roso de luna - dolor e iniciacion

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  • 7/28/2019 Roso de Luna - Dolor e Iniciacion

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    DEL INFINITO ANHELO EVOLUTIVO

    DOLOR E INICIACIN

    OFRENDA A BLAVATSKY, LA INICIADA.

    EnLa Doctrina Secreta se nos ensea que ciertos animales superioresestn ya casi en posesin grupal de un alma humana y aun pueden pasar a

    hombres con la respectiva iniciacin, o sea el acto de supremo ocultismo

    que les conduzca al grado superior evolutivo inmediato, estado que, para

    ellos, es el estado humano del salvaje, como para nosotros lo es el estadode superhombre o jina...

    Infinitos casos de semejante trnsito inicitico se transparentan en las

    relaciones de los bilogos positivistas. Para solaz del lector transcribiremos

    algunos, al azar recogidos.

    El Dr. Topnard en laAntropologa de la obra monumental de Brehm habla

    del chipanc al que logr educar con ms perfeccin que a muchos

    hombres, con obediencia por parte de ste, mayor que todos los pupilos

    del mundo, hacindole gustar la vida de familia, sentarse a la mesa y

    echar azcar a su t como un educado comensal cualquiera...; servirse detenedor, cuchara y cuchillo...; amando a su guardin ms que el nio a su

    niera...; acariciando a las criaturitas...; bebiendo espirituosos con deleite...;

    fregando, pulimentando suelos y limpiando objetos...; sufriendo verdaderos

    ataques de nervios a la vista de todo reptil, como si fuese un afeminado o

    una mujer...; mirndose coquetonamente al espejo; durmiendo entre

    mantas, etc., etc.

    Luego el antroplogo describe el inicitico momento de su muerte en

    estos trminos:

    Mi excelente pupilo no existe ya: una inflamacin pulmonar ha puestofin a sus das. He visto morir a varios de sus congneres, pero en ninguno

    de ellos he sorprendido supremos gestos, semejantes al gesto humano,

    como en mi chimpanc, el cual, en el supremo trance, obr como un nio

    en circunstancias anlogas. Se agarraba medroso a los encargados de

    cuidarle, y cuando yaca en la cama, apoya en sus manos su dolorida

    cabeza. Fu tratado esmeradamente all por varios mdicos quienes le

    fueron estimando ms y ms segn iban apreciando las buenas cualidades

    que mostraba el paciente. En un da nebuloso del mes de diciembre, dice el

    Dr. Martini, trab conocimiento con l, y no dud de encargarme de su curaporque el chimpanc aqul daba ms derecho sobre l al mdico que al

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    veterinario. Postrado el animal en su lecho de dolor revelaba en su

    expresin el mximo sufrimiento; le asaltaban frecuentes accesos de tos;

    respiraba con gran dificultad, y exhalaba hondos suspiros humanos.

    Despus de una consulta con otro mdico, convinimos en abrirle el absceso

    glandular a la altura del gaznate, cosa arriesgadsima a poco que el animalse moviese, pues el bistur podra matarlo en el acto. Aplicado el

    cloroformo no lleg a perder el conocimiento. Tranquilizado entonces con

    caricias y palabras bondadosas, nos dej el paciente examinar otra vez la

    hinchazn de su cuello, poniendo la mano sobre la ma, en ardorosa

    splica. Esto nos anim, y resolvimos proceder a la operacin. Sentado el

    mono en la rodilla de su amo, ech la cabeza hacia atrs, dejndosela coger

    sin resistencia. Prontamente fueron hechas las incisiones, sin que el infeliz

    se moviese ni exhalase ningn grito de dolor. Sali gran cantidad de lquido

    y la hinchazn desapareci. La respiracin se tom ms libre, y el paciente,

    sin ninguna indicacin nuestra, abraz a su amo y nos di las manos, lleno

    de gratitud. Desgraciadamente la inflamacin pulmonar se extenda cada

    vez ms. Tanto valor e inteligencia haba demostrado el animal en el

    momento de la operacin, cuanta obediencia y sumisin se vi siempre en

    l para tomar los ms desagradables medicamentos. En sus ltimas horas se

    mantuvo tranquilo. En una palabra: sufri y muri, no como un animal,

    sin como un hombre!...

    Y como hombre renacer ya tambin!, aadimos nosotros.

