salvador novo, los prostibulos y la decadencia en caballero julio 1966

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  • 7/22/2019 Salvador Novo, Los Prostibulos y La Decadencia en Caballero Julio 1966

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    S a l u a d o r n o u oCronista de la Ciudad de Mexico

    Mexico, D. F."LOS PROSTIBULOSY LA DECADENCIA

    DE LA CONVERSACION"

    ~E I es table cim iento de las casas comuna-le s lIamadas "de prostituc i6n" re sponde enel es timable terre no del comercio s exualalas necesldades id e eficaz organizaci6ndel trabajo que en otros aspectos' menosfundamenta les de la actividad soc ia l p ropi-c i6 en e l s iglo ija sado , a pa rtir s obre todo dela Revoluci6n Industria l, la fundaci6n de em-pres as capitalis tas de recurs os variables

    -S o A. de C . V .- des tinadas a a fronta rla dernanda publica de bienes y s ervicio s,con la o ferta legitima de 1 0 que lIaman lo seconomistas "satisfactores".A s eme janza de 1 0 que ocurre en el otrocomercio, un gerente experto -mas duchomientra s hubie ra po r grade s merito rio s a s-cendido des de el mostrado r has ta el es cri-toriO - cuidaba de que la pro vici6n de mer-cancias , s iempre renovada, res pondiera alas exigencias , capricho s y capacidad ad-quis itiva de la c liente la 0 del consumidor.E sta norma general' ("el cliente siemprelIe va ra z6n") pre sidia entre aquello s e sta-b lecimientos d ife renc ias de grado cete rrn l-nadas , como en todo comercio , por las queecon6micamente guardaran entre si las zo-nas demograficas en que el buen olfato 0la experiencia de los gerentes resolvierafundarlos . L as empres as de lujo dis poniande almacenes mas elegantes y, natural-mente, de precios mas altos que las po-pula res. C omo hoy la misma mercancia sepuede adquirir a distinto precio segun sebusque, digamos, en el P alacio de H ierroo en una tienda de descuento, entoncess e podia vis itar el es tablecimiento de lujoubicado en la colonia de moda, 0 el peeque fio e stanquillo de l ba rrio en que los pre -cio s eran concomitantemente mas modes -tos para un "satisfactor" que en ambosoperaba, en fin de cuentas, con la mismae t lcac la ,P ero no tard6 el E stado -intruso e in-oportuno por antonomas ia- en reglamen-tar arbitrariamente aquella noble y s ervi-c ia l empresa d ive rs ificada. Se crey6 mora l-m e n t e obligado a velar po r una comunidadcuya integridad suponfa amenazada po r lalibertad con que se ejercia -a serne-ja nza de l o trO - e l comerc io s exua l o rgani-z ado en almacenes competitivo s de s ervi-cio . S in, por supuesto, abdlcar de las per-cepclones fiscales que Ie rendia por con-cepto de licencias de funcio namiento, ins-

    pecciones peri6dicas, impuestos a los Iic ore s que a h i s e expendfan, y tas a 0 por-centaje de ingreso personal de las traba-ja do ra s empleada s en e llo s (yen la s cua le ss e cumplia una ins uperable s tmb l os l s deser al mismo tiempo la mercancfa y el son-riente dependiente que la despachaba ), e lE s tado comenz o po r dar a aquellas empre-sa s 1 0 9 nombres depres ivo s de "cas as deprostituci6n" 0 "de asignaci6n". Y a esteprimer injus to embate contra e lias , C lnadi6el de relegarlas a una zona urbana espe-cifica y aleiada del resto de la ciudad,que lIam6 "zona roja" 0 "de toleranc ia"-un poco sobre el molde de torpe racio-cinio que crey6 -modo avestrucicO - Iibrars e de lo s problemas es tudiantiles c onhacinar la s Fa culta de s y la s E s cue la s Supe -riores en el destierro de la C iudad U niver-sitaria -zona roja de la cultura.E I E stado se crey6, edemas, en el deberde ' velar por la salud de los clientes delos burdeles. 0 sea que en cierta apre-ciable medida, adquiri6 accio nes en un neegocio que rendia buenos, s eguros dividen-dos. A e so equiva le que lnte rvinie ra en ocu-pars e de que las mercancias s e mantuvie-ran en buen estado de uso -funci6n quee je rc ia mediante la expedic i6n de licenciassemejantes a las que nos otorga paramanejar autom6viles: despues de una reovis i6n periodlca de freno s, maquina y con-ductor, que en el caso de las senoras rea-lizaba en una sola y misma operaci6n.No se detenia el E stado a reflexionarque, s i bien con aquella vigilancia 0 con-trol de "normas de calidad" como las queahora fuerz a a lo s indus triales a obedecer,ciertamente servia a la salud de los c a us antes y a s i contribufa a l auge de l negocioen que participaba, no es meno s cierto quemermaba injustamente los legitimos ingre sos de la pro fe si6n medica a l e scatimara los especialistas en vias urinarias laoportunidad de compartir la prosperidadgeneral mediante la frecuente rnanipula-ci6n de irrigado res ungido s por el bello co-lo r violeta del permanganato , y po r la cap-tura de receptores, ya para el resto de SIISdias, de inyecciones de N e o - S a l v a r s a n ,Crecientemente dominado r e imbuido dernes ianismo , el E s tado acab6 po r abo lir lapro stituci6n -como quien extingue el ham-bre- por decreto. D eclar6 inexistente lazona roja -que por metastasis disperse-r ia c landes tinarnente su hero ica, p rote icapresencia-; suspendi6 la expedici6n decartilla s individua le s y de lic enc ia s, a si c o-mo las ins pecc ione s de una me rcanc ia antecuya exis tencia cerraba lo s ojos. Y mien-tras con bombos y platillo s as umfa el ges todemag6gico de ga rantiz ar a lo s trabajado -res el s alario minimo , las pres taclo nes s o-e la tes . vacaciones, gratificaciones, partlci-paci6n de utilidades y derecho s de as ocia-ci6n y de huelga, cometia [a flagrante in-jus ticia de denegar todas es as conquis tasrevo luciona ria s a las traba jadoras de aque-lias otras emp r e s a s ,P ara ellas -deshereqadas de la R evo-

