sacrificios humanos en la Época prehispÁnica

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EL SACRIFICIO HUMANO EL SACRIFICIO HUMANO EN MESOAMÉRICA MICHEL GRAULICH

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APARECIO EN LA REVISTA No. 63 DE ARQUELOGÍA MEXICANA

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Page 1: SACRIFICIOS HUMANOS EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA

EL SACRIFICIO HUMANO

EL SACRIFICIO HUMANOEN MESOAMÉRICA

MICHEL GRAULICH

Page 2: SACRIFICIOS HUMANOS EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA

LAS FUENTES

El sacrificio humano en Mesoaméricaestá documentado de manera muy de-sigual. Sabemos mucho más sobre elPosclásico que sobre los periodos an-teriores y conocemos mejor el Pos-clásico del Altiplano mexicano quelos de otras regiones. Para el Pre-clásico y el Clásico debemos confor-marnos con los datos proporcionadospor la arqueología y la iconografía, ycon lo poco que dicen al respecto lasinscripciones mayas. En cambio, parael Posclásico tenemos, además, unagran cantidad de fuentes escritas. El Po-

pol Vuh, libro sagrado de los mayas-quichés, es muy interesante porque algunas variantes de los mitos que con-tiene se cuentan hasta nuestros días envarias partes de Mesoamérica, y por-que, según especialistas, esos mitosaparecen en vasijas del periodo Clási-co. Esto, junto con otros muchos ele-mentos, muestra la gran continuidad delas tradiciones religiosas mesoamerica-nas. Si queremos comprender el sacri-ficio humano debemos apoyarnos enesas fuentes, en particular en las delCentro de México, pues, como afirmófray Bartolomé de las Casas: “…la reli-gión de toda la Nueva España por másde ochocientas leguas en torno es todacuasi una, dentro de las cuales se com-prehenden las provincias de Guatima-la y de Honduras y de Nicaragua”; enefecto, casi una, ya que hay muchas va-riantes y hasta concepciones teológicasdiferentes, incluso entre los mexicas.

Se han encontrado entierros de in-dividuos con víctimas sacrificadas per-tenecientes, por lo menos, al Preclási-co Medio. En un relieve de 700 a.C.

localizado en Chalcatzingo, Morelos,se ve a probables sacrificadores, dis-frazados de seres sobrenaturales, quese dirigen portando mazos hacia uncautivo maniatado; el pene casi erec-to de la víctima y una caña de maíz

sugieren un sacrificio de fertilidad.En Izapa, Chiapas, en una estelade principios del Clásico se aso-

cia el sacrificio por decapitacióntambién con la fertilidad, como lo

indican los hojas con granos que bro-tan del cuello cortado. En la costa delGolfo y en Chichén Itzá, en el Posclá-sico Temprano, y entre los aztecas, yaen el Posclásico Tardío, lo que brotadel cuello como símbolo de fertilidadson serpientes.

En Teotihuacan, la gran metrópo-li del Clásico, el sacrificio por extrac-ción del corazón fue una práctica im-portante, como se observa en su pintu-ra mural. Algunas estelas mayas de esaépoca ofrecen testimonios de sacrifi-cios de reyes vencidos. La práctica de exponer los cráneos de sacrificadosen pequeñas plataformas se observa enHuamelulpan, Oaxaca, a principios denuestra era, y en sitios de periodos pos-teriores como Copán, Honduras, y Ux-mal, Yucatán. Estos tzompantli alcan-zarán grandes proporciones –mayoresincluso que las de los posteriores de Mé-xico-Tenochtitlan– en Tula, Hidalgo, yen el Chichén Itzá del Posclásico Tem-prano, lo cual sugiere un auge extraor-dinario en los sacrificios de guerreros.

LAS IDEOLOGÍAS DEL SACRIFICIO

Para el Posclásico, el sacrificio huma-no era un rito que se había practica-do por milenios; pero, ¿cómo se jus-

18 / ARQUEOLOGÍA MEXICANA

EL SACRIFICIO HUMANO

EL SACRIFICIO HUMANOEN MESOAMÉRICA

MICHEL GRAULICH

La extracción del corazón expresa

claramente el elemento básico del

sacrificio humano: la noción de deuda;

las criaturas debían la vida a sus

creadores y debían pagarla con su

propia sangre. Códice Tudela, f. 57r.REPROGRAFÍA: M.A. PACHECO / RAÍCES

El sacrificio humanomesoamericano fue

una manera de utilizarlos posibles sentidosde la muerte ritual

para mantener la viday prolongarla después de la muerte, y tener

la impresión decontrolar un universoque se percibía como

muy inestable.

