rufino josé cuervo

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Rufino José Cuervo (Bogotá, 1844 - París, 1911) Erudito colombiano. Hijo del político Rufino Cuervo (presidente de la República en 1847), quedó huérfano de padre a los nueve años de edad y estudió en el colegio de su hermano mayor, Antonio, pero no llegó a hacer estudios especializados. Sus aficiones gramaticales y sus inquietudes humanísticas lo llevaron a entregarse a fondo al conocimiento de la lengua castellana, y cuando encontró insuficientes los horizontes de su tierra, se trasladó a París (1882) en busca de fuentes y ambiente adecuados para su noble propósito; allí permaneció hasta su muerte el ilustre erudito colombiano. Lo que representan la Gramática de Nebrija de cara a América y la de Bello de cara a España necesitaba una estructuración y un afianzamiento que evitaran la dispersión del idioma en lenguas diversificadas a tenor de gustos e influencias regionales, y a ello se aplicó devotamente Rufino José Cuervo. En dicha trayectoria, son fundamentales sus Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, su Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana y sus Notas a la Gramática de Bello. Algunos de estos trabajos fueron compilados con otros de gran interés en 1950 por Rafael Torres Quintero con el título Disquisiciones sobre filología castellana. Cuervo trabajó con Venancio G. Manrique en un intento frustrado de enciclopedia, y con Miguel Antonio Caro en una Gramática Latina que la Academia Española de la Lengua elogió como la mejor que se había publicado en castellano hasta 1891. El Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, bajo la dirección del padre Félix Restrejo, S. I., ha publicado muchos trabajos inéditos del ilustre erudito colombiano, especialmente en lo que se refiere a la continuación de su monumental Diccionario. La preocupación fundamental de Rufino José Cuervo por las cuestiones gramaticales

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Rufino José Cuervo

(Bogotá, 1844 - París, 1911) Erudito colombiano. Hijo del político Rufino Cuervo (presidente de la República en 1847), quedó huérfano de padre a los nueve años de edad y estudió en el colegio de su hermano mayor, Antonio, pero no llegó a hacer estudios especializados.

Sus aficiones gramaticales y sus inquietudes humanísticas lo llevaron a entregarse a fondo al conocimiento de la lengua castellana, y cuando encontró insuficientes los horizontes de su tierra, se trasladó a París (1882) en busca de fuentes y ambiente adecuados para su noble propósito; allí permaneció hasta su muerte el ilustre erudito colombiano.

Lo que representan la Gramática de Nebrija de cara a América y la de Bello de cara a España necesitaba una estructuración y un afianzamiento que evitaran la dispersión del idioma en lenguas diversificadas a tenor de gustos e influencias regionales, y a ello se aplicó devotamente Rufino José Cuervo. En dicha trayectoria, son fundamentales sus Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, su Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana y sus Notas a la Gramática de Bello.

Algunos de estos trabajos fueron compilados con otros de gran interés en 1950 por Rafael Torres Quintero con el título Disquisiciones sobre filología castellana. Cuervo trabajó con Venancio G. Manrique en un intento frustrado de enciclopedia, y con Miguel Antonio Caro en una Gramática Latina que la Academia Española de la Lengua elogió como la mejor que se había publicado en castellano hasta 1891.

El Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, bajo la dirección del padre Félix Restrejo, S. I., ha publicado muchos trabajos inéditos del ilustre erudito colombiano, especialmente en lo que se refiere a la continuación de su monumental Diccionario. La preocupación fundamental de Rufino José Cuervo por las cuestiones gramaticales no restringe su personalidad, pues se trata de un verdadero filólogo con relevantes perfiles de humanista.

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Rufino José Cuervo (1844-1911) Educación y Comunicación

1 Un visitante nos comenta

Lingüista colombiano. Profesor en la Sorbona y colaborador de varias revistas europeas, su labor investigativa trasciende las barreras fronterizas. De su vasto Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Española, logra escribir sólo dos tomos. Los restantes son elaborados por un equipo investigativo del Instituto Caro y Cuervo de Colombia. Escribe Monografías sobre la letra Q, Disquisiciones sobre filología castellana. En colaboración con Miguel Antonio Caro escribe Gramática de la lengua latina. Con Venancio Manrique, la Muestra de un diccionario de la lengua castellana. Y con su hermano Angel, Vida de Rufino Cuervo y noticias de su época. Periodista y redactor en periódicos como La Miscelánea, El Constituyente, El Eco del Tequendama y Bandera Tricolor. Exponente de la línea costumbrista en la narrativa, escribe Sucesos del Carnero, El boga del Magdalena y Un representante al Congreso de 1837. Sobresalen otros escritos filológicos como Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, Notas a la Gramática de la lengua castellana de don Andrés Bello, Castellano popular y castellano literario, Disquisiciones sobre antigua ortografía y pronunciación castellana, Las segundas personas del plural en la conjugación castellana, Los usos del sufijo en castellano, El infinitivo, El castellano en América, La pluralización de los apellidos y Observaciones sobre el Diccionario. En Colombia funciona el Instituto Caro y Cuervo, institución académica dedicada al estudio de la lengua española y a la investigación lingüística. Dicha institución funciona en Yerbabuena, casa de Rufino José Cuervo y consagra parte de sus actividades a la difusión de sus obras.

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Rufino José Cuervo (1844-1911), filólogo colombiano, socio correspondiente de la Real Academia Española y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, defendió la unidad de la lengua española.

Nacido en Bogotá, vivió en París algunos años y a su vuelta colaboró con Miguel Antonio Caro en la elaboración de la Gramática de la lengua latina (1867), tan merecidamente elogiada por la Academia y los eruditos de su tiempo.

Regresó a la capital francesa y, a su muerte, todos los manuscritos que quedaron inéditos pasaron a engrosar los fondos de la Biblioteca Nacional de Bogotá; años después serían publicados por el Instituto Caro y Cuervo.

Fue continuador de la obra de Andrés Bello, cuya Gramática de la lengua castellana revisó y a la que añadió notas de gran valor descriptivo en la edición crítica que hizo de ella en 1874. Fue buen conocedor de la colección Rivadeneyra, en la que basó sus investigaciones.

