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VI. ARTE RUPESTRE Rock Art

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VI. ARTE RUPESTRE Rock Art

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Sautuola / XVInstituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”Santander (2009), 439 - 451

ISSN:

Contribución al conocimiento del arte parietal paleolítico dela cueva de El Salitre (Miera, Cantabria)

Contribution to the knowledge of the parietal Palaeolithic art in El Salitre Cave(Miera, Cantabria)

César GONZÁLEZ SAINZ1

Diego GÁRATE MAIDAGAN2

Joaquín EGUIZABAL TORRE3

RESUMEN

La cueva de El Salitre cuenta con algunas de las figuras rupestres paleolíticas primero localizadas y publicadas de la península Ibérica (res-pectivamente, en 1906 y 1911). En las últimas décadas se han ido añadiendo nuevos motivos parietales. El último, objeto inicial de este tra-bajo, es una representación de ciervo pintada en rojo, bastante desvaída en la actualidad. A partir de ahí, ensayamos unas notas sobre la ar-ticulación de este conjunto parietal paleolítico, de pequeño tamaño pero con procedimientos técnicos muy diversos, y sobre su integración eincidencia en una problemática que nos resulta de interés: la de las figuras animales en rojo, de estilo premagadaleniense, en la región Can-tábrica.

ABSTRACT

The cave of El Salitre has some of the first Palaeolithic rock art figures to be located and published in the Iberian Peninsula (respectively,in 1906 and 1911). In recent decades, further parietal figures have been observed. The most recent, the initial object of this study, is a repre-sentation of a red deer, painted in red and now quite faded. Based on this, we have proposed some remarks on the articulation of this smallparietal ensemble, with very diverse technical procedures, and on its integration and incidence in an interesting topic: the red animal figures,of pre-Magdalenian style, in the Cantabrian region.

PALABRAS CLAVE: Arte parietal. Ciervo. Salitre. Paleolítico Superior. Pintura punteada.

KEY WORDS: Deer. Dotted paintings. Rock art. Salitre. Upper Palaeolithic.

I. LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA E HISTORIA DE LAINVESTIGACIÓN

La cueva del Salitre se abre al pie de un cantil ro-coso de la margen derecha del valle del río Miera, yaen su cuenca alta, por donde ese río discurre en unpaisaje encajado y de fuertes pendientes. En el con-texto de la región Cantábrica, se trata de una de lascuevas ocupadas en el Paleolítico superior más eleva-das sobre el nivel actual del mar (450 m), y más aleja-das de la línea de costa, que hoy dista unos 23 km enlínea recta (bahía de Santander). Sus coordenadasUTM son x = 442.500; y = 4.790.160.

Tras una boca orientada al O-SO, de amplias di-mensiones, la cueva se prolonga a través de una gale-ría principal de aproximadamente 175 metros de pro-

gresión, sin prolongaciones laterales u otros desarro-llos secundarios. El piso es sensiblemente horizontal, yel tránsito hasta el fondo está dificultado tan solo poruna sucesión de grandes bloques al final del vestíbuloanterior, o también, por los numerosos agujeros deja-dos por las sacas de tierra y catas diversas que jalonanese recorrido.

El descubrimiento de arte parietal paleolítico en ElSalitre corresponde a la primera tanda de localizacio-nes en la región Cantábrica, producida inmediata-mente después de la aceptación de la antigüedad delarte de la cueva de Altamira y de otros conjuntos pa-rietales franceses en el Congreso de la AssociationFrançaise pour l’Avancement des Sciences de 1902.Así, en 1903, Lorenzo Sierra constata la existencia deun yacimiento arqueológico en el vestíbulo, donde re-coge materiales líticos y óseos, restos de fauna y mo-luscos (SIERRA, 1908: 100). En esa misma publicacióncita ya la existencia de un par de figuras parietales enrojo: una cabeza de cierva y un signo, que, según seprecisa en una publicación posterior (ALCALDE, BREUILy SIERRA, 1911: 25), había detectado en 1906.

El capítulo correspondiente de Les cavernes de laregion Cantabrique (ALCALDE, BREUIL y SIERRA, 1911:23-26) ha sido la referencia esencial sobre el arte ru-

ISSN: 1133-2166

1. Departamento de Ciencias Históricas e IIIPC, Universidad de Cantabria. Av-da. de los Castros s/nº, 39005 - Santander.Correo electrónico: [email protected]

2. C.R.E.A.P. Cartailhac - TRACES-UMR 5608., Maison de la Recherche, Uni-versité de Toulouse Le Mirail. 5, allée Antonio Machado, 31058 - Toulouse.Correo electrónico: [email protected]

3. Cuevas Prehistóricas de Cantabria. Cueva de Covalanas, 39800 - Ramalesde la Victoria, Cantabria.Correo electrónico: [email protected]

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440 CONTRIBUCIÓN AL CONOCIMIENTO DEL ARTE PARIETAL PALEOLÍTICO DE LA CUEVA DE EL SALITRE (MIERA, CANTABRIA)

pestre del Salitre hasta las últimas décadas del sigloXX. Este trabajo consideraba los dos motivos localiza-dos por Sierra, luego reencontrados por Alcalde delRío junto a otras dos figuras nuevas: unas astas de cier-vo en rojo y una cierva muy alargada de color negro si-tuada al fondo de la cueva. El trabajo de 1911 apor-taba una primera topografía de la cavidad y cuatro di-bujos de Alcalde del Río, probablemente realizados amano alzada, de las pinturas detectadas hasta enton-ces (ALCALDE, BREUIL y SIERRA, 1911: figs. 27-30). Setrata, en orden topográfico, de unas astas de ciervoen rojo, una posible cabeza de bóvido (que Sierra ha-bía entendido como un signo), una cabeza de ciervaen el mismo color, y una cierva completa en negro alfondo de la cueva, muy separada de las anteriores fi-guras. Son los motivos nº 3, 6+7, 9 y 14+15 del pre-sente trabajo. La síntesis de 1911 hacía también refe-rencia a los materiales de diferentes momentos del Pa-leolítico superior localizados por Sierra, incluyendo “unfragmento solutrense”, y a la notable alteración tantodel depósito de la cavidad, por las sacas de tierras deabono, como de las paredes de la misma, con figurasen general mal conservadas. Finalmente, este trabajoofrecía la primera y casi única referencia para contex-tualizar Salitre en el conjunto del arte parietal cantá-brico, al indicar que el procedimiento técnico aplicadoa la cabeza de la cierva en rojo era bastante similar alde las figuras de Covalanas (ALCALDE, BREUIL y SIE-RRA, 1911: 26). Conviene recordar la frase con la queH. Breuil, en sus últimos años, cerraba un corto resu-men de los contenidos parietales de El Salitre: “Je n´aipu visiter cette grotte” (BREUIL, 1952: 348). De ma-nera que todo el trabajo de documentación de 1911,dibujos y lecturas de los mismos, se debe a H. Alcaldedel Río y L. Sierra.