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tificaban estas matanzas, a veces a gran escala? Los mitos y ri-tos del Centro de México y los de los mayas nos permiten com-prender la ideología del sacrificio humano y desentrañar susmúltiples niveles de significación. En la base de todo está lanoción de deuda. Una criatura debe la vida, y todo lo quehace posible vivir, a sus creadores. Debe reconocerlo y pagarsu deuda, tlaxtlaua en náhuatl, mediante el ofrecimiento deincienso, tabaco, alimentos, o incluso su propia sangre, lo querepresentaba una obligación mayor según un mito mixteco.

Los primeros sacrificios –es decir aquellos en que se diomuerte a lo ofrecido– fueron los de los mismos dioses. Los hi-jos de la pareja primigenia cometieron una transgresión al crear o quitar la vida sin permiso de sus padres, igualándoseasí con ellos, que son los dueños de la vida por excelencia.Los mayas cuentan que Itzamná e Ixchel tuvieron 13 hijos yque algunos de ellos “se ensoberbecieron”, queriendo “hacercreaturas contra la voluntad del padre y madre, pero no pu-dieron…” Los hijos menores, Hunchuén y Hunahau, en cam-bio: “pidieron licencia a su padre y madre para hacer criatu-ras; concediéronsela, diciéndoles que [se] saldrían con elloporque se habían humillado”. En algunas fuentes aztecas y delos quichés se mencionan otras transgresiones, entre ellas: ex-pulsar a un hermano pedernal recién nacido del paraíso ce-lestial; destrozar al monstruo telúrico (del cual nacieron el cie-lo y la tierra, y todo lo necesario para vivir); cortar la flor o lafruta de un árbol, es decir, procrear; jugar a la pelota o crearfuego con palillos (el movimiento asociado a estas dos últi-mas actividades es en sí mismo creador).

Los dioses transgresores, expulsados del cielo, son envia-dos a la tierra, a las tinieblas; de ligeros que eran, se vuelvenpesados, materiales. Crean hombres a su servicio, pero no lesgusta mucho vivir en la tierra con los hombres. Para obtenerde nuevo la vida sin fin y el paraíso perdido, dos de ellos seechan al fuego, destruyendo así su pesado cuerpo. Como lavida puede renacer de la muerte, vencen a la muerte en el in-framundo, emergen como el Sol y la Luna y son acogidos porsus padres satisfechos. Reconquistan el paraíso perdido, perosólo en parte, porque cada vez que transcurre una era, edado Sol, se vuelven más pesados y necesitan ser vivificados. Almismo tiempo, ellos mismos se vuelven los “más allá” felicespara los beneméritos: los guerreros van a la “casa del Sol” yotros, los elegidos por Tláloc, al “Tlalocan en la Luna”. Losotros dioses exiliados también deben aligerarse para dejar laTierra y regresar con sus padres. De acuerdo con algunas ver-siones mexicas, deben ofrecer sus corazones y su sangre paraalimentar al Sol.

En cuanto a las criaturas de la Tierra, son mortales porqueson pesadas y telúricas, pero ellas también son responsablesde haber cometido transgresiones. Según los mayas quichés,los animales, primero, y los hombres de lodo y los hombresde madera, después, fueron condenados al sacrificio o a mo-rir porque no reconocían a sus creadores ni podían pronun-ciar sus nombres. La Leyenda de los Soles, un mito náhuatl quenarra una primera guerra, realizada para alimentar al Sol y ala Tierra, es elocuente al respecto. Una diosa da a luz, en prin-cipio, a 400 mimixcoas (los de Mixcoac); luego tiene a otroscinco que, por ser amamantados por Mecitli, son los mecitin

MESOAMÉRICA / 19

En un panel de un juego de pelota de Chichén Itzá

–Posclásico Temprano–, lo que brota del cuello,

como símbolo de fertilidad, son serpientes.