Dedicó su vida a elaborar en París el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, editado en esta ciudad (1886-1893), aunque su autor sólo tuvo tiempo de ver publicados dos volúmenes. Su continuación corrió a cargo del Instituto Caro y Cuervo, que la concluyó en su forma completa (ocho volúmenes) en 1994, más de un siglo después de iniciada. Calificada por Gabriel García Márquez de “novela de la palabra”, en ella trabajaron especialistas americanos y españoles.

Sin embargo, su obra más reeditada y consultada como referencia científica fue Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano (1867-1872), obra clásica de la dialectología hispanoamericana.

En el campo de la crítica literaria, Cuervo realizó un estudio titulado El maestro Diego de Hojeda y La Cristíada, sobre el autor de este gran poema religioso de la época colonial Murió en París.

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2011, el Año de Rufino José Cuervo

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Categorías: Culturales | Tags: 2011, Año de Rufino José Cuervo, fernando vallejo, Ministerio de Cultura, Recuperación de la memoria literaria nacional

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El Ministerio de Cultura, como parte del programa ‘Recuperación de la Memoria Literaria Nacional’ del Grupo de Literatura de la Dirección de Artes, conmemorará en 2011 el Año Rufino José Cuervo, dedicado al centenario del fallecimiento de este gran escritor y filólogo bogotano.

El próximo jueves 3 de febrero, a las 6 p.m. en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, se lanzará oficialmente el ‘Año de Cuervo, 2011’ durante la inauguración de la segunda versión del ‘Festival de la Palabra’, organizado por el Instituto Caro y Cuervo (ICC) y su Asociación de Amigos.

En el marco de la conferencia que pronunciará el escritor Fernando Vallejo sobre Rufino José Cuervo y con la presencia de Mariana Garcés Córdoba, Ministra de Cultura; Elvira Cuervo de Jaramillo, Ex Ministra de Cultura y Presidente de la Asociación de Amigos del Instituto Caro y Cuervo, y Genoveva Iriarte Esguerra, Directora General del Instituto Caro y Cuervo, se dará lectura a la Resolución No. 0096 del 28 de enero de 2011, por medio de la cual el Ministerio de Cultura declara el 2011 como Año de Rufino José Cuervo, para honrar su memoria, promover su obra y fomentar la divulgación de su vida, como ejemplo para las nuevas generaciones de colombianos.

Elvira Cuervo de Jaramillo, gestora de esta gran iniciativa que apoya el Ministerio de Cultura, aseguró que “es muy importante llegar a las nuevas generaciones destacando la figura de Rufino José Cuervo, quien dedicó su vida a estudiar, a modernizar y a volver contemporáneo la lengua de Castilla. No solo en Colombia, sino además en todo el mundo hispanoparlante se debe reconocer a Cuervo como el artífice del buen español que nos une a todos”.

Las actividades del ‘Año de Cuervo‘ que comenzarán oficialmente con la programación del II Festival de la Palabra y finalizarán en 2012, incluyen la publicación de un libro que escribirá Fernando Vallejo sobre Rufino José Cuervo, el cual se imprimirá en una edición restringida en la Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo y en una edición amplia con editoriales mexicanas. Su lanzamiento se hará en el primer semestre de 2012, para conmemorar, además, los setenta años de fundación del Instituto Caro y Cuervo (1942-1912).

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Sobre Fernando Vallejo, la Exministra Cuervo de Jaramillo aseguró que es uno de los más grandes admiradores de la obra de Cuervo y que en una oportunidad afirmó que “fue el hombre más bueno que ha tenido Colombia y por eso lo llamó San Rufino José”.

Por otra parte, a través de su página Web www.caroycuervo.gov.co y de la página digital “Lenguas de Colombia”, el ICC propondrá un “juego lingüístico”, accesible a estudiantes de colegio y personas interesadas en la comprensión y utilización del Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Española, obra que inició Cuervo a principios del siglo pasado y que terminó el ICC en 1994.

De igual manera, se están adelantando los trámites con el Banco de la República para expedir un billete con la efigie del erudito colombiano Rufino José Cuervo. Detrás de esta labor está el Ex Presidente Belisario Betancur, miembro del Consejo Directivo del Instituto Caro y Cuervo.

Cabe destacar que bajo la coordinación académica del Instituto Caro y Cuervo, el Programa Nacional de Becas y Estímulos del Ministerio de Cultura, abrirá este año una beca de investigación en revisión editorial y crítica de la memoria bibliográfica de Cuervo . El propósito de la investigación editorial, objeto de la beca, es el de compendiar el pensamiento científico, literario, político y humanista de Rufino José Cuervo con base en la obra publicada por el Instituto, en un volumen que se publicará a principios del año entrante.

“El ICC pretende, a través de esta beca, hacerle un homenaje a su mentor. Se espera que en un nuevo volumen, fruto de este trabajo editorial, se compile algunas de sus producciones y se ofrezca un aporte innovador y significativo tanto de la obra como de su autor”, afirmó Genoveva Iriarte, Directora del Instituto Caro y Cuervo.

Además del lanzamiento de la cerveza Don Rufino, que rememora aquella bebida que Cuervo producía junto con su hermano Ángel en la vieja casona de la Candelaria, se realizarán diferentes exposiciones sobre la vida y obra del filólogo, en las instalaciones de la Biblioteca Nacional de Colombia, el Museo Nacional de Colombia y la Biblioteca Luis Ángel Arango.

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La Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), entidad que resguarda la biblioteca privada de José Rufino José Cuervo, colaborará en el ciclo de conferencias que coordinará el Instituto Caro y Cuervo, junto con otras prestigiosas instituciones académicas como la Biblioteca Nacional de Francia. La BNC buscará la reunificación de la biblioteca personal de Cuervo, complementando los títulos que dejó en donación a una y otra institución, y así acopiar el fondo completo para tenerlo a disposición del público en general como parte de sus colecciones.

El Ministerio de Cultura inició el Programa de Recuperación de la Memoria Literaria del país en el 2008 con el ‘Año Tomás Carrasquilla’. En 2009 conmemoró el ‘Año Obeso–Artel’, dedicado a los dos representantes más destacados de la poesía afrocolombiana: Candelario Obeso y Jorge Artel. En 2010 destacó la figura de Eduardo Caballero Calderón, en el marco del centenario de su natalicio.

Sobre Rufino José Cuervo

Este filólogo y erudito colombiano, nació en Bogotá el 19 de septiembre de 1844 y murió en París, Francia, el 17 de julio de 1911.