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    Grabados de J ose Guadalupe Posada."'HACIENDO SALA" ... mu-chachas de la vida airada.

    "Libertad de Trabajo", "J us-ticia Social", "Garantlas",etcetera, tales fueron los ar-gumentos que enarbolaron las"muchachas de la vida ale-gre" cuando, hace 30 anos,las autoridades municipalesclausuraron la "zona de ooe-raci6n" de Cuauhtemotzin.

    cion- no habria semanas de 40 horas,o rnada laborable,. de sc ans o s emana rio , va -, jubilaciones, salario rnlnirno. P ri-a da s de l derec ho de a so cla cio n, no pudie-n constituirse en sindicato, ni adherirsecen tra l a lguna. S i el P R I las admitia (co-dernocraticamente 1 0 hizo), no era en suaracter -innegable, pero negadO - dera ba ja do ra s: s ino de simples ciudadanaslevadas a la capacidad civica del votourante el sexenio -sex eniO - rulzcor-nis ta. V edado les era declarar, lIegado el, una huelga de piernas caidas . M iem-os anacronlcos , fruto magullado de unaiedad liberalista y de una economia si-lo X IX , viviria n en 1 0 s uces ivo un calva rioidual regido por la mas seca ley dea o fe rta y de la demanda como unico e in-table tabu lado r de un s ala rio e ve ntual, s inteccion alguna del E stado -y execra-s , ademas, por la sriciedad.[Ir is te destine el de es tas trabaja do raso asalariadas que ahora ejercen sin ga-antlas, dispersas, perseguidas, romanticas ,noble servicio que otrora tlorecio, com-ntemen te o rga niz ado , en lo s bu rde les !P uesto que ya no existen ni funcionan;uesto que su utilidad se ha pulverizadolas modernas "casas de citas" a que seega de prisa. en los "moteles" que las pa-eja s vis itan con aire culpable: en los ho-eles de paso a que nos conducen las so-arias s irenas que los periodico s s uelenIamar "mariposillas " -despues de ha-r pagado al "azul" del rumbo una con-bucion que no Ira a canalizarse en obras

    cas desde las areas del erario: pues-que a qu ellas "casas de prostituclon" 0e "as ignacien" a que el pueblo daba losombres mas alegres de burdeles 0 denga les son cosa del pasado, rindamos a

    su anoranza el postumo homenaje de se-nalar sus contribuciones laterales a laaculturacion que ha acabado por extin-guirlas.A quellas ca sa s era n, para empez ar, gran-de s. M ejo res , des de luego, que las de quie-nes por una sonada noche escapaban a laes trec hez mon oto ne de s u domes tic ida d, pa -ra pasar 1 0 que se lIamaba un buen rato.L ujo sa s, a tra ctivamen te ins ta la da s. L as s e-no ritas putas 0 "pup ila s ", admin is tradasu conducta profesional por la senora ma-drota -con la delicada pericia con queun buen director de orquesta maneja lascuerda s y los a liento s-: ala s es pecia lis tasen v io lines 0 a las virtuos as del clarinete,dis ponian de a lc ob as individ ua le s c omple te-mente equipadas con un lecho cuya muelleamplitud afrontara cualquier gimnastlcafantasia; es pe jo s es tra te gic amente s itu a-do s pa ra rnu ltiplicar el goce ptastlco -yla va bo s de pe ltre 0 de porcelana para lasablu cio ne s d e la de spe dida, despues de ha-ber discretamente depositado en el burode cubierta de rnarmol el importe conve-nido por el solaz. A tiempo convocado, un"s erafin" dornes tico y dlligente ' renova bala provis ion de agua del lavabo 0 "agua-manil", y recogia las toallas -anterioresa la bendicion moderna del kleenex.P e ro las a lcoba s no eran ciertamente 1 0mas importante de los burdeles. E n elias,des pues de todo, s uc edia mas 0 menos 10mismo que en la recamara del cliente consu mujer de todas las noches -0 10que'hoy en los cuartos frios de los hoteles conb a f io anexo y bidet. S e efectuaba, comodice n lo s s exo lo go s, la "detumescencia". Y1 0 mas importante: 1 0 que en los burdelesse cultivaba con proyecciones culturalesno igualadas, en el degenerado mundo mo-