Con posterioridad, se han publicado diversas apor-taciones más o menos discretas al catálogo parietal dela cueva de El Salitre, aunque no análisis de conjunto.En el compendio de cuevas decoradas cantábricas en-sayado por J. González Echegaray (1978: 56) se indi-can “dos ciervas en trazo baboso (una completa), unaposible cabeza de bóvido en la misma técnica, unacornamenta de ciervo, y otra pequeña cierva en trazonegro. Hay algunos grabados imprecisos, “marcas ne-gras” y macarroni”. Es decir, se añade una cierva conrespecto al estudio de 1911, aunque sin mayor preci-sión, y se indica ya la existencia de macarroni y de gra-bados imprecisos. Inmediatamente después, V. Cabre-ra Valdés y F. Bernaldo de Quirós retoman el estudio dela cueva, tanto en lo que se refiere al arte parietal co-mo al yacimiento arqueológico. Dicho proyecto dio lu-gar a una publicación centrada solo en el primer as-pecto, en el que ciertamente introducía novedades im-portantes. Por un lado, la aplicación de la fotografíainfrarroja permitía reinterpretar la cierva alargada ne-gra del fondo de la cavidad como dos figuras inde-pendientes, de caballo y de un posible uro. Las pintu-

ras rojas también fueron revisadas. La cierva aparececasi completa y no reducida a la cabeza, y junto a ellase menciona ahora una posible cabra acéfala inédita.A su vez, el bóvido se desglosa en una línea aisladaque bordea un relieve de la pared y una representa-ción de cáprido. Por debajo de la anterior, en tonosamarillos, se identifica un vientre y tren posterior deotra representación naturalista punteada. A su vez, seindican por primera vez algunos restos de color negrosobre la pared derecha de la cueva. Finalmente, la ex-tracción de una concreción que dificultaba el estudiode los macarroni permitió el hallazgo de una calotahumana junto a otros fragmentos óseos animales, asícomo restos de ocre de atribución cultural incierta (CA-BRERA y BERNALDO DE QUIRÓS, 1981).

La revisión más pormenorizada y amplia del arterupestre del Salitre es la realizada por R. González Gar-cía en su tesis doctoral de 1996, base de una publica-ción posterior (GONZÁLEZ GARCÍA, 2001). Este autoraporta aspectos de interés referidos a la historia de lainvestigación y a la selección de planos de trabajo porlos paleolíticos, así como un levantamiento topográfi-co que utilizaremos. Sin embargo, el tratamiento delos motivos rupestres es sumario -sin calcos- e incom-pleto (se omite alguna representación ya incluida en1980, como el cuadrúpedo en trazo punteado de co-lor amarillento), y la evaluación de la temática animalpresente -que queda restringida a dos ciervas y unasastas de ciervo- y del estilo y cronología del conjunto,son difícilmente asumibles en nuestra opinión.

Con posterioridad destaca el resumen de conteni-dos realizado por M. L. Serna (2002), que añade unanueva figura en trazo negro muy fino localizada en elgrupo del fondo de la cavidad, que “parece tratarsede un cáprido con largos cuernos orientados haciaatrás”. Como veremos, se trata de una figura -nº 16 deeste trabajo- de gran interés para la evaluación estilís-tica del conjunto. Reproduce la noticia con similaresreservas en cuanto a la identificación temática de esanueva figura P. Smith (2003: 118), que además hace laprimera referencia a la localización reciente del ciervopintado en rojo que tratamos más adelante.

Por último, otros colegas indicaban recientementealgunos nuevos motivos parietales en Salitre, en unarelación de novedades en el arte rupestre paleolíticoregional (MONTES, MUÑOZ y MORLOTE, 2005). Setrata, de un lado, de un panel de líneas incisas finas so-bre uno de los grandes bloques situados al fondo delvestíbulo. Además, señalan alguna mancha roja y unpanel de grabados incisos gruesos -acaso con partesaisladas de la anatomía de cuadrúpedos- en las proxi-midades de los macarroni ya conocidos. También ha-cen referencia, finalmente, a la cabeza y cuello de unacabra montés al fondo de la cavidad, la misma ya in-dicada por A. Serna y P. Smith. La tesis de uno de nos-

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otros, centrada en las figuras animales en rojo del ar-te premagdaleniense (GÁRATE, 2006) aportaba, porprimera vez, calcos de las figuras pintadas en rojo oamarillo, con las dimensiones y documentación básica.

Por su parte, el yacimiento arqueológico de la ca-vidad no ha tenido mejor suerte que el conjunto pa-rietal. Si de las figuras no se han publicado calcos mí-nimamente precisos hasta hace pocos años, del yaci-miento conocemos alguna pieza lítica o en asta másdestacada, pero ni un solo corte estratigráfico. Tras lascatas realizadas por L. Sierra en 1903 y 1906, la inter-vención más amplia es la realizada por J. Carballo, dela que solo se conocen noticias dispersas. En la prime-ra edición de El Hombre fósil, H. Obermaier indica un“yacimiento notable, con capas auriñacienses, solu-trenses y magdalenienses” (OBERMAIER, 1916: 170);en la segunda edición añade una referencia a la pre-sencia de materiales azilienses, pero rebaja la catego-ría del depósito, que ahora es un “yacimiento con ves-tigios auriñacienses, solutrenses, magdalenienses y azi-lienses” (OBERMAIER, 1925: 173).

De las excavaciones de Carballo solo se publicaronunas pocas piezas, que han dado lugar a una ciertaconfusión. Así un arpón aziliense con doble perfora-ción en ojal, del que Carballo afirma (1924: 112 yfig.42) que es el primero aparecido en la Península Ibé-rica. Sin embargo, no aclara suficientemente si se re-fiere a que se trata del primer arpón aziliense o a quees el único con doble perforación. La primera lectura esdesde luego incorrecta pues se habían detectado yaarpones azilienses en las excavaciones del Institut dePaléontologie Humaine en Castillo (CABRERA, 1984:379 y fig.175, reproduce tres de ellos) y en El Valle(CHEYNIER y GONZÁLEZ ECHEGARAY, 1964: 344 yfig.13), aunque es posible que Carballo no conocieseestos materiales en 1924, o en el momento de excavarSalitre (hacia 1914 o 1915, por lo que se afirma enCARBALLO y LARÍN, 1933: 34), puesto que tales arpo-nes se publicaron bastante después. En todo caso, esaambigüedad de Carballo ha provocado que la prácti-ca totalidad de los trabajos publicados sobre las figu-ras rupestres de El Salitre reproduzcan de forma acrí-tica esa primera lectura errónea, el descubrimiento enesta cueva del primer arpón aziliense de la PenínsulaIbérica.