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En la Estela 21 de Izapa, Chiapas –Clásico–, se asocia el

sacrificio por decapitación también con la fertilidad, como lo

indican los hojas con granos que brotan del cuello cortado.DIBUJO: TOMADO DE NÁJERA, 1987

Hay una gran continuidad entre las tradiciones religiosas

mesoamericanas, como el sacrificio, aunque con variantes.

En el petroglifo 2 de Chalcatzingo, Morelos –Preclásico–, se ve

a sacrificadores y un cautivo maniatado; el pene casi erecto de

la víctima y una caña de maíz sugieren un sacrificio de fertilidad.DIBUJO: TOMADO DE NIEDERBERGER, 1987

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20 / ARQUEOLOGÍA MEXICANA

La escena representada en esta vasija teotihuacana del Clásico es una singular evidencia iconográfica sobre la

participación de un personaje en un contexto en que se ofrendan corazones, los cuales se encuentran frente a él (a)

y en su tocado (b). El atavío del personaje lleva las representaciones de una serpiente (c) y un jaguar (d).

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o mexicas. El Sol entrega ricas flechas a los 400 mimixco-

as para que cacen y ofrezcan su caza a él y a la Tierra. Peroen lugar de cumplir con su deber, se emborrachan y vancon mujeres. Entonces el Sol da flechas sencillas a los cin-co hermanos menores y les ordena que maten a los 400;los mecitin cumplen la orden en seguida y así alimentana sus padres (una situación similar se encuentra en los re-latos sobre las primeras guerras de los quichés). Se tratade un mito interesante no sólo por ser un tema omnipre-sente en la mitología mesoamericana: el del pobre jovenrecién llegado (como lo fueron los toltecas, como lo eranlos mexicas, los quichés...) que vence a sus poderosos ma-yores, sino también porque muestra que el sacrificio hu-mano era efectivamente un castigo: si el Sol y la Luna exi-gen hombres en lugar de animales, es porque no cumplieroncon su deber. Debe destacarse también que aquí los me-xicas se presentan como si no tuvieran culpa alguna: losimpíos son los otros, sus enemigos. Cabe agregar que losguerreros sacrificados portaban los atavíos de los mimix-

coas, a quienes encarnaban. En lo esencial, el sacrificiohumano era expiación y un medio de destruir el cuerpo-materia para sobrevivir después de la muerte. Así lo con-firman las palabras de las víctimas liberadas por Pedro deAlvarado antes de la matanza en la fiesta de tóxcatl: de-cían que querían morir para ir a la casa del Sol. Se tratabatambién de un medio para alimentar a los dioses y vitali-zarlos, aunque esto también podía hacerse con animalesu otras comidas, como incienso, hierbas, flores, papel...

Además del sacrificio de guerreros había también el deimágenes o representantes, ixiptlas, de los dioses, por lo

común esclavos que recibían un baño ritual –es decir, eranpurificados–; niños (para los dioses de las lluvias y de losmontes); muchachas nobles; condenados por diversos crí-menes; voluntarios, etc. Así, estas víctimas “eran” los dio-ses, que morían a través de ellas para renacer más fuertesy rejuvenecidos. Sin embargo, debe subrayarse que mu-chos de los dioses eran ellos mismos ixiptlas de otra cosa:el agua, la tierra, el fuego, el maíz, los astros, etc.; tal vezeran éstos, ante todo, los que eran regenerados y vivifica-dos. Cuando Nanáhuatl y la Luna eran quemados en elmes de panquetzaliztli, el mismo en que moría Huitzilo-pochtli, lo que se recreaba era el sacrificio del Sol y la Lunaen Teotihuacan, y aquéllos representaban a estos astrosque nacían de nuevo.

Los dioses morían a través de las víctimas humanas ylo mismo ocurría con los sacrificantes, los que ofrecíana la víctima, ya fuera un guerrero cautivo, un esclavocomprado o un hijo. Sahagún confirma esta idea, al ex-plicar que “…el señor del cautivo no comía de la carne,porque hacía de cuenta que aquella era su misma car-ne, porque desde la hora que le cautivó le tenía por suhijo, y el cautivo a su señor por padre”, es decir, el hijoera el ixiptla del padre. Al morir simbólicamente a tra-vés de su víctima, el sacrificante aumentaba su fuego in-terno, se aliviaba y obtenía una existencia feliz despuésde la muerte.