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    derno de satis facciones directas y rapi-das, era la "tumescencia" 0 placer pre-liminar.La "S ala'' era el centro de la casa, y "ha-cer sala", la obligaci6n social de aquellass onrientes geis has locales : e t escaparatede .sus encantos: el s itio del muestreo -yla ocasi6n de entablar relaciones con lanovia de una hora antes de convertirlaen la esposa de quince minutos.N o habla entonces estereof6nicos, ni es-taciones de F recuencia Modulada que me-canizaran el fonda musical de la reuni6namistosa. Habla en la sala un piano, y en-corvado frente a el, un H ip61ito no ne-cesariamente ciego que 10 aporreaba sindescanso mientras en torno suyo florecfa-hoy irres catable naufrago-- el divino ar-te de la c onvers ac i6n.C omo en otros siglos el convento, elburdel o f r e c i a alas doncellas fugitivas delmundo y de la cadena conyugal un puerto,un amparo, un asilo, la consoladora f ra ternidad de un grupo de hermanas que inte-grasen su nueva familia, y la gufa amorosade una comprensiva Madre S uperiora queorientara s us pas os . (C on fines hfbridos , queparticipaban del convento y el burdel, du-rante el virreinato se fund6 en Mexico, ainstancias del comisario del crimen donF rancisco Zaraza y en 1692 , una C asa quees conocida en la historia con el muy pro-pio nombre de Las R ecogidas_ A lbergaba amujeres delincuentes y de conducta diso-luta, y dur6 en ejercicio hasta 1862 , ubi-cada en la calle de N ezahualc6yotl, miran-do a la P laza de S an Lucas. S u nombreoficial era C asa de R ecogimiento de lasMagdalenas, pero tambien Ie daban elde C asa de S an Lucas 0 de las Magdalenas.A unque el edific io que ocup6 fue despuesdes tinado a C olegio y a H os pital militares ,el rumbo conserv6 mucho tiempo la espe-cialidad profestonal, hasta la supres i6n con-temporanea de las modernas C asas de lasR e cogida s 0 de l R e co gimiento).E n las que son objeto de nuestra afio-ranza, las muchachas no requerfan siquie-ra de una alfabetizaci6n previa para em-pezar de inmediato a ganarse el pan conel sudor de precisamente su frente. N adieles exlgla el certificadode primaria, ni laequivalencia femenina de la cartilla de cons -criptos que es hoy duro requisito paracualquier ges ti6n de trabajo.La practice: el metodo experimental, elnatural ejercicio de un equipo congenito 0congenital les deparaba firmes ascensos,e instalaba frente a ellas la meta segurade una jubilaci6n disfrutable a su tiempoen la canonjia de la S uperiora.Y mientras lIegaba ese dla -temido 0esperado-- , su cultura iba enrlqueciendo-se del modo como se superaron, refinaronlos es piritus de aquellos j6venes dis cipuloscon quienes S 6crates acababa por acos-tarse despues de dialogar largamente conellos: por la conversaci6n, que en la S alalas asomaba alas autobiografias locuaz-mente emanadas por sus clientes, y las nu-

    trla de conocimientos mundanos.P ara los clientes, a su vez, la S ala erauna deliciosa mina de expansiones espiri-tuales: de comunicaci6n no inhibida porlas convenciones sociales ni familiares. Lanecesidad de lIaneza en la comparila quelos hombres maduros precaria y unis exual-mente s olventan en s us C lubes (banqueros ,industriales), s e satisfacia con felicidad enlas tertulias de las salas de los burde-les. De ellas sallan, confortados -e ins-pirados- los poetas y los novelistas delX IX. A ellas debe nuestra literatura nadamenos que la joya anterior a G azapQ y aF arabeuf (obras de muchachos que no co-nocieron los burdeles), que es la S antade aquel fluido conversador que fue donFede ric o Gamboa.

    S alvador N ovo es, quiziis, el mas grandehombre de letras que jamiis haya dadoM exico. P oeta, dramaturgo, ensayista, no-velis ta , c ronis ta , traducto r, adaptador, com-pilador y, en fin, pros ista, Novo destacatanto por la calidad de su obra como por10 prolifico y versatit de su produccion_ YN ovo es, a no dudarlo, un autor de prestigioy trascendencia universales. De entre sucopiosa cnntrlbuclan al mundo literariodestacan las piezas teatrales: "A O cho C o-lumnas", "Cuauhtemoc", "La C ulta Dama" y"Yocasta 0 Casi"; los ensayos: "BreveH istoria de C oyoacan"y "N ueva G randezaMexicana"; la novela "E I J oven"; la ope-ra "E I E spejo E ncantado"; e innumerablesobras nneticas. E I ensayo "La C iudad deM exico" sera publicada (en E spana) duran-te el ano en curso.