De igual forma, corresponde a las excavaciones deCarballo en El Salitre un fragmento de diáfisis pintadocon una representación de ciervo (CARBALLO y LARÍN,1933: 34 y fig.65), que en ocasiones se ha atribuido alos niveles de época Auriñaciense (ALMAGRO, 1947:354; BERNALDO DE QUIRÓS, 1982: 179). El hueso seencuentra en paradero desconocido al menos desdeinicios de la década de 1970 (BARANDIARÁN, 1972:210, es el primero en indicar su ausencia del Museode Prehistoria de Santander). Y ciertamente era y sigue

siendo un caso único de diáfisis pintada con una re-presentación figurativa animal en trazo muy fino decolor rojo, lo que incrementa las dudas sobre la inter-pretación de Carballo.

Desde 1979 y hasta la actualidad se han realizadootras intervenciones arqueológicas sobre el depósitode la cueva de El Salitre (CABRERA y BERNALDO DEQUIRÓS, 1981; GONZÁLEZ MORALES, 2002), de lasque ha trascendido poco más que los resultados delanálisis polínico (LÓPEZ, 1981). Por el contrario, la cue-va de El Salitre ha gozado de una atención literaria decierto interés. En ella (cueva de La Salitrosa) se des-arrolla una de las Escenas Cántabras publicadas por H.Alcalde del Río en 1928 (“Recelos y avaricia. Orillas delMiera”), que glosa las aventuras de un par de arqueó-logos destacados allí (en realidad H. Breuil y el mismoAlcalde).

II. UNA NUEVA REPRESENTACIÓN DE CIERVO

Si bien la cueva de El Salitre es una de las decanasde la cornisa cantábrica, no por ello está exenta deofrecer información novedosa sobre su arte parietal,tal y como ha sucedido en otros casos de cavidadesconocidas de antiguo (El Pendo, Hornos de la Peña,Cualventi, etc.). La multiplicidad de planos suscepti-bles de decoración en un entorno kásrtico y la conser-vación a menudo deficiente de los motivos permitenentender como inevitables tales añadidos.

En la presente ocasión damos a conocer el hallaz-go de una representación animal inédita cuyas carac-terísticas permiten precisar mejor el encaje de la cavi-dad dentro de la actividad gráfica parietal premagda-leniense de la cornisa Cantábrica. Se trata de una pin-tura de ciervo localizada por Joaquín Eguizabal Torre yque había pasado desapercibida. El descubrimiento tu-vo lugar el 30 de mayo de 2002, durante una visita ala cavidad, solicitada por uno de los arriba firmantespara el desarrollo de su proyecto de Tesis Doctoral,contando con la pertinente autorización de la Conse-jería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno deCantabria. El trabajo a pie de panel se desarrolló coniluminación de luz fría de 75W alimentada medianteuna batería portátil, combinada con otras lámparasconvencionales, y lentes binoculares de x4’8 aumen-tos. Se tomaron medidas, croquis y fotografías en dia-positiva y formato digital, con distintos ángulos e ilu-minaciones. Los calcos se realizaron, a partir de las fo-tografías, mediante un programa de tratamiento deimágenes (paquete informático de Adobe).

La nueva representación es la primera figura ani-mal pintada en el interior de la cueva. Como el resto delos motivos rupestres paleolíticos se sitúa también so-bre el lateral izquierdo de la galería principal. Pero adiferencia de las otras figuras animales, este ciervo

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aparece aislado en ese lateral, poco más allá del vestí-bulo con yacimiento e inmediatamente después delcaos de bloques que separa el área anterior de pe-numbra de la galería interior, ya oscura (nº 2 del pla-no de Figura 1). La representación fue realizada sobreun lienzo inclinado, casi vertical, notablemente corro-ído y alterado; se localiza a una altura aproximada de2,25 m sobre el suelo actual, de manera que es másfácilmente apreciable desde lo alto del último bloqueaislado.

Se trata de una representación de ciervo orientadaa la izquierda, de un tamaño considerablemente ma-yor que las demás figuras de animales de la cueva (lafigura completa debía tener entre 110 y 120 cm delongitud, de morro a nalga), salvo la cierva nº 9. A te-nor de los restos de pigmento rojo, en origen debiótratarse de una representación completa, aunque enla actualidad se aprecian apenas la cabeza, asta, y lí-neas cérvico-dorsal, pectoral y ventral.

La cabeza es triangular pero menos alargada que lade las ciervas, con el maxilar bien indicado y remarca-do, separando con su prolongación la cabeza del cue-llo. Es notable la anchura y potencia del cuello repre-sentado, que corresponde también a un macho adul-to. Se aprecia un ramal de asta especialmente alarga-do, con las dos luchadoras o pitones adelantados, unaramificación basal y una oreja indicada. La línea cérvi-co-dorsal es suavemente sinuosa. No quedan más querestos aislados del pigmento de la grupa y del trenposterior. Aunque están prácticamente destruidos, pa-rece que se apoyaban sobre una grieta vertical incli-nada que limita la figura por su parte derecha.

Por debajo de la cabeza, y en continuidad con subase, se aprecia con claridad una línea anterior delcuello que, sin solución de continuidad, se prolongaen la zona pectoral del animal, hasta una zona inferiorde pigmento ya mucho más perdido, en donde con-vergen las dos líneas del vientre y arranca una muyprobable extremidad anterior.

En la parte inferior se aprecia con claridad una líneaconvexa que, en principio, parece corresponder al ex-tremo posterior de la línea ventral. Sin embargo, te-niendo en cuenta la longitud de la línea cérvico-dorsal,y la anchura y potencia del cuello, resultaría un animalexcesivamente delgado. En realidad parece tratarse deuna línea de despiece ventral, en tanto que el vientre,menos marcado en la actualidad, es apreciable un po-co más abajo. Esto es, tal como la interpretamos, la fi-gura tendría un despiece ventral mediante dos líneascasi paralelas, aunque un poco más ancho en su par-te posterior y más estrecho en la anterior.

Un último aspecto formal de interés son algunosrestos de pigmento situados por encima de la líneacérvico-dorsal y que no pueden corresponder a las as-

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Lámina I: Representación de ciervo en el inicio del lateral izquierdo de la cueva del Salitre. A la izquierda, fotografía con luz frontal. A la de-recha, modificación artificial del tono y saturación del color en el conjunto de la foto, para resaltar el pigmento rojo.