Especializado en principio en Filología Clásica, era un gran conocedor de la cultura y las lenguas griega y latina. Más adelante se centró en el estudio de las variantes dialectales habladas en Bogotá, escribiendo sus conocidas ‘Apuntaciones críticas sobre lenguaje bogotano’ (1867 – 1872), que aún hoy se consideran una obra imprescindible de referencia en cuanto a dialectología colombiana e hispanoamericana. Entre sus obras más destacadas está el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana.

Ingresó en la Real Academia Española el 5 de noviembre de 1878 como miembro honorario y correspondiente de Colombia. A partir de 1882 se traslada a París, ciudad en la que residirá hasta su muerte.

Fuente: Mincultura

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¿Dónde estás, Rufino José Cuervo?

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Por: Nelson Fredy Padilla

El Instituto Caro y Cuervo y su Asociación de Amigos, la Biblioteca Nacional y el Ministerio de Cultura dedicarán el año a exaltar el legado del más importante filólogo colombiano.

Rufino José Cuervo

La pregunta socarrona del título es parte de la invocación El lejano país de Rufino José Cuervo. El escritor y gramático Fernando Vallejo la leyó a comienzos de 2007 en el auditorio del Gimnasio Moderno, durante el Festival Malpensante. Acompañado de una manada de perros bogotanos, le explicó a 600 personas por qué en su altar literario, por encima de Miguel de Cervantes, tiene a don Rufino, “el filólogo sin par” de la lengua española.

¿Dónde está Cuervo? Cien años después de su muerte, ocurrida en París el 17 de julio de 1911, basta ir a su casa museo en el barrio La Candelaria del centro de Bogotá: el aldabón golpea, el gran portón de madera se abre y un pacífico pasillo empedrado resulta la vía de escape a la algarabía de la calle y a la fachada disuasiva del Museo Militar, instalado al otro lado de la calle.

Patios y traspatios, escaleras anchas, balcones floridos, eternas fuentes de agua, sonoros pisos de madera, atmósfera monacal en la que vivió “un loco y un santo”, como lo define Vallejo. ¿Qué fue del bogotano que dedicó su vida a dos “causas perdidas”: escribir el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana y la gramática española? El llamamiento de Vallejo dio una idea de la magnitud de la tarea: “La máxima locura que ha producido la raza hispánica, por sobre la de don Quijote, es la tuya, tu diccionario, delirante, desmesurado, hermoso con la hermosura que tienen las grandes obras sin sentido ni razón”.

El alma juiciosa y mundana de don Rufino se percibe en cada rincón de los dos pisos de la casona. Aquí está el escritorio en el que el 29 de junio de 1872, en latín, imploró a Dios “la luz de la sabiduría” y encomendó a San Pedro y San Pablo “el comienzo de esta obra”. Por si la ayuda divina no bastaba, el muy católico y su hermano Ángel producían al fondo del primer piso, desde cuatro años antes, la “Cerveza de Cuervo”, de la que se conserva el escudo de la marca de fábrica pintado sobre un muro blanco. Bajo estos altos techos ahora funciona el Instituto Caro y Cuervo y su unidad docente el Seminario Andrés Bello.

Del encierro para reconstruir la historia y el uso de nuestro idioma, letra por letra, palabra por palabra, dan fe libretas garrapateadas, corregidas y sobrecorregidas, junto a ficheros infinitos de la bibliografía consultada. “Esta es la gran novela de las palabras”, exclamó García Márquez cuando lo comprobó aquí, como lo comprobó Vallejo, Octavio Paz, Carlos Fuentes; la realeza y los académicos españoles que le han conferido todos los premios posibles al legado Caro y Cuervo; estudiantes de todo el mundo, de Estados Unidos a Australia, de Argentina a Japón; como lo puede comprobar cualquier visitante el último domingo de cada mes. Caro por don Miguel Antonio Caro, su cómplice que fue poeta y presidente, con quien a los 23 años ya había escrito una gramática latina. A los 28, terminó acá el primer libro de dialectología de la lengua castellana, las

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Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano. Luego haría las anotaciones a la gramática de Andrés Bello.

Las reliquias

No a todo el mundo le abren las urnas de cristal donde se conservan los sellos con los que marcaba cada libro ni le permiten oler u hojear las páginas ajadas del Tomo I del Diccionario, en las que los plumazos de tinta china se resisten a evaporarse. María Eva Quintana, la gestora cultural, es el ama de llaves y nunca le entregaron la de la urna en la que se conserva la máscara mortuoria en bronce. El rostro del cadáver de don Rufino, moldeado un día después del fallecimiento por el escultor antioqueño radicado en París Marco Tobón Mejía, también autor del carboncillo que retrata a su amigo en el lecho de difunto a los 67 años de edad. Los últimos 29 años los vivió en la capital francesa siempre concentrado en el Diccionario, del que publicó dos tomos de la A a la D y dejó las bases con las que los lexicógrafos colombianos armaron seis tomos de la E a la Z.

Recibieron el Premio Príncipe de Asturias 1999 en memoria de su inspirador. ¿Dónde está Cuervo? Subsiste en cada salón, a través de su colección de óleos, en la biblioteca de lingüística y filología, en las aulas donde sus admiradores estudian maestría o diplomado. Como fundador y mentor, la misma devoción genera en la Academia Colombiana de la Lengua entre especialistas como Edilberto Cruz Espejo, invitado a París porque la Unesco quería entender los alcances del “mayor monumento filológico y lexicográfico de la hispanidad”.

La obsesión del bibliófilo Rufino José ameritó la creación del Fondo Cuervo en la Biblioteca Nacional, donde se la pasaba de cabeza entre los libros. La componen 5.371 volúmenes de sus autores preferidos en español, latín, griego, alemán, francés, árabe —en la Biblioteca Nacional de Francia hay más—. En Bogotá esta colección única tiene un apartado en la sala de seguridad donde se conservan tres incunables —uno de 1492—, una edición del Amadís de Gaula de 1539, una Biblia del Oso y otra de Ferrara, las Novelas ejemplares de Cervantes, la Gramática de Nebrija. Meter la nariz, ojear, conmoverse; sólo tocan las manos expertas del historiador Camilo Páez, cuervólogo emocionado a la espera de la gran exposición de estas reliquias. ¿Quiénes más han entrado aquí? Vallejo, otros pocos escritores, investigadores, Vallejo.