    Tcale ahora su turno ocultista al camello, a ese abnegado buque del

    desierto, que puede pasar semanas enteras sin comer ni beber en las largasy aterradoras travesas con las que el herosmo humano rayano ya en la

    locura, ha recorrido gracias a l cientos y miles de kilmetros a lo largo de

    desiertos tales como el de Gobbi, el de Takla-Makn en el Tibet, el Sahara,

    etc.

    Sven V. Hedin, en su clsica obraEn el corazn de Asia, al narrarnos sus

    temerarias andanzas tibetanas a cinco y seis mil metros de altura, entre

    hielos sempiternos, montaas y valles casi inaccesibles, solitarios y

    tremebundos cual si no fuesen ya de este planeta, nos relata en varios

    pasajes con rasgos verdaderamente trgicos y sublimes la muerte de susheroicos camellos. El camello, nos dice aqul, por muy tendido y sediento

    que est, suele permanecer impasible cual el hombre ms estoico. A veces

    hasta desprecia el nfimo y duro pasto que crece entre los ventisqueros de

    miles de metros de longitud. Pero, cuando su herosmo, genuinamente

    humano, llega al supremo paroxismo, se le ve entornar solemne los

    prpados y... llorar! Es signo casi infalible en el animal el signo del

    llanto, aade Sven Hedin, cuando rendido, agotadas sus fuerzas, siente que

    se le escapa la vida. Yo he visto as a mis camellos derramar grandes

    lagrimones cuando ya les es imposible levantarse ms, y cuando,aadimos nosotros, se ven su rudimentarias mentes de mrtires animales,

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    frente al insoluble problemapara ellos, ay! como para nosotros, de

    unos seres superiores que tan trgicamente y tan lejos de todo cuanto

    vive les lleva as a espirar...

    Vase tambin cmo describe Hedin la muerte de otros pobres hroes

    animales de su caravana, cuando atravesaba con ellos el temible desierto deYangi-kul, desierto de superficie casi doble que el de Takla-Makn y que

    con l constituye la as cerrada puerta del inmenso Tibet por la parte

    occidental que mira como es sabido hacia las histricas soledades del

    Yarkend.

    Cuando ya no saban los exploradores qu partido tomar en la crtica

    situacin a que les condujera su eterna ansia de descubrimientos en aquella

    parte que la Naturaleza, como madrastra hostil, pretende intilmente vedar

    a las ansias del humano Prometeo, tratan de escapar al peligro de ser

    sepultados all para siempre bajo la sed, el hambre, la fatiga y las

    tempestades de arena. Sven aade entonces:

    Desde una elevada duna de sesenta metros examin ansioso la extensin

    infinita de ondulada arena que nos rodeaba en el desierto. No haba

    remedio; el vrtigo se apoderaba de todos nosotros al pensar en la terrible

    soledad del horizonte de aquel arenoso mar. En el inmenso circulo de

    movediza arena, nosotros, los nicos vivientes. Cuando extenuado, uno de

    los seis camellos se neg ya a seguir adelante, nos hallbamos en lugar de

    dunas colosales que, con el viento podan sepultarnos. Tuvimos que

    acampar all y al poco rato nos alcanz Mohamed Chah dicindonos que

    haba tenido que abandonar los dos camellos enfermos apenas comenzadala marcha. Qu fin ms espantoso que el de aquellos sufridos animales!

    Uno de los camellos se haba ya echado para esperar resignado la muerte.

    El otro, cuando Mohamed tuvo que decidirse a abandonarlo tambin,

    permaneca an en pie, con las piernas temblorosas y siguiendo con mirada

    de tristeza infinita la desaparicin tras las dunas de nuestro fnebre cortejo

    espectral. Cuando dicho cortejo hubo desaparecido, me refiri Mohamed

    que el animalito volvi la cabeza melanclicamente hacia su compaero de

    infortunio y se ech junto a l. All entre ambos, agotados por la fiebre de

    la sed y del hambre, quiz soaran con los hermosos das de descanso y deabundancia que haban pasado antes a orillas de los risueos lagos de

    Masar-Tag. Me espant la idea de que, en tal estado, aquellas pacientes

    criaturas pudiesen prolongar algunos das ms su agona y acabasen por

    verse enterrados vivos por los huracanes de arena que das despus se

    hubieron de levantar... Tal pensamiento cruel me avasall muchos das

    como un fantasma y me hizo rezar todas las noches por los pobres animales

    que ahora duermen el eterno sueo bajo las movedizas y fatales dunas del

    desierto de Yangi-kul.