Lámina II: Restos de pigmento rojo de la representación de ciervo.

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tas del animal. Por su disposición parecen organizarseen una línea oblicua, similar a los venablos dibujadosocasionalmente sobre algunos animales “heridos”.Aunque la deficiente conservación impide tener segu-ridades, creemos probable que estemos de nuevo an-te uno de esos ciervos heridos del arte cantábrico queglosábamos recientemente (GONZÁLEZ SAINZ, 2007-2008). La figura es especialmente cercana a la de ungran venado pintado en rojo al fondo de la Gran Salade la cueva de El Castillo (ALCALDE, BREUIL y SIERRA,1911: nº 5 y fig. 123), por el procedimiento técnico, elestilo y la situación aislada.

Desde un punto de vista técnico, todo se ha re-suelto mediante pintura roja diluida, definiendo uncontorno bastante ancho -especialmente en las líneascérvico-dorsal y anterior del cuello- como correspondeal formato grande de la figura. Las astas y segura-mente el venablo, se realizaron con un trazo más finoen el que se pueden individualizar algunas puntuacio-nes que permiten asegurar la combinación del trazopunteado yuxtapuesto y de otros lineales en la reali-zación de la figura, al igual que sucede en otras pin-turas rojas de la cueva ya conocidas.

III. EL DISPOSITIVO GRÁFICO PARIETAL DE LACUEVA

A la vista de la serie de adiciones al catálogo parie-tal del Salitre que revisábamos en el primer epígrafe,nos ha parecido conveniente ensayar un mínimo re-paso integrado y crítico de esa documentación, orde-nado topográficamente.

El conjunto parietal paleolítico de la cueva de El Sa-litre es de pequeñas dimensiones, con poco más de 18unidades gráficas, de las que al menos ocho corres-ponden a figuras de animales. A pesar de ello, el con-

junto destaca por una inusual diversidad de procedi-mientos técnicos: pinturas rojas punteadas, en trazoslineales, o extensión en plano, amarilla, pinturas ne-gras lineales y grabados anchos sobre arcilla, o más fi-nos sobre caliza con película de decalcificación.

Todas las representaciones conocidas en Salitre serealizaron en un ambiente de oscuridad, coincidiendoel inicio de la decoración con el transito rápido a esasituación de oscuridad que propicia el caos de bloquesque separa el vestíbulo de la galería interior, y que aco-ge las primeras manifestaciones parietales, algunas se-ries de grabados no figurativos (nº 1 del plano). A suvez, todas las manifestaciones parietales atribuibles alPaleolítico superior están sobre el lado izquierdo de lagalería principal. Sobre el derecho tan solo se hanapreciado algunas marcas negras no figurativas (m/2del plano) de cronología muy imprecisa, que tambiénaparecen más ocasionalmente sobre la pared izquier-da (m/1, junto a los “macarroni”).

Desde un punto de vista espacial (vid. Figura 1) ladecoración no se reduce a un único espacio interior,sino que afecta a dos ámbitos, anterior y posterior o defondo, separados por unos 55 m de galería sin ningúnmotivo parietal. La neta separación topográfica deesos dos espacios decorados se refuerza por la pre-sencia de procedimientos técnicos distintos en cadauno de ellos: pintura roja, amarilla y grabados en elprimero, y figuras en trazo negro fino en el situado alfondo de la cueva (Vid. plano de Figura 1).

III.1. El subconjunto anterior (motivos nº 1 a 13)

Tras un amplio vestíbulo de entrada, de unos 20 mde longitud, se localiza un caos de grandes bloquescalizos atravesados sobre la galería que dificulta eltránsito hacia los espacios más profundos de la cavi-

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dad, y marca el límite entre la zona iluminada por laluz natural y el interior oscuro de la cueva. El subcon-junto anterior comienza en esos bloques y se prolon-ga una cincuentena de metros, hasta los grabados di-gitales situados en un recodo de la galería principal.Todo ese tramo de la galería es de suelo sensiblemen-te horizontal y de tránsito sencillo. Las manifestacionesparietales son las siguientes:

1. En el área de penumbra se ha mencionado, sinmayor detalle, la existencia de un panel con líneas in-cisas finas sobre uno de los grandes bloques despren-didos al fondo del área vestibular (MONTES, MUÑOZy MORLOTE, 2005). Hemos revisado sumariamente es-tos grabados sin conseguir definir ningún motivo fi-gurativo. El aspecto de los grabados -de tipo simple yúnico sobre lienzo vertical- es en nuestra opinión an-trópico y antiguo, de manera que coincidimos con losautores citados en que muy probablemente corres-ponden al Paleolítico superior, al menos como opcióncronológica más probable.

2. El ciervo pintado en rojo que ya hemos descritoantes y que se sitúa poco más allá de los grandes blo-ques, es la primera representación figurativa clara delconjunto rupestre. Como hemos destacado, son de re-tener el tamaño relativamente grande de la figura, susituación aislada, y el mismo hecho de estar herido.

En su tramo medio la cavidad se reorienta en di-rección Este con un leve recodo, a unos 75 metros dela entrada. En él, sobre la pared izquierda, se concen-tra la principal agrupación de motivos parietales de lacueva (nº 3-9). Esta serie de pinturas animales en rojoo amarillo, todas ellas orientadas hacia el exterior de lacavidad, se localiza sobre un amplio panel agrietadopor la sequedad y afectado por numerosas alteracio-nes humanas recientes, a lo largo de unos 6 metros. Secompone de cuatro lienzos particularizados por variospliegues oblicuos del soporte que los delimitan conclaridad, y sobre los que se han trazado otras tantas re-presentaciones animales.

3. La primera figura se reduce a dos trazos curvosdispuestos en vertical y opuestos, desde los cuales par-ten otros menores que han permitido tradicionalmen-te su interpretación como astas de ciervo ramificadas,pintadas en trazo rojo, en nuestra opinión, en punte-ado yuxtapuesto.

En la prolongación del mismo lienzo natural haciael fondo, pero ligeramente separados de las astas in-dicadas (aproximadamente a un metro), se aprecianrestos de varios motivos pintados en color amarillo, yen yuxtaposición estrecha, pero un poco más altos, entrazo lineal de color rojo. En su estado actual, su lec-tura e interpretación no es sencilla. Cabe diferenciarlos siguientes motivos:

4. Manchas y restos de líneas muy difusas y apa-gadas de pintura amarilla, situados en el extremo ini-cial del lienzo. No muestran una forma definida, nipueden corresponder a partes alteradas (la cabeza) dela figura animal de ese mismo color situada más a laderecha, sino que son restos de al menos un motivoparticular, en la actualidad prácticamente perdido.