Otra máscara mortuoria

En la Biblioteca Nacional, en la oficina de la directora, Ana Roda, otra urna de cristal guarda un soldado de plomo con el sello de las iniciales cruzadas RJCU, el Catecismo del Padre Astete de 1851, el Rosario poético, más libreticas de notas, el libro de oraciones en latín de 1846 que leyó antes de morir y la máscara mortuoria de yeso, la que se elabora antes de la de bronce. Sobrecogedora. Encima de la urna el libro de visitantes, el autógrafo afanado de célebres escritores colombianos, uno “conmovido, en el corazón del santuario, bajo la mirada de Cuervo…”:

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Vallejo. Con razón él dice que la de Cuervo es la biografía que quisiera escribir, aparte de la magistral que le dedicó al poeta Porfirio Barba Jacob, El mensajero.

Es por esto que Fernando Vallejo, el autor de Logoi: una gramática del lenguaje literario y de reconocidas novelas y ensayos, fue invitado a instalar el próximo 3 de febrero, en la biblioteca Luis Ángel Arango, el Festival de la Palabra Caro y Cuervo, organizado cada año por el Instituto y su Asociación de Amigos, en cabeza de Elvira Cuervo. Otro evento con motivo del centenario es la apertura de la maestría en Literatura y Cultura, para formar más cuervólogos en La Candelaria y en las afueras de Bogotá, sede rural de retiro espiritual al estilo de don Rufino, un museo literario con cien mil títulos y aires de sauce y yerbabuena, abierto al público de lunes a viernes.

Entre anaqueles, Custodia Ríos de Ardila completa allí 30 años haciéndole honor a su nombre, velando por otra valiosísima parte de la herencia documental de Cuervo: más ficheros bibliográficos, cajas desacificadas en las que conserva desde la partida de bautismo hasta el acta de defunción —con sello del Consulado General en París—; las capitulaciones de sus padres Rufino —vice del presidente Tomás Cipriano de Mosquera— y Francisca Urisarri; la contabilidad de la cervecería y el libro de cuentas de la familia; postales, cartas y más cartas del filólogo a sus colegas, a sus amigos, a su familia; cajas de madera llenas de libretotas, libretas y libretitas de escritorio, bolsillo y mesita de noche, todas desbordadas por los márgenes con acotaciones de un idioma de mil años y papelitos insertos con más reparos que sus copistas no debían pasar por alto, y el testamento de su puño y letra en el que le heredó al país una obra imposible de terminar para él pero que ya comprometió a dos generaciones.

¿Dónde está don Rufino? Trascendió a cada diccionario, a cada palabra en español. Está y no está, porque para la mayoría de colombianos es como si no hubiera existido. Y la idea del Ministerio de Cultura y de todas las instituciones que lo veneran es resucitarlo en 2011. “Reivindicarlo y traer al siglo XXI su filosofía frente a la lengua, hacer tránsito de la lingüística a la sociolingüística”, es la misión que se propuso Genoveva Iriarte, directora del Caro y Cuervo.

Entonces Vallejo, el gramático ateo, abrirá el año botella en mano con un brindis de la edición especial de la cerveza Don Rufino y una diatriba basada en aquella invocación “malpensante” en la que al final anunció: “Canonizo al más noble y el más bueno de los colombianos. A Rufino José Cuervo, que no odió, que no conoció el rencor ni la envidia, que no ocupó puestos públicos ni tuvo hijos, que amó como un iluso a este idioma y a esta patria lejana”.

¿Vallejo repetirá su castiza plegaria?: “¡Qué bueno que te moriste, Rufino José! No habrías resistido el adefesio en que te convirtieron el idioma. Pretendiste apresar en siete tomos todo el caudal de tu idioma. Imposible. El idioma es como un río que no agarra nadie. El río fluye y se va. El idioma es fugaz, deleznable, cambiante, pasajero, traicionero... Los idiomas cambian, se empeoran... Nos putiaron el idioma... San Rufino José Cuervo Urisarri que desde el cielo nos estás viendo, ¡apiádate de nosotros!”.

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FESTIVAL DE LA PALABRA CARO Y CUERVO 2011

Programación

Jueves 3 de febrero

6 p.m. Inauguración del Festival en la Biblioteca Luis Ángel Arango.Presentación de la presidenta de la Asociación, Elvira Cuervo de Jaramillo.Fernando Vallejo habla sobre el centenario de la muerte de Rufino José Cuervo.Concierto del Quinteto de los Andes, grupo de cámara de la Filarmónica de Bogotá.

Viernes 4

Lugar: Casa de CuervoNúcleo mañana 10:00 - 11:45 a.m. ‘¿Cómo se hace un libro?’Escritor invitado: Gonzalo EspañaApoya Panamericana

Núcleo tarde12 m. - 12:45 p.m. Campaña ‘Yo me llamo Rufino José’.Oferta y presentación de libreros y editores independientes.12:45 - 2:00 p.m. Almuerzo. 2:15 - 3:00 p.m. Edilberto Cruz Espejo habla sobre el Diccionario de Construcción y Régimen y su significado en el español actual.3:15 - 4:45 p.m. Lectura de poemas y conversaciones con el público.Participantes: Federico Díaz-Granados, Juan Carlos Bayona y Juan Felipe Robledo. Modera: Jorge Iván Parra. Apoya Agenda Cultural. 5:00 a 6:30 p.m. Mesa redonda ‘Bogotá en la literatura’, con Juan Gustavo Cobo Borda, Antonio Caballero y Daniel Samper Pizano. Modera: Carlos Castillo. Apoya Santillana. Lanzamiento de la cerveza Don Rufino, en botella.

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Sábado 5

Lugar: Casa de Cuervo.Núcleo mañana. 10:15 - 11:15 a.m. Mesa redonda ‘Hablemos de la memoria’, con Roberto Burgos, Juan David Correa y Juan Esteban Constaín. Modera: Adriana Echeverry. Apoya Editorial Planeta.11:15 - 12:15. Mesa redonda ‘Hablemos del cuento’, con Carolina Sanín y Antonio García. Modera: Juan David Correa. Apoya Editorial Norma. 12:15 m. - 1 p.m. Enrique Santos Molano habla sobre la polémica de Rufino José Cuervo con Juan Valera.