    Porque si iniciar es comenzar, toda iniciacin verdadera en estadossuperiores evolutivos supone previamente un estado crtico, una Noche

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    espiritual, que dira Annie Besant; un ardiente, sublime e insuperable

    Tema de Justificacin, que ensea en suLohengrin, Wagner, el coloso,

    Un estado, en fin, de superacin definitiva de la psiquis de todo ser que

    habiendo remontado con heroico esfuerzo la spera pendiente por la que se

    sube hasta los astros, segn el aforismo ocultista, deja ya atrs para siempreel valle de limitacin y de dolor de su anterior estado, para al descender por

    la otra pendiente, sepultarse por evones, en el otro valle de su ms all

    evolutivo.

    Y, dentro de la Ley de Analoga que es la Clave de Hermes Trismegisto y

    la base de la investigacin ocultista que tambin podemos llamar con los

    gnsticos mtodo teosfico, la csmicaLey de superacin rige igual en

    el trnsito del hombre al jina; y del animal al hombre, y aun del vegetal al

    animal y de la piedra a la planta. Entre cada uno de estos seriales estados

    evolutivos, la ley se cumple de igual modo y la suprema crisis precede

    siempre a la subsiguiente iniciacin...

    Elloes ley tambinha sido entrevisto por los poetas, por tal causa

    llamados con razn vates o adivinos y resultara una larga, pero

    hermosa tarea, la de coleccionar algo de lo infinito que sobre ello han

    cantado dichos vates en todos los tiempos y pases, hasta los vates

    cientficos Schrn y Bose que se han atrevido a hablarnos del grito de

    dolor de los metales...

    Gabriel y Galn, el moderno Mirademescua, ya nos cant, en efecto, en su

    Presagio, a aquella encina sagrada de Fuenmayor drudico rbol de paz,

    belleza y consuelo en varas leguas a la redonda del desierto peninsularcastellano y extremeo, cuando despus de siglos de hacer el bien a

    bestias y hombres, cae, al fin, bajo el peso de los destructores elementos, y

    su cadver an presta calor a los miembros ateridos del anciano que

    idlicamente le dice a su esposa:

    Ves ese tronco, Agustina,

    que en el hogar se calcina

    y da a mis miembros calor?Pues es el de aquella encina

    del Valle de Fuenmayor.

    No mataron sus vigores

    ni el cuchillo de la helada

    ni el dogal de los calores,

    sino la mano pesada

    de los aos destructores.

    All, cuando Primavera

    verdes los campos ponay mi alegre pastora

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    derramada en la ladera

    desde el valle se vea,

    viv como un rey en l

    de esa encinita a la sombra.

    Dnde hay tronco como aquel?,yerba y flores por alfombra

    y amplias ramas por dosel.

    All aprend a meditar

    y a sentir las embriagueces

    del alto y puro pensar,

    y por gozarlas mil veces

    por eso aprend a cantar.

    Y sonaron mis canciones

    a ruido de hojas de encina,

    arpa ruda cuyos sones

    dieron al alma emociones

    y al estro voz peregrina.

    En julio el abrasador,

    cuando a la ruda labor

    iba con mis segadores

    a aquellos alrededores

    del valle de Fuenmayor,

    esa vieja venerable,

    nico asilo habitablede la abrasada llanura

    me daba sombra agradable

    con hlitos de frescura...

    Y aquella encina frondosa

    que en las gayas estaciones

    me di msica amorosa

    cuya dulzura sabrosa

    cay sobre mis canciones,dime despus en esto

    fresco dosel protector,

    y ahora, que invierno sombro

    me tiene yerto de fro,

    presta a mi cuerpo calor...

    Yo tengo miedo, Agustina,

    que el tiempo que se avecina

    me busca amenazador...

    Ay, que ya muri la encinadel valle de Fuenmayor!...

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    Porque el dolor purifica las almas de todos los seres, como el fuego en el

    crisol, limpia de escorias al oro. Porque el dolor, llevado a su paroximo,

    acaba en placer, ya que tambin en reciprocidad, hay placeres dolorosos

    y acaba sin duda merced a una ley matemtica de simple cambio de signo,que en la gamma evolutiva es el cambio de signo consiguiente a un

    nuevo y complementario estado superior de evolucin.

    DR. Roso DE LUNA