La mayor parte de las immolaciones de hombres se realizaba a lo largo de los ciclos festivos de los meses delcalendario solar y del calendario de 260 días, muchos delos cuales eran “aniversarios” de dioses. Las fiestas del año

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MESOAMÉRICA / 21

Los vasos policromos son una importante fuente de información sobre la cosmogonía de los mayas del Clásico.

En varios de ellos se encuentran representados los distintos ritos practicados en esa época,

como el de esta escena en que un gobernante atestigua un sacrificio humano.

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solar eran especialmente importantes porque en ellas serecreaban –de diferentes maneras, según la ciudad que lascelebraba– diversos aspectos de la cosmogonía mesoa-mericana: la expulsión del paraíso, la creación de la tierray el nacimiento de Venus y del maíz, las migraciones delos pueblos en las tinieblas, el sacrificio del Sol y la Luna,su victoria en el inframundo. Después se recreaban la sa-lida del Sol y la primera guerra efectuada para alimentar-lo, fiesta que era al mismo tiempo la de la cosecha del maízpara los hombres y la cosecha de guerreros para el Sol yla Tierra. Posteriormente venían las recreaciones del pa-raíso perdido y la de la transgresión que coincidía con lapuesta del Sol, el cual penetraba a la tierra y la fecundaba–para los nahuas morir significaba “tener parte con la Se-ñora Tierra”. En esas celebraciones morían y nacían denuevo casi todos los dioses –con excepción de la parejacreadora, que no recibía culto por parte de los hombres yúnicamente se ocupaba en crear chispas de vida–: los dela tierra, del agua, del maíz, de los cerros (tlaloques y otros), del pulque, de la caza, Huitzilopochtli, los mimix-

coas y los huitznahuas, Nanáhuatl y la Luna, los de lamuerte y del fuego, Tezcatlipoca, las diosas de las flores,del amor, del agua, de la sal, de la pimienta... Todos ellos,y todo el mundo, se vivificaban, pero también se creabanestrellas sustentadoras de la bóveda celeste arrojando cau-tivos en hogueras, se erigían postes dos veces al año paraevitar la caída del cielo, se pagaban las lluvias y cosechasobtenidas con ofrendas de bienes de todo tipo, etc.

Había otras muchas ocasiones que requerían de sacri-ficios humanos: guerras y batallas; desajustes del orden

cósmico, como eclipses, sequías, hambres, inundaciones;la expiación por ofensas en el culto a los dioses, comorobo de objetos sagrados, dejar escapar víctimas, etc.; mo-tivos personales, como cuando un padre que escapaba dela muerte ofrecía a su hijo en pago; y, finalmente, la in-molación de acompañantes para los difuntos.

Una misma víctima podía morir para expiar y sobreviviren el más allá; para hacer morir y renacer a una deidad y alo que encarnaba, así como a su propio “señor”, su sacrifi-cante; para alimentar y “vivificar” a una deidad; para sos-tener la bóveda celeste; para fecundar la tierra; para apla-car a los dioses, darles las gracias, reconocer su superioridady poner de manifiesto la dependencia del hombre.

LOS ACTORES DEL SACRIFICIO

Los principales eran los sacrificantes, los sacrificadores ylos sacrificados. Entre los primeros había guerreros; mer-caderes, artesanos ricos y otros particulares; representan-tes de calpullis o corporaciones, reyes. El Estado, que sehacía cargo del costo de las guerras, también ofrecía enocasiones víctimas, las cuales eran parte del tributo de otrasciudades. Sin embargo, generalmente las víctimas eran cap-turadas durante las guerras de conquista o bien erancompradas por individuos que recibían apoyo de su fami-lia y del grupo al que pertenecían. Los sacrificantes se ha-cían notar; por ejemplo, el guerrero lo hacía desde el cam-po de batalla, luego en su entrada triunfal a la ciudad consus cautivos, en la presentación pública de éstos, en lasdanzas, en la velación con las víctimas en su última noche,