Núcleo tarde 1:15 - 2:15 p.m. Almuerzo. 2:15 - 3:00 p.m. Campaña ‘Yo me llamo Rufino José’.Oferta y presentación de libreros y editores independientes. 3:00 - 4:00 p.m. Mesa redonda ‘Novelar la historia’, con Juan Esteban Constaín y Enrique Serrano. Moderador: Gonzalo España (por confirmar). Patrocina Editorial Planeta. 4:15 - 5:00 p.m Los lugares de la poesía, con José Luis Díaz-Granados y Jota Mario Arbeláez. 5:15 - 6:15 p.m. Lectura de textos narrativos y conversación con el público. Participantes: Gonzalo Mallarino Flórez, Enrique Serrano y Evelio Rosero Diago. Modera: Alejandra Jaramillo Apoya Agenda Cultural . 6:15 Tertulia en el salón de Casa de Cuervo.

Domingo 6

Lugar: Gimnasio Moderno 10 - 11:15 a.m. ‘Nuevas narradoras colombianas’.Participantes: Carolina Sanín, Marta Orrantia, Margarita Posada y Carolina Cuervo.Modera: Federico Díaz-Granados. Apoya Agenda Cultural . 11:30 a.m. a 12:30 p.m. Genoveva Iriarte y Fernando Vallejo hablan sobre la importancia actual de Rufino José Cuervo. 12:30 a 1: 30 p.m. Clausura del Festival. Palabras del expresidente Belisario Betancur, la presidenta de la Asociación de Amigos, Elvira Cuervo de Jaramillo, y la directora del Instituto, Genoveva Iriarte.

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ENSAYO

EL SABIO DON RUFINO JOSÉ CUERVO

DESCANSA EN LE PÈRE LACHAISE

Álvaro Calderón Rivera

La tumba de Rufino José Cuervo, sencilla y austera como su dueño, guarda los restos venerables de quien fuera el más notable de nuestros lingüistas, santafereño, por más señas, nacido en La Candelaria (Calle 10ª. # 4-69, (hoy “Casa de Cuervo”), sede administrativa y docente del Instituto Caro y Cuervo ) y quien pasó sus últimos 27 años en la “ Ciudad Luz”. Visitar a Cuervo en su última morada es un rito solemne para quienes entendemos que don Rufino, según palabras de don Marco Fidel Suárez, fue “ el compatriota que más en alto ha puesto la gloria científica de nuestra patria y tal vez de la América española”. Por ello, Colombia permanecerá en deuda perenne para con el sabio y genio más sobresaliente de nuestras letras, deuda que solo se cancela inclinándose reverentemente ante su huesa en ese gran cementerio del Este parisiense, necrópolis fundada por Napoleón en 1804, donde reposan, además, centenares de ilustres, empezando por Luis XIV. No fue nada fácil identificar la manzana 90ª 11-9 línea 47-87; sólo la generosa indicación del guardián nos posibilitó, a mi hijo y a mí, llegar a ese sitio deseado, sin antes no haber escatimado todo esfuerzo por dar con su ubicación.

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ALVARO CALDERON R, PADRE E HIJO, AL LADO DE LA TUMBA DE LOS CUERVO URISARRI.

Ahí, cubierto de lamas y musgos verdosos, reposa don Rufino en compañía de su hermano Ángel, su soporte espiritual y compañero inseparable. Solemne encuentro el nuestro con el patriarca de nuestras letras en ese inmenso camposanto donde también permanecen silenciosos en medio de su grandeza histórica, entre otros muchísimos, Rousselot ( fundador de la fonética experimental, hoy tan de moda en Colombia), Apollinaire, Balzac, Champollion, María Callas, Edith Piaf, Doré, Marouzeau, Proust, Musset, Moliére, Pascal, Oscar Wilde, María Walewska, Volney, Talleyrand, Rossini…, sólo por nombrar unos cuántos. Llamativos mausoleos de diferentes estilos y gustos se levantan en sus avenidas señorial|es; y no faltan monumentos conmemorativos de las víctimas de Auschwitz, Dachau, Mauthausen, Treblinka, Bergen Belsen, Flossenburg…

A comienzos de enero pasado satisfice felizmente mis deseos de entrar en esas 43 hectáreas donde hay un significativo pedazo de Colombia. Viendo ese abandono centenario de la tumba de Rufino José Cuervo, se siente inmensa tristeza y congoja por el inmerecido olvido gubernamental en el cual descansan compatriotas ilustres. Ante la obra de Cuervo se decubrieron reverentemente Gastón París, Menéndez Pidal, Morf, Meyer Lübke, Baist, Schuhardt, Lenz, M. A. Caro, Icazbalceta, Morel Fatio y sobre todo el anciano Pott, con quien Rufino José Cuervo sostuviera en Halle, entrevista de 7 horas, en latín, pues éste no sabía alemán ni Pott, español. De Cuervo dijo Pott que era un raro espécimen al igual que, un cuervo de plumaje blanco.

Las fechas del natalicio de Cuervo y de su deceso( 19 de septiembre de l844- julio 17 de 1911) ya poco se notan en su tumba; el tiempo y nuestro ingratitud han borrado esas improntas. Nada mejor que este escrito golpee los tablados gubernamentales: Los Cuervo deben volver a su patria de origen ; el panteón del Instituto Caro y Cuervo en “Yerbabuena” debe ser su última estación para que se acompañen con Ezequiel Uricoechea, otro de nuestros colosales valores, repatriado al Instituto Caro y Cuervo desde Beirut hace unos 45 años .

Es el momento de notificar a nuestra cultura, por la deuda impagable que se tiene para con don Rufino, a la vez que aceptar la censura que nos cabe y merecemos por la indiferencia colombiana que circunda su tumba.

Después de una larga reflexión al borde del sepulcro de los Cuervo, las penitentes, afectuosas y devotas tareas de limpieza, unas cuántas fotos y una filmación, nos retiramos mustios, silenciosos, apesadumbrados y contritos, llenos de una grave emoción extraterrena, sintiéndonos como partícipes de ese pecado muy colombiano de la insensibilidad por quienes verdadera y rigurosamente tanto representan para el país. A esa hora de la despedida ya la noche invernal y las sombras de París caían sobre Le Pére Lachaise.