5. Figura animal orientada a la izquierda, en trazopunteado de color amarillo-siena, combinado con al-gún trazo lineal del mismo color. Se aprecia el arran-que de dos patas anteriores lineales, un vientre conve-xo, extremidad posterior de doble trazo, nalga y gru-pa. El punteado es claro en el vientre y en la línea an-terior de la pata trasera, al tiempo que se aprecia algúntrazo lineal corto en la zona inguinal, al final del vien-tre, y en la nalga. Esta figura, no recogida en las pri-meras publicaciones sobre la cavidad, parece corres-ponder a un cérvido.

En yuxtaposición estrecha sobre el cérvido amari-llo, y en la zona superior al mismo, donde debería te-ner la cabeza y línea cérvico-dorsal, se aprecian variaslíneas en trazo lineal rojo que corresponden a uno odos motivos diferentes al pintado en amarillo (nº 5).Estas líneas en rojo no tienen una lectura figurativa evi-dente, al menos en su estado actual. Pero tampoco lotenían en la época de los primeros trabajos sobre elSalitre, que definían el motivo como una posible ca-beza de bóvido (ALCALDE, BREUIL y SIERRA, 1911: 25y fig.28), muy poco probable en nuestra opinión. Enprincipio hemos considerado aquí dos motivos dife-rentes:

6. Sobre el cérvido amarillo se aprecia una larga lí-nea convexa con una prolongación en ángulo en suextremo derecho y un par de revueltas hacia arriba enel izquierdo, que sugieren una línea cérvico-dorsal condos cuernos, aunque no es una interpretación en ab-soluto segura.

7. A su vez, en la parte más alta del lienzo, y casien paralelo con la línea roja descrita, se aprecia unnuevo trazo largo de color rojo también con aspectode línea cérvico-dorsal de animal orientado a la iz-quierda. Las incurvaciones presentes podrían corres-ponder a la parte superior de un caballo, con crineraconvexa acabada en un trazo en ángulo (en el extremoizquierdo de la línea), zona dorsal y grupa. Toda estalínea de un posible esquema de caballo orientado a laizquierda se ajusta con precisión a un pliegue naturalen la parte alta de ese plano.

8. Una tercera representación en trazo lineal rojo,situada a un metro de distancia de las anteriores, seha interpretado en ocasiones como una figura de ca-bra orientada a la izquierda. De ella se aprecia bien lalínea pectoral y la cervical, prolongada hasta la zona

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dorsal. Al tiempo, un largo trazo ligeramente convexocorresponde probablemente a un cuerno y permite esaidentificación faunística.

9. Por último, el cuarto lienzo del panel de pintu-ras rojas presenta una figura de cierva también orien-tada a la izquierda, combinando trazo punteado y li-neal, en armonía con el modelo extendido por buenaparte de la cornisa Cantábrica. Como ya indicaron Ca-brera y Bernaldo de Quirós (1981), se trata de una fi-gura en origen completa, parcialmente velada por unacapa calcítica. Se identifica bien la cabeza triangularalargada con el maxilar modelado y el morro cerrado,el arranque de unas orejas en V, la línea dorsal con res-tos de una posible línea de despiece interior, el pechocon el arranque de las extremidades delanteras y elvientre con restos de las traseras.

10. Más adelante, y siguiendo el lateral izquierdode la cueva, a una decena de metros de la cierva, yunos tres metros antes de llegar al panel de grabadossobre arcilla, se aprecian restos de color rojo muy des-vaídos sobre un lienzo vertical, en una longitud de 60cm. y a un metro sobre el suelo de la cueva. Estos res-tos fueron indicados por Montes, Muñoz y Morlote(2005: 99) y son de lectura confusa por el estado muydesvaído del pigmento y las películas de calcita quevelan la parte superior de la representación. Ocasio-nalmente hemos entendido los restos de una nuevafigura de cáprido, con un cuerno alargado y una líneacérvico-dorsal más o menos sinuosa, orientada hacia elinterior de la cavidad (GÁRATE, 2006). Tras una lectu-ra más atenta, sin embargo, creemos más probableque se trate de la parte inferior de una figura animalorientada de nuevo hacia la entrada a la cueva, conun vientre convexo, arranque de las extremidades tra-seras, nalga e inicio de la grupa. La parte superior de

esta figura ha sido afectada por las veladuras calcíticasde la parte alta del lienzo. De otro lado, aunque loconservado es muy difuso, creemos apreciar de nuevola combinación de trazo punteado (sobre el vientre) ylineal (en la nalga o cola) (Lámina IV).

Una última hornacina del recodo central alberga elpanel de macarronis digitales (GONZÁLEZ ECHEGARAY,1978) sobre la pared endurecida y acompañado de va-rios tizonazos de carbón. Junto a él, se ha señalado laexistencia de alguna mancha roja y de otros trazos gra-bados de surco ancho que simulan líneas cérvico-dor-sales de cuadrúpedos (MONTES, MUÑOZ y MORLOTE,2005).

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Lámina III: Pinturas rojas y amarillentas de la galería principal (motivos 3 a 9) (GÁRATE, 2006).

Lámina IV: Restos muy perdidos de color rojo correspondientes auna figura animal posiblemente orientada a la izquierda (nº 10), dela que se aprecian un vientre en trazo punteado, y otros trazos li-neales correspondientes al arranque de las extremidades traseras ynalga o cola. Fotografía modificada en su conjunto para resaltar losrestos de pigmento rojo.

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11. Al fondo del espacio central, siempre sobre ellado izquierdo de la galería, llegamos a un panel congrabados de tipo simple y único, realizados con el de-do sobre arcilla blancuzca hoy endurecida. Se ha indi-cado aquí la presencia de algunas posibles líneas cér-vico-dorsales de cuadrúpedos (MONTES, MUÑOZ yMORLOTE, 2005). Se trata de una posibilidad bien ra-zonable a la vista del lienzo, aunque sin una docu-mentación detallada, incluyendo calcos, no podemosasegurar la presencia de figuraciones.

12 - 13. Unos metros más hacia el fondo de la ca-vidad, pero aislado del panel de trazos grabados an-teriores, se aprecia un amplio grupo de líneas graba-das con los dedos de una mano en paralelo, no figu-rativas. Están realizadas sobre un lienzo vertical col-gante de superficie muy alterada, y son series vertica-les u oblicuas, no figurativas en lo que hemos podidoapreciar. En el mismo panel que estos macarroni seaprecia al menos una mancha difusa de color rojo (nº13), a la izquierda de los trazos grabados, y un par detizonazos de carbón vegetal (m/1) a la derecha, apa-rentemente posteriores a los grabados.

