas en las fechas in-felices. Madrid: SigloXXI, 2002, p. 1-8.
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abierta lucha por criticar las versiones o visiones consideradas oficiales,
reivindicativa de hechos, personajes y proyectos polticos alternativos. En el
estudio de las conmemoraciones y sus materializaciones geogrficas, adems del
proceso de adquisicin de sentido de los lugares, Jelin recuerda la importancia dellugar de enunciacin, es decir, la pregunta por el quin recuerda o el
emprendedor de memoria, su intencionalidad y la imposibilidad de un sentido
unvoco de la conmemoracin, asunto directamente relacionado con la dimensin