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Biografía:

Filólogo y humanista nacido en Bogotá, el 19 de septiembre de 1844, muerto en París, el 24 de abril de 1911. Hijo de Rufino Cuervo, vicepresidente de la República durante el mandato del general Tomás Cipriano de Mosquera, y de doña Francisca Urisarri, dama de ascendencia vascongada, piadosa y de agradable trato, que conservó en su familia las austeras y puras tradiciones de sus antepasados, Rufino José fue el último de siete hermanos, tres de los cuales murieron en la niñez y juventud. Su intensa religiosidad y devoción por la ciencia, posiblemente resultado de la influencia de sus antepasados, donde se cuentan un presbítero, un obispo, un arzobispo, próceres de la Independencia de la Nueva Granada, gentes relacionadas con el gobierno, militares, exploradores, escritores y naturalistas, fueron los aspectos que marcaron su vida. Bautizado por el ilustrísimo señor Manuel José Mosquera, amigo de su padre, su infancia transcurrió en la casa paterna, ubicada cerca de la catedral, donde vivían las familias distinguidas. Allí recibió, directamente de su padre, las primeras enseñanzas, debido al caos en que se encontraba la educación después de la expulsión de los jesuitas en 1850. Su enorme capacidad de asimilación y observación permitió que los preceptos y normas vistos en el padre y captados en la tradición familiar, fueran moldeando su espíritu; por otra parte, los elementos de geografía y gramática que recibió durante su primera educación, fueron decisivos en el desarrollo de sus posteriores estudios sobre la lengua. Muerto su padre en 1853, Cuervo ingresó al Liceo de Familia, dirigido por su hermano mayor Antonio Basilio, donde enseñaban profesores como Pedro Fernández Madrid, el ex presidente José Ignacio de Márquez y Antonio José de Sucre, quien viendo la disposición para los idiomas de Cuervo y Miguel Antonio Caro, los separó de los demás alumnos, para darles lecciones especiales de latín y castellano. En 1860 Cuervo estudió con don Santiago Pérez, quien introdujo las enseñanzas gramaticales de Andrés Bello en Colombia. En 1861 estudió lógica en el Colegio San Bartolomé, pero su permanencia allí fue corta, puesto que la comunidad jesuita fue nuevamente expulsada del país. Así, a causa de la inestabilidad política y social imperante en Colombia, la educación intelectual de Cuervo no pudo ser continua, coherente y metódica; con todos los claustros clausurados en 1861, su educación llegó a un fin prematuro cuando tenía 17 años. Los siguientes seis años constituyen un período de silencio en su vida, pero se presume su dedicación al estudio solitario y perseverante de las disciplinas lingüísticas. Para aliviar la mala situación económica por la que atravesaba su familia, Cuervo se dedicó, por un corto tiempo, a la enseñanza. Fue catedrático de latín en el Colegio del Rosario, entre 1867 y 1868, y en el Seminario Conciliar de Bogotá, enseñó latín y griego en 1868; en 1870 se dedicó a la latinidad, y dejó la enseñanza. En estos años escribió, en compañía de Miguel Antonio Caro, el texto original de la Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano. Allí aparecen, con sin igual armonía y bien fundamentados, los resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta entonces por los más destacados filólogos de la época; por medio de la comparación entre las modalidades del castellano y el latín, y el uso continuo de ejemplos tomados de los más notables escritores, la Gramática latina de Caro y Cuervo sienta las bases de la moderna lingüística, empleando un método que se adelanta a los mejores de hoy. Según Fernando

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Antonio Martínez, este trabajo fue considerado por la Real Academia Española, una obra magistral y la mejor de su género escrita en castellano>. Caro y Cuervo, las dos figuras más notables de la filología, aparecen aquí unidas en el plan pero distanciadas en el desarrollo. Según Martínez, la analogía, parte que correspondía a Cuervo, fue considerada como un análisis sagaz; la sintaxis, ejecutada por Caro, una síntesis completa. Así, la Gramática latina revela el trabajo conjunto de un erudito de la lengua y un filósofo del idioma. Como la situación económica empeoraba, Cuervo dejó la enseñanza para dedicarse a trabajar en la fábrica de cerveza que había fundado su hermano Angel en 1868. Allí el trabajo era duro e intenso, y nunca faltaba el cobro de cuentas pendientes. Según Fernando A. Martínez, Cuervo vivía yendo por fondas y tabernas aguardando y volviendo una y más veces>. Sin embargo, durante estos años Cuervo continuó con su formación filológica, y se sospecha que fue en esos ires y venires por tabernas y fondas, donde recogió las formas populares del habla bogotana. Estudioso de los avances del comparatismo lingüístico europeo y del movimiento científico y bibliográfico que venía operándose dentro del campo de la filología, su preparación intelectual ya estaba casi completa. A medida que avanzaba en sus lecturas, Cuervo hacía rápidos y seguros adelantos, como sus Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, la Muestra de un diccionario de la lengua castellana (1872) y los Estudios filológicos. Cuando Cuervo publicó en 1872 la Muestra, su argumentación lingüística era tan amplia que abarcaba varios troncos idiomáticos: armenio, celta, danés, flamenco, griego, latín, lituano, ruso, sueco y sánscrito, y dentro de las lenguas románicas: francés, italiano, portugués y provenzal, contando con el español, de cuya repartición dialectal daba información. Remitía también al vascuence, y en el campo de las lenguas semíticas, al árabe y al hebreo. Fernando A. Martínez dice: Si Cuervo hubiera proseguido por el campo acotado del comparatismo, hubiera podido ser uno de los primeros indoeuropeos del siglo XIX. Paralelamente, Cuervo se esforzaba por mantener un círculo de relaciones sociales en el que se destacan las figuras de Venancio González Manrique, su colaborador en la Muestra, el doctor Ezequiel Uricochea, quien lo mantenía al corriente de las noticias literarias y científicas europeas, y, especialmente, Miguel Antonio Caro. Su más conocido y simpático libro de esta época, las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, constituye una continua corrección de impropiedades del lenguaje, de voces mal formadas, de palabras con acentos errados y de giros defectuosos. Es una corrección, dice Nicolás Bayona Posada, encaminada a hacer patria, pues la patria es la lengua. Las correcciones de Cuervo se hallan fundamentadas en un sinnúmero de citas de los clásicos, etimologías y referencias a otras lenguas.