Encajada en una grieta junto a los macarronis, selocalizó un fragmento de calota humana infantil aso-ciada a restos de fauna y de ocre que se relacionaríancon prácticas rituales (CABRERA y BERNARDO DE QUI-RÓS, 1981) cuya atribución cultural no se ha precisa-do hasta el momento.

m/2. En este subconjunto anterior, pero sobre lapared derecha de la cueva, tan solo se ha indicado unpanel cubierto de tizonazos de carbón (CABRERA yBERNARDO DE QUIRÓS, 1981) asociado, en ocasio-nes, al llamado arte post-paleolítico “esquemático-abstracto” (APELLÁNIZ, 1982) pero atribuidos tambiéna otro tipo de fenómenos (DÍAZ CASADO, 1993). Setrata del panel I de los considerados por González Gar-cía en Salitre (2001), que de forma atinada indica laimportante diferencia entre la superficie de este lienzo,muy rugosa, y los seleccionados en el lateral izquierdo,mucho más apropiados para realizar las figuras rupes-tres paleolíticas.

III.2. El Subconjunto del fondo (motivos nos 14 –16)

El último sector decorado se localiza en la sala deltramo final de la cueva, a unos 175 metros de la en-trada. Está separado del subconjunto anterior por unbuen tramo de galería sin ningún motivo parietal. Aese aislamiento se suman algunas peculiaridades téc-nicas y de formato, que particularizan este subconjun-to parietal dentro del dispositivo general de la cueva.

Todos los motivos identificados están sobre un mis-mo lienzo de la pared izquierda, a escasa altura sobre

el suelo. El primer estudio (ALCALDE DEL RÍO, BREUILy SIERRA, 1991: 26 y fig.30) entendía aquí una únicarepresentación de cierva, orientada a la izquierda y ex-cesivamente alargada. Posteriormente una revisiónmás cuidadosa, reforzada con fotografía infrarroja per-mitió distinguir dos animales diferentes en yuxtaposi-ción muy estrecha o quizá parcialmente solapados, yque se corresponderían con un bóvido y un caballo(CABRERA y BERNARDO DE QUIRÓS, 1981). Reciente-mente, en un registro inferior a la derecha de las an-teriores, se ha identificado otra representación en ne-gro, probablemente una cabra, (SERNA 2002; SMITH,2003; MONTES, MUÑOZ y MORLOTE, 2005), aunqueno se describe ni se indica su orientación en esos tra-bajos. Los motivos son los siguientes:

14. Figura animal orientada a la izquierda, en tra-zo lineal de color negro de contorno. La forma es cier-tamente imprecisa, pero si algo es claro es que no setrata de una cierva como aún se reivindica en ocasio-nes (GONZÁLEZ GARCÍA, 2001). En nuestra opinión, laforma de la línea cérvico-dorsal, con un leve abulta-miento en su parte anterior, contrasta con cualquierade los esquemas de cierva ensayados en el Paleolíticocantábrico, y debe corresponder a un animal de la fa-milia de los bovinos, como ya propusieron Cabrera yBernaldo de Quirós (1981). Uno de los elementos quepueden inducir a error son los dos cuernos, en pers-pectiva torcida aunque quizá demasiado cortos y sin lacurvatura característica de los uros, por lo que en oca-siones se han entendido como orejas.

A la izquierda de esa figura se ha indicado la exis-tencia de un trazo negro similar al de las figuras ani-males (GONZÁLEZ GARCÍA, 2001), que no hemos con-seguido identificar con claridad.

15. La figura de caballo situada inmediatamente ala derecha fue aislada e interpretada temáticamentepor Cabrera y Bernaldo de Quirós (1981). Tan solo re-marcaremos el ángulo entre la línea frontal y la crineraconvexa, o la fuerte sinuosidad de la línea cérvico-dor-sal (aunque mal conservada en su parte media), quefacilitan su identificación como caballo y que apuntan,en nuestra opinión, a esquemas constructivos espe-cialmente frecuentes en etapas premagdalenienses.

16. La última figura animal de El Salitre es de no-table interés. Ciertamente se trata de una representa-ción parcial (cabeza y parte anterior del cuerpo, sin ex-tremidades) de una cabra orientada a la izquierda. Eltratamiento técnico -línea continua de color negro- esel mismo que en las dos figuras inmediatas, de las queestá ligeramente separada, a su derecha.

El diseño de la figura es muy sencillo, reduciéndo-se a dos líneas. La primera dibuja la línea dorsal, seprolonga en curva en la línea cervical y, sin solución de

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continuidad, en uno de los cuernos, el situado a la de-recha. La otra línea dibuja un segundo cuerno que seprolonga, también en curva, en la línea frontal de lacara, morro redondeado, línea de la barbilla y, tras unanueva incurvación, finaliza en la línea pectoral.

Los cuernos por tanto están dibujados en perspec-tiva torcida, más separados en su extremo que en labase, en donde aún queda un vacío entre ambos (ocontorno abierto). Se trata por tanto de un esquemade construcción relativamente habitual y conocido enel arte paleolítico: cabras o ciervas con cuernos u ore-jas en prolongación de las líneas frontal de la cabezay cervical, con un espacio vacío en la base de esosapéndices. Aunque ocasionalmente puede apareceraún en contextos gráficos magdalenienses (por ejem-plo en la cabra dibujada sobre placa de arenisca de lacueva de Sovilla, vid. GONZÁLEZ SAINZ, MONTES BAR-QUÍN y MUÑOZ FERNÁNDEZ, 1993), es bastante másfrecuente y característico de fases anteriores. Entre losejemplos cantábricos datados, destacan una repre-sentación de cierva sobre placa de arenisca con un di-seño prácticamente idéntico al de Salitre -el mismo va-cío entre, en este caso, las orejas- localizada en Anto-liña koba (Bizkaia), dentro de un nivel con industriagravetiense y con tres dataciones de radiocarbono entorno a 27.000 BP (Mikel Aguirre, en prensa). De igualforma, cabe recordar la cabeza de ciervo en tampona-do rojo de la cueva de Pondra, con dataciones por ter-moluminiscencia de las capas calcíticas situadas por

debajo y por encima de la pintura, cuyos resultadosaseguran una cronología gravetiense o, como muy re-ciente, del Solutrense antiguo (GONZÁLEZ SAINZ ySAN MIGUEL, 2001). Aunque bien conocido en la re-gión Cantábrica, ese esquema de construcción simpli-ficada de ciervas y cabras parece más frecuente en lasregiones mediterráneas, de Cosquer a Parpalló, segúnevaluaba recientemente S. Petrognani (2009) en su te-sis doctoral.