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en la marcha al templo con el venci-do, en el banquete posterior, todo locual conllevaba prestigio y honores.Lo mismo ocurría cuando se tratabade un esclavo purificado. Debía anun-ciarse la intención de inmolar, com-prar y presentar a una víctima, la cualiba vestida por la ciudad, durante se-manas, meses o todo el año, como unadeidad y, además, debía desempeñarel papel de esa deidad y ser tratadacomo tal. También había que bailarcon la víctima, velarla en su última no-che, llevarla al templo e incluso –locual no estaba permitido a los gue-rreros– subir por la pirámide hasta lapiedra de sacrificio y ver al dios (ensu templo), cara a cara, es decir, mo-rir simbólicamente.

Los sacrificadores eran por lo ge-neral sacerdotes especializados, muyestimados por los aztecas y poco porlos mayas. Hay que distinguir entrelos grupos de ayudantes, como loschalmeca nahuas (“los de Chalman”,conocidos como chalamicat entre los quichés), por ejemplo, que se en-cargaban de mantener a la víctima, yquienes extraían algo del cuerpo dela víctima (el corazón, la sangre, lasentrañas), los cuales manejaban uncuchillo que podía simbolizar la manodel dios o el rayo celestial. A veces al-gunos guerreros (en el “sacrificio gla-diatorio”, conocido también en Gua-temala ) o gran parte de los que asistíanal ritual participaban en la matanza,como ocurría en Cuauhtitlan, en elmes de izcalli, cuando más de 2 000hombres y muchachos flechaban aseis cautivos de guerra atados en pa-los muy altos. Cabe agregar que lossacrificadores, los sacrificantes, el pú-blico y, en menor grado, las víctimas,se preparaban y asociaban al sacrifi-cio mediante diversas penitencias, au-tosacrificios, ayunos, continencia ydanzas (bailar significaba “merecer”).

EL NÚMERO DE VÍCTIMAS Y LOS

DIFERENTES TIPOS DE MUERTE

La cantidad de víctimas variaba mu-cho de acuerdo con la importanciade la ciudad o el pueblo. En algunoscasos se habla de dos o tres por añoy de muchos más en ciudades pode-

rosas. En Tenochtitlan, Tlaxcala, Chi-chén Itzá, se sacrificaba a cientos omiles de víctimas en las grandes fies-tas, como la del renacimiento del Sol(panquetzaliztli, yaxkín). Como esbien sabido, las fuentes en náhuatl sevanaglorian de que en ocasión de unadoble celebración, la entronizaciónde Ahuítzotl y la inauguración delgran templo de Tenochtitlan, en 1487d.C., se inmoló a 80 400 prisioneros,lo cual parece poco probable. Lo cier-to es que las víctimas eran muchas,tal vez tantas como en la India del si-glo XIX, por ejemplo, aunque debe to-marse en cuenta que en otras cultu-ras los guerreros sólo morían en elcampo de batalla.

El registro de las distintas manerasde sacrificar en el Posclásico es muyrico y muchas veces se pueden reco-nocer los modelos míticos: las máscomunes eran la excisión, es decir eluso de un instrumento cortante, delcorazón, y la decapitación; veníanluego el flechamiento, el sacrificiogladiatorio, por fuego, enterrar vivaa la víctima, por derribamiento des-de un alto mástil o por golpes en unapeña, por extracción de las entrañas,estrujamiento en una red, derrumba-miento de un techo sobre las vícti-mas, descuartizamiento, lapidación.En ocasiones se podían combinardos, tres y hasta cuatro métodos demuerte ritual; por ejemplo, en honordel Sol y de la tierra, se hacía exci-sión del corazón y luego decapita-ción, o a la inversa; también podíaarrojarse a la víctima al fuego y lue-go realizar estos dos últimos méto-dos. El uso de anestésicos era comúnen los sacrificios por fuego. Muchasvíctimas iban a la muerte sin miedo–incluso había voluntarios– perootras lloraban o debían ser arrastra-das hasta la piedra de sacrificio.