Bayona Posada dice que la obra tiene un solo defecto: su modesto título. Lo que llama "apuntaciones", son estudios que no pueden contener mayor ciencia y más certero análisis; además, casi la totalidad de lo que se censura a los bogotanos, puede aplicarse a los americanos en general, y aun a los mismos españoles. Libro muy útil, que llamó la atención de los lingüistas y se extendió rápidamente por los países de habla castellana, las Apuntaciones convirtieron a Cuervo en la mayor autoridad de nuestra lengua. Sin embargo, Cuervo no se encontraba satisfecho con su trabajo filológico. Su meta era elaborar un diccionario que reuniera las etimologías, las

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autoridades y las comparaciones. Pero consciente de que esta labor le era imposible, puesto que no contaba con los elementos necesarios para un trabajo de tal envergadura, Cuervo decidió sacrificar su ambición y reducirse a lo posible: en lugar de un diccionario general, elaboraría otro, en el cual figuraran solamente las palabras que tuvieran un valor sintáctico importante en la frase. Así, en 1872 Cuervo comenzó la lectura de los clásicos, subrayando las palabras notables de cada escrito. El léxico, las construcciones sintácticas de todos y cada uno de los maestros de la lengua, fueron quedando fijados poco a poco en tarjetas. Se dice que el estudio y anotación de Don Quijote de la Mancha le llevó dos años de trabajo; esto muestra la magnitud del análisis a que cada obra era sometida. Su amigo Marco Fidel Suárez, otro enamorado de la lengua, le ayudó a elaborar las tarjetas. Cuervo trabajó ininterrumpidamente en su obra durante seis años, hasta 1878 cuando suspendió transitoriamente su labor, para ir con su hermano Angel a Europa en busca de nuevos materiales y tecnologías para la fábrica. Allí visitaron la exposición de París, y estudiaron una que otra fábrica de cerveza, sintiéndose Angel muy satisfecho del sistema de producción que utilizaba. En el año de estadía, Cuervo aprovechó para establecer contacto con filólogos europeos como Pott, Ribbeck y Teubner y para adquirir las publicaciones de la época. Los hermanos Cuervo regresaron a Bogotá en 1879, pero con la idea de que sólo en París se daban las condiciones necesarias para que Rufino José terminara su obra, ya que allí había encontrado bibliotecas que le ofrecieron las primeras ediciones de las obras y colecciones de manuscritos, y personas eruditas a quienes consultar sin demora.

Tres años después, en 1882, su anhelo de varios años se hizo realidad: los hermanos Cuervo cedieron la cervecería, y viajaron a París, donde se radicaron. Recorrieron toda Europa, Tierra Santa, Egipto y Arabia, estudiando a fondo las lenguas de esos pueblos, estableciendo amistad con sus gramáticos y adquiriendo colecciones de sus literaturas. La vida parisiense de Cuervo se puede asimilar a una existencia de carácter religioso. Iniciaba su trabajo cotidiano al alba, dedicándose especialmente al Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana. Las obras de Cuervo se ubican dentro del pensamiento lingüístico dominante en su época, y la manifestación de su pensamiento científico, que se refleja en su actividad de investigador, podría señalarse en su idea del lenguaje. Para Cuervo, el lenguaje es un mecanismo que está en constante transformación, de acuerdo al tiempo y a los constantes cambios de la sociedad. De esta manera, la lengua puede modificarse hasta el punto de convertirse en otra, lo que implica que el idioma no es idéntico ni en el tiempo ni en el espacio. La lengua es un conjunto de hechos que se explican históricamente, además, se debe tener presente que el clima, el dominio de ciertas profesiones y la naturaleza realzan ciertos elementos que introducen nuevas asociaciones de ideas; así se origina una alteración lingüística cuyos principales agentes son la evolución fonética y la analogía. Pero esta alteración no sólo se produce en el lenguaje figurado o en maneras generales de expresión, sino también en la forma material de las palabras y su construcción, donde las palabras se agrupan de acuerdo a su significado o forma. Estos elementos fueron los supuestos teóricos que sostuvieron su tesis de la fragmentación del español en América. Por otra parte, la obra de Cuervo se encuentra compenetrada con los principios de la lingüística del siglo XIX, en la cual

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predominaban el historicismo, el radicalismo y el positivismo, junto a la idea de ajuste a la realidad, a los puros hechos. Cuervo, trabajando conforme al método del positivismo, veía en la historia un concepto realmente fecundo y le daba la importancia requerida, ya que, en cierto modo, los estudios gramaticales de índole descriptiva lo llevaban a explorar y determinar a través del tiempo las variaciones de la lengua, según dice Fernando Martínez. Así, este concepto domina en todos los trabajos de Cuervo, pero lo aplica de una manera rigurosa en dos escritos: "Disquisiciones sobre, antigua ortografía y pronunciación castellanas" y "Los casos enclíticos y proclíticos del pronombre de tercera persona en castellano". En las Apuntaciones, Cuervo establece datos que, provenientes de la historia, son susceptibles de ilustrar o confirmar la evolución fonética o el desarrollo semántico de la palabra. Sin embargo, la obra en la que aparecen los principios históricos aplicados con más clara conciencia es el Diccionario de construcción y régimen. En sus textos literarios, Cuervo también se vale de la historia, pero recurre además a fuentes lexicográficas y bibliográficas, a las crónicas y a la tradición.