Cabría por tanto subrayar algunos aspectos de es-ta agrupación de figuras al fondo de la cueva. Se tra-ta de un grupo de representaciones de tamaño pe-queño y en trazo lineal de color negro. Fueron pinta-das a unos 40 cm sobre el suelo, en un lienzo verticalque en ocasiones ha sido cubierto por el agua, de ma-nera que los trazos están hoy bastante desvaídos, y enocasiones, son difíciles de discriminar de algunas man-chas negruzcas de la pared. En esa agrupación se di-ferencian dos figuras iniciales en yuxtaposición estre-cha, ambas orientadas a la izquierda y dispuestas en lí-nea, de identificación poco clara. Coincidimos con losautores indicados más arriba en que la opción másprobable es que se trate de un uro y de un caballo. Asu vez, la figura más separada situada en el extremoderecho del lienzo es, ciertamente, una cabeza de ca-bra orientada hacia la izquierda, con un par de cuer-nos y cuello, que corresponde a un esquema cons-tructivo muy simplificado, característico del arte pre-magdaleniense.

Cierva Caballo Ciervo Bisonte Uro Cabra Diverso Indet. Total

Arenaza 12 0 1 0 1 0 0 0 14

Arco B-C 3 1 0 0 0 2 0 3 9

Pondra 2 1 1 0 0 0 0 0 4

Covalanas 18 2 0 0 2 0 0 0 22

Haza 1 3 0 0 2 3 0 1 10

Garma 1 0 0 0 1 2 1 1 6

Salitre 1 0 2 0 0 3 0 1 7

Pendo 14 1 0 0 0 1 0 0 16

Castillo 5 4 2 4 1 0 1 0 17

Pasiega A 35 25 13 5 4 1 1 2 86

Pasiega B 0 5 0 3 1 1 1 1 12

Pasiega C 8 3 2 2 1 0 2 1 19

Pasiega D 3 3 0 2 0 0 0 0 8

Altamira 0 9 2 0 0 1 0 0 12

Cualventi 1 1 0 2 0 0 0 0 4

Llonín 3 0 0 2 1 0 1 0 7

Tito

Bustillo 1 4 2 0 0 0 5 1 13

Total 108 62 25 20 14 14 12 11 264

TEMACUEVA

Tabla 1: Temática animal de las pinturas rojas en las cavidades con trazo punteado (GÁRATE, 2006).

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Esta serie con tres figuras animales de pequeño ta-maño y a escasa altura sobre el suelo contrasta viva-mente con el resto de representaciones de la cueva,por el pigmento y procedimiento técnico, el formatomás pequeño, y la misma posición de trabajo, subra-yando por tanto su neta separación topográfica. Des-de un punto de vista estilístico no encontramos, sinembargo, elementos para definir una cronología ne-cesariamente posterior o anterior al resto de represen-taciones y motivos de la cueva, grabados o pintados enrojo. Los elementos evaluados -línea cérvico-dorsal delcaballo, y especialmente el juego entre las líneas de lacara y los cuernos de la cabra, apuntan a una fase an-tigua del Paleolítico superior, en todo caso, anterior alarte magdaleniense.

El conjunto de representaciones animales de El Sa-litre, con figuras en rojo, amarillo y negro, se asocia alEstilo III de los definidos por A. Leroi-Gourhan, comoya se había indicado antes en función de alguna de lasfiguras en rojo (GONZÁLEZ ECHEGARAY y GONZÁLEZSAINZ, 1994: 33). En el estado actual de conocimien-to de la cronología del arte premagdaleniense, aúnmuy deficitario, la cronología más probable de estaspinturas no se corresponde exactamente con la pro-puesta para ese Estilo III, sino que los referentes másclaros apuntan a los periodos Gravetiense y aún Solu-trense (ca. 27.000 a 17.000 BP), sin que sea posibleprecisar más.

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Figura 2: Ejemplos de ciervos pintados en rojo (lateralización modificada). 1 El Salitre; 2 El Castillo (GÁRATE, 2006); 4 Pondra (GONZÁLEZ SAINZy SAN MIGUEL LLAMOSAS, 2001); 5 Tito Bustillo (GÁRATE, 2006); 7 y 12 Altamira (BREUIL y OBERMAIER, 1935); 8 La Pasiega C (GÁRATE,2006); 3, 6, 9, 10 y 11 La Pasiega A (GÁRATE, 2006).

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IV. LOS CIERVOS EN LA PINTURA ROJA PUNTEADA

Hemos señalado que la presente contribución sebasa en el hallazgo de una representación inédita deciervo punteado en rojo, tema singular dentro de estetipo de figuras.

Las pinturas animales trazadas mediante la técnicadel trazo punteado, que caracterizan la actividad grá-fica parietal durante el pre-magdaleniense cantábrico,se asocian directamente a la representación de la cier-va que, sin duda, domina claramente el repertorio te-mático.

Aún así, el ciervo es el tercer taxón más represen-tado -incluso sin considerar los ejemplares de Mega-ceros giganteus de La Garma, Pasiega B, La Lloseta y Ti-to Bustillo-, aunque más de la mitad de los ejemplaresse localizan en la galería A de la cueva de La Pasiega.Otras cavidades con pinturas rojas de ciervo son Are-naza -determinación no definitiva-, Pondra, El Salitre,El Castillo, La Pasiega C, Altamira y Tito Bustillo.

La escasa cantidad de representaciones contrastacon su alta variabilidad iconográfica. Por un lado, sedocumentan ciervos con las astas muy poco desarro-lladas que se asocian a ejemplares jóvenes como losde Pondra, La Pasiega C y Tito Bustillo. Por otro lado,se detectan ciervos reducidos al tren anterior pero conlas astas muy desarrolladas y los pitones indicados enalgunos casos -El Salitre, La Pasiega A y quizás El Cas-tillo-. Solamente se representan completos los ejem-plares de Altamira aunque su identificación no es deltodo segura. En función de los calcos de H. Breuil y H.Obermaier parecen responder al taxón estudiado sibien uno de ellos fue interpretado como alce (BREUILy OBERMAIER, 1935). En otros casos más excepciona-les las representaciones de ciervo se reducen a la ca-beza y astas -El Castillo y La Pasiega A- o incluso sola-mente a las astas -El Salitre-.