EL ALIMENTO DE LOS DIOSES

Y DE LOS HOMBRES

En ocasiones los dioses del cielo yotros se conformaban con la “esen-cia” del muerto, es decir, el humo delcorazón quemado, el vapor de la san-gre, mientras que los hombres co-mulgaban de la deidad o semideidad

22 / ARQUEOLOGÍA MEXICANA

Las maneras de sacrificar eran muy

variadas. Las más comunes eran la

extracción del corazón y la decapitación;

venían después, entre otras, el

flechamiento, el sacrificio gladiatorio,

por fuego, enterrar viva a la víctima,

extracción de las entrañas, etc.

a) Sacrificio por decapitación. Vasija.

Cultura maya. Clásico. b) Sacrificio

gladiatorio o “rayamiento” con garras.

Códice Nuttall, p. 83. c) Sacrificio

por flechamiento. Historia

Tolteca-Chichimeca, f. 28r.

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muerta. Sin embargo, en ciertos casosse renunciaba a la víctima y se le destruía en el fuego (lo quesucedía raras veces), enterrán-dola en una cueva o en una pi-rámide, o lanzándola a un re-molino en un lago. Se puedeconsiderar que en este casoel destinatario o, más pre-cisamente, aquello de locual el dios era el ixip-

tla o representante: tie-rra, fuego, agua, etc., secomía directamente alas ofrendas humanas.

El banquete antro-pófago era un eventoreligioso y social muyimportante. Se comíaal muerto divinizado,se unía con él, perotambién se trataba deuna ocasión para invitar y honrara familiares, para hacer relaciones conpersonajes importantes, para ganarprestigio, y en todo esto se podía gas-tar el producto de años de trabajo.

El sacrificante conservaba restos desu víctima, como el cabello de la co-ronilla –que contenía parte del calorvital y del “honor” del sacrificado– osus atavíos; el guerrero se quedabacon el fémur del muerto, el cual col-gaba en el patio de su casa para pro-

clamar su valentía y gozar de la pro-tección de este “dios cautivo” (mal-

téotl) cuando iba a la guerra.

LAS CAUSAS

Varios autores se han preguntado so-bre las causas más profundas de lossacrificios a gran escala y del caniba-lismo. En el siglo XVI se creía que lafalta de carne podía ser una motiva-ción, aunque esta explicación se de-sechó totalmente en los cincuenta delsiglo pasado. Hay que tomar en cuen-ta que los sacrificios masivos se da-ban sólo en algunas grandes ciuda-des, y que incluso en éstas la gentecomún tenía poco acceso a la carnehumana y que se comían sólo pe-queños pedazos de los cuerpos. Lapresión demográfica es otra explica-ción, pues parece que el aumento dela cantidad de víctimas en el Centro

de México coincidió con un gran cre-cimiento de la población. Una terce-

ra explicación puede basarse enlas teorías de René Girard, se-gún las cuales por medio del

sacrificio se intentaba neutrali-zar la violencia interna del

grupo. En este caso, la im-portancia de los sacrifi-

cios humanos se podríaexplicar por la mayor fragi-

lidad de las ciudades-Estado del Centro de México, com-puestas por grupos conlenguas y orígenes a ve-ces muy diferentes. Sinembargo, nada de esto hapodido comprobarse. Así,puede decirse que el sa-crificio humano mesoa-mericano fue una ma-

nera extraordinaria de utilizartodos los posibles sentidos de la muer-te ritual, para mantener la vida y pro-longarla después de la muerte, y paratener la impresión de que se contro-laba un universo que se percibía comoexcesivamente inestable.

____________________________Michel Graulich. Director de Estudios Religio-sos en la Escuela Práctica de Altos Estudios, Pa-rís. Profesor de la Universidad Libre de Bruse-las. Acaba de escribir un libro sobre el sacrificiohumano azteca.

MESOAMÉRICA / 23

El sacrificio humano era un medio para

alimentar a los dioses, una expiación y una

manera de destruir el cuerpo-materia para

sobrevivir después de muerto: la vida

nacía de la muerte. a) Lápida del sarcófago

de Pakal, Palenque. b) Códice de

Dresde, p. 3. c) Códice Borgia, p. 53.DIBUJOS. A: MERLE GREENE. TOMADO DE SCHELE, 1986.

B: TOMADO DE NÁJERA, 1987. C: REPROGRAFÍA: M.A. PACHECO / RAÍCES

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