El primer tomo del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana apareció en 1886, y el segundo, en 1893. En este último, según Martínez, Cuervo se dio a una tarea de ordenación y redacción más sencilla que en el primero. En el Diccionario, Cuervo establece la acepción correcta de cada palabra de acuerdo a un contexto, busca su etimología, justifica el uso de cada palabra utilizando gran cantidad de ejemplos, la analiza sola o como parte de un modismo, anota la variación que haya podido sufrir a través de su uso y del tiempo, establece científicamente sus relaciones con otras palabras, corrige con razones válidas las construcciones erradas, y formula comparaciones entre la respectiva construcción castellana y la de otras lenguas. A1 escoger como campo de trabajo la construcción y el régimen de la lengua castellana, Cuervo abrió el camino a una doble consideración del problema lexicográfico: la selección escrupulosa de un vocabulario restringido, pero pleno de un contenido expresivo, dice Martínez, y su redacción y ordenación desde los puntos de vista de la función y el valor sintácticos. Era evidente que si se trataba de construcción y régimen, estas peculiaridades lingüísticas sólo cobraban sentido si se las encuadraba en un ambiente propio: la sintaxis. Según Martínez, en el Diccionario Cuervo introdujo una nueva dimensión al problema lexicográfico que se había propuesto resolver: la dimensión histórica, y fue aquí, en el concepto de historia lingüística, donde Cuervo puso a trabajar su capacidad de análisis para advertir y determinar evoluciones semánticas, y contrastar etimologías, formas y variedades sintácticas; donde vertió su experiencia de investigador que recoge los resultados de la lingüística para aplicarlos a un dominio especial de los estudios referentes a la lengua materna. Es bueno señalar que Cuervo introdujo, con rigor metódico, un principio esencial en torno al problema central del español americano: la corrección idiomática. Tal principio esclarecedor, crítico, es el uso lingüístico, superior y anterior a la gramática misma, e íntimamente relacionado con su concepción general del lenguaje como ser vivo sometido a constante mutación. En esta concepción dinámica es esencial señalar las leyes a que obedece cada pueblo en las constantes mutaciones de su idioma, ya que, en última instancia, estas leyes son las que constituyen el recurso esencial de cada lengua en cuanto aseguran su permanente recreación, dice

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Amado Alonso. De aquí que las Apuntaciones no queden reducidas a un repertorio de las reprensiones que Cuervo hace de los vicios y corruptelas del lenguaje bogotano, o, más exactamente, americano; Cuervo explica históricamente aquellos usos americanos que son paralelos y responden a las mismas leyes de otros usos de la Península. Cuervo aceptaba una irremediable ruptura de la comunidad lingüística hispánica, debido a la existencia de usos divergentes en el lenguaje, unida a su concepción naturalista de éste. Sin embargo, a pesar de que creía en la inevitable escisión que las circunstancias históricas imponían al español, las Apuntaciones contribuyeron en extraordinaria medida al buen hablar colombiano, vigente en la actualidad, como lo ha subrayado Amado Alonso.

Según Nicolás Bayona Posada, una de las obras de Cuervo ideológicamente más interesantes es Notas a la Gramática Castellana de Andrés Bello, junto con el índice alfabético de la misma. Bello fue el primero en estudiar las características del castellano para fijar sus rasgos propios y su índole peculiar. Con Cuervo, lo que había pasado de anatomía a fisiología, se convirtió en algo superior: en psicología. Cuervo fue el complemerito de Bello: lo que en Bello es anticipación, en Cuervo toma la forma de un estudio científico riguroso; lo que en Bello es falta, en Cuervo está en abundancia; cuando Bello avanza, Cuervo lo aligera aún más; si Bello se equivoca, Cuervo lo corrige con firmeza de erudición y profundidad de análisis. Cuervo es considerado el continuador directo de la obra de Andrés Bello; según Eugenio de Bustos Tovar, esto se impone por una doble realidad: por una parte, por el hecho innegable de que la Gramática Latina responde a la Gramática Castellana de Bello; por otra, porque las Notas a la Gramática Castellana, de Cuervo, se han incorporado ya, inseparables, a la obra del filólogo caraqueño. La Gramática Latina de Cuervo está construida sobre el mismo principio descriptivo que Bello usó en la Castellana, es decir, que el sistema de una lengua debe ser considerado desde el seno de la misma lengua. Este principio está enriquecido con los conceptos del comparatismo lingüístico de Bopp. A este respecto, dice Eugenio de Bustos, Cuervo intenta alcanzar una finalidad que hoy parece evidente, se trata de probar una función secundaria pero importante del latín: su valor documental en orden a la unidad y pureza del castellano, como clave interpretativa del origen y exacto sentido de muchos problemas que la lengua materna ofrece. Así, Cuervo incorpora en las Notas a la Gramática Castellana, las innovaciones que el comparatismo y el positivismo trajeron a la ciencia lingüística. El núcleo fundamental de los trabajos de Cuervo está en su concepción dinámica de la lengua, es decir, en la validez del estudio histórico para alcanzar una imagen real y auténtica de la lengua. Su obra magna, el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, donde plasmó su preocupación por la organización científica de nuestro vocabulario según un criterio semántico, que por primera vez se aplicaba al castellano, fue la que consumió sus mayores afanes; no obstante, quedó interrumpida tras la publicación del segundo tomo.

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Cuervo trabajaba con minuciosidad la documentación en que basaba sus afirmaciones, y fue elaborando el Diccionario lentamente, como recreándose en las investigaciones previas que lo fundamentan. Así, a las dificultades propias del trabajo, vino a sumarse la debilidad de su salud y la soledad en que se encontraba, especialmente después de la muerte de su hermano en 1896. Ya anciano, envejecido prematuramente por los rigores del trabajo, apenas podía dedicar unos minutos seguidos a su trabajo, que tenía que interrumpir constantemente. En 1905 hizo su testamento, y parecía haber abandonado sus estudios para encontrar la paz en la lectura del Breviario de la imitación de Cristo y las obras teresianas. Tomó una actitud apacible y tesonera ante la muerte. Dejó sus Libros, papeles y manuscritos a la Biblioteca Nacional de Bogotá; el dinero, a la beneficencia de la patria chica; el producto del arriendo de sus fincas, para auxiliar a un tipógrafo; a la familia Cuervo, lo espiritual, sus diplomas, sus trofeos, sus condecoraciones; los muebles, a la empleada de servicio. Murió vestido con una casaca ceremoniosa que con anterioridad se había hecho colocar y que sólo usaba en ocasiones solemnes. En 1942 el Ministerio de Educación Nacional creó el Instituto Caro y Cuervo con el objetivo, entre otros, de continuar el Diccionario de construcción y régimen. En 1987 fue publicado el tomo tres del Diccionario. También se han hecho recopilaciones de sus estudios lingüísticos y literarios, y de su correspondencia, textos en los que Cuervo se muestra un crítico y narrador ameno [Ver tomo 4, Literatura, pp. 118120; y tomo 5, Cultura, p. 138].

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