En la mayoría de las composiciones los ciervos apa-recen asociados a grupos de otros animales. Así suce-de en Altamira o en La Pasiega B donde dichos ani-males aparecen en paneles dominados por caballos yciervas respectivamente. En otras ocasiones como en ElSalitre o El Castillo, los ciervos de astas desarrolladas serepresentan aislados y en las proximidades de la en-trada a la cavidad.

Por lo general, las pinturas de ciervo presentan unalto grado de detalle incluyendo la indicación del ojo,del maxilar o la oreja. En sendos ejemplares de La Pa-siega A, de La Pasiega C y de Altamira se recurre a unrelleno interior a base de líneas punteadas, mientrasque el restante ciervo de Altamira presenta una tintaplana en el tren anterior.

En definitiva, la representación de ciervos rojos res-ponde a un formato parcial que en buena parte de loscasos se reduce al tren anterior del animal. Se indicanespecialmente la cabeza con un alto grado de detalley las astas desarrolladas. La anatomía restante o biense omite o bien se limita a líneas sumarias. Cabe des-tacar el relleno a base de líneas de puntos anterior-mente señalado, que únicamente de documenta en eltaxón estudiado.

Dicho modelo contrasta con el vinculado a los cier-vos grabados estriados que se caracterizan por forma-tos completos muy detallados, con rellenos interioresen el tren anterior y, en numerosas ocasiones, con ungrado de expresividad reflejado en la cabeza levanta-da en actitud de bramido o incluso abatidos por ve-nablos.

V. LAS PINTURAS ROJAS DE EL SALITRE EN ELCONTEXTO GRÁFICO CANTÁBRICO

La vinculación de la cueva de El Salitre al grupo depinturas rojas punteadas no ha sido evidente hasta laactualidad. El hallazgo de una representación inéditade ciervo punteada rojo ha motivado la necesidad deesclarecer la relación entre dicha técnica y la cueva es-tudiada.

Si nos remontamos a la llamada “Escuela de Ra-males”, primera visión en conjunto de dichas pinturas,la de El Salitre se considera como una cavidad empa-rentada pero no perteneciente a la misma. Es decir,“está claro que hay un gusto extendido más allá de lasfronteras de la Escuela, que alcanza hasta Pindal in-cluso que se desperdiga por los santuarios próximos aLa Pasiega como Castillo y otros más alejados comoSalitre, etc., que tiende a la representación de la cier-va con pintura roja y en toda clase de esquemas y mo-delos. Es, pues, algo de distinto género que una Es-cuela” (APELLÁNIZ, 1982).

Dicha incertidumbre en torno a la pertenencia delas representaciones animales rojas de El Salitre al gru-po de pinturas punteadas cantábricas también estápresente en la revisión de conjunto elaborada por C.González Sainz y C. San Miguel (2001), en la que se in-dica que “no es posible cerrar la posibilidad de que sereconozca con claridad este procedimiento en otrascuevas (Castillo, Salitre)”. De la misma manera, en lavaloración desarrollada por M. García Díez sobre elmismo sujeto se reafirma la dificultad que suponeidentificar la aplicación de la técnica del punteado enlas pinturas rojas de la cueva de El Salitre (GARCÍA DÍ-EZ, EGUIZABAL y SAURA, 2003).

Una revisión reciente de las cavidades con pinturasrojas punteadas (GÁRATE, 2006) ha puesto de mani-fiesto la utilización de dicha técnica, al menos, en las

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astas de ciervo, en el cuadrúpedo de color amarillo yen una de las cabras de la cueva de El Salitre, si bien elestado de conservación solamente permite la identifi-cación en determinados puntos.

En el ciervo rojo que aquí presentamos se identifi-ca también la aplicación de trazos punteados, al me-nos, en las astas y cabeza del animal. El penoso esta-do de conservación y su difícil accesibilidad impide unexamen detallado al respecto. Queda claro, por tanto,que dicha representación encaja a la perfección con elresto de las pinturas rojas de la cavidad y, a su vez, enel grupo de cavidades cantábricas con pinturas rojaspunteadas. Las características morfo-estilísticas delciervo se asocian de manera especial con las presentesen buena parte de los ejemplares de la galería A de LaPasiega, así como con el situado en la primera sala deEl Castillo.

Por otro lado, la presencia de animales rojos pun-teados en áreas de penumbra, como el ciervo tratado,no resulta excepcional, sino que viene a constatar unmodelo puesto de relevancia durante los últimos añosy que contrasta con la idea tradicional de espacios pro-fundos y recogidos que caracteriza a dichos conjun-tos. Así, cabe mencionar casos similares para las cue-vas de Pondra y de La Haza en las cuencas altas delAsón y Carranza, de La Pasiega B y C en la cuenca altadel Pas, de Cualventi y quizás Altamira entre el río Sa-ja y la costa actual o de Llonín en la cuenca del río Ca-res. El propio ciervo aislado de El Castillo se encuentraa escasa distancia de la entrada, si bien ésta se en-cuentra totalmente colmatada.

En definitiva, el conjunto de pinturas rojas de lacueva de El Salitre mantiene una vinculación estrechacon el resto de cuevas cantábricas decoradas con ani-males punteados en lo que se refiere a la temática, lasconvenciones estilísticas, la organización o las técnicasde aplicación del colorante.

El escaso repertorio de figuras animales y la varia-bilidad iconográfica (dos ciervos, dos cabras, una cier-va en rojo y un cuadrúpedo indeterminado en siena)enlaza con lo que se observa en otros conjuntos de ta-maño similar como los de Arco B, Pondra, La Haza, LaGarma o Cualventi, en los que la cabra también estámuy presente. Otras cavidades con una cantidad muysuperior de grafías (La Pasiega, Covalanas, El Pendo oArenaza) tienden a representar una iconografía mo-notemática, principalmente en torno a la cierva. La au-sencia de signos convencionales tampoco es un ele-mento novedoso ya que también están ausentes en al-gunas de las cavidades señaladas (Cualventi y El Pen-do).

La organización en paneles sucesivos naturalmen-te delimitados y dentro del eje principal de tránsito

también se reconoce para las pinturas rojas de Pondray de La Garma. Lamentablemente los graves proble-mas tafonómicos que afectan a las figuras impiden unanálisis estilístico exhaustivo -especialmente la ciervaroja que podría presentar algún tipo de relleno o des-piece interior prácticamente desaparecido-. De todasmaneras, algunos aspectos específicos de la cierva co-mo la cabeza triangular, el maxilar indicado y con lasorejas en <V> aluden, sin duda, a los patrones des-critos para las pinturas rojas punteadas de la cornisaCantábrica, tal y como se señaló en su momento (AL-CALDE, BREUIL y SIERRA, 